La Ciudad de las Muertas

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8 La ciudad de las muertas "Ciudad Juárez es un terreno favorable para este tipo de crímenes. Existe un clima, un ambiente que hace que este fenómeno se haya desarrollado de un modo incontrola- ble", estima el criminólogo Oscar Máynez.' El número dos de la PGR y jefe de la Subprocuraduría Federal de investigación especializada contra el crimen organizado, José Luis Santiago Vas concelos, piensa que "los locos de ambos países se dan cita aquí". La ciudad, paso obligado hacia Estados Unidos, en efecto ofrece factores de ries- go elevados. Una población flotante compuesta en su mayoría por migrantes, un precario mercado de empleo, una cultura machista y la presencia de uno de los más po- derosos cárteles de la droga que hay en el mundo consti- tuyen un coctel explosivo. Narcotráfico y prostitución son, pese a la imagen que quieren dar las autoridades lo- cales, el pan nuestro de cada día del millón y medio de habitantes que viven en esta tan particular aglomeración. Las afirmaciones de estas dos personas resuenan como un eco de lo que dijera el cónsul de Estados Unidos, John W. Dye, el cual, cuando ocupaba ese cargo en 1921, describía ya esta ciudad como "el lugar más inmoral, de- 229

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La ciudad de las muertas

"Ciudad Juárez es un terreno favorable para este tipo decrímenes. Existe un clima, un ambiente que hace que estefenómeno se haya desarrollado de un modo incontrola-ble", estima el criminólogo Oscar Máynez.' El númerodos de la PGR y jefe de la Subprocuraduría Federal deinvestigación especializada contra el crimen organizado,José Luis Santiago Vas concelos, piensa que "los locos deambos países se dan cita aquí". La ciudad, paso obligadohacia Estados Unidos, en efecto ofrece factores de ries-go elevados. Una población flotante compuesta en sumayoría por migrantes, un precario mercado de empleo,una cultura machista y la presencia de uno de los más po-derosos cárteles de la droga que hay en el mundo consti-tuyen un coctel explosivo. Narcotráfico y prostituciónson, pese a la imagen que quieren dar las autoridades lo-cales, el pan nuestro de cada día del millón y medio dehabitantes que viven en esta tan particular aglomeración.Las afirmaciones de estas dos personas resuenan comoun eco de lo que dijera el cónsul de Estados Unidos,John W. Dye, el cual, cuando ocupaba ese cargo en 1921,describía ya esta ciudad como "el lugar más inmoral, de-

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generado y perverso que haya yo tenidó ocasión de veren el transcurso de mis viajes. Todos los días tienen lugarrobos y asesinatos, se consume y vende droga y sexo.Ciudad Juárez es la meca de los criminales y de los dege-nerados de ambos lados de la frontera".2

Su mala reputación no data, pues, de ayer. Desde laRevolución mexicana (1910-1920), la imagen de la quefue bautizada "El Paso del Norte" por los españolescuando fue descubierta en el siglo xvi y que desde 1888lleva el nombre de Benito Juárez, héroe nacional, pre-sidente y padre de la patria, no es muy halagüeña. En1915, un periodista del Boston Herald escribía también:"Hoy la llaman la ciudad más perversa de Latinoaméri-ca. Aquí viven todos los criminales conocidos, estafa-dores y falsificadores de moneda. Además de una raracolección de drogados y alcohólicos, Juárez ve pasarnumerosos soldados que van en busca de los placeres".3Desde hace mucho se la considera el "burdel" de Esta-dos Unidos, a cuyos habitantes ofrece amplia gama de"diversiones": cabaretuchos, lupanares, loterías clan-destinas, etc. En muy poco tiempo se ha convertidoen la capital del juego, del alcohol y de los placeres detodo género. Cerca de noventa años después, nada hacambiado, a decir verdad.

Violencia cotidiana

No pasa una semana en Ciudad Juárez sin un crimen:una ejecución ligada al narcotráfico. Alguna fechoría de

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policías corruptos, un arreglo de cuentas entre bandas ri-vales, asaltos a mano armada, una tentativa de violación,una mujer agredida o golpeada por su marido. La ciu-dad frontera es una de las más violentas de México, con-trariamente a su vecina El Paso, considerada la segundaaglomeración urbana más segura de Estados Unidos."Ambas ciudades presentan situaciones radicalmenteopuestas. Por un lado, El Paso, con una media de vein-te crímenes por año; por el otro, Juárez, con estadísti-cas quince o veinte veces superiores. Aquí, en menos deun mes, tenemos tantos asesinatos que en un año connuestros vecinos", confirma Manuel Esparza Navarre-te,' controvertido ex coordinador de la SubprocuraduríaEspecial de la policía judicial del estrado encargada de loscrímenes contra las mujeres. Los dos periódicos locales,

El Diario y El Norte, son testimonios cotidianos:

Tres policías federales detenidos por secuestro y

petición de rescate.Once policías estatales suspendidos. Son acusados

de una docena de asesinatos.Una tonelada de marihuana decomisada a bordo de

un vehículo.Una persona de una camioneta de transporte de

fondos bancarios muerta por bala en el transcurso de un

robo a mano armada.Varios funcionarios del ayuntamiento se reparten

"mordidas" después de la venta de un terreno.Nuevo cadáver encontrado ayer, con señales de es-

trangulamiento y envuelto en un colchón.

Marc terndndez yJean-Christophe Rampal

Las cifras oficiales de la delincuencia son tanto máselocuentes cuanto que la mayoría de los delitos no esobjeto de denuncia alguna. Desde hace años, las auto-ridades registran un promedio de un asesinato por día.Más o menos un 20% de esos asesinatos estarían vincu-lados al tráfico de drogas, "a ejecuciones perpetradas porsicarios, matones, comandos relacionados con el cártelde Juárez o con otras organizaciones mafiosas en com-petencia", afirman. En 2001, el 15% de las víctimas eranmujeres, o sea, una progresión de 3% respecto del añoprecedentes y tres veces más que el nivel nacional. Situa-ción que explica en parte la sobrepoblación que reina enla cárcel de la ciudad, el Cereso, donde se amontonan4 000 detenidos, cuando el lugar es para 1 800. El 17%de las personas encarceladas están condenadas por ase-sinato, 15% por violación, 12% por posesión ilegal dearmas de fuego, pero el principal delito tiene que ver conel narcotráfico (32%).

Frontera, ¿sueño o realidad?

La historia de la ciudad mexicana es indisociable de la deEl Paso, ciudad situada del otro lado del río Bravo (el RíoGrande, como se lo denomina en Estados Unidos).Veci-nas, pero no gemelas, como a menudo son presentadas,el nivel de vida de las dos aglomeraciones no tiene nadaen común. En la ribera estadounidense, El Paso (560 000habitantes) constituye una avanzadilla de la primera po-tencia mundial. Al sur, en la otra ribera, Ciudad Juárez

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(600 000 habitantes en 1980, cerca de 1.5 millones en2005) figura como el apéndice de un país en plena mo-dernización. Y los juarenses, en lo que pueden, tratande vivir como los paseños. Buscan una atmósfera entrealgodones y climatizada en los centros comerciales, queson copia de los homólogos estadounidenses. Situadasen la periferia, estas galerías de tiendas acogen supermer-cados abiertos las veinticuatro horas del día y atractivostan improbables en esta zona desértica como pistas depatinaje, donde todos los domingos por la mañanas sejuegan partidos de jockey sobre hielo. En el centro de laciudad, inmuebles sin encanto alguno, de menos de dospisos, pintados a veces con colores chillones, están dis-puestos sobre un plano de tablero de damas. Sólo la exaduana da un toque histórico a esta parte de la ciudad,con su fachada de ladrillo y su "sello" western. En losalrededores, anuncios en los postes de la luz hablan delas cualidades de los candidatos a las elecciones munici-pales y al cargo de gobernador, con muchas promesas yfotografías de los aspirantes. Mucha de esta propagandapermanecerá largo tiempo después del escrutinio, for-mando parte de la decoración, y raros son aquellos queles prestan atención todavía. A lo largo de los años, Ciu-dad Juárez se ha desarrollado con fuerte orientación alexterior, con los ojos vueltos hacia el otro lado del río,hacia la frontera, desde donde se perciben grandes edi-ficios modernos y las casas con jardines y piscina de lostexanos. Una frontera con una vía férrea por la que sedesplazan convoyes de longitud gigantesca. Las decenasy decenas de vagones transportan contenedores, a veces

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hasta apilados unos encima de los otros. En los flancosde esos contenedores se leen los nombres de los grandesarmadores asiáticos, europeos o estadounidenses. Luegoregarán de piezas sueltas las maquiladoras.

La Línea, como la llaman los mexicanos, no es másque un lugar de tránsito para ganarse la vida o para ir decompras. Paradójicamente, incluso si las autoridades es-tadounidenses aplican gran cantidad de energía y de dó-lares para volverla infranqueable, sólo en 2000 registró55 millones de personas que transitan de un lado al otropor los tres puentes que unen El Paso y Ciudad Juárez.Para quienes gozan de la mágica visa láser, tarjeta de resi-dencia temporal, y el aún más mágico pasaporte estado-unidense, la frontera es una línea difuminada. Aquí nadade empalizada metálica ni alambres de púas o de vallaselectrificadas, sino puentes con torniquetes para los pea-tones y casetas de cobro para los vehículos. Uno de lostres es por completo gratuito. Delante del más modernode los tres, un asta donde ondean la bandera estrelladay un estandarte de color que indica el estado de amena-za terrorista contra Estados Unidos, algo parecido a losbanderines en las playas que avisan del nivel de riesgopara los bañistas.

Para quien tiene la suerte de ser el titular de un pasa-porte "mágico", el paso no es más que una simple forma-lidad. Para quien viene de Estados Unidos, paga treintay cinco centavos de dólar, pasa el torniquete, recorre losdoscientos metros del puente, y helo aquí en la "ciudadde todos los vicios". Cuando regresa, el ciudadano dela primera potencia mundial vuelve a presentar el mis-

mo documento y helo de vuelta, sin engorro alguno. Encontrapartida, para el mexicano la situación es diferente.De un lado y otro, tendrá que hacer cola durante largosminutos, quizá varias horas, y presentar la famosa visaLaser al agente del servicio de inmigración, quien la veri-ficará con atención. Para obtener este precioso "Ábretesésamo" —una tarjeta magnética con foto—, el habitantede Juárez tiene que justificar la residencia de al menosseis meses en la ciudad y, desde luego, ausencia de an-tecedentes penales. Para los demás, es siempre posibleatravesar recurriendo a los "coyotes". Estos "pasadores"se las arreglan para cruzar a la gente a través del río me-diante el pago de 300 dólares; pero es un billete sólo deida, que comporta riesgos. La Border Patrol, la policíade las fronteras de Estados Unidos, vigila y remite cadadía a decenas de "espaldas mojadas" hacia Ciudad Juárez,cuya población no deja de aumentar frente a la llegada dequienes esperan poner los pies en el otro lado.

En las cercanías de los puentes internacionales, el ba-llet de los 4 x 4 blancos con placas de Texas y las camio-netas anaranjadas del grupo Beta de la policía migratoria,la Migra, no se detiene nunca, ni de día ni de noche. En loalto de postes distribuidos cada diez metros, los proyec-tores están iluminados las veinticuatro horas del día y lascámaras vigilan el más mínimo movimiento sospechoso.Dos personas que se queden un poco más del tiempojusto junto a un puente, con una cámara fotográfica, y laBorder Patrol llamará a la policía mexicana. Esta últimaprocede entonces a un control y redacta un informe para"los del otro lado". No contentos con patrullar junto a la

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orilla del río, los funcionarios estadounidenses recorrentambién el cauce seco de éste. En grupos de dos o tres,encaramados en quads, atraviesan esta zona herbosa y degrava, a gran velocidad.

Gracias a este gigantesco dispositivo detienen a unaparte de los aspirantes a la entrada ilegal. Los clandes-tinos que la Migra devuelve a sus colegas bajan de losvehículos en pequeños grupos: hombres de rasgos indí-genas, reconocibles por las pequeñas mochilas o bolsasde plástico que llevan siempre consigo. Toda su vida estáallí dentro. Apenas puesto el pie en suelo mexicano sólotienen una idea en la cabeza: intentar de nuevo pasar. Al-gunos ya llevan la ida-retorno número diez. Otros, porel contrario, regresan de Estados Unidos por las alcan-tarillas que dan al río Bravo, como esos dos jóvenes deaspecto de pandilleros: corren para regresar a México,sin duda tras haber cometido algún delito del otro lado.

En esta ciudad, donde las autoridades han perdidosu credibilidad desde hace mucho, la televisión, entredos comerciales, se ha convertido en el último recurso.Todas las mañanas, los habitantes de Ciudad Juárez si-guen las emisiones de un programa particular del Canal5 local: "Frontera: ¿sueño o realidad?". Dos banderas,la estrellada de Estados Unidos y la tricolor de México,se mezclan. Luego suenan las primeras notas de músicasinfónica. Una voz femenina anuncia entonces: "Fron-tera, ¿ilusión o realidad? La verdad sobre los documen-tos de los braceros.' ¿Desea usted una información aldía? ¿Cuántas veces ha sido usted estafado? Frontera:¿ilusión o realidad? Llámenos". En la pantalla aparece

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un hombre, un abogado. Durante más de una hora res-ponderá a las preguntas sobre emigración: "Perdí mi visaláser, ¿qué tengo que hacer para obtener otra?" "Mi hijonació en el lado americano, ¿puede obtener el pasaportemexicano?" Las respuestas son lacónicas. El objetivo esatraer clientes al bufete de este especialista del derechomigratorio.

En otro programa matinal, un presentador bigotudo,vestido con traje y corbata, bolígrafo en mano, de aireprofesoral, recibe las quejas de los ciudadanos. Los te-mas abordados suelen ser los mismos: historias perso-nales que reflejan la vida de cada día en una región queconstituye la comunidad fronteriza más importantedel mundo, ante las puertas del país más poderoso delmundo. "Vivo en la colonia Hipódromo. Varios postesdel alumbrado no funcionan desde hace días y el ayun-tamiento no los ha reparado, ¿puede usted hacer algo?""Junto a mi casa hay una vivienda abandonada y unostipos se la han apropiado. ¿Qué hace la policía?, me pre-gunto." Las intervenciones se multiplican, el teléfonoque hay sobre la mesa del presentador no deja de sonar.Solemne, exhorta a las autoridades, toma como testigoslos servicios municipales y denuncia la falta de civismode la población. Y concluye invariablemente con la frase:"Si no se hace nada, llámenos". Detrás de él, una pantallagigante por donde desfilan las imágenes de esta ciudadsin ley que no se parece a ninguna otra, un auténtico la-boratorio de una mundialización salvaje.

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Fábricas para mujeres

Irma Angélica Rosales tenía 13 años. Su cuerpo, desnudo,fue encontrado cerca del desagüe de una alcantarilla, si-tuado no lejos de una maquiladora, esas fábricas, símbo-lo de las deslocalizaciones, que brotan por todas partesaquí. Tenía la cabeza envuelta en una bolsa de plástico,como cierto número de víctimas del feminicidio. Habíavenido a estar con su hermano y su cuñada para buscartrabajo y contribuir a las necesidades del resto de la fami-lia. Demasiado joven para poder estar en una cadena demontaje, pagó veinte dólares por la falsificación de suspapeles y modificar la fecha de nacimiento. Con dos pa-sadas de cúter, Irma envejeció tres años. En el momentode su muerte sólo había estado contratada unos días y

bhabía ganado veintisiete dólares. "La situación econó-mica de México ha empujado a numerosas jóvenes a tra-bajar en estas empresas. Las que no han sido contratadasen ellas buscan otros trabajitos y algunas se han vistoobligadas a prostituirse. Todo esto ha contribuido al fe-nómeno de la objetización social de la mujer", precisaOscar Máyn e z.

Huyendo de la miseria de los estados del sur del país,las mujeres afluyen aquí en busca de empleo e inde-pendencia. Fue en 1965 cuando el gobierno mexicanoinstituyó el Programa Industrial Fronterizo, que con-templa numerosas ventajas fiscales para las empresas ex-tranjeras, estadounidenses en un primer tiempo y luego—hoy— asiáticas y europeas. Todos los grandes nombresde la industria automotriz, de los electrodomésticos y

de la electrónica se sienten atraídos por la perspectiva deuna mano de obra de bajo costo —pagada a cuatro o cincodólares por día— y una reglamentación social más flexi-ble (pocos sindicatos, derecho al trabajo reducido a sumínimo estricto). Thomson-RCA, Valeo, Philips, Del-phi, Lear, Electrolux y muchas otras. Todos están aquí.Desde que despegó el programa, casi la totalidad de lospuestos de trabajo fueron ocupados por mujeres, mien-tras que los puestos administrativos están constituidosesencialmente por hombres. En razón de la naturalezadel trabajo en las cadenas de montaje, las mujeres sonconsideradas por los capataces como más eficaces y, so-bre todo, más "dóciles". Las esposas dan de comer a susfamilias y sus maridos están en paro, situación que loshombres no aceptan en una sociedad machista y patriar-cal. Un auténtico choque cultural. Hoy la tendencia seha equilibrado y el conjunto de obreros es de un 40%

contra un 60% de mujeres. Con todo, la mano de obramasculina y femenina no opera en los mismos sectores.Las mujeres son mayoritarias en el campo de la electró-nica, por ejemplo.

Dos años después de la apertura de las primeras fábri-cas, Ciudad Juárez cuenta con unas sesenta maquilado-ras que emplean a unas cinco mil personas. Al cabo dediez años, la cifra pasa a cuatrocientas cincuenta maqui-ladoras y setenta mil asalariados. Entre los años 1980 y1990, el desarrollo es aún más espectacular y el númerode empleados pasa rápidamente a ciento cincuenta mil yluego un cuarto de millón. La ciudad conoce una situa-ción de pleno empleo, que durará un decenio. En cada

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hogar, entonces había cerca de tres personas en prome-dio que trabajaban en la fábrica. Entre los años 2000 y2002, una fuerte recesión económica acarreó la pérdidade decenas de empleos; pero la tendencia se revierte en2004 y el sector vuelve a contratar o tiene que dedicarsea reclutar: así, a comienzos de 2005, el sindicato patro-nal AMAC declara que tiene dificultad para encontrarpersonal. "Están vacantes veinte mil puestos de trabajoy no encontramos suficientes aspirantes", señala/ No esraro ver en la parte posterior de los autobuses anuncioscon estos reclamos: "Bosch contrata, ¡sube!". A pesar detodo, estos problemas sólo fueron pasajeros y los direc-tores generales de las maquiladoras pronto completaronsus equipos. Hoy, doscientas quince mil personas estánrepartidas en doscientas cuarenta y cinco fábricas. Elsector es vital para Ciudad Juárez. Su cifra de negociossupera los tres mil trescientos millones de dólares en elaño 2004 y los impuestos que enteran representan cercade i 74% del presupuesto del estado de Chihuahua!

Obreras en peligro

Pese a una economía que recobra su color y las conside-rables sumas que se manejan, los patrones han sido muycriticados por su actitud en el asunto de las "muertas deJuárez". Un cuarto de las víctimas son obreras, una partede las cuales ha sido secuestrada camino de la fábrica oa la salida del parque industrial. Durante años, sin em-bargo, la patronal no consideró que tuviera un papel que

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representar en poner coto a la situación. La AMAC, laasociación de maquiladoras, estimaba incluso que esoscrímenes contra las mujeres no eran de su incumbencia,puesto que las víctimas eran asesinadas fuera de sus luga-res de trabajo.

Frente a la presión, los patrones decidieron finalmenteintervenir. Algunas compañías, como Delphi, instalaronanuncios con las fotos de los choferes de autobús para quesus empleadas los reconozcan en caso de problemas conalguno de ellos. Otras firmas organizaron cursos de auto-defensa y llamaron a sociedades de seguridad privada paracuidar las instalaciones. Ahora, desde hace meses, se ins-tauró un sistema de transporte de personal que va a bus-car a las obreras directamente a las colonias más pobres, ala puerta de sus casas, y les evita así pasar varias horas enlos rutas públicos y, sobre todo, detenerse en el centro dela ciudad, que es donde tiene lugar la mayoría de los se-cuestros. Así, el barrio Anapra vive al ritmo de autobusesverdes con blanco. Los vehículos que llevan el cartel de"Transporte de personal" se estacionan en la calle princi-pal, la única asfaltada, antes de iniciar el recorrido y levan-tar un polvo amarillo que vuelve la atmósfera irrespirable.Poco a poco, las mujeres, algunas con hijos en los brazoso de la mano, y los hombres se dirigen a cada esquina de lacalle. Llevan puesta su blusa de trabajo o la tienen envueltaen una bolsa de plástico. A la hora fijada, los autobusescomienzan a peinar el barrio. De calle en calle suben a losasalariados. En el interior, el silencio reina, a veces rotopor los lloros de un niño que va con su madre y que pasaráparte de la jornada en la maternal de la empresa.

y j TUL, La ciudad de las muertas

La nueva administración del estado de Chihuahua,contrariamente a las dos precedentes, había prometidointeresarse de cerca en los problemas de inseguridad enlos parques industriales. A finales de abril de 2005, el go-bernador José Reyes Baeza y el director de la AMACanunciaron la creación de una policía industrial. Un he-licóptero, cincuenta agentes especialmente formados yperros policías constituyen esta nueva unidad que vigila-rá e intervendrá en el conjunto de las zonas donde estánagrupadas las maquiladoras. Podrá asimismo entrar enlas fábricas a petición de los gerentes o de los jefes deequipo y proceder a búsquedas de armas y droga, ini-ciativa calificada de interesante por las asociaciones deayuda a las víctimas del feminicidio, pero que llega muytarde, casi doce años después del primer asesinato.

Consecuencia de esa industrialización a ultranza, lapoblación se ha más que duplicado desde los años 60,convirtiendo a esta ciudad en la cuarta del país. Al mis-mo tiempo, esto ha ido acompañado de un incrementoen la criminalidad, de las bandas de delincuentes, de laspandillas y, sobre todo, del tráfico de droga. Habría cua-trocientas pandillas como Los Aztecas a ambos lados dela frontera, de las cuales más de doscientas estaban enCiudad Juárez.' Éstas libran una guerra sin cuartel por elcontrol de la venta al por menor de los estupefacientes,pero también se entregan a impedir la llegada de bandascompuestas por negros estadounidenses y, sobre todo,a evitar el arraigo de sus equivalentes centroamericanas,las maras. A los miembros de la más célebre de éstas,la salvadoreña Salvatrucha, se les marcó el alto, aunque

es difícil saber si venían con la voluntad de sentar plazao simplemente intentaban cruzar a Estados Unidos. Enesta lucha contra los recién llegados, los miembros delas pandillas locales no titubean en presentarse como losdefensores de la "raza mexicana".

Paralelamente, el cártel de Juárez se impone y contro-la la ciudad. Los robos, atracos a mano armada y los ase-sinatos se convierten entonces en moneda corriente. Lailegalidad parece un modelo para todo el mundo. "Quie-nes hemos nacido aquí y aquí vivimos sabemos perfec-tamente que esta ciudad ha permitido siempre ir contrala ley —explica la socióloga Graciela de la Rosa—. Todoshemos crecido con el esquema de la corrupción en la ca-beza. Si queríainos pasar algo del otro lado, bastaba condar un dinero al aduanero y no había problema. Esto for-ma parte de nuestra cultura." 9 Un estado de facto, que elabogado Sergio Dante resume con una fórmula tomadadel escritor mexicano Fernando Jordán: "Ciudad Juárezes la tierra de los hombres bárbaros".

La vida de una mujer nada vale

Las estadísticas confirman, desgraciadamente, lo quedice ese autor. En México, 10 millones de mujeres su-fren violencia intrafamiliar y dos de cada diez reconocenoficialmente haber sido agredidas por su compañero.Para la antropóloga y diputada Marcela Lagarde, "estepaís es incapaz de aportar un mínimo de seguridad a sushabitantes. La violencia en el hogar se considera incluso

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como normal". 1 ° En 2002, última cifra oficial conocida,las mujeres levantaron más de dieciocho mil denunciasen México. Y Ciudad Juárez no escapa a la regla; bienal contrario. Más de la mitad de los nacimientos regis-trados son de madres solteras, a menudo muy jóvenes,fragilizadas. Ana Beatriz, la mujer policía pertenecien-te a aquella patrulla femenil que no funcionó más queunos meses, recuerda haber tenido que actuar de asisten-ta social: "Una mañana tuve que acompañar a su casa auna joven de dieciséis años. Decía estar a punto de dar aluz. Salía de un consultorio médico y sintió un malestar.Llamamos una ambulancia, la examinaron, pero aún nohabía llegado a término. Era su primer niño. Imaginenel miedo que tuvo, a sus dieciséis años". Una de cadados habitantes de la ciudad fronteriza es objeto de malostratos. Los crímenes contra las mu j eres son un caso ex-tremo de la situación vivida por millones de mexicanas."El asesinato no constituye más que la parte visible deliceberg; pero no hay que olvidar el resto, sobre todo laforma despreciativa como los hombres tratan a las muje-res en mi país", afirma Marcela Lagarde.

"Lo más impresionante es darse cuenta del nivel deviolencia que existe contra la mujer en esta ciudad. Yo,que trabajo aquí desde 1990, no imaginaba tal grado deabusos. Acogemos a mujeres con mordiscos y con frac-turas múltiples", afirma Esther Chávez sentada ante suescritorio de la Casa Amiga." En los seis primeros mesesde 2005, por ejemplo, la Dirección General de SeguridadPública de la ciudad registró no menos de seiscientos ca-sos de violencia doméstica, sin contar los casos que no

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son objeto de ninguna denuncia por parte de aquellasque no quieren que se sepa lo que están pasando. Las ins-tituciones locales estiman que unas trescientas mil habi-tantes han sido víctimas de una agresión en el transcursode los últimos doce meses. Una situación que parece tantrivial que los vecinos ni siquiera intervienen en presenciade algún problema. El 2 de noviembre de 2004, por ejem-plo, un hombre de veintiséis años atacó a una menor, lamató a pedradas y la comenzó a violar post mortem. Co-nocido por la policía debido a actos de delincuencia me-nor, el individuo afirmó en su declaración haber actuadobajo el efecto del alcohol y la droga. Interrogados losvecinos de la niña, dijeron saberlo todo, pero al principiono intervinieron. La mayoría no hizo caso de los gritosde la víctima, dijeron después de los hechos, por temora la policía (!), a eventuales delincuentes o porque losinterpretaron como "una simple pelea de enamorados".Por fin, dos más valerosos que los demás detuvieron alculpable y lo entregaron a la policía municipal, la cualllegó al cabo de veintiséis minutos porque les comuni-caron por teléfono un incidente en una colonia más biencalmada de la ciudad. El centro de llamadas de urgenciano transmitió la dirección correctamente a la patrullas,sino que la envió a una colonia que no era.

Frente a tales notas rojas, Esther Chávez afirma:"Con la violencia doméstica fabricamos los delincuen-tes dentro de nuestras propias casas. Sabemos que estosjóvenes, que son víctimas de este tipo de violencia o deincesto son los delincuentes o los asesinos del mañana.Y poco se hace contra esa situación terrible". Algunas

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víctimas logran, pese a todo, llamar a la puerta de la CasaAmiga. En 2004, la asociación trató a quince mil sesentay ocho solicitudes, frente a once mil cuatrocientas trein-ta y siete en 2003; o sea, más de cuarenta por día, y de esassolicitudes, dos mil seiscientas diecinueve eran casos deviolencia doméstica, trátese de violaciones, incesto ogolpes (dos mil setenta y tres un año antes); o sea, unamedia de seis cada veinticuatro horas. En el transcursode los tres primeros meses de 2005, las cifras siguen lamisma progresión: dos mil seiscientas solicitudes, de lascuales quinientas noventa y nueve son por violencia enel seno del hogar. "Hay mujeres que llegan aquí en unestado... Obligadas a cubrir todo su cuerpo, sin que sevea un centímetro de piel, para ocultar las quemadurashechas por su marido con la plancha. Jamás había vistocasos tan horribles —asegura—. Están destruidas psicoló-gicamente. Ni siquiera pueden pensar por sí mismas, nipor sus hijos. Esos hombres las han destruido con in-sultos permanentes. Una acaba por preguntarse qué espeor, la violencia psicológica o la física. Porque la vio-lencia física se cura, pero la psicológica es mucho másduradera y compleja." Carmen, una de las psicólogas delcentro, confirma la magnitud del quehacer. "Casi 90%de las consultas son casos de violencia doméstica, másfáciles de denunciar que los abusos sexuales. Las que lle-gan aquí no se atreven a abordar esta cuestión, sino hastadespués de un primer contacto", afirma.

La violencia familiar alcanza tal nivel, la cultura ma-chista reinante es tan importante y la imagen de la mujerestá tan degradada, que los observadores están conven-

cidos de que cierto número de los maridos violentos quehan llegado a matar a su compañera se desprenden delcuerpo colocándolo de manera que se confunda, al me-nos al principio, con los correspondientes a los crímenesen serie. El fenómeno de copia —lo que los especialistasestadounidenses llaman copycat— forma parte integran-te del feminicidio. Los medios locales publican artículosy difunden reportajes casi cada día con abundancia dedetalles (posición de los cuerpos, mutilaciones sufridas,etc.), de manera que aprenden precisamente de los pe-riódicos, según opinión de varios agentes de la policía.Resulta muy fácil, pues, para un marido o un amante vio-lentos —y hasta para un criminal llegado del otro lado delrío Bravo— "hacer como en la tele".

Perversos en la frontera

"La situación geográfica de Ciudad Juárez es en realidadun asunto binancional", sostiene José Luis Santiago Vas-concelos, 12 porque la proximidad con Estados Unidos,tierra fértil en fabricación de criminales seriales, no hasido tomada en cuenta desde el inicio del asunto. Losinvestigadores locales, para quienes estos asesinatos notienen relación unos con otros, se han negado sistemá-ticamente a seguir esa pista, a pesar del consejo de variosexpertos internacionales. "Existen indicios serios quetienden a probar la presencia de uno o varios asesinosseriales en un porcentaje reducido de asesinatos", esti-ma el ex jefe de la oficina del FBI en El Paso, Hardrick

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La ciudad de las muertasMarc Fernández y Jean-Christophe Rampal

situada no lejos de El Paso. "En efecto, se ha mencio-nado la pista del campamento de Fort Bliss", confirmaGuadalupe Morfín. Un oficial de un grupo de choquede la policía federal, que ha efectuado muchas redadasen Ciudad Juárez, precisa que muchas agencias guber-namentales de Estados Unidos han trabajado sobre estaposibilidad, sin llegar a una conclusión definitiva. "Noshan dicho que habían tratado de saber si soldados quese hubieran dedicado a hacer la gira de los bares, eranresponsables de algunos asesinatos. Pero su investiga-ción no ha llegado a nada."

Más de seiscientos perversos en la frontera y la Subpro-curaduría Especial encargada de los crímenes contra lasmujeres de la policía judicial del estado de Chihuahua nose interesa gran cosa, cuando tiene más de cuatrocien-tos expedientes en curso, entre ellos un centenar quecorresponden a homicidios en serie. "En Texas tienensu propia reglamentación y se puede consultar una basede datos donde están asentados los autores de delitossexuales. En efecto, los hay concentrados en El Paso...",explica sin pestañear Manuel Esparza Navarrete. Sus ar-gumentos parecen confusos y muy alejados del análisisde los famosos expertos internacionales, con los cualescooperó, algo de lo que se siente ufano. "Si hablamos deun ciudadano estadounidense, habría un auténtico pro-blema cultural. ¿Cómo mezclarse con la población sindarse a notar? Existe siempre la posibilidad de que sea deorigen mexicano. Pero es preciso que establezcamos esenexo. Ahora bien, que gente de nacionalidad extranjeraestá involucrada, es cierto. Es el caso de Sharif, el egip-

cio residente de Estados Unidos y que llegó aquí. Perocuando los hechos, él vivía en Ciudad Juárez, pues aquítrabajaba y habitaba en un barrio burgués de la ciudad."

Afirmaciones que no sorprenden en México. Enlas oficinas de la Subprocuraduría de la lucha contra elcrimen organizado, la sola mención del nombre de esepolicía provoca sonrisas maliciosas y luego hasta un sus-piro. "Mientras ese mismo equipo esté a cargo, podemosasegurarles que no habrá ningún avance en las investi-gaciones sobre los asesinatos de las mujeres", expresanvarios agentes, bajo condición de que sean mantenidosen el anonimato."

Un secreto de Estado bien guardado

Maridos violentos, agresores sexuales que viven del otrolado de la frontera, una gavilla de policías corruptos, va-rios asesinos en serie, narcos. Pero también centenaresde fábricas que pagan muy mal a sus obreras, las cualesapenas si tienen para vivir decentemente; pocas escuelasy hospitales, infraestructuras limitadas (diez bares porcada escuela). Las causas de esta nota roja fuera de locomún son estructurales. Y si los actores del centenarde los más horrendos crímenes sexuales son policías, encontubernio con los sicarios del cártel, como tienden aprobar las indagaciones federales más serias, los vecinosde Ciudad Juárez —pero sobre todo sus vecinas— andanlejos de ver el fin de la pesadilla. Oscar Máynez se mues-tra pesimista: "Son bandidos quienes están a la cabeza de

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La ciudad de las muertasMarc Fernández y Jean-Christophe Rampal

las investigaciones y no toman ninguna medida seria paraponer un hasta aquí a este fenómeno. Se crean oficinasespeciales de procuradores, comisiones de investigación,grupos interinstitucionales en los que trabajan policíasque tienen motivos e intereses políticos o emocionalesde diferente especie. Todo esto no funciona y sólo tieneun propósito: callar la boca a la opinión pública. Peronada avanza y estamos prácticamente en el mismo puntoque cuando los primeros asesinatos".

La solución al feminicidio no puede ser sino global,según la mayoría de los especialistas interrogados. To-rnará su tiempo y deberá tocar de cerca a todos los fac-tores que han hecho de esto un fenómeno excepcional.Es necesario proponer respuestas sociales y económicas,al mismo tiempo que investigaciones y fallos judicialespor encima de toda sospecha. Para Guadalupe Morfín,"la responsabilidad del Estado federal está plenamentejustificada mientras todos los culpables no estén tras lasrejas". ¿Incluso si los asesinos son los policías? SergioDante no imagina ni un segundo ver un día a los agen-tes de la policía judicial estatal y de la policía municipalincriminados por los asesinatos. "Algunos policías de laPJE se comportan desde hace mucho como si formaranparte de un escuadrón de la muerte. Hacen lo que quie-ren, cuando quieren y donde quieren." Imposible, segúnél, arreglar el problema y hay que aprender a vivir conéste. "La ley ha quedado en letra muerta en este estado;se hace mofa de ella cada día. ¿Cómo quieren ustedes quese haga justicia en estas condiciones?" Tiene una miradadecepcionada y sin complacencia sobre las autoridades

de su país. "El presidente de la República, Vicente Fox,le tiene miedo al cártel de Juárez. Sabe, como los distin-tos gobernadores que se han sucedido a la cabeza del es-tado de Chihuahua, quién mata a las mujeres. Y no hacenada. El tema de las 'muertas de Juárez' es un secreto deEstado bien guardado."

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