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    CARTOGRAFOS DE LO MARAVILLOSOPor Pablo Franco Gutiérrez para el curso: “Taller de Filosofía y Literatura

    Fantástica”  

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    Introducción (y breve aviso a navegantes)

    Mapas. Desde que la fantasía se haya ido convirtiendo en un producto de consumo

    masivo, los mapas fantásticos han pasado a ser un denominador común de los mundos defantasía. Poco a poco han ido colonizando todas y cada una de las novelas de fantasía que

    pueblan ahora nuestro mercado, ocupando bien la primera página o la última, como una especie

    de “cortesía habitual”, un protocolo del escribir fantasía. En ocasiones, incluso, llegan a

    convertirse en auténticos emblemas de estos escritos, poblando el frívolo merchandising. 

    Hemos llegado incluso a un tiempo tal que, si un mundo de fantasía no está acompañado del

    mapa, son cientos las voces que preguntan dónde está este, o si el autor se plantea añadirlo. En

    cierto modo, el mapa de fantasía no sólo se ha popularizado, sino que también se ha populizado:

    es un objeto de consumo para la masa, y se le ha asignado un género y unas funciones.

    Pero, realmente, el mapa del mundo de fantasía es algo más que un mero protocolo (o

    al menos, se le debería considerar como algo más que eso). Hasta cierto punto defiendo que notodas las novelas los tengan: el mapa de fantasía es, a mi ver, la cristalización misma de la forma

    de crear fantasía del autor. En los contornos de los continentes, y los bordes de los reinos

    podemos entrever de qué modo imagina el autor al hombre, a la bestia y al dios en su mundo,

    qué consideración les tiene, o incluso cuál es su forma de entenderlos. Hacer un mapa para que

    sea un mero acompañamiento para el texto, como si fueran unas pastas para el té, es caer en el

    error de creer que el mapa de fantasía es algo que va aparte del mundo de fantasía que se cuenta

    en el texto. Todo lo contrario: desde mi punto de vista, el mapa de fantasía es una parte más del

    relato y del mundo que ha creado el autor, como una condensación de los mismos, y como tal,

    se alimenta de estos. Si el relato y el mundo son pobres, tanto más lo será su mapa.

    Por eso quiero dedicar un momento a reflexionar sobre ellos. Quiero demostrarle allector que llegue a este trabajo que el mapa de fantasía es algo más que un mero “adorno”, una

    dulce pasta para el té literario. Al contrario, refleja el mundo que el autor crea en un solo vistazo,

    por lo que está lleno de sus fallas, sus ideas y sus convenciones. Con ello, espero, el lector

    aprenderá a valorarlos y entenderá que para hacer buenos mapas de fantasía es imprescindible

    un buen mundo tras ellos, y que un buen mundo de fantasía siempre cristaliza en un necesario

    mapa que le acompañe.

    En el siguiente trabajo recorreremos cómo se ha cartografiado lo maravilloso, lo

    fantástico y lo extraño para darle hogar a todo esto. Observaremos los mayores exponentes en

    cartografía de esa gran “sección” de la literatura que es la fantasía (pues considerarla “género”

    sería, a mi modo de ver, restrictivo para algo tan grande y prolífico) y extraeremos de ellos las

    formas de pensar e imaginar, las mentes en definitiva, que esconden. Será un viaje tortuoso,

    pero el lector no debe temer perderse: tenemos muchos mapas a nuestra disposición.

    Mapas de fantasía ≈ mundos de fantasía Siendo el mapa de fantasía una obra de carácter gráfico, dibujada y no escrita, creo que

    es necesario dedicar un momento a especificar con precisión qué temas o contenidos se van a

    tratar en este trabajo. En este escrito no se van a tratar temas estilísticos de ninguna clase, ni

    tampoco se pretende que este sea un trabajo de crítica literaria. Así pues, el lector no encontrará

    aquí análisis de los mapas como obras de arte, ni valoraciones comparativas entre unos mundos

    y otros. Este trabajo pretende, en cambio, ser una aproximación al mapa de fantasía como una

    representación gráfica de un mundo creado por la imaginación. Por lo tanto, ocurrirá muchas

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    veces en este trabajo que se difuminarán los límites entre el dibujo y la mente del autor del

    mundo representado en ese mismo dibujo. Cuando el lector observe que esto ocurre, debe

    saber que es completamente deliberado por mi parte: como ya he dicho, entiendo al mapa como

    la cristalización más visual del modo de entender la fantasía de un autor. Tanto o más que las

    descripciones, los poemas o los pequeños ensayos sobre su mundo con los que el autor

    acompañe a ese mapa.

    Así pues, este trabajo puede ser entendido tanto como un análisis de las cartografías

    fantásticas, como un análisis de los mundos de fantasía. A lo largo de este trabajo

    consideraremos a ambos como elementos indisolubles y trataremos siempre a cada uno desde

    la perspectiva y análisis del otro.

    La cartografía de fantasíaLa unión entre lo real y lo fantástico

    No puede negarse: existen los mapas de fantasía. Tal vez hace treinta o cuarenta años,

    aún alguien podría haber dicho que sólo existían en novelas como El Señor de los Anillos o Conan

    el Cimmerio  y los diversos trabajos inspirados por ellos, pero ya es innegable que estamos

    rodeados de mapas allá dónde se mire en la fantasía. Ocupan las páginas de inicio de nuestras

    novelas, están en los videojuegos, en el cine y la televisión, en  posters… Parece que hacer

    cartografías de mundos que no existen es cada día más normal pero, ¿y si realmente siempre

    han estado con nosotros? ¿Y si son una forma que hemos desarrollado para expandir las

    fronteras de nuestra mente, que a día de hoy se han quedado en la estratosfera de nuestro

    planeta y poco más allá?

    Lo que quiero preguntar para comenzar este trabajo es ¿cuál es realmente la función de

    los mapas de fantasía? Sí, hay mapas de fantasía pero, ¿por qué los hay?   ¿Son una meraformalidad? ¿Podría pensarse que es alguna clase de producto de la efervescencia mental del

    autor de fantasía, que cree que su mundo es tan real que se le puede dar un mapa? ¿O acaso es

    que el autor piensa que no somos lo suficientemente listos como para no perdernos en su

    mundo?

    Nada de eso. El mapa de fantasía, lejos de una formalidad, una locura o una ayuda al

    lector pobre de mente es realmente una cristalización visual del acto creador de la fantasía.

    Como definiera Tolkien en su maravilloso ensayo Árbol y Hoja, el autor de fantasía es un “atinado

    «sub-creador»” (Tolkien, 1994, p. 33), actúa como un dios creador en un “Mundo Secundario”

    que crea en su mente, y luego nos ofrece la ventana para observarlo a nosotros, que vivimos en

    el “Mundo Primario” (Tolkien, 1994, p. 33). Este mundo es “real” en tanto que existe en la mentedel autor, regido por sus propias leyes. Que en el mundo del autor el sol pueda ser verde es una

    ley para ese mundo, que está regido por leyes igual que el nuestro. Por lo tanto, puede

    cartografiarse, del mismo modo que pueden describirse sus paisajes, sus gentes, su historia o

    sus leyes. El mapa de fantasía es una manifestación más de ese mundo, una especialmente

    gráfica, un mundo que se hace real a través de esta y otras “ventanas” que el autor y creador

    del mismo nos ofrece para observarlo (Tolkien, 1994, p. 33).

    Así pues, el mapa representa que el mundo tiene sus propias leyes, del mismo modo

    que el texto. Pero, a diferencia de este, nos lo hace aún más gráfico. Y es que, a mi modo de ver

    personal, el mapa no sólo nos enseña que el mundo se rige por leyes, sino que además las

    confirma para el lector, y nos enseña hasta qué punto este mundo es similar al nuestro. El mapa

    acerca el Mundo Secundario al lector. Así pues, el mapa es a la vez “ayuda” a la realidad del

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    mundo imaginado y “constricción” del mismo, al hacer que este se someta automáticamente a

    leyes más parecidas a las del nuestro, que es el único que posee auténtica cartografía.

    Para entender a qué quiero referirme con esto tal vez sea necesario que, por un

    momento, dejemos de atender a los mundos de fantasía que poseen mapa y nos vayamos,

    precisamente, a los que no lo tienen. Más concretamente, iremos a la Fantasía misma, el mundo(maravillosamente así nombrado) de Michael Ende.

    Fantasía (o Fantasia), en la propia obra de Ende, no sólo carece de mapa como el resto

    de mundos, sino que además, se expresa en el propio texto que jamás podría tenerlo. Citando

    directamente a la obra:

    “ Aquí resulta indispensable detenerse por un momento para explicar algunas peculiaridades de

    la geografía de Fantasia. Tierras y mares, montañas y ríos no están allí de la misma forma que

    en el mundo de los seres humanos. Por eso, por ejemplo, sería imposible dibujar un mapa de

    Fantasia. Allí no se puede prever nunca con seguridad qué país limita con cuál. Hasta los puntos

    cardinales cambian según la región en que se encuentra uno en cada momento. Verano einvierno, días y noches, obedecen en cada región a leyes distintas. Se puede salir de un desierto

    abrasado por el sol y llegar sin transición a árticas llanuras nevadas. En ese mundo no hay

    ninguna distancia exterior conmensurable, y por eso palabras como «cerca» o «lejos» tienen otro

    sentido. Todas esas cosas dependen del estado de ánimo y de la voluntad con que uno recorre

    un camino determinado. Como Fantasia no tiene fronteras, su centro puede estar en todas

     partes… o, mejor dicho, está al mismo tiempo cerca y lejos de todas partes. Depende por

    completo del que quiere llegar a ese centro. Y el centro mismo de Fantasia es, precisamente, la

    Torre de Marfil ” (Ende, 2003, p. 157, el subrayado es nuestro).

    Como este texto expresa, es imposible dar un mapa a Fantasia porque eso sería

    someterlo a leyes similares a las de nuestro mundo, es decir: “ prever ” que el mundo tendrá leyesde causa-efecto iguales que las de nuestro. Lo que pretendo ilustrar con esto es que el mapa de

    fantasía, no sólo confirma que el mundo se rige por leyes: lo constriñe automáticamente a un

    set de leyes que son similares a las del nuestro (si es que ese mundo de fantasía no es nuestro

    propio mundo, como veremos más adelante en algunos ejemplos). Desde el momento en el que

    un lector deshoja la página en la que se encuentra el mapa de una novela aprehende al instante

    cuanto se parece ese mundo al nuestro y cuanto no. Se crea un “pacto tácito” entre lector y

    autor, en el cual el autor da unas leyes por esperables, y el lector espera que el autor las cumpla.

    De otro modo, el propio autor estará haciendo poco creíble a su mundo, y entonces “el hechizo”

    de la transmisión del Mundo Secundario puede correr riesgo de quebrarse (Tolkien, 1994, p. 33).

    Así pues, tal vez podamos ya definir con seguridad una de las funciones del mapa de

    fantasía: actúa como confirmación de un marco físico para el lector desde el autor, como

    “acercamiento” del Mundo Secundario del autor al Mundo Primario del lector, ya que ambos

    pueden ser cartografiados. Desde aquí podríamos incluso crear una suerte de norma predictiva

    (si es que tal cosa es posible en la literatura): si esta idea es cierta, cuanto más parecido sea al

    mundo nuestro un mundo de fantasía, más fácil será cartografiar sus bordes y fronteras e incluso

    más falta hará un mapa. Y en cambio, cuanto menos se parezca al nuestro, tanto menos hará

    falta un mapa.

    Esta norma se cumple en la mayor parte de las veces. Por ejemplo, Poniente y Essos, los

    continentes principales del mundo que G.R.R. Martin muestra en su saga Canción de Hielo yFuego (Martin, 2011), se muestran tan manifiestamente parecidos a nuestro mundo, que el

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    mapa es incluso a veces necesario para poder seguir las vicisitudes de sus gentes: del mismo

    modo que necesitamos un mapa para comprender del todo correctamente los motivos y

    consecuencias de que Francia y Alemania se enfrentaran en la Primera Guerra Mundial,

    necesitamos un mapa para comprender del todo las tensiones políticas, las zonas estratégicas e

    incluso los miedos de las gentes de Poniente y las Casas nobiliarias que los rigen. Esto explica

    que a veces a la obra de Martin se incluya bajo la categoría de low fantasy (“fantasía baja”) entanto que el mundo es “escasamente” fantástico: es tremendamente parecido al nuestro.

    Para el caso contrario ocurre también algo similar. En el comienzo de Rechicero, quinta

    novela de la larga saga del Mundodisco de Terry Pratchett, el autor escribía lo siguiente,

    acompañando a un agradecimiento a una señora que le inspiró su Equipaje:

    “Este libro no incluye ningún mapa. Que cada lector se dibuje el suyo.” (Pratchett, 2010).

    No es para menos. En un mundo que el autor describe al inicio de la novela como un

    disco plano sobre cuatro elefantes que viajan a lomos de una tortuga (la Gran A’Tuin) por el

    espacio, es casi innecesario, ya que solo limitaría a este mundo a las leyes del nuestro, dondeuno como tal no puede existir. Incluso posee sus propias leyes. Poseen, por ejemplo, dos

    iteraciones anuales de las estaciones, coincidiendo con los giros del sol en torno al disco

    (Pratchett, 2015, p. 14) o una distinta velocidad de la luz, ya que viaja a velocidad reducida a

    causa de tener que atravesar la magia que impregna el aire del disco, como se ve en Mort  

    (Pratchett, 2014). Con todo, aún se han dibujado mapas de él, pues es tan vívido el relato de

    Pratchett, que acaba por hacerlo visible en las mentes de los lectores, que le dibujan su mundo,

    en un intento de acercarlo al nuestro. Y con esto, abrimos la veda para la que es la posible

    segunda función real de los mapas de fantasía: servir de hogar de todo lo fantástico,

    expandiendo las fronteras del nuestro.

    Hicsuntdracones El mapa de fantasía como hogar de lo fantástico

    Tzvetan Todorov define la fantasía en su libro Introducción a la Literatura Fantástica de

    la siguiente forma:

    “Llegué a pensarlo”: he aquí la fórmula que resume el espíritu de lo fantástico. Tanto la

    incredulidad total como la fe absoluta nos llevarían fuera de lo fantástico: lo que le da vida es la

    vacilación. […] La vacilación del lector es pues la primera condición de lo fantástico.”  (Todorov,

    1981, p. 23, énfasis del autor). 

    Si aplicamos esta afirmación a los mapas de fantasía podemos entender que cumplen

    esa función de “vacilación”: durante un segundo el lector puede pensar “¿será eso verdad ?”, sin

    poder decidirse entre dar una explicación coherente o una meramente maravillosa e imposible

    a la existencia de ese mundo que ha sido cartografiado (Todorov, 1981; Tolkien, 1994).

    Pero hay que tener en cuenta que hubo un tiempo en que estos mapas fantásticos, en

    esta definición de vacilación, fueron también el mapa de nuestro mundo: durante mucho

    tiempo, las fronteras físicas del hábitat del ser humano fueron también las fronteras físicas entre

    lo real y lo fantástico, indicando un “fuera” y un “adentro” que eran perfectamente

    representados en los mapas. Cuando los griegos de la época de Homero imaginaban el Estrecho

    de Mesina, lo hacían ser el Fin del Mundo, hogar de Caribdis y Escila, y lugar de entrada alInframundo. Así se representaba tal estrecho en la Odisea. Cuando este estrecho no fue sino un

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    hogar más de la cultura helénica, el Fin del Mundo se desplazó a las “Columnas de Hércules”,

    que ellos veían en el Peñón de Gibraltar, más allá del cual se encontraban los míticos rebaños

    de Gerión o el reino maravilloso de Tartessos (Sánchez Moreno et al., 2007). Aunque un griego

    ya podía ser lo suficientemente lógico por aquella época como para imaginar que no había tal

    Gerión con sus tres cuerpos más allá de Gibraltar, el hecho de que esa tierra le fuera desconocida

    le permitía vacilar sobre aquellos mitos (relatos fantásticos al fin y al cabo), y admitirlos en sumapa bajo esa misma vacilación. Y no están tan lejos de nosotros: ¿acaso no vacilamos sobre si

    los alienígenas de las películas son reales o no? Ahora que ya no nos quedan fronteras que

    explorar en nuestro mundo, hemos desplazado ese “Hogar de lo Fantástico” más allá de nuestra

    atmósfera, donde aún podemos vacilar sobre la existencia de lo imaginado, y dar lugar a

    nuestros mitos. Del mismo modo que nadie le impedía al griego homérico pensar que en la

    Cólquida estaba el Vellocino de Oro o en Mesina el Fin del Mundo, nada impide al ufólogo de

    hoy explicar las pirámides por la mano de habitantes de Sirio, o localizar vida en nuestro cercano

    Marte.

    Así pues, como decimos, hubo mucho tiempo en el que mapa fantástico y mapa real

    coexistieron. Realmente, nuestros mapas fantásticos de hoy se inspiran en aquellos de antaño,

    especialmente los de la Edad Media. En aquel tiempo, igual que se representaban con esmero

    los bordes de los reinos europeos, también se representaba al muro tras el cual esperaban Gog

    y Magog a ser liberados el Día del Juicio (figs. 1 y 3), o a monstruos como blemias, panacios,

    esquiopodas y cinocéfalos en las llanuras de Asia o en Etiopía (Bovey, 2006, p. 7) (figs. 1 y 2). Y

    la persistencia de estos elementos fantásticos en los mapas fue larga: cuando Colón buscaba

    Asia en la desembocadura del Orinoco no pudo evitar señalar esta como la Puerta del Paraíso,

    lugar bucólico que los teólogos discutían por aquel entonces en qué parte de Asia estaba, ya

    pues Adán y Eva habían tenido que salir de algún sitio.

    Pero, a medida que hemos ido explorando, hemos ido perdiendo lugares ignotos dondepoder dar hogar a los monstruos de los mitos y a las hazañas de los héroes. Ese límite entre “lo

    cercano” y “lo que está más allá” ha ido siendo expandido desde el lado de “lo cercano” , hasta

    que todo nos ha sido cercano. Así, poco a poco, las criaturas de fantasía han tenido que ir

    migrando a lugares que persisten en otros tiempos o diferente dimensión, que también hemos

    cartografiado, hasta llegar al día de hoy, en que cada nuevo mundo fantástico con su cartografía

    representa un lugar completamente desligado de nuestro tiempo y nuestro espacio. Podríamos

    pues (si se me permite tal osadía) dibujar un mapa de cómo el ser humano localizaba y localiza

    el “Hogar de lo Fantástico” y ver cómo hemos ido navegando desde una orilla a la otra con el

    tiempo:

    ESPACIO Y TIEMPOLIGADOS AL NUESTRO

    ESPACIO LIGADO,TIEMPO DESLIGADO

    ESPACIO DESLIGADO,TIEMPO LIGADO

    ESPACIO Y TIEMPODESLIGADOS DEL NUESTRO

    De este modo, el ser humano comenzó en la esquina superior izquierda, en la que aún

    representaba el “Hogar de lo Fantástico” en nuestro mundo y nuestro tiempo. O, al menos, en

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    Fig. 1: Mapa medieval de “modelo O-T”, con Jerusalén en el centro y el Mediterráneo

    representado con orientación vertical para formar una “T” con el Mar Negro y el Nilo. En África

     pueden verse criaturas monstruosas, y en Asia el muro de Gog y Magog. Fuente: (Bovey, 2006) 

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    Fig. 2: detalle de las bestias representadas en el extremo del mundo, en África. Obsérvense los

    caníbales comiendo trozos humanos, o las blemias de rostro en el pecho. Fuente: (Bovey, 2006) 

    Fig. 3: detalle de la “Fortaleza Caspia” o el muro tras el cual esperan Gog y Magog a ser

    liberados el día del Juicio Final, identificados con las tribus escitas. Fuente: (Bovey, 2006)

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    un tiempo no demasiado alejado del nuestro. Pero luego ha ido teniendo que tomar otras

    opciones, que analizaremos aquí.

    Espacio ligado, tiempo desligado

    Entendemos aquí todos aquellos mundos de fantasía que ocurren dentro del nuestro,

    que son el nuestro, pero cuya existencia ocurre en un tiempo distinto del nuestro, bien mítico,bien tan alejado, que casi es mítico. Sin duda el lector ya tendrá puesta la mente en el pasado,

    pero a mi modo de ver también podrían incluirse en esta misma división los mundos del futuro,

    en el que el hombre conoce robots y aliens. Sin embargo, dado que a veces las historias de

    androides y extraterrestres a veces ocurren en mundos distintos del nuestro, que a veces incluso

    hemos cartografiado, como ocurre con el mundo desértico de Arrakis (fig. 4) en Dune de Frank

    Herbert (Herbert, 2012), esta inclusión puede ser discutida, razón por la cual no la trataremos

    aquí.

    Fig. 4: mapa de Arrakis, o Dune , tercer planeta de la estrella Canopus, dónde ocurre la mayor

     parte de la saga de Herbert con su nombre. Está cartografiado desde el polo, dejando el

    hemisferio sur sin cartografiar. Fuente: (Herbert, 2012)

    La que si podemos tratar es la de la Tierra del tiempo mítico, que se nos presenta como

    un mundo de fantasía donde sólo el tiempo nos separa del mismo. Tal es el caso de la Arda de

    Tolkien: aunque esta inicie su andadura como un disco plano rodeado por capas de Aire, Luz y

    Éter e iluminado por lámparas gigantes (Tolkien, 2014), poco a poco la tierra de los elfos y los

    hombres va alterándose, hasta acabar siendo convertida en algo muy similar al mundo redondo

    que orbita en torno al sol que conocemos. Y es que, realmente, Arda es nuestro mundo. Tal se

    describe al inicio de la Enciclopedia Ilustrada Tolkien de David Day, recurriendo a las cartas delpropio autor:

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    “En varias cartas escritas en la época de los cincuenta, Tolkien reconocía que la localización de

    su mundo confundía a la gente a menudo: «¡Muchos críticos parecen suponer que la Tierra

    Media es otro planeta!». Para él, esta conclusión era sorprendente, porque él no tenía la menor

    duda acerca de su ubicación: «La Tierra Media no es un mundo imaginario. El nombre es la forma

    moderna de midden-erd>middel-erd , un nombre antiguo para la oikoumene, el lugar dónde

    moran los hombres, el mundo real y objetivo, específicamente opuesto a los mundos imaginarios(como el País de las Hadas) o los mundos invisibles (como el Cielo o el Infierno)».

    Diez años más tarde, Tolkien le daba a un periodista una ubicación geográfica más exacta: «la

    historia ocurre en el noroeste de la Tierra Media, que en la latitud equivale a la zona costera de

    Europa y la ribera septentrional del Mediterráneo… Si se cons idera que Hobbiton y Rivendel

    tienen la misma latitud aproximadamente que Oxford (como era mi propósito), entonces Minas

    Tirith, a novecientos kilómetros al sur, tendrá la latitud de Florencia. Las bocas del Anduin y la

    antigua ciudad de Pelargir tienen la latitud de la antigua Troya, más o menos». La peculiaridad

    del mundo de Tolkien no es el dónde, sino el cuándo: «El escenario de mi cuento está en esta

    tierra, la que ahora habitamos, pero el periodo histórico es imaginario».” (Day, 2003, pp. 6-7,

    énfasis del autor, el subrayado es nuestro).

    ¿Incapacidad o genialidad? Desde nuestra perspectiva podría parecer que elegir la

    Tierra como hogar para sus fantasías fue una incapacidad de Tolkien para separarse de nuestro

    mundo, pero nada más lejos de la realidad: era un acto deliberado. El autor quería que nuestro

    mundo y el suyo coexistieran.

    Tal ocurre también con la Tierra de la Era Hyboria y la de la Era Turia, de los relatos de

    Conan y Kull de Robert E. Howard. El autor fue criticado por el mismísimo H. P. Lovecraft,

    porque en su mundo había demasiados nombres similares a los del nuestro1: las tierras de

    Vanaheim y Asgard, la llanura de Shem (llamada como el antepasado bíblico de los semitas),

    los dioses Ishtar, Mitra y Set… Pero no era incapacidad, de nuevo, era deliberado: pretendíahacer a su mundo reconocible como el nuestro (Howard, 2014, p. 19). Sin ir más lejos, en la

    edición de Conan el Cimmerio que cito aquí se incluyen dos mapas de Howard en los que se

    puede ver cómo diseñó las tierras de la Era Hyboria dibujándolas sobre un mapa de Europa

    (fig. 5).

    Podemos ver pues, que tanto la Tierra Media como la Era Hyboria pretendían un hecho

    sencillo: dar hogar a lo fantástico en nuestro mundo, pero en una era alejada de nosotros. Sin

    embargo, no ha sido la única solución: otros han planteado mundos alejados de nosotros, pero

    que coexisten con el nuestro. Esa es la solución que analizamos a continuación.

    1

     “el único defecto de esta obra es la incurable tendencia de R. E. H. a utilizar nombres demasiado parecidos a los reales. Nombres que, para nosotros, poseen una significación muy diferente.” (Lovecraft,citado en Howard, 2014, p. 19). 

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    Fig. 5: primeros bocetos de la Era Hyboria, hechos sobre un mapa de Europa. Fuente: (Howard,2014) 

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    Espacio desligado, tiempo ligado

    Dado que lo fantástico parece haberse “extinguido” del mundo, muchos autores han

    planteado la posibilidad de un “Hogar de lo Fantástico” más allá de las fronteras del nuestro,

    pero que coexiste con este, afectándose el uno al otro de forma más o menos habitual. Tal idea

    estaba presente en la Narnia de C. S. Lewis, a la cual podían llegar niños de nuestro tiempo

    utilizando un armario, aunque luego el tiempo de tal localización viajara de modo distinto al

    nuestro, haciendo que toda una campaña contra la Bruja Blanca resulte en unos pocos segundos

    en nuestro mundo (Lewis, 2005).

    Esta idea es más habitual de lo que parece. En Pratchett a veces nuestro mundo y el

    Mundodisco tienen extraños encontronazos, como cuando Rincewind aparece de súbito en un

    avión en plena caída al mar (Pratchett, 2015, p. 203). También ocurre en la Historia Interminable 

    de Ende: aunque Fantasía no tenga las mismas normas que nuestro mundo, se puede acabar

    accediendo a ella a través del libro de mismo nombre que la novela (Ende, 2003). Incluso en

    novelas de corte más “juvenil” como Memorias de Idhún de Laura Gallego la historia de esta se

    hace ocurrir en una tangencia entre nuestro mundo y el mundo de fantasía de Idhún (GallegoGarcía, 2004).

    ¿De dónde sale esta tendencia? Tal vez el ser humano siga teniendo la sensación de que

    debe haber un lugar donde deben habitar esas criaturas de fantasía que son casi reales, de la de

    veces que han acompañado nuestros relatos. Dragones, centauros, gigantes y hadas han estado

    en nuestra imaginación tantas veces que a veces parece difícil concebir que no existan en lo más

    mínimo. Por eso, tenemos que dar explicación a su existencia por medio de mundos

    desaparecidos, más allá de portales o barreras dimensionales, y en cuya coexistencia con el

    nuestro, surgen las historias que se cuentan. Sin embargo, también ocurre que a veces

    admitimos que viven en un mundo completamente alejado del nuestro, con sus propios mitos,

    normas y leyes. Esa es la tendencia habitual de la fantasía actual.

    Espacio y tiempo desligados

    Así pues, sin lugar que quede ya en nuestro mundo, ni en nuestra historia, para las

    criaturas de fantasía, nos vemos obligados a darles nuevo hogar en dimensiones más allá de

    nuestra comprensión. Esto a veces nos limita, pero otras nos ofrece todo un nuevo abanico de

    opciones. Podemos ahora imaginar mundos con más de una luna o de un sol, como las tres lunas

    de Krynn, en las Crónicas de la Dragonlance (Weis & Hickman, 2004), o los tres soles y tres lunas

    de Idhún, que hemos citado anteriormente (figs. 6 y 7). Podemos incluso imaginar mundos

    múltiples, insertos en complejos nudos de dimensiones entrecruzadas, como ocurre en la saga

    de Elric de Melniboné de Michael Moorcock (Moorcock, 2011). Y podemos, por supuesto, dar

    nueva vida y costumbres a las criaturas de siempre, aquellas que han estado “hirviendo” desde

    hace siglos en la gran “Marmita de los Cuentos”, con cuyo caldo hacemos, según Tolkien,

    nuestros relatos (Tolkien, 1994, pp. 26-28).

    A la hora de crear un mundo de fantasía desde la nada, el autor se enfrenta a la labor de

    la “subcreación”, la tarea de crear un mundo, desde su punto de vista más puro: tiene que hacer

    un universo desde cero, con sus leyes físicas, sus mitos, sus habitantes, su historia y su política.

    Se convierte en un auténtico mitopoieta, un “creador de mitos” (Tolkien, 1994). Esto implica que

    su labor es, en realidad, mucho más complicada que la de aquellos que sólo ponen en conexión

    nuestro mundo con otro, y por tanto si su “arte” falla, tanto fallará su capacidad para poder

    transportarnos a ese mundo de fantasía que sólo existe en su mente (Tolkien, 1994).

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    Fig. 6: Idhún, el mundo organizado en hexágono, donde todo va en grupos de tres (tres soles,

    tres lunas, tres oráculos, tres torres de la magia…). Fuente: (Gallego García, 2005) 

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    Fig. 7: continente de Ansalon, en el mundo de Krynn, iluminado por tres lunas (Solinari, Lunitari

    y Nuitari) que representan el Bien, la Neutralidad y el Mal. Fuente: (Weis & Hickman, 2004)

    Ello produce que, a veces, siguiendo con la teoría que planteamos con anterioridad, si

    el mundo es pobre, tanto o más lo será su mapa. Ocurre que en historias menos imaginativas

    surgen mapas más sencillos y aburridos a la vista, surgidos más de las convenciones imperantes

    en el género que de la imaginación del autor. Tal es el caso, por ejemplo, del mapa de Alagäesia

    de la saga de Eragon de Cristopher Paolini (fig. 8), donde un bosque gigantesco habitado por

    elfos (más grande que cualquier otro reino humano), coexiste “pared con pared” con un desierto

    casi inhabitable, sin que haya ninguna explicación para ello (Paolini, 2004). Las normas de

    nuestro mundo, en donde desiertos y bosques gigantes no coexisten, son transgredidas, sin que

    haya ninguna razón más que la falta de esfuerzo del autor por generar un mundo que sea algo

    más que un escenario, un fondo coloreado, para sus personajes.

    Por ello, creo que es importante comprender la magia y sentido subyacentes en los

    mapas de fantasía, ya que ello impide que se les someta a las convenciones. Cuando

    comprendemos que la labor del mapa no es ser escenario de la historia, o mero

    acompañamiento, sino ser el reflejo de las leyes que el autor ha creado para ese mundo,acercándolo así al nuestro, y ser también hogar de las criaturas de la fantasía más allá de las

    exploradísimas fronteras de nuestro mundo, es cuando comprendemos toda la riqueza que este

    puede y debería ofrecer, y podemos disfrutarlos en su auténtica condición, y realizarlos (si es

    que es esa nuestra tarea) con el esmero que merecen.

    Por ello, espero que si el lector ha comprendido este trabajo nunca más se pierda en un

    mapa de fantasía, sino que, cual navegante, pueda hacer uso de él para surcar las calas y bajíos

    de la mente del autor, que es un mundo en sí misma, cartogafiable mapa a mapa.

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    Fig. 8: Alagaësia y detalle de la misma, en la que se puede ver como coexisten el bosque

    gigante de Du Weldenvarden y el Desierto de Hadarac sin mucha distancia entre ambos.Fuente: (Paolini, 2004)

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