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1 Eficiencia Dinámica en una Economía Planificada: Innovación e Iniciativa Empresarial sin Mercados 1 RESUMEN: Una crítica austriaca común a la planificación económica socialista señala su supuesta incapacidad para impulsar la eficiencia dinámica de una economía, dado que la innovación empresarial adecuada y la coordinación social eficiente no pueden lograrse en ausencia de la propiedad privada y los procesos de mercado. Esta concepción presenta dos fracasos principales. Por un lado, se basa en un argumento circular: la eficiencia dinámica requiere el libre ejercicio de la función empresarial y del mercado, dado que dicha eficiencia se define como esa misma función empresarial y de mercado. Por otra parte, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación pueden movilizar información dispersa sin mercados. Por otra parte, la planificación es compatible con diversos medios de descentralización en la etapa de adopción de decisiones. Existen fórmulas institucionales que permiten fomentar la innovación y el espíritu empresarial descentralizado de las empresas en un marco de propiedad social. Así, los Consejos de Inversión de las distintas ramas pueden encargarse de seleccionar nuevos proyectos empresariales entre todas las propuestas recibidas de los empresarios, dentro de un adecuado sistema de incentivos. Introducción UNO DE LOS CRITICISMOS MÁS COMUNES de la planificación económica socialista señala su supuesta incapacidad para impulsar la eficiencia dinámica de una economía, dado que el fomento adecuado de la innovación empresarial y la coordinación social eficiente no pueden lograrse en ausencia de procesos de mercado. Esta crítica fue desarrollada principalmente por la Escuela Austríaca, que sostiene que sólo mediante el libre ejercicio del "espíritu empresarial" (definido como la capacidad innata de todos los individuos de detectar oportunidades de beneficio, impulsando así la continua concepción y búsqueda de nuevos objetivos y medios) podemos generar la información y los incentivos necesarios para realizar cálculos económicos racionales y promover la eficiencia dinámica. De acuerdo con este enfoque, cualquier límite a la libre empresa 1 Nieto, M., & Mateo, J. P. (2020). Dynamic Efficiency in a Planned Economy: Innovation and Entrepreneurship Without Markets. Science & Society, 84(1), 42-66. Traducido al español por Iván Salazar.

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Eficiencia Dinámica en una Economía

Planificada: Innovación e Iniciativa Empresarial

sin Mercados1

RESUMEN: Una crítica austriaca común a la planificación económica socialista señala su

supuesta incapacidad para impulsar la eficiencia dinámica de una economía, dado que

la innovación empresarial adecuada y la coordinación social eficiente no pueden

lograrse en ausencia de la propiedad privada y los procesos de mercado. Esta

concepción presenta dos fracasos principales. Por un lado, se basa en un argumento

circular: la eficiencia dinámica requiere el libre ejercicio de la función empresarial y del

mercado, dado que dicha eficiencia se define como esa misma función empresarial y de

mercado. Por otra parte, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación

pueden movilizar información dispersa sin mercados. Por otra parte, la planificación es

compatible con diversos medios de descentralización en la etapa de adopción de

decisiones. Existen fórmulas institucionales que permiten fomentar la innovación y el

espíritu empresarial descentralizado de las empresas en un marco de propiedad social.

Así, los Consejos de Inversión de las distintas ramas pueden encargarse de seleccionar

nuevos proyectos empresariales entre todas las propuestas recibidas de los

empresarios, dentro de un adecuado sistema de incentivos.

Introducción

UNO DE LOS CRITICISMOS MÁS COMUNES de la planificación económica

socialista señala su supuesta incapacidad para impulsar la eficiencia dinámica de

una economía, dado que el fomento adecuado de la innovación empresarial y la

coordinación social eficiente no pueden lograrse en ausencia de procesos de

mercado. Esta crítica fue desarrollada principalmente por la Escuela Austríaca,

que sostiene que sólo mediante el libre ejercicio del "espíritu empresarial"

(definido como la capacidad innata de todos los individuos de detectar

oportunidades de beneficio, impulsando así la continua concepción y búsqueda

de nuevos objetivos y medios) podemos generar la información y los incentivos

necesarios para realizar cálculos económicos racionales y promover la eficiencia

dinámica. De acuerdo con este enfoque, cualquier límite a la libre empresa

1 Nieto, M., & Mateo, J. P. (2020). Dynamic Efficiency in a Planned Economy: Innovation and Entrepreneurship Without Markets. Science & Society, 84(1), 42-66. Traducido al español por Iván Salazar.

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privada impediría un comportamiento económico eficiente y racional. De esto se

deduce que la organización de una economía compleja (con divisiones de trabajo

desarrolladas) a través de procedimientos no mercantiles es imposible, ya que

el organismo de planificación no podría obtener la información necesaria para

una coordinación social eficiente. En opinión de los defensores de la Escuela

Austríaca, esta apreciación ya se ha visto confirmada en la práctica por los

problemas reales que experimentan las economías de tipo soviético, sobre todo

desde el decenio de 1960, cuando se superó la etapa de la industrialización

extensiva y la división del trabajo se hizo cada vez más compleja.

Esta crítica, centrada en la eficiencia dinámica, se desarrolló a partir de una

reinterpretación del problema del cálculo económico por parte de los Estados

socialistas, llevada a cabo por una nueva generación de economistas de la

Escuela Austríaca en el decenio de 1980, entre ellos Lavoie (1985) y Kirzner

(1988). Estos autores cuestionaron la lectura estándar del debate de los años 30

por su base en los supuestos estáticos de la economía neoclásica (modelos de

equilibrio general), en los que se toma toda la información como dada - un marco

teórico a partir del cual los "socialistas de mercado" (Lerner, Dickinson, Durbin,

Lange) construyeron sus respuestas a un desafío contemporáneo de Ludwig von

Mises.

Para responder a esta crítica de la planificación socialista, hemos dividido

nuestro artículo en cuatro partes. En la primera sección presentamos la

concepción de la Escuela Austriaca de la eficiencia dinámica y su visión de que

esto es imposible de lograr en ausencia de procesos de mercado. En segundo

lugar, examinamos las críticas a esta concepción haciendo hincapié en su

fundamento en el razonamiento circular y argumentando que no hay ningún

problema insuperable con la información inherente al socialismo. En tercer

lugar, describimos, para una economía socialista, las características básicas del

proceso de toma de decisiones en la producción, así como su relación con los

problemas de agencia (incentivos). Finalmente, presentamos una fórmula

institucional para el fomento de la innovación empresarial y el emprendimiento

en un marco de propiedad social de los medios de producción.2

Nuestra tesis central en este artículo es que la planificación socialista de una

economía no sólo es compatible con la eficiencia dinámica, sino que constituye

el marco institucional más favorable para su verdadero desarrollo, liberando a

2 Quisiéramos subrayar desde el principio que este texto se limita exclusivamente a abordar una respuesta "técnica" a la crítica austríaca en el ámbito de la eficiencia dinámica. Así, no se abordan otros aspectos esenciales de una economía socialista, como el consumo, la participación en el lugar de trabajo, el cálculo de costos o los ingresos.

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la eficiencia dinámica de las restricciones y distorsiones impuestas por el

estrecho criterio de la rentabilidad, así como de las incertidumbres inherentes a

los mercados, y vinculándola más directamente a las preferencias y necesidades

reales de la población.

1. Eficiencia dinámica y procesos de mercado: La empresa austriaca

Perspectiva de la escuela

El concepto de eficiencia económica alude a la capacidad de los agentes (y, por

extensión, de toda la sociedad) para extraer el máximo beneficio posible de los

recursos productivos. En este sentido, se puede decir que coexisten dos

dimensiones de la eficiencia económica: la estática, relacionada con el manejo

adecuado de los recursos ya disponibles, para evitar el desperdicio (situando la

economía en la frontera de la posibilidad de producción); y la dinámica, que

busca aumentar la cantidad y variedad de bienes y servicios a través de la

innovación y la creatividad empresarial (desplazando así la frontera de las

posibilidades de producción hacia la derecha).

Sobre la base de esta distinción, para la Escuela Austríaca, el problema

fundamental de una economía compleja no es el cumplimiento de su frontera de

producción-posibilidad (lograr la eficiencia estática) sino el desplazamiento de

esos límites en la medida de lo posible (asegurar la eficiencia dinámica) con

miras a satisfacer en mayor medida las preferencias de consumo de la población.

En relación con este problema, la Escuela Austríaca sostiene que sólo el mercado,

impulsado por las acciones empresariales de los individuos, puede fomentar la

creatividad empresarial y establecer una coordinación económica eficiente entre

todos los agentes. Aquí examinamos esa perspectiva tal como la presentan varios

autores destacados.

Mises veía el mercado como un proceso dinámico impulsado por la acción

humana de carácter comercial, que emprende la evaluación empresarial de los

costos y beneficios en un contexto de incertidumbre. En su obra maestra de 1949

Acción Humana, escribió:

Para tener éxito en los negocios un hombre no necesita un título de una

escuela de administración de empresas. Estas escuelas entrenan a los

subalternos para trabajos rutinarios. Ciertamente no entrenan a los

empresarios. Un empresario no puede ser entrenado. Un hombre se

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convierte en empresario al aprovechar una oportunidad y llenar el vacío.

(Mises, 1998, 311.)

Los especuladores e inversores exponen su propia riqueza, su propio

destino. Este hecho los hace responsables ante los consumidores, los

últimos jefes de la economía capitalista.... En la economía de mercado, es

la acción empresarial la que una y otra vez reajusta las relaciones de

intercambio y la asignación de los factores de producción. (Ibíd., 705,

707.)

En la misma línea, Friedrich Hayek entendía la competencia como un proceso

dinámico de aprendizaje y descubrimiento por parte de los agentes:

Por lo tanto, el problema económico de la sociedad no es meramente un

problema de cómo asignar recursos "dados" - si por "dados" se entiende

dados a una sola mente que resuelve deliberadamente el problema

planteado por estos "datos". Es más bien un problema de cómo asegurar

el mejor uso de los recursos conocidos por cualquiera de los miembros de

la sociedad, para fines cuya importancia relativa sólo conocen estos

individuos. (Hayek, 1945, 519-520.)

Esto requeriría movilizar "el conocimiento de las circunstancias particulares de

tiempo y lugar" (ibíd., 521) de los diversos agentes.

Entre los defensores más contemporáneos de la Escuela Austríaca, Israel Kirzner

defiende un concepto de mercado "como un proceso de descubrimiento

competitivo-empresarial" (Kirzner, 1988, 1).

La perspectiva moderna austríaca llama decisivamente la atención sobre

la manera en que el sistema de precios promueve la vigilancia y el

descubrimiento de información aún desconocida (tanto en lo que respecta

a las oportunidades existentes de obtener posibles beneficios del

comercio con las técnicas existentes como en lo que respecta a las

posibilidades de procesos innovadores de producción).... en la visión

austríaca del mercado, su característica más importante es (y fue) el

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dinámico proceso de descubrimiento empresarial-competitivo. (Ibíd., 4-

6.)

Por su parte, Joseph Salerno destaca los procesos de valoración o evaluación

realizados por los agentes, que se concretan en previsiones empresariales

basadas en expectativas:

Este proceso de valoración social del mercado transforma el conocimiento

sustancialmente cualitativo sobre las condiciones económicas adquirido

de forma individual e independiente por los empresarios en competencia,

incluidas sus estimaciones de las inconmensurables valoraciones

subjetivas de los consumidores individuales para toda la gama de bienes

finales, en un sistema integrado de relaciones de intercambio objetivas

para las miríadas de factores de producción originales e intermedios. Los

elementos de esta estructura coordinada de valoraciones de precios

monetarios de los recursos junto con los precios futuros valorados de los

bienes de consumo son los que sirven de datos en los cálculos de

beneficios empresariales que deben subyacer a una asignación racional de

los recursos. (Salerno, 1994, 112.)

Jesús Huerta de Soto desarrolla la idea de Mises de la acción empresarial como

eje del funcionamiento capitalista, señalando que

El espíritu empresarial consiste en la capacidad típicamente humana de

reconocer las oportunidades de lucro que existen en el propio entorno....

cada acto empresarial genera nueva información de naturaleza no

hablada, dispersa, práctica y subjetiva e incita a los actores involucrados a

modificar su comportamiento o a disciplinarse en función de las

necesidades y circunstancias de los demás: es de esta manera espontánea

e inconsciente que se forman los vínculos que hacen posible la vida en

sociedad. Además, sólo el empresariado puede producir la información

necesaria para el cálculo económico -entendido como cualquier

estimación del resultado de los diferentes cursos de acción-. (Huerta de

Soto, 2010, 5.)

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Según todos estos autores, el espíritu emprendedor (es decir, la acción humana

de carácter empresarial) es una condición necesaria para la eficiencia dinámica,

por las siguientes razones: 1) genera nueva información (al descubrir

oportunidades de ganancia que antes pasaban desapercibidas) que es subjetiva

(exclusiva de cada persona), práctica (creada sólo a través del ejercicio de la

acción empresarial), dispersa (al ser difundida por la mente de todos los seres

humanos) y tácita (al ser difícil de articular); 2) es una capacidad esencialmente

creativa, en la medida en que todos los desajustes sociales se reflejan en

oportunidades latentes de ganancia aún por descubrir; 3) transmite información

sobre la disponibilidad y la demanda de recursos a través de la señalización de

los precios; 4) es de naturaleza coordinadora, disciplinando el comportamiento

de los agentes en función de las necesidades de los demás; 5) es competitiva,

refiriéndose a un proceso de rivalidad con el fin de descubrir oportunidades de

ganancia; y 6) el rendimiento empresarial es un proceso continuo que nunca cesa

ni se agota, porque cada vez que se descubre nueva información, la percepción

general de los fines y medios por parte de los agentes implicados se modifica, lo

que conduce a nuevos desequilibrios y, por tanto, a nuevas oportunidades de

negocio.

La conclusión que se desprende de ello es que sin el libre ejercicio de la función

empresarial, como ocurriría en una economía planificada basada en la propiedad

social de los medios de producción, tanto el cálculo económico como la eficiencia

dinámica serían imposibles.

2. La respuesta marxista al diseño austriaco

2.1. Razonamiento circular. Lo primero que hay que señalar sobre la concepción

de la Escuela Austriaca de la función empresarial como motor de la eficiencia

dinámica - y su consecuente tesis de que la eficiencia dinámica es imposible bajo

el socialismo - es que se basa en un razonamiento puramente circular. Busca

demostrar que la eficiencia dinámica requiere el libre ejercicio de la función

empresarial y del mercado, dado que dicha eficiencia se basa en ese mismo

espíritu empresarial (o función empresarial) y en el mercado. Así, el logro de la

eficiencia dinámica se define por el libre ejercicio de la función empresarial, lo

que se toma para afirmar que la eficiencia dinámica requiere necesariamente de

la función empresarial. Claramente, esto constituye una falacia lógica.

Todo el argumento se basa en la idea de que el espíritu empresarial guía la

actividad económica de manera racional e innovadora, gracias a su capacidad de

detectar "oportunidades de beneficio" en el "entorno". Sin embargo, el único

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entorno en el que esto puede ser sistemáticamente cierto es, tautológicamente,

un entorno basado en la propiedad privada y los intercambios voluntarios, en el

que cada agente sobrevive a través de iniciativas empresariales que no están

aseguradas por ningún dispositivo institucional, es decir, el propio mercado

capitalista. Sólo donde el mercado y la propiedad privada puedan gobernar, la

eficiencia dinámica será impulsada por la función empresarial, entendida como

la capacidad humana de buscar oportunidades de beneficio mediante el diseño

de nuevos productos, técnicas y proyectos empresariales. No se dice

absolutamente nada sobre cómo esta innovación podría desplegarse en otro

marco social no comercial, y mucho menos sobre por qué sería imposible bajo el

socialismo, incluso de manera descentralizada, como veremos.

Decir que la acción humana tiene un carácter intrínsecamente empresarial es

una propuesta tautológica que presupone un marco comercial-empresarial

privado, tomando como causa una consecuencia de un cierto orden económico

(la acción humana empresarial). De esta manera se naturaliza el entorno social

capitalista y se proyectan las características de las economías capitalistas como

rasgos necesarios para cualquier economía compleja. Esto es una consecuencia

inevitable del individualismo metodológico (una versión praxiológica de Mises),

que pretende explicar los procesos sociales mediante una agregación de

comportamientos individuales, y esto es tautológico porque esos mismos

comportamientos individuales siempre se dan dentro de un contexto social

determinado que establece ciertas "reglas de juego", que son precisamente las

que hay que explicar. Los seguidores de la Escuela Austríaca afirman que los

agentes incesantemente "especulan" y realizan "evaluaciones" (Mises), que

están siempre "alerta" (Kirzner), que "descubren" y "aprenden" (Hayek),

produciendo "estimaciones" y "valoraciones" (Salerno), o que "captan las

oportunidades de beneficio que hay en el entorno" (Huerta de Soto). Sin

embargo, todos estos son rasgos de la acción humana dentro de un marco

capitalista, basado en la propiedad privada de los factores de producción y el

mercado como espacio de interacción económica.

En resumen, el espíritu empresarial con los atributos citados por los austríacos

sólo es necesario para la eficiencia dinámica dentro de un marco social

capitalista. En un contexto de propiedad privada, y con divisiones del trabajo

desarrolladas, es trivialmente evidente que la función del mercado y de la

empresa sería necesaria para calcular los costos, generar y procesar la

información, y coordinar las actividades y promover la innovación, no existiendo

ninguna otra posibilidad admitida. Nada de esto desafía al socialismo como un

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orden económico alternativo ni dice nada sobre la supuesta inconsistencia

institucional de una economía planificada.

2.2. El problema de la información. Inspirada en los argumentos de Hayek, la

nueva crítica austríaca al socialismo desarrollada en los años ochenta subraya

que sólo el mercado (gracias a su estructura descentralizada y a su mecanismo

de precios) es capaz de generar y articular la información necesaria para un

cálculo racional y una coordinación eficiente, ya que esta información es de

carácter esencialmente subjetivo, dispersa entre todos los individuos, y tácita,

por lo que ningún organismo de planificación puede adquirirla. A esta evaluación

se pueden dar las siguientes respuestas.

En primer lugar, y a diferencia de la época de la URSS, hoy en día es técnicamente

posible calcular exhaustivamente los costos en términos de trabajo (es decir, sin

dinero), así como equilibrar y optimizar una economía compleja con decenas de

millones de productos distintos, todo ello sin procesos de mercado. Además, esto

se puede lograr más rápidamente, y con mayor flexibilidad y eficiencia, que en

una economía capitalista, sin cortocircuitos o cuellos de botella en el flujo de

información. Junto con las tecnologías contemporáneas de la información y las

comunicaciones, las herramientas fundamentales para esa planificación

cibernética y democrática de una economía incluirían la metodología de la

contabilidad de insumo-producto,3 tanto para calcular los costos (incluida la

reducción del trabajo de alta calificación al trabajo promedio) como para

asegurar el equilibrio general, mientras que las técnicas matemáticas de

programación lineal permitirían la asignación óptima de los recursos (Cockshott

y Cottrell, 1993; Cockshott, Cottrell y Michaelson, 2009; Cockshott y Nieto, 2017;

Laibman, 2011; Castillo, 2018). El aumento exponencial de la capacidad de

computación, los grandes datos, la Internet de las cosas y la inteligencia artificial

sólo sirven para ampliar el enorme potencial de la planificación económica.

Algunas de estas posibilidades ya están presentes en las operaciones de las

grandes empresas líderes en la aplicación de las nuevas tecnologías de la

información (Phillips y Rozworski, 2019; Jablonowski, 2011). Walmart funciona

como un sistema en red que conecta el "centro" en tiempo real con tiendas,

almacenes y proveedores, todo ello a través de la comunicación por satélite

mediante el uso de etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID) para

3 La metodología de insumo-producto registra en una doble tabla de insumos cómo los productos de algunas ramas se incorporan como insumos de otras ramas, expresando así la matriz de relaciones interindustriales en una economía. Esta metodología permite abordar muchos otros problemas económicos, como el cálculo de valores laborales o cuestiones de álgebra matricial.

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rastrear la ubicación exacta de cualquier producto a lo largo de la cadena de

suministro. Amazon pone a disposición de los consumidores una enorme

cantidad de productos y, por lo tanto, altera sus existencias y realiza solicitudes

de suministro a los proveedores en tiempo real en función de las ventas,

asignando también lugares, rutas y almacenes mediante algoritmos. Este tipo de

organización empresarial en red, con gestión informatizada de la cadena de

suministro, prefigura el tipo de operación en el trabajo en una economía

socialista planificada dirigida a satisfacer las preferencias de los consumidores.

En segundo lugar, no es cierto que la información pertinente para el cálculo

económico racional y la coordinación eficiente sea de carácter subjetivo, ni, por

consiguiente, que ningún organismo de planificación pueda adquirirla. A este

respecto, pueden formularse las siguientes objeciones:

i) Desde el principio, y como se ha explicado anteriormente, esta evaluación se

basa en un argumento circular, que define un cálculo económico racional basado

en determinadas características que adopta en un marco comercial. Así pues, las

formas comerciales de funcionamiento económico se proyectan sobre cualquier

tipo de sociedad, para ser consideradas válidas (en sentido ahistórico) como las

únicas posibles. En efecto, cuando los recursos productivos se dispersan entre

las manos privadas, entonces por definición la información necesaria para

calcular los costos y coordinar las actividades surge y se articula a través de las

interacciones comerciales entre los distintos propietarios. Sólo en relación con

este proceso de interacción comercial se puede decir que la información

necesaria tiene un carácter "subjetivo", ya que se basa en las valoraciones

personales que los agentes realizan para asignar el uso de sus recursos.

La acción emprendedora de los individuos, según los autores de la Escuela

Austríaca, debe estar siempre alerta para captar las oportunidades de beneficio

que surgen en ese entorno dinámico. Por ejemplo, si A posee muchos espacios

industriales vacíos, B posee equipo no utilizado y C tiene un "fuerte deseo" de

trabajar (en la medida en que, de otro modo, podría morir de hambre), entonces

la coordinación entre esos tres "factores" productivos sólo puede establecerse

mediante la interacción comercial, a través de actos individuales de

compraventa, según las valoraciones realizadas por los respectivos propietarios.

Sin embargo, puede ocurrir perfectamente que esa coordinación nunca se

produzca, ya sea porque no hay suficientes expectativas de beneficio por parte

de los propietarios de los medios de producción, o porque la opacidad general

de la economía dificulta el conocimiento de la disponibilidad precisa de los

recursos existentes en cualquier momento. De hecho, no existe ninguna instancia

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de mediación o coordinación que aconseje u obligue a los propietarios privados

a hacer un uso determinado de los recursos que poseen.

Ahora bien, si estos espacios y equipos industriales fueran propiedad de la

comunidad, un organismo de planificación territorial podría decidir hacer un uso

específico de los recursos en respuesta a las demandas de los ciudadanos. Nada

impediría la detección de necesidades sociales y económicas sin procesos de

mercado y formación de precios competitivos. De hecho, en un marco de

propiedad social, los procedimientos y técnicas para generar y procesar la

información necesaria (sobre qué, cómo, dónde y cuánto producir) serían mucho

más variados (decisiones centralizadas o descentralizadas, optimización

matemática, asesoría de inversión, preferencias de los consumidores, etc.) e

implicarían a diferentes actores y niveles de decisión (nacional, regional,

sectorial, empresarial). Hayek examinó la relación entre el conocimiento, la

propiedad y la adopción de decisiones y sostuvo que la incertidumbre y los

problemas de los conocimientos fragmentados y dispersos requieren un

movimiento descentralizado a través del mercado, ya que sólo éste permitiría

una asignación eficiente, la experimentación y la creatividad empresarial. Pero,

una vez más, se trata de una tautología: los problemas de conocimiento e

información insuficiente son precisamente lo que provocan el mercado y la

producción privada (que reaccionan a la opacidad y la incertidumbre),

impidiendo también que se produzcan procesos de deliberación y de toma de

decisiones colectivas. En resumen, la tesis liberal continúa diciendo que el

mercado (el sistema de transacciones comerciales entre individuos) es

absolutamente esencial para calcular y asignar eficazmente... ¡el propio mercado!

Es decir, un ámbito en el que los recursos ya están dispersos entre diferentes

propietarios privados. ii) Además, el desarrollo de la robotización y la

automatización de la producción tiende a eliminar cualquier elemento de

conocimiento tácito o subjetivo, superando progresivamente el conocimiento

práctico dentro de cada empresa. La tendencia del capitalismo es objetivar todo

el conocimiento humano, codificándolo en diseños industriales y software, como

ocurre hoy en día en las llamadas "fábricas inteligentes". iii) Además, el

conocimiento genuinamente tácito (en forma de habilidades, intuiciones, o

hábitos) que pueden seguir subsistiendo a pesar de la creciente tecnificación de

la producción se movilizarían en una economía socializada mediante la

participación activa de los trabajadores en la toma de decisiones, ya sea a nivel

de la empresa o de los órganos de planificación y coordinación. De hecho, la plena

participación de los individuos en la vida económica permitiría movilizar esos

conocimientos de manera más amplia y eficaz. La visión liberal adopta una

concepción individualizada del conocimiento tácito, aunque en realidad éste es

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en gran medida social, que reside en la experiencia compartida (la interacción de

los miembros de una organización que acumula más conocimientos que la suma

de los individuos) y transmite un conjunto de convenciones, rutinas e

instituciones sociales (en las que cada organización tiene una forma única de

generar y articular el conocimiento) (Adaman y Devine, 1996; 2002).

Por último, en una economía planificada, las preferencias y decisiones de los

individuos se tienen en cuenta dos veces: ex ante, mediante la selección

democrática de los principales objetivos económicos y de desarrollo; y ex post,

mediante las decisiones de consumo según las preferencias individuales. Una

economía planificada con una base computarizada sería capaz de responder

automáticamente y con mayor eficiencia a cualquier cambio registrado en

cualquier punto del aparato productivo, o en la demanda final de los

consumidores, ya que la información se transmitiría en tiempo real a través de

la cadena de interdependencias productivas, y sin que los procesos de ajuste se

vean distorsionados por la incertidumbre, las expectativas o la rentabilidad de

las empresas.

3. El proceso de toma de decisiones en una economía socialista

3.1. Condiciones institucionales y tecnológicas de la planificación. Una economía

planificada democráticamente que aspira a ser eficiente y viable debe cumplir

dos tipos de condiciones fundamentales: la tecnológica, para calcular los costos,

asignar los recursos y procesar la información en ausencia de procesos de

mercado; y la institucional, para establecer organismos y procedimientos bien

regulados para la participación y la toma de decisiones económicas. La solvencia

tecnológica y la robusta institucionalidad serían, por tanto, las claves para dotar

a las operaciones económicas socialistas de cierto automatismo que evite la

burocracia innecesaria y los caprichos del voluntarismo político tan

característicos de las experiencias pasadas.

La materialización de estos requisitos en el diseño del órgano de planificación

dependería de dos tipos de circuitos o procedimientos de coordinación

económica general que funcionarían conjuntamente, desempeñando funciones

diferentes:

i) Procedimientos de coordinación científico-técnica: esencialmente

optimización matemática para una asignación eficiente, basada en las modernas

tecnologías de la información y la comunicación (grandes datos, inteligencia

artificial, etc.). Un instrumento fundamental para este fin sería la construcción

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de una supermatriz de insumo-producto que reúna todas las interdependencias

sectoriales y empresariales de la economía nacional. Sobre esta base, las

decisiones relativas al consumo final de los individuos se difundirían

automáticamente, en conjunto, a lo largo de toda la cadena de suministro

(similar a las prácticas actuales que se observan en empresas como Amazon).4

ii) Procedimientos de decisión económica: diseño de una estructura institucional

para el control social de la inversión que promueva el lanzamiento de nuevos

productos, tecnologías y negocios de manera descentralizada. Aquí los

principales organismos serían los Consejos de Inversión (CI), distribuidos por

sectores y regiones y encargados de seleccionar y financiar los nuevos proyectos

presentados por equipos de "emprendedores".5 Frente al uso de información en

gran parte "ya entregada", como caracterizó el procedimiento técnico previo,

aquí el enfoque sería generar nueva información (sobre fines y medios) de

manera descentralizada, a través de una estructura de participación plural que

involucre a actores muy diversos, y con un adecuado sistema de incentivos.

3.2. Centralización y descentralización. El problema económico fundamental que

enfrenta la organización de una sociedad compleja (con divisiones del trabajo

desarrolladas) es cómo asignar recursos y coordinar actividades de manera

eficiente (lo que requiere ser capaz de hacer cálculos de costos racionales) para

satisfacer efectivamente las necesidades y preferencias de consumo de la

población.6 En el modo de producción capitalista, tanto la coordinación

económica como el cálculo de los costos se establecen espontáneamente por

medio del mercado, sobre la base de las iniciativas particulares de los

propietarios privados de los recursos, quienes deciden individualmente qué,

dónde, cómo y cuánto se producirá e invertirá, siempre de acuerdo con las

expectativas de ganancia. Se trata de un proceso de toma de decisiones muy

atomizado, caracterizado por la opacidad y la incertidumbre, de las que se

derivan un funcionamiento ciego de las actividades y una forma de regulación no

consciente. El socialismo, en cambio, presupone la abolición de la propiedad

privada de los medios de producción y la (tendencia a) integración de la

producción en un plan económico general. Así pues, la pregunta obvia que debe

4 En cuanto a los componentes de este circuito técnico-científico, asumimos el modelo de Cockshott y Cottrell (1993) y el procedimiento iterativo de Laibman (2011). 5 Nos centramos en la inversión y no en el consumo (por lo que defendemos la organización propuesta por Cockshott y Cottrell, 1993), porque es la que tiene una relación más directa con la eficiencia dinámica. 6 La solución adecuada de este problema sería la condición necesaria (pero no suficiente) para lograr el desarrollo humano, que depende además tanto de las instituciones democráticas participativas en todos los órdenes de vida como de la abolición de las servidumbres sociales.

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plantearse en ese marco es: ¿quién tomará las innumerables decisiones

productivas en torno a decenas de millones de bienes y servicios variados?

A partir de Mises, la Escuela Austríaca considera que la propiedad social de los

medios de producción implica necesariamente la imposición de una "voluntad

única" sobre el rendimiento económico, con un organismo central de

planificación en el que se tomarán todas las decisiones productivas, hasta el más

mínimo detalle. Así pues, en oposición a la descentralización del capitalismo, el

socialismo es donde "el empleo de todos los factores de producción está dirigido

por un solo organismo. Uno solo elige, decide, dirige, actúa, da órdenes. Todos

los demás simplemente obedecen órdenes e instrucciones" (Mises, 1998, 692).

El problema de este sistema, según Mises, es que la agencia de planificación no

puede estar en condiciones de conocer los mejores usos de todos los medios para

alcanzar los objetivos propuestos, y así organizar la división social global del

trabajo, ya que la autoridad económica no puede estar compuesta por "seres

omniscientes e infalibles".

Esta es, sin duda, una de las más características malinterpretaciones de los

críticos del comunismo. La primera aclaración que se requiere aquí es que la

planificación económica (como la propiedad social) no requiere en modo alguno

un único nivel o instancia de decisión que programe una economía hasta el

último detalle, sino que la distribución de las competencias entre las numerosas

áreas, niveles y agentes (CI, autoridades, empresas, usuarios y consumidores,

etc.) resulta coherente y garantiza que el proceso global de toma de decisiones

sea orgánico (Laibman, 2002, 2011; Campbell, 2002; Cockshott y Cottrell, 1993).

El organismo de planificación no toma todas las decisiones y no tiene por qué ser

omnisciente. La planificación económica constituye simplemente un dispositivo

institucional que permite que el principio de control consciente, racional y

democrático del proceso productivo mundial sea operativo. Como tal, el modelo

socialista es la base económica del autogobierno en una sociedad en la que las

decisiones se toman y su aplicación es llevada a cabo por los afectados, en dos

aspectos fundamentales: la producción (lugar de trabajo, empresa, sector,

economía nacional) y el territorio (localidad, región, país).

Sobre la base de las actuales tecnologías de la información y las comunicaciones,

una economía planificada democráticamente funcionaría como un sistema

distribuido, simultáneamente centralizado y descentralizado, no muy distinto de

la Internet. Ese sistema permitiría la gestión de las corrientes de información en

tiempo real, articulando los conocimientos y las decisiones locales en el marco

de un plan general. Como sistema centralizado se beneficiaría de la coherencia,

con acceso a todos los recursos y la eficiencia para movilizarlos rápidamente

Page 14: Eficiencia Dinámica en una Economía Planificada ...

14

hacia objetivos elegidos democráticamente. Como sistema descentralizado,

podría articular la iniciativa y el conocimiento local (incluidas las relaciones

autónomas entre las empresas para acordar los insumos específicos necesarios

en cada caso), así como la independencia frente a los fallos del sistema (es decir,

la distribución de la carga de modo que si falla un determinado componente,

otros puedan seguir funcionando).

La necesidad de una coordinación coherente y de una visión estratégica exige la

centralización, mientras que la necesidad de información detallada y la

promoción de la iniciativa libre y local requieren cierto grado de

descentralización. Las decisiones se tomarían a uno u otro nivel, según la

naturaleza de la decisión de que se trate. Así pues, las decisiones que requieren

una amplia coordinación para lograr un resultado óptimo tendrían que estar

suficientemente centralizadas (para evitar decisiones paralelas o dinámicas

ciegas), mientras que las decisiones que requieren información local detallada y

que están libres de problemas de coordinación (por ejemplo, la variedad y las

características específicas de los medios de consumo) estarían necesariamente

descentralizadas. En este caso la descentralización adopta una forma no

comercial, porque en ningún caso habría un control privado sobre los recursos o

las inversiones.7 En mayor detalle:

3.2.1. Toma de decisiones centralizada. i) Democráticamente: grandes objetivos

de desarrollo y principales magnitudes económicas que determinan el ritmo y la

dirección del desarrollo social. Entre ellos se incluyen: División del producto

neto en consumo (satisfacción de las necesidades actuales) e inversión (mejora

de la capacidad productiva de la economía); distribución de los tres

componentes del consumo: individual, colectivo (infraestructuras y

equipamiento) y servicios sociales (educación, salud, etc.); y grandes proyectos

de inversión, algunos de los cuales pueden decidirse en los territorios.

ii) Desde el punto de vista técnico: optimización de la producción mediante

técnicas matemáticas de programación lineal, tecnología de la información y

metodología insumo-producto. Para equilibrar la economía, los resultados se

derivan hacia atrás, desde una lista de bienes y servicios finales (determinados

por las empresas de forma descentralizada) hasta las necesidades de producción

brutas (Cockshott y Cottrell, 1993). Como las preferencias de consumo de la

7 En las grandes organizaciones, empresas e instituciones públicas modernas, las decisiones descentralizadas se toman de manera no comercial para organizar actividades. Por ejemplo, en un hospital público, la dirección no decide sobre todos los aspectos (asignación detallada de recursos, protocolos médicos, etc.); en un grupo industrial capitalista, las decisiones sobre la inversión y la organización de actividades se adoptan en un proceso de varios niveles.

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población varían, la matriz de insumos y productos indica los nuevos insumos

necesarios en cada caso. La gestión informatizada de los insumos y productos en

una economía socialista funcionaría de manera similar a las empresas modernas

de gestión de la cadena de suministro, como Amazon o Wal-Mart (Phillips y

Rozworski, 2019).

3.2.2. Toma de decisiones descentralizada. i) A nivel de la empresa: 1) Los planes

de producción se elaboran y comunican al "centro" para el equilibrio y la

optimización general de la economía, y para el cálculo de los costes en términos

de trabajo directo e indirecto. 2) Aquí se determina la variedad y características

de los bienes y servicios (los departamentos de diseño industrial e innovación

determinan el tipo de producto -muebles, ropa, electrodomésticos, etc.- que se

va a fabricar), eventualmente con el apoyo de los consejos de consumidores;8 en

cuanto a los medios de producción, habría una comunicación directa entre las

empresas para determinar las características específicas de los insumos. 3)

Organización del trabajo: gestión de instalaciones, promociones, incentivos, etc.

ii) Consejos de inversión. Estos deciden el destino de la inversión asignada a cada

sector o territorio, ampliaciones de la capacidad instalada, introducción de

nuevas tecnologías, desarrollo de nuevos proyectos empresariales.

iii) Emprendimiento (individual o en equipo) para la innovación empresarial -

(véase la sección 4).

En este proceso general de toma de decisiones, la cuestión dinámica es la de la

inversión: dónde debe dedicarse, qué criterios deben seguirse y quién decide.

Aunque cuantitativamente puede no ser el componente más importante del

producto final de una economía, la inversión es decisiva en su capacidad para

determinar la tasa, la calidad y la dirección del crecimiento. En una economía

capitalista, la decisión de cuánto se invertirá -una magnitud determinada a partir

del resultado de infinitas decisiones individuales de los capitalistas, todas ellas

guiadas por las expectativas de beneficios- no se adopta conscientemente. Por el

contrario, una economía socialista se caracteriza precisamente por el control

social de la inversión. La asignación planificada puede superar la "anarquía de la producción" y orientar el desarrollo social de manera racional y democrática. A

diferencia de las economías capitalistas, en las que las empresas deben

expandirse a toda costa si esperan sobrevivir, una economía planificada puede

elegir entre el crecimiento y un estado estable sin comprometer la estabilidad,

ya sea en general o en un sector determinado, cuando la población lo considere

8 La función de estos Consejos de Consumidores elegidos democráticamente es elaborar propuestas o recomendaciones a las industrias de bienes de consumo.

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conveniente, que además no está sujeta al chantaje de la fuga de capitales, ni al

temor al desempleo.

La inversión en una economía planificada se asignaría, según su naturaleza,

mediante tres procedimientos básicos:

i) Centralizada: corresponde a inversiones estratégicas en grandes proyectos de

desarrollo, infraestructuras y servicios sociales que sirven para determinar el

rumbo de la sociedad.

ii) Técnico: adapta automáticamente el uso de la capacidad instalada (consumo

de materias primas, energía, productos semielaborados, etc.) a la evolución de la

demanda final.

iii) Descentralizada: a través de las CI, que emprenden cambios en la estructura

productiva (nuevas tecnologías, equipos y proyectos empresariales).9

3.3. Gestión, propiedad social e incentivos. En las economías capitalistas, las

funciones empresariales de innovación, organización y gestión de las actividades

no son desempeñadas por los propietarios legales de los medios de producción

(los accionistas) sino por juntas directivas contratadas para esos fines. Por lo

tanto, la actividad empresarial en el capitalismo no está necesariamente

vinculada a la institución de la propiedad privada, y la figura del empresario-

empresario difiere de la del capitalista como proveedor de financiación. Una cosa

es que los administradores tomen decisiones empresariales sobre una

determinada actividad productiva y otra muy distinta es que sean dueños de los

recursos que se deciden.

Esto plantea el conocido problema de la relación entre el principal y el agente:

cómo persuadir a un gerente contratado (agente) para que cumpla con la

voluntad y los intereses de un propietario (principal) y no actúe en función de su

propio beneficio. La única forma de evitar o limitar la divergencia de intereses es

mediante un sistema adecuado de incentivos materiales que dirija al agente,

según el grado en que cumpla determinados objetivos. La clave está en

comprender que la propiedad privada no es una condición de eficiencia en el

capitalismo, ya que los incentivos a los administradores no implican la

conservación o el aumento de la propiedad. El problema de cómo gestionar de 9 La inversión no puede asignarse únicamente por algoritmo (por ejemplo, en términos de diferencias relativas en la demanda de los consumidores), porque un producto puede experimentar una baja demanda debido a un alto gasto, causado precisamente por la baja inversión, que por lo tanto requiere un aumento. Así pues, existe un componente irreductible de la toma de decisiones humanas que no puede eliminarse y que debe canalizarse a través de los Consejos de Inversión y Consumo.

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manera eficiente y responsable los recursos que no son propiedad del agente es,

de hecho, común a cualquier organización compleja.

También en el socialismo, la propiedad y la gestión empresarial están separadas:

la comunidad es la principal y, representada por una autoridad de planificación,

proporciona los recursos que las empresas deben gestionar de manera eficiente

a través de personal directivo elegido democráticamente. Mientras que en el

capitalismo los administradores deben responder ante los propietarios

privados, en el socialismo responden ante la autoridad de planificación, que

establece la recompensa correspondiente. Los incentivos pueden relacionar la

ambición funcional de los objetivos propuestos (desde la asignación de recursos)

con el grado de cumplimiento. Si la dirección cumple los objetivos establecidos,

las recompensas se repartirán entre todos los miembros de la empresa (según

criterios que podrían decidirse internamente). En cuanto a los incentivos

materiales, hay que tener en cuenta que las diferencias en los resultados

productivos de las empresas probablemente respondan a factores que no

dependen de la voluntad personal, sino de factores como el talento, el tipo de

trabajo, la tecnología utilizada, etc. El único ámbito en el que una persona (o

colectivo) puede ejercer su voluntad es el del esfuerzo (Albert, 2003). Siempre

que sea posible, la remuneración se hará en función de las mejoras de los

registros personales, ofreciendo así un incentivo a todos los individuos

independientemente de sus talentos o capacidades.

De acuerdo con todo lo anterior, y admitiendo además que la rivalidad

empresarial ha sido una condición para asegurar la eficiencia dinámica y la

satisfacción de las preferencias de los consumidores, ello no implicaría que las

empresas sean necesariamente privadas (es decir, empresas económicamente

independientes, que compiten por maximizar los beneficios y flanquear a los

competidores), ya que también se pueden simular otras formas de rivalidad o

competencia entre los procesos productivos en un marco de propiedad social. En

una economía planificada no hay ningún impedimento formal para ensayar

métodos y técnicas de producción alternativos. Más bien ocurre lo contrario, ya

que dichas pruebas no se verían limitadas (como en el capitalismo) por criterios

ajenos a las posibilidades técnicas existentes (como la rentabilidad, la capacidad

financiera de una empresa, el acceso al crédito, las barreras oligopólicas o la

incertidumbre).

Mises afirmó que el factor más importante no son los gerentes de las empresas

sino los capitalistas que distribuyen el capital entre las actividades, arriesgando

así su propia riqueza y asegurando así la dedicación de los recursos a los fines

más valorados por una población. En una economía democrática, esta función la

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desempeñan organismos de planificación e inversión elegidos, y la satisfacción

de las preferencias de la población no requiere que los recursos sean privados:

los cambios en la demanda final se procesan en tiempo real, para modificar la

oferta relativa de bienes y servicios. Tanto Mises como Hayek sostuvieron que la

propiedad colectiva diluye la responsabilidad de las decisiones de inversión, que

se distribuyen indiscriminadamente entre múltiples agentes (autoridades,

gestores, etc.) de tal manera que la responsabilidad por los errores se hace

imposible de asignar. Pero, ¿a qué errores en la inversión se referían estos

autores? Si el error consiste en asignar recursos a actividades que ya están

suficientemente cubiertas, entonces este es precisamente el tipo de error

derivado del funcionamiento anárquico y opaco de los mercados que el

socialismo está bien equipado para evitar. Si el error se refiere a la posibilidad

de producir un determinado bien de manera más eficiente, entonces la

posibilidad de un cálculo integral de los costos en términos de mano de obra

permite comparar la eficiencia de las diferentes tecnologías (Cockshott y

Cottrell, 1993; Cockshott y Nieto, 2017).

4. Innovación y espíritu empresarial en una economía planificada

4.1. Innovación y propiedad social. La innovación se produce como resultado de

un largo y complejo proceso de acumulación de conocimiento y creatividad, en

el que muy raramente un solo individuo es el único responsable. Se trata de un

proceso esencialmente social en el que una pluralidad de actores e instituciones

contribuyen en esferas y circunstancias muy diferentes. La Escuela Austríaca

presenta una imagen idealizada de la innovación en las economías capitalistas,

atribuyéndola exclusivamente a la figura del empresario emprendedor, ya sea en

un sentido disruptivo (Schumpeter), o en un sentido estrictamente coordinado

(Kirzner). De hecho, la función empresarial se desarrolla dentro de marcos

institucionales específicos y estructuras organizadas, tanto a nivel micro como

macro.

En este sentido, una economía socialista tiene importantes ventajas para el

desarrollo de la innovación tecnológica y empresarial, en comparación con una

economía capitalista: i) el socialismo permite una mayor y más eficiente

asignación de recursos a las actividades de I+D+i, gracias al control centralizado

del excedente y a la ausencia de consumo suntuario y de población rentista; ii)

no existen obstáculos (derechos de propiedad) a la libre difusión de nuevos

productos y técnicas; iii) la distribución equitativa de los recursos (que garantiza

que ninguna necesidad básica quede insatisfecha) permite el descubrimiento y

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19

el desarrollo más pleno del talento, lo que también ocurre cuando el trabajo se

realiza a través de tareas más equilibradas para la mayoría y menos rutinarias;

iv) en la asignación de las inversiones se dispone de más información y los

criterios son más variados que la mera expectativa de ganancia; v) la propiedad

social es más inclusiva y participativa que la empresa capitalista en cuanto a la

generación y movilización del conocimiento (tácito o no) y el fomento de la

innovación; vi) el socialismo no impone ciclos de innovación a corto plazo

buscando generar productos que puedan ser comercializados en, digamos,

cuatro a seis meses, como es típico en las economías capitalistas.

En estas condiciones generales favorables, el desarrollo de la innovación en una

economía socialista se desarrollaría en tres áreas fundamentales:

i) Planeación estratégica: esta traza las líneas principales de la ciencia, la

tecnología -investigación tecnológica y de innovación. Aquí entrarían programas

para el desarrollo de nuevas tecnologías e infraestructuras, así como proyectos

visionarios que exploren eventualidades y escenarios futuros. Este tipo de

investigación se lleva a cabo en universidades, academias científicas, institutos

tecnológicos y otros centros especializados en coordinación con el mundo

empresarial. El proceso consistiría en probar diferentes proyectos o técnicas

productivas alternativas para verificar los resultados, en relación con las

empresas y sectores a los que se atiende.

ii) Empresas: departamentos de investigación, diseño e innovación.

iii) Emprendimientos empresariales: individuos y equipos presentan propuestas

con la esperanza de asegurar la financiación.

Para cualquiera de estas tres áreas, existirían incentivos materiales que premian

el grado de consecución de los objetivos libremente programados, además de

incentivos puramente sociales o morales como el reconocimiento social o la

realización profesional y personal. En la siguiente sección, nos centramos en

cómo funcionaría aparentemente la iniciativa empresarial socialista, algo que la

Escuela Austriaca considera imposible.

4.2. Ecosistemas para la innovación y el emprendimiento. En las economías

capitalistas más dinámicas de hoy en día, la iniciativa empresarial y la innovación

empresarial se desarrollan principalmente en los denominados ecosistemas de

innovación, que son entornos institucionales dedicados a promover la

interacción simbiótica entre los diferentes actores que participan en el proceso

de creación y transformación de empresas e industrias. Este tipo de marco

institucional representa la antítesis de la mitología liberal en la que el individuo

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capitalista-empresario opera en un entorno puramente comercial, ya que estos

ecosistemas se basan en instituciones y recursos públicos, así como en

procedimientos que no son estrictamente mercantiles.10

Una economía socialista eficiente y dinámica necesita entornos institucionales

capaces de fomentar y canalizar la iniciativa de personas con talentos especiales

para traducir las ideas innovadoras en proyectos empresariales. Debe quedar

claro que un ecosistema de innovación socialista no sustituye, sino que

complementa, las innovaciones desarrolladas por determinadas instituciones y

programas estatales (como la transición a una nueva fuente de energía, nuevos

materiales, etc.), así como las innovaciones que tienen lugar en los

departamentos de diseño industrial de las empresas.

Los agentes que intervienen en ese ecosistema son esencialmente los mismos

que participan en los ecosistemas equivalentes de las actuales economías

capitalistas. Las principales diferencias radicarían en la forma de interacción

entre ellos (en ausencia de vínculos mercantiles), su capacidad de adopción de

decisiones (ya que no se adhieren derechos de propiedad privada) y los tipos de

normas vigentes (incluido el sistema de incentivos). Entre los principales actores

estarían los siguientes:

- Empresarios: personas o equipos que lanzan ideas en forma de proyectos

empresariales en torno a nuevos productos y tecnologías.

- Plataformas para la innovación: incubadoras y aceleradoras de empresas.

- Instituciones de financiación: en forma de CI, constituidas mediante

convocatoria pública, que gestionan los fondos aportados por la autoridad de

planificación.

- Empresas: aparatos productivos que reciben nuevas ideas.

- Instituciones generadoras de conocimiento: universidades, institutos

tecnológicos, Consejos Científicos, etc.

- Gobierno y autoridad de planificación: el primero proporciona el marco

normativo a los diferentes niveles, mientras que el segundo asegura la

coherencia técnica del plan económico detallado.

10 En el caso de España, los think tanks y los consultores capitalistas admiten abiertamente que "no hay suficiente capital privado para invertir en nuevas empresas, ni a través de la inversión individual ni a través de fondos de capital riesgo" (Price Waterhouse Coopers, 2015, 32).

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El reto de una economía socialista dinámica será diseñar una fórmula

institucional que relacione eficazmente a los diferentes actores, definiendo de

manera precisa las funciones y responsabilidades de cada uno y estableciendo

un sistema de incentivos adecuado. En lo que sigue, proponemos algunas ideas y

principios básicos para tal diseño institucional.

1. En primer lugar, como ya se ha mencionado, las plataformas específicas para

el desarrollo de la innovación empresarial serían bastante similares a las que se

encuentran en las economías actuales; éstas son básicamente de dos tipos:

Incubadoras: aceptan proyectos en fase de gestación (transformación del

conocimiento en producto) y proporcionan asesoramiento especializado,

formación e infraestructura básica (espacios, servicios, etc.) para evaluar la

viabilidad técnica, la relevancia para las necesidades de la industria o los

consumidores, el calibre profesional de los miembros del equipo, etc.

Aceleradores: instituciones para el desarrollo de proyectos o start-ups

(empresas emergentes vinculadas a campos tecnológicos) que evalúan su

inserción en el aparato productivo. Ofrecen recursos, conocimientos y apoyo a

los empresarios mediante el patrocinio y la facilitación del contacto con los

inversores.

2. En el proceso de gestación, desarrollo e inserción de un determinado proyecto

empresarial en el aparato productivo (es decir, su incorporación al plan

económico detallado), tres tipos de actores aportan funciones, habilidades e

incentivos específicos:

i) Emprendedores: individuos y equipos presentan sus propuestas a las

incubadoras a través de convocatorias públicas. Una vez seleccionados para

recibir financiamiento, pasan a la etapa de acelerador (desarrollo y

experimentación). Los incentivos pueden ser materiales, en forma de

bonificaciones en función del éxito del proyecto, o en la posibilidad de

desarrollar y dirigir un proyecto empresarial personal, recibiendo una

compensación cuando ese proyecto se integre definitivamente en el plan.11

ii) Consejos de Inversión (CI): encargados de financiar proyectos empresariales

con los fondos proporcionados por el plan. Habría una pluralidad de CI (que

representarían a ramas sectoriales, clusters, consumidores, etc.) que se

constituirían mediante convocatorias públicas, compitiendo por captar las

11 En las economías contemporáneas es común que los empresarios reciban su verdadero incentivo en las primeras etapas de la gestación del proyecto, y no tanto en seguir liderando una vez consolidado su proyecto.

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mejores ideas. El incentivo para estos CI son primas en función del éxito de los

proyectos seleccionados una vez integrados en el plan. Así, si un CI tiene éxito en

los proyectos que ha financiado, además de la prima correspondiente, recibiría

al año siguiente una asignación adicional de fondos para gestionar; y lo contrario

ocurriría en el caso de que un CI muestre malos resultados, lo que eventualmente

causaría su disolución si no se alcanzan las metas mínimas.

iii) Organismos de Planificación (centrales o territoriales): tienen dos funciones

esenciales: por un lado, asignar fondos a los CI (a través de convocatorias

públicas o subastas) y, por otro, tramitar los aspectos técnicos de la

incorporación de los proyectos elegidos por los CI en el plan económico

detallado. El incentivo para actuar con diligencia deriva de su naturaleza de

órganos elegidos, de manera que los equipos o miembros que se gestionen mal

puedan ser sustituidos en elecciones periódicas.

En el proceso descrito, cabe destacar dos características fundamentales. Por un

lado, el Órgano de Planificación forma parte de una estructura pluralista de

actores, instancias y prácticas destinadas a fomentar la rivalidad en el marco de

la propiedad social. Por otro lado, estos órganos (en sus niveles

correspondientes) son meros organismos técnico-administrativos de

coordinación, sin poder de decisión sobre los proyectos a emprender, sino que

canalizan la información y coordinan las decisiones descentralizadas de los

empresarios y los CI. Con esta estructura se pretende lograr un mayor

dinamismo, eficiencia y asunción de responsabilidades en el proceso de

selección, financiación y desarrollo de ideas innovadoras, así como involucrar en

la toma de decisiones al mayor número y variedad de agentes, todo ello dentro

de un marco bien establecido de competencias e incentivos.

3. Para orientar la actividad empresarial hacia los objetivos propuestos en el

plan, así como para mejorar la actividad comercial, se pueden emprender dos

tipos de prácticas:

i) Innovación abierta: las empresas, los sectores y las ramas, las agrupaciones

industriales y los ministerios revelan sus preocupaciones y los desafíos a los que

se enfrentan; se promueve un concurso o concurso abierto a un Consejo de

Inversiones para la presentación de soluciones; los inversores contratan a los

mejores emprendedores para concebir y lanzar prototipos.

ii) Spin-offs: son iniciativas empresariales promovidas por miembros de la

comunidad científica, que basan su actividad en nuevos procesos y productos

generados a partir de conocimientos desarrollados en el ámbito académico. De

esta manera, la investigación científica se vincula más estrechamente con el

Page 23: Eficiencia Dinámica en una Economía Planificada ...

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mundo empresarial a través de la mejora de las vías de transferencia (con

centros de transferencia de tecnología ubicados en las universidades).

4. La fórmula institucional descrita en este apartado pretende presentar las

reglas claras y los incentivos suficientes que permitan obtener resultados

positivos en materia de innovación empresarial. Si la cantidad y la calidad de la

innovación siguieran siendo insatisfactorias, se podrían habilitar fórmulas más

agresivas en materia de incentivos y de riesgo. En nuestra propuesta hemos

asumido que los fondos gestionados por los CI serían totalmente públicos,

correspondientes a las cantidades determinadas por el plan general; sin

embargo, si se considerara oportuno, se podrían establecer alternativamente

fondos de inversión mediante la participación privada, a partir de ahorros

privados en los que se paguen intereses o una prima. Esta fórmula alternativa

podría, por supuesto, introducir elementos de riesgo, incertidumbre y

desigualdad de ingresos entre ciertos grupos de ciudadanos, pero esperamos

que esto por sí solo no tendría la capacidad de alterar el funcionamiento

económico general, y no sería incompatible con los principios y valores de una

economía socialista, por las siguientes razones 1) El funcionamiento

democrático y planificado de la economía no se vería comprometido, ya que se

mantendría el control social esencial sobre la inversión (aunque a través de una

estructura de toma de decisiones menos centralizada), y la propiedad social de

los medios de producción se mantendría en todo momento. 2) Esta variante no

introduciría inestabilidad en el sistema, ya que los fondos privados recibidos o

prestados no tendrían la capacidad de crear fluctuaciones económicas, y mucho

menos un exceso de capacidad generalizado o crisis. 3) No surgiría ninguna

explotación, ya que se introduciría un único factor de desigualdad y dispersión

de ingresos (en la medida en que alguien estaría obteniendo ingresos no

obtenidos a través del trabajo); pero se establecerían limitaciones y, en todo

caso, éstas no serían necesariamente superiores a las establecidas para

incentivar el trabajo indeseable (marcado por la dificultad física, la monotonía,

la ubicación en zonas remotas, etc.).

Las desventajas de este enfoque alternativo en cuanto a una cierta erosión de la

equidad y la cooperación podrían ser un precio razonable a pagar para estimular

aún más la innovación y la eficiencia de las inversiones. Pero incluso entonces, si

el resultado final resultara menos favorable que el registrado en las economías

capitalistas (una mera conjetura), esperamos que ello no constituya una

objeción seria para rechazar todo un orden económico y social alternativo

basado en principios y valores deseados como la democracia, la libertad, la

equidad, la eficiencia y la estabilidad.

Page 24: Eficiencia Dinámica en una Economía Planificada ...

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Conclusión

En este texto hemos intentado demostrar que el teorema austriaco sobre la

imposibilidad de la eficiencia dinámica en el socialismo no es coherente. Las

supuestas cuestiones sobre la información subjetiva y dispersa en la economía

planificada se basan o bien en fundamentos tautológicos que presuponen un

marco de mercado, en el que por definición la información para la coordinación

económica está dispersa entre los diferentes propietarios privados de los

recursos, o bien en problemas que pueden resolverse técnicamente con la

tecnología más avanzada (telecomunicaciones, IA y big data). Hemos explicado

que la planificación no significa que una "voluntad única" lo decida todo, ya que

es absolutamente compatible con diversos medios de descentralización en la

etapa de la toma de decisiones. Para materializar esta idea, hemos propuesto una

fórmula institucional que permite fomentar la innovación y el espíritu

empresarial descentralizado de las empresas en un marco de propiedad social

de los recursos.

El aspecto clave es que una parte de la inversión de la economía nacional -

complementaria al componente estratégico centralizado- sea asignada por los

Consejos de Inversión de las distintas ramas (con fondos establecidos por el plan

general, según sus prioridades). Estos Consejos se encargarían de seleccionar los

nuevos proyectos de emprendimiento entre todas las propuestas recibidas de

los empresarios - que tienen incentivos materiales transitorios. Habiendo

demostrado la posibilidad de una eficiencia dinámica en una economía

planificada, estamos reconociendo al socialismo todo su potencial para lograr su

objetivo final, el del libre y pleno desarrollo de las capacidades humanas.

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