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    Los medios y la democraciaen Amrica Latina:El problema del huevo y la gallina*

    Enrique E. Snchez Ruz**

    Introduccin.La democracia y el poderToda discusin sobre la "democracia" tiene una carga valora-tiva, pues el trmino pertenece por derecho propio al dominiode la ideologa y la utopa. Esto sucede frecuentemente con losconceptos que, dentro de las ciencias sociales, se refieren aprocesos o movimientos histricos hacia estados "deseables",o que tienen implicaciones potenciales directas de polticaspblicas, como "desarrollo ", "participacin social ", etctera.Confesar que creo lo anterior significa simplemente reconocerun hecho inevitable. En todo caso, debo indicar de entrada quecreo en la necesidad y en la posibilidad de que la democraciase ample y profundice en Amrica Latina, como una mejorforma de convivencia social y poltica. Tambin considero que

    Centro de Estudios de la Informacin y la Comunicacin(CEIc) de laUniversidad de Guadalajara.

    Comunicacin y Sociedad (CEIC,Universidad de Guada1ajara),nm. 20, aleroabril 1994, pp. 153 -179.

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    154 Comunicaciny Sociedadlos medios han tenido y debenseguirteniendo un papel impor-tante en los procesos democratizadores mundiales, aunquecomo se ver despus,conservomis dudassobre si los mediospuedencumplir un papel de "variables independientes", por ssolos, dadala forma prevaleciente,concentraday centralizada,en que se han desarrollado en prcticamentetodos nuestrospases. Por otra parte, debo comentarque, aunquelas diversasdimensionesde las mediacionespolticas enla operacinsocialde los medios de difusin, han ocupadopredominantementelalabor de investigacin en Latinoamrica, es en realidad muypoca la evidenciasistemticacon que contamos,en especialconrespectoa las vinculaciones de los medios con los procesosdesocializacin poltica, o de formacin de climas de opinin, yen general con respectoa la configuracin de "cultura(s) pol-tica(s)", o de lo poltico en la(s) cultura(s). Con respecto aposibles influencias, directas o mediatas, de los medios enprocesoselectorales,tambinhemosproducido muy poca inda-gacin en Amrica Latina. Existe bastante ms informacingeneradapor la investigacin en comunicacin,sobrelos lazosy articulaciones de los medios con grupos, factores de poder yestructuraspolticas. En ese sentido, hemos acumuladorelati-vamente poco conocimiento sobre las posibles influencias delos medios en los procesosdemocratizaqoresque atraviesan,ohan ido atravesando,a nuestro subcontinente.lEste hechoda uncierto lmite al presente escrito, que por lo tanto consistirprincipalmente en unas notas, de carcter sobre todo concep-tual, para el debate, as como para la agenda posterior deinvestigacin.Otra aclaracin pertinente: En lo personal no creo queexista (todava), o que haya existido ya, la sociedad ideal:

    l. Ver, por ejemplo, Francisco Assis Fernandes(1993). En el caso deMxico, hemos hecho anlisis de la literatura sobre recepcin, culturapoltica y "comunicacin poltica": Ral Trejo Delarbre (1990) yEmique E. SnchezRuiz (1990a).

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    Snchez,Medios y democraciaen AmricaLatina. 155igualitaria, participativa, solidaria y justa.2 Por lo tanto, no creoque la historia haya llegado a ningn fin y consecuentementeque no hay an registro de una democracia "total ", "comple-ta" o "terminada". En la produccin de conocimiento, el hom-bre slo puede aspirar a un eterno acercamiento, siempreasinttico, a la verdad; de la misma forma, en el campo de laconstruccinde una "mejor sociedad", dadaslas contradiccio-nes de la naturalezahumana, creo que tambin solamentepo-demosir generandoacercamientoshistricos, sin quepodamosllegar a algo as como "el cielo en la tierra". La democracia,como cualquier otro fenmeno histrico, no es entonces un"estado final ", sino un proceso histrico, en flujo continuo,devenir constante, sin punto de llegada. Setiel:teque ir consti-tuyendo histricamente.La democracia,por otra parte, no es solamenteun asuntode elecciones para gobernantes,votos y periodos electorales(aunque ah se cristaliza con mayor claridad). Esta es, en prin-cipio, una cuestinmsamplia, del ejercicio y la reparticin delpoder en la sociedad,entre las clasessociales,grupos tnicos,sexos,movimientos sociales.Es un problema de participacinsocial, directa o mediada, en las decisiones y acciones queafectan a la colectividad. Es tambin un asunto de toleranciaante la pluralidad de intereses,opiniones,opciones y accionessociales.3En ltima instancia, la democraciaes una/orma devida; por lo tanto, tiene que estarprofundamentearraigada enlos patronesculturales que se produceny reproducenen la vida

    2. Notar que estos son algunosrasgosque caracterizariana mi "sociedadideal".Ver Enrique E. SnchezRuiz (1990a). En la medidaque no nos estamosreflfiendo al "origen de los tiempos", damos por descontado queexisten ya en cualquier sociedad acuerdos, pactos, contratos, leyes yreglamentos que defmen lo que cultural, "moral", o legalmente,afecta de manera negativa a "los otros", o a la colectividad y que noes necesariamente tolerado. En este sentido, hay tambin ciertosacuerdos internacionales,como la Carta de los Derechos del Hombre.

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    156 Comunicaciny Sociedadcotidiana, en la familia, la escuela, el trabajo, los medios dedifusin, y otros lugares de las esferaspblica y privada. Unpueblo en el que predominanlas pautasautoritarias de relacinentre padres e hijos, hombres y mujeres, etctera,creo yo quetender a mantener una forma de gobierno correspondiente-mente autoritaria.En la medida en que la democraciase concentraprincipal-mente enla actividad poltico-electoral, aunque no se agote enella, concuerdo con la concepcinde G6ran Therborn:

    Por "democracia" aqu se entiende un sistemapoltico institu-cionalizado con las siguientes caractersticas: 1) un gobiernorepresentativo; 2) un electoradoformado por toda la poblacinadulta; 3) votos de igual valor para todo el electorado; 4)electores con derechoa votar a favor de cualquier opinin y porcualquier candidato sin intimidacin del aparato estatal. Laslibertades de opinin, reunin, organizacin y prensa sonprerrequisitos necesariosde la cuarta caracterstica.La democratizacin. entonces, comprende el establecimientodel principio de gobierno electivo, la extensin del derecho alvoto independientementede la clase, el sexo y la raza, la aboli-cin de posibles votos mltiples y de la demarcacinarbitrariade distritos electorales, la no proscripcin de opiniones y can-didaturas y la no manipulacin del procedimiento electoral porparte de las autoridades pblicas. El desarrollo a lo largo deestas dimensiones puede ser, y de hecho ha sido, desigual yrelacionado en forma diferente en los diversospases(Therborn1990: 164).Por cierto, coincido tambin con la opinin del filsofoKarl Popper en que la democracia no debe ser solamente lacapacidad social de elegir a los gobernantes,sino que en ella

    es igualmente fundamental la capacidad potencial del pueblopara quitar a quienes gobiernan mal, en algn respecto. Enalgunasnacioneslatinoamericanasya comienzaa avizorarse,alparecer,estaposibilidad ampliadade la vida democrtica.Peroregresandoa una concepcinun poco ms amplia de democra-cia, creo importante aadir una dimensinque involucra direc-tamente a los medios, que postula el reconocido tericoNorberto Bobbio:

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    Snchez, Medios y democracia en Amrica Latina... 157, --.

    definiciones sobre la democracia,como se sabe, son mu-chas.Entre todas ellas, sin embargo,prefiero la que la presentacomoel "poder en pblico". Utilizo esta expresin sintticaparaindicar todos los expedientes institucionales que obliganalos gobernantes a tomar decisiones a la luz del da y quepermiten a los gobernados "ver" cmo y dnde se efectanesasdecisiones (1991: 11).

    Para que el poder se realice efectivamente "en pblico"serequierenunos medios de difusin libres, plurales y crticosdelas instancias de poder.

    Del poder a la democraciaEl meollo de la democraciaest en cmo se ejerce socialmenteel poder; de hecho, en cmo se estructuransocialmentelas rela-ciones de poder. Un sistemade poder consiste en una relacinjerrquica, asimtricaentre sujetossociales,en virtud de la cualun individuo, grupo o colectividad "A" tiene la capacidaddedeterminarel comportamientode otro individuo o colectividad"B "4:,, A dispone de un poder sobre B (A > B) si A se halla encondiciones de lograr o impedir que B realice o no una accinX".5 La concepcin de Michel Foucault sobre cmo se ejerceel poder, complementay ampla la anterior:

    En s mismo, el ejercicio del poder no es una violencia a vecesoculta;tampoco es un consensoque, implcitamente, se prorro-ga. Es un conjunto de acciones sobre accionesposibles; operasobre el campo de PQsibilidado se inscribe en el comportamien-to de los sujetos actuantes: incita, induce, seduce, facilita odificulta, ampla o limita, vuelve ms o menos probable; demanera extrema, constrie o prohbe de modo absoluto; contodo, siempre es una manerade actuar sobre un sujeto actuanteo sobresujetosactuantes, en tanto que actano sonsusceptibles4. Ver Enrique E. SnchezRuiz(1987); Guillermo O'Donell (1978: 1159)y Gilberto Gimnez(1983).J. Baechler,citado por Gilberto Gimnez, op. cit., p. 12.5.

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    de actuar. ...EI ejercicio del poder consiste en "conducir con-ductas" y en arreglar las probabilidades. En el fondo, el poderes menos una confrontacin entre dos adversarioso la vincula-cin de uno con otro, que una cuestinde gobierno. ...Gobernar,en este sentido, es estructurarel posible campode accin de losotros (Foucault 1990: 103).Para reproducir la vida material y espiritual inmediata, ymantener un cierto orden y equilibrio, dadas las divergencias

    de intereses y contradicciones entre sujetos, clases, estructuras,todo sistema social, de cualquier magt1itud, debe estructurar lasacciones de sus diversos componentes en algn tipo de organi-zacin social, mediante una divisin del trabajo, leyes yorde-namientos de observancia general, una forma de gobierno. Estaltima es necesariamente una forma legitimada de ejercicio delpoder. En este sentido, el ejercicio y las relaciones de poderadquiriran una connotacin menos "negativa", o ms neutralde lo que suele ocurrir,6 en virtud de que posiblemente seainevitable su existencia histrica. Dice Foucault:

    ...Ias relacionesde poder se encuentranprofundamentearraiga-das en el nexo social y no constituyen "por encima" de lasociedad,una estructura suplementaria con cuya desaparicinradical quiz se pudiera soar. En todo caso, vivir en unasociedad es vivir de modo tal que es posible que unos actensobre la accinde otros. Una sociedad"sin relacionesde poder"slo puede ser una abstraccin(1990: 105).Lo importante, en todo caso, es quin ejerce el poder ycmo adquiere tal capacidad: si se impone por la fuerza yentonces constituye una estructura de dominacin, o "se gana"y legitima con algn tipo y nivel de participacin y anuencia delos gobernados. La democracia, desde este punto de vista (y unpoco idealizadamente, si nos abstraemos por un momento delas desigualdades sociales y polticas que ha producido el capi-

    6. Recordemosque, en su acepcinms amplia, "poder" significa ciertacapacidad de accin: la capacidad de obrar, de producir efectos.

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    implica el ejercicio del poder del pueblo sobre smismo, a travs de sus representantes libremente elegidos.?El hombre "invent" la poltica, el Estado y el Gobierno,como sistemas de poder "para poder", entre otras muchascosas, generar y mantener organizaciones sociales que ase-guraran un mnimo de estabilidad y garantas de salvaguarda delos intereses (pre)dominantes, el llamado "bien comn", laintegridad territorial.8 El Estado-Nacin que conocemos hoyes,de hecho, una invencin tarda de la humanidad, as como lo

    fue la democracia, que naci formalmente de la civilizacingriega y tuvo sus primeras teorizaciones en la tradicin aristo-tlica (Bobbio 1985). A pesar de ese tardo, pero ya lejanoorigen, solamente hasta este siglo es que se ha ido avanzandoen la participacin pblica democrtica en los diversos pasesdel orbe. As, por ejemplo, Garan Therborn menciona que:En vsperas de la Primera Guerra Mundial, el mundo contabaslocon un Estado soberanodemocrtico,Noruega. Si inclu-moslos dominios britnicos entre los Estadossoberanosen eseentoncedeberamosagregarNueva Zelandia, y, posiblemente,Australia(cuyo flagrante racismo haba derivado en la expul-sin de inmigrantes de color ms que en una discriminacininterna en su contra). Finlandia fue una democracia soberanabajo

    el zarismo ruso. Quterico de la modernizacinsosten-dra que estos pioneros de la democracia, geopolticamenteperifricos, sociedadesagrcolas y en su mayora rurales,enca-bezaron la modernizacin del mundo? Si pasamospor alto la

    7. El planteamientopuede sonar idealista,ante la incontrovertible realidaddeque son grupos y lites quienes verdaderamentesuelen interesarsepor, y participar en la poltica. Sin embargo,yo creo que la tendenciahistricatiene que apuntar a una cada vez mayor inclusividad de lasprcticaspoltico-democrticas.Parauna discusininteresantedel tema,ver JosLuis Gutirrez Espindola (1991).Claro que, por simple necesidad de exposicin, de momento hagoabstraccindel hecho de que no ha sido "el hombre", sino determina-dos individuos, grupos y clases sociales concretos, quienes hansolido ser los constructores y beneficiarios de tales estructuras depoder.

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    160 Comunicaciny Sociedaddiscriminacin sexual e inclumos las democraciasslo parahombres, tendramos que agregar dos pases ms: Francia ySuiza.Esta adicin alentaraslo a un adeptoa la modernizacinmuy rgido, pues los pasesms industrializados y urbanizadosestn an ausentes.Los Estados Unidos, hogar y modelo de lamayora de los adeptos a la modernizacin, slo pueden serconsiderados una democracia desde aproximadamente 1970,cuando se permiti votar a los ciudadanosnegros del sur (Ther-born 1990: 65).A pesar de lo restrictiva y "europeocntrica" que puedasonar la cita anterior, responde en su descripcin a la propiadefinicin de Therbom, citada antes. Si aplicamos staestric-tamente,los paseslatinoamericanoshabramostenido bastantepoca o nula democraciaduranteeste siglo (y los anteriores), envirtud de que...Ia historia poltica de Amrica Latina es la historia de lausurpacin del poder por pequeaslites que, aunquereivindi-can las ideas constitucionalistasy democrticas,hacenescarniotanto de las constituciones como de la soberanapopular queinvocan (Emmerich 1990).Emmerich hace una periodizacin y tipologa de los reg-menespolticos en Amrica Latina, y apuntados momentosde

    "democratizacin": entre 1945 y 1964, cuando -a partir deeste ltimo ao- irrumpen (nuevamente) y prevalecen lasdictaduras y los regmenes autoritarios, hasta alrededor de1978, cuando comienzauna nueva etapademocratizante,hastael presente. El estudioso mexicano Jorge G. Castaedahasealadorecientementeque, en la actualidad,"se ha producidouna democratizacinreal entodos los pasesde Amrica Latinasalvo, por supuesto, en Cuba y Mxico, donde no hay unrgimen de democraciarepresentativa" (Castaeda1993: 26).Si bien en lneas generales concuerdo con la apreciacin deCastaeda,quizs habra que matizar la afirmacin, especial-mente si aplicamos con rigor los parmetrosde Goran Ther-bom. El hecho es que Latinoamrica efectivamentepasa en laactualidad por un proceso democratizadoren lo poltico, aun-que inserto en procesoseconmicos "neoliberales" y "gioba-

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    que han significado, entre otras cosas, una menorrJarticipacin de las grandes mayoras en nuestros pases en lareparticin de la riqueza y los beneficios del desarrollo econ-mico;9as como un desdibujamiento del Estado-Nacin, envirtudde las nuevas formas de "interdependencia asimtrica"quesignifica la nueva divisin internacional del trabajo10(Straubhaar 1991).

    medios de la democracia en Latinoamricame pregunta: Hancontribuido los medios de difusin ma-sivaen los movimientos histricos democratizadores,en Am-ricaLatina? La respuesta,creo yo, tiene que ser s y no.Adelanuna aparenteperogrullada:Algunas veces,algunosdelos medios masivos,han contribuido, en alguna medida, apromoverla democratizacinen algunos de nuestrospases,enconjuncon otros factores sociales y polticos. Un puntodevista fundamental para entenderlos procesoshistricos ysocialeses partir de su complejidad, con lo que nos alejamosde frmulas simplistas o maniqueas(SnchezRuiz 1992b). Sibien los pases latinoamericanostienen mucho en comn, en

    historia, cultura, poltica, etctera,cada uno ha producido suspropias especificidadescomo formacin social. En el caso delos medios, de su origen y desarrollo, hay aspectoscomunes,Y desde luego, una cada vez menor participacin en los procesos detoma de decisione.yen la\' polticas econmicas, en la medida en queincluso el corporativismo -una forma de por lo menos simular laparticipacin de sectores sociales como el obrero-, se ha ido des-mantelando. Recientemente, en una reunin en Cancn, Mxico, unmillar de empresarios de todo el mundo coincidieron en que "lapoltica econmica ha dejado de determinarla el gobierno de cadapas y son las grandes corporaciones las que hacen las decisionespara solucionar los problemas" (El Financiero, 19de octubrede 1993,p.20).

    10. Hemos desarrolladouna crtica al modelo "neo liberal" aplicado a losmedios en: Enrique E. Snchez Ruiz (1992a).

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    162 Comunicaciny Sociedadcomo hay tambin aspectos especficos que han llevado a mo-dos de interactuar con la economa, la cultura, la poltica y laestructura social de forma diferencial en cada pas. Adems,algo tambin importante a tomar en cuenta es el desarrollo yelalcance diferencial que han logrado los diversos medios dedifusin masiva en cada uno de nuestros pases: me refieroparticularmente a la radio, la televisin y la prensa escrita.Por otra parte, durante los ochenta corri por toda Lati-noamrica la especie de que los medios no eran "tan podero-sos" como se crea, especialmente desde teoras crticas mono-lticas como la de "LA" ideologa dominante: descubrimos quehaba procesos mediadores, relaciones sociales, formas deapropiacin, "resemantizacin ", incluso, en su versin msidealizada, de total subversin de los mensajes dominantes(algunas de las cosas que los anglosajones haban comenzadoa descubrir desde los aos cuarenta). Afortunadamente, con laayuda de la investigacin concreta, ahora estamos dando cuentade que en el otro extremo los medios no son "hermanas de lacaridad ", como en sus versiones ms simples los han supuestolas teoras de la recepcin activa.)) Sabemos que los receptoresno son seres indefensos, pasivos, a quienes los mensajes de laindustria cultural hipnoticen y dominen; pero sabemos tambinque tampoco se trata de sujetos -individuales o colectivos-totalmente conscientes y libres de influencias ideolgicas, po-lticas, comerciales, etctera. Simplemente en el plano cogniti-vo, es algo ya bastante establecido que la mayor parte de lo queuna persona comn sabe de poltica, lo aprende de los medios,tanto en su operacin informativa como con frecuencia en la de11. En la medida en que se enfatiza la actividad, libertad y creatividad de

    los sujetos receptores-ya sea en el enfoque de "usos y gratificacio-nes", o en otros ms "sociologizados", como el de "estudios cul-turales"-se refuerza el argumento clsico de: "nosotros slo damosal pblico lo que quiere". No se pueden negar la actividad, libertady creatividad de las personas y grupos culturales, pero tampoco sepuede negar que los medios a su vez han ido imponiendo el "men"y delimitando las opciones, incluyendo desde propuestas de cmo"consuml'" los productos culturales, hasta propuestasdeterminadasde sentidos (pre )dominantes.

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    Igualmente que, mientras ms alejado del en-tornoy las experienciasinmediatasde los receptores,un men-sajetendr mayor credibilidad y aumentalas probabilidadesdeser"aprendido" (SnchezRuiz 1990a).Sabemostambin quelas influencias de los medios suelen ser ms del orden delmediano y el largo plazo, que de la persuasininmediata (apesarde que haya casos en los que s se logra esta ltima)(Lozano 1991). Todo esto, con mediaciones, apropiaciones,resemantizaciones,refuncionalizaciones,etctera.Finalmente,creo que el saldo es una gran influencia cultural, social ypoltica de los medios, en perspectivahistrica.Ante la imposibilidad para describir pormenorizadamentetodo lo que han tenido en comn nuestrosmedios, y lo que losha diferenciado, me contentaraqu con sealarselectivamentealgunas caractersticas compartidas, pertinentes a la exposi-cin; as como algunos aspectosdiferenciales, tomando dosejemplosrelativamenterecientesde interaccin de los medios,en particular los hegemnicos,con reclamosdemocratizadoresms o menos amplios.Hay un acuerdogeneralizado en que dos rasgoshan sidofundamentalesen el desarrollo de los medios latinoamericanosen estesiglo: a) Su carctercomercial, en detrimento del servi-cio pblico, que se ve cada vez ms lejano, en la medida en queuna ola privatizadora y desreguladorarecorre el mundo, con elpredominio actual de la ideologa neoliberal;12y b) Susformasde propiedad y control concentradasy centralizadas.Es pertinente mencionarestosdos aspectos,porque mues-tran a su vez dos falacias importantes del pensamientoliberaldecimonnico, individualista -que suele todava prevalecercon el predominio del "neoliberalismo "-, sobrela democraciay la "libertad de prensa". Al centro de esta nocin est lacreenciade que la democraciasolamentepuede ocurrir en unasociedaden la que cadaindividuo es libre para expresarpbli-camentesusopinionespolticas; enlo cual, estoycompletamen-te de acuerdo. Por otra parte, se ha consideradoal periodismoimpreso, durante mucho tiempo, como un componentecentral

    Ver alg\U1osde los ensayoscontenidosen: Antonio Pasquali(1991).12.

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    del "mercado libre de las ideas" (contraparte del "otro" freemarket), donde los individuos hacen circular y consumenlasdiversas -y quiz opuestas- informaciones y opiniones pol-ticas, de tal maneraque cadauno escoge,racionalmente, entreellas. Se presuponeque tales informaciones y opiniones giranalrededorde problemassociales y polticos (los "issues" de lapoltica estadounidense)y candidatos,por los que el ciudadanotomar finalmente una postura y votar (en pro o en contra) enel proceso electoral (McPhail 1981: 38-43). La relevancia po-ltica de la prensa como un vehculo de ideas, opiniones einformacin ha llevado a la posicin de que, para salvaguardarla libertad de expresin, los gobiernos no deberan regularla(Ibid.). Aun despusde que los peridicos y revistas se convir-tieron fundamentalmente en medios publicitarios, se comer-cializaron y en virtud de esto diversificaron sus contenidos,hasta el punto de que el papel informativo ha llegado en oca-siones a ser dificil de distinguir del funcionamiento comomedios de entretenimiento, la concepcinpredominantecon-tinu siendo la de esa tradicin liberal decimonnica.La radioy la televisin tambin han sido reducidas por el discursodominante a "medios noticiosos" o informativos, aun cuandola proporcin de noticias y programaseditoriales o de opininen su programacintotal resulta bastantereducida.13Es impor-tante esta precisin: se considera a los medios masivos dedifusin como fundamentalmente "medios de informacin",cuando cada vez ms pierden su carcterinformativo y adquie-ren crecientementeel de "medios de entretenimiento". Desdeeste punto de vista, su influencia directa sobre los procesosdemocratizadoresse antoja cada vez menosprobable. Si lo quems importa a los empresariosde medios latinoamericanosson13. Ver, por ejemplo, Mauricio Estrella (1991)"Programacin de los me-dios", Chasqui, nm. 38 (parte del Dossier "La prensa en AmricaLatina"). Hay que recordar que los propietarios de los medios, endiscursos pblicos y usualmente frente al sector gubernamental,suelen utilizar el argumento de que "silVen a la sociedad con su laborinformativa". Ver algunos ejemplos en Enrique E. Snchez Ruiz,

    (1990b).

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    165Snchez,Medios,Ydemocraciaen Amrica~las ventasde publicidad, los ratings y los tirajes, en suma, si loque prevalece es la "razn mercadotcnica", es dificil esperarque no predomine el entretenimiento y la diversin.La otra debilidad que caracterizaal pensamientoliberal sebasa en el presupuestode que la "exactitud" de la imagen delmundo y de la sociedad,producida por los pblicos y derivadade su exposicin a los mensajes -y del uso que hagan destos- de los medios, proviene de la pluralidad de pootos devista que se suponecirculan gracias a los propios medios y queconforman el "mercado libre de las ideas". El simple costoparaestablecerun peridico, no se diga un medio electrnico, lite-ralmenteprohibe a la mayora de la poblacin el ejercicio de su"libertad de expresin" y la consiguiente"libertad de prensa".Durante los decenios del setentay del ochentase produjo unagran cantidad de estudios que mostrabanla alta concentracinde la propiedad y el control de los medios latinoamericanos,enunas pocas manos. Adems de la concentracin, siguiendo la"tradicin centralista" latinoamericana (Veliz 1984), los me-dios suelen partir de las capitales en forma de redes radiotele-visivas, o de peridicos y revistas "nacionales", repitindoseel esquemaen los estadosy provincias ms desarrollados,hastaconformar una "matriz de centralizaciones", que en ltimainstancia sigue significando la capacidadde poc'?S,concentra-dos geogrficamenteen unos cuantoslugares,de emitir mensa-jes para los muchos (SnchezRuiz 1987).14Ms o menos entodos los paseslatinoamericanos,la televisin es el medio msconcentrado y centralizado, a la vez que, aunqueno tenga unacobertura total, se considera el ms popular y probablementetambin sea el ms influyente socialmente.Los peridicos, porotra parte, si bien un poco menosconcentradosy centralizadosque la televisin, tienen un gran problema: al parecer, en Am-rica Latina muy poca gente los lee (Marques de Melo 1983;SnchezRuiz 1993). Quizs la radio sea el medio masivo queest relativamente menos concentrado y centralizado que losotros dos, aunqueesono significa que seaaccesibleni siquieraa las clasesmedias urbanasentrminos de la posibilidad gene-

    Ver los datos de Ana Lpez (1991).

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    166 Comunicaciny Sociedadralizada de producir y circular mensajes. Solamente de pasada,diremos que la tendencia histrica presente hacia la globaliza-cin de los mercados hace an ms complejo este tejido con-centrador y centralizador (Schiller 1993), incluyendo laexpansin de algunas empresas de la misma regin (Sinclair1993), que simplemente refuerza una concentracin de mediosya existente en Brasil y en Mxico.15Pablo Arredondo ha sintetizado bien las caractersticasestructurales de los medios latinoamericanos, que les impidenoperar en favor de la democracia:

    a) marcados desequilibrios regionales que se traducen en laconcentracingeogrfica de los "selVicios" de comunicacinsocial, favoreciendo a las reasde mayor desarrollo econmicoy social en detrimento de las zonaSms marginadas;b) tendenciasoligoplicas -y aun monoplicas- en la propie-dad de los medios que, aunquevaran de un medio a otro, y deregin a regin, estnpresentesen el desarrollo y funcionamien-to de todo el sector;c) subordinacin excesiva a ciertos interesescomerciales quedesvirtan el sentido de "inters pblico" con el que supuesta-mente debenoperar los medios informativos;d) falta absolutade representacinde grupos socialesde diversandole en los procesos de decisin, produccin y difusin demensajes;ye) carencia de un marco de polticas y normas legales quegaranticen el funcionamiento plural, equilibrado y constructivode los medios de difusin (Arredondo 1991a:53).Otra caractersticaimportante se refiere a las alianzasquese suelen establecerentre quienes poseeny controlan los me-dios y los diferentesniveles de poder estatal,que si bien varan

    de medio a medio y de pas a pas, son ms o menosgenerali-zadas en Latinoamrica. Vemos, pues, que estos rasgos semuestrancomo grandesobstculospara una contrbucin ver-daderade los medios a la democraciaennuestro subcontinente.

    15. Ver Ana Lpez, op. cit.

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    deba mencionar una posible tercer falacia del pensamien-toliberal,16 cuando considera como la nica posible alternativaala "prensa libre" el control gubernamental, dejando de ladootrasalternativas sociales de participacin en los medios dedifusinpor parte de grupos y organizaciones como sindicatos,universidpartidos polticos, organizaciones profesionales,movimiesociales, etctera; es decir, una verdadera demo-cratizacDe ah que debamos postular que, si los mediosmasivosde difusin han de tener un papel relevante en elestablecimiento o consolidacin de patrones democrticos ennuestros pases, ellos mismos deben pasar por procesos dedemocratizacin, entendida como la posibilidad de acceso yparticipacin plural, de diversos grupos, organizaciones e ins-tituciones sociales en la elaboracin y puesta en circulacin de

    mensajes.Durante los aos setenta y principios del decenio pasado,ocurrieron en varios pases latinoamericanos, tales como Per,Chile, Mxico y Venezuela, intentos de "reforma" en el rgi-men de funcionamiento de los medios, con intentos democrati-zadores de diversa ndole. Sin embargo, con el trasfondo de unaola autoritaria que cubra el subcontinente, en algunos casoscomo el mexicano 10nico que se logr fue afianzar el esquemaexistente de concentracin y centralizacin del control de losmedios, especialmente la televisin (Fox 1990). Quizs la lec-cin que qued es que no se puede democratizar por decre-to,"desde arri~ ", un aparato que, entre otras cosas sintetiza losintereses del capital, en virtud de su desarrollo histrico funda-mentalmente comercial. Elizabeth Fox concluye:

    intentos de reforma eran, en su mayor parte, desequilibra-dos,y estabanorientados por el gobierno. Los polticos excluanhabitual sectorprivado de las discusionessobrepolticademedia. Los reformadores,sin embargo,carecangeneralmen-tede una slida base de apoyo poltico en las organizacionessociales y los movimientos polticos. ...Algunas reformas fue-ron producto de las relacionespersonalesentre los expertos encomunicacin, en su condicin de asesoresdel poder ejecutivotambin lo fue del pensamiento"progresista" de los aos setenta.16.

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    perimentandopor una transicin democrtica,desdela dcadapasada.Si bien es claro que sta ha sido en gran parte "arran-cada" desde abajo, por las fuerzas y movimientos populares,tambindebequedamosclaro queha habido un impulso "desdearriba" y "desde afuera", en la medida en que las lites diri-gentes y dominantes en nuestros pases necesitabanlegitimarestructuras de poder "empaadas" por el autoritarismo y ladictadura. Adems,la potencia extranjera que en gran medidahaba sido corresponsabledel establecimientoy continuidad dealgunas de las dictaduras latinoamericanas,vio necesario uncambio poltico en su "patio trasero", mismo que promovidurante los ochenta. Los medios masivos de difusin han res-pondido (aunque desigualmente)a las tres grandesfuerzas quehemos mencionado,acompaandoel proceso democratizador.Pero me interesa analizar brevemente dos casos en que losmedios (especialmentelos hegemnicos:RedeGlobo y Televi-sa) tuvieron un comportamientodiferente, ante el reclamo de-mocratizantegeneralizado: El de Brasil durantela demandade"elecciones directas", a principios de los ochenta; y las elec-ciones de 1988 en Mxico.El golpe militar de 1964 en Brasil dio al traste con unsistemapoltico que, si bien permita la participacin social enel plano poltico, no haba logrado grandesavancesen lo eco-nmico. Las dos dcadasde rgimen burocrtico autoritariosignificaron, en buena parte, el "milagro brasileo", es decir,un desarrollo econmico acelerado,pero excluyentede la granmayora de los habitantesdel gran pas sudamericano.Todo eseperiodo tambin se signific por la censuray el control autori-tario de los medios de difusin y, en general, de las formas deproduccin cultural (Guimaraes y Amaral 1989). En algunoscasos,como el de la Red Globo, se establecidesdesu funda-cin una notoria alianza con los mili-tares (Mattos 1982). Anteuna situacin econmicaque signific para fines de los setentaun crecimiento demasiadolento frente a altastasasde inflaciny de incremento sostenido de la deuda externa, y frente a la

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    170 Comunicaciny Sociedadprdida constante de legitimidad, los gobiernos de los generalesGeisel y Figueiredo, entre mediados de los setenta y principiosde los ochenta, respectivamente, decidieron implantar una po-ltica de "liberacin lenta, segura y gradual del rgimen" (DeLima 1988: 109). La televisin fue un actor importante en esteproceso, de manera especial TV Globo, "que era probablementeindispensable para consolidar la transicin" (Straubhaar 1989:144). Sin embargo, aade Straubhaar:

    Pero este periodo tambin revel los limites de la capacidaddelos medios masivos para crearo sostenerla hegemona,cuandose les oponen fuertes movimientos sociales,que utilizan otrossistemasde comunicacin. Estos lmites se hicieron particular-menteevidentes en el papeljugado por TV Globo en la campaaoriginal en 1983 y 1984 para desbancarel rgimen militar atravs de eleccionesdirectas inmediatas(la campaade diretasj). Siguiendo una lnea que pareca consistente con los lazospercibidos con el gobierno militar, TV Globo ignor, o di unacobertura negativa a esta campaa de la oposicin civil. Elmovimiento creci a partir de diversasfuentes de apoyo: orga-nizacionespartidarias y gobernadoresestatales,el uso por partede gobernadoresy otros lderes de los medios locales o regio-nales (incluyendo las televisoras competidorasde Globo), de-mostraciones callejeras efectivas en ms de mil ciudadesdurante cuatro meses,apoyo de peridicos importantes y cober-tura radiofnica. Todo este apoyo reflejaba el fuerte deseo delpblico por un rgimen civil y un cambio de liderazgo, lo quefue confirmado por diversas encuestasde opinin efectuadasdurante este periodo (Ibid.: 145).Muy pocos caeranen la ingenuidadde creer que, si even-tualmente TV Globo cambi de bando y se uni al reclamo por

    las elecciones directas, lo habra hecho por "apoyar la de-mocracia". Las evidencias apuntan a que, frente al reclamodemocrtico generalizado, masivo, la corporacin brasileasigui sus propios intereses, ante la enorme ilegitimidad yprdida de populardad que ella misma estaba obteniendo alapoyar a los militares. Adems, hubo una faccin del mismorgimenque decidi "negociar", aceptandoeleccionesindirec-

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    tas, apoyando a un candidato moderadode la oposicin: Tan-credo Neves (Ibid.; Guimaraesy Amaral, op. cit.; De Lima, op.cit.). As, el medio hegemnicobrasileo finalmente s contri-buy al procesodemocratizador,pero forzado por las moviliza-ciones masivas y la efervescenciapoltica que pudo expresarseen otros medios,tanto masivoscomo alternativos.Es imposibleen esteespacio-tiemporeducido dar cuentade cmo los mediosde difusin, en el casobrasileo, contribuyerona estatransicindemocrtica,pero interactuandode forma compleja con proce-soseconmicos,polticos, culturales y sociales.Con TV Globo.,oper la "espiral del silencio", de Elizabeth Noelle-Neumann,pero no se trataba de un sujeto "oteando el horizonte" paraformar una opinin pblica sobre un asuntopblico, sino delque se supona ser el aparatoms poderosode hegemonaen elBrasil contemporneo.A pesar de su enorme peso especficodentro de la industria cultural brasilea, TV Globo tuvo quecedera las presionesque se propiciaron y magnificaron a travsde, primero, medios "pobres", interpersonalesy alternativos,pero despus apoyados por los medios masivos "no hege-mnicos".El caso de las eleccionesmexicanasde 1988 es opuesto,en el sentido de que, a pesar de una gran movilizacin social(aunqueno tan grandecomo las manifestacionesmasivasde lasdiretas en Brasil), los medios de difusin tendieron a ignorarel reclamo democrtico, especialmenteel consorcio Televisa,constituyndose en obstculospara una ms rpida transicina la democracia en el pas.A diferencia de Brasil, enMxico no exista una dictadura,sino un rgimen de "partido prcticamente nico", como lellam el presidente Carlos Salinas al inicio de sumandato.18Elrgimen autoritario se establecidesde 1929, con el estableci-miento de un cordn umbilical, que an no se rompe, entre el

    El escritor espaol (ex-peruano)Mario VargasLlosa llam a la formade gobierno mexicana "dictadura perfecta", a lo que el mexicanoEmique Krauze respondi que era, ms bien, una"dictablanda",

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    172 Comunicaciny Sociedadgobierno y el "partido oficial ", que despus de dos cambios denombre es el actual Partido Revolucionario Institucional (PRI).A pesar de que los gobiernos pristas tuvieron tambin su"milagro mexicano", con ms de una dcada de crecimientoeconmico sostenido e, igual que el brasileo, excluyente, paraprincipios de los ochentas llevaron al pas a la ms grave y largacrisis econmica de que se tenga memoria. En diferentes mo-mentos, analistas polticos haban diagnosticado una baja decredibilidad y legitimidad de los gobiernos del PRI,19sin em-bargo, durante el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado(1982-1988) posiblemente esto lleg a rcords. Adems de lotremendo de la crisis para todos los sectores sociales, unagestin gris y falta de liderazgo hicieron que posiblemente Dela Madrid haya sido el presidente menos popular en muchosaos en Mxico. Es proverbial la rechifla que recibi duranteveinte o treinta minutos en un partido de la Copa Mundial deftbol, que tuvo lugar en Mxico en 1986. Pero este datotambin es indicativo del malestar generalizado del pueblomexicano con el gobierno prista.Para las elecciones de 1988, surgieron dos candidatos deoposicin sobresalientes, por su carisma y arrastre popular:Manuel J. Clouthier, del derechista Partido Accin Nacional, yCuauhtmoc Crdenas, ex-prista, hijo del presidente populistaLzaro Crdenas, candidato por una coalicin de izquierda, quese denomin para las elecciones Frente Democrtico Nacional.Las campaas pronosticaron ua actividad poltico-electoralsin precedentes en el Mxico moderno. Dice Ral Trejo:

    Para el gobierno y sus partidos, la campaay los comicios del88 fueron un reto al que no podan responder,si deseabansereficaces, con los recursos de manipulacin, autoritarismo yclientelismo que resultaban habituales en la preservacin delrgimen poltico mexicano. El PRI transcurri esos difcilesmeses entre las presiones derivadas de su propia situacininterna, y las crecientespresionesde una sociedadinconformecon la crisis econmica y disgustada,ahora tambin, con la

    19. Ver, por ejemplo, Pablo GonzlezCasanova(1981).

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    precariedadde los espaciosde participacin e influencia poltica(1991: 17).Si bien algtmos peridicos diarios de la ciudad de Mxicomostraron un comportamiento que intent ser plural y objetivoen la cobertura de las campaas, en general los medios masivosde difusin mexicanos dieron preferencia, en cantidad y cali-dad, al candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari. Esto fueextremo en la televisin nacional. donde los noticieros de la

    empresa Televisa, tanto como los de la gubernamental Imevi-sin, se encargaron de magnificar al PRI y su candidato, ycorrespondientemente de disminuir la presencia de los partidosde oposicin (Arredondo 1991b). A pesar de que hubo inclusomanifestaciones de la oposicin afuera de las instalaciones deTelevisa, exigiendo mayor equilibrio en la cobertura, el consor-cio no vari su comportamiento, apoyando al candidato de cuyopartido hecho gobierno ha obtenido tantos beneficios.Se dice que Carlos Salinas de Gortari en realidad perdilas elecciones. Cuauhtmoc Crdenas as lo ha sostenido, afir-mando a la vez que fue l quien las gan. Lo que s es incontro-vertible es que las votaciones no reflejaron las proporcionesen las que fueron cubiertos los diferentes partidos en cam-paa por los diversos medios, particularmente por la influyen-te televisin "nacional ". El PRI gan, oficialmente, con unmargen bastante ms pequeo del acostumbrado. Finalmente,cul fue la contribucin de los medios a la democratizacin?Pablo Arredondo opina as:

    De manera un tanto aventuradase podra sostenerque a partirde experiencias como la suscitadadurante el proceso electoraldel 88, se comprueba la variabilidad y relatividad de lascapacidadesmediadorasde los medios de comunicacin. En talsentido, se demuestraque la potencialidad de los medios paraadecuarlo "imprevisto" con lo "establecido" (proceso de me-diacin), est en funcin de la proximidad que los sujetos tienencon la realidad. Por ello, si se toma como parmetro el compor-tamiento que manifest el electorado en aquella ocasin, sepodra argumentar en favor de la hiptesis mencionada: la

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    174 Comunicacin y Sociedadrelatividad del poder mediador de los aparatos informativos(Arredondo 1991a: 75).Para Mxico, en 1988, la participacin democrtico-elec-toral de los ciudadanosocurri, aparentemente,a pesar de laresistencia de los medios, especialmenteTelevisa, a que ocu-rriese un proceso democrtico. A diferencia del proceso brasi-leo descrito antes, este importante consorcio de medios noresinti ninguna presin o amenazaa susintereseseconmicos

    y polticos, que le hubiese obligado a "cambiar de bando",como lo hizo TV Globo, en favor de las fuerzas democrticas.ColofnComo vemos, no se puede concluir tajantementesobre la con-tribucin democrtica de los medios en Amrica Latina. Supotencial es amplio, de eso estamos convencidos, tanto entrminos de la circulacin de informaciones pertinentes,plura-les, veraces y oportunas en tiempos de elecciones,como paracontribuir a la conformacinde culturas polticas proclives a lademocracia: plurales, informadas, tolerantes. As mismo, paracontribuir a que el ejercicio del poder pblico, lo sea en pbli-co, y para promover la participacin ciudadanaen los proble-mas que afectan a la colectividad. Aun en el caso pesimista,partiendo de la descripcin de lo que ocurri en Mxico en1988, tenemos la impresin de que los propios medios hantenido que accedera una relativa mayor apertura,partiendo delas presiones que los sectores democrticos y participativosejercensobreellos. Un indicio de esto seencuentraen el estudioque realiz Gilberto Fregososobre los diarios ms importantesde las ciudades de Guadalajaray Monterrey, durante las cam-paas para las elecciones de diputados federales de 1991. Elautor encontr que los que l mismo haba analizado para elproceso del 88, variaron su comportamiento en el sentido deotorgar mayor espacio a la cobertura de los partidos de oposi-cin (Fregoso 1991; 1993).

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    Snchez,Medios y democraciaen AmricaLatina... 175-Los medios tienen lU1agran responsabilidad social, puesaunque no son infalibles, tienen grandes influencias en los

    procesos culturales y polticos. Pero los ciudadanos tambinla tenemos. Mientras se decide qu fue primero, si la democra-cia y luego la contribucin de los medios a la misma o viceversa(el huevo o la gallina), nos toca exigirles un comportamiento atono con su papel y responsabilidad histricos.

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