Cuadernos por una nueva independencia. Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios 3

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Pensar la Argentina desde la región: Silvia Morón, Emmanuel Biset y Guillermo Vázquez // La discusión sobre el pensamiento nacional y las tradiciones políticas: Ernesto Villanueva, Javier Trímboli y Jorge Rivas // Derechos Humanos y memoria política: Sebastián Torres, Jorge Eduardo Auat y Remo Carlotto // Cultura y Comunicación: Juan Raúl Rithner y Alberto Recanatini Méndez // Hacia un abordaje integral de la problemática de la "inseguridad": Silvia Guemureman y Alberto Calabrese // Cultura, comunicación y nuevas tecnologías: Santiago Fraschina, Alejandro Rofman y Guillermo Wierzba // Arte y pensamiento estético: Ana Longoni, Noé Jitrik y Daniel Cholakian. Marzo de 2015. Ministerio de Cultura de la Nación

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CUADERNOS POR UNA NUEVA INDEPENDENCIA

Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios

Marzo, 2015

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Presidenta de la NaciónCristina Fernández de Kirchner

Vicepresidente de la NaciónAmado Boudou

Ministra de CulturaTeresa Parodi

Jefa de GabineteVerónica Fiorito

Secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento NacionalRicardo Forster

Director Nacional de Pensamiento Argentino y LatinoamericanoMatías Bruera

Director de Asuntos Académicos y Políticas RegionalesFrancisco "Tete" Romero

Coordinador de Políticas TerritorialesHomero Koncurat

Cuadernos por una Nueva Independencia

Coordinación de la ediciónGiuliana Mezza

Diseño de tapaCarlos Fernández

Diseño de interiorMario a. de Mendoza F.

CorrecciónJuan Martín Rossi

Los artículos firmados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no expresan necesariamente la opinión de loseditores. Se permite la reproducción total o parcial de esta publicación en cualquier medio a condición de la mención de lafuente y previa autorización de los editores. Se agradecerá el envío de copias.

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IMPULSADO POR LA POTENCIA DE UNA CULTURA CON ECOS LOCALES,nacionales y regionales, el Gobierno llevó adelante el ne-cesario desafío de volverla protagonista de la etapa detransformaciones que atraviesa el país. Se trata, ni más ni menos, de hermanar la cultura con todasaquellas tradiciones políticas, estéticas y filosóficas quedefinen lo que somos, comprendiendo que no existe launa sin las otras. Se trata de crear espacios contundentesque apunten hacia la construcción del futuro con la me-moria del pasado. Precisamente, estos foros –bisagra delpensamiento entre el Bicentenario de 1810 y el de 1816–se proponen revisar los idearios, los procesos y los actoresque han configurado una serie de discursos a lo largo dedoscientos años de vida soberana. Porque el momentoactual de la Argentina requiere poner en palabras, que ha-blen el lenguaje de la pluralidad, de las geografías hete-rogéneas, el país que deseamos ser. Con los Foros por la Nueva Independencia, ampliamos lostemas de discusión y las perspectivas para abordarlos. Lariqueza de una cultura, justamente, anida en el entrecru-zamiento de miradas y puntos de vista. Por eso, como mi-nistra de Cultura de la Nación, me enorgullece abrir aquíeste espacio federal de debate, guiado por los lemasemancipatorios del pasado, que resuenan, aún hoy, cuandoel pueblo latinoamericano pronuncia con esperanza la pa-labra “futuro”.

Teresa ParodiMinistra de Cultura de la Nación

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Geografías heterogéneas

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EL NUESTRO HA SIDO, DESDE SU FUNDACIÓN, UNpaís de permanentes controversias entra-madas, la mayoría de ellas, con la política;como si cada segmento de la vida públicay privada viniera a expresar una manerade posicionarse ante los modos, distintos,de pensar y construir la Nación. Ya en elamanecer de Mayo se pusieron en juegono sólo alternativas políticas enfrentadasentre sí, sino que también se abrió unaclara confrontación cultural que irradiósobre las decisiones económico-políticashasta definir los proyectos de país que fue-ron desplegándose a lo largo de nuestrahistoria. Herencias, tradiciones, debates,conflictos, escrituras y libros estuvieron,desde el comienzo, en el centro de la po-lítica, allí donde las identidades nacientesrequerían de apropiaciones simbólico-cul-turales legitimadoras. Pocos gestos máselocuentes y fantásticos como aquel deMariano Moreno traduciendo el Contratosocial de Jean-Jacques Rousseau y convir-tiéndolo en el núcleo de su visión política,en el sueño de transformar a esa aldeaarrojada en los confines del mundo en unasociedad jacobino-republicana; como siallí, en la aurora de nuestra historia, se hu-bieran cruzado los caminos de la invencióncultural con los de la utopía política.Anticipar narrativamente a la Nación seríauna constante de nuestro complejo y la-beríntico derrotero a lo largo de estos dossiglos de vida independiente.Pero en esos relatos construidos con di-versos retazos, lo que se buscó, desde elinicio, fue la solidificación de identidadespolíticas fuertemente sostenidas sobre pi-lares legítimos, culturalmente sobresalien-tes y capaces de inventar identidadesarraigadas en venerables tradiciones allídonde poco tiempo antes no había nada,apenas el esfuerzo de sobrevivir en estasgeografías lejanas e inhóspitas. Por eso,aunque no exclusivamente, la política enla Argentina se desplegó no sólo comoconstrucción de instituciones o comoforma de gestión gubernamental sinotambién, y de modo decisivo, como es-pacio de identidades culturales capacesde dar el salto por sobre la racionalidaddel relato de origen para arraigarse ensentimientos míticos.En esa narración fundacional y extraordi-naria que emerge del Facundo, lo que

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Introducción a los Foros por una NuevaIndependencia

>> Ricardo ForsterSecretario de Coordinación Estratégica

para el Pensamiento Nacional

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viene a poner en evidencia la pluma deSarmiento es la convicción de que el com-bate político sería, fundamentalmente, uncombate por los símbolos, es decir, quelos lenguajes culturales, su capacidad degenerar mitos e identidades colectivas, se-rían el centro controversial del país, elpunto de inflexión para elegir, desde la mi-rada sarmientina, el camino de la civiliza-ción y/o el de la barbarie. Aunque tambiénnos permitió descubrir las imbricaciones ydeudas sorprendentes entre visiones y tra-diciones intelectuales opuestas y en litigiopermanente. Como si no pudiéramos elu-dir, y esa sea quizás una de las búsquedassecretas de estos foros, la necesidad deinterrogar las genealogías compartidas ylos caminos cruzados de quienes pensaronel país desde visiones enfrentadas. Una ri-queza inesperada nos sale al paso cuandosomos capaces de romper los dogmatis-mos y las miradas unilineales. Poner a dia-logar diferentes miradas e interpretacionesconstituye un ejercicio de fecundidad de-mocrática que no anula las discrepancias,las querellas y los conflictos que nos siguenatravesando. Simplemente nos permite sermás agudos y comprensivos.Desde aquellos días fundacionales de unpaís que todavía no se sabía a sí mismo yse buscaba con intemperancias y violen-cias, con esperanzas y frustraciones, conagudezas teóricas e invenciones poéticas,la política se entrecruzó con lo identitariocultural generando las condiciones de unarraigo que, con matices, continúa hastael presente: unitarios y federales, alsinistasy mitristas, liberales y radicales, anarquistasy socialistas, peronistas y antiperonistas,han sido algunas de esas cristalizacionesque vuelven muy difícil separar el discursode la política de ese otro que se entramacon las oscuras amalgamas que definenlas identidades y sus mutaciones a lo largodel tiempo. Hoy, cuando las identidadespolíticas y culturales ya no pueden ser con-cebidas desde una perspectiva esencialistay cuando los cambios y el flujo constanteque caracterizan a las sociedades del ca-pitalismo contemporáneo las debilitan, sevuelve fundamental seguir indagando porsus cristalizaciones y transformaciones alo largo de nuestra historia.Claro que esas divergencias político-cul-turales no se dirimieron, por lo general,

en ámbitos académicos o en espacios de-mocráticos; más bien abrieron el caminopara distintas formas de guerra civil queatravesaron parte de nuestra historia y quesiempre volvieron difícil, por no decir casiimposible, la construcción de una demo-cracia capaz de amparar la diversidad. Laviolencia, y los sueños de otro país dentrode un país carenciado de justicia y deigualdad, han recorrido como un hilo rojoel laberinto argentino y han definido lacompleja urdimbre de las identidades po-líticas y de los lenguajes culturales soste-nedores de esas identidades. Tal vez unade las más significativas, y que todavíasigue actuando en los imaginarios sociales,es la antinomia peronismo-antiperonismo,antinomia que ha sufrido mutaciones sig-nificativas a lo largo de más de medio sigloy que hoy vuelve a emerger en la escenapolítica aunque metamorfoseada por laforma kirchnerista del actual peronismo.Han sido esos antagonismos y la virulenciacon la que se han ido manifestando losque, en gran medida pero no únicamente,debilitaron la construcción de una genuinapráctica democrática, transformando porlo general a la política en un campo de ba-talla del que sólo se podía salir venciendoal enemigo (o aniquilándolo, como hicierala dictadura videlista que, cómo olvidarlo,reclamó para sí toda la suma del poderpolítico-militar para “devolverle” al país“la democracia contaminada por la corrup-ción y las ideas subversivas y extranjeri-zantes”, de acuerdo al léxico espantosode la jerga dictatorial). Discutirnos crítica-mente significa, también, penetrar sincomplacencias en los usos del lenguaje,en su profundo impacto en las diferentesconstrucciones políticas e ideológicas.Pero también significa darles su lugar com-plejo a los antagonismos ideológicos yeconómicos como expresión genuina dela democracia y como evidencia de lo noresuelto y de las desigualdades de nuestrasociedad, impidiendo que se conviertanen excusas para violentar la diversidad po-lítica y cultural.El saldo de cuentas, al menos desde 1930en adelante, no ha sido auspicioso a la horade generar las condiciones para una ge-nuina solidificación de las instituciones de-mocráticas, en especial allí donde algunosde los gobiernos que intentaron beneficiar

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no a los poderes del establishment sino alos sectores populares, fueron desbanca-dos no sólo por el accionar golpista de losmilitares y de los grupos concentrados delpoder económico sino por el deseo, clara-mente manifestado, de sectores mediosque han sospechado –y lo siguen ha-ciendo– de la política y del Estado comomáquinas de recaudación y de saqueo.Una poderosa tradición antipolítica recorrelos subsuelos de la historia argentina; unatradición que desde los lejanos añostreinta hasta alcanzar también nuestra con-temporaneidad ha venido, con movimien-tos espasmódicos, a confluir con aquellosimaginarios político-culturales inclinados,de distintos modos, hacia lo destituyentede esa misma democracia que sólo puededesplegarse allí donde se afirme la pre-sencia de lo político como forma persis-tente del litigio y del conflicto, en especialaquel que gira alrededor de la cuestión,siempre insatisfecha, de la igualdad. Entodo caso, cuando en algunos de los mo-jones de nuestra historia ese ha sido el nú-cleo del conflicto –la visibilidad del litigiopor la igualdad, la exigencia de los incon-tables por ser contados en la distribucióntanto de los bienes materiales como delos simbólicos–, lo que inmediatamentefue atacado por algunos de los portadoresde la “genuina” gramática republicana hasido, precisamente, la imperiosa necesi-dad, convertida en derecho y en afirma-ción identitaria, de esos incontables pordirimir los lenguajes con los que se iría anombrar esa misma República. No resultamenor, de cara al Bicentenario de Julio ya la necesidad de interrogar, al mismotiempo, nuestro recorrido como nación ylas perspectivas que se abren en el pre-sente –que suele ser el lugar donde se di-rime el futuro–, continuar indagando enesos modos del decir, en esas tramas dellenguaje que han guardado, ayer y hoy,acá, entre nosotros, las claves de una his-toria atravesada de lado a lado por la que-rella de los significados.La dictadura iniciada en marzo del 76 pro-fundizó la proliferación del sesgo antipo-lítico, algo sordamente arraigado en elsentido común de amplios mundos socia-les, en especial de las clases medias, quevenía a apuntalar la sospecha, nunca disi-pada, hacia la política y hacia los políticos

en beneficio de diversos experimentos au-toritarios y relacionados con prácticas queviniendo de otros lugares (los cuarteles,los grupos corporativo-económicos, laIglesia, etcétera) pudieran escapar de la“maldición” política. La frustración alfon-sinista, golpeada ella también por las ac-ciones destituyentes que recorrieron yrecorren el hilo de la democracia argentinadesde Uriburu en adelante y con diferen-tes modalidades, dejó abierta nuevamentela compuerta para que esas aguas antipo-líticas vinieran a inundar las concienciasciudadanas dispuestas, una vez más, a ele-gir una opción que les permitiera sumer-girse en las aguas puras de una renovaciónvirginal que acabaría, como las otras, arra-sando con derechos y patrimonios del con-junto de los argentinos en nombre delprogreso y de la regeneración de la vidarepublicana, eufemismos que escondierony esconden el deseo de los pocos de se-guir usufructuando las riquezas creadaspor los incontables. Extraña paradoja lanuestra, que aquellos mismos que siemprehablaron, y lo siguen haciendo impune-mente, de calidad institucional y de recre-ación de la República sean los que, cuandotuvieron la oportunidad, se dedicaron arapiñar a esa misma República que tantoreclaman y admiran.En nuestra historia ha habido una distan-cia, a veces infranqueable, entre las pala-bras y las cosas; distancia multiplicada allídonde la retórica pareció desplegarse conindependencia de los acontecimientos ge-nerando las condiciones fantasmagóricasde una realidad en absoluta oposición aesa misma trama discursiva que venía su-puestamente a legitimarla. Ya no se tratóde aquellas escrituras (como las de Morenoo Sarmiento, por citar a estos dos paradig-mas que atraviesan nuestra memoria his-tórica) que se anticipaban a lo todavía poracontecer o que eran portadoras de unapotencia que lograba capturar, desde unadeterminada perspectiva que acabaría porvolverse hegemónica, las corrientes pro-fundas de un país en vías de construcción;ni tampoco de aquellas otras (como las deJosé Ingenieros, Leopoldo Lugones,Ezequiel Martínez Estrada, Jorge LuisBorges, Carlos Astrada, Arturo Jauretche,Raúl Scalabrini Ortiz, José Luis Romero,John William Cooke, Silvio Frondizi,

Introd

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Nicolás Casullo, León Rozitchner, DavidViñas, entre otros) que desde el ensayopolítico, filosófico y literario buscaban aus-cultar los latidos de una sociedad indesci-frable o definitivamente perdida. Se trató,y se trata, de ciertos relatos que proyectansobre los otros el daño que ellos mismoshan contribuido a infligirle a la Nación; re-latos que se escudan en la pureza de unrepublicanismo supuestamente virginal eincontaminado que suele esgrimirse contratodas aquellas experiencias políticas po-pulares, arraigadas en las napas más pro-fundas de la memoria colectiva que,atravesando de diversos modos la historianacional, tendieron a hacer visibles a losinvisibles de esa misma historia. Por esose trata, en estos tiempos de debates im-postergables, de hincarle el diente no sóloal sentido de las palabras, a los modos delnombrar sino, también, a los entrelaza-mientos efectivos entre esas mismas pa-labras y las intervenciones materiales enlos destinos del país.La experiencia de la década del noventa(hegemonizada por lo que se ha llamadoel “menemismo”) ha sido, más cercana anosotros, el eje de un nuevo giro antipo-lítico de amplios sectores sociales; unaépoca caracterizada por el dominio abru-mador de la ideología de mercado entra-mada, ahora, con la retórica de unmovimiento de raíz popular que vino adeshacer, a través de algunos de sus prin-cipales referentes, aquello mismo quehabía contribuido, décadas atrás, a cons-truir. El menemismo (la forma que entrenosotros asumió la ideología neoliberal),sobre todas las cosas, vació la relaciónentre política y bien común, devastó latrama entre política e identidades cultu-rales transformándola en una retóricahueca y cínica. Agusanó hasta pudrirla larelación entre democracia, espacio públicoy Estado, multiplicando el mito, tan argen-tino, de lo que Horacio González ha lla-mado la ideología de la “emboscadura”,aquella que cuestiona y sospecha de todoa partir no de una diferenciación ideoló-gica y política sino a partir del amarillismomediático que siempre “desnuda” lo quehay detrás; la certeza, tan enquistada enla cultura nacional y con fuerte presenciaen las clases medias, de que todo se hace

en función de un cierto negocio. Ya no setrata de discutir ideas, de entender la re-lación compleja entre política, cultura yeconomía; lo que se busca es reducir esadimensión a una cuestión de “caja”, lle-vando la política hacia ese eterno lugar desospecha que, entre nosotros, constituyetodo un gesto cultural. En estos Foros quebuscan indagar los caminos de una nuevaIndependencia se tratará –esa es nuestraaspiración– de poner en juego las diversastradiciones argentinas como lenguajes yprácticas sin los cuales no es posible ima-ginar caminos emancipatorios.Se trata, si intentamos colocarnos en laestela del Bicentenario, de regresar sobrelas antiguas querellas, no para cristalizaraquello que nos remite a otro país, sinopara reafirmar la convicción tallada inten-samente en el cuerpo de nuestra jovendemocracia de que no hay posibilidad al-guna de recrear la Nación, de refundar laRepública, “olvidando” los caminos reco-rridos, dejando atrás y sin desatar losnudos de nuestros litigios. Los relatos delpasado siguen siendo un campo de ge-nuina disputa cultural-simbólica no sóloporque ello responde a las necesidadesdel gremio de los historiadores, sino, fun-damentalmente, porque no hay, no puedehaber, un proyecto de país más justo eigualitario sin redimir la memoria de losque contribuyeron a hacer visibles a losinvisibles: el litigio por la igualdad siguesiendo el eje de nuestras controversias.Buscar la confluencia de los idearios quese vienen desplegando desde los días deMayo sabiendo que, cada época, enfrentasus propios espectros y sus propias deu-das; pero saber, a su vez, que se vuelveindispensable hacer cruzar las gramáticasde la libertad con los lenguajes de la jus-ticia y la igualdad social. En ese cruce,frustrado una y otra vez por aquellos queen nuestra historia han buscado, con di-versas suertes y de modos brutales y ho-micidas, impedirlo apelando a la violenciay al cercenamiento de los derechos, sejuega el destino del país; un destino, in-sistimos, en el que debemos ser capacesde pagar algunas de las deudas quedesde hace más de 200 años no hemosdejado de contraer con los incontables denuestra sociedad. •

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USINA DE INTELECTUALES Y EXPERTOS, CÓRDOBA,la Docta, aún se enfrenta al desafío de ex-plicar y explicarse las razones por las quela última experiencia de un gobierno po-pular, que sintetizó una nueva concienciapolítica democrática, popular y revolucio-naria a la vanguardia del propio procesonacional, fue la de Obregón Cano y AtilioLópez (25 de mayo de 1973 - 27 de fe-brero de 1974).Esta tradición fue interrumpida no sólo porel golpe institucional llevado a cabo porel Navarrazo (el anticordobazo, lo llamaBlas García), y por el golpe cívico militarde 1976, sino además por las concepcio-nes económico-sociales de los programasde los sucesivos gobiernos provincialesdesde la recuperación democrática. A lasaga o a contracorriente de la vida nacio-nal, el modelo cordobés del angelocismo,el mestrismo y el delasotismo expresan, anuestro entender, la contracara de la formapolítica en que el programa económicodel gobierno popular de Obregón Canopretendía ser implementado.Consideramos que una relectura actuali-zada de la categoría Régimen Social de

Acumulación (RSA), introducida por JoséNun en el contexto de discusión de la tran-sición democrática en los años ochenta,1

puede ser una herramienta de análisis fe-cunda para ingresar a la compleja tramade relaciones económicas y políticas de laprovincia de Córdoba y su vinculación conel Estado nacional. Lo que este conceptoquiere enfatizar, contra todo tipo de reduc-cionismo economicista, es que la políticao la ideología son siempre constitutivas dela economía y no meras superestructurasque se fundan en una estructura econó-mica ya dada. Hablar de régimen revelaentonces el hecho de que en la relaciónentre Estado y economía están entrelaza-dos sistemáticamente un complejo de ras-gos legales y organizativos, factoresterritoriales y demográficos, de institucio-nes y de prácticas que inciden en el pro-ceso de acumulación capitalista.2

Como síntesis económico política que ar-ticula la compleja trama de relacionesque se establecen entre Estado y econo-mía, esta categoría ayuda a dirigir nuestramirada hacia la historia reciente de Cór -doba, caracterizada por un ininterrumpidoproceso de reformas neoliberales que hatenido y tiene profundas implicancias po-líticas, económicas, sociales y culturales. El proceso de reformas del Estado enCórdoba –que comienza con el gobierno

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>>Silvia S. MorónDoctora en Ciencias Sociales conespecialidad en Ciencia Política. Profesoratitular de Economía Política y directora delproyecto de investigación “La dinámica delRégimen Social de Acumulación en Córdobaen 30 años de democracia (1983-2013)”.Facultad de Filosofía y Humanidades -Universidad Nacional de Córdoba.

Tradiciones históricas y aportes de la economía políticapara repensar Córdoba

>> Silvia S. Morón

1 Silvia Morón y Rubén Caro: “Régimen Social deAcumulación: historia política y económica de unconcepto”, en Silvia Morón y Susana Roitman(comps.), Procesos de acumulación y conflicto socialen la Argentina contemporánea: debates teóricosy estudios empíricos, Edit. Universitas, 2013.

2 Sergio Saiz: “Estado y lucha de clases: ¿instrumento,sujeto o territorio? Una aproximación a la articula-ción de lo económico y lo político desde la categoríaRégimen Social de Acumulación”, en op. cit.

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de Angeloz a través del plan de moderni-zación del aparato estatal y se profundizacon De la Sota con la aprobación e imple-mentación de la “Ley del Nuevo Estado”,que significó la incorporación de capital pri-vado, una nueva modernización del Estadoy la Carta al Ciudadano– tuvo como linea-mientos fundamentales la concepción ide-ológica de la Fundación Mediterránea. Eneste sentido, la usina de pensamiento dela Fundación, a través del IERAL –Institutode Estudios sobre la Realidad Argentina yLatinoamericana– logró influir de maneraprogresiva durante los primeros años de lademocracia y de forma más sistemática apartir del año 2000 en un marco nacionalque atravesaba la última etapa del llamadorégimen de acumulación de valorización fi-nanciera. De esta manera, a un año de lacrisis del 2001, producto entre otros facto-res de la ejecución de políticas recomen-dadas por el IERAL y el Consenso deWashington, Córdoba pretendía convertirseen corazón del país implementando las mis-mas medidas que llevaron a una de las crisismás importantes de nuestra historia.3

Más cerca en el tiempo, un crecimientosostenido de la deuda provincial, una es-tructura impositiva crecientemente regre-siva –que se intensifica con la creación dela “tasa vial”– y el empleo sistemático dedispositivos de disciplinamiento social delos sectores marginados como el Códigode Faltas, son algunos de los rasgos so-bresalientes de la provincia.Ahora bien, resulta interesante entoncesavanzar en el análisis de la coyuntura eco-nómico política cordobesa, teniendo encuenta que, como diversos autores lomuestran (Rofman y Torrado, entre otros),la trayectoria nacional en un determinadoperíodo –delimitado a partir del RSA vi-gente– está lejos de ser homogénea enlos distintos sub-espacios, cada uno de loscuales, en efecto, experimenta una diná-mica de cambios que se acerca más omenos a la del promedio nacional. Así, sibien las características que asume el RSAen una región son fundamentalmente re-sultado de la orientación que induce aqueldominante a nivel nacional, también lo sonde causas internas referidas a su evoluciónhistórica anterior y al juego de las fuerzas

político-sociales locales entre sí y en suvinculación con el bloque de poder domi-nante a nivel central. Por otra parte, elabordaje de estos fenómenos sitúa delleno al observador en la compleja discusión−teórica y empírica− relativa a la delimita-ción de unidades espaciales homogéneas(económica, social y/o políticamente) dentrodel territorio nacional, cuestión altamentepolémica en la bibliografía especializada ar-gentina pero imposible de ser soslayada enun diagnóstico serio.Es imprescindible, por lo tanto, explorarla dinámica de la relación entre los gobier-nos provincial y nacional para determinarcómo se configura el espacio social y po-lítico cordobés. El desafío, a nuestro en-tender, es indagar sobre la dinámicaparticular que asumió el RSA en la provin-cia de Córdoba, a través del abordaje ar-ticulado, tomando como referencia aEduardo Basualdo, del comportamientode variables económicas de la provincia,las intervenciones estatales y el modo enque se reconfiguraron y consolidaron losgrupos de poder locales, en el ámbito eco-nómico-productivo y político-social, a par-tir de su relación con el Estado de laprovincia de Córdoba desde 1976. Paraello, algunas de las preguntas tentativaspara este análisis podrían girar alrededorde los siguientes interrogantes: ¿qué ca-racterísticas asumió la estructura de ingre-sos y gastos del estado provincial duranteel período? ¿Cuáles fueron los principalessectores económicos dinamizados por lapolítica fiscal provincial en su estrategiade percepción de ingresos y asignaciónde recursos? ¿Qué transformaciones ocu-rrieron, a niveles agregados y sectoriales,en relación con la dinámica salarial y la es-tructura ocupacional en la provincia deCórdoba? ¿Qué características presenta-ron la estructura productiva y el mercadode trabajo en nuestra provincia? ¿Cómose articuló la trayectoria provincial al inte-rior del RSA vigente en nuestro país?Para finalizar, sostenemos que avanzar enesta dirección permitirá repensar Córdobadesde una perspectiva crítica y encontrarclaves interpretativas para desentrañar laslógicas sociales actuales de la provincia envistas a su transformación. •

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3 Erika Schuster e Ivana Fantin: “El IERAL y las reformas estructurales del Estado en Córdoba”, en op. cit.

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AQUEL ESPACIO QUE HABITAMOS, AQUELLA GEO-grafía que nos habita, está atravesada poruna serie de palabras, imágenes, personas.Se nombra un lugar, unas calles, ciertos pai-sajes; se imaginan naturalezas, monumen-tos, cafecitos; se recuerdan amigos de untiempo y de otro. Así, pensar desde unlugar, sea en este caso Córdoba, no es sinodecir algo desde la densidad de un espaciosingular, aquel que uno transita, aquel quelo transita a uno. Cada lugar está tramadodesde el anudamiento de una serie de sen-tidos y sinsentidos, de restos y cenizas, queuno sólo percibe parcialmente. Por estarazón, es claro que lo que pueda decir noes sino desde mi Córdoba imaginaria.De un tiempo a esta parte, algunas certe-zas del pensamiento político parecen bo-

rrarse. Ante todo porque el sentido deciertas palabras se difumina. Esta vacila-ción del sentido se debe a que ciertoorden categorial del que disponíamos haentrado en crisis en dos dimensiones: deun lado, porque nuestro vocabulario polí-tico fue construido desde ciertos supues-tos epistémicos (la racionalidad moderna)y cierto orden institucional (el Estado-na-ción), que han sufrido duros embatescomo factores ordenadores de la realidad,se llame nihilismo, posmodernidad, glo-balización, etc.; de otro lado, porque la re-alidad política latinoamericana, tal comose viene trazando hace algo más de unadécada, ha socavado algunas de las cer-tezas con las que estábamos habituadosa pensar. Es la comodidad que pudimos diseñar enun mundo de dioses huidos la que co-menzó a vacilar hace un tiempo: lo incó-modo es también un llamado a pensar. Yasí, la tarea del pensamiento comienzabajo esa doble condición: asumir que notenemos un orden categorial preestable-cido para dar cuenta de lo dado y comen-zar a sentir una intranquilidad, ciertoescozor, que no nos deja en paz. Quieroempezar diciendo, primero, que la tareadel pensamiento como exigencia del pre-sente conlleva un enfrentamiento, una rup-tura, una batalla, con cierto cinismoexpandido como práctica intelectual. El ci-nismo contemporáneo, como muestranpensadores que van desde Sloterdijk aŽižek, es un modo de saber que todo hasido desenmascarado pero no se puedehacer nada. Actitud que, paradójicamente,se encuentra con aquella de las almas be-llas que desde su pureza intachable juzganel presente sin contaminarse jamás con él.La tarea del pensamiento, aquel que noasume fórmulas dadas, nos arroja a rede-finir aquello que entendemos por “crítica”.Con ello me refiero a cierta forma despo-litizante que suele adquirir la crítica con-temporánea cuando se define comodistanciamiento incontaminado de lo exis-tente. Alejarse para juzgar el mundo desdeun lugar ajeno a ese mundo. Es en estesentido que se entiende la expansión deldiscurso de la corrupción como modo depensar la política, donde la crítica pareceubicarse siempre en un más allá puro quemuestra la política como maldad. De

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Una geografíacomo sensibilidadpolítica delpensamiento

>> Emmanuel Biset

>>Emmanuel BisetDoctor en Filosofía. Investigador del Conicety profesor de la Universidad Nacional deCórdoba. Coordinador del Programa deEstudios en Teoría Política del CIECS (UNC yConicet). Miembro del comité editor de larevista Nombres. Ha publicado: Violencia,justicia y política (Eduvim, 2012) y El signo y lahiedra (Alción, 2013).

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hecho, no es sólo una condena moral dela política (que busca reemplazar la políticapor las buenas costumbres), sino quebusca una profunda despolitización: antela expansión del conflicto, una restituciónde reglas claras y precisas que homolo-guen la política a la gestión o al gerencia-miento exitoso. Por este motivo, segundo, quiero señalarque la repolitización que se ha dado en losúltimos años nos exige repensar el lugardel conflicto. O mejor, mostrar de quémodo el conflicto no sólo es irreductiblesino deseable en política. Resulta impor-tante destacar que con el término repoliti-zación no busco indicar que retorna lapolítica luego de su ausencia, lo que su-pone el absurdo de pensar una etapa sinpolítica. No, lo que quiero indicar es la re-significación de las valoraciones, del sen-tido, de las prácticas y los pensamientospolíticos. Se trata de volver objeto de dis-puta los modos de configurar una comuni-dad determinada, rompiendo con aquellosdiscursos post-políticos, sea bajo la formade un ejercicio de la política como admi-nistración eficiente o gestión gerencial, seabajo la forma de un ejercicio de la políticacomo atomismo extremo que diluye locomún. Por ello mismo, la cosa a pensar esque la misma palabra política se convierteen objeto de disputas para definir su sen-tido. No hay politización sino extremandoaquello que define el término política, vol-viendo franqueables sus límites.Lo que me conduce, tercero, a señalar quela política como escenificación del con-flicto tiene otro aspecto irreductible queme gustaría nombrar con la palabra justi-cia. Pues no hay que comprender el con-flicto como una pelea menor amplificadapor ciertos medios (bajo la dupla oficia-lismo-oposición), sino que el conflicto tieneun sentido radical cuando define un ciertoorden de cosas. Quizá se pueda decir quelo que entra en conflicto es una determi-nada configuración del mundo. Ahorabien, este conflicto supone cierto malestar,porque las cosas van mal, porque la cosano marcha, porque hay un dolor-mundoque no nos deja en paz; por ello es quedisputamos el sentido de las cosas. Justicianombra entonces dos cosas: ese malestarcomo algo que irrumpe y nos exige cam-biar las cosas, pero también la posibilidad

de construir un mundo que no sólo dismi-nuya las formas de dolor, sino que abraposibilidades. Una de las cuestiones a pen-sar es cómo traducir esta exigencia de jus-ticia en prácticas, instituciones, leyes, sincertezas últimas de cómo debe ser elmundo y sin pretender una armonía no-violenta como ideal de convivencia.Esto supone, por último, y quizá esta seauna de las mayores exigencias actuales,volver a pensar el Estado. Ya cuando noshabíamos apresurado a decretar su muerte,o hablar de la necesidad de pensar sinEstado, su resurgimiento arroja un pro-blema a pensar. Pero no se trata sólo devolver a formular una teoría del Estado,sino de mostrar los modos en que justa-mente el Estado se convirtió en un factorde politización en la disputa por la justicia.Con ello me refiero a los modos en que elmismo Estado se encuentra atravesado ygenera conflictos políticos. Esto supone,por una parte, cuestionar una noción deEstado como un todo homogéneo quetendría una voluntad única, pues el Estadose encuentra atravesado por una multipli-cidad de disputas que hacen que la luchapolítica se juegue también en la definiciónde su sentido. Por otra parte, dislocar unanoción de Estado como mera reproduc-ción de lo dado o reconocimiento de de-mandas previas, desconociendo hasta quépunto tiene un estatuto constituyente.Quisiera, para terminar, volver a esa den-sidad que significa en cada caso un espa-cio llamado Córdoba. Volver sólo paraindicar que los cuatro puntos indicadosaquí son impensables sin aquella tradiciónde izquierda que tempranamente no sólosocavó la estabilidad de un partidofósil –Gramsci–, sino que supo proponercruces impensables para el pensamientocrítico. Leer, intervenir, al mismo tiempoen los debates más actuales de la tradi-ción marxista y en los debates de ciertatradición libertaria radical. Las traduccio-nes, los textos, las lecturas de Sade,Deleuze, Foucault, Derrida, Lacan, ytodos ellos cruzados por el marxismo, hi-cieron de Pasado y presente un modo depensar. No un legado, sino un presenteque desde una geografía traza una ma-nera de entender la tarea del pensa-miento. En fin, el pensamiento como lapráctica de cierta sensibilidad.•

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EL PENSAMIENTO POLÍTICO ARGENTINO –SIfuera posible circunscribirlo en un canon,que por cierto trasciende lo académico–se ha abocado con pasión fundamental-mente a dos poderes del Estado: Ejecutivo–el “presidencialismo”, los liderazgos po-pulares, etc.– y Legislativo –la representa-ción, sus límites, etc. No ha sido tancomún, a pesar de que existen libros, tra-bajos y posiciones que atestiguan una no-table preocupación al respecto, discutir elotro de los tres poderes según la divisióntripartita que se le atribuye, con inspira-ciones varias, al barón de Montesquieu,quien la habría tomado del modelo britá-nico de su época. Tampoco en el siglo XIX,desde los comienzos de la epopeya inde-pendentista (que aún perdura como an-helo) hasta la construcción del Estadonación tal cual lo conocemos hoy, con suorden jurídico fundacional, la situación delanálisis del poder llamado “judicial” ha ge-nerado interés con el desvelo que lo hi-cieron los otros dos.

No en vano el nombre de Montesquieufue uno de los más evocados en las discu-siones legislativas sobre la reforma judicialargentina en el año 2013, así como tam-bién se leyó y escuchó su nombre comojustificativo del freno que debía poner elpoder judicial norteamericano, particular-mente un juez de baja instancia, al go-bierno argentino en la reestructuraciónsoberana de su deuda contra los fondosbuitre. Para el pensador francés, los juecesson figuras “inanimadas”, grises, marcadospor una ausencia de pasiones, cuya natu-raleza es similar a la de un copista (se limitaa pronunciar la palabra de la ley sin inter-pretarla), meros calcadores de las palabrasde la ley a los hechos justiciables.Una de las voces más levantadas contralos “populismos” latinoamericanos poruna tradición que podríamos llamar “libe-ral” –en muchos casos, no sin dificultades–dentro del pensamiento político latinoa-mericano (y, obviamente, la teoría políticaargentina incluida en él) tiene que ver conel vínculo que hay entre los dos poderes,Ejecutivo y Judicial, y el límite que éstedebería poner a aquél ante su carácter (na-turalmente) intervencionista o cercenadordel sistema republicano de checks and ba-lances, de frenos y contrapesos, fortificadoconceptual e institucionalmente por el pro-ceso constituyente norteamericano paralimitar el poder de las mayorías. Así, elnombre con que se rotula al Poder Judicialen su potestad de tomar caminos diversosal de los otros dos poderes, y de hacerlocon obligatoriedad para los súbditos de unEstado, es “contramayoritario”. Al tener laúltima palabra sobre la interpretación dela máxima ley argentina (su Constitución)el órgano judicial más importante, jerár-quicamente, de la República, es la CorteSuprema de Justicia de la Nación. Y, para-dójicamente, el mismo órgano que tienemenor legitimidad democrática es, acaso,el de mayor poder de decisión sobre lascuestiones más sensibles. No se trata –y es lo que la tradición liberalbusca asentar como crítica al populismo,del cual devendría una naturaleza propia-mente autoritaria– de tener resuelto apriori que hay que minar el Poder Judicialpara fortalecer al Ejecutivo; sería, acaso,demasiado simplista sacarse la tradiciónrepublicana de encima, y la división de po-

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Populismo,república y justicia

>> Guillermo Vázquez

>>Guillermo VázquezLicenciado en Filosofía y abogado. Secretariode Relaciones Internacionales eInterinstitucionales de la Facultad de Filosofíay Humanidades de la Universidad Nacionalde Córdoba. Docente de Teoría Política en laEscuela de Trabajo Social de la UNC.

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deres que encarna clásicamente, sin la re-flexión que nos merece en los albores delBicentenario independentista. Sería comoclausurar una institución, que por más ve-tusta y conservadora que pueda conside-rarse en una coyuntura determinada, nopor ello deja de tener la complejidad socialy la historia de las emancipaciones, muchasveces, también de su lado. Pero hablar de“independencia del Poder Judicial”, ya unafrase común y carente casi de todo valorexplicativo, debería ser una discusión pen-diente que ensamble sus problemas comose ha hecho con los otros ámbitos de lapolítica: ver la conformación de sus iden-tidades e ideologías y el entramado de in-tereses en juego en sus decisiones. La tareaes repensar las fuerzas sociales actuantesen el desarrollo de ese particular de la tri-nidad del poder estatal. Se ha trabajadomucho en discusiones de “ingeniería ins-titucional” –cómo hacer más democráticoel poder judicial, limitándolo, etcétera–,fundamentalmente a través de las corrien-tes vinculadas a la democracia deliberativa(parte de la tradición política liberal) comoun diferendo entre elitismo y participaciónciudadana. Quizás se necesite, más bien,analizar la constitución de las identidadesde las elites judiciales actuales; por qué de-berían estar por fuera de las mayorías, li-mitarlas, proteger a cuáles minorías y enrazón de qué valoraciones (¿la propiedad?¿la libertad? ¿la igualdad ante la ley?: todasdefiniciones demasiado trascendentes paradejarlas en sus manos).Uno de los falseamientos más fuertes queha tenido la idea de república en laArgentina contemporánea ha venido pre-cisamente de la mano de esta interpreta-ción de la función judicial como la másrelevante para los “designios de la na-ción”. Tendríamos república porque hayun Poder Judicial que frena al Ejecutivo,o dice que son inválidas las leyes delCongreso. Los populismos latinoamerica-nos serían antirrepublicanos y estarían,

además, por fuera de cualquier idea deestado de derecho. Sistema judicial y ma-yorías populares serían antagonistas natu-rales, o al menos irreductibles. Síntoma de esta disociación entre popu-lismos y sistemas de justicia, es la casi uni-versalización del confuso y, a nuestro juicio,mal usado sintagma “populismo punitivo”,común al garantismo, la izquierda y casi latotalidad de las expresiones autodenomi-nadas progresistas. Como si el único ca-rácter que adquiriera la tradición populistaen materia jurídico-penal y de seguridadciudadana fuera la represión, la restricciónde derechos y garantías, la creación delenemigo interno, etc. Nos olvidamos confacilidad, por ejemplo, de la posibilidadde un discurso y una práctica política po-pulista y garantista: véanse las palabras deEsteban Righi, ministro del Interior del go-bierno de Cámpora, a la Policía Federal,tras años de represión a la vida popular.Decía Righi a las fuerzas federales el 5 dejunio de 1973: “Es habitual llamar a los po-licías guardianes del orden. Así seguirásiendo. Pero lo que ha cambiado, profun-damente, es el orden que guardan. Y, enconsecuencia, la forma de hacerlo. (…) Lasreglas del juego han cambiado. Ningúnotro atropello será consentido. Ningunavejación a un ser humano quedará sin cas-tigo. El pueblo ya no es el enemigo, sinoel gran protagonista”. Citamos esas brevespalabras, pero habría que citarlo todo. Esta época renovada de discusiones polí-ticas y proyectos emancipadores ha dadoel protagonismo merecido a la cuestiónjudicial. Eso lleva no solamente a pedir unamayor participación popular en el sistemajudicial; pues previamente, tenemos queconocer por qué la participación popularno integra las filas de este poder, al menosen un porcentaje razonable. Y, también,qué fuerzas sociales, qué clases –si se nospermite el anacronismo teórico– han lle-gado a esa elite, y hacia dónde dirimensus decisiones. •

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“Somos un episodio en la larga lucha porla Liberación integral del país. Si caemos,otros nos sustituirán. Nada se pierde del

todo. La memoria de los Pueblos tienerecovecos muy recónditos.”

Raúl Scalabrini Ortiz

“Hay momentos en la historia en que losque saben escribir no tienen nada que

decir y los que tienen algo que decir no saben escribir.”

Cesare Pavese

NO RESULTA SENCILLO ENCONTRAR LAS HUELLAS

del pensamiento nacional en las más califi-cadas esferas de la política, la ciencia, la fi-losofía, o en las universidades. Sin embargo,estamos convencidos de que las transfor-maciones acontecidas en los últimos onceaños en la Argentina serían impensables sineste horizonte emancipador. Porque másallá de matices y contrastes inherentes auna tradición heterogénea y prolífica, elpensamiento nacional aportó un diagnós-tico certero del problema de la dependen-cia y ofreció resoluciones concretas a losproblemas de la Nación en el difícil tránsitode, como afirmaba Don Arturo Jauretche,“ver desde aquí lo universal”.

Las sucesivas cristalizaciones del pensa -miento nacional fueron siempre –aunqueen grados variables– emergentes intelec-tuales de proyectos históricos libertariosque intentaron dar respuesta a la subor-dinación del país y a la exclusión políticay material de nuestro pueblo. De hecho,el énfasis puesto menos en la inscripcióngeográfica de la producción intelectualque en el modo de abordaje –el debatesobre la Nación–, distingue esta corrientede ideas de la tradición del pensamientoargentino en sentido amplio. En su multiplicidad de expresiones, y sinánimo de agotar otros modos posibles dehistorizar su desarrollo –atendiendo, porejemplo, a aspectos cronológicos de la pro-ducción, a la adhesión a escuelas de pensa-miento y/o a proyectos políticos específicos(artiguismo, rosismo, yrigoyenismo, pero-nismo, etc.), al ámbito disciplinar de la pro-ducción (Epistemología, Filosofía, Historia,Arte, etc.)–, nos interesa mencionar breve-mente su carácter multifacético, ligado aldiálogo con gran parte de las tradiciones,doctrinas y corrientes intelectuales que fue-ron expresión de la vida política del país alo largo del siglo XX. En este sentido, abrevaron en sus fuentesfiguras provenientes de la diversidad propiadel movimiento nacional. El inventario de-mandaría páginas enteras, con lo cual, in-vitamos a visualizar aunque más no seaesquemáticamente lo antedicho. En las va-riantes del nacionalismo, podemos men-cionar a figuras vinculadas al nacionalismode derecha como Julio Irazusta; provenien-tes del nacionalismo de izquierda, expre-siones como Forja y figuras como la deRogelio García Lupo, Arturo Jauretche yJohn William Cooke. De un nacionalismoligado al revisionismo histórico en su va-riante rosista, podemos mencionar a FermínChávez, José María Rosa y Ernesto Palacio;en su vertiente federal, a Rodolfo OrtegaPeña y a Norberto Galasso. Vinculados ala doctrina social de la Iglesia, a GuillermoGutiérrez, Arturo Sampay, Conrado EggersLan y Amelia Podetti. Al marxismo nacio-nal de orientación trotskista, a AbelardoRamos; de orientación peronista, a JuanJosé Hernández Arregui y John WilliamCooke; de orientación no peronista, aIsmael Viñas y Silvio Frondizi. La conexión entre pensamiento nacional,

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Notas sobre la vigencia del pensamientonacional

>> Ernesto Villanueva

>>Ernesto VillanuevaSociólogo de la UBA, especialista en temasde educación superior. Tuvo a su cargo elRectorado de esa Universidad, fue directordel Conicet y vicerrector de la UniversidadNacional de Quilmes. Actualmente, es rectorde la Universidad Nacional Arturo Jauretche.

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proyectos emancipadores y pueblo, no obs-tante, aparece muchas veces de manerasubterránea o más o menos invisible. Es unhecho que el devenir de las ideas domi-nantes es siempre más sencillo de recons-truir. Las razones son varias. En principio,es innegable que las tradiciones culturalesy políticas de nuestro pueblo han sido fre-cuentemente soterradas por el pensamientocolonial, cuando no lisa y llanamente confi-nadas al olvido. Además, ha pesado a lolargo de nuestra historia una sucesión deofensivas sobre los movimientos popularesque han debido resistir la violencia de losbloques de poder. Hace años Rodolfo Walshescribió casi como una premonición:

La dignidad y el coraje de nuestro Puebloflorecen y marcan una página histórica queno se borrará jamás. (…) Nuestras clasesdominantes han procurado siempre quelos trabajadores no tengan héroes ni már-tires. Cada lucha debe empezar de nuevo,separada de las luchas anteriores. La ex-periencia colectiva se pierde, las leccionesse olvidan. La historia aparece así comopropiedad privada cuyos dueños son losdueños de todas las cosas.

A pesar de aplazamientos, avances y re-trocesos del movimiento nacional, el pen-samiento nacional permaneció en elsubsuelo de la patria, agazapado, espe-rando la oportunidad para sublevarse nue-vamente. Y resurgió en la tendencia actualde forjar un porvenir compartido para pro-fundizar una democracia inclusiva con jus-ticia social integrada a nuestra América.Renació en las políticas de reparación na-cional y de avance en la formación denuestra conciencia para entregarnos unespejo donde mirarnos y reconocernos ennuestros aciertos y contradicciones, peroabandonando definitivamente toda la seriede complejos de autodenigración que co-adyuvaron a que se apaguen tantos sue-ños en los argentinos. En este punto, es dable pensar que el pen-samiento nacional en toda su complejidadha logrado entrar en los intersticios másrecónditos de nuestra memoria colectiva.Sabemos que tenemos por delante múlti-ples desafíos para el pensamiento nacionaly los movimientos populares actuales.Quizá, uno de los más urgentes tenga que

ver con contribuir a la propagación delideario nacional hacia el interior de la co-munidad y mermar las distancias origina-das, las más de las veces, por lo queconsideramos caro a la tradición antiinte-lectualista de ciertos sectores de nuestracultura política que han predicado, ayer yhoy, cierto recelo y/o desconfianza hacialo intelectual.Sortear este problema nos permitirá atraera los sectores vacilantes e imponer loscompromisos sociales y políticos al mo-mento de construir una visión estratégicaasentada en los trabajadores, en las clasesmedias y en los sectores políticos más con-secuentes de un país en tren de emancipa-ción. La herencia del pensamiento nacionalresulta un aporte fundamental en el pro-ceso de autoconocimiento cultural de lasclases populares y en la clarificación del pe-ligro constante del designio neocolonial delNorte, sus buitres y sus operadores internosque pretenden retrotraer el país al pasadocon el recorte de la soberanía nacional y laentrega de nuestro patrimonio.La Argentina no concretó aún la conquistade su plena autodeterminación nacional yesa es todavía una lucha general deLatinoamérica. Hurgar entre los recónditosrecovecos de la memoria popular, comoquería Scalabrini Ortiz, y avanzar en la re-solución del desencuentro enunciado porPavese entre los intelectuales y el pueblo,son tareas que nos comprometen a todosaquellos hombres y mujeres consustancia-dos con el país y que entendemos, con lacaracterística humildad de Jauretche, quees momento de emprender la tarea:

Yo no me atrevería a decir estas cosas sino creyese que hay en los oyentes una pre-disposición para entender, si yo creyeraque estoy hablando a un auditorio ence-rrado en lo que sabe como en una torre.No. Yo creo que estamos en un momentode gran curiosidad y que esa curiosidadestá construida por muchas dudas. La cu-riosidad puede llevar al escepticismo, perotambién a la fe. Tenemos que procurar quenuestra curiosidad nos lleve a que cadauno se convierta en promotor del descu-brimiento de nuestra realidad.

A celebrar este tiempo colmado de con-quistas y a trabajar por lo que falta. •

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PORQUE ES PARTE CENTRAL DEL ASUNTO, Ytambién del problema, empecemos conSarmiento. En Facundo, da cuenta de lamirada que Europa dedica a lo que entrenosotros ocurre y que los lleva a no enten-der “nada de lo que sus ojos han visto”:“Al ver las lavas ardientes que se revuel-can, se agitan, se chocan bramando eneste gran foco de lucha intestina (…) handicho: ´Es un volcán subalterno, sin nom-bre, de los muchos que aparecen enAmérica: pronto se extinguirá´; y hanvuelto a otra parte sus miradas, satisfechosde haber dado una solución tan fácil comoexacta, de los fenómenos sociales que sólohan visto en grupo y superficialmente”.No alcanza con decir que esta afirmaciónde la particularidad argentina es sólo unlugar común del romanticismo. Pone en

palabras, con crítica e ironía, lo que ya ha-bían percibido Moreno, Belgrano, el mis-mísimo San Martín y también Rosas: quela vida en común en la Argentina tiene unacuota no menor de singularidad. Como encualquier otra nación, agreguemos, hechade influencias y acontecimientos, y aunqueel mundo tomado por la Modernidad sehaya vuelto más pequeño y homogéneo.Se dijo enigma y misterio: si queremos darcon las claves más propias de la vida ar-gentina es porque nuestra suerte estáafectada por las fuerzas que atraviesaneste lugar en el que nacimos y vivimos.Antes de que Edipo Rey de Sófocles pa-sara a ser leída como el drama de una fa-milia burguesa urgida de psicoanálisis, eratambién una reflexión sobre la influenciaduradera del origen, de la tierra y la san-gre. Al decir “pensamiento nacional” nosreferimos entonces a un conjunto de arte-factos –libros, canciones, imágenes– que,en su desvelo, nos acercan pistas, a vecesinterpretaciones o incluso bocetos demapas, para entender la especificidad deeste volcán argentino que, aunque se pa-rezca en especial a los de nuestro conti-nente, es único también. ¿Es el pensamiento nacional una empresade conocimiento? Un poco más. Libroscon manos, anhelaba el poeta alemánHeinrich Heine por los años del Facundo,que apuntalen tareas comunes. Lo contra-rio de la cultura como ostentación ociosade los poderosos. Una puntada más conSarmiento, para no renguear. En una desus últimas páginas autobiográficas, señalaque lo mucho que hizo fue en pos de que“todos participen del festín de la vida, deque yo gocé sólo a hurtadillas”. LaArgentina toma su nombre de un poemay es, desde un vamos, una promesa queserá reinterpretada una y otra vez. En elpensamiento nacional, que nace delmundo y vuelve a él en tanto acción, ade-más de rastros y mapas, se deja entreverel “festín de la vida”. También las pesadi-llas de su reverso. Ahora bien, el “festín de la vida” deSarmiento –la civilización– no es el de JoséHernández. Tampoco, por supuesto, el quesubtiende, con variantes, a la obra deRodolfo Walsh o a la trama fundamentalde revistas que acompañó los años poste-riores a la dictadura militar. Los mapas

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Bajo tu influencia.Una aproximacióna la cuestión del pensamientonacional

>>Javier Trímboli

>>Javier TrímboliProfesor de Historia y ensayista. Desde2009 es asesor historiográfico de laTelevisión Pública. Participó en larealización de Belgrano. La película, de laserie Huellas de un Siglo y del programaBorges por Piglia. Espía vuestro cuello es suúltimo libro.

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están lejos de ser idénticos y no sólo porel paso del tiempo, sino por las ideologíasy las empatías políticas y de clase en lasque se enlazan esos artefactos. Ademásde la pericia del baqueano o del cartó-grafo, el resultado depende de cómo seentienda ese festín de la vida, a quiénesse invita a la mesa y a quiénes se dejaafuera. El pensamiento nacional abarca la com-plejidad de un arco de diferencias. No obs-tante, si entendemos que tratamos conuna materia viva, nos vemos obligados aevitar la ecuanimidad y a preguntarnoscuáles de esos mapas heredados no hacenmás que perdernos. Porque también sonparte del pensamiento nacional los textosque nos empujaron a nuestras horas máscríticas, las de mayor tristeza para las cla-ses populares. La tentación es expulsarlos,dejarlos por fuera de la vida en común quequiere refundarse, como si diéramos porseguro que incluso las fuerzas sociales conlas que hicieron alianza están extintas.Sería un engaño y un error, porque esasastillas de pensamiento que alentaron lamuerte de caudillos y montoneras, la de-rrota de las tribus y del desierto en 1879,los bombardeos de 1955 o el 76, son ex-presiones de formas reaccionarias de lonacional que se alimentaron, y lo siguenhaciendo, de las fuerzas más estridentesdel capitalismo. También de sus fórmulasideológicas deshumanizadoras, que proli-ferarán transmutadas mientras este exista.Así y todo, es inevitable agregar que hayalgo declinante, porque para propiciar lassoluciones políticas reaccionarias de 1955y de 1976 no se escribieron libros ya no dela estatura difícil de igualar de Facundo, sinode La conquista de quince mil leguas deEstanislao Zeballos, casi un encargo del mi-nistro de Guerra Roca antes de emprendersu última incursión hacia el río Negro.Como si, refractarias a la vida y a su festín–al “alma matinal” podríamos decir con elperuano José Carlos Mariátegui–, las po-siciones antipopulares hubieran sido aban-donadas también por el pensamiento. Sulugar lo ocupó la conjugación entre lafuerza, el pragmatismo y la propaganda,con Sarmiento de fondo, bastardeado ydisminuido. ¿Qué es una tradición? Con la ayuda deHannah Arendt decimos que es el pasado

revestido de autoridad. Aunque de ma-nera desigual, las distintas tradiciones delpensamiento argentino no han salido in-demnes del siglo XX. La dictadura militar,la guerra de Malvinas, el desvanecimientode la primavera democrática y el capítulodel neoliberalismo de los noventa fueronsus últimas y fatigosas pruebas. Aunqueno haya habido ni muerte de las ideologíasni final de la historia, la autoridad de lastradiciones quedó mellada. Por eso, hoymoverse en su terreno es hacerlo con pasodudoso, sobre un tembladeral. Cosa que,en su contracara, permite ver más allá delo que cada tradición obligaba a recortarcon demasiada vehemencia. Por ejemplo:el escritor y diputado radical Alcides Grecarealiza en 1917 el documental El últimomalón. Se sostiene en la tensión entre ci-vilización y barbarie, pero lo que une sumirada con el rostro de los indios mocovíeses mucho más relevante que las ideasenunciadas. Las opiniones de Borges afavor de la Revolución Libertadora, aunqueimposibles de olvidar, no opacan el valorde su literatura, en la que destella la año-ranza por una forma de nuestro siglo XIX yla inquietud por los laberintos argentinos.Leonardo Favio nada tenía de socialistaavant la lettre pero produjo una obra ci-nematográfica en la que resuenan comoen pocas otras los sinsabores de la vidapopular argentina y sus apuestas de eman-cipación. Un artículo en minoría en la revista Puntode Vista, firmado por Emilio de Ípola en1997, señala que la eficacia con la que pe-netró el neoliberalismo en la Argentina sedebe también a que se había hecho aban-dono del vigoroso texto del pensamientoargentino. Reafirmamos que el pensa-miento y la cultura pueden oficiar de po-derosos anticuerpos, ya que otorgan elcarácter necesario para limitar las ofensivasde la globalización y del gran capital que,a través del mercado y en alianza con elentretenimiento y las pantallas, ofrecenuna vida que nada tiene que ver con esefestín que, incluso en Sarmiento, tenía elaliento de lo común; y nos pierden res-pecto del significado de haber nacido enestas latitudes y no en otras. Así, el pensamiento nacional en toda sucomplejidad resiste y mantiene viva lachispa. •

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SI CONVENIMOS QUE EL ÚLTIMO SIGLO ARGEN-tino ha estado atravesado por la experien-cia peronista, podemos pensar en la historiadel socialismo como anterior a la irrupciónde ese movimiento, casi al modo de su pro-pia prehistoria. Me refiero, además, al so-cialismo como conjunto de corrientes quese proponía la superación del capitalismoy su reemplazo por una sociedad de igua-les. Ese conjunto incluye al partido de cuyassucesivas rupturas y desgajamientos prove-nimos los que hoy nos llamamos Socialistaspara la Victoria, pero no se agota en él.El socialismo así entendido apareció en laArgentina a fines del siglo XIX, en mediode la expansión del modelo de economíaprimaria exportadora. Gobernaba el paísun régimen político conservador, de élites,que se apoyaba en el fraude electoral yexcluía a la abrumadora mayoría.El partido socialista local tuvo dirigentesvaliosos, que hicieron un notable esfuerzointelectual para aplicar la teoría marxista ala realidad histórica argentina, y combina-ron esa teoría con lo más progresista delliberalismo que habían aprendido en losambientes ilustrados en los que se habíanformado. Ellos protagonizaron también, allado de los trabajadores no sólo socialistassino también anarquistas, y un poco másadelante, después de la Revolución Rusade 1917, comunistas, luchas heroicas porlos derechos laborales y contra la dura re-presión que los gobiernos oligárquicos pro-digaron al movimiento obrero. De entre aquellos militantes y dirigentes,baste la mención de Alfredo Palacios, queen 1904 se convirtió en el primer socialistaque resultó elegido diputado en América,y su prolongada tarea de elaboración deuna legislación que protegiera y garanti-zara los más elementales derechos de lostrabajadores, completamente ignoradosen la Argentina de entonces. Junto a los socialistas que lo eran sin dejarde ser republicanos apegados a las insti-tuciones de la Constitución liberal de 1853,había otros que aspiraban a construir unasociedad justa por la vía revolucionaria,alentados por las transformaciones radi-cales que parecía inaugurar la RevoluciónRusa. La práctica política de todos elloschocó, a principios de los años cuarenta,con una nueva y nada venturosa realidad.La irrupción en Europa del nazismo y del

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La experienciasocialista

>> Jorge Rivas

>>Jorge RivasNació en Lomas de Zamora en 1961. Es abogado, de ideología socialista. Fue electo en octubre de 2011 diputadonacional por cuarta vez, mandato queactualmente cumple hasta diciembre de 2015. Integra el bloque del Frente para la Victoria.

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fascismo, que de eso se trata el estallidode la Segunda Guerra Mundial, y la alianzamilitar entre las potencias capitalistas oc-cidentales y la Unión Soviética para enfren-tar a aquellos regímenes, no sólo alteraronpor completo la escena política mundial,sino que en nuestro país generaron en lasfuerzas de izquierda algunas confusionesque tendrían efectos duraderos.La aparición del peronismo, un movimientoreformista de masas de inusitada potencia,liderado por un militar que había sido ide-ólogo del golpe nacionalista y conservadorde 1943, suscitó el desconcierto entre losdiversos sectores que militaban por el so-cialismo. Genuinamente confundidos algu-nos, intencionadamente otros, el gruesode las fuerzas políticas tradicionales se co-aligó contra el peronismo. Comunistas ysocialistas creyeron repetir la estrategia dela Unión Soviética contra el fascismo y sealiaron a conservadores y liberales. Se en-frentaron, entonces, con quienes debíanconstituir el sujeto social de sus aspiracio-nes de cambio. También hubo, hay que de-cirlo, militantes de diversas expresiones deizquierda que abandonaron las filas de esasorganizaciones que ya no los representa-ban, y se sumaron al nuevo movimiento, obuscaron comprenderlo y reelaborar susposiciones políticas sin juntarse con los sec-tores más reaccionarios.Con la experiencia peronista, que no metoca explicar aquí, termina una etapa, comodecía al principio, y empieza a forjarse otratradición para los socialistas argentinos. Elderrocamiento de Juan Perón en 1955 y lainstalación de la dictadura autodenominadaRevolución Libertadora, encontraron en lostrabajadores una resistencia encarnizadaque dio lugar también a ricos realineamien-tos políticos.Al promediar el siglo, además, el triunfo dela revolución socialista en Cuba significóuna profunda renovación para la izquierday los movimientos populares en todaAmérica Latina. Algo más de diez años des-pués, la lucha por las libertades democrá-ticas y por la justicia social, que en laArgentina sumaba, aunque en carriles ide-ológicos diferentes, a sectores del pero-nismo y de la izquierda socialista, reformistao revolucionaria, alcanzaba uno de sus pun-tos más altos con el Cordobazo. En Chile,

mientras tanto, la clase trabajadora enca-raba la enorme patriada de construir elSocialismo respetando a rajatabla las insti-tuciones democráticas. Salvador Allende,su conductor, asesinado por la reacción en1973, se convertía en bandera de la luchapor la igualdad, como el Che Guevara.De esa historia nos sentimos herederos losque militamos hoy en el socialismo popu-lar, democrático, nacional y latinoameri-cano, que además reivindica sus raícesmarxistas y su pertenencia a la lucha delmovimiento obrero en todo el mundo. Deesa historia, y de la que se siguió constru-yendo en la lucha por los derechos huma-nos durante la última dictadura cívicomilitar, y después de ella, por la verdad yla memoria, y por el castigo penal a los te-rroristas de Estado, y contra las leyes dela impunidad. De la historia que escribie-ron las Madres y las Abuelas de Plaza deMayo, y todos los militantes de los orga-nismos de Derechos Humanos, entre losque evocamos especialmente a nuestroinolvidable compañero Alfredo Bravo.Los socialistas participamos de esa lucha,y de la resistencia contra la aplicación delas políticas del Consenso de Washington,que terminaron de devastar al país durantela década de los noventa y que provocaronfinalmente el derrumbe de fines de 2001.Una crisis que ningún dirigente político en-tendió mejor que Néstor Kirchner, que asu-mió la presidencia el 25 de mayo de 2003,y que también era heredero, como mili-tante peronista, de aquella historia de lu-chas populares por la justicia social. Kirchner hizo durante los cuatro años quesiguieron lo que aquel día dijo que iba ahacer. Los socialistas entendimos entoncesque ese gobierno, que pertenecía a unatradición ideológica diferente de la nues-tra, estaba llevando adelante, contraviento y marea, muchas de las causas quedurante años habíamos levantado, y nossumamos a él. Este encuentro, en la prác-tica política concreta, con un movimientopopular de ampliación de derechos encar-nado en una corriente del peronismo, in-augura para nosotros una nueva época.Hay también quienes se llaman socialistasy se han alineado con los sectores más re-accionarios de la sociedad. Pero esa esotra historia. •

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LOS DERECHOS HUMANOS SON UNIVERSALES, LOque significa que son válidos para todos, entodo tiempo y en todo lugar. Sabemos tam-bién que son históricos; que su reconoci-miento, validez y las transformacionessociales y culturales que esperamos produz-can tienen que ver con procesos y prácticasconcretas, con definiciones institucionalesy luchas que se van modificando con eltiempo y con acontecimientos que nos obli-gan a revisar en forma permanente sus sig-nificados y alcances. Universalismo e historiason parte de esa paradójica constitución delos derechos, esa compleja manera de serde su política, de eso que podríamos llamarla política de los derechos. El particular lugarque esta ocupa en la trama narrativa de lospueblos crea instituciones y un singularmodo de entretejer la memoria colectiva.Porque algo cambia en nosotros y en nues-tras sociedades cuando a un bien, una si-tuación, un estado, un modo de vivir, unapráctica, los asumimos, los efectivizamos,los nombramos como un derecho.¿Qué significa entonces pensar los dere-chos en y desde Córdoba? Hay una histo-ria de los derechos humanos en Córdobaque, con matices propios, forma parte dela reconocida importancia del movimientopor los derechos humanos en la Argentina,importante también para nuestros paíseshermanos, así como para luchas y reivin-dicaciones en distintos lugares del mundo.De estos movimientos hemos aprendido,entre tantas cosas, esa singular cualidadde los derechos: que las luchas del pre-sente, siempre ligadas a un reclamo par-ticular, tienen la capacidad de extenderseen el tiempo y el espacio. Su universalismoes formal, cuando llegan a ser reconocidospor la ley; pero sobre todo los derechosson universalizables, su poder es exten-sivo: se dirigen hacia atrás y hacia ade-lante, nos permiten recrear una memoriacolectiva y un también colectivo deseo dejusticia; permiten ese tan difícil puenteentre el pasado y el futuro que sólo la ima-ginación del presente puede lograr entrequienes ya no están y quienes todavía nohan llegado; se extienden de unas situa-ciones a otras, ofreciendo términos, quesiempre surgen de un conflicto particular,para su uso común, como bien común,como lengua común. El derecho a la ver-dad y la justicia, los derechos ambientales,

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Los derechos.Historia ydemocracia

>> Sebastián Torres

>>Sebastián Torres Doctor en Filosofía. Profesor de FilosofíaPolítica en la Universidad Nacional deCórdoba. Director del proyecto deinvestigación “La cuestión de los derechos enla filosofía política contemporánea”.

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de género, de identidad, a la cultura, altrabajo, a la educación, a la comunicación,entre otros, son bienes comunes que ope-ran como vasos comunicantes de un con-junto de relaciones sociales que componennuestras ideas de una sociedad igualitariay justa.Siempre han existido y existen diferentesformas de enunciar lo común, y estas for-mas se han vinculado de modos diversoscon esa institución política que es elEstado. Aunque pueda parecer una obvie-dad, no va de suyo que entre esas manerasen que lo común se enlaza con el Estado,los derechos sean el lenguaje a partir delcual un Estado piensa y hace efectiva supolítica, crea instituciones, legisla, generalegitimidad, promueve relaciones de reco-nocimiento, narra su historia, establece suscontiendas con los poderosos. También larelación entre los derechos y el Estado eshistórica, y hoy somos parte de esta expe-riencia en la que algo cambia cuando unEstado enuncia un bien social como un de-recho, pero también cuando una políticadeterminada se ofrece como un bien o unservicio, a partir de un silencio sobre losderechos. No es lo mismo más o menosescuelas, más o menos viviendas, más omenos metros de acueducto o de asfaltoo presupuesto para el tratamiento de losresiduos, los incendios forestales, etc., queuna política del derecho a la educación, ala vivienda, a la salud, al medio ambiente.Carecer de ciertos bienes es una efectivalimitación de un derecho, pero disponerdiscrecionalmente de tales o cuales bienesno implica un mayor reconocimiento dederechos. Y en esto Córdoba tambiéntiene una historia particular, una historiainstitucional que desde la recuperación de-mocrática, y con diferentes signos políticos,no ha producido un encuentro entre elEstado y los derechos. Y con ello, tampocoun encuentro entre organismos de dere-chos, movimientos sociales, diferentes co-lectivos y las instituciones estatales. Y esohabla de las dificultades para conjuntar elnombre de nuestra provincia con ese tér-mino tan caro para nuestra política que esel de democracia, que no designa sólo unaforma representativa de gobierno sino un

proceso de democratización: de nuestrasinstituciones y del conjunto de las relacio-nes sociales que comprenden los bienespúblicos, los derechos, los intereses comu-nes, nuestras más o menos difusas ideasde una sociedad más igualitaria y justa. Hay quienes suponen que es tarea de losEstados nacionales –y según los acuerdoso convenios internacionales a los que sus-criben– la promoción y defensa de los de-rechos humanos, mientras que los estadosprovinciales deben ocuparse de los dere-chos de los “cordobeses”, los “santafesi-nos”, los “mendocinos”, etc. Pobre formade federalismo, que hace de los derechoscomunes a todos una mera abstracción yde los derechos de tales o cuales un privi-legio. Cuando los derechos se transformanen privilegios, eso que llamamos derechose vacía de todo su potencial democráticopara convertirse en una custodia del statuquo, de la desigualdad y muestra su caramás violenta, hoy sostenida bajo el dis-curso de la seguridad. Más aún, cuando lapolítica convierte a los derechos en privi-legios, ser o pertenecer funciona como unprincipio de exclusión: así, finalmente, nitodos los ciudadanos son cordobeses, nitodos los cordobeses son reconocidosiguales, porque si todos fuésemos iguales,qué nos distinguiría de los bonaerenses olos entrerrianos o de cualquier otro. La pu-blicitada política del “cordobesismo” –ysus equivalentes a lo largo del país–, másallá de las burdas parodias de localismo,es la más clara manifestación de una polí-tica que rechaza esos dos procesos demo-cráticos, de los movimientos sociales y elEstado, en cuyo encuentro –no exentosde los desacuerdos que son el magma dela democracia– se pueden descifrar los sig-nos de una nueva política argentina y lati-noamericana. Pensar los derechos desdeCórdoba es saber que no hay universa-lismo posible sin asumir activamente nues-tra historia particular y que lo más propioes aquello que puede ser imaginado encomún, tan extenso e inclusivo como seaposible: una política de ampliación de de-rechos que, como en otros momentos denuestra historia, tenga a Córdoba comonombre de un legado. •

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LA DECISIÓN POLÍTICA DE DERRIBAR LOS CEPOS

de impunidad, que como un “anillo deSaturno” cercaban los crímenes más atrocesde nuestra historia, ha sido quizás el gestomoral más profundo de un gobierno demo-crático. Sólo desde la comprensión del dolorde las víctimas se podía terminar con eloprobio del olvido. Los juicios por los delitosdel terrorismo de Estado eran una deudaimpostergable de la democracia. Marcaronun antes y un después. Trajeron una nuevavoz a la cultura jurídica y a la sociedad toda,la voz “Derechos Humanos”. Permitieron latransmisión del horror en su cabal dimensióny su principal efecto terapéutico es sin dudamirar al futuro para prevenirlo. De modoque no es cierto como se dice livianamenteque con los juicios se mira al pasado. Esaidea es un fraude intelectual. Está claro quelos hechos ocurrieron en el pasado, y queen los juicios lo que ocurre es una recons-trucción de ese pasado, pero desde la me-moria de las víctimas y de cara al futuro. Enpalabras de Theodor Adorno, se trata de“reordenar el pensamiento para que la bar-barie no se repita”.Está claro que el discurso de “no mirar alpasado” es estratégico y es la expresiónde un proyecto político de olvido con laimpunidad como centro de impacto. Perolo fundamental, su consecuencia más do-lorosa, es que banaliza el crimen pensandoen la víctima como costo; al decir deWalter Benjamin, restarle importancia ydesconocer lo que ocurrió representa unasegunda muerte, la muerte hermenéutica.Ese es el olvido. Los juicios en rigor son algo más que unproceso judicial, son la reedición del pa-sado pero desde la memoria. Como diceManuel Reyes Mate, en el testimonio estála anécdota como sustancia; y en los juiciosel relato está plagado de anécdotas y estoes lo esencial. De eso se trata la memoria,de evidenciar lo que pasó. Una estrategiapara romper la lógica de la construccióndel pasado sobre los vencidos a partir dela visibilización de la víctima. Esto último,señala el autor, fue el gran mérito deBenjamin. Esa fue la clave de bóveda paradesmontar el andamiaje de la impunidady el proyecto de olvido.En definitiva, como genialmente lo ex-presa Adorno: “La condición de toda ver-dad es dejar hablar al sufrimiento”. Esa

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La memoria, ese testigoimplacable

>> Jorge Eduardo Auat

>>Jorge Eduardo AuatAbogado, Universidad Nacional de Córdoba.Fiscal general. Titular de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad.

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visibilización de las víctimas trajo consigosu resignificación y así operaron en defini-tiva como prenda de paz. Queda claro quelos juicios son mucho más que un espaciojurídico o judicial. Allí se terminan las co-artadas, se revela y se actualiza la injusticiapasada y se le otorga legitimidad a la de-manda de justicia. Sin duda fue trascendental el protago-nismo de los organismos de derechos hu-manos que no sólo militaban por unproceso de memoria, verdad y justicia sino–y quizás sea lo más importante– por uncambio de paradigma en la sociedad. Entonces, si los juicios fueron una bisagraen la historia porque derribaron los murosde la impunidad, ¿qué viene después?¿Alumbraron una nueva realidad? La res-puesta es evidente: hay sin duda una tomade conciencia o, mejor aún, una alarma en-cendida frente a un enemigo que no aban-dona su posición rampante. Es decir,¡estemos alertas, la barbarie puede volver!A partir de allí se abre un espacio para re-pensar la sociedad con un nuevo punto departida: la dignidad.Pero retomando la cuestión del olvido, noson sólo los responsables de los crímeneslos que pretenden borrar lo que pasó. Enel caso de estos grupos, es evidente queel objetivo no es otro que la impunidad(sin arrepentimiento); pero en esa estrate-gia también están empeñados sectoresideológicamente afines cuya finalidad esotra; la destrucción del nuevo escenario.El anticuerpo que dejó la barbarie los in-quieta, una nueva sociedad reconstruidadesde la memoria, sobre el valor dignidad,implica hablar de justicia y esto no es gra-tis, hay una nueva moral social, queemerge desde el propio protagonismo dela sociedad toda, pero fundamentalmentedesde los oprimidos que reclaman. Nosdice Michel Foucault: “La justica no es lamisma para el opresor que para el opri-mido: para los primeros es legitimación;para el oprimido, reivindicación”. Ahora bien, ¿en qué se traduce, o cómose concreta ese protagonismo? A mi juicio,en la interpelación o, mejor aún, en “lapregunta” de los que estuvieron calladosy sojuzgados. Es eso lo que les alborotael gallinero. “La pregunta es como un cu-chillo que rasga el lienzo de la decoraciónpintada para que podamos ver lo que se

oculta tras ella” (Milan Kundera, La inso-portable levedad del ser). En definitiva se trata del cambio de para-digma del que hablé antes. Los espaciosde discusión se desparraman por la socie-dad pese a los esfuerzos incansables delos grandes medios y de los sectores do-minantes en su negación. Con el discursoperverso de que el Estado de derechodesprotege a la sociedad, se construye unenemigo del que hay que protegerse paralo cual se hace impostergable su destruc-ción. Es decir, la estrategia es instalar lanecesidad de la violencia represiva. Hayun prestigio de la violencia. Esa estrategia,desde luego tramposa pero ingeniosa, im-pacta de lleno en la conciencia social.Transmite un mensaje que es patético: “ol-vídense de los derechos humanos, el ‘otro’es un enemigo”. La amenaza criminal –siguiendo a Fou -cault– opera como coartada para endu-recer más el control social. Así como lasbrujas justificaron la Inquisición, el delin-cuente justifica el aparato de policía.Ahora, ¿qué hay detrás de ese discursodel miedo? Indudablemente, el que losustenta no puede ser otro que un pro-yecto que propugna la vuelta al pasado,es decir, hacia una injusticia sin demanda,hacia su naturalización y en tal sentidosurge con claridad que la desmoralizacióndel cuerpo social es su viga maestra. Elobjetivo es que todos clamen por unEstado policial que garantice un modelode exclusión sin sobresaltos. Así, el con-tenido moral de la justicia desaparece conla negación del “otro” como sujeto im-prescindible de esa nueva sociedad na-cida del aprendizaje del dolor. En síntesis, este escenario agonal nos estáindicando que no podemos desactivar lossensores de la alarma, porque si sucedierala vuelta del horror, todo habría sido en vano.A modo de conclusión, pienso que los de-rechos humanos son la voz de la década ysu paradigma es la consideración del“otro”. Allí está el mojón de la historia.Pero igualmente hay que tener presenteun deber de memoria, porque, como diceReyes Mate en Medianoche en la Historiainvocando a Benjamin, “mientras el ene-migo ande suelto los muertos no estaránseguros porque ya se encargará él de queno salgan de sus tumbas”. •

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DURANTE LA ÚLTIMA DÉCADA LAS POLÍTICAS PÚ-blicas nacionales han reflejado las deman-das del movimiento de derechos humanosde memoria, verdad, justicia, reparación yno repetición.Esto se ve reflejado en la reapertura de losjuicios por crímenes de lesa humanidad,el conocimiento de la verdad sobre la ac-ción criminal del Estado, las acciones ac-tivas para la recuperación de la verdaderaidentidad de los cientos de niños y niñasapropiados durante la dictadura cívico mi-litar, y la recuperación de sitios de la me-moria y su señalización en el marco deacciones efectivas para que las nuevas ge-neraciones sepan qué sucedió, entre otras.Asimismo, desenmascarar el rol del Estadoterrorista, como basamento del modelode expoliación económica, destrucción delaparato productivo y endeudamiento ex-terno para la dependencia, reflejada en lacomplicidad civil y los beneficios palpablesque los grupos económicos concentradosy transnacionales recibieron durante ese

período, desarticula la interpretación im-pulsada por la teoría de los dos demonios,su mirada ahistórica y descomprometidade aquellos años.Esta interpretación política, jurídica e his-tórica es base fundacional para la recupe-ración del Estado Social de Derecho quese ve reflejada en la consolidación de po-líticas públicas nacionales en la construc-ción del presente.La centralidad en las políticas de empleo,como dignificador de derechos, la recons-trucción del sistema previsional inclusivopara los adultos mayores, la asignaciónuniversal por hijo como reconocimientode los derechos de los trabajadores des-ocupados o en informalidad, son algunosejemplos de la recuperación cultural delrol del Estado.La inclusión, entendida no sólo como unproceso de carácter económico y de dis-tribución equitativa de la renta, se ve re-flejada en las políticas de género, losderechos de los grupos como los LGBT, elmatrimonio igualitario y la identidad degénero, la ampliación del concepto de fa-milia y la mirada multicultural de nuestrasociedad.De la misma manera en que el Estado de-mocrático debe reparar las acciones cri-minales del Estado terrorista, el EstadoSocial de Derecho debe revertir las accio-nes del modelo neoliberal que eclosionóen la crisis del 2001.Ahora bien, ¿todos los habitantes de laArgentina gozan plenamente de los mis-mos derechos?La Argentina como Estado federal no im-pide el desarrollo de las políticas públicasen materia de derechos humanos en todoel país, pero la permeabilidad de losEstados provinciales es dispar y es partede la agenda en discusión.Desde las acciones de los Estados provin-ciales (en sus tres poderes) no observamosla misma concurrencia de derechos en ma-terias tan diversas como los derechos delos pueblos originarios, el corrimiento dela frontera sojera y el avasallamiento de de-rechos de las comunidades campesinas yla agricultura familiar; la creación de policíasen el marco de una seguridad democráticay ciudadana no está expresada en la modi-ficación de las legislaciones con reminiscen-cias de la doctrina de la seguridad nacional,

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Derechos humanoscomo política de Estado

>> Remo Carlotto

>>Remo CarlottoDiputado nacional (FPV – Buenos Aires) y presidente de la Comisión de DerechosHumanos. Ex secretario de DerechosHumanos de la Provincia de Buenos Aires y coordinador del equipo de investigación dela Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) y de Abuelas de Plaza de Mayo.

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la permanencia de códigos contravencio-nales que violentan la Constitución nacionalcon contenidos discriminatorios, estigmati-zantes y de control policial del Estado, juntocon una mirada que busca “prisionalizar” asectores de nuestra población, particular-mente jóvenes pobres de las periferias denuestras ciudades, bajo el pretexto de unapolítica criminal que persigue al vulnerado;estos son sólo algunos de los temas trans-versales en el proceso de integración de po-líticas públicas a nivel federal.La última reforma constitucional, de la cualse cumplen 20 años, ha incorporado conjerarquía constitucional y supralegal, en sucaso, declaraciones y tratados internacio-nales en materia de derechos humanosque indican los estándares mínimos quedeben ser respetados por el Estado na-cional y los Estados provinciales. Estos ins-trumentos, al tener un rango superior, nolimitan sino que enmarcan los contenidoslegislativos, instrumentos que deben im-plicar la consolidación de las políticas pú-blicas en todo el territorio nacional.Sin duda, la construcción de políticas pú-blicas en materia de derechos humanosdurante la última década estuvo basadaen la voluntad de los conductores del pro-ceso político en marcha. Hoy la disyuntivaestá en si podemos consolidar esa volun-tad como una acción permanente y trans-versal, lo cual depende de dos factorescríticos a desarrollar: en primer lugar elempoderamiento cultural de los derechospara impedir cualquier intento de retrac-ción de los mismos; el segundo, la exigen-cia a los líderes políticos de definiciones

precisas sobre la continuidad y profundi-zación de las políticas en marcha.No se debe escindir la discusión del rolsocial del Estado de las pujas existentescon respecto a nuestra soberanía territo-rial y económica, cuya definición afectalos derechos de los habitantes en formainmediata. El destino de los recursos eco-nómicos de todos tiene implicancias di-rectas en el desarrollo de políticas públicasigualitarias. No está escindido el desen-deudamiento económico o la renegocia-ción de la deuda del desarrollo de políticasactivas de inclusión.De la misma manera que observamos elproceso de integración nacional en ma-teria de derechos, debemos pensar quela construcción es también un desafío re-gional. La integración sobre el ejeMercosur, Unasur, Celac planteandocomo precepto fundacional la defensa dela democracia y el respeto a los derechoshumanos, nos invita a incluir y debatirconceptos propios de la región, como eldel “buen vivir” y el constitucionalismosocial expresado históricamente en nues-tro país en la Constitución de 1949.Los derechos humanos son la expresiónde las luchas permanentes de nuestrospueblos, y la construcción de un Estadogarante de derechos es un desafío perma-nente. Nuestro país, inspirado en la histó-rica lucha de resistencia a la dictaduracívico militar, está construyendo todos losdías el verdadero y definitivo Nunca Más,posible solamente donde impere un res-peto genuino e irrestricto a los derechoshumanos en todas sus dimensiones. •

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MILENARIAS CULTURAS INTANGIBLES “BAJARON

de los barcos”. Atrás: hambre, miedo ymuerte. Ahora: la esperanza en un lugarpara vivir en paz y con dignidad. Pero ¿yaquí, quiénes, qué? Los criollos, ocupadosen la ilusión de independencia aunqueatentos al mandato europeo en lo político,social, estético, arquitectónico, estilo devida… Y algunos, ya jugando a favor delas potencias de turno con la miope y so-berbia visión del entreguismo que cree,además, estar haciendo favores a la Patria. Hacía más de tres siglos que Europa habíainvadido y saqueado Abya Yala, rebauti-zándola América y alterando el sentido desus espacios, rituales y figuras modélicas.Ya próximo, el inicio de la segunda con-quista genocida ocurrida al sur, en la mitadde abajo del “maldito” –diría Darwin– surde nuestro país… A dos décadas de ini-ciado el siglo XX, la matanza salvaje de losobreros (muchos de ellos, “llegados de losbarcos”) que reclamaban derechos y, pa-ralelamente, la silenciosa y cruel matanzadel pueblo tehuelche mediante cazadoresa quienes se pagaba por oreja, y por unpar de testículos. Doble exterminio a cargode los representantes del poder y de laoligarquía con intereses puestos en el surque necesitó de historiadores distraídos ymaestros ingenuos modeladores de nue-vos obreros y ciudadanos al servicio delorden y organización del país. Como estrategia se califican reunionesabiertas y asambleas como desorden ytiempo perdido. Se desvaloriza lo grupaly también los saberes y la lengua de lasculturas pisoteadas hasta solidificar el man-dato familiar de no transmitir la lengua alos hijos y prohibirles hablar de su origenpara que puedan aspirar a integrarse a lasociedad dominante. ¿Adónde los saberesde las otras culturas reinantes en estas tie-rras? ¿Adónde sus fiestas y su por qué?¿Adónde la cosmovisión propia de esasnaciones? ¿Adónde la manera de entenderla vida y la muerte y el amor y el para quéestamos en este planeta? ¿Adónde los es-píritus que suelen aparecerse y contarnosy advertirnos y aconsejarnos? Nada de esecaudal cultural servirá para la educaciónhegemónica que busca sólo hacernos úti-les para la sociedad imperante.Se desconoce, descalifica, sinonimiza conprototípico de lo vulgar e ignorante a todo

Cultu

ra y com

unicación

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Vecindades

>> Juan Raúl Rithner

>>Juan Raúl RithnerEscritor, comunicador, cuentista para niños yadultos, autor de teatro, guionista de TV ycine, profesor titular regular e investigador dela Universidad Nacional del Comahue.Especialista en Planificación y Gestión Social.Obtuvo más de veinte premios a nivelregional y [email protected] / www.juanrithner.com.ar

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lo que hace a imaginario popular, univer-sos míticos y canonizaciones populares.No se ve la afirmación callada de los pue-blos cuando amplían el territorio de cultoa su correntino Gauchito Antonio Cruz GilNúñez. ¿Por qué? ¿Fue casualidad queesta amplificación masiva y espontánea deun santo sanador de una región se inicie,calladamente, al decretar Alfonsín el “todoestá bien, amnistía y olvido”? ¿Por quénuestros tantos y vigentes bandoleros so-ciales latinoamericanos fueron apoyadospor las clases sociales más disminuidas yluego santificados por el pueblo fuera delos templos? ¿Por qué las víctimas de lainjusticia (niños que trabajan, niños mal-tratados por los patrones, mujeresgolpea das…) alimentan la aparición deotros modelos?¿No será el momento de detenerse, ydesde una mirada más amplia, reflexionargrupalmente acerca de las vecindadesentre Cultura y Comunicación? ¿Pensamosqué iniciativas de esta vecindad estimula-mos desde el centro, los barrios, clubessociales, centros profesionales, Casas deCultura pero también desde los fogones,las villas, las tomas, y hasta de las esquinascon cerveza y otras yerbas?¿Por qué no abunda el diseño de políticasculturales que promuevan encuentros yexpresión, a la inversa de lo vivido en tiem-pos de la dictadura ¡perdón! del Procesode Reorganización Nacional? ¿Por qué noestimular la poesía y el teatro entre quie-nes tal vez no sepan de Proust, EnriqueMolina o Saint-John Perse pero sí de es-tremecerse ante una amanecida junto alrío, o de gozar del beso de la lloviznacuando, calma, recién se inicia? ¿Por quéno estimular la creación musical no sólodesde auditar a un maravilloso concertistade piano sentado en su butaca sino desdeensayar sonidos con la garganta hastapoder crear uno que entienda la calandriapara que, desde entonces, empiece a venirsiempre a la terraza?¿Qué función tiene el arte además de laexpresión y la producción de algo belloo conmocionante? ¿Por qué tan pocoszapateros, camioneros, comerciantes,médicos e ingenieras, además de ejercerseriamente sus profesiones y oficios nocantan, escriben, pintan, esculpen, hacenmúsica, bailan y se reúnen para escuchar

las canciones de sus abuelas para luegocantárselas a esos niños que ahora estánen sus brazos?¿Nos detenemos a discutir con profundi-dad en lo relativo a la concepción delcuerpo como soporte y modo comunica-tivo? ¿Nos detenemos a reflexionar acercade la jerarquización de lo lúdico como fac-tor liberador y de desarrollo de la creati-vidad? ¿Ana li za mos cuán saludable espromover la ejercitación de los cinco sen-tidos para ampliar el rasgo perceptual deestudiantes y docentes, incrementandola receptividad de toda manifestaciónuniversal que busca conectarse, reci-clarse, expandirse?¿Tenemos en cuenta que la percepciónnos vincula con nosotros mismos y con losotros? ¿Y que la creatividad transformadesde uno hacia los otros? ¿Se gui mospromoviendo el “para qué” aún vigen tede la Educación (que el ser humano seaeducado para llegar a ser lo que no es yse adapte a un ideal predeterminado porlo instituido de una sociedad a la cual noshemos incorporado involuntariamente) oal otro saludable para qué, instituyente:cada persona tiene potencialidades indi-viduales y diferentes, y el ser humanodebe ser educado para ser lo que natu-ralmente es y poder insertarse en una so-ciedad “que permita una variedad infinitade tipos” (H. Read)? ¿Cuál de las dos con-cepciones promovemos al valorizar la par-ticipación, el autorreconocimiento y laindependencia? ¿Sólo los saberes adqui-ridos y la capacidad de postular concep-tos son garantía de un profesor eficaz?¿Es con la metodología educativa tradi-cional con la que hay que formar a pro-fesores y maestros?Al pensar conceptualmente todo procesocomunicativo interpersonal y grupal, ade-más de Herbert Read, Buber y Lowenfeld,Ander-Egg, Juan Díaz Bordenave y MarioKaplún, entre otros, surge un conceptoque aporta más a este pan de la “comúnunión” (Uranga): la “autocalificación cul-tural” de Daniel Prieto Castillo. Su “auto-calificar” es quererse y valorarse –barro ycielo, fango infecto y alas translúcidas–,para querer y valorar al otro y no sóloaceptarlo. ¡O tolerarlo! “Autocalificar” y“calificar” es respetar diferencias, poten-ciar lo singular propio y ajeno (géneros,

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actitudes, saberes, opciones, percepcio-nes, racionalidades), potenciar lo singulardesde la integración. La autocalificaciónse vincula con la identidad cultural de cadapersona, grupo, comunidad… Es identi-dad cultural entendida como concienciade sí mismo en un universo de significa-ciones interactuantes. El aprendizaje de la calificación culturaldemanda una mirada amplia fuertementevinculada a la memoria personal, familiar,grupal y comunitaria que contiene el pro-ceso de autoafirmación de ese ser hu-mano. Este ejercicio cotidiano de mirar alotro, y de mirarse a través de los otros,permite autocalificarse (Prieto Castillo),poder valorizar lo singular de la otredad. Estos conceptos se vinculan estrecha-mente en los espacios públicos, “espacios(…) para practicar el ejercicio de la ciu-dadanía” (López de Lucio); allí se hilan.¿Con quiénes? Con los inmersos en pro-mover el “volar en bandada” (TejadaGómez): psicólogos, agentes sanitarios,educadores, trabajadores sociales, comu-nicadores, bibliotecarios, animadores yartistas que apuestan a la diversidad y noa la tolerancia:

Juan Núñez (porteño, 42 años): “Perdí mifamilia, dos casas y empecé a vivir en lacalle. Fui a parar al Hospital Rawson y al

Hogar Monteagudo. Me esforcé por es-tudiar computación y jardinería. Estuveen un taller de dibujo para gente de lacalle. Ahora soy pintor. El arte me devol-vió la dignidad”.

“Y mire, señora, el Óscar empezó a tocarla guitarra con el Menduco ahora. ¡Cómovoy´aflojar ahora! Vale la pena todo. ElÓscar canta también ¿sabe?” (Vecina a lanutricionista Beatriz Llórens; “Menduco”Araujo, músico, General Roca, Río Negro).

“Si te metés en el sindicato para pelear deadentro o te metés en la sucia política, se-guro que terminás crucificado. Y traicio-nando. Con el arte sos libre, hermano…¿Quién me para acá? ¿Quién me pone enduda?” (Juanjo, changuista, 20 años).

¿Podremos construir y fomentar la apari-ción de espacios públicos ocupados porlocutores y oyentes, por interlocutores(Kaplún, 1997), por plataformas de juegosy encuentros, y (como propone AugustoBoal desde una dramaturgia social y polí-tica latinoamericana) promover la gesta-ción de “espect-actores” y ambicionarreceptividad, creatividad, diálogo y parti-cipación mediante esa gestación de “es-pect-actores” y “espect-autores” de unarealidad en transformación? •

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¿DE DÓNDE PROVIENEN LAS CERTEZAS CATE-góricas con las que suelen despacharse loshabitantes de los principales centros ur-banos de nuestro continente cuando tie-nen un micrófono delante? ¿Por qué el“sentido común” suele ser conservador,de derecha, reaccionario, xenófobo, ma-chista y neoliberal? ¿Por qué Cuba es“mala” y Francia “buena”? Puesto en tér-minos gramscianos, ¿por qué la hegemo-nía político-ideológico-cultural reproducela batería de sentidos de la clase domi-nante aun en contextos políticos deavance popular? No es difícil la respuesta.La existencia misma de las grandes ciuda-des, sumada a los procesos económicosexpansivos y la proliferación acelerada depuntos de acceso a la información, hacenque el mundo percibido por los individuosnucleados en las orbes, esté cada vez másintermediado por un otro que modela esapercepción según los intereses de quienproyecta esas imágenes y no de los inte-reses de quien las recibe. La subjetividades colonizada por un discurso cuyos obje-tivos estratégicos son diametralmenteopuestos a los de ese sujeto que es asal-tado en forma permanente por estímulos,imágenes, conceptos, sonidos, definicio-nes y eslóganes que brotan como ráfagasde ametralladora desde las pantallas detelevisión de su casa, del bar, del monitordel lugar de trabajo, de su celular, su ta-bleta, la pantalla del subterráneo, la delascensor y la lista sigue al infinito. Bastaun dato para comprender la presencia del

Pasar de la táctica a la estrategia

>> Alberto Recanatini Méndez

“El arte de la estrategia es de importancia vitalpara el país. Es el terreno de la vida y la

muerte, el camino a la seguridad o la ruina.”Sun Tzu

“La conquista del poder cultural es previa a laconquista del poder político.”

Antonio Gramsci

>>Alberto Recanatini MéndezDoctorado UNLP, licenciadoen Comunicación UNSAM.ETER. Director deComunicación Institucionalde la Defensoría del Público.Director revista Kranear.Premios Rey de España,FNPI y Bienal de Radio.Becario FONCA. Es docente,guionista, productoraudiovisual y publicista enArgentina y Latinoamérica.

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discurso mediático en nuestras vidas y esque el 95% de los hogares argentinos tie-nen al menos un televisor, y el 65% cuentacon servicio de cable pago.* Desde finesde los años 80, un cambio radical en lasestructuras económicas y legales de nues-tros países permitió que los medios, histó-ricamente ligados a un puñado de familiasde la oligarquía, se expandieran a todoslos soportes y recibieran capital financieroy conceptual sin ningún tipo de fiscalizaciónni ley antimonopólica que lo impidiera. Enesa primera etapa, el mapa mediático denuestros países quedó concentrado de lasiguiente forma. En Brasil las familias quese apropiaron del monopoplio de la pala-bra fueron: Marinho, Frias, Mesquita, SaadAbravanel, Sarney, Magallhaes y Collor.En Chile, Claro, Mosciatti y Edwards. EnColombia, Ardila Lulle, Santo Domingo ySantos. En Argentina, Noble, Saguier, Vigil,Mitre, Fontevecchia. En México, Azcárragay Slim. En Venezuela, Cisneros y Zuloaga.Sólo por nombrar algunos casos. De estaforma, y a caballo del avance veloz de lastecnologías de la información y la comunica-ción, estos grupos mediáticos (originalmentede prensa escrita) se fueron quedando contodas las licencias de radio AM, FM y tele-visión abierta que pudieron o quisieron.En ese primer proceso se consolidaroncomo grandes corporaciones que actua-ban dentro de los límites de los propiospaíses donde habían nacido, y desplega-ban sólo fronteras adentro su capacidadde modelar la percepción de lo bueno yde lo malo de sus conciudadanos. No escasual que la primera privatización que serealizó en la Argentina durante la décadaneoliberal (22 de diciembre de 1989) hayasido la de Canal 13, que pasó a manos delGrupo Clarín. Claramente el despojo quevino después no hubiera sido posible –oal menos hubiese sido mucho más dificul-toso– sin la colaboración procaz del apa-rato mediático-ideológico. Vemos cómo,a diferencia de tesis anteriores, la super-estructura comenzaba a tener la capacidadde modificar la estructura de un país y unaregión. Una vez que estos grupos localesconsolidaron ampliamente su posición he-gemónica –discursiva y económicamentehablando–, en los primeros años del siglo

XXI se da un proceso de fusiones, adquisi-ciones y cruces societarios entre las em-presas y con capitales foráneos queacompaña procesos similares que se esta-ban operando en los países centrales. Esla época de la emergencia de los grandesholdings mediáticos, tecnológicos y finan-cieros principalmente en los EstadosUnidos y Europa. En el caso de EE.UU., deesas fusiones quedaron hoy sólo seis me-gaholdings constituidos por ABC, CBS,CW, FOX, NBC y Time Warner, que domi-nan el 90% del mercado de noticias y en-tretenimiento. Al igual que sus pares delNorte, las corporaciones familiares deAmérica Latina se reconfiguraron en gran-des sociedades mediáticas de carácter oli-gopólico que comenzaron a fusionarse conlas grandes cadenas estadounidenses, avender parte de su capital accionario o di-rectamente a encarar negocios conjuntoscon multinacionales extranjeras en los másdiversos rubros, la mayoría de las vecesajenos a la actividad periodística. Esta con-fluencia de intereses económicos entre elcapital extranjero y el local fue decantandoen una unidad de acción política donde lasnecesidades de Wall Street, Washington oLondres se convirtieron en las mismas quelas de los propietarios de los conglome-rados mediáticos de nuestros países. Estacircunstancia ha dado lugar a que la agendade intereses de la oligarquía mediática deuna ciudad, de un país o hasta de una re-gión entera coincida con los intereses es-tratégicos de potencias extranjeras. De estemodo, los contenidos internacionales delas cadenas de los grandes holdings sonproducidos, ofrecidos y distribuidos a es-cala nacional, continental y global; los con-tenidos originados en Argentina van delcanal de noticias TN a O Globo de Brasil,de ahí a Globovisión en Venezuela, cruzana RCN en Colombia, siguen su viaje aMaya TV en Honduras, de ahí a Televisaen México y, sin muro de por medio, di-recto a CNN en español, EE.UU. El sistemafunciona exactamente igual a la inversa.Esta capacidad de plantear estratégica-mente una agenda regional es lo que con-tinúa dotándolos del poder enorme delque aún gozan para manipular las subjeti-vidades según sus intereses. En el plano

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* 2014 Sistema de Información Cultura de la Argentina (SINCA).

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de los derechos individuales, las legisla-ciones sobre medios de comunicación quese encuentran vigentes en Venezuela,Ecuador, Bolivia, Argentina o en discusiónen Brasil, Uruguay y Chile se preocupanen dotar a la ciudadanía de herramientasfrente al accionar de las megaempresasmediáticas. Las Defensorías del Públicoson una herramienta fundamental para elempoderamiento de las audiencias, y la in-tervención de estos organismos resulta vitalpara el cumplimiento efectivo de los dere-chos de los ciudadanos. Un ejemplo a des-tacar es el de la Defensoría del Públicoargentina que funciona desde 2012 cana-lizando y dando respuesta a los reclamosde los usuarios de medios de todo el país,y que es considerada un ejemplo por lasdefensorías del mundo entero. En el planomacro, el campo de lo público-nacional-popular-democrático, en su disputa desentido con las corporaciones, ha dado unpaso fundamental con las iniciativas dedesmonopolización y creación local decontenidos. Por su parte, la creación deespacios pan nacionales como Telesur re-sulta un avance inestimable en el caminode brindarnos en América Latina (y al restodel mundo) una mirada propia de los acon-tecimientos, sin el lucro como objetivo, nila tergiversación a la que los hechos coti-dianos son sometidos constantemente porlas corporaciones mediáticas. Algunasotras iniciativas, como la de micros elabo-rados con contenidos de las radios públi-cas de varios países van también en esesentido. Pero a pesar de los esfuerzos quemuchos de los gobiernos nacional-popu-lares han emprendido para generar otrasvoces y otras formas de percibir el mundo,

podemos observar que aún persiste ungrado demasiado alto de descoordinación,de falta de atractivo estético y, sobre todo,de escasez o ausencia de estrategias na-cionales y regionales que permitan unadisputa real de hegemonía discursiva conel conglomerado corporativo. La diferenciaes demasiado amplia aún respecto de lacapacidad de instalación de ciertos temas,de unidad de discurso frente a situacionescomplejas, de capacidad real de fijaciónde agenda. Resta multiplicar las reuniones,encuentros, debates y mesas permanentesde trabajo entre directivos, secretarios, mi-nistros y trabajadores de la comunicación,dentro y fuera de los respectivos países,dando lugar así a espacios de colaboracióny elaboración conjunta y permanente, y ala definición de líneas estratégicas gene-rales que nos permitan pasar de una situa-ción de asedio y desgaste mediáticoconstante, a una de avance y consolidaciónde una nueva hegemonía comunicacional-cultural, esta vez de carácter emancipador,democrático, integrador, que promueva lajusticia social y la soberanía política. El tac-ticismo en el que se encuentra el bloqueno neoliberal no se puede sostener inde-finidamente en el tiempo y menos con re-sultado favorable. Afortunadamente, hoyel campo popular cuenta con recursos eco-nómicos, materiales e intelectuales que lepueden permitir ir motorizando un vuelcoen el resultado de la confrontación. Nohay tiempo que perder, es viable, es fac-tible, es cuestión de inteligencia, decisióny voluntad pasar de la táctica defensiva ala estrategia victoriosa. El desafío estáplanteado y el momento del cambio esahora o nunca. •

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LOS EPISODIOS DE VIOLENCIA PROTAGONIZADOS

por jóvenes procedentes de sectores so-cialmente vulnerables, esto es, la violenciajuvenil “típica”, concita en las agendas degobierno como primera –y a veces comoúnica– la respuesta punitiva: se reedita lafantasía imprescriptible de gobernar el de-lito a través del sistema penal, la coercióny el control, en desmedro de la esperanzade gobernar a través de políticas públicasque reviertan o mejoren las condicionesde vida de estos grupos socialmente másvulnerables, promoviendo “soluciones” amediano y largo plazo. Se produce así unatriste asimilación entre políticas sociales,de seguridades de base territorial y pena-les para los jóvenes, que parapetadas traslos bienintencionados propósitos de pre-vención social, encubren y soslayan a losverdaderos artífices que las inspiran: losdifusos y manipulables miedos sociales.Una variante de estas políticas la constitu-yen las novedosas políticas de seguridadpara la inclusión social inscriptas en el

marco del gobierno político de la seguri-dad, instituido mediante el modelo de se-guridad democrática, pilar fundante delMinisterio correspondiente en nuestropaís. Este grupo de políticas, aún de al-cances difusos, imbrican las prédicas delas políticas sociales de inclusión con lasprácticas brutales de las fuerzas de segu-ridad, esgrimidas como argumento parasu garantía efectiva. Esto es, para que laayuda, la asistencia, las prestaciones y losservicios puedan efectivamente arribar alos territorios destinatarios, debe mediaruna pacificación previa, más o menos bru-tal según la resistencia expresada por loshabitantes y residentes. El ejemplo másclaro, en Brasil, fue la pacificación de lasfavelas a sangre y fuego, ingreso de tan-ques militares mediante. Brasil no quedatan lejos de la fantasía de las intervencio-nes multiagenciales en territorios social-mente vulnerables de la periferia urbanay del Gran Buenos Aires. Es factible demostrar, a través de una re-construcción histórica del último períodoque revisite los episodios de violencia ju-venil típica, que existe una correlación po-sitiva entre episodios de violencia letal

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Demonización de jóvenes ydemanda social de castigo: de losepisodios delictivos a los réditoselectorales1

>> Silvia Guemureman

>>Silvia Guemureman Silvia Guemureman es socióloga, especialistaen problemáticas sociales infanto-juveniles ydoctora en Ciencias Sociales de laUniversidad de Buenos Aires. Está acreditadacomo investigadora del Conicet ydesempeña su labor de investigación en elInstituto Gino Germani de la Facultad deCiencias Sociales de la UBA.Coordina el Observatorio sobre adolescentesy jóvenes en relación a las agencias de controlsocial penal, cuyo sitio web puede consultarseen www.observatoriojovenes.com.ar

1 Este artículo reconoce dos antecedentes sobrecuya línea he seguido trabajando: 1) “Los casosde violencia juvenil, las teorías de las subculturascriminales y los miedos sociales”, en Libro deConferencia Internacional Más allá de las Pandi-llas, Violencias, Juventudes y Resistencias en elmundo globalizado. Flacso, Quito, Ecuador; y 2)“Los «unos» y los «otros». Del tratamiento judicialque reciben los adolescentes y jóvenes que come-ten delitos”, en el Dossier de Monstruos y Mons-truosidades de la Revista de Ciencias SocialesN°85 (Marzo 2014).

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protagonizados por jóvenes procedentesde sectores vulnerables sobre sujetos pro-cedentes de sectores sociales medios omedios altos –la mayor cantidad de veces–y la reactivación de la agenda legislativapara el tratamiento de proyectos vincula-dos a la reforma de las leyes que rigen laadministración de los castigos para ado-lescentes y jóvenes que cometen delitos,más precisamente, las leyes penales.Asimismo, también es factible demostrarque hubo desplazamientos en los meca-nismos que activan la criminalización delos adolescentes y jóvenes desde los epi-sodios delictivos típicos a las incivilidadesjuveniles que configuran el repertorio deprácticas culturales que por malas razonesse tornan criminalizables a instancias deljuego político. Así, poco importa que estosadolescentes y jóvenes sean efectivamenteprotagonistas de hechos de sangre. Bastaque pinten trenes o fumen marihuana paraque “haya que matarlos” o “cagarlos atrompadas”. Preocupa este desplazamiento. Convienehistorizar la secuencia y detenerse para re-flexionar. La cobertura mediática de estosepisodios enriquece la crónica.

Violencia juvenil típica, inseguridady criminalización mediática

De todos los episodios de violencia juveniltípica protagonizados por adolescentes yjóvenes de sectores socialmente vulnera-bles, el asesinato de Axel Blumberg acasofue el más significativo. Entre marzo de2004 y marzo de 2005, el Congreso votó26 reformas al Código Penal bajo la pre-sión de las marchas encabezadas porBlumberg padre. Se endurecieron laspenas por tenencia y portación de armasy las condenas para los miembros de lafuerza de seguridad que cometiesen deli-tos; se eliminó el beneficio del “dos poruno”, entre otros. Sólo un reclamo no fueley: la baja en la edad de la imputabilidad.A este episodio, siguieron otros tantos queactivaron la agenda legislativa2 con la in-variable pugna por el límite de la edad de

imputabilidad penal. Merecen citarse loscasos de Barrenechea (noviembre de2008); Capristo (abril de 2009) y Cáceres (no-viembre de 2009). Luego de ese año sa-cudido por diferentes episodios deviolencia delictiva protagonizada por ado-lescentes, el proyecto “Régimen LegalAplicable a las personas menores de 18años en conflicto con la ley penal” obtuvomedia sanción en la Cámara de Senadores,con la aceptación de la baja de edad deimputabilidad penal a los 14 años (diciem-bre de 2009). Durante el año 2010, el debate que pare-cía fácilmente zanjable en la Cámara deDiputados, se trabó ante un repentinocambio de posición del bloque oficialistaque forjó un dictamen de mayoría vol-viendo a establecer la edad de punibilidaden los 16 años.3

En enero de 2011, el homicidio de FabiánEsquibel a manos de un adolescente inim-putable de 15 años, reinstaló el tema en laagenda política-mediática. En el año 2012,no hubo casos resonantes. El proyecto quetenía media sanción pierde estado parla-mentario. Tampoco logra tratamiento eldictamen de mayoría que restituía la edada 16 años. Otro triunfo de la ley 22.278.Es interesante que a partir de este mo-mento, el debate sobre la baja de edadde imputabilidad se reactiva no ante epi-sodios delictivos protagonizados por jó-venes, sino como moneda de cambio enel mercado de los réditos electorales.

Desde los episodios de violenciadelictiva a la evocación de la peligrosidad en abstracto

El año 2013 marca un punto de inflexión,entre los episodios de violencia delictiva ala evocación de la peligrosidad en abs-tracto y la criminalización de los jóvenescomo moneda de campaña política.Indudablemente, las declaraciones delprincipal candidato a diputado por el FPVpara la Provincia de Buenos Aires, en oca-sión de las elecciones PASO, marcan el epi-sodio más representativo de este pasaje.

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2 Una reconstrucción de distintos momentos legislativos, puede consultarse en www.observatoriojovenes.com.ar/publicaciones/informesobservatorio.

3 Este dictamen fue firmado por casi todos los diputados oficialistas, el GEN de Margarita Stolbizer, ProyectoSur (de Pino Solanas), Nuevo Encuentro (Martín Sabbatella), el socialismo y una diputada de la CoaliciónCívica.

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El candidato re-instala el tema de la bajade imputabilidad penal como un tema decampaña electoral del que presume sacarárédito político sobre su principal adversariojurisdiccional.Si bien el candidato del FPV es desautori-zado por los exponentes de su propio par-tido, y la avanzada mediática no tienecorrelatos legislativos, el eje se corrió a laderecha, y la discusión ahora es quién esmás “duro” entre los duros. Con este episodio se discontinúa la seriecíclica marcada por los episodios anteriores:ocurrencia de un hecho, reacción social,exacerbación del pánico social, suministrode respuestas, y propuestas de baja deedad de imputabilidad. Aun así, fue la úl-tima vez que se agitó la discusión por unrégimen de responsabilidad penal juvenil;no obstante, el debate legislativo no pros-peró y la ley 22.278 de la última dictadurasigue vigente.

De cara al futuro. Graffiteros yfumadores de porro: laencarnación del peligro en las“incivilidades” culturales

El contexto de criminalización de los jóve-nes ya está creado y forma parte del con-trato de lectura entre la clase política y lasociedad civil. Los ciudadanos asustadoshacen prevalecer sus preocupaciones y la“inseguridad” continúa liderando el ran-king de las preocupaciones ciudadanas. Nosólo los autores de delitos, sino aquellossujetos en riesgo, susceptibles de conver-tirse en autores de delitos, son abarcadospor las políticas de seguridad preventivasy políticas de gestión de riesgos en sentidoamplio. Estas políticas alcanzan también ala peligrosidad en abstracto, la peligrosi-dad ex ante. Las incivilidades y las contra-venciones son susceptibles de recibirdistintos tipos de reprimendas que vandesde las sanciones informales, las deten-ciones ambulatorias, la restricción de cir-culación por determinados lugares, elcercenamiento del libre tránsito en el es-pacio público, hasta los encuentros cerca-nos con las fuerzas de seguridad –policías,

gendarmería, prefectura– en el marco deplanes de prevención del delito y operati-vos. Se revitalizan los códigos contraven-cionales; la solicitud de aumento defacultades policiales es una constante quealternativamente consigue algunos triunfosy cosecha otros tantos fracasos. Los jóve-nes no la pasan bien. Basta reconstruir lostestimonios de los jóvenes residentes enbarrios precarios o villas para conocer deprimera fuente sus experiencias violentascon la gendarmería, las policías y la pre-fectura. Es en este contexto que declaracionescomo las vertidas por dos políticos con as-piraciones presidenciales, ante hechos me-nores de transgresión, encuentran uncontexto favorable a la enunciación.En octubre de 2013, uno de los precandi-datos presidenciales y para entonces inten-dente en la provincia de Buenos Aires, fueconsultado acerca de cómo procedería encaso de encontrar a alguno de sus hijos de11 y 8 años fumando un cigarrillo de mari-huana. La respuesta no se hizo esperar: “Simis hijos fuman porro los cago a trompa-das”.4 Ante el estupor del periodista, luegorelativizó: “Arrancaría por ahí y después leexplicaría que se está haciendo daño”. Larepercusión de las declaraciones fueron ne-gativas, tanto por la apelación a la violenciafísica como estrategia correctiva compor-tamental, así como por la ajenidad demos-trada por el candidato con aspiraciones derepresentación, a la problemática de losconsumos juveniles más generalizados. Otro de los precandidatos con aspiracio-nes presidenciales, también funcionario enejercicio, en ocasión de descubrir, en abrilde 2014, que las formaciones de trenesnuevas habían sido grafitadas por adoles-centes, convocó a una conferencia deprensa donde al expresar su enojo, afirmó:“Claro que amerita, por favor, cómo no vaa ameritar una conferencia, hay que ma-tarlos, te dan ganas de matarlos, cómo sepuede ser tan energúmeno”, y añadió: “Aveces soy medido porque es un menor, sino tendría ganas de decirle que es un ta-rado”.5 Luego de referir que se hizo la de-nuncia en el Juzgado Federal N° 14, cuyo

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4 http://noticias.terra.com.ar/politica/massa-si-mis-hijos-fuman-porro-los-cago-a-trompadas,c8823dd7fc0e1410VgnVCM10000098cceb0aRCRD.html

5 http://www.plazademayo.com/mediosyopinion/?p=12065

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juez, Sebastián Casanello, ordenó “que sedenuncie a los padres por daños y perjui-cios, y van a tener que responder econó-micamente por el costo de grafitear unaformación 0 km” (Fuente DyN), el funcio-nario y precandidato aludió a la conductaa adoptar en caso de que el graffiterofuera su hijo: “Si fuera mi hijo, le dejo eltraste sabés cómo, ¿no? Por pelotudo”.La derivación mediática de este episodiosupo ser la del arte callejero, y el debatesobre si los graffitis eran o no arte y ex-presión cultural. Poco se puntualizó sobrela gravedad de la criminalización penal deljoven graffitero y su familia.Los dos políticos abandonan el lugar depolíticos, y se ubican en el lugar de padres,y en tal carácter, imparten el justo repro-che: uno le “dejaría el traste a la miseriapor pelotudo”, y el otro, “lo cagaría atrompadas para que entienda”. En amboscasos, la violencia precede al diálogo, laviolencia es el modo privilegiado de reso-lución de conflictos. Lo que evidencianestos dos episodios es la dificultad de pen-sar en soluciones legalmente adecuadas,institucionalmente viables e instrumental-mente motivadas para enfrentar la delin-cuencia juvenil y la inseguridad. En síntesis,se trata de un tema en el que tallan valo-res, convicciones, creencias y prejuicios;de allí la responsabilidad que debe primaren las palabras y en las acciones por partede representantes públicos con aspiracio-nes de representación. Lo más grave es que estas denuncias ten-gan contexto de posibilidad y que el um-bral de tolerancia –o de intolerancia– hayapermitido que el repudio no sea unánime,más aún cuando en uno de los casos, laamenaza es real en sus consecuencias: sifuera el hijo, le deja el traste a la miseria,pero como es el hijo de otro –es otro, tam-

bién social y culturalmente–, entonces lehace una denuncia penal, y lo criminaliza.

Los linchamientos de 2014: una reflexión

En marzo de 2014 la sociedad se vio con-movida por un episodio de linchamientoen Rosario, donde vecinos indignados hi-cieron justicia por mano propia contra unjoven que había arrebatado la cartera deuna mujer embarazada. El castigo retribu-tivo fue ejemplar, tanto que acabó con lavida del joven que agonizó sus últimashoras en un hospital con un cuadro de gra-vedad irreversible. Por aquellos días, lamoda de los linchamientos ocupó espaciosmediáticos, y fueron varios los episodiosque trascendieron a la opinión pública. Estos episodios no deben ser minimizadosen absoluto, suceden porque encuentranun contexto favorable de posibilidad a suexpresión, cuestión que nos interpelasobre nuestra sensibilidad civilizada. Es lasensibilidad la que define las fronteras deposibilidad en las políticas penales. Si ca-yeron en desuso algunos castigos por serconsiderados “bárbaros”, “repugnantes”,“salvajes”, “crueles” o “degradantes”,todos atributos de la “inhumanidad”, flacofavor realizamos a nuestras políticas pena-les si nos retrotraemos a aquellos tiempos,cuando venganza era sinónimo de justicia,si extrapolamos “soluciones privadas”aptas en el mejor de los casos para la es-fera doméstica, en soluciones públicas sus-trato de leyes, políticas y programas. El usodel lenguaje debe ser responsable y cui-dadoso, y realizar justos reproches a quie-nes infringen la ley nada tiene que ver conla pena de muerte, sea esta instituida for-mal o simbólicamente como horizonte deposibilidad. •

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EL HECHO DE LIGAR A UNA PERSONA CON LA

delincuencia no ocurre de manera espon-tánea, natural. En realidad, el entornodonde se produce la calificación, y los dis-tintos modos de tipificar en ciertos sectoressociales son elementos definitivamente sig-nificativos. En este caso nos referimos aaquel caratulado como “delincuente”, aquien se caracteriza como despiadado,desprovisto de afectos y falto de toda afi-liación positiva, lo que lo deforma habitual-mente en pernicioso, cruel, vago y capazúnicamente de conductas deleznables.Poco importan características que puedandisminuir la carga; por el contrario, las re-acciones frente a semejante construcciónestarán signadas por la automatización delas respuestas, los reclamos de mano duray hasta la justificación de su muerte –si noes que se la pide explícitamente– comoúnica forma de expiar su vida, corta e in-fame. Hemos sido testigos de este tipo dereacciones en aquellos actos de “justiciapor mano propia” individual o grupal quedimos en llamar “ola de linchamientos”.Muy distinta es esa misma mirada colectivacuando el delito es invisible por el silenciode los medios, o bien existe una verdaderaimposibilidad de responsabilizar a los au-tores de delitos de magnitud como los delesa humanidad, desastres económicos oestafas político/administrativas, en los quela complejidad dificulta esa forma simpli-ficada de observar las cosas, establecer

criterios y niveles de delito. Incluso frentea la noticia de que tal o cual persona logróalgún tipo de ventaja a través de coimas,maniobras evasivas, contrabando y demás,nunca faltarán quienes lo defiendan confrases ampliamente difundidas como“supo hacerla”, o “con todo lo que hizo…qué querés”, etc. Es notable que esos in-dividuos, luego de –en algunos casos–haber protagonizado grandes pseudo es-cándalos, pasen a formar parte del amplioclub de los exculpados por exceso (de in-gresos monetarios, por ejemplo).Entonces, ¿a qué tipo de delincuencia nosreferimos cuando clamamos justicia y cas-tigo? A aquella que ya por su previa ex-clusión, sirve al ser recluida taxativamente(cárcel, institutos de menores, institucionescerradas, mecanismos atribuidos a la saludmental, etc.). Es fácil ver en esos sistemasde exclusión el predominio de una mayorcantidad de personas de origen humilde,portadores de escasas herramientas delconocimiento o medios de reconocimientosocial formal o asimilado, con familias de-vastadas por la miseria, y tantos otros et-céteras. Es a partir de esta realidad quese construye el sentido de que con esaproveniencia es natural que se los vea conuna mirada incriminatoria, en la que in-cluso muchas veces se anticipa la culpabi-lidad aun sin existir.Salvo para quienes, por un gesto de rebeldíao lucidez, pueden expresar algunos de losmecanismos de exclusión como reafirmaciónde su propio intento de incorporación almundo, la mayoría queda circunscripto a unmundo aislado y sospechado en forma per-manente. En cambio, expresiones como la“cumbia villera”, por caso, son formas máso menos exitosas de reconvertir las dificul-tades frente a las que se vive. Afirmar lo queaparece como negativo levantándolo comopropio, expresivo y distinto, es una manera

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Breves consideraciones sobre la asociación delito-sectorsocial-droga/s

>> Alberto Calabrese

>>Alberto CalabreseSociólogo, especialista en adicciones.Director de Adicciones, DSMyA, Ministeriode Salud de la Nación. Director de la carreraEspecialización en Adicciones de laUniversidad Nacional de Tucumán y profesorUBA. Asesor de programas y cursosnacionales y extranjeros.

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de reafirmar los propios sistemas de super-vivencia e identidad.Ahora bien, con esto no hay que hacerdesde lo razonado estereotipo alguno,como la asociación automática pobreza-de-lito, pero es usual suponer que a mayorgrado de exclusión, se producen aumentossignificativos de determinadas conductasque se ven como “peligrosas”. Basta comoejemplo ver las campañas contra los “tra-pitos” con extensos programas donde sehabla de “amenazas”, “extorsión” u otrosadjetivos. Habría que agradecer miradassimilares y reacciones de esa medida,frente a otros grados de auténtico delito;por caso el asalto en un cajero (sin desme-recer a las víctimas), suele ser muchomenos significativo para la opinión pública,que el vaciamiento de una empresa con4.000 empleados. Y es que en el trata-miento de este tema existe un manejo des-carado de los medios y sus énfasis paradestacar o esconder determinados hechos.En otras palabras, el delito se significa y setipifica hacia el interior del común de la po-blación (internalización del sentido del de-lito) según el prejuicio que exista sobrequien lo cometió. Lo mismo ocurre con loscastigos que se piden frente a los mismos.Hay un ejemplo de la biología que ayuda aentender esto; cuando hacemos experimen-taciones sobre animales indefensos frenteal investigador, luego de ser manipulados oinyectados –es decir abusados en términoshumanos– suelen traducir su dolor y frustra-ción en confrontaciones y ataques, inclusomortales, entre sí. A este extremo se puedellegar, y es trasladable a muchas situacionesque deben padecer los individuos.¿Y dónde entra aquí el tema de “la droga”?Recordemos que al simplificar una situacióno un objeto, se lo suele singularizar si tieneexcesiva importancia en el contexto; porejemplo, si decimos “la belleza” en abs-tracto seguramente va a simbolizar una ima-gen previa de la misma, que suele estarinducida en las usinas de poder, de produc-ción de moda, de otras circunstancias quehagan a esa cuestión en particular. Lomismo pasa con las sustancias conocidascomo “la droga”, que en realidad son milesy obedecen a tres grandes agrupacionesbiológicas: estimulantes, depresores y alu-cinógenos, y que en realidad también in-cluyen sustancias que son legales.

Deberíamos puntualizar que a las mismas:a) se les adjudica siempre una cualidad de“adictiva”, cosa que es el último efecto y nopara todos los consumidores; b) no se dis-tingue el tipo de sustancia; c) no se visibilizamás que en los sectores sumergidos; d) esnoticia en otros ámbitos sociales solamentecuando se produce algún accidente notorio(ej. “jarra loca” o fiesta rave); e) se le atribuyela posibilidad (independientemente del tipo)de impulsar a un individuo a cualquier tipode exceso (que puede incluir el asesinato) yf) se le atribuyen extensión e incidenciamucho mayores de las que las estadísticasconfiables le asignan, exhibiendo númerossin sentido, hablando livianamente de “milesde casos”, la mayoría de las veces no com-probables. Obviamente esto es tendenciosoy falaz. Las sustancias –entre otras cosas– lla-man la atención en tanto y en cuanto quie-nes las consumen tengan una mirada socialpreviamente asignada. El éxtasis (metanfe-tamina) tiene un uso extendido en los ám-bitos bailables del país, donde nunca hay“razzias” o detenidos a la salida de los mis-mos. No es el caso de gente joven consu-midora de marihuana o “paco” (pasta basede exagerados consumos que no coincidencon los estudios serios), hacia quienes la ac-titud de los organismos de control se mani-fiesta en situaciones de intervención,encuadramiento, presión, persecución, etc.Dicho de otro modo, las sustancias psicoac-tivas prohibidas –que además no están enesa situación desde hace milenios, sino ape-nas unas décadas– son también un agregadopara esa tendencia a asociar delincuencia-drogas con los habituales candidatos a sersiempre los depositarios de los prejuicios yformas del rechazo social. En estos términosse incluye o excluye.Desde ya, lo que queda excluido es el de-bate, la reflexión, que permitirían asentareste problema más en el campo social y dela salud, brindando serias posibilidades depoder efectivizar activas maneras de pre-vención. Por el contrario, es llevado al peli-groso y fracasado campo del supuestocontrol del narcotráfico, que hasta ahora haacrecentado el negocio y decomisado bienpoco; nada más que el 10% de lo que circulaes sacado del circuito. El camino es otro ypodemos transitarlo, sólo es necesario de-construir prejuicios y comprender lo queestá en juego en toda su complejidad. •

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PENSAR EN LOS/AS JÓVENES ME INVITA A IMA-ginarlos/as como viajeros/as que cruzanzonas culturales diversas, atraviesan fron-teras, zonas liminares y en pugna, en buscade una política de identidad en lucha conciertos discursos dominantes y adultocén-tricos que los piensan desde la carencia yel déficit. Esos discursos donde los/as jó-venes “tienen sólo doscientas palabras”,“no están alfabetizados”, “no saben escri-bir”, “no les interesa leer”, entre otras fra-ses, se dan cita no sólo en los medios decomunicación masiva sino también en cier-tas miradas desde el campo educativo. Sinembargo, cuando ponemos la lupa en losmodos en que los/as jóvenes se vinculandesde la escuela y desde sus trayectoriasvitales con la lectura y la escritura pode-mos encontrar modos novedosos e irreve-rentes de vinculación entre culturas,discursos y prácticas en los que la cruzaentre conocimiento académico y coti-diano, entre cultura letrada y de masas,entre los saberes escolares y los socialeses una marca de singularidad y riqueza. Escribo esto y recuerdo dos escenas enescuelas secundarias de la localidad deBerisso que me interpelaron, y hoy lastraigo para compartirlas. La primera se desarrolla en la clase deLiteratura en un quinto año, cuando el pro-fesor, junto con sus estudiantes, estabaelaborando en el pizarrón un cuadro sobrela figura de escritor de Roberto Arlt. Unestudiante, Diego, tiene abierta la netbooky juega al Counter Strike y, a la vez, inter-viene con comentarios acerca de Arltcomo periodista, luego escribe la consignade trabajo en su carpeta.La segunda escena sucede en un cuartoaño de una escuela secundaria a partir dela lectura compartida de El Mio Cid. El pro-fesor, preocupado por no generar hastíoen sus estudiantes, decide encarar la lec-tura desde la figura del héroe. Comienzaenumerando distintas figuras de héroes,entre ellos los personajes de las películas300 y Brave Heart, y un estudiante inter-viene para proponer la de Cipriano Reyes,uno de los protagonistas del 17 de octubrede 1945. A partir de allí los/as estudiantescomienzan a citar datos y refieren a distin-tas fuentes, entre ellas sus abuelos, tíos yconocidos. Todos/as tienen una historiapara compartir sobre este héroe local. Así

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Viajer@s entre culturas

>> Valeria Sardi

>>Valeria Sardi Doctora en Letras y profesora ordinaria einvestigadora de la UNLP. En el año 2012ganó el Segundo Premio Nacional en lacategoría Ensayo Pedagógico con su libroPolíticas y prácticas de la lectura. Su últimolibro –en colaboración– se titula Cartografíasde la palabra.

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avanza la clase entre un saber letrado y lossaberes sociales y culturales que aportanlos/as estudiantes. Dos escenas que son interesantes para re-flexionar. Una primera cuestión a plantear es cómo,a partir de la entrada de las netbooks enlas escuelas secundarias gracias a la deci-sión gubernamental de implementar elPrograma Conectar Igualdad, aparecen dis-cursos en disputa. Por un lado, aquellosque apuestan a terminar con la desigualdaden términos de acceso a las nuevas tecno-logías y consideran que el ingreso de la he-rramienta informática permite vincularsecon los conocimientos desde otras expe-riencias poniendo en valor los saberes delos chicos y chicas y, por el otro, aquellosque desde un discurso apocalíptico piensanque su ingreso en la escuela trae problemasde escritura en los/as jóvenes, habilita usosno deseados de la tecnología o genera undesinterés por los contenidos escolares. Eneste sentido, la primera escena es esclare-cedora. Diego aparenta no estar interesadoen el tema de la clase por su atenciónpuesta en un juego digital, sin embargo,no sólo escucha sino también participa oral-mente y luego por escrito, y sus aportesson clave para vincular a Arlt con su figuracomo escritor periodista. Diego es un ejem-plo de cómo los jóvenes ponen en juegola lectura multimodal donde un link lleva aotro, varias ventanas se abren en la pantallay, a su vez, escucha la explicación del pro-fesor, interviene haciendo aportes y re-suelve la consigna propuesta. En su hacerhay algo de fragmentario, salteado, inte-rrumpido que da cuenta de otro modo devincularse con la lectura, la escucha, la es-critura y el conocimiento escolar. De allí quees interesante observar cómo en esta es-cena se muestra el pasaje entre lo oral y loescrito, entre el papel y la pantalla, entrela escucha y la actitud hacia el juego, el si-lencio y la toma de la palabra en una tramadonde no deberíamos pensar en términosde correcto e incorrecto; sino, más bien,sería interesante leer esas prácticas de lec-tura, escritura y oralidad en términos decruces discursivos y culturales. Es decir,creo que valdría la pena mirar cómoDiego –como otros/as tantos/as jóvenes–

se relaciona con los saberes cuestionandolos límites del discurso hegemónico paraproponer otros modos de atravesar la ex-periencia de escolarización y, específica-mente, las clases de Literatura. Lee de otromodo, aprende de otro modo. Y si hablamos de modos de leer y apren-der distintos, es interesante la segunda es-cena presentada en tanto y en cuantomuestra cómo es posible leer un texto dela cultura dominante, legado del panteónliterario, texto representativo de la culturahispánica, desde otra mirada. Contra lamarea de las lecturas institucionalizadasen la escuela que históricamente constru-yeron unos sentidos legítimos y unosmodos de leer correctos, y establecieronuna moral lectora de qué y cómo se teníaque leer –hoy esto se reactualiza en losdiscursos mediáticos que reproducencierta mirada academicista acerca de queleer es sólo leer libros–, es posible pensarla lectura en otros términos. Leer puedeser una experiencia donde los/as jóveneslean los textos de la cultura desde sus pro-pias inscripciones culturales, desde suspropios itinerarios, vivencias, biografías. Yla escuela puede ser el espacio donde estosuceda, donde la lectura sea una prácticaque posibilite el cruce entre lo escolar ylo no escolar, entre lo íntimo y lo público,en pos de la construcción de otros senti-dos que atiendan a todos/as los chicos ylas chicas que hoy están adentro de la es-cuela. Estas dos escenas dan cuenta de la com-plejidad que atraviesa los modos en quelos/as jóvenes se vinculan con el conoci-miento y, asimismo, las múltiples dimen-siones que entran en juego cuandohablamos de lectura y escritura en jóvenesque asisten a la escuela secundaria peroque se vinculan con la cultura desde diver-sos recorridos que van más allá de la es-cuela y que requieren de una miradadetenida, sensible y analítica que superelos reduccionismos de los discursos me-diáticos. De allí que me gusta pensar enlos jóvenes como viajeros/as que cruzanfronteras, que traspasan los discursos ins-tituidos para dar lugar a la experiencia deaprender desde sus propias historias eidentidades. •

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LA CONSOLIDACIÓN DE LA SOCIEDAD DE LA IN-formación o sociedad del conocimiento,a esta altura, nos reclama trascender elanecdotario sobre sus efectos disruptivospara pensarnos en relación con un mundocon características diferentes. Debatir in-terna y regionalmente este posiciona-miento es uno de los principales desafíosque afrontamos en el presente. Sobretodo si tenemos en cuenta que se trata deuna mutación que está en su etapa inicial,con efectos que abarcan desde el sistemaproductivo hasta el modelo institucional,pasando por las prácticas políticas, la di-námica del campo social, y los procesosde subjetivación. En este contexto, los paí -ses que tengan mejores reflejos –sin negar,por supuesto, la insoslayable gravitaciónde los factores históricos, geopolíticos y

macroeconómicos– contarán con una im-portante ventaja comparativa en la recon-figuración cultural.La idea de este artículo es distinguir algu-nos de los dilemas que se nos presentanen el umbral del porvenir.

Cisma

La literatura de la que disponemos sevuelve inhábil para pensar un cisma cultu-ral como el que atravesamos, donde doscosmovisiones se disputan la lógica delsentido y, concatenadamente, se rediseñael diagrama de poder. La lectura de lo so-cial se resiente frente a un molde cognitivoglobal, agentes difusos y la emergenciade una episteme que trastoca los códigosfundamentales de la cultura dominante.Estas dificultades interpretativas, tantocomo la sensación de extrañamiento queacusan las ciencias sociales frente a “unobjeto que habla” con un lenguaje errá-tico, están directamente relacionadas conel agotamiento de las narrativas que ofre-cieron durante más de diez generaciones.Como no puede ser de otra manera, estereordenamiento mantiene una correspon-dencia analógica con las transformacionesque se producen en la matriz productiva.En este caso, las que se generan con el pa-saje del paradigma industrial al paradigmainformacional. Se trata, sin embargo, deun poliedro global bastante más complejoque una reconversión productiva. Digoesto porque, por un lado, no deberíamossoslayar que en esta travesía el capitalismose enfrenta a sus propias aporías (tambiéncon final abierto). Y por otro, porque estastensiones ocurren mientras la autocomu-nicación de masas, posibilitada por las tec-

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En el umbral del porvenirAlgunos dilemas nacionales en la sociedad de la información

>> Fernando Peirone

>>Fernando PeironeDocente e investigador de la UniversidadNacional de San Martín. Fundador de laFacultad Libre de Rosario. Director delPrograma de Saber Juvenil Aplicado de laUniversidad Nacional de San Martín. Autor,entre otros, de Produce Monstruos (HomoSapiens, 1998), Historia de la Biblio (2010),Mundo extenso. Ensayo sobre la mutaciónpolítica global (Fondo de Cultura Económica,2012), La educación alterada. Aproximacionesa la escuela del siglo XXI (Salida al mar, 2010).

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nologías interactivas, trae a escena un actorcolectivo –difuso pero efectivo– que generanuevas condiciones sociales, agudiza la cri-sis institucional e interpela la gobernanzade las democracias instrumentales subor-dinadas al capitalismo financiero global(aunque también a China y los gobiernosde Medio Oriente). Tal como se advierte, es un escenario com-plejo, de continuidades y discontinuidades,de fuerzas emergentes y fuerzas en retro-ceso, de trampas y oportunidades, que di-ficultan cualquier posicionamiento. Sinembargo, en esta trama global, la fortifi-cación de los lazos regionales es un caminocon pocas contraindicaciones. Primero,porque estamos en condiciones de asumir-nos como un polo de innovación y desa-rrollo con valor agregado en el marco delnuevo paradigma productivo. Segundo,porque ninguna innovación en los modelosproductivos, incluida la revolución indus-trial, se ha llevado a cabo sin el aporte decientíficos e industriales de otros paísesque potencien el desarrollo, la difusión ylas demandas. Y tercero, porque de aquíen más, como un signo de la época, ya nohabrá avances considerables que no seantransnacionales, dialógicos, interdisciplina-rios, interconectados, y colaborativos, bajouna morfología dinámica y reticular. Dicho esto, las posibilidades de desarrollonacional y regional que tenemos en elmarco de una economía informacional,marcada por la competitividad en la pro-ducción de conocimiento y la capacidadpara procesar eficazmente la información,no son menores. Desde la vuelta de las de-mocracias, con altibajos y oposiciones, laregión ha logrado una continuidad en lagestión institucional de ciencia y tecnolo-gía. Resta avanzar en políticas informacio-nales programáticas, para hacerle frente alo que vivimos y se avecina. Es nuestra po-sibilidad de capitalizar el aprendizaje ins-titucional y de agregar riquezas distintivasa las cadenas de valor de la sociedad pos-industrial. Por lo cual se vuelve substancialgenerar sinergia entre la capacidad em-prendedora, el conocimiento científico (uni-versidades), y el capital de riesgo (privadoy estatal). Pero también rescatar y fortale-cer aquellos aspectos que hemos podidoincrementar de un modo irregular y –encierto modo– silvestre: redes sociales, es-

píritu emprendedor independiente, ducti-lidad empresaria, fecundidad universitaria.

Transiciones

Repensar los modelos de desarrollo y cre-cimiento trae aparejadas nuevas encruci-jadas. Las que surjan, por ejemplo, cuandose evalúe en qué medida y en qué términossostener el modelo industrial. Porque auncon sus deficiencias, no podemos dejar detener en cuenta que en la última décadael fomento de la vocación industrialista per-mitió fortalecer el mercado interno, diver-sificar ingresos, generar inclusión y ampliarel alcance de la movilidad social. Una re-conversión productiva deberá, pues, pla-nificar una transferencia responsable paraevitar catástrofes sociales. Asimismo, de-berá contemplar y administrar las tensio-nes que surjan con los grupos económicosque escudados en la vigencia del modelotradicional se resistirán a innovar y a poneren riesgo sus privilegios. Necesitan, sinembargo, insertarse exitosamente en esteproceso para no ser fagocitados. Ocurreen el sector agropecuario con sus incur-siones en la Agricultura de Precisión. Estoobliga –también a ellos– a generar puntosde encuentro y entendimiento, ya que máspronto que tarde la producción agrope-cuaria va a necesitar incorporar el Big Data(procesamiento de grandes volúmenes deinformación) para combinar informacióngeorreferenciada de los monitores derinde con los costos asociados y así crearmapas de márgenes económicos. Y susaliados estratégicos naturales deberían serel Estado y las universidades, antes quelos prestadores externos.El campo académico, para ingresar en unterreno más afín, tiene sus propias encru-cijadas. La misión universitaria, tanto comola oferta curricular y la formación profesio-nal, están siendo interpeladas en la mismamedida en que se consolida el paradigmainformacional. No sólo por el retraso epis-temológico y conceptual respecto del ac-tual proceso cognitivo, sino porqueestamos generando competencias parauna sociedad que ha dejado de existir yque sólo persiste como ilusión, productode la potente inercia cultural moderna. Yaen 2000, Fernando Flores y John Gray ha-blaban de la corrosión de las instituciones

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educativas y del ocaso de las carreras, yaque “la división social del trabajo en pro-fesiones y carreras pertenece a una fasede desarrollo tecnológico anterior”. Estedesajuste ocurre mientras se agiliza la apli-cación de la “inteligencia colectiva” y semultiplican los entornos informales deaprendizaje. Hablamos de una sociabilidaddesarrollada al margen de los espacioseducativos tradicionales, que ha comen-zado a producir saberes –a esta altura–fundamentales para la interacción con elnuevo mundo. Saberes que si fueran in-corporados a la vida institucional y a laoferta académica –como fueron incorpo-rados al mercado laboral los curadores decontenidos y los community managers–podrían proporcionar ventajas invalorablesen no pocos dominios. El sector sindical –para no fomentar la ideade campos expiatorios– tal vez deba par-ticipar más activamente de los debatescontemporáneos sobre la info-comunica-ción y el capitalismo cognitivo, ya queestán produciendo alteraciones en las po-siciones laborales que ameritan un mayordebate interno y una reorientación delactor sindical que surgió del industrialismoy hoy no logra resignificarse en relacióncon las modalidades productivas del infor-macionalismo. En este sentido, Paula AbalMedina nos recuerda que los lugares detrabajo son espacios vivos que están encondiciones de informar sobre el modo enque se construye fuerza trabajadora en lanueva fase del capitalismo. De allí la ne-cesidad de que se habiliten canales de diá-logo con estas experiencias, porque sonla base de un saber a partir del cual sepueden generar insumos para una reno-vación teórica, para una actualización dela estrategia política del sector, y para laevaluación de nuevas formas de organiza-ción sindical.

Final

Por último, quisiera señalar que así comoexiste una concomitancia entre el para-digma industrial y el iluminismo, del mismomodo el paradigma informacional man-tiene relación –para algunos más cómplice,para otros más antagónica– con ciertaemergencia intelectual. Una subversiónsimbólica que pasó de representar líneasde fuga y fenómenos más o menos aisla-dos, que se explicaban como excepciona-lidades sin proyección, a catalizar unagramática social cada vez más extendiday asimilada. Hoy, esta dinámica devino enun modo de habitar el mundo real-virtualen el que convergen la dimensión social yla subjetiva. En la base de este constructose encuentra lo que, según entiendo, nospermite confirmar el ingreso a una nuevaépoca. Una combinación de saberes táci-tos, experiencias sociales, y habilidadescognitivas que componen la episteme deuna etapa cultural diferente. No podremosinsertarnos en un proceso plural como elque aquí se pone a la vista, si como paísno comenzamos a interactuar con los có-digos de la cultura emergente; si no reno-vamos las narrativas con que intentamosabordar y figurar(nos) la organización delmundo emergente; si no abrimos el sistemaeducativo a esta cosmovisión alrededor dela cual ha comenzado a estructurarse elorden social.El tránsito por estos y otros desafíos com-plementarios forman parte de una conver-sión que tarde o temprano todos los paísesdeberán realizar, independientemente desu voluntad de cambio. Sin duda, el ritmo,la habilidad reconfiguradora, y la socializa-ción con que se lleve a cabo será la com-binación que defina los costos del pasajey el posicionamiento que logren en elnuevo escenario internacional. •

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20 de marzo al 5 de abril de 2015

En Laberinto de las ideas políticas argentinas atravesa-mos varias escenas de la vida política nacional. Por ende: variasArgentinas. Con sus vericuetos, pasillos, calles, pasadizos y en-crucijadas, que a veces se presentan sin salidas inmediatamentevisibles. ¿Por qué? Porque los dramas sociales y políticos de unpueblo implican, siempre, múltiples entramados, resistencias, po-rosidades, pasajes.En estos pasillos se establecen diálogos tensionados: entreimágenes y textos, entre ideologías, entre modelos y proyectospolíticos que se balancean entre pasado y presente. A travésde una selección de archivos, gráficas, ensayos fotográficosde autor, obras de artistas contemporáneos, fotografías yrecortes de prensa, infografías e instalaciones proponemosrecorridos a ser transitados en estado de vaivén, que es comose recorren los laberintos. Vaivenes entre ideas que actuarony actúan en la vida política argentina a partir de variasdimensiones: históricas, políticas, estéticas, culturales. En cuantoa lo exhaustivo: preferimos menos la inflexión enciclopédica quela crítica, manteniendo una mirada atenta a dislocaciones,controversias, reacciones y cambios.

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EN LOS MÁS DE 200 AÑOS DE PERSISTENCIA DEL

capitalismo, sistema económico rector detodas las dimensiones de nuestro compor-tamiento en sociedad, nunca se había vis-lumbrado una situación tan concreta decrisis sistémica como la actual. Además delos pesares económicos que soportan lospueblos de los países periféricos por lasfluctuaciones en los valores de activos abs-tractos de los que nunca fueron partícipes,se empieza a poner en duda la sustentabi-lidad de un sistema excesivamente cimen-tado sobre el capital financiero. Echemosalgo de luz sobre este tema.Actualmente en la economía mundial existen,entre los diferentes países, flujos comercialesde bienes y de servicios, entre los cuales seencuentran los servicios financieros. Para daruna idea de la magnitud de estos últimos,se calcula que mueven diez veces mayormonto de operaciones que los primeros.Estas operaciones incluyen contratos entreprivados, como la apertura de una cuentabancaria, la adquisición de un seguro o lacompra de un bono. Es importante en estemomento preguntarnos si semejante volu-men de transacciones no deberían estar su-jetas a una regia supervisión, que establezcacon claridad el mecanismo de resolución dediferendos ante cierta irregularidad.La cuestión de la regulación podría ocupar-nos un extenso debate. Hay quienes creenque la mejor forma de funcionamiento delos mercados es cuando los mismos estánliberalizados. En este sentido, consideranque la existencia de una institución de controlsólo agrega distorsiones a su correcto fun-cionamiento. Por otro lado, existen posturasteóricas volcadas para el lado de la super-visión activa. Estas evalúan que el funciona-miento perfecto de los mercados es un tipopuro ideal, que no se presenta en la realidad.Creen que la liberalización siempre dejaagujeros donde se filtran prácticas abusivasde alguna de las partes (como la concen-tración, las barreras a la entrada y la com-petencia desleal).Ahora bien, vamos a poner en debate el casopatente de la cuestión del sistema financierointernacional. Los flujos de instrumentos fi-nancieros entre países e inversores de distintaspartes del mundo se rigen por la legislaciónque cada contrato determine. Esto no pare-ciera acarrear mayores problemas si es acep-tado por las partes, y en la práctica se traduce

Sobe

ranía po

lítica y econ

ómica

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La desregulaciónatenta contra elsistema financierointernacional

>> Santiago Fraschina

>>Santiago FraschinaEs economista (Universidad de Buenos Aires)y posee una maestría en SociologíaEconómica (Unsam). En el ámbito de laeducación, se desempeñó como docente enlas universidades nacionales de Buenos Aires,Morón y Lomas de Zamora. Actualmente escoordinador nacional de la Red Comprar.

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en que ciertas “plazas financieras” se consi-deran como las más apropiadas y terminanacaparando la mayoría de las operaciones.Es interesante, en tal sentido, comprenderque ante un conflicto de tipo legal, será eltribunal de alguna determinada jurisdicciónlocal el que falle a favor de una u otra parte.No está latente la posibilidad de recurrir auna instancia superior “a las partes” que en-tienda sobre la naturaleza del conflicto y apli-que un criterio normativo.Para el caso particular de la negociación porla deuda argentina del default de 2001 estacuestión adquirió la mayor relevancia porvarios factores, entre los que se cuentan:– Se trató del impago de deuda más grandede la historia.

– Derivó en el proceso de reestructuraciónde deuda más exitoso de la historia, en tér-minos de porcentaje de aceptación de lascondiciones ofrecidas por el país deudor.

– Involucró a inversionistas y fondos de in-versión de todo el mundo, cobrando re-levancia el rol de un nuevo actor, que hastael momento no había sido tan altamentenocivo para el sistema: los fondos buitre.

Harto conocido ya es el accionar de estosfondos especulativos. Su accionar se puedesintetizar en que compran deuda a preciovil, mayormente de países que ya han caídoen cesación de pagos, con el único propósitode litigar en tribunales afines y obtener latotalidad de los valores adeudados (previoa la renegociación), sumado a los interesesy a los punitorios por el impago. En estepunto nos preguntamos: ¿qué sucede cuan-do el tribunal de la jurisdicción que tieneque entender en la resolución del conflictode deuda no sólo falla a favor de estos fon-dos especulativos sino que además poneen riesgo la totalidad del proceso de nego-ciación? Este es el caso.Es entonces que surge la necesidad de unaregulación superior. Una institución, orga-nismo o sistema que reglamente la resolu-ción de conflictos en caso de obligacionesincumplidas cuando una de las partes invo-lucradas es un país soberano. Y esto últimono es un dato menor, porque detrás de lacapacidad actual de capitales internacionalesvoraces, como los fondos buitre, de poneren riesgo un proceso entero de reestructu-

ración de deuda se encuentra una naciónentera, que ve afectada su posibilidad decrecimiento y el bienestar de su población.Por otro lado, el caso argentino demuestrala imposibilidad de los mercados de auto-rregularse. La cantidad de agujeros legalesque se detectaron, tan sólo por la apariciónen escena de los fondos buitre, muestra alas claras la imposibilidad del sistema finan-ciero internacional de funcionar de maneradesregulada. Y la causa tiene una razón deser que se puede encontrar en los manualesde economía más convencionales: los su-puestos de funcionamiento perfecto delmercado no se cumplen. Esto se debe aldesbalanceo de peso entre las partes y lacapacidad de una de ellas de trabar la reso-lución del conflicto, aun con la anuencia ne-gociadora de la mayor proporción de inver-sores involucrados en el proceso.Para finalizar entonces, una breve mencióna modo de disparador sobre las perspectivasa futuro. Nuestro país, gracias a la prolijagestión en materia de deuda de esta últimadécada, ha logrado instalar el tema en laagenda internacional. En vez de atenerse ala absurda sentencia que pone en jaque lasposibilidades de desarrollo de nuestra eco-nomía a largo plazo, se sostuvo una posturafirme y consistente en pos de enfatizar quela amenaza del accionar de los fondos buitrees sobre el correcto funcionamiento de todoel sistema financiero y no sólo sobre un paísen particular. Así, la Argentina llevó el re-clamo a la ONU y ya obtuvo dos resolucionesfavorables, en una de las cuales el organismollama a establecer un marco legal para losprocesos de reestructuración de deudas so-beranas. Se piensa, a futuro, en una instancia“supranacional” que logre entender en úl-tima instancia, cuando algún tribunal espe-cífico atente contra la estabilidad del sistemacon su fallo.Seguramente la problemática seguirá en de-bate por un buen tiempo. Lo importante esque a partir del caso argentino el sistema nofuncionará igual. El mundo ahora pasó a mirarde reojo y poner en duda la falta de regulación,entendiendo que, cuando existen jugadoresdel peso político y poder de lobbypropio delos fondos buitre, ningún supuesto de fun-cionamiento perfecto y desregulado de losmercados financieros puede lograrse. •

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1.Conceptos generales

La Economía Solidaria da cuenta de nu-merosas experiencias de hacer economía–en sus diversas fases de producción, dis-tribución, consumo y acumulación– que secaracterizan por movilizar recursos y esta-blecer relaciones económicas, sociales ypolíticas a través de un sistema de valoresalternativos a los que hegemonizan el mer-cado capitalista.Estas experiencias reconocen formas tra-dicionales –como las cooperativas y lasmutuales– y numerosas modalidades al-ternativas de organización: grupos asocia-tivos y empresas recuperadas, empresasautogestionadas, iniciativas de comerciojusto, de microcrédito y de comercializa-ción por parte de los mismos productoresen mercados y ferias populares.Estas prácticas proponen un modelo dedesarrollo en el cual el reparto del exce-dente se da en función del aporte personaly no del capital, y en el que se excluyetoda forma de explotación social y jerar-quía en el sistema decisional interno delas unidades productivas. La solidaridadresponsable, la participación, la coopera-ción y la equidad de la economía solidariareemplazan los principios que rigen en elcapitalismo: competencia despiadada,egoísmo, búsqueda del lucro individualpor la inversión de capital y creciente con-centración monopólica y oligopólica conun manejo piramidal y autoritariamente rí-gido de la empresa, sin participación delos trabajadores.Existe un rico historial en la Argentinadesde fines del siglo XIX a través de la cre-ación de cooperativas y mutuales de di-verso tipo. Tales iniciativas fueron muyvaliosas y antecedieron a las que desdefines del siglo XX, por la crisis del capita-lismo neoliberal, surgen desde los actoressociales comprometidos que rechazan lacontinuidad de tal modelo. Para ello con-jugan la acción política, demandan y ob-tienen un creciente compromiso estatal ydespliegan innovadoras formas de orga-nización bajo los principios de la economíasolidaria. Se crean así numerosas modali-dades de intervención en el mercado conotro paradigma: el de la solidaridad, la au-togestión igualitaria y el compromiso po-lítico. Los casos de empresas recuperadas

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La economíasolidaria en elactual contextosocioeconómicoargentino

>> Alejandro Rofman

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Dr. Alejandro RofmanInvestigador principal CEUR/Conicet.Director del Programa de Formación eInvestigación sobre Economía Solidaria.Universidad Nacional de San Martín.

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por los trabajadores, el fortalecimiento deunidades familiares productivas y de em-prendimientos sin fines de lucro para hacerfrente a las necesidades básicas de la po-blación y la comercialización sin interme-diarios en ferias y mercados populares, sereproducen con masividad.Este nuevo y emergente escenario se fueconsolidando, a partir del año 2003, conestrategias estatales de decidido apoyo alproceso de gestión social con el propósitomanifiesto de volver realidad la consignade que “otra economía es posible”.

2. Economía solidaria en el territorioy los programas vigentes

El territorio en que se asientan las expe-riencias de economía solidaria constituyenrecintos de muy cambiante formación eco-nómica-social, política, ambiental y física.El proceso seleccionado transforma el es-pacio en función de los impactos quesobre él se producen. La construcción so-cial del territorio está directamente vincu-lada a la forma de su utilización integralpor parte de la sociedad.Si se trata de proyectos rurales, el uso y laconservación de la tierra es fundamentalpara la gestión a futuro y ese uso no sólocomprende su aptitud ecológica sino tam-bién problemas jurídico-institucionales bá-sicos como el régimen de división de latierra, y de la tenencia y propiedad de lamisma.Si el espacio respectivo es un ámbito ur-bano, las relaciones sociales y técnicas va-rían fundamentalmente y otros factoresproductivos asumen un rol determinante,como el tipo y dimensión del mercado, lafuerza de trabajo disponible y el acervotecnológico para operar en una sociedadaltamente urbanizada.Las políticas públicas, por lo tanto, depen-den de cuáles son los márgenes de ma-niobra para avanzar en iniciativas quedisputan –en cada sociedad local– un lugarconcreto para desarrollar procesos en opo-sición a la lógica de acumulación domi-nante.Todo lo expresado atraviesa el contenidode las políticas públicas de acompaña-miento que se implementaron desde el2003 en adelante. A modo de ejemplo, pue-den destacarse los siguientes programas:

1. Plan Nacional de Desarrollo Local yEconomía Social “Manos a la Obra”(2004) lanzado para promover iniciativassolidarias de desarrollo socioeconómicolocal.

2. Plan Argentina Trabaja (2009), que pro-pone la creación de cooperativas de tra-bajo para la realización de obras deinfraestructura y hábitat.

3. El Registro Nacional de Efectores deDesarrollo Local y Economía social (2003)permitió la creación del MonotributoSocial, que posibilita operar en el mer-cado a miles de pequeños productoresfamiliares. Hay más de 500.000 mono-tributaristas sociales con subsidio estatalpara reducir el monto de la contribuciónmensual.

4. Programa de Financiamiento a las pe-queñas unidades productivas de la eco-nomía solidaria a nivel rural y urbano (Ley26.117/2006). Esta iniciativa ha benefi-ciado con créditos a 330.000 microem-prendimientos por un monto de cercade 900 millones de pesos a través de laComisión Nacional de Microcréditos(Conami) del Ministerio de DesarrolloSocial. Los créditos tienen una reducidatasa de interés, sin garantía real.

5. La Marca Colectiva (ley 26.355) distinguelos productos y/o servicios elaboradoso prestados por los emprendimientosde la Economía Social.

6. La Promoción de la Agricultura Familiarabarca a más de 250.000 unidades de lapequeña producción rural y del campesi-nado de todo el país (el 70% de los pro-ductores del campo argentino) que secomponen de productores que viven ensu pequeña finca junto a sus familiares yobtienen bienes –en especial alimenticios–para su manutención, vendiendo sus ex-cedentes al mercado. Respaldan estas po-líticas el Centro de Investigaciones parala Agricultura Familiar (Cipaf) del INTA, laSecretaría de Agricultura Familiar de laNación y programas como el de Comer -cia lización del INTA, que ha colaboradopara establecer más de 300 ferias a fin defavorecer el consumo popular.

En el marco general de esta estrategia operael INAES (Instituto Nacional de Asociativismoy Economía Social), que ha tomado especialauge a partir del año 2002.

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3. Visión a futuro

Lo emprendido en este muy rico espaciode construcción de una sociedad alternativaa la dominante es mucho y muy variado.Pero lo pendiente es un gran desafío queno tiene techo. Por ello, parece oportunoavanzar en esta triple dirección:1. Intensificar los esfuerzos en la formación

de nuevos especialistas y en la capacita-ción de todos aquellos involucrados en laconsolidación de la economía solidaria.Hay maestrías de Economía Social ySolidaria y diplomaturas y tecnicaturas decreciente dimensión y cobertura. El espa-cio para seguir profundizando la temáticaes muy amplio.

2. Las políticas públicas de apoyo a las ini-ciativas colectivas han estado reco-rriendo fructíferos caminos jalonadospor gran cantidad de experiencias. Perotodo el empeño puesto exige un pro-ceso de ordenamiento y planificación apartir de iniciativas legislativas y ejecu-tivas concertadas entre todos. Este

Programa está pendiente, aun cuandoya tiene pasos firmes dados al respectoen Río Negro y Entre Ríos.

3. La presencia de iniciativas solidarias enlos campos de la producción, distribu-ción, financiamiento y desarrollo tecno-lógico coloca al Estado en una funcióninsoslayable y protagónica.

Es permanente la incorporación de nuevosesfuerzos colectivos emanados del senoprofundo de la sociedad para reemplazarla trama socio-productiva basada en elegoísmo individual y la competencia des-piadada del capitalismo por esfuerzos quereconozcan la tarea solidaria, el asociacio-nismo, la democratización en las relacionesde trabajo y la igualdad en el manejo detales unidades. El acompañamiento deeste despertar de una Nueva Sociedad,como ideal utópico, se debe convertir entarea prioritaria en los años por venir paraafirmar el proceso de profundización delmodelo de desarrollo con inclusión socialen marcha. •

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AL SURGIR EL CAPITALISMO, EL DEBATE DE IDEAS

respecto de la cuestión económica era deorden público y reflejaba abiertamente in-tereses antagónicos, proyectos nacionalesy conflictos de clases. Hacia fines del sigloXIX, con la consolidación de estructurasmonopólicas en los países centrales, sepasa a un paradigma de organización eco-nómica predominante que ya no compitecon sistemas jerárquicos previos y co-mienza a ser criticado por quienes develanuna contradicción central del mismo: laigualdad formal frente a derechos civiles ypolíticos para toda la ciudadanía contras-taba con una creciente desigualdad realfrente al acceso a bienes y derechos socia-les gozados. Hubo un giro en la economíadominante, que se repliega al ámbito aca-démico, y adopta un discurso apologéticodel capitalismo liberal, asumiéndolo comoúnico régimen económico, naturalizado.La corriente marginalista, popularizadacomo neoclásica, es la que asume estecambio regresivo en el pensamiento eco-nómico. Será el sustento teórico del pro-yecto de globalización neoliberal que fueimpuesto en el último cuarto de siglo pa-sado y que alcanzó su auge en los no-venta. Fue la dictadura terrorista suintroductora en la Argentina para inte-rrumpir una política de desarrollo que conépocas más intensas –los períodos demo-cráticos– y otras de retroceso –dictadurasmilitares– se había sostenido casi mediosiglo.La idea de la unión entre política y econo-mía conlleva la concepción de que los regí-menes económicos pueden modificarse,que la participación ciudadana es decisivaen el diseño del futuro para los sectoresmenos poderosos de las naciones. Es decir,que la política puede cambiar la vida. Estamirada entiende que las decisiones funda-mentales, incluyendo las económicas, sedefinen en la lucha política. Allí cada ciuda-dano es igual a otro, y las mayorías popu-lares tienen la fuerza para cambiar lahistoria. En cambio, los conservadores queadoptan el criterio de la escisión entre eco-nomía y política, promueven que la primeraes un ámbito que definen los mercados,lugar donde manda el poder del dinero.La lucha entre liberales y nacionalpopula-res se asienta en la puja por cuánto poderse da al mercado y cuánto a la política.

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Economía y política

>> Guillermo Wierzba

>>Guillermo WierzbaLicenciado en Economía,Universidad de BuenosAires. Postgrado en elInstituto Di Tella. Directordel CEFID-AR (Centro deEconomía y Finanzas para elDesarrollo de la Argentina).Profesor de la UBA.Miembro del Plan Fénix.Integrante de Carta Abierta.

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Para los primeros la democracia es la pro-tección del derecho de las minorías, y asídefender la propiedad concentrada deestas requiere de poco poder por partede los gobiernos. A estos se los remite aadministrar bien y sostener el orden neo-liberal. Los segundos subrayan que la eco-nomía debe subordinarse a la política,que los mercados son un instrumento útil,pero en el marco de la regulación e inter-vención del poder soberano. Aquí está ladiferencia entre la democracia capitalistaneoliberal y la democracia participativanacional y popular.El kirchnerismo significó el reencuentrocon la tradición nacionalpopular en unmundo que todavía es hegemonizado porel neoliberalismo. En este sentido, pode-mos destacar:• Las negociaciones colectivas: recupera-ción del salario y aumento del empleo,permitiendo un avance en la desmercan-tilización de la relación capital-trabajo.

• Políticas de administración de precios,ahora sistematizadas por el programa“Precios Cuidados”. Significa inducir ala participación popular y a la presenciaestatal en la atención sobre el margende ganancia empresaria y la racionali-dad de los precios.

• Desendeudamiento con el FMI para au-tonomizarse de sus condicionamientos yplanes. ¿Para qué? Porque esta institu-ción exigía medidas universalizadas deimperio de una única política: la del neo-liberalismo, y Argentina eligió los enfo-ques heterodoxos que reñían con esosdictados: aumentar el gasto público –es-pecialmente el social–, flexibilizar la ló-gica pura del equilibrio fiscal en pos demayores niveles de crecimiento, fijar sub-sidios a bienes básicos para impedir elimpacto de la inflación sobre las tarifas.

• Reestructuración de la deuda externa.Significó una quita inédita sobre lamisma que permitió avanzar en el creci-miento, aumentar el peso de la indus-tria, dinamizar el consumo, disminuir eldesempleo, luchar contra la pobreza yla indigencia.

• Nacionalizaciones de empresas de ser-vicios públicos, como Correos, Aguas yAerolíneas que recuperaron la opciónde la participación del Estado como em-presario.

Especialmente, pueden señalarse cuatropolíticas de Estado fundamentales queconfiguran el tronco del kirchnerismo:• Desarticulación del ALCA. Esta decisiónregional encabezada por Kirchner, Chá-vez y Lula constituyó un momento deruptura con el principal peligro que ace-chaba al país y la región: la destrucciónde un proyecto de desarrollo integralcon un papel destacado de la industriaen el marco de un progreso de la inte-gración regional. El ALCA era una op-ción que atacaba la profundización delMercosur y fomentaba la subordinacióna una lógica comercial sustentada en in-tercambios abiertos y sin restriccionesentre países de desarrollo asimétrico.Esta decisión fue la simiente sobre laque luego se construiría el nuevo pro-yecto de unidad latinoamericana con lafundación del Banco del Sur, de la Una-sur, de la Celac, del Consejo Sudameri-cano de Defensa, del proyecto de unFondo Regional de Reservas; instrumen-tos políticos, económicos y militares enpos de la segunda independencia lati-noamericana. Aun así quedan interro-gantes; ¿por qué la irrupción de lanueva institucionalidad no devino en larápida construcción efectiva de articula-ciones económico-financieras más pro-fundas? Los riesgos de un fracaso oretroceso de estos proyectos son gran-des. Hay ejemplos históricos de quehubo intentos no concretados en estesentido (la Alalc, por ejemplo). Hoy esnecesario poner toda la atención por-que preside las ideas del nuevo intentola unidad política y no la lógica de coin-cidencias de intereses económicos. Losretrasos merecen encender por lomenos una luz amarilla.

• Nacionalización de las AFJP. Esta deci-sión fue central en la recuperación de laautonomía financiera. Pero también enla recuperación de la concepción de unrégimen previsional de solidaridad inter-generacional y entre sectores de distin-tos ingresos. La medida en sí desafiabalos pilares y recursos de los agentes be-neficiarios de la financiarización y permi-tió la participación del Estado comoaccionista en el control de la gestión deimportantes grupos económicos. Fueuna medida clave para estabilizar la ma-

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croeconomía en el escenario del peormomento de la crisis internacional.

• Nacionalización de YPF. Fue la recupe-ración de la empresa estratégica paraun proyecto nacional autónomo y conobjetivos de industrialización. Significóla adopción de un enfoque planificadorsobre un recurso que permanecía bajológicas mercantiles que provocaron de-bilidades en el sector externo.

• Carta Orgánica del Banco Central. Recu-perando la facultad de hacer política cre-diticia, quitando la lógica de mutilaciónde la política monetaria a las autoridadeselegidas por el pueblo, mutilación quedebilitaba el poder ciudadano y fortale-cía el peso del lobby de las finanzas in-ternacionales.

Para concluir, en pos del desarrollo, el temacentral es establecer políticas que enfren-ten la restricción externa. Se debería evitaren el futuro la cesión de jurisdicción –queha acarreado la grave ofensiva de los fon-

dos buitre– para nuevas deudas e inversio-nes, adoptando el criterio de que las ope-raciones financieras que se desenvuelvanen nuestro territorio deben estar sometidasa nuestra Justicia. Además se requiere de-nunciar los tratados bilaterales de inversiónque agregan otros condicionamientos querecortan aún más la capacidad de definirpolíticas nacionales. Estos tratados son fir-mados entre países de desarrollo asimé-trico y construyen relaciones subordinadasa los intereses de las empresas de los paí-ses centrales, mientras establecen arbitra-jes hechos por el Ciadi –del cual habría queevaluar nuestro retiro–, ámbito del BancoMundial, identificado con los objetivos dela liberalización. En este plano habría quesancionar una nueva ley de inversiones ex-tranjeras afín a una matriz industrial inte-grada menos demandante de divisas. Otraclave es avanzar en la nacionalización delcomercio exterior de granos y en otras me-didas que atiendan a la reducción sustan-tiva de la fuga de divisas. •

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RESULTA CADA VEZ MÁS EVIDENTE QUE, A LO

largo de las últimas décadas, en la faseque ha dado en llamarse “capitalismo cul-tural” o “capitalismo cognitivo”, el arte(en particular, el arte contemporáneo) hapasado a ocupar un lugar central en losrenovados mecanismos de acumulaciónde capital. Como nunca antes, la especu-lación se concentra en operaciones millo-narias de compra y venta de obras dearte, generando enormes diferencias enmuy poco tiempo. El mercado del arte seexpande por todo el mundo, especial-mente en contextos geopolíticos antesmarginales como América Latina, Europadel Este, India o China. La apertura denuevos museos de arte, bienales, ferias,megaexposiciones y otros eventos espec-taculares configura un vasto y activo cir-cuito, fuertemente asociado a los flujosdel turismo y funcional a los procesos degentrificación urbana, desbordante deprestigio y sofisticación, glamour y cham-pagne.1

En medio de este inquietante panorama,¿qué queda de la potencia disruptiva delarte, su filosa condición crítica ante loexistente, su capacidad insumisa de sacu-dirnos e inventar nuevos mundos? Es in-negable que ideas y prácticas artísticas designo antagonista frente al orden (artísticoy social) existente han sido incorporadasrápidamente dentro de los aceitados me-canismos del sistema del arte. Si el urina-rio de Duchamp, por mencionar unejemplo bien conocido, significó en sutiempo uno de los más demoledoresactos de provocación y desafío contra lainstitución arte, hoy está bien resguar-dado en el Centro Pompidou (en París)para ser contemplado extáticamente pormiles de personas como “obra de arte”.La pensadora brasileña Suely Rolnik lo se-ñala con agudeza, cuando habla del ejér-cito de zombies que pueblan el mundodel arte en su país –y no sólo allí–, traba-jadores creativos, flexibles e hiperactivosque apelan al legado del movimiento an-tropofágico2 y sus nexos con el tropica-

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Potenciasdel arte

>> Ana Longoni

>>Ana LongoniEscritora, profesora de grado y posgrado,investigadora del Conicet y miembrofundador de la Red Conceptualismos del Sur.Doctora en Artes (UBA). Su último libro esVanguardia y revolución. Coordinó laexposición “Perder la forma humana” (Museo Reina Sofía, MALI y Muntref).

1 Cabe señalar que este estado de situación empieza a resquebrajarse en medio de la profunda crisis y elestallido de un modelo de acumulación que en Europa se traduce –entre otros graves aspectos– en laclausura o vaciamiento de muchos museos.

2 El Manifiesto Antropofágico de 1928 se remonta como escena inaugural de la cultura brasileña a ladeglución del primer obispo. Pero Fernandes Sardinha, devorado por los indios caetés, subvierte laconvención unidireccional del vínculo entre centro y periferia al proponer una “digestión cultural” capazde nutrirse del otro y a la vez transformar lo ingerido.

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lismo3 cuyas energías resultan ser “el prin-cipal combustible de la insaciable hiper-máquina de producción y acumulación decapital”.4

Las fuerzas gestadas en los movimientos(políticos y poéticos) de signo emancipadory antagonista y su libertad experimentalhan resultado funcionales e incorporadas,son bien percibidas y aplaudidas, celebra-das y recompensadas. Y su orientaciónprincipal no es ya la invención de (otros)posibles, sino “la identificación casi hip-nótica con las imágenes del mundo difun-didas por la publicidad y por la cultura demasas”.5

Ahora bien, ¿es este estado de las cosas,esta posición subjetiva deslumbrada porel lujo y el reconocimiento, un hechizo im-posible de romper? Reconocer(nos) den-tro de este complejo panorama nosupone cinismo ni derrota (sostenemoscon Antonio Gramsci, “el pesimismo de larazón, el optimismo de la voluntad”). Im-plica terciar en medio del campo de ba-talla por activar las potencias y lossentidos atribuidos a experiencias artísti-cas que nos interpelan, nos conmueven ynos convocan.En este punto, algunos defienden la capa-cidad irreductible del arte de aparecer demaneras inesperadas, produciendo fisurasy desórdenes en el orden existente. Así,encuentran en cierta producción artísticaun modo de intervención política. Otros,en cambio, optan por prácticas activistasque –sin renunciar a los saberes específi-cos– se disuelven en la vida social y renun-cian a autodenominarse como arte. Ya nose trata de reducidos grupos de choqueo de avanzada, sino de movimientos so-ciales difusos y dispersos, cuyos recursosse disponen para ser apropiados por mu-chos. Un ejemplo paradigmático de estemodo de hacer fue el Siluetazo, ocurridopor primera vez en Plaza de Mayo durantela III Marcha de la Resistencia, el 21 deseptiembre de 1983. Por iniciativa de tresartistas, consensuada con las Madres de

Plaza de Mayo, se monta un enorme talleral aire libre donde cientos de manifestan-tes ponen el cuerpo para representar vi-sualmente con siluetas vacías a escalanatural el espacio físico que ocuparían lostreinta mil desaparecidos. Cuantificar lapresencia de la ausencia con una doblehuella: la de quien ha sido secuestrado yla de quien prestó el cuerpo en un actoemotivo y solidario.A mediados de los años noventa, surgenlos escraches impulsados por la agrupa-ción H.I.J.O.S., buscando evidenciar la im-punidad en la que vivían entre nosotroslos responsables del genocidio perpe-trado durante la última dictadura militar.Desde 1997 el GAC (Grupo de Arte Ca-llejero) contribuyó a los escraches produ-ciendo carteles que subvierten el códigovial institucional, simulando ser señales detránsito convencionales (por su forma,color, tipografía, tamaño y emplaza-miento). Se usaron como estandartes enlas manifestaciones con las que concluíacada escrache y sobre todo se colgaronen postes en medio de la trama urbana.

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El siluetazo. Una manifestante pone el cuerpo paratrazar una silueta, la noche del 21 de septiembrede 1983, en Plaza de Mayo. Foto: Eduardo Gil.

3 Movimiento de música popular brasileña nacido en los años 60, que mixturó ritmos populares locales einternacionales y experimentalismo, y cuyo impacto llegó a las artes visuales, el cine y el teatro. Comoafirma Caetano Veloso, uno de sus impulsores: “Estábamos comiéndonos a los Beatles y a Jimi Hendrix.(…) La antropofagia, vista en sus términos precisos, es un modo de radicalizar la exigencia de identidad,no de esquivarla”. Veloso, Caetano, Verdad tropical, Barcelona, Salamandra, 2002.

4 Rolnik, Suely, “Geopolítica del rufián”, en: Guattari, Félix y Rolnik, Suely, Micropolítica, Buenos Aires, TintaLimón, 2005 (pp. 477-493).

5 Ibíd.

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Así, un peatón o automovilista podía to-parse de repente con un cartel que loalertaba sobre la proximidad de la vi-vienda de un ex represor, o el lugaradonde funcionó un centro clandestinode detención y exterminio, o una mater-nidad clandestina en la que nacieron mu-chos bebés apropiados por el régimen, oel lugar del que partían los llamados “vue-los de la muerte”, o el sitio donde ocurrióun fusilamiento ilegal o una masacre, etc.En 2011 el grupo mexicano FuentesRojas, ante la atroz violencia reinante,convocó a una acción colectiva que sepropagó rápidamente: llamaron a bordara mano sencillos pañuelos blancos, con elnombre, las fechas y demás datos de lahistoria de cada una de las víctimas.Cuando comenzaron esta titánica y pa-ciente tarea, se hablaba de 40.000 asesi-nados y desaparecidos en los últimosaños en México, como secuela de la gue-rra con el narcotráfico. Hoy, en 2014, yase habla de 150.000. Con la consigna“Una víctima, un pañuelo”, dieron formaa la iniciativa Bordando por la paz, que seinició en la capital del país, y rápidamentese extendió a ciudades del interior afec-tadas por la violencia, donde se confor-maron grupos de bordadores integradospor familiares de las víctimas o por ciuda-danos solidarios. Los pañuelos se llevan alas marchas, armando pancartas móvileso precarias instalaciones al costado delcamino por el que transitan los manifes-tantes. La iniciativa llegó muy pronto aCentroamérica, de donde provienen mu-chos migrantes, en su mayoría anónimos,

masacrados en su intento de atravesarMéxico buscando trabajo y un futuromenos hostil en el norte. Existen gruposde bordadores en Nicaragua, Guatemalay Puerto Rico, Brasil, Estados Unidos, Es-paña, Inglaterra, Francia, Mozambique yJapón. La acción también se sostienedesde Córdoba (Argentina).

Muchas de las bordadoras son mujeresque buscan a sus hijos, a sus hermanos, asus parejas, o simplemente afectadas ycomprometidas con el dolor ajeno. Em-plean un saber antiguo tradicionalmenteasociado al mundo femenino, pero lo so-cializan y lo sacan del ámbito doméstico yprivado, para convertirlo en un potenterecurso político para hacer memoria y de-volver una inscripción pública a los críme-nes borrados por el poder.Estos y muchos otros modos de hacer delactivismo artístico conforman un reperto-rio de recursos disponibles para ser apro-piados y resignificados por muchos, muylejos del glamoroso y zombie mundo delarte. Desde mitad de los años noventa,los diálogos entre prácticas activistas den-tro y fuera de América Latina vienensiendo intensos y dibujan una fluida redde intercambios y colaboraciones. Los re-cursos van y vienen, reaparecen en nue-vos contextos, se cargan de sentidosinesperados. Las tácticas aquí menciona-das no pueden entenderse sólo comoactos políticos ni tampoco como merasexploraciones artísticas. La revitalizacióndel activismo artístico nos lleva a indagaren la reinvención de la acción políticacomo fuerza creativa y articulada con dis-tintos movimientos sociales. La potenciade lo poético en lo político, la irrupciónde lo político en lo poético. •

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Señal del GAC en el escrache a Donocik, BuenosAires, 2002. Foto: GAC

Bordamos por la paz Guadalajara. Uno de lospañuelos bordados.

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NO ES PARA NADA IMPROBABLE QUE EN UN

Foro como los que se están programandose presente un tema largamente tratado:la “modernidad”, ligado a otro que al pa-recer le es inseparable: la “globalización”y, por detrás, “vanguardia”. Pareciera,también, que se sabe lo que se quieredecir con las tres palabras, que funcionancomo paraguas aparentemente concep-tuales que no protegen de la lluvia.Empiezo por protestar: no entiendo porqué, en lo que concierne a la “globaliza-ción”, se ha empezado a emplear desdehace algunos años; sus deficiencias saltana la vista porque se trata, sobre todo, deuna traducción literal que hace ambiguolo que se quiere decir. Por cierto, no es lomismo que “universalización”, palabra másmodesta y desiderativa, ni que “occiden-talización”, que implica una especie de fa-talismo cultural –serás europeo o no serásnada–, que poseen, ambas, cierta claridadasí sea porque suscitaban, hegeliana-mente, sus contrarias: localismo en el pri-mer caso, peculiaridad regional en el otro.Globalización no.Producto de una presuntuosa jerga entresociológica y cultural, “globalización” in-tenta designar un proceso histórico mar-cado por una irrefutable imposicióntecnológica y cultural que oscurece o ex-pulsa, entre otras, a la palabra desarrollo,que parecía tan clara hace tres o cuatrodécadas, o dependencia, tan combativasobre todo cuando venía acompañada deliberación o, en la cúspide verbal, la quelo aclaraba todo, imperialismo, todas lascuales han dejado de estar de moda desdehace varias décadas; ni hablar de naciona-lismo, sobre todo económico, pues el cul-tural no está todavía del todo arrasado, almenos en lo simbólico. Vale la pena detenerse un instante en estaoscura palabra, que definiría un instante dela historia de la civilización: se supone queproviene de la palabra “globo” que, a suvez, convoca el adjetivo “terráqueo”. Peroel globo terráqueo está ahí y no se lo puedemodificar aunque se puede, y lo ha hechola humanidad desde que el hombre es hom-bre, hacerlo con lo que está en su superficiey en sus profundidades; también, desdeluego, se lo puede destruir, y hay muchosque lo están intentando. ¿Qué será enton-ces el verbo que sale de ese sustantivo, o

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La redondez del globo

>> Noé Jitrik

>>Noé JitrikProfesor de Letras y DHC envarias universidades. Fueprofesor en Córdoba, UBA,Besançon, Indiana,California, México, Uruguay,Chile, Puerto Rico, Colombia,en maestría y doctorado.Autor de poesía, ensayosteóricos y de crítica literaria,novelas, relatos y artículos,en revistas nacionales einternacionales. Tambiénperiodista en México, enArgentina y en Uruguay.Director del Instituto deLiteratura Hispanoamericanade la Facultad de Filosofía yLetras (UBA).

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sea “globalizar”? Será, creo, la tendenciaa redondear aún más lo que ya es redondopero, por una metáfora descendente, po-dría aplicarse a lo que está en la superficiey en las profundidades; en suma, puestoque eso a lo que se aplica no es cuadrado,el verbo intentaría hacer más redondo algoque no termina de serlo. Pero hay otra metáfora más: el adjetivo“global” que no tiene que ver con lo es-férico sino con lo total, un concepto o unacategoría que, a la fuerza, podría ser, tam-bién metafóricamente, redonda. Y la glo-balización sería, a su vez, el resultado dela confluencia de una reunión de metáfo-ras, como tendencia o voluntad de hacerque la realidad total sea tan redonda comoel globo terráqueo mismo. Otra cosa es la palabra “vanguardia”. Porde pronto, tiene una historia remota y só-lida, en el lenguaje militar pero sobre todoen el campo literario: es una experienciaconcreta, datada, histórica, y es tambiénuna actitud, cuando no una posición, máso menos bélica. Es más, en un punto la pa-labra “modernidad” sería algo así comouna prima hermana de la vanguardia, apunto tal que cuando empieza a ser usada–no practicada, puesto que lo fue muchoantes– ambas son casi sinónimos; es claroque si por vanguardia se entiende un com-portamiento de avanzada, de ruptura, deagresividad, en un primer momento recha-zado, por modernidad se entienden tam-bién muchas otras cosas, que son de rupturaagradecida pues sus efectos son entendidoscomo pasos que da la humanidad; son tan-tas que configuran otro paraguas: prote-gidos por él están los individuos llamadosrevolución industrial y máquinas a vapor,desarrollo fabril, diseño, luchas ideológicasfrancas, democratización institucional, cam-bios de costumbres, voto femenino, des-arrollos científicos, avances médicos, enfin, todo lo que implicó un cambio impor-tante en la civilización humana y, por con-secuencia, en las formas culturales. En esepunto, sin esa configuración, la vanguardiahistórica no podría comprenderse y hastapodría no haberse producido. Y, comopara definir a grandes rasgos lo que fue,se diría que el primero de ellos es, en laapariencia, la voluntad de ruptura y el se-gundo la respuesta a lo que está pidiendojustamente la civilización, que requiere de

reinterpretaciones constantes, no es algoinerte, sólo un conjunto de rutinas.Es posible que la “globalización” haya sidovivida con más dramatismo en AméricaLatina que en los lugares en los que el tér-mino se gestó. Para estos tratar de ocuparmercados y de adquirir materias primas eracosa natural y de siempre pero desde haceunos años empezaron, más astutamentede lo que habían hecho los colonialismos,a contraprestar otra clase de bienes, no to-talmente materiales, en especial las comu-nicaciones, las tecnologías, además de,desde luego, o junto con ellas, los capitalesy, por qué no, los modos de pensar y aunde comer. En pocas palabras, quizás glo-balización significa inversiones rentablesen países no centrales y, a cambio, adelan-tos científicos aplicados y tecnológicos queparecen ya indispensables aunque las re-laciones tradicionales de desigualdad si-guen siendo en el fondo las mismas.Pero así como a principios del siglo XIX lasadelantadas ideas filosóficas y sus conse-cuencias políticas eran impuestas o admi-tidas, puesto que las que podían serpropias no servían para el momento quese vivía, los extraordinarios adelantos cien-tíficos y tecnológicos que la modernidaden su etapa actual trae consigo permiten,con un empleo adecuado, hacer pensaren nuevas filosofías que deberían entenderque en las últimas décadas la humanidadadelantó –si por “adelanto” se entiendemayores garantías de edad, más rápidacomunicación, mayor velocidad en los cál-culos científicos, mayor producción demercancías, libros incluso– tal vez más queen los precedentes trescientos años y que,por lo tanto, se puede esperar que los paí -ses consumidores de tecnología y expor-tadores de materias primas, AméricaLatina en particular, puedan encontrar nue-vos caminos para segundas independen-cias, aunque no se sepa muy bien quéforma puedan tener. Tal vez por eso, te-niendo en cuenta los avances científicos ytecnológicos, que en realidad son prolon-gaciones cualitativas de lo que definió ala modernidad, sea un tanto absurdo o in-tencionado hablar de “posmodernidad”,otra palabra que como “globalización”,forma parte de un diccionario usual, aco-tado y, en apariencia, puramente adjetivaly de ningún modo conceptual.

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Las vanguardias políticas, a su vez, puedeno quieren desempeñar un papel centralen esta especie de batalla, en la que lonuevo parece ser la negación de la histo-ria, en la medida en que enfrentarse conviejas estructuras puede incitar a pensartodo de nuevo y a poner en crisis sistemasde relaciones que parecen naturalizados.¿Cómo son esas vanguardias políticas?Hubo intentos, desde luego, armados al-gunos, pacíficos otros; hay constancias enlas propuestas de vanguardia, algunas an-ticuadas y de poca repercusión, otras másavanzadas (pero estas aún adolecen de lafalta de un lenguaje que implique algunaforma de acción).Para no dejarse atrapar por el discurso dela globalización, podemos quedarnos en loque eso significa para la literatura. El es-quema sirve: las teorías que importamosdesde siempre han repercutido, han sidoadoptadas y han causado dos efectos con-trapuestos; el primero es una parálisis delpensamiento que padecía de una crónicadesnudez conceptual: es notorio el hechode que hay una suerte de renuncia al pensarteórico filosófico y una ansiedad por con-sumir saber filosófico y teórico construidoen otros lugares, al igual que lo que ocurrecon los procesos tecnológicos; el segundoes una producción literaria y ensayística, nome atrevo a llamarla teórica del todo, de unvalor impresionante. Mucho le debe, en esteterreno, la literatura latinoamericana a lasvanguardias, tanto las espontáneas comolas llamadas históricas y le sigue debiendoa las que no lo son pero que mantienen vivala actitud de vanguardia. Porque, si bien lasvanguardias, unas y otras, parecen ya objetodel museo de la modernidad, subsiste unaactitud que podemos considerar de van-

guardia y que se definiría, al menos y en subase, por un deseo de no dejarse atraparpor lenguajes consabidos, implantados y re-gulados o autorregulados ya sea por unacriatura mayor de la globalización, eso quese llama mercado, ya con lo que lo favorece,o sea un universo editorial que funcionacomo sistema inversionista y cuyo objetivono es seguir haciendo de la literatura unarma sino un dato más en la competenciafiduciaria que caracteriza, justamente, lo quese autodefine como globalización.Es cierto que la tecnología es casi milagrosaen el campo de la robótica y las ortopediasmédicas; es cierto que la comunicación porvías computacionales es más accesible yque los teléfonos funcionan casi perfecta-mente: la globalización parece abrir todaslas puertas de la modernidad pero, almismo tiempo, las va cerrando y confinaa quienes creen que se nutren de las ex-traordinarias creaciones que tienen susede en otros y más poderosos lugares.América Latina vive envuelta en estas te-máticas u opciones; tentada por un vivirque parece exportable y de cuyos placerespodría, y así se desea, gozarse aun a riesgode desaparecer simbólicamente para vivirel sueño del mundo brillante de los obje-tos de última generación, encuentra en lavanguardia las vacunas para no dejarsearrastrar por esa corriente que empiezapor exigir la desaparición del Estado, ad-mite el espíritu privatizador, hace de la po-lítica el instrumento de negociación de laentrega y obnubila o limita el derecho apensar, en cuyo ejercicio la historia, lasidiosincrasias, el desarrollo de las propiascapacidades, imaginarias o materiales, sereencuentran consigo mismas y generanuna imagen de un futuro posible. •

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¿DE CUÁNTOS MODOS PODEMOS ABORDAR LA

relación entre arte y pensamiento? En pri-mer lugar, para hacerlo es necesario asumirla libertad creativa que nos permite el arte,pero también sus limitaciones. Porque,aunque hablar del arte y del artista sigueremitiendo para muchos al modelo román-tico del artista libre, desconfío de toda no-ción que niegue sus propias condicionesde producción. Así, trabajar alrededor delos conceptos de arte y pensamiento,obliga a articular la osadía libertaria tantocon los condicionantes históricos comocon los materiales y simbólicos.No interesa aquí el modo en que se pro-duce el pensamiento. Este importa entanto pensamiento crítico, en tanto ejer-cicio sistemático y metódico sobre los he-chos u objetos abordados, con un marco

teórico previamente definido. Las ideas nopueden adecuarse al tema abordado, asícomo no se pueden ajustar la construcciónintelectual, el discurso y las conclusionesal interés del momento. El pensamientocrítico está alejado del sentido común, dela repetición, del ajuste a la conveniencia.Supone, además, una ética de la interven-ción. Porque todo pensamiento, enten-dido de este modo, es una acción concretaque se enmarca en un espacio colectivo.Porque el pensamiento es una forma socialde producción. “Pensar” no es un decircosas, es un ejercicio concreto de inter-vención honesta y sostenida en el medioen el que uno vive. Ni neutral, ni indepen-diente ni distante.Debemos asumir nuestra mirada sobre elarte de un modo similar. El arte no se de-fine solamente a partir del conjunto deprácticas, técnicas y mecanismos de pro-ducción de la obra. Mucho menos en re-lación a los mecanismos de circulación yexhibición. En la actualidad, la obra estáatravesada por la lógica de la sociedad deconsumo en la que se producen bienespara un mercado determinado, segmen-tado, formateado, construido histórica-mente. Está signada por los sistemas deproducción, circulación y consumo que ledan las condiciones de posibilidad. Estossistemas incluyen Estados, fundaciones,fondos financieros, jurados, curadores yexpositores tanto como relaciones locales,nacionales, regionales y globales. Ademásde estos actores sociales, existe un con-junto de dispositivos no materiales quecondicionan el trabajo en el arte. Los dis-cursos sobre el deber ser (y hacer) en elarte, sobre las tradiciones artísticas –esosdiscursos que las borran, se las apropiano resignifican– son también dispositivos.Regulando las relaciones de poder (ysaber) entre los hombres y los pueblos, laacademia se reserva para sí la propiedad /potestad del pensamiento. Organiza y le-gitima las formas de producción del saber,entre ellas el uso de la palabra como fun-damento para la construcción del pensa-miento, a la vez que se valida a sí misma.Sin embargo, los saberes son múltiples ydiversos, adquieren distintas formas y seproducen de modo colectivo, y en lugaresy con metodologías diferentes. La univer-sidad y los espacios artísticos instituciona-

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Políticas de lacultura: arte ypensamientoestético

>> Daniel Cholakian

>>Daniel CholakianSociólogo, docente universitario y periodistaen temas culturales e internacionales. Estudióen el Centro Experimental y de RealizaciónCinematográfica especializándose en teoríadel cine. Actualmente es director editorial delsitio nodalcultura.am

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lizados constituyen modalidades privilegia-das de producción de saber, pero debemosdestacar que no son menos valiosos los sa-beres que desarrollan los movimientos so-ciales, los artistas populares y aquellos que,incluso desde espacios institucionalizados,producen discursos críticos sobre los me-canismos de dominación.Es en este sentido que podría sostenerseque el arte como forma de pensamientoestético remite a dos nociones. La primeraes una afirmación: toda expresión artísticaque genera una conmoción en quien la re-cibe, en tanto produce un cuestionamientosobre lo dado y sobre lo inalterable de sulugar en el mundo, es producción de pen-samiento. La segunda, una negación: esfalso que el lenguaje hablado y escrito seala única forma de producción y circulaciónde pensamiento. Al reivindicar el pensa-miento crítico como herramienta políticay de transformación, con el mismo criterioel arte que nos importa es aquel crítico desu momento histórico y de los mecanismosde dominación vigentes.Incorporemos entonces otro concepto enel que se entraman estas nociones: Cultura.Daniel Link1 hace un análisis que se me an-toja pertinente. Al diferenciar arte y cultura,explica que la cultura es la afirmación delo que es para garantizar continuidad, entanto el arte es negación de ese estatus,el arte se afirma en la negación y la ruptura.El planteo de Link sirve para entender ellugar del arte como forma de pensamientocrítico, disruptivo, negador de lo instituidoy, como tal, creador de prácticas vitalesque supongan procesos emancipadores.El problema se presenta entonces cuandoel arte se hace institución. Cuando los dis-cursos del arte se institucionalizan e insta-lan como formas de la verdad dominante.Es por ello que debemos preguntarnos dequé hablamos cuando hablamos de “in-dustrias culturales” en relación con la con-tinuidad y la afirmación de la produccióny el arte como forma de consumo.Entre la disrupción y la estabilidad (que noes institucionalización) podemos seguir aRicardo Carpani, quien sostenía que lo re-levante es que toda lucha por una nueva

construcción común desde el arte supongael avance hacia un “período histórico es-tabilizado, con valores comunes e indiscu-tidos”, pues en esos tiempos “la obra delartista tiene garantizada su posibilidad co-municativa”.Decía que en sus orígenes todo arte eraarte público. Su valor fundamental residiríaen la experiencia colectiva del arte, entanto artista y hombre comparten el espa-cio y el tiempo; así, obra y hombre quie-bran lo que la privatización ha logrado: laseparación de la experiencia del arte de lavida cotidiana. De este modo, el arte dejade ser el objeto de consumo y se consti-tuye en una experiencia que puede ser pro-ductiva socialmente, emancipadora ycreadora de un nuevo lenguaje social, pro-ducto del encuentro cotidiano entre artista,obra y hombre. Restituir la experiencia in-tegradora del arte es un modo de reponerel carácter transformador del mismo.Ahora bien, si el Estado es parte de los dis-positivos que garantizan la afirmación delarte como práctica de consumo ¿cómomodificar esa situación? Una de las políticasdebe ser promover el pensamiento comouna práctica de cultura. Un pensamientoque no sólo se desarrolle en los espaciosinstitucionales estancos, sino que adquieraformas diversas. El pensamiento acadé-mico, formalizado en textos, pero tambiénel pensamiento que surge de las expresio-nes estéticas, el pensamiento que se pro-duce en colectivos sociales o en gruposcon identidades concretas que producendiscursos diversos. El pensamiento poético.Dar espacio y cauce a esas formas de pen-samiento, ponerlas en conflicto, contrapo-nerlas, darle al pensamiento estético elmismo estatus que al texto escrito forma-lizado, son tareas que desde el Ministeriode Cultura pueden llevarse adelante. Nose trata de ordenar los textos, clasificarlosy archivarlos. Se trata de permitir una re-lación dialéctica entre la idea positiva dela cultura y la negatividad creativa del arte.Hacer que esa relación permita el funcio-namiento de esta máquina imperfecta devoces que suenan, resuenan y al hacerlo,producen nuevos sonidos. •

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1 http://blog.eternacadencia.com.ar/archives/40014#more-40014

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El Ministerio de Cultura de la Nación, a través de la Secretaría deCoordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, convocaa los principales intelectuales y referentes políticos de AméricaLatina, América del Norte y Europa a reflexionar y debatir acerca delos procesos políticos populares y progresistas que atravesaronnuestra región en los últimos años así como sobre la crisis económicay social que sufre Europa como consecuencia del imperio de laespeculación y la financiarización de las economías por sobre laproducción y el trabajo. En este sentido, este Foro Internacionalbusca poner en el centro del debate la dignidad del hombre y delos pueblos de nuestra región y el mundo, destacando el valor de lapolítica como verdadera herramienta de emancipación democrática.Atravesamos un cambio de época. Una transformación profundade las realidades materiales y simbólicas del mundo ha hecho queeste nuevo siglo sea escenario de luchas y disputas por los caminosque debe seguir la humanidad. Hoy más que nunca la historia y lasideologías están vivas y plenas, desplegándose a lo largo y a loancho del planeta en constantes debates. Es por eso que dirigentessociales y políticos, intelectuales y líderes de dos continentes sereúnen para decir NO a las amenazas de restauración neoliberal,buscando fortalecer los horizontes de emancipación e igualdad quedeben guiar la vida de nuestros pueblos.Entre los días 12 y 14 de marzo de 2015, el Teatro Nacional Cervantesde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires será el escenario en que sellevarán a cabo mesas redondas, diálogos y clases magistrales defiguras connotadas del ámbito académico y político. Asimismo,durante esos días se realizarán actividades complementarias yentrevistas públicas en la TV Pública de Argentina.

Noam Chomsky EE.UU.

Cuauhtémoc Cárdenas México

Constanza Moreira Uruguay

Emir Sader BrasilPiedad Córdoba Colombia

Iñigo Errejón EspañaIgnacio Ramonet EspañaÁlvaro García Linera BoliviaNicolás Lynch PerúGabriela Montaño BoliviaGabriela Rivadeneira EcuadorLeonardo Boff BrasilGianni Vattimo ItaliaRené Ramírez EcuadorPaco Taibo México

Ticio Escobar ParaguayTania Sánchez EspañaMartina Anderson IrlandaPablo Iglesias EspañaCamila Vallejo Chile

Nidia Díaz El SalvadorMarisa Matias Portugal

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