Dossier_Cixous

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5 Culturas La Vanguardia Miércoles, 6 julio 2005 TEMA XAVIER ANTICH Derrida no se mordió la lengua cuando lo escribió: “Hélène Cixous es actual- mente el escritor más grande en lo que llamaría, si pudiera, mi lengua, el fran- cés. Y mido mis palabras al decir esto”. Hasta el año pasado, sin embargo, en castellano sólo existían tres, digamos, li- bros suyos: La risa de la medusa (An- thropos), un ensayo histórico, que tradu- jo Ana María Moix en 1995; Velos (Siglo XXI, 2001), que recoge dos textos breves de Cixous y Derrida, y Fotos de raíces (Taurus, 2001), un volumen, de hecho, que recoge una conversación con Mirei- lle Calle-Gruber. Con todo, desde 1967, fe- cha de la edición de Le Prénom de Dieu, Cixous ha publicado en francés casi se- senta libros, entre sus obras considera- das como de ficción, sus textos teóricos o reflexivos, y sus obras de teatro. La desproporción entre lo publicado origi- nalmente y lo que ha llegado traducido aquí, hay que decirlo, es tan gigantesca que, como mínimo, da que pensar: se tra- ta de una anomalía insólita. Y no se tra- ta sólo de cantidad: el impacto de su pen- samiento y de su escritura, en el ámbito internacional, está a la altura de una producción realmente prolífica y des- bordante que, por otra parte, no deja de crecer; no pasa año sin novedad de Cixous en las librerías. Repasemos, sin embargo, algunos datos: Cixous, que na- ció en Orán (Argelia) en 1937, fue, con dos tesis, la doctora más joven de Fran- cia; obtuvo con sólo 31 años la cátedra de Literatura Inglesa en la Universidad de París-VIII, que ella creó dos años antes, en Vincennes, convocando a personajes de la talla de Foucault, Deleuze, Serres, Genette, Todorov o Butor, entre tantos otros; en 1974 puso en marcha el primer doctorado en Estudios Femeninos de Eu- ropa y, a partir de 1982, empezó a escri- bir textos de teatro para Ariane Mnouchkine y el Théatre du Soleil; a fe- cha de hoy, ha recibido siete doctorados honoris causa por diversas universida- des de Estados Unidos, Inglaterra y Ca- nadá, y se ha convertido, sobre todo en el ámbito de la cultura francófocona y anglosajona, en un referente de la teoría femenista y los estudios de género. Y, en castellano, ¿sólo eso? Y, en catalán, ¿na- da? El silencio es demasiado clamoroso como para no sentir vergüenza. De repente, sin embargo, han apare- cido tres traducciones que, esperemos, anuncian una puerta abierta, como si de- jaran entrar una luz en la que pudiera reconocerse que sí, que algo está llegan- do, que llega Hélène Cixous. Las tres edi- ciones son tan sigulares que reclaman palabras separadas. Ahí van. Palabras escritas, además, desde El Escorial, don- de estos días Maria-Josep Balsach diri- ge un seminario en torno a su obra, con la presencia de la propia Cixous. Deseo de escritura. Como pensado pa- ra suplir el abismo entre la producción inmensa de Cixous y el tren parado de sus ediciones en castellano, este volu- men, a modo de antología, se presenta como una introducción, realmente pre- cisa, a algunos de los registros de Ci- xous que la han convertido en un refe- rente internacional de la reflexión y la escritura: aparecen algunos textos teóri- cos imprescindibles en torno a la rela- ción entre la propia escritura y el cuer- po, a la diferencia y la feminidad, a la al- teridad y, por entre medio, como un re- galo, uno de sus artículos más sugeren- tes: El último cuadro o el retrato de Dios, una reflexión en torno a Rembrandt, Van Gogh y Hokusai. Debe recordarse que, Cixous siempre ha sostenido que querría escribir como un pintor y que, escribe, “amo la pintura como los ciegos deben amar el sol”. De la pintura, sobre todo, le fascina su combate contra el tiempo, su ambición por retener lo fu- gaz, su voluntad de no fosilizar la vida. Completan el volumen unos fragmentos de sus obras llamadas de ficción. Aun- que todo, en Cixous, es teórico o ensa- yístico y a la vez ficcional, porque todo se sustenta en la elaboración de un in- menso y fragmentado autoretrato for- mado de retazos de ficciones del yo: co- mo ha sostenido a menudo, “la realidad no existe, es una ficción llamada reali- dad”. Y en territorio de esa cons- trucción de la escritura, el yo, precisa- mente, convocando a todos los yoes de lo que cada uno es eco, hace sitio al otro, la otra, los otros. Seminario de Barcelona. Testimonio único de una ocasión única: la presen- cia conjunta, de Hélène Cixous y Jac- ques Derrida, en Barcelona, en marzo de 2002, para reflexionar juntos y junto a otros, en torno a la lengua por venir, la extranjería, la amistad. Testimonio de un diálogo trenzado a lo largo de déca- das entre dos de los pensadores más in- fluyentes de nuestro tiempo: pensado- res de la diferencia, de la alteridad y del cuerpo. Ambos, judíos y nacidos en Ar- gelia, vienen abriendo algunas de las cuestiones con las que, desde hace más de tres décadas, no dejamos de pensar. El volumen tiene algunas virtudes de ex- cepción: sobre todo, quizás, por encima de cualquier otra, la magia del directo, del pensamiento vivo, en marcha, en ac- ción y reacción, en diálogo, esa forma privilegiada, desde Platón, de la filoso- fía y del pensamiento que se busca, que se interroga, que se interrumpe, que se fractura y que vuelve a comenzar, desde otro sitio. Testimonio, también, de una amistad privilegiada. Las ensoñaciones. Y, finalmente, un volumen de lujo: Las ensoñaciones de la mujer salvaje, el primer texto narrativo de ficción escrito por Cixous que apa- rece en castellano, en una traducción es- pléndida, de las que harían época si tu- viera la recepción que merece, de Yael Langella y el poeta Arnau Pons. Un re- greso de Cixous a su Argelia natal y a su infancia, por donde se pasean todas las cuestiones mayores de la escritora. Un texto que surge de la necesidad sentida durante una noche de julio, cuando es- cribió “Durante todo el tiempo en que vi- vía en Argelia soñaba con llegar un día a Argelia, habría hecho cualquier cosa por llegar allí, nunca me encontré en Ar- gelia”. Francesa y judía habitando en una Argelia árabe colonizada, Hélène Ci- xous nos permite asistir, a través de su escritura, a ese mal de Argelia con el que aprende, a la fuerza, por primera vez, la sensación de desposesión y de des- arraigo: extraña entre los árabes por francesa y extraña, entre los franceses, por judía, unos franceses, los de Argelia, más antisemitas que los de Vichy. Ahí están sus primeros sueños y sus pri- meros temores, su ilusión y su locura, y, también, el mundo de sus relaciones más íntimas: su padre, su madre, su her- mano. Ella, que siempre ha dicho que no escribiría un libro sobre su madre, y acabó escribiendo Osnabrück; que siem- pre ha dicho que no escribiría un libro sobre su padre, y acabó escribiendo Or, les lettres de mon père; que siempre ha di- cho que no escribiría un libro sobre su hermano, y acabó escribiendo estas Ensoñaciones, en las que están todos, y él de forma privilegiada. Porque no que- rer escribir sobre ellos es también una manera de decir que, por mucho que es- criba, siempre, algo, y algo esencial, que- dará por decir: el secreto, quizás la esen- cia de la escritura de Cixous, tan pró- xima, en esto también, a la escritura de Derrida. Y los árabes, los franceses de Vichy, Orán, Argel. Sin duda, en cas- tellano, la mejor opción para asistir al descubrimiento de una escritura exi- gente y deslumbrante, de una escritura que fuerza la lengua a golpe de neolo- gismos y de fracturas, como para hacer- le decir, aunque no quiera, aquello que habitualmente esconde. Sin duda: un festín. Comunidad de escritura. Cixous, que empezó su conferencia de homenaje a Derrida, el pasado 22 de junio en Barce- lona, con tres palabras dedicadas a Mar- ta Segarra (“Gracias, gracias, gracias”), agradecía así la hospitalidad de su anfi- triona pero, sobre todo, de hecho, reco- nocía en público a la persona que había prologado estos tres libros y que, en cier- to sentido, ha sido la responsable de este inicio de normalización. Las palabras de Marta Segarra, a lo largo de esos tres capítulos, impiden que, a partir de aho- ra, entre nosotros, alguien pueda consi- derar todavía a Hélène Cixous una des- conocida. Cixous participa de esa gran impug- nación frente a la prepotencia de la teo- ría y del concepto que ha determinado el impulso de la última modernidad, sobre todo a partir de los nombres de Lévinas y Derrida. Una impugnación que ha abierto, junto a tantos otros, el pensa- miento de la diferencia y de la alteridad, dos de las grandes cuestiones de nuestro tiempo. En esta comunidad, no han esta- do solos: están también Blanchot, Fou- cault, Deleuze o Kristeva. Y Cixous ha aportado, en este debate, un acento sin- gular. Ahí están sus libros, auténticos cuerpos de escritura, para descubrirlo. Ya no hay excusas. Sus interpelaciones, interrogantes, su incerteza, continúan siendo urgentes. | Cixous fuerza la lengua, como para hacerle decir, aunque no quiera, aquello que habitualmente esconde Las traducciones recientes alivian un tanto la vergonzosa ausencia de obras de Cixous en castellano Tres ediciones Entra una luz, algo está llegando Hélène Cixous Deseo de escritura Trad. Luis Tigero REVERSO EDICIONES, 2004 M. Segarra (ed.) Hélene Cixous, Jacques Derrida Lengua por venir / Langue à venir. Seminario de Barcelona ICARIA, 2004 Hélène Cixous Las ensoñaciones de la mujer salvaje. Escenas primitivas Trad. Arnau Pons y Yael Langella HORAS Y HORAS, 2003

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Derrida no se mordió la lengua cuandolo escribió: “Hélène Cixous es actual-mente el escritor más grande en lo quellamaría, si pudiera, mi lengua, el fran-cés. Y mido mis palabras al decir esto”.Hasta el año pasado, sin embargo, encastellanosóloexistíantres,digamos,li-bros suyos

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XAVIER ANTICHDerrida no se mordió la lengua cuandolo escribió: “Hélène Cixous es actual-mente el escritor más grande en lo quellamaría, si pudiera, mi lengua, el fran-cés. Y mido mis palabras al decir esto”.Hasta el año pasado, sin embargo, encastellano sólo existían tres, digamos, li-bros suyos: La risa de la medusa (An-thropos), un ensayo histórico, que tradu-jo Ana María Moix en 1995; Velos (SigloXXI, 2001), que recoge dos textos brevesde Cixous y Derrida, y Fotos de raíces(Taurus, 2001), un volumen, de hecho,que recoge una conversación con Mirei-lle Calle-Gruber. Con todo, desde 1967, fe-cha de la edición de Le Prénom de Dieu,Cixous ha publicado en francés casi se-senta libros, entre sus obras considera-das como de ficción, sus textos teóricoso reflexivos, y sus obras de teatro. Ladesproporción entre lo publicado origi-nalmente y lo que ha llegado traducidoaquí, hay que decirlo, es tan gigantescaque, como mínimo, da que pensar: se tra-ta de una anomalía insólita. Y no se tra-ta sólo de cantidad: el impacto de su pen-samiento y de su escritura, en el ámbitointernacional, está a la altura de una

producción realmente prolífica y des-bordante que, por otra parte, no deja decrecer; no pasa año sin novedad deCixous en las librerías. Repasemos, sinembargo, algunos datos: Cixous, que na-ció en Orán (Argelia) en 1937, fue, condos tesis, la doctora más joven de Fran-cia; obtuvo con sólo 31 años la cátedra deLiteratura Inglesa en la Universidad deParís-VIII, que ella creó dos años antes,en Vincennes, convocando a personajesde la talla de Foucault, Deleuze, Serres,Genette, Todorov o Butor, entre tantosotros; en 1974 puso en marcha el primerdoctorado en Estudios Femeninos de Eu-ropa y, a partir de 1982, empezó a escri-bir textos de teatro para ArianeMnouchkine y el Théatre du Soleil; a fe-cha de hoy, ha recibido siete doctoradoshonoris causa por diversas universida-des de Estados Unidos, Inglaterra y Ca-nadá, y se ha convertido, sobre todo enel ámbito de la cultura francófocona yanglosajona, en un referente de la teoríafemenista y los estudios de género. Y, encastellano, ¿sólo eso? Y, en catalán, ¿na-da? El silencio es demasiado clamorosocomo para no sentir vergüenza.

De repente, sin embargo, han apare-cido tres traducciones que, esperemos,anuncian una puerta abierta, como si de-jaran entrar una luz en la que pudierareconocerse que sí, que algo está llegan-do, que llega Hélène Cixous. Las tres edi-ciones son tan sigulares que reclamanpalabras separadas. Ahí van. Palabrasescritas, además, desde El Escorial, don-de estos días Maria-Josep Balsach diri-ge un seminario en torno a su obra, conla presencia de la propia Cixous.

Deseo de escritura. Como pensado pa-ra suplir el abismo entre la produccióninmensa de Cixous y el tren parado desus ediciones en castellano, este volu-men, a modo de antología, se presentacomo una introducción, realmente pre-cisa, a algunos de los registros de Ci-xous que la han convertido en un refe-rente internacional de la reflexión y laescritura: aparecen algunos textos teóri-cos imprescindibles en torno a la rela-ción entre la propia escritura y el cuer-po, a la diferencia y la feminidad, a la al-teridad y, por entre medio, como un re-galo, uno de sus artículos más sugeren-tes: El último cuadro o el retrato de Dios,una reflexión en torno a Rembrandt,Van Gogh y Hokusai. Debe recordarseque, Cixous siempre ha sostenido quequerría escribir como un pintor y que,escribe, “amo la pintura como los ciegosdeben amar el sol”. De la pintura, sobretodo, le fascina su combate contra eltiempo, su ambición por retener lo fu-gaz, su voluntad de no fosilizar la vida.Completan el volumen unos fragmentosde sus obras llamadas de ficción. Aun-que todo, en Cixous, es teórico o ensa-yístico y a la vez ficcional, porque todose sustenta en la elaboración de un in-menso y fragmentado autoretrato for-mado de retazos de ficciones del yo: co-mo ha sostenido a menudo, “la realidadno existe, es una ficción llamada reali-dad”. Y en territorio de esa cons-trucción de la escritura, el yo, precisa-mente, convocando a todos los yoes de loque cada uno es eco, hace sitio al otro, laotra, los otros.

Seminario de Barcelona. Testimonioúnico de una ocasión única: la presen-cia conjunta, de Hélène Cixous y Jac-ques Derrida, en Barcelona, en marzode 2002, para reflexionar juntos y junto aotros, en torno a la lengua por venir, laextranjería, la amistad. Testimonio deun diálogo trenzado a lo largo de déca-das entre dos de los pensadores más in-fluyentes de nuestro tiempo: pensado-res de la diferencia, de la alteridad y delcuerpo. Ambos, judíos y nacidos en Ar-gelia, vienen abriendo algunas de lascuestiones con las que, desde hace másde tres décadas, no dejamos de pensar.El volumen tiene algunas virtudes de ex-cepción: sobre todo, quizás, por encimade cualquier otra, la magia del directo,del pensamiento vivo, en marcha, en ac-ción y reacción, en diálogo, esa formaprivilegiada, desde Platón, de la filoso-fía y del pensamiento que se busca, quese interroga, que se interrumpe, que sefractura y que vuelve a comenzar, desdeotro sitio. Testimonio, también, de unaamistad privilegiada.

Las ensoñaciones. Y, finalmente, unvolumen de lujo: Las ensoñaciones de lamujer salvaje, el primer texto narrativode ficción escrito por Cixous que apa-rece en castellano, en una traducción es-pléndida, de las que harían época si tu-viera la recepción que merece, de YaelLangella y el poeta Arnau Pons. Un re-greso de Cixous a su Argelia natal y a suinfancia, por donde se pasean todas lascuestiones mayores de la escritora. Un

texto que surge de la necesidad sentidadurante una noche de julio, cuando es-cribió “Durante todo el tiempo en que vi-vía en Argelia soñaba con llegar un díaa Argelia, habría hecho cualquier cosapor llegar allí, nunca me encontré en Ar-gelia”.

Francesa y judía habitando en unaArgelia árabe colonizada, Hélène Ci-xous nos permite asistir, a través de suescritura, a ese mal de Argelia con elque aprende, a la fuerza, por primeravez, la sensación de desposesión y de des-arraigo: extraña entre los árabes porfrancesa y extraña, entre los franceses,por judía, unos franceses, los de Argelia,más antisemitas que los de Vichy. Ahíestán sus primeros sueños y sus pri-meros temores, su ilusión y su locura, y,también, el mundo de sus relacionesmás íntimas: su padre, su madre, su her-mano. Ella, que siempre ha dicho queno escribiría un libro sobre su madre, yacabó escribiendo Osnabrück; que siem-pre ha dicho que no escribiría un librosobre su padre, y acabó escribiendo Or,les lettres de mon père; que siempre ha di-cho que no escribiría un libro sobre suhermano, y acabó escribiendo estasEnsoñaciones, en las que están todos, yél de forma privilegiada. Porque no que-rer escribir sobre ellos es también unamanera de decir que, por mucho que es-criba, siempre, algo, y algo esencial, que-dará por decir: el secreto, quizás la esen-cia de la escritura de Cixous, tan pró-xima, en esto también, a la escritura deDerrida. Y los árabes, los franceses deVichy, Orán, Argel. Sin duda, en cas-tellano, la mejor opción para asistir aldescubrimiento de una escritura exi-gente y deslumbrante, de una escrituraque fuerza la lengua a golpe de neolo-gismos y de fracturas, como para hacer-le decir, aunque no quiera, aquello quehabitualmente esconde. Sin duda: unfestín.

Comunidad de escritura. Cixous, queempezó su conferencia de homenaje aDerrida, el pasado 22 de junio en Barce-lona, con tres palabras dedicadas a Mar-ta Segarra (“Gracias, gracias, gracias”),agradecía así la hospitalidad de su anfi-triona pero, sobre todo, de hecho, reco-nocía en público a la persona que habíaprologado estos tres libros y que, en cier-to sentido, ha sido la responsable de esteinicio de normalización. Las palabras

de Marta Segarra, a lo largo de esos trescapítulos, impiden que, a partir de aho-ra, entre nosotros, alguien pueda consi-derar todavía a Hélène Cixous una des-conocida.

Cixous participa de esa gran impug-nación frente a la prepotencia de la teo-ría y del concepto que ha determinado elimpulso de la última modernidad, sobretodo a partir de los nombres de Lévinasy Derrida. Una impugnación que haabierto, junto a tantos otros, el pensa-miento de la diferencia y de la alteridad,dos de las grandes cuestiones de nuestrotiempo. En esta comunidad, no han esta-do solos: están también Blanchot, Fou-cault, Deleuze o Kristeva. Y Cixous haaportado, en este debate, un acento sin-gular. Ahí están sus libros, auténticoscuerpos de escritura, para descubrirlo.Ya no hay excusas. Sus interpelaciones,interrogantes, su incerteza, continúansiendo urgentes. |

Cixous fuerza lalengua, como parahacerle decir, aunqueno quiera, aquello quehabitualmente esconde

Las traduccionesrecientes alivian untanto la vergonzosaausencia de obras deCixous en castellano

Tres ediciones

Entra una luz,algo está llegando

Hélène CixousDeseo deescrituraTrad. Luis TigeroREVERSOEDICIONES, 2004

M. Segarra (ed.)Hélene Cixous,Jacques DerridaLengua porvenir / Langueà venir.Seminario deBarcelonaICARIA, 2004

Hélène CixousLasensoñacionesde la mujersalvaje.EscenasprimitivasTrad. Arnau Pons yYael LangellaHORAS Y HORAS,2003