FLORES FRESCAS MUERTAS

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Flores frescas; muertas... in-memoriam

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CAMPAÑA CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO. PROYECTO EN PROCESO DESDE EL AÑO 2007

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Flores frescas, muertas...in - memoriam “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena”

Mahatma Gandhi (1869-1948)

Como quedarnos callados cuando la violencia se vuelve tan cotidiana que se nos mete por los poros de nuestra piel mientras almorzamos en fa-milia, como quedarnos inmóviles en nuestra sala ante el cajón mutilador de conciencias, cuando vemos las noticias de asesinatos emitidas por los distintos telediarios con tanta naturalidad como si solo se tratara de cifras.

Somos esclavos de lo que decimos pero también de nuestro silencio, de nuestra indiferencia, somos cómplices al callar, al permitir que la barbarie continúe, al no hacer nada, porque aun el drama no ha tocado las puertas de nuestro hogar.

La serie de “flores frescas muertas… inmemoriam” está conformada por 50 estampas alusivas a los acontecimientos reales de los llamados “ase-sinatos de víctimas de violencia de género” ocurridos en distintos hogares del territorio Español durante los últimos años.

La serie de imágenes está basada en la investigación y la transformación de las noticias, donde el terror, el miedo, la desolación tan solo son un fragmento del producto psicológico de la violencia; el terror que envuel-ve, que deforma, quitando los últimos alientos de humanidad a las vícti-mas que de alguna manera somos todos.

El terror, el miedo, la desolación, la tortura, la muerte aparece en diversas facetas que van mas allá de la mera representación y se constituye en di-versos tipos de matar y torturar al semejante que supuestamente se ama.

La visión romántica del amor se fusiona con la guerra, la muerte, la des-trucción como bandera, donde la muerte se presenta de distintas actitu-des, tanto el verdugo como su víctima muestra una individualidad que nos acerca a unos sentimientos y actitudes universales, la de el “hombre violento”, las imágenes se transforman en instantes atemporales que se pueden mimetizar en cualquier momento de nuestra historia personal.

LuzAdrianaValencia-ArmandoRuizYepes(ColectivoDNI:ARTE).

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Flores frescas, muertas...in - memoriam

En mi familia era costumbre comer ensaladilla rusa todos los do-mingos del verano. Nadie madrugaba. Sólo mi madre, que tenía (tiene) ese brío feliz de quien se sabe imprescindible en la vida de los demás. El salón olía a limón; la cocina, a canela o a cebolla frita. En el pasillo corría un rebufo de aire en el que estaba prohibido inmiscuirse durante el ritual de la limpieza, so pena de recibir un grito de amor.

Yo era una niña regordeta y plácida. Me levantaba con los dibujos de la tele y jugaba con mi abuelo, un caballero que rondaba los 80 pero que se comportaba conmigo como aquel hermano mayor que yo siempre me pedía por mi cumple y que mis padres me negaban: «Nena, eso es biológicamente jorobado de conseguir».

Duraba todavía ese amparo de burbuja que los mayores quieren proporcionar a los pequeños. Esa atmósfera feliz. Ese mundo de Hanna Barbera. Era lo que hoy llamamos un hogar feliz.

Un mediodía, mi abuelo llegó a casa con las bolsas de la compra más alicaídas que de costumbre. Tenía la mirada turbia. Dejó la comida en el suelo, con la consecuente orquesta de latas y frascos sobre el suelo. Se quitó la gabardina y colgó la boina en el perchero. Pasó de largo y se encerró con mi madre en la cocina. Yo, que por aquel entonces todavía jugaba a plantar lechugas con un amigo invisible, me acerqué a la puerta para escuchar. Alcancé a oír «hacha».

Como en mi casa siempre han sido muy de prensa, no tuvieron la pi-cardía de esconder el periódico para que no me enterase. En la portada de aquel martes descubrí una fotografía del ultramarinos de nuestro barrio. Donde mi abuelo compraba mermelada de albaricoque para mi abuela to-das las mañanas desde hacía 15 años. El texto hablaba de la desaparición de una empleada del establecimiento. Tere. Era la señora que bromeaba con mi flequillo y le reñia las gracias mi abuelo. A los dos días, el barrio volvió a ser portada, dicen que incluso en El País. Habían encontrado a la señora. Troceada en una bolsa de basura, tirada en medio del monte. Usaron el verbo trocear y yo lo repito casi 20 años después, porque en su momento se quedó prendido en mi cabeza como el pañuelo del malo en un arbusto.

El juez dictaminó que el marido de Tere era el culpable de su asesi-

nato. Se mencionaron problemas mentales. No más. Un homicidio, dije-ron.

En 2010, con el término «violencia doméstica” ya instaurado, exis-ten teorías que sostienen conclusiones un tanto estrafalarias respecto a este tipo de agresiones. Una de las tesis sostiene que si los medios de comunicación hablan de violencia en el hogar, se contagia la violencia en el hogar.

¿Es que la prensa actúa como catalizadora? Si se cuenta, ¿dan ganas de probar? ¿Se siente uno reconfortado porque la querencia es colectiva y no es el único que tiene estrategias agresivas? ¿Es repetitivo, escabroso y estéril el tratamiento informativo de estas noticias?

Puede que los criterios y el estilo periodístico del siglo XXI, cada vez más parecidos a los de una charcutería al por mayor, no favorezcan la creación de un estado de opinión, uno de los motores más potentes para influir en cualquier comportamiento. Pero no cabe la menor duda de que somos los individuo, las personas que habitamos y que construimos los hogares (monoparentales, policromáticos, estructurados o no) los que tenemos la llave para condenar, alertar, avisar, reflexionar y actuar cuando algo duele, mancha o nos hace desaparecer a nuestro alrededor.

Si algo tiene el arte es la capacidad de decir todo esto sin palabras. El don de vapulear en silencio. O de dejarte frío en ese mismo silencio, que también ocurre. El colectivo DNI Arte, integrado por dos profesionales de la pedagogía, ha documentado con ilustraciones de técnica tradicional todos los casos de violencia doméstica que figuraron el año pasado en los medios de comunicación de España. El resultado es un imaginario esca-broso y colorista. La violencia hecha imagen.

Mis padres, probablemente, no me hubieran dejado ver esta expo-sición. Yo les recomiendo que lo hagan. No deja mal sabor de boca, más bien al contrario. Porque este proyecto tantea el remedio contra ese hedor que dejamos los seres humanos cada vez que ejercemos la violencia. Ese aroma agrio, de hipocresía y falta de educación. Olor a agresividad ani-mal, combinada con una enorme y oxidada inteligencia emocional.

MJ TOVAR.

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Flores frescas, muertas...in - memoriam Reflexiones hirientes (que deben abrir todas las heridas).

Por Adonay Bermúdez. Comisario y asesor cultural y artístico.

Flores frescas muertas, caídas en combate antes de tiempo. Prisioneras a merced del hombre; apaleadas, golpeadas y humilladas. Flores que en realidad son ojos almendrados en llama viva que claman desesperadamente ayuda.

“Flores frescas muertas… in memoriam” constituye un trabajo reflexivo y comprometido que muestra Armando y Luz Adriana. Lo hacen a través de un lenguaje duro, agresivo, sincero pero sobre todo real, dejando de lado las posturas políticamente correctas que no tienen cabida en el maltrato.

Cuentan historias dejándose llevar por sus emociones, por sus sentimientos, por sus ideales. Historias artesanales, mimadas, reivindicativas. En sus pinturas se observan unas increíbles ganas de gritar, de despertar a una sociedad inmóvil que no actúa ante las barbaries.

Nos señalan. Ese afán de la mirada acusadora de los personajes que nos atacan, que nos inquietan. Nos localizan tras la cómoda ventana, aquella que nos aleja de la realidad. Dan un paso más allá, no se quedan en la típica denuncia al agresor, buscan esa proximidad con el espectador, con todos nosotros.

Miradas que se clavan como cuchillos. Todos somos la mujer degollada y su hijo de once años de Alcalá de Henares (Madrid), la joven que estuvo ardiendo durante más de cinco horas en Murcia o la que fue apuñalada en Igualada (Barcelona); y estos artistas nos lo quieren recordar clavando nuestra mirada con su pincel. 50 pinturas, 50 desoladoras historias convertidas en dolorosos viajes de mujeres desprotegidas y heridas. 50 pinturas crueles, ásperas, explícitas, desvirtuadas, fantásticas. En definitiva 50 rostros perdidos, 50 almas enterradas, 50 flores frescas muertas.

Pocos, como Colectivo DNI:ARTE, pueden defender un estilo totalmente personal. Sus obras son críticas por su fuerte trasfondo sociocultural, compuestas a través de imágenes que nos atrapan, que nos obligan a reflexionar, a cuestionar todo nuestro entorno, una finalidad a la que no debe renunciar el Arte.

Lo que presentan estos artistas son puras reflexiones hirientes (que deben abrir todas las heridas).

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La ilustración de las “notas rojas” o crónicas de sucesos ha sido un oficio desarrollado a través de los siglos y principalmente desde que la prensa se convirtiera en medio de masas.

Hoy la fotografía sustituye a la estampa grabada, pero su “veracidad” no puede competir con la fuerza narrativa y expresiva de un dibujo.

El fotógrafo llega después de que el crimen se haya consumado. El ilustrador, en cambio, imagina el acontecimiento y selecciona el momento más trágico para transmitir la desolación, el desamparo, la angustia y el horror de la víctima ante la crueldad de su verdugo.

José Guadalupe Posada. Espantoso Suceso. circa 1900

Las breves líneas del diario se transforman en vívidas estampas. Ahora es más difícil pasar la página y olvidar.

En Flores, frescas, muertas esas víctimas y esos verdugos se enfrentan a nosotros deformados y dibujados con rasgos grotescos y excesivos.La imaginación produce monstruos que no son más que producto de las crueldades de la vida cotidiana.Figuras esperpénticas de grandes cabezas guiñolescas, cuerpos retorcidos, bocas que hacen muecas y gritan silenciosas.

Los colores logradamente desarmónicos, la composición desfragmentada y los detalles macabros, acentúan el malestar del observador y consiguen, en un ejercicio premeditado, el desagrado y la repulsión.

Repulsión que deriva en reflexión. Es imposible quedar indiferentes.

¿No se rebela nuestra mente y hasta nuestro cuerpo ante tales monstruosidades?

Son el amor y la rabia parte de las emociones que guían desde el corazón el sabio latir de la mano de Armando y Adriana.

Lo suyo no es un simple pataleo. Su trabajo es dedicado y constante. Comprometido con sus coetáneos y sin renunciar a su complejidad artística.

Nuestro pintor tiene grandes dotes de ilustrador porque además de su saber profesional en su obra se revelan muchas lecturas. Colombia es tierra de grandes escritores y lectores.

Continúa rebelándote Armando y ofreciéndonos más Luz.

Armando y su inteligente compañera Luz, trabajan unidos codo con codo y día a día desde hace años.

Porque Flores, frescas, muertas no es documento sino denuncia. Más que ensayo visual es activismo gráfico visceral.

Bella Alvarez. Escuela de Arte Pancho Lasso. Lanzarote.

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“LAS IMÁGENES QUE RIDICULIZAN LA PALABRA”

“Pero mientras miro las caras de sus víctimas en las que parece latir inevitablemente la antigua hermosura, me empeño en creer que, en algún rincón confuso de sus neuronas, los torturadores y quienes los protegen, saben que son la escoria del mundo”.

Pocas veces las imágenes se podrán mostrar tan rotundas y tajantes a la hora de acompañar a unos hechos, que por repetitivos, han pasado a convertirse en habituales, familiares y asquerosamente consustanciales al sexo masculino, injusta generalización para enjaular a las alimañas carroñeras.

Las expuestas en esta serie no dejan margen de escapatoria, las vidas bajo amenaza de muerte constante, la violencia de género y todo tipo de acosos están ante nuestros ojos. Asumamos pues, cada uno en su par-cela, la cuota de responsabilidad:

¿Quién o quienes han osado ponernos en el horizonte de la inconsciencia?, ¡Unos artistas!, ¿Y esos a que se dedican?, ¿Qué hacen…?.

Son individuos sociales y como tal, se autoimponen la exigencia vital y profesional de involucrarse en todos los ámbitos de la vida cultural y so-cietaria, ya que son productos y productores de la misma.

El contenido compositivo, estructural y formal de las obras, su temática, y acorde con ésta; líneas, trazos, ritmos, movimientos, color, tensiones, etc; las hacen situar con manifiesta rotundidad dentro de los conceptos doctrinales del movimiento expresionista.

La expresión de sentimientos íntimos, por parte de los artistas, en cada pincelada o trazo, su libertad y espontaneidad, los caracteres expresivos y emocionales subjetivos, la distorsión de las formas e imágenes, aleján-dolas interesadamente de la realidad, lo confirman.

Los sentimientos y las emociones quedan impresos a través de las líneas y el color. Éste, por el contenido temático de las obras, el estado anímico

del autor y su grado de implicación social, se vuelve violento y contras-tado; rojos acompañados de negro, naranjas, azules, ocres y pardos, verdes, amarillos, violetas; todos bastante saturados con altos índices de pureza cromática.

Los resultados que observamos son contradictorias sintonías reivindicati-vas de: amor, odio, ansiedad, angustia y vida – muerte.

Los rostros, desgarrados, claman ¡justicia!, dentro del horror. Un ¡Basta ya!, Dentro de la impotencia.

Expresiones que dan vida a máscaras grotescas de carnaval cotidiano, en tratamiento y representación del ser humano, visualizado y plasma-do, desde su vertiente más ruin.

El Artista, su Arte, la Educación y Práctica Artística en general, pueden ser unos espléndidos aliados que faciliten la aproximación a la utopía del

“Hombre nuevo” emergiendo en el día a día como ser humano, capaz de integrarse con el resto de la especie, a la que hipotéticamente perte-nece.

En Mácher, a 18 de mayo de 2010

Santiago Alemán Valls

Artista Plástico – Docente de Dibujo Artístico - Escuela de Arte Pancho Lasso

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