Jorge Luis Arcos, Prólogo. Fina García Marruz
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Transcript of Jorge Luis Arcos, Prólogo. Fina García Marruz
Prlogo
Prlogo
Confieso lo difcil que me resulta escribir un prlogo a la poesa de Fina Garca Marruz. Porque luego de escribir un extenso libro sobre su obra potica, otros prlogos, y alguna resea, siento que el venero de la poesa que ella sustenta contina en cierto modo intacto. Ms que escribir sobre su poesa, prefiero leerla, sentirla, acaso porque he establecido con ella una relacin poco literaria. Sus versos ya no son vistos por m como una determinada serie de palabras de mayor o menor belleza, o de determinada eficacia verbal, sino como franjas carnales, materias extraas o alusivas, como son, en definitiva, todas las apariencias. La intensa, avasalladora aura simblica que emana de su verbo es la misma que podemos sentir en torno a un rbol, una persona, en esos momentos, eso s, excepcionales, en que sobreviene esa otra manera de mirar, de sentir, de conocer (o reconocer) que se ha nombrado siempre con la palabra poesa. Cuando leo sus poemas aguardo siempre esa revelacin. En ellos acaece esa suerte de entrevisin mediante la cual accedemos a un como exceso de realidad, a una sobreabundancia de sentimiento, y de sentido incluso. Su poesa, que acepta como pocas la nocin de un lmite, que parte, como tampoco es frecuente, de una dolorosa sensacin de insuficiencia, que parece lacerar un silencio sagrado -quiero escribir con el silencio vivo, dice en un verso-, atrae desde su cada vez ms desnuda y sencilla materialidad, el viejo oscuro son del Universo. Decir, desde lo poco, lo pequeo, lo pobre o, sencillamente, lo natural, ese ms enorme que atraviesa toda la realidad. A manera de nota de rgano, dice tambin. Poesa simblica, pues, pero no con ese causalismo literario tan atrayente de cierta poesa que gusta de envolverse en una atmsfera mgica, rara, sino poesa que puede sugerir la cualidad simblica de lo real: esa que nos arroja a un espacio vaco, a un silencio, desde donde sentimos una como antigua nostalgia o una inaudita esperanza. Es el instante puro el fiel instante-, el nico tiempo o punto reminiscente donde todo confluye, donde el pasado o el porvenir se entreveran en un suspendido presente. Sensacin semejante a la de cierta percepcin de la msica. Intuicin de una oculta armona. Misterio que se muestra y se vela, como en una transfiguracin de lo real. Toda su poesa alude a ese dichoso desgarramiento, a esa aurora que rompe el alba, a ese vasto crepsculo que se hunde, en nosotros, cuando parece que podemos morir para volver a nacer, cegarnos para mejor ver, silenciarnos para escuchar la ms arrebatadora msica. Eso es lo trascendente de su verbo potico. Como ella dira: no en lo que permanece siempre huyendo, / sino entre lo que, huyendo, permanece. Simultaneidad jubilosa y agnica. Relacin exultante y dolorosa de todos los rdenes de lo real. Porque lo real es sencillamente todo: lo visible y lo invisible, lo que se oculta y lo que se manifiesta. A menudo es exactamente la apertura de la mirada hacia la manifestacin sustantiva, carnal de lo invisible, de lo desconocido. Hay, pues, en su poesa como un realismo de lo desconocido; apertura, acaso, hacia esa religin natural que apeteca Jos Mart. De ah que ella pueda convocar las apariencias ms humildes, las realidades ms sencillas o escuetas, y estas de repente adquirir como un legendario prestigio, una antigua realeza, un seoro natural, inmune a todo artificio literario.
En una ocasin intent describir el secreto de su estilo, a ratos como deslavazado, dice ella misma, o poco cuidado, como en Santa Teresa, aludiendo a su despegue, esto es, a esa corriente que parece emanar de las cosas mismas -de las grietas de sus palabras, de sus silencios, de sus limitadas cristalizaciones verbales, de sus opacidades o huraeces- para poder mirarlas a la luz de su verdadera sustancia o trascendencia; es decir, un lenguaje que parece quebrarse para propiciar la apertura hacia la ms misteriosa naturalidad. Es entonces un realismo simblico o incluso visionario, a travs de un estilo que no se agota en s mismo, sino que se abre hacia otra dimensin de lo conocido. Un estilo de piedad o de misericordia, un estilo que se mueve en el orden de la caridad. Mas al final no accedemos a un orden que desfigure, niegue o suplante la visualizacin o corporeidad de las cosas, porque estas nunca pierden su naturalidad. Solo que vislumbramos su indefinible alusin, su oculta llama, el alimento que las sustenta, la promesa que guardan; en otras palabras, el indecible sentido que les (nos) permite existir.
Fina Garca Marruz fue la nica mujer de un grupo de diez poetas ya mundialmente conocido como grupo Orgenes, acaso uno de los movimientos poticos ms singulares del idioma. Junto a su esposo, Cintio Vitier, ella se integr a una familia potica donde concurrieron Jos Lezama Lima, Eliseo Diego, Gastn Baquero, Virgilio Piera, Octavio Smith, Lorenzo Garca Vega, Angel Gaztelu y Justo Rodrguez Santos. Fueron calificados por Roberto Fernndez Retamar como trascendentalistas, a partir de la acepcin de Heiddeguer: trascendente es lo que realiza el traspaso, esto es, lo que traspasando, permanece. Aquella afortunada caracterizacin sirve para sustentar igualmente el valor religioso que le confieren con la excepcin de Piera, Rodrguez Santos y Garca Vega- la mayora de estos poetas al menester potico, a la luz, sobre todo, del misterio cristiano de la encarnacin, del Verbo que se hace carne. Pero es en la poesa de Fina donde ese misterio adquiere su mayor visibilidad. Acaso por ello Mara Zambrano escribi en su esencial ensayo La Cuba secreta:
Es en Cintio Vitier, Eliseo Diego, Octavio Smith y Fina Garca Marruz donde de modo en cada uno diferente, vemos a la poesa cumplir una funcin que diramos de salvar el alma. No parece ninguno de ellos detenerse en la poesa como en su modo de ser, quiere decir, que siendo poetas, no parecen decididos o detenidos en serlo. Y en Fina Garca Marruz, yo dira que por aadidura. Ella es quien testifica de modo ms ntido esta actitud, no frente a la poesa, sino frente a la vida. Y como todo lo que se obtiene por aadidura, puede en un instante cesar o desplegarse en una verdadera grandeza sin mcula. Aun el hacer ms inocente que es la poesa lleva consigo una inevitable mcula, un cierto pecado. Fina Garca Marruz, recogida, envuelta en su propia alma, realiza esa hazaa que es escribir sin romper el silencio, la quietud profunda del ser. Por donde cabe esperar de ella algo que ya ha hecho en la Transfiguracin de Jess en el Monte, pero tambin ms: una palabra sola, nica.
Desde su primer poemario importante, Las miradas perdidas (1951), recrea Fina los misterios de la fe. En este sentido, no conocemos otro poeta que haya abordado estas difciles y delicadas materias con tanta naturalidad potica. A menudo ella trasmite una profunda sentimentalidad religiosa, que nos conmueve y nos hace participar de un orbe tan ntimo y a la vez tan discursivo. Pero su testimonio es tan singular, tan profundo, que se confunde con el testimonio de la Poesa. De esta aparentemente contradictoria o no usual confusin proviene una de las cualidades ms sobresalientes de su pensamiento potico y una de las singularidades de su voz lrica, acentuada acaso esa contradiccin por un tiempo histrico en cierta forma indiferente cuando no hostil a concurrencias de esta naturaleza. Digo esto ltimo porque lo que ella hace no es sino llamar la atencin sobre la naturaleza religadora -en este sentido tambin religiosa- de la Poesa. Represe en que esta su proyeccin religiosa, a menudo explcita, no impide o estorba una lectura desde presupuestos no religiosos, aunque el no tomarlos en cuenta pueda en determinados textos limitar o empobrecer su recepcin. En ltima instancia ella convoca una religiosidad esencial o ancestral, del mismo modo que un Keats, un Jos Mart, un Antonio Machado, un Csar Vallejo, un Juan Ramn Jimnez, no por casualidad poetas por los que siente una especial predileccin. La afinidad es profunda, de raz. Y una misma fuente: la Poesa. Desde esta perspectiva, muchos de sus versos pueden soportar una lectura filosfica, aunque no sea esta instancia una apetencia suya. Acaso s la de una metafsica potica, como aoraba Machado. Pero no pueden obviarse sus afinidades con el pensamiento de, por ejemplo, Simone Weil o Mara Zambrano, ambas filsofas detentadoras de una filosofa de raz potica.
Poesa de la memoria creadora, que parece habitar un tiempo reminiscente, donde se despliega, al decir de Vitier, la imaginacin del sentimiento. Nostalgia o, mejor, anhelo. Evocacin de la propia Poesa, como esencia mediadora entre el ojo y lo mirado; y como testimonio de un saber antiguo o por venir. Recreacin simblica de realidades inmanentes. Despliegue, en una zona de su obra, de una suerte de potica de lo cubano, como fue comn al grupo Orgenes. O testimonio, sencilla pero profundamente, de lo Exterior, ya sean escenas de filmes de Chaplin, o de libros o poemas amados; o lienzos de Rembrandt; o msicas que evocan alegras o anhelos pasados; o paisajes, colores, personas, en fin, toda una vasta realidad que trata de salvar de su caducidad incluso a travs de un humor carioso e inteligente-, o rescatar su esencia intacta a la luz de una mirada trascendente. Poesa de lo pequeo, lo cotidiano, lo sencillo, lo inmanente, donde pretende revelar lo desconocido por lo conocido aunque tambin o sobre todo, como ella misma dice, una dimensin desconocida de lo evidente...
Poesa que posee, como pocas, el don de la entrevisin. Esa que permite mirar las cosas de la realidad desde una radical extraeza. Pero extraeza que no aleja simplemente a las cosas porque nos las devuelve siempre en su irrepetible y, de esta forma, nunca traicionada intimidad. Estaba a la vez cerca y lejos, dice del mar. O La Alegra es solemne como el mar. Esto es, apresa, detiene, suspende o sorprende a las cosas en sus simultneos, confundidos, sagrados cenit y nadir. Ese es el don de su mirada, el cual, como ya adverta en otro texto, nos remite a una sabidura ancestral, la de los orgenes, y a la intuicin de una legalidad o armona csmicas, como dicindonos que no por oculta su esencia, o por estar fragmentada en sus numerosas y sucesivas apariencias, es menos poderosa y omnipresente. En este sentido su pensamiento potico porque de esto se trata- se aduea de una muy dinmica y vital potencia de conocimiento. Algo, esto ltimo, comn, en sus diferentes modos de expresin, al pensamiento potico origenista, y aporte muy sustantivo de Orgenes a la poesa de la lengua.
Esa piedad por las apariencias implica tambin una moral, un ethos potico, como gustaba Lezama precisar. Una tica, una religin, un conocimiento, una metafsica o comovisin, todas de raz potica. No es su mirada una percepcin que se nutra de o se proyecte hacia los siempre atractivos confines de la imaginacin, ya subconscientes o culturales. Su mirada est siempre ms apegada a la rugosa realidad, como dijera Rimbaud, a las cosas mismas. Ms le interesa, por ejemplo, mostrar la esencia de un rbol en su indefinible materialidad -Toda apariencia es una misteriosa aparicin, dice, con la certidumbre de que el rostro es ms misterioso que la entraa, o de que lo que se oculta es lo que se manifiesta- que hacer su melanclica diseccin o aadirle un intil ornamento o un caprichoso o turbio significado. Su poesa apetece una verdad potica. De la revelacin de esa verdad, como en Rilke, depende su belleza posible, esto es, su perdurabilidad. Pero lo perdurable en poesa no es lo que no muere sino lo que se salva por participar de una esencia mayor. Estar ms cerca de lo real, de la materialidad gensica de la creacin no es estar ms cerca de Dios? Y para ser consecuente con esta pregunta primordial, no hay, en ltima instancia, jerarquas en la realidad. Todo proviene de un mismo manantial. Todo clama por una participacin mayor. Es el amor quien ve. Esta sentencia martiana pudiera presidir toda su poesa. El amor como conocimiento. El amor como participacin. El amor como impulso, energa religadora y unitiva. Pero para amar hay que hacer un vaco para que lo otro nos colme y se confunda con nosotros.
Estas y otras muchas lecciones nos ofrece su poesa. Esa poesa de quien ama su vida ordinaria, su participacin en lo comn, como el ms levantado misterio, como dice ella misma en un verso. Es a lo que le ha llamado el servicio misterioso. Muchas de estas lecciones pueden apreciarse en su ensayo confesional Hablar de la poesa, como seala Vitier: la mejor introduccin a sus poemas, que hemos querido que acompae a esta extensa muestra de sus versos, para que el lector pueda disfrutar tambin de la prosa y la singular percepcin cognitiva de una de las ensayistas ms esplndidas del idioma.
Ni su poesa ni su ensaystica han gozado hasta el presente de la difusin que ella misma nunca ha perseguido pero que sin duda merecen. Quisiramos que a partir de ahora pudiera el privilegiado lector de estas pginas apreciar el inusitado don que portan y que acaso como un oculto e ntimo tesoro lo acompaarn siempre; pginas en donde, al decir de Eliseo Diego, se encuentran algunos de los poemas de ms apasionada belleza que se hayan compuesto en lengua espaola desde que asom el mil novecientos.
Jorge Luis Arcos
La Habana, 16 de junio, 2002
Bibliografa
Fina Garca-Marruz (La Habana, 1923)
Obra potica: Poemas (1942); Transfiguracin de Jess en el Monte ((1947); Las miradas perdidas. 1944-1950 (1951); Visitaciones (1970); Poesas escogidas (1984), Viaje a Nicaragua (1986); Crditos de Charlot (1990); Los Rembrandt de L'Hermitage (1992); Viejas melodas (1993); Nociones elementales y algunas elegas (1994); Habana del centro (1997); Antologa potica (1997), Poesa escogida /junto a C. Vitier/ (Santa Fe de Bogot, 1999).
Pasiva: Almanza, R. (1998/1999): Hacia Fina: su conciencia formal. Encuentro de la Cultura Cubana. Madrid, (11): 8-15, invierno; Arcos, J. L. (1990, 1990, 1997, 1998, 1998/1999): En torno a la obra potica de Fina Garca Marruz. La Habana, Ediciones Unin., Obra y pensamiento potico de Fina Garca Marruz. Revista Iberoamericana. Pittsburgh, Pennsylvania, LVI (152-153): 1195-1202, jul.-dic. y en Garca Marruz, F. : Antologa potica. La Habana, Letras Cubanas, Habana del centro: tiempo de epifana. La Gaceta de Cuba. La Habana, (I): 58, ene.-feb., y Fina. Encuentro de la Cultura Cubana. Madrid, (11): 4-7, invierno; Armas, E. de (1998/1999): La poesa del encuentro en Las miradas perdidas. Encuentro de la Cultura Cubana. Madrid, (11): 16-22, invierno; Bellesi, D. Feminaria literaria. Buenos Aires, a. V (8): 11, abr. 92; Bobes, M. (1985): Fina Garca Marruz: elogio de la serena perfeccin. Casa de las Amricas. La Habana, a. XXV (149): 155-156, marz.-abr.; Campuzano, L (1996): Jos Mart en la poesa de Fina Garca Marruz. Casa de las Amricas. La Habana, (198): 90-97, ene.-mar.; Carri, R. (1985): Fina Garca Marruz: la extraccin de la belleza. Revolucin y cultura. La Habana, (3): 73-74, mar.; Conde, C. (1967): Fina Garca Marruz. Once grandes poetisas americohispanas. Madrid, Eds. Cultura Hispnica; Chacn y Calvo, J. M. (1951): La poesa de Fina Garca Marruz I, II, III y IV. Diario de la Marina. La Habana, 99 (168-174, 180 y 186): 33, 56, 46 y 60 / 15, 22 y 24 de julio, y 5 de agosto, resp.; Chiapini, G. (1998): Et sui eum non receperunt. Lumile e ferma risposta di pietro in Fina Garca Marruz. Citt di Vita. Estero, Italia, LII (5): 457-468, set.-oct.; Cotelo, A. (2002): Poesa con luz al fondo. Iluminaciones teolgicas en la potica de Fina Garca Marruz. Seminario teolgico de Matanzas; Davies, C. (1997): Fina Garca Marruz: Love of Mother and Gog, en su A Place in the Sun? Women Writers in Twentieth-Century Cuba. London & New Jersey, Zed Books Ltd.; Fernndez Retamar, R. (1954): La poesa contempornea en Cuba.(1929-1953). La Habana, Ediciones Orgenes; Ora, F. (1971): Registro de visitas. Unin. La Habana, (4): 173-179, dic.; Randall, M. (1982): Breaking the Silence. Vancouver, Canada; Tentori, F. (1987): Poeti ispanoamericani del novecento. Montalto, Milano; Vitier, C. (1948, 1952, 1956 y 1999): Diez poetas cubanos. (1937-1947). La Habana, Ediciones Orgenes, Cincuenta aos de poesa cubana. (1902-1952). La Habana, Ucar Garca, Recuento de la poesa lrica en Cuba desde Heredia a nuestros das. Revista Cubana. La Habana, XXX: 11-118, oct.-dic., p.92, Sobre la poesa de Fina Garca Marruz. En: Garca Marruz, F. y Vitier, C. Poesas escogida. Santa Fe de Bogot, Ed. Norma; Yglesias, J. (1985): Prlogo. En: Garca Marruz, F. Poesas escogidas. La Habana, Letras Cubanas; Zambrano, M. (1948): La Cuba secreta. Orgenes. La Habana, a. V (20): 3-9, invierno, y en Zambrano, M. La Cuba secreta y otros ensayos. Comp. y prlogo de J. L. A. Madrid, Endymin, 1996.
INDICE
Las miradas perdidas (1944-1950), 1951
De Las oscuras tardes
Una dulce nevada est cayendo
Ama la superficie casta y triste
Sonetos a la lluvia, 1, 2
El cuarto cerrado
Una cara, un rumor, un fiel instante
Y sin embargo s que son tinieblas
Oh parque del otoo
Yo quiero ver...
A Sor Juana en su celda, 1, 2
El distinto, 3
De Las miradas perdidas
El bello nio
Lo oscuro
Como un dulce instrumento
Las miradas perdidas, 4, 5, 7
El retrato
De La noche en el corazn
Cancin de otoo
No sabes de qu lejos he llegado
Vendr la muerte
Privilegio tristsimo y ardiente
Como un danzante
Oh noche alta, arrebatada y pura
Lo prstino
De Sonetos de la pobrezaPrncipe oscuro
Los pobres, la tierra
De Los misterios
Qu extraa criatura
Fresco de Abel
La demente en la puerta de la iglesia
Transfiguracin de Jess en el monte
De Variaciones sobre el tiempo y el mar
Retrato de una doncella siciliana
A unas palomas de Dante
La mscara
Variaciones sobre el tiempo y el mar
Visitaciones, 1970
De AzulesEl recodo
Afueras de Arroyo Naranjo
Versos a los descampados
Dcimas
Ral
Do de las hermanas Mart
La banda gigante de Benny Mor
Los indios nuestros
En la desaparicin de Camilo Cienfuegos
Su ligereza de colibr, su tornasol, su mimbre
Ay, Cuba, Cuba
De Visitaciones
Cuando tus manos se quedaban en reposo
Ya yo tambin estoy entre los otros
Recuerdo
Los viejos films
En Neptuno, 1, 4
Oisive Jeunesse
Ya viene el grave otoo
Sitio
Palabras para el otoo, 3
Hombre con nio pequeo
Joven con dama gris
El joven
Retrato de una virgen
El husped
Grabados para el diario de un nio (Corazn), 2, 3, 6
El hipoptamo
El nio que sonre
Rostros de nios, 3, Retrato de Sergio
Tus pequeas pisadas en la arena
Visitaciones
Para otros ojos
A mi Jos Mara
Las luces como poetas
El jardn
Nos reuniremos en la esmeralda
El zcalo
Teotihuacn
Homenaje a Keats
De Anima viva
Anima viva, 3
No avanza la ola siempre: retrocede
Sonetos del penitente, 2, 3
Quiero escribir con el silencio vivo
Confn
Plegarias, 2, 4
Si mis poemas
Al buen ladrn
El pollino
Eleccin de Pedro
Los contrarios
En la muerte de Martin Lutero King
Al presidente Ho Chi Minh
De La tierra amarillaEn Avila
El castillo y el agua
De En la muerte de Ernesto Che GuevaraEn la muerte de Ernesto Che Guevara
Viaje a Nicaragua, 1987De Apuntes nicaragenses (1979)
Fiesta en Solentiname
El volcn Masaya
En Metapa
Habana del centro, 1997
De Habana del centro
En la confusa adolescencia
La puesta
La gota de agua de la Habana Vieja
Otoo
Mozart
No, no, memoria
Los amigos, Eliseo
Del tiempo largo
Viejas amistades
A nuestro Lezama
Virgilio
Casa de Lezama
De De los humildes y los hroesDe los humildes
Piedras
S
Anciana yacente
A una recin difunta
La bienaventurada
Los millonarios
Oh rboles sagrados
De los hroes
Habla la luz a su hijo
A los hroes de la resistencia
En la muerte de una herona de la patria
Tambin, gloria al oscuro
Del adis
De Viejas melodasEn las sombras de la noche...
3
4
5
7
8
18
19
y 20
De Crditos de Charlot
7, Cine mudo
8, Toda la poesa all
11, El maillot de oro
16, Baile de los panecitos
18, La pobre, encantadora meloda
25, La quimera de oro
27, Exploradores
37, Chaplin y Yorick
39, El momento que ms amo
De Nociones elementales y algunas elegasRazn de este librillo
de Gramtica inglesa
To knit, to burn
Tengo un libro
Quin ha roto
Nothing, he affirmed
Good bye, my son, and farewell
Oh, ruiseor
Con tambor
Pequea elega
Modo imperativo
Condicional
Verbos defectivos
Del subjuntivo
de Ejemplos de literatura latina1, (Veo los jardines del rey)
He tomado mi partido
Conjunciones condicionales
Verbos impersonales
Oficios del participio pasivo
De Fsica elemental
Las lecciones solemnes, 6
Efectos fsicos del rayo
De (Segundas partes...)
Salomn y la rosa
Crtico de arte en un jardn pblico
De la caducidad de las cosas
De cmo el tiempo devor un poema
De cmo el tiempo respet un poema
Peridico para ser ledo en el Paraso
De Los Rembrand de l'HermitageRetrato de Berthe Martens Doomer
De Oda a Anacreonte y otros poemasUna oda para Anacreonte
A los espacios
Terpscore
De Verso amigo
Gabriela
Todo empieza
El instante raro
El viejo oscuro son
Hablar de la poesa
Arcos, J. L. En torno a la obra potica de Fina Garca Marruz. La Habana, Ediciones Unin, 1990.
La cita textual dice: creemos que es acaso en esa contradictoria cristalizacin potica, donde se debate entre una forma que parece ser superada por una intensa plenitud expresiva, por un pensamiento que la rebasa, donde el lenguaje parece quebrarse para acoger el despegue del pensamiento, donde radica su ms peculiar originalidad estilstica, muy ligada a su concepto religioso de la trascendencia de la poesa.... En: Arcos, J. L. Obra y pensamiento potico en Fina Garca Marruz. Prlogo a Garca Marruz, F. Antologa potica. La Habana, Letras Cubanas, p. 12, 1997.
Fernndez Retamar, R. La poesa contempornea en Cuba. (1929-1953). La Habana, Ediciones Orgenes, 1954.
Zambrano, M. La Cuba secreta. Orgenes. La Habana, a. V (20): 3-9, invierno, y en Zambrano M. La Cuba secreta y otros ensayos. Comp. y prlogo de J. L. A. Madrid, Endymin, 1996.
En un ensayo fundamental para comprender su pensamiento potico dice la autora: Reparemos en que slo hay dos realidades absolutamente exteriores a la imagen que de ella tenemos o nos hacemos: nosotros mismos y Dios. He aqu dos imprevisibles poticos, dos desconocidos. (...) Si el sentir clsico fue ante todo un sentir de lo externo, en tal grado, que para el poeta aun su propio sentimiento es sustancia, cosa (as Lope, por ejemplo, tan fino poeta del sentimiento, no es en modo alguno por ello un poeta sentimental), es claro que se trat siempre de lo exterior-conocido, pero no de aquello que ahora nos ocupa, lo exterior-desconocido, dentro y fuera de nosotros. En : Garca Marruz, F. Lo Exterior en la Poesa. Orgenes. La Habana, a. IV (16): 16-21, invierno, 1947.
Esta antologa tiene el valor adicional de que fue consultada por m con la propia autora.