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I.E. COLEGIO ANDRÉS BELLO
GESTIÓN ACADÉMICA
GUÍA DIDÁCTICA 1
¡HACIA LA EXCELENCIA… COMPROMISO DE TODOS…!
CÓDIGO: PA-01-01
VERSIÓN: 2.0
FECHA:19-06-2013
PÁGINA: 1 de 15
Nombres y Apellidos del Estudiante: Grado: SEXTO
Periodo: TERCERO
Docente: Duración: 10 HORAS
Área: EDUCACIÓN RELIGIOSA Y MORAL Asignatura: RELIGIÓN
ESTÁNDAR:
Reflexiona sobre la vocación, un llamado especial al cual todos los seres humanos debemos responder en
la vida.
Reconoce la dignidad humana, de la importancia de ser únicos y de la dimensión espiritual que todos
poseemos.
Reconozco la propuesta que le hace Jesús para ser verdaderamente feliz, para que puedas alcanzar la
felicidad eterna, que es la gran propuesta para todos los que creemos en él.
Reconozco las bienaventuranzas que despierta una actitud de mayor confianza en Jesús y a celebrarlo
de una manera muy especial por medio de la oración contemplativa.
Reconozco actitudes más personales ya que en muchas ocasiones, con ellas le hace daño a otras personas
Reconozco que Dios nos da una herramienta para corregir nuestra vida. “LA CONVERSIÓN.
INDICADORES DE DESEMPEÑO:
Reconoce que las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad, que es de origen divino.
EJE(S) TEMÁTICO(S):
DIOS HACE UNA PROPUESTA.
Las bienaventuranzas.
Las bienaventuranzas: proyecto de vida.
El pecado.
La repuesta de Dios al pecado del hombre.
MOMENTO DE REFLEXIÓN
“Es eterna su misericordia” (Salmo 107, 1; 135, 1-26)
“Yo sé que tú eres un Dios clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en piedad” (Jonás 4,2)
“Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso”
(Lucas 6, 36)
ORIENTACIONES
- Se tendrá en cuenta para evaluación que el estudiante entregue sus trabajos a tiempo en el cuaderno.
- Se evaluará el desempeño en el trabajo individual la participación la disposición en clase, además se revisará y
sustentará el trabajo de profundización para la casa.
EXPLORACIÓN
I.E. COLEGIO ANDRÉS BELLO
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BIENAVENTURANZAS DE LOS JÓVENES.
Bienaventurados los jóvenes, que no están contentos de cómo se va estructurando este mundo, que aún hace más
pesados los males que agobian a los hombres.
Bienaventurados los jóvenes, que tienen un concepto claro de que los hombres no somos cosas.
Bienaventurados los jóvenes hartos de "diversión", que buscan el oxígeno de la montaña o del mar, del gozo y de la
fiesta.
Bienaventurados los jóvenes, que han tenido la suerte de descubrir el verdadero Jesús de Nazaret entre tantas imágenes
falseadas.
Bienaventurados los jóvenes, que creen en Jesús, en la originalidad del Evangelio, en el Amor operativo, y a su luz
revisan sus actitudes.
Bienaventurados los jóvenes de corazón generoso, que viven gratuitamente para los demás con disponibilidad y
alegría, al servicio de los más pequeños y de los más pobres.
Bienaventurados los jóvenes, que son testimonio de hermandad contagiosa en un mundo dividido y enfrentado.
Bienaventurados los jóvenes valientes y humildes, que han encontrado en Jesús de Nazaret el amigo que les da la
mano, y ahora quieren seguirlo sin miedos hasta lo más alto del camino.
(Mons. MONCADA, Obispo de Solsona)
Explique cada una de las bienaventuranzas de los jóvenes compuesta por el obispo (Mons. MONCADA, Obispo de
Solsona)
¿Qué dice la Biblia acerca del chisme?
Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca del chisme?"
Respuesta: La palabra hebrea traducida como “chismoso” en el Antiguo Testamento es definida como alguien que
revela secretos que suceden a su alrededor como un chismoso o traficante de chismorreos. Este es alguien que le saca
secretos a la gente, acerca de ellos mismos y de sus familias, y luego va repitiéndolos de casa en casa, ocasionando
gran perjuicio para aquellos cuyos secretos le fueron confiados, así como para aquellos a quienes se los cuenta, y
también para sí mismo. El chisme se distingue de compartir información por su intención. El traficante de chismorreos
tiene como su meta edificarse a sí mismo por medio de hacer ver mal a los demás y por exaltar su gran conocimiento
de los demás.
En el libro de Romanos, Pablo revela la naturaleza pecaminosa y la anarquía de la raza humana, declarando cómo Dios
derramó su ira sobre aquellos que rechazaron Sus leyes. Por haberse alejado de la instrucción y la guía de Dios, Él los
entregó a sus mentes reprobadas. “…llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades;
murmuradores, detractores aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a
los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de
Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los
que las practican.” (Romanos 1:29b-32). Podemos apreciar en este pasaje, que tan serio es el pecado del chisme y que
caracteriza a aquellos que están bajo la ira de Dios.
Otro grupo que era y que es comúnmente conocido por consentir en este comportamiento pecaminoso son las viudas.
Timoteo previene a las viudas en contra del entretenido hábito del chisme y de estar ociosas. “incurriendo así en
condenación, por haber quebrantado su primera fe. Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no
solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran.” (1 Timoteo 5:12-13). En
razón de que las mujeres tienden a pasar mucho tiempo en las casas unas de otras, o trabajando muy estrechamente con
otras mujeres, involucrándose en las vidas de mucha gente, ellas escuchan y observan una variedad de conversaciones
o situaciones, las cuales tienen el potencial de llegar a distorsionarse, si lo que ellas ven no es mantenido en privado.
Timoteo dice que las viudas caen en el hábito de andar de casa en casa, buscando algo para ocupar su ociosidad. Las
manos ociosas son el taller del diablo, y Dios advierte contra permitir que ese pecado entre a nuestras vidas. “El que
anda en chismes descubre el secreto. No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.” (Proverbios 20:19).
Ciertamente no solo las mujeres son las únicas que son encontradas culpables de este pecado. Cualquiera puede
involucrarse en el acto del chisme, simplemente con repetir algo que escuchó en confianza. El libro de Proverbios
tiene una larga lista de versos que cubren los peligros del chisme y la potencial herida que resulta cuando no se toma el
cuidado de pensar en los demás y en cómo pueden ellos reaccionar si es revelado algo que hayan querido mantener en
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privado. “El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; mas el hombre prudente calla.” (Proverbios
11:12-13)
La Biblia nos dice que “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos.”
(Proverbios 16:28). Muchas amistades han sido arruinadas por un malentendido que comenzó con un chisme. Aquellos
que se involucran en este comportamiento no hacen sino provocar dificultades y causar ira y amargura, sin mencionar
las heridas entre amigos. Tristemente, algunas personas se benefician con esto y buscan oportunidades para destruir a
otros. Y cuando tales personas son confrontadas, niegan las acusaciones y responden con excusas y racionalismos. En
vez de admitir su error, culpan a alguien o a algo más, o intentan hacerlo sonar como si el pecado que cometieron no
fuera tan malo. “La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma. Las palabras del
chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas.” (Proverbios 18:7-8).
“El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” (Proverbios 21:23) Así que debemos guardar
nuestras lenguas y refrenarnos del acto pecaminoso del chisme. Si rendimos nuestros deseos naturales al Señor, Él nos
ayudará a mantenernos rectos. Dios recompensa al justo y al recto, así que todos debemos luchar para permanecer
como tales.
En el cuaderno realizar un breve resumen sobre el chisme con tus propias palabras.
CONCEPTUALIZACIÓN
Las Bienaventuranzas (Mateo 5, 1-12)
1. Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
2. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
3. "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
4. Felices los afligidos, porque serán consolados.
5. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
6. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
7. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
8. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
9. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
10. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
11. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
12. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma
manera persiguieron a los profetas que los precedieron.
Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados” (Mt 5, 5)
El relato de las bienaventuranzas es considerado como el proyecto moral del cristianismo. Aunque éste se resume en
un único mandamiento, tal y como enseñó Cristo en la Última Cena, el mandamiento del amor, se desglosa en un
nuevo y original tipo de mandamientos. Ya no se trata de no hacer el mal, sino sobre todo de hacer el bien. Y para
hacer el bien tenemos que ser generosos con nuestro dinero, lo cual nos hace un poco más pobres a la par que hace a
los que ayudamos un poco menos pobres. Para hacer el bien tenemos que cumplir con nuestras obligaciones, aunque
eso nos suponga derramar alguna lágrima. Para hacer el bien tenemos que defender la causa de la justicia y, como
consecuencia, estar al lado de los que sufren las injusticias, aunque nos incluyan a nosotros entre los perseguidos. Para
hacer el bien debemos trabajar por la paz, quitando hierro a las situaciones de violencia, aunque eso nos complique la
vida y corramos el riesgo de que nos ataquen las dos partes en conflicto. Para hacer el bien tenemos que perdonar,
incluso aunque no recibamos de la otra parte un trato semejante.
Hay que intentar practicar todas las bienaventuranzas, pero, al menos, convendría por empezar por una – por la que sea
más fácil para uno mismo- y especializarse en ella, sin que eso suponga olvidar las demás. Sé pacífico. Sé generoso.
Sé humilde. Sé prudente. Sé casto. Sé honrado. Y serás feliz, como promete Cristo.
Las bienaventuranzas son el proyecto de vida de todos los discípulos que quieren vivir el Reino de Dios, son la
motivación y poder para vivir el mensaje exigente de Jesús
Si queremos comprender mejor este evangelio consideremos, en primer lugar, que con mucha seguridad entre los
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primeros cristianos el sermón del Monte (5,1-7,29) estaba en íntima relación con la solidez de la vida; así parece
indicarse al final de esta amplia sección con la parábola de la casa edificada sobre roca. Quien escucha estas palabras y
las ponga en práctica (7,24) ciertamente no eliminará los problemas pero sí evitará las desgracias que conducen a la
ruina total. De acuerdo al evangelio de Mateo la vivencia de las bienaventuranzas y, en general del sermón del Monte,
realmente garantiza la verdadera felicidad. Además, si tomamos en cuenta que el sermón del Monte es el único
discurso de Jesús que contiene casi exclusivamente preceptos suyos este mensaje y su vivencia estarían en íntima
relación con la misión de la comunidad cristiana; recordemos que el Señor Resucitado encargará a los discípulos que
enseñen y pongan por obra lo que él les ha mandado (28,20).
En segundo lugar, debemos tener presente que los destinatarios son los discípulos (5,1) y la gente que se queda
admirada de su enseñanza (7,28). Ambos son sus destinatarios no sólo porque la vivencia de los valores del Reino sea
una posibilidad para todos sino también porque nadie puede evadir esta responsabilidad. A partir de la proclamación
programática de que “está llegando el Reino de los Cielos” (4,17) los valores que hacen auténticamente felices a las
personas son una realidad para todos, sin excepción, al mismo tiempo que una tarea en la que nadie puede quedar
como espectador.
En tercer lugar, si tenemos en cuenta que el término bienaventurado (en griego makários) significa feliz en sentido
pleno y refiere una dicha insuperable, las bienaventuranzas son un proyecto de vida hacia donde las personas y las
comunidades deben estar permanentemente orientadas. El Sermón del Monte no sólo es un objetivo a cumplir sino
sobre todo una fuerza que nos arrastra en el verdadero camino de la vivencia del seguimiento de Jesucristo.
Veamos cada una de las bienaventuranzas brevemente. “Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el Reino
de los cielos”; lo más probable es que esta bienaventuranza se refiera a quienes, además de ser pobres en sentido
económico al grado de mendigar , están desanimados y desesperados; ellos, junto con quienes son perseguidos por
tener un comportamiento (y no sólo un anhelo) de búsqueda de justicia, es decir, de hacer la voluntad de Dios (v. 10)
poseen el reino de los Cielos; para los primeros poseer el Reino significa el cambio de situación; para los segundos
quiere decir que se sostendrán como testigos (10,16-20).
“Dichosos los que lloran porque serán consolados”; se refiere a los acongojados, a los que están profundamente
angustiados, que casi se desmayan por su dolor; ellos serán consolados, es decir, animados.
“Dichosos los mansos (humildes) porque heredarán la tierra”; Mateo usa el término manso o humilde (11,29; 21,5) en
el sentido de no violencia y de amabilidad; quienes no son violentos están en posibilidades de vivir plenamente pues la
promesa de la tierra significa la renovación del mundo presente.
“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia (de hacer la voluntad de Dios) porque Dios los saciará”. El hambre y
la sed corresponden, en la antropología mediterránea, a lo vital; si no se come y se bebe la vida no tiene sentido, más
aún irremediablemente llega la muerte. Éstos tienen la garantía de que no quedarán insatisfechos; Dios se encargará de
saciarlos, de satisfacerlos plenamente (véase Mt 14,20; 15,33. 37).
“Dichosos los misericordiosos porque Dios tendrá misericordia de ellos (porque obtendrán misericordia”; la
misericordia equivale en el pensamiento judío, en muchas ocasiones, al amor; tiene el matiz de acudir al otro, estar al
pendiente de los demás. El que tenga esta actitud no será dejado de la mano de Dios.
“Dichosos los limpios de corazón porque verán a Dios”; en el pensamiento judío la limpieza de corazón refiere la
obediencia absoluta a Dios y a la buena intención. Quien se mueve en la vida con buenas intenciones puede ver a Dios;
ver a Dios equivale a la confirmación de que lo realizado en la vida tiene sentido; la persona que vive con buenas
intenciones comprobará, tarde o temprano, que su existencia valió la pena.
“Dichosos los que construyen la paz porque Dios los llamará sus hijos”; hacer la paz refiere una actitud activa para
construir unas relaciones en las que el punto de referencia no sea el mero deseo de que las cosas estén bien sino el
compromiso preciso para ir haciendo realidad lo bueno. Quien hace esto merece llamarse hijo de Dios.
La vivencia de estos principios trae consecuencias; las personas comprometidas no son neutrales. El Señor no promete
la ausencia de problemas a causa del compromiso; sí garantiza la fidelidad y la auténtica alegría, esa que sólo tienen
los que alcanzan a percibir en el Reino el valor absoluto desde donde todo adquiere un nuevo sentido.
El pecado “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5.12).
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¿Cómo sería el mundo si no hubiese guerra, ni homicidios, ni robos, ni pleitos familiares? ¿Cómo sería si todos los
hombres fueran perfectos como lo fue Adán antes de pecar? Sería un lugar bello, ¿verdad? Al comparar nuestro mundo
pecaminoso con un mundo sin pecado se nos da una idea de cómo es el pecado.
El pecado ha sido definido de la siguiente manera: “cualquier pensamiento, palabra, acción, omisión o deseo contrario
a la ley de Dios”. La palabra pecado se refiere a toda iniquidad y a la corrupción espiritual del alma. Es el opuesto de
la justicia.
La Biblia define el pecado · “El pensamiento del necio es pecado” (Proverbios 24.9).
· “Todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Romanos 14.23).
· “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4.17).
· “El pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3.4).
· “Toda injusticia es pecado” (1 Juan 5.17).
El origen del pecado El relato del origen del pecado en el mundo se encuentra en Génesis 3.1–8. Antes de que el pecado entrará en el
mundo el hombre era puro y santo, vivía una vida muy feliz y estaba contento con todo. Él llevaba la imagen de su
Creador; no sabía nada de la culpa ni de la muerte. El hombre estaba libre de toda condenación y gozaba de comunión
con Dios. Pero después que Satanás engañó a Eva apareció entonces la primera transgresión del hombre, como dice en
Romanos 5.12: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte
pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. La naturaleza del hombre fue cambiada. En vez de ser “bueno en
gran manera” (Génesis 1.31) como lo hizo Dios, ahora Dios tuvo que decir del hombre: “Todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3.23).
El pecado de Adán y los pecados nuestros Ser un pecador no depende de la clase o el tamaño de los pecados cometidos. Un hombre roba una manzana y otro
hombre roba mil dólares. Delante de Dios los dos son culpables. No por robar una cosa grande o pequeña, sino por
robar. Cuando Dios nos dice una cosa y hacemos otra, lo que nos aparta de Dios es el hecho que fuimos
desobedientes. No nos engañemos, pues, pensando que los pecados nuestros no son tan malos como los de otras
personas. Por tanto, aunque nuestro pecado parezca muy pequeño será suficiente para apartarnos de nuestro Dios. El
pecado de Adán y Eva cuando comieron del fruto prohibido no parece importante en comparación con los pecados y
crímenes graves que se cometen en la actualidad. Sin embargo, su pecado bastó para separarlos de Dios y traer sobre
ellos y sobre su descendencia la condenación de muerte.
1. El pecado de Adán
2. Un solo pecado destruyó la pureza, perfección, santidad y la vida del hombre. Este pecado no consistió
solamente en extender la mano y tomar el fruto del árbol prohibido; tomar el fruto fue sólo el resultado del
hecho de dejar a Dios y seguir a Satanás. El pecado, por lo tanto, fue la condición del alma y no sólo la acción
de la mano que cogió el fruto. El hombre perdió su relación con Dios y por eso llegó a ser pecaminoso. Del
pecado de Adán recibimos la corrupción de la naturaleza humana, la mortalidad y la separación de Dios. Esta
condición se ha trasmitido de generación en generación y conduce a cada persona al pecado propio. Solamente
la sangre de Jesucristo puede quitar esta mancha. (Lea Salmo 51.5; Hechos 17.26; Romanos 3.9–23; 5.12–19;
2 Corintios 5.14 y Efesios 2.3.)
3. Los pecados cometidos
4. Cuando el pecado existe en el corazón, éste se manifiesta de algún modo en la vida de la persona. “Engañoso
es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17.9). Por tanto, “del corazón salen los malos
pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las
blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre” (Mateo 15.19–20).
5. A veces escuchamos la pregunta: ¿Soy yo responsable por el pecado de Adán? No. Pero el pecado de Adán, o
mejor dicho la naturaleza pecaminosa que heredé de Adán, me hará pecar. Y eso sí me condenará delante de
Dios.
6. Los pecados de omisión
7. Esto es cuando no hacemos las cosas que sabemos que debemos hacer. Dios, por medio de Santiago, nos dice:
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“Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4.17). Si sabemos que Dios quiere que
hagamos algo, y no lo hacemos, pecamos.
El pecado imperdonable Este tema fue debatido varias veces por Cristo y los apóstoles, y la seriedad del mismo exige que lo volvamos a
revisar. A continuación citamos algunos versículos de la Biblia sobre el tema:
“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les
será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable
contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (Mateo 12.31–32).
“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes
del Espíritu Santo, y así mismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron,
sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a
vituperio” (Hebreos 6.4–6).
Nuestro Salvador dio la solemne advertencia contra el pecado imperdonable porque los fariseos lo acusaron de echar
fuera a los demonios “por Beelzebú, príncipe de los demonios,” atribuyéndole así a Satanás el poder que sólo Dios
posee (Mateo 12.24). Con relación a la blasfemia contra el Espíritu Santo bien se ha dicho que no es por falta alguna
del poder de la sangre de Cristo que jamás se perdona este pecado ni por falta de la misericordia perdonadora de Dios.
Más bien, es porque los que cometen el pecado imperdonable desprecian y rechazan el único remedio para el pecado,
el poder del Espíritu Santo que aplica al alma del hombre la redención por medio de la sangre de Cristo.
Algunas personas temen haber cometido el pecado imperdonable. A ellos se les puede hacer una pregunta: ¿Desea
usted arrepentirse y dejar el pecado? Si la respuesta es “sí”, entonces no ha cometido el pecado imperdonable, pues
una verdadera angustia y arrepentimiento por los pecados es la mejor evidencia que no se ha cometido el pecado
imperdonable. La Biblia dice que para los que cometen el pecado imperdonable “es imposible que (...) sean otra vez
renovados para arrepentimiento” (Hebreos 6.4–6).
No debemos concluir que alguien ha cometido el pecado imperdonable y dejar de llamarlo al arrepentimiento. ¿Cómo
podemos estar seguros que la persona ya no puede arrepentirse? Es por eso que sería mejor seguir llamando al tal,
aunque creamos que no puede arrepentirse que dejar de llamar a uno que pudiera.
Hay personas que, teniendo en cuenta estos versículos, declaran que cuando un cristiano cae en pecado nunca puede
arrepentirse. Pasan por alto versículos como Santiago 5.19–20; 2 Pedro 3.9 y 2 Corintios 7.9.
Las dos lecciones prácticas que podemos aprender de la enseñanza bíblica sobre el pecado imperdonable son:
1. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10.12).
2. El hecho de que pecar contra el Espíritu Santo es el único pecado que pone al hombre más allá del arrepentimiento
destaca la gracia y la bondad de Dios.
Lo que nos hace vulnerables al pecado
1. La depravación heredada
Como dice Pablo, somos “por naturaleza hijos de ira” (Efesios 2.3). Es decir, hemos heredado de Adán la tendencia
hacia el pecado por medio de nuestros antepasados. Los hijos tienen la inclinación a pecar porque la han heredado de
sus padres que también son pecadores. De manera que, sobre los padres descansa una gran responsabilidad de
enseñarles a los hijos a refrenar su naturaleza pecaminosa y luego a encontrar en Cristo el remedio para su pecado.
2. La tentación
Satanás se aprovecha de la concupiscencia de los hombres, tentándolos a pecar. “Cada uno es tentado, cuando de su
propia concupiscencia es atraído y seducido” (Santiago 1.14). Por esta razón debemos huir de lo que atrae a nuestra
naturaleza pecaminosa. (Lea Mateo 4.1–11; 6.13; 1 Corintios 10.13; Santiago 1.2–6, 12–17.)
3. La ignorancia
Por falta de entendimiento muchas personas han caído en pecados graves que han afectado toda su vida. Pero lo que
necesita la humanidad no es el conocimiento del pecado, sino el entendimiento acerca del pecado. Este entendimiento
debe ir acompañado junto con las instrucciones de cómo alejarnos de las garras mortíferas del pecado. (Lea Levítico
4.2–3; Salmo 79.6; Jeremías 9.3; Lucas 12.48; Hechos 17.29–30; Efesios 4.18.)
4. La ociosidad
Muchos jóvenes se han olvidado de los proverbios antiguos: “La ociosidad es la madre de todos los vicios” y “Una
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mente ociosa es el taller del diablo”. Ocúpese haciendo algo útil, algo que pueda hacerse para la gloria de Dios y
escapará de muchos lazos en los cuales han caído los ociosos. Una de las maldiciones más grandes del tiempo
moderno es que hay muchos padres que crían a los jóvenes sin enseñarles cómo trabajar. Dé trabajo a los ociosos del
pueblo y limpie los lugares de ociosidad, y muchas de las maldades desaparecerán. (Lea Proverbios 10.4; 12.24; 13.4;
24.30–34; 26.15; 2 Tesalonicenses 3.10–12; 1 Timoteo 5.13.)
5. La indiferencia
La actitud de “¿qué me importa?” ha llevado a muchas personas a una vida de pecado. Al que nada le importa
siempre escoge el camino que le parece más placentero, el camino de pecado.
6. La influencia de los malos compañeros.
Nuestro peor enemigo, fuera de nuestra carne, es la persona que pretende ser nuestro amigo, pero nos insta a pecar.
“Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas” (Proverbios 1.10). ¿Ha visto usted lo que le pasa a una
naranja buena después de haber estado entre naranjas podridas?
7. La avaricia.
Hay gente que hacen ganancias por medio de negocios fraudulentos y no se dan cuenta que al sacrificar su integridad
pierden algo de más valor que el dinero. Por tratar de mantener una posición alta en la sociedad, algunos han
sacrificado una conciencia tierna sin darse cuenta que ellos salieron más bien perdiendo que ganando. Con el objetivo
de ganar una posición alta anhelada algunos hombres se han envilecido renunciando a su integridad a cambio de
ganancia o fama mundana. Cuando se sacrifican la piedad y la pureza a cambio de los tesoros mundanos (Proverbios
23.5) hay contaminación de pecado y la pérdida no puede ser recobrada con nada que este mundo ofrezca. Lea la
historia del hombre rico y Lázaro (Lucas 16.19–31) y también la del rico insensato (Lucas 12.15–21).
8. La lisonja
Esto es algo que es más difícil resistir que la oposición abierta y directa. Es cierto que hoy, así como en los días de
Salomón, “la boca lisonjera hace resbalar” (Proverbios 26.28).
Detrás de todo esto está la influencia y la obra del “padre de mentira” (Juan 8.44), el gran engañador de las almas que
conoce las debilidades y las flaquezas de los hombres. Él no pierde ninguna oportunidad para conducirlos a la
perdición. En resumen, todo pecador puede decir verdaderamente: “La serpiente me engañó, y comí” (Génesis 3.13).
Resultados del pecado
1. La muerte
El resultado del pecado se resume en esta advertencia a Adán: “Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”
(Génesis 2.17). Y todas las citas que mostramos a continuación testifican que la muerte corporal y espiritual son la
paga del pecado: “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18.4); “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6.23);
“La muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5.12); “El pecado (...) da a luz la muerte”
(Santiago 1.15); “Muertos en (...) delitos y pecados” (Efesios 2.l); “La que se entrega a los placeres, viviendo está
muerta” (1 Timoteo 5.6).
2. La corrupción
El pecado es un proceso que corrompe la persona haciéndola vil ante los ojos de Dios y vergonzosa a la luz de la
justicia y santidad verdadera. Es algo que no se puede eliminar ni por medio de la civilización, ni de las buenas
costumbres, ni de la cultura. Pues al fijarnos en los países que pretenden ser más civilizados también encontramos que
los mismos son parte de los medios más vergonzosos de inmundicia. ¿Adónde se puede ir en este mundo sin que la
corrupción sea tan evidente? En todas partes se nota que los hombres son “amadores de sí mismos, avaros,
vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables,
calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los
deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3.2–4). El pecado es una enfermedad mortal que primero corrompe, y por
último destruye alma y cuerpo (Romanos 1.20–32).
3. La miseria.
Hay muchos que se engañan con la idea de que la religión sólo vale a la hora de la muerte; pero mientras viven
prefieren la vida de pecado, suponiendo que sacan mayor satisfacción y placer del pecado. Pero, “no os engañéis”
(Gálatas 6.7). ¿Por qué hay tanta miseria, pobreza, aflicción, dolor, enfermedades y plagas en el mundo? Es por causa
del pecado. ¿Por qué hay cárceles, penitenciarías y escuelas de reformación de la conducta? ¿Por qué las peleas, las
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disputas, el asesinato, las persecuciones, las guerras y los otros pesares de la vida? ¿Por qué existen esas chozas
miserables de prostitución en nuestras ciudades, el remordimiento de la conciencia, la angustia del alma y las
esperanzas arruinadas? A causa del pecado. “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas?
¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se
detienen mucho en el vino” (Proverbios 23.29–30). Esta lista de miserias y aflicciones es típica de lo que produce
cualquier pecado. ¡Las palabras no bastan para describir los lamentos, los pesares y las desolaciones causadas por el
pecado!
Es cierto que muchas veces el pecado trae lo que los hombres llaman placer. Como las drogas, el pecado da una
sensación de placer momentáneo. Los que están bajo la influencia de este engañoso “jarabe que calma” miran con
lástima o desprecio a los que andan en pasos de justicia y santidad verdadera. Pero tales placeres sólo son pasajeros. El
que se toma un trago de vez en cuando corre el riesgo de llegar a ser el borracho que tambalea por las calles. El joven
que fuma cigarrillos finalmente llega a convertirse en un esclavo enfermo. El jugador de suerte corre el riesgo de caer
bancarrota y un libertino entregado a los vicios llega a ser un destructor de hogares. Como un “jarabe que calma” el
pecado puede tranquilizar por un tiempo, pero sólo adormece a la víctima y le asegura el terrible día de la ira y de la
retribución.
4. La condenación eterna.
Los peores resultados del pecado no se experimentan en esta vida, sino en la eternidad. Cualquier cosa que se
experimente en este mundo será muy ligera en comparación con lo que ha de venir. El edicto está escrito: “Todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6.7). Aquí sembramos, allá segamos. Si en esta vida sembramos
para la carne, en el mundo venidero segaremos corrupción (Gálatas 6.8). Si aquí sembramos para el Espíritu, más allá
segaremos vida eterna. Si los resultados del pecado aquí, manifestados claramente al hombre, son indescriptibles por
la lengua y la pluma humana, ¡qué angustia y miseria habrá cuando se junten los lamentos y gemidos de las almas
condenadas con los del diablo y sus ángeles, en medio de las llamas del infierno donde “el humo de su tormento sube
por los siglos de los siglos”! (Apocalipsis 14.1 l).
La liberación del pecado ¿Acaso no hay manera de escapar? ¿No hay alguna manera en que los perdidos y encadenados por el pecado puedan
librarse de su esclavitud y escapar del castigo del fuego eterno (Judas 7)? Gracias a Dios, sí la hay. Hay perdón por los
pecados cometidos si cumplimos con los requisitos de Dios para tal perdón (Lucas 24.47). “Porque no nos ha puesto
Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5.9). La gracia de
Dios se extiende a toda alma. A cada persona encadenada por los grilletes del pecado le llega la invitación bondadosa
y celestial: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios” (Isaías 45.22). No obstante,
esta promesa se basa en la siguiente: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a
Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55.7). “Si no os
arrepentís”, el único resultado será que “todos pereceréis igualmente” (Lucas 13.3).
La victoria sobre el pecado La libertad del pecado sólo es posible cuando la persona se somete al poder de Dios y a la dirección de su Espíritu. No
hay poder, ni en la tierra ni en el infierno, que pueda negar a cualquiera la victoria perfecta en nuestro Señor
Jesucristo, con tal que la persona cumpla con los requisitos de la palabra de Dios. Aunque se trate de los hombres más
fuertes y más inteligentes lo cierto es que: “separados de [Cristo] nada podéis hacer” (Juan 15.5). Sin embargo, el más
débil puede decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4.13). ¿Cómo, pues, venceremos?
· Por medio de la sangre del Señor Jesucristo: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero”
(Apocalipsis 12.11).
· Por medio de la fe: “Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5.4).
· Al vestirnos de toda la armadura de Dios: “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la
armadura de Dios (...) para que podáis resistir en el día malo, y (...) sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6.10–16).
· Por medio de la palabra: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119.11).
Nuestra lucha contra el pecado significa una batalla continua contra los poderes del maligno. Pero tenemos que
recordar que “las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios” (2 Corintios 10.4). Confiemos en
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Dios; su poder es infinito, su amor es infalible y él promete que nunca dejará ni abandonará a los suyos. Es nuestro
privilegio experimentar continua y diariamente lo descrito por Pablo: “Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8.37).
El pecado te separa de Dios… Por taller del maestro
Paso 1 – El pecado te separa de Dios La maldad formó parte del hombre al poco tiempo que Dios lo creó a su imagen y semejanza. En el Edén, Adán y Eva
desobedecieron las instrucciones de Dios. No debían comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. De
todos los otros frutos de árboles podía comer. Sin embargo instigada por Satanás, Eva comió de ese fruto negado y dió
a Adán para que éste, también comiera. Por esta razón conocieron su miseria y se escondieron de Dios. Cuando Dios
los encontró, ellos no se arrepintieron de su desobediencia ni pidieron perdón por ello, y Dios los expulsó del Edén,
quedando separados de la gloriosa presencia de Dios (Romanos 3:23).
Lamentablemente el hombre incorporó una naturaleza nueva orientada a hacer el mal. Esa naturaleza se trasladó a
través de las generaciones de la humanidad, hasta nuestros días, donde ha adquirido su mayor intensidad. Ya en el
capitulo 6 de Génesis, Dios dijo de este aspecto:
Génesis 6:5 dice: “Vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos de su corazón solo era de continuo el mal”…
A través de la descendencia de la especie humana de Adán y Eva, también se traslado a todas las generaciones futuras,
esta tendencia hacia el mal que comenzó en el Edén; siguió con el asesinato de Abel en manos de Caín y desde allí
creció en una forma constante y sin fin; llegando a ser en los días de hoy tal como fue en los días de Noe.
El cap. 7 de Génesis describe el juicio que Dios sometió al mundo de aquel tiempo. Solo 8 personas hallaron
misericordia para salvación de las aguas del diluvio: Noé y su esposa, más sus tres hijos y sus esposas. Quede en claro
que estas personas también tenían la naturaleza pecadora del hombre natural; sin embargo hallaron misericordia de
parte de Dios. Aquí también hay una transferencia de esa naturaleza pecadora a todos los descendientes posteriores. La
cuál hoy está habitando en todo hombre que pisa el planeta.
1 de Juan 2:16 …”porque nada de lo que el mundo ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el
mundo ofrece: los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de
las riquezas.
Romanos 13:14 dice: “Al contrario, revestíos del Señor Jesucristo como de una armadura y no busquéis satisfacer los
malos deseos de la naturaleza humana. En esta condición llega el hombre en nuestros días, no tiene ninguna posibilidad de agradar a Dios por sus propios
actos y por tanto, tampoco reconciliarse con Dios por alguna cosa buena que pueda hacer. Dos cosas hizo el hombre
que desagradaron a Dios: Primero, desobedecieron la orden dada; y segundo, el hombre usó de manera equivocada, su
derecho a elegir; lo que se llama libre albedrío -condición natural del hombre de elegir y tomar sus propias decisiones
en forma voluntaria.
El pecado no tiene nada que ver con Dios; Santiago 1:13 dice que cuando el hombre es provocado a hacer el mal no es
Dios el que lo tienta, simplemente porque de Dios no sale ninguna cosa mala. Y también afirma que contrariamente a
esto, es el hombre el tentado por sus propios malos deseos, que lo atraen y seducen. Por último Satanás es la fuente de
la tentación.
Santiago 1:13 dice: Cuando alguno se sienta tentado a hacer el mal, no piense que es Dios quien le tienta, porque Dios
no siente la tentación de hacer el mal ni tienta a nadie para que lo haga.
El pecado del hombre, entonces, tiene otros orígenes:
a) La naturaleza pecaminosa que tenemos por herencia, y que es detallada al comienzo de este artículo.
Efesios 2:3 dice: “De esa manera vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, siguiendo nuestros propios deseos
y satisfaciendo los caprichos de nuestra naturaleza pecadora y de nuestros pensamientos. A causa de esa naturaleza
merecíamos el terrible castigo de Dios, igual que los demás.
b) La relación con un mundo que nos rodea y que está alejado de la voluntad de Dios. Estoy hablando de las personas
que viven en el mundo ahogadas por sus actos pecaminosos y todas las cosas que el mundo ofrece y perjudican al
hombre cuando éste sigue sus malos ejemplos.
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Santiago 4:4 dice: ¡Oh, gente infiel!, ¿no sabéis que ser amigos del mundo es ser enemigos de Dios? Cualquiera que
decide ser amigo del mundo, se vuelve enemigo de Dios.
Efesios 2:1-3 dice: “Vosotros, antes, estabais muertos a causa de las maldades y pecados en que vivíais, pues seguíais
el ejemplo de este mundo y hacíais la voluntad de aquel espíritu que domina en el aire y que anima a los que
desobedecen a Dios. De esa manera vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, siguiendo nuestros propios
deseos y satisfaciendo los caprichos de nuestra naturaleza pecadora y de nuestros pensamientos. A causa de esa
naturaleza merecíamos el terrible castigo de Dios, igual que los demás.
c) El propio Satanás se encarga de tentarle permanentemente.
1 de Pedro 5:8 dice: Sed prudentes y manteneos despiertos, porque vuestro enemigo el diablo, como un león rugiente,
anda buscando a quien devorar.
Mateo 16:23 dice: “Pero Jesús se volvió y dijo a Pedro: –¡Apártate de mí, Satanás, pues me pones en peligro de caer!
¡Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres!
Satanás busca hacer caer al hombre en sus redes formadas por sus mentiras y malas acciones. Incluso tentó a Jesús no
solo en el desierto, sino como leemos en la cita de arriba lo hizo a través de Pedro. Así actúa, se mimetiza con
personas y detrás de las cosas del mundo.
En La Biblia existe el cap. 3 de Génesis, donde el hombre deshonra las atenciones que Dios tuvo con él,
desobedeciendo las órdenes divinas y haciéndole caso a las mentiras de Satanás. El hombre conoció lo bueno y
también conoció lo malo. Dios expulsó al hombre del Edén como consecuencia de su desobediencia. Significa que el
hombre hizo uso de su elección y eligió el mal en lugar de disfrutar del bien.
Génesis 3:22-23 dice: “… y dijo: “Ahora el hombre se ha vuelto como uno de nosotros, pues sabe lo que es bueno y lo
que es malo. No vaya a tomar también del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre.” Por eso, Dios el
Señor sacó al hombre del jardín de Edén y lo puso a trabajar la tierra de la cual había sido formado.
La maldad incorporada en el hombre fue creciendo como lo dijo Dios y hoy es tal como nunca existió. Solo basta con
ver las noticias de estos días, a través de los diarios, tv, internet, etc, para comprender hasta dónde creció la maldad del
hombre.
Quizás usted se encuentra en la otra punta de los pensamientos del hombre, cree que no ha hecho daño alguno a
ninguna persona y por lo tanto no tiene nada de qué arrepentirse. Mire estas citas de la Biblia:
Romanos 3:23 dice: “Porque todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios.”
Romanos 3:12 dice: “Todos han ido por mal camino, todos por igual se han pervertido. ¡No hay quien haga lo bueno!
¡No hay ni siquiera uno!”.
Esto lo incluye a usted sin ninguna duda, porque dice “todos han pecado” o “no hay ninguno que haga el bien”. Si
Dios no miente…, y seguramente que no miente, entonces usted es un pecador o impío. Recuerde esto, la mentira
(aunque fuera “piadosa” – como se dice muchas veces), el orgullo, la envidia, la ostentación, el mirar cosas obscenas o
impuras, oír chistes inadecuados, ofender a alguna persona, etc, etc, etc,… es pecado delante de los ojos de Dios.
Quizás su ego sea tan grande que puede pensar – ¡Yo no hago esas cosas! O digas – ¡No es para tanto!
Si es así mire este versículo:
Santiago 4:17 dice: “El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado”…
Le hago esta pregunta ¿ha atendido todas las necesidades de su prójimo?…; y por último, quiero levantar la puntería:
¿Fue Dios siempre el que ocupó el primer lugar en su corazón, pensamientos y obras?, porque el mandamiento
supremo según…
Marcos 12:29-31 es: “Jesús les contestó: -El primer mandamiento de todos es: “Oye Israel, el Señor nuestro Dios es el
único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.
Y el segundo es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Ningún mandamiento es más importante que éstos.
En imposible que usted se puedas sostener en la posición “soy bueno, no he pecado”, porque le aseguro que todas esas
cosas mencionadas, en algún momento han estado y siguen estando en usted, en mi y en cualquier hombre que pisó o
pisará el planeta tierra en el pasado, ahora y en el futuro.
Quebrante su corazón frente a estas verdades, con sabiduría asuma que frente a Dios no tiene excusas y confiese ser un
pecador. El pecado separa al hombre de la presencia gloriosa de Dios.
¡Ah,… Por cierto!!!, Uno de los atributos de Dios es su omnisciencia: Él sabe todo de todos. Todo lo sabe de cada uno
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de nosotros. Conoce de usted hasta el número de sus cabellos. Y usted… ¿sabes cuántos cabellos tiene?
Mateo 10:29-30 dice: “¿No se venden dos pajarillos por una pequeña moneda? Sin embargo, ni uno de ellos cae a
tierra sin que vuestro Padre lo permita. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de la cabeza los tenéis contados uno
por uno.
Dios no miente. La Biblia dice que todos hemos pecado y por eso estamos separado de su gloriosa presencia. Si
decimos que no hemos pecado hacemos a Dios mentiroso
1 Juan 1:10 dice: Si decimos que no hemos cometido pecado, dejamos a Dios por mentiroso y no hemos aceptado
verdaderamente su palabra.
Reconozca que alguna vez ha fallado a Dios y que necesita arrepentirse delante de él. Porque sin arrepentimiento no
hay remisión de pecados.
Lucas 24:47 dice: y que en su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las
naciones, comenzando desde Jerusalén.
Lucas 15:7 dice: Os digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que
por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.
Lucas 5:32 dice: No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Ahora bien,… ¿por qué es importante esta reconciliación con Dios? Le cuento lo que dice la Palabra de Dios al
respecto.
Primero: El hombre está compuesto de cuerpo, alma y espíritu. 1 Tesalonicenses 5:23
Segundo: El hombre va a morir inexorablemente y después vendrá juicios de Dios. Hebreos 9:27
Tercero: El alma del hombre enfrentará ese juicio, con dos destinos previstos – Juan 5:24
a) Condenación eterna en el lago de fuego (Infierno)
b) Salvación y vida eterna en el cielo. Romanos 8:1 – Hechos 4:12
Cuarto: En la actualidad el hombre ya está condenado al infierno a causa de su pecado. Si está separado de Dios quiere
decir que está condenado. Juan 3:18
Quinto: Dios ofrece la SALVACIÓN para cambiar este destino actual. Juan 3:16
Sexto: El hombre otra vez tiene que aplicar el libre albedrío (igual que Adán y Eva), esta vez cada uno de nosotros
tenemos que elegir que hacer: seguir en esta condición de CONDENACIÓN, o aceptar la SALVACIÓN que Dios
ofrece. 1 Juan 5:10-12
De esto se trata la reconciliación con Dios: Él tiene una sola manera de SALVAR…
Juan 3:16 el Señor Jesús dijo: …”De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. 17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: la luz vino al
mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas, 20 pues todo aquel que
hace lo malo detesta la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto. 21 Pero el que
practica la verdad viene a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Todos han pecado
y necesitan la Salvación para no ir al Infierno por toda la eternidad.
Toda reconciliación del hombre y Dios comienza por Dios quien busca al hombre para reconciliarlo. Pero requiere que
el hombre reconozca que es un pecador. Todo lo explicado en este punto tiene como propósito inducirlo a Usted para
que reconozca que es un pecador y que necesita de Dios para solucionar su problema.
¡¡¡Por favor, reconózcase pecador!!!
Abel Fernández
Las citas bíblicas están tomadas de la versión “Dios Habla Hoy” – Edición castellana peninsular (2002) – de
Sociedades Bíblicas Unidas. Caso contrario, otras citas pueden estar mencionadas con las siguientes abreviaturas:
RV60: Reina Valera 1960 – NVI: Nueva Versión Internacional. LBLA: La Biblia de Las Américas.
LA RESPUESTA DE DIOS AL PECADO: ¿PARA QUE DIOS CREÓ AL HOMBRE?
La humanidad no creó igual que un robot. La creó un ser inteligente.
Dios creó al hombre para estar siempre en gloriosa comunión con él.
Pero el hombre por causa del pecado perdió el derecho de estar con él.
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• Ro.3:23; por cuanto todos pecaron, (TODOS ESTÁN)
• Ro. 3:9; Ya hemos acusado a judíos y gentiles, que todos están bajo pecado. Dios nos acusa de ser
Pecadores. TODOS PECARON.
• 1ª.Jn. 3:4; ¿Qué es el pecado? Es infracción de la ley,
• Es criminal, delincuente de la ley divina. En la ley terrenal hay condenas de 5, 10, 20 años, y la muerte.
• Ro.6:23; ¿Cuál es la paga del pecado? (La muerte).
• Usted y yo por infringir la ley, somos condenados a la muerte. Muerte física, y muerte espiritual.
Separados de Dios.
Ro.2:15; No solo Dios nos acusa de ser pecadores, sino nuestra conciencia. Nuestra conciencia nos hace caer
en cuenta que violamos la ley de Dios.
Lc.15:18-19; El Hijo Pródigo Decidió ir a su padre y decirle “Padre he pecado contra el cielo y contra ti”
¿Qué predicador le dijo que ha cometido pecado? Ninguno.
¿Qué predicador le leyó las escrituras para que recapacite que ha pecado?
• Su propia conciencia lo hizo reaccionar, que ha pecado
• El solo entendió que era un esclavo del pecado.
Satanás también nos acusa día y noche de ser pecadores Ap. 12:10;
• Job 1:7-11; Satanás acusó a Job, es un acusador en contra nuestra.
• ¿Cuál es la respuesta al pecado? La sangre de Jesucristo es la respuesta de Dios al pecado. 1ª.
P.2:22; el cual no hizo pecado
• ¿Cuántos acusadores tenemos? Dios el hombre y Satanás.
Consideremos 3 puntos de vista:
• Dios nos acusa de ser pecadores, y la sangre de Cristo es la responde a esta acusación.
• Nuestra conciencia nos acusa de pecado, y la sangre de Cristo es la respuesta al pecado, para tener una
Conciencia limpia.
• Satanás nos acusa de pecado, y la sangre de Cristo responde a las acusaciones del pecado.
• La sangre de Cristo es la respuesta a las acusaciones de Dios mismo, La sangre de Cristo fue para
Satisfacer a Dios.
• Ex. 12:13; Cuando el pueblo de Israel estaba bajo faraón, Dios decidió sacarles con mano dura en medio
De las 10 plagas. Veré la sangre y pasaré de vosotros.
• Dios pasa por alto los pecados a través de la sangre de Cristo.
• No podemos encubrir la ley de Dios, él lo sabe todo
• Él no quiere lanzarnos al infierno. Sino, quiere perdonarnos el pecado cubriéndonos con su preciosa
Sangre. MAT. 25:30; APO: 15.
• No podemos pisotear la sangre de Cristo, Dios nos creó seres inteligentes a su imagen y semejanza de ÉL.
• Cristo lo sigue diciendo. Ahora pues por qué te detienes? Hechos 22: 16. 9: 18. 2:38 y 41; 8: 36—38;
Cornelio 10:47-48; 16:30-33; I Pe. 3: 21.
ACTIVIDADES DE APROPIACIÓN
(Taller: Tener en cuenta competencias - Glosario)
Taller 1
Meditación Veamos cada bienaventuranza ¿en qué aspecto de mi vida o de mi comunidad me hace reflexionar?
La vivencia de las bienaventuranzas realmente le da solidez a nuestra vida ¿en qué me hace pensar esto?
¿Cómo sería nuestra vida movida por las bienaventuranzas?
3. Oración Proclamemos otra vez las bienaventuranzas; detengámonos después de cada una de ellas y hagamos una
oración.
4. Contemplación – acción
¿En qué nos llenan de esperanza estas bienaventuranzas?
Analicemos la situación de nuestra familia, colonia, parroquia, pueblo o ciudad ¿cuál de estas bienaventuranzas es más
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urgente que pongamos en práctica
Taller 2
En qué capítulo del génesis, se nos
narra la primera tentación y el
primer pecado
. en el 1
. en el 5
. en el 4
. en el 3
Qué hace Dios cuando el hombre
cae en el pecado
. lo acompaña
. lo abandona
. deja que busque su felicidad
. lo ignora
Cuáles consecuencias trajo el
pecado
vida eterna
muerte
ofensa a los hombres
inmortalidad
La potencia maléfica del demonio
entró al mundo por
. el hombre
. el pecado
. la mujer
. Adán y Eva
Quién triunfo sobre el pecado
. Abel
. Noé
. Elías
. Jesús
Taller 3
La paga del pecado
- Lee Romanos 6:23
- ¿Qué son los salarios? ¿Son merecidos o son un regalo?
- ¿Por qué la paga del pecado es la muerte?
- Lee Proverbios 14:12, 16:25
- ¿Qué es correcto para nosotros? Confecciona una lista de asuntos que a nosotros nos parecen correctos pero son un
agravio para Dios.
Taller 4
1. TEMA: Se distinguir entre el bien y el mal
2. OBJETIVO: Concienciar a los jóvenes que Dios nos da la capacidad de elegir y
Reconocer la diferencia entre el bien y el mal.
3. MOTIVACIÓN
Se puede iniciar haciendo al grupo algunas preguntas que lleven a despertar en los estudiantes inquietudes sobre sus
actuaciones propiciando el clima necesario para el desarrollo del tema: ¿Alguna vez has tomado algo que no es tuyo?
O ¿haz engañado a tus papás?, ¿cómo te sentiste?, ¿reflexionaste al respecto?, ¿en alguna ocasión has observado a
alguien hacer algo indebido, y te has quedado callado?
No se les pide necesariamente una respuesta abierta, sino una interiorización de sus actuaciones.
4. DESARROLLO
Organizar grupos de trabajo (máximo 5) para realizar un socio drama teniendo en cuenta los siguientes temas (y otros
apropiados): “se extravió el dinero de un compañero”, “Daños a la planta física del colegio”; los temas se asignarán al
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azar, El objetivo es el de evidenciar aspectos negativos y positivos del actuar diario. Al finalizar los socio dramas se
propondrá una plenaria para reflexionar y sensibilizar a los estudiantes sobre las implicaciones de cada acción y la
necesidad de decidir que presentan a diario las circunstancias de la vida.
El docente hace una reflexión final sobre la temática trabajada teniendo en cuenta la lectura anexa “Clave para
distinguir entre el bien y el mal”.
Hará presente las consecuencias de las propias acciones y que cada uno cosecha lo que siembra.
Hacer el bien o hace el mal depende exclusivamente de la libertad de escoger que tiene cada persona.
También recordará a los estudiantes que las acciones malas son siempre malas aún cuando nadie se dé cuenta. Y
siempre traerán consecuencias negativas.
También recordará que las acciones buenas siempre producirán frutos buenos para uno y para los demás.
¿Qué significa lo que dice Jesús que de los frutos se conocerá el árbol?
Se podrá engañar a los demás pero no a Dios ni a nuestra conciencia.
5. COMPROMISO PERSONAL
Teniendo en cuenta la lectura y la reflexión realizada por el docente, hago una tarjeta para aquella(s) persona(as) con
la cual no he obrado bien y se la regalo; en mi cuaderno de valores escribo una pequeña oración para presentarle a
Dios
Perdón por aquellos errores que he cometido siendo consiente de mi actuar y escribo un compromiso sobre actitudes
que debo cambiar para no engañarme ni engañar; y para mi crecimiento personal y espiritual.
6. COMPROMISO GRUPAL
Hacer entre todos un acróstico en una cartelera con las palabras BIEN y MAL; colocarla en el salón como una forma
de tener siempre presente como debe ser nuestro actuar diario, para con nosotros, nuestros semejantes y
principalmente con Dios como nuestro padre creador.
7. RECURSOS: Aula de clase, papel periódico, marcadores, cinta, lectura anexa.
CLAVE PARA DISTINGUIR EL BIEN DEL MAL
Benedicto XVI, 24 julio 2007
Un mundo en el que Dios no existe se convierte en todo caso en un mundo de la arbitrariedad y el egoísmo,
Para comprender la línea de demarcación entre el bien y el mal hay que escuchar la voz del Creador. Sólo si aparece
Dios hay luz, hay esperanza. Nuestra vida tiene un sentido que no podemos inventar nosotros, nos precede, nos lleva.
Hoy la moral y la religión «prácticamente han sido expulsadas» y «el único criterio último de moralidad y también de
religión es el sujeto, la conciencia subjetiva que no reconoce otras instancias». «Pero de este modo el sujeto se
convierte en una realidad aislada y cambian día a día los parámetros» de la vida moral.
Hoy se confunde el bien y el mal «con sentirse bien o sentirse mal» «Al final, sólo decide el sujeto, con su
sentimiento, sus experiencias, con los eventuales criterios que han encontrado».
El Papa invitó a presentar los caminos que incluso la «conciencia laica puede ver fácilmente y a tratar de guiar hacia
las voces más profundas, a la voz de la conciencia, que se comunica en la gran tradición de la oración y de la vida
moral de la Iglesia.
«En la tradición cristiana, «conciencia» quiere decir «con-ciencia»: es decir, nuestro ser está abierto, puede escuchar la
voz del mismo ser, la voz de Dios». «Por tanto, la voz de los grandes valores está inscrita en nuestro ser y la grandeza
del hombre consiste propio en el hecho de no estar encerrado en sí mismo, en no quedar reducido a lo material,
cuantificable, sino en estar abierto interiormente a lo esencial».
«En la profundidad de nuestro ser podemos escuchar no sólo las necesidades del momento, no sólo lo material, sino
también escuchar la voz del mismo Creador y de este modo se puede conocer qué es el bien y qué es el mal». «Pero,
obviamente esta capacidad de escucha debe educarse y desarrollarse». «Y precisamente éste es el anuncio al que
estamos comprometidos en la Iglesia: desarrollar esta capacidad elevadísima donada por Dios al hombre de escuchar
la voz de la verdad, la voz de los valores»
I.E. COLEGIO ANDRÉS BELLO
GESTIÓN ACADÉMICA
GUÍA DIDÁCTICA 1
¡HACIA LA EXCELENCIA… COMPROMISO DE TODOS…!
CÓDIGO: PA-01-01
VERSIÓN: 2.0
FECHA:19-06-2013
PÁGINA: 15 de 15
SOCIALIZACIÓN
- Comparte con sus compañeros las respuestas que hemos dado en los talleres orientados por el
docente.
- Se empezará socializando el trabajo individual punto por punto.
- El trabajo en grupo se socializará a través de una pequeña exposición.
- Finalmente se revisará la guía y se unificarán criterios.
COMPROMISO
Realizar todas las actividades propuestas y compartirlas con sus compañeros.
ELABORÓ REVISÓ APROBÓ
NOMBRES
MISAEL MOYANO
CARRASCAL
ANA CECILIA SOLANO GELMER GUEVARA I.
CARGO Docentes de Área Jefe de Área Coordinador Académico
D 19 M 06 A 2013 D 19 M 06 A 2013 D 21 M 06 A 2013