El Sueño 43º

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El Sueño 43º Por Stephen King Iba conduciendo mi batmóvil en dirección al banco, cuando de repente comprendí que algo olía mal. Al detener el auto y bajar la ventanilla eléctrica, un vagabundo se acercó a los tropezones y me dijo, frunciendo el ceño: ––He escuchado que detestas la maternidad ––suspiró––. Que le disparaste a tus maestros de escuela y les prohíbes volar a tus pájaros. Será mejor que te largues de aquí antes de que me encargue de ti… ––¿Qué hará usted? ––pregunté––, si Jesse llegara al pueblo? Pero justo entonces llegó un policía bizco y dijo: ––¿Quién crees que eres? A mí me resultas parecido a John Wilkes Booth, así que mejor baja de ese auto. Comenzó a reunirse una muchedumbre, dando vueltas y giros y más vueltas, y sin decir palabra comenzaron a golpearme con aros de Hula-hula. Corrí hacia la esquina y entré en un bar cercano; el mozo era Jack el Destripador, y tenía varias cicatrices de bastonazos. ––Necesito un trago ––dije––. Me siento algo enfermo. Me lo sirvió, pero también quería saber dónde estaba mi palo de jockey. ––No tengo ––respondí––, y ¿por qué rayos debería tener uno? Entonces me arrojó una botella de scotch; no tenía buena puntería. Corrí a la trastienda, donde los chicos estaban jugando a las cartas. El prestamista era un ciego, gordo como una bola de grasa. Cuando le robé todo el dinero me golpeó con su bastón; le dejé unos lápices y escapé por el desagüe de la cocina. Estaba muy oscuro y no olía demasiado bien. Tomé por la primera salida a la derecha y aparecí en Lisbon High, tal como me dijo una rata amistosa. Me acomodé el cabello y entré en mi clase favorita, la capitalística Tejeduría de Cestos. La superintendente era Barbra Streisand y el profesor el Capitán Garfio; a él le dije que yo era el editor del libro de recetas Strunk & White.

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De Stephen King.Difícil de encontrar.Surrealista...

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El Sueño 43ºPor Stephen King

Iba conduciendo mi batmóvil en dirección al banco, cuando de repente comprendí que algo olía mal. Al detener el auto y bajar la ventanilla eléctrica, un vagabundo se acercó a los tropezones y me dijo, frunciendo el ceño:

––He escuchado que detestas la maternidad ––suspiró––. Que le disparaste a tus maestros de escuela y les prohíbes volar a tus pájaros. Será mejor que te largues de aquí antes de que me encargue de ti…

––¿Qué hará usted? ––pregunté––, si Jesse llegara al pueblo?Pero justo entonces llegó un policía bizco y dijo:––¿Quién crees que eres? A mí me resultas parecido a John Wilkes Booth, así

que mejor baja de ese auto.Comenzó a reunirse una muchedumbre, dando vueltas y giros y más vueltas, y

sin decir palabra comenzaron a golpearme con aros de Hula-hula. Corrí hacia la esquina y entré en un bar cercano; el mozo era Jack el Destripador, y tenía varias cicatrices de bastonazos.

––Necesito un trago ––dije––. Me siento algo enfermo.Me lo sirvió, pero también quería saber dónde estaba mi palo de jockey.––No tengo ––respondí––, y ¿por qué rayos debería tener uno?Entonces me arrojó una botella de scotch; no tenía buena puntería.Corrí a la trastienda, donde los chicos estaban jugando a las cartas. El

prestamista era un ciego, gordo como una bola de grasa. Cuando le robé todo el dinero me golpeó con su bastón; le dejé unos lápices y escapé por el desagüe de la cocina.

Estaba muy oscuro y no olía demasiado bien. Tomé por la primera salida a la derecha y aparecí en Lisbon High, tal como me dijo una rata amistosa. Me acomodé el cabello y entré en mi clase favorita, la capitalística Tejeduría de Cestos.

La superintendente era Barbra Streisand y el profesor el Capitán Garfio; a él le dije que yo era el editor del libro de recetas Strunk & White.

Entonces tocó la campana y todos arrojamos nuestras bolas de bowling; el profesor me golpeó en la cabeza y me puso en penitencia.

––¡Me voy a arrancar la cabeza! ––comenzó a gritar una chica. Tenía medias rojas y maquillaje de un verdoso azul cielo.

––No me vengas con tus problemas ––le dije mientras me marchaba, al tiempo que me topaba con un hombre de uniforme: creo que era el Capitán Bligh.

––Vamos a colgarte de un mástil ––dijo con aire siniestro––. Si bien buscamos a Poncio Pilatos, tú te le pareces bastante.

––Por favor, señor Bligh ––dije––, déme otra oportunidad…Fue entonces cuando llegó esta pollita… Brigette Bardor, desde Francia.Desperté justo en ese momento, y fue como si todo se me fuera de la mente. No

volvería a convocar otro sueño, no de esa clase exactamente.