Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano Nº 09 Reflexiones sobre las revoluciones...

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    Fernndes, Florestan. Reflexiones sobre las revoluciones interrumpidas. En publicacin:Cuadernos del Pensamiento Crtico Latinoamericano no. 9. Buenos Aires : CLACSO,Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Junio 2008

    Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/cuadernos/flores/florestan.pdf

    Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales de Amrica Latina y el Caribe de la Red CLACSOhttp://www.biblioteca.clacso.edu.ar/

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    REFLEXIONES SOBRE LAS REVOLUCIONES INTERRUMPIDAS *

    FLORESTAN FERNANDESSocilogo brasileo (1920-1995) Militante de las causas pblicas como la educacin gratuita y universal, las polticas afirmativas, la

    reforma agraria, su obra est siendo redescubierta por las nuevas generaciones de brasileos en las universidades y en losmovimientos populares, como el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) y la organizacin Consulta Popular. Autor, entre

    otras muchas obras, de:A etnologia e a sociologia no Brasil(1958); Fundamentos empricos da explicao sociolgica (1959);Mudanas sociais no Brasil(1960);A integrao do negro na sociedade de classes (1964); Sociedade de classes e

    subdesenvolvimento (1968);A investigao etnolgica no Brasil e outros ensaios (1975);A revoluo burguesa no Brasil(1975).

    El tema de las revoluciones paralizadas o frustradas ha vuelto a estar a la orden del da. Historiadores ysocilogos retoman el hilo de una reflexin cuyas races se encuentran en el siglo pasado, aunque las explicacionessean otras y a veces combinen la inquietud poltica, la insatisfaccin social y el refinamiento terico como sucede conlos aportes de Orlando Fals Borda,1 quien a lo largo de su carrera ha venido enfocando el tema de varias maneras, entrminos de la evolucin histrica de Colombia o de la situacin global de Amrica Latina.

    La historiografa marxista tambin se vincula a este debate terico. Al parecer, el emprendimiento ms ambicioso lollev a cabo Adolfo Gilly,2 que recurre a la teora de la revolucin permanente para describir y explicar la interrupcindel proceso revolucionario en Mxico. Junto con Cuba, Mxico tuvo la oportunidad histrica de una situacinrevolucionaria de dos vertientes: una burguesa y otra proletaria. Contrario de lo que sucedi en Cuba, en Mxico larevolucin se interrumpi en un nivel burgus. El mrito de la interpretacin de Gilly es que l no apela al concepto deinstitucionalizacin de la revolucin: el flujo se vio interrumpido pero podr renacer y crecer de otra forma histrica. Lacontraprueba de la precisin de su diagnstico es provista por Cuba, en donde la situacin revolucionaria global desatfuerzas sociales y polticas que profundizaron la disgregacin del orden existente y alejaron la reconstruccin de laeconoma, de la sociedad y del Estado.

    En esta breve incursin no pretendo realizar un balance bibliogrfico ni tampoco marcar lo que en varios pases deAmrica Latina se logr descubrir mediante la investigacin cientfica comprometida. Es sorprendente cunto se haavanzado, desde fines de la dcada de los cuarenta, en una obra consistente en la revisin de la explicacin de lahistoria, que no se ha unificado a la luz de una teora pero que llevado a resultados francamente convergentes yreforzado considerablemente una lnea de trabajo intelectual cuyos grandes pioneros han sido Jos Carlos Maritegui,Caio Prado Jnior y Sergio Bag. Mi objetivo es ms limitado, y consiste en indagar hasta dnde podra llegar latransformacin capitalista en pases que no han roto por completo con las formas coloniales de explotacin del trabajo yen los que las clases dominantes se han vuelto burguesas a travs y detrs del desarrollo del capitalismo. En la luchainterna por la sumisin de las clases subalternas que no eran propiamente clases, sino estamentos y castas, staspugnaban por convertir formas coloniales de propiedad en modos capitalistas de propiedad y de apropiacin social. Suxito engendr una transformacin capitalista peculiar, que no puede ser esclarecida en funcin de la disgregacin delmundo feudal en Europa. La historia no se repiti porque no haba razn para que eso pasara. Se trataba de otra

    historia: la del capitalismo en los pases de origen colonial.Hay aqu dos temas previos que no deben ser subestimados. Uno tiene que ver con el abuso de categorashistricas, y el otro con los paralelismos con la evolucin de los Estados Unidos. Tanto la tradicin liberal como la

    * El texto publicado en este Cuaderno es parte de la antologa Dominacin y desigualdad: el dilema social latinoamericano,organizada y presentada por Helosa Fernandes, editada por CLACSO Coediciones con Siglo del Hombre editores (Colombia, Julio2008) y PROMETEO editores (Buenos Aires, Agosto 2008). Originalmente publicado como Reflexes as revolues interrompidasen Florestan Fernandes, Poder e contrapoder na Amrica Latina, Rio de Janeiro, Zahar Editores, 1980, pp. 77-114.1 Orlando Fals Borda, La subversin en Colombia:visin del cambio social en la historia, Bogot, Departamento de Sociologa de laUniversidad Nacional y Ediciones Tercer Mundo, 1967, y Las revoluciones inconclusas en Amrica Latina: 1809-1968, Mxico, SigloXXI, 1968.2 Adolfo Gilly, La revolucin interrumpida. Mxico, 1910-1920: una guerra campesina por la tierra y el poder, Mxico, Ediciones ElCaballito, 1971.

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    tradicin marxista fomentan abusos evidentes en el empleo de categoras histricas. No me propongo discutir un tema

    tan amplio y complejo en estas notas. Apenas me gustara decirles a quienes se consideran marxistas que, si pretendenimitar a Marx, deben hacerlo con grandeza cientfica. Recuerden que l (al igual que Engels) no trabajaba con purasabstracciones. Acurdense, sobre todo, del cruce concreto entre determinaciones generales y particulares, por lo cual eltodo del anlisis materialista-dialctico no comporta una simplificacin conceptual, ni una reduccin emprica, ni unaabstraccin desintegradora. Recuerden que las explicaciones contenidas en El Capital no son el otro lado ni secontraponen a las explicaciones contenidas en Las luchas de clases en Francia o en El 18 Brumario. El mismo mtodode construccin emprica y de explicacin lgica est presente en todos esos trabajos, y no se es marxista por la mitad,extrayendo un poco de aqu y otro poco de all, de acuerdo con las conveniencias del ensayista. Es fcil transferir ideas,pero no se puede transferir la transformacin de lo real: si una clase ha alcanzado o no su desarrollo completo y su formapura, si estn o no dadas las condiciones para que la burguesa (o una fraccin de ella) pueda realizar esto o aquello. Endefinitiva, ser marxista no es una cuestin de mana filosfica y no se puede, con ese fundamento, proyectar sobre eldato realcategoras abstractas o dinamismos histricos hacia los cuales l puede tender (o debera corresponder) si

    la periferia del mundo capitalista fuera una mera repeticin del espacio central.Por su parte, los Estados Unidos tambin tiene un origen colonial. Sin embargo, desde su formacin como colonia seconstituyeron all dos universos histricos distintos, vinculados entre s por el destino colonial, aunque opuestos de formadiferente a la situacin colonial, a la metrpoli y a la dominacin del capital. Por lo tanto, cuando se dio la ruptura con lametrpoli, uno de los universos sirvi de base para una autntica autonomizacin nacionalizadora del desarrollocapitalista. Tal condicin no ocurri en el resto de las Amricas y sera vano suponer que el desarrollo capitalista generapor s mismo automatismos de clase que, tarde o temprano, conducen a las clases burguesas hacia ciertas compulsionesautonomistas e imperialistas. En el resto de las Amricas el capital mercantil qued atado a ciertas rbitas histricas yello es decisivo para establecer determinadas evoluciones tpicas del capitalismo colonial hacia el capitalismoneocolonial y hacia el capitalismo dependiente. Las burguesas que surgieron gracias a dichas evoluciones de lascuales ellas tambin fueron sus agentes histricos tuvieron sueos de grandeza, pero nunca tuvieron los contenidosni las dimensiones de quienes alimentaron la utopa capitalista de los padres fundadores de la Repblica del Norte.

    La interrupcin de las revoluciones se presenta como un fenmeno poltico repetitivo. Con frecuencia, se podradecir, entra en juego el mismo abortamiento de la revolucin burguesa. La base econmica y social del desarrollocapitalista hace que, en la gran mayora de los pases de Amrica Latina, los estratos burgueses sean muy dbiles, tantoen su presencia como en su capacidad de decisin. En sntesis, las condiciones objetivas de la transformacincapitalista son demasiado dbiles y discontinuas como para alimentar cambios constantes en sus condicionessubjetivas. La bsqueda de las ventajas del pequeo nmero sufre una erosin destructiva, en trminos de lamentalidad capitalista, e impulsa colectivamente a la burguesa a privilegiar sus relaciones con el mercado mundial, afortalecer unilateralmente suposicin de podery a evitar riesgos que podran ser transferidos a los socios externos y ala colectividad, por la mediacin del mercado externo, de la dominacin paternalista o del Estado. Como consecuencia,en la mayora de los pases el perodo de transicin neocolonial es muy prolongado, y en ellos el Estado capitalistaconstituye una factora ampliada a travs de la cual verdaderas burguesas compradoras utilizan el monopolio del poderpoltico como elemento de trueque en las transacciones mercantiles con el exterior. Por su parte, en los pocos pases enlos que esto no sucede, las clases burguesas segregan ms o menos (a veces casi por completo) al Estado de la Nacin,tomando a travs del primero decisiones polticas en nombre de la segunda, lo cual provoca una extrema exacerbacindel elemento poltico inherente al capitalismo y retira de la transformacin capitalista, en escala variable, el potencial depresin de las clases trabajadoras. Por lo tanto, desde una perspectiva externa superficial, todo parece igual o gris enAmrica Latina, y el cambio social progresivo aunque surja de situaciones revolucionarias parece un factor derefuerzo del statu quo.

    Una visin como sta corre el riesgo de ser entendida como caricaturesca y, al mismo tiempo, como muy severa.La misma es ambas cosas a la vez, pero no por ello menos verdadera La caricatura reproduce los rasgos tpicos msesenciales del objeto representado. Despus de 40 aos de experiencia concreta como socilogo, he llegado a laconclusin de que slo el mximo de severidad le otorga al observador un mnimo de objetividad. El dilema, para m, noes ste, sino que el mismo se encuentra en el nmero de temas que sera preciso enfrentar para proceder a una

    evaluacin correcta del significado sociolgico y poltico de las revoluciones interrumpidas. Empezando por el hecho de

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    que las mismas no son interrumpidas para los estratos ms privilegiados de las clases dominantes (incluyendo en stas

    a los socios externos involucrados y los intereses imperiales de las respectivas naciones). El circuito de la revolucin esinterrumpido en el nivel a partir del cual sus dividendos seran compartidos, ya sea con los menos iguales de las clasesdominantes o con los de abajo. La interrupcin slo se hace evidente por medio de un artificio comparativo: lo quesucedi en casos anlogos en los pases centrales y lo que sucedera si De hecho, el radio de esas revoluciones estan pequeo que sera una anomala que las mismas transcurrieran de otra manera. He aqu mi dilema: si quisieraenfrentar el tema seriamente tendra que escribir un libro, no un pequeo artculo: tal es el nmero de cuestiones noresueltas o mal resueltas que debera enfrentar. Por ejemplo, el perodo colonial parece muy lejano, el pasado remoto;sin embargo, el mismo est vivo y acta, y no slo en Amrica Latina. Tomemos como punto de referencia el grado dedeshumanizacin de la persona. Cmo explicar el Ku Klux Klan en los Estados Unidos si no es a travs de lapersistencia de una deshumanizacin, de porte y de estndar coloniales, de la persona? El negro no es ms elenemigo pblico del orden de la poca esclavista y del perodo de transicin hacia el trabajo libre. No obstante, laseguridad de los blancos exige que semejante residuo colonialse reconstituya y se reproduzca en nuevas condiciones

    de vida. Otro ejemplo: el pasaje del estamento y de la casta hacia la clase, ms o menos definido, por lo menos en lospases que tienen un mercado interno extenso, un sector urbano-comercial consolidado (o dinmico) y algn potencialindustrializador floreciente. Los que no siguen el ejemplo de Marx y Engels y de la tradicin sociolgica europea nisiquiera se plantean este problema. Sin embargo, la disgregacin del orden social no se dio de la misma manera entodas partes y, casi como regla, el perodo de transicin neocolonial (en el que el mismo no se estabiliz) les confiri alas formas econmicas y sociales coloniales un flujo ms fuerte. Era normal, pues entonces surgieron las condicioneshistricas que posibilitaban, antes del colapso, el florecimiento de tales formas econmicas y sociales. Un ltimo ejemplo:el carcter restricto o meramente poltico de tales revoluciones. stas se encierran en el vrtice de la sociedad y, dentrode ese vrtice, mientras el rgimen de clases sociales no estuviera expandido en funcin del grado y de la forma dedesarrollo capitalista, los conflictos de los estamentos dominantes tendran que resolverse por composicin (a veces porcomposicin regulada, como suceda con el poder moderador en Brasil) de los ms iguales. Para que ocurriera locontrario sera necesario que la sociedad civil se encontrara ms diferenciada y que los de abajo tuvieran alguna voz

    poltica institucionalizada. Las revoluciones meramente polticas tenan, por lo tanto, una naturaleza ntima que reflejabala organizacin de la economa, de la sociedad y del poder. Cmo se podran tratar aqu todos esos temas (y otros,igualmente importantes, que no han sido mencionados)?

    Todo escrito implica una complicidad entre el autor y el lector. Me ha parecido justo definir los trminos de esacomplicidad. A travs de una excursin sumaria por ciertos temas estratgicos, me parece oportuno que el lectorconcluya, no importa si a favor o en contra de mis argumentos, cul ser su ruta de entendimiento del tema. No veomucha dificultad en seleccionar los temas estratgicos. Considero que son cuatro: el problema de la descolonizacin, loslmites de la transformacin capitalista, las lecciones de Cuba y determinar quin se aprovecha de las contradiccionesen la lucha de clases.

    Constituye una tradicin afirmar que la rbita colonial se ha extinguido. Cuando mucho, se admite que han quedadoalgunos vestigios en los pases ms pobres y ms atrasados de Amrica Latina. En los otros, que no son muchos,tales cuestiones slo apareceran en ciertos tipos de conducta (como el mangoneo) o con referencia a ciertascondiciones de vida localizadas (por ejemplo, entre indgenas o en las poblaciones carenciadas). Nunca se plantea lacuestin central: qu ingresa en el circuito de la descolonizacin cuando sta es obra histrica de las elites econmicasy militares de los estamentos dominantes? Y qu es condenado a permanecer de manera perpetua fuera de ladescolonizacin para que las clases burguesas emergentes puedan controlar el cambio social progresivo sin arriesgartanto su supremaca social en lo que respecta a su monopolio del poder poltico?

    Tambin es una tradicin establecer un paralelismo tcito entre la transformacin capitalista corriente (o posibledentro del capitalismo neocolonial y del capitalismo dependiente) y la que tuvo lugar en algunos pases de Europa, ascomo en los Estados Unidos. Incluso sin poner en jaque ese paralelismo que nunca debera ser convertido en un modode ver la historia desde un palacio de espejos, existen reglas de investigacin precisas que exigen que al menos seconsideren diferencias relacionadas con la forma del desarrollo capitalista y con el grado de desarrollo capitalista. Undesarrollo capitalista transformado en satlite no lanza a la arena poltica a una burguesa conquistadora; un desarrollo

    capitalista con baja industrializacin o con una industrializacin masiva incipiente no cuenta, de inmediato, con un

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    proletariado independiente. Los elementos objetivos y subjetivos de transformacin capitalista imponen, pues, una

    orientacin para arribar a una solucin histrica objetiva.La Revolucin Cubana ha separado el pasado del presente. Ella no slo se erige en un marco histrico, un divisorde aguas, sino que pone de manifiesto que la negacin del pasado se introduce como corriente histrica en el procesocivilizador de Amrica Latina. Qu representa esa revolucin como modelo opuesto de las revoluciones interrumpidas?Por qu, en el marco del capitalismo, los elementos dominantes, primero, y las clases dominantes, despus, nopudieron ir ms all del cambio social progresivo, cerrado por el egosmo de los dueos del poder o confinado al universode los ms iguales entre los iguales? Cualquier revolucin verdadera genera patrones propios de cambio social ypermite que se reconstruya el entendimiento del pasado reciente y remoto. Por qu no se han explorado estas dosdimensiones en el caso de Cuba, que al mismo tiempo ha modificado la calidad de la historia y la calidad de la concienciahistrica en Amrica Latina?

    Por ltimo, no es slo una tradicin sino tambin un lugar comn decir que las contradicciones sociales dinamizan lalucha de clases y son una especie de partera del futuro ideal. Ahora bien, esto no pasa de una mera verborragia vaca y

    de un mecanicismo barato. Las contradicciones reflejan la forma y el grado del desarrollo del capitalismo, as como larelacin recproca de clases sociales antagnicas. En la tradicin marxista lo adecuado sera preguntar si las clasestrabajadoras disponen o no de las condiciones objetivas y subjetivas para trabar, en nombre propio y en su provecho, lalucha de clases. Qu hacer para poner fin a las revoluciones interrumpidas del pasado remoto, del pasado reciente ydel presente? En las relaciones antagnicas de clases no son lajusticia socialni el criterio de equidad de los proletarioslos que determinan quin explotar estratgicamente las contradicciones percibidas y dinamizadas a travs de conflictosreales o simulados. Tenemos que enterrar el lugar comn en cuestin y orientar el pensamiento sociolgico contestatarioen la direccin opuesta, la nica que puede ayudar a los de abajo a tomar conciencia de las situaciones revolucionariasemergentes y a luchar por la profundizacin de la revolucin dentro del orden, o contra l.

    Esta introduccin podr parecer impertinente, o cuando menos excesiva para las proporciones del trabajo. No es esemi pensamiento. En el fondo, no tenemos cuatro subtemas sino cuatro problemticas que se unen en el arco implcito derevolucin / contrarrevolucin de las clases burguesas y estabilizacin represiva / revolucin de las clases trabajadoras.

    Lo esencial, cuando se piensa en la reflexin poltica del lector, es que ese arco se haga evidente y dirija su propio cursode imaginacin poltica contestataria. Lo que yo pueda decir es secundario frente a lo que el lector pueda representarsepor su cuenta y riesgo. Sin pretender condicionar esa colaboracin creadora, he sentido la necesidad de marcar bien laslneas negativas de tradiciones culturales y sofocantes que, a pesar de ello, pasan por cientficas y estimulantes. Mideseo ntimo es que el lector me supere, o por lo menos disponga de una base slida para compartir mi conviccin deque todas esas tradiciones deben ser enterradas, junto con el patrn histrico de las revoluciones interrumpidas. Pocoimporta que el texto subsiguiente no llegue ms all de lo que debera ser hecho. Mucho ms importa saber que lasalternancias de conciliacin y reforma traducen el conflicto crnico tanto del capitalismo neocolonial como delcapitalismo dependiente. Para destruir ese conflicto es necesario acabar con la conciliacin y con la reforma como algoque viene impuesto desde arriba y slo permanece arriba.

    EL PROBLEMA DE LA DESCOLONIZACIN

    La orientacin predominante en las clases privilegiadas de Amrica Latina consiste en confundir la disgregacin delantiguo rgimen colonial con la descolonizacin como proceso histrico-social. De esta manera se procede a unamistificacin que se desenvuelve, en mayor o menor grado, en todos los pases, pero que principalmente se manifiestade manera acentuada en los diversos pases que an se encuentran en el perodo de transicin neocolonial. Eldesengao se ha llevado a cabo, en trminos cientficos, a travs de la teora del colonialismo interno; en el plano de lalucha de clases y de la oposicin poltica articulada, la misma aparece bajo las banderas del combate al feudalismo, alas estructuras arcaicas de produccin, y sobre todo del antiimperialismo. Algo es mejor que nada! Sin embargo, lateora del colonialismo interno les concede a las clases dominantes una ventaja estratgica: ella descuida por dems lanecesidad de una investigacin rigurosa de las formas de estratificacin enlazada al capitalismo neocolonial y al

    capitalismo dependiente, y coloca a la lucha de clases propiamente dicha en un segundo plano, concentrando el impacto

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    sobre los efectos constructivos del cambio social espontneo, del desarrollismo y, en particular, de la secularizacin y de

    la racionalizacin inherentes a la expansin del urbanismo y del industrialismo. Por lo tanto, en aquello en lo que sepresenta como una teora crtica, la misma se polariza como una manifestacin intelectual del radicalismo burgus y delnacionalismo reformista. El combate poltico a los remanentes feudales o al feudalismo persistente y al imperialismo tieneun carcter de ruptura ms pronunciado. De hecho, el mismo se vincula con un intento de las vanguardias de izquierdapor informarse acerca de la dinamizacin de las transformaciones dentro del orden relacionadas con la revolucinburguesa (esas transformaciones fueron descritas en Europa como revoluciones y son las que marcan el avance de larevolucin burguesa: la revolucin agraria, la revolucin urbana, la revolucin industrial, la revolucin nacional y larevolucin democrtica). En trminos tcticos, el intento se detiene en el nivel de los conflictos que se dan en el seno delas clases dominantes: poner a las facciones de la burguesa estructuradas en la produccin latifundista y en el sector dela exportacin o insertas en la dominacin externa, en contra de las facciones estructuradas en la expansin del mercadointerno y de la industria. En consecuencia, sta no contribuye a adecuar la teora de las clases sociales y de la lucha declases a las condiciones concretas de los pases en situacin neocolonial o de capitalismo dependiente, y contribuye muy

    mal con la exposicin de las reivindicaciones de los trabajadores del campo y de la ciudad en un lenguajeespecficamente socialista y revolucionario. Por lo tanto, tambin ha desembocado en la rbita del reformismo burgus,aunque no se pueda subestimar su importancia en cuanto a la movilizacin poltica de sectores de la poblacin pobre ytrabajadora sistemticamente excluidos de la cultura cvica y de la sociedad civil, as como en lo que respecta a laimpregnacin nacionalista y radical-democrtica de algunos sectores de las clases medias o incluso de las clases altas.

    Lo grave es que elproblema de la descolonizacin no fue y contina no siendo planteado como y en tanto tal. Elmismo es diluido y desintegrado como si no existiera, y sustantivamente como si lo que importara fueran slo lasdebilidades congnitas del capitalismo neocolonial y del capitalismo dependiente. Sombart demostr que el capitalismopuede transformarse, agotando pocas bien marcadas y manteniendo, no obstante, espacio histrico y econmico parala supervivencia y la revitalizacin de formas superadas de produccin y de intercambio. Se podra pensar, desde lospases centrales, que stos seran nichos de formas arcaicas u obsoletas de capitalismo, funcionales a los arreglosmodernos y ms avanzados del desarrollo capitalista. Este razonamiento no se aplica del mismo modo a la periferia,

    principalmente a los pases que se encuentran en situaciones neocoloniales especficas o a los que, estando ensituaciones de capitalismo dependiente, no reciben de las economas centrales fuertes dinamismos de crecimientoeconmico o no pueden compatibilizar tales dinamismos con el crecimiento del mercado interno. Aqu, la descolonizacinconstituye una categora histrica enmascarada por la dominacin burguesa (tanto la nacional como la imperialista:ambas tienen intereses convergentes en crear ilusiones o mitos sociales). En lugar de un ataque abstracto alcolonialismo interno, a los elementos feudales parciales o globales y al imperialismo, convena darle nfasis a ladescolonizacin que no se realiza ni puede realizarse dentro del capitalismo neocolonial y del capitalismodependiente. He aqu el quid de la cuestin. Llevar la descolonizacin hasta sus ltimas consecuencias es una banderade lucha anloga a la revolucin nacional y a la revolucin democrtica y esa reivindicacin debera hacerse entrminos socialistas, aunque con vistas a la aceleracin de la revolucin burguesa. Parece evidente que ladescolonizacin no puede ser contenida en esos lmites y que, en la accin prctica, en lugar de acelerar la revolucinburguesa, fomenta la desestabilizacin y la evolucin de situaciones revolucionarias hasta puntos crticos. A pesar detodo, en la periferia el socialismo cumple la funcin de calibrar los dinamismos revolucionarios del orden existente por losproblemas y dilemas sociales que las burguesas no intentaron enfrentar y resolver, por no ser de su inters de clase enlas formas de desarrollo capitalista inherentes al semicolonialismo y a la dependencia.

    El punto crucial de la cuestin, en lo que se refiere a los pases en los cuales la vanguardia interna de la lucha contrael colonialismo era reclutada en los estratos ms privilegiados de los estamentos dominantes, es que dichos estamentosy sus elites no tenan ningn inters en revolucionar las estructuras sociales y econmicas vigentes, y, en cuanto a lasestructuras legales y polticas, slo queran modificarlas revolucionariamente de forma localizada: la independencia frentea la metrpoli, por un lado, y la plenitud poltica de su hegemona social en el plano interno, por el otro. Ya he tratado deexplicar ese proceso como una forma de autonomizacin poltica de los estamentos seoriales y de integracin de ladominacin estamental a escala nacional, con referencia a Brasil. En otros pases de Amrica Latina, las luchas por laindependencia y por la creacin del Estado nacional se desarrollaron en condiciones histricas diferentes pero

    estructuralmente homlogas. La independencia que se creaba era la de los estamentos privilegiados y, por su parte, el

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    Estado nacional independiente naca antes que la Nacin, como expresin de la voluntad colectiva y de los intereses de

    dominacin econmica, social y poltica de la gente vlida, es decir, como una manera de organizar la voz poltica de losdueos de hecho del poder y de dar continuidad a las estructuras de produccin y de exportacin previamente montadas.Esto significa que haba una reciprocidad fundamental en la situacin de intereses de los estamentos privilegiados y delas naciones centrales que reemplazaron a Espaa y Portugal a partir de la dominacin externa. De esa reciprocidadproceda el marco que la dominacin externa asuma como dominacin indirecta, independiente de estructuras legales ypolticas de dominacin, y como dominacin semicolonial, que se transformara gradualmente, en funcin de los ritmos yde la duracin del perodo de transicin neocolonial.

    Dos cosas merecen ser destacadas en esta breve exposicin. Primero, resultaba de primordial inters, para losestamentos privilegiados y para sus socios externos, mantener las formas de produccin existentes y explotarlas conmayor intensidad, en donde ello fuera posible. Antes de promover la sustitucin de ciertas tcnicas de produccin y delas formas de trabajo preexistentes, el orden del perodo de transicin buscaba crear el espacio histrico necesario paraque aquellas tcnicas y aquellas formas de trabajo pudieran rendir ms, es decir,producir, en la medida de lo posible, un

    excedente econmico mayor. Por lo tanto, las formas tpicamente coloniales no estaban condenadas a la desaparicin ya la superacin. Por el contrario, ellas deban funcionar como el fundamento material de la transformacin del capitalismocolonial en capitalismo neocolonial (lo que encerraba una diferencia notable en cuanto a la reorganizacin del mercado,la retencin de alcuotas de la riqueza nacional que no deban continuar siendo repartidas con la Corona y, dentro delcomplejo econmico colonial, la transferencia de tcnicas e instituciones sociales nuevas, as como la construccin delsector nuevo de la economa, que debera transformar el patrn neocolonial de crecimiento econmico en satlite). Setrata, como se ve, de un giro en la transformacin del capital mercantil, que deba cumplir funciones antiguas dentro decondiciones histricas nuevas y crecer en el sentido de saturar nuevas funciones econmicas, nacidas de laincorporacin directa de las economas latinoamericanas en el mercado mundial y de la inclusin de los estamentosseoriales e intermedios en el nuevo entramado de negocios, abierto por el sector nuevo (en algunos pases encrecimiento ms o menos rpido). Todo ello significa una cosa: el anticolonialismo de los estratos privilegiados slo eraintenso y fervoroso en un punto, el de la conquista de la condicin legal y poltica de dueos del poder. En los dems

    puntos, los intereses ms avanzados y profundos exigan el CONGELAMIENTO DE LA DESCOLONIZACIN. Congelar ladescolonizacin constitua no slo un prerrequisito estructural y dinmico de la defensa del orden, del combate a laanarqua, de la preservacin de la propiedad, etc., sino que era el requisito nmero uno de la nueva articulacin entrelos estamentos seoriales y los estamentos intermedios en ascensin potencial con los centros de dominacineconmica externa, es decir, literalmente, del patrn neocolonial de crecimiento del capitalismo. Por lo tanto, la gentevlida se lanz tanto contra las manifestaciones de inconformismo de la plebe como contra el idealismo nacional-liberador de los exponentes civiles y militares de las luchas por la independencia.

    El otro asunto que cabe destacar preliminarmente es el del sustento de la solucin poltica encontrada para lafinanciacin de ese patrn de desarrollo capitalista. Como se dice hoy en da, los costos deberan ser descargados enlos agentes directos o indirectos, centrales o marginales, de las formas de produccin y de trabajo preexistentes. Loseconomistas usan un lenguaje ambiguo: hablan de modelo agrario-exportador, y con ello dejan en penumbras a laexpoliacin real llevada a cabo de modo desigual por los agentes del capital mercantil interno (del campo y de la ciudad)y externo. Ese modelo sera impracticable si los costos operativos fueran, de hecho, fijados por los mecanismos delmercado. Quienes entraban en el mercado y tenan el privilegio de llamarse agentes productivos tambin tenan elprivilegio econmico, social y poltico de excluir a los verdaderos agentes de la produccin (esclavos, libertos,trabajadores semilibres) del propio mercado. Como dira Max Weber, stos no pasaban por el mercado, y por lo tanto nose clasificaban a partir del mismo ni contaban, en consecuencia, social ni polticamente. El clculo econmico racional,intrnseco a esa mentalidad capitalista, forjaba una expoliacin global equivalente a la expoliacin colonial y fundada enformas de propiedad coloniales que slo seran abolidas legalmente en forma renuente y socialmente encontraran unacontinuidad infinita (aunque en algunos pases el proceso haya sido relativamente rpido, por lo menos en el plano legal).Los ritmos ms veloces acabaron dependiendo de la expansin y de la vitalidad del mercado, por lo menos en lo querespecta a ciertas ciudades ms importantes, productoras de satlites (como el clebre caso de Buenos Aires), pero sinafectar el doble carcter del nuevo patrn emergente y en consolidacin de desarrollo econmico: subordinado a los

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    centros estratgicos de la economa mundial y prcticamente extorsivo en cuanto a la masa de la poblacin pobre y

    trabajadora, independientemente de su condicin civil formal.Esa situacin histrica, descrita muy sumariamente, es tan decisiva para la Amrica Latina moderna como lo es elperodo formativo colonial. De hecho, en ella se forja una persistente tendencia estructural, descrita eufemsticamente porlos cientficos sociales como de expoliacin del campo por la ciudad, y tambin una fuerte propensin histrica alenvilecimiento del trabajo y del trabajador. En los pases en los que la transicin neocolonial no fue prolongada oultraprolongada, la primera tendencia no desapareci con la implementacin del capitalismo dependiente. Por elcontrario, el crecimiento del mercado interno, la expansin de las ciudades y de sus funciones urbano-comerciales, laindustrializacin y el propio crecimiento del aparato del Estado y la diferenciacin de sus funciones extrapolticas(especialmente las econmicas) han dependido en gran medida del congelamiento de la descolonizacin. La cuestin hasido planteada en trminos de conversin del excedente econmico de los empresarios agrarios en inversiones en elsector urbano-comercial e industrial posibilitadas por el subdesarrollo del campo (principalmente cuando se traducen losprecios de los alimentos bsicos en costo de trabajo). Pero el subdesarrollo del campo no constituye una realidad

    histrica universal y homognea. El mismo no afect a los estamentos seoriales, no perjudic la transformacin de laaristocracia agraria en burguesa rural ni ha excluido (tanto en el pasado como en el presente) a la legin deintermediarios (que especulan lucrativamente con los productos primarios) de la sociedad civil. sta se desplom,unilateralmente, sobre el hombre pobre del campo, convertido en trabajador semilibre de modo permanente. Del sectorrural no proviene una resistencia poltica articulada contra la reproduccin indefinida de esa tendencia, por un motivo muysimple: quienes son directamente privilegiados por el congelamiento de la descolonizacin tienen ms inters endefender la continuidad del statu quo que en combatir los prejuicios coyunturales que puedan resultar de la variacin desu posicin en el prorrateo de la masa de plusvala (o de excedente econmico, si se quisiera describir el proceso deesta manera) por las clases burguesas. Los indirectamente privilegiados, como los comerciantes, los industriales o losbanqueros, saben que el pas no puede financiar su desarrollo de otra manera Los economistas usan un lenguajediscreto y pueden hablar de transferencia de costos de industrializacin, por ejemplo, del sector urbano hacia el sectorrural. En realidad, tanto el capitalismo neocolonial como el capitalismo dependiente exigen la reparticin desigual, que

    convierte al desheredado de la tierra en un nuevo paria social.La tendencia al envilecimiento del trabajo y del trabajador podra ser corregida por la incorporacin de las faenas

    rurales al mercado o, indirectamente, por el desvo de una gran masa de trabajo del sector rural hacia el urbano. Esasvariaciones no ocurrieron en los pases en los que la situacin neocolonial se prolong indefinidamente, y se presentaronde modo dbil en los pases que lograron absorber las transformaciones inherentes al capitalismo dependiente. En esospases, slo tardamente la universalizacin del mercado de trabajo alcanz al campo, si bien lo ha hecho de modoparcial y deformado, ya que siempre persista, de algn modo, el residuo colonial en la esfera del trabajo agrario. Esobvio que el principal efecto de esa tendencia histrica afecta a la masa de los trabajadores agrarios, excluidos delmercado o que pasan por el mercado de manera asistemtica: a la exclusin econmica parcial o total corresponde laexclusin de todos los derechos y garantas sociales tpicos de la sociedad burguesa. Por lo tanto, los trminos de laecuacin son la exclusin de la posibilidad de organizarse como clase en s, de un desarrollo como clase independiente yde la capacidad legal o de hecho para la lucha de clases. Esa es la base morfolgica no slo de la deshumanizacin dela persona del trabajador agrcola, sino tambin del empleo sistemtico de tcnicas sociales paternalistas, legales opolicial-militares destinadas a convertir la exclusin parcial o total en capitulacin pasiva y en apata provocada y dirigidadesde arriba. La dualidad tica, infiltrada de esta forma en las relaciones de dominacin, excluye a los de abajo de lacondicin de miembros de nuestro grupo, y los metamorfosea en enemigos reales o potenciales del orden y en genteque necesita coercin para vivir dentro de la lnea. Adems, los efectos indirectos son igualmente calamitosos. Por unlado, esa masa de poblacin pobre constituye el semillero interior del reclutamiento del trabajo libre. Al proletarizarse, loscomponentes de esa poblacin encaran este proceso como promocin social (y aqulla es, de hecho, una promocin,pues involucra la clasificacin dentro del orden, a corto o mediano plazo). Esos candidatos rsticos al trabajo libre estnlistos para aceptar las peores manipulaciones represivas y deben pasar por un entrenamiento y por una socializacincomplejos para adquirir la naturaleza humana y la concepcin del mundo del trabajador libre como categora histrica.Por otro lado, la exclusin parcial o total y la apata provocada retiran al grueso de la poblacin de los conflictos ms o

    menos estratgicos en las relaciones de las clases asalariadas con las clases burguesas. Aqullas dejan de tener un

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    punto de apoyo estructural en las confrontaciones con los dueos del poder en la fbrica, en los barrios, en los

    sindicatos, en las manifestaciones pblicas. Cualquiera sea el inconformismo del pueblo, ste no se convierte en fuerzapoltica y no fortalece el poder de presin de las clases obreras, que quedan aisladas. O si no, la falta de alternativas delproletariado urbano-industrial lo lanza a los brazos de la demagogia de estratos burgueses pseudopopulistas,completndose, de esa manera, el circuito del aplastamiento del hombre pobre del campo y de la ciudad.

    Puede parecer que las pinturas del cuadro descrito son demasiado sombras. En realidad, ese cuadro correspondepor completo a los pases que se encuentran en una situacin neocolonial y, casi por completo, a los pases en los que elcapitalismo dependiente cuenta con un mercado interno de bajo dinamismo y con una industrializacin incipiente ointersticial. Aun as, la facilidad con que la contrarrevolucin burguesa llev a la implementacin de las dictadurasmilitares, a un Estado autocrtico-burgus de contornos bien definidos y a una mayor imperializacin de las economaslatinoamericanas ms avanzadas, comprueba que el cuadro tambin se aplica a los antiguos baluartes del radicalismoburgus, como Argentina, Uruguay o Chile. Ese cuadro es importante para poner a la interrupcin de la revolucinburguesa en su lugar: las reformas tpicamente burguesas son reversibles o un juego de apariencias. Tomemos la

    reforma agraria en Mxico: las oscilaciones y los retrocesos habran sido imposibles si los campesinos y las poblacionesindgenas hubieran dispuesto de medios organizados de lucha de clases. Las clases burguesas no tendran cmo anularlas reformas o las transformaciones en el campo, tomando con una de las manos lo que se haban visto obligadas aentregar con la otra. En definitiva, no tendran la libertad de congelar el espacio histrico o de manipular a su antojo elespacio poltico. O si no, tomemos el paradigma actual de la democracia burguesa: qu representa la riqueza deVenezuela para las clases subalternas y destituidas? Por dnde pasan las reformas tpicamente burguesas en ese pas,despus de que el petrleo garantizara un nuevo tipo de afluencia a las clases burguesas? El ejemplo ms dramtico, noobstante, es el de Chile. He visto a los campesinos descender en masa de los trenes en Concepcin, marcharorganizadamente por la ciudad y crear un bramido colectivo de esperanza en el futuro. Enseguida, pude ver cmo el arcose curvaba desde la contrarrevolucin burguesa y desde la contrainsurgencia de las naciones capitalistas centrales,dirigidas por los Estados Unidos. Qu otra cosa indican esas situaciones histricas, a no ser que el desarrollo desigual ycombinado, en determinadas circunstancias, puede favorecer al polo que frena la historia y conduce el proceso poltico

    hacia atrs? Sin liberar a las masas rurales de la servidumbre disfrazada y a los trabajadores agrcolas de la condicinreal de trabajadores semilibres, el rgimen de clases sociales no tiene manera de funcionar normal y constructivamente,porque no es el desarrollo capitalista por s mismo el que fomenta la revolucin democrtica, la revolucin nacional ylas otras reformas capitalistas. Si las clases trabajadoras no son capaces de unirse y de impedir las regresiones, eldesarrollo capitalista puede operar al revs, acelerando el enriquecimiento lcito e ilcito de las clases burguesasnacionales y extranjeras.

    La moraleja de esta historia se hace evidente: el congelamiento de la descolonizacin constituye una ventajaestratgica para la burguesa en la lucha de clases, pues otorga una supremaca permanente a las clases poseedoras, asus estratos dominantes y a sus elites polticas. Ellos no son perjudicados, sino ms bien extremadamente favorecidospor los efectos negativos y destructivos de tal congelamiento. Pueden, incluso, realizar seudorreformas y usar lademagogia ms descarada o la propaganda pura y simple, y aun as amarrar a su vagn poltico a amplios sectores delas masas populares como si fueran autmatas. Por otro lado, si stas avanzan por dentro de la transformacincapitalista y tratan de imponerles a las clases burguesas las reformas ms urgentes para sanearel desarrollo capitalista,y llegan a crear, de esta manera, una situacin prerrevolucionaria o revolucionaria (dentro del orden), an queda elrecurso fcil de la violencia armada. La funcin del congelamiento de la descolonizacin es exactamente sa, en laestrategia de la lucha de clases de los dueos del poder. Alternativamente, est claro que las sociedadeslatinoamericanas son poco seguras. La desestabilizacin, palabra clave de la contrainsurgencia, est siempregolpeando las puertas del Estado capitalista dbil: ste no cuenta con el apoyo de la Nacin, sino slo de la parte de lasociedad civil que constituye la Nacin del capital. Cualquier desplazamiento en el sistema de opresin y de represinengendra una oportunidad histrica e incluso sin las condiciones de lucha de clases organizada, los de abajoirrumpen en la historia. sta es la otra cara de la moneda de la ley del desarrollo desigual y combinado. Hasta elpresente, esa ley slo ha funcionado en Cuba; sin embargo, la prueba fue crucial. Las clases desposedas avanzaron tanlejos como los revolucionarios y continan exigiendo ms, pues la revolucin es permanente. No obstante, las

    condiciones de atraso (es decir, las proporciones en las cuales la descolonizacin sofocada trabaja contra la masa

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    mayor de la poblacin desposeda) aconsejan una lucha sin cuartel por la movilizacin de esa masa, por su organizacin

    en clases sociales y por el desarrollo de las mismas como clases independientes. Es fundamental que su nivel decompromiso poltico quede ms o menos dentro del orden y de las reformas burguesas, especialmente si las clasesdominantes demuestran estatura poltica para salir de la presente estabilizacin por la miseria y por la opresin. Sinembargo, slo ese hecho ya sera una alteracin monumental. Porque en ese momento, un amplio sector de lassociedades nacionales entrar en el juego poltico activo, consciente y organizadamente, y podr elegir entre lasopciones capitalistas de la burguesa y las opciones socialistas de la vanguardia del proletariado.

    LOS LMITES DE LA TRANSFORMACIN CAPITALISTA

    Durante mucho tiempo prevaleci la idea de que el desarrollo capitalista poda producir resultados similares encualquier parte, dependiendo del perodo en el que se encontrara y de su potencialidad de maduracin o de alcanzaruna forma pura. Esta ilusin podra ser mantenida incuestionablemente en algunos pases de Europa y fue

    ampliamente compartida en los Estados Unidos; su difusin form parte del proceso de colonizacin, de transferencia dela ideologa dominante en las naciones capitalistas hegemnicas, y se fortaleci con el crecimiento controlado desdeafuera de la modernizacin. El historicismo, aun dentro de la economa, no contribuy a atenuar la vitalidad de dichailusin, porque l mismo constitua una respuesta burguesa a los productos finales del progreso, forjado por la civilizacinmoderna. En las corrientes revolucionarias del socialismo, la cuestin no se planteaba de la misma manera, pues elesplendor de la civilizacin moderna se ha debido, entre otras cosas, a la explotacin de los pueblos coloniales. Sinembargo, por aqu penetraba una ilusin moderada: se supona que aquella civilizacin, que les llevaba a los pueblosatrasados o dbiles los grilletes de la esclavitud econmica, obtendra la posesin de los mismos pueblos y losayudara a destruir a sus verdugos. Recin con la modificacin del modelo de desarrollo del capitalismo, cuando ladominacin financiera e imperialista se definen en toda su extensin y profundidad, los tericos del socialismorevolucionario pusieron en ecuacin las respuestas correctas, aunque la demostracin de que las nuevas corrientes de lahistoria no estaban totalmente atadas a los determinismos de los macrodinamismos de la civilizacin capitalista an

    dependiera de las revoluciones proletarias. Aqullos tendran que manifestarse, pero de formas y segn cuadroshistricos que no eran determinados desde las naciones ms poderosas del capitalismo avanzado.

    No tendra sentido dedicarle aqu un espacio mayor a este aspecto del tema. Lo que importa sealar es que lareferida ilusin cumpla una funcin histrica clara en la periferia del mundo capitalista, cualquiera fuese su perodo en elproceso de colonialismo y de modernizacin controlada. Aqulla abra las rupturas a la luz de un orden ideal, que seconstruira gracias al y a travs del mismo desarrollo capitalista y del modo de compartir el patrn de civilizacin quelo haca posible. Este orden ideal contena un significado constructivo, ya que fomentaba las rebeliones idealistas (y, aveces, espiritualistas) de los sectores ms inquietos de las elites de las clases dominantes de los pases perifricos; nopocas veces se han producido conflictos con presiones de abajo, que han comprometido la insatisfaccin de grandesmasas humanas. No obstante, donde las mismas elites de los estamentos dominantes controlaron el proceso de rupturacon el colonialismo, esto no podra suceder las rupturas ms profundas fueron arrojadas hacia un futuro remoto, haciauna poca en la cual las rebeliones tendran que nacer de los propios movimientos de masas y de las luchas declases, as que las tragedias de las naciones capitalistas centrales comenzaron a ser vividas, con atrasosconsiderables, como comedias de las naciones capitalistas perifricas. Pareca que el arranque providencialdependerade otro factor, como la prosperidad de la agricultura y el volumen de la exportacin, el orden jurdico, la organizacinnacional, la expansin de ciudades industriales y la industrializacin de porte, la educacin, la salud pblica, losgobiernos esclarecidos, la planificacin a escala nacional, el desarrollismo, la explotacin de las riquezas nacionales, losgobiernos fuertes modernizadores, una asociacin articulada con el imperialismo, etc. La gran ventaja de la ilusin esque la misma era una especie de hidra con muchas cabezas. Cuando una esperanza era degollada, enseguida surganotra u otras esperanzas como parte de un proceso de comunicacin selectiva, organizado en el exterior y graduado conel fin de vitalizar las ilusiones burguesas, algunas veces con recursos de los pobres pases perifricos, invertidos enorganismos internacionales, continentales o nacionales. Fuera de estos aspectos, la influencia psicocultural que estsiendo debatida provocaba efectos tiles. El ms importante consista en crear en las burguesas heternomas o

    dominadas una falsa conciencia social de autonoma universal (hacia adentro y hacia afuera). Varios emprendimientos se

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    hicieron posibles gracias a ese efecto de ilusin, hayan o no hayan sido realizados en colaboracin con intereses y

    fuerzas econmico-culturales externos. Otro fue designado por un ensayista brasileo, Oliveira Viana, como el idealismoconstitucional. Las ilusiones ayudaban a concebir el orden jurdico-poltico perfecto. Por supuesto, nada era hecho contotal seriedad (en trminos de autoafirmaciones que excedieran la situacin de intereses de las clases dominantes). Sinembargo, se abran resquicios para la difusin de ideales que tuvieran su significado en la polarizacin radical de lasgeneraciones jvenes y en el fomento de la inquietud social de las masas oprimidas. Por ltimo, se deben considerar lasincidencias humanitarias e iluministas, en la esfera de la educacin, de la difusin de valores democrticos, de lasalud pblica, del nacionalismo como fuerza suprema, etc. Los fracasos no deben impedir que se reconozca el terrenoganado. Grupos relativamente pequeos, pero con audiencia, se desprendan del monolitismo conservador y sededicaban a la defensa de una modernizacin hecha con ingredientes externos, pero concebida y madurada desdeadentro. Lo malo es que globalmente la ilusin se cerraba sobre s misma y no ayudaba a que las inteligencias crticas orebeldes se volvieran crticamente hacia la forma de desarrollo para que concentraran su afn modernizador o innovadoren la eleccin de medios posibles o accesibles. Tal era la confianza en que, a largo plazo, todos no estaran

    muertos: la revolucin burguesa se liberara de sus amarras histricas, rompiendo resistencias, carencias y obstculos,y hara que la periferia pudiera disfrutar la plenitud de la civilizacin moderna.El dilema econmico de Amrica Latina consiste en que esa ptica burguesa no cuestiona histricamente la forma

    del desarrollo capitalista, sino que se mira hacia el modelo vigente en determinado momento del desarrollo capitalista (ohacia un modelo idealizado, a travs del cual ciertas burguesas lograron su arranque industrial y la constitucin de unasociedad de clases capaz de contener y regular el antagonismo central entre el capital y el trabajo). Ahora bien, la formadel desarrollo permitira cuestionar lo que ya List haba descubierto: el pas o los pases ms fuertes tendran un controldel mercado mundial y ventajas crecientes en la acumulacin capitalista. Los pases que no pretendieran someterse acontroles externos coloniales y semicoloniales o que quisieran escapar a una dependencia econmica ruinosa tendranque luchar por su autonoma de desarrollo capitalista. Por su parte, los modelos de desarrollo podan ser compartidoscon las economas perifricas. En realidad, para que la colonizacin se realizara o para que la situacin neocolonial y lasituacin de dependencia produjeran frutos, resultaba imperioso compartir el modelo, por lo menos en la medida y en los

    lmites en que las economas coloniales, neocoloniales y dependientes tendran que encajarse en las estructuras y en losdinamismos econmicos del centro o de los centros dominantes. Ello no significaba que, en determinado momento,alcanzaran el desarrollo de dichos centros, lo igualaran y lo superaran. Porque, en las situaciones coloniales,neocoloniales y de dependencia, esto era imposible (y hasta el da de hoy, segn Baran, slo ha sucedido en los EstadosUnidos y en Japn, y por motivos que no son intrnsecos a esas situaciones y tienen que ver con la ruptura polticarespecto a ellas y su disgregacin deliberada, como parte del clculo econmico racional y de la razn poltica nacionalindependiente). Lo que ocurri en Amrica Latina, a escala universal, fue que los estamentos dominantes y privilegiadosprefirieron optarpor la lnea ms fcil de sus intereses y ventajas, dndoles prioridad total a las soluciones econmicasmontadas en el perodo colonial, con todas sus aberraciones. Hicieron el clebre gran negocio con referencia a lasrespectivas naciones en eclosin histrica, alinendose con Inglaterra o con otros pases para compartir con esoscentros la explotacin de sus propios pueblos. Hoy en da est de moda la palabra cooptacin y se podra decir,blandamente, que fueron cooptados desde afuera. Pero esto no sera verdad. En su horizonte intelectual, econmico ypoltico, las elites de esos estamentos no vean, colectivamente, en la Nacin independiente una salida histrica. sta fuearrojada hacia un futuro remoto y se empez a construir un mundo capitalista neocolonial (que, en unos pocos pases,sirvi de base para el florecimiento ulterior del capitalismo dependiente).

    Esto significa que el dilema econmico expresado a travs del capitalismo neocolonial y del capitalismo dependienteno fue un simple producto de las corrientes de la historia moderna. Los pases europeos (y ms tarde los EstadosUnidos) no impusieron nada que fuera inevitable. Las fuerzas movilizadas para luchar contra las dos metrpolis fuerondesmovilizadas por los sectores civiles y militares. Esto comenz a preocupar a aquellas elites de manera sustancial; fuecomo impedir que la herencia colonial se disgregara, se escabullera entre sus dedos. No se podr decir que tal opcintendra valor y vigencia para siempre. Sin embargo, hoy en da, bajo el capitalismo monopolista e imperialista, est claroque por s mismo el desarrollo capitalista no ofrecer nuevas alternativas a las naciones latinoamericanas que seencuentran en situacin neocolonial o en situacin de dependencia. Ellas podrn pasar por los perodos de las

    economas centrales y esto est ocurriendo en las principales economas y sociedades de la regin, pero esos

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    perodos no podrn reproducir los mismos efectos, porque el contexto histrico, la estructura de la economa, de la

    sociedad y del Estado, son diversos bajo la forma neocolonial o dependiente de desarrollo capitalista. Mxico, Argentina,Brasil, Uruguay y Chile, sin hablar de los pases que no han roto las barreras neocoloniales hasta hoy, por ejemplo,indican claramente todo esto. Cuando prematuramente la presin de abajo hacia arriba se intensific de modorevolucionario, la misma fue aniquilada, aplastada, y sirvi de pretexto para modalidades polticas de autodefensa de laburguesa que recuerdan la autocracia y el despotismo. Por otro lado, en la medida en que el perodo de la formacin delproletariado alcanz mayor madurez y trat de organizarse para desarrollarse como clase independiente, el proceso fuecontenido, interrumpido o interceptado por la violencia organizada. En consecuencia, las fuerzas sociales, que podranfuncionar como contrapeso y poner en la escena histrica el problema de la forma del desarrollo capitalista, ni siquierahan podido hacerlo. Las tenazas de la historia son cerradas por las manos de los hombres: los hombres que estn en elpoder, dentro de las empresas, de las instituciones sociales y del Estado, y que no ven otra cosa a no ser lo que puedenextraer del botn, aliados con socios de varias categoras sociales de adentro y de afuera.

    Por tal motivo, eleg el concepto de transformacin capitalista con el cual trabaja Lukcs, y puse el nfasis en los

    lmites que aqulla sufre inevitablemente. No quiero decir con esto que la revolucin burguesa haya fracasado, comoincluso piensan algunos cientficos sociales de reconocidos mritos, liberales o de izquierda. El punto ms grave, que seconfigur en las naciones latinoamericanas de mayor envergadura econmica, demogrfica y poltica, es que larevolucin burguesa acab definindose y desatndose por la cooperacin con el polo externo y a travs de iniciativasmodernizadoras valiosas, desencadenadas por el polo externo. El Estado autocrtico burgus (o como otros lo prefieren,el Estado neocolonial, o incluso Estado de seguridad nacional) acab siendo el eslabn mediador por el cual unarevolucin que dej de ser hecha por decisin histrica est caminando por la senda de la modernizacin dirigida yautocrtica y por la transformacin de estructuras previamente encauzadas o esterilizadas. En realidad, en la medida enque la forma del desarrollo capitalista no era tocada por los intereses mayores, el nuevo modelo de desarrollo capitalistatena que conducir en esa direccin. El mismo es internacionalizante por contingencia histrica (la lucha de vida o muertecon las naciones socialistas) y por su dinamismo interno (el capitalismo de la era del imperialismo, que tiende a unificar laautodefensa y la seguridad de la empresa mundial en la esfera de la produccin, del mercado y de las finanzas). Por lo

    tanto, la burguesa externa sacudi la apata y las ilusiones de progreso espontneo que tena la burguesa neocolonial ydependiente, y la revolucin burguesa se profundiz, literalmente, como una catstrofe histrica. La periferia verdaderadel capitalismo monopolista avanzado est siendo construida ahora, en nuestros das. La misma ser profundamentemodernizadora, provocar transformaciones nunca antes soadas de la economa industrial y de la sociedad de clases.Empero, para mantener el desarrollo desigual y combinado, en trminos de las ventajas estratgicas de las clasesburguesas, del centro y de la periferia, tendr que despojar a la revolucin burguesa de los atributos que han definido sugrandeza histrica en la evolucin de la civilizacin moderna.

    Desde esa perspectiva, la cuestin de los lmites de la transformacin capitalista se vuelve esencial. Al contrario delo que muchos piensan, las clases burguesas avanzan en dos direcciones simultneas, no se han detenido: aceleraron eldesarrollo capitalista de modo unilateral, tratando de quemar etapas como puedan y sin arriesgarse; buscaron unaarticulacin ms flexible y eficaz entre el capital interno, el capital externo y la actuacin del Estado. El primer puntomerece seria atencin. No es probable que los riesgos potenciales crecientes de la modernizacin tecnolgica, de laindustrializacin masiva y de la excesiva concentracin de los polos dinmicos no hayan sido tenidos en cuenta. Losavances en esa direccin slo quieren decir una cosa: las clases burguesas estn preparadas para enfrentar, de maneraescalonada, tales riesgos, y estn trabajando con ellos de la misma forma articulada y segn los dictmenes de lacooperacin internacional: la modernizacin institucional fue desplazada hacia esa rea y ya se puede percibir culesson las tendencias de su crecimiento, ya sea en los sindicatos, en las universidades y escuelas superiores, en losprogramas de mejora de la calidad de vida y de planificacin comunitaria, o en la actuacin de los partidos del centro yde los sectores conservadores de la Iglesia catlica. Dos fenmenos concomitantes pueden favorecer inmediatamenteesas tendencias: la formacin de una pequea burguesa laboriosa en la cresta del trabajo industrial calificado y losefectos directos o indirectos de la tecnologa de capital intensivo. El segundo punto ha sido observado de manera muysuperficial en las esferas del pensamiento crtico, terico o activista. Muchos dan por sentado que el conflicto sectorial deintereses o el antagonismo bsico entre el capital nacional y el capital extranjero impiden una accin coordinada de

    las clases burguesas. Y es generalizada la propensin a tomar en serio las reclamaciones de algunos estratos de la

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    burguesa con respecto al gigantismo econmico estatal. Es necesario poner las cosas en su lugar, en trminos de la

    situacin total. Desde ese ngulo, se percibe que existen dos movimientos simultneos y convergentes del capital: unoque proviene de las multinacionales y de las naciones capitalistas hegemnicas y se dirige hacia los pases huspedesclave, otro que sale de estos pases y va en sentido opuesto. Este movimiento constituye un movimiento histrico, y si nocrece y se consolida, el capitalismo se desintegrar con mayor rapidez. Por lo tanto, la articulacin y la cooperacinordenada de acuerdo con planes no son espordicas, sino que forman parte de la naturaleza ntima del capitalmonopolista en la fase actual. En consecuencia, el Estado y la Nacin no pierden su particularidad y su eficacia para lasclases burguesas. Pero ambos son colocados dentro de la estrategia global de la lucha contra el socialismo y de lanecesidad de crecimiento continuo. Qu representa esto para la periferia, particularmente para las naciones capitalistasneocoloniales y dependientes de Amrica Latina? Probablemente que la seguridad en bruto deber, a mediano plazo,ser reemplazada por seguridad consensuada, obtenida, si fuera preciso, sobre la base de la cooptacin generalizada deciertos segmentos de las clases medias y del proletariado. Las funciones legitimadoras del Estado capitalista deberncrecer, pero ese proceso nuevamente se volver contra los intereses de esas naciones y de sus mayoras pobres. Habr

    abundancia de televisores para suavizar los sacrificios y se recurrir ampliamente a la comunicacin cultural masivasofisticada para introducir algn tipo de compensacin visible en la calidad de vida. Sin embargo, a juzgar por losEstados Unidos, nos aguarda un perodo terrible y angustiante (si no se intenta o si se intenta sin xito revertir lastendencias histricas del capitalismo monopolista imperializado de las naciones capitalistas estratgicas de la periferia).

    A esa oportunidad histrica de las clases burguesas le corresponde (y no podra dejar de corresponderle), unaoportunidad histrica de las clases trabajadoras (incluso de sus sectores desposedos ms marginados). La revolucinburguesa atrasada provocar quiranlo o no las elites econmicas, polticas y militares de las clases burguesas unensanchamiento del espacio histrico de las clases trabajadoras y tendr que abrir un espacio poltico creciente, por lomenos para el arbitraje de divergencias entre el capital y el trabajo y para la maduracin de movimientos radicalestolerados (en realidad, estimulados como alternativas para desplazar a los jvenes de los conflictos ideolgicos y a losobreros de la lucha de clases). Por este camino se delinea una situacin histrica que tiene puntos de contacto con lasviejas sociedades industriales europeas. Los proletarios y los trabajadores del campo podrn tener un acceso cada vez

    mayor al uso libre de medios de organizacin que son tpicos del trabajo libre. Por lo tanto, el surgimiento y lamaduracin de la clase en sy el desarrollo independiente de la clase en s constituyen una realidad histrica ineludible.No se sabe a dnde nos llevar esto, pues bajo el desarrollo capitalista autosostenido (y con una base mvil de riqueza,robada a las colonias de varios tipos) las clases burguesas disponan de un espacio histrico y poltico para modificar susrelaciones con el movimiento obrero, sindical y socialista. Por otro lado, es imposible anticipar el comportamientocolectivo de las clases trabajadoras, cmo van a reaccionar al condicionamiento psicolgico en la industria y fuera deella. Por eso, es imposible evaluar cmo se relacionar el movimiento proletario en Amrica Latina con los cambiossociales progresivos en marcha, unos de tipo capitalista, otros de naturaleza socialista. El inmenso esfuerzo decooptacin externa, a travs de sindicatos, partidos y rganos de comunicacin masiva, podr o no producir losresultados esperados. Por otro lado, la formacin de una aristocracia obrera podr o no provocar efectos equivalentes alservilismo sindical. En realidad, lo esencial es que ste es un momento de opcin histrica para las clases trabajadoras ypara sus grupos o movimientos de vanguardia. La oportunidad que han tenido los estamentos seoriales o privilegiadosen las luchas contra la dominacin metropolitana y por la Independencia comienza a configurarse para los de abajo. Ellospodrn entrar en las corrientes histricas de defensa del capitalismo, engrosando las filas de la contrarrevolucin abiertao disimulada. Pero tambin podrn avanzar directamente en la direccin de las corrientes histricas de nuestra poca,que llevan al socialismo y a un nuevo patrn de civilizacin.

    Dadas las proporciones de la masa de desheredados y el carcter concentrador de la riqueza y de la participacincultural que el capitalismo monopolista est asumiendo en la periferia (por supuesto que la intensidad aterradora de laconcentracin por el momento es circunstancial, pero tambin es previsible que el capitalismo monopolista dependientenecesitar mucho tiempo para diluir la tendencia a la hiperconcentracin), lo que se puede imaginar es que las clasesburguesas enfrentan dificultades insuperables. Ellas no pueden repartir la torta entre el centro y la periferia y, dentro de laperiferia, entre apetitos tan diversos, y an contar con alternativas para superar histricamente el dilema econmico delcapitalismo en Amrica Latina. Es decir, el carcter de eslabones dbiles no slo se preserva, sino que se fortalece. El

    desarrollo desigual y combinado podr manifestarse dentro de un juego de apariencias ilusorio. A pesar de ello, los

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    polos insatisfechos tendern a salirse del camino y buscarn su propia trayectoria. Quienes buscan el consenso por la

    cooptacin y por la falsificacin de la realidad acabarn enfrentndose a la realidad cruda: una era de lucha de clases,que pondr a la violencia organizada al servicio de las clases trabajadoras del campo y de las ciudades. Aunque esa era,al principio, pueda ser compatibilizada con la reforma del capitalismo (como ya sucedi antes, bajo revolucionesburguesas clsicas), a mediano o a largo plazo ella tendr que saltar por sobre sus ejes menores, volverseanticapitalista primero y socialista despus.

    Los lmites de la transformacin capitalista, a pesar de la articulacin entre clases burguesas nacionales yextranjeras, tendern pues a escapar del control de la burguesa. En el marco de frustracin histrica secular de AmricaLatina y ante los conflictos de un capitalismo monopolista o neocolonial (que an est por nacer) o dependiente (puestoen marcha y creciendo en algunos pases clave) esa prdida de control podr convertirse, gradual o rpidamente, en unfactor de agravamiento de la lucha de clases y de disgregacin acelerada de la sociedad de clases capitalista. Esimperioso que las clases trabajadoras se preparen para enfrentar tales situaciones histricas que los sindicatos y lospartidos obreros, principalmente, realicen un movimiento simtrico al de las clases burguesas, intentando unificar sus

    fuerzas y crear una cooperacin efectiva a pesar de las divergencias, para trabar las batallas decisivas de acuerdo conuna estrategia propia y dentro de un escalonamiento que posibilite victorias sucesivas. De a poco, con el aumento delespacio histrico y poltico de las clases trabajadoras, las divergencias podrn fructificar sin debilitar a sus agentes. Porel momento, estamos frente al inicio de dicho proceso a pesar de Cuba, del cual dependern los lmites externosms profundos: el fin del colonialismo indirecto y el colapso del capitalismo salvaje.

    LAS LECCIONES DE CUBA

    En estas reflexiones, Cuba nos coloca frente a tres temas fundamentales: en ese pas, las orientaciones de losestamentos dominantes, en las luchas por la independencia, siguieron las lneas comunes de Amrica Latina: all seevidencian mejor (o de una forma en la que no fue posible que se evidenciaran en el resto de Amrica Latina) lastendencias centrfugas de la burguesa, su incapacidad total de desplazar la defensa del capitalismo a favor de la

    descolonizacin completa, de la revolucin democrtica y de la revolucin nacional; por ltimo, el camino recorrido porCuba demuestra que no son la pobreza, el subdesarrollo y la apata del pueblo los que convierten la miseria, lamarginacin sistemtica y la exclusin poltica de las masas en precondiciones del desarrollo econmico, sino laexplotacin capitalista dual, por la cual las clases dominantes internas y las naciones ms poderosas de la tierra seasocian en un brutal latrocinio sin fin. Quienes quieran conocer otros aspectos de la evolucin revolucionaria de Cuba yde su desarrollo socialista tendrn que recurrir a un libro anterior, en el cual intent trazar las etapas de profundizacinhistrica de la Revolucin Cubana.3

    El primer aspecto ofrece un inters menor, pero debido al hecho de que en Cuba la pgina de la historia se ha dadovuelta por completo, el mismo tiene un significado didctico concluyente. La posicin de los estamentos dominantes enlas revoluciones de 1868 y 1895 y su incapacidad de corresponder a la necesidad revolucionaria global se hacenevidentes de forma ostensiva. Ante la imposibilidad de contener la revolucin en el plano poltico, en las dos ocasionesaquellos estamentos se desplazaron hacia posiciones contemporizadoras y, finalmente, antinacionales y reaccionarias.En la guerra de 1868, favoreciendo la perpetuacin transformada del rgimen colonial espaol; en la guerra de 1895,favoreciendo una tutela neocolonial de los Estados Unidos, que exiga una amplia y prolongada colaboracin institucionalde las clases dirigentes cubanas. Lo que importa resaltar, para el caso, es que las estructuras econmicas y socialesforjadas por la economa de exportacin no identificaban los estratos econmicos y dirigentes con los intereses colectivosdel pueblo. Al levantar las banderas de la independencia y de la formacin de un Estado independiente, aquellos estratosslo completaran la revolucin poltica siestuvieran en condiciones de imponer su control militar y su autoridad poltica alas fuerzas revolucionarias de extraccin popular. Esta reflexin comparativa permite entender mejor qu sucedi, demanera reiterada, en el resto de Amrica Latina: en casi todas las situaciones, los estamentos privilegiados no tuvieronnecesidad de retroceder porque no se vieron bajo el riesgo probable de tener que llevar la revolucin ms lejos, hacia los

    3 Florestan Fernandes, Da guerrilha ao socialismo: a Revoluo Cubana, So Paulo, T. A. Queiroz, 1979. Al final del libro hay unabibliografa seleccionada sobre la Revolucin Cubana.

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    niveles econmico y social, si queran completar el ciclo de la transformacin de las estructuras de poder en el mbito de

    sus intereses particulares. El retroceso, por lo tanto, no presupone la inviabilidad de soluciones revolucionarias que nose concretaron. El mismo ilumina la historia: demuestra que, dentro del horizonte econmico y poltico de los estamentosdominantes, o la revolucin se conclua sin mayores consecuencias de reorganizacin de la economa y de la sociedad(interrumpindose a nivel poltico), o bien no se concluira (es decir, cualquier victoria posible, con base en la actividad delas masas populares y de lderes militares revolucionarios ms o menos autnomos, sera condenada al sabotaje). Espor este camino que se descorre todo el velo, que en otros pases qued retrado. Los estamentos privilegiadosaceptaron la revolucin para dar nacimiento a gobiernos bajo su control estricto, lo que provocaba que la transformacindel Estado se operara bajo una eclosin revolucionaria circunscripta. Sin embargo, el crecimiento de la Nacin fue, poresto mismo, deliberada y cuidadosamente disociado de la revolucin como proceso histrico-social. sta tendra quedarse de a poco, a lo largo de una evolucin conturbada, que llevara, en diferentes lugares, a los mismos interesesconservadores y antinacionales a solapar la formacin y la autonomizacin de la Nacin.

    El segundo aspecto es ms importante. Se podra preguntar: dadas las nuevas condiciones del desarrollo capitalista

    y la transformacin de los estamentos seoriales en clases burguesas, la historia no habra, finalmente, cambiado deeje? No les interesara, ms tarde, particularmente a las clases burguesas, corresponder al inters global de las otrasclases de llevar la revolucin nacional hasta el fin y hasta el fondo (y, con ella, soltar a las otras revolucionesconcomitantes)? Slo en Cuba esa posibilidad histrica se deline concretamente y slo por esa experiencia se puedeinferir tambin de forma concreta. Mientras les fue posible, las clases burguesas aprovecharon las oportunidadeshistricas, culturales y polticas del capitalismo neocolonial y se quedaron con la parte ms sucia en la produccin delbotn y del manejo de la Repblica mediada. Bajo el rgimen de Batista las cosas llegaron demasiado lejos y variossectores de la burguesa se desplazaron de sus posiciones. La oportunidad alternativa de una articulacin ms profundacon las fuerzas revolucionarias de la Nacin surgi concretamente. Pareca que, bajo el gobierno revolucionario, salidode la victoria de los guerrilleros, se consumara ese tipo de avance. Sin embargo, el mismo no se dio. Muchos reflexionansobre el asunto desde una perspectiva unilateral: los propios guerrilleros y la rapidez de la radicalizacin popularimpidieron esa evolucin. Ahora bien, es necesario plantear este argumento en su contexto histrico. A travs de los

    estratos de las clases medias y altas, que encontraron la respuesta en el movimiento revolucionario, la burguesa tuvo laoportunidadpero no la aprovech. Por qu? Evidentemente, porque no es una clase revolucionaria en las condicioneshistricas de Amrica Latina, porque defiende sus intereses de clase en trminos de su vinculacin con el capitalismoneocolonial y con el capitalismo dependiente, no siendo siquiera capaz de situarse en una posicin de clase quepermitiera conciliar aquellos intereses con la autonoma de la Nacin, la existencia de una democracia burguesa real y laextirpacin de formas subcapitalistas de explotacin humana.

    No fue la mala fe o el sabotaje de los guerrilleros lo que bloque a la burguesa cubana. sta no poda avanzar enla direccin necesaria porque estaba magnetizada por intereses capitalistas inmovilizantes que exigan la continuidad delstatu quo ante (es decir, colisionaban de manera frontal con la revolucin). Por su parte, la presin popular de fuerzasproletarias urbanas y agrarias no debe ser tomada como una maniobra contra la burguesa. La efervescencia de esasfuerzas marcaba el nivel de la historia, hasta donde la burguesa tendra que avanzar para realizar un trayectorevolucionario completo. La solucin por la fuerza bruta, a su favor, estaba excluida. El gobierno revolucionario, fiel a suscompromisos con la descolonizacin, con la implementacin de la democracia y con la independencia de la Nacin, legarantizaba eficacia poltica a la presin popular. Por lo tanto, la cuestin global no es la de una supuesta debilidad de laburguesa, sino que es, concretamente, de los marcos y del significado de la revolucin en Amrica Latina en esta pocahistrica. La bandera revolucionaria no podra quedar en manos de una burguesa que se plantaba obstinadamente en elmismo circuito histrico de la reaccin metropolitana de los Estados Unidos. Aqulla se haba desplazado hacia los deabajo, se encontraba en manos de las mismas masas populares que exigan que el gobierno revolucionario se lanzarainmediatamente a la reforma agraria y a la concrecin rpida de los dems fines de la Revolucin. Punto final. La pginade la historia se dio vuelta completamente, sin la colaboracin fructfera de la burguesa como tal. sta se haba agotadoporque la forma de desarrollo capitalista a la cual haba atado su destino y su capacidad de accin poltica no responda(como nunca respondi) a las exigencias de la situacin. Desde que el grueso de la poblacin (es decir, las clasesdesposedas y oprimidas) subi a la superficie y pudo exteriorizar para qu vena, la burguesa estaba fuera del juego, y

    con ella el poder imperial del cual haba sido ttere.

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    El tercer aspecto plantea, de hecho, el problema de la revolucin en el contexto histrico actual de Amrica Latina.

    Es un error pensar que la burguesa puede moverse con cierta libertad a travs de una posible reforma del capitalismo.La principal leccin de Cuba es esa. Este pas le muestra al resto de Amrica Latina cul es el camino que puede y debeser seguido en el presente, presumiblemente en condiciones diversas y mucho ms difciles. La revolucin burguesaatrasada tiene tres polos distintos: un fuerte polo econmico, financiero y tecnolgico internacional; un polo burgusnacional dispuesto a correr el riesgo de la profundizacin de la dependencia y lo suficientemente audaz como paraexplotar esa ltima va de la transformacin capitalista en las condiciones tan inhumanas de la regin; una formaabsolutista de Estado burgus, tan flexible como para hablar varios lenguajes polticos y tan fuerte como para oscilarrpidamente, al calor de las circunstancias, de la dictadura militar con respaldo civil hacia la democracia ritual conrespaldo militar. Esos tres polos tienen que relacionarse de modo mucho ms complejo que aquel que se evidenci enCuba bajo la Repblica ttere. A medida que la industrializacin masiva, la modernizacin acelerada y el desarrolloconcentrador se vayan liberando de los controles rgidos de los perodos de implementacin y de maduracin, susefectos, su significado global y todo el conjunto de polticas a las que aqullos responden tendrn que ser cuestionados.

    El dilogo sordo del diktat tendr que ser reemplazado, a veces ms rpidamente de lo que les gustara a las clasesburguesas, y por sobre las posibilidades de disuasin pacfica del Estado, por el dilogo verdadero. Por mayor que seala masificacin de la cultura poltica dirigida, las clases trabajadoras se harn cargo de los canales de dilogo verdaderoy el capitalismo reformado probar su inconsistencia bsica. La perspectiva ser la de una existencia dolorosa, con laRepblica ttere sujeta de manera permanente a varios endurecimientos sucesivos, a una escala ampliada con respectode lo que sucedi en Cuba desde el ascenso de Machado hasta la cada de Batista. Al recurrir a cambios de carcterrevolucionario, sin ser una clase revolucionaria, la burguesa acepta ese peligro extremo, mal evaluado por falta deperspectiva poltica. El inmediatismo es casi siempre ciego. ste lleva al clculo de que quien puede ms llora menos.Pero quien puede ms por algunos aos, o incluso por mucho tiempo, acaba por poder menos. Quien no crea en eserazonamiento que observe el desastre sufrido por la burguesa cubana y por los Estados Unidos desde 1959 hasta 1962,en la veloz evolucin de la Revolucin Cubana.

    Esta discusin puede parecer biased o ideolgicamente contaminada. De hecho, se corresponde positivamente

    con ciertos valores, con la explicitacin necesaria de intereses y de ideales polticos que comparto. Sin embargo, no fuiyo quien los puso en el centro de la historia. Sera absurdo pretender analizar una situacin histrica tan complejaignorando todas las fuerzas que excedan la defensa activa o violenta del orden. Ahora bien, todas las fuerzascontrarrevolucionarias y revolucionarias merecen ser tenidas en cuenta; ignorar estas ltimas equivale a no estarinteresado en el futuro La revolucin burguesa atrasada no tiene envergadura para enfrentar y resolver tareas que larevolucin burguesa clsica slo ha solucionado parcialmente, en Europa y en los Estados Unidos, en un contextohistrico producido en gran parte por el poder colectivo de accin innovadora y constructiva de la burguesa en ascensoo en consolidacin como clase dominante. Adems, recin ahora se delinea estructuralmente la capacidad de accinorganizada y de presencia colectiva contestataria de las clases desposedas y oprimidas de Amrica Latina, en lucha porla condicin de clase en s pero con potencial para convertirse rpidamente en clase revolucionaria. Desde unaperspectiva multinacional, y a partir de una ptica capitalista conservadora, parece que las clases burguesas podrnremontarse, desde la propia situacin histrica. Se necesitara solamente soportar la "aceleracin del desarrollo", elmomento ms difcil, para ms adelante poder "ofrecerles recolectar ms frutos a todos" Sucede que sa no es la historiaque parece estar en proceso real. Qu significa ofrecer ms y cunto podrn todos recoger en las funciones delegitimacin de un rgimen capitalista que tiene que comprar las conciencias de sus enemigos de clase y debe recurrirpermanentemente al consentimiento impuesto? Es cierto que el modelo de desarrollo capitalista monopolista le da unrespiro a la burguesa. Sin embargo, ese respiro no puede compensar la socavacin de la posicin de clase dominanteque se procesa (y que crece geomtricamente) gracias a la forma persistente de desarrollo capitalista dependiente. Seconfigura, as, una muralla china para la burguesa, digamos, el equivalente a su castillo feudal. sta est atrapada y amerced de la presin de los de abajo, lo que se har sentir mejor desde el momento en que los efectos positivos ynegativos de la industrializacin masiva, de la modernizacin acelerada y del desarrollo concentrador funcionen comofactor explosivo de recuperacin histrica de situaciones revolucionarias congeladas por la fuerza bruta.

    Los requisitos de la acumulacin capitalista (y, por lo tanto, de la aceleracin del desarrollo econmico y de la

    explotacin dual) son tambin los requisitos de la sustitucin de las clases dominantes por clases verdaderamente

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    revolucionarias o, en otras palabras, por el advenimiento de una revolucin que no se extinguir a nivel poltico. Aun aqu

    el paralelismo cubano es relevante. La Revolucin Cubana revela la naturaleza ntima de la revolucin en avance, quetiene que disgregar y destruir todo el orden preexistente hasta el fondo y hasta el fin, para echar las bases de laformacin y de la evolucin histricas de un nuevo patrn de civilizacin. Los portugueses, los espaoles, sus sucesoresen el condominio del Estado capitalista oligrquico o autocrtico y sus poderosos aliados imperiales no podranrealizar esa misin. Modernizando, transfiriendo o innovando, ellos estaban reproduciendo el pasado en el presente,creando un futuro que no contena una autntica historia propia, un genuino proceso civilizador original. stos slopodran brotar tardamente, en funcin del surgimiento de clases dominantes revolucionarias salidas de la masa de todala poblacin y representantes de toda la poblacin.

    QUIN APROVECHA LAS CONTRADICCIONES EN LA LUCHA DE CLASES?

    El lenguaje de El manifiesto comunista es claro: en este texto no se dice que la lucha de clases reemplaza a los

    agentes ni tampoco que las contradicciones antagnicas destruyen, por s mismas, el sistema capitalista de poder.Frente a una clase obrera que apenas si se estaba convirtiendo en clase en sy estaba comenzando a utilizar la lucha declases para lograr un desarrollo independiente frente a la burguesa, lo que adquira importancia era la forma y el sentidode esa lucha, a dnde llevaba sta, qu le reservaba al capitalismo y a la evolucin de la humanidad. Los proletariostenan que organizarse como clase en s, pero el desarrollo independiente de sta, a escala nacional, dependa tanto deldesarrollo de las fuerzas productivas, es decir, del capitalismo, como de la vitalidad econmica, social y poltica de laburguesa. Adems, la condicin proletaria, producida y reproducida por la apropiacin capitalista de la riqueza generadapor el trabajo, constitua un sustrato, la base material de la relacin antagnica de los proletarios con los dueos delcapital y con la sociedad capitalista como un todo. El fermento poltico revolucionario proceda de la conciencia social quelos proletarios adquirieran colectivamente, de que tenan que desarrollarse como clase independiente, enfrentar, reducir yabatir la supremaca burguesa, y conquistar el poder de la burguesa. sta vena a ser la ptica comunista del socialismo.Ahora bien, es evidente que no se puede transferir hacia la periferia del mundo capitalista, as como as, semejante visin

    articulada de la lucha de clases. sta era el producto de una larga evolucin social. Y las primeras manifestaciones de lacondicin revolucionaria del proletariado como clase social o bien fueron absorbidas por el orden social competitivo,amplindose as, concomitantemente, el elemento poltico intrnseco a la lucha de clases, o bien fueron aplastadas sinpiedad por las clases dominantes, demostrndose de esa manera hacia dnde caminara el terrorismo burgus. Lacuestin no sera, como se podra suponer desde una perspectiva no marxista, que el mundo capitalista de la periferiatendra que permanecer igual, antes que nada, al mundo capitalista conquistador e imperial. Esto sera, para siempre,imposible, pues la historia camina incesantemente y el capitalismo tendra que rehacerse continuamente, en sus poloscentrales y ms dinmicos. Por lo tanto, cmo se les podra otorgar a los proletarios, dotados de baja capacidad deorganizacin de clase y de un dbil potencial de lucha de clases a escala nacional, una fuerte conciencia revolucionaria yuna disposicin imbatible para llevar a la prctica las tareas polticas del proletariado? A pesar de las desventajashistricas relativas, podra el proletariado trascender a la burguesa, ser l mismo un factor de aceleracin yprofundizacin de la revolucin burguesa en pases en los que las clases dominantes sienten poco entusiasmo por lasgarantas sociales y polticas inherentes a la forma ms avanzada y pura de dominacin burguesa, y luchar, al mismotiempo, por una nueva transformacin del orden existente, por la revolucin proletaria? La respuesta a estas preguntaspermita poner en ecuacin, en nuevos trminos, la relacin histrica entre democracia burguesa y democracia proletaria,e implantaba dentro del marxismo la conviccin de que la periferia, antes de permanecer igual al mundo capitalista msavanzado, extraera de su atraso el factor de su avance revolucionario. sa es la lgica poltica del Qu se puedehacer?

    Esta condensacin es demasiado sumaria. Pero la misma aclara suficientemente el punto fundamental. En primerlugar, las contradicciones no son slo una construccin abstracta, sino que forman parte de relaciones sociales reales ytienen que emerger como tal en la vinculacin de los proletarios con su sociedad. En segundo lugar, las contradiccionesno impiden que el capitalismo se expanda constantemente y que el poder de la burguesa contine creciendo, puesforma parte de la lgica ntima del capitalismo y del rgimen de clases que stos tengan que desarrollarse en esas

    condiciones. En tercer lugar, las contradicciones pasan a contar como un factor de poder realpara los proletarios desde

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    el momento en que se hace posible, para stos, ensamblar las condiciones de constitucin de la clase con las

    condiciones de lucha con las clases dominantes; de all en adelante, el desarrollo del capitalismo expresa, de hecho, sunaturaleza antagnica y el poder relativo del capital y del trabajo. En definitiva, las contradicciones pueden serlargamente aprovechadas por las clases dominantes y, al contrario, la existencia de una gran masa de proletarios, por ssola, no impide que esto se mantenga como una especie de rutina. La misma violencia institucional, generada paramantener tal estado de cosas, acaba siendo instrumental, bien sea para multiplicar las ventajas relativas de las clas