Espacio, Lugar y Movimientos Sociales Hacia Una “espacialidad de Resist en CIA”

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    Scripta NovaREVISTA ELECTRNICA DE GEOGRAFA Y CIENCIAS SOCIALESUniversidad de Barcelona.ISSN: 1138-9788.Depsito Legal: B. 21.741-98

    Vol. VI, nm. 115, 1 de junio de 2002ESPACIO, LUGAR Y MOVIMIENTOS SOCIALES: HACIA UNA "ESPACIALIDAD DE

    RESISTENCIA"1

    Ulrich OslenderDepartamento de Geografa, Universidad de Glasgow

    Espacio, lugar y movimientos sociales: hacia una "espacialidad de resistencia" (Resumen)Aunque abunda hoy el uso de metforas espaciales en las ciencias sociales, muchos gegrafosdeploran la reduccin analtica de conceptos como espacio y lugar en muchos trabajos a unamera funcin ilustrativa. Ms preocupante aun se representa al espacio frecuentemente comoesttico y carente de contenido poltico, una tendencia que sigue dando preferencia a una visinhistrica frente a una geogrfica en el anlisis de cambios sociales.En este artculo voy a argumentar que el concepto del espacio es (y siempre ha sido) poltico ysaturado de una red compleja de relaciones de poder/saber que se expresan en paisajes materialesy discursivos de dominacin y resistencia. En particular, quiero mostrar cmo los tres"momentos" identificados por Lefebvre (1991) en la produccin del espacio pueden contribuir a

    la conceptualizacin de una "espacialidad de resistencia", planteamiento terico introducido aquque busca conceptualizar las formas concretas y decisivas en cuales espacio y resistenciainteractan e impactan el uno sobre el otro. Explorando adems el concepto de lugar comodesarrollado por Agnew (1987), propongo una perspectiva de lugar sobre movimientos socialesque sita las prcticas de los movimientos en un lugar especfico y a la vez dentro de un marcoms amplio del re-estructuramiento global del capitalismo. Termino el artculo con algunasreflexiones sobre las implicaciones que tiene una perspectiva de lugar para la metodologa en lainvestigacin de movimientos sociales. Se sita este anlisis dentro del debate sobre laconstruccin de la etnicidad en las comunidades negras del Pacfico colombiano y la aparicin demovimientos sociales en esta regin que articulan estos asuntos en nuevas formas de polticasculturales.Quiero subrayar que el presente texto se debe entender (y leer) sobre todo como una contribucin

    terica a debates actuales dentro y fuera de la geografa cultural/poltica que buscanconceptualizar las geografas especficas de la resistencia. Advierto entonces que el materialemprico presentado aqu - el movimiento social de comunidades negras en el Pacficocolombiano - sirve para ilustrarestos planteamientos conceptuales. El lector interesado enindagar ms a fondo en el caso emprico se servir de las numerosas referencias hechas en eltexto. Advierto adems que el artculo naci en el contexto de la geografa anglo-sajona, y quepor ende no considera planteamientos desarrollados desde la academia espaola. El textoprecisamente aspira a una retro-alimentacin con acadmicos, investigadores y activistasespaoles para acercar dos tradiciones y tendencias geogrficas - la espaola y la anglo-sajona -entre cuales, como es sabido, no han existido muchos intercambios de conceptos e ideas.Palabras clave: espacio, lugar, resistencia, movimientos sociales, comunidades negras, Pacficocolombiano, espacio acutico

    La gegrafa inglesa Doreen Massey (1993:141) constata que "el 'espacio' est muy de moda en estosdas", refirindose a un gran nmero de cientficos sociales que articulan sus anlisis en trminosespaciales2. Sin embargo, lo que Massey y otros deploran, es la carencia de un entendimiento analtico del

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    resistencia

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    concepto de espacio: "las metforas geogrficas de las polticas contemporneas deben contemplarconcepciones de espacio que reconocen lugar, posicin, ubicacin etc. como creados, como producidos"(Bondi 1993:99). Es ms. No se trata solamente de reconocer la forma construida de dichos conceptossino de mostrar cmo han sido construidos y bajo qu estructuras polticas y relaciones de poder/saber3.Rompiendo con el dualismo analtico entre tiempo y espacio, entre historia y geografa, tanfrecuentemente reproducido acriticamente, Massey plantea una "tetra-dimensionalidad deespacio y tiempo":Espacio y tiempo estn necesariamente entretejidos. No es que no podemos hacer ninguna distincin entre ellos,sino que la distincin que hacemos, necesita mantener a los dos en un equilibrio, y hacerlo dentro de un concepto

    fuerte de tetra-dimensionalidad. (Massey 1993:152)En cierta forma, Massey parece evocar aqu las representaciones geomtricas de la "geografa de tiempo"de Hgerstrand (1973)4. Sin embargo, no se limitan las interrelaciones de espacio-tiempo a un rgidofisicalismo grfico de interacciones rutinizadas de actores sociales dentro de un marco conocido delugares y caminos posibles de espacio-tiempo. Lo que importa aqu, es la condicin fluida y dinmica deesta relacin y las mltiples formas en que el espacio y el tiempo estn inscritos en la conducta de la vidasocial.Este aspecto ha sido explicado tambin en la teora de estructuracin y las interacciones complejas ydialcticas entre estructura y accin social (Giddens 1984). Resumiendo muy brevemente y sobre lo queimporta para nuestro argumento, Giddens entiende los sistemas sociales como sistemas de interaccionesentre estructuras y las actividades localizadas de sujetos humanos, capaces y conocedores. Es importanteentonces reconocer que las estructuras han sido creadas por los sujetos humanos, y aunque puedanpresentar obstculos en la conducta de la vida social, tambin pueden ser ajustadas, cambiadas o inclusive

    derrotadas por los mismos actores sociales. Las prcticas sociales pueden entonces reproducir o resistirestas estructuras. En este sentido podemos concebir a los movimientos sociales desde una perspectiva deestructuracin en tanto que la accin colectiva de los participantes de un movimiento desafa a estructurasde dominacin y/o sujecin5.Por ambiguas, diferentes y mltiples que sean, les es comn a todas las resistencias que estnactuadas y mediadas en el espacio y en el tiempo. Aunque pueda parecer evidente semejantedeclaracin, la implicacin de tal planteamiento es que ambos conceptos son esencialmentepolticos en la forma en que las prcticas sociales estn inscritas y enmarcadas en ellos.

    Movimientos sociales y la poltica del espacio

    Reflexionando sobre la poltica del espacio, el socilogo francs Henri Lefebvre afirma:El espacio no es un objeto cientfico separado de la ideologa o de la poltica; siempre ha sido poltico y estratgico.

    Si el espacio tiene apariencia de neutralidad e indiferencia frente a sus contenidos, y por eso parece ser puramenteformal y el eptome de abstraccin racional, es precisamente porque ya ha sido ocupado y usado, y ya ha sido el focode procesos pasados cuyas huellas no son siempre evidentes en el paisaje. El espacio ha sido formado y modeladopor elementos histricos y naturales; pero esto ha sido un proceso poltico. El espacio es poltico e ideolgico. Es unproducto literariamente lleno de ideologas. (Lefebvre 1976:31)Si adems podemos considerar lo poltico como "la dimensin del antagonismo que es inherente a todaslas sociedades humanas" (Mouffe 1995:262), resulta que hay conflictos en el uso del espacio. O, en otraspalabras, el espacio es un sitio de constante interaccin y lucha entre dominacin y resistencia. Estasluchas estn frecuentemente articuladas por movimientos sociales, que han sido identificados comoespacios privilegiados para estudiar los procesos de mediacin en el campo de construccin dedemocracias (Jelin 1987). Varias teoras tratan de explicar las formaciones, manifestaciones y xitos ofracasos de movimientos sociales. Los dos planteamientos principales son la Teora de Movilizacin deRecursos (TMR) y la Perspectiva de Identidad Colectiva (PIC)6. TMR analiza sobre todo los recursos,objetivos, oportunidades, estrategias y la organizacin de movimientos sociales, y observa los procesos delos movimientos en el transcurrir del tiempo. Se interesa particularmente por las interacciones entrepartidos polticos y movimientos sociales, y analiza crticamente al Estado como instrumento derepresin7. Algunos de estos planteamientos han sido criticados posteriormente sobre todo por suconcepcin del actor individual en trminos de un ser racional definido por sus objetivos. Es aqu queanalistas que proponen un enfoque sobre PIC tratan de ir ms all poniendo nfasis sobre las mltiplesformas en que los actores sociales crean y forman sus identidades y articulan y defienden sussolidaridades8. En este planteamiento los actores no son definidos por sus objetivos inmediatos sino porlas relaciones sociales y las del poder dentro de las cuales estn situados. Sus identidades son dimensionesculturales expresadas como protesta social. Estas pueden tomar formas muy sutiles, y particular nfasis seha puesto, por ejemplo, en el tono y el sentimiento de los actores en su potencial de impulsar eventos(Scott 1990). Mucha atencin han recibido entonces el lenguaje y las voces de actores en el proceso dearticulacin de movimientos sociales. Como Melucci (1989) lo ha expresado: "El movimiento es el

    mensaje".Sin embargo, muy poca atencin prestan TMR y PIC a las interacciones concretas entre espacioy movimientos sociales y a los lugares especficos de donde surge un movimiento.Frecuentemente se pone nfasis en las dimensiones temporales del cambio social, como lo haceZirakzadeh (1997), por ejemplo, al conceptualizar la investigacin de movimientos sociales en

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    tres "olas", o Melucci (1989) quien considera a los movimientos contemporneos en trminos de"nmadas del presente". Movimientos de diferentes partes (y culturas) del planeta estnanalizados en su contexto temporal, adscribindoles unos objetivos comunes que articulantpicamente nuestra poca, un planteamiento particularmente fuerte hoy "al final (o al principio)del milenio" (Castells 1997). Esto significa que la mayora de los anlisis de movimientossociales examinan slo brevemente, y como poco ms que informacin introductoria, los lugaresparticulares de donde surge un movimiento, antes de concentrar el anlisis "ms serio" sobre lasestructuras del movimiento, sus objetivos y las formas en que est inscrito en los cambios ms

    amplios de la historia global.Estos enfoques no-espaciales han sido criticados recientemente en algunos trabajos de PIC queconsideran identidades y lugares como intrnsicamente vinculados (Escobar 2001, Oslender2001a, Routledge 1997). Para entender un movimiento construido sobre las bases de identidadcolectiva tenemos que entender los lugares especficos en los que se desenvuelve la accin socialdel movimiento y donde estas identidades estn construidas y articuladas fsicamente. Haycuestiones concretas que surgen de las interacciones entre la accin social de movimientossociales y lugar: Cmo impactan las particularidades de un lugar sobre la gente que se organizaen un movimiento social, y cmo dificultan, o al contrario, facilitan stas la realizacin deacciones colectivas? Hasta qu punto influencian la experiencia de vivir en un lugardeterminado y los sentimientos subjetivos generados por ella la decisin de un actor social deinvolucrarse en un movimiento social? Qu papel juegan las historias locales de un lugar en

    entender las formas en que la gente reflexiona sobre su participacin en un movimiento social?Pero tambin, cmo explican las caractersticas objetivas ms amplias de un lugar, como elorden macro-poltico y econmico, la organizacin y articulacin de resistencia en este lugar?Cules son las implicaciones de un medio ambiente particular para los procesos organizativos?Quienes creen encontrar "respuestas obvias" a estas preguntas cometen el error anteriormenteanalizado de ver espacio y lugar como meros contextos dentro de cuales se desarrolla unconflicto determinado. Lo que trato de mostrar aqu es que espacio y lugar son elementosconstitutivos de las formas especficas en que se desarrolla un conflicto dado. Son precisamenteestos impactos concretos de espacio y lugar en la formacin y el agenciamiento de movimientossociales que se trata de teorizar con el concepto de "espacialidad de resistencia".En el caso de movimientos sociales que movilizan alrededor de la defensa de susterritorialidades, por ejemplo, es el espacio material y fsico que est al centro de sus actividades.

    Sin embargo, su lucha por la tierra es al mismo tiempo una lucha por el espacio y susinterpretaciones y representaciones. Como voy a mostrar ms adelante, en el caso delmovimiento social de comunidades negras en el Pacfico colombiano que se define como unaorganizacin tnico-territorial, la lucha por el territorio est explcitamente vinculada a una re-interpretacin del espacio y su significado para los actores locales. De hecho, el "lugar" Pacficocolombiano se vuelve el centro de luchas sobre representaciones del espacio.En este aspecto el trabajo de Lefebvre (1991) sobre la produccin del espacio brinda un marco tericoimportante dentro del cual podemos tratar de acercarnos a este proyecto de espacializar resistencias.9

    Lefebvre identifica tres "momentos" interconectados en la produccin del espacio: 1) prcticas espaciales;2) representaciones del espacio; y 3) espacios de representacin. Las prcticas espaciales se refieren a lasformas en que nosotros generamos, utilizamos y percibimos el espacio. Por un lado han efectuado losprocesos de comodificacin y burocratizacin de la vida cotidiana, un fenmeno sintomtico y

    constitutivo de la modernidad con que se ha colonizado un antiguo e histricamente sedimentado "espacioconcreto", argumento presentado tambin por Habermas (1987) que refiere a estos procesos como"colonizacin del mundo-vida". Por el otro lado estas prcticas espaciales estn asociadas con lasexperiencias de la vida cotidiana y las memorias colectivas de formas de vida diferentes, ms personales entimas. Por eso llevan tambin un potencial para resistir la colonizacin de los espacios concretos.Las representaciones del espacio se refieren a los espacios concebidos y derivados de una lgicaparticular y de saberes tcnicos y racionales, "un espacio conceptualizado, el espacio de cientficos,urbanistas, tecncratas e ingenieros sociales" (Lefebvre 1991:38). Estos saberes estn vinculados con lasinstituciones del poder dominante y con las representaciones normalizadas generadas por una "lgica devisualizacin" hegemnica. Estn representados como "espacios legibles", como por ejemplo en mapas,estadsticas, etc. Producen visiones y representaciones normalizadas presentes en las estructuras estatales,en la economa, y en la sociedad civil. Esta legibilidad produce efectivamente una simplificacin delespacio, como si se tratara de una superficie transparente. De esta manera se produce una visin particular

    normalizada que ignora a luchas, ambigedades, y otras formas de ver, percibir e imaginar el mundo. Esono quiere decir que estas relaciones son necesarias. De hecho, existen mltiples formas de desafos y re-apropiaciones del espacio por los actores sociales. Sin embargo, lo que hace esta conceptualizacin derepresentaciones de espacio muy importante hoy en da, es la importancia creciente de formas dominantesde esta lgica de visualizacin y las relaciones de poder/saber que la reproducen y son reproducidas por

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    ella. El uso creciente de las tecnologas de informacin y de las nuevas formas de modelar dinmicamentela vida social, como por ejemplo en los sistemas de informacin geogrfica (SIG), son otro indicador dela dominacin creciente de representaciones del espacio. Su efecto es uno de abstraccin ydecorporealizacin del espacio, siempre apoyado por argumentos cientficos y apeles a una "verdadera"representacin. As ha surgido un "espacio abstracto" en que "cosas, eventos y situaciones estnsustituidos por siempre por representaciones" (Lefebvre 1991:311). Este espacio abstracto esprecisamente "el espacio del capitalismo contemporneo" (Gregory 1994:360), en que la ley delintercambio de comodidades como razn econmica dominante del capitalismo moderno nos ha llevado auna comodificacin creciente de la vida social10. Sin embargo, en vez de constituir un espacio homogneo

    y cerrado, el espacio abstracto mismo es un sitio de lucha y resistencia en cuyo terreno se articulan lascontradicciones socio-polticas (Lefebvre 1991:365). Dice Lefebvre que estas contradicciones resultarnfinalmente en un espacio nuevo, un "espacio diferenciado", pues "en la medida que el espacio abstractotiende hacia la homogeneizacin, hacia la eliminacin de diferencias o peculiaridades existentes, unnuevo espacio solamente puede nacer si acenta diferencias" (Lefebvre 1991:52). Se puede argumentarque esto es precisamente lo que estamos viendo hoy en da, una proliferacin de espacios diferenciadoscomo resultado de las contradicciones del espacio abstracto. Las polticas de identidad que movilizanalrededor de asuntos de clase, raza, etnicidad, gnero, sexualidad, etc. han conducido a una acentuacinde diferencias y peculiaridades articuladas en mltiples resistencias y desafos a representacionesdominantes de espacio. As que las contradicciones del espacio abstracto conducen a una "bsqueda porun contra-espacio" (Lefebvre 1991:383), un espacio diferenciado, articulado en las multiplicidades deresistencias como una poltica concreta del espacio11.Lefebvre sita estas resistencias en los espacios de representacin. Estos son los espacios vividos que

    representan formas de conocimientos locales y menos formales; son dinmicos, simblicos, y saturadoscon significados, construidos y modificados en el transcurso del tiempo por los actores sociales12. Estasconstrucciones estn arraigadas en experiencia y constituyen un repertorio de articulacionescaracterizadas por su flexibilidad y su capacidad de adaptacin sin ser arbitrarias:Los espacios de representacin no necesitan obedecer a reglas de consistencia o cohesin. Llenos de elementosimaginarios y simblicos, tienen su origen en la historia - en la historia del pueblo y en la historia de cada individuoque pertenece a este pueblo. (Lefebvre 1991:41)Estos espacios de representacin son ni homogneos ni autnomos. Se desarrollanconstantemente en una relacin dialctica con las representaciones dominantes del espacio queintervienen, penetran y tienden a colonizar el mundo-vida del espacio de representacin. Elespacio de representacin es entonces tambin el espacio dominado lo cual la imaginacin buscaapropiar. Es a la vez sujeto a la dominacin y fuente de resistencia, el escenario entonces de las

    relaciones entre dominacin y resistencia; pues as como dominacin no puede existir sinresistencia, resistencia necesita a dominacin para poder actuar y adquirir sentido (Sharp et al.2000).Evidentemente los tres momentos identificados por Lefebvre en la produccin del espacionecesitan ser considerados como interconectados e interdependientes. Existe una relacindialctica entre lo percibido, lo concebido y lo vivido que no pueden ser considerados comoelementos independientes, relacin que Escobar (1995) parece tener en cuenta en su llamadahacia una "antropologa de la modernidad". Aplicando este concepto para el caso de la costaPacfica colombiana, Escobar y Pedrosa escriben:Desde ella, nos interesa analizar los mecanismos concretos por medio de los cuales se busca integrar la regin delPacfico a la modernidad del pas. As, procuramos una etnografa de las prcticas de aquellos actores sociales querepresentan la avanzada de la modernidad en el Litoral: planificadores del desarrollo, capitalistas, bilogos yeclogos, expertos de todo tipo y, finalmente, activistas de los movimientos sociales, como agentes de posiblesmodernidades alternativas. (Escobar & Pedrosa 1996:10; mi nfasis)Estas posibles "modernidades alternativas" seran el producto de la bsqueda por un contra-espacio, resultado de la relacin dialctica entre representaciones del espacio y espacios derepresentacin, como antes mencionado, en que los movimientos sociales tratan de articular lasnecesidades del mundo-vida frente a representaciones dominantes de su espacio. Y estasmodernidades alternativas necesitan ser pensadas desde un lugar especfico a cual y a cuya gentese refiere constantemente y desde el cual se organiza la movilizacin en defensa del lugar:La prctica social es aglutinada al lugar "place-bound", la organizacin poltica requiere organizacin de lugar. [...]Al mismo tiempo, lugar es ms que la simple vida cotidiana vivida. Es el "momento" en que lo concebido, lopercibido y lo vivido adquieren una cierta "coherencia estructurada". (Merrifield 1993:525)As que el lugar contextualiza y arraiga a las conceptualizaciones lefebvrianas (lo concebido,percibido, vivido). Una perspectiva de lugar sobre movimientos sociales, como propuesta en este

    artculo, es entonces no solamente un acercamiento necesario a expresiones de resistencia alnivel emprico, sino tiene que ser desarrollada tambin al nivel terico al conceptualizar yarraigar a las teoras de movimientos sociales en el concepto de lugar.

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    Movimientos sociales desde una perspectiva de lugarPara desentramar el concepto de lugar al nivel terico, voy a referirme a Agnew (1987) que, al igual queEntrikin (1991), pone nfasis en las calidades objetivas y subjetivas de lugar sin caer en un subjetivismoarbitrario. El concepto de lugar de Agnew se constituye de tres elementos: 1) localidad, 2) ubicacin, y 3)sentido de lugar. En lo ms general, localidadrefiere a los marcos formales e informales dentro de cualesestn constituidas las interacciones sociales cotidianas13. Localidad se refiere no slo a los escenariosfsicos dentro de los que ocurre la interaccin social, sino implica tambin que estos escenarios ycontextos estn concretamente utilizados de manera rutinaria por los actores sociales en sus interacciones

    y comunicaciones cotidianas. De esta manera se dejan identificar ciertas localidades como escenariosfsicos asociados con las interacciones tpicas cuales componen las colectividades como sistemas sociales.Como voy a mostrar ms adelante, la localidad "tpica" de las comunidades negras rurales en el Pacficocolombiano es el "espacio acutico" como escenario y contexto rutinario en que se desarrollan las formasde interaccin cotidiana de dichas comunidades.Ubicacin se puede definir como el espacio geogrfico concreto que incluye la localidadqueest afectada por procesos econmicos y polticos que operan a escalas ms amplias en loregional, lo nacional y lo global. Ubicacin hace nfasis en el impacto de un orden macro-econmico y poltico en una regin, y en las formas en que ella est situada, por ejemplo, dentrode un proceso del desarrollo desigual al nivel global. El tercer elemento en el concepto de lugares el sentido de lugar, o la "estructura de sentimiento" local, para adoptar la expresin deRaymond Williams (1977:128-135). Trata de expresar la orientacin subjetiva que se deriva del

    vivir en un lugar particular, al que individuos y comunidades desarrollan profundos sentimientosde apego a travs de sus experiencias y memorias. El concepto de sentido de lugar ha sido centralen la geografa humanstica y propuestas fenomenolgicas que han resaltado "la naturalezadialgica de la relacin de la gente con un lugar" (Buttimer 1976:284) y las formas poticas enque la gente construye a espacio, lugar y tiempo (Bachelard 1958). El sentido de lugar expresaentonces el sentido de pertenencia a lugares particulares e inserte una fuerte orientacin subjetivaal concepto de lugar mismo.Sin embargo, sera equivocado ver a los tres componentes de lugar como separados. Ms bien actancomo momentos fluidos cuyas interacciones se influencian y forman entre s. Es precisamente esta fluidezla que da al concepto de lugar su fuerza analtica. Un sentido de lugarparticular modela las relacionessociales e interacciones de la localidad(y viceversa), y ambos elementos estn influenciados por lasestructuras polticas y econmicas ms amplias y las formas en que stas estn visiblemente expresadas y

    manifestadas en ubicacin14

    . Central en este concepto de lugar es el nfasis sobre las subjetividades yformas individuales y colectivas de percepciones de la vida social. Dentro de la investigacin demovimientos sociales, el inters por las subjetividades ha sido expresado sobre todo en la perspectiva deidentidad colectiva (PIC), que pone nfasis en la reproduccin cultural y el control de historicidad(Touraine 1988)15. Los movimientos sociales deben entenderse en conjuncin con las redes culturalessumergidas de la vida cotidiana de la cual emergen (Melucci 1989). Y precisamente porque lasidentidades son especficas de un lugar, debemos entenderlas como constituidas por los tres elementos delocalidad, ubicacin y sentido de lugar. Para contextualizar el debate terico conducido hasta el momento,voy a ilustrar ahora cmo en el caso del movimiento social de comunidades negras en Colombia ciertasformas y asociaciones concretas de movilizacin social se dejan explicar con una perspectiva de lugar.

    Espacio y lugar en el Pacfico colombianoLa ubicacin del Pacfico colombiano refiere a la zona geogrfica y las mltiples formas en que losfactores econmicos, polticos y sociales estn inscritos en el paisaje. La costa del Pacfico colombiano seextiende desde la frontera con Panam hasta Ecuador por unos 1.300 kilmetros y desde la franja costeraentre 80 y 160 kilmetros hacia el piedemonte de la cordillera occidental. Un rea de alrededor de 10millones de hectreas cubierta de bosque tropical, est caracterizada por muy altos niveles deprecipitacin y una exuberante biodiversidad. El bosque est penetrado por una red extensa y labernticade ros que serpentean desde las vertientes de la Cordillera occidental hasta el Ocano Pacfico. La reginest poblada hoy por unos 1,31 millones de habitantes, un 4% de la poblacin total de Colombia (DNP1998). De estos, un 90% son afrocolombianos, alrededor de 5% pertenecen a diversos grupos tnicos deindgenas, y unos 5% son mestizos del interior del pas16. La gente negra en el pas son descendientes deesclavizados que fueron secuestrados desde frica para trabajar en las minas de oro en el Pacficocolombiano as que en las grandes haciendas en el pas (Del Castillo 1982, Sharp 1976).La situacin socio-poltica del Pacfico colombiano ha sido analizada en trminos demarginalizacin del "litoral recndito" (Yacup 1934) debido a la dificultad de acceso desde elinterior del pas y a polticas estatales de abandono de la regin. Estas polticas empezaron acambiar en los aos 1980 con la formulacin de un plano central de desarrollo (DNP 1983),

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    basado en la construccin de una infraestructura, algunos servicios sociales y programas dedesarrollo agrcola de escala pequea. Como resultado de la aceptacin de un modelo econmiconeoliberal y la consiguiente poltica de "apertura", en 1992 se inaugur un plan de desarrollo msambicioso, el Plan Pacfico (DNP 1992) que est vigente hasta hoy con una financiacinsignificante del Banco Mundial. Ms recientemente fue lanzado el Proyecto Biopacficoquerefleja los nuevos intereses del capitalismo global en la conservacin de la biodiversidad casilegendaria del Pacfico colombiano (GEF/PNUD 1993, Proyecto Biopacfico 1998),especialmente con mirada hacia los recursos naturales y su potencial uso farmacutico (Escobar

    1997). Estas representaciones del espaciodel Pacfico colombiano en trminos de su potencialpara el desarrollo del resto del pas han sido producidas fuera de la regin, y muy poco se hatenido en cuenta a las necesidades de la poblacin en la costa Pacfica y a sus espacios derepresentacin. No sorprende entonces que muchos de los proyectos estatales han atradoresistencia de las comunidades locales.Esta resistencia empez a organizarse desde la segunda mitad de los aos 80, primero en algunas reascomo luchas de campesinos por el acceso y control sobre sus tierras,17 y despus con una legislacingeneralmente favorable a partir de la nueva constitucin colombiana del 1991 como organizaciones"tnico-territoriales" que defienden sus derechos a una diferencia cultural como directamente vinculadosal control sobre sus territorios. La nueva constitucin del 1991 declar la nacin colombiana comomulticultural y pluritnica, reconociendo por primera vez a las poblaciones negras como grupo tnico. Enel Artculo Transitorio 55 (AT-55) se abri paso a la Ley 70, ratificada en agosto 1993, que otorgaderechos territoriales colectivos a las comunidades negras que han venido ocupando las tierras baldas en

    las zonas rurales ribereas de los ros de la Cuenca del Pacfico. Por supuesto esto no fue un simple actofilantrpico de parte del gobierno. Ms bien las comunidades negras rurales de la costa Pacfica estnconsideradas junto con las comunidades indgenas de esta regin como los "guardianes" de los bosquestropicales, responsables por la proteccin del medio ambiente y de la ya casi legendaria"megabiodiversidad" de la costa Pacfica18. Est emergiendo en la regin una creciente conciencia deidentidad poltica, organizada y coordinada por movimientos sociales que han creado y extendido estosnuevos espacios polticos en negociaciones con el gobierno. Ellos articulan sus espacios derepresentacin, ricos en simbolismos, significados y conocimientos locales, y desafan a lasrepresentaciones del espacio dominantes, que han producido el Pacfico como un espacio legiblehomogneo a travs de una lgica de visualizacin hegemnica, expresada material y discursivamente enla implementacin de los varios proyectos de desarrollo para la regin. Los movimientos sociales resistenesta homogenizacin del Pacfico como un espacio abstracto de mercaderas, creando un espaciodiferencial que defienden cultural y polticamente. La ubicacin del Pacfico colombiano es entonces unade geografas, economas, y polticas cambiantes, reflejando al mismo tiempo los procesos globales delre-estructuramiento del capitalismo as como las resistencias al nivel local. Estas resistencias ya no sonsolamente respuestas a conflictos locales de especulaciones territoriales y apropiaciones de recursosnaturales por parte de grandes empresas, sino ahora tambin a decisiones del gobierno nacional de abrir laregin para nuevas relaciones globales y definirla en nuevos espacios de representacin siguiendomodelos globales de "desarrollo sostenible" y "preservacin de biodiversidad". Para explorar lasexpresiones concretas de estas resistencias y el impacto constitutivo que tienen en ellas el espacio y lugar,recurrimos ahora a las interrelaciones sociales que se actan en la regin, conceptualizadas en el conceptode localidad.Central para entender el concepto de localidaden el Pacfico colombiano es la nocin del"espacio acutico" (Oslender 2001a). Con este trmino me refiero a las formas especficas en queelementos "acuticos" como los altos niveles de pluviosidad, los impactos de las mareas, las

    redes labernticas de ros y manglares, y las inundaciones frecuentes, entre otros, han fuertementeinfluenciado las formas de vida cotidiana. Estas formas estn visibles, por ejemplo, en laconstruccin de las casas rurales sobre pilotes de madera para prevenir inundaciones de lavivienda. Por el otro lado, el ciclo de las mareas tiene un impacto considerable en casi todas lasmanifestaciones de la vida diaria. Con una variacin en el nivel de agua de hasta 4,5 metros, lamarea alta facilita la navegacin subiendo los ros en potrillo, el medio de transporte tradicional,y es el recurso imprescindible en los esteros para cualquier embarcacin, dado que los caos sesecan con la marea baja, y entonces ni pequeas embarcaciones pueden pasar.El ro es adems el espacio social de interaccin cotidiana donde la gente viene a baarse, lasmujeres lavan la ropa y los nios juegan. Estas actividades son de una naturaleza casi ritual yestn acompaadas por carcajadas, juegos y el famoso bochinche, los chismes que hacen rer aunos y desesperar a otros. Este escenario, aun de expresin diaria, es lo ms evidente en los dasde mercado cuando llegan embarcaciones grandes y pequeas de cerca y lejos al mercado noslo para comprar productos pero tambin para intercambiar informacin y "echar cuentos". Elmercado es, especialmente para habitantes de comunidades ms alejadas y remotas,frecuentemente la nica fuente de informacin y medio de comunicacin. Ms importante que enel estricto sentido prctico, el ro se vuelve el espacio socialper se de interacciones humanas

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    cotidianas y el referente simblico de la identidad de la gente y de los grupos que se hanasentado en sus orillas. El ro corre adems por las imaginaciones de las comunidades negras yse ve reflejado en las mltiples formas discursivas en que ellas se refieren a su entorno y sumundo, adquiriendo el ro as un papel central en los procesos de identificacin colectiva(Oslender 1999, Restrepo 1996). Como el gegrafo norteamericano Robert West ya not en1957:La gente de un determinado ro se considera como comunidad. [...] Los negros ... hablan de "nuestro ro", omencionan, por ejemplo, que "somos del ro Guapi", o "somos guapiseos"sic, indicando su apego social a un roespecfico. (West 1957:88)

    La identificacin riberea y el espacio acutico estn de esta manera profundamente inscritos enel sentido de lugaren el Pacfico colombiano y han construido lo que he denominado una"estructura acutica de sentimiento" (Oslender 2001a).Estas relaciones sociales espacializadas de comunidades negras rurales a lo largo de los ros y delas cuencas fluviales ahora juegan un papel importante en los nuevos contextos polticos deorganizacin y movilizacin. De hecho, se puede afirmar que el espacio acutico constituye unade las pre-condiciones espaciales para la organizacin poltica en el Pacfico colombiano. Sinquerer entrar en detalle en estos complejos procesos polticos, podemos sin embargo afirmar quela gran mayora de comunidades negras se ha organizado en consejos comunitarios, asociacinpoltica comunitaria introducida por la Ley 70, a lo largo de las cuencas fluviales, reflejando deesta manera los especficos referentes culturales e identitarios de la localidaden el Pacficocolombiano. Naci esta asociacin organizativa-espacial siguiendo a la "lgica del ro" que es elente central de la vida social en comunidades negras rurales, como lo afirma la organizacin debase "Proceso de Comunidades Negras" (PCN):En la lgica del ro las propiedades del uso del territorio estn determinadas por la ubicacin: enla parte alta del ro se da nfasis a la produccin minera artesanal, se desarrollan actividades decacera y recoleccin en el monte de montaa, hacia la parte media el nfasis se da en laproduccin agrcola y el tumbe selectivo de rboles maderables, tambin se desarrollan lasactividades de cacera y recoleccin en el monte de respaldo; hacia la parte baja el nfasis se daen la pesca y recoleccin de conchas, moluscos y cangrejos compartidas con la actividadagrcola. Entre todas las partes existe una relacin continua del arriba con el abajo y viceversa ydel medio con ambas, caracterizado por una movilidad que sigue el curso natural del ro y lanaturaleza, cuyas dinmicas fortalecen y posibilitan las relaciones de parentesco e intercambio de

    productos, siendo en esta dinmica la unidad productiva la familia dispersa a lo largo del ro.(PCN 1999:1)La lgica del ro, que junto con el espacio acutico constituye la localidaden el Pacfico colombiano, hasido entonces el factor espacial orientador en la constitucin de consejos comunitarios a lo largo de lascuencas fluviales. Estos consejos comunitarios actan como principal autoridad territorial en las reasrurales del Pacfico colombiano que, guiados por los Planes de Manejo desarrollados por las mismascomunidades con asistencia de instituciones gubernamentales y ONGs, deciden entre otro sobre el uso yaprovechamiento de los recursos naturales en su territorio. Estos son, por lo menos en la teora, cambiosradicales de las formas de apropiacin territorial, pues las empresas con un inters en el aprovechamientode los ricos recursos naturales de la regin - como son el oro, la madera y el potencial agropecuario -estn ahora obligadas a negociar directamente con las comunidades rurales, y el Estado ya no puedesimplemente expedir concesiones a estas empresas pasando por alto as a las comunidades, como sucedaantes de la Ley 70 del 199319. Al otro lado es importante resaltar que estos procesos no simplemente

    siguen un modelo "ideal" de apropiacin territorial colectiva de las comunidades negras en la regin. Porel contrario, ni el Estado colombiano, ni las grandes empresas respetan esta legislacin como se deberaesperar. El Estado ha sido inclusive acusado de no apoyar suficientemente a las comunidades negras eneste difcil y largo proceso. Una perspectiva de lugar sobre estos procesos espaciales de organizacinpoltica nos alerta entonces tambin sobre otras formas de creacin de consejos comunitarios que no hanseguido la lgica del ro, revelando, por ejemplo, cmo en muchos de esos casos la constitucin deconsejos comunitarios ha sido meditada por intereses y actores del capital externo y del gobierno central(Oslender 2001b), hecho que frecuentemente tiene un impacto negativo sobre la movilizacin local allargo plazo. Este enfoque nos permite entonces diferenciar entre las distintas experiencias organizativasdentro de comunidades negras, pues por supuesto no se trata de un grupo social homogneo sino de unocon una gama de intereses donde influyen otras categoras a la de la etnicidad, como por ejemplo, clase,gnero y afiliacin a la poltica partidaria.Otro factor que no puedo discutir en detalle aqu tampoco, pero que adquiere cada da msurgencia, es el reciente recrudecimiento del conflicto armado en el Pacfico colombiano, reginque hasta hace pocos aos ha sido descrito como "refugio de paz", y donde hoy diversos gruposguerrilleros, paramilitares y el ejrcito colombiano entablan una guerra sucia en la cual loscampesinos estn cogidos desamparados entre los diferentes partes. Como resultado inmediato sehan disparado los niveles de desplazamiento forzado de las zonas rurales hacia las ciudades,

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    catstrofe humana cuyos vctimas han sido ms que dos millones de gente desplazada enColombia (Rojas Rodrguez 2001).Se trata entonces con el concepto de "espacialidad de resistencia" propuesta aqu de considerarde manera integral y consciente los factores espaciales objetivos as como los subjetivos en elanlisis de movimientos sociales. La perspectiva de lugar busca resaltar el lugar como elementoconstitutivo en las formas concretas en que los movimientos sociales evolucionan, y pretende irms all de muchos anlisis que se concentran - como en el caso del movimiento negro enColombia - frecuentemente en los discursos polticos al nivel regional y nacional de los lderes

    afrocolombianos.

    ConclusionesEn este artculo he tratado de demostrar la necesidad de analizar los conceptos de "espacio" y"lugar" en la investigacin de movimientos sociales como terrenos concretos en que semanifiestan las mltiples relaciones de poder en formas especficas de dominacin y resistencia.El espacio no es simplemente el dominio del estado que lo administra, ordena y controla(representaciones del espacio), sino la siempre dinmica y fluida interaccin entre lo local y loglobal, lo individual y lo colectivo, lo privado y lo pblico, y entre resistencia y dominacin. Enel espacio se brinda entonces tambin el potencial de desafiar y subvertir el poder dominante, y

    por eso forma parte esencial de una poltica de resistencia como articulada, por ejemplo, pormovimientos sociales. Una perspectiva de lugar sobre estos procesos examinando lasinteracciones entre localidad, ubicacin y sentido de lugar facilita una visin ms integral de losprocesos organizativos y toma en serio a las voces de los actores sociales:Una sensibilidad frente a lugares particulares de resistencia implica el reconocimiento de la intencionalidad desujetos histricos, la naturaleza subjetiva de las percepciones, imaginaciones y experiencias en contextos espacialesdinmicos, y cmo los espacios estn transformados en lugares llenos de significados culturales, memoria eidentidad. (Routledge 1996:520)Estos planteamientos me parecen particularmente importantes dado que hoy hay un inters creciente enlos anlisis comparativos de movimientos sociales, que frecuentemente parecen estar ms interesados enmostrar cmo resistencias particulares estn relacionadas con los procesos de globalizacin que en lospropios y muy especficos procesos organizativos de un movimiento particular. Castells (1997:68-109),por ejemplo, compara los casos de la rebelin Zapatista en Chiapas, Mxico, con el movimiento milicia

    en los EEUU y con el Aum Shinrikyo en el Japn, para mostrar que el adversario comn es laglobalizacin y el nuevo orden mundial. En otro anlisis comparativo que carece de sensibilidad espacial,Zirakzadeh (1997) compara a los Verdes de Alemania del Oeste, el movimiento de Solidaridad enPolonia, y el Sendero Luminoso de Per. Mientras que dichos anlisis puedan o no explicar movimientossociales contemporneos en el contexto global, muy poco nos dicen sobre los agenciamientos mltiplesde los movimientos referentes a sus lugares y sus espacios y sobre los procedimientos complejos en elterreno de la vida cotidiana. Tenemos que preguntarnos si eso no nos dice ms sobre la actitud, lametodologa y las formas de hacer investigaciones que sobre las realidades de la vida social.Investigadores cuya preocupacin es de compromiso crtico (Routledge 1996) o de investigacin deaccin participativa (Fals Borda 1987) ponen nfasis en la importancia de una relacin de mutuo intersentre el investigador y los participantes de los movimientos sociales. Estimulando de esta maneraprocesos de "concientizacin" (Freire 1971) frente a situaciones de dominacin, explotacin y/osujecin20, el investigador puede activamente contribuir a la construccin de un espacio diferenciado y alos procesos de bsqueda de un contra-espacio como imaginados por Lefebvre (1991). Aunque noparezca muy de moda en estos das en una academia cada vez ms administrada por la lgica capitalista-mercantilista de produccin de conocimiento, creo que nos tenemos que preguntar crticamente por qu ypara quin hacemos investigaciones. Ya es tiempo que revivamos los valores de la geografa radical (Peet1977, Blunt & Wills 2000) y que no nos escondamos detrs de falsos pretextos de "objetividad cientfica",pretensin ilusoria dada la naturaleza poltica y desigual de todas las relaciones sociales. Concuerdo conSlater (1985:21) que hay una "necesidad de hacer ms investigacin -no simplemente por razonescientficas sino tambin como un brazo en la lucha por una transformacin social verdaderamentedemocrtica". Una perspectiva de lugar sobre movimientos sociales tambin quiere abrir paso hacia uncompromiso crtico del investigador con los movimientos, pues tomando en serio las articulacionescotidianas de la vida social se abre un espacio de dilogo entre investigador y actores sociales. Hasta quepunto se dejan estimular procesos de concientizacin en estos contextos depende por parte de la poltica

    de posicionamiento del investigador frente a los movimientos. Aunque no los pueda elaborar ms aqu, laperspectiva de lugar abraza entonces tambin unos planteamientos metodolgicos crticos con que seinvita al investigador de hacerse preguntas sobre su posicin y su lugar en los procesos de investigacin.

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    Notas1 Algunas de las ideas presentadas aqu han sido publicadas en un artculo mo anterior en Restrepo, E. & UribeM.V. (eds) (2000),Antropologas transentes , Bogot: ICANH, pp.191-221. Sin embargo, el presente texto ha sidorevisado substancialmente en su parte conceptual y se ha elaborado considerablemente el material emprico.2 En particular, Massey examina el tratamiento del concepto de espacio en Laclau (1990) y en Jameson (1991).Aunque ambos autores tienen una visin diferente del espacio, coinciden en un tratamiento apoltico de dichoconcepto.3 Con la anotacin "poder/saber" en este artculo me refiero a la conceptualizacin de Foucault (1980) en estostrminos quien considera que poder y saber se producen tan intrnsicamente entrelazados que el uno no ocurre s in el

    otro.4 La geografa de tiempo (time-geography) hace nfasis en la continuidad y en los vnculos de secuencias de eventosque se desarrollan en situaciones enmarcadas en el espacio y en el tiempo. El gegrafo sueco Torsten Hgerstrand(1973) desarroll un modelo de anotacin grfica de redes sociales en el espacio y el tiempo que trata de registrarlos movimientos y los encuentros en el espacio social. Este modelo asume que el espacio y el tiempo funcionancomo recursos de proyectos individuales que estn afectados por la existencia de obstculos. Estos obstculos estnconcebidos como posibles caminos de espacio-tiempo, que pasan por estaciones accesibles dentro de una estructurams amplia de dominios que restringen las acciones humanas. Es precisamente este nfasis sobre obstculos que hasido crit icado por haber heredado demasiado de las teoras del estructuralismo y por disminuir la importancia de laaccin social en estos procesos. Sin embargo, otros han explicado el vnculo de la geografa de tiempo con la teorade estructuracin, y en particular cmo las representaciones grficas del modelo de Hgerstrand nos muestran lalgica material de la estructuracin (Pred 1981).5 Conviene resaltar aqu que no todas las resistencias se dejan clasificar como "progresivas". De hecho, algunasresistencias refuerzan estructuras existentes de dominacin y sujecin, como por ejemplo en el caso de las campaas

    anti-aborto en los EEUU que efectivamente tratan de restringir el derecho de la mujer sobre su cuerpo, reificando detal manera la subordinacin estructural de la mujer en la sociedad. Otro ejemplo son los contras en Nicaragua, que,apoyados por los EEUU, lucharon contra el gobierno revolucionario socialista de los Sandinistas, que justamentetrataba de romper las cadenas de un subdesarrollo estructural a manos de intervenciones y dominacin extranjeras enel pas. Es importante entonces tener en cuenta el posible carcter reaccionario de algunas resistencias.6 Para nuestro anlisis aqu un breve resumen de las principales ideas es suficiente. Sin embargo, ver por ejemplo aCohen (1985), Foweraker (1995) y Zirakzadeh (1997), por un anlisis comparativo de los varios planteamientosdentro de TMR y PIC.7 Ver, por ejemplo, McCarthy & Zald (1977), Olson (1965) y Tilly (1978).8 Ver, por ejemplo, Castells (1997), Laclau y Mouffe (1985), Melucci (1989) y Touraine (1988).9Vale la pena resaltar que desde la publicacin de su trabajo seminal en 1991 en ingls, Lefebvre ha

    despertado un creciente inters en la geografa anglosajona - ver, por ejemplo, los trabajos de Gregory

    (1994), Harvey (1996) y Merrifield (1993) - mientras que ha decaido su influencia en la geografa

    francesa.10

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    1987 y hasta hoy la organizacin campesina de gente negra ms fuerte y visible en el pas.18 Esta tendencia de empoderar a los grupos tnicos que conviven con ecosistemas frgiles, como son los bosquestropicales, otorgndoles derechos colectivos a sus tierras y al mismo tiempo responsabilidades por la proteccin delmedio ambiente, como est prescrito en la Ley 70, es una tendencia global (O'Connor 1993). En el mismo contextoEscobar (1996:48) se refiere a "dos lgicas del capital ecolgico". Por un lado hay "formas posmodernas de lacapitalizacin de la naturaleza", expresadas en la fase ecolgica de desarrollo sostenible y conservacin de lanaturaleza y biodiversidad para garantizar su uso y explotacin en el futuro. Por el otro lado siguen existiendoformas "modernas" de explotacin de la naturaleza como, por ejemplo, la industria maderera y minera a escalagrande en el Pacfico colombiano. Es importante resaltar que ambas formas de capitalizacin de la naturalezacoexisten en el Pacfico colombiano en el mismo espacio geogrfico y al mismo tiempo.

    19Como mencionado al principio del artculo, se trata en este texto de un planteamiento terico de"espacialidad de resistencia" que est ilustrado con el ejemplo de resistencia de las comunidades negras

    en el Pacfico colombiano. Para informacin ms detallada sobre el caso concreto, ver, por ejemplo,

    Escobar (1997), Escobar & Pedrosa (1996), Grueso et al. (1998), Oslender (2001b), Pardo (2002).

    20Ver el concepto de conscientizao desarrollado por Paulo Freire (1971), con que denomina los

    procesos por cuales se genera colectivamente una conciencia dentro de un grupo oprimido sobre las

    condiciones de submisin y opresin en que estn inscritas sus vidas cotidianas, motivando as a los

    grupos oprimidos de actuar contra estas estructuras polticas y econmicas injustas.

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