El Profesor

Book - PROFESOR.indb 1 1/17/13 2:42 PM

Profesor?


Profesor?

Fabin Sanabria

Taller de edicin rocca

n o v e l a


TallerdeEdicinRoccaS.A. Bogot, D. C., Colombia Primera edicin, 2013 ISBN: 978-958-8545-32-5

FabinSanabria

Imagen de cubierta: Matrioshka - Profesor?, Edgar Guzmanruiz, 2012. Concepto: Fabin Sanabria. Fotografa: Santiago Mateus.

Edicinyproduccineditorial: Taller de Edicin Rocca S. A. Carrera 4aA No. 26A-91, oficina 203 Telfonos/Fax.: 243 2862 - 243 8591 [email protected] www.tallerdeedicion.com

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Impreso y hecho en Colombia Printed and Made in Colombia


Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida.

Mario Vargas llosa


Para Felipe Borrs A quien le debo estos delirios


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Ni confesin, ni auTobiografa. El presente es un nuevo ejercicio de ficcin, otra suerte de desdo-blamiento. En este relato transcribo y adapto la voz de un narrador, construyendo quizs una realidad pa-ralela. Aqu vuelvo a delirar en primera persona para descubrirme como otro. En ese sentido, la mayor parte de mis ecos constituye un alegato sin pausa ni receso. Por eso, en los captulos que siguen, tampoco habr comas sino vacos que generan una letra Ma-yscula. De algn modo, trato de encontrarme con alguien que quiere huir para acercarme a l sin alivio. Cmo ha ocurrido eso?

Hace un tiempo enferm gravemente, tuvie-ron que hospitalizarme y enviarme durante varios das a una Unidad de Cuidados Intensivos. Estuve en coma inducido y no poda respirar autnomamente. Si se quiere, entr en un profundo letargo. La falta de aire me permiti recrear sin censuras buena parte de mi vida. De repente, surgieron personajes que desde la ms temprana infancia han influido en este trayecto: mis padres, algunos maestros, ciertos

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amigos, colegas a quienes evoco con el apodo que mi memoria identifica. Independientemente de lo que son o fueron, algo de su ego me contagi, estoy hecho de sus voces y gestos. En dos palabras: soy ellos.

En la clnica me aterraba repasar el montn de manas de profesor que durante cuarenta aos he adquirido. Todas esas minucias y protocolos que sin darme cuenta persigo: hacer listas, ordenar cosas, clasificar simtricamente objetos, evocar alumnos imaginarios, preparar intervenciones y planificar el futuro. Pero en medio de un juego: un ensayo serio, muy serio, tan serio que no quiero tomarlo en serio.

El relato que sigue a dos tiempos trata de eso. De jugar a ser profesor mientras los mdicos me curan, de la pretensin de ensear en la que defi-nitivamente No creo. Acaso alguien ensea? Quin soy yo para ensear? No debera decirse errar y apre-hender? En buena medida, el juego de profesar es un oficio exhibicionista y no necesariamente ejemplar que desde nio practico.

En esa direccin, no aspiro a que el lector se iden-tifique conmigo. Simplemente le pido que observe a travs de las gafas que me he puesto lo que veo, y que trate de percibir mediante las lneas transcritas lo que invento. Un ambiente que en cuatro dcadas me ha conformado, al que particularmente por medio de la ficcin reconozco. Obviamente cabe la posibi-lidad de que las voces y gestos, descritas y narrados desde la clnica y la escuela, sean slo un delirio.


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Es una especie de burla o irona? Normalmente los profesores somos tan sofisticados Proclama-mos en calidad de expertos lo que se debe, incluso pontificamos sobre lo bueno, lo recto, lo justo y lo bello. Mas aquello que decimos saber no es justa-mente un creer, una bsqueda, un deseo? Algo nos falta He ah el dilema. Ser profesor para m con-siste en desear con todas las ganas del mundo, porque nunca es suficiente y siempre seremos incompletos.

Por supuesto que a lo largo de las pginas que pre-sento aflorarn numerosos complejos de gran seor y frases de autor incomprendido. A eso no le temo y pese a los nombres que fugazmente trastoco quisiera no resultar ofensivo. En buena medida sigo siendo un nio y, aunque los adultos me censuren por jugar con un credo, dejo en las manos del lector este acto fallido: con el intento que sigue quise con-vertirme en titular de la institucin a la que simb-licamente pertenezco. Como saba que mi Alma Mater conceda ese ttulo igual que el de doctor Honoris Causa en trminos generales, me atrev a indicar la ctedra que tras mi retorno quera orientar Eviden-temente esa insolencia del modo ms burocrtico me fue negada. Por eso bautizo aqu la serie que desde El tramoyero haba anunciado: Autoficciones As puede llamarse.

Bogot, veintinueve de enero de 2013


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I

NeuMona neuralgia Neurisma Neumologa Neura Tienen que ver con los pulmones o provie-nen del cerebro? Entre espritu y alma me toca deba-tirme. Amanezco con un dolor en el brazo izquierdo y una opresin en el pecho que me aterran. Espero no sean sntomas cardiacos ni el prembulo de algu-na complicacin respiratoria. No pude dormir hasta que se me ocurri en la madrugada llenar la bae-ra con agua hirviendo y recostar all mi hombro. Ar-da Iba amaneciendo y de a poco me fui aliviando. Tal vez acumul sin darme cuenta otro resfro. Detes-to tener que decirle a mi mano Muvete! para que lo haga. No s cmo logr vestirme cuando en esas se solt el aguacero Para colmos Gaucho escondido: Gauchito Gauchito Gauchito! No responde el con-denado gato Tiene miedo de que lo regae porque ltimamente no hace sino orinarse por todo el apar-tamento Adems lo echaron del colegio y voy a tener que educarlo sin escuela. Tras la muerte de Mitzuko apareci como Pedro por su casa pelendose con un mastodonte grisceo por culpa de una chocolatosa.


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Lleg bostezando con su oreja izquierda carcomida y as se qued: Gaucho con [au] que se lee [o] por puro afrancesamiento. En seguida engull media libra de carne y se bebi un tazn de agua quedndose pro-fundo. Ms tarde se volvi callejero: lo atropell una moto y tras tres das errante regres arrastrando una pata. En la Universidad Nacional lo operaron Guard reposo tercamente hasta que compr piso y tuvo que adaptarse a su nueva morada: aqu es el emperador de Palacio. Est bien No voy al Caf Pasaje Me quedo. Relamindose mi felino sale de su escondite. Estaba detrs del sof Lo atrapo y acaricio mientras bate la cola. Me quito el abrigo y pongo en el lavaplatos los trastos del desayuno sacudiendo las carpetas de tanta miga Avanzo a la biblioteca donde tomo los cuader-nos destinados a mi propsito Vuelvo a la mesa del comedor y los despliego. Ser un relato diecisis se-siones o Mejor dicho Una trama de XVI captulos.

De nio jugu cuatro clases de juegos pero slo uno me qued gustando. Al principio quise ser astro-nauta y recuerdo que saltaba descalzo en una colcho-neta. Los fines de semana comprbamos pollo asado en Kokoriko Restaurante que distribua sus domici-lios en cajas de cartn similares a caretas. Un buen da tom una de la cocina La limpi cuidadosamente y en seguida la luc como mscara. Mam observaba y acolitaba secretamente aquella escena. Si mis cuentas


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no fallan Por aquella poca ajustaba mi primer cua-trienio. Al verme con vocacin de astronauta Ella me adapt un overol azul para que contara con traje espa-cial y empez a hablarme de la llegada del hombre a la Luna. Mi padre me llevaba de paseo queriendo apar-tarme de ese juego.

Ms ac de planear empiezo a sudar fro. La cosa es como de fiebre Otra gripe que deb haber incu-bado. Toca suspender el proyecto. Apenas garabatea-dos recojo y guardo los cuadernos. Me pongo una ruana No resisto la congestin Tengo que acostarme un rato: Vamos Gauchito! Otra vez a la cama A escalar montaas entre las cobijas para que no nos coma el zorro! Detesto a los mdicos y si la cosa se complica tendr que visitar alguno. Benditos los remedios caseros Empecemos por ellos: aguapanela con limn Tres ramas de hierbabuena y dos pastillas de acetaminofn a ver si con esa combinacin los sntomas cesan. Antes de explorar volcanes y nevados llamo a Pilar para que me consiga una cita en unisa-lud confiando en que ninguna excursin de urgen-cias resulte necesaria.

Mis padres solan hacer diligencias en los juzga-dos de la Jimnez y para ser ms eficaces se separaban y reunan a lo largo de una jornada Yo me quedaba


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con ella. Les encantaba encontrarse en dos iglesias: en San Francisco y Saltndose la plida Veracruz En La Tercera. El primer santuario por su oscuridad me encantaba. Lo asimilaba a un templo oriental pintado por Rembrandt hasta que de la noche a la maana los mezquinos curas se lo tiraron: cambiaron las vela-doras que derramaban parafina por lmparas artifi-ciales y los pabilos amarillos que le daban ese aire de misterio por enroscados tubos ahorradores el da en que los conventos franciscanos se taquearon de paisas que impusieron sin cesar su tacaera. La Ter-cera por el contrario era muy clara: su construc-cin en madera lacada aterraba. Hoy apenas miro al San Francisco que pisa el mundo para patearlo y uno cree que se desprende de Cristo cayendo encima del pblico. Eso sera fantstico! De resto esos dos tem-plos estn en completa decadencia. Mis padres all se daban cita y cada vez que nos atrapaban los ser-mones Pap sonrea ante la ignorancia de los frailes mirando hacia los altares laterales Mam frunca el ceo y peda que nos retirramos Ella se persignaba y los tres salamos. Esas entradas y salidas a iglesias en buena medida eran deleites estticos Especialmente porque mi padre no era creyente y jams quiso que me bautizaran. Para calmar los nimos Mam propona que almorzramos peto en el Ta y de buena gana lo hacamos. Todos esos trazos de encuentros y despe-didas se repiten como una cinta en blanco y negro El color surge una tarde soleada en la que estoy con


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mam Voy con ella en un trolebs por la carrera die-cisiete a la altura de la calle sesenta y tres rumbo a La Porcincula donde tenemos cita con pap Pero algo trastoca mi primer juego: la careta que uso desde hace una semana se deshace con el calor de la tarde y cual juguete que ya no sirve la desecho.

Una cobija El cobertor La ruana de lana Aparto las sbanas y agrupo las almohadas. A sudar toda la fiebre del mundo estoy dispuesto! Tirito y golpeo mis dientes como si estuviera en un congela-dor Tambaleo cual avioncito destartalado aterrizando en un gran aeropuerto. Ojal que no vaya a entrar en delirio: Gauchito Gauchito Qudese aqu Gau-chito! Si mam estuviera conmigo Lo primero que hara sera destaparme. Yo en cambio hago lo con-trario: me cubro cuanto puedo para que transpirando la enfermedad se vaya. En esas suena el telfono. Es Pilar que con el doctor Bahamn acaba de conse-guirme una cita. Me dice que si quiero enva a don Benicio con su auto para que a las cuatro en punto me recoja Ni modo. A las mams as no queramos termi-namos hacindoles caso.

Los trolebuses eran enormes Rojos Rusos. Una cabina separaba al conductor de los pasajeros. Al exterior llevaban un par de poleas que gracias a la


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electricidad les permita rodar suavemente. Iban de sur a norte No muy acelerados porque corran el riesgo de desengancharse. Cuando eso ocurra El chofer deba detener el autobs Descender y arreglar el problema. Las varadas de un trole Todo un espectculo! Curio-sos y usuarios queriendo ayudar hasta que la situacin se arreglaba. As bamos mam y yo la tarde de mi nuevo juego cuando en un giro del trolebs las poleas se zafaron. El conductor fren y descendi precipi-tado Trat de acomodarlas Los pasajeros se agolparon en las ventanas (sin querer estbamos encerrados) Como pudo el chofer separ con fuerza los cables enredados pero algo le fall: por un azar que los adul-tos me impidieron ver chispazos lo alcanzaron Y no s qu ms pas porque alguien logr abrir la puerta y mam me alz y sin pensarlo dos veces abandon el vehculo Detuvo un taxi y le pidi que nos llevara a toda mquina hacia La Porcincula.

Con abrigo negro Bufanda de lana Guantes y sombrero que me hacen ver cual rabino Llego a la bendita cita con el doctor Bahamn. Felizmente no me hace esperar Me saluda haciendo un gesto de cortesa y pregunta qu me aqueja. Le sintetizo mi malestar mientras l se dedica a llenar formatos en un computador para dar cuenta de su atencin al pblico. Luego me pide quedar semidesnudo Recostarme en la camilla Respirar y toser hondo. l escucha a travs


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del fonendoscopio Vuelve al escritorio y prescribe. Me ordena tomar Naproxeno cada ocho horas Lora-tadina cada doce Acetilcisteina disuelta en agua cada seis y Salbutamol haciendo puff con un inhalador cada cuatro. Me despide Paso a la farmacia Me entregan los medicamentos y con resignacin busco el auto de don Benicio para que me devuelva a casa.

Aunque pap no era creyente sostena amistad con ciertos clrigos. Entre ellos figuraba fray Severo Velsquez: un franciscano de hbito caoba grueso y sandalias relucientes cuyos sermones en otro tiempo contribuyeron a la cada del dictador Gustavo Rojas-Pinilla. Varias veces nos paseamos por los pasillos del antiguo colegio Virrey Sols: mi padre con l discu-tiendo y yo saboreando uvas. La tarde del trolebs fue particularmente significativa. Era la vspera de mi cumpleaos y fray Severo me tena un regalo: un busecito de juguete rojo que para un nio le pareci adecuado. Con mi padre sal de all saltando Me gus-taba. No obstante le faltaba algo. Al llegar a casa no jugu con el obsequio prefiriendo dejarlo en la sala de adorno. Fui directo al cuarto donde estaba la col-choneta y tomando un cojn Un platn de plstico La bomba del bao Un espejo y un par de planti-llas de no s qu zapatos Me convert en conductor de trolebs eso era lo que realmente quera. Mam lo supo de inmediato. Como a la media hora trajo


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un cartn gigante para aislarme a modo de cabina y agreg sonriendo: Tenga cuidado Seor con estos buses porque son muy peligrosos.

Pese a seguir la prescripcin mdica paso una noche de perros. No deb haber ido donde el tal Baha-mn que ni siquiera me examin completo. Doy mil vueltas en la cama La fiebre aumenta No s si volver a los remedios caseros. Ya est: otra aguapanela con todos los limones que encuentro. Terrible sufrir y peor an padecer insomnios. Mejor recitar muero porque no muero Qu tal que furamos eternos? Toda una desgracia aunque la gente anhela eso. Con la noche helada me calmo Amanezco empapado en sudor Sigo con ms remedios. Tomo mi bao habitual Lenta-mente me visto Leo un rato Tambin garabateo Desa-yuno. Hacia el medio da llega Felipe (El Infantino). Me percibe enfermo Dice que me toca ir al mdico Le digo que ya fui Se calma. Trato de disimular mi males-tar El telfono suena Contesto y es Pilar para pregun-tarme cmo me encuentro Le digo que peor y ella inmediatamente agrega: No se preocupe profesor que ahora mismo le busco otra cita para las cuatro de la tarde con el doctor Pez que es buensimo.

Conductor de trolebs fue pues mi segundo juego. No slo quera hacerlo en grande sino tambin


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en muequero. Amaneca mi cumpleaos y bien saba que poda pedir un deseo. Enloquec a todos dicin-doles que quera una sombrilla Pero nadie me hizo caso. El da transcurri normal Hubo ponqu Cyrano recin horneado donde los franceses del Samper Mendoza Me dieron arroz con leche y uvas pasas. Delicioso! Al final de la tarde Pap deba entrevis-tarse con la duea de una librera alemana al norte de la ciudad para recoger un libro que haba encargado Le ped que me llevara y as lo hizo. Cul no sera su sorpresa cuando saludando a la Matrona sin vacilar le dije: Seora: me regala su sombrilla? Sal de aquel local con un paraguas negro entre manos. Todos cre-yeron que lo estrenara en el siguiente aguacero y no fue as: esa misma noche lo desbarat y le quit las poleas Slo necesitaba dos para completar mi juego. Las pegu con plastilina al techo del busecito que me haba obsequiado fray Severo E instal con piola de cometa todo un circuito elctrico hasta que al fin: no slo era conductor de un trole grande sino tambin de otro pequeo.

En Casa Vieja almuerzo un exquisito ajiaco con El Infantino. Cual terco que l es jura que no lo descresta A m me descoyunta. Saliendo vemos de pasada algunos ttulos en las vitrinas de la Lerner que me hacen exclamar: Cmo ser la cubierta de El tramoyero! En seguida nos disponemos a obedecer:


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tomamos un taxi rumbo a unisalud para cumplirle la cita al doctor que segn Pilar es buensimo. Tras mil trancones llegamos a las instalaciones del Uriel Gutirrez y Felipe me ayuda a caminar pues parezco un abuelito. Viene ahora otra espera El lugar est ati-borrado de pacientes. Entre ellos reconozco a dos colegas: Florence Thomas y Bruno Mazzoldi. Tmi-damente saludo y ellos me preguntan qu padezco. Les digo que gripa esperando que no sea la porcina. Observo que se apartan unos pasos pero luego se acercan y al unsono repiten: Esos son puros cuen-tos. En seguida me desean pronta recuperacin y pro-sigue la espera.

Pap continuaba frecuentando a fray Severo y casi siempre me llevaba consigo. Muchas veces nos tocaba esperarlo hasta que acabara de celebrar misa. Rodaban las frases de sus sermones: De qu sirve la fe sin obras? Dios no se demuestra sino que se muestra Poco a poco me fui habituando a ver al cura en el altar vestido de distintas maneras Quiero decir con diver-sas estolas y capas segn la ceremonia. Esa esttica me fascinaba. Ms que su prdica: sus formas de con-sagrar inequvocas. Los feligreses veamos en esos gestos pases mgicos perfectos Jams se distraa. Un da finalizando otra charla con pap me regal una ruana terracota con capucha Precisamente de mi talla. Recuerdo que en casa mam tena dos copones


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de madera y los viernes fritaba hojuelas Con los das me aburr de ser conductor de trolebs del mismo modo que me ocurri siendo astronauta. Esta vez quera ser fraile franciscano Mejor dicho Sacerdote como Severo Velsquez porque su carisma me encan-taba. Ahora me doy cuenta de que mam tom muchas precauciones para acolitarme ese nuevo juego: slo lo permita si pap no estaba en casa. Generalmente los viernes en la tarde cuando amasaba la comunin para mis fieles imaginarios. Entonces me preparaba: pri-mero sala a la calle y golpeaba en un poste met-lico durante tres momentos distintos con la piedra del lavadero (aquella era mi campana) Luego me pona la ruana franciscana ms una bufanda que me dejaba listo para la Eucarista. Al cabo de los aos aprend de memoria cnones y prefacios y aunque de adulto decid bautizarme por cuenta propia Ya no frecuento monasterio alguno salvo si es benedictino: desgracia-damente los curas que conozco muestran ms fervor tomndose un tinto que postrados de rodillas ante el Santsimo Sacramento.

Por fin llega mi turno en el consultorio tres con el doctor Pez que me espera en la puerta Saluda e invita a quedar semidesnudo para pasar a la cami-lla donde me examina. Me pide respirar y toser una y otra vez Abrir la boca para ver mis ganglios con una linterna Luego observa mis pupilas y orejas Me


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palpa el vientre hasta que dice Vstase! En seguida escribe en su computador Me interroga sobre los sn-tomas que padezco Le cuento aproximadamente lo mismo que al doctor Bahamn Entonces ordena una radiografa de trax.

Sinteticemos: astronauta Conductor de trolebs y fraile franciscano hasta un diez de febrero Da en que me llevaron por primera vez a la escuela. Pese a que Severo Velsquez haba conseguido una beca para que estudiara en el Virrey Sols Mi padre slo crea en la educacin pblica. Y no en cualquiera: bien saba que las escuelas del Centro eran de baja cali-dad Por eso se invent una direccin en Chapinero prefiriendo recorrer conmigo todos los das ms de setenta cuadras: desde La Candelaria hasta la Concen-tracin Distrital Modelo del Norte: una edificacin de ladrillo lacado Ubicada en la calle 64 No. 20-21. All comenzara sin darme cuenta con el tiempo la pulsin fervorosa de mi cuarto juego.

Mientras sale el resultado de la radiografa En la Sala de Urgencias me aplican nebulizaciones. El Infantino me acompaa y tranquiliza. Como sos-pecho que la cosa va para largo Le entrego a Felipe las claves de mis cuentas con instrucciones precisas en caso extremo: una misa presidida por alguno de


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mis amigos sacerdotes es posible Siempre y cuando se celebre en la capilla de la Ciudad Universitaria y Mauricio Nasi toque el rgano. No quiero que me entierren porque an no soy famoso: prefiero que me cremen y a la orilla del mar esparzan mis cenizas. El negativo de mis pulmones es catastrfico: toca hospi-talizarme de inmediato. Entre tanto me toman varias muestras de sangre para que est preparado. Una hora despus consiguen cupo en la Clnica Nueva de Nues-tra Seora de la Magdalena y llega una ambulancia en la que lentamente me transportan. Horrorizado con-templo el bendito lugar donde supuestamente han de curarme Un doctor de apellido Chaparro me examina Dice que la cosa es delicada y tiene que enviarme a la Unidad de Cuidados Intensivos No s si en ese momento me sedan y pierdo el conocimiento Lo cierto es que hasta all recuerdo.


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II

Desde que Me corT la teta Mam se convirti en mi maestra. Ocurri cuando cumpl los cinco aos. Increble! Durante un cuatrienio me amamantaron. Haba que detener semejante aberracin Tocaba qui-trmela! Adems haca tiempos que coma de sal y me encantaban las hojuelas. Con la entrada a la escuela mis primeros juegos fueron reemplazados El mundo cambiado: ya no tena caretas Trolebuses ni altares. Mi nico pasatiempo seran los cuadernos Tocaba lle-narlos. Primero de planas repitiendo frases de Coqui-to: Yo amo a mi mam y mi mam me mima El len atrapa al conejo pero este le hace cosquillas escapando de sus fauces fe-linas. Luego deba realizar centenares de sumas Res-tas Multiplicaciones y divisiones: el fascinante juego de los nmeros. Todo eso lo saba cuando me lo en-searon en la escuela Por eso generalmente ocupa-ba los primeros puestos.

En la clnica van a tener que entubarme y a pesar del sedante sigo despierto. Trato de levantarme de la


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camilla porque tengo ganas de ahorcar a una enfer-mera. Varias manos me detienen y doblegan Vuelven a inyectarme y esta vez lo logran. A Cuidados Intensi-vos hay que ingresar como vinimos al mundo. Brazos expertos me ponen una bata e inmediatamente me acuestan y conectan casi inerte a un montn de apara-tos. Los paramdicos prestan especial atencin a dos tubos: al de respirar y al de suministrar alimento. Aun inconsciente me dejan bien atado.

Vayamos despacio: la directora de la Concentra-cin Distrital Modelo del Norte Doa Vitalia de Clis una maestra gorda y de cachetes rosados que par-queaba en el patio de la escuela un escarabajo cuyo azul oscuro sabiamente pintado representaba el color de su partido Se dio cuenta de que nosotros no ramos del barrio. Lo digo en plural porque aunque parezca hijo nico yo tena un hermano De l des-pus hablo. Lo cierto es que con condiciones la ilustre dama permiti que a los nios Sanabria los matricu-laran. Algo quizs vio o simplemente le faltaba llenar dos cupos. En todo caso Muy recomendados Alfredo y yo ingresamos a primaria. La entrada principal era una gigantesca puerta metlica que conduca a un patio rectangular donde al fondo se vea una estatua de la Virgen y en la parte central una tarima con su atril para las izadas de bandera. Girando hacia las monta-as estaban cafetera ms baos y aulas de clase. Todo


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en ladrillo caoba lacado que le daba un aire de casita de chocolate. Ah! Lo olvidaba: en el segundo piso de la edificacin haba una puerta enrejada que condu-ca a una torre inclinada donde nadie iba pues Segn deca la aseadora poniendo cara de horror Poco des-pus de construida decidieron clausurarla.

Aqu experimentan conmigo! Quiero zafarme de estos aparatos y tubos a los que me tienen conec-tado. Los paramdicos me atan ms fuerte y entro en delirio: no muy lejos escucho el estallido de una bomba Mdicos y enfermeras se retiran Parten agi-tados pues les interesa el afuera dejndome a la deriva. En medio de reflectores veo micrfonos y cmaras de televisin Oigo sirenas de ambulancias Mentalmente cuento varios heridos que ingresan en camillas des-tartaladas. Un ambiente apocalptico! De pronto sos-pecho que van a retratarme A tomarme quizs otra radiografa. Seguro les conviene hacerme pasar por vctima del atentado! Al cabo de unos minutos llega un colega: es Carlos Uribe que ha visto mi rostro en el noticiero y por eso ha venido. Le pido que busque a Jaime Gonzlez Trata de calmarme diciendo que no me preocupe Que en un hospital la salud depende de las enfermeras. Al poco tiempo vislumbro en la penumbra a tres amigos: Edgarinos Jaime y Felipe. No puedo comunicarme con ellos. Al Infantino se le ocurre que anote lo que deseo en un cuaderno Me


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alcanza un estilgrafo y antes de desfallecer escribo: Hablen con la doctora Wiesnner o busquen a Hernando Sal-cedo Pero se me agotan las fuerzas para decirles lo que ms temo: Por favor No permitan que me trasla-den al desierto.

Alfredo era dos aos mayor que yo y de nio pap lo prefera. Mam fue cmplice de mis juegos hasta mediados de la primaria. Despus volqu mi afecto hacia el viejo y como era un alumno ejemplar fui su mayor orgullo. A mi hermano le iba regular en el estudio Cosa que significaba fallas en el primog-nito. Pap se volvi con mi hermano mayor muy duro Mam lo complaca en todo. Pero antes de alcanzar ese punto acabbamos de ingresar a La Modelo. Nos pusieron en cursos separados Aunque claro est en los recreos y a la salida nos encontrbamos. Sobre todo al terminar cada jornada porque maestros y alumnos partan: nosotros ramos los nicos que quedba-mos. A veces nos tocaba esperar hasta bien entrada la noche cuando pap nos recoga. Entre tanto La pro-fesora Isabel una maestra costea que desde haca dcadas cuidaba la escuela nos permita jugar en el edificio. Le hacamos compaa a Trnsito la asea-dora mientras volteaba pupitres y limpiaba salo-nes. Mi hermano nos contaba historias de terror para infundirnos miedo. Deca que a media noche por la reja de la torre apareca un monje sin cabeza que


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deambulaba en pena Eso me haca retorcer y gritar de espanto Hasta que felizmente doa Isabel nos lla-maba a tomar chocolate y asunto concluido. Despus llegaba pap y con l partamos. Inicibamos otra tra-vesa. Primero tombamos un bus rumbo a la calle Veinticuatro con Dcima Caminbamos dos cua-dras hacia el restaurante La Posada del Gordo donde el generoso humorista haba dado instrucciones para que gentilmente nos atendieran. All reclambamos la cena que en casa calentbamos: cada noche una carne distinta acompaada de arroz con papas fritas y ensa-lada me encantaban las chatas exquisitamente pre-paradas Luego hacamos fila india en la estacin de San Victorino para tomar un colectivo rumbo a La Candelaria Llegbamos hacia las once y saludba-mos a mam Comamos y bebamos Reposbamos diez minutos y contbamos con media hora para ter-minar las tareas.

Mi delirio es consistente: lo que ms tema ha pasado. Estoy postrado en un catre semidesnudo Amarrado y custodiado por personajes extraos. Constato que mi cuarto es una carpa cuyo teln per-mite ver a contraluz el resplandor de la maana: me albergan en una ranchera. Afuera presiento que todo tiene aire de internado Debe ser Nazaret en la Alta Guajira. Alguna vez se instalaron por aqu los capu-chinos y ms tarde unos doctores quisieron cambiarle


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la medicina a los indios. En seguida corroboro mis miedos: una enfermera regorda se acerca con una jeringa. Primero me toma los signos Despus anota algunos nmeros en su planilla No habla Me inyecta sin compasin Dice a quienes me guardan que deben vigilarme muy atentos Que ante cualquier movi-miento no duden en tocar la campanilla. El pnico me embarga Me retuerzo Quiero zafarme No puedo. La mujer que acaba de pincharme da media vuelta y sentencia: Toca reforzarle el tratamiento porque necesita otra dosis de Claritromicina.

Sin perder tiempo en la escuela conquist las miradas de mis maestras: de Luca Rincn-Gmez De Martha de Ramrez De Betty de Morales y de Elizabeth Beltrn-Trujillo. La seorita Luca en pri-mero y segundo elemental fue mi profesora. Era una paisa sonriente de gafas carey redondas que sin des-canso quera que leyramos. Recuerdo su acento sim-ptico y espritu vanguardista recitndonos cuentos y poesas hasta que una tarde descubr que le gusta-ban los recortes de hostia: durante el recreo la alcanc para decirle que yo no entenda por qu en la comu-nin los sacerdotes distribuan pedazos de pan ins-pidos Que al menos en Navidad deberan cambiar el Cuerpo de Cristo por el Dulce Jess Mo: un buen trozo de oblea untado de arequipe. Ella se ech a rer y me confes que unas monjitas en la calle Sesenta


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con carrera Sptima vendan recortes de las sagra-das formas que ella regularmente les compraba Que seguro vala la pena hacer ese experimento: probar todo ese trigo acompaado de manjar blanco. Con semejante secreto no tuve ms remedio que conven-cer a mis paps de que furamos Y dicho y hecho: a la semana volv a clase con un regalo que al finalizar la jornada orgullosamente deposit en sus manos: una bolsa transparente repleta de recortes ms un pote de arequipe. Esas dos cosas muy bien acompasadas en una suerte de cofre. Por supuesto me la gan con el obsequio. Aquella tarde fui muy feliz observando desde un escondite cmo mi maestra comparta parte del regalo con su colega Isabel Snchez de Ariza que exclamaba: Hum Qu delicia! As s vale la pena ir a misa.

Mi cuerpo se resiste a obedecer como un cadver Eso es para jesuitas. Quiero encogerme Acurrucarme en posicin fetal Dar media vuelta Envolverme en las sbanas Enrollarlas y apartarlas Tomar una almo-hada y abrazarla No me dejan. Cmo decirles que no me voy a rebelar ni a escapar de aqu arrancndo-les mi vida? Tan slo deseo algo de calidez Un poco de comodidad para soportar el tratamiento. Dema-siado pedir? Hablar no puedo. Tampoco alcanzo a renegar Maldecirlos deseo. Debo conformarme con estas imgenes que camuflan el inclemente sol del


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desierto a medio da: adentro objetos opacos Afuera las cosas deben brillar encegueciendo. Ellos quieren a toda costa separar Clasificar Analizar Establecer pros y contras. Si lo juzgaran necesario me dejaran morir pues slo les interesa saber cmo reacciono Jams acertarn con el diagnstico: ignoran lo intil de pelar una cebolla.

Durante mis primeros aos de escuela todos los bimestres ocup el primer puesto. Eso signifi-caba que en las izadas de bandera me imponan una medalla tricolor en el pecho tras recitar fragmentos de fbulas disfrazado de Juan Matachn (Mrenle la estampa! Parece un ratn Que han cogido en trampa con ese morrin Fusil Cartuchera Tambor y morral Tiene cuanto quiera Nuestro General) Hasta que comet mi primera falta: una tarde Luca nos pidi dibujar en un papel en blanco la imagen de Dios Pero al cabo de media hora no pude resistir la tentacin de entregrselo tal cual lo haba recibido: sin una lnea. Ese gesto la des-concert tanto que me puso cero en religin y por supuesto semejante nota me baj el promedio. En la siguiente ceremonia obtuve apenas una medalla roja que corresponda al segundo puesto. Con los das enferm y llegu a tener una fiebre tan alta que me incapacitaron y durante dos semanas me qued en casa. Pese a todos los remedios Mis padres tuvieron que pedirle cita a la profesora. Ella muy amablemente


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me mand una esquela que todava conservo: Que-rido Fabin: Eres un alumno brillante y tienes un futuro promisorio. El nico problema puede ser ilu-minar demasiado: eso encandila todo. Por lo tanto es prudente descender alguna vez a la penumbra. All se contempla el mundo de otro modo. En sus casas tradicionales los japoneses tienen un lugar som-bro donde colocan los objetos ms preciados Ese sitio les permite admirar lo que cualquier resplandor malograra. Ahora debes saber que la enfermedad se parece a esa especie de limbo. Espero ests de vuelta muy pronto restablecido Luca.

Los das son eternos en el desierto. Las noches curiosamente las olvido. Cada vez que abro los ojos descubro las siluetas de tres nios vestidos con mantas guajiras Un tanto tristes observndome. A veces el ms alto me cuenta historias de sus ancestros Pero no logro escucharlo Un zumbido impide con-centrarme. De repente tiemblo y siento pnico No es para menos: un doctor impecablemente vestido se acerca Me desata y levanta mis manos Me incorpora y pide que tome aire por la nariz y lo bote por la boca Luego toso y desespero l me calma. En seguida ingresa una enfermera que aprieta mi cuello advir-tiendo que ya me dieron otra dosis de antibitico Veo que los nios se han ido y estornudo El mdico dice que es buen signo La mujer indelicadamente me


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inyecta El doctor lo admite Lentamente me acuesto y quedo profundo.

Pasado un fin de semana me alivi y reconci-li con Luca. Aprob el segundo ao y nuevamente ocup el primer puesto. Pero algo no qued resuelto: la idea de que las acciones humanas slo pudieran ser buenas o malas En los siguientes cursos esa cuadr-cula la percib en mis maestras: se esforzaban tanto en formarnos para que correctamente extendiramos las manos (Izquierda Derecha Izquierda Adelante Detrs Un Dos Tres) Secretamente detestaba la manera como evaluaban: si el alumno responda aunque fuera hipcritamente segn las expectativas Su calificacin era Aprobado. Mas ay del que cuestio-nara! No slo era un indisciplinado sino que mereca una nota roja de censura. Por supuesto no me refiero al desacierto en la informacin Eso que los burcra-tas llaman competencias. Lo que ms me molestaba y propuls a iniciar un nuevo juego fue el rollo de las calificaciones. En mi tercer ao odiaba que las notas en letras resultaran arbitrarias y nunca correspondie-ran con los nmeros. Definitivamente el bien y el mal empec a juzgarlos bastante relativos: un vaso de agua era bueno o malo? Si se le ofreca a un sediento Magnfico! Pero si se le daba a un ahogado Repen-tinamente comenc a rayar las pginas de los direc-torios telefnicos: aquellas seran las previas de mis


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discpulos imaginarios. No estaba contento con la B de bueno Ni con la R de regular y menos con la M de malo. Tena que haber otra forma de evaluar a los alumnos. Paulatinamente se me ocurri que las respuestas de un estudiante podan corresponder o no a lo que se le exiga Dependiendo del momento y del contexto. As llegu a inventar al final de pri-maria un sistema que tuviera en cuenta varios mati-ces: un examen poda ser Excelente Sobresaliente Coherente Aceptable Regular Deficiente Incoherente Lamentable Nulo o Vaco Teniendo cada una de esas expresiones su correspondencia numrica: 5.0-4.5-4.0-3.5-3.0-2.5-2.0-1.5-1.0 o cero. En ese sentido Luca haba sido justa conmigo: haberle entregado un dibujo de Dios en blanco siendo ella tan catlica Representaba una insolencia. En cuanto a mi cuarto juego Debo subrayar que lo perfeccion para com-petir con mis maestras. Como no soportaba su nor-malidad Me convert en un impostor: en pblico fui modelo de lo correcto y en privado un transgresor que osara controvertir todo aquello que me ensea-ran a repetir como loro.

Un sueo dentro del sueo La leccin sobre la leccin El juguete en el juguete Mi matrioska rusa. Por virtud del sedante deliro y en el delirio tambin me inyectan para que no sufra y descienda a lo profundo. La verdad es que entro en coma: estado ideal para


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fantasear Donde no hay tnel ni juego de luces o cosa que se le parezca. Mis amigos angustiados se asus-tan No puedo verlos. Ni siquiera a los indiecitos arro-pados con mantas guajiras que me vigilaban atentos. Estoy sumido en un estadio de casi nada y si sigo por esta va puedo perderme Pero un condenado ruido me detiene. No s en qu dimensin alguien grita: Se nos est yendo la abuela! Siento que piernas ajenas corre-tean Una voz femenina las frena pidiendo respeto por los dems pacientes Mientras avanza la noche. Sbi-tamente algunas imgenes quieren conducirme de nuevo a la Alta Guajira: veo a un misionero ataviado de blanco atravesando conmigo el desierto: junto a un oasis me muestra unos cultivos hidropnicos e invita a beber limonada y a cenar pescado fresco. Prosegui-mos. De repente un muchachito nos alcanza. Toca despertar: Desde El Cabo hasta Nazareth todos los caminos yacen inundados. Nos devolvemos. Escucho el eco de un llanto lejano. Silencio! El teatro est a oscuras y mi carne descansa serena: ha perdido todas sus ansias de amores inflamada.

En medio de la escuela mi padre quiso acercarme a la msica. Desde los seis aos empez a llevarme todos los sbados a un auditorio cuyas sillas de cuero mostaza me impresionaban. Aquel mundo despierta otros fantasmas. All escuch por primera vez la melo-da de una pera bufa que an resuena en mi cabeza: Pa


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Pa Pa Pa Pa Pa Pa pa Pa pa Pa pa Pa pa Pa pa pa pa pa pa pa Pa Pa pa pa pa pa pa pa Pa Papa Papa Pa Papa Papa Pa Es el ltimo dueto de La flauta mgica donde Papageno no se suicida pues su amada aparece y lo arrastra en una especie de alfombra voladora. El caza-pjaros salta sobre su mujer y ambos rodeados de nios que los golpean con almohadas se elevan felices cual cometa. Al final de la pieza supe que nunca ten-dra el idilio de fundar una familia.

Queda el eco de aplausos que partieron Asien-tos desocupados Luces apagadas Teln cado y esce-nario vaco. Cuando se cierran las puertas Nadie ms ingresa! Hay que regresar al otro da. Mejor no preocuparse y tratar de dormir. Maana despertarn quienes tengan que estar vivos!

A Martha de Ramrez la recuerdo como a la maestra ms rezandera: era una dama gorda y morena que usaba faldas largas con sandalias y medias de lana. En tercero elemental nos despachaba casi todas las tardes con un buen trozo de Biblia. Pareca Testigo de Jehov obligndonos a aprender de memoria captu-los y versculos del Antiguo Testamento: Gnesis I: 26-27 xodo XX: 3-17 El Salmo 139 y casi todo el Libro de Job acompaado del Eclesiasts ms el Cantar de los Cantares. Fue gracias a ella que empec a descubrir un enorme


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parecido entre los cuentos que nos lea Luca y las Sagradas Escrituras. Aos despus cuando por puro rayn estudi teologa al enterarme de que los evangelios se basaron en narraciones posteriores a la muerte del Nazareno Constat que el cristianismo no poda ser ms que otro idilio: idntico al legado del coronel Aureliano Buenda o a las versiones de Guarini El indio del Amazonas disparndose a travs de su propia cerbatana.

En la Unidad de Cuidados Intensivos las visi-tas slo son permitidas durante dos horas: de dos a cuatro de la tarde. Antes de ingresar es obligatorio observar estrictas medidas higinicas. Los acudientes deben lavarse las manos y el antebrazo con un jabn especial Secarse con una servilleta de papel dispuesta para ello Tomar una bata protectora y ponrsela Usar tapabocas desechable y Una vez en la sala circular Acudir sin hacer ruido al cubculo especfico para ver al paciente que por lo general se encuentra en pro-fundo letargo. Si los familiares o amigos del enfermo consideran prudente hablarle Pueden hacerlo. A la salida normalmente hay un encargado dispuesto a entregar los ltimos reportes de los estados clnicos.

Betty de Morales era la profesora ms veterana. Usaba unas enormes gafas redondas que se quitaba


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para juzgar a los estudiantes dejando al descubierto sus ojos claros que traslucan una mirada lejana. Su tono de voz suave ocultaba un cierto cansancio: haba perdido la cuenta de sus aos enseando. Segn me enter en cuarto de primaria cuando fue mi maes-tra acababa de ser abuela. Sus colegas comen-taban que se senta dichosa tras haber logrado que su hijo contrajera matrimonio. De ella aprend algo de geografa (nos pona a competir adivinando las capitales de distintos pases del mundo) Un poco de historia (contada como si el Todopoderoso cada acontecimiento milimtricamente lo dispusiera) Y tal vez la necesidad de lo que en ese entonces se llamaba civismo. En sus clases nos explicaba por qu eran importantes las maneras. No hablaba obviamente de su arbitrariedad Simplemente subrayaba que gracias a ellas podramos acceder a varios crculos. En rea-lidad doa Beatriz cumpla a cabalidad la funcin de institutriz: con toda dulzura lograba que sus educan-dos aprendiramos a comportarnos correctamente en sociedad labor que desde que se cre la escuela Naturalmente fue encomendada a los maestros.

El cielo yace negro y a esta hora irrumpe un torrencial aguacero. En los pases tropicales no caen copos de nieve sino pepitas de granizo que golpean los tejados. Los capitalinos duermen y quienes deam-bulan por ah deben ir bien abrigados. Nuestros


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cerros orientales que alguna vez pintara Rogelio Sal-mona estn cubiertos como hace cientos de aos. Alguien los imagina volcnicos? Monserrate Gua-dalupe La Viga Diego largo El Verjn y Cruz Verde hace doscientos aos eran bastante temidos. Hoy su vegetacin fornea podra despertarlos Hacer que se rasquen Reacomodarlos y de paso generarle una tra-gedia a los bogotanos. El sistema de salud jams dara abasto: si se cuentan clnicas y hospitales Nuestra ciudad de ocho millones apenas puede atender diez mil heridos. Vislumbramos ese caos?

Elizabeth Beltrn-Trujillo s que era distinta: ele-gante Blanca Alta Delgada Muy fina y de ojos celes-tes enamorados de un joven arquitecto. Sus colegas se retorcan cuando su prometido la recoga en un automvil rojo Deportivo. Si era tan de alta alcur-nia Qu haca enseando en una escuela? En aquel tiempo estaba de moda una serie de televisin llamada La mujer binica As la apodbamos. Era licenciada en Ciencias Sociales y en mi ltimo ao de primaria con-clua su carrera de Periodismo. Con ella aprend a leer artculos de prensa y a no tragar entera la informa-cin que suministraban los medios. Nos prepar de la mejor manera para los Exmenes de Estado: era el momento de escoger un tipo de bachillerato De optar por un buen colegio. De ella no puedo afir-mar que con sus alumnos pretendiese ser mam


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como las dems maestras Al contrario: sospecho que la proposicin slo las mujeres se realizan siendo madres le repugnaba. Para m fue una gran cmplice que en su profunda discrecin me permiti cualificar mi juego: el maestro no poda ser un inquisidor que se las saba todas sino un gua que a lo sumo facilitaba encuen-tros. En sus clases le gustaba que fabricramos his-torias para entender por medio de metforas lo intil de las teoras. De algn modo era lo opuesto a Luca: ms que inducirnos a repetir lo que otros hacan Eli-zabeth quera que reinventramos el mundo. Hoy recuerdo sus palabras durante mi primera ceremo-nia de clausura. Fue una tarde soleada y esplndida cuando todos estbamos en el patio: profesoras Estu-diantes Graduandos Invitados de honor y padres de familia En nombre de la directora nos felicit por conquistar la educacin bsica agregando en seguida: Quienes sigan jugando este juego se darn cuenta de que acaban de ingresar a un laberinto.


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III

Concluida la VisiTa a un paciente en Cuida-dos Intensivos sus familiares casi siempre formulan las mismas preguntas: Ser que se recupera? Cmo es su estado de nimo? l s escucha cuando se le habla? Ya sali el ltimo examen? Hasta cundo lo van a tener conectado? Cul es al fin la enfermedad que padece? Obviamente los mdicos responden se-gn su especie con toda serenidad y asepsia. Al tercer da de hospitalizacin mis amigos me encuentran in-consciente e hinchado. No pueden ocultar su tristeza ante el aspecto vegetativo y amarillento que presento La nica proposicin que escuchan se resume en dos palabras: pronstico reservado. El Infantino se desespera y viendo pasar al doctor Chaparro lo detiene en el pa-sillo. El galeno amablemente le dice: Tranquilo En este momento su amigo tiene dos opciones: o se recupera O se muere. Hay que tener paciencia.

Afortunadamente en mi formacin elemental no pas por Knder ni Transicin Ni el montn de


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idioteces que los comerciantes de la pedagoga se han inventado. Aclaro eso subrayando que habiendo cum-plido cinco aos ingres a primaria y Bueno Al completar diez me matricularon en el Repblica de Colombia: un liceo pblico y mixto que quedaba a pocas cuadras del Jardn Botnico. Mi hermano entr al Jorge-Eli-cer Gaitn y desde entonces nos separamos. Ante mis ojos surgieron dos bloques que multiplicaban el rea de la escuela. El colegio contaba tambin con patio y tarima donde todos los das formbamos y cada fin de mes extraamente apareca un cura Muy dispuesto a celebrar la misa que preceda nuestras izadas de ban-dera. Imagnense el horror: un instituto laico con cura y misa? (alegaba furibundo pap como si viviera en Francia o Alemania). Pero si as es aqu (contes-taba mam tratando de calmarlo).

En el campo de la salud hay que aprender a dis-tinguir las jerarquas. Del mismo modo que sotana negra de simple cura se diferencia de la de trazos mora-dos de obispo y stos a su vez se distinguen del escar-lata cardenalicio Una cosa es un paramdico y otra muy distinta un auxiliar de enfermera: ambos llevan bajo el blanco un enterizo: verdoso el primero y medio caqui el segundo. Y nada tienen que ver con terapistas y jefes de piso que normalmente usan overoles celestes los unos y azul rey espantoso los otros. Los doctores de verdad son caso aparte: simplemente se ponen una bata


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tras quitarse la chaqueta. Hay que juzgarlos por la cor-bata. El doctor Chaparro por ejemplo la tarde en que me internaron luca una tira tan elegante que debi comprarla en Suiza. Toca fijarse bien para no emba-rrarla y decirle como las presentadoras de televisin Doctor a cualquier pelagato. Cundo aprenderemos a llamar a cada quien por el ttulo que le corresponde?

En el colegio mixto el aprendizaje se diversifi-caba. Ya no haba una sola profesora para el mismo nivel sino un montn de maestros: el de Matemticas La de Biologa El de Religin El de Ingls El de Lite-ratura Las de Geografa e Historia El de Civismo y Educacin Fsica. A medida que avanzbamos nuevos cuadernos y libros que correspondan a diferentes materias engrosaban mi biblioteca: Qumica-Fsica-lgebra-Trigonometra-Clculo-Filosofa-Francs y no s por qu diablos una asignatura llamada Com-portamiento. Sin darme cuenta me fui inclinando por las humanidades y las letras Seguramente por ser las reas que ms repasaba. Ahora lo veo: como segua ensendole a un montn de alumnos imagi-narios Mis cursos tambin evolucionaron: contaba con un excelente sistema de calificaciones Pero las clases deban ser ms dinmicas. Fue cuando empec a robarme las tizas y decid inaugurar como tablero la puerta de mi cuarto que cada noche con una almo-hadilla untada de alcohol limpiaba. As me pareca a


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mis maestros: laborando en varios niveles y hasta en distintos establecimientos. Cmo era eso? Muy sen-cillo: para ajustarse un mejor sueldo la mayora de mis profesores trabajaba en diferentes colegios Incluso las tres jornadas: maana Tarde y noche. Conversando con ellos aprend a conocer otros institutos Especial-mente los de religiosos. Me contaban que al inicio de cada clase tocaba rezar un padrenuestro con su res-pectiva avemara porque en el San Carlos la misa en ingls era obligatoria y el padre Francis se mostraba muy estricto con la segunda lengua Que los Herma-nos de la Salle controlaban cada movimiento del pro-fesorado para que los maestros de universidad pblica no contaminaran a los alumnos con ideas marxianas Que los franciscanos trasladados a la Ciento setenta se volvieron unos mercaderes de la pedagoga Que las madres del Sacr-Coeur aplicaban la misma regla de los jesuitas cambiando de clase a ese par de adoles-centes si de pronto los pillaban de mucho pip cogido Que las nias del Alvernia aprendan muy temprano a volrseles a las monjitas con sus novios afrancesa-dos del Liceo Pasteur Que era un asco pensar que en Colombia el monopolio de la educacin desde la Colo-nia lo haba ejercido la Iglesia so pretexto de formar a los dirigentes sin explicarle a la sociedad por qu dia-blos de lo engendrado y no creado de su misma natu-raleza haba surgido una manada de pcaros Para muestra nuestros Honorables Parlamentarios o Dicho en plata blanca Los polticos.


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Unos suben y otros bajan Algunos indiferen-tes Los dems indolentes. Qu les vamos a pedir? Ellos ordenan y las mujeres cumplen su tarea: estn acostumbradas. Yo sigo aqu empotrado entre cables y tubos sufriendo como Cristo manda en esta Unidad de Cuidados Intensivos. A cada rato las enfermeras supervisan mis signos Me vigilan Voltean y observan. Me inyectan antibiticos y suero controlando riguro-samente los medicamentos Puntualmente me asean. Mi conciencia despierta en la noche cuando la mayo-ra duerme y varios personajes suben a escena: un hombre Cabeza de Manzana Una pequea banda de msicos Un tramoyista (El director de la Orquesta de la Ciudad Universitaria de Pars: Adrian MacDo-nald) y cinco grandes amigos disfrazados de creyentes (Edgarinos Jaime y Felipe acompaados de Leonor y Carlos-Guillermo) Ms un par de maestros ataviados con hbitos religiosos: Michel Maffesoli y Fernando Vallejo.

El Repblica de Colombia era un colegio con capacidad para dos mil alumnos y ciento veinte pro-fesionales Entre maestros y auxiliares sumado el per-sonal administrativo: la rectora y los coordinadores de disciplina El orientador vocacional y las secretarias Ms un par de celadores junto a los diez empleados


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de la cafetera y los prestadores de servicios de aseo. Ins-Marina Vizcano de Cubillos era la jefe de todos. Una dama alta de calzado amplio y voz ronca que haca una dcada haba ingresado al magisterio tras concluir en la Universidad Militar Nueva Granada su carrera de abogaca. Cinco aspectos la caracteri-zaban: una excelente capacidad ejecutiva Su lucidez a la hora de tomar decisiones Cierta aureola de autori-dad que nadie cuestionaba Y dos elementos indispen-sables: una libreta forrada en cuero de hojas doradas Acompaada de un estilgrafo exclusivo para estam-par su firma o escribir los borradores de esquelas de llamada de atencin o felicitacin a sus subordinados. Todas las tardes llegaba a las dos en punto cuando los alumnos habamos ingresado. Conchita Rodrguez de Perdomo y Carlos Gonzlez (los coordinadores de disciplina) le entregaban el parte de cada jornada Luego se entrevistaba con el psiclogo Mario Her-nndez de quien de algn modo desconfiaba Y en seguida atenda innumerables asuntos. Nosotros slo la veamos en las ceremonias mensuales o caminando de prisa rumbo al Consejo de profesores. Tal vez por no mostrarse tanto supo mantener el respeto que infunda y Gracias a su labor Nuestro colegio figu-raba entre los mejores del Distrito.

Observando a Maffesoli y a Vallejo constato que se comportan cual franciscano y jesuita. El uno


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pro-positivo y eclctico al elogiar lo que ocurre en el instante eterno de incontables momentos efmeros El otro pesimista y austero lanzando trallazos de des-esperacin a quienes repasan las verdades mortales de su reiterado Don de la vida. Ambos se encuen-tran en mi estado catalptico. Los acabo de ver y s que son mis vecinos. Debo presentarlos para que al orlos discutir los lectores saquen provecho?

De sexto a noveno cierta uniformidad Los dos ltimos grados marcaban otro ritmo. Algo debe quedar de la labor docente Sin revisar apuntes Simplemente recordando. Y si olvido los nombres? Vacos sus aportes. Y si son rostros los que desapa-recen? Hay que suprimir tales fantasmas. En los pri-meros niveles la novedad impactante. Profesores de dos clases: controladores aterrorizando a estudian-tes Versus magnficos conversadores. Los unos gene-ralmente mediocres Los otros ejemplares. Por pudor sealar lo que me qued de algunos: aquel rasgo Quiz un gesto Una manera de leer que me obliga a descolgar los conos. Ensear? Cunta impostura! Quin te crees t para declararte maestro? Si apenas eres aprendiz de mago Cultivador de quimeras. Pre-tendes iluminar faros y profesar verdades cuando en realidad erramos?


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Mente y corazn se oponen en m y cuando ste afirma consolndome Aquella duda con escep-ticismo. Sentimientos franciscanos y razonamientos jesuticos: no s si escribir verdades mortales o seguir inventando mentiras vitales. A veces prefiero un sayal de publicista medieval con cordn y capa curtidos. En ocasiones me pongo la sotana negra de cien boto-nes que los seguidores de Ignacio de Loyola desu-san. Me petrifica el control de Quinta Columna que todava ejerce la Polica Secreta del Catolicismo: se vigilan mutuamente para denunciar los errores del hermano a fin de reprenderlo fraternalmente con la Regla Interna de la Caridad. Ambas rdenes con el paso de los siglos tan cambiadas! A Pedro Arrupe lo sucedi un lingista holands que segn cuentan sus aclitos detestaba viajar en primera clase porque al Ministro General de los franciscanos cada vez que vena a Santiago de Cali lo transportaban sus meno-res en autos blindados repletos de vigorxicos. De esas jaulas de locas mereceran ser azotadas en bola junto al reloj donado por los suizos en pleno Parque Nacional dos madrastras emblemticas: en cruz de San Andrs contra Oriente: Juana Crdoba (designada por mayora porcina Secretaria Episcopal de Colombia) Y dndole el rabo a Occidente: Luisa Uribe (antigua directora espiritual de los Barco seve-ramente amonestada por catequizar soldados entre frondosos rboles de la San Buenaventura). Cierto No hay que mirar la paja en el ojo del vecino sino la


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viga en el propio. Fue exactamente lo que le dije a la primera dama en un debate radial sobre la pederas-tia de los curas Pues si queriendo hacer el bien que quiero hago el mal que no quiero Quin nos librar de este cuerpo temerario?

Da urticaria precisar pero toca entrar en minu-cias. Una semana de treinta y cinco horas (de cua-renta y cinco minutos cada una) Entre lunes y viernes de a siete por da. Ingresbamos a las doce y cuarto Luego de doce y media a dos de la tarde las dos pri-meras clases Sumadas a otro par hasta las tres y media conformando el siguiente bloque. Despus un des-canso (recreo) hasta las cuatro y cuarto y las tres siguientes sesiones ocupando hasta las seis y media de la tarde No cuadra. Recortemos la duracin de las horas: pongmoslas de cuarenta minutos y que las clases empiecen a las doce y veinte El recreo sera a las tres en punto con una hora sagrada jugando el segundo tiempo de veinte para las tres hasta las die-ciocho horas Tal vez as marchaban las cosas? Ahora sobra. Volvamos a los cuarenta y cinco minu-tos por hora. Ya veo: entrbamos a las doce en punto y los cursos iniciaban a las doce y cuarto yendo la pri-mera ronda de a dos bloques hasta las tres y cuarto A fin de salir a recreo que slo duraba treinta minutos para que el segundo conteo de tres horas fuera hasta las seis en punto. Perfecto! Cada cuarenta alumnos


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conformaban un curso que tena un director de grupo encargado de entregar juiciosamente el reporte de calificaciones ante los padres de familia todos los bimestres. En aquel tiempo no exista el adefesio de la promocin automtica Al contrario: durante el primer periodo se evaluaba lo visto en ese lapso Y en el segundo lo del primero ms el siguiente acumu-lando puntos para el tercero Hasta que en el cuarto momento se recapitulaba todo consignando rigu-rosamente las notas en planillas que automatizaban el promedio Luego del colegio pblico salamos muy bien preparados. Los profesores rasos deban dictar veinticuatro horas semanales pero si eran directores Veinte. Recuerdo que tambin haba jefes de rea pri-vilegiados porque slo respondan por doce horas de clase a la semana Obvio: deban reunirse cientos de veces con sus colegas de Matemticas o Sociales y Literatura En fin La paridad que llaman. De sexto a noveno haba seis cursos por cada nivel sumando cin-cuenta y cuatro aulas ubicadas en el Edificio A Mien-tras que los ltimos grados se reducan a cuatro por dos en el conjunto B para totalizar sesenta y dos salo-nes de los cuales cmodamente dispona el colegio. Los alumnos del Repblica de Colombia usbamos dos tipos de uniformes: los muchachos llevbamos jeans azules y saco escote en V del mismo color com-binado con camisa blanca Ms zapatos negros de amarrar lustrados. Las nias lucan faldas a cuadros con medias blancas y saco tambin escotado en V


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con blusas impecables para dejar el nombre de la ins-titucin en alto. El atuendo de educacin fsica nos igualaba: pantaloneta ms medias y tenis blancos con camiseta azul larga que practicando voleibol arreman-gbamos. Qu otra prenda usbamos? Por suerte en los liceos oficiales no exigan uniforme de gala.

An sedado vallejiando? Y pensar que todava no hablo de mis colegas! No todo es perverso cuando a jesuitas o a franciscanos me refiero. En otro captulo casi condecoro con la Orden de las Palmas Acadmicas al fraile amigo de pap que de nio me inspir un mag-nfico juego. La Compaa de Jess en Colombia tam-bin poda exaltar su propio Pjaro Espino: aos atrs diriga el Centro de Investigacin Popular ubicado en un barrio de invasin aunque cada mes desayunara con el Presidente roscn en la Casa de Nario. Para ponerlo a prueba sus compaeros de orden al Magda-lena Medio lo desterraron Cuando con el tiempo Oh sorpresa! Pacho regres restablecido: el lingista holan-ds lo design superior provincial y desde entonces no hizo otra cosa que despotricar de los cnicos. Contra-diciendo a los nostlgicos de lo absoluto despidamos el fatdico dilema de lo uno o lo otro proclamando a los cuatro vientos Esto y aquello. Acaso no puedo tener corazn franciscano y mente jesutica?


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Lunes Mircoles y viernes una cierta clase de cursos Martes y jueves otra. Ya dije que estudiaba en las tardes Sin madrugar a lo para-bestia desde las cuatro de la maana. Mi colegio jams tuvo rutas de buses Luego nunca hubo policas desde casa: profe-sores y alumnos llegbamos por cuenta propia. Las asignaturas duras De sexto a noveno eran tres veces por semana: Matemticas y Biologa. Despus de a dos las Sociales con un poco de Religin y Educa-cin Fsica. Olvidaba lo esencial: Espaol y Litera-tura Y ahora s pongmonos de pie Cosa que segn los ilustres pedagogos haba que hacer por respeto a las clases y no tanto para recibir a los maestros. Que pase Hilda Carreo de Castaeda fumando Pielrojas entre lneas y crculos con su voz delgada y tipluda haciendo tambalear a los distrados: Jovencito Ese ngulo no est bien dividido. Qu me qued de ella? Sus bellos signos. No la recuerdo vestida de faldas: me encantaban los pantalones cuadriculados de pura geo-metra que usaba. Sonaba dndole paso al siguiente bloque una sirena (Huuuu Huuuu Huuuu) y ella: Nos vemos el mircoles y no olviden los ejercicios de Arit-mtica Entraba sin saludar a su colega Blanca-Ceci-lia Suescn de Castro con un vozarrn repitiendo: Cambiamos de clase? Extenda su abrigo azul apa-nado en el pupitre y empezaba a hablarnos de Darwin. De ella me quedaron algunas divisiones taxonmicas: reino-philum-clase-orden-familia-gnero y especie que para divertirme de vez en cuando utilizo. Salamos a


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recreo y en la cooperativa compraba mantecada con Pony Malta. Se me acababa la plata? Cuando al final de alguna jornada quedaba varado Retacaba. Cmo? Subiendo por la calle Sesenta y ocho le peda a los transentes colaboracin para mi pasaje y si resulta-ban tacaos Caminaba. En tiempos del colegio nos habamos mudado al barrio Gaitn. Si de amnesia no padezco Cada mircoles las tres ltimas horas eran de gimnasia y como en paseo bugueo a nios y nias nos separaban. En el patio central con Chucho Sandoval practicbamos los pelaos baloncesto adems de saltar lazo porque nuestro entrenador detestaba el ftbol. Su truco para que hiciramos correctamente los ejercicios consista en amenazarnos con darnos correa. Supongo que esa sentencia nos excitaba al mximo puesto que fallbamos Entonces pona al capitn del equipo a corregirnos. As jugbamos inocentes antes de nues-tros primeros frotamientos. De eso para qu hablo? Pasemos a las Ciencias Sociales: muy similar a Paloma San Basilio doa Irma Sierra nos contaba secretos de la Historia alternando con Berta Hernndez el relleno de numerosos cuadernos de Geografa. Cmo olvidar las enormes cordilleras y los distantes ocanos! De la clase de Religin recuerdo las enormes corbatas pasa-das de moda de Vctor-J Parra-Castro que me obli-gan a exaltar un ttulo: Seamos mensajeros de la educacin Porque en cada curso se la pasaba promocionando ese libro. Que siga ms bien Gilberto Romero con sus trajes impecables y la barba de pirata correctamente


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alineada hacindonos poner de pie para que lo salu-demos! (A l le debo no decir como Julito Snchez delante del doctor Casas haban diez libros sino haba). Nos obligaba a llenar cientos de fichas de autores y obras de la literatura universal No slo para memori-zar sino a fin de saborear distintas prosas y a leer se dijo. La poesa le pareca dulzona salvo los versos que l mismo traduca: Por un delirio idiota veo a tu doble puro / Amor Cancin Mi reina! / Es un espectro macho entrevisto en el juego de la pupila plida / Quin me examina as sobre el yeso del muro? / No seas inclemente y deja cantar maitines a tu corazn bohemio / Gurdame un solo beso Dios mo! porque voy a morir sin poderte apurar / En mi vida de nuevo sobre mi corazn y mi verga.

Entre pretextos clericales me hallo suspendido. Se agota acaso la escritura? Ocurre cuando estoy dibujando pues justamente el esbozo patina y aunque en esta clnica me atrapa el tedio Resisto. Graves voces me asedian: No olvides comprar el soporte para el proyector de diapositivas y pedir que algn obrero venga a insta-lrtelo. Tengo que taparme los odos Ensordecer esos ecos para perseverar en mi absurdo.

Los idiomas extranjeros por sus sonoros ruidos me encantaban. Mi profesor de ingls era un sindica-lista curtido en asambleas: Adolfo Cruz que siempre


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usaba vestido gris y boticas desgastadas debido a las innumerables marchas donde le enseaban frases de cajn para nunca levantar sospechas. Fue l quien nos repeta que cuando nos preguntaran con You se res-ponda con I y si la cuestin era en plural deba utili-zarse We: Are you at home? No We are in the park. En cambio Jorge Gmez-Latorre Ese flaco e his-trinico seor s que nos ense ms all de sus trajes oscuros y buzos cuello de tortuga explicndo-nos su teora de la E a volvernos afrancesados: Je ne trouve pas la cl qui peut ouvrir la porte de mon coeur et de mes sentiments Parce quelle est cache dans un autre coeur. En dcimo y once el bachillerato era a otro precio: junto a las clases de Filosofa aparecieron los cocos de Trigonometra y Clculo Ms los astros de Qumica y Fsica. Adems tocaba presentar nuevos Exmenes de Estado y se acercaba el instante de partir Llegaba el momento de elegir una carrera.

La frase del prrafo antepenltimo sobre el pro-yector corresponde a un video-beam que encendido a pocos metros de un teln deslizado al fondo de mi sala permita disfrutar de buen cine sin salir de casa. Para ocultar el cableado necesitaba comprar una espe-cie de palanca que con la ayuda de algn operario deba empotrar en el techo. He ah la tarea pendiente la tarde del aguacero cuando acud por segunda vez al mdico sin saber que me hospitalizaban


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El reflejo de mis maestras de primaria durante el bachillerato con toda lucidez recay sobre Mara-Clara Segura: la profesora de Filosofa que a todos nos deca doctores para que as mismo le correspon-diramos. Sin lugar a dudas una dama elegante y culta con quien aprend varias curiosidades de los presocr-ticos levantando sospechas contra el idealismo plat-nico Bastante cobarde por cierto en lo concerniente al cuerpo pues lo convirti en carcelero de la nebu-losidad del alma trazando de ese modo el puente que siglos ms tarde conducira al patetismo morboso de la cruz. Los cocos Panesso y Acosta De Trigo-nometra y Clculo respectivamente Eran unos gri-tones: aunque buenos matemticos y sabelotodos en ecuaciones diferenciales Se la pasaban atemorizando a los estudiantes con las notas. De ellos recuerdo sus pintas: combinaban mal zapatos y vestidos: prefe-ran los colores zapote y aunque el primero era alto y el segundo estadsticamente enano Parecan un par de gnomos sacados de alguna tira cmica. Final-mente sobre los duchos en Qumica y Fsica Jams olvidar el acento espaol de Jos-Manuel Plata-Fer-nndez ensendonos los dibujos de tantos alcanos y alquinos manchando generalmente su bata en el labo-ratorio Ni la rigidez de Marta Arvalo mordindose los labios para que repitiramos las ms elementales nociones de dinmica hasta que al fin memorizramos


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sin saber cmo aplicar en la vida real el concepto de Movimiento Rectilneo Uniforme.

Desde la cima de mi delirio en esta Unidad de Cuidados Intensivos quisiera repentinamente arro-jarme al vaco Despojarme de todos los hbitos entre-gndoselos a los comerciantes de Eros

Mis fratellos de adolescencia jams fueron del colegio Los encontr afuera. No s qu me movi un domingo En vsperas de graduarme de bachiller a regresar a La Porcincula. Pas por all supongo y me dio por entrar a misa. Junto al altar divis poco antes de la comunin pues el rito conclua a un grupo de jvenes muy apuestos que cantaban mientras la gente se daba la mano. Al final de la cere-monia pas al frente y sin ruborizarme les dije que quera formar parte de la banda Ellos gustosamente me aceptaron. En seguida nos dirigimos a un saln que quedaba saliendo de la iglesia hacia el interior de un edificio enmarmolado Cuando sbitamente resur-gi mi infancia: aquel era el mismo terreno que de nio recorra con pap y fray Severo Los curas lo haban vendido a la empresa Granahorrar trasla-dando a la Ciento setenta con Autopista el antiguo liceo: ahora slo quedaba un centro comercial en esos predios. Trastabillando ingres al teatro de ese


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grupo medio ecologista Donde con los meses con-segu novia e inolvidables amigos En cuya compaa descubr mis primeros frotamientos.

Qu bien s yo la fonte que mana y corre Aunque es de noche Y con ella despertar no puedo. Sigo recluido delirando la comedia que otros representan. Que se levante de nuevo el teln y mis amigos desempeen sus roles! A mi lado continan los dos maestros (fran-ciscano y jesuita) Maffesoli y Vallejo: Me da mucho gusto que hayan venido Les provoca tomar algo? Bueno Slo puedo ofrecerles Dextrosa al cinco por ciento que es ms agradable bebida que inyectada. Cmo duelen las malditas agujas! Por favor Sintense Pnganse cmodos Maestros Porque en el prximo captulo ustedes sern los protagonistas.

Un veintiocho de noviembre En el Club de Ofi-ciales de la Polica donde solan graduarse los del Repblica de Colombia Me otorgaron el ttulo de Bachiller Acadmico. En calidad de representante del Bienestar Estudiantil cosa que no haba dicho y pretenda omitir pues para mis compaeros signi-ficaba ser un regalado fui quien dio el discurso de graduandos recibiendo de manos de Ins-Marina Vizcano de Cubillos una placa que todava conservo: Al alumno FS en reconocimiento a su magnfico desempeo


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como presidente del BE La comunidad educativa agradecida. Casi olvido a Antonio Mario! El eterno profesor de Msica Apodado por mis camaradas Beethoven Quien tocaba en su acorden una vez concluida la marcha triunfal de Ada: Juventud-Juventud colombiana Castos hijos de raza valiente Que llevis con virtud en la frente un laurel de luz y honor Cun fervientes se volve-ran para m las ceremonias de grados! Con el paso de los aos se convirtieron en espectculos coloridos viendo hacer fila a los cansados viejos Junto a las tas fumadoras y a las hermanas lobas entre vestidos apre-tados fucsia sosteniendo a la pobre nona envuelta en un montn de chales que no s por qu diablos la tra-jeron Salvo por los hermosos conjuntos de machitos nunca antes vestidos de pao combinando lustrosos mocasines con impecables medias deportivas.

A Michel Maffesoli le encantan los sombreros de ala ancha cardenalicios que hacen juego con su hbito caf oscuro y capa de cachemira. Fernando Vallejo prefiere usar sotana negra aunque aborrece a sus compaeros de orden. Ambos estn El uno a mi diestra y el otro a la siniestra. Nos separa una colga-dura blanca que lo transparenta todo. Los dos pare-cen ilustres visitantes Escpticos confesores. Si uno de ellos fuera rabino? Felizmente no son directo-res de conciencia. Espontneamente han aparecido Estn aqu y debo saludarlos. Han venido a compartir


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deliciosas dosis de humor e irona para que persevere. Ellos por stas ya pasaron: a Michel hace tiempos que en el Htel-Dieu le practicaron una biopsia Y a Fer-nando en la Barraquer recientemente lo operaron de cataratas Cmo van los hermanos? Pnganse cmodos!


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IV

Ay! los aos MaraVillosos que nunca volvern No vuelven. Cada una tarde abandonada del colegio En la esquina nororiental Bajo el techo de una case-ta de lata devoraba pasteles de queso o arepas de hue-vo con Pony Malta. Hoy esos sabores refritos ni me provocan. La matrona con su delantal tiznado frea en el mismo aceite los envueltos de la semana. A veces me topaba con los hermanos Pacheco de ellos me acuerdo Y al menor (scar) casi siempre lo invitaba: sus marfiles sonrean en un rostro moreno Redondo Bien formado. Se supona que eran mormones: Santos de los ltimos das. Siguiendo sus pasos A semejante secta casi me convierto: por puro ardor fraterno y cul-pa de sus misioneros gringos que de alegre inocencia me colmaban. Los soaba cual vaqueros en alguna ca-baa Muy pronto semidesnudos cortando lea Trans-formndose en nuevos dolos de mi cinematgrafo.

An profundo y envuelto entre sbanas todo resulta representacin Pieza de teatro. Mi cuarto se


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transforma en el de otro tiempo pues no slo en el delirio detesto las clnicas nuevas sta tiene algo de antigua: la administran monjas Dominicas del Buen Pastor que asocian dolor con pecado. Ecco! En medio de la penumbra veo al Infantino tratando de quitar de la pared una estatuilla muy fea: es la de un cruci-ficado Imposible de arrancar porque est empotrado en los muros. He ah el ejemplo del cristianismo: un hombre torturado que nos salva. Odio los hospitales que carecen de techos altos. Los pisos en que figuro mi reposo son baldosas pretritas e importadas de La Habana: similares a las del Hotel Ingls donde Hemingway se invent los primeros mojitos. Las cortinas que me separan de los vecinos ahora estn hechas de una lona blanca Pesada. Estoy en el ltimo piso o me tienen recluido en los stanos? Por razones solares anhelo una terraza pero lo s No me han ele-vado: en vez de Unidad de Cuidados Intensivos este lugar parece anfiteatro. Hace ms de medio siglo lo construyeron para tuberculosos. Ser esa la enfer-medad que padezco? Se supone que hace dcadas del mundo la erradicaron. Aunque pensndolo bien aqu estoy por una crisis respiratoria.

A scar Pacheco un incandescente viernes de fin de ao me lo top desnudo haciendo cola a mi lado. Estbamos en un corredor del Batalln Pri-mero en la calle Cien con Autopista: aguardbamos


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a que los milicos nos revisaran. Cientos de mucha-chos de todos los colegios y pelambres All parquea-dos: empelotos y sin rubor contando chistes Mientras pasbamos al patio principal y luego a la carpa ver-dosa de aquella tarde intrpida en que nos llamaron. Desde las cuatro de la madrugada Cual modelos para un casting renegando habamos llegado. El concurso tena que ver con el maldito Servicio Militar Obli-gatorio. Lo maldecamos porque slo era y seguir siendo para los de ruana: los seoritos de cuello blanco ya haban comprado sus libretas. Y nosotros? Pues ah Montando guardia. Hacia las tres de la tarde la voz de un comandante exclam Pacheco scar! Y yo qued estupefacto. Al cabo de diez minutos lo vi salir de aquel circo estirando trompa: al Guardia Presidencial lo destinaban. No tuve tiempo de conso-larlo y sin darme cuenta lo ayud a vestir pasndole mis pantaloncillos En esas me llamaron Una vez al interior Dos chanchos vestidos de mdico y cape-lln Haciendo seas me pidieron pararme al frente y sacar de una urna de cristal otra balota: Amarilla! Exclam el ms cerdo. Sobrante el seor Qu ls-tima! A la salida encontr al nio scar desesperado porque haba perdido sus zapatillas y entre apuros me estiraba sus calzoncillos: Entonces qu? Ponqu. Creo que de sta me acabo de salvar Pero no importa Hermanito Pngase tambin mis tenis que as sea descalzo Le juro que el ao entrante no habr domingo que me impida venir a verlo.


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El teatro contina. Ahora s que pasen los amigos. Es media noche y parece que extendieron el horario de visitas Felipe: corre esas corti-nas y saluda de mi parte a los hermanos Maffesoli y Vallejo. Que sigan los dems sin miedo pues la pieza est a punto de empezar: ustedes son los acto-res. Si pudiera los ayudara soplndoles los dilogos Pero como ven me tienen entubado Les toca solitos. Vamos! nanse: a mi diestra o a mi siniestra Hay que tomar partido. Michel es optimista Franciscano Pro-positivo: le encantan Orfeo y Dionisio Escojan. Fernando es pesimista Jesuita Negativo: le fascinan Lzaro y Ssifo Quin se les une? Espontnea-mente los dems fieles laicos comienzan a ligrseles: con el hermano Maffesoli van Jaime y Leonor Y del lado de Vallejo Felipe y Edgarinos. Ya veo: acaban de entrar Carlos-Guillermo y Rose-Marie Que el uno se vista de negro y la seorita lleve un hbito terra-cota! Los dems compinches si llegan tarde pueden ser msicos: Adrian MacDonald (el director de este elenco que pensndolo bien es otro tramoyero) los necesita para que toquen cuerdas y vientos Percu-sin no debe haber porque se despiertan los dems enfermos.


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De las inolvidables visitas al Guardia Presiden-cial religiosamente cada semana Debo contar que fueron esplndidas Mucho ms gratas de lo imagi-nado. Primero: los amigos de los soldaditos no tena-mos que empelotarnos como para ver a un preso. Segundo: sospechaba que los dems acudientes de los guardianes del Presidente tambin haban intercam-biado prendas con aquellos. Todos tan similares sin ser forzosamente retratos de familia. As El primer domingo del nuevo ao haba llegado y ante la sor-presa de todos Se asom el primer mandatario con su caminado roscn acompaado de un jesuita: era el Pjaro Espino a quien perseguan las catlicas por el derecho a decidir que ante semejante horror se haba atrevido a acompaar al jefe de Estado en sus faenas: a contemplar desde el palco presidencial tan sucu-lento banquete de mamferos.

Quin empieza primero? Te toca a ti Michel. Habla en francs si as te sientes cmodo que aqu todos entendemos y por escrito yo te traduzco. Una luz se concentra en el franciscano emrito profesor de la Sorbona que al instante cuelga su sombrero de ala ancha y capa de cachemira. En seguida saca una pipa que carga Enciende Aspira el humo y lanza hacia el pblico una Dos Tres bocanadas Cest bon! Dije que traducira y est bien A partir de este ins-tante lo hago: No s por qu los izquierdistas hablan


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de crisis cuando todo el mundo se la pasa comprando Adems la gente recibe compensaciones Aguinaldos Primas Miren un rato hacia las calles repletas de transentes: yo no necesito hacerme el gringo para ignorar el mercado. Al lado opuesto se oyen murmu-llos Sonrisas Un eructo. Michel Maffesoli prosigue: Hay que descubrir el mundo tal cual es No como los inquisidores pretenden. Toca exorcizar el condenado deber ser de los moralistas Dejar tanto porqu dedicn-donos mejor a los cmo La fuerza de lo cotidiano supera los racionalismos Vivimos nuevamente en el tiempo de las tribus. Alguien tiene un poco de calva-dos? Del bando contrario se lo alcanzan (Este francis-cano es todo un buena vida susurran) Claro que s. Qu tal no disfrutar las delicias de la naturaleza! Con otro trago de stos se hace el hueco normando para seguir bebiendo. Mejor gozar que sufrir contagiando a los dems de culposos sentimientos. En eso tiene usted razn Profesor. De paso djeme decirle que me da mucho gusto (irrumpe el hermano Vallejo) Pro-seguimos? S Deca que la razn slo conduce a un callejn sin salida: desde la Ilustracin nos mantuvo obnubilados Acab con la mstica cambindola por poltica Reemplaz la orga por el contrato y trans-form los dones que invitan al despilfarro en meros intercambios. Despreci toda clase de sensualidad eliminando el erotismo.


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Al finalizar el primer domingo de mi nuevo ao de desocupado Acab celebrando con mis amigos del grupo ecolgico La fiesta de los Reyes Magos. Fue una ocasin esplndida: en el barrio Egipto de la capi-tal dramatizaban el relato de tres hombres que viaja-ban desde los ms recnditos extremos de la tierra para entregarle sus presentes a un nio recostado en un pesebre Envuelto entre pobres y humildes pajas. Lo cierto es que no muy lejos de all En el Teatro de La Candelaria Representaban esa misma noche un cuento ms rayado: la historia del cuarto rey mago. Otro monarca que abandon su reino desde muy joven En busca de un muchachito prometido y mal llamado Mesas A quien desgraciadamente nunca encontr pues cuando decenios despus lleg a Jeru-saln Recin desembarcado se top con un hermoso pescador que hua llorando porque acababan de cru-cificar a su maestro All volv a corroborar lo que ms tarde aprend del Nuevo Testamento: que los evan-gelios eran puro cuento o si se quiere retazos de odas Dichos que se propagaron.

Silencio! Luces tenues hacia el jesuita. l son-riendo: Yo ya ni s Lo nico que creo es que nadie da puntada sin dedal. Lo ven! (el francis-cano exclama). Cuando a m alguien me va a rega-lar algo Casi siempre me pregunto: Qu querr a cambio? A menos que slo me de El don de la vida que


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es pura muerte. Lo nico que se puede dar Y eso! Se dan cuenta Ah tienen un claro ejemplo de lo dado contra lo cambiado: nos falta quietismo (nueva-mente irrumpe el franciscano Esta vez hacia los msi-cos y dems extras que van ingresando: el bostoniano MacDonald que a la entrada del anfiteatro estira su brazo derecho hasta que aparece el ltimo visitante: Nico Morales con una especie de oboe. Yo no saba que al hijo de la feminista le gustara soplar algo. Se sienta de ltimo y ahora s el seor director avanza a pasos largos marchando cual tramoyero No hay aplausos. Al comps de una varita mgica una melo-da resuena: es el allegretto de la Sptima que reconozco porque desde la mitad alguien introdujo clandestina-mente las percusiones).

El nico empleo para bachiller de colegio pblico en mi poca consista en encontrar puesto de mensajero. Al menos eso! Diran los cni-cos de la Proteccin Social para quienes slo cuentan las estadsticas. Por azares del destino termin enro-lado en una asociacin cultural sin nimo de lucro: la Nueva gora se llamaba. Pero resulta que aquella organizacin result ser una secta neofascista. Su fun-dador un hijo de italianos Natural de Buenos Aires a quien llamaban JAL: Jorge-ngel Livraa En los aos setenta se haba cansado de su condicin obrera: poco a poco reclutara a los mejores ejemplares de


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la protesta estudiantil que pese a tantas noches de lpices seguan haciendo ruido. Con retrica clsica los convenci hasta que tras aos de intensas prue-bas los orden Guardianes de los Nuevos Sellos para enviarlos en misin al mundo a fin de conquistarlo. De aquellos era Fernando Gilardi: un arquelogo de la Universidad de San Marcos Representante de esa secta en Bogot Quien adems administraba una firma francesa que le venda repuestos de avin a la Aeronutica Civil Colombiana. Dicho seor sera mi jefe. El puesto exiga ser mensajero de ambas empre-sas Con la obligacin de hablar francs o al menos estar dispuesto a aprenderlo. Semejante anzuelo era perfecto: obviamente all laborara y aunque en ade-lante tuviera que madrugar sin parar Ese sacrificio no importaba. Desde el primero de febrero me con-trataron. De siete a nueve de la maana Todos los das hbiles acuda sin falta a clases de francs en la Alianza del centro Gracias a una beca que por gene-rosidad del embajador Parfait mi puesto inclua. En seguida Hasta la una de la tarde reclamaba y entregaba correspondencia haciendo consignaciones y regis-trando despachos de un extremo a otro de la ciudad Luego contaba con una hora de almuerzo Y de las catorce a las dieciocho continuaba con la mensajera asegurndome de separar bien los documentos finan-cieros de los asuntos culturales de la Nueva gora. Posteriormente tena otra hora de receso e inmedia-tamente ingresaba de siete a diez de la noche a clases


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de Filosofa Esotrica Con el nimo de aprender sin descanso la gloriosa filiacin que a puerta cerrada me acoga: despus de la Doctrina Secreta de Madame Blavatsky Pasando por rosacrucistas y masones Eran ellos los portadores de la antorcha.

Afuera debe haber un bosque de otoo como el de la Ciudad Universitaria de Pars Donde a fina-les del siglo pasado escuchaba en mi walkman ese alle-gretto: buscaba algo entre los rboles y no lo hallaba hasta que el estruendo se calmaba Y nada. Oprima una tecla y repeta el movimiento. No ms nada No me pregunten quin soy ni por qu me he inven-tado Adems yo ya pas por esas. Alguna vez dije Me mor tras hacer maroma y media y punto. De momento sigo entre ustedes oliendo seguramente a Lzaro porque el mundo se ha vuelto putrefacto (Quin habla aqu? Vallejo).

De los neomasones Qu ms digo? Con esos colegas empec a sentir mis primeros impulsos por la antropologa As para ellos el verdadero conoci-miento jams pudiera errar entre las universidades. No obstante gracias a mis cursos de francs conoc al mejor profesor de esa lengua y con l empec a pur-garme de tanto fanatismo: aprend prrafos que con el tiempo desencadenaran mis pulsiones literarias.


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De Jaime Gonzlez le professeur jams olvidar sus clases de Fontica: aquellas donde nos haca dife-renciar los diecisis ruidos de las vocales galas Recor-dndonos que nos era menester adquirir once Pues en nuestro castsimo espaol apenas manejbamos cinco. As la [] castellana tan slo era un fonema y tenamos que abrir la boca para lograr la [ai] o la [ei] y entubarla a fin de pronunciar correctamente la casi muda [e] Alargndola luego en forma de flauta para adquirir el vocablo [eu] que no se debe confundir con la [au] o la [eau] Las cuales suenan como nues-tra [o] E inmediatamente disponernos a dar un beso para conquistar la [u] Completamente distinta a la de nuestra lengua materna que en francs se escribe [ou] Haciendo varias veces el ejercicio de abrir y cerrar pronunciando ese sonido hasta alcanzar la [i] que se dobla sin cesar al volverse [y] Y bueno De las nasa-lizaciones nos repeta que la [un] poda asimilarse a una pastilla sostenida con los labios La [on] a una papa criolla tambin sostenida con los labios Las [en] y [an] a un dado asegurado entre los dientes Y la [in] a una mina de Kilomtrico la marca preferida de los estilgrafos escolares de la poca detenida con mucha pereza entre incisivos y caninos.

La Sptima sinfona calla mientras los seguidores del hermano Maffesoli (Rose-Marie Jaime y Leonor esta ltima no ha hecho otra cosa que marcar


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cincuenta veces al da el conmutador de la Secreta-ra de Salud para que enven cuanto antes los resulta-dos de mis exmenes de la gripa cochona Mal llamada H1N1) empiezan a encender veladoras alrededor de mi cama. Michel contina: Hay que reconocer nuestra parte del diablo y regocijarnos con los placeres de la carne aunque ustedes no lo crean No me diga Distinguidsimo profesor Que ahora va a cele-brar con nosotros otro Oficio de Tinieblas! (vuelve a irrumpir el jesuita). Acaso no basta con los sermones del plagiario Jos Cela? Profundidad de la piel? Pre

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