El Sueño Del Pongo, Yawar Fiesta, Todas Las Sangres

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"EL SUEO DEL PONGO" DE JOS MARA ARGUEDAS

Un hombrecito se encamin a la casa-hacienda de su patrn. Como era siervo iba a cumplir el turno de pongo, de sirviente en la gran residencia. Era pequeo, de cuerpo miserable, de nimo dbil, todo lamentable; sus ropas viejas.

El gran seor, patrn de la hacienda, no pudo contener la risa cuando el hombrecito lo saludo en el corredor de la residencia.

Eres gente u otra cosa? - le pregunt delante de todos los hombres y mujeres que estaban de servicio.

Humillndose, el pongo contest. Atemorizado, con los ojos helados, se qued de pie.

A ver! - dijo el patrn - por lo menos sabr lavar ollas, siquiera podr manejar la escoba, con esas sus manos que parece que no son nada. Llvate esta inmundicia! - orden al mandn de la hacienda.

Arrodillndose, el pongo le bes las manos al patrn y, todo agachado, sigui al mandn hasta la cocina.

El hombrecito tena el cuerpo pequeo, sus fuerzas eran sin embargo como las de un hombre comn. Todo cuanto le ordenaban hacer lo haca bien. Pero haba un poco como de espanto en su rostro; algunos siervos se rean de verlo as, otros lo compadecan. "Hurfano de hurfanos; hijo del viento de la luna debe ser el fro de sus ojos, el corazn pura tristeza", haba dicho la mestiza cocinera, vindolo.

El hombrecito no hablaba con nadie; trabajaba callado; coma en silencio. Todo cuanto le ordenaban, cumpla. "S, papacito; s, mamacita", era cuanto sola decir.

Quiz a causa de tener una cierta expresin de espanto, y por su ropa tan haraposa y acaso, tambin porque quera hablar, el patrn sinti un especial desprecio por el hombrecito. Al anochecer, cuando los siervos se reunan para rezar el Ave Mara, en el corredor de la casa-hacienda, a esa hora, el patrn martirizaba siempre al pongo delante de toda la servidumbre; lo sacuda como a un trozo de pellejo.

Lo empujaba de la cabeza y lo obligaba a que se arrodillara y, as, cuando ya estaba hincado, le daba golpes suaves en la cara.

Creo que eres perro. Ladra! - le deca.

El hombrecito no poda ladrar.

Ponte en cuatro patas - le ordenaba entonces-

El pongo obedeca, y daba unos pasos en cuatro pies.

Trota de costado, como perro - segua ordenndole el hacendado.

El hombrecito saba correr imitando a los perros pequeos de la puna.

El patrn rea de muy buena gana; la risa le sacuda todo el cuerpo.

Regresa! - le gritaba cuando el sirviente alcanzaba trotando el extremo del gran corredor.

El pongo volva, corriendo de costadito. Llegaba fatigado.

Algunos de sus semejantes, siervos, rezaban mientras tanto el Ave Mara, despacio, como viento interior en el corazn.

Alza las orejas ahora, vizcacha! Vizcacha eres! - mandaba el seor al cansado hombrecito. - Sintate en dos patas; empalma las manos.

Como si en el vientre de su madre hubiera sufrido la influencia modelante de alguna vizcacha, el pongo imitaba exactamente la figura de uno de estos animalitos, cuando permanecen quietos, como orando sobre las rocas. Pero no poda alzar las orejas.

Golpendolo con la bota, sin patearlo fuerte, el patrn derribaba al hombrecito sobre el piso de ladrillo del corredor.

Recemos el Padrenuestro - deca luego el patrn a sus indios, que esperaban en fila.

El pongo se levantaba a pocos, y no poda rezar porque no estaba en el lugar que le corresponda ni ese lugar corresponda a nadie.

En el oscurecer, los siervos bajaban del corredor al patio y se dirigan al casero de la hacienda.

Vete pancita! - sola ordenar, despus, el patrn al pongo.

Y as, todos los das, el patrn haca revolcarse a su nuevo pongo, delante de la servidumbre. Lo obligaba a rerse, a fingir llanto. Lo entreg a la mofa de sus iguales, los colonos*.

Pero... una tarde, a la hora del Ave Mara, cuando el corredor estaba colmado de toda la gente de la hacienda, cuando el patrn empez a mirar al pongo con sus densos ojos, se, ese hobrecito, habl muy claramente. Su rostro segua un poco espantado.

Gran seor, dame tu licencia; padrecito mo, quiero hablarte - dijo.

El patrn no oy lo que oa.

Qu? T eres quien ha hablado u otro? - pregunt.

Tu licencia, padrecito, para hablarte. Es a ti a quien quiero hablarte - repiti el pongo.

Habla... si puedes - contest el hacendado.

Padre mo, seor mo, corazn mo - empez a hablar el hombrecito -. So anoche que habamos muerto los dos juntos; juntos habamos muerto.

Conmigo? T? Cuenta todo, indio - le dijo el gran patrn.

Como ramos hombres muertos, seor mo, aparecimos desnudos. Los dos juntos; desnudos ante nuestro gran Padre San Francisco.

Y despus? Habla! - orden el patrn, entre enojado e inquieto por la curiosidad.

Vindonos muertos, desnudos, juntos, nuestro gran Padre San Francisco nos examin con sus ojos que alcanzan y miden no sabemos hasta qu distancia. A ti y a m nos examinaba, pensando, creo, el corazn de cada uno y lo que ramos y lo que somos. Como hombre rico y grande, t enfrentabas esos ojos, padre mo.

Y t?

No puedo saber cmo estuve, gran seor. Yo no puedo saber lo que valgo.

Bueno, sigue contando.

Entonces, despus, nuestro Padre dijo con su boca: "De todos los ngeles, el ms hermoso, que venga. A ese incomparable que lo acompae otro ngel pequeo, que sea tambin el ms hermoso. Que el ngel pequeo traiga una copa de oro, y la copa de oro llena de la miel de chancaca ms transparente".

Y entonces? - pregunt el patrn.

Los indios siervos oan, oan al pongo, con atencin sin cuenta pero temerosos.

Dueo mo: apenas nuestro gran Padre San Francisco dio la orden, apareci un ngel, brillando, alto como el sol; vino hasta llegar delante de nuestro Padre, caminando despacio. Detrs del ngel mayor marchaba otro pequeo, bello, de luz suave como el resplandor de las flores. Traa en las manos una copa de oro.

Y entonces? - repiti el patrn.

"Angel mayor: cubre a este caballero con la miel que est en la copa de oro; que tus manos sean como plumas cuando pasen sobre el cuerpo del hombre", diciendo, orden nuestro gran Padre. Y as, el ngel excelso, levantando la miel con sus manos, enluci tu cuerpecito, todo, desde la cabeza hasta las uas de los pies. Y te erguiste, solo; en el resplandor del cielo la luz de tu cuerpo sobresala, como si estuviera hecho de oro, transparente.

As tena que ser - dijo el patrn, y luego pregunt:

Y a ti?

Cuando t brillabas en el cielo, nuestro Gran Padre San Francisco volvi a ordenar: "Que de todos los ngeles del cielo venga el de menos valer, el ms ordinario. Que ese ngel traiga en un tarro de gasolina excremento humano".

Y entonces?

Un ngel que ya no vala, viejo, de patas escamosas, al que no le alcanzaban las furzas para mantener las alas en su sitio, lleg ante nuestro gran Padre; lleg bien cansado, con las alas chorreadas, trayendo en las manos un tarro grande. "Oye viejo - orden nuestro gran Padre a ese pobre ngel -, embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que hay en esa lata que has trado; todo el cuerpo, de cualquier manera; cbrelo como puedas. Rpido!". Entonces, con sus manos nudosas, el ngel viejo, sacando el excremento de la lata, me cubri, desigual, el cuerpo, as como se echa barro en la pared de una casa ordinaria, sin cuidado. Y aparec avergonzado, en la luz del cielo, apestando...

As mismo tena que ser - afirm el patrn. - Contina! O todo concluye all?

No, padrecito mo, seor mo. Cuando nuevamente, aunque ya de otro modo, nos vimos juntos, los dos, ante nuestro Gran padre San Francisco, l volvi a mirarnos, tambin nuevamente, ya a ti ya a mi, largo rato. Con sus ojos que colmaban el cielo, no s hasta qu honduras nos alcanz, juntando la noche con el da, el olvido con la memoria. Y luego dijo: "Todo cuanto los ngeles deban hacer con ustedes ya est hecho. Ahora lmanse el uno al otro! Despacio, por mucho tiempo". El viejo ngel rejuveneci a esa misma hora; sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro Padre le encomend vigilar que su voluntad se cumpliera.

(*) Indio que pertenece a la hacienda.RESUMEN DE YAWAR FIESTAJOS MARA ARGUEDAS

I.- PUEBLO INDIO.- Se describe a Puquio, pueblo indio conformado por cuatro ayllus o barrios indios: Pichkachuri, Kayau, Kollana y Chaupi. Entre ellos existan competencias para demostrar quienes sobresalan ms. Los mistis o principales del pueblo (blancos y mestizos) haban invadido el pueblo ya haca mucho tiempo atrs, constituyendo un barrio que despus fue conocido como el jirn Bolvar.

II.- EL DESPOJO.- En este captulo se describe los abusos y robos que realizaban los mistis contra los indios. Les arrebataban sus tierras mediante argucias legales y convertan terrenos tradicionalmente dedicados al cultivo de papa y trigo en alfalfares para alimentar al ganado, pues la venta de carne era ms rentable. Incluso invadieron las tierras altas o puna, obligando a los indios de esa zona a entregarles ganado y a trabajar la tierra como peones.

III.- WAKAWAKRAS, TROMPETAS DE LA TIERRA.- Al acercarse las fiestas patrias del 28 de julio empiezan a orse en el pueblo el sonido de los wakawakras, trompetas indias hechas de cuernos de toro y que anunciaban las corridas de toros al estilo indio (toropukllay). Se comentaba que para esta ocasin el ayllu de Kayau se haba comprometido a traer al toro Misitu, animal montaraz que viva en la puna, al cual hasta entonces nadie haba podido sacarle de su querencia.

IV.- KAYAU.- Los del ayllu Kayau lograron convencer al hacendado don Julin Arangena para que les cediera al Misitu, que pasteaba en las tierras altas de su propiedad. Todos celebraron el acontecimiento y en el pueblo no se hablaba sino de las prximas corridas que prometan ser todo un acontecimiento. Hasta mistis como el negociante don Pancho Jimnez se alegran, ms no el Subprefecto, quien consideraba las fiestas como algo brbaro y pagano.

V.- EL CIRCULAR.- El Subprefecto anuncia la llegada de un circular de parte del Gobierno por la cual se prohiban en toda la Repblica las corridas de toro al estilo indio, a fin de evitar muertos y heridos. Los vecinos principales se dividen ante tal noticia: unos, encabezados por don Demetrio Cceres, estn de acuerdo con abolir lo que consideran una costumbre salvaje, mientras que otros, a travs de la voz de don Pancho, solicitan que al menos se permita ese ao celebrar por ltima vez las corridas segn la costumbre india, pues los preparativos ya estaban avanzados. El Subprefecto se muestra inflexible y advierte que castigar a quien se atreva contradecirle. Don Pancho es encarcelado, acusado de revoltoso. Las autoridades municipales aceptan lo ordenado en la circular y como alternativa se acuerda la contratacin de un torero profesional en Lima, a fin de realizar corridas al estilo civilizado, es decir, espaol.

VI.- LA AUTORIDAD.- Enterados de la prohibicin, los indios se renen en masa en la plaza principal, donde el alcalde y el vicario logran tranquilizarlos, garantizndoles que de todas maneras habra turupukllay. El Subprefecto hace traer a su despacho a don Pancho, con quien tiene una conversacin muy accidentada; al final lo suelta, advirtindole que no azuzara a los indios, pues de lo contrario volvera a prisin. Cuando ya estaba don Pancho retirndose, caminando en medio de la plaza, el Subprefecto ordena al Sargento que le dispare por la espalda, pero el Sargento se niega a realizar tal villana. Este captulo nos muestra descarnadamente la degeneracin moral de las autoridades enviadas desde la capital.

VII.- LOS SERRANOS.- En este captulo se describe la migracin de miles de lucaninos hacia la capital, lo cual fue posible gracias a la carretera de Puquio a Nazca, que los mismos puquianos construyeron en solo 28 das, dirigidos por el Vicario o cura del pueblo. La mayora de los inmigrantes andinos trabajan como obreros, empleados y sirvientes, e invaden terrenos en los arenales donde construyen viviendas precarias, aunque tambin llegan a Lima algunos mistis adinerados quienes instalan negocios y compran terrenos para vivienda en zonas residenciales. En general son tratados despectivamente por los limeos y llamados serranos a modo de insulto. Los lucaninos residentes en Lima forman una asociacin para defenderse y apoyar a sus coterrneos, el Centro Unin Lucanas. Su presidente es el estudiante Escobar, un mestizo de Puquio, influenciado por el pensamiento de Jos Carlos Maritegui, socilogo marxista.

VIII.- EL MISITU.- En este captulo se cuenta sobre el toro Misitu, que era un ser cuasi legendario, pues los indios decan que no tena padre ni madre sino que haba surgido de un remolino de las aguas de la laguna Torkokocha; su fama sobrepasaba los lmites de la provincia de Lucanas. Viva en la puna o zona alta, abrigado por los queuales de Negromayo, en Koani. El hacendado don Julin Arangena haba intentado capturarlo, sin lograrlo, por lo que decidi regalarlo, primero a los habitantes de Koani y finalmente a los de Kayau.

IX.- LA VSPERA.- El Subprefecto llam a su despacho a los principales vecinos para acordar la manera prudente de hacer cumplir la circular sin causar el malestar de los indios. Uno de los vecinos, don Demetrio, le informa del plan del Vicario: haran construir un pequeo coso en la plaza de Pichkachuri y se convencera a los pobladores que era mejor espectar all el evento, en vez de usar todo el pampn de la plaza. Tambin se les persuadira de evitar el uso de dinamita y el ingreso del pblico a la arena, a fin de evitar muertos y heridos. Se informa tambin que ya en Lima el Centro de Lucanas haba contratado a un torero espaol para enviarlo a Puquio. El Subprefecto acepta todos estos planes; el Vicario cumple entonces su parte y convence a los varayoks indios de construir un pequeo coso con troncos de eucaliptos.

X.- EL AUKI.- El narrador explica la relacin y la veneracin que tienen los puquianos hacia los espritus de los cerros, especialmente hacia el auki (jefe) Karwarasu, padre de todas la montaas de Lucanas. Los del ayllu de Kayau se encomiendan a l para lograr la captura del Misitu. Encabezados por el varayok alcalde suben a su cumbre y entierran una ofrenda. De regreso les acompaa el layka (brujo) de Chipau, quien se ofrece a guiarlos a capturar al toro. Los de Kayau logran lacear al Misitu y lo llevan a rastras hacia el coso de Puquio. El layka es destripado por el toro y su muerte se entiende como un sacrificio de sangre para compensar el favor otorgado por el auki.

XI.- YAWAR FIESTA.- El da de la festividad patria apareci una multitud inmensa en Puquio, proveniente de toda la provincia de Lucanas e incluso de otros lugares ms lejanos, para ver el evento taurino que se realizara en el coso armado en la plaza de Pichkachuri. Mientras tanto, don Pancho y don Julin fueron encerrados en la crcel por rdenes del Subprefecto, para evitar que revolvieran a los indios. El coso rebals y muchos se quedaron en las afueras, insistiendo ingresar vanamente. Apareci el Misitu en la Plaza y de inmediato ingres el torero Ibarito II, quien ante la msica de los wakawakras y el canto lgubre de las mujeres, sinti inseguridad. Al principio cape bien, pero luego el toro busc su cuerpo y trat de arrollarlo, aunque pudo escapar y refugiarse en los escondederos. Ello provoc la burla de los indios, quienes exigieron que salieran a torear los suyos: el Wallpa, el Honrao, el Raura, el Kencho. El primero en ingresar fue Wallpa, quien luego de dos hbiles capeadas, fue alcanzado por el toro, que incrust uno de sus cuernos en su ingle, clavndolo en uno de los troncos de la cerca. Los dems toreros indios lograron con gran esfuerzo separar al toro del cuerpo de Wallpa. El varayok alcalde de Kayau alcanz un cartucho de dinamita al Raura, con el que finalmente hirieron mortalmente al toro, mientras que Wallpa sangraba a borbotones por la pierna hasta inundar el suelo con su sangre. El alcalde le dijo entonces al Subprefecto que as eran sus fiestas, el yawar punchay verdadero.

Anlisis

Antonio Cornejo Polar seala queYawar fiesta rectifica varias normas bsicas de la novela indigenista tradicional. Por lo pronto, ms que revelar la opresin y congoja de los indios, esta novela busca subrayar el poder y la dignidad que el pueblo quechua ha sabido preservar pese a la explotacin y al desprecio de los blancos. Es la narracin del triunfo de este pueblo en su decisin de conservar su idiosincrasia cultural y ciertos aspectos de su organizacin social. La victoria de los ayllus frente a las autoridades del poder central, los terratenientes y los mestizos "alimeados" es un episodio absolutamente inslito dentro de la norma indigenista. De otra parte, Yawar fiesta inicia el tratamiento de un tema que tendr su plasmacin cabal mucho ms adelante: el de los seores que sin dejar de oprimir al pueblo indgena han sido ganados por su cultura y en este sentido se sienten ms cercanos a sus siervos que a los hombres de la costa. Don Julin es el antecedente de don Aparicio (Diamantes y pedernales) y de don Bruno (Todas las sangres). De aqu se desprende que en Yawar fiesta se ausculta la posibilidad de entender el mundo andino como una totalidad, aunque internamente conflictiva, y de oponerla, con todas sus contradicciones, al sistema socio-cultural occidentalizado de la costa peruana. De esta manera comienza a construirse la secuencia de ampliaciones y contrastes que slo terminar en El zorro de arriba y el zorro de abajo. Arguedas fue muy consciente de la necesidad de este proceso de contextualizacin: "solamente pueden conocer bien al indio deca las personas que conocen tambin, con la misma profundidad, a las gentes o sectores sociales que han determinado que el indio sea tal como es ahora".

RESUMEN DE TODAS LAS SANGRES

Autor: Jos Mara Arguedas

Captulo I

La historia comienza en un pueblo de ayacucho llamado San Pedro de Lahuaymarca. Un da de fiesta en que el pueblo est reunido en su plaza principal, un hombre viejo llamado Andrs, sube las gradas que llevan a la iglesia y desde esta parte alta de la plaza, toma la palabra y con voz sonora maldice a sus dos hijos llamados Fermn y Bruno Aragn de Peralta. Los acusa pblicamente de haberle robados sus tierras. Don Fermn; que es el mayor; es un gamonal malo y credo. Don Bruno el menor, parece mejor persona, pero la gente del pueblo, lo acusa de violar a la Gertrudes, una domstica de la casa y haberla hecho parir un feto con cerdas.

Don Andrs su padre, anuncia desde el atrio que se va a suicidar y todo lo que est en su casa se los deja a los indios, y caballeros pobres. Efectivamente: cumpliendo su palabra se va a su casa, se envenena y muere. Todas sus pertenencias se las llevaron los indios.

Don Fermn tiene una mina en la zona y quiere explotarla, para ello necesita los indios que tiene su hermano. Don Bruno acepta drselos, pero pone como condicin, que lo deje en paz viviendo en su chacra y sus huertos, da la impresin de que se odian, veremos ms adelante.

Captulo II

Don Bruno es dueo de la hacienda La Providencia y de todos los indios que viven en sus tierras. Manda a Nemesio Carhuamayo; su primer mandn o capataz; a llamar a todos los indios que vivan en las partes altas de sus tierras llamadas Moyas, para que se renan en el patio de su casa. Al da siguiente temprano, llegaron 500 jefes de familia al patio de la casa de Don Bruno y en esta reunin les indica: que tienen que hacer mita en la mina de su hermano Fermn, quince das de cada mes, turnndose de 200 en 200. En sta reunin, Nemesio Carhuamayo el capataz, le pide al patrn permiso para vender comida a los colonos de Paraybamba, porque se estaban muriendo de hambre. Don Bruno luego de escucharlo, ordena a Olivas su segundo mandn, que azote a Nemesio Carhuamayo por haber hecho el pedido. Olivas cumple la orden del patrn y lo azota bandolo en sangre. Ante este hecho todos los indios se arrodillan y le piden perdn a Don Bruno; al que lo consideran hijo de Dios, seor de sus tierras y dueo de sus vidas; Don Bruno acepta perdonar, patea al azotador y autoriza que vendan los alimentos a los colonos.

Don Fermn Aragn de Peralta, es dueo de la mina llamada Aparcora y comenzar a trabajarla el lunes siguiente. En sus planes est la desaparicin de las tierras de su hermano Bruno, porque para el funcionamiento de la mina, requerir de stas tierras.

Don Fermn tiene un capataz llamado Rendn Wilka, que es un indio refinado. Este indio Rendn Wilka cuando era nio, estudi en la escuela del pueblo y fue azotado sin razn por el gobernador, el varayoc y los padres de los nios blancos. Luego de tres aos, viaj a Lima donde estuvo 8 aos y vuelve al pueblo de San Pedro de Lahuaymarca justo cuando muere Don Andrs Aragn de Peralta que ya conocimos.

San Pedro de Lahuaymarca tuvo su poca de esplendor cuando las minas de la zona producan bastante, pero esa bonanza termin cuando las minas se serraron. Los caballeros del pueblo se empobrecieron y comenzaron a vender su platera, luego sus tierras y el que compraba era Don Andrs de Aragn y Peralta. El pueblo se empobreci y los Aragn y Peralta se enriquecieron. Luego el gran seor Don Andrs Aragn y Peralta, comenz a beber en exceso y se volvi un borracho, los hijos se pelearon entre ellos y la madre tambin comenz a beber decepcionada de su familia.

Captulo III

Hernn Cabrejos Seminario, es un ingeniero jefe de la mina de Aparcora, que es de Fermn Aragn y Peralta, pero ste ingeniero es un agente encubierto de el consorcio internacional Wisher- Buzart. Cabrejos tiene como objetivo, hacer todo lo necesario para que Don Fermn fracase en su intento de explotar la mina solo, adems quiere que haga el trabajo sucio de despojar a su hermano Bruno de sus tierras y someter a la indiada del pueblo, para que trabajen en la mina. Don Fermn y su esposa llamada Matilde, saben de las intenciones de ste ingeniero, porque Don Fermn que es ms astuto, lee sus cartas, tanto las que recibe como las que enva a Lima, en complicidad con el jefe del correo del pueblo de San Pedro. Don Fermn conversa con su esposa, le habla de sus planes de cmo utilizar a la gente y como arruinar a su hermano Bruno, le comenta que su hermano debe morir, por que ser un obstculo para la explotacin de la mina.

El ingeniero Cabrejos busca a Rendn Wilka, que es el hombre de confianza de Don Fermn, trata de embriagarlo con la finalidad de saber cules son sus planes y le plantea asociarse con l para arruinar a Don Fermn, pero el cholo Rendn no acepta, entonces el ingeniero lo bota amenazndolo para que no hable lo conversado. Luego Cabrejos se va al pueblo y en este recorrido descubre que su chofer, Gregorio, est enamorado de una dama del pueblo llamada Asunta la Torre; de regreso, en el campamento, convence a Gregorio y lo hace su aliado para boicotear todo el trabajo de la mina, se lo compra con 3,000 soles y la promesa de ayudarlo en su proyecto con Asunta la Torre.

Captulo IV

Y comienza el trabajo en la mina de Don Fermn, han llegado 500 indios de Don Bruno, cumpliendo sus rdenes no han hablado con nadie, este primer da de trabajo no tuvo ningn incidente que resaltar. Don bruno llega a la casa de su hermano Fermn y pide hablar con Rendn Wilka que es el capataz de la mina, le recomienda que cuide a sus indios.

Esa noche Doa Matilde tiene una pesadilla, despierta a su marido y le dice: que mate a su hermano Bruno, Don Fermn le dice que todo se har a su tiempo.

El ingeniero Cabrejos con el fin de boicotear el trabajo en la mina, le ordena a su cmplice Gregorio que ingrese a la mina en la madrugada antes que los dems, para que asuste a los indios dando aullidos en el interior de la mina que es de socavn; lo hace y efectivamente se asustan algunos; pero en ese momento hay una explosin de dinamita al interior de la mina y Gregorio, es alcanzado por la explosin y muere despedazado. Llega Don Fermn y comienza a investigar para saber quien es el que produjo los aullidos y muri, el primer sospechoso de ste hecho, es el ingeniero Cabrejos. Rendn Wilka sabe con toda seguridad, que el ingeniero es el responsable.

Capitulo V

Los vecinos del pueblo se renen en la plaza para un cabildo presidido por el alcalde, en esta reunin; la seora Adelaida que es muy respetada en el pueblo; les pide a los propietarios que no vendan mas tierras a Don Fermn, por que las usar para la mina; y denuncia, que entre los asistentes a este cabildo, hay vecinos que reciben dinero del ingeniero Cabrejos, que quiere entregar la mina a un consorcio de gringos. Asunta la Torre, que est participando de esta reunin, en ese momento recibe un papel en el que le indican que Cabrejos ha matado a Gregorio su pretendiente.

Mientras tanto en la casa de la mina, se renen Don Fermn, el ingeniero Cabrejos y Rendn Wilka, en presencia de los dos, Rendn Wilka acusa al ingeniero de la muerte de Gregorio al interior de la mina, indica que lo vio salir de la casa del ingeniero e ingresar a la mina muy temprano donde muri despedazado.

Don Fermn escucha, luego conversa en privado con Cabrejos, sobre su funcin como agente encubierto y Cabrejos le informa que el consorcio comprar el 80% de la mina y le darn el 20% a Don Fermn, que la suerte ya est echada, solo tiene que aceptar, porque nadie le dar dinero para explotar la mina. Don Fermn indica que podra conseguir 10 millones, pero se necesitan 30 millones para explotar la mina industrialmente, adems necesitarn todas las tierras de su hermano y del pueblo, que ya acordaron no venderle.

Don Fermn ordena a Nemesio Carhuamayo capataz de su hermano, que baje al pueblo y le cuente a Don Bruno lo sucedido en la mina, Don Bruno lo recibe y manda llamar a Rendn Wilka para que le d su versin de los hechos, Rendn Wilka le cuenta todo lo que sabe y vio.

Captulo VIDon Bruno recibe la visita de tres seores que vienen a reclamarle, por haber permitido comerciar alimentos a sus indios con los comuneros de Paraybamba, porque de acuerdo a sus costumbres, los indios solo deban comprar o vender a sus propietarios o dueos, que en este caso era Don Bruno y que ese hecho los estaba perjudicando. Don Bruno los escucha y les responde que cada seor es libre de ordenar lo que quiera y que no har nada para cambiar las cosas. Los visitantes se sienten ofendidos y lo amenazan con una guerra entre hacendados; ante esto, Don Bruno los bota de su hacienda y les indica que los Aragn de Peralta no les tienen miedo y que hagan lo que quieran.

Las personas que visitaron a Don Bruno son: Don Adalberto Cisneros, un cholo que se hizo rico comprando haciendas y explotando a los indios, pero que ante los seores de alta alcurnia sigue siendo solo un indio rico. Aquiles Monteagudo y Ganosa, es un joven hijo de hacendado que vive ms en Europa despilfarrando su dinero, ha regresado para vender sus dos haciendas, se las ofrece al indio Cisneros, l quiere pagar 800,000 soles por las dos haciendas, y las va a comprar porque de esa manera, va a rodear la hacienda La Providencia que es de Don Bruno.

Don Lucas es otro caballero rico de la zona que hace dinero en sus haciendas explotando a los indios, no les paga jornales, y cuando le reclaman los azotan y castigan.

Estos tres seores conversan sobre la situacin de Don Bruno y su hermano Don Fermn, conversan sobre Cabrejos, saben que es un agente del consorcio, y estn seguros que Don Fermn ser millonario, aunque solo le den el 20% de la mina que es de oro y plata, saben que Don Bruno perder su hacienda y tierras porque en todo este lugar se instalar parte de la mina.

Luego de este incidente aparece la Vicenta, que es una mestiza amante de Don Bruno, est esperando un hijo para l, parece quererla; pero en ese instante aparece otra india llamada Felisa, que era una amante anterior y por celos agrede a la Vicenta con un cuchillo, logra herirla en el pecho, Don Bruno en ese instante le dispara y la mata.

Captulo VII

La madre de don Fermn y don Bruno ha fallecido, al entierro no acudi ningn vecino del pueblo de San Pedro de Lahuaymarca, solo asisti la Srta. Asunta la Torre. La enterraron los indios con Rendn wilka a la cabeza. Despus del entierro, Don Fermn le indica a su hermano Bruno, que el terreno que su padre Don Andrs le dej al indio Anto, se lo cambiar por otro terreno, Anto se opone al cambio y no le demuestra miedo a Don Fermn, quien lo apunta con su revlver amenazndolo, Anto resiste. Ante este hecho de valor, Don Fermn lo felicita y le regala dos vacas como un gesto de buena voluntad, pero esta actitud no es sincera, es solo un ardid para ganrselo como aliado en su lucha contra Cabrejos y el consorcio. Con el mismo fin visita a Asunta la Torre, a quien le agradece el haber asistido al entierro de su madre y le regala un brillante. La Seorita Asunta lo recibe con satisfaccin, porque cree que es un acto sincero. Luego don Fermn regresa a la casa de la mina y en el trayecto conversa con su esposa Matilde, le explica con mucha claridad cual es su situacin en la mina, sabe quienes son sus amigos y sus enemigos, sabe cmo usarlos para su beneficio. Su esposa le indica, que quiere irse a Lima para no ver lo que pasar en la mina mas adelante.

Captulo VIIIEl ingeniero Cabrejos fue despedido de la mina y se va con la esperanza de volver ms adelante con el consorcio. Esa misma maana, Don Fermn se entera que la hacienda Parquia de Aquiles Monteagudo, fue comprada por Don Adalberto Cisneros el cholo y decide ir a visitarlo a su nueva hacienda, en la reunin don Fermn le plantea hacerlo socio de la mina con un aporte de diez millones de soles y le ofrece el 40% de acciones de la mina. El cholo Cisneros le dice que l no invierte en minas, que ya no tiene dinero y que no necesita ms de lo que tiene. Don Fermn se levanta y se va menospreciando al cholo por su falta de visin para los negocios.

Entre tanto, en la Providencia, Don Bruno decide ir a Paraybamba a visitar a los comuneros, llega a la comunidad, los rene en cabildo en la plaza principal, eligen el nuevo alcalde y a sus regidores, porque en este lugar no haba autoridad desde hace 20 aos. La gente no tena ni para alimentarse, a tal extremo que las madres mataban a sus nios al nacer. Y toda esta pobreza se deba a que Don Adalberto Cisneros, el cholo, les haba quitado todas sus tierras y no tenan donde sembrar. Por eso, Don Bruno autoriz a sus indios venderles alimentos y ayudarlos. En esta oportunidad les ofreci regalarles cien sacos de semillas para que siembren en tierras de Don Bruno, a cambio, por cada diez sacos de cosecha, a el le den uno y adems les regala tres mil soles, para que se realicen su fiesta patronal como un pueblo organizado.

En ese momento, estando en la plaza, ven que Don Adalberto Cisnerosel cholo se acerca al pueblo, se preparan para recibirlo, llega Cisneros y se encuentra que ya hay un alcalde y regidores que no haba hace veinte aos, junto a ellos estaba Don Bruno. Cisneros no saluda al alcalde ni a los regidores, a Don Bruno si, pero de mala gana. El nuevo alcalde inmediatamente ordena a sus comuneros, azotar a Cisneros, lo agarran, desnudan, lo pasean por las calles y as desnudo lo botan del pueblo, a su mula la vuelan con dinamita despedazndola, esto motiva el llanto de Cisneros quien se va amenazndolos con volver para matarlos.

Don Bruno regresa a su hacienda habindose ganado el cario de los indios, quienes lo nombran padrino de Paraybamba

Capitulo IX

En la mina lleg el momento esperado, encontraron la veta del metal que buscaban. Don Fermn les indica que viajar a Lima para tratar de formar una sociedad con capitales peruanos para explotar la mina, porque el consorcio extranjero quiere la mina, se ha comprado a todas las autoridades y Don Fermn ya no tiene ms capital, est casi quebrado. Mientras tanto, Don Bruno visita al subprefecto de la provincia para hablar sobre lo acontecido en Paraybamba, el subprefecto ordena que lo detengan, pero al final se acobarda y lo deja libre.

Don Fermn en Lima se aloja en el Crilln, su esposa le dice que quiere quedarse en Lima, l accede y le compra una residencia digna de los Aragn de Peralta, luego se encuentra con su abogado y el ingeniero Cabrejos, le informan que el consorcio solo le dar el 20% de las acciones de la mina y le reembolsarn todo lo gastado hasta ahora, acepta y firma, piensa que no volver a la mina.

Entre tanto en Paraybamba, el alcalde y sus regidores son detenidos por siete policas que fueron a buscarlos por orden del subprefecto, por el maltrato dado a Don Adalberto Cisneros, seor de Parquia, tambin detienen a un indio llamado Davicho Colla, que fue el que vol con dinamita a la mula del seor Cisneros.

En la Providencia, Don Bruno nombra como su albacea a Rendn wilka, para que en su ausencia proteja a su mujer, a su hijo y administre su hacienda, hasta que su hijo crezca. Presiente que va hacer apresado, ahora que viajar a la capital de la provincia. Pero no lo apresaron, lleg a la subprefectura, encontr reunidos a diferentes seores, al subprefecto, a Cisneros y en la antesala a todos los alcaldes indgenas que se renen en apoyo del alcalde de Paraybamba y sus regidores. En esta reunin discuten, Cisneros acusa a Don Bruno. Don Bruno da sus razones. Cisneros quiere venganza, pero al final no logra nada y se va amenazando a Don Bruno.

Mientras tanto, en la plaza principal hubo un incidente entre los policas que llevaban detenido al alcalde de Paraybamba y muchas mujeres que los rodearon. La polica dispara contra ellas, muere una y quedan heridas cuatro, el teniente que diriga, recibe una piedra en el ojo y se lo revientan.

Entre tanto, en su casa seorial de la capital de la Provincia, Don Bruno recibe la visita de los seis alcaldes de los Ayllus grandes y estos le entregan simblicamente el corazn de la gente de los seis ayllus, porque se identifican plenamente con l. Mientras que en Parquia, Cisneros en su casa, despide a Pedraza, que era su administrador increpndole de ser un traidor.

Capitulo X

En Lima se reuni el directorio de la Whisher, la empresa que explotar la mina de Aparcora. El presidente del directorio informa que el ingeniero Cabrejos, ha sido nombrado gerente de le mina con un excelente sueldo, igualmente informa que el ministro ya dio la resolucin para usar las aguas del ro San Pedro en la mina. A Fermn Aragn le han dado un porcentaje de acciones y le han cancelado todo lo que ha gastado en la etapa inicial, pero queda fuera del manejo de la mina.

El ingeniero Cabrejos conversa con el presidente del directorio, le reclama no haberle permitido comprar acciones de la mina y tambin conversan de los problemas que encontraron en la mina con los indgenas.

Don Fermn al verse despojado del manejo de la mina y con dinero en la mano, decide invertir en pesca. Su cuado, hermano de su esposa lo convence para invertir siete millones de soles en crear nuevas fabricas de harina de pescado y enlatados, revisan los libros de una fabrica en Supe y Don Fermn queda satisfecho y decide invertir, pero ser su cuado quien supervisar el negocio de la pesca.

Don Fermn decide volver a su tierra San Pedro, comprar ms tierras para agrandar su hacienda, modernizarla con maquinaria, ganado importado y tiene dinero para hacerlo. Luego, Don Fermn es visitado en su residencia en Lima, por un grupo de san pedrinos, quienes temen por su pueblo, presumen que la presencia de la mina va a crear problemas; Don Fermn les regala diez mil soles para que defiendan al pueblo, luego cuando esta gente se rene, es apresada por la polica, Don Fermn habla con un senador para ayudar a los detenidos, sin xito, termina discutiendo con el senador, quien lo amenaza con llevarlo a la crcel.

Capitulo XI

El pueblo de San Pedro se rene en cabildo con todos sus alcaldes para discutir la expropiacin de la hacienda La Esmeralda, acuerdan morir defendiendo su tierra, piden que el alcalde viaje a la capital de la provincia para reunirse con el subprefecto y enterarse de la verdad. Mientras tanto, comienza a llegar maquinaria en cantidad para explotar la mina.

El alcalde en el camino, se encuentra con el juez, el subprefecto y dos camiones llenos de policas, que estn yendo al pueblo de San Pedro para hacer cumplir el decreto de expropiacin. El subprefecto menosprecia al alcalde y sigue de largo. Entre tanto la Srta. Asunta de la Torre visita al ingeniero Cabrejos, que ya estaba instalado en la casa de la mina que antes ocupaba Don Fermn, lo hace llamar con el mayordomo y cuando esta frente a l, saca un revolver y le dispara en el pecho, lo remata en la cabeza y llorando le dice: que lo mata por vender su pueblo a la mina y por matar a Gregorio su prometido.

En el pueblo de San Pedro, la gente nuevamente se rene en cabildo, decepcionados e impotentes, acuerdan abandonar el pueblo, irse a vivir a Lima, pero antes lo quemarn todo y comienzan por la iglesia que arde hasta desplomarse.

En la mina, el subprefecto brinda un trago con el ingeniero Velasco, nuevo jefe de la mina en reemplazo del ingeniero Cabrejos. Por el xito de haber logrado expulsar a la poblacin de San Pedro hacia Lima, con el saldo de un solo cholo muerto; mientras, el juez que lleg junto con el subprefecto, lleva a Asunta la Torre a la capital de la provincia, para encerrarla en la crcel por haber matado a Cabrejos.

En la mina comienza la explotacin, llegan ms de mil quinientos indios para trabajar por un jornal mnimo. El ingeniero Velasco, recibe la visita de los jefes de los indios que trabajan en la mina, quienes reclaman por mejores sueldos, mejores condiciones de trabajo para los indios. El ingeniero Velasco se molesta por el reclamo, los acusa de comunistas y los manda presos a la capital de la provincia.

Capitulo XII

Don Bruno llega a la plaza de San Pedro y encuentra la iglesia quemada, llora de pena y le ordena a Rendn Wilca que doble las campanas, Rendn toca las campanas, aparece el alcalde La Torre, Doa Adelaida, los alcaldes indgenas y los regidores, realizan una reunin y acuerdan reconstruir la iglesia con la ayuda de Don Bruno, Don Fermn que ya lleg, trayendo gran cantidad de ganado importado, semillas, etc, y con la ayuda de todos, los indios vendrn a vivir en las casas abandonadas y el pueblo volver a nacer.

Estando en esa reunin, anuncian que llegar el cholo Cisneros, acompaado de cuatro personas, buscando a Don Bruno para matarlo. Pero primero ir a la mina, all conoce al subprefecto y le cuenta que desea matar a Don Bruno. El subprefecto se ofrece para matarlo a cambio de dinero, se emborrachan sin llegar a ningn acuerdo, en ese momento llega una orden de Lima para detener y destituir al subprefecto por sus antecedentes penales, inmediatamente es detenido por un teniente y dos policas por orden del Gobierno.

Don Bruno entre tanto, recibe la visita del ingeniero Jorge Hidalgo que renunci a la mina, por no estar de acuerdo con la explotacin de los indios y el maltrato que dan al pueblo de San Pedro. Lo busca para pedirle trabajo, ste a su vez le indica, que busque a su hermano Fermn, que est contratando ingenieros jvenes para trabajar en su hacienda. Efectivamente, Don Fermn lo tom inmediatamente y se qued a trabajar en esta hacienda llamada La Esperanza que era propiedad de Don Fermn.

Mientras, al pueblo de San Pedro llegaron ms de tres mil indios para llevarse al santo patrn del pueblo y a la virgen a su capilla de Paraybamba, hasta que reconstruyan la iglesia de San Pedro, se los llevaron en procesin.

En la mina, cumpliendo con la orden de expropiacin de la hacienda La Esmeralda, las maquinas buldzer grandes comienzan aplanar la pampa, pero en esa pampa, viva Anto, un empleado de Don Andrs padre de Bruno y Fermn a quien le regalaron esas tierras para que viva y siembre con su familia. El ingeniero Velasco le dice a Anto, que le dara 10,000 mil soles por su casa, porque tienen que demolerla. Anto no acepta el trato, los mineros avanzan con dos buldzer grandes a la vez para demoler la casa; Anto reacciona y de un balazo mata a uno de los capataces y cuando las maquinas tumbaban su casa, se tira contra ellos con veinte cartuchos de dinamita en la mano y vuelan en pedazos los maquinistas y las maquinas. ste hecho le sirvi a Velasco para ser felicitado por la empresa y lo ascendieron a jefe de la mina con mejores condiciones.

Don Bruno y todos se enteran de lo que ha pasado con Anto, l se hecha la culpa de todo, cree que por haberle dado los indios a su hermano, es causante de que la Whisher haya llegado a la mina con todas las desgracias que ha trado, est decidido a luchar. Encomienda a su hijo y a su mujer Vicenta a Rendn Wilka, coge sus armas y se despide de su mujer, se va acompaado de un indio.

Don Bruno se dirige a la hacienda de Don Lucas, que en ese momento discuta con su jefe de hacienda, para no pagarle diez aos de sueldo que le deba, en ese instante llego Don Bruno y delante de sus indios desnutridos y harapientos, le da un balazo a Don Lucas y lo mata indicando que l acta en nombre de Dios, todos los indios lo quieren, le agradecen y se quedan de dueos de la hacienda.

Don Bruno se despide y se encamina a la hacienda La Esperanza de su hermano Fermn, llega y encuentra a su hermano Fermn en compaa del ingeniero Hidalgo. Le incrimina a Fermn que l es culpable de todo, lo acusa de vender la mina, el pueblo, de todas las muertes, saca su revolver, Don Fermn corre, pero los balazos lo tumban y cae. Las tres balas le quebraron las piernas, Don Bruno, llora desconsoladamente pidiendo al ingeniero Hidalgo, que lo lleve a la crcel, le informa que ha matado tambin a Don Lucas.

Capitulo XIII

Don Fermn es operado en la mina, le sacan tres balas, luego lo llevan a Lima en avin, sanar sin problemas, pero Don Bruno ya est preso en la crcel de la provincia.

Mientras en la Providencia, Rendn Wilka se informa de lo sucedido a Don Bruno, convoca a los indios y les habla que la hacienda es de ellos a partir de ahora, que trabajarn para ellos y para el nio patrn, todos los indios estn organizados, cada diez indios hay un jefe, en todas las haciendas se preparan para la lucha. Rendn Wilka les pide que no corran ante las balas, que no podrn matarlos a todos y que el final ganarn. Vicenta y su hijo se irn a esconderse a Lahuaymarca, porque la polica vendr a buscarlos y efectivamente, lleg, con un capitn al mando y veinte policas buscando a Rendn Wilka, lo encuentran y lo fusilan en el patio junto a dos indios ms. El gobierno envi ms tropas a San Pedro para apaciguar y liquidar a los comunistas

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