Claudio de la Torre - Geografía y Quimera
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CL UDIO DE L TORRE
eografía
quimera
SOCIED D
E
ESTUDIOS
Y
PUBLIC CIONES
M DRID
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OBR S DE CL UDIO DE L TORRE
El canto diverso poemas ) .
La huella perdida cuentos) .
En la vida del señor Alegre nove la , Prem io Na c iona l
de Li te ra tura ) .
Alicia al pie de los laureles novela) .
Lluvia de arena novela co r ta) .
T E A T R O
El viajero.
Un héroe contemporáneo.
Paso a nivel.
Tic tac.
Quiero ver al doctor en colab oración con M ercedes Ba-
l les teros) .
Hotel Términus.
Tren de madrugada Pre m io Piqu er , de la Real Acade-
mia Española ) .
Clementina Prem io de l Te a t ro La ra de M adr id) .
En el camino negro.
La cortesana Prem io de Tea t ro Ciudad de Ba rce lona) .
El rio que nace en junio Prem io Nac iona l de Li te ra -
t u ra ) .
La caña de pescar.
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GEOGR FÍ Y QUIMER
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CLAUDIO DE LA TORRE
G E O G R F Í Y Q U I M E R
SOCIEDAD DE ESTUDIOS Y PUBLICACIONES
MADRID 1964
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Núm. Regtro.: 450-64
Depósito legal: M. 2456-1964
Prtnted in Spain
OosAMA COficina G ráfica M ad rileS a .— Or en se, 16— ^Madrid ¡ñ
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¡CUENTA, CUENTA
Este es e l g r i to que resuena por los cas t i l los de Fran
cia en los años cabal lerescos del s iglo xi i , cuando en
las la rgas ve ladas de inv ie rno , suspendidos los to rneos ,
los caba l le ros en t r e t ien en su forzado d escanso contán
dose en verso , unos a o t ros , las ú l t imas novedades de
la época. En boca de estos varones fa t igados de la
pe lea los po em as adq uie re n , s in em barg o , un a v ida
inusi tada . Tanta , que pronto sa ldrán de los cas t i l los y
se i rán por esas ru tas de Dios , repe t idos por buhone
ros y mendigos en ese t ra j inar incesante que an ima los
caminos medieva les . Así , cuerda a cuerda , quedará ten
sa un día la l ír ica nacional.
Han pasado los t iempos duros . El señor no es ya e l
t i rano so l i ta r io , a i s lado , embut ido en e l c i l indro de su
tor reó n . A los p ies de l cas t il lo se ha form ado u n pu eb lo
extraño. Aquel los labriegos indecisos, pegados a las pie
dras de la baronía , que apor taban e l g rano en t re los bra
zos tem blo roso s par a el recu ento de l señor , form an
ahora compactos grupos en los que se d iscu te y se
m u rm u ra . H ab rá qu e con ta r con e llos en e l fu turo , sua-
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vizar cargas y gabelas por s i las guerras con e l vecino
hic ie ran prec iso jun ta r los de nuevo.
Pero e l mundo va a cambiar . No lo saben aún en es-
tas so ledades . Por mesones y hos te r ías van aparec iendo
ros t ros nuevos . Algún que o t ro vagabundo indisc re to
en to na la s sá t i r a s m ás desenfadadas sobre cos tum bres
que aquí se ignoran todavía .
El pr ínc ipe es tá ce rca . Una más ampl ia organizac ión
feudal se dispone a someter a l señor del cast i l lo . Junto
a l pr ínc ip e re fu lgente de g lor ia v iene tam bié n u n ab ad
m it ra do . Grave es e l m o m en to : la Ig lesia cond ena la
res is tenc ia . De a lm ena en a lm ena vue la la no t ic ia y m uy
pron to aque l los to scos ca s te l l anos t endrán que acep ta r
nuevas fórmulas de v ida .
Mandarán los h i jos a la cor te para que se eduquen de
dis t in to modo. Tendrán caba l lo nuevo y re luc ien tes a r -
mas los que puedan. La educación de los hi jos exige
estos sacr i f ic ios. Es costoso e l espaldarazo. Los más po-
b r e s s in escu dero s qu e les s i rvan se rá n e l los m ism os
escu deros . Las h i jas en cam bio co nt in ua rán en e l cas-
t i l lo
l ib res ya de la t i ran ía de los hermanos . Es és ta
o t ra novedad . En ade lan te han d icho los monjes que
emp iezan a m end igar po r los con torno s ha br á que t ra -
t a r me jo r a l a s muje re s . San Je rón imo ha e sc r i to que
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QUIMER
La isla de Pascua es en realidad la única isla con «es-
tatuas». Porque la otra la que visitaron los antiguos
que aseguraban que tenía también «estatuas» y que
mencionaron repetidamente los cartógrafos medievales
con el nombre de «La Antilia» resultó al fin que ni
siquiera existía. Las naves de viajeros y conquistadores
removieron las aguas del nuevo océano después de
Colón sin encontrarla por parte algima. Las olas se la
habían tragado.
Fue «La Antilia» en definitiva uno de los grandes
mitos destruidos por la naciente realidad de América.
Pero como la leyenda había sido tan bella—^nada menos
que resucitar la Atlántida de Platón— tenía por lo
menos que salvarse el nombre del olvido. Así desapare-
ció la isla de los mapas; pero el nombre de «La Antilia»
quedó ya unido para siempre a un archipiélago y a
su mar.
Este fluctuar entre la geografía y la quimera consu-
mió durante siglos gran parte de la energía humana.
No parece probable que al mundo medieval le hiciese
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navegantes. Femando Colón habla de ella en su Diario.
Estas y tantas otras islas como poblaron la imagi-
nación medieval movieron a los hombres a lanzarse
por el mar desconocido en pos de sueños y quimeras
sis sospechar la realidad que les aguardaba. La realidad
fue América continente mucho más fabuloso que to-
das las islas previstas. Porque a veces por el juego li-
b re de la fantasía se llega tam bién a descubrir la ver-
dad insospechada.
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LA ISLA MISTERIOSA
Conocemos de e l la además de la abundante iconogra
f ía qu e nos of rece e l l ib ro d e l do c tor S tephen -Chau ve t
en su lujosa edic ión chi lena la acuarela en que e l joven
mar ino Ju l i en Viaud recoge su p r imera impres ión de
la isla el 7 de enero de 1872 hacia las cinco de la ma
ñana . Es ta acue re la ded icada más t a rde a Sa ra Be r -
nh a rd t po rq ue el m ar i no Ju l i en Viaud se conv i r tió con
e l t iempo en e l esc r i to r F ie r re Lot i nos muest ra un
c o n j u n t o a b i g a r r a d o d e h o m b r e s y p i e d r a s c o m o a p r e
tada síntesis de la fabulosa is la de Pascua.
Pe rd ida en e l m ar con sus pá ja ros sag rados ju s to a
mi tad de camino en t re las cos tas de Chi le y las suaves
playas de Tah i t í l a i s la de Pascu a l lam ad a de San
Carlos por los españoles en los años del virre inato del
Pe rú s igue gua rdan do hoy un m is te r io indesc if rab le
para los ojos del via jero que la visi ta . Es para los sa
bios ima incógni ta e tnológica y arqueológica . Para los
p r o f a n o s u n m u n d o f a n t a sm a l .
Cuando e l ho landés Roggeween la descubre e l d ía
de Pascua de Resurección de 1772 y aun en los años in-
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m ed ia to s que s igu ie ron se hu bie ra ta l vez po did o acla -
ra r e l m is te r io s i los p i r a ta s y ba l len eros qu e sur cab an
entonces e l Pacíf ico hubiesen s ido más af ic ionados a la
e tnolo gía o p o r lo m en os a las bel las ar te s . Pe ro prefi-
r i e ron en t re unos y o t ros ex te rmina r aque l l a raza mis te -
r ios a que debió de ten er sus gra nd es secre tos razón po r
la cua l monseñor Tepano Jaus sen hubo de queda rse pe r -
p le jo a l ve r en t re sus m ano s l a p r im er a « tab li l la pa r lan -
t e» es cr i ta co n ca ra cte re s ideográficos regalo de los in-
d ígenas . A és tos has ta en tonces se les hab ía ten ido por
« inmem or iale s» po r ignoran te s de l a e s c r i tu r a ; de
m an e ra qu e el ha l lazgo no pod ía s e r m ás inespe rado .
A m on señ or J aus sen l e acom pañ aba en l a ocas ión u n
m od es to «sabio» ind ígena qu izá e l ú l t im o que qu eda ba
en la i s la qu e ape nas pud o expl ica rle que se t ra ta b a
de una «madera de h ib isco in te l igen te» . Ni s iqu ie ra
supo desc i f ra r la . E l pobre «sab io» sab ía esc r ib i r con
dien tes de t ibu rón pe ro no le hab ían ense ñado a lee r .
Los ve rda de ros s ab ios hab ían s ido ex te rm inad os .
Traduc idas poco t i empo después po r lo s l ingü i s ta s
parece se r que es tas maderas sagradas só lo conten ían
vagos poe m as na rra t ivo s . N ada de h is to r ia de no t ic ias .
N ingu na ley escri ta . ¿Signif icaba p o r ta nt o qu e lá re-
m o ta c ivi lización de la is la se ha bía a l im en tad o s ie m pr e
de pura fan tas ía? ¿Nos encontrábamos acaso an te los
g lor iosos ves t ig ios de un pueblo de poe tas?
No enc ie r ran l a s t ab la s s in em bargo e l m ás ho ndo
mis te r io de la i s la . Es te res ide como en pé t reas for-
ta lezas en lo que los v ia je ros de aque l las t ie r ras l laman
«las es ta tuas» . Son de p ied ra descom unales a lgunas
de m ás de ve in te m etro s de a l tu ra tocad as en su mayo-
r ía por unos soberb ios gorros ro jos también de p iedra .
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Pueblan l i teralmente la i s la . En el fondo del cráter del
Rano-Roraku se encuen t r an ag rupadas c i en to c incuen
ta y t res . A sus pies hay un lago de agua dulce y un
bosca j e sombr ío de p l an t a s i nd ígenas nac idas a l r e s
gu ar do de los vien tos . Afuera en la l lanu ra ot ra s cua
renta es ta tuas bordean e l camino que conduce a l vol
cán . Hay más de quin ientas en la pequeña i s la . Todas
ellas
con las cuencas vacías de los ojos vuelven la ca
beza hac ia e l N or te c iegas a luc inadas com o s i acen
tua ran e l mi s t e r io de su o r igen con un común p ropós i to
que nadie aún ha desc i f rado.
¿Ge nte qu e tuvo po r única mis ión en su so ledad la
de embel lecer e l sue lo inhospi ta la r io en que nac iera?
La c ienc ia más avi sada se inc l ina hoy a aceptar es ta
g rac iosa h ipó tes i s despu és de r echa za r u n a p or un a a
lo largo de un s iglo de es tudios las más diversas inter
p re t ac iones .
No s imbol izan las es ta tuas e l socorr ido cul to a los
m ue r tos m ás o m eno s os t en toso que se sue le supo ner
en casos semejan t es pues pa rece p robado que e s t e cu l
to no exi s t ió nunca ent re los indígenas . Los pr imeros
v ia je ros r e fi er en so rp ren d ido s qu e se en co n t r a ron a l
desembarcar en la i s la con que sus p layas es taban sem
bradas de e sque l e tos .
Es t a tuas de p i ed ra y huesos humanos daban l a t ón i ca
a l pa i sa je cuando l l egaron los europeos . La t i e r ra re
seca a l imen tada ún icamente por tmos cha rcos de agua
dulce en el fondo de los volcanes daba una vegetación
raquí t i ca polvor ienta fác i lmente confundib le con los
pedruscos de l t e r reno. Sólo v i s i t aban la i s la de paso
las aves mar inas migra tor ias . En los recovecos de la
p iedra volcánica v iv ían adormecidas xmas débi les ra tas
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ne gra s . E s ta s fue ron ap a r t e lo s pá ja ros e r r an te s lo s
únicos an imales conoc idos por los ind ígenas . Ningún
•otro.
Ni cuad rúped os n i aves dom és t i ca s n i s iqu ie ra
insec tos . Los pr imeros cerdos que l levaron los co lonos
a la is la se volvieron sa lvajes a l contacto con la t ierra
inhósp i t a .
Exist ía un cul to re l igioso: e l del ave de paso e l pá
ja ro sagrado; d is tan te y fuera de l a lcance de la mano
de l ho m br e com o todo ob je to de vene rac ión . Se nom
braba je fe fami l ia r de la i s la en t re los ind ígenes a aque l
que se apode rase de l p r imer huevo de go londr ina de
m ar depos i t ado en ab rup to peñasco f ron te ro a l Rano-
Roraku . En t re una y o t ra o r i l l a hab ía que a t ravesa r a
na do u n e s t recho b razo de m ar m uy pe lig roso a causa
de l o lea je embravec ido a l romperse las aguas en los
innumerab le s e sco l los . En l a t en ta t iva se p robaba p le
namen te e l a r ro jo humano y e ran muchos los que des
apa rec ían a r ra s t rad os po r la co r r i en te o los cadáve res
de los ahogados que e l acant i lado recogía . El nadador
qu e lograb a reg resa r con e l t rofeo b ien ganad o ten ía
e l t í tu lo de je fe . Es te s in em barg o só lo se con cedía
por un año a l cabo de l cua l se ce lebraba de nuevo e l
a r r ies gad o con curso acu dien do a pres enc ia r lo la i s la
en te ra .
Ocho año s despu és de l des cub r im iento de la i s la en
1780 M anuel A m at virre y del Pe rú envió u n a expedi
c ión que la baut izó con e l nombre de San Carlos. Agüe
ra t raza en tonces e l p r imer mapa que se conoce . A par
t i r de esa época ap rox im ada m ente ba l len eros y aven
ture ros se lanzan a toda c lase de t rope l ías que enfurecen
a la pacíf ica población indígena. En 1843 desembarca
la pr im er a m is ión evange l izadora com pu esta po r ve in-
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VIAJE AL FIN DE LA TIERRA
Los ho m br es de nu es t ro t iemp o a l qu e Uamaremios
prov i s iona lm en te m ode rno d i sponen de un a t écn ica fa
bu losa con l a que l l ega remos a exp l i camos muchos mis
te r ios . Una técnica que nos ha hecho en t ra r ya en e l
m u n d o de lo qu e fue ha st a ho y casi ficción inven ción o
fábula . Todo en e l Universo de es te m od o qu ed ará
al f in acla rad o según las opin iones m ás raz on able s.
Lo malo es que esto de la razón apl icada a descifrar
m iste r ios no p as a de ser otr a técnica y fuera de la téc
n ica quedan los recuerdos los sueños la c reac ión poé
t ica y tan tas o t ras rea l idades de l hombre . Aun dent ro
de l mundo f í s ico hay todavía mucho que ac la ra r .
H ace se tec ien tos años po r e j emplo que San Bran-
drán se fue a buscar e l Paraíso. Este via je s igue aún
inexpl icado pese a t r a t a r se de u n hec ho f ís ico . Por qu e
no se proponía e l monje i r landés ha l la r e l lugar inma
ter i a l de las a lm as a l qu e sólo se l lega p o r la fe qu e es
u n a especie de técnic a sup erio r s ino local izar en u n
ex trem o del m u nd o al lá do nd e e l m a r finaliza la t ie rra
p rome t ida a lo s ju s tos .
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Parece ser que la cu lpa de todo la tuvo e l abad Ba-
r in tus . Un d ía fue a v i s i ta r a San B ran da n que fue tam
bién ab ad an te s que san to y le co ntó que un o de sus
m on jes inc l inado i r r emis ib lem en te a l a so ledad se ha
bía ido a vivir a la is la Del iciosa perdida entre los ma
r e s . M ás a Occiden te según inform ación de l so l i ta r io
a l o t ro lado de un r ío color de arco i r i s es taba e l Pa
ra í so .
No deb ió neces i t a r más e l fogoso San Brandan pa ra
lanzarse a la aventura . Reunió a ca torce monjes de su
monas ter io y con e l los se h izo a la mar hac ia los
bo rde s l e j anos de l m un do don de nad ie hab i t a .
De i s la en i s la de roc a en roca po rq ue la ru ta de l
Pa raís o es com o un archipiélag o s in fin los m on jes
avanzaron sobre las o las con su barca a fuerza de
r e m o s .
Una de las i s las que v is i ta ron es taba cubier ta toda
e l la po r ixn reb añ o de b lan cas ovejas gra nd es c om o
bueyes . Los m on jes des lu m hrad os po r l a b l a nc ura de l
r ebaño ace r t a ron só lo a apodera r se de un t i e rno cor
dero b lanco también . Pero no era a l l í en aquel lugar
donde e l Señor quer ía que se ce lebrara su Resur recc ión .
El d ía de Glor ia habían de conmemorar lo los monjes
en o t ra i s la más ext raña todavía . Era una i s la pequeña
y redo nda s in bah ías n i rocas n i vege tac ión n i p l ayas .
Te rm inad a la ce remon ia San Bra nd an y los suyos ad
vier ten a te r rados que la i s la se pone en movimiento .
Sal tan a su barca y contemplan e l fenómeno. No hay
tal is la . Han celebrado la Pascua sobre el lomo de Jas-
coniu s e l m on s t r uo m ar i no que se es fuerza inút i lmen
te
desd e e l pr in c ip io de los t i em po s en m or de rse la co la
pa ra mos t ra rnos lo que es l a E te rn idad .
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El v ia je de San Brandan y los suyos dura s ie te años
durante los cua les se suceden los pe l igros y l as mara-
vil las.
Conocen la i s la de los pá ja ros qu e n o son o t r a
cosa que ángeles d i s f razados con p lumas ; e l Monas te r io
de l a E te rn a Juven tud don de l es r ec iben uno s mo njes
de b lancos cabe l los y de semblantes juveni les . S in em-
bargo l a s j o rnadas más duras se ap rox iman .
Vuel tos a la mar un gigante los det iene. Asienta los
pies en e l fondo del océano y su cabeza se pierde entre
las nu be s . Pe ro con e l agua de l ba ut i s m o e l aba d B ran-
dan apagará e l fuego que devora a l gigante y és te que-
dará as í dormido para s iempre en la paz de l Señor .
Encont rarán después a l gr i fo águi la t emible por sus
gar ras capaces de levantar por los a i res
vm
navio . Un
dragón def iende la barca . Y seguramente fue es te mis -
m o dragón vue l to a l as profu ndid ade s d e l m ar e l que
debió de contar a los peces y has ta a l as bes t ias sub-
mar inas que dormi tan en e l l echo de l océano e l pro-
d ig io que acababan de ver sus o jos : unos pobres seres
juguetes de l as o las pro tegidos únicamente por ima
débi l barca ent regados con entus iasmo a sus cantos y
orac iones .
Como la cur ios idad se desper tó en seguida ba jo l as
ondas
dad o lo insó l i to del espe ctáculo cu an tos seres
viven en e l mar inc luso los mons t ruos v igorosos de
los ab ism os sub iero n a la superf ic ie y ro de ar on la bar-
ca escuchando extas iados los rezos de los monjes .
Es tos rezos l es conducen a l l l egar l a noche ante una
igles ia de cr is ta l . Ninguna t ier ra la sost iene. Se apoya
sobre e l mar t ransparente . Pero es ta v i s ión es só lo un
ant ic ipo de lo que bu scan com o p ar a dar nuevos áni-
mos a los remeros después de tan tos sus tos . Aún han
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de nav ega r en tre fraguas a rdi en tes vecinas del infier-
no y so bre todo ha n de en f ren tarse con la exper ienc ia
más impres ionan te de su v ia j e : e l encuen t ro con Judas
a tad o sobre tma roca so l i ta r i a ba t id a fu r iosamente po r
las olas.
Después de es te en cu en t ro a te r ra do r la dulce com-
pa ñía de Pab lo e l e rm i tañ o y las ú l t i m as Pas cua s ce le -
b radas sobre e l apac ib le lomo de Jascon ius e l mons -
t ru o pensa t ivo devuelven la paz a los v ia je ros . As í t ra s
s ie te año s de naveg ación los fa t igado s mo nje s y su
sa nto l legan p o r í in a l bo rd e de la t ie r ra a l l í do nde se
t e rm ina qu e e s don de em pieza r ea lm en te el Pa ra í so .
E l abad Brandan y sus monjes vo lv ie ron a I r l anda y
con ta ron muchas de l a s marav i l l a s que hab ían v i s to .
Pe ro sus po bres l enguas en to rpec idas p o r e l a som bro
no acer ta ron a descr ib i r toda la grandeza de l v ia je an te
sus oyentes . M ás convenció a és tos com o pr ue ba rea l
de cua nto o ían u n a espec ie de a rom a a la vez dulce y
fuer te que im pre gn aba los háb i tos de los m onjes . E ra
e l a rom a s in dud a de l ja rd ín para dis íac o .
Años m ás ta rd e e l ab ad re la tó su v ia je en un l ibro .
La vers ión oral de la aventura se repi te desde el s iglo
noven o ha s ta el pre sen te en que Paúl Tuff rau en t re
o t ros escr i tores ha vue l to a con tar la . E n e l re la to com o
hemos v is to se observan bas tan tes zonas oscuras y
a lgún que o t ro pasa je de dudosa rea l idad . Pero quizá
pudieran hoy ac la rarse ap l icándoles la técnica de nues-
t ros días .
Por lo pronto a lgún ves t ig io mater ia l ha l legado has-
ta nosot ros de aquel la le jana navegac ión . Por ah í anda
po r los m are s de Ca nar ias la ba rca de San Bra nd an o
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la i s la de San Borondón que han v is to tan tos v ia je ros .
Gente muy i lus t re acredi ta su ex is tenc ia .
Por e l Tra tado de Evora la Corona de Por tuga l cede
a la de Cast i l la e l derecho a conquistar las Islas Ca-
nar ias inc luyendo en e l las la de San Borondón. Car-
los V dec ide nombrar obispo para su d iócesis . Los v ia -
jes en busca de es ta t ie r ra soñada se suceden aún en
nu es t r os d ía s . M a te B ru n a fi rma como o t ro s m uch os
via je ros qu e sus cos tas se ven desd e las m on tañ as de l
a rchip ié lago canar io . Hay inc luso un mapa colgado en
un a Univers idad por tu gu esa en el qu e se da e l con-
tor no de ta l lado de la i s la m is te r iosa con indicac ión
inc luso de l t ra je de sus habi tan tes . Un rey por tugués
l lega ha s t a rega la r la i s la a un o de sus sub di tos m ar in o
exper to a condic ión de que la encuent re .
No sabemos en re sumen dónde e s tá s i tuada exac ta -
men te e s ta i s l a pa rad i s í aca ; pe ro t ampoco sabemos
ot r as m uc ha s cosas . A la luna qu e es un lugar bas-
tan te conocido no se pudo i r con e l pr imer d isparo lo
que prueba que había un e r ror de cá lculo sobre su s i -
tuación. Se fue más a l lá . Porque ésta es la quiebra
de todas las técnicas : que s iempre hay un más a l lá .
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INFANCIA Y ESTRELLAS
E n la t i e r ra de K nu ds to rp qu e l e v io nace r rodea-
da de ba l l e na s i l um i na da s po r l a s a u r o r a s bo r e a l e s
suen a en 1546 po r p r im era vez ese no m br e mágico que
por la curva de los s iglos vendrá luego a caer en los
oídos de n u es t ra infancia fasc inánd ono s com o u n se-
cre to .
Tycho Brahe va t an un ido a l a n iñez como los l áp ices
de colores . Es la gran conf idencia que rec ib imos de
los c ie los es t re l lados y que apenas entendemos. Se
t r a t a de t m no m br e he r m é t i c o de un a pa l a b r a c l ave
que suena a jugue te ro to o a cohe te l e j ano . Es un
son ido fami l i a r en t re los r ecuerdos in fan t i l e s como e l
de aquel a f i lador que pasaba por la ca l le .
A pes a r de su o r togra fí a l abe r ín t i ca su no m br e pue-
de p ronunc ia r se cor rec tamente en los años de in fan-
c i a : co m o se n o m b ra n los s ignos y los r íos . T iene p o r
ú l t im o s u r e p r e s e n t a c i ón c o r pó r e a b i e n d e t e r m i na da
porque surge de improv i so en nues t ra f an tas ía : e s pe -
queñ o t r av ieso y en lugar de cuerpo luce un a es fe ra
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armi la r . Cas i no es un se r h i imano porque es tá hecho
de a lambres y de c í rculos de cobre .
Y s in em ba rgo Gassendi su b iógrafo la t ino no s lo
desc r ibe como un hom br e m ás b ien a lto de ba rb a pun
t iagud a y b igotes la rguís im os ca ídos qu e le l legaba n
has ta e l pecho . Ta l como lo vemos en e l r e t r a to que
m a n dó a r e p r od uc i r pa r a s u b i og r af ía e l a s t r ó no m o s e
corona adem ás con un a espec ie de b i r r e t e a do rnad o
c on un pom pón y r e m a t a do po r una p l um a e r e c t a . N o
es tá tampoco mal como vis ión de infancia .
Pe ro de t rás de todo es to de su pompón y de su
p lum a y de sus l a rgos b igo tes de los que n o po dre m os
ya dese nred ar nu es t ro s a l am bres Tycho. Br ah e tuvo
u n a infancia ejem plar . E n 1560 a los t re ce años de eda d
des lumhrado aún por e l pr imer ec l ipse de sol que ob
se rva ra años an tes nos lo enc on t ram os en Copenha
g u e .
M ira con. f recuencia la no ch e con es t re l las pe ro
cuando baja los o jos a la t ie r ra compone excelentes
versos la t inos . Compar te as í e l es tudio de los as t ros
con e l d e hu m anid ade s que v iene a se r lo m ism o. Dos
años después va a Leipzig acompañado del preceptor
pa ra ded ica r se po r en te ro a l a ju r i sp rud en c ia . Pe ro
tampoco deb ió de se r t an por en te ro porque l e sobra
t i empo pa ra l ee r los manua les de as t ronomía que l l e
gan a sus manos y has ta pa ra adqu i r i r una es fe ra d i
minu ta . En e l l a comprueba sus p r imeras obse rvac io
nes
con gra n desesp erac ión de l pre ce pto r . Oigamo s a
su biógrafo Figuier ta l como relata la escena con l í
ne a s y t i n t a s de g r a ba do r om á n t i c o :
«Cuan do e l m ae s t ro d orm ía e l d isc ípulo se levanta
ba abr ía la ventana y enñlando los c ie los con su com
p á s seguía durante las noches serenas e l desplazamien-
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G E O G R A F Í A Y
QUnVÍER
to de los p lanetas o in tentaba f i ja r e l lugar de las cons-
te lac iones y las es t re l las anunciadas por las tablas de
Copémico . Las p r imeras luces de l a aurora l e sorpren-
dían aún ent regado a su t rabajo vigi lando con un ojo
el sueño de su preceptor y con e l o t ro la s i tuación re-
lat iva de las est rel las .»
As í desc r i to nos se rv i r í a muy b ien es t e g rabado para
fe l ic i ta r l as Navidades que es cuando cobran vida los
mejores r ecuerdos . Cuando se hace un hombre y l l ega
a ser ese ot ro re t ra to de los b igotes ca ídos recordará
en tonces a su t e r r ib l e p recep tor y como en su t i em-
po se mezclan la as t ronomía y la as t rología como dos
bara jas s imi lares d i rá de és te que «su carác ter se for -
m ó s in duda a lguna bajo la inf luencia de una cons te-
lac ión mal igna».
Tycho Brahe lo ordenó todo lo midió todo lo ca lcu-
ló todo. Se le quebró con f recuencia la verdad ent re
las manos cogida por las tenazas de las luchas de su
época . Pero nos dejó como herencia los mejores ins-
t rumentos de su s ig lo y 777 es t re l las ca ta logadas . Por
es to ú l t imo seguramente es t an amigo de los n iños
grandes coleccionis tas de todo lo que br i l l a .
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VIAJES IMAGINARIOS
En los a lbores del s iglo xvi i los sabios se prepara-
ban pa ra da r a l mundo una buena o rgan izac ión ma te -
m á t i ca . Cre ían de e s t e m odo h ab e r enco n t ra do e l ve r-
dadero camino de toda c iencia incluso de la f i losófi-
ca . Pero an tes en e l s ig lo xvi e l más c la ro jus t i f ican te
de e s t e loab le p ropós i to p rovoca p rec i samen te en l a
H u m a n i d a d u n a c on fu s ió n p e r t u r b a d o r a : l a T i e r r a
nu es t ro p lan e ta p ie rde su condic ión de cen t ro de l Uni-
ve r so seña lada desde los t i empo s de P to lomeo po rq ue
un pac ien te po laco Nico lá s Co pém ico ha em pleado
cuarenta años de su v ida en observar e l paso de las
es t re l las por ima rendi ja ab ie r ta en una de las pare -
des de su cuar to . Premio a tan ta labor ios idad fue co lo-
c a r a l sol en e l s i t io qu e le co rres po nd ía en e l pr op io
cora zón del Universo com o u n a do rad a con decorac ión .
Desde entonces—^y puede que antes—^no volvió a girar
e l so l a l red edo r de la Tie r ra s ino todo lo con t ra r i o .
Se t a rdó t an to en descubr i r lo po rque aún no se ha -
b ía inv enta do e l te lescopio ins t ru m en to auxi l ia r pode-
ros ís imo que iba a dar a los cá lcu los as t ronómicos una
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CLAUDIO DE LA TORRE
i n sospechada r ap idez . Años m ás t a rd e en Eu rop a con
espec ia l m et icu los id ad en H olan da se cu l t ivaba la de-
l i cada a r t e san ía de l a s l en te s pe ro aún no se pensaba
en u t i l izar las p ar a las ob servac ione s es te la res . As í ve-
mos a l a s t rónomo Tycho Brahe en su luminosa i s l a da -
nesa ocu pad o con prefe renc ia en la con s t rucc ión de
un as m áqu inas enorm es ca lcu la r l a m ás a p rox im ada
div isión de los l im bos de cobre y sob re todo ent rega-
do a la ta rea fa t igosa de medi r e l t i empo con c leps i -
dr as y re lo jes todav ía és tos s in pén du los ta re a a la
qu e e l ho m br e ha ded icado en todo t iem po aun s ir -
v i éndose de c ron óm et ros exac tos su m ás desesp e rada
a tenc ión . E s Kep ler e l m ás genia l as t r ón om o d e la
época e l p r im ero qu e in t e n ta la cons t rucc ión de im
te lescopio con e l acop lam iento de dos len tes . P er o ocu-
p a d o
s in duda en la labor in te rminable de sus cá lcu-
l o s ya q u e aún no se hab ían inven tado t am poc o lo s
loga r i tmos no deb ió de d i spon er de m uc ho t i em po
para mirar a los c ie los con su invento cur ios idad que
es taba reservada a Gal i leo .
Ya es ta m os pu es en p leno siglo xvi l con te lescopio
y loga r i tmo s d i spues tos a o rden a r e l m un do . No e s
fáci l por entonces ostentar e l t í tulo de f i lósofo. El mun-
do sufre una revolución cient í f ica . Todas las c iencias
se neces i tan unas a o t ras para l legar a la verdad f ina l .
Se m ezclan la m edic ina la ópt ica la geom etr ía . Se pre-
s ien ten las más ex t rañas ap l icac iones de l á lgebra . En
1673 Descar tes publ ica su
Discurso del método
La T ie r ra con t an tos va ivenes pa rec ía ha be r pe rd i -
do impor tanc ia a l desplazarse de l cent ro de l Univer -
s o ;
pe ro e s to mismo con t r ibuyó seguramente a que sus
hab i t an te s d i e ran desde en tonces más impor tanc ia a
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la as t ronomía . Esta c ienc ia según Cass in i se reanima
con e l paso de los cometas cuyo dest ino consis t ía pr in-
c ipa lmen te en ac recen ta r l a cu r ios idad de los hombres .
Algo c ie r to debía de haber en es to cuando los hom-
bres se lanzaron te lescopio en mano a las aventuras
más ex t rao rd ina r i a s . Ve ían de cerc por p r imera vez
la superf ic ie de o t ros p lane tas ; pero sobre todo la
luna l e s mos t raba a l a l cance de l a mano un mundo de
marav i l l a . Era una t en tac ión i r re s i s t ib le pa ra cua lqu ie r
espír i tu via jero. Y así nacieron los via jes imaginarios.
Godwin nos cuenta en ima de sus narrac iones fan-
tás t icas que l legó a amaest ra r unos c isnes sa lva jes
procedentes de la i s la de Santa Elena a fuerza de
most ra r les ima y o t ra vez un obje to b lanco y redondo.
Acostumbrados los c isnes a volar en la dirección del
objeto Godwin los t raslada a la is la de Tenerife . Y
una noche desde e l Te ide remolcado por sus c isnes
emprende su via je a la I tma a la que l lega en menos
de dos semanas . Esto ocurr ía en 1638.
Tam bién e l ing lés W ilk ins en época po ste r io r quie -
re in ten ta r l a aven tu ra ; pe ro gu iado por su e sp í r i tu
prác t ico reduce has ta e l l ími te e l número de las aves
amaest radas y se lanza a l espac io sentado en una mo-
desta águi la . Esta y o t ras ten ta t ivas guiado s iempre
por su esp í r i tu prác t ico las reúne en e l capí tu lo de
una de sus obras que d ice as í : «Que no es imposib le
que a lguien de la poste r idad pueda descubr i r o inven-
ta r a lgún modo de t r anspor ta rnos a e se mundo de l a
luna y que de hab e r en é l hab i t an te s haga m os com er -
cio con ellos.»
E ste auge de la imag inac ión ma rc a la v íspera com o
ha sucedido s iempre de los hechos rea les .
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ULTIMAS
F A N T A S Í A S
De las experiencias imaginarias del siglo xvii llegan
hasta nosotros entre otras popularizadas por unos ver
sos sonoros las cinco maneras de Cyrano de elevarse
por los aires. El drama de Rostand las ha puesto al
alcance de todas las memorias y no hay por tanto
que citarlas aquí.
Pero la Humanidad no se contentaba solamente con
soñar sino que aspiraba naturalmente a realizar sus
sueños. De aquí que en busca de materializaciones el
hombre concibiera las más extraordinarias fantasías.
En 1670 el padre Francisco Lana jesuíta nos des
cribe un nuevo medio de ascensión. Se trata de dos
esferas de cobre pero de un cobre tan delgado que
no llega a darnos su espesor. En estas esferas había de
producirse el vacío hasta lograr que el aparato fuese
menos pesado que el aire. Para sus cálculos el padre
Lana prescinde una vez más del espesor del cobre no
especificado. El vacío podrá obtenerse en su opinión
de la manera más sencilla: basta con llenar de agua
las esferas y poco a poco irlas vaciando. Al final na-
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tu ra lmente , queda hecho e l vac ío y e l apara to en con-
diciones de elevarse. Se aplican luego unas velas a las
es fe ras . . . ¡y a nav ega r
Como ocu r re , s iem pre an te l as ideas gen ia les , l a de l
j e su í t a t uvo t ambién sus de t r ac to re s . ¿Qué o t r a mi s ión
—exclamaban és tos—^podían cumpli r las velas que no
fuera la de seguir c iegamente , como las esferas , la d i -
recc ión de l v ien to que sop la ra? E n e l mar— argüían—
se navega porque hay dos fuerzas que se oponen en t re
s í :
la ac t iva del v iento y la res is tencia de las aguas .
P er o ¿en los a i res . . .?— concluían con un a car cajad a
desconce r t an t e .
. Se pensó entonces con toda ser iedad en la autént ica
navegación aérea . Y otro re l ig ioso, e l padre Gal ien, ha-
c ia mediados del s ig lo xvi i i nos expone su cur iosa teo-
r ía sobre e l tema.
«Parece ser—^nos dice—que en la atmósfera hay dos
capas de a i re superpues tas , s i endo más pesada la in -
fer ior . De es te modo, un baroo colocado con su l ínea
de flo tación en la ju n tu ra d e am ba s capas pod r ía na-
vegar perfectamente .» Nos l lega a dar e l buen padre
las caracter ís t icas del navio en cuanto a su peso, ca-
pa c ida d d e ca rga y fo rm a. A juz ga r po r los da tos qu e
nos sumin i s t r a , deb ió de t r a t a r s e de un ba rco de ma-
yor tamaño que la c iudad de Aviñón, cuna del inven-
tor esc larecido, Pero lo que no se nos dice en par te
a lguna e s de qué med ios pensaba va l e r se pa ra t r ans -
por ta r su nav io a l a a l tu ra necesar ia , a l a famosa jun-
tu r a donde pud ie r a ho lgadamen te navega r .
Aún hay ot ro innovador en es te s ig lo dichoso del
que se t ienen más vagas not ic ias todavía . Se l lamaba,
quizá , Lorenzo de Guzmán. Se discute s i nació en e l
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GEOGRAFÍA Y QUIMERA
Brasi l . Se discute incluso su existencia . Pero sí se ru
morea que un d ía v io e levarse has ta las ventanas de
su casa en L i sboa una casca ra de huevo impulsada por
el viento. Con tan exigua experiencia c ient í f ica conci
b i ó t a m b i é n a r ro j a d a m e n t e su m á q u i n a v o l a d o ra.
Hasta se asegura que voló en Lisboa hacia 1736 si bien
fue a es t re l la rse cont ra las comisas de l pa lac io en e l
que e l r ey Ju an V y su Cor te p re senc iaban a som bra
dos
t an ex t raño expe r imen to .
No ha de incluirse esta tenta t iva de Lorenzo de Guz-
mán por t an to en t re los v ia je s imag ina r ios pe ro s í
cabe seña la r la como una de las u l t imas fan tas ías .
Porque ya e s tamos en l a s pos t r imer ía s de l s ig lo xv i l i
en la víspera de esos días en que vienen a l mundo los
he rm an os Montgol fier aque l los dos n iños que no pu
die ron nunca jugar con g lobos porque fueron e l los
años más ta rde los que los inventaron .
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EL HOMBRE EN EL AIRE
Cuenta el historiador Marión que el viejo mariscal
De Villeroi, octogenario y enfermo, se asomó a las ven-
tanas de las TuUerías en tma tarde de otoño del año
1783 par a com prob ar con sus propios ojos la increíble
novedad que anunciaban los papeles públicos. Se tra-
taba, según éstos, de un nuevo experimento físico que
iba a asombrar al orbe entero: la ascensión por los
aires de un objeto extraño, especie de balón, impulsa-
do hacia las nubes por otro aire más caliente.
La noticia turbó bastante al viejo mariscal. Sus ojos
cansados le hacían ya ver visiones, sobre todo a las
horas crepusculares, y por un momento tuvo la sen-
sación, al ir de una a otra ventana agitado convulsiva-
mente, de que aquella luna oscura que se elevaba por
el cielo de París volvía a ser un nuevo engaño de su
mirada mortecina. Pero la luna pasó tan cerca de su
ventana, que el pobre mariscal cayó de rodillas, mien-
tras exclamaba:
— ¡Ahora sí que no cabe dud a Descub rirán el secre-
to de la inmortalidad, pero para entonces yo me ha-
bré muerto.
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CLAUDIO DE LA TORRE
N o fa ltó qu ien rec o rd a ra en ton ces que aun qu e ya
pe rd i do en la an t igü edad se ha b la ba todav ía de u n
cie lo mitológico por e l que navegaba s in cesar un dios
de pie s a lado s m uy afic ionado a vis i tar la T ierra . ¿Po r
qué no devolver le la v is i ta? se preguntaban los más
am bic iosos . E n cuan to a los poe ta s s i em pre des in te re
sados se conten ta ron con vo lver a hab la r de Ica ro y su
infru ctuo so vuelo en u n día de sol . La c i ta p o r en ton
ces
conservaba su pres t ig io .
S im ón e l M ago según tod as las apa r ienc ias h izo e l
p r im er ensayo se sen ta años después de Cr i s to cuan do
aún es taban ca l ien tes las hue l las de San Pedro por los
senderos de Roma. El ig ió la Ciudad Ete rna para su
exp e r ienc ia ; pe ro lo s c r i s t i anos de en ton ces pe rsegu i
dos po r Nerón no deb ie ron da r más impor tanc ia a l
vue lo que a las locuras de l t i rano . Es taban aún dema
s iado ce rca lo s mi lag ros pa ra que nada - le s a sombrase .
Lo c ie r to es que S imón se rompió la cabeza en e l
expe r im en to lo qu e no imp id ió que tuv ie ra sus d i sc í
pu los y que és tos s igu ie ran también la misma suer te .
La teoría del p lano incl inado s irviéndose de la res is
tenc ia de l a i re ha b ía f racasado p or ta n t o . A es ta con
c lus ión se l legó en aque l los remotos t iempos .
H abía pu es qu e vo lver a em pezar rec t i f icando e l
pu n to de pa r t ida . Los ho m bre s deso r ien tado s e leva
ron los ojos a l c ie lo y vieron cruzar por e l espacio a
u n a p a lo m a . A p re s u ra d a m e n te l a r e p ro d u j e ro n e n m a
dera y la lanzaron desde una co l ina . La pa loma c ruzó
e l espac io desde la co l ina a l sue lo pero aquí se que
dó .
Los amigos de P la tón pud ie r on dec i r aque l l a t a rd e :
«La pa loma de madera es un cuerpo s in v ida .»
¿Qué hace r? As í quedaba p lan teado e l p rob lema : a l
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GEOGRAFÍA Y QUIMERA
hombre con v ida l e f a l t aban a l a s ; a l a s pa lomas de
madera les fa l taba v ida . Hubo que l legar a l s ig lo x in
para a lcanzar conocimientos más c ient í f icos . Se volv ió
a pe nsa r en e l ho m bre pe ro dad a l a exper ienc ia ayu
dánd o le u n poco m ás . Así e l m onje Bacó n expone su
idea de cons t ru i r una máqu ina pa ra vo la r en l a que
es tan do e l ho m br e sen tado o suspend ido en su cen
t r o
pud ie ra da r vue l t a s a una man ive la que pus ie ra
en movimiento unas a las ta l como hacen las aves .
Conse jo tan prudente fue seguido a l p ie de la le t ra
por o t ro sabio benedic t ino Ol iver io de Malmesbury
que después de fabr icarse las a las un poco inf lu ido
quizá por las an t iguas descr ipc iones de l a s . d e Dédalo
se lanzó desde lo a l to de una torre . All í quedó el des
grac iado f ra i le a l p ie de la tor re con ambas p iernas
r o t a s .
V iv ió s in embargo muchos años más como un
pá ja ro a t e r ido po r e l f río de su desven tu ra achac ando
su f racaso a la fa l ta de precaución de no proveerse
de una cola .
Igua l des t ino desven tu rado tuvo o t ro no tab le ma te
m át i co de Pe rugg ia Ju an Bau t i s t a Dan te a l l á po r e l
s iglo XV movido s in duda por la emulación de la fan
t a s í a de su más i lus t r e homónimo. No sé sabe h i s tó
r i camente has t a qué pun to Leonardo l l evó a l a p rác t i
ca sus más o menos capr ichosas teor ías . Su anécdota
del c r iado t iene todas las carac ter í s t icas de una bro-
naa pop u la r t r a t ánd ose de pe r sona je t an hu m an o b ien
que la época faci l i tara estos excesos.
En f in para que a es tos nombres a i s lados no les
fa l ta ra e l sabro so cond im en to de la sa l española ha
br ía de agregar a la l i s ta e l de l cordobés Aben Fi rnás
po l íg ra fo poe ta g ram át i co mús ico y m ecán ico qu e vo ló
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GUSINDE EN ESPAÑA
Difícil era de sospechar para los ojos profanos que
aquellos cráneos alineados en las vitrinas de los mu
seos antropológicos estuvieran destinados con el tiem
po
a ser meros exponentes de una ciencia casi morte
cina al compararlos con la materia viva que hoy es
tudian los etnólogos.
El padre Gusinde es im audaz representante de la
nueva escuela en la que no bas ta el saber científico
con ser mucho el qu e acrunula el ilustre profesor si
no va acompañado de una decidida acción personal en
busca del ser humano allí donde se encuentre.
El profesor vienes lo ha buscado denodadamente por
todos los rincones del mundo: desde África a la Pa-
tagoma. Y en una de las selvas del ex-Congo belga tro
pezó con las trib us de los pigmeos con las que vivió
durante casi un año.
No hay novela de aventuras que supere el relato apa
sionante de esta experiencia. Gusinde nos lo cuenta
con mesura midiendo bien sus recuerdos como si se
tratara de despertar en el oyente la misma ternura que
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CLAUDIO DE LA TORRE
é l exper imentó an te e l ha l lazgo . Duran te once meses
s igu ió a es tas gen tes d iminutas por los a l tos bosques
af r icanos de copas de á rbo les le janas qu e cer rab an la
luz del sol deja nd o en so m br a la se lva tod a s i lencio-
sa como una ca tedra l en reposo . Sobre un sue lo duro
l impio de vege tac ión pues jamás l legaron has ta é l los
rayos so la res acampó d ías y noches con es ta raza o l -
v idada y compar t ió con e l la la v ida pr imi t iva .
El profesor habla de sus pigmeos con una dulce son-
r i sa que deb ió de se r e l a rma secre ta de su aventura .
«Un metro veinte—^nos dice con minucioso pormenor—
fue una es ta tura comprobada por mí . Ági les r i sueños
y habladores cor r ían por la se lva en la más d ichosa de
las l iber tades . Jamás t ransgred ían la ley mora l . Mono-
te í s t a s y m onógam os com o fue ron indudab lem en te l a s
pr imeras soc iedades según las novís imas inves t igac io-
nes de la c ienc ia no debie ron de contaminar le nun-
ca acaso p o r sus mi les de año s de a is lam iento de las
cos tumbres re la jadas que t ra je ron la d ispers ión y mez-
cla de las razas . Es c ier to que mil años antes de Jesu-
cr is to—agrega con f ino humor—^un Faraón mandó t raer
a su Cor te a uno de esos p igmeos maes t ro en danzas
sagradas . Pero seguramente devue l to a la se lva no pu-
do contar nada de lo que había vis to en e l país le ja-
n o y poco debió de in f lu i r en sus contemporáneos . Yo
mismo he hab lado con o t ro que es tuvo una vez en Lon-
d re s donde lo exhib ie ron en una expos ic ión ; pero n i
s iquiera supo expl icarse e l v ia je . En e l fondo nada de
nuestra vida les in teresa . Viven fe l ices en su medio
con sus c reenc ias ded icados a l cu l t ivo más escrupulo-
so de sus t rad ic iones . E l hombre por e jemplo se casa
s iempre con mujer de o t ra t r ibu . Ambos muy jóvenes .
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GEOGRAFÍA Y QUIMERA
casi niños . El igen l ibrenaente a l vis i tarse unos a ot ros .
Pero en las conversac iones fami l ia res que preceden a
la cerenaonia los pa dre s s iem pre in te resa do s p lan tean
e l problema de la dote . Es ta sue le cons i s t i r genera l -
men te en una de t e rminada can t idad de p imtas de f l e -
cha muy apreciadas . Si una de las famil ias carece del
nú m er o fi jado la bo da se ro m pe . Y a veces es to pro -
voca la so luc ión románt ica : los novios huyen de l ho-
gar pa te rno como dos n iños que se perd ieran por e l
bosque . A l cabo de l t i empo sobre t odo s i ha hab i -
do un h i jo varón en e l nuevo mat r imonio la pare ja
vuelve a r r ep en t id a y sumisa a sus m ayores qu i enes
la reciben con toda clase de fes te jos y agasajos .
Conserva pues es ta gente fe l i z l as mismas cos tum-
b r e s
más o menos que desaparec ie ron un d ía en e l
caos del mundo civi l izado. Por eso es tos raros sabios
de la e tnología pers iguen entre ot ras cosas lo que el los
l l aman «e l pensamiento e lementa l» .
Todo es to en r e sumen no e s más que l a anécdo ta
lo que cor re más v ivaz para e l profano que se adent ra
a su vez por esa ot ra selva que es e l a lma humana.
Luego viene la biología la prehis tor ia . . .
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ESMERALDAS
No fue posible inform ar al rey de los Dañabas po r
que se trataba de los remotos tiempos de la sagrada
literatu ra hindú de que su bilis fabulosa roba da po r
la serp iente voladora llegaría a conv ertirse un día en
piedra tan preciosa como la esmeralda. La falta de tan
valiosa información ha motivado sin duda que aun
después de los muchos siglos transcurridos desde el
real despojo indu stria tan productiva como la explo
tación de las miaas de esmeraldas que hoy existen en
la India se encuentre todavía en manos de una sola
familia usu fruc tuaria exclusiva de los yacim ientos.
De conceder el crédito que merece al historiador
Otero Muñoz ex presidente de la Academia Colombia
na de Historia los egipcios fueron m ás decididos par
tidarios de la publicidad. Sus piedras verdes inunda
ron el mundo antiguo y en su rutilante carrera de lu
ces por la Tierra llegaron a instalarse en el propio
corazón de la Cristiandad rep rese ntad o esta vez po r
la tiara de los Papas en las que luce desde el pontifi-
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CLAUDIO DE LA TORRE
cado de Ju l io I I una de l as más be l las esmera ldas
or ien ta les .
Del m ism o le jano or igen debió de se r t am bié n la
smer g us de N eró n con la qu e se en t re te nía en se
guir las incidencias de los juegos en e l Circo Romano
mirando por e l la como por una lente y t i f iendo as í la
sangre de un color i r real . Si ent re las caracter ís t icas
de es tas esmera ldas de l Or ien te hay que lamentar su
fal ta de t ran sp are nc ia fue és te u n re pa ro c ient íf ico
p l a n t e a d o m u c h o ti e mp o d e s p u é s d e h a b e r s e c e r r a d o
los circos.
Para que la esmera lda luzca en todo su esp lendor
desd e e l co lor verde profu nd o ha s ta e l m ás pá l ido y a
veces b lanco según la cant idad de óxido de c romo y
de h ie r ro en so luc ión que haya en t rado en sus ve tas a l
t iem po de cr is ta l izarse fue no sólo nec esar io q ue Co
lón descubr iese América s ino que J iménez de Quesa-
da conquis tase Nueva Granada. Al l í junto a la cordi
l l e ra or ien ta l de los An des a un os c ien k i ló m et ro s d e
la c iudad de San ta Fe se ab re e l va l le es t rec ho y pro
fund o de l r ío M inero orgul lo de l a zon a esm era ld í fe ra
de l v iejo re ino . H as ta aque l las a l tu ras po r t e r re no que
b r ad o e i n sa lubre roda nd o a veces po r l a s pen d ien t e s
pedregosa s t uv i e ron que en ca ram arse l o s p r im ero s
conqu i s t adores en busc a de l a m ág ica p rom esa . E ra
ésta la provincia de los Muzos t ier ra cal iente y húme
da en la que se cocía lentamente avivada por e l fuego
de la t radic ión una de las razas más tenaces en defen
de r su suelo. La re in a de sus leyend as Fura-Ten a per
sonif icación del mineral verde de los Muzos se exten
día po r las m on tañ as sa l inas com o un va por en e l es-
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GECXiRAFIA Y QUIMERA
pac ió
emendo todo e l val le con sus brazos oscuros .
Por en t re es tas t in ieb las de l paisa je y de las a lmas
sonaban a l andar los h ie r ros de los conqu is tadores
como campanas de fe .
Después v ino e l descubr imiento de l cap i tán Penagos
la p r im er a m in a de e sm era ldas y a p ar t i r de en ton
ces la larga y penosa explo tación de los yacimientos
hasta l legar a la poses ión des i lus ionada de l tesoro . Es
p e ran z a y m e ta t í p i cam e n te h i sp an as .
Como dato cur ioso recoge Otero Muñoz una de las
ord en an za s ex ped idas en 1643. «Qu e los ind ios qu e t ra
bajan en las minas—decía esta ordenanza—^no puedan
ser ocupados en o t ra cosa . Que las horas dé t rabajo
deben ser de las ocho de la mañana a las doce de l
d ía y desde las dos de la tarde has ta las cuat ro . Que
los dueños de cuadr i l l a no puedan hace r los t r aba ja r
m ás t iem po so pe na d e 20 pesos de mu l ta . Que de no
che no puedan se r ocupados los ind ios en l as minas
aunque d igan que van de su voluntad . Que los indios
que den l ibres los sába dos e tc .»
«D e t a l m o d o — c o m e n t a el h i s t o ri a d o r c o l o m b i a n o -
hace t res s ig los no se abrumaba a los indios con e l t ra
ba j o com o se ha so s tenido pu es ya se hal la ba es tab le
c ida pa ra e llos un a jo m a d a de se is hor as m eno r qu e
la ac tual y e l derecho que se cree modernís imo de l
week en de los sábados.»
E n 1650 las m in as s on inco rp or ad as a la Real Coro
na excluyéndose de su explo tación a los pa r t icu lare s .
No vue lve desde esa fecha a sacarse provecho n i u t i
l idad alguna de los yacimientos hasta e l año 1824 con
quis tada ya la independencia por Colombia . De enton-
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CLAUDIO DE LA TORRE
ees acá como un a riqueza que se encauza el río d e
esmeraldas discurre hoy bajo la dirección del Banco
de la República de Bogotá que ha em pezado po r rega-
lamos en una cuidada edición la historia de su le-
yenda más poética.
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PUE LOS ECUESTRES
Prim ero fue la selva según el profesor -Otto Jessen
y de ella partió la agricultura. Los habitantes de la
selva se asomaron un día a la orilla de la estepa y así
tuvieron ante los ojos vírgenes una visión extensa de
lo que debió ser el Paraíso. Aves de todas clases vola
ban limpiamente por el aire mientras abajo humede
cía los pastos el hondo respirar de los bisontes. Y en
tre estos dos reinos de tan opuestas vidas se ilumina
ba casi completa la lámina de la zoología hirviente
bajo el sol en libertad po rque la estepa era en tonces
un mundo que el hombre no habitaba.
El hom bre entonces se hizo cazador y más tard e
como alguien tenía que reunir a tanto animal suelto
como aún quedaba empezó a dibujarse en el horizon
te un nuevo tipo de habitante de la estepa: el pastor
a caballo. Porque ya estamos en la estepa. El primer
contacto con la selva ha producido una ancha fronte
ra—^los primeros cultivos los primeros animales do
mésticos—entre los dos mundos. Con los hombres de
la selva pues llegaba también la agricultura campos
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CLAUDIO DE LA TORRE
dispersos de labor que desaparec ían en imas horas
ba jo e l ga lope de las manadas .
La f ranja d e l a f rontera s in em ba rgo se ensancha-
ba cada vez más . Nuevas v idas se incorporaban a l a
conquis ta has ta que toda la es tepa fue como un in-
m e n s o c a m p a m e n t o s e ñ a l a d o e n l a s t a r d e s q u i e t a s p o r
las d i s tan tes co lumnas de humo de los hogares . Los
abor ígenes somet idos a una ley de guer ra o a una ley
de amor perd ían su pa l idez de venc idos a l mezc larse
con los conquis tadores . La t i e r ra e ra en tonces de un
solo color.
Nacieron de es te modo ent re o t ros pas tores a caba-
l lo los cosacos de la es tepa rusa los vaqueros de l Bra-
sil lo s boers de Áfr ica del Sur los gauchos de la Pam-
pa los l l aneros venezolanos los
cowboys
d e N o r t e a m é -
r ica . Verdaderos pueblos ecues t res c rearon un t ipo de
v ida muy ca rac t e r í s t i co con l a cu r iosa pa r t i cu l a r idad
pes e a l as en orm es d i s tanc ias que les sep arab an de
presen ta r t odos e l l os unos r a sgos comunes . En t r e nos -
o t ros
aun los más conocidos—^los cosacos los gauchos
y los cowboys—allegan de ta l manera a confundirse unos
con o t ros que fo rman jun tos en nues t r a memor i a ima
única pe l ícu la de aventuras .
Al leer e l es tudio del profesor Jessen sobre los pue-
blos ecues t res de l as es tepas se p iensa inevi tab lemen-
te en nues t ros caba l l i s tas de l campo andaluz . Al l í no
hay e s t epa s ino m ar i sm a . No pue de hab la r se de l avan-
ce de la se lva porque tampoco la hay; pero s í de los
ensayos de agr icul tura en los más á r idos d i s t r i tos . El
cabal lo en Andalucía como en la
pust
húngara fue
e l e lemento prec i so para dominar e l pa i sa je . En Te-
xas en Kansas durante e l s ig lo pasado se l l evaban de
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GEOGRAFÍA Y QUIMERA
u n lad o a ot ro a co sta de inn um era ble s r iesgos c ien-
tos de mi les de an imales cada t ropa con su cowboy.
No era menos e l pe l igro a la hora de dar les descanso
l legada la noche cuando e l ganado sufr ía verdaderos
a ta qu es de te r r or y res u l ta ba d if íc il con tener lo com o
no fuera rodeándolo de hogueras y canc iones .
En e l campo anda luz la canc ión y e l toro—su animal
más rep resen ta t ivo con e l caba l lo—se jun tan t ambién
con frecuencia . Y no es menor e l pel igro del toro des-
mandado que no e s t ampoco un so lo an ima l s ino mu-
chos reunidos en la sangre toda una cas ta que se re -
vuelve a la menor inci tación.
Cosacos gauchos cowboys a n inguno ha fa l tado en
su m o m e n t o su l i t e r a t u r a p o p u l a r s a t u r a d a d e ro m a n -
t ic ismo. Estos t ipos rebe ldes va l ien tes e indisc ip l ina-
dos e n c a m a ro n c o n v e rd a d e ra h o l g u ra l os g r a n d e s
idea les de su t iempo cuando aún la es tepa no es taba
encadenada por los a l ambres de los e s t anc ie ros . En t re
aque l los idea les ger m inab an confus am ente confundi -
dos con un pun to de honor muy qu i squ i l loso l a s p r i -
m er as re iv indicac iones soc ia les . La l iber tad res p i r ad a
a l a i re l ib re e ra pa ra e s tos pas to re s una pa lab ra hen-
chida de nosta lgia .
Nuest ro caba l l i s ta anda luz t iene también su l i te ra -
tu ra . Pe ro é s ta e s como s i d i j é ramos m ás u rb ana m ás
de la c iudad pese a l campo y a l cabal lo . Se dir ía que
desde e l caba l lo anda luz de m ay or a lzada po r no se r
caba llo de des ie r to se pu ed e s i emp re v i s lu m bra r a l
té r rh ino de la mar isma la pr imera casa b lanca de los
pueb los .
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BREVE HISTORI
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HALLAZGO DE UNA VILLA ROMANA
Pa ra enco n t ra r un a v il la rom ana lo p r im ero que
hay que hacer es dir igirse a un si t io en e l que hayan
estado antes los romanos. El t raba jo es b ien senc i l lo
por tan to ya que los romanos es tuvie ron en cas i todas
pa r te s aun en lugares inverosími les dada s las d is tan-
cias e n su t ie m po . C ruza ron e l Canal de la M ancha y
a l l í en las oscuras Is las Br i tán icas tuvie ron inc luso
u n a pro vin cia f loreciente . No es p ue s de ex tra ña r qu e
vin iesen a E sp añ a en u n la rgo v ia je por t ie r ra qu e
hac ía más p lacentero la semejanza de l c l ima.
Pe ro en este largo via je l leno de m il incid ente s y
av entu ras las leg iones a veces se d ispe rsaba n perd i -
das o a t ra ídas por los encantos de l pa isa je . Muchos
se nt ían la a tra cc ión de la t ie rr a fér t i l y a l l í se queda-
ban a m i tad de cam ino conve r t ido e l escu do en a nch a
azada.
Pocos b ienes tan codic iables como es tos t ranqui los
campos le jos de los negocios del Imperio. Aquí e l sol
y e l s i lenc io tem pla ba n b ien la m adu rez de l gue rre ro
necesi tado a l f inal de su vida del reposo necesario
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CLAXJDIO DE LA TORRE
para ordenar t an tos recuerdos . Algo as í debió de ser
la causa de es tas vi l las a is ladas que señalan el paso de
los romanos por España , pues e s cu r ioso obse rva r que
cas i toda s e l las d i s f ru tan de u n be l lo e m plaz am iento .
Para i r en busca de la v i l l a romana más comple ta
qu e se ha enc on t r ad o en . nues t r a t i e r r a , ba s t a sa l i r en
coche de Pamplona y dar vis ta a Monreal , e l viejo ca-
mino de Sant iago de los que venían de Jaca . Corre con
el coche k i ló m et ros y k i lóm et ros la agre s te s ie r ra d e
Aláiz , por la que Medinacel i , en t iempos, hacía rodar
los jabal íes .
Aquí , ju n to a l cam ino, de jam os e l pu eblo de I do cin ,
cuna de l padre de San Francisco Javier . Por eso e l
a lma, contagiada de sant idad , se d i la ta ahora a l a v i s -
ta del val le de Sangüesa, con los Pir ineos al fondo, ha-
cia la cuenca del I ra t i . Zona r ibereña , ca l ien te , b ien
trabada de viñas y de ol ivos .
M ás al fondo todav ía se yerguen las es t r ibac ione s de
la s ie r ra de Lei re , l a verdadera s ie r ra dentada , con su
imponen te monas t e r io enca ramado en l a s rocas . ¡Dura
cues t a pa ra los há b i to s bened ic t inos cuan do t engan
que l l ega r ha s t a é l Na tu ra l eza hosca , de p i ed ras he l a-
das ,
por las que pisaba el cabal lo de Car los e l Noble ,
levantando a su paso las más bravas perdices de Na-
var ra . Hoy, en aquel las a l turas , a l abr igo de un v ie jo
b al u ar te d el siglo xi q ue es la to rr e de la iglesia , se
refugia en invierno un rebaño de ovejas , a l que los
monjes van a apacentar . Al p ie de las rocas , escondi -
do ,
junto a l r ío Aragón, volvemos a encont rar de nue-
vo a Javier , pero ahora en persona y en espí r i tu , en e l
pueblo en que nac ió . Es tamos en e l corazón de Na-
var ra .
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GEOGRAFÍA Y QUIMERA
¡Qué le jos todavía su tenaz predicac ión de aque l los
t iempos en que languidecía en Salona la vejez de Dio-
c lec ian o P or qu e debió de se r en to nces , cuan do el an
c iano emperador cu l t ivaba sus lechugas , que v ino a Es
paña es te poderoso pa t r ic io y , a imi tac ión de su señor ,
buscó e l o lv ido en es ta recóndi ta cañada .
Organizó una verdadera explo tac ión agr íco la , cons
t ruyó xma v i l la pr inc ipa l y t res más modestas para sus
s ie rvos y esc lavos . En e l t razado que hoy queda en e l
sue lo tenemos la p lan ta comple ta . Aquí e l per i s t i lo y
el ábside, f inal de la vivienda; e l molino de acei te , las
te rmas, las p i las para e l v ino . Más a l lá e l gran es tan
q u e , e l pa t io con e l pozo . . . Por la t ie r ra corren todavía
las conducciones de agua. Mosaicos de gran lujo, rojos
y azules, decoran e l inter ior . No fa l ta nada. Por no fa l
ta r , aquí es tá también e l cementer io , a l abr igo de los
vientos .
Para reconst ru i r e l ca rác te r de l morador de la v i l la ,
n ingún da to tan prec ioso como e l de las te r razas . Avan
zan és tas hac ia e l r ío , a una a l tura conveniente para
que no sea e l pa isa je e l que domine . Todo es tá ba jo
la, m ira da v ig i lan te de l pa t r ic io . Su esp í r i tu gu erre ro
no debía de sent i rse de l todo adormecido cuando le
gus taba rec rea rse en e s te t a jo d ramá t ico de l I ra t i ,
donde las rocas se h ienden para dar paso a las aguas
es tancadas . Pero a l l í también , ba jo sus p ies , mient ras
recorre con la mirada e l duro pa isa je , s ien te e l v ie jo
guerre ro e l t ra j inar de la co lmena v iva que es su casa
el t rasegar del t r igo y la acei tuna, e l vaivén del t raba
j o . Todo es suyo. Hasta ese grano que l leva en e l pico
la paloma de la paz.
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CLAXJDIO DE LA TORRE
Después de más de tina centuria de abandono, los do
minicos de Silos vuelven a animar el monasterio con
sus rezos.
Mientras los monjes de San Bernardo bajan de los
m ontes nevados a ra stra s con sus pe rros, los domini
cos de Silos se disponen a escalar la sierra de Leyre.
Se diría que los agustinos descienden de los Alpes con
aire cansado tras la dura lucha por despertar la cari
dad entre los hombres, al paso que los monjes de
Burgos dejan el llano para cantar en las alturas.
En 1847, año en que se imprimió el tomo X del Dic
cionario Geográfico Madoz, se hacía en este libro ado
rable la más sorprendente descripción del monasterio
de Leyre. Su origen, decía en la página 271, «es de u na
antigüedad tan remota que se pierde en la oscuridad
de los tiempos, aunque se cree, con bastante funda
mento, que fue construido en la época de los godos. Su
advocación es de San Salvador y su fábrica de piedra
arenisca, que abimda en el territorio, pero.sin ningún
mérito artístico, lo cual ha motivado el dictamen de la
Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Na
varra, que se ha declarado por la enajenación absoluta
del edificio, que, sin embargo, aún no está vendido».
De un siglo a esta parte se han introducido notables
reformas en los datos que nos aporta el diccionario.
Por lo pronto, «la antigüedad tan remota que se pier
de en la oscuridad de los tiempos» queda fijada en
el siglo XI, hacia 1059, fecha aproximada en que se
construyó la iglesia románica de tipo fortaleza. La fe
cha de la iglesia primitiva es la misma que la de la
cripta. Esta es como la iglesia reproducida bajo tierra,
como su réplica subterránea, con todo el aire enrare-
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GEOGRAFÍA Y QUIMERA
c ido y ca tedra l ic io que dan aunque sea en reduc ida
esca la es tas ba jas cons t rucc iones románicas .
El res to de las edif icaciones y e l convento pertene-
cen ya a l s ig lo xvi . Del x i i se conservan aún en pie
unos muros la tera les de la ig les ia s in que sea posible
t razar hoy e l a rco que deb ió de un i r los . Al monas te -
r i o en resumen no sólo se le reconoce hoy un s ingu-
la r mér i to a r t í s t i co s ino que ha s ido dec la rado mo-
numento nac iona l . Su pór t ico de la Glor ia merec ía es te
homena je .
Es tamos en es tas a l tu ras a l p ie de la s ie r ra de Leyre
asomados a una de las sae te ras de la to r re de la ig le -
s ia . Ahora s í d ice verdad e l d icc ionario cuando af irma
que desde aquí se «goza de muy hermosas v is tas por
los muchos pueblos y e l te r reno l lano y ameno que se
divisa a los lados del r ío Aragón y cuyo panorama es
tanto raás del ic ioso cuanto e l monaster io es tá coloca-
d o . . . deba jo de t ina te r r ib le montaña e r izada de peñas -
cos que amenazan desp lomarse» .
Buena a ta laya para descubr i r la t ie r ra y sus se res .
A lo le jos vem os ah ora inv ert ido e l pa isa je la v i lla
romana de Liédena . Por a l lá aba jo rozando las már-
genes de l I ra t i pasa ron un d ía las leg iones . De ja ron
por a l l í las huel las de su laborios idad y de su contento
de vivir. Vivieron de los fruto s de la t ie rra apeg ado s
a la t ie r ra con las sanda l ias hum ede c ida s po r la p ro-
x imidad fe r t i l izan te de l r ío .
Aquí a r r iba en es tas rocas ten ía que asen ta rse tm
idea l más duro de más d i f íc i l a lcance . Había que sub i r
a l monte ca rgado con todos los desengaños de l im-
p e r i o
só lo pa ra re sp i ra r me jo r .
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B A B I E C A
Don Ramón Menéndez Pidal que ha ordenado sa-
biamente cuantas noticias pudieran interesamos sobre
el
Poema de Mió Cid y
que nos las ofrece po r añadi-
du ra con la más certera crítica literaria q ue haya
jamás desentrañado texto alguno de nuestra literatu-
ra recoge tam bién de la
Crónica Particular del Cid
la
anécdo ta que refiere q ue a nu estro héroe siendo niño
«llamóle su padrino
babieca
porque eligió para sí un
po tro sarnoso» al que el niño llam ó desde entonces de
aquel modo. Si el animal nació en tierra de Burgos o
en Valdeburon o en los cam pos del Mondego es é ste
un punto oscuro sobre el que no se han puesto aún
de acuerdo las tradiciones. Lo único cierto que sabe-
mos es que el caballo no aparece en el poema hasta
la m itad del can tar y eso de un a m ane ra inesp erada
sin explicarse cómo acaso por olvido del poeta. Pa-
rece ser sin embargo qu e el Cid acababa de ganarlo
a «aquel rey de Sevilla» sin que pudiera saber toda-
vía las condiciones del animal.
A las prim eras prue bas a los pocos versos todos
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CLAUDIO DE LA TORRE
se maravi l lan. El Cid decide l levar a Babieca a la gue-
r r a c o n t r a Yucef para en t ra r luego v ic tor ioso en Va-
l enc ia e spa da en m ano caba l gando en e l sudo roso
an i m a l que m ue s t ra a l a s dueña s o rgu l loso . Pe ro qu i-
zá l a hazaña más b r i l l an t e dé Babieca, m á s p r o p i a d e
u n cab al lo es la qu e real iza a l da r a lcanc e veloz a l d el
rey Búcar .
Buea caballoi tiene Búcar e grandes saltos faz
mas abieca el de mío Cid alcanzádolo va.
Pes e a tod as es tas proe zas M enéndez P ida l ano ta q ue
sólo se le dedican a Babieca en e l po em a dos e log ios
s in ro d eo s : e l de «caba l lo qu e b ien an da» y e l de
«corredor» . Es verdad que e l rey no lo acepta a l se r l e
of rec ido po r e l Cid p o r en tend er q ue a t a l caba l lo
co r re sponde t a l caba l l e ro ; pe ro é s t os ya son p i ropos
indi rec tos de los que los bru tos no se en teran .
No s re fi ere i m ben em ér i t o e sc r i t o r rom án t i co don
Jo sé de Cas t ro y Ser ran o en su l ib ro Anim ales céle-
bres de todos los tiempos y de todos los países, que
Babieca
cu en ta a l m or i r e l Cid según l as c rónicas l a
ed ad de t re in ta y och o años lo qu e v iene a de m os t ra r
una vez más las excelencias de la vida a l a i re l ibre . Aún
le qu ed an po r rea l i zar s in em barg o pes e a su anc ia-
n i dad dos g rand es ha za ña s : gan a r l a ú l t i m a ba t a l l a a
los moros con el cuerpo ya s in vida de su amo sujeto
a l a s i l l a y asegurar l a descendencia con dos hermosas
yeguas que le proporciona su f ie l Gi l Díaz. De ambas
empresas a r r i e sgadas sa l e t ambi én v i c t o r i oso .
He aquí lo que nos d ice l a Crónica General: «. . . y
desde el d ía post rero en que el Cid descendiera de é l
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GEOGRAFÍA Y QUIMERA
por l as r i endas l e l l evaban a abrevar . . . ; y desde que
las yeguas fueron preñadas , guardáronlas muy b ien ,
y l a una de e l l as par ió macho y la o t ra hembra ; y
dice la his tor ia que del l inaje de es te cabal lo del Cid
hubo después en Cas t i l l a muchos buenos caba l los muy
prec iados , y por ventura hay hoy en e l d ía» .
Babieca muere dos años después que el Cid, o séase,
a la avanzada edad de cuarenta años. Gi l Díaz, su de-
voto pa la f renero , lo en t ie r ra an te l a puer ta de l mo-
nas te r io de San Pedro de Cárdena , donde un d ía infe-
l iz se recogieran la mujer y las hi jas del Cid. La
descr ipc ión de l lugar de l en te r ramiento en la
Crónica
General da abu nd an te s de t a l l e s : e s t á en t e r r a do en l a
plaza a mano derecha , f ren te a l a puer ta de l monas-
t e r io .
Gi l Díaz plantó a l l í dos ohnos, a los costados de
de la tum ba , con el caba l lo en m edio . «Y tant o c rec ie ron
qu e tan gran des son los o lmo s) , que es un a gra n
maravi l l a , cua les puede hombre ver s i a l l á quis ie ra i r ,
y al l í yace entre el los el caballo Babieca del Cid Ruy
Díaz.»
En l a p l aza de Cárdena e s t á en t e r r ado t ambién e l
bueno de Gi l Díaz . As í lo quiso é l mismo, como prueba
f inal de su car iño al bruto, á cuyo lado descansa. Con
su humi ldad de judío converso no se a t rev ió a pensar
en e l in te r ior de l monas te r io como lugar de e te rno re -
p o s o ,
y se conformó con que lo en ter ra ran en la p la -
za , an te l a puer ta de l sagrado rec in to . De es te modo
su alma tan ardiente no tuvo más que enf i lar , para sal -
varse , aque l t rozo de c ie lo encuadrado ent re l as tor res
venerables de l monas te r io y aquel los o lmos tan a l tos
que mandó p lantar un d ía junto a lo que más qxxisQ
en la Tierra .
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E L PR I ME R E SC R I T O R Q U E T U V O E ST I L O
Este pr ínc ipe don Juan, a quien los manuales de
l i t e ra tura , por causa ignorada , l l aman e l infante don
Ju an M anu el , ra ue re en 1348. H i jo de infa nte y n ieto
de l r ey San Femando , no pa rece haber cor r ido con mu-
cha sue r t e en e l p ród igo r epa r to de conmemorac iones
ofic ia les es te v ie jo es cr i to r de nu es t ro rom an ce , pr im e-
ro en la Edad Media «que tuvo es t i lo en prosa», según
la fra se c on ocid a de M enén dez y P elayo.
E n 1943 la h i s tor ia do ra doñ a Mercedes G aibrois de
Ballesteros, a quien se debe el fel iz hallazgo de los
tes tamentos de l pr ínc ipe en los a rchivos de L isboa , re -
cue rda en e l Ins t i t u to de España l a p rox imidad de l
cen tenar io pa ra que , con t i empo , pueda des t aca r se
apropiadamente fecha tan señalada en las l e t ras espa-
ñolas . Pero lo cier to es que 1948 se terminó s in que
supiéramos de n inguna ce lebrac ión. La hubo, eso s í ,
indi rec ta , a l pasear en proces ión solemne por v i l l as y
plazas la espada de l rey San Fernando, que acaso fue-
ra l a mi sma que l ega ra don Juan Manue l a su h i jo ,
pues a s í pasaba de mano en mano por d i spos i c ión de l
propio rey .
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E L M I S T E R I O D E L M I S T E R I O
El mes de agos to se abre por l a mi t ad , exac tamente
p o r e l d ía 15, p a ra qu e sa lga de la t i e r r a y sub a a los
cielos Nuestra Señora. Desde el s iglo v la Iglesia con-
memora la Asunción de la Vi rgen, y hacia los años
ú l t imos de l v i pa rece se r que e l emperador Maur ic io
señala para la gran f iesta el 15 de agosto, en lugar del
1 de enero , en q ue se venía c e leb rand o. Es , pu es , l a
del 15 u n a ant ig ua fecha en los corazon es cr i s t ia no s .
, «Y p o r tan to os d igo— escr ibe e l infante don Ju a n Ma-
nuel en el siglo xiv—que el otro día, que era la f iesta
de la Asunción, a la que l laman en Cas t i l l a Santa Ma-
r ía de Agosto mediado, o í dec i r a a lgunas personas
ho nr a da s y m uy l e t ra da s que a lgunos pon í a n e n du da
s i es taba Santa Mar ía en cuerpo y en a lma en e l Pa-
ra í so . Y bie n os d igo que tuv e de es to mu y g ran pe-
sa r .» Tan to , que más ade lan te , en e l mismo
Tratado
de la Asunción añade que es t a r í a d i spues to a aven-
tu ra r s e en cua lqu ie r pe l ig ro de m u er t e po r de fender
es to la pre sen cia en cue rpo y a lm a de M ar ía Sant í s i -
ma en e l c ie lo) como a mor i r por la santa fe ca tól ica .
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CLAUDIO DE LA TORRE
Es cu r io so obse rva r cómo e l in fan te don Juan Ma
nue l s in g r an baga je de conoc im ien tos teo lóg icos só lo
p o r in tu ic ión poét ica se ad ela nta se is s ig los a lo qu e
un d ía va a se r dogma de fe . Cur ioso también recordar
p a ra e l p ro pó s i to de es t as l íneas la re lac ión de l in fan
te don Ju an M anue l con l a v i ll a de E lche luga r do nd e
la fes t iv idad de la Asunc ión adquie re mayor re l ieve
po r la t rad ic iona l repr esen tac ió n de su M is te r io ho y
reva lorada por la sab idur ía de l compos i to r Osear Esp lá .
En e l Libro de la caza ya nos hab la de Elche don
Juan Manue l a l d