El Dios Violento Segun El Cain de Saramago

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    Harold Segura - Edesio Snchez | 1

    El dios violento,segn el Can

    de SaramagoHarold Segura C.Edesio Snchez Cetina

    Prlogo escrito por Plutarco Bonilla A.

    lupa

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    Cuadernos de

    Ateneo Teolgico - Lupa Protestante

    El dios violento,segn el Can de Saramago

    Por los respectivos textos:

    Plutarco Bonilla, Harold Segura y Edesio

    Snchez

    Dpto. de publicaciones de

    Ateneo Teolgico - Lupa Protestante

    Diseo y maquetacin:

    Ateneo Teolgico

    wwww.ateneoteologico.org

    www.lupaprotestante.com

    Barcelona - Catalunya - Espaa2010

    lupa

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    El dios violento,

    segnel Can de Saramago

    Harold Segura C.Edesio Snchez Cetina

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    NDICE

    Ateo, respecto de qu o de quin? | Plutarco Bonilla A.

    ................. 5

    Can y el dios violento, de Saramago | Harold Segura C.

    ................. 8Violencia en la Biblia | Edesio Sanchez Cetina

    ............... 20

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    Ateo, respecto de qu o de quin?Plutarco Bonilla

    Saramago, a cuyas virtudes como eximio escritor no es necesario aadirelogios, se nos presenta, al ver el conjunto creador-creacin, comopersonaje un tanto paradjico.

    Comunista por conviccin -aunque libre de ataduras sectarias, lo quele permiti mantener ntegro su espritu crtico-, se confesaba asimismoateo. Armaba, en efecto, creer que Dios no existe. Y como no existe,tampoco existe, para l, la irreverencia. Esta lo ser para los que s creenen la divinidad.

    No obstante, en dos de sus libros, muy conocidos Can, el ltimo queescribi (2009), y el publicado dieciocho aos antes, El evangelio segnJesucristo (1991)- el tema religioso no es ni tangencial ni secundario, puesse constituye en el ncleo que le da sentido a las respectivas tramas dedichos textos. En cuanto al segundo de los libros mencionados, el mismottulo es sucientemente elocuente, aunque lo son ms las palabras quese registran al nal de la obra, cuando se dice que hay que perdonar a

    Dios, porque es l quien no sabe lo que hace.En Can, Dios y Can (o, como suele escribir el autor: dios y can,son los personajes centrales, los protagonistas del drama. Podra decirseque toda esta obra, en la que el hijo de Adn y Eva es misteriosamentetransportado por diversas pocas y a diferentes escenarios geogrcos,no es ms que el dilogo, frecuentemente erizado y lleno de acusacionesmutuas, entre Dios y Can. O quizs sea, tal como sostiene el narradordesde una perspectiva ms amplia, la expresin literaria de que La

    historia de los hombres es la historia de sus desencuentros con dios,ni l nos entiende a nosotros ni nosotros lo entendemos a l (pg. 98).

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    Y el narrador se ha denido a s mismo con estas palabras: simplesrepetidores de historias antiguas que somos (pg. 113).

    Cmo conjugar el atesmo confeso de Saramago con esta cuasi

    obsesin con Dios, de quien ha dicho que en la sociedad actual no es lun problema sino el problema?

    Material hay, en la prolfera pluma del Premio Nobel de 1998 para llenaruna buena cantidad de pginas con el anlisis del tema de la presenciade Dios en la obra de este autor. Pero no va por ah nuestra intencin.

    Proponemos aqu un cuasi descabellado ejercicio, como especie dehiptesis de trabajo. Hagamos que don Jos Saramago, por arte de la

    imaginacin potica, sea un cristiano que se siente horrorizado por laviolencia que observa a su alrededor, especial pero no nicamente en elplano internacional. El horror se le transforma en escndalo por cuantobuena parte de esa violencia se ejerce en nombre de Dios (llmese aeste como se le llame). Va don Jos a la Biblia, que conoce bastantebien, y luego escribe este libro: Can. Puesto que, en esa nuestra fantasaliteraria, el autor no ha renegado de su fe cristiana, cmo habramos deinterpretar su novela?

    En esta perspectiva de la imaginacin, propondramos considerarla comoescrito irnico, incluso sarcstico, en el que el autor se estara burlandode las interpretaciones literales de los pasajes bblicos que hablan de laviolencia -de la exagerada violencia- de Dios. Sera, consecuentemente,un intento de dilucidar a dnde nos llevara tal tipo de exgesis bblica.

    En efecto, las irreverentes preguntas y armaciones que el autor poneen labios de Can, no seran, acaso, el resultado natural de interpretar

    a la letra esos textos? La justicacin teolgica que hoy se hace de laviolencia, no es resultado de esa misma exgesis? Es ms, el atesmode Saramago, no sera atesmo respecto de esa clase de dios? Eltelogo checo Hromadka lo expres hace mucho tiempo: el cristiano esateo en cuanto que niega a los falsos dioses.

    El presente cuaderno est dedicado al tema de la violencia: por unaparte, el Prof. Harold Segura, director de relaciones eclesisticas deVisin Mundial, nos brinda una excelente y bastante completa sntesis,

    escrita con seriedad y gracia, del ltimo libro que public Saramago.Concluye su exposicin planteando algunas preguntas de candente

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    actualidad, para que las conteste un biblista. Por otra, recogi el guanteel Dr. Edesio Snchez Cetina, consultor de traducciones de SociedadesBblicas Unidas, especialista en Antiguo Testamento. El Prof. Snchezresume aqu algunas de las respuestas que se han dado y luego nosofrece la suya propia.

    Y qu cristiano negara hoy -cuando cerramos la primera dcada deun siglo que comenz, contradictoriamente, al sonido de campanadasque anunciaban felicidad y paz y de bombas que producan muerte- queeste tema es de vital importancia para la vida de la iglesia y su misinevangelizadora?

    Nos atreveramos a armar que de esta doble presentacin -provocacin

    y respuesta -se desprende una gran leccin: tenemos que revisarnuestra comprensin del texto bblico.

    Plutarco Bonilla A. | Costa Rica | Julio, 2010

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    Can y el dios violento, segnSaramago - Harold Segura

    Slo un buen ateo puede ser un buen cristianoErnst Bloch

    Preguntas para el biblista

    Esta breve presentacin de los pensamientos de Jos Saramago acerca

    de la violencia de Dios en su ltima novela surgi de manera espont-

    nea en un encuentro de amigos donde estaba presente el Dr. Edesio

    Snchez Cetina. Esa maana me correspondi en turno la preparacin

    del desayuno, y a Edesio, como antrin, la tarea de orientarme dnde

    estaban los utensilios de la cocina y cmo encender la estufa de gas. As

    fue. Entre la preparacin del desayuno para los doce comensales y las

    instrucciones domesticas hablamos de Can, el nuevo libro de Saramago.

    Yo haba estado en Barcelona durante los das de la presentacin del

    libro y lo haba ledo en mi viaje de regreso. De modo que traa frescos

    los cuestionamientos bblicos del autor y lo que estaba buscando era en-contrarme con un experto que se dejara provocar y comenzara a disparar

    respuestas automticas.

    En realidad eso era lo que quera: tomar por sorpresa al biblista y am-

    pararme tras el Nobel para pasar unos minutos de aprendizaje divertido.

    Pero ya ustedes, al verme hoy aqu haciendo esta exposicin podrn

    imaginar lo que pas. Edesio aplaz las respuestas dicindome que le

    prestara el libro (an no estaba en las libreras de Costa Rica) y me invit

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    a que preparara una breve presentacin con los principales cuestiona-

    mientos del autor y los trajera a una de las reuniones mensuales progra-

    madas por la Sociedad Bblica de Costa Rica. Yo hara de Saramago y

    Edesio hara de Edesio (reconocido traductor y profesor de la Biblia). Laidea me pareci atractiva y aqu estoy hoy pagando por mis deseos de

    escuchar sus respuestas.

    Mientras estaba escribiendo estas lneas recib la noticia de la muerte

    del admirado Jos Saramago. Siendo la 1:45 de la tarde del 18 de junio

    falleci a la edad de 87 aos en su casa de Lanzarote (Islas Canarias,

    Espaa), donde resida desde 1991. Vayan estas palabras como home-

    naje a su memoria.En la primera parte har una breve muy breve presentacin de Sa-

    ramago y mencionar el ttulo de las novelas publicadas en los ltimos

    aos. Despus me detendr en su ltimo ttulo, Can. Mostrar la forma

    como se desarrolla la obra sin pretensiones de hacer un anlisis lite-

    rario y menos una crtica teolgica intentando mostrar cules son y de

    qu manera se presentan las acusaciones contra la violencia de Dios

    y contra el egosmo innito del Seor. No ofrecer respuestas; slopreguntas provocadoras; las que aparecen en Can, que son muestra

    perfecta de la extraordinaria irreverencia literaria del Nobel portugus.

    nico Nobel portugus

    Saramago fue autor de 17 novelas, numerosos ensayos y artculos pe-

    riodsticos, cuadernos autobiogrcos y libros de poesa. La Academiade Estocolmo reconoci su labor intelectual y literaria al concederle el

    merecido Premio Nobel de Literatura en 1998. Seis novelas ms vinieron

    despus del premio: La Caverna (2000), que parte del mito platnico para

    hacer una crtica al consumismo de nuestra poca; El hombre duplicado

    (2002), en la que explora la angustia del ser humano moderno perdido

    entre la muchedumbre masicada; Ensayo sobre la lucidez(2004), una

    novela llena de humor y de irona en la que denuncia los lmites de la

    democracia; Las intermitencias de la muerte (2005), una parbola en la

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    que intenta demostrar con la maestra de siempre la corta distancia que

    existe entre lo momentneo y lo eterno, entre la vida y la muerte; y su

    ltima novela, Can, quiz la ms irreverente y provocadora de todas las

    suyas; sobre ella nos detendremos ahora.

    Can, la novela

    En El Evangelio segn Jesucristo Saramago haba ofrecido su visin par-

    ticular, por cierto tambin provocadora, del Nuevo Testamento y haba

    expuesto sus preguntas lapidarias acerca del Dios de la Biblia, un Dios,

    segn l, que quiere la sangre redentora y la muerte vicaria para resta-

    blecer el equilibrio del mundo. En Can, el tema pertenece al Antiguo Tes-

    tamento; cambia de texto, aunque no de preguntas. Su cuestionamiento,

    en mi opinin, es ms profundo y agudo. Con el mismo sarcasmo y el re-

    nado humor literario que caracteriza su obra se pregunta Qu diablo de

    Dios es ste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Can? Plantea un

    irnico y mordaz recorrido en el que el lector asiste a una guerra secular,

    y en cierto modo, involuntaria, entre el creador y la criatura1. El mismo

    autor conesa su atrevimiento desde las primeras pginas de su obra.Advierte: Antes de proseguir con esta instructiva y denitiva historia de

    can a la que, con nunca antes visto atrevimiento, arrimamos el hombro

    (C:15). Y s que lo arrima y con qu pericia..

    El asesinato de Abel por parte de Can trascurre sin grandes variaciones

    a la vieja historia conocida. Can le pide a Abel que lo acompae a un

    valle y all, con sus propias manos, lo mat a golpes con una quijada de

    burro que haba escondido antes en un matorral, o sea, con alevosa pre-

    meditacin. A partir de ese momento se entabla la polmica entre Can y

    el creador: Qu has hecho con tu hermano, pregunt, y can respondi

    con otra pregunta, Soy yo acaso el guardaespaldas de mi hermano, Lo

    has matado, As es.

    Aceptada la culpa se introduce, entonces, lo novedoso de la historia: el

    1 Jos Saramago, Can,Alfaguara, Madrid, (solapa), 2009. En razn de la extensa citacin de

    Can, lo citar en el texto principal como C, indicando la pgina citada all mismo.

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    culpable deja de ser interrogado y pasa a ser el interrogador. Dios se

    deende, pero Can persiste en el juicio; un juicio inclemente en el que, al

    nal de la historia, nadie salva al Creador. Lo he matado, reconoce Can,

    pero de inmediato se resguarda y acusa: pero el primer culpable erest, le dice a Dios, quien se deende diciendo: Quise ponerte a prueba.

    Can entonces arremete: Y quin eres para poner a prueba lo que t

    mismo has creado. El asesino argumenta que Dios puede ser soberano

    de lo que l desee, menos del mismo Can ni de su libertad. Es libre para

    matar, ya lo demostr, como libre fue Dios para dejar que matara a Abel.

    As lo dice: soy libre

    Como t fuiste libre para dejar que matara a Abel cuandoestaba en tus manos evitarlo, hubiera bastado que duran-

    te un momento abandonaras la soberbia de la infalibilidad

    que compartes con todos los dems dioses, hubiera bas-

    tado que por un momento fueses de verdad misericordio-

    so, que aceptases mi ofrenda con humildad, simplemente

    porque no deberas rechazarla, porque los dioses, y t

    como todos los otros, tenis deberes para con aquellos a

    quienes decs que habis creado(C:39-40).

    Para el creador este es un discurso sedicioso. Can lo acepta, pero aa-

    de que si l fuese Dios, dira todos los das, Benditos los que eligieron

    la sedicin porque de ellos ser el reino de la tierra. La discusin eleva

    su tono hasta llegar a su clmax. Can ha matado a su hermano Abel.

    Acepta que es el asesino, pero tiene algo ms que decir. Dios le pide que

    lo diga. Can le advierte: No te va a gustar lo que vas a or; eso quimporta, responde Dios, y le pide que hable. Es muy sencillo, le dice

    Can, mat a abel porque no poda matarte a ti, pero en mi intencin

    ests muerto (C:40).

    La historia transcurre. Dios acepta una parte de la culpa y hace un pacto

    con el transgresor, un acuerdo de responsabilidad compartida por la

    muerte de abel. En ese acuerdo Can andar errante, pero nadie podr

    hacerle dao. El Seor toca la frente de Can y hace una mancha negraque es seal tanto de condenacin como de proteccin: seal de que

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    estars toda la vida bajo mi proteccin y bajo mi censura, te vigilar don-

    de quiera que vayas. Can acept.

    Despus de despedirse de Adn y Eva y de reconocer ante ellos su culpa

    en el trgico nal de su hermano, Can se puso en marcha sin rumbodenido. En su peregrinaje de errante sedicioso Can fue trabajador im-

    provisado, fungi de amante espordico, huy de sorpresivos enemigos

    y comprob en todas las pruebas la ecacia de la seal hecha por el Se-

    or en su frente. A m no se me puede matar (C:73), responda sereno

    ante cualquier peligro. En su errtico vagar y montado en un burro lleg

    hasta tierras lejanas y conoci pocas an no sucedidas. Deambul, por

    ejemplo, por la historia de Abraham a quien conoci en el justo momentocuando se dispona a sacricar a su hijo Isaac como inconcebible prueba

    de su delidad a Dios. Can lo observ todo y no pudo comprender por

    qu el mismo Seor que lo haba castigado por matar a su hermano

    fuera el mismo que ordenaba al patriarca matar a su hijo. Lo lgico, lo

    natural, lo simplemente humano, dice el narrador externo, hubiera sido

    que abraham mandara al seor a la mierda, pero no fue as (C:88).

    Y es Can quien salva a Isaac de la muerte y a Abraham de ser el primersanto parricida. Cuando el padre levanta el cuchillo contra su hijo, una

    mano lo detiene; es la mano andariega de Can. Qu va a hacer, viejo

    malvado, lo increpa. Ha sido el seor quien me lo ha ordenado, res-

    ponde Abraham. Cllese, le pide Can, o quien mate aqu ser yo,

    desate ya al nio, arrodllese y pdale perdn. Sorprendido el padre,

    pregunta: quin es usted, a lo que responde nuestro personaje: Soy

    can, soy el ngel que le ha salvado la vida a isaac (C:89). Y la historiacontina. Can no entiende por qu razn sern bendecidos todos los

    pueblos slo porque Abraham obedeciera una orden estpida. Qu

    seor es ese que ordena a un padre que mate a su propio hijo (C:91).

    Al nal de este dilogo, Isaac, ya salvo, pregunta por qu el Seor le dio

    esa orden a su padre, y pregunta si el Seor hara eso con su propio hijo.

    El futuro lo dir, responde paciente el padre de la fe.

    Can, en su burro, sigui su camino hasta parar en el prximo episodiode la historia, la torre de Babel. Le contaron lo sucedido y acus al Seor

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    de ser celoso y envidioso. Los celos son un gran defecto, dijo, en vez

    de estar orgulloso de los hijos que tiene, preere dejar que lo venza la

    envidia, est claro que el seor no soporta ver a una persona feliz, Tanto

    trabajo, tanto sudor, para nada, Qu pena, dijo can, sera una bonitaobra (C:96). Por orgullo el Seor impidi que se construyera la torre y

    confundi la lengua de sus constructores. La historia de los hombres

    dice el narrador para cerrar el captulo, es la historia de sus desencuen-

    tros con dios, ni l nos entiende a nosotros ni nosotros lo entendemos a

    l (C:98).

    Prxima parada: Sodoma y Gomorra. Abraham condujo a Can a la casa

    de su sobrino Lot en el instante cuando comenzaba a caer fuego y azufrecomo resultado del castigo divino. Despus de huir con Lot y su familia,

    ya de regreso, Can dijo a Abraham: Tengo un pensamiento que no me

    deja Pienso que haba inocentes en Sodoma y en las otras ciudades

    que fueron quemadas. A lo que respondi Abraham con rmeza: Si los

    hubiera, el seor habra cumplido la promesa que me hizo de salvarles la

    vida. Can replic: Los nios, los nios eran inocentes. Abraham mur-

    mur y su voz era como un gemido: Dios mo. Pero Can le contest:

    S, ser tu dios, pero no fue el de ellos (C:108).

    De Sodoma pas, como por arte del tiempo innito, al desierto del Sina.

    Una multitud impaciente aguardaba a Moiss quien se encontraba en

    la presencia del mismo Seor. Mientras tanto, el pueblo le pide a Aarn

    haznos un dios que nos gue porque no sabemos lo que le ha sucedido

    a moiss. Aarn satisface el deseo del pueblo y, tal cual lo sabemos por

    la narracin bblica, cuando regresa Moiss encuentra al pueblo rendidoante el dolo. Moiss, siguiendo las rdenes del Seor ordena el juicio:

    que quien est de parte del Seor tome su espada y vaya de puerta en

    puerta matando al hermano, al amigo o al vecino. La novela recoge la

    estadstica bblica de aquel episodio sangriento: como tres mil hombres

    muertos.

    Can no poda creer lo que estaba viendo con sus ojos.

    No bastaban Sodoma y Gomorra arrasadas por el fuego,aqu, en la falda del monte Sina, qued patente la prueba

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    irrefutable de la profunda maldad del seor, tres mil hom-

    bres muertos slo porque le irritaba la invencin de un

    supuesto rival en gura de becerro, Yo no hice nada ms

    que matar a un hermano y el seor me castig, quiero verquin va a castigar ahora al seor por estas muertes, y

    luego continu, Lucifer saba bien lo que haca cuando se

    rebel contra dios, hay quien dice que lo hizo por envidia

    y no es cierto, es que l conoca la maligna naturaleza del

    sujeto (C:112).

    Hubo otras historias de las cuales Can no fue testigo presencial, pero

    que llegaron a sus odos; todo esto no hizo ms que enardecer su juicio.El episodio del diluvio con sus miles de muertos, el caso de las dos hijas

    de Lot quienes emborracharon a su padre para dormir con l y tener des-

    cendientes. Y as otros ms: ejrcitos degollados, las venganzas impla-

    cables contra los enemigos de Israel, mujeres y nios inocentes muertos

    por dondequiera y la matanza contra los seguidores de Baal. Nada de

    esto sorprenda ya a can, excepto el incidente del botn en la poca

    del rey Eleazar (Nmeros 31:21-54). Esto fue para Can una nove-

    dad absoluta. Dios reclam los objetos de oro que cada soldado haba

    encontrado en el saqueo de la ciudad y as, entre brazaletes, pulseras,

    anillos, pendientes y collares ofrecieron al Seor ciento sesenta kilos. En

    esta ocasin la acusacin no slo es por ser un Dios cruel, sino tambin

    avezado negociante y rico.

    Todava asombrado por la abundancia en ganado, escla-

    vas y oro, fruto de las batallas contra los madianitas, canpens, Est visto que la guerra es un negocio de primer

    orden, tal vez sea incluso el mejor de todos, a juzgar por

    la facilidad con que se adquieren en un visto y no visto

    miles y miles de bueyes, ovejas, burros y mujeres solte-

    ras, a este seor habr que llamarle algn da el dios de

    los ejrcitos, no le veo otra utilidad, pens can, y no se

    equivocaba. Es bien posible que el pacto de alianza que

    algunos arman que existe entre dios y los hombres no

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    contenga nada ms que dos artculos, a saber, t nos sir-

    ves a nosotros, vosotros me servs a m (C:118).

    Para Saramago, como narrador y simple observador de los aconteci-

    mientos, Dios debe de estar avergonzado de todos estos acontecimien-tos, como tambin de ese otro de los nios inocentes de Sodoma, a

    los cuales el fuego divino consumi. No ser vergenza lo que lo ha

    llevado a esconderse en columnas de humo, como si no quisiese que

    lo vieran? (C:119).

    Y as trascurre la parte nal de la novela, entre sucesos conocidos para

    el comn lector del Antiguo Testamento y encendidas denuncias de este

    Can que no entiende al Seor ni se rinde ante sus pas explicaciones.Ni tiempo ni espacio le faltan al personaje para enumerar los sucesos

    que develan el rostro cruel, egosta, insensible y violento de Dios. En

    la toma de Jeric, despus de la maniobra de las murallas, murieron a

    espada hombres y mujeres, jvenes y viejos, bueyes, ovejas y burros. Al

    embustero de Acab lo apedrearon y le prendieron fuego, a l y a todo lo

    que l tena. Bajo el mando de Josu el pueblo se organiz para matar

    a doce mil hombres y mujeres, es decir, a toda la poblacin de Ai (Hai);ahorcaron al rey en un rbol y despus lo arrojaron a las puertas de la

    ciudad. Ante tanta mortandad, Can exclama: Me voy ya no soporto

    ver tantos muertos a mi alrededor, tanta sangre derramada, tanto llanto

    y tantos gritos. Se marcha montado en su burro sin presenciar otras

    conquistas sangrientas; la de las ciudades de Maqued, Libn, Laquis,

    Egln, Hebrn y Debir.

    Can decide deshacer el camino y regresar donde Lilith, mujer amante ala que haba conocido en los primeros lugares donde habit, en tierras

    de Nod. A ella le cont todo lo que haba visto y vivido, aunque faltndole

    las palabras para narrar tanto horror: Esto es lo que he visto, le dijo

    Can, y mucho ms para lo que no me llegan las palabras (C:141). A

    Lilith le pareci que estas experiencias, quiz, eran fruto de una eleccin

    del Seor, a lo que Can respondi diciendo:

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    No s si fue elegido, pero algo s, algo s he aprendido.

    Qu. Que nuestro dios, el creador del cielo y de la tierra,

    est rematadamente loco. Cmo te atreves a decir que el

    seor dios est loco. Porque slo un loco sin concienciade sus actos admitira ser el culpable directo de la muerte

    de cientos de miles de personas y se comportara luego

    como si nada hubiese sucedido, salvo que, y pudiera ser,

    no se tratara de locura, la involuntaria, la autntica, sino

    de pura y simple maldad (C:141).

    Ya, casi al nal de la jornada, Can llega a la tierra de Uz; llega para pe-

    dir trabajo y lo consigue con el hombre ms rico del lugar, el santo Job.Trabajando al servicio de ste se entera de lo que le sucede al paciente

    hombre. Cul no sera su sorpresa! Lo de la apuesta entre Satn y el

    Seor le parece incomprensible y lo calica como un juego sucio. Job

    es un hombre bueno, honesto y muy religioso, no ha cometido ningn

    crimen, pero va a ser castigado sin motivo alguno. De boca de Can sale

    esta expresin: si el seor no se fa de las personas que creen en l, no

    veo por qu esas personas tienen que arse del seor (C:148).

    Can se aleja de la tierra de Uz y deja atrs la historia de las desgracia

    de Job para encontrarse con No quien est construyendo junto a cuatro

    hombres y cuatro mujeres una enigmtica arca. Can quera saber si era

    un barco, un arca o una casa. Y en esas estaba, averiguando con los

    constructores, cuando se present el Seor en medio de un trueno en-

    sordecedor y de relmpagos pirotcnicos. Mientras la familia de No

    se prepar para adorarlo, Can se alist para enfrentarlo. Le pregunt porla desgracia de Job, por la destruccin de Sodoma, por el castigo contra

    los adoradores del becerro en el Monte Sina, por lo de las murallas de

    Jeric y por lo de la torre de Babel, por las matanzas en conquista, por

    el sacricio de Isaac. No y su familia ya se haban levantado del suelo

    y asistan con asombro al dilogo del seor y can, que ms pareca el

    de dos viejos amigos que acababan de reencontrarse despus de una

    larga separacin (C:164). Slo faltaba que el Seor le dijera a No que

    el arca era para salvarlo a l y a su familia de un diluvio que se avecina-

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    ba; un diluvio que acabara con el resto de la humanidad. Y se lo dijo en

    presencia de Can.

    Can estuvo presente cuando Dios le dio las ltimas instrucciones a No

    y, adems, fue uno de los pasajeros del arca. Fue testigo privilegiado delo que sucedi dentro del arca; fue el amante de las nueras del patriarca

    y despus su asesino. Fue eliminando a todos sus compaeros de na-

    vegacin uno a uno. As como asesin a Abel ahora lo hace con otros

    y estas sus vctimas de ahora slo son, como Abel lo fue en el pasado,

    otras tantas tentativas de matar a dios (C:186), nos dice el narrador.

    Cuando el arca toc tierra se oy la voz del Seor llamando a No. Nadie

    respondi. Nadie qued con vida. A todos los pasajeros los haba matadoCan. Cuando No se enter de la desgracia se suicid por sugerencia

    del mismo hombre. No, no, por qu no sales, deca el Seor. Y sali

    Can para sostener su ltimo alegato con el Seor. Eres el malvado que

    mat a Abel, le dijo Dios. No tan malvado e infame como t, acurdate

    de los nios de sodoma. Hubo un gran silencio. Discutieron por largo

    tiempo; no se sabe por cunto. Y la novela se cierra con estas frases

    nales: la nica cosa que se sabe a ciencia cierta es que siguierondiscutiendo y que discutiendo estn todava. La historia ha acabado, no

    habr nada ms que contar (C:189).

    Discutiendo estn todava

    S, nada ms que contar; slo mucho qu preguntar: Saramago le pre-

    gunta a la Biblia; el Dios de la Biblia le pregunta a Saramago; Sarama-go rie con la fe de los cristianos; los cristianos rien con su propia fe

    cuestionada. Preguntas que van y preguntas que vienen. Mientras tanto,

    Saramago ya fallecido, sigue su discusin con el Seor, aunque quiz

    ahora como viejos amigos. No lo s. Por ahora planteemos las pregun-

    tas que nos dej el Nobel. Son interpelaciones acuciantes en un mundo

    donde la violencia sagrada, venga de donde venga y la justique quien la

    justique, resulta inaceptable, como inaceptable ser el Dios que con su

    nombre sacralice la muerte de los inocentes y sirva como pretexto para

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    el odio. En el fondo de la cuestin est el extenso debate que Saramago

    sostuvo con lo que l llamaba la intolerancia de las religiones organiza-

    das.

    Can, al igual que El evangelio segn Jesucristo, es un ejercicio literarioapelativo al pensar teolgico2. Es desde esta perspectiva, de admiracin

    al trabajo literario de Saramago y de debate respetuoso a suprovocacin

    teolgica, como se plantean a continuacin algunas de las preguntas de

    su ltima novela3:

    Laprimerapregunta est relacionada con los sacricios humanos: Por

    qu siendo Dios un ser omnisciente pide pruebas de delidad a sus se-

    guidores y por qu esas pruebas, en algunos casos, incluyen sacricioshumanos? La segundapregunta hace referencia a los castigos que impo-

    ne sobre personas inocentes: Por qu el Seor castiga con la muerte a

    pueblos enteros incluyendo a nios y nias inocentes? La tercera pregun-

    ta tiene que ver con la forma como el Seor impone su exclusividad sobre

    los otros dioses y hace cumplir su ley: Por qu Dios ordena la lapidacin

    de seres humanos por haber incumplido su ley o haber adorado a dioses

    diferentes?Dios, dice Can, es un ser cruel con sus criaturas, violento con sus ami-

    gos, severo con sus enemigos y egosta ante los dems dioses. No slo

    es violento; tambin le gusta hacerse rico con el botn de los pueblos

    vencidos y hace amistad con el mismo diablo para destruir a sus hijos

    ms queridos, como en el caso de Job. Por qu el Seor castiga a Can

    por la muerte de Abel si l mismo es culpable de tantas muertes?

    Escriba Saramago en una de sus columnas periodsticas que Dios,

    habiendo sido siempre un problema, es ahora el problema y que, por

    lo tanto, haba que discutirlo, antes de que nos volvamos locos todos.

    Aunque quin sabe? Tal vez sa sea la manera de que no sigamos

    2 Cf. Carlos Eduardo Romn Hernndez, El evangelio segn Jesucristo, de Jos Saramago:

    una apelacin al pensar teolgico, Universidad Javeriana, Facultad de Teologa, Bogot, 257 p.

    3 Surgen muchas ms preguntas y enfoques teolgicos, pero aqu, por razn de propsito y deespacio nos concentramos solamente en tres que, en mi falible opinin, contienen el meollo del

    asunto que nos ocupa, la violencia sagrada.

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    matndonos los unos a los otros4. Bienvenida, entonces, la discusin.

    A la salud de todos!

    4 Jos Saramago, El cuaderno,Alfaguara, Bogot, 2009, pp. 79-80.

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    Violencia en la Biblia - EdesioSnchez Cetina

    Dios como sujeto agente de violencia

    Con lo que acabamos de escuchar sobre la novela de Saramago, Can,

    entramos de lleno al que quiz sea el mayor problema hermenutico

    y teolgico de la Biblia. Nadie aqu, supongo, cuestionar el hecho de

    que la Biblia est llena de relatos y textos que hablan de la violencia y,

    algunos, de extrema violencia (p. ej. Jue 19). Lo que a muchos incomoda,molesta y confunde es saber que en la Biblia, una importante cantidad

    de textos presentan a Dios como sujeto agente, originador e impulsor

    de la violencia. Varios ejemplos de esos textos aparecen, como hemos

    escuchado, en la obra de Saramago. Esa realidad no la podemos soslayar,

    pues los textos estn all, en la misma Biblia a la que reconocemos como

    Palabra de Dios.

    Para quienes gustan de datos estadsticos, aqu les va una corta listasobre el tema de la violencia en la Biblia: 600 pasajes dicen expresamente

    que los pueblos, reyes e individuos atacan a otros y los matan; en cerca

    de 1000 pasajes se habla del hecho de que la ira de YHVH se enciende,

    que castiga con la muerte y la ruina, que juzga como un fuego devorador,

    que se venga y amenaza con la aniquilacin; hay ms de 100 pasajes que

    atestiguan que YHVH ordena matar a unos hombres (Barbaglio: 8-9).

    Ahora bien, la solucin al problema expuesto no es tapando o ignorandoesa realidad. Un buen nmero de cristianos y otros lectores de la Biblia

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    siguen, el da de hoy, el ejemplo del clebre Marcin: toman sus tijeras

    y sistemticamente cortan los textos que les causan cortos circuitos

    en su lectura e interpretacin de la Biblia. La iglesia de los primeros

    siglos y la actual ha decidido que esa no es la solucin. Es nuestro debermeternos en el mundo epistemolgico de la Biblia, en su cosmovisin, y

    encontrar las posibles lecturas que permitan abrir algunas puertas hacia

    una solucin menos escandalosa y que mejor nos ayude a enfrentar el

    grave e imbatible problema de la violencia que hoy da se vive por doquier

    en nuestro mundo.

    Las primeras preguntas que se me ocurren para caminar por el sendero

    de la bsqueda de respuestas ms satisfactorias son las siguientes: Qutipo de lectura vamos a hacer al adentrarnos al texto de la Biblia? Cul

    o cules son las vas ms adecuadas? Mucho depende de nuestras

    concepciones sobre la revelacin de Dios, la inspiracin de las Escrituras,

    su autoridad y el mtodo o mtodos exegticos ms adecuados.

    A dnde nos llevara, por ejemplo, una lectura o interpretacin

    literal de las Escrituras?La principal trampa que la mencionada obra de Saramago nos pone

    es precisamente esa, la de la lectura literal. Esa lectura literalpara

    Saramago no lo es, por supuesto, por la manera en la que introduce

    importantes variantes en las historias bblicashace ms chocante el

    tema de Dios como agente de violencia, y es sin duda una sonora e

    hiriente cachetada a la iglesia y a todos los que se apropian de Dios

    para justicar guerras y genocidios en nombre de la religin, la fe y la

    divinidad. En su obra, Espejos (8), Eduardo Galeano ofrece el siguiente

    texto:

    Dice la Biblia de Jerusaln que Israel fue el pueblo que

    Dios eligi, el pueblo hijo de Dios.

    Y segn el salmo segundo, a ese pueblo elegido le otorg

    el dominio del mundo:

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    Pdeme, y te dar en herencia las naciones

    ysersdueodelosconnesdelatierra.

    Pero el pueblo de Israel le daba muchos disgustos, por

    ingrato y pecador. Y segn las malas lenguas, al cabo de

    muchas amenazas, maldiciones y castigos, Dios perdi la

    paciencia.

    Desde entonces, otros pueblos se han atribuido el regalo.

    En el ao 1900, el senador de los Estados Unidos, Albert

    Beverdige, revel:

    Dios Todopoderoso nos ha sealado a los EstadosUnidos como su pueblo elegido para conducir, desde

    ahora en adelante, la regeneracin del mundo.

    Y de qu manera lo han hecho esta nacin y otros pueblos del mundo,

    en mayor o menor proporcin! Sobre este tema, Jon Sobrino nos ofrece

    el ltimo captulo de su obra, Terremoto, terrorismo, barbarie y utopa: El

    Salvador, Nueva York, Afganistn (193-222).

    No es verdad que, por lo general, quienes apoyan y realizan las guerras

    y genocidios en nombre de Dios/dios son tambin los que se apegan a

    una lectura literal de sus libros sagrados? Se sabe que quienes ms han

    apoyado las guerras de Estados Unidos contra varios pases y grupos

    de personas en el mundo pertenecen, comnmente, al protestantismo

    fundamentalista. En estos grupos, la lectura literal de la Biblia tiene, por lo

    general, su sustento en la creencia de una revelacin proposicional divina

    y de una inspiracin verbal (letra por letra y palabra por palabra).

    En efecto y esta es mi manera de pensar, una lectura literal de la Biblia

    nos mete en mayores problemas y no nos ofrece solucin alguna. No

    cabe duda de que muchos cristianos, bien intencionados, encuentran

    profundamente escandalosa la obra de Saramago, y reaccionan con

    vehemente clera por tan irreverente escritor. Pero considero que es

    ms escandalosa la prctica de la violencia en nombre de Dios o de lareligin, justicada por una lectura literal e ingenua (?) de la Biblia que la

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    irreverente confrontacin y acusacin contra Dios que se atreve a hacer

    Saramago, porque lo hace, como l dice, desde la libertad y no desde

    la fe.

    O, a dnde nos lleva el camino de la Escuela de la historia dela religin en la que se destacan mentes como Wellhausen y

    pensadores de fnales del siglo XIX y principios del XX?

    En esta escuela, la base del conocimiento la forman la objetividad y el

    relativismo. El racionalismo y la losofa evolucionista fueron sin duda las

    nodrizas de esta escuela hermenutica. Esta manera de leer la Biblia,

    considero yo, comete el mismo pecado que la literalista. Ambas se

    apoyan en el hecho histrico bruto; y su objetivo es demostrar que lo que

    dice la Biblia s ocurri tal como se narra en ella o rechazar tal conclusin

    y reenfocar ese evento hacia momentos lo fundamentalmente

    ciertoque encajen dentro de la historia universal en una lectura, por

    lo general, evolucionista: de lo ms primitivo e incompleto hacia lo ms

    evolucionado y perfecto.

    Karl Barth fue el primero y ms importante crtico de esta escuela y,

    como dice Walter Brueggemann, Barth cre la retrica y proporcion

    un espacio donde podan realizarse armaciones normativas (es decir,

    verdaderas) sobre la fe bblica, sin que estas fuesen dictaminadas a

    partir de la epistemologa naturalista de la autonoma La armacin de

    Barth de la realidad de Dios es un ejercicio de retrica audaz, de modo

    que, para Barth, la realidad est profundamente enraizada en el lenguaje

    (TAT: 32).

    Con qu acercamientos hermenuticos o lecturas nos quedamospara la bsqueda de alternativas ms viables?

    En las ltimas dcadas del siglo pasado surgieron nuevas formas de leer

    la Biblia a partir del mtodo retrico (lectura literaria de la Biblia) y de

    los aportes de la sociologa (lectura social de la Biblia). Para lo retrico

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    o literario, me viene a la mente de manera especial Paul Ricoeur; y

    para lo sociolgico, Geoge Mendenhall, Norman K. Gottwald y Walter

    Brueggemann.

    En esta lectura, el choque se produjo entre el grupo procedente de Egiptoy grupos de campesinos y personas marginadas de la sociedad cananea,

    por una parte, y las ciudades-estado establecidas en territorio de Canan,

    por la otra. La nueva arqueologa, que es ms bien etnoarqueologa (1965

    en adelante) no solo ha estudiado los centros urbanos (prioridad de la

    escuela arqueolgica norteamericana de la entre-guerras), sino tambin

    los asentamientos humanos de las llamadas aldeas (poblaciones sin la

    proteccin de las murallas que s aparecen en las ciudades-estado).De acuerdo con esta nueva arqueologa, cerca del 90 % de la poblacin

    viva en los pequeos asentamientos (de unas 150 personas) y el 10 % en

    las ciudades amuralladas. Los descubrimientos y estudios de tales centros

    urbanos maniestan que ms del 75 % del espacio fsico lo ocupaban

    edicios pblicos (templos, palacios, caballerizas, graneros, tanques de

    agua, etc.) y el espacio restante para vivienda (de los terratenientes y

    poderosos, pertenecientes a la realeza y a las lites religiosas y militares).Como se sabe, la mayora de los habitantes de las ciudades tenan casas

    y familias en otros lugares, por lo que la ciudad fue ms refugio para ellos

    que lugar de vivienda permanente.

    Qu explica todo esto? Bueno, permite que se entienda, en parte, que

    las matanzas ordenadas por Dios de los habitantes de estos centros

    urbanos (ciudades-estados) eran contra las fuerzas imperiales que por

    dcadas haban oprimido y esclavizado a la mayora de la poblacin,y que su derrota traera la libertad y espacios de vida ms plena para

    todos aquellos campesinos y para la poblacin marginada. En realidad,

    como se ha indicado por la nueva arqueologa, lo que se destrua era ms

    maquinaria del poder imperial que vidas inocentes, como tradicionalmente

    se ha indicado cuando se acusa al Dios de la Biblia de Dios injusto y

    vengativo. Sobre este tema, puede consultarse mi comentario al captulo

    2 de Josu (Comentario Bblico Latinoamericano-I. Verbo Divino).En conclusin, se puede armar, desde este acercamiento hermenutico,

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    que las guerras de YHYH son guerras que responden al encuentro de dos

    fuerzas militares bien dispares, y en las cuales el elemento milagroso

    se maniesta de manera ms abundante en los contextos de mayor

    vulnerabilidad del pueblo que ha sufrido opresin y vejacin. Por ello,no es nada sorprendente que en los textos de Deuteronomio y Josu

    donde se habla de esos encuentros, por lo general se indique que los

    habitantes de las ciudades-estado sean descritos como gigantes (no

    seres humanos comunes y corrientes).

    Y esto nos lleva a la segunda lectura, la retrica o literaria. En esta respuesta

    o propuesta, opto por lo que he llamado una lectura de las Escrituras

    desde la perspectiva infantil: la perspectiva desde el vulnerable que, ensu vulnerabilidad, crea nuevas alternativas de acabar con la violencia y

    de construir un mundo ms justo y de vida. La hago para resaltar, sobre

    todo, lo que se conoce, sobre todo en crculos donde se habla de la va

    no violenta, como la tercera va. Entonces, si se habla de una tercera

    va, se debe de hacer referencia a las otras dos vas.

    La primera, es la del statu quo, la de la sociedad y cultura tal como la

    conocemos y en la cual estamos inmersos, con toda su realidad devida basada en el consumismo, el materialismo, el individualismo y el

    hedonismo: este mundo tal como lo denen y describen y conforman

    los grandes poderes mundiales (gobiernos poderosos, multinacionales,

    grandes empresas que se han adueado de los medios de comunicacin

    masiva).

    La segunda va es la opcin ms natural y prioritaria: la que se elige

    para salvar el pellejo, el slvese quien pueda. Es decir, la solucinque buscamos y encontramos cuando la primera va nos es adversa, nos

    aplasta, y trata de quitarnos la vida. A veces, la solucin es peor que la

    realidad: escapar hacia lugares que parecen una mejor opcin, aislarse

    y cobijarse bajo expresiones religiosas, etc. Es decir, opciones que

    quiz resuelvan la crisis en la que se vive, pero de manera individualista,

    personal y familiar.

    En la Biblia tenemos, sin lugar a dudas, casos en que se opt por unau otra va. Por ejemplo, lo que se dice en el primer captulo del libro

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    de Rut. Los personajes de ese libro viven en una de las pocas ms

    horrendas y violentas de la historia de Israel: la poca de los jueces.

    En Israel hay divisiones, idolatra, violencia y falta de alimentos. Qu

    hacer ante tal situacin? La primera va es precisamente esa: mantenerla sociedad, sus gobernantes y lderes, que son los que han creado ese

    estado de vida invivible. La segunda opcin o va es lo que hicieron

    Noem, Elimelec y sus dos hijos: huir al pas que mejores oportunidades

    les ofreciera, aunque fuera, como el mismo libro de Jueces constata, una

    de las fuerzas enemigas que haban socavado la paz de Israel.

    Pero la tercera va, lo que llamo tambin las sorpresas de Dios, la da, no

    un miembro de la familia judadel reconocido pueblo de Diossino unamujer, extranjera, pagana y viuda, como lo fue Rut, la moabita. Ella, de

    acuerdo con el relato del libro, es a n de cuentas, verdadero miembro del

    pueblo de Dios. Ella es la que s maniesta creer y conar en YHVH y la

    que provee respuestas liberadoras y vivicantes a Noem, que es quien,

    en el libro, representa al pueblo de la eleccin y de la alianza. Rut se

    muestra libre de etnocentrismos y dogmatismos; la mueve la solidaridad

    y el anhelo de ser instrumento para que otros y otras encuentren espacios

    de vidas ms plenas y justas. Como resultado de la accin de Rut, no solo

    ella y su suegra consiguen la restauracin de sus vidas, sino que abre

    una cadena de posibilidades que encuentran su clmax en el nacimiento

    del Mesas (cf. Mt 1., de Jess de Nazaret y, de l, a todos los que somos

    herederos del don salvco de Dios y de su gracia).

    Esta y muchas historias ms en el Antiguo Testamento creadas y

    producidas por literatos y poetas trascendiendo el dato histrico llanoy concreto para desvelarnos nuevos mundos y nuevas posibilidades

    esperanzadoras, muestran que las verdaderas respuestas de Dios a

    la maldad y crisis de este mundo, son esas terceras vas, esas salidas

    o encuentros sorpresivos de Dios.

    Todas esas posibilidades sorpresivas encuentran su punto de llegada

    que es, a la vez, de salidaen la visin proftica, utpica y esperanzadora

    del verbo potico de Isaas 11.3-6. Aqu se habla, por supuesto, dejuzgar, de castigar, de aniquilar a los malvados y violentos. Pero el sujeto

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    aniquiladorllamado y levantado por el mismo Diosno es el guerreo

    armado hasta los dientes que usa instrumentos de guerra sosticados,

    sino el de un nuevo rey cuyo perl pone patas arriba los conceptos

    tradicionales del monarca y del gobernante:No juzgar por las apariencias,

    ni se guiar por los rumores,

    pues su alegra ser obedecer a Dios.

    Defender a los pobres

    y har justicia a los indefensos.

    Castigar a los violentos,

    y har morir a los malvados.

    Su palabra se convertir en ley.

    Siempre har triunfar la justicia y la verdad.

    Cuando llegue ese da,

    el lobo y el cordero se llevarn bien,

    el tigre y el cabrito descansarn juntos,

    el ternero y el len crecern uno junto al otro

    y se dejarn guiar por un nio pequeo (TLA).

    De acuerdo con este texto, la palabra de este nuevo rey, personicado

    en un nio, ser su arma ms poderosa. De all que a este texto se ledeba unir el Salmo 8 que centra su mensaje en la gloria del ser humano.

    Pero de un ser humano no visto desde la perspectiva del adulto, sino

    desde la del nio:

    Con las primeras palabras

    de los nios ms pequeos,

    y con los cantosde los nios mayores

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    has construido una fortaleza

    por causa de tus enemigos.

    As has hecho callar

    a tus enemigos que buscan venganza!(Sal 8.2, TLA).

    Son las palabras y los cantos infantiles el arma con la que Dios destruir o

    se enfrentar a los enemigos y violentos. Ya no son los adultos, grandes

    y poderosos, lo que tienen el liderazgo para dialogar con Dios o para

    afrontar la maldad y vencer al enemigo! Son los nios! As, lo que sigue

    del salmo y la armacin de la sujecin de todo lo creado bajo el liderazgo

    del ser humano queda denido por ese nuevo sesgo o pista: los nios.Son ellos y los que son como ellos los que redenirn y crearn un nuevo

    mundo, una nueva realidad.

    Desde esa perspectiva, se pueden leer textos como los de Deuteronomio

    y Josu, lugares donde se habla de guerras y violencia destructiva contra

    los pueblos enemigos. Porque no se habla de las acciones de fuerzas

    militares adultas, sino de gente militarmente dbil, vulnerables todos

    por el contexto pasado y presente de sus vidas. Para estos, sus armasno son las que poseen las fuerzas imperiales de las ciudades-estado,

    sino la fuerza de la palabra, del lenguaje, de las historias. Con ellas se

    destruye al enemigo; con ellas se crean nuevos espacios de vida,

    nuevos mundos.

    El libro de Josu, que mira un momento de la historia de Israel desde la

    ptica del libro de Deuteronomio, es una obra en la se respira, en toda

    ella, un ambiente litrgico y festivo, es decir, ldicro. En l, la irona, elhumor y la sorpresa ocupan un lugar privilegiado. Para m, es uno de los

    libros de la Biblia donde Dios aparece como un gran juguetn. Se burla

    del enemigo y se re de las autoridades de su pueblo que quieren hacer

    las cosas a su manera, a lo adulto. Los personajes favoritos de su historia

    no son los generales de guerra ni las autoridades religiosas de la nacin,

    sino una prostituta (cap 2) y los gabaonitas (cap. 9): un pueblo vulnerable

    que salv el pellejo por su astucia e ingeniosidad. Los antihroes son losricos y poderosos que viven entre las murallas de las ciudades estado, y

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    Acn, aquel soldado que vido de poder y riquezas quiso quedarse con

    las chas del juego.

    Y es exactamente en el contexto de la conquista de las grandes ciudades

    estado donde Josu usa el vocabulario ms sanguinario y destructivo delmensaje bblico. Sucedi eso realmente como lo narra el texto bblico?

    Realmente no lo s. La arqueologa bblica y los trabajos de eruditos de la

    talla de Martin Noth han repetido una y otra vez que la narracin bblica

    dista mucho de la realidad de la ocupacin de la tierra prometida. Los

    descubrimientos arqueolgicos constatan que los estratos pertenecientes

    al siglo XII a. C. de ciudades tales como Jeric, Hai, Hazor, etc., no

    indican que fueron destruidas por guerra o fuego. No se han encontradomontones de restos humanos u otros testimonios que apoyen aquellas

    terribles matanzas. Es probable que el mismo lenguaje sea el creador de

    las realidades que narran los relatos; pero, qu historias tan horrendas!

    En verdad, as lo son. Tmese en cuenta, sin embargo, que la intensidad

    de lo horrendo sube en proporcin a la fuerza destructiva de quienes

    detentan la riqueza y el poder. Recurdese lo que hemos dicho de la

    fuerza de la palabra con la cual se destruye a los malvados y se crean

    nuevos mundos, nuevas realidades. El poeta o narrador, vocero del

    pueblo sencillo y vulnerable, otorga, por medio de sus poemas y relatos,

    voz y fuerza a aquellos a quienes se les ha arrebatado. Aqu el lenguaje

    no cubre la verdad ni enaltece la mentira, sino que crea una realidad

    en la que el pobre, como dicen Ana (1 S 2.1-10) y Mara (Lc 1.46-55),

    es exaltado y el rico es humillado. Se crea un mundo donde, por n, los

    desclasados y marginados, triunfan sobre los malvados y poderosos.

    En la introduccin al libro Y vendimos la lluvia (ttulo en ingls: And We

    Sold the Rain: xv), Jo Anne Engelbert cuenta una breve historia con la

    que los indgenas se burlan de la ridcula y ciega sed de riqueza y oro de

    los espaoles, quienes estaban dispuestos a todo por conseguirlos. Y

    luego la comenta:

    Con ojos radiantes, los espaoles se

    aferraronrmementedelosladosdelaenormecanasta que los descendera hacia los dorados

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    tesoros que jams haban visto; as les haban

    asegurado los indios. Con toda la paciencia del

    mundo,yconelrostroreejandounasatisfaccin

    sin lmite, los indios deslizaron las sogas hastaque las altas temperaturas del volcn las

    convirtieron en hilachas, y los espaoles se

    precipitaron sin obstculos hacia el deseo de su

    corazn.

    Este relato fantstico se narr una y otra vez en Amrica Central hasta

    que se convirti en historia, en virtud de la verdad que encarnaba: un

    relato obligado, inventado a fuerza de ingenio y voluntad para asegurarla supervivencia.

    Estos relatos abrieron, por toda Amrica Central, la posibilidad para disentir

    y contrarrestar la fuerza de los mitos piadosos, las homilas coloniales y

    los empalagosos cuentos patriarcales. As, la imaginacin mantuvo vivas

    la esperanza y la dignidad a travs de relatos que surgieron al margen del

    discurso ocial. En estos relatos, como con los chistes polticos con los

    que el pueblo se venga de sus malos gobernantes, el conejo siempre seburla del chacal y el humilde derrota al arrogante.

    Bibliografa

    Giuseppe Barbaglio. Dios violento?: Lectura de las Escrituras hebreas y

    cristianas. Estella: Editorial Verbo Divino, 1992.

    Eduardo Galeano. Espejos: Una historia casi universal. Buenos Aires:Siglo XXI Editores, S.A., 2008.

    Rosario Santos (Editora). And We Sold the Rain: Contemporary Fiction

    from Central America. New York: Seven Stories Press, 1996.

  • 8/9/2019 El Dios Violento Segun El Cain de Saramago

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    Harold Segura - Edesio Snchez | 31

    Sobre los autores

    Harold Segura Carmona: Colombiano, residente en San Jos, Costa Rica. Administrador

    de Empresas y Magister en Teologa del Seminario Teolgico Bautista Internacional,de Cali, Colombia. Estudiante del programa de Doctorado en Teologa de la Ponticia

    Universidad Javeriana, de Bogot, Colombia. Director de Relaciones Eclesisticas y

    Compromiso Cristiano de World Vision para Amrica Latina y El Caribe.

    Edesio Snchez Cetina: Mexicano, residente en Costa Rica. Doctor en Antiguo

    Testamento en el Union Theological Seminary, en Richmond, Virginia, Estados Unidos.

    Asesor de traducciones bblicas de las Sociedades Bblicas Unidas, miembro de la Junta

    Directiva de la Fraternidad Teolgica Latinoamericana.

    Plutarco Bonilla Acosta: Naci en Islas Canarias, Espaa y reside en San Jos, CostaRica. Magister Theologiae en Nuevo Testamento del Seminario Teolgico de Princeton.

    Consultor para publicaciones en castellano de Sociedades Bblicas Unidas.

    El dios violento,

    segn el Cande Saramago

    Harold Segura C.

    Edesio Snchez CetinaPrlogo escrito por Plutarco Bonilla A.

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