Historiografia textosyteoria

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Literatura La historiografía romana La historiografía, estudio y narración de los hechos del pasado, es probablemente el género literario más antiguo, pues desde siempre se han transmitido oralmente los recuerdos del pasado de la tribu y la genealogía de las familias. Esto dio lugar al nacimiento de la poesía épica- pues es mucho más fácil recordar esas narraciones en verso- pero también originó la historiografía. Esos relatos eran a menudo narraciones embellecidas, transmitidas y aceptadas sin el menor sentido crítico, pero llegó un momento en que se intentó separar lo legendario de lo auténtico y se trató de hacer historia “universal” más allá del ámbito local. Para realizar esta labor se tiene que recurrir a fuentes diversas. En aquella época las principales fuentes eran orales y escritas. Por eso los documentos que consignaban hechos históricos tenían una gran importancia y eran: Textos públicos: los archivos de los colegios sacerdotales y documentos oficiales. Textos privados: archivos familiares, “laudationes funebres” (discursos de alabanza a los difuntos). Historiadores principales Gayo Julio César (100 - 44 a. C.). Una de las personalidades más geniales de la historia de Roma. Representaba el ideal romano: intelectual, político y militar. Su mayor defecto fue la ambición: utilizó todas las artimañas propias de un político de su época para lograr sus propósitos. Formó con Pompeyo y Craso el primer triunvirato, y a partir de aquí su carrera hacia el poder fue imparable. Se le concedió el gobierno de la Galia y se convirtió en el más grande general de la historia de Roma, provocando los celos de Pompeyo. Se enfrentó con él en la sangrienta guerra civil y triunfó, erigiéndose en dictador con poderes absolutos. Fue asesinado por Bruto y Casio en el Senado y se inició así una nueva era de guerras civiles. Como historiador, su veracidad plantea problemas: sus verdades no están abiertamente falseadas, pero si disimuladas: presenta sus actos del modo más favorable para él, disimulando sus intenciones y atenuando sus fracasos. Por ello, a pesar de su valor histórico indiscutible, a veces hay que leer entre líneas. Omisión de relatos que puedan resultarles desfavorables. 1

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Literatura

La historiografía romana

La historiografía, estudio y narración de los hechos del pasado, es probablemente el género literario más antiguo, pues desde siempre se han transmitido oralmente los recuerdos del pasado de la tribu y la genealogía de las familias. Esto dio lugar al nacimiento de la poesía épica- pues es mucho más fácil recordar esas narraciones en verso- pero también originó la historiografía.

Esos relatos eran a menudo narraciones embellecidas, transmitidas y aceptadas sin el menor sentido crítico, pero llegó un momento en que se intentó separar lo legendario de lo auténtico y se trató de hacer historia “universal” más allá del ámbito local.

Para realizar esta labor se tiene que recurrir a fuentes diversas. En aquella época las principales fuentes eran orales y escritas. Por eso los documentos que consignaban hechos históricos tenían una gran importancia y eran:Textos públicos: los archivos de los colegios sacerdotales y documentos oficiales.Textos privados: archivos familiares, “laudationes funebres” (discursos de alabanza a los difuntos).

Historiadores principales

Gayo Julio César (100 - 44 a. C.).

Una de las personalidades más geniales de la historia de Roma. Representaba el ideal romano: intelectual, político y militar.

Su mayor defecto fue la ambición: utilizó todas las artimañas propias de un político de su época para lograr sus propósitos.

Formó con Pompeyo y Craso el primer triunvirato, y a partir de aquí su carrera hacia el poder fue imparable. Se le concedió el gobierno de la Galia y se convirtió en el más grande general de la historia de Roma, provocando los celos de Pompeyo. Se enfrentó con él en la sangrienta guerra civil y triunfó, erigiéndose en dictador con poderes absolutos.

Fue asesinado por Bruto y Casio en el Senado y se inició así una nueva era de guerras civiles. Como historiador, su veracidad plantea problemas: sus verdades no están abiertamente falseadas,

pero si disimuladas: presenta sus actos del modo más favorable para él, disimulando sus intenciones y atenuando sus fracasos. Por ello, a pesar de su valor histórico indiscutible, a veces hay que leer entre líneas.

Omisión de relatos que puedan resultarles desfavorables. Estilo: Reduce la realidad a lo único que es importante para él: la acción Es importante la descripción detallada y minuciosa que hace de la geografía, costumbres y

organización de los pueblos con quienes entra en contacto, que muchas veces han sido nuestras únicas fuentes.

Recurre a la tercera persona para hablar de sí mismo, nunca habla en primera persona, “yo”, y así produce un distanciamiento que hace olvidar que está hablando de sí mismo, creando una falsa ilusión de objetividad.

Explicación previa al relato de su propio punto de vista. Destaca la valoración del enemigo y la benevolencia con los vencidos. De sus obras, sólo han llegado hasta nosotros dos, ambas de carácter histórico y con propósitos

políticos. COMMENTARII DE BELLO GALLICO (LA GUERRA DE LAS GALIAS):

7 libros que narran su conquista de las Galias; un lugarteniente suyo, Hircio, completará la obra con un octavo libro.Con esta obra pretendía conseguir una prorrogación de sus poderes consulares y justificar unas campañas que nadie le había pedido que hiciera.Se titulan comentarios porque tuvo como fuente de información los diarios de operaciones militares de sus tropas. La exactitud de los datos ha sido confirmada en muchas ocasiones.

COMMENTARII DE BELLO CIVILI (LA GUERRA CIVIL):

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3 libros en los que cuenta la guerra civil entre César y Pompeyo.Aquí se observa más claramente que la obra es una apología personal: quiere justificar la usurpación del poder y la muerte de Pompeyo culpando al Senado y a la aristocracia de haber propiciado la guerra.

Cayo Salustio Crispo (87 – 35 a. C.)

Fue el primer gran historiador político latino. Creador de la Historia como género literario. Su vida pasa por varias etapas: una primera juventud, moralmente irreprochable en la que ya

apuntaba la afición a las cosas del pasado; una época de actividad política, en la que sólo logró desengaños... (y riquezas); y una especie de conversión y vuelta a sus primeras aficiones literarias, tras haber abandonado sus ambiciones políticas.

Su narración suele ser imparcial y contiene reflexiones morales en las que ataca el materialismo y los vicios de su tiempo. Ataca duramente a la sociedad de su época

Aunque fue protagonista de los hechos que narra, se caracteriza por la ausencia total de protagonismo en sus obras.

Para él la historia es producto del valor de unos pocos que poseen la "virtus"( una energía excepcional y el ejercicio de la misma), sin que haya intervención de los dioses. Éstos sólo son eficaces porque la creencia en ellos sirve de freno a la corrupción de las costumbres.

Lo más sobresaliente de su obra son: los discursos, que pone en boca de sus personajes, verdaderas piezas de oratoria, muy trabajados y con sentencias breves y brillantes ; su dominio para retratar la psicología individual o colectiva utilizado los retratos, los discursos y las cartas; y las descripciones pormenorizadas de los paisajes.

Su estilo es claro y seco. De sus obras sólo nos quedan dos completas y ambas de contenido histórico. LA CONJURACIÓN DE CATILINA.

En la que cuenta los acontecimientos que se desarrollaron en Roma durante la conjuración de Catilina hasta su muerte.Le importaba trazar una pintura de costumbres que respondiese a sus convicciones democráticas y que mostrase al desnudo a la nobleza en su íntima corrupción.Se muestra objetivo pero aún no posee mentalidad histórica, no expone las causas generales económicas y sociales que dieron lugar a la revolución. Trata de disimular la complicidad de César, utiliza una cronología errónea y su información plantea problemas de veracidad, sobre todo en lo que se refiere a la figura de Catilina y sus verdaderos motivos.

LA GUERRA DE JUGURTA.En la que se nos refiere la guerra que Roma sostuvo con Jugurta, rey de Numidia.Era, a los ojos de Salustio, como un hito que señalaba el comienzo de una nueva era y decisiva en la lucha de clases: en ella se eleva al consulado un hombre de la plebe, Mario, sufriendo así la aristocracia un duro golpe.La información es mas seria, se describen los acontecimientos sociales y hay una mayor imparcialidad.

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TEXTOS DE HISTORIOGRAFÍA

CAESAR

DE BELLO GALLICO

Libro I

I. La Galia y sus habitantes

Toda la Galia se encuentra dividida en tres partes: de ésas, una la habitan los belgas; otra, los aquitanos; la tercera, los que en su lengua se llaman celtas, y en la nuestra, galos. Todos estos pueblos se diferencian entre sí por su lenguaje, por sus costumbres, por sus leyes. El río Garona separa a los galos de los aquitanos; el Mame y el Sena, de los belgas. De todos éstos, los más bravos son los belgas, por aquello de que son los más alejados la civilización y refinamiento de la provincia romana y en muy raras ocasiones llegan hasta ellos comerciantes y les llevan aquellas cosas que enervan sus espíritus, y porque se hallan lindando con los germanos, que habitan al otro lado del Rin y con los cuales están en guerra continuamente. Y por esta razón, los helvecios también aventajan en valor a los demás galos, porque casi en continuos combates luchan con los germanos, ya cuando les impiden a éstos la entrada en sus territorios, ya cuando ellos mismos hacen la guerra dentro de sus territorios en una acción ofensiva. Una parte de esos territorios, que se ha dicho que ocupan los galos, comienza desde el río Ródano, es limitada por el río Garona, por el océano y la frontera de los belgas; toca también el río Rin por el lado de los secuanos y de los helvecios y está orientada hacia el Norte. La Bélgica da comienzo allí donde acaba la Galia, se extiende hasta el curso inferior del río Rin y está orientada hacia el Norte y hacia el Este. La Aquitania se extiende desde el río Garona a los montes Pirineos y a aquella parte del océano que está bañando España; está orientada al Nordeste.

Libro III

XXIII. Travesía y desembarco

Una vez que decidió todo esto, hallando un tiempo favorable para la navegación, casi a la tercera vigilia levó anclas y ordenó; que los jinetes ganaran el otro puerto, subieran a las naves y le siguieran. Habiéndose realizado por éstos esta maniobra con un poco de retraso, él, casi a la cuarta hora del día, alcanzó Britania con sus primeras naves y allí vio, alineadas sobre todas las colinas, las tropas armadas del enemigo. La configuración del lugar era tal y los desfiladeros de los montes encerraban el mar de tal modo, que desde las alturas podían arrojarse dardos sobre la orilla. Juzgando que este lugar no se prestaba para desembarcar, mientras llegaban las demás naves, esperó anclado hasta la hora nona. Mientras tanto, convocados los legados y tribunos militares, les manifestó

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qué informes le había dado Voluseno, en su misión de reconocimiento, y qué deseaba que se hiciera ; les advirtió que, conforme a las exigencias de la guerra naval, al tener todo una rapidez y un cambio brusco, todas las operaciones se ajustaran a un mando y al tiempo señalado. Despedidos éstos y encontrando un buen viento y una marea propicia al mismo tiempo, dada la señal y levadas anclas, luego de avanzar casi siete millas desde allí, alineó sus naves en un litoral libre y llano.

XXVII Los britanos piden paz

Una vez que el enemigo fue derrotado en combate y tan pronto como se dieron a la fuga, en seguida enviaron a César embajadores para negociar la paz; prometieron que ellos entregarían rehenes y que harían cuanto se les mandase. Junto con estos embajadores llegó el atrebate Comio, el cual ya dije más arriba que fue enviado delante por César a Britania . Los britanos le habían prendido y cargado de cadenas, cuando desembarcó de la nave, al venir de parte de César trayendo sus órdenes como un simple enviado; entonces, luego del combate, lo devolvieron y, al solicitar la paz, echaron sobre la multitud la responsabilidad de este atropello y pidieron que se les perdonara por esta imprudencia. César, habiéndoseles quejado de que le habían hecho la guerra sin causa alguna, máxime cuando le habían enviado al continente unos embajadores pidiendo de él la paz, dijo que les perdonaba su imprudencia y les ordenó la entrega de rehenes; una parte de los cuales la entregaron en seguida; que el resto se lo entregarían al cabo de unos pocos días, pues se hallaban en lugares mas alejados y se ordenaría su presentación. Mientras tanto ordenaron que sus hombres se reintegraran a sus campos, y empezaron a llegar de todas partes los jefes y a poner a disposición de César sus personas y sus ciudades.

Libro V

XIV. Los habitantes de Britania

De entre todo los habitantes de Britania, los más civilizados, muy por encima de los restantes, son los que los Habitan el Cancio región marítima en su totalidad, y sus costumbres no difieren mucho de las de los galos. La mayoría de los del interior no siembran el trigo, sino que se alimentan de leche y carne y se visten con pieles. Mas todos los britanos se untan el cuerpo con pastel, que les da un color azul, y esto les da un aspecto más feroz en la lucha; llevan largas cabelleras y se cortan todo el pelo del cuerpo menos el de la cabeza y el del labio superior. Las esposas son comunes entre grupos de diez o doce hombres particularmente entre hermanos y padres con los hijos; pero los que nacen de esta promiscuidad son considerados como hijos del que se unió el primero a la mujer doncella.

Libro VI

Costumbres de los galos

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XIV. Sobre los druidas

Los druidas acostumbran no ir a la guerra y no pagar los tributos como los demás; no hacen el servicio militar y tienen inmunidad en todo. Atraídos por tan grandes ventajas, acuden muchos voluntariamente a sus lecciones y son enviados por los padres y familiares. Se dice que allí aprenden gran número de versos. Y así, algunos permanecen en la enseñanza hasta veinte años. Ellos creen que no se debe la religión confiar a la escritura y hacen uso del alfabeto griego. Me parece que han establecido ese sistema por dos razones: porque no quieren que su doctrina sea del dominio del vulgo ni que aquellos que aprenden, confiados en la escritura, hagan ejercitar menos la memoria; porque casi sucede a la mayoría que con el auxilio de las cosas escritas se abandona el estímulo en aprender y la memoria. En primer lugar quieren convencer que las almas no mueren, sino que, al morir, las almas de unos pasan a otros, y creen que esto les estimula en grado sumo al valor, despreciando el miedo a la muerte. Además, tratan numerosas cuestiones sobre los astros y sus movimientos de las dimensiones del mundo y de la tierra, sobre la naturaleza de las cosas, sobre el poder de los dioses y de sus facultades, y todo ello lo transmiten a la juventud.

LIBRO VI

XXI Costumbres de los germanos

Los germanos difieren mucho en sus costumbres de los galos. Pues ni tienen druidas

que presidan el culto de los dioses, ni tienen sacrificios sino raramente. Tienen tan sólo

como divinidades a las cosas que ven y que de ellas reciben ayuda manifiesta: el Sol,

Vulcano y la Luna; de los demás dioses, ni siquiera han oído hablar. Toda su vida

consiste en cazar y entregarse a la milicia ; desde pequeños se dedican al trabajo y al

endurecimiento. Los que por más tiempo permanecen en estado de pubertad reciben

entre los suyos la mayor consideración; creen que favorecen su desarrollo, sus fuerzas y

fortalecen sus músculos. Pero se tiene como la cosa más vergonzosa el conocer a una

mujer dentro de la edad de veinte años; y de esta relación de hombre y mujer no hay

ocultación alguna, porque se bañan en promiscuidad en los ríos y usan tan sólo como

vestidos pieles y pequeñas zamarras, dejando al desnudo la mayor parte del cuerpo.

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Libro VII

Campaña de Alesia

LXVII. Derrota de la caballería gala

Al haberse comunicado esta maniobra a César, éste manda también que su caballería se

divida en tres cuerpos contra el enemigo. Se lucha al mismo tiempo en las tres partes.

La columna se detiene; se reúnen los bagajes dentro de las legiones. Si se veía que los

nuestros se hallaban en dificultad o que eran acosados con más peligro, César ordenaba

que se atacara allí y que se constituyera el frente ; esto retardaba la persecución del

enemigo y también confirmaba la moral de los nuestros con la esperanza de los

refuerzos. Por fin, los germanos, desde el flanco derecho, alcanzando una altura,

desalojaban al enemigo del lugar ; en su huida hasta el río, en donde Vercingetórige

ocupaba sus posiciones con su infantería, los persiguen y matan a muchos. Al darse

cuenta de esto, los demás, temiendo ser rodeados, se entregan a la fuga.

LXXXVIII. Victoria de César

César se apresura a tomar parte en la batalla. Conocida su llegada por el color de sus vestiduras, de cuyo distintivo acostumbra hacer uso en los combates, y vistos los escuadrones de caballería y las cohortes, que había ordenado que le siguieran, como desde las alturas que ocupaban los galos se veían estas pendientes y escarpaduras, los enemigos entablan combate. De ambas partes surge un griterío, y desde la empalizada y parapetos se responde con un griterío. Los nuestros, arrojados los dardos, combaten con las espadas. De pronto aparece nuestra caballería a sus espaldas. se acercan nuevas cohortes; el enemigo vuelve la espalda. La caballería sale al encuentro de los que huyen. Se hace una gran matanza.

Es muerto Sedulo, jefe de los lemovicos y el principal ciudadano; el arverno Vercasivelauno es hecho prisionero en su huida; se entregan a César setenta y cuatro estandartes; pocos de entre tan gran número se retiran incólumes al campamento. Dándose cuenta desde la fortaleza de la matanza y huida de sus compatriotas, los

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asediados, desesperando de su liberación, retiran sus tropas de los atrincheramientos que atacaban. Dada la señal de retirada, se produce en seguida la fuga de los galos de su campamento. Y a no ser por la fatiga de las continuas intervenciones durante todo el día de nuestros soldados, hubiesen aniquilado todas las fuerzas del enemigo. La caballería enviada en persecución del enemigo consigue, hacia la medianoche, alcanzar la retaguardia; se hacen muchos prisioneros y se da muerte también a muchos; los demás se dispersan hacia sus ciudades.

XXXIX. Rendición de Vercingetórige

Al día siguiente, convocado un consejo, Vercingetórige manifiesta que él había emprendido esta guerra no por sus necesidades, sino por la libertad de todos, y ya que se debe ceder a la fortuna, él se ofrecía a estas dos soluciones: satisfacer a los romanos con su muerte o entregarle vivo. Sobre este asunto se envían unos legados a César. Éste ordena que sean entregadas las armas y se le lleven los jefes. Se instala en el atrincheramiento delante de su campamento, y allí son llevados los jefes; Vercingetórige es entregado y se rinden las armas. Dejados aparte los heduos y los arvernos, por si podía volver a atraerse por ellos a sus pueblos, distribuyó de entre los demás prisioneros a todo el ejército, a título de botín, a razón de uno por cabeza.

CAESAR BELLO CIVILI

Libro I

El comienzo del conflicto

Tal discurso de Escipión, como la sesión del senado se celebraba en la Ciudad y Pompeyo se hallaba a sus puertas ... Hubo quien expusiera antes opiniones mas moderadas;... tal Marco Calidio quien era del parecer de que Pompeyo partiera hacia sus provincias, a fin de eliminar todo pretexto de llegar a las armas ...; tal Marco Rufo, quien asentía al parecer de Calidio, con apenas diferencias. A todos ellos increpábales el cónsul Léntulo a grandes voces, que les desconcertaban... y así , la mayoría impulsados por las voces del cónsul, el miedo ante la proximidad del ejército y las amenazas de los amigos de Pompeyo, asienten, mal de su agrado y coaccionados, a la propuesta de Escipión: que en el plazo determinado licencie César a su ejército; si no lo hiciere, se considerará que atenta contra la república. ...

... El censor Lucio Pisón se ofrece a presentarse a César, y lo propio el pretor, Lucio Roscio, para ponerle al corriente de aquellas medidas; seis días de plazo piden para

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llevar a término tal cometido. No faltan tampoco quienes se pronuncien en el sentido de enviar oficialmente emisarios a César para comunicarle la decisión del senado.Todas estas propuestas hayan resistencia, y contra todas ellas se dirigen sendos discurso del cónsul, de Escipión y de Catón. ... En cuanto a Pompeyo ... movido del desprestigio que le acarreaban las dos legiones que para su valimiento y poderío, había desviado de su destino hacia el Asia y Siria, se afanaba en que la situación llegase a las armas.

Los días siguientes tiénese el senado fuera de la Ciudad.. Pompeyo trata de lo mismo que había expuesto por boca de Escipión; elogia la valentía y la firmeza del senado; enumera sus efectivos: tiene diez legiones dispuestas; sabe además y le consta que la tropa no es adicta a César y no se logrará persuadirla a ampararle ni tan sólo a seguirle. ... Efectúanse movilizaciones en Italia entera, se hacen entregar armas, exígese dinero a los municipios, se requisa el de los templos, todos los derechos divinos y humanos se ven trastornados.

... César pronuncia una arenga ante la tropa reunida. Evoca los agravios recibidos en todo tiempo de sus adversarios; se lamenta de que por ellos haya sido Pompeyo seducido y contagiado de aversión y envidia de su gloria, en tanto que él siempre había favorecido y apoyado su honor y dignidad. Laméntase de que se haya sentado el precedente insólito en la república de impedir y aplastar por las armas el veto tribunicio, ... Exhórtales a defender de sus rivales el prestigio y la honra de su general, a cuyas órdenes por espacio de nueve años habían servido con el mayor éxito a la república, librando muchísimas batallas favorables y pacificando la Galia entera y Germania. Clamorean a una los soldados de la decimotercera legión, ... que están prontos a vengar los ultrajes inferidos a su general y a los tribunos de la plebe.(B. C. I, 1-8)

Reelaboración de los materiales

Aunque todo aquello en nada parecía conducir a reparar las injusticias recibidas, con todo, aprovechando que eran dos personas adecuadas para hacer llegar a Pompeyo lo que él deseaba, les pide a ambos que, pues le han transmitido unos encargos de Pompeyo, no lleven a mal transmitir también sus peticiones a éste, por si, con un pequeño esfuerzo, logran resolver profundas diferencias y librar de la alarma a Italia entera: para él siempre el honor había sido, lo primero y más importante que la vida misma. Estaba dolido de que sus adversarios le arrebatasen con afrenta el favor del pueblo romano y, quitándole seis meses de mando, se le reclamara a la Ciudad, siendo así que el pueblo le había autorizado a presentar, aun ausente, su candidatura para las próximas elecciones.

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Sin embargo, él estaba dispuesto a rebajarse a todo y a sobrellevarlo todo por el bien de la república. Márchese Pompeyo a sus provincias, licencien ambos sus ejércitos, deponga en Italia las armas todo el mundo, acábese la tensión entre los ciudadanos. déjense libres en manos del pueblo y del senado romano las elecciones y todos los resortes del gobierno. Para que todo esto pueda hacerse con mayor facilidad, bajo condiciones estipuladas y afianzado con juramento, alléguese él o deje que César se le allegue; posible será que, con una entrevista, se arreglen todas las diferencias. (B. C. I, 9)

Campaña de Lérida

A la llegada de Lucio Vibulio Rufo, de quien ya quedó indicado que Pompeyo lo había enviado a Hispania, Afranio, Petreyo y Varrón, legados de Pompeyo, -el primero de los cuales gobernaba la Hispania citerior, con tres legiones, el segundo, con dos legiones, la Ulterior desde los desfiladeros de Cazlona hasta el Guadiana, el tercero, desde el Guadiana, el territorio de los vetones y la Lusitania con igual número de legiones - distribuyen sus cometidos en forma de que Petreyo se dirija desde Lusitania con todas sus tropas a través del territorio de los vetones a reunirse con Afranio, en tanto que Varrón resguardaría toda la Hispania ulterior con las legiones que tenía. Tomados estos acuerdos, Petreyo exige tropas montadas y auxiliares a toda la Lusitania, y Afranio a la Celtiberia, a los Cántabros y a todos los no romanizados del litoral oceánico. Una vez concentradas, Petreyo llega rápidamente a reunirse con Afranio a través del territorio de los vetones, y resuelven hacer la guerra, de común acuerdo, en las inmediaciones de Lérida, en vista de las ventajas estratégicas de su situación. (8. C. I, 38)

Libro III

CIII Pompeyo entra en Alejandría

Acontecía hallarse allí el rey Ptolomeo, niño todavía, que con grandes efectivos hacía la guerra a su hermana Cleopatra, a la que pocos meses antes, en connivencia de sus allegados y privados, había expulsado del reino; el campamento de Cleopatra se encontraba a no mucha distancia del suyo. Envió Pompeyo a implorar de aquél, en atención a los vínculos de hospitalidad y amistad que le unían con su padre, que le diera acogida en Alejandría y con sus recursos le amparara en su desgracia. Mas sus enviados, una vez cumplido su deber de emisarios, empezaron a hablar con acusada cordialidad con los soldados del rey, exhortándoles a que prestaran a Pompeyo el apoyo debido y no le menospreciaran en su infortunio Contábanse entre ellos bastantes legionarios de Pompeyo, de cuyo ejército los había tomado en Siria Gabinio y trasladado a Alejandría y, una vez terminada la guerra, había dejado al servicio de Ptolomeo, padre de dicho niño.

CIV Muerte de Pompeyo

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Ante la noticia de tales hechos, los privados del rey, que, por su minoría de edad, desempeñaban la regencia, sea inducidos por el temor ... de que Pompeyo, captándose al ejército real, ocupara Alejandría y el Egipto, ... oficialmente dieron a sus enviados una respuesta cordial, ... ; pero, en realidad enviaron a Aquilas, prefecto real, hombre de audacia extraordinaria, y a Lucio Septimio a dar muerte a Pompeyo. Éste, a la vista de su saludo cordial y dejándose llevar de algún conocimiento personal que de Septimio tenía, pues en la guerra de los piratas había sido centurión en sus filas, monta en un barquichuelo pequeñito con unos pocos de los suyos; allí muere a manos de Aquilas y Septimio. Análogamente, Lucio Léntuto es apresado por orden del rey y asesinado en prisión.

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SALUSTIOGUERRA DE JUGURTA

Tema de la obra

Es mi intención referir la guerra que hizo el pueblo romano contra Jugurta, rey de los númidas; primeramente en atención a su magnitud, encarnizamiento y variedad de éxitos; en segundo lugar, porque con ocasión de ella se hizo frente por primera vez al orgullo de la nobleza. Fue esta última una porfía que perturbó todo lo divino y lo humano y que llegó a tal grado de demencia que las pasiones políticas no terminaron sino con la guerra y la devastación de Italia. Mas antes de exponer el comienzo de tal historia he de remontarme en busca de algunos antecedentes, a fin de que todo quede más claro y manifiesto para la inteligencia de aquélla. (lug. 5)

Retrato de Jugurta

Este Jugurta, apenas llegó a la adolescencia, robusto de cuerpo, hermoso de rostro, pero mucho más vigoroso aún por sus dotes de espíritu, no se dio a la corrupción del regalo y el ocio, sino que, conforme a las costumbres de su pueblo, se ejercitaba en la equitación, en el disparo del dardo, y competía con los de su edad en la carrera; y aunque brillaba más que todos, de todos era querido; además, pasaba la mayor parte del tiempo en la caza, era el primero o uno de los primeros en tirar al león y a otras fieras, y, haciendo más que nadie, hablaba menos que otro alguno de sí mismo. (lug. 6)

Muerte de Hiempsal

A esto Jugurta, aunque entendía que las palabras del rey eran simuladas, y él mismo pensaba en su ánimo cosa muy distinta, respondió amablemente como la ocasión lo exigía. A los pocos días muere Micipsa. Después de hacerle magníficos funerales, según es uso con los reyes, se reunieron los príncipes para tratar de todos los asuntos del reino: y Hiempsal, el más pequeño de los tres, arrogante por naturaleza, y que ya antes había manifestado su desprecio por la obscuridad de Jugurta, tan inferior en su linaje materno, sentose a la derecha de Adérbal, no ocupase aquél entre los tres el puesto de en medio, lo que se tiene a honor entre los númidas.

... Hablando ellos allí largamente de la administración del gobierno, Jugurta dejó caer, entre otras cosas, la propuesta de que convenía derogar todas las decisiones y decretos de los últimos cinco años, porque en ese tiempo Micipsa, consumido por la edad, no había estado en su entero juicio. Entonces Hiempsal dijo que él era de la misma opinión; porque en los tres últimos años era cuando el mismo Jugurta había entrado por adopción en la casa real. Estas palabras calaron en el corazón de Jugurta más de lo que nadie había creído. Y así, desde aquel punto, atormentado por la cólera

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y el temor, empezó a meditar y tomar medidas, sin traer otra cosa en su ánimo que el modo de apoderarse a traición de Hiempsal. Y como ello no adelantaba lo bastante, y por otro lado no se calmaba su encono, determinó ejecutar su propósito de cualquier modo que fuese.

... Mientras tanto, los príncipes marcharon cada cual por un lado ... Hospedábase Hiempsal, por azar, en la ciudad de Tírmida, en casa de un sujeto que, siendo jefe de la escolta de Jugurta, habla sido siempre tenido por éste en afecto y favor. Jugurta colma de promesas a aquel agente que le había deparado el destino, y le impele a que vaya allá como para visitar su casa y disponga unas llaves falsas de la misma, ya que las legítimas se dejaban siempre en poder de Hiempsal. Agrégale que en el momento oportuno llegaría él con buen golpe de gente. El Númida ejecuta en breve tiempo el encargo y, conforme a sus instrucciones, introduce de noche a los soldados de Jugurta. Irrumpiendo éstos en la casa, se esparcen por ella buscando al rey, dan muerte a los servidores de éste, que en parte duermen aún y en parte les salen al encuentro, rebuscan los escondrijos, fuerzan las cerraduras, pertúrbanlo todo con el estrépito y el alboroto, cuando en esto es hallado Hiempsal escondido en el tugurio de una esclava, donde, en su miedo e ignorancia del lugar, se había refugiado desde el principio. Los númidas, conforme se les había mandado, llevan su cabeza a Jugurta.

Por lo demás, la voz de semejante crimen se esparce en breve por el Africa toda. A Adérbal y a cuantos habían estado bajo el poder de Micipsa les invade el temor; los númidas se escinden en dos partidos: la mayoría sigue a Adérbal, pero Jugurta se lleva los más aguerridos. Arma, pues, éste todas las tropas que puede, anexiona a su mando las ciudades, las unas por la fuerza, las otras de grado, y se dispone a dominar la Numidia entera. (Iug. 11-13)

Muerte de Adérbal

Conocido esto en Cirta, los naturales de Italia, cuyo valor era la defensa de la ciudad, confiados en que, hecha la rendición, ellos quedarían respetados en gracia a la grandeza de Roma, persuaden a Adérbal a que se entregue a Jugurta juntamente con

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la plaza, sin pactar otra condición que la de su vida: de lo demás, a su juicio, se encargaría el senado. El, por su parte aunque cualquier partido le parecía mejor que el de atenerse a la lealtad de Jugurta, no obstante, como si se negaba, aquéllos tenían en su mano el obligarle, hace la rendición como lo habían propuesto los itálicos. Jugurta empieza por dar muerte a Adérbal a fuerza de tormentos; seguidamente asesina sin distinción a todos los púberes, así númidas como comerciantes, según les salían al encuentro a sus soldados. (Iug. 26)

Predicción del consulado a Mario

Habíale tomado al mismo, Mario, ya de antes, un gran deseo de alcanzar el consulado, para el que tenía cualidades sobradas, salvo la antigüedad del linaje: diligencia, rectitud, gran conocimiento del arte militar, ánimo grande en la guerra y moderado en la paz, sobrepuesto a la pasión y a las riquezas, ávido sólo de gloria. Por otro lado, nacido y criado durante toda su niñez en Arpino, apenas llegó a edad militar, ejercitóse en la vida de campaña, no en la oratoria griega, ni en las exquisiteces de la ciudad: de ese modo creció entero su ánimo en las buenas prácticas; y así, cuando por primera vez pidió al pueblo el tribunado militar, aunque los más no conocían su rostro, todas las tribus le votaron sin dificultad por su fama. Después de ésta, alcanzó una tras otra las demás magistraturas, y, de tal modo se portaba en los cargos de autoridad, que siempre se le consideraba digno de otro más alto que el que ejercía.. (Iug. 63)

Retrato de Sila

... Sila fue noble, de linaje patricio, de una familia que estaba a punto de obscurecerse totalmente por la indolencia de sus progenitores; instruido como el que más en las letras griegas y latinas, levantado de ánimo, ávido de placeres, pero aun más de gloria, disoluto en sus tiempos de ocio: nunca, sin embargo, el placer le retrajo de sus empresas, salvo que en la vida de matrimonio pudo conducirse con más decoro. Era fácil de palabra, astuto y abierto a la amistad, de un ingenio increíblemente profundo para fingir en cuanto traía entre manos; pródigo de muchas cosas y principalmente de dinero. A pesar de haber sido el más afortunado de los hombres antes de su victoria en la guerra civil, nunca estuvo su suerte por encima de su merecimiento, y muchos dudaban si tenía más de esforzado o de dichoso: porque, en cuanto a lo que hizo después, no sé si es mayor la vergüenza o el enojo que da de referirlo. (Iug. 95-96)

Jugurta es capturado

Al fin, sin embargo, manda llamar a Sila y prepara, siguiendo su opinión, la celada

contra el Númida. Después, cuando vino el día y se le anunció que Jugurta estaba

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cerca, toma consigo a unos cuantos amigos y a nuestro cuestor, y, como si le saliera

al encuentro por respeto, sube a un montecillo bien visible para los emboscados.

Llega a él también el Númida con la mayor parte de sus íntimos, sin armas, como se

había convenido; y al punto, dada la señal, se le ataca por todos lados desde las

celadas. Todos los acompañantes son muertos: encadenado Jugurta, es entregado a

Sila, quien se lo lleva a Mario. (Iug. 113)

SALUSTIOCONJURACIÓN DE CATILINA

Introducción

Por lo demás, cuando llegué a tranquilizarme después de tantas calamidades y peligros, y resolví pasar el resto de mi vida apartado de los negocios públicos, no fue mi propósito consumir aquel preciado sosiego en la indolencia y el ocio, ni vivir dedicado a la caza o al cultivo del campo, menesteres que no pasan de serviles, sino que, tornando al intento y empeño de que la malvada ambición me había apartado, me propuse referir los hechos del pueblo romano tomándolos uno a uno según me fuesen pareciendo más dignos de memoria. Animábame, además, a ello el hallarme libre de aspiraciones, de recelos y de toda pasión de partido. Así, pues, he de relatar brevemente y con la mayor fidelidad que pueda, la conjuración de Catilina; acción que yo creo digna de recuerdo entre las que mas, por lo inaudito de su maldad y de los peligros que trajo consigo. Pero antes de comenzar el relato importa dar algunos pormenores sobre el carácter de este sujeto. (Cat. 4)

Retrato de Catilina

Lucio Catilina, oriundo de noble linaje, estaba dotado de gran fortaleza tanto de alma como de cuerpo, pero su natural era malo y torcido. Agradáronle desde su primera edad las guerras civiles, las muertes, las rapiñas y las querellas entre ciudadanos: en todo ello se ejercitó durante su juventud. Su cuerpo resistía hasta lo increíble el ayuno, el frío y el insomnio; su espíritu era osado. insidioso. doble, pronto a fingir y disimular cuanto le placía, ávido de lo ajeno, pródigo de lo propio, ardiente en los deseos; con no escasa elocuencia y muy corta sensatez.

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Su ánimo insaciable anhelaba siempre lo desmedido, lo absurdo, lo inasequible. A partir de la tiranía de Sila, había invadido a este hombre un ciego deseo de hacerse dueño de la nación; ningún reparo ponía en los medios, con tal de alzarse con el poder supremo. Revolviase más y más cada día su ánimo irritado por la falta de patrimonio y la conciencia de sus crímenes, dos males que él mismo había agravado con las prácticas que antes he dicho. Hallaba además incentivo en las corrompidas costumbres de la sociedad, estragadas por dos vicios gravísimos, aunque opuestos entre si: la disolución y la avaricia. (Cat. 5)

Los compañeros de Catilina

En ciudad tan populosa y pervertida le fue bien fácil a Catilina agrupar a su alrededor, a manera de escolta, catervas de hombres infames y facinerosos de toda especie. En efecto, el desvergonzado, el lascivo, el tahúr que habían deshecho su patrimonio en el juego, la crápula o la fornicación y se habían cargado de deudas para redimir su deshonor o su crimen; los asesinos, los sacrílegos de toda procedencia convictos en juicio o temerosos de él por sus hechos; los que vivían a costa de su lengua con el perjurio o de sus manos con la sangre de sus compatriotas, en fin, todos aquellos a quienes desazonaba la infamia, la necesidad o su propia conciencia, todos éstos eran los íntimos y confidentes de Catilina. Y si alguno entraba inocente en su amistad, con el trato diario y los halagos fácilmente se hacía uno de tantos, semejante a los demás. Procuraba él, sobre todo, intimar con los jóvenes, cuyos ánimos blandos y resbaladizos prendían sin dificultad en sus engaños. Pues, según las aficiones que en ellos suscitaba el ardor de los pocos años, a los unos les procuraba mancebas, compraba a los otros caballos y perros, ... (Cat. 14)

La batalla de Pistoya

Bien explorado ya todo, manda Petreyo dar la señal con las trompetas y ordena a las cohortes que avancen lentamente. Otro tanto hace el ejército enemigo. Llegados a punto en que ya los flecheros y honderos pueden trabar el combate, se lanzan unos contra otros con gran furia y sin igual vocerío; dejan los dardos y ponen mano a las espadas; los veteranos, penetrados de su antiguo valor, atacan fieramente cuerpo a cuerpo; los otros resisten sin temor; lúchase con extremada violencia. Entre tanto, Catilina se revolvía en primera fila con los más ligeros, socorría a los que estaban en apuro, llamaba a los ilesos al lugar de los heridos, proveía todo, luchaba él mismo sin descanso y dejaba fuera de combate a muchos de los enemigos, cumpliendo al mismo tiempo los deberes de un buen general y de un valiente soldado... Catilina, cuando ve sus tropas desbaratadas y que no quedan con él sino unos pocos, se acuerda de su nobleza y antigua dignidad, se lanza a lo más espeso de sus enemigos, y allí, peleando aún, viene a caer acribillado.

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Una vez terminado el combate, echose de ver cuánta había sido la audacia y brío del ejército de Catilina: casi todos cubrían con su cuerpo, después de muertos, el mismo lugar que habían tenido vivos en la lucha -, sólo unos pocos que había disgregado, cogiéndoles por medio, la cohorte pretoria, habían caído un tanto apartados, pero todos heridos de frente. Catilina fue hallado lejos de los suyos, entre los cadáveres de los enemigos, todavía expirante y conservando en su rostro la fiereza de alma que siempre tuvo. Finalmente, de todo aquel ejército no fue hecho prisionero ni un solo hombre de estirpe ciudadana ni en la batalla ni en la fuga; su propia vida no les había importado más que la de sus enemigos. También la victoria del ejército de la nación tuvo sus duelos y su sangre: los más valerosos sucumbieron en la pelea o resultaron gravemente heridos; muchos otros que por curiosidad o en busca de despojos se habían apartado del campamento, hallaban, al revolver los cadáveres de los que habían luchado contra ellos, los unos a su amigo, los otros a su huésped o pariente; también hubo quienes reconocieron a sus adversarios. Así cundían alternativamente por todo el ejército la alegría y el dolor, el luto y el regocijo. (Cat. 60-61)

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