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    Revista Comunicacin, N10, Vol.1, ao 2012, PP.653-665. ISSN 1989-600X 653

    Cmo es representado el pasadoreciente chileno en dos modossemiticos? Reconstruccin de lamemoria enHistoria del siglo XXchileno y Los archivos del cardenal

    Camila Crdenas NeiraUniversidad Austral de [email protected]

    Resumen: En este artculo planteo un anlisis sobre cmo se representa el pasado

    reciente chileno a partir de la construccin de significados que posibilitan dosmodos semiticos: escrito y audiovisual, en conjunto con dos soportes derealizacin: el libro y la televisin. Selecciono para ello la obra Historia del siglo XXchileno (Correa et al., 2001) y la serie de televisin Los archivos del cardenal(Nicols Acua, 2011), a fin de dar respuesta a las siguientes interrogantes: a)cmo repercuten los modos semiticos elegidos para representar la realidad socialcomo discurso histrico en la conformacin de la memoria colectiva?; b) larepresentacin histrica propiciada por estos productos vara en funcin de lacondicin de realidad o ficcin que los constituye?; c) tiene el mismo significadosocial leer la historia en lugar de mirarla? Propongo as una discusin que recogeplanteamientos desde la historia, la filosofa del lenguaje y la comunicacin, con elpropsito de crear algunos puentes tericos que aporten al anlisis propuesto y, en

    lo posible, d pie a nuevos cuestionamientos.

    Palabras clave: historia reciente chilena, representaciones, modos semiticos,memoria histrica.

    Abstract: This paper introduces an analysis of the representations of the recentChilean history from the construction of meaning which allow two semioticmanners: written and audiovisual, accompanied by two distribution channels: bookand television. By this means is that Ive chosen the book 20th Century ChileanHistory(Correa et al., 2001) and the television series The Cardinal Records (NicolsAcua, 2011), in order to provide an answer for the following questions: a) how do

    the semiotic manners chosen have an effect in the representation of the socialreality as a historical discourse in the construction of the collective memory?; b)Does the historical representation provided by these objects (the book and thetelevision series) change according to the condition of reality or fiction that shapesthem?; c) is there the same social meaning in reading history instead of watching it?Is in this sense that I propose a discussion which takes ideas and concepts fromhistory, language philosophy, and communication, to create theoretical connectionsthat will support the present analysis and, if possible, provide the chance to newquestionings.Keywords: recent Chilean history, representations, semiotic manners, historicalmemory.

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]
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    1. Introduccin: sobre los lmites de la historicidad.La tendencia de la prctica historiogrfica ha sido eminentemente escritural; sobreesta modalidad ha alcanzado legitimacin una forma de hacer historia que haganado estatus y se ha constituido como condicin sine qua non para su constitucin

    y reproduccin disciplinaria. En cuanto a los lmites disponibles para suconfiguracin, stos han sido dominados por intelectuales guiados por orientacionesdiversas, desde las que ofrece la historia tradicional a las que propone la historiadesde abajo, pero que, en su conjunto, han naturalizado una va de accesoprivilegiada para la construccin del conocimiento social. En este sentido, el rol queen los ltimos veinte aos han cumplido escritores y audiovisualistas parademocratizar el acceso a las narrativas histricas ha sido, en el Chile de post-dictadura, fuertemente decidor. La apuesta por la ficcin que ha encarnado laliteratura y el cine para contar el pasado reciente mediante la nueva novelahistrica, la performatividad potica, las producciones documentales o las series detelevisin- ha ganado espacio en un escenario que durante dcadas estuvo signadopor la censura: silencios y olvidos forzados en pos de la clausura de las prcticasmemorizantes.

    A fin de abordar cmo se representa el pasado reciente chileno, especficamente elperiodo que da cuenta de la dictadura militar de Augusto Pinochet, he seleccionadodos productos, uno escrito y otro audiovisual, con el propsito de relevar ciertascondiciones que enlazan dichos modos semiticos a sus posibilidades derepresentacin histrica en la esfera pblica, a partir de una lectura desde el

    presente:

    Historia del siglo XX chileno (Correa et al., 2001) es una obra que se adscribe

    tpicamente al gnero discursivo texto de historia, constituyndose en un manualcapaz de proporcionar conocimiento histrico legitimado, mediante una construccindiscursiva que pone de relieve la sucesin cronolgica de acontecimientos notableserigidos como hitos constituyentes de la historia chilena contempornea, a partir dela seleccin de coyunturas de carcter socio-poltico desde inicios del 1900 hasta latransicin democrtica a principios de la dcada de los 90. En esta revisin confluyenactores, eventos y circunstancias especficas que funcionan como marco contextualgeneral, que busca instalar formas de explicarse como sociedad ciertos eventospolmicos en que stos se involucraron, especialmente aquellos de carcter represivo,perpetrados bajo la dictadura militar. En particular, esta obra dedica tres captulos altratamiento del perodo que va desde 1973 a 1990: Con mano militar, De los sones

    marciales a la voz de los ochenta y La eterna transicin (pp. 279 -352). Este libro secaracteriza, adems, por ser un texto sugerido por Programas de Estudio eneducacin secundaria y superior chilena, y constituir, por tanto, una referenciadeseable de ser explorada para la enseanza de la historia a adolescentes y jvenes,as como a la sociedad en general.

    Los archivos del cardenales una serie de televisin de doce captulos estrenada el 21de julio del 2011 en la televisin pblica chilena (TVN), y constituye uno de losprimeros intentos de rememorizacin del pasado reciente efectuado en la pantallaabierta. Se trata de una produccin basada en documentos oficiales de la Vicara de

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    la Solidaridad1, los cuales encarnan la defensa de los derechos humanos vulneradospor la dictadura. Su principal caracterstica consiste en referir hechos reales auncuando trabaja el formato de ficcin; nombres y locaciones, por ejemplo, sonmodificados a fin de resguardar la identidad de las vctimas, pero se trata deacontecimientos histricos de fcil reconocimiento por parte de la audiencia, dada larepercusin pblica que dichos casos alcanzaron. stos son conducidos a travs de lahistoria de los abogados Carlos Pedregal (Alejandro Trejo), Ramn Sarmiento(Benjamn Vicua), y la asistente social Laura Pedregal (Daniela Ramrez), cuyotrabajo consiste en recibir a los familiares de perseguidos polticos por agentes deinteligencia militar, con el propsito de interponer acciones legales tales comorecursos de amparo, a fin de asegurar la proteccin y liberacin de las personas, ascomo el esclarecimiento en torno a detenciones y desapariciones.

    A partir de esta seleccin presento dos ejes para llevar a cabo el anlisis y respectivadiscusin: 1) el primero vincula la representacin histrica a los modos semiticosconsiderados, en el sentido de cuestionar sus implicancias para la significacin y

    legitimacin social; 2) el segundo enlaza dicha representacin a las condiciones derealidad y ficcin, entendidas stas como el correlato ontolgico que define ambasmodalidades, mediante una caracterizacin de sus relaciones y efectos de sentidocorrespondientes.

    2.La historia que se lee o la historia que se ve?:significados y modalidades semiticas para laconstruccin del discurso histrico.

    Establezco como punto de partida la relacin entre tres nociones centrales: realidad,representacin y lenguaje. Sostengo que sobre la base de esta triple articulacin esposible aproximarse a una definicin integrada de discurso histrico, que consideredistintas aportaciones que proveen mbitos disciplinares tales como la historia, lafilosofa del lenguaje y la comunicacin.

    En primer lugar, planteo que la realidad social se construye de manera multivariada,es decir, mediando una serie de factores cognitivos, sociales y semiticos. En estesentido, Potter (1998) aclara que la realidad o la idea de realidad que definimos entanto sujetos-, se introduce en las prcticas humanas por medio de las categoras y lasdescripciones que posibilitan dichas prcticas. As, la pregunta que este autor se

    realiza tiene que ver con cmo se organizan tales descripciones para hacer que unaversin parezca creble y objetiva para ser comprendida como experienciacompartida. A este respecto, Habermas (2001) propone para la comprensin dedicha experiencia los criterios de inteligibilidad, veracidad, verdad y rectitud. Elconcepto que gravita en su propuesta es el de pretensin; los hablantes deben seguiruna serie de parmetros comunicativos coherentes para la elaboracin de susproducciones. En consonancia con lo anterior, Cabruja, iguez y Vsquez (2000)

    1 Constituye una persona jurdica cannica, creada por Decreto Arzobispal No. 262 del 18 deagosto de 1992, con el objeto de custodiar la documentacin e informacin del trabajo realizadopor la Vicaria de la Solidaridad, y su antecesor el Comit de Cooperacin para la Paz en Chile,vinculadas a las violaciones de derechos humanos ocurridas durante la dictadura militar, en el

    perodo comprendido entre septiembre de 1973 y marzo de 1990(http://www.vicariadelasolidaridad.cl/).

    http://www.vicariadelasolidaridad.cl/http://www.vicariadelasolidaridad.cl/http://www.vicariadelasolidaridad.cl/http://www.vicariadelasolidaridad.cl/
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    sealan que comprender la realidad social implica considerar que sta es una

    construccin erigida sobre la base de significados:

    El mundo est atravesado por narrativas y narraciones, pero es precisamente este

    atravesamiento lo que constituye el mundo. En efecto, para hacer inteligible la

    realidad, los seres humanos necesitamos recurrir a una narracin de la misma, pero sona su vez las narraciones y narrativas que se entrecruzan y dialogan entre ellas las que

    otorgan realidad al mundo en el que vivimos. Cuando nacemos lo hacemos en un

    mundo ya construido. Esto significa que el lenguaje nos incorpora y nos vamos

    incorporando al lenguaje mediante la adopcin compartida de conceptos y categoras

    que nos permiten explicar el mundo. Son estos conceptos y categoras que preexisten

    los que nos permiten ir asimilando y dando cuenta de la realidad. Mediante nuestras

    relaciones y prcticas accedemos a un mundo construido, pero, simultneamente,

    contribuimos a su construccin (Cabruja, iguez y Vsquez, 2000: 65).

    Resulta necesario preguntarse, entonces, qu determina que algunas versionesfuncionen y otras no, es decir, por qu una versin se trata como una representacin

    factual de cmo son las cosas en una interaccin, o por qu se rechaza considerndolasesgada, confusa o interesada (Potter, 1998: 135). En este sentido, Potter advierteque las descripciones suelen asociarse con la frialdad, la objetividad y la neutralidad,especialmente en contextos donde estas caractersticas son institucionalmentereforzadas. De acuerdo a este autor, es precisamente este aspecto lo que hace que lasversiones factuales sean tan convenientes cuando existe un conflicto o una cuestinde cariz delicado (1998: 144), como ocurre usualmente en la historia, sobre todo sista considera episodios traumticos como guerras o dictaduras. Asimismo, analizarlas formas mediante las cuales construimos experiencia social, implica considerarcmo se lleva a cabo dicha construccin justamente desde discursos y prcticassociales que ocupan un lugar de enunciacin privilegiado:

    Por lo tanto, no es representar mundo y hechos sino sustentar ciertas modalidades de

    orden social lo que caracteriza a las narraciones que utilizamos () Dicho con otras

    palabras, cuando producimos una narracin, sta debe satisfacer ciertos requisitos para

    ser aceptada por nuestros/as interlocutores/as, para ser merecedora de crdito y

    resultar legtima, concebible e inteligible. El respeto de estos criterios, es decir, su

    reproduccin, constituye, simultneamente, la reproduccin del orden social(Cabruja,

    iguez y Vsquez, 2000: 69, cursiva ma).

    A este respecto, Ricoeur (2010) plantea que la historia se hace posible mediante laoperacin de traer al presente un pasado ausente. El pasado no es una entidaddiscreta, autnoma y semnticamente acotada; sta no se recupera nicamente a

    partir de un proceso cognitivo. Traer de vuelta el pasado involucra un (re)hacer, unejercicio individual y colectivo que a la vez que acta, transforma.

    Segn lo anterior, la vinculacin entre la produccin de los discursos histricos y elorden social constituye un elemento clave. La actividad simbolizante surge a partir delas experiencias enunciadas de modo tal que la representacin resultante es, enefecto, una re-presentacin de las mismas. Dicha re-presentacin se produce demanera iterada sin que implique, necesariamente, repeticin. Este sentido de volvera mostrar la realidad involucra, la mayora de las veces, modificacin. En talmodificacin se ponen en juego, por un lado, las motivaciones, intenciones, interesesy propsitos comunicativos de los enunciantes, por lo que, en ningn caso,

    constituyen una copia idntica de la realidad enunciada. Por otro lado, dicha

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    modificacin obliga la seleccin de un modo semitico de reproduccin afn a la

    consecucin de tales aspectos.

    A la luz del anlisis propuesto, Historia del siglo XX chileno (Correa et al., 2001)opera sobre una modalidad escrita que responde a ciertas formas de discurso pblico,

    en particular, se trata de un texto perteneciente a un gnero acadmico especializado,que cuenta con un acceso que es mayormente restringido, porque as ha sido definidopor las elites simblicas en este caso, disciplinarias- que controlan su produccin ydistribucin. De acuerdo a Cabruja, iguez y Vsquez (2000), los discursoshistricos constituyen un caso ejemplar de la manera en que se construye objetividad.En este sentido, la pretensin de veracidad y validez con que operan estos discursosdificulta su aprehensin, dado que los destinatarios no cuentan con los referentesempricos inmediatos para lograr una versin alternativa de los hechos. stos sloson conducidos por el discurso, los que nunca ofrecen significados inocuos, sinoelaborados sobre la base de realizaciones estratgicas que formulan fragmentos deideologas subyacentes, en virtud de un ejercicio de poder y manipulacin efectuado

    por parte de los grupos intelectuales, polticos o econmicos (van Dijk, 1999). Lahistoria, por tanto, se convierte en un campo de disputa que confronta miradashegemnicas y contrahegemnicas que pugnan por dominarlo.

    Por su parte, la serie Los archivos del cardenal(Acua, 2011) se articula sobre unamodalidad audiovisual que, en el marco que impone una sociedad crecientementemediatizada, constituye un lenguaje comn cuyas claves de desciframiento se hanhecho progresivamente ms transparentes, conforme se han suscitado mayoresinnovaciones tecnolgicas. Se trata de un producto pensado para una recepcinmasiva, que no impone barreras lingsticas o disciplinarias altamente elaboradas,sino que apela a una significacin ms bien directa, persuasiva y emocional: la

    identificacin, la conexin generacional, la puesta en comn de principios, valores y

    otros bienes simblicos (individuales o colectivos), resultan de este modo funcionales

    al proceso de rememoracin histrica.

    En este sentido, los enunciados histricos semiticamente configurados son insertosen situaciones de uso particulares con el propsito de regular, o bien, intervenirsobre contextos socio-culturales especficos. De esa insercin depende su eficacia enla construccin de conocimiento social; el principal referente que orienta laproduccin de los discursos histricos son las interacciones capaces de crear unvnculo entre los individuos, que pueda ser expresado finalmente en forma deconocimiento compartido o bien, memoria colectiva. En esta lnea, el dominio sobre

    las modalidades semiticas sirve como puerta de acceso para la aprehensin de dichoconocimiento/memoria: en efecto, no es lo mismo leer la historia, que mirarla.

    El rgimen visual impone un acceso ms democrtico en contraposicin al rgimenescritural, aunque ambos indistintamente puedan tender hacia la elaboracin designificados intencionados. Leer supone una competencia comunicativa que va msall de la alfabetizacin primaria; no basta nicamente con manejar el cdigo escrito,es necesaria una disposicin crtica que ofrezca herramientas analticas suficientespara la deconstruccin ideolgica de los discursos histricos. Mirar, en cambio,implica explorar y otorgar sentido a imgenes (o secuencias de imgenes) que estnllenas de significado per se: stas funcionan como correlato directo de la realidad

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    cultural de la que somos parte2. En el proceso de escritura es necesario crear unarepresentacin lingstica/cognoscitiva de lo que estamos leyendo y reinterpretarconsecutivamente el mensaje; la imagen, en cambio, es inmediata y nos remite a otrasimgenes que ya hemos observado previamente. En este sentido, su potencial deinterpretacin no es tan controlado como el del texto escrito, puesto que est msfuertemente conectado a la experiencia intersubjetiva.

    En conexin a los modos de representacin en el plano histrico, no basta conconferir un ropaje semitico a los discursos elaborados, sino que se trata de unaoperacin constituyente, pues sta condiciona la emergencia del objeto referencial entorno al cual dicho discurso se instancia. De esta manera, las modalidades semiticasorientan, en gran medida, la formulacin de representaciones que devienen enconocimiento histrico. Representar, entonces, implica aglutinar todas lasexpectativas y exigencias vinculadas a la intencionalidad historiadora.

    Elizabeth Jelin aade al respecto que estos conocimientos no son piezas sueltas que

    se pueden apilar o sumar, sino que slo tienen sentido en marcos interpretativossocialmente compartidos (2001: 127). Por lo tanto, las posibilidades desemiotizacin modelan y, al mismo tiempo, median la configuracin de dichosmarcos interpretativos. En otras palabras: Nuestras mentes no reflejan la realidadde manera directa. Percibimos el mundo slo a travs de una red de convenciones,esquemas y estereotipos, red que vara de una cultura a otra (Burke, 2003: 20).

    En esta lnea atiendo la postura de Iuri Lotman (1998), quien establece que la culturaes un sistema de signos en cuyo interior existe un dispositivo estereotipizador quese articula por medio del lenguaje. De este modo, los rasgos caractersticos de unacultura se condicen con los diferentes aspectos de la esencia sgnica que la constituye.

    Segn este autor, la labor de la cultura consiste en organizar estructuralmente elmundo que rodea a las personas, mediante una socioesfera una semisfera-, quehace posible la vida en trminos relacionales. As, se evidencia la emergencia de unprograma que traduce la experiencia histrica en texto (escrito o audiovisual), pormedio de la lengua como mecanismo memorizante. De all que el conocimientohistrico pueda configurarse, fijarse y variar culturalmente por medio del lenguaje y

    sus modalidades semiticas de representacin.

    En este sentido, la historia que se lee en Historia del siglo XX chileno (Correa et al.,2001), no es la misma historia que se ve enLos archivos del cardenal(Acua, 2011)an cuando alude a los mismos acontecimientos objetivos sucedidos durante ladictadura militar-. La experiencia en torno a detenciones, torturas, asesinatos ydesapariciones cobra en la modalidad audiovisual una profundidad enunciativa queno resulta equiparable a aquella proporcionada por la linealidad de la escritura. No

    2 Si bien es cierto, desde los Estudios Multimodales del Discurso (EMD) y la Gramtica visual(Kress y van Leuween, 1996, 1997; Kress, 2003; van Leuween, 2008) se desprendenaportaciones tericas que establecen el carcter construido de las imgenes, as como lascomplejas relaciones semiticas que se producen al combinarse con el discurso escrito, en estecaso apelo al condicionamiento socio-cultural que el entorno tecnologizado proporciona a losespectadores al momento de enfrentarse con registros visuales y audiovisuales con ampliosmrgenes interpretativos, pues se trata de interacciones que se han hecho cada vez msfrecuentes y constituyen un rasgo caracterstico de lo cotidiano. Esto quiere decir que, aunquelos individuos puedan requerir de una alfabetizacin visual que les provea de herramientas para

    el anlisis crtico, stos son capaces de leer imgenes sin necesidad de ser previamenteinstruidos, como s ocurre con la lectura del texto escrito.

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    slo por las condiciones materiales de recepcin que impone cada modo, sino por laapertura interpretativa que ambas producciones posibilitan. Al respecto, ofrezco acontinuacin una caracterizacin de sus relaciones y respectivos efectos de sentido.

    3.La representacin histrica del libro a la televisin:entre la realidad y la ficcin.

    La historia se cuenta, eso lo sabemos bien. Ya sea que se cuente en mayscula,monoglsica como la historia oficial de epgonos y hroes nacionales encarnada poruna voz autorizada-, o en minscula, heteroglsica asumiendo relatos de vidasannimas proyectados desde la pluralidad de otras voces-; los discursos histricosdevienen en una construccin. sta puede ser ms o menos objetivada (oideologizada), ms o menos fijada en los lmites disciplinares (o en las concesionescreativas o artsticas), y ms o menos controladas (o abiertas para su acceso o

    difusin). La adscripcin de las historias contadas a la condicin de realidad o ficcin,no depende tanto de la naturaleza de las producciones, como de los modos y soportessemiticos para su diseo y distribucin. Tal parece que la historia que se lee, enmanuales y textos escolares, por ejemplo, es historia real legitimada, a diferencia dela historia que se ve, en el cine o la televisin, por ejemplo, que es ficticia por simplecontraposicin.

    Lo anterior se sustenta en las formas de hacer historia que han sido naturalizadassocialmente mediante los procesos propios de reproduccin de los que se ha servidola prctica historiogrfica durante siglos. En este punto, son las nuevas tecnologasde la informacin y la comunicacin las que han operado un quiebre en las lgicas

    representacionales, y han puesto en cuestionamiento, asimismo, las vashegemnicas de construccin y acceso al conocimiento en distintos planos de laexperiencia social, afectando desde las prcticas educativas de aprendizaje en el aula,hasta las prcticas de memorizacin de los ciudadanos comunes.

    En este sentido planteo, por un lado, que la modalidad semitica colabora en definirlas condiciones de realidad o ficcin de los productos considerados y sus respectivossoportes, a saber: modalidad escrita libro / modalidad audiovisual televisin.Por otro lado, subrayo que dicha distincin no est sujeta exclusivamente a lasmaterialidades de dichos productos (discurso, composicin, formato, etc.), sino a lasrepresentaciones que los destinatarios construyen a partir de mltiples opciones designificacin que estos modos ofrecen. Por consiguiente, la consideracin sobre lorealo lo ficticio no constituye una condicin per se controlada por la naturaleza delos constructos, sino que sta se configura mediante una recepcin en lnea de losmismos.

    En este marco, dichas producciones pueden resultar ms o menos inteligibles, ms omenos crebles, ms o menos confiables, segn sean las condiciones derepresentacin atribuidas:

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    Libro:

    Historia del siglo XX chileno

    Televisin:

    Los archivos del cardenal

    Monomodal: utiliza slo un modosemitico de representacin.

    Escrito.

    Multimodal: utiliza distintos modossemiticos de representacin quefuncionan de manera articulada.

    Escrito, visual, sonoro.

    Monoglsico: presenta una vozautorial.

    Narracin impersonal.

    Heteroglsico: presenta mltiples vocesautoriales.

    Guionizada en intervenciones de

    personajes protagnicos y secundarios.

    De recepcin cerrada: admite undestinatario simultneo.

    Lector espacio-temporalmentesituado.

    De recepcin abierta: admite diversosdestinatarios simultneos.

    Audiencia conectada a distintoscanales de recepcin.

    De procesamiento lineal: se basa enuna narracin continuada.

    Organizada en captulos queorientan una revisin cronolgica.

    De procesamiento secuencial: se basaen narraciones paralelas

    Hechos representados que noresponden necesariamente a lacronologa histrica.

    De gramtica restringida: laconstruccin de significados se realizasobre la base de un cdigo prominente.

    Las opciones se reducen a lasposibilidades de gramaticalizacin dellenguaje escrito (considera tambintipografa y diagramacin).

    De gramtica compleja: la construccinde significados se realiza sobre la basede distintos cdigos.

    Las opciones se diversifican a partirde las posibilidades de semiotizacindel lenguaje escrito, sonoro y visual, loscuales operan de manera simultnea.

    De retrica circunscrita: las estrategias

    orientadas a fines persuasivos oestticos se limitan a opciones textualesdisponibles a nivel lxico-gramatical ydiscursivo-semntico del registro en

    uso.

    Nominalizacin, pasivizacin,elipsis, modalizacin, etc.

    De retrica ampliada: las estrategias

    orientadas a fines persuasivos oestticos se extienden a diversosrecursos semiticos articulados entres.

    Seleccin de planos, montaje,iluminacin, musicalizacin, entreotros.

    Cuadro de elaboracin propia.

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    Planteo, entonces, que el procesamiento de parte de los destinatarios de lascaractersticas descritas -entre otras-, es lo que modela la construccin de ciertasrepresentaciones afines a aquello que puede ser aceptado, o no, como discursohistrico. A los aspectos que definen dicha historicidad se suma el correlatoontolgico que oficia de marco para su comprensin: las condiciones de realidad yficcionalidad a las que estos discursos se adscriben. Ricoeur ofrece a este respectouna distincin de orden fenomenolgico: depende [de] la diferencia entreimaginacin y recuerdo (2010: 57). Mientras que la imaginacin puede actuar conentidades de ficcin, el recuerdo slo presenta las cosas que realmente han ocurridoen el pasado, de modo tal que lo ficcional y lo fingido quedan fuera de larepresentacin histrica.

    Historia del siglo XX chileno constituye un caso tpico de naturalizacin histrica, esdecir, se erige como un discurso de autoridad, fuertemente controlado, legitimado ysustentado en la representacin objetiva de la realidad basada en los acontecimientostal y como ocurrieron. Esta obra, pese a que evidencia un esfuerzo por abordar el

    pasado reciente desde una mirada que encara el rgimen represivo perpetradodurante la dictadura militar, persigue el propsito de lograr un relato equilibrado queotorgue igual responsabilidad a las fuerzas polticas en disputa. De esta manera,termina por configurar la historia reciente como entidad disociada que normaliza losprocesos sociales en tanto construcciones abstractas, impersonales y pasivas. Loanterior cumple con el fin ltimo de garantizar un orden seguro y estable, como sifuese inamovible y auto-regulado, teniendo como efecto social el desarrollo derelaciones uniformes y previsibles entre s, tendientes al consenso y la aprobacintcita.

    En conexin con lo anterior, Ricoeur sostiene que as como el historiador intenta

    representarse el pasado, as tambin los individuos se representan el vnculo social ysu contribucin a este vnculo, hacindose implcitamente lectores de su ser y de suactuar en sociedad y, en este sentido, de su tiempo presente (2010: 304). Lo quedestaca de este planteamiento es la capacidad de los sujetos de encontrarse en laesfera social mediante la aprehensin de las representaciones a las que acceden. Unaobra como Historia del siglo XX chileno se vale de relatos homogneos yomniscientes para inhabilitar la construccin de representaciones que no seanfuncionales a los intereses hegemnicos, mediante la invisibilizacin de experienciasreales de sujetos comunes (que se oyen y miran mejor que lo que se leen), y ladeslegitimacin de su traduccin a textos de libre circulacin.

    En esta direccin, Lotman (1998) agrega que la historia de la marginacin de esostextos, de su exclusin de las reservas de la memoria colectiva, se mueveparalelamente a la creacin de otros textos. De esta manera, al encontrarsecontroladas ciertas representaciones histricas prominentes, lo que se desencadenaes la emergencia de representaciones alternativas, las que son realizadas sobre la basede modos semiticos capaces de conducir formas de representacin ms inclusivas ydemocrticas.

    A este respecto, la serie Los archivos del cardenal, constituye, a mi juicio, un casoparadigmtico. No slo porque tiene la virtud de subvertir una va dominante deacceso al conocimiento histrico los libros y manuales escolares-, sino adems

    porque ejecuta un ejercicio de rememoracin que convoca una prctica colectiva

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    abierta a la ciudadana. Dicho cometido se comprueba, en la prctica, a la luz dedistintas declaraciones realizadas por polticos de la derecha chilena, quienesexpresaron en distintos medios de comunicacin su malestar por la difusin deescenas de detenciones, torturas y asesinatos emitidas desde los primeros captulosde la serie. Asimismo, hubo abogados, acadmicos, funcionarios pblicos y directoresde organizaciones sociales varios de ellos integrantes de la Vicara de la Solidaridaddurante la dictadura- quienes utilizaron diversos medios de opinin para dar fe de laveracidad de las historias televisadas, al tiempo que apoyaron moralmente sutransmisin como un aporte a la reconstruccin de la memoria colectiva.

    Estas repercusiones comportan una distincin relevante, pues, la totalidad de loscaptulos se basaron en el tratamiento de casos reales3. Aun cuando la serie trabaja elgnero de ficcin, su guin est inspirado en acontecimientos histricos de fcilreconocimiento por parte de la audiencia, dada la repercusin pblica que stosalcanzaron. Si bien se tom el resguardo de modificar nombres de vctimas ylocaciones para proteger la identidad de sus protagonistas, la serie entrega

    numerosas seales que conectan rpidamente con la experiencia real de losciudadanos.

    Slo por mencionar algunos casos emblemticos, la serie estrena el primer captulotitulado Hallan los cuerpos, haciendo directa alusin a la historia del hallazgo de 15cadveres en unos hornos de Lonqun, el 1 de diciembre de 1978. La Vicara de laSolidaridad crey que se trataba de restos de campesinos de Isla de Maipo, detenidosluego del golpe de Estado de 1973. Al comprobarse los hechos, se demostr que talesvestigios constituan pruebas suficientes en torno a la violacin de los derechoshumanos perpetrados por la dictadura militar, descubrimiento que demoli laversin oficialista que negaba la existencia de detenidos desaparecidos en el pas.

    El captulo 8 llamado Laconfesin refiere el asesinato del dirigente sindical TucapelJimnez Alfaro, muerto el 25 de febrero de 1982, y el posterior montaje efectuado enjulio de 1983, que consisti en obligar a Juan Alegra Mundaca, un carpintero deValparaso, a responsabilizarse del asesinato y confeccionar una carta suicidaautoinculpndose. El caso caus gran conmocin, pues se comprob rpidamente lafalsedad de los hechos; Juan presentaba heridas cortopunzantes en ambas muecas,lo que arrojaba por suelo la posibilidad de suicidio.

    El captulo 9 titulado La confesin de Mauro Pastene, da cuenta de la historia deAndrs Valenzuela Morales, miembro del servicio de inteligencia de la Fuerza Areade Chile (FACH), quien en una entrevista a Mnica Gonzlez, actual directora deCiperChile, declar pblicamente cmo los servicios de seguridad torturaron,asesinaron e hicieron desaparecer a los opositores al rgimen. Dicho testimonioconstituy una de las tramas centrales de la serie, convocando gran inters y

    expectacin por parte de la audiencia.

    El captulo siguiente titulado La decisin del Vicario, cuenta la historia de unhombre que visita la Vicara y pide ayuda para dar con el paradero de su hija detenidaen los das previos. Este caso hace referencia a Sebastin Acevedo y sus hijos Mara

    3 La Universidad Diego Portales elabor un sitio web que da cuenta de una ardua investigacin

    periodstica que enlaza los casos televisados con las historias reales consignadas por la prensa dela poca. stos pueden revisarse en detalle en:http://www.casosvicaria.udp.cl/.

    http://www.casosvicaria.udp.cl/http://www.casosvicaria.udp.cl/http://www.casosvicaria.udp.cl/http://www.casosvicaria.udp.cl/
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    Cmo es representado el pasado reciente chileno en dos modos semiticos? Reconstruccin de lamemoria en Historia del siglo XX chileno y Los archivos del cardenal

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    Candelaria y Galo, militantes del Partido Comunista, quienes fueron perseguidos porla Central Nacional de Inteligencia (CNI), y detenidos ilegalmente el mircoles 9 denoviembre de 1983. El mircoles 12 de noviembre, su padre se instal afuera de laCatedral de Concepcin, se roci con bencina y se incendi a lo bonzo, convirtindoseen un caso de profunda conmocin pblica.

    Finalmente, el captulo 12 La muerte de Carlos Pedregal encarna la detencin detres profesionales comunistas, quienes fueron secuestrados en marzo de 1985, en lacalle y a plena luz del da. Entre ellos se encontraba el funcionario de la Vicara JosManuel Parada. Horas despus, los cuerpos aparecieron salvajemente degollados.Este caso adquiere gran relevancia, tanto en lo que respecta a la visibilizacin de lahistoria reciente chilena con un profundo contenido de denuncia, como para efectosde la constitucin dramtica de la serie, puesto que se elije mostrar en el ltimocaptulo una historia de repercusin directa para el organismo.

    Una vez realizada esta revisin conviene preguntarse: cules son los lmites entre la

    realidad y la ficcin?, los modos semiticos seleccionados para vehicular estasrepresentaciones histricas se relacionan unvocamente al correlato ontolgico de susgneros?, es decir, lo legtimamente reconocido como histrico, es, en efecto, real?,y, a la inversa, los productos de ficcin quedan, necesariamente, al margen de losdominios de la historia? Para dar cierre a este anlisis propongo, entonces, lasiguiente distincin: ya sea que se trate de un producto histrico-real o no histrico-ficticio, ambos perviven en la esfera pblica como narraciones.

    A este respecto, Ricoeur hace una diferencia entre las historias que se cuentan(stories) y la historia que se construye sobre las huellas documentales (history)(2010: 315). Un planteamiento similar es proporcionado por Trouillot (1995), quien

    distingue en idnticos trminos lo que l denomina los dos lados de la historicidad.En sus palabras, en el uso vernculo, la historia significa tanto los hechos encuestin como las narrativas de esos hechos, tanto lo sucedido como lo que se diceque ha pasado (1995: 2). A partir de esta distincin, planteo una interrogante: quhace a algunas narrativas en lugar de otras lo suficientemente poderosas para pasarcomo historia aceptada y no historicidad en s misma? (Trouillot , 1995: 6). TantoRicoeur como Trouillot ofrecen una respuesta atendiendo a un marco comunicativo,similar al que propuse en torno a la elaboracin de las representaciones de parte delos destinatarios en prrafos anteriores: son los grupos histricamente especficosquienes deciden si una narrativa particular pertenece a la historia (history) o a laficcin (story).

    4.Consideraciones finalesEn virtud del anlisis propuesto en los apartados anteriores, sintetizo los principalesplanteamientos de la siguiente manera: es la relacin entre los modos semiticosseleccionados (escritos o audiovisuales) y las representaciones que stos modelizan,lo que define la eleccin de los lectores y la audiencia respecto de lo que puede ser

    considerado, o no, como conocimiento histrico, y conformar con ello sus

    respectivas memorias compartidas. De all el valor de establecer un marcocomunicativo que intente precisar cules son los aspectos que monitorean las

    condiciones de representacin histrica, que posteriormente son atribuidas a los

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    productos analizados. Igualmente, resulta imprescindible confrontar, en la prctica,cul es el funcionamiento especfico que lectores y espectadores realizan en suprocesamiento en lnea, es decir, cmo y de qu manera influyen las caractersticasde los modos semiticos y sus respectivos soportes, en la interpretacin que otorga el

    estatus histrico a los discursos/narraciones consideradas.

    As como Historia del siglo XX chileno es una obra capaz de imponer ciertasnarraciones hegemnicas en detrimento de otros relatos annimos subyacentes,manipulando con ello el sentido que orienta los modos de representacin del pasadoreciente, as tambin Los archivos del cardenal se apropia de historias veraces,inteligibles y crebles para propiciar una apertura en la comprensin de dicho pasado,democratizando el acceso al conocimiento histrico y funcionando como artefactopara la reconstruccin de la memoria ciudadana. Atender esta propuesta pone derelieve no slo el rol de las y los autores como productores de sentido de los discursoshistricos -y los modos semiticos de los cuales se valen para la representacin-, sino

    tambin destaca el papel de los destinatarios que definen su incidencia y alcance.

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