Ferraris Maurizio Donde Estas Ontologia Del Telefono Movil

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Transcript of Ferraris Maurizio Donde Estas Ontologia Del Telefono Movil

  • ~Dnde ests?Ontologa deI teIfono mvil

    Maurizio FerrarisPrecedido de El telfono mvil y la verdad, de Umberto Eco

    Traduccin de Carmen Revilla Guzmn

    lUmarbot eotoones

  • Ttulo original: Dove sei? Ontologia deI telefoninoPublicado en italiano, en 2005, por Tascabili Bompiani, Milano.

    Traduccin de Carmen Revilla GuzmnCubierta de Juan Poitevin LynchIlustracin de cubierta Raimon Julibert

    cultura Libre

    1" Edicin octubre 2008

    Quedan rgurosamente probibdas, sn la autorizacon escrita de los titulares dei copyritght, bajolas sanciones establecidas, la reproduccn total o parcial de esta publicacin, ni su tratamientoinformtico, ni la transmisin de ninguna forma o por cualquier media, ya sea electrnico,mecnico, por fotocopia, por registro u otros medias.

    2005, Maurizio Ferraris de la traduccin: Carmen Revilla Guzmn 2007 de todas las ediciones en castellano Marbot EdicionesCf Pintor Fortuny, 24, 3 2"08001 BarcelonaTe!. 93 301 42 18e-mail. marbotmarbotediciones.comwww.marbotediciones.com

    ISBN, 978-84-936411-3-9Depsito legal: B-42.856-200S

    Impreso en Grfiques 92, S.A.Avda. Can Sucarrats, 91 08191 Rub (Barcelona)Impreso en Espana - Prinred in Spain

    ParaJacques Derrida, sine quo non

  • Sumario

    Dnde ests? 17Agradecirnientos 29

    1. Peri rnai! 33

    1.0. El telfono rnvil dei Faran 33

    1.1. Hablar 351.1.1. "Where-are-you?-rnail" 351.1.2. Mobile Ontology 411.1.3. Ser y cobertura 611.1.4. Teora dei objeto 78

    1.2. Escribir 921.2.1. Telfono 951.2.2. E-rnail 1031.2.3. Telfono rnvil 1161.2.4. Teora de la tcnica 125

    1.3. Registrar 1331.3.1. Ciencias de la cornunicacin 1351.3.2. Ciencias dei registro 1491.3.3. Teoria de la verdad 160

  • 10 SUMARIO

    1.4. Construir ..1.4.1. Actos .1.4.2. Objetos ..1.4.3. Inscripciones ..1.4.4. La construccin de la realidad

    social ..

    181188197200

    206

    MAURIZJO FERRARIS

    2.4. Textualismo dbil .2.4.0. EI matrimonio de Derrida .2.4.1. Huella .2.4.2. Registro ..2.4.3. Inscripciones .2.4.4. Idioma ..

    11

    275275283285287302

    El genio en la botella .. 208 Eplogo .. 313

    2. Objetos sociales 211

    2.0. Realismo y Textualismo 211

    2.1. Realismo fuerte 2132.1.1. La varita y el chimpanc 2132.1.2. Realismo: puntos a favor y en contra. 2182.1.3. EI pquer de Aristteles 224

    2.2. Textualismo fuerte 2272.2.1. La luna de Geertz 2272.2.2. Cmo hacer desaparecer el mundo en el

    texto 2292.2.3. Moraleja de la fbula 2362.2.4. "Nada existe fuera del texto". La

    lectura correcta 237

    2.3. Realismo dbil 2402.3.1. La cerveza de Searle 2402.3.2. Cmo hacer pala bras con las cosas 2442.3.3. Problemas relativos aI acto 2502.3.4. Problemas relativos ai objeto 2632.3.5. La correccin de Smith 272

  • EI telfono mvil y la verdad*Umberto Eco

    En la Bustina anterior aludi allibro de Maurizio FerrarisDove sei? Ontologia dei telefonino (Bompiani), que muestracmo los te!fonos mviles estn cambiando de manera radi-cai nuestro modo de vivir, hasta e! punto de convertirse en unobjeto filosficarnenre interesante. AI asumir las funcionesde agenda de bolsillo y pequeno ordenador con conexin aInternet, e! mvil es cada vez menos un instrumento de comu-nicacin oral y cada vez ms un instrumento de escritura ylectura. Como tal se ha convertido en instrumento omnicom-prensivo de registro (y veremos hasta qu punto, a un amigode Derrida, palabras como escritura, registro e "inscripcin"le pueden llamar la atencin).

    Apasionantes, incluso para ellector no especialista, son lasprimeras cien pginas de "antropologia" de! mvil. Hay unadiferencia sustancial entre hablar por te!fono y hablar por elmvil. Por telfono se podia preguntar si alguien estaba en ca-sa, mientras que por e! mvil (salvo en casos de robo) se sabesiempre quin responde, y si est disponible (lo que cambianuestra situacin de privacy). EI te!fono fijo permitia saberdnde estaba la persona a quien llambamos, mientras queahora siempre queda el problema de dnde est (entre otrascosas, si responde "estoy detrs de ti", pero est abonado a

    .. Artculo aparecido en el peridico italiano Uespresso, "La Bustina di Minerva,15 de septiembre de 2005. (N. de la t.).

  • 14 EL TELFONO MV1L Y LA VERDAD UMBERTO ECO 15

    una compafia de otro pas, la respuesta est dando la vuelta amedio mundo). Yo no s dnde est quien me responde, peroen cambio la compafia telefnica sabe dnde estamos ambos:de modo que la capacdad de sustraerse ai control de los in-dividuos va ligada a una total transparencia de nuestros movi-mientos respecto ai Gran Hermano (e! de Orwe!l, no e! de late!evisin).

    Se pueden hacer diversas reflexiones pesimistas (paradji-cas y, por tanto, atendibles) sobre el nuevo "homo cellularis",Por ejemplo, cambia la dinmica misma de la interaccin caraa cara entre Fulano y Mengano, que ya no es una re!acin en-tre dos, porque la conversacin puede ser interrumpida por lainsercin de Zutano en e! mvil, de modo que la interaccinentre Fulano y Mengano se desarro!la slo con interrupcio-nes, o se corta. As, e! instrumento primario de conexin (deiestar yo siempre presente para los dems, como los dems pa-ra m) se convierte ai mismo tiempo en instrumento de desco-nexin (Fulano est conectado con todos menos conMengano). Entre las reflexiones optimistas me gusta la refe-rencia a la tragedia de Zivago, cuando, despus de anos, vede nuevo a Lara desde e! tranva (i recordis la escena final dela pelcula?), no consigue bajar a tiempo de alcanzarla, y mue-re. Si ambos hubiesen !levado un telfono mvil ihubiramostenido un final feliz? EI anlisis de Ferraris oscila entre las po-sibilidades que el mvil abre y las castraciones a las que nossomete, ante todo la prdida de la soledad, de la reflexin si-lenciosa sobre nosotros mismos, y la condena a una constantepresencia de! presente. No siempre la transformacin coincidecon la emancipacin.

    Pero alllegar a la tercera parte dellibro, Ferraris pasa de! tel-fono mvil a una discusin sobre los temas que le han apasiona-do cada vez ms en los ltimos anos, entre e!los la polmca consus maestros originarios -

  • eDnde ests?

    El nmero solicitado no est disponible en este momento.'.Mensaje grabado Vodafone

    ~Dnde ha ido? ~Dnde est ahara? .. Tolstoi, Guerra y paz

    "Pbile Mauritie, ton beltinon kai ton timiotaton he his-toria tes e-mailes he kat'akribeian ... Pero, icmo sigue es-te manuscrito?". Esta me deca, en septiembre de 1997, enun mensaje de e-mail, mi amigo Alfredo Ferrarin, a quienyo haba sugerido la hiptesis de que "por e-rnail", una delas expresiones ms recurrentes desde hace una dcada("te lo mando por e-mail ", etc.), se podra leer como elttulo de un tratado aristotlico: Peri mail, o "sobre e! co-rreo", "en torno al corre0", "el correo.", como el Peri her-meneias y el Peri psyches. Pera, (cmo contina el pseudotratado de Aristteles? En 1999 comenc a dar una conri-nuacin a este manuscrito con un breve artculo sobre e!e-mail, la escritura sobre pape! y esa escritura interna conla que se representa, desde Platn, nuestra mente.' Anosdespus, quizs haya conseguido Ilevarlo a trmino, al lle-gar a la conclusin de que, a pesar de las apariencias, eltelfono mvil es una mquina de escribir. (Cmo es esoposible?

    1. Maurizio Ferraris, Peri mail, aut aut, 289-290, pp. 115-9.

  • 18 iDNDE ESTS? MAUIlIZIO FEIlIlAIlIS 19

    En enero de 2001, en Siracusa, paseaba con jacques Derri-da y hablbamos de los telfonos mviles. EI terna era filos-fico, no tcnico. Yo defendia.e-econ una actitud dogmtica-que cl mvil es una mquina estpida y el ordenador una m-quina inteligente, quiz porque pensaba que con el ordenadorse pueden escribir ensayos inteligentes y con el mvi! mensajesestpidos. Es evidente que me equivocaba, y no slo porquecon el ordenador se pueden escribir ensayos monumentalmen-te idiotas, sino sobre todo porque, corno observaba Derrida,con el tiempo el mvil acab reuniendo todas las funcionesdei ordenador, adems de poseer una que el ordenador toda-via no posee, la de acompaiarnos en todo momento. Ernpe-zamos a hablar de ello y sobre la marcha proyectamos uncoloquio en torno ai telfono mvil. Despus, durante tresaios, no se hizo nada con el asunto, corno sucede con frecuenciacuando se piensa (sin duda el ms equivocado de los pensa-mientos) que hay tiempo. Entretanto yo segua avanzando pormi cuenta sobre la pista del peri mail?

    En agosto de 2004, el filsofo hngaro Kristf Nyri mepropuso, durante el congreso anual wittgensteiniano deKirchberg, un debate con Derrida en el encuentro Seeing,Understanding, Learning in the Mobile Age [Ver, entender,aprender en la era dei mvil ..], que tuvo lugar en Budapest dei28 ai 30 de abril de 2005. La idea de fondo era que el telfo-no mvil-mobile en ingls- est comportando transforma-ciones no calculadas, que afectan a nuestros modos de ver, de

    2. Entretanto, mis compcomisos aumentaron: la direccin de un proyecto de in-vestigacin nacional sobre la ontologa de la propiedad intelectual y sus transforma-ciones ert la poca de la informtica (2002-2004); la definicin, eo cursos, seminariosy artculos, de la nocin de "objetos sociales"; la colaboracin sobre este tema conBarry Smith en el Ifomis de Lipsia y de Saarbrcken, con el apoyo de la Alexandervon Humboldr-Stiftung (junio-agosro de 2004); la participacin, en mayo de 2004,en el "Viaje Telecom Itlia", en Cosenza, donde por primera vez me plante la cues-tin deI "gdnde ests?" (como problema terico, bien entendido; con su dimensinprctica conviva desde haca tiempo)

    entender y de aprender. Dado que la pregunta fundamentalque se le hace a alguien cuando se habla por el mvil esidnde ests? -una pregunta absurda e impensable en lapoca dei telfono fijo- le sugeri a Kristf que" idnde es-ts?" constitua tambin una Grundfrage filosfica o, dichollanamente, un problema interesante: el mvil abre la perspec-tiva de una mobile ontology, una ontologa mvil, y no slode una fiesta mvil, corno parece sugerir, con vagas rerninis-cencias hemingwayanas, la publicidad (vtcdo a tu alcance,etc.), Me compromet a hablar de ello con Derrida, y lo hice;fue el terna de una de nuestras ltimas conversaciones telef-nicas. Le volv a llamar a primeros de octubre; en casa nocontestaba; volv a intentario con el mvil, pero saltaba elcontestador. La maiana del 9 de octubre un amigo me llamai mvil: Jacques haba muerto. De l no quedan sino escritosy registros, y sobre todo una reflexin sobre la escritura que,cuanto ms tiempo transcurre, ms parece captar la esenciade un presente que nos toca de cerca. iEn qu sentido?

    La pregunta idnde ests? capta la esencia de la trans-formacin inducida por este instrumento, que no es slo unrelfono fijo ai que se le haya quitado eI hilo. De hecho, bastareflexionar un poco sobre ello para descubrir que eI mvil sir-ve para escribir mucho ms que para hablar (pinsese en laeclosin de los sms); se convierte en una especie de ordenador(en realidad los dos instrumentos se han unificado ya); inclusose transforma en una tarjeta de crdito con la que pagar lacuenta en el supermercado o hacer un ingreso para las victi-mas dei tsunami..En este sentido, preguntarse qu es un m-vil, qu tipo de objeto es (eso es lo que significa "ontologia"),resulta filosficarnente interesante, sobre todo por un motivoque argumentar por extenso en la primera parte de este li-bro: con el mvil no asistimos a un triunfo de la oralidad, si-no de la escritura e incluso dei ideograma, dei escribir a fin decuentas, que no reproduce la voz, sino que dibuja cosas y pen-

  • 20 mNDE ESTS? MAURlZIO FERRARIS 21

    samientos. EI problema de la inscripcin y su papel en laconstruccin de la realidad social pasa a primer plano, si biende un modo paradjico, por causa de un telfono, de una m-quina para hablar a distancia, que, sin embargo, como telfo-no mvil, parece convertrse en algo dei todo distinto.

    Hasta aqu, se dir, todo est claro, ncluso demasiado: latcnica depara sorpresas inesperadas. Pero, iqu es esta his-to ria de la realidad social? i Qu tiene que ver con el mvi!?No quisiera que el lector pensase que la construccin de larealidad social a la que aludo consiste en cruzar cuatro pala-bras, fijar una cita o incluso comentar perezosamente la fiestadel da anterior, como en aquella larga llamada telefnica enla que consiste la vieja novela de Alberto Arbasino, La contro-ra. Pueden estar seguros de que no se trata de eso, aunque s-lo sea porque, como es fcilmente comprensible, por muchoque se puedan alargar los mensajes, por mucho que el shortmessage service pueda convertirse en un Ims, en un long mes-sage service, es improbable que en un momento u otro reciba-mos en el mvilla Recherche de Proust; es ms cmodo leerlaen casa.'

    No, la realidad socal no es esto; sin embargo, s tiene quever con la escrtura. Buscad en los bolsillos, abrid la cartera. *Encontraris billetes de tranva o de tren, tal vez recibos deltaxi; tiquets dei bar y dei supermercado; otros recibos,del banco y de la tarjeta de crdito. Y despus, ai volver a ca-sa, mirad en vuestros cajones, revolved entre lo que, tambinsin pensar demasiado en ello y sin embargo con tanta exacti-tud, llamamos "papeles": encontraris otras inscripciones y

    3. Aunque en ]apn y Corea las novelas se mandan por entregas va sms. Cfr,httpil/www.repubbliq.it/2005/b/rubriche/scenedigitaliljapan/japan.html. Pero ste esotro asunto, dei que hablaremos ms tarde, y que tal vez aprovecha la ventaja de laescritura ideogrfica.

    ,. Eu e1 original italiano "porrafogli", lo cual da sentido ai comentaria posterior,eliminado en nuestra traduccin: "lo que con tanta precisin, y sin embargo sin pen-sar demasiado en ello, llamamos asf porta [ogli", (N. de la t.).

    registros, plizas, recibos, escrituras de compra-venta, posta-les y cartas. De conservarlo todo, tendramos la ms perfectareconstruccin de nuestra vida social, la pblica (plizas) y laprivada (cartas). Si adems consideramos que hay edificiosenteros (correos, ministerios, bancos, bibliotecas ... ) cuya ra-zn de ser es atesorar estas inscripciones, parece bastante evi-dente la funcin de la escritura en la construccin de larealidad social.

    Ahora bien, fijmonos tambin en algo ms. Desde haceveinte afios, un porcentaje cada vez ms importante de estasinscripciones se encuentra almacenado en los ordenadores(pensemos en los tremendos archivos de e-mail que cada unode nosotros guarda y descubriremos con preocupacin quehemos escrito en cinco afios ms cartas de las que haba re-dactado Leibniz en toda su vida), o en papeles que tienen unamernoria a pequefia escala, como, por ejemplo, los billetes deimetro de Nueva York, que son una modesta tarjeta de crdi-to ... Pues bien, no sera difcil vaticinar que, antes de lo queahora podemos imaginar, todas estas inscripciones acabarnpor centralizarse en eI mvil, que quedar transformado asen cartera, carnet de identidad, billete de tren: el mvi! se lotraga todo.

    iExagero? iAcaso me erijo improvisadamente en Julio Ver-ne dei mvil? ia fanfarroneo porque estuve una vez de pasoen Nueva York? Ni por asomo. Ya es as en eI pago de los fe-rrocarriles estatales: la reserva nos llega ai mvil y el revisorsabe no slo dnde estamos (asiento 55), sino tambin nues-tro nombre. Por lo tanto, gracias a su capacidad de apropiar-se de inscripciones, el mvil se convierte en un granconstructor de realidad socal, y ste es el punto terico sobreel que qui siera llamar la atencin dellector. .

    Volvamos por un momento a la crnica de este libro o, SIse prefiere, a la novela de este ensayo. En Kirchberg vi porprimera vez al filsofo americano John Searle. Mientras escu-chaba su conferencia, pensaba que treinta afios antes haba

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    entablado una furibunda disputa con Derrida, ai cuestionarsu tesis de fondo: eI papel decisivo de la escritura en la cons-truccin de la realidad social. Y, mientras segua escuchndo-lo, record que diez anos antes Searle haba escrito un librosobre la realidad social en el que intentaba captar lo que defi-na corno una inmensa ontologa invisible, el tejido de nor-mas, regias, instituciones que -siempre segn la tesis deSearle- surge sobre la realidad fsica: algo intangible y quesin embargo nos toca de cerca.

    Esta teoria presenta muchos valores, pero adolece de undefecto fundamental: creer que la esencia de la realidad socialdepende de manera decisiva de las muchas molculas de nntrozo de papel que puede convertirse, por ejemplo, en talnbancario, y no de las pocas molculas de la firma dei interven-tor, que le da validez. En definitiva, la idea de Searle consisteen que un hombre puede ser presidente dei consejo o profesoro marido, un trozo de papel puede ser taln bancario o cuen-ta dei restaurante, etc.: en definitiva, la realidad social seconstruye sobre la realidad fsica. En efecto, as es en princi-pio. Pero iqu hace que un cuerpo humano o un trozo de pa-pei puedan sufrir semejante metamorfosis? iLas muchasmolculas del objeto fsico o las pocas de la tinta necesariapara la escritura? Para todo lo que he dicho, vale la segundaopcin: las escasas molculas de la escritura, en un carnet deidentidad o en una nmina; muy raras veces en la piei, ycuando sucede, corno en Auschwitz o en la En la colonia pe-nitenciaria de Kafka, no indica nada bueno. Esto es exacta-mente lo que defenda Derrida y lo que Searle se negaba confirmeza a tornar en consideracin. Sin darse cuenta de que siMoiss se hubiese limitado a bajar dei monte con unas tablasde piedra, por decirlo as, "en blanco", es poco probable queel objeto fsico "tablas" se hubiera convertido en el objeto so-cial "diez mandamientos".

    En Kirchberg, en definitiva, tuve esta iluminacin, por d-bil que haya sido: si no se torna la inscripcin corno terna cen-

    trai, es imposible resolver el enigma. de la ontolog~ social" esdecir, responder a la pregunta: ique hay entre la tierra de losobjetos fsicos y el cielo de los objetos ideales? iQu hay entrelas sillas y los teoremas? No es una pregunta trivial, pues desdeHamlet' sabemos que en medio de esas cosas existen ms co-sas de las que suefian nuestras filosofas: obligaciones, prome-sas, apuestas, bautizos y funerales, bodas y divorcios, premiosNobel y anos de crcel... Ms o menos, toda la felicidad e in-felicidad de nuestras vidas.

    Pero no quiero alargarme demasiado con el relato de oca-siones fallidas, de escrituras, lecturas, encuentros y llamadastelefnicas, que concluy con un mvil que sonaba en el va-cio. Poco le importa ai lector qu tena yo en mente cuandopensaba en un pseudo tratado aristotlico o qu se me paspor la cabeza en Siracusa o en Kirchberg. Lo que Importa esque en el telfono mvil -que en los anos transcurndos e~tre el e-rnail de Ferrarin y la conferencia de Searle se habaconvertido en un formidable instrumento de escritura- esta-ba eI quid de la cuestin.

    En la primera parte de este libro propongo una teoria de laescritura. EI telfono mvil est por todas partes, nos une conun hilo invisible -puesto que no tiene hilos- y ai mismotiempo, a diferencia dei telefono fijo, desplaza la presencia. Pe-ro lo ms importante es que en las teclas del mvil hay letras,no slo nmeros, y stas no tienen tan slo una funcin mne-motcnica, corno en ciertos telfonos de disco antiguos, sinoque convierten aI mvil a todos los efectos en una mquina deescribir. iAcaso es la culminacin de la modernidad? En ciertosentido s, pero slo hasta cierto punto. Si, por ejemplo, la

    4. Una ptima documentacin sobre el estado dei arte se puede encontrar en DiLucia (ed.), Ontologia Sociale. Potere deontico e regale costitutive (Macerata: Quod-libet,2003).

    5. Shakespeare, Hamlet, I, V, 166.

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    ciencia ficcin no ha insistido ms en esta posibilidad de trans-formar la presencia es porque ya estaba ah, desde las pinturasde las cuevas a los quioscos de las estaciones. Y desde el princi-pIO tuvo una funcin muy precisa: no slo comunicar, sinoms bien construir una inmensa ontologa invisible, la retculade inscripciones, comunicaciones y registros que define la rea-lidad social. Primera moraleja (intentar sacar algunas en estelibro): quien dijo que los tratados, a fin de cuentas, son trozosde papel, no se equivocaba, siempre que estuviera dispuesto aadmitir que e! pape! no es slo eso que abarrota nuestros es-critorios, nuestros bolsillos y carpetas, nuestras carteras -has-ta cundo, todava no se sabe-, sino tambin los blips en losordenadores, la sim en los mviles e incluso las neuronas enlas personas. Segunda moraleja, pues: los tratados son trozosde papel slo para hombres de pape!; en e! mundo real, quienfalta a un compromiso es consciente de estar en falta, pues delo contrario el remordimiento resultara inexplicable.

    Esta es, pues, mi tesis fundamental. Los objetos sociales, co-mo argumentar por extenso, consisten en inscripciones: en elpapel, en memorias magnticas, en la cabeza de la gente; y, des-de esta perspectiva, la alianza entre telfono y ordenador, ase-gurada, aI menos como tendencia, desde el telfono mvil,representa un formidable instrumento de construccin de larealidad social. Para demostrar esta tesis, en el primer captuloIlustro las transformaciones de la presencia ms evidentes indu-cidas por e! mvil. En e! segundo, argumento que estas meta-morfosis dependen de! hecho de que el mvil es una mquinade escribir. En e! tercer captulo, que la escritura tiene que verms con eI registro que con la comunicacin: lo escriba Derri-da en 1967, una poca en la que no haba ordenadores ni mvi-les, ni siquiera eran imaginables; baste pensar que en laastronave de 2001: una odisea en el espacio, que es de 1968, seutilizan mquinas normales de escribir y Hal sirve slo parapensar. Finalmente, en el cuarto captulo ilustro y argumento elpape! de! registro en la construccin de la realidad social.

    Dicha realidad la considero de manera especfica en la se-gunda parte de!libro, dedicada a los objetos sociales. A tra-vs de la revisin de las teoras que se encuentran en elmercado (ni siquiera son muchas, aI fin y ai cabo), intentoresponder a la pregunta: (qu se construye a travs deI regis-tro? Es una cuestin delicada, sobre la que es fcil equivocar-se. Hay quien dice que no se construye nada, porque nadieestaria dispuesto a obedecer, pongamos por caso, una ley cuyaconsistencia fuese ms o menos la de una postal, de maneraque en lugar de recibir saludos y besos de Praga nos lIegaraa casa el Mensaje dei Emperador, con normas y disposicionespara e! ICI, la reutilizacin de residuos o la proteccin de losespacios verdes pblicos. Hay quien, exagerando en sentidocontrario, sostiene que se construye todo, nada menos que to-do, es decir, no slo los objetos sociales, sino tambin los teo-remas y los nmeros (es decir, los objetos ideales), e inclusolos objetos fsicos. La idea subyacente es que la realidad deimundo externo es estudiada por la ciencia a travs de cons-trucciones tericas, de modo que -as prosigue e! razona-miento- las mesas y las sillas, las montaias y los rios, son endefinitiva el resultado de construcciones sociales, nada msque alambiques y almanaques en la cabeza de la gente, ya setrate de cientficos locas ai estilo de Stranamore o de filso-fos solipsistas al estilo de Fichte.

    Es evidente que no es as: ni el anticonstruccionismo ni e!construccionismo absolutos son aceptables, porque son fal-sos y carecen de sentido. Ni siquiera con los ms potentesmviles, ordenadores o aparatos de realidad virtual, o sim-plemente alterada en el antro en e! que se prepara un Golem,es posible construir objetos fsicos, como las mesas (las quefabrican los carpinteros a partir de una materia preexistente,y no los catlogos de Ikea, como creen los construccionistasabsolutos), o las montafias, o los objetos ideales, como e!nmero 5 o e! teorema de Pitgoras. Estas cosas pueden serregistradas o calculadas, fotografiadas o archivadas a travs

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    de un sistema de escritura depositado, por ejemplo, y cadavez ms, en e! mvil. Muy distinto, sin embargo, es e! casode actos sociales, como la promesa, e! tratado, e! contrato,y el de los objetos saciales que se derivan de ellos, sean capi-tales o sindicatos, talones bancarios o caballeros medieva-les, fiestas de cumpleafios o ceremonias de licenciatura. Aque! registro no es un elemento accesorio aunque importante(e! Mont Blanc y el teorema de Pitgoras existen con inde-pendencia de sus registros, pero es hermoso saber que exis-ten, y eso es lo que nos permiten los registros). En losobjetos sociales el registro es un factor constitutivo. No setrata de algo irrelevante: e! fui Mattia Pascal>,* (consider-moslo como un hombre real) es el que habla, existe y, sinembargo, socialmente ya no es, a causa de! acto de su muer-te. Los construccionistas absolutos -es decir, como vere-mos, los posmodernos- tal vez concluiran que habamuerro de verdad, cometiendo as un mero errar categorial:ese hombre sin duda existe como objeto fsico, como orga-nismo bolgico, y tambin como persona dotada de con-ciencia, recuerdos, inrenciones; pera no subsiste comoobjeto social, la suya es lo que con mucha exactitud se lla-ma una "rnuerte civil". Y ai revs sucede lo mismo: la "vidacivil" y la existencia, siempre un poco de papel, de todos losobjetos sociales depende constitutivamente de registros, delo que llamar, de un modo ms tcnico, "inscripciones",es decir, de telfonos mviles antiguos y modernos. Y su-giero que sta es la interpretacin correcta de una frase deDerrida, a menudo tergiversada: nada existe fuera de! tex-to". Fuera dei texto existe todo un mundo, pero sin inscrip-ciones no existe mundo social.

    ,. Alusin ai clebre relato de Pirandello en el que se da por muerto ai protago-nista, Mattia Pascal, circunstancia que ste aprovecha para cambiar de vida de modoradical, lo que, siri embargo, resulta imposible puesto que legalmente no existe (N.de la t.}.

    sta es, pues, la tesis fundamental: la ontologa social seapoya en un sistema de escritura que puede prescindir de! m-vil (existia ya en tiempos de los sumerios y de los faraones),pero de! que el mvil constituye el emblema absoluto, puestoque permite o promete la conexin a todos los sistemas de co-municacin oral y escrita, el acceso a todos los circuitos de re-gistro (escritura, imgenes, msica), verificar el propioextracto de cuenta, pagar e! billete de metro o la entrada a lapera y, s se quisiera, descargar este libro y leerlo en el tren.Y todo esta ocurre mientras, tal vez, un sms nos comunicaque e! primer ministro ha presentado la dimisin, que los ti-pos de inters han variado, que la Juventus ha ganado la liga,que hemos dejado Italia y que France Te!ecom gestionar lasconexiones o incluso (no se lo deseo a nadie, pera son cosasque pasan) que entre nosotros, todo ha terminado".'

    Turn, 13 de junio de 2005

    6. No exagero y no invento nada, o mejor, la realidad sobrepasa, como siempre,la imaginacin: en la ley islmica (por ejemplo, en los matrimonios convenidos enIrn) es tcnicamente posible divorciarse con no sms.

  • Agradecimientos

    La idea de la inteligencia colectiva -e! suefio de que co-nectndose a una red las personas crean un ttem inteligent-simo- me parece realmente extrafia. Pero este libro no sehubiera escrito sin amigos, alumnos, colegas, incluso parien-tes, y sin maestros, uno de los cuales por desgracia desapare-ci hace menos de un ano. Que se haya escrito tal vez no seanecesariamente un bien, pero en la medida en que e! libroexiste, los agradecimientos son de rigor y, como corresponde,se deben poner por escrito.

    Agradezco a todos, y de corazn, pero en primer lugara todos los amigos de! Laboratorio de Ontologa de la Uni-versidad de Turn, fuente de ideas, de desarrollos y derazonamientos que de otro modo no se me habran ocurri-do: Tiziana Andina, Carola Barbero, Cristina Becchio, Ce-sare Bertone, Stefano Caputo, Alessandro Gatti, AlexandraJacomuzzi, Pietro Kobau, Alessandro Lancieri, Luca Mo-rena, Alexandra Saccon, Alessandro Salice, Daniela Taglia-fico.

    Por e! mismo motivo tengo una deuda con los estudiantesde la Universidad de Turn, licenciatura de filosofia, curso defilosofia teortica 2004-2005, con los que he puesto a pruebaeste libro y de cuyas reacciones e informes he recibido suge-rencias de todo tipo: Giulia Alberti, Elisabetta Audisio, Ale-xandra Berlese, Marco Bertello, Davide Biasoni, LauraBorlengo, Maria Teresa Busca, Fabricio Calzavarini, Raffae-lia Cavalletto, Davide Coero Borga, Maurizio Dale, Barbara

  • 30 AGRADECIMIENTOS MAURIZIO FERRARIS 31

    D'Alessandro, Laura Teresa Di Summa, Davide Fassio, SaraGennaro, Davide Grasso, Alessandro Lomartire, Gemma Lu-pi, Carola Marucci, Giuliana Racca, Erika Sarnp, Davide Sa-raniti, Alexandra Scotti, Fabio Scuderi, Fabio Straforini,Maria Grazia Turri, Nicol Valenzano, Simona Verlengia, An-tonella Vitielli.

    Los amigos Barry Smith y Leo Zaibert, dei Ifomis de Lip-sia y de Saarbrcken, vieron este trabajo cuando rornaba for-ma (inicialmente, en una brevsima observacin a Srnith sobresu objecin a Searle, despus en su versin completa en Saar-brcken, el pasado enero), mientras Kristf Nyri, de la Aca-demia hngara de las ciencias, ha visto la conclusin y me haanimado a darme prisa.

    Comenc a pensar que tal vez podra recorrerse el carni-no de una ontologa dei mvil gracias al amigo ArmandoMassarenti y a mi hermano Gabriele Ferraris, que acogieronsus primeros y fragmentarios esbozos en el "Dominicale "dei "Sole 24 Ore" y en "Torino 7". Tambin debo mucho aotros amigos: Gian Maria Ajani, Andrea Bottani, MauroBussani, Rosa Maria Calcaterra, Richard Davies, MicheleGraziadei, Tonino Griffero, de los que he recibido comenta-rios y sugerencias a anteriores versiones. Debo el primer im-pulso para escribir sobre los objetos sociales (adems de aun buen nmero de profesores) a Roberto Casati, pera tarn-bin han contribuido a pulir la idea las objeciones de AchilleVarzi durante el primer encuentro italiano de onrologa ana-ltica, en Padua (julio de 2003), y en muchas otras ocasionesinformales.

    Mario Andreose, Cristina Poma y Federica Visconti, deBompiani, lo han ledo en diversas versiones; Daniela Padoanha preparado su edicin de un modo admirable, desmintien-do lo que se dice de los libras: que se conciben con placer y sedan a luz con dolor.

    Anna Donise esta vez slo pudo hojear ellibro in extre-mis, porque estaba escribiendo el suyo. Sin embargo, me haodo hablar mucho de l, hasta el punto de que, me temo,tampoco para ella habr sido una sorpresa, aunque slo seaporque habr encontrado aqu muchas de las cosas que meha dicho.

  • 1. Peri mail

    1.0. El telfono mvil dei Faran

    El 6 de noviembre de 1824, Champollion escriba a su her-mano desde Egipto: He visto fluir en mi mano la fama deanos de los que la Historia haba perdido toda memoria,nombres de Dioses que desde hace quince siglos no tienen yaaltares, y he recogido, aguantando la respiracin, temiendoreducirlo a polvo, un pedacito de papiro, ltimo y nico refu-gio de la memoria de un Rey que, en vida, quiz se encontra-ba encerrado en e! inmenso palacio de Karnak, [Ah, si e!Faran hubiese tenido un mvil! iQu habra hecho si lo hu-biera tenido y si en la pirmide hubiese habido cobertura?

    . Con toda seguridad hubiera hablado, pero sobre todo hubieraescrito, registrado, construido. Comprobmoslo en seguida,introduciendo los argumentos que pretendo desarrollar en laprimera parte de!libro.

    L Hablar, ~Eres t, amor mo? No, soy su marido.ste es e! asunto. Hay una gran diferencia entre "estar aI te-lfono" y "estar aI mvil ". En trminos heideggerianos, un"ser para e! mvil" sera todo lo contrario de! "ser para el te-lfono". Con el mvil ha muerto una frase como: i Los seno-res Heidegger? iPuedo hablar con Martin?. EI mensaje lellega -excepto cu ando se producen incidentes desagrada-bles- a l, slo a l; y l, por otra parte, puede estar en cual-quier sitio. Como estamos acostumbrados a encontrar acualquiera, no conseguirlo resulta particularmente desasose-gante. La frase ms amenazante de todas es la persona a la

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    que lIama no est disponible en este momento. Del mismomodo, e! aislamiento ontolgico comienza en el momento enque descubrimos que "no hay cobertura" y empezamos a bus-carla con afn. Nos sentimos solos, aunque hasta hace pocosaiios era siempre as, porque estbamos siempre sin cobertu-ra, y no es slo cuestin de hablar,

    2. Escribir. De hecho, e! mvil no es slo una mquina pa-ra hablar, es tambin una mquina para escribir. El e-rnail yel mvil son en la actualidad lo mismo y no sirven de vehculoslo a una escritura fontica sino, corno he dicho, incluso alos ideogramas, :) :-) :-( :-? ;-) : es decir, a la escritura ms ale-jada de la voz que quepa imaginar.

    3. Registrar. (Para qu se escribe? (Para comunicar? No escierto. Los mviles hoy se convierten en gameboy y playsta-tion, agenda y firma, re!oj y despertador, mquina fotogrficay reproductor digital de sonido, de modo que e! elemento pre-dominante es el registro, cuando no, incluso, la capitalizacin,dado que hoy ya tienden a unirse las funciones del mvil y dela tarjeta de crdito.

    4. Construir. El registro no construye nicamente el capi-tal sino, en general, todos los objetos sociales, objetos quedesde e! mvil corno escritorio acabarn en el mvil corno ce-lular. Por ahora podemos controlar los movimientos de nues-tra cuenta bancaria, pero antes o despus, se aceptanapuestas, lIegar e! momento de la incorporacin del cdigofiscal, de! carnet de conducir, dei de identidad y del pasaporte,que son hoy documentos escritos sobre pape! o plstico, peroque sern maiiana fagocitados por e! mvil: ste es mi corpus(mis direcciones, mi identidad, mi dinero, mi archivo).

    La moraleja puede extraerse de inmediato. Mientras nosextenubamos con el anlisis de la televisin y de la culturade la imagen, nos volvimos ciegos respecto a la escritura y su

    eclosin, que ha caracterizado estos ltimos treinta aiios y haculminado con el te!fono mvil. Quiz estbamos ciegos por-que la cosa era demasiado evidente -para e! Faran, paraChampollion, para Kafka (quien tenga curiosidad por sabercmo va a terminar slo tiene que ir ai eplogo de este li-bro... )-, incluso demasiado antigua. Si!l embargo, lo que es-t en juego con e! mvil no es slo una cuestin tcnica;afecta a nuestro modo de estar en el mundo y lo hace filosfi-camente, mucho ms de lo que sucedia con los "medios de co-municacin de masas", porque en este caso se trata de un"media de registro de masas", Cuanto antes nos enterernos,mejor,

    1.1. Hablar

    1.1.1. "Where-are-you?-mail"

    "Te1efonino"*: curioso diminutivo -casi tierno- paraun instrumento tan potente. Pero (qu esconde un mvil?(Acaso se limita a potenciar nuestra posibilidad de hablar, delIevar sonidos a distancia, es decir, literalmente, de relefo-near? Pareceria que si, ai menos si atendemos ai nombre, quedesigna, de manera unvoca, una funcin y no la enmascaracon el nombre dei inventor, corno sucede por ejemplo en e!caso de la guillotina (ya lo deca Vctor Hugo: Coln noconsigui unir su propio nombre ai de su descubrimiento, niGuillotin separarlo de! suyo). Las cosas, sin embargo, noson tan simples.

    Estoy en e! tren, marco un nmero, responde e! "usuariorequerido". Me saiuda sin haber dicho ,,(Si? Dgame, falta-ra ms, dado que en su mvil ha aparecido mi nombre, re-gistrado en la agenda de su aparato. Y en la inmensa

    >I- En italiano, te1fono mvil. (N. de la t.}.

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    mayoria de los casos marco el nmero correcto, ya que estescrito en la agenda dei mio: por lo menos desaparecen losproblemas causados por errores de impresin, problemas queestaban a la orden del dia con los antiguos telfonos de dis-co, y slo un poco menos con los telfonos inalmbricos quevinieron despus. Ya no confundimos el nmero; a lo sumonos notifican que el nmero es "inexistente", pero se es otroasunto.

    Estos son algunos efectos de escritura que inauguran nues-tro per. mail: el mvil es tambin una agenda, adems de undespertador, un cronmetro, un cuaderno de notas, una mqui-na fotogrfica, un contestador. .. Para quien tenga paciencia,incorpora tambin la agenda, igual que incorpora, en un cuer-pecillo bastante pequeno, imgenes, video, pelculas, msica,un montn de cosas. Toda una transformacin de la que debe-remos hablar, aunque espero que no hasta el aburrimiento.

    Sin embargo, la transformacin ms "abismal" o "inaugu-ral" -como diria alguien aficionado a palabras ms subidasde tono- es otra. Cuando alguien me responde, en seguida lepregunto: "idnde ests?. ste el punto desde el que se de-be desentrafiar nuestra inmensa ontologia invisible.

    Madres e hijos. Hasta hace pocos anos esta pregunta, deentrada, hubiera parecido absurda, casi demente: idndequieres que est? Estoy aqu, es decir ah, donde me llamas.E! telfono fijo permita incluso comprobaciones topogrfi-cas: durante la batalla de Bedn, en abril de 1945, era fcil sa-ber hasta dnde haban llegado los soviticos: bastaba conmarcar el nmero de un telfono en la periferia; si respon-dian en ruso, ya estaban all. Con el m vil es harina de otrocostal. EI mensaje nos puede llegar de cualquier lugar y, porotra parte, nosotros podemos estar en cualquier sitio. Por esolo superfluo en el telfono resulta esencial en el mvl, y noexagero en absoluto, ya que, con la difusin de los mviles yde la posibilidad de enviar sms, han surgido las llamadas

    where-are-your-mail," mensajes -Ia mayoria de las vecesenviados por las madres a los hijos- cuyo nico contenido esla pregunta: "idnde ests?.

    La madre (una figura social que no se detiene ante nada, adiferencia de los cnyuges o de los superiores) no tienenadaque decide ai hijo; en cierto sentido, no hay nada que le im-porte respecto a l, excepto saber dnde est. EI hijo, sin em-bargo, tiene siempre un recurso: responder estoy en casa deGino y volver a colgar, dejando a la madre con una preguntasin resolver: "idnde est Gino?, De manera que convieneque la madre se provea de un sistema de navegacin va satli-te, como los que se instalan en los taxis o los que utilizan loscontroladores electrnicos de los misiles inteligentes."

    7. Nyri, (ed.), Seeing, Understanding, Learnng in theMobile Age, Conferenceorganized by T-mobile Hungary and The Institutc for Philosophical Research of t~eHungarian Academy of Sciences, Papers - borrador, 2005. Me referir con frecuenciaa estas textos, que constituyen ya hoy da una Biblia dei Mvil, o por lo menos al~~ms que no Pentateuco, ya que los volmenes aparecidos hasta ahora 50n seis (Nym(ed.), AIlzeit zuhanden: Gemenschaft und Erkenntnis im Mobilzeitalter (Viena:Passagen, 2002); Nyri {ed.}, Mobile Learning. Essays on Philosophy, Psychologyand Education (Viena: Passagen, 2003); Nyri (ed.), Mobile communicaton. Essayson Cognition and Community (Viena, Passagen, 2003); Nyri (ed.), Mobile Demo-cracy. Essays on Society, Self and Politice (Viena: Passagen, 2003); Nyri (ed.),Seeing, Understanding, Learning in the Mobile Age, Conference organized by T-mo-bile Hungary and The Institute for Philosophical Research of the Hungarian Aca-demy of Sciences, Papers - borrador, 2005); Nyri (ed.), A Sense af Place. The Globalarui the Local in Mobile Ccmmunication (Viena: Passagen, 2005). Remito a stos pa-ra una bibliografa sobre el telefono mvil, un campo enorme que no intento siquieradelinear a grandes rasgos.

    8. La madre podra rastrear a Gino y a su hijo abonndose a un sistema de bs-queda topogrfica, el que veis en la foto reproducida en la pgina siguiente: e1 celularprocesa la serial de los satlites y la envia a un servidor, que procesa la posicin ~elusuario recibida y enva la cartografia de la zona. EI terminal dei usuario, si sigue dia-logando con e1 servidor, inserta un destino. EI servidor procesa el recorrido, la distan-cia y el tiempo de llegada, y enva itinerario e informaciones de gua ai terminal d~lusuario, que las visualiza en la pantalla. En la pantalla dei mvil aparece un mapa tn-dimensional y detallado que, curva tras curva, sefiala, adems de la calle para llegarai objetivo (las seiializaciones son tambin verbalesl, todo lo que est alrededor deiobjetivo (hoteles, restaurantes, museos, aparcamientos, farmacias, gasolineras, ralle-

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    -0;," I c::::J, . ,.,(' '. '( "I ..:;>' y ...., I

    Estoy detrs tuyo, Sin embargo, ms all de las preocu-paciones maternas -que demuestran, por otra parte, hastaqu punto e! mvil no crea slo independencia, sino tambinnuevas formas de dependencia recproca- este asunto dei"dnde ests" se encuentra en la base de una infinidad de exi-gencias porque, dada la dificultad de situar a nuestra interlo-cutor, saber dnde est se convierte en un bien informativo deprimera magnitud: idnde ests?, estoy en e! tren, estoyllegando; 2dnde ests?, en la via cinco; 2dnde es-ts, en una reunin, te llamo luego, etc. Y as desaparecenlos puntos de encuentro en las estaciones y en los aeropuer-tos. iQu necesidad hay, si la localizacin est garantizadapor el mvil?

    En ]apn, un pais particularmente sensible ai mvil, e!dnde ests se ha transformado en un juego, Se crea una pe-quena comunidad en la que, a lo largo dei dia, sus miembrasse informan unos a otros acerca de "dnde estn". Quien secontenta con las respuestas disfruta; pera e! juego puede reser-var sorpresas tambin fuera de japn, De hecho, una variantede la Grundfrage -de la pregunra fundamental>.- muchoms crucial que, pongamos por caso, ipor qu e! ser y no la

    res, salas de congresos, hospitales, estaciones ferroviarias, aeropuertos etc.). Puedeayudar a concretar el objetivo (por ejemplo, las predicciones dei tiempo). Confiandosiempre en que no se equivoque, como le pas a una amiga ma que, cuando volvade Portofino a Gnova, fue invitada a girar a la izquierda, esto es, ai mar.

    nada? es la que surge de conversaciones en las que uno pre-gunta: idnde ests? y e! otra responde: aqui, detrs de ti ,En esta situacin, creiamos comunicamos a distancia, pera es-tbamos como los nios de antafio, que hablaban (o intenta-ban hablar, yo nunca lo consegui) con dos latas unidas por unhilo; a veces, con el mvil, la voz llega desde dos fuentes, elmvil y e! espacio detrs de nosotras, donde se encuentra nues-tra interlocutor.

    Se puede incluso llegar a la hiprbole, cuando los dos quehablan estn abonados a compafias de pases diferentes: larespuesta aqui, detrs de ti ha tenido que dar la vue!ta amedio mundo para llegar a nuestro odo.? Hace unos anos,una campana publicitaria francesa compil la lista completade estas situaciones curiosas, incluida la embarazosa a la quealuda antes: tEres t, amor mo? No, soy su marido.

    La donna e mobile : en rigor se trata de una situacinposible slo con un instrumento que se considera estrictamen-te privado como e! mvil, diferente en esto dei instrumentosemi-pblico que es e! te!fono fijo.

    ~Cmo estoy? Existe tambin la variante de! videotelfo-no. En una publicidad que circulaba hace un tiempo se veiaa una joven que enviaba su imagen y preguntaba: icmo es-toy?, En efecto, tambin aqui encontramos una inversin delas regias de conversacin clsicas (por lo general se pregunta2cmo ests?, aunque eon frecuencia nos importe poco).Entre las dos situaciones, sin embargo, la decisiva es la pri-

    9. Vale rambin la recproca. Hay zonas de Triesre donde Omoitel no riene co-bertura; e1 mvil se conecta a la compaia eslovena, y no hay mucho que hacer: o se-leccionas manualmente la red y especificas que quieres conectarte slo con Omnirel,o antes o despus recibes e1 fatdico sms que te avisa de que desde el extranjero pue-des llamar a Italia marcando e1 prefijo 39 antes dei nmero. Quien llegue por prime-ra vez a Trieste se puede ver Ilevado a revisar sus conocimienros geopolticos. Losnativos simplemente sue1en evitar llamar desde las zonas de riesgo. Agradezco a Ale-xandra jacomuzzi la indicacin sobre sta y otras peripecias dei mvil.

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    mera, el "idnde ests?. La segunda, por ingeniosa quepueda resultar, se apoya en un juego de palabras. La jovenpregunta "icmo estoy?, pero no alude a su estado de ni-mo, que es por lo que se pregunta cuando, en las conversa-ciones telefnicas o por la calle, se pregunta "icmo ests?.La joven pregunta pues "icmo estoy? del mismo modo enel que -tpica escena conyugal- antes de salir un cnyugepregunta ai otro "icmo estoy? para saber si est bien vesti-do, o peinado, en definitiva si est presentable en pblico. 10Por el contrario, en el caso del "idnde ests? la preguntaes inequvoca. Queremos saber dnde se encuentra nuestrointerlocutor. En cierto sentido, se generaliza la pregunta tele-visiva "idesde dnde llamas?, slo que -variante decisi-va- aqu se lo preguntamos no a quien llama, sino a aquela quien llamamos.

    Transformaciones de la presencia. Si comparamos el"idnde ests? con la situacin de dos interlocutores que semiran a la cara y estn fsicamente en el mismo lugar, es difcilno percatarse de todo lo que cambia.

    Es evidente que desde que es posible enviar cartas, incluso aun mailing, esta presencia ha empezado a vacilar, pero sobrevi-van puntos firmes; adems es improbable que dos se pregun-ten, desde una lista de correos a otra y varias veces ai da,2dnde ests? (

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    travs de una disminucin de las dimensiones paralela a lapotenciacin de sus prestaciones, el telfono mvil se emanci-pa, pierde sus cadenas -del mismo modo que los libros yano estn encadenados a los muros en las bibliotecas monsti-cas-, se hace de bolsillo, se mueve por el mundo. Y hace po-sibles cosas nunca vistas, que el viejo telfono no permitasiquiera sospechar.

    Comenzaremos con una historia, un poco ai estilo deNietzsche -quien en el Crepsculo de los dolos narra c-mo y por qu el mundo verdadero acab por convertirse enfbula 12_ relatando cmo el telfono fijo acab por con-vertirse en la cosa ms mvil dei mundo. La historia de estadinamizacin y movilizacin es interesante por s misma, yaque en rigor el telfono debera permitir la comunicacin adistancia sin moverse, mientras los aviones, por ejemplo,deberan permitir comunicarse (en caso de que se tratase s-lo de comunicar) movindose. Pero este principio quedadesmentido por el conocido argumento de que cuando seinvent el telfono se concluy que la gente dejara de via-jar, aunque la invencin casi simultnea del avin hizo quese viajase todava ms. Hoy en da se viaja sin tregua, lle-vando encima el telfono mvil, apagado slo durante lafase de crucero (si se est en un avin, mejor dicho en un"aerornvil", que debe leerse como "mvil areo"; pero nosi se va en coche, en tren, en barco -hasta que se enciendeel mvil-, o en un coche celular, suponiendo que no noshayan, como es probable, confiscado el celular). Volvamosa la historia.

    12. Nietzsche, E, ed. it. de G. Colli y M. Montinari, II crepuscolo degli idoli, enopere (Miln: Adelphi, 1964s5), vol. VI, t. Ill, pp. 63-4. [EI crepsculo de los dolos,trad. Andrs Snchez Pascual {Madrid: Alianza Editorial, 2007)1

    1. Se parte dei telfono fijo, muy fijo, negro, clavado a lapared (se habla de pie, sean breves, por favor). Atarea-das y estresadas sefioritas, que todava se ven en las pe-lculas antiguas, garantizan las conexiones en lasgrandes salas de la central telefnica.

    2. Despus el telfono se vuelve un tanto nmada. Est so-bre la mesa, soporta algn movimiento local, si se quie-re es posible aplicarle una prolongacin, es de un colorms cordial (por lo general, de un gris trtola, pero enalgn caso puede ser de un coqueto burdeos).

    3. El telfono se convierte en polimorfo: grande, de me-sa, o ms pequeno, de mesilla de noche. Por fin se pue-de responder desde la cama cuando nos llaman aiamanecer (escena tpica de pelcula policaca: Charlie(pero te das cuenta de qu hora es?) o antes de dor-rmrnos.

    4. Se pasa del disco ai teclado. Durante un tiempo los dosmodos -digamos que analgico o digital, es la pocaen la que aparecen los primeros relojes con nmeros enlugar de manecillas- conviven. Despus el teclado ga-na la partida y el disco resulta conceptualmente obso-leto, puesto que no dispona de muchas de las funcionesdel telfono, en particular las vinculadas a la escritura(en cambio, poco a poco ha ido dejando de usarse el re-loj digital y hoy vuelven con fuerza los relojes de mane-cillas).

    5. EI telfono ya no es una prerrogativa de la compafiiatelefnica. Se puede comprar en cualquier parte, pue-de tener mil formas, ser de fabricacin oriental -delos "tigres asiticos", que empiezan a comportarse co-mo tales-, cuesta poqusimo y a menudo funciona fa-tal. Esto suceda hace unos veinte anos y ai pensarlode nuevo an se experimenta un estremecimiento porla sensacin de libertad que produjo esta revolucincontenida.

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    6. Contenida, pero no silenciosa. En este momento, encualquier caso, hay muchsimos te!fonos. Suenan to-dos a la vez, todo e! mundo responde ai mismo tiempo,todo el mundo baja la voz ai mismo tiempo para dejarresponder a los otros, aunque en la prctica ya no sepuede hablar, pues uno se ve involucrado en continuasconversaciones colectivas, anticipacin involuntaria ydomstica de las te!econferencias.

    7. Para obviar e! inconveniente entra en escena e! cordless,es decir, e! telfono inalmbrico (/andline phone, ratitade campo primero, desplazada despus por la ratita deciudad): es la aurora de! telfono mvil.

    8. Entretanto, los mdicos y otras profesiones de riesgo seproveen de ingeniosos aparatitos que les informan deque se les busca. Se les llama "busca". Tambin ste esun preludio deI telfono mvil, el anuncio dei "dndeests"; de manera caracterstica, sin embargo, se limitaa funciones informativas, no afectivas: a una madre quehubiese atado un "busca" a su hijo se la habra consi-derado un Torquemada.

    9. A todo esto, el telfono viaja. Aparece en e! coche, tanpreciado como el fuego, y se lo encuentra en el avin,costossimo pero excitante (estoy en e! avin y telefo-neo). Empiezan a ponerlo tambin en los trenes, peroya en e! tiempo de descuento; en algunos casos, anquedan las cabinas vacas en los vagones, vestigios deun tiempo que parece remotsimo, porque mientrastanto ha llegado e! telfono mvil.

    10. S, ha llegado, y empiezan a desaparecer las cabinas; ylas fichas, emblema de modernidad, se convierten enpiezas de coleccionista. Como ejercicio para haceren casa, que los mayores intenten recordar la poca enla que para hacer una llamada interurbana desde unacabina era necesario medio kilo de fichas.

    Empieza la metamorfosis y, de un modo dramtico (es lahistoria de David y Goliat, o de [acob y Esa), e! telfono fijose convierte en e! doble dei mvil,13 o ms exactamente lo per-sigue sin esperauza, como uu perro fie! pero desventurado;"A su vez, e! mvil se vue!ve anlogo ai ordenador, que anteso despus se resignar ai predominio de! mvil. Lo que esta-mos leyendo, entonces, no es slo un suplemento de! Creps-culo de los dolos, sino tambin un nuevo captulo de laVoluntad de poder.

    Digo voluntad de poder porque, desde 2002, sobre lafaz de la tierra hay ms mviles que fijos, los mviles son dosmil millones, un ejrcito impresionante: imaginmoslos todosjuntos, como el ejrcito de terracota de! emperador chino ...

    13. Giuseppe Turani, La Reppublica, 15 de diciembre de 2003: Es no relfonowi-fi. Ya no necesita hilos. Y tampoco requiere rener no objeto que esrorba en e1 es-crirorio. El nuevo telfono ya est aqu. Se carga con nu cable, igual que los celulares.Tiene muchas venrajas. Y estorba muy poco. Adems, es mvil (dentro dei espaciode la oficina, que puede ser no edificio enrero). Por lo tanto, si uno va a ver a no co-lega, basta con que se meta el telfono en el bolsillo y podr responder desde cual-quier lugar. Y, por descontado, podr te!efonear. EI telfono wi-fi, en definitiva, esuna especie de celular de oficina. Muere el viejo telfono y llega ste, muy simple ymuy cmodo.

    14. Considrese la triste historia dei "Fido" de Telecom, que apareci a finalesde los afies noventa (es decir, ai final dei siglo pasado). Se trataba de un inalmbricounido a la lnea de casa, pero capaz de conectar con toda la ciudad. Tuvo una vidabreve y msera, y fue derrotado por e! mvil, como las brigadas de la caballera pola-ca por los tanques alemanes en 1939. Entregado ai enemigo, Fido ha vue!to, limitn-dose a mero inalmbrico que funciona entre las paredes de casa. De las causas de!fracaso se deduce la potencia dei telfono mvil que analizaremos en los prximoscaptulos: con Fido no se poda escribir; Fido no era privado (de manera que si unosala de casa con Fido en el bolsillo, los dems miembros de la vivienda se quedabansin telefono y el que lo llevaba reciba llamadas para los otros, sin poder recurrir al"le paso"); Fido estaba sometido a los frgiles, pero estables criterios de politesse deifijo: no se llama despus de las diez de la noche, no se llama a las horas de las comi-das, se respeta la tregua de la siesra. Todo esto con el mvil ha desaparecido; ahora sedice "yo Ilamo, si est durmiendo el mvil estar apagado" (mo siempre es verdad!iY si lo tuviese encendido?). Del sacrificio de Pido, sin embargo, surgi otro parasitis-mo dei fijo respecto aI mvil: los telfonos fijos que permiten mandar sms. Aqui, denuevo, el fijo va a la zaga dei mvil, y de una de sus caractersticas en apariencia an-malas, pero que triunfan.

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    Una legin amenazadora no slo por el nmero, sino tam-bin por la ubicacin. Pues idnde estn todos esos mviles?Uno se sentiria impulsado a responder que los dos mil millo-nes estn en Italia, es ms, todos en e! tren en el que uno seencuentra en ese preciso momento. Pero no es as. Por ejem-pio, hay acho mviles por cada cien personas en frica, don-de, por razones evidentes, ai fijo le cost arraigar y sobretodo encontrar difusin. Una circunstancia que reduce el "di-gital divide", o dicho liana mente, la brecha entre quien estconectado y quien no lo est, y que se transforma en la cues-tin de tener o no tener rnvil. Ahora el to have ar not to ha-ve resulta mucho ms fcil de solucionar instalando, porejemplo, internet points "por desiertos y sabanas, como di-ra Henryk Sienkiewicz, autor no de" idnde ests?" sino de"iDnde vas?, es decir, de Quo vadis? Como todos sabe-mos tambin hay mviles en el Ganges, y no slo de! Man-zanares aI Reno.

    Ya lo deca Manzini en Pen-tecosts, refirindose a otra"serial", la de! Espritu Santo:"Como sefial de los pueblos,lte coloc sobre e! monte! y entus labias la fuente/ de la pala-bra abri./ (... ) As reson ml-tiple/ la voz deI Espritu:/ e!rabe, el parto, e! sirio/ la oyen su lengua. Esta, sin embar-go, no es un milagro. Digamosque se trata ms bien de unaparadoja dei telfono mvil,cuya difusin parece muy dis-tinta de la de otras maravillas

    de la tcnica. Sin retrotraernos demasiado -por ejemplo, la bre-cha entre quienes posean armas de bronce y los que las tenan

    de hierro y daban palas de ciego- es un hecho que los auto-mviles y los aviones de lo que en un tiempo se llam el "TercerMundo" con frecuencia no han terminado de funcionar. Con elte!fono mvil, dado el bajo coste, no es as, y esto descubre as-pectos interesantes.

    1. Comunidades tradicionales que miran con suspicacia, oincluso rechazan, e! frigorfico (como los mormones) o latelevisin (como los radicales islmicos), no manifies-tan reticencias respecto ai mvil. Naturalmente, se creansituaciones complicadas (all donde impera el rechazode la fotografia, e! mvil puede resultar problemtico sies un videotelfono). Los Quakers, es decir, los cuque-ros, que tan slo deberan temblar (to quake) ante Dias,empiezan a experimentar los padecimientos que puedesuscitar la serial de lIamada de un mvil.

    2. Los pobres tradicionalmente quedan excluidos dei ac-ceso a las tecnologias avanzadas. Por lo menos con elmvil no es as: se puede tener un mvil sin poseer unacasa, es ms, se puede tener uno porque se carece de ca-sa. EI bien mvil por excelencia puede prescindir de in-muebles, aunque su propietario pueda hacerlo conmayor dificultado

    3. Con el mvil y con el sistema de internet y del ordena-dor en general, los ninas acceden a bienes que poseenun valor elevadsimo tambin para los adultos, comoimprimir, publicar, hacer grficos, crear un sitio y qui-z escribirse entre ellos sin ser controlados por los ma-yores. AI parecer esta, por lo menos en lo que se refierea la escritura, ya lo previ Platn, que define la escritu-ra como paidia,15es decir, como un juego de ninas. Sinembargo, cuando el juego concierne a los adultos ya es

    15. Pedro, 277 e.

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    otra cosa, puesto que los ninas son ms despiertos yms rpidos. Ya no sucede como en mi poca, cuandonos decan vuestra generacin llegar a la luna; nun-ca fuimos, pero confibamos en ir de mayores, comolos astrona utas que veamos en la televisin.

    Sujetos. Cambia el objeto, y con l cambian los sujetos,por lo menos en apariencia. Como advert, "estar ai rnvil"parece muy distinro de "estar ai telefono". es otro Dasein.

    EI "estar ai te!fono" constituye a fin de cuentas un hechoocasional; no hace demasiado tiempo que uno poda darsecuenra de que, por algn motivo, haba "estado ai telfono"toda la tarde y lamentarse de esta aberracin. Por e! contra-rio, con el mvi! estamos siempre ai te!fono. EI "estar ai m-vil" multiplica as los fantasmas (itodo a tu alcance? Noexageremos; yo diria ms bien: "todos los espectros a tu alre-dedor"}, como sabe a la perfeccin la publicidad ai asegurar-nos que hoy, gracias a un mvil discretamente evolucionado,llevamos encima todo nuestro despacho. Para crear la mismasituacin sin mvil, habra que imaginar un mundo en el que,cada dos o tres metros, desiertos y montafias incluidos, hubie-se una cabina telefnica y un casillero destinado a nosotros,slo a nosotros, exactamente igual que e! Mensaje de! Empe-rador."

    Como la muerte en Heidegger, e! te!fono mvil es slonuestro: nadie -en principio, se entiende- puede responderai mvil de otro, igual que nadie puede morir en lugar deotro, ya que el mvi!, como la muerte, es una propiedad indi-vidual que nos sigue como una sombra. Jemeinigkeit, carc-

    16. Kafka, Un messaggio imperiale, rr. ir. y ed. de G. Schiavoni, en I racconti(Miln: Rizzoli, 2001), p. 230 [00 mensaje imperial en Un mdico rural. Obras,vol. 4, tr ad. A. J. R. Laurent (Barcelona: Edicomunicacin, 1987)]: El Emperador-dice la leyenda- te ha enviado a ti, individuo solo, msero sbdito, minsculasombra protegida en la ms remota lejana bajo el mortificanre sol imperial, e1 Empe-radar te ha enviado un mensaje desde su lecho de muerte precisamente a ti.

    ter "siempre rno" de! mvil, podramos glosar sin forzar elsentido."? A lo sumo, alguien puede llamar ai mvil de Fula-no para hablar con Mengano, que est con l pera tiene e!mvil apagado, o "no tiene cobertura". Y en cuanto a utili-zar e! mvil de otro, aunque slo sea para responder, est eniuego la familiaridad, la confianza, casi la intimidad (es comoutilizar e! cepillo de dienres de otro o, puesto que est llenode datas, como hurgar en un bolso o en un cajn); o bien esnecesaria una fuerte autoridad jerrquica (imaginemos ai ge-neral que ordena ai soldado: [psamc tu mvil!),

    As, en el "estar ai mvil" est en juego la ubicuidad y laindividualidad: en cualquier parte te pueden encontrar (ubi-cuidad), y slo te encuentran a ti (individualidad). Y en efectosta es una transformacin que se impone. Anres uno sala decasa y la historia de! telfono acababa ah. Ahora ya no. Es-ts donde ests te pueden encontrar y ai revs. De manera quesi te buscan y no te encuenrran, si el rnvil est apagado, quie-re decir algo. Ex silentio, conviene sefialarlo, se llega a mu-chas conclusiones: e! mvil estaba apagado de 10 a 12, tenaclase; fallaba la cobertura de 13 a 17, estaba en el tren; apa-gado de nuevo de 18 a 20, una conferencia. Pera ipor qu es-taba apagado a las 21? Ser intil aducir que la razn era quee! pobre estaba agotado: e! resultado es que, por la tabla depresencias y ausencias, se reconstruye un mundo. IH

    17. En virtud de una directriz europea, un usurio que pase de una compafia te-lefnica a otra o compre un mvil nuevo tiene derecho a conservar el nmero antiguoy la nueva compania telefnica debe garantizrselo sin costes afiadidos. Por no ha-blar del mercado de los complementos para el mvil personalizados: sefial peculiar,quiz diferenciada segn quin llame, calor, accesorios. En ]apn todos los mvilesestn dotados de un ganchito ai que se pueden atar los llamados strap, pequefios col-gantes de diverso tipo (los hay de marca, de 4000 yen -unos 40 euros- para arri-ba). En definitiva, todos quieren tener un mvil suyo y nico, un mvil totalmentesuyo y siempre suyo.

    18. El Garante de la privacy Stefano Rodot ha puesto sobre la mesa, con razn,esta nueva circunstancia. Mi agradecimiento a Pier Giuseppe Monateri, a quien deboesta indicacin.

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    Si despus decidimos apagaria para trabajar en paz, paracumplir la ascesis intramundana de la que habla Weber(apuesto a que Jean Buddenbrook hubiera apagado el mvil),podemos lIegar a sentimos culpables; pera con todas esas Ila-madas es complicado organizar cualquier cosa, tanto es asque en la actualidad los consultores empresariales recornien-dan a los empresarios que, por lo menos un da a la semana,no lean los e-rnails y apaguen el mvil.

    Y adems, tambin a causa de la individualidad dei obje-to, si una lIamada ai telfono fijo puede no querer decir nada(incluso podran haberse equivocado de nmero), con el m-vil es muy distinto: es un aviso, cuando menos, o incluso unacto que -como saben los jvenes y quiz tambin los queson un poco mayores- transforma un mero contenido men-tal [. estoy pensando en ti) en un hecho social (

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    z dentro de poco, con mviles ms potentes y desarrollados,ser pura arqueologia. Hay, en fin, quien persiste, todavia nose sabe durante cunto tiempo, en e! uso ambiguo de fijo ymvil, pero es evidente que ai final ser e! mvil e! que preva-lezca. En estas casos, sin embargo, surgen situaciones de par-ticular inters que podramos ba utizar, con un vacabularioulico y acadmico, como fenomenologia de la accin moral ypsicologia de la accin comunicativa, y tal vez incluso comoteora de la subjetividad y de la intersubjetividad. Grandes co-sas, en definitiva. Pero una vez ms debera bastar con unaspocas notas.

    1. Si suenan e! fijo y e! mvil ia cul de los dos responderprimero? Uno diria: ai mvil, que sin duda es para m.Otro opondria: aI fijo, que es ms institucional, comolos telegramas de antes. Y se abre un conflicto entre vi-siones de! mundo, entre existencialistas fascinados porla femeinigkeit y fanticos de la tercera persona, de!mundo visto desde fuera.

    2. La obsolescencia de los contestadores automticos. Sialguien tiene mvil, ya no tienen demasiado sentido: onos han encontrado en el mvil o nos han dejado unmensaje en e! contestador del mvil. Adems, los men-sajes que dicen quin y cundo nos ha buscado nos per-siguen y han hecho envejecer tambin al contestadorde! telfono mvil. Por no hablar de! mensaje que noscomunica que e! "usuario" vue!ve a estar localizable:como habiamos advertido, se trata de un enorme ajoespia, si bien ha cobrado forma de areja.

    3. Le paso, sta era una de las frases ms comunes. So-naba e! te!fono en casa, alguien respondia, pera no erae! destinatario de la llamada. Le paso, grito para lla-marle, lllega. De toda la escena apenas queda huellahoy dia en la memoria de los ms jvenes. La presencia,que en e! primer caso apareca dislocada, aqui resulta,

    especularmente, total. No tanto "todo a tu alrededor",sino "todos a tu alrededor", siguindote e! rastro.

    4. Ya lo hemos anticipado: Por favor, ilos sefiores Hei-degger? iPuedo hablar con Martin?. Se trata de otrafrase que est cayendo en desuso y no slo por e! au-mento de las personas que viven solas. Seria extrarioque alguien llamase a un telfono mvil e hiciese pre-guntas de este tipo (extrafio y, francamente, inquietan-te: a m me ocurri una vez que alguien por el mvil mepregunt: Por favor, ilos sefiores Ferraris? y un esca-lofro recorri mi espalda: ipensaba que vivia en unmvil?). El telfono mvil no est en una casa, sino ene! bolsillo de una persona, es esa persona ah, el nme-ro de telfono es el cdigo de un nombre propio, y esprecisamente a nombres a lo que llarnamos."

    5. EI telfono que suena en el vaco, he aqu otra experien-cia camino de! desguace. Habituados como estamos aencontrar a alguien, no conseguiria resulta particular-mente inquietante. La frase ms amenazante de todas,como he dicho, es: e! usuario requerido no est dispo-nible en este momento. Aunque, a fin de cuentas, po-dra estar ocupado en otra conversacin no es menosinquietante.

    6. Dos personas van por la calle y conversan. De repentesuena el mvil y uno de los dos empieza a hablar, conla rnmica apropiada, ai tercero ausente y no a su ex-in-terlocutor presente. La pregunta apropiada sera: idn-de est, exactamente, el que responde aI mvil? Y valetambin para el que parece que habla solo -"para l",

    21. -Es en nombres en lo que pensamos", sentenciaba Hegel, Enciclopedia dellescienae [itosofcbe in compendio, tr, it. de B. Croce (Roma-Baru Larerza, 1989). IEn-ciclopeda de las aencias filosficas, trad. R. Valls Plana (Madrid: Alianza, 1997) l,par. 462, nota; y hoy podrfamos anadir: es a nombres a 10 que llarnamos, no ya anmeros'>.

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    como en la cancin de Jannacci- y quiz nos confundea primera vista porque tiene eI manos libres.

    7. EI aislamiento que produce la conexin puede tambinconvertirse en una eleccin deliberada, ms o menoscomo cuando, para despedir a alguien, le decimos "nosvemos (10 que significa: nos vemos despus, lo mstarde posible, en todo caso no aqu, no ahora, no en elmomento y en e1lugar en el que, en realidad, nos esta-mos viendo ). Pues bien, con un mvil se puede hacerlo mismo: de repente, nos lIama otro, y hay que ir aIgrano. De aqu la creciente desconexin humana quegenera la conexin telefnica y que se puede compen-diar en tres escenas: (1) Fulano y Mengano hablan; (2)Fulano habla con Mengano, Mengano habla por eI m-vil; (3) Tanto Fulano como Mengano hablan por el m-vil, y adis muy buenas.

    Saber. "Enigma lo intercepta todo, desde las voces hastalas lIamadas telefnicas, los sms, los mms, los e-mails, los si-tios internet, todo digitalizado, todo cargado en un disco durocon copia de backup protegida de manipulaciones, todo dis-ponible de inmediato para policias y magistrados en sus des-pachos, a pocas decenas de metros o a cientos de kilmetrosde distancia, flujos de datos cifrados que viajan en lnea conpassword de acceso a ambos lados. Todo puede ser registra-do por los medios de investigacin y puesto en comn paraun sumario u otro, si se descubre que el telfono mvil utiliza-do por un sospechoso de terrorismo islmico reaparece enuna investigacin por droga, si se reconoce un nmero, un or-denador, una palabra. 22

    22. Luca Fazzo, La Repubblica, 17 de noviembre de 2004, a propsito dei siste-ma de interceptacin producido por Telecom e instalado en la fiscala de Campo-basso.

    En el presente, lo mnimo que se puede decir es que la pre-gunta "Diga, iquin es? es de otra poca. AI principio he su-gerido que la pregunta "idnde ests?" universaliza lainterrogacin dei concurso televisivo, "idesde dnde lIama?",con la diferencia crucial de que en nuestros das dirigimos lapregunta a la persona a la que lIamamos y no a quien lIama.Sin embargo, pensndolo bien la cosa parece ms complicaday en ms sentidos.

    Si por un lado hemos perdido la certeza sobre la ubicacinde nuestro interlocutor, puesto que puede estar en cualquierparte (incluso en cualquier parte del mundo, con los mvilesms avanzados y caros podra estar incluso en eI Polo Norte,tal como demuestra la mejor publicidad), por eI otro hemosadquirido una certeza, impensable en otros tiernpos, respectoa su identidad: cuando nos lIaman aparece eI nombre de nues-tro interlocutor (por servimos de un trmino grato a la buro-cracia telefnica) y podemos decidir si responderle o no, sintener que recurrir a la funcin de filtro que durante algunosanos haba sido la prerrogativa (y eI valor) de los contestado-res automticos."

    Y, como hemos visto, se da tambin la promesa de un sa-ber absoluto, aI menos para alguien, lIammoslo un GranHermano. Es verdad que nosotros, como usuarios particula-res, no tenemos la menor idea de dnde est nuestro interlo-cutor; tanto es as que renemos que preguntrselo. Pero encambio no es as para otros, por ejemplo para la compafia te-lefnica. ElIos saben perfectamente dnde estamos, aunquepor lo general no les importe nada. Lo saben con un margende error, si no me equivoco, de cien metros. La cosa, como essabido resulta relevante cuando se trata de buscar a alguien,(en cambio, irecordis las pelculas antiguas en las que se tra-

    23. Se debe, pues, estigmatizar el sadismo de algunas compafias telefnicas quecodifican el nmero para 5U utilizacin cotidiana tambin; 0, ai menos, parece sadis-mo, aunque ai mismo tiempo se entiende la legtima aspiracin ai secreto.

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    taba de alargar la llamada para saber dnde estaba, por ejem-pio, e! fugitivo o e! secuestrador?). Ahora se sabe de inmedia-to. Y la cosa no acaba aqu. Todo el trfico, incluidos e-mailsy sms, queda registrado y depositado en alguna parte. Comode costumbre, se dice (y parece que es verdad) que la CIA haregistrado toda la biblioteca de Babel de nuestras conversa-ciones, la inmensa red mundial de charlas y correspondencia(que, adems, se pueda hacer algo con eso, es otra historiai.En cualquier caso, el asunto es que haberla registrado no estmal, porque, como sesue!e decir, "nunca se sabe": en cual-quier momento esa chchara puede resultar til.

    Pero el saber absoluto tambin puede manifestarse en ver-siones ms relativas y domsticas, de aplicacin inmediata,como en el caso dei sistema austriaco HAP024 -que signifi-ca HAndel und POlizei, "Comercio y Policia"-, que conec-ta a 460 policias con 300 empresas de diversa naturaleza(comercios, bancos, gasolineras). [Ms que de Metternich,parece cosa de Silvio Pellico y Spielberg! Se va rpido y a loconcreto: alguien entrega un taln falso en e! estanco, stenotifica el as unto a la policia, que avisa a los dems localesy media hora despus se encuentra ai reo, por ejemplo en lagasolinera, mientras intenta llenar e! depsito pagando condinero fabricado en casa.

    Ms modestamente, sobre un saber menos potente y muydomstico, a los estudiantes de ensefianza primaria de cual-quier orden y grado tambin se les abren nuevos recursos pa-ra copiar en pruebas y exmenes. Copiar no slo deinformaciones obtenidas mediante comunicaciones -inclusoe! resultado de! ejercicio de matemticas, fotografiado y trans-mitido de un pupitre ai otro- sino tambin gracias a un m-

    24. Graf, R., Traces, Places and Self-Evidence. Aspecrs of 'Space' 00 CellularPhones, en~. Nyri (ed.), Seeing, Understandng, Learning in tbe Mobile Age, Con-ference organized by T-mobile Hungary and The Institute for Philosophical Researchof the Hungarian Academy of Sciences, Papers - borrador, 2005: pp. 99-100.

    vil cargado de apuntes y transformado en Bignami. * El asun-to comporta deplorables consecuencias pedaggicas (dificul-tad de descubrir a los que copian), aunque todo indica que losempefios de pedagogos y profesores se dirigen ms bien a im-pedir que, bajo e! pupitre, los estudiantes se manden mensa-jes que estn muy lejos del tema tratado en la leccin y, aimenos en un sentido tradicional, dei saber. Lo cual no impideque e! incurable optimismo del ser humano haya desarrolla-do proyectos para adoptar el telefono mvil en programas deeducacin a distancia."

    Pero si se desciende todavia ms (o quiz si se asciende,nunca se sabe) en la escala de! saber, hay un conocimiento in-corporado al telfono mvi1 que puede hacer reflexionar aquienquiera que posea, no ya una Enigma, sino un te!fonopara llamar a un mvil. De hecho, e1 mvil es un objeto ai quese llama, ai que se puede llamar para saber dnde ha llegadola llamada, y por lo tanto proporciona un saber acerca de dn-de est e! objeto. A diferencia de todos los dems objetos, a losque parece gustarles esconderse, e! mvil coopera, se deja en-contrar, en definitiva, responde con voz clara y fuerte, y a ve-ces con las notas de la Carmen de Bizet, a la pregunta "~dndeests?": basta tan slo con llamarlo (de ah la frustracincuando no encontramos el coche en un aparcamiento: jsi pu-disemos llamarlo con un mvil!). A veces, por e! contrario (e!cine ha explotado este recurso), junto ai mvil se encuentratambin el propietario, difunto, en e! portaequipajes de un au-tomvil. Pero sta, afortunadamente, es otra historia.

    Y no es slo cuestin de saber dnde est uno, e1 te!fonomvil, o e! otro, e! usuario difunto; e! mvil, en cuanto nave-

    .. Texto escolar de pequeno formato, que resume las nociones elementales de unamateria. (N. de la t.).

    25. Vanse los ensayos recogidos en Nyiri (ed.), Mobile Learning. Essays on Phi-Iosophy, Psychology and Education (Viena: Passagen, 2003), monogrfico sobre e1tema.

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    gador via satlite o modesto mogi japons," en esos juegos delocalizacin de los que hablaba antes, nos puede decir dndeestamos nosotros, en qu lugar dei mundo; en definitiva, elmvil puede responder a la pregunta de Sche!er sobre e! pues-to de! hombre en e! cosmos, o a los interrogantes de Julio Ver-ne, cuyos personajes (pensemos en los Viajes extraordinarios)malgastan un montn de tiempo en establecer, con instrumen-tos todavia arcaicos, dnde demonios estn en ese momento.

    Scire Aude! ,27 "jatrvere a conocer!". Sin embargo, saberquin te !lama, dnde est, quin te ha !lamado mientras otrote !lamaba o mientras no oias, cunto saldo te queda, etc.puede producir como efecto colateral, casi igual de importan-te, una sensacin, antes estrictamente inconcebible, de no sa-ber. Como he dicho, en teora desaparece la posibilidad de lasantiguas !lamadas annimas, dado que en e! mvil aparece elnombre de quien !lama, o e! nmero. Es cierto. Pero, precisa-mente por eso, las veces en las que, por e! contrario, apareceescrita la palabra "desconocido" o "privado" nos asalta la in-quietud. iQuin puede ser? No obstante, no hace muchosanos uno entraba en casa y tal vez oa el telfono que acababade dejar de sonar pero era infrecuente preguntarsc "iquinpuede ser?". Volver a llamar, Como volvern a !lamar todoslos que han !lamado mientras estbamos fuera, tal vez una le-gin, y de los que el viejo aparato de baque!ita negra no con-servaba memoria alguna.

    26. Licoppe, C. e Inada, Y., Seeing une another onscreen and the constructionof social order in a mobile-based augmented public space. The uses of a geo-Iocalizedmohile game in japan, en K. Nyri (ed.), Seeing, Underetanding, Learning in theMobile Age, Conference organized by 'f-mobile Hungary and The Insrirute for Phi-losophical Research of the Hungarian Academy af Sciences, Papers - borrador, 2005:pp. 72-3.

    27. O Auditel, cabrfa decir hoy, si consideramos el creciente recurso a los mensa-jes en las votaciones televisivas.

    Lo posible. iRecordis esta escena?

    Es Ornar Sharif aI final de! Doctor Zivago: cree recono-cer a Lara desde el tranva, intenta bajar, no la alcanza,muere. Existe tambin la versin de Palombella rossa deNanni Moretti, donde el protagonista interrumpe el partidode polo acutico para seguir enla televisin, juntO con losespectadores en las gradas, el final dei filrn: todos mstan,primero a la mujer, despus a Zivago: "jDate la vuelta! [Da-te la vuelta! [Da te la vuelta!. .. jLlama! iLlama! jLlama!. ..jQue baje! [Que baje!. .. jCorre! iCorre! jCor~e!!.". jGrita!iGrita!!!. .. jNOOOOO!!!!". [Ah, si Lara y jurij hubiesen te-nido un mvil!

    Sucede que con el mvil cambia tambin lo verosimil; secrea, por decido as, un nouveau roman y esta, parece de uninrers especial porque acaba afectando no solo ai mundoreal, a lo que ms o menos conocernos y a lo que existe, sinotambin a los mundos posibles, los que definen la necesidadlgica. No seria la primera vez, La comunicacin a distanciaentre los espritus haba sido la fantasia de un Vidente del Sj-glo XVIII, Emmanuel Swedenborg, severamente censurado

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    por Kant.:" EI telgrafo haba hecho ya factible esta fantasia:despus lleg el telfono y la cosa se trivializ. Sin embargo'rruentras el telfono sigui siendo fijo la cuestin no incidimucho en nuestra imaginacin novelesca. En efecto, tal comoya ~e mencionado, Proust escribi pginas profticas sobre eltelefono, cuando buscaba a Albertine y no la encontraba(imaginemos si Albertine hubiese tenido un mvil: no la hu-biera dejado en paz un solo instante). Pero eran slo episo-dios, Ahora todo ha cambiado y la imaginacin narrativaticne que rendir cuentas de esta circunstancia. Albertine hadesaparecido. iDnde est el problema? Una llamada ai mvily la encuentras de nuevo, siempre que la prfida no lo hayaapagado.

    ~or e~ contrario, l~ inmensa mayora de las pelculas (y to-davia mas de los telefilmes) aparecidos en los ltimos anos en-cuentran su condicin de posibilidad, su condicintrascendental (por usar grandes palabras), en el telfono m-vil. Las historias se desarrollan a toda velocidad porque todoslo saben todo ai instante. Con el efecto, en absoluto paradji-co, de que la accin puede resultar ser el producto colateralde una red de llamadas telefnicas, igual que una cadena dec-rnails puede determinar una cada de la bolsa.

    28. Kant, 1., Sog.ni. di un visionario chiariti con sogni della metafisica, ed. deP. Carabellese, en Scritti precritici, nueva edicin ampliada de A. Pupi (Roma-Bari:Laterza, 1982), .p. 39~. [Los sueos de un visionario, trad. Pedro Chacn e IsidoroReguera (Madn~: Ahanza Editorial, 1987)]. AI estigmatizar la locura de Sweden-

    bor~. Kant desenhe e1 mundo deI telfono mvil: El luga- de los espntus entre sino nene nada en C?ffin con el espacio dei mundo corpreo; por eSQ las almas de unhombre de las Indias y de o~ro de Euro~a, p~r .10 que se refiere a sus lugares espiri-ruales, ~ueden con freeuen~ia ser las mas proXi mas vecinas, y, al contrario, las quepor razon de su cuerpo habitan en una misma casa, pueden, a causa de esta relacinestar muy Ieios una de otra (las cursivas son mas). '

    1.1.3. Ser y cobertura

    Estar ai mvil. En este punto, uno podria preguntarse sicon el mvil -y con la revolucin (o el desbarajuste) exis-tencial que se deriva de l- no convendra, en lugar de pa-rodiar ocasionalmente a Heidegger, re-escribir desde elcomienzo y en serio Ser y tiempo, tal vez rebautizndolo co-mo Ser y coberturai'" es decir, redefinir los modos cannicosen los que se manifiesta nuestro ser en el mundo. La transi-cin dei tiempo a la cobertura vendra favorecida por el he-cho de que el mvil parece satisfacer algunas caractersticasfundamentales del Dasein, como puede comprobarse sin di-ficultad.

    1. EI primer aspecto concierne justamente ai Dasein, ai"ser en el mundo", que se revela como "ser conecta-do" . Justamente en este sentido el ser depende de la co-bertura, porque si no hay cobertura no hay conexin.Volver en breve sobre este punto, pero entretanto su-giero un experimento mental (que sin embargo ha sidopara m una experiencia real): suponed que se os cae elmvil en una alcantarilla ... EI mundo se retira. Estallade inmediato una jerarqua, afectiva primero y despusprofesional, de las personas a las que notificar que du-rante algunas horas, hasta que consigis un nuevo m-vil, estaris desconectados.

    2. Otra caracterstica, fundamental aunque censurable,es la inautenticidad, es decir, la mala fe con la que nosapresuramos a decir que el mvil, como la muerte,atafie slo a los otros. A nosotros no, no lo necesita-mos. Esta actitud predomin durante mucho tiempo,generando diversos prejuicios sobre el aparatito tosco

    29. Agradezco a mi amigo Antonello Giugliano la sugerencia deI ttulo de esteprrafo.

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    y primitivo (en Hungra se le llamaba "telefono bl-garo"*). Despus, con el tiempo (muy poco, por cier-to), las cosas cambiaron y se ha establecido, ai menosen principio, una re!acin diferente, que comprende laurbanidad y la educacin sentimental: cundo llamar,cmo llamar, cmo levantarse de la mesa cuando nosllaman, tal vez aduciendo la excusa de que "no haycobertura" (cuntaselo a otro ... ). Es posible inclusoimaginar que con los anos se imponga la obligacinde! mvil (quiz ya exista para los detenidos en liber-tad provisional), extensible a todos los ciudadanos. Esuna fantasia orwelliana aunque, me temo, resulta ve-rosmi!.

    3. Se da tambin e! carcter "siernpre mo ", individual,deI aparato, la ya mencionada jemeinigkeit. En efecto,es un gran cambio, una experiencia diferente respectoaI fijo y menos dramtica que e! carcrer "siempre mo"de la muerte: es ms, mientras hay vida hay esperanzade llamar y de ser llamado, y tambin se obtiene deter-minado placer en hacerlo con discrecin (pensemos ene! complicado sistema de seiales que haban inventadoHeidegger y Hannah Arendt en Marburgo, en la pocade su re!acin: un mvillo hubiera facilitado todo).

    4. Se da, adems, la Zuhandenheit de! te!fono mvil suser aI alcance de la mano, que hace de l el emblema delo que Heidegger !lama "tiles intramundanos" o, dichocon mayor sencillez, los instrumentos que circulan ennuestra vida cotidiana. No insisto ms en este punto yaque lo abordar por extenso en el prximo captulo,donde veremos que el mvil tiene los papeles en regiapara presentarse como el instrumento absoluto, como eltil de los tiles, en definitiva como el til utilsimo.

    ~ Est?,es, de, ~ulgaria, aunque sinnimo de "gris, rgido, obtuso", en alusin ala alineacin poltica dei pas de 1946 a 1990. (N. de la t.).

    5. La Befindlichkeit, el ser situado, incluso emocionalmen-te situado, dei mvil, que parece describir esas "tonali-dades emotivas" a las que Heidegger atribua -iYcmo no admitir sus motivos?- tanta importancia enSer y tiempo: es decir, e! hecho de que e! saber, e! saberabsoluto o re!ativsimo y caduco al que hemos aludido,representa a fin de cuentas poca cosa frente a la impor-tancia afectiva que puede tener o dejar de tener paranosotros. Los estudios coinciden en este punto.:'? res-pecto al telfono fijo, e! m vil posee un carcter emoti-vo mucho ms relevante, ya que, como he dicho, nosatafie slo a nosotros, es ntimo, y se utiliza para con-versaciones un poco ms privadas (a veces mucho msprivadas de lo que recomendara el sentido comn) quelas que ahora estaramos dispuestos a mantener a tra-vs dei fijo o de! e-rnail.

    6. E!lo es cierto, incluso, para el "segundo" Heidegger, elde De camino ai habla: en efecto, e!lenguaje est en ca-mino junto a nosotros, con e! mvil, y en una mochili-ta, utensilio ahora tpico de los habitantes de lasciudades (despus de haberlo sido de los escaladores, delos excursionistas y de los eremitas) y progresivamentedotado de ordenador y, precisamente, de mvi!.

    jDeiemos de hacernos los posmodernos! Hay algo que nofunciona: el mvil, ms que describirnos un nuevo modo devivir, confirma o agudiza modos que conocemos desde hacetiempo, y no por casualidad siguen valiendo situaciones tanviejas como e! mundo, o ai menos como Ser y tiempo, que tie-ne ochenta anos. iCmo es posible? La idea de Heidegger erala siguiente: e! mundo est a disposicin de! sujeto, por esoexaminar ai sujeto significa conocer ese ente a travs de! cual

    30. Nyri (ed.], A Sense af P/ace. The Global and theLocal in Mobile Communi-cation (Viena: Passagen, 2005), pp. 151-217.

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    se da el acceso ai mundo. Pero ide veras todas estas transfor-maciones requieren una revisin de nuestro Dasein y, por lotanto, (si la tesis de Heidegger es correcta) de! mundo, de esagran cantidad de entes, es decir, de objetos, que lo componen?Nada es menos cierto y la fenomenologa que hemos recorri-do hasta aqu parece demostrarlo.

    Tan slo para empezar, habamos hablado dei "dnde es-ts" como si se tratase de una transformacin radical de lapresencia, pero no est claro que sea as. Cuando pregunto aalguien "idnde ests?" estoy intentando situarlo en e! espa-cio, exactarnente como cuando busco las gafas en e! escrito-Tio. La verdadera transformacin sera ms bien, por ejemplo,"dcundo ests?". Obsrvese bien: no ". 2cundo ests en ca-sa?" o "2cundo ests en la oficina?", sino" 2cundo ests?"sin ms especificaciones, casi como si nuestro interlocutor sehubiese transformado en un puro acontecimiento temporal (loque, como es obvio, no sucede). As, la sospecha es que la pre-sencia quede tal cual y que cambie slo la modalidad de acce-so: "nuestro interlocutor" es un cuerpo que ocupa un espaciofsico exactarnente como sucede con el telfono fijo, pero nosabemos dnde est; y "estar en un char", por ejemplo, noequivale a encontrarse en un espacio virtual, es exactamentecomo estar ai te!fono, de tal manera que sostener que la pre-sencia cambia de veras sera como pretender que un hombrea caballo est presente de un modo diferente que un hombre apie.

    Esto sugiere que -ai contrario de lo que sostendra Hei-degger-Ios sujetos no son tanto los que transforman los ob-jetos sino ms bien los que son transformados por e!los. Nose trata de que un hombre agresivo encuenrre un garrote ydesde ese momento se vue!va terrible; en cuanto se encuentrael garrote la agresividad aumenta, y esto demuestra que e!ms errneo de los proverbios es si vis pacem para bel/um.No es cierto: en cuanto se tienen armas, se usan, y no para lapaz sino para la guerra (tanto es as que "parabellum" se ha

    convertido en el nombre de un tipo de proyectil). Se trata,pues, de precisar: por un lado est la presencia dispuesta, laque nos viene de! caminar en lugar de estar sentados y dei uti-lizar un mvil en lugar de un fijo; por otro est la presenciadiferida, la que podemos realizar con un tipo cualquiera deregistro (trozo de papel, cinta magntica, sms) donde la rccep-cin no coincide con la transmisin. Pero en ninguno de estoscasos tenemos verdaderamente una presencia transformada.Simplemente, la disponibilidad de nuevas informaciones ins-tituye la posibilidad de determinados discursos, antes sin sen-tido; o, de otro modo, nos pone en condiciones de inaugurarun nuevo juego lingstico, caracterizado por otras regias.iCules son?

    Las conexiones. Hemos aludido a las "conexiones", queparecen lo contrario de! monlogo solitario de! alma, es de-cir, de las "confesiones", pero no est tan claro que sea as. Esms, si Agustn o Rousseau renacieran en la poca de! m viltal vez escribiran Las conexiones." En efeeto, parece que latransformacin crucial afecta a nuestra conexin con e! mun-do, la que se anuncia, en negativo, con la noticia mortal deque no hay cobertura. Cuando "no hay cobertura" estamos

    31. Y no se excluye que lo hubiesen hecho ya en su riempo, porque hay un senti-do en el que toda confesin es, literalmente, una conexin. Tomemos las Confesio-nes de Rousseau: son una carta abierta, un largusimo e-mail escrito a la humanidad,en el que, con el estilo un poco chantajista de ciertos rnensajes que solicitan prsta-mos ofreciendo dudosas venrajas, jean-jacques suplica ai mundo entero ser ledo yque no se aniquile ese retrato "nico y til" que ofrece de s. EI mismo discurso valepara Agustn, que en determinado momento repara en la ncongruencia de confesar-se a Dios, que lo sabe todo, y se responde: en efecto, Dias lo sabe todo, pera yo guie-ro confesarme no slo a l, y no slo en mi corazn, sino tambin por escrito (estoes, por e-mail) y frente a muchos restigos (esta es, de nuevo, en conexin con la hu-manidad entera) porque es asi, escribe Agusrn, como se hace la verdad. Yo la haren mi corazn ante ti en esta confesin, pera tambin sobre estas pginas y ante mu-chos resrigos, Confesiones, X, 1.1. El blog, una especie de diario pblico en inter-net, responde de un modo perfecto a las exigencias dei obispo de Hipona.

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    aislados, exactamente como en la poca pre-mvil, aunqueentonces no lo sabamos; igual que en la poca pre-e-mail enla que, cu ando estbamos de viaje o de vacaciones, no reei-bamos e! correo; y como en la poca pre-contestador (tarn-bin existi ese tiempo, y en muchos aspectos era un tiempomuy hermoso), si alguien nos buscaba por te!fono y no nosencontraba, la cosa acababa ah. As, el taxista, siempre en elcoche y por tanto nunca aI te!fono, se converta (recordemosTaxi Driver) en el paradigma de! aislamiento y de la soledadmetropolitana, e! retrato de! solipsista potencial, o e! solita-rio, o el cornudo, que se evada de su propio aislamiento conuna locuacidad desenfrenada, para desgracia de los clientes.En la actualidad estn tan ocupados hablando por el mvilque ya es mucho si responden. .

    Se acabaron tambin las fantasias de! paseante solitario, lasrueries con las que nos ha atormentado e! ineludible Rousseau(siempre que haya cobertura, claro). Sin embargo, precisamen-te porque mantiene su promesa de conexin absoluta e! m-

    . ,

    vil puede a veces generar e! efecto, antes inconcebible, de unaislamiento radical, incluso en situaciones totalmente norma-les. Existe un modo muy simple de sentirse solo en e! mundo,separado de todo incluso en medio de una ciudad: olvidarse e!mvil en casa. En este punto, los espectros de nuestro