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EL LIENZO DE TEPETÍCPAC: SU SENTIDO E INTERPRETACIÓN HISTÓRICA
Julio Cesar Morán Álvarez. Profesor titular de tiempo completo en el área de México Antiguo en la FES Acatlán. Colaborador en los siguientes proyectos de investigación: Seminario de Estudios del Pensamiento Político, Social de México en la Primera Mitad del Siglo XIX (ENEP Acatlán), Seminario de Historiografía Mexicana (Instituto de Investigaciones Históricas), corresponsable del Proyecto del Seminario de México en el Diccionario Universal de Historia y de Geografía (Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras), Macroproyecto de Historiografía Novohispana: Visión multidisciplinaria de fray Bernardino de Sahagún. Participación en decenas de eventos académicos nacionales y extranjeros. Publicación de 15 trabajos como autor, coautor y colaborador, entre los que podemos destacar: El pensamiento de Vasco de Quiroga: Génesis y trascendencia, México en el Diccionario Universal de Historia y de Geografía, La transición del Clásico al Posclásico en el Occidente de México, La Ciencia en el Diccionario Universal de Historia y de Geografía, El ideario político-constitucional de José María Luis Mora.
El concepto de identidad, bajo cualquier circunstancia y sujeto que la
detente, siempre dependerá de la memoria. Hombres o pueblos sin
memoria no alcanzarían jamás a comprenderse a sí mismos, tanto para
diferenciarse del otro, como para auto-reafirmar su propio ser. Los rasgos
propios de un ente individual o colectivo, pertenecen al tiempo. Uno llega a
ser, en el sentido ontológico hegeliano, en la medida en que adquiere
conciencia de su identidad, que dialécticamente significa, al mismo
tiempo, diferencia con respecto a los demás. Es decir ontología y
gnoseología se hallan íntimamente ligadas dentro del proceso de identidad.
La memoria, por lo tanto, en cualquier momento, es la que da siempre los
rasgos específicos que permiten llenar de contenido a la identidad.
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Existen momentos en la vida de los seres humanos, como en la de
los pueblos, donde la necesidad de la reafirmación y diferenciación se
vuelve más exigente. La adolescencia, la madurez o la vejez, etapas de la
vida que significan cambio y toma de posición en los individuos, no son
otra cosa que momentos de transición. En los pueblos, al iniciar la
construcción consciente de su civilización, en su máximo apogeo o en su
declive y transformación, ante el peligro de perder la identidad, se produce
la urgencia de reafirmarse para no confundirse y, con ello, diferenciarse
del otro.
A raíz de la Conquista de México, algunos de los pueblos
subyugados, empezaron un periodo de decadencia que los llevó a perder
su identidad o, por lo menos, ponerla en peligro, al imponerse la del
invasor. Otros, se resistieron, encontrando cobijo en regiones inhóspitas o
de difícil acceso; los más se fueron adecuando, mientras trataban de
mantener, en una especie de sincretismo cultural, rasgos esenciales de su
identidad, aprovechando la legislación indiana que los separaba,
internamente, en repúblicas o pueblos de indios. En zonas pobres,
aisladas y lejanas del centro de la Nueva España, la identidad indígena,
aunque con algunos problemas, se mantuvo. En cambio en el Altiplano
Central, en regiones con minerales o riquezas naturales, fue siempre más
difícil conservar la unidad de la comunidad y de su cultura.
¿Qué sucede con aquellos pueblos, como el tlaxcalteca (fig.1), que no
es conquistado sino que colabora directamente con los invasores? La
primera respuesta que lógicamente se daría es que el colaboracionismo los
llevó a perder más rápidamente su identidad. Sobre todo al reconocer que
no solamente fueron determinantes en el sitio y conquista de México-
Tenochtitlan, sino que gran parte del expansionismo español al Norte se
realizó a expensas de los contingentes tlaxcaltecas, los que, además,
fueron decisivos en las campañas del Sureste, llegando, incluso, a ser
los artífices del rápido avance español en diversas regiones guatemaltecas
(fig.2).
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Fig.1 Fig. 2
Esta posición ante la conquista nos puede llevar a creer que los
tlaxcaltecas fueron rápidamente asimilados. Los premios, títulos y
mercedes reales que recibieron por parte de la Corona durante el siglo XVI,
parecerían confirmarlo. El Lienzo de Tlaxcala, probablemente el documento
pictográfico tlaxcalteca más importante y más utilizado para explicar su
participación en la Conquista, se convertiría, en este sentido, en la prueba
más fehaciente de este proceso de pérdida de la
antigua y conversión a la nueva identidad. Su técnica
de elaboración, el estilo en las imágenes, el color, su
composición y orden de lectura o interpretación lo
demostrarían. De la misma manera el trazo y el estilo
con amplia influencia europea los vemos en otros
documentos pictográficos tlaxcaltecas como en la
“Genealogía de Cotititzin y Zozahuic” (fig.3), que se
inserta plenamente en la pléyade de documentos novohispanos de
carácter utilitarista, con fines económicos o de disputa del poder sobre un
territorio o pueblo.
El “Lienzo de Tepetícpac”, de origen tlaxcalteca, sale de la órbita de
influencia de los documentos que durante el Virreinato se realizaron y que
hoy pueblan los archivos municipales y estatales, y que abundan en el
Archivo General de la Nación y en el de Indias. Este Lienzo no es un mapa
de deslinde de terrenos, no es el documento probatorio de la disputa
testamentaria ni de la propiedad de las tierras entre dos personas, familias
o pueblos, ni forma parte del grupo de los famosos y cada vez más
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estudiados documentos encajonados en el concepto de “Techialoyan”, ni
pertenecen al de sus primos hermanos, los llamados “Títulos
primordiales”, confeccionados en el siglo XVII por los pueblos de indios, con
el fin de conservar sus tierras y propiedades ante las exigencias de la
Corona española
¿Quién, cuándo, por qué y cuál fue la finalidad de la elaboración del
“Lienzo de Tepetícpac”?
En la actualidad este Lienzo, formado de dos partes, se encuentra en “la
sacristía de la iglesia del pueblo de Tepetícpac, cabecera del antiguo
señorío del mismo nombre, cinco kilómetros al norte de la actual ciudad
de Tlaxcala”. Mide 144 cm. de largo por 118 cm. de ancho, y está
conformado por cuatro “tiras verticales probablemente de ichtli”1
1Es interesante la palabra que Aguilera utiliza para describir el material del lienzo: “probablemente”, tanto en Lienzos de Tepetícpac. Estudio iconográfico e histórico, México, Gobierno del Estado de Tlaxcala, 1998 como en su conferencia de 2002 en el Simposium: "El Cambio Cultural en el México del siglo XVI", Goettweig , 2002, lo que nos indica que la investigadora no estuvo en contacto directo con el documento. Esto se confirma con la referencia que en el libro hace para ver los detalles del Lienzo al remitir a los estudios de Juan Buenaventura Zapata Mendoza, Historia cronológica de la muy noble ciudad de Tlaxcala, 1992.
, hilo de la
penca del maguey, elaborado a mano en un telar de cintura.
Sus características físicas determinan, sin la menor duda, que este
lienzo es producto indígena. El material con que fue realizado, la técnica
de su elaboración física, así como su estilo, lo demuestran
fehacientemente. No encontramos en esta obra pictográfica ninguna
referencia a la autoría individual de la pintura; hecho que no es extraño en
este tipo de documentos indígenas, por lo que no es posible identificar a
sus autores concretos como individuos, con personalidad histórica
probada. Tampoco tenemos referencia alguna de las fuentes históricas de
primera mano de Tlaxcala o del Altiplano Central sobre el Lienzo, (Figs. 5 y
6) por lo que podemos afirmar que no fue ni ha sido utilizado ni
consultado para reconstruir el pasado prehispánico tlaxcalteca.
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Fig. 5 Fig. 6
Las referencias de su existencia son escasas y muy modernas. Algunas
noticias se hallan en la obra de Wolfgang Trautmann, Las
transformaciones en el paisaje cultural de Tlaxcala durante la época
colonial2
Sobre cuándo fue elaborado el Lienzo sólo tenemos indicios, que
resultan de algunos de sus elementos iconográficos y de estilo artístico.
Entre éstos señala Carmen Aguilera: la representación de guerreros
mostrando cierto “volumen y naturalismo”, las casas dibujadas de frente,
las murallas con sillares alternados, peces representados con aletas y
sombreados, un árbol con hojas “aciculadas”, corriente de agua sin
“cuentitas” y una estrella – ojo celeste con “picos”, lo que la lleva a afirmar
que el Lienzo es poshispánico, probablemente de 1537. De todas estas
y en el texto de Juan Buenaventura Zapata y Mendoza, Historia
cronológica de la Noble ciudad de Tlaxcala. El único estudio sobre el
documento es el que realizó Carmen Aguilera en su libro Lienzos de
Tepetícpac. Estudio iconográfico e histórico.
2 Wolfgang Trautmann, Las transformaciones en el paisaje cultural de Tlaxcala durante la época colonial, Wiesbaden, Alemania, Franz Steiner Verlag, 1981.
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características, las únicas que me permiten avalar esta postura son la
inclusión de adobes o ladrillos para representar las casas y las murallas
con sillares alternados3. Sobre el año de la confección: 1537, es fruto sólo
de la imaginación de Trautmann, recogido por Aguilera. En su conferencia
de 2002, relaciona este año con la llegada de Fray Toribio de Benavente,
como guardián, al convento de Tlaxcala, lo que le permite señalar que se
realizó el Lienzo “posiblemente” a instancias del franciscano llamado por
los indios “Motolinia”4
Ni el año ni la probable influencia de Motolinía o de cualquier otro
fraile son hechos que se puedan probar documentalmente relacionados
con la elaboración del Lienzo. Dos años más tarde, 1539, un fraile
anónimo escribió varias cartas desde Tlaxcala a Fray Antonio de Ciudad
Rodrigo, describiendo las fiestas religiosas celebradas en esa ciudad entre
febrero y junio, cuando Motolinía ya no se encontraba allí, como lo prueba
Edmundo O’Gorman
. No existe ninguna prueba de que este fraile hubiera
incidido en la elaboración del lienzo. No son motivos suficientes ni el
ministerio apostólico de Benavente ni su traslado como guardián del
convento de Tlaxcala, para señalarlo como incitador del documento.
5
3 Pude comparar el diseño de las casas en el Lienzo de Tepetícpac con dos documentos que presenta Delia Annunziata Consentido, la “Genealogía de Cuatzontzin”, Archivo General de Tlaxcala, San Pablo Apetátitlan: Fondo Colonia, Caja 3, ex.1 febrero de 1572 y la “Genealogía de San Gregorio Metepec”, Fiscalía de San Gregorio Metepec, en donde se aprecian también los adobes y ladrillos para la representación de las casas, op. cit., p. 5 y 10. 4 Algunas de las experiencias de Benavente en la “República de Tlaxcala” las podemos encontrar en Fray Toribio Molinia, El Libro Perdido, (Dirección de Edmundo O’Gorman), México, CONACULTA, 1989, capítulos XXIV, XXVII Y XVIII con respecto a la idolatría y XXXV, XXXVIII sobre las fiestas celebradas en Tlaxcala en 1538 en la primera parte; capítulos XXVII hasta el XXXII sobre los niños mártires de Tlaxcala, y en el último describe la provincia, en la tercera parte; capítulo XIII de la cuarta parte sobre la ceremonias para ser elegido “tecuytli” en Tlaxcala. 5 En apéndice al capítulo XXXVIII de Motolinía, El libro perdido, op. cit., p. 174 y ss.
. ¿Por qué no se propone que este fraile anónimo
haya sido el incitador de la elaboración del Lienzo de Tepetícpac? Por lo
menos tiene las mismas características circunstanciales de Benavente
para atribuirle su influencia. Pero, la realidad nos aleja tanto de éste como
del fraile anónimo. La representación, en ambas partes del Lienzo, de
cabezas humanas decapitadas y en las manos de personajes
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teochichimecas (figs. 7 y 8), nunca hubiera sido alentada por frailes, que
buscaban desterrar las prácticas del sacrificio humano entre los naturales
de la Nueva España. Estos mismos elementos son los que descalifican
también la probabilidad de que se hubiera realizado el Lienzo con la
finalidad de buscar justicia dentro de un proceso por disputas de tierras,
ya que seguramente serían los tribunales españoles los que lo hubieran
juzgado.
Fig. 7 Fig. 8
Es imposible con tan pocos elementos, sin fecha alguna del documento
y sin la representación de algún personaje posterior a 1519, poder
identificar la fecha de realización del Lienzo.6
6 Menciona Carmen Aguilera que este documento adquiriría respuestas puntuales si apareciera un mapa que lo acompañaba, en el cual se señalaban los límites del pueblo. ¡Lástima! La autora no señala como supo de la existencia de esta última parte del documento.
Es obvio que las glosas en
náhuatl que acompañan a casi todos los personajes y que aparecen en dos
o tres lugares más, son poscortesianas, pero el que se hayan realizado con
una tinta diferente a la de los dibujos prueba solamente que son
posteriores a la manufactura de las imágenes del documento, pero no
indican nada acerca de la fecha de realización del mismo.
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INTERPRETACIÓN HISTÓRICA.
El sentido de la lectura de la primera parte del Lienzo, que yo he llamado
“Tepetícpac histórico” es la primera variación que propongo7
Fig. 9
(Fig. 9): La
lectura debe iniciarse en la columna central (Número 1), de derecha a
izquierda, siguiendo el sentido de la huellas de los pies del camino que
atraviesa todo el documento horizontalmente. Se reinicia en la columna de
las casas en la parte superior del documento (Número 2) y se termina con
la lectura de la columna inferior (Número 3).
El inicio del Lienzo narra la peregrinación de los teochichimecas a partir
de su llegada al territorio que en el futuro recibirá el nombre de Tlaxcala.
Vienen, según algunas fuentes,8
7 Para poder comparar y evaluar esta propuesta es necesario consultar la obra de Carmen Aguilera. Por consideraciones obvias éste no es el momento para presentar, ni aun sintéticamente la propuesta de lectura de este documento realizada por esta especialista en los estudios sobre los códices indígenas. Puede revisarse esta obra en el acervo de la Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia. 8 Muñoz, Camargo, op. cit., Paul Kirchhoff, Lina Odena Güemes y Luis Reyes, Historia Tolteca-Chichimeca, México, INAH, 1976, Códice Aubin. Manuscrito azteca de la Biblioteca Real de Berlín, Anales mexicanos y jeroglíficos desde la salida de las tribus de Aztlán hasta la muerte de Cuauhtémoc, edición facsimilar de la publicada en 1902 por Antonio Peñafiel, México, Editorial Innovación, 1979, p. 11. La Tira de la peregrinación, Códice Boturini, México, Krismar Computación, Versión 2001, lámina 2.
de Chicomoztoc, pasan por el Valle de
México, fundan Poyauhtlan y, expulsados de allí, se dirigen a Tlaxcala.
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Región en la que ya estaban asentados los olmecas históricos, los
zacatecas y otros grupos chichimecas que habían llegado tiempo atrás, y
cuyo principal señorío se hallaba situado en sus fronteras: Huexotzinco.
Camaxtle, su dios, como en casi todas las versiones sobre peregrinaciones
de pueblos mesoamericanos, les guiaba hacia las tierras en donde
deberían establecerse para iniciar su desarrollo y poderío. Encontraron, en
efecto, pueblos asentados en la región prometida, quienes intentaron
rechazarlos, pues venían precedidos de la fama de violentos que en el Valle
de México se ganaron con sus acciones bélicas.
La escena número 1, de la columna central estaría representando los
primeros conflictos con zacatecas y olmecas. Inicia con los escudos
emplumados, que se podrían interpretar con el significado de guerra en
contra de estos pueblos, simbolizados con los guerreros, que están frente
a los teochichimecas, diferenciados unos y otros no sólo por sus vestidos,
peinados y armas, sino también por sus características étnicas (Fig. 10).
Es importante señalar que los recién llegados se representan con el arco y
la flecha típica que simbolizan a los chichimecas, tal y como aparece
también en la Historia Tolteca-Chichimeca9. La escena terminaría, según
las fuentes historiográficas con la derrota y expulsión de aquellos pueblos
de la región tlaxcalteca y el asentamiento de los recién llegados10
Fig. 10
.
9 Paul Kirchhoff, et al. Historia Tolteca-Chichimeca, op. cit., 39v. y 21r. 10 Puede consultarse, además de Muñoz Camargo, op. cit., p. 99, a Juan de Torquemada, Monarquía Indiana, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 7 volúmenes, 1983, tomo I, p. 362 y siguientes.
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La segunda escena de esta misma columna comprende los
acontecimientos relacionados con la defensa que tienen que realizar contra
los grupos comandados por los huexotzincas.11
Para lograr la victoria contra los teochichimecas, los huexotzincas
pidieron el auxilio de los mexicanos
Para ello se refugian en
Tepetícpac y construyen las murallas alrededor y en la cima de la
montaña. La representación de otra pareja de escudos comprendería el
simbolismo de este último momento bélico representado en el Lienzo.
12
Fig. 11
, quienes llegaron a las inmediaciones
de la región, pero no pasaron adelante ni llegaron a sumarse a la guerra
promovida por éstos. El dibujo del personaje que lucha contra el
teochichimeca, representado con elementos afines —rasgos físicos y
tocado— a los de su contrario, es una de las características para proponer
que ya no se trata de grupos racial y culturalmente diferentes, como sería
el caso de los vencidos zacatecas y olmecas, sino de aquéllos, que en las
fuentes se señalan como los que se adelantaron para poblar estas regiones
(Fig. 11).
11 Esta versión está basada en la obra de Muñoz Camargo, op. cit. 12 Los conflictos con Huexotzinco se sucedieron a través de la historia tlaxcalteca, ya que, como menciona Ricardo Rendón Garcini, op. cit., Tlaxcala sufría periódicamente por los “ataques que recibía de parte de Huexotzinco, su poderoso vecino del Suroeste que conservaba la hegemonía entre los pueblos del valle del Atoyac y que recibía el apoyo de los señoríos de la cuenca de México. Para resistir a este tipo de amenazas externas, así como para tener una mejor organización y control internos, los señoríos de Tlaxcala establecieron una serie de acuerdos para confederarse. Cada uno de ellos se mantenía autónomo para gobernar sus asuntos internos y recabar tributos; pero, para decidir acerca de los problemas de interés común, como las guerras, había un consejo supremo compuesto por los caciques o tecuhtli de los cuatro principales señoríos”.
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Las sacerdotisas probablemente participan de la acción “supersticiosa”
que Camaxtle había exigido que se realizara para lograr vencer a sus
intrépidos enemigos (Fig. 12). La representación de los atados y las
ofrendas a este dios ante su teocalli, corresponderían al momento en el
que a través del acontecimiento mágico se lograría la derrota de los
huexotzincas y sus aliados. Por ello, sin participar en la contienda, es que
en la primera glosa del documento se expresa que “Los mexica se afligieron
ante el muro”, a causa de observar la imbatibilidad de los teochichimecas
de Tlaxcala, por lo que se retiran. La parte final de esta primera columna
se podría interpretar como el inicio del asentamiento de los cuatro
principales señoríos de Tlaxcala: Tepetícpac, Ocotelulco, Quiahuiztlan y
Tizatlan, representados con cuatro casas dentro de los límites del cerro.
Fig12
Si seguimos la opinión de García Cook y Merino Carrión13
13 García Cook, Ángel y L. Merino Carrión, "Los orígenes. Arqueología", en Tlaxcala una historia compartida, Gobierno del estado de Tlaxcala y Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Tlaxcala, México, 1991, volumen 3.
, de que había
21 señoríos, además de los que acabamos de mencionar, hallamos que el
conjunto de las casas que se presentan en Tepetícpac Histórico, suman 25.
Por lo que estas dos columnas representarían otro momento, el de la
reorganización después de la victoria, y que simbolizarían la constitución
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de los 21 barrios y cuatro cabeceras de lo que posteriormente se llamaría
territorio tlaxcalteca.
La representación del momento fundacional giraría, entonces, alrededor
de Tepetícpac gobernado por Culhuacánez (Fig. 13), y de su hermano
Teyohualminqui, al que cedió el territorio de Ocotelulco. Menciona Muñoz
Camargo, que este último personaje alcanzó tal renombre que oscureció la
fama de su hermano14
Fig. 13
, por tal motivo se le representa sentado en el
Tepotzoicalli. Los señoríos de Quiahuiztlan y Tizatlan, fundados en épocas
posteriores no alcanzarían la mención especial que tienen los dos primeros
en este lienzo.
El énfasis histórico-fundacional del documento se comprueba
finalmente, con los otros 18 personajes representados en la primera parte
del Lienzo, ya que coinciden en algunos de los elementos de sus glifos o en
sus glosas, con las referencias que se han realizado sobre los caudillos
teochichimecas que conducen a su pueblo hasta Tlaxcala, que participan
en los acontecimientos referidos o que gobiernan algunos de los territorios
de la región después de su conquista15
La segunda parte del documento, que yo he bautizado como
“Tepetícpac Radial”, gira alrededor de la figura central,
Temaçatzinmiltecuhtli: “El Venerable Señor Corzo o Venado del monte que
.
14 Muñoz Camargo, llama a este personaje: Teyohualminqui Chichimecatecuhtli, op. cit., p. 113. 15 Muñoz Camargo, op. cit., Kirchhoff, et al., op. cit., Torquemada, Juan, op. cit., tomo I, p. 360 y siguientes.
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posee tierra labrada” (Fig. 14). La desinencia gramatical que claramente se
puede leer: mil de milli: campo cultivado, bienes raíces, nos proporciona
una característica de este personaje, que lo liga a la posesión de la tierra, y
el hecho que se encuentre sentado sobre un icpalli, más la terminación de
su nombre en tecuhtli, lo catalogan como un señor poseedor de tierra, que
tiene poder sobre ella y sobre los 14 personajes que dependen
directamente de él e, indirectamente, sobre los otros 10 que se relacionan
con su casa o estirpe. Esto es el resultado de interpretar las líneas que
unen a los 24 individuos secundarios o radiales con el personaje central.
Si fuera más específico podría señalar que la dependencia de éstos con el
tlatoani estaría jerarquizada según el punto de donde parte cada línea. De
esta manera tendríamos a seis personajes ligados a las actividades
guerreras del Señor Principal, que se hallarían en la cumbre de la
jerarquía. De los dos primeros se desprenden otros personajes que
parecen, a su vez, depender de ellos. El segundo nivel jerárquico podría
interpretarse a partir de las líneas que ligan a los personajes radiales con
los pies y el icpalli del Señor. El tercer nivel, comprendería al resto de los
individuos.
Fig. 14
Relacionados directamente con Temaçatzinmiltecuhtli, se hallan,
frente a él una figura femenina con una cabeza en la mano: Tlazohua-
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tlamani, “Mujer que adivina por agüeros por medio del agua”, la
sacerdotisa del señorío. Atrás de él se halla Citlalintecuhtli (Fig. 15),
caballero también chichimeca, que sería una especie de segundo dentro de
la organización del pueblo.
Fig. 15
Esta lectura de Tepetícpac Radial nos estaría reseñando, en
consecuencia, la relación entre el Señor y sus vasallos, tanto en
organización como en jerarquía social y distribución de la riqueza en su
territorio. El tlatoani, pues, es el señor y dueño, por lo tanto, el
dispensador de bienes y privilegios, de cuya estirpe y méritos dependen los
señores comprendidos en su señorío, los cuales, a su vez, ejercerían
potestad y dominio, en los casos señalados, sobre los personajes
secundarios, ligados a algunos de ellos.
Con esta propuesta general de interpretación, de las dos partes del
Lienzo, ya se puede intentar dar una hipótesis sobre las motivaciones de
su hechura. En primer lugar, es imposible creer que el documento tenga
una intencionalidad utilitarista relacionada con pleitos de tierras o con
cualquier otro asunto judicial relacionado con autoridades virreinales,
como de legados testamentarios y pruebas genealógicas. Por lo que debe de
existir una segunda posibilidad para explicar la elaboración del
documento, cuyo interés se dirigiría no a traspasar los límites del pueblo,
sino a servir los objetivos del mismo, es decir, un documento de uso
interno para sus pobladores. En este sentido el Lienzo vendría a ser una
especie de cédula de identidad o de pertenencia a Tepetícpac, en
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particular, o a Tlaxcala, en general. La identidad a la que hacemos
referencia se ligaría además, a la pertenencia al grupo étnico chichimeca,
que se representa en todo el documento como motivo de orgullo y que
caracteriza a los personajes principales allí representados. La historia,
pues, como concepto e idea en este documento, sería el medio o el
instrumento para alcanzar este grado de conciencia de unidad
comunitaria. En conclusión estaríamos frente a un documento de
identidad fundacional.
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