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CUADERNOS DE PERIODISTAS, ABRIL DE 2005113 LUIS CONDE MARTÍN L as manifestaciones del humor gráfico en la Prensa española son rastreables desde el siglo XVIII, cuando los periódicos se ponen de moda entre la burguesía ilustrada, que quiere saber las cosas que ocurren en el lugar en que viven, pero también, en otros lugares y paí- ses diversos. ¡Esa es la razón de la exis- tencia de los periódicos y la respues- ta a una demanda social! El estar in- formados de lo que ocurre, de lo que hay de nuevo, lo que está pasando en esos mismos instantes… Por eso en in- glés se le llaman news a las noticias; lo que hay de nuevo, lo que no se sa- bía antes, la novedad, lo novedoso y trastornador, lo que modifica nuestra existencia sólo con conocerlo. En las hemerotecas y bibliotecas se conservan periódicos del siglo XVIII, pero eran apenas unos tanteos, un intento por lograr el medio de ha- cer llegar a los otros lo que algunos ya sabían. Esos periódicos iniciales te- nían forma de almanaques anuales, tipo el Calendario Zaragozano - El Firma- mento, del muy popular don Mariano Castillo y Ocsiero, fundado en 1840. En estas publicaciones se avanzaban las previsiones de todo el año, tanto las climáticas con las cabañuelas tem- porales, que literariamente se volvie- ron campanudas al llamarlas ‘idus’ y al asociarlas a un hecho trágico co- mo el asesinato de Julio César; como las casi tan imprevisibles políticas e históricas, y eso que se reducían a ca- El humor gráfico en la prensa española El humor dibujado, con casi tres siglos a cuestas, es hoy un arte expresivo y comunicador de primer orden, cultivado por varios centenares de creadores en España. Muchos de ellos, con gran calidad y prestigio internacional. Esta verdadera pléyade de profesionales, que de alguna manera participan en el quehacer periodístico, bien merece una reflexión. Luis Conde Martín, periodista, trabaja en programas culturales de La 2 de TVE.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, ABRIL DE 2005—113

LUIS CONDE MARTÍN

L as manifestaciones del humorgráfico en la Prensa españolason rastreables desde el sigloXVIII, cuando los periódicos se

ponen de moda entre la burguesíailustrada, que quiere saber las cosasque ocurren en el lugar en que viven,pero también, en otros lugares y paí-ses diversos. ¡Esa es la razón de la exis-tencia de los periódicos y la respues-ta a una demanda social! El estar in-formados de lo que ocurre, de lo quehay de nuevo, lo que está pasando enesos mismos instantes… Por eso en in-glés se le llaman news a las noticias;lo que hay de nuevo, lo que no se sa-bía antes, la novedad, lo novedoso ytrastornador, lo que modifica nuestraexistencia sólo con conocerlo.

En las hemerotecas y bibliotecasse conservan periódicos del sigloXVIII, pero eran apenas unos tanteos,un intento por lograr el medio de ha-cer llegar a los otros lo que algunosya sabían. Esos periódicos iniciales te-nían forma de almanaques anuales,tipo el Calendario Zaragozano - El Firma-mento, del muy popular don MarianoCastillo y Ocsiero, fundado en 1840.En estas publicaciones se avanzabanlas previsiones de todo el año, tantolas climáticas con las cabañuelas tem-porales, que literariamente se volvie-ron campanudas al llamarlas ‘idus’ yal asociarlas a un hecho trágico co-mo el asesinato de Julio César; comolas casi tan imprevisibles políticas ehistóricas, y eso que se reducían a ca-

El humor gráfico en la prensa españolaEl humor dibujado, con casi tres siglos a cuestas, es hoy un arteexpresivo y comunicador de primer orden, cultivado por varioscentenares de creadores en España. Muchos de ellos, con grancalidad y prestigio internacional. Esta verdadera pléyade deprofesionales, que de alguna manera participan en el quehacerperiodístico, bien merece una reflexión.

Luis Conde Martín, periodista, trabaja en programas culturales de La 2 de TVE.

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lendarios de fiestas, celebraciones yaniversarios.

De los países más adelantados,Francia, Inglaterra y Alemania, se tra-jeron los que habían vivido en ellosalguna temporada, esa moda de ha-cer publicaciones en las que se con-taban historias sobre las costumbresde países exóticos, se explicaban susmodos de vestir y comer, los compor-tamientos sociales y religiosos… ¡Enfin, diversas curiosidades que atraíanla atención de los que querían saberalgo más que los chismes locales!

Entre las muchas historias, más omenos verídicas, que se contaban enaquellos ‘monitores’ y ‘gazetas’ –nom-bres genéricos, también importados,que tenían aquellas publicaciones– secolaban casi sin quererlo algunas his-torias inventadas, con la sana inten-ción de añadirle interés o algo de mor-bo. ¡O por mera diversión del que lasescribía, editaba o dirigía!

Los historiadores de la prensa sa-tírica dan como primeros títulos es-pañoles Gaceta de Todas Partes (1726) yGaceta de Bormujos (1727). Al parecer,eran tan divertidas y chocantes, quelas leían en todas las capas de la so-ciedad que sabían leer: la aristocra-cia, la burguesía y hasta la emergen-te clase media. Allí se contaban loscotilleos y los sucesos más o menostruculentos, que atraían la atenciónde la gente y despertaban su morbo,para comentarlo mientras tomabanel chocolate con picatostes o el cafécon leche y bollos suizos. Gustaban

porque eran parodias sarcásticas delas gacetas oficiales. Otra publicaciónsatírica, muy celebrada en la socie-dad madrileña, fue El Duende Crítico deMadrid, de 1735, un semanario impla-cable, que, según decían, era la pesa-dilla del ministro Patiño y que fueperseguida por el Gobierno. Cuandodescubrieron que el director del se-manario, encima, era un fraile que an-tes había sido oficial del regimientode Dragones en el ejército portugués,no pararon hasta detenerlo y encar-celarlo. El interfecto firmaba como‘Fray Manuel de San Joseph’ y su nom-bre verdadero era Manuel Freyre daSilva.

Pero parece que la conmoción so-cial la produjo El Bufón de la Corte, unsemanario que puso en circulación elatrevido José de Serna en 1767 y queno dejaba títere con cabeza. ¡Ya ade-lantaba los rebufos de la inminenteRevolución del 68, “la Gloriosa”! Nollegaron a salir más que 16 números,pero fue tan evocada que, ocho añosdespués, fue reimpresa, facsimilar-mente, en Barcelona.

Pronto se dieron cuenta de que, pa-ra mantener la atención y seguir ven-diendo, incluir historias risibles, chis-peantes o alegres, era un ingredien-te que “gustaba al respetable”. Y, co-mo al principio, aquellas publicacio-nes eran demasiado serias y circuns-pectas, surgieron creadores a los quese les ocurrió parodiarlas, tomarlas abroma, realizar otras similares, peroque, fundamentalmente se ocuparan

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de divertir y entretener al personal.¡Eran el germen de la prensa satírica,un gran invento que llegaría al ceniten los siglos XVIII y XIX.

Por último, antes de acabar el si-glo, apareció en 1788 Las Zumbas, unapublicación de los hermanos José ySantiago Santos Campúa, en la quepululaba un personaje famoso llama-do “Juan de Espera en Dios, hijo deMillón y sobrino de Buen Alma”, queaseguraban venía al mun-do del fin de siglo a “dar va-gas bragas y chascos”. Tuvotanto éxito que, por los mu-chos comentarios que se hi-cieron de ella, fue reimpre-sa en 1899, más de un siglodespués.

Los grabados satíricosEs apenas obvio que con lasdotaciones instrumentalesde las imprentas primitivasse desarrolló antes el hu-mor textual, puesto que lareproducción de los graba-dos, los dibujos, era más complicado.Lo complejo era insertarlos en la mis-ma publicación, porque reproducir-los en sí mismo no era tan difícil. Yadesde hacía siglos los chinos habíaninventado la xilografía, el grabado enmadera que permitía la copia entin-tando el molde. De hecho en la EdadMedia europea habían circulado es-tampas realizadas con ese sistema. Y,con la invención de la imprenta en

los talleres de Gutenberg, entre 1434y 1448, se iniciaron los libros con lá-minas insertadas al encuadernar. En-tre los que se conservan son de des-tacar la Biblia Pauperumm, que data de1450, y Edelstein (Piedra Noble), de laño 1461.

Estos libros y algunos otros quetambién se conservan en museos y bi-bliotecas históricas, demuestran laposibilidad de su realización. Pero co-

mo eran costosos, no podían ser muydifundidos ni populares. El aguafuer-te y las técnicas del grabado en me-tal irán popularizando el arte del di-bujo, para incluirlo, reproducido, enlibros y publicaciones periódicas, deforma que llegue a más gente que elcomprador del grabado original.

Hay que esperar al desarrollo mo-derno de la imprenta y al conceptode periódico como publicación bara-

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ta, fungible y difundida enmiles de ejemplares. ¡Ahí esdonde un dibujo acertadocumple una misión im-par!… Y, si es caricaturesco,deformador intencionado,sesgado en señalar lo quepueda interesar o atraer laatención, es insustituible.

Tenemos, pues, que pa-ra que exista el nuevo artecomunicador del humorgráfico, tienen que acumu-larse una serie de condicio-nes que lo preceden: la exis-tencia de unas publicacio-nes periódicas populares,que se hayan desarrolladolas imprescindibles técni-cas de reproducción de lasartes gráficas incorporadasa la imprenta y que el artede la caricatura sea domi-nada por los autores que sededican a esta profesión.

Todo eso empieza a pro-ducirse, con desfases, en elprimer tercio del siglo XIX,al menos en España. Duran-te el XVIII se adelante el pe-riodismo escrito y por en-de el humorismo literario. Ellos ha-rán el rodaje, preparando las condi-ciones históricas y sociales, para quecuando empiecen a incluirse dibujosy caricaturas, el público lector –quese hará, poco a poco, también contem-plador– acepte ese nuevo arte que co-munica impresiones, interpretacio-

nes y posturas vitales. ¡Se ofrece unavisión particular de un hecho, un su-ceso o una situación, que puede sero no compartida, pero que es consi-derable! Que pide ser tenida en cuen-ta. Un nuevo profesional se incorpo-ra a la publicación periódica.

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Dibujantes, grabadores,caricaturistasIgual que ocurre con los humoristasliterarios, durante mucho tiempo, enlos primeros años nadie se atreve afirmar su elucubración satírica. Su-ponía demasiado riesgo social. La his-torieta o el cuento más o menos di-vertido, frívolo o chocarrero, hastapodía firmarse con un seudónimo,que fue lo que poco a poco se fue im-poniendo. Pero cuando lo que se es-cribía y luego dibujaba era una sáti-ra social, política o religiosa, no ha-bía alguien que se atreviese a incluirel dato de autoría.

Tuvieron que pasar muchos añosy conflictos en el mundo editorial yperiodístico, para que tanto el humorliterario como el gráfico, fuesen con-siderados un arte nuevo y tan respe-table como los otros ya aceptados enla sociedad.

Durante décadas, en las publica-ciones periódicas, textos y dibujosirán, pues, sin firma. Luego, poco apoco, se va reconociendo que es unamanifestación artística y un trabajoprofesional digno de ser reconocidoy, tímidamente, muy discretamente,se van dando nombres de escritores,dibujantes, grabadores y artistas grá-ficos.

Las técnicas de reproducción grá-fica, desde la xilografía, la tipografía,el grabado en metal, la litografía, yel offset van simplificando los proce-sos, pero en casi todos ocurría que

pocas veces el dibujante era capaz derealizar el grabado técnico reproduc-tor. Existía el dibujante-artista quecreaba el asunto, luego el grabadorlo pasaba al soporte técnico y en laimprenta se hacían las copias con elsistema que se utilizase. En el proce-so, algo se distorsionaba, se modifi-caba intencionadamente o no. Poreso, también la autoría debía ser di-luída o compartida: dibujó, tal y gra-bó, cual.

En España, a lo largo del siglo XIX,como había ocurrido en Italia, Fran-cia Inglaterra y Alemania, en los li-bros que reproducían grabados artís-ticos, se daba la doble autoría. Y losartistas más meticulosos y responsa-bles como Durero, Hogarth y Goya,se hicieron ellos mismos sus graba-dos, aprendieron la técnica evitandoal operario que copiase su obra.

En las publicaciones periódicas,diarios y revistas, no había opción, elgrabador era de oficio y había queaceptar el sistema de la empresa pe-riodística.

Por tanto, se fueron dando a cono-cer buenos dibujantes creadores, bue-nos grabadores y buenos sistemas dereproducción gráfica, buenas impren-tas de artes gráficas. Éstas se fueronimponiendo, desbancando a los siste-mas primitivos.

Los nuevos profesionales que seiban incorporando para incluir susdibujos en los periódicos, procedíande la pintura o los talleres de graba-do. Eran dibujantes natos, que perfec-

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cionaban su arte, realizándolo. Saberdibujar servía para hacer ilustracio-nes más o menos realistas, ambienta-doras o hasta decorativas. Incluso pa-ra hacer las portadas de libros y re-vistas. Pero para realizar un dibujo sa-tírico, un chiste intencionado y críti-

co, o para hacer una historieta gráfi-ca narrando un asunto, había que co-nocer la técnica caricaturesca. Se ne-cesitaba saber cómo distorsionar una

figura o cómo los rasgos fisionómi-cos retratan una personalidad. Cuá-les son los elementos esenciales y cuá-les los prescindibles. Y con cuáles mí-nimos rasgos se capta mejor un per-sonaje.

La caricatura era un arte en desa-rrollo en esos años y con-tribuyó a la formación delhumorismo gráfico, casitanto como las técnicas delas artes de imprenta.

Y aún con la vertiginosaincorporación de la fotogra-fía en los periódicos, la ca-ricatura de personajes de-fendió su inefable lugar enlas páginas, donde es insus-tituible. El retrato fotográ-fico es una cosa, pero la ca-ricatura es otra. Las dos soncompatibles.

Y por tanto siguen publi-cándose como dos aspectosde una misma realidad.

Crítica, sátira e ironíaLa crítica social, la llamadade atención sobre los he-chos, comportamientos yactitudes de los personajespúblicos; es la razón de laexistencia del periodismoprofesional. Pero para la

prensa satírica es mucho más, es supunto de partida.

Hogarth y Goya, en el siglo XVIII,hacen sátira social con sus coleccio-

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nes de grabados plenos de crítica mo-ral de una sociedad enferma. Ellos la-ceran los males sociales y critican lascostumbres torpes y empecinadas, ne-cesarias de reforma en un tiempo decambio político. Es la época de la bur-guesía triunfante en Inglaterra y enFrancia, que hacen sus revolucionespara reclamar su puesto en la socie-dad. La caída del absolutismo en Eu-ropa dejará abierto el camino para lalibertad formal que reclama la bur-guesía y que marcará la pista paranuevas revoluciones. El periodismo ypor supuesto la prensa satírica seráninstrumentos de esa exigencia, ese an-sia de libertades, ese afán por conse-guirlas.

Goya hace sátira sutil en el cuadroLa familia de Carlos IV, pero en sus se-ries de grabados pasa de lo cómico alo grotesco, hay ferocidad en sus plas-maciones y, sobre todo, hay fantasía,exageración, exceso…

Desde lo cómico primitivo, lo risi-ble, lo divertido al contemplar o es-cuchar, que podía venir desde las co-medias grecolatinas, el paso por lasbufonadas medievales y renacentis-tas, Hogarth, Goya, Gavarni, Daumier,Caran d’Ache, Busch, Jhon Leech, Le-onardo de Alenza, Francisco Ortego,y Apeles Mestres las superan con suimplacable dureza y su disección fe-roz. El humor sutil ha dado paso aun desnudamiento de la hipocresíasocial.

Frente a los graciosos, que socarro-namente sólo hacen reír, los humo-

ristas gráficos buscan llegar al pensa-miento y al corazón, emocionar.

Creadores gráficos como todos es-tos, que ya incluían sus dibujos en losperiódicos y revistas satíricas euro-peas, fueron desarrollando el nuevoarte del humor gráfico y la caricatu-ra como expresión del retrato másperspicaz, más penetrante, más ca-racterizador.

Como representantes de la carica-tura grotesca, deformadora intencio-nada, estaban dibujantes como el sue-co Olaf Gulbransson, el alemán Bru-no Paul y el francés Léandre

Teóricos que escribieron sobre lascaracterísticas y tipos de caricaturas,fueron el francés Robert de la Size-ranne y el español José Francés, quienen 1930 publicó en, colaboración conSánchez Heredero, todo un tratadosobre La caricatura.

Así la definía: “La caricatura fueprimero deformadora como una bo-la panorámica, después fiel como unespejo, y por último como un refle-jo. Primero hizo reír, después hizo very ahora hace pensar”.

En las revistas satíricas y en laprensa informativa generalista, los ca-ricaturistas de la segunda mitad delsiglo XIX mostraban a los personajescon grandes cabezas muy expresivas,sobre cuerpos pequeños apenas esbo-zados. Son famosos en este estilo di-bujantes como André Gill, Alfred LePetit o Luque en Francia y Ramón Ci-lla y José Estruch en España.

Una segunda etapa o impulso pa-

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ra el humor gráfico y la caricatura enEuropa se da al final de la Gran Gue-rra, la Primera Guerra Mundial de1914 al 1918. La conflagración para-liza el desarrollo del arteen general y se estancan lasvanguardias. Cuando acabael conflicto y la gente vuel-ve a casa, todo ha cambia-do, nada es ya lo mismo. Laenorme mortandad en lastrincheras de los campos deFrancia pasará a la memo-ria colectiva en los relatosliterarios, en las obras tea-trales, en el cine, en la can-ción, la música y el humorirónico. Los valores de la an-teguerra se han quedadoobsoletos, hay que cons-truirse otros nuevos. El es-tallido revolucionario bolche-vique y las reacciones fas-cistas en otros países van acatalizar las posturas.

El movimiento dadaístay luego los surrealismosmarcarán las pautas delnuevo arte. En el campo delhumor gráfico, autores co-mo Franz Jung, George Grosz y JohnHeartfield, crearán escuela. Revistascomo Le Rire en Francia, Simplicissimusen Alemania y Pasquino en Italia, ve-nían a retomar la antorcha que des-de el siglo anterior, en 1840, portabala inglesa Punch.

Los autores que eran celebrados enesos años 20-30 eran gentes como Au-

brey Beardsley, Walter Crane, OlaffGulbranson, Adolfo Menzel, Max Klin-ger, Leo Putz, Alberto Martín y Enri-co Sacchetti.

En España esa corriente renovado-ra será impulsada por revistas comoL’Esquella de la Torratxa, La Campana deGracia, Cu Cut, Papitu, Alegría, El GranBufón, ¡Ja ja!, Gedeón y otras.

Los humoristas gráficos que las im-pulsaban eran gentes como Xavier No-gués, Isidre Nonell, Joseph Junoy, Fe-líu Elíes (Apa), Juan Gris, Bagaría, Cas-

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telao, Isleño, Moya, Sancha, MedinaVera, Robledano, Ramírez, AnqueraAzpiri, Pellicer, Echea y otros.

La Dictadura del general Primo deRivera y luego la proclamación de laSegunda República serían los aconte-cimientos que motivaron la moviliza-ción intelectual de los periodistas, in-telectuales, escritores y humoristas;que impulsaron la llegada a Españade las corrientes renovadoras del hu-morismo gráfico europeo. Contem-plar las revistas y periódicos de esosaños, en el aspecto del grafismo, esadvertir cómo se estaban asimilandolas vanguardias y cómo incluso sur-gían en este país. Periódicos como ElImparcial, que desde finales del sigloXIX estaba renovando la prensa espa-ñola, hasta El Debate o El Sol, supierondar cabida al humor como una notadistintiva y penetrante a la noticia co-tidiana. El semanario España, lugar deencuentro de grandes escritores, aco-gía semanalmente los chistes pene-trantes de Bagaría, Apa y Marco.

Y como revistas satíricas anona-dantes para la época, hay que citar aBuen Humor, Muchas Gracias, Gutiérrez,Macaco y Macaquete, en las que firma-ban genios como Bagaría, Bartolozzi,Garrido, Echea, K-Hito, López Rubio,Menda, Penagos, Robledano, Ribas, Si-rio, o Xaudaró. Y también, Bellón, De-metrio, Díaz Antón, Linaje, Mihura,Serny, a los que acompañaban otroscomo Alfaraz, Bluff, Galindo, Jubera,Moreno, Robert y Tono. La mayoría deestos serán luego reconocidos como

“la otra generación del 27”, por refe-rencia a los literatos que conforma-ron esa especie de Edad de Plata dela cultura española moderna.

En estos años el humor gráfico es-pañol ha encontrado su hueco: estáen los periódicos y semanarios comonota crítica y reflexiva. En las revis-tas satíricas y en las de historietas, es-tá desarrollando una nueva narrati-va, el arte del tebeo. Y sus creadoresempiezan a ser considerados los pro-fesionales de un nuevo arte expresi-vo y comunicador. Están integradosen el conjunto de la prensa, comounos más. Hacen crítica social, ayu-dan a entender los hechos y aconte-cimientos cotidianos, por último, en-tretienen y hacen sonreír, desdrama-tizando los conflictos sociales, con supunto de vista particular.

Todo esto lo interrumpirá por al-gún tiempo la Guerra Civil de 1936al 1939, pero eso sí que es “otra gue-rra”.

Observar, anotar y sentenciarCuando, décadas después del final dela guerra y la posguerra, los humo-ristas gráficos españoles recuperen suposición social perdida en la prensa,volverán a ejercer, de modo paulati-no pero implacable su función exis-tencial: criticar, reseñar, advertir yacaso moralizar divirtiendo.

El humorista es un testigo de sutiempo y sus dibujos dejan constan-cia de lo que advierten en su entor-

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no. Llaman la atención dealgo risible, ridículo, anó-malo o merecedor de un co-rrectivo. Cuando menos,para que se reconsidere des-de otro punto de vista de lorutinario y convencional.Esa actitud del auténticoprofesional es irrenuncia-ble. Es su grandeza y su mi-seria. Está obligado a plan-tear las cosas que observa,desde otro punto de vista,con su agudeza, su penetra-ción y sus conocimientos.

Por eso, un verdaderohumorista gráfico de laprensa se convierte, quiéra-lo o no, en portavoz de la publicaciónque lo acoge. Terminará por ser unelemento imprescindible, una de lasseñas de identidad del periódico. ¡Hallegado a su cenit!… Y a asumir su al-ta responsabilidad. Desde entonces essu grandeza y su servidumbre.

Ejemplo de esto que decimos es elcaso de Bagaría en el semanario Espa-ña; de Xaudaró y de Mingote en Abc;de Chumy Chúmez en Madrid; de Má-ximo, Peridis y Forges en El País, o deGallego y Rey en sus tiempos de Cam-bio 16, luego en Diario 16 y más tardeen El Mundo, donde comparten honorcon Ricardo y con Idígoras & Pachi.En La Vanguardia de Barcelona ahoraestá Ventura y en El Periódico de Cata-lunya, Ferreres. Cada periódico asimi-la a un autor y lo va ‘masajeando’, lovampiriza.

En los largos años del franquismoy con la llegada de la democracia for-mal, en España los humoristas gráfi-cos han ido conformando como unaespecie de ‘hermandad’ profesional,un gremio, cuyos miembros, aunqueparticipan de las publicaciones en lasque insertan sus trabajos, sin embar-go se consideran a sí mismos comopertenecientes a una profesión libe-ral, autónoma, bohemia, que realizasu trabajo por libre, y no se sientenatados por ningún vínculo político,sindical, empresarial o ideológico.Aunque, quiéranlo o no, participanun poco de todos esos condicionan-tes. Y, sobre todo, del fundamental:de su formación personal. Un humo-rista gráfico, aunque nazca, funda-mentalmente se hace día a día. En suentorno, en el contraste con sus coe-

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táneos, dado que no existen faculta-des universitarias ni escuelas especia-les donde aprender el oficio.

Tiene que demostrarse, a sí mismoy a los demás, que sus dotes de obser-vación son singulares. Que, ademásde saber dibujar caricaturescamente,sus rasgos característicos, que lo irándefiniendo, responden a una postu-ra moral: quiere contar y mostrar al-go y lo quiere exponer de ese especialmodo. Debe, además, estar lo más in-formado posible sobre el tema o asun-to que va a desarrollar en nota chis-peante. ¡Y, además, debe resultar di-vertido, risible o irónico!… Mucha car-ne, para un solo cernícalo.

Ser, a la par, pensador, orientadorsocial, gracioso, penetrante y suscita-dor de otras posibles actitudes, es untrabajo grandioso y muy especial. Haymucha exigencia en un chiste edito-rial cotidiano o en una ‘tira’ de opi-nión. Supone horas de reflexión, co-nocimientos y disposición de juicio

moral. Hay que ‘jugársela’cada día, semana o períodode tiempo en que aparezcael trabajo. Es también unade las razones que aleganalgunos autores para recha-zar el calificativo de ‘humo-ristas’, con el que se reco-noce su labor. Uno de los másfuribundos en la reticenciaes Ops/El Roto, el genial di-bujante que, a diario, dejadestilar su opinión aguda so-bre cualquier asunto. Y al-

go de eso es lo que hacen, constante-mente, los dibujantes de humor enlos periódicos. Les salga o no.

Las colecciones de periódicos, se-manarios y revistas satíricas españo-las, son el archivo y testimonio de loque los creadores españoles han sidocapaces de hacer a lo largo del tiem-po. En publicaciones como La Codor-niz, Don José, Hermano Lobo, Por Favor, ElPapus, El Jueves y El Virus Mutante, estádiluida una obra ingente que sóloenumerarla y exponerla llena mu-chas páginas. Valorarla y enjuiciarla,realizar análisis formales y de conte-nidos, es tarea para tesis investigado-ras, muchas de ellas ya hechas o encurso, pero que quedan fuera de untrabajo como este.

Aquí sólo se trataba de reflexionarsobre una tarea humana hecha congusto y por unos profesionales queconsideramos como colegas. Como laque, escribiendo esto, hemos hechonosotros. �