Clase de Conocimiento de Si

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conocimiento propio

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• El deseo surge del movimiento visión/contacto/sensación/ pensamiento e imagen/deseo. Ahora nosotros decimos: la visión, el contacto, la sensación..., eso es normal, sano, pónganle fin ahí, no permitan que el pensamiento asuma el mando y convierta la sensación en deseo. Comprendan esto y entonces también comprenderán que no debe haber represión del deseo. Ven una casa hermosa, bien proporcionada, con bellas ventanas, un tejado que se funde con el cielo, gruesos muros que son parte de la tierra, un jardín encantador y bien cuidado. Miran la casa, hay una sensación; la tocan -puede que no la toquen de hecho, pero la tocan con los ojos-, aspiran el aroma del aire, de la hierba, del césped recién cortado. ¿No pueden terminar con eso ahí? Terminarlo ahí, decir: «Es una casa hermosa», pero sin que haya registro ni pensamiento alguno que diga: «Anhelo tener esa casa», lo cual es deseo y la continuación del deseo. Esto puede hacerlo muy fácilmente; quiero decir, fácilmente si comprenden la naturaleza del pensamiento y del deseo.

Sensación visión Deseo Pensamientocontacto

sin que haya registro ni pensamiento alguno

¿Qué relación hay entre el deseo y la voluntad? ¿Cómo surge el deseo? Primero están las sensaciones visuales y táctiles; después el pensamiento crea una imagen sobre la base de esas sensaciones y así nace el deseo. Uno puede ver esto por sí mismo cuando en la vidriera de una tienda mira una camisa o un traje; al entrar a la tienda y tocar el material, surge la sensación táctil y entonces el pensamiento dice: “¡Qué lindo sería tener este traje!”. El pensamiento crea la imagen de uno poniéndose el traje y, en ese momento, aparece el deseo. Este es el movimiento: percepción, contacto, sensación todo muy ‑natural y sano-, y entonces el pensamiento se apodera de la sensación, crea una imagen y ha nacido el deseo. La voluntad es la suma del deseo, el fortalecimiento del deseo, el impulso de lograr, de expresar el propio deseo y de adquirir; ésa es la operación del deseo reforzado por la voluntad.

• De modo que el deseo y la voluntad marchan juntos. Entonces el interlocutor pregunta: “Si no hay deseo ni voluntad, ¿por qué debería uno buscar el conocimiento de sí mismo?” ¿Qué es el conocimiento de uno mismo? Examinemos eso en primer lugar. Los antiguos griegos y los hindúes hablaron acerca del conocimiento propio. ¿Qué significa conocerse a sí mismo? ¿Puede uno conocerse a sí mismo? ¿Qué es el “sí mismo” que, aparentemente, es necesario conocer? ¿Y qué entiende uno por la palabra “conocer”? Yo conozco Gstaad[2] porque he estado viniendo aquí por veintidós años. Los conozco a ustedes porque los he visto aquí por veinte años o más. Cuando uno dice “conozco”, quiere indicar con eso no sólo el reconocimiento sino también el recuerdo del rostro, del nombre. Está la asociación: “Me encontré con usted ayer y hoy lo reconozco”. Ésa es la memoria que está operando. De modo que cuando alguien dice: “Conozco”, ése es el pasado expresándose en el presente. Uno va a la escuela, al colegio, a la universidad y adquiere una gran cantidad de conocimientos. Después dice: “Soy químico, soy físico”, esto y aquello. Por lo tanto, cuando uno dice que debe conocerse a sí mismo, ¿llega a ese conocimiento propio de una manera fresca, nueva, o lo aborda desde una base de conocimientos ya adquiridos? ¿Alcanzan a ver la diferencia?