Dos textos de Adriano Romualdi

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    Adriano Romualdi naci en 1940, hijo de Pino Romualdi, antiguo vicesecretario

    general del PFR y cofundador del MSI. Creci en un ambiente de confrontacin de ideas

    donde, por un lado, los vencedores de la guerra reconstruan la historia conforme a su

    ideologa y con el objetivo de desmerecer a aquellos que honraron hasta el fin el

    compromiso blico de Italia, y por otro, los vencidos intentaban mantener prendida la

    llama de la "otra Europa", ms all de las formulas liberales y marxistas que por aquella

    poca pugnaban entre s, anticipando la Guerra Fra.

    Se licenci en Historia, convirtindose en profesor de Historia Contempornea en la

    Universidad de Palermo, donde convivi con polticos de relevancia como Augusto de Noce

    o Renzo de Felice. Sin embargo, la personalidad que ms influy a Romualdi fue el filsofo

    Julius Evola, de quien se har amigo e inclusive bigrafo. Librndose de las cadenas de la

    nostalgia por el rgimen fascista que atenazaban a la mayora de

    los nacionalistas italianos, Adriano Romualdi lea a Friedrich Nietzsche y Oswald Spengler.

    Este ltimo lo hizo despertar para el hecho de que el pequeo nacionalismo de

    cariz burgus estaba muerto.

    Lejos de ser un intelectual, designacin por l despreciada, Romualdi era un

    hombre de pensamiento y accin. Tradicionalista, pero nada conservador, podemos

    definirlo como un"futurista", en todo el sentido de la palabra, o sea, l tanto admiraba el

    hecho de que los americanos haban llevado a un hombre hasta la Luna, como el avance

    sovitico en la antropologa, sociologa y psicologa. Romualdi se dio cuenta de que era

    necesaria la recuperacin de la cultura por los nacionalistas, nica forma de construir

    un "area poltica radical", capaz de hacer frente al adversario capitalista-marxista.

    Hombre de excepcional inteligencia Adriano Romualdi contribuy de forma indeleble para

    la evolucin del nacionalismo revolucionario a travs de la transmisin de nuevas formas

    de comprender la Historia y la poltica. Para l, ideas, smbolos o lemas desprovistos de

    capacidad transformadora no seran ms que estrategias ridculas, que llevaran al fracaso.

    Romualdi fue tambin uno de los principales impulsores de la apropiacin del

    trmino "Derecha" entre los nacionalistas, escogida estratgicamente para captar los

    amplios sectores sociales que no se identificaban con el conservadurismo vergonzante

    democristiano. Busc dotar de un cuerpo ideolgico al trmino "derecha", cuando

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    explic: "Qu significa ser de derecha? Ser de derecha significa, en primer lugar,

    reconocer el carcter subversivo de los movimientos salidos de la Revolucin Francesa,

    sean ellos el Liberalismo, la Democracia o el Socialismo. Ser de derecha significa, en

    segundo lugar, detectar la naturaleza decadente de los mitos racionalistas, progresistas,

    materialistas, que preparan la llegada de la civilizacin plebeya, el reino de la cantidad, la

    tirana de la masa annima y monstruosa. Ser de derecha significa, en tercer lugar,

    concebir el Estado como una totalidad orgnica donde los valores polticos predominan

    sobre la estructura econmica y donde el derecho de 'a cada uno lo suyo' no significa

    igualdad, sino igual desigualdad cualitativa. Finalizando, ser de derecha significa aceptar

    como propia aquella espiritualidad aristocrtica, religiosa y guerrera que origin la

    civilizacin europea, y -en nombre de esta espiritualidad y de sus valores- aceptar la lucha

    contra la decadencia de Europa".

    Romualdi percibi que slo habr futuro a travs de un regreso a las ms

    profundas races europeas, aliado a los avances que la tcnica y las ciencias modernas

    ofrecen. En otras palabras, unir la tradicin primordial con el futurismo, en oposicin al

    conservadurismo reaccionario y al progresismo que nos desarraiga, tesis recientemente

    actualizada y perfeccionada por Guillaume Faye, explicada en su obra El

    Arqueofuturismo.

    Colaborador frecuente en las publicaciones nacionalistas italianas, fue tambin

    autor de diversas obras entre las cuales destacamos "Los indoeuropeos", "El problema de

    una tradicin europea", y la biografa de su maestro "Julius Evola, el hombre y la obra".

    El primer texto, Por qu no existe una cultura de derecha fue escrito en 1965

    como documento para el FUAN, donde Adriano Romualdi tena el cometido de la

    orientacin doctrinal, y fue difundido originariamente a ciclostil. Posteriormente fue

    publicado en Pagine Libere(septiembre de 1966) y LItaliano(julio-agosto de 1970). Para

    su ltima edicin cont con algn pequeo aadido.

    El segundo trabajo, La nueva cultura de derecha viene a ser una revisin del

    anterior, publicado de forma conjunta, poco antes de la muerte de Romualdi. En su da

    debi ser un primer anlisis de tendencias y autores rabiosamente actual, con

    peculiaridades italianas imposibles de extrapolar a cualquier otro sitio.

    Deca Romualdi en una entradilla Es mi deseo que ambos ensayos puedan

    contribuir a llevar un poco de claridad en un campo donde la confusin ideolgica y un

    ambicioso arribismo proyectan sus sombras inquietas.

    Adriano Romualdi falleci en agosto de 1973, en un trgico accidente de automvil

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    en Roma, cuando contaba apenas treinta y tres aos de edad.

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    Uno de los temas ms tratados en nuestra prensa y en las

    conversaciones de nuestro ambiente es la condena del slido alineamiento

    hacia la izquierda de la cultura italiana. Esta condena viene formulada en tono

    tan dolorido como sorprendido, como si no fuera natural que la cultura se

    encuentre actualmente alineada de aquella parte, mientras que de la derecha

    se encuentra un vaco cultural casi completo.

    Usualmente se busca atribuir la razn de este estado de cosas con

    explicaciones sobre su buen mercado, que sirven para autotranquilizarse uno

    a s mismo, y permiten quedarse en la superficie de las cosas.

    Se dice, por ejemplo, que la cultura est en la izquierda porque all se

    encuentra la mayor cantidad de capital, de casas, de editoriales, de mtodos

    de propaganda. Se dice tambin que bastara que el viento cambiase para que

    muchos comprometidos por la izquierda se replanteasen su militancia.

    En todo esto hay parte de verdad. Una cultura, o mejor dicho, la base de

    lanzamiento que una cultura necesita es la organizacin, el dinero, la

    propaganda. Es indudable que el aplastante predominio de las ediciones de

    direccin marxista, del cine socialcomunista, invita a militar a muchos que

    en un clima distinto sabran permanecer neutrales.

    Sin embargo, esto no debe hacer que se olvide la verdadera causa delpredominio ideolgico de la izquierda. Tal reside en el hecho de que all

    existen las condiciones para una cultura, existe una concepcin nica de la

    vida, material, democrtica, humanista y progresista. Esta visin del mundo y

    de la vida puede asumir diversos matices; puede convertirse en radicalismo y

    comunismo, neoiluminismo y cientifismo de fondo psicoanalista, marxismo

    militante y cristianismo positivo de extraccin social. Pero siempre se

    encuentra ah una visin unitaria del hombre, de los fines de la historia y dela sociedad.

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    En esta comn concepcin tiene su origen una masiva produccin

    ensaystica, histrica y literaria que puede ser mezquina y decadente pero que

    tiene su lgica y su ntima coherencia. Y esta lgica y esta coherencia ejercen

    una fascinacin siempre creciente sobre las personas cultas. No es un misterio

    para nadie el hecho de que un gran nmero de profesores de enseanzamedia y universitaria est comunistizado, y que la comunistizacin del

    conjunto de los profesores se extiende con una rapidez impresionante. Y entre

    los jvenes que tienen el hbito de la lectura, la orientacin hacia la izquierda

    gana terreno a ojos vistas.

    En la derecha no ocurre nada de esto. Ah lo envuelve todo una

    atmsfera deprimente hecha de conservadurismo aislado y de comodidad

    burguesa. Se leen artculos en los que se pide que la cultura tenga en mayor

    consideracin los valores patriticos y la moral, todo ello en una pintoresca

    confusin de las ideas y del lenguaje.

    En la izquierda se sabe bien qu es lo que se quiere, ya sea porque se

    habla de la nacionalizacin de la energa elctrica, o del urbanismo, ya de la

    historia de Italia o del psicoanlisis, siempre se trabaja en orden a un fin

    determinado, la difusin de una determinada mentalidad, de una determinada

    concepcin de la vida.

    En la derecha se anda a tientas en medio de la incertidumbre y de la

    imprecisin ideolgica. Se es patritico-risorgimentalista y se ignoran los

    lbregos aspectos democrticos y masnicos que durante el Risorgimento

    coexistieron con la idea de la Unidad. O sea, se est por un liberalismo

    nacional y se olvida que el mercantilismo liberal y el nacionalismo liberal han

    contribuido poderosamente a destruir el orden europeo. O, an, se habla de

    estado social del trabajo y se olvida que una repblica italiana

    fundamentada en el trabajo, que ya tenamos antes de ahora,

    desgraciadamente, y que reduce en estos trminos nuestra alternativa,

    significa solamente ascender al rango de socialdemcrata de segunda.

    Quiz los hombres cultos no sean menos numerosos en la derecha que

    en la izquierda. Si se considera que la mayor parte del electorado de derecha

    es burgus, debemos deducir que all abundan quienes han hecho los estudios

    superiores y deberan haber adquirido un cierto hbito de lectura.

    Pero mientras el hombre de izquierda tiene tambin unos elementos

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    culturales de izquierda, y escucha a Marx, Freud y Salvemini, el hombre de

    derecha difcilmente posee una conciencia cultural de derecha. l no sospecha

    la importancia de un Nietzsche en la crtica de la civilizacin, no ha ledo

    jams una novela de Jnger o de Drieu La Rochelle, desconoce el Ocaso de

    Occidente y no duda que la revolucin francesa haya sido una gran pgina enla historia del progreso humano. Mientras se queda en la cultura, l es un

    bravo liberal aunque un poco nacionalista y patriota. Cuando se distingue es

    slo cuando comienza a hablar de poltica: encuentra que Mussolini era un

    hombre inteligente que no quera la guerra, y que las pelculas de Pasolini son

    sucias.

    No hace falta mucho para advertir que si no hay una cultura de Derecha

    ello se debe a que falta una verdadera idea de la derecha, una visin del

    mundo cualitativa, aristocrtica, combativa y antidemocrtica, una visin

    coherente, por encima de ciertos intereses, de cierta nostalgia y de cierta

    oleografa poltica.

    Qu significa ser de Derecha

    Con estas afirmaciones que, como todas las afirmaciones verdicas,

    escandalizarn a ms de uno, creemos haber puesto el dedo en la llaga.

    Qu debera significar propiamente ser de Derecha?

    Ser de Derecha significa, en primer lugar, reconocer el carcter

    subversivo de los movimientos surgidos de la revolucin francesa, ya se trate

    del liberalismo, ya de la democracia, ya del socialismo.

    Ser de Derecha significa, en segundo lugar, ver la naturaleza decadente

    de los mitos racionalistas, progresistas y materialistas que preparan el

    advenimiento de la civilizacin popular, el reinado de la cantidad, la tirana de

    las masas annimas y monstruosas.

    Ser de Derecha significa, en tercer lugar, concebir el Estado como una

    totalidad orgnica, en donde los valores polticos predominan sobre la

    estructura econmica, y en donde el dicho a cada uno lo suyo no significa

    igualdad sino desigualdad cualitativa.En fin, ser de Derecha significa asumir como propio aquel espritu

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    aristocrtico, religioso y guerrero que ha forjado la civilizacin europea, y en

    nombre de este espritu y de sus valores aceptar la lucha contra la

    decadencia de Europa.

    Es interesante ver en qu medida esta conciencia de lo que es la

    derecha aflora en el pensamiento europeo contemporneo. Existe unatradicin antidemocrtica que corre por todo el siglo XIX y que en las

    formulaciones del primer decenio del siglo XX nos prepara para el fascismo

    que se avecina. Se puede comenzar con Reflexiones en torno a la

    revolucin francesa en donde Burke, para empezar, desenmascara la trgica

    farsa jacobina y advierte que ningn pas puede sobrevivir mucho tiempo sin

    un cuerpo aristocrtico de una especie o de otra.

    Enseguida esta publicidad busc sostener la Restauracin con los

    escritos de los romnticos alemanes y de los reaccionarios franceses.

    As piensan los Aforismos de Novalis, con su reaccionarismo

    esplendente de novedad y de revolucin (Burke ha escrito un libro

    revolucionario contra la revolucin), otra sugestiva y proftica anticipacin:

    Un gran fallo de nuestros Estados es que se mira demasiado poco al Estado

    No deja usted introducir totalmente los smbolos y los uniformes? As piensa

    un Adam Mller, en su polmica contra el atomismo liberal de Adam Smith, la

    contraposicin de una economa nacional a la economa liberal. As piensan

    Gentz, consejero de Metternich y secretario del Congreso de Viena, Gorres,

    Baader y de igual manera Schelling. Prximo est un Federico Schlegel con

    sus mltiples intereses, la revista Europa, manifiesto del reaccionarismo

    europeo, la exaltacin del medioevo, los primeros estudios sobre los orgenes

    indoeuropeos y la polmica con los liberales italianos sobre el patriotismo de

    Dante, patriota del Imperio y no pequeo nacionalista.

    As piensa De Maistre, este maestro de la contrarrevolucin que exaltaba

    al tirano como smbolo del orden viril y positivo; el vizconde De Bonald;

    Chateubriand, gran escritor y poltico reaccionario; el radicalismo de Donoso

    Corts: veo llegar el tiempo de las negaciones absolutas y de las

    afirmaciones soberanas. Por otra parte, la crtica puramente reaccionaria

    tena sus lmites bien evidentes en la cerrazn a aquella fuerza nacional y

    burguesa que anhelaba fundar una nueva solidaridad diferente de la de las

    negaciones iluministas. Arndt, Jahn y Fichte, pero ms an el Hegel de la

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    Filosofa del Derecho, pertenecen al horizonte contrarrevolucionario por la

    concepcin nacional-solidarista del Estado, aun cuando no comparten el

    dogmatismo legitimista. La cerrazn a las fuerzas nacionales, incluso all

    donde, como en Alemania, se encuentran sobre posiciones antiliberales, es el

    lmite de la poltica de la Santa Alianza. Sacudido el sistema de Metternich porla miopa de su concepcin de fondo (combatir la revolucin con la polica e ir

    restaurando una legalidad setecentista), la contrarrevolucin se divide en dos

    ramas: una se estanca en posiciones meramente legitimistas y confesionales

    destinadas a ser subvertidas, y la otra busca nuevas vas y una nueva lgica.

    Carlyle polemiza contra el espritu de los tiempos, el utilitarismo

    manchesteriano (no es que la ciudad de Manchester se haya enriquecido

    ms, es que se han hecho ms ricos algunos de los individuos menos

    solidarios de la ciudad de Manchester) y el humanitarismo de Giuseppe

    Mazzini (Qu son todas estas tonteras de color de rosa?). l busca en los

    hroes la clave de la historia, y ve en la democracia el eclipse temporal del

    espritu heroico.

    Gobineau publica en 1853 el memorial Ensayo sobre la desigualdad

    de las razas humanas fundando la idea de aristocracia sobre sus

    fundamentos raciales. La obra de Gobineau encontrar su continuacin en los

    escritos de los alemanes Clauss, Gnther, Rosenberg, del francs Vacher de

    Lapouge y del ingls H. S. Chamberlain. A travs de esta idea el concepto de

    estirpe, fundamental para el nacionalismo, viene arrancado de la

    arbitrariedad de los diversos mitos nacionales, y reconducido hacia el ideal

    nrdico-indoeuropeo como una medida objetiva del ideal europeo.

    Al final del siglo la vanguardia de la Derecha era la polmica de Federico

    Nietzsche contra la civilizacin democrtica. Nietzsche, todava ms que

    Carlyle y Gobineau, es el creador de una moderna Derecha fascista, a la que

    ha dotado de un lenguaje resplandeciente de negaciones revolucionarias.

    Nietzscheanos son el escarnio del enemigo, la prontitud para atacar, la

    temeridad revolucionaria (lo que se cae debe ser tambin empujado). La

    palabra de Nietzsche ser recogida en Italia por Mussolini y DAnnunzio, en

    Alemania por Jnger y Spengler, y en Espaa por Ortega y Gasset.

    Entretanto, tambin dentro del nacionalismo se ha alzado un cambio de

    signo. En las formulaciones de los romnticos alemanes la nacin ya no era

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    la masa desarticulada, la nacin jacobina, sino la sociedad corporativa, con

    sus cuerpos sociales, sus tradiciones y su nobleza. Una sociedad enseaba

    Federico Schlegel es tanto ms nacional cuanto ms ligada est a sus

    costumbres, a su sangre, a sus clases dirigentes, que, para nosotros,

    representan la continuidad de la historia.A finales del siglo tiene efecto una reelaboracin del nacionalismo en el

    espritu del conservadurismo. Maurrs y Barrs en Francia, Oriani y Corradini

    en Italia, los pangermanistas y el movimiento juvenil en Alemania, y Kipling

    y Rhodes en Inglaterra, han conferido a la idea nacional una impronta

    tradicionalista y autoritaria. El nuevo nacionalismo es esencialmente un

    elemento del orden.

    Fascismo, nazismo y cultura de Derecha

    En efecto, el mito impreciso de pueblo sirve todava para

    contrabandear con una cantidad de ideas que no son de derecha. De aqu la

    escasa capacidad de captacin en el campo cultural de los regmenes fascistas

    de Italia y Alemania. El fascismo y el nazismo tienen clara su contraposicin a

    los movimientos surgidos de la revolucin francesa, y osaron hacer frente al

    mito burgus, contra el capitalismo anglosajn, y al mito proletario, contra el

    bolchevismo ruso; y no renunciaron a crear dentro de su Estado una ciudadela

    ideolgica que pudiese sobrevivir a la catstrofe poltica.

    Basta pensar que en Italia el liderazgo cultural fue confiado a Gentile,

    un hombre que supo aportar su personalidad pero que ideolgicamente slo

    era un patriota de espritu risorgimentalista, ligado con hebra doble al

    mundo de la cultura liberal. No es casualidad que todos los discpulos de

    Gentile (aquellos inteligentes que consideran cultura cualquier cosa) militen

    hoy en el campo antifascista, e incluso en el comunista. Quien lea Gnesis y

    estructura de la sociedad deber quedarse perplejo ante el espritu

    socialdemcrata de esa obra que culmina dignamente el ideal bolchevique del

    humanismo del trabajo. As no puede sorprender que un gentiliano como

    Ugo Spirito se manifieste de cuando en cuando, ora como corporativista, oracomo comunista, sin necesitar cambiar un rengln de lo que ha escrito.

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    En Italia, durante los aos veinte, se habl mucho de patria y de nacin

    pero jams hubo preocupacin por hacer circular la idea de la moderna cultura

    de Derecha. El ocaso de Occidente de Spengler (que Mussolini conoca en

    versin original), El Trabajadorde Jnger y El Estado verdadero de Spann

    nunca fueron traducidos. Novelas como Gilles de Drieu La Rochelle o Los

    proscritos de Von Solomon fueron completamente ignoradas por la cultura

    fascista oficial.

    En estas condiciones, era natural que la obra de un Julius Evola pasase

    inadvertida. Un libro como Revuelta contra el mundo moderno que,

    traducido en Alemania, despert gran inters (Gottfried Benn escribi de l:

    una obra cuya excepcional importancia aparecer claramente en los aos

    venideros. Quien la lea se sentir transformado y ver Europa de otra

    manera) fue como si no se hubiera escrito en Italia.

    A la sombra del Littorio, detrs de la fachada de las guilas y de las

    divisas, sigui prosperando una cultura neutra, inspida, a veces fiel al

    rgimen por un ntimo patriotismo pequeoburgus, ms frecuentemente con

    una actitud encubierta, polmica e instigadora. Hoy estn de moda las

    memorias de Zangrandi, en las que algunos personajes mediocres de la

    poltica y el periodismo se jactan de haber hecho carrera como fascistas, sin

    serlo realmente. Es evidente que la mala fe de estas plidas figuras, entre

    tantas mentiras, deja una verdad. En la cultura fascista, la oficial de los

    Littoriali de la juventud, detrs de una fachada de aduladores homenajes al

    Duce, al Rgimen y al Imperio, quedaba una mezcla de socialismo patritico,

    de liberalismo nacional y de catolicismo italiano.

    Desaparecida la identificacin Italia-Fascismo, hundido en 1943 el

    concepto tradicional de patria, los patriotas socialistas evolucionan a

    socialcomunistas, y los liberales nacionalistas slo a nacionales, y los

    catlicos italianos a democristianos.

    Es indudable que el oportunismo ha contribuido a esta fuga general,

    pero tambin es cierto que, si el fascismo hubiera hecho cualquier cosa para

    crear una cultura de Derecha, una inexpugnable ciudadela ideolgica, alguna

    cosa ms quedara en pie.

    El Nacionalsocialismo encontr base mejor para trabajar. La cultura de

    Derecha alemana contaba con una prestigiosa serie de nombres, comenzando

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    en los primeros romnticos y acabando con Nietzsche. El propio Goethe ha

    dejado palabras inequvocas de desconfianza hacia la fatuidad liberal de sus

    tiempos. Adems, entre 1918 y 1935, en Alemania haba florecido la

    denominada revolucin conservadora con autores de fama europea como

    Oswald Spengler y Ernst Jnger, Othmar Spann y Moeller Van Der Bruck,Ernst Von Solomon y Hans Grimm, que son nombres conocidos tambin fuera

    de las fronteras alemanas. El mismo Thomas Mann ha hecho con las

    Consideraciones de un apoltico una contribucin fundamental a la causa

    de la derecha alemana.

    Todava aqu, sin embargo, el mito del pueblo tom la mano a los

    gobernantes y la igualdad hizo enmudecer todas las crticas, incluso las

    constructivas. Pero en las confrontaciones del fascismo, el nazismo tena el

    mrito de obligar a la cultura neutra a una rendicin de cuentas. En eso,

    mucho ms que el rgimen italiano, tena la conciencia de representar una

    autntica visin del mundo, violentamente hostil a todas las putrefacciones e

    ideas errneas de la Europa contempornea. La muestra del arte degenerado,

    la quema de los libros hebreos, si no otras cosas, tenan un significado ideal

    revolucionario y un carcter de abierta revuelta contra los fetiches de un

    mundo en descomposicin.

    Pero tambin aqu se exagera; con esto se denuesta contra personajes

    que podran ser dejados en paz, como Benn o Wiechert, mientras, por su

    parte, los censores mostraban defectos populistas y jacobinos. Existe un librito

    titulado A los oscurantistas de nuestro tiempo en el que Rosenberg

    responde a los crticos catlicos de su Mito con una vulgaridad que no tiene

    nada que envidiar a Voltaire o a Anatole France.

    Como quiera que fuere, fue en un ambiente nacionalsocialista donde se

    concibi el ambicioso proyecto de crear una tropa de ruptura en el campo de

    la visin del mundo para abrir un paso en el gris horizonte de la cultura

    neutra y burguesa.

    Y la propia concepcin de las SS, su superacin del simple patriotismo

    alemn en el mito de la raza aria, la concepcin del Estado como un orden

    standarizado, la idea de un imperio europeo de nacionalidad germnica, ponen

    al nacionalsocialismo a la vanguardia de la formulacin de los contenidos

    ideolgicos de una derecha pura.

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    Indicaciones para una nueva cultura de Derecha

    Qu problemas se plantean a quienes quieren afrontar el problema de

    la cultura de Derecha? Antes que nada, se considera necesario un enfoquecorrecto del problema. Y la primera contribucin a este enfoque es la

    definicin de lo que se entiende por Derecha y por cultura.

    Es necesario dejar claro que, para el hombre de derecha, los valores

    culturales no ocupan el rango excelso que ensalzan los escritores de formacin

    racionalista. Para el verdadero hombre de derecha, antes que la cultura estn

    los genuinos valores del espritu, que encuentran su expresin en el estilo de

    vida de la verdadera aristocracia, en las organizaciones militares, en las

    tradiciones religiosas an vivas y operativas. Primero est un determinado

    modo de ser, una determinada tensin contra alguna realidad y despus el

    eco de esta tensin bajo la forma de filosofa, arte, literatura...

    En una civilizacin tradicional, en un mundo de derecha, primero viene

    el espritu vivo y despus la palabra escrita.

    Slo la civilizacin burguesa, nacida del escepticismo ilustrado, poda

    pensar en sustituir el espritu heroico y asctico por el espritu de la cultura,

    la dictadura de los filsofos.

    El demcrata rinde culto a la problemtica, a la dialctica y a la

    discusin, y transformara voluntariamente la vida en un caf o en un

    parlamento. Para el hombre de derecha, por el contrario, la pesquisa

    intelectual y la expresin artstica adquieren un sentido tanto en cuanto

    comunican con la esfera del ser, con algo que comnmente concebido no

    pertenece al reino de la discusin, sino al reino de la verdad. El autntico

    hombre de derecha es instintivamente hombre religioso, no en el sentido

    estricto de lo que el trmino implica en relacin con la fe y la devocin, sino

    porque mide sus valores no con el metro del progreso, sino con el de la

    verdad.

    Ser conservador ha escrito Moeller van der Bruck no significa

    depender del inmediato pasado sino de los valores eternos.

    La cultura y el arte de derecha no pueden pretender ser el centro mismo

    del templo, sino slo el vestbulo. La verdad viva es otra.

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    De aqu una cierta deficiencia del genuino hombre de derecha frente a la

    cultura moderna, un desprecio impersonal por el comn de los literatos, de los

    estetas, de los periodistas. Recuerdo las palabras de Nietzsche: Una vez el

    pensamiento era Dios, despus pas a ser hombre, ahora se ha hecho plebe,

    un siglo ms de lectores y el espritu se pudrir y apestar.De aqu la hostilidad del fascismo y del nazismo al tipo del intelectual

    desarraigado. En ella reside no slo la tosca desconfianza de los escuadristas

    y los lansquenetes hacia los refinamientos intelectuales sino tambin la

    aspiracin a una espiritualidad hecha de herosmo, fidelidad, disciplina y

    sacrificio. Jos Antonio recomendaba a sus falangistas el sentimiento asctico

    y militar de la vida.

    Asentada esta premisa, consideramos ms cercana la obligacin de dar

    vida a una cultura de Derecha. El fin, ya lo hemos dicho, es la construccin de

    una visin del mundo que se inspire en valores diferentes de los hoy

    dominantes. No una teora o filosofa, sino una visin del mundo. Esto

    permite un largo margen de libertad a las aportaciones particulares. Se puede

    trabajar para crear una visin del mundo de derecha, tanto desde la parte

    catlica como desde la neopagana, ya proyectando el nobilsimo mito de la

    Europa Cristiana, ya sosteniendo la identidad Europa-Arianidad.

    Un ejemplo modesto pero interesante de esta concordia discursiva es el

    ofrecido por las revistas juveniles del primer neofascismo. Cantiere y

    Carattere, de la parte catlica, e Imperium y Ordine Nuovo, de la parte

    evoliana, han contribuido no poco a un proceso de revisin de ciertos mitos

    burgueses y patrioteros, caractersticos de la vieja Derecha.

    Estas revistas y otras que no hemos mencionado ( Il Ghibellino,

    Barbarossa, Tradizione, etc) contribuyen siempre con importantes

    limitaciones a avivar un cierto discurso. Todo o casi todo se debe a quien

    bien se puede definir como el maestro de la juventud neofascista: Julius

    Evola.

    Sin libros como Los hombres y las ruinas y Cabalgar al tigre no sera

    posible mantener libre un espacio cultural en la derecha actualmente. Pero

    Evola es un gigante aislado y su obra yace hoy sobre sus espaldas.

    Necesitamos nuevas fuerzas creadoras o, al menos, un inteligente trabajo de

    difusin.

  • 8/3/2019 Dos textos de Adriano Romualdi

    15/30

    Sean cultivados los campos particulares de la historia, de la filosofa y

    de la ensaystica. Sea probada cualquier cosa en el plano del arte. No en vano

    ha comparado Evola la tradicin con una vena que necesita innumerables

    capilares para llevar su sangre por todo el cuerpo.

    Orientaciones para una nueva cultura de Derecha

    Cules podran ser las tareas de una derecha cultural?

    En el campo de la visin del mundo, la definicin de una concepcin

    orgnica y no mecnica, cualitativa y no cuantitativa, una Ganzheitslehre para

    la cual existe toda una serie de puntos de referencia desde Schelling hasta

    Othmar Spann. Pero tambin algunos filsofos del idealismo depurados de

    cierta mitologa historicista pueden constituir puntos de referencia contra el

    neomarxismo y el neoiluminismo. Desde el Hegel de La filosofa del

    derecho hasta el mejor Gentile, algunos elementos pueden ser utilizados. No

    debe pasarse por alto la crtica de la ciencia y de la concepcin matemtica

    del cosmos, en la que est la crtica del concepto de las leyes de la naturaleza

    de Boutroux, ni asimismo que el lan vital de Bergson puede servir como

    elemento de ruptura para una concepcin del universo no matemtica, sino

    voluntarista y espiritualista.

    As, en este mbito, existen puntos de referencia bastante numerosos.

    Lo importante es darse cuenta de que una visin del mundo debe ser

    formulada tambin en trminos lgicos y no slo msticos. La importancia de

    un Evola respecto de un Guenon estriba en que l sostiene una Teora y una

    Fenomenologa del Individuo Absoluto, es decir, un verdadero y propio

    pensamiento y de la mayor consecuencia y coherencia. En una poca de

    racionalismo imperante, no es posible pretender hacer aceptar un

    tradicionalismo que se presenta en trminos ms o menos fidestas.

    Pero en lo que tiene relacin con la verdadera y propia ciencia, es ante

    todo en utilizar las reservas formuladas por grandes cientficos

    contemporneos como Heisenberg y Weiszker frente al mtodo cientfico

    como instrumento de conocimiento absoluto. Es importante darse cuenta de

    que la fsica ms moderna no conoce una materia sino una serie de hiptesis

    en torno a un quidconceptualmente indefinible.

  • 8/3/2019 Dos textos de Adriano Romualdi

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    Un segundo campo es el de la antropologa. Antroplogos como el

    americano Jensen (La hereditabilidad de la inteligencia) y el ingls

    Eysenck (Raza, inteligencia y educacin) han analizado la desviacin

    intelectual entre blancos y negros, dando realce a los factores hereditarios.

    Otro americano, Carleton S. Coon, en su obra El origen de las razas considerado el estudio ms importante sobre los orgenes del hombre despus

    de los de Darwin ha demostrado cmo las razas humanas no han tenido un

    progenitor comn, sino que han superado separadamente el umbral de la

    hominizacin. Se trata de afirmaciones fundamentales que los medios de

    comunicacin social se esfuerzan en ignorar, pero de las que la Derecha no

    puede desentenderse por sus consecuencias antiigualitaristas.

    Al margen de la ciencia se encuentra uno de los argumentos hoy ms

    discutidos: la ecologa. Sera absurdo que la Derecha abandonase a la

    izquierda este tema, cuando todo el significado ltimo de su batalla se

    identifica propiamente con la conservacin de las diferencias y de las

    peculiaridades necesarias para el equilibrio espiritual del planeta,

    conservacin de la que la proteccin del ambiente natural es una parte.

    El de la historia es uno de los campos ms violentamente batidos por la

    ofensiva adversaria. Demostrar que la Derecha est contra el sentido de la

    historia es uno de los medios con mayor aceptacin para desacreditarla ante

    los ojos de una poca que considera el progreso tcnico como progreso

    absoluto.

    Antes que nada, es necesario hacer un lugar a una concepcin no

    banalmente evolutiva de la historia. Oswald Spengler, Toynbee, Gnther y

    Altheim pueden ofrecer las pautas de referencia. A la concepcin de la historia

    como un progreso mecnico se opone una visin histrica que conoce

    perodos de desarrollo y perodos de evolucin. En general no existe una

    historia de la humanidad, sino slo una historia de las diferentes estirpes y

    civilizaciones, por ejemplo, una historia de Europa como devenir de las

    estirpes indoeuropeas a travs de los ciclos prehistrico, grecorromano y

    medieval-moderno.

    Esta concepcin de una cultura europea es tambin lo que ayuda a

    comprender la historia ms reciente. Toda la historiografa derechista, desde

    1800 en adelante, est escrita en clave nacional y nacionalista. Este esquema

  • 8/3/2019 Dos textos de Adriano Romualdi

    17/30

    no es metodolgicamente errneo, pero s estrecho. Muestra sus limitaciones

    cuando el fascismo se asienta como movimiento europeo para la

    reestructuracin de la civilizacin europea entera. Es por esto que los libros de

    los epgonos del nacionalismo, como Tamaro (Veinte aos de historia) le

    dejan a uno insatisfecho por la falta de una adecuada perspectivahistoriogrfica.

    El campo del arte merece una resea particular. Aqu no basta la

    claridad de las orientaciones, sino que es necesario integrar las tesis justas

    con la infalibilidad del gusto que confiere la nobleza artstica a un sentimiento

    del mundo.

    Qu es el arte de derecha? No se trata simplemente de hacer buenas

    novelas o poesa diversa por el contenido, sino de expresar una diferente

    tensin estilstica. En eso residen los libros de autores comprometidos con la

    derecha, en los que difcilmente se podra encontrar esta nueva dimensin.

    Esta puede aflorar, por el contrario, en escritores menos militantes. Vase, por

    ejemplo, Sobre los acantilados de mrmolde Jnger.

    Este autor estuvo durante un perodo de tiempo muy cercano al

    nacionalsocialismo; enseguida se diferenci asumiendo posturas crticas. Pero

    difcilmente podremos encontrar cualquier cosa que est ms en la derecha

    que este relato: la impersonalidad aristocrtica de la narracin, el estilo

    impecable y brillante, la ausencia de una costa de psicologismo burgus, por

    mnima que sea, hacen de l un modelo difcilmente olvidable.

    En general, estas caractersticas se encuentran en todas las mejores

    obras de Jnger. El contenido literario de Jnger es poco precioso. Pero un

    sentimiento artstico de derecha puede animar incluso una materia desnuda,

    pobre, naturalista. As ocurre en las novelas del noruego Hansum, en gran

    parte historias de paisanos del norte: pescadores, marineros, campesinos...

    Tambin en ellas, aunque sea en tono menor, hay una firme y mesurada

    dignidad y al mismo tiempo un elemento mtico en las tribulaciones de

    estas almas simples que luchan contra el destino en la atmsfera magntica

    del paisaje boreal.

    Debemos limitarnos a un par de ejemplos, los primeros que nos vienen

    a la mente. Pero cada uno puede comprender aquello que habamos querido

    decir, e integrar estas alusiones con su sensibilidad y sus conocimientos. Estas

  • 8/3/2019 Dos textos de Adriano Romualdi

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    reflexiones valen para todas las artes: el contenido pasa a una segunda lnea

    ante la forma. Vase, por ejemplo, la desenvoltura con que el Fascismo se

    apropia de la arquitectura moderna para expresar un sentimiento del mundo

    que no es moderno. Vase la arquitectura clsico-moderna de la Universidad

    de Roma, o la del Foro de Mussolini. Se trata de obras menores, pero de obrasmuy logradas, y el espritu que emana de ese esplendor no es la aridez de los

    rascacielos, sino la sustancia dura y luciente del espritu antiguo: orden,

    medida, fuerza, disciplina y claridad.

    Y vayamos a un arte menor, el cine. Aunque aqu haremos algunas

    reflexiones sueltas que pueden servir para encuadrar el problema.

    Todos pueden ver que El asedio del Alczares una buena pelcula de

    propaganda fascista. Pero, en rigor, con el mismo lenguaje se podra haber

    hecho una epopeya antifascista. Hay por el contrario alguna escena del judo

    comunista Eisenstein (tengamos en mente algunos fotogramas de Ivn el

    Terrible) que, por su misticismo nacionalista y autoritario, deben ser

    considerados de derecha. As, es de notar que Fritz Lang, el director de Los

    Nibelungos, era un comunista convencido que abandon Alemania con el

    advenimiento de Hitler. Pero pocas pelculas adems de su obra maestra

    llegan a expresar la moral heroica, mstica y pagana de la Alemania

    nacionalsocialista. Y Goebbels demostr una notable inteligencia cuando

    pens en l para la direccin de la pelcula del Congreso de Nremberg.

    An un ejemplo ms: Ingmar Bergman. Este autor no puede

    ciertamente considerarse fascista (si bien los comunistas lo intentaron en

    alguna ocasin). Pero en alguna de sus obras hay una potencia simblica que

    transportada al arte del dominio social no puede por menos que ejercitar

    algunas sugerencias precisas que los adversarios definiran conscientemente

    como irracionales y fascistas. Tengamos presentes algunas escenas de El

    sptimo sello. Recurdense los pasajes mticos y solemnes, la presencia de

    lo invisible en el corazn de lo visible y el drama del hroe. Aqu no se quiere

    pregonar ningn mensaje poltico, pero la impresin que el espectador recibe

    de ello, en conjunto, es completamente diferente de una impresin

    democrtica, social o humanista.

    Naturalmente, quien decide es el instinto. Quien es verdaderamente de

    derecha, quien est interiormente marcado por tales valores, por un particular

  • 8/3/2019 Dos textos de Adriano Romualdi

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    ethos, sabr inmediatamente distinguir las impresiones artsticas que

    pertenecen a su mundo. Esttica viene de aisthanomai, conocer por medio de

    sensaciones inmediatas.

    Las consideraciones aqu desarrolladas no tienen un carcter

    sistemtico. Se quiere slo afrontar un problema, no definirlo. Por otra parte,en este campo son todava suficientes las orientaciones generales. Desde

    aquello hasta esto, cada uno debe proceder segn su conocimiento y

    capacidad.

    Bastan unos pocos indicios para trazar la lnea de desarrollo de una

    cultura de Derecha. Pero esta orientacin abstracta comenzar a cobrar forma

    cuando todos y cada uno comiencen a escribir y a actuar.

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    Se habla mucho en los ltimos tiempos de una nueva cultura de

    Derecha. Incluso alguien mostrando no tener miedo al ridculo- ha hablado

    abiertamente de un nuevo Renacimiento (con erre mayscula).

    No hay duda de que la Derecha est de moda. El desgobierno, los

    desocupados y la contestacin han creado los presupuestos para un nuevo

    inters de la opinin pblica por ideas y perspectivas que no sean las

    acostumbradas por la izquierda. En esta coyuntura se han insertado algunas

    iniciativas editoriales gracias a las cuales ha sido posible difundir, por decenas

    de millares de ejemplares, algunos ttulos provocadores para cierto

    conformismo progresista. De ah el que se hable tanto de una nueva cultura

    de Derecha. Se trata ahora de ver en qu consiste.

    Se trata sobre todo de una moda de la cultura de Derecha, sin ningn

    bagaje importante a la espalda como los enemigos han insinuado

    malignamente (Moravia ha escrito que la nueva cultura de Derecha consiste

    en el hecho de haberse reeditado a De Maistre) o por el contrario se dejanindividualizar tendencias ms profundas y constructivas? Dado que la cultura

    no es una simple escenografa para hacer impacto en un electorado, sino que

    de la madurez de los libros y de los autores viene cualificado el propio

    alineamiento que de ellos se reclama, no puede infravalorarse la importancia

    de este interrogante.

    Si se mira bien, para esta nueva cultura de Derecha entran en juego

    pocos nombres. Se trata de los de Augusto Del Noce, de Armando Plebe y deElmire Zolla, a los que se puede unir el de Julius Evola, que no es nuevo

    pero cuyos libros han tenido una reimpresin y encontrado un renovado

    inters en los ltimos cuatro aos.

    Por eso nos ocuparemos de Zolla y de Del Noce cuyas ideas influyen en

    las de la Casa Editorial Rusconi, despus de Armando Plebe, consejero

    cultural del MSI, y finalmente de Evola.

  • 8/3/2019 Dos textos de Adriano Romualdi

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    Zolla, Del Noce y la Casa Editorial Rusconi

    Lo que salta a los ojos de quien se ocupe de Augusto Del Noce y de

    Elmire Zolla es que se trata de dos intelectuales que, slo con una ciertacautela, pueden ser considerados de Derecha, una calificacin entre otras

    que no comparto particularmente. Y todava, el rechazo de la cultura

    progresista y neoiluminista que hoy invade el mercado hace de ellos dos

    reaccionarios.

    Se trata de una Derecha que rehye las definiciones polticas o,

    cuando las busca (ste es el caso de Del Noce), no va ms a la derecha de la

    democracia cristiana. Augusto Del Noce es un catlico cercano a los ambientes

    de izquierda, un discpulo del filsofo catlico francs Maritain, que en su

    tiempo se alist contra Franco durante la guerra civil espaola. Aunque hoy,

    no obstante, se ha desilusionado con la izquierda porque ella ha preferido la

    sociedad tecnocrtica y pornogrfica, l no reniega de los valores de la

    democracia.

    En cuanto a Zolla, se trata de un refinado intelectual ntimo de Moravia

    y compaa que hasta cierto punto ha buscado en el espiritualismo un

    refugio a la aridez de la cultura neoiluminista. Tpico clrigo antifascista,

    Zolla se nutre de un odio enfermizo contra todo lo que es autoridad estatal y

    militar; en su libro Qu es la tradicin llega a hablar de la Tradicin durante

    cientos de pginas, sin mencionar todos aquellos institutos sagrados,

    monrquicos y guerreros en los que la Tradicin se ha encarnado durante

    milenios.

    Lo que caracteriza a Del Noce y a Zolla es la angustia por el carcter

    totalitario de la sociedad contempornea en el que se exprime la muerte de

    la trascendencia religiosa. Ellos se oponen al marxismo y al neoiluminismo

    en los que justamente reconocen formas de mesianismo laico y tambin a

    todo totalitarismo de Derecha.

    Es conocida la interpretacin que Del Noce da al fascismo: el fascismo

    es el mito idealista-pagano de la Nacin, paralelo al marxista de la Clase,

    episodios uno y otro de la fase sacra de la poca de la secularizacin,

    primera de la fase final del atesmo con la sociedad opulenta.

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    La consecuencia de este purismo espiritualista es el rechazo de toda

    alternativa revolucionaria de Derecha, que slo podra frenar la revolucin de

    Izquierda.

    En realidad, este anlisis de Del Noce se apoya en una base muy frgil.

    Ante todo, es equivocado reducir el fenmeno fascista a sus aspectoshegelianos. El hegelianismo adquiere una cierta relevancia en el fascismo

    italiano por la iniciativa no por todos apreciada de Gentile. En Alemania,

    Rumania y Espaa las races ideolgicas son otras, se dejan conducir por la

    idea de la revolucin conservadora que comoquiera que se desee

    interpretar- carece del humus ms genuino del fascismo italiano. Adems el

    totalitarismo fue, en gran parte, un hecho instrumental: fue la respuesta

    moderna que una Derecha revolucionaria dio a la Izquierda de la poca de

    masas y de propaganda de masas.

    Lo que es verdaderamente esencial al fascismo y al nacionalsocialismo

    es la interpretacin poltica de aquella cultura romntica que, con el

    reconocimiento de lo que es histrico, orgnico, nacional y biolgico,

    representa la superacin y no la simple negacin reaccionaria de la

    mentalidad iluminista. Este horizonte cultural de la revolucin conservadora

    europea es el terreno ms slido para la definicin de un nacionalismo

    europeo como razn histrica de la anttesis a la civilizacin de consumo

    americana y al bolchevismo. Fuera de esto, el tradicionalismo deviene en

    puro misticismo y la negacin de la izquierda pierde toda connotacin

    histrico-poltica.

    Fuera de esto, todos los equvocos son posibles. Est el equvoco de la

    libertad, que en una poca de propaganda de masas poda tener un sentido

    diverso del que le atribuyen quienes controlan la radio y la televisin. Est el

    equvoco de la democracia, que no es un simple sistema de gobierno, sino

    (es extrao que un sutil metafsico como Del Noce no lo haya prevenido) la

    metafsica propia de la poca de la secularizacin. La democracia es la

    conviccin filosfica de que los valores no son, sino que vienen puestos por

    turno por los ms pequeos y los ms numerosos. Ello quiere decir si Del

    Noce lo permite que la pornografa y la ideologa del bienestar no son una

    enfermedad de la cultura, sino el sentido propio de la democracia

    coherentemente realizada.

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    En realidad, la anttesis no reside entre el totalitarismo y el

    espiritualismo, ni entre mito poltico y tradicionalismo como se deducira de

    las pginas de Zolla o Del Noce, sino entre la Derecha que niega la

    democracia, aunque tambin se preocupa de organizar a las masas y la

    izquierda, para quien la democracia se verifica en la sociedad de consumo yen la pornografa de masas.

    Las pginas de Del Noce fatigosas y pacientes y de Zolla

    alambicadas e inquietas son los espejos de una angustia sincera frente a los

    peligros de la civilizacin de masas, pero no contienen ninguna respuesta

    histrico-poltica.

    La Casa Editorial Rusconi

    La ambigedad del discurso de Zolla o de Del Noce se transparenta en la

    que es emanacin de su influencia cultural: la Casa Editorial Rusconi. Es por

    sta, no por el acontecimiento electoral del MSI en 1971, que se aviva la

    existencia de una nueva cultura de Derecha.

    Con notables medios publicitarios y una moderna tcnica de conquista

    del mercado, la Rusconi ha tenido el acierto de difundir toda una serie de

    obras espirituales, o no comprometidas en modo alguno con la izquierda,

    que han producido el clsico efecto de la piedra sobre el estao. Las

    izquierdas, que se crean el amo y seor en el campo de la manipulacin de

    los medios de comunicacin, han reaccionado con agitacin, contribuyendo

    todava ms a los planes publicitarios de la Rusconi.

    El catolicismo tradicional, los msticos de todos los colores, las novelas

    esotricas, los pielrojas, los Borbones, los panfletos de Armando Plebe y los

    ensayos de Augusto Del Noce, juntamente con las novelas de Jnger, Drieu La

    Rochelle, etc, constituyen el horizonte de esta casa editorial, cuya orientacin

    podra definirse como tradicionalista y en todo caso- antiprogresista. Por lo

    dems, la Rusconi, nacida de la colaboracin de un joven administrador que

    flirtea con el reaccionarismo y un director con los pies slidamente plantados

    en el establecimiento democrtico, no tiene la rienda suficientemente suelta.

    As su tradicionalismo ser ms bien el sublime y extraterrestre de Zolla

    y Guenon que el de un Evola, pues no molesta a nadie y tambin el sutil

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    izquierdista puede apreciar su extico aroma sin ser forzado a verse cogido

    por una serie de consecuencias histrico-polticas. La historia, la poltica y

    ojal la economa constituyen desgraciadamente nuestro destino. Pero el

    esteta prudente y reaccionario no desea ser puesto en confrontacin con su

    destino: l suea con un horizonte extico, atemporal, que pueda ser almismo tiempo el de los nobles pies negros, o el de los hippies nudistas, y de

    este modo subsiste.

    Ciertamente, ello dar a las publicaciones de De Maistre un tinte

    reaccionario para exquisitos, pero teniendo en cuenta que hay que

    desvincularlo de todo contexto histrico real y del mundo poltico de la

    Restauracin. O bien, publicar a Drieu La Rochelle, pero nunca al Drieu La

    Rochelle comprometido, y, del mismo modo, deber darnos una resea

    biogrfica que diga muri trgicamente en 1945 (Dios mo, debajo de un

    tren?) Igualmente se proponen de nuevo los Borbones, los pielrojas, los

    tradicionalistas exticos y arcaizantes, como una provocacin de la que en el

    fondo incluso a la izquierda inteligente puede gustar algn aspecto (No est

    quiz contra el Estado italiano, los Saboya y la raza blanca?)

    De todos modos, para evitar riesgos, siempre estn los diarios de los

    aristcratas antinazis alemanes (Qu caramba! Pielrojas y Borbones, bien,

    pero hay que ser antinazi) porque el esteta reaccionario al fin y al cabo es

    slo un filisteo de vacaciones.

    Con todo esto, no queremos negar que la Casa Editorial Rusconi haya

    desarrollado un papel til e importante. Publicar Helipolis de Jnger, Las

    hermanas de San Petersburgo de De Maistre, Drole de voyage de Drieu,

    significa abrir una brecha en la mentalidad de la cultura dominante. Y, gracias

    a la Casa Editorial Rusconi, el lector medio de peridicos ha comprendido que

    existe una cultura de Derecha, que es desde De Maistre hasta Flaminio

    Piccolo una ideologa de la conservacin y que, en fin, Carlos Marx no ha

    comprendido todo.

    Pero los grandes problemas de la revolucin conservadora aquellos

    que son impuestos por el romanticismo, el nacionalismo y el fascismo- son

    otros. La Casa Editorial Rusconi ha dado mucho, el tiempo, la contingencia y

    la idiosincrasia de sus consejeros ocultos. Pero lo ha hecho mezclando el

    tradicionalismo y el exotismo, el compromiso y el esteticismo, la espiritualidad

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    y el espiritualismo, lo que muestra lo que es y lo que nunca podr ser.

    Armando Plebe consejero cultural de Almirante

    A diferencia de Zolla y de Del Noce, Armando Plebe no es unespiritualista. Por su formacin y por una cierta coquetera intelectual,

    recuerda ms bien a ciertos filsofos del siglo XVIII y, significativamente, l

    habla de la nueva cultura de Derecha como una nueva Ilustracin.

    Esta afirmacin podra parecer aventurada si se piensa que la Ilustracin

    es la madre de la revolucin francesa y de todas las ideologas de izquierda.

    Por el contrario, una cultura de Derecha nace precisamente en los albores

    del romanticismo en Alemania, en anttesis a las negaciones racionalistas e

    igualitarias de la Ilustracin.

    Pero es necesario tener presente a qu se reduce por parte de Plebe la

    cultura de Derecha, que en su concepcin es nicamente la cultura neutral y

    libre, es decir, la cultura no estrictamente vinculada a la izquierda. Al

    contrario, puesto que su polmica, ms que contra la izquierda y el marxismo

    en s, se dirige contra la impregnacin del marxismo en la contestacin, Plebe

    no podra, en rigor, condenar ni siquiera el marxismo terico mientras ste

    haga de la cultura algo serio y no partidista.

    Es sabido que Plebe era, hace unos tres aos, comunista y que el

    nombre del futuro presidente del FUAN figuraba entre los firmantes del

    manifiesto contra el asesinato del estudiante Paolo Rossi. No se podra

    afirmar que l fuera el prototipo del marxista autntico; sin embargo, su

    osada le ganara la amistad de Togliatti y un reconocimiento oficial en la

    URSS. l era, ms propiamente, un intelectual que encontraba ms favorable

    para los intelectuales un cierto clima cultural que la izquierda estaba

    instaurando en los aos cincuenta.

    La crisis de Armando Plebe comenz con la contestacin. En un primer

    momento, desde su ctedra en la Universidad de Palermo, fue uno de los

    promotores. Despus, cuando la contestacin devino en maosmo y comenz a

    denunciar los privilegios de los mandarines intelectuales, reclamndoles el

    servicio del pueblo con la azada y el fusil, el Plebe profesor universitario se

    impuso al Plebe marxista y, en el nombre de la libertad de cultura, se pas a

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    la Derecha. Significativamente, el tema preferido por el Plebe derechista es la

    necesidad de devolver el orden a la Universidad garantizando a los profesores

    la libertad de compromiso poltico.

    Armando Plebe ha ilustrado su desarrollo en la Filosofa de la razn,

    un delicioso panfleto donde la reaccin viene identificada con la aparienciade quien no se adecua a los comportamientos preestablecidos y, sin embargo,

    resiste. El ejemplo que l pone es el del perro de Crisipo, que persiguiendo a

    la liebre la busca a la izquierda y no la encuentra, la busca en la derecha y all

    no est, hasta que comprende que necesita andar ms y saltar el foso. Una

    fbula brillante, pero ms adaptada a un terico del salto del foso que a un

    terico de la Derecha.

    Entre tanto, el profesor Plebe nombrado consultor cultural del MSI ha

    aclarado finalmente qu es lo que entiende por la Derecha en el Cuaderno de

    la Derecha Nacional. En l se lee que la Derecha no es una ideologa, un

    partido ni tampoco una idea poltica: es simplemente la mayora de los

    ciudadanos que desean que los trenes lleguen a su hora, que las nodrizas

    amamanten a los bebs y que los sepultureros entierren a los muertos, sin

    huelgas, protestas o cualesquiera otras causas de perturbacin del orden

    pblico. La Derecha es la sociedad que funciona, el gobierno de los

    competentes, ms all de todas las ideologas; el Estado verdaderamente

    ordenado donde los estudiantes no faltan a la escuela y donde los perros no

    hacen pip en las aceras.

    Es esto poca cosa? No nos corresponde a nosotros decirlo, desde el

    momento que Armando Plebe ha sido nombrado oficialmente filsofo de la

    Derecha Nacional. Por otra parte, Plebe es un estudioso de valor, un refinado

    conocedor de la historia de la filosofa, un docente concienzudo que se ha

    rebelado contra la demagogia del nuevo rumbo de las escuelas. Que l, desde

    un punto de vista ideolgico, sea ms bien un liberal que un hombre de

    derecha como se podra entender por un partido como el MSI, ligado a

    determinadas tradiciones ideolgicas, es otra cuestin...

    De todos modos, Plebe es una importante adquisicin para el MSI, que

    podra utilizar su competencia en el hecho universitario ponindolo a la cabeza

    del sector de la enseanza u, ojal, de un sector propio para la reforma

    universitaria. Es tambin un hombre emprendedor que tiene un verdadero y

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    particular talento para todo aquello que sea reclamo y un olfato particular

    para los convenios, relaciones pblicas, congresos de estudio...

    Pero el profesor Plebe no es un terico, no es el terico de la Derecha

    y no es tampoco muchas otras cosas.

    Julius Evola, el maestro de los jvenes del MSI

    No se puede prescindir del nombre de Evola si se quiere hablar de una

    cultura de Derecha en Italia. No podra ser de otro modo por el hecho de que

    Evola representaba hace tres o cuatro aos el nico punto de referencia de la

    derecha cultural. Para decir la verdad, haba otro nombre, quiz ms

    conocido: Prezzolini. Pero Prezzolini haba vuelto a Italia hace poco, con

    ochenta aos cumplidos, y despus de haber residido cuarenta aos en

    Amrica, extrandose de los enfrentamientos ideolgicos que representan la

    realidad viva de la cultura de nuestro siglo. l siempre ha tenido una

    numerosa cantidad de lectores pero no de seguidores debido al carcter

    personal y, generalmente, no comprometido de sus posiciones.

    Por el contrario, Evola ha constituido un punto de referencia obligado

    para aquellos jvenes que, tras el 48 o el 68, se han formado en aquella

    especie de pramo desolado que era en otro tiempo la cultura de Derecha. Un

    desierto donde no se viva tan mal: los pequeos animales de presa no tenan

    nada para roer y azules rocas de alguna sugestiva presencia acompaaban al

    caminante desde el horizonte. Es en este paisaje solitario donde Evola

    manifestaba la grandeza de su perfil mordaz y de su lgica, y el cristalino

    esplendor de su estilo.

    Ciertamente hay dos Evolas diferentes. Est el Evola para los manacos

    de lo oculto, quienes lo confunden con Madame Blawatski o con Monsieur

    Gurdieff. Est el Evola para los sectarios, para los cenculos de la cultura

    media, quienes, sin embargo, no lo encuentran lo suficientemente mgico y

    terminan por preferir a Cito Formesano llamado Kremmer.

    No es de este Evola del que queremos hablar, a pesar de que en las

    ciencias ocultas haya dejado una impronta que no debe pasarse por alto. No

    es el Evola de los cultivadores de disciplinas muy particulares el que aqu

    interesa, sino el que ha dado a la cultura de Derecha libros como Revuelta

  • 8/3/2019 Dos textos de Adriano Romualdi

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    contra el mundo moderno, Los hombres y las ruinas y Cabalgar al

    tigre. Libros que quedan impresos en la mente por la vastedad de las

    perspectivas y la riqueza de ideas y visiones. Libros que sin dejar una lnea-

    se imponen por la fortaleza de lo establecido y el esplendor del estilo.

    No es por casualidad que uno de los ms sensibles temperamentos denuestro mundo editorial, Vanni Scheiwiller, un joven antifascista que haba

    publicado a Pound, fuera a hacer circular de nuevo a Evola al principio de los

    aos 60, imprimiendo Cabalgar al tigre y El camino del cinabrio. Evola

    tena en comn con Pound, por lo menos, dos cosas: el corte cristalino de

    ciertas imgenes y esa aura de desapego que Nietzsche llama el pathos de la

    distancia. Y si, como quera Nietzsche, tambin el odo tiene sus razones y el

    estilo no es slo un ornamento del discurso, ser necesario hablar tambin del

    rigor, del esplendor y de la fluidez del lenguaje de Evola, en comparacin, por

    ejemplo, con el preciosismo un poco mrbido y la oscuridad inspida y

    alambicada de un Elmire Zolla.

    No se puede discutir aqu de los complejos contenidos de la obra de

    Evola. Bastar observar que Evola es el nico autor de la actual cultura de

    Derecha en Europa que se presenta, no por medio de fragmentos, sino con

    una visin de conjunto. Un libro como Los hombres y las ruinas aunque

    sea discutible en varios puntos nos deja el nico texto de doctrina del Estado

    disponible para un militante de la Derecha poltica. El que, a pesar de las tres

    ediciones, no haya circulado nunca en decenas de miles de copias como

    ciertos panfletos insulsos, explica por qu en la Derecha, en lo referente a la

    claridad ideolgica, se parte siempre desde cero. Se puede disentir de Evola

    en muchas cosas, pero no se puede hablar de cultura de Derecha en Italia sin,

    por lo menos, haber llegado a comprender a Evola.

    Primer balance de la nueva cultura

    Nuestro discurso sobre la nueva cultura de Derecha termina aqu. No es

    un discurso que quiera entusiasmar, porque aqu hemos hecho el esfuerzo de

    ver las cosas tal y como son, y no como quisiramos muchos que fuesen. Una

    nueva cultura de Derecha es algo que existe ms como aspiracin, en

    fermento, que como la verdadera obra de verdaderos autores.

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    Para encontrar cualquier ttulo fundamental para la Derecha en los

    ltimos veinte aos, se hace necesario referirse a Los hombres y las ruinas

    (1953) y a Cabalgar al tigre (1961). Asimismo, en un libro de ensayo como

    El arco y la clava, Evola ofrece una riqueza de temas de discurso superior a

    la de cualquier otra obra de la nueva cultura.En cuanto a las orientaciones, dos aparecen como dominantes: una que

    se podra llamar tradicionalista y otra que de buen grado llamaremos

    qualunquista. El mrito de la orientacin tradicionalista es ofrecer unos

    slidos puntos de referencia en la crisis de los tiempos. Eso ha depurado el

    ambiente nacional de un cierto historicismo idealista que a travs del

    humanismo del trabajo- llevaba directamente a la izquierda. Pero, mientras se

    reconoce la importancia de esta labor de depuracin, no deja de quedar

    alguna tcita incertidumbre. Tal es el riesgo de que el tradicionalismo por

    quererse colocar enteramente fuera del mundo moderno- desemboque en una

    actitud no metahistrica, sino antihistrica. El lmite del tradicionalismo es el

    reaccionarismo, la incapacidad de comprender que la sociedad moderna no

    puede encerrarse por completo en frmulas religiosas o legitimistas, sino en

    una ideologa poltica conservadora-revolucionaria capaz de conquistar a las

    masas.

    Repudiando todo el mundo moderno, el tradicionalismo se arriesga a no

    entender aquellas ideas de comunidad orgnica, nacin y raza elaboradas por

    el Romanticismo, y maduradas con las grandes conquistas de la lingstica, la

    arqueologa y la antropologa, que ofrecen una nueva concepcin de cultura,

    rigurosamente positivista pero antidemocrtica y antiigualitaria.

    El tradicionalismo tiene viva una cierta perspectiva que indica el

    contorno de la cumbre; sin embargo, sus tendencias teologizantes ayudan

    poco en el terreno de la interpretacin histrica y en muchos mbitos de la

    cultura moderna, donde no puede ser suficiente una postura genrica de

    condena.

    La otra orientacin de la cultura de Derecha se podra llamar

    qualunquista. Va desde las 53 tesis del VC (Verdadero Conservador) de

    Prezzolini hasta el Cuaderno de la Derecha Nacionaldel profesor Plebe.

    Difcilmente se podra estar en desacuerdo con las 53 tesis del VC

    porque ste se ha identificado casi siempre con lo que es obvio, y a veces con

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    lo que se da por descontado. Pero lo que se pretende alcanzar es ms un

    sentido comn domstico que la respuesta ideolgica al desafo ideolgico del

    adversario. De las posiciones ideolgicas del profesor Plebe ya hemos hablado.

    Son an ms elsticas que las de un Prezzolini y ms todava que el

    autntico conservadurismo del astuto anciano florentino- reducindose a unanticomunismo genrico. Los grandes problemas de interpretacin histrica,

    poltica e ideolgica nos vienen todava menos esclarecidos.

    El problema de la interpretacin del fascismo en la crisis de nuestro

    tiempo, las relaciones entre la Derecha y la sociedad de las masas; el

    significado ntegro del pensamiento contrarrevolucionario, desde el

    romanticismo hasta el fascismo; el propio problema de la nueva visin

    histrica que debe nacer de la idea de una unidad europea y de una Derecha

    como esencia de la tradicin europea; todas estas cuestiones las ms vitales

    e importantes ni el tradicionalismo ni el qualunquismo corren el riesgo de

    arrostrarlas.

    As, el balance de la nueva cultura de Derecha no es negativo, pero

    tampoco demasiado halageo. Es importante trabajar seriamente, delimitar

    rigurosamente los problemas, pensar y ensear a pensar a los dems. Al fin y

    al cabo, la cultura se hace con libros, ideas y autores destinados a dar la cara

    ante un pblico de lectores serios, y no con modas, entrevistas ni panfletos.

    Ha escrito Abel Bonnard que el reaccionario es el hombre que

    permanece fiel a las leyes de vida en una sociedad que se nos va

    distanciando.

    Si la nueva cultura de Derecha sabe hacerse portadora de estos valores

    de la vida, formulndolos con una dureza tanto ms revolucionaria cuanto

    ms se los quiera humillar, cumplir su misin histrica. Pero si, por el

    contrario, sta representa slo un alto en el camino, despus de ste la

    marcha de la cultura hacia la izquierda proseguir, sin que nada pueda

    frenarla.