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N. Salvador Miguel “Unas glosas más al episodio de Rachel y Vidas en el Cantar de mio CidEste artículo se publicó en Serta Philologica F. Lázaro Carreter, II. Estudios de literatura y crítica textual, Madrid, Ed. Cátedra, 1983, pp. 493-498.

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N. Salvador Miguel

“Unas glosas más al episodio de Rachel y Vidas en el Cantar de mio Cid”

Este artículo se publicó en

Serta Philologica F. Lázaro Carreter, II. Estudios de literatura y

crítica textual, Madrid, Ed. Cátedra, 1983, pp. 493-498.

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Unas glosas ma’s al episodio de Rachel y Vidas en elCantar de Mio Cid

NICASIO SALVADOR MIGUELUniversidad Complutense de Madrid

El episodio de Rachel y Vidas en el Cantar de Mio Cid ha sido objeto demis preocupaciones recientes. Consecuencia de éstas fue un extenso y, creo, mi-nucioso artículo que, redactado en los primeros meses de 1978, se leyó en elVIII Congreso de la Société International Rencesvals (agosto del mismo año),para ver la luz enseguidal. Puesto que, en más de una ocasión, no me handolido prendas a la hora de matizar y corregir, con el paso del tiempo, mis pro-pios puntos de vista sobre algunos temas, espero que no se me acuse ahora deinmodestia si confieso considerar vigentes cuantos aspectos allí trato 2. Las pa'-ginas que siguen no pretenden, pues, cantar la palinodia; tampoco pasar revistaa unos pocos trabajos aparecidos en fecha cercana o un poco posterior3 y que,

1 N. Salvador Miguel, «Consideraciones sobre el episodio de Rachel y Vidas en elCantar de Mio Cid», Revista de Filología Española, LIX (1977, pero 1979), págs. 183-224,que citare' con frecuencia en este artículo, integra’ndolo en el texto, bajo el título de Considera-ciones, seguido de las páginas respectivas. Más recientemente, se incluye también, con la mismatitulación, en las Actas del Congreso: VIII Congreso de la Société Rencesvals, Pamplona, 1981,páginas 431-449.

2 F. Marcos Marín lo califica de «un trabajo que sería definitivo si su autor hubierapuesto más empeño en aspectos de historia lingüística»; cfr. Literatura castellana medieval.De las ¡arcbas a Alfonso X, Madrid, 1980, pa'g. 64. Me temo, pese al elogio, que la valoraciónde mi buen amigo peque un tanto de hipercrítica, ya que nunca entró en mis propósitos eltratamiento de tales aspectos, por más que es obvio que no los soslayo, e incluso me apoyoen ellos, cuando interesan a los asuntos en que allí me ocupo.

3 Y, de modo especial, J. M.“ Solá-Solé, «De nuevo sobre las arcas del Cid», KentuckyRomance Quarterly, 23 (1976), págs. 3-15; J. England, «The Second Appearance of Racheland Vidas in the Poema de Mio Cid», Hispanic Studies in Honour of Fran/e Pierce, Univer-sity of Sheffield, 1979, págs. 51-58; J. R. Burt, «Raquel and Vidas in Light of the Exo«dus Pattern», CH, 1 (1979), págs. 115-120; E. Aizenberg, «Raquel y Vidas: Myth, Ste-reotype, Humor», Hispania, 63 (1980), págs. 478-486; María E. Lacarra, El «Poema deMio Cid». Realidad histórica e ideología, Madrid, 1980, págs. 187-191. Además, en La Co-rónica, IX (1980), pa'g. 6, se da cuenta de una ponencia de A. Pardo que habría deleerse en la Convención de la Modern Language Association de ese año, de cuyo resu-men no se saca mucho en claro. Así, «en estas cuartillas ('El episodio de las arcas dearena: modos de significación’) se toma el episodio del título y se le somete a diferentes actosde lectura para poner en relieve (I) la literalidad del pasaje, (II) el uso de la metonimia queen él se cumple, (III) las relaciones contextuales inmediatas y mediatas en la obra, (IV) lasrelaciones con el ambiente ideológico y cultural». Asimismo, «se toma el texto en algunas di-mensiones translingu"ísticas».

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sin afán de exhaustividad, pero desconociendo mi trabajo, coinciden o no conalgunos de mis planteamientos. Más sencillamente, me propongo agregar algunosdatos y comentarios que amplían y confirman mi exposición anterior. Respeto,por lo demás, los epígrafes del estudio primitivo para una mayor facilidad deintelección .

La tradz'cz'onalídad del tema

A los textos que acogen el tema, conectado con un motivo tradicional (Con-sideraciones, págs. 183-186), hay que sumar un pasaje de la autobiografía de Pío II—el famoso humanista Eneas Silvio Piccolomini——, del que se desprende, aligual que hacen suponer las Partidas para Castilla (Consideraciones, pág. 203, n. 1),que el engaño fue frecuente en la vida cotidiana. Así, al relatar la emboscadaque tendió a Bonnano, uno de los cabecillas de la conjuración tramada contra elPontífice en 1460, indica que el delator

habia convencido a los rebeldes a llevarlos con ellos, afirmando que huía de Romacon varias alforjas de oro, aunque lo que en realidad llevaba eran piedrec1ll'as esco-gidas para disimular‘.

Los nombres

Respecto a una de las múltiples cuestiones atingentes a los nombres por mítratadas (Consideraciones, págs. 187-193), C. I. Nepaulshing, ame’n de coincidirconmigo en la cargazón irónica del sintagma míos amigos caros, añade que, acaso,caro pueda recoger asimismo la acepción de «costoso» (inglés: expensz've) quese encuentra en caro vendedor (Libro de buen amor, 615a). En cuanto al usode don, por otra parte, comenta que el título no es o'bice a la caracterizaciónridícula de los personajes, si bien su comparación con el conde don Remom‘ y elconde don García no la veo apropiada 5. En estos casos, en efecto, la ut111"zacióndel don se corresponde con la categoría social de los personajes, independiente-mente de la perspectiva risible con que el poeta los diseña; pero en el episodioque comentamos, sólo de manera excepcional se les aplica el título en los mo-mentos cruciales del relato, por razones que ya apunte' (Consideraciones, pági-nas 192-193, nota 4).

Las actividades de Rachel y Vidas

El préstamo de Rachel y Vidas al Cid, actividad típicamente judaica duranteel Medievo, se relata en el Cantar con una meticulosa especificación legalista,uno de cuyos puntos es la consideración de Martín Antolínez como intermedia-rio del negocio (Consideraciones, págs. 196-207). En calidad de tal, solicita a losdos consocios unas calzas, petición que no responde a ningún antojo o capricho,sino a una costumbre típica de la Edad Media, en que era usual entregar unas

4 La autobiografía de Eneas Silvio se publicó, por primera vez, en 1548, bajo el rótulo dePii Secundi P. M. Comentarii. Sigo aquí la traducción (con algunas síntesis y varias ampliacio-nes tomadas de otros textos del autor y de algunos contemporáneos) de A. Castro Zafra:Pío II, Así fuí Papa, Barcelona, 1980, pág. 252.

5 Cfr. C. I. Nepaulshing, «New Light on the ‘Raquel and Vidas Episode’ in the Poema deMio Cz'd?, American Sepbardi, IX (1978), pa'g. 150.

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zapatas en señal de venta o como gratificación por un favor o servicio. Seme-jante proceder, no exclusivo de España, se manifiesta en contratos privados, fue-ros y obras literarias, de los que ofrecimos un puñado de ejemplos (Considera-ciones, pa’gs. 199-202). Los textos que ahora agregamos, por orden cronológico,no persiguen insistir en un aspecto, a mi ver, perfectamente aclarado; se tratamás bien de iluminar, a partir de aquellas deducciones, varios pasajes literariosno suficientemente entendidos 6.

1) Entre unos versos de crítica a diversos estados y oficios de la sociedad¡castellana, el autor del Libro de Alexandre, al poner en solfa el pecado de lacodicia, escribe de los bufones:

non podrié dezir omne todas sus garavatas,morir quieren el día que non ganan capatas

(1819cd)7

A la luz de lo dicho, el significado es obvio: «quieren morir el día que no re-ciben regalos», como quien dice: «desean recibir regalos, gratificaciones conti-nuamente» 8.

2) Al final del Livro del cavallero Zz'far, cuando el Caballero Amigo sedirige al conde Fara’n, reprocha’ndole su traición al Emperador, le espeta:

E certas bien deuierades vos entender que estos bollicios a mal uos avían de traer,ca este casamiento malo entre vos y los reys vos lo ayuntastes; onde conuiene queayades las calcas que merescedes 9.

Con tales palabras, el Caballero Amigo señala que el conde debe recibir el pagoque merece por haber incitado a rebelarse contra el Emperador a los reyes deSafira y de Garba; claro es que la frase se apoya ahora en un uso irónico, puestal pago consiste en el castigo: la decapitación.

3) En el Libro de Juan Ruiz', como parte de los consejos que don Amorproporciona al protagonista, figura el siguiente:

e busca mensajera de unas negras pegatas,que usan mucho fraires e monjas e beatas:son mucho andariegas, merescen las capatas,estas trotaconventos fazen muchas baratas

(441) 1°

J. Cejador comenta: «Se dan tan buenas corridas estas troteras, o correos,que bien merecen las capatas o zapatos de mujer» u. G. Chiarini se limita a

6 En el libro de E. S. O’Kane (Refranes y frases proverbiales españolas durante la EdadMedia, Madrid, pág. 70, s. v. calza y pág. 234, s. v. zapata), se recogen casi todos los textosque voy a citar, pero sin ninguna explicación y, lo que es peor, con una confusión de aque-llos donde el término tiene, sin mas', un significado literal (así, un ejemplo de Santillana,al parecer con referencia equivocada, según me advierte M. A. Pérez Priego) y aquellos cuyadilucidacio’n sólo es posible a partir de las premisas indicadas.

7 Cito por El Libro de Alixandre, edición de D. A. Nelson, Madrid, 1979, pág. 568. So-bre la atribución a Berceo, que aparece incluso en la portada de la obra, dije ya algo enHistoria-16 (nov. 1979) y hablo más extensamente en El mester de clerecz'a. Teoría e bistoriade un género literario, Madrid (en prensa).

8 Ni D. A. Nelson ni J. Cañas Murillo (ed. Libro de Alexandre, Madrid, 1978) anotan nada.El texto debe compararse con los versos 1085c‘d, citados en Consideraciones, pa’g. 201.

9 El Libro del Cauallero Zifar (El Libro del Cauallero de Dios), edición de Ch. Ph. Wag-ner, Ann Arbor, 1929, pág. 502.

1° Cito por la edición de J. Joset, Madrid, 1974, I, pág. 169.n J. Cejador y Frauca, ed. Libro de buen amor, Madrid [1913], 19639, I, pág. 167, n. a 441.

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insertar, a pie de página, el texto del Libro de Alexandre que acabo de men-cionar ma’s arriba, sin dar explicación alguna 12, mientras que J. Joset, tras citartextualmente a Cejador, agrega que «también era frase», remitiendo a los ver-sos del Alexandre ¡3. En cuanto a Corominas, por fin, escribe que «merecer lascapatas para 'gana’rselas anadando mucho’ era frase de cajón, ya documentada enAlex[ana’re]» 14. Pero es obvio, tras lo que sabemos, que, si bien la referenciaa las zapatas en este pasaje puede relacionarse literalmente con los movimientosde las alcahuetas atareadas de un lado para otro, se explica, de modo ma's con-creto, por ser el regalo o la gratificación típicos que debía recibir el intermediariode un trato por el servicio prestado 15, como prueba asimismo un fragmento deLa Celestina que copio enseguida.

4) Los textos comentados nos señalan la pista para entender unos versosde los Proverbios morales, de Sem Tob:

El peón, desque calcacalcas, tien’ por quebrantoandar de pie caminoe va buscar rocín;de calgar calcas vinoa cobdicia sin fin.

(vv. 843-848) 16

Aunque nada aclaran, en sus respectivas ediciones, I. González Llubera 17,G. Álvarez 18 y A. García Calvo 19, es indudable, tras todo lo expuesto, y en es-pecial si se tiene en cuenta que el autor nos ilustra en este pasaje sobre la codi-cia, que, amén del sentido literal, el fragmento tiene una segunda lectura: «Elpeón (entie’ndase, el que apenas posee nada), desde que empieza a recibir rega-los y gratificaciones (vale decir, a engolosinarse con el dinero), se molesta portener que continuar en su estado social («andar pie de camino») y desea con-seguir un ascenso socioeconómico («va buscar rocín»); de la costumbre de acep-tar da'divas y recompensas le nació su codicia sin fin.» Repa’rese que el usoconjunto de la figura etimológica, el poliptoton y la ana'fora (valga ealgas / valgarealgas) recalca, precisamente, los términos mediante los cuales el poeta insiste enla censura de la avaricia; en cuanto a la ideología tradicional que en los versossubyace, no es cosa de entrar aquí.

5) Ide’ntico significado de regalo o gratificación aparece en una «letra deamonestamiento [...] a vn su sobrino en nombre e ruego del padre dél», inclui-da en el Libro a'e las veinte cartas e questiones, donde Fernando de la Torrerazona:

12 G. Chiarini, ed. Libro de buen amor, Milán-Nápoles, 1964, pág. 91, n. al verso 1782.13 J. Joset, ed. cit., I, pa'g. 169, n. a 4410.14 J. Corominas, ed. Libro de buen amor, Madrid, 1967, pág. 194, n. a 441-4496.15 Tras la lectura de mi primer artículo, me llamó la atención sobre este fragmento mi

amigo y colega H. L. Sharrer, durante mi estancia en la Universidad de Santa Barbara (Ca-lifornia), en noviembre de 1981.

16 Dom Sem Tob, Glosas de sabiduría o Proverbios morales y otras rimas, ed1c10'n deA. García Calvo, Madrid, 1974, pág. 77.

17 Sem Tob de Carrión, Proverbios morales, edición de Ig. González Llubera, Cambrid-ge, 1947, pág. 91, pareados 223 y 224.

18 Sem Tob de Carrión, Proverbios morales, Salamanca, 1970; en esta edición, los versoscitados corresponden a 827-832.

19 Edición y pag’ina citadas.

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agora, fijo mío, en logar de calcas para la fiesta, rescibe estos amonestamientos e cas-tigos 1’".

6) Por lo que a La Celestina toca, para terminar, aparte de un fragmentodel acto XIII, ya estudiado (Consideraciones, págs. 201-202), cabe considerarotro del acto IX, que nos testimonia la consideración que, como regalo o pagopor un favor o servicio, se hacía de las calzas, compara’ndolas con objetos demayor valor. Así, la vieja, al rememorar con Sempronio los buenos tiempos enque los eclesiásticos la colmaban de dones, se lamenta de la situación a que hallegado en el presente, donde se conformaría con recibir unas calzas por sutrabajo:

[...] allí se me ofrecían dinero, allí promesas, allí otras da'divas, besando el cabo demi manto y aun algunos en la cara, por me tener ma's contenta. Agora me ha traídola fortuna a tal estado, que me digas: «¡Buena pro hagan las zapatas!» 91.

La expresión de la alcahueta formó parte del lenguaje proverbial, como testi-monia Correas: «Buena pro hagan las zapatas y la barba puta» z". Carezco, contodo, de datos suficientes para asegurar si la proverbializacio’n se llevó a cabocomo consecuencia de La Celestina o antecedio’ a la obra. Pues si cabe la úl-tima posibilidad, dada la extensa y documentada identidad establecida entre cal-zas y regalos a lo largo de la época medieval, no es menos cierto que muchasfrases de la Tragicorneclia se hicieron comunes a partir de ésta, como prueban,verbigracia, las continuaciones e imitaciones”.

7) Como colofón de todas estas citas, se entenderá perfectamente que elautor de un poema sobre la Cruzada de Antioquia deja-ra «de nombrar al valientecaballero Arnoldo porque e’ste le negó un par de calzas de escarlata» 2‘.

Significado del episodio

Aunque en mi artículo queda bastante claro que el propósito fundamentaldel episodio consiste en suscitar la comicidad, partiendo del antisemitismo de raiz'socioeconómica que en la audiencia anida (Consideraciones, págs. 207-214), M. GarciGómez vuelve a rechazar, de nuevo, el significado antijudaico del episodio, no se'si conociendo o no las múltiples precisiones que a su trabajo hice en el mío 25.

Pero, aparte de tal intencionalidad, también indicábamos que, como sueleocurrir en toda obra maestra, el Cantar de Mio Cid y, en concreto, el episodiode Rachel y Vidas, ofrecía «una plurivalencia o multisignificacio’n que algunosestudiosos consideran lo específico del lenguaje literario» (Consideraciones, pá-

” En Cancionero y obras en prosa a'e Fernando de la Torre, edición de A. Paz y Mélia,Dresden, 1907, pa'g. 117.

m Fernando de Rojas, La Celestina, edición de D. Severin, Madrid, 19775, pág. 151. Lafrase no llama la atención a los editores del texto (cfr. Consideraciones, pa'g. 202, n. 1).

23 G. Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbz’ales y otras fórmulas comunes dela lengua castellana, Madrid, 1924, pág. 90.

23 Para un caso concreto, vid. N. Salvador Miguel, «Huellas de La Celestina en La LozanaAndaluza», Homenaje a Don Francisco Yndura'in (en prensa).

2‘ Da la referencia, sin sacar ninguna consecuencia sobre el tema que aquí planteo, R. Me-néndez Pidal, Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas románicas, Madrid, 1957, pa'-gm’a 57.

35 Me refiero a una ponencia («¿Antisemitismo en Mio Cz'a'P»), leída en «The SecondAnnual Louisiana Conference of Hispanic Languages and Literatures» (La Chispa), de la quese da cuenta en La Coro'nica, IX-2 (1981), págs. 150-151.

49732.-HOMENAJE A F. LÁZARO CARRETER. TOMO ll

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gina 204). Entre esos significados colaterales se encontraba la burla, en un cantarde gesta, de unos personajes que, como judíos, se encontraban exentos de par-ticipar en la guerra, con la que se mostraban incompatibles (íbíd, pág. 216).Ide’ntica incompatibilidad aparece manifiesta en otros textos escritos por conver-sos. Así, Francesillo de Zúñiga se disculpa de no haber acompañado a Carlos Vhasta Italia «porque desde niño me cabsa catarro el olor de la pólvora» 26. Laeditora de la Crónica comenta que esta idea pertenece «al lugar común del fol-klore europeo que suponía que el judío, y en consecuencia, el converso, eracobarde» 27. Aun cuando no aporta más detalles de su aserto, recuerda, sin em-bargo, un pasaje de Alfonso Martínez de Toledo, que entonces me pasó inad-vertido, pese a citarlo también J. Caro Baroja m, donde se equipara la falta devalor de judíos, clérigos y mujeres:

que para muger, judio, nin abad, non deve onbre mostrar rostro nin esfuergo, nincometer a ferir, nin sacar armas; que son cosas vencidas e de poco esfuerco 29.

Una precisión más

En mi anterior artículo, escribí que el pasaje estaba «estrechamente adecuadoa las necesidades del relato y a las expectativas del auditorio al que se dirige»(Consideraciones, pág. 187). Acaso, debí concretar que, dentro de la estructuradel poema, su inserción en ese momento responde también a la necesidad demostrar ante la audiencia que, en verdad, el Cid carecía de dinero y, por tanto,eran inciertas las calumnias que corrían sobre la apropiación de las parias cobra-das en nombre del rey.

36 Francesillo de Zúñiga, Crónica burlesca del Emperador Carlos V, edición de D. Pampde Avalle-Arce, Barcelona, 1981, pág. 171.

27 Ibz'd., pa'g. 40.28 Cfr. J. Caro Baroja, Los judíos en la España moderna y contemporánea, Madrid, 1962, I,

página 86.29 Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera, edición de J. González Muela, Ma-

drid, 1970, pág. 156. ¡

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