Construyamos Un Movimiento Cultural de Masas Por La Independencia Del Arte

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¡CONSTRUYAMOS UN MOVIMIENTO CULTURAL DE MASAS POR LA INDEPENDENCIA DEL ARTE! 1. No cabe duda que uno de los signos más visibles de la rebelión popular que atraviesa distintas regiones del planeta es la incorporación de la juventud a la lucha. El hecho no es casual. La catástrofe capitalista acude al ataque cada vez más generalizado a la clase trabajadora, compuesta, en grandes porciones, por jóvenes. El sistema, envejecido y arcaico, sustentado en el privilegio obsceno de una minúscula capilla de magnates y en la explotación y opresión de grandes masas, apunta sus cañones de la precariedad, alienación y marginalización muy especialmente sobre grandes capas de mujeres y hombres cuyo futuro es oscuro. Las luchas emprendidas desde inicios del siglo XXI contra la barbarie, han sido importantes, pero todavía insuficientes. Las batallas libradas desde Seattle a Génova, de la Guerra del Agua al Argentinazo y de éste a la Guerra del gas, han tenido la enorme virtud de poner en disposición de combate a miles de almas, pero este avance nos mantiene todavía a medio camino. La razón es obvia: no han cumplido su objetivo. Precisamos de armarnos con ideas más solventes y profundas para cumplir los objetivos revolucionarios de todas estas luchas. Es preciso sacudirnos de los relatos que, ya sea vengan de la reacción o de la “izquierda”, nos han dicho “no hay futuro para la revolución”. En el ámbito del arte, la alienación se ha profundizado. La guerra y la muerte que se desatan por todos lados, son signos inequívocos de la barbarie, pero también de una estetización del horror que nos venden en películas, fotografías y videojuegos. La profunda mercantilización, el hartazgo artístico que se traduce en la estandarización de las formas y la cobardía de la mayoría de los artistas, son el producto de derrotas históricas, no sólo de los movimientos de vanguardia más avanzados, sino de la misma clase obrera y los pueblos que, frente a los golpes políticos, económicos y militares ha retrocedido en su capacidad combativa y organizativa. Lo que en el plano de la lucha de clases fueron derrotas políticas, en plano de la cultura y el arte fueron retrocesos evidentes. 2. En Bolivia, hay muchos artistas que pugnan por convertir su energía productora en instrumentos de lucha, para cambiar la vida, según Rimbaud, o transformar el mundo, según Marx. El hecho es que estamos seguros que toda la potencia productiva marginada, aislada y retraída en pequeños grupos y colectivos, debe encontrar cauces más efectivos no sólo para su difusión, sino también para agrandar las fuerzas

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Declaración del Colectivo "AGITPROP"

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¡CONSTRUYAMOS UN MOVIMIENTO CULTURAL DE MASAS POR LA INDEPENDENCIA DEL ARTE!

1. No cabe duda que uno de los signos más visibles de la rebelión popular que atraviesa distintas regiones del planeta es la incorporación de la juventud a la lucha. El hecho no es casual. La catástrofe capitalista acude al ataque cada vez más generalizado a la clase trabajadora, compuesta, en grandes porciones, por jóvenes. El sistema, envejecido y arcaico, sustentado en el privilegio obsceno de una minúscula capilla de magnates y en la explotación y opresión de grandes masas, apunta sus cañones de la precariedad, alienación y marginalización muy especialmente sobre grandes capas de mujeres y hombres cuyo futuro es oscuro.

Las luchas emprendidas desde inicios del siglo XXI contra la barbarie, han sido importantes, pero todavía insuficientes. Las batallas libradas desde Seattle a Génova, de la Guerra del Agua al Argentinazo y de éste a la Guerra del gas, han tenido la enorme virtud de poner en disposición de combate a miles de almas, pero este avance nos mantiene todavía a medio camino. La razón es obvia: no han cumplido su objetivo. Precisamos de armarnos con ideas más solventes y profundas para cumplir los objetivos revolucionarios de todas estas luchas. Es preciso sacudirnos de los relatos que, ya sea vengan de la reacción o de la “izquierda”, nos han dicho “no hay futuro para la revolución”.

En el ámbito del arte, la alienación se ha profundizado. La guerra y la muerte que se desatan por todos lados, son signos inequívocos de la barbarie, pero también de una estetización del horror que nos venden en películas, fotografías y videojuegos. La profunda mercantilización, el hartazgo artístico que se traduce en la estandarización de las formas y la cobardía de la mayoría de los artistas, son el producto de derrotas históricas, no sólo de los movimientos de vanguardia más avanzados, sino de la misma clase obrera y los pueblos que, frente a los golpes políticos, económicos y militares ha retrocedido en su capacidad combativa y organizativa. Lo que en el plano de la lucha de clases fueron derrotas políticas, en plano de la cultura y el arte fueron retrocesos evidentes.

2. En Bolivia, hay muchos artistas que pugnan por convertir su energía productora en instrumentos de lucha, para cambiar la vida, según Rimbaud, o transformar el mundo, según Marx. El hecho es que estamos seguros que toda la potencia productiva marginada, aislada y retraída en pequeños grupos y colectivos, debe encontrar cauces más efectivos no sólo para su difusión, sino también para agrandar las fuerzas artísticas que se mueven con la digna misión de humanizar las vidas del pueblo. No pretendemos organizar a los artistas y promotores culturales para homogeneizarlos. Suficiente tenemos con el capitalismo que quiere adocenar las culturas y las artes para sus bárbaros propósitos. La unidad no (necesariamente) es sinónimo de homogeneidad ni la organización de verticalidad. Así como la revolución, el arte necesita liberar las fuerzas productivas del arte. Y ello sólo es posible en el marco de la más amplia libertad artística y de opinión.

Necesitamos un movimiento capaz de mover nuestro arte a través de la autogestión.

3. Un movimiento capaz de salvar la independencia del arte, en medio de la mercantilización y comercialización capitalista, que banaliza, coopta, regimenta y domestica los impulsos autónomos de los artistas y del público. Escritores, músicos, pintores, gestores culturales, precisan unirse para forjar una gran movida que facilite no sólo los medios de producción y circulación de obras artísticas, sino que también, y fundamentalmente, establezca principios de autogestión cultural. Planteamos construir una corriente sin límites artísticos, infinitamente plural y heterogénea desde el punto de vista cultural. Las fuerzas productivas culturales y artísticas desarrolladas a nivel mundial han derribado todas las fronteras de estilo y normas formales, no tenemos por qué empecinarnos en seguir recreando fronteras artificiales entre nosotros. Nos une la necesidad de salvar el arte y la cultura de la barbarie

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(pos) moderna. La crítica y autocrítica fraternal entre nosotros y sobre nuestra producción cultural son un método de evolución individual y colectiva.

4. Al contrario de lo que pasa en los países del capitalismo avanzado, en Bolivia la industria cultural de la clase dominante es paupérrima. Existe, pero no como un gran impulso forjador de una “cultura nacional” dominante, sino como átomos parasitarios sin grandes luces. En tal contexto, los artistas y el público interesado en las diversas formas de cultura actúan prácticamente a contracorriente en medio de la invasión de mercancías de masivo consumo y de pésima calidad artística. Esta es otra razón poderosa para luchar por la autogestión. El Estado capitalista plurinacional y los medios de comunicación masiva le cierran las puertas a toda expresión cultural autónoma. La movida debe abrir todos los caminos allí donde la bajeza y el primitivismo ponen obstáculos.

5. Nuestra corriente política convoca a la juventud a sumarse a esta construcción. La lucha que la clase trabajadora y las naciones indígenas desaten contra los eventuales ataques del gobierno burgués, debe ser auxiliada por la movilización social, política y cultural de la juventud. Está claro que las armas de la crítica cultural al sistema dominante no reemplazan a la crítica de las armas, pero preparan el terreno para la victoria. En nuestras banderas volveremos a escribir el grito de André Breton y Diego Rivera: ¡La independencia del arte para la revolución, la revolución para la independencia del arte!