El Grupo Neorromántico Del 40

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Consolidacin del grupo neorromntico

Consolidacin del grupo neorromntico.

Hacia mediados de la dcada del treinta (luego de la dispersin de los integrantes de Martn Fierro y de la escasa repercusin de un grupo de poetas conocidos por el nombre de "Novsima generacin" o "generacin del treinta") comienza a conocerse una nueva promocin potica. Ya en 1934 Miguel ngel Gmez y Enrique Molina convocan, desde el diario cordobs El pas, a todos los poetas "ulteriores a la generacin de Borges", convocatoria ampliamente recogida no solo en Buenos Aires, sino tambin en varias ciudades del interior del pas. A partir de este momento los jvenes poetas, nacidos alrededor de 1920, comienzan a colaborar en las revistas literarias y a publicar sus primeros libros, aunque es 1940 el ao en el que se nuclean definitivamente en torno a la revista Canto. Este grupo, rotulado como neorromntico y conocido por el nombre de generacin (o promocin) del cuarenta "revela una actitud comn, muestra una semejante visin del mundo y se expresa con recursos no esencialmente dismiles" (Giordano) durante aproximadamente diez aos. Hacia 1945 se produce una fractura: del movimiento neorromntico inicial: se desprenden algunos poetas que se adscriben al invencionismo y otros al surrealismo, de manera que a partir de esa fecha no es posible reconocer entre ellos la misma homogeneidad que los caracterizaba unos aos antes.A pesar de ello, algunos crticos extienden la duracin literaria de esta promocin hasta los primeros aos de la dcada del cincuenta, hecho que se debe principalmente a dos factores: en 1949 David Martnez publica la primera antologa que rene al grupo, Poesa argentina (1940-1949) y. desde 1951 hasta 1953, se edita la revista El 40, fallido intento de reagrupacin de un movimiento ya definitivamente fisurado. Ambas deben ser consideradas coma los ltimos estertores de la promocin y responden solamente a uno de los lineamientos poticos del momento, sin dar cuenta de las dems corrientes que coexisten por entonces.En el perodo que nos compete se editaron alrededor de sesenta revistas, en general de vida muy efmera, pero que como centros de nucleamiento, rganos informativos y expresivos, configuran el rostro de la poca, nos permiten observar las transformaciones, los momentos de crisis y los distintos estadios de un proceso. Mencionaremos aqu brevemente solo a las publicaciones ms significativas, las que se cien ms estrictamente a las caractersticas bsicas del cuarenta o expresan mejor su sensibilidad y los valores estticos en vigencia. Algunos de los jvenes poetas comienzan a colaborar en las revistas Nosotros (reaparecida en 1936 y dirigida por Bianchi y Giusti) y Bitcora (1937/1938), donde se percibe claramente la presencia de un tono melanclico hasta entonces desacostumbrado. En 1938 Daniel Devoto, Alberto Salas y Enrique Dupret fundan "Los Angeles Gulab y Aldabahor", serie de ediciones en que se publican, entre otros, libros de Molinari, Devoto, Gmez y Etchebehere.En junio de 1940 aparece Canto: hojas de poesa, bajo la direccin de Miguel ngel Gmez, Julio Marsagot y Eduardo Calamaro. Son sus colaboradores: Daniel Devoto, Enrique Molina, Juan Rodolfo Wilcock, Roberto Paine, Olga Gugliotta Orozco, Csar Fernndez Moreno, Jos Mara Castieira de Dios, Alfonso Sola Gonzlez, Horacio R. Klappenbach, Carlos Alberto Alvarez. Tulio Carella, adems de sus directores. Esta revista es el elemento catalizador donde los jvenes manifiestansus inquietudes renovadoras: "Canto es revista de combate por la poesa; para buscar su esencia rigurosa ... Es revista de jvenes, donde cada uno habr de perseguir por s mismo su sentido, su cauce diferente, su identidad profunda con el mundo....Que se desmientan aqu tantas celebridades oficiosas, tanto acatamiento a las retricas ultramarinas, tanta negacin de poesa. Queremos para nuestro pas una potica que recoja su aliento, su signo geogrfico y espiritual. Una poesa adentrada en el corazn del hombre; bien ceida a su alma". Un pliego suelto, La ballesta magnfica, acompa la primera entrega de la revista.En 1941 Castieira de Dios edita Huella, continuadora de Canto, de idntico tono y con la misma nmina de colaboradores. Se publicaron adems una coleccin de libros ("Nuevos novelistas argentinos") y versiones del Narciso de Valry y Poemas de Lubicz Milosz. Poco despus de la desaparicin de Huella (solo se editaron dos nmeros) una nueva revista nuclea a estos poetas: Verde Memoria (1942), dirigida por Ana Mara Chouhy Aguirre y Wilcock, cuyas entregas se extendieron hasta 1944.Las tres publicaciones mencionadas conforman en realidad un mismo impulso continuado. A los autores mencionados debemos agregar los nombres de Vicente Barbieri, Juan G. Ferreyra Basso, Mara Granata, Eduardo Jonquires, Alberto Girri, Len Benars, Csar Rosales, Martn Alberto Boneo, que colaborarn tambin en las revistas aparecidas en este perodo.Otras publicaciones que renen a los poetas del grupo neorromntico son: ngel, Alas de Poesa (1943-1950), nsula (1943-1946), Perfil (1943), Cosmorama (1943-1945), Papeles de Buenos Aires (1943-1945), Contrapunto (1944-1945) y Disco (1945-1947). Una forma diferente de publicacin, de gran auge en ese momento, son los "cuadernillos de poesa y prosa", "hojas de poesa" o "cuadernos de literatura", editados en general por una persona sin pretensin de empresa editorial y cuyo objetivo es promocionar las obras de autores poco o totalmente desconocidos. Csar Fernndez Moreno edita en 1941 los "Cuadernos de Fontefrida", "para todos aquellos que tengan que ver con la poesa".Neorromanticismo: una potica clausurada.

Csar Fernndez Moreno, al referirse al grupo bsico del cuarenta, dice: "su confluencia romntico-surrealista, nos determina a llamar a este grupo con el calificativo de neorromntico", denominacin con que en 1928 Pedro Salinas bautiz al grupo de poetas espaoles (Cernuda, Garca Lorca, Rafael Alberti, etc.) que guardan numerosas relaciones con los autores de esta generacin. En realidad, el neorromanticismo del cuarenta puede describirse a partir de ciertos rasgos distintivos, presentes en mayor o menor grado en todos los poetas que integran este grupo y que, por su recurrencia, pueden ser considerados como caractersticos: 1) lirismo, 2) tono elegiaco, 3) nacionalismo, 4) ausencia de innovacin formal.

1. Ya a partir del ttulo la revista Canto privilegia el gesto lrico, actitud definida claramente en el editorial mencionado. Debemos entonces preguntarnos qu es lo que se entiende por lirismo. La actitud lrica se caracteriza por el predominio del sujeto de la enunciacin: todos los datos objetivos aparecen procesados por este "yo".Sin embargo, el emisor del discurso no debe confundirse con el emisor objetivo del poema -el autor-, sino que debe ser entendido como un "yo" caracterizado en trminos de generalidad, despojado de atributos particulares y revestido de una cierta universalidad, producto del "efecto potico". (Esta "ilusin de universalidad" es generada tambin por otros procedimientos a nivel de enunciado). El emisor no es un sujeto particular, sino que es la encarnacin discursiva de un "yo" genrico: el sujeto humano en su sentido ms abarcador.Pero esta universalizacin, rasgo bsico del lirismo, no se cumple en el caso de los poetas del cuarenta, dado que el emisor queda suturado al discurso, sin lograr desprenderse de lo particular y contingente. Los temas en que abundan estos autores son los considerados "trascendentes", los grandes temas poticos (el amor, la muerte, el olvido, la ausencia), que pueden ser encarados por la lrica desde dos perspectivas distintas pero igualmente vlidas: la "existencial" y la "retrica". En ambas est presente la preocupacin formal, pero desde una perspectiva retrica., el tema es solo el elemento motivador del tratamiento potico, mientras que desde una perspectiva existencial, el tema es presentado agnicamente (en la acepcin griega del trmino, lucha) y en una visin totalizadora. Ni una ni otra aproximacin llega a verificarse en esta poesa; ms cercana a una perspectiva existencial, no llega sin embargo a lograr el borramiento parcial del emisor que, junto a otros procedimientos a nivel de enunciado, posibilitara la inscripcin del mensaje en un plano de mayor abstraccin. Pese a la pretendida trascendencia temtica, el resultado general es, entonces, una "particularizacin" de los temas, que no abandonan la rbita individual del poeta (el mito de Narciso y los motivos a l asociados, podran leerse como una tematizacn de este anclaje en lo particular y contingente). Esto produce, en el nivel de la lectura. un efecto de "trivializacin" temtica, trivalizacin que nada tiene que ver con una retrica sencillista.2. El segundo rasgo es el empleo de un tono elegiaco, melanclico, que condiciona toda aproximacin temtica. Este tono est sostenido por el particular tratamiento del tiempo que realiza la poesa neorromntica; es una lrica volcada hacia el pasado: el espacio potico se dibuja en la ausencia del objeto deseado, que genera una tensin hacia el bien perdido o ausente la infancia, la tierra natal y en esa tensin se inscribe esta poesa.Podemos hablar, entonces, de un doble desplazamiento: de orden temporal, ya que el presente potico es el pasado evocado la infancia, y de orden espacial: la recuperacin potica de un paisaje idealizado la tierra natal, la naturaleza. La infancia, como edad mtica, y el paisaje, como espacio idlico, ambos estereotipados, permiten a estos poetas un escamoteo del presente y de la realidad (esto ha sido ledo por varios crticos como el encierro en la tradicional "torre de marfil"): "Consulate, arroyo mo, / pensando en tus manantiales; / es lo mismo que hace el hombre / cuando la vida lo abate: volverse a mirar la infancia, / portada de las edades." "Dios eligi de su bolsa / de juguetes celestiales / las tres sierras ms bonitas / y el arroyo ms amable, / y los solt sobre Crdoba / como quien libera un ave." ("Romance de Valle Verde", C. Fernndez Moreno).Se verifica, entonces, un anclaje en el pasado, y este pasado tampoco se universaliza ante la imposibilidad de los autores de escapar al nivel puramente denotativo en su descripcin, lo que produce un cierto efecto de inmovilidad o de clausura.3. Otro de los rasgos distintivos de este grupo es el nacionalismo. La preocupacin por encontrar una potica que recoja el "signo geogrfico y espiritual 'del pas' ", es coincidente con la problemtica sobre el ser nacional, que vienen plantendose en el ensayo, Mallea, Scalabrini Ortiz y Martnez Estrada. Esta problemtica, que recorre nuestra literatura entre el treinta y el cuarenta, lleva a recabar la opinin "privilegiada" sobre nuestro pas de algunos extranjeros, Waldo Frank, Ortega y Gasset, el conde de Keyserling, opiniones que teidas de intucionismo y carentes totalmente de validez cientfica, eran evaluadas hacia el treinta, como representacin objetiva de la realidad. En la poesa cuarentista esta problemtica se vierte en la revalorizacin de los temas telricos y en la recreacin del paisaje (creando un campo de recepcin propicio para la integracin de las producciones poticas del interior del pas),

y se explcita en dos niveles: el temtico y el formal. En lo formal, se cultivan las estrofas y metros de la poesa popular y gauchesca (romances, cantares, coplas, rasgueos) Versos para el angelito de Benars, Cancionero de M. A. Gmez.A nivel sintctico y lexical aparecen modismos o regionalismos o bien vocabulario gauchesco: en El santito Ceferino Namuncur de Castieira de Dios puede rastrearse, por ejemplo, el empleo del diminutivo con valor afectivo propio de un uso dialectal. A nivel temtico se apela reiteradamente a los "tipos" de la tierra (el gaucho, el payador) como encarnacin de la argentinidad Romances paisanos. Trabajos y oficios criollos de Benars. Curiosamente, los "tipos" portadores de argentinidad no son otros que los tan exaltados arquetipos de la raza con que las clases altas hicieran frente a la inmigracin, cuando el fenmeno inmigratorio se transform en un gran revulsivo social en lugar de llenar el acariciado proyecto sarmientino: hacia 1940, e inmediatamente despus, durante los aos del peronismo, la estructura social se halla en plena reestructuracin, la creciente industrializacin promueve migraciones internas y el hombre del interior se traslada a los grandes centros urbanos, transformndose en obrero industrial. Ante la desorientacin de la clase media, los escritores neorromnticos (que forman parte de ella) buscan un punto de apoyo en la tradicin y lo encuentran en estos prototipos raciales. La peculiar situacin de los hijos de inmigrantes es tematizada p ej. en el Santos Vega de Castieira de Dios, donde es precisamente el hijo de Juan Sin Ropa quien invoca a la sombra del cantor: "La voz de mis abuelos / me incita y me castiga; / una piedra conmueve mi duda solitaria; / una historia de armas y de gaitas gallegas / me empuja hacia el cordaje / cuya msica muerta yo debo despertar / para invocar a Santos, / el de larga fama."

Pero pese a que estos poetas se reconocen como hijos de inmigrantes, pese a plantearse como tales la necesidad de hallar una sntesis cultural de los elementos nativos con los europeos, la imposibilidad de enfrentar un presente en plena transformacin los lleva a optar nuevamente por el pasado, sin lograr resolver la antinomia: "Vengo hacia ti. Poeta-/ de-la-eterna-vigilia. / para buscar el rostro veraz de lo que amo. / para encontrar la imagen / que dibuja mi alma."El gaucho, y el "paisano gaucho"' que lo desplazara y que an segua siendo una realidad en nuestro campo, no poda ser ya considerado como el prototipo ms representativo de una Argentina en plena transformacin. Estos "tipos de la tierra" tienen una significacin distinta en las producciones de los poetas del interior, y en especial, del noroeste puesto que los autores aparecen inmersos en esta realidad social, mientras que, desde la ciudad, el rescate diacrnico de una realidad debe ser ledo de otra manera. No solo el tratamiento de los personajes telricos, sino tambin el de los personajes histricos remite a la necesidad de crear arquetipos (modelos). Es Len Benars quien ms ha incursionado en esta temtica. A lo largo de sus romances se perfila un claro intento de rescatar la tradicin argentina annima y oral. Utiliza elementos de la literatura gauchesca: actitud peticional, invocacin al lector, regionalismos, tono de payada. De los Romances de la tierra, en los que se narra la muerte violenta de algunos personajes histricos, solo podemos rescatar la minuciosidad con que el autor ha rastreado los datos histricos que se mencionan (hecho que explica que Sbato se haya basado en el romance de Juan Lavalle para un episodio de Sobre hroes y tumbas). Esta prolija investigacin es vertida en una especie de molde al que se adecuan los datos que corresponden a cada personaje, y del que resultan composiciones que responden siempre al mismo esquema y descripciones maniqueas y teidas de puerilidad: "Compuesto se fue a la muerte / como quien fuera a una cita. / Lo matan recin cambiado, / con una muda limpita." ("La muerte de Juan Lavalle").Esta presentacin estereotipada de arquetipos de carcter telrico o histrico produce el mismo efecto de estancamiento, de clausura, que ya verificramos anteriormente. Un caso aislado dentro de la apertura nacionalista es el que configura Juan Nadie, vida y muerte de un compadre de Miguel D Etchebarne. Este texto recoge a la vez la tradicin de la poesa gauchesca y se inscribe en una temtica ciudadana, muy cercana al tango. Y dentro de la obra de este autor, significa la superacin de una problemtica con-flictiva referida a la produccin potica. Esta problemtica (enunciada por un epgrafe de Machado que introduce Regin de soledad) est tematizada en especial a travs de dos smbolos: la mano y la sangre ("la sangre intil en la mano rota"; "tiembla la mano derecha en bsqueda de la hermosura") e implica, dentro de los cnones neorromnticos, una angustia constante, un tono nostlgico, un retrotraerse a la lejana (tanto espacial como temporal): "Pienso en m como en algo lejano / que pudo ser un ro caudaloso de palabras verdaderas. / Estoy aqu olvidado como planta intil, / rodeado de soledad sin esperanza". ("Desconformidad"). Curiosamente el libro de poemas de Etchebarne premiado en 1945 se llama Lejana. Y es a partir de l que comienza a traslucirse una preocupacin por temas y formas de nuestra poesa tradicional, tendencia que se advierte ms claramente en Campo de Buenos Aires. En este valle de lgrimas especie de resumen temtico de su produccin anterior y, definitivamente en su ltimo texto, poema pico de 19 cantos, que .se desarrolla en el arrabal porteo y narra la vida de "Juan de nombre, y de apellido / Nadie, segn me han contado". Aqu no se presenta ya una experiencia subjetiva sino un "mundo", el del arrabal (cuyo tratamiento potico implica cierto pintoresquismo), que condiciona al personaje principal presentado como un modelo: el compadre. Las caractersticas que definen al arquetipo presentado arrogancia,

valenta, machismo y una "tristeza oscura e indescifrable, mezcla de arrepentimiento personal y de resentimiento social, que hall su expresin en el tango" (Etchebarne) responden en realidad a determinaciones ms literarias que sociales. Pues es precisamente en este libro en que la tristeza, tan caracterstica de la poesa neorromntica se convierte en elemento funcional, integrndose como rasgo definitorio de un mundo especfico. Tambin dentro de una vertiente nacionalista se puede mencionar el intento, por parte de algunos poetas cuarentistas Etchebarne, Castieira, Bosco, Benars de recuperar las formas cercanas a la poesa popular. En Versos para el angelito Benars glosa coplas populares referidas a la muerte del "angelito". La glosa es una zona de contacto entre la poesa popular annima y la poesa culta: la copla popular funciona como matriz del poema y adems aparece incrustada en el ltimo verso de cada estrofa. Pero en el caso de este autor, la glosa queda fijada al poema popular sin reelaboracin, como por ejemplo cuando glosa la siguiente copla popular: "Madrecita de mi vida. / ahora basta de llorar. / No me moje mis alitas / que no he de poder volar". Glosa II: "Ya se secaron los mares, / ya lo verde se enlut, / ya el lucero se apag / por no mirar sus pesares. / Ya los fulgores de Antares / no la quieren alumbrar. / Tormento sobre pesar / colmaron ya su medida. / Madrecita de mi vida: / ahora basta de llorar". Glosa III: "Sobre la hierba, el roco. / Sobre la rama, la flor. / Y su trabajado amor, / calentando el pecho mo. / Las palabras de su envo / quedan en el cielo escritas. /

Ya sus lgrimas benditas / le procuraron consuelo. / No me detenga en mi vuelo, / no me moje mis alitas".

4. Otro rasgo distinto de la poesa del cuarenta es la ausencia de innovacin formal (en oposicin a la inquietud renovadora de la lrica mar-tinfierrista) y la reiteracin de ciertos cliss o utilizacin de determinados procedimientos que producen un efecto de redundancia. Los poetas neorromnticos utilizan las formas y los metros tradicionales, sin que de su empleo se derive una reformulacin generadora de nuevos significados. El uso del verso blanco no est demasiado difundido (Sola Gonzlez, D. Martnez, Etchebame en su primera poca) y tampoco posee el carcter disgregante a nivel sintctico de muchas de las composiciones martinfierristas: a nivel sintctico en general la estructura bsica es la de la oracin simple (sujeto-predicado). Se puede constatar tambin el empleo de las formas populares (a las que ya nos referimos) y en modo especial de las formas clsicas, sobre todo el soneto (Amora de M. A. Gmez y Soliloquio de Etchebarne). Este resurgimiento de las formas clsicas, inconcebible en el perodo anterior, trae aparejada una aproximacin al barroco espaol y americano, evidenciado sobre todo en la obra de Barbieri, M. A. Gmez y Castieira de Dios.Los poemas se estructuran a menudo a partir de la enumeracin emotiva, en ocasiones con la reiteracin de la conjuncin copulativa como nexo entre los versos o los distintos elementos del poema, y, en ocasiones, utilizando una recurrencia anafrica: "Ni con tan recogido sentimiento / mir otro atardecer. Ni tan lejana / vi nube airosa y tan liviana / ni paloma escuch de aquel acento." ("Sonetos del paisaje lejano". Etchebarne) "Mirad qu llama, qu ambicin desata / la soledad a un paso de su pena, / qu zorzales, qu desierto, qu ro, / qu viento ms errante, qu misterio,/ que amargo tiempo amargo y turbulento, / qu pasiones, qu terror, qu gemido!". ("Destino solo", M. A. Gmez).Estos procedimientos recurren a la acumulacin de elementos, que van yuxtaponiendo significados siempre equivalentes entre s, sin que se produzca un avance conceptual, un desarrollo temtico del poema (del tema al rema), de manera que se produce un congelamiento semntico. Otra forma de clausura del poema es la constituida por el uso de la interrogacin retrica elemento tradicional de la lrica de signo romntico dado que, al no requerir respuesta, esta interrogacin se revierte sobre s misma, se cierra sobre el emisor en un gesto casi narcisstico: "Adonde estarn ahora los das compartidos, m reposo inalcanzable, con tu pelo y tu inconsciencia?" ("Tercer poema", Wilcock). Otro procedimiento utilizado es la adjetivacin epittica, que tampoco implica una expansin del significado, ya que solo explcita un rasgo semntico inherente al sustantivo: "...el sol de cara dorada / sin asolear; / la luna redonda y blanca / sin alunar; / y el topito cegatn / golpeando la tierra oscura / desde su mismo corazn." ("Tercera cancin", Castieira de Dios). Las imgenes se resuelven en muchos casos en una comparacin cuyo segundo trmino no agrega rasgos nuevos o distintos, sino que apela a elementos literarios tradicionales, que se han lexicalizado y han pasado a formar parte de la lengua coloquial (y que de alguna manera tambin cumplen una funcin epittica): "Rompo una botella y rompo / mi corazn en pedazos:" ("Y este romance final", Ferreyra Basso).Tambin puede rastrearse, a nivel tanto individual como grupal, la reiteracin de algunos trminos que hacen al "dialecto" neorromntico. La palabra "antiguo", empleada por todos los poetas del grupo aparece en los Ensayos de poesa lrica de Wilcock junto a los ms diversos sustantivos: antiguas rosas, verso antiguo, antigua belleza de las fuentes, antiguo dios, mscara antigua, antigua torre, mi antiguo afn, antiguas primaveras, antiguos templos, antiguas flores, etc. Los rasgos enumerados no son los nicos presentes en la lrica neorromntica, pero s los ms recurrentes, por lo que los consideramos caractersticos de esta potica. Por otra parte, los hemos descrito no en su carcter retrico sino de acuerdo con su empleo, de modo que el efecto potico no es inherente a estos procedimientos, sino que es el resultado de su utilizacin en el contexto de la poesa neorromntica. A travs de los aspectos analizados (formas estrficas, procedimientos, adjetivacin epittica, imgenes, reiteracin terminolgica) verificamos un efecto de redundancia, efecto que podra justificarse por una innovacin a otro nivel (temtico, p. ej.). Sin embargo, y ya nos hemos referido a ello, al no lograr estos poetas trascender de lo particular a lo universal, se produce una trivializacin temtica que, unida a la redundancia, produce discursos que tienden a reducir la informacin semntica, perturbando la comunicacin potica: "Cuando el otoo llegue al rbol, / amor, / se ha de ir para siempre el amor. / Cuando se vaya la hoja verde / el amor se ha de ir para siempre, / amor, / cuando se vaya la hoja verde." ("Estacin", Sola Gonzlez).Nos hallamos entonces ante un discurso clausurado en todos los niveles, lo que determina que la lrica neorromntica no sea generadora de otros textos, no alcance a tener proyeccin y por lo tanto no realimente otras escrituras. El sistema potico solo registr variantes pertinentes a partir de la obra individual de algunas figuras que exceden el marco neorromntico, como sucede con Alberto Girri, Olga Orozco, Enrique Molina o Manuel Castilla, por ejemplo.

La presencia del discurso del Otro.

As como el ttulo de Canto alude a uno de los rasgos fundamentales del grupo, Huella evidencia la voluntad de continuidad con el pasado, de transitar por un camino que ya ha sido recorrido: en sus pginas alternan las colaboraciones de poetas jvenes con las de poetas consagrados y, una seccin especfica, "La Huella", recopila diversos materiales literarios, incluyendo textos tan dismiles como cantares argentinos, poemas de Rimbaud y Louis Mac Neice y oraciones de Landulfo de Saxonia, El Cartuxano. Pese a inscribirse de este modo en una tradicin no solo nacional sino mucho ms abarcadora, los poetas del cuarenta manifiestan su rechazo por las "retricas ultramarinas;", que funciona como oposicin al martinfierrismo.El "ahondamiento lrico" que los neorromnticos se proponen, los lleva a acercarse a la obra de algunos poetas extranjeros que no ejercieron un influjo destacable en el grupo de Martn Fierro: Lubicz Milosz, Rainer Mara Rilke, Paul Claudel, Paul Valry, Arthur Rimbaud,. Stephan George, T. S. Eliot y el chileno Pablo Neruda.Por otra parte, se detecta en ms de un romance cuarentista el neopopularismo romntico de la generacin del 27 espaola (Garca Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, etc.). Por entonces estn en Buenos Aires varias personalidades de la Espaa "peregrina", asiladas en nuestro pas Seoane, R. Alberti, Arturo Cuadrado, entre otros-, que se transforman en mentoras de la actividad intelectual local, si bien no con el carcter incontestable que revisti en su momento alguien como Paul Groussac.Milosz poeta lituano que ocup puestos diplomticos en Pars, hecho que explica la difusin que alcanz su obra haba merecido hacia 1924 un comentario en Proa., pero en 1940 recaba la atencin de todos los escritores jvenes y Huella edita sus poemas.Neruda visita Buenos Aires en varias oportunidades; profundamente admirado, estableci un fructfero dilogo con estos autores que se prolongara durante varios aos. Aunque los problemas poltico-sociales del momento producen profundos cambios en los textos y en la potica del autor de Residencia en la tierra, los mismos solo provocan en los neorromnticos el empleo de un tono elegiaco.Con Valry se revaloriza la musicalidad del verso e irrumpe la concepcin romntica del tiempo, de raz proustiana, que altera la visin de la realidad: el tiempo se recupera a travs de las sensaciones y los recuerdos, concepcin que en el cuarenta se resuelve en un anclaje en el pasado que, como vimos, no resulta productivo. Salvo escasas excepciones, los neorromnticos no tienen un acceso directo a los textos de los poetas extranjeros, que se conocen en su mayora por traducciones y comentarios. De ah que esa presencia en sus propios textos es relativa: se trata a menudo de una comn sensibilidad, una identidad conceptual o bien una temtica compartida. A nivel formal, la apropiacin del discurso del otro se reduce a una mera trasposicin de vocabulario; el lxico lorquiano, de Neruda y hasta de Bcquer, prolifera notablemente en muchas pginas, pero en ningn caso es una presencia generadora, que abra las posibilidades de significacin del texto: nos hemos referido ya a una "sutura" del emisor con su discurso al caracterizar esta lrica, tal concepto es tambin operativo en relacin al discurso del otro.Un aspecto que no siempre se destaca suficientemente es la importancia de la lectura de algunos poetas nacionales, que resultan muchas veces ms cercanos y presentes en la poesa del cuarenta, que los ms prestigiosos modelos extranjeros.

Lugones sigue siendo una presencia activa en la literatura nacional: los Romances del Ro Seco se publican en 1938. Si los martinfierristas parecen ser deudores de Lunario sentimental no lo son menos los neorromnticos de este "maestro del paisajismo" que an hace sentir su influjo. Adems, la influencia de algunos martinfierristas es notable y aun reconocida por ellos mismos. As cuando Benars considera las diferencias y concordancias entre ambos grupos seala: "Queremos y respetamos a mucha de la gente de Martn Fierro, algunos de cuyos actores consideran aquello como una 'chambonada' sin justificacin excesiva. Macedonio Fernndez, Borges, Mastronardi, Ricardo E. Molinari, Bernrdez, son bandera de muchos y merecen nuestra reverencia". Es difcil determinar si tales autores constituyen o no una influencia, pues se trata de poetas activos, que siguen produciendo, y en ocasiones, lo ms logrado de su produccin es de estos aos La contemporaneidad obliga a ser cautelosos con las correspondencias, ndices ms bien de una afinidad emotiva o de una similar concepcin esttica.En lneas generales, lo dicho sobre la relacin entre lecturas extranjeras y poesa del cuarenta (sutura al discurso del otro) es aplicable tambin en relacin a los "modelos" nacionales.Martinfierrismo y neorromanticismo: continuidad?

La actitud de franca amistad y simpata con que los poetas consagrados reciben a este nuevo grupo, determina una continuidad que se constituye en caracterstica sobresaliente del cuarenta. Miguel ngel Gmez lo expresa en forma muy clara: "Consecuencia inmediata de la preocupacin de los escritores que pertenecieron al movimiento renovador de Martn Fierro fue, tal como se comprueba, esta otra presencia de nuevos escritores. No solo por agradecimiento sino por respeto a la verdad del tiempo, conviene recordar que la cordialidad de aquellos, a la que debe sumarse, anterior en algo, el hecho de que Ricardo Molinari (nuestra comn admiracin) nos fuera presentado entre nosotros, alentndonos con su propia amistad; el trato generoso de (Baldomero) Fernndez Moreno, y la nobleza con que Eduardo Mallea abri para los jvenes en conjunto el suplemento literario de La Nacin; conviene recordar, segn lo digo, que todo ello significa un aliento como ninguna promocin literaria la tuvo; en sntesis, una esperanza como nunca escritores mayores sintieron respecto a otros ms jvenes."Es significativo cmo, aunque no son autores consagrados, se les franquea el aparato cultural "oficial": los martinfierristas los apoyaron proporcionndoles las estructuras necesarias para la difusin del movimiento y de los valores individuales. As lo demuestran las numerosas conferencias, presentaciones, ciclos, lecturas y basta espacios radiales en que tuvieron oportunidad de manifestarse.Adems, en 1940 y bajo el patrocinio de la SADE, se instaura el premio "Martn Fierro", para poetas menores de 30 aos. Girondo dona "los entonces poderosos mil pesos, para cada uno de los tres premios" (M. A. Gmez), ganados sucesivamente por Wilcock en 1940 premio inmediatamente corroborado por el Municipal del mismo ao-, Molina en 1941 y en 1942 Mara Granata, todos ellos pertenecientes a la revista Canto.No hay entonces en el cuarenta enfrentamiento con los poetas anteriores; y el mismo es inconcebible si pensamos que los jvenes ya no encuentran una retrica organizada a la que oponerse, aunque (y a fin de crear el espacio lrico que justifique su insercin en el panorama de la poesa nacional) rechacen las "retricas ultramarinas", actitud que remite en realidad a un martinfierrismo clausurado hace entonces ms de una dcada.Por otra parte, el desarrollo posterior e individual de los ex integrantes del grupo Martn Fierro que, como hemos visto, estos poetas no desconocen inaugura una ptica totalmente distinta para nuestra actual comprensin de los procesos culturales: 1940 es no solo el ao de Cantoy de El arquero y las torres de D. Devoto, de Gallo ciego de C. Fernndez Moreno y otras obras que, en algunos casos, configuran lo ms destacado de la produccin de sus autores (queda abierto el interrogante de si esto constituye una virtud o una desgracia), es tambin el ao de las Odas a orilla de un viejo ro de Ricardo Molinari y de El centauro y los Sonetos a Shopia de Marechal.El surgimiento de un nuevo grupo no implica, necesariamente, el agotamiento de la produccin de los poetas precedentes; sin embargo es evidente que, en este caso, hay una continuidad formal y temtica. El lenguaje potico no ha sufrido variaciones en su esencia: los postulados estticos de unos y otros no se contraponen, de ah el apoyo y el generalizado fenmeno de apadrinamiento de esta nueva generacin por parte de los poetas consagrados. Curiosamente, las obras que mejor encarnan los postulados de la esttica cuarentista han resultado ser aquellas que, como las de Marechal y Molinari, no fueron escritas por los propios integrantes de esa promocin.Una imagen de lector

En todo texto literario pueden rastrearse ciertas marcas a travs de las cuales se puede reconstruir la imagen del lector, elemento generador del propio texto. Esta imagen de lector nunca coincide plenamente con el lector real que encuentran las obras una vez que se inscriben en un circuito de lectura, pero es sumamente ilustrativo determinar cul es el lector "ideal" al que se dirige el escritor.El lector que se propone la lrica del 40 parece definirse ms por negacin que por afirmacin, ms por lo que no se espera de l que por lo que se espera: est marcado por ausencia.Al hablar de la tradicin literaria hemos hecho hincapi en el carcter externo, de sensibilidad comn ms que de transformacin interna, que produce la presencia del discurso del otro en esta poesa. Esto se traduce en el nivel de la lectura en que el lector no se encuentra ante una lrica de difcil acceso en relacin al material literario reelaborado: el conocimiento de ste resulta superfluo. Tampoco se utilizan smbolos o imgenes de difcil interpretacin, los textos proveen todos los elementos necesarios para su comprensin, es decir que pueden ser encarados por el pensamiento discursivo sin

demasiadas mediaciones: no se hace necesario el trabajo de reconstruccin que exige del lector la poesa ultrasta, por ejemplo. Si encaramos estas obras a partir de la lengua que en ellas aparece transformada, tampoco aqu la distancia entre el lenguaje cotidiano y el literario es grande; por otra parte y como ya se ha dicho, el lenguaje literario empleado consiste en elementos de la tradicin literaria totalmente cristalizados y de empleo corriente en la lengua coloquial.Es evidente que a partir de esta propuesta de lectura la poesa del 40 traza un campo de recepcin bastante amplio, acorde con el nuevo mercado editorial y con un pblico de nivel cultural heterogneo. El nacionalismo que destacramos como uno de sus rasgos distintivos se expresa tambin en relacin al circuito de lectura propuesto. No obstante lo cual, el excesivo simplismo y la reiteracin de formas clsicas congeladas que producen un agotamiento, un vaco de significacin han resultado una valla no menos seria para su difusin que tan temida valla del "hermetismo". Hemos mencionado anteriormente la preocupacin documental que caracteriza a varios autores del 40, preocupacin que lleva a realizar prolijos estudios del material que configurar las composiciones de carcter histrico o folklrico inscribindose en la lnea de indagacin sobre la identidad nacional que propone el rescate de los arquetipos de la raza. Esta preocupacin documental produce a nivel textual la detencin de la elusividad caracterstica del fenmeno potico, elusividad que aparece "controlada" por los elementos extratextuales que entran en su composicin.

Desde un texto detenido en su expansin significante por el excesivo peso de lo extratextual, cabra preguntarse cul sera el papel del lector: la lrica del 40 dibuja la imagen de un lector percibido ingenuamente, anulado en su capacidad transformadora, y esta ingenuidad desemboca en un grado de simplificacin expresiva que afecta todos los niveles del texto. Los autores neorromnticos-su obra potica:

*Carlos Alberto Alvarez (1917): fbula encendida (1943), Donde el tiempo es rbol (1963).

*Len Benars (1915): El rostro inmarcesible (1944), Romances de la tierra (1950), Versos para el angelito (1958), Romancero argentino (1959), Dcimas encadenadas (1962), El ro de los aos (1964), Memorias ardientes (1970), Romances del infierno (1971), Las manos y los destinos (1973), Romances paisanos (1975), Elisa Brown (1973), Carmencita Puch (1973), Romancero criollo (1977).

*Martn Alberto Boneo (1913-1961): Sonetos del eterno amor (1943), jardines celestes (1944). El laberinto (1947), La rama cada (1949), Crnica romanceada del Libertador (1950), Memoria del amante (1952), Poeta en Maryland (1957), Inolvidable infancia (1958). De aqu al olvido (1936), Frontera al mar (1963), Sonetos del corazn (1966), El riesgo incendiado (1967).

*Eduardo Jorge Bosco (1913-1943): Obras (1952, edicin postuma).

*Eduardo Samuel Calamaro (1917): Caramillo (1938).

*Jos Mara Castieira de Dios (1920):Del mpetu dichoso (1942), Campo sur (1950), Las antorchas (1954), El leo verde (1960), Cada da su pena (1960), Santos Vega y Campo sur (1967), El santito Ceferino Namuncur (1969), Oda filial a Tierra del Fuego (1966).

*Ana Mara Chouhy Aguirre (1918-1945): Alba gris (1938), Los das perdidos (1947, edicin postuma).

*Daniel Jess Devoto (1916): Tres canciones (1938), Aire dolido(1940), Las elegas del empalme (1940), El arquero y las torres (1940), La muerte de alguien (1941), Canciones de la azotea (1941), Libro de las fbulas (1943), Canciones contra mudanza (1945), Canciones despeinadas (1947), Dos rondeles con madera del pas (1948). Canciones de verano (1950), Cancionero llamado flor de la rosa (1950). Hexaslabos de los tres reinos (1959).

*Miguel Domingo Etchebame (1915-1973): Poema de arroyo y alma (1937), El arroyo perdido (1939), Regin de soledad (1943), Lejana (1945), La Pampa (1946). Soliloquio (1947), Campo de Buenos Aires (1948), En este valle de lgrimas (1949), Juan Nadie, vida y muerte de un compadre (954).

*Guillermo Etchebehere (1917): Pulso de la tierra (1940), lomada del hombre (1943), La semilla del viento (1948).*Csar Fernndez Moreno (1919): Gallo ciego (1940), El alegre ciprs (1941), Romance del Valle Verde (1941). La mano y el seno (1941), La palma de la mano (1942), Veinte aos despus (1953), Sentimientos (1960), Argentino hasta la muerte (1963).

* Juan Gregorio Ferreyra Basso (1910): Rosa de arcilla (1940), La soledad poblada (1942), El mineral, el rbol y el caballo (1943), El nio, canciones y fotografas (1944), Poema de homenaje a Juan Jos Castro (1956).

*Miguel ngel Gmez (1911-1959): La rosa sobre los vientos (1934), Amora (1941), Tierra melanclica (1943) Cancionero (1953).

*Mara Granata (1921): Umbral de tierra (1942), Muerte del adolescente (1946), Corazn cavado (1952), Color humano (1966), Antologa potica (1978).

*David Martnez (1921): Ribera sola (1945), La tierra apasionada (1955), rbita del amor (1959), Dos elegas (1963), Ausente infinita (1965), Resplandor del olvido (1966), Canto a

General Paz (1967). El exilio en el mundo (1969).*Roberto Paine (1910): La llama en el viento (1936), Evangelina del sur (1944).*Alberto Ponce de Len (1910): Tiempo de muchachas (1941).*Csar Rosales (1910-1973): Despus del olvido (1945), Oda a Rainer Mara Rilke (1946), El sur y la esperanza (1946), El exilado (1952), La patria elemental (1953), Vengo a dar testimonio (1960), El cristal y la esencia (1966), Cantos de la edad de oro (1967).*Alfonso Sola Gonzlez (1915-1975): La casa muerta (1940), Elegas de San Miguel (1944), Canto para el atardecer de una diosa (1954), Tres poemas (1958), Canto de la noche (1963), Los infiltrados (1974).*Juan Rodolfo Wilcock (1919-1978): Libro de poemas y canciones (1940), Ensayos de poesa lrica (1945), Persecucin de las musas menores (1945), Los hermosos das (1946), Paseo sentimental (1946), Sexto (1953).