MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

417
www.artnovela.com.ar M EMORIAS DE A DRIANO MARGUERITE YOURCENAR

Transcript of MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

Page 1: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

MEMORIAS DE

ADRIANOMARGUERITE YOURCENAR

Page 2: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Bienvenido. Su pantalla es ahora comola sala de lectura de una biblioteca. Perorecuerde que siempre es mejor comprar yguardar el libro impreso en papel. Use lacopia electrónica como una simplereferencia para conocer la obra.

Consultar más libros de:M. YourcenarBuscar | Comprar

Page 3: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Diseño de cubierta: Ferran Cartes Montse PlassTraducción: Julio CortázarTraducción cedida por Editorial EdhasaTítulo original: Mémoires d’Hadrien

© 1994 Salvat Editores, S.A. (Para la presenteedición)

© 1974 Marguerite Yourcenar y ÉditionsGallimard

© 1982 y 1992 Editorial EdhasaISBN: 84-345-9042-5 (Obra completa)ISBN: 84-345-9043-3 (Volumen 1)Depósito Legal: B-26589-1994Publicado por Salvat Editores, S.A. BarcelonaImpreso por CAYFOSA. Agosto 1994Printed in Spain-Impreso en España

Page 4: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Animula vagula, blandula,Hospes comesque corporis,Quae nunc abibis in locaPallidula, rigida, nudula,Nec, ut solis, dabis iocos...

P. AELIUS HADRIANUS, Imp.

Page 5: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

VARIUS MULTIPLEXMULTIFORMIS

Querido Marco:He ido esta mañana a ver a mi médico

Hermógenes, que acaba de regresar a la Villadespués de un largo viaje por Asia. El examen debíahacerse en ayunas; habíamos convenidoencontrarnos en las primeras horas del día. Me tendísobre un lecho luego de despojarme del manto y latúnica. Te evito detalles que te resultarían tandesagradables como a mí mismo, y la descripcióndel cuerpo de un hombre que envejece y se preparaa morir de una hidropesía del corazón. Digamossolamente que tosí, respiré y contuve el alientoconforme a las indicaciones de Hermógenes,alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de laenfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpaen el joven Iollas, que me atendió durante suausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante

Page 6: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

un médico, y también es difícil guardar la calidadde hombre. El ojo de Hermógenes sólo veía en míun saco de humores, una triste amalgama de linfa yde sangre. Esta mañana pensé por primera vez quemi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo másseguro y mejor conocido que mi alma, no es másque un monstruo solapado que acabará por devorara su amo. Haya paz... Amo mi cuerpo; me ha servidobien, y de todos modos no le escatimo los cuidadosnecesarios. Pero ya no cuento, como Hermógenesfinge contar, con las virtudes maravillosas de lasplantas y el dosaje exacto de las sales minerales queha ido a buscar a Oriente. Este hombre, tan sutil sinembargo, abundó en vagas fórmulas de aliento,demasiado triviales para engañar a nadie. Sabe muybien cuánto detesto esta clase de impostura, perono en vano ha ejercido la medicina durante más detreinta años. Perdono a este buen servidor suesfuerzo por disimularme la muerte. Hermógeneses sabio, y tiene también la sabiduría de laprudencia; su probidad excede con mucho a la deun vulgar médico de palacio. Tendré la suerte deser el mejor atendido de los enfermos. Pero nadapuede exceder de los limites prescritos; mis piernashinchadas ya no me sostienen durante las largasceremonias romanas; me sofoco; y tengo sesentaaños.

No te llames sin embargo a engaño: aún noestoy tan débil como para ceder a las imaginacionesdel miedo, casi tan absurdas como las de la

Page 7: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

esperanza, y sin duda mucho más penosas. Deengañarme, preferiría el camino de la confianza;no perdería más por ello, y sufriría menos. Estetérmino tan próximo no es necesariamenteinmediato; todavía me recojo cada noche con laesperanza de llegar a la mañana. Dentro de loslimites infranqueables de que hablaba, puedodefender mi posición palmo a palmo, y aun recobraralgunas pulgadas del terreno perdido. Pero de todosmodos he llegado a la edad en que la vida, paracualquier hombre, es una derrota aceptada. Decirque mis días están contados no tiene sentido; asífue siempre; así es para todos. Pero la incertidumbredel lugar, de la hora y del modo, que nos impidedistinguir con claridad ese fin hacia el cualavanzamos sin tregua, disminuye para mí a medidaque la enfermedad mortal progresa. Cualquierapuede morir súbitamente, pero el enfermo sabe quedentro de diez años ya no vivirá. Mi margen deduda no abarca los años sino los meses. Misprobabilidades de acabar por obra de una puñaladaen el corazón o una caída de caballo vandisminuyendo cada vez más; la peste pareceimprobable; se diría que la lepra o el cáncer hanquedado definitivamente atrás. Ya no corro el riesgode caer en las fronteras, golpeado por un hachacaledonia o atravesado por una flecha parta; lastempestades no supieron aprovechar las ocasionesque se les ofrecían, y el hechicero que me predijoque no moriría ahogado parece haber tenido razón.

Page 8: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Moriré en Tíbur, en Roma, o a lo sumo en Nápoles,y una crisis de asfixia se encargará de la tarea. ¿Cuálde ellas me arrastrará, la décima o la centésima?Todo está en eso. Como el viajero que navega entrelas islas del Archipiélago ve alzarse al anochecer labruma luminosa y descubre poco a poco la línea dela costa, así empiezo a percibir el perfil de mi muerte.

Ciertas porciones de mi vida se asemejan ya alas salas desmanteladas de un palacio demasiadovasto, que un propietario venido a menos no alcanzaa ocupar por entero. He renunciado a la caza; sisólo estuviera yo para turbar su rumia y sus juegos,los cervatillos de los montes de Etruria viviríantranquilos. Siempre tuve con la Diana de los bosqueslas relaciones mudables y apasionadas de un hombrecon el ser amado; adolescente, la caza del jabalí meofreció las primeras posibilidades de encuentro conel mando y el peligro; me entregaba a ellas con furor,y mis excesos me valieron las reprimendas deTrajano. La encarna, en un claro de bosque enEspaña, fue mi primera experiencia de la muerte,del coraje, de la piedad por las criaturas, y del trágicoplacer de verlas sufrir. Ya hombre, la caza mesosegaba de tantas luchas secretas con adversariosdemasiado sutiles o torpes, demasiado débiles ofuertes para mí. El justo combate entre la inteligenciahumana y la sagacidad de las fieras parecíaextrañamente leal comparado con las emboscadasde los hombres. Siendo emperador, mis cacerías enToscana me sirvieron para juzgar el valor o las

Page 9: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

aptitudes de los altos funcionarios; allí eliminé oelegí a más de un estadista. Después, en Bitinia y enCapadocia, convertí las grandes batidas en pretextopara fiestas-triunfo otoñal en los bosques del Asia.Pero el compañero de mis últimas cacerías muriójoven, y mi gusto por esos violentos placeresdisminuyó mucho después de su partida. Pero aunaquí, en Tíbur, el súbito resoplar de un ciervo entreel follaje basta para que se agite en mi un instintomás antiguo que todos los demás, gracias al cualme siento tanto onza como emperador. ¿Quién sabe?Si he ahorrado mucha sangre humana, quizá seaporque derramé la de tantas fieras, que a veces,secretamente, prefería a los hombres. Sea comofuere, la imagen de las fieras me persigue más ymás, y tengo que hacer un esfuerzo para noabandonarme a interminables relatos de monteríaque pondrían a prueba la paciencia de mis invitadosdurante la velada. En verdad el recuerdo del día demi adopción tiene su encanto, pero el de los leonescazados en Mauretania no está mal tampoco.

La renuncia a montar a caballo es un sacrificioaún más penoso: una fiera no pasa de ser unadversario, pero el caballo era un amigo. Si hubierapodido elegir mi condición, habría elegido la decentauro. Las relaciones entre Borístenes y yo erande una precisión matemática: me obedecía como asu cerebro, no como a su amo. ¿Habré logrado jamásque un hombre hiciera lo mismo? Una autoridadtan absoluta comporta, como cualquier otra, los

Page 10: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

riesgos del error para aquel que la ejerce, pero elplacer de intentar lo imposible en el salto deobstáculos era demasiado grande para lamentar unaclavícula fracturada o una costilla rota. Mi caballoreemplazaba las mil nociones vinculadas al título,la función y el nombre, que complican la amistadhumana, por el único conocimiento de mi pesoexacto de hombre. Participaba de mis impulsos; sabíaexactamente, y quizá mejor que yo, el punto dondemi voluntad se divorciaba de mi fuerza. Pero ya noinflijo al sucesor de Borístenes la carga de unenfermo de músculos laxos, demasiado débil paramontar por sus propios medios. Celer, mi ayuda decampo, lo adiestra en este momento en el caminode Preneste; todas mis antiguas experiencias con lavelocidad me permiten compartir el placer del jinetey el de la cabalgadura, valorar las sensaciones delhombre a galope tendido en un día de sol y de viento.Cuando Celer desmonta, siento que vuelvo a tomarcontacto con el suelo. Lo mismo ocurre con lanatación; he renunciado a ella, pero participotodavía de la delicia del nadador acariciado por elagua. La carrera, aun la más breve, me sería hoytan imposible como a una estatua, a un César depiedra, pero recuerdo mis carreras de niño en lasresecas colinas españolas, el juego que se juega conuno mismo y en el cual se llega al límite delagotamiento, seguro de que el perfecto corazón ylos intactos pulmones restablecerán el equilibrio;de cualquier atleta que se adiestra para la carrera

Page 11: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

del estadio, alcanzo una comprensión que lainteligencia sola no me daría. Así, de cada artepracticado en su tiempo, extraigo un conocimientoque me resarce en parte de los placeres perdidos.Creí, y en mis buenos momentos lo creo todavía,que es posible compartir de esa suerte la existenciade todos, y que esa simpatía es una de las formasmenos revocables de la inmortalidad. Hubomomentos en que esta comprensión trató detrascender lo humano, y fue del nadador a la ola.Pero en este punto me faltan ya seguridades, y entroen el dominio de las metamorfosis del sueño.

Comer demasiado es un vicio romano, peroyo fui sobrio con voluptuosidad. Hermógenes nose ha visto precisado a alterar mi régimen, salvoquizá esa impaciencia que me llevaba a devorar loprimero que me ofrecían, en cualquier parte y acualquier hora, como para satisfacer de golpe lasexigencias del hambre. De más está decir que unhombre rico, que sólo ha conocido las privacionesvoluntarias o las ha experimentado a títuloprovisional, como un incidente más o menosexcitante de la guerra o del viaje, sería harto torpesi se jactara de no haberse saciado. Atracarse losdías de fiesta ha sido siempre la ambición, la alegríay el orgullo naturales de los pobres. Amaba yo elaroma de las carnes asadas y el ruido de las marmitasen las festividades del ejército, y que los banquetesdel campamento (o lo que en el campamento valíapor un banquete) fuesen lo que deberían ser

Page 12: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

siempre: un alegre y grosero contrapeso a lasprivaciones de los días hábiles. En la época de lassaturnales, toleraba el olor a fritura de las plazaspúblicas. Pero los festines de Roma me llenaban detal repugnancia y hastío que alguna vez, cuandome creí próximo a la muerte durante unreconocimiento o una expedición militar, me dijepara reconfortarme que por lo menos no tendríaque volver a participar de una comida. No meinfieras la ofensa de tomarme por un vulgarrenunciador; una operación que tiene lugar dos otres veces por día, y cuya finalidad es alimentar lavida, merece seguramente todos nuestros cuidados.Comer un fruto significa hacer entrar en nuestroSer un hermoso objeto viviente, extraño, nutrido yfavorecido como nosotros por la tierra; significaconsumar un sacrificio en el cual optamos pornosotros frente a las cosas. Jamás mordí la miga depan de los cuarteles sin maravillarme de que eseamasijo pesado y grosero pudiera transformarse ensangre, en calor, acaso en valentía. ¡Ah! ¿Por quémi espíritu, aun en sus mejores días, sólo posee unaparte de los poderes asimiladores de un cuerpo?

En Roma, durante las interminables comidasoficiales, se me ocurrió pensar en los orígenesrelativamente recientes de nuestro lujo, en estepueblo de granjeros parsimoniosos y soldadosfrugales, alimentados a ajo y a cebada,repentinamente precipitados por la conquista en lascocinas asiáticas y hartándose de alimentos

Page 13: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

complicados con torpeza de campesinoshambrientos. Nuestros romanos se atiborran depájaros, se inundan de salsas y se envenenan conespecias. Un Apicio está orgulloso de la sucesiónde las entradas, de la serie de platos agrios o dulces,pesados o ligeros, que componen la bella ordenaciónde sus banquetes; vaya y pase, todavía, si cada unode ellos fuera servido aparte, asimilado en ayunas,doctamente saboreado por un gastrónomo depapilas intactas. Presentados al mismo tiempo, enuna mezcla trivial y cotidiana, crean en el paladar yel estómago del hombre que los come una detestableconfusión en donde los olores, los sabores y lassustancias pierden su valor propio y su deliciosaidentidad. El pobre Lucio se divertía antaño enconfeccionarme platos raros; sus patés de faisán,con su sabia dosis de jamón y especias, dabanpruebas de un arte tan exacto como el del músico oel del pintor; yo añoraba sin embargo la carne purade la hermosa ave. Grecia sabía más de estas cosas;su vino resinoso, su pan salpicado de sésamo, suspescados cocidos en las parrillas al borde del mar,ennegrecidos aquí y allá por el fuego y sazonadospor el crujir de un grano de arena, contentaban elapetito sin rodear con demasiadas complicacionesel más simple de nuestros goces. En algún tabucode Egina o de Falera he saboreado alimentos tanfrescos que seguían siendo divinamente limpios apesar de los sucios dedos del mozo de taberna, tanmódicos pero tan suficientes que parecían contener,

Page 14: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en la forma más resumida posible, una esencia deinmortalidad. También la carne asada por la noche,después de la caza, tenía esa calidad casi sacramentalque nos devolvía más allá, a los salvajes orígenes delas razas. El vino nos inicia en los misterios volcánicosdel suelo, en las ocultas riquezas minerales; una copade Samos bebida a mediodía, a pleno sol, o bienabsorbida una noche de invierno, en un estado defatiga que permite sentir en lo hondo del diafragmasu cálido vertimiento, su segura y ardiente dispersiónen nuestras arterias, es una sensación casi sagrada,a veces demasiado intensa para una cabeza humana;no he vuelto a encontraría al salir de las bodegasnumeradas de Roma, y la pedantería de los grandescatadores de vinos me impacienta. Máspiadosamente aún, el agua bebida en el hueco de lamano, o de la misma fuente, hace fluir en nosotrosla sal secreta de la tierra y la lluvia del cielo. Peroaun el agua es una delicia que un enfermo como yosólo debe gustar con sobriedad. No importa; en laagonía, mezclada con la amargura de las últimaspociones, me esforzaré por saborear su frescainsipidez sobre mis labios.

Durante algún tiempo me abstuve de comercarne en las escuelas de filosofía, donde es de usoensayar de una vez por todas cada método deconducta; más tarde, en Asia, vi a los gimnosofistasindios apartar la mirada de los corderos humeantesy de los cuartos de gacela servidos en la tienda deOsroes. Pero esta costumbre, que complace tu joven

Page 15: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

austeridad, exige atenciones más complicadas quelas de la misma gula; nos aparta demasiado delcomún de los hombres en una función casi siemprepública, presidida las más de las veces por el aparatoo la amistad. Prefiero pasarme la vida comiendogansos cebados y pintadas, y no que mis convidadosme acusen de una ostentación de ascetismo. Bastanteme ha costado —con ayuda de frutos secos o delcontenido de un vaso saboreado lentamente—disimular ante los comensales que los aderezadosmanjares de mis cocineros estaban destinados a ellosmás que a mí, o que mi curiosidad por probarlos seagotaba antes que la suya. Un príncipe carece enesto de la latitud que se ofrece al filósofo; no puedepermitirse diferir en demasiadas cosas a la vez, ybien saben los dioses que mis diferencias eran yademasiadas, aunque me jactase de que muchaspermanecían invisibles. En cuanto a los escrúpulosreligiosos del gimnosofista, a su repugnancia frentea las carnes sangrientas, me afectarían más si no seme ocurriera preguntarme en qué difiereesencialmente el sufrimiento de la hierba segadadel de los carneros degollados, y si nuestro horrorante las bestias asesinadas no se debe sobre todo aque nuestra sensibilidad pertenece al mismo reino.Pero en ciertos momentos de la vida, por ejemploen los períodos de ayuno ritual, o en las iniciacionesreligiosas, he apreciado las ventajas espirituales —y también los peligros— de las diferentes formas deabstinencia, y aun de la inanición voluntaria, de

Page 16: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

estos estados próximos al vértigo en que el cuerpo,privado de lastre, entra en un mundo para el cualno ha sido hecho y que prefigura las frías levedadesde la muerte. En otros momentos esas experienciasme permitieron jugar con la idea del suicidioprogresivo, de la muerte por inanición queescogieron ciertos filósofos, especie de incontinenciaa la inversa por la cual se llega al agotamiento de lasustancia humana. Pero me hubiera disgustadoadherirme por completo a un sistema; no queríaque un escrúpulo me privara del derecho dehartarme de embutidos, si por casualidad me veníanlas ganas o si este alimento era el único accesible.

Los cínicos y los moralistas están de acuerdoen incluir las voluptuosidades del amor entre losgoces llamados groseros, entre el placer de beber yel de comer, y a la vez, puesto que están seguros deque podemos pasarnos sin ellas, las declaran menosindispensables que aquellos goces. De un moralistaespero cualquier cosa, pero me asombra que uncínico pueda engañarse así. Pongamos que unos yotros temen a sus demonios, ya sea porque luchancontra ellos o se abandonan, y que tratan de rebajarsu placer buscando privarlo de su fuerza casi terribleante la cual sucumben, y de su extraño misterio enel que se pierden. Creeré en esa asimilación del amora los goces puramente físicos (suponiendo queexistan como tales) el día en que haya visto a ungastrónomo llorar de deleite ante su plato favorito,como un amante sobre un hombro juvenil. De todos

Page 17: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

nuestros juegos, es el único que amenaza trastornarel alma, y el único donde el jugador se abandonapor fuerza al delirio del cuerpo. No es indispensableque el bebedor abdique de su razón, pero el amanteque conserva la suya no obedece del todo a su dios.La abstinencia o el exceso comprometen al hombresolo; pero salvo en el caso de Diógenes, cuyaslimitaciones y cuya razonable aceptación de lo peorse advierten por sí mismas, todo movimiento sensualnos pone en presencia del Otro, nos implica en lasexigencias y las servidumbres de la elección. No séde nada donde el hombre se resuelva por razonesmás simples y más ineluctables, donde el objetoelegido sea pesado con más exactitud en su pesobruto de delicias, donde el buscador de verdadestenga mayor probabilidad de juzgar la criaturadesnuda. Partiendo de un despojamiento que igualael de la muerte, de una humildad que excede la dela derrota y la plegaria, me maravillo de verrestablecerse cada vez la complejidad de lasnegativas, las responsabilidades, los dones, lastristes confesiones, las frágiles mentiras, losapasionados compromisos entre mis placeres y losdel Otro, tantos vínculos irrompibles y que sinembargo se desatan tan pronto. El juego misteriosoque va del amor a un cuerpo al amor de una personame ha parecido lo bastante bello como paraconsagrarle parte de mi vida. Las palabras engañan,puesto que la palabra placer abarca realidadescontradictorias, comporta a la vez las nociones de

Page 18: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tibieza, dulzura, intimidad de los cuerpos, y las deviolencia, agonía y grito. La obscena frasecita dePosidonio sobre el frote de dos parcelas de carne —que te he visto copiar en tu cuaderno escolar comoun niño aplicado— no define el fenómeno del amor,así como la cuerda rozada por el dedo no explica elmilagro infinito de los sonidos. Esa frase no insultaa la voluptuosidad sino a la carne misma, eseinstrumento de músculos, sangre y epidermis, esanube roja cuyo relámpago es el alma.

Reconozco que la razón se confunde frente alprodigio del amor, frente a esa extraña obsesiónpor la cual la carne, que tan poco nos preocupacuando compone nuestro propio cuerpo, y que sólonos mueve a lavarla, a alimentarla y llegado el caso,a evitar que sufra, puede llegar a inspirarnos undeseo tan apasionado de caricias, simplementeporque está animada por una individualidaddiferente de la nuestra y porque presenta ciertoslineamientos de belleza sobre los cuales, por lodemás, los mejores jueces no se han puesto deacuerdo. Aquí la lógica humana se queda corta,como en las revelaciones de los Misterios. Y no seha engañado la tradición popular que siempre vioen el amor una forma de iniciación, uno de los puntosde contacto de lo secreto y lo sagrado. La experienciasensual se asemeja además de los Misterios en quela primera aproximación produce en el no iniciadoel efecto de un rito más o menos aterrador,escandalosamente alejado de las funciones

Page 19: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

familiares del sueño, del beber y del comer, objetode bromas, de vergüenza o de terror. Al igual quela danza de las ménades o el delirio de los coribantes,nuestro amor nos arrastra a un universo diferente,donde en otros momentos nos está vedado penetrar,y donde cesamos de orientarnos tan pronto el ardorse apaga o el goce se disuelve. Clavado en el cuerpoquerido como un crucificado a su cruz, he aprendidoalgunos secretos de la vida que se embotan ya enmi recuerdo, sometidos a la misma ley que quiereque el convaleciente, una vez curado, cese dereconocerse en las misteriosas verdades de su mal,que el prisionero liberado olvide la tortura, o elvencedor ya sobrio la gloria.

He soñado a veces con elaborar un sistema deconocimiento humano basado en el erótico, unateoría del contacto en la cual el misterio y la dignidaddel prójimo consistirían precisamente en ofrecer alYo el punto de apoyo de ese otro mundo. En unafilosofía semejante, la voluptuosidad sería una formamás completa, pero también más especializada, deeste acercamiento al Otro, una técnica al serviciodel conocimiento de aquello que no es uno mismo.Aun en los encuentros menos sensuales, la emociónnace o se alcanza por el contacto: la mano un tantorepugnante de esa vieja que me presenta unpetitorio, la frente húmeda de mi padre agonizante,la llaga de un herido que curamos. Las relacionesmás intelectuales o más neutras se operan asimismoa través de este sistema de señales del cuerpo: la

Page 20: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

mirada súbitamente comprensiva del tribuno al cualexplicamos una maniobra antes de la batalla, elsaludo impersonal de un subalterno a quien nuestropaso fija en una actitud de obediencia, la ojeadaamistosa del esclavo cuando le doy las gracias portraerme una bandeja, o el mohín apreciativo de unviejo amigo frente al camafeo griego que leofrecemos.

En el caso de la mayoría de los seres, loscontactos más ligeros y superficiales bastan paracontentar nuestro deseo, y aun para hartarlo. Siinsisten, multiplicándose en torno de una criaturaúnica hasta envolverla por entero; si cada parcelade un cuerpo se llena para nosotros de tantassignificaciones trastornadoras como los rasgos deun rostro; si un solo ser, en vez de inspirarnosirritación, placer o hastío, nos hostiga como unamúsica y nos atormenta como un problema; si pasade la periferia de nuestro universo a su centro,llegando a sernos más indispensable que nuestropropio ser, entonces tiene lugar el asombrosoprodigio en el que veo, más que un simple juego dela carne, una invasión de la carne por el espíritu.

Estos criterios sobre el amor podrían inducir auna carrera de seductor. Si no la seguí, se debe sinduda a que preferí hacer, si no algo mejor, por lomenos otra cosa. A falta de genio, esa carrera exigeatenciones y aun estratagemas para las cuales nome sentía destinado. Me fatigaban esas trampasarmadas, siempre las mismas, esa rutina reducida a

Page 21: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

perpetuos acercamientos y limitada por la conquistamisma. La técnica del gran seductor exige, en elpaso de un objeto amado a otro, cierta facilidad ycierta indiferencia que no poseo; de todas maneras,ellos me abandonaron más de lo que yo losabandoné; jamás he podido comprender que puedauno saciarse de un ser. El deseo de detallarexactamente las riquezas que nos aporta cada nuevoamor, de verlo cambiar, envejecer quizá, no seconcilia con la multiplicidad de las conquistas. Creíantaño que cierto gusto por la belleza me serviríade virtud, inmunizándome contra las solicitacionesdemasiado groseras. Pero me engañaba. El catadorde belleza termina por encontrarla en todas partes,filón de oro en las venas más innobles, y goza, altener en sus manos esas obras maestrasfragmentarias, manchadas o rotas, un placer deentendido que colecciona a solas una alfarería queotros creen vulgar. Para un hombre refinado, laeminencia en los negocios humanos significa unobstáculo más grave, pues el poder casi absolutoentraña riesgos de adulación o de mentira. La ideade que un ser se altera y cambia en mi presenciapor poco que sea, puede llevarme a compadecerlo,despreciarlo u odiarlo. He sufrido estosinconvenientes de mi fortuna tal como un pobresufre los de su miseria. Un paso más, y hubieraaceptado la ficción consistente en pretender que seseduce, cuando en realidad se domeña. Pero allíempieza el riesgo del asco, o quizá de la tontería.

Page 22: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Acabaríamos prefiriendo las simples verdadesdel libertinaje a las tan sabidas estratagemas de laseducción, si en aquéllas no reinara también lamentira. Estoy pronto a admitir en principio que laprostitución puede ser un arte como el masaje o elpeinado, pero me cuesta ya sentirme a gusto enmanos del barbero o los masajistas. Nada puede sermás grosero que nuestros cómplices. En mi juventudme bastaba la mirada de reojo del tabernero queme reservaba el mejor vino, privando por lo tanto aalgún otro de beberlo, para asquearme de lasdiversiones romanas. Me desagrada que unacriatura se crea capaz de calcular y prever mi deseo,adaptándose mecánicamente a lo que presume sermi elección. Este reflejo imbécil y deformado de mímismo, que me ofrece en esos momentos un cerebrohumano, me induciría a preferir los tristes efectosdel ascetismo. Si la leyenda no exagera lasextravagancias de Nerón y las sabias búsquedas deTiberio, esos grandes consumadores de deliciasdebieron de tener harto apagados los sentidos paraprocurarse un aparato tan complicado, y un singulardesprecio de los hombres para tolerar que seburlaran o aprovecharan así de ellos. Y sin embargo,si he renunciado casi a esas formas demasiadomaquinales del placer, o me he negado a seguiradelante, lo debo a mi suerte más que a mi virtudincapaz de resistir a cosa alguna. Podría recaer conla vejez, como se recae en cualquier forma deconfusión o de fatiga. La enfermedad y la muerte

Page 23: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

relativamente próxima me salvarán de la repeticiónmonótona de los mismos gestos, semejante aldeletreo de una Lección ya sabida de memoria.

De todas las felicidades que lentamente meabandonan, el sueño es una de las más preciosas ytambién de las más comunes. Un hombre queduerme poco y mal, apoyado en una pila dealmohadones, tiene tiempo para meditar sobre estavoluptuosidad particular. Concedo que el sueño másperfecto sigue siendo casi por necesidad un anexodel amor: reposo reflejo, reflejado en dos cuerpos.Pero lo que aquí me interesa es el misterio especificodel sueño por el sueño mismo, la inevitablesumersión que noche a noche cumple osadamenteel hombre desnudo, solo y desarmado, en un océanodonde todo cambia, los colores y las densidades,hasta el ritmo del aliento, y donde nos encontramoscon los muertos. Lo que nos tranquiliza en el sueñoes que volvemos a salir de él, y que salimosinmutables, pues una interdicción extraña nosimpide traer con nosotros el residuo exacto denuestros ensueños. También nos tranquiliza el quenos cure de la fatiga, pero esa cura temporaria secumple por el más radical de los procedimientos, elde dejar de ser. Allí, como en otras cosas, el placery el arte consisten en abandonarse conscientementea esa bienhechora inconsciencia, en aceptar ser,sutilmente, más débil, más pesado, más liviano ymás confuso que uno mismo. Volveré a referirme ala asombrosa población de los ensueños. Ahora

Page 24: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

prefiero hablar de ciertas experiencias de sueñopuro, de puro despertar, que rozan la muerte y laresurrección. Me esfuerzo para aprehender otra vezla exacta sensación de aquellos sueños fulminantesde la adolescencia, cuando uno se dormía vestidosobre los libros, arrancado de golpe de lasmatemáticas y el derecho, y sumido en lo hondo deun sueño sólido y pleno, tan henchido de energíasin empleo, que en él se saboreaba, por así decirlo,el puro sentido del ser a través de los párpadoscerrados. Evoco los bruscos sueños sobre la tierradesnuda, en la floresta, al término de fatigosascacerías: el ladrido de los perros me despertaba, osus patas plantadas en mi pecho. Tan total era eleclipse, que cada vez hubiera podido encontrarmesiendo otro, y me asombraba —a veces meentristecía— el estricto ajuste que de tan lejos volvíaa traerme a ese estrecho reducto de humanidad queera yo mismo. ¿Qué valían esas particularidades quetanto cuentan para nosotros, si tan poco contabanpara el libre durmiente y si durante un segundo,antes de retornar descontento a la piel de Adriano,alcanzaba a saborear casi conscientemente a esehombre vacío, a esa existencia sin pasado?

Por lo demás la enfermedad y la vejez tienentambién sus prodigios, y reciben del sueño otrasformas de bendición. Hace un año, después de undía especialmente fatigoso en Roma, conocí una deesas treguas en las que el agotamiento de las fuerzasprovocaba los mismos milagros —u otros, mejor—

Page 25: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

que las inagotables reservas de antaño. Voy poco ala capital; una vez en ella trato de hacer lo másposible. Aquella jornada había sidodesagradablemente abrumadora: a una sesión delSenado siguió otra en el tribunal, y una interminablediscusión con uno de los cuestores; vino luego unaceremonia religiosa que no se podía abreviar, y sobrela cual caía la lluvia. Yo mismo había reunido,ordenado esas diferentes actividades, para dejarentre una y otra el menor tiempo posible a lasimportunidades y a las adulaciones inútiles. Elretorno fue uno de mis últimos viajes a caballo.Llegué hastiado y enfermo a la Villa, sintiendo elfrío que sólo se siente cuando la sangre se rehúsa ydeja de actuar en nuestras arterias. Celer y Chabriasse afanaban, pero la solicitud puede llegar a fatigaraun cuando sea sincera. Ya en mis aposentos, traguéunas cucharadas de una tisana caliente quepreparaba yo mismo— no por sospecha, comoalgunos se figuran, sino porque así me doy el lujode estar solo. Me acosté: el sueño parecía tan alejadode mí como la salud, como la juventud y la fuerza.Me adormecí. El reloj de arena me probó que apenashabía llegado a dormir una hora. A mi edad, unbreve sopor equivale a los sueños que en otrostiempos abarcaban una semirrevolución de losastros; mi tiempo está medido ahora por unidadesmucho más pequeñas. Pero una hora había bastadopara cumplir el humilde y sorprendente prodigio:el calor de mi sangre calentaba mis manos; mi

Page 26: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

corazón, mis pulmones, volvían a funcionar con unaespecie de buena voluntad; la vida fluía como unmanantial poco abundante pero fiel. En tan pocotiempo, el sueño había reparado mis excesos devirtud con la misma imparcialidad que hubieraaplicado en reparar los de mis vicios. Pues ladivinidad del gran restaurador lo lleva a ejercer susbeneficios en el durmiente sin tenerlo en cuenta,así como el agua cargada de poderes curativos nose inquieta para nada de quién bebe en la fuente.

Si pensamos tan poco en un fenómeno queabsorbe por lo menos un tercio de toda vida, sedebe a que hace falta cierta modestia para apreciarsus bondades. Dormidos, Cayo Calígula y Arístidesel Justo se equivalen; yo no me distingo del servidornegro que duerme atravesado en mi umbral. ¿Quées el insomnio sino la obstinación maníaca de nuestrainteligencia en fabricar pensamientos,razonamientos, silogismos y definiciones que lepertenezcan plenamente, qué es sino su negativade abdicar en favor de la divina estupidez de losojos cerrados o de la sabia locura de los ensueños?El hombre que no duerme —y demasiadas ocasionestengo de comprobarlo en mi desde hace meses— serehúsa con mayor o menor conciencia a confiar enel flujo de las cosas. Hermano de la Muerte...Isócrates se engañaba, y su frase no es más que unaamplificación de retórico. Empiezo a conocer a lamuerte; tiene otros secretos, aún más ajenos anuestra actual condición de hombres. Y sin

Page 27: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

embargo, tan entretejidos y profundos son estosmisterios de ausencia y de olvido parcial, quesentimos claramente confluir en alguna parte lafuente blanca y la fuente sombría. Nunca me gustómirar dormir a los seres que amaba; descansabande mí, lo sé; y también se me escapaban. Todohombre se avergüenza de su rostro contaminadode sueño. Cuántas veces, al levantarme tempranopara estudiar o leer, ordené con mis manos lasalmohadas revueltas, las mantas en desorden,evidencias casi obscenas de nuestros encuentros conla nada, pruebas de que cada noche dejamos deser...

Comenzada para informarte de los progresosde mi mal, esta carta se ha convertido poco a pocoen el esparcimiento de un hombre que ya no tienela energía necesaria para ocuparse en detalle de losnegocios del estado, meditación escrita de unenfermo que da audiencia a sus recuerdos. Ahorame propongo más: tengo intención de contarte mivida. Como correspondía, el año pasado preparéun informe oficial sobre mis actos, en cuyoencabezamiento estampó su nombre mi secretarioFlegón. He mentido allí lo menos posible; de todasmaneras, el interés público y la decencia meforzaron a reajustar ciertos hechos. La verdad quequiero exponer aquí no es particularmenteescandalosa, o bien lo es en la medida en que todaverdad es escándalo. Lejos de mí esperar que tus

Page 28: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

diecisiete años comprendan algo de esto. Sinembargo me propongo instruirte, y aundesagradarte. Tus preceptores, elegidos por mí, tehan impartido una educación severa, celosa, quizásdemasiado aislada, de la cual en suma espero ungran bien para ti y para el Estado. Te ofrezco, comocorrectivo, un relato libre de ideas preconcebidas yprincipios abstractos extraídos de la experiencia deun solo hombre —yo mismo. Ignoro las conclusionesa que me arrastrará mi narración. Cuento con esteexamen de hechos para definirme, quizá parajuzgarme, o por lo menos para conocerme mejorantes de morir.

Como todo el mundo, sólo tengo a mi serviciotres medios para evaluar la existencia humana: elestudio de mí mismo, que es el más difícil ypeligroso, pero también el más fecundo de losmétodos; la observación de los hombres, que lograncasi siempre ocultarnos sus secretos o hacernos creerque los tienen; y los libros, con los erroresparticulares de perspectiva que nacen entre suslíneas. He leído casi todo lo que han escrito nuestroshistoriadores, nuestros poetas y aun nuestrosnarradores, aunque se acuse a estos últimos defrivolidad; quizá les debo más informaciones de lasque pude recoger en las muy variadas situacionesde mi propia vida. La palabra escrita me enseñó aescuchar la voz humana, un poco como las grandesactitudes inmóviles de las estatuas me enseñaron a

Page 29: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

apreciar los gestos. En cambio, y posteriormente, lavida me aclaró los libros.

Pero los escritores mienten, aun los mássinceros. Los menos hábiles, carentes de palabras yfrases capaces de encerrarla, retienen una imagenpobre y chata de la vida; algunos, como Lucano, lacargan y abruman con una dignidad que no posee.Otros como Petronio, la aligeran, la convierten enuna pelota hueca que rebota, fácil de recibir y lanzaren un universo sin peso. Los poetas nos transportana un mundo más vasto o más hermoso, más ardienteo más dulce que el que nos ha sido dado, diferentede él y casi inhabitable en la práctica. Para estudiarlaen toda su pureza, los filósofos hacen sufrir a larealidad casi las mismas transformaciones que elfuego o el mortero hacen sufrir a los cuerpos; enesos cristales o en esas cenizas nada parece subsistirde un ser o de un hecho tales como los conocimos.Los historiadores nos proponen sistemas demasiadocompletos del pasado, series de causas y efectosharto exactas y claras como para que hayan sidoalguna vez verdaderas; reordenan esa dócil materiamuerta, y sé que aun a Plutarco se le escaparásiempre Alejandro. Los narradores, los autores defábulas milesias, hacen como los carniceros,exponen en su tabanco pedacitos de carne que lasmoscas aprecian. Mucho me costaría vivir en unmundo sin libros, pero la realidad no está en ellos,puesto que no cabe entera.

Page 30: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

La observación directa de los hombres es unmétodo aún más incompleto, que en la mayoría delos casos se reduce a las groseras comprobacionesque constituyen el pasto de la malevolencia humana.La jerarquía, la posición, todos nuestros azares,restringen el campo visual del conocedor dehombres: para observarme, mi esclavo goza defacilidades totalmente distintas de las que tengo yopara observarlo; pero las suyas son tan limitadascomo las mías. El viejo Euforión me presenta desdehace veinte años mi frasco de aceite y mi esponja,pero mi conocimiento de él se detiene en su servicio,y el suyo se limita a mi baño; toda tentativa parainformarse mejor produce, tanto en el emperadorcomo en el esclavo, el efecto de una indiscreción.Casi todo lo que sabemos del prójimo es de segundamano. Si por casualidad un hombre se confiesa,aboga por su causa, con su apología pronta. Si loobservamos, deja de estar solo. Se me ha reprochadoque me gusta leer los informes de la policía de Roma;continuamente descubro en ellos motivos desorpresa; amigos o sospechosos, desconocidos ofamiliares, todos me asombran; sus locuras sirvende excusa a las mías. No me canso nunca decomparar el hombre vestido al hombre desnudo.Pero esos informes, tan ingenuamentecircunstanciados, se agregan a mis archivos sinayudarme para nada a pronunciar el veredicto final.El que ese magistrado de austera apariencia hayacometido un crimen, no me permite conocerlo

Page 31: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

mejor. Me veo en presencia de dos fenómenos envez de uno: la apariencia del magistrado y su crimen.

En cuanto a la observación de mí mismo, meobligo a ella aunque sólo sea para llegar a un acuerdocon ese individuo con quien me veré forzado a vivirhasta el fin, pero una familiaridad de casi sesentaaños guarda todavía muchas posibilidades de error.En lo más profundo, mi autoconocimiento es oscuro,interior, informulado, secreto como unacomplicidad. En lo más impersonal, es tan glacialcomo las teorías que puedo elaborar sobre losnúmeros: empleo mi inteligencia para ver de lejos ydesde lo alto mi propia vida, que se convierte así enla vida de otro. Pero estos dos medios deconocimiento son difíciles; el uno exige un descenso,y el otro una salida de uno mismo. Llevado por lainercia, tiendo como todos a reemplazarlos por unamera rutina, una idea de mi vida parcialmentemodificada por la imagen que de ella se hace elpúblico, por juicios en bloque, es decir falsos, comoun patrón ya preparado al cual un sastre ineptoadapta penosamente nuestra tela propia. Equipo devalor desigual; instrumentos más o menosembotados. Pero no tengo otros, y con ellos mefabrico lo mejor que puedo una idea de mi destinode hombre.

Cuando considero mi vida, me espantaencontrarla informe. La existencia de los héroes,según nos la cuentan, es simple; como una flecha,va en línea recta a su fin. Y la mayoría de los hombres

Page 32: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

gusta resumir su vida en una fórmula, a vecesjactanciosa o quejumbrosa, casi siemprerecriminatoria; el recuerdo les fabrica, complaciente,una existencia explicable y clara. Mi vida tienecontornos menos definidos. Como suele suceder,lo que no fui es quizá lo que más ajustadamente ladefine: buen soldado pero en modo alguno hombrede guerra; aficionado al arte, pero no ese artistaque Nerón creyó ser al morir; capaz de cometercrímenes, pero no abrumado por ellos. Pienso aveces que los grandes hombres se caracterizanprecisamente por su posición extrema; su heroísmoestá en mantenerse en ella toda la vida. Son nuestrospolos o nuestros antípodas. Yo ocupé sucesivamentetodas las posiciones extremas, pero no me mantuveen ellas; la vida me hizo resbalar siempre. Y sinembargo no puedo jactarme, como un agricultor oun mozo de cordel virtuosos, de una existenciasituada en el justo medio.

El paisaje de mis días parece estar compuesto,como las regiones montañosas, de materialesdiversos amontonados sin orden alguno. Veo allími naturaleza, ya compleja, formada por partesiguales de instinto y de cultura. Aquí y allá afloranlos granitos de lo inevitable: por doquier, losdesmoronamientos del azar. Trato de recorrernuevamente mi vida en busca de su plan, seguiruna vena de plomo o de oro, o el fluir de un ríosubterráneo, pero este plan ficticio no es más queuna ilusión óptica del recuerdo. De tiempo en

Page 33: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tiempo, en un encuentro, un presagio, una seriedefinida de sucesos, me parece reconocer unafatalidad; pero demasiados caminos no llevan aninguna parte, y demasiadas sumas no se adicionan.En esta diversidad y este desorden, percibo lapresencia de una persona, pero su forma está casisiempre configurada por la presión de lascircunstancias; sus rasgos se confunden como unaimagen reflejada en el agua. No soy de los queafirman que sus acciones no se les parecen. Muy alcontrario, pues ellas son mi única medida, el únicomedio de grabarme en la memoria de los hombresy aun en la mía propia; quizá sea la imposibilidadde seguir expresándose y modificándose por laacción lo que constituye la diferencia entre unmuerto y un ser viviente. Pero entre yo y los actosque me constituyen existe un hiato indefinible. Laprueba está en que sin cesar siento la necesidad depensarlos, explicarlos, justificarlos ante mí mismo.Ciertos trabajos que duraron poco sondespreciables, pero otras ocupaciones queabarcaron toda mi vida no me parecen mássignificativas. En el momento de escribir esto, porejemplo, no me parece esencial haber sidoemperador.

De todas maneras, tres cuartos de mi vidaescapan a esta definición por los actos; la masa demis veleidades, mis deseos, hasta de mis proyectos,sigue siendo tan nebulosa y huidiza como unfantasma. El resto, la parte palpable, más o menos

Page 34: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

autentificada por los hechos, apenas si es másdistinta, y la sucesión de los acaecimientos sepresenta tan confusa como la de los sueños. Poseomi cronología propia, imposible de acordar con laque se basa en la fundación de Roma o la era de lasolimpiadas. Quince años en el ejército duraronmenos que una mañana de Atenas; sé de gentes aquienes he frecuentado toda mi vida y que noreconoceré en los infiernos. También los planos delespacio se superponen: Egipto y el valle de Tempese hallan muy próximos, y no siempre estoy en Tíburcuando estoy ahí. De pronto mi vida me parecetrivial, no sólo indigna de ser escrita, sino aun deser contemplada con cierto detalle, y tan pocoimportante, hasta para mis propios ojos, como ladel primero que pasa. De pronto me parece única,y por eso mismo sin valor, inútil —por irreductiblea la experiencia del común de los hombres. Nadame explica: mis vicios y mis virtudes no bastan; mifelicidad vale algo más, pero a intervalos, sincontinuidad, y sobre todo sin causa aceptable. Peroel espíritu humano siente repugnancia a aceptarsede las manos del azar, a no ser más que el productopasajero de posibilidades que no están presididaspor ningún dios, y sobre todo por él mismo. Unaparte de cada vida, y aun de cada vida insignificante,transcurre en buscar las razones de ser, los puntosde partida, las fuentes. Mi impotencia paradescubrirlos me llevó a veces a las explicacionesmágicas, a buscar en los delirios de lo oculto lo que

Page 35: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

el sentido común no alcanzaba a darme. Cuandolos cálculos complicados resultan falsos, cuando losmismos filósofos no tienen ya nada que decirnos, esexcusable volverse hacia el parloteo fortuito de lasaves, o hacia el lejano contrapeso de los astros.

Page 36: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

VARIUS MULTIPLEXMULTIFORMIS

Mi abuelo Marulino creía en los astros. Aquelanciano demacrado, de rostro amarillento, meconcedía el mismo afecto sin ternura, sin signosexteriores y casi sin palabras, que tenía por losanimales de su granja, sus tierras, su colección depiedras caídas del cielo. Descendía de una vastalínea de antepasados establecidos en España desdela época de los Escipiones. Era de jerarquíasenatorial, y tercero del mismo nombre; hastaentonces nuestra familia había pertenecido al ordenecuestre. Bajo el reinado de Tito, mi abuelo habíaparticipado modestamente en las actividadespúblicas. Este provinciano ignoraba el griego, yhablaba el latín con un ronco acento español queme transmitió y que más tarde fue motivo de risa.Pero su espíritu no era completamente inculto; a sumuerte se halló en su casa un saco lleno deinstrumentos de matemáticas y de libros que no habíatocado en veinte años. Tenía conocimientos

Page 37: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

semicientificos, semicampesinos, la misma mezclade prejuicios estrechos y añeja sabiduría quecaracterizaron a Catón el viejo. Pero Catón fue todasu vida el hombre del Senado romano y de la guerrade Cartago, el exacto representante de la dura Romarepublicana. La dureza casi impenetrable deMarulino remontaba más atrás, a épocas másantiguas. Era el hombre de la tribu, la encarnaciónde un mundo sagrado y casi aterrador, cuyosvestigios encontré más tarde entre nuestrosnecrománticos etruscos. Andaba siempre a cabezadescubierta, cosa que luego habrían de criticar enmí; sus pies encallecidos prescindían de las sandalias.En los días ordinarios, sus ropas se distinguíanapenas de las de los viejos mendigos y los gravesaparceros acurrucados al sol. Tenía fama de brujo ylos aldeanos trataban de evitar su mirada. Perogozaba de un singular poder sobre los animales. Lehe visto acercar su cabeza cana a un nido de víboras,prudente y amistosamente; he visto sus dedosnudosos que ejecutaban una especie de danza frentea un lagarto. En las noches de verano me llevaba alo alto de una árida colina para observar el cielo.Me quedaba dormido en un hueco, fatigado decontar los meteoros. Él seguía sentado, alta la cabeza,girando imperceptiblemente con los astros. Debíade haber conocido los sistemas de Filolao y deHiparco, y el de Aristarco de Samos, que preferímás tarde, pero esas especulaciones ya no leinteresaban. Para él los astros eran puntos

Page 38: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

inflamados, objetos como las piedras y los lentosinsectos de los cuales también extraía presagios,partes constitutivas de un universo mágico queabarcaba las voluntades de los dioses, la influenciade los demonios, y la suerte reservada a loshombres. Había determinado el tema de minatividad. Una noche vino a mí, me sacudió paradespertarme y me anunció el imperio del mundocon el mismo laconismo gruñón que hubieraempleado para predecir una buena cosecha a lasgentes de la granja. Luego, presa de desconfianza,fue a sacar una tea del pequeño fuego de sarmientosque mantenía para calentarnos en las horas de frío,la acercó a mi mano y leyó en mi espesa palma deniño de once años no sé qué confirmación de laslíneas inscritas en el cielo. El mundo era para él unsolo bloque: una mano confirmaba los astros. Sunoticia me conmovió menos de lo que podía creerse:un niño lo espera siempre todo. Creo que despuésse olvidó de su profecía, sumido en esa indiferenciaa los sucesos presentes y futuros que es propia de laancianidad. Lo encontraron una mañana en elbosque de castaños de los confines del dominio, yafrío y picoteado por las aves de presa. Antes demorir había tratado de enseñarme su arte. No tuvoéxito; mi curiosidad natural saltaba de golpe a lasconclusiones sin preocuparse por los detallescomplicados y un tanto repugnantes de su ciencia.Pero quedó en mi el gusto por ciertas experienciaspeligrosas.

Page 39: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Mi padre, Elio Afer Adriano, era un hombreabrumado de virtudes. Su vida transcurrió enadministraciones sin gloria; su voz no contó jamásen el Senado. Contrariamente a lo que suele ocurrir,su gobierno de África no lo había enriquecido. Entrenosotros, en el municipio español de Itálica, seagotaba dirimiendo conflictos locales. Carecía deambición y de alegría; como tantos otros hombresque se van eclipsando de año en año, había llegadoa ocuparse con maniática minucia de lasinsignificancias a las cuales se dedicaba. Tambiényo he conocido esas honorables tentaciones de laminucia y del escrúpulo. La experiencia habíadesarrollado en mi padre un extraordinarioescepticismo sobre los seres humanos, y en él meincluía siendo yo apenas un niño. Si hubiera asistidoa mis éxitos, no lo habrían deslumbrado en absoluto;el orgullo familiar era tan grande que nadie hubieraadmitido que yo agregaba alguna cosa. Aquelhombre agotado sucumbió cuando yo tenía doceaños. Mi madre habría de pasar el resto de su vidaen una austera viudez; no volví a verla desde el díaen que, llamado por mi tutor, partí para Roma. Desu rostro alargado de española, lleno de una dulzuraalgo melancólica, guardo un recuerdo que el bustode cera del muro de los antepasados corrobora. Delas hijas de Gades tenía los piececitos calzados conestrechas sandalias, y el dulce balanceo de lascaderas de las danzarinas de la región asomaba enaquella joven matrona irreprochable.

Page 40: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Con frecuencia he reflexionado sobre el errorque cometemos al suponer que un hombre o unafamilia participan necesariamente de las ideas o losacontecimientos del siglo en que les toca vivir. Elcontragolpe de las intrigas romanas llegaba apenashasta mis padres en aquel rincón de España, aunqueen tiempos de la revuelta contra Nerón mi abuelohubiera ofrecido hospitalidad a Galba durante unanoche. Se vivía con el recuerdo de cierto FabioAdriano, quemado vivo por los cartagineses en elsitio de Utica, de un segundo Fabio, soldado sinsuerte que persiguió a Mitridates en las rutas delAsia Menor, oscuros héroes de archivos sin fastos.Mi padre no sabía casi nada de los escritores de laépoca; Lucano y Séneca le eran ajenos, aunqueoriundos de España como nosotros. Mi tío abueloElio, que era letrado, limitaba sus lecturas a losautores más conocidos del siglo de Augusto. Estedesdén por las modas contemporáneas les ahorrabamuchos errores de gusto; a él debían su falta deengreimiento. El helenismo y el Oriente erandesconocidos, o se los miraba de lejos con el ceñofruncido; creo que en toda la península no habíauna sola estatua griega. La economía iba a la par dela riqueza, y una cierta rusticidad con un empaquecasi pomposo. Mi hermana Paulina era grave,silenciosa, retraída; se casó siendo joven con unviejo. La probidad era rigurosa, pero se trataba condureza a los esclavos. No se incurría en ningunacuriosidad, limitándose a pensar en todo lo que

Page 41: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

convenía a un ciudadano romano. Yo he debido deser el disipador de tantas virtudes, si realmente setrataba de virtudes.

La ficción oficial quiere que un emperadorromano nazca en Roma, pero nací en Itálica; mástarde habría de superponer muchas otras regionesdel mundo a aquel pequeño país pedregoso. Laficción tiene su lado bueno, prueba que lasdecisiones del espíritu y la voluntad priman sobrelas circunstancias. El verdadero lugar de nacimientoes aquel donde por primera vez nos miramos conuna mirada inteligente; mis primeras patrias fueronlos libros. Y, en menor grado, las escuelas. Las deEspaña se resentían del ocio provinciano. La escuelade Terencio Scauro, en Roma, proporcionaba unaenseñanza mediocre sobre las filosofías y los poetas,pero preparaba bastante bien para las vicisitudesde la existencia humana; los maestros ejercían sobrelos alumnos un despotismo que yo me avergonzaríade imponer a los hombres; encerrados en losestrechos limites de su saber, cada uno despreciabaa sus colegas que poseían otros conocimientosigualmente estrechos. Aquellos pedantes sedesgañitaban disputándose sobre palabras. Lasquerellas de precedencia, las intrigas, las calumnias,me familiarizaron con lo que debería encontrar mástarde en todos los círculos donde viví; y a ello seagregaba la brutalidad de la infancia. No obstantellegué a querer a algunos de mis maestros, a esasrelaciones extrañamente intimas y extrañamente

Page 42: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

elusivas que existen entre el profesor y el alumno, ya las Sirenas cantando en lo hondo de una vozcascada que por primera vez nos revela una obramaestra o nos explica una idea nueva. Después detodo, el más grande seductor no es Alcibíades sinoSócrates.

Los métodos de los gramáticos y los rectoreseran quizá menos absurdos de lo que yo creía en laépoca en que me hallaba sometido a ellos. Lagramática, con su mezcla de regla lógica y de usoarbitrario, propone al joven las primicias de lo quemás tarde le ofrecerán las ciencias de la conductahumana, el derecho o la moral, todos los sistemasdonde el hombre ha codificado su experienciainstintiva. En cuanto a los ejercicios de retórica, enlos que éramos sucesivamente Jerjes y Temístocles,Octavio y Marco Antonio, me embriagaron; me sentíProteo. Por ellos aprendí a penetrar sucesivamenteen el pensamiento de cada hombre, a comprenderque cada uno se decide, vive y muere conforme asus propias leyes. La lectura de los poetas tuvoefectos todavía más trastornadores; no estoy segurode que el descubrimiento del amor sea por fuerzamás delicioso que el de la poesía. Me transformé; lainiciación a la muerte no me hará entrar másprofundamente en otro mundo que un crepúsculodicho por Virgilio. Más tarde preferí la rudeza deEnnio, tan próximo a los orígenes sagrados de laraza, a la sapiente amargura de Lucrecio; a lagenerosa soltura de Homero antepuse la humilde

Page 43: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

parsimonia de Hesíodo. Gusté por sobre todo delos poetas más complicados y oscuros, que sometenmi pensamiento a una difícil gimnástica; los másrecientes o los más antiguos, aquellos que me abrencaminos novísimos o aquellos que me ayudan aencontrar las huellas perdidas. Pero por aquelentonces amaba en el arte de los versos lo que tocamás de cerca a los sentidos, el metal pulido deHoracio, la blanda carne de Ovidio. Scauro medesesperó al asegurarme que yo no pasaría nuncade ser un poeta mediocre; me faltaban el don y laaplicación. Mucho tiempo creí que se habíaengañado; guardo en alguna parte, bajo llave, unoo dos volúmenes de versos amorosos, en su mayoríaimitaciones de Catulo. Pero ahora me importa muypoco que mis producciones personales sean o nodetestables.

Siempre agradeceré a Scauro que me hicieraestudiar el griego a temprana edad. Aún era unniño cuando por primera vez probé de escribir conel estilo los caracteres de ese alfabeto desconocido;empezaba mi gran extrañamiento, mis grandesviajes y el sentimiento de una elección tan deliberaday tan involuntaria como el amor. Amé esa lenguapor su flexibilidad de cuerpo bien adiestrado, suriqueza de vocabulario donde a cada palabra sesiente el contacto directo y variado de las realidades,y porque casi todo lo que los hombres han dicho demejor lo han dicho en griego. Bien sé que hay otrosidiomas; están petrificados, o aún les falta nacer.

Page 44: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Los sacerdotes egipcios me mostraron sus antiguossímbolos, signos más que palabras, antiquísimosesfuerzos por clasificar el mundo y las cosas, hablasepulcral de una raza muerta. Durante la guerracon los judíos, el rabino Josuá me explicóliteralmente ciertos textos de esa lengua de sectarios,tan obsesionados por su dios, que han desatendidolo humano. En el ejército me familiaricé con ellenguaje de los auxiliares celtas; me acuerdo sobretodo de ciertos cantos... Pero las jergas bárbarasvalen a lo sumo por las reservas que proporcionanla palabra, y por todo lo que sin duda expresaránen el porvenir. En cambio el griego tiene tras de éltesoros de experiencia, la del hombre y la del Estado.De los tiranos jonios a los demagogos de Atenas, dela pura austeridad de un Agesilao o los excesos deun Dionisio o de un Demetrio, de la traición deDimarates a la fidelidad de Filopemen, todo lo quecada uno de nosotros puede intentar para perder asus semejantes o para servirlos, ha sido hecho yaalguna vez por un griego. Y lo mismo ocurre connuestras elecciones personales: del cinismo alidealismo, del escepticismo de Pirrón a los sueñossagrados de Pitágoras, nuestras negativas o nuestrosasentimientos ya han tenido lugar; nuestros viciosy virtudes cuentan con modelos griegos. Nadaiguala la belleza de una inscripción votiva o funerarialatina; esas pocas palabras grabadas en la piedraresumen con majestad impersonal todo lo que elmundo necesita saber de nosotros. Yo he

Page 45: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

administrado el imperio en latín; mi epitafio seráinscrito en latín sobre los muros de mi mausoleo aorillas del Tíber; pero he pensado y he vivido engriego.

Tenía dieciséis años; volvía de un periodo deaprendizaje en la Séptima legión acantonadaentonces en el corazón de los Pirineos, en una regiónsalvaje de la España Citerior, harto diferente de laparte meridional de la península donde habíacrecido. Acilio Atiano, mi tutor, creyó oportunoequilibrar mediante el estudio aquellos meses devida ruda y cacerías salvajes. Sensatamente se dejópersuadir por Scauro y me envió a Atenas comoalumno del sofista Iseo, hombre brillante y dotadosobre todo de un raro talento para la improvisación.Atenas me conquistó de inmediato; el colegial untanto torpe, el adolescente de tempestuoso corazón,saboreaba por primera vez ese aire intenso, esasconversaciones rápidas, esos vagabundeos en losdemorados atardeceres rosados, esa incomparablefacilidad para la discusión y la voluptuosidad. Lasmatemáticas y las artes —investigacionesparalelas— me ocuparon sucesivamente; tuve asíocasión de seguir en Atenas un curso de medicinade Leotiquidas. Me hubiera agradado la profesiónde médico; su espíritu no difiere en esencia del quetraté de aplicar a mi oficio de emperador. Meapasioné por esa ciencia demasiado próxima anosotros para no ser incierta, para no estar sujeta ala infatuación y al error, pero a la vez rectificada de

Page 46: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

continuo por el contacto de lo inmediato, de lodesnudo. Leotiquidas tomaba las cosas en la formamás positiva posible; había elaborado un admirablesistema de reducción de fracturas. Por la tarde nospaseábamos a orillas del mar; aquel hombreUniversal se preocupaba por la estructura de loscaracoles y la composición de los limos marinos. Lefaltaban medios experimentales; añoraba loslaboratorios y las salas de disección del museo deAlejandría, que había frecuentado en su juventud,el choque de las opiniones, la ingeniosa competenciade los hombres. Espíritu seco, me enseñó a preferirlas cosas a las palabras, a desconfiar de las fórmulas,a observar más que a juzgar. Aquel áspero griegome enseñó el método.

A pesar de las leyendas que me rodean, heamado muy poco la juventud, y la mía menos queninguna otra. Consideraba en si misma, esajuventud tan alocada se me presenta la mayoría delas veces como una época mal desbastada de laexistencia, un periodo opaco e informe, huyente yfrágil. De más está decir que en esta regla he halladocierto número de excepciones deliciosas, y dos otres admirables entre las cuales tú, Marco, has sidola más pura. Por lo que a mi se refiere, a los veinteaños era poco más o menos lo que soy ahora, perosin consistencia. No todo en mi era malo, pero podíallegar a serlo: lo bueno o lo excelente apuntalabanlo peor. Imposible pensar sin ruborizarme en miignorancia del mundo que creía conocer, mi

Page 47: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

impaciencia, esa especie de ambición frívola yavidez grosera. ¿Debo confesarlo? En el seno de lavida estudiosa de Atenas, donde todos los placeresocupaban su lugar morigeradamente, yo añoraba,si no a Roma misma, la atmósfera del lugar dondecontinuamente se hacen y deshacen los negociosdel mundo, el ruido de poleas y engranajes de lamáquina del poder. El reinado de Domiciano llegabaa su fin; mi primo Trajano, que se había cubierto degloria en las fronteras del Rin, se convertía enhombre popular; la tribu española se afianzaba enRoma. Comparada con ese mundo de accióninmediata, la dulce provincia griega me parecíadormitar en un polvillo de ideas ya respiradas; lapasividad política de los helenos era para mí unaforma asaz innoble de renunciación. Mi apetito depoder, de dinero —que entre nosotros suele ser suprimera forma— y de gloria, para dar este hermosonombre apasionado al prurito de oír hablar denosotros, era ya innegable. A él se mezclabaconfusamente el sentimiento de que Roma, inferioren tantas cosas, recobraba la ventaja en lafamiliaridad con los grandes negocios que exigía desus ciudadanos, por lo menos aquellos de las órdenessenatorial o ecuestre. Había llegado al punto desentir que la discusión más trivial sobre laimportación de trigo de Egipto me hubieraenseñado más sobre el Estado que toda la Repúblicade Platón. Ya algunos años atrás, joven romanoavezado en la disciplina militar, había creído

Page 48: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

comprender mejor que mis profesores a los soldadosde Leónidas y a los atletas de Píndaro. AbandonéAtenas, reseca y rubia, por la ciudad donde hombresenvueltos en pesadas togas luchan contra el vientode febrero, donde el lujo y el libertinaje estánprivados de encanto, pero donde las menoresdecisiones afectan al destino de una parte del mundoy donde un joven provinciano ávido pero nadaobtuso, y que al principio sólo creía obedecer aambiciones bastante groseras, habría de perderlasa medida que las realizaba, aprendiendo a medirsecon los hombres y las cosas, a mandar, y, lo que alfin de cuentas es quizá algo menos fútil, a servir.

No todo era bello en ese advenimiento de unavirtuosa clase media que se establecía en vísperasde un cambio de régimen; la honestidad políticaganaba la partida con ayuda de estratagemas asazturbias. Al poner poco a poco la administración enmanos de sus protegidos, el Senado cerraba elcírculo en torno a Domiciano hasta sofocarlo; quizálos hombres nuevos a los cuales me vinculaban mislazos de familia no diferían mucho de aquellos aquienes iban a reemplazar; de todas manerasestaban menos manchados por el poder. Los primosy sobrinos de provincia esperaban obtener puestossubalternos, pero se les pedía que los desempeñarancon integridad. También ya recibí mi puesto: fuinombrado juez del tribunal encargado de los litigiossucesorios. Desde esta modesta función asistí a losúltimos golpes del duelo a muerte entre Domiciano

Page 49: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

y Roma. El emperador había perdido pie en lacapital, en la que sólo se sostenía gracias a continuasejecuciones que apresuraban su propio fin; el ejércitoentero conspiraba para matarlo. No comprendí grancosa de esta esgrima mucho más fatal que la de lasarenas; me contenté con sentir hacia el tiranoacorralado el desprecio un tanto arrogante de unalumno de los filósofos. Bien aconsejado por Atiano,desempeñé mi oficio sin ocuparme demasiado depolítica.

Aquel año de trabajo no se diferenció muchode los años de estudio. Ignoraba el derecho, perotuve la suerte de encontrar como colega en eltribunal a Neracio Prisco, quien consintió eninstruirme y siguió siendo mi asesor legal y mi amigohasta el día de su muerte. Pertenecía a esa rarafamilia espiritual que, poseyendo a fondo unaespecialidad, viéndola por así decirlo desde adentro,y con un punto de vista inaccesible a los profanos,conserva sin embargo el sentido de su valor relativoen el orden de las cosas, y la mide en términoshumanos. Más versado que cualquiera de suscontemporáneos en la rutina legal, no vacilabanunca frente a las innovaciones útiles. Gracias a élpude imponer más tarde ciertas reformas. Peroentonces se imponían otras tareas. Había yoconservado mi acento provinciano; mi primerdiscurso en el tribunal hizo reír a carcajadas.Aproveché entonces mi frecuentación de los actores,que escandalizaban a mi familia; durante largos

Page 50: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

meses las lecciones de elocución fueron la más arduapero la más deliciosa de mis tareas, y el secretomejor guardado de mi vida. Hasta el libertinaje seconvertía en un estudio en aquellos años difíciles.Trataba de ponerme a tono con la juventud doradade Roma; jamás lo conseguí por entero. Movido porla cobardía propia de esa edad, cuya temeridadexclusivamente física se agota en otras cosas, sólo amedias me atrevía a confiar en mí mismo; con laesperanza de parecerme a los demás, embotaba oafilaba mi naturaleza.

No era muy querido. No había ninguna razónpara que lo fuera. Ciertos rasgos, por ejemplo laafición a las artes, que pasaban inadvertidos en elcolegial de Atenas y que serían más o menosaceptados en el emperador, resultaban incómodosen el oficial y el magistrado en los primeros peldañosde la autoridad. Mi helenismo se prestaba a lassonrisas, tanto más que yo lo exhibía y lo disimulabaalternativamente. En el Senado me llamaban elestudiante griego. Empezaba a tener mi leyenda,ese extraño reflejo centelleante nacido a medias denuestras acciones y a medias de lo que el vulgopiensa de ellas. Los litigantes impudentes medelegaban sus mujeres, si sabían de mi aventuracon la esposa de un senador, o sus hijos, cuando yoproclamaba alocadamente mi pasión por algúnjoven mimo. Confundir a esas gentes con miindiferencia me resultaba un placer. Los máslamentables eran los que me hablaban de literatura

Page 51: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

para congraciarse conmigo. La técnica que debíaelaborar en aquellos puestos mediocres me sirviómás tarde para mis audiencias imperiales. Volcarseíntegramente a cada uno durante la breve duraciónde la entrevista, hacer del mundo una tabla rasadonde en ese momento sólo existe cierto banquero,cierto veterano, cierta viuda; acordar a esas personastan variadas —aunque encerradas en los estrechoslimites de alguna especie— toda la atención cortésque en los mejores momentos nos acordamos anosotros mismos, y verlos casi infaliblementeaprovechar de esa facilidad para engreírse como larana de la fábula; y, finalmente, consagrarseriamente algunos instantes a su problema o a sunegocio. Aquello seguía siendo el consultorio delmédico. Ponía al desnudo viejos odios aterradores,una lepra de mentiras. Maridos contra esposas,padres contra hijos, colaterales contra todo elmundo; el poco respeto que tenía personalmentepor la institución de la familia no resistió a ese desfile.

No desprecio a los hombres. Si así fuera notendría ningún derecho, ninguna razón para tratarde gobernarlos. Los sé vanos, ignorantes, ávidos,inquietos, capaces de cualquier cosa para triunfar,para hacerse valer, incluso ante sus propios ojos, osimplemente para evitar sufrir. Lo sé: soy comoellos, al menos por momentos, o hubiera podidoserlo. Entre el prójimo y yo las diferencias quepercibo son demasiado desdeñables como para quecuenten en la suma final. Me esfuerzo pues para

Page 52: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

que mi actitud esté tan lejos de la fría superioridaddel filósofo como de la arrogancia del César. Loshombres más opacos emiten algún resplandor: esteasesino toca bien la flauta, ese contramaestre quedesgarra a latigazos la espalda de los esclavos esquizá un buen hijo; ese idiota compartiría conmigosu último mendrugo. Y pocos hay que no puedanenseñarnos alguna cosa. Nuestro gran error estáen tratar de obtener de cada uno en particular lasvirtudes que no posee, descuidando cultivar aquellasque posee. A la búsqueda de esas virtudesfragmentarias aplicaré aquí lo que decía antes,voluptuosamente, de la búsqueda de la belleza. Heconocido seres infinitamente más noveles, másperfectos que yo, como Antonino, tu padre; hefrecuentado a no pocos héroes, y también a algunossabios. En la mayoría de los hombres encontréinconsistencia para el bien; no los creo másconsistentes para el mal; su desconfianza, suindiferencia más o menos hostil cedía demasiadopronto casi vergonzosamente, y se convertíademasiado fácilmente en gratitud y respeto, quetampoco duraban mucho; aun su egoísmo podía seraplicado a finalidades útiles. Me asombra que tanpocos me hayan odiado; sólo he tenido dos o tresenemigos encarnizados, de los cuales y comosiempre yo era en parte responsable. Algunos meamaron, dándome mucho más de lo que teníaderecho a exigir y aun a esperar de ellos; me dieron

Page 53: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

su muerte, y a veces su vida. Y el dios que llevan enellos se revela muchas veces cuando mueren.

Sólo en un punto me siento superior a lamayoría de los hombres: soy a la vez más libre ymás sumiso de lo que ellos se atreven a ser. Casitodos desconocen por igual su justa libertad y suverdadera servidumbre. Maldicen sus grillos; aveces parecería que se jactan de ellos. Por lo demássu tiempo transcurre en vanas licencias; no sabenurdir para sí mismos el más ligero yugo. En cuantoa mí, busqué la libertad más que el poder, y el podertan sólo porque en parte favorecía la libertad. Nome interesaba una filosofía de la libertad humana(todos los que la intentan me hastían) sino unatécnica; quería hallar la charnela donde nuestravoluntad se articula con el destino, donde ladisciplina secunda a la naturaleza en vez defrenarla. Compréndeme bien: no se trata de la duravoluntad del estoico, cuyo poder estimasexageradamente, ni tampoco de una elección o unanegativa abstractas, que insultan las condiciones denuestro mundo pleno, continuo, formado de objetosy de cuerpos. Soñé con una aquiesciencia mássecreta o una buena voluntad más flexible. La vidaera para mi un caballo a cuyos movimientos nosplegamos, pero sólo después de haberlo adiestrado.Como en definitiva todo es una decisión del espíritu,aunque lenta e insensible, que entraña asimismo laadhesión del cuerpo, me esforzaba por alcanzargradualmente ese estado de libertad —o de

Page 54: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

sumisión— casi puro. La gimnástica me ayudaba aello; la dialéctica no me perjudicaba. Busqué primerouna simple libertad de vacaciones, de momentoslibres. Toda vida bien ordenada los tiene, y quienno sabe crearlos no sabe vivir. Fui más allá; imaginéuna libertad simultánea, en la que dos acciones, dosestados, serían posibles al mismo tiempo; tomandopor modelo a César, aprendí a dictar diversos textosa la vez, y a hablar mientras seguía leyendo. Inventéun modo de vida en el que podía cumplirseperfectamente la tarea más pesada sin una treguatotal; llegué aun a proponerme eliminar la nociónfísica de fatiga. En otros momentos me ejercitabaen practicar una libertad alternativa: las emociones,las ideas, los trabajos, debían poder serinterrumpidos a cada instante y luego reanudados;la certidumbre de poder ahuyentarlos o llamarloscomo a esclavos les quitaba toda posibilidad detiranía, y a mi todo sentimiento de servidumbre.Hice más: ordené todo un día en torno a una ideaescogida, que no debía abandonarme nunca; cuandohubiera podido desanimarme o distraerme, losproyectos o los trabajos de otro orden, las palabrasvanas, los mil incidentes de la jornada, se apoyabanen esa idea como los pámpanos en un fuste decolumna. Otras veces, en cambio, dividía al infinito:cada pensamiento, cada hecho, era objeto de unasegmentación, de un seccionamiento en múltiplespensamientos o hechos más pequeños, de manejomás fácil. Las resoluciones difíciles se desmigajaban

Page 55: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

así en un polvillo de decisiones minúsculas, tomadasuna a una, determinándose consecutivamente, y porello tan inevitables como fáciles.

Pero el mayor rigor lo apliqué a la libertad deaquiescencia, la más ardua de todas. Asumí miestado y mi condición; en mis años de dependencia,la sujeción perdía lo que pudiera tener de amargo oaun de indigno, si aceptaba ver en ella un ejercicioútil. Elegía lo que tenía, exigiéndome tan sólo tenerlototalmente y saborearlo lo mejor posible. Los trabajosmás tediosos se cumplían sin esfuerzo a poco queme apasionara por ellos. Tan pronto un objeto merepugnaba, lo convertía en tema de estudio,forzándome hábilmente a extraer de él un motivode alegría. Frente a un suceso imprevisto o casidesesperado, una emboscada o una tempestad enel mar, una vez adoptadas todas las medidasconcernientes a los demás, me consagraba a festejarel azar, a gozar de lo que me traía de inesperado; laemboscada o la tormenta se integraban sin esfuerzoen mis planes o en mis ensueños. Aun en la hora demi peor desastre, he visto llegar el momento en queel agotamiento lo privaba de una parte de su horror,en que yo lo hacia mío al aceptarlo. Si alguna vezme toca sufrir la tortura —y sin duda la enfermedadse encargará de someterme a ella—, no estoy segurode conservar mucho tiempo la impasibilidad de unTrasea, pero al menos me quedará el recurso deresignarme a mis gritos. Y en esta forma, con unamezcla de reserva y audacia, de sometimiento y

Page 56: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

rebelión cuidadosamente concertados, de exigenciaextrema y prudentes concesiones, he llegadofinalmente a aceptarme a mí mismo.

De haberse prolongado en exceso, esa vida enRoma me hubiera agriado, corrompido o gastado.Me salvó el reingreso en el ejército, que tambiéntiene sus compromisos pero más sencillos. Laincorporación significaba viajar, y me puse enmarcha lleno de júbilo. Había sido nombrado tribunoen la Décima Legión, la Coadjutora; pasé a orillasdel alto Danubio algunos meses lluviosos de otoño,sin otro compañero que un libro de Plutarco queacababa de aparecer. En noviembre fui trasladadoa la Quinta Legión Macedonia, acantonada entonces(y aun hoy) en la desembocadura del mismo río, enlas fronteras de la Moesia inferior. La nieve quebloqueaba las rutas me impidió viajar por tierra.Embarqué en Pola, y apenas tuve tiempo de visitarotra vez Atenas, donde más tarde habría de vivirlargo tiempo. La noticia del asesinato de Domiciano,anunciada a los pocos días de mi llegada alcampamento, no asombró a nadie y alegró a todo elmundo. Trajano no tardó en ser adoptado porNerva; la avanzada edad del nuevo príncipe daba aesta sucesión un carácter perentorio. La política deconquistas, en la que mi primo se proponía lanzar aRoma según era notorio, los reagrupamientos detropas que empezaban a cumplirse, la severidadprogresiva de la disciplina, mantenían al ejército en

Page 57: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

un estado de efervescencia y expectativa. Aquellaslegiones danubianas funcionaban con la precisiónde una máquina de guerra bien engrasada; no separecían en nada a las soñolientas guarniciones queyo había conocido en España. Lo que es másimportante, la atención del ejército había dejado deconcentrarse en las querellas de palacio, para fijarseen los asuntos exteriores del imperio; nuestras tropasno se reducían ya a una banda de lictores prontos aaclamar o a degollar a cualquiera. Los oficiales másinteligentes se esforzaban por distinguir un plangeneral en esas reorganizaciones de las queparticipaban, por prever el futuro nacional y nosolamente el suyo propio. Por lo demás aquellosacontecimientos, que atravesaban la primera etapade su crecimiento, provocaban no pocos comentariosridículos; todas las noches las mesas de los oficialesquedaban cubiertas de planes estratégicos tangratuitos como inhábiles. El patriotismo romano, lacreencia inquebrantable en los beneficios de nuestraautoridad y en la misión de Roma sobre los pueblos,asumían en aquellos profesionales una brutalidad ala cual yo no estaba aún acostumbrado. En lasfronteras, donde precisamente hubiera hecho faltacierta habilidad, por lo menos momentánea, paraobtener la adhesión de algunos jefes nómadas, elsoldado eclipsaba por completo al estadista; lostrabajos forzados y las requisiciones daban lugar aabusos que no asombraban a nadie. Gracias a lasdivisiones continuas entre los bárbaros, la situación

Page 58: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en el nordeste era más favorable que nunca; inclusodudo de que las guerras posteriores la hayanmejorado. Los incidentes fronterizos nos causabanpocas pérdidas, sólo inquietantes por su repeticióncontinua; reconozcamos que ese perpetuo quién viveservia por lo menos para fortalecer el espíritu militar.Estaba persuadido sin embargo de que un menornúmero de demostraciones, unido al ejercicio deuna mayor actividad mental; hubiera bastado parasometer a ciertos jefes, para ganar la adhesión delos otros, y decidí consagrarme a esta última tareaque todo el mundo desdeñaba.

Impulsábame a ello mi gusto por elextrañamiento; me placía frecuentar a los bárbaros.Aquel gran país situado entre las bocas del Danubioy las de Borístenes, triángulo del cual recorrí por lomenos dos lados, se cuenta entre las regiones mássorprendentes del mundo, al menos para nosotros,hombres nacidos a orillas del Mar Interior,habituados a los paisajes puros y secos del sur, a lascolinas y penínsulas. Allí adoré a la diosa Tierra,como aquí adoramos a la diosa Roma, y no hablo deCeres sino de una divinidad más antigua, anteriora la invención de los cultivos. Nuestro suelo griegoo latino, sostenido por la osamenta de las rocas, poseela elegancia ceñida de un cuerpo masculino; la tierraescita tenía la abundancia algo pesada de un cuerporeclinado de mujer. La llanura sólo acababa en elcielo. Frente al milagro de los ríos mi maravilla notenía fin; aquella vasta tierra vacía era tan sólo una

Page 59: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

pendiente y un lecho para ellos. Nuestros ríos soncortos, y jamás nos sentimos lejos de sus fuentes.Pero el enorme caudal que acababa aquí en confusosestuarios, arrastraba consigo los limos de uncontinente desconocido, los hielos de regionesinhabitables. El frío de una meseta española no esinferior a ningún otro, pero por primera vez mehallaba cara a cara con el verdadero invierno, queen nuestras regiones sólo hace apariciones más omenos breves, mientras allá se mantiene durantelargos meses, y más al norte se lo adivina inmutable,sin comienzo ni fin. La noche de mi llegada al campo,el Danubio era una inmensa ruta de hielo rojo, ymás tarde de hielo azul, en la que el trabajo interiorde las corrientes marcaba huellas tan hondas comolas de los carros. Nos protegíamos del frío con pieles.La presencia de ese enemigo impersonal, casiabstracto, provocaba una exaltación extraordinaria,una sensación creciente de energía. Luchábamospor conservar ese calor, como en otras partesluchábamos por conservar el coraje. Ciertos días,en la estepa, la nieve borraba todos los planos, yaharto poco apreciables; se galopaba en un mundode espacio puro, de puros átomos. La helada dabaa las cosas más triviales y blandas una transparenciay una dureza celestes. Un junco quebrado seconvertía en una flauta de cristal. Assar, mi guíacaucásico, rompía hielo al atardecer para abrevarnuestros caballos. Aquellas bestias eran uno denuestros puntos de contacto más útiles con los

Page 60: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

bárbaros; los regateos y las interminablesdiscusiones originaban una especie de amistad, y elrespeto mutuo nacía de alguna proeza ecuestre. Denoche, los fuegos del campamento iluminaban losextraordinarios brincos de los bailarines de estrechacintura y sus extravagantes brazaletes de oro.

Muchas veces, en primavera, cuando eldeshielo me permitía aventurarme hasta lasregiones interiores, me ocurrió dar la espalda alhorizonte austral que encerraba los mares y las islasbien conocidas, y al occidental, donde en algunaparte el sol se ponía sobre Roma, y soñar conadentrarme en aquellas estepas, superando loscontrafuertes del Cáucaso, hacia el norte o el Asiamás lejana. ¿Qué climas, qué fauna, qué razashumanas habría descubierto, qué imperiosignorantes del nuestro como nosotros de los suyos,o conociéndonos a lo sumo por algunas mercancíastransmitidas de mano en mano por los traficantes,tan raras para ellos como la pimienta de la India y elgrano de ámbar de las regiones bálticas paranosotros? En Odessos, un negociante que volvíadespués de un viaje de muchos años me regaló unapiedra verde semitransparente, al parecer unasustancia sagrada procedente de un inmenso reinocuyos bordes había costeado, y cuyas costumbres ydioses no habían despertado el interés de aquelhombre sumido en la estrechez de su ganancia. Laextraña gema me produjo el mismo efecto que unapiedra caída del cielo, meteoro de otro mundo.

Page 61: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Conocemos aún muy mal la configuración de latierra, pero no comprendo que uno pueda resignarsea esa ignorancia. Envidio a aquellos que lograrándar la vuelta a los doscientos cincuenta mil estadiosgriegos tan bien calculados por Eratóstenes y cuyorecorrido nos traería otra vez al punto de partida.Me imaginaba a mí mismo tomando la simpledecisión de seguir adelante por el sendero quereemplazaba nuestras rutas. Jugaba con esa idea...Estar solo, sin bienes, sin prestigio, sin ninguno delos beneficios de una cultura, exponiéndose enmedio de hombres nuevos, entre azares vírgenes...Ni que decir que era un sueño, el más breve detodos. Aquella libertad que me inventaba sólo existíaa la distancia; muy pronto hubiera recreado todo loque acababa de abandonar. Más aún: en todas partessólo hubiera sido un romano ausente. Una especiede cordón umbilical me ataba a la Ciudad. Quizá enaquella época, en aquel puesto de tribuno, me sentíamás estrechamente ligado al imperio de lo que mesiento hoy como emperador, por la misma razónque el hueso del puño es menos libre que el cerebro.Y sin embargo soñé ese sueño monstruoso quehubiera hecho estremecerse a nuestros antepasados,prudentemente confinados en su tierra del Lacio, yhaberlo albergado en mí un instante me diferenciapara siempre de ellos.

Page 62: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Trajano estaba a la cabeza de las tropas en laGermania inferior; el ejército del Danubio medesignó portador de sus felicitaciones al nuevoheredero del imperio. Me hallaba a tres días demarcha de Colonia, en plena Galia, cuando en unalto del camino me fue anunciada la muerte deNerva. Sentí la tentación de adelantarme al correoimperial y de llevar personalmente a mi primo lanoticia de su advenimiento. Partí al galope, sindetenerme en parte alguna, salvo en Tréveris, dondemi cuñado Serviano residía en calidad degobernador. Cenamos juntos. La alocada cabeza deServiano estaba llena de vapores imperiales.Hombre tortuoso, empeñado en perjudicarme o porlo menos en impedirme agradar, concibió el plande adelantárseme enviando su propio correo aTrajano. Dos horas después fui atacado al vadearun río; los asaltantes hirieron a mi ordenanza ymataron nuestros caballos. Pudimos sin embargoapoderarnos de uno de los agresores, antiguoesclavo de mi cuñado, quien confesó todo. Servianohubiera debido darse cuenta de que no es tan fácilimpedir que un hombre resuelto continúe sucamino, a menos de matarlo, y era demasiadocobarde para llegar a ese punto. Tuve que hacerdoce millas a pie antes de dar con un campesinoque me vendiera su caballo. Llegué esa misma nochea Colonia, aventajando apenas al correo de micuñado. Esta especie de aventura tuvo éxito, y elejército me recibió con un entusiasmo acrecentado.

Page 63: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

El emperador me retuvo a su lado en calidad detribuno de la Segunda Legión, la Fiel.

Había recibido la noticia de su advenimientocon admirable desenvoltura. Hacía mucho que laesperaba, y sus proyectos no cambiaban en absoluto.Seguía siendo el de siempre, el que sería hasta sumuerte: un jefe. Pero había tenido la virtud deadquirir, gracias a una concepción totalmente militarde la disciplina, una idea de lo que es el orden en elEstado. Todo, por lo menos al principio, giraba entorno a esta idea, incluso sus planes de guerra y susproyectos de conquista. Emperador-soldado, peroen modo alguno soldado-emperador. Nada cambióen su vida; su modestia prescindía tanto de laafectación como del empaque. Mientras el ejércitose regocijaba, él asumía sus nuevasresponsabilidades como parte del trabajo cotidiano,y mostraba a sus íntimos una sencilla satisfacción.

Yo le inspiraba muy poca confianza.Veinticuatro años mayor que yo, mi primo era mico-tutor desde la muerte de mi padre. Cumplía susobligaciones familiares con seriedad provinciana:estaba pronto a hacer lo imposible para ayudarmesi mostraba ser digno, y a tratarme con más rigorque nadie si resultaba incompetente. Se habíaenterado de mis locuras de muchacho con unaindignación en modo alguno injustificada, pero quesólo se da en el seno de las familias; por lo demásmis deudas lo escandalizaban mucho más que mistravesuras. Otros rasgos de mi carácter lo

Page 64: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

inquietaban; poco cultivado, sentía un respetoconmovedor por los filósofos y los letrados, perouna cosa es admirar de lejos a los grandes filósofosy otra tener a su lado a un joven teniente demasiadoteñido de literatura. No sabiendo dónde se situabanmis principios, mis contenciones, mis frenos, mesuponía desprovisto de ellos y sin recursos contramí mismo. De todas maneras, jamás había yocometido el error de descuidar el servicio. Mireputación de oficial lo tranquilizaba, pero para élno era más que un joven tribuno de brillanteporvenir, que había que vigilar de cerca.

Un incidente de la vida privada estuvo muypronto a punto de perderme. Un bello rostro meconquistó. Me enamoré apasionadamente de unjovencito que también había llamado la atención delemperador. La aventura era peligrosa, y la saboreécomo tal. Cierto Galo, secretario de Trajano, quedesde hacia mucho se creía en el deber de detallarlemis deudas, nos denunció al emperador. Suirritación fue grande, y yo pasé un mal momento.Algunos amigos, entre ellos Acilio Atiano, hicieronlo posible por impedir que se obstinara en unresentimiento tan ridículo. Acabó cediendo a susinstancias, y la reconciliación, al principio muy pocosincera por ambas partes, fue más humillante paramí que todas las escenas de cólera. Confieso haberguardado a Galo un odio incomparable. Muchosaños más tarde fue condenado por falsificación de

Page 65: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

escrituras públicas, y me sentí —con qué delicia—vengado.

La primera expedición contra los dacioscomenzó al año siguiente. Por gusto y por políticame he opuesto siempre al partido de la guerra, perohubiera sido más o menos que un hombre si lasgrandes empresas de Trajano no me hubieranembriagado. Vistos en conjunto y a distancia,aquellos años de guerra se cuentan entre los másdichosos para mí. Su comienzo fue duro, o así mepareció. Empecé desempeñando puestossecundarios, pues aún no había alcanzado la totalbenevolencia de Trajano. Pero conocía el país yestaba seguro de ser útil. Casi a pesar mío, inviernotras invierno, campamento tras campamento, batallatras batalla, sentía crecer mis objeciones a la políticadel emperador; en aquella época no tenía ni el deberni el derecho de expresar esas objeciones en vozalta, aparte de que nadie me hubiera escuchado.Situado más o menos al margen, en el quinto o eldécimo lugar, conocía tanto mejor a mis tropas ycompartía más íntimamente su vida. Gozaba decierta libertad de acción, o más bien de ciertodesasimiento frente a la acción misma, que no esfácil permitirse una vez que se llega al poder y sehan pasado los treinta años. Tenía mis ventajas: elgusto por ese duro país, mi pasión por todas lasformas voluntarias —por lo demás intermitentes—de desposeimiento y austeridad. Quizá era el únicode los oficiales jóvenes que no añoraba Roma.

Page 66: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Cuanto más se iban alargando en el lodo y en lanieve los años de la campaña, más ponían de relievemis recursos.

Viví entonces una época de exaltaciónextraordinaria, debida en parte a la influencia deun pequeño grupo de tenientes que me rodeaba yque habían traído extraños dioses del fondo de lasguarniciones asiáticas. El culto de Mitra, menosdifundido entonces de lo que llegó a ser luego denuestras expediciones contra los partos, meconquistó un momento por las exigencias de suarduo ascetismo, que tendía duramente el arco dela voluntad, por la obsesión de la muerte, del hierroy la sangre, que exaltaba al nivel de explicación delmundo la aspereza trivial de nuestras vidas desoldados. Nada hubiera debido oponerse más a lasideas que empezaba yo a abrigar acerca de la guerra,pero aquellos ritos bárbaros, que crean entre losafiliados vínculos de vida y de muerte, halagabanlos más íntimos ensueños de un joven ansioso depresente, incierto ante el porvenir, y por ello mismoabierto a los dioses. Fui iniciado en una torrecilla demadera y juncos, a orillas del Danubio, teniendopor asistente a Marcio Turbo, mi compañero dearmas. Me acuerdo de que el peso del toroagonizante estuvo a punto de derrumbar el pisobajo cuya abertura me hallaba para recibir lasangrienta aspersión. Más tarde he reflexionadosobre los peligros que estas sociedades casi secretaspueden hacer correr al estado si su príncipe es débil,

Page 67: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

y he terminado por reprimirlas rigurosamente, peroreconozco que frente al enemigo confieren a susadeptos una fuerza casi divina. Cada uno denosotros creía escapar a los estrechos limites de sucondición de hombre, se sentía a la vez él mismo yel adversario, asimilado al dios de quien ya no sesabe si muere bajo forma bestial o mata bajo formahumana. Aquellos ensueños extraños, que hoyllegan a aterrarme, no diferían tanto de las teoríasde Heráclito sobre la identidad del arco y del blanco.En aquel entonces me ayudaban a tolerar la vida.La victoria y la derrota se mezclaban, confundidas,rayos diferentes de la misma luz solar. Aquellosinfantes dacios que pisoteaban los cascos de micaballo, aquellos jinetes sármatas abatidos más tardeen encuentros cuerpo o cuerpo donde nuestrascabalgaduras encabritadas se mordían en plenopecho, a todos podía yo herirlos más fácilmente porcuanto me identificaba con ellos. Abandonado enun campo de batalla, mi cuerpo despojado de susropas no hubiera sido tan distinto de los suyos. Elchoque de la última estocada hubiera sido el mismo.Te confieso así pensamientos extraordinarios, quese cuentan entre los más secretos de mi vida, y unaextraña embriaguez que jamás he vuelto a encontrarexactamente bajo esa forma.

Cierto número de acciones brillantes, que quizáno hubieran llamado la atención en un simplesoldado, me dieron renombre en Roma y una suertede gloria en el ejército. La mayoría de mis supuestas

Page 68: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

proezas no eran más que inútiles bravatas; con ciertavergüenza descubro hoy, detrás de esa exaltacióncasi sagrada de que hablaba hace un momento, unbajo deseo de agradar a toda costa y atraer laatención sobre mí. Así, un día de otoño, crucé acaballo el Danubio henchido por las lluvias, llevandoel pesado equipo de los soldados bátavos. En estehecho de armas, silo fue, mi cabalgadura tuvo másmérito que yo. Pero ese período de locuras heroicasme enseñó a distinguir entre los diversos aspectosdel coraje. Aquel que me gustaría poseer decontinuo es glacial, indiferente, libre de todaexcitación física, impasible como la ecuanimidad deun dios. No me jacto de haberlo alcanzado jamás.La falsificación que utilicé más tarde no pasaba deser, en mis días malos, una cínica despreocupaciónhacia la vida, y en los días buenos, un sentimientodel deber al cual me aferraba. Pero muy pronto,por poco que durara el peligro, el cinismo o elsentimiento del deber cedían a un delirio deintrepidez, especie de extraño orgasmo del hombreunido a su destino. A la edad que tenía entonces,aquel ebrio coraje persistía sin cesar. Un serembriagado de vida no prevé la muerte; ésta noexiste, y él la niega con cada gesto. Si la recibe, seráprobablemente sin saberlo; para él no pasa de unchoque o de un espasmo. Sonrío amargamentecuando me digo que hoy consagro un pensamientode cada dos a mi propio fin, como si se necesitarantantos preparativos para decidir a este cuerpo

Page 69: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

gastado a lo inevitable. En aquella época, en cambio,un joven que mucho hubiera perdido de no viviralgunos años más, arriesgaba alegremente suporvenir todos los días.

Sería fácil interpretar lo que antecede como lahistoria de un soldado demasiado intelectual, quebusca hacerse perdonar sus libros. Pero estasperspectivas simplificadas son falsas. Diversospersonajes reinaban en mi sucesivamente, ningunopor mucho tiempo, pero el tirano caído recobrabarápidamente el poder. Albergaba así al oficialescrupuloso, fanático de disciplina, pero quecompartía alegremente las privaciones de la guerracon sus hombres; al melancólico soñador de losdioses, al amante dispuesto a todo por un instantede vértigo, al joven teniente altanero que se retira asu tienda, estudia sus mapas a la luz de la lámpara,sin ocultar a los amigos su desprecio por la formaen que van las cosas, y al estadista futuro. Perotampoco olvidemos al innoble adulador, que parano desagradar consentía en emborracharse en lamesa imperial, al jovenzuelo que opinaba sobrecualquier cosa con ridícula seguridad; alconversador frívolo, capaz de perder a un buenamigo por una frase ingeniosa; al soldado quecumplía con precisión maquinal sus bajas tareas degladiador. Y mencionemos también a ese personajevacante, sin nombre, sin lugar en la historia, perotan yo como todos los otros, simple juguete de lascosas, ni más ni menos que un cuerpo, tendido en

Page 70: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

su lecho de campaña, distraído por un olor, ocupadopor un aliento, vagamente atento a un eternozumbido de abeja. Y sin embargo, poco a poco, unrecién venido entraba en función: un hombre deteatro, un director de escena. Conocía el nombrede mis actores; arreglaba para ellos entradas y salidasplausibles; cortaba las réplicas inútiles; evitabagradualmente los efectos vulgares. Aprendía porfin a no abusar del monólogo. Poco a poco mis actosme iban formando.

Las hazañas militares hubieran podido valermela enemistad de un hombre menos grande queTrajano. Pero el coraje era el único lenguaje quecomprendía inmediatamente y cuyas palabrasllegaban a su corazón. Acabó por ver en mía unsegundo, casi a un hijo, y nada de lo que sucediómás tarde pudo separarnos del todo. Por mi parte,algunas de mis nacientes objeciones a su políticafueron dejadas momentáneamente de lado,olvidadas frente al admirable genio que Trajanodesplegaba en el ejército. Siempre me ha gustadover trabajar a un gran especialista. En lo suyo, elemperador poseía una habilidad y una seguridadinigualables. Al frente de la Legión Minervina, lamás gloriosa de todas, fui designado para destruirlas últimas defensas del enemigo en la región de lasPuertas de Hierro. Luego del sitio de la ciudadelade Sarmizegetusa, entré con el emperador a la salasubterránea donde los consejeros del rey Decebaloacababan de envenenarse en el curso de un

Page 71: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

banquete final; Trajano me ordenó hacer quemaraquel extraño amontonamiento de muertos. Por lanoche, en la escarpa del campo de batalla, me pusoen el dedo el anillo de diamantes que había recibidode Nerva, y que representaba en cierto modo laprenda de la Sucesión del poder. Aquella nochedormí contento.

Mi incipiente popularidad dio a mi segundaestadía en Roma algo de ese sentimiento de euforiaque habría de volver a encontrar en un grado muchomayor durante mis años de felicidad. Trajano mehabía entregado dos millones de sextercios parahacer regalos al pueblo. La suma no era bastante,pero yo gozaba ya de la administración de mi propiafortuna, que era considerable, y vivía a salvo depreocupaciones de dinero. Había perdido en granmedida mi innoble temor de desagradar. Unacicatriz en el mentón me proporcionó el pretextopara usar la corta barba de los filósofos griegos.Impuse a mi vestimenta una simplicidad queexageré todavía más en la época imperial; mi tiempode brazaletes y perfumes había terminado. Noimportaba que esta simplicidad fuese todavía unaactitud. Lentamente me iba habituando a la privaciónpor sí misma y a ese contraste que amé más tardeentre una colección de gemas preciosas y las manosdesnudas del coleccionista. A propósito devestimentas, durante el año en que serví comotribuno del pueblo me ocurrió un incidente del cualse extrajeron presagios. Un día en que me tocaba

Page 72: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

hablar en público bajo la lluvia, perdí mi abrigo degruesa lana gala. Obligado a pronunciar mi discursoenvuelto en una toga, por cuyos pliegues resbalabael agua como en otros tantos canalones, me pasabaa cada momento la mano por la frente para secar lalluvia que me llenaba los ojos. Resfriarse es en Romaun privilegio de emperador, puesto que le estávedado llevar cualquier otra prenda que no sea latoga; a partir de aquel día, la vendedora de laesquina y el voceador de sandías creyeron en mifortuna.

Se habla con frecuencia de los ensueños de lajuventud. Pero se olvidan demasiado sus cálculos.También son ensueños, y no menos alocados quelos otros. No era yo el único en soñarlos duranteaquel período de fiestas romanas; el ejército enterose precipitaba a la carrera de los honores. Entré asazalegremente en ese papel de ambicioso que jamáshe podido representar mucho tiempo conconvicción, o sin los constantes auxilios de unapuntador. Acepté desempeñar con la más prudenteexactitud la aburrida función de curador de las actasdel Senado, y cumplir mi tarea con provecho. Ellacónico estilo del emperador, admirable en elejército, resultaba insuficiente para Roma; laemperatriz, cuyos gustos literarios se parecían a losmíos, lo persuadió de que me dejara preparar susdiscursos. Aquél fue el primero de los buenos oficiosde Plotina. Logré éxito, tanto más que estabaacostumbrado a ese tipo de complacencias. En la

Page 73: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

época de mis penosos comienzos, muchas veceshabía redactado arengas para senadores cortos deideas o de estilo, y que acababan por creerse susverdaderos autores. Trabajar para Trajano meprodujo un placer semejante al que los ejercicios deretórica me habían proporcionado en laadolescencia; a solas en mi habitación, estudiandomis efectos ante un espejo, me sentía emperador.La verdad es que aprendí a serlo; las audacias deque no me hubiera creído capaz se volvían fácilescuando era otro quien las endosaba. El pensamientodel emperador, simple pero inarticulado, y por tantooscuro, se me hizo familiar; me jactaba de conocerloun poco mejor que él mismo. Me encantaba mimarel estilo militar del jefe, escucharlo pronunciar en elSenado frases que parecían típicas y de las cualesera yo responsable. Otras veces, estando enfermoTrajano, fui encargado de leer personalmenteaquellos discursos de los cuales él ya no se enteraba;mi elocución por fin irreprochable honraba laslecciones del actor trágico Olimpo.

Aquellas funciones casi secretas me valían laintimidad del emperador y hasta su confianza, perola antigua antipatía continuaba. Por un momentohabía cedido al placer que un viejo príncipe sienteal ver que un joven de su sangre inicia una carrera,pues con no poca ingenuidad imagina que habráde continuar la suya. Pero quizá ese entusiasmohabía brotado con tanta fuerza en el campo de batallade Sarmizegetusa porque irrumpía a través de

Page 74: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

muchas capas superpuestas de desconfianza. Aunhoy creo que había allí algo más que la mextirpableanimosidad basada en las querellas seguidas dedifíciles reconciliaciones, en las diferencias detemperamento, o simplemente en los hábitosmentales de un hombre que envejece. El emperadordetestaba instintivamente a los subalternosindispensables. Hubiera preferido en mí una mezclade celo e irregularidad al cumplir mi cargo: leresultaba casi sospechoso a fuerza de técnicamenteirreprochable. Bien se lo vio cuando la emperatrizcreyó ayudar mi carrera arreglándome uncasamiento con la sobrina nieta de Trajano. Éste seopuso obstinadamente al proyecto, alegando mi faltade virtudes domésticas, la extremada juventud dela elegida y hasta mis antiguas historias de deudas.la emperatriz se empecinó, y yo mismo insistí; a suedad, Sabina no dejaba de tener encantos. Aquelmatrimonio, aligerado por una ausencia casicontinua, fue para mí una frente tal de irritacionesy de inconvenientes, que me cuesta recordar queen su día representó un triunfo para un ambiciosode veintiocho años.

Ahora pertenecía más que nunca a la familia,y me vi forzado a vivir en su seno. Pero todo medesagradaba en ese medio, salvo el hermoso rostrode Plotina. Las comparsas españolas y los primosprovincianos abundaban en la mesa imperial, asícomo más tarde habría de encontrarlos en lascomidas de mi mujer, durante mis raras estadías en

Page 75: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Roma; ni siquiera agregaré que volvía a encontrarlosenvejecidos, pues ya en aquella época todos parecíancentenarios. Una espesa cordura, algo como unarancia prudencia, emanaba de sus personas. Casitoda la vida del emperador había transcurrido en elejército; Conocía Roma muchísimo menos que yo.Ponía una buena voluntad incomparable en rodearsede todo lo que la ciudad le ofrecía de mejor, o de loque le presentaban como tal. El círculo oficial estabacompuesto por hombres de admirable integridad,pero cuya cultura era un tanto pesada, mientras sublanda filosofía no iba al fondo de las cosas. Nuncame ha placido mucho la afabilidad estirada de Plinio;la sublime tiesura de Tácito se me antoja queencierra la concepción del mundo de un republicanoreaccionario y que se detiene en la época de lamuerte de César. En cuanto al círculo extraoficial,era de una repelente grosería, lo que me evitómomentáneamente correr nuevos riesgos. Paratodas aquellas gentes tan variadas, tenía yo lacortesía indispensable. Me mostraba deferente haciaunos, flexible ante otros, canallesco cuando hacíafalta, hábil pero no demasiado hábil. Mi versatilidadme era necesaria; era múltiple por cálculo,ondulante por juego. Caminaba sobre la cuerda floja.No sólo me hubieran hecho falta las lecciones de unactor, sino las de un acróbata.

Por aquel entonces me reprocharon algunosadulterios con patricias. Dos o tres de aquellasrelaciones tan criticadas duraron más o menos hasta

Page 76: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

comienzos de mi principado. Roma, tan propicia allibertinaje, no ha apreciado jamás el amor entreaquellos que gobiernan. Marco Antonio y Titopodrían dar testimonio de ello. Mis aventuras eranmás modestas, pero teniendo en cuenta nuestrascostumbres, no entiendo cómo un hombre a quienlas cortesanas repugnaron siempre, y a quien elmatrimonio hartaba ya, hubiera podidofamiliarizarse de otra manera con la variadasociedad de las mujeres. Mis enemigos,encabezados por el odioso Serviano, mi cuñado, quepor tener treinta años más que yo podía aunar lasatenciones del pedagogo con las del espía,pretendían que la ambición y la curiosidad pesabanen aquellos amores más que el amor mismo, que laintimidad con las esposas me hacía penetrar poco apoco en los secretos políticos de los maridos y quelas confidencias de mis amantes valían para mí tantocomo los informes policiales que habían dedeleitarme más tarde. Verdad es que toda relaciónprolongada me valía casi inevitablemente la amistadde un esposo robusto o débil pomposo o tímido, ycasi siempre ciego, pero por lo general extraía deellas muy poco placer y menos provecho. Hasta deboconfesar que ciertos relatos indiscretos de misamantes, escuchados sobre la almohada, terminabandespertando simpatía por esos maridos tan burladosy tan mal comprendidos. Aquellas relaciones, hartoagradables cuando las mujeres eran hábiles,llegaban a ser conmovedoras cuando eran

Page 77: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

hermosas. Yo estudiaba las artes, me familiarizabacon las estatuas; aprendía a conocer mejor a la Venusde Cnido o a Leda temblorosa bajo el peso del cisne.Era el mundo de Tibulo y de Propercio; unamelancolía, un ardor un tanto ficticio peroobsesionante como una melodía en el modo frigio,besos furtivos en las escaleras, velos flotantes sobrelos pechos, partidas al alba, y coronas de floresabandonadas en los umbrales.

Ignoraba casi todo de esas mujeres; lo que medaban de su vida cabía entre dos puertas entornadas;su amor, del que hablaban sin cesar, me parecía aveces tan liviano como sus guirnaldas, una joya demoda, un accesorio costoso y frágil; sospechaba quese adornaban con su pasión a la vez que con sucarmín y sus collares. Mi vida era igualmentemisteriosa para ellas; no querían conocerla,prefiriendo soñarla de la manera más arbitraria.Acababa por comprender que el espíritu del juegoexigía esos disfraces perpetuos, esos excesos en laconfesión y las quejas, ese placer tan pronto fingidocomo disimulado, esos encuentros concertadoscomo figuras de danza. Aun durante las querellasesperaban de mí una réplica prevista, y la belladesconsolada se retorcía las manos como en escena.

Con frecuencia he pensado que los amantesapasionados de las mujeres están tan enamoradosdel templo y los accesorios del culto como de ladiosa misma; hallan deleite en los dedos enrojecidoscon alheña, en los perfumes frotados sobre la piel,

Page 78: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en las mil astucias que exaltan la belleza y a veces lafabrican por entero. Aquellos tiernos ídolos diferíanpor completo de las grandes hembras bárbaras o denuestras campesinas pesadas y graves; nacían delas volutas doradas de las grandes ciudades, de lascubas del tintorero o del vapor de los baños, talcomo Venus de las olas griegas. Era casi imposiblesepararlas de la afiebrada dulzura de ciertas nochesde Antioquía, de la excitación matinal de Roma, delos nombres famosos que ostentaban, del lujo enmedio del cual su último secreto era el de mostrarsedesnudas, pero jamás sin adornos. Yo hubieraquerido más: la criatura humana despojada, a solasconsigo misma, como alguna vez debería estarlodurante una enfermedad, a la muerte de unprimogénito, al ver una arruga en el espejo. Unhombre que lee, que piensa o que calcula, pertenecea la especie y no al sexo; en sus mejores momentosllega a escapar a lo humano. Pero mis amantesparecían empecinarse en pensar tan sólo comomujeres; el espíritu o el alma que yo buscaba nopasaba todavía de un perfume.

Debía de haber otra cosa, sin embargo.Disimulado tras de una cortina, como un personajede comedia que espera la hora propicia, espiabacon curiosidad los rumores de un interiordesconocido, el sonido particular de las charlas demujeres, el estallido de una cólera o una risa, losmurmullos de una intimidad, todo aquello quecesaba tan pronto me sabían allí. Los niños, la

Page 79: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

perpetua preocupación por los vestidos, lascuestiones de dinero, debían de adquirir en miausencia una importancia que me ocultaban; aun elmarido tan befado se volvía esencial, quizá hasta loamaban. Solía comparar a mis amantes con el rostromalhumorado de las mujeres de mi familia, lasadministradoras y las ambiciosas, ocupadas sin cesaren la liquidación de las cuentas matrimoniales ovigilar el tocado de los bustos de los antepasados.Me preguntaba si aquellas matronas estrecharíantambién a un amante bajo la glorieta del jardín, y simis fáciles beldades no esperaban más que mipartida para reanudar una discusión con elintendente. Buscaba, bien o mal, unir esas dos carasdel mundo de las mujeres.

El año pasado, poco después de la conspiraciónen la cual Serviano terminó perdiendo la vida, unade mis amantes de antaño se tomó el trabajo de ir ala Villa para denunciar a uno de sus yernos. Nohice caso de la acusación, nacida quizá de un odiode suegra tanto como del deseo de serme útil. Perome interesó la conversación, que sólo se refería,como en otros tiempos en el tribunal de herencias,a testamentos, tenebrosas maquinaciones entrepacientes cercanos, matrimonios intempestivos odesafortunados. Volvía a encontrar el estrechocirculo de las mujeres, su duro sentido práctico, sucielo que se vuelve gris tan pronto el amor deja deiluminarlo. Ciertas actitudes, una especie de ásperalealtad, me recordaron a mi fastidiosa Sabina. Las

Page 80: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

facciones de la visitante parecían aplastadas,fundidas, como si la mano del tiempo hubierapasado y repasado brutalmente sobre una máscarade cera blanda; aquello que yo había consentido entomar un momento por belleza, no había sido másque una flor de frágil juventud. Pero el artificioreinaba todavía: aquel rostro arrugado utilizabatorpemente la sonrisa. Los recuerdos voluptuosos,si alguna vez los hubo, se habían borradocompletamente para mí; quedaba un intercambiode frases afables con una criatura marcada como yopor la enfermedad o la vejez, la misma buenavoluntad algo impaciente que habría mostrado anteuna vieja prima española o una parienta lejanavenida de Narbona.

Me esfuerzo por recobrar un instante, entrelos anillos de humo, las burbujas irisadas de un juegode niño. Pero olvidar es fácil... Tantas cosas hanpasado desde aquellos livianos amores, que sin dudaya no reconozco su sabor; me place sobre todo negarque me hayan hecho sufrir. Y sin embargo hay una,entre aquellas amantes, que quise deliciosamente.Era a la vez más fina y más robusta, más tierna ymás dura que las otras; aquel menudo torso curvohacía pensar en un junco. Siempre aprecié la bellezade las cabelleras, esa parte sedosa y ondulante deun cuerpo, pero la cabellera de la mayoría denuestras mujeres son torres, laberintos, barcas onudos de víboras. La suya consentía en ser lo queyo amo que sean: el racimo de uvas de la vendimia,

Page 81: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

o el ala. Tendida de espaldas, apoyando en mi supequeña cabeza orgullosa, me hablaba de susamores con un impudor admirable. me gustabansu furor y su desasimiento en el placer, su gestodifícil y su encarnizamiento en destrozar su alma.Le conocí docenas de amantes; ya no llevaba lacuenta, y yo no era más que un comparsa que noexigía fidelidad. Se había enamorado de un bailarínllamado Batilo, tan hermoso, que todas las locurasse justificaban por adelantado. Sollozaba su nombreentre mis brazos; mi aprobación le devolvía el coraje.En otros momentos habíamos reído mucho juntos.Murió, joven, en una isla malsana donde la habíaexiliado su familia a consecuencia de un divorcioescandaloso. Me alegré por ella, pues temíaenvejecer, pero ese sentimiento no loexperimentamos jamás por aquellos que hemosamado verdaderamente. Aquella mujer teníainmensas necesidades de dinero. Una vez me pidióque le prestara cien mil sextercios. Se los llevé al díasiguiente. Se sentó en el suelo, figurilla de jugadorade dados, yació el saco y se puso a equilibrar laspilas resplandecientes. Yo sabia que para ella, comopara todos nosotros los pródigos, las piezas de orono eran monedas trabucantes marcadas con unacabeza de César, sino una materia mágica: unamoneda personal en la que se había estampado laefigie de una quimera al lado del bailarín Batilo. Yono existía ya. Ella estaba sola. Casi fea, arrugandola frente con una deliciosa indiferencia por su

Page 82: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

belleza, hacia y rehacía con los dedos las difícilessumas, plegada la boca en un mohín de colegiala.Jamás me pareció más encantadora.

La noticia de las incursiones sármatas llegó aRoma mientras se celebraba el triunfo dacio deTrajano. La fiesta, largo tiempo diferida, llevaba yaocho días. Se había precisado cerca de un año parahacer venir de África y Asia los animales salvajesque habrían de ser abatidos en masa en la arena; lamasacre de doce mil fieras, el metódico degüello dediez mil gladiadores, convertían a Roma en unlupanar de la muerte. Aquella noche me hallaba enla terraza de la casa de Atiano, con Marcio Turbo ynuestro huésped. La ciudad iluminada estabaespantosa de alegría desenfrenada; el populachoconvertía aquella dura guerra, en la cual Marcio yyo habíamos consagrado cuatro años de juventud,en un pretexto de fiestas vinosas, en un brutal triunfode segunda mano. No era oportuno hacer saber alpueblo que aquellas victorias tan alabadas no erandefinitivas y que un nuevo enemigo avanzaba sobrenuestras fronteras. Ocupado ya en sus proyectossobre el Asia, el emperador se desinteresaba más omenos de la situación en el nordeste, que preferíaconsiderar como arreglada de una vez por todas.Aquella primera guerra sármata fue presentadacomo una simple expedición punitiva. Trajano meconfió la dirección, con el título de gobernador dePanonia y poderes de general en jefe.

Page 83: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

La guerra duró once meses y fue atroz. Creotodavía que la aniquilación de los dacios estaba máso menos justificada; ningún jefe de estado soportade buen grado la existencia de un enemigoorganizado a sus puertas. Pero la caída del reino deDecebalo había creado en esas regiones un vacíoen el cual se precipitaban los sármatas; bandassurgidas de ninguna parte infestaban un paísdevastado por años de guerra, incendiado y vueltoa incendiar por nuestras tropas, y donde nuestrosefectivos, insuficientes, carecían de puntos deapoyo; aquellas bandas pululaban como gusanosen el cadáver de nuestras victorias dacias. Los éxitoshabían minado la disciplina; en los puestosavanzados volví a encontrar parte de la groseradespreocupación de las fiestas romanas. Ciertostribunos mostraban una confianza estúpida ante elpeligro; aislados en una región cuya única partebien conocida era nuestra antigua frontera, contabanpara seguir triunfando con los armamentos que yoveía disminuir de día en día por efecto de laspérdidas y el desgaste, y con refuerzos que noesperaba ver llegar, sabedor de que todos nuestrosrecursos serían concentrados desde ese momentoen Asia.

Otro peligro empezaba a asomar: cuatro añosde requisiciones oficiales habían arruinado las aldeasde la retaguardia. Desde las primeras campañascontra los dacios, por cada vacada o rebaño decarneros pomposamente ganado al enemigo, había

Page 84: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

visto innumerables desfiles de animales arrancadospor la fuerza a los aldeanos. Si este estado de cosaspersistía, no estaba lejos la hora en que nuestraspoblaciones campesinas, hartas de soportar lapesada máquina militar romana, terminaríanprefiriendo a los bárbaros. Las rapiñas de lasoldadesca presentaban un problema quizá menosesencial pero más visible. Mi popularidad era lobastante grande como para no vacilar en imponer alas tropas las más duras restricciones; puse de modauna austeridad que era el primero en practicar;inventé el culto a la Disciplina Augusta, que logréextender más tarde a todo el ejército. Envié a Romaa los imprudentes y a los ambiciosos, quecomplicaban mi tarea; en cambio hice venir a lostécnicos que necesitábamos. Fue preciso reparar lasdefensas que el orgullo de nuestras recientesvictorias había descuidado singularmente; abandonéde una vez por todas aquellas que hubiera sidodemasiado costoso mantener. Los administradoresciviles, sólidamente instalados en el desorden quesigue a toda guerra, pasaban gradualmente a lasituación de jefes semiindependientes, capaces delas peores exacciones a nuestros súbditos y de laspeores traiciones contra nosotros. También aquí veíayo prepararse a mayor o menor plazo las rebelionesy las divisiones futuras. No creo que evitemos estosdesastres, pues sería como evitar la muerte, perode nosotros depende hacerlos recular algunos siglos.Despedí a los funcionarios incapaces; mandé

Page 85: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ejecutar a los peores. Descubrí que podía serdespiadado.

Un otoño brumoso y un invierno fríosucedieron a un húmedo verano. Tuve que recurrira mis conocimientos de medicina, en primer lugarpara cuidarme a mí mismo. Aquella vida de fronterame colocaba poco a poco al nivel de los sármatas; lacorta barba del filósofo griego se convertía en la deljefe bárbaro. Volví a presenciar todo lo que habíavisto hasta la náusea en el curso de las campañasdacias. Nuestros enemigos quemaban vivos a losprisioneros; nosotros los degollábamos, por carecerde medios de transporte que los llevaran a losmercados de esclavos de Roma o de Asia. Las estacasde nuestras empalizadas se erizaban de cabezascortadas. El enemigo torturaba a los rehenes; muchosde mis amigos perecieron así. Uno de ellos se arrastrócon las piernas ensangrentadas hasta nuestrocampo; estaba tan desfigurado, que jamás pudevolver a imaginar su rostro intacto. El inviernoescogió sus victimas: grupos ecuestres atrapados enel hielo o arrastrados por las crecientes, enfermosdesgarrados por la tos, gimiendo débilmente en lastiendas, muñones helados de los heridos. Unabuena voluntad admirable se concentró en torno amí: la reducida tropa que mandaba tenía en suestrecha cohesión una forma suprema de virtud, laúnica que soporto todavía: su firme determinaciónde ser útil. Una tránsfuga sármata que me servia deintérprete arriesgó la vida para fomentar en su tribu

Page 86: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

las revueltas o las traiciones. Conseguí tratar conaquella población; desde entonces sus hombrescombatieron en nuestros puestos de avanzada,protegiendo a nuestros soldados. Algunos golpesde audacia, imprudentes en si pero sagazmentedispuestos, probaron al enemigo lo absurdo deluchar contra Roma. Uno de los jefes sármatas siguióel ejemplo de Decebalo: lo hallaron muerto en sutienda de fieltro, junto a sus mujeres estranguladasy un horrible paquete en el cual estaban sus niños.Mi repugnancia por el derroche inútil se hizo aqueldía extensiva a las pérdidas de los bárbaros; lamentéaquellos muertos que Roma hubiera podido asimilary emplear un día como aliados contra hordas todavíamás salvajes. Nuestros asaltantes, desbandados,desaparecieron como habían venido en aquellaoscura región de donde habrán de asomar sin dudamuchas otras tempestades. La guerra no estabaconcluida. Tuve que reanudaría y darle fin algunosmeses después de mi advenimiento. El orden, porlo menos, reinaba momentáneamente en aquellafrontera. Volví a Roma cubierto de honores. Perohabía envejecido.

Mi primer consulado fue todavía un año decampaña, una lucha secreta pero continua en favorde la paz. No la libraba solo, sin embargo. Un cambiode actitud paralelo al mío se había producido antesde mi vuelta en Licinio Sura, en Atiano, en Turbo,como si a pesar de la severa censura que aplicabayo a mis cartas, mis amigos me hubieran

Page 87: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

comprendido, precediéndome o siguiéndome.Antaño, los altibajos de mi fortuna me molestabansobre todo frente a ellos; los temores o lasimpaciencias que de estar solo hubiera sobrellevadosin esfuerzo, se tornaban aplastantes tan pronto meveía forzado a ocultarlos a su solicitud o aconfesarlos; me incomodaba que su cariño seinquietara por mi más de lo que me inquietaba yomismo, y que jamás viera, bajo las agitacionesexteriores, a ese ser más tranquilo a quien en elfondo nada le importa y que por consiguiente puedesobrevivir a todo. Pero ahora ya no había tiempopara interesarme en mí mismo, y tampoco paradesinteresarme. Mi persona se borraba,precisamente porque mi punto de vista empezabaa pesar. Lo importante era que alguien se opusieraa la política de conquistar, arrostrara lasconsecuencias y el fin y se preparara de ser posiblea reparar sus errores.

Mi puesto en las fronteras me había mostradouna cara de la victoria que no figura en la ColumnaTrajana. Mi retorno a la administración civil mepermitió acumular contra el partido militar un legajoaún más decisivo que todas las pruebas reunidas enel ejército. La oficialidad de las legiones y la enteraguardia pretoriana están formadas exclusivamentepor elementos itálicos; aquellas lejanas guerrasminaban las reservas de un país ya pobre enhombres. Los que no morían se malograbanigualmente para la patria propiamente dicha, pues

Page 88: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

se los obligaba a establecerse en las tierras reciénconquistadas. Aun en las provincias, el sistema dereclutamiento provocó serios motines por aquelentonces. Un viaje a España, emprendido algodespués para inspeccionar la explotación de lasminas de cobre de mi familia, me mostró el desordenque había introducido la guerra en todas las ramasde la economía; terminé por convencerme de quelas protestas de los negociantes que frecuentaba enRoma estaban bien fundadas. No incurría en laingenuidad de creer que de nosotros dependeríasiempre evitar las guerras, pero sólo aceptaba lasdefensivas; concebía un ejército preparado paramantener el orden en las fronteras, rectificadas sifuese necesario, pero seguras. Todo nuevodesarrollo del vasto organismo imperial se meantojaba una excrecencia maligna, un cáncer o eledema de una hidropesía que terminaríamatándonos.

Ninguno de estos pareceres hubieran podidoser expresados ante el emperador. Trajano habíallegado a ese momento de la vida, variable paracada hombre, en el que ser humano se abandona asu demonio o a su genio, siguiendo una leymisteriosa que le ordena destruirse o trascenderse.En conjunto, la obra de su principado había sidoadmirable, pero los trabajos pacíficos hacia los cualessus mejores consejeros lo inducían, aquellos grandesproyectos de los arquitectos y los legistas del reino,contaban menos para él que una sola victoria. El

Page 89: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

despilfarro más insensato se había apoderado deaquel hombre tan noblemente parsimonioso cuandose trataba de sus necesidades personales. El orobárbaro extraído del lecho del Danubio, losquinientos mil lingotes del rey Decebalo, habíanbastado para pagar las larguezas concedidas alpueblo, las donaciones militares de las que yo habíatenido mi parte, el lujo insensato de los juegos y losgastos iniciales de los grandes proyectos militaresen Asia. Aquellas riquezas sospechosas engañabansobre el verdadero estado de las finanzas. Lo quevenia de la guerra se volvía a la guerra.

Licinio Sura murió en estas circunstancias.Había sido el más liberal de los consejeros privadosdel emperador. Su muerte significó para nosotrosuna batalla perdida. Hacia mi había mostradosiempre una solicitud paternal; desde hacia variosaños las débiles fuerzas que le dejaba la enfermedadno le permitían los prolongados trabajos de laambición personal, pero le bastaron siempre paraservir a un hombre cuyas miras le parecían sanas.La conquista de Arabia había sido emprendida encontra de sus consejos; sólo él, de haber vivido,hubiera podido evitar al Estado las fatigas y losgigantescos gastos de la campaña parta. Aquelhombre devorado por la fiebre empleaba sus horasde insomnio en discutir conmigo los planes másagotadores, cuyo triunfo le importaba más quealgunas horas suplementarias de existencia. Juntoa su lecho viví por adelantado, hasta el último detalle

Page 90: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

administrativo, ciertas fases futuras de mi reino. Lascriticas del moribundo exceptuaban al emperador,pero sentía que al morir se llevaba consigo el restode sensatez que aún quedaba al régimen. De habervivido dos o tres años más, quizá hubieran podidoevitarse algunas maquinaciones tortuosas quemarcaron mi ascenso al poder; él hubiera logradopersuadir al emperador de que me adoptara antes,y a cielo descubierto. Pero las últimas palabras deaquel estadista que me legaba su tarea fueron unade mis investiduras imperiales.

Si el grupo de mis partidarios iba en aumento,lo mismo ocurría con el de mis enemigos. Miadversario más peligroso era Lucio Quieto, romanomestizado de árabe, cuyos escuadrones númidashabían cumplido un importante papel en la segundacampaña dacia y que apoyaba con salvaje ímpetu laguerra en Asia. Todo, en aquel personaje, me eraodioso: su lujo bárbaro, el presuntuoso ondular desus velos blancos ceñidos con una cuerda de oro,sus ojos arrogantes y falsos, su increíble crueldadcon los vencidos y los que se sometían. Aquellosjefes del partido militar se diezmaban en luchasintestinas, pero los restantes se iban afirmando enel poder, por lo cual yo me veía expuesto cada vezmás a la desconfianza de Palma o al odio de Celso.Por fortuna mi posición era casi inexpugnable. Elgobierno civil descansaba más y más en mi desdeque el emperador se dedicaba exclusivamente a susproyectos guerreros. Aquellos de mis amigos que

Page 91: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

hubieran podido reemplazarme por sus aptitudeso su conocimiento de la cosa pública, insistían condoble modestia en preferirme. Neracio Prisco, quegozaba de la confianza del emperador, seacantonaba cada vez más deliberadamente en suespecialidad legal. Atiano organizaba su vida demanera de serme útil. Contaba yo con la prudenteaprobación de Plotina. Un año antes de la guerrafui promovido a la función de gobernador de Siria,a la que más tarde se agregó la de legado ante elejército. Tenía a mi cargo la inspección yorganización de nuestras bases, y me habíaconvertido así en una de las palancas de mando deuna empresa que consideraba insensata. Duranteun tiempo vacilé, pero al final di mi consentimiento.Negarme hubiera sido cortar los accesos al poderen momentos en que el poder me importaba másque nunca. Y además hubiera perdido mi únicaoportunidad de desempeñar el papel demoderador.

Durante esos años que precedieron a la grancrisis, había tomado una decisión que llevó a misenemigos a considerarme irremediablementefrívolo, y que en parte estaba destinada a lograr esefin y parar así todo ataque. Pasé algunos meses enGrecia. La política, por lo menos en apariencia, notuvo nada que ver con ese viaje. Se trataba de unaexcursión de placer y de estudio; volví con algunascopas grabadas y libros que compartí con Plotina.De todos mis honores oficiales, el que allí recibí me

Page 92: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

dio la alegría más pura: fui nombrado arconte deAtenas. Pude concederme algunos meses de trabajoy fáciles deleites, de paseos en primavera por colinassembradas de anémonas, de contacto amistoso conel mármol desnudo. En Queronea, adonde habíaido a enternecerme con el recuerdo de las antiguasparejas de amigos del Batallón Sagrado, fui durantelos días huésped de Plutarco. También yo habíatenido mi Batallón Sagrado, pero, como me ocurrea menudo, mi vida me conmovía menos que lahistoria. Cacé en Arcadia; rogué en Delfos. EnEsparta, a orillas del Eurotas, los pastores meenseñaron un antiquísimo aire de flauta, extrañocanto de pájaros. Cerca de Megara di con una bodarústica que duró toda la noche; mis compañeros yyo osamos mezclarnos a las danzas, atrevimientoque las pomposas costumbres de Roma nos hubieranvedado.

Las huellas de nuestros crímenes eran visiblesen todas partes: los muros de Corinto arruinadospor Memnio y los nichos vacíos en el fondo de lossantuarios, después del rapto de estatuas organizadodurante el escandaloso viaje de Nerón.Empobrecida, Grecia mantenía una atmósfera degracia pensativa, de clara sutileza, de discretavoluptuosidad. Nada había cambiado desde la épocaen que el alumno del retórico Iseo respirara porprimera vez ese olor de miel caliente, de sal y resma;nada, en realidad, había cambiado desde hacíasiglos. La arena de las palestras era tan rubia como

Page 93: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

antaño; Fidias y Sócrates no las frecuentaban ya,pero los jóvenes que allí se adiestraban se parecíanaún al delicioso Carmides. Me parecía a veces queel espíritu griego no había llevado a sus conclusionesextremas las premisas de su propio genio. Aúnfaltaba cosechar; las espigas maduradas al sol y yatronchadas eran poca cosa al lado de la promesaeleusina del grano escondido en esa hermosa tierra.Aun entre mis salvajes enemigos sármatas había yoencontrado vasos de purísima línea, un espejoadornado con una imagen de Apolo, resplandoresgriegos semejantes a un pálido sol sobre la nieve.Entreveía la posibilidad de helenizar a los bárbaros,de aticizar a Roma, de imponer poco a poco al mundola única cultura que ha sabido separarse un día delo monstruoso, de lo informe, de lo inmóvil, que hainventado una definición del método, una teoría dela política y de la belleza. El leve desdén de losgriegos, que jamás dejé de sentir por debajo de susmás ardientes homenajes, no me ofendía; loencontraba natural; cualesquiera fuesen las virtudesque me distinguían de ellos, siempre sería yo menossutil que un marinero de Egina, menos sensato queuna vendedora de hierbas del ágora. Aceptaba sinirritación las complacencias algo altaneras deaquella raza orgullosa; otorgaba a todo un pueblolos privilegios que siempre concedía fácilmente alos seres amados. Pero para permitir a los griegosque continuaran y perfeccionaran su obra, senecesitaban algunos siglos de paz y los tranquilos

Page 94: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ocios, las prudentes libertades que la paz autoriza.Grecia contaba con que fuéramos sus guardianes,puesto que al fin y al cabo pretendemos ser sus amos.Me prometí velar por el dios desarmado.

Llevaba un año en mi puesto de gobernadorde Siria cuando Trajano se me reunió en Antioquía.Venía a inspeccionar los preparativos de laexpedición a Armenia, que en su pensamientopreludiaba el ataque contra los partos. Comosiempre, lo acompañaban Plotina y su sobrinaMatidia, mi indulgente suegra que desde hacia añoslo seguía en los campamentos como intendente.Celso, Palma y Nigrino, mis antiguos enemigos,seguían formando parte del Consejo y dominabanel estado mayor. Todos ellos se amontonaron en elpalacio, aguardando la apertura de la campaña. Lasintrigas de la corte crecían diariamente. Cada unohacia su apuesta a la espera de que cayeran losprimeros dados de la guerra.

El ejército partió casi en seguida hacia el norte.Con él vi alejarse la vasta muchedumbre de los altosfuncionarios, los ambiciosos y los inútiles. Elemperador y su séquito se detuvieron unos días enComagene para asistir a fiestas ya triunfales; losreyezuelos orientales, reunidos en Satala,rivalizaban en protestas de lealtad que yo, de haberestado en el lugar de Trajano, no habría consideradomuy seguras para el porvenir. Lucio Quieto, mipeligroso rival, dirigía las avanzadas que ocuparonlos bordes del lago de Van en el curso de un inmenso

Page 95: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

paseo militar. La parte septentrional de laMesopotamia, abandonada por los partos, fueanexada sin dificultad; Abgar, rey de Osroene, sesometió en Edesa. El emperador retornó a Antioquíapara sentar allí sus cuarteles de invierno, dejandopara la primavera la invasión del imperio partopropiamente dicho. Todo se había cumplido segúnsus planes. La alegría de lanzarse por fin en aquellaaventura tanto tiempo postergada devolvía comouna segunda juventud a aquel hombre de sesenta ycuatro años.

Mis pronósticos seguían siendo sombríos. Loselementos judíos y árabes se mostraban más y máshostiles a la guerra, los grandes propietarios deprovincias se veían forzados a pagar los gastos queocasionaba el paso de las tropas; las ciudadessoportaban a regañadientes la imposición de nuevosgravámenes. Apenas había retornado elemperador, una primera catástrofe sirvió de anuncioa las restantes: a mitad de una noche de diciembreun terremoto dejó en ruinas la cuarta parte deAntioquía. Trajano, golpeado por la caída de unaviga, siguió ocupándose heroicamente de losheridos; en su círculo más íntimo hubo variosmuertos. El populacho sirio buscó de inmediato aquién achacar el desastre; renunciando por una veza sus principios de tolerancia, el emperador cometióla falta de permitir la matanza de un grupo decristianos. Siento muy poca simpatía hacia esa secta,pero el espectáculo de los ancianos azotados y de

Page 96: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

los niños supliciados contribuyó a la agitación delos espíritus, haciendo aún más odioso aquelinvierno siniestro. Faltaba dinero para reparar enseguida los estragos del sismo: millares de personassin techo dormían de noche en las plazas. Mis girasde inspección me revelaban la existencia de un sordodescontento, de un odio secreto que no sospechabanlos altos dignatarios que atestaban el palacio. Enmedio de las ruinas, el emperador proseguía lospreparativos de la próxima campaña; todo unbosque fue empleado para construir puentesmóviles y pontones destinados al paso del Tigris.Trajano había recibido jubilosamente una serie denuevos títulos discernidos por el Senado; seimpacientaba por acabar con el Oriente y volvertriunfante a Roma. Los menores retardos leproducían tales cóleras, que se agitaba como en unacceso.

El hombre que recorría impaciente las vastassalas de aquel palacio erigido antaño por losSeléucidas, y que yo mismo (¡con qué hastío!) habíadecorado en su honor con inscripciones elogiosas ypanoplias dacias, no era ya el mismo que me habíarecibido en el campamento de Colonia casi veinteaños antes. Su jovialidad algo pesada, que ocultabaen otros tiempos una auténtica bondad, no pasabaahora de una rutina vulgar; su firmeza se habíaconvertido en obstinación; sus aptitudes para loinmediato y lo práctico, en una total negativa apensar. El tierno respeto que sentía hacia la

Page 97: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

emperatriz, el afecto gruñón que testimoniaba a susobrina Matidia, se transformaban en unadependencia senil ante aquellas mujeres, cuyosconsejos desoía sin embargo más y más. Sus crisishepáticas inquietaban a Crito, su médico, pero élno se preocupaba. Siempre había faltado el arte ensus placeres y su nivel descendía aún más con laedad. Poco importaba si el emperador, terminadala tarea del día, se abandonaba a orgías de cuartel,acompañado de jóvenes que le parecían agradableso hermosos. Pero en cambio era muy grave queTrajano abusara del vino, que soportaba mal, y queaquella corte de subalternos, cada vez másmediocres, elegidos y manejados por equívocoslibertos, tuviera el privilegio de asistir a todas misconversaciones con él y las comunicara a misadversarios. Durante el día sólo me era dado ver alemperador en las reuniones del estado mayor,ocupado en la preparación de los planes, y dondenunca llegaba el momento de expresar librementeuna opinión. En las restantes oportunidades, Trajanoevitaba los diálogos conmigo. El vino proporcionabaa aquel hombre poco sutil todo un arsenal degroseras astucias. Su susceptibilidad de otrostiempos había cesado; insistía en asociarme a susplaceres; el ruido, las risas, las bromas másinsignificantes de los jóvenes eran siempre bienrecibidas, como otros tantos medios de mostrarmeque no era el momento de ocuparse de cosas serias;me espiaba, aguardando el momento en que un

Page 98: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

trago de más me privaría de razón. Todo giraba entorno de mí en aquella sala donde las cabezas deaurochs de los trofeos bárbaros parecían reírsemeen la cara. Los jarros seguían a los jarros; una canciónvinosa salpicaba aquí y allá, o la risa insolente yencantadora de un paje; el emperador, apoyandoen la mesa una mano más y más temblorosa,amurallado en una embriaguez quizá fingida amedias, perdido en las rutas del Asia, se sumíagravemente en sus ensoñaciones...

Por desgracia, aquellas ensoñaciones eranbellas. Coincidían con las mismas que antaño mehabían tentado a abandonarlo todo y seguir, másallá del Cáucaso, las rutas septentrionales asiáticas.Aquella fascinación a la que el emperadoravejentado se entregaba como un sonámbulo,Alejandro la había sufrido antes que él, realizandocasi los mismos sueños y muriendo por ellos a lostreinta años. Pero el peor peligro de tan vastosplanes era en el fondo su sensatez: como siempre,abundaban las razones prácticas para justificar elabsurdo, para inducir a lo imposible. El problemadel Oriente nos preocupaba desde hacia siglos;parecía natural terminar con él de una vez por todas.Nuestros intercambios de mercancías con la India yel misterioso País de la Seda dependían por enterode los mercaderes judíos y los exportadores árabesque gozaban de franquicias en los puertos y loscaminos de los partos. Una vez aniquilado el vastoy flotante imperio de los jinetes arsácidas,

Page 99: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tocaríamos directamente esos ricos confines delmundo; por fin unificada, el Asia no sería más queotra provincia romana. El puerto de Alejandría enEgipto era la única de nuestras salidas hacia la Indiaque no dependía de la buena voluntad de los partos,pero allí tropezábamos continuamente con lasexigencias y las revueltas de las comunidades judías.El triunfo de la expedición de Trajano nos hubierapermitido prescindir de aquella ciudad poco segura.Pero todas esas razones jamás me habíanconvencido. Hubiera preferido oportunos tratadoscomerciales, y entreveía ya la posibilidad dedisminuir el papel de Alejandría creando unasegunda metrópolis griega en las vecindades delMar Rojo, cosa que realicé más tarde al fundarAntínoe. Empezaba a conocer la complicación delmundo asiático. Los simples planes de exterminiototal que habían dado buenos resultados en Dacia,no podían aplicarse a este país de vida más múltiple,mejor arraigada, y del cual dependía además lariqueza del mundo. Pasado el Eufrates, empezabapara nosotros la región de los riesgos y losespejismos, las arenas devorantes, las rutas que noterminan en ninguna parte. El menor revésocasionaría un desprestigio capaz de desencadenartodas las catástrofes; no se trataba solamente devencer, sino de vencer siempre, y nuestras fuerzasse agotarían en la empresa. Ya lo habíamosintentado; pensaba con horror en la cabeza de Craso,lanzada de mano en mano como una pelota durante

Page 100: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

una representación de las Bacantes de Eurípides, queun rey bárbaro teñido de helenismo ofrecía la nochede su victoria sobre nosotros. Trajano soñaba convengar esa vieja derrota; yo pensaba sobre todo enimpedir que se repitiera. Preveía con bastanteexactitud el porvenir, cosa posible cuando se estábien informado sobre la mayoría de los elementosdel presente. Algunas victorias inútiles llevaríandemasiado lejos a nuestros ejércitos peligrosamenteretirados de las restantes fronteras; el emperadorpróximo a la muerte se cubriría de gloria, y nosotros,los que seguiríamos viviendo, quedaríamosencargados de resolver todos los problemas yremediar todos los males.

César tenía razón al preferir el primer puestoen una aldea que el segundo en Roma. No porambición o vanagloria, sino porque el hombre queocupa el segundo lugar no tiene otra alternativaque los peligros de la obediencia, los de la rebelióny aquellos aún más graves de la transacción. Yo noera ni siquiera el segundo en Roma. A punto departir para una arriesgada expedición, el emperadorno había designado aún a su sucesor; cada pasoadelante daba una nueva oportunidad a los jefesdel estado mayor. Aquel hombre casi ingenuo meresultaba ahora más complicado que yo mismo. Sólosus rudezas me tranquilizaban: el malhumoradoemperador me trataba como a un hijo. En otrosmomentos pensaba que apenas fuera posibleprescindir de mis servicios sería desplazado por

Page 101: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Palma o eliminado por Quieto. Me faltaba poder: nisiquiera pude obtener una audiencia para losmiembros influyentes del Sanhedrin de Antioquía,tan preocupados como nosotros por las actividadesde los agitadores judíos, y que hubieran aclarado aTrajano los amaños de sus correligionarios. Miamigo Latinio Alexander, descendiente de una delas antiguas familias reales del Asia Menor, y cuyonombre y fortuna pesaban mucho, tampoco eraescuchado. Plinio, enviado cuatro años atrás aBitinia, había muerto sin tener tiempo de informaral emperador sobre la situación exacta de lasopiniones y las finanzas —suponiendo que suincurable optimismo le hubiera permitido hacerlo.Los informes secretos del comerciante lidioOpramoas, que conocía bien las cuestiones asiáticas,habían sido tomados en broma por Palma. Loslibertos aprovechaban los períodos de enfermedadque seguían a las noches de borrachera, paraalejarme de la cámara imperial; Fedimas, oficial deórdenes del emperador, honesto pero obtuso, y llenode animosidad hacia mí, me negó dos veces alacceso. En cambio mi enemigo, el teniente imperialCelso, se encerró una noche con Trajano y mantuvocon él un conciliábulo que duró horas enteras, luegodel cual me creí perdido. Busqué aliados dondepude; corrompí a precio de oro a antiguos esclavosque con mucho gusto hubiera enviado a las galeras;acaricié horribles cabezas rizadas. El diamante deNerva no despedía ya ninguna chispa.

Page 102: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Y fue entonces cuando surgió el más sabio demis genios benéficos, en la persona de Plotina. Hacíacerca de veinte años que conocía a la emperatriz.Pertenecíamos al mismo medio; teníamos casi lamisma edad. La había visto vivir una existencia tanforzada como la mía y más desprovista de porvenir.Me había sostenido, sin parecer darse cuenta deque lo hacía, en momentos difíciles. Pero supresencia se me hizo indispensable durante los díaspeligrosos de Antioquía, tal como más adelante mesería indispensable su estima, que conservé hastasu muerte. Me acostumbré a aquella figura deropajes blancos, los más simples imaginables en unamujer; me habitué a sus silencios, a sus palabrasmesuradas que valían siempre por una respuesta,la más clara posible. Su aspecto no chocaba paranada en aquel palacio más antiguo que losesplendores de Roma: aquella hija de advenedizosera harto digna de los Seléucidas. Estábamos deacuerdo en casi todo. Los dos teníamos la pasión deadornar y luego despojar nuestra alma, de someterel espíritu a todas las piedras de toque. Plotina seinclinaba a la filosofía epicúrea, ese lecho angostopero limpio donde a veces he tenido mipensamiento. El misterio de los dioses, tanangustioso para mí, no la tocaba, y tampococompartía mi apasionado gusto por los cuerpos. Eracasta por repugnancia hacia la facilidad, generosapor decisión antes que por naturaleza,prudentemente desconfiada pero pronta a aceptarlo

Page 103: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

todo de un amigo, aun sus inevitables errores. Laamistad era una elección en la que se comprometíapor entero, entregándose como yo sólo me heentregado en el amor. Plotina me conoció mejorque nadie; le dejé ver lo que siempre disimulécuidadosamente ante otros, por ejemplo ciertassecretas cobardías. Quiero creer que, por su parte,no me ocultó casi nada. La intimidad de los cuerpos,que jamás existió entre nosotros, fue compensadapor el contacto de dos espíritus estrechamentefundidos.

Nuestro entendimiento no requirióconfesiones, reticencias ni explicaciones: los hechosbastaban por sí mismos. Ella los observaba mejorque yo. Bajo las pesadas trenzas que la moda exigía,aquella frente lisa era la de un juez. Su memoriaguardaba la huella exacta de los menores objetos;jamás le ocurría como a mí vacilar demasiado odecidirse prematuramente. Le bastaba una ojeadapara descubrir a mis más ocultos enemigos; valorabaa mis partidarios con una prudente frialdad. A decirverdad éramos cómplices, pero el oído más aguzadoapenas hubiera podido reconocer entre nosotros lossignos de un acuerdo secreto. Jamás cometió antemí el grosero error de quejarse de Trajano, o el mássutil de excusarlo o elogiarlo. Mi lealtad, por otraparte, no le inspiraba la menor duda. Atiano, queacababa de llegar a Roma, se sumaba a aquellasentrevistas que duraban a veces la noche entera;nada parecía fatigar a esa mujer imperturbable y

Page 104: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

frágil. Había logrado que mi antiguo tutor fuesedesignado consejero privado, eliminando así a mienemigo Celso. La desconfianza de Trajano, o laimposibilidad de encontrarme un reemplazante enla retaguardia, me obligaba a permanecer enAntioquía; pero contaba con ellos para enterarmede todo lo que no me dirían los boletines. En casode desastre, sabrían agrupar en torno a mí lafidelidad de una parte del ejército. Mis adversariostendrían que soportar la presencia de aquel ancianogotoso que sólo partía para servirme, y de aquellamujer capaz de exigirse a sí misma una largaresistencia de soldado.

Los vi alejarse, con el emperador a caballo,firme, admirablemente plácido, el grupo de lasmujeres en literas, los guardias pretorianosmezclados con los exploradores númidas del temibleLucio Quieto. El ejército, que había invernado aorillas del Eufrates, se puso en marcha apenasllegado el jefe: la campaña parta comenzaba másque auspiciosamente. Las primeras noticias fueronsublimes: conquistada Babilonia, franqueado elTigris, Ctesifón acababa de caer. Como siempre,todo cedía ante la asombrosa capacidad de aquelhombre. Sharaceno, príncipe de Arabia, se sometióabriendo todo el curso del Tigris a las flotillasromanas; el emperador se embarcó rumbo al puertode Sharax, en el fondo del Golfo Pérsico. Tocaba yaen las orillas fabulosas. Mis inquietudes subsistían,pero las disimulaba como si fueran crímenes; tener

Page 105: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

razón demasiado pronto es lo mismo queequivocarse. Lo que es peor, dudaba de mí mismo;había sido culpable de esa innoble incredulidad quenos impide reconocer la grandeza de un hombreque conocemos demasiado. Había olvidado queciertos seres modifican los límites del destino,cambian la historia. Había blasfemado del Geniodel emperador. Me consumía en mi puesto. Si porcasualidad se producía lo imposible, ¿quedaría yoexcluido? Como todo es más fácil que la sensatez,me venían deseos de vestir la cota de malla de lasguerras sármatas y utilizar la influencia de Plotinapara hacerme llamar al ejército. Envidiaba al últimode nuestros soldados, el polvo de las rutas asiáticas,el choque de los batallones persas acorazados. ElSenado acababa de otorgar al emperador, no ya elderecho de celebrar un triunfo, sino una sucesiónde triunfos que durarían tanto como su vida. Pormi parte hizo lo que correspondía hacer: ordenéfiestas y subí a sacrificar a la cima del monte Casio.

Súbitamente, el incendio que se incubaba enlas tierras orientales estalló por todas partes. Loscomerciantes judíos se negaron a pagar los impuestosa Seleucia; inmediatamente Cirene se sublevó y elelemento oriental asesinó al elemento griego; lasrutas que llevaban el trigo de Egipto a nuestrastropas fueron cortadas por una banda de zelotes deJerusalén; en Chipre, los residentes griegos yromanos cayeron en manos del populacho judío,que los obligó a matarse entre ellos en combates de

Page 106: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

gladiadores. Logré mantener el orden en Siria, peroadvertía las llamaradas en los ojos de los mendigosacurrucados en los umbrales de las sinagogas, lassonrisas irónicas en los gruesos labios de loscamelleros, un odio que en resumidas cuentas nomerecíamos. Desde el comienzo los judíos y losárabes habían hecho causa común frente a unaguerra que amenazaba arruinar su negocio; peroIsrael aprovechaba para lanzarse contra un mundodel que la excluían sus furores religiosos, sussingulares ritos y la intransigencia de su dios. Luegode volver apresuradamente a Babilonia, elemperador delegó en Quieto el castigo de lasciudades sublevadas; Cirene, Edesa, Seleucia, lasgrandes metrópolis helénicas del Oriente, fueronentregadas a las llamas para vengar las traicionespremeditadas durante los altos de las caravanas omaquinadas en las juderías. Más tarde, visitandoaquellas ciudades que habría de reconstruir, anduvebajo columnatas en ruinas, entre hileras de estatuasrotas. El emperador Osroes, que había fomentadoaquellas revueltas, tomó inmediatamente laofensiva; Abgar se sublevó y penetró en Edesareducida a cenizas; nuestros aliados armenios, conlos cuales había creído contar Trajano, se volcarona los sátrapas. Bruscamente el emperador se hallóen medio de un inmenso campo de batalla, dondehabía que hacer frente en todas direcciones.

Perdió el invierno en el sitio de Hatra, nido deáguilas casi inexpugnable en pleno desierto y que

Page 107: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

costó miles de muertos a nuestro ejército. Suobstinación asumía más y más una forma de corajepersonal; aquel hombre enfermo se negaba aabandonar la partida. Por Plotina sabía que Trajano,a pesar de la advertencia de un breve ataque deparálisis, seguía rehusándose a nombrar suheredero. Si el imitador de Alejandro moría a suvez de fiebre o de intemperancia en algún rincónmalsano de Asia, la guerra exterior se complicaríacon una guerra civil; una lucha a muerte estallaríaentre mis partidarios y los de Celso o Palma. Depronto las noticias cesaron casi por completo; laprecaria línea de comunicación entre el emperadory yo sólo subsistía por obra de las bandas númidasde mi peor enemigo. Entonces, por primera vez,ordené a mi médico que marcara en mi pecho, continta roja, el lugar del corazón; si sobrevenía lo peorno estaba dispuesto a caer vivo en manos de LucioQuieto. La difícil tarea de pacificar las islas y lasprovincias limítrofes se agregaba a las demásobligaciones de mi puesto, pero el agotador trabajodiurno no era nada comparado con las interminablesnoches de insomnio. Todos los problemas delimperio me abrumaban a la vez, pero el mío propiopesaba más. Quería el poder. Lo quería paraimponer mis planes, ensayar mis remedios,restaurar la paz. Sobre todo lo quería para ser yomismo antes de morir.

Iba a cumplir cuarenta años. Si sucumbía enesa época, de mí sólo quedaría un nombre en una

Page 108: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

serie de altos funcionarios, y una inscripción griegaen honor del arconte de Atenas. Desde entonces,cada vez que he visto desaparecer en mitad de lavida a un hombre cuyos éxitos y fracasos el públicocree poder medir exactamente, he recordado que aesa edad yo existía tan sólo para mí mismo y paraalgunos amigos, que a veces debían dudar de mícomo lo hacía yo personalmente. He comprendidoque pocos hombres se realizan antes de morir, y hejuzgado con mayor piedad sus interrumpidostrabajos. Aquella amenaza de una vida frustradainmovilizaba mi pensamiento en un punto, fijándolocomo un absceso. Mi deseo de poder era semejanteal del amor, que impide al amante comer, dormir,pensar, y aun amar, hasta que no se hayan cumplidociertos ritos. Las más urgentes tareas parecíanvanas, desde el momento que me estaba vedadoadoptar, como señor, decisiones referentes al futuro;necesitaba tener la seguridad de que iba a reinarpara sentir de nuevo el placer de ser útil. Aquelpalacio de Antioquía, donde algunos años más tardehabría de vivir en una especie de frenesí de felicidad,era para mi una prisión, y tal vez una prisión decondenado a muerte. Envié mensajes secretos a losoráculos, a Júpiter Amón, a Castalia, a ZeusDoliqueno. Me rodeé de magos; llegué al punto dehacer traer a los calabozos de Antioquía a uncriminal condenado a la crucifixión y a quien unhechicero degolló en mi presencia, con la esperanzade que el alma, flotando un instante entre la vida y

Page 109: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

la muerte, me revelara el porvenir. Aquel miserablese salvó de una agonía más prolongada, pero laspreguntas formuladas quedaron sin respuesta. Denoche andaba de vano en vano, de balcón en balcón,por las salas del palacio cuyos muros mostrabanaún las fisuras del terremoto, trazando aquí y allácálculos astrológicos en las losas, interrogando lasestrellas titilantes. Pero los signos del porvenir habíaque buscarlos en la tierra.

El emperador levantó por fin el sitio de Hatray se decidió a volver sobre sus pasos, cruzando elEufrates que jamás hubiera debido franquear. Loscalores tórridos y el hostigamiento de los arquerospartos hicieron todavía más desastroso aquelamargo retorno. En un ardiente anochecer de mayo,a orillas del Orontes y fuera de las puertas de laciudad, salí a recibir al pequeño grupo castigadopor las fiebres, la ansiedad y la fatiga: el emperadorenfermo, Atiano y las mujeres. Trajano se obstinóen llegar a caballo hasta el palacio; apenas podíasostenerse; aquel hombre tan lleno de vida parecíamás cambiado que otro por la cercanía de la muerte.Crito y Matidia lo sostuvieron al subir la escalinata,lo llevaron a acostarse y se instalaron a su cabecera.Atiano y Plotina me narraron los incidentes de lacampaña que no habían incluido en sus brevesmensajes. Uno de aquellos relatos me conmovió alpunto de incorporarse para siempre a mis recuerdospersonales, a mis símbolos propios. Apenas llegadoa Sharax, el fatigado emperador había ido a sentarse

Page 110: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

a la orilla del mar, frente a las densas aguas delGolfo Pérsico. En aquel momento no dudaba todavíade la victoria, pero por primera vez lo abrumaba lainmensidad del mundo, la conciencia de su edad yde los límites que nos encierran. Gruesas lágrimasrodaron por las arrugadas mejillas del hombre aquien se creía incapaz de llorar. El jefe que habíallevado las águilas romanas a riberas hasta entoncesinexploradas, comprendió que no se embarcaríajamás en aquel mar tan soñado; la India, la Bactriana,todo ese Oriente tenebroso del que se habíaembriagado a distancia, se reducirían para él a unosnombres y a unos ensueños. A la mañana siguiente,las malas noticias lo forzaron a retroceder. Cadavez que el destino me ha dicho no, he recordadoaquellas lágrimas derramadas una noche en lejanasplayas por un anciano que quizá miraba por primeravez su vida cara a cara.

Al otro día subí a ver al emperador. Me sentíafilial y fraternal a su lado. El hombre que se habíagloriado siempre de servir y pensar como cualquiersoldado de su ejército, llegaba a su fin en la másgrande soledad; tendido en su lecho, seguíacombinando grandiosos planes que ya nointeresaban a nadie. Como siempre, su lenguaje secoy cortante afeaba su pensamiento; articulandotrabajosamente las palabras, me habló del triunfoque le preparaba Roma. Negaba la derrota comonegaba la muerte. Dos días después tuvo un segundoataque. Se reanudaron mis ansiosos conciliábulos

Page 111: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

con Atiano y Plotina. Previsora, la emperatriz habíaelevado a mi antiguo amigo a la todopoderosadignidad de prefecto del pretorio, poniendo así laguardia imperial a sus órdenes. Matidia, que noabandonaba la habitación del enfermo, estabaafortunadamente de nuestra parte; aquella mujertan sencilla y tan tierna era como de cera entre lasmanos de Plotina. Pero ninguno de nosotros osabarecordar al emperador que la sucesión seguíapendiente. Quizá, como Alejandro, había decididono nombrar en persona a su heredero; quizá teníacon el partido de Quieto compromisos que sólo élconocía. O, más sencillamente, se negaba a admitirsu propio fin; así es como en tantas familias se vemorir intestados a tercos ancianos. Para ellos no setrata tanto de guardar hasta el fin su tesoro o suimperio, que sus dedos entumecidos ya han soltadoa medias, como de no ingresar prematuramente enel estado póstumo de un hombre que ya no tienedecisiones que adoptar, sorpresas que dar,amenazas o promesas que hacer a los vivientes. Yolo compadecía: éramos demasiado diferentes comopara que pudiera encontrar en mi ese dócilcontinuador, dispuesto desde el comienzo a emplearlos mismos métodos y hasta los mismos errores, yque la mayoría de los hombres que han ejercidoautoridad absoluta buscan desesperadamente en sulecho de muerte. Pero el mundo, en torno a él,carecía de estadistas; yo era el único a quien podíaelegir sin faltar a sus deberes de buen funcionario y

Page 112: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de gran príncipe; como jefe habituado a valorar lashojas de servicio, estaba prácticamente obligado aaceptarme. Por lo demás, esa razón le daba unexcelente motivo para odiarme. Poco a poco su saludse restableció lo bastante como para permitirle salirde su habitación. Hablaba de emprender una nuevacampaña, pero ni él mismo creía en ella. Su médicoCrito, que temía los calores de la canícula, logrópor fin convencerlo de que retornara por mar aRoma. La noche antes de su partida me hizo llamara bordo del navío que lo llevaría a Italia, y menombró comandante en jefe en su reemplazo.Llegaba hasta eso; pero lo esencial quedaba porhacer.

Contrariamente a las órdenes recibidas, peroen secreto, comencé de inmediato a negociar la pazcon Osroes. Me fundaba en que probablemente yano tendría que rendir cuentas al emperador. Menosde diez días después me despertó a mitad de la nochela llegada de un mensajero: reconocí de inmediatoa un hombre de confianza de Plotina. Me traía dosmisivas. Una, oficial, anunciaba que Trajano, incapazde soportar la navegación, había sido desembarcadoen Selinunte, en Cilicia, donde yacía gravementeenfermo en casa de un mercader. La otra carta,secreta, me anunciaba su muerte que Plotinaprometía mantener oculta el mayor tiempo posible,dándome así la ventaja de haber sido advertido elprimero. Partí inmediatamente para Selinunte,después de tomar las medidas necesarias a fin de

Page 113: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

contar con las guarniciones sirias. Apenas me habíapuesto en marcha, un nuevo correo me anuncióoficialmente el deseo del emperador. Su testamento,donde me nombraba su heredero, acababa de serenviado a Roma por mensajeros de confianza. Todolo que desde hacia diez años fuera febrilmentesoñado, combinado, discutido o callado, se reducíaa un mensaje de dos líneas, trazado en griego poruna mano firme y una menuda escritura de mujer.Atiano, que me aguardaba en el muelle deSelinunte, fue el primero en saludarme con el títulode emperador.

Aquí, en ese intervalo entre el desembarco delenfermo y el momento de su muerte, se sitúa unade esas series de acontecimientos que jamás me seráposible reconstruir y sobre las cuales se ha edificadosin embargo mi destino. Esos pocos días pasadospor Atiano y las mujeres en la casa del mercaderdecidieron para siempre mi vida, pero con ellosocurrirá eternamente lo que más tarde habría deocurrir con cierta tarde en el Nilo, de la que tampocosabré jamás nada, precisamente porque meimportaría tanto saberlo todo. En Roma hasta elúltimo charlatán tiene una opinión formada sobreestos episodios de mi vida, mientras yo sigo siendoel menos informado de los hombres. Mis enemigosacusaron a Plotina de aprovecharse de la agoníadel emperador para hacer escribir al moribundo laspocas palabras que me legaban el poder. Loscalumniadores, aun más groseros, hablaron de un

Page 114: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

lecho con colgaduras, la incierta lumbre de unalámpara, el médico Crito dictando las últimasvoluntades de Trajano con una voz que imitaba ladel muerto. Se hizo notar que Fedimas, el oficial deórdenes, que me odiaba y cuyo silencio mis amigosno habrían podido comprar, sucumbió muyoportunamente de una fiebre maligna al otro díadel deceso de su amo. En esas imágenes de violenciay de intriga hay algo que impresiona la imaginaciónpopular, y aun la mía. No me desagradaría que unpequeño grupo de gentes honradas hubiese sidocapaz de llegar hasta el crimen por mí, ni que laabnegación de la emperatriz la hubiera arrastradotan lejos. Plotina conocía los riesgos que la falta deuna decisión acarreaba al Estado; la estimo losuficiente como para creer que hubiera aceptadoincurrir en un fraude necesario, si la prudencia, elsentido común, el interés público y la amistad laimpulsaban a ello. Más tarde he tenido en mis manosese documento tan violentamente impugnado pormis adversarios; no puedo pronunciarme en pro oen contra de la autenticidad de ese último dictadode un enfermo. Prefiero suponer claro está, querenunciando antes de morir a sus prejuiciospersonales, Trajano haya dejado por su propiavoluntad el imperio a aquel a quien después de todojuzgaba el más digno. Pero debo confesar que eneste caso el fin me importaba más que los medios;lo esencial es que el hombre llegado al poder hayaprobado luego que merecía ejercerlo.

Page 115: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

El cadáver fue quemado a orillas del mar, pocodespués de mi llegada, a la espera de los funeralestriunfales que se celebrarían en Roma. Casi nadieasistió a la sencilla ceremonia cumplida al alba; nofue más que el último episodio de los largoscuidados domésticos proporcionados por lasmujeres a la persona de Trajano. Matidia lloraba alágrima viva; la vibración del aire en torno de lapira borraba los rasgos de Plotina. Serena, distante,un poco demacrada por la fiebre, se mantenía comosiempre claramente impenetrable. Atiano y Critocuidaban de que todo se consumara decorosamente.La pequeña columna de humo se disipó en el pálidoaire de la mañana sin sombras. Ninguno de misamigos aludió a los incidentes de los días queprecedieron a la muerte del emperador.Evidentemente su consigna era la de callar; la míaconsistió en no hacer preguntas peligrosas.

El mismo día la emperatriz viuda y susfamiliares se embarcaron rumbo a Roma. Volví aAntioquía, acompañado a lo largo del camino porlas aclamaciones de las tropas. Una calmaextraordinaria se había adueñado de mí: la ambicióny el temor parecían una pesadilla terminada.Siempre había estado decidido a defender hasta elfin mis probabilidades imperiales, pasara lo quepasare; pero el acto de adopción, lo simplificabatodo. Mi propia vida ya no me preocupaba; podíapensar otra vez en el resto de los hombres.

Page 116: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

TELLUS STABILITA

Mi vida había vuelto al orden, pero no así elimperio. El mundo que acababa de heredarsemejaba a un hombre en la flor de la edad, robustotodavía aunque mostrando a los ojos de un médicoimperceptibles signos de desgaste, y que acabarade sufrir las convulsiones de una grave enfermedad.Las negociaciones se reanudaron abiertamente; hicecorrer la voz en todas partes de que Trajano enpersona me las había encomendado antes de morir.Suprimí de un trazo las conquistas peligrosas, nosólo la Mesopotamia donde no habíamos podidomantenernos, sino Armenia, demasiado excéntricay lejana, que me limité a conservar en calidad deestado vasallo. Dos o tres dificultades, que hubieranprolongado por años una conferencia de paz si losprincipales interesados hubieran tenido interés endilatarla, fueron allanadas gracias a la habilidad delcomerciante Opramoas, que gozaba de la confianzade los sátrapas. Traté de infundir a aquellasnegociaciones todo el ardor que otros reservan para

Page 117: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

el campo de batalla; forcé la paz. La parte contrariala deseaba por lo menos tanto como yo mismo; lospartos sólo pensaban en reabrir sus rutascomerciales entre la India y nosotros. Pocos mesesdespués de la gran crisis, tuve la alegría de verformarse otra vez a orillas del Oronte la hilera delas caravanas; los oasis se repoblaban de mercaderesque comentaban las noticias a la luz de las hoguerasy que cada mañana, al cargar sus mercaderías paratransportarlas a países desconocidos, cargabantambién cieno número de ideas, de palabras, decostumbres bien nuestras, que poco a poco seapoderarían del globo con mayor seguridad que laslegiones en marcha. La circulación del oro, el pasode las ideas, tan sutil como el del aire vital en lasarterias; el pulso de la tierra volvía a latir.

La fiebre de la rebelión disminuía a su turno.En Egipto había alcanzado tal violencia que fuenecesario reclutar con todo apuro milicias decampesinos a la espera de nuestros esfuerzos.Encargué inmediatamente a mi camarada MarcioTurbo que restableciera el orden, cosa que hizo conprudente firmeza. Pero el orden en las calles apenasme bastaba; quería, de ser posible, restaurarlo enlos espíritus, o más bien hacerlo reinar en ellos porprimera vez. Una visita de una semana a Pelusio sepasó en equilibrar la balanza entre los griegos y losjudíos, eternos incompatibles. No vi nada de lo quehubiera deseado ver: ni las orillas del Nilo, ni elmuseo de Alejandría, ni las estatuas de los templos;

Page 118: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

apenas si hallé la manera de consagrar una noche alas agradables orgías de Canope. Seis interminablesdías se pasaron en la hirviente cuba del tribunal,protegido del calor de fuera por largas cortinas devarilla que restallaban al viento. De noche, enormesmosquitos zumbaban en torno a las lámparas.Trataba yo de demostrar a los griegos que nosiempre eran los más sabios, y a los judíos que deninguna manera eran los más puros. Las cancionessatíricas con que esos helenos de baja raleahostigaban a sus adversarios no eran menosestúpidas que las groseras imprecaciones de lasjuderías. Aquellas razas que vivían en contactodesde hacía siglos, no habían tenido jamás lacuriosidad de conocerse ni la decencia de aceptarse.Los extenuados litigantes que se marchaban al finalde la noche, volvían a encontrarme al alba en misitial, ocupado en aventar el montón de basura delos falsos testimonios; los cadáveres apuñalados queme traían como pruebas eran muchas veces los delos enfermos muertos en su cama o robados a losembalsamadores. Pero cada hora de apaciguamientoera una victoria, precaria como todas; cada arbitrajeen una disputa representaba un precedente, unaprenda para el porvenir. Poco me importaba que elacuerdo obtenido fuese exterior, impuesto yprobablemente temporario; sabia que tanto el biencomo el mal son cosas rutinarias, que lo temporariose prolonga, que lo exterior se infiltra al interior yque a la larga la máscara se convierte en rostro.

Page 119: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Puesto que el odio, la tontería y el delirio producenefectos duraderos, no veía por qué la lucidez, lajusticia y la benevolencia no alcanzarían los suyos.El orden en las fronteras no era nada sí no conseguíapersuadir a ese ropavejero judío y a ese carnicerogriego de que vivieran pacíficamente como vecinos.

La paz era mi fin, pero de ninguna manera miídolo; hasta la misma palabra ideal me desagradaría,por demasiado alejada de lo real. Había imaginadollevar a su extremo mi rechazo de toda conquista,abandonando la Dacia; lo hubiera cumplido de nohaber sido una locura alterar radicalmente la políticade mi predecesor; más valía aprovechar lo mássensatamente posible las ganancias previas a mireino, y ya registradas por la historia. El admirableJulio Basso, primer gobernador de aquella provinciaapenas organizada, había muerto de fatiga comoyo mismo había estado a punto de sucumbir durantemi servicio en las fronteras sármatas, aniquilado porese trabajo sin gloria consistente en pacificar todoel tiempo un país al que se da por sometido. Ordenéque le hicieran funerales triunfales, que de ordinariose reservaban a los emperadores; aquel homenaje aun buen servidor oscuramente sacrificado fue miúltima y discreta protesta contra la política deconquista; puesto que era dueño de suprimirla degolpe ya no tenía motivos para denunciarla en vozalta. En cambio se imponía una represión militar enMauretania, donde los agentes de Lucio Quietofomentaban la agitación, pero mi presencia

Page 120: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

inmediata no era necesaria. Lo mismo ocurría enBretaña, donde los caledonios habían aprovechadoel retiro de las tropas con motivo de la guerra enAsia, para diezmar las insuficientes guarnicionesfronterizas. Julio Severo se encargó allí de lo másurgente, hasta que la liquidación de los asuntosromanos me permitiera emprender aquel largoviaje. Pero yo estaba deseoso de terminarpersonalmente la guerra sármata en suspenso yutilizar esta vez el número necesario de tropas paradar fin a las depredaciones de los bárbaros. En esto,como en todo, me negaba a someterme a un sistema.Aceptaba la guerra como un medio para la paz, todavez que las negociaciones no bastaban, así como elmédico se decide por el cauterio después de haberprobado los simples. Todo es tan complicado en losnegocios humanos, que mi reino pacífico tendríatambién sus períodos de guerra, así como la vida deun gran capitán tiene, mal que le pese, sus interludiosde paz.

Antes de remontar hacia el norte, para liquidarel conflicto sármata, volví a ver a Quieto. El carnicerode Cirene seguía siendo temible. Mi primera medidahabía consistido en disolver sus columnas deexploradores númidas. Le quedaba su sitial en elSenado, su cargo en el ejército regular y el inmensodominio de las arenas occidentales que podíaconvertir a gusto suyo en un trampolín o en un asilo.Me invitó a una cacería en Misia, en plena selva, ytramó un accidente en el cual, de haber tenido

Page 121: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

menos suerte o menos agilidad física, hubieraperdido seguramente la vida. Pero era preferibleaparentar que no sospechaba nada y esperar conpaciencia. Poco más tarde, en la Moesia Inferior, enmomentos en que la capitulación de los príncipessármatas me permitía pensar en el pronto retorno aRoma, un cambio de mensajes cifrados con miantiguo tutor me hizo saber que Quieto, luego devolver presuroso a Roma, acababa de conferenciarcon Palma. Nuestros enemigos fortificaban susposiciones, organizaban sus tropas. Mientrastuviéramos en contra a aquellos dos hombres,ninguna seguridad sería posible. Escribí a Atianopara que obrara con rapidez. El anciano golpeócomo el rayo. Fue más allá de mis órdenes,librándome de una sola vez de todos mis enemigosdeclarados. El mismo día, con pocas horas dediferencia, Celso fue ejecutado en Bayas, Palma ensu villa de Terracina y Nigrino en Favencia, en elumbral de su casa de campo. Quieto pareció en ruta,al salir de un conciliábulo con sus cómplices, juntoal carruaje que lo traía de vuelta a la ciudad.Serviano, mi anciano cuñado, que aparentementese había resignado a mi fortuna pero que acechabaávidamente mis pasos en falso, debió de sentir unaalegría que sin duda fue la mayor voluptuosidadque tuvo en su vida. Los siniestros rumores quecorrían acerca de mí hallaron nuevamente oídoscrédulos.

Page 122: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Recibí estas noticias a bordo del navío que metraía a Italia. Me aterraron. Siempre es grato sabersea salvo de los adversarios, pero mi tutor habíademostrado una indiferencia de viejo ante lasconsecuencias de su acto; había olvidado que yotendría que vivir más de veinte años soportandolos resultados de aquellas muertes. Pensaba en lasproscripciones de Octavio, que habían manchadopara siempre la memoria de Augusto, en losprimeros crímenes de Nerón seguidos de tantosotros. Me acordaba de los últimos años deDomiciano, aquel hombre mediocre pero no peorque otros, a quien el miedo infligido y soportadohabía privado poco a poco de forma humana,muerto en pleno palacio como una bestia acosadaen los bosques. Mi vida pública me escapaba ya: laprimera línea de la inscripción contenía algunaspalabras, profundamente grabadas, que no podríaborrar jamás. El Senado, ese vasto cuerpo débil,pero que se volvía poderoso apenas se sentíaperseguido, no olvidaría nunca que cuatro hombressalidos de sus filas habían sido ejecutadossumariamente por orden mía; tres intrigantes y unabestia feroz pasarían por mártires. Ordené a Atianoque se me reuniera en Bríndisi, para darme cuentade sus actos.

Me esperaba a dos pasos del puerto, en una delas habitaciones del albergue que miraba hacia eloriente, y donde antaño había muerto Virgilio. Seasomó cojeando al umbral para recibirme; sufría de

Page 123: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

una crisis de gota. Tan pronto quedamos solos,estallé en reproches. Un reino que deseabamoderado, ejemplar, comenzaba por cuatroejecuciones, de las cuales sólo una era indispensable;con peligrosa negligencia, se las había cumplido sinrodearías de formas legales. Aquel abuso de fuerzame sería tanto más reprochado cuanto que traeríaen el futuro de ser clemente, escrupuloso o justo;solo emplearía para probar que mis supuestasvirtudes no pasaban de una serie de máscaras ypara fabricarme una leyenda de tirano que quizáhabría de seguirme hasta el fin de la historia.Confesé mis temores: no me sentía más exento decrueldad que de cualquier otra tara humana;aceptaba el lugar común según el cual el crimenllama al crimen y la imagen del animal que haconocido el sabor de la sangre. Un antiguo amigocuya lealtad me había parecido segura, seemancipaba aprovechándose de las debilidades quehabía creído notar en mi; so pretexto de servirme,se las había arreglado para liquidar una cuestiónpersonal con Nigrino y Palma. Comprometía miobra de pacificación; me preparaba el más negro delos retornos a Roma.

El anciano pidió permiso para sentarse, y apoyóen un taburete su pierna vendada. Mientras lehablaba, cubrí con una manta su pie enfermo. Meescuchaba con la sonrisa de un gramático queobserva cómo su alumno sale del paso en un recitadodifícil. Al terminal, me preguntó tranquilamente

Page 124: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

qué había pensado hacer con los enemigos delrégimen. Si era necesario, se probaría que los cuatrohombres habían tramado mi muerte; en todo casotenían interés en ella. Todo paso de un reino a otroentraña esas operaciones de limpieza; él se habíaencargado de ésta para dejarme las manos libres. Sila opinión pública reclamaba una víctima, nada mássencillo que quitarle su cargo de prefecto delpretorio. Había previsto esa medida y me aconsejabatomarla. Y si se necesitaba todavía más paratranquilizar al Senado, estaría de acuerdo en queyo llegara hasta el confinamiento o el exilio.

Atiano había sido ese tutor al que se le pidedinero, el consejero en los días difíciles, el agentefiel, pero por primera vez miraba yo atentamenteaquel rostro de mejillas cuidadosamente afeitadas,aquellas manos deformes que se apoyaban calmosassobre el puño en un bastón de ébano. Conocíabastante bien los diversos elementos de su prósperaexistencia: su mujer, que tanto quería y cuya saludreclamaba cuidados, sus hijas casadas, sus nietos,para los cuales sentía ambiciones modestas y tenacesa la vez, como lo habían sido las suyas propias; suamor por los platos finos; su marcado gusto por loscamafeos griegos y las danzarinas jóvenes. Pero mehabía dado prioridad frente a todas esas cosas; desdehacia treinta años, su primer cuidado había sido elde protegerme, y más tarde el de servirme. Paramí, que hasta entonces sólo había preferido ideas,proyectos, o a lo sumo una imagen futura de mí

Page 125: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

mismo, aquella trivial abnegación de hombre ahombre me parecía prodigiosamente insondable.Nadie es digna de ella, y sigo sin explicármela.Acepté su consejo: Atiano perdió su puesto. Unafina sonrisa me mostró que esperaba que lo tomaraal pie de la letra. Sabia bien que ninguna solicitudintempestiva hacia un viejo amigo me impediríaadoptar el partido más sensato; aquel político sutilno hubiera deseado otra cosa de mí. Pero no habíapor qué exagerar la duración de su desgracia;después de algunos meses de eclipse, conseguíhacerlo entrar en el Senado. Era el máximo honorque podía otorgar a un hombre de la orden ecuestre.Tuvo una vejez tranquila de rico caballero romano,gozando de la influencia que le daba su profundoconocimiento de las familias y los negocios; muchasveces fui su huésped en su villa de los montes deAlba. No importa: tal como Alejandro la víspera deuna batalla, yo había sacrificado al Miedo antes demi entrada a Roma. Suelo contar a Atiano entre misvictimas humanas.

Atiano había visto bien: el oro virgen delrespeto sería demasiado blando sin una ciertaaleación de temor. Con el asesinato ocurrió comocon la historia del testamento fraguado: las genteshonestas, los corazones virtuosos se rehusaron aconsiderarme culpable; los cínicos suponían lo peor,pero me admiraban más por ello. Roma setranquilizó, apenas supo que mis rencores no iban

Page 126: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

más allá; el júbilo que sentía cada uno al saberseseguro lo llevó a olvidar prontamente a los muertos.Se maravillaban de mi moderación pues laconsideraban deliberada, voluntaria, preferidadiariamente a una violencia que me hubiera sidoigualmente fácil; alababan mi simplicidad pues lacreían obra del cálculo. Trajano había tenido lamayoría de las virtudes modestas; las míasasombraban más; otro poco, y hubieran visto enellas un refinamiento de vicio. Yo era el mismohombre de antaño, pero lo que habían despreciadoen mí pasaba ahora por sublime: una extremadacortesía, en la que los espíritus groseros habían vistouna forma de debilidad, Quizá de cobardía, setransformaba en la vaina lisa y brillante de la fuerza.Pusieron por las nubes mi paciencia hacia lossolicitantes, mis frecuentes visitas a los enfermosde los hospitales militares, mi amistosa familiaridadcon los veteranos de vuelta al hogar. Nada de esodifería de la forma en que había tratado toda mivida a mis servidores y a los colonos de mis granjas.Cada uno de nosotros posee más virtudes de lo quese cree, pero sólo el éxito las pone de relieve, quizáporque entonces se espera que dejemos demanifestarías. Los seres humanos confiesan suspeores debilidades cuando se asombran de que unamo del mundo no sea de una estúpida indolencia,presunción o crueldad.

Había rechazado todos los títulos. Durante elprimer mes de mi reinado, y contra mi voluntad, el

Page 127: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Senado me había conferido a la larga serie dedesignaciones honoríficas que, a manera de un chalrayado, adorna el cuello de ciertos emperadores.Dácico, Pártico, Germánico: Trajano había amadoesos bellos sonidos de músicas guerreras, semejantesa los címbalos y los tambores de los regimientospartos; en él habían suscitado ecos y respuestas; amime irritaban y me aturdían. Hice suprimir todoeso; también rechacé, provisionalmente, eladmirable título de Padre de la Patria que Augustosólo aceptó al final y del que no me considerabatodavía digno. Hice lo mismo con el triunfo; hubierasido ridículo consentir en él por una guerra en lacual mi mérito era el de haberle puesto fin. Aquellosque vieron modestia en estos rechazos se engañarontanto como los que los atribuían a orgullo. Miscálculos atendían menos al efecto provocado en elprójimo que a mis propias ventajas. Quería que miprestigio fuese personal, pegado a la piel,inmediatamente mensurable en términos deagilidad mental, de fuerza o de actos cumplidos.Los títulos, de venir, vendrían más tarde y seríandiferentes: testimonios de victorias más secretas alas cuales todavía no osaba pretender. Bastanteocupado estaba por el momento en llegar a ser, oser lo más posible Adriano.

Me acusan de no querer a Roma. Y sin embargoera bella en esos dos años en que el Estado y yo nosprobamos mutuamente, con sus calles estrechas, susforos amontonados, sus ladrillos de color de carne

Page 128: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

vieja. Después de Oriente y Grecia, volver a verRoma la revestía de una cierta rareza que unromano, nacido y alimentado perpetuamente en laciudad, no hubiera advertido. Me acostumbré otravez a sus inviernos húmedos y cubiertos de hollín,a sus veranos africanos moderados por la frescurade las cascadas de Tíbur y por los lagos de Alba, asu pueblo casi rústico, provincianamente aferradoa sus siete colinas, pero en el cual la ambición, elcebo del lucro, los azares de la conquista y de laservidumbre vuelcan poco a poco todas las razasdel mundo, el negro tatuado, el germano velludo,el esbelto griego y el pesado oriental. Medesembaracé de ciertas delicadezas: acudía a losbaños públicos en las horas de afluencia popular;aprendí a soportar los Juegos, en los que hastaentonces sólo había visto un feroz derroche. Nohabía cambiado de opinión: detestaba esa matanzadonde las fieras no tienen ninguna probabilidad asu favor; poco a poco, sin embargo, percibía su valorritual, sus efectos de purificación trágica en la incultamultitud; quería que las fiestas igualaran enesplendor a las de Trajano, pero con más arte y másorden. Me obligaba a saborear la esgrima exacta delos gladiadores, pero a condición de que nadie fueraobligado a ejercer ese oficio contra su voluntad.Desde lo alto de la tribuna del Circo, aprendía aparlamentar con la multitud por boca de losheraldos, a imponerle silencio con una deferenciaque ella me devolvía centuplicada, a no concederle

Page 129: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

jamás algo que no tuviera derecho a esperar dentrode lo razonable, a no negar nada sin explicar minegativa. No llevaba, como haces tú, mis libros alpalco imperial; se insulta al prójimo cuando sedesdeñan sus alegrías. Si el espectáculo merepugnaba, el esfuerzo de soportarlo era un ejerciciomás valioso que la lectura de Epicteto.

La moral es una convención privada; ladecencia, una cuestión pública; toda licenciademasiado visible me ha hecho siempre el efectode una ostentación de mala ley. Prohibí los bañosmixtos, causa de riñas casi continuas; hice fundir eincorporar a las arcas del Estado la colosal vajilla deplata que había servido para la gula de Vitelio.Nuestros primeros Césares adquirieron unadetestable reputación de cazadores de herencias;tomé por principio no aceptar para el Estado ni parami ningún legado sobre el cual algún herederodirecto pudiera considerarse con derechos. Tratéde reducir la exorbitante cantidad de esclavos delpalacio imperial, y sobre todo su audacia, que losllevaba a considerarse los iguales de los mejoresciudadanos, y a veces a aterrorizarlos; cierto díauno de mis servidores interpeló con impertinenciaa un senador; mandé que lo abofetearan. Mirepugnancia al desorden me indujo a hacer fustigaren pleno Circo a algunos disipadores cubiertos dedeudas. Para evitar las confusiones, insistía en quese llevara la toga o la laticlavia en la vida pública deRoma; eran ropas incómodas, como todo lo

Page 130: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

honorífico, y sólo en la capital me Sometía a su uso.Me ponía de pie para recibir a mis amigos; nuncame sentaba durante las audiencias, como reaccióncontra la desvergüenza que significa recibir a alguienestando sentado o acostado. Ordené reducir elnúmero de carruajes que obstruyen nuestras calles,lujo de velocidad que se destruye a sí mismo, puesun peatón saca ventaja a cien vehículosamontonados a lo largo de las vueltas de la VíaSacra. Cuando iba de visita, tomé la costumbre dehacerme transportar en litera hasta el interior delas casas, evitando así mi huésped la fatiga deesperarme o despedirme bajo el sol o el enconadoviento de Roma.

Volví a encontrar a los míos; siempre sentí algúnafecto por mi hermana Paulina, y el mismo Servianoparecía menos odioso que en el pasado. Mi suegraMatidia había traído de Oriente los primerossíntomas de una enfermedad mortal; me ingeniépara distraerla de sus sufrimientos con ayuda defrugales fiestas, y embriagar inocentemente con undedo de vino a aquella matrona llena deingenuidades de jovencita. La ausencia de mi mujer,que se había refugiado en la campiña a consecuenciade uno de sus malhumores, no restaba nada aaquellos placeres de familia. Probablemente hayasido el ser a quien menos supe agradar; cierto esque no me preocupé demasiado por hacerlo.Frecuentaba la modesta casa donde la emperatrizviuda se entregaba a las graves delicias de la

Page 131: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

meditación y los libros. Volví a encontrar el bellosilencio de Plotina. La veía apartarse suavemente;aquel jardín, aquellas habitaciones claras, se volvíande más en más el recinto de una Musa, el templo deuna emperatriz ya divina. Su amistad, sin embargo,seguía siendo exigente, pero sus exigencias eransiempre sensatas.

Volví a ver a mis amigos; gocé del placerexquisito de reanudar el contacto después de largasausencias, de juzgar y ser nuevamente juzgado. Micamarada de placeres y trabajos literarios de antaño,Víctor Voconio, había muerto; tomé a mi cargoescribir su oración fúnebre. Las gentes sonrieron aloír mencionar, entre las virtudes del difunto, lacastidad que sus propios poemas negaban tantocomo la presencia de Thestylis la de los rizos demiel, que Víctor había llamado en otros tiempos suhermoso tormento. Pero mi hipocresía era menosgrosera de lo que pensaban: todo placer regido porel gusto me parecía casto. Ordené a Roma comouna casa que el amo puede abandonar sin que sufradurante su ausencia: puse a prueba nuevoscolaboradores; los adversarios incorporados a mipolítica cenaron en el Palatino con los amigos de lostiempos difíciles. Neracio Prisco esbozaba en mimesa sus planes de legislación; el arquitectoApolodoro nos explicaba sus planos; CeyonioCómodo, riquísimo patricio descendiente de unaantigua familia etrusca de sangre casi real, buen

Page 132: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

catador de vinos y de hombres, combinaba conmigomi próxima maniobra en el Senado.

Su hijo Lucio Ceyonio, que apenas teníadieciocho años, alegraba con su riente gracia dejoven príncipe aquellas fiestas que yo hubieraquerido austeras. Lucio tenía ya entonces algunasmanías absurdas y deliciosas: la pasión deconfeccionar platos raros a sus amigos, un gustoexquisito por las decoraciones florales, un loco amorpor los juegos de azar y los disfraces. Marcial era suVirgilio; declamaba aquellas poesías lascivas con unaencantadora desvergüenza. Le hice promesas quemás tarde me acarrearon hartas preocupaciones;aquel joven fauno danzante ocupó seis meses de mivida.

Tantas veces he perdido de vista y he vuelto aencontrar a Lucio en el curso de los años siguientes,que temo guardar de él una imagen formada porrecuerdos superpuestos y que no corresponde ensuma a ninguna fase de su breve existencia. Elárbitro algo insolente de las elegancias romanas, elorador en sus comienzos, inclinado tímidamentesobre los ejemplos de estilo a la espera de mi parecersobre un pasaje difícil, el joven oficial preocupado,atormentando su barba rala, el enfermo desgarradopor la tos, a quien velé hasta la agonía, sóloexistieron mucho más tarde. La imagen de Lucioadolescente se recorta en rincones más secretos delrecuerdo: un rostro, un cuerpo, el alabastro de unatez pálida y rosada, el exacto equivalente de un

Page 133: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

epigrama amoroso de Calímaco, de unas pocaslíneas claras y desnudas del poeta Estratón.

Pero yo tenía prisa en salir de Roma. Hastaahora mis predecesores se habían ausentado de ellapor razones de guerra; para milos grandesproyectos, las actividades pacíficas y mi vida mismaempezaban fuera de sus muros.

Me quedaba por cumplir un último deber: habíaque ofrecer a Trajano el triunfo que habíaobsesionado sus sueños de enfermo. Un triunfo sólosienta a los muertos. En vida, siempre hay alguienpronto a reprocharnos nuestras debilidades, comoantaño reprochaban a César su calvicie y susamores. Pero un muerto tiene derecho a esa especiede inauguración funeraria, a esas pocas horas depompa ruidosa antes de los siglos de gloria y losmilenios de olvido. La fortuna de un muerto está alabrigo de los reveses; hasta sus derrotas adquierenun esplendor de victoria. El triunfo final de Trajanono conmemoraba un éxito más o menos dudososobre los partos, sino el honorable esfuerzo que habíaconstituido toda su vida. Nos habíamos reunido paracelebrar el mejor emperador que conociera Romadesde la vejez de Augusto, el más asiduo en sutrabajo, el más honesto y el menos injusto. Aun susdefectos eran esas particularidades que llevan areconocer la perfecta semejanza de un busto demármol con el rostro. El alma del emperador subíaal cielo, llevado por la inmóvil es piral de la ColumnaTrajana. Mi padre adoptivo pasaba a ser un dios;

Page 134: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tomaba su lugar en la serie de las encarnacionesguerreras del Marte eterno, que de siglo en siglovienen a trastornar y renovar el mundo. De pie enel balcón del Palatino, medí mis diferencias: yo meinstrumentaba para fines más serenos. Empezaba asoñar con una soberanía olímpica.

Roma ya no está en Roma: tendrá que perecero igualarse en adelante a la mitad del mundo: Estosmuros que el sol poniente dora con un rosa tan bello,ya no son sus murallas; yo mismo levanté buenaparte de las verdaderas, a lo largo de las florestasgermánicas y las landas bretonas. Cada vez quedesde lejos, en un recodo de alguna ruta asoleada,he mirado una acrópolis griega y su ciudad perfectacomo una flor, unida a su colina como el cáliz altallo, he sentido que esa planta incomparable estabalimitada por su misma perfección, cumplida en unpunto del espacio y un segmento del tiempo. Suúnica probabilidad de expansión, como en lasplantas, hubiera sido su semilla: la siembra de ideascon que Grecia ha fecundado el mundo. Pero Roma,más pesada e informe, vagamente tendida en sullanura al borde de su río, se organizaba paradesarrollos más vastos: la ciudad se convertía en elEstado. Yo hubiera querido que el Estado siguieraampliándose, hasta llegar a ser el orden del mundoy de las cosas. Las virtudes que bastaban para lapequeña ciudad de las siete colinas, tendrían quediversificarse, ganar en flexibilidad, para convenir

Page 135: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

a la tierra entera. Roma, que fui el primer enatreverme a calificar de eterna, se asimilaría más ymás a las diosas-madres de los cultos asiáticos:progenitora de los jóvenes y las cosechas,estrechando contra su seno leones y colmenas. Perotoda creación humana que aspire a la eternidaddebe adaptarse al ritmo cambiante de los grandesobjetos naturales, concordar con el tiempo de losastros. Nuestra Roma no es más la aldea pastorildel tiempo de Evandro, grávida de un porvenir queparte ya es pasado; la Roma agresiva de la Repúblicaha cumplido su misión; la alocada capital de losprimeros Césares tiende por si misma a sentarcabeza; vendrán otras Romas cuya fisonomía mecuesta concebir, pero que habré contribuido aformar. Cuando visitaba las ciudades antiguas,sagradas pero ya muertas, sin valor presente parala raza humana, me prometía evitar a mi Roma eldestino petrificado de una Tebas, una Babilonia ouna Tiro. Roma debería escapar a su cuerpo depiedra; con la palabra Estado, la palabra ciudadanía,la palabra república, llegaría a componer unainmortalidad más segura. En los países todavíaincultos, a orillas del Rin, del Danubio o del mar delos bátavos, cada aldea defendida por unaempalizada de estacas me recordaba la choza dejuncos, el montón de estiércol donde nuestrosmellizos romanos dormían ahítos de leche de loba:esas metrópolis futuras reproducirían a Roma. Alos cuerpos físicos de las naciones y las razas, a los

Page 136: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

accidentes de la geografía y la historia, a lasexigencias dispares de los dioses o los antepasados,superpondríamos para siempre, y sin destruir nada,la unidad de una conducta humana, el empirismode una sabia experiencia. Roma se perpetuaría enla más insignificante ciudad donde los magistradosse esforzaran por verificar las pesas y medidas delos comerciantes, barrer e iluminar las calles,oponerse al desorden, a la incuria, al miedo, a lainjusticia, y volver a interpretar razonablemente lasleyes. Y sólo perecería con la última ciudad de loshombres.

Humanitas, Felicitas, Libertas: no he inventadoestas bellas palabras que aparecen en las monedasde mi reinado. Cualquier filósofo griego, casi todoslos romanos cultivados, se proponen la mismaimagen del mundo. Frente a una ley injusta pordemasiado rigurosa, he oído gritar a Trajano que suejecución ya no respondía al espíritu de la época.Pero tal vez sería yo el primero que subordinaraconscientemente mis actos a ese espíritu de la época,haciendo de él otra cosa que el sueño nebuloso deun filósofo o la vaga aspiración de un buen príncipe.Y daba gracias a los dioses por haberme dejado viviren una época en la que mi tarea consistía enreorganizar prudentemente un mundo, y no enextraer del caos una materia aún informe, o entenderme sobre un cadáver para tratar deresucitarlo. Me congratulaba de que nuestro pasadofuese lo bastante amplio para proporcionarnos

Page 137: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ejemplos, sin aplastarnos con un exceso de peso; deque el desarrollo de nuestras técnicas hubierallegado al punto de facilitar la higiene de las ciudadesy la prosperidad de los pueblos, sin exceder de lamedida y abrumar a los hombres con adquisicionesinútiles; y de que nuestras artes, árboles fatigadosya por la abundancia de sus dones, fueran todavíacapaces de dar algunos frutos deliciosos. Mealegraba de que nuestras vagas y venerablesreligiones, decantadas de toda intransigencia o detodo rito salvaje, nos asociaran misteriosamente alos más antiguos sueños del hombre y de la tierra,pero sin vedamos una explicación laica de loshechos, una visión racional de la conducta humana.Me placía, por fin, que aquellas palabras deHumanidad, Libertad y Felicidad no hubieran sidotodavía devaluadas por un exceso de aplicacionesridículas.

Advierto una objeción a todo esfuerzo pormejorar la condición humana: la de que quizá loshombres son indignos de él. Pero la desecho sinesfuerzo: mientras el sueño de Calígula siga siendoirrealizable y el género humano no se reduzca auna sola cabeza ofrecida al cuchillo, tendremos quetolerarlo, contenerlo, utilizarlo para nuestros fines;nuestro interés bien entendido será el de servirlo.Mi manera de obrar se basaba en una serie deobservaciones sobre mí mismo, hechas desde muchotiempo atrás; toda explicación lúcida me haconvencido siempre, toda cortesía me conquista,

Page 138: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

toda felicidad me da casi siempre la cordura. Y sóloescuchaba a medias a los bien intencionados queafirman que la felicidad relaja, que la libertadreblandece, que la humanidad corrompe a aquellosen quienes se ejerce. Puede ser; pero en el estadoactual del mundo, eso equivale a no querer dar decomer a un hombre exánime por miedo de quedentro de unos años sufra de plétora. Cuandohayamos aliviado lo mejor posible las servidumbresinútiles y evitado las desgracias innecesarias,siempre tendremos, para mantener tensas lasvirtudes heroicas del hombre, la larga serie de malesverdaderos, la muerte, la vejez, las enfermedadesincurables, el amor no correspondido, la amistadrechazada o vendida, la mediocridad de una vidamenos vasta que nuestros proyectos y más opacaque nuestros ensueños — todas las desdichascausadas por la naturaleza divina de las cosas. Tengoque confesar que creo poco en las leyes. Si sondemasiado duras, se las transgrede con razón. Sison demasiado complicadas, el ingenio humanoencuentra fácilmente el modo de deslizarse entrelas mallas de esa red tan frágil. El respeto a las leyesantiguas corresponde a lo que la piedad humanatiene de más hondo; también sirve de almohada ala inercia de los jueces. Las más remotas participandel salvajismo que se esforzaban por corregir; lasmás venerables siguen siendo un producto de lafuerza. La mayoría de nuestras leyes penales sóloalcanzan, por suerte quizá, a una mínima parte de

Page 139: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

los culpables; nuestras leyes civiles no serán nuncalo suficientemente flexibles para adaptarse a lainmensa y fluida variedad de los hechos. Cambianmenos rápidamente que las costumbres; peligrosascuando quedan a la zaga de éstas, lo son aún máscuando pretenden precederlas. Sin embargo, en estaaglomeración de innovaciones arriesgadas o derutinas añejas, sobresalen aquí y allá, como sucedeen la medicina, algunas fórmulas útiles. Los filósofosgriegos nos han enseñado a conocer algo mejor lanaturaleza humana; desde hace variasgeneraciones, nuestros mejores juristas trabajan enpro del sentido común. Yo mismo llevé a caboalgunas de esas reformas parciales, las únicasduraderas. Toda ley demasiado transgredida esmala; corresponde al legislador abrogaría ocambiarla, a fin de que el desprecio en que ha caídoesa ordenanza insensata no se extienda a leyes másjustas. Me proponía la prudente eliminación de lasleyes superfluas y la firme promulgación de unpequeño cuerpo de decisiones prudentes. Parecíallegado el momento de revaluar todas las antiguasprescripciones, en interés de la humanidad.

En España, cerca de Tarragona, un día quevisitaba solo una mina semiabandonada, un esclavocuya larga vida había transcurrido casi por completoen los corredores subterráneos, se lanzó sobre míarmado de un cuchillo. Muy lógicamente, se vengabaen el emperador de sus cuarenta y tres años deservidumbre. Lo desarmé fácilmente, y lo entregué

Page 140: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

a mi médico; su furor se calmó, y acabóconvirtiéndose en lo que verdaderamente era: unser no menos sensato que los demás, y más fiel quemuchos. Aquel culpable, que la ley salvajementeaplicada hubiera mandado ejecutar de inmediato,se convirtió para mí en un servidor útil. Casi todoslos hombres se parecen a ese esclavo, vivendemasiado sometidos, y sus largos períodos deembotamiento se ven interrumpidos porsublevaciones tan brutales como inútiles. Quería yover si una libertad bien entendida no sacaría mejorpartido de ellos, y me asombra que una experienciasemejante no haya tentado a más príncipes. Aquelbárbaro condenado a trabajar en las minas seconvirtió para mí en el emblema de todos nuestrosesclavos, de todos nuestros bárbaros. No me parecíaimposible tratarlos como había tratado a ese hombre,devolverlos inofensivos a fuerza de bondad, siemprey cuando comprendieran previamente que la manoque los desarmaba era firme. Los pueblos hanperecido hasta ahora por falta de generosidad:Esparta hubiera sobrevivido más tiempo de haberinteresado a los ilotas en su supervivencia; un buendía Atlas deja de sostener el peso del cielo y surebelión conmueve la tierra. Hubiera querido hacerretroceder, evitar si fuera posible, ese momento enque los bárbaros de fuera y los esclavos internos searrojarán sobre un mundo que se les exige respetarde lejos o servir desde abajo, pero cuyos beneficiosno son para ellos. Me obstinaba en que el más

Page 141: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

desheredado de los seres, el esclavo que limpia lascloacas de la ciudad, el bárbaro hambriento queronda las fronteras, tuviera interés en que Romadurara.

Dudo de que toda la filosofía de este mundoconsiga suprimir la esclavitud; a lo sumo lecambiarán el nombre. Soy capaz de imaginar formasde servidumbre peores que las nuestras, por másinsidiosas, sea que se logre transformar a loshombres en máquinas estúpidas y satisfechas,creídas de su libertad en pleno sometimiento, seaque, suprimiendo los ocios y los placeres humanos,se fomente en ellos un gusto por el trabajo tanviolento como la pasión de la guerra entre las razasbárbaras. A esta servidumbre del espíritu o laimaginación, prefiero nuestra esclavitud de hecho.Sea como fuere, el horrible estado que pone a unhombre a merced de otro exige ser cuidadosamentereglado por la ley. Velé para que el esclavo dejarade ser esa mercancía anónima que se vende sin teneren cuenta los lazos de la familia que pueda tener,ese objeto despreciable cuyo testimonio no registrael juez hasta no haberlo sometido a la tortura, envez de aceptarlo bajo juramento. Prohibí que se loobligara a oficios deshonrosos o arriesgados, que selo vendiera a los dueños de lenocinios o a las escuelasde gladiadores. Aquellos a quienes esas profesionesagraden, que las ejerzan por su cuenta: lasprofesiones saldrán ganando. En las granjas, dondelos capataces abusan de su fuerza, he reemplazado

Page 142: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

lo más posible a los esclavos por colonos libres.Nuestras colecciones de anécdotas están llenas dehistorias sobre gastrónomos que arrojan a susdomésticos a las murenas, pero los crímenesescandalosos y fácilmente punibles son poca cosaal lado de millares de monstruosidades triviales,perpetradas cotidianamente por gentes de bien yde corazón duro, a quien nadie pensaría en pedircuentas. Hubo muchas protestas cuando desterréde Roma a una patricia rica y estimada quemaltrataba a sus viejos esclavos; un ingrato queabandona a sus padres enfermos provoca mayorescándalo en la conciencia pública, pero yo no veogran diferencia entre las dos formas deinhumanidad.

La situación de las mujeres se ve determinadapor extrañas condiciones: sometidas y protegidas ala vez, débiles y todopoderosas, son demasiadodespreciadas y demasiado respetadas. En este caosde hábitos contradictorios, lo social se superpone alo natural y no es fácil distinguirlos. Tan confusoestado de cosas es más estable de lo que parece; engeneral, las mujeres son lo que quieren ser; o resistena los cambios, o los aplican a los mismos y únicosfines. La libertad de las mujeres de hoy, mayor opor lo menos más visible que en otros tiempos, nopasa de ser uno de los aspectos de la vida más fácilde las épocas de prosperidad; los principios, y aunlos prejuicios de antaño, no se han visto mayormenteafectados. Sinceros o no, los elogios oficiales y las

Page 143: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Inscripciones funerarias continúan atribuyendo anuestras matronas las mismas virtudes deindustriosidad, recato y austeridad que se les exigíabajo la República. Por lo demás los cambios, realeso supuestos, no han modificado en nada la eternalicencia de las costumbres de las clases inferiores ola eterna mojigatería burguesa, y sólo el tiempomostrará si son perdurables. La debilidad de lasmujeres, como la de los esclavos, depende de sucondición legal; su fuerza se desquita en las cosasmenudas donde el poder que ejercen es casiilimitado. Raras veces he visto casas donde noreinaran las mujeres; con frecuencia he visto reinartambién al intendente, al cocinero o al liberto. En elorden financiero, siguen legalmente sometidas a unaforma cualquiera de tutela, pero en la práctica, encada tienda de la Suburra la vendedora de aves o lafrutera es la que casi siempre manda en el mostrador.La esposa de Atiano administraba los bienesfamiliares con admirable capacidad de hombre denegocios. Las leyes deberían diferir lo menos posiblede los usos; he acordado a la mujer una crecientelibertad para administrar su fortuna, testar yheredar. Insistí para que ninguna doncella seacasada sin consentimiento: la violación legal es tanrepugnante como cualquier otra. El matrimonio esla cuestión más importante de su vida: justo es quela resuelvan según su voluntad.

Parte de nuestros males proviene de que haydemasiados hombres vergonzosamente ricos o

Page 144: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

desesperadamente pobres. Hoy en día, por suerte,tiende a establecerse el equilibrio entre los dosextremos; las colosales fortunas de emperadores ylibertos son cosa pasada; Trimalción y Nerón hanmuerto. Pero un inteligente reajuste económico delmundo está todavía por hacerse. Cuando subí alpoder renuncié a las contribuciones voluntariasofrecidas al emperador por las ciudades, y que noson más que un robo disfrazado. Te aconsejo quetambién renuncies a ellas cuando te llegue el día.La anulación completa de las deudas de losparticulares al Estado era una medida más osada,pero igualmente necesaria para hacer tabla rasadespués de diez años de economía de guerra.Nuestra moneda se ha devaluado peligrosamente alo largo de un siglo, y sin embargo la eternidad deRoma está tasada por nuestras monedas de oro;preciso es, entonces, devolverles su valor y su peso,sólidamente respaldados en las cosas. Nuestrastierras se cultivan al azar; tan sólo dos distritosprivilegiados —Egipto, el África, la Toscana yalgunos otros— han sabido crear comunidadescampesinas que conocen a fondo el cultivo del trigoo de la vid. Una de mis preocupaciones consistía ensostener esa clase, que me proporcionaríainstructores destinados a las poblaciones rurales másprimitivas o más rutinarias. Acabé con el escándalode las tierras dejadas en barbecho por los grandespropietarios indiferentes al bien público; a partirde ahora, todo campo no cultivado durante cinco

Page 145: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

años pertenece al agricultor que se encarga deaprovecharlo. Lo mismo puedo decir de lasexplotaciones mineras. La mayoría de nuestros ricoshacen enormes donaciones al Estado, a lasinstituciones públicas y al príncipe. Muchos lo hacenpor interés, algunos por virtud, y casi todos salenganando con ello. Pero yo hubiese querido que sugenerosidad no asumiera la forma de la limosnaostentosa, y que aprendieran a aumentarsensatamente sus bienes en interés de la comunidad,así como hasta hoy lo han hecho para enriquecer asus hijos. Guiado por este principio, tomé en manopropia la gestión del dominio imperial; nadie tienederecho a tratar la tierra como trata el avaro su huchallena de oro.

A veces nuestros comerciantes son nuestrosmejores geógrafos y astrónomos, nuestrosnaturalistas más sabios. Los banqueros se cuentanentre los mejores conocedores de hombres. Utilicélas competencias; luché con todas mis fuerzas contralas usurpaciones. El apoyo dado a los armadores haduplicado los intercambios con países extranjeros;pude así, con poco gasto, reforzar la costosa flotaimperial. Con respecto a las importaciones delOriente y África, Italia es una isla, y a falta de cosechapropia depende de los comerciantes en granos parasu subsistencia. La única manera de remediar lospeligros de esta situación consiste en tratar a esosindispensables negociantes como a funcionariosestrechamente vigilados. Nuestras antiguas

Page 146: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

provincias han alcanzado en los últimos años unaprosperidad que aún puede ir en aumento, pero loque importa es que la prosperidad sirva para todosy no solamente para la banca de Herodes Ático opara el pequeño especulador que acapara todo elaceite de una aldea griega. Se necesitan las leyesmás rigurosas para reducir el número de losintermediarios que pululan en nuestras ciudades:raza obscena y ventruda, murmurando en todas lastabernas, acodada en todos los mostradores, prontoa mirar cualquier política que no le proporcioneganancias inmediatas. Una distribución juiciosa delos graneros del Estado ayuda a contener laescandalosa inflación de los precios en épocas decarestía, pero yo contaba sobre todo con laorganización de los productores mismos, losviñateros galos, los pescadores del Ponto Euxinocuya miserable pitanza devoran los importadoresde caviar y de pescado salado prontos a sacar tajadade sus fatigas y sus peligros. Uno de mis días máshermosos fue aquel en que convencí a un grupo demarineros del Archipiélago de que se asociaranformando una corporación y que tratarandirectamente con los vendedores de las ciudades.Jamás me sentí más útil como príncipe.

Con harta frecuencia el ejército considera lapaz como un período de ocio turbulento entre doscombates; la alternativa de esa inacción o esedesorden es la preparación de una determinadaguerra, seguida por la guerra misma. Rompí con

Page 147: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

esas rutinas; mis continuas visitas a los puestos deavanzada eran un medio entre muchos otros paramantener un ejército pacífico en estado de actividadútil. Por doquiera, en la llanura como en la montaña,al borde de la selva y en pleno desierto, la legiónextiende o concentra sus edificios siempre iguales,sus campos de maniobras, sus barras construidasen Colonia para resistir a la nieve, o en Lambesispara defenderse de las tormentas de arena, susalmacenes cuyo material inútil había mandadovender, su circulo de oficiales presidido por unaestatua del príncipe. Pero esta uniformidad es sóloaparente, esos cuarteles intercambiables contienenla multitud siempre diferente de las tropas auxiliares;todas las razas aportan al ejército sus virtudes y susarmas particulares, su genio de infantes, de jineteso de arqueros. Volvía a encontrar en estado brutoaquella diversidad dentro de la unidad queconstituía mi propósito imperial. Permití a lossoldados que profirieran sus gritos de guerranacionales y que las órdenes se dieran en su propioidioma; autoricé las uniones de los veteranos conmujeres bárbaras y legitimé a sus hijos. Me esforzabaasí por mitigar el salvajismo de la vida rural y tratara aquellos hombres sencillos como hombres. Ariesgo de perder movilidad, quería que se afincaranen el rincón de la tierra que estaban encargados dedefender; no vacilaba en regionalizar el ejército.Esperaba restablecer, en escala imperial, elequivalente de las milicias de la joven República,

Page 148: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en las que cada hombre defendía su campo y sugranja. Me esforzaba sobre todo por desarrollar laeficacia técnica de las legiones; quería servirme deesos centros militares como de una palancacivilizadora, una cuña lo bastante sólida para entrarpoco a poco allí donde se embotaran losinstrumentos más delicados de la vida civil. Elejército se convertía en lazo de unión entre el pueblode la selva, la estepa y las marismas, y el habitanterefinado de las ciudades; sería escuela primaria parabárbaros, escuela de resistencia y de responsabilidadpara el griego ilustrado o el joven caballerohabituado a las comodidades de Roma. Conocíapersonalmente los lados penosos de esa vida, asícomo sus facilidades y sus subterfugios. Anulé losprivilegios, prohibí que los oficiales gozaran delicencias demasiado frecuentes; mandé que sesuprimieran en los campamentos las salas debanquetes, las casas de reposo y sus costososjardines. Aquellos edificios inútiles pasaron a serenfermerías y hospicios para veteranos. Hasta ahorareclutábamos nuestros soldados antes de quetuvieran edad suficiente y los guardábamos hastaque eran demasiado viejos, todo lo cual era tan pocoeconómico como cruel. Cambié ese estado de cosas.La Disciplina Augusta tiene el deber de participaren la humanidad del siglo.

Somos funcionarios del Estado, no Césares.Razón tenía aquella querellante a quien me neguécierto día a escuchar hasta el fin, cuando me gritó

Page 149: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

que si no tenía tiempo para escucharla, tampoco lotenía para reinar. Las excusas que le presenté noeran solamente de forma. Y sin embargo me faltatiempo: cuanto más crece el imperio, más tienden aconcentrarse los diferentes aspectos de la autoridaden manos del funcionario en jefe; este hombreapremiado tiene que delegar parte de sus tareas enotros; su genio consistirá cada vez más en rodearsede un personal de confianza. El gran crimen deClaudio o de Nerón fue el de permitirperezosamente que sus libertos o sus esclavos seapoderaran de la función de agentes, consejeros ydelegados del amo. Parte de mi vida y de mis viajesha estado dedicada a elegir los jefes de unaburocracia nueva, a adiestrarlos, a hacer coincidirlo mejor posibles las aptitudes con las funciones, aproporcionar posibilidades de empleo a la clasemedia de la cual depende el Estado. Veo el peligrode estos ejércitos civiles y puedo resumirlo en unapalabra: la rutina. Estos engranajes destinados adurar siglos, se estropearán si no se tiene cuidado;al amo corresponde regular incesantemente sumovimiento, prever o reparar el desgaste. Pero laexistencia demuestra que a pesar del infinito cuidadoen la elección de nuestros sucesores, los Césaresmediocres serán siempre los más numerosos, y quepor lo menos una vez por siglo algún insensato llegaal poder. En tiempos de crisis, la administración bienorganizada podrá seguir atendiendo a lo esencial,llenar el intervalo, a veces demasiado largo, entre

Page 150: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

uno y otro príncipe prudente. Ciertos emperadoresdesfilan llevando a la zaga a los bárbaros atadospor el cuello, en interminable procesión de vencidos.El grupo selecto de funcionarios que he decididoformar será un cortejo harto diferente. Gracias aaquellos que constituyen mi consejo, he podidoausentarme durante años de Roma y volversolamente de paso. Me comunicaba con ellosmediante los correos más veloces; en caso de peligrose usaban las señales de los semáforos. Ellos hanformado a su vez a otros auxiliares útiles. Sucompetencia es obra mía: su actividad bienordenada me ha permitido dedicarme a otras cosas.Me permitirá, sin demasiada inquietud, ausentarmeen la muerte.

A lo largo de veinte años de poder, pasé docesin domicilio fijo. Ocupaba sucesivamente lospalacios de los mercaderes asiáticos, las discretascasas griegas, las hermosas villas provistas de bañosy caloríferos de los residentes romanos de la Galia,las chozas o las granjas. Seguía prefiriendo la livianatienda, la arquitectura de tela y de cuerdas. Losnavíos no eran menos variados que los alojamientosterrestres. Tuve el mío, provisto de un gimnasio yuna biblioteca, pero desconfiaba demasiado de todafijación como para aficionarme a una residenciaaunque fuera móvil. Lo mismo me servían la barcade lujo de un millonario sirio, los bajeles de altobordo de la flota o el queche de un pescador griego.El único lujo era la velocidad y todo lo que la

Page 151: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

favorecía: los mejores caballos, los vehículos demejor suspensión, el equipaje menos incómodo, lasropas y accesorios apropiados para el clima. Pero elgran recurso lo constituía sobre todo la perfecta saludcorporal; una marcha forzada de veinte leguas noera nada, una noche de insomnio valía como unainvitación a pensar. Pocos hombres aman durantemucho tiempo los viajes, esa ruptura perpetua delos hábitos, esa continua conmoción de todos losprejuicios. Pero yo tendía a no tener ningúnprejuicio y el mínimo de hábitos. Gustaba de ladeliciosa profundidad de los lechos, pero tambiénel contacto y el olor de la tierra desnuda, lasdesigualdades de cada segmento de lacircunferencia del mundo. Estaba habituado a lavariedad de los alimentos, pasta de cereales británicao sandia africana. Un día llegué a probar la carnesemipodrida que hace las delicias de ciertos pueblosgermánicos: la vomité, pero la experiencia quedabahecha. Claramente decidido en materia depreferencias amorosas, aun allí temía las rutinas.Mi séquito, reducido a lo indispensable o a loexquisito, me aislaba poco del resto del mundo;velaba por mantener la libertad de mis movimientosy para que pudiera llegarse fácilmente hasta mí.Las provincias, esas grandes unidades oficialescuyos emblemas yo mismo había elegido, la Britaniaen su territorio rocoso o la Dacia y su cimitarra, sedisociaban en bosques donde había yo buscado lasombra, en pozos donde había bebido, en individuos

Page 152: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

hallados al azar de un alto, en rostros elegidos y aveces amados. Conocía cada milla de nuestras rutas,quizá el más hermoso don que ha hecho Roma a latierra. Pero el momento inolvidable era aquel enque la ruta se detenía en el flanco de una montaña,a la cual subíamos de grieta en grieta, de bloque enbloque, para ver la aurora desde lo alto de un picode los Pirineos a los Alpes.

Algunos hombres habían recorrido la tierraantes que yo: Pitágoras, Platón, una docena de sabiosy no pocos aventureros. Por primera vez el viajeroera al mismo tiempo el amo, capaz de ver, reformary crear al mismo tiempo. Allí estaba mi oportunidad,y me daba cuenta de que tal vez pasarían siglosantes de que volviera a producirse el feliz acordede una función, un temperamento y un mundo. Yentonces me di cuenta de la ventaja que significaser un hombre nuevo y un hombre solo, apenascasado, sin hijos, casi sin antepasados, un Ulises cuyaItaca es sólo interior. Debo hacer aquí una confesiónque no he hecho a nadie: jamás tuve la sensación depertenecer por completo a algún lugar, ni siquieraa mi Atenas bienamada, ni siquiera a Roma.Extranjero en todas partes, en ninguna me sentíaespecialmente aislado. A lo largo de los caminosiba ejerciendo las diferentes profesiones queintegran el oficio de emperador: entraba en la vidamilitar como en una vestimenta cómoda a fuerzade usada. Volvía a hablar sin trabajo el idioma delos campamentos, ese latín deformado por la presión

Page 153: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de las lenguas bárbaras, sembrado de palabrotasrituales y bromas fáciles; me habituaba nuevamenteal pesado equipo de los días de maniobra, a esecambio de equilibrio que determina en todo elcuerpo la presencia del pesado escudo en el brazoizquierdo. El interminable oficio de contable meocupaba aún más, ya se tratara de liquidar lascuentas de la provincia de Asia o las de una pequeñaaldea británica endeudada por la construcción deun establecimiento termal. Del oficio del juez ya hehablado. Me venían a la mente analogías extraídasde otras ocupaciones: pensaba en el médicoambulante que cura a las gentes de puerta enpuerta, en el obrero que acude a reparar una calzadao a soldar una cañería de agua, en el capataz quecorre de un extremo a otro del banco de los navíos,alentando a los remeros pero empleando lo menosposible el látigo. Y hoy, mientras desde las terrazasde la Villa observo a los esclavos que podan lasramas o escardan los arriates, pienso sobre todo enel sabio ir y venir del jardinero.

Los artesanos a quienes llevaba conmigo enmis giras me causaban preocupaciones, pues sugusto por los viajes igualaba al mío. En cambio mevi en dificultades con los hombres de letras. Elindispensable Flegón tiene defectos de mujer vieja,pero es el único secretario que haya resistido al uso:todavía está ahí. El poeta Floro, a quien ofrecí unasecretaría en lengua latina, dijo a todo el mundoque no hubiera querido ser César para tener que

Page 154: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

andar soportando los inviernos escitas y las lluviasbretonas. Las largas caminatas tampoco leagradaban. Por mi parte le dejaba de buen gradolas delicias de la vida literaria romana, las tabernasdonde sus colegas se reúnen todas las noches pararepetir las mismas ocurrencias y hacerse picarfraternalmente por los mismos mosquitos. Habíanombrado a Suetonio encargado de los archivos,cargo que le permitía consultar los documentossecretos que necesitaba para sus biografías de losCésares. Aquel hombre tan hábil, y tan bienapodado Tranquilo, no era concebible más que enuna biblioteca; permaneció en Roma, donde llegó aser uno de los familiares de mi mujer, miembro deese pequeño círculo de conservadores descontentosque se reunían en su casa para criticar lo mal queanda el mundo. Como ese circulo me desagradaba,obligué a retirarse a Tranquilo, que se marchó a supabellón de los montes sabinos para seguir soñandoen paz con los vicios de Tiberio. Favorino de Arlesdesempeñó cierto tiempo una secretaria griega;aquel enano de voz aflautada no carecía de fineza.Era uno de los espíritus más falsos que jamás heencontrado; disputábamos, pero me encantaba suerudición. Me regocijaba su hipocondría, que lollevaba a ocuparse de su salud como un amante desu amada. Tenía un servidor hindú que le preparabael arroz traído con no poco gasto de Oriente; pordesgracia aquel exótico cocinero hablaba muy malel griego, y apenas sabia otros idiomas, por lo cual

Page 155: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

no pudo enseñarme nada sobre las maravillas de supaís natal. Favorino se jactaba de haber realizadoen su vida tres cosas bastante raras. Galo, se habíahelenizado mejor que nadie; hombre de bajaextracción, disputaba sin cesar con el emperadorsin que ello le acarreara ningún inconveniente,singularidad que en definitiva le honraba; impotente,tenía que pagar de continuo la multa aplicable a losadúlteros. Verdad es que sus admiradorasprovincianas le metían en dificultades de las cualestenía yo que andar sacándolo. Al final me cansé yEudemón ocupó su puesto. Pero en conjunto he sidobien servido. El respeto de ese pequeño grupo deamigos y de empleados ha sobrevivido, sólo losdioses saben cómo, a la brutal intimidad de los viajes;su discreción ha sido más asombrosa, si es posible,que su fidelidad. Los Suetonios del futurocosecharán muy pocas anécdotas sobre mí. Lo queel público sabe de mi vida, es lo que yo mismo herevelado. Mis amigos guardaron mis secretos, tantolos políticos como los otros; justo es decir que hicelo mismo con los suyos.

Construir es colaborar con la tierra, imprimiruna marca humana en un paisaje que se modificaráasí para siempre; es también contribuir a ese lentocambio que constituye la vida de las ciudades.Cuántos afanes para encontrar el emplazamientoexacto de un puente o una fontana, para dar a unaruta de montaña la curva más económica que seráal mismo tiempo la más pura... La ampliación de la

Page 156: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ruta de Megara transformaba el paisaje de rocasesquinorianas; los dos mil estadios de caminopavimentado, provisto de cisternas y puestosmilitares, que unen Antínoe al Mar Rojo,inauguraban en el desierto la era de la seguridad yacababan con la del peligro. Los impuestos dequinientas ciudades asiáticas no eran demasiadospara construir un sistema de acueductos en laTróade; el acueducto de Cartago resarcía en ciertomodo de las durezas de las guerras púnicas.Levantar fortificaciones, en suma, era lo mismo queconstruir diques: consistía en hallar la línea desdedonde puede defenderse un ribazo o un imperio, elpunto donde el asalto de las olas o de los bárbarosserá contenido y roto. Dragar los puertos erafecundar la hermosura de los golfos. Fundarbibliotecas equivalía a construir graneros públicos,amasar reservas para un invierno del espíritu que,a juzgar por ciertas señales y a pesar mío, veo venir.He reconstruido mucho, pues ello significabacolaborar con el tiempo en su forma pasada,aprehendiendo o modificando su espíritu,sirviéndole de relevo hacia un más lejano futuro; esvolver a encontrar bajo las piedras el secreto de lasfuentes. Nuestra vida es breve; hablamos sin cesarde los siglos que preceden o siguen al nuestro, comosi nos fueran totalmente extranjeros; y sin embargollegaba a tocarlos en mis juegos con la piedra. Esosmuros que apuntalo están todavía tibios del contactode cuerpos desaparecidos; manos que todavía no

Page 157: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

existen acariciarán los fustes de estas columnas.Cuanto más he pensado en mi muerte, y sobre todoen la del otro, con mayor motivo he buscado agregara nuestras vidas esas prolongaciones casiindestructibles. En Roma utilizaba de preferenciael ladrillo eterno, que sólo muy lentamente vuelvea la tierra de la cual ha nacido y cuyo lentodesmoronamiento e imperceptible desgaste secumplen de modo tal que el edificio sigue siendomontaña aun cuando haya dejado de servisiblemente una fortaleza, un circo o una tumba.En Grecia y en Asia empleaba el mármol natal, lahermosa sustancia que una vez tallada sigue fiel ala medida humana, tanto que el plano del enterotemplo se halla contenido en cada fragmento detambor. La arquitectura tiene muchas másposibilidades de las que hacen suponer los cuatroórdenes de Vitrubio; nuestros bloques, comonuestros tonos musicales, admiten combinacionesinfinitas. Para alzar el Panteón me remonté a laantigua Etruria de los divinos y los arúspices; elsantuario de Venus, en cambio, redondea al sol susformas jónicas, la profusión de columnas blancas yrosadas en torno a la diosa de carne de donde brotóla raza de César. El Olimpión de Atenas tenía queser el contrapeso exacto del Partenón, alzarse en lallanura como aquél en la colina, inmenso allí dondeel otro es perfecto: el ardor arrodillado ante la calma,el esplendor a los pies de la belleza. Las capillas deAntínoo, sus templos, habitaciones mágicas,

Page 158: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

monumentos de un misterioso pasaje entre la viday la muerte, oratorios de un dolor y una felicidadsofocantes, eran recinto de la plegaria y lareaparición; en ellos me entregaba a mi duelo. Latumba que me he destinado a orillas del Tíberreproduce en escala gigantesca las antiguas tumbasde la Vía Appia, pero sus proporciones mismas latransforman, hacen pensar en Ctesifón y Babilonia,en las terrazas y las torres por las cuales el hombrese aproxima a los astros. El Egipto funerario ordenólos obeliscos y las avenidas de esfinges del cenotafioque impone a una Roma vagamente hostil lamemoria del amigo nunca bastante llorado. La Villaera la tumba de los viajes, el último campamentodel nómada, el equivalente en mármol de las tiendasy los pabellones de los príncipes asiáticos. Casi todolo que nuestro gusto consiente ha sido ya intentadoen el mundo de las formas; pasé entonces al de loscolores: el jaspe, verde como las profundidadesmarinas; el pórfido graneado como la carne, elbasalto, la taciturna obsidiana. El denso rojo de lastapicerías se adornaba con bordados cada vez mássutiles; los mosaicos de las murallas o los pavimentosno eran nunca bastante dorados, o blancos, o negros.Cada piedra era la extraña concreción de unavoluntad, de un recuerdo, a veces de un desafío.Cada edificio era el plano de un sueño.

Plotinópolis, Andrinópolis, Antínoe.Adrianoterea... He multiplicado todo lo posible esascolmenas de la abeja humana. El plomero y el

Page 159: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

albañil, el ingeniero y el arquitecto presiden esosnacimientos de ciudades; la operación exigeasimismo ciertos dones de rabdomante. En unmundo que los bosques, el desierto, las llanurasincultas cubren en su mayor parte, resulta bello elespectáculo de una calle pavimentada, un templodedicado a cualquier dios, los baños y letrinaspúblicos, la tienda donde el barbero discute con susclientes las noticias de Roma, la del pastelero, la delvendedor de sandalias, la del librero, la enseña deun médico, un teatro donde de tiempo en tiemporepresentan una pieza de Terencio. Nuestrosexquisitos se quejan de la uniformidad de nuestrasciudades; lamentan encontrar en todas partes lamisma estatua de emperador y el mismo acueducto.Se equivocan: la belleza de Nimes difiere de la deArles. Pero además esa uniformidad, repetida entres continentes, contenta al viajero como una piedramiliar; nuestras ciudades más insignificantesguardan su prestigio tranquilizador de relevo, deposta o de abrigo. La ciudad: el marco, laconstrucción humana, monótona si se quiere perocomo son monótonas las celdillas de cera henchidasde miel, el lugar de los intercambios y los contactos,la plaza a la que acuden los campesinos para vendensus productos y donde se quedan mirandoboquiabiertos las pinturas de un pórtico... Misciudades han nacido de encuentros: mi encuentrocon mi rincón de tierra, el de mis planes deemperador con los incidentes de mi vida de hombre.

Page 160: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Plotinópolis surgió de la necesidad de establecernuevos centros agrícolas en Tracia, pero tambiéndel tierno deseo de honrar a Plotina. Adrianotereaestá destinada a servir de emporio a los madererosdel Asia Menor; al principio fue para mi el retiroestival, las cacerías en la floresta, el pabellón detroncos al pie de la colina de Atis, el torrentecoronado de espuma donde nos bañábamos por lasmañanas. Adrianópolis, en Epiro, reabre un centrourbano en el seno de una provincia empobrecida, ynació de una visita al santuario de Dodona.Adrianópolis, ciudad campesina y militar, centroestratégico en el linde de las regiones bárbaras, estáhabitada por los veteranos de las guerras sármatas;conozco personalmente lo bueno y lo malo de cadauno de ellos, su nombre, sus años de servicio y lasheridas que han recibido. Antínoe, la más querida,emplazada en el lugar de la desgracia, está ceñidade una angosta faja de tierra árida, entre el río y laroca. Busqué ansiosamente enriquecerla con otrosrecursos, el comercio de la India, los transportesfluviales, las sapientes gracias de una metrópolisgriega. En la tierra entera no hay otro lugar quemenos desee volver a ver; y hay muy pocos a loscuales haya consagrado más cuidados. Antínoe esun peristilo perpetuo. Mantengo correspondenciacon su gobernador, Fido Aquila, acerca de lospropileos de su templo, de las estatuas de su anca;he elegido los nombres de sus barrios urbanos y desus demos, símbolos aparentes y secretos, catálogo

Page 161: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

completo de mis recuerdos. Tracé por mí mismo elplano de las columnatas corintias que replican, a lolargo de la ribera, la alineación regular de laspalmeras. Mil veces he recorrido con el pensamientoese cuadrilátero casi perfecto, cortado por callesregulares, escindido en dos por una avenida triunfalque va de un teatro griego a una tumba.

Vivimos abarrotados de estatuas, ahítos dedelicias pintadas o esculpidas, pero esa abundanciaes ilusoria: reproducimos al infinito algunas docenasde obras maestras que ya no seríamos capaces deinventar. También yo he mandado copiar para laVilla el Hermafrodita y el Centauro, Niobe y Venus.He querido vivir lo más posible en medio de esasmelodías de formas. Presté mi apoyo a lasexperiencias con el pasado, al sabio arcaísmo quevuelve a encontrar el sentido de las intenciones ylas técnicas perdidas. Intenté esas variacionesconsistentes en transcribir en mármol rojo en Marsiasdesollado de mármol blanco, devolviéndolo así almundo de las figuras pintadas, o en transponer enel tono del mármol de Paros el grano negro de lasestatuas egipcias, cambiando así el ídolo enfantasma. Nuestro arte es perfecto, es decirplenamente cumplido, pero su perfección essusceptible de modulaciones tan variadas como lasde una voz pura; a nosotros nos toca jugar ese hábiljuego consistente en acercarse o alejarseperpetuamente de la solución encontrada de unavez por todas, llegando al limite del rigor o del

Page 162: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

exceso, encerrando innumerables construccionesnuevas en el interior de esa hermosa esfera.Gozamos de la ventaja de tener tras de nosotros milpuntos de comparación, de poder continuar coninteligencia la línea de Scopas o contradecirvoluptuosamente a Praxiteles. Mis contactos con lasartes bárbaras me han llevado a creer que cada razase limita a ciertos temas, a ciertos modos dentro delos modos posibles; y dentro de las posibilidadesofrecidas a cada raza, la época cumple además unaselección complementaria. En Egipto he visto diosesy reyes colosales; los prisioneros sármatas teníanen las muñecas brazaletes que repiten al infinito elmismo caballo al galope, las mismas serpientesdevorándose entre sí. Pero nuestro arte (quiero decirel griego) ha elegido atenerse al hombre. Sólonosotros hemos sabido mostrar en un cuerpoinmóvil la fuerza y la agilidad latentes; sólo nosotroshemos hecho de una frente lisa el equivalente deun pensar profundo. Soy como nuestros escultores:lo humano me satisface, pues allí encuentro todo,hasta lo eterno. La floresta bienamada se resumepara mí íntegramente en la imagen del centauro; latempestad nunca respira mejor que en el henchidopeplo de una diosa marina. Los objetos naturales,los emblemas sagrados valen tan sólo cuando estánpreñados de asociaciones humanas: la piña fálica yfúnebre, el tazón de fuente con palomas que sugierela siesta al borde de los manantiales, el grifo quearrebata al cielo al bienamado.

Page 163: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

El arte del retrato me interesa poco. Nuestrosretratos romanos sólo tienen valor de crónica: copiasdonde no faltan las arrugas exactas ni las verrugascaracterísticas, calcos de modelos a cuyo ladopasamos de largo en la vida y que olvidamos tanpronto han muerto. Los griegos, en cambio, amaronla perfección humana al punto de despreocuparsedel variado rostro de los hombres. Apenas si echabauna ojeada a mi propia imagen, a ese rostro morenoque la blancura del mármol desnaturaliza, a esosgrandes ojos abiertos, a esa boca fina y sin embargocarnosa, dominada hasta el temblor. Pero el rostrode otro ser me preocupó más. Tan pronto se volvióimportante para mi vida, el ante dejó de ser un lujopara convertirse en un recurso, una forma deauxilio. Impuse al mundo esa imagen: actualmentehay más retratos de aquel niño que de cualquierhombre ilustre o cualquier reina. Al comienzo mepreocupé de que el escultor registrara la bellezasucesiva de un ser que está cambiando; después elarte se convirtió en una especie de operación mágicacapaz de evocar un rostro perdido. Las efigiescolosales parecían un medio de expresar lasverdaderas proporciones que da el amor a los seres;quería que esas imágenes fueran enormes como unafigura vista de muy cerca, altas y solemnes comolas visiones y las apariciones de la pesadilla,aplastantes como lo ha seguido siendo ese recuerdo.Reclamaba un acabado perfecto, una puraperfección, reclamaba ese dios que todo aquel que

Page 164: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ha muerto a los veinte años llega a ser para quieneslo amaban, y también el parecido fiel, la presenciafamiliar, cada irregularidad de un rostro másquerido que la belleza. Cuántas discusiones paramantener la espesa línea de una ceja, la redondezun tanto mórbida de un labio... Contabadesesperadamente con la eternidad de la piedra yla fidelidad del bronce para perpetúan un cuerpoperecedero o ya destruido, pero también insistía enque el mármol, ungido diariamente con una mezclade aire y de ácidos, tomara el brillo y casi la blandurade una carne joven. En todas partes volvía aencontrar aquel rostro único; amalgamaba laspersonas divinas, los sexos y los atributos eternos,la dura Diana de los bosques a Baco melancólico, elvigoroso Hermes de las palestras al dios que duerme,apoyada la cabeza en el brazo, en un desorden deflor. Comprobaba hasta qué punto un joven quepiensa se parece a la viril Atenea. Mis escultoressolían confundirse; los más mediocres caían aquí yallá en la blandura o en el énfasis; pero todosparticipaban más o menos del sueño. Están lasestatuas y las pinturas del joven viviente, reflejandoese paisaje inmenso y cambiante que va de losquince a los veinte años, el perfil lleno de seriedaddel niño bueno, está la estatua en que un escultorde Corinto se atrevió a fijan el abandono deladolescente que comba el vientre y adelanta loshombros, la mano en la cadera, como si parado enalguna esquina contemplara una partida de dados.

Page 165: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Está ese mármol en el que Pappas de Afrodisia trazóun cuerpo más que desnudo, indefenso, con la frágilfrescura del narciso. Y en una piedra algo rugosa,Aristeas esculpió siguiendo mis órdenes aquellapequeña cabeza imperiosa y altane..... Están losretratos posteriores a la muerte, por donde la muerteha pasado, esos grandes rostros de labios sapientes,cargados de secretos que ya no son los míos porqueya no son los de la vida. Está el bajorrelieve dondeAntoniano de Mileto transpuso en términossobrehumanos al vendimiador vestido de seda, y elhocico amistoso del perro que se frota en una piernadesnuda. Y esa mascarilla casi intolerable, obra deun escultor de Cirene, en la que el placer y el dolorbrotan y se entrechocan en el rostro como dos olascontra una misma roca. Y esas estatuillas de arcillaque valen un centavo y que sirvieron parapropaganda imperial: Tellus stabilitata, el Genio dela tierra pacificada bajo el aspecto de un joventendido entre frutos y flores.

Trahit suaquemque voluptas. A cada uno susenda; y también su meta, su ambición si se quiere,su gusto más secreto y su más claro ideal. El míoestaba encerrado en la palabra belleza, tan difícilde definir a pesar de todas las evidencias de lossentidos y los ojos. Me sentía responsable de labelleza del mundo. Quería que las ciudades fueranespléndidas, ventiladas, regadas por aguas límpidas,pobladas por seres humanos cuyo cuerpo no seviera estropeado por las marcas de la miseria o la

Page 166: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

servidumbre, ni por la hinchazón de una riquezagrosera; quería que los colegiales recitaran con vozjusta las lecciones de un buen saber; que las mujeres,en sus hogares, se movieran con dignidad maternal,con una calma llena de fuerza; que los jóvenesasistentes a los gimnasios no ignoraran los juegosni las artes; que los huertos dieran los más hermososfrutos y los campos las cosechas más ricas. Queríaque a todos llegara la inmensa majestad de la pazromana, insensible y presente como la música delcielo en marcha; que el viajero más humilde pudieraerrar en un país, de un continente al otro, sinformalidades vejatorias, sin peligros, por doquieraseguro de un mínimo de legalidad y de cultura; quenuestros soldados continuaran su eterna danzapírrica en las fronteras; que todo funcionara sininconvenientes, los talleres y los templos; que en elmar se trazara la estela de hermosos navíos y quefrecuentaran las rutas numerosos vehículos; queríaque, en un mundo bien ordenado, los filósofostuvieran su lugar y también lo tuvieran los bailarines.Este ideal, modesto al fin y al cabo, podría llegan acumplirse silos hombres pusieran a su servicio partede la energía que gastan en trabajos estúpidos oferoces; una feliz oportunidad me ha permitidorealizarlo parcialmente en este último cuarto desiglo. Arriano de Nicomedia, uno de los seres másfinos de nuestro tiempo, se complace en recordarmelos bellos versos donde el viejo Terpandro definióen tres palabras el ideal espartano, el perfecto modo

Page 167: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de vida que la Lacedemonia soñó siempre sinalcanzarlo: la Fuerza, la Justicia, las Musas. La Fuerzaconstituía la base, era el rigor sin el cual no haybelleza, la firmeza sin la cual no hay justicia. LaJusticia era el equilibrio de las partes, el conjunto delas proporciones armoniosas que ningún excesodebe comprometer. Fuerza y Justicia eran tan sóloun instrumento bien acordado en manos de lasMusas. Toda miseria, toda brutalidad, debíasuprimirse como otros tantos insultos al hermosocuerpo de la humanidad. Toda iniquidad era unanota falsa que debía evitarse en la armonía de lasesferas.

Las fortificaciones y los campamentos quehabía que renovar o establecer, las nuevas rutas olas que necesitaban ser puestas en buen estado, meretuvieron en Germania cerca de un año; nuevosbastiones, erigidos en una extensión de setentaleguas, reforzaron nuestras fronteras a lo largo delRin. Aquel país de viñedos y ríos torrentosos no meofrecía nada imprevisto; volvía a encontrar en él lashuellas del joven tribuno que llevara a Trajano lanoticia de su advenimiento. También encontré, másallá de nuestro último fuerte de troncos de abetos,el mismo horizonte monótono y negro, el mismomundo cerrado para nosotros desde el imprudenteavance que hicieron en él las legiones de Augusto,el océano de árboles, la reserva de hombres blancosy rubios. Cumplida la tarea de reorganización, bajéhasta la desembocadura del Rin por las praderas

Page 168: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

belgas y bátavas. Dunas desoladas componían unpaisaje septentrional matizado por hierbassibilantes; las casas del puerto de Noviomago,construidas sobre pilotes, se recostaban en los navíosamarrados a sus umbrales; las aves marinas seposaban en los tejados. Yo amaba aquellos lugaresmelancólicos que parecían horribles a mis ayudasde campo, aquel cielo nublado, los ríos fangososdesgastando una tierra informe y sin fuerza, concuyo limo nada han modelado los dioses.

Una banca de fondo casi plano me condujo ala isla de Bretaña. El viento nos devolvió varias vecesa la costa que acabábamos de abandonan; aquellaaccidentada travesía me valió algunas asombrosashoras vacías. Gigantescas nubes nacían del pesadomar, sucio de arena, incesantemente removido ensu lecho. Si antaño, entre los dacios y los sármatas,había contemplado religiosamente la Tierra, ahorapercibía por primera vez un Neptuno más caóticoque el nuestro, un infinito mundo liquido. EnPlutarco había leído una leyenda de navegantesacerca de una isla situada en los parajes vecinos alMar Tenebroso, donde los Olímpicos triunfanteshabrían confinado siglos atrás a los Titanes vencidos.Aquellos grandes cautivos de la roca y la ola,eternamente flagelados por un océano insomne,incapaces de dormir pero soñando sin cesar,seguirían oponiendo al orden olímpico su violencia,su angustia, su deseo perpetuamente crucificado.En aquel mito situado en los confines del mundo

Page 169: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

volvía a encontrar las teorías filosóficas que habíahecho mías: cada hombre está eternamenteobligado, en el curso de su breve vida, a elegir entrela esperanza infatigable y la prudente falta deesperanza, entre las delicias del caos y las de laestabilidad, entre el Titán y el Olímpico. A elegirentre ellas, o a acordarlas alguna vez entre sí.

Las reformas civiles cumplidas en Bretañaforman parte de mi obra administrativa, de la quehe hablado en otra parte. Lo que importa aquí esque he sido el primer emperador que se instalópacíficamente en esa isla situada en los límites delmundo conocido, donde sólo Claudio se habíaarriesgado algunos días en su calidad de general enjefe. Durante todo un invierno, Londinium seconvirtió por mi voluntad en ese centro efectivo delmundo que había sido Antioquia en tiempos de laguerra parta. Cada viaje desplazaba así el centro degravedad del poder, lo llevaba por un tiempo alborde del Rin o a orillas del Támesis, permitiéndomevalorar los puntos fuertes y débiles que hubierantenido como sede imperial. Aquella estadía enBretaña me indujo a contemplar la hipótesis de unestado centrado en el Occidente, de un mundoatlántico. Estas imaginaciones carecen de valorpráctico, y sin embargo dejan de ser absurdas apenasel calculista traza sus esquemas concediéndose unasuficiente cantidad de futuro.

Apenas tres meses antes de mi llegada, la SextaLegión Victoriosa había sido transferida a territorio

Page 170: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

británico. Reemplazaba a la malhadada NovenaLegión, deshecha por los caledonios durante lasrevueltas que nuestra expedición contra los partoshabía desencadenado como contragolpe en Bretaña.Para impedir la repetición de semejante desastre seimponían dos medidas. Nuestras tropas fueronreforzadas por la creación de un cuerpo auxiliarindígena; en Eboracum, desde lo alto de un oteroverde, vi maniobrar por primera vez aquel ejércitobritánico recién constituido. La erección de unamuralla que dividía la isla por su parte más angosta,sirvió al mismo tiempo para proteger las regionesfértiles y civilizadas del sur contra los ataques delas tribus norteñas. Inspeccioné personalmentebuena parte de los trabajos, emprendidossimultáneamente sobre un terraplén de ochentaleguas; se me presentaba la ocasión de ensayar, enese espacio bien delimitado que va de una costa aotra, un sistema de defensa que más tarde podríaaplicarse a otras partes. Pero aquella obrapuramente militar servía ya a la paz, favoreciendola prosperidad de esa región de Bretaña; nacíanaldeas, y las poblaciones convergían hacia nuestrasfronteras. Los albañiles de la legión recibían ayudade equipos indígenas; para muchos de aquellosmontañeros, aún ayer insumisos, la erección de lamuralla significaba la primera prueba irrefutabledel poder protector de Roma; el dinero del salarioera la primera moneda romana que pasaba por susmanos. Aquella línea de defensa se convirtió en el

Page 171: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

emblema de mi renuncia a la política de conquistas;al pie del bastión más avanzado hice levantar untemplo al dios Término.

Todo me pareció encantador en aquella tierralluviosa: las franjas de bruma en el flanco de lascolinas, los lagos consagrados a ninfas aún másfantásticas que las nuestras, la melancólica raza deojos grises. Tenía como guía a un joven tribuno delcuerpo auxiliar británico; aquel dios rubio habíaaprendido el latín, balbuceaba el griego,ejercitándose tímidamente en componer poesíasamorosas en esa lengua. Una fría noche otoñal fuemi intérprete ante una sibila. Sentados en la chozade humo de un carbonero celta, calentándonos laspiernas metidas en gruesas bragas de áspera lana,vimos arrastrarse hasta nosotros a una viejaempapada por la lluvia, desmelenada por el viento,feroz y furtiva como un animal de los bosques. Aquelser se precipitó sobre los panecillos de avena que secocían en el hogar. Mi guía consiguió persuadir a laprofetisa de que examinara para mí las volutas dehumo, las chispas, las frágiles arquitecturas desarmientos y cenizas. Vio ciudades que se alzaban,multitudes jubilosas, pero también vio ciudadesincendiadas, tristes hileras de vencidos quedesmentían mis sueños de paz, un rostro joven ydulce, que tomó por un rostro de mujer y en el cualme negué a creer; un espectro blanco que acaso noera más que una estatua, objeto aún más inexplicablepara aquella habitante de los bosques y las landas.

Page 172: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Y, a una vaga distancia en el tiempo, vio mi muerte,que yo era harto capaz de prever sin su ayuda.

La Galia próspera, la opulenta España, meretuvieron menos tiempo que Bretaña. En la GaliaNarbonense volví a encontrar a Grecia, que hallevado hasta allí sus hermosas escuelas deelocuencia y sus pórticos bajo un cielo puro. Medetuve en Nimes para sentar el plano de una basílicadedicada a Plotina y destinada a convertirse un díaen su templo. Los recuerdos familiares quevinculaban a la emperatriz con aquella ciudad mehacían aún más caro su paisaje seco y dorado.

Pero la revuelta de Mauretania ardía aún.Abrevié mi travesía de España negándome, entreCórdoba y el mar, a detenerme un instante en Itálica,ciudad de mi infancia y mis antepasados. En Gadesme embarqué rumbo a África.

Los hermosos guerreros tatuados de lasmontañas del Atlas seguían inquietando a lasciudades africanas costaneras. Durante algunasbreves jornadas vivía allí el equivalente númida delas luchas con los sármatas; volvía a ven las tribusdomadas una a una, la fiera sumisión de los jefesprosternados en pleno desierto, en un desorden demujeres, hatos y animales arrodillados. Pero la arenareemplazaba allí a la nieve.

Pon una vez me hubiera sido dulce laprimavera en Roma, volver a encontrar la Villa yaempezada, las caricias caprichosas de Lucio, laamistad de Plotina. Pero mi permanencia en la

Page 173: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ciudad se vio interrumpida casi de inmediato poralarmantes rumores de guerra. La paz con los partoshabía quedado sellada hacia apenas tres años y yaestallaban graves incidentes en el Eufrates. Partí deinmediato para Oriente.

Estaba decidido a liquidar aquellos incidentesfronterizos usando medios menos triviales que elde las legiones en marcha. Concerté una entrevistapersonal con Osroes. Llevaba conmigo a la hija delemperador, que había sido tomada prisionera casien la cuna, en la época en que Trajano ocupóBabilonia, y mantenida en Roma como rehén. Erauna niña enclenque, de grandes ojos. Su presenciay las de sus azafatas me incomodó bastante en unviaje que importaba sobre todo cumplir sin retardos.El grupo de mujeres veladas fue llevado a lomo dedromedario a través del desierto sirio, bajo unbaldaquino de cortinas severamente cerradas. Porla noche, en los altos, mandaba preguntan si nadafaltaba a la princesa.

En Licia me detuve una hora a fin de decidir alcomerciante Opramoas, que ya había mostrado suscualidades de negociador, para que me acompañaraal territorio parto. La falta de tiempo le impidiódesplegar su lujo habitual. Aquel hombre ablandadopor la opulencia no dejaba por eso de ser unadmirable compañero de ruta, habituado a todoslos azares del desierto.

Page 174: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

El lugar de la conferencia quedaba en la orillaizquierda del Eufrates, no lejos de Dura. Cruzamosel río en una balsa. Los soldados de la guardiaimperial parta, con sus corazas de oro, montadosen caballos tan espléndidos como ellos, formaban alo largo de la ribera una línea enceguecedora. Miinseparable Flegón estaba muy pálido. También losoficiales que me acompañaban sentían algún temor:aquel encuentro podía ser una trampa. Opramoas,habituado a olfatear el aire del Asia, se mostrabaperfectamente tranquilo, confiado en esa mezcla desilencio y tumulto, de inmovilidad y repentinosgalopes, en ese lujo tendido en el desierto como untapiz sobre la arena. En cuanto a mí, estabamaravillosamente sereno: como César en su barca,me entregaba a esos leños que llevaban mi fortuna.Una prueba de esa confianza estaba en restituir deinmediato la princesa parta a su padre, en vez deguardarla en nuestras líneas hasta mi retorno.Prometí también devolver el trono de oro de ladinastía arsácida, arrebatado antaño por Trajano;de nada nos servia, mientras que la supersticiónoriental lo valoraba extraordinariamente.

El fasto de aquellas entrevistas con Osroes nofue más que exterior. Nada las diferenciaba de lasconversaciones entre dos vecinos que se esfuerzanpor arreglar amistosamente una cuestión de paredmedianera. Me veía abocado a un bárbaro refinado,que hablaba griego, nada tonto, sin que nada queobligara a creerlo más pérfido que yo mismo, pero

Page 175: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

lo bastante vacilante como para dar una impresiónde inseguridad. Mis curiosas disciplinas mentalesme permitían captar su esquivo pensamiento;sentado frente al emperador de los partos, aprendíaa prever, y muy pronto a orientar sus respuestas;entraba en su juego, me imaginaba a Osroesregateando con Adriano. Me horrorizan los debatesinútiles en los que cada uno sabe por adelantadoque va a ceder o no; en los negocios, la verdad meagrada sobre todo como medio de simplificar yandar rápido. Los partos nos temían; nosotrosdesconfiábamos de los partos; la guerra nacería delacoplamiento de nuestros dos temores. Los sátrapasfomentaban la guerra por interés personal no tardéen darme cuenta de que también Osroes tenía susQuietos y sus Palmas. El más belicoso de aquellospríncipes semiindependientes apostados en lafrontera, Farasmanés, era aún más peligroso parael imperio parto que para nosotros. Se me haacusado de neutralizar, mediante subsidios, esegrupo dañino y ocioso: pero era un dinero bieninvertido. Me sentía demasiado seguro de lasuperioridad de nuestras fuerzas para que pesaraen mí un estúpido amor propio; estaba dispuesto atodas las concesiones huecas, que sólo afectan elprestigio, y a ninguna otra. Lo más difícil fuepersuadir a Osroes de que si yo le prometía pocascosas era porque estaba dispuesto a cumplir mispromesas. Me creyó, sin embargo, o hizo como sicreyera. El acuerdo que sellamos en aquella visita

Page 176: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

sigue en pie; desde hace quince años, tanto por unacomo por otra parte, nada ha alterado la paz en lasfronteras. Cuento contigo para que ese estado decosas continúe después de mi muerte.

Una noche, durante una fiesta que Osroes dabaen mi honor en la tienda imperial, advertí entre lasmujeres y los pajes de largas pestañas a un hombredesnudo, descarnado, completamente inmóvil,cuyos enormes ojos parecían ignorar aquellaconfusión de platos cargados de carnes, de acróbatasy bailarinas. Le hablé, valiéndome de mi intérprete;no se dignó contestar. Era un sabio. Pero susdiscípulos se mostraban más locuaces; aquellospiadosos vagabundos venían de la India y su maestropertenecía a la poderosa casta de los brahmanes.Supe que sus meditaciones lo llevaban a creer quetodo el universo no es más que un tejido de ilusionesy errores; la austeridad, el renunciamiento, lamuerte, eran para él la única manera de escapar alflujo cambiante de las cosas, por el cual sin embargose había dejado arrastrar nuestro Heráclito, y dealcanzar más allá del mundo de los sentidos esaesfera de la pura divinidad, ese firmamento inmóvily vacío con el cual también soñó Platón. A través delas torpezas de mis intérpretes presentía ciertas ideasque no habían sido enteramente extrañas a algunosde nuestros filósofos, pero que el sabio indioexpresaba de manera más definitiva y desnuda.Aquel brahmán había llegado al estado en que nada,salvo su cuerpo, lo separaba del dios intangible, sin

Page 177: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

presencia y sin forma, al cual quería unirse: habíadecidido quemarse vivo al día siguiente. Osroes meinvitó a presenciar la solemnidad. Alzóse una pirade maderas olorosas; el hombre se arrojó a ella ydesapareció sin lanzar un grito. Sus discípulos nomanifestaron la menor señal de dolor; para ellos nose trataba de una ceremonia fúnebre.

Aquella noche medité largamente. Estabatendido en un tapiz de riquísima lana, protegidopor una tienda adornada con espesas telastornasoladas. Un paje me masajeaba los pies. Mellegaban de afuera los raros sonidos de aquellanoche asiática: una conversación de esclavossusurrando junto a mi puerta, el leve frotar de unapalmera, el ronquido de Opramoas detrás de unacolgadura, el golpear de un casco de caballo; y máslejos, en el sector de las mujeres, el arrullomelancólico de un canto. El brahmán habíadesdeñado todo aquello. Ebrio de rechazo, se habíaentregado a las llamas como un amante que ruedaen un lecho. Había apartado las cosas, los seres, yluego a sí mismo, como otras tantas vestiduras quele ocultaban la presencia única, el centro invisible yvacío que prefería a todo.

Yo me sentía diferente, pronto para otraslecciones. La austeridad, el renunciamiento y lanegación no me eran completamente ajenos; habíamordido en ellos a los veinte años, como ocurrecasi siempre. Aún no tenía esa edad cuando fui avisitar, guiado por un amigo, al viejo Epicteto en su

Page 178: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

covacha de la Suburra, pocos días antes de queDomiciano lo exilara. El ex esclavo a quien un amobrutal había roto antaño una pierna sin hacerleexhalar una sola queja, el achacoso anciano quesoportaba con paciencia el largo tormento del malde piedra, me había parecido dueño de una libertadcasi divina. Había mirado con admiración aquellasmuletas, el jergón, la lámpara de terracota, lacuchara de madera en un vaso de arcilla, simplesutensilios de una vida pura. Pero Epictetorenunciaba a demasiadas cosas, y yo no habíatardado en darme cuenta de que nada era tanpeligrosamente fácil como renunciar. El indio, máslógico, rechazaba la vida misma. Tenía mucho queaprender de aquellos fanáticos puros, pero acondición de alterar el sentido de la lección que mebrindaban. Aquellos sabios se esforzaban porrecobrar a su dios más allá del océano de las formas,por reducirlo a esa cualidad de único, de intangible,de incorpóreo, a la cual renunció el día en que sequiso universo. Yo entreveía de otra manera misrelaciones con lo divino. Me imaginabasecundándolo en su esfuerzo por informar y ordenarun mundo, desarrollando y multiplicando suscircunvoluciones, sus ramificaciones y rodeos. Yoera uno de los rayos de la rueda, uno de los aspectosde esa fuerza única sumida en la multiplicidad delas cosas, águila y toro, hombre y cisne, falo y cerebroconjuntamente. Proteo que a la vez es Júpiter.

Page 179: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Por aquel entonces empecé a sentirme dios.No vayas a engañarte: seguía siendo, más quenunca, el mismo hombre nutrido por los frutos ylos animales de la tierra, que devolvía al suelo losresiduos de sus alimentos, que sacrificaba el sueñoa cada revolución de los astros, inquieto hasta lalocura cuando le faltaba demasiado tiempo la cálidapresencia del amor. Mi fuerza, mi agilidad física omental, se mantenían gracias a una cuidadosagimnástica humana. ¿Pero qué puedo decir sino quetodo aquello era vivido divinamente? Las azarosasexperiencias de la juventud habían llegado a su fin,y también su urgencia por gozar del tiempo quepasa. A los cuarenta y cuatro años me sentía librede impaciencia, seguro de mí, tan perfecto como minaturaleza me lo permitía, eterno. Y entiende bienque se trata aquí de una concepción del intelecto;los delirios si preciso es darles ese nombre, vinieronmás tarde. Yo era dios, sencillamente, porque erahombre. Los títulos divinos que Grecia me concediódespués no hicieron más que proclamar lo que habíacomprobado mucho antes por mí mismo. Creo quehubiera podido sentirme dios en las prisiones deDomiciano o en el pozo de una mina. Si tengo laaudacia de pretenderlo se debe a que ese sentimientoapenas me parece extraordinario, y no tiene nadade único. Otros lo sintieron, o lo sentirán en el futuro.

He dicho que mis títulos no agregaban casi nadaa tan asombrosa certidumbre; en cambio ésta se veíaconfirmada por las más simples rutinas de mi oficio

Page 180: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de emperador. Si Júpiter es el cerebro del mundo,el hombre encargado de organizar y moderar losnegocios humanos puede razonablementeconsiderarse como parte de ese cerebro que todo lopreside. Con o sin razón, la humanidad haconcebido casi siempre a su dios en términos deprovidencia; mis funciones me obligaban a ser esaprovidencia para una parte del género humano.Cuanto más se desarrolla el Estado, ciñendo a loshombres en sus mallas exactas y heladas, más aspirala confianza humana a situar en el otro extremo dela inmensa cadena la adorada imagen de un hombreprotector. Lo quisiera o no, las poblacionesorientales del imperio me trataban como a un dios.Aun en Occidente, aun en Roma, donde sólo somosdeclarados oficialmente divinos después de nuestramuerte, la oscura piedad popular se complace másy más en deificamos vivos. Muy pronto la gratitudde los partos elevó templos al emperador romanoque había instaurado y mantenido la paz; tuve misantuario en Vologeso, en el seno de aquel vastomundo extranjero. Lejos de ver en esas señales laadoración un peligro de locura o prepotencia parael hombre que las acepta, descubría en ellas un freno,la obligación de realizarse de conformidad con unmodelo eterno, de asociar a la fuerza humana unaparte de sapiencia suprema. Ser dios, en resumidascuentas, exige más virtudes que ser emperador.

Dieciocho meses más tarde me hizo iniciar enEleusis. Aquella visita a Osroes había cambiado en

Page 181: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

cierto sentido el curso de mi vida. En vez de regresara Roma decidí consagrar algunos años a lasprovincias griegas y orientales del imperio; Atenasse convertía cada vez más en mi patria, mi centro.Quería agradar a los griegos, y también helenizarmelo más posible, pero aquella iniciación, motivadaen parte por consideraciones políticas, fue sinembargo una experiencia religiosa sin igual. Losgrandes ritos eleusinos sólo simbolizan losacaecimientos de la vida humana, pero el símbolova más allá del acto, explica cada uno de nuestrosgestos en términos de mecánica eterna. Laenseñanza recibida en Eleusis debe ser mantenidaen secreto; por lo demás, siendo por naturalezainefable, corre pocos riesgos de ser divulgada. Si sela formulara, no pasaría de las evidencias mástriviales; su profundidad reside precisamente en eso.Los grados superiores que me fueron conferidosluego de mis conversaciones privadas con elhierofante, no agregaron casi nada al loo choqueinicial, idéntico al que siente el más ignorante delos peregrinos que participa de las ablucionesrituales y bebe en la fuente. Había oído lasdisonancias resolviéndose en acorde; por uninstante me había apoyado en otra esfera ycontemplado desde lejos, pero también desde muycerca, esa procesión humana y divina en la que yotenía mi lugar, ese mundo donde el dolor existetodavía, pero no ya el error. El destino humano, esevago trazo en el cual la mirada menos experta

Page 182: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

reconoce tantas faltas, centelleaba como los dibujosdel cielo.

Conviene que mencione aquí una costumbreque me llevó durante toda mi vida por caminosmenos secretos que los de Eleusis, pero que al fin yal cabo son paralelos: me refiero al estudio de losastros. He sido siempre amigo de los astrónomos ycliente de los astrólogos. La ciencia de estos últimoses incierta, falsa en los detalles, quizá verdadera ensu totalidad; pues si el hombre, parcela del universo,está regido por las mismas leyes que presiden en elcielo, nada tiene de absurdo buscar allá arriba lostemas de nuestras vidas, las frías simpatías queparticipan de nuestros triunfos y nuestros errores.Jamás dejaba yo, a cada anochecer de otoño, desaludar en el sur a Acuario, al Copero celeste, alDispensador bajo el cual he nacido. Nunca olvidabaverificar los pasajes de Júpiter y Venus, que regulanmi vida, ni de medir la influencia del peligrosoSaturno. Pero si esa extraña refracción de lo humanoen la bóveda estelar preocupaba con frecuencia misvigilias, aún más me interesaban las matemáticascelestes, las especulaciones abstractas a que danlugar esos grandes cuerpos inflamados. Inclinábamea creer, como algunos de nuestros sabios másatrevidos, que también la tierra participa de esamarcha nocturna y diurna que las santas procesionesde Eleusis simbolizan en su humano simulacro. Enun mundo donde todo es torbellino de fuerzas,danza de átomos, donde todo está arriba y abajo a

Page 183: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

la vez, en la periferia y en el centro, me costabaimaginar la existencia de un globo inmóvil, de unpunto fijo que al mismo tiempo no fuera moviente.Otras veces, los cálculos de la precesión de losequinoccios establecida por Hiparco de Alejandríaobsesionaban mis veladas; volvía a encontrar enellos, en forma de demostraciones y no ya comofábulas o símbolos, el mismo misterio eleusino delpasaje y el retorno. La Espiga de la Virgen no estáya en nuestros días en el punto del mapa señaladopor Hiparco, pero esta variación es el cumplimientode un ciclo, y el cambio mismo confirman lashipótesis del astrónomo. Lenta, ineluctablemente,este firmamento volverá a ser como era en tiemposde Hiparco: será de nuevo lo que es en tiempos deAdriano. El desorden se integraba en el orden; elcambio formaba parte de un plan que el astrónomoera capaz de aprehender por adelantado; el espírituhumano revelaba su participación en el universomediante teoremas exactos, así como lo revelabaen Eleusis con gritos rituales y danzas. Elcontemplador y los astros contemplados rodabaninevitablemente hacia su fin, marcado en algunaparte del cielo. Pero cada momento de esa caída erauna pausa, un hito, un segmento de una curva tansólida como una cadena de oro. Cada deslizamientonos devolvía a ese punto en el que por azar nosencontramos y que por ello nos parece un centro.

Jamás, desde las noches de mi infancia en queel brazo alzado de Marulino me mostraba las

Page 184: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

constelaciones, me abandonó la curiosidad por lascosas del cielo. Durante las vigilias forzadas de loscampamentos contemplaba la luna corriendo através de las nubes de los cielos bárbaros; más tarde,en las claras noches áticas, escuché al astrónomoTerón de Rodas explicar su sistema del mundo;tendido en el puente de un navío, en pleno marEgeo, vi oscilar lentamente el mástil, desplazándoseentre las estrellas, yendo del ojo enrojecido de Toroal llanto de las Pléyades, de Pegaso al Cisne; contestélo mejor posible a las preguntas ingenuas y gravesdel joven que contemplaba conmigo ese mismo cielo.Aquí, en la Villa, hice levantar un observatorio alque la enfermedad ya no me deja subir. Pero hiceaun más, una vez en la vida: ofrecí a lasconstelaciones el sacrificio de toda una noche. Fuedespués de mi visita a Osroes, durante la travesíadel desierto sirio. Tendido de espaldas, bien abiertoslos ojos, abandonando durante algunas horas todocuidado humano, me entregué desde la noche hastael alba a ese mundo de llama y de cristal. Fue el máshermoso de mis viajes. El gran astro de laconstelación de la Lira, estrella polar de los hombresque vivirán dentro de algunas decenas de millaresde años, resplandecía sobre mi cabeza. Los Gemelosbrillaban débilmente en los últimos resplandoresdel crepúsculo; la Serpiente precedía al Sagitario;el Águila ascendía al cenit, abiertas las alas, y bajoella ardía esa constelación aún no designada porlos astrónomos y a la cual habría que dar un día el

Page 185: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

más querido de los nombres. La noche, jamás tancompleta como lo creen aquellos que viven yduermen encerrados en sus habitaciones, se volviómás oscura y luego más clara. Las hoguerasdestinadas a alejar a los chacales se fueronapagando; aquellos montones de carbones ardientesme recordaron a mi abuelo erguido en su viña susprofecías convertidas ya en presente y que bienpronto serían pasado. En mi vida busqué unirme alo divino bajo muchas formas; conocí más de unéxtasis; los hay atroces, y los hay de unaconmovedora dulzura. El éxtasis de la noche siriafue extrañamente lúcido. Inscribió en mí losmovimientos celestes con una precisión que jamásme habría permitido alcanzar ninguna observaciónparcial. En el momento en que te escribo, séexactamente qué estrellas pasan en Tíbur sobre estetecho ornado de estucos y pinturas preciosas, ycuáles están suspendidas, en otras tierras, sobre unatumba. Algunos años después, la muerte había deconvertirse en objeto de mi contemplaciónconstante, pensamiento al cual dedicaría todas lasfuerzas de mi espíritu que no estuvieran absorbidaspor el Estado. Y quien dice muerte dice también elmundo misterioso al cual acaso ingresamos por ella.Después de tantas reflexiones y de tantasexperiencias quizá condenables, sigo ignorando loque sucede detrás de esa negra colgadura. Pero lanoche siria representa mi parte consciente deinmortalidad.

Page 186: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

SAECVLVM AVREVMPasé en el Asia Menor el verano que siguió a

mi encuentro con Osroes, deteniéndome en Bitiniapara vigilar personalmente la tala de los bosquesdel Estado. En Nicomedia, ciudad clara, civil,sapiente, me instalé en casa del procurador de laprovincia, Cneio Pompeyo Próculo, que habitabaen la antigua residencia del rey Nicomedes, llenade los recuerdos voluptuosos del joven Julio César.Las brisas de la Propóntida ventilaban aquellas salasfrescas y sombrías. Próculo, hombre refinado,organizó reuniones literarias en mi honor. Sofistasde paso, pequeños grupos de estudiantes yaficionados a la literatura, se reunían en los jardines,al borde de una fuente consagrada a Pan. De tiempoen tiempo, un servidor sumergía en ella una jarrade arcilla porosa; los cristales más límpidos parecíanopacos comparados con aquella agua pura.

Aquella noche se leía una obra asaz abstrusade Licofrón, a quien admiro por sus alocadasyuxtaposiciones de sonidos, alusiones e imágenes,su complejo sistema de reflejos y de ecos. Algo

Page 187: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

apartado, un muchacho escuchaba las difícilesestrofas con una atención a la vez ausente ypensativa, que me hizo pensar inmediatamente enun pastor en el hondo de los bosques, vagamenteatento a algún oscuro reclamo de pájaro. No habíatraído ni tabletas ni estilo. Sentado al borde de lataza de la fuente, mojaba los dedos en la bellasuperficie lisa. Supe que su padre había ocupadoun puesto secundario en la administración de losvastos dominios imperiales; como quedara de niñoa cargo de su abuelo, éste lo había enviado a casade un amigo de sus padres, armador en Nicomedia,que pasaba por rico a ojos de aquella pobre familia.Hice que se quedara cuando se marcharon losdemás. Era poco instruido, lleno de ignorancias,reflexivo y crédulo. Conocía yo Claudiópolis, suciudad natal; logré hacerlo hablar de su casa familiar,al borde de los grandes bosques de pinos queproporcionan los mástiles de nuestros navíos, deltemplo de Atis situado en la colina, cuyas estridentesmúsicas amaba, de los hermosos caballos de su paísy de sus extraños dioses. Aquella voz algo veladapronunciaba el griego con acento asiático. Depronto, sabiéndose escuchado o quizáscontemplado, se turbó enrojeciendo, y recayó enuno de esos obstinados silencios a los que acabé porhabituarme. Así habría de nacer una intimidad. Apartir de entonces me acompañó en todos mis viajes,y comenzaron algunos años fabulosos.

Page 188: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Antínoo era griego; remonté en los recuerdosde aquella familia antigua y oscura, hasta la épocade los primeros colonos arcadios a orillas de laPropóntida. Pero en aquella sangre algo acre el Asiahabía producido el efecto de la gota de miel quealtera y perfuma un vino puro. Volvía a encontraren él las supersticiones de un discípulo de Apolonio,el culto monárquico de un súbdito oriental del GranRey. Su presencia era extraordinariamentesilenciosa; me siguió en la vida como un animal ocomo un genio familiar. De un cachorro tenía lainfinita capacidad para la alegría y la indolencia, asícomo el salvajismo y la confianza. Aquel hermosolebrel ávido de caricias y de órdenes se tendió sobremi vida. Yo admiraba esa indiferencia casi altanerapara todo lo que no fuese su delicia o su culto; en élreemplazaba al desinterés, a la escrupulosidad, atodas las virtudes estudiadas y austeras. Memaravillaba de su dura suavidad, de esa sombríaabnegación que comprometía su entero ser. Y sinembargo aquella sumisión no era ciega; lospárpados, tantas veces bajados en señal deaquiescencia o de ensueño, volvían a alzarse; losojos más atentos del mundo me miraban en la cara;me sentía juzgado. Pero lo era como lo es un diospor uno de sus fieles; mi severidad, mis accesos dedesconfianza (pues los tuve más tarde), eranpacientes, gravemente aceptados. Sólo una vez hesido amo absoluto; y lo fui de un solo ser.

Page 189: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Si aún no he dicho nada de una belleza tanvisible, no hay que ver en ello la reticencia de unhombre completamente conquistado. Pero losrostros que buscamos desesperadamente nosescapan; apenas si un instante... Vuelvo a ver unacabeza inclinada bajo una cabellera nocturna, ojosque el alargamiento de los párpados hacían pareceroblicuos, una cara joven y ancha. Aquel cuerpodelicado se modificó continuamente, a la manerade una planta, y algunas de sus alteraciones sonimputables al tiempo. El niño cambiaba, crecía. Unasemana de indolencia bastaba para ablandarlo; unatarde de caza le devolvía su firmeza, su atléticarapidez. Una hora de sol lo hacía pasar del color deljazmín al de la miel. Las piernas algo pesadas delpotrillo se alargaron; la mejilla perdió su delicadaredondez infantil, ahondándose un poco bajo elpómulo saliente; el tórax henchido de aire del jovencorredor asumió las curvas lisas y pulidas de unagarganta de bacante. El mohín petulante de los labiosse cargó de una ardiente amargura, de una tristesaciedad. Sí, aquel rostro cambiaba como si yo loesculpiera noche y día.

Cuando considero estos años, creo encontraren ellos la Edad de Oro. Todo era fácil; los esfuerzosde antaño se veían recompensados por una facilidadcasi divina. Viajar era un juego: placer controlado,conocido, puesto hábilmente en acción. El trabajoincesante no era más que una forma devoluptuosidad. Mi vida, a la que todo llegaba tarde,

Page 190: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

el poder y aun la felicidad, adquiría un esplendorcenital, el brillo de las horas de la siesta en que todose sume en una atmósfera de oro, los objetos delaposento y el cuerpo tendido a nuestro lado. Lapasión colmada posee su inocencia, casi tan frágilcomo las otras; el resto de la belleza humana pasabaa ser espectáculo, no era ya la presa que yo habíaperseguido como cazador. Aquella aventura, tantrivial en su comienzo, enriquecía pero tambiénsimplificaba mi vida; el porvenir ya no meimportaba. Dejé de hacer preguntas a los oráculos;las estrellas no fueron más que admirables diseñosen la bóveda del cielo. Nunca había observado contanto deleite la palidez del alba en el horizonte delas islas, la frescura de las grutas consagradas a lasNinfas y llenas de aves de paso, el pesado vuelo delas codornices en el crepúsculo. Releí a los poetas;algunos me parecieron mejores que antes, y lamayoría peores. Escribí versos que me dieron laimpresión de ser menos insuficientes que decostumbre.

Tuvimos el mar de los árboles, las florestas dealcornoques y los pinares de Bitinia; el pabellón decaza, con sus galerías iluminadas en las que el niño,abandonándose al ambiente de su país natal, sedespojaba al azar de sus flechas, su daga, su cinturónde oro, y se revolcaba con los perros sobre los divanesde cuero. Las planicies habían acumulado el calordel prolongado verano; el vapor subía de laspraderas a orillas del Sangarios, donde galopaban

Page 191: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tropillas de caballos salvajes; al amanecer bajábamosa bañarnos a la ribera, rozando al pasar las altashierbas empapadas de rocío nocturno, bajo un cieloen el cual estaba suspendida la delgada luna encuarto creciente que sirve de emblema a Bitinia.Aquel país fue colmado de favores, y hasta asumiómi nombre. Hicimos una bella travesía del Bósforo,bajo la tormenta; hubo cabalgatas en la selva tracia,con el viento agrio que se engolfaba en los plieguesde los mantos, el innumerable tamborilear de lalluvia en el follaje y en el techo de la tienda, el altoen el campamento de trabajadores donde habría dealzarse Andrinópolis, las ovaciones de los veteranosde las guerras dacias, la blanda tierra de dondepronto surgirían murallas y torres. Una visita a lasguarniciones del Danubio me llevó hasta la prósperapoblación que hoy es Sarmizegetusa; el adolescentebitinio llevaba en la muñeca un brazalete del reyDecebalo. Volvimos a Grecia por el norte; medemoré unos días en el valle de Tempe, salpicadode aguas vivas; la rubia Eubea precedió al Áticacolor de vino rosado. Apenas permanecimos enAtenas; pero en Eleusis, durante mi iniciación enlos Misterios, pasamos tres días participando con lamultitud del baño de mar ritual, de los sacrificios ylas carreras de antorchas.

Llevé a Antínoo a la Arcadia de susantepasados; sus bosques seguían tan impenetrablescomo en los tiempos de aquellos antiguos cazadoresde lobos. A veces un jinete asustaba a una víbora

Page 192: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

con un latigazo; en las cimas pedregosas el solllameaba como en lo más vivo del verano; eladolescente se adormecía contra las rocas, caída lacabeza sobre el pecho, los cabellos acariciados porel viento como un Endimión de pleno día. Una liebreque mi joven cazador había domesticado con grantrabajo fue destrozada por los perros; nuestros díassin sombras no tuvieron más desgracias que ésa.Los habitantes de Mantinea se descubrieron lazosde parentesco con la familia de colonos bitinios, hastaentonces desconocidos; la ciudad, donde el niño tuvomás tarde sus templos, fue enriquecida y adornadapor mí. El inmemorial santuario de Neptuno, casiarruinado, era tan venerable, que su entrada estabaprohibida a todos; tras de sus puertas siemprecerradas se perpetuaban misterios más antiguos quela raza humana. Construí un nuevo templo, muchomás vasto, dentro del cual el vetusto edificio yacedesde entonces como el hueso en el centro del fruto.No lejos de Mantinea, sobre el camino, hiceembellecer la tumba donde Epaminondas, muertoen plena batalla, reposa junto a un joven camaradacaído a su lado; una columna donde está grabadoun poema se alzó para conmemorar el recuerdo deun tiempo en el que todo, visto desde lejos, parecehaber sido noble y sencillo: la ternura, la gloria y lamuerte. Los juegos ístmicos se celebraron en Acayacon un esplendor que no se veía desde antiguostiempos; al restablecer aquellas grandes fiestashelénicas confiaba en devolver a Grecia una viviente

Page 193: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

unidad. Las cacerías nos llevaron al valle de Helicón,dorado por las últimas lumbres del otoño; hicimosalto al borde de la fuente de Narciso, junto alsantuario del Amor, y ofrecimos a este dios, el mássabio de todos, los despojos de una osezna, trofeosuspendido con clavos de oro en la pared deltemplo.

La barca que el mercader Erasto de Éfeso meprestaba para navegar por el archipiélago fondeóen la bahía de Falera, y me instalé en Atenas comoun hombre que vuelve al hogar. Me atrevía a tocaraquella belleza, trataba de convertir una ciudadadmirable en una ciudad perfecta. Por primera vezAtenas se repoblaba, empezaba a crecer despuésde un largo período de decadencia. Doblé suextensión; preví, a lo largo del Iliso, una nuevaAtenas, la ciudad de Adriano después de la de Teseo.Había que disponerlo y construirlo todo. Seis siglosantes, la construcción del gran templo consagradoa Zeus Olímpico había quedado interrumpida. Misobreros se pusieron a la tarea; Atenas conoció otravez la exaltación jubilosa de las grandes empresas,que no había saboreado desde los días de Pendes.La inspección de los trabajos requirió ir y venirdiariamente en un laberinto de máquinas, decomplicadas poleas, fustes semilevantados y bloquesblancos negligentemente apilados bajo lío el cieloazul. Volvía a encontrar allí algo de la excitación delos astilleros navales; un navío aparejaba rumbo alporvenir. Por la noche, la arquitectura cedía el lugar

Page 194: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

a la música, esa construcción invisible. He practicadoun poco todas las artes, pero sólo me he ejercitadoconstantemente en el de los sonidos, donde mereconozco con cierta excelencia. En Romadisimulaba esa afición, a la que podía entregarmediscretamente en Atenas. Los músicos se reuníanen el patio donde había un ciprés, al pie de unaestatua de Hermes. Seis o siete solamente: unaorquesta de flautas y liras, a la que a veces seagregaba un virtuoso de la citara. Casi siempretocaba yo la flauta travesera. Ejecutábamos melodíasantiguas, casi olvidadas, y también nuevas melodíascompuestas para mí. Amaba la viril austeridad delos aires dorios, pero no me desagradaban lasmelodías voluptuosas o apasionadas, lasmodulaciones patéticas o artificiosas, que laspersonas graves, cuya virtud consiste en tenerlotodo, rechazan por considerarlas trastornadoras delos sentidos o del corazón. A través de las cuerdasentreveía el perfil de mi joven camarada,atentamente ocupado en cumplir su parte en elconjunto, y sus dedos que corrían a lo largo de loshilos tendidos. Aquel hermoso invierno fue rico enfrecuentaciones amistosas; el opulento Ático, cuyobanco costeaba mis trabajos edilicios no sin obtenerprovecho, me invitó a sus jardines de Kefisia, dondevivía rodeado de una corte de improvisadores yescritores de moda; su hijo, el joven Herodes, eraun conservador arrebatador y sutil a la vez, que seconvirtió en el comensal indispensable de mis cenas

Page 195: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

atenienses. Había perdido por completo la timidezque lo hiciera quedarse corto en mi presencia, en laépoca en que la efebía ateniense lo envió a la fronterasármata para felicitarme por mi advenimiento, perosu creciente vanidad me parecía divertidamenteridícula. El retórico Polemón, famoso en Laodicea,que rivalizaba con Herodes en elocuencia y sobretodo en riqueza, me encantó por su estilo asiático,amplio y centelleante como las olas de un Pactolo;aquel hábil ajustador de palabras vivía comohablaba, con fasto. Pero el más precioso de losencuentros fue el de Arriano de Nicomedia, mimejor amigo. Doce años menor que yo, habíacomenzado la bella carrera política y militar en lacual continúa honrándose y sirviendo. Suexperiencia de los grandes negocios, suconocimiento de los caballos, los perros y todos losejercicios corporales, lo ponían infinitamente porencima de los simples hacedores de frases. En sujuventud había sido presa de una de esas extrañaspasiones del espíritu sin las cuales no hay quizáverdadera sabiduría ni verdadera grandeza: dosaños de su vida habían transcurrido en Nicópolis,en Epiro, habitando el cuchitril frío y desnudo dondeagonizaba Epicteto; se había impuesto la tarea derecoger y transcribir palabra por palabra los últimospensamientos del anciano filósofo enfermo. Aquelperiodo de entusiasmo lo marcó para siempre;conservaba de él admirables disciplinas morales yuna especie de grave candor. Practicaba en secreto

Page 196: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

una vida austera de la que nadie tenía idea. Pero ellargo aprendizaje del deber estoico no lo habíaendurecido en una actitud de falsa sabiduría; erademasiado fino como para no haberse apercibidode que los extremos de la virtud se asemejan a losdel amor en que su mérito proviene precisamentede su rareza, de su condición de obra maestra única,de hermoso exceso. La inteligencia serena, laperfecta honradez de Jenofonte le servían desdeentonces de modelo. Escribía la historia de Bitinia,su país. Había yo colocado a esta provincia, largotiempo mal administrada por los procónsules, bajomi jurisdicción personal; Arriano me aconsejó enmis planes de reforma. Lector asiduo de los diálogossocráticos, no ignoraba nada de las reservas deheroísmo, abnegación y a veces sapiencia con queGrecia ha sabido ennoblecer la pasión por el amigo;así, trataba a mi joven favorito con una tiernadeferencia. Los dos bitinios hablaban ese dulcedialecto de la Jonia, lleno de desinencias casihoméricas, en el cual convencí más tarde a Arrianode que escribiera sus obras.

En aquella época Atenas tenía su filósofo de lavida frugal: en una cabaña de la aldea de Colona,Demonax vivía una existencia ejemplar y alegre.No era Sócrates: le faltaban la sutileza y el ardor,pero me gustaba su burlona llaneza. El actor cómicoAristómenes, que interpretaba con brío la antiguacomedia ática, fue otro de mis amigos de corazónsencillo. Le llamaba mi perdiz griega; pequeño,

Page 197: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

gordo, alegre como un niño o un pájaro, sabía másque nadie sobre los ritos, la poesía y las recetasculinarias de antaño. Me divirtió y me instruyómucho tiempo. Por aquel entonces Antínoo seencariñó con el filósofo Chabrias, platónico conribetes de orfismo, el más inocente de los hombres,que consagró al adolescente una fidelidad de perroguardián, transmitida a mí más tarde. Once añosde vida palaciega no lo han cambiado; es siempre elmismo ser cándido, devoto, castamente ocupadode ensueños, ciego a las intrigas y sordo a losrumores. A veces me aburre, pero sólo la muerteme separará de él.

Mis relaciones con el filósofo estoico Eufratesfueron más breves. Habíase retirado a Atenas, luegode brillantes triunfos en Roma. Lo tomé como lector,pero los sufrimientos ocasionados por un abscesoal hígado, y la debilidad consiguiente, lopersuadieron de que su vida no le ofrecía ya nadadigno de ser vivido. Me pidió que lo autorizara aabandonar mi servicio y suicidarse. Jamás he sidoenemigo de la desaparición voluntaria; habíapensado en ella como posible final en la hora de lacrisis que precedió a la muerte de Trajano. Elproblema del suicidio, que habría de obsesionarmemás tarde, me parecía entonces de fácil solución.Eufrates recibió el permiso que reclamaba; se lo hicellegar por mano de mi joven bitinio, quizá porqueme hubiera gustado recibir de un mensajerosemejante la respuesta suprema. El filósofo se

Page 198: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

presenté aquella noche al palacio, para manteneruna conversación que en nada difería de lasanteriores, y se suicidó a la mañana siguiente.Hablamos muchas veces de ese episodio, que tuvotaciturno a Antínoo durante muchos días. Aquelhermoso ser sensual miraba con horror la muerte,y yo no me daba cuenta de que pensaba ya muchoen ella. Por mi parte, apenas comprendía quepudiera abandonarse un mundo que me parecíahermoso, y que no se agotara hasta el límite, pese atodos los males, la última posibilidad depensamiento, de contacto y hasta de mirada. Muchohe cambiado desde entonces.

Las fechas se mezclan; mi memoria componeun solo fresco donde se acumulan los incidentes ylos viajes de diversas temporadas. La lujosa barcadel comerciante Erasto de Éfeso puso proa a Oriente,luego al sur y por fin rumbo a Italia, que para mísignificaba el Occidente. Tocamos Rodas dos veces;Delos, encenguecedora de blancura, nos recibió unamañana de abril y más tarde bajo la luna llena delsolsticio; el mal tiempo en la costa de Epiro mepermitió prolongar mi visita a Dodona. En Sicilianos demoramos unos días en Siracusa para explorarel misterio de las fuentes: Aretusa, Ciadné, hermosasninfas azules. Me acordaba de Licinio Sura, queantaño consagraba sus ocios de estadista a estudiarlas maravillas de las aguas. Había oído hablar de lassorprendentes irisaciones de la aurora sobre el marJónico cuando se la contempla desde la cima del

Page 199: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Etna. Decidí emprender la ascensión de la montaña,pasamos de la región de los viñedos a la de la lava,y por fin a la de la nieve. El adolescente de piernasdanzantes corría por las pendientes escarpadas; loshombres de ciencia que me acompañaban subían alomo de muía. En la cresta habían levantado unabrigo que nos permitiría esperar el alba. Amaneció:un inmenso velo de Iris se desplegó de uno a otrohorizonte; extraños fuegos brillaron en los hielosde la cima; el espacio terrestre y marino se abría a lamirada hasta el África visible y la Grecia adivinada.Fue una de las cumbres de mi vida. No faltó nadaen ella, ni la franja dorada de una nube, ni laságuilas, ni el escanciador de inmortalidad.

Días alciónicos, solsticio de mi vida... Lejos deembellecer mi dicha distante, tengo que luchar parano empalidecer su imagen; hasta su recuerdo es yademasiado fuerte para mí. Más sincero que lamayoría de los hombres, confieso sin ambages lascausas secretas de esa felicidad; aquella calma tanpropicia para los trabajos y las disciplinas delespíritu se me antoja uno de los efectos más bellosdel amor. Y me asombra que esas alegrías tanprecarias, tan raramente perfectas a lo largo de unavida humana —bajo cualquier aspecto con que lashayamos buscado o recibido—, sean objeto de tantadesconfianza por quienes se creen sabios, temen elhábito y el exceso de esas alegrías en vez de temersu falta y su pérdida, y gastan en tiranizar sussentidos un tiempo que estaría mejor empleado en

Page 200: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ordenar o embellecer su alma. En aquella épocaponía yo en acendrar mi felicidad, en saborearla, ytambién en juzgarla, esa constante atención quesiempre concedí a los menores detalles de mis actos;¿y qué es la voluptuosidad sino un momento deapasionada atención del cuerpo? Toda dicha es unaobra maestra: el menor error la falsea, la menorvacilación la altera, la menor pesadez la desluce, lamenor tontería la envilece. La mía no es responsablede ninguna de las imprudencias que más tarde laquebraron; mientras obré a su favor fui sensato. Creotodavía que un hombre más sensato que yo hubierapodido ser dichoso hasta su muerte.

Tiempo después, en Frigia, en los confinesdonde Grecia y Asia se entremezclan, tuve la imagenmás completa y más lúcida de esa dicha.Acampábamos en un lugar desierto y salvaje, en elemplazamiento de la tumba de Alcibíades, muertoallí víctima de las maquinaciones de los sátrapas.En la tumba abandonada desde siglos atrás habíahecho emplazar una estatua de mármol de Paros,con la efigie de ese hombre a quien Grecia amócomo a pocos. Había ordenado asimismo que todoslos años se celebraran ciertos ritos conmemorativos;los habitantes de la aldea vecina se habían reunidocon los hombres de mi escolta para la ceremoniainaugural. Se sacrificó un novillo, reservándoseparte de su carne para el festín nocturno. En lallanura se improvisó una carrera de caballos, ydanzas en las cuales el adolescente bitinio participó

Page 201: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

con una gracia fogosa; algo después, junto a la últimahoguera, cantó con su hermosa cabeza echada haciaatrás. Amo tenderme junto a los muertos paramedirme a mí mismo; aquella noche comparé mivida con la del gran gozador envejecido, que cayeraacribillado de flechas en aquel lugar, defendido porun joven amigo y llorado por una cortesanaateniense. Mi juventud no había pretendido losprestigios de la de Alcibíades, pero mi diversidadigualaba o superaba la suya. Yo había gozado tantocomo él, reflexionado más, trabajado mucho más;como él, tenía la extraña felicidad de ser amado.Alcibíades lo ha seducido todo, hasta la Historia, ysin embargo deja tras él los montones de muertosatenienses abandonados en las canteras de Siracusa,una patria tambaleante, los dioses de lasencrucijadas tontamente mutilados por su mano.Yo había gobernado un mundo infinitamente másvasto que aquel donde viviera el ateniense; habíamantenido la paz en él, aparejándolo como a unbello navío para un viaje que durará siglos; habíaluchado lo mejor posible para favorecer el sentidode lo divino en el hombre, sin sacrificar lo humano.Mi felicidad era una retribución.

Roma estaba ahí. Pero ya no me veía forzado acontemporizar, a dar seguridades, a complacer. Laobra del principado se imponía; las puertas deltemplo de Jano, que se abren en tiempo de guerra,seguían cerradas. Las intenciones daban su fruto;

Page 202: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

la prosperidad de las provincias refluía sobre lametrópolis. Acepté por fin el título de Padre de laPatria que me había sido propuesto en la época demi advenimiento.

Plotina había muerto. Durante una estadíaanterior en la capital había visto por última vez aaquella mujer que sonreía fatigada y que lanomenclatura oficial me asignaba por madre,aunque era mucho más que eso: mi única amiga.Esta vez sólo encontré de ella una pequeña urnadepositada bajo la Columna Trajana. Asistí enpersona a las ceremonias de la apoteosis;contrariando los usos imperiales, llevé luto durantenueve días. Pero la muerte no cambiaba gran cosaen esa intimidad que desde hacía muchos añosprescindía de la presencia. La emperatriz seguíasiendo lo que siempre había sido para mí: unespíritu, un pensamiento al cual estaba unido el mío.

Algunas de las grandes construcciones llegabana su término. El Coliseo, reparado y lavado de losrecuerdos de Nerón que aún duraban en él, habíasido adornado, en reemplazo de la imagen de aquelemperador, con una efigie colosal del Sol, Helios-Rey, aludiendo a mi gentilicio Elio. Se estabaterminando el templo de Venus y de Roma, situadoen el emplazamiento de la escandalosa Casa Áureaen la que Nerón había desplegado con pésimo gustoun mal adquirido. Roma, Amor: la divinidad de laCiudad Eterna se identificaba por primera vez conla Madre del Amor, inspiradora de toda alegría.

Page 203: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Era una de las ideas de mi vida. La potencia romanaadquiría así ese carácter cósmico y sagrado, esaforma pacífica y tutelar que ambicionaba darle. Seme ocurría a veces asimilar la emperatriz difunta aaquella Venus sapiente, consejera divina.

Cada vez más, todas las deidades se meaparecían como misteriosamente fundidas en unTodo, emanaciones infinitamente variadas,manifestaciones iguales de una misma fuerza; suscontradicciones no eran otra cosa que unamodalidad de su acuerdo. Me obsesionaba la ideade construir un templo a todos los dioses, unPanteón. Había elegido el emplazamiento sobre losrestos de antiguos baños públicos ofrecidos al puebloromano por Agripa, el yerno de Augusto. Del viejoedificio no quedaba más que un pórtico y la placade mármol conteniendo una dedicatoria al pueblode Roma: esta última fue cuidadosamentereinstalada en el frontón del nuevo templo. Pocome importaba que mi nombre no figurara en esaobra, que era mi pensamiento. En cambio meagradaba que una inscripción, de más de un siglode antigüedad, la asociara con los comienzos delimperio, con el pacífico reinado de Augusto. Aunallí donde innovaba quería sentirme ante todo uncontinuador. Más allá de Trajano y de Nerva,convertidos oficialmente en mi padre y mi abuelo,me vinculaba con aquellos doce césares tanmaltratados por Suetonio; la lucidez y no la durezade Tiberio, la erudición y no la debilidad de Claudio,

Page 204: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

el sentido artístico y no la estúpida vanidad deNerón, la bondad y no la insipidez de Tito, laeconomía y no la ridícula tacañería de Vespesiano,eran otros tantos ejemplos que me proponía a mímismo. Aquellos príncipes habían desempeñado supapel en los negocios humanos; ahora me incumbíaa mí elegir de entre sus actos aquellos que importabacontinuar, consolidando los mejores corrigiendo lospeores, hasta el día en que otros hombres, más omenos calificados pero igualmente responsables, seencargaran de hacer otro tanto con los míos.

La consagración del templo de Venus y deRoma fue una especie de triunfo acompañado decarreras de carros, espectáculos públicos,distribuciones de especias y perfumes. Losveinticuatro elefantes que habían arrastrado hastael lugar de la erección de aquellos enormes bloques,reduciendo así el trabajo forzado de los esclavos,figuraban como monolitos vivientes en el cortejo.La fecha elegida para la fiesta era el aniversario delnacimiento de Roma, el octavo día siguiente a losidus de abril del año ochocientos ochenta y dos dela fundación de la ciudad. Jamás la primaveraromana había sido más dulce, más violenta, másazul. El mismo día, con una solemnidad másrecogida y como en una sordina, tuvo lugar en elinterior del Panteón una ceremonia consagratoria.Había yo corregido personalmente los planesexcesivamente tímidos del arquitecto Apolodoro.Utilizando las artes griegas como simple

Page 205: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ornamentación, lujo agregado, me había remontadopara la estructura misma del edificio a los tiemposprimitivos y fabulosos de Roma, a los temploscirculares de la antigua Etruria. Había querido queel santuario de Todos los Dioses reprodujera la formadel globo terrestre y de la esfera estelar, del globodonde se concentran las simientes del fuego eterno,de la esfera hueca que todo lo contiene. Era tambiénla forma de aquellas chozas ancestrales de donde elhumo de los más arcaicos hogares humanos seescapaba por un orificio practicado en lo alto. Lacúpula, construida con una lava dura y liviana queparecía participar todavía del movimientoascendente de las llamas, comunicaba con el cielopor un gran agujero alternativamente negro y azul.El templo, abierto y secreto, estaba concebido comoun cuadrante solar. Las hojas girarían en el centrodel pavimento cuidadosamente pulido por artesanosgriegos; el disco del día reposaría allí como unescudo de oro; la lluvia depositaría un charco puro;la plegaria escaparía como una humareda hacia esevacío donde situamos a los dioses. La fiesta fue paramí una de esas horas a las que todo converge. Depie en el fondo de aquel pozo de claridad, tenía ami lado a los integrantes de mi principado, losmateriales que componían mi destino de hombremaduro, edificado más que a medias. Reconocía laaustera energía de Marcio Turbo, servidor fiel; ladignidad gruñona de Serviano, cuyas críticasbisbisadas con voz cada vez más sorda ya no me

Page 206: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

alcanzaban; la elegancia real de Lucio Ceyonio, y,algo aparte, en esa clara penumbra que conviene alas apariciones divinas, el rostro soñador del jovengriego en quien había encarnado mi fortuna. Mimujer, también presente, acababa de recibir el títulode emperatriz.

Hacía ya largo tiempo que prefería las fábulassobre los amores y las querellas de los dioses a lostorpes comentarios de los filósofos acerca de lanaturaleza divina; aceptaba ser la imagen terrestrede Júpiter en la medida en que éste es hombre, sosténdel mundo, justicia encarnada, orden de las cosas,amante de los Ganimedes y las Europas, esposonegligente de la acerba Juno. Mi espíritu, dispuestoeste día a verlo todo a plena luz, durante unareciente visita a Argos, había consagrado un pavoreal de oro ornado de piedras preciosas. Hubierapodido divorciarme para quedar libre de aquellamujer a quien no amaba; como simple ciudadano,no había vacilado en hacerlo. Pero me incomodabapoco, y nada en su conducta justificaba un insultotan público. Siendo joven esposa la habían ofuscadomis desvíos, pero un poco como a su tío lo irritabanmis deudas. Ahora asistía, sin aparentar darsecuenta, a las manifestaciones de una pasión que seanunciaba duradera. Como muchas mujeres pocosensibles al amor, no comprendía bien su poder; suignorancia excluía a la vez la indulgencia y los celos.Sólo se hubiera inquietado en caso de que sus títuloso su seguridad se vieran amenazados, lo que no era

Page 207: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

el caso. Ya no le quedaba nada de la gracia deadolescente que antaño me hubiera interesado porun momento; aquella española prematuramenteenvejecida se mostraba grave y dura. Agradecía asu frialdad que no hubiera tomado un amante; mecomplacía que llevara dignamente sus velos dematrona, que eran casi velos de viuda. Me gustabaque en las monedas romanas figurara un perfil deemperatriz, llevando en el reverso una inscripcióndedicada al Pudor o a la Tranquilidad. Solía pensaren ese matrimonio ficticio que, la noche de las fiestasde Eleusis, tiene lugar entre la gran sacerdotisa y elhierofante, matrimonio que no es una unión, nisiquiera un contacto, pero sí un rito, y como talsagrado.

La noche que siguió a estas celebraciones viarder a Roma desde lo alto de una terraza. Aquellosfuegos jubilosos reemplazaban los incendiosordenados por Nerón, y eran casi tan terribles.Roma, crisol, pero también la hoguera y el metalhirviente; martillo; pero también el yunque, pruebavisible de los cambios y de los recomienzos de lahistoria; Roma, uno de los lugares del mundo dondeel hombre ha vivido más tumultuosamente. Laconflagración de Troya, de donde había escapadoun hombre llevando a su anciano padre, su jovenhijo y sus Lares, culminaba aquella noche en esasaltas llamaradas de fiesta. Pensaba también, con unaespecie de terror sagrado, en los incendios delfuturo. Esos millones de vidas pasadas, presentes y

Page 208: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

futuras, esos edificios recientes nacidos de edificiosantiguos y seguidos de edificios por nacer, parecíansucederse como olas en el tiempo; el azar hacía queaquellas olas vinieran esa noche a romper a mispies. Nada he de decir sobre esos momentos dedelirio en que la púrpura imperial, la tela santa quetan pocas veces aceptaba vestir, fue puesta en loshombros de la criatura que se convertía en mi Genio;sí, me convenía oponer ese rojo profundo al oropálido de una nuca, pero sobre todo obligar a miDicha, a mi Fortuna, entidades inciertas y vagas, aque se encarnaran en esa forma tan terrestre, a queadquirieran el calor y el peso tranquilizador de lacarne. Los espesos muros del Palatino, donde vivíapoco pero que acababa de hacer reconstruir,oscilaban como los flancos de una barca; lascolgaduras, apartadas para dejar entrar la nocheromana, eran las de un pabellón de popa; los gritosde la muchedumbre sonaban como el ruido delviento en el cordaje. El enorme escollo que sepercibía a lo lejos en la sombra, los cimientosgigantescos de mi tumba que empezaba a alzarse alborde del Tíber, no me inspiraban ni terror, ninostalgia, ni vana meditación sobre la brevedad dela vida.

La luz fue cambiando poco a poco. Desde hacíados años, el paso del tiempo se marcaba en losprogresos de una juventud que se formaba,dorándose, ascendiendo a su cenit; la voz, grave, se

Page 209: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

habituaba a gritar órdenes a los pilotos y a losmonteros; el corredor corría más lejos, las piernasdel jinete dominaban con mayor pericia lacabalgadura; el escolar que en Claudiópolis habíaaprendido de memoria largos fragmentos deHomero, se apasionaba ahora por la poesíavoluptuosa y sapiente, entusiasmándose con ciertospasajes de Platón. Mi joven pastor se convertía enun joven príncipe. No era ya el niño diligente queen los altos se arrojaba del caballo para ofrecerme,en el cuenco de sus manos, el agua de la fuente; eldonante conocía ahora el inmenso valor de susdones. En el curso de las cacerías organizadas enlos dominios de Lucio, en Toscana, me habíacomplacido en mezclar ese rostro perfecto con lascaras opacas o preocupadas de los altos dignatarios,los perfiles agudos de los orientales, los espesoshocicos de los monteros bárbaros, obligando albienamado a desempeñar el difícil papel del amigo.En Roma, las intrigas se habían anudado en torno asu juvenil cabeza, con innobles esfuerzos por ganarsu influencia o sustituirla por otra. El vivir absorbidoen un pensamiento único dotaba a aquel joven dedieciocho años de un poder de indiferencia que faltaen los más probados; había sabido desdeñarlo oignorarlo todo. Pero su hermosa boca había asumidoun amargo pliegue que los escultores advertían.

Ofrezco aquí a los moralistas una fáciloportunidad de triunfar sobre mí. Mis censores seaprestan a mostrar en mi desgracia las

Page 210: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

consecuencias de un extravío, el resultado de unexceso; tanto más difícil me es contradecirlos cuantoque apenas veo en qué consiste el extravío y dóndese sitúa el exceso. Me esfuerzo por reducir micrimen, si lo hubo, a sus justas proporciones; medigo que el suicidio no es infrecuente, y nada raromorir a los veinte años. Sólo para mí la muerte deAntínoo es un problema y una catástrofe. Puedeque ese desastre haya sido inseparable de un excesode júbilo, un colmo de experiencia, de los que nohabría consentido en privarme ni privar a micompañero de peligro. Aun mis remordimientos sehan convertido poco a poco en una amarga formade posesión, una manera de asegurarme de que fuihasta el fin el triste amo de su destino. Pero no ignoroque hay que tener en cuenta las decisiones de esebello extranjero que sigue siendo, a pesar de todo,cada ser que amamos. Al hacer recaer toda la faltasobre mí, reduzco su joven figura a las proporcionesde una estatuilla de cera que, luego de plasmada,hubiera aplastado entre mis dedos. No tengoderecho a disminuir la singular obra maestra quefue su partida; debo dejar a ese niño el mérito de supropia muerte.

De más está decir que no incrimino lapreferencia sensual, nada importante, quedeterminaba mi elección en el amor. Otras pasionesparecidas habían cruzado con frecuencia por mivida; aquellos amores varios no me habían costadohasta entonces más que un mínimo de promesas,

Page 211: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de mentiras y de males. Mi breve apasionamientopor Lucio sólo me indujo a algunas locurasreparables. Nada impedía que ocurriera lo mismoen esa suprema ternura; nada, salvo precisamentela cualidad única que la distinguía de las otras. Lacostumbre nos hubiera llevado a ese fin sin gloriapero también sin desastres que la vida procura a losque no rehúsan su dulce embotamiento por el uso.Hubiera visto cambiarse la pasión en amistad, comolo quieren los moralistas, o en indiferencia, que eslo más frecuente. Un ser joven se hubiera apartadode mí en el momento en que nuestros lazoscomenzaran a pesarme; otras rutinas sensuales, olas mismas con diferentes formas, habríanseestablecido en mi vida; el porvenir hubiera incluidoun matrimonio ni mejor ni peor que tantos otros,un puesto en la administración provincial, la gestiónde un dominio rural en Bitinia; también podía ser lainercia, la vida palaciega proseguida en algunaposición subalterna; en el peor de los casos, una deesas carreras de favoritos caídos que terminan enconfidentes o en proxenetas. Si algo entiendo deeso, la sensatez consiste en no ignorar nada de esosazares, que son la vida misma, esforzándose a lavez por evitar los peores. Pero ni aquel adolescenteni yo éramos sensatos.

No había esperado la presencia de Antínoopara sentirme dios. El éxito, sin embargo,multiplicaba en torno a mí las ocasiones deabandonarme a ese vértigo; cada estación parecía

Page 212: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

colaborar con los poetas y los músicos de mi séquitopara convertir nuestra existencia en una fiestaolímpica. El día de mi llegada a Cartago terminóuna sequía de cinco años; delirante bajo la lluvia, lamultitud me aclamó como el dispensador de losbeneficios del cielo; los grandes trabajos realizadosen África no fueron luego más que una manera decanalizar aquella prodigalidad celeste. Poco antes,mientras hacíamos escala en Cerdeña, una tormentanos obligó a buscar refugio en la cabaña de unoscampesinos. Antínoo ayudó a nuestro huésped aasar dos trozos de atún sobre las brasas; me creíZeus visitando a Filemón en compañía de Hermes.El adolescente sentado en una cama, con las piernascruzadas, era ese mismo Hermes que desataba sussandalias; Baco cortaba el racimo, o saboreaba pormí una copa de vino rosado; aquellos dedosendurecidos por el arco eran los de Eros. En mediode tantas máscaras, en el seno de tantos prestigios,terminé olvidando a la persona humana, al niñoque se esforzaba vanamente por aprender el latín,que rogaba al ingeniero Decriano que le dieralecciones de matemáticas, terminando por renunciara ellas, y que al menor reproche se enfurruñaba yse iba a la proa del navío para contemplar el mar.

El viaje por África terminó bajo el sol de julioen los nuevos cuarteles de Lambesa. Mi compañerose puso la coraza y la túnica militar con pueril alegría;durante unos días fui un Marte desnudo y con cascoque participaba de los ejercicios del campamento,

Page 213: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

el Hércules atlético embriagado por el sentimientode vigor todavía joven. Pese al calor y a los durostrabajos de nivelación cumplidos antes de millegada, el ejército funcionó como todo el resto conuna facilidad divina; imposible hubiera sido obligara un corredor a que saltara otro obstáculo más, oexigir de un jinete otro volteo, sin malograr la eficaciade aquellas maniobras quebrando en alguna parteel justo equilibrio de fuerzas que constituían subelleza. No tuve que señalar a los oficiales más queun error imperceptible —un grupo de caballos quequedaban en descubierto durante el simulacro deataque en campo raso—; mi prefecto Cornelianome satisfizo en todo. Un orden inteligente regíaaquellas masas de hombres, de animales de tiro, demujeres bárbaras acompañadas de robustos niñosque se agolpaban en las inmediaciones del pretoriopara besarme las manos. Aquella obediencia no eraservil; su ímpetu salvaje se aplicaba a sostener miprograma de seguridad; nada había costadodemasiado caro, nada había sido descuidado.Hubiera querido que Arriano escribiera un tratadode táctica, exacto como un cuerpo bien construido.

Tres meses más tarde, en Atenas, laconsagración del Olimpión dio lugar a fiestas querecordaban las solemnidades romanas, pero lo queen Roma había acontecido en tierra se situaba alláen pleno cielo. Una clara tarde de otoño ocupé mipuesto bajo aquel pórtico concebido a la escalasobrehumana de Zeus; el templo de mármol, erigido

Page 214: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en el lugar donde Deucalión vio cesar el diluvio,parecía perder su peso, flotar como una espesa nubeblanca; mis vestiduras rituales se acordaban con lostonos del anochecer en el cercano Himeto. Habíaencargado a Polemón el discurso inaugural. Ese díaGrecia me discernió aquellos títulos divinos dondeyo veía a la vez una fuente de prestigio y el fin mássecreto de las tareas de mi vida: Evergeta, Olímpico,Epifanio, Amo del Todo. Y el título más hermoso, elmás difícil de merecer: Jonio, Filoheleno. Había enPolemón mucho de actor, pero el juego fisonómicode un gran comediante traduce a veces una emociónde la cual participa toda una multitud, todo un siglo.Alzó la mirada, se recogió antes del exordio,pareciendo concentrar en él todos los donescontenidos en aquel instante. Yo había colaboradocon los tiempos, con la vida griega misma; laautoridad que ejercía no era tanto un poder comouna potencia misteriosa, superior al hombre, peroque sólo obraba eficazmente por intermedio de unapersona humana; la unión de Roma y Atenasquedaba consumada; el pasado recobraba unsemblante de porvenir; Grecia reiniciaba la marchacomo un navío largo tiempo inmovilizado por lacalma chicha y que siente otra vez en sus velas elimpulso del viento. Entonces una melancolía fugitivame apretó el corazón; pensé que las palabras deculminación, de perfección, contienen en sí mismasla palabra fin; quizá no había hecho otra cosa queofrecer una presa más al Tiempo devorador.

Page 215: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Entramos luego en el templo, donde losescultores trabajaban todavía; la inmensa estatuade Zeus, de oro y marfil, iluminaba vagamente lapenumbra; al pie de los andamios, el gran pitónque había mandado traer de la India paraconsagrarlo en el santuario griego descansaba yaen su cesta de filigrana, animal divino, emblemarampante del espíritu de la Tierra, asociado desdesiempre al joven desnudo que simboliza el Geniode emperador. Antínoo, asumiendo cada vez másese papel, sirvió personalmente al monstruo suración de abejarucos con las alas cortadas. Luego,alzando los brazos, oró. Yo sabia que aquellaplegaria, hecha para mí, sólo a mí se dirigía, perono era lo bastante dios para adivinar su sentido nipara saber si alguna vez sería o no escuchada. Mealivió salir de aquel silencio, el resplandor azulado,y encontrarme de nuevo en las calles de Atenasdonde ya se encendían las lámparas, envuelto en lafamiliaridad de las gentes sencillas y los gritos en elaire polvoriento del anochecer. La joven fisonomía,que bien pronto habría de embellecer tantasmonedas del mundo griego, se convertía para lamultitud en una presencia amistosa, en un signo.

No amaba menos, sino al contrario. Pero el pesodel amor, como el de un brazo tiernamente posadosobre un pecho, se hacía cada vez más difícil desoportar. Reaparecían las comparsas: recuerdo aaquel adolescente duro y fino que me acompañódurante una estadía en Mileto, pero al cual renuncié.

Page 216: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Vuelvo a ver aquella velada en Sardes, cuando elpoeta Estratón nos llevó de un lugar equívoco a otro,rodeados de dudosas conquistas. Estratón, quehabía preferido la oscura libertad de las tabernasasiáticas a mi corte, era un hombre exquisito yburlón, ansioso de probar lo inane de todo lo queno sea el placer mismo, quizá para excusarse dehaberle sacrificado el resto. Y hubo también aquellanoche de Esmirna en que obligué al bienamado asoportar la presencia de una cortesana. La idea quese hacía el adolescente del amor continuaba siendoaustera, porque era exclusiva; su repugnancia llegóa la náusea. Más tarde se habituó. Aquellas vanastentativas se explican pasablemente por la aficiónal libertinaje; se mezclaba en ellas la esperanza deinventar una nueva intimidad en la que elcompañero de placer no dejara de ser el bienamadoy el amigo, el deseo de instruirlo, de someter sujuventud a las experiencias por las que había pasadola mía, y quizá, más inconfesadamente, la intenciónde rebajarlo poco a poco al nivel de las deliciastriviales que en nada comprometen.

Había mucho de angustia en mi necesidad deherir aquella sombría ternura que amenazabacomplicar mi vida. En el curso de un viaje por laTróade, visitamos la llanura del Escamandro bajoun verde cielo de catástrofe; la inundación, cuyosdaños había venido a inspeccionar sobre el terreno,convertía en islotes los túmulos de las tumbasantiguas. Dediqué unos instantes a recogerme junto

Page 217: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

a la tumba de Héctor; Antínoo fue a soñar a la dePatroclo. No supe reconocer en el cervatillo que meacompañaba el émulo del camarada de Aquiles yme burlé de aquellas fidelidades apasionadas queflorecen sobre todo en los libros. Insultado, Antínooenrojeció violentamente. La franqueza era la únicavirtud a la que me ceñía cada vez más; me dabacuenta de que entre nosotros las disciplinas heroicascon que Grecia rodeaba el afecto de un hombremaduro por un camarada más joven suelen no pasarde un simulacro hipócrita. Más sensible de lo queme había imaginado a los prejuicios de Roma,recordaba que éstos conceden su parte al placer,pero sólo ven en el amor una manía vergonzosa;otra vez me ganaba el violento deseo de nodepender exclusivamente de nadie. Meexasperaban esos caprichos propios de la juventud,y como tales inseparables de mi elección; acababapor encontrar en aquella pasión diferente todo loque me había irritado en mis amantes romanas; losperfumes, los aderezos, el frío lujo de los ornatos,recobraban su lugar en mi vida. Entre tanto, en aquelcorazón sombrío penetraban temores casiinjustificados: lo he visto inquietarse porque prontocumpliría diecinueve años. Caprichos peligrosos,cóleras que agitaban en su frente obstinada los rizosde Medusa, alternaban con una melancolíasemejante al estupor, con una dulzura cada vez másquebrada. Llegué a golpearlo: me acordaré siemprede sus ojos espantados. Pero el ídolo abofeteado

Page 218: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

seguía siendo el ídolo, y comenzaban los sacrificiosexpiatorios.

Todos los Misterios asiáticos acudían a reforzareste voluptuoso desorden con sus músicasestridentes. Los tiempos de Eleusis habían llegadoa su fin. Las iniciaciones en los cultos secretos oextraños, prácticas más toleradas que permitidas yque el legislador que había en mi observaba condesconfianza, se adecuaban a ese momento de lavida en que la danza se convierte en vértigo, en queel canto culmina en grito. En la isla de Samotraciahabía sido iniciado en los misterios de los Cabires,antiguos y obscenos, sagrados como la carne y lasangre; las serpientes ahítas de leche del antro deTrofonio se frotaron en mis tobillos; las fiestas traciasde Orfeo dieron lugar a salvajes ritos de fraternidad.El estadista que había prohibido bajo las penas másseveras todas las formas de mutilación consintió enasistir a las orgías de la Diosa Siria; allí vi el horribletorbellino de las danzas sangrientas; fascinado comoun cabrito frente a un reptil, mi joven camaradacontemplaba aterrado a aquellos hombres queelegían dar a las exigencias de la edad y del sexouna respuesta tan definitiva como la de la muerte, yquizá todavía más atroz. Pero el horror culminódurante una estadía en Palmira, donde elcomerciante árabe Melés Agripa nos albergó tressemanas en el seno de un lujo bárbaro y espléndido.Un día en que habíamos estado bebiendo, Melés,alto dignatario del culto de Mitra, que tomaba poco

Page 219: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en serio sus deberes de pastóforo, propuso a Antínooque participara del tauróbolo. Sabedor de que yome había sometido antaño a una ceremonia delmismo género, el joven se ofreció ardorosamente.No creí oportuno oponerme a su fantasía, para cuyocumplimiento sólo se requería un mínimo depurificaciones y abstinencias. Acepté ser unasistente, junto con Marco Ulpio Castoras, misecretario en lengua árabe. A la hora indicadabajamos a la caverna sagrada; el joven bitinio setendió para recibir la sangrienta aspersión. Perocuando vi surgir de la profundidad aquel cuerpoestriado de rojo, la cabellera apelmazada por unlodo pegajoso, el rostro salpicado de manchas queestaba vedado lavar y que debían borrarse por símismas, sentí que el asco me ganaba la garganta, ycon él el horror de aquellos ambiguos cultossubterráneos. Días después prohibí a las tropasacantonadas en Emesa la entrada al negro santuariode Mitra.

También yo tuve mis presagios; como MarcoAntonio antes de su última batalla, oí en plena nochealejarse la música del relevo de los dioses protectoresque se marchan... La escuchaba sin prestar atención.Mi seguridad era como la del jinete a quien untalismán protege de las caídas. Un congreso dereyezuelos de Oriente tuvo lugar bajo mis auspiciosen Samosata; durante las cacerías en la montaña,Abgar, rey de Osroene, me enseñó personalmenteel arte del halconero; batidas, preparadas como

Page 220: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

escenas teatrales, precipitaban manadas enteras deantílopes en redes de púrpura; Antínoo se curvabacon todas sus fuerzas para frenar el impulso de unapareja de panteras que tiraban de sus pesadoscollares de oro. A cubierto de esos esplendoresselláronse los acuerdos; las negociaciones me fueroninvariablemente favorables, seguí siendo el jugadorque gana todas las manos. El invierno transcurrióen aquel palacio de Antioquía donde antaño habíapedido a los hechiceros que me iluminaran elporvenir. Pero el porvenir ya no podía darme nada,o por lo menos nada que pasara por un don. Misvendimias estaban hechas; el mosto de la vidallenaba la cuba. Verdad es que había dejado deordenar mi propio destino, pero las disciplinascuidadosamente elaboradas de antaño sólo meparecían ahora la primera etapa de una vocaciónhumana; con ellas pasaba lo que con las cadenas deque un bailarín se carga a fin de saltar mejor cuandolas arroja. En ciertos puntos mi austeridad semantenía; seguía prohibiendo que sirvieran vinoantes de la segunda guardia nocturna; me acordabade haber visto, sobre esas mismas mesas de maderapulida, la mano temblorosa de Trajano. Pero hayotras formas de embriaguez. Ninguna sombra seperfilaba sobre mis días, ni la muerte, ni la derrota—aun esa más sutil que nos infligimos a nosotrosmismos—, ni la vejez que sin embargo acabaría porllegar. Pero me apresuraba, como si cada una deesas horas fuese a la vez la más bella y la última.

Page 221: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Mis frecuentes estadías en Asia Menor mehabían puesto en contacto con un pequeño grupode hombres dedicados seriamente a las artesmágicas. Cada siglo tiene sus audacias; los espíritusmás excelsos del nuestro, cansados de una filosofíaque se va reduciendo a las declamaciones escolares,terminan por rondar esas fronteras prohibidas alhombre. En Tiro, Filón de Biblos me había reveladociertos secretos de la antigua magia fenicia; meacompañó ahora a Antioquía. Numeniointerpretaba tímidamente los mitos de Platón sobrela naturaleza del alma, pero sus ideas hubieranllevado lejos a un espíritu más osado que el suyo.Sus discípulos evocaban los demonios: aquello fueun juego como tantos otros. Extrañas figuras queparecían hechas con la médula misma de misensueños se me aparecieron en el humo del styrax,oscilaron, se fundieron, dejándome tan sólo lasensación de una semejanza con Un rostro conocidoy viviente. Quizá todo aquello no pasaba de unsimple truco de saltimbanqui; si lo era, elsaltimbanqui conocía su oficio. Me puse a estudiarotra vez anatomía, como en mi juventud, pero yano lo hacía para considerar la estructura del cuerpo.Habíase despertado en mi la curiosidad por esasregiones intermedias donde el alma y la carne seconfunden, donde el sueño responde a la realidady a veces se le adelanta, donde vida y muerteintercambian sus atributos y sus máscaras.Hermógenes, mi médico, desaprobaba esos

Page 222: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

experimentos, pero acabó haciéndome conocer aciertos colegas que se ocupaban de esas cosas. A sulado traté de localizar el asiento del alma, de hallarlos lazos que la atan al cuerpo, midiendo el tiempoque tarda en desprenderse de ellos. Algunosanimales fueron sacrificados en esas investigaciones.El cirujano Sátiro me llevó a su clínica para queasistiera a la agonía de los moribundos. Soñábamosen voz alta: ¿Será el alma la culminación supremadel cuerpo, frágil manifestación del dolor y el placerde existir? ¿O bien, por el contrario, es más antiguaque ese cuerpo modelado a su imagen y que le sirvebien o mal de instrumento momentáneo? ¿Es válidoimaginarla en el interior de la carne, establecer entreambas esa estrecha unión, esa combustión quellamamos vida? Si las almas poseen identidadpropia, ¿pueden intercambiarse, ir de un ser a otrocomo el bocado de fruta, el trago de vino que dosamantes se pasan en un beso? Sobre estas cosas,todo estudioso cambia veinte veces por año deopinión; en mí el escepticismo luchaba con el deseode saber, y el entusiasmo con la ironía. Pero estabaconvencido de que nuestra inteligencia sólo dejafiltrar hasta nosotros un magro residuo de loshechos; de más en más me interesaba el mundooscuro de la sensación, negra noche donde fulgurany ruedan soles enceguecedores. En aquel entonces,Flegón, que coleccionaba historias de fantasmas, noscontó una noche la de la novia de Corinto,asegurándonos que era auténtica. Aquella aventura,

Page 223: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en la que el amor devuelve un alma a la tierra y leda temporariamente un cuerpo, nos emocionó atodos, aunque de manera más o menos profunda.Muchos intentaron una experiencia análoga: Sátirose esforzó por evocar a su maestro Aspasio, quehabía hecho con él uno de esos pactos jamáscumplidos por los cuales los que mueren prometendar noticias a los vivientes. Antínoo me hizo unapromesa del mismo género, que tomé a la ligerapues nada me llevaba a suponer que aquel niño nome sobreviviría. Filón se esforzó por hacer aparecera su esposa muerta. Permití que se pronunciaranlos nombres de mi padre y mi madre, pero unaespecie de pudor me impidió evocar a Plotina.Ninguna de esas tentativas tuvo éxito; perohabíamos abierto puertas extrañas.

Pocos días antes de partir de Antioquía, fuicomo antaño a sacrificar a la cima del monte Casio.La ascensión se cumplió de noche; como en el Etna,sólo llevé conmigo a un reducido número de amigoscapaces de subir a pie firme. Mi objeto no era tansólo cumplir un rito propiciatorio en aquel santuariomás sagrado que otros; quería ver otra vez desde loalto el fenómeno de la aurora, prodigio cotidianoque jamás he podido contemplar sin un secreto gritode alegría. Ya en la cumbre, el sol hace brillar losornamentos de cobre del templo, y los rostrosiluminados sonríen, cuando las llanuras asiáticas yel mar están todavía sumidos en la sombra; duranteunos instantes, el hombre que ruega en el pináculo

Page 224: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

es el único beneficiario de la mañana. Preparóse lonecesario para el sacrificio, comenzamos a ascendera caballo, y luego a pie, las peligrosas sendasbordeadas de retama y lentiscos, que reconocíamosen plena noche por su perfume. El aire estabapesado, la primavera ardía como en otras partes elverano. Por primera vez en la ascensión de unamontaña me faltó el aliento; tuve que apoyarme unmomento en el hombro del preferido. Una tormenta,prevista desde hacía rato por Hermógenes,entendido en meteorología, estalló a un centenarde pasos de la cumbre. Los sacerdotes salieron arecibirnos a la luz de los relámpagos; empapadohasta los huesos, el pequeño grupo se reunió juntoal altar preparado para el sacrificio. En el momentode cumplirse, un rayo, estallando sobre nosotros,mató al mismo tiempo al victimario y a la víctima.Pasado el primer instante de horror, Hermógenesse inclinó con la curiosidad del médico sobre losfulminados; Chabrias y el sumo sacerdote lanzabangritos de admiración: el hombre y el cervatillosacrificados por aquella espada divina se unían a laeternidad de mi Genio: aquellas vidas sustituidasprolongaban la mía. Aferrado a mi brazo, Antínootemblaba, no de terror como lo creía en ese momento,sino bajo la influencia de un pensamiento quecomprendí más tarde. Espantado ante la idea de ladecadencia, es decir de la vejez, había debidoprometerse mucho tiempo atrás que moriría a laprimera señal de declinación, y quizá antes. Hoy

Page 225: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

creo que esa promesa, que tantos nos hemos hechosin cumplirla, remontaba en su caso a los primerostiempos, a la época de Nicomedia y de nuestroencuentro al borde de la fuente. Ello explicaba suindolencia, su ardor en el placer, su tristeza, su totalindiferencia a todo futuro. Pero hacía falta ademásque aquella partida no tuviera el aire de una rebelióny se cumpliera sin la menor queja. El rayo del monteCasio le mostraba una salida: la muerte podíaconvertirse en un supremo servir, un último don,el único que le quedaba. La iluminación de la aurorafue poca cosa al lado de la sonrisa que se alzó enaquel rostro conmovido. Días más tarde volví a veresa sonrisa, pero más oculta, ambiguamente velada.Durante la cena, Polemón, que pretendía saber dequiromancia, quiso examinar la mano del joven, esapalma donde a mí mismo me asustaba unaasombrosa caída de estrellas. El niño la retiró,cerrándola, con un gesto dulce y casi púdico. Queríaguardar el secreto de su juego y el de su fin.

Hicimos alto en Jerusalén. Allí, sobre el terreno,estudié el proyecto de una nueva ciudad que teníaintención de construir en el emplazamiento de laciudad judía arrasada por Tito. La buenaadministración de Judea y los progresos del comerciooriental requerían el desarrollo de una granmetrópolis en esa encrucijada de caminos. Imaginéla capital romana habitual: Elia Capitolina tendríasus templos, sus mercados, sus baños públicos, su

Page 226: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

santuario de Venus romana. Mis recientespreferencias por los cultos apasionados y sensiblesmi indujo a elegir en el monte Moriah elemplazamiento de una gruta donde se celebraríanlas Adonías. Estos proyectos indignaron a lapoblación judía; aquellos desheredados preferíansus ruinas a una gran ciudad donde tendrían todaslas ventajas del dinero, el saber y los placeres. Losobreros que daban los primeros golpes de zapa alos muros agrietados fueron molestados por lamultitud. Seguí adelante: Fido Aquila, que más tardehabía de aplicar su genio de organizador a laconstrucción de Antínoe, se puso al frente de lasobras de Jerusalén. Me negué a advertir, en aquelmontón de escombros, el rápido crecimiento delodio. Un mes más tarde llegamos a Pelusio, dondeme ocupé de restaurar la tumba de Pompeyo.Cuanto más me sumía en los negocios del Oriente,más admiraba el genio político de aquel eternovencido del gran Julio. A veces me parecía que elesforzarse por poner orden en aquel incierto mundoasiático. Pompeyo había sido más útil a Roma queel mismo César. Los trabajos de refección fueronuna de mis últimas ofrendas a los muertos de lahistoria; bien pronto tendría que ocuparme de otrastumbas.

Nuestra llegada a Alejandría se cumpliódiscretamente. La entrada triunfal quedabapostergada hasta el arribo de la emperatriz. Habíanpersuadido a mi mujer, poco amiga de viajar, que

Page 227: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

pasara el invierno en el clima más suave de Egipto;Lucio, apenas repuesto de una tos pertinaz, debíaprobar el mismo remedio. Congregábase una flotillade barcas para un viaje por el Nilo, cuyo programaincluía una serie de inspecciones oficiales, fiestas,banquetes, que prometían ser tan fatigosos comolos de una temporada en el Palatino. Yo mismo habíaorganizado todo aquello; el lujo, el prestigio de unacorte, tenían su valor en aquel viejo país habituadoa los fastos reales.

Pero mi mayor deseo era el de dedicar a lacaza las semanas precedentes a la llegada de mishuéspedes. En Palmira, Melés Agripa nos habíapreparado excursiones en el desierto, pero nuncanos internamos lo suficiente como para encontrarleones. Dos años antes, África me había ofrecidoalgunas hermosas cacerías de fieras. Sabiéndolodemasiado joven e inexperto, no había permitido aAntínoo que figurara en primera línea. Por él yoera capaz de cobardías que jamás me hubieraconsentido cuando se trataba de mí mismo. Ahora,cediendo como siempre, le prometí el papel principalen la caza del león. No podía seguir tratándolo comoa un niño, y estaba orgulloso de su fuerza juvenil.

Partimos rumbo al oasis de Amón, a algunosdías de marcha de Alejandría; aquel lugar era elmismo donde Alejandro había sabido, por boca delos sacerdotes, el secreto de su nacimiento divino.Los indígenas habían señalado en esos parajes lapresencia de una fiera extraordinariamente

Page 228: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

peligrosa, que atacaba con frecuencia al hombre.Por la noche, en torno a las hogueras delcampamento, comparábamos alegremente nuestrasfuturas hazañas con las de Hércules. Pero lo únicoque nos proporcionaron los primeros días fueronalgunas gacelas. Por fin, Antínoo y yo decidimosapostarnos cerca de una charca arenosa cubiertade juncos. Decíase que el león acudía allí a beber ala caída de la noche. Los negros estaban encargadosde encaminarlo hacia nosotros con gran algarabíade tambores, címbalos y gritos; el resto de nuestraescolta permanecía a cierta distancia. El aire estabapesado y tranquilo; no valía la pena preocuparsepor la dirección del viento. Apenas habíatranscurrido la hora décima, pues Antínoo me hizover en el estanque los nenúfares rojos que seguíanabiertos. Súbitamente la bestia real apareció entreun frotar de juncos y volvió hacia nosotros su caratan hermosa como terrible, una de las fisonomíasmás divinas que puede asumir el peligro. Situadoalgo atrás, no tuve tiempo de retener a Antínoo que,dando imprudentemente rienda suelta a su caballo,lanzó su pica y sus dos jabalinas con suma destreza,pero demasiado cerca de la fiera. Herido en el cuello,el león se desplomó batiendo el suelo con la cola; laarena removida nos permitía apenas entrever unamasa rugiente y confusa. De pronto el león seenderezó, concentrando sus fuerzas para saltarsobre el caballo y el caballero desarmados. Yo habíaprevisto el riesgo, y por fortuna el caballo de

Page 229: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Antínoo no se movió; nuestras cabalgaduras habíansido admirablemente adiestradas para esos juegos.Interpuse mi caballo, exponiendo el flanco derecho.Estaba habituado a tales ejercicios, y no me resultódifícil rematar a la bestia herida ya de muerte.Desplomóse por segunda vez; el hocico se hundióen el limo, mientras un hilo de sangre negra semezclaba con el agua. El enorme gato color dedesierto, miel y sol, expiró con una majestad másque humana. Antínoo desmontó de su caballocubierto de espuma, que todavía temblaba; nuestroscamaradas se nos reunieron; los negros arrastraronhasta el campamento la enorme víctima muerta.

Improvisóse una especie de festín; tendido bocaabajo frente a una bandeja de cobre, Antínoodistribuyó con sus propias manos las porciones decordero cocido en la ceniza. Bebimos vino depalmera en su honor. Su exaltación subía como uncanto. Acaso exageraba el alcance del auxilio queyo le había prestado, olvidando que hubiera hecholo mismo por cualquier otro cazador en peligro; perosin embargo nos sentíamos devueltos a ese mundoheroico donde los amantes mueren el uno por elotro. La gratitud y el orgullo alternaban en su alegríacomo las estrofas de una onda. Los negrostrabajaron a maravilla; por la noche, la piel del leónse balanceaba bajo las estrellas, suspendida de dosestacas en la entrada de mi tienda. A pesar de losperfumes derramados profusamente, su olor a fieranos obsesionó toda la noche. Por la mañana, luego

Page 230: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de comer fruta, abandonamos el campamento; enel momento de partir vimos en un foso los restos dela bestia real de la víspera: una osamenta rojaenvuelta en una nube de moscas.

Volvimos a Alejandría unos días después. Elpoeta Pancratés me honró con una fiesta en elMuseo, en cuya sala de música había reunido unacolección de instrumentos preciosos. Las viejas lirasdóricas, más pesadas y menos complicadas que lasnuestras, alternaban con las citaras curvas de Persiay Egipto, los caramillos frigios, agudos como vocesde eunucos, y delicadas flautas indias cuyo nombreignoro. Un etíope golpeó largamente sobrecalabazas africanas. Una mujer cuya belleza algofría me hubiera seducido, de no haber decididosimplificar mi vida reduciéndola a lo que para míera esencial, tañó un arpa triangular de triste sonido.Mesomedés de Creta, mi músico favorito, acompañóen el órgano hidráulico la recitación de su poemaLa Esfinge, obra inquietante, sinuosa, huyente comola arena al viento. La sala de conciertos se abría aun patio interior; los nenúfares flotaban en el aguade su estanque, bajo el resplandor casi furioso deun atardecer a fines de agosto. Durante un intervalo,Pancratés nos hizo admirar de cerca aquellas floresde una variedad muy rara, rojas como sangre y quesólo florecen a fines del estío. Inmediatamentereconocimos nuestros nenúfares escarlatas del oasisde Amón. Pancratés se inflamó con la idea de lafiera herida expirando entre las flores. Me propuso

Page 231: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

versificar el episodio de caza; la sangre del leónpasaría por haber teñido a los lirios acuáticos. Lafórmula no era nueva, pero le encargué el poema.Pancratés, perfecto poeta cortesano, compuso deinmediato algunos agradables versos en honor deAntínoo: la rosa, el jacinto, la celidonia, eransacrificadas a aquellas corolas de púrpura quellevarían desde entonces el nombre del preferido.Se ordenó a un esclavo que entrara en el estanquepara recoger un ramo. Habituado a los homenajes,Antínoo aceptó gravemente las flores cerosas detallos serpentinos y blandos, que se cerraron comopárpados cuando cayó la noche.

Por aquellos días arribó la emperatriz. El largoviaje la había afectado mucho; la encontré frágil,sin que hubiera perdido su dureza. Susfrecuentaciones políticas ya no me causabaninquietud, como en la época en que había alentadotontamente a Suetonio; ahora sólo se rodeaba deliteratas inofensivas. La confidenta del momento,una tal Julia Balbila, escribía versos griegos bastanteagradables. La emperatriz y su séquito seestablecieron en el Liceo, del cual salían poco. Lucio,en cambio, se mostraba como siempre ávido de todoslos placeres, comprendidos los de la inteligencia ylos ojos. A los veintiséis años no había perdido casinada de aquella sorprendente belleza que le valíaser aclamado en las calles por la juventud romana.Seguía siendo absurdo, irónico y alegre. Sus

Page 232: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

caprichos de antaño se habían convertido en manías.Jamás viajaba sin llevar a su cocinero; los jardinerosle componían, aun a bordo, asombrosos arriates deflores raras; llevaba consigo su lecho, cuyo modelohabía diseñado personalmente, y cuatro colchonesrellenos con cuatro especies de sustanciasaromáticas, sobre los cuales se acostaba rodeado desus jóvenes amantes como de otras tantasalmohadas. Sus pajes, empolvados y llenos deafeites, vestidos como los Céfiros y el Amor, hacíanlo posible por adaptarse a sus caprichos muchasveces crueles; tuve que intervenir personalmentepara impedir que el pequeño Bóreas, cuya delgadezadmiraba Lucio, se dejara morir de hambre. Todoeso era más irritante que agradable. Visitamos juntoslo que hay para ver en Alejandría: el Faro, elmausoleo de Alejandro, el de Marco Antonio dondeCleopatra triunfa eternamente sobre Octavio, y noolvidamos los templos, los talleres, las fábricas yaun el barrio de los embalsamadores. El sacerdotedel templo de Serapis me ofreció un servicio decristalería opalina, que envié a Serviano, con el cualquería mantener relaciones cordiales por respetohacia mi hermana Paulina. De aquellas giras asazfastidiosas nacieron grandes proyectos edilicios.

En Alejandría las religiones son tan variadascomo los negocios, pero la calidad del producto meparece más dudosa. Los cristianos, sobre todo, sedistinguen por una abundancia inútil de sectas. Doscharlatanes, Valentino y Basílides, intrigaban el uno

Page 233: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

contra el otro, vigilados de cerca por la policíaromana. La hez del pueblo egipcio aprovechabacada observancia ritual para precipitarse garrote enmano sobre los extranjeros; la muerte del buey Apisprovoca más motines en Alejandría que unasucesión imperial en Roma. Las gentes a la modacambian allí de dios como en otras partes se cambiade médico, y no con mejor suerte. Pero su únicoídolo es el oro: en ninguna parte he visto pedigüeñosmás desvergonzados. En todas partes surgíaninscripciones pomposas para conmemorar misbeneficios, pero mi negativa a suprimir un impuestoque la población estaba en condiciones de pagar,no tardó en enajenarme la buena voluntad deaquella turba. Los dos jóvenes que me acompañabanfueron repetidamente insultados: a Lucio lereprochaban su lujo, por lo demás excesivo; aAntínoo, su origen oscuro, sobre el cual corríanabsurdas historias; a ambos, el ascendiente que lesatribuían sobre mi. Este último cargo era ridículo:Lucio, que juzgaba las cuestiones públicas con unasorprendente perspicacia, no tenía la menorinfluencia política, y Antínoo no se preocupaba portenerla. El joven patricio, conocedor del mundo, selimitaba a reírse de los insultos; pero Antínoo sufrió.

Los judíos, aguijoneados por suscorreligionarios de Judea, agriaban lo mejor posibleaquella masa ya ácida. La sinagoga de Jerusaléndelegó a su miembro más venerado, el nonagenarioAkiba, para que me instara a renunciar a los

Page 234: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

proyectos en vía de realización en Jerusalén. Conayuda de intérpretes, pues el anciano no sabiagriego, sostuve varias conversaciones que lesirvieron de pretexto para monologar. En menosde una hora fui capaz de aprehender, ya que no decompartir, su pensamiento; él no hizo ningúnesfuerzo por lo que se refiere al mío. Fanático, notenía la menor idea de que pueda razonarse sobrepremisas diferentes de las suyas. Ofrecía yo a aquelpueblo despreciado un lugar entre los queconstituían la comunidad romana. Jerusalén, porboca de Akiba, me significaba su voluntad de seguirsiendo hasta el fin la fortaleza de una raza y de undios aislados del género humano. Aquellas ideasinsensatas se expresaban con fatigante sutileza; tuveque soportar una larga hilera de razones, sabiamentededucidas unas de otras, que probaban lasuperioridad de Israel. Al cabo de ocho días, elobstinado negociador terminó por percatarse de quehabía tomado el camino equivocado, y anunció supartida. Odio la derrota, aun la ajena; me emocionasobre todo cuando el vencido es un anciano. Laignorancia de Akiba, su negativa a aceptar nadaque no fueran sus libros santos y su pueblo, leconfería una especie de íntima inocencia. Pero noera fácil enternecerse con el sectario. La longevidadparecía haberlo despojado de toda flexibilidadhumana; su cuerpo descarnado y su espíritu resecotenían un duro vigor de langosta. Parece ser quemás tarde murió como un héroe defendiendo la

Page 235: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

causa de su pueblo, o más bien de su ley; cada cualse consagra a sus propios dioses.

Las distracciones de Alejandría empezaban aagostarse. Flegón, que conocía todas las curiosidadeslocales, la alcahueta o el hermafrodita célebre, nospropuso visitar a una maga. Aquella proxeneta delo invisible habitaba en Canope. Acudimos denoche, en barca, siguiendo el canal de aguas espesas.El trayecto fue aburrido. Como siempre, una sordahostilidad reinaba entre los dos jóvenes; la intimidada la cual yo los forzaba no hacía más que aumentarsu mutua aversión. Lucio ocultaba la suya bajo unacondescendencia burlona; mi joven griego seencerraba en uno de sus accesos de humor sombrío.Por mi parte me sentía cansado; días antes, al volverde un paseo a pleno sol, había sufrido un brevesíncope del que sólo fueron testigos Antínoo yEuforión, mi servidor negro. Ambos se habíanalarmado excesivamente, pero los obligué a queguardaran el secreto.

Canope no es más que una decoración; la casade la maga hallábase situada en la parte más sórdidade aquella ciudad de placer. Desembarcamos en unaterraza semiderrumbada. La hechicera nos esperabadentro, munida de los sospechosos instrumentosde su oficio. Parecía competente y no había en ellanada de la nigromántica de teatro; ni siquiera eravieja.

Sus predicciones fueron siniestras. Hacía yaalgún tiempo que los oráculos me anunciaban

Page 236: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

dificultades de toda suerte, trastornos políticos,intrigas palaciegas y enfermedades graves. Hoy mesiento convencido de que en aquellas bocas de lasombra actuaban influencias muy humanas, a vecespara prevenirme, casi siempre para infundirmemiedo. La verdadera situación en una parte delOriente se expresaba así más claramente que en losinformes de mis procónsules. Yo recibíaserenamente esas supuestas revelaciones, pues mirespeto por el mundo invisible no llegaba al puntode confiar en aquellos divinos parloteos. Diez añosatrás, poco después de mi llegada al poder, habíahecho cerrar el oráculo de Dafné, cerca de Antioquía,que me había vaticinado el poder, por miedo a quesiguiera haciendo lo mismo con el primerpretendiente que lo consultara. Pero siempre esenojoso oír hablar de cosas tristes.

Después de habernos inquietado lo mejorposible, la adivinadora nos ofreció sus servicios; unsacrificio mágico, que constituye la especialidad delos hechiceros egipcios, bastaría para lograr unarreglo amistoso con el destino. Mis incursiones enla magia fenicia me habían llevado a comprenderque el horror de esas prácticas prohibidas no radicatanto en lo que nos muestran como en lo que nosocultan. Si mi odio a los sacrificios humanos nohubiera sido conocido, probablemente me habríanaconsejado inmolar a un esclavo. Pero secontentaron con hablar de un animal familiar.

Page 237: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Se requería que, en la medida de lo posible, lavíctima me hubiera pertenecido; los perrosquedaban descartados, pues la superstición egipcialos considera inmundos. Lo más conveniente eraun pájaro, pero no viajo llevando una pajarera. Mijoven amo me ofreció su halcón. Las condicionesquedarían cumplidas: yo le había regalado el belloanimal luego de recibirlo personalmente del rey deOsroene. El adolescente lo alimentaba con su propiamano, y era una de las raras posiciones con las cualesse había encariñado. Comencé por negarme, peroinsistió gravemente; comprendí que atribuía unasignificación extraordinaria a su ofrenda, y aceptépor bondad. Luego de recibir detalladasinstrucciones, mi correo Menécrates partió en buscadel ave, que se hallaba en nuestros aposentos delSerapeum. Aun al galope, el viaje exigiría más dedos horas. No era cuestión de pasarlas en la suciacovacha de la maga, y Lucio se quejaba de lahumedad de la barca. Flegón encontró un medio, ynos instalamos como pudimos en casa de unaproxeneta, después que ésta hubo alejado al personalde la casa. Lucio decidió dormir y yo aproveché delintervalo para dictar algunos mensajes; Antínoo seacostó a mis pies. El cálamo de Flegón chirriaba bajola lámpara. Entrábamos en la última vigilia de lanoche cuando Menécrates volvió con el ave, elguantelete, el capuchón y la cadena.

Retornamos a casa de la maga. Antínoo retiróel capuchón, y después de acariciar largamente la

Page 238: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

cabecita soñolienta y salvaje del halcón, lo entregóa la encantadora, que inició una serie de pasesmágicos. Fascinada, el ave se durmió de nuevo. Eranecesario que la víctima no se debatiera y que sumuerte diese la impresión de ser natural.Ritualmente ungido de miel y esencia de rosa, elhalcón fue metido en una cuba llena de agua delNilo; el animal ahogado se asimilaba a Osiris llevadopor la corriente del río; los años terrestres del avese sumaban a los míos; la menuda alma solar seunía al Genio del hombre por quien se la sacrificaba;aquel Genio invisible podría aparecérseme yservirme desde entonces bajo esa forma. Lasprolongadas manipulaciones que siguieron no eranmás interesantes que una preparación culinaria.

Lucio bostezaba. Las ceremonias imitaron hastael fin los funerales humanos, y las fumigaciones ylas salmodias continuaron hasta el alba. El ave fuemetida en un sarcófago lleno de sustanciasaromáticas, que la maga enterró ante nosotros alborde del canal, en un cementerio abandonado.Acurrucóse luego bajo un árbol para contar, una auna, las monedas de oro que Flegón acababa dedarle.

Volvimos en barca. Soplaba un vientoextrañamente frío. Sentado junto a mí, Luciolevantaba con la punta de sus finos dedos las mantasde algodón bordado; por pura cortesía seguíamoscambiando frases sobre las noticias y los escándalosde Roma. Antínoo, tendido en el fondo de la barca,

Page 239: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

había apoyado la cabeza en mis rodillas; fingíadormir para aislarse de esa conversación que no loincluía. Mi mano resbalaba por su nuca, bajo suscabellos. Así, en los momentos más vanos o másapagados, tenía la sensación de mantenerme encontacto con los grandes objetos naturales, laespesura de los bosques, el lomo musculoso de laspanteras, la pulsación regular de las fuentes. Peroninguna caricia llega hasta el alma. Brillaba el solcuando arribamos al Serapeum; los vendedores desandias anunciaban su mercancía por las calles.Dormí hasta la hora de la sesión del Senado local, ala cual asistí. Más tarde supe que Antínoo habíaaprovechado de esa ausencia para persuadir aChabrias de que lo acompañara a Canope. Una vezallí volvió a casa de la maga.

El primer día del mes de Atir, el segundo añode la CCXXVI Olimpíada... era el aniversario de lamuerte de Osiris, dios de las agonías; a lo largo delrío, agudas lamentaciones resonaban desde haciatres días en todas las aldeas. Mis huéspedesromanos, menos habituados que yo a los misteriosde Oriente, mostraban cierta curiosidad por esasceremonias de una raza diferente. A mi mefatigaban. Había hecho amarrar mi barca a ciertadistancia de las otras, lejos de todo lugar habitado.Pero un templo faraónico semi abandonadoalzábase cerca de la ribera, y como conservaba aún

Page 240: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

su colegio de sacerdotes, no pude escapar del todoal resonar de las lamentaciones.

La noche anterior Lucio me había invitado acenar en su barca. Me hice trasladar a ella a la caídadel sol. Antínoo se negó a seguirme. Lo dejé en micabina de popa, tendido sobre su piel de león,ocupado en jugar a los dados con Chabrias. Mediahora más tarde, ya cerraba la noche, cambió deparecer y mandó llamar una canoa. Ayudado porun solo remero, recorrió contra la corriente ladistancia bastante considerable que nos separabade las otras barcas. Su entrada en la tienda dondetenía lugar la cena interrumpió los aplausosprovocados por las contorsiones de una bailarina.Llevaba una larga vestidura siria, tenue como lagasa, sembrada de flores y de quimeras. Para remarcon más soltura había dejado caer la manga derecha;el sudor temblaba en aquel pecho liso. Lucio le lanzóuna guirnalda que él atrapó al vuelo; su alegría casiestridente no cesó un solo instante, sostenida apenaspor una copa de vino griego. Regresamos juntoscon mi canoa de seis remeros, acompañados desdelo alto por la despedida mordaz de Lucio. La salvajealegría continuó. Pero de mañana toqué porcasualidad un rostro empapado en lágrimas. Lepregunté con impaciencia por qué lloraba; contestóhumildemente, excusándose por la fatiga. Aceptéaquella mentira y volví a dormirme. Su verdaderaagonía se cumplió en ese lecho, junto a mí.

Page 241: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

El correo de Roma acababa de llegar; la jornadatranscurrió en lecturas y respuestas. Como siempre,Antínoo iba y venía silenciosamente por lahabitación; nunca sabré en qué momento aquelhermoso lebrel se alejó de mi vida. Hacia laduodécima hora se presentó Chabrias muy agitado.Contrariando todas las reglas, el joven habíaabandonado la barca sin especificar el objeto y laduración de su ausencia; ya habían pasado más dedos horas de su partida. Chabrias se acordaba deextrañas frases pronunciadas la víspera, y de unarecomendación formulada esa misma mañana y quese refería a mí. Me confesó sus temores. Bajamospresurosamente a la ribera. El viejo pedagogo seencaminó instintivamente hacia una capilla situadajunto al río, pequeño edificio aislado perodependiente del templo, que Antínoo y él habíanvisitado juntos. En una mesa para las ofrendas, lascenizas de un sacrificio estaban todavía tibias.Cabrias hundió en ellas los dedos y extrajo unosrizos cortados.

No nos quedaba más que explorar el ribazo.Una serie de cisternas que habían debido de servirantaño para las ceremonias sagradas, comunicabancon un ensanchamiento del río. Al borde de laúltima, a la luz del crepúsculo que caía rápidamente,Chabrias percibió una vestidura plegada, unassandalias. Bajé los resbaladizos peldaños: estabatendido en el fondo, envuelto ya por el lodo del río.Con ayuda de Chabrias, conseguí levantar su

Page 242: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

cuerpo, que de pronto pesaba como de piedra.Chabrias llamó a los remeros, que improvisaronunas angarillas de tela. Reclamado con todo apuro,Hermógenes no pudo sino comprobar la muerte.Aquel cuerpo tan dócil se negaba a dejarse calentar,a revivir. Lo transportamos a bordo. Todo se veníaabajo; todo pareció apagarse. Derrumbarse el ZeusOlímpico, el Amo del Todo, el Salvador del Mundo,y sólo quedó un hombre de cabellos grisessollozando en el puente de una barca.

Dos días después Hermógenes consiguióhacerme pensar en los funerales. Los ritos desacrificio que Antínoo había elegido para rodear sumuerte nos mostraban el camino a seguir; no pornada la hora y el día de aquel final coincidían con elmomento en que Osiris baja a la tumba. Me trasladéa Hermópolis, en la otra orilla, donde vivían losembalsamadores. Había visto a los que trabajabanen Alejandría, y no ignoraba a qué ultrajesentregaría su cuerpo. Pero también es horrible elfuego, que asa y carboniza una carne que fue amada,y la tierra donde se pudren los muertos. La travesíafue breve; acurrucado en un rincón de la cabina depopa, Euforión plañía en voz baja no sé qué cantofúnebre africano; su ulular ahogado y ronco se meantojaba casi mi propio grito. Llevamos al muerto auna sala que acababan de lavar a baldes de agua, yque me recordó la clínica de Sátiro. Ayudé alamoldador, untando con aceite el rostro antes deque aplicara la cera. Todas las metáforas recobraban

Page 243: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

su sentido; sí, tuve ese corazón entre mis manos.Cuando me alejé, el cuerpo vacío no era más queuna preparación de embalsamador, primer estadode una atroz obra maestra, sustancia preciosa tratadacon sal y pasta de mirra, que el aire y el sol novolverían a tocar jamás.

De regreso visité el templo cerca del cual sehabía consumado el sacrificio, y hablé con lossacerdotes. Su santuario, renovado, se convertiríaotra vez en centro de peregrinación para todo elEgipto; su colegio, enriquecido y aumentado, seconsagraría en adelante al servicio de mi dios. Aunen los momentos más torpes, jamás había dudadode que aquella juventud fuese divina. Grecia y Asialo venerarían a nuestra usanza, con juegos, danzas,ofrendas rituales al pie de una estatua blanca ydesnuda. Egipto, que había asistido a la agonía,participaría también de la apoteosis. Su parte seríala más negra, la más secreta, la más dura: aquel paísdesempeñaría para él la función eterna deembalsamador. Durante siglos, los sacerdotes decráneos rapados recitarían letanías donde figuraríasu nombre, sin valor para ellos pero que todo locontenía para mí. Año tras año, la barca sagradapasearía aquella efigie por el río; el primer día delmes de Atir las plañideras marcharían por aquelribazo donde yo había marchado. Toda hora tienesu deber inmediato, un mandamiento que dominaa todo el resto; el mío, en ese momento, era el dedefender contra la muerte lo poco que me quedaba.

Page 244: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Flegón había reunido a orillas del río a los arquitectose ingenieros de mi séquito; sostenido por una especiede embriaguez lúcida, los arrastré a lo largo de lascolinas pedregosas, explicando mi plan; el desarrollode los cuarenta y cinco estadios de la muralla delrecinto; marqué en la arena el lugar del arco deltriunfo y el de la tumba. Antínoo iba a nacer, era yauna victoria contra la muerte imponer a aquella tierrasiniestra una ciudad enteramente griega, un bastiónque mantendría a distancia a los nómadas de Eritrea,un nuevo mercado en la ruta de la India.

Alejandro había celebrado los funerales deEfestión con devastaciones y hecatombes. Máshermoso me parecía ofrecer al preferido una ciudaddonde su culto se mezclaría para siempre con el iry venir de la plaza pública, donde su nombre seríapronunciado en las conversaciones nocturnas,donde los jóvenes se lanzarían coronas a la hora delos banquetes. Pero mis ideas no estaban decididasen un punto. Me parecía imposible abandonar aquelcuerpo en suelo extranjero. Como un hombre que,inseguro sobre la etapa siguiente, reservaalojamiento en diversas posadas, ordené en Romaun monumento a orillas del Tíber, junto a mi tumba;pensé también en los oratorios egipcios que porcapricho había hecho erigir en la Villa, y que depronto se mostraban trágicamente útiles. Se fijó lafecha de los funerales, que se celebrarían al cabo delos meses exigidos por los embalsamadores.Encargué a Mesomedés que compusiera los coros

Page 245: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

fúnebres. Volví a bordo avanzada la noche;Hermógenes me preparó una poción para dormir.

Seguimos remontando el río, pero yo navegabapor la Estigia. En los campos de prisioneros, a orillasdel Danubio, había visto antaño cómo algunosmiserables, tendidos contra un muro, daban contraél la frente con un movimiento salvaje, insensato ydulce, repitiendo sin cesar el mismo nombre. En lossótanos del Coliseo me habían hecho ver leones queenflaquecían por la ausencia del perro con el cuallos habían acostumbrado a vivir. Yo reunía mispensamientos: Antínoo había muerto. De niño habíaclamado sobre el cadáver de Marulino, picoteadopor las cornejas, pero mi clamor había sido semejanteal de un animal privado de razón. Mi padre habíamuerto, pero el huérfano de doce años sólo habíareparado en el desorden de la casa, el llanto de sumadre y su propio terror; nada había sabido de lasangustias por las que había pasado el moribundo.Mi madre había muerto mucho después, en tiemposde mi misión en Panonia; ya no me acordaba de lafecha exacta. Trajano era tan sólo un enfermo a quiense trata de convencer para que haga testamento.No había visto morir a Plotina. Atiano había muerto:era un anciano. Durante las guerras dacias habíaperdido camaradas a quienes creía amarardientemente; pero éramos jóvenes, la vida y lamuerte igualmente embriagadoras y fáciles. Antínoohabía muerto. Me acordaba de los lugares comunes

Page 246: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tantas veces escuchados: se muere a cualquier edad,los que mueren jóvenes son los amados de los dioses.Yo mismo había participado de ese infame abusode las palabras, hablando de morirme de sueño, demorirme de hastío. Había empleado la palabraagonía, la palabra duelo, la palabra pérdida. Antínoohabía muerto.

Amor, el más sabio de los dioses... Pero el amorno era responsable de esa negligencia, de esasdurezas, de esa indiferencia mezclada a la pasióncomo la arena al oro que arrastra un río, de esatorpe inconsciencia del hombre demasiado dichosoy que envejece. ¿Cómo había podido sentirme tanciegamente satisfecho? Antínoo había muerto. Lejosde haber amado con exceso, como Serviano loestaría afirmando en ese momento en Roma, nohabía amado lo bastante para obligar al niño a queviviera. Chabrias, que como iniciado órficoconsideraba que el suicidio era un crimen, insistíaen el lado sacrificatorio de ese fin; yo mismo sentíauna especie de horrible alegría cuando pensaba queaquella muerte era un don. Pero sólo yo podía medircuánta actitud fermenta en lo hondo de la dulzura,qué desesperanza se oculta en la abnegación, cuántoodio se mezcla con el amor. Un ser insultado mearrojaba a la cara aquella prueba de devoción; unniño, temeroso de perderlo todo, había hallado elmedio de atarme a él para siempre. Si había esperadoprotegerme mediante su sacrificio, debió pensar que

Page 247: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

yo lo amaba muy poco para no darse cuenta de queel peor de los males era el de perderlo.

Las lágrimas cesaron; los dignatarios que seme acercaban no tenían ya que desviar la miradade mi rostro, como si llorar fuera obsceno. Sereanudaron las visitas a las granjas modelo y a loscanales de irrigación; poco importaba la forma enque pasara mi tiempo. Mil rumores erróneos corríana propósito de mi desgracia; hasta en las barcas queseguían a la mía circulaban atroces historias queme avergonzaban. Yo dejaba decir; la verdad noera de las que se pueden andar gritando. A sumanera, las mentiras más maliciosas eran exactas;me acusaban de haberlo sacrificado, y en ciertosentido lo había hecho. Hermógenes, que metransmitía fielmente esos ecos del exterior, fueportador de algunos mensajes de la emperatriz. Sutono era digno, como ocurre casi siempre enpresencia de la muerte. Aquella compasióndescansaba en un malentendido: me compadecían,siempre y cuando me consolara pronto. Yo mismome consideraba casi tranquilo, y me sonrojaba desólo pensarlo. No sabía que el dolor contieneextraños laberintos por los cuales no habíaterminado de andar.

Todos buscaban distraerme. Pocos días despuésde nuestra llegada a Tebas, supe que la emperatrizy su séquito habían estado dos veces al pie del colosode Memnón, con la esperanza de escuchar elmisterioso sonido que brota de la piedra, famoso

Page 248: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

fenómeno que todos los viajeros desean presenciar.El prodigio no se había producido, y la supersticiónllevaba a suponer que ocurriría estando yo presente.Acepté acompañar a las mujeres al día siguiente;todos los medios eran buenos para acortar lainterminable duración de las noches otoñales. Porla mañana, a la hora undécima, Euforión entró enmi cámara para avivar la lámpara y ayudar avestirme. Subí a la cubierta; el cielo, aún negro, erael cielo de bronce de los poemas de Homero,indiferente a las alegrías y a los males de loshombres. Aquello había ocurrido hacía más deveinte días. Embarqué en la canoa; el corto viaje secumplió con no pocos gritos y sustos de las mujeres.

Desembarcamos cerca del Coloso. Una franjarosada se tendía en el oriente; empezaba un nuevodía. El misterioso sonido se produjo tres veces y merecordó el de la cuerda de un arco al romperse. Lainagotable Julia Balbila dio inmediatamente a luzvarios poemas. Las mujeres se fueron a visitar lostemplos, y las acompañé un rato a lo largo de losmuros acribillados de monótonos jeroglíficos. Mesentía abrumado por las colosales imágenes de reyestan parecidos entre sí, sentados uno junto al otrocon sus pies largos y chatos, y por esos bloquesinertes donde nada hay de lo que para nosotrosconstituye la vida, ni dolor, ni voluptuosidad, ni elmovimiento que libera los miembros, ni la reflexiónque organiza el mundo en torno a una cabezainclinada. Los sacerdotes que me guiaban parecían

Page 249: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

casi tan mal informados como yo sobre esasexistencias aniquiladas; de tiempo en tiempo surgíauna discusión a propósito de un nombre. Sabíanvagamente que cada uno de estos monarcas habíaheredado un reino, gobernado su pueblo,procreado su sucesor; eso era todo. Aquellas oscurasdinastías se remontaban más allá de Roma, más alláde Atenas, más allá del día en que Aquiles murióbajo los muros de Troya, más allá del cicloastronómico de cinco mil años calculado por Menónpara Julio César. Fatigado, despedí a los sacerdotesy descansé un rato a la sombra del Coloso antes devolver a la barca. Sus piernas estaban cubiertas hastalas rodillas de inscripciones griegas trazadas porlos viajeros: había nombres, fechas, una plegaria,un tal Servio Suavis, un tal Eumenes que habíaestado en ese mismo sitio seis siglos antes que yo,un cierto Panión que había visitado Tebas seis mesesatrás. Seis meses atrás... Un capricho nació en mí,que no había sentido desde los tiempos de niñocuando grababa mi nombre en la corteza de loscastaños, en un dominio español; el emperador quese negaba a hacer inscribir sus nombres y sus títulosen los monumentos que había erigido, desenvainósu daga y rasguñó en la dura piedra algunas letrasgriegas, una forma abreviada y familiar de sunombre: Α∆ΡΙΑΝΟ... Era, una vez más, lucharcontra el tiempo: un hombre, una suma de vidacuyos elementos innumerables nadie computaría,una marca dejada por un hombre perdido en esa

Page 250: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

sucesión de siglos. Y de pronto me acordé queestábamos en el vigésimo séptimo día del mes deAtir, en el quinto día anterior a nuestras calendasde diciembre. Era el cumpleaños de Antínoo; deestar vivo, hubiera tenido ese día veinte años.

Subí a bordo. La herida, cerradaprematuramente, volvía a abrirse. Grité, hundidala cara en la almohada que Euforión había deslizadobajo mi cabeza. Aquel cadáver y yo partíamos a laderiva, llevados en sentido contrario por doscorrientes del tiempo. El quinto día anterior a lascalendas de diciembre, el primero del mes de Atir:cada instante transcurrido hundía aún más esecuerpo, tapaba ese fin. Yo remontaba la pendienteresbaladiza, sirviéndome de mis uñas para exhumaraquel día muerto. Flegón, sentado de frente alumbral, sólo recordaba un ir y venir en la cabina depopa, gracias al rayo luminoso que lo habíamolestado cada vez que una mano empujaba elbatiente. Como un hombre acusado de un crimen,examinaba el empleo de mis horas: un dictado, unarespuesta al Senado de Éfeso... ¿A qué grupo depalabras correspondía aquella agonía? Reconstruíala curvatura de la pasarela bajo los pies presurosos,el ribazo árido, el enlosado plano, el cuchillo quecorta un bucle contra la sien; después, el cuerpoque se inclina, la pierna replegada para que la manopueda desatar la sandalia; y esa manera única deentreabrir los labios, cerrando los ojos. Aquelexcelente nadador había debido estar

Page 251: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

desesperadamente resuelto para asfixiarse en elnegro lodo. Trataba de imaginar esa revolución porla cual todos habremos de pasar, el corazón querenuncia, el cerebro que se nubla, los pulmones quecesan de aspirar la vida. Yo sufriré una convulsiónanáloga; un día moriré. Pero cada agonía esdiferente; mis esfuerzos por imaginar la suyaculminaban en una fabricación sin valor; él habíamuerto solo.

Resistí. He luchado contra el dolor como contrauna gangrena. Me acordaba de las obstinaciones,de las mentiras; me decía que hubiera cambiado,engordado, envejecido. Tiempo perdido: tal comoun obrero concienzudo se agota copiando una obramaestra, así me encarnizaba exigiendo a mi memoriauna insensata exactitud; recreaba aquel pecho altoy combado como un escudo. A veces la imagenbrotaba por si misma, y una ola de ternura mearrebataba; volvía a ver un huerto de Tíbur, el efebojuntando las frutas otoñales en su túnica recogida amodo de cesta. Todo faltaba a la vez: el camaradade las fiestas nocturnas, el adolescente que sesentaba sobre los talones para ayudar a Euforión,rectificar los pliegues de mi toga. De creer a lossacerdotes, su sombra también sufría, añorando elcálido abrigo de su cuerpo, y rondaba plañidera losparajes familiares, lejana y tan próxima; demasiadodébil momentáneamente para hacerme sentir supresencia. Si era cierto, entonces mi sordera era peorque la misma muerte. ¿Pero acaso había

Page 252: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

comprendido, aquella mañana, al joven viviente quesollozaba junto a mí? Chabrias me llamó una nochepara mostrarme en la constelación del Águila unaestrella, hasta entonces poco visible, que de prontopalpitaba como una gema, latía como un corazón.La convertí en su estrella, en su signo. Noche anoche me agotaba siguiendo su curso; vi extrañasfiguras en aquella región del cielo. Me creyeron loco,pero no tenía importancia.

La muerte es horrorosa, pero también lo es lavida. Todo hacía muecas. La función de Antínoeera un juego irrisorio: una ciudad más, un refugiopara los fraudes de los mercaderes, las exaccionesde los funcionarios, las prostituciones, el desorden,y para los cobardes que lloran a sus muertos antesde olvidarlos. La apoteosis era vana; aquelloshonores públicos sólo servirían para que eladolescente sirviera de pretexto a bajezas e ironías,para que fuera un objeto póstumo de deseo oescándalo, una de esas leyendas semi podridas quese amontonan en los recovecos de la historia. Miduelo no pasaba de un exceso, de un groserolibertinaje; seguía siendo aquel que aprovecha, aquelque goza, aquel que experimenta; el bienamado meentregaba su muerte. Un hombre frustrado llorabavuelto hacia sí mismo. Las ideas rechinaban, laspalabras se llenaban de vacío, las voces hacían susruidos de langostas en el desierto o de moscas enun montón de basura; nuestras barcas, con las velashinchadas como buches de palomas, servían de

Page 253: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

vehículo a la intriga y a la mentira; la estupidezestaba estampada en la frente de los hombres. Lamuerte asomaba por doquier en forma dedecrepitud o de podredumbre: la mancha en unfruto, la rotura imperceptible en el orillo de unacolgadura, una carroña en la ribera, las pústulas deun rostro, la señal de los azotes en la espalda de unmarinero. Sentía que mis manos estaban siemprealgo sucias. A la hora del baño, mientras abandonabaa los esclavos mis piernas para que las depilaran,miraba con asco ese cuerpo sólido, esa máquina casiindestructible que digería, andaba, era capaz dedormir, y que volvería a acostumbrarse un día a lasrutinas del amor. Sólo toleraba la presencia dealgunos servidores que se acordaban del muerto;ellos lo habían amado a su manera. Mi duelo hallabaeco en el dolor algo tonto de un masajista o del viejonegro encargado de las lámparas. Pero su pena noles impedía reír suavemente entre ellos, mientrastomaban el fresco a orilla del río. Una mañana,apoyado en las jarcias, vi en el sector reservado alas cocinas que un esclavo destripaba uno de esospollos que los egipcios hacen nacer por millares ensucio hornos; tomando con ambas manos el pegajosomontón de entrañas, las tiró al agua. Apenas tuvetiempo de volver la cabeza para vomitar. En Filaé,durante una fiesta, ofrecida por el gobernador, aun niño de tres años, oscuro como el bronce, hijode un portero nubio, se deslizó hasta las galeríasdel primer piso para contemplar los bailes,

Page 254: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

precipitándose desde lo alto. Se hizo todo lo posiblepor ocultar el incidente; el portero contenía sussollozos para no molestar a los huéspedes de suamo. Lo hicieron salir con el cadáver por la puertade las cocinas, pero a pesar de todo alcancé a versus hombros que se levantaban y bajabanconvulsivamente como si lo azotaran. Yo me sentíaasumiendo aquel dolor de padre, como habíaasumido el de Hércules, el de Alejandro, el dePlatón, que lloraban a sus amigos muertos. Hiceque dieran algunas monedas de oro al miserable;¿qué más podía hacer? Volví a verlo dos días mástarde: tendido al sol, en el umbral, se despiojababeatíficamente.

Afluían los mensajes. Pancratés me envió supoema, por fin terminado. No pasaba de unmediocre centón de hexámetros homéricos, pero elnombre que se repetía casi a cada línea lo tornabamás conmovedor para mí que muchas obrasmaestras. Numenio me hizo llegar una Consolaciónescrita conforme a las reglas del género, cuya lecturame llevó toda una noche; no faltaba en ella ningunode los esperados lugares comunes. Aquellas débilesdefensas alzadas por el hombre contra la muerte sedesarrollaban conforme a dos líneas de argumentos.La primera consistía en presentarla como a un malinevitable, recordándonos que ni la belleza, ni lajuventud, ni el amor, escapan a la podredumbre, ya probarnos por fin que la vida y su cortejo de malesson todavía más horribles que la muerte, por lo cual

Page 255: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

es preferible perecer que llegar a viejo. Estasverdades están destinadas a movernos a laresignación, pero lo que realmente justifican es ladesesperación. La segunda línea de argumentoscontradice la primera, pero nuestros filósofos nomiran las cosas demasiado cerca; ahora ya no setrata de resignarse a la muerte, sino de negarla. Eltratado sostenía que sólo el alma contaba;arrogantemente daba por sentada la inmortalidadde esa vaga entidad que jamás hemos visto funcionaren ausencia del cuerpo, antes de tomarse el trabajode probar su existencia. Yo no estaba tan seguro; sila sonrisa, la mirada, la voz, esas realidadesimponderables, habían sido aniquiladas, ¿por quéno el alma? No me parecía ésta más inmaterial queel calor del cuerpo. Me apartaba de los restos dondeya no habitaba esa alma; sin embargo era la únicacosa que me quedaba, mi única prueba de que eseser viviente había existido. La inmortalidad de laraza se consideraba como un paliativo de la muertede cada hombre, pero poco me importaba que lasgeneraciones de los bitinios se sucedieran hasta elfinal de los tiempos al borde del Sangarios. Sehablaba de gloria, bella palabra que dilata el corazón,pero con miras a establecer entre ella y lainmortalidad una confusión falaz, como si la huellade un ser fuese lo mismo que su presencia. En lugardel cadáver me mostraban al dios deslumbrante;yo mismo había hecho ese dios, creía a mi maneraen él, pero el más luminoso de los destinos póstumos

Page 256: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en lo hondo de las esferas estelares no compensabaaquella breve vida; el dios no me pagaba al vivienteperdido. Me indignaba el apasionamiento que poneel hombre en desdeñar los hechos en beneficio delas hipótesis y en no reconocer sus sueños comosueños. Entendía de otro modo mis obligaciones desobreviviente. Aquella muerte sería vana si yo notenía el coraje de mirarla cara a acara, de abrazaresas realidades del frío, del silencio, de la sangrecoagulada, de los miembros inertes, que el hombrecubre tan pronto de tierra y de hipocresía; meparecía mejor andar a tientas en las tinieblas sin elsocorro de lámparas vacilantes. Sentía que en tornoa mí empezaban a ofuscarse frente a un dolor tanprolongado; su violencia causaba mayor escándaloque su causa. Si me hubiera abandonado a lasmismas lamentaciones por la muerte de un hermanoo de un hijo, lo mismo me hubieran reprochadoque llorara como una mujer. La memoria de lamayoría de los hombres es un cementerioabandonado donde yacen los muertos que aquelloshan dejado de honrar y de querer. Todo dolorprolongado es un insulto a ese olvido. Las barcasnos trajeron otra vez al lugar donde empezaba alevantarse Antínoe. Eran menos numerosas que ala partida; Lucio, a quien había visto muy poco, sevolvía a Roma, donde su joven esposa acababa dedar a luz a un niño. Su partida me libraba de nopocos curiosos e importunos. Los trabajos deconstrucción alteraban la forma del ribazo; el plano

Page 257: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de los futuros edificios se esbozaba entre montonesde tierra removida. Pero ya no pude reconocer ellugar exacto del sacrificio. Los embalsamadoresentregaron su obra; el delgado ataúd de cedro fuepuesto en un sarcófago de pórfido, de pie en la salamás secreta del templo. Me acerqué tímidamente almuerto. Parecía disfrazado; el rígido tocado egipciocubría los cabellos. Las piernas, ceñidas por lasvendas, no eran más que un paquete blanco, peroel perfil del joven halcón no había cambiado; laspestañas vertían sobre las mejillas pintadas unasombra que reconocí. Antes de terminar el vendajede las manos, quisieron que admirase las uñas deoro. Empezaron las letanías; por boca de lossacerdotes, el muerto declaraba haber sidoperpetuamente veraz, perpetuamente casto,perpetuamente compasivo y justo, jactándose devirtudes que, de haberlas practicado, lo hubieranpuesto al margen de sus semejantes para siempre.El rancio olor del incienso llenaba la sala; a travésde una nube trataba de lograr la ilusión de unasonrisa; el hermoso rostro inmóvil parecía temblar.Asistí a los pases mágicos mediante los cuales lossacerdotes obligan al alma del muerto a encarnaruna parcela de sí misma en el interior de las estatuasque conservarán su memoria; asistí a otrosexorcismos aún más extraños. Cuando todo huboterminado, ajustaron la máscara de oro moldeadasobre la mascarilla de cera que coincidíaexactamente con las facciones. Aquella hermosa

Page 258: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

superficie incorruptible no tardaría en reabsorbersus posibilidades de irradiación y de calor, yaciendopara siempre en la caja herméticamente cerrada,símbolo inerte de inmortalidad. Pusieron sobre supecho un ramillete de acacias. Doce hombrescolocaron en su sitio la pesada tapa. Pero yo vacilabatodavía acerca del emplazamiento de la tumba.Recordaba que al ordenar por doquiera las fiestasapoteósicas, los juegos fúnebres, la acuñación demonedas, las estatuas en las plazas públicas, habíahecho una excepción con Roma, temiendo aumentarla animosidad que en mayor o menor grado rodeasiempre a un favorito extranjero. Me dije que nosiempre estaría allí para proteger su sepultura. Elmonumento previsto en las puertas de Antínoe meparecía igualmente demasiado público, y por tantopoco seguro. Acepté el consejo de los sacerdotes.Me indicaron, en el flanco de una montaña de lacadena arábiga, a unas tres leguas de la ciudad, unade las cavernas que los reyes de Egipto utilizabanantaño como pozos funerarios. Un tiro de bueyesarrastró el sarcófago por la pendiente. Con ayudade cuerdas se lo hizo resbalar por los corredoressubterráneos, hasta dejarlo apoyado contra la paredde roca. El niño de Claudiópolis descendía a la tumbacomo un faraón, como un Ptolomeo. Lo dejamossolo. Entraba en esa duración sin aire, sin luz, sinestaciones y sin fin, frente a la cual toda vida pareceefímera; había alcanzado la estabilidad, quizá lacalma. Los siglos contenidos en el seno opaco del

Page 259: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tiempo pasarían por millares sobre esa tumba sindevolverle la existencia, pero sin agregar nada a lamuerte, sin poder impedir que un día hubiera sido.Hermógenes me tomó el brazo para ayudarme aremontar el aire libre; sentí casi alegría al ,volver ala superficie, al ver de nuevo el frío cielo azul entredos filos de rocas rojizas. El resto del viaje fue breve.En Alejandría, la emperatriz se embarcó rumbo aRoma.

Page 260: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

DISCIPLINA AVGVSTA

Volví por tierra a Grecia. El viaje fue largo.Tenía razones para pensar que aquélla sería miúltima gira oficial por Oriente, y quería más quenunca verlo todo por mis propios ojos. Antioquía,donde me detuve algunas semanas, se me aparecióbajo una nueva luz; ya no era tan sensible comoantaño a los prestigios de los teatros, las fiestas, lasdelicias de los jardines de Dafné, el amontonamientoabigarrado de las multitudes. Advertía con mayorfuerza la eterna ligereza de aquel pueblo maldicientey burlón, que me recordaba al de Alejandría, lanecedad de los pretendidos ejercicios intelectuales,el trivial despliegue de lujo de los ricos. Casi ningunode aquellos notables comprendía la totalidad de misprogramas de obras y reformas en Asia; secontentaban con aprovecharse de ellos para suciudad, y sobre todo para su propio beneficio. Meencantaba la idea de trasladar la capital de laprovincia a Esmirna o Pérgamo, pero los defectosde Antioquía eran los de cualquier gran metrópolis;no hay ciudad de esa importancia que no los tenga.

Page 261: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Mi repugnancia hacia la vida urbana me indujo aconsagrarme aún más a las reformas agrarias;completé la larga y compleja reorganización de losdominios imperiales en Asia Menor, por la cual loscampesinos lograron mejoras y el Estado también.En Tracia fui a visitar Andrinópolis, donde losveteranos de las campañas dacias y sármatas sehabían congregado atraídos por donaciones detierras y reducciones de impuestos. Un plan análogodebería aplicarse en Antínoe. Hacia mucho quehabía concedido exenciones análogas a los médicosy profesores de todas partes, con la esperanza defavorecer el mantenimiento y el desarrollo de unaclase media seria e instruida. Conozco sus defectos,pero un Estado sólo se mantiene gracias a ella.

Atenas seguía siendo la etapa preferida; memaravillaba que su belleza dependiera tan poco delos recuerdos, ya fueran míos o históricos; la ciudadparecía nueva cada mañana. Esta vez me instalé encasa de Arriano. Iniciado como yo en Eleusis, habíasido adoptado luego de ello por una de las grandesfamilias sacerdotales del territorio ático, la de losKerikés, tal como yo fuera adoptado por la de losEumólpidas. Se había casado con una jovenateniense, fina y orgullosa. Ambos me rodeaban dediscretos cuidados. Su casa se hallaba situada a pocospasos de la nueva biblioteca que yo había donado aAtenas y en la que no faltaba nada de lo que puedeayudar a la meditación o al reposo que la precede:asientos cómodos, calefacción adecuada durante los

Page 262: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

inviernos con frecuencia rigurosos, escaleras parallegar a las galerías donde se guardan los libros, elalabastro y el oro de un lujo discreto y sereno. Laelección y el emplazamiento de las lámparas habíansido objeto de particular cuidado. Cada vez sentíamayor necesidad de recopilar y conservar losvolúmenes antiguos, y encargar a escribasconcienzudos de que hicieran copias nuevas. Tanbella tarea no me parecía menos urgente que laayuda a los veteranos o los subsidios a las familiasprolíficas y pobres; me decía que bastarían algunasguerras, con la miseria que las acompaña, y unpendo de grosería o salvajismo bajo el reinado dealgún príncipe perverso, para que los pensamientosconservados con ayuda de aquellos frágiles objetosde fibras y de tinta perecieran para siempre. Todohombre lo bastante afortunado para beneficiarse enmayor o menor medida de aquel legado cultural seme antoja responsable de él, su fideicomisario anteel género humano.

Mucho leí durante aquel periodo. Habíaconvencido a Flegón para que compusiera, con elnombre de Olimpíadas, una serie de crónicas quecontinuarían las Helénicas de Jenofonte y queterminarían en mi reino; plan atrevido, en cuantoconvertía la inmensa historia de Roma en una simplecontinuación de la de Grecia. El estilo de Flegón esenojosamente seco, pero de todas maneras vale lapena reunir y dejar sentados los hechos. El proyectome despertó el deseo de releer a los historiadores

Page 263: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de antaño. Su obra, comentada por mi propiaexperiencia, me llenó de ideas sombrías. La energíay buena voluntad de cada estadista parecían pocacosa frente a ese acaecer fortuito y fatal a la vez, esetorrente de sucesos demasiado confusos paraadmitir una previsión, una dirección o un juicio.También me atraían los poetas; amaba evocar desdeun lejano pasado esas pocas voces plenas y puras.Llegué a sentirme amigo de Teognis, el aristócrata,el exiliado, el observador sin ilusión ni indulgenciade las acciones humanas, siempre pronto adenunciar esos errores y esas faltas que llamamosnuestros males. Aquel hombre tan lúcido habíasaboreado las punzantes delicias del amor; a pesarde las sospechas, los celos, los agravios recíprocos,su relación con Cirno se prolongó hasta la vejez deluno y la edad madura del otro; la inmortalidad queprometía al joven de Megara era algo más que unapalabra vana, puesto que su recuerdo llegaba hastamí desde más allá de seis siglos. De todos los poetasantiguos, Antímaco fue empero el que más me atrajo;estimaba ese estilo oscuro y denso, las frases ampliasy a la vez condensadas al máximo, grandes copasde bronce llenas de un vino espeso. Prefería su relatodel periplo de Jasón a los Argonautas de Apolonio.Antímaco había comprendido mejor el misterio delos horizontes y los viajes, la sombra que proyectael hombre efímero sobre los paisajes eternos. Habíallorado apasionadamente a su esposa Lydyé, dandoel nombre de la muerta a un extenso poema donde

Page 264: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

figuraban todas las leyendas de dolor y de duelo.Lydyé, a quien quizá yo no habría mirado en vida,se me convertía en una figurilla familiar, más queridaque muchos personajes femeninos de mi propiaexistencia. Aquellos poemas, casi olvidados sinembargo, me devolvían poco a poco la confianzaen la inmortalidad.

Revisé mis propias obras: los poemas de amor,los de circunstancias, la oda a la memoria de Plotina.Llegaría el día en que alguien tuviera deseos de leertodo eso. Un grupo de versos obscenos me hizovacilar, pero acabé por incluirlos. Nuestros poetasmás honestos los escriben parecidos. Para ellos sonun juego; yo hubiera preferido que los míos fuesenotra cosa, la exacta imagen de una verdad desnuda.Pero ahí, como en todo, los lugares comunes nosencarcelan; empezaba a comprender que la audaciadel espíritu no basta para librarse de ellos y que elpoeta sólo triunfa de las rutinas y sólo impone supensamiento a las palabras gracias a esfuerzos tanprolongados y asiduos como mis tareas deemperador. Por mi parte no podía pretender másque a la buena suerte del aficionado; demasiadoseria ya si de todo aquel fárrago subsistían dos otres versos. Por aquel entonces, sin embargo, tuveintención de escribir una obra asaz ambiciosa, parteen prosa y parte en verso, donde quería hacer entrara la vez lo serio y lo irónico, los hechos curiososobservados a lo largo de mi vida, mis meditaciones,algunos sueños. Todo ello hubiera sido enlazado

Page 265: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

con un hilo muy fino y habría servido para exponeruna filosofía que era ya la mía, la idea heraclitianadel cambio y el retorno. Pero he acabado dejandode lado un proyecto tan vasto.

Ese mismo año sostuve varias conversacionescon la sacerdotisa que me había iniciado antaño enEleusis y cuyo nombre debe permanecer secreto;las modalidades del culto de Antínoo fueronestablecidas una por una. Los grandes símboloselusinos seguían destilando para mí una virtudcalmante; acaso el mundo carece de sentido, perosi tiene alguno en Eleusis está expresado más sabiay noblemente que en cualquier otra parte. Bajo lainfluencia de aquella mujer decidí trazar lasdivisiones administrativas de Antínoe, sus demos,sus calles, sus bloques urbanos, plano del mundodivino a la vez que imagen transfigurada de mipropia vida. Todo tenía allí participación, Hestia yBaco, los dioses del hogar y los de la orgía, lasdivinidades celestes y las de ultratumba. Incorporéa mis antepasados imperiales, Trajano y Nerva, paraque fueran parte integrante de aquel sistema desímbolos. Plotina también estaba allí; la bondadosaMatidia quedaba asimilada a Deméter; y mi mujer,con la cual mantenía en esa época relacionesbastante cordiales, figuraba en el cortejo de personasdivinas. Meses más tarde di el nombre de mihermana Paulina a uno de los barrios de Antínoe.Había acabado querellándome con la esposa deServiano pero, después de muerta, Paulina

Page 266: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

recobraba en aquella ciudad del recuerdo su lugarúnico de hermana. El triste sitio se convertía enparaje ideal de reuniones y recuerdos, CamposElíseos de una vida donde las contradicciones seresuelven, donde todo, en su plano, es igualmentesagrado.

De pie junto a una ventana de la casa deArriano, frente a la noche sembrada de astros,meditaba en la frase que los sacerdotes egipcioshabían hecho grabar en el ataúd de Antínoo:Obedeció la orden del cielo. ¿Sería posible que el cielonos intimidara sus órdenes y que los mejores deentre nosotros las escucharan allí donde el resto delos hombres sólo percibe un silencio aplastante? Lasacerdotisa eleusina y Chabrias lo creían así.Hubiera querido poder darles la razón. Volvía aver con el pensamiento aquella palma de la manoalisada por la muerte, tal como la había contempladopor última vez la mañana del embalsamamiento;las líneas que antaño me inquietaran ya no se veían;ocurría con ellas lo que con las tabletas de cera enlas cuales se borra la orden cumplida. Pero esasafirmaciones de lo alto iluminan sin infundir calor,como la luz de las estrellas, y la noche en torno esaún más sombría. Si el sacrificio de Antínoo habíasido pesado a mi favor en alguna balanza divina,los resultados de aquel horrible don de sí mismo nose manifestaban todavía; sus beneficios no eran losde la vida, y ni siquiera los de la inmortalidad. Apenasme atrevía a buscarles un nombre. A veces, a raros

Page 267: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

intervalos, un débil resplandor palpitaba fríamenteen el horizonte de mi cielo, sin embellecer al mundoni a mí mismo; seguía sintiéndome más laceradoque salvado.

Por aquel entonces Cuadrato, obispo de loscristianos, me envió una apología de su fe. Habíayo tenido por principio mantener frente a esa sectala línea de conducta estrictamente equitativa quesiguiera Trajano en sus mejores días; acababa derecordar a los gobernadores de provincia que laprotección de las leyes se extiende a todos losciudadanos, y que los difamadores de los cristianosserían castigados en caso de que los acusaran sinpruebas. Pero toda tolerancia acordada a losfanáticos los mueve inmediatamente a creer que sucausa merece simpatía. Me cuesta creer queCuadrato confiara en convertirme en cristiano; seacomo fuese, se obstinó en probarme la excelenciade su doctrina, y sobre todo su inocuidad para elEstado. Leí su obra; mi curiosidad llegó al punto depedir a Flegón que reuniera noticias sobre la vidadel joven profeta Jesús, fundador de la secta, quemurió víctima de la intolerancia judía hace unoscien años. Aquel joven sabio parece haber dejadopreceptos muy parecidos a los de Orfeo, con quiensuelen compararlo sus discípulos. A través de lamonocorde prosa de Cuadrato, no dejaba desaborear el encanto enternecedor de esas virtudesde gente sencilla, su dulzura, su ingenuidad, laforma en que se aman los unos a los otros; todo eso

Page 268: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

se parecía mucho a las hermandades que los esclavoso los pobres fundan por doquiera para honrar anuestros dioses en los barrios populosos de lasciudades. En el seno de un mundo que, pese a todosnuestros esfuerzos, sigue mostrándose duro eindiferente a las penas y a las esperanzas de loshombres, esas pequeñas sociedades de ayuda mutuaofrecen a los desventurados un punto de apoyo yuna confrontación. Pero no dejaba por ello deadvertir ciertos peligros. La glorificación de lasvirtudes de los niños y los esclavos se cumplía aexpensas de cualidades más viriles y más lúcidas.Bajo esta inocencia recatada y desvaída adivinabala feroz intransigencia del sectario frente a formasde vida y de pensamiento que no son las suyas, elinsolente orgullo que lo mueve a preferirse al restode los hombres y su visión voluntariamentedeformada. No tardé en cansarme de losargumentos capciosos de Cuadrato y de esos retazosde filosofía torpemente extraídos de los escritos denuestros sabios. Chabrias, siempre preocupado porel culto que debe ofrecerse a los dioses, se inquietabaante los progresos de esa clase de sectas en elpopulacho de las grandes ciudades; temía pornuestras antiguas religiones, que no imponen alhombre el yugo de ningún dogma, se prestan ainterpretaciones tan variadas como la naturalezamisma y dejan que los corazones austeros inventensi así les parece una moral más elevada, sin sometera las masas a preceptos demasiado estrictos que en

Page 269: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

seguida engendran la sujeción y la hipocresía.Arriano compartía estos puntos de vista; pasamostoda una noche discutiendo el mandamiento queexige amar al prójimo como a uno mismo; yo loencontraba demasiado opuesto a la naturalezahumana como para que fuese obedecido por elvulgo, que nunca amará a otro que a sí mismo, ytampoco se aplicaba al sabio, que está lejos de amarsea sí mismo.

Por lo demás el pensamiento de nuestrosfilósofos me parecía igualmente limitado, confuso oestéril. Tres cuartas partes de nuestros ejerciciosintelectuales no pasan de bordados en el vacío; mepreguntaba si esa creciente vacuidad se debería auna disminución de la inteligencia o a unadecadencia del carácter; sea como fuere, lamediocridad espiritual aparecía acompañada en casitodas partes por una asombrosa bajeza del alma.Había encargado a Herodes Ático que vigilara laconstrucción de una red de acueductos en la Tróade;se valió de ello para derrochar vergonzosamentelos denarios públicos. Llamado a rendir cuentas,respondió con insolencia que era lo bastante ricopara cubrir el déficit; su riqueza misma era unescándalo. Su padre, muerto poco antes, se habíaarreglado para desheredarlo discretamente,multiplicando las dádivas a los ciudadanos deAtenas; Herodes rehusó redondamente pagar loslegados paternos, de donde resultó un proceso quedura todavía.

Page 270: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

En Esmirna, Polemón, mi familiar de antaño,se permitió arrojar a la calle a una diputación desenadores romanos que había creído poder contarcon su hospitalidad. Tu padre Antonino, el másbondadoso de los hombres, perdió la paciencia; elestadista y el sofista acabaron yéndose a las manos;aquel pugilato indigno de un futuro emperador loera aún más de un filósofo griego. Favorino, el ávidoenano a quien había colmado de dinero y honores,repartía por todas partes epigramas a mi costa. Dehacerle caso, las treinta legiones que mandaba eranmis únicos argumentos válidos en las justasfilosóficas que tenía la vanidad de sostener, y dondeél se cuidaba de dejar la última palabra al emperador.Con ello me tachaba a la vez de presunción y detontería, presumiendo por su parte de una raracobardía. Pero los pedantes se irritan siempre deque conozcamos tan bien como ellos su mezquinooficio. Todo servia de pretexto a sus malignasobservaciones. Había hecho yo incluir en losprogramas escolares las obras demasiado olvidadasde Hesíodo y de Ennio; los espíritus rutinarios meatribuyeron inmediatamente el deseo de destronara Homero y al límpido Virgilio, a quien sin embargocitaba sin cesar. Con gentes así no se podía hacernada.

Arriano valía más. Me gustaba hablar con élde cualquier cosa. Había guardado un recuerdodeslumbrado y grave del adolescente de Bitinia. Yole agradecía que colocara aquel amor, del que había

Page 271: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

sido testigo, al nivel de las grandes pasionesrecíprocas de antaño. Hablábamos de él algunasveces, pero nunca jamás se dijera una mentira, teníaa veces la impresión de que nuestras palabras seteñían de una cierta falsedad; la verdad desaparecíabajo lo sublime. También Chabrias terminó pordecepcionarme; había tenido por Antínoo la ciegaabnegación de un anciano esclavo por su joven amo,pero tanto lo ocupaba el culto del nuevo dios, queparecía haber perdido casi por completo el recuerdodel ser viviente. Por lo menos Euforión, mi servidornegro, lo había visto todo de más cerca. Arriano yChabrias me eran muy queridos y no me sentía ennada superior a esos dos hombres tan honrados,pero a veces me parecía ser el único que se esforzabapor seguir teniendo los ojos abiertos.

Sí, Atenas era siempre bella, y no lamentabahaber impuesto disciplinas griegas a mi vida. Todolo que poseemos de humano, de ordenado y lúcido,a ellas se lo debemos. Pero a veces me decía que laseriedad algo pesada de Roma, su sentido de lacontinuidad y su gusto por lo concreto habían sidonecesarios para transformar en realidad lo que enGrecia seguía siendo una admirable concepción delespíritu, un bello impulso del alma. Platón habíaescrito La República y glorificado la idea de lo Justo,pero sólo nosotros, instruidos por nuestros propioserrores, nos esforzábamos penosamente por hacerdel Estado una máquina capaz de servir a loshombres, con el menor riesgo posible de triturarlos.

Page 272: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Griega es la palabra filantropía, pero el legista SalvioJuliano y yo trabajamos para mejorar la miserablecondición del esclavo. La asiduidad, la seriedad, laaplicación en el detalle que corrige la audacia de lasconcepciones generales, habían sido para mivirtudes aprendidas en Roma. Me ocurría tambiénencontrar en lo más hondo de mí mismo los paisajesmelancólicos de Virgilio, sus crepúsculos veladosde lágrimas. Iba aún más allá: reconocía otra vez laardiente tristeza de España y su árida violencia,pensaba en las gotas de sangre celta, ibera, quizápúnica, que habían debido de infiltrarse en las venasde los colonos romanos del municipio de Itálica: meacordaba de que mi padre había sido llamado elAfricano. Grecia me había ayudado a valorar esoselementos no griegos. Lo mismo ocurría conAntínoo, de quien había hecho la imagen misma deese país apasionado por la belleza y del cual seríaacaso el último dios. Y sin embargo la Persia refinaday la salvaje Tracia se habían aliado en Bitinia con lospastores de la antigua Arcadia; aquel perfildelicadamente curvo recordaba el de los pajes deOsroes; el ancho rostro de pómulos salientes era elde los jinetes tracios que galopan a orillas del Bósforoy que prorrumpen al anochecer en roncos cantostristes. Ninguna fórmula era lo bastante completapara contenerlo todo.

Terminé aquel año la revisión de la constituciónateniense, comenzada mucho antes. En la medidade lo posible volvía a las viejas leyes democráticas

Page 273: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de Clístenes. La reducción del número defuncionarios aliviaba las cargas del Estado. Me opuseal desastroso sistema de impuesto que por desgraciase sigue aplicando aquí y allá en las administracioneslocales. Las fundaciones universitarias, establecidasen la misma época, ayudaron a Atenas a convertirseotra vez en un importante centro de estudios. Losgustadores de belleza, que afluyeran a la ciudadantes que yo, se habían contentado con admirar susmonumentos sin inquietarse de la creciente penuriade sus habitantes. Habíame esforzado, en cambio,por multiplicar los recursos de aquella tierra pobre.Uno de los grandes proyectos de mi reinadoculminó poco tiempo antes de mi partida: la creaciónde embajadas anuales, gracias a las cuales losproblemas del mundo griego se tratarían desdeentonces en Atenas, devolvió a aquella ciudadmodesta y perfecta su categoría de metrópoli. Elplan sólo había podido materializarse luego deespinosas negociaciones con las ciudades celosasde la supremacía de Atenas, o que alimentabanrencores seculares y anticuados; poco a poco,empero, la razón y hasta el entusiasmo lograronventaja. La primera de aquellas asambleas coincidiócon la apertura del Olimpión al culto público; eltemplo se convertía, más que nunca, en el símbolode una Grecia renovada.

La ocasión fue celebrada con una serie deespectáculos muy bien realizados, que tuvieronlugar en el teatro de Dionisos. Asistí a ellos,

Page 274: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ocupando un sitial apenas más elevado que el delhierofante; el sacerdote de Antínoo tenía ya su lugarentre los notables y el clero. Había hecho agrandarel escenario, adornado con nuevos bajorrelieves;en uno de ellos, mi joven bitinio recibía de las diosaseleusinas algo así como un derecho de ciudadeterno. En el estadio de las Panateneas, convertidodurante algunas horas en el bosque de la fábula,organicé una cacería en la que figuraron milanimales salvajes, reanimando así en el breve tiempode una fiesta la ciudad agreste y salvaje de Hipólito,servidor de Diana, y de Teseo, compañero deHércules. Pocos días después abandoné Atenas.Desde entonces no he vuelto a ella.

La administración de Italia, abandonadadurante siglos a la voluntad de los pretores, no habíasido nunca codificada definitivamente. El Edictoperpetuo, que la fija de una vez por todas, data deesta época de mi vida; llevaba años manteniendocorrespondencia con Salvio Juliano acerca de lasreformas, y mi retorno a Roma aceleró surealización. No se trataba de privar de sus libertadesa las ciudades italianas; por el contrario, allí comoen cualquier parte teníamos el máximo interés enno imponer por la fuerza una unidad ficticia; measombra incluso que esos municipios, algunos deellos más antiguos que Roma, estén tan dispuestosa renunciar a sus costumbres; a veces muy sabias,para asimilarse en un todo a la capital. Mi propósito

Page 275: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

era tan sólo el de reducir la frondosa masa decontradicciones y abusos que acaban por convertirel derecho y los procedimientos en un matorraldonde las gentes honestas no se animan aaventurarse, mientras los bandidos prosperan a suabrigo. Estas tareas me obligaron a viajar muchopor el interior de la península. Residí varias vecesen Bayas, en la antigua villa de Cicerón que habíacomprado al comienzo de mi principado; meinteresaba la provincia de Campania, que merecordaba a Grecia. A orillas del Adriático, en lapequeña ciudad de Adria de donde cuatro siglosatrás mis antepasados habían emigrado a España,recibí los honores de las más altas funcionesmunicipales; junto al mar tempestuoso cuyo nombrellevo, volví a encontrar las urnas familiares en uncolumbario en ruinas. Pensaba en aquellos hombresde quienes no sabía casi nada, pero de los cualeshabía salido; su raza terminaba en mí.

En Roma se ocupaban de agrandar mi colosalmausoleo, cuyos planos habían sido hábilmentemodificados por Decriano; aun hoy siguentrabajando en él. Egipto me inspiraba esas galeríascirculares, esas rampas que se deslizan hacia salassubterráneas. Había concebido la idea de un palaciode la muerte que no quedara exclusivamentereservado para mí o mis sucesores inmediatos, sinoal cual vendrían a descansar los emperadoresfuturos, separados de nosotros por una perspectivade siglos; así, príncipes aún no nacidos tienen ya

Page 276: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

señalado su lugar en la tumba. Me ocupaba tambiénde adornar el cenotafio elevado en el Campo deMarte en memoria de Antínoo, para el cual un navíode fondo plano había desembarcado obeliscos yesfinges procedentes de Alejandría. Un nuevoproyecto me absorbió largamente, y aún mepreocupa: el Odeón, biblioteca modelo, provista desalas de clase y de conferencias, que constituiría uncentro de cultura griega en Roma. Le di menosesplendor que a la nueva biblioteca de Éfeso,construida tres o cuatro años atrás, y menoselegancia amable que a la de Atenas. Quería hacerde esta fundación una émula, ya que no la igual delMuseo de Alejandría; su desarrollo futuro será detu incumbencia. Mientras me ocupo de ella, suelopensar en la hermosa inscripción que Plotina habíahecho grabar en el umbral de la biblioteca creadapor sus afanes en pleno foro de Trajano: Hospital delalma.

La Villa estaba lo bastante terminada como paraque pudiera hacer trasladar a ella mis colecciones,mis instrumentos de música y los millares de libroscomprados aquí y donde todo había sidocuidadosamente dispuesto, desde los platos hastala lista bastante restringida de mis convidados.Quería que todo se acordara con la apacible bellezade los jardines y las salas; que los frutos fueran tanexquisitos como los conciertos, y la disposición delos servicios tan precisa como el cincelado de lasbandejas de plata. Por primera vez me interesé por

Page 277: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

la elección de los platos; ordené que las otras fuerantraídas del Lucrino, mientras los cangrejos deberíanvenir de los ríos galos. Enemigo de la pomposanegligencia que caracteriza con frecuencia la mesaimperial, fijé como regla que cada plato me seríamostrado antes de ser servido al más insignificantede mis invitados; insistía en verificar personalmentelas cuentas de los cocineros y hosteleros; recordaba,a veces, que mi abuelo había sido avaro. El pequeñoteatro griego de la Villa, y el teatro latino apenasmás grande, no estaban aún terminados, pero apesar de ello hice representar algunas obras,tragedias y pantomimas, dramas musicales yatelanas. Me gustaba sobre todo la gimnástica sutilde las danzas; descubrí que sentía cierta debilidadpor las danzarinas de crótalos, que me recordabanla comarca de Gades, los primeros espectáculos aque había asistido de niño. Amaba ese ruido seco,los brazos levantados, el despliegue o el replieguede los velos, la bailarina que deja de ser mujer paraconvertirse en nube o en pájaro, en ola o en trirreme.Llegué a aficionarme pasajeramente a una deaquellas criaturas. Las perreras y las caballerizasno habían sido descuidadas en mi ausencia; volví aencontrar el pelaje duro de los sabuesos, la sedosapiel de los caballos, las hermosas jaurías con sussirvientes. Organicé algunas partidas de caza en laUmbría, a orillas del lago Trasimeno, y también cercade Roma, en los bosques de Alba. El placer habíarecobrado su lugar en mi vida; mi secretario

Page 278: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Onésimo me servia de proveedor. Sabía cuándo erapreciso evitar ciertos parecidos, o cuándo debíabuscarlos. Pero aquel amante presuroso y distraídono era amado. Aquí y allá daba con algún ser mástierno o más fino que los demás, alguien que valíala pena escuchar y quizá volver a ver. Aquellasfelices ocasiones eran escasas, probablemente porculpa mía. Por lo regular me contentaba consatisfacer o engañar mis apetitos. En otros momentossentía frente a esos juegos una indiferencia de viejo.

En las horas de insomnio andaba por loscorredores de la Villa, errando de sala en sala,turbando a veces a un artesano que trabajaba paracolocar un mosaico en su sitio. Estudiaba al pasarun sátiro de Praxiteles, y me detenía ante las efigiesdel muerto. Cada habitación tenía la suya, así comocada pórtico. Con la mano protegía la llama de milámpara, mientras rozaba con un dedo aquel pechode piedra. Las confrontaciones complicaban la tareade la memoria; desechaba, como quien aparta unacortina, la blancura del mármol de Paros o delPenélico, remontando lo mejor posible de loscontornos inmovilizados a la forma viviente, de lapiedra dura a la carne. Continuaba luego mi ronda;la estatua interrogada volvía a sumirse en la noche,mientras mi lámpara me mostraba una nuevaimagen a pocos pasos; aquellas grandes figurasblancas no diferían en nada de los fantasmas.Pensaba amargamente en los pases con los cualeslos sacerdotes egipcios habían atraído el alma del

Page 279: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

muerto al interior de los simulacros de madera queemplean para su culto. Yo había hecho como ellos,hechizando piedras que a su vez me habíanhechizado. Nunca más escaparía a ese silencio, aesa frialdad más próxima a mí desde entonces queel calor y la voz de los vivos; contemplabarencorosamente aquel rostro peligroso, de huyentesonrisa. Y sin embargo, horas después, mientrasyacía tendido en mi lecho, decidía ordenar unanueva estatua a Pappas de Afrodisia; le exigiría unmodelo más exacto de las mejillas. Allí donde seahondan apenas bajo la sien, una inclinación mássuave del cuello hacia el hombro; a las coronas depámpanos o a los nudos de piedras preciosas,sucedería el esplendor de los rizos desnudos. Jamásdejaba de hacer ahuecar aquellos bajorrelieves oaquellos bustos para rebajar su peso y facilitar sutransporte. Los que guardaban mayor semejanzame han acompañado por doquier; ya ni siquierame importa que sean hermosas o no.

Aparentemente mi vida era la cordura misma.Me aplicaba con mayor firmeza que nunca a mioficio de emperador, mostrando más discernimientoallí donde quizá faltaba algo de ardor de otrostiempos. Había perdido en parte mi gusto por lasideas y las relaciones nuevas, así como la flexibilidadintelectual que me permitía asociarme alpensamiento ajeno y aprovecharme de él a la vezque lo jugaba. Mi curiosidad, que antaño me habíaparecido el resorte mismo de mi pensar, y uno de

Page 280: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

los fundamentos de mi método, sólo se ejercía ahoraen las cosas más fútiles; abría las cartas destinadas amis amigos, que acababan ofendiéndose; aquellaojeada a sus amores y a sus querellas conyugalesme divirtió cierto tiempo. En mi actitud se mezclabaademás una parte de sospecha; durante varios díasme dominó el terror al veneno, terror atroz queantaño había visto en la mirada de Trajano enfermo,y que un príncipe no se atreve a confesar puesparece grotesco hasta que los acontecimientos lojustifican. Semejante obsesión asombra en unhombre que se ha sumido en la meditación de lamuerte, mas no pretendo ser más consecuente quelos demás. Secretos furores, impaciencias salvajes,me dominaban ante las menores fruslerías y lasbajezas más triviales, así como una repugnancia dela cual no me exceptuaba a mí mismo. Juvenal seatrevió a insultar en una de sus Sátiras al mismoParis, que me placía. Estaba harto de ese poetaengreído y gruñón; me incomodaba su groserodesprecio por el Oriente y Grecia, su gusto afectadopor la supuesta sencillez de nuestros padres y esamezcla de detalladas descripciones del vicio yvirtuosas declamaciones, que excita los sentidos dellector a la vez que tranquiliza su hipocresía. Sinembargo, dada su calidad de hombre de letras, teníaderecho a ciertas contemplaciones; lo mandé llamara Tíbur para notificarle personalmente su sentenciade destierro. El denigrador del lujo y los placeresde Roma podrían estudiar sobre el terreno las

Page 281: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

costumbres provincianas; sus insultos al bello Parisseñalaban el fin de su propia obra. También en esaépoca Favorino se instaló en su cómodo exilio deChios, donde no me desagradaría por mi parte vivir;desde allí su agria voz ya no podría alcanzarme. Ytambién en aquellos días hice expulsarignominiosamente de una sala de festines a unmercader de sabiduría, un cínico roñoso que sequejaba de morirse de hambre como si semejantebasura mereciera otra cosa. Grande fue mi placercuando vi a aquel charlatán, doblado en dos por elespanto, desaparecer en medio del ladrido de losperros y la risa burlona de los pajes; la canallafilosófica y letrada no me inspiraba ya el menorrespeto.

Las menores equivocaciones de la vida políticame exasperaban, así como en la Villa me irritaba lamás pequeña irregularidad de un pavimento, lamenor mancha de cera en el mármol de una mesa,el más insignificante defecto de un objeto quehubiera querido sin imperfección y sin tacha. Uninforme de Arriano, recientemente nombradogobernador de Capadocia, me puso en guardiacontra Farasmanés, quien en su pequeño reino aorillas del Mar Caspio continuaba el doble juegoque tan caro nos había costado en tiempos deTrajano. El reyezuelo lanzaba solapadamente contranuestras fronteras a las hordas de bárbaros alanos,y sus querellas con Armenia comprometían la pazen Oriente. Llamado a Roma, se negó a presentarse,

Page 282: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tal como se había negado cuatro años atrás a asistira la conferencia de Samosata. A guisa de excusa meenvió un regalo de trescientos ropajes de oro;ordené que los vistieran otros tantos criminalesentregados a las fieras del circo. Esta decisión pocoprudente me satisfizo como el gesto de un hombreque se rasca hasta hacerse sangre.

Tenía un secretario, personaje mediocre aquien conservaba porque estaba al tanto de losprocedimientos de la cancillería, pero que meimpacientaba por su suficiencia regañona y de cortosalcances, su negativa a aplicar métodos nuevos, suobstinación en argüir interminablemente sobredetalles inútiles. Aquel imbécil me irritó cierto díamás que de costumbre. Alcé la mano para golpearlo;desgraciadamente tenía entre los dedos un estilo,que le yació el ojo derecho. Jamás olvidaré el aullidode dolor, el brazo torpemente recogido para atajarotro golpe, el rostro convulso de donde saltaba lasangre. Mandé llamar inmediatamente aHermógenes, que se ocupó de los primeroscuidados; se consultó luego al oculista Capito, peroen vano: el ojo estaba perdido. Días más tarde, conel rostro vendado, el secretario reanudó sus tareas.Lo mandé llamar y le pedí humildemente que fijarapor sí mismo la compensación a que tenía derecho.Con una sonrisa maligna, respondió que sólo mepedía otro ojo. Terminó sin embargo por aceptaruna pensión. Lo guardé a mi servicio; su presenciame sirve de advertencia, quizá de castigo. No había

Page 283: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

querido dejar tuerto a aquel miserable. Perotampoco había querido que un niño que me amabamuriera a los veinte años.

Los asuntos judíos iban de mal en peor. Lostrabajos llegaban a su fin en Jerusalén, a pesar de laviolenta oposición de los grupos zelotes. Habíasecometido cierto número de errores, reparables ensi mismos pero que los fautores de agitación superioraprovechar de inmediato. La Décima LegiónExpedicionaria tiene por emblema un jabalí. Lainsignia fue colocada en las puertas de la ciudad,como es costumbre hacerlo. El populacho, pocohabituado a las imágenes pintadas o esculpidas, delas cuales la priva desde hace siglos una supersticiónharto desfavorable para el progreso de las artes,tomó la imagen por la de un cerdo y vio en aquelhecho insignificante un insulto a las costumbres deIsrael. Las fiestas del año nuevo judío, celebradascon gran algarabía de trompetas y cuernos, dabanlugar cada vez a riñas sangrientas. Nuestrasautoridades prohibieron la lectura pública de ciertorelato legendario consagrado a las hazañas de unaheroína judía, que valiéndose de un falso nombrellegó a ser la concubina de un rey de Persia e hizomatar salvajemente a los enemigos del pueblodespreciado y perseguido del que era oriunda. Losrabinos se las ingeniaron para leer de noche lo queel gobernador Tineo Rufo les prohibía leer de día;aquella feroz historia, donde los persas y los judíos

Page 284: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

rivalizaban en atrocidad, excitaba hasta la locura elnacionalismo de los zelotes. Finalmente el mismoTineo Rufo, hombre muy sensato y que no dejabade sentir interés por las fábulas y tradiciones deIsrael, decidió hacer extensivas a la práctica judíade la circuncisión las severas penalidades que yohabía promulgado poco antes contra la castración,que se referían sobre todo a las sevicias perpetradasen jóvenes esclavos con fines de lucro o de libertinaje.Confiaba así en suprimir uno de los signos por loscuales Israel pretende distinguirse del resto delgénero humano. Por mi parte no alcancé a darmecuenta del peligro de aquella medida, máximecuando me había enterado de que muchos judíosilustrados y ricos que viven en Alejandría y Romano someten ya a sus hijos a una práctica que losvuelve ridículos en los baños públicos y en losgimnasios, y que llegan incluso a disimular lasmarcas de su propio cuerpo. Ignoraba hasta quépunto aquellos banqueros coleccionistas de vasosmirrinos diferían de la verdadera Israel.

Ya lo he dicho: nada de todo eso era irreparable,pero silo eran el odio, el desprecio reciproco, elrencor. En principio el judaísmo ocupa su lugarentre las religiones del imperio; de hecho, Israel seniega desde hace siglos a no ser sino un pueblo entrelos pueblos, poseedor de un dios entre los dioses.Los más salvajes dacios no ignoran que su Zalmoxisse llama Júpiter en Roma; el Baal púnico del monteCasio ha sido identificado sin trabajo con el Padre

Page 285: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

que sostiene en su mano a la Victoria, y del cual hanacido la Sabiduría; los egipcios, tan orgullosos sinembargo de sus fábulas diez veces seculares,consienten ver en Osiris a un Baco cargado deatributos fúnebres; el áspero Mitra se sabe hermanode Apolo. Ningún pueblo, salvo Israel, tiene laarrogancia de encerrar toda la verdad en losestrechos límites de una sola concepción divina,insultando así la multiplicidad del Dios que todo locontiene; ningún otro dios ha inspirado a susadoradores el desprecio y el odio hacia los queruegan en altares diferentes. Por eso, más que nunca,quena hacer de Jerusalén una ciudad como lasdemás, donde diversas razas y diversos cultospudieran existir pacíficamente; olvidaba que en todocombate entre el fanatismo y el sentido común,pocas veces logra este último imponerse. La aperturade las escuelas donde se enseñaban las letras griegasescandalizó al clero de la antigua ciudad. El rabinoJosuá, hombre agradable e instruido con quien habíayo hablado muchas veces en Atenas, pero quebuscaba hacerse perdonar su cultura extranjera ysus relaciones con nosotros, ordenó a sus discípulosque sólo se consagraran a aquellos estudios profanossi encontraban una hora que no correspondiera nial día ni a la noche, puesto que la Ley judía debíaser estudiada noche y día. Ismael, miembroconspicuo del Sanedrín, y que pasaba por aliado dela causa romana, dejó morir a su sobrino Ben-Damaantes que aceptar los servicios del cirujano griego

Page 286: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

que le había enviado Tineo Rufo. Mientras en Tíburbuscábamos aún los medios de conciliar lasvoluntades sin dar la impresión de ceder a lasexigencias de los fanáticos, en Oriente ocurrió lopeor; una asonada de los zelotes tuvo éxito enJerusalén.

Un aventurero surgido de la hez del pueblo,un tal Simeón, que se hacía llamar Bar-Koshba, Hijode la Estrella, desempeñó en la revuelta el papel detea inflamada o de espejo incendiario. Sólo puedojuzgar a dicho Simeón por lo que de él se decía; sólolo vi una vez cara a cara, el día en que un centuriónme trajo su cabeza cortada. Pero estoy pronto areconocerle esa chispa genial que siempre serequiere para ascender tan pronto y tan alto en losdestinos públicos; nadie se impone en esa forma sino posee por lo menos cierta habilidad. Los judíosmoderados fueron los primeros en acusar alpretendido Hijo de la Estrella de trapacería eimpostura; por mi parte creo que aquel espírituinculto era de los que se dejan atrapar por suspropias mentiras, y que el fanatismo corría en élparejo con la astucia. Simeón se hizo pasar por elhéroe que el pueblo judío espera desde hace siglospara saciar sus ambiciones y sus odios; aqueldemagogo se proclamó Mesías y el rey de Israel. Elviejo Akiba, que había perdido la cabeza, paseó alaventurero por las calles de Jerusalén, llevando asu caballo de la rienda. El sumo sacerdote Eleazarconsagró nuevamente el templo, considerándolo

Page 287: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

profanado por la entrada de visitantes incircuncisos;montones de armas, enterradas desde hacia cercade veinte años, fueron distribuidas a los rebeldespor obra de los agentes del Hijo de la Estrella; lomismo hicieron con las armas defectuosas fabricadasintencionalmente por los obreros judíos en nuestrosarsenales, y que intendencia la había rechazado.Los grupos zelotes atacaron las guarnicionesromanas aisladas, matando a nuestros soldados conrefinamientos de crueldad que recordaban lospeores episodios de la sublevación judía en tiemposde Trajano. Jerusalén cayó finalmente en manos delos insurgentes, y los barrios nuevos de EliaCapitolina ardieron como una antorcha. Losprimeros destacamentos de la Vigésima SegundaLegión Dejotariana, enviada desde Egipto con todaurgencia a las órdenes del legado de Siria, PublioMarcelo, fueron derrotados por bandas diez vecessuperiores en número. La revuelta se habíaconvertido en guerra, una guerra inexpiable.

Dos legiones, la Segunda Fulminante y la Sexta,la Legión de Hierro, reforzaron de inmediato losefectivos emplazados en Judea; Julio Severo, quepacificara antaño las regiones montañosas del nortede Bretaña, tomó meses más tarde el mando de lasoperaciones militares; traía consigo algunospequeños contingentes de auxiliares británicosacostumbrados a combatir en terrenos difíciles.Nuestras tropas pesadamente equipadas, nuestrosoficiales habituados a la formación en cuadro o en

Page 288: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

falange de las batallas en masa, se veían endificultades para adaptarse a aquella guerra deescaramuzas y sorpresas, que conservaba en camporaso los procedimientos del motín. Simeón, granhombre a su manera, había dividido a sus partidariosen centenares de escuadrones apostados en lascrestas montañosas, emboscados en lo hondo decavernas y canteras abandonadas, ocultos entre lospobladores de los suburbios populosos. Severo notardó en comprender que aquel enemigo inasiblepodía ser exterminado pero no vencido, y se resignóa una guerra de desgaste. Fanatizados oaterrorizados por Simeón, los campesinos hicieroncausa común con los zelotes; cada roca se convirtióen un bastión, cada viñedo en una trinchera: lasalquerías debieron ser reducidas por hambre otomadas por asalto. Sólo a comienzo del tercer añofue reconquistada Jerusalén, luego de fracasar lasúltimas tentativas de negociación; lo poco que sehabía salvado de la ciudad judía después delincendio de Tito fue aniquilado. Severo decidiócerrar los ojos por largo tiempo a la flagrantecomplicidad de las otras ciudades importantes;convertidas en las últimas fortalezas del enemigo,fueron más tarde atacadas y reconquistadas callepor calle y ruina por ruina. En aquellos momentosdifíciles mi lugar estaba en el campamento, en Judea.Tenía la mayor confianza en mis dos tenientes, peropor eso mismo era necesario que estuviera en elterreno para compartir la responsabilidad de las

Page 289: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

decisiones, que todo hacía prever atroces. Alterminar el segundo verano de la campaña iniciéamargamente mis preparativos de viaje; Euforiónempaquetó una vez más el estuche que conteníamis útiles de tocador, algo abollado por el uso, yque era obra de un artesano de Esmirna, la caja conlibros y cartas, la estatuilla de marfil del GenioImperial y su lámpara de plata; a comienzos delotoño desembarqué en Sidón.

El ejército es mi oficio más antiguo; jamás mehe entregado de nuevo a él sin que sus exigenciasme fueran pagadas con ciertas compensacionesinteriores; no lamento haber pasado los dos últimosaños de mi vida activa compartiendo con las legionesla aspereza, la desolación de la campaña de Palestina.Había vuelto a ser ese hombre vestido de cuero yde hierro que dejaba de lado todo lo que no fuerainmediato, sostenido por las sencillas rutinas de unavida dura, un poco más lento que antaño paramontar o desmontar, un poco más taciturno, quizámás sombrío, rodeado como siempre (sólo los diosessaben por qué) de la devoción a la vez idólatra yfraternal de la tropa. Durante aquella últimapermanencia en el ejército tuve un encuentroinestimable: tomé como ayuda de campo a un joventribuno llamado Celer, a quien cobré mucho afecto.Tú lo conoces, pues no me ha abandonado.Admiraba su hermoso rostro de Minerva con casco,pero en ese afecto la parte de los sentidos fue todolo pequeña que puede serlo en esta vida. Te

Page 290: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

recomiendo a Celer; posee esas cualidades queconvienen a un oficial colocado en segundo plano,e incluso sus mismas virtudes le impedirán pasar alprimero. Una vez más, y en circunstancias algodiferentes de las de antaño, había vuelto a encontrara uno de esos seres cuyo destino es consagrarse,amar y servir. Desde que lo conocí, Celer no hatenido jamás un pensamiento que no concerniera ami bienestar o a mi seguridad; aún sigo apoyándomeen esos fuertes hombros.

En la primavera del tercer año de campaña, elejército puso sitio a la ciudadela de Bethar, nido deáguilas donde Simeón y sus partidarios resistieronmás de un año a las lentas torturas del hambre, lased y la desesperación, y donde el Hijo de la Estrellavio perecer uno a uno a sus fieles sin aceptarrendirse. Nuestro ejército sufría casi tanto como losrebeldes, pues éstos, al retirarse, habían quemadolos huertos, devastado los campos, degollado elganado, a la vez que contaminaban las cisternasarrojando en ellas a nuestros muertos. Aquellosmétodos salvajes resultaban abominables aplicadosa una tierra naturalmente árida, carcomida ya hastael hueso por largos siglos de locura y furor. El veranofue ardiente y malsano; la fiebre y la disenteríadiezmaron nuestras tropas. Una admirabledisciplina seguía reinando en aquellas legionesobligadas simultáneamente a la inacción y al estadode alerta; hostigado y enfermo, el ejército se sosteníagracias a una especie de rabia silenciosa que se me

Page 291: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

había comunicado. Mi cuerpo ya no soportaba comoantes las fatigas de una campaña, los días tórridos,las noches sofocantes o heladas, el áspero viento yel polvo. Solía dejar en mi escudilla el tocino y laslentejas hervidas del rancho común, y quedarmecon hambre. Desde mucho antes del verano veníaarrastrando una tos maligna, y no era el único ensufrirla. En mi correspondencia con el Senadosuprimí la fórmula que encabeza obligatoriamentelos comunicados oficiales: El emperador y el ejércitoestán bien. Por el contrario, el emperador y el ejércitoestaban peligrosamente fatigados. Por la noche,luego de la última conversación con Severo, laúltima audiencia a los tránsfugas, el último correode Roma, el último mensaje de Publio Marcelo,encargado de limpiar los aledaños de Jerusalén,Euforión media parsimoniosamente el agua de mibaño en una cuba de tela embreada. Me tendía enmi lecho; trataba de pensar.

No lo niego: la guerra de Judea era uno de misfracasos. No tenía la culpa de los crímenes deSimeón ni de la locura de Akiba, pero me reprochabahaber estado ciego en Jerusalén, distraído enAlejandría, impaciente en Roma. No había sabidoencontrar las palabras capaces de prevenir, o almenos retardar, aquella crisis de furor de un pueblo;no había sabido ser lo bastante flexible o lo bastantefirme a tiempo. Verdad es que no teníamos razonespara sentirnos inquietos, y mucho menosdesesperados; el error y las faltas recaían solamente

Page 292: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en nuestras relaciones con Israel; fuera de allí, entodas partes, cosechábamos en aquel tiempo de crisisel fruto de dieciséis años de generosidad en elOriente. Simeón había creído poder contar con unarebelión del mundo árabe, semejante a la que habíamarcado los últimos y sombríos años del reinadode Trajano; lo que es más, se había atrevido a esperarayuda de los partos. Su error le costaba la muertelenta en la ciudadela sitiada de Bethar; las tribusárabes no se solidarizaban con las comunidadesjudías; los partos seguían fieles a los tratados. Aunlas sinagogas de las grandes ciudades sirias semostraban indecisas o tibias; las más entusiastas seContentaban con remitir algún dinero a los zelotes.La población judía de Alejandría, tan turbulenta porlo regular, manteníase en calma; el absceso judío selocalizaba en la árida zona que se tiende entre elJordán y el mar; podíamos cauterizar o amputar sinpeligro ese dedo enfermo. Pero no obstante todoeso, y en cierto sentido, los días nefastos precedentesa mi reinado parecían recomenzar. En aquellostiempos Quieto había incendiado Cirene, ejecutadoa los notables de Laodicea, reconquistado a Edesaen ruinas... El correo nocturno acababa deinformarme de que habíamos tomado posesión delmontón de escombros que yo llamaba Elia Capitolinay que los judíos seguían llamando Jerusalén;acabábamos de incendiar Ascalón; había sidonecesario ejecutar en masa a los rebeldes de Gaza...Si dieciséis años de reinado de un príncipe

Page 293: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

apasionado por la paz culminaban con la campañade Palestina, las perspectivas pacíficas del mundodel futuro no se presentaban muy favorables.

Me incorporé apoyándome en el codo,incómodo en mi estrecha cama de campaña. Verdadera que por lo menos algunos judíos habíanescapado al contagio de los zelotes; aún en Jerusalénlos fariseos escupían al paso de Akiba, tratando deviejo loco a ese fanático que reducía a la nada lassólidas ventajas de la paz romana y gritándole quela hierba le crecería en la boca antes de que secumpliera en la tierra la victoria de Israel. Pero yoprefería a los falsos profetas antes que a esoshombres amantes del orden que nos despreciabana todos y contaban con nosotros para proteger delas exacciones de Simeón su dinero colocado en losbancos sirios y en sus granjas de Galilea. Pensabaen los tránsfugas que pocas horas antes se habíansentado bajo esta misma tienda, humildes,conciliadores y serviles, pero arreglándose siemprepara dar la espalda a la imagen de mi Genio.Nuestro mejor agente, Elías Ben-Abayad, que nosservía de informante y de espía, era justamentedespreciado por ambos bandos; el más inteligentedel grupo tenía un espíritu liberal y un corazónenfermo, vivía desgarrado entre su amor por supueblo y su afición a nuestras letras y a nosotros;también él, por lo demás, sólo pensaba en Israel.Josué Ben-Kisma, que predicaba la pacificación, erauna especie de Akiba más tímido o más hipócrita;

Page 294: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en cuanto al rabino Josuá, que había sido muchotiempo mi consejero en cuestiones judías, yo habíaadvertido que por debajo de su flexibilidad y sudeseo de agradar se escondían diferenciasirreconciliables, ese punto en el que dospensamientos de especie diferente sólo seencuentran para combatirse. Nuestros territorios seextendían a lo largo de centenares de leguas,millares de estadios, más allá de aquel secohorizonte de colinas, pero la roca de Bethar eranuestra frontera. Podíamos aniquilar los macizosmuros de la ciudadela donde Simeón consumabafrenéticamente su suicidio, pero no podíamosimpedir que aquella raza siguiera diciéndonos no.

Zumbaba un mosquito; Euforión, que se estabaponiendo viejo, no había cerrado del todo las finascortinas de gasa; los libros, los mapas tirados portierra, se movían crujiendo a causa del viento queentraba bajo la tela de la tienda. Sentándome en ellecho me calzaba los borceguíes, buscaba a tientasmi túnica, mi cinturón y mi daga; salía luego arespirar el aire nocturno. Recorría las grandes callesregulares del campamento, vacías a aquella horaavanzada, iluminadas como las de las ciudades. Lossoldados de facción me saludaban solemnementeal yerme pasar; mientras flanqueaba la barraca queservía de hospital, respiraba el hedor de los enfermosde disentería. Me acercaba al terraplén que nosseparaba del precipicio y del enemigo. Un centinelamarchaba a largos pasos regulares por aquel camino

Page 295: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de ronda y la luna lo recortaba peligrosamente; enaquel ir y venir reconocía el movimiento de unengranaje de la inmensa máquina cuyo eje era yomismo. Por un instante me emocionaba elespectáculo de aquella silueta solitaria, de esa llamaefímera ardiendo en el pecho de un hombre enmedio de un mundo de peligros. Silbaba una flecha,apenas más importuna que el mosquito que mefastidiara en mi tienda; me acodaba a los sacos dearena del parapeto.

Desde hace algunos años se supone que gozode una extraña clarividencia, que conozco sublimessecretos. Es un error, pues nada sé. Pero no es menoscierto que en aquellas noches de Bethar vi pasarante mis ojos inquietantes fantasmas. Lasperspectivas que se abrían al espíritu en lo alto delas colinas desnudas eran menos majestuosas quelas del Janículo, menos doradas que las del Sunión;eran su reverso, su nadir. Me repetía que era vanoesperar para Atenas y para Roma esa eternidad queno ha sido acordada a los hombres ni a las cosas, yque los más sabios de entre nosotros niegan inclusoa los dioses. Esas formas sapientes y complicadasde la vida, esas civilizaciones satisfechas de susrefinamientos del arte y la felicidad, esa libertadespiritual que se informa y que juzga, dependen deprobabilidades tan innumerables como raras, decondiciones casi imposibles de reunir y cuyaduración no cabe esperar. Destruiríamos a Simeón;Arriano sabría proteger a Armenia de las invasiones

Page 296: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

alanas. Pero otras hordas vendrían después, y otrosfalsos profetas. Nuestros débiles esfuerzos pormejorar la condición humana serían proseguidossin mayor entusiasmo por nuestros sucesores; lasemilla del error y la ruina, contenida hasta en elbien, crecería en cambio monstruosamente a lo largode los siglos. Cansado de nosotros, el mundo sebuscaría otros amos; lo que nos había parecidosensato resultaría insípido, y abominable lo queconsiderábamos hermoso. Como el iniciado en elculto de Mitra, la raza humana necesita quizás elbaño de sangre y el paisaje periódico por la fosafúnebre. Veía volver los códigos salvajes, los diosesimplacables, el despotismo incontestado de lospríncipes bárbaros, el mundo fragmentado ennaciones enemigas, eternamente inseguras. Otroscentinelas amenazados por las flechas irían yvendrían por los caminos de ronda de las ciudadesfuturas; continuaría el juego estúpido, obsceno ycruel, y la especie, envejecida, le incorporaría sinduda nuevos refinamientos de horror. Nuestraépoca, cuyas insuficiencias y taras conocía quizámejor que nadie, llegaría a ser considerada porcontraste como una de las edades de oro de lahumanidad.

Natura deficit, fortuna mutatur, deus omnia cernit.La naturaleza nos traiciona, la fortuna cambia, undios mira las cosas desde lo alto. Atormentaba conlos dedos el engarce de un anillo en el cual, cierto

Page 297: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

día de amargura, había hecho grabar aquellas tristespalabras. Iba aún más allá en el desencanto y quizásen la blasfemia, y terminaba por encontrar natural,si no justo, que tuviéramos que perecer. Nuestraliteratura se agota, nuestras artes se adormecen;Pancratés no es Homero, Arriano no es Jenofonte;cuando quise inmortalizar en la piedra la forma deAntínoo, no pude encontrar un Praxiteles. Nuestrasciencias están detenidas desde los días de Aristótelesy Arquímedes; los progresos técnicos no resistiríanel desgaste de una guerra prolongada; hasta los másvoluptuosos de entre nosotros sienten el hartazgode la felicidad. Las costumbres menos rudas, eladelanto de las ideas durante el último siglo, sonobra de una íntima minoría de gentes sensatas; lamasa sigue siendo ignara, feroz cada vez que puede,en todo caso egoísta y limitada; bien se puede apostara que lo seguirá siendo siempre. Demasiadosprocuradores y publicanos ávidos, senadoresdesconfiados y centuriones brutales hancomprometido por adelantado nuestra obra; losimperios no tienen más tiempo que los hombrespara instruirse a la luz de sus faltas. Allí donde unsastre remendaría su tela, donde un calculista hábilcorregiría sus errores, donde el artista retocaría suobra maestra todavía imperfecta, la naturalezaprefiere volver a empezar desde la arcilla, desde elcaos, y ese derroche es lo que llamamos el orden delas cosas.

Page 298: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Levanté la cabeza y me moví paradesentumecerme. En lo alto de la ciudadela deSimeón nacían vagos resplandores que enrojecíanel cielo, manifestaciones inexplicables de la vidanocturna del enemigo. El viento soplaba de Egipto;y una tromba de polvo pasaba como un espectro;los perfiles aplastados de las colinas me recordabanla cadena arábiga a la luz de la luna. Regresélentamente, tapándome la boca con el borde de mimanto, irritado conmigo mismo por haberconsagrado la noche a hueras meditaciones sobreel porvenir, cuando hubiera debido emplearla parapreparar la jornada siguiente, o para dormir. Lacaída de Roma, si es que caía, era de la incumbenciade mis sucesores; en aquel año ochocientos ochentay siete de la era romana, mi tarea consistía en sofocarla revuelta en Judea y devolver a la patria, sindemasiadas pérdidas, un ejército enfermo. Alatravesar la explanada, resbalaba a veces en lasangre de un rebelde ejecutado la víspera. Me acostévestido; dos horas después me despertaron lastrompetas del alba.

Durante toda mi vida me había entendido muybien con mi cuerpo, contando implícitamente consu docilidad y con su fuerza. Aquella estrechaalianza empezaba a disolverse; mi cuerpo dejabade formar una sola cosa con mi voluntad, con miespíritu, con lo que torpemente me veo precisado allamar mi alma; el inteligente camarada de antaño

Page 299: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ya no era mas que un esclavo que pone mala cara altrabajo. Mi cuerpo me temía; continuamente notabaen el pecho la oscura presencia del miedo, unaopresión que no era todavía dolor pero sí el primerpaso hacia él. Desde mucho tiempo atrás estabaacostumbrado al insomnio, pero ahora el sueño eraaún peor que su ausencia; apenas dormido, medespertaba horriblemente angustiado. Padecía dedolores de cabeza que Hermógenes achacaba alclima caluroso y al peso del casco. Por la noche,después de las prolongadas fatigas, me sentabacomo quien se desploma; levantarme para recibir aRufo o a Severo me demandaba un esfuerzo para elcual tenía que prepararme por adelantado. Miscodos me pesaban en los brazos del asiento, y metemblaban los muslos como los de un corredorexhausto. El menor gesto se convertía en una fatiga,y de esas fatigas estaba hecha la vida.

Un accidente casi ridículo, una indisposiciónde niño, reveló la enfermedad agazapada detrás deaquella fatiga atroz. Durante una reunión del estadomayor tuve una hemorragia nasal de la que mepreocupé muy poco, pero que continuó durante lacena; en plena noche me desperté bañado en sangre.Llamé a Celer, que dormía en la tienda vecina yque avisó a su vez a Hermógenes; pero el horribleflujo tibio continuó. Las manos diligentes del jovenoficial enjugaban el liquido que me manchaba lacara. Al amanecer fui presa de estremecimientos,como los condenados a muerte que se abren las

Page 300: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

venas en el baño. Con ayuda de mantas y afusioneshirvientes se buscó calentar en lo posible mi cuerpoque se helaba. Para detener la hemorragia,Hermógenes había recetado la aplicación de nieve.Como faltara en el campamento, Celer la hizo traerde las cimas del Hermón a costa de mil dificultades.Supe más tarde que habían desesperado desalvarme la vida; yo mismo me sentía retenido a sulado por un hilo delgadísimo, imperceptible comoel pulso demasiado rápido que consternaba a mimédico. La inexplicable hemorragia acabó, sinembargo, por detenerse. Abandoné el lecho y tratéde someterme a la misma vida de antes; no pudelograrlo. Una noche en que, apenas convaleciente,cometía la imprudencia de hacer un breve paseo acaballo, recibí un segundo aviso, más grave aún queel primero. Por espacio de un segundo sentí que loslatidos de mi corazón se precipitaban, y quedisminuían luego cada vez más hasta detenerse. Creícaer como una piedra en no sé qué pozo negro, quesin duda es la muerte. Si lo era, se engañan los quela creen silenciosa; me sentí arrastrado por cataratas,ensordecido como un buzo por el rugir de las aguas.No alcancé el fondo; sofocándome, ascendí a lasuperficie. En aquel instante que había creído elpostrero, toda mi fuerza se concentró en mi manocrispada sobre el brazo de Celer, que se hallaba ami lado; más tarde me hizo ver las huellas de misdedos en su hombro. Pero aquella breve agonía nopuede explicarse; como todas las experiencias del

Page 301: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

cuerpo, es indecible y mal que nos pese sigue siendoel secreto del hombre que la ha vivido. Más tardehe pasado por crisis análogas pero jamás idénticas;sin duda no se puede soportar dos veces semejanteterror y semejante noche sin perecer. Hermógenesacabó por diagnosticar un comienzo de hidropesíadel corazón; fue preciso aceptar las consignas queme imponía el mal, convertido de pronto en mi amo,y consentir en una larga temporada de inacción, yaque no de reposo, limitando por un tiempo lasperspectivas de mi vida a las dimensiones de unlecho. Me sentía como avergonzado de aquellaenfermedad interna, casi invisible, sin fiebre niabscesos, sin dolores de entrañas y cuyos síntomasson una respiración algo más forzada y la marcalívida que deja en el pie hinchado la correa de lasandalia.

Un silencio extraordinario se hizo en torno ami tienda; el entero campamento de Berthar parecíahaberse convertido en una cámara de enfermo: elaceite aromático ardiendo a los pies de mi Genioadensaba aún más el aire encerrado en esa jaula detela; el ruido de forja de mis arterias me hacia pensarvagamente en la isla de los Titanes al borde de lanoche. En otros momentos aquel ruido insoportablese convertía en un galope sobre tierra blanda; miespíritu, tan cuidadosamente contenido durantecerca de cincuenta años, emprendía la fuga; unpesado cuerpo flotaba a la deriva: yo aceptaba serese hombre fatigado que cuenta distraídamente las

Page 302: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

estrellas y los rombos de su manta. Miraba, en lasombra, la mancha blanca de mi busto; una cantilenaen honor de Epona, diosa de los caballos, y queantaño cantaba en voz baja mi nodriza española,mujer corpulenta y sombría que parecía una Parca,remontaba del fondo de un abismo que tenía másde medio siglo. Los días y las noches parecíanmedidos por las gotas de color oscuro queHermógenes contaba una a una sobre una taza devidrio.

Por la noche reunía mis fuerzas para escucharel informe de Rufo. La guerra tocaba a su fin, Akiba,que desde el comienzo de las hostilidades parecíahaberse retirado de los negocios públicos, seconsagraba a la enseñanza del derecho rabínico enla pequeña ciudad de Usfa, en Galilea. Sabíamosque su sala de conferencias era el centro de laresistencia de los zelotes. Aquellas manosnonagenarias cifraban y transmitían mensajessecretos a los secuaces de Simeón. Fue precisoemplear la fuerza para que los estudiantesfanatizados que rodeaban al anciano volvieran asus hogares. Después de mucha vacilación, Rufo sedecidió a prohibir por sedicioso el estudio de la leyjudía. Días después Akiba desobedeció el decreto;fue arrestado y ejecutado. Nueve doctores de la ley,que formaban el alma del partido zelote, perecieroncon él. Yo había aprobado aquellas medidas con unmovimiento de cabeza. Akiba y sus fieles murieronpersuadidos hasta el fin de ser los únicos inocentes

Page 303: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

y los únicos justos. Ninguno de ellos soñó siquieraen aceptar su parte de responsabilidad en lasdesgracias que agobiaban a su pueblo. Gentes asíserían envidiables si se pudiera envidiar a los ciegos.No niego a aquellos diez desaforados el título dehéroes; de todas maneras no eran gentes sensatas.

Tres meses después, una fría mañana defebrero, subí a sentarme en lo alto de una colina,contra el tronco de una higuera pelada, para asistiral asalto que precedió por pocas horas a lacapitulación de Bethar. Vi asomar uno a uno losúltimos defensores de la fortaleza, lívidos,descarnados, horribles y sin embargo bellos comotodo lo indomable. A fines de ese mismo mes mehice llevar hasta un sitio conocido por el pozo deJacob, donde los rebeldes apresados con las armasen la mano en las aglomeraciones urbanas habíansido concentrados y vendidos al mejor postor. Habíaallí niños de rostro burlón, ferozmente deformadosya por convicciones implacables, que se jactabanen voz alta de haber causado la muerte de decenasde legionarios, ancianos sumidos en un ensueño desonámbulos, matronas de carnes fofas, y otrassolemnes y sombrías como la Gran Madre de loscultos orientales. Todos ellos desfilaron bajo la fríamirada de los mercaderes de esclavos; aquellamultitud pasó delante de mí como una nube depolvo. Josué Ben-Kisma, jefe de los supuestosmoderados, que había fracasado lamentablementeen su papel de pacificador, murió por aquellos días

Page 304: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

luego de una larga enfermedad; sucumbió haciendovotos por la continuación de la guerra y el triunfode los partos sobre nosotros. Por otra parte los judíoscristianizados, a quienes no habíamos molestado yque guardan rencor al resto del pueblo judío porhaber perseguido a su profeta, vieron en nosotrosel instrumento de la cólera divina. La larga serie delos delirios y los malentendidos continuaba.

Una inscripción emplazada en el lugar dondese había levantado Jerusalén prohibió bajo pena demuerte a los judíos que volvieran a instalarse enaquel montón de escombros; reproducía palabra porpalabra la frase inscrita antaño en el portal deltemplo, por la cual se prohibía la entrada a losincircuncisos. Un día por año, el nueve del mes deAb, los judíos tienen derecho a congregarse parallorar ante un muro en ruinas. Los más piadosos senegaron a abandonar su tierra natal y seestablecieron lo mejor posible en las regiones pocodevastadas por la guerra; los más fanáticos pasarona territorio parto, mientras otros se encaminaban aAntioquía, a Alejandría y a Pérgamo; los másinteligentes se marcharon a Roma y allí prosperaron.Judea fue borrada del mapa y recibió, conforme amis órdenes, el nombre de Palestina. Durante loscuatro años de guerra, cincuenta fortalezas y másde novecientas ciudades y aldeas habían sidosaqueadas y destruidas; el enemigo había perdidocasi seiscientos mil hombres; los combates, las fiebresendémicas y las epidemias nos costaban cerca de

Page 305: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

noventa mil. La reconstrucción del país siguióinmediatamente a la terminación de la guerra; EliaCapitolina fue erigida otra vez aunque en escalamás modesta; siempre hay que volver a empezar.

Descansé algún tiempo en Sidón, donde uncomerciante griego me prestó su casa y sus jardines.En marzo, los patios interiores estaban ya tapizadosde rosas. Había recobrado las fuerzas y descubríasorprendentes posibilidades en mi cuerpo, tanpostrado al comienzo por la violencia de aquellaprimera crisis. Nada se habrá comprendido de laenfermedad en tanto que no se reconozca su extrañasemejanza con la guerra y el amor, suscompromisos, sus fintas, sus exigencias, esaamalgama tan extraña como única producida porla mezcla de un temperamento y un mal. Me sentíamejor, pero para ganar en astucia a mi cuerpo, paraimponerle mi voluntad o ceder prudentemente a lasuya, ponía tanto arte como el que aplicara antañoa ampliar y a ordenar mi universo, para construirmi propia persona y embellecer mi vida. Volví conmoderación a los ejercicios del gimnasio; mi médicohabía cesado de prohibirme montar a caballo, perosólo lo empleaba como medio de transporte,renunciando a los peligrosos volteos de otrostiempos. En todo trabajo y en todo placer, ni el unoni el otro eran ya lo esencial; mi mayor cuidadoconsistía en no fatigarme demasiado con ellos. Misamigos se maravillaban de un restablecimiento alparecer tan completo; se esforzaban por creer que

Page 306: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

la enfermedad se había debido tan sólo a losexcesivos esfuerzos de aquellos años de guerra yque no se repetiría. Yo pensaba de otra manera, meacordaba de los grandes pinos de las florestas deBitinia, que el leñador marca con una muesca alpasar, a fin de volver y derribarlos al año siguiente.Finalizaba la primavera cuando me embarquérumbo a Italia en uno de los navíos de alto bordo dela flota; llevaba conmigo a Celer, que me eraindispensable, y a Diótimo de Gadara, hermosojoven griego de origen servil, que había conocido aSidón. La ruta del retorno atravesaba elarchipiélago; por última vez en mi vida, sin dudaasistía a los saltos de los delfines en las aguas azules;observaba, sin pensar demasiado en los posiblespresagios, el largo vuelo regular de los pájarosmigratorios, que a veces vienen a descansaramistosamente sobre el puente del navío; saboreabael olor de sal y de sol en la piel humana, el perfumede lentisco y terebinto de las islas donde quiera unovivir y donde saber por adelantado que no habráde detenerse. Diótimo ha recibido esa acabadainstrucción literaria que suele impartirse, paraacrecer su valor, a los jóvenes esclavos que sedistinguen por su belleza física. A la hora delcrepúsculo, acostado en la popa bajo una pequeñatienda de púrpura, lo escuchaba leer a los poetas desu país, hasta que la noche borraba tanto las líneasque describen la trágica incertidumbre de la vidahumana como las que hablan de palomas, coronas

Page 307: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de rosas y bocas besadas. Un aliento húmedoascendía del mar; las estrellas subían una a una allugar que les está asignado; balanceado por el viento,el navío corría hacia el oeste rasgado por una últimafranja roja; una estela fosforescente se tendía trasde nosotros, muy pronto cubierta por la masa negrade las olas. Y pensaba que sólo dos asuntosimportantes me esperaban en Roma. Uno era laelección de mi sucesor, que concernía al imperioentero; la otra era mi muerte, que sólo me concerníaa mí.

Roma me había preparado un triunfo, que estavez acepté. Ya no luchaba contra costumbres almismo tiempo venerables y vanas; todo lo que sacala luz el esfuerzo del hombre, aunque sea por undía, me parece saludable en un mundo tan dispuestoal olvido. No se trataba tan sólo de la represión dela revuelta judía; en un sentido más hondo, y quesólo yo conocía, había triunfado. Asocié a loshonores el nombre de Arriano, quien acababa deinfligir a las hordas alanas una serie de derrotasque por largo tiempo las contendrían en aqueloscuro rincón asiático del cual habían creído salir.Armenia estaba a salvo; el lector de Jenofonte serevelaba su émulo; aún no se había acabado esaraza de hombres de letras capaces de comandar ycombatir cuando es necesario. Aquella noche, deregreso en mi casa de Tíbur, sentí mi corazóncansado pero sereno en el momento de recibir de

Page 308: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

manos de Diótimo el vino y el incienso del sacrificiocotidiano a mi Genio.

Simple particular, había empezado a comprary a reunir aquellas tierras tendidas al pie de loscontrafuertes del Soracto, al borde de las fuentes,con el paciente encarnizamiento de un campesinoque completa su viñedo. Entre dos jiras imperiales,había sentado mis reales en los bosquecillosentregados ya a los albañiles y arquitectos, y cuyaconservación me pedía piadosamente unadolescente imbuido de todas las supersticionesasiáticas. Al volver de mi largo viaje por el Oriente,había tratado de completar casi frenéticamente aquelinmenso decorado de una obra terminada ya ensus tres cuartas partes. Ahora retornaba a él paraacabar allí mis días de la manera más decorosaposible. Todo estaba ordenado para facilitar tantoel trabajo como el placer: la cancillería, las salas deaudiencias, el tribunal donde juzgaba en últimainstancia los procesos difíciles, me evitaban losfatigosos viajes entre Tíbur y Roma. Aquellosedificios tenían nombres que evocaban a Grecia: elPecilo, la Academia, el Pritaneo. Sabía de sobra queel pequeño valle plantado de olivos no era el deTempe, pero llegaba a la edad en que cada lugarhermoso nos recuerda otro aún más bello, dondecada delicia se carga con el recuerdo de las deliciaspasadas. Aceptaba entregarme a esa nostalgia quellamamos melancolía del deseo. Había llegado allamar Estigia a un rincón del parque especialmente

Page 309: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

sombrío, y Campos Elíseos a una pradera sembradade anémonas; me preparaba así a ese otro mundocuyos tormentos se parecen a los del nuestro, perocuyas nebulosas alegrías no pueden compararse conlas de la tierra. Lo que es más, había hecho construiren lo hondo de aquel retiro un refugio aún másaislado, un islote de mármol en medio de unestanque rodeado de columnatas, una cámarasecreta que comunicaba con la orilla —o más biense aislaba de ella— gracias a un liviano puentecillogiratorio que me basta tocar con una mano paraque se deslice en sus ranuras. Mandé llevar a esepabellón dos o tres estatuas amadas, y la pequeñaimagen de Augusto niño que Suetonio me habíaregalado en los días de nuestra amistad. Iba allí a lahora de la siesta para dormir, soñar y leer. Tendidoen el umbral, mi perro estiraba sus patas rígidas; unreflejo jugaba en el mármol; Diótimo apoyaba lamejilla en el liso flanco de un tazón de fuente pararefrescarse. Yo pensaba en mi sucesor.

No tengo hijos, y no lo lamento. Verdad es queen esas horas de cansancio y debilidad en que unoreniega de sí mismo, me he reprochado a veces nohaberme tomado el trabajo de engendrar un hijoque me hubiera sucedido. Pero esa vana nostalgiadescansa en dos hipótesis igualmente dudosas: lade que un hijo nos sucede necesariamente y la deque esa extraña mezcla de bien y de mal, esa masade particularidades ínfimas y extrañas queconstituyen una persona, merezca tener sucesión.

Page 310: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

He empleado lo mejor posible mis virtudes, hesacado partido de mis vicios, pero no tengo especialinterés en legarme a alguien. No, no es la sangre loque establece la verdadera continuidad humana: elheredero directo de Alejandro es César, no el débilinfante nacido de una princesa persa en unaciudadela del Asia; Epaminondas, al morir sinposteridad, se jactaba con razón de que sus victoriasfueran sus hijas. La mayoría de los hombres notablesde la historia tuvieron descendientes mediocres, porno decir peor, dando la impresión de que habíanagotado en sí mismos los recursos de una raza. Laternura del padre se halla casi siempre en conflictocon los intereses del jefe. Y si no fuera así, el hijo delemperador tendría que sufrir además las desventajasde una educación de príncipe, la peor de todas paraun futuro monarca. Afortunadamente, en la medidaen que nuestro Estado ha sabido crearse una reglapara la sucesión imperial, ésta se determina por laadopción; reconozco en ella la sabiduría de Roma.Conozco los peligros de la elección y sus posibleserrores; no ignoro que la ceguera no es privativa delos afectos paternales; pero una decisión presididapor la inteligencia, o en la cual ésta toma por lomenos parte, me parecerá siempre infinitamentesuperior a las oscuras voluntades del azar y de laciega naturaleza. El imperio debe pasar al más digno;bello es que un hombre que ha probado sucompetencia en el manejo de los negociosmundiales elija su reemplazante, y que una decisión

Page 311: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de tan profundas consecuencias sea al mismo tiemposu último privilegio y su último servicio al Estado.Pero tan importante elección se me antoja más difícilque nunca.

Amargamente había reprochado a Trajano quevacilara durante veinte años antes de resolverse aadoptarme, y que sólo lo hiciera en su lecho demuerte. Pero ya habían transcurrido cerca dedieciocho años desde mi llegada al poder, y a pesarde los riesgos de una vida aventurera, también yohabía aplazado para más tarde la elección de unsucesor. Circulaban mil rumores, casi todos ellosfalsos; se habían aventurado mil hipótesis, pero loque tomaban por mi secreto no era más que mivacilación y mi duda. Cuando miraba en torno veíaque los funcionarios honrados abundaban, peroninguno tenía la envergadura necesaria. Cuarentaaños de integridad abonaban en favor de MarcioTurbo, mi querido camarada de antaño, miincomparable prefecto del pretorio, pero Marciotenía mi edad, era demasiado viejo. Julio Severo,excelente general y buen administrador de Bretaña,no entendía gran cosa de los complejos asuntos deOriente; Arriano había dado pruebas de todas lascualidades que se exigen a un estadista, pero eragriego, y aún no ha llegado el tiempo de imponerun emperador griego a los prejuicios de Roma.

Serviano vivía aún; su longevidad daba laimpresión de un largo cálculo, de una formaobstinada de la espera. Hacía sesenta años que

Page 312: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

esperaba. En tiempos de Nerva, la adopción deTrajano lo había alentado y decepcionado a la vez.Había esperado algo mejor, pero el arribo al poderde aquel primo ocupado continuamente en elejército parecía asegurarle por lo menos unasituación importante en el plano civil, y quizás elsegundo lugar. También en eso se engañaba, puesapenas logró una magra porción de honores. Seguíaesperando, en la época en que encargó a sus esclavosque me atacaran en un bosque de álamos a orillasdel Mosela; el duelo a muerte entablado aquellamañana entre el joven y el quincuagenario durabadesde hacia veinte años. Serviano habíapredispuesto a Trajano contra mí, exagerando misdesvíos y aprovechando mis más mínimos errores.Semejante enemigo acaba por ser un excelenteprofesor de prudencia; después de todo Servianome había enseñado muchísimo. Cuando asumí elpoder mostró suficiente finura como para dar laimpresión de que aceptaba lo inevitable; se habíalavado las manos en la conjuración de los cuatrotenientes imperiales, y yo había preferido no repararen las salpicaduras de aquellos dedos todavía sucios.Por su parte habíase contentado con protestar envoz baja y escandalizarse a puertas cerradas.Sostenido en el Senado por el pequeño y poderosopartido de los conservadores inamovibles, a quienesmis reformas incomodaban, vivía cómodamenteinstalado en ese papel de critico silencioso delreinado. Poco a poco me había malquistado con mi

Page 313: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

hermana Paulina. De ella sólo había tenido una hija,casada con un tal Salinator, hombre de noble cunay a quien exalté a la dignidad consular, pero quemurió joven de resultas de la tisis. Fusco, su únicohijo, fue educado por su pernicioso abuelo en elodio hacia mi persona. Pero entre nosotros el odioconservaba el decoro; no negué a Serviano su parteen las funciones públicas, aunque evitaba figurar asu lado en las ceremonias donde su avanzada edadle hubiera valido un lugar de mayor privilegio queel del emperador. Cada vez que volvía a Romaaceptaba concurrir a una de esas comidas de familiaen la que todos se mantienen a la defensiva;cambiábamos correspondencia y sus cartas nocarecían de ingenio. Pero a la larga toda esa insípidaimpostura había terminado por repugnarme. Laposibilidad de quitarse la máscara en todas lasocasiones es una de las raras ventajas que reconozcoa la vejez; valiéndome de ella, me negué a asistir alos funerales de Paulina. En el campamento deBethar, en las peores horas de miseria física y dedesaliento, la suprema amargura había sido la depensar que Serviano alcanzaría su objeto, y que loalcanzaría por mi culpa. Aquel octogenario tanparsimonioso con sus fuerzas se las arreglaría parasobrevivir a un enfermo de cincuenta y siete años.Si yo moría intestado, sabría conseguir a la vez lossufragios de los descontentos y la aprobación dequienes pensarían seguir siéndome fieles al elegir ami cuñado. Su mínimo parentesco le serviría para

Page 314: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

echar abajo mi obra. Me decía, tratando decalmarme, que el imperio podía encontrar amospeores; después de todo Serviano tenía sus virtudesy hasta el torpe Fusco sería quizá digno de reinaralgún día. Pero todo lo que me quedaba de energíase rebelaba contra esa mentira y deseaba seguirviviendo para aplastar a aquella víbora.

En Roma volví a encontrarme con Lucio. Enotros tiempos había contraído con él ciertoscompromisos, de esos que nadie se preocupa decumplir pero que yo había recordado. Verdad es,por lo demás, que jamás le prometí la púrpuraimperial; no se hacen cosas así. Pero durante quinceaños había pagado sus deudas, sofocado losescándalos y nunca dejé de contestar sus cartas,que eran deliciosas pero que terminaban siemprecon pedidos de dinero para él o de ascensos parasus protegidos. Demasiado unido a mi vida estabapara que pudiera excluirlo de ella si se me antojaba,pero lejos me hallaba de querer tal cosa. Suconversación era deslumbrante; aquel joven a quienmuchos consideraban trivial, había leído más ymejor que los literatos profesionales. Tenía el másexquisito gusto para todas las cosas; se tratara depersonas, objetos, usos, o de la manera más justa deescandir un verso griego. En el Senado, donde teníafama de hábil, había logrado celebridad comoorador; sus discursos, concisos y ornados a la vez,servían de flamantes modelos a los profesores deelocuencia. Lo hice nombrar pretor, y más tarde

Page 315: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

cónsul, funciones que cumplió satisfactoriamente.Algunos años atrás lo había casado con la hija deNigrino, uno de los tenientes imperiales ejecutadosal comienzo de mi reino; aquella unión pasó a ser elemblema de mi política de pacificación. Elmatrimonio no fue muy feliz; la joven esposa sequejaba del abandono de Lucio, de quien tenía sinembargo tres hijos, uno de ellos varón. A sus quejascasi continuas, Lucio respondía con helada cortesíaque uno se casa por su familia y no por si mismo, yque un contrato tan grave no se aviene con losdespreocupados juegos del amor. Su complicadosistema requería hermosas amantes para elespectáculo, y fáciles esclavos para la voluptuosidad.Se estaba matando a fuerza de placer, pero comoun artista se mata realizando una obra de arte; y nosoy yo quien he de reprochárselo.

Lo miraba vivir. Mi opinión sobre él semodificaba de continuo, cosa que sólo sucede conaquellos seres que nos tocan de cerca; a los demásnos contentamos con juzgarlos en general y de unavez por todas. A veces me inquietaba algunaestudiada insolencia, una dureza, una palabrafríamente frívola; pero casi siempre me dejabaarrastrar por aquel ingenio rápido y ligero, en elque una observación acerada permitía presentirbruscamente al estadista futuro. Hablaba de él aMarcio Turbo, quien una vez terminada su fatigosajornada de prefecto del pretorio venia todas lasnoches a charlar sobre las cuestiones del momento

Page 316: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

y a jugar conmigo una partida de dados; juntosvolvíamos a examinar minuciosamente lasposibilidades que tenía Lucio de cumpliradecuadamente una carrera de emperador. Misamigos se asombraban de mis escrúpulos, algunosencogiéndose de hombros, me aconsejaban tomarel partido que más me agradara; gentes así seimaginan que uno puede legar la mitad del mundocomo si dejara una casa de campo. Durante la nochevolvía a pensar en el asunto. Lucio tenía apenastreinta años. ¿Qué era César a los treinta años sinoun hijo de buena familia, cubierto de deudas ymanchado de escándalos? Como en los negros díasde Antioquía, antes de ser adoptado por Trajano,pensaba con el corazón oprimido que nada es máslento que el verdadero nacimiento de un hombre;yo mismo había pasado los treinta años cuando lacampaña de Panonia me abrió los ojos sobre lasresponsabilidades del porvenir; y a veces me parecíaque Lucio era un hombre más cumplido que yo aesa edad.

A raíz de una crisis de sofocación más graveque las anteriores —aviso de que ya no había tiempoque perder— me decidí bruscamente y adopté aLucio, quien tomó el nombre de Elio César. Suambición era negligente; exigía sin avidez,habituado desde siempre a conseguirlo todo; porello recibió con la mayor desenvoltura mi decisión.Cometí la imprudencia de decir que aquel prínciperubio sería admirablemente hermoso vestido de

Page 317: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

púrpura; los maldicientes se apresuraron a sostenerque yo pagaba con un imperio la voluptuosaintimidad de otrora. Aquello equivalía a nocomprender la forma en que piensa un jefe, porpoco que merezca su título y su puesto. Siconsideraciones de esa especie hubierandesempeñado algún papel en la adopción, Luciono era el único en quien podría haber fijado miatención.

Mi mujer acababa de morir en su residenciadel Palatino, que seguía prefiriendo a Tíbur y dondehabía vivido rodeada de una pequeña corte deamigos y parientes españoles, únicos que contabanpara ella. Las consideraciones, las cortesías, lasdébiles tentativas de entendimiento habían cesadopoco a poco entre nosotros, dejando al desnudo lairritación, el rencor y, por parte de ella, el odio. Fuia visitarla en sus últimos tiempos: la enfermedadhabía agriado aún más su carácter áspero ymelancólico; la entrevista le dio ocasión de proferirviolentas recriminaciones que la aliviaron y que tuvola indiscreción de hacer ante testigos. Se felicitabade morir sin hijos; pues mis hijos se hubieranparecido a mí y ella les hubiera mostrado la mismaaversión que a su padre. Aquella frase en la quesupura tanto rencor fue la única prueba de amorque me haya dado Sabina. A su muerte removí esosrecuerdos tolerables que siempre deja algún sercuando nos tomamos el trabajo de buscarlos;rememoraba una cesta de frutas que me enviara

Page 318: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

para mi cumpleaños, después de una querella;mientras pasaba en litera por las estrechas callesdel municipio de Tíbur, frente a la modesta casaque había pertenecido a mi suegra Matidia evocabacon amargura algunas noches de un lejano estío,cuando vanamente había tratado de hallar placerjunto a aquella joven esposa fría y dura. La muertede mi mujer me conmovía menos que la de la buenaAreté, intendenta de la Villa, a quien un acceso defiebre arrebató ese mismo invierno. Como la letalenfermedad de la emperatriz, que los médicos nohabían sido capaces de diagnosticar, le produjerahacia el fin atroces dolores de entrañas, se me acusóde haber empleado el veneno y aquel rumorinsensato halló fácil crédito. De más está decir queun crimen tan superfluo no me había tentado nunca.

Quizá la muerte de mi mujer impulsó aServiano a jugar el todo por el todo. La influenciaque tenía Sabina en Roma favorecía su causa; conella se derrumbaba uno de sus sostenes másrespetables. Por otra parte Serviano acababa decumplir noventa años, y tampoco él tenía tiempoque perder. Llevaba varios meses tratando deatraerse a pequeños grupos de oficiales de la guardapretoriana; su atrevimiento llegó al punto deexplotar el respeto supersticioso que inspira la edadavanzada, y hacerse tratar como emperador apuertas cerradas. Poco tiempo antes había yoreforzado la policía secreta militar, institución queme parece repugnante pero que en esta oportunidad

Page 319: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

probó su utilidad. Nada ignoraba de aquellosconciliábulos que parecían tan secretos, y en loscuales Serviano enseñaba a su nieto el arte de lasconspiraciones. La adopción de Lucio no sorprendióal anciano, pues hacía mucho que tomaba miincertidumbre por una decisión hábilmentedisimulada, pero aprovechó para obrar el momentoen que el acta de adopción era todavía materia decontroversias en Roma. Su secretario Crescencio,cansado de cuarenta años de fidelidad malretribuida, delató el proyecto, la fecha y el lugar deejecución, y el nombre de los cómplices. Misenemigos no habían desplegado mayorimaginación: se limitaban a copiar el atentadoconcebido en otros tiempos por Nigrino y Quieto.Debían matarme durante una ceremonia religiosaen el Capitolio; mi hijo adoptivo caería conmigo.

Aquella misma noche tomé mis precauciones.Nuestro enemigo había vivido demasiado, y yoquería dejar a Lucio una herencia libre de peligros.Alrededor de la duodécima hora, en un fríoamanecer de febrero, un tribuno portador de lasentencia de muerte de Serviano y de su nieto sepresentó en casa de mi cuñado; tenía la consigna deesperar en el vestíbulo hasta que la orden que llevabafuese cumplida. Serviano mandó llamar a su médicoy todo transcurrió decorosamente. Antes de morir,me deseó que expirara lentamente, atormentado porun mal incurable, sin gozar como él del privilegiode una breve agonía. Sus votos ya se han cumplido.

Page 320: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

No había ordenado con alegría aquella dobleejecución, pero más tarde no sentí la menor lástimani el menor remordimiento. Una vieja cuentaquedaba liquidada; eso era todo. Jamás he creídoque la edad sea una excusa para la malignidadhumana; ante bien, me parece una circunstanciaagravante. La sentencia de Akiba y sus acólitos mehabía hecho vacilar mucho más; viejo por viejo,prefería el fanático al conspirador. En cuanto aFusco, por mediocre que fuera y por más que suodioso abuelo lo hubiera prevenido contra mí, erael nieto de Paulina. Pero por más que se diga, loslazos de la sangre son harto débiles cuando no losrefuerza el afecto; basta ver lo que ocurre entre lasgentes cada vez que hay una herencia en litigio.Más lástima me daba la juventud de Fusco, queapenas tenía dieciocho años, pero el interés delEstado exigía ese desenlace que el viejo Serviano,se diría que con placer, había vuelto inevitable. Yyo me sentía demasiado próximo a mi propia muertepara ponerme a meditar sobre ese doble fin.

Durante algunos días Marcio Turbo redobló lavigilancia; los amigos de Serviano hubieran podidovengarlo. Pero nada ocurrió, ni atentado, nisedición, ni protestas. Yo no era el recién llegadoque busca atraerse la opinión pública luego de laejecución de cuatro tenientes imperiales; diecinueveaños de justicia decidían a mi favor. Mis enemigoseran execrados en masa, y la multitud aprobó queme hubiera desembarazado de un traidor.

Page 321: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Lamentaron la muerte de Fusco, sin considerarlopor ello inocente. Sé que el Senado no meperdonaba haber fulminado una vez más a uno desus miembros; pero callaba, y callaría hasta mimuerte. Al igual que antaño, una dosis de clemenciano tardó en mitigar la dosis de rigor: ninguno de lospartidarios de Serviano fue molestado. Esta reglatuvo una sola excepción: el eminente Apolodoro,bilioso depositario de los secretos de mi cuñado, yque pereció con él. Hombre de talento, había sidoel arquitecto favorito de mi predecesor y a él sedebía la erección de la Columna Trajana. Entrenosotros no existía el menor afecto; en un tiempo sehabía burlado de mis torpes trabajos de aficionado,mis aplicadas naturalezas muertas con calabazas yzapallos. Por mi parte había criticado sus obras conpresunción de muchacho. A su tiempo Apolodorodenigró las mías, pues todo lo ignoraba de lasgrandes épocas del arte griego; aquel lógico al rasdel suelo me reprochaba haber poblado nuestrostemplos con estatuas tan colosales que, delevantarse, romperían con la frente la bóveda desus santuarios; crítica estúpida, que ofende a Fidiasmás que a mí. Pero los dioses no se levantan; no selevantan para prevenimos, ni para protegernos, nipara recompensarnos, ni para castigarnos. No selevantaron aquella noche para salvar a Apolodoro.

Al llegar la primavera, la salud de Lucio empezóa preocuparme seriamente. Una mañana, en Tíbur,

Page 322: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

fuimos después del baño a la palestra donde Celerse ejercitaba en compañía de otros jóvenes. Alguienpropuso disputar una de esas pruebas en la quecada participante corre armado de un escudo y unapica. Lucio se hizo a un lado como de costumbre,pero acabó por ceder a nuestras bromas amistosas.Mientras se equipaba, quejóse del peso del escudo;comparado con la sólida belleza de Celer, aquelesbelto cuerpo parecía frágil. Al cabo de unas pocasvueltas se detuvo privado de aliento y se desplomóvomitando sangre. El accidente no tuvoconsecuencias, y Lucio se repuso pronto: Yo mehabía alarmado mucho; hubiera debidotranquilizarme menos rápidamente. A los primerossíntomas de la enfermedad de Lucio opuse la obtusaconfianza de un hombre robusto, su implícita fe enlas inagotables reservas de la juventud, en elexcelente funcionamiento del cuerpo. También élse engañaba; lo sostenía un liviano ardor, y suvivacidad lo inducía a las mismas ilusiones que anosotros. Mis mejores años habían transcurridoviajando, en los campamentos y las vanguardias;había apreciado personalmente las virtudes de unavida ruda, el efecto salubre de las regiones secas oheladas. Decidí nombrar a Lucio gobernador deaquella misma Panonia donde había hecho miprimera experiencia de jefe. La situación en esafrontera no tenía la gravedad de otrora; su tarea selimitaría a los sosegados trabajos del administradorcivil o a inspecciones militares sin peligro. Pero aquel

Page 323: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

país lleno de dificultades lo curaría de la molicieromana; aprendería a conocer mejor el inmensomundo que Roma gobierna y del cual depende.Lucio temía los climas bárbaros y no comprendíaque pudiera gozarse de la vida en otro lugar que enRoma. Aceptó, sin embargo, con la habitualcomplacencia que demostraba toda vez que tratabade serme grato.

Durante el verano leí atentamente sus informesoficiales, así como otros secretos que me enviabaDomicio Rogato, hombre de confianza que habíapuesto junto a Lucio en calidad de secretario con elencargo de vigilarlo. Quedé satisfecho: Luciodemostró en Panonia esa seriedad que yo le exigíay que quizá hubiera perdido después de mi muerte.Por otra parte se condujo brillantemente en una seriede combates de caballería en los puestos avanzados.En la provincia, como en todas partes, su encantono tardaba en imponerse, y su sequedad un pocomordiente no le perjudicaba; por lo menos no seríauno de esos príncipes bonachones que se dejangobernar por una camarilla. A comienzos del otoñoatrapó un enfriamiento. Pareció curarse en seguida,pero la tos no tardó en reaparecer; la fiebre persistía,hasta no abandonarlo más. A una mejoría pasajerasiguió una grave recaída en la primavera siguiente.Los boletines de los médicos me aterraron; el correopúblico que acababa de establecer, con sus postasde caballos y vehículos a lo largo de inmensosterritorios, parecía funcionar tan sólo para traerme

Page 324: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

lo más rápidamente posible, todas las mañanas,noticias del enfermo. No me perdonaba habermemostrado inhumano con él por temor de ser oparecer demasiado indulgente. Tan pronto estuvolo bastante repuesto como para soportar el viaje, lohice volver a Italia.

Acompañado por el viejo Rufo de Éfeso,especialista en tisis, fue personalmente a esperar alpuerto de Bayas a mi frágil Elio César. Aunque elclima de Tíbur es mejor que el de Roma, no se prestasin embargo para las enfermedades pulmonares,por lo cual había resuelto hacerle pasar el otoño enesa región más favorable. El navío fondeó en plenogolfo; una pequeña embarcación trajo a tierra alenfermo y a su médico. Su rostro torturado parecíaaún más flaco bajo la corta barba que le cubría lasmejillas y que se dejaba para asemejarse a mí. Perosus ojos habían conservado el duro brillo de laspiedras preciosas. Su primera palabra fue pararecordarme que sólo había vuelto obedeciendo amis órdenes; su administración había sidoirreprochable y me había obedecido en todo. Seportaba como un colegial que justifica el empleodel día. Lo instalé en la misma villa de Cicerón dondeantaño, cuando tenía dieciocho años, había pasadoconmigo una temporada; tuvo la elegancia de noreferirse jamás a aquellos tiempos.

Los primeros días me dieron la impresión deuna victoria sobre la enfermedad. En sí misma, lavuelta a Italia valía por un remedio; el país era de

Page 325: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

color púrpura y rosa en aquel momento del año.Pero vinieron las lluvias, y un viento húmedo soplódesde el mar gris; la vieja casa, construida durantela República, carecía de las comodidades másmodernas de la villa de Tíbur; yo miraba a Lucio,que calentaba melancólicamente sobre el braserosus largos dedos cargados de sortijas. Hermógeneshabía vuelto de Oriente, adonde lo enviara pararenovar y completar su provisión de medicamentos.Ensayó en Lucio los efectos de un barro impregnadode potentes sales minerales; sus aplicaciones teníanfama de panacea, pero no fueron mejores para suspulmones que para mis arterias.

La enfermedad dejaba al desnudo los peoresaspectos de aquel carácter seco y ligero. Su mujervino a visitarlo, y la entrevista acabó como siemprecon palabras amargas; ella no volvió más. Le trajerona su hijo, hermoso niño de siete años, llena desonrisas la boca aún sin dientes; Lucio lo miró conindiferencia. Se informaba ávidamente de lasnoticias políticas de Roma; le interesaban comojugador, no como estadista. Pero su frivolidad seguíasiendo una forma de valor; despertaba de largastardes de sufrimiento o de sopor, para entregarseentero a una de esas deslumbrantes conversacionesde antaño; aquel rostro bañado en sudor sabíatodavía sonreír; el descarnado cuerpo se alzaba congracia para recibir al médico: Sería hasta el fin elpríncipe de marfil y oro.

Page 326: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

De noche, incapaz de dormir, me instalaba enel aposento del enfermo. Celer, que quería poco aLucio pero que me es demasiado fiel para no servirsolicito a quienes me son caros, aceptaba velar a milado; del lecho brotaba un continuo estertor. Meinvadía una amargura profunda como el mar: Luciono me había querido nunca, nuestras relaciones nohabían tardado en convertirse en las del hijo pródigoy el padre condescendiente; aquella vida habíatranscurrido sin grandes proyectos, sinpensamientos graves, sin pasiones ardientes; habíadilapidado sus años como un derrochador tiramonedas de oro. Me había apoyado en un muro enruinas; pensaba colérico en las enormes sumasgastadas para su adopción, en los trescientosmillones de sextercios distribuidos a los soldados.En cierto modo mi triste suerte continuaba: habíapodido satisfacer mi antiguo deseo de dar a Luciotodo lo que puede darse. Pero el Estado no sufriríay yo no correría el riesgo de quedar deshonradopor mi elección. En lo más hondo de mí mismollegaba a temer que mejorara; si por un azar searrastraba todavía algunos años, ¿cómo legar elimperio a esa sombra? Sin hacerme jamás unapregunta, él parecía penetrar en mi pensamientosobre este punto; sus ojos seguían ansiosos mismenores gestos. Lo había nombrado cónsul porsegunda vez, y él se inquietaba al no poder cumplircon sus funciones; el temor de desagradarme loempeoró. Tu marcellus eris... Me repetía a mí mismo

Page 327: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

los versos de Virgilio consagrados al sobrino deAugusto, también destinado al imperio y detenidoen plena ruta por la muerte. Manibus date lilia plenis...Purpureos spargam flores... El enamorado de las floressólo recibiría de milos inanes ramos fúnebres.

Creyó sentirse mejor, y quiso volver a Roma.Los médicos que sólo disputaban ya acerca deltiempo que le quedaba por vivir, me aconsejaronque consintiera a su capricho; lo traje a la Villa envarias etapas cortas. Su presentación al Senado encalidad de heredero del imperio debía tener lugaren la primera sesión posterior al Año Nuevo; lacostumbre quería que en esa oportunidad el elegidome dirigiera un discurso de agradecimiento. Aqueltrozo de elocuencia lo preocupaba desde haciameses, y revisábamos junto los pasajes difíciles.Trabajaba en él la mañana de las calendas de enero,cuando fue presa de un vómito de sangre. Perdiendoel sentido, se apoyó en el respaldo de su asiento ycerró los ojos. La muerte, para aquel liviano ser, nofue más que un aturdimiento. Era el día de AñoNuevo y no quise interrumpir las fiestas públicas ylos festejos privados; mantuve en secreto la noticiade su muerte, que fue oficialmente anunciada al díasiguiente. El entierro se cumplió discretamente enlos jardines de su familia. La víspera de la ceremonia,el Senado me envió una delegación encargada depresentarme sus condolencias y ofrecer a Lucio loshonores divinos, a los cuales tenía derecho en sucalidad de hijo adoptivo del emperador. Rehusé los

Page 328: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

honores; aquel asunto había costado ya demasiadodinero al erario público. Me limité a hacer levantaralgunas capillas funerarias y colocar estatuas en losdiferentes lugares donde había vivido; mi pobreLucio no era un dios.

Cada momento contaba ahora, mas yo habíatenido tiempo de reflexionar a la cabecera delenfermo, y mis planes estaban trazados. En elSenado había tenido ocasión de reparar en un ciertoAntonino, hombre de unos cincuenta años,descendiente de una familia provincianalejanamente emparentada con la de Plotina. Mehabían impresionado las atenciones deferentes yafectuosas al mismo tiempo que prodigaba a susuegro, anciano inválido que ocupaba el asientocontiguo al suyo. Releí su hoja de servicios; aquelhombre de bien había mostrado ser un funcionarioirreprochable en todos los puestos. Mi elecciónrecayó en él. A medida que frecuento a Antonino,mi estima por él tiende cada vez más a convertirseen respeto. Hombre sencillo, posee una virtud en lacual había pensado poco hasta ahora, aun cuandome ocurriera ponerla en práctica: la bondad. Noestá a salvo de los modestos defectos, de la cordura;su inteligencia, aplicada al cumplimiento minuciosode las tareas cotidianas, se ocupa más del presenteque del porvenir; su experiencia del mundo estálimitada por sus propias virtudes, y sus viajes sehan reducido a unas pocas misiones oficiales, porlo demás bien cumplidas. Sabe poco de arte, y sólo

Page 329: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

acepta en último extremo las innovaciones. Lasprovincias, por ejemplo, jamás representarán paraél las inmensas posibilidades de desarrollo quesiempre he visto en ellas; más que ampliar mi obrala continuará, pero la continuará bien: el Estadotendrá en él un servidor honesto y un buen amo.

Una generación, sin embargo, me parece pocacosa cuando se trata de garantizar la seguridad delmundo; de ser posible querría prolongar más alláesa prudente filiación adoptiva y preparar para elimperio otra etapa en la ruta de los tiempos. Cadavez que volvía a Roma no dejaba de ir a saludar amis viejos amigos Vero, españoles como yo y unade las familias más liberales de la alta magistratura.Te conocí desde la cuna, pequeño Annio Vero, quepor obra mía te llamas hoy Marco Aurelio. En unode los años más solares de mi vida, en la épocamarcada por la erección del Panteón, te hiceingresar, por amistad hacia los tuyos, en el santocolegio de los Hermanos Arvales, presidido por elemperador, que perpetúa piadosamente nuestrasantiguas costumbres religiosas romanas. Te tuve dela mano durante el sacrificio que se ofreció aquelaño a orillas del Tíber, y miré con afectuosa sonrisatu figura de niño de cinco años, asustado por loschillidos del cerdo que inmolaban pero que tratabalo mejor posible de imitar la digna actitud de susmayores.

Me preocupé de la educación de ese niñodemasiado juicioso, y ayudé a tu padre a elegir los

Page 330: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

mejores maestros. Vero, el que dice la verdad: megustaba jugar con tu nombre; tú eres quizá el únicoser que jamás me ha mentido.

Te he visto leer apasionadamente los escritosde los filósofos, vestirte de áspera lana, dormir enel suelo, someter tu cuerpo algo frágil a lasmortificaciones de los estoicos. En todo eso hayexceso, pero a los diecisiete años el exceso es unavirtud. A veces me pregunto en qué escollonaufragará toda esa cordura, puesto que siemprenaufragamos: ¿será una esposa, un hijo demasiadoquerido, una de esas trampas legitimas en que caenpor fin los corazones timoratos y puros? ¿O serásencillamente la vejez, la enfermedad, la fatiga, eldesengaño que nos dice que si todo es vano, la virtudtambién lo es? En lugar de tu cándido rostro deadolescente, imagino tu rostro cansado de la vejez.Siento lo que tu firmeza, tan bien aprendida, ocultade dulzura, y quizá de debilidad; adivino en ti lapresencia de un genio que no es necesariamente eldel estadista; y sin embargo el mundo habrá demejorar seguramente por haber asociado alguna vezese genio al poder supremo. He hecho lo necesariopara que fueras adoptado por Antonino; bajo tunuevo nombre, que se incorporará un día a la listade los emperadores, eres desde ahora mi nieto. Creodar a los hombres la única posibilidad que tendránjamás de realizar el sueño de Platón: ver reinar sobreellos a un filósofo de corazón puro. Aceptaste loshonores con repugnancia. Tu jerarquía te obliga a

Page 331: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

vivir en palacio; Tíbur, donde seguiré reuniendohasta el fin todo lo que la vida tiene de dulce,inquieta tu joven virtud. Te veo errar gravementepor las avenidas donde se entrelazan las rosas; sonríoal ver cómo te atraen los bellos seres de carne yhueso que encuentras a tu paso, cómo vacilastiernamente entre Verónica y Teodora, hasta quede pronto renuncias a ambas en beneficio de tuausteridad, ese puro fantasma... No me has ocultadotu melancólico desdén por los esplendores efímeros,por esa corte que se dispersará con mi muerte. Nome quieres; tu afecto va más bien hacia Antonino.Sospechas en mí una sabiduría opuesta a la que teenseñan tus maestros, ves en mi abandono a lossentidos un método de vida contrario a la severidadde la tuya, y sin embargo paralelo. No importa; nohace falta que me comprendas. Hay más de unasabiduría, y todas son necesarias al mundo; no estámal que se vayan alternando.

Ocho días después de la muerte de Lucio mehice llevar en litera al Senado. Pedí permiso paraentrar así en la sala de deliberaciones y pronunciaracostado mi discurso, apoyándome en una pila dealmohadones. Hablar me fatiga: rogué a lossenadores que se agruparan en torno a mí, para noyerme obligado a forzar la voz. Hice el elogio deLucio; aquellas pocas líneas reemplazaron en elprograma de la sesión el discurso que él hubieradebido pronunciar ese día. Anuncié luego midecisión; nombré a Antonino, y pronuncié tu

Page 332: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

nombre. Había contado con una adhesión unánime,y la obtuve. Expresé entonces una última voluntad,que fue aceptada como las otras; pedí que Antoninoadoptara asimismo al hijo de Lucio, que tendrá enesa forma a Marco Aurelio por hermano; los dosgobernaréis juntos, y cuento contigo para que tengashacia él las atenciones de un hermano mayor. Quieroque el Estado conserve alguna cosa de Lucio.

Al volver a la Villa, y por primera vez enmuchos días, sentí deseos de sonreír. Acababa dehacer una jugada maestra. Los partidarios deSeveriano, los conservadores hostiles a mi obra, nohabían capitulado; todas las cortesías que pudierahaber tenido con aquel cuerpo senatorial antiguo ycaduco, no compensaban para ellos las dos o tresheridas que le había inferido. Sin dudaaprovecharían mi muerte para tratar de anular misactos. Pero mis peores enemigos no osaríanoponerse al más integro de sus representantes y alhijo de uno de sus miembros más respetados. Mitarea pública estaba cumplida; ahora podía volvera Tíbur, entrar en ese retiro que se llamaenfermedad, experimentar con mis sufrimientos,sumergirme en lo que me restaba de delicias,reanudar en paz mi diálogo interrumpido con unfantasma. Mi herencia imperial quedaba a salvo enmanos del pío Antonino y del grave Marco Aurelio;el mismo Lucio que sobrevivía en su hijo. Todo esono estaba tan mal arreglado.

Page 333: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

PATIENTIAArriano me escribe:Conforme a las órdenes recibidas, he terminado la

circunnavegación del Ponto Euxino. Cerramos el círculoen Sinope, cuyos habitantes te están profundamenteagradecidos por los grandes trabajos de reconstruccióny ampliación del puerto, realizados bajo tu vigilanciadirecta hace unos años... A propósito, te han erigido unaestatua nada parecida y nada bella; envíales otra, demármol blanco... En Sinope, y no sin emoción, contempléel Ponto Euxino desde lo alto de las mismas colinas dondenuestro Jenofonte lo percibió por primera vez, y dondetú mismo lo has mirado no hace mucho...

Inspeccioné las guarniciones, costaneras; suscomandantes merecen los mayores elogios por laexcelencia de la disciplina, el empleo de los métodos másrecientes de adiestramiento y la buena calidad de trabajosde ingeniería. En toda la parte salvaje y casi desconocidade la costa, he mandado practicar nuevos sondeos,rectificando allí donde era necesario las indicaciones delos navegantes precedentes...

Page 334: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Pasamos junto a la Cólquida. Sabiendo cuánto teinteresan los relatos de los poetas antiguos, interrogué alos habitantes acerca de Medea y las hazañas de Jasón,pero parecen ignorar esas historias...

En la orilla septentrional de este mar inhospitalariotocamos una pequeña isla que se agranda en la fábula; laisla de Aquiles. Recordarás que Tetis hizo educar a suhijo en ese islote perdido en las brumas; surgiendo delfondo del mar, acudía todas las tardes a hablar con suhijo en la playa. Inhabitada, la isla sólo alimenta hoy alas cabras. Vi allí un templo consagrado a Aquiles. Lasgaviotas, las grandes aves marinas, la frecuentan, y elbatir de sus alas impregnadas de humedad marinarefresca continuamente el atrio del santuario. Pero estaisla de Aquiles es también, como corresponde, la isla dePatroclo, y los innumerables exvotos que decoran lasparedes del templo están dedicados tanto a Aquiles comoa su amigo, pues aquellos que aman al uno veneranasimismo la memoria del otro. Aquiles se aparece ensueños a los navegantes que visitan esos parajes, paraprotegerlos y prevenirlos de los peligros del mar, comolo hacen en otras regiones los Dióscuros. Y la sombra dePatroclo aparece junto a Aquiles.

Te hago saber estas cosas pues entiendo que merecenser conocidas, y porque aquellos que me las han contadolas experimentaron personalmente o las oyeron a testigosmerecedores de fe... Pienso a veces que Aquiles es el másgrande de los hombres, por su coraje, el temple de sualma, el conocimiento del espíritu unido a la agilidad delcuerpo y su ardiente amor por su joven compañero. Y

Page 335: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

nada en él me parece más grande que la desesperaciónque lo llevó a desdeñar la vida y desear la muerte cuandohubo perdido a su bienamado.

Dejo caer sobre mis rodillas el voluminosoinforme del gobernador de la Armenia Menor yjefe de la escuadra. Como siempre, Arriano hatrabajado bien. Pero esta vez ha hecho más: meofrece un don necesario para morir en paz, medevuelve la imagen de mi vida tal como yo hubieraquerido que fuese. Arriano sabe que lo queverdaderamente cuenta es lo que no figurará en lasbiografías oficiales, lo que no se inscribe en lastumbas; sabe también que el transcurso del tiempono hace sino agregar un vértigo más a la desdicha.Vista por él, la aventura de mi existencia asume unsentido, se organiza como en un poema; el afectoincomparable se desprende del remordimiento, dela impaciencia, de las tristes manías, como de otrastantas cenizas: el dolor se decanta, la desesperaciónse purifica. Arriano me abre el profundo empíreode los héroes y los amigos, y no me cree demasiadoindigno de él. Mi aposento secreto en el centro deun estanque de la Villa no es un refugio bastanteinterior; arrastro hasta él mi cuerpo envejecido ysufro. Verdad es que mi pasado me propone aquí yallá algunos retiros donde escapo por lo menos auna parte de las desdichas actuales: la llanura nevadaa orillas del Danubio, los jardines de Nicomedia,Claudiópolis envuelta en la luz amarilla de la

Page 336: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

cosecha de azafrán en flor, cualquier calle de Atenas,un oasis donde los nenúfares se balancean en ellégamo, el desierto sirio a la luz de las estrellas, deretorno del campamento de Osroes. Pero esoslugares tan queridos están frecuentementeasociados a las premisas de un error, de una falta,de algún fracaso que solamente yo conozco; en mismalos momentos, todos mis caminos de hombre felizparecen llevar a Egipto, a una habitación en Bayas,o a Palestina. Hay más: la fatiga de mi cuerpo setransmite a mi memoria; la imagen de las escalinatasde la Acrópolis resulta casi insoportable para unhombre que se sofoca al subir los peldaños del jardín;el sol de julio sobre el terraplén de Lambesa meabruma como si cayera hoy sobre mi cabezadesnuda. Arriano me ofrece algo mejor. En Tíbur,desde lo profundo de un ardiente mes de mayo,escucho en las playas de la isla de Aquiles laprolongada queja de las olas; aspiro su aire puro yfrío, vago sin esfuerzo por el atrio del temploenvuelto en humedad marina; veo a Patroclo... Eselugar que no conoceré jamás se convierte en miresidencia secreta, mi asilo supremo. Allí estaré sinduda en el momento de mi muerte.

Hace años, di mi permiso al filósofo Eufratespara que se suicidara. Nada parecía más simple; unhombre tiene el derecho de decidir en qué momentosu vida cesa de ser útil. Yo no sabía entonces que lamuerte puede convertirse en el objeto de un ciegoardor, de una avidez semejante al amor. No había

Page 337: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

previsto esas noches en que arrollaría mi tahalí enmi daga para obligarme a pensar dos veces antesde servirme de ella. Sólo Arriano ha entrado en elsecreto de ese combate sin gloria contra el vacío, laaridez, la fatiga, la repugnancia de existir queculmina en el deseo de la muerte. Imposible curarsede ese deseo; su fiebre me ha dominado muchasveces haciéndome temblar por adelantado como elenfermo que siente llegar un nuevo acceso. Todome era bueno para postergar la hora de la luchanocturna: el trabajo, las conversaciones proseguidasinsensatamente hasta el alba, los besos, los libros.Está sobreentendido que un emperador sólo sesuicida si se ve obligado por razones de Estado; elmismo Marco Antonio tenía la excusa de una batallaperdida. Y mi severo Arriano admiraría menos estadesesperación nacida en Egipto, si yo no hubieratriunfado de ella. Mi propio código prohíbe a lossoldados esa salida voluntaria que he acordado alos sabios; no me sentía más libre para desertar quecualquier legionario. Pero sé lo que es acariciarvoluptuosamente la estopa de una cuerda o el filode un cuchillo. Terminé por convertir ese deseomortal en una muralla contra mí mismo; la perpetuaposibilidad del suicidio me ayudaba a soportar conmenos impaciencia la vida, así como la presencia alalcance de la mano de una poción sedante calma alhombre que sufre de insomnio. Por una íntimacontradicción, la ansiedad de la muerte sólo dejóde imponerse en mí cuando los primeros síntomas

Page 338: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de mi enfermedad aparecieron para distraerme deella. Volví a interesarme en esa vida que meabandonaba; en los jardines de Sidón, deseéapasionadamente gozar de mi cuerpo algunos añosmás.

Estaba de acuerdo en morir; pero no enasfixiarme; la enfermedad nos hace sentirrepugnancia de la muerte, y queremos sanar, lo quees una manera de querer vivir. Pero la debilidad, elsufrimiento, mil miserias corporales, no tardan enprivar al enfermo del ánimo para remontar lapendiente; pronto rechazamos esos respiros que sonotras tantas trampas, esas fuerzas flaqueantes, esosardores quebrados, esa perpetua espera de lapróxima crisis. Me espiaba a mí mismo: ese sordodolor en el pecho, ¿sería un malestar pasajero, elefecto de una comida apresurada, o bien el enemigose preparaba a un asalto que esta vez no seríarechazado? Jamás entraba al Senado sin decirmeque quizá la puerta se cerraba a mi espalda tandefinitivamente como si, al igual que César,cincuenta conjurados me esperaran armados depuñales. Durante los banquetes en Tíbur, temíainferir a mis huéspedes la descortesía de una súbitapartida; me aterraba la idea de morir en el baño, oen brazos de un cuerpo joven. Funciones que antañoresultaban fáciles y hasta agradables, llegan a serhumillantes cuando se las cumple con dificultad;nos cansamos del vaso de plata cuyo contenidoexamina el médico todas las mañanas. El mal

Page 339: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

principal va acompañado de un cortejo de afeccionessecundarias. Mi oído no es tan agudo como antes;ayer, sin ir más lejos, me vi obligado a rogar a Flegónque repitiera una frase, y me sentí más avergonzadode eso que de un crimen. Los meses siguientes a laadopción de Antonino fueron atroces; la estadía enBayas, el regreso a Roma y las negociacionesposteriores habían acabado con mis pocas fuerzas.Volví a sentir la obsesión de la muerte, pero estavez sus causas eran visibles, confesables, y mi peorenemigo no hubiera podido sonreír. Nada meretenía ya; hubiera sido comprensible que elemperador, recluido en su casa de campo luego deponer orden en los negocios del estado, tomara lasmedidas necesarias para facilitar su fin. Pero lasolicitud de mis amigos equivale a una vigilanciaconstante: todo enfermo es un prisionero. Ya nome siento con fuerzas para hundir la daga en ellugar exacto, marcado antaño con tinta roja bajo latetilla izquierda; al mal presente no hubiera hechomás que agregar una repugnante mezcla devendajes, esponjas ensangrentadas y cirujanosdiscutiendo al pie del lecho. Para preparar misuicidio necesitaba tomar las mismas precaucionesque un asesino para dar el golpe.

Pensé primeramente en Mástor, mi monteromayor, hermoso sármata brutal que me sigue desdehace años con una abnegación de perro lobo y quea veces se encarga de velar a mi puerta por la noche.Aproveché de un momento de soledad para llamarlo

Page 340: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

y explicarle lo que quería de él. Al principio nocomprendió; luego la luz se hizo en él y el espantocrispó su hocico rubio. Mástor me cree inmortal;noche y día ve entrar a los médicos en mi aposentoy me oye gemir durante las punciones, sin que su fese quebrante, para él aquello era como si el señorde los dioses, deseoso de tentarlo, bajara del Olimpoy le reclamara el golpe de gracia. Arrancándomede las manos su espada, que yo tenía empuñada,huyó gritando. Lo encontraron en el fondo delparque; divagaba bajo las estrellas en su jergabárbara. Calmaron lo mejor posible a aquella bestiaespantada, y nadie volvió a hablar del incidente.Pero a la mañana siguiente advertí que Celer habíasustituido sobre la mesa de trabajo situada junto ami lecho, un estilo de metal por un cálamo de madera.

Busqué entonces un aliado mejor. Tenía laconfianza más absoluta en Iollas, joven médicoalejandrino que Hermógenes había escogido elverano pasado para que lo reemplazara durante suausencia. Solíamos conversar, y arriesgábamoshipótesis sobre la naturaleza y el origen de las cosas;me gustaba su espíritu osado y soñador, y el fuegosombrío de sus ojos. No ignoraba que Iollas habíadescubierto en el palacio de Alejandría la fórmulade los venenos extraordinariamente sutiles que enotros tiempos utilizaban los médicos de Cleopatra.El examen de los candidatos a la cátedra de medicinaque acabo de fundar en el Odeón me sirvió de excusapara alejar unos días a Hermógenes dándome

Page 341: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

oportunidad de mantener una entrevista secreta conIollas. Me comprendió inmediatamente; mecompadecía, aunque estaba obligado a darme larazón, pero su juramento hipocrático le vedabaprescribir una droga nociva a un enfermo bajoningún pretexto. Negóse, refugiándose en su honorde médico. Insistí, exigí, empleando todos los mediosposibles para inspirarle piedad o comprometerlo;él ha sido el último hombre a quien he suplicadoalgo. Vencido, me prometió finalmente ir en buscade la dosis de veneno. Lo esperé en vano hasta lanoche. Algo más tarde me enteré horrorizado deque acababan de encontrarlo muerto en sulaboratorio, con una ampolleta de vidrio en la mano.Aquel corazón, puro de todo compromiso, habíaencontrado la manera de ser fiel a su juramento sinnegarme nada.

Al día siguiente Antonino se hizo anunciar;aquel amigo sincero retenía apenas el llanto. La ideade que un hombre a quien se ha habituado a amary a venerar como un padre, sufriera tanto comopara buscar la muerte, le resultaba insoportable;tenía la impresión de haber faltado a susobligaciones de buen hijo. Me prometía unir susesfuerzos a los de aquellos que me rodeaban a finde cuidarme, aliviar mis males, hacerme la vida fácily agradable hasta el fin, y acaso curarme... Contabacon que yo siguiera orientándolo e instruyéndolotodo lo posible; se sentía responsable del resto demis días ante el imperio. Sé lo que valen esas pobres

Page 342: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

protestas, esas promesas ingenuas, y sin embargome alivian y me reconfortan. Las sencillas palabrasde Antonino me convencieron; vuelvo a tomarposesión de mí antes de morir. El fin de Iollas, fiel asu deber de médico, me exhorta a satisfacer hasta elfin lo que el oficio de emperador reclama. Patientia...Ayer vi a Domicio Rogato, procurador de la moneday encargado de una nueva emisión; le di esa divisa,que será mi última consigna. Mi muerte me parecíami decisión más personal, mi supremo reducto dehombre libre; me engañaba. La fe de millones deMástores no debe ser quebrantada; no someteré aotros Tollas a semejantes pruebas. Comprendí quepara el pequeño grupo de amigos abnegados queme rodean, mi suicidio parecería una señal deindiferencia, acaso de ingratitud; no quiero que suamistad conserve esa imagen irritante de unsupliciado incapaz de soportar la tortura. Durantela noche que siguió a la muerte de Iollas, otrasconsideraciones se me hicieron presentes. Laexistencia me ha dado mucho, o por lo menos hesabido extraer mucho de ella; en ese momento, comoen los tiempos de mi felicidad, y por razonesabsolutamente opuestas, me parece que no tiene yanada que ofrecerme; y sin embargo no estoy segurode que nada me queda por aprender de ella.Escucharé sus secretas instrucciones hasta el fin.Toda mi vida he tenido confianza en el buen sentidode mi cuerpo, tratando de saborear juiciosamentelas sensaciones que ese amigo me procuraba; estoy

Page 343: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

obligado, pues, a saborear también las postreras.No rehúso ya esa agonía que me corresponde, esefin lentamente elaborado en el fondo de mis arterias,heredado quizá de un antecesor, nacido de mitemperamento, preparado poco a poco para cadauno de mis actos en el curso de mi vida. La hora dela impaciencia ha pasado; en el punto en que meencuentro, la desesperación sería de tan mal gustocomo la esperanza. He renunciado a apresurar mimuerte.

Todo queda por hacer. Mis dominios africanos,heredados de mi suegra Matidia, deben convertirseen un modelo de explotación agrícola; loscampesinos de la aldea de Borístenes, fundada enTracia en memoria de un caballo fiel, tienen derechoa recibir socorros luego de un duro invierno; encambio hay que negar los subsidios a los ricoscultivadores del valle del Nilo, siempre prontos aaprovecharse de la amabilidad del emperador. JulioVestino, prefecto de estudios, me envía su informesobre la apertura de las escuelas públicas degramática. Acabo de dar fin a la refundición delcódigo comercial de Palmira; todo está allí previsto,la tasa de las prostitutas y la adjudicación de lascaravanas. Se reúne en este momento un congresode médicos y magistrados que deberá estatuir sobrelos limites extremos del embarazo, poniendo fin ainterminables querellas legales. Los casos de bigamiase multiplican en las colonias militares; me esfuerzo

Page 344: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

por persuadir a los veteranos de que no hagan maluso de las nuevas leyes que los autorizan a casarse,y que se limiten prudentemente a una sola esposa.En Atenas se está levantando un Panteón a lamanera del de Roma; compongo la inscripción queostentarán sus muros, en la cual enumero a títulode ejemplo los servicios que he prestado a lasciudades griegas y a los pueblos bárbaros; en cuantoa los servicios prestados a Roma, caen de su peso.La lucha contra la brutalidad judicial continúa; hedebido amonestar al gobernador de Cilicia, que haciamorir entre suplicios a los ladrones de ganado desu provincia, como si la sola muerte no bastara paracastigar a un hombre y librarse de él. El estado y lasmunicipalidades abusaban de las condenas atrabajos forzados, para asegurarse así una mano deobra a bajo precio; he prohibido esa práctica, tantopara los esclavos como para los hombres libres, perodebo velar a fin de que tan detestable sistema no serestablezca con otro nombre. Todavía se sacrificanniños en algunos puntos del territorio de la antiguaCartago, y es preciso encontrar el modo de prohibira los sacerdotes de Baal que sigan atizandoalegremente sus hogueras. En Asia Menor, losderechos de los herederos de los Seléucidas hansido vergonzosamente perjudicados por nuestrostribunales civiles, siempre mal dispuestos hacia losantiguos príncipes; he cuidado de reparar esaprolongada injusticia. En Grecia, el proceso deHerodes Ático dura todavía. La caja de despachos

Page 345: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de Flegón, sus raspadores de piedra pómez y susbastoncillos de cera roja seguirán conmigo hasta elfin.

Como en tiempos de mi felicidad, siguencreyéndome un dios, y persisten en darme ese títuloaun en momento en que ofrecen sacrificios al cielopara el restablecimiento de la Salud Augusta. Te hedicho ya por qué esa creencia tan beneficiosa nome parece descabellada. Una vieja ciega ha llegadoa pie desde Panonia; emprendió tan inmenso viajepara pedirme que tocara con el dedo sus pupilasapagadas; al contacto de mis manos recobró la vista,tal como su fervor lo había previsto; su fe en elemperador-dios explica el milagro. Se hanproducido otros prodigios; hay enfermos que dicenhaberme visto en sueños, como los peregrinos deEpidauro ven a Esculapio, y pretenden haberdespertado sanos, o por lo menos aliviados. No merío del contraste entre mis poderes de taumaturgoy mi enfermedad; acepto gravemente estos nuevosprivilegios. La anciana ciega que camina hacia elemperador desde el fondo de una provincia bárbarase ha convertido para mí en lo que fuera antaño elesclavo de Tarragona: el emblema de las poblacionesdel imperio que he regido y servido. Su inmensaconfianza es la recompensa de veinte años detrabajos que no me fueron desagradables. Flegónme ha leído hace poco la obra de un judío deAlejandría, que también me atribuye poderessobrehumanos; he recibido sin sarcasmo esa

Page 346: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

descripción del príncipe de cabellos canosos a quiense ha visto ir y venir por todas las rutas de la tierra,sumiéndose en los tesoros de las minas, despertandolas fuerzas generadoras del suelo, estableciendo pordoquiera la prosperidad y la paz, del iniciado quereconstruye los lugares sagrados de todas las razas,del conocedor de artes mágicas, del vidente queexalta a un niño hasta el cielo. He sido mejorcomprendido por ese judío entusiasta que pormuchos senadores y procónsules; ese adversariovenido a mis filas completa a Arriano; me maravillahaberme convertido al fin, para ciertos ojos, en loque deseaba ser, y que ese triunfo se haya logradocon tan poca cosa. La vejez y la muerte tan cercanasagregan ya su majestad a ese prestigio; los hombresse apartan religiosamente a mi paso; no mecomparan como antes a Zeus radiante y sereno, sinoa Marte Gradivo, dios de las largas campañas y laaustera disciplina, y al grave Numa inspirado porlos dioses; en estos últimos tiempos mi rostro pálidoy demacrado, mis ojos fijos, mi gran cuerpo rígidopor un esfuerzo de voluntad, les recuerdan a Plutón,dios de las sombras. Sólo algunos íntimos, algunosamigos seguros y queridos escapan a tan terriblecontagio del respeto. El joven abogado Frontón,magistrado lleno de porvenir y que será sin dudauno de los buenos servidores de tu reino, vino adiscutir conmigo un mensaje que deberá dirigir alSenado. Su voz temblaba, y leí en sus ojos esa mismareverencia mezclada con temor. Las tranquilas

Page 347: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

alegrías de la amistad ya no existen para mí; meveneran demasiado para amarme.

He tenido una suerte análoga a la de ciertosjardineros: todo lo que traté de implantar en laimaginación humana ha echado raíz. El culto deAntínoo parecía la más alocada de mis empresas,desbordamiento de un dolor que sólo a míconcernía. Pero nuestra época está ávida de dioses;prefiere los más ardientes, los más tristes, los quemezclan al vino de la vida una amarga miel deultratumba. En Delfos el niño se ha convertido enHermes, guardián del umbral, amo de los oscurospasajes que conducen a las sombras. Eleusis, dondesu edad y su condición de extranjero habíanimpedido antaño que fuese iniciado junto a mí, loha consagrado el joven Baco de los Misterios,príncipe de las regiones limítrofes entre los sentidosy el alma. La Arcadia ancestral lo asocia con Pan yDiana, divinidades forestales; los campesinos deTíbur lo asimilan al dulce Aristeo, rey de las abejas.En Asia los fieles vuelven a encontrar en él a sustiernos dioses tronchados por el otoño o devoradospor el verano. En los bordes de los países bárbaros,el compañero de mis cacerías y mis viajes haasumido el aspecto del Jinete Tracio, caballeromisterioso que galopa en los jarales al claro de luna,arrebatando las almas en el pliegue de su manto.Todo eso podría ser al fin y al cabo una excrecenciadel culto oficial, una adulación de los pueblos o labajeza de sacerdotes ávidos de subsidios. Pero la

Page 348: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

joven figura me trasciende, cede a las aspiracionesde los corazones sencillos; por una de esasrestituciones inherentes a la naturaleza de las cosas,el efebo sombrío y delicioso se ha convertido porobra de la piedad popular en el sostén de los débilesy los pobres, el consolador de los niños muertos. Laimagen de las monedas de Bitinia, ese perfil de losquince años, con sus rizos flotantes y la sonrisamaravillada y crédula que tan poco habría dedurarle, cuelga del cuello de los recién nacidos aguisa de amuleto; en los cementerios de aldea se lave clavada en las pequeñas tumbas. Antes,pensando en mi propio fin como un piloto que nose preocupa por si mismo pero tiembla por el pasajey la carga del navío, me decía amargamente queaquel recuerdo se hundiría conmigo; el adolescenteminuciosamente embalsamado en lo hondo de mimemoria perecería así por segunda vez. Pero tanjusto temor ya no me atormenta como antes; hecompensado lo mejor posible esa muerte prematura;una imagen, un reflejo, un débil eco sobrenadarápor lo menos durante algunos siglos. No se puedehacer más en materia de inmortalidad.

He vuelto a ver a Fido Aquila, gobernador deAntínoe, en ruta hacia su nuevo puesto enSarmizegetusa. Me ha descrito los ritos anuales quese celebran a orillas del Nilo en honor del diosmuerto, los peregrinos que afluyen por millares delnorte y el sur, las ofrendas de cerveza y grano, lasplegarias; cada tres años tienen lugar juegos

Page 349: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

conmemorativos en Antínoe, así como enAlejandría, Mantinea, y en mi amada Atenas. Lasfiestas trienales se repetirán este otoño, pero noespero durar hasta el noveno retorno del mes deAtir. Más que nunca importa que cada detalle delas solemnidades quede dispuesto por adelantado.El oráculo del muerto funciona en la cámara secretadel templo faraónico reconstruido por mí; lossacerdotes distribuyen diariamente algunoscentenares de respuestas —preparadas poradelantado— a todas las preguntas que la esperanzao la angustia humana pueden formular. Se me hareprochado que yo mismo haya compuesto variasde ellas. No tenía intención de faltar al respeto a midios, o burlarme de esa esposa de soldado quepregunta si su marido volverá vivo de unaguarnición de Palestina, de ese enfermo ávido deconfortación, de ese mercader cuyos navíos sebalancean en las olas del Mar Rojo, de esa parejaque quisiera un hijo. Prolongaba, a lo sumo, losjuegos de logogrifos, las charadas en verso a quesolíamos entregarnos juntos. Tampoco falta quiense haya asombrado de que aquí, en la Villa, en tornoa la capilla de Capone donde su culto se celebra almodo egipcio, haya permitido que se establecieranlos pabellones destinados al placer, semejante a losque existen en el barrio de Alejandría que lleva esenombre, con sus facilidades y sus distracciones queofrezco a mis huéspedes, y de las cuales solíaparticipar. Antínoo estaba acostumbrado a todo eso,

Page 350: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

y uno no se encierra durante años en unpensamiento único sin que en él vayan entrandopoco a poco todas las rutinas de la vida.

He hecho todo lo que nos aconsejan. Esperé, ya veces rogué. Audivi voces divinas... La tonta JuliaBalbila creía escuchar al alba la misteriosa voz deMemnón; yo escuchaba los ruidos de la noche. Hecumplido las unciones de miel y aceite de rosa queatraen a las sombras; preparé la taza de leche, elpuñado de sal, la gota de sangre, sostén de suexistencia de antaño. Me tendí en el pavimento demármol del pequeño santuario; el resplandor delos astros se deslizaba por las aberturas de lamuralla, creando aquí y allá extraños reflejos,inquietantes fuegos pálidos. Recordaba las órdenessusurradas por los sacerdotes al oído del muerto, elitinerario grabado en la tumba: Y él reconocerá elcamino... Y los guardianes del umbral lo dejarán pasar...Y él irá y vendrá en torno de aquellos que lo aman durantemillones de días... A veces, en contadas ocasiones hecreído sentir el roce de un acercamiento, un ligerocontacto, leve como el de las pestañas, tibio como elinterior de la palma de una mano. Y la sombra dePatroclo aparece junto a Aquiles... Jamás sabré si esecalor, si esa dulzura, no emanaban simplemente delo más hondo de mí mismo, últimos esfuerzos deun hombre en lucha con la soledad y el frío de lanoche. Pero esa cuestión, que también se planteaen presencia de nuestros amores vivientes, ha dejadoya de interesarme; poco me importa que los

Page 351: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

fantasmas evocados vengan de los limbos de mimemoria o de los de otro mundo. Si poseo un alma,está hecha de la misma sustancia que los espectros;ese cuerpo de manos hinchadas y uñas lívidas, esatriste masa disuelta a medias, este saco de males,deseos y ensueños, no es más sólido o másconsistente que una sombra. Sólo me diferencio delos muertos en que me está dado asfixiarme todavíaun momento más; en cierto sentido su existenciame parece más segura que la mía. Antínoo y Plotinason por lo menos tan reales como yo.

La meditación de la muerte no enseña a moriry no facilita la partida; pero ya no es facilidad lo quebusco. Pequeña imagen enfurruñada y voluntariosa,tu sacrificio no ha enriquecido mi vida sino mi suerte.Su cercanía restablece como una estrechacomplicidad entre nosotros; los vivientes que merodean, los servidores abnegados y a vecesinoportunos, no sabrán jamás hasta qué punto elmundo ha dejado de interesarnos. Pienso conrepugnancia en los negros símbolos de las tumbasegipcias: el seco escarabajo, la momia rígida, la ranade los partos eternos. De creer a los sacerdotes, tehe dejado en ese lugar donde los elementos de unser se desgarran como una vestidura usada de lacual tiramos, en esa siniestra encrucijada entre loque existe eternamente, lo que fue y lo que será.Puede ser después de todo que tengan razón, y quela muerte esté hecha de la misma materia fugitiva yconfusa que la vida. Pero desconfío de todas las

Page 352: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

teorías de la inmortalidad; el sistema deretribuciones y de penas deja frío a un juez queconoce la dificultad de juzgar. Por otra parte tambiénme sucede encontrar demasiado simple la solucióncontraria, la nada, el hueco vacío donde resuena larisa de Epicuro. Observo mi fin: esta serie deexperimentos sobre mí mismo continúa el largoestudio iniciado en la clínica de Sátiro. Hasta ahoralas modificaciones son tan exteriores como las queel tiempo y la intemperie hacen sufrir a unmonumento cuya materia o arquitectura no sealteran; a veces creo percibir y tocar a través de lasgrietas el basamento indestructible, la toba eterna.Soy el que era; muero sin cambiar. A primera vistael robusto niño de los jardines de España, el oficialambicioso que entra en su tienda sacudiendo desus hombros los copos de nieve, parecen tananiquilados como lo estaré yo cuando haya pasadopor la pira; pero sin embargo están ahí, soyinseparable de ellos. El hombre que clamabaabrazado a un muerto sigue gimiendo en un rincónde mí mismo, pese a la calma más o menos humanade la que ya participo; el viajero encerrado en elenfermo para siempre sedentario se interesa por lamuerte puesto que representa una Partida. Esafuerza que fui parece todavía capaz de instrumentarmuchas otras vidas, de levantar mundos. Si pormilagro algunos siglos vinieran a agregarse a lospocos días que me quedan, volvería a hacer lasmismas cosas y hasta incurriría en los mis errores;

Page 353: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

frecuentaría los mismos Olimpos y los mismosInfiernos. Una comprobación semejante es unexcelente argumento en favor de la utilidad de lamuerte, pero al mismo tiempo me hace dudar de sutotal eficacia.

Durante ciertos periodos de mi vida he tomadonota de mis sueños, para discutir su significacióncon los sacerdotes, filósofos y astrólogos. La facultadde soñar, amortiguada desde hacía años, me ha sidodevuelta en estos meses de agonía; los incidentesde la vigilia parecen menos reales y a veces menosimportunos que mis sueños. Si ese mundo larval yfantástico, donde lo vulgar y lo absurdo pululancon mayor abundancia aun que en la tierra, nosofrece una idea de las condiciones del alma separadadel cuerpo, sin duda pasaré mi eternidadlamentando el exquisito dominio de los sentidos yla ajustada perspectiva de la razón humana. Sinembargo me sumerjo con cierta dulzura en esasvanas regiones de los sueños; por un segundoaprehendo ahí ciertos secretos que no tardan enescapárseme y bebo en las fuentes. Hace unos díasestaba en el oasis de Amón, la tarde de la caza delleón. Me sentía feliz, y todo ocurrió como en lostiempos en que era dueño de mi fuerza: herido, elleón se desplomó, para levantarse nuevamentemientras yo me precipitaba para rematarlo. Peroesta vez mi caballo, encabritándose, me tiró al suelo;la horrible masa ensangrentada rodó sobre mí y susgarras me desgarraron el pecho; desperté en mi

Page 354: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

aposento de Tíbur pidiendo socorro. Hace muy pocovolví a ver a mi padre, en quien sin embargo piensopocas veces. Estaba acostado en su lecho de enfermo,en una habitación de nuestra casa de Itálica, de lacual me marché apenas hubo muerto. Tenía sobrela mesa una ampolla conteniendo una pocióncalmante, que le supliqué me entregara. Antes deque tuviera tiempo de responderme, desperté. Measombra que la mayoría de los hombres tema tantoa los espectros, siendo que tan fácilmente aceptanhablar con los muertos en sus sueños.

También los presagios se multiplican; ahoratodo parece una intimidación, un signo. Acaba decaérseme y hacerse trizas una preciosa piedragrabada que llevaba engastada en una sortija; unartista griego había trazado en ella mi perfil. Losaugures mueven gravemente la cabeza; en cuantoa mí, lamento la pérdida de esa purísima obramaestra. Me ocurre hablar de mí mismo en pasado;mientras discutía en el Senado ciertosacontecimientos ocurridos con posterioridad a lamuerte de Lucio, se me trabó la lengua y mencionérepetidamente esas circunstancias como si hubierantenido lugar después de mi propia muerte. Haceunos meses, el día de mi cumpleaños, al subir enlitera la escalinata del Capitolio me di de boca conun hombre de luto que lloraba; vi cómo mi viejoChabrias palidecía. En aquel entonces yo seguíasaliendo para cumplir en persona mis funciones desumo pontífice, de hermano Arval, y celebrar los

Page 355: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

antiguos ritos de la religión romana que heterminado por referir a la mayoría de los cultosextranjeros. Estaba de pie ante el altar, pronto aencender el fuego, y ofrecía a los dioses un sacrificioen pro de Antonino. De pronto la porción de latoga que me cubría la frente resbaló hasta caermesobre el hombro, y quedé con la cabeza descubierta,pasando así de la condición de sacrificador a la devíctima. En realidad es justo que me toque el turno.

Mi paciencia da sus frutos. Sufro menos, y lavida se vuelve casi dulce. No me enojo ya con losmédicos; sus tontos remedios me han condenado,pero nosotros tenemos la culpa de su presunción ysu hipócrita pedantería; mentirían menos si notuviéramos tanto miedo de sufrir. Me faltan lasfuerzas para los accesos de cólera de antaño; sé debuena fuente que Platorio Nepos, a quien muchoquise, ha abusado de mi confianza; pero no hetratado de confundirlo y no lo he castigado. Elporvenir del mundo no me inquieta; ya no meesfuerzo por calcular angustiado la mayor o menorduración de la paz romana; dejo hacer a los dioses.No es que confíe más en su justicia que no es lanuestra, ni tengo más fe en la cordura del hombre;la verdad es justamente lo contrario. La vida es atroz,y lo sabemos. Pero precisamente porque esperopoco de la condición humana, los períodos defelicidad, los progresos parciales, los esfuerzos dereanudación y de continuidad me parecen otrostantos prodigios, que casi compensan la inmensa

Page 356: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

acumulación de males, fracasos, incuria y error.Vendrán las catástrofes y las ruinas: el desordentriunfará, pero también, de tiempo en tiempo, elorden. La paz reinará otra vez entre dos períodosde guerra; las palabras libertad, humanidad y justiciarecobrarán aquí y allá el sentido que hemos tratadode darles. No todos nuestros libros perecerán;nuestras estatuas mutiladas serán rehechas, y otrascúpulas y frontones nacerán de nuestros frontonesy nuestras cúpulas; algunos hombres pensarán,trabajarán y sentirán como nosotros; me atrevo acontar con esos continuadores nacidos a intervalosirregulares a lo largo de los siglos, con esaintermitente inmortalidad. Si los bárbaros terminanpor apoderarse del imperio del mundo, se veránobligados a adoptar algunos de nuestros métodos yterminarán por parecerse a nosotros. Chabrias seinquieta ante la idea de que un día el pastóforo deMitra o el obispo cristiano se instalen en Roma yreemplacen al sumo pontífice. Si por desgracia llegaese día, mi sucesor al borde del ribazo vaticano habrádejado de ser el jefe de un círculo de afiliados o deuna banda de sectarios, para convertirse a su turnoen una de las figuras universales de la autoridad.Heredará nuestros palacios y nuestros archivos; noserá tan diferente de nosotros como podríasuponerse. Acepto serenamente esas vicisitudes dela Roma eterna.

Los medicamentos ya no actúan; la inflamaciónde las piernas va en aumento, y dormito sentado

Page 357: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

más que acostado. Una de las ventajas de la muerteserá estar otra vez tendido en un lecho. Ahora metoca a mí consolar a Antonino. Le recuerdo quedesde hace mucho la muerte me parece la soluciónmás elegante de mi propio problema; como siempre,mis deseos acaban por realizarse, pero de maneramás lenta e indirecta de lo que había supuesto. Mefelicito de que el mal me haya dejado mi lucidezhasta el fin; me alegro de no haber tenido que pasarpor la prueba de la extrema vejez, de no estardestinado a conocer ese endurecimiento, esa rigidez,esa sequedad, esa atroz ausencia de deseos. Si nome equivoco en mis cálculos, mi madre murióaproximadamente a la edad que tengo hoy; mi vidaha durado la mitad más que la de mi padre, muertoa los cuarenta años. Todo está pronto; el águilaencargada de llevar a los dioses el alma delemperador se halla lista para ser empleada en laceremonia fúnebre. Mi mausoleo, en cuyatechumbre plantan ya los cipreses destinados aformar una pirámide negra en pleno cielo, estaráterminado a tiempo para el transporte de las cenizastodavía tibias. He rogado a Antonino que haga llevarluego las de Sabina; descuidé ofrecerle a su muertelos honores divinos, que después de todo lecorresponden, y no estaría mal que se reparara eseolvido. Y quisiera que los restos de Elio César seancolocados junto a mí.

Me han traído a Bayas; con los calores de julioel viaje fue penoso, pero respiro mejor a orillas del

Page 358: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

mar. La ola repite en la playa su murmullo de sedafrotada y de caricia; disfruto todavía de losprolongados atardeceres rosa. Pero sólo sostengoesas tabletas para dar ocupación a mis manos, quese mueven a pesar de mí. He mandado buscar aAntonino; un correo sale hacia Roma a galopetendido. Resonar de los cascos de Borístenes, galopedel Jinete Tracio... El reducido grupo de los íntimosse reúne junto a mí. Chabrias me da lástima; laslágrimas no van bien con las arrugas de los ancianos.El hermoso rostro de Celer está, como siempre,extrañamente tranquilo; me cuida aplicadamente,sin dejar traslucir nada que pudiera agregarse a lainquietud o a la fatiga de un enfermo. Pero Diótimosolloza, hundida la cabeza en los almohadones. Heasegurado su porvenir; como no le gusta Italia podrárealizar su sueño de volver a Gadara y abrir allí,junto con un amigo, una escuela de elocuencia; nadaperderá con mi muerte. Y sin embargo sus frágileshombros se agitan convulsivamente bajo los plieguesde la túnica; siento caer sobre mis dedos esaslágrimas deliciosas. Hasta el fin, Adriano habrá sidoamado humanamente.

Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped ycompañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajespálidos, rígidos y desnudos, donde habrás derenunciar a los juegos de antaño. Todavía un instantemiremos juntos las riberas familiares, los objetos quesin duda no volveremos a ver... Tratemos de entraren la muerte con los ojos abiertos...

Page 359: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

AL DIVINO ADRIANO AUGUSTO

HIJO DE TRAJANO CONQUISTADOR DELOS PARTOSNIETO DE NERVA

SUMO PONTÍFICE INVESTIDO POR LAXXII VEZ

DE LA DIGNIDAD TRIBUNICIATRES VECES CÓNSUL DOS VECES

VENCEDORPADRE DE LA PATRIA

Y A SU DIVINA ESPOSASABINA

SU HIJO ANTONINOA LUCIO ELIO CÉSAR

HIJO DEL DIVINO ADRIANODOS VECES CÓNSUL

Page 360: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

CUADERNOS DE NOTAS ALAS

«MEMORIAS DE ADRIANO»

Traducción deMarcelo Zapata

a G.F.

Este libro fue concebido y después escrito, ensu totalidad o en parte, bajo diversas formas, en ellapso que va de 1924 a 1929, entre mis veinte y misveinticinco años de edad. Todos esos manuscritosfueron destruidos y merecieron serlo.

*Encontrada de nuevo en un volumen de la

correspondencia de Flaubert, releída y subrayadapor mí hacia 1927, la frase inolvidable: «Cuando los

Page 361: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

dioses ya no existían y Cristo no había aparecía aún,hubo un momento único, desde Cicerón hastaMarco Aurelio, en que sólo estuvo el hombre». Granparte de mi vida transcurriría en el intento dedefinir, después de retratar, a este hombre solo y almismo tiempo vinculado con todo.

*Trabajos vueltos a emprender en 1934; largas

investigaciones; unas quince páginas escritas yconsideradas definitivas; proyecto retomado yabandonado muchas veces entre 1934 y 1937.

*Durante mucho tiempo imaginé la obra como

una serie de diálogos donde se hicieran oír todaslas voces del tiempo. Pero a pesar de todos misintentos, el detalle prevalecía sobre el conjunto; laspartes comprometían el equilibrio del todo; la vozde Adriano se perdía en medio de todos esos gritos.Yo no acertaba a organizar ese mundo visto y oídopor un hombre.

La única frase que subsiste de la redacción de1934: «Empiezo a percibir el perfil de mi muerte».Como un pintor instalado frente al horizonte y quedesplaza sin cesar su caballete a derecha y aizquierda, al fin encontré el punto de vista del libro.

*Tomar una vida conocida, concluida, fijada por

la Historia (en la medida en que puede ser una vida),de modo tal que sea posible abarcar su curva porcompleto; más aún, elegir el momento en el que el

Page 362: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

hombre que vivió esa existencia la evalúa, laexamina, es por un instante capaz de juzgarla.Hacerlo de manera que ese hombre se encuentreante su propia vida en la misma posición quenosotros.

*Mañanas en la Villa Adriana; innumerables

noches pasadas en los cafés que bordean elOlimpión; incesante ir y venir por los mares griegos;caminos de Asia Menor. Para que pudiera utilizaresos recuerdos, que son míos, fue necesario que sealejaran tanto de mí como el siglo II.

*Experiencia con el tiempo: dieciocho días,

dieciocho meses, dieciocho años, dieciocho siglos.Inmóvil permanencia de las estatuas que, como lacabeza de Antínoo Mondragón en el Louvre, vivenaún en el interior de ese tiempo muerto. El mismoproblema considerado en términos de generacioneshumanas: dos docenas de pares de manosdescarnadas, unos veinticinco ancianos bastaríanpara establecer un contacto ininterrumpido entreAdriano y nosotros.

*En 1937, durante mi primera residencia en los

Estados Unidos, hice una serie de lecturas para estelibro en la Universidad de Yale; escribí la visita almédico y el pasaje sobre la renunciación a losejercicios del cuerpo. Estos fragmentos subsisten,modificados, en la versión actual.

Page 363: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

*En todo caso, yo era demasiado joven. Hay

libros a los que no hay que atreverse hasta no habercumplido los cuarenta años. Se corre el riesgo, antesde haber alcanzado esa edad, de desconocer laexistencia de grandes fronteras naturales queseparan, de persona a persona, de siglo a siglo, lainfinita variedad de los seres; o por el contrario, dedar demasiada importancia a las simples divisionesadministrativas, a los puestos de aduana, o a lasgaritas de los guardias. Me hicieron falta esos añospara aprender a calcular exactamente las distanciasentre el emperador y yo.

Dejo de trabajar en este libro (salvo durantealgunos días, en París) en 1937 y 1939.

*Surge el recuerdo de T.E. Lawrence, que se

superpone en Asia Menor al de Adriano. Pero eltrasfondo de Adriano no es el desierto, sino lascolinas de Atenas. Cuanto más pensaba en esto,tanto más la aventura de un hombre que niega (yque en primer término se niega) me inspiraba eldeseo de presentar a través de Adriano el punto devista de alguien que no renuncia, o que renuncia enun lugar para aceptar en otra parte. Por lo demás,es evidente que ese ascetismo y ese hedonismo sonactitudes intercambiables.

*En octubre de 1939, dejé el manuscrito en

Europa con la mayor parte de las notas; pero llevé

Page 364: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

a los Estados Unidos los resúmenes hechos antesen Yale, un mapa del Imperio Romano en la épocade la muerte de Trajano que llevaba conmigo desdehacía años y el perfil del Antínoo del MuseoArqueológico de Florencia, que compré allí en 1926,y que lo muestra joven, grave y dulce.

*Proyecto abandonado desde 1939 hasta 1948.

A veces volvía sobre él, pero siempre con sumodesaliento, casi con indiferencia, como si se hubieratratado de algo imposible. Y hasta avergonzada porhaber intentado alguna vez semejante cosa.

*Hundimiento en la desesperación de un

escritor que no escribe.*

En los peores momentos de desaliento y deatonía, iba a ver en el hermoso Museo de Hartford(Connecticut) una hermosa tela romana deCanaletto: el Panteón ocre y dorado recortándosecontra un cielo azul, al final de una tarde de verano.Después de contemplarla, me sentía más serena yreconfortada.

*Hacia 1941 descubrí por casualidad, en la tienda

de un comerciante neoyorquino, cuatro grabadosde Piranesi, que G... y yo compramos. En uno deellos, una vista de la Villa Adriana que me eradesconocida hasta entonces, aparece la capillaCanope, de donde fueron tomados en el siglo XVII el

Page 365: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Antínoo de estilo egipcio y las estatuas desacerdotisas de basalto que hoy se ven en elVaticano. Estructura redonda, pulida como uncráneo, de donde penden algunas malezas comomechones. El genio casi mediúmnico de Piranesiha intuido la alucinación, las extensas rutinas delrecuerdo, la arquitectura trágica de un mundointerior. Durante muchos años me detuve acontemplar esta imagen casi todos los días, sin porello volver sobre mi antiguo proyecto, al que creíahaber renunciado. Tales son los curiosossubterfugios de lo que se llama olvido.

*En la primavera de 1947, ordenando papeles,

quemé los apuntes tomados en Yale: me parecíanya definitivamente inútiles.

*Sin embargo, el nombre de Adriano figura en

un ensayo sobre el mito de Grecia, que redacté en1943 y que Caillois publicó en Les lettres françaisesde Buenos Aires. En 1945, la imagen de Antínoo,anegada y arrastrada de alguna manera por esacorriente de olvido, vuelve a salir a flote en un ensayoaún inédito, Cántico del alma libre, escrito en vísperasde una grave enfermedad.

*Decirse constantemente que todo lo que yo

aquí cuento está desmentido por lo que no cuento;esas notas sólo enmarcan una laguna. No se refierena lo que yo hacia durante esos años difíciles, como

Page 366: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tampoco a mis pensamientos, mis trabajos, misangustias, mis alegrías, la inmensa repercusión delos hechos exteriores, la constante prueba de mimisma en la piedra de toque de los hechos. Y callotambién las experiencias que me deparó laenfermedad y otras, más secretas, que se vinculancon ellas, y la perpetua presencia o busca del amor.

*No tiene importancia: tal vez fuera necesaria

esa solución de continuidad, esa ruptura, esa nochedel alma que tantos de nosotros hemos padecido enaquella época, cada uno a su manera, y muyfrecuentemente de modo más trágico y másdefinitivo que yo, para obligarme a tratar de colmarno sólo la distancia que me separaba de Adriano,sino sobre todo la que me separaba de mí misma.

*Utilidad de todo lo que hacemos por nosotros

mismos, sin pensar en el provecho. Durante los añosde destierro, frecuenté la lectura de los autoresantiguos: los volúmenes de tapa roja o verde de laedición Loeb-Heinemann llegaron a ser una patriapara mí. Una de las mejores formas de recrear elpensamiento de un hombre: reconstruir subiblioteca. Durante años, y sin saberlo, yo me habíaempeñado en repoblar las calles de Tíbur. No mequedaba más que imaginar las manos hinchadas deun enfermo sobre los manuscritos desplegados.

Reconstruir desde adentro lo que losarqueólogos del siglo XIX han hecho desde afuera.

Page 367: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

*En diciembre de 1948 recibí de Suiza, donde la

había dejado durante la guerra, una maleta llena depapeles familiares y cartas de más de diez años deantigüedad. Me senté junto al fuego para acabarcon esa especie de horrible inventario de cosasmuertas; me pasé varias noches en soledad ocupadaen eso. Deshacía atados de cartas; releía, antes dedestruirlo, ese montón de correspondencia conpersonas olvidadas y que me habían olvidado,algunas vivas, otras muertas. Algunos de esospapeles databan de una generación anterior a lamía; los nombres mismos no me decían nada.Arrojaba mecánicamente al fuego ese intercambiode frases muertas con Marías, Franciscos y Pablosdesaparecidos. Desplegué cuatro o cinco hojasdactilografiadas; el papel estaba amarillento. Leí elencabezamiento: «Querido Marco... » Marco... ¿Dequé amigo, de qué amante, de qué pariente lejanose trataba? No advertí de inmediato a quién se referíael nombre. Al cabo de unos instantes, recordé depronto que ese Marco no era otro que MarcoAurelio, y supe que tenía en mis manos unfragmento del manuscrito perdido. Desde esemomento, me propuse reescribir ese libro costaralo que costare.

*Esa noche reabrí dos volúmenes que me habían

enviado, restos de una biblioteca dispersa. Uno eraDion Casio en la hermosa impresión de Henri

Page 368: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Estienne, y el otro un tomo de una edición corrientede la Historia Augusta: las dos fuentes principalesde la vida de Adriano, que adquirí en la época enque me había propuesto escribir este libro. Todo loque el mundo y yo habíamos atravesado entre tanto,enriquecía esas crónicas con la experiencia de untiempo convulso, proyectaba sobre esa existenciaimperial otras luces, otras sombras. En aquelentonces, yo había pensado en el letrado, en elviajero, en el poeta, en el amante y sin que ningunode esos aspectos perdiera su importancia, veía porprimera vez dibujarse con extrema nitidez, entretodos ellos, el más oficial y a la vez más secreto, eldel emperador. Haber vivido en un mundo que sedeshace me mostró la importancia del Príncipe.

*Me complací en hacer y rehacer el retrato de

un hombre que casi llegó a la sabiduría.*

Tan sólo otra figura histórica me ha tentadocon una insistencia similar. Omar Khayam, poetaastrónomo. Pero la vida de Khayam es la delcontemplador, la del contemplador puro: el mundode la acción le fue ajeno por completo. Por lo demás,no conozco Persia ni su lengua.

*Imposibilidad, también, de tomar como figura

central un personaje femenino; de elegir, porejemplo, como eje de mi relato, a Plotina en lugarde Adriano. La vida de las mujeres es más limitada,

Page 369: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

o demasiado secreta. Basta con que una mujercuente sobre sí misma para que de inmediato se lereproche que ya no sea mujer. Y ya bastante difíciles poner alguna verdad en boca de un hombre.

*Partí para Taos, en Nuevo México. Llevaba

conmigo las hojas en blanco para recomenzar estelibro: nadador que se arroja al agua sin saber sialcanzará la otra orilla. Muy tarde en la noche,trabajé en él entre Nueva York y Chicago, encerradaen mi camarote como en un hipogeo. Después,durante todo el día siguiente, continué en elrestaurante de una estación de Chicago, donde tuveque esperar a un tren detenido por una tormentade nieve. Enseguida, de nuevo hasta el alba, sola enel coche del expreso de Santa Fe, rodeada por lasoscuras cimas de las montañas del Colorado y porel eterno transcurso de los astros. Escribí sininterrupción los pasajes sobre la infancia, el amor,el sueño y el conocimiento del hombre. No recuerdodía más ardiente ni noches más lúcidas.

*Paso lo más rápido posible sobre tres años de

investigaciones, que no interesan más que a losespecialistas, y sobre la elaboración de un métodode delirio que no interesaría más que a los insensatos.Esta última frase hace demasiadas concesiones alromanticismo: hablemos más bien de unaparticipación constante, y la más clarividenteposible, en lo que sucedió.

Page 370: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

*Con un pie en la erudición, otro en la magia, o

más exactamente y sin metáfora, sobre esa magiasimpática que consiste en transportarse mentalmenteal interior de otro.

*Retrato de una voz. Si decidí escribir estas

Memorias de Adriano en primera persona, fue paraevitar en lo posible cualquier intermediario, inclusiveyo misma. Adriano podría hablar de su vida conmás firmeza y más sutileza que yo.

*Los que consideran la novela histórica como

una categoría diferente, olvidan que el novelista nohace más que interpretar, mediante losprocedimientos de su época, cierto número dehechos pasados, de recuerdos conscientes o no,personales o no, tramados de la misma manera quela Historia. Como Guerra y Paz, la obra de Proust esla reconstrucción de un pasado perdido. La novelahistórica de 1830 cae, es cierto, en el melodrama yel folletín de capa y espada; no más que la sublimeDuquesa de Langeais o la asombrosa Niña de los ojosde oro. Flaubert reconstruye laboriosamente elpalacio de Amílcar con ayuda de centenares depequeños detalles; del mismo modo procede conYonville. En nuestra época, la novela histórica, o laque puede denominarse así por casualidad, ha dedesarrollarse en un tiempo recobrado, toma deposesión de un mundo interior.

Page 371: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

*El tiempo no cuenta. Siempre me sorprende

que mis contemporáneos, que creen haberconquistado y transformado el espacio, ignoren quela distancia de los siglos puede reducirse a nuestroantojo.

*Todo se nos escapa, y todos, y hasta nosotros

mismos. La vida de mi padre me es tan desconocidacomo la de Adriano. Mi propia existencia, si tuvieraque escribirla, tendría que ser reconstruida desdefuera, penosamente, como la de otra persona;debería remitirme a ciertas cartas, a los recuerdosde otro, para fijar esas imágenes flotantes. No sonmás que muros en ruinas, paredes en sombra.Ingeniármelas para que las lagunas de nuestrostextos, en lo que concierne a la vida de Adriano,coincidan con lo que hubieran podido ser suspropios olvidos.

*Lo cual no significa, como se dice con

demasiada frecuencia, que la verdad histórica seasiempre y en todo inasible. Es propio de esta verdadlo de todas las otras: el margen de error es mayor omenor.

*Las reglas del juego: aprenderlo todo, leerlo

todo, informarse de todo, y, simultáneamente,adaptar a nuestro fin los Ejercicios de Ignacio deLoyola o el método del asceta hindú que se esfuerza,

Page 372: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

a lo largo de años, en visualizar con un poco más deexactitud la imagen que construye en suimaginación. Rastrear a través de millares de fichasla actualidad de los hechos; tratar de reintegrar aesos rostros de piedra su movilidad, su flexibilidadviviente. Cuando dos textos, dos afirmaciones, dosideas se oponen, esforzarse en conciliarlas más queen anular la una por medio de la otra; ver en ellasdos facetas diferentes, dos estados sucesivos delmismo hecho, una realidad convincente porque escompleja, humana porque es múltiple. Tratar de leerun texto del siglo II con los ojos, el alma y lossentimientos del siglo II; bañarlo en esa agua-madreque son los hechos contemporáneos; separar, si esposible, todas las ideas, todos los sentimientosacumulados en estratos sucesivos entre aquellasgentes y nosotros. Servirse, no obstante, peroprudentemente, a título de estudios preparatorios,de las posibilidades de acercamiento o decomprobación, de perspectivas nuevas elaboradaspoco a poco por tantos siglos o acontecimientos quenos separan de ese texto, de ese suceso, de esehombre; utilizarlos en alguna manera como hitosen la ruta de regreso hacia un momentodeterminado en el tiempo. Deshacerse de lassombras que se llevan con uno mismo, impedir queel vaho de un aliento empañe la superficie delespejo; atender sólo a lo más duradero, a lo másesencial que hay en nosotros, en las emociones delos sentidos o en las operaciones del espíritu, como

Page 373: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

puntos de contacto con esos hombres que, comonosotros, comieron aceitunas, bebieron vino, seembadurnaron los dedos con miel, lucharon contrael viento despiadado y la lluvia enceguecedora ybuscaron en verano la sombra de un plátano ygozaron, pensaron, envejecieron y murieron.

*Hice revisar por médicos varias veces los

breves pasajes de las crónicas que se refieren a laenfermedad de Adriano. No muy diferentes, engeneral, de las descripciones clínicas de la muertede Balzac.

*Para comprender mejor utilizar un comienzo

de enfermedad del corazón.*

¿Qué es Hécuba para él?, se pregunta Hamleten presencia del actor ambulante que llora porHécuba. Y Hamlet no tiene más remedio quereconocer que ese comediante que derrama lágrimasauténticas ha logrado establecer con esa muerte tresveces milenaria una comunicación más profundaque la de él mismo con su padre enterrado la víspera,pero cuya desdicha no siente del todo por estardispuesto a vengarlo sin demora.

*La sustancia, la estructura humana apenas

cambian. Nada más estable que la curva de unaclavícula, el lugar de un tendón o la forma de undedo del pie. Pero hay épocas en las que el calzado

Page 374: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

deforma menos. En el siglo del que hablo, estamosaún muy cerca de la libre verdad del pie descalzo.

*Al atribuir a Adriano dotes de visionario, me

instalaba en el terreno de lo plausible, aun cuandoesas posibilidades fuesen vagas. El analista imparcialde los hechos humanos se equivoca por lo comúnbastante poco sobre el desarrollo ulterior de losacontecimientos; y al contrario, acumula errorescuando se trata de prever su manera de suceder,sus detalles y sus características. Napoleón profetizóen Santa Elena que un siglo después de su muerteEuropa sería revolucionaria o cosaca; distinguió muybien las dos posibilidades de la alternativa; no podíaimaginar que se superpondrían la una a la otra. Peroen general, sólo es por orgullo, por groseraignorancia o por negligencia, como nos negamos aver en el presente los lineamientos de las épocasfuturas. Esos sabios libres del mundo antiguopensaban como nosotros en términos de física o defisiología universal: consideraban posible el fin delhombre y la muerte del mundo. Plutarco y MarcoAurelio no ignoraban que los dioses y lascivilizaciones pasan y mueren. No somos los únicosque miramos cara a cara un inexorable porvenirante nosotros.

*Esta clarividencia que atribuyo a Adriano no

era, por lo demás, sino la forma de hacer resaltar elelemento casi fáustico del personaje, tal como se

Page 375: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ve, por ejemplo, en los Cantos Sibilinos, en los escritosde Elio Arístides, o en el retrato de Adriano ancianohecho por Frontón. Con razón o sin ella, se leatribuían a ese moribundo virtudes más quehumanas.

*Si ese hombre no hubiera mantenido la paz

del mundo y no hubiera renovado la economía delimperio, sus venturas y desventuras personalesinteresarían menos.

*No hay tarea tan apasionante como la de

confrontar los textos. El poema del trofeo de cazade Tespies, consagrado por Adriano al Amor y a laVenus Uraniana «en las colinas de Helicón, junto ala fuente de Narciso», es del otoño de 124; elemperador fue por la misma época a Mantinea,donde nos cuenta Pausanias que hizo levantar latumba de Epaminondas y que inscribió en ella unpoema. La inscripción de Mantinea hoy se haperdido, pero el gesto de Adriano quizá sólo cobratodo su sentido confrontado con un pasaje de lasMoralia de Plutarco, que refiere que Epaminondasfue sepultado en aquel lugar entre dos jóvenesamigos muertos a su lado. Si se acepta para elencuentro entre Antínoo y el emperador la fecha123-124 de su residencia en Asia Menor, que entodo caso es la fecha más plausible y mejordocumentada por los hallazgos de los iconógrafos,esos dos poemas formarían parte de lo que podría

Page 376: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

llamarse el ciclo de Antínoo, inspirados ambos poresa misma Grecia idílica y herpica que Adrianoevocaría más tarde, después de la muerte delfavorito, cuando compare al muchacho con Patroclo.

*Cierto número de personajes cuyo retrato

quisiera desarrollar: Plotina, Sabina, Arriano,Suetonio. Pero Adriano no podía verlos más que desesgo. El propio Antínoo sólo puede verse porreflejo, a través de los recuerdos del emperador, esdecir, con una minucia apasionada y algunoserrores.

*Todo lo que podría decirse sobre el

temperamento de Antínoo está inscrito en la menorde sus imágenes. Eager and impassiona¡ed tenderness,sullen effeminacy: Shelley, con el admirable candorde los poetas, dijo en seis palabras lo esencial, loque los críticos de arte y los historiadores del sigloxix no hicieron más que dilatar en declamacionesvirtuosas, con mucho de idealización falsa oambigua.

Retratos de Antínoo: abundan, van de loincomparable a lo mediocre. Todos, a pesar de lasvariaciones debidas al arte del escultor o a la edaddel modelo, con la diferencia que existe entre losretratos hechos ante la imagen viva y los retratosejecutados en honor del muerto, sorprenden por elincreíble realismo de esa figura siempre reconocidade inmediato y sin embargo interpretada de maneras

Page 377: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tan diversas, por ese ejemplo, único en laAntigüedad, de supervivencia y de multiplicaciónen la piedra de un rostro que no fue ni el de unhombre de Estado ni el de un filósofo, sinosimplemente el de alguien que fue amado. Entreestas imágenes, las dos más hermosas son las menosconocidas: son también las únicas que llevan elnombre de un escultor. Una es el bajorrelievefirmado por Antoniano de Afrodisias y encontradohace unos cincuenta años sobre el emplazamientode un instituto agronómico, los Fundi Rusrici, encuya sala del consejo de administración se halla hoycolocado. Como ningún guía de Roma señala suexistencia en esta ciudad ya repleta de estatuas, losturistas la ignoran. El bajorrelieve de Antoniano estátallado en mármol italiano; seguramente fue hechoen Italia, y sin duda en Roma, por ese artistainstalado desde mucho tiempo atrás en la Ciudad ollevado por Adriano en uno de sus viajes. Ladelicadeza de la pieza es admirable. Una greca devid rodea con el más flexible de los arabescos aljoven rostro melancólico e inclinado: se piensairresistiblemente en las vendimias de la vida breve,en la atmósfera frutal de una tarde de otoño. Laobra delata las huellas de los años pasados en unsótano durante la última guerra: la blancura delmármol ha desaparecido momentáneamente bajomanchas terrosas; faltan tres dedos de la manoizquierda. Así sufren los dioses la locura de loshombres.

Page 378: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

[Nota de 1958. Las líneas precedentes aparecieronhace seis años; entre tanto, el bajorrelieve de Antonianofue adquirido por un banquero romano, Arturo Osio,curioso personaje que hubiera interesado a Stendhal o aBalzac. Osio demuestra por esta reliquia la mismasolicitud que por los animales que viven en libertad enuna propiedad suya muy cerca de Roma, así como porlos árboles que ha plantado por millares en su dominiode Orbetello. Rara virtud: «Los italianos detestan losárboles», dijo Stendhal en 1828, ¿y qué diría ahora cuandolos especuladores de Roma matan echándoles aguacaliente a los pinos demasiado hermosos, demasiadoprotegidos por los reglamentos urbanos, que les molestanpara construir sus hormigueros? Lujo raro, también:¿cuántos hombres ricos pueblan sus bosques y pradosde animales en libertad, no por el placer de la caza, sinopara reconstruir algo así como un admirable Edén? Elamor hacia las estatuas antiguas, esos grandes objetosapacibles, duraderos y frágiles a la vez, es bastante pococomún en los coleccionistas de nuestra época agitada ysin porvenir. Por consejo de los expertos, el nuevoposeedor del bajorrelieve de Antoniano acaba desometerlo a mano autorizada para la más delicada de laslimpiezas; una lenta fricción con la yema de los dedos hadesembarazado el mármol de su herrumbre y su moho,devolviéndole su brillo natural de alabastro y marfil.]

La segunda de estas dos obras maestras es elilustre sardónice que lleva el nombre de GemaMalborough por haber pertenecido a esa colecciónhoy dispersa. Durante más de treinta años se creyó

Page 379: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

que esa hermosa pieza estaba perdida o enterrada.Una venta pública en Londres la sacó a relucir enenero de 1952; el gusto refinado del grancoleccionista Giorgio Sangiorgi hizo que volviera aRoma. Debo a la benevolencia de Sangiorgi el habervisto y tocado esa pieza única. En el borde se lee,incompleta, una firma que se considera deAntoniano de Afrodisias. El artista encerró con tantamaestría ese perfil perfecto en el estrecho espaciode un sardónice, que ese trozo de piedra testimoniaun gran arte perdido como lo haría una estatua oun bajorrelieve.

Las proporciones de la obra hacen olvidar lasdimensiones del objeto. En la época bizantina elreverso de la obra maestra fue moldeado en unaganga del oro más puro. Fue así como pasó decoleccionista desconocido en coleccionistadesconocido hasta llegar a Venecia, donde en elsiglo XVI se señala su presencia en una gran colección;el célebre anticuario Gavin Hamilton la compró yla llevó a Inglaterra, de donde vuelve hoy a Roma,su lugar de origen. De todos los objetos existentesen la superficie de la tierra, es el único que podemospresumir con alguna certeza que haya pasado porlas manos de Adriano.

*Es necesario sumergirse en los recovecos de

un tema para descubrir las cosas más simples, y delinterés literario más general. Fue sólo al estudiar aFlegón, secretario de Adriano, cuando supe que se

Page 380: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

debe a este personaje olvidado la primera y una delas más bellas historias de aparecidos, esa sombríay voluptuosa Novia de Corinto en la que se inspiraronGoethe y el Anatole France de las Bodas corintias.Flegón, además, escribía con la misma tinta y con lamisma curiosidad desordenada por todo aquello quetrascendiera los limites de lo humano absurdashistorias de monstruos con dos cabezas, dehermafroditas en trance de parir. Tal vez, por lomenos en ciertos días, el tema de conversación enla mesa imperial.

*Los que hubieran preferido un Diario de

Adriano a las Memorias de Adriano olvidan que elhombre de acción muy rara vez lleva un diario; noes sino mucho después, al llegar a un periodo deinactividad, cuando se pone a recordar, anota y porlo común se asombra.

*A falta de cualquier otro documento, la carta

de Arriano al emperador Adriano acerca del viajepor el Mar Negro bastaría para recrear en líneasgenerales la figura imperial: minuciosa exactitud deldueño y señor que todo lo quiere saber; interés porlos trabajos de la paz y de la guerra; gusto por lasestatuas bien modeladas; pasión por los poemas ylas leyendas antiguas. Y ese mundo, raro encualquier época, y que habría de desaparecer porcompleto después de Marco Aurelio, en el cual, porsutiles que fueran los matices del protocolo y el

Page 381: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

respeto, el letrado y el administrador se dirigíanaún al príncipe como a un amigo. Todo está allí:melancólico retorno al ideal de la Grecia antigua;discreta alusión a los amores perdidos y a lasconsolaciones místicas buscadas por elsuperviviente, añoranza de países desconocidos yde climas bárbaros. La evocación prerromántica delas regiones desiertas, pobladas de pájaros marinoshace pensar en el admirable vaso, encontrado en laVilla Adriana y que hoy puede verse en el Museode las Termas, donde una bandada de garzas seesparce y alza vuelo en plena soledad por la nievedel mármol.

*Nota de 1949. Cuanto más me esfuerzo por

lograr un retrato fiel, más me alejo del hombre ydel libro que podrían agradar. Sólo podráncomprenderme algunos pocos que se apasionan porel destino humano.

*La novela devora hoy todas las formas: estamos

casi obligados a pasar por ella; este estudio sobre lasuerte de un hombre que se llamó Adriano hubierasido una tragedia en el siglo XVII y un ensayo en elRenacimiento.

*Este libro es la condensación de una enorme

tarea hecha sólo para mí. Me había habituado, todaslas noches, a escribir de manera automática elresultado de mis paseos imaginarios por la intimidad

Page 382: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de otras épocas. Registraba hasta las menorespalabras, los menores gestos, los matices másimperceptibles; las escenas que en el libro ocurrenen dos líneas, aparecían hasta en sus menoresdetalles y como en cámara lenta. Unidas las unas alas otras, esas especies de actas hubieran formadoun volumen de millares de páginas. Pero quemabapor la mañana el trabajo de cada noche. Escribí asíenorme cantidad de meditaciones muy abstrusas, yalgunas descripciones bastante obscenas.

*El hombre más apasionado por la verdad, o al

menos por la exactitud, es por lo común el más capazde darse cuenta, como Pilato, de que la verdad noes pura. De ahí que las afirmaciones más directasvayan mezcladas con dudas, repliegues, rodeos queun espíritu más convencional no tendría. Enocasiones, aunque no a menudo, me asaltaba laimpresión de que el emperador mentía. Y entoncestenía que dejarle mentir, como todos hacemos.

*Grosería de los que dicen: «Adriano es usted».

Grosería quizás mayor de los que se sorprenden deque yo haya elegido un tema tan lejano y extraño.El hechicero que practica una incisión en su pulgaren el momento de evocar las sombras, sabe que ellasno sólo obedecerán esa llamada porque van a bebera su propia sangre. Sabe también, o debería saber,que las voces que le hablan son más sabias y másdignas de atención que sus propios gritos.

Page 383: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

*Me di cuenta muy pronto de que estaba

escribiendo la vida de un gran hombre. Por tanto,más respeto por la verdad, más cuidado, y, en cuantoa mí, más silencio.

*De alguna manera, toda vida narrada es

ejemplar; se escribe para atacar o para defender unsistema del mundo, para definir un método que noses propio. Y no es menos cierto que por laidealización o la destrucción deliberadas, por eldetalle exagerado o prudentemente omitido, sedescalifica casi toda biografía: el hombre asíconstruido sustituye al hombre comprendido. Noperder nunca de vista el diagrama de una vidahumana, que no se compone, por más que se diga,de una horizontal y de dos perpendiculares, sinomás bien de tres líneas sinuosas, perdidas hacia elinfinito, constantemente próximas y divergentes: loque un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser,y lo que fue.

*Aunque sea obvio decirlo, siempre se erige un

monumento de acuerdo con el gusto de cada uno.Y no es poco emplear sólo piedras auténticas.

*Todo ser que haya vivido la aventura humana

vive en mí.El siglo II me interesa porque fue, durante

mucho tiempo, el de los últimos hombres libres. En

Page 384: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

lo que a nosotros concierne, quizás estemos yabastante lejos de aquel tiempo.

*El 26 de diciembre de 1926, en una noche

glacial al borde el Atlántico, en el silencio casi polarde la isla de los Montes Desiertos, en los EstadosUnidos, traté de revivir el calor, la sofocación de undía de julio de 138 en Bayas, el peso de su túnica enlas piernas lentas y cansadas, el ruido casiimperceptible de un mar sin marea que bañaba aun hombre absorto en los rumores de su propiaagonía. Traté de llegar hasta el último trago de agua,el último malestar, la última imagen. Al emperadorsólo le quedaba morir.

*No he dedicado a nadie este libro. Tendría que

habérselo dedicado a G.F. Y lo hubiera hecho siponer una dedicatoria personal al frente de una obraen la que yo pretendía pasar inadvertida no hubierasido una suerte de indecencia. Pero aun ladedicatoria más extensa es una manera bastanteincompleta y trivial de honrar una amistad fuera delo común. Cuando trato de definir ese bien que meha sido dado desde hace años, advierto que unprivilegio semejante, por raro que sea, no puedeser único; que debe existir alguien, siquiera en eltrasfondo, en la aventura de un libro bien llevado oen la vida de un escritor feliz, alguien que no dejepasar la frase inexacta o floja que no cambiamospor pereza; alguien que tome por nosotros los

Page 385: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

gruesos volúmenes de los anaqueles de unabiblioteca para que encontremos alguna indicaciónútil y que se obstine en seguir consultándoloscuando ya hayamos renunciado a ello; alguien quenos apoye, nos aliente, a veces que nos oponga algo;alguien que comparta con nosotros, con igualfervor, los goces del arte y de la vida, sus tareassiempre pesadas, jamás fáciles; alguien que no seani nuestra sombra, ni nuestro reflejo, ni siquieranuestro complemento, sino alguien por sí mismo;alguien que nos deje en completa libertad y que nosobligue, sin embargo, a ser plenamente lo quesomos. Hospes Comesque.

*Supe en diciembre de 1951 de la reciente

muerte del historiador alemán Wilhelm Weber, enabril de 1952 la del erudito Paul Graindor, cuyostrabajos me fueron muy útiles. Conversé estos díascon dos personas. G.B... y J.F... que conocieron enRoma al grabador Pierre Gusman, sobre la épocaen la que él se dedicó a dibujar con pasión los lugaresde la Villa. Sentimiento de pertenecer a una especiede Gens Elia, de formar parte del conjunto desecretarios del gran hombre, de participar en elrelevo de la guardia imperial que montan loshumanistas y los poetas relevándose en torno a ungran recuerdo. Así (y lo mismo ocurre sin duda conlos especialistas en Napoleón y los amantes deDante), un círculo de espíritus vinculados por las

Page 386: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

mismas simpatías y las mismas inquietudes se formaa través del tiempo.

*Los Blazios y los Vadios existen, y su primo

Basilio aún vive. Una vez, sólo una vez, me encontréfrente a ese conjunto de insultos y bromas de cuerposde guardia, citas truncadas o deformadas con artepara infundir a nuestras frases una tontería que ellasno dicen, argumentos capciosos sostenidos porafirmaciones a la vez vagas y perentorias para sertenidas en cuenta por el lector respetuoso delhombre con títulos y que no tiene tiempo ni deseosde consultar por su cuenta las fuentes. Todo estocaracteriza cierto género y cierta especie, felizmentepoco comunes. Cuánta buena voluntad, al contrario,hay en tantos eruditos que podrían muy bien, ennuestra época de especialización forzosa, desdeñaren bloque todo esfuerzo literario de reconstruccióndel pasado que parezca invadir sus territorios...Muchos de ellos se han ofrecido espontáneamentea rectificarme un error, a confirmarme un detalle, asostener una hipótesis, a facilitar una nuevainvestigación; les quedo aquí sumamenteagradecida. Todo libro reeditado debe alguna cosaa sus lectores honrados.

*Esforzarse en lo mejor. Volver a escribir.

Retocar, siquiera imperceptiblemente, algunacorrección. «Es a mí mismo a quien corrijo —decíaYeats— al retocar mis obras.»

Page 387: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Ayer, en la Villa, pensé en los millares de vidassilenciosas, furtivas como las de los animales,irreflexivas como las de las plantas: que han vividoentre Adriano y nosotros: Bohemios del tiempo dePiranesi, saqueadores de ruinas, mendigos,cabreros, aldeanos refugiados entre escombros. Alborde de un olivar, en una senda antigua y conescombros, G... y yo nos encontramos ante el lechode cañas de un campesino, ante el bulto de las ropascolocado entre dos bloques de cemento romano,ante las cenizas de su fuego recién apagado.Sensación de humilde intimidad bastante similar ala que se siente en el Louvre, después del cierre, ala hora en que los catres de tijera de los guardasaparecen entre las estatuas.

*(Nada que modificar, en 1958, en las líneas que

anteceden; el portamantas del campesino, aunque no sulecho, aún sigue allá G... y yo volvimos a detenernossobre la hierba de Tempe, entre las violetas, en aquelmomento sagrado del año en que todo vuelve a comenzara pesar de las amenazas que el hombre de nuestros díasdeja caer sobre el mundo y sobre él mismo. Pero la Villaha sufrido, sin embargo, un insidioso cambio. No total,es cierto: no se altera tan rápidamente un lugar que lossiglos han destruido y formado con lentitud. Pero porun defecto raro, en Italia, los «embellecimientos»peligrosos han venido a sumarse a las refacciones y a lasconsolidaciones necesarias. Los olivares han sido taladospara dar lugar a una zona de estacionamiento de

Page 388: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

automóviles y a un quiosco de bebidas que transformanla noble soledad del lugar en una especie de feria. Losvisitantes beben de una fuente de cemento el agua quesurge a través de un mascarón de yeso que imita loantiguo; otro mascarán, aún más inútil, ornamenta elfrente de una piscina surcada hoy por una flotilla depatos. Se ha copiado, también en yeso, triviales estatuasde jardín grecorromanas halladas en excavacionesrecientes, y que no merecían que se les tributara ni eseexceso de honor ni esa indignidad; estas réplicas en talvil material esponjosa y blanda, dispuestas casi al azaren pedestales, dan a la melancolía Canope la aparienciade un rincón de estudio de cine para una película sobrelos Césares. Nada más frágil que el equilibrio de loslugares hermosos. Nuestras fantasías de interpretacióndejan intactos los textos mismos, que sobreviven anuestros comentarios; pero la menor restauraciónimprudente infligida a las piedras, la menor carreterade asfalto que invade un campo donde creció la hierbadurante siglos, determina para siempre lo irreparable.La belleza se aleja; la autenticidad también.)

*Lugares en los que se ha elegido vivir,

residencias invisibles que uno se construye almargen del tiempo. Yo viví en Tíbur, tal vez allímuera, como Adriano en la Isla de Aquiles.

*No. He vuelto a visitar la Villa una vez más,

con sus pabellones para la intimidad y el reposo,sus vestigios de un lujo sin fasto, lo menos imperial

Page 389: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

posible, de rico aficionado que se esfuerza por unirlas delicias del arte a los placeres campestres; hebuscado en el Panteón el lugar exacto al que llegaun rayo de sol de la mañana del 21 de abril; hevuelto a transitar, a lo largo de los corredores delMausoleo, la ruta fúnebre tan frecuentada porChabrias, Celer y Diótimo, amigos de sus últimosdías. Pero he dejado de sentir a esos seres, suinmediata presencia, esos hechos, esa actualidad;permanecen cerca de mí, pero desordenados, ni másni menos como los recuerdos de mi propia vida.Nuestro intercambio con los demás no se producemás que por un cierto tiempo; se desvanece unavez lograda la satisfacción, la lección sabida, elservicio obtenido, la obra acabada. Lo que yo eracapaz de decir ya está dicho; lo que hubiera podidoaprender ya está aprendido. Ocupémonos ahora deotras cosas.

NOTAUna reconstitución del género que acaba de

leerse, es decir, escrita en primera persona y puestaen la boca del hombre a quien se trataba de retratar,próxima a la novela en algunos aspectos y en otrosa la poesía, podría en rigor, prescindir dedocumentos justificativos; su valor humano aumentasin embargo singularmente por obra de la fidelidada los hechos. El lector hallará más adelante una listade los principales textos en que nos hemos basadopara escribir este libro. Al fundamentar así una obra

Page 390: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

literaria, no hacemos más que conformarnos al usosentado por Racine, quien en los prefacios de sustragedias enumera cuidadosamente sus fuentes.Pero en primer término, y a fin de responder a lascuestiones más urgentes, sigamos asimismo elejemplo de Racine al indicar algunos de los puntos,muy poco numerosos, donde hemos ido más alláde la historia, o la hemos modificado prudentemente.El personaje de Marulino es histórico, pero sucaracterística principal, el don adivinatorio, estátomada de un tío y no de un abuelo de Adriano; lascircunstancias de su muerte son imaginarias. Unainscripción nos señala que el sofista Iseo fue uno delos maestros del joven Adriano, pero no hay certezade que el estudiante haya hecho, como aquí se dice,el viaje a Atenas. Galo es real, pero el detallereferente a la caída final de este personaje sólo tienepor objeto destacar uno de los rasgos más frecuentesen las descripciones del carácter de Adriano: elrencor. El episodio de la iniciación al culto de Mitraha sido inventado; en aquella época dicho cultoestaba ya de moda en el ejército, por lo cual esposible, aunque no se haya probado, que el jovenoficial Adriano tuviera el capricho de hacerse iniciar.Lo mismo cabe decir del tauróbolo al cual se someteAntínoo en Palmira. Melés Agrippa, Castoras y, enel episodio precedente, Turbo, son personajes reales,pero su participación en los ritos iniciáticos ha sidoinventada en todos sus detalles. Se ha seguido enestas dos escenas la tradición según la cual el baño

Page 391: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

de sangre es propio tanto del rito de Mitra cuantodel de la diosa siria, al cual ciertos eruditos prefierenlimitarlo; estas asimilaciones de rituales entredistintos cultos son psicológicamente posibles en unaépoca en la que las religiones de salvación«contaminaban» la atmósfera de curiosidad, deescepticismo y de vago fervor, como fue la del sigloII. El encuentro con el gimnosofista no figura en lahistoria de Adriano; hemos utilizado textos del sigloI y II que describen episodios del mismo género.Todos los detalles concernientes a Atiano sonexactos, salvo una o dos alusiones a su vida privada,de la que nada sabemos. El capítulo sobre losamantes fue extraído en su totalidad de dos líneasde Esparciano (XI, 7); al recurrir toda vez que hacíafalta a la invención, tratamos de mantenernos dentrode las generalidades más plausibles.

Pompeyo Próculo fue gobernador de Bitinia,aunque no puede asegurarse que lo fuera en 123-124, en ocasión de la visita del emperador. Estratónde Sardes, poeta erótico cuya obra no es conocidapor la Antología Palatina, vivía probablemente enépoca de Adriano; nada prueba, ni impide, que elemperador lo haya encontrado en alguno de susviajes por Asia Menor. La visita de Lucio a Alejandríaen 130 ha sido deducida (cosa que ya hizoGregorovius) de un texto muy discutido, la Carta deAdriano a Serviano; el pasaje concerniente a Luciono obliga de ninguna manera a esa interpretación.Su presencia en Egipto es, pues, más que incierta;

Page 392: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

en cambio los detalles concernientes a Lucio en esteperíodo han sido extraídos en su casi totalidad desu biografía por Esparciano, Vida de Elio César. Lahistoria del sacrificio de Antínoo es tradicional(Dion, LXIX, 11; Esparciano, XIV, 7); el detalle de lasoperaciones de hechicería se inspira en las recetasde los papiros mágicos egipcios, pero los incidentesde la velada en Canope han sido inventados. Elepisodio del niño que se cae del balcón en una fiesta,y que aquí se sitúa durante la permanencia deAdriano en Filaé, fue extraído de un informe de losPapiros de Oxirrinco; en realidad, ocurrió cerca decuarenta años después del viaje de Adriano a Egipto.Vincular la ejecución de Apolodoro a la conjuraciónde Serviano no pasa de una hipótesis, acasodefendible.

Chabrias, Celer y Diótimo son frecuentementemencionados por Marco Aurelio, quien, sinembargo, no pasa de citar sus nombres y suapasionada fidelidad a la memoria de Adriano. Lohemos utilizado para evocar la corte de Tíbur en losúltimos años del reino: Chabrias representa el círculode filósofos platónicos o estoicos que rodeaban alemperador: Celer (a quien no debe confundirse conel Celer mencionado por Filóstrato y Arístides, yque fue secretario ab episulis Graecis) resumeelelemento militar, y Diótimo el grupo de loseromenes imperiales. Estos tres nombres históricoshan servido por tanto como punto de partida parala invención parcial de tres personajes. En cambio,

Page 393: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

el médico Iollas es un personaje real cuyo nombreno nos ha conservado la historia, la cual tampoconos dice que fuera oriundo de Alejandría. El libertoOnésimo existió, pero no sabemos si cumplió paraAdriano el papel de proxeneta; el nombre deCrescencio, secretario de Serviano, es auténtico,aunque la historia no nos diga que haya traicionadoa su amo. El comerciante Opraomas existió: nadaprueba empero que acompañara a Adriano hasta elEufrates. La esposa de Arriano es un personajehistórico, pero no sabemos si era, como lo dice aquíAdriano, «fina y orgullosa». Los únicos personajestotalmente inventados no pasan de unas pocascomparsas: el esclavo Euforión, los actores Olimpoy Batilo, el médico Leotiquidas, el joven tribunobritánico y el guía Assar. Las dos hechiceras —la dela isla de Bretaña y la de Canope— son personajesficticios pero que resumen ese mundo de adivinosy expertos en ciencias ocultas que a Adriano legustaba frecuentar. El nombre de Areté provienede un poema auténtico de Adriano (Ins. Gr., XIV,1089), atribuido aquí arbitrariamente a laintendencia de la Villa; el del correo Menecratésfue extraído de la Carta del rey Fermés al emperadorAdriano (Biblioteca de la Escuela de Actas, vol. 74,1913), texto en un todo legendario y del que lahistoria propiamente dicha no puede valerse, peroque sin embargo pudo tomar sus detalles de otrosdocumentos perdidos hoy en día. Los nombres deBenedicta y Teodora, pálidos fantasmas amorosos

Page 394: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

que recorren los Pensamientos de Marco Aurelio,han sido cambiados por los de Verónica y Teodora,por razones estilísticas. Por último, los nombresgriegos y latinos grabados en la base del coloso deMemnón, en Tebas, están en su mayor partetomados de Letronne, Colección de Inscripcionesgriegas y latinas de Egipto, 1848; el imaginario de untal Eumeno, que se habría inscrito en aquel lugarseis siglos antes de Adriano, tiene por fin dar cuenta,tanto para nosotros cuanto para Adriano mismo,del tiempo transcurrido entre los primeros visitantesgriegos en Egipto, contemporáneos de Heródoto, yaquellos paseantes romanos de una mañana delsiglo II.

La breve descripción del ambiente familiar deAntínoo no es histórica, pero tiene en cuenta lascondiciones sociales que prevalecían entonces enBitinia. Frente a diversos puntos controvertidos —razones del exilio de Suetonio, origen libre o servilde Antínoo, participación de Adriano en la guerrade Palestina, fecha de la apoteosis de Sabina y delentierro de Elio César en el castillo Sant’Angelo—,hemos tenido que elegir entre las hipótesis de loshistoriadores, esforzándonos por condicionar ladecisión a las buenas razones. En otros casos —adopción de Adriano por Trajano, muerte deAntínoo— hemos preferido que planeara sobre elrelato cierta incertidumbre que, antes decomunicarse a la historia, fue sin duda la de la vidamisma.

Page 395: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Las dos fuentes principales para el estudio dela vida y del personaje del emperador son elhistoriador griego Dion Casio, que escribió elcapítulo de su Historia romana consagrado a Adrianounos cuarenta años después de la muerte delemperador, y el cronista latino Esparcino, queredactó un siglo más tarde su Vita Hadriani, uno delos textos más sólidos de la Historia Augusta, y suVita Aeli Caesaris, obra menor que nos da unaimagen singularmente plausible del hijo adoptivode Adriano y que sólo parece superficial porque elpersonaje también lo era. Ambos autores se basanen documentos hoy perdidos, entre otros lasMemorias publicadas por Adriano con el nombrede su liberto Flegón, y una recopilación de cartasdel emperador reunidas por este último. Ni Dion niEsparciano son grandes historiadores, peroprecisamente su falta de arte y hasta cierto puntode sistema, los mantiene en contacto singularmenteestrecho con los hechos vivos, al punto que lasinvestigaciones modernas han confirmado las másde las veces y en forma impresionante susafirmaciones. Sobre estas sumas de hechos menudosse basa en parte la interpretación que acaba deleerse. Mencionemos también, sin pretender serexhaustivos, algunos detalles extraídos de las Vidasde la Historia Augusta, como las de Antonino y MarcoAurelio, por Julio Capitolino, y algunas frasesprocedentes de Aurelio Víctor y del autor delEpítome, quienes tienen ya una concepción

Page 396: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

legendaria de la vida de Adriano, pero cuyoespléndido estilo coloca en una categoría aparte.Las noticias históricas del Diccionario de Suidasproporcionaron dos hechos poco conocidos: laConsolación dirigida por Numenio a Adriano y lasmúsicas fúnebres compuestas por Mesómedes enocasión de la muerte de Antínoo.

Del mismo Adriano quedan algunas obrasauténticas que hemos utilizado: correspondenciaadministrativa, fragmentos de discursos o deinformes oficiales, como el célebre Discurso deLambesa, conservados en la mayoría de los casospor inscripciones; decisiones legales transmitidaspor jurisconsultos: poemas mencionados por losautores de su tiempo, como el ilustre Animula vagulablandula, o vueltos a encontrar en los monumentosdonde figuraban a modo de inscripciones votivas,como el poema al Amor y a Afrodita Urania grabadoen el muro del templo de Tespies (Kaibel, Epigr. Gr.811). Las tres cartas de Adriano referentes a su vidapersonal (Carta a Matidia, carta a Serviano, cartadirigida por el emperador moribundo a Antonino) , quese encuentran respectivamente en la selección decartas compiladas por el gramático Dositeo, en laVita Saturnini de Vopiscus, y en el Grenfelí andHunr, Fayum Towns and their Papyri, 1900, son dediscutible autenticidad; no obstante, las tres llevanen gran medida la señal del hombre a quien seatribuyen, y algunas de las indicaciones queproporcionan han sido utilizadas en este libro.

Page 397: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Recordemos que las innumerables mencionesde Adriano o de su círculo, diseminadas en casi todoslos escritores del siglo II y III, ayudan a completar lasindicaciones de las crónicas y llenan sus lagunas.Así, para no citar más que algunos ejemplos de lasMemorias de Adriano, el episodio de las cacerías enLibia procede íntegramente de un fragmento muymutilado del poema de Pancratés, Las cacerías deAdriano y Antínoo, hallado en Egipto y publicado en1911 en la colección de Papiros de Oxirrinco (III, Nº.1085); Ateneo, Aulo Gelio y Filóstrato proporcionannumerosos detalles sobre los sofistas y poetas de lacorte imperial, mientras Plinio y Marcial agreganalgunos rasgos a la imagen algo borrosa de unVoconio o un Licinio Sura. La descripción del dolorde Adriano por la muerte de Antínoo se inspira enlos historiadores del reino, pero también en ciertospasajes de los Padres de la Iglesia, sin dudareprobatorios, pero a veces más humanos y sobretodo con más diferentes opiniones acerca de estetema de lo que suele afirmarse. Se han incorporadoa la obra pasajes de la Carta de Arriano al emperadorAdriano con motivo del periplo del Mar Negro, quecontienen alusiones al mismo tema, y aquí nosatenemos al juicio de los eruditos que consideranauténtico a este texto en su integridad. El Panegíricode Roma, el sofista Elio Arístides —obra de estilonetamente adriánico—, ha servido como base parala breve descripción del Estado ideal expuesta aquípor el emperador. Unos pocos detalles auténticos,

Page 398: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

mezclados en el Talmud con un inmenso materiallegendario, se agregan al relato de la Historiaeclesiástica de Eusebio para el episodio de la guerrade Palestina. La mención del exilio de Favorinoproviene de un manuscrito de este último,publicado en 1931 por la Biblioteca del Vaticano (M.Norsa y G. Vitelli, Il papiro Vaticano greco, II en Studie Testi, LIII); el atroz episodio del secretario tuertoprocede de un tratado de Galeno, médico de MarcoAurelio; la imagen de Adriano moribundo se inspiraen el trágico relato del emperador envejecido, obrade Frontón. Otras veces hemos acudido a lasimágenes de los monumentos y a las inscripcionespara fijar los detalles de los hechos no registradospor los historiadores antiguos. Ciertos aspectos desalvajismo de las guerras contra los dacios y lossármatas —prisioneros quemados vivos, losconsejeros del rey Decebalo envenenándose el díade la capitulación— provienen de los bajorrelievesde la Columna Trajana (W. Foener, La ColonneTrajane, 1865; I. A. Richmond, Trajan’s A rmy onTrajan’s Column, en Papers of the British School atRome, XIII, 1935); gran parte de las imágenescorrespondientes a los viajes han sido tomadas delas monedas del reino. Los poemas grabados porJulia Balbila al pie del coloso de Memnón sirve depunto de partida al relato de la visita a Tebas (R.Cagnat, Inscrip. Gr. ad res romanas pertinentes, 1186-7); la precisión sobre el día del nacimiento deAntínoo se debe a la inscripción del colegio de

Page 399: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

artesanos de Lanuvium, que en 133 tomó a Antínoopor patrón protector (Corp. Ins. Lat XIV, 2112),precisión discutida por Mommsen, pero aceptadamás tarde por los eruditos menos hipercríticos; lasfrases que figuran como inscritas en la tumba delfavorito fueron tomadas del gran texto en jeroglíficodel obelisco del Pincio, que relata sus funerales ydescribe las ceremonias de su culto (A. Erman,Obelisken Römischer Zeit, en Röm. Mitt., XI, 1896); O.Marucchi, Gli obelischi egiziani di Roma, 1898). Parala historia de los honores divinos rendidos a Antínooy la caracterización física y psicológica de éste, eltestimonio de las inscripciones, los monumentosfigurativos y las monedas sobrepasa ampliamenteel de la historia escrita.

No existe hasta la fecha ninguna buenabiografía moderna de Adriano a la cual podamosremitir al lector. La única obra de este género quemerece mención, la más antigua también, es la deGregorovius, publicada en 1851 y revisada en 1884,no carente de vida ni de color pero floja en todo loreferente a Adriano como administrador y comopríncipe; por lo demás se trata de una biografíaanticuada, y lo mismo puede decirse de los brillantesretratos trazados por Gibbon y por Renan. La obrade B.W. Henderson, The Life and Principate of theEmperor Hadrian, publicada en 1923, superficial apesar de su extensión, no ofrece más que una imagenincompleta del pensamiento de Adriano y de losproblemas de su tiempo, y hace un uso muy

Page 400: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

insuficiente de las fuentes. Pero aunque aún faltauna biografía completa de Adriano, abundan encambio los sólidos estudios de detalle, y en muchospuntos la erudición moderna ha renovado la historiadel reinado y la administración de Adriano. Parano citar más que algunas obras recientes, oprácticamente tales, y más o menos accesibles confacilidad, mencionaremos —en idioma francés— loscapítulos consagrados a Adriano en Le Haut-EmpireRomain, de Léon Hemo, 1933, y en L’Empire Romainde E. Albertini, 1936; el análisis de las campañas deTrajano contra los partos y de la política pacífica deAdriano en el primer volumen de la Histoire del4sie de René Grousset, 1921; el estudio sobre laobra literaria de Adriano en Les Empereurs et lesLettres latines de Henri Bardon, 1944; las obras dePaul Graindor, Athènes sons Hadrien, de LouisPerret, 1929, y L’Empereur Hadrien, son oeuvrelégislative et administrative, de Bernard d’Orgeval,1950, esta última a veces confusa en el detalle. Lostrabajos más profundos sobre el reinado y lapersonalidad de Adriano siguen siendo sin embargolos de la escuela alemana, J. Dürr, Die Reisen desKaisers Hadrian, Viena, 1881); J. Plew,Quellenuntersuchungen zur Geshichte des KaisersHadrian, Estrasburgo, 1890; E. Kornemann, KaiserHadrian und der letzte grosse Historiker von Rom,Leipzig, 1905, y sobre todo el breve y admirabletrabajo de Wilhelm Weber, Untersuchungen zurGeschichte des Kaisers Hadrianus, Leipzig, 1907, y el

Page 401: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

ensayo sustancial y más accesible publicado por élen 1936 en el undécimo tomo de la Cambridge AncientHistoiy, The Imperial Peace, págs. 294-324. En lenguainglesa, la obra de Arnold Toynbee aludefrecuentemente al reinado de Adriano; en algunasde dichas referencias se han basado ciertos pasajesde las Memorias de Adriano, en los que el emperadordefine por él mismo sus puntos de vista políticos:de Toynbee, véase en particular su Roman Empireand Modern Europe, en la Dublin Review, 1945. Véasetambién el importante capítulo consagrado a lasreformas sociales y financieras de Adriano en M.Rostovtzeff, Social and Economic History of the RomanEmpire, 1926; y, para el detalle de los hechos, losestudios de R.H. Lacey, The Equestrian Officials ofTrajan and Hadrian: Their career, with Some Notes ofHadrian’s Reforms, 1917; de Paul Alexander, Lettersand Speeches of the Emperor Hadrian, 1938; de W.D.Gray, A study of the Life of Hadrian Prior to his Accesion,Northampton, Mass., 1919; de F. Pringsheim, TheLegal Policy and Reforms of Hadrian, en el Journ. ofRoman Studies, XXIV, 1934. Para la residencia deAdriano en las islas británicas y la erección del muroen la frontera de Escocia, consúltese la obra clásicade J.C. Bruce, The Handbook to the Roman Wall, ediciónrevisada por R.G. Collingwood en 1933, y del mismoCollingwood en colaboración con J.N.L. Myres,Roman Britain and the English Settlements, segundaedición, 1937. Para la numismática del reino(excepción hecha de las monedas de Antínoo,

Page 402: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

mencionadas más abajo), véanse los trabajosrelativamente recientes de Harold Mattingly y E.A. Sydenham, The Roman Imperial Coinage, II, 1926,y el de P.L. Strack, Untersuchungen zur RomischReichsprägung des zweiten Jahrhunderts, II, 1923. Parala personalidad de Trajano y sus guerras, véase R.Paribeni, Optimus Princeps, 1927; R.P. Longden,Nerva and Trajan, y The Wars of Trajan, en laCambridge Ancient History, XI, 1936; M. Durry, LeRègne de Trajan d’’après les Monnaies, Rev. His. LVII,1932, y W. Weber, Traian und Hadrian, en Meisterder Politik, I, Stuttgart, 1923. Sobre Elio César: A.S.L. Farquharsen, On the names of Aelius Caesar,Classical Quartely, II, 1908, y J. Carpocino, L’héréditédynastique chez les Antonins, 1950, cuyas hipótesishan sido desechadas como poco convincentes,prefiriendo la interpretación literal de los textos.Sobre la cuestión de los cuatro tenientes imperiales,véase A. von Premerstein, Das Attentat der KonsulareaufHadrian in Jahre 118, en Klio, 1908; J. Carcopino,Lusius Quiétus, l’’homme de Qwrnyn, en Istros, 1934.Sobre el entorno griego de Adriano: A. vonPremerstein, C. Julius Quadratus Bassus, en los Sitz.Bayr. Akad. d. Wiss., 1934; P. Graindor, UnMilliardaire Antique, Hérode Atticus et sa famille, ElCairo, 1930; A. Boulanger, Ælius Aritide et laSophistique dans la Province d’Asie au Ile siècle de notreère, en las publicaciones de la Bibliothèque des EcolesFrançaises d’Athènes et de Rome, 1923; K. Horna, DieHymnen des Mesomedes, Leipzig, 1928; G.

Page 403: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Martellotti, Mesomede, publicaciones de la Scuola diFilologia Classica, Roma, 1929; H.-C. Puech,Numénius d’Apamèe, en Mélanges Bidez, Bruselas,1934. Sobre la guerra de los judíos: W. D. Gray, TheFounding of Ælia Capitolina and the Chronology of theJewish War under Hadrian, American Journal of semiticLanguage and Literature, 1923; A.L. Sachar, A Historyof the Jews, 1950; y 5. Lieberman, Greek in JewishPalestine, 1942. Los descubrimientos arqueológicoshechos en Israel durante estos últimos años yvinculados con la revuelta de Bar Kochba hanenriquecido con ciertos detalles nuestroconocimiento de la guerra de Palestina; la mayorparte de ellos, ocurridos después de 1951, no hanpodido ser utilizados en la presente obra.

La iconografía de Antínoo, y de manera másincidental, la historia del personaje, no han dejadode interesar a los arqueólogos y estetas, sobre todoen los países de lengua germana, desde que en 1764Winckelmann dio al conjunto de retratos deAntínoo, o al menos a los principales de ellosconocidos en la época, un lugar preponderante ensu Historia del Arte Antiguo. La mayoría de estostrabajos de fines del siglo XVIII y aun del siglo XIX noson más que una curiosidad, en lo que a nosotrosconcierne; la obra de L. Dietrichson, Antinoüs,Christiania, 1884, de un idealismo muy confuso,sigue siendo no obstante digna de atención por elcuidado con el que el autor ha recogido casi latotalidad de las referencias antiguas al favorito de

Page 404: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Adriano; el aspecto iconográfico representa sinembargo hoy en día una óptica y un métodosuperados. El pequeño trabajo de F. Laban, DerGemütsausdruck des Antinoüs, Berlín, 1891, pasarevista a las teorías estéticas en boga en Alemaniaen la época, pero no enriquece en nada la iconografíapropiamente dicha del joven bitinio. El extensoensayo consagrado a Antínoo por J.A. Symonds ensus Sketches in Italy and Greece, Londres, 1900,aunque de estilo y de información a vecesenvejecidos, sigue teniendo gran interés, así comouna nota fundamental del mismo autor en su notabley rarísimo ensayo sobre la inversión antigua, AProblem in Greek Ethics (diez ejemplares fuera decomercio, 1883, reimpreso en 100 ejemplares en1901). La obra de E. Holm, Das Bildnis des antinoas,Leipzig, 1933, revisión de tipo más académico, noaporta ni opiniones ni informaciones nuevas. Paralos monumentos figurativos de Antínoo, además dela numismática, el mejor texto relativamentereciente es el estudio publicado por Pirro Marconi,Antínoo, Saggio sull’Arte dell’Eta’ Adrianea, en elvolumen XXIX de los Monumenti Anticiti, R.Accademia dei Lincei, Roma, 1923, estudio por lodemás poco accesible al gran público, por el hechode que los numerosos tomos de esta colección seencuentran completos en muy pocas de las grandesbibliotecas.1 El ensayo de Marconi, mediocre desdeel punto de vista de la discusión estética, significasin embargo un gran progreso en la iconografía del

Page 405: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

tema, y acaba por su precisión con las brumosasfantasías imaginadas en torno al personaje deAntínoo aun por los mejores de los críticosrománticos. Véanse también los breves estudiosconsagrados a la iconografía de Antínoo en las obrasgenerales sobre el arte griego o grecorromano, comolas de G. Rodenwalt, Propyläen-Kunstgescitichte, III,2, 1930; E. Strong, Art in Ancient Rome, segundaedición, Londres, 1929; Robert West, RömischePortrat-Plastik, II, Munich, 1941; y C. Seltman,Approach to Greek Art, Londres, 1948. Las notas deR. Lanciani y C.L. Visconti, Bolletine Communale diRoma, 1886, los ensayos de O. Rizzo, Antínoo-Silvano,en Ausonia, 1908, de 5. Reinach, Les Têtes desmédaillons de l’Arc de Constantin, en la Rev. Arch.,Serie IV, XV, 1910, de P. Gauckler, Le Sanctuairesyrien du Janicule, 1912, de H. Bulle, Ein Jagddenkmaldes Kaisers Hadrian, en Jahr. d. arch. Inst., XXXIV,1919, y de R. Bartoccini, Le Terme di Lepcis, en Áfricaitaliana, 1929, son dignos de citar entre muchos otrossobre los retratos de Antínoo identificados odescubiertos a fines del siglo XIX o en el siglo XX, ysobre las circunstancias de su descubrimiento.

En lo que concierne a la numismática delpersonaje, el mejor trabajo, considerando lasnumismáticas que se ocupan hoy de este tema, siguesiendo la Numismatique d’Antínoos, en el Journ. Int.d’Archeologie Numismatique, XVI, págs. 33-70, 1914,de Gustave Blum, joven erudito muerto durante laguerra de 1914, y que también ha dejado otros

Page 406: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

estudios iconográficos consagrados al favorito deAdriano. Para las monedas de Antínoo acuñadasen Asia Menor, consultar en particular E. Babelony T. Reinach, Recueil Général des Monnaies Grecquesd’Asie Mineure, I-IV, 1904-1912, segunda edición1925; para las monedas acuñadas en Alejandría,véase J. Vogt, Die Alexandrinisciten Münzen, 1929, ypara algunas de las monedas acuñadas en Grecia,de C. Seltman, Greek Sculpture and Some FestivalCoins, en Hesperia (Journ. of Amer. School of ClassicalStudies at Athens), XVII, 1948.

Con respecto a las oscurísimas circunstanciasde la muerte de Antínoo, véase W. Weber, DreiUntersucitungen zur aegyptisch-griechischen Religion,Heidelberg, 1911. El libro de P. Graindor, ya citado,Athènes sous Hadrien contiene (pág. 13) unainteresante referencia al mismo tema. El problemadel exacto emplazamiento de la tumba de Antínoonunca ha sido resuelto, a pesar de los argumentosde C. Hülsen, Das Grab des Antinoüs, en Mitt. d.deutsch. arch. Inst. Röm. Abt., XII, 1896, y en Berl.Phil. Wochenschr., 15 de marzo de 1919 y lasopiniones opuestas de H. Kähler sobre este temaen su obra, mencionada más abajo, sobre la Villa deAdriano. Señalemos además que el admirabletratado del Padre Festugière sobre La ValeurReligieuse des Papyrus Magiques, en L’ideal religeuxdes Grecs et l’Evangile, 1932, y sobre todo su análisisdel sacrificio del Esiés, de la muerte por inmersióny la divinización conferida en esa forma a la víctima,

Page 407: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

si bien no contienen referencias a la historia delfavorito de Adriano, no dejan por ello de aclararciertas prácticas que sólo conocíamos a través deuna tradición literaria desvitalizada, permitiendoextraer esta leyenda de abnegación voluntaria deldepósito de accesorios trágico-épicos, y hacerlaentrar en el marco bien delimitado de ciertatradición oculta.

Casi todas las obras generales que tratan sobreel arte grecorromano dedican un extenso lugar alarte adriánico; algunas de ellas han sidomencionadas en parágrafo consagrado a las efigiesde Antínoo; para una iconografía más completa deAdriano, de Trajano, de las princesas de su familia,y de Elio César, véase la obra ya citada de RobertWest, Römische Porträt-Plastik, y entre otros, loslibros de P. Graindor, Bustes et Statues-Portraits del’Egypte Romaine, El Cairo, s/f, y de E Poulsen, Greekand Roman Portraits in English Country Houses,Londres, 1923, que contiene un cierto número deretratos menos conocidos y raramente reproducidosde Adriano y de su corte. Sobre la decoración de laépoca de Adriano en general, y sobre todo por lasrelaciones entre los motivos empleados por loscinceladores grabadores y las directivas políticas yculturales del reino, la hermosa obra de JocelynToynbee, The Hadrianic School, A chapter in theHistory of Greek Art, Cambridge, 1934, merece unamención particular.

Page 408: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Las referencias a las obras de arte ordenadaspor Adriano o pertenecientes a sus colecciones, sóloson dignas de figurar aquí en la medida en quecompletan la imagen de un Adriano anticuario,aficionado al arte, o amante preocupado porinmortalizar su rostro amado. La descripción de lasefigies de Antínoo, hechas por el emperador, y laimagen misma del favorito en vida ofrecida enrepetidas ocasiones en el curso de la presente obra,están naturalmente inspiradas en los retratos deljoven bitinio, encontrados en su mayor parte en laVilla Adriana, que existen aún hoy en día, y a losque conocemos en la actualidad con los nombresde los grandes coleccionistas italianos de los siglosXVII y XVIII, a quienes Adriano por cierto no se loshabría dejado. La atribución al escultor Aristeas dela pequeña cabeza existente hoy en el MuseoNacional de Roma, es una hipótesis de PirroMarconi, en un ensayo citado más arriba; laatribución a Papias, otro escultor de la época deAdriano, del Antínoo Farnesio del Museo deNápoles, no es más que una suposición de la autora.La hipótesis según la cual una efigie de Antínoo,hoy imposible de identificar con certeza, adornólos bajorrelieves adriánicos del teatro de Dionisosen Atenas, está tomada de una obra ya citada de P.Graindor. Sobre un punto de detalle, el origen delas tres o cuatro bellas estatuas grecorromanas ohelenísticas encontradas en Itálica, patria deAdriano, adoptamos la opinión que señala que estas

Page 409: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

obras, de las cuales una al menos parece salida deun taller alejandrino, provienen de mármoles griegosque datan del fin del primer siglo o del comienzodel segundo, y que sería una ofrenda del emperadormismo a su ciudad natal.

Las mismas consideraciones generales seaplican a la mención de monumentos levantadospor Adriano, de los que una descripción másdocumentada habría transformado este libro en unmanual disfrazado, y particularmente en el caso delde la Villa Adriana: el emperador, hombre de gusto;no haría sufrir a sus lectores el inventario completode sus propiedades. Nuestras informaciones sobrelas grandes construcciones de Adriano, tanto enRoma cuanto de las diferentes partes del imperio,nos llegan por intermedio de su biógrafo Esparciano,por la Descripción de Grecia de Pausanias, por losmonumentos edificados en Grecia, o por cronistasmás tardíos, como Malalas, que insisteparticularmente en los monumentos elevados orestaurados por Adriano en Asia Menor. PorProcopio sabemos que la parte superior delMausoleo de Adriano estaba decorada con estatuasque sirvieron como proyectiles a los romanos en laépoca del sitio de Alarico; y por la breve descripciónde un viajero alemán del siglo VIII, el Anónimo deEinsiedeln, conservamos una imagen de lo que era aprincipios de la Edad Media el Mausoleo, yafortificado desde los tiempos de Aureliano, pero aúnno transformado en Castel Sant’Angelo. A estas

Page 410: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

referencias y a estas nomenclaturas, los arqueólogosy los epigrafistas han añadido sus hallazgos. Parano dar de estos últimos más que un solo ejemplo,recordemos que fue en fecha muy reciente, ymerced a las marcas de fábrica de los ladrillos quese utilizaron para edificarlo, que sabemos que elhonor de la construcción o de la reconstrucción totaldel Panteón le es debido a Adriano, a quien se creyópor mucho tiempo sólo el restaurador. Remitimosal lector, sobre el tema de la arquitectura adriánica,a la mayor parte de las obras generales sobre el artegrecorromano citadas más arriba; véase también C.Schultess, Bauten des Kaisers Hadrianus, Hamburgo,1898; G. Beltrami, Il Panteone, Roma, 1898; G. Rosi,Bolletino della comm. arch. com., LIX, pág. 227, 1931;M. Borgatti, Castel 5. Angelo, Roma, 1890; S.R.Pierce, The Mauseoleum of Hadrian and Pons Aelius,en el Jour. of Rom. Stud., XV, 1925. Para lasconstrucciones de Adriano en Atenas, la obra variasveces citada de P. Graindor, Athènes sous Hadrien,1934, y O. Fougères, Athènes, 1914, aunque algoanticuada, resume siempre lo esencial.

Recordemos, para el lector que se interese enese lugar único que es la Villa Adriana, que losnombres de las diferentes partes de ésta,enumerados por Adriano en la presente obra y aúnen uso hoy en día, provienen también deindicaciones de Esparciano y que las excavacioneshechas en el lugar han confirmado y completado,hasta el momento, antes que invalidado. Nuestro

Page 411: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

conocimiento de los diferentes estados de estahermosa ruina, entre Adriano y nosotros, provienede toda serie de documentos escritos o de sucesivosgrabados desde el Renacimiento, de los cuales losmás preciosos son quizás la Relación dirigida por elarquitecto Ligorio al Cardenal d’Este en 1538, lasadmirables planchas consagradas por Piranesio aesta ruina hacia 1781, y, sobre un punto de detalle,los dibujos del Ciudadano Ponce (Arabesques antiquesdes bains de Livre et de la Villa Adriana, Paris, 1789),que conservan la imagen de estucos hoy destruidos.Los trabajos de Gaston Boissiers, en sus PromenadesArchéologiques, 1880, de H. Winnefeld, Die Villa desHaudrian bei Tivoli, Berlin, 1895, y de PierreGusman, La Villa impériale de Tibur, 1904, son aúnesenciales; más cerca de nosotros, la obra de R.Paribeni, La Villa dell’Imperatore Adriano, 1930, y elimportante trabajo de H. Káhler, Hadrian und seineVilla bei tivoli, 1950. En las Memorias de Adriano, unareferencia a mosaicos sobre los muros de la Villa hasorprendido a algunos lectores; se trata de los deexedras y nichos de las ninfas, frecuentes en lasciudades de la campiña durante el siglo primero, yque plausiblemente también adornaron lospabellones del palacio de Tíbur, o los que segúnnumerosos testimonios revestían el exterior de lasbóvedas (sabemos por Piranesio que los mosaicosde Canope eran blancos), o aun los emblemata, tablasde mosaicos que según el uso se incrustaban en lasparedes de las salas. Véase para todo este detalle,además de Gusman ya citado, el artículo de P.

Page 412: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Gauckler en Daremberg y Saglio, Dictionnaire desAntiquités Grecques et Romaines, III, 2, Musivum Opus.

En lo que se refiere a los monumentos deAntínoo, recordemos que las ruinas de la ciudadfundada por Adriano en honor a su favorito todavíase mantenían a principios del siglo xíx, cuandoJomard dibujó las planchas de la grandiosaDescripción de Egipto, iniciada por orden deNapoleón, y que contiene emocionantes imágenesde este conjunto de ruinas hoy destruidas. Haciamediados del siglo XIX, un industrial egipcio lastransformó en cal, y las empleó para la construcciónde fábricas de azúcar para las cercanías. Elarqueólogo francés Albert Gayet trabajó con ardorpero, según parece, con poco rigor metodológicosobre ese lugar profanado, aunque las informacionescontenidas en los artículos publicados por él entre1896 y 1914 son sumamente útiles. Los papirosrecogidos en el lugar de Antínoe y en el deOxirrincus, y publicados entre 1901 y nuestros días,no han aportado nada de novedoso sobre laarquitectura de la ciudad de Adriano o el cultofavorito, pero uno de ellos nos ha provisto de unainformación muy completa de las divisionesadministrativas y religiosas de la ciudad,evidentemente establecidas por el mismo Adriano,y que testimonia una fuerte influencia del ritoeleusíaco sobre el espíritu de su autor. Véase la obracitada más arriba de Wilhelm Weber, Drei Untersuchungen zur aegyptisch-griechischen Religion, y la de E.

Page 413: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Kuhn, Antínoopolis, Ein Beitrag zur Geschichte desHellenismus in römischen Egyptien, Göttingen, 1913,y B. Kübler, Antinoopolis, Leipzig, 1914. El breveartículo de M. J. Johnson, Antínoe and its Papyri, enel Journ of Egyp. Arch., I, 1914, es un buen resumende la topografía de la ciudad de Adriano.

Sabemos de la existencia de una rutaestablecida por Adriano entre Antínoe y el mar Rojopor una inscripción antigua encontrada en el lugar(Ins. Gr. and Rer. Rom. Pert., I, 1142), pero el trazadoexacto de su recorrido parece no haber sido nuncarelevado hasta el momento, y la cifra de lasdistancias dada por Adriano en la presente obra noes más que una aproximación. Agreguemosfinalmente que una frase de la descripción deAntínoe, atribuida aquí al emperador, ha sidoextraída de la relación del viaje de un tal Lucas, quevisitó la región a comienzos del siglo XVIII.

Page 414: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

(Footnotes)1

Lo mismo también es aplicable, naturalmente, a muchas de las obras aquí mencionadas. Nunca se insistirá lo suficiente en que un libro raro, agotado, existente sólo en los anaqueles de pocas bibliotecas, o un articulo aparecido

en un viejo número de una publicación seria, es para la inmensa mayoría de los lectores absolutamente inaccesible. En el noventa y

nueve por ciento de los casos, el lector curioso y con afán de instruirse. pero carente de tiempo y de algunas técnicas simples familiares al erudito de profesión, es tributario a su grado o a su pesar de las obras de difusión elegidas casi al azar, y que

las mejores de ellas, al no reimprimirse siempre, se conviertena su vez en inaccesibles. Aquello a lo que nosotros llamamos nuestracultura es, má

s de lo que se supone, una cultura de escritorios cerrados.

Page 415: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Page 416: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar

Page 417: MEMORIAS DE ADRIANO - bnjm.cu

www.artnovela.com.ar