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Protección radiológica Evaluación del riesgo de irradiaciones: el informe del UNSCEAR para 1982 Desde que fue establecido en 1955, el Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas (UNSCEAR) ha rendido informe todos los años a la Asamblea General y, a intervalos irre- gulares, ha presentado informes más amplios con anexos científicos detallados. En 1982 se publicó el octavo de la serie de tales Informes sustantivos*. Consta de un resumen y de un texto principal, en el que se esbozan las conclu- siones a que se llegó en los debates del Comité, y de doce anexos científicos, en los que se pasa revista con bastante detalle a los procedimientos y la información científica en que se basan dichas conclusiones. A continuación figura un Resumen de las principales conclusiones del Comité. En el presente informe, lo mismo que en informes anteriores, el Comité ha examinado sistemáticamente todas las fuentes de radiaciones ionizantes que originan la exposición del ser humano, a saber, fuentes naturales, explosiones nucleares, producción de energía nuclear, empleo de radiaciones con fines médicos, industriales y de investigación, y productos de consumo que emiten radiaciones. Se han examinado tanto las irradiaciones profesionales (es decir, las que se producen durante la realización de trabajos) como las no profesionales. Para cada fuente de radiaciones ionizantes, los resultados se han expresado de dos formas. Por una parte, se dan en términos de dosis individuales que, desde el punto de vista individual, muestran la importancia relativa del tipo de trabajo, el lugar de residencia o hábitos particulares. Por otro, se han utilizado también dosis colectivas. Como estas dosis son la suma de las dosis individuales resultantes de una fuente determinada, proporcionan un índice de las repercusiones totales de esa fuente en la salud. La utilización de las dosis colectivas permite comparar las repercusiones de una amplia variedad de fuentes o prácticas muy distintas que originan radiaciones ionizantes. Para evaluar las dosis, el Comité adoptó, al comenzar sus actividades, una hipótesis muy básica que todavía sigue utilizando. Se trata de la hipótesis de que existe una proporcionalidad directa entre las dosis y la proba- bilidad de que se produzcan efectos (cánceres o enfermedades genéticas) en los niveles de dosis y tasas de dosis relativamente bajos que se examinan general- mente en el presente informe. La hipótesis debe aplicarse a grandes poblaciones que comprendan individuos de ambos sexos y de diversas edades, y no a un solo individuo. Esta hipótesis no ha sido desmentida por el voluminoso caudal de datos experimentales y epidemiológicos. Hay razones para creer que no subestima los riesgos en las bajas dosis y tasas de dosis que interesan al Comité, y podría, en realidad, sobrestimar tales riesgos. * La radiación ionizante: Fuentes y efectos biológicos (Publicación de las Naciones Unidas, de Venta E.82.IX.8, Naciones Unidas, Nueva York (1982)). El presente informe se distingue de todos los informes anteriores en un aspecto importante. En lugar de estimar solamente las dosis absorbidas por algunos tejidos radio- sensibles importantes (gónadas, pulmón, médula ósea), el Comité ha combinado las dosis de todos los órganos y tejidos en una expresión de dosis denominada "dosis equivalente efectiva", que el Comité estima representa mejor todos los riesgos a que están sometidas las pobla- ciones expuestas. Como consecuencia, la presente evaluación de la importancia relativa de algunas sustancias radiactivas ha cambiado en comparación con los anteriores informes del Comité. Fuentes naturales La principal aportación a las dosis medias anuales recibidas por la humanidad procede de las fuentes naturales de radiación, que incluyen fuentes externas, como los rayos cósmicos y las sustancias radiactivas del suelo y de los materiales de construcción, y fuentes internas resultantes de la inhalación e ingestión de sustancias radiactivas que se encuentran naturalmente en el aire y en la dieta. Se admite ahora que la inhala- ción es la vía de penetración más importante, seguida por la irradiación externa y la ingestión. La mayor parte de las dosis equivalentes efectivas debidas a la inhalación proceden del radón, gas noble radiactivo presente a menudo en concentraciones relativamente elevadas en el aire del interior de los edificios. Características distintivas de la irradiación natural son que afecta a toda la población del mundo y que se ha experimentado y se sigue experimentando a una tasa relativamente constante durante un período muy largo. Por esas razones, puede utilizarse como nivel de refe- rencia para la comparación con fuentes de radiaciones ionizantes artificiales. Las dosis procedentes de fuentes naturales de radia- ción recibida por un individuo determinado depende de cierto número de condiciones, que comprenden el lugar de residencia, el tipo de vivienda y la altitud. Sin embargo, se estima que, para la mayor parte de la población del mundo, la gama de dosis individuales procedentes de fuentes naturales es bastante estrecha, ya que probable- mente oscila entre la mitad del valor medio y dos veces ese valor. No obstante, cuando se considera un componente separado de la dosis procedente de fuentes naturales se encuentra por lo general que algunas personas están expuestas a niveles muy superiores al valor medio. Ejemplos de esas personas son las que viven en zonas donde los suelos y rocas son ricos en sustancias radiacti- vas naturales, las que viven en edificios con altas concentraciones de radón, las que viven a gran altitud OIEA BOLETÍN, VOL.24, n°4 33

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Protección radiológica

Evaluación del riesgo de irradiaciones: el informe del UNSCEAR para 1982

Desde que fue establecido en 1955, el Comité Científ ico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas (UNSCEAR) ha rendido informe todos los años a la Asamblea General y, a intervalos irre­gulares, ha presentado informes más amplios con anexos científicos detallados. En 1982 se publicó el octavo de la serie de tales Informes sustantivos*. Consta de un resumen y de un texto principal, en el que se esbozan las conclu­siones a que se llegó en los debates del Comité, y de doce anexos científ icos, en los que se pasa revista con bastante detalle a los procedimientos y la información científica en que se basan dichas conclusiones. A continuación figura un Resumen de las principales conclusiones del Comité.

En el presente informe, lo mismo que en informes anteriores, el Comité ha examinado sistemáticamente todas las fuentes de radiaciones ionizantes que originan la exposición del ser humano, a saber, fuentes naturales, explosiones nucleares, producción de energía nuclear, empleo de radiaciones con fines médicos, industriales y de investigación, y productos de consumo que emiten radiaciones. Se han examinado tanto las irradiaciones profesionales (es decir, las que se producen durante la realización de trabajos) como las no profesionales. Para cada fuente de radiaciones ionizantes, los resultados se han expresado de dos formas. Por una parte, se dan en términos de dosis individuales que, desde el punto de vista individual, muestran la importancia relativa del tipo de trabajo, el lugar de residencia o hábitos particulares. Por otro, se han utilizado también dosis colectivas. Como estas dosis son la suma de las dosis individuales resultantes de una fuente determinada, proporcionan un índice de las repercusiones totales de esa fuente en la salud. La utilización de las dosis colectivas permite comparar las repercusiones de una amplia variedad de fuentes o prácticas muy distintas que originan radiaciones ionizantes.

Para evaluar las dosis, el Comité adoptó, al comenzar sus actividades, una hipótesis muy básica que todavía sigue utilizando. Se trata de la hipótesis de que existe una proporcionalidad directa entre las dosis y la proba­bilidad de que se produzcan efectos (cánceres o enfermedades genéticas) en los niveles de dosis y tasas de dosis relativamente bajos que se examinan general­mente en el presente informe. La hipótesis debe aplicarse a grandes poblaciones que comprendan individuos de ambos sexos y de diversas edades, y no a un solo individuo. Esta hipótesis no ha sido desmentida por el voluminoso caudal de datos experimentales y epidemiológicos. Hay razones para creer que no subestima los riesgos en las bajas dosis y tasas de dosis que interesan al Comité, y podría, en realidad, sobrestimar tales riesgos.

* La radiación ionizante: Fuentes y efectos biológicos (Publicación de las Naciones Unidas, N° de Venta E.82.IX.8, Naciones Unidas, Nueva York (1982)).

El presente informe se distingue de todos los informes anteriores en un aspecto importante. En lugar de estimar solamente las dosis absorbidas por algunos tejidos radio-sensibles importantes (gónadas, pulmón, médula ósea), el Comité ha combinado las dosis de todos los órganos y tejidos en una expresión de dosis denominada "dosis equivalente efectiva", que el Comité estima representa mejor todos los riesgos a que están sometidas las pobla­ciones expuestas. Como consecuencia, la presente evaluación de la importancia relativa de algunas sustancias radiactivas ha cambiado en comparación con los anteriores informes del Comité.

Fuentes naturales

La principal aportación a las dosis medias anuales recibidas por la humanidad procede de las fuentes naturales de radiación, que incluyen fuentes externas, como los rayos cósmicos y las sustancias radiactivas del suelo y de los materiales de construcción, y fuentes internas resultantes de la inhalación e ingestión de sustancias radiactivas que se encuentran naturalmente en el aire y en la dieta. Se admite ahora que la inhala­ción es la vía de penetración más importante, seguida por la irradiación externa y la ingestión. La mayor parte de las dosis equivalentes efectivas debidas a la inhalación proceden del radón, gas noble radiactivo presente a menudo en concentraciones relativamente elevadas en el aire del interior de los edificios.

Características distintivas de la irradiación natural son que afecta a toda la población del mundo y que se ha experimentado y se sigue experimentando a una tasa relativamente constante durante un período muy largo. Por esas razones, puede utilizarse como nivel de refe­rencia para la comparación con fuentes de radiaciones ionizantes artificiales.

Las dosis procedentes de fuentes naturales de radia­ción recibida por un individuo determinado depende de cierto número de condiciones, que comprenden el lugar de residencia, el tipo de vivienda y la altitud. Sin embargo, se estima que, para la mayor parte de la población del mundo, la gama de dosis individuales procedentes de fuentes naturales es bastante estrecha, ya que probable­mente oscila entre la mitad del valor medio y dos veces ese valor.

No obstante, cuando se considera un componente separado de la dosis procedente de fuentes naturales se encuentra por lo general que algunas personas están expuestas a niveles muy superiores al valor medio. Ejemplos de esas personas son las que viven en zonas donde los suelos y rocas son ricos en sustancias radiacti­vas naturales, las que viven en edificios con altas concentraciones de radón, las que viven a gran altitud

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sobre el nivel del mar, o las que comen alimentos que contienen sustancias radiactivas en concentraciones inhabitualmente elevadas.

El Comité ha examinado anteriormente las exposi­ciones a fuentes naturales de radiación en sus informes de 1958, 1962, 1966, 1972 y 1977. A causa del número creciente de mediciones, las evaluaciones de dosis se han hecho cada vez más exactas, particularmente con respecto a la irradiación externa. En el presente informe, el expresar las dosis en términos de dosis equivalente efectiva subraya la importancia de la vía de penetración por inhalación; ahora se calcula que, por término medio, más de la mitad de las dosis procedentes de fuentes naturales de radiación se debe a la presencia de radón en el aire del interior de los edificios.

Fuentes artificiales

Las exposiciones a fuentes naturales de radiación varían poco de un año a otro y afectan a toda la pobla­ción del mundo en igual medida. Las fuentes artificiales, al contrarío pueden variar considerablemente en el tiempo y las exposiciones consiguientes pueden tener diferencias notables entre un grupo de población y otro.

Irradiación médica: En la actualidad, la irradiación médica ocupa el primer lugar por orden de importancia entre las fuentes artificiales de exposición del ser humano. Las radiaciones se utilizan en medicina con fines de diagnóstico (por ejemplo, exámenes con rayos X o de medicina nuclear) y para el tratamiento de enfermedades, en especial los cánceres. Las dosis recibidas por los pacientes son sumamente variables: desde muy pequeñas, como ocurre en muchos exámenes de diagnóstico, hasta muy altas, como las que se administran en radioterapia clínica. Como las exposiciones con fines médicos implican normalmente la irradiación de regiones limitadas del cuerpo, ha sido difícil hasta la fecha compararlas con otros tipos de exposiciones. La utilización en el presente informe de la dosis equivalente efectiva atenúa esa dificultad.

Las dosis individuales anuales varían entre cero, en las personas no expuestas que no reciben irradiación con fines de diagnóstico o de terapéutica, y varias decenas de miles de veces la dosis media anual procedente de fuentes naturales, en los tratamientos de pacientes sometidos a radioterapia clínica. En esas condiciones, las dosis medias no son muy significativas, si bien las dosis colectivas proporcionan cierta indicación de las repercusiones de las fuentes médicas. En los países industrializados, las dosis colectivas equivalentes efectivas anuales procedentes del uso de rayos X y de irradiaciones de medicina nuclear con fines de diagnóstico pueden alcanzar en la actualidad el orden de la mitad de la dosis colectiva anual procedente de fuentes naturales. La aportación de la exposición de pacientes con fines tera­péuticos no ha sido calculada por el Comité. Sin embargo, sería necesario evaluar este componente diferentemente, ya que se aplica a personas de edad avanzada que tienen escasas probabilidades de sufrir a largo plazo las conse­cuencias inducidas o latentes por las radiaciones a causa de su esperanza de vida más reducida.

Solo ahora se empieza a disponer de datos procedentes de los países en desarrollo, en parte como resultado de la colaboración con la Organización Mundial de la Salud.

Esos datos indican que la frecuencia de los exámenes es diez veces inferior a la de los países industrializados. En consecuencia, la dosis equivalente efectiva colectiva anual aplicable a la exposición médica en todo el mundo es aproximadamente una quinta parte de la dosis equi­valente efectiva colectiva anual procedente de fuentes naturales de radiación. Aunque las dosis individuales recibidas por los trabajadores que intervienen en los usos médicos de las radiaciones pueden ser importantes, la aportación profesional general a la dosis colectiva es insignificante, comparada con la de la irradiación de pacientes, a causa del número relativamente reducido de trabajadores que ha de considerarse.

El Comité ha presentado anteriormente datos sobre irradiación médica en sus informes publicados en 1958, 1962, 1972 y 1977. Sin embargo, en vista de la limitada información disponible y de las incertidumbres propias a las evaluaciones de dosis no se pueden evaluar fácil­mente las tendencias de la dosis colectiva a lo largo de los años. En los países industrializados se han realizado exámenes en número creciente con el paso de los años; por otra parte, el continuo perfeccionamiento del equipo logrado durante ese período ha dado por resultado una dosis menor por examen. Esas dos tendencias pueden haberse equilibrado hasta cierto punto. A los fines de las comparaciones efectuadas en el presente informe, el Comité ha dado por supuesta una dosis colectiva anual procedente de la exposición médica más o menos constante.

Explosiones nucleares: El material radiactivo artificial procedente de ensayos de armas nucleares en la atmós­fera fue causa de una extensa contaminación del medio ambiente. Una gran parte de ese material fue inyectado inicialmente en la atmósfera superior, de la que pasó lentamente a la inferior y luego a la tierra, en un proceso normalmente denominado precipitación radiactiva. Los radionucleidos existentes en la precipitación radiactiva originan exposiciones por inhalación, cuando están en el aire al nivel de la superficie, o por irradiación externa a ingestión, cuando se depositan en plantas o en el suelo.

Desde 1945 se vienen realizando explosiones nucleares. En los años 1954-1958 y 1961-1962 se ejecutaron programas intensivos de explosiones nucleares en la atmósfera. Desde 1964, se han producido otras explo­siones del mismo tipo, la última de ellas en octubre de 1980. Se han realizado, y se siguen realizando, explo­siones nucleares subterráneas, pero la contaminación ambiental resultante es relativamente de poca impor­tancia. Lo mismo que en todos sus informes anteriores, el Comité ha evaluado las exposiciones a que ha estado sometida la población del mundo como consecuencia de los ensayos nucleares atmosféricos. Aunque las explo­siones nucleares producen varios centenares de radio­nucleidos, solo algunos de éstos contribuyen de forma significativa a la exposición humana, ya que la mayoría se desintegran en poco tiempo o son producidos en cantidad muy pequeña. El Comité, en el presente informe, ha examinado 21 radionucleidos, de los que los más conocidos son el yodo-131, el estroncio-90, el cesio-137 y el carbono-14. A causa de la amplia variedad de tiempos de desintegración, las dosis resul­tantes de un ensayo nuclear se suministran a tasas diversas después de la explosión. Por ejemplo, las dosis

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1945 i—r-1—i—r~i—m—r~r

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Año

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a) Dosis colectivas anuales recibidas en 1958—1979.

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1955 1960 i i i rTVri i n i n i i i i 1965 1970 1975 1980 Año

b) Dosis colectivas comprometidas para el futuro por las explosiones realizadas entre 1945 y 1980.

Figura 1. Tendencias en el tiempo de las dosis colectivas resultantes de las explosiones nucleares atmosféricas.

del yodo-131 se suministran en una semana, las del estroncio-90 y del cesio-137 se completan en unos decenios en tanto que las dosis de carbono-14 pueden exigir miles de años.

En cualquier momento determinado, las dosis depen­den también de la localidad que se considere. Existe una variación en función de la latitud que ha hecho que las dosis en el hemisfero meridional sean generalmente inferiores a las del hemisfero septentrional en un factor de cuatro, aproximadamente. Además, la precipitación radiactiva local (en la proximidad del lugar del ensayo) ha originado ocasionalmente altas dosis individuales a grupos pequeños de población.

Las dosis colectivas anuales expresadas en términos de porcentaje de exposición media a la radiación natural de fondo proporcionan una ilustración de la tendencia anual seguida por la exposición debida a los ensayos nucleares. La tendencia a largo plazo, deducida de los datos contenidos en el presente informe y en los informes anteriores del Comité, se ilustra en la Figura la). A principios del decenio de 1960 se produjo un brusco aumento de las dosis colectivas anuales, que llevó a un máximo en 1963, correspondiente a un 7% de la exposi­ción media a fuentes naturales. En 1966, la dosis anual ha disminuido hasta aproximadamente un 2% de la exposición anual media a fuentes naturales, y es en la actualidad inferior al 1%. Suponiendo que no se realicen

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más explosiones atmosféricas, las dosis anuales futuras serán cada vez menores, hasta su completa desaparición.

Las dosis colectivas anuales medias recibidas por la población mundial en un momento determinado cual­quiera que aparecen en la Figura la) son el resultado de todas las explosiones que se han realizado hasta ese momento. Resulta de interés también estudiar la tendencia de las dosis colectivas comprometidas hasta la desintegración completa de todos los radionucleidos liberados por cada año de ensayos. Esto es lo que se hace en la Figure Ib), que muestra que las explosiones de los años 1961-1962 fueron los principales aportantes a las repercusiones totales de la precipitación radiactiva procedente de los ensayos de armas nucleares realizados hasta la fecha.

En la Figura Ib) se expresan las dosis colectivas en términos del número de días de exposición de la pobla­ción mundial a la radiación natural que hubiera pro­ducido iguales repercusiones. Si las dosis recibidas por la población mundial se hubieran recibido a una tasa constante igual a la de la exposición media a las fuentes de radiación natural, en vez de una tasa baja e irregular durante más de miles de años, el total de la dosis colectiva sería igual a la que se recibe de fuentes naturales en unos 4 años. Por consiguiente, se puede afirmar que las con­secuencias de la precipitación radiactiva corresponden a unos cuatro años de promedio de radiación de fondo natural. Las dosis colectivas recibidas hasta la fecha se pueden calcular a partir de la Figura la) y se elevan a 0,4 años de exposición a las fuentes naturales. El resto, es decir, unos 3,3 años de radiación de fondo natural, corresponde a dosis procedentes de precipitación radiactiva que se recibirán hasta el momento en que se obtenga la desintegración completa de los radionucleidos liberados. Se recibirá un cincuenta por ciento de las consecuencias de la precipitación radiactiva en una pequeña tasa durante los próximos 2000 o 3000 años.

Producción de energía nuclear: El número de reactores nucleares en funcionamiento ha aumentado desde el informe anterior del Comité, siendo en 1979 de 235 reactores, con una capacidad instalada total de genera­ción de energía nucleoeléctrica de unos 120 gigavatios. La producción de energía eléctrica con reactores nucleares presupone la existencia de un ciclo del com­bustible que implica muchas posibles etapas. Estas etapas son: extracción y tratamiento de minerales de uranio; conversión en diversas formas químicas; enriquecimiento del contenido de isótopos del uranio-235 (en algunos casos); fabricación de elementos com­bustibles; producción de energía en los reactores nucleares; reelaboración del combustible irradiado (en algunos casos); transporte de materiales entre las distintas instalaciones y, por último, eliminación de los desechos radiactivos. El Comité ha evaluado, para cada etapa principal del ciclo del combustible nuclear, las dosis a los trabajadores, así como las dosis a los miembros de la población.

Casi todo el material radiactivo asociado con la industria nuclear permanece en las plantas o en instala­ciones especiales de almacenamiento; sin embargo, en la mayoría de las etapas de las operaciones, pueden pro­ducirse liberaciones ambientales de pequeñas cantidades de sustancias radiactivas. La mayoría de los radisótopos

liberados son de importancia solo local, porque se des­integran rápidamente. Sin embargo, algunos radisótopos, que tienen una vida más larga o se dispersan más rápida­mente, se distribuyen mundialmente y contribuyen a la exposición de toda la población del mundo, en la actualidad y, en algunos casos, durante mucho tiempo en el futuro.

Mediante aproximaciones groseras, puede calcularse que las dosis equivalentes efectivas colectivas anuales a corto plazo a la población, en general procedentes de esas fuentes han aumentado desde el 0,0001% de las correspondientes dosis colectivas procedentes de fuentes naturales, en 1960, hasta alrededor del 0,01% en 1980. El incremento de la dosis está directamente relacionado con la expansión de la producción de energía nuclear durante ese mismo período. Las dosis anuales a individuos de la población varían ampliamente en torno al valor medio, las dosis más altas son recibidas por los grupos de población que viven en las proximidades de las instala­ciones nucleares. Se informa de que los valores típicos en la vecindad de los reactores nucleares oscilan entre una fracción de punto porcentual y algunos puntos por­centuales de la dosis anual media procedente de fuentes naturales. Además, los trabajadores expuestos a radia­ciones que trabajan en la industria de la energía nucleo­eléctrica reciben dosis equivalentes anuales que son, típicamente, del orden de la correspondiente dosis anual media procedente de fuentes naturales.

El componente a largo plazo de las consecuencias de las radiaciones se deriva de la liberación de radionucleidos de larga vida durante el funcionamiento de la planta y de los efectos de las colas de elaboración o de la elimina­ción de desechos muy radiactivos. Se ha evaluado groseramente el componente a largo plazo correspondiente a un período de 500 años consecutivos a la liberación. Para un año de producción nucleoeléctrica al nivel de 1980, las consecuencias de este componente a largo plazo sobre individuos del público puede representar unas dos horas de exposición a la radiación natural, en tanto que las consecuencias de la radiación del compo­nente a corto plazo se estima equivalente a unos 30 minutos de exposición a las fuentes de radiación natural. La mayor parte de la dosis equivalente efectiva procedente del componente a largo plazo se debe a las liberaciones procedentes de colas de tratamiento, que pueden emitir radón durante largos períodos. Es posible modificar la tasa de emanación mejorando las prácticas de gestión, lo que permite una disminución de varios órdenes de magnitud. En un futuro lejano (de millares a millones de años) las liberaciones procedentes de las colas de tratamiento o de los cementerios de desechos sufrirán la influencia de cambios geológicos y climato­lógicos, muy difíciles de predecir. Las estimaciones de dosis dependen también de los hábitos de vida en un futuro lejano, que pueden ser muy diferentes de los actuales.

Suponiendo que la producción de energía nuclear mediante reactores de fisión continúe durante 500 años, el Comité estima que la dosis equivalente efectiva colec­tiva anual máxima puede ascender a una fracción de 1% de la dosis colectiva recibida anualmente de fuentes naturales de radiación. Se hace constar que este pro­nóstico a largo plazo se basa sobre las tecnologías

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existentes y, por lo tanto, esta sujeto a modificaciones. Es probable que los cambios en las tecnologías actuales tales como la introducción de reactores rápidos u otra tecnología avanzada del ciclo del combustible nuclear, o de la contención de radionucleidos de larga vida puedan reducir todavía más las consecuencias a largo plazo de los métodos futuros.

La aportación de la irradiación profesional a las repercusiones de la producción de energía nuclear es mucho más fácil de evaluar, ya que la mayoría de los trabajadores expuestos a radiaciones son vigilados individualmente. En el nivel actual de la producción de energía nuclear, la dosis equivalente efectiva colec­tiva anual resultante de la irradiación profesional representa alrededor del 0,03% del valor correspondiente procedente de fuentes naturales de radiación.

Novedades en radiobiología

Básicamente, las radiaciones inducen efectos bio­lógicos por el depósito de energía en las células del individuo irradiado. Pueden distinguirse dos clases de células a este respecto: las células somáticas, que no viven más que el período de vida del individuo, y las células germinales, cuya función consiste en transmitir información genética a nuevos individuos. Los efectos somáticos de la irradiación se producen en las células somáticas y, por definición, deben ponerse de mani­fiesto durante la vida de la persona irradiada. En cambio, los efectos hereditarios, que se producen en la segunda clase de células, se ponen de manifiesto en los descendientes de las personas irradiadas, bien sea en la primera generación o en alguna de las siguientes.

En términos generales, los efectos que tienen impor­tancia radiobiológica interfieren con la división de las células somáticas de una de dos maneras posibles: o bien hacen que la célula irradiada deje de dividirse y acabe por morir, o confieren a dichas células la capacidad de crecimiento ilimitado que es característica del cáncer. Corrientemente se hace una distinción entre los efectos tempranos y tardíos de la irradiación, en función del momento en que se ponen de manifiesto tales efectos: de unas horas a unas semanas, en el primer caso, y de muchos meses a muchos años, en el segundo.

Hasta la fecha, el Comité se ha impuesto la norma de no intentar abarcar en un solo informe todos los efectos biológicos en los animales y en el ser humano, sino de pasar revista a campos selectivos, en función de la cantidad de información acumulada y de la necesidad de estudiar todas las esferas en cierto intervalo de tiempo. El presente informe se ha recopilado siguiendo esa misma norma general. Entre los efectos somáticos se consideran algunas consecuencias no cancerosas de la irradiación administrada a todo el organismo o a tejidos seleccionados. Se ha puesto al día la información sobre los efectos genéticos y se ha evaluado esa informa­ción con miras a estimar los riesgos.

Efectos genéticos

En la esfera de los efectos genéticos, se ha llegado a importantes conclusiones sobre la base de publicaciones recientes. Las mismas han aumentado la confianza del Comité de que las hipótesis anteriores y los cálculos de

riesgos siguen siendo esencialmente válidos. Se han comparado dichas estimaciones con defectos hereditarios que aparecen espontáneamente y que afectan, con diferentes grados de gravedad, aproximadamente a un 10% de todos los niños que han nacido viables. Agentes físicos tales como las radiaciones ionizantes, así como ciertos productos químicos nocivos, pueden interferir con el material genético de las células germinales de los testículos o del ovario alterando los genes, las unidades elementales de la herencia (con lo cual se producen mutaciones genéticas), o con la estructura o número de cromosomas en los que se transportan los genes (causando así aberraciones cromosómicas). Los cambios del material genético pueden asociarse con una variedad de defectos hereditarios, algunos de los cuales acarrean graves consecuencias clínicas.

Utilizando las mutaciones de genes y las aberraciones cromosómicas como parámetro en observaciones experi­mentales, se han comparado las relaciones de dosis-efecto en una variedad de organismos. Estas comparaciones han confirmado la hipótesis de que se puede esperar cierta proporcionalidad entre las tasas de mutaciones espontáneas e inducidas de genes particulares. Esta hipótesis fundamental ha sido aplicada en el método indirecto de estimación de riesgos.

Utilizando el método indirecto, el Comité estimaba en 1977 que cuando una población se encuentra expuesta continuamente a dosis bajas de radiación de transmisión lineal de energía (TLE) a razón de 0,01 Gy por genera­ción (una generación = 30 años), se podrían esperar 63 nuevos casos de enfermedades hereditarias por millón de progenie de la primera generación. Una parte importante de las enfermedades hereditarias comprendidas en esta estimación se relaciona con aquéllas originadas por anomalías numéricas cromosómicas. Sin embargo, datos obtenidos de la experimentación animal y humana indican la posibilidad de que las estimaciones relativas a las enfermedades comprendidas en la categoría de enfermedades cromosómicas podrían ser inferiores a las calculadas anteriormente. En vista de ello, el Comité considera ahora que cuando una población está expuesta en las condiciones especificadas, es probable que el aumento de las enfermedades genéticas sea del orden de 20 (en vez de 63) casos por millón de nacimientos de la primera generación y unos 150 (en vez de 185) casos por millón de nacimientos en equilibrio (o sea unos 2000 y 15 000 casos en la primera generación y en equilibrio, respectivamente, cuando la exposición es a razón de un Gy por generación).

Como en el informe de 1977, se estimó igualmente el riesgo de enfermedades hereditarias utilizando el método directo. Los valores estimados utilizando estos dos métodos diferentes (es decir, métodos indirecto y directo) concuerdan razonablemente.

El riesgo de radioinducción de un tipo particular de efecto cromosómico (translocaciones recíprocas) ha sido reevaluado sobre la base de los resultados de estudios en monos tití, monos rhesus y en seres humanos. Sin embargo, las consecuencias para la salud de personas que poseen dichas translocaciones no se puede evaluar de modo fiable en la hora actual.

Se han logrado otros adelantos en nuestro conoci­miento de la relación dosis-respuesta así como en otros

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aspectos de algunos de los tipos más importantes de cambios genéticos radioinducibles en animales de laboratorio. Se considera todavía indispensable utilizar ampliamente datos experimentales para la evaluación de riesgos genéticos en ausencia de resultados significativos con respecto a los efectos hereditarios subsiguientes a las exposiciones de seres humanos. Se ha sugerido igualmente que convendría proceder a análisis más detenidos sobre los efectos genéticos con respecto a detrimentos.

Efectos somáticos

Una de las conclusiones del presente informe es que a dosis y tasas de dosis bajas no se observan efectos no neoplásticos. Esta conclusión es válida tanto para la irradiación de todo el organismo como para la de deter­minados órganos. A dosis y tasas de dosis comparables, la inducción de cáncer puede ser solo una consecuencia somática de irradiación en animales y en el ser humano.

En su informe para 1977, el Comité examinaba factores que hacen sumamente dificultosa toda evaluación precisa del riesgo de inducción de cáncer en el ser humano. Pese a ellas, el Comité proporcionó entonces un análisis de los datos relativos al ser humano y de las estimaciones de riesgos que podían deducirse de ellos, con el fin de que se utilizara como punto de partida necesario para adoptar decisiones de utilidad práctica, en particular como información de base para las políticas de protec­ción contra las radiaciones.

Dado el limitado volumen de datos epidemiológicos de que se dispone no habría tenido sentido repetir el mismo análisis a breve intervalo. En lugar de ello, el Comité se propuso pasar revista a toda la información que pudiera tener interés, en animales de experimenta­ción y en seres humanos, a la luz de ciertos modelos básicos de inducción de tumores. El alcance de esta labor consistía en evaluar los posibles errores que pudieran afectar a las estimaciones según se aplicara uno u otro modelo de acción de las radiaciones. Ese estudio podría haberse considerado como una manera indirecta de estimar intervalos de riesgos en las dosis y tasas de dosis bajas para las que no se dispone de datos inmediatos.

El Comité, sin embargo, decidió aplazar la publicación de un documento basado en este estudio, al saber que se han propuesto revisiones en las estimaciones dosimétricas para los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en que se habían basado algunos de los análisis del Comité. No sólo se han puesto en tela de juicio las dosis totales recibidas por las poblaciones expuestas, sino también las aportaciones relativas de los componentes de neutrones y rayos gamma en la T65D (dosis provisional de 1965) actualmente utilizada. El efecto de las revisiones propuestas es reducir el com­ponente de dosis neutrónica en ambas ciudades y aumentar considerablemente el componente gamma en Hiroshima, al mismo tiempo que se reduce ligera­mente este componente en Nagasaki. Además, hay que examinar y tener en cuenta muchos más factores antes de poder determinar para los supervivientes estimaciones revisadas fiables de las dosis a cada uno de los órganos. Esta cuestión es técnicamente muy compleja y parece poco probable que, en un plazo breve, se pueda investigar a fondo las revisiones propuestas y convenidas.

El Comité aguarda con interés los resultados de otros estudios en esta esfera, ya que serían una de las bases en que podrían asentarse las estimaciones de los riesgos de las radiaciones para el ser humano. Entretanto, desea subrayar que no espera consecuencias importantes de esas revisiones en las estimaciones de riesgos contenidas en su informe de 1977, a saber, que los riesgos de induc­ción de cáncer fatal para los rayos X y gamma son del orden del 2 X 10"5 de la dosis equivalente efectiva correspondiente a un año de radiación de fondo natural, como promedio entre ambos sexos y entre todas las edades. Y esto, por dos razones. En primer lugar, aunque es imposible todavía decir exactamente la influencia que tendrán las revisiones, si se aceptan, en las estimaciones de riesgos, es poco probable que esa influencia sea superior a un factor 2. En realidad, una mayor concordancia entre los datos de Hiroshima y de Nagasaki puede tender en definitiva a reforzar la con­fianza en las estimaciones. En segundo lugar, la información obtenida de los supervivientes de las bombas atómicas en las dos ciudades es sólo una de las fuentes de exposición humana que el Comité ha utilizado para llegar a sus estimaciones.

Por consiguiente, aunque se esperan pocos cambios en lo que se refiere a las estimaciones de los cánceres inducidos en el ser humano por los rayos X y gamma, si esas revisiones de dosis se confirman realmente, dejará de disponerse de una importante fuente supuesta de información sobre irradiación neutrónica en todo el cuerpo. El cálculo de las dosis recibidas por los super­vivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki seguirá siendo objeto de escrutinio minucioso y el Comité continuará trabajando en un documento sobre las relaciones dosis-efecto.

Se ha dispuesto de una gran cantidad de datos sobre el efecto en el ser humano de la irradiación de órganos y tejidos seleccionados con fines de tratamiento radio-terapéutico de diversos tipos de enfermedades, en su mayoría cánceres. Era menester pasar revista a esos datos y verificar su compatibilidad con otra gran cantidad de información obtenida para otros fines en animales de experimentación. El estudio del Comité abarcó: la naturaleza de las lesiones no estocásticas tempranas y tardías, inducidas por la radiación en tejidos normales; los umbrales de dosis en que pueden ponerse de mani­fiesto formas específicas de lesiones en diversas especies animales, y particularmente en el ser humano; y el efecto de algunas variables importantes de la exposición (calidad de la radiación, fraccionamiento del tratamiento) en esos umbrales.

Surgieron dos conceptos unificadores. Primero, que las lesiones de los tejidos dependen primordialmente de la pérdida de capacidad reproductiva de algunas de las células constituyentes; y segundo, que la estructura y función de cada tejido determina en gran medida el tiempo y la magnitud de la respuesta observada. Resultó necesario deducir de la experiencia acumulada, casi siempre a dosis y tasas de dosis elevadas, información aplicable a las dosis y tasas de dosis reducidas, que son las condiciones de irradiación que más interés revisten en la práctica. Finalmente, fue necesario confiar en la experiencia adquirida en la exposición de tejidos humanos normales durante los tratamientos terapéuticos.

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Page 7: Evaluación del riesgo de irradiaciones: el informe …serie de tales Informes sustantivos*. Consta de un resumen y de un texto principal, en el que se esbozan las conclu siones a

Protección radiológica

El estudio resultó útil por la gran cantidad de informa­ción que proporcionó respecto de cada tejido. La conclusión más general que se puede sacar de un análisis tan complejo es que los efectos no estocásticos sobre los tejidos se caracterizan generalmente por relaciones no lineales con las dosis y umbrales aparentes en las dosis más bajas. Estas condiciones tienen la máxima impor­tancia para todo estudio de las lesiones no estocásticas de los tejidos. Aunque la magnitud del umbral puede variar para cada tejido y para cada efecto determinado, los mecanismos que producen los efectos hacen poco probable que puedan abolirse los umbrales a dosis y tasas de dosis bajas. Así pues, si una respuesta carente de umbral es o se supone aplicable a la inducción de cáncer, se infiere que este último podría ser inducido a las dosis bajas a las cuales el umbral podría impedir la expresión de lesiones no estocásticas. A este respecto, puede considerarse la inducción de cáncer como el efecto más importante a dosis y tasas de dosis bajas, para fines de planificación de la protección contra las radiaciones.

En los casos de irradiación parcial del organismo es

•más fácil, en principio, atribuir los daños sufridos por los blancos celulares de órganos y tejidos que en el caso de irradiación de todo el organismo, en el que los efectos y síntomas pueden tener un significado dudoso y una patogénesis incierta. Se encuentra un ejemplo típico en un efecto de la irradiación de todo el organismo que recibe comúnmente el nombre —incorrecto— de "envejecimiento" o "acortamiento de la vida no específico". El Comité ha hecho un análisis de los resultados experimentales relativos al envejecimiento inducido por la radiación en animales y en el ser humano. Por ser básicamente desconocidos los mecanismos bio­lógicos del envejecimiento natural, no hay una base bastante firme para postular, a la luz de datos experi­mentales no convincentes, un posible efecto de la irradiación; no obstante, no conviene descartar definitivamente esta posibilidad. Por lo tanto, el estudio se limitó al otro efecto objetivo, a saber, el acortamiento de la vida inducido por la radiación.

Si bien la duración de la vida se suele tomar como una

•medida del envejecimiento, solo representa su aspecto actuarial, e ignora la compleja interacción de causas que actúan para causar la muerte. Se sabe que, por término medio, la duración de la vida de poblaciones animales y humanas irradiadas tiende a ser más corta que la de testigos correctamente elegidos. Sin embargo, la evalua­ción de las causas de la muerte puede ser una tarea sumamente difícil, aunque es el único medio razonable de atribuir la muerte a causas específicas y, de esa manera, decidir sobre la realidad de posibles mecanismos no específicos. En un gran número de publicaciones se muestra que, en un régimen de dosis y tasas de dosis

bajas, el acortamiento de la vida es causado esencial­mente por la inducción de cánceres en porcentajes superiores a los espontáneos. Cuando se sustrae la contribución al acortamiento de la vida hecha por esos cánceres del efecto total de acortamiento, no hay indicios de que otros mecanismos no específicos sean responsables de un acortamiento adicional. Esta conclusión está bien documentada y es aplicable tanto a los seres humanos como a otros mamíferos. Existen por cierto pruebas de lo contrario aunque ajuicio del Comité, carecen de peso suficiente para negar la conclusión. Tal vez sea necesario estudiar más a fondo este aspecto de la cuestión. Es fundamental formular las estimaciones de riesgo desde una amplia perspectiva de posibles aplicaciones. A este respecto, fue importante averiguar si los efectos de las radiaciones ionizantes, presentes por doquier en la naturaleza, podían ser modificados por la interacción con otros agentes (físicos, químicos o biológicos) que estuvieran ampliamente distribuidos en el medio ambiente y que, por ello, pudieran afectar a gran número de per­sonas y dar lugar a posibles cambios de las estimaciones del riesgo.

Aunque se ha propugnado con frecuencia la posibilidad de tales interacciones, la información positiva de que se dispone, sobre todo respecto de los efectos significativos para las estimaciones del riesgo en el ser humano (induc­ción de cánceres efectos hereditarios, anormalidades de desarrollo), es bastante escasa e inconsecuente. Por lo tanto, el análisis del Comité tuvo por necesidad un carácter fundamentalmente teórico, tomando ejemplos de trabajos publicados para ilustrar algunos de los aspectos. Ese trabajo ha puesto de manifiesto, sin embargo, las complejidades que entraña el llevar a cabo un tratamiento científico riguroso de esta cuestión porque la naturaleza de los agentes que interaccionan, los mecanismos variables de la interacción, las dosis, el orden y las pautas de su administración se traducen en un intervalo muy amplio de posibles interacciones.

El estudio pasó revista a algunos agentes que son importantes en condiciones específicas, en su mayoría profesionales, entre los cuales el mejor documentado es el de la interacción del humo de tabaco y la irradiación alfa por descendientes del radón, en lo que respecta a la inducción de tumores pulmonares en los mineros de uranio. Aunque estas conclusiones son ciertamente aplicables a casos profesionales específicos (y pueden estar relacionadas con las medidas que tomen autoridades locales) los casos examinados por el Comité indican que no restan validez general a la amplia utilización de las estimaciones de riesgos. Es necesario dedicar mayores investigaciones a estos problemas, con estrategias coherentes y una selección razonable de los agentes que se han de investigar. El Comité ha formulado recomenda­ciones sobre el particular.

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