Ernesto Cardenal DiosPoeta
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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO
FACULTAD DE FILOSOFA Y LETRAS
COLEGIO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
EL CONCEPTO DE POESA EN EL PENSAMIENTO DE ERNESTO CARDENAL. DIOS Y LA REVOLUCIN DE LOS POETAS.
Tesis para obtener el grado de Licenciado en Estudios Latinoamericanos.
Sustentante:
Mario Jess Gmez Neri.
Asesor:
Dr. Mario Magalln Anaya.
Mxico, Distrito Federal, 2011.
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1
EL CONCEPTO DE POESA EN EL PENSAMIENTO DE ERNESTO CARDENAL. DIOS Y LA REVOLUCIN DE LOS POETAS.
NDICE
NDICE ............................................................................................................................................... 1
DEDICATORIA Y AGRADECIMIENTOS .................................................................................................. 2
INTRODUCCIN ................................................................................................................................... 4
CAPTULO I Todas las cosas se aman ............................................................................................. 15
1.1 Ernesto Cardenal, su vida y su obra. ....................................................................................... 15
1.2 Metafsica y fsica. .................................................................................................................. 20
1.3 La belleza y el fenmeno esttico. .......................................................................................... 24
1.4 Dios y el hombre. .................................................................................................................... 29
1.5 La revolucin ........................................................................................................................... 36
CAPTULO II Un canto coral en mitad de la noche ......................................................................... 39
2.1 Hacia la comprensin de su pensamiento en su obra. ............................................................. 39
2.2 Posicin ontolgica, metafsica y teolgica. ........................................................................... 43
2.3 La crtica esttica y literaria. ................................................................................................... 48
2.4 Poesa y contemplacin. La nueva relacin entre Dios y el hombre. ...................................... 54
2.5 Dios quiere la revolucin (influencia de y en la Teologa de la liberacin). ........................... 59
CAPTULO III El amor es.................................................................................................................. 63
3.1 La respuesta de Ernesto Cardenal a la pregunta por la finalidad de la poesa. ........................ 63
3.2 El concepto ontolgico de amor, el concepto ertico del ser y su dialctica. ......................... 67
3.3 El proceso contemplacin-oracin (pattern) -poesa-arte. ...................................................... 74
3.4 Cristo, el pecado y el hombre nuevo. ...................................................................................... 81
3.5 La voluntad de Dios y del hombre en la tierra. Comunismo y religin. ................................. 88
CONCLUSIN ..................................................................................................................................... 94
BIBLIOGRAFA .................................................................................................................................. 102
Libros impresos. .......................................................................................................................... 102
Revistas y tesis............................................................................................................................. 105
Textos y otros recursos digitales. ................................................................................................ 106
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DEDICATORIA Y AGRADECIMIENTOS
Para mi esposa Giovis y mi hija Mari con todo mi amor y gratitud.
Gracias por su amor y apoyo a mi familia: mis abuelos Loli y Jos, Mara y Mario;
mis padres Dinorah y Mario; mis hermanas Hebe y Mitzi; mis ahijados y sobrinos Yari,
Luz, Dana y Marquitos; mis tos y tas, Javier y Paty, Mara y Rolando, Sofa y Reyes y mis
primas Juanita y Ale; mis tos y tas, primos y primas de la familia Gmez; mis compadres
Mayra y Marco; y familias Piceno y Morales.
Gracias por su amistad, opiniones y dilogos a: Octavio Armendriz Montas y
familia; Mario Popoca; Los Rudos y cursis de Filos, en especial; Arturo, Samuel, Vctor
Hugo, Francisco, Yanet, Elizabeth, Valentn, Carlos Eduardo, Everardo, Juan Bello,
Cristian, Toms, Daniel, Arlem, Juan de Dios y Rubn.
Gracias por los consejos, correcciones, enseanza y respaldo a mis maestros: Mario
Magalln Anaya, Jaime Chavolla Mc Ewen, Miguel ngel Esquivel Bustamante, Isaas
Palacios Contreras, Mario Miranda Pacheco, Hernn Lavn Cerda, Gerardo de la Fuente,
Mara del Rayo Ramrez Fierro y a todos mis maestros del CELA.
Gracias a la Escuela Normal Superior de Mxico y compaeros de trabajo por la
comprensin y las facilidades otorgadas para la realizacin de este trabajo.
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The lights came out. The last banners passed, and the last moaning women, looking
back with awful intensity as they went. Slowly from the great Square ebbed the proletarian
tide I suddenly realised that the devout Russian people no longer needed priests to pray
them into heaven. On earth they were building a kingdom more bright than any heaven had
to offer, and for which it was a glory to die
John Reed
Ten Days That Shook the World
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4
INTRODUCCIN
El inters personal que ha desembocado en este trabajo surgi a raz de mi visita a
Nicaragua por un viaje de la Facultad en el ao 2002. En aquel viaje recorr algunos lugares
de Guatemala, El Salvador, Honduras y buena parte de Mxico. Sin embargo, Nicaragua
me sorprendi por una agradable diferencia de sus habitantes en comparacin con los
hermanos centroamericanos de los otros cuatro pueblos con los que haba tenido la fortuna
de convivir un ao antes en San Salvador en otro viaje no escolar. No saba bien en un
principio en qu consista esta peculiaridad y pens que era una apreciacin puramente
subjetiva influenciada por mis lecturas de poesa modernista en la preparatoria: Rubn
Daro y Enrique Gonzlez Martnez principalmente, quienes eran mis favoritos en aquella
poca. A aquella fascinacin habra que agregar seguramente mi gusto personal por los
paisajes tropicales que me han atrado desde la infancia. Pero esto, lo sospechaba desde
entonces, no explicaba la totalidad de lo que me inquietaba.
Luego de las primeras impresiones, not que su hablar era de lo que ms llamaba mi
atencin. No slo era que su acento fuera distinto, sino que, perciba, era ms como desde
el corazn era ms potica, reflexion despus. A la par de aspectos ms evidentes como
el acento, musicalidad, lxico y gesticulacin, me llam la atencin que aquel lenguaje
nicaragense denotaba una dignidad y orgullo que slo haba percibido en el discurso de los
indgenas rebeldes chiapanecos, en mi recuerdo del levantamiento zapatista de enero de
1994, tono que han conservado muchos de los pueblos indgenas que se remonta a tiempos
prehispnicos, aspecto al que Carlos Lenkersdorf dedic bueno parte de su vida profesional
para esclarecer su filosofa.
Y fue hasta entonces que me pregunt: Qu hace la diferencia entre un pueblo
pobre y otro para que su futuro excluya o incluya la eleccin de la guerrilla o el vandalismo
urbano, la depresin y resignacin o, al contrario, la lucha constante por su dignidad
humana? Esta pregunta la llev conmigo en aquel viaje tratando de responderla, hasta que
top con una blanca estatua de un hroe nicaragense en un lugar privilegiado de la ciudad
de Managua. A diferencia de casi todos los lugares donde haba estado, el hroe en cuestin
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no era un militar o un poltico sino un poeta: Rubn Daro (luego record que igualmente,
en La Habana, Jos Mart tiene un monumento tan o ms importante dentro de la ciudad).
En ese momento sent que algo se me revel y, en un acto casi reflejo, me interes por la
historia y cultura nicaragense y comenc a estudiarla especialmente pues saba que eso no
poda ser obra de la casualidad.
Me interes por Sandino y su lucha en contra de los invasores y por la soberana de
Nicaragua, inconclusa pero permanente en el corazn del pueblo an despus de su muerte
dando origen posteriormente al Frente Sandinista de Liberacin Nacional y su revolucin.
As iba de un aspecto a otro del tema, de Daro a Sandino, del marxismo-leninismo-maosta
de los orgenes del Ejrcito de Liberacin Nacional a la poesa. Fue hasta que en el estudio
del arte de la revolucin, ms especficamente los murales y los cuadritos de Solentiname
como les llamaba Julio Cortzar, encontr el concepto de Revolucin de los poetas que
defina cabalmente, en mi opinin, la ms reciente revolucin sandinista y el carcter
propio del pueblo que conoc.
Poco a poco, como dos caminos que confluyen, el de la poesa y la revolucin, en el
vrtice estaba Ernesto Cardenal quin, a la par de su famosa labor literaria, haba
participado activamente en la Rebelin de Abril1 y luego en el gobierno revolucionario
sandinista como Ministro de Cultura por diez aos y al mismo tiempo era un sacerdote que
haba sido monje.
Otros dos sitios de Managua, antes sin relevancia, aparecieron en mi memoria para
darme ms indicios: las catedrales (la derruida y la sper moderna) y el monumento a
Sandino2. Esos lugares tan aparentemente distantes en simbolismo, estilo y propsito
1 Movimiento armado poco organizado que intent, entre otros objetivos, asaltar el Palacio Presidencial en
Managua dnde estaba Anastasio Somoza Garca y fracas trgicamente en 1954. Cfr. Ernesto Cardenal. La
revolucin perdida. Memorias III. Mxico: FCE, 2005. La rebelin de abril, pp. 11-25. 2 Respecto a ese monumento resulta interesante la siguiente anotacin de Ernesto Cardenal en sus Notas del
noviciado (1957), muchos aos antes de la Revolucin y de que se construyera el monumento (1990) escribe:
Se me ha ocurrido esta escultura: Sandino, slo en silueta. Con sus pantalones bombachos, su sombrero, su pauelo al cuello, su cartuchera y tal vez un brazo en la cintura. ste deba ser el monumento a Sandino en
Nicaragua. Pero yo nunca tendr oportunidad de hacerlo. Ernesto Cardenal, Vida perdida. Mxico: FCE, 2003. p. 243.
Este monumento se construy en 1990 con las siguientes caractersticas: Promotor: Gobierno sandinista 1984.
Ejecutor: Ministerio de Construccin (MICONS), Escultor: Ernesto Cardenal. Loma de Tiscapa 18 mts. alto
por 5 mts. de ancho por 1 mt. de grueso. Para ms detalles sobre la historia del monumento, consltese:
http://www.manfut.org/monumentos/sandino.html
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hacan, empero, una armona extraordinaria en mi recuerdo, y eran la respuesta que
buscaba. Ah estaban los pilares del ser Nicaragense vueltos arquitectura urbana: la fe, la
poesa y la rebelda. Trinidad definitiva que a travs de los aos ha permanecido en su
pueblo.
Sin duda encontr en la obra de Ernesto Cardenal la sntesis ms coherente y
fascinante de los tres elementos que, a mi parecer, en distinta proporcin, siempre han sido
fuerzas naturales en Amrica Latina: La religin, el arte y la revolucin social.
*****
La idea de realizar esta tesis de licenciatura me parece pertinente pues considero
importantsimo el estudio de Ernesto Cardenal quien es un personaje imprescindible de la
historia, la literatura y la cultura latinoamericanas contemporneas. Su poesa se ha
criticado, interpretado, admirado, premiado y catalogado, nunca suficientemente, pero s
abundantemente en los aos recientes alrededor del mundo. Sin embargo, an hay un
aspecto que no ha sido suficientemente trabajado y es el de su pensamiento, y las
implicaciones de este, desde una perspectiva filosfica. Esta es la perspectiva a la que
pretendo aportar mi trabajo de tesis.
Toda obra artstica implica una filosofa, aunque en algunos casos no resulte tan
evidente como en otros. Ernesto Cardenal no es la excepcin, por el contrario su poesa es
un ejemplo arquetpico en Nuestra Amrica que contina la mejor tradicin de Jos Mart,
Rubn Daro y Pablo Neruda (ser que el mismo carcter del pensamiento en Amrica
Latina es potico) por mencionar slo a tres de los ms grandes3.
En Cardenal esta faceta filosfica puede inferirse a travs de sus obras poticas que
siguen fielmente una lnea de estilo bien definido dentro de la corriente coloquialista4, o
exteriorista, como l mismo se define ms acertadamente5. Sus temas son naturalistas,
3 Magnfica poesa nicaragense, latinoamericana, mundial. El ms grande poeta latinoamericano viviente,
despus de la muerte de Neruda. Enrique Dussel. Teologa de la Liberacin Un panorama de su desarrollo, Potrerillos Editores, 1995. p. 65. Nota 205. 4 Cfr. Roberto Fernndez Retamar. Para el perfil definitivo de hombre. La Habana: Lecturas Cubanas, 1981.
5 Esta es la definicin que el propio autor da, de la corriente a la que l se siente pertenecer, en una entrevista
que Mario Benedetti entonces director del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Amricas le hiciera en esa institucin como jurado de Poesa del Premio Casa, en 1970.
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teolgicos, histricos, polticos y sociales, dentro de una atmsfera mstica-cristiana y tica.
En su obra se integran las disciplinas de la teologa, la poesa y la poltica y logra penetrar
esas tres esferas profundamente volvindolas inseparables en nuevas y slidas entidades: al
mismo tiempo, forma es idea y materia, poesa es teologa y poltica. Tambin es necesario
el conocimiento de su vida y de sus obras escritas no estrictamente poticas como podran
ser, slo por mencionar algunos ejemplos, Vida en el amor, El evangelio en Solentiname,
adems de sus traducciones y antologas de poesa.
De entre las aportaciones que hace al pensamiento esttico latinoamericano la ms
importante es la de concebir a la poesa como un acto amoroso y revolucionario en s
mismo. Adems de colocar a la creacin artstica como vnculo entre la voluntad de Dios y
la realizacin de sta en la revolucin social; camino que haba sido trazado ya por la
Teologa de la Liberacin de forma directa (recordamos al Padre Camilo Torres, entre
muchsimos otros), pero sin pasar por esa etapa esttica de creacin-transformacin que,
considero, es fundamental para el desarrollo de dicha teologa.
El papel de Ernesto Cardenal en la historia y la poltica latinoamericana ha sido
fundamental, y sigue sindolo actualmente, en especial para Nicaragua. Cardenal y la
comunidad de Solentiname, fundada por l, son dos entes ineludibles de la cultura
latinoamericana, el arte y hasta la geografa. La vigencia de su pensamiento y de todos los
aspectos que constituyen el fenmeno de Ernesto Cardenal, hace urgente el estudio del
mismo desde la perspectiva filosfica multidisciplinaria de los Estudios Latinoamericanos.
Por otro lado, en el pensamiento latinoamericano, muy pocos pensadores o poetas
han tenido una visin tan universalista como Cardenal. Hay teoras de la liberacin, de la
revolucin, del nacionalismo, de la cultura, etctera, casi todas tomando como sujeto al
pueblo latinoamericano, o alguna otra identidad regional o cultural. Sin embargo, pocas han
E.C.: Es un nombre que le hemos dado a la principal corriente de poesa nuestra, a la que de alguna manera queramos denominar para distinguirla de otra clase de poesa muy de moda en la Amrica Latina, y que ya
se haba convertido en una plaga: el subjetivismo lrico-onrico del que hablaba antes. El exteriorismo es una
poesa que se hace con los elementos del mundo exterior. La interioridad expresada con las imgenes del
mundo exterior que nos rodea. Poesa hecha con los acontecimientos, las personas y las cosas. Esta poesa
puede incluir las realidades cotidianas, la ancdota, los nombres propios de personas y lugares; personas
con sus nombres y apellidos, de carne y hueso, y lugares reales, y tambin fechas y cifras si son necesarias. Revista La Ventana Mircoles, 20 de Enero del 2010.
http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=473.
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pensado en trminos de la humanidad en general como pueblo del mundo. Esto ltimo
podra parecer contradictorio, ya que estamos hablando de una voz que brota
fundamentalmente en unas islas olvidadas dentro un pequeo pas neocolonial. He aqu una
de las cosas ms sorprendentes de Ernesto Cardenal, su universalidad dentro de su
localidad. De esta forma, desde su localidad y a partir de lo que es tomado como
tradicionalmente personal y subjetivo como es el amor, ste ltimo se vuelve un imperativo
existencial cuya influencia es esparcida por Nicaragua, por Amrica Latina, por Amrica,
por el mundo, la humanidad, el universo, por todos los tiempos y por la totalidad de lo
existente: por Dios y por la totalidad del ser. Paradjico fenmeno que pretende ser
estudiado en sus propias contradicciones para obtener una teora general que pueda dar
unidad a travs de una concepcin de la poesa.
***
En forma aislada, el concepto de poesa en el pensamiento de Ernesto Cardenal ya
ha sido esclarecido y estudiado en la historia de su crtica. El problema que he detectado es
que no se ha hecho una labor sinttica ni profundamente filosfica de su pensamiento ni de
su poesa que pueda considerarse una teora general. Observamos, sin embargo, basados en
la crtica que ya se ha realizado, que el pensamiento de Cardenal se compone de distintas
temticas o perspectivas desde las cuales se puede mirar y criticar.
Podemos decir que su pensamiento, a pesar de que su nombre es mencionado en
muchos de los textos sobre Teologa de la Liberacin, es profundizado en muy pocos. Ello,
a mi parecer, se debe a que no tiene ningn escrito propiamente argumentativo en donde
ponga en claro sus ideas filosficas, estticas, revolucionarias o teolgicas de manera
sistematizada. En esto radica igualmente la necesidad de este trabajo.
Una de las ms valiosas excepciones, por su extensin y estudio del tema, la
constituye el trabajo de la investigadora Arianna Fabbri Y son cosas que los que se aman
se dicen en la cama La poesia mistica di Ernesto Cardenal. Ah se hace un anlisis de las
ideas teolgicas contenidas en sus poemas, principalmente en la relacin mstica que
presentan, caracterstica que tiene su origen etimolgico en el misterio, lo escondido, por lo
que el arte es precisamente esa forma de tener comunicacin con el mundo divino y a travs
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de ese mundo, como una revelacin de Dios, se vuelve revolucionario por necesidad.6 La
tesis tiene una perspectiva totalmente teolgica y literaria, ms no filosfica explcitamente.
Cabe destacar tambin, por su exhaustividad sobre el tema, el libro Hacia el hombre
nuevo: poesa y pensamiento de Ernesto Cardenal de Paul W. Borgeson Jr. quien hace una
historia de la ideas de Cardenal dentro de sus poemas. Ah podemos ver cmo su
pensamiento se fue desarrollando, biogrfica y literariamente, reflejndose a lo largo de su
poesa. Las principales carencias de este texto son que fue escrito en 1984, lo que
representa la imposibilidad temporal de tener al alcance dos obras fundamentales para
cualquier trabajo que pretenda estudiar la biografa y la poesa de Ernesto Cardenal: sus
ms de mil pginas de memorias y sus ms de quinientas pginas de su obra considerada
ms distintiva, Cntico csmico. Esto se traduce en un exceso de vacos que impiden dar
una idea global de su pensamiento.
El texto de Borgeson corre prcticamente a la inversa de sta tesis porque pretende
ser un trabajo analtico y concreto de su poesa y de sta se revelan algunas islas de su
pensamiento, pero no la unidad, ah mismo se reconoce: Aqu tampoco caeremos en
conjeturas verosmiles que pudieran rellenar las lagunas que an queden; ante lo
desconocido, mejor callaremos.7 En esta tesis, por el contrario, lo que ms nos interesar
es el concepto de poesa que podemos abstraer de su pensamiento apoyados en su vida y
obra. Nuestro mtodo es distinto porque parte de la filosofa hacia la poesa y aspira a ser
una sntesis del fenmeno potico-filosfico en Ernesto Cardenal. Esta perspectiva nos
permitir hacer conjeturas sobre las lagunas que dicho fenmeno representa y as llenar
los huecos que se presentan para lograr una idea de unicidad y de teora general de su
poesa.
Fuera de estos dos ejemplos no he reconocido un estudio completo sobre el tema de
su pensamiento que pueda sentar las bases definitivas para su estudio, sin embargo, de
manera aislada y desarticuladamente, considero que hay suficientes elementos en las
innumerables pequeas y dispersas, pero muy valiosas, crticas que se han hecho sobre su
6 Arianna Fabbri. Y son cosas que los que se aman se dicen en la cama La poesia mistica di Ernesto
Cardenal, Italia: 2007. Tesis Doctoral defendida en la Universidad de Bologna. p. 16. 7 Cfr. Paul W. Borgeson Jr. Hacia el hombre nuevo: poesa y pensamiento de Ernesto Cardenal. Madrid:
Tamesis Books Limited, 1984. P.12.
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vida, obra y pensamiento. Destaco el libro coordinado por la Dra. Elisa Calabrese Ernesto
Cardenal poeta de la liberacin y el nmero 234 de la revista Casa de las Amricas que
dedica su edicin a la semana consagrada a Ernesto Cardenal en ese mismo centro cultural.
Ambos textos sern la base de mi tesis en cuanto a crtica e interpretacin de Ernesto
Cardenal.
Dentro del concepto de poesa que pretendemos demostrar en esta tesis es necesario
tomar como punto de partida tres aspectos fundamentales, 1) la teora de la esttica
trascendente, 2) la teora de la esttica revolucionaria y 3) la Teologa de la Liberacin.
1) La esttica trascendental que nos permite asomarnos a una verdad ms all del
mundo material comienz con Platn, para quin la belleza en los objetos del mundo
material era un reflejo de la Belleza absoluta presente en el mundo de las ideas, por lo tanto
se podra decir del arte griego por extensin que, al buscar la belleza en sus obras, buscaba
trascender a una belleza eterna y total y en ltima instancia a ese mundo ideal. sta idea
contina en esencia hasta Immanuel Kant, quien definitivamente separa el gusto de la
objetividad volviendo subjetivo el concepto de belleza y, por tanto, deja de ser trascendente
en un sentido metafsico. La misma concepcin inmanente es retomada por Hegel,
sosteniendo que la belleza es una manifestacin, y no slo un reflejo, del espritu en
libertad que est ms all del objeto bello. Con Hegel lo que marcar la diferencia respecto
de Kant, es que los elementos que forman lo bello no estn organizados como un mero
patrn que depende del gusto intersubjetivo, sino que estn unificados orgnicamente como
parte del todo.8
El ltimo en postular una esttica trascendental casi mstica es Martin Heidegger.
Dentro de su ontologa, tiene la idea de que la poesa en s misma devela una verdad propia
aparte de la que se puede acceder por otros mtodos, por ejemplo la filosofa lgica. As,
especialmente en los ensayos Poticamente habita el hombre y Para qu poetas?,
analizando algunas obras poticas de Hlderlin y Rilke, trata de mostrar cmo la poesa nos
da la oportunidad de asomarnos a algunas de las ms profundas relaciones del hombre con
8 Organically, originalmente en la versin tomada de internet de la Stanford Encyclopedia of Philosophy.
Thomson, Iain, Heidegger's Aesthetics, The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2010 Edition),
Edward N. Zalta (ed.), http://plato.stanford.edu/archives/fall2010/entries/heidegger-aesthetics/
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su existencia y en ltima instancia con el conocimiento del ser; fin que debe perseguir toda
filosofa, segn l mismo. Sobre esta base filosfica heideggeriana situaremos el concepto
de poesa de Ernesto Cardenal y, a la luz de la interpretacin sartreana y marxista de
Ricardo Guerra sobre el pensamiento de Heidegger y la filosofa que deber venir despus
del siglo XX, se pretender demostrar su actualidad.9
2) Sobre la tradicin de la teora de la esttica revolucionaria de la filosofa
moderna, tenemos que en primer trmino fue Friedrich Shiller quien, en sus Cartas sobre la
educacin esttica del hombre (influenciadas por la filosofa de Kant, donde la belleza
rene las mejores cualidades sensibles y racionales al mismo tiempo), propuso que la
esttica y su enseanza era una de las partes fundamentales de la poltica para alcanzar un
verdadero estado racional y liberal. Aunque la idea no era completamente nueva entonces,
sino que ya vena desde los griegos, se nota una lnea directa con la filosofa esttica
revolucionaria que se retomar posteriormente durante el siglo XX. Es de notarse que aqul
inters sobre la esttica y la poltica se fue olvidando gradualmente por el influjo de las
corrientes positivistas en boga que desconocieron ese aspecto sensible del hombre durante
el siglo XIX.
Finalmente, quienes retoman esa cuestin y le dan un sentido contemporneo
son algunos integrantes del Crculo de Frankfort. Ellos cambian el sentido puramente
educacional a uno donde lo sensible se vuelve tan importante como lo racional bajo la
influencia del psicoanlisis y el marxismo. De entre todos, quienes ms claramente
formularon una teora esttica revolucionaria fueron Herbert Marcuse, Theodor Adorno y
Walter Benjamin. Estos autores intentaron humanizar al marxismo e integrar la dimensin
esttica a la transformacin del mundo pero en algn momento comenzaron a plantear una
teora independiente que se alejaba de lo que podra ser estrictamente marxista.10
Por esta ltima razn y sin apartarme demasiado del espritu que brinda importancia
revolucionaria a la esttica de la escuela de Frankfurt, es que un marxista ms ortodoxo
como Louis Althusser me parece ms aproximado al concepto de poesa de Cardenal.
9 Cfr. Ricardo Guerra. Filosofa y fin de siglo Mxico: UNAM, 1998.
10 Cfr. Samuel Arriaran, Filosofa de la posmodernidad. Crtica a la modernidad desde Amrica Latina.
Mxico: FFyL-UNAM, 2000.
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Althusser mira la poesa y el arte como parte del proceso de produccin del pensamiento y
como una lucha por las palabras, las cosas, y en ltimo sentido, lucha por la verdadera
religin. Todo esto, bajo el concepto de ideologa, adquiere propiedades procesuales,
revolucionarias y religiosas mucho ms acordes a los planteamientos cientficos y
dialcticos de los que se auxilia Ernesto Cardenal. Adems de todo eso, Althusser reconoce
en la filosofa, la forma por excelencia para trabajar este material ideolgico. Es por eso
que esta tesis quedar enmarcada dentro de su teora general de la ideologa, tratando de
desarrollar la parte esttica revolucionaria especficamente.
3) De la Teologa de la Liberacin, muy sucintamente y reconociendo su
heterogeneidad, podemos afirmar que, en su aspecto histrico, parece suficientemente
estudiada y est admitido generalmente trazar una ruta geogrfico-histrica desde sus
orgenes en el Concilio Vaticano Segundo, despus por el congreso de Medelln, Colombia,
y de ah, por diversos lugares de Amrica Latina, entre otros, Per, Mxico, Brasil y
Centroamrica11
. La parte filosfica de la misma en cuanto desarrollo de sus fundamentos,
es un tema central en la obra de Enrique Dussel; por ejemplo, en el libro Las metforas
teolgicas de Marx12
donde el filsofo da cuenta de la relacin entre ciertos textos de Marx
y la religin judeo-cristiana, principalmente en su argumentacin contra el fetichismo.
Igualmente, en el libro Teologa de la Liberacin13
del mismo autor, se hace una historia de
las ideas de esta corriente y su construccin ideolgica desde el ao 1511 hasta la dcada de
los noventa del siglo pasado. Imposible dejar fuera el libro clsico sobre el tema Teologa
de la liberacin-Perspectivas de Gustavo Gutirrez de 1971 quien por cierto propone ah,
por primera vez, el nombre del movimiento, pero mucho ms importante ser la visin
marxista que propone afirmando que la condicin de pobreza que se vive en el tercer
mundo es sujeta de cambiarse materialmente y no slo desde la espiritualidad14
. Aunque en
este trabajo no se entrar en la discusin de esta corriente teolgica ser necesario tomar en
cuenta que el pensamiento de Ernesto Cardenal se inscribe dentro de ella.
11
Para seguir los diferentes rumbos y matices que toma esta teologa histricamente Cfr. Hugo Latorre Cabal.
La revolucin de la Iglesia latinoamericana. Mxico: Joaqun Mortiz, 1969. 12
Cfr. Enrique Dussel. Las metforas teolgicas de Marx. Editorial Verbo Divino, 1994. 13
Es de notarse que en este texto se menciona explcitamente slo una vez a Ernesto Cardenal y se cita uno de
sus salmos como ejemplo de poesa, pero en ningn lugar se le menciona como pensador o telogo. Cfr.
Enrique Dussel. Op. cit. 14
Gustavo Gutirrez. Teologa de la liberacin : perspectivas. Salamanca: Sigueme, 1999.
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13
***
El problema principal que intentar resolver es el que plantea en s mismo la
construccin del concepto de poesa que Ernesto Cardenal emplea en sus obras y que no ha
sido clarificado suficientemente desde la teora literaria, que se ha conformado con
clasificarlo en una corriente o generacin, cuando sta tiene adems alcances teolgicos,
polticos y filosficos importantes. Esta tesis pretender ser una teora de la poesa de
Ernesto Cardenal que permita explicar la totalidad de su obra y como tal una propuesta de
potica revolucionaria que permita aportar elementos al desarrollo de lo que podramos
llamar una Esttica de la liberacin.
Para tal propsito, imbuido metodolgicamente por el proceso de construccin de
conocimientos de Louis Althusser15
, partir de una exposicin introductoria a las ideas de
Ernesto Cardenal en el contexto de su vida en un sentido descriptivo en el primer captulo;
esto constituir la materia prima. En el segundo captulo, guiado por la potica
trascendental de Heidegger como teora esttica, tratar de revisar la crtica que se ha hecho
a Ernesto Cardenal con el sentido de problematizar su concepto de poesa y dar
antecedentes y argumentos a favor de mi interpretacin personal; esto constituir el
conocimiento emprico y terico que se tiene actualmente de su obra (estado de la
cuestin). Sobre esta crtica, ya en el tercer captulo, en forma afirmativa construir el
concepto de poesa que, a mi juicio, contiene su pensamiento, este ser el producto final de
aquel proceso mencionado. Un producto abstracto-formal que sirva para el estudio
posterior de la totalidad de su vida y obra (objetos concreto-reales).16
***
La hiptesis de esta tesis versa sobre A) la aportacin de Ernesto Cardenal al
pensamiento filosfico-esttico latinoamericano como una potica indita, B) el concepto
de la poesa como un acto amoroso, trascendental y revolucionario en s, y C) el esbozo de
15
[] podemos decir que el conocimiento concreto de un objeto concreto se nos presenta como la sntesis de que habla Marx. Sntesis de los conceptos tericos (en sentido preciso) necesarios, combinados con los
conceptos empricos elaborados. Louis Althusser. La filosofa como arma de la revolucin. Mxico: Siglo XXI (Cuadernos de pasado y presente. Nmero 4), 1981. p. 75. 16
[] podemos decir que un discurso terico puede, segn su nivel, versar tanto sobre objetos abstractos y formales como sobre objetos concretos y reales. Ibdem.
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14
una teora general de la poesa de Ernesto Cardenal. Tal concepto, objeto de esta
investigacin, plantea cuatro cuestiones fundamentales a demostrar:
1) Sus obras implican ideas esttico-filosficas valiosas y relevantes.
2) La poesa como va trascendente del hombre en la bsqueda del ser y de Dios.
3) El comunismo como la forma de vivir en el amor de Dios y, por lo tanto, nica
justificacin existencial del hombre cristiano.
4) La poesa como proceso de transformacin del mundo en el mbito ideolgico.
5) El concepto de poesa que se extrae del pensamiento de Ernesto Cardenal
constituye toda una potica independiente e irreductible a otras corrientes: el exteriorismo.
Por lo tanto, al final de este trabajo deber quedar demostrado que el concepto
propuesto aqu es el que mejor se adecua a la vida y obra de Ernesto Cardenal para su
estudio y comprensin. Esto implicar que, en su pensamiento, la relacin con el ser y el
espritu que se propone toda religin, conlleva una actividad prctica de cambio del mundo
hacia mejores formas de existencia poltica, econmica y social. Esta actividad prctica es
lo que se llamar poesa (poiesis, no praxis).
El paso de Dios a Marx est ya dado en la Teologa de la Liberacin, por lo que la
aportacin de Cardenal consistir en la incorporacin de la actividad productiva del hombre
sensibilizado, el artista, el poeta, como rasgo fundamental del verdadero hombre cristiano y
revolucionario. Es decir, ese nuevo hombre pretendido no estara nunca completo sin esa
parte potica que supone una sensibilidad especial hacia Dios y su creacin y hacia sus
hermanos. Por medio de diversas tcnicas (medios de produccin, mtodo, pattern, etc.)
expresa el amor-ser constituyente de las cosas existentes, transformando as,
definitivamente, al mundo material y espiritual cuya dicotoma quedara disuelta
eternamente en la entropa fsica y/o la salvacin espiritual.
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15
CAPTULO I Todas las cosas se aman
1.1 Ernesto Cardenal, su vida y su obra.
La vida de Ernesto Cardenal, como la de cualquier persona, corre paralela al
desarrollo de su pensamiento. La madurez del pensamiento se va alcanzando gradualmente
con el tiempo, pero los aos de la infancia son definitivos en la construccin de la idea del
mundo del sujeto. En el caso que nos ocupa, la niez y la interpretacin que de ella hace el
propio autor en sus memorias, reflejar toda la influencia que alcanz posteriormente en su
vida y obra. Ms tarde, con la adolescencia y las experiencias de juventud y madurez, se
terminar por concretar el personaje de reconocida trayectoria que nos ocupa.
Ernesto Cardenal Martnez nace en la ciudad de Granada, Nicaragua en el ao 1925
en una familia burguesa de comerciantes. Crece inmerso en un ambiente social, econmico
y cultural inmejorable17
que le permite tener una educacin con lecturas cultas desde
temprana edad, prcticamente el mismo escenario de la infancia de Rubn Daro (Las casas
donde pasaron sus respectivas infancias en Len quedan a unas cuadras de distancia)18
.
Su vocacin queda manifiesta desde temprana edad cuando jugaba a ser sacerdote y
poeta19
. Recibe la primera educacin informalmente junto a su hermano Popo con una
17
Fue sobrino de Jos Coronel Urtecho y Lino Argello, primo de Pablo Antonio Cuadra y Pedro Joaqun
Chamorro. Incluso estaba emparentado lejanamente con los Somoza: Bernab Somoza, el bandolero, abuelo del dictador, era mi to tatarabuelo. Ernesto Cardenal, Vida perdida, p.243 18
Ibd., p. 296. 19
Antes de aprender a leer y escribir yo haba hecho una poesa. Recuerdo que la saba de memoria, porque cuando me decan que la recitara ante una visita me pona de pie y la recitaba. Era sobre la tumba de Rubn
Daro que estaba enterrado en la catedral de Len. Y hablaba no s qu de las campanillas de la rosas, y tal
vez de estrellas; incoherencias infantiles que yo llamaba poesilla. Curioso que ya a esa edad un poeta me
atrajera la atencin. Ibd., p. 295. Por ese tiempo yo jugaba a celebrar misa. Ibd., p. 316.
-
16
seora que los ensea a leer y escribir. Ms tarde entra al colegio de los Hermanos
Cristianos en Len para estudiar la primaria.
Ya para la secundaria es inscrito en el Colegio Centroamrica, internado de
jesuitas frente al lago en Granada en dnde comienza a leer poesa junto a su amigo el
poeta Carlos Martnez Rivas. Leen a Daro, Vallejo y Neruda, entre otros, y escriben sus
primeras poesas.
Se apasiona en esos aos, adems de la poesa, por la arqueologa (organiza
expediciones a los alrededores) y por la poltica (como lder de los estudiantes dentro de la
escuela). Paradjicamente odia la ciencia y las matemticas que posteriormente se
convertirn en su pasin20
.
Al terminar el bachillerato y en vista de su vocacin potica, sus padres lo mandan a
Mxico a estudiar la carrera de Filosofa y Letras en la UNAM21
. Tras publicar sus
primeras obras importantes en Cuadernos Americanos y terminar la carrera con la tesis
Ansias y lengua de la nueva poesa nicaragense, su padre lo manda a continuar sus
estudios como postgraduado en letras a la Universidad de Columbia, Nueva York, en el
centro de Manhattan misma Universidad donde estudi Thomas Merton aos antes. Al
igual que en Mxico, no sern las clases lo que ms disfruta o aprovecha, sin embargo
sacar ventaja de sus visitas frecuentes a la biblioteca de la Universidad de Columbia y la
Biblioteca Pblica de Nueva York.
20
[] y yo que odi tanto la fsica con el Padre Muruzbal / y ms todava el lgebra del Padre Stella. Ernesto Cardenal. Cntico Csmico. Managua: Editorial Nueva Nicaragua, 1998. p. 47. 21
En la Facultad de Filosofa y Letras de Mxico las clases para m no eran interesantes. Lo era el caf de la Facultad [por las plticas que tiene con amigos y diversos personajes muy importantes en la cultura mexicana y latinoamericana de la poca. Ellos eran Ernesto Meja Snchez, Rosario Castellanos, Augusto
Monterroso, Lolita Castro, Wilberto Cantn, Alfredo Sancho, Ninfa Santos, Henrique y Pablo Gonzlez
Casanova, Pedro Joaqun Chamorro y Luis Echeverra lvarez.] Ernesto Cardenal. Vida perdida. p.40.
-
17
Vuelve a Nicaragua y su vida transcurre normalmente en su librera de Granada
junto a la perpetua disyuntiva entre matrimonio o vida religiosa. Participa en la fallida
Rebelin de Abril pequeo pero conocido intento armado contra Somoza. Escribe y
divulga algunos epigramas polticos como Annimo Nicaragense en diversos lugares,
destaca que Pablo Neruda lo publica en Chile en la revista Gaceta de Chile en el ao de
1955.
Es hasta 1956 que tiene la experiencia mstica que revelar definitivamente su
vocacin religiosa y partir su vida por la mitad:
El sbado 2 de junio al medioda [] estaba yo en mi librera []. El hecho es que me sent abatido hasta el fondo del abatimiento. [] Entonces me rend a Dios. [] Dije desde lo ms hondo de mi alma: Me entrego. [] Al hacer esa entrega sent en m un vaco que no tengo otra manera de calificarlo sino
como csmico. La pobreza total dentro de m. Estaba ya sin nada.22
En esta renuncia sbita a todo en busca de Dios y gracias al consejo no menos
mstico de su abuelita Agustina23
, hace su solicitud de ingreso al monasterio trapense de
Nuestra Seora de Gethsemani en Kentucky, Estados Unidos. En 1957 es aceptado como
novicio, su maestro ser el Fraile Mara Louis despus sabr que es el propio Thomas
Merton. Ya como Fray Mara Lorenzo (nombre que le es asignado a Ernesto dentro de la
comunidad monstica) recibe toda la influencia del pensamiento maduro que Thomas
Merton le transmite directamente en su papel de maestro de novicios.
Durante ms de dos aos permanece en el seguimiento de la Regla de san Benito
con una sorprendente vocacin24
. Al tener prohibida la publicacin de poesa y con un
22
Ibd., p. 74. En adelante, su vida girar en torno a este acontecimiento mstico. Sus propias memorias
comienzan despus de este suceso. 23
Le pregunt [a mi abuelita Agustina] entonces: Y a qu orden debo entrar? Su respuesta fue sin vacilar: Trapense como Thomas Merton. Ibd., p. 78. 24[Thomas Merton] No entenda cmo yo poda haber renunciado a la poesa tan fcilmente, y estaba siempre feliz, sin ningn conflicto espiritual, ni angustias ni crisis de ninguna clase. Ibd., p. 77.
-
18
mnimo de tiempo libre, slo puede escribir algunas notas de las que saldr posteriormente
el material e ideas de los libros Vida en el amor y Salmos25
. Este periodo de reflexin
permear en toda la obra siguiente consolidando sus elementos msticos26
.
Por motivos de salud una gastritis que no lo dejar continuar con su vida monstica
regular y en contra de su voluntad, Merton le comunica que se tiene que ir de Gethsemani
y lo recomienda con dom Gregorio Lemercier en el monasterio benedictino de Santa Mara
de la Resurreccin en Cuernavaca, Mxico27
.
En este monasterio contacta a algunos amigos poetas beats cuyas obras ya est
traduciendo en aquel momento para la Antologa de Poesa Norteamericana que prepara
junto a Jos Coronel Urtecho. Philip Lamantia (el beat catlico) se casa por la iglesia
catlica en Cuernavaca y Cardenal es el padrino. Pero antes ya haba llegado Harvey Wolin
con Ernesto: Dispuso ir a recibir instruccin religiosa al monasterio de Cuernavaca,
adonde le haban dicho que haba un monje beat (yo)28; posteriormente lleg Howard
Frankl, tambin.
Pero la idea de Cardenal ya era desde el inicio fundar una comunidad contemplativa
en Amrica Latina ms que la vida monstica en Cuernavaca:
[] ya iba determinado a no hacer votos sino a esperar la salida de Merton para la fundacin que furamos a hacer donde quiera que fuera; o estudiar para el sacerdocio
en un seminario si no aconteca eso. Ya estaba determinado a no ser benedictino, y
entonces me sent otra vez feliz y en paz29
.
25
Todas estas notas se encuentran transcritas en el captulo Notas del noviciado. Ibd., pp.182-246.
El hecho de que el material de ambos libros posteriores sali de ah es evidente, incluso se pueden considerar
ests notas, a mi juicio, como una versin preliminar de Vida en el amor. 26
Cfr., Fabbri, Arianna. Op. cit. Toda la investigacin versa sobre los elementos msticos de su obra potica. 27
Ernesto Cardenal. Vida perdida. p. 178. 28
Ibd., p. 276. 29
Ibd., p. 250.
-
19
La gastritis no se termina de curar tampoco con el tratamiento psicolgico que le
recomienda dom Lemercier y abandona Mxico. A finales de ese ao, 1961, yo dej
Cuernavaca para ir a un seminario en una regin montaosa de Colombia, en las
estribaciones de los Andes, y para despus fundar una pequea comunidad en el Lago de
Nicaragua30.
Su obra alcanza la madurez en este momento aunque se desarrollar posteriormente
consolidando dos elementos ya presentes pero relegados hasta entonces: el primero se
origina de la visita que hace a Cuba en 1970, en dnde tiene una segunda conversin
convirtindose en comunista31
y el segundo es la incorporacin de la ciencia y su lenguaje a
sus poemas, llegando a su cspide en la poesa del Cntico Csmico.
En esa comunidad del archipilago de Solentiname pasar, viviendo y enseando el
evangelio32
ms de diez aos entre 1965 y hasta 1977, cuando es destruida por el gobierno
de Somoza por considerarla una clula insurgente. Tras el triunfo de la revolucin
sandinista en 1979, es nombrado ministro de cultura del Gobierno Revolucionario, dura en
este puesto hasta 1990 (ao en que la revolucin pierde el gobierno por la va de las
elecciones). Lo que para l signific esta ltima etapa de la Revolucin Sandinista es
contada en el tercer tomo de sus memorias resumiendo su impresin de derrota en el ttulo:
La revolucin perdida.
30
Ibd., p. 280. 31
Yo no poda ayudarle porque era anticomunista. En mi correspondencia con Merton que se ha publicado hay una carta ma de las escritas desde Cuernavaca en que le digo de Cuba: Cambiaron un imperialismo por
otro: una esclavitud por otra, y la nueva ha sido peor que la otra. Cuba es ahora verdaderamente un pas
sovitico. Y pens as hasta que fui a Cuba. Ibd., p. 279. 32
De este periodo da cuenta el libro El evangelio en Solentiname, dnde se narran los dilogos sobre los
evangelios entre los habitantes de la comunidad. Cfr. Ernesto Cardenal. Las nsulas extraas, Memorias II
-
20
1.2 Metafsica y fsica.
A pesar de que las ideas de Ernesto Cardenal no estn ordenadas con un criterio
argumentativo filosfico sino que estn dispersas en su poesa o en entrevistas, se pueden
reconocer fcilmente distintos niveles en la fundamentacin de sus conceptos a travs de
sus obras. Siguiendo los niveles clsicos de generalizacin-abstraccin de las disciplinas
filosficas33
tendramos, en el nivel ms profundo, sus ideas metafsico-teolgicas. stas se
presentan ligadas inmediatamente a la fsica, por la influencia de su cientificismo, y a la
teologa, por su carcter religioso.
Ambas, metafsica-teolgica y ciencia-fsica-moderna explican, segn Cardenal, a
Dios, slo que en distintas representaciones. Esta idea ya viene desde el origen de la propia
idea de Dios como explicacin primaria de los fenmenos naturales, y permanece al lado de
la ciencia ya en el siglo XX con el debate de la fsica dnde Einstein nos dice que Dios no
juega a los dados. Por supuesto que no se puede pasar por alto el trabajo de Teilhard de
Chardin al respecto, ste influenci de manera definitiva el pensamiento de Ernesto
Cardenal como veremos en el captulo 2.2 dedicado al tema y 3.2 dnde se explica mi
interpretacin personal sobre el pensamiento de Ernesto Cardenal.
Para los fines de este captulo nos limitaremos a exponer las ideas que a partir de su
vida y obra hacen manifiesto su pensamiento.
***
El principio sustancial csmico para Ernesto Cardenal es el amor. ste constituye la
amalgama de la naturaleza y su ley suprema. Como principio fundamental es extensible
33
Aristteles, por ejemplo, identifica distintos niveles de conocimiento. Del inferior al superior: sensible,
emprico, tcnico, cientfico y sabio. Metafsicos (980, A. sqq.) citado y explicado en Introduccin Filosfica
a la Potica, Juan David Garca Bacca. En Aristteles. Potica. Mxico: UNAM, 2000. p. XIII.
-
21
posteriormente hacia mbitos del conocimiento ms restringidos, ayudando a comprender y
definir conceptos cientficos, sociales e histricos. Se puede afirmar, en consecuencia, que
lo que l propone ante todo es una metafsica ertica u ontologa ertica: Todas las cosas
se aman34.
Pero para que las cosas de la naturaleza puedan amarse tienen que estar
forzosamente en alguna forma de relacin o comunicacin unas con otras y no aisladas, sin
esta unin, amar se vuelve imposible y el cosmos se desintegrara dando paso slo al
caos35
. El hombre con su civilizacin moderna se ha separado cada vez ms de la
naturaleza, retrayndose hacia s mismo y desligndose de todo lo que le rodea. Incluso ha
llegado a apartarse de sus propias necesidades bsicas materiales y espirituales,
enfocndose en cuerpo y alma a realizar su idea de progreso. Sin embargo, en este proceder
autodestructivo, ignora la Ley de amor 36
que rige absolutamente todo y que constituye la
tendencia de las cosas a estar juntas en la unidad del universo compartiendo con ste
esencia y ser. El movimiento eterno de la naturaleza que es rtmico, es decir constante y
regular, devuelve las cosas a su sitio y va reincorporando todo lo que eventualmente intenta
apartarse. Todo lo que destruye la Unidad quedar destruido por naturaleza37
.
Los entes aislados son incompletos por naturaleza, son como un miembro sin cuerpo
porque pertenecen a otra forma mucho ms integral y perfecta que es Dios, pero estn
apartados de l y eso les causa un malestar vital. Por eso, todo ser en el fondo busca
34
Ernesto Cardenal. Vida en el amor. Espaa: Trotta, 2004. p. 19. 35
Segn la teora de Prosser: / todo est en todas partes / aunque slo aparezca en un punto particular. / (Cada vez ms parecidas fsica y mstica). / O segn Bohm: el universo entero est en cada una de sus partes. Ernesto Cardenal. Cntico Csmico. p. 77. 36
Ernesto Cardenal. Vida en el amor. p. 19. 37
Slo la vida crea orden y mantiene orden. [] Slo la vida es la creacin del orden / contra la destruccin. Ernesto Cardenal. Cntico Csmico. p. 36.
-
22
reintegrarse a ese centro existencial y quiere ser parte del todo, persigue en todo tiempo y
lugar una puerta que lo conduzca hacia ese alivio unitario.
Dios es Amor al Amor por eso nosotros debemos continuar amndolo para que el
ciclo sea eterno, permanecer enamorados de l para mantener completa la unidad. Sin
embargo, esta unidad es diversa, est determinada dialcticamente en la misma forma de la
santsima trinidad en donde dos entidades (en ese caso el padre y el hijo) que se aman dan
origen a una tercera (el espritu santo). Este es tambin el principio bsico del amor; una
ecuacin en la que dos infinitos se suman para crear otro infinito, completamente nuevo
pero ms complejo y perdurable. El verbo, el espritu santo, el amor, vienen a ser nombres
que le damos a este mismo proceso dialctico en distintos horizontes de la existencia. 38
Dios es el ser mismo, Cuando Dios dio su nombre dijo El que Es39; el ateo,
negando la existencia de Dios, al reconocer cualquier otra existencia est afirmando a Dios
implcitamente. Segn Ernesto Cardenal, lgicamente, el ateo tendra forzosamente que
dudar de la existencia de la existencia para ser ateo, lo que sera una paradoja inaceptable40
.
Dios es el cambio y la transformacin de las cosas, quien se empea en quedarse en
la forma de este mundo y con su propia individualidad se aleja de l porque se aleja de la
Unidad. Dios, sin embargo, es mltiple y diverso como su creacin misma que a pesar de
ser tan dismil en muchos aspectos conserva ese sello caracterstico de quin la hizo. Existe
un divino estilo41
que se define como la imagen y semejanza de Dios en todas las cosas. De
entre la materia del universo, el ser humano se distingue por tener una posicin especial:
38
Ernesto Cardenal. Vida en el amor. p. 47.
Inevitable recordar la 1ra epstola de Juan 1Jn:4,8 El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor.
La Biblia. Edicin XXIII. Espaa: Coedicin: San Pablo y Verbo Divino, 1995. 39
Ernesto Cardenal. Vida en el amor. p. 48. 40
El ateo que niega la existencia de Dios tambin afirma en parte una verdad de Dios: la no existencia de Dios, en el sentido en que las otras cosas existen; o lo que los telogos llaman la trascendencia de Dios. Ibd., p.49. 41
Ibd., p.74.
-
23
t eres la materia enamorada, la conciencia y corazn del universo. Todo el cosmos es
un solo cuerpo.42
Para San Gregorio Magno, dice Cardenal, la naturaleza siempre est comindose y
dndose de comer43. Esto se empareja con el concepto de la serpiente que se muerde la
cola de las culturas originales de Mesoamrica, otra de las fuentes principales de su
pensamiento. El movimiento dialctico es tomado ms que de la filosofa occidental
(Hegel, por ejemplo) de la filosofa prehispnica o incluso oriental que por su carcter
religioso y potico se adapta ms a sus propias concepciones e intenciones.
Esta cintica amorosa trasciende lo histrico y vence incluso el lmite existencial
humano de la muerte. La vida y la muerte son una misma cosa44, la muerte es derrotada
no por la afirmacin de la vida como negacin de la muerte sino por la afirmacin de la
vida como afirmacin de la muerte. La muerte no es un hecho absurdo que nos alcanza45
sino que toma un sentido que es la resurreccin en otras formas ms acabadas que nos
acercan a la unidad total. En este proceso, comer es una forma de comunin con el proceso
del cosmos, nuestra carne resucita en otros seres.46
La materia y el espritu dejan de ser categoras contrapuestas, lo material adquiere
un sentido al ser parte de lo espiritual que se realiza igualmente a travs de lo material. La
42
Ibd., p.113-114. 43
Ibd., p.115. 44
Ibdem. 45
Ricardo Guerra analizando la derrota de la muerte por medio de la libertad con el ser-para-s de Sartre dice:
La muerte es contingencia, viene a nosotros desde afuera y nos transforma desde fuera (la muerte transforma la vida en destino), es un puro hecho, como el nacimiento; es absurdo que hayamos nacido, es
absurdo morir. La libertad como fundamento. Op. cit.,. p. 89. Ernesto Cardenal en Cntico Csmico reflexiona: Si la muerte es un absurdo, la vida lo es, / pero si tiene sentido, lo tiene la vida. Ernesto Cardenal. Cntico Csmico, p. 56. 46
Ernesto Cardenal. Vida en el amor, p. 116.
-
24
Madre Naturaleza se ha hecho santa con la Virgen Madre47, todo lo que proviene de ella es
tambin sagrado. Regresando a las culturas prehispnicas que tienen muy claro esta
concepcin recuerda que: Los mayas crean que el hombre estaba hecho de maz, porque
tenan conciencia de esta comunin y de este Cuerpo Mstico.48 Los sacrificios
prehispnicos eran una forma de comunin, elemental pero profundamente religiosa en la
intencin de unin con el todo, exactamente la intencin de la eucarista cristiana.
Pero no propone regresar a las formas pasadas de la historia o la religin sino
adoptar una nueva integracin de la materia y el espritu en el cristianismo: La naturaleza
es por eso ms sagrada para el cristiano que lo fue nunca para el pantesmo pagano.49
1.3 La belleza y el fenmeno esttico.
Para Ernesto Cardenal la belleza se encuentra en la tierra de forma velada, ocultada
para la mayora de los hombres que aunque la nombran no la conocen verdaderamente. Lo
que en realidad miramos en los rostros, en los animales, en las plantas, etctera, es slo la
imagen de Dios reflejada que es autnticamente bella50
. Nosotros le llamamos Belleza pero
es la presencia de Dios.
Pero no slo es belleza como percepcin sensible o de gusto, sino que la que vemos
es en s misma una forma de comunicacin con Dios que entablamos al momento que la
47
Ibdem. 48
Ibdem. 49
Ibd., p. 115. 50
mame, y si soy nada, / ser una nada con tu belleza en ella refractada. Ernesto Cardenal. Cntico Csmico, p. 46.
-
25
contemplamos. Nuestro gozo de la belleza es una oracin mediante la que el hombre, atado
a este mundo, se asoma a la realidad de Dios.
Belleza infinita e inagotable, divina y no como la belleza sensorial de la que se
puede uno cansar con el tiempo. Cualquier otro placer que no es el placer supremo que da
la comunin con Dios es finito y tedioso51
.
La belleza de Dios no est fuera de nosotros, hay que buscar en el interior del
hombre; ah est el amor, la belleza, el placer y la felicidad infinita y eterna. En lo profundo
de cada quin se encuentra el verdadero ser que todos buscamos infructuosamente en el
exterior donde encontramos slo hartazgo, aburrimiento, dolor, sufrimiento y dems
sentimientos y sensaciones desagradables que gradualmente van enterrando ms al amor y a
Dios en el fondo de nuestras entraas52
.
La ubicuidad de Dios nos oculta su presencia. Al estar inmersos en l no tenemos la
perspectiva para notarlo, as como no percibimos los movimientos de la tierra en el sistema
solar. Debemos tener la voluntad y actitud adecuada para notarlo y distinguirlo, para
despus interpretarlo y seguirlo.
Los sentidos nos presentan una realidad falsa, la iluminacin de la ciencia y la razn
no nos permiten ver ms all de su propia fuente, la verdadera luz entra a nosotros por la
va de la comunin con Dios (la contemplacin)53
. Esta forma intuitiva nos permite
51
En apoyo a esta idea, Cardenal confiesa en sus memorias: Y cmo me estremecieron en lo ms hondo aquellas palabras de san Juan de la Cruz que empec a leer: Toda la gracia y donaire de las criaturas
comparada con la gracia de Dios, es suma desgracia y sumo desabrimiento. Y tambin: Todos los deleites y
sabores de la voluntad en todas las cosas del mundo, comparados con todos los deleites que es Dios, son suma
pena, tormento y amargura. Ernesto Cardenal, Vida perdida, p. 79. 52
Cardenal citando a Thomas Merton: [] deca que el ser humano est construido de tal manera que su centro es Dios, por lo que no debemos imaginar a Dios como algo exterior a nosotros, sino como lo ms
interior, lo ms ntimo de nosotros. Ibd., p. 124. 53
Cardenal aprendi de Merton que: En occidente hay la tendencia a racionalizar demasiado el misticismo. Esa especie de adormecimiento que produce la repeticin montona de oraciones como la del rosario era ms
favorable para recibir las inspiraciones de Dios que la demasiada concentracin mental, la cual ms bien
estorba a las inspiraciones de Dios que son muy delicadas. Ibdem.
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26
acercarnos a Dios entre la oscuridad del mundo, nos da una pista y una direccin hacia la
cual partir. Es una voz que llama desde la profundidad de la oscura existencia, aunque
velada por la luz enceguecedora de la superficialidad en la que estamos inmersos, nos
alcanza a decir: Ven y sgueme54.
Seguir esa voz interior es apenas el comienzo de la felicidad, es slo la direccin a
la que hay que acudir llevando el alma dispuesta y preparada para encontrarse con Dios. Es
tambin esta bsqueda misma, el encuentro en s vuelto bsqueda infinita. Es como la
exploracin del artista que sondea entre las formas, los sonidos, los significados y
encuentra, cuando tiene mucha suerte y talento, ese momento de perfeccin; y sin embargo,
sigue examinando posibilidades en otras obras y en otras formas y tcnicas para llegar a eso
que ya toc por un instante y que se niega a volver a perder.55
Por el contrario, existen satisfacciones engaosas que parecen colmarnos en un
momento, pero que como si fuera espuma se disuelven tarde o temprano dejndonos con un
vaco infinito en el alma peor que al principio. En esta situacin, adems de estar vacos,
estamos engaados por una promesa del gozo de Dios que, al ser una felicidad efmera, no
llega a cumplirse nunca. Esto constituye el lmite de todo placer terrenal, desde la belleza
estril de la apariencia de las cosas, hasta la pasin entre humanos sin la presencia y
mediacin de Dios. Yo no me iba a saciar con nadie, slo con Dios56.
54
Ernesto Cardenal, Vida en el amor, p. 58. 55
En el claustro Cardenal lo experiment as: El silencio, y el no tener otras distracciones, hacan que uno viviera en el clima de oracin, experimentando la unin con Dios dentro de uno todo el tiempo (no siempre
conscientemente): en el trabajo, en el oficio, en la lectura, caminando por los claustros, y hasta durmiendo. Ernesto Cardenal, Vida perdida, p. 123. Es muy parecido, por cierto, al concepto de samdhi de las religiones hinduistas y budistas. 56
Ibd., p.37.
-
27
La belleza mundana tiene una fascinacin fugaz en nosotros, nos deja una dulzura
triste y dolorosa57
que encierra al alma en s misma, privndole y apartndola cada vez ms
de lo que autnticamente anhela. El placer es como un dios que promete y no cumple, es
como el amante que abandona a su esposa y sus hijos pasado un tiempo, y la amada es el
alma y nosotros los hijos58
. Es por esto que el arte debe tener un compromiso con Dios, con
la humanidad, la historia, con la totalidad: con la Unidad.
Y no es que los placeres sensuales sean nicamente un engao, que no pasen de ser
algo agradable a nuestros sentidos o algo realmente magnfico, porque, despus de ese
primer deslumbramiento, deseamos seguir lo que creemos que es la fuente que lo origina y
vamos en busca de ms; aunque no siempre en la direccin correcta. As como seguimos las
manos de un mago cuando desaparece algo atribuyndoles poderes especiales, seguimos las
cosas bellas del mundo, en lugar de reconocer que si nos causa placer es porque son la
imagen de Dios, y que si nos deslumbran, es porque llevan una pequea parte del esplendor
de Dios impregnada de origen.
Tras ese momento de belleza parcial del mundo, seguimos buscando ms imgenes
y ms sonidos y ms sensaciones o ms sentimiento pero, aunque lo encontremos, no nos
satisfacer nunca porque seguimos espejismos en lugar de seguir el camino hacia la fuente
que emana nuestra felicidad total. Esto constituye el error existencial fundamental del
hombre: Dios me persegua a m y yo persegua a las muchachas59.
57
Ernesto Cardenal, Vida en el amor, p. 59. 58
Este tipo de analogas de matrimonio entre Dios como esposo y el alma como esposa, es muy comn en
toda la tradicin mstica especialmente en Santa Teresa de Jess. Muy recurrente en la obra de Cardenal. 59
Ernesto Cardenal, Vida perdida, p. 48.
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28
En el otro lado, la poesa es la actividad por excelencia que, al jugar con estas
imgenes y semejanzas de la creacin, descubre esos hilos conductores existenciales que
hay entre las cosas, mediante analogas, metforas y otros recursos poticos. Todo arte
verdaderamente bello no es sino el arte de alabar a Dios. Aqu el arte se convierte en una
oracin misma, ya que conecta cosas dismiles en una unidad: la obra. El arte relaciona,
une, funde, y este acto de encontrar ese comn del Todo que es Dios constituye el
fundamento de lo que llamamos religin. En resumen, Para Ernesto Cardenal, el
resplandor de las obras de arte60 es como la belleza de la desnudez que en su pobreza y
simpleza fascina, aunque pueda parecernos incluso agreste y ruda.
En este mundo nuestras experiencias sern siempre parciales en tanto no
alcancemos el Reino de Dios. Ahora vemos como en un espejo a la realidad pero despus la
veremos cara a cara. Y entonces conoceremos y amaremos todo porque amar es conocer y
conocer es amar. Entonces veremos La Belleza y no cosas bellas y la podremos poseer
amndola y as gozar eternamente. Pero este poseer es muy distinto al del avaro que posee
su dinero, es el poseer mediante la contemplacin y el placer infinito de la comunin con
Dios que sta representa.61
60
Ernesto Cardenal, Vida en el amor, p. 78. 61
Ibd., pp. 100,101.
-
29
1.4 Dios y el hombre.
El amor como ley suprema del universo es tambin deber del hombre y su mxima
capacidad natural. Cristo dej el nuevo mandamiento de amarse como la autntica y
primigenia orden de Dios. Por eso las cosas tienden a reunirse con el Todo, porque as ha
sido dispuesto que todo vaya en busca de Dios que es la existencia suprema62
, la forma y el
sentido perfectos y eternos.
El hombre es el ser que desea satisfaccin, posesin, gozo, fama, belleza, etctera.
Pero, su problema es que no siempre busca en el lugar correcto y a veces, en ese mpetu
vital se aleja del lugar anhelado y hace justo las cosas contrarias a lo que en verdad
pretende. En el camino equivocado, se va aislando hasta quedar desligado casi
completamente, solo, en el polo opuesto al amor, la naturaleza y la totalidad que es Dios.
En la nada quedan las almas de los que, siguiendo sus deseos superficiales, siguen los
destellos de la falsedad. Esto los termina convirtiendo en malos individuos, que actan mal;
son hombres perdidos: son pecadores63
.
La tarea del humano, quien tiene capacidad de razn y naturaleza de amor, es la de
contemplar la presencia divina a travs de su creacin y reflejarla en sus acciones y
pensamientos. Esto debe ser, empero, un proceso de comunicacin y no slo de admiracin;
el hombre debe descifrar la presencia de Dios en las cosas para comprenderla y
encaminarse hacia l64
.
62
Ibd., p. 71. 63
Sobre esta moral dice Merton que [] la raz del mal y la enfermedad moral es la ignorancia del amor que se desconoce a s mismo y est ciego con respecto a su verdadero ser y a su poder. Thomas Merton en el prlogo a Vida en el amor. Ibd., pp. 13-14. 64
Las cosas son palabras para quien las entienda. Ernesto Cardenal, Cntico Csmico, p. 30.
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30
Dios es nuestra esencia, por eso entre ms solos nos encontremos su presencia se va
revelando, saliendo de nuestro interior profundo, que es a donde lo hemos enviado como
hombres modernos. Dios no habita en las grandes ciudades, o mejor dicho, s habita pero no
lo podemos escuchar con tanto ruido. En el silencio de la soledad (del desierto por ejemplo)
Dios surge nuevamente para ocupar su lugar en nosotros y presentarse ante nosotros. 65
Dios es un camino que est siempre dispuesto a ser caminado, pero est en direccin
opuesta de las cosas que nos obsesionan en la vida mundana. Porque stas, como ya he
expuesto son slo la superficie en donde se refleja la belleza de l.
Dios es slo amor66
, infinitamente perfecto constituye el nico camino verdadero
para el hombre que tiende naturalmente hacia el origen divino del que un da parti. El
hombre bueno, sigue a su espritu que es la aoranza del Padre que lo espera. Dios le irradia
amor como un faro para guiarlo hacia l. El hombre debe exteriorizar este crculo amoroso
amando al prjimo y no encerrndose en s mismo, aislndolo en su interior.
La santidad es corresponder al amor de Dios, lo que todos los hombres aspiran en el
fondo, es el pulimento del alma para que la imagen de Dios se refleje, entre ms pulida est,
ms claro ser el reflejo de su amor infinito67
. El alma (de caractersticas femeninas) est
enamorada de Dios (de carcter masculino) y est eternamente esperndolo, para alcanzar
la felicidad. Dios aspira a unirse con el alma y convertirse en una entidad comn junto a
ella, que es la comunin mayor que pueden anhelar dos seres que se aman.
65
Slo el amor revela / pero vela lo que revela, / a solas revela, / a solas la amada y el amado / en soledad iluminada, / la noche de los amantes [] / La naturaleza: tmida, vergonzosa. / Toda cosa te baja los ojos. / Mi secreto es slo para mi amado. Ibd., p. 29. 66
Ernesto Cardenal, Vida en el amor, p. 32. 67
Cfr. cita 50 de esta misma tesis.
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Dios ama a cada ser individualmente, con un amor especial para cada uno y no a
todos en conjunto como una masa. Dios nos ama como a s mismo68
y nosotros en vez de
corresponderlo y amarlo anlogamente, nos amamos slo a nosotros mismos y nos
separamos de l en pos de nuestro propio ego. Esta bsqueda de amor en nosotros mismos
narcisismo se convierte finalmente en indiferencia hacia los dems; nada ms opuesto al
amor verdadero.69
La prueba de que Dios nos ama es la existencia misma, el hecho de que no
formemos parte de la nada quiere decir que nos quiere, porque nos ha seleccionado de entre
muchas otras posibilidades. La Seleccin Natural y la Evolucin no niegan al creador, sino
que son los mecanismos creados por Dios para formar a sus seres amados y amantes de l.
El universo todo tiene un centro, entendido como la parte ms importante, y ese
centro no somos nosotros sino Dios (que es la totalidad). El no aceptar esta idea es lo que
nos provoca descontento con el destino y con su voluntad. Cuando lleguemos a admitir
esto, seremos eternamente felices con lo que pase, porque sabremos qu es lo que Dios
quiere que suceda y nuestra voluntad ser la misma que la de l70
.
La humanidad es como un cuerpo y cada uno somos sus clulas. Cuando alguna de
esas clulas se dedica slo a s misma, ms que a hacer su funcin y contribuir al buen
funcionamiento del organismo en su totalidad, se vuelve como un cncer que va corroyendo
la parte daada y que afecta a la salud de la colectividad.
68
Ernesto Cardenal, Vida en el amor, p. 37 69
Te repito, mi amor: / Yo soy t y t eres yo. / Yo soy: amor. En esta parte del poema, Cardenal nos dice que toda existencia es dialgica (amorosa) y no hay ms unidad verdadera que la Unidad amorosa con Dios;
por lo tanto, toda otra unidad pensada es falsa por antiertica. Ernesto Cardenal, Cntico Csmico, p. 31. 70
[] la voluntad de Dios no debemos imaginarla como una voluntad exterior que se impone a la nuestra, sino como una que es ms verdaderamente nuestra, la ms ntima de nuestro yo, lo que desea el centro de
nuestro ser. Ernesto Cardenal, Vida perdida, p. 124.
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Los animales buscan a Dios, y lo encuentran en la comida y en todas las cosas que
satisfacen sus instintos. El hombre, que tiene un alma (a diferencia de los animales), no
encuentra una satisfaccin completa en estas cosas, sino que busca algo ms que pueda
colmar sus necesidades espirituales trascendentales tambin. El alma pide y pide y no
descansa hasta encontrar a Dios y poseerlo; pero para poseer a Dios, que es Todo, hay que
buscarlo en la nada, ms all precisamente de todo lo dems, renunciando a todas y cada
una de las cosas existentes71
.
Por eso el hombre debe aspirar a ser contemplativo, asceta, debe buscar a Dios en la
Nada, quitando toda otra entidad para llegar a la unidad ltima del ser. Slo entonces estar
saciada su alma y no tendr deseo alguno porque ya lo poseer todo al tener la Nada. Es esa
la verdadera riqueza a la que hay que aspirar, porque las dems fortunas no son ni eternas ni
infinitas.
Este sentimiento que provoca la presencia de Dios marca al alma para siempre
porque es el gozo mayor al que puede aspirar; despus de esto, todos los dems placeres del
mundo le parecern poca cosa en comparacin y har lo que sea por volver a experimentar
aunque sea un poco de esa unin con Dios en el futuro. El lugar de Dios est en el interior
de cada ser humano y slo l puede ocupar ese espacio; encontrarlo y llenarlo con Dios es
la tarea vital del hombre, cualquier otra cosa a la que se dedique que no sea amar a su
creador72
ser tiempo perdido.
Para Cardenal, Dios est en la belleza de las cosas de la tierra pero slo como un
reflejo y como tal no est donde parece sino justo en el lado contrario. Cuando creemos que
est delante de nosotros est atrs, cuando creemos que lo tocamos ni siquiera estamos
71
Estaba como atontado, sin querer nada ni pensar en nada. Me senta por dentro vaco, pero no vaco de Dios, sino de las cosas o de m mismo, vaco de todo inters, de todo deseo. Ibd., p. 80. 72
Ernesto Cardenal, Vida en el amor, p. 55
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cerca, buscamos fuera de nosotros algo y no somos capaces de sentir su presencia
escondida en lo ms profundo de nosotros. Por eso hay que renunciar a las cosas primero e
ir en ese sentido aparentemente opuesto, para quitarnos lo que nos separa de l y mirarlo de
frente. Ese es el sacrificio que exige la plenitud de su amor, pero la recompensa retribuye
todos los esfuerzos hechos para ese propsito73
.
Cuando finalmente encontramos el amor de Dios, queremos estar en soledad con l
y que nadie nos moleste para disfrutarlo para que no se termine ese momento de unin,
como pasa entre enamorados. Estamos en el cielo y no queremos renunciar a ste o
interrumpir el gozo ni por un segundo. Estar en matrimonio con Dios74
es exactamente el
mismo sentimiento de amor que podemos sentir entre nosotros. Slo hay un amor, el
verdadero infierno radica en el despecho, en la negacin del amor a Dios y por tanto en la
separacin definitiva, infinita y eterna.
El error del hombre es aejo y se remonta al mito de la expulsin del paraso. Al
comer la manzana del rbol de la ciencia, quiso ser Dios y poseer las cosas del exterior a
travs de la tcnica (la objetivacin de la naturaleza). Por el contrario, el verdadero
conocimiento y posesin de las cosas est en la otra direccin, en la parte ms oscura del
interior humano es donde se encuentra la verdadera salida hacia la libertad y la luz que es
Dios: y esta meta es, en realidad, la ms profunda voluntad de tu ser.75
El pecado atenta no slo contra de la voluntad de Dios sino contra nuestra voluntad
de amarlo, que es nuestro verdadero sentido y deseo. El hombre no debe actuar en contra de
su propia voluntad y seguir ciegamente la de Dios, sino que debe conocer su voluntad a
73
En el letrero de la entrada al monasterio de Gethsemani se lee: GOD ALONE (SOLAMENTE DIOS), en referencia a esta renuncia a todo lo dems. Ernesto Cardenal, Vida perdida, p. 13. 74Amar a Dios es desposarse con l Ernesto Cardenal, Vida en el amor, p. 64 75
Ibd., p. 85
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fondo y entonces descubrir que ambas empatan perfectamente. Porque al final, al igual
que nuestras vidas, todo es un sacramento de la voluntad de Dios. Todo es relevante, no
hay una jerarqua real de la cosas.76
Dios, a pesar del libre albedro del hombre que modifica ciertas circunstancias,
mantiene su voluntad por encima de todo porque conoce los efectos infinitos que modifican
al universo. As, todo lo que sucede nos conviene y debemos aceptarlo felizmente. Todo,
excepto el pecado que es lo nico que es voluntad del hombre en contra de la de Dios. El
hombre en su errneo camino hacia el conocimiento cree saber ms que Dios qu es lo que
le conviene y piensa que Dios puede estar equivocado o no existe e intenta hacer su propia
ley. Pero todo lo que es pecado anti-existe y slo contiene vaco; esta es la verdadera y
nica muerte de los cristianos77
.
No existe lo casual, slo la voluntad de Dios; Dios rige la fsica y la moral mediante
su ley, pero la segunda es susceptible de ser, slo en apariencia (pues en realidad no es ms
que la negacin de la voluntad de Dios y no una voluntad aparte de la de Dios), violada por
el hombre, aqu radica su libre albedro. Entiende las leyes fsicas pero no las puede
modificar, slo encaminarlas a sus propsitos, puede igualmente alterar moralmente su
vida, pero terminar en la autodestruccin tambin.78
La alegra de la humanidad es vivir en la confianza de que Dios nos protege, as
puede la alegra a veces volverse herosmo espontneamente. Debemos ir felices hacia ese
Alguien al que nos va llevando el tiempo en nuestra vida fsica. Cristo es el primognito de
76
Ibd., p. 89. 77
Ibd., p. 96. 78
Slo la vida crea orden y mantiene orden. [] Slo la vida es la creacin del orden / contra la destruccin. Ernesto Cardenal, Cntico Csmico, p. 36.
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los muertos79
, el que lleg primero a la resurreccin, la renovacin de la creacin y es la
semilla de la misma. La nueva vida es eterna e infinita. Para los que no esperan el cielo,
los placeres de la vida son tristes porque se acaban.80
Pero los que se salven vivirn eternamente en el paraso: Y nos
conoceremos entonces unos a otros por la primera vez y el cielo ser una comunin de
amor.81 No habr entonces ni espacio ni tiempo82. Todo ser totalidad y eternidad. Qu
puede importarnos entonces el dinero, el xito, los placeres, si pensamos en el cielo. No
tememos entonces la muerte sino la deseamos.83 Porque cuando Cristo dijo Hoy mismo
estars conmigo en el paraso, deca que el paraso sera reabierto otra vez por l para el
hombre, para quien estuvo cerrado despus de su expulsin.
Pero el lugar de ese paraso no est en otro mundo sino en la tierra, como si, en vez
de expulsar al hombre del paraso, Dios hubiese expulsado al paraso de la tierra
convirtindola en un lugar hostil para el hombre que vive lejos de Dios. El paraso es el
amor84 y quien vive en el amor, vive en el paraso: Todos los momentos de su vida
destilan dicha, y hay como una especie de embrujo, de sutil encantamiento en todo lo que
toca o lo que uno hace85.
Todos los seres de la creacin son slo antecesores en la evolucin de toda la
naturaleza hacia Dios. Cristo trajo la vida eterna a todas las criaturas no slo al hombre, l
es el anuncio de la ltima etapa de la evolucin: el reino de los cielos. Para Cardenal el
79
Ernesto Cardenal, Vida en el amor, p. 98. 80
Ibd., p. 100. 81
Ibd., p. 101. 82
Ibdem. 83
Ibd., p. 103. 84
Ibd., p. 104. 85
Ibdem.
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paraso es tambin terrenal porque toda la naturaleza es divina en s misma, es el mismo
mbito de Dios.
Con qu cuerpo resucitaremos? Resucitaremos con todos los cuerpos y con todas
las edades, o mejor dicho, resucitar un solo cuerpo con muchas edades86. Los que no se
salvaran sern parte de la mutilacin de este cuerpo, como las llagas del cuerpo de Cristo.
La resurreccin ser en otras personas, en otros hombres, en una nueva especie, una nueva
humanidad.
1.5 La revolucin
Ernesto Cardenal ve en el hombre contemporneo no slo al hombre moderno
perdido y deslumbrado por la ciencia y la tecnologa. Mira como el hombre est tocando
fondo despus de la modernidad para tomar un impulso definitivo hacia un mundo mejor.
Por lo tanto, observa grandes posibilidades de salvacin en nuestra poca, pero para
alcanzar esto, tiene que vivir en comunin con Dios, con la naturaleza y principalmente con
sus semejantes, en paz. Ser necesario expulsar de la tierra los vicios que no permiten llegar
a Dios tales como la avaricia, la soberbia, la injusticia, la propiedad privada87
.
La pobreza es el estado ideal del hombre porque es lo verdadero, la desnudez, lo que
realmente es, sin esa parte cosmtica que falsamente brinda la riqueza a la existencia. La
riqueza es falsa porque nos hace creer que somos lo que tenemos, suponemos que nuestro
ser se extiende a lo largo de la cantidad de cosas que poseemos. Al ser hijos de quien
86
Ibd., p. 116. 87
Y vi que era bello morir por los otros. / Esa fue mi Visin esa noche en San Jos de Costa Rica / la creacin entera aun en los anuncios comerciales gema con dolor / por la explotacin del hombre por el
hombre. La creacin entera / peda, peda a gritos / la Revolucin. Ernesto Cardenal, Cntico Csmico, p. 86.
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verdaderamente posee el todo infinito, al alejarnos de l nos refugiamos en una pequea
parte de todas las cosas (nuestras posesiones) y nos aislamos junto con ellas. Terminamos
por delimitarnos y apartarnos del resto del Todo infinito, hundindonos como quien se
abraza a sus pertenencias en medio de un naufragio. La amarga paradoja humana es que
creemos que poseemos cuando en verdad, ms bien, desposeemos al poseer algo que no es
Dios.88
El dinero representado por Mammn (dios de los sidonios)89 es el dios del
capitalismo moderno que est conectado con el antiguo politesmo y que como tal deifica al
terror y a la guerra mediante la propaganda poltica igual que a la fertilidad y la abundancia
con la publicidad comercial. En el mismo sentido, la adoracin irracional de la naturaleza
que antes posean los truenos o el fuego, hoy es dedicada a la electricidad y a la energa
atmica.
Dios quiere tambin a un dictador de Nicaragua, pero no lo quiere dictador de
Nicaragua90, quiere decir que lo quiere como hijo suyo, como humano, pero no en la
posicin que ocupa y no aprueba sus acciones pues estn en contra de su voluntad. Slo
falta que nos demos cuenta y hagamos de la voluntad de Dios, la nuestra. La revolucin
contra el tirano se justifica, porque Dios no quiere la injusticia, ni la muerte ni la privacin
de la propiedad de su reino; sino que quiere la comunidad, la paz y que se cumpla la
voluntad ms real de los hombres y la ley suprema del universo: el amor.
88
San Benito habla en su Regla del funesto vicio de la propiedad privada. Por eso aqu [en el monasterio de Gethsemani] no se puede decir mo de ningn objeto, sino nuestro. Ernesto Cardenal, Vida perdida, p. 186. 89
Ernesto Cardenal, Vida en el amor, p. 81. 90
Ibd., p. 92
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La vida en Dios es comunitaria y comunista91. Dios es un espacio habitable, es un
lugar en el que la vida debe descansar; pero no es algo indefinido que no tenga
implicaciones en nuestra vida diaria. Por el contrario, la vida que verdaderamente descansa
en Dios tiene que estar en funcin de una comunidad. Congruentemente con esto se debe
buscar que los pueblos en comunin con Dios se organicen poltico-econmicamente en la
propiedad comn, en un sistema comunista.
Ernesto Cardenal interpreta y ubica la voluntad y el ser de Dios dentro de un sistema
econmico y poltico y ya no slo en aquel reino que no es de este mundo en el que estaba
confinado. Resulta evidente que no cabe ya cualquier interpretacin tica de la vida
religiosa, sino que religin y comunismo van juntos en la definicin misma de ambas. Lo
religioso-comunista puede extenderse a mbitos ms concretos de la experiencia humana
como la historia, la belleza, la literatura, la moral, la ciencia, en fin, a todas las cosas que
comunican al hombre con la unidad fundamental y total que representa Dios.
91
Ibd., p. 80.
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CAPTULO II Un canto coral en mitad de la noche
2.1 Hacia la comprensin de su pensamiento en su obra.
Concluimos que dentro de la obra de Ernesto Cardenal existe una cierta diversidad
de gneros, estilos e influencias, que cultiva con igual amor y conocimiento. Esta
diversidad se extiende desde la franca poesa en Cantico csmico, Salmos, Hora 0, o El
estrecho dudoso, a la teologa pedaggica como en El evangelio en Solentiname en el que
mediante la forma del dilogo, siguiendo la tradicin de los evangelios, pero con una
influencia evidente de Platn explica, comenta y cuestiona algunos pasajes del evangelio
cristiano dialogando con los habitantes de la comunidad de Solentiname. Asimismo, para
ampliar el espectro de multiplicidad, hay que agregar los textos de sus memorias y
antologas de poesa norteamericana, nicaragense y primitiva en dnde es evidente
tambin su pensamiento y estilo.
Su obra se comunica entre s, a pesar de esta variedad de formas, en la unidad del
contenido y fondo filosfico, que en lneas generales se puede sintetizar en el testimonio de
una Vida en el amor, utilizando su propio lenguaje. Esto es decir, vivir en armona con el
cosmos; porque para Cardenal, como hemos visto en el captulo I, el amor es Dios, es el
mundo, la naturaleza, todo. Pero amor no slo como sentimiento de fascinacin y gusto por
lo que le rodea o el hecho de que se sienta amado por Dios, sino que el amor como la
caracterstica principal del ser de las cosas y, por lo tanto, un destino ineludible de todo lo
existente.
La importancia del libro Vida en el Amor (1970) como punto de partida para
comprender su filosofa, consiste en que Ernesto Cardenal, nico caso en su obra, hace una
especie de sntesis de sus ideas teolgicas, filosficas, estticas, polticas y poticas. Los
conceptos universales y abstractos de los que parte su reflexin complementan muy bien la
particularidad, localidad y realismo de muchas de sus conclusiones y de sus metforas. Este
libro evidencia al personaje, su obra, su tiempo, sus acciones, una parte de la revolucin de
un pas y un lugar de esperanza para Latinoamrica y para todo el mundo.
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El contenido del libro de meditaciones contemplativas Vida en el Amor consta de