Cuentos Ecológicos

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DAIP. Beatriz Moscol Gonzales Tumbes mayo 2011 Bienvenidos al Mundo de los Cuentos Leo y Disfruto Conociendo mi Región ZARUMILLA I E

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DAIP. Beatriz Moscol Gonzales

Tumbes mayo 2011

Bienvenidos al Mundo de los

Cuentos

Leo y Disfruto Conociendo mi

Región

ZARUMILLA

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Bienvenidos al Mundo de los Cuentos

DAIP. Beatriz Moscol Gonzales.

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Cuento Don Sata Rey de los Esteros

Autor: Manuel Añazco Ruiz

En el puerto llamado el "Botón de Oro y Géminis", al pescador más viejo que trabajaba en ese sitio

desde que fue sólo el cogollo de un chorrillo, le decían Don Sata el Rey de los Esteros, por la infinidad de conocimientos que poseía acerca del manglar, su edad se perdía en la bruma del tiempo, pero su sabiduría era real y valiosa para conocer en toda su dimensión ese fabuloso lugar.

Su verdadero nombre era Eustaquio, pero ningún pescador lo llamaba así, salvo al estar frente a él por el gran respeto que le guardaban, a pesar de los muchos años de vejez que le calculaban, su cuerpo no presentaba ninguna huella de haber sido maltratado por el tiempo, al contrario se mantenía tan activo que superaba en energías a un joven de veinte años; cuando remaba parecía que a su canoa le salían alas al navegar en el agua a increíble velocidad, como si le hubiera instalado un motor fuera de borda.

Algunos pescadores creían que Don Sata tenía pacto con el diablo, pues ellos no se explicaban cómo era posible que viviera tanto, si la mayoría de los que comenzaron trabajando conjuntamente con él, ya estaban muertos de viejos, y si quedaba alguno vivo debería estar postrado en su cama, porque lo más jóvenes que llegaron después al estero, habían envejecido tanto que ahora los ayudaban hasta para subir a sus canoas.

Usando la señal de la cruz como ente divino, éstos hombres juraban, que cuando ellos eran niños y lo vieron por primera vez en el puerto ya tenía ese aspecto, consideraban que su añeja longevidad trabajando en el manglar era eterna, por eso sabia tanto y conocía todos sus secretos con precisión matemática, en cuanto} ha fechas, horas y segundos sobre el desarrollo de la vida de las especies que habitaban en ese ecosistema, de igual manera los procedimientos que le permitían capturarais mejores.

Además de eso comentaban que su ancianidad no era ningún impedimento para lucir su fuerza y destreza remando porque los ganaba a todos, la misma que iba acompañada de la suerte que tenia para la pesca, a él sólo le bastaba tirar el anzuelo al agua así sea con "Arañitas Manglares", y al ratito asombraba a cualquiera al jalarse unos enormes pescados de los sitios menos inesperados del estero.

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De ese grupo varios afirmaban, que hasta sus discípulos el Ñato José, Artemio, Morocho y "Mil Amores", destacaban en ese oficio al haberles enseñado a los tres primeros los secretos de la pesca con ritos satánicos, por eso ellos manejaban tantos cordeles con sus manos y pies que daba la impresión que tiraban espineles alrededor de su canoa, donde su habilidad no tenía limites para dominarlos, porque hasta en la boca se colocaban uno cuando la picada era buena, No contentos con esto hablaban a los cuatro vientos, que al último de ellos para que se convirtiera en un gran extractor de mariscos una noche le pidió al diablo, que le escupiera las manos para que se le endurecieran más que el acero, ese era el motivo por el cual sacaba más "Conchas Negras", que cualquier otro "Conchero", hasta de los altíales más duros del manglar, cuando él se metía por esos lares y levantaba las raíces de los mangles, las conchas brotaban desde el fondo del lodo como por arte de magia.

La verdad que cubría misteriosamente como un enigma la vida de Don Sata, era que desde muy niño se inició trabajando en el manglar al ser llevado por su padre para que lo ayude a recolectarlas inmensas riquezas hidrobiotitas que se encontraban en el interior de su intrincada vegetación, de ese modo apoyó a su familia en los albores de su niñez paliando en algo su inmensa pobreza, Con el transcurrir del tiempo aprendió a descubrir los secretos, que rigen la vida del manglar a través de muchos años de largo trajinar por su suelo fangoso, que lo llevó a conocer con exactitud flujo de las mareas, el lugar y la hora de mayor abundancia de fitoplancton y camarón así mismo la afluencia de peces en esos sitios, los "Bajiales" y "Altéales" que permitían reproducirse rápido a las conchas negras y crecer más grandes a los cangrejos rojos, las zonas que con frecuencia anidaban las aves, las planicies donde se instalaron los primeros puestos de vigilancia policial y aduanera, los pobladores que hicieron "Chacras" en la Isla Matapalo y la Envidia en cuyos bordes sembraron una hilera de plantas de "cocos" como recuerdo que allí cultivaron, el nombre de cada chorro y accidente geográfico que tenía, la forma como se produjo tos combates en la guerra del 41 donde participó activamente en las batallas guiando a las tropas peruanas por los esteros, los espeluznantes relatos de pactos con el Diablo que tuvieron algunos pescadores y la aparición de fantasmas que asustaban a los "traperos", demostraba su sapiencia al saber todo sobre el manglar.

Pero las historias de carácter diabólico que ciertos pescadores le inventaban, hacían de él un personaje de apariencia satánica, que no mellaba en nada la profunda estimación que la mayoría sentía hacia su persona por la increíble grandeza de su alma y su honradez a toda prueba, cuyos actos determinaron que lo veneraran como al insigne maestro que siempre los asesoraba a mejorar sus métodos de pesca con vertiéndolo con el paso de los años en un símbolo sagrado de ese puerto.

Ninguno de los pescadores dudaban en afirmar que Don Sata, amaba e! manglar con pasión infinita y lo cuidaba celosamente más que a un tesoro, porque era la razón de su existir, pese a que pasaba todo el día en sus esteros no podía estar lejos de él, apenas los gallos cantaban se despertaba y esa madrugada no fue la excepción, se levantó más temprano que de costumbre, preparó su desayuno y lo acomodó en la alforja con los enseres de pesca, de prisa le echó aire a las llantas de la bicicleta y partió rumbo al puerto.

Los tiempos modernos lo habían obligado a cambiar a su inseparable burro el "Garañón" por la bicicleta, al llegar a su destino la arregostó sobre un tronco, juntó varias ramas y encendió una fogata para correr a los zancudos mientras se cambiaba de ropa, cuando estuvo listo vació un poco de petróleo en su mano y se untó la cara y los brazos para ahuyentar a los Jonjeen, cogió la atarraya y se dirigió al dren a sacarla carnada que necesitaba para su diaria faena.

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La luz de la fogata alumbraba la oscura noche que se ceñía sobre la copa de los mangles, el ruido producido por el traqueteo de dos bicicletas y la conversación entre los tripulantes, hizo ladrar a los perros de las camaroneras que salieron a toda carrera a morderlos, al verlos que se le venían encima tomaron los machetes y a punta de planazos lograron espantarlos, pasado el susto reiniciaron la marcha hacia el puerto, los hombres que las manejaban eran "Mil Amores" y "Juan de los Puntía", "Mil Amores" era un conchero que había sido discípulo de Don Sata, sus amigos lo apodaban así porque decía, que en su cuenta llevaba anotado más de mil romances a pesar de estar casado y hablaba de cada uno de ellos en todas sus conversaciones, afirmaba que sus santitos lo premiaron a la hora de nacer al darle ese encanto irresistible que atraía a las mujeres volviéndolas locas de pasión, las mismas que ansiosas lo buscaban para estar en sus brazos suspirando de amor por él, aquellos que lo escuchaban narrar sus aventuras amorosas, comentaban que para igualar esa proeza solamente se podría realizar teniendo dinero en abundancia o haciendo un pacto con el Diablo, pero ante la fama de haber sido ex alumno de Don Sata, no extrañaba que cargara algún filtro mágico que le permita lograr eso.

"Juan de los Puntía", no tenía oficio fijo en el manglar, todo lo que sabía se lo había enseñado su padre, se caracterizaba por ser conchero, trapero, mejillonero, larvero y algunas veces se metía hasta de cangrejero, su forma de trabajar era desconcertante porque cambiaba de faena en cada aguaje, esto lo diferenciaba de los demás que se dedicaban a extraer una sola cosa.

Pese a la penumbra del amanecer conducían velozmente sus oxidadas bicicletas que rechinaban al desplazarse por el accidentado camino, al divisar la candela, intrigado "Juan de los Puntía" le preguntó a "Mil Amores"_ ¿Quién será el qué ha prendido fuego a estas horas en el puerto?

Bostezando de sueño "Mil Amores" le contestó _ Debe ser algunos de los que han hecho "rodeo", puede ser "Ciríaco" o "Santos" con el "Chino Preciado", que están esperando el carro para que los lleve a Zarumilla.

Lentamente fueron acercándose a la llamarada, al detenerse frente a ella vieron varias cosas cerca del improvisado fogón, curioso "Mil Amores" las revisó para saber de quién eran; sorprendido exclamó j Mira Juan! Que confiado es Don Sata ni siquiera le ha puesto candado a la bicicleta.. .¿A dónde se habrá ido que ha dejado todo aquí?.

Tirando a un lado su alforja "Juan de los Puntía" encendió un cigarrillo, después de paladear el sabor del tabaco le respondió _ Seguro que está sacando carnada, deja de preocuparte por sus cosas y apresúrate en cambiarte de ropa porque nos gana la marea para salir del dren.

Al oír el sonido de utías pisadas que quebraban a los "vídriales" dejaron de conversar y voltearon a mirar a la silueta que se acercaba, en una mano traía un balde y en la otra la atarraya que chorreaba agua, al mismo tiempo ambos la saludaron _ ¡Hola don Eustaquio!.,. Se ve que ha madrugado.

Colocándose en el humo para correr a la nube de zancudos que lo seguía Don Sata les contestó _ La necesidad lo obliga a uno muchachos, cada día que pasa esto se pone peor, si te duermes los "atarrayeros" no te dejan nada de carnada, éstas camaroneras han malogrado todo al vaciar los desechos putrefactos de sus pozas a los esteros, la gran cantidad de sustancias tóxicas que lleva pudre el agua limpia que tienen, poniéndola amarilla que apesta, esto no deja que sobreviva la larva de camarón como antes que se criaba sanita después de cada aguaje, El diálogo fue interrumpido por "Juan de los Puntía", que enfadado les llamó la atención _ Apúrense que ya mismo se seca el dren, en

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el camino seguimos conversando, ai escucharlo "Mil Amores" se encogió de hombros y empezó a ayudarle a tirar la canoa a Don Sata, evitando con cuidado que la popa no se mande a pique al chocar con el agua.

Cuando terminaron desganadamente "Mil Amores" se subió en su embarcación y le preguntó a Don Sata _ ¿Es cierto Don Eustaquio que los marineros y los guardias a partir de la próxima semana no van a dejar que nadie trabaje en los esteros?.

Aspirando el aire salobre que la brisa traía Don Sata le contestó _ Esa es la noticia que hemos recibido nos han informado que se han quejado a Lima de que estamos arrasando con el manglar; todo esto es una patraña para cubrir las apariencias, porqué no les dicen nada a los camaroneros que son los que han destruido este ecosistema, antes que ellos llegaran daba gusto pescar en los esteros tenían una gran profundidad, hallabas diferentes tipos de peces, daba miedo meterse solo con la marea llena, por donde quieras veías bufeos, tortugas, rayas, meros, pargos y tiburones que median hasta ocho metros, aves que deslumbraban con sus colores, patos arroceros y cuchibibes para matar por cientos en los charcos de la Envidia, camarón para sacar por "Jicradas" en las pozas de la Isla Matapalo y los cogollos de los chorros, conchas, ostiones, cangrejos y mejillones para llenar sacos, cocodrilos que atemorizaban al verlos asoleándose en las orillas.

Sin embargo esa gente que se ha quejado nunca ha salido a protestar contra estas empresas por el tremendo daño que le han ocasionado al manglar, en cambio nosotros si lo hemos hecho denunciándolas ante las autoridades, exponiéndoles el peligro que coma si continuaban construyendo pozas y drenes en su zona de amortiguamiento, hoy el tiempo nos ha dado la razón porque las consecuencias de este desastre están a la vista, al desbordarse los ríos y las quebradas han depositado tanta tierra en sus Esteros que ahora ni siquiera necesitas canoa para cruzarlos como antes, donde los pocos peces que entran lo hacen con marea, los mangles se están muriendo al ser atacados por diversas plagas, los cangrejos sin boca, los cocodrilos, la nutria, los ostiones y las langostas ya se extinguieron, con esta hondura que tienen ni "tamborines" encuentras con la marea seca para entretenerte rajándoles la panza para sacarle los anzuelos, es tan grave la situación que en poco tiempo las conchas negras, los cangrejos rojos y los mejillones correrán la misma suerte de las otras especies que ya desaparecieron.

Si analizas ésta denuncia de la que hemos sido objeto comprenderás que hay mano negra, por eso no debemos confiamos de esa gente, son peor que alimañas ponzoñosas para defender sus intereses y una muestra de lo que son capaces es que ya nos están echando la culpa que somos los que destruimos el Manglar, como si no supiéramos que de esta manera quieren proteger a los verdaderos culpables de la venta de estas tierras para que hagan camaroneras, las mismas que se han construido sin ningún criterio técnico ni estudio de impacto ambiental para que no afecten a la vida que se desarrolla en esta zona, menos mal que nuestros dirigentes ya están luchando ante las autoridades para demostrar que nosotros no tenemos nada que ver en el asunto, porque somos simples extractores artesanales y los únicos instrumentos que utilizamos son pequeñas canoas, anzuelos y unas cuantas redes viejas, además esto constituye la única fuente de trabajo de la que hemos dependido siempre por generación es y no la abandonaremos jamás fácilmente.

Entusiasmado por las declaraciones de Don Sata, "Juan de los Puntía" le dijo _: jDon Eustaquio! ... su conversación sobre el problema que afecta al Manglar es muy interesante, pero para poder seguir dialogando acerca del tema es necesario que reme más despacio, ya me duelen los brazos al tratar de ir juntos.

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Riéndose Don Sata le contestó _ Lo que pasa "Juancito" es que no tienes fuerza para bogar, si fueras el Ñato José, Artemio o Morocho ya deberías estar conchando en las "Almerjas" o "Las Vacas",

tomando en cuenta el tiempo que llevas remando en esa canoa 1 i vi Anita, Secándose el sudor que le corría por 1 a cara "Juan de los Puntía" le dijo _No sea malo Don Eustaquio como se le ocurre compararme con ellos, yo estoy en desventaja porque dicen las malas lenguas, que usted les ha presentado el diablo para que los ayude a trabajar en el estero, es por eso que tienen tanta fuerza que supera a la de cualquiera de nosotros, la misma que va acompañada de la fantástica suerte que poseen para pescar, es que como si algo sobrenatural les amarrara a los pescados, apenas tiran el anzuelo o sus redes al toque atrapan a los más grandes, para demostrarle lo que digo, basta mirarle las manos a mi compañero "Mil Amores", saca tanta concha que es imposible que alguien lo iguale, parece que tuviera un imán en los dedos para cogerlas asombrosamente ellas se te meten sólitas a la "Jicra" con solo tocarlas.

Moviendo la cabeza disgustado Don Sata te respondió _ [Juan! ... esas son puras mentiras que tu y la gente del puerto hablan, lo que pasa es que todavía no aprenden que primero deben conocer el ciclo vital de las especies que viven en el manglar, donde su existencia depende de la caída de las hojas del mangle que son descompuestas por millones de microorganismos que las aprovechan con el flujo de las mareas, de esta forma ellos obtienen los nutrientes que necesitan para poder sobrevivir y a su vez sirven de alimento a otros animales dentro de una compleja cadena alimenticia, para saber la secuencia solo hay que seguirlas hacia los lugares donde comen, es por eso que me decepcionas al comprobar que te causa admiración observar a quienes le sacan provecho a esto y apenas los ven cazar a las mejores, como viejas chismosas se reúnen para decir que Satanás es el que los ayuda acogerlas.

Al verlo molesto a Don Sata, "Juan de los Puntía" dejó de hablar y se limitó a mirarlo remar hacia la punta de la "Poza del Toro", donde ancló su canoa y comenzó a ponerle carnada a los cordeles, sin pérdida de tiempo los lanzó al remanso que hacía la comente. "Mil Amores" le hizo señas a "Juan de los Puntía" para que se acerque a prudente distancia y poder contemplarlo pescar un momento, la forma como iniciaba su tarea era un ritual que dejaba impresionado a cualquiera porque no pasó ni un minuto desde que tiró los anzuelos, cuando la "boya" de uno de ellos saltó de un chicotazo afuera de la canoa, con un movimiento felino Don Sata la agarró en el aire y empezó a "Soguearlo" con tal habilidad que no le quedaba templado el cordel a pesar que zumbaba, parecia que el pez se lo rompía por los remolinos que hacia luchando para zafarse del garfio que lo aprisionaba, sin esfuerzo logró cansarlo y en la primera oportunidad que asomó la cabeza con el palo de matar "Bagres", le dio un garrotazo que lo hizo flotar en la superficie del agua, sin perder un segundo le metió la mano derecha en las agallas y lo alzó con dificultad aventándolo debajo del asiento de 1a popa.

El pez que se había jalado era una enorme "Corvina", conocida como "Pico de Oro" por el color amarillo que tenía su boca, de inmediato Don Sata le sacó el anzuelo y enrolló el cordel en la "boya", se quitó el sombrero y levantó los brazos al cielo, acto seguido se santiguó agradeciendo a Dios por la pieza conseguida, después de persignarse emitió su clásico grito de alegría "Dame otro pez otra vuelta" cuyo eco retumbó en el manglar asustando los pájaros que volaron precipitadamente de las ramas, según la creencia de los pescadores ese grito aterrador que siempre daba al sacarse el primer pescado era su cábala secreta por medio de la cual invocaba al diablo para que le engarzara en el anzuelo a los peces más valiosos que entraban a comer al estero.

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Caminando con cuidado para no hacer ruido, Don Sata se sentó en la proa y le dijo a "Juan de los Puntia", [Muchacho! ... esta es la manera como me saco a los pescados no hay nada de extraño en ello, ni menos esas cosas misteriosas de carácter diabólico que tanto habla la gente, lo único que se debe hacer es ubicar la marea precisa y calcular la hora exacta en que pasan a buscar su alimento.

"Juan de los Puntia" lo miró de reojo y luego le comentó incrédulo a "Mil Amores" _ A mí nadie me quita de la cabeza que Don Sata si tiene pacto con el Diablo, no es posible que cada vez que lo veo pescar a! tirar el primer anzuelo al agua siempre jala uno grande, si no es una "Corvina" es un "Pargo" o un "Robalo", nunca se le prenden "Roncos" o "Tamborines" como a los otros, eso ya no es casualidad, ni tampoco creo que sea por las mareas para hacer eso tiene que haber algo, pienso que la clave de su éxito está en esos cordeles que le ha dado el demonio.

Como impulsado por un resorte "Mil Amores" cogió su remo y se puso a bogar molesto por lo que acababa de escuchar, luego de una pausa le dijo_ j Juan!, - - lo que tú y el resto de pescadores opinan al respecto carece de fundamento lógico, cuando comprenderán que Don Sata conoce a los esteros como la palma de su mano, a! Recorrerlos durante toda su vida no es raro que calcule con precisión absoluta la hora exacta donde comen los peces más grandes, para mí eso no es cosa del demonio, ni siquiera puedo afirmar que es suerte, esa es la experiencia que él ha acumulado al trabajar diariamente en esta zona.

Lo mejor que pueden hacer es quedarse callados y no seguir hablando barbaridades al atribuirle cosas que sólo existen en su imaginación, y más bien deben tratar de aprovechar la importancia de sus conocimientos en beneficio de la conservación del manglar que es nuestro centro de trabajo, porque el dia que muera su vegetación se marchitará de pena, según cuentan los antiguos los animales y las plantas también tienen sentimientos y lo extrañarían si faltara alguna vez» debido a que jamás aparecerá un hombre con esos ideales conservacionistas que lo defendía de la codicia de las camaroneras, pero a pesar de su titánica lucha proteccionista lamentablemente no está lejano el día en que ellas terminen con todo esto.

Preocupado por la probable situación que se avecinaba "Juan de los Puntía" le preguntó temeroso_ j "Mil Amores"'.., ¿Tú crees que eso sucederá algún día?. Después de guardar un sepulcral silencio "Mil Amores" le respondió _ Yo creo que sí, tal como se están dando las cosas en poco tiempo perderemos esta fuente inagotable de riquezas, al no seguir el ejemplo de Don Sata, que luchó durante décadas para que aprendiéramos a extraer sus recursos racionalmente, pienso que hoy es nuestro tumo de controlar su depredación, porque sino reforestamos las partes dañadas y no rellenarnos los drenes de las camaroneras abandonadas el manglar continuará sedimentándose, y las especies que viven debajo de sus raíces se extinguirán al no encontrar las condiciones favorables para su desarrollo, así mismo desaparecerá para siempre la mítica figura de Don Sata y sólo nos quedará el recuerdo de su sabiduría para pescar como mago en sus esteros.

Al oír esto un escalofrió tétrico le recorrió la columna vertebral a "Juan de los Puntía", erizándole la piel de miedo, con torpeza se secó las gruesas gotas de sudor que perlaban su frente al recibir los inclementes rayos solares, a pesar que el calor infernal lo deshidrataba angustiado vio el vuelo de las tijeretas que revoleteaban sobre su cabeza en busca de alimento, su corazón se desgarró de tristeza al escuchar el canto de los "Tordos mangleros", cuya melodía le humedeció los ojos de pena al ver que su hábitat se desmoronaba como un castillo de arena, a medida que las perlas de nácar resbalaban por sus mejillas con dificultad veía a su compañero "Mil Amores" remar en la proa de la canoa, que navegaba rompiendo las olas que el viento hacia sin cesar en el estero, el mismo que al ir enterrándose aceleradamente poco a poco moría.

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CUENTO:EL CANGREJO ERMITAÑO

AUTOR: FELIX HUGO NOBLECILLA

Un día, hace ya muchos años, nació en nuestras playas un cangrejito que no tenía caparazón y los

demás seres que habitaban junto a él se burlaban de su aspecto. Las jaibas y otros cangrejos, que eran más robustos y bravos, le daban fuertes horquetazos en su cuerpo desnudo y le decían: " ¡Quita de aquí pelao! ... ¡Fuera de aquí, cabeza de mate! ... y le hacían miles de mofas.

Pero a quienes más les temía nuestro cangrejito, era a las gaviotas y a las garzas, ya que ellas le tenían una gran apetencia, porque al verlo sin caparazón les parecía más delicioso. Por esta razón el animalito sufría mucho y casi no podía salir a pasear libremente por la playa o jugar con las olas, como si lo hacían las jaibas, caracoles y demás seres del mar.

Cierto día decidió refundirse en lo más apartado del mar y no conversar con nadie, por lo que los demás vecinos empezaron a llamarle cangrejo ermitaño; más siempre sentía el deseo de dar una vuelta por la playa, para lo cual esperaba que ésta estuviera solitaria. Un día, mientras estaba correteando alegremente, lo divisó una gaviota. Nuestro cangrejito se vio perdido y corrió sin saber dónde ocultarse. Felizmente chocó con la concha vacía de un caracol y allí se refugió; el ave no pudo comérselo. Estuvo largo tiempo oculto en dicho lugar y, una vez que la vio alejarse volando hasta perderse en el horizonte, hizo el intentó de trasladarse hacia el agua siempre con la concha a cuestas, por temor a que volviera su enemiga; al principio sus movimientos fueron torpes y lentos, mas poco a poco se fue acostumbrando y decidió que ese escondite le serviría, a partir de ese día, de carapacho o casa.

-¡Creo que esta concha de caracol puede protegerme de mis enemigos! -se dijo feliz nuestro querido cangrejito. Pero pasó el tiempo y su cuerpo creció. La concha le quedaba muy estrecha y se dijo: - ¡Oh! ¿y ahora qué hago? ... ¡Mi hogar cada día me resulta más estrecho! ... ¡No puedo moverme! ... -Así

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estuvo con el problema hasta que se encontró con otra más grande, y decidió trasladarse hacia ese nuevo hogar, más amplio.

-¡Ahora ya puedo salir a pasear! ¡Creo que estoy algo protegido! -se dijo dignamente el cangrejito. Más aun así, no se sentía muy seguro, y como ya había aprendido a pensar, dijo: -Si no estoy muy seguro puedo buscar algo que me proteja aún más, y así como encontré por casualidad esta concha, también puedo encontrar otra cosa que me sirva para defenderme mejor.

Un buen día, mientras paseaba por unas rocas marinas, se encontró con una anémona que estaba comiendo unos trozos de pescado:

-¡Buenos días, señora anémona! -La saludó cortésmente el cangrejo ermitaño.

-¡Buenos días! -contestó molesta la anémona.

¿Por qué está usted molesta -preguntó sorprendido nuestro cangrejo-; Si la veo que está usted almorzando, debería estar más bien alegre.

-Si usted supiera, señor cangrejo, -¡cómo sufro de estar todo el día aquí sin poder moverme a ningún lado! -dijo tristemente la pobre anémona-. Si ahora estoy comiendo es porque tuve la suerte de que hace un rato un tiburón estuvo comiéndose un pescado aquí cerca, y entonces, quedaron estos restos.

- Pero usted tiene suerte, señora anémona -replicó el cangrejo, luego de meditar un momento- Nadie puede hacerle daño, ni las gaviotas ni los peces más grandes, tampoco las jaibas. A mí varias veces me han ofendido. Existe el temor de chocarse con su veneno.

-Bueno, en eso tiene razón, señor cangrejo... pero lamentablemente, de aquí no puedo moverme.

-Yo en cambio puedo moverme y trasladarme de un lugar a otro, pero ando con temor hacia mis enemigos. Si yo tuviera sus defensas, ¡otro sería el destino de mi vida! Exclamó con tristeza el cangrejo.

A la anémona se le ocurrió una idea, y le dijo a nuestro amigo:

-¿Qué tal, mi estimado cangrejo, si con sus tenazas me coloca encima de su casa y me traslada por diferentes lugares?. De esta manera puedo conseguir mejor mis alimentos y a usted lo defiendo de sus enemigos. Así nadie se atreverá a molestarlo.

Sin pensarlo dos veces, el cangrejo aceptó la propuesta y acto seguido, levantó a la anémona con sus fuertes tenazas y la colocó en la parte superior de su concha.

Desde aquel día, estos dos seres -antes infelices- vivieron ayudándose mutuamente. Nuestro cangrejo jamás tuvo miedo de pasear por los fondos marinos y nuestra anémona jamás tuvo que sufrir para conseguir sus alimentos.

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EL Canto del Zarapito

Autor: Manuel Añazco Ruiz

En borde de los altéales del manglar ubicado entre la "Boca de Capones y el sector de Chacras

González" en la provincia de Zarumilla, un cangrejo sin boca descansaba plácidamente en su cueva arrullado por el cotidiano ruido del agua al chocar con las raíces del mangle al bajar la marea, en esa zona él se sentía el Rey. Junto con todos los miembros de su población a la que defendían con fiereza y no permitían el ingreso de ningún extraño, pero esa mañana su descanso fue interrumpido por el canto emitido por una ave cerca de su cueva, el cangrejo sin boca salió presuroso para ver quien era el que se había atrevido a interrumpir su descanso, grande fue su asombro cuando observó el aspecto del ave al salir de su cueva, su plumaje era de color pardo con manchas negras y pintas blancas, tenía patas largas, cuerpo alargado , pico largo y curvo; no pudo contener la risa y lanzó una sonora carcajada que retumbó en el manglar; el zarapito lo miró largamente y le dijo, ¿De qué se ríe señor cangrejo? Yo de que me estoy riendo, pues de tu horrible aspecto, con razón cantas tan feo, pero por el momento agradable que me has hecho pasar ni yo ni mis hermanos te vamos a atacar porque esta zona es nuestro hábitat y la defendemos hasta morir si es preciso ante la presencia de cualquier intruso contestó el cangrejo sin boca.

El zarapito se quedó pensando un momento y le dijo señor cangrejo tan importante es este lugar para usted y sus hermanos que son capaces de matar a otros semejante por defenderlo, habiendo tanto espacio aquí en el manglar donde se puede vivir tranquilamente y compartirlo con los demás sin que exista ningún problema cuando cualquiera de sus habitantes salga hacia otro sitio en busca de alimento.

Mire señor patas largas y pico horrible lo que usted dice es cierto el manglar es inmenso y se puede compartir con cualquiera, pero usted no ha tomado en cuenta lo siguiente que todos los que habitamos aquí tenemos características diferentes en cuanto a nuestro medio de vida y esta zona es la única que nos brinda todas las condiciones necesarias para poder sobrevivir, ese es el motivo por el cual peleamos por ella, si no lo hiciéramos estaríamos condenados a morir y nuestra especie desaparecería contestó el cangrejo sin boca.

Comprendo la preocupación de usted y de sus hermanos para conservar su hábitat y no fue mi intención en entrar a su territorio en busca de alimento, molestarlo con mi alegre y hermoso canto, afirmo el zarapito. Jamás en mi vida había escuchado una melodía tan horrible y tenebrosa refutó el cangrejo simboca.

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El diálogo fue interrumpido por un fuerte ruido producido por la caída de los mangles sin cesar, el temblor de la tierra y el sonido de varias voces desconocidas; la población de cangrejos simboca salieron apresurados de sus cuevas para tratar de ver que estaba sucediendo, el caos y el terror era latente en todos ellos, entonces él le dijo al zarapito -lo siento, tengo que despedirme porque yo y mis hermanos tenemos que averiguar que cosa está sucediendo en el manglar y que puede afectar a nuestro hábitat .

El zarapito contestó, -Señor cangrejo permítame usted ayudarlo, mis poderosas alas me permitirán llegar al lugar de los hechos más rápido que ustedes, considero que es más importante que espere mi regreso y vayan organizando la defensa del hábitat para protegerlo de cualquier ataque desconocido .

Seguidamente el zarapito tomó vuelo y empezó a elevarse hasta alcanzar una gran altura y comenzó a guiarse por el ruido producido por la caída de los mangles y pudo ubicar con exactitud que éste provenía de las afueras del manglar, mientras volaba observó que muchas especies huían rápidamente hacia el interior del mismo en busca de protección, al cabo de un rato de seguir volando logró divisar a unas enormes y extrañas criaturas que nunca había visto antes, las mismas que venían acompañadas de varios humanos , se sentó sobre la copa de un mangle y comenzó a observar las características que tenían y pudo ver que era de brillantes colores, altas y fuertes y les obedecían ciegamente; cuando estas se subían sobre ellas comenzaban a desplazarse y cuando se bajaban se detenían, la forma que les indicaba para que arranquen los mangles como si fueran hojas, como cavar en el suelo con gran facilidad para que hagan unos enormes huecos, él jamás había visto antes ningún habitante del manglar hacerlos de esa forma como esas extrañas criaturas.

Tanta fue su admiración al observarlas que su curiosidad por verlas de cerca venció a su miedo y volando velozmente se acercó a una de ellas y para ver como reaccionaba le lanzó un feroz picotazo, grande fue su sorpresa al sentir un enorme dolor por habérselo quebrado el pico, asombrado de la dureza de la piel de la extraña criatura, remontó vuelo hacia la zona de los cangrejos simboca, a medida que volaba conteniendo su dolor pensaba ¿ de qué sitio los humanos han traído a esos seres? ellos jamás nos habían atacado de esa forma, qué estará pasando que actúen de esa manera , en éste lugar no existen riquezas que ellos puedan ambicionar, solo hay lodo, mangles y agua salada que ellos no utilizan ¡oh! ¿será que hay otro tipo de riquezas que nosotros desconocemos y que los humanos ambicionan y son capaces de destruir nuestro humilde ecosistema....?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el ruido que hacían los cangrejos simboca con sus enormes tenazas al verlo llegar, inmediatamente fue recibido por la población que esperaban noticias para saber que estaba pasando en el manglar, el primero en acercársele fue su amigo que le preguntó :-Señor patas largas y pico horrible , primer lugar ¿Qué cosa le ha sucedido a usted que está herido?, segundo-¿Qué ha averiguado acerca de la extraña caída del mangle?, y tercero ¿Qué son esos ruidos y quienes los producen?, que están asustando a una gran cantidad de especies que huyen hacia el interior de este lugar.

-Señor cangrejo los humanos se han vuelto locos, han logrado traer y dominar a unas enormes y extrañas criaturas, cuya piel tiene una dureza que usted no se puede imaginar y que es causante de que yo me haya quebrado el pico al tratar de detenerlas, les obedecían ciegamente y son las vienen destruyendo el manglar, yo los aconsejo que lo mejor es que abandonen el hábitat porque

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están cerca y el tiempo es corto y deben apresurarse en hacerlo porque en unos cuantos minutos estarán aquí y es imposible detenerlas, la mejor solución es que deben buscar otro lugar donde puedan vivir tranquilos afirmó el zarapito.

-Señor patas largas y pico horrible lo que acaba de decir suena fácil; jamás abandonaremos el hábitat porque igual nos da; si salimos de él moriremos al no poder habituarnos en otro lugar pero en cambio si nos quedamos y lucharemos por él tendríamos una posibilidad de sobrevivir y aún así desapareciéramos siempre quedarán recuerdos contados por algún testigo que a quien esta zona del manglar habitó el cangrejo simboca y que prefirió morir luchando antes que abandonar su hábitad, le dijo en tono enérgico al zarapito.Y abriendo y cerrando sus enormes tenazas se movilizó rápidamente con sus hermanos que se preparaban para defender el lugar donde habían vivido siempre.

En vano fueron los esfuerzos del zarapito para convencerlo que abandonaran ese sitio, resignado levantó lentamente sus alas tristemente voló hacia la copa de un mangle y observó profundamente dolido por la amargura y la impotencia de no poder hacer nada como los cangrejos simboca, utilizando sus enormes tenazas se enfrentaron a las extrañas criaturas comandadas por los humanos en una lucha a muerte por la posesión de la zona, con los ojos llenos de lágrimas vio como en poco tiempo la batalla llagaba a su fin y el último de los cangrejitos simboca defendió fieramente su hábitat, al cabo de un rato, el zarapito se secó las lágrimas calmadamente y tomando valor se lanzó velozmente sobre las extrañas criaturas que conjuntamente con los humanos celebraban su triunfo y al pasar sobre ellas su horrible y triste canto que causó asombro y miedo a los habitantes de ese lugar por tan triste lamento que anunciaba como presagio el principio de la destrucción de las especies del Pacífico y hermoso ecosistema llamado manglar.

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Lalito en la Isla de los Pájaros

AUTOR : DOMITILA MOGOLLON DIOSES

Tumbes, es un lugar que presenta grandes encantos frente a su costa, un conjunto

de pequeñas islas, puertos y caletas en donde la gente acude constantemente, con

la finalidad de extraer las riquezas hidrobiológicas o bañarse en sus frescas

aguas, calmando así el sofocante calor que llegan muchas veces a temperaturas

máximas de 36°.

En uno de estos lugares, como lo es puerto pizarro, en donde las aguas del mar

llegan suavemente y se puede pescar en canoa o en bote a motor, vivía un niño

llamado Lalito, muy feliz, en compañía de sus padres, don Pablo se dedicaba a la

pesca y tenía una canoa que le servía para dicho trabajo e ir mar adentro y extraer

el rico pescado, la corvina, chulas, meros, lisas, cachemas, tollos, bagres..... y

otras veces sacaba del fango de los manglares, cangrejos, conchas y

mejillones.... que luego eran vendidos en el mercado al público tumbesino. Lalito

ayudaba a su padre y a la ves aprendía de este oficio poco a poco.

Un día Don Pablo salió en su canoa, mar a dentro a realizar las faenas diarias y de

repente el mar se puso furioso, golpeando fuertemente todo lo que se

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encontraba a su paso, con las olas . Don Pablo debía regresar por la tarde a casa y

no llego, Lalito con su madre se preocuparon mucho y esperaban al regreso, más

la espera fue vana .Los vecinos realizaron la búsqueda sin poderlo encontrar, la

canoa había sido arrastrada por el fuerte oleaje a gran distancia .

Lalito y su madre lloraron por la desaparición de Don Pablo, llegando a

enfermarse su madre, Doña Virginia, por la ausencia de amado.

El niño, muy apenado por la ausencia de su padre y más aún con su madre

enferma y sin ningún medio económico para sobrevivir, decide probar suerte en el

mar, poniendo en práctica lo que prendió de su padre .

Toma un anzuelo y prepara la canoa que había sido rescatada de las aguas y se

dirigía a las "Isla de los Pájaros", lugar muy conocido por Lalito, a donde su

padre siempre lo llevaba, para que jugara con las aves como las gaviotas, tijeretas

pelicanos..... El niño remaba y remaba y a medida que se aproximaba, los pájaros

salían a su encuentro asentándose en el borde de su embarcación y otros se

posaban sobres sus hombros y entonaban algunos cánticos en señal de alegría

porque llegaba su gran amigo.

Ya en las isla, Lalito comienza a lanzar su anzuelo y pesca uno, otro y otro

pescado, los pájaros también lo ayudaba introduciendo su pico en el agua y

sacando peces grandes que lo depositaban en la canoa. Lalito se cansó debido a la

agotadora faena y su poca edad, decidiendo descansar, quedándose

profundamente dormido sobre la arena, teniendo un hermoso sueño donde se veía

transportado en la espalda de unas de las aves hacia el fondo del mar y lo

depositaban en medio de un gran paraíso, encontrándose luego rodeado de

hermosas doncellas rubias, con alas de plumaje dorado y vestida de blanco,

quienes lo transportaban al hacia el interior de tal paraíso, lo vistieron de blanco y

luego, le enseñaron a nadar y volar, jugaron mucho hasta el cansancio.

Las más hermosas de las doncellas le obsequió un cofre que contenía perlas.

En ese momento cruzaban cerca unos pescadores y observaron la canoa de

Lalito, se acercaron para averiguar lo que pasaba y vieron que Lalito dormía

profundamente y la embarcación estaba llena de pescado. Los pescadores

despertaron al niño, interrumpiendo así su hermoso sueño, le ayudaron a remar

hasta la orilla del puerto, en donde había una gran multitud de gente que esperaba

la llegada del pescado, rápidamente vende todo su producto, obteniendo una

buena ganancia.

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Muy contento Lalito se dirige a su casa y en el camino pensaba en su madre que

la había dejado muy enferma, pero llevaba dinero suficiente como para hacerla

curar.

Pero: -¡Oh sorpresa! Doña Virginia estaba de pie en la puerta de su casa con la

sonrisa de flor de labios, en su espera, corre, lo abraza y agradece a Dios por el

retorno de su Lalito. Ingresa el niño a la casa observa que sobre la mesa estaba el

cofre con perlas que le obsequiaría unas de las doncellas en el sueño que tuviera

en la Isla de los Pájaros. El niño no podía creer lo que estaba pasando en ese

instante.

Doña Virginia narra a Lalito que había llegado un señorita rubia, muy hermosa,

vestida de blanco y le entregó ese cofre; la curo, le preparo alimentos, aseó la casa

y luego se marcho, diciendo que era enviada por su hijo.

Lalito aún no sale de su sorpresa y abre el cofre para comprobar el contenido y

efectivamente eran las mismas perlas del mar. Cuando sale de esta sorpresa, el

niño cuenta a su madre el sueño que había tenido en la isla.

Ambos se miran y sin pronunciar palabras alguna se abrazan con mucha alegría,

al comprobar que el sueño se había hecho realidad, ya en adelante Lalito no

pasaría otra aventura en el mar, porque con esa fortuna vivirían felices en

adelante.