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La familia es una institución que cuenta con más de mil años de historia y existe en casi todas las sociedades humanas. Constituye una unidad básica de la sociedad y suele ser el refugio social y emocional de la mayoría de las personas. La continuidad de la institución familiar a través de los siglos no está reñida con su transformación a lo largo de su devenir histórico. Además, existen grandes di- ferencias entre familias según su ubicación geográfica, social y cultural. La institución familiar es estable en su existencia y muy variable en sus for- mas. ¿Cuál es su núcleo estable? La familia tiene una gran relevancia como uni- dad de producción de bienes, de reproducción biológica y social de seres hu- manos y como unidad de seguridad social de sus miembros. En el pasado las familias campesinas y artesanas eran sobre todo unidades de producción de bie- nes, tanto para el consumo propio como para el intercambio. El ejemplo más cla- ro se encuentra en la explotación agrícola familiar, en la que la familia en su con- junto participa en la producción de bienes agrícolas para el consumo propio y para la venta en el mercado. En los países occidentales, desde la industrialización, la producción se realiza mayoritariamente en unidades empresariales que están se- paradas del hogar familiar. Las familias se han convertido principalmente en unidades de consumo de bienes adquiridos en el mercado y en unidades en las que se pone en común y se comparten ingresos u otros recursos económicos. Por lo tanto las familias se han transformado de una unidad de producción en una uni- dad de consumo y de ingresos puestos en común. A pesar de ello, se puede con- siderar que las familias son todavía pequeñas unidades de producción, porque las personas que realizan el trabajo doméstico en un hogar producen bienes y servi- cios para la familia, básicamente alimentación y limpieza. La gran mayoría de familias son unidades de reproducción biológica y so- cial. Las familias crían, socializan y educan a niños que serán futuros trabajado- res, soldados, ciudadanos, consumidores y futuras madres. Además, los padres si- guen estrategias para colocar a sus hijos en una buena posición social, es decir intentan que se coloquen igual de bien que ellos o incluso mejor. La reproducción Introducción general Teresa Jurado Guerrero

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La familia es una institución que cuenta con más de mil años de historia yexiste en casi todas las sociedades humanas. Constituye una unidad básica de lasociedad y suele ser el refugio social y emocional de la mayoría de las personas.La continuidad de la institución familiar a través de los siglos no está reñida consu transformación a lo largo de su devenir histórico. Además, existen grandes di-ferencias entre familias según su ubicación geográfica, social y cultural.

La institución familiar es estable en su existencia y muy variable en sus for-mas. ¿Cuál es su núcleo estable? La familia tiene una gran relevancia como uni-dad de producción de bienes, de reproducción biológica y social de seres hu-manos y como unidad de seguridad social de sus miembros. En el pasado lasfamilias campesinas y artesanas eran sobre todo unidades de producción de bie-nes, tanto para el consumo propio como para el intercambio. El ejemplo más cla-ro se encuentra en la explotación agrícola familiar, en la que la familia en su con-junto participa en la producción de bienes agrícolas para el consumo propio y parala venta en el mercado. En los países occidentales, desde la industrialización, laproducción se realiza mayoritariamente en unidades empresariales que están se-paradas del hogar familiar. Las familias se han convertido principalmente enunidades de consumo de bienes adquiridos en el mercado y en unidades en las quese pone en común y se comparten ingresos u otros recursos económicos. Por lotanto las familias se han transformado de una unidad de producción en una uni-dad de consumo y de ingresos puestos en común. A pesar de ello, se puede con-siderar que las familias son todavía pequeñas unidades de producción, porque laspersonas que realizan el trabajo doméstico en un hogar producen bienes y servi-cios para la familia, básicamente alimentación y limpieza.

La gran mayoría de familias son unidades de reproducción biológica y so-cial. Las familias crían, socializan y educan a niños que serán futuros trabajado-res, soldados, ciudadanos, consumidores y futuras madres. Además, los padres si-guen estrategias para colocar a sus hijos en una buena posición social, es decirintentan que se coloquen igual de bien que ellos o incluso mejor. La reproducción

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o colocación social de la nueva generación es una estrategia familiar que ha idocobrando importancia en las sociedades a medida que aumentaban las desigual-dades sociales. La transmisión del patrimonio, las alianzas matrimoniales, el pa-drinazgo y la inversión en la educación de los hijos son diferentes mecanismoscon un mismo fin, la perpetuación o aumento del patrimonio y del estatus socialfamiliar. La labor reproductiva y socializadora de las familias siempre ha desper-tado interés público, tanto político, económico y militar como religioso. Ejemplosde la familia como campo de batalla política y cultural abundan en la reciente his-toria española. Desde principios del siglo XX se han sucedido los enfrentamientospúblicos entre detractores y promotores del matrimonio civil, del divorcio, delaborto, de los anticonceptivos modernos, de la educación religiosa de los niños ydel matrimonio entre personas del mismo sexo (Iglesias de Ussel 1998).

Otras funciones realizadas por las familias no son menos importantes, aunquetengan una dimensión más privada. Las familias se pueden considerar unidadesque dispensan servicios de cuidados a los enfermos y dependientes y que ofrecenapoyo emocional y económico a sus miembros, es decir, la familia es una unidadde seguridad social. Economistas, médicos, psicólogos, trabajadores sociales,maestros y un largo sinfín de profesionales modernos analizan a la familia, cuen-tan con ella, delegan en ella y acuden a ella en su ejercicio profesional. En suma,las familias han sido y son unidades económicas y sociales de producción, de in-gresos y consumo, de seguridad social y de reproducción biológica y social.

Los cambios familiares se interpretan frecuentemente en clave de crisis, y esrecurrente proclamar el fin de la familia. Desde los inicios de la sociología de lafamilia no han faltado quines alertaran sobre los peligros que acechan a las fami-lias y la progresiva desintegración y desaparición de la misma. El trabajo infantilal inicio de la industrialización, la caída de la fecundidad y las enfermedades ve-néreas, por sólo mencionar algunas preocupaciones, hicieron saltar las voces dealarma y propiciaron la intervención de los poderes públicos en asuntos familiares.En la actualidad las familias siguen representando una fuente de preocupación porel aumento de la infecundidad, de las familias monoparentales, de las parejas delmismo sexo, de los divorcios, de la violencia doméstica y del acoso y la violenciaen el ámbito escolar.

Y sin embargo, a pesar de la continua preocupación por la salud de la familiacomo institución social, ésta se resiste a desaparecer y se adapta asombrosamen-te bien a diferentes contextos, cumpliendo con las funciones familiares más in-trínsecas. Las familias siguen criando a niños, naturales y adoptados, ofrecen cui-dado y apoyo a sus miembros más débiles y a los miembros en situaciones decrisis por falta de recursos económicos, por enfermedad o por otros problemaspersonales. La influencia familiar en la colocación social de los individuos tam-bién sigue siendo de gran relevancia.

Casi todas las personas en el reciente pasado español se han criado dentro unafamilia nuclear, bajo la tutela de madre y padre. Por ello la mayoría de nosotrostiene conocimientos de la realidad familiar por experiencia propia, en nuestra fa-milia y con las familias de nuestros parientes y amigos. Un objetivo básico de este

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libro es ayudar a tomar distancia respecto de las experiencias particulares, per-catandose de la pluralidad de formas familiares que encontramos en la actualidady que han existido a lo largo de la historia. Hay una tendencia a generalizar a par-tir de este conocimiento personal y a creer que las familias son como las que no-sotros conocemos. Es importante evitar los juicios basados en un conocimientomuy limitado de la realidad familiar. De hecho hay muchos mitos sobre la familia.Es conveniente reparar en algunos de ellos, que como no se tratan en este libro de-talladamente, se resumen brevemente a continuación.

Un mito muy extendido es la idea de que las familias en el pasado estabanexentas de conflictos conyugales, generacionales y que gozaban de una gran es-tabilidad a lo largo del ciclo familiar. La demografía histórica ha mostrado que enépocas pasadas para las que disponemos de registros de la población, la estabili-dad familiar se veía amenazada desde varios frentes a la vez: la muerte y las mi-graciones principalmente. La mortalidad infantil, la mortalidad de las mujeres enel parto, la mortalidad general por epidemias y una larga lista de enfermedades in-curables hacían estragos: en la España de 1860 la esperanza de vida no llegaba alos 30 años (Reher 1996, p. 171). Las crisis económicas, las guerras y el creci-miento demográfico excesivo producían movimientos migratorios que separa-ban a cónyuges, a hijos de sus padres y a parientes. La historia de la familia en Es-paña ofrece muchos ejemplos al respecto, como muestra el recorrido que realizaReher (1996).

Otro mito, que tiene su origen en la sociología americana de los años 1960, esque la industrialización y la modernización social provocaron la nuclearización delas familias (convivencia de padres e hijos solamente) y en consecuencia la dis-minución de su tamaño y la pérdida de los lazos de parentesco*. Los historia-dores han llamado la atención sobre la importancia de las familias nucleares enpaíses como Inglaterra desde antes de la industrialización. También han resaltadola importancia de las redes de parentesco para la emigración de zonas rurales a lasnuevas urbes y la importancia del parentesco en los intercambios de bienes y ser-vicios en todas las épocas, incluida la actual (Segalen 1997). Además, como se de-sarrolla en el primer capítulo, incluso dentro de la sociedad rural española, antesde la industrialización, la diversidad familiar abarcaba desde familias nucleares afamilias extensas* y troncales*. La familia nuclear* ni es una realidad nueva nitampoco es la única forma familiar de la actualidad.

La idea de que las familias de antaño tenían muchos hijos es otra idea ex-tendida pero incorrecta, al menos para la mayor parte de Europa. La elevadamortalidad, sobre todo infantil, que existía con anterioridad a la primera transicióndemográfica, se encargaba de limitar el número de hijos que sobrevivían la pri-mera infancia. Otros factores limitaban la fecundidad: la tardía edad al matrimo-nio, la continencia dentro del matrimonio, el amamantamiento prolongado, la fre-

* Las palabras marcadas con un asterisco se pueden encontrar explicadas en los cuadros de conceptosbásicos que se encuentran en las introducciones a las partes I y II del libro, ver también apartado«cómo leer este texto».

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cuentemente mala alimentación y la elevada mortalidad femenina. Según cálculosde Reher, alrededor de 1851 en la comarca de Cuenca solía haber un promedio dedos hijos menores de quince años viviendo con sus dos progenitores en un hogar(Reher 1996, p. 252).

Por último, es necesario dejar claro que las mujeres siempre han trabajado,aunque su trabajo cambió de forma significativa con la industrialización y laconsecuente separación entre hogar de residencia y lugar de trabajo. En las fami-lias campesinas, en las que el grupo doméstico y las explotación agrícola se con-fundían, las mujeres se han dedicado tradicionalmente a realizar tareas agrícolas,tareas domésticas y tareas de crianza. En las familias de artesanos y comerciantesla mujer combinaba frecuentemente los trabajos productivos con los reproducti-vos. Es a partir de la industrialización y de la separación geográfica entre pro-ducción y reproducción, cuando las mujeres se concentran durante gran parte desus vidas en las tareas domésticas y de crianza. En el siglo XIX, entre los obrerosindustriales de Sabadell en Cataluña, las mujeres trabajaban en las fábricas hastamás o menos la edad de 30 a 35 años, cuando el primer hijo alcanzaba la edad deaportar ingresos a la economía familiar y las tareas domésticas aumentaban, por-que se incrementaba el número de niños en el hogar (Camps 2002). Por otro lado,hay que ser conscientes que la familia compuesta por un hombre proveedor de in-gresos y una mujer ama de casa solamente ha sido mayoritaria en algunos paísesoccidentales y únicamente durante un corto período del siglo XX.

Estos ejemplos ponen de manifiesto la importancia de adquirir un mínimo deconocimiento sobre la evolución de las familias para evitar generalizaciones erró-neas sobre la familia. Por otro lado la historia ayuda también a comprender que lafamilia ha sido una institución básica de la sociedad en las diferentes épocas, a pe-sar de sus transformaciones. Pero no sólo la historia ayuda a conocer mejor el fun-cionamiento de la familia, también la comparación internacional o regional es unapotente herramienta de análisis. La comparación de las realidades familiares en di-versas zonas geográficas, dentro y fuera de España, y según diferentes estratos so-ciales, testimonian la versatilidad y pluralidad familiar. Por ello en esta introduc-ción a la sociología de la familia se ha considerado esencial esbozar, al menosrápidamente, la evolución familiar en España durante el último siglo.

La pluralidad de la familia va a ser abordada en este libro desde una variedadde perspectivas y de autores. La mayoría de los textos aquí incluidos provienen dediferentes disciplinas y de diversas fuentes. Las autoras y los autores los escri-bieron con diferentes propósitos con anterioridad a este proyecto. Se integran enesta introducción a la sociología de la familia porque he estimado que ayudan acomprender la realidad familiar española y porque creo que son relevantes para eltrabajo social con familias. Soy consciente que la diversidad de los textos tambiénpuede constituir una desventaja, por demandar un esfuerzo adicional de reflexión,aunque estoy convencida que este posible inconveniente queda compensado pordos motivos. Primero, porque la mirada multidisciplinar enriquece enormementeel conocimiento, más aún cuando la motivación de entender la realidad familiar vaunida a la motivación de aprender para el trabajo social. Segundo, porque para fa-

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cilitar la lectura de todos los capítulos hay en cada parte del libro una introducciónque resalta la razón de ser de cada tema y su encaje en el marco global del libro.El apartado «cómo leer este texto», al final de esta introducción, detalla la im-portancia de las introducciones. Finalmente, será la lectora o el lector, quien eva-lúe si el propósito educativo y divulgativo de este proyecto se ha logrado satis-factoriamente.

La primera parte del libro propone unas claves para comprender la evoluciónde la familia en España en el último siglo. Para ello se han seleccionado dos te-mas. El primer capítulo versa sobre las estrategias de reproducción de las familiasen la sociedad rural española, tal como se ha reconstruido a partir de trabajos an-tropológicos. En el segundo capítulo se describen e interpretan las reformas de lalegislación familiar y los cambios demográficos y familiares en España desde eladvenimiento de la democracia y se comparan con la situación en otros países denuestro entorno.

En la segunda parte de este libro se ofrece una visión de conjunto del papelactual de las familias dentro del entramado institucional formado por mercados,Estado de bienestar y sistema educativo. El objetivo fundamental es hacer visibleen qué medida las oportunidades vitales de las personas dependen de la familia ycuáles son las funciones que más les cuesta cumplir a las nuevas familias espa-ñolas. En el régimen de bienestar español la familia cumple funciones esencialescomo portadora de seguridad económica, social y de cuidados para sus miembrosdependientes. Además, las familias siguen cumpliendo un papel primordial comoagentes que influyen en la colocación social de sus descendientes. El tercer capí-tulo se centra en situar a las familias españolas en el régimen de bienestar español.Se comparan el reparto de funciones entre Estado y familias en España con la si-tuación en otros países europeos. La comparación permite dar alas a la imagina-ción sociológica sobre cómo las políticas públicas pueden ayudar a las familias acumplir sus funciones de reproducción y de cuidados de los dependientes, a la parque permite adquirir conciencia de la particular forma en la que se ha institucio-nalizado el Estado de bienestar español. El cuarto capítulo trata de la reproducciónsocial* en una de sus formas más importantes en la actualidad, que es el logroeducativo, ya que las estrategias familiares del pasado, basadas en la herencia delpatrimonio y en las alianzas matrimoniales, han perdido su valor para un gran nú-mero de familias. Sólo las familias con un patrimonio económico importantepueden obviar hasta cierto punto el esfuerzo educativo de sus vástagos, mientrasque para el resto de las familias el apoyo de los hijos en sus esfuerzos escolares esfundamental para la transmisión del estatus social de una generación a otra. Eneste capítulo se hace una descripción de la evolución de las desigualdades edu-cativas desde 1977 hasta 2004 y se discute la validez de diferentes teorías que in-tentan explicar las desigualdades del logro educativo según origen familiar y gé-nero. En el quinto capítulo se une al esfuerzo de diagnóstico de las familiascontemporáneas el objetivo de reflexionar sobre el papel de las/los trabajadora/essociales en la intervención con familias y sus consecuencias. Además se planteanlos problemas familiares que pueden surgir a lo largo del ciclo familiar y que pue-

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den requerir ayuda por parte de profesionales. Finalmente se ofrece una visiónamplia de las posibilidades que ofrece la técnica de la mediación familiar.

La tercera parte del libro está dedicada a la infancia. Para empezar, en el sex-to capítulo, se ponen en contexto las estrategias de las madres para compatibilizarla crianza de los hijos con su trabajo fuera del hogar. Queda evidente la impor-tancia de las abuelas como cuidadoras y las limitaciones de los centros escolarescomo recursos para compatibilizar cuidados y empleo. A continuación se han se-leccionado algunos problemas que se presentan en la infancia y que pueden re-querir la intervención de un/a trabajador/a social. El séptimo capítulo revisa losconocimientos existentes sobre los efectos en los hijos de las cada vez más ex-tendidas rupturas matrimoniales y se discuten las dificultades que presentan los es-tudios de este tema. El maltrato infantil es el objeto del octavo capítulo, que revisalos diversos tipos de maltratos, sus posibles causas y sus consecuencias para el de-sarrollo infantil. También se dan unas pautas para detectar casos de maltratodesde la escuela. Por último, en el noveno capítulo, se vuelve al tema de la rela-ción entre escuela y familia, pero esta vez desde la perspectiva de la mediación en-tre ambas. La presentación de tres casos concretos sirve para acercarse a la prác-tica laboral y para introducir conceptos teóricos que pueden guiar la intervencióndel mediador: el modelo sistémico-ecológico, el modelo construccionista y el con-cepto de resiliencia.

¿CÓMO LEER ESTE TEXTO?

Para facilitar la tarea de comprensión es muy recomendable, antes de aden-trarse en una de las tres partes del libro, leer primero la correspondiente intro-ducción, ya que ésta sitúa los textos en una perspectiva más amplia y justifica laselección de los diversos temas. Si a primera vista puede resultar extraño que hayatoda una parte del libro dedicada a la evolución de la familia en un libro con vo-cación práctica, en esta introducción general y en la introducción a la primera par-te se justifica la razón de ser de esta dimensión histórica. Además, en cada intro-ducción se aportan ideas y datos necesarios para una mejor comprensión de loscapítulos. Así, la lectura de la introducción a la tercera parte ofrece algunos datossobre la difusión de las pautas que se analizan más detalladamente en cada capí-tulo. En el caso de que la lectora o el lector se encuentre con términos descono-cidos puede buscar su definición en los cuatro cuadros de conceptos básicos quese reparten a lo largo de las introducciones a la primera parte y segunda parte dellibro. Los conceptos que se explican en los cuadros están marcados con un aste-risco. Por último, para aquellas lectoras y aquellos lectores que deseen profundi-zar en algún tema, las introducciones incluyen referencias bibliográficas quepermiten ampliar los conocimientos de los temas tratados en cada parte.

Por último, pero no por ello menos importante, expreso mi agradecimiento alas autoras, autores y entidades editoriales por su generosa disposición en contri-buir a la tarea de educación y divulgación a la que van destinadas estas lecturas y

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que constituye el objetivo principal del presente proyecto. Sin ellos este proyectohubiera sido inviable.

Camps, E. (2002): «Trabajo infantil y estrategias familiares durante los primeros estadiosde la industrialización catalana (1850-1925): Esbozos a partir del estudio de un caso»,Cuadernos de historia contemporánea, 24, pp. 263-280.

Iglesias de Ussel, J. (1998): La familia y el cambio político en España. Madrid, Tecnos.Segalen, M. (1997): Antropología histórica de la familia. Madrid: Taurus.Reher, D.S. (1996): La familia en España. Pasado y presente. Madrid: Alianza.

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INTRODUCCIÓN

La evolución de la familia en España está marcada por tres grandes cambioshistóricos: la primera transición demográfica, la industrialización y la demo-cratización. En conjunto estos tres procesos han cambiado radicalmente la vidade las personas. Las familias se vieron afectadas por los tres cambios socioeco-nómicos apuntados, pero también las estrategias familiares influyeron en estoscambios, los aceleraron, retrasaron y en cualquier caso los marcaron.

La primera transición demográfica se refiere a la disminución de la morta-lidad y a la disminución de la fecundidad. En el pasado la muerte era omnipre-sente y dejaba poco margen a la planificación vital y a proyectos individuales. An-tes de la segunda mitad del siglo XIX la vida de los españoles estaba marcada porcrisis periódicas de mortalidad, debido a epidemias como la peste, a crisis agrí-colas y económicas y a conflictos bélicos. Desde finales del siglo XIX, aunque conimportantes variaciones regionales, se inicia un descenso secular de la mortalidad,que también se conoce como la transición sanitaria. Desciende la mortalidad en-tre niños pequeños y en la población en general. «La esperanza de vida se incre-mentó en 7 años entre 1900 y 1910 y en otros 9 años entre 1920 y 1930» (Reher1996, p. 172). Estos cambios se consiguen, en una primera fase, mediante lamejora de las condiciones de vida, de la alimentación, de la salud pública y me-diante los avances en los cuidados de los niños recién nacidos. En una segundafase, los avances médicos y la mayor eficacia del sistema sanitario ayudan a re-ducir la mortalidad. Con posterioridad a la transición sanitaria o a la vez, según lasregiones, las parejas reducen su fecundidad. Hacia 1910 la fecundidad matrimo-nial había descendido en la mayor parte del territorio español. En primer lugar seinicia el descenso en Cataluña a mediados del siglo XIX, mientras que en regiones,como en la Meseta Norte, el control de fecundidad no se observa hasta después de1930. En los años 1950, después de la Guerra Civil, culmina la primera transicióndemográfica en España.

Claves de la evolución de lafamilia en España

PRIMERA

PARTE

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La primera transición demográfica es en parte producto de un cambio en laspautas familiares de alimentación, en el cuidado de los niños y en el control na-tural de la fecundidad, pero además tiene profundas implicaciones en la vida fa-miliar. Cambia la sensación de vulnerabilidad, el valor de los niños y cambian lasprácticas de herencia, de co-residencia de los ancianos y el control de los matri-monios como instrumento de control de la fecundidad (ver primer capítulo). Apartir de 1975 se observa de nuevo una intensa caída de la fecundidad, que se havenido a llamar la segunda transición demográfica (ver segundo capítulo).

Igualmente importantes fueron los procesos de industrialización y de urba-nización que se observan en España comparativamente tarde, a partir de finales delos años 1950, aunque Cataluña y el País Vasco constituyeron islas industrializa-das desde el siglo XIX. Con la industrialización, la agricultura pierde peso en la es-tructura económica del país y la producción agrícola se mercantiliza, lo que re-percute en la organización familiar de las familias campesinas y en su rápidadisminución. En la actualidad la familia como unidad no suele llevar las riendasde la explotación agraria y muchos miembros de la familia no aportan su trabajoa la misma. En 1988 el 42% de las explotaciones agrícolas eran explotaciones in-dividuales, ya que sólo trabajaba una persona de la familia en la misma, y del to-tal de explotaciones sólo en un 20% de los casos se trataba de explotacionesque cuentan con hijos trabajando en ellas. Se ha pasado de unas estrategias fami-liares dirigidas a perpetuar una economía y explotación familiar a estrategias fa-miliares que orientan a sus miembros hacia proyectos educativos, laborales omatrimoniales de corte individual y al margen de la explotación agrícola (Gómezy González 2002). La urbanización, es decir una mayor concentración de la po-blación en ciudades, también ha marcado la vida familiar. El peso de las comu-nidades tradicionales, del parentesco y su control social ha disminuido, dandopaso a un mayor anonimato de la vida familiar y de los individuos, lo que incre-menta sobre todo los márgenes de libertad de las mujeres.

La democratización de las instituciones políticas y de la sociedad tiene evi-dentemente consecuencias en la vida familiar, sobre todo por el establecimiento deun Estado de derecho y un Estado de bienestar. La igualdad de las personas fren-te a la ley, sin distinción de sexo ni de origen social, en cuanto a los derechos ci-viles, como el derecho al voto, y a los derechos sociales, como el derecho al tra-bajo, a la educación, etc., se traduce en un aumento de la igualdad real entremujeres y hombres en la esfera pública y entre personas de diferentes orígenes so-ciales. Los derechos formales se complementan además con el objetivo de laigualdad de oportunidades, objetivo que poco a poco se introduce en diferentes le-yes y ámbitos institucionales. En España, tras el largo periodo dictatorial, la de-mocratización de la sociedad toma de nuevo fuerza a partir de finales de losaños 1970. Dentro de este amplio proceso se democratizan las relaciones fami-liares mediante el cambio de la legislación familiar vigente durante el período au-toritario y mediante el aumento del papel del Estado como regulador público de lafamilia en detrimento de la Iglesia. Las consecuencias familiares más importantesde este proceso son el establecimiento de la igualdad entre hombres y mujeres

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dentro del matrimonio y la igualdad de los hijos independientemente de su filia-ción, como se desarrolla en el segundo capítulo.

Ante estos profundos cambios no es de extrañar que sea difícil definir los con-ceptos básicos de la sociología de la familia sin caer en el error de proponerconceptos que reflejan la situación familiar actual de un país determinado, peroque no se pueden considerar válidos en diferentes zonas geográficas y culturales.A pesar de estos problemas, hay que definir y delimitar los conceptos que se sue-len usar en la sociología de la familia: grupo doméstico, familia, hogar, paren-tesco, alianza y filiación. Se siguen aquí las propuestas de definición de conoci-dos expertos en la enseñanza de la sociología y antropología de la familia (vercuadro conceptos básicos I). En el primer capítulo aparecen algunos conceptosmuy técnicos referentes al parentesco y a la forma de crear una nueva familia quese definen en el cuadro de conceptos básicos II (Zonabend 1988, Segalen 1997 yCherlin 2002).

En el primer capítulo se propone, a cargo del antropólogo social Jesús Con-treras, un recorrido rápido por la geografía de la familia española antes de la mo-dernización. El autor muestra cómo en la sociedad agraria las estrategias matri-moniales y la reproducción patrimonial estaban estrechamente ligadas y tenían unsentido diferente al que suelen tener en la actualidad y cuáles eran las pautas de-mográficas más comunes y los sistemas de herencia existentes. Contreras con-cluye con una descripción de los cambios estructurales más importantes y susefectos sobre las familias: la extensión de las relaciones de mercado, el aumentode la división social del trabajo y el proceso de cambio cultural. En el segundo ca-pítulo a cargo de las sociólogas Teresa Jurado y Manuela Naldini, el viaje por elpaisaje familiar español sigue su recorrido por las décadas de los setenta a los no-venta del siglo XX. El objetivo es mostrar cuáles han sido los cambios más pro-fundos de las familias españoles y cómo las mujeres han protagonizado la mayorparte de ellos. Se relacionan la democratización familiar, con la revolución edu-cativa y laboral y los grandes cambios en las pautas de fecundidad y de rupturaconyugal. Además se compara España con otros países europeos y se presentanlas características específicas del modelo familiar español.

BIBLIOGRAFÍA

Cherlin, A. J. (2002): Public and Private Families. An Introduction. New York: McGraw-Hill.

Gómez, C. y J. J. González (2002): «Familia y explotación en la transformación de la agri-cultura española». en Agricultura y sociedad en el cambio de siglo coordinado por C. Gómez y J. J. González. Madrid: Mc Graw-Hill, pp. 427-450.

Reher, D.S. (1996): La familia en España. Pasado y presente. Madrid: Alianza.Segalen, M. (1997): Antropología histórica de la familia. Madrid: Taurus.Zonabend, F. (1988): «De la familia. Una visión etnológica del parentesco y la familia»,

Burguière, A. et al., Historia de la familia. Mundos lejanos, mundos antiguos, vol. 1.Madrid: Alianza, pp. 17-82.

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Conceptos básicos I

Grupo doméstico: conjunto de personas que comparten un mismo espaciode existencia, es decir que conviven en una residencia común. Puedenestar emparentadas o no.

Familia: Se puede y suele definir de diferentes formas. Contrariamente algrupo doméstico, en la familia los miembros están unidos por paren-tesco. El núcleo mínimo para hablar de una familia es: una pareja sinhijos, una pareja con hijos, un padre con hijos o una madre con hijos.La familia nuclear se suele considerar aquella que está constituidapor la pareja formada por el padre y la madre, unidos por una alianza, ylos hijos. La familia suele convivir en una misma residencia. En algunoscasos conviven el núcleo de padres e hijos con otros parientes (abuelos,tíos, etc.) formando una familia extensa o polinuclear. En la primeraconviven otros parientes solos con el núcleo familiar y en la segundaconviven dos o más núcleos familiares, por ejemplo el matrimonio delos abuelos con el matrimonio joven y sus hijos. La convivencia de nú-cleos de varias generaciones puede tomar la forma de una familiatroncal.

Familia troncal: Familia en la que conviven tres o más generaciones y quese rige por un sistema de herencia no igualitario. Hay un único herede-ro del patrimonio familiar y éste se hace cargo del cuidado de los an-cianos.

Alianza: Se refiere al emparejamiento de dos personas, normalmente através del matrimonio, aunque también puede ser a través de una uniónconsensual.

Filiación: Lazo de unión por la sangre (consanguíneo) que se crea al tenerun ascendiente común, que incluye relaciones de parentesco entre pa-dres e hijos y entre hermanos. Este término suele incluir también el lazode unión entre padres e hijos que son el resultado de una adopción.

Hogar: Se trata de un término que hace referencia a la residencia común.Este concepto se ha usado muchas veces de forma sinónima a la fami-lia, pero a diferencia de familia el hogar se refiere al total de personasque comparten una vivienda, independientemente del parentesco entreellas. Es muy similar al concepto de grupo doméstico, aunque más es-pecífico que éste.

Parentesco: Las personas unidas por lazos de filiación o de alianza, inde-pendientemente de su residencia. Es una institución que regula el fun-cionamiento de la vida familiar y social, más o menos según las socie-dades.

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Conceptos básicos II

Familia cognaticia o bilateral: El reconocimiento de lazos de parentescoentre individuos puede tomar diversas formas según las sociedades yculturas. Existe a) la filiación unilineal, en la que el parentesco sólo setransmite a través del padre o de la madre. En ese caso se distingue en-tre sistemas de filiación matriliniales y patrilineales. Otra forma distin-ta de transmisión del parentesco es b) mediante la filiación cognaticia,en la que el parentesco se transmite a través de la línea del padre y de lamadre indistintamente. Este es el tipo de transmisión del parentesco pre-dominante en las sociedades occidentales.

Residencia postnupcial: La creación de una nueva familia se realiza me-diante la alianza de dos personas. El lugar de residencia de la nueva pa-reja puede ser diferente tipo. 1) En un sistema de familia cognaticia, lajoven pareja crea a) un hogar nuevo e independiente, que se denominaresidencia neolocal. Otra posibilidad consiste en b) la convivencia conla familia de origen, lo que se denomina residencia ambilocal, ya quese puede elegir entre ambas familias de origen. 2) En el caso de la fa-milia troncal, la residencia de la nueva pareja puede ser patrivirilocal,es decir la pareja va a vivir al hogar del padre del marido, o matriuxo-rilocal, la pareja se instala en el hogar de la madre de la esposa.

Homogamia: Concepto que se refiere al nivel de igualdad del estatus socialy de los recursos de las familias de origen de los miembros de una pa-reja. Una pareja homógama es una pareja en la que ambos miembrosprovienen de familias con un estatus similar o en la que ambos tienenun mismo nivel de recursos. La homogamia puede ser de tipo educativa,profesional, de ingresos y de patrimonio. A veces se usa como sinónimoel término endogamia de clase, aunque la endogamia se usa más fre-cuentemente para referirse a la unión de dos personas de un mismo lu-gar geográfico, de un mismo origen étnico o de una misma familia.

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ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN1

Estructuras familiares y sistemas de herencia

La reproducción social está ligada a la producción y reproducción de «uni-dades domésticas» y a la reproducción de los individuos dentro de las mismas me-diante estrategias individuales y cooperativas. Ello supone una cierta tensión en-tre la reproducción de los individuos y la de las unidades domésticas. Y estatensión, que tiene lugar dentro de particulares contextos históricos (condicionesdemográficas, económicas, políticas, ideológicas, etc.), orienta las estrategias y latoma de decisiones (Narotzky, 1989:99). Ahora bien, la reproducción del sistemasocial en su conjunto y la reproducción de las unidades domésticas depende enuna gran medida de las prácticas de herencia2. Éstas, por su parte (Anderson,1988:77) no se pueden abstraer del conjunto total de conductas que siguen los in-dividuos y las familias con el objeto de mantener, y en lo posible aumentar, su ca-

* En Prat, Joan; Martínez Ubaldo; Contreras, Jesús y Isidoro Moreno (eds.), Antropología de los Pue-blos de España, Madrid: Taurus Universitaria, 1991, pp. 352-380.1 Como señala Narotzky (1988), es necesario clarificar el concepto de «reproducción», sobre todocuando analíticamente existe una separación conceptual entre el proceso de producción y el proce-so de reproducción. Edholm, Harris y Young (1977:105-114) definen tres significados distintos de«reproducción»: a) la reproducción social; b) la reproducción de la fuerza de trabajo; y c) la re-producción biológica. Ahora bien, la regulación de la reproducción biológica forma parte de la re-producción social y la reproducción de la fuerza de trabajo sería la función de los grupos domésticosen la reproducción social.2 En el caso de los trabajadores, sin embargo, producción y reproducción están separadas. La pro-ducción es algo externo a la casa o al grupo doméstico. La familia es una fuerza de trabajo que no seemplea a sí misma. Por esa razón, los miembros de la familia trabajadora están totalmente condi-cionados por el mercado laboral y su movilidad residencial resulta muy alta. En esa misma medida,sus estrategias laborales y de reproducción resultan completamente diferentes de las de campesinosy artesanos y, así, por ejemplo, la institución de la «casa» resulta irrelevante (Comas, 1988:160).

Los grupos domésticos: estrategias de reproducción

Jesús Contreras Hernández*Universitat de Barcelona, Departament d’Antropologia

CAPÍTULO

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24 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL

pacidad para generar recursos. En este sentido, las leyes y costumbres sobre la he-rencia que puedan existir en los diferentes lugares, son sólo uno de los muchosimperativos sociales y económicos que influyen sobre la conducta familiar. Encualquier caso,

la transmisión mortis causa no es sólo el medio a través del cual se reproduce el sis-

tema social...; es también la forma en la que se estructuran las relaciones interper-

sonales. Con esto quiero decir que, puesto que normalmente la herencia tiene lugar

entre parientes próximos y afines, el tono emocional y los derechos recíprocos que

caracterizan a estas críticas relaciones, se ven influidos a menudo por la posibilidad

de unir o dividir la finca, o por la previsión de futuras ganancias (...) En conse-

cuencia, un tipo distinto de relaciones, unas estructuras familiares variables y unos

procesos sociales alternativos (por ejemplo, mayor o menor emigración, edad de ca-

samiento, tasas de ilegitimidad) irán unidos a diferentes modos de transmisión, ya

sea ésta principalmente lateral o lineal, agnaticia o uterina, por vía femenina además

de masculina, igual o desigual (Goody, 1976:1).

* * *

En buena medida, la literatura antropológica relativa a las estructuras fami-liares en España ha reducido los tipos, fundamentalmente, a dos: la familia nu-clear* y la familia troncal*. La primera, caracterizada por la herencia divisibley residencia neolocal*. El segundo de los tipos, el troncal, caracterizado por unaherencia indivisa y por una residencia postnupcial que podríamos denominar pa-triheredolocal (el nuevo matrimonio va a vivir a la casa de los padres del cónyugeque hereda el patrimonio casal). Ha existido un relativo consenso, también, en ubi-car este segundo tipo de estructura en el norte de España y el primero en las re-giones del sur y del centro.

Esta simplificación, excesiva, como se verá, podría justificarse por los dife-rentes significados que se dan a la palabra «familia». En efecto (Bestard,1981:146-147), la palabra «familia» no tiene un contenido preciso. Si bien en ladefinición corriente que actualmente encontramos de familia se encuentran unidoslos dos ejes del parentesco* y de la residencia, históricamente no ha sido siempreasí. A lo largo de la historia, parece como si estos dos ejes se hubieran mantenidoseparados, de tal manera que encontramos definiciones de familia, en los siglosXVI y XVII, en las que predomina el eje de residencia sobre el del parentesco. Ade-más, estas definiciones incluyen en su significado a individuos que, sin ser pa-rientes, comparten una residencia común. Se trata de personas que realizaban ta-reas para la casa, o bien habían sido adoptadas para cumplir alguna funciónpropia del parentesco, como por ejemplo la adopción de un individuo para con-vertido en heredero en sustitución de un hijo. En este sentido, perdido ya en la ac-tualidad, la palabra «familia» se identifica con lo que en la literatura antropológicase denomina «grupo doméstico» y, en el lenguaje ordinario, «casa» u «hogar», esdecir, un grupo de personas que comparten una misma residencia.

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En la actualidad, en el Estado español, la palabra «familia» puede entendersede diversos modos. Es importante señalar, por ejemplo, que, mientras en la lenguacastellana la palabra «familia» se centra en torno a dos ejes de significación, losde la residencia y del parentesco (el Diccionario de la Lengua Española la defi-ne así «grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas bajo la autori-dad de una de ellas»); en Euskadi, en cambio, esos dos ejes se distinguen clara-mente mediante dos palabras distintas: «familia» y etxecoak. En la palabra«familia» predomina la relación de parentesco, sin depender en absoluto de la re-sidencia común de sus miembros. En la palabra etxecoak, predomina la resi-dencia, abarcando a todas las personas que habitan en una misma casa o «etxea»y que constituyen una unidad o grupo doméstico. Por otra parte, la pertenencia aun etxecoak determinado se consigue, además de por los vínculos del parentesco(fililación y matrimonio), por vínculos de parentesco ficticio (en el caso de laadopción) y por consentimiento (en el caso de parientes o de extraños que sonacogidos y a los que se les concede el estatus de miembro del grupo doméstico).Precisamente, en virtud de ese consentimiento, el «criado» se integra en el grupodoméstico; de tal manera que, cuando se contrata un criado, se le contrata como sise tratara de un miembro del etxecoak e, incluso, a veces, el grupo doméstico lepodía entregar una especie de dote en el momento de su despedida (Bestard,1981; Caro Baroja, 1971).

Sin embargo, a pesar de que, en efecto, esos dos diferentes significados de lapalabra «familia» permitan considerar dos grandes tipos de estructuras familiares—la llamada familia nuclear y la llamada familia troncal; en el Estado español, enla medida en que encontramos los tres grandes sistemas de herencia3 (indivisa,igualitaria y preferencial) cabe considerar una mayor variedad de estructuras fa-miliares. En efecto, y simplificando la diversidad, nos encontramos con la exis-tencia de familia troncal y herencia impartible, familia troncal y herencia prefe-rencial, familia nuclear y herencia igualitaria y familia nuclear y herenciapreferencial. Estas denominaciones relativas a las formas de familia constitu-yen, todavía, una simplificación excesiva, pues ignoran la especificidad de algunasde las etapas de los ciclos de desarrollo de los grupos domésticos que suponen,por ejemplo, la corresidencia de una pareja de esposos con sus hijos solteros y unode sus hijos, casado. Nos referimos tanto a la costumbre, en algunas regiones deCastilla-León (Arguedas, 1987; Devillard, 1985; y Vergara Martín, 1909; entreotros), de que los nuevos esposos siguieran residiendo y trabajando cada uno en lacasa de sus padres respectivos (durante un tiempo que, según la costumbre, los lu-

3 Respecto a las prácticas de herencia cabe considerar, además, que no sólo es importante quién oquiénes heredan, sino también la forma y el momento en que heredan los que heredan. En efecto, lasestructuras familiares que puedan ser el resultado de las prácticas de herencia, así como el carácter delas relaciones familiares, podrán ser muy diferentes si la parte de la herencia se recibe, por ejemplo,en tierras o en dinero o si se recibe en el momento del matrimonio o a la muerte de los padres, o si serecibe fragmentada en dos momentos diferentes. De todas estas posibilidades, y otras, encontramosejemplos en el Estado español.

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gares y las circunstancias, podía ser de un año estrictamente, el siguiente a laboda, o de varios años y sin que estuviera establecido el número de los mismos)como a la costumbre, propia de algunas comarcas andaluzas, riojanas y castella-nas (Brandes, 1975, 1976; Devillard, 1985; Elías, 1977; Luque, 1974), de que lospadres ancianos residan, rotativamente, en las casas de cada uno de sus hijos du-rante un tiempo acordado por éstos.

Lisón Tolosana intentó (1976: 38-49) trascender esa diversidad de estructurasfamiliares y de prácticas de herencia mediante la elaboración de una tipología ló-gico-empírica relativa a la composición de la familia en España y ofreciendo, almismo tiempo, la ubicación geográfica de cada uno de los tipos considerados. Di-cha tipología es la siguiente:

1. En las ciudades, en la parte central de la provincia de Orense, en conjuntoen las dos Castillas —exceptuando la mayor parte de Cantabria—, en Aragón sidescontamos los Pirineos, Prepirineos y algunos puntos de la provincia de Teruel,en el centro y sur de Navarra y en amplias zonas del sur de Cataluña, por Valenciay las partes más fértiles de Castellón, Murcia y en general Extremadura y Anda-lucía, predomina el tipo de familia nuclear cognaticia*, con herencia bilateraldividida en partes iguales entre todos los hijos e hijas y con residencia postnup-cial neolocal o ambilocal*.

2. La familia troncal se caracteriza por una filiación patrilineal*, residenciapatrivirilocal* y herencia bilateral que pasa, casi íntegramente, o en su parte mássustancial, a un solo varón, las más de las veces al primogénito. Así, el linaje y la«casa», con sus posesiones, se perpetúan de generación en generación. Esta com-posición y organización familiar se encuentra en el noroeste de la provincia de LaCoruña y en el noroeste de la de Pontevedra y en la montaña oriental de la provin-cia de Lugo y en sus estribaciones (a millora). Predomina también, entre los xaldosy vaqueiros asturianos (mejora), en partes de la montaña de Cantabria y en el ca-serío vasco con su erederue. Se extiende por los valles pirenaicos navarros, por todoel Alto Aragón con sus mayorazgos y, por al menos, la mitad norteña de la pro-vincia de Huesca; pasa a la provincia de Lérida, especialmente a las comarcas pi-renaicas y prepirenaicas, desde donde la institución del hereu se extiende por tierrasde Gerona, Barcelona, Tarragona y hasta penetra en los campos de las islas Balea-res. Encuentra resonancia, además, en algún pueblo arrocero de la ribera baja va-lenciana y en algunas casas fuertes riojanas, así como en las casas pudientes del tu-rolense Campo de Visiedo, y en la comarca castellonense de Els Ports de Morella.

3. Familia troncal, pero que en la sucesión, propiedad, adscripción o linaje ycasa, los derechos y obligaciones correspondientes son transmitidos matrilineal-mente, de la madre a la hija —a una sola—, en ignorancia completa de los hijosvarones, siendo la residencia obligada para la mejorada la matriuxorilocal*.Este tipo puede localizarse en pequeños enclaves del suroeste de la provincia deLa Coruña y en numerosos pueblos y aldeas marineras de todo el litoral gallego.Por otra parte, la matrilinealidad está bien establecida en todo el norte peninsular,incluidas las Baleares, cuando las circunstancias impiden o no hacen posibleque sea varón el heredero y sucesor.

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4. Una variante de la familia bilateral o cognática* se encuentra en el suro-este de la provincia de Orense. Su nota distinta viene aportada por los maridos «pe-regrinos» o «visitantes nocturnos». Hijos e hijas acceden a la herencia, sucesióny residencia en partes proporcionales e iguales, con las mismas obligaciones y de-rechos. Cada uno de ellos contrae matrimonio cuando lo desea; pero su nuevo es-tado es apenas perceptible puesto que desde una perspectiva posicional y de rolesviven, virtualmente, como si no se hubieran casado. El marido, o la esposa, siguenviviendo en su propia casa, con sus padres y hermanos, trabajando para la casapropia, como antes de casarse, y sin percibir salario. Para ambos cónyuges, la re-sidencia diurna, sus comidas, pertenencia y adscripción son natolocales. Por lanoche, si el trabajo no aprieta o si la distancia no es muy grande, el marido anda elcamino para pernoctar con y en casa de la esposa. Pero, al morir los padres, y des-pués de repartirse todos los bienes entre todos los hermanos, en porciones iguales,los esposos separados por años, se unen y establecen una casa común.

* * *

Para poder clarificar las relaciones entre los sistemas de herencia y los dife-rentes tipos de estructuras familiares, Berkner y Mendels (1978) señalaban la con-veniencia de analizar su relación en un tipo ideal de sociedad campesina y toma-ban como referencia la Europa preindustrial. En esa sociedad, cuando la tierra eraentera posesión de propietarios independientes, que producían, en líneas genera-les, en el nivel de subsistencia y que usaban la fuerza de trabajo familiar, la can-tidad de tierra poseída por cada familia estaba fijada por la herencia y no habíaotra forma de acceso a la tierra. Ello exigía que el tamaño de la explotación y lacomposición de la familia estuvieran mutuamente ajustados. En esas condicionesideales, el sistema de transmisión de la propiedad de la tierra debería correspon-derse con un determinado tipo de familia, de estructura del grupo doméstico, conlas expectativas de los hijos relativas al matrimonio y a la sucesión y con la es-tratificación social. En este tipo ideal de sociedad campesina, podrían considerarselas siguientes consecuencias derivadas del sistema de herencia:

A) En el caso de una herencia indivisible: 1) un solo heredero, que se casaríay permanecería en el hogar de sus padres; 2) los otros hijos podrían permanecer enla casa cuando fueran adultos si contribuían a los requerimientos de trabajo de laexplotación, pero no podrían casarse; 3) algunos de los no herederos podrían teneroportunidades de casarse: algunas chicas podrían instalarse en algunas casas y al-gunos chicos en aquellas en las que no hubiera herederos masculinos; 4) pero,mientras el número de hogares no aumentara, la mayoría de los hijos no tendríaotra alternativa que elegir entre quedarse en la casa y permanecer solteros o emi-grar fuera de la comunidad. Así pues, la absoluta impartibilidad de la herencia da-ría lugar a una familia troncal, alto porcentaje de soltería y/o emigración.

B) En el caso de una herencia estrictamente igualitaria: 1) muy baja frecuen-cia de grupos domésticos en los que los padres cohabiten con algunos de sus hijoscasados, porque, 2) cada hijo recibe una pieza de la tierra con la cual establecer-

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se independientemente, a la vez que los padres mantienen alguna porción de tie-rra para su mantenimiento después del retiro; 3) como todos los hijos reciben tie-rra, todos pueden casarse en la localidad y no tienen razones para emigrar. Con-secuentemente, la herencia perfectamente divisible daría lugar a una altaproporción de hogares con familia nuclear, alta nupcialidad y baja emigración.

Entre estos dos extremos, podrían considerarse una amplia diversidad de sis-temas de herencia, denominados genéricamente de partición preferencial (com-pensaciones monetarias para algunos hijos, mejoras en las partes de la tierra, lacasa paterna para uno de los hijos, etc.). Estos sistemas de herencia preferencialdarían lugar a una gran flexibilidad en las estructuras de los grupos domésticos,así como en las pautas demográficas, que dependerían, en gran medida, de lasoportunidades económicas existentes dentro y fuera de la comunidad.

Ahora bien, Berkner y Mendels, después de presentar este esquema ideal, afir-man que sería un error considerar a los campesinos como unas criaturas obligadasa seguir los dictados de los sistemas de herencia. Antes al contrario, las prácticasde herencia responderían a las estrategias de los campesinos para conseguir susobjetivos, relacionándose con las condiciones económicas, internas y externas, ylas pautas demográficas. Ello no quiere decir que los sistemas de herencia seanirrelevantes para explicar la fragmentación de la tierra, cambios en la estructurasocial y determinadas pautas de la población, pero no siempre actúan, e, incluso,las prácticas de herencia pueden cambiar de acuerdo con determinadas condicio-nes económicas y demográficas. De hecho, las oportunidades económicas afectanfuertemente las consecuencias que podrían derivarse de los diferentes sistemas deherencia. Así, por ejemplo, como señala Comas (1988: 145), en cada circunstan-cia, la medida de la incidencia de cada forma de familia depende del peso espe-cífico que tiene el campesinado con tierra dentro de la sociedad rural, así como delas características y del grado de flexibilidad en el sistema de tenencia de la tierray en las condiciones del mercado laboral tanto a nivel local como regional. Por es-tas razones, las estrategias domésticas deben ser consideradas no sólo en relacióna la transmisión de la propiedad sino también en relación a la ocupación, consi-derando como variables las relaciones de propiedad y el hecho de si el grupo do-méstico constituye o no una unidad de trabajo. Ello obliga a considerar las es-trategias de reproducción dentro de los procesos históricos que las caracterizan yen tanto que son cambiantes los factores demográficos, económicos, políticos eideológicos.

Estrategias matrimoniales y reproducción patrimonial

Actualmente, predomina una concepción del matrimonio que lo caracterizacon unas funciones primordiales que son de tipo intrínseco y afectivo. En esa mis-ma medida, el matrimonio es concebido, fundamentalmente, como el resultado deun acto libre, basado en la voluntad de los contrayentes, justificados por el amormutuo y sin la intervención de los padres respectivos y sin ningún objetivo social

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o económico. Se trata de una concepción relativamente reciente que algunos his-toriadores empiezan a datar a partir del siglo XVII y relacionándola con la apari-ción de la familia moderna y su espíritu doméstico cerrado sobre sí mismo. Seconsidera, también, que antes del siglo XVII el matrimonio era de carácter formaly estaba ligado a las funciones extrínsecas, es decir, a la mera supervivencia de lasmasas, a la producción y a la reproducción para el campesinado, y al ascenso fa-miliar para los grupos más altos. Pero la concepción individualista hoy dominan-te no nos puede hacer olvidar que el matrimonio no es un acto aislado entre dosindividuos, sin repercusión social y sin que existan condiciones que determinen laelección del cónyuge. Por el contrario, la formación de familias y las estrategiasque se desarrollan al efecto persiguen algo tan fundamental como la reproduccióndel dominio económico y social e, incluso, la reproducción del dominio de un gru-po sobre otro. En este sentido, la colocación de los hijos —su matrimonio carnalo espiritual o su soltería— ha de ser vista como una estrategia. Consecuente-mente, las notas distintivas de una alianza matrimonial vienen determinadas porlas condiciones demográficas, socioeconómicas, culturales y políticas del grupo defamiliares del que forman parte los contrayentes. Y estos factores son, precisa-mente, los que varían tanto en el espacio como en el tiempo, condicionando las di-ferentes prácticas matrimoniales, así como las diferentes ideologías centradasen torno a la alianza matrimonial (Anderson, 1988; Bestard, 1981).

Tradicionalmente, en el caso de las familias propietarias de medios de pro-ducción, la alianza matrimonial ha sido el momento en el que se crea un fondoconyugal con el que se pretende asegurar el desarrollo del curso familiar. El es-tablecimiento o regulación de este fondo conyugal ha sido el resultado del acuer-do entre las familias de orientación de cada uno de los futuros cónyuges. Dichoacuerdo quedaba claramente explicitado en las capitulaciones matrimoniales,acuerdos a veces sólo verbales, otras escritos y otras, incluso, elevados a docu-mentos notariales. Así, por ejemplo, con motivo de las capitulaciones matrimo-niales, en la provincia de Segovia (Vergara y Martín, 1909: 21-22),

era costumbre que los padres del novio entregaran a la novia 250 pesetas en metálico

para galas, y se comprometen a sembrarle de trigo o cebada dos o tres obradas [tierra

arada en una jornada] de tierra de las que tienen en renta, y a falta de éstas, de las pro-

pias, cediéndoselas para que las cultive por su cuenta en lo sucesivo; además le dan una

o dos vacas, una pareja de pollinos o un caballo. Los padres de la novia, por su parte,

siembran para ella media fanega o una de garbanzos en las mismas condiciones, ya su

vez la entregan un par de mulos o una vaca, procurando que se compense el valor de

los animales auxiliares de labranza que haya de aportar el novio, con los que lleve la

novia (...) Los ganados se les dan al año del matrimonio, cuando se les pone casa apar-

te, y entonces se les entrega el producto de las tierras que se sembraron para ellos.

Esas mismas capitulaciones matrimoniales estipulaban, por lo general, que elprimer año de casados se quedara cada uno viviendo en casa de sus padres. Alcabo de un año «se les ponía casa aparte».

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En las casas más acomodadas, y sobre todo en el caso del establecimientode un heredero universal, las capitulaciones matrimoniales han acostumbrado aelevarse a documentos notariales. De hecho, el matrimonio del futuro herede-ro constituye el punto crítico en el que se organiza la reproducción de la«casa«, así como la de los miembros individuales de la misma. Por su parte, lamuerte de alguno de sus componentes puede suponer la reestructuración delproyecto que se estableció en las capitulaciones matrimoniales. Asimismo, laausencia de hijos en el nuevo matrimonio, las segundas nupcias para el viudoo viuda, o la emigración del heredero podían ser todas ellas situaciones que po-dían modificar la organización previamente proyectada en las capitulacionesmatrimoniales para la reproducción de la casa. En ese caso, el testamentoera una oportunidad para reorganizar la reproducción social (Narotzky,1989:64-65). Así, en Cataluña por ejemplo, las capitulaciones matrimonialeshan constado por regla general de cinco «capítulos» con los siguientes conte-nidos aproximados (Narotzky, 1989: 65-70; Brocá, 1985; Bestard, 1981; De laFuente, 1921; etc.):

1. Los padres del novio hacen a éste donación de bienes, generalmente me-diante la fórmula de nombrarle heredero universal. Esta donación sólo tieneefecto después de la muerte del donante, de tal manera que este último se reservapara sí mismo el usufructo y la posesión hasta ese momento y reserva tambiénpara su esposa (o para su esposo, si es el caso) los derechos de usufructo hasta sumuerte. Esta donación está condicionada a la aceptación por parte del donatario deuna serie de condiciones: dar a sus hermanos la legítima o la dote en el caso deausencia de sus padres y a vivir con los donantes, así como a «trabajar por el in-terés de la casa». Se establece, asimismo, que a la muerte del presente donatario,la donación debe pasar al hijo del presente matrimonio y caso de no haberlo, re-tornar a los donantes o a sus herederos.

2. Los padres de la novia hacen a ésta una donación como pago de sus de-rechos legítimos de herencia paternos y maternos. Consistían, generalmente, endinero, vestidos, joyas y artículos de menaje, más raramente alguna parcela detierra. La novia aceptaba esta donación y renunciaba a sus derechos a la legí-tima.

3. La novia pone sus bienes en manos de su marido y, eventualmente, en ma-nos de los padres de éste, pero mantiene el derecho a que su dote le sea devueltaen caso de terminación del matrimonio. El novio, y eventualmente sus padres,aceptan la dote y se comprometen a su devolución, si llega el caso, junto con unincremento o escreix (una cantidad de dinero que se daría a la novia o a su casa deprocedencia por el usufructo de los bienes que ésta aportó al matrimonio y, portanto, a la casa de su marido) y establecen una hipoteca sobre sus propiedadespara garantizar dicho pago.

4. Novio y novia nombran cada uno al esposo sobreviviente usufructuariouniversal de todas las propiedades adquiridas antes de la muerte, tanto si tienenhijos como si no. Generalmente, el usufructo estaba condicionado a que el cón-yuge sobreviviente no contrajera segundas nupcias.

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5. Los futuros esposos, conjuntamente, nombran herederos de sus bienes a loshijos que esperan tener y fijan, asimismo, las condiciones en que éstos heredarán,previendo así la posibilidad de una muerte intestada.

De estos contenidos genéricos de las capitulaciones matrimoniales puededesprenderse que (Bourdieu, 1962: 39) la lógica de las alianzas matrimoniales es-tuvo dominada por un fin esencial: la conservación del patrimonio. Y esta lógicaha estado sometida, en los casos de herencia indivisa, a dos principios funda-mentales, el de la oposición entre primogénito y segundogénito, y el de la opo-sición entre matrimonio de abajoarriba y de arriba-abajo. Éste es el punto enque se entrecruzan, por una parte, la lógica del sistema económico, que tiende aclasificar las casas en grandes y pequeñas, según el tamaño de sus propiedades; y,por otra parte, la lógica de las relaciones entre los sexos, según la cual la supre-macía corresponde a los hombres. Y, en la medida en que la lógica de las alianzasmatrimoniales está orientada por la conservación de los patrimonios, controlar losmatrimonios, es decir, quién puede casarse y quién no, y en qué momento puedecasarse quien puede hacerlo, es controlar quién, cómo y cuándo accede a los re-cursos, quién puede quedarse en la comunidad y quién debe emigrar. En esamisma medida, las pautas de migración (masculina, femenina; temporal, defini-tiva...) pueden correlacionarse con las pautas de residencia postnupcial, tasasde fertilidad y composición de los grupos domésticos. Asimismo, en la medidaen que, con el fondo conyugal creado con motivo del matrimonio, se trata (Bes-tard, 1981:151) de asignar y mantener el estatus familiar en una sociedad econó-micamente estratificada, la homogamia* o matrimonio entre iguales es uno de losrasgos más característicos de estas alianzas matrimoniales. Desde el momento enque con el matrimonio se emparejan propiedades, es preferible casarse entreiguales («Cásate con igual y nadie hablará mal»).

Por estas razones, el análisis de las capitulaciones matrimoniales permiteconsiderar no sólo el fondo conyugal que se forma, y que ha de asegurar tanto lareproducción patrimonial como la de los individuos, sino también el diagrama delas relaciones entre generaciones (hasta tres generaciones pueden entrar en juego),entre sexos y entre individuos de una misma generación. En este sentido, esmuy ilustrativa la doble terminología con la que pueden ser reconocidos losmiembros de un grupo doméstico; la una referente al parentesco, la otra relativaa su relación con la propiedad. En efecto, la casa, el patrimonio, en tanto que uni-dad social, amplía y transforma significativamente la terminología del paren-tesco. En Cataluña, por ejemplo (y lo mismo podría considerarse en los otros ca-sos de familia troncal y herencia indivisa), el «padre» es, además l’amo; la«madre», mestressa; el hijo mayor y heredero, l’hereu 4; la nuera, la jove; y los

4 Esta terminología debería ser completada con otros dos términos. Cuando por las razones que seahereda una mujer, ésta recibe el nombre de pubilla y su marido, el de pubill. Estos términos seríanequivalentes a los de «hereu» y «jove», respectivamente, a pesar de que, aparentemente, rompen conuno de los principios dominantes como es el del dominio masculino sobre lo femenino.

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hermanos y hermanas del heredero, cabalers y cabaleres, respectivamente. Enesta terminología se refleja no tanto la relación de parentesco entre los diferentesindividuos como su relación en términos de propiedad con el patrimonio familiar,su autoridad o dominio sobre la misma así como las diferentes expectativas deunos y otros al respecto (de futuro dominio en el caso del hereu, de futura ex-clusión en el caso de los cabalers y cabaleres). Esta terminología, por otra parte,pone claramente de manifiesto las diferentes funciones de cada uno de los miem-bros del grupo doméstico dentro del mismo y expresa, además; la estratificacióneconómica y de autoridad existente dentro de la casa, la división sexual del tra-bajo y las respectivas áreas de influencia del amo y de la mestressa. En definitiva,esta terminología, relativa a la relación con la propiedad, pone de manifiesto (Sa-bean, 1984: 71) el «sistema de derechos y obligaciones ejercidos entre los indi-viduos sobre las cosas».

Diversidad de situaciones, comunidad de objetivos

En el apartado anterior hemos considerado que las estrategias matrimonialescampesinas estaban orientadas a la mejor reproducción de sus patrimonios den-tro del orden económico y de la jerarquía social existente. Asimismo, hemos vis-to que existía una correlación entre las pautas matrimoniales, las pautas de resi-dencia postnupcial, las pautas de migración y la particular composición queadoptan los grupos domésticos. Consecuentemente, no vamos a considerar lasparticulares estructuras que los grupos domésticos adoptan en España como el re-sultado de determinadas reglas jurídicas o normativas relativas a la herencia o dela existencia de determinadas ideologías dominantes al respecto (las de la fami-lia nuclear y la familia troncal, por ejemplo), sino como el resultado de una di-versidad de arreglos posibles que, independientemente de esa diversidad, persi-guen una comunidad de objetivos: la reproducción, en las mejores condicionesposibles, de sus condiciones de existencia. En esta medida, las tasas de nupcia-lidad (así como el matrimonio tardío y el celibato), la emigración de algunos/ashijos/as y la particular estructura adoptada por el grupo doméstico no las consi-deraremos como unas consecuencias mecánicas de un determinado tipo de he-rencia y de un ideal familiar sino como el resultado de las estrategias conducen-tes a evitar una fragmentación del patrimonio doméstico que pusiera en peligro obien la subsistencia del propio grupo o de los grupos descendientes, o bien el estatus de sus miembros dentro de la jerarquía socioeconómica existente. Con esteobjetivo, vamos a considerar una serie de casos que ejemplifican una abundantediversidad de situaciones por lo que refiere a distintas combinaciones de aquellasvariables más significativas (tipo de estructura del grupo doméstico, contenido delas diferentes fases del ciclo de desarrollo de los grupos domésticos, normas deherencia y formas y momentos de hacerla efectiva, pautas matrimoniales, pautasde residencia, tipos de propiedad, estratificación socioeconómica, sistemas de va-lores dominantes, etcétera).

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Región del norte peninsular5

En esta región encontrábamos un tipo ideal de grupo doméstico que respon-dería al modelo de familia troncal en tanto que el derecho consuetudinario favo-recía el establecimiento de un único heredero —por lo general, el primogénitomasculino, aunque con numerosas excepciones— que adoptaba como residenciala de sus propios padres. Eso no quiere decir que la familia troncal sea estadísti-camente mayoritaria en esta región, pero sí que constituye su ideal preferente. Elresto de los hijos recibían una compensación o legítima por su renuncia a la he-rencia familiar. Dicha legítima acostumbraba a consistir en la dote para el matri-monio, en el caso de las hijas, o para facilitar la emigración en el caso de los hijos.

El matrimonio era asunto familiar, de las dos familias implicadas. La partici-pación de los futuros esposos podía ser poca o incluso nula como lo pondría demanifiesto la existencia de la figura del casamentero a lo largo de toda la regiónpirenaica y la importancia de la negociación de las capitulaciones matrimonialesentre las dos familias, con la participación o no de mediadores al respecto. Lasalianzas matrimoniales estaban orientadas por el ideal homogámico. Este ideal serealiza, en buena medida, mediante la institución de la dote:

Con la dote de la mujer, la homogamia matrimonial impone su ley y se distribuye a

las mujeres dentro de la jerarquía social, puesto que sólo la mujer con dote entra

protegida en el juego matrimonial, preservándola, así, de uniones matrimoniales ina-

decuadas y disuadiendo de toda posibilidad de matrimonio a toda mujer que no tu-

viera medios. Estas últimas, si querían mantener una esperanza matrimonial, tenían

que buscar la protección y la dote en otras familias, donde generalmente trabajaban

de domésticas. Por ello, se encuentran capitulaciones matrimoniales en las que el

que constituía la dote no era el padre de la novia, sino el cabeza de familia donde ha-

bía prestado sus servicios« (Bestard, 1981:153).

No disponemos de otros datos relativos a la edad media del matrimonio paraesta región que alusiones tales como que los vascos «suelen casarse tarde» (Dou-glass, 1978:99). Si consideráramos válido los datos obtenidos por Ferrer y otros(1987) para la Cataluña central, entre 1803 y 1807, pero no tenemos otro funda-mento para ello que el hecho de tratarse también de comarcas en las que predo-mina el ideal de la familia troncal y de la herencia indivisa, la edad media del ma-trimonio sería de 31,3 años para el hombre y 26,4 para la mujer. En el caso deLlivia (Pallarés, 1986), un municipio pirenaico, con una población predominan-temente agroganadera hasta mediados de este siglo, la edad media de matrimoniopara los hombres es de 27,43 y, para las mujeres, de 26,5, teniendo en cuenta eltotal de su población entre los años de 1871 y 1959.

5 Las fuentes utilizadas para esta región han sido: Barrera (1985, 1986, 1990), Bobadilla (1987), CaroBaroja (1971), Comas (1980, 1985 Y 1988), Contreras (1982), Devillard (1989), Douglass (1977 y1978), García (1976) y Terradas (1980 y 1984).

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34 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL

Desde el punto de vista de la propiedad, encontramos a lo largo de toda la re-gión, dos tipos: comunal y privada. La forma de acceso a uno y otro tipo puedeconsiderarse similar, pues si a la propiedad privada se accede, sobre todo, me-diante la herencia, a la propiedad comunal se accede a través de la casa y/o de lavecindad que se adquiere mediante el matrimonio y la residencia dentro de la co-munidad. Las tierras comunales en esta región suelen ser de pasto y bosques, muyraramente de cultivo.

La extensión de la propiedad supone una diferenciación entre las familiascampesinas. En términos generales, pueden considerarse tres categorías: casas ri-cas, casas medianas y casas pobres. Las diferencias internas dentro de cada uno deestos grupos podía ser muy grande, sobre todo si tenemos en cuenta la totalidad dela región. Cada uno de estos tipos de casas representaba la existencia de diferen-tes alternativas de cara a la reproducción patrimonial y doméstica. Reproducimos,a título de ejemplo, lo indicado, en este punto por Comas (1987). En las casas ri-cas, el destino de los hombres no-herederos podía ser diferente del de las mujeres.Estas casas, además de poseer las mejores tierras y rebaños, acostumbraban a te-ner negocios diversos en la ciudad; de tal manera que los hijos no-herederoseran educados para el manejo de estos negocios, para la práctica de profesiones li-berales o para el clero. Las hijas, por su parte, permanecían en la casa paterna,preparando su ajuar para el matrimonio o para entrar en una orden religiosa. Elmatrimonio de estas personas, por otra parte, como ya se ha dicho, pretendía con-certarse con una persona de posición económica equivalente. En las casas me-dianas y en la mayoría de las consideradas pobres, los jóvenes solteros o solteras,así como los tiones (solterones) y tionas (solteronas), proveían la fuerza detrabajo para las explotaciones agrarias que lo necesitaban, incluida la propia.Además, acostumbraban a desarrollar, si era el caso, trabajos de carácter temporal.Podían trabajar en la agricultura, las minas, explotaciones forestales o carbonífe-ras, contrabando, en la construcción, etc. En el caso de las mujeres, la alternativamás común era emplearse como servicio doméstico, que, en algunos casos, de nopoder acumular una dote suficiente, podía suponer un estatus definitivo. El dine-ro conseguido con estos trabajos constituía en muchos casos el peculio de los no-herederos y podía pasar a engrosar su dote o legítima. El destino de los no-here-deros de las casas pobres era, por lo general, la emigración. Estas familias sólopodían mantener grupos domésticos reducidos debido a su precario estatus, casisiempre en el límite de la subsistencia. Incluso, dentro de este grupo, el patrón deherencia basado en la primogenitura acostumbraba a no cumplirse puesto que elprimer nacido era el primero en emigrar y, si encontraba una ocupación satisfac-toria, podía no regresar, ocupando otro hermano el lugar del heredero.

En relación a los valores y a la ideología dominante, puede considerarse que,relacionado con los mecanismos tendentes a mantener el estatus de los hijos res-pecto a los demás miembros de la comunidad, se encuentra una alta valoración dela virginidad de la mujer, mediante la cual se proyecta el honor de la familia. Lasexualidad femenina se inscribe en el tejido social como un nudo de condensaciónde los valores de prestigio acumulados a lo largo de la historia familiar; hasta el

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punto de que la relación de una familia con la comunidad podría medirse por la ca-pacidad de protección sobre las hijas o hermanas. En este sentido, la dote que re-cibe la mujer constituye un índice de esta capacidad de protección, en la medida enque es una parte del patrimonio familiar que se dispersa para establecer una alian-za provechosa para la mujer. La asociación entre dote y virginidad está claramenteexpresada en la dote indirecta catalana: cuando el novio hacía un aumento de ladote (el escreix o esponsalicio) a su futura esposa, se explicitaba en los capítulosmatrimoniales que era en premio a su virginidad (Bestard, 1981:152-153).

Por otra parte, podría decirse que la ideología dominante en relación a nuestrotema ha sido la ideología de la casa. La «casa» constituye el valor supremo en re-lación al cual se organiza todo el sistema matrimonial. La casa, como señalaComas (1985: 21) para el Pirineo aragonés, era

la razón última a la que debían supeditarse todos sus componentes. El interés colectivo

familiar se anteponía al de sus miembros individuales, así se justificaba la jerarquía

existente en el interior mismo de la familia, entre los ancianos y los más jóvenes, en-

tre herederos y no-herederos, entre hombres y mujeres. La eficacia de este mecanismo

ideológico era tal, que los hijos no herederos imputaban su situación de discriminación

al azar genealógico (no ser varón o no ser primogénito), y ya desde muy jóvenes orien-

taban sus expectativas hacia el matrimonio (en el caso de las mujeres) o hacia alter-

nativas que, en muchos casos, les llevarían lejos de la comunidad de origen.

En efecto, la ideología de la casa, apoyada en instituciones como el DerechoCivil Catalán o el Código Civil Navarro, por ejemplo, orienta la reproducción so-cial de las personas y de las cosas dentro de unas específicas relaciones de pro-ducción. La ideología de la casa

es una ideología que considera la producción y la reproducción como aspectos in-

separables de un mismo empeño: las capitulaciones matrimoniales son una expresión

de esta circunstancia. Emerge, también, como una ideología que intenta dar signifi-

cado a las relaciones de producción que son conflictivas en la medida en que deter-

minados miembros de la casa poseen los medios de producción, y controlan y/o ex-

plotan la fuerza de trabajo de otros miembros. La ideología de la casa edifica una red

de significado en la que los derechos y las obligaciones individuales están situados

en referencia a un objetivo colectivo corporativo (Narotzky, 1989: 168-169).

Región castellano-leonesa6

De acuerdo con las fuentes utilizadas, en esta región encontramos un tipo degrupo doméstico formado por familias de procreación más o menos completas:

6 Las fuentes utilizadas han sido las siguientes: Arguedas (1968), Behar (1986), Behar y Frie (1988),Brandes (1975 y 1976), Devillard (1985 y 1989), Martínez (1985), Pérez-Díaz (1972 y 1974), Ver-gara y Martín (1909).

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matrimonio o viudo/a con/sin hijos (según la fase de evolución del curso domés-tico). Los bienes se reparten a partes iguales entre todos los hijos e hijas. Ello noexcluye la posibilidad de mejora o manda. También, por lo general, la forma dehacer efectivo dicho reparto ha sido, fundamentalmente, de carácter escalonado,en dos o tres momentos: 1) con ocasión del matrimonio de cada hijo, siguiendo,por lo general, el orden de nacimiento de los mismos7; 2) durante la vejez o reti-ro de la actividad agraria por parte del padre; y 3) a la muerte de los padres. Si laherencia se hacía efectiva antes de la muerte de los padres, los hijos se compro-metían (Devillard, 1985:231) a entregar a sus padres una cantidad determinada debienes de subsistencia —el asignado— y/o mantenerles, en servicios y material-mente, a razón de una temporada en casa de cada hijo (ir a meses). En cualquiercaso, dichas prácticas no parecen ser mutuamente excluyentes. Así, en la sierra deCarneros (Elías, 1977:36), la repartición de la herencia se lleva a cabo poco antesde la muerte de los padres, aunque, hasta ese momento, éstos habían residido «ameses» en casa de los hijos. Este sistema protege a los ancianos hasta la hora desu muerte, y éstos se protegen guardando la propiedad hasta el último momento.Según Vergara y Martín (1909:38-39)8, la costumbre de dividir el padre los bienesentre los hijos antes de la muerte estuvo

antes más extendida que ahora, sin que haya desaparecido por completo esa prácti-

ca, que el mismo vulgo entiende que es poco acertada, y por eso dice que «quien da

su hacienda antes de su muerte, merece que le den con un canto en la frente»;

porque, en efecto, muchos se arrepienten de haberlo hecho. Tal vez haya contribui-

do a que sea hoy menos frecuente el citado reparto la flojedad que se nota en los

vínculos que unen la familia y la escasa buena fe que preside aun los actos inspira-

dos en el mejor deseo, y por esta razón no siempre se acatan las distribuciones he-

chas por el padre cuando éste fallece, ni aun se suelen cumplir mientras vive las

obligaciones a ella anejas, y se han dado casos, aunque pocos, de padres abando-

nados por sus hijos después de haber entrado éstos en posesión de los bienes que les

adjudicó; sin embargo, como la costumbre existe, y la división de los bienes en vida

del padre se hace en algunos pueblos cuando éste ya no está apto para continuar de-

dicándose a las faenas agrícolas, o cuando sólo existe la madre, porque ésta no pue-

de atenderlas, debe apuntarse que la división se realiza adjudicando a cada hijo una

porción igual de los bienes, principalmente si éstos consisten en tierras de labor, y

7 Dicha práctica no es, por supuesto, exclusiva de esta región. Bauer (1981, 1983), por ejemplo, dacuenta de ella para la Sierra de Caurel (Galicia). Bauer señala, además, que la edad de matrimonio eramás alta conforme se avanzaba en el orden de nacimiento. Así, por ejemplo, mientras que el hijo ma-yor se casaba, por término medio, a los 27 años, el hijo nacido en segundo lugar lo hacía a la edad de30,2 años.8 Corroborado por otros autores y para otros lugares. Así, por ejemplo, según recogía Altamira (1905:20-22) a finales del siglo pasado, lo ordinario en los pueblos de la provincia de Alicante era que lospadres dividieran sus bienes en vida con el compromiso, por parte de los hijos, de pagarles una pen-sión. Sin embargo, el hecho de que los hijos acabaran por negar la renta o el usufructo al padre y seexcusaran de alimentarlo y tenerlo en casa provocó que dicha costumbre decayera.

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reservándose el padre o madre otra parte, que labran para él sus hijos, y además de

entregar parte de lo que producen las tierras que les tocaron en el reparto, para que

puedan atender a su subsistencia, variando la cuantía de esta porción según el nú-

mero de hijos entre los que se repartió la hacienda y la calidad de los bienes adju-

dicados.

El ideal de residencia ha sido el de la residencia neolocal, como expresaría elrefrán «el casado, casa quiere» o estos otros: «Te casas, te apartas», «Los herma-nos, al casarse, se convierten en primos hermanos». Esta neo localidad del nuevomatrimonio, sin embargo, debiera ser matizada —por nuestra parte sugeriría-mos el término de neolocalidad diferida— en tanto los nuevos esposos podíanpasar uno o más años «viviendo» en la casa de sus respectivos padres. Esta neo-localidad diferida, para la comarca de Sayago, es descrita en estos términos porArguedas (1968: 100):

No hay en Muga y Bermillo de Sayago y Aliste matrimonio que forme hogar sepa-

rado inmediatamente después de la ceremonia ni aun siquiera uno o dos años des-

pués. El recién casado vuelve a habitar la casa paterna. El matrimonio vive separa-

do. Excepcionalmente, si los padres de alguno de los novios son más acomodados

reciben en su casa a la pareja. Pero lo tradicional es que cada recién casada vuelva a

la casa paterna, hasta que ambos hayan reunido la hacienda y un capital suficiente

para construir casa y vivir independientemente. Porque los padres se oponen al ma-

trimonio de sus hijos con jóvenes de inferior nivel económico y, durante el período

de sujeción al hogar paterno, cada padre exige una participación equivalente en el

auxilio a los recién casados y lo exige rigurosamente. Pero cuando el matrimonio se

ha logrado independizar, la emancipación es total y constituye una familia de tipo

nuclear. Los padres no tienen autoridad especial ninguna sobre los hijos. En cambio,

en tanto que viven en la casa de los padres, el estatus del recién casado sigue siendo

exactamente el mismo que el de soltero: tanto la mujer como el hombre trabajan en

las tierras de los padres y para beneficio de los padres. Los padres a su vez alimen-

tan y visten a los hijos y a los nietos. Los hijos viven en la casa de la madre, es de-

cir, de los abuelos maternos. La única fuente de beneficio propio del matrimonio

nuevo son la vecindad9 que el marido recibe, la que puede alquilar y los cerdos que

está autorizado a criar.

En los pueblos de Villarino y de Macotera (Devillard, 1985), si bien la parejase establecía en su propia casa inmediatamente, y para ello recibían el respigo porparte de los vecinos y la ayuda en bienes de consumo y de producción por partede sus padres, cada uno de los esposos solía quedarse trabajando en la casa de suspadres respectivos hasta el final del ciclo agrícola. Hay que tener en cuenta, eneste punto, que las bodas se celebraban en medio del ciclo agrícola en curso, de tal

9 Porción de tierra o cultivo que, por sorteo, corresponde a cada vecino o «cabeza de familia» de la co-munidad.

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manera que el período postmatrimonial concluía con dicho ciclo y con el repartodel producto.

La edad media del matrimonio era, según los datos de Devillard (1985: 219) de26 años para ambos sexos en la comunidad de Macotera y de 25-26 años para loshombres y de 23-24 para las mujeres en la de Villarino. Arguedas, por su parte, selimita a señalar que la edad de matrimonio es «tardía», pero sin precisar las cifras.Para los agricultores de la ciudad de Astorga, Martínez Veiga (1985: 73) afirma queel matrimonio se produce «cuando la gente tiene o se aproxima a los 30 años».

Desde el punto de vista patrimonial, el matrimonio respondía al patrón de «ca-sarse entre iguales» o «tanto tienes, tanto tienes que conseguir». El matrimonio«entre iguales» era el modelo ideal que los campesinos justificaban no sólo pormotivos de interés económico, sino también de estatus, tipo de educación e, in-cluso, de «carácter moral» (Pérez Díaz, 1974:183). Sin embargo, según señala De-villard (1985: 218),

la procedencia (tanto familiar como socio-económica) de los cónyuges resulta de he-

cho subordinada al número de hijuelas entre las cuales va a quedar dividido el pa-

trimonio familiar (...) Una informadora de Villarino concluía «entonces se buscaba

eso, que fueran pocos hijos y que tuvieran capitales». En Macotera, asimismo,

contaba como un factor muy positivo el que una mujer «tenga casa», es decir, que

sus padres le ofrezcan «quedarse en casa» con la promesa más o menos explícita de

darle la casa en «manda».

Según añade Devillard, estos motivos fueron los que orientaron los enlacesmatrimoniales mientras los principales medios de subsistencia procedieron de lapropiedad y explotación de la tierra.

En las comunidades de referencia pueden considerarse dos tipos de propiedad:comunal e individual. A la propiedad comunal —que puede incluir tierras de cul-tivo, de pastoreo y de bosque— se accede, siendo natural de la comunidad o fi-jando la residencia en la misma, mediante el matrimonio. Todo varón, al casarsetiene derecho a usufructuar una suerte o vecindad en las tierras comunales. Decualquier manera, en términos generales, la parte de propiedad comunal resultabadel todo insuficiente para el nuevo matrimonio, que requería, para su subsistencia,de las tierras individuales que se recibían en herencia o que se trabajaban, segúnlos casos, en aparcería. Migraciones temporales, relacionadas con tareas agrícolas—siega, vendimia, etc.— o migraciones al extranjero durante varios años, resul-taban necesarias para complementar la subsistencia (adquisición de tierra, aperos,animales, casa...) del nuevo matrimonio.

En cuanto a la influencia de aspectos ideológicos o axiológicos, cabe destacar,tal como lo hace Arguedas (1968: 148-149), la marginación que sufrían las mu-jeres «deshonradas»:

no era necesario llegar a la «deshonra completa» (tener un hijo) para que una mu-

chacha perdiera su prestigio y toda esperanza de casarse. Bastaba con que el novio se

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desanimara y se casara con otra o simplemente «la dejara». Ningún mozo pretende a

una «novia abandonada» (...) La «deshonrada» no puede asistir a los bailes domini-

cales ni mucho menos al de las romerías; tampoco pueden asistir a las otras fiestas fa-

miliares, como las bodas, por ejemplo. «Están manchadas» (...) Los padres de los hi-

jos ilegítimos los niegan «de rigor»; los desconocen. Reconocerlos significaría

también «deshonrarse». El hijo ilegítimo es un hijo sin padre. No hay castigo ni po-

sibilidad de revancha contra el burlador. No es culpable. La única culpable es la mu-

jer; el hombre permanece al margen de lo acontecido, ajeno a él, sin responsabilidad.

Andalucía occidental10

Para esta zona hemos de hacer una salvedad previa. Habida cuenta de la exis-tencia de tres grupos sociales muy diferenciados —los señoritos o grandes pro-pietarios, los jornaleros o trabajadores sin tierra propia y los pelantrines o pe-queños y medianos propietarios—, con prácticas y valores diferentes y estrategiasdomésticas también diferentes, nuestras consideraciones se referirán, exclusiva-mente, al grupo de los pelantrines. Este grupo, por otra parte, es el que represen-ta una situación más próxima o similar al tipo de campesinos que hemos consi-derado en los dos casos anteriores.

En efecto, los grupos citados se caracterizan por distintos patrones de casa-miento —por ejemplo, grandes propietarios y jornaleros presentan menos solteríadefinitiva y edad más temprana de matrimonio—, así como por diferentes tipos degrupos domésticos y diferentes formas de aplicar la regla de la herencia divisa.Por ejemplo,

La regla general, respaldada, además, por otras pautas culturales, es que cada familia

resida en una vivienda independiente, a ser posible de su propiedad. Las excepcio-

nes a esta norma están representadas por algunas familias de fuertes propietarios,

constituidas unas veces por dos o tres «siblings» (hermanos) casados y sus corres-

pondientes familias de procreación, y otras por dos o tres familias nucleares de dis-

tintas generaciones linealmente emparentadas, las cuales constituyen verdaderas fa-

milias extendidas al formar parte de una misma explotación agrícola (Moreno,

1972:144).

Asimismo, entre los grandes propietarios, sus hijos continúan, muchas veces,formando una sola explotación agrícola en lugar de dividir ésta en varias inde-pendientes en el momento de tomar posesión de la herencia. Esto hace que, enocasiones, la propiedad se encuentre legalmente registrada a nombre de «herede-ros de...» y no fraccionada (Moreno, 1972:117).

10 Las fuentes utilizadas son: Devillard (1989), Frigolé (1984), Luque (1974), Moreno (1972), Pitt-Rivers (1969) y Price y Price (1966).

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Por el contrario, entre los pequeños propietarios, las tierras y demás propie-dades son efectivamente repartidas entre los herederos. La norma de herencia do-minante en Andalucía es la herencia divisa bilateral: hijos e hijas heredan de supadre y de su madre. Sin embargo, el momento y la forma en que se hace efecti-va la herencia difiere para los hijos y para las hijas. En el caso de los hijos, lo nor-mal es que su padre, o sus padres, no les cedan parte de sus tierras, o no se lasarrienden, hasta ser viejos, dado que los padres necesitan de ellas para subvenir asus propias necesidades y a las de los restantes miembros del grupo doméstico. Sino existen soluciones intermedias, puede que el hijo tenga que esperar hasta lamuerte de sus padres para obtener las tierras que le permitirán pensar en su ma-trimonio (Moreno, 1972). Las hijas, en cambio, reciben una dote indirecta de suspadres, lo que constituye la transmisión de una parte de la propiedad de los mis-mos con motivo del matrimonio de las hijas. La acumulación de una dote que seasuficiente para, en ocasiones, establecerse el nuevo matrimonio; suficiente para re-producir el estatus socioeconómico del grupo social al que se pertenece- puedeexigir un tiempo considerablemente largo11. Esta dote, según Frigolé (1984), porun lado, hace que ésta tenga que esperar a casarse hasta una determinada edad;pero, a la vez, permite que su marido acceda al matrimonio antes de lo que le co-rrespondería si tuviera que esperar la parte de su herencia paterna. En definitiva, laedad de acceso al matrimonio entre los pelantrines, tanto en el hombre como en lamujer, es elevada. Moreno (1972: 85) habla de casamientos de hombres entradosen los cincuenta e incluso sesenta años con mujeres que han pasado ya de los cua-renta. Estas edades, sin embargo, cabe considerarlas relativamente excepcionales,pues, de hecho, suponen, en el caso de la mujer, casi el final de su período de fer-tilidad. Precisamente, como destaca Frigolé (1984), el sistema de dote así conce-bido se caracteriza por reducir el período fértil de la mujer pero sin comprometersu función reproductora:

Quienes marcan el límite de la edad de casamiento no son los hombres, o la edad de

los hombres, sino la de las mujeres. No sería prudente casarlas tan viejas que ello

imposibilitara u obstaculizara gravemente su papel en el sistema reproductivo y, por

tanto, dificultara la reproducción social y la transmisión de la propiedad. Puede re-

trasarse su edad de casamiento, puede acortarse su ciclo de fertilidad, pero no es

prudente comprometer su función reproductora porque ello es contrario al sistema

de estratificación y de reproducción del mismo (...) El hombre puede esperar. No,

por el contrario, la mujer. Tener que esperar incluso a la muerte de los padres podría

resultar en una edad incluso excesivamente elevada para los hijos varones.

En relación con presupuestos ideológicos y valores, cabe destacar que la ins-titución de la dote y los contenidos específicos que adquiere en este caso, repre-senta un puesto clave en relación, por ejemplo, con actitudes conservadoras y/o

11 Según Price y Price (1966), la duración media de los noviazgos en Andalucía era de 7,1 años.

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tradicionales en materia de religión, política, autoconsumo, etc. o con una deter-minada concepción del honor en relación con la sexualidad femenina, etc.,propias del grupo de los pelantrines. Según Frigolé (1984),

La dote de la mujer permite que las discrepancias que puedan existir entre una con-

cepción del honor, vinculado en gran parte a la sexualidad femenina y la práctica

concreta, no siempre concordante con este ideal, dado el largo período de noviazgo

y de espera, no se salden de forma desfavorable para la mujer, puesto que según el

sistema de valores es ella la que puede perder o salir perdiendo. La dote de la mujer

puede ser el punto de partida para explicar su valoración social y cultural en esta so-

ciedad. El hombre de la clase social de los pequeños propietarios, al casarse, no sólo

busca una compañera, sino también la porción de propiedad o de riqueza que ella

pueda aportar y que puede completar aquélla que él pueda estar usufructuando y que

poseerá definitivamente al morir sus padres. La dote de la mujer es lo que permite

casar al hombre soltero. La dote es el producto de la estratificación y el instrumen-

to para mantener esta estratificación.

RECAPITULACIÓN

En los tres casos que acabamos de considerar se constatan diferencias relativasal ideal de grupo doméstico existente, a los contenidos de las diferentes fases delos ciclos domésticos, a las normas de herencia y a los momentos y formas de ha-cerla efectiva (muy distinta forma y función, por ejemplo, de la dote para las hijasen cada uno de los tres casos), diferente orden preferencial en el casamiento de loshijos, diferentes pautas de residencia, tanto para los nuevos matrimonios comopara el viudo/a en su vejez, presencia de diferentes tipos de propiedad y distintaimportancia de la propiedad comunal cuando ésta está presente y, también, dife-rentes valoraciones de determinados comportamientos y actitudes. Al mismotiempo, encontramos algunos aspectos comunes en los tres casos o regiones con-sideradas, fundamentalmente, una elevada edad media en el momento de contra-er matrimonio tanto en hombres como en mujeres, migraciones temporales odefinitivas de algunos de los hijos, así como un aspecto todavía no señalado, altastasas de celibato definitivo. En efecto, tanto en la región de los Pirineos, como en-tre los «labradores» de la región castellano-leonesa, como entre los pelantrines an-daluces nos encontramos con altas tasas de celibato. Consecuentemente, resultadifícil aceptar que exista una relación precisa o mecánica entre un determinado pa-trón de grupo doméstico y unas normas de herencia por una parte, y, por otra,unas determinadas tasas de celibato. Los distintos casos que acabamos de consi-derar sirven para ilustrar que distintos tipos de grupo doméstico, diferentes formasde herencia y distintas formas de hacerla efectiva, nos pueden dar tasas de celibatoigualmente altas. La causa de ello, entonces, no cabría buscarla en los diferentestipos de estructura de los grupos domésticos ni en las diferentes formas de he-rencia sino en las características y circunstancias de las explotaciones campesinas

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y en el sistema de estratificación, basado en la propiedad de la tierra, dentro delcual están integradas.

En efecto, la característica común a todos los casos considerados es que setrata de explotaciones campesinas de carácter familiar, basadas en la propiedaddirecta de la tierra o en aparcerías (a veces, complementada con tierra arrendada)y en la fuerza de trabajo que proporciona la propia unidad doméstica, indepen-dientemente de que, en algunos casos o circunstancias (determinados trabajos decarácter estacional o avatares demográficos tales como exceso o defecto de na-cimiento, enfermedades, defunciones prematuras, etc.), esta fuerza de trabajo do-méstica pueda complementarse con otra de procedencia externa, o que parte de lafuerza de trabajo familiar pueda emplearse fuera. Cuando éstas han sido las ca-racterísticas de las explotaciones campesinas, y cuando las alternativas econó-micas ajenas a la agricultura, pero complementables con la misma, han sido es-casas, el matrimonio de más de dos hijos implicaría, si la herencia es divisa, unaatomización de la propiedad, así como una pérdida de estatus. En el caso de unaherencia impartible, el matrimonio de los segundones supondría una pérdidade liquidez (para poder hacer efectivo el pago de las dotes y/o legítimas) que po-dría poner en peligro, asimismo, el patrimonio familiar y su lugar dentro de la je-rarquía social12, a causa del endeudamiento muchas veces necesario para conse-guir el numerario para hacer efectivo dicho pago. En definitiva, en lascircunstancias expuestas, unas altas tasas de nupcialidad hubieran puesto en pe-ligro la reproducción de la integridad de las explotaciones domésticas, mientrasque unas altas tasas de celibato y/o emigración habrían contribuido a la repro-ducción de las mismas.

Es cierto, sin embargo, que una u otra forma de herencia puede haber in-fluido más o menos directamente sobre los factores demográficos (tasas denupcialidad y tasas de natalidad) y dar lugar a unas u otras estrategias preferen-tes en la reproducción de los grupos domésticos. Como señala Iszaevich (1975:297-298), la herencia impartible tiene una influencia directa importante en laemigración y en la demografía, mientras que la influencia del sistema de heren-

12 El matrimonio de un heredero, en cambio, en la medida en que supone la entrada en la casa de unasuma de dinero —la dote de su esposa—, puede representar una ganancia de liquidez, al menos mo-mentánea. En efecto, como señala Terradas (1984: 320-321) la dote puede ser considerada, a la vez,como una herencia y como un crédito. Es una providencia sucesoria y, también, una aportación con-tractual. Puede considerarse como un crédito para la casa del marido y, como tal, pesa sobre la casadel marido la amenaza de tener que devolverlo, además con un incremento sobre la cuantía del mis-mo —el escreix— en caso de disolución del matrimonio antes de que éste hubiera tenido hijos. Deahí que, en Cataluña y otros lugares, se dieran matrimonios entre el viudo y una hermana de la es-posa, fallecida (en este caso sin necesidad de que la nueva esposa tuviera que aportar dote alguna)o de la viuda con un hermano menor del esposo fallecido, con tal de retener la dote en la casa recep-tora. En definitiva, como señala Bourdieu (1962: 42), el derecho de devolución que pende sobre ladote constituía una amenaza sobre las familias que la habían recibido, sobre todo si ésta era muyalta, de tal manera que dicho derecho constituía una razón importante para evitar los matrimoniosmuy desiguales.

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cia igualitaria es más indirecta. En este último caso, aspectos propios de la or-ganización social tales como la endogamia* local y la endogamia de clase tie-nen una gran importancia desde el punto de vista demográfico, así como algunosaspectos culturales tales como determinadas concepciones relativas al noviazgo,a la virginidad y a la sexualidad en general, al honor, a la vergüenza, al fami-lismo, etc.

En efecto, como ya hemos podido observar, una alta valoración de la virgi-nidad, junto con la marginación (es decir, el celibato definitivo forzado) de lasmujeres «deshonradas», permite controlar la edad de matrimonio de la mujerhasta que se dispone de una dote «adecuada» para su matrimonio. De hecho,pues, y en relación con el conjunto de las prácticas que suponen las estrategias dereproducción doméstica, la valoración de la virginidad y el sistema de dote quevaloriza la posición de la mujer dentro del matrimonio y de la sociedad, consti-tuyen un importante mecanismo de control demográfico; de la misma maneraque, en la región pirenaica, lo puede constituir la herencia indivisa. Asimismo,sentimientos de honor y vergüenza parecen actuar como mecanismo de controlsocial en ausencia de un control estatal fuerte. Parecido efecto podríamos pos-tular de la práctica que hemos denominado neolocalidad diferida; pues, segúnArguedas (1968: 289), ningún padre acaudalado, ni sus hijos recién casadospermitirían ni aceptarían constituirse en familia independiente hasta haber con-seguido acumular un capital que hiciera posible presentarse en la comunidadcomo una familia de estatus equivalente al de sus padres. En definitiva, unos yotros constituyen diferentes mecanismos que permiten articular respuestas a laamenaza presente en todas las situaciones reseñadas —las limitaciones en el ta-maño de la propiedad y/o explotación y las amenazas a su integridad—; sean es-tas respuestas la emigración de parte de los hijos, el retraso de la edad del ma-trimonio de unos o la soltería definitiva para otros. Por esa misma razón, cuandohan existido alternativas económicas dentro de las propias localidades o dentro dela propia región (actividades complementarias con la agricultura, como, porejemplo, diferentes formas de manufactura a domicilio o industrias emplazadasen las zonas rurales, etc.), no sólo disminuyen las tasas de celibato donde dichastasas eran altas, sino que, incluso, pueden modificarse las prácticas de la heren-cia, pasando por ejemplo de una herencia impartible a una herencia divisa o vi-ceversa también.

Como vemos, una misma finalidad —la de intentar evitar una fragmentaciónde los patrimonios domésticos— puede conseguirse mediante procedimientosmuy diversos. Estos procedimientos, por supuesto, incluyen los sistemas de he-rencia, en tanto que, formalmente al menos, una herencia igualitaria puede esti-mular el matrimonio de todos los hijos y una herencia indivisible puede disuadiro dificultar el matrimonio de los no-herederos; pero, el matrimonio también pue-de ser disuadido o evitado mediante manipulaciones del propio sistema de he-rencia —lo dicho en relación al sistema de dote en Andalucía, sirve de ejemplo—o mediante la proscripción de determinados comportamientos sexuales o me-diante consideraciones diversas relativas, por ejemplo, a creencias sobre la salud

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44 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL

y la enfermedad y la transmisión de la misma13, a sentimientos de amor filial ofraternal que llevan a una hija o a una hermana a permanecer soltera junto a suspadres ancianos o junto a su hermano solterón (Devillard, 1985; Martínez Veiga,1985), o mediante el estímulo de la religiosidad y de las vocaciones religiosas14, etc.

Podríamos añadir que, si de lo que se trata es de evitar una fragmentación delas explotaciones domésticas que pusiera en peligro las condiciones de su repro-ducción, y ello se consigue disminuyendo la natalidad, y ésta a su vez puede con-seguirse disminuyendo la nupcialidad, no importa que los solteros lo sean porqueno tienen acceso a la herencia o porque se trate de «novias abandonadas» o por-que se considere que se trata de hombres o mujeres que «quizás» sean portadoresde una enfermedad hereditaria; lo realmente importante es que, mediante unos yotros mecanismos, un determinado número de personas quedan excluidas delmatrimonio y, consecuentemente, del acceso a los bienes de producción campe-sina, evitando así la fragmentación de dichos bienes. En definitiva, lo funda-mental para las explotaciones domésticas campesinas, como señala Comas (1987) es

controlar quién se casa y quién no, quién puede permanecer en la comunidad y

quién debe emigrar. Estos aspectos constituyen los medios para limitar la población

tanto desde un punto de vista demográfico como desde el punto de vista del acceso in-

dividual a los recursos. El modo como son institucionalizados estos aspectos depen-

de del proceso histórico, el cual determina la específica articulación que se produce

entre individuos, unidades domésticas y las comunidades locales en cada sociedad.

Y estos procesos históricos nos refieren a una combinación de factores eco-lógicos, políticos, económicos, tecnológicos, demográficos, jurídicos e ideológi-cos. Así, después de haber insistido en que lo importante es regular el acceso a losmedios de producción y a los recursos, ¿por qué en unos lugares se regula me-diante unos mecanismos —la familia troncal y la herencia indivisa, por ejemplo—y en otros mediante otros distintos —la familia nuclear y la dote directa a la mu-jer, por ejemplo—?

13 Brandes (1976: 214-215) nos ofrece algunas consideraciones y ejemplos al respecto: «existen no-ciones compartidas de enfermedad y de herencia de la enfermedad, que pueden influenciar un matri-monio potencial (...) Los campesinos castellanos son, en general, muy sensibles a las repercusioneseconómicas de la enfermedad y esta elevada conciencia los conduce a considerar el matrimonio enrelación con la salud potencial de un esposo y de los hijos. Particularmente, los aldeanos están dis-puestos a evitar el matrimonio con cualquiera que pueda manifestar o transmitir biológicamente undefecto físico o mental (...) Nadie quiere tampoco asumir el riesgo de tener un hijo que, aunque sanoen su juventud, pueda enfermar cuando sea adulto (...) Por esa razón, los aldeanos evitan cuidadosa-mente casarse con cualquiera que pudiera haber heredado una enfermedad o quien pudiera dar a luzun individuo no completamente sano». Por su parte J. W. Fernández y R. L. Fernández (1988: 135-136) señalan que la distribución de los solteros en los diferentes grupos domésticos de Escobinos(Asturias) permiten comprender la relación entre la enfermedad y la formación de nuevos grupos do-mésticos.14 En efecto, tal como señala Aznar, en España la clase de los agricultores ha proporcionado más vo-caciones religiosas que todas las demás clases juntas (en Iszaevich, 1975: 302).

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LOS GRUPOS DOMÉSTICOS: ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN 45

El conocimiento de los procesos históricos puede ofrecer respuestas al res-pecto. Como han señalado Berkner y Mendels (1978: 212), en general, las áreasde herencia indivisa en la Europa occidental se corresponden con aquellas que secaracterizaron por un fuerte control señorial sobre la tenencia de la tierra y el es-tablecimiento de derechos de asentamiento. Asimismo, de acuerdo con Goldsch-midt y Kunkel (1971: 1067-1068), las diferentes prácticas de los terratenientesen sus contratos con los campesinos para el acceso de éstos a la tierra explica-rían la existencia de la familia extendida y la herencia indivisa en unas regionesy de la familia nuclear y la igualitaria en otras. En efecto, Silverman (enGoldschmidt y Kunkel, 1971) señala una serie de características ecológicas y es-tructurales de la relación entre los campesinos y los señores o grandes terrate-nientes que habrían favorecido uno y otro tipo de familia, así como uno u otrotipo de herencia. En el caso de la familia extensa y la herencia indivisa habríansido los siguientes: 1) un contrato de tenencia de la tierra entre el campesino y elterrateniente mediante el que se designa formalmente que el «cabeza» de la fa-milia campesina es responsable del trabajo de todos sus miembros; 2) el contratoestablece una duración a largo plazo entre el cultivador y la tierra, que puede du-rar varias generaciones; y 3) una familia extensa tiene acceso a mayores super-ficies de tierra, pudiendo incluir dichas familias hasta 20 y 30 miembros. Ahorabien, como señalan Kertzer y Bretell (1987: 93-94) no sólo la aparcería expli-caría la presencia de grupos domésticos que responden a la familia extensa, sinotambién una multiplicidad de economías familiares tales como, por ejemplo, lacomplementariedad de la agricultura y el tejido a domicilio y cualquier otra for-ma de protoindustrialización, muy extendida por cierto en los ámbitos rurales enel siglo XIX.

En el caso de la familia nuclear y herencia dividida se habrían dado los si-guientes factores: 1) tierra y trabajo eran contratados sobre una base individual; 2) los contratos de tenencia de la tierra serían de corta duración, raramente másallá de la duración de un único ciclo de rotación de los cultivos; 3) la tierra sólohabría sido accesible a los campesinos en parcelas pequeñas y en cantidades pe-queñas. En cualquier caso, parece ser que el sistema de herencia afecta menos alas expectativas de sucesión cuanto mayor sea la posibilidad de acceder a la tierramediante el recurso a los arriendos y menor sea la duración de los mismos (Berk-ner y Mendels, 1978: 215).

Éstas parece que habrían sido las diferentes estrategias de los terratenientes.Pero ¿por qué unas u otras? Ello puede referir a las distintas características de latierra, la mayor o menor abundancia de mano de obra campesina, la mayor o me-nor autonomía de los terratenientes frente a un poder central y a las alianzas entrelos diferentes sectores socioeconómicos existentes, entre otros factores posibles.Las diferentes fases del proceso de la «Reconquista», por ejemplo, podría explicaralgunas de estas diferentes estrategias.

En definitiva, las estructuras que adoptan los grupos domésticos campesinos—y no campesinos— están directa o indirectamente condicionadas por las fuer-zas dominantes del exterior (políticas, económicas, tecnológicas, jurídicas).

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46 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL

Contemporáneamente siguen apareciendo ejemplos de cómo una determinadapolítica gubernamental, de carácter jurídico y económico, o de una determinada«política social de la vivienda»), influye sobre las decisiones de los grupos do-mésticos, sus estrategias y las estructuras que adoptan. Así, por ejemplo, y paralos años más recientes, la promulgación en 1982 de la «Ley de la explotación fa-miliar agraria y de los agricultores jóvenes» ha de provocar una cierta nucleari-zación de la familia campesina en la medida en que intenta promover la implan-tación de la familia conyugal (el matrimonio y sus hijos solteros) en laagricultura, mediante, por ejemplo ayudas a la instalación de jóvenes agriculto-res (Contreras, 1989a).

En conclusión, las tasas de nupcialidad no parecen ser el resultado de un de-terminado ideal de estructura familiar ni de un ideal sistema de herencia, sino unode los elementos que configuran una estrategia orientada a la reproducción de lasexplotaciones campesinas dentro de un determinado orden económico y jerarquíasocial. En esta medida, las tasas de nupcialidad, así como los diferentes tipos deestructura familiar, presentan cifras variantes en función de las característicasparticulares de las empresas familiares y de las alternativas económicas comple-mentarias con la agricultura de las que disponen los miembros componentes delos grupos domésticos.

TRANSFORMACIONES SOCIOECONÓMICAS Y CAMBIOS EN LAS ESTRUCTURAS Y EN LAS ESTRATEGIAS DE LOS GRUPOS DOMÉSTICOS

Como acabamos de ver, los sistemas de herencia, así como las estrategiasmatrimoniales y las estructuras familiares a lo que todo ello da lugar son pro-cesos flexibles que no necesariamente siguen la norma sancionada por la cos-tumbre local o por el sistema jurídico. Así, por ejemplo, la dicotomía entre he-rencia indivisible y divisible no se da, en la práctica, de una forma tan rígidacomo las «normas» o los modelos existentes permitirían suponer. En cualquiercaso, herencia indivisa y herencia igualitaria constituyen dos tipos ideales que,muchas veces, se dan mezclados en la realidad y se caracterizan por una mayorflexibilidad de lo que en un principio parecerían indicar los respectivos modelos.En el mundo real, en lugar de unas normas claras de herencia, hemos encon-trado flexibles adaptaciones de las estrategias familiares en las que el juego ocombinación de un gran número de factores, internos y externos, deciden el mo-delo fáctico de transmisión de la propiedad. La ideología de la herencia nosiempre coincide con su práctica real, puesto que se dan toda una serie de fac-tores decisivos que intervienen en el momento de la transmisión del patrimoniofamiliar.

En las zonas con la ideología de la herencia divisible, la división de la pro-piedad no se hace con la frecuencia y la intensidad con que dicha ideología o mo-delo permitirían esperar. De manera que el resultado en la distribución de la pro-

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LOS GRUPOS DOMÉSTICOS: ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN 47

piedad puede presentar diferencias más o menos importantes en relación al quecabría considerar de darse una mera aplicación de la norma. Así, en una zona deherencia divisible, para poder permitir la viabilidad de una explotación familiar, seimpide, de alguna manera, el continuo proceso de fragmentación de la tierra me-diante, por ejemplo, una transmisión preferencial hacia uno de los hijos, que obien tendrá una mayor parte de la herencia o bien, después de efectuadas las di-visiones, uno de los hijos compra o arrienda a bajo precio las partes que han co-rrespondido a sus hermanos, siempre y cuando, claro está, éstos tengan otrasopciones diferentes a la del trabajo de la tierra. Puede darse el caso también deque no todos los hijos tengan de sus padres las mismas facilidades para casarse y,mediante la permanencia en el celibato de algunos de ellos, se disminuye el gra-do de fragmentación del patrimonio que tendría lugar si todos los hijos se casaran.Así, por ejemplo, el fraccionamiento de la tierra o de la propiedad, en Castilla oAndalucía, no es tan pronunciado como lo haría suponer su sistema de herenciadivisa e igualitaria, pues, como decimos, el celibato, el matrimonio tardío y losmatrimonios calculados palían sus efectos. Otro ejemplo, los habitantes de Esco-binos (Asturias) tenían que intentar simultanear la observación de una estricta re-gla de herencia partible con la exigencia de que los lotes de herencia resultantesfueran, además de equitativos, unidades de explotación viables. Ello exigía, has-ta mediados de este siglo, que cada nuevo grupo doméstico pudiera acceder a unaserie de recursos diferenciados tales como casa, establo, tierras de cultivo, pastosy pajares. No siempre resultaba fácil satisfacer esta doble exigencia. Como con-secuencia, algunos hijos podían alojarse temporal o definitivamente en casa de susabuelos; un joven matrimonio con medios insuficientes para constituir su propiogrupo doméstico continuaba alojándose y trabajando cada uno en la casa de suspadres respectivos; o un tío ya de edad podía ser enviado a dormir a una habita-ción en un establo, más o menos alejado de la casa para la cual trabajaba, en laque tomaba sus comidas y con cuyo nombre era identificado (Fernández y Fer-nández, 1988: 128-129).

En una zona de herencia indivisa se producen toda una serie de circunstanciaseconómicas, culturales y demográficas que impiden que los casos de primogeni-tura masculina con residencia postmatrimonial virilocal sean una mayoría (Ba-rrera, 1986; Bestard, 1986; Comas, 1980; Douglass, 1973). La falta de descen-dencia masculina, la inadecuación del primogénito para regir el patrimoniofamiliar o bien que éste prefiere otras opciones económicas alternativas pueden seralgunas de las razones.

La transmisión de la propiedad a través de las generaciones es el mediopor el que se lleva a cabo la reproducción del sistema social y constituye tam-bién el modo como se estructuran las relaciones interpersonales familiares en losdiferentes momentos o fases de los cursos de evolución de los grupos domésti-cos. Dado que la herencia tiene lugar entre los parientes próximos, tanto el sis-tema de actitudes recíprocas como los diferentes derechos y la distribución delpoder dentro del grupo doméstico se ven afectados por el proceso de transmisióndel patrimonio familiar, de manera que los modos y momentos como se hace

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48 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL

efectiva la herencia pueden dar lugar a un determinado tipo de estructura y ta-maño del grupo doméstico. Esta correlación, sin embargo, no es exclusiva ni me-cánica. En efecto, la práctica de la herencia se relaciona a su vez con una seriede factores económicos, sociales, demográficos y culturales que contribuyen aperfilar los rasgos más sobresalientes de una comunidad: distribución de lapropiedad de la tierra y sistema de tenencia, demandas de fuerza de trabajo, dis-ponibilidad de casas, índice de emigración y características de la misma (tem-poral, definitiva...), edad media del matrimonio y tasa de nupcialidad15, tamañode la familia, tipo de grupo doméstico, esperanza de vida y expectativa de laedad en la que se producirá el relevo generacional, valoración de la soltería, va-loración del efecto y del cuidado recibido o dado, consideraciones sobre laconveniencia o no de que un hombre o una mujer vivan solas, etc. Todos estosfactores, a su vez, pueden repercutir entre sí, recíprocamente, multiplicandolas consecuencias. Por ejemplo, el alargamiento de la vida media de los indi-viduos que ha tenido lugar de forma muy acusada a lo largo de este siglo16 re-percute en otras muchas cuestiones propias de la organización familiar y de sureproducción. Así, al aumentar la esperanza de vida se aumentan las posibili-dades de coexistencia de dos o más generaciones dentro del mismo grupo do-méstico y, asimismo, aumenta la edad a la que el heredero o los herederos, segúnlos casos, pueden suceder a su padre o pueden independizarse del mismo. Enefecto, como señala Del Campo (1989, 5), en 1900, al contraer matrimonio el úl-timo de los hijos, lo más probable era que el padre o la madre ya hubieran fa-llecido. Hoy en día, en cambio, al padre le quedarían todavía 22 años de vida ya la madre 27,5. Por otra parte, las tasas de fecundidad también se han modifi-cado profundamente. Según Del Campo, en el año 1900, la mujer española de-dicaba casi 13 años a tener los 4,7 hijos que de media tenían las mujeres espa-ñolas, acabando su período de fertilidad a los 38,5 años, una edad, por otraparte, ya muy tardía para incorporarse o reintegrarse al mercado laboral. En1985, la mujer española se casa a los 23,8, tiene 1,7 hijos de promedio y cierrasu fecundidad real a los 28,4, de modo que, tras enviar a su hijo más pequeño a

15 A lo largo de los últimos cien años, las edades medias mínima y máxima del matrimonio han sido,respectivamente, para los hombres, de 26,79 (año de 1975) y de 29,37 (año de 1940); y, para las mu-jeres, de 23,17 (año de 1975) y de 26,65 (año de 1940) (cf. Cachinero Sánchez, 1982: 87). Estas cifrasarrojarían resultados muy diferentes si se consideraran, por ejemplo, las edades de acceso al matri-monio del primero de los hijos y de los hijos restantes o si se desagregaran los datos de acuerdo con eltipo de ocupaciones, el tamaño de las propiedades, las alternativas económicas existentes, etc.Por otra parte, y en relación a la tasa de nupcialidad, se produce un descenso de la misma desde 1970como consecuencia de la crisis de empleo juvenil. Sin embargo, según Iglesias de Ussel (1989: 4), sibien disminuye el número de matrimonios en relación al total de la población, quienes se casan lohacen cada vez más jóvenes, tanto los hombres como las mujeres.16 Según el Servicio de Estudios de la Fundación Joaquín Costa (1989) la vida media de la poblaciónespañola en 1955 era de 56,8 años; mientras que en 1983 había ascendido a 71,14. Asimismo, se pre-vía para 1990 una vida media de 73,39 y de 76,2 para el año 2000. Ello supone un aumento de lavida media de la población española de casi 40 años, en un período de 45 años.

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LOS GRUPOS DOMÉSTICOS: ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN 49

la escuela maternal puede entrar todavía en el mercado laboral. Así pues, los cur-sos de vida familiar* se han alterado muy profundamente como consecuencia deestas dos circunstancias demográficas: alargamiento de la esperanza de vida ydisminución de la natalidad. Es cierto, también que, a su vez, la disminución dela natalidad tiene que ver con otros factores sociales, económicos, ideológicos ytecnológicos. En efecto, la introducción de la mujer en el mercado de trabajo yel nuevo rol económico de la mujer ha provocado importantes cambios en la ins-titución familiar (Conde, 1982).

En definitiva, la práctica de la herencia no puede ser considerada como unsimple reflejo de la ideología de la herencia; ni la estructura adoptada por los gru-pos domésticos, un reflejo de los modelos al respecto; sino, simplemente, comoideales culturales operativos (Fernández y Fernández, 1988) o, también, comoseñala Bestard (1981), como la red cognitiva dentro de la cual operan los procesosde transmisión del patrimonio familiar, que están condicionados, en última ins-tancia, por elementos sociales, económicos y demográficos, como acabamos dever. Y, en este sentido, en la medida en que esos factores sociales, económicos, de-mográficos y culturales son cambiantes, es consecuente pensar, entonces, que lasestructuras familiares, así como las estrategias que los grupos domésticos encuanto tales o sus propios componentes individualmente considerados, puedan oestén interesados en desarrollar serán cambiantes también. Veamos con un pocode detalle un ejemplo al respecto.

Comas (1988) ha analizado la composición de los grupos domésticos de la po-blación de Vila-Rodona, entre 1889 y 1901. La composición de los grupos do-mésticos era la siguiente:

Un cuadro más pormenorizado, para el año de 1889, desagregando las cifrassegún los diferentes grupos sociales en función de la propiedad de la tierra, ofre-ce los siguientes resultados:

Tipo

1. Solitarios ............................................2. Sin núcleo conyugal ...........................3. Familia nuclear ...................................4. Familia nuclear más otros parientes

solteros ...............................................5. Familia troncal....................................6. Otros ...................................................

TOTAL .........................

TAMAÑO MEDIO ...............

Número de grupos

1889 1901 1889 1901

136

300

25115

8

467

4,7

254

341

1283

4

469

4,1

2,81,3

64,2

5,324,6

1,7

5,30,9

72,7

2,517,7

0,9

Porcentaje

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50 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL

Como se desprende de este cuadro, la división social, las diferencias en cuantoal tamaño de la propiedad y en cuanto a la forma de acceso a los medios de pro-ducción, constituye una variable muy significativa para explicar la composición delos grupos domésticos. En líneas generales, puede decirse que la familia troncal(que podría asimilarse a los tipos 4 y 5) está asociada con los campesinos propie-tarios y con aquellos otros sectores en los que la producción de bienes o serviciostiene una naturaleza doméstica. Dentro de este grupo, todavía se constatan mayo-res porcentajes en aquellos sectores (campesinos, artesanos y pequeños comer-ciantes) en los que el grupo doméstico es, al mismo tiempo, una unidad de trabajoy en los que los medios de producción pueden ser transmitidos de una generacióna otra. En el caso de los propietarios mayores, la familia constituye un grupo depropiedad, pero no un grupo de trabajo; de ahí que la organización familiar puedaser más flexible. Entre los agricultores de subsistencia y entre los jornaleros sin tie-rra los porcentajes de familia troncal son mucho menores que en los demás grupos.Ello es así, señala Comas, porque en el caso de los trabajadores, producción y re-producción están separadas; por eso, sus estrategias laborales son completamentediferentes de campesinos y artesanos y por eso, también, la casa (asociada como vi-mos a la familia troncal) es para ellos una institución irrelevante.

En definitiva, la composición de los grupos domésticos de los diferentes gru-pos sociales citados

está condicionada por factores que afectan a la organización familiar dentro de los

cuales las variaciones son impuestas por condiciones socioeconómicas y por el

desarrollo del ciclo familiar. Las formas complejas de grupos domésticos se en-

cuentran, sobre todo, en los sectores sociales en los que el grupo doméstico funciona

como grupo de trabajo. Bienes, conocimiento, posibilidades son transmitidas a los

descendientes a través de la presencia de series enlazadas de unidades conyugales a

lo largo de varias generaciones en el mismo grupo doméstico. En el caso de los tra-

bajadores, la formación de los grupos domésticos depende de la flexibilidad y ca-

pacidad de absorción del mercado de fuerza de trabajo. Las formas simples de

grupos domésticos responden, predominantemente a la movilidad a la cual este

sector de población está sujeto, aunque exista una cierta incidencia entre los traba-

TipoSin Tierra

N % N % N % N %

0,5-6 ha 6-30 ha � 30 ha

123456

TOTAL

51

963

153

123

4,10,8

78,12,4

12,22,4

50

13712493

206

2,4—

66,55,8

23,81,5

14

538

402

107

0,92,8

49,57,5

37,41,9

20

142

110

29

6,9—

48,36,9

37,9—

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LOS GRUPOS DOMÉSTICOS: ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN 51

jadores de los tipos de familia compleja y múltiple. Estos últimos arreglos responden

más a las dificultades económicas para establecer grupos domésticos independien-

tes y a necesidades de afecto y de cuidado a los ancianos que a un ethos de familia

troncal per se» (Comas, 1988: 160).

Por lo que refiere al período de tiempo comprendido entre 1889 y 1901, se ob-serva un número prácticamente idéntico de grupos domésticos y, a pesar de la bre-vedad del período, se observan también cambios bastante significativos en cuan-to al porcentaje de cada uno de los tipos, así como una disminución muyimportante en cuanto al tamaño medio de los mismos. De cualquier manera, Co-mas previene contra las falsas conclusiones que pudieran desprenderse de unacomparación simplemente estática de los datos que ofrecen los censos de uno yotro año. Por ejemplo, en 1901 se observa una mayor incidencia de la familia nu-clear que en 1889, dando la impresión de que, si bien el número de unidades do-mésticas continúa, su composición cambia. Según Comas, ambas cuestiones sonfalsas. Si se reconstruye la evolución de los cursos familiares de cada unidad seobserva que 29 cambian de residencia; 137 no aparecen en el censo de 1901 y, encambio, aparecen 139 nuevos grupos domésticos. Hay que considerar, conse-cuentemente, diferentes tipos de movilidad entre las familias: cambios de resi-dencia, emigración de familias enteras y creación de nuevos grupos domésticos.Ello es consecuencia, fundamentalmente, de dos factores: 1) la presencia de unamplio grupo de trabajadores sin tierra; y 2) las consecuencias de la crisis eco-nómica producida por la filoxera que afectó, sobre todo, a las familias más pobres,forzándolas a utilizar una estrategia de movilidad. Así pues, el mayor porcenta-je de familias nucleares en 1901 se explica mejor en términos de esta movilidadde un sector de la población que haciendo referencia a una especie de cambio in-terno en la composición de los grupos domésticos. Así, la reconstrucción de losciclos familiares pone de manifiesto la dinámica interna de los grupos domésticos,así como la diversidad de estrategias concernientes a la sucesión y al empleo de lafuerza de trabajo que son propias de cada uno de los diferentes grupos sociales.

Algunas conclusiones pueden extraerse del análisis de Comas, en la direcciónde las consideraciones precedentes: a) en el caso de las familias jornaleras, el aná-lisis de los cursos familiares permite destacar la diversidad de estrategias labora-les, su evolución y su diferente organización familiar (en relación a las familias depropietarios), destacando, por ejemplo, el considerar las relaciones familiares máscomo medios para la asistencia personal que como medios para la transmisión debienes. Ello se corresponde, además, con una preferencia a vivir con las hijas másque con los hijos y a la práctica de la ultimogenitura; b) por lo que refiere al gru-po de aparceros o masovers, antes de la crisis de la filoxera, la estabilidad de lasaparecerías permitía que este grupo tuviera una estructura familiar similar a la delos campesinos propietarios; sin embargo, con la crisis de la filoxera y la reduc-ción en la duración de los contratos de aparcería que le siguió, los masoversquedaron reducidos prácticamente al estatus de jornaleros. Ello contribuyó, a suvez, a cambios frecuentes en las familias que se hacían cargo de las masies.

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52 CAMBIOS FAMILIARES Y TRABAJO SOCIAL

En síntesis, el ejemplo de Vila-Rodona pone de manifiesto que, en Cataluña(comúnmente identificada con el dominio de la familia troncal y la herencia in-divisa), han existido diversos tipos de organización familiar y de estrategias he-reditarias. Esta diversidad, por su parte, está condicionada, según Comas (1988:159), por dos factores básicos: 1) las relaciones de producción y las particularescaracterísticas de las unidades sociales en relación a la producción de bienes y ser-vicios; y 2) el hecho de que, para un mismo tipo de estructura familiar caben es-trategias de producción o simplemente laborales muy diversas.

* * *

A juzgar por el ejemplo y las consideraciones anteriores, cabe consideraruna gran diversidad de factores que inciden en las estrategias domésticas y que ex-plican las particulares formas adoptadas por los grupos domésticos. Y esos facto-res, como ya hemos dicho, experimentan cambios más o menos significativos conel transcurrir del tiempo. Para delimitar e intentar clasificar los cambios estruc-turales más importantes y cómo éstos han afectado a las relaciones internas de losgrupos domésticos y a sus formas particulares que adoptan en cuanto a tamaño ycomposición, consideraremos, de acuerdo con Shanin (1971), diferentes factoresdel alcance general:

1. La progresiva extensión de las relaciones de mercado, el advenimientode una economía monetaria y una nueva tecnología, transforman gradualmente laexplotación agrícola de carácter doméstico en una empresa de carácter capitalis-ta. El aumento del intercambio, la introducción de la planificación en la produc-ción de la explotación agrícola en términos generales de dinero y beneficio y laimportancia creciente de la formación de capital en la agricultura conducen a laintegración de las explotaciones agrícolas en la economía capitalista nacional y ala «individualización» de sus miembros. El crecimiento de las relaciones de mer-cado conduce, generalmente, a la proletarización de la agricultura y al creci-miento de las explotaciones agrícolas o ganaderas.

2. El progresivo incremento de la división social del trabajo, interrelacionado asu vez con la extensión de la economía de mercado, conduce a un rápido desarro-llo de la especialización profesional y de la salarización; y, consecuentemente, de lainterdependencia entre los diferentes sectores sociales y económicos. Cada vez enmayor proporción, las tareas son llevadas a cabo por organismos especializados quetienen, también, la responsabilidad del aprendizaje profesional. Por otra parte, lasfunciones del campesino son cada vez más especializadas. En este sentido, elcampesinado, como una clase social específica, así como un modo de vida, evolu-ciona hacia la agricultura entendida como una ocupación o una profesión.

3. El proceso de «desintegración» de las culturas campesinas o carácter máso menos específico y de alcance más o menos local bajo el impacto, además delos factores señalados en los dos apartados anteriores, de la comunicación de ma-sas, de la televisión muy especialmente, de la generalización del sistema de es-colarización y de su carácter estatal, del servicio militar, de los movimientos mi-

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gratorios, del turismo, etc. Todos estos factores han tenido una enorme repercu-sión de cara a la difusión de nuevos comportamientos económicos y de nuevos pa-trones culturales. El aumento de los medios de comunicación y el aumento de lamovilidad geográfica facilitan y estabilizan gradualmente el continuum entre elcampo y la ciudad.

Como consecuencia de este proceso, los grupos domésticos se transformanpara pasar de ser una unidad de trabajo-producción-venta-consumo a una unidadde trabajo-salario-consumo (Mira, 1972). Ello significa variaciones en las fun-ciones económicas de cada uno de los miembros componentes del grupo do-méstico; pues, si bien en el caso de la familia campesina, la mujer sigue desem-peñando el mismo papel o, en cualquier caso, su papel experimenta pocasvariaciones, el papel de los hijos adultos varía considerablemente: los jóvenes yano trabajan asociados a la explotación paterna sino que entran a trabajar en las fá-bricas, en los talleres, en la construcción, en los servicios..., comenzando a recibirdirectamente su propio salario.

Los cambios en las funciones y en las actividades económicas de los jóvenesafectaron directamente a su situación dentro del grupo doméstico. La indepen-dencia de los jóvenes es algo que cada vez se daba más por supuesto, y sus rela-ciones con los padres se basaban cada vez menos en relaciones de subordinacióny de autoridad. Como consecuencia de todo ello, el padre o «cabeza de familia»pasa a ser sólo «padre» y ya no, al mismo tiempo, padre y patrón. Estos dos roles,«padre» y «patrón», unidos en la familia campesina «tradicional», se han ido se-parando progresivamente; ahora, el padre es sólo padre y el patrón, sólo patrón.Como señala Flaquer (1989: 8),

Las tendencias de cambio que se están perfilando en el horizonte familiar apuntan

hacia una desvinculación cada vez mayor entre el sistema productivo y el repro-

ductivo y hacia una disminución del papel del parentesco en la formación de las uni-

dades de convivencia. La implantación progresiva del modelo nuclear en España ha

traído consigo la privatización del espacio familiar, y ello en varios sentidos. En

primer lugar, la separación entre las esferas laboral y residencial es un hecho para la

gran mayoría de los miembros de los hogares españoles, conforme avanza la ex-

tensión de la salarización. Por otra parte, se ha producido un proceso de especiali-

zación de la familia, cuya función tiende a reducirse a la crianza y a la socializaciónde los hijos menores.

En buena medida, a causa del salario, entre los trabajadores industriales (An-derson, 1988: 96-97), la conducta familiar puede contemplarse más como un re-sultado de los conceptos de individuo y de familia característicos del capitalismooccidental. Por ejemplo, la práctica capitalista de pagar un salario a un individuoy definir este salario como propiedad del individuo y no como una remuneraciónpercibida en nombre de la familia se reflejó en una actitud más egocéntrica haciael salario. Asimismo, puede considerarse que el salario individual favoreció la re-ducción del trabajo doméstico a un estatus en el cual, al no ser retribuido, no era

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«realmente» trabajo. Asimismo, se impone la imagen de la familia de «clasemedia», con la prolongación de la educación obligatoria y la legislación sobre eltrabajo infantil en los últimos años del siglo XIX y en el siglo xx. El resultado detodo ello fue que la posibilidad de los niños de contribuir a la economía familiarse hizo cada vez más escasa, desapareciendo los cimientos de interdependenciaentre generaciones.

En cualquier caso, intentando una generalización, podría decirse que el pro-ceso de industrialización/salarización ha supuesto una pérdida progresiva de fun-ciones que habían sido propias de los grupos domésticos. La nueva situación su-pone una repercusión inmediata en cuanto a las estrategias matrimoniales. Enefecto, la salarización refuerza la independencia individual, antes y después delmatrimonio. Antes, por la progresiva importancia, como factor determinante en laelección del cónyuge, de las cualidades y situación individuales en detrimento dela situación económico-familiar, con la consiguiente ampliación de la libertad deelección y la pérdida de fuerza de las influencias paternas o familiares. Después,porque la independencia económica de la nueva familia está asegurada por el o lossalarios individuales, desapareciendo la necesidad de depender básicamente de lasdecisiones paternas sobre la distribución del patrimonio familiar. Han perdidofuerza, por consiguiente, los recursos para impedir un matrimonio mediante, porejemplo, la amenaza de eventuales sanciones económicas o de un desfavorable re-parto de la herencia. Por otra parte, esta mayor libertad de elección de la pareja havenido acompañada (Iglesias de Ussel, 1989:4) de dos relevantes cambios:

Por una parte, el círculo de elegibles se ha ampliado en principio hasta el infinito.

Desaparecen barreras formales aunque otras más sutiles e igualmente eficaces con-

sigan que la selección de la pareja se mantenga como norma dentro de grupos ho-

mogéneos o poco distanciados entre sí. El ámbito de elegibles se ha ampliado,

pero simultáneamente es mucho más rigurosa la selección individual motivada por

inclinaciones puramente personales; se pasa de matrimonios (o parejas) de conve-

niencia o razón a otros basados en el amor y atracción interpersonal. Justo lo inverso

a lo que ocurría en el pasado: el círculo de elegibles era reducido, pero, dentro de él,

la determinación de la persona era prácticamente indiferente (...) Hoy, sin embargo,

la selección de pareja y el matrimonio constituye una opción. Condicionada sin duda

por circunstancias económicas y de empleo. Las oportunidades en el mercado ma-

trimonial no son las mismas para todos los segmentos de la población, pero ningún

sector queda formalmente excluido del establecimiento de relaciones de pareja, y la

percepción social del soltero o soltera ha eliminado la carga peyorativa del pasado.

Además, la afectividad es percibida (Flaquer, 1989) hoy como uno de los in-tereses vitales más importantes a la hora de decidir la unión de dos individuos; y,junto a esta satisfacción afectiva o, incluso, frente a ella, aparece la autorrealiza-ción personal como otro de los factores más importantes que tiende a configurar lavida de los individuos y, consecuentemente, que conduce a la formación y/o di-solución de los grupos domésticos o unidades de residencia. La realización propia

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ha dejado de estar subordinada a los intereses económicos del grupo y a la crian-za de los hijos y ha pasado a ser una de las claves que dan sentido a las vidas delos individuos y que pueden explicar su curso.

En definitiva, en un contexto como éste, el patrimonio familiar, ha dejado deser el bien más deseado. De este modo, ha ido desapareciendo también la valora-ción siempre positiva que había tenido el estatus de heredero. Este estatus adscri-to ya no es el más valorado a la hora de orientar un matrimonio, sino las cualida-des genéricas de, por ejemplo, ser «buen chico» y «trabajador» (Mira, 1972:105).Asimismo, los conceptos de «buena familia» o de «casa fuerte» han perdido, en laactualidad, buena parte de las connotaciones jerárquicas o económicas que teníanantaño. En algunos pueblos castellanos, por ejemplo (Pérez Díaz, 1966), la regladel matrimonio preferencial entre iguales, cuya significación depende de que la di-ferenciación socio económica sea lo suficientemente acusada, perdió contenidocon la emigración. El proceso migratorio devalúa la clase de los pequeños y me-dianos labradores y devalúa, asimismo, el «partido» que era originariamente pres-tigioso: el del matrimonio con «labrador» o con «hija de labrador». En Galicia, Li-són recogió algunos comentarios que ejemplifican —y explican— el hecho de quelos vecinos ya no quieren que sus hijas se casen con «herederos» y prefieran

que se poñan a travallar os dous nunha fábrica, e nada de casas ... hay que andar en-

voltos en estércol, usté ven vei cómo andamos... O labrador está tirado. E ve esté

esta vida e non vai metere una filla de seu ó sacrificio ¿eh? Usté tampoco non o fa-

ría ¿faríalo?... Ahora é o contrario de todo eso dantes... Preferimos esos rapaces

competentes, expertos, que están preparados, non sabe, que levan uno electricidad...

o outra cousa o... una paguiña do estado, non save, que están desempeñando un car-

go... (Lisón, 1971).

La migración ha minado las bases del sistema hereditario y de las estrategiasmatrimoniales. El sistema sucesorio comenzó a quebrarse en los núcleos de mayortradición. El parámetro de la moralidad comienza a ser el propio heredero o el hijo«mejorado», justipreciando comparativamente sus derechos y deberes, su opiniónsobre la ausencia de equidad entre él y sus hermanos, quienes, sin cargas fami-liares, viven mejor. La casa, en definitiva, ya no constituye una compensaciónsino, por el contrario, una carga; de tal manera que aumenta la tendencia a que lamejora desaparezca y a que los padres se queden, simplemente, con el hijo o hijaque mejor les cuide (Lisón, 1971: 190-193).

Así pues, en tierras gallegas, las leiras pierden su valor y la millora se difu-mina. Pero, también los baserria, en el caso del País Vasco, están habitados porancianos cuyos hijos se han marchado y que saben han de ser los últimos que tra-bajen en el caserío. Algunos caseríos se abandonan después de dedicarlos a nue-vas formas de explotación que requieren poca atención, la explotación forestal porejemplo, de cómoda renta. Otros son vendidos a mejor o peor precio para solaresy algunos convertidos en restaurantes más o menos «típicos» u hoteles (Cucó,1981; Etxezarreta, 1977).

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Los cambios en las estructuras familiares, sin embargo, no son patrimonio ex-clusivo de las familias campesinas, consideradas «tradicionales». También las fa-milias asentadas en las ciudades y en las zonas industriales o simplemente dedi-cadas a otras ocupaciones que no son ni la agricultura ni la ganadería estánexperimentando cambios importantes y como consecuencia de los mismos ma-crofactores. Más particularmente, sin embargo, cabe recordar como importantesfactores desencadenantes el trabajo asalariado de la mujer, fuera de su propio ho-gar (Conde, 1982) y la aparición de instituciones especializadas en la educaciónde los niños o en el cuidado temporal de los mismos, así como instituciones es-pecializadas en el cuidado de los enfermos y de los ancianos.

Este proceso de cambio ha sido tan fuerte que algunos autores han hablado decrisis de la familia. Lamo de Espinosa (1983), por ejemplo, ha señalado que, du-rante los últimos cien años, la familia ha ido perdiendo, gradualmente, muchas delas funciones que la nutrían de sentido de acuerdo con los patrones tradicionalesde la organización social. Cambios propios de la llamada «sociedad industrial»,tales como la separación entre el hogar o lugar de residencia y el lugar de traba-jo17; la pérdida de importancia del patrimonio familiar (cuanto menos para las cla-ses campesinas), consecuencia de la salarización cada vez más generalizada, di-recta o indirecta; la mayor intensidad de la movilidad social o, cuanto menos, delas mayores expectativas al respecto; el trasvase de funciones desde la familia«tradicional» a instituciones sociales especializadas (escuelas, guarderías, hospi-tales, residencias para la tercera edad, planes de jubilación, seguros diversos,etc.), así como la relativa dislocación de las redes familiares como consecuenciade la emigración... todo ello ha ido reduciendo el ámbito de las prestaciones y delas tareas que pertenecían al dominio familiar.

Así, por ejemplo, la pérdida de las funciones económicas llevó, sin duda, a lapérdida de otras funciones que alguna vez habían estado centradas en la familia.Cuando la casa era el principal lugar de trabajo, era de esperar que cualquier en-señanza necesaria para que el individuo desarrollara su trabajo se le diera en la fa-milia. Ahora, sin embargo, está más allá de la capacidad de la familia enseñar alniño a ser obrero o a darle la educación necesaria para convertirse en contable deuna empresa, etc. La educación y la instrucción, al igual que otras funciones, hansalido del dominio del hogar.

Asimismo, otro ejemplo, el ocio ha dejado de ser, en buena medida, familiarpara pasar a ser cada vez más un asunto individual y en manos de organizacionessecundarias especializadas, habida cuenta, además, de la importancia comercial

17 Esa separación entre el hogar y el lugar de trabajo no cabe considerala como el resultado de un pro-ceso evolutivo consustancial al desarrollo del capitalismo sino como el resultado de una estrategia em-presarial capitalista en unas condiciones concretas de expansión. Hoy día, por ejemplo, se constata ungran auge, de nuevo, de «trabajo a domicilio» o de pequeños talleres, cooperativos o no. Ello no cabeconsiderado como un «retroceso» del capitalismo, fruto de la «crisis económica», sino, otra vez, comoresultado de una estrategia empresarial maximizadora que intenta ahorrar los costos derivados de lasmejoras sociales conseguidas por las organizaciones trabajadoras a lo largo de los siglos XIX y xx.

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cada vez mayor que han adquirido y siguen adquiriendo las formas de ocio. Eltema del ocio no es secundario porque, cada vez más, las estructuras familiares yalgunos de los valores que tradicionalmente las han acompañado, por lo que refierea las expectativas sobre los contenidos que se espera tengan las relaciones entre pa-rientes, son contradictorias con los contenidos de algunas de las formas de ocio alas que de alguna manera incita la propia dinámica social contemporánea y que,progresivamente, se van imponiendo: el fenómeno del «fin de semana», las vaca-ciones más o menos hedonistas, viajes cada vez más largos y a lugares más exóti-cos y caros, etcétera, pueden resultar incompatibles con la compañía de los ancia-nos o de los demasiado pequeños. Esta contradicción, tan propia de la sociedadindustrial, «urbana» y «consumista», puede dar lugar a manifestaciones más o me-nos dramáticas, y desde luego muy significativas, como sin duda lo es el notable in-cremento de los ingresos de ancianos en las «urgencias» de las clínicas y hospita-les durante las vigilias de los «puentes» y de las «vacaciones»; así como el«depósito» de niños, por días y por semanas, en las llamadas «guarderías-parking».

Esta «disolución» progresiva de los lazos familiares adquiere una concre-ción estadística significativa:

El hecho más notable en todo el mundo occidental desarrollado es que está dismi-

nuyendo, y de manera acelerada, el número de unidades familiares. Comparando los

censos de población de 1970 y de 1980 en EE. UU., se llega a la constatación si-

guiente: de los 15,7 millones de nuevos hogares que se crearon durante esa década,

un 55,6 % no son familias, y sólo un 22 % lo constituyen familias «completas». Los

efectos de esta tendencia apuntan a una organización social basada en individuos an-

tes que en familias (Lamo, 1983).

Para el Estado español, la comparación de los censos de 1970 y de 1981, porlo que a tipos de hogares se refiere, nos ofrece los siguientes datos:

Lo que estos porcentajes nos ponen de manifiesto es, entre otras cuestiones(Flaquer, 1989), una cierta reducción de la diversidad de los diferentes sistemasfamiliares vigentes en el Estado español, hasta el punto de que permitirían supo-ner un horizonte muy parecido, en las diferentes regiones y/o pueblos, por lo quea las estructuras familiares se refiere. Esta homogeneización del sistema familiar

Tipo de hogar

1. Unipersonales ................................................2. Hogares sin núcleo conyugal.........................3. Hogares nucleares..........................................4. Hogares nucleares + otras personas...............5. Hogares múltiples..........................................

TAMAÑO MEDIO DEL HOGAR .......................

Porcentaje1970

17,513,569,515,516,5

3,9

10,53,5

71,512,513,5

3,5

Porcentaje1981

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se percibe sobre todo en las zonas urbanas, donde por otra parte, vive la mayoría dela población española. Es en las grandes ciudades, además, donde en términos rela-tivos se aprecia una mayor incidencia en el incremento de los solitarios y en la pér-dida del peso específico de las familias complejas. En las zonas rurales se perci-biría todavía una mayor continuidad de las pautas de residencia y de convivencia.

Ahora bien, a pesar de los cambios importantes habidos en las formas y en loscontenidos de las estructuras familiares en España, persisten todavía algunosrasgos de los modelos regionales que habrían existido con anterioridad. Incluso,las nuevas condiciones económicas y de vivienda harían posible, en algunos casos,satisfacer un ideal tradicional de familia múltiple18. En síntesis, los hogares de es-tructura compleja (hogares extendidos y múltiples) han tenido y siguen teniendouna mayor presencia en las regiones septentrionales, así como en determinadaszonas de Andalucía occidental y sur de Extremadura y en las provincias de Cór-doba, Sevilla, Huelva y Badajoz. La mayor proporción de hogares nucleares,por su parte, se encuentra en la mitad suroriental del país, bajo una línea que uni-ría Castellón con Cádiz (Flaquer, 1989; Soler i Serratosa, 1989).

El hecho de hablar de una «disolución» de lazos familiares, expresado, porejemplo, en el hecho del importante incremento del porcentaje de hogares uniper-sonales y de hogares sin núcleo familiar, no permite, sin embargo, hablar de «cri-sis de la institución familiar». No cabe esperar, en efecto, al menos por el mo-mento, y a pesar de las tendencias apuntadas por las actuales pautas del cambiosocio económico e ideológico, la completa disolución de las comunidades do-mésticas. Esta «disolución» sólo sería posible en el caso de que las funciones so-ciales y económicas que las comunidades domésticas siguen cumpliendo, comoconsecuencia del particular modo de redistribución de bienes y servicios que tienelugar en su interior, fueran tomadas a su cargo por parte de la sociedad que se haconstituido alrededor de la economía de mercado. Este paso, que algunos habríanpronosticado, sin embargo, se retrasa, pues, en la sociedad capitalista, la búsquedadel máximo beneficio lleva a los empleadores a dejar durante el máximo tiempoposible el mantenimiento de los «improductivos» (niños, ancianos, enfermos...) acargo de las comunidades domésticas (Meillassoux, 1977: 149). y quién sabe si, dedurar mucho tiempo la presente «crisis económica», así como el progresivo incre-

18 Incluso, paradójicamente, el mayor bienestar económico podría haber hecho posible satisfacer unideal «tradicional» que la precariedad económica hacía difícil sino imposible. Así, por ejemplo, enEscobinos (Asturias), entre 1934 y 1972, aumentaron los grupos domésticos compuestos por una solageneración, pero también los de tres. Ello pone de manifiesto la incidencia de dos factores contradic-torios: por una parte la independencia relativa que proporcionaba la Seguridad Social y, por otra, laoperatividad del ideal «todos bajo un solo techo». Ideal que resultaba casi imposible cuando debíagarantizarse explotaciones agrícolas viables mediante una herencia igualitaria. Hoy día, como con-secuencia de un mayor bienestar económico, fruto del desarrollo turístico en la zona, junto a las nue-vas edificaciones de pisos, existe la posibilidad de conjugar dos ideales culturales de los habitantes deEscobinos que antes resultaban incompatibles en la mayoría de los casos: el mantenimiento de la des-cendencia bajo un solo techo («todos colocadines bajo un techo») y la separación o independencia delas diferentes unidades conyugales (Fernández y Fernández, 1988).

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mento del déficit de la Seguridad Social (no sólo en España, sino también enotros países), no asistiremos a un nuevo potenciamiento de los lazos de parentescoo bien, aunque no se trata de alternativas incompatibles o excluyentes, a una ofen-siva para privatizar la Seguridad Social, como ha empezado a ocurrir con los planesde pensiones y de jubilaciones durante la década de los ochenta.

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