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    Economa poltica(Eduardo Basualdo)

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    Economa poltica(Eduardo Basualdo)

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    Documento 19

    POLTICA / Textos complementarios de lectura

    Economa poltica

    1.

    2.

    Basualdo, Eduardo M. "Notas sobre la burguesanacional, el capital extranjero y la oligarqua pampeana".

    Basualdo,Eduardo M. "Las reformas estructurales y elPlan de Convertibilidad durante la dcada de los

    noventa.El auge y la crisis de la valorizacin financiera."

    FORMACIN DE FORMADORES

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    NOTAS SOBRE LA BURGUESIA NACIONAL, EL CAPITAL EXTRANJERO Y LAOLIGARQUIA PAMPEANA1

    Eduardo M. Basualdo2

    Los trabajos aqu presentados sobre la trayectoria de la empresa Siam Di Tellaconstituyen de por s una contribucin relevante a los estudios de caso pero, adems,son importantes porque invitan a reflexionar sobre los sujetos sociales que,eventualmente, deberan encabezar la reconstruccin del pas luego de la hecatombegenerada por la valorizacin financiera vigente durante los ltimos 30 aos.Especficamente, invitan a examinar el concepto y la conformacin de la burguesanacional, problemtica compleja por su ambigedad, que ha dado lugar, y lo siguehaciendo, a reiteradas controversias porque histricamente ha formado parte de lossujetos sociales que plasmaron proyectos econmicos, sociales y polticos que,durante la sustitucin de importaciones, enfrentaron el orden establecido por lossectores dominantes.

    Tradicionalmente, se alude con la designacin de burguesa nacional a esa

    fraccin del capital que estaba vinculada al abastecimiento del mercado interno -produciendo, principalmente, bienes de consumo popular-, cuyo ciclo de acumulacindel capital estaba circunscripto a las fronteras nacionales. En trminos msespecficos, esta categora se aplica predominantemente a las grandes firmasindustriales oligoplicas que conducan al -y lideraban los intereses del- conjunto de laburguesa nacional. Estas grandes firmas eran las que establecan acuerdos con lossectores asalariados, plasmando la alianza social que se expresaba, principalmente,en el peronismo durante la industrializacin basada en la sustitucin de importaciones.

    De esta manera, dentro de las grandes firmas de la economa argentina segeneraba una diferenciacin entre los capitales extranjeros y los locales que noinvolucraba una forma de industrializacin alternativa sino un diferente dinamismorelativo de las distintas ramas productivas, a partir de una contrapuesta distribucin del

    ingreso. Esta ltima, resultaba una variable clave para la alianza entre la clasetrabajadora y la burguesa nacional porque la redistribucin del ingreso a favor de losasalariados redundaba en una mayor expansin relativa de la demanda domstica y,con ello, de los empresarios nacionales, mientras que el movimiento inverso de lamisma, potenciaba al capital transnacional.

    No obstante, la contradiccin entre la burguesa nacional y el capital extranjeroera ambigua porque se desplegaba en el marco del predominio econmico ytecnolgico de la transnacionalizacin norteamericana. La propia historia de Siam DiTella ilustra esta contradiccin porque su producto emblemtico, la heladera, fueposible, en buena medida, por la transferencia tecnolgica recibida de empresastransnacionales. Ms todava, como tambin indican estos estudios de caso, dichaempresa era visualizada por los trabajadores de ese entonces como una firma

    vinculada al capital extranjero.La pugna entre ambos tipos de industrializacin no se dirima nicamente por

    la situacin estructural de las distintas fracciones de clase sino principalmente en lalucha poltica e ideolgica que le imprime un carcter particular al Estado -en tanto elmismo es el resultado de la articulacin especfica entre las clases y fraccionessociales-. Por supuesto, la hegemona de la postura nacional traa aparejada un vuelcorelativo de la capacidad econmica estatal hacia los integrantes de la alianza. En esasetapas se registraba la mayor participacin de los trabajadores en el ingreso y losmayores apoyos estatales para la expansin del capital nacional. Nuevamente, la

    1El autor agradece los comentarios realizados por: Enrique Arceo, Daniel Azpiazu, Guillermo ODonnell y

    Horacio Verbitsky2

    Investigador del CONICET y del Area de Economa y Tecnologa de la FLACSO. Integrante de la CTA ydel CELS.

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    trayectoria de la empresa Siam Di Tella es un ejemplo de esas relaciones ya quecomo los seala R. Elisalde en su artculo: la provisin de bienes de capital a YPF(surtidores) fue, al mismo tiempo, una demanda crucial en su expansin y tambin ensus crisis, cuando la misma ces debido a las presiones y acuerdos establecidos porel justismo con el capital norteamericano.

    Siendo cierta, esta visin sobre la burguesa nacional es fragmentaria porqueadolece de algunas omisiones que parecen ser decisivas para comprender tanto suevolucin histrica como su situacin actual. Al respecto, es imprescindible tener encuenta que la consolidacin de la industrializacin se plasm como eje alternativo alagotamiento del pas agroexportador, lo cual diminuy el poder de la oligarquaagropecuaria pampeana. No obstante, la misma mantuvo una notable capacidad deveto y, por lo tanto, de negociacin con las restantes fracciones del capital, por ser laproductora de los bienes exportables, es decir de las divisas que se requeran para laexpansin industrial.

    Si bien la base de sustentacin econmica de este sector de clase seencontraba en la propiedad de la tierra pampeana, una fraccin de la misma habadestinado una parte de la renta del suelo para insertarse en otras actividades

    neurlgicas de la estructura econmica argentina. Esta proyeccin estructuralcomprenda actividades econmicas tan relevantes como la financiera y la comercialpero tambin inclua la produccin central de la economa local en las dcadasposteriores: la industrial. Obviamente, esta diversificacin de la renta del sueloreconoce xitos y fracasos a lo largo del tiempo, ya que la apertura de estos nuevosespacios de acumulacin implic la necesidad de competir con otros sectores delcapital, generalmente extranjeros, lo cual no resultaba fcil en una economa con unalto grado de concentracin econmica, aun cuando contara para ello con uninstrumento tan decisivo como es el acceso preferencial a la definicin de las polticasestatales.

    Como resultado de ese proceso, desde el comienzo mismo de laindustrializacin del pas, una fraccin de la oligarqua pampeana se arraig

    firmemente en esta actividad pero conservando, al mismo tiempo, su insercin comoparte de los grandes terratenientes. Asimismo, cabe sealar que su actividad industrialno confrontaba con el modelo agroexportador sino que era funcional al mismo, entanto encaraba actividades que por diversas razones (disponibilidad de materia primaa bajo costo, elevadas tarifas de transporte internacional, etc.) eran compatibles con elplanteo librecambista.

    Tener en cuenta la gnesis de este proceso resulta insoslayable paraaprehender la naturaleza de una fraccin central del capital industrial durante lasustitucin de importaciones. No se trata de un sector del empresariado industrial queal diversificarse hacia la produccin agropecuaria confluye y se articula con losgrandes terratenientes, sino a la inversa. Tampoco se trata de un recin llegado almundo urbano sino un socio fundacional del mismo que a lo largo del tiempo incorpora

    nuevos integrantes de origen industrial, devenidos luego tambin en grandesterratenientes. Sin embargo, esa convergencia no le imprimi un nuevo carcter a estesector de clase sino que, por el contrario, los nuevos integrantes fueron los queasimilaron el comportamiento de la oligarqua diversificada.

    No menos importante, especialmente para el anlisis de la problemtica encuestin, es destacar que, a partir de que el peronismo consolida a la industrializacincomo el eje central del proceso econmico argentino y se replantea la incidencia delos grandes terratenientes en la sociedad argentina, la oligarqua diversificadaaccedi,por su importancia industrial y agropecuaria, a la conduccin de la oligarqua en suconjunto. Como tal, impulsar transformaciones desde adentro de este sector de clasey neutralizar los intentos del mundo netamente industrial por redefinir sufuncionamiento, en la bsqueda de remover las restricciones externas que limitaban laexpansin econmica.

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    En consecuencia, durante la sustitucin de importaciones no hubo slo dosfracciones industriales (capital extranjero y burguesa nacional) que se disputan lahegemona sobre la base de distintas alianzas sociales sino tres, porque la oligarquapampeana est presente en la produccin agropecuaria, donde ejerca su predominiotradicional, y en la produccin industrial, donde comparta como socio menor delcapital estrictamente extranjero el predominio sectorial, gozando de las prerrogativasque tenan estos ltimos, como el acceso al financiamiento externo. Ms an, laoligarqua diversificada era la que, sobre la base de estar sustentada en ambasactividades, ejerca la conduccin del sector de clase en su conjunto y a partir de all,como sector dominante enfrentaba, a la alianza populista que constituye la clasetrabajadora con la burguesa nacional, negociando, al mismo tiempo, con el capitalextranjero su posicin dentro del establishmenteconmico.

    En trminos histricos, no parece arbitrario sostener que a partir delderrocamiento del gobierno peronista mediante el golpe de Estado de 1955, esaalianza (trabajadores y burguesa nacional) se constituir en el sustento social de laresistencia contra la extranjerizacin de la economa argentina y que durante eldesarrollo de la segunda etapa de la sustitucin de importaciones -que trajo aparejada

    la incorporacin de nuevas actividades dinmicas como la produccin automotriz, lapetroqumica, etc.- se registr un primer redimensionamiento de la burguesa nacionalya que un sector de la misma desaparece (va quiebras o compras de sus empresaspor parte del capital transnacional), al tiempo que surgen otras firmas en actividadessubordinadas al capital extranjero en las producciones ms dinmicas (por ejemplo, laproduccin de autopartes).

    No obstante esas modificaciones, el retorno del peronismo al gobierno en 1973marca un nuevo impulso, el ltimo antes de su disgregacin, a la expansin de esafraccin de clase, basndose en este caso en una leve redistribucin del ingreso afavor de los asalariados y, especialmente, en una ampliacin del mbito deacumulacin de la burguesa nacional mediante una poltica estatal que sesgaba haciala misma parte de la redistribucin del excedente entre los capitales locales y

    extranjeros.La revancha clasistaque pone en marcha la dictadura militar a partir de marzo

    de 1976, est dirigida (mediante la represin, la tortura y la desaparicin de miles decompaeros) a terminar con la identidad popular, sus representaciones polticas ybases estructurales. De all, que en este retorno al sometimiento imperialista yoligrquico sea fundamental la desindustrializacin de nuestro pas a travs de laimposicin de la valorizacin financiera que concentra el ingreso en manos de losacreedores externos, la oligarqua diversificada (grupos econmicos locales) y laoligarqua terrateniente en general. Esta revancha clasistadesencadena una profundaregresin estructural y social, en la cual el ncleo del proceso econmico es ocupadopor fracciones de clase que se sustentan, fundamentalmente, en una apropiacin delexcedente desvinculado de un aumento en la generacin de ste. Se trata de una

    expansin de los ingresos a partir de absorber una porcin creciente los percibidos porlos restantes sectores sociales va degradacin de los salarios, obtencin de rentasfinancieras y destruccin, a travs de la apertura econmica asimtrica, de lasfracciones empresarias protegidas hasta ese momento.

    De esta manera, durante los ltimos casi 30 aos la clase trabajadoraargentina ha sido fracturada y sometida, con la directa participacin del sistemapoltico bipartidista, a una cada indita en sus ingresos mediante brutales reduccionesde su salario real, la explosin de la desocupacin, subocupacin, y la precarizacindel empleo. Pero tambin se despliega durante estos mismos aos una sistemticadesaparicin de la burguesa nacional en los ms diversos mbitos de la actividadeconmica y, especialmente, en su actividad central que era la produccin industrial.

    Se trata de uno de los procesos centrales que desencadena una inditamodificacin de la conformacin industrial que se expresan al comparar los censosindustriales. As, entre 1973 y 1993 se registra una disminucin neta de ms de 15 mil

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    establecimientos (de 105 a 90 mil) que representan prcticamente el 15% del total delos mismos a comienzos del perodo y son expulsados 320 mil trabajadores (de1.327.137 a 1.007.909 trabajadores) que representan el 25% de la mano de obraindustrial en 1973. Ms todava, en los grandes establecimientos industriales (aquelloscon 100 o ms ocupados) la reduccin en ambas variables es mayor an, en tantocompromete el 26% de los establecimientos (de 1.985 a 1.474) y nada menos que el38% del personal ocupado (de 671 mil a 415 mil trabajadores). Ambos procesos estnfuertemente asociados a la liquidacin de la burguesa nacional en los diversosestratos de tamao de las firmas pero que en las grandes empresas confluye con unaintensa repatriacin de capital extranjero de esta actividad durante la dcada de losaos 80. De esta forma, entre 1973 y 1984 desaparecen como parte de los grandesestablecimientos textiles (aquellos con 100 o ms ocupados) empresas como: Annande Pergamino, Suixtil, Algodonera Vinca, Casa Muoz, Danubio, Hilanderas VillaDevoto, Italar, Linotes, Productex, etctera.

    No obstante, durante muchos aos no solamente se venden empresas o seenajenan los bienes de capital, a empresarios de otros pases, de los miles deestablecimientos productivos que cesaron sus actividades, sino que una gran parte de

    los que continuaron sus actividades son cada vez menos industriales y ms talleres endonde se ensamblan partes importadasy/ o se comercializan bienes adquiridos en elexterior.

    En efecto, en la produccin industrial actual se expresa, generalizadamente, unrasgo que no hace muchos aos era un hecho excepcional en la produccin industrial,como fue en su momento el parque industrial de Tierra del Fuego, y que consiste en lacreciente importancia que dentro de la produccin local adquiere el armado deproductos sobre la base de insumos y partes importadas, debido a la aperturairrestricta, pero sesgada en beneficio de los sectores dominantes, a la importacin debienes que se registra durante la ltima dcada. Este proceso, se ve complementadopor la venta directa de productos finales importados y definen, conjuntamente, el cierrede numerosas firmas, impulsando un grado de desintegracin industrial impensable

    pocos aos atrs. Esta situacin se hace palpable cuando se verifica que el coeficientede integracin nacional de la industria local (valor agregado/valor de produccin) pasdel 42% al 34% entre 1973 y 1994.

    Concebir que la disgregacin de la burguesa nacional resulta nicamente desu expulsin de la estructura industrial es una simplificacin, que oculta otrastransformaciones cuya compresin es decisiva para aprehender la naturaleza delproceso actual. Si bien es innegable que la reestructuracin econmica de las ltimasdcadas expulsa una parte significativa de los diferentes integrantes de la burguesanacional, no es menos cierto que a pesar de todo quedan an muchos miles depequeas y medianas empresas nacionales pero desestructuradas, sin identidadpropia y sin conduccin. Se trata de un aspecto decisivo, porque una fraccin de claseno involucra nicamente la existencia estructural de sus integrantes sino tambin su

    conciencia de s misma y su organizacin como tal. Por lo tanto, existen pequeas ymedianas firmas locales pero no una burguesa nacional.

    A su vez, la falta de conduccin (como fue la CGE creada durante elperonismo) que genera en buena medida el actual estado de anomia de los burguesesnacionales, tampoco se origina en la desaparicin de las grandes firmas oligoplicasnacionales. Si bien, una parte significativa de ellas fueron expulsadas de susrespectivas actividades, otras no solamente sobrevivieron sino que se expandieronnotoriamente, pero una vez que se integraron al bloque social dominante,especficamente a la oligarqua diversificada. Del anlisis de la composicin de estaltima durante los aos posteriores al golpe militar de 1976, se percibe claramente quese trata de una fraccin de clase remozada, donde si bien el grueso de sus integrantesson miembros tradicionales del establishmenteconmico local, otros son capitales queen sus orgenes formaron parte de la burguesa nacional.

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    En efecto, durante la dcada de los aos 80 junto a los socios fundadores de lafraccin diversificada de la oligarqua pampeana como Bunge y Born, el IngenioLedesma, Bemberg, Loma Negra, Astra, Prez Companc, Garovaglio y Zorraqun, Cia.General de Combustibles, etctera, se encuentran otros nuevos que se integraron apartir de la dictadura militar y se beneficiaron durante el gobierno constitucional que lasucede. Sin duda, el caso paradigmtico es el grupo econmico Fate-Aluar, que de serun smbolo de la gran burguesa nacional durante el ltimo gobierno peronista, amediados de los aos 70, queda asimilado a la oligarqua diversificada durante ladictadura militar. Pero junto al mismo, tambin hay otros que en los aos previos a ladictadura no eran grandes empresas locales sino medianas firmas industriales, comoes el caso de Arcor, Laboratorios Bago o Roggio, en la construccin. Incluso, estaconsolidacin de la fraccin diversificada de la oligarqua pampeana tiene la fuerzacomo para incorporar a capitales italianos como Techint -que curiosamente, o no tanto,se radican en la Argentina en la dcada de los aos 50 influidos por los consejosdados por el fundador de Siam Di Tella a la familia Rocca- o, incluso Socma que seestructura sobre lo que era anteriormente el conglomerado empresario controlado porFiat.

    La brusquedad o lo tajante de esta caracterizacin puede parecer arbitrariapero esa sensacin se disipa si se tiene en cuenta que la transformacin de losgrandes o medianos burgueses nacionales en integrantes de la fraccin que conducea la oligarqua pampeana en su conjunto, est mediada por un giro copernicano en elpatrn de acumulacin de capital dominante -el desplazamiento de la sustitucin deimportaciones y el predominio de la valorizacin financiera- y, por lo tanto, en el plexode las relaciones sociales que conforman el Estado. En otras palabras, se trata demodificaciones que son tpicas de las grandes transformaciones estructurales, aunquelas mismas sean socialmente regresivas, porque los integrantes de una fraccin declase tienen un origen pero lo que son depende de lo que hacen y no de dndeprovienen.

    En el sentido apuntado, las evidencias disponibles indican que el

    comportamiento de esta fraccin de clase se ubica en las antpodas del que exhiba laburguesa nacional anteriormente. Si bien se trata de capitales fuertemente asentadosen la produccin industrial, sus rasgos centrales consisten en detentar una inditainternacionalizacin financiera y ser, crecientemente, los receptores de las ingentestransferencias de recursos que realiza el nuevo Estado que se conforma a partir de ladictadura militar. Su notable grado de internacionalizacin est vinculado a lavalorizacin financiera sustentada en su endeudamiento externo que valorizaninternamente sobre la base de la diferencial entre la tasa de inters interna respecto ala internacional y que culmina con la remisin de excedente al exterior. De all queestos sectores sean centrales en la fuga de capitales al exterior y que algunas de lasfunciones del nuevo Estado consistan en garantizar mediante su endeudamientoexterno las divisas que hacen posible la salida de capitales y a travs de su

    endeudamiento interno un nivel de la tasa de inters interna que supere a la vigente enel mercado financiero internacional.

    Una revisin de la composicin y evolucin de estos capitales a fines de ladcada de los 90 muestra dos cambios de distinto carcter que son relevantes detener en cuenta. En trminos de la economa real, se puede percibir que algunosintegrantes de esta fraccin de clase luego de haber participado activamente en elproceso de privatizacin de las empresas estatales vendieron todas sus empresas alcapital extranjero (tal el caso de Astra, por ejemplo) o se redimensionaron vendiendouna parte significativa de sus tenencias accionarias en los consorcios privados queprestan los servicios pblicos (Prez Companc, Techint, Cia. Gral. de Combustibles,Socma, etctera) o sus propias empresas industriales (Bunge y Born). En otraspalabras, fueron el ncleo central de los vendedores dentro del proceso deextranjerizacin de la economa local que se despleg con intensidad a partir demediados de la dcada de los aos 90.

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    No obstante, un anlisis ms abarcativo de la cuestin que incluya tanto losactivos fijos como los financieros, indica que dichas transferencias concretan enormesganancias patrimonialesque culminan con una ingente salida de recursos locales alexterior, al mismo tiempo que conservan sus empresas o adquieren otras queelaboran bienes exportables basados en las ventajas comparativas naturales. No setrata de una bancarrota de esta fraccin de clase sino de todo lo contrario, con lapeculiaridad de que ese reacomodamiento y redimensionamiento en la economa realtiene como contrapartida tambin una insercin productiva dolarizada por serexportadora de bienes primarios y un aumento muy significativo en trminos de sustenencias financieras en dlares en el exterior. En resumidas cuentas, s durante ladcada de los aos 80 la insercin y el comportamiento de esta fraccin de clase noguardan ninguna afinidad con la que ostentaba en su momento la burguesa nacional,a fines de los 90 las diferencias se acentan an ms y se hace palpable que dichasdiferencias son irreversibles porque se trata de fracciones de clase contrapuestas.

    No menos relevante, es percibir que durante los ltimos aos del rgimenconvertible -que es la ltima fase de la valorizacin financiera- esta renovadaoligarqua diversificadapone en marcha una vasta campaa ideolgica y poltica para

    sustituir su identidad e imponer una salida de la Convertibilidad afn a sus intereses decorto y de largo plazo. Se presenta ahora como la autntica burguesa nacionalagredida por los intereses extranjeros y, por lo tanto, aliada natural de los sectorespopulares en la tarea de reconstruir la Nacin.

    Ms an, en el marco de la disgregacin de la burguesa nacional y ladesestructuracin de la clase trabajadora como producto de las polticasimplementadas por los sectores dominantes durante los ltimos 30 aos, esta fraccinde la oligarqua, como parte de esa transmutacin, tergiversa el origen y la naturalezahistrica de la alianza populista. Ya no se trata de una alianza que fue posible porquela clase trabajadora se constituy como un sujeto social y poltico que enfrent elpoder oligrquico modelando un nuevo tipo de Estado desde donde, a su vez, impulsla conformacin de una burguesa nacional asentada en una dinmica compatible con

    una mayor participacin de los trabajadores en la distribucin del ingreso. Ahora, en laversin oligrquica, se invierten las causalidades colocando a la burguesa nacionalcomo el alma mater de esa etapa histrica, ocultando de esta forma un hechodecisivo: la clase trabajadora ha sido el sujeto central de la conformacin de losproyectos reformistas, tanto como lo fue en otras experiencias nacionales de losproyectos revolucionarios.

    Ambas cuestiones parecen ser importantes de tener en cuenta en la crucialetapa que transita nuestro pas, porque esta fraccin de clase al sustituir a laburguesa nacional se propone como interlocutor vlido de los sectores populares y altergiversar el proceso histrico reclama para s la potestad de definir el proyecto quepermita dejar atrs la actual crisis orgnica. Desde su perspectiva, se trata ahora dellevar a cabo el desarrollo de un planteo exportador sustentado en el infraconsumo de

    los sectores populares pero apoyado en la demanda, transferencias e incentivosestatales, manteniendo una economa abierta tanto en trminos del mercado debienes como de capitales y sin proyecto alguno de reindustrializacin que pudieraponerla en situacin de competir con el gran capital transnacional.

    Octubre de 2003

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    Las reformas estructurales y el Plan de Convertibilidad durante la dcada de los noventa.

    El auge y la crisis de la valorizacin financiera1

    Eduardo M. Basualdo2

    1. Introduccin

    Las crisis hiperinflacionarias de 1989 y 1990 constituyen un momento clave en el procesoabierto por la dictadura militar porque en esos aos, a travs de la quiebra del Estado quegarantiza ese funcionamiento econmico y social especfico, se pone de manifiesto los lmites queenfrenta la valorizacin financiera. Estructuralmente, el colapso estatal se genera por laimposibilidad de mantener las notables y crecientes transferencias hacia los sectores dominantescuando sus ingresos estn vinculados, principalmente, a una masa salarial decreciente. En otras

    palabras, no puede seguir pagando los intereses de la deuda externa y subsidiando los programasde capitalizacin de la deuda externa y, al mismo tiempo, continuar con los subsidios implcitos delos regmenes de promocin industrial, mantener los sobreprecios a los proveedores estatales yenfrentar los intereses de la deuda interna.

    Sin embargo, cuando las fracciones dominantes logran conciliar sus intereses, esgrimen lacaracterizacin que la crisis de esos aos expresa el colapso definitivo del Estado generado por elproceso de sustitucin de importaciones y, especficamente, de la variante distribucionista delmismo. Al excluir la vigencia de la valorizacin financiera como un nuevo patrn de acumulacinde capital y de un nuevo tipo de Estado que lo hace posible, los sectores dominantes instalansocialmente que este colapso es una versin ampliada de las tpicas crisis de la industrializacinsustitutiva a raz de la pugna distributiva entre el capital y el trabajo, que en este caso, por su nivel

    de exacerbacin, termina por arrasar la organizacin y las finanzas del sector pblico. Se trataentonces de redefinir el excesivo intervencionismo estatal que trae aparejado una inmensaineficiencia en el sistema econmico mediante la privatizacin de empresas estatales y ladesregulacin de la economa, dentro de la cual la desestructuracin del mercado de trabajo tieneun papel central.

    Esta visin tergiversada, e interesada, de la crisis estatal es asumida y difundida por elsistema poltico e, incluso, por analistas que se comportan como intelectuales orgnicos delbloque de poder dominante3. Parece poco discutible, que esta caracterizacin de la crisis, al

    1 Este artculo fue publicado en la Revista Realidad Econmica (N 200, diciembre de 2003) y forma parte de unestudio ms amplio de historia econmica argentina que se est realizando en el marco de la beca de la Fundacin J. S.Guggenheim y que se presentar como tesis ante el Doctorado en Historia de la Facultad de Filosofa y Letras de laUBA.

    Investigador del CONICET y del Area de Economa y Tecnologa de la FLACSO.3 Este parece ser el caso de T. Halpern Donghi (La larga agona de la Argentina peronista, Ariel, 1994), J. J. Llach(Otro siglo, otra Argentina. Una estrategia para el desarrollo econmico y social nacida de la convertibilidad y de suhistoria, Ariel, 1997) y V. Palermo y M. Novaro (Poltica y poder en el gobierno de Menem, Editorial Norma, 1996). Elprimero de ellos, destaca que: la hiperinflacin constituy as el momento resolutivo de la interminable agona, quellegaba a su trmino, para la sociedad forjada por la revolucin peronista. Por qu lo fue? Sin duda se trat de unmomento inslitamente dramtico..., pero no dej tras de s un legado de prdidas materiales o humanas comparables alde otros que no tuvieron el mismo efecto resolutivo(pg. 140/141). J. J. Llach, por su parte, sostiene: Este cuadro deparlisis y luego decadencia de la economa real, de desperdicio de los recursos productivos, de bancarrota del Estado yde hipoteca difusa sobre la economa privada quizs encuentra su definicin ms precisa caracterizando a la economaargentina de ese entonces como una economa en estado de naturaleza...La causa fundamental de este lamentable

    estado fue, sin dudas, la inflacin. Pero tambin jug un papel importante el agotamiento, por abuso en el uso, de todoslos instrumentos de la economa mixta concebidos para inducir y acompaar el moderno crecimiento econmico y, sobretodo, para afrontar con xito las crisis... El estatismo llev a la destruccin de la poltica econmica, algo que de ningn

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    operar en el marco de la profunda derrota que le inflinge la dictadura militar a los sectorespopulares, se convierte en hegemnica y genera la adhesin social necesaria para llevar a caboun profundo replanteo de la estructura y reas de influencia del Estado, acorde a las concepcionesestablecidas en el Consenso de Washington4 5.

    Por otra parte, a partir de abril de 1991, los sectores dominante y el sistema polticosostienen que el Plan de Convertibilidad est conformado tanto por el nuevo esquema cambiario ymonetario como por las reformas estructurales cuando, en realidad, se trata de dos polticaseconmicas que no se suponen entre s, al menos desde el punto de vista del funcionamientoeconmico. La instauracin de un planteo de conversin con una tasa de cambio fija es unapoltica destinada a estabilizar el nivel de precios -detener el proceso inflacionario- mediante larecuperacin del papel de la moneda local. En cambio, la desregulacin de la economa local y,especialmente, la reforma del Estado responde, fundamentalmente, a la intencin de satisfacer losdiferentes intereses de las distintas fracciones que integran a los sectores dominantes. Esindudable que la incorporacin de la reestructuracin de la economa como parte de la polticaantiinflacionaria tiende a obscurecer el carcter de las polticas de largo plazo6, pero tambin espoco discutible que, al mismo tiempo, es una severa advertencia -a propios y ajenos- de que no

    hay posibilidad alguna de detener la crisis econmica y social sin respetar el conjunto de laspolticas que conforman el Plan de Convertibilidad. Tanto es as que la poltica antiinflacionariasolo cobra forma una vez que se ponen en marcha las polticas reestructuradoras de largo y, enese contexto, se comienza la negociacin del Plan Brady que dar lugar a un nuevo ciclo deendeudamiento externo y fuga de capitales locales al exterior, indiscriminado e indito.

    2. Crecimiento econmico y distribucin del ingreso durante el rgimen convertible

    En el marco de la desregulacin econmica, de la reforma del Estado en general y de laprivatizacin de las empresas estatales en particular, la instauracin del rgimen deConvertibilidad obtiene resultados contundentes en trminos de la estabilizacin del nivel deprecios7. La salida de la crisis es inmediata al interrumpirse bruscamente la inflacin y expandirse

    modo puede considerarse bueno salvo que se crea viable la utopa anarquista o que se piense que el mercado puede,en efecto, resolver todos los problemas(pg. 68/69). Finalmente, V. Palermo y M. Novaro sealan que: Para empezardigamos que el estallido de 1989 consti tuye, en ms de un sentido, el p unto de llegada de un largo proceso marcado porviolentos conflictos polticos y agudas dificultades econmicas que se remontan, al menos, a mediados de los 70.Puesto que fue en ese entonces que las tensiones originadas a su vez tres dcadas atrs, con el nacimiento delperonismo, se conjugaron en un torbellino sin retorno(pg. 36).4 Estas consecuencias son sealadas por C. Levit y R. Ortiz, (La hiperinflacin argentina: prehistoria de los aosnoventa, Revista poca, N 1, diciembre 1999. All se seala que: La lectura que se impuso sobre lo sucedido en elproceso hiperinflacionario, tanto al nivel poltico y social, cuanto al discurso acadmico, legitim la existencia de unEstado ineficiente, yuxtaponindose con las caractersticas propias del Estado que predomin en la Argentina entre ladcada del cuarenta y mediados de la del setenta. Esta mirada evit contextualizar histricamente las razonesestructurales de la ineficiencia estatal o las atribuy a la existencia de un gasto pblico elevado cuyos beneficiarios

    sociales quedaban ocultos tras el mismo discurso(pg. 65).5 Al respecto, se puede consultar: R. Frenkel, R. Fanelli y G. Rozenwurcel, Crtica al Consenso de Washington,Fondad, Documento de Trabajo N 1, 1992.6 Este aspecto es destacado por H. J. Nochteff (La poltica econmica en la Argentina de los noventa. Una mirada deconjunto, Revista poca, N 1, diciembre de 1999) al sealar que: Debido a que el esquema monetario-cambiario quese adopt entonces se articul con un shock institucional neoliberal (o sea, con un plan orientado al cambio drstico ycasi instantneo de todas las instituciones econmicas y sociales), es necesario separar analticamente el esquemamonetario-cambiario de estabi lizacin del resto de las p olticas que conformaron el shock institucional neoliberal. Ellose debe a que, desde el punto de vista estrictamente tcnico, se podra haber aplicado el mismo esquema deestabilizacin y recuperacin de la moneda como unidad de cuenta sin realizar las d ems transformaciones en forma deshock y con los sesgos que las caracterizaron, las cuales constituyeron la satisfaccin de las demandas de las distintasfracciones del bloque hegemnico. La asimilacin del esquema monetario-cambiario con el resto de lastransformaciones bajo el trmino engaoso de Plan de Convertibilidad fue sobre todo una forma de legitimacin- una

    suerte de Caballo de Troya- de las transformaciones que correspondan a esas demandas(pg. 24).7 Es per tinente sealar que el rgim en de convertibilidad es similar al sistema de Caja de Conversin que funcion en elpas, con interrupciones, hasta la crisis de los aos 30. A su vez, el sistema de conversin local era una rplica del

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    rpidamente el PBI, sobre la base de una igualmente importante expansin del consumo internoimpulsado por la recomposicin del crdito y de un incremento de la participacin de losasalariados en el ingreso (Cuadro N1) Si bien, el consumo interno es el motor principal delcrecimiento es relevante reparar que, al mismo tiempo, se registra una reactivacin significativa dela inversin, la cual -acorde con la apertura externa en el mercado de bienes- es especialmenteimportante en trminos de la incorporacin de maquinaria y equipo importado. De esta manera, sepone en marcha la etapa de oro de la Convertibilidad (1991-1994), cuyo xito inicial consolidasocialmente la creencia impulsada por los sectores dominantes acerca de pernicioso papel quecumple ese Estado distribucionista, supuestamente vigente durante las dcadas anteriores.

    Cuadro N1Evolucin del PBI, la distribucin del ingreso, de la inversin y de las ventas de las 200 firmas de mayor facturacin, 1991-2001(nmero ndices y porcentajes)

    PBI (precios % de los sueldos y % de la IBIF en el PBI (precios Ventas de las 200 firmasconstantes)* salarios en el PBI PBI corrientes)* de mayor facturacin

    1991 100,0 35,0 16,0 100,0 100,0

    1992 108,9 38,4 19,3 125,6 125,1

    1993 115,0 36,2 19,1 142,5 140,1

    1994 125,2 34,9 20,5 155,1 166,21995 125,5 31,5 18,3 155,4 180,1

    1996 132,4 31,9 18,9 163,9 192,5

    1997 142,4 34,2 20,6 176,4 214,4

    1998 145,4 34,9 21,1 180,1 234,5

    1999 137,9 34,0 19,1 170,8 229,5

    2000 137,2 34,9 17,9 171,2 236,1

    2001 131,1 26,6 15,8 161,9 224,2

    T.a.a. 91-94 5,7 - 0,1 8,6 15,8 18,4

    T.a.a. 94-98 3,8 0,0 0,7 3,8 9,0

    T.a.a. 98-2001 -3,3 - 8,7 -9,2 -3,5 - 1,4

    T.a.a. 91-2001 2,7 - 2,7 - 0,1 4,9 8,4

    * La estimacin del PBI a precios constates y corrientes de 1991 y 1992 es el resultado de aplicarle al respectivo PBI de 1993 las correspondientes variacionesresultantes de la estimacin anterior de PBI realizada en 1986.Fuente: Elaboracin propia sobre la base de la informacin del Ministerio de Economa, el Area de Economa y Tecnologa de la FLACSO, del Siempro del Ministeriode Desarrollo Social y de O.Altimir y L. Beccaria, Distribucin del ingreso en la Argentina, CEPAL, Serie Reformas Econmicas N 49, 1999.

    Sin embargo, el anlisis de todo el perodo de la Convertibilidad permite comprobar quesus resultados en trminos del crecimiento econmico -la tasa anual de crecimiento alcanza a2,7% anual entre 1991 y el 2001- y negativos en trminos de la participacin de los asalariados yla Inversin Bruta Interna Fija en el valor agregado (las respectivas tasas anuales alcanzan a -2,7% y 0,1% en el mencionado perodo)8.

    sistema vigente en Inglaterra. Al respecto, F. Pinedo (En tiempos de la Repblica, tomo V, Editorial Mundo Forense,1948) en 1935, siendo Ministro de Hacienda, destaca ante la Cmara de Diputados, que: La similitud del sistemamonetario ingls y del sistema monetario argentino, ha sido indicada con demasiada frecuencia para que importune a laCmara con una extensa exposicin sobre esa materia. Es sabido que los dos tienen las mismas piezas: eldepartamento emisor del Banco de Inglaterra es nuestra Caja de Conversin, colocada en el edificio del Banco deInglaterra y nuestro Banco de la Nacin es una institucin de crdito que no tiene facultades de hacer billetes, como nola tiene el departamento bancario del Banco de Inglaterra. Los dos tienen, pues, como base de su mecanismo, resortesiguales; lo que pasa es que con el andar de los aos, alguno de esos resortes se ha enmohecido y otros elementos sehan afinado, se han adaptado a un uso dado, y por eso las dos mquinas funcionan en forma diametralmente distinta(pg 25).8 Es pertinente sealar que las nuevas estimaciones sobre la evolucin del stock de capital muestran una importanterecomposicin de todos los indicadores, especialmente del equipo durable de produccin y una disminucin de la edaddel mismo hasta 1998, momento en que se registra una acentuada regresin, especialmente aguda en el equipo durable

    de produccin. No obstante, tambin es preciso destacar que estas tendencias son el resultado de una modificacinsubstancial en la metodologa de clculo utilizado por la Secretara de Planificacin para estimar el stock de capitaldurante la dcada anterior. La nueva metodologa y sus resultados se pueden consultar en: Centro de Estudios de la

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    No se trata, nicamente, de la influencia que ejerce el psimo comportamiento de estasvariables durante la etapa en que este rgimen econmico entra en su crisis definitiva (19982001), sino de una desaceleracin o reversin sistemtica -segn la variable que se considere- apartir de los primeros aos de su vigencia. En realidad, como lo destacaron varios autores9, laacentuada expansin de la etapa inicial est fuertemente influida por la notable profundidad queasume la crisis hiperinflacionaria anterior. De hecho, si se comparan los primeros aos de laConvertibilidad con 1990 -donde se ubica el epicentro de la crisis- la recomposicin de todas lasvariables consideradas es mucho ms acentuada que la del perodo 1991-199410. Por lo tanto, amedida que disminuye la capacidad ociosa, se pone de manifiesto la incapacidad de laConvertibilidad y las reformas de largo plazo para instaurar un proceso econmico que seasustentable en el tiempo, no solo en trminos de la distribucin del ingreso sino, incluso, delcrecimiento econmico.

    La falta de sustentabilidad del proceso econmico impulsado por la Convertibilidad es,indudablemente, una comprobacin relevante. No obstante, desde el punto de vistamacroeconmico y estructural, hay otro fenmeno igualmente trascendente que es insoslayable detener en cuenta: la creciente concentracin y centralizacin econmica que se despliega en la

    economa argentina durante esta etapa. La comparacin entre la evolucin del PBI a precioscorrientes y el monto de las ventas realizadas por las 200 firmas de mayor facturacin, permiteaprehender algunas de las caractersticas que asume dicho fenmeno durante el perodo de laConvertibilidad, en tanto all convergen las distintas fracciones empresarias que conforman lossectores dominantes de la Argentina (Cuadro N1).

    La comparacin de ambas variables da resultados inequvocos acerca de la profundidadque asume la concentracin y centralizacin econmica durante la dcada en que rige laConvertibilidad, ya que las ventas de las grandes firmas evolucionan a una tasa anual acumulativanotablemente ms elevada que la del PBI a precios corrientes -al 8,4% contra el 4,9% anual-, locual indica un incremento significativo en la incidencia que las grandes firmas oligoplicas tienensobre el proceso econmico en su conjunto.

    Esta tendencia vigente durante el perodo considerado es el resultado de diversasalternativas. Entre 1991 y 1993, es el PBI a precios corrientes el que evoluciona a tasas algosuperiores a la que exhiben las ventas de las grandes firmas de la economa argentina, debido a lageneralizada recomposicin del consumo e, incluso, de los ingresos de los asalariados que en1992 se registran su valor relativo ms elevado durante el perodo considerado. Por otra parte, eseincremento del consumo acta en una economa que exhibe una capacidad ociosa notablementeelevada notable y, por lo tanto, con la capacidad de crecer a tasas elevadas hasta recuperar losniveles previos a las crisis hiperinflacionarias. Tan importante como los factores mencionados, esque los cambios estructurales que acompaan al rgimen de convertibilidad, como lasprivatizaciones y la apertura del mercado local a los productos importados, se estn llevando acabo y sus efectos no se expresan aun con toda la intensidad que adquieren posteriormente.

    Durante estos aos, luego del enfrentamiento entre las fracciones dominantes que dieron lugar ala crisis hiperinflacionaria, se conforma una comunidad de negocios basada en la privatizacin de

    Produccin, Evolucin del stock de capital en Argentina, N 1, Secretaria de Industria, Comercio y Minera, Ministeriode Economa de la Nacin, 1997.

    Entre otros: R. Frenkel y M. Gonzlez Rozada, Apertura, productividad y empleo. Argentina en los aos 90,Documentos de Economa N 9, Universidad de Palermo-CEDES, 1998; H. J. Nochteff y M. Abeles "Economic shockswithout vision. Neoliberalism in the transition of socio-economic systems. Lessons from the argentine case", Institut furIberoamerika-Kunde, Cuaderno N 51, Editorial Vervuert, Frankfurt, Alemania; H. Nochteff, op. cit., 1999.10 Sobre el particular, H. Nochteff (op. cit., diciembre de 1999) seala que: Las mayores tasas de crecimiento seregistraron respecto de 1990, el ao de PBI ms bajo -junto con 1989- desde 1980, y el de PBI per capita ms bajo

    desde 1969, entre 1990 y 1992 la tasa de incremento del PBI fue de 18,3%, o sea un promedio anual del 9,2%, muysuperior al 6,5% de 1990-1997. En otras palabras, buena parte del crecimiento no fue sino la recuperacin de lascapacidades ociosas de 1990(pg. 27).

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    las empresas estatales donde convergen los grupos econmicos locales, las nuevas firmasextranjeras y los acreedores externos.

    A partir de 1994, la situacin se revierte drsticamente y las ventas de las grandes firmasevolucionan a tasas significativamente superiores al PBI a precios corrientes -en ese ao lasempresas de cpula empresaria se expanden al 18,7% mientras que el PBI lo hace al 8,9% anualacumulativo-, patrn de comportamiento que se mantiene hasta 199811. La trayectoria seguida porambas variables durante esos aos indica que, al operar plenamente los cambios estructuralesque se ponen en marcha durante las crisis anteriores, los sectores dominantes se independizandel ciclo y crecen a una tasa muy superior al de la economa en su conjunto. As ocurre durante lacrisis del Tequila -cuando el valor agregado de la economa en su conjunto se estanca, mientrasque las ventas de las empresas lderes se expanden al 8,3% anual-, debido a que durante esacrisis financiera la retraccin del consumo es acompaada por un crecimiento muy acentuado delas exportaciones y en las cuales, como se ver posteriormente, la incidencia de las grandesfirmas es decisiva12.

    De esta manera, la trayectoria de estas variables seala, inequvocamente, que el nuevo

    funcionamiento econmico basado en las privatizaciones, la apertura importadora, lareestructuracin del Estado y la desregulacin econmica potencia la expansin de los sectoresdominantes, disciplinando y alineando al conjunto social detrs de ese objetivo. En trminos dellargo plazo, se pone manifiesto que las reformas que hacen viable el funcionamiento de la Caja deConversin les permite a los sectores dominantes retomar la autonoma del ciclo econmico queostentan durante la dcada anterior y pierden a raz de las crisis hiperinflacionarias de 1989 y1990. Por esta razn, es que el conjunto social transita un proceso, y lo percibe como tal, dondela recuperacin del ciclo son ms atenuadas y las crisis significativamente ms profundas que loque indican las estadsticas oficiales que consideran el ciclo promedio.

    Considerando ambas dcadas, se puede comprobar que durante la valorizacin financieralos sectores dominantes logran modificar, a costa de la situacin de los sectores populares, su

    situacin durante la vigencia de la sustitucin de importaciones, ya que durante esas dcadas elmonto de sus ventas responde a las alternativas del PBI, aun cuando son ms elevadas en elauge del ciclo y menos pronunciadas en la crisis 13.

    Durante esta etapa, tal como se ver con mayor detalle mas adelante, se despliega ladisolucin de la comunidad de negocios conformada en los aos anteriores entre las fraccionescentrales del bloque social dominante. Los grupos econmicos locales le transfieren susparticipaciones accionarias en los consorcios que controlan las empresas privatizadas e, incluso,

    11 Cabe sealar que de acuerdo a la estimacin anterior de las cuentas nacionales, el PBI a precios corrientes entre1994 y 1995 registra una disminucin (-1,3%) y no un leve incremento (0,2%) como en la estimacin considerada eneste trabajo que esta basada en el nuevo calculo del PBI que se realiz en 1993. Un anlisis comparativo entre la

    evolucin de las ventas de las empresas de la cpula y el PBI a precios corrientes pero basado en la anterior estimacinde las cuentas nacionales, se encuentra en: E. M. Basualdo, Concentracin y centralizacin del capital en la Argentinadurante la dcada de los noventa. Una aproximacin a travs de la reestructuracin econmica y el comportamiento delos grupos econmicos y los capita les extranjeros , FLACSO/Universidad Nacional de Quilmes/IDEP, Buenos Aires,2000.12 Los resultados de la encuesta que realiza el INDEC anualmente sobre el comportamiento de las 500 empresas msgrandes del pas, confirman la independencia que mantienen las ventas de la cpula empresaria respecto del cicloeconmico durante estos aos. Ms an, estas evidencias permiten comprobar que ese comportamiento se registra nosolamente con las ventas sino tambin cuando se considera el valor agregado generado por estas firmas. Al respecto,se puede consultar: INDEC, Las grandes empresas en la Argentina, 1993-1997, 1999.13 El anlisis del comportamiento relativo de las firmas de mayores ventas durante la sustitucin de importaciones, seencuentra en los siguientes trabajos: M. Khavisse y J. Piotrkowski, op. cit., 1973; P. R. Skupch, op. cit., 1970. Un anlisiscomparativo de esta problemtica se encuentra en: E. M. Basualdo, Concentracin y centralizacin del capital en la

    Argentina durante la dcada de los noventa. Una aproximacin a travs de la reestructuracin econmica y elcomportamiento de los grupos econmicos y los capitales extranjeros , FLACSO/Universidad Nacional de Quilmes/IDEP,Buenos Aires, 2000.

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    el conjunto de sus empresas controladas y vinculadas. De esta manera, cobra forma durante esosaos un avance indito en el grado de extranjerizacin de la economa argentina que revierte ysupera la repatriacin de capitales forneos radicados en la actividad industrial de la dcadaanterior. Estas transferencias de capital devienen como un factor adicional que agudiza elfuncionamiento de la valorizacin financiera, dando lugar a una fuga de capitales que, incluso,supera a la vigente durante la dictadura militar.

    Finalmente, a partir de 1998 se producen substanciales modificaciones en el contextointernacional que dificultan crecientemente acceder a nuevo financiamiento externo. En efecto, seinicia en esa poca una recesin internacional que trae aparejada una restriccin financiera paraAmrica Latina la que se complementa con una disminucin del precio internacional de losproductos exportados. Comienza entonces la crisis terminal del rgimen de Convertibilidad con unnuevo enfrentamiento entre las fracciones dominantes y, por primera vez desde la dictaduramilitar, el comienzo de un reagrupamiento poltico de los sectores populares.

    Entre 1998 y el 2001, la relacin entre las ventas de las grandes firmas y el PBI a precioscorrientes se altera nuevamente, retomando el comportamiento tpico de la sustitucin de

    importaciones pero con diferenciales a favor de las ventas mucho ms acentuadas. En esecontexto, la pugna del capital extranjero y los acreedores externos incluidos los organismosinternacionales de crdito- con los grupos econmicos locales da lugar a la emergencia deproyectos alternativos que impulsan la dolarizacin, por parte de los primeros, y la devaluacin,esgrimida por las fracciones dominantes locales, mientras los sectores populares comienzan aconverger detrs de reivindicaciones centradas en la redistribucin del ingreso14.

    3. La desindustrializacin y la disolucin del mercado de trabajo

    La rpida desaceleracin y la posterior crisis de la Convertibilidad en trminos decrecimiento econmico, es el resultado de comportamientos dismiles entre los grandes sectores

    de la actividad econmica. En trminos generales, a lo largo del perodo la prestacin de serviciosen general y aquellos privatizados en particular tienen una trayectoria que evoluciona por encimadel promedio, mientras que por el contrario, la produccin de bienes en general y los industrialesen particular lo hacen claramente por debajo del mismo15. Esta dicotoma sectorial, no llama laatencin porque est relacionada directamente con el impacto de la apertura externa que afecta alos bienes transables que, en general, es el caso de los bienes industriales- y no a los que por sunaturaleza -como es el caso de gran parte de los servicios, especialmente de aquellos que sonprivatizados- o por los regmenes especiales de proteccin -como es el caso de la industriaautomotriz- tienen una baja exposicin a la competencia extranjera.

    En este contexto, un anlisis ms pormenorizado de la evolucin de la actividad industrialdurante estos aos, permite profundizar sus caractersticas. Al respecto, las evidencias que se

    exponen en el Cuadro N 2 sealan que el nivel de produccin sectorial evoluciona por encima delPBI entre 1991-1994 y por debajo de este ltimo de all en adelante e, incluso, ms queduplicando la retraccin promedio de la economa durante la crisis terminal del rgimenconvertible.

    Sobre las caractersticas de los bloques sociales enfrentados durante la crisis de la Convertib ilidad y sus respectivosproyectos, se puede consultar: E. Basualdo, Sistema poltico y modelo de acumulacin en la Argentina,FLACSO/Universidad Nacional de Quilmes/IDEP, Buenos Aires, 2001.15

    Esta asimetra entre la evolucin de los servicios y la produccin de bienes se analiza en: D. Azpiazu, E. Basualdo yM. Schorr,La reestructuracin y el redimensionamiento de la produccin industrial durante las ltimas dcadas, FETIAIDEF de la CTA, Buenos Aires, 2000.

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    Cuadro N 2Indicadores de la evolucin industrial, 1991-2001(Indice 1993 = 100,0)

    Produccin(volumen Horas Salario real Productividad Productividad/

    fsico) Ocupacin Trabajadas promedio Productividad horaria Salario real1991 85,6 103,9 100,9 94,6 82,4 84,8 87,1

    1992 96,8 103,1 103,5 98,6 93,8 93,5 95,2

    1993 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

    1994 104,6 97,1 98,6 101,9 107,7 106,1 105,6

    1995 97,3 91,3 88,6 96,8 106,6 109,8 110,1

    1996 103,5 88,1 88,0 97,3 117,5 117,6 120,7

    1997 113,2 88,9 90,5 93,7 127,4 125,1 135,9

    1998 115,5 87,3 87,3 92,6 132,3 132,3 142,9

    1999 105,9 80,5 79,4 92,9 131,6 133,4 141,6

    2000 104,6 74,9 73,3 94,3 139,7 142,7 148,1

    2001 92,9 70,0 65,6 92,0 132,7 141,6 144,3Taa 1991-1994 6,9 -2,2 -0,8 2,5 9,3 7,8 6,6

    Taa 1994-1998 2,5 -2,6 -3,0 -2,4 5,3 5,7 7,9

    Taa 1998-2001 -7,0 -7,1 -9,1 -0,2 0,1 2,3 0,3

    Taa 1991-2001 0,7 -3,9 -4,2 -0,3 4,9 5,3 5,2

    Fuente: Elaboracin propia sobre la base de la informacin del INDEC, Encuesta Industrial.

    La acentuada expansin de la produccin industrial durante la etapa de oro de laConvertibilidad parece ser el resultado de una rpida recuperacin de la profunda retraccin queregistra durante el momento lgido de la crisis, impulsada por el incremento del consumo y porquela competencia importada derivada de la apertura econmica es relativamente incipiente. Durante

    esta etapa, el propio sector industrial contribuye a la expansin del consumo popular ya que seincrementa el salario real aunque el mismo evoluciona por debajo de la productividad y seincrementa la expulsin de mano de obra. De all en ms, no slo se desacelera el incremento dela produccin que termina en una profunda crisis, sino que se deterioran todos los demsindicadores, salvo el nivel de productividad, especialmente en relacin con las horas trabajadas yel salario real promedio de esta actividad16.

    Es decir, los trabajadores absorben buena parte de la crisis industrial -que se expresamediante la relacin entre una productividad creciente y un salario real decreciente- en un procesode creciente polarizacin y concentracin sectorial alrededor de las grandes firmas oligoplicas,mientras que otras pequeas, medianas e, incluso algunas de las grandes firmas son expulsadasde sus respectivas actividades, a medida que se expanden los efectos sesgados de la apertura

    econmica y de las asimetrias en el costo del financiamiento. Esta reestructuracin sectorial dalugar a una creciente expulsin de mano de obra, operando los desocupados como un ejrcitoindustrial de reserva que, a su vez, genera las condiciones para acentuar la disminucin del

    16 Esta comprobacin coincide con las conclusiones extrad as por D. Azpiazu, E. Basualdo y M. Schorr (op. cit., 2000)que, sobre este particular, afirman que: ...tambin se profundizaron, tanto a nivel de las grandes empresas como delconjunto manufacturero, dos procesos ntimamente relacionados entre s: una fuerte y prcticamente ininterrumpidadisminucin en la cantidad de obreros ocupados en el sector y una creciente regresividad en materia distributiva. Enefecto, durante la dcada pasada el crecimiento de la produccin que se registr estuvo muy vinculado con losostensibles incrementos que se registraron en la productividad media de la mano de obra industrial...Basta con sealar,al respecto, que cerca del 75% del incremento de la productividad laboral registrado durante los aos noventa estuvo

    asociado a la disminucin en la masa de ocupados del sector. Ahora bien, esos crecientes recursos generados por lamayor productividad de la mano de obra no tuvieron como correlato incrementos salariales sino que, por el contrario, loque se verific es un persistente deterioro de las remuneraciones medias de los trabajadores(pg. 7).

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    salario real e incrementar la intensidad del trabajo de quienes permanecen ocupados en laproduccin industrial.

    En otras palabras, durante este perodo se consolidan las tendencias, hacia ladesindustrializacin y reestructuracin sectorial que se ponen en marcha a partir de la dictaduramilitar, provocando el trnsito de una economa industrial a otra que puede considerarse comofinanciera, agropecuaria y de servicios. Es pertinente, entonces, efectuar una breve revisin deesas transformaciones estructurales que se suceden durante las ltimas dcadas.

    En trminos del comportamiento industrial de largo plazo, el proceso dedesindustrializacin no es un fenmeno peculiar de la dcada de los aos 90 sino un proceso queabarca casi tres dcadas, ya que durante ese perodo se registra una prdida de incidencia delvalor agregado industrial en el generado por el conjunto de la economa. Tal como se verifica atravs de la comparacin de los resultados de los tres ltimos Censos Industriales (Cuadro N 3),esta desindustrializacin est estrechamente vinculada a una reestructuracin regresiva de largoplazo, durante la cual disminuyen un 15% el nmero de establecimientos y se expulsa la cuartaparte de la mano de obra sectorial, alcanzando su mayor intensidad en trminos de lo que sepuede considerar la gran industrial local (los establecimientos con ms de 100 ocupados). A pesar

    de que el ltimo Censo Industrial se realiza a comienzos de la dcada y considera un ao dereactivacin industrial, hay que remontarse casi 50 aos atrs para encontrar una cantidad deestablecimientos y una ocupacin industrial ms o menos similar. En efecto, la revisin de losCensos Industriales indica que en 1946 el pas contaba con 85 mil establecimientos industrialesque ocupaban 1,1 millones de personas pero con la diferencia que en ese momento la poblacineconmicamente activa ronda los 6 millones de personas mientras que en 1993 es prcticamenteel doble.

    Adems de la redistribucin del ingreso industrial en contra de los trabajadores y laconcentracin sectorial17, durante la dcada de los aos noventa se instala la desintegracin de laproduccin local. Si bien, durante la dcada anterior surgen expresiones de este tipo como elcaso del parque industrial de Tierra del Fuego, que consiste en la creciente importancia del

    armado de productos sobre la base a insumos y partes importadas- la desintegracin de laproduccin local es un fenmeno que se expande durante el rgimen de Convertibilidad debido ala apertura irrestricta a la importacin de bienes. Este proceso se hace palpable cuando se verificaque el coeficiente de integracin nacional de la industria local (valor agregado/valor de produccin)pas del 42% al 34% entre 1973 y 199418.

    17 Un anlisis de la evolucin de la concentracin industrial de largo plazo se encuentra en: M. Kulfas y M. Schorr,Evolucin de la concentracin industrial en la Argentina durante los aos noventa, Realidad Econmica, N 176,Buenos Aires, 2000.18 Si bien an no se dispone de estudios que analicen las modificaciones registradas en las funciones de produccin dela industria en los ltimos aos (cambios orientados a reemplazar insumos producidos localmente por importados, odirectamente a la sustitucin de algunos de los productos finales que se elaboraban localmente) hay un conjunto de

    evidencias sectoriales que indican la profundidad alcanzada por ese proceso. As, las empresas productoras de cocinas,heladeras, lavarropas, etc. (la denominada lnea blanca) incorporan hasta un 35% de partes importadas mientras queen la produccin de bienes electrnicos de consumo dicha participacin alcanza al 50%. Sin embargo, el caso msparadigmtico es el de la industria automotriz porque su expansin se logra sobre la base a un rgimen de proteccinespecial que impulsa la importacin de autopartes provenientes de Brasil. Las nuevas normas para el sector establecenque las terminales deben utilizar un m nimo del 30% de insumos locales en relacin con el valor del automvil, cuandoen la dcada anterior dicha exigencia se ubicaba en el orden del 90% Ello es particularmente importante de destacar porcuanto se trata del nico sector manufacturero que ha gozado de un rgimen especial de proteccin y promocindurante toda la dcada de los noventa. Sin embargo, dicho rgimen no ha inducido un crecimiento de la ofertasustentado en un incremento en la produccin industrial en sentido estricto, sino ms bien en actividades de armado y/oensamblado de insumos y partes importadas (cuando no en la comercializacin directa de vehculos importados por lasterminales). Como producto de ello, las grandes terminales han registrado importantes dficits comerciales a lo largo deldecenio, lo cual contrasta con una de las principales disposiciones de la normativa sectorial (que apuntaba a que lasempresas registraran un balance comercial equilibrado o, incluso, que arrojara saldos positivos). Al respecto, puede

    consultarse: A. Vispo, Reservas de mercado, cuasi rentas de privilegio y deficiencias regulatorias: el rgimen automotrizargentino, en Azpiazu, D. (comp.): La desregulacin de los mercados. Paradigmas e inequidades de las polticas delneoliberalismo, Grupo Edito rial Norma/FLACSO, Buenos Aires, 1999.

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    Cuadro N 3Evolucin intercensal de las plantas fabriles y la ocupacin industrial, 1973-1993

    (valores absolutos y porcentajes)

    1 9 7 3 1 9 8 4 1993 Variacin (%)

    Cantidad % Cantidad % Cantidad % 1993/1973 1993/1984

    Establecimientos/localesTotal 105.642 100,00 101.474 100,00 90.088 100,00 -14,72 -11,22

    Ms de 300 ocupados 562 0,53 512 0,50 371 0,41 -33,99 -27,54

    Entre 101 y 300 ocupados 1.423 1,35 1.527 1,50 1.103 1,22 -22,49 -27,77

    Entre 51 y 100 ocupados 1.856 1,76 2.194 2,16 1.708 1,90 -7,97 -22,15

    Entre 11 y 50 ocupados 12.515 11,85 16.431 16,19 11.613 12,89 -7,21 -29,32

    Menos de 10 ocupados 89.286 84,52 80.810 79,64 75.016 83,27 -15,98 -7,17

    Personal ocupado

    Total 1.327.137 100,00 1.373.163 100,00 1.007.909 100,00 -24,05 -26,60

    Ms de 300 ocupados 434.203 32,72 360.419 26,25 231.579 22,98 -46,67 -35,75

    Entre 101 y 300 ocupados 237.078 17,86 255.989 18,64 183.264 18,18 -22,70 -28,41

    Entre 51 y 100 ocupados 129.032 9,72 152.042 11,07 120.070 11,91 -6,95 -21,03

    Entre 11 y 50 ocupados 259.827 19,58 338.705 24,67 247.635 24,57 -4,69 -26,89

    Menos de 10 ocupados 266.997 20,12 266.008 19,37 225.361 22,36 -15,59 -15,28

    Fuente: Elaborado sobre la base de D. Azpiazu, La concentracin en la industria argentina a mediados de los aos noventa, FLACSO-EUDEBA,1998.

    Finalmente, ahora s como tendencia vigente en los 20 aos que median entre los aosextremos, se despliega una marcada reduccin del espectro productivo. La informacin disponibleal respecto, indica que durante las ltimas dcadas adquieren una creciente importancia dentro dela produccin industrial las actividades que se sustentan sobre la base de ventajas comparativasnaturales (como la produccin de alimentos y bebidas y, en menor medida, la refinacin depetrleo y la industria petroqumica), la produccin siderrgica y la industria automotriz, cuyonotable crecimiento estuvo directamente asociado al rgimen de promocin y proteccin con elque fue favorecida. Todas estas actividades, que con sus ms o sus menos son oligoplicas,congregan, en conjunto, el 65% de la produccin industrial de nuestro pas y el 75% de lasexportaciones sectoriales.

    La contrapartida de la consolidacin de los sectores dominantes luego de las crisishiperinflacionarias de 1989 y 1990, es una indita crisis en el mercado de trabajo que avanza anen las etapas de mayor crecimiento econmico pero cuya regresividad se profundizacualitativamente a medida que se desacelera la actividad econmica. Una somera revisin de laevolucin de los principales indicadores permite constatar la notable profundizacin de larevancha clasista que aos antes puso en marcha la dictadura militar en el pas. Junto a unareduccin del salario real promedio, el desempleo, el subempleo, la pobreza y la indigencia

    registran niveles inditos que refuerza el efecto disciplinador de las hiperinflaciones anteriores(Cuadro N 4).

    Como tendencia de largo plazo, se puede apreciar que durante la vigencia de laConvertibilidad se remueven drsticamente los factores econmicos e institucionales que limitanun mayor avance an del capital sobre el trabajo, desencadenndose un proceso en el cual laexpulsin de mano de obra, y la consecuente desocupacin y subocupacin, opera en el sentidoclsico del ejrcito industrial de reserva19 y adems como masa marginal20, e incluso como

    19 Al respecto, ver: Carlos Marx; El Capital. Crtica de la Economa Poltica, Tomo I, Fondo de Cultura Econmica,Mxico, 1968, pg. 543 y ss.20 El concepto de masa marginal fue planteado por J. Nun (Marginalidad y exclusin social, FCE, Buenos Aires, 2001)

    a fines de los aos 60, definindolo como: ...esa parte afuncional o disfuncional de la superpoblacin relativa. Por lotanto, este concepto lo mismo que el de ejrcito industrial de reserva. Se sita a nivel de las relaciones que seestablecen entre la poblacin sobrante y el sector productivo hegemnico. La categora implica as una doble referencia

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    poblacin excedente sin posibilidad alguna de reinsertarse tanto en el mercado de trabajo formal vinculado al funcionamiento del capital predominante o a los sectores ms dbiles delempresariado-, o informal.

    Cuadro N 4

    Evolucin del PBI, los principales indicadores del mercado laboral, la poblacin que se encuentra por debajo de las lneas de

    pobreza e indigencia(1), y el salario medio, 1991-2001(ndice 1991=100 y porcentajes)

    PBI Tasa de Tasa de Tasa de Tasa de Poblacin Poblacin Salario realactividad empleo desempleo subempleo pobre indigente promedio

    1991=100 % % % % % % 1991=100

    1991 100,0 39,5 37,1 6,0 7,9 21,5 3,0 100,01992 108,9 40,2 37,4 7,0 8,1 17,8 3,2 104,11993 115,0 41,0 37,1 9,3 9,3 16,8 4,4 105,2

    1994 125,2 40,8 35,8 12,2 10,4 19,0 3,5 103,71995 125,5 41,4 34,5 16,6 12,6 24,8 6,3 98,91996 132,4 41,9 34,6 17,3 13,6 27,9 7,5 98,2

    1997 142,4 42,3 36,5 13,7 13,1 26,0 6,4 97,4

    1998 145,4 42,1 36,9 12,4 13,6 25,9 6,9 95,21999 137,9 42,7 36,8 13,8 14,3 26,7 6,7 94,7

    2000 137,2 42,7 36,5 14,7 14,6 28,9 7,7 95,22001 131,1 42,2 34,5 18,3 16,3 35,4 12,2 93,4

    T.a.a. 91-94 5,7 1,1 -1,2 26,7 9,6 -4,0 5,3 1,2T.a.a. 94-98 3,8 0,7 0,8 0,4 6,9 8,1 18,4 -2,1T.a.a. 98-2001 -3,3 0,1 -2,2 13,9 6,2 11,0 20,9 -0,6

    T.a.a. 91-2001 2,7 0,7 -0,5 11,8 7,5 5,1 15,1 -0,7

    (1) Corresponde a la onda del mes de octubre de cada ao para el total de los aglomerados urbanos relevados por la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC. Lainformacin sobre pobreza e indigencia corresponde al aglomerado Gran Buenos Aires (onda de octubre de cada ao).Fuente: Elaboracin propia sobre la base a informacin de IDEP/ATE, INDEC y FIDE.

    En trminos estructurales, no cabe la menor duda que este nuevo avance del capital sobreel trabajo est directamente vinculado con el proceso de desindustrializacin inducido a partir de laapertura externa asimtrica del mercado de bienes. Tampoco, que influye en el mismo laacentuada expulsin de trabajadores de los servicios pblicos privatizados que se lleva a cabo conendeudamiento externo estatal, ya sea mediante el retiro voluntario, jubilaciones anticipadas o laexpulsin lisa y llana de los mismos21.

    En realidad, desde la dictadura militar en adelante se constata una creciente heterogenidadde la clase trabajadora que est estrechamente vinculada a la profunda reestructuracin industrialde las ltimas dcadas. As, los regmenes de promocin industrial aplicados durante las dcadasanteriores (que subsidiaban predominantemente a las grandes firmas oligoplicas y no al trabajo)produjeron una doble fractura en la clase trabajadora industrial. Por un lado, surge un nuevo

    estrato de trabajadores industriales que est constituido por los nuevos operarios que ocupan lasplantas manufactureras radicadas en las regiones promocionadas. Los mismos tienen un escasogrado de sindicalizacin y perciben, para igual calificacin, salarios ms reducidos que los

    al sistema que, por un lado, genera este excedente y, por el otro, no precisa de l para seguir funcionando...En rigor sesuperponen y combinan dos procesos de acumulacin cualitativamente distintos que introducen una diferenciacincreciente en el mercado de trabajo y respecto de los cuales vara la funcionalidad de excedente de poblacin. De estamanera, los desocupados pueden ser, a la vez, un ejrcito industrial de reserva para el sector competitivo y una masamarginal para el sector monopolstico (pg. 87 y 89).21 Sobre el particular, M. Duarte, (Los impactos de las privatizaciones sobre el mercado de trabajo: Desocupacin ycreciente precarizacin laboral, en D. Azpiazu -compilador-, Privatizaciones y poder econmico, UnQ-FLACSO-IDEP,2002), indica que: La contemporaneidad de la reestructuracin del Estado empresario mediante la racionalizacin del

    personal, los retiros voluntarios, las jubilaciones anticipadas, las cesantas y la liquidacin de entes contribuy en elmediano plazo al aumento de la desocupacin... Las empresas de servicios pblicos privatizados aportaron 2,3 puntos aese incremento(pg. 79).

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    trabajadores de los centros industriales tradicionales. Por otra parte, como en buena medida lasnuevas plantas industriales son el resultado del traslado de los establecimientos que estabanradicados en las zonas tradicionales (Gran Bs. As., Rosario o Crdoba), estas polticas tienden aconsolidar el proceso de desocupacin y marginalidad social en los lugares de origen porque, sibien se trasladan las plantas industriales, no ocurre lo mismo con los trabajadores que hasta esemomento estaban ocupados por los mismos. Por lo tanto, de ese proceso surge otro estrato dentrode la clase trabajadora que son los desocupados, los cuales mantienen obvias diferencias con losanteriores, tanto como las que ambos -desocupados y nuevo proletariado industrial- mantienencon los trabajadores industriales tradicionales.

    Es indudable que esta situacin se agrava durante los aos 90, en consonancia a unaprofundizacin del proceso de desindustrializacin y la privatizacin de las empresas estatales,deviniendo los trabajadores desocupados en uno de los estratos ms dinmicos en las luchassociales que se despliegan durante los ltimos aos de la Convertibilidad. Todos los estratosmencionados anteriormente forman parte de la clase trabajadora. En el marco de consolidadaheterogeneidad de los trabajadores no slo se vuelve ms dificultosa la convergencia sobrereivindicaciones comunes sino que, incluso, se comienzan a esbozar contradicciones entre ellos22.

    Si bien, el factor estructural fundamental en la generacin del desempleo es ladesindustrializacin, su notable incremento durante la vigencia de la Convertibilidad se facilita eincentiva a partir de la denominada desregulacin del mercado de trabajo que impulsan losorganismos financieros internacionales y la fraccin dominante local. Si bien, la misma forma partedel vasto proceso de destruccin de las funciones bsicas y estratgicas del Estado que seimplementa durante estos aos, es en este campo donde esa poltica alcanza su mayorprofundidad por la organicidad que detenta para la consolidacin del proyecto dominante23.

    Desde este punto de vista, durante la vigencia del rgimen de Convertibilidad se despliegauna poltica sistemtica, pero con idas y vueltas en funcin de los diferentes conflictos socialesresultantes, orientada a remover la normativa que modelaban el mercado de trabajo24. Es as

    como a lo largo de esta dcada se replantean, mediante decretos del Poder Ejecutivo, las normassobre la determinacin salarial (se elimina la indexacin salarial, se descentraliza la negociacincolectiva y se vinculan las variaciones salariales a la evolucin de la productividad); se limita elderecho de huelga; se altera el rgimen de vacaciones; se privatiza el sistema de prevencin deaccidentes de trabajo; se ponen en vigencia diversas formas de contratos temporarios quedisminuyen el costo para los empresarios (los denominados contratos basura); se reducen losaportes patronales a la seguridad social y las asignaciones familiares; disminuyen lasindemnizaciones por despido; etctera25. Todas estas polticas consolidan una notable

    22 Un ejemplo de esas contradicciones se despliega en nuestros das a partir de los planes para desocupados (PlanJefes y Jefas de Hogar Desocupados). Donde las organizaciones de trabajadores desocupados median entre el Estado,que provee los fondos, y los desocupados propiamente dichos. La principal reivindicacin de esas organizaciones, cuya

    capacidad de negociacin emerge de su trabajo territorial, no es la generacin de empleo sino la de incrementar lacantidad de planes otorgados y el monto unitario de los mismos. De esta manera, se consolida una identidad propia,diferenciada del resto de los trabajadores, que se afianza a partir de la teora de los nuevos actores sociales que surgendel proceso de desindustrializacin.23 En un interesante trabajo sobre la reforma social en este perodo, R. Corts y A. Marshall ( La reforma social de losnoventa, Desarrollo Econmico, N 154, 1999) sealan que: A partir de 1991 se disearon proyectos para cada reasocial, pero la transformacin avanz ms en aqullas (laboral y de seguridad social)definidas como indispensables parael xito de la estrategia econmica y rentables para el sector privado, an cuando fue precisamente en estas mismasreas que la capacidad de negociacin de quienes se oponan a la reconversin era mayor(pg. 209).24 Un anlisis de la regulacin del mercado de trabajo hasta 1990, se puede consultar en: R. Corts y A. Marshall,Estrategias econmicas, intervencin social del Estado y regulacin de la fuerza de trabajo. Argentina 1890-1990,Estudios del Trabajo N 1, ASET, 1991.25

    Un anlisis detallado de las reformas normativas en el mercado de trabajo durante la Convertibilidad se encuentra en:L. Beccaria y P. Gallin, Regulaciones laborales en Argentina. Evaluacin y propuestas, CIEPP-OSDE, Buenos Aires,

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    precariedad en el mercado de trabajo y un salto cualitativo en las condiciones de explotacin de lamano de obra que es generalizado pero reconoce como epicentro a las grandes empresasoligoplicas, sustento de los sectores dominantes en la Argentina26.

    El rumbo adoptado por el sindicalismo parece haber sido definitorio en la disolucin delmercado de trabajo y el consecuente avance del capital sobre el trabajo. No se trata, nicamente,de un proceso de adaptacin a las nuevas circunstancias y relaciones de fuerzas imperantesdurante la salida de la crisis hiperinflacionarias de 1989 y 199027, sino en la inscripcin plena de laestructura sindical como una pieza clave del transformismo argentino, que trae aparejada unamodificacin substancial de su funcionamiento tradicional, an de aquella variante burocrtica ynegociadora que es duramente criticada por J. W. Cooke durante las dcadas precedentes. De allque durante la dcada de los aos 90 surge una nueva central sindical combativa y alternativa a laCGT: la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA)28.

    La primera expresin general de la integracin del sindicalismo al poder establecidoconsiste en asumir y difundir entre los trabajadores que ante las nuevas circunstancias, la defensadel salario no es ms la principal reivindicacin de los trabajadores sino la defensa de los puestos

    trabajos, dado el sistemtico incremento de la desocupacin desde el inicio mismo de laConvertibilidad. Esta concesin es seguida por otra, que consiste en adoptar en los hechos lavisin de los sectores acerca de los factores que impulsan el desempleo, asumiendo que la mismase origina en la rigidez del mercado de trabajo (altos salarios, aportes patronales elevados, altaindemnizacin por despidos, etctera), lo cual indica que la denominada flexibilizacin laboral esel camino aconsejable para solucionarla29.

    Si bien, ambas lneas de accin podran interpretarse como un error en la estrategiasindical de esos aos, las dudas se disipan cuando se percibe que, al mismo tiempo, la estructurasindical se consolida mediante la participacin en las nuevas actividades econmicas que surgende la desestructuracin estatal que da lugar al predominio del denominado sindicalismoempresario. No se trata, solamente, del fortalecimiento desigual de las obras sociales como

    fuente de financiamiento sino de la insercin del sindicalismo en la administracin de fondos depensin (AFJP), la administracin de la participacin accionaria de los trabajadores de lasempresas privatizadas e, incluso, de la adquisicin y/o participacin en los servicios pblicosprivatizados. De esta manera, la integracin (cooptacin) de las conducciones sindicales por partedel bipartidismo hace que el sindicalismo deje de defender los intereses de los trabajadores y seintegre al bloque de poder pero reteniendo el control de la estructura sindical, haciendo posible la

    26 Respecto al comportamiento de las grandes fi rmas, J. Santarcangelo y M. Schorr (Desempleo y precariedad laboralen la Argentina durante la dcada de los noventa, Estudios del Trabajo N 20, ASET, 2000) sealan que: En definitiva,una creciente precarizacin laboral y una cada vez ms desigual y regresiva distribucin del ingreso constituyen dos delos rasgos centrales que caracterizaron al desempeo de las empresas ms grandes que actuaron en el medio localdurante la dcada pasada(pg. 90).27

    Este es el enfoque adoptado por: M. V. Murillo, La adaptacin del sindicalismo argentino a las reformas de mercadoen la primera presidencia de Menem, Desarrollo Econmico, N 147, 1997.28 La CTA es una expresin sindical y social de los sectores populares que se comienza a gestar en noviembre de 1991durante el denominado Encuentro de Burzaco, para organizarse como tal, en noviembre de 1992, durante el primerCongreso Nacional de los Trabajadores Argentinos. Esta experiencia est enraizada con la tradicin combativa y populardel sindicalismo argentino -como la CGT de los Argentinos y el programa de Huerta Grande-, y se sustenta en laparticipacin popular, la autonoma del Estado y los partidos polticos. Se trata del intento ms profundo por reconstituirla fragmentacin de los trabajadores plasmando un movimiento social donde converjan no slo a los trabajadoresocupados sino tambin los desocupados, jubilados, etctera. La historia y las concepciones de la Central de losTrabajadores Argentinos (CTA) se encuentra en: Isabel Rauber, La discusin social y sindical en el fin de siglo. Unahistoria silenciada, Pensamiento Jurdico Editora, 1998; tambin: Isabel Rauber, Tiempo de herejas. Nuevasconstrucciones, debates y bsqueda de la Central de los Trabajadores Argentinos, CTA, 1999.29 Esta visin de los sectores dominantes se encuentra expresada, entre otros, en los siguientes trabajos: FIEL,

    Educacin y mercado de trabajo en Argentina, Buenos Aires, 1994; S. Montoya, Mercados de trabajo y polticaeconmica, En J. Lindemboim (compilador), El desafo del empleo a finales del siglo XX, Buenos Aires, UBA, 1998; C.Pessino, La anatoma del desempleo, Desarrollo Econmico, Nmero especial, Buenos Aires, verano 1996.

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    reformulacin del mercado de trabajo y sometiendo a los trabajadores a condiciones deexplotacin desconocidas, al menos desde los primeros gobiernos peronistas en adelante.

    4. Las finanzas pblicas y el endeudamiento externo

    La reestructuracin del mercado de trabajo tiene un profundo impacto negativo en lasfinanzas pblicas debido tanto a las notables reducciones en diversos aportes patronales como ala privatizacin del sistema jubilatorio, y su consiguiente transferencia a las AFJP. Por un lado, laspresiones para privatizar el sistema previsional comienzan en 1991 con un proyecto del BancoMundial que replica el modelo chileno. La Ley se aprueba en 1994 y contempla la posibilidadrestringida para optar por permanecer en el sistema de reparto estatal, lo cual determina que estossean claramente minoritarios y el Estado deje de percibir una masa ingente de recursos. Por otrolado, las contribuciones patronales a la seguridad social disminuyen significativamente durante elperodo analizado mediante el acceso de una cantidad creciente de actividades econmicas y deregiones a esta transferencia estatal. Las estimaciones realizadas al respecto, indican que dichareduccin compromete, en promedio, el 40% del monto de las mismas, a lo cual se le adiciona ladisminucin del 1% en los aportes patronales al sistema de obras sociales 30.

    Es harto conocido que los argumentos que justificaron la necesidad de esta transferenciade ingresos genuinos del sector pblico a las fracciones dominantes locales mediante la reduccinde los aportes patronales, radican tanto, en la necesidad de generar empleo, en un contexto de unsistemtico incremento del desempleo, como en la idea de paliar el atraso cambiario que traeaparejado el rgimen convertible con tasa de cambio fija (devaluacin fiscal), especialmente paralos sectores productores de bienes transables, es decir los ms expuestos a la competenciaextranjera a raz de la apertura econmica vigente durante estos aos.

    No obstante, las alternativas econmicas del perodo desmienten la existencia de algunode esos procesos. En primer trmino, este enorme sacrificio fiscal no resulta en alteracin algunael ritmo de expulsin de mano de obra ni en una disminucin del trabajo en negro, sino que por el

    contrario la desocupacin alcanza niveles impensables pocos aos antes y se incrementa laproporcin de asalariados no registrados31. En segundo lugar, si bien no se trata de unatransferencia de ingresos genuinos estatales que se realiza en forma indiscriminada hacia elcapital en general, su sesgo principal no est vinculado al grado de transabilidad de los bienesproducidos por las empresas privadas sino a su tamao relativo, porque las principales evasorasde las cargas sociales son las pequeas y medianas empresas, mientras no ocurre lo mismo enlas grandes firmas oligoplicas32. De all que no se trate de una transferencia de recursosindiscriminada hacia el empresariado en su conjunto ni dirigida a los productores de bienestransables, sino circunscripta a las grandes empresas oligoplicas que son la base econmica dela fraccin dominante local y que de esta manera incrementan sus rentabilidades relativas. En estesentido, el caso paradigmtico est constituido por los consorcios que toman a su cargo laprestacin de los servicios pblicos que reciben este beneficio y no cumplen con la clusula de

    neutralidad tributaria que forma parte de los compromisos asumidos contractualmente con elEstado y por el cual toda variacin (incremento o decremento) impositiva deba ser trasladada a

    30 Esta estimacin proviene de: H. Szretter, Argentina: Costo laboral y ventajas competitivas de la industria, 1983-1995,en OIT, Costos laborales y competitividad en Amrica Latina, Ginebra, 1997 (citado en L. Beccaria y P. Galn, op. cit.,2002).31 Respecto a la desvinculacin entre el nivel de los aportes patronales y el nivel de ocupacin e informalidad en elmercado de trabajo, ver: UADE, Estudio de Coyuntura. Niveles de remuneraciones y mercado de trabajo, N 149,Buenos Aires, 1999.32 Sobre el particular, las evidencias empricas analizadas por J. Santacangelo y M. Schorr (op. cit., 2000), indican que:...durante la dcada pasada aproximadamente un 25% de los trabajadores ocupados en las empresas de menor

    tamao goz de todos los beneficios sociales, lo cual contrasta marcadamente con lo que sucede a nivel de las grandesy muy grandes firmas(donde dicha proporcin siempre fue superior al 80% del total de asalariados empleados en lasmismas) (pg. 81).

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    las tarifas. Las evidencias disponibles indican que si bien todo los incrementos impositivos setrasladaron a las tarifas, con la disminucin de los mismos ocurre lo contrario33.

    Estas transferencias de los recursos fiscales al capital concentrado local asumen unaimportancia decisiva en el resultado financiero del sector pblico. Tal como se verifica en elCuadro N 5, la informacin disponible indica que entre 1994 y 2000, los recursos transferidos alas fracciones dominantes locales mediante la reduccin de los aportes patronales alcanzan a16.057 millones de pesos, que sumandos a las restantes reducciones vinculadas al mercado detrabajo -como los aportes al sistema de obras sociales- totalizan 29.960 millones de pesos34. Losmismos, junto a los aportes jubilatorios transferidos por el Estado a las AFJP, totalizan 52.332millones de pesos.

    La magnitud descomunal que tienen estas transferencias estatales al capital oligoplico seaprecia cuando se las compara con los ingresos percibidos por el Estado a raz del cambioestructural ms relevante del siglo pasado: la privatizacin de las empresas estatales. De acuerdoa las estimaciones realizadas por el Ministerio de Economa, los ingresos por ese conceptoascendieron a 7.457 millones de pesos del 2000 entre 1994 - 2000 y a 26.810 millones de pesos

    del 2000 entre 1991-2000

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    , lo cual permite concluir que las transferencias estatales al capitaloligoplico mencionadas precedentemente, representan el 602% del monto percibido por laprivatizacin de empresas pblicas entre 1994-2000 y el 95% ms elevados que los ingresosfiscales por ese mismo concepto entre 1991-2000. No obstante su significacin, estos resultadosson equvocos ya que ponen de relieve la notable importancia de estas transferencias pero, almismo tiempo, expresan la no menos relevante subvaluacin de los activos pblicos que seprivatizaron durante estos mismos aos.

    De all que sea apropiado confrontarlas con el gasto estatal ms dinmico de ese perodo:el pago de los servicios de la deuda externa. Si se considera la informacin oficial sobre losservicios de la deuda externa consolidada (deuda de la Nacin, las provincias y municipalidades)que ascienden a 54.446 millones de pesos de 2000, entre 1994-2000, se constata que los

    recursos transferidos al capital oligoplico son prcticamente equivalentes a los servicios de la

    33 A este respecto, se puede consul tar: D. Azpiazu y E. M. Basualdo; Concentracin econmica y regulacin de losservicios pblicos, en Revista Enoikos, Ao IX, N 15, Buenos Aires, 2001. Las excepciones a este comportamiento nosolamente son escasas sino tambin parciales, tal como lo indican D. Azpiazu y M. Schorr (Privatizaciones, rentas deprivililegio, subordinacin estatal