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El SÍNDROME DE PANDORA En medicina, tanto veterinaria como humana, es frecuente dar nombre a una determinada enfermedad en función del órgano que esté manifestando sintomatología antes de saber cuáles son su etiología o su patogenia. En ocasiones, la nosología puede llevarnos a engaño, ya que cabe la posibilidad de que la enfermedad en cuestión no tenga su origen en el órgano citado o, incluso, que pueda afectar a otros completamente diferentes. El concepto de “Síndrome de Pandora” es una forma de denominar a una patología o conjunto de patologías crónicas, recurrentes e idiopáticas que afectan a la función (y no exclusivamente a la estructura) del órgano o los órganos implicados, sin caer en la ‘trampa’ de la nosología. Para poder diagnosticar un Síndrome de Pandora debemos tener en cuenta los siguientes puntos: - Los síntomas que presenta el paciente son de carácter crónico. - Además de los signos asociados a un órgano determinado por los que el paciente se presenta en la consulta, pueden identificarse otros signos que hacen referencia a la afectación de otros órganos. En el caso de los gatos con signos de cistitis idiopática se han descrito combinaciones con signos de tipo gastrointestinal, pulmonar, cutáneo, cardiovascular, neurológico, endocrino e inmunológico. - La severidad de los signos clínicos es variable. Pueden, incluso, aparecer y desaparecer en función del nivel de estrés al que está sometido el paciente. - La historia del paciente es fundamental. La susceptibilidad o resistencia al estrés de un individuo depende de la genética (es decir, de lo que le transmiten sus padres) y del ambiente en el que se ha criado (lugares más o menos ruidosos, presencia de otros animales…). Debemos indagar en la historia del paciente y, si es posible, en la de sus padres para obtener información sobre sus experiencias previas. Tanto los sucesos traumáticos externos (del medio ambiente) como los internos (viscerales) dan lugar a la activación del SRS (sistema central de respuesta al estrés) y desencadenan una serie de respuestas a nivel de los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario que pueden explicar el número, la localización y la variedad de los problemas de salud que pueden padecer los pacientes estresados. En el caso

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El SÍNDROME DE PANDORA

En medicina, tanto veterinaria como humana, es frecuente dar nombre a una determinada enfermedad en función del órgano que esté manifestando sintomatología antes de saber cuáles son su etiología o su patogenia. En ocasiones, la nosología puede llevarnos a engaño, ya que cabe la posibilidad de que la enfermedad en cuestión no tenga su origen en el órgano citado o, incluso, que pueda afectar a otros completamente diferentes.

El concepto de “Síndrome de Pandora” es una forma de denominar a una patología o conjunto de patologías crónicas, recurrentes e idiopáticas que afectan a la función (y no exclusivamente a la estructura) del órgano o los órganos implicados, sin caer en la ‘trampa’ de la nosología.

Para poder diagnosticar un Síndrome de Pandora debemos tener en cuenta los siguientes puntos:

- Los síntomas que presenta el paciente son de carácter crónico. - Además de los signos asociados a un órgano determinado por los que el

paciente se presenta en la consulta, pueden identificarse otros signos que hacen referencia a la afectación de otros órganos. En el caso de los gatos con signos de cistitis idiopática se han descrito combinaciones con signos de tipo gastrointestinal, pulmonar, cutáneo, cardiovascular, neurológico, endocrino e inmunológico.

- La severidad de los signos clínicos es variable. Pueden, incluso, aparecer y desaparecer en función del nivel de estrés al que está sometido el paciente.

- La historia del paciente es fundamental. La susceptibilidad o resistencia al estrés de un individuo depende de la genética (es decir, de lo que le transmiten sus padres) y del ambiente en el que se ha criado (lugares más o menos ruidosos, presencia de otros animales…). Debemos indagar en la historia del paciente y, si es posible, en la de sus padres para obtener información sobre sus experiencias previas. Tanto los sucesos traumáticos externos (del medio ambiente) como los internos (viscerales) dan lugar a la activación del SRS (sistema central de respuesta al estrés) y desencadenan una serie de respuestas a nivel de los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario que pueden explicar el número, la localización y la variedad de los problemas de salud que pueden padecer los pacientes estresados. En el caso concreto de los gatos con cistitis idiopática, se ha estudiado que a nivel nervioso se da una mayor actividad en el locus coeruleus, lo que hace que el sistema nervioso simpático se encuentre más reactivo pudiendo ocasionar alteraciones intestinales, dermatológicas, endocrinas, neurológicas, inmunológicas y de comportamiento. A nivel hormonal, se ha comprobado que sus cortezas adrenales son de menor tamaño por lo que ante estímulos estresantes, se detectan aumentos de la CRH y la ACTH pero no de las hormonas córticoadrenales. A nivel inmunológico se desencadena lo que se conoce como ‘sickness behaviour’ (comportamiento de enfermedad), que son una serie de signos clínicos inespecíficos que pueden aparecer en el gato tanto cuando tiene un problema físico, como ambiental (menor actividad, menor acicalamiento, menor interacción social, fiebre, letargia, somnolencia, anorexia o hiporexia, vómitos, diarrea…)

- Aplicar medidas de enriquecimiento ambiental adecuadas siempre ayudan a resolver los signos clínicos.

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El pronóstico de un Síndrome de Pandora dependerá de lo comprometido que esté el dueño con la causa, de la facilidad que tenga para modificar favorablemente el ambiente del gato y de la condición física del paciente. Se debe tener en cuenta que puede haber recaídas si se producen estímulos estresantes fuertes.

Los gatos con cistitis idiopática a menudo tienen comorbilidades multisistémicas, así que busque fuera de las vías urinarias –así como en el ambiente del gato- en busca de respuestas diagnósticas terapéuticas.

Mantener a los gatos en casa se ha vuelto una recomendación veterinaria usual, a fin de reducir la exposición a enfermedades infecciosas y lesiones por vehículos u otros animales. Este consejo tal vez no sea benéfico por completo, o aún benigno, para los gatos. A principios de 1925 se sugería un “confinamiento estrecho en la casa”, para reducir el riesgo de signos de vías urinarias bajas (SVUB).

Se han investigado varios factores relacionados con el alojamiento en casa y los SVUB. El peso corporal excesivo y la menor actividad se relacionaron con mayor riesgo en algunos estudios, y los gatos que solamente tenían acceso a cajas de arena en interiores tienen un mayor riesgo de SVUB, en comparación con los gatos que podían hacer sus necesidades en el exterior. También se les ha relacionado con vivir con otros gatos con SVUB, lo que sugiere que las interacciones sociales o algún agente infecciosos de transmisión horizontal podrían participar en el desarrollo de estos signos. La falta de diferencia entre los casos y los controles en las tasas de enfermedad viral y el aumento en el riesgo relacionado con la cantidad de tiempo pasado en interiores, parecen argumentar en contra de un agente infeccioso como causa común.

Además de los factores ya mencionados, un estudio caso-control de gatos con SVUB, reportó un aumento de incidencia de SVUB en gatos que se trasladaron a un nuevo hogar dentro de los tres meses previos y durante los meses de invierno; un análisis más a fondo reveló una asociación estadísticamente alta en importancia más bien con los días lluviosos durante los meses previos, que con la estación. Se encontró que el acceso a presas en el exterior era protector.

Además de los SVUB, los estudios han encontrado que la estancia en el hogar se relaciona con una variedad de otras enfermedades comunes en gatos. Por ejemplo, se informa que la enfermedad dental es la enfermedad más usual en gatos mascotas. Aunque vivir en un hogar no se identificó como un factor de riesgo importante en un estudio, en otro subsecuente se le relacionó con un aumento mayor en riesgo de gingivitis, cálculos o enfermedad periodontal. La obesidad en gatos también constituye un problema común, ciertos factores dietarios, ser de edad media, macho, castrado y mestizo se han relacionado con el sobrepeso. Habitar en un hogar se ha vinculado con un riesgo a veces mayor para la obesidad, dependiendo del parámetro determinado. Un estudio reciente informó que el confinamiento en interiores y la inactividad física –pero no la proporción de alimento seco- se vincularon con mayor riesgo para la diabetes tipo II.

Estos y otros estudios llevados a cabo durante décadas y alrededor del mundo han identificado que vivir en el hogar es un factor de riesgo de enfermedad en gatos. Diferencias entre estudios, sobre todo aquellos que no encontraron mayor riesgo, pudieron haber ocurrido por una variedad de razones. La primera, por supuesto encontrar que habitar en interiores no es un factor de riesgo. Sin embargo, el hecho de que vivir en interiores se ha relacionado con una variedad de diferentes enfermedades estudiadas en distintos momentos, en diversos lugares, parece argumentar en contra de esta interpretación.

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Diferencias en el tamaño de las muestras y en las preguntas hechas, sin duda alguna también contribuyeron a las diferencias. Debido a que los gatos en gran parte de los estudios se encontraban en interiores, no se puede tener una idea con respecto al factor contribuyente de vivir en interiores. La identificación de diferencias y susceptibilidades de raza también sugiere que factores internos, incluyendo genéticos (qué genes se hallan presentes) y epigenéticos (cuál de los genes presentes se expresa) también influye en el riesgo.

SUSCEPTIBILIDAD DE ESPECIES

La sensibilidad de los gatos a sus alrededores y sus respuestas a estímulos amenazantes se ha estudiado durante décadas. El término respuesta de lucha o huída resultó a partir de varios estudios de gatos, llevados a cabo durante las primeras dos décadas del siglo XX por el eminente fisiólogo Walter B. Cannon. Los gatos son especies relativamente solitarias, eligiendo a menudo densidades de población menores a 50 gatos por kilómetro cuadrado.

Aunque gatos machos y hembras de vida libre ocupan rangos de hogar que se sobreponen de casi 100 metros de diámetro, a menudo evitan encontrarse cada uno al mantener un esquema. En un estudio de casas con dos gatos, uno pasaba casi 50% del tiempo sin ver al otro, aunque estuvieran dentro del rango de 1 a 3 metros uno del otro. Así, los gatos pueden ser susceptibles de manera inusual a las restricciones de interiores, debido a las diferencias entre sus estrategias de conducta y aquellas de otras especies sociales, incluyendo gran parte de los animales domésticos y las personas.

FISIOPATOLOGÍA DE LOS GATOS CON SVUB Y PROBLEMAS RELACIONADOS

Con base en una serie de estudios verificados durante las dos pasadas décadas, se han identificado varias enfermedades y condiciones más allá de las vías urinarias en gatos con SVUB severos y recurrentes. Comprender el proceso subyacente que conduce a estas anormalidades puede ser la clave en el diagnóstico y tratamiento de los gatos afectados. Se piensa que algunos gatos, a causa de una combinación inicial de genética y ambiente, tienen un sistema nervioso simpático más sensible y sobreactivo y se cree que esto se relaciona con anormalidades en los sistemas intestinal, conductual, dermatológico, epitelial, neurológico, endocrino o inmunitario. Estas comorbilidades pueden manifestarse en cualquier combinación y, algunas de ellas, pueden preceder al desarrollo de los SVUB. Estos trastornos, así como estresores ambientales, pueden manifestarse en lo que nosotros denominamos conductas de enfermedad.

Las conductas de enfermedad se refieren a un grupo de signos conductuales y clínicos inespecíficos incluyendo vómito, diarrea, anorexia o menor consumo de agua y alimento, fiebre, letargia, somnolencia, conductas cuasi dolorosas aumentadas y menor actividad general y de autocuidado y de interacciones sociales. Aunque estas conductas son respuestas bien documentadas a la infección, también se dan en respuesta a eventos ambientales aversivos. De este modo, las conductas de enfermedad pueden resultar a partir de las vías periféricas (es decir, aferentes) y centrales (es decir, eferentes).