Jorge Luis Arcos, Prólogo. Fina García Marruz

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Prólogo Confieso lo difícil que me resulta escribir un prólogo a la poesía de Fina Gar Porque luego de escribir un extenso libro sobre su obra poética 1 otros prólogos ! alguna rese"a siento que el #enero de la poesía que ella sustenta contin$a en modo intacto. M%s que escribir sobre su poesía prefiero leerla sentirla aca establecido con ella una relación poco literaria. 'us #ersos !a no son #istos una determinada serie de palabras de ma!or o menor belleza o de determinada e #erbal sino como fran(as carnales materias extra"as o alusi#as como son en definiti#a todas las apariencias. )a intensa a#asalladora aura simbólica que su #erbo es la misma que podemos sentir en torno a un %rbol una persona en e momentos eso sí excepcionales en que sobre#iene esa otra manera de mirar d de conocer *o reconocer+ que se &a nombrado siempre con la palabra poesía. Cua sus poemas aguardo siempre esa re#elación. ,n ellos acaece esa suerte de entre mediante la cual accedemos a un como exceso de realidad a una sobreabundancia sentimiento ! de sentido incluso. 'u poesía que acepta como pocas la noción límite que parte como tampoco es frecuente de una dolorosa sensación de insuficiencia que parece lacerar un silencio sagrado - quiero escribir con el #i#o/ dice en un #erso- atrae desde su cada #ez m%s desnuda ! sencilla mater el #ie(o oscuro son/ del 0ni#erso. ecir desde lo poco lo peque"o lo pobre sencillamente lo natural ese m%s/ enorme que atra#iesa toda la realidad. 2 de nota de órgano/ dice también. Poesía simbólica pues pero no con ese caus literario tan atra!ente de cierta poesía que gusta de en#ol#erse en una atmósf rara sino poesía que puede sugerir la cualidad simbólica de lo real3 esa que un espacio #acío a un silencio desde donde sentimos una como antigua nostalg 1 2rcos 4. ). En torno a la obra poética de Fina García Marruz . )a 5abana ,diciones 0nión 1667.

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Ensayo

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Prlogo

Prlogo

Confieso lo difcil que me resulta escribir un prlogo a la poesa de Fina Garca Marruz. Porque luego de escribir un extenso libro sobre su obra potica, otros prlogos, y alguna resea, siento que el venero de la poesa que ella sustenta contina en cierto modo intacto. Ms que escribir sobre su poesa, prefiero leerla, sentirla, acaso porque he establecido con ella una relacin poco literaria. Sus versos ya no son vistos por m como una determinada serie de palabras de mayor o menor belleza, o de determinada eficacia verbal, sino como franjas carnales, materias extraas o alusivas, como son, en definitiva, todas las apariencias. La intensa, avasalladora aura simblica que emana de su verbo es la misma que podemos sentir en torno a un rbol, una persona, en esos momentos, eso s, excepcionales, en que sobreviene esa otra manera de mirar, de sentir, de conocer (o reconocer) que se ha nombrado siempre con la palabra poesa. Cuando leo sus poemas aguardo siempre esa revelacin. En ellos acaece esa suerte de entrevisin mediante la cual accedemos a un como exceso de realidad, a una sobreabundancia de sentimiento, y de sentido incluso. Su poesa, que acepta como pocas la nocin de un lmite, que parte, como tampoco es frecuente, de una dolorosa sensacin de insuficiencia, que parece lacerar un silencio sagrado -quiero escribir con el silencio vivo, dice en un verso-, atrae desde su cada vez ms desnuda y sencilla materialidad, el viejo oscuro son del Universo. Decir, desde lo poco, lo pequeo, lo pobre o, sencillamente, lo natural, ese ms enorme que atraviesa toda la realidad. A manera de nota de rgano, dice tambin. Poesa simblica, pues, pero no con ese causalismo literario tan atrayente de cierta poesa que gusta de envolverse en una atmsfera mgica, rara, sino poesa que puede sugerir la cualidad simblica de lo real: esa que nos arroja a un espacio vaco, a un silencio, desde donde sentimos una como antigua nostalgia o una inaudita esperanza. Es el instante puro el fiel instante-, el nico tiempo o punto reminiscente donde todo confluye, donde el pasado o el porvenir se entreveran en un suspendido presente. Sensacin semejante a la de cierta percepcin de la msica. Intuicin de una oculta armona. Misterio que se muestra y se vela, como en una transfiguracin de lo real. Toda su poesa alude a ese dichoso desgarramiento, a esa aurora que rompe el alba, a ese vasto crepsculo que se hunde, en nosotros, cuando parece que podemos morir para volver a nacer, cegarnos para mejor ver, silenciarnos para escuchar la ms arrebatadora msica. Eso es lo trascendente de su verbo potico. Como ella dira: no en lo que permanece siempre huyendo, / sino entre lo que, huyendo, permanece. Simultaneidad jubilosa y agnica. Relacin exultante y dolorosa de todos los rdenes de lo real. Porque lo real es sencillamente todo: lo visible y lo invisible, lo que se oculta y lo que se manifiesta. A menudo es exactamente la apertura de la mirada hacia la manifestacin sustantiva, carnal de lo invisible, de lo desconocido. Hay, pues, en su poesa como un realismo de lo desconocido; apertura, acaso, hacia esa religin natural que apeteca Jos Mart. De ah que ella pueda convocar las apariencias ms humildes, las realidades ms sencillas o escuetas, y estas de repente adquirir como un legendario prestigio, una antigua realeza, un seoro natural, inmune a todo artificio literario.

En una ocasin intent describir el secreto de su estilo, a ratos como deslavazado, dice ella misma, o poco cuidado, como en Santa Teresa, aludiendo a su despegue, esto es, a esa corriente que parece emanar de las cosas mismas -de las grietas de sus palabras, de sus silencios, de sus limitadas cristalizaciones verbales, de sus opacidades o huraeces- para poder mirarlas a la luz de su verdadera sustancia o trascendencia; es decir, un lenguaje que parece quebrarse para propiciar la apertura hacia la ms misteriosa naturalidad. Es entonces un realismo simblico o incluso visionario, a travs de un estilo que no se agota en s mismo, sino que se abre hacia otra dimensin de lo conocido. Un estilo de piedad o de misericordia, un estilo que se mueve en el orden de la caridad. Mas al final no accedemos a un orden que desfigure, niegue o suplante la visualizacin o corporeidad de las cosas, porque estas nunca pierden su naturalidad. Solo que vislumbramos su indefinible alusin, su oculta llama, el alimento que las sustenta, la promesa que guardan; en otras palabras, el indecible sentido que les (nos) permite existir.

Fina Garca Marruz fue la nica mujer de un grupo de diez poetas ya mundialmente conocido como grupo Orgenes, acaso uno de los movimientos poticos ms singulares del idioma. Junto a su esposo, Cintio Vitier, ella se integr a una familia potica donde concurrieron Jos Lezama Lima, Eliseo Diego, Gastn Baquero, Virgilio Piera, Octavio Smith, Lorenzo Garca Vega, Angel Gaztelu y Justo Rodrguez Santos. Fueron calificados por Roberto Fernndez Retamar como trascendentalistas, a partir de la acepcin de Heiddeguer: trascendente es lo que realiza el traspaso, esto es, lo que traspasando, permanece. Aquella afortunada caracterizacin sirve para sustentar igualmente el valor religioso que le confieren con la excepcin de Piera, Rodrguez Santos y Garca Vega- la mayora de estos poetas al menester potico, a la luz, sobre todo, del misterio cristiano de la encarnacin, del Verbo que se hace carne. Pero es en la poesa de Fina donde ese misterio adquiere su mayor visibilidad. Acaso por ello Mara Zambrano escribi en su esencial ensayo La Cuba secreta:

Es en Cintio Vitier, Eliseo Diego, Octavio Smith y Fina Garca Marruz donde de modo en cada uno diferente, vemos a la poesa cumplir una funcin que diramos de salvar el alma. No parece ninguno de ellos detenerse en la poesa como en su modo de ser, quiere decir, que siendo poetas, no parecen decididos o detenidos en serlo. Y en Fina Garca Marruz, yo dira que por aadidura. Ella es quien testifica de modo ms ntido esta actitud, no frente a la poesa, sino frente a la vida. Y como todo lo que se obtiene por aadidura, puede en un instante cesar o desplegarse en una verdadera grandeza sin mcula. Aun el hacer ms inocente que es la poesa lleva consigo una inevitable mcula, un cierto pecado. Fina Garca Marruz, recogida, envuelta en su propia alma, realiza esa hazaa que es escribir sin romper el silencio, la quietud profunda del ser. Por donde cabe esperar de ella algo que ya ha hecho en la Transfiguracin de Jess en el Monte, pero tambin ms: una palabra sola, nica.

Desde su primer poemario importante, Las miradas perdidas (1951), recrea Fina los misterios de la fe. En este sentido, no conocemos otro poeta que haya abordado estas difciles y delicadas materias con tanta naturalidad potica. A menudo ella trasmite una profunda sentimentalidad religiosa, que nos conmueve y nos hace participar de un orbe tan ntimo y a la vez tan discursivo. Pero su testimonio es tan singular, tan profundo, que se confunde con el testimonio de la Poesa. De esta aparentemente contradictoria o no usual confusin proviene una de las cualidades ms sobresalientes de su pensamiento potico y una de las singularidades de su voz lrica, acentuada acaso esa contradiccin por un tiempo histrico en cierta forma indiferente cuando no hostil a concurrencias de esta naturaleza. Digo esto ltimo porque lo que ella hace no es sino llamar la atencin sobre la naturaleza religadora -en este sentido tambin religiosa- de la Poesa. Represe en que esta su proyeccin religiosa, a menudo explcita, no impide o estorba una lectura desde presupuestos no religiosos, aunque el no tomarlos en cuenta pueda en determinados textos limitar o empobrecer su recepcin. En ltima instancia ella convoca una religiosidad esencial o ancestral, del mismo modo que un Keats, un Jos Mart, un Antonio Machado, un Csar Vallejo, un Juan Ramn Jimnez, no por casualidad poetas por los que siente una especial predileccin. La afinidad es profunda, de raz. Y una misma fuente: la Poesa. Desde esta perspectiva, muchos de sus versos pueden soportar una lectura filosfica, aunque no sea esta instancia una apetencia suya. Acaso s la de una metafsica potica, como aoraba Machado. Pero no pueden obviarse sus afinidades con el pensamiento de, por ejemplo, Simone Weil o Mara Zambrano, ambas filsofas detentadoras de una filosofa de raz potica.

Poesa de la memoria creadora, que parece habitar un tiempo reminiscente, donde se despliega, al decir de Vitier, la imaginacin del sentimiento. Nostalgia o, mejor, anhelo. Evocacin de la propia Poesa, como esencia mediadora entre el ojo y lo mirado; y como testimonio de un saber antiguo o por venir. Recreacin simblica de realidades inmanentes. Despliegue, en una zona de su obra, de una suerte de potica de lo cubano, como fue comn al grupo Orgenes. O testimonio, sencilla pero profundamente, de lo Exterior, ya sean escenas de filmes de Chaplin, o de libros o poemas amados; o lienzos de Rembrandt; o msicas que evocan alegras o anhelos pasados; o paisajes, colores, personas, en fin, toda una vasta realidad que trata de salvar de su caducidad incluso a travs de un humor carioso e inteligente-, o rescatar su esencia intacta a la luz de una mirada trascendente. Poesa de lo pequeo, lo cotidiano, lo sencillo, lo inmanente, donde pretende revelar lo desconocido por lo conocido aunque tambin o sobre todo, como ella misma dice, una dimensin desconocida de lo evidente...

Poesa que posee, como pocas, el don de la entrevisin. Esa que permite mirar las cosas de la realidad desde una radical extraeza. Pero extraeza que no aleja simplemente a las cosas porque nos las devuelve siempre en su irrepetible y, de esta forma, nunca traicionada intimidad. Estaba a la vez cerca y lejos, dice del mar. O La Alegra es solemne como el mar. Esto es, apresa, detiene, suspende o sorprende a las cosas en sus simultneos, confundidos, sagrados cenit y nadir. Ese es el don de su mirada, el cual, como ya adverta en otro texto, nos remite a una sabidura ancestral, la de los orgenes, y a la intuicin de una legalidad o armona csmicas, como dicindonos que no por oculta su esencia, o por estar fragmentada en sus numerosas y sucesivas apariencias, es menos poderosa y omnipresente. En este sentido su pensamiento potico porque de esto se trata- se aduea de una muy dinmica y vital potencia de conocimiento. Algo, esto ltimo, comn, en sus diferentes modos de expresin, al pensamiento potico origenista, y aporte muy sustantivo de Orgenes a la poesa de la lengua.

Esa piedad por las apariencias implica tambin una moral, un ethos potico, como gustaba Lezama precisar. Una tica, una religin, un conocimiento, una metafsica o comovisin, todas de raz potica. No es su mirada una percepcin que se nutra de o se proyecte hacia los siempre atractivos confines de la imaginacin, ya subconscientes o culturales. Su mirada est siempre ms apegada a la rugosa realidad, como dijera Rimbaud, a las cosas mismas. Ms le interesa, por ejemplo, mostrar la esencia de un rbol en su indefinible materialidad -Toda apariencia es una misteriosa aparicin, dice, con la certidumbre de que el rostro es ms misterioso que la entraa, o de que lo que se oculta es lo que se manifiesta- que hacer su melanclica diseccin o aadirle un intil ornamento o un caprichoso o turbio significado. Su poesa apetece una verdad potica. De la revelacin de esa verdad, como en Rilke, depende su belleza posible, esto es, su perdurabilidad. Pero lo perdurable en poesa no es lo que no muere sino lo que se salva por participar de una esencia mayor. Estar ms cerca de lo real, de la materialidad gensica de la creacin no es estar ms cerca de Dios? Y para ser consecuente con esta pregunta primordial, no hay, en ltima instancia, jerarquas en la realidad. Todo proviene de un mismo manantial. Todo clama por una participacin mayor. Es el amor quien ve. Esta sentencia martiana pudiera presidir toda su poesa. El amor como conocimiento. El amor como participacin. El amor como impulso, energa religadora y unitiva. Pero para amar hay que hacer un vaco para que lo otro nos colme y se confunda con nosotros.

Estas y otras muchas lecciones nos ofrece su poesa. Esa poesa de quien ama su vida ordinaria, su participacin en lo comn, como el ms levantado misterio, como dice ella misma en un verso. Es a lo que le ha llamado el servicio misterioso. Muchas de estas lecciones pueden apreciarse en su ensayo confesional Hablar de la poesa, como seala Vitier: la mejor introduccin a sus poemas, que hemos querido que acompae a esta extensa muestra de sus versos, para que el lector pueda disfrutar tambin de la prosa y la singular percepcin cognitiva de una de las ensayistas ms esplndidas del idioma.

Ni su poesa ni su ensaystica han gozado hasta el presente de la difusin que ella misma nunca ha perseguido pero que sin duda merecen. Quisiramos que a partir de ahora pudiera el privilegiado lector de estas pginas apreciar el inusitado don que portan y que acaso como un oculto e ntimo tesoro lo acompaarn siempre; pginas en donde, al decir de Eliseo Diego, se encuentran algunos de los poemas de ms apasionada belleza que se hayan compuesto en lengua espaola desde que asom el mil novecientos.

Jorge Luis Arcos

La Habana, 16 de junio, 2002

Bibliografa

Fina Garca-Marruz (La Habana, 1923)

Obra potica: Poemas (1942); Transfiguracin de Jess en el Monte ((1947); Las miradas perdidas. 1944-1950 (1951); Visitaciones (1970); Poesas escogidas (1984), Viaje a Nicaragua (1986); Crditos de Charlot (1990); Los Rembrandt de L'Hermitage (1992); Viejas melodas (1993); Nociones elementales y algunas elegas (1994); Habana del centro (1997); Antologa potica (1997), Poesa escogida /junto a C. Vitier/ (Santa Fe de Bogot, 1999).

Pasiva: Almanza, R. (1998/1999): Hacia Fina: su conciencia formal. Encuentro de la Cultura Cubana. Madrid, (11): 8-15, invierno; Arcos, J. L. (1990, 1990, 1997, 1998, 1998/1999): En torno a la obra potica de Fina Garca Marruz. La Habana, Ediciones Unin., Obra y pensamiento potico de Fina Garca Marruz. Revista Iberoamericana. Pittsburgh, Pennsylvania, LVI (152-153): 1195-1202, jul.-dic. y en Garca Marruz, F. : Antologa potica. La Habana, Letras Cubanas, Habana del centro: tiempo de epifana. La Gaceta de Cuba. La Habana, (I): 58, ene.-feb., y Fina. Encuentro de la Cultura Cubana. Madrid, (11): 4-7, invierno; Armas, E. de (1998/1999): La poesa del encuentro en Las miradas perdidas. Encuentro de la Cultura Cubana. Madrid, (11): 16-22, invierno; Bellesi, D. Feminaria literaria. Buenos Aires, a. V (8): 11, abr. 92; Bobes, M. (1985): Fina Garca Marruz: elogio de la serena perfeccin. Casa de las Amricas. La Habana, a. XXV (149): 155-156, marz.-abr.; Campuzano, L (1996): Jos Mart en la poesa de Fina Garca Marruz. Casa de las Amricas. La Habana, (198): 90-97, ene.-mar.; Carri, R. (1985): Fina Garca Marruz: la extraccin de la belleza. Revolucin y cultura. La Habana, (3): 73-74, mar.; Conde, C. (1967): Fina Garca Marruz. Once grandes poetisas americohispanas. Madrid, Eds. Cultura Hispnica; Chacn y Calvo, J. M. (1951): La poesa de Fina Garca Marruz I, II, III y IV. Diario de la Marina. La Habana, 99 (168-174, 180 y 186): 33, 56, 46 y 60 / 15, 22 y 24 de julio, y 5 de agosto, resp.; Chiapini, G. (1998): Et sui eum non receperunt. Lumile e ferma risposta di pietro in Fina Garca Marruz. Citt di Vita. Estero, Italia, LII (5): 457-468, set.-oct.; Cotelo, A. (2002): Poesa con luz al fondo. Iluminaciones teolgicas en la potica de Fina Garca Marruz. Seminario teolgico de Matanzas; Davies, C. (1997): Fina Garca Marruz: Love of Mother and Gog, en su A Place in the Sun? Women Writers in Twentieth-Century Cuba. London & New Jersey, Zed Books Ltd.; Fernndez Retamar, R. (1954): La poesa contempornea en Cuba.(1929-1953). La Habana, Ediciones Orgenes; Ora, F. (1971): Registro de visitas. Unin. La Habana, (4): 173-179, dic.; Randall, M. (1982): Breaking the Silence. Vancouver, Canada; Tentori, F. (1987): Poeti ispanoamericani del novecento. Montalto, Milano; Vitier, C. (1948, 1952, 1956 y 1999): Diez poetas cubanos. (1937-1947). La Habana, Ediciones Orgenes, Cincuenta aos de poesa cubana. (1902-1952). La Habana, Ucar Garca, Recuento de la poesa lrica en Cuba desde Heredia a nuestros das. Revista Cubana. La Habana, XXX: 11-118, oct.-dic., p.92, Sobre la poesa de Fina Garca Marruz. En: Garca Marruz, F. y Vitier, C. Poesas escogida. Santa Fe de Bogot, Ed. Norma; Yglesias, J. (1985): Prlogo. En: Garca Marruz, F. Poesas escogidas. La Habana, Letras Cubanas; Zambrano, M. (1948): La Cuba secreta. Orgenes. La Habana, a. V (20): 3-9, invierno, y en Zambrano, M. La Cuba secreta y otros ensayos. Comp. y prlogo de J. L. A. Madrid, Endymin, 1996.

INDICE

Las miradas perdidas (1944-1950), 1951

De Las oscuras tardes

Una dulce nevada est cayendo

Ama la superficie casta y triste

Sonetos a la lluvia, 1, 2

El cuarto cerrado

Una cara, un rumor, un fiel instante

Y sin embargo s que son tinieblas

Oh parque del otoo

Yo quiero ver...

A Sor Juana en su celda, 1, 2

El distinto, 3

De Las miradas perdidas

El bello nio

Lo oscuro

Como un dulce instrumento

Las miradas perdidas, 4, 5, 7

El retrato

De La noche en el corazn

Cancin de otoo

No sabes de qu lejos he llegado

Vendr la muerte

Privilegio tristsimo y ardiente

Como un danzante

Oh noche alta, arrebatada y pura

Lo prstino

De Sonetos de la pobrezaPrncipe oscuro

Los pobres, la tierra

De Los misterios

Qu extraa criatura

Fresco de Abel

La demente en la puerta de la iglesia

Transfiguracin de Jess en el monte

De Variaciones sobre el tiempo y el mar

Retrato de una doncella siciliana

A unas palomas de Dante

La mscara

Variaciones sobre el tiempo y el mar

Visitaciones, 1970

De AzulesEl recodo

Afueras de Arroyo Naranjo

Versos a los descampados

Dcimas

Ral

Do de las hermanas Mart

La banda gigante de Benny Mor

Los indios nuestros

En la desaparicin de Camilo Cienfuegos

Su ligereza de colibr, su tornasol, su mimbre

Ay, Cuba, Cuba

De Visitaciones

Cuando tus manos se quedaban en reposo

Ya yo tambin estoy entre los otros

Recuerdo

Los viejos films

En Neptuno, 1, 4

Oisive Jeunesse

Ya viene el grave otoo

Sitio

Palabras para el otoo, 3

Hombre con nio pequeo

Joven con dama gris

El joven

Retrato de una virgen

El husped

Grabados para el diario de un nio (Corazn), 2, 3, 6

El hipoptamo

El nio que sonre

Rostros de nios, 3, Retrato de Sergio

Tus pequeas pisadas en la arena

Visitaciones

Para otros ojos

A mi Jos Mara

Las luces como poetas

El jardn

Nos reuniremos en la esmeralda

El zcalo

Teotihuacn

Homenaje a Keats

De Anima viva

Anima viva, 3

No avanza la ola siempre: retrocede

Sonetos del penitente, 2, 3

Quiero escribir con el silencio vivo

Confn

Plegarias, 2, 4

Si mis poemas

Al buen ladrn

El pollino

Eleccin de Pedro

Los contrarios

En la muerte de Martin Lutero King

Al presidente Ho Chi Minh

De La tierra amarillaEn Avila

El castillo y el agua

De En la muerte de Ernesto Che GuevaraEn la muerte de Ernesto Che Guevara

Viaje a Nicaragua, 1987De Apuntes nicaragenses (1979)

Fiesta en Solentiname

El volcn Masaya

En Metapa

Habana del centro, 1997

De Habana del centro

En la confusa adolescencia

La puesta

La gota de agua de la Habana Vieja

Otoo

Mozart

No, no, memoria

Los amigos, Eliseo

Del tiempo largo

Viejas amistades

A nuestro Lezama

Virgilio

Casa de Lezama

De De los humildes y los hroesDe los humildes

Piedras

S

Anciana yacente

A una recin difunta

La bienaventurada

Los millonarios

Oh rboles sagrados

De los hroes

Habla la luz a su hijo

A los hroes de la resistencia

En la muerte de una herona de la patria

Tambin, gloria al oscuro

Del adis

De Viejas melodasEn las sombras de la noche...

3

4

5

7

8

18

19

y 20

De Crditos de Charlot

7, Cine mudo

8, Toda la poesa all

11, El maillot de oro

16, Baile de los panecitos

18, La pobre, encantadora meloda

25, La quimera de oro

27, Exploradores

37, Chaplin y Yorick

39, El momento que ms amo

De Nociones elementales y algunas elegasRazn de este librillo

de Gramtica inglesa

To knit, to burn

Tengo un libro

Quin ha roto

Nothing, he affirmed

Good bye, my son, and farewell

Oh, ruiseor

Con tambor

Pequea elega

Modo imperativo

Condicional

Verbos defectivos

Del subjuntivo

de Ejemplos de literatura latina1, (Veo los jardines del rey)

He tomado mi partido

Conjunciones condicionales

Verbos impersonales

Oficios del participio pasivo

De Fsica elemental

Las lecciones solemnes, 6

Efectos fsicos del rayo

De (Segundas partes...)

Salomn y la rosa

Crtico de arte en un jardn pblico

De la caducidad de las cosas

De cmo el tiempo devor un poema

De cmo el tiempo respet un poema

Peridico para ser ledo en el Paraso

De Los Rembrand de l'HermitageRetrato de Berthe Martens Doomer

De Oda a Anacreonte y otros poemasUna oda para Anacreonte

A los espacios

Terpscore

De Verso amigo

Gabriela

Todo empieza

El instante raro

El viejo oscuro son

Hablar de la poesa

Arcos, J. L. En torno a la obra potica de Fina Garca Marruz. La Habana, Ediciones Unin, 1990.

La cita textual dice: creemos que es acaso en esa contradictoria cristalizacin potica, donde se debate entre una forma que parece ser superada por una intensa plenitud expresiva, por un pensamiento que la rebasa, donde el lenguaje parece quebrarse para acoger el despegue del pensamiento, donde radica su ms peculiar originalidad estilstica, muy ligada a su concepto religioso de la trascendencia de la poesa.... En: Arcos, J. L. Obra y pensamiento potico en Fina Garca Marruz. Prlogo a Garca Marruz, F. Antologa potica. La Habana, Letras Cubanas, p. 12, 1997.

Fernndez Retamar, R. La poesa contempornea en Cuba. (1929-1953). La Habana, Ediciones Orgenes, 1954.

Zambrano, M. La Cuba secreta. Orgenes. La Habana, a. V (20): 3-9, invierno, y en Zambrano M. La Cuba secreta y otros ensayos. Comp. y prlogo de J. L. A. Madrid, Endymin, 1996.

En un ensayo fundamental para comprender su pensamiento potico dice la autora: Reparemos en que slo hay dos realidades absolutamente exteriores a la imagen que de ella tenemos o nos hacemos: nosotros mismos y Dios. He aqu dos imprevisibles poticos, dos desconocidos. (...) Si el sentir clsico fue ante todo un sentir de lo externo, en tal grado, que para el poeta aun su propio sentimiento es sustancia, cosa (as Lope, por ejemplo, tan fino poeta del sentimiento, no es en modo alguno por ello un poeta sentimental), es claro que se trat siempre de lo exterior-conocido, pero no de aquello que ahora nos ocupa, lo exterior-desconocido, dentro y fuera de nosotros. En : Garca Marruz, F. Lo Exterior en la Poesa. Orgenes. La Habana, a. IV (16): 16-21, invierno, 1947.

Esta antologa tiene el valor adicional de que fue consultada por m con la propia autora.