La Piel de Zapa · 2020. 5. 20. · gritan fatalmente al jugador: «¡Sí! ¡No!». Aquella cabeza...

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La Piel de Zapa Por Honore de Balzac

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  • LaPieldeZapa

    Por

    HonoredeBalzac

  • I

    ELTALISMÁN

    Haciafinesdelmesdeoctubreúltimo,entróunjovenenelPalacioReal,en elmomento en que se abrían las casas de juego, conforme a la ley queprotege una pasión esencialmente imponible. Sin titubear apenas, subió laescaleradelgaritoseñaladoconelnúmero36.

    — ¡Caballero! ¿Mehaceusted el favordel sombrero?—requirió envozsecaygruñonaunviejecillopaliducho,acurrucadoenlasombra,resguardadoporunabarricada,yqueselevantósúbitamente,mostrandounrostrovaciadoenuntipoinnoble.

    Cuandoentrasenunacasadejuego,laleycomienzapordespojartedetusombrero.¿Seráellounaparábolaevangélicayprovidencial?¿Serámásbienuna manera de cerrar un contrato infernal contigo, exigiéndote no sé quéprenda? ¿Será quizá para obligarte a guardar actitud respetuosa para conaquellos que van a ganarte el dinero? ¿Será por ventura, que la policía,agazapada en todos los bajos fondos sociales, tiene afán de averiguar elnombrede tu sombrereroo el tuyo, si es que le has estampado en el forro?¿Será,enfin,paratomarlamedidadetucráneoyconfeccionarunainstructivaestadística,relativaalacapacidadcerebraldelosjugadores?

    En este punto, el silencio de laAdministración es absoluto.Pero, sábelobien; apenas avances un paso hacia el tapete verde, ya no te pertenece tusombrero, como tampoco teperteneces túmismo; tanto tú, como tu fortuna,tus prendas de vestuario, hasta tu bastón, todo es del juego. A tu salida, eljuegotedemostrará,medianteunatrozepigramaenacción,quetehadejadoalgo,devolviéndotetuindumentaria.Noobstante,sienalgunaocasiónllevassombrero nuevo, aprenderás, a tu costa, que conviene hacerse un traje dejugador.

    El asombro manifestado por el joven al recibir una ficha numerada acambio de su sombrero, cuyos bordes, por fortuna, estaban ligeramentepelados, reveló bastante a las claras un alma todavía inocente. Así, elviejecillo,encenagadosinduda,desdesumocedadenlosardientesplaceresdelavidadel jugador, le lanzóunamiradadecompasiva ternura, en loqueunfilósofohubiera leído lasmiseriasdelhospital, lavagabundezdelarruinado,lossumariosyprocesos,lostrabajosforzadosaperpetuidad,lasexpatriacionesalGuazacoalco.

    Aquel hombre, cuya escuálida y exangüe faz denotaba la deficiencia dealimentos, presentaba la pálida imagen del vicio reducida a sumásmínima

  • expresión. Sus arrugas delataban las huellas de antiguas torturas, y debíajugarse sus menguados emolumentos el día mismo en que los cobraba.Semejante a esos rocines en los que no producenmella los palos, no habíanada que le inmutara; los sordos gemidos de los jugadores que salíanarruinados,susmudas imprecaciones,susestúpidasmiradas,nocausabanenél lamás ligera impresión.Era laencarnacióndel juego.Siel jovenhubieracontempladoaltristeCerbero,quizásehabríadicho:

    —¡Esehombreesunabarajaambulante!

    EldesconocidodesatendióelconsejovivienteinstaladoallísindudaporlaProvidenciacomohasituado la repulsióna lapuertade todos los lugaresdevicio, y entró resueltamente en la sala, donde el sonido del oro ejercíadeslumbradorafascinaciónsobre lossentidos,enplenacodicia.EraprobablequeaqueljovenfueseimpulsadoallíporlamáslógicadetodaslaselocuentesfrasesdeJ.J.Rousseau,que,amijuicio,encierraestetristepensamiento«Sí,conciboqueunhombrerecurraal juego;perosóloenelcasoextremodenovermásquesuúltimoescudoentreélylamuerte».

    Por la tarde, lascasasde juegosólo tienenunapoesíavulgar,perodeunefecto tan seguro como un drama sangriento. Las salas están repletas de«mirones» y de jugadores, de ancianos indigentes, que se arrastran por allíparaentrarencalor,defisonomíasagitadas,deorgíascomenzadasenelvinoyprestasaacabarenelSena.Silapasiónabunda,elexcesivonúmerodeactoresimpide contemplar frente a frente al demonio del juego. La velada es unverdaderotrozodeconjunto,enelquetodalacompañíacanta,enelquecadainstrumentode laorquestamodula su frase.Allí sevennumerosaspersonasrespetables,quevanenbuscadesolazylopagan,comopagaríanelplacerdelespectáculoolasatisfaccióndeuncaprichogastronómico.

    ¿Peroalcanzaríaisacomprendertodoeldelirioyelvigorencerradosenelalma de un hombre que espera con impaciencia la apertura de un tugurio?Entreeljugadordelamadrugadayeljugadordelatarde,existeladiferenciaqueseparaalmaridoindolentedelamanteembobadobajolosbalconesdesubeldad. Sólo durante la madrugada se muestran la pasión palpitante y lanecesidad,entodasuhorribledesnudez.Enaquelmomentopodríaisadmiraraun verdadero jugador, a un jugador que no ha comido, dormido, vivido nipensadomientrashasidoflageladoporellátigodesumartingala,mientrashasufrido,asediadoporlacomezóndeungolpede«treintaycuarenta».

    Aaquellahoramaldita,encontraríaisojoscuyacalmaespanta,rostrosquefascinan, miradas que remueven las cartas y las devoran. Así, las casas dejuegonosonsublimesmásquealaaperturadesussesiones.SiEspañatienesuscorridasdetoros,siRomatuvosusgladiadores,ParíspuedevanagloriarsedesuPalacioReal, cuyasprovocativas ruletasproporcionanelplacerdever

  • correrlasangreaoleadas,sineltemordequeresbalenlospies.Intentadlanzarunamiradafurtivasobreaquellapalestra,entrad…¡Quédesnudez!Losmuros,cubiertosdeunpapelmugrientohastalaalturadeunapersona,noofrecenunasolaimagencapazderefrigerarelalma.Nisiquieraseencuentraunclavoparafacilitarelsuicidio.Elentarimadoestácarcomidoysucio.Unamesaoblongaocupaelcentrodelasala.Lamodestiadelassillasdepajaagrupadasentornodeaqueltapetegastadoporelrocedeloro,denunciaunacuriosaindiferenciaporellujo,entreloshombresquevanasucumbirallíporelafándelafortunaydelfausto.

    Esta antítesis humana se descubre dondequiera que el alma reaccionapoderosamente sobre símisma.El galándesearíaver a su amada reposandosobremullidos cojinesde seda, envuelta envaporosos tisúesorientales, y lamayorpartedeltiempolaposeesobreuncamastro.Elambiciososeimaginaen la cumbredel poder, sin dejar de rastrear por el fangodel servilismo.Eltraficantevegetaenel fondodeun tenduchohúmedoymalsano, levantandoun vasto palacio de donde su hijo, heredero precoz, será arrojado por unalicitaciónfraternal.Enfin,¿existealgomásrepulsivoqueunacasadeplacer?¡Problema singular! En constante oposición consigo mismo, midiendo susesperanzas por sus males presentes y sus males por un porvenir que no lepertenece,elhombreimprimeatodossusactoselcarácterdelainconscienciaydeladebilidad.Aquíabajo,nohaynadacompletomásqueladesgracia.

    Cuando el joven entró en el salón, había ya en él varios jugadores.Tresancianos calvos estaban sentados indolentemente alrededor del tapete verde:sus rostrosmarmóreos, impasibles, como los de los diplomáticos, revelabanalmasestragadas,corazonesquehacíamuchotiempoquesehabíanolvidadodepalpitar,niaunarriesgandolosbienesparafernalesdeunaesposa.

    Unjovenitaliano,denegracabelleraytezcetrina,acodadotranquilamenteal extremo de la mesa, parecía escuchar esos presentimientos secretos quegritanfatalmentealjugador:«¡Sí!¡No!».Aquellacabezameridionalrespirabaoro y fuego. Siete u ocho mirones, en pie, alineados formando galería,aguardaban las escenas que les preparaban los vaivenes de la suerte, lasfisonomías de los actores, el movimiento del dinero y el de las raquetas.Aquellos desocupados se estacionaban allí, silenciosos, inmóviles, atentoscomoelpuebloalcadalso,cuandoelverdugocercenaunacabeza.

    Unhombrealtoyflaco,raídoderopa,conunatarjetaenunamanoyunlapiceroenlaotra,marcabalospasesdelencarnadoydelnegro.EraunodeesosTántalosmodernos,quevivenalbordedetodoslosgocesdesusiglo,unode esos avaros sin tesoro, que atraviesan una puesta imaginaria; especie delocorazonable,queseconsolabadesusmiseriasacariciandounaquimera,queactuaba, en fin, con el vicio y el peligro como los recién ordenados con laEucaristía, cuando dicen misas blancas. Frente a la banca, un par de esos

  • ladinos especuladores, expertos en lances de juego y semejantes a antiguosforzados, a quienes ya no asustan las galeras, permanecían en acecho, paraaventurar tres golpes y llevarse inmediatamente la incierta ganancia de quevivían.Dosviejoscriadossepaseabanperezosamenteconlosbrazoscruzados,mirando de vez en cuando al jardín, por detrás de las vidrieras, como paramostraralostranseúntessusanchasfaces,aguisadeenseña.

    El banquero acababa de lanzar su inexpresiva mirada circular sobre lospuntosydepronunciarelmonótono«¡Haganjuego!»,cuandoeljovenabriólapuerta.Elsilenciosehizomásprofundoylascabezassevolvieronalreciénllegado, por curiosidad. ¡Cosa inaudita! Los embotados viejos, los pétreosempleados, los «mirones» y hasta el fanático italiano, experimentaron ciertaimpresióndeespanto,alveraldesconocido.¿Nosehadeserbiendesgraciadoparaobtenerpiedad,biendébilparainspirarsimpatía,debiensiniestroaspectopara estremecer las almas, enun lugar enque losdoloresdeben sermudos,donde lamiseria es alegre y la desesperaciónmesurada?Puesbien; de todoellohuboenlasensaciónnuevaqueremovióaquelloscorazoneshelados,enelmomento de entrar el joven. ¿Acaso no lloraron también alguna vez losverdugos, ante las vírgenes cuyas blondas cabezas debían ser segadas a unaseñaldelaRevolución?

    A la primera ojeada, los jugadores leyeron en el semblante del novicioalgúnhorriblemisterio.Sus juveniles facciones estaban impregnadasdeunagracia nebulosa; sus miradas denunciaban esfuerzos fracasados, milesperanzas defraudadas. La hosca impasibilidad del suicidio daba a aquellafrenteunapalidezmateyenfermiza:unaamargasonrisaplegabaligeramentelas comisuras de los labios, y la fisonomía expresaba una resignación, queimpresionabadesagradablemente.Algúnsecretogeniocentelleabaenelfondode aquellas pupilas, veladas quizá por las fatigas del placer. ¿Era que losestragosdeunavidalicenciosaempañabanelbrillodeaquelnoblerostro,enotro tiempo puro y rozagante, ahora degradado? Los médicos habríanatribuido indudablemente a lesiones cardíacas o pulmonares el círculoamarillentoquerodeabalospárpadosyeltinterojizodelasmejillas,entantoque los poetas hubieran pretendido reconocer en aquellos síntomas losestragosdelavigilia,lashuellasdenochesdeestudiopasadasalresplandordeun quinqué. Pero era una pasión más mortal que la enfermedad, unaenfermedadmás implacable que la fiebre del estudio, la que alteraba aquelcerebromozo,laquecontraíaaquellosmúsculosvivaces,laquehacíaretorceraquel corazón, apenas desfloradopor las orgías, el estudio y la enfermedad.Asícomocuandollegauncélebrecriminalalpresidio,lospenadosleacogencon respeto, así todos aquellos demonios humanos, duchos en torturas,saludaron un dolor insólito, una herida profunda que sondeaba sumirada, yreconocieron uno de sus príncipes en la majestad de su muda ironía, en laelegantemiseriadesusropas.Eljovenvestíaunfracdebuengusto,perolos

  • bordesdelchalecoydelacorbataestabanconcienzudamenteunidos,paraquese le supusiera camisa. La limpieza de sus manos, pulidas como manosfemeninas,erabastantedudosa;enfin,¡hacíadosdíasquenollevabaguantes!

    Sielbanqueroylospropioscriadosdelasalaseestremecieron,fueporqueaúnseobservabanlosrastrosdeunaencantadorainocenciaenaquellasformasgráciles y delicadas, en aquella blonda y rala cabellera, ensortijadanaturalmente.Elsujetoencuestiónnocontabamásdeveinticincoaños,yelvicioparecíaserenéltansólounaccidente.Lalozaníadelajuventudseguíaluchandoconlosestragosdeunaimpotentelascivia.Lastinieblasylaluz,lanada y la existencia combatían entre sí, produciendo a la vez atracción yhorror.Eljovensepresentabaallícomounángelsinaureola,extraviadoensucamino. Así, todos aquellos profesores eméritos de vicio y de infamia,semejantesaunarepugnanteCelestina,acometidaporlapiedadalavistadeuna hermosa doncella que se ofrece a la corrupción, estuvieron a punto degritaralnovato:

    —¡Vete!

    Elreciénllegadomarchóderechoa lamesa,sequedóenpie, tiróalazarsobreeltapeteunamonedadeoroqueteníaenlamano,yquefue,rodando,alnegro; luego, a fuer de corazón esforzado, que abomina de trapacerasincertidumbres,lanzóaltalladorunamirada,entreturbulentaytranquila.

    El interésde aquelgolpe fue tal, que losviejoshicieronpostura;pero elitaliano,asaltadoporunaluminosaideaquecruzósumente,conelfanatismodelapasión,apuntósumontóndeoroencontradeljuegodeldesconocido.Elbanqueroseolvidódepronunciaresasfrasesque,alalarga,seconviertenenunmurmulloroncoeininteligible:

    —¡Haganjuego!…¿Estáhecho?…¡Novamás!

    Al extender las cartas sobre lamesa, el tallador, indiferente siempre a lapérdida o a la ganancia de los aficionados a aquellos sombríos placeres,pareciómostrarsedeseosodequelasuertefavoreciesealadvenedizo.Acadaespectadorseleantojóverundramaylaúltimaescenadeunanoblevidaenlasuerte de aquella moneda de oro; sus pupilas, clavadas en las fatídicascartulinas, chispeaban; pero, a pesar de la atención con que miraronalternativamente al joven y a las cartas, no pudieron sorprender el menorsíntomadeemociónensufisonomíafríayresignada.

    —Encarnadogana,colorpierde—cantóelbanqueroconsolemnidad.

    Unaespeciedesordoestertorsaliódelpechodelitaliano,alvercaer,unoauno,losbilletesdobladosquelearrojóelpagador.Encuantoal joven,nosedio cuenta de su ruina hasta el momento en que se alargó la raqueta pararecoger suúltimamoneda.Elmarfil produjoun ruido seco al chocar con el

  • metal,ylamoneda,rápidacomounaflecha,fueareunirsealmontóndeoroapiladodelantedelacaja.

    Eldesconocidocerró losojosdulcementey sus labiosblanquearon;perocasi en el acto descorrió los párpados, su boca recobró un rojo coralino, yafectando el aire de un inglés para quien la vida carece ya de misterios,desapareciósinmendigarconsueloconunadeesasmiradasdesgarradorasquelos jugadores, en su desesperación, suelen lanzar con harta frecuencia a lagalería. ¡Cuántos acontecimientos se agolpanenel espaciodeun segundoyquédecosasenungolpededados!

    —Debesersuúltimocartucho—observósonriendoelraquetero,despuésde un instante de silencio, durante el cual retuvo lamoneda de oro entre elpulgaryelíndice,paraexhibirlaalaconcurrencia.

    —¡Esetarambanaescapazdetirarsedecabezaalrío!—contestóunodelos asiduos, circulando unamirada en torno de lamesa, en la que todos seconocían.

    —¡Bah!—exclamóunode los libreadosservidores,aspirandouna tomaderapé.

    —¡Sihubiéramosimitadoalseñor!—dijounodelosviejosasuscolegas,señalandoalitaliano.

    Todoslospresentesmiraronalafortunadojugador,cuyasmanostemblabanalcontarlosbilletesdeBanco.

    —Enaquelmomento—declaróelitaliano—mepareciópercibirunavozquemurmurabaamioído: ¡El juegoharáentraren razónaesedesesperadomuchacho!

    — ¡Ese hombre no es jugador! —replicó el banquero—; si lo fuese,hubiera distribuido su dinero en tres posturas, para contar con másprobabilidades.

    Eljovenpasópordelantedelaportería,sinreclamarsusombrero;peroelviejo mastín, después de observar el mal estado de aquel guiñapo, se loentregósinproferirpalabra.Eljugadorrestituyómaquinalmentelacontraseñaydescendiólasescalerastarareando«Ditantipalpiti»,entonotanquedo,queapenasoiríaélmismolasdeliciosasnotas.

    Una vez bajo las arcadas del Palacio Real, siguió hasta la calle de SanHonorato, tomó el camino de las Tullerías y atravesó el jardín, con pasovacilante.Caminabacomoporundespoblado,empujadoporlostranseúntes,aquienesnoveía,sinescucharatravésdelosclamorespopularesmásqueunasolavoz;ladelamuerte;perdido,enfin,enunensimismamientosemejantealque invadía, en otro tiempo, a los acusados a quienes se conducía en una

  • carretadesdeelPalacioalaGréve,haciaelcadalsotintoenlasangrevertidadesde1793.

    Existe algo de grande y de horrible en el suicidio. Hay muchos cuyascaídascarecendepeligro,porque,comolasdelosniños,sondesdemuybajopara lastimarse;pero,cuandounhombreseestrella,debevenirdemuyalto,haberseelevadohastaloscielos,habervislumbradoalgúnparaísoinaccesible.Implacables deben ser los huracanes que le fuerzan a demandar la paz delalma al cañón de una pistola. ¡Cuántos jóvenes talentos, confinados en unabuhardilla, se marchitan y perecen por falta de un amigo, por falta delconsuelodeunamujer,enelsenodeunmillóndeseres,enpresenciadeunamultitud harta de oro y que se aburre! Ante semejante idea, el suicidioadquiereproporcionesgigantescas.Entreunamuertevoluntariay la fecundaesperanzacuyavoz llamaraaun jovenaParís, sóloDiossabeelcúmulodeconcepciones encontradas, de poesías abandonadas, de lamentos y de gritosahogados, de tentativas inútiles y deméritos abortados.Cada suicidio es unsublime poema de melancolía. ¿Dónde encontraréis, en el océano de lasliteraturas, un libro flotante que pueda luchar en genio con esta gacetilla:«Ayer,alascuatro,unamuchachasearrojóalSenadesdeloaltodelPuentedelasArtes»?

    Antetallaconismoparisino,todopalidece;losdramas,lasnovelas,hastalaviejaportada:«Las lamentacionesdelgloriosoreydeKaérnavan,reducidoaprisiónporsushijos»;últimofragmentodeunlibroperdido,cuyasolalecturaenternecíaaSterne,sinperjuiciodeabandonarasumujeryasushijos.

    Eldesconocidofueasaltadopormilpensamientossemejantes,quepasabanenjironesporsualma,comodesgarradasbanderasondeantesenelfragordeunabatalla.Sidepositabaduranteunmomentoelfardodesuinteligenciaydesus recuerdos, para detenerse ante algunas flores cuyas corolas balanceabamuellemente la brisa entre los macizos de verdura, se sentía bruscamenteembargado por una convulsión de la vida, que respingaba todavía bajo laabrumadora idea del suicidio, y elevaba los ojos al cielo; pero los grisesnubarrones, las bocanadas de viento, cargadas de tristeza, la pesadez de laatmósfera,seguíanaconsejándolemorir.

    Seencaminóhacia el puenteReal, pensandoen losúltimoscaprichosdesus predecesores. Sonrió al recordar que lord Castlereagh satisfizo la máshumildenecesidadfísicaantesdecortarseelcuello,yqueelacadémicoAugerfue a buscar su caja de rapé, aspirando el acre polvillo al avanzar hacia lamuerte. Analizando estas extravagancias, hubo de interrogarse a sí mismo,cuandoalestrecharsecontraelparapetodelpuente,paradejarpasaraunmozodel mercado, rozó ligeramente con la manga el yeso de la pared y sesorprendió sacudiéndose cuidadosamente el polvo. Llegado al puntoculminantedelabóveda,miróalaguaconairesiniestro.

  • —¡Mal tiempoparazambullirse!—ledijo riendounavieja,envueltaenandrajos—.ElSenaestáturbioyfrío.

    Élcontestóconunasonrisallenadeingenuidad,quedenotabasudeliranteardimiento;peroseestremeciódepronto,alveralolejos,sobreelmalecóndelas Tullerías, la caseta rematada por el cartelón, con el siguiente rótulo, enletrasdeunpiedealtura:«Salvamentodenáufragos».SeleaparecióelbuenDacheux, armado de su filantropía, requiriendo y utilizando aquellosbienhechores remos,que rompen lacabezaa losahogados, cuando tienen ladesgracia de remontarse a la superficie: le vio exhortando a los curiosos,reclamandounmédico,disponiendolasinhalaciones;leyólospésamesdelosperiodistas,escritosentrelabromadeunfestínylasonrisadeunabailarina;oyóelchocardelasmonedasasignadasalosbarqueros,porsucabeza,porelprefectodelSena.Muerto,valdríacincuentafrancos,mientrasquevivonoerasinounhombre de talento sin protectores, sin amigos, sin casa ni hogar, unverdadero cero social, inútil al Estado, que para nada se preocupaba de él.Pareciéndoleinnobleunamuerteenplenodía,resolviómorirdenoche,afinde entregar un cadáver indescifrable a aquella sociedad, que desconocía lagrandezadesuvida.

    Continuó, pues, su camino y se dirigió al muelle Voltaire, adoptando elandarindolentedeundesocupadoquedeseamatareltiempo.Aldescenderlospeldañosqueterminanlaaceradelpuente,enelángulodelmalecón,atrajeronsusmiradas unos librotes extendidos sobre el parapeto. En poco estuvo queajustasealgunos.Sonrió,metiófilosóficamentelasmanosenlosbolsillos,yyasedisponíaareanudarsuinterrumpidamarcha,enlaquesenotabaciertodejode frío desdén, cuando quedó admirado al oír resonar unas monedas en elfondodesufaltriquera,deunmodoverdaderamentefantástico.Unasonrisadeesperanzailuminósurostro,deslizándosedesuslabiosasusfaccionesyasufrenteyhaciendobrillardealegríasuspupilasysussombríasmejillas.Aqueldestellodefelicidadseasemejabaaloschispazosquerecorrenlosrestosdeunpapelconsumidoyaporlasllamas;ycupoalsemblantelapropiasuertedelasnegras cenizas, tornándose triste cuando el desconocido, después de retirarapresuradamente la mano de su bolsillo, vio tan sólo tres monedas de diezcéntimos.

    —¡Signorino!¡Percarita!…¡Unalimosnaparapan!

    Un muchachuelo de rostro sucio y abotagado, mal cubierto de harapos,tendiólamanoalpersonaje,paraarrancarlesusúltimosrecursos.

    Adospasosdelsaboyanito,unancianovergonzante,deaspectoachacosoymiserable,envueltoenunmantónagujereado,ledijoenbroncavozvelada:

    —¡Caballero!¡Unavoluntad,porelamordeDios!…

  • —Pero,cuandoel jovenmiróalanciano,éstecallóycesóensusúplica,reconociendoquizáenaquelfúnebresemblante ladivisadeunamiseriamásacerbaquelasuya.

    —¡Percarita!¡Percarita!

    El desconocido distribuyó su capital entre el chicuelo y el anciano,abandonandolaaceraycruzandoalaparteedificada,pornopodersoportarlapunzantevistadelSena.

    —¡Diosselopagueyseloaumente!—dijeronalavezambosmendigos.

    Al llegar al escaparatedeunaestampería, elmoribundo tropezóconunajoven que descendía de un lujoso tren. Contempló con fruición a laencantadoramujer, cuyo blanco rostro iba encuadrado armónicamente en laseda de un elegante sombrero, y quedó seducido por su esbelto talle, por lagraciadesusmovimientos.Lafalda,ligeramentelevantadaporelestribo,dejóal descubierto los delicados contornos de una bien moldeada pantorrilla,encerradaenunatersamediablanca.

    La joven entró en el establecimiento regateó y ajustó varios álbumes ycoleccionesdelitografíasycompróporvalordealgunasmonedasdeoro,querelucieronytintinearonsobreelmostrador.Nuestropersonaje,aparentementeabstraído en examinar los grabados expuestos en el aparador, cambióvivamenteconlahermosadesconocidalamáspenetrantedelasmiradasquepueda lanzarunhombre,contraunadeesas indiferentesojeadasdirigidasalazaralostranseúntes.Era,porpartedelhombre,unadiósalamor,alamujer;peroestaúltimaypoderosa interrogaciónnofuecomprendida,noconmovióaquelcorazóndemujerfrívola,nolaruborizó,nolahizobajarlosojos.

    ¿Qué significaba aquello para ella? Una admiración más, un deseoinspirado, que le sugeriría por la noche esta grata reflexión: «¡La verdad esquehoyestababien!».

    El joven se trasladó seguidamente de sitio, sin volver siquiera la cabezacuandoladesconocidaocupódenuevosucarruaje.Loscaballosarrancaron,yaquellapostreraimagendellujoydelaeleganciaseeclipsó,comoprontoseeclipsaría su vida. Avanzó melancólicamente a lo largo de los almacenes,examinandosingraninteréslasmuestrasdemercancías.Cuandoacabaronlastiendas, estudió el Louvre, el Instituto, las torres deNuestra Señora, las delPalacio, el puente de las Artes. Aquellos monumentos parecían tomar unafisonomíatristealreflejarlosgrisáceosmaticesdelcielo,cuyosescasosclarosprestabanunaireamenazadoraParís,quesemejanteaunamujerbonita,estásometiendoainexplicablescaprichosdefealdadydebelleza.HastalapropiaNaturalezaconspirabaparasumiralmoribundoenunéxtasisdoloroso.Presadeaquelpodermaléfico,cuyaaccióndisolventeencuentraunvehículoenel

  • fluido que circula por nuestros nervios, sentía llegar insensiblemente suorganismoa los fenómenosde la fluidez.Lasborrascasdeaquellaagonía leimprimíanunmovimientosemejantealdelasolas,ylehacíanveredificiosyhombresatravésdeunabruma,enlaquetodoondulaba.

    Trató de substraerse a las titulaciones que producían en su alma lasrelacionesde lanaturalezafísica,ysedirigióaunalmacéndeantigüedades,con el propósito de dar pasto a sus sentidos, o de aguardar allí la noche,simulando el deseo de adquirir objetos de arte. Era, por decirlo así, reuniránimosypediruncordial,comoloscondenadosquedesconfíandesusfuerzasal ir al patíbulo; pero la conciencia de su próximo fin infundió, por unmomento,eneljovenlaenterezadeunaduquesacondosamantes,yentróenla tienda del anticuario con aire desenvuelto, dejando ver en sus labios unasonrisafija,comoladeunbeodo.¿Acasonoestabaembriagadodelavida,oquizádelamuerte?

    No tardó en recaer en sus vértigos, y continuó viendo las cosas bajoextraños colores o animadas de un ligero movimiento, cuya causa era, sinduda,unairregularcirculacióndesusangre,tanprontoturbulenta,comounacascada, tan pronto tranquila y blanda, como el agua tibia. Solicitósimplementevisitarlosalmacenes,paraversiencerrabaalgunacuriosidadqueleconviniera.Unmocetóndecarafrescaymofletuda,cabelleraroja,cubiertocon una gorra de nutria, encomendó la vigilancia del establecimiento a unaancianalugareña,especiedeCalibanfemenino,ocupadaenlimpiarunaestufa,cuyasmaravillaserandebidasalgeniodeBernardodePalissy.Luego,dijoalpresuntoparroquiano,conaireindiferente:

    —¡Veráusted,caballero!…Aquíabajo,enlatienda,sólotenemoslomáscorriente; pero, si quiere usted tomarse lamolestia de subir al primer piso,podréenseñarlemagníficasmomiasdelCairo,variasartísticasincrustaciones,algunosébanos tallados,«auténticoRenacimiento», recientemente llegadosyquesonverdaderaspreciosidades.

    Enlahorriblesituaciónenquesehallabaeldesconocido,aquellacharladecicerone, aquellas frases neciamente mercantiles, fueron para él como lasruinestacañeríasconqueciertosespíritusmezquinosasesinanaunhombredegenio.Llevandosucruzhastaelfin,parecióescucharasuguíaylecontestócon gestos o con monosílabos; pero, insensiblemente, supo conquistar elderechodepermanecersilenciosoypudoentregarselibrementeasusúltimasmeditaciones, que fueron terribles. Era poeta, y su alma encontrófortuitamenteinmensocampo;debíaver,anticipadamente,losrestosdeveintemundos.

    Aprimeravista,losalmacenesleofrecieronuncuadroconfuso,enelquese amontonaba lo divino y lo humano. Cocodrilos, boas, monos disecados,

  • sonreíanalosventanalesdeiglesia,parecíanquerermorderlosbustos,corrertras las lacas, trepar a las pendientes arañas.Un jarróndeSévres, en el quemadameJacototpintóaNapoleón,sehallaba juntoaunaesfingededicadaaSesostris. El comienzo del mundo y los acontecimientos de la víspera seasociabanengrotescomaridaje.Unasadorsehallabacolocadojuntoaunviril,unsablerepublicanosobreunmandobledelaEdadMedia.MadameDubarry,pintada al pastel por Latour, con una estrella en la frente, desnuda y entrenubes, parecía contemplar concupiscentemente un braserillo indio, comopretendiendoinvestigarlautilidaddelasespiralesqueserpenteabanhaciaella.

    Los instrumentosdemuerte,puñales,pistolascuriosas, armasde secreto,arrojadas en revuelta confusión con instrumentos de vida; soperas deporcelana, platos de Sajonia, tazas transparentes, procedentes de China,salerosantiguos,bombonerasfeudales.Unbajeldemarfilbogabaatodavelasobre el caparazón de una inmóvil tortuga.Unamáquina neumática, dejabatuertoalemperadorAugusto,majestuosamenteimpasible.

    Varios retratos de regidores franceses, de burgomaestres holandeses,insensiblesentoncescomodurantesuvida,sedestacabanentreaquelcaosdeantigüedades,lanzándolesunamiradaindiferenteyfría.Todoslosámbitosdelatierraparecíanhaberaportadoallíalgúnrestodesuciencia,algunamuestradesuarte.

    Eraunaespeciedevertederofilosófico,enelquenadafaltaba;ni lapipadelsalvaje,nilapantuflaverdeyorodelserrallo,nielyatagánmorisco,nielídolotártaro.Allíseveía,desdelacantimploradelsoldado,hastaelcálizdelsacerdote, hasta las galas de un trono. Y aun todos aquellos monstruososresiduos estaban sujetos amil accidentes de luz, por lo estrambótico de losreflejos debidos a la confusión de matices, al brusco contraste de claros yobscuros.

    El oído parecía percibir gritos continuados, la imaginación sorprenderdramas incompletos, la pupila vislumbrar resplandores mal velados. Porañadidura,unpolvillopertinaztendíasumantosobreaquellosobjetos,cuyosmúltiples ángulos y cuyas numerosas sinuosidades producían los máspintorescosefectos.

    Eldesconocidocomparóaprimeravistaaquellastressalasabarrotadasdecivilización, de cultos, de divinidades, de obras maestras, de realezas, deruinas,desensatezydelocura,aunespejollenodefacetas,delasquecadacual representaraunmundo.Despuésdeaquella impresiónbrumosa, intentóescogerdondedistraerse;peroafuerzademirar,depensar,desoñar,cayóbajoelimperiodeunafiebre,debidatalvezalhambrequerugíaensusentrañas.Lacontemplacióndetantasexistenciascolectivasoindividuales,contrastadaspor aquellos testimonios supervivientes; acabó de ofuscar los sentidos del

  • joven;eldeseoqueleimpelióalalmacén,estabacolmado:saliódelarealidad,ascendiógradualmenteaunmundoideal, llegóalospalaciosencantadosdelÉxtasis,dondese leaparecióelUniverso,porresiduosyentrazosdefuego,comoenotrostiempospasóflameandoelporvenirantelosojosdeSanJuanenPathmos.

    Una multitud de imágenes doloridas, atractivas y pavorosas, opacas ydiáfanas, remotas y próximas, se elevó por masas, por miríadas, porgeneraciones.Egipto,rígido,misterioso,sealzódesusarenalesrepresentadopor una momia envuelta en negros vendajes; después, fueron los Faraones,sepultandopueblosparaconstruirseunatumba,yMoisés,yloshebreos,yeldesierto.Vislumbrótodounmundoantiguoysolemne.Frescayapacible,unaestatua de mármol, asentada sobre una columna truncada y radiante deblancura,lehablódelosritosvoluptuososdeGreciaydejonia.¡Ah!¿Quiénnohubierasonreído,comoél,alver,destacándosedelfondorojoalamorenadoncella,danzandoenelfinobarrodeunvasoetruscoanteeldiosPríapo,quela saludaba jubilosamente? Frente por frente, una reina latina acariciaba suquimera con amor. Allí respiraban a sus anchas los caprichos de la Romaimperial, revelando el baño, el lecho, el tocado de una Julia indolente,soñadora, esperando a su Tíbulo. Armada con el poder de los talismanesárabes, la cabeza de Cicerón evocaba los recuerdos de Roma libre y ledesarrollabalaspáginasdeTitoLivio.

    Eljovencontempló«Senatuspopulusqueromanus»:elcónsul,loslictores,las togas bordadas de púrpura, las contiendas del Foro, el pueblo airado,desfilaronanteél,comolasvaporosasfigurasdeunsueño.Porfin, laRomacristianadominabaaquellas imágenes.Un lienzoabría loscielos, en losqueaparecía laVirgenMaríanimbadaporáureanube,enelsenodelosángeles,eclipsandoelfulgordelsol,escuchandolasquejasdelosdesventurados,alosqueaquellaEvaregeneradasonreíacondulzura.

    Al repararenunmosaicohechocon lasdistintas lavasdelVesubioydelEtna,sualmasaltóalafogosaybravíaItalia;asistióalasorgíasdelosBorgia,corrióalosAbruzzos,aspirólosamoresitalianos,seapasionóporlablancuramate de los rostros y la avasalladora negrura de los ojos. Tembló ante lasaventurasnocturnasinterrumpidasporlafríaespadadeunmarido,alverunadagadelaEdadMedia,cuyaempuñaduraestabacinceladaconlafinuradeunencajeycuyomohoteníalasaparienciasdemanchasdesangre.

    LaIndiaysusreligionesrevivierondeunídolocubiertoconelpuntiagudocasquetedefacetasromboidales,adornadoconcampanillasyataviadodeseday oro. Junto al figurón, una esterilla, preciosa como la bayadera que habíagirado sobre ella, exhalaba todavía las aromas del sándalo. Un monstruochino,consusojosoblicuos,subocatorcida,susmiembrostorturados,traíanalánimolosinventosdeunpuebloque,hartodelamonotoníadelabelleza,

  • encuentra inefable placer en prodigar las fealdades.Un salero, salido de lostalleres de Benvenuto Cellini, le transportó al seno del Renacimiento, altiempo en que florecieron las artes y la licencia, en que los soberanos sedistraían con suplicio, en que los concilios, echados en los brazos de lascortesanas,decretabanlacastidadparalossimplesclérigos.ViolasconquistasdeAlejandroenuncamafeo,lasmatanzasdePizarroenunarcabuzdemecha,las guerras religiosas, desenfrenadas, ardientes, crueles, en el fondo de uncasco.Luego,surgieronlasrientesimágenesdelacaballería,deunaarmaduradeMilán, primorosamente damasquinada, bien acicalada y bajo cuya viserabrillabanaúnlaspupilasdeunpaladín.

    Aquel océano de muebles, de inventos, de innovaciones, de obras, deruinas, constituía para él un poema sin fin. Formas, colores, pensamientos;todo revivía allí; pero no se ofrecía nada completo al alma. El poeta debíaterminar los croquis del gran pintor que había compuesto aquella inmensapaleta,enlaquesehabíanarrojadoprofusamenteyaldesdénlosinnumerablesaccidentes de la vida humana. Después de haberse adueñado del mundo,después de haber contemplado países, edades, reinos, el joven volvió a lasexistencias individuales. Se personificó de nuevo y se fijó en detalles,rechazando lavidade las nacionalidades, comodemasiado abrumadoraparaunhombresolo.

    Allá dormía un niño de cera, salvado del estudio de Ruysch, y aquellaencantadora criatura le recordó las alegrías de sus infantiles años. Ante lailusióncausadaporelvirginal faldellíndeunadoncelladeTaiti, suardienteimaginación le pintó la sencilla vida de la naturaleza, la casta desnudez delverdadero pudor, las delicias de la pereza, tan inherente al hombre, todo unsinotranquilo,albordedeunarroyolímpidoyrumoroso,bajounplátanoquedispensaraunsabrosomaná,sinnecesidaddecultivo.

    Pero, súbitamente, se convirtió en corsario y revistió la terrible poesíaimpresaenelpapeldeLara,vivamenteinspiradoporlosmaticesnacaradosdemil conchas, exaltadopor lavistade algunasmadréporasque trascendíanalvárec,alasalgasyaloshuracanesatlánticos.

    Admirandomás allá las delicadasminiaturas, los arabescos de azul y deoro que enriquecían algún precioso códice, olvidaba los tumultos del mar.Muellementebalanceadoenunaideadepaz,sedesposabanuevamenteconelestudioyconlaciencia,apetecía lapoltronavidade losmonjes,sinpenanigloria,ysetendíaenelfondodeunacelda,contemplandoporsuventanaenojiva las praderas, el arbolado, los viñedos de sumonasterio. Ante algunosTeniers, seendosaba labordadacasacadel funcionarioo lamíserablusadelobrero;ansiabacalarse lapringosagorrillade los flamencos,embriagarsedecerveza, jugar a los naipes con ellos, y sonreía a una rechoncha y garridalugareña. Tiritaba, al contemplar un paisaje nevado de Mieris, o se batía

  • mirandounabatalladeSalvadorRossa.Acariciabaun«tomahawk»americanoy sentía el escalpelo de un cheroki, que le arrancaba la piel del cráneo.Maravilladoalavistadeunaguzla, laconfiabaalamanodeunacastellana,saboreando la melodiosa romanza y declarándola su amor, junto a unachimenea gótica, entre la penumbra del atardecer, en la que se perdía unamiradadeconsentimiento.Seaferrabaatodaslasalegrías,sesobrecogíaportodoslosdolores,seapropiabatodaslasformasdeexistencia,esparciendotangenerosamente su vida y sus sentimientos entre los simulacros de aquellanaturalezaplásticayvacía,queelruidodepasosrepercutíaensualmacomoelsonidolejanodeotromundo,comoelrumordeParís llegaalas torresdeNuestraSeñora.

    Alsubir laescalera interiorqueconducíaa las salasdelprimerpiso,vioescudos votivos, panoplias, tabernáculos esculpidos, figuras de maderapendientesde losmuros,depositadas sobrecadaescalón.Perseguidopor lasmásextrañasformas,pormaravillosascreacionesasentadasenlosconfinesdelamuerteydelavida,caminababajoloshechizosdeunsueño.Dudando,enfin, de su existencia, estaba como aquellos curiosos objetos, ni muerto deltodo,nivivoenabsoluto.

    Cuandoentróenlosnuevosalmacenes,comenzabaapalidecereldía;perolaluzparecíainnecesariaalasresplandecientesriquezasdeoroydeplataallíamontonadas. Los más costosos caprichos de disipadores muertos bajo unmiserable abuhardillado, después de haber poseído varios millones, sehallabanenaquelvastobazardelaslocurashumanas.Unapapelera,compradaapesodeoroyvendidaporunpedazodepan,yacíajuntoaunacerraduradesecreto, cuyocostehubierabastado, en sus tiempos, al rescatedeun rey.Elgeniohumanoaparecíaentodaslaspompasdesumiseria,entodalagloriadesus gigantescas pequeñeces.Unamesa de ébano, verdadero ídolo de artista,labrada con arreglo a los dibujos de JuanGoujon, cuya confección costaríaseguramente varios años de trabajo, se adquirió tal vez a precio de leña.Cofrecillos preciosos,muebles construidos pormanos de hadas, estaban allídesdeñosamentehacinados.

    —¡Aquítienenustedesencerradosmillones!—exclamóeljoven,alllegaral saloncillo que terminaba una larga tirada de habitaciones, doradas ymolduradasporartíficesdelapasadacenturia.

    —¡Yalocreo!—asintióelmofletudodependiente—.¡Millonesagranel!Peroestonoesnada;¡subaustedaltercerpisoyverácosabuena!

    Eldesconocidosiguióasuconductor,llegandoaunacuartagalería,enlaque desfilaron sucesivamente ante sus fatigados ojos varios cuadros dePoussin,unasoberbiaestatuadeMiguelAngel,algunosencantadorespaisajesde Claudio Lorrain, un Gerardo Dow, semejante a una página de Sterne,

  • lienzos de Rembrandt, de Murillo, de Velázquez, sombreados y matizadoscomo un poema de lord Byron; además bajos relieves antiguos, cálices deágata, ónicesmaravillosos…En fin, era tal el cúmulo de trabajos, de obrasmaestrasacumuladasaporfía,quellegabanaproducirhastío,aconcitarodiocontralasartesyamatarelentusiasmo.LlegóanteunaVirgendeRafael,peroya estaba harto de Rafael. Un retrato de Correggio, que demandaba unamirada,nisiquieralogróalcanzarla.Uninestimablejarróndepórfidoantiguo,cuyasesculturascirculares representaban lamásgrotescamente licenciosadetodaslasobscenidadesromanas,deliciadealgunaCocina,obtuvoapenasunasonrisa. Se ahogaba entre los despojos de cincuenta siglos desvanecidos, sesentía indispuesto bajo el peso de todas aquellas ideas humanas, atacadoalevosamente por el lujo y por las artes, oprimido bajo aquellas formasrenacientes, que, semejantes a monstruos creados bajo sus plantas por ungeniomaligno,lelibrabanuninterminablecombate.

    ¿Es que el alma, parecida en sus caprichos a la química moderna, quecondensa la creación en un gas, no compone tósigos terribles, por la rápidaconcentración de sus goces, de sus energías o de sus ideas? ¿No perecenmuchos hombres bajo la fulminación de un ácido moral, súbitamenteesparcidoporlomáshondodesuser?

    — ¿Qué contiene esa caja?—preguntó al entrar en un amplio gabinete,últimoamontonamientodegloria,deesfuerzoshumanos,deoriginalidades,deriquezas, entre las que señaló con el índice un gran armazón cerrado,construidodecaobaysuspendidodeunclavoporunacadenadeplata.

    —¡Ah!Tienelallaveelamo—contestóelmocetónconairemisterioso—.Sideseaustedverelretrato,meaventurarégustosamenteaprevenírselo.

    — ¡Aventurarse! —replicó el joven—. ¡Pues qué! ¿Acaso es algúnpersonajesuprincipal?

    —Nolosé—contestóelmancebo.

    Y ambos se miraron durante un momento, dando mutuas muestras deasombro.Despuésdeinterpretarelsilenciodeldesconocidocomoundeseo,eldependienteledejósoloenelgabinete.

    ¿No os habéis lanzado nunca a la inmensidad del espacio y del tiempo,leyendolasobrasgeológicasdeCuvier?¿Nooshabéiscernido,enalasdesugenio,sobreelabismosinlímitedelpasado,comosostenidosporlamanodeunmago?Aldescubrirdeestratoenestrato,decapaencapa,bajolascanterasde Montmartre o en los esquistos del Ural, esos animales, cuyos restosfosilizados pertenecen a civilizaciones antediluvianas, se asusta el ánimo alconsiderar los millones de siglos, los millones de pueblos que la frágilmemoriahumana,quelaindestructibletradicióndivinahanolvidado,ycuyas

  • cenizas, acumuladas en la superficie de nuestro globo, constituyen los dospalmosdetierraquenossuministranelpanylasflores.

    ¿No resulta Cuvier el poeta más grande de su siglo? Lord Byron hareproducido, en palabras, algunas agitaciones morales; pero el inmortalnaturalista ha reconstituido mundos con huesos calcinados; ha reedificadociudadessobredientes,cualnuevoCadmo;harepobladomillaresdeselvasdetodos losmisteriosde lazoología,conunoscuantosfragmentosdehulla;haencontradopoblacionesgigantescasenelcascodeunmamut.Estasfigurassealzan,seagrandanypueblanregionesproporcionadasasuscolosalestamaños.Esunpoetamatemático;essublimeagregandounceroalsiete.Despiertaalanada, sin pronunciar palabras artificialmente mágicas; escudriña en unapartículadeyeso,descubreunvestigioygrita:

    —¡Mirad!

    Y a su evocación, losmármoles se animalizan, lamuerte se vivifica, elmundosedespliega.Despuésdeinnumerablesdinastíasdeseresgigantescos,después de razas de peces y de tribus demoluscos, llega por fin el génerohumano,productodegeneradodeuntipograndioso,quebrantadoquizáporelCreador.Enardecidos por sumirada retrospectiva, esos hombresmezquinos,nacidos ayer, pueden franquear el caos; en tonar un himno sin fin yconfigurarseelpasadodelUniversoenunaespeciedeApocalipsisretrógrado.En presencia de esta maravillosa resurrección, debida a la voz de un solohombre, la migaja cuyo usufructo nos está concedido en ese infinito sinnombre, comúna todas las esferas, al que llamamosTiempo, eseminutodevida,nosinspirapiedad.Nospreguntamos,agobiadosbajotantouniversoenruina,aquéconducennuestrasglorias,nuestrosodios,nuestrosamores,ysipara convertirnos en un punto intangible para el porvenir vale la penaconservar la vida.Desarraigados del presente, permanecemosmuertos hastaqueelayudadecámaraentraparadecirnos:

    —Laseñoracondesahacontestadoqueesperabaalseñor.

    Lasmaravillas cuya vista acababa de presentar al joven toda la creaciónconocida, causaron en su alma el abatimiento que produce en el filósofo lacontemplación científica de las creaciones desconocidas.Anhelómorir,másvivamentequenunca,ysedesplomósobreunasillacurul,dejandoerrarsusmiradas a través de las fantasmagorías de aquel panorama del pasado. Loscuadros se iluminaron, las cabezas de vírgenes le sonrieron y las estatuasparecieronanimarsedeunavida ficticia.A favorde la sombra,y removidasporeldeliriofebrilquefermentabaensuperturbadocerebro,aquellosobjetosse agitaron y se arremolinaron ante él.Cada figurón le lanzó sumueca: lospárpadosdelospersonajesrepresentadosenloslienzosseentornaronsobrelaspupilas, para proporcionarles descanso. Cada una de aquellas formas, se

  • estremeció,saltó,seseparódesusitio,gravemente,ligeramente,confinuraoconbrusquedad, según sus costumbres, su carácter y su contextura.Aquellofue un sábadomisterioso, digno de las fantasías vislumbradas por el doctorFaustoenelBrocken.

    Peroestosfenómenosdeóptica,engendradospor lafatiga,por la tensióndelasfuerzasocularesoporloscaprichosdelcrepúsculo,nopodíanespantaral desconocido. Los terrores de la vida eran impotentes contra un almafamiliarizadaconlosterroresdelamuerte.Hastafavorecióconunaespeciedezumbona complicidad las extravagancias de aquel galvanismomoral, cuyosprodigiosseacoplabanalasúltimasideasqueledabanaúnelsentimientodela existencia. El silencio reinaba tan profundamente a su alrededor, que notardó en caer en un apacible desvarío, cuyas impresiones, gradualmentesombrías, siguieron de matiz en matiz y como por magia las lentasdegradacionesdelaluz.Unvivodestello,destacadodelhorizonte,loenvolviótodoconunúltimoreflejorojizoluchandocontralanoche.Eljovenlevantólacabeza,yviounesqueleto,apenas iluminado,quemovíadubitativamentesucráneodeizquierdaaderecha,comodiciéndole:

    —¡Aunnotequierenlosmuertos!

    Y al pasarse la mano por la frente, para ahuyentar el sueño, nuestrodesconocido experimentó distintamente una sensación de viento frescoproducida por un aleteo que le rozó las mejillas, haciéndole estremecer; ycomoa lavez retemblaran losvidriosconunsordochasquido,pensóque lafríacaricia,propiadelosmisteriosdelatumba,procedíadealgúnmurciélago.Duranteunmomentomás,losvagosreflejosdelocasodelsollepermitieronapreciarindistintamentelosfantasmasquelerodeaban;después,todaaquellanaturalezamuertaquedóanuladaenunmismotintesombrío.Lanoche,lahorade morir, había llegado súbitamente. A partir de aquel instante, transcurriócierto lapso de tiempo, durante el cual no se dio clara cuenta de las cosasterrenas, ya por hallarse absorto en profundameditación, ya por ceder a lasomnolencia provocada por la fatiga y por lamultitud de pensamientos quedesgarrabansucorazón.

    Deprontocreyóser llamadoporunavoz terrible,y seestremeció,comocuando en medio de una tremenda pesadilla nos sentimos precipitados degolpea lasprofundidadesdeunabismo.Unadeslumbradoraclaridadlehizocerrar losojos.Acababadesurgirdelsenode las tinieblasunaesfera rojiza,cuyo centro estaba ocupado por un viejecillo que se mantenía en pie,enfocando hacia él la viva claridad de una lámpara. Había llegadosigilosamente,sinhablar,nimoverse.Suaparicióntuvoalgodefantástico.

    El hombre más intrépido, sorprendido así en su sueño, habría tembladoindudablemente ante aquel personaje, que parecía salido de un sarcófago

  • próximo. El fulgor juvenil que animaba las pupilas inmóviles de aquellaespeciedefantasma,impidióanuestrodesconocidosospecharlaexistenciadeunfenómenosobrenatural;sinembargo,enelrápidointervaloqueseparósuvidasonámbuladesuvidareal,permanecióenladudafilosóficarecomendadapor Descartes, quedando sometido, a su pesar, a la influencia de esasinexplicables alucinaciones, cuyosmisterios condenanuestravanidado trataenvanodeanalizarnuestraimpotenteciencia.

    Figuraos un vejete desmirriado y enteco, vestido con un ropón deterciopelonegro, sujetoa lacintura,porun reciocordóndeseda,ycubiertocon un casquete, también de terciopelo del mismo color, bajo el cualescapabanloslargosmechonesdesuscabellosblancos,ajustandorígidamentesufrente.Latúnicaenvolvíaelcuerpocomounvastosudario,sinpermitirverotracosaquelacaraenjutaypálida.

    Anoserporelbrazodescarnado,semejanteaunpalodelcualsehubieracolgadounatela,yqueelancianolevantabaparaproyectarsobreeljoventodalaclaridaddelalámpara,aquelrostrohabríaparecidoflotarenelespacio.Unabarbagris,cortadaenpunta,dabaalestrambóticopersonaje laaparienciadeuna de esas cabezas judaicas que sirven de modelo a los artistas pararepresentar aMoisés.Los labiosde aquelhombre eran tandescoloridos, tandelgados, que precisaba fijarse con gran atención para columbrar la líneatrazadaporlabocaenellívidorostro.Suanchafrentesurcadadearrugas,susmejillas hundidas, el rigor implacable de sus ojillos verdes, desprovistos depestañasydecejas,hubieranpodidohacercreeraldesconocidoquesehabíadesprendido de su marco el «Pescador de oro», de Gerardo Dow. Unasagacidadinquisitorial,reveladaporlassinuosidadesdelasarrugasyporlospliegues circulares dibujados en sus sienes, denotaba un conocimientoprofundodelascosasdelavida.

    Hubierasidoimposibleengañaraaquelhombre,queparecíaposeereldonde sorprender los pensamientos en el fondo de los corazonesmás discretos.Lascostumbresylacienciadetodaslasnacionalidadesseresumíanenaquellafisonomía glacial, de igual manera que se acumulaban los productos delmundoenteroensuspolvorientosalmacenes.Enaquellafaz,setransparentabala estoica tranquilidad de un dios que todo lo ve o la seguridad altiva delhombreque todo lohavisto.Condosexpresionesdiferentesyenunpardepinceladas, un pintor habría hecho de aquella cara una hermosa imagen delPadreEternoo lamáscara sarcásticadeMefistófeles, porqueenella corríanparejaslasupremainteligenciadelafrenteylamuecaburlonadelaboca.Alpulverizar todas las penas humanas bajo un poder inmenso, aquel hombredebiómatarlasalegríasterrenas.

    El moribundo joven se sobre, saltó, presintiendo que aquel viejo geniomoraba en una esfera extraña almundo, en la que vivía aislado, sin goces,

  • porque ya no tenía ilusión; sin dolor, porque ya no conocía placeres. Elancianocontinuabaenpie,inmóvil,inconmovible,comounaestrellanimbadade luz. Sus verdosos ojos, impregnados de ciertamaliciosa calma, parecíanalumbraralmundomoralcomosulámparailuminabaelmisteriosogabinete.

    Tal fue el singular espectáculo que sorprendió el joven en el instante deabrir los ojos, después de haberse mecido en ideas de muerte y entrefantásticas visiones. Si permaneció como aturdido, si se dejó dominarmomentáneamente por una candidez propia de un parvulillo, a quien seembauca con cuentos de hadas, hay que atribuir tal error al velo extendidosobresuvidaysobresuentendimientoporsusmeditaciones,a laexcitaciónde sus crispados nervios, al drama violento cuyas escenas acababan deprodigarle lashorriblesdeliciascontenidasenunapíldoradeopio.LavisiónteníaefectoenParís,enelmuelleVoltaire,enplenosiglodecimonono,tiempoylugarenquelamagiadebíaserimposible.Vecinodelacasaenqueexpiróeldios de la incredulidad francesa, discípulo de Gay-Lussac y de Arago,menospreciador de los cubileteos de los poderosos, el desconocido noobedecía, sin duda, sino a esas fascinaciones poéticas a las cuales nosprestamos frecuentemente, como para huir de desesperantes verdades, comoparatentarelpoderdeDios.

    Tembló, pues, ante aquella luz y ante aquel viejo, agitado por elinexplicable presentimiento de algún extraño influjo, pero la emoción erasemejantealaquetodosexperimentaríamosanteunNapoleónoenpresenciadeotrograndehombrebrillantedegenioycubiertodegloria.

    — ¿Desea usted ver la imagen de Jesucristo pintada por Rafael? —lepreguntó cortésmente el anciano, en voz cuya sonoridad clara y breve teníaalgodemetálica.

    Ydepositólalámparasobreelfustedeunacolumnarota,demaneraquelacajadecaobarecibiesedellenolaluz.

    A los sagrados nombres de Jesucristo y de Rafael, el joven no pudoreprimir un gesto de curiosidad, esperado sin duda por el mercader, queoprimióunresorte.Eltablerodecaobasedeslizórápidamenteporunaranuray cayó sin ruido, exponiendo el lienzo a la admiración del desconocido.Alcontemplar la inmortal creación, éste olvidó las fantasías del almacén, losdesvaríos de su sueño; recobró su ser y estado, reconoció en el anciano unhombredecarneyhueso, completamentevivo,nada fantástico,y tornóa larealidad.Latiernasolicitud,ladulceserenidaddeldivinorostroprodujeronenél inmediata influencia. Cierto perfume emanado de los cielos disipó lastorturas infernales que le abrasaban lamédula de los huesos. La cabeza delSalvadordeloshombressedestacabadelastinieblasdelfondo.Unaaureolaluminosa fulgurabavivamente en tornode su cabellera; de su frente, de sus

  • carnes,rebosabalaconvicción,cualpenetranteefluvio.Loscarmíneoslabiosacababandepronunciarlapalabradevida,yelespectadorbuscabaelsagradoecoen losaires,demandabaal silencio las sublimesparábolas, escuchaba ladivinavozenelporveniry la rememorabaen lasenseñanzasdelpasado.ElEvangeliosereflejabaenlatranquilasimplicidaddeaquellosojosadorables,refugio de las almas conturbadas. Toda la religión católica se leía en unadulcísima y magnífica sonrisa, que parecía expresar el precepto en que seresume«Amaoslosunosalosotros».

    Aquellapinturainspirabaunaplegaria,recomendabaelperdón,ahogabaelegoísmo, despertaba todas las virtudes adormecidas. Participando delprivilegio de los encantos de la música, la obra de Rafael infundíaimperiosamente el atractivo de los recuerdos y su triunfo era completo seolvidabaalpintor.Elefectodelaluzactuabatambiénsobreaquellamaravilla;pormomentos,parecíaque la cabeza semovíaen lontananza, enel senodeunanube.

    —Estelienzoestáenterradoenoro—dijoconfrialdadelmercader.

    — ¡Vaya! ¡Es preciso disponerse a morir! —exclamó el joven, comosaliendo de un sueño, cuyo último pensamiento le llevaba hacia su fataldestino, haciéndole desistir, por insensibles deducciones, de una postreraesperanzaalacualsehabíaaferrado.

    —¡Ah!¡Razónteníayoendesconfiardeti!—replicóelviejo,asiendolasdosmanosdeljovenyapretándolelasmuñecascomoconunastenazas.

    El desconocido sonrió tristemente al advertir la equivocación, y dijo entonosuave:

    —¡Notemaustednada,señormío!Setratademividaynodelasuya.

    Ydespuésdemiraralviejo,quecontinuabareceloso,agregó:

    — ¿Por qué no confesar una inocente superchería? Esperando la noche,para poder ahogarme sin escándalo, he entrado a contemplar sus tesoros¿Quiénnoperdonaríaesteúltimogustoaunhombredecienciaypoeta?

    Elsuspicazmercaderexaminóconmiradasagazelmelancólicorostrodesu fingido parroquianomientras éste le hablaba. Tranquilizado prontamentepor el acento de aquella voz doliente, o leyendo quizás en aquellasdescoloridasfaccioneselsiniestrohadoquetantoimpresionópocoantesalosjugadores, le soltó las manos; pero su rostro de recelo, que revelaba unaexperienciaporlomenoscentenaria,extendiócomoaldescuidoelbrazohaciaunaparador,comoparaapoyarseenél,ypreguntó,cogiendounverduguillo.

    —¿Hacemuchotiempoqueledejaroncesante?

    El desconocido no pudo menos de sonreír, contestando con un gesto

  • negativo.

    —¿Ha tenidoustedalgúnaltercadoconsu familia,ohacometidoalgúnactodeshonroso?

    —Siquisieracometerlo,viviría.

    —¿Le han silbado en el circo o le han obligado a componer bufonadasparapagarelentierrodesuamante?¿Oesquepadeceustedlafiebredeloro?¿Quiereusteddesterrareltedio?¿Quémalpensamiento,enfin,leimpulsaalsuicidio?

    —Nobusque usted elmóvil demi resolución en losmotivos vulgares aqueobedecen lamayorpartede los suicidios.Paradispensarmede revelarlepenalidades inauditas, difíciles de traducir en palabras, me limitaré amanifestarlequemeencuentroen lamásprofunda,en lamás innoble, en lamás horrenda de todas las miserias… y no quiero mendigar socorros niconsuelos.

    Esta última frase fue pronunciada en un tono cuya salvaje arroganciadesmentíalaspalabrasanteriores.

    — ¡Je! ¡Je! —se concretó a replicar el viejo desde luego, con ásperavocecillasemejantealruidodeunacarraca.

    Ydespuésdeunabrevepausa,prosiguiódiciendo:

    —Sinobligaraustedaimplorarnadademí,sinavergonzarle,sindarleuncéntimofrancés,unparatlevantino,untarinosiciliano,unkreutzeralemán,uncopeckruso,unfarthingescocés,unsolosextercionióbolodelaantigüedad,niunpesonipiastradelosactualestiempos,sinofrecerleabsolutamentenadaen oro, plata, vellón, papel o billete, pretendo hacerle más opulento, máspoderosoymásconsideradoqueunreyconstitucional.

    El joven creyó que su interlocutor chocheaba, y quedó perplejo, sinatreverseareplicar.

    —Vuelva la cara—dijo elmercader, tomandoconpresteza la lámparaydirigiendosusrayosalmurofronteroalretrato—,yfíjeseenesapieldezapa.

    El joven se levantó bruscamente, mostrándose algo sorprendido al versobre la silla que ocupaba un trozo de zapa, adosado a la pared, cuyasdimensionesnoexcederíandelasdeunapieldezorro;pero,porunfenómenoinexplicablealpronto,aquellapielproyectabaenlaprofundaobscuridadquereinabaenelalmacénunaporciónderayosluminosos,quelecomunicabanelaspectodeuncometaenminiatura.

    Elincrédulojovenseacercóalsupuestotalismán,quedebíapreservarledela desgracia,mofándosementalmente de su virtud; pero, impulsado por una

  • curiosidadbienlegítima,seinclinóparaexaminarminuciosamentelapiel,notardando en descubrir la causa naturalísima de aquellos resplandores. Losnegrosgranillosdelazapaestabantanesmeradamentepulidosybruñidos,suscaprichosas rayas se destacaban con tanta limpieza, que las asperezas delcuero oriental, semejantes a facetas de granate, constituían otros tantospequeñosfocos,quereflejabanvivamente la luz.Demostrópalpablemente lacausa del fenómeno al anciano, quien, por toda respuesta, sonriómaliciosamente. Aquel aire de superioridad hizo sospechar al joven eruditoqueeravíctima,enaquelmomento,delacharlataneríadesuinterlocutor;ynoqueriendollevarseunnuevoenigmaalatumba,comenzóadarvueltasentresusmanosalapiel,comochiquilloimpacienteporconocerlossecretosdesunuevojuguete.

    — ¡Ah! —exclamó—, aquí hay señales de la marca que los orientalesconocenconelnombredesellodeSalomón.

    — ¿Luego la conocía usted? —inquirió el mercader, lanzando por lasnaricestresocuatroresoplidos,muchomássignificativosyelocuentesquelohubieransidolasmásenérgicaspalabras.

    —¿Perohayenelmundoalguientancándidoquepuedaprestarcréditoasemejante patraña? —replicó el joven, amoscado al observar aquella risitamuda y sardónica—. ¿Ignora usted que las supersticiones orientales hanconsagrado la forma mística y los falaces caracteres de ese emblema, querepresentaunpoderío fabuloso?Tanneciosería tomandoenserio semejantesandez,comohablandodeesfingesodegrifos,cuyaexistenciaestáenciertomodoadmitida,siquieraseamitológicamente.

    —Siendo, como es usted, orientalista —manifestó el anciano—,probablementesabráleerestasentencia.

    Yacercandolalámparaaltalismán,queeljoventeníainvertido,lemostróunoscaracteresgrabadoseneltejidocelulardelamaravillosapiel,comosiloshubieraproducidoelanimalaquepertenecióenotrostiempos.

    —Confieso—declaróeldesconocido—quenoatinoconelprocedimientoquepuedehaberseutilizadoparagrabar tanprofundamenteestas letrasen lapieldeunonagro.

    Y, volviéndose vivamente hacia las mesas cargadas de curiosidades,parecióbuscaralgoconlavista.

    —¿Quéquiereusted?—lepreguntóelviejo.

    —Unaherramientaparacortarlapiel,afindecomprobarsilasletrassonimpresasograbadas.

    El anciano alargó suverduguillo al desconocido, que raspó la piel, en el

  • sitio en que las palabras estaban escritas; pero después de quitar una ligeracapa de cuero, las letras reaparecieron tan claras y tan idénticas a lasestampadasenlasuperficie,comosinosehubieraquitadonada.

    —La industria oriental posee secretos que le son peculiares —dijo eljoven,fijándosedetenidamenteenlasentencia,conunaespeciedeinquietud.

    —Sí—contestóelanciano—.¡ValemásachacárseloaloshombresqueaDios!

    Laspalabrascabalísticasestabandispuestasenlasiguienteforma:

    Simeposees,loposeerástodo.

    Perotuvidamepertenecerá.

    Dioslohaqueridoasí.

    Desea,yserealizarántusdeseos.

    Peroacomodatusaspiracionesatuvida.

    Aquíestáencerrada.

    Acadaanhelo,menguarécomotusdías.

    ¿Mequieres?¡Tómame!

    Diosteoirá.

    ¡Asísea!

    —Veoqueleeusteddecorridoelsánscrito—dijoelanciano—.¿AcasohaviajadoporPersiaoporBengala?

    —No, señor —contestó el joven, palpando con curiosidad la simbólicapiel,bastanteparecidaaunaláminademetal,porsuescasaflexibilidad.

    Elmercadervolvióadejarlalámparasobrelacolumnadedondelatomó,lanzandoaljovenunamiradadeglacialironía,queparecíasignificar:

    —¡Yanopiensaenmorir!

    — ¿Es una broma o un verdadero misterio? —preguntó el jovendesconocido.

    Elviejobalanceólacabezaycontestóentonosolemne:

    —Nopuedoafirmarlocategóricamente.Heofrecidoel terriblepoderqueconfiere ese talismán a hombres dotados demás energía de la que aparentausted tener; y, a pesar de haberse burlado de la problemática influencia quedebía ejercer sobre sus futuros destinos, ninguno ha querido arriesgarse aformalizaresecontrato tanfatalmentepropuestopornoséquépoderoculto.Lesalaboelgusto;yohedudado,meheabstenidoy…

  • —¿Peronohaprobadoustedsiquiera?—interrumpióeljoven.

    — ¡Probar!—exclamó el anciano—. Si estuviera usted en lo alto de lacolumnadelaplazadeVendôme,¿probaríaalanzarsealespacio?¿Esposibledetenerelcursodelavida?¿Halogradoalguienfraccionarlamuerte?Antesdeentrarenestegabinete,habíaustedresueltosuicidarse;pero,depronto,lepreocupaun secreto y le distrae de su propósito. ¡Criatura! ¿Acasono se leofrecerá, diariamente, un enigma mucho más interesante que éste?¡Escúcheme!

    »YoheconocidolacortelicenciosadelRegente.Comoahorausted,estabaentonces en la indigencia; tenía quemendigarmi sustento; sin embargo, hellegado a la edad de ciento dos años yme he convertido enmillonario. Ladesgraciamehaproporcionadolafortuna;laignoranciamehainstruido.Voyarevelar a usted, en pocas palabras, un granmisterio de la vida humana. Elhombre se consume a causa de dos actos instintivamente realizados, queagotanlasfuentesdesuexistencia.Dosverbosexpresantodaslasformasquetomanestasdoscausasdemuerte:«QuereryPoder».Entreestosdostérminosylaacciónhumana,existeotrafórmuladelacualseapoderanlossabiosyalaqueyodebolasuertedemi longevidad.«Querer»nosabrasay«Poder»nosdestruye;pero«Saber» constituye anuestrodébil organismoenunperpetuoestadodecalma.Así,eldeseo,oelquerer,hafenecidoenmí,muertoporelpensamiento;elmovimiento,oelpoder,seharesueltoporelfuncionamientonaturaldemisórganos.Endospalabras:hesituadomivida,noenelcorazón,quesequebranta,nienlossentidos,queseembotan,sinoenelcerebro,quenosedesgastayquesobreviveatodo.

    »Ningúnexcesohamenoscabadomialmanimicuerpo,yesoquehevistoelmundo entero.Misplantashanhollado lasmás altasmontañasdeAsiayAmérica,he aprendido todos los idiomashumanos,hevividobajo todos losregímenes.Heprestadodineroaunchino,aceptandocomogarantíaelcuerpode supadre; hedormidobajo la tiendadeun árabe, fiado en supalabra; hefirmadocontratosentodaslascapitaleseuropeas,hedejadosintemormioroen la cabaña del salvaje: lo he conseguido todo, en fin, por haber sabidodesdeñarlotodo.

    »Mi única ambición ha consistido en ver. Ver, ¿no es, acaso, saber? Ysaber,¿noesgozarinstintivamente?¿Noesdescubrirlasubstanciamismadelhecho y apropiársela esencialmente? ¿Qué queda de una posesiónmaterial?Una idea, juzgue, pues, cuán deliciosa ha de ser la vida del hombre que,pudiendo grabar todas las realidades en sumente, transporta en su alma lasfuentesdeladicha,extrayendodeellamilvoluptuosidadesideales,exentasdelasmancillasterrenas.Laimaginacióneslallavedetodoslostesoros;procuralassatisfaccionesdelavaro,sinproporcionarlaspreocupaciones.Poresomehecernidosobreelmundo,enelquetodosmisplaceresfueronsiempregoces

  • intelectuales.Misexcesossehancondensadoen lacontemplacióndemares,depueblos,deselvas,demontañas.Lohevistotodo;perotranquilamente,sincansancio,jamásheambicionadonada,esperándolotodo.MehepaseadoporelUniverso,comoporeljardíndeunaviviendademipropiedad.Loquelosdemáscalificandepenas,amores,ambiciones,reveses,tristezas,seconvierteparamíenideas,que,truecoenensueños;envezdesentirlas,lasexpreso,lastraduzco;enlugardedejarquedevorenmivida,lasdramatizo,lasdesarrollo,medistraigocomoconnovelasqueleyeramedianteunavisióninterior.Comonuncahedesgastadomiorganismo,disfrutoaúndeperfectasalud;ycomomialmaconserva todas las energíasquenohedisipado,mi cabeza estámuchomejorsurtidaquemisalmacenes.

    »¡Aquí —prosiguió, dándose, una palmada en la frente—, aquí está elverdadero capital! Paso días deliciosos dirigiendo una mirada inteligente alpasado,evocopaísesenteros,parajes,vistasdelOcéano,figurashermosasdelahistoria.Tengounserralloimaginario,enelqueposeoatodaslasmujeresque no he conocido. Con frecuencia, contemplo vuestras guerras, vuestrasrevoluciones,ylasjuzgo.¡Ah!¿cómopreferirfebriles,fugacesadmiracionespor unas carnes más o menos sonrosadas, más o menos mórbidas? ¿cómopreferir todos los desastres de vuestras erradas voluntades a la facultadsublime de llamar ante sí al Universo, al placer inmenso de moverselibremente,sinestaragarrotadoporlasligadurasdeltiemponiporlastrabasdelespacio,alplacerdeabarcarlo todo,deverlo todo,de inclinarsesobreelbordedelmundoparainterrogaralasotrasesferas,paraoíraDios?».Aquí—agregóenvozvibrante,mostrandolapieldezapa—,enestepedazodepiel,seencuentranreunidosel«poder»yel«querer».Enélestánresumidasvuestrasideas sociales, vuestras desmedidas ambiciones, vuestras intemperancias,vuestrasalegríasquematan,vuestrosdoloresquealarganlavida,porquequizáelmalnoseamásqueunviolentoplacer.¿Quiénserácapazdedeterminarelpuntoenquelavoluptuosidadseconvierteenmal,yelenqueelmalcontinúasiendovoluptuosidad?¿Noacaricianlavistalosmásvivosfulgoresdelmundoideal,alpasoquesiemprelahierenlasmássuavestinieblasdelmundofísico?¿Nosederivadesaberlapalabrasabiduría?¿Yenquéconsistelalocura,sinoenelexcesodeunquererodeunpoder?

    — ¡Pues bien! ¡Sí, quiero vivir con exceso!—exclamó el desconocido,apoderándosedelapieldezapa.

    — ¡Cuidado, joven! —exclamó a su vez el anciano, con increíblevivacidad.

    —Había consagrado mi existencia al estudio y a la meditación que nisiquiera me han servido para subvenir a mis necesidades —replicó eldesconocido—.NoquieroserjuguetedeunsermóndignodeSwedenborg,nide ese amuleto oriental, ni de los caritativos esfuerzos que hace usted para

  • retenerme en una sociedad, en la que mi existencia se ha convertido enimposible.¡Vamosaver!—añadió,apretandoeltalismánconmanoconvulsay mirando al anciano—. ¡Quiero una comida regiamente espléndida, unabacanaldignadelsigloenque,segúndicen,todoestáperfeccionado!¡Quémiscomensalesseanjóvenesespiritualesysinprejuicios,alegreshastalalocura!¡Quélosvinossevayansucediendo,cadavezmásincisivos,másespumosos,con fuerza suficiente para que la embriaguez nos dure tres días! ¡Qué denrealce a la fiesta las más fogosas hermosuras! ¡Quiero que la Licenciadelirante,rugiente,nosarrastreensucarrotiradoporcuatrocorcelesmásalládelosconfinesdelmundo,paravolcarnosenplayasignoradas!¡Quélasalmasasciendanaloscielososehundanenelfango,pocomeimporta!¡Exijo,portanto,aesepodersiniestro,quemerefundatodoslosgocesenunosolo!¡Sí!¡Necesitoestrecharalosplaceresdelcieloydelatierraenunpostrerabrazo,paraquemematen!Ansío,despuésdebeber,antiguaspriapas,cancionesquedespierten a losmuertos, besos interminables, cuyo clamor pase sobreParíscomoelestallidodeunincendio,desvelandoalosesposos,infundiéndolesunardorirresistiblequerejuvenezcaatodos,¡hastaalosseptuagenarios!

    Una estridente carcajada del vejete resonó en los oídos del enloquecidojoven como un eco infernal, imponiéndose tan despóticamente, que le hizoenmudecer.

    — ¿Cree usted —repuso el mercader que va a abrirse de pronto elpavimento,paradarpasoamesassuntuosamenteser,vidasyacomensalesdelotromundo? ¡No, jovenaturdido! ¡No!Ha firmadoustedelpacto,ynohaymás que hablar. Ahora, sus aspiraciones quedarán escrupulosamentesatisfechas,peroa costade suvida.El círculode susdías, representadoporesapiel,seiráreduciendoenrelaciónconlacantidadycalidaddesusdeseos,desdeelmásmodestoalmásexorbitante.Elbrahmínquemeproporcionóesetalismánmeindicóqueexistiríaunaconcordanciamisteriosaentrelosdestinosy los deseos de su poseedor.El primer deseo de usted es vulgar; yomismopodría realizarlo; pero lo dejo a cuenta de los acontecimientos de su vidafutura.Despuésdetodo,¿noqueríaustedmorir?¡Puesbien!elsuicidioquedasimplementeaplazado.

    Eldesconocido,sorprendidoycasienojadodeserelblancoconstantedelasburlasdeaquelancianosingular,cuyaintenciónsemifilantrópicaleparecióclaramentedemostradaenesteúltimosarcasmo,contestó:

    —Yaveré,señormío,sicambiamisuerteduranteel tiempoque inviertaen cruzar la calle. Pero si no se burla usted de la desgracia, le deseo, paravengarmedetanfatalservicio,queseenamoreperdidamentedeunabailarina.Entonces comprenderá usted la satisfacción que proporciona una orgía, yprodigará quizá todas las riquezas que tan filosóficamente ha idoeconomizando.

  • Ysaliendo, sinoírunhondosuspiro lanzadoporelanciano,atravesó lassalasydescendiólaescaleradelacasa,seguidoporelmofletudomocetónquetrataba en vano de alumbrarle, pues corría con la ligereza de un ladrónsorprendidoenflagrantedelito.Cegadoporunaespeciededelirio,nisiquierase dio cuenta de la increíble ductilidad de la piel de zapa, que habiendoadquiridolaflexibilidaddeunguante,searrollóentresuscrispadosdedosysedeslizóenelbolsillodesufrac,dondelaguardócasimaquinalmente.

    Al precipitarse del almacén a la calle, tropezó con tres jóvenes que ibancogidosdelbrazo.

    —¡Animal!

    —¡Imbécil!

    Talesfueronlascortesesinterpelacionesquecambiaron.

    —¡Calla!¡SiesRafael!

    —¡Esverdad!tebuscábamos.

    —¡Ah!¿Soisvosotros?

    Estastresfrasesamistosassiguieronalasinjurias,tanprontocomolaluzdeunfaroliluminólascarasdelasombradogrupo.

    —¡Chico!esprecisoquevengasconnosotros—dijoaRafaeleljovenaquienestuvoapuntodederribar.

    —¿Dequésetrata?

    —¡Vamosandando!yatelocontaréporelcamino.

    De grado o por fuerza, Rafael se vio rodeado de sus amigos que,secuestrándoleyagregándolealgozosogrupo, learrastraronhaciaelpuentedelasArtes.

    — ¡Amigo mío!—continuó el que había tomado la palabra—, hace yacercadeunasemanaqueandamosbuscándote.EnturespetablehoteldeSanQuintín, que, entre paréntesis, sigue ostentando una invariable muestra conletras alternativamente negras y rojas, como en tiempo de Juan JacoboRousseau,lasimpáticaLeonardanosdijoquehabíasmarchadoalcampo.¡Yesoquenotenemostrazadeacreedores,degentedecuria,nideproveedores!

    »Pero¡niporesas!RastignactehabíavistoenlosBufoslanocheanterior,y todos hicimos cuestión de amor propio averiguar si vivías encaramado enalgún árbol de los Campos Elíseos, si pasabas la noche en una de esasfilantrópicas casas, en las que, por diez céntimos, duermen los pordioserosapoyados en una cuerda tirante, o si, más afortunado, habías establecido tuvivaceneltocadordealgunadama.Notehemosencontradoenningunaparte;

  • nienlosregistrosdeSantaPelagia,nienlosdelaFuerza.Hemosexploradoconcienzudamente los ministerios, la Opera, las casas conventuales, cafés,bibliotecas,comisaríasdepolicía,redaccionesdeperiódicos,casasdecomida,saloncillosdeteatros,enunapalabra,cuantoslugaresbuenosymalosexistenenParís,yyallorábamoslapérdidadeunhombredotadodegeniosuficientepara hacerse buscar lo mismo en la Corte que en las cárceles. Hasta nosproponíamos canonizarte, comoaunhéroede julio, y ¡palabradehonor! teechábamosdemenos.

    Enaquelmomento,RafaelcruzabaconsusamigoselpuentedelasArtes,desde donde, sin prestarles atención, contempló el Sena, cuyas mugientesaguas reflejaban las luces deParís. Sobre aquella corriente, en la que pocashoras antes intentó precipitarse quedaban cumplidas las predicciones delanciano;lahoradesumuerteseretrasabayafatalmente.

    —¡Teañorábamos,verdaderamente!—continuósuamigo,sinabandonareltemainiciado—.Setratadeunacombinación,enlaquetehemosincluidoentucalidaddehombresuperior,esdecir,dehombrequesabesobreponerseatodo.El escamoteo de la bolilla constitucional bajo el cubilete real, se hacehoy, amigo mío, con más desfachatez que nunca. La infame Monarquía,derrocadaporelheroísmopopular,conlaquesepodíareírybanquetear;perolaPatriaesunacónyugeariscayvirtuosa,concuyasmetódicasymesuradascaricias hemos de conformarnos. Como sabes muy bien, el poder se hatrasladadodelasTulleríasalosperiódicos,deigualmodoqueelpresupuestohacambiadodedistrito,pasandodelArrabaldeSanGermánalaCalzadadeAntín.

    »Perohayalgoquetalvezignoras.Elgobierno,esdecir,laaristocraciadeldineroydeltalento,quesesirveactualmentedelapatria,comoanteselclerode lamonarquía, ha experimentado la necesidad de engañar al buen pueblofrancésconpalabrasnuevaseideasrancias,nimásnimenosquelosfilósofosdetodaslasescuelasylospoderososdetodoslostiempos.Trátase,portanto,deinculcarnosunaopiniónregiamentenacional,demostrándonoslasenormesventajasdepagarmildoscientosmillonesytreintaytrescéntimosalapatria,representadaportalesocualesseñores,envezdesatisfacermilcientoynuevecéntimosaunrey,quedecía«yo»,enlugardedecir«nosotros».

    »En una palabra, acaba de fundarse un periódico, pertrechado condoscientos o trescientos mil francos efectivos, con el objeto de hacer unaoposiciónquecalmealosdescontentos,sinperjudicaralgobiernonacionaldelreydemocrático.

    »Ahorabien;comoanosotrosnostienetansincuidadolalibertadcomoeldespotismo,lareligióncomolaincredulidad;como,paranosotros,lapatriaesunacapitalenlaquelasideassecambianysevendenatantolalínea,enla

  • quetodoslosdíashaysuculentascomidasynumerososespectáculos,enlaquehormigueandisolutasmeretricesynoterminanlascenashastaeldíasiguiente,en la que los amores se alquilan por horas como los «simones», París serásiemprelamásadorabledelaspatrias,lapatriadelaalegría,delalibertad,delgenio,delasmujeresbonitas,deloshombrescalaveras,delbuenvino,yenlaque jamás se dejará sentir la férula del poder, por estar cerca de los que laempuñan… Nosotros, verdaderos sectarios de Mefistófeles, hemosemprendido la tarea de revocar el espíritu público, de caracterizar a losactores, de apuntalar la barraca gubernamental, de medicinar a losdoctrinarios,dereconoceralosviejosrepublicanos,depintaradoscoloresalosbonapartistasydeavituallaralcentro,con talquesenospermitareírnosparanuestrocoletodereyesydepueblos,tenerporlanocheotraopiniónquepor lamañana, pasar alegremente la vida a la Panurga o a usanza oriental,reclinadosenmullidosalmohadones.Tereservamoslasriendasdeeseimperiomacarrónico y burlesco, y aprovechamos la coyuntura para llevarte a lacomidaquedaelfundadordelsusodichoperiódico,unbanqueroretirado,queno sabiendo qué hacer de su dinero quiere cambiarlo por talento. ¡Serásacogidocomounhermano,teaclamaremosreydelosespírituslevantiscosquenoseasustandenadaycuyaperspicaciadescubrelospropósitosdeAustria,InglaterraoRusia,antesqueRusia,InglaterraoAustrialoshayanconcebido!

    »¡Sí! te instituiremos soberano de esas autoridades intelectuales queproporcionanalmundolosMirabeau,losTalleyrand,losPitt,losMetternich,en una palabra, todos esos audaces Crispines que se juegan entre sí losdestinos de un imperio, como los hombres vulgares se juegan su doble decerveza al dominó. Te hemos presentado como elmás intrépido de cuantoscompañeros han abrazado estrechamente el libertinaje, ese admirablemonstruoconelquequierenluchartodoslosánimosesforzadosyhastahemosafirmadoque todavía no te ha vencido.Espero que no desmentirás nuestroselogios. Taillefer, nuestro anfitrión, nos ha prometido rebasar lasmezquinassaturnales de nuestros pequeños Lúculosmodernos. Es suficientemente ricopara comunicar grandeza a las pequeñeces y gracia y distinción al vicio…Pero,¿nomeoyes,Rafael?—preguntóaésteelorador,interrumpiéndose.

    —Sí—contestóelinterpelado,menosmaravilladodelarealizacióndesusdeseos que sorprendido de la manera natural en que se desarrollaban losacontecimientos; pues, aunque le fuera imposible creer en una influenciamágica,admirabalosazaresdeldestinohumano.

    —Has dicho que sí, como si estuvieras pensando en las musarañas —replicóunodelosamigos.

    — ¡Ah! —repuso Rafael, con un acento de candidez que hizo reír aaquellos escritores, esperanza de la regenerada Francia— ¡pensaba, misbuenosamigos,enquenoestamoslejosdeconvertirnosenunosconsumados

  • bribones!Hastaahora,hemosblasonadodeimpiedad,entredosvinos;hemospasadolavidaenestadodeembriaguez;hemosvaloradoaloshombresyalascosas en plena digestión.Vírgenes de hechos, éramos osados en la palabra;peroenestosmomentos,marcadosporelhierrocandentedelapolítica,vamosaentrarenesepresidiosueltoyaperderenélnuestrasilusiones.Cuandoyasólosecreeeneldiablo,espermitidoechardemenoselparaísodelaniñez,eltiempo inocente en que sacábamos la lengua ante un buen sacerdote, pararecibir en ella el sagrado cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo. Si hemosdisfrutado tanto al cometer nuestros primeros pecados, ha sido por, quesentíamos remordimientos para embellecerlos y darles un sabor agridulce,mientrasqueahora…

    —¡Oh!—interrumpióelprimerinterlocutor—.Ahoranosqueda…

    —¿Qué?—preguntóunodelosotros.

    —¡Elcrimen!…

    —Heahíunapalabraque tiene toda la elevacióndeunahorcay toda laprofundidaddelSena—replicóRafael.

    —Nome has entendido.Me refiero a los crímenes políticos.Desde estamañana, tan sólo envidio una existencia: la de los conspiradores. No sé simañana durará este capricho; pero, esta noche, la vida incolora de nuestracivilizaciónlisacomounrieldecaminodehierromeproducenáuseas.Estoyenamorado apasionadamente de la derrota deMoscú, de las emociones del«Corsario Rojo» y de la vida de los contrabandistas. Puesto que ya no haycartujos en Francia, quisiera por lo menos un Botany-Bay, un asilo, unaespecie de enfermería para los pequeños lord Byron que, después de haberestrujado la vida como una servilleta al terminar la comida, no tienen otrosrecursos que incendiar su país, levantarse la tapa de los sesos, conspirar enfavordelaRepúblicaoabogarporlaguerra…

    —¡Mira,Emilio!—interrumpióconvehemenciaelamigomásinmediatoaRafael—,teaseguroque,anoserporlarevolucióndejulio,hubieravestidoelhábitosacerdotalparairmeavegetarenelfondodeunacampiña;pero…

    —¿Yhubierasleídoelbreviariotodoslosdías?

    —Sí.

    —¡Valienteridiculez!

    —¡Bienleemoslosperiódicos!

    —¡Vayaunperiodista!Pero,cállate,porquemarchamosentreunnúcleodesuscriptores…Quedamos,pues,enqueelperiodismoeslareligióndelassociedadesmodernasyunapruebapatentedeprogreso.

  • —¿Cómo?

    —Lospontíficesnovienenobligadosacreer,nielpueblotampoco…

    Departiendo así, como pacíficos ciudadanos que sabían el «De VirisIllustribus»desdemuchosañosantes,llegaronaunhoteldelacalleJoubert.

    Emilioeraunperiodistaquehabíaconquistadomásgloria,sinhacernada,quelaqueotroscosechanafuerzadeéxitos.Osadoensucrítica,ocurrenteymordaz, poseía, todas las buenas cualidades que permitían sus defectos.Francoyburlónsoltabaensucaramilepigramasaunamigo,alquedefendíaluego,ensuausencia,condenuedoylealtad.Semofabadetodo,hastadesuporvenir.Faltoconstantementededinero,apáticoenextremo,comotodosloshombresdeciertacapacidad, lanzabaun libro,enuna frase,a lasnaricesdelosquenosabíanescribirunafraseensuslibros.Pródigoenpromesas,jamáscumplidas, había hecho almohada de su fortuna y de su gloria, a riesgo dedespertar viejo en un hospital. Al propio tiempo, amigo hasta el sacrificio,cínicodescaradoysencillocomounniño,notrabajabamásqueimpulsadoporpropioarranqueoapremiadoporlanecesidad.

    —¡Yasiembrandefloresnuestrocamino!—dijoaRafael,indicándolelasmacetasqueembalsamabanelambienteyrecreabanlavista.

    —Meencantanlosvestíbulosbiencaldeadosyricamentealfombrados—contestóRafael—.Aquímesientorenacer.

    — ¡Y arriba nos espera una bacanal, amigo Rafael! ¡Ah! —continuódiciendo por la escalera—, confío en que triunfaremos y pasaremos sobretodasesascabezas.

    Y señaló conademánburlóna los comensales congregadosenunavastasala, resplandecientedeoroy luz,dondefueronpresurosamenteacogidos,alentrar, por la juventudmás distinguida de París.Uno acababa de revelar suincipiente talento, emulando, con su primer cuadro, las glorias de la pinturaimperial.Otrohabíaaventuradoalapublicación,lavíspera,unlibrollenodelozanía,impregnadodeunaespeciededesdénliterarioyquemarcabanuevasorientacionesalaescuelamoderna.Másallá,unescultor,cuyorudosemblanteacusaba el vigor de su genio, conversaba con uno de esos guasonesimpenitentes, que, según los casos, o no admiten superioridad en nada, o lareconocenentodo.Aquí,elmáschispeantedeloscaricaturistas,demaliciosamiradayrisadiabólica,acechaba losepigramas,para traducirlosarasgosdelápiz.Acullá, un joven y atrevido escritor, que destilabamejor que nadie laquintaesenciadelasideaspolíticas,ocondenaba,comositalcosa,elespíritudeunescritorfecundo,departíaconunpoeta,cuyasestrofashabríananuladotodas las obras de la época, si su talento hubiera tenido la intensidad de suodio. Ambos procuraban no decir la verdad ni mentir, dirigiéndose gratas

  • lisonjas. Un músico notable consolaba en «si bemol» y en voz zumbona acierto joven político, recientemente caído de la tribuna, sin producirse dañoalguno.Novelesautoressinestilosecodeabanconotrossinideas,yprosistasllenosdepoesíaconpoetasprosaicos.

    Al ver a aquellos seres incompletos, un pobre sansimoniano, bastantecándidopara profesar debuena fe sudoctrina, los acoplaba caritativamente,queriendo,sinduda, transformarlosenreligiososdesuorden.Porúltimo,seencontrabanpresentesdosotresdeesoseruditosdestinadosasuministrarázoea la conversación, y varios saineteros dispuestos a mezclar en ella esosfulgoresefímeros,que,comolosdestellosdeldiamante,nodancalorni luz.Algunas paradojas vivientes, riendo para su capote, a fuer de gentes queamalgamansusadmiracioneso susdespreciosahombresycosas,utilizabanesapolíticadedoble filoparaconspirarcontra todos los sistemas, sin tomarpartidoporninguno.Elcríticoquenoseasombradenada,quetoseenlomásculminantedeunacavatina,quegrita¡bravo!antesquenadie,ycontradicealosqueanticipansuparecer,figurabatambiénentrelosreunidos,procurandoapropiarselasocurrenciasdelaspersonasingeniosas.

    Entre aquellos comensales, cinco tenían porvenir, unos cuantos debíanalcanzaralgunagloriavitalicia;losrestantes,podíanaplicarse,comotodaslasmedianíaslafamosamentiradeLuisXVIII:«Uniónyolvido».

    El anfitrión mostraba la cavilosa alegría del hombre que gasta dos milescudos. De vez en cuando, sus ojos se dirigían impacientemente hacia lapuertadelsalón,comosillamasealcomensalquesehacíaesperar.Notardóenpresentarseunsujetorechonchete,quefuesaludadoconunlisonjerorumor:era el notario que aquella mañana misma había autorizado la escritura defundacióndelperiódico.Unservidor,vestidoderigurosaetiqueta,abriódeparenparlaspuertasdeunespaciosocomedor,enelquecadacualfueaocuparsusitio,sincumplidos,entornodeunainmensamesa.

    Antes de abandonar los salones,Rafael los abarcóde unaúltimaojeada.Realmente, su deseo se había realizado por completo. Las estancias estabantapizadasdesedayoro;lujososcandelabrossoportabaninnumerablesbujías,quehacían resaltar losmás insignificantesdetallesde losartísticos frisos, eldelicadocinceladodelosbroncesylossuntuososcoloresdelmobiliario.Lasflores raras de varias jardineras artísticamente confeccionadas con bambúes,esparcían suaves aromas.Todo, hasta los cortinajes, respiraba una eleganciasinpretensiones;había,ensuma,enaquelconjuntociertagraciapoética,cuyoprestigiodebíainfluirenlaimaginacióndeunhombresindinero.

    —La verdad es—dijo suspirando—que cienmil libras de renta son unbonito comentario delCatecismoynos ayudanmaravillosamente a poner la«moralenacciones».¡Oh!¡Sí!mivirtudnosehahechoparacaminarapie.

  • Paramí,elvicioconsisteenunabuhardilla,untrajeraído,unsombrerogriseninviernoylasdeudasalconserje.¡Quierovivirenelsenodeestelujounaño,seismeses, lo que sea!Después, nome importamorir. Por lomenos, habréconsumido,conocido,devoradomilexistencias.

    — ¡Oye, oye! —contestó Emilio—, me parece que has confundido laberlinadeunagentedecambioconlafelicidad.¡Bienprontoteaburriríasdela fortuna, si vieras que te arrebataba la probabilidad de ser un hombresuperior! Entre las pobrezas de la riqueza y las riquezas de la pobreza, ¿hatitubeado alguna vez el artista? ¿No necesitamos luchar constantemente?¡Vaya! ¡prepara tu estómago y fíjate! —añadió, indicando con un gestoheroico el majestuoso, el tres veces beatífico y tranquilizador aspecto queofrecíaelcomedordelbienaventuradocapitalista—.Enrealidad,esehombrenosehatomadoeltrabajodeamasarsudinerosinoparanosotros.¿Acasonoes una especie de esponja olvidada por los naturalistas en el orden de lospolíperos, y que se trata de exprimir con delicadeza, antes de dejar que losherederoslesaqueneljugo?¿Noencuentrasdebuengustolosbajosrelievesqueadornan lasparedes?¿Y las arañas?¿Y loscuadros? ¡Qué lujo tanbienentendido!Sihemosdecreeralosenvidiososyalosquesepreciandeverlosregistros de la vida, ese hombre dio muerte, durante la Revolución, a unalemán, y a algunas personasmás, entre las que figuraban, según dicen, sumejor amigo y la madre de ese amigo. ¿Quién sospecharía que ha podidoalbergarseelcrimenbajolascanasdeesevenerableTaillefer?Suaspectoeselde un hombre sin tacha. Al ver el brillo de la plata, ¿no será para él unapuñalada cada uno de sus reflejos?… ¡Bah! ¡Bah! ¡Tanto valdría creer enMahoma!Sielpúblicotuvierarazón,aquíhaytreintahombresdecorazónydetalento,queseaprestaríanadevorar lasentrañasyabeberse lasangredeuna familia. Y nosotros dos, jóvenes, llenos de candor, de entusiasmo,¿habríamosdesercómplicesdetaldesafuero?¡Ganasmedandepreguntaranuestrocapitalistasieshombrehonrado!

    — ¡Ahora no!—exclamóRafael—;pero, cuando esté borrachoperdido,habremoscomido.

    Losdosamigos se sentaron, riendo.Desde luego,y conunamiradamásrápida que la palabra, cada comensal pagó su tributo de admiración alsuntuosogolpedevistaqueofrecíaunalargamesa,blancacomocapadenieverecién caída y sobre la cual se alineaban simétricamente los cubiertos,coronadospordoradospanecillos.Lacristaleríareproducíaloscoloresdelirisensusreflejosestrellados,lasbujíascruzabanhastaelinfinitosusluminososdestellos,losmanjares,colocadosbajocampanasdeplata,aguzabanelapetitoy la curiosidad. Se hablaba poco, limitándose a mirarse los comensalespróximos.CirculóelvinodeMadera,yaparecióelprimerservicioentodosuesplendor; habría hecho honor al difuntoCambacérés y sido encomiado por

  • Brillat-Savarin.Acontinuación,fueronservidos,conprofusiónregia,losvinosblancosytintosdeBurdeosydeBorgoña.

    La primera parte del festín podía compararse, por todos conceptos, a laexposición de una tragedia clásica. El segundo acto resultó un poco máslocuaz. Cada comensal había bebido razonablemente, cambiandoindistintamente de marca, y al retirar los restos del magnífico plato,comenzaron a entablarse tempestuosas discusiones; las frentes pálidasenrojecieron,algunasnaricessetiñerondepúrpura;losrostrosseencendieronylaspupilaschispearon.Duranteestaauroradelaembriaguez,ladiscusiónnorebasó los límites de la cortesía; pero las bromas, las ocurrencias, fueronbrotandopocoapocodetodaslasbocas;luegoasomólacalumniasucabecillade serpiente, hablando en tono meloso; entre los grupos algunos cazurrosescuchabanatentamente,confiadosenconservarsuserenidad.

    En resumen: el segundo plato, encontró los ánimos bastante caldeados.Cadacualcomióhablando,hablócomiendo,bebiósincuidarsedelaafluenciadelíquidos,taleserandetransparentesyolorososytancontagiosoresultabaelejemplo. Taillefer tomó a empeño animar a sus invitados, haciéndolesescanciar los terribles vinos del Ródano, el cálido Tokay, el rancio yespirituosoRosellón.Desbocados,comocaballosdecoche-correoquepartendeunaparadadeposta,aquelloshombres,aguijoneadospor lasburbujasdelvino de Champaña, impacientemente aguardado, pero abundantementevertido,dejandoyagaloparsuimaginaciónporelvacíodeesosrazonamientosquenadieescucha,emprendieronelrelatodehistoriassinauditorio,repitiendocien veces interpelaciones que quedaban invariablemente sin respuesta.Únicamentelaorgíadesplegósupotentevoz,vozformadaporcienclamoresconfusosqueengrosaban,comolos«crescendo»deRossini.Después,llegaronlos brindis insidiosos, las fanfarronadas, los retos. Todos renunciaron aensalzar su capacidad intelectual, para reivindicar la de los toneles, pipas ycubas.Parecíaquecadacualtuvieradosvoces.

    Hubo unmomento en que todos los señores hablaron a la vez, entre lassonrisasde loscriados.Peroaquellabaraúndade frases,en laquechocabanentresí,atravésdelosgritos,lasparadojasdedudosaclaridadylasverdadesgrotescamente disfrazadas, con los juicios interlocutorios, las decisionessoberanasylassandecesdetodogénero,comoenloreciodeuncombatesecruzanlasgranadas,lasbalasylametralla,hubierainteresadoindudablementea más de un filósofo, por la singularidad de las ideas, o sorprendido acualquier político por lo extravagante de los sistemas. Era un libro y uncuadro, todo en una pieza. Las filosofías, las religiones, las morales, tandiferentes de una latitud a otra, los gobiernos, en una palabra, todas lasgrandesmanifestacionesdelainteligenciahumana,cayeronbajounaguadañatanlargacomoladeltiempo,yquizáhubierasidodifícilaclararsilamanejaba

  • laCorduraebriaolaEmbriaguezconvertidaencuerdayclarividente.

    Arrastrados por una especie de tempestad, aquellos cerebros parecíanquerer socavar,como lasencrespadasolas socavanelacantiladode lacosta,todaslas leyesentre lascualesflotanlascivilizaciones,satisfaciendoasí,sinsaberlo, la voluntad de Dios, que deja en la Naturaleza el bien y el mal,reservando exclusivamente para sí el secreto de su lucha perpetua. Ladiscusión, furiosa y burlesca, fue, en cierto modo, un aquelarre de lasinteligencias.Entre las acerbas chuscadasdedicadaspor aquellos hijos de laRevolución al nacimiento de un periódico y las ocurrencias prodigadas poralegres bebedores al nacimiento deGargantúa,mediaba todo el abismo queseparaalsiglodecimononodeldecimosexto.Estepreparabaunadestrucción,riendo;aquél,reíaentrelasruinas.

    —¿Cómosellamaesejoven,sentadoalotroladodeusted?—preguntóelnotario,designandoaRafael—.MeparecehaberleoídonombrarValentín.

    — ¿Qué significa eso de Valentín a secas?—contestó Emilio riendo—.¡RafaeldeValentín,sinolotomaustedamal!Ostentamosunáguiladeoroencampo negro, coronada de plata, con pico y garras de gules y la hermosadivisa «¡Non cecidit animus!».No somos incluseros, sino descendientes delemperador «Valente», del tronco de los «Valentinois», fundador de lasciudadesde«Valencia»,enEspañayenFrancia,herederolegítimodelimperiode Oriente. Si dejamos reinar a Mahmud en Constantinopla, es por puracondescendencia,yporfaltadedineroydesoldados.

    YEmilio trazóunacoronaenel aire, con su tenedor, sobre la cabezadeRafael.Elnotarioreflexionóunosinstantesyapurósucopa,exteriorizandoungestosignificativo,conelqueparecióconfesarlaimposibilidadderelacionarcon su clientela las ciudades de Valen