Carta a las iglesias diciembre

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Reflexiones desde El Salvador acerca de la visión cristiana de la realidad latinoamericana

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Centro Monseñor Romero, AÑO XXXI, No. 632, diciembre de 2012

ECOS de los MártiresPedro CasaldáligaTeología de la Liberación

Navidad

www.uca.edu.sv/publica/cartas www.uca.edu.sv/publica/cartas www.uca.edu.sv/publica/cartas

Villancicos en El Centro Monseñor Romero con el Coro de la UCA

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“Ha aparecido la benignidad de Dios”Los tres nacimientos de JesúsJon Sobrino, Director del CMR

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La fiesta de lo humanoJosé Ignacio González Faus

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Mensaje de Ignacio EllacuríaMauricio Iraheta

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XXXII aniversario de mártires estadounidenses

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Resumen de las actividades del XXIII aniversario de los mártires de la UCAMario Dimas

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Don Pedro Casaldáliga, amenazado de muerte por defender las tierras de los indígenasPedro Casaldáliga

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“Lo absoluto es Dios y lo co-absoluto son los pobres”Entrevista a Jon Sobrino

Pág 18El encuentro con los pobres

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Suplemento a colores de las actividades del XXIII aniversario de los mártires, UCA

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El hospitalito, Monseñor Romero y la NavidadCarlos Ayala Ramírez

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VeinteañerosBenjamín Cuéllar, Director del IDHUCA

Benjamín CuéllarDirector del IDHUCA

Superados alborotos y consumismos del fin de año, desde la óptica de las víctimas de graves violaciones de derechos humanos, delitos contra la humanidad y crímenes de guerra cometidos antes y durante el conflicto armado, el 2012 arrancó y terminó girando alrededor de la masacre de El Mozote. El 16 de enero, a veinte años del cese al fuego, la evocación oficial de la firma del Acuerdo de Chapultepec se realizó en ese cantón de Morazán; y el 10 de diciembre, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) publicó su sentencia sobre el caso. Ambos sucesos deben comentarse, sin dejar de lado otros relacionados con la calidad de vida de la población en el corto, mediano y largo plazo, para bien o para mal y aunque alguna gente no se dé cuenta de eso.

Tres días antes de ese 16 de enero, Mauricio Funes desautorizó a la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (FESPAD) y al Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (IDHUCA). ¿Su “razón”? Porque las firmas de sus directores encabezaban las casi 70 incluidas en una carta ciudadana y no institucional, entregada en Casa Presidencial el 12 de ese mismo mes a propósito de la inminente conmemoración.

Al siguiente día, Funes rechazó una de las demandas incluidas en la nota no solo porque no se la habían planteado directamente las comunidades de la zona –dijo– sino porque dudaba de la “capacidad de representación de estas organizaciones, frente a los derechos que dicen defender y preservar”. Se le pidió que no se acompañara de oficiales y tropa ni llevara vehículos y aeronaves militares, debido a la participación de esa institución en la barbarie ocurrida tres décadas atrás y por el terror que permanece entre habitantes de esos municipios. Lo hizo pero, en la práctica, fue reducida esa presencia.

A la solicitud de abrir los archivos de la institución armada a las víctimas, Funes respondió que ya lo había hecho; sin embargo, esa siguió siendo una demanda constante de la Asociación Pro-Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos. No hizo ni dijo nada sobre la firma y ratificación de tratados internacionales, entre los cuales está el Estatuto de la Corte Penal Internacional del que aún no es parte El Salvador.

Se le pidió, en su calidad de jefe de Estado, cumplir las

recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para derogar la amnistía o adecuarla a estándares internacionales; Funes sostuvo que la Sala de lo Constitucional de

VEINTEAÑEROS

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Realidad Nacional

Eso es teoría pura, pues en la realidad dura sigue siendo la excusa preferida para proteger criminales y castigar a las víctimas”, dijo Benjamín Cuellar ante la postura del presidente Mauricio Funes de no derogar la amnistía o adecuarla a los estándares internacionales.

la Corte Suprema de Justicia (CSJ) la dejó sin efecto, cuando favoreciera la impunidad de graves violaciones. Eso es teoría pura, pues en la realidad dura sigue siendo la excusa preferida para proteger criminales y castigar a las víctimas.

Le demandaron, asimismo, reconocer la responsabilidad militar en la masacre de El Mozote; lo hizo en ese sitio el 16 de enero y además pidió perdón como jefe del Estado, presidente de la República y comandante general de la Fuerza Armada. En la carta le solicitaron también que señalara explícitamente al teniente coronel Domingo Monterrosa y al resto de oficiales mencionados en el informe de la Comisión de la Verdad, como el mando del Batallón Atlacatl que ejecutó la matanza; igual lo hizo.

Finalmente, como un reclamo de las víctimas sobrevivientes declarantes ante el Tribunal internacional para la aplicación de la justicia restaurativa en El Salvador, se le requirió a Funes retirar de cualquier cuartel, local o edificación los nombres de oficiales violadores de derechos humanos, comenzando por Monterrosa. Lo que hizo el 16 de enero fue “instruir” a la Fuerza Armada, como su comandante general, para que revisara “su interpretación de la historia”.

Tres días después, al anunciar una comisión para ello, se escuchó una interpretación concreta: la del ministro de la Defensa Nacional –general José Atilio Benítez– dijo desafiante que en el caso de Monterrosa “no solo la Fuerza Armada, sino que la misma población lo pedía porque lo veía como un héroe y muchos lo seguimos viendo como un héroe, porque dio incluso su vida por defender al país de una agresión de ese momento”. A casi un año de la conmemoración en El Mozote y de la “instrucción” del comandante general, se espera aún el resultado del trabajo de la mentada comisión. De las declaraciones del ministro, sobran los comentarios.

De otros sucesos del 2012, destaca quizás como el más sobresaliente la tregua entre las dos principales pandillas; ocultada oficialmente, fue aceptada el 9 de marzo luego que el periódico digital “El Faro” la sacó a luz. De los 4,354 homicidios intencionales cometidos en el 2011, se bajó a 2,576 según datos policiales; esas 1,778 víctimas mortales menos representan una reducción del 41%. Cabe recordar que de un promedio anual de 7,211 homicidios entre 1995 y 1997, esa altísima cifra bajó a 2,270 en 1999.

¿Qué decir ante eso? Primero: que lo ocurrido al final de la década de 1990 y en el 2012 es bueno, sobre todo para las mayorías populares donde se producen más víctimas. Segundo: que es posible hacer algo para vivir con menos zozobra, sobre todo en lo relativo a las muertes violentas; en cuanto a desapariciones y extorsiones o “rentas”, pese a las declaraciones oficiales, no se disipan fácilmente las dudas acerca de su reducción. Tercero: que aunque las cifras mortales siguen siendo altas, existe una oportunidad que no debe ser desperdiciada como antes.

¿Qué hacer para no desaprovechar esta nueva posibilidad? Uno: blindarla ante intereses electorales o de otro tipo que no sea el bien común, para que no pase lo que pasó con la experiencia citada revertida cuando Francisco Flores –en el 2003– le apostó a la “mano dura” para recuperar simpatías que estaba perdiendo Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), de cara a las elecciones del 2004. Dos: lograr un acuerdo nacional de corto, largo y mediano plazo para asegurar un par de asuntos que tampoco deberían verse con lente partidista, sino de país; de un país que, de no hacerlo así, va rumbo a una situación donde pierdan siempre los que siempre pierden.

¿Cuál es el gran desafío a encarar responsablemente? Diseñar y avanzar con paso seguro para establecer

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sistemas incluyentes en lo económico y social así como en el ámbito de la justicia, sobre todo penal. Ello, para que establecer las condiciones que permitan a toda personas vivir en condiciones dignas, con trabajo decente y con un Estado comprometido en serio con la inversión social para proveer salud, educación y demás a quien no alcance a tenerlas por sus propios medios. Y que, independientemente de quién sea la víctima y quién el victimario, nadie incumpla la ley sin sanción ecuánime. Si no se apunta en esa dirección, no tiene futuro ese relativo respiro que es la tregua por más fases que se anuncien y por más que aplauda la Organización de Estados Americanos (OEA), haciéndole honor al apellido de su secretario general: José Miguel Insulza.

Apenas dos días de revelada la tregua hubo otro enfrentamiento, pero en las urnas. El 11 de marzo los eternos rivales, ARENA y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), se repartieron 64 plazas legislativas: 33 para el primer partido y 31 para el segundo. En lo que toca a concejos municipales, ARENA arrebató al FMLN emblemáticas alcaldías del gran San Salvador y mantuvo la más grande: la de la capital.

En medio de la disputa iniciada en abril por el control de la CSJ, el desmantelamiento de su Sala de lo Constitucional y la dirección de la Fiscalía General de la República, esa decisión ciudadana fue alterada –quién sabe mediante qué contubernios– cuando cuatro diputados de ARENA abandonaron su fracción legislativa, dizque por “conciencia”, para apoyar un “bloque” encabezado por el FMLN en alianza con otros partidos de una también cuestionada y cuestionable derecha política. La crisis trascendió las fronteras para llegar hasta una desprestigiada Corte Centroamericana de Justicia. Al final del año, después de casi tres meses de retraso, se nombró Fiscal; antes se había resuelto lo de la Corte, pero la Sala de lo Constitucional sigue en la mira de esa conspiración.

Con esa “clase” política y sin terminar de digerir las votaciones recientes, se le vino encima al país una nueva campaña de propaganda inconstitucional –por adelantarse a los plazos establecidos– de cara a las elecciones presidenciales de febrero del 2014, con todo lo vacío de su contenido y el escandaloso despilfarro de dinero. Eso ocurre en un país pobre de solemnidad donde solo vibran en ese ambiente los “votos duros” de los partidos, mientras la mayor parte de la gente apenas sobrevive entre la inseguridad y la exclusión; donde solo ganan y viven bien, sea en el gobierno o en la oposición, los pudientes de antes y después de la guerra. No se vale, entonces, ni se debería aceptar esa politiquera desfachatez.

Por último, de regreso a El Mozote con la mencionada sentencia de la Corte IDH emitida el 25 de octubre del 2012 y conocida públicamente el 10 de diciembre del mismo, en la víspera del 41 aniversario de la masacre más grande realizada antes y durante la guerra por la Fuerza Armada; también la matanza más terrible en América Latina de la segunda mitad del siglo veinte. La Corte declaró al Estado salvadoreño responsable por la violación de los derechos a la vida, a la integridad personal, a la libertad personal, a la integridad física, a la vida privada, al domicilio, a la propiedad privada, de circulación y residencia, a las garantías judiciales y a la protección judicial.

Pero además se refirió a la obligación estatal de “investigar los hechos que generaron las violaciones e identificar, juzgar y, en su caso, sancionar a los responsables, así como localizar, identificar y entregar a sus familiares los restos de las víctimas de las masacres”. También exigió al Estado asegurar que la Ley de Amnistía no siga siendo un obstáculo para lo anterior; tampoco para otras graves violaciones de derechos humanos similares.

Ese enorme obstáculo legal y psicosocial que ha impedido a las víctimas sobrevivientes y a quienes las apoyan, alcanzar justicia, cumple el próximo 20 de marzo dos décadas de haber sido plantado para fortalecer la impunidad que protegió y protege criminales de verde olivo y cuello blanco. Igual cumplirá lo mismo, cinco días antes, la presentación pública del informe de la Comisión de la Verdad; también el incumplimiento, el mal cumplimiento y el retroceso en algunos cumplimientos de sus recomendaciones, como la desmilitarización de la Policía Nacional Civil y de las tareas de seguridad pública.

A veinte años arribó el país, el 16 de enero del 2012, sin graves violaciones de derechos humanos como las ocurridas antes y durante la guerra; a veinte llegará, en marzo del 2013, una verdad enterrada con la lápida de la amnistía encima. Lo humano de lo primero lo arruinó lo inhumano de lo segundo, al robustecer la impunidad y legitimar prácticas criminales que antes se dieron por razones políticas –ejecuciones, torturas, desapariciones y masacres– y después continuaron por políticas sin más razones que las de los malos gobiernos al servicio de poderes privilegiados.

El desafío es, pues, que a veinte años de distancia resurja la verdad sepultada con el accionar de una sociedad indignada, hasta alcanzar justicia y reparación integral para las víctimas de antes, durante y después de la guerra.

Realidad Nacional

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Navidad 2012

“Ha aparecido la benignidad de Dios”Los tres nacimientos de Jesús

I

En el evangelio de Lucas Jesús nace en un pesebre. José, su padre, está preocupado, vencido por las circunstancias, por no encontrar lugar ni siquiera en una posada. María, su madre, también está preocupada y expectante. Se refugian en un pesebre, y para guardarse del frío se sirven del calor que les dan unos animales. Cuando le llega la ahora, María da a luz y se llena de gozo. De los alrededores llegan pastores, gente pobre, de mala fama. Otros, más instruidos, llegan de lejos, siguiendo una luz en medio de la oscuridad. De lo alto se escucha una voz que explica lo que está sucediendo. El niño es Emmanuel, “Dios con nosotros”. Y su nombre será Jesús. “Dios salva”. En el cielo se desborda la gloria de Dios. Y en la tierra hay la oferta de “paz a los hombres de buena voluntad”. Hasta el día de hoy esta primera navidad es buena noticia.

Pasaron siglos hasta que en 1223 Francisco de Asís tuvo la ocurrencia de un loco y de un santo: celebrar el nacimiento de Jesús cerca de la ciudad de Greccio, tal como ocurrió en Belén. Sintió un gran deseo. “Quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que Jesús sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y la mula”. Fue el primer nacimiento. Sin estatuillas. Para representar al niño recién nacido, puso un niño bien

vivo para que, con su mirada encantadora e inocente, representase al Hijo de Dios, hecho uno de nosotros. Lo mismo hizo con los animales: puso un buey y una mula de verdad que presidían la misa de media noche.

La de Francisco de Asís no fue la única ocurrencia. Aquí en El Salvador, durante la guerra, creo que fue en 1985, pasé la nochebuena en un refugio en el sótano de una Iglesia. Hacinados, celebramos la eucaristía. Pocos días antes una mujer había dado a luz. Tuvo mellizos. Uno de ellos murió. El otro hizo de niño Jesús en el nacimiento. Y la noche de Navidad hubo una gran alegría.

También recuerdo cómo fue la última navidad de Monseñor Romero. En la homilía nos dio una gran esperanza, pero también nos dijo una gran verdad. “Es hora de mirar hoy al Niño Jesús no en las imágenes bonitas de nuestros pesebres. Hay que buscarlo entre los niños desnutridos que se han acostado esta noche sin tener que comer, entre los pobrecitos vendedores de periódicos que dormirán arropados de diarios allá en los portales. Entre el pobrecito lustrador que tal vez se ha ganado lo necesario para llevar un regalito a su mamá o ¡quién sabe! el vendedor de periódicos que no logró venderlos y recibirá una tremenda reprimenda de su padrastro o madrastra. ¡Qué triste es la historia de nuestros niños!

Los evangelios nos cuentan dos nacimientos de Jesús. En ambos aparece una buena noticia, “la benignidad de Dios”, pero de manera distinta.

Hoy recordamos el primer nacimiento, en Belén. El niño sonríe, y a los seres humanos Dios ya no va a darnos miedo. Pero Jesús todavía no habla.

El segundo nacimiento es, 30 años después, en el río Jordán. El niño Jesús ahora es Jesús de Nazaret. Habla y actúa. En él también aparece la benignidad de Dios. Dios se acerca en su reino, en gracia, como buena noticia. No en ira como lo predica el Bautista. Pero la sonrisa de Dios ya no tiene nada de ingenua. Dios se acerca con seriedad. El tercer nacimiento es a lo largo de la historia. El que se nos aparece hoy a nosotros.

Jon Sobrino

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Navidad 2012

De Jesús les impactaba su profecía, cuando denunciaba: “¡ay de ustedes, los ricos!, fariseos, escribas, sacerdotes, que ponen cargas intolerables”.

Los nacimientos no nos muestran estas cosas, y es comprensible porque enturbiarían el ambiente comercial. Tampoco he visto en ellos figuritas que nos recuerden al dueño de la posada, pequeño oligarca sin entrañas, símbolo de injusticia que niega techo a los pobres. Ni hay figuritas de los niños inocentes e indefensos, asesinados por Herodes, símbolo de los miles de niños que hoy mueren de hambre, asesinados, dicen los expertos, pues el mundo los puede alimentar muy bien si quisiera hacerlo.

Sin embargo, algo hay en estos días que nos facilita celebrar. ¿Qué? Lo humano. Dice González Faus que en un niño recién nacido las relaciones humanas todavía no están degradadas. Al contacto con los demás los niños tienden a sonreír. Sus ojos miran con ingenuidad, como si estuvieran descubriendo que vivir unos con otros puede ser maravilloso. Y algo de esto se nos contagia estos días.

Hemos desfigurado hasta hacerla irreconocible, pero Navidad es la fiesta de lo humano. Y es bueno intentarlo todos los años. Hablar y comer, unos con otros. Es también la época de perdonarnos unos a otros. Y bien pudiera ser la ocasión para que cada uno hiciese un nacimiento con sus manos, con figuritas y musgo, o al menos con la imaginación. Por lo que ponemos y por lo que no ponemos, nos conoceremos un poco mejor. Navidad será el primer nacimiento, el de la sonrisa, pero apuntará también el segundo y definitivo nacimiento.

II

Todos los niños y niñas recién nacidos, no sólo Jesús, son inocentes, lloran de frío y sonríen de alegría. Nos atraen. Otra cosa es qué serán de mayores. Del niño nacido en Belén sí sabemos que fue de mayor. Llegó a ser Jesús de Nazaret. Y siguió siendo una buena noticia. Ahora, adulta, más madura y completa, con libertad, definitiva y decisiva. Es lo que aparece en los evangelios.

Marcos no cuenta relatos de navidad. Jesús de Nazaret comienza en el Jordán, sin papá ni mamá. Sí tiene padrino, un profeta austero, Juan Bautista. Nada más salir a predicar, “acudían a él de todas partes”. Era la gente rural de Galilea, menospreciada por todos los movimientos religiosos. No les atraía la sonrisa ni la inocencia de un niño, sino otra cosa. Y es importante saber qué era.

De Jesús les atraía su mensaje de esperanza. “El reino de Dios está al llegar, y por fin ustedes podrán vivir sin sobresaltos”. Les impactaba lo que hacía, las activdades propias de un mesías salvador, curaciones de enfermos, expulsión de demonios, acogida a los marginados, a los despreciados, a los pecadores…

De Jesús les impactaba su profecía, cuando denunciaba: “¡ay de ustedes, los ricos!, fariseos, escribas, sacerdotes, que ponen cargas intolerables”. Y cuando desenmascaraba: “No pueden servir a dos señores, a Dios y al dinero”.

Y de Jesús impactaba y atraía su modo de ser. La gente veía en él a alguien que hablaba con autoridad, y no como los fanáticos irracionales o como funcionarios a sueldo. En sus tribulaciones acudían a él con lo que era siempre el argumento decisivo: “Señor, ten misericordia de nosotros”. Los niños no se asustaban y las mujeres le seguían. Una mujer no pudo contener su entusiasmo y lo expresó con la mayor vivacidad: “Bendito el vientre que te llevó”. Los pobres vieron en Jesús a alguien que buscaba salvarlos simplemente porque estaban en necesidad. Y también lo que suele impactar mucho a los pobres: por defenderlos se metió en graves conflictos y fue perseguido. Al final de su vida en esa gente encontró su mejor protección. Y por eso lo tuvieron que apresar “de noche y a traición”. Jesús no se echó para atrás. Se mantuvo fiel hasta morir en una cruz.

Esto, ayer como hoy, no es frecuente. Por ello impacta y atrae como una buena noticia. El niño del pesebre llegó a ser Jesús de Nazaret, hombre cabal.

III

Esta noche celebramos un tercer nacimiento, el definitivo para nosotros. Y nos preguntamos qué impacta hoy de Jesús. En definitiva qué me impacta.

De Jesús impacta la misericordia y la importancia última que le otorga: nada hay más acá ni más allá de la compasión. Con ella define a Dios y al ser humano. Impacta que acoge a pecadores y marginados, que se sienta a la mesa y celebra con ellos, y se alegra de que Dios se revele a ellos. Impactan sus signos -solo modestos signos del reino- y su utopía para el mundo y la historia.

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Navidad 2012De Jesús impacta su honradez

ante la realidad, su voluntad de buscar y decir verdad, su juicio sobre las mayorías oprimidas y las minorías opresoras. Impacta su decisión de ser voz de los sin voz y voz contra los que tienen demasiada voz. Impacta cómo defiende a los débiles, y cómo desenmascara y denuncia a los opresores.

De Jesús impacta la fidelidad para mantener la honradez y la justicia hasta el final, a pesar de crisis internas y de persecuciones externas. Impacta su libertad para bendecir y maldecir, acudir a la sinagoga en sábado y violarlo, su libertad para dirigirse a los líderes de la religión, los sumos sacerdotes, y enfrentarse con ellos. Su libertad para que nada sea obstáculo para hacer el bien. Impacta que quiere el fin de las desventuras de los pobres y la felicidad de la gente buena.

Finalmente de Jesús impacta que confía en un Dios bueno y cercano, a quien llama Padre, y que, a la vez, está disponible ante un Dios que sigue siendo Dios, misterio inmanipulable, que no le deja descansar.

Ver hecha realidad cada una de estas cosas -honradez, verdad, misericordia, fidelidad, libertad, gozo, celebración, esperanza, confianza en el Padre y disponibilidad ante Dios- es siempre una brisa de aire fresco en nuestro mundo.

Pero todavía impacta más que en una misma persona aparezcan juntas cosas difícilmente unificables. Jesús es a la vez hombre de misericordia: “siento compasión de esta gente”, y de denuncia profética: “Ay de ustedes los ricos”. Hombre de reciedumbre: “quien quiera venir en pos de mí tome su cruz y sígame”, y de delicadeza: “tú fe te ha salvado, tú te has curado”.

Hombre de confianza en Dios: “abba padre”, y de soledad ante Dios: “Dios mío, por qué me has abandonado?”.

Ese Jesús sigue siendo una buena noticia.

IV

A lo largo de la historia muchos hombres y mujeres han quedado impactados y atraídos por Jesús de Nazaret. Al Padre Ellacuría, cuenta uno de sus alumnos, en una clase de cristología se le fue la racionalidad. Se le desbordó el corazón, y dijo: “es que Jesús tuvo la justicia para ir hasta el fondo y al mismo tiempo tuvo los ojos y entrañas de misericordia para comprender a los seres humanos”. Ellacuría se quedó callado y concluyó. “Fue un gran hombre”.

Leonardo Boff, al terminar un largo escrito sobre Jesús, concluye “así de humano solo puede ser Dios”.

Pedro, en casa del centurión Cornelio, para decir a un pagano quién fue Jesús de Nazaret, dijo estas palabras: “Pasó haciendo el bien”.

¿Qué queda en este Jesús del niño del pesebre? Ha llegado a ser Jesús de Nazaret. La inocencia del niño ha pasado la prueba de la tentación y de la persecución. Ahora es madurez humana. La sonrisa es solidaria con el caminar de todos los hombres. La esperanza mirar a renovar la tierra en que vivimos.

Ojalá esta noche venga a nosotros la luz, la benignidad y la salvación de Jesús, el mesías. Y ojalá nosotros seamos para los demás luz, benignidad, salvación.

24 de diciembre, 2012Iglesia El Carmen

Santa Tecla

Todos intuimos más o menos vagamente que lo humano es una maravilla pero que necesita ser curada y potenciada. La Navidad es el anuncio de que la puerta hacia esa sanación y esa potenciación está abierta, aunque no lo parezca en este mundo inhumano.

Este mensaje se agudiza porque lo humano divinizado se concreta estos días en un niño. En el niño las relaciones humanas que nos constituyen no están todavía degradadas: podrá llorar por su miedos, sus dolores o su hambre que no sabe expresar; pero, en circunstancias “normales” que no sean las de los orfanatos chinos o las hambrunas africanas, al contacto con los demás tiende a nacerle la sonrisa, y sus ojos miran con una ingenuidad que ya no cabe en nosotros, como si estuvieran descubriendo que vivir puede ser maravilloso.

José Ignacio González Faus

úA Anna, a quien la sola pregunta: “¿y si fuese verdad que Dios se ha hecho hombre?”…, le cambió la vida. Más allá del ser cristiano o no, los días de Navidad siguen conservando un atractivo extraño que perdura incluso falsificado por un consumo irracional. Creo que es posible identificar ese atractivo si comprendemos que la Navidad (desde su origen como celebración del hacerse hombre de Dios) no es más que la fiesta de lo humano.

La fiesta de lo humano

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Navidad 2012

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Nuestra expresión casi absurda -“el niño Dios”- transmite algo de eso: no puedo olvidar el comentario gráfico y bien humorado de una amiga sobre su hijos: “cuando son pequeños te los comerías a besos; cuando crecen… te arrepientes de no habértelos comido”. Esta puede ser la razón por la que, en Navidad, intentamos recuperar esas relaciones rotas volviendo a sentar las familias en torno a una mesa, aunque a veces ese gesto acaba dejando las relaciones peor de lo que estaban. Sin embargo, quizá volveremos a intentarlo en las próximas navidades.

Algo de esta redención de lo humano se expresa en los villancicos, cantos exclusivos de la Navidad y que no nos cansamos de repetir cada año. En todas las lenguas que conozco, los villancicos transmiten con sus letras un mundo que parece hecho de ingenuidad, armonía, don y humildad.

Ingenuidad que es (con expresión de P. Ricoeur) “una segunda ingenuidad”: los villancicos no ocultan el establo, ni el frío ni los animales junto a la cuna; pero se atreven a decir que “els angels canten a desdir, en la establia” o que ése que está “en un pobre pesebre” es el “chiquirritín queridito del alma”.

Esa posibilidad de una segunda ingenuidad proviene de que las navidades son la fiesta del don. Nosotros hemos falsificado la donación convirtiéndola en un intercambio que calcula si hemos dado más o recibido menos. Pero el villancico sólo sabe que el pobre pastor va “a llevar al portal requesón, manteca y vino”, o que al “noi de la mare” hay que darle “panses i figues i mel i mató”, porque la primera pregunta no es qué me traerá sino “que li darem” . Y aunque no tenga “más que un pobre zurrón”, el niño sonreirá igual.

A su vez, el don transforma la realidad en armonía: en el universo del don “los ángeles están cantando y el romero floreciendo”, y aunque haya que lavar y peinar, “los cabellos son de oro y el peine de plata fina”. Si hace frío y nieva (cosa muy improbable en el lugar del nacimiento de Jesús), la nieve servirá para hacer unas “navidades blancas” y una “noche de paz”. Todos estos rasgos de pintura “naiv” sugieren la armonía de lo humano como una novedad que hay que redescubrir: porque no está en el retrato normal de nuestra realidad, que es ese desgarre entre “la vida en sí”, tan bella; y “esta vida nuestra”, tan horrible.

Sólo una cosa hace posible ese don capaz de devolvernos una nueva ingenuidad y de transformar la realidad en armonía. Ese requisito es la humildad: en Belén se puede ver al mismo Dios “recién nacido”, por eso se nos invita a acudir allí para adorar esa humildad (“venite adoremus”), mientras los ángeles no paran de cantar “gloria, gloria” en una especie de fuga inacabable, con la esperanza de que “los hombres lo escucharán”. Porque sólo en esa adoración de la humildad (que no tiene nada que ver con la falta de autoestima sino que brota de la sobreabundancia del ser), sólo ahí será posible la “paz para los hombres”. Una paz que todavía no hemos conseguido porque la buscamos siempre como fruto de la victoria y no como fruto de la justicia.

Que hemos desfigurado la Navidad hasta hacerla irreconocible y anticristiana parece innegable. Pero también sigue latiendo hoy el atisbo de otras navidades posibles. Ojalá pues que, al menos los cristianos, al desearnos este año Feliz Navidad explicitemos que nos estamos deseando la dicha de una humanidad “sobria y solidaria”, donde todo lo que en la fiesta hay de sobreabundante, es compartido con decisión y serenidad.

Que hemos desfigurado la Navidad hasta hacerla irreconocible y anticristiana parece innegable”.

“los villancicos no ocultan el establo, ni el frío ni los animales junto a la cuna”

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Navidad 2012

El hospitalito, Monseñor Romero y la Navidad

Y así es. En el legado de homilías de monseñor Romero cada ciclo litúrgico resulta ser no solo la organización de los diversos tiempos y solemnidades del año, sino una vivencia de la salvación que trae Jesús en nuestra propia historia. Veamos algunos textos suyos en tiempo de Navidad.

Presencia de Dios en la historia. “Una predicación, lo mismo que una celebración navideña que solamente fuera un cuentecito romántico de hace veinte siglos y que no tuviera que encarnarse con el proyecto salvífico de Dios en las vicisitudes trágicas, dolorosas o esperanzadoras de nuestra historia, de nuestra realidad, no sería un cristianismo auténtico. ¡Dios sigue salvando en la historia! Por eso, al volver al nacimiento de Cristo en Belén, no venimos a recordar el nacimiento de Cristo hace veinte siglos, sino a vivir el nacimiento, pero en el siglo XX… en nuestra Navidad aquí en El Salvador” (24 de diciembre de 1978).

Alegría. La anuncia el profeta Zacarías y el genial Isaías. Más cercano a nosotros, Monseñor Romero. “He oído muchas voces que me dicen: ‘Qué triste se siente la Navidad, como que no es Navidad’. Y es que hay angustia, hay incertidumbre, hay muchos que están sufriendo, hay muchos hogares donde faltan seres queridos, hay tristeza en la Navidad en El Salvador. Pero el que es cristiano sabe que hay una alegría de fondo, una alegría de esperanza y de fe, una alegría de austeridad… A esa alegría serena invito a todos. Gracias a Dios que no solo existe una Navidad de tantas apariencias comerciales y de alegrías que son fugaces como la pólvora que se quema y no deja más que basura. Alegría de profundidad es lo que yo quisiera para todos los que estamos haciendo esta reflexión. Alegría en medio de la tristeza, del terror, de la angustia”.

Carlos Ayala Ramírez

Emmanuel, Dios con nosotros. La palabra central del evangelista Mateo es que Jesús es “Emmanuel”. Esta con nosotros. Así lo dijo Monseñor: “Para nosotros ha nacido el Señor. No es un nacimiento que recordamos de otros tiempos como si José, María, los pastores, los magos… solamente dejaran un recuerdo. No. Sintamos así al Señor: el redentor de mi familia, el compañero de mi vida, el confidente de mis angustias”.

La última Navidad de Monseñor. “Es hora de mirar hoy al Niño Jesús no en las imágenes bonitas de nuestros pesebres. Hay que buscarlo entre los niños desnutridos que se han acostado esta noche sin tener que comer, entre los pobrecitos vendedores de periódicos que dormirán arropados de diarios allá en los portales. Entre el pobrecito lustrador que tal vez se ha ganado lo necesario para llevar un regalito a su mamá o, quién sabe, el vendedor de periódicos que no logró venderlos y recibirá una tremenda reprimenda de su padrastro o madrastra. ¡Qué triste es la historia de nuestros niños! Todo eso lo asume Jesús esta noche” (24 de diciembre de 1979).

La fe que se vive en el “hospitalito”. Recientemente, clausuramos la campaña “Solidaridad en Navidad” a beneficio del Hospital Divina Providencia, un centro de atención para personas pobres desahuciadas por cáncer. En este hospital vivió y fue asesinado monseñor Romero. Al terminar la campaña visitamos a cada uno de los pacientes. Una de las enfermas más jóvenes nos dio una lección de fe. “El cáncer está matando mi cuerpo, pero no logra matar mi fe. Sé que Dios está conmigo en el cáncer. Eso me hace estar confiada y con cierta paz”. Por el hospitalito pasó Monseñor Romero. Y en el hospitalito Dios es Emmanuel.

Monseñor Romero dijo que para preparar sus homilías seguía un esquema sencillo: “Estudio la palabra de Dios que se va leer el domingo, miro a mi alrededor, a mi pueblo, y lo ilumino con esta palabra”. Según Miguel Cavada en las homilías de Monseñor había exégesis de la palabra de Dios, encarnación de esa palabra en la realidad; catequesis doctrinal y exhortación pastoral. Según Ignacio Ellacuría, el impacto de Monseñor tenía una causa última: “Ponerse a anunciar y realizar el Evangelio en toda su plenitud y con plena encarnación”.

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ECOS de los mártires

Mensaje de Ignacio Ellacuría

Para los amigos y amigas,

Queridos: Si estuviera entre ustedes, el 9 de noviembre celebraría mis 82 años de vida. Pero el buen Dios quiso llevarme antes a disfrutar de su visión martirial. Además el cielo no tiene nada de aquella imagen idílica que se imagina uno en la Tierra. Nada de ángeles arpistas y nubes color de rosa, aunque la música de Bach tiene mucha audiencia.

Junto con mis cinco hermanos desde el pasado 16 de noviembre de 1989 entramos en la intimidad de las Tres Divinas Personas. Y desde entonces entramos en permanente estado de pasión junto a Rutilio, Romero y el bueno de Dean que recientemente se nos ha sumado. Donde hemos sido arrebatados por tanto amor, que el corazón experimenta una felicidad indescriptible.

El cielo es tierno, lo cual no impide que experimentemos indignaciones. ¿No hizo Jesús figurar entre las bienaventuranzas el hambre y sed de justicia? Cuando miro a la Iglesia Católica confieso que siento, no frustración, sino un punto de tristeza. El papa Benedicto 16 no transmite alegría y esperanza. Le faltan el profetismo de Juan 23 y la empatía de Juan Pablo 2°.

Los sacerdotes cantores atraen más discípulos que los que se dedican a los pobres, a los campesinos, a los niños de la calle, a los enganchados a los químicos. En

las misas-espectáculo los templos se ven abarrotados, en tanto que en los seminarios la enseñanza de la filosofía y la teología suele ser superficial.

No es estimulada la vida de oración, muchos buscan el sacerdocio para obtener prestigio social y, a veces, el moralismo predomina sobre la tolerancia, el triunfalismo supera al espíritu ecuménico. ¿Hasta cuándo serán discriminados los homosexuales por quien se considera discípulo de Jésus?

Ignacio de Loyola, con el que echo mis buenas parrafadas, recuerda que sin referencia al pobre, sacramento vivo de Dios, Cristo corre el peligro de acabar en un mero concepto devocional legitimador de un clericalismo que no tiene nada de evangélico o profético.

Le he dicho a san Pedro que sueño con una Iglesia en que el celibato sea opcional para los sacerdotes y que las mujeres puedan celebrar la misa. Una Iglesia libre de las ataduras del capitalismo y en la cual los oprimidos se sientan en su casa, animados en la búsqueda de justicia y de paz.

En cuanto a El salvador, lamento que la violencia, por cuya erradicación tanto luché, todavía perdure, amenazando la vida de los salvadoreños; la mayoría niñas y niños.

Mauricio Iraheta

Ellacuría valoró sobremanera el pensamiento como orientador de la sociedad y era un convencido de su eficacia transformadora.

A quienes lo cuestionaban acerca de la eficacia del quehacer universitario con su pesada carga institucional y administrativa, respondía que lo que contaba era el largo plazo. La UCA construía para el largo plazo y no había otra forma de hacerlo que dedicarse de lleno, asumiendo el tedio y la rutina. Creía, además, que el quehacer intelectual, cuando cultiva la realidad, conlleva tantos riesgos como cualquier otro. En los siguientes párrafos compartimos un escrito que nos hizo llegar un buen amigo de Carta a las Iglesias, Mauricio Iraheta.

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¿Para qué tantos gastos en formas de segar vidas e inversiones que degradan el medio ambiente? ¿Por qué tan pocos recursos para obtener alimento -don de Dios- accesible a la mesa de todos los salvadoreños?

Al conmemorar nuestro aniversario del martirio acuérdense de los principios y objetivos que orientaron nuestra vida. A pesar de calumnias y persecuciones viví 58 años felices, pues nunca deje de admirar la personalidad del pueblo salvadoreño. Sin embargo, lamento que sus políticos y gobernantes continúen sin poder rescatar la dignidad de la nación la cual es humillada por hechos que todos conocemos. Siguen sin poder presentarse con la oligarquía y poderosos del capital con una perspectiva de la justicia y de la honradez del pueblo salvadoreño. Y no se han empeñado en llevar a juicio aquellos que han asesinado, torturado y secuestrado a centenares de personas.

También como sería de importante que se rescate a los jóvenes con una política de país, en la búsqueda del bien común y algo altamente ético que vaya más allá de los intereses corporativos de las empresas.

Pero al final quiero decir una palabra personal al pueblo salvadoreño, yo quiero solidarizarme y estar junto con ustedes en su sufrimiento porque se lo que significa tener a un compañero que lo acompañe en todo. Pero ustedes son hombres de fe y saben que el destino humano no termina en la muerte, sino, que se transfigura en ella. Porque nosotros no nacimos para morir. Morimos para resucitar y para vivir más y mejor. Y que esa visión que compartimos de la fe cristiana puedan servirles de consuelo, porque los muertos no somos ausentes, somos tan solamente invisibles. Lo que significa que nosotros estamos presentes acompañando sus pasos y su vida.

Con mi solidaridad, mi amistad.

Ignacio Ellacuría teólogo de la liberación.Teólogo de El Salvador.

XXXII aniversariomártires estadounidenses

El 2 de diciembre de 1980, al inicio de la guerra civil salvadoreña, fueron violadas y asesinadas las religiosas Ita Ford, Maura Clarke y Dorothy Kazel y la misionera laica Jean Donovan, aberrante suceso que fue llevado a cabo por cinco miembros de la Guardia Nacional.

Las monjas y la seglar pertenecían a las congregaciones de las Hermanas de Maryknoll y las Hermanas Ursulinas de Nueva York. Habían sufrido violación antes de asesinarlas disparándoles, sólo por haber defendido a los salvadoreños del terror desatado por su gobierno.

Por el crimen de las cuatro religiosas de nacionalidad norteamericana, en 1984 fueron condenados a treinta años de cárcel los cinco agentes de la Guardia Nacional. De ellos, tres fueron dejados en libertad cuatro años después.

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Procesión de Farolitos.

Becarios elaborando la palma para procesión de Farolitos. En memoria a nuestros mártires.

Exposición fotográfica del Centro Monseñor Romero.

Primeras comuniones en parroquia Jesucristo Liberador. 17/11/2012.La juventud también se identificó con la conmemoración.

Mártires de la UCAXXIII

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Solemne Eucaristía en Memoria del XXIII aniversario de los mártires, UCA.

Estación del Vía Crucis, Procesión de Farolitos. Punto artístico en Vigilia de Mártires de la UCA, 2012.

Alfombra frente a las instalaciones del Centro Monseñor Romero.

Procesión de Farolitos. Décimo cuarto encuentro de las Escuelas de Teología Pastoral.Primeras comuniones en parroquia Jesucristo Liberador. 17/11/2012.

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ECOS de los mártires

23 años en memoria de los mártires de la UCA

Mario Dimas Coordinador de la Comisión Central de la Vigilia

Concurso de afiches; Encuentro de Escuelas de Teología Pastoral; Exposición fotográfica en el Centro Monseñor Romero (CMR); Exhibición de afiches, bibliografía y multimedia; Cátedra de Realidad Nacional; Concurso de poesía; Primeras Comuniones y Confirmaciones; Foro de la Realidad Sociopolítica “Segundo Montes” y Conferencias sobre Ellacuría son las actividades que tradicionalmente se programan en el contexto del aniversario. Como novedad tuvimos el Encuentro de investigadores del pensamiento de Ellacuría y el concurso de oratoria del idioma japonés “Memoria a los sueños de los mártires”.

Lo que no debe faltar es “vivir” la Vigilia. En esta ocasión se celebró el sábado 17 de noviembre que inició a las seis y media de la mañana cuando comienza la afluencia de personas en la zona destinada para la elaboración de alfombras y en el Polideportivo.

A diversos grupos juveniles, entre instituciones externas y comunidad universitaria de la UCA, no les detuvo el sol para hacer con cariño sus obras en sal. Poco a poco las calles fueron llenándose de color con las 20 alfombras. En paralelo se desarrolla el Torneo Deportivo que contó con la participación entusiasta de jóvenes procedentes de zonas rurales y de barrios populares urbanos de 32 comunidades. En total, 29 equipos masculinos y 7 femeninos compartieron una mañana de fútbol, risas, el anhelo de ganar y una que otra lágrima por no llegar a la final.

En la tarde noche, se iluminan las calles con la conocida Procesión de Farolitos que esta vez se realizó solamente en el interior de la UCA con meditación en las estaciones preparadas para cada mártir. La solemne eucaristía presidida por el rector Andreu Oliva y la homilía a cargo del jesuita Juan Hernández Pico. Finalmente el acto cultural entre tamales, pláticas y recuerdos.

El aniversario en números

Aproximadamente se contabilizó la asistencia de 4,700 personas. Una reducción muy considerable con respecto a los años anteriores. Mucho tuvo que ver el tema del transporte y la seguridad para desplazarse a sus lugares de origen.

Delegaciones de 10 países distintos, algunos procedentes de muy lejos como lo es Australia.

En Internet hubieron 3,470 visitas durante el día y 51 comentarios expresando de distintas maneras su sentir y agradecimiento por los mártires.

158 participantes en el Concurso de Afiches CMR. Se eligió el diseño de Efraín Antonio Rodríguez.

¿Qué nos motiva celebrar cada año?

Luchamos por no perder la memoria histórica. Queremos que las nuevas generaciones conozcan y reconozcan el trabajo de los seis jesuitas. Honrar la memoria de dos mujeres, madre e hija, que se refugiaron entre sus brazos. Personas que creyeron en la justicia y en un El Salvador con las mismas oportunidades para todos.

Los mártires son motivo de esperanza, nos ayudan a seguir trabajando por la verdad y la justicia a pesar de las sombras que rodean a nuestro país. Nos anima a buscar caminos de vida para los salvadoreños y salvadoreñas y para los grupos vulnerables como son niños, jóvenes y ancianos.

Les esperamos en noviembre.

Editado por Mayra Herrera

Cada noviembre la UCA recuerda con mucho cariño a sus mártires. Pero la preparación inicia mucho antes cuando la Comisión Central, conformada por autoridades de la universidad

y empleados voluntarios que se identifican con la mística y legado de los jesuitas, reorganiza las actividades.

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Pedro Casaldáliga

Don Pedro Casaldáliga, amenazado de muertepor defender las tierras de los indígenas

El jueves 6 de diciembre don Pedro Casaldáliga tuvo que abandonar su casa debido a las amenazas de muerte que había estado sufriendo desde hacía un mes. La razón son sus luchas y compromiso durante más de cuatro décadas en favor de los indígenas y sus tierras.

Don Pedro comunicó lo que le había sucedido con estas sencillas palabras: “Estoy fuera por unos días”. Y con el siguiente mensaje: “Que la luz y la fuerza del Misterio de la Navidad nos sigan estimulando siempre”. El sábado 29 don Pedro ya estaba de regreso en su casa en São Félix do Araguaia.

Mari Pepa, esposa de José María Concepción, secretario personal de don Pedro, cuenta cómo han transcurrido los hechos. “Pedro está bien y ya está en otro lugar”. El obispo está “tranquilo y bien protegido” en un sitio que no pueden revelar, con el objetivo de protegerle, “aunque está intranquilo por todo lo que está pasando”. Es admirable su entereza y la firmeza con la que apoya la lucha del pueblo Xavante en la esperanza común del retorno a su Tierra Madre.

Para Casaldáliga, según cuenta Mari Pepa, lo importante no es el hecho de que él haya sufrido amenazas, sino que se conozca la situación de las tierras indígenas Marâiwatsédé que en los próximos días deben ser devueltas –por una orden ministerial– al pueblo indígena Xavante.

Este conflicto dura desde hace más de dos décadas, cuando ese terreno, de unas 6.000 hectáreas, a unas tres horas de São Félix do Araguaia por carretera, fue repartido a terratenientes y colonos -en Brasil conocidos como hacendeiros- para su explotación, liderada en aquel entonces por la empresa petrolera italiana AGIP.

La población indígena fue sacada de sus tierras en avionetas por la fuerza, y los sucesivos recursos de quienes especulaban con la tierra habían hecho imposible la vuelta al hogar de la población originaria. Pero desde finales de los años noventa, con Fernando Henrique Cardoso, los gobiernos han reconocido el legítimo derecho de la población indígena a vivir en esas tierras.

Tras dos décadas de lucha, finalmente la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), organismo de protección de los pueblos indígenas, presentó un último recurso tras el cual el Tribunal Supremo ha decretado que las tierras deben ser devueltas.

“De esta semana no pasa”. Ante esta sentencia, los hacendeiros y especuladores están rabiosos y vengativos. A Pedro le tienen ganas desde hace muchos años. Ha sido amenazado muchas veces, pero nunca como ahora. La primera amenaza llegó hace unos 20 días, y la voz de alarma saltó en una reunión de los hacendeiros y empresarios. Se filtró la noticia: “El obispo de esta semana no pasa”. Así lo contó una de las personas asistentes a la reunión, cuya identidad ha permanecido protegida. A continuación, presentó una denuncia a la policía federal.

Don Pedro con los indios Xavantes. Sentado, con su Obispo sucesor.

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Pedro Casaldáliga

Esto llevó a las autoridades locales y amigos cercanos a aconsejar a Casaldáliga. “Sería bueno salir, hay que protegerle a él y a la gente de su entorno. Si no sale, se verían obligados a enviar a la policía para custodiar la casa”. Pedro lo estuvo pensando, junto con el actual obispo de la prelatura Adriano Ciocca Vasino. En decisión comunitaria con el Equipo Pastoral, dijo que accedía a irse. No querían salir en avionetas proporcionadas por el ejército o la policía, y alquilaron una avioneta. El jueves por la mañana se fueron de la casa.

Para entonces las amenazas se extendían a todas las personas vinculadas a la prelatura. Para el fin de semana habían programado una serie de encuentros y seminario, pero se suspendieron porque las personas que iban a asistir corrían peligro y las carreteras estaban cortadas. “La gente del pueblo está muy triste y enfadada porque esto nunca ha ocurrido”.

La idea clara de Don Pedro es regresar: “Estoy fuera por unos días”. Maripepa insiste en que el obispo no está huyendo “porque él nunca ha huido”. Pero sí está muy limitado físicamente. “De cabeza está como siempre, pero su parkinson está muy avanzado y a veces no puede ni caminar”.

En la prelatura de São Félix do Araguaia confían en que la situación se arregle poco a poco y que las tierras sean finalmente entregadas a quienes son sus ocupantes de pleno derecho: el pueblo indígena Xavante. Pero hay miedo. “Lo peor será cuando se vaya la policía y el ejército”.

* * *

Foro de Balsareny Pedro Casaldáliga

Poco antes de los hechos que hemos comentado, los días 13 y 14 de octubre se celebró “1er. Foro de Balsareny. Las causas del obispo Pere Casaldáliga”. El foro de debate, reflexión y cultura, coincidió con dos celebraciones que sirvieron de eje temático para las mesas redondas y debates: los 50 años de la inauguración del Concilio Vaticano II y los 40 años del camino como obispo de Pedro Casaldáliga. Don Pedro envió el siguiente mensaje:

Quiero agradecer, en primer lugar, que se realice este Foro (que es diálogo, comunión, compromiso), junto a mi Llobregat, bajo mi castillo, al lado de mi casa solariega, en mi parroquia de Balsareny. Sus causas son mis causas. Las causas del Reino, las causas del mismo Jesús.

El Concilio Vaticano II, del que ahora celebramos los 50 años de su inauguración, que hizo mucho bien tenerlo bien y algunos querrían ver olvidado, ha significado para mí y para el mundo un tiempo nuevo de la Iglesia que se abre en diálogo a la humanidad y se hace solidaria con las alegrías y sufrimientos de la familia humana.

No hay que esperar un nuevo Concilio para responder al clamor de reforma, urgente y universal, de la Iglesia.

Nuestro cardenal Carlo M. Martini, que muy bien hacéis en recordar en este Foro, nos lo dejó bien claro en su magnífico “testamento”. Y los pobres y los luchadores por el Reino lo merecen.

Avalancha de solidaridad

El 10 de diciembre Gloria Casaldáliga, sobrina de don Pedro aseguró que su tío “se encuentra bien y tranquilo, pero preocupado por la situación”.

En unas declaraciones a Radio Cataluña, según ha informado la emisora en un comunicado, ha dicho que el obispo, de 84 años y con Parkinson, decidió irse de su domicilio “no sólo por su seguridad sino también por la de las personas que lo cuidan”.

Casaldáliga habló con su tío por teléfono. “Don Pedro quiere que “esta situación se acabe cuanto antes mejor”. Y tiene “muchas ganas de volver a su casa de Sâo Felix con los suyos”.

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Pedro Casaldáliga

* * *

PoemaYo moriré de pie, como los árboles:

Me matarán de pie.

El sol, como testigo mayor, pondrá su lacre

sobre mi cuerpo doblemente ungido, y los ríos y el mar

se harán camino de todos mis deseos, mientras la selva amada

sacudirá sus cúpulas de júbilo.Yo diré a mis palabras: No mentía gritándoos.

Dios dirá a mis amigos:

Certifico que vivió con vosotros esperando este día.

De golpe, con la muerte, se hará verdad mi vida.¡Por fin habré amado!

Pedro Casaldáliga

Que el Espíritu del Crucificado Resucitado empape su / nuestro Foro y nuestros corazones siempre en la búsqueda del Reino.

Que éste sea el inicio de muchos otros Foros, siempre en la caminhada que hacemos juntos por las causas del Reino. Sea donde sea me tendréis a vuestro lado. Unidos y fieles al Evangelio de Jesús.

Un fuerte abrazo bien casero y cercano, desde el Araguaia al Llobregat. Siempre, juntos, en la búsqueda del Reino. Os tengo bien presentes. ¡Gracias a todos y a todas! ¡Siempre vuestro!

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La pobreza

El encuentro con los pobres

Relato de españoles que visitaron zonas rurales de El Salvador

Varios días oímos, sobre los techos de hojalata, el fuerte viento que el trópico depara en esta época y vimos la exuberante naturaleza de un verdor provocador. Ahora es verano en El Salvador de C.A. y allí aterrizamos, durante el mes de Noviembre, trece extremeños, la mayoría agricultores de Miajadas, Campo Lugar y Vivares, con la actitud evangélica del que va a empaparse y no vuelve de vacío: “escuchar”, “ver” y “comprender” la vida de los campesinos, sus organizaciones, trabajo y vida en comunidades rurales.

Recorrimos los “lugares de abajo” en Sabana San Juan, El Carrizal, los cantones de Jujutla, El Salto… Se nos pegó al oído sus historias a la manera que habla Dios: “… he oído el clamor de mi pueblo…he visto su aflicción… y he bajado…” (Ex.3, 7-8).

Al colocarnos desde ellos, lo que parece pequeño, insignificante, resulta importante y significativo. Las comunidades en las que hemos residido son un enclave evangélico para mirar no solo una economía de supervivencia, que mantiene carencias fundamentales de todo ser humano, sino también lo humano y lo divino juntos en “señales” que entran al corazón: alojamiento de pequeños recintos de cañas y latón para el matrimonio y seis hijos, la capacidad de entrega para traer cada día el poco de frijolitos y arroz para la familia, el testimonio de mujeres, con largas caminatas, para mantener las cajas de auto ahorro o mantener el espíritu asociativo de amor a su pueblo. Lo que nos entró por los ojos ha alimentado nuestro corazón. En alguna comunicación mantenida en el grupo, un amigo decía: “Es más de lo que imaginaba. La riqueza está en que he aprendido a ver a estos pobres como un pueblo de importantes”.

Nuestra convivencia con ellos, el intercambio de una agricultura sostenible a una agricultura productivista, las visitas a sus huertos y champas, el poder comer las tortillas de maíz y cantar juntos, compartir la oración al Dios Creador y Padre en cualquier circunstancia, conocerles…nos hace concluir que en el aparente fracaso de la pobreza, aparece el triunfo de su humanidad

Al convivir en estas comunidades, nos llama la atención que ni el miedo a la violencia, problema de magnitud inabarcable en todo el país, ni la deficiente enseñanza o sanidad, ni el lamento, ni las múltiples carencias es lo que mejor les define, sino que es la fuerza de la vida lo que les sostiene y les mantiene en pie.

Esta es mi impresión: no es “la cultura de la muerte” la que tiene la última palabra, sino sus cooperativas, asociaciones comunales, los grupos de cristianos que, a través de un extraordinario equipo de Caritas, están haciendo un trabajo de promoción encomiable…etc. practican el compartir solidario para ganar más vida. Es la fuerza de la fe –“... para que todos los que creen en El tengan vida para siempre” (Jn.3, 15) – que les alimenta el deseo de vivir con dignidad.

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Nos ha cautivado también, algo que leí en un libro: “donde hay dolor, hay suelo sagrado”. La relación vivencial de su religiosidad y lo que les sucede personal y socialmente. Hemos observado y comunicado en la recogida del café, en largas tertulias, en pequeñas fiestas con las personas de las comunidades –Fidel, Marta, Silma, Manuel, Jorge Luis, Aníbal…- , con el riesgo de equivocarme, que no creen “a pesar” del sufrimiento, sino “a través” de él, de tal manera que tratan de “superarlo”, luchando. Hay montones de ejemplos de valientes mujeres comprometidas, líderes de los cantones y con un compromiso político desde su fe, negando con ello que el sufrimiento sea el centro de sus sentimientos y lo que alienta sus vidas. M. Romero que les conocía bien decía: “la gloria de Dios es el pobre que vive”.

Ellacuría, mártir por la causa de los pobres, enseñaba que había que ensayar “repartir la pobreza”. De ahí que su “riqueza humana y espiritual” nos haya enseñado algunas lecciones o nos haya hecho algunas preguntas:

- la agricultura sostenible para tener el alimento diario al menos y una casita de adobe, frente a una agricultura productivista en nuestros lugares para depender de los bancos y de las multinacionales.

- su manera tan sencilla de vivir. Para estas personas cuenta la vida del día a día, el hoy; saben saborear lo que la vida da diariamente. ¿Quién, desde esta vivencia, no entiende lo de Jesús?: “No anden agobiados por la vida pensando qué van a comer o a beber, ni por el cuerpo con qué se van a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?... Busquen primero que reine su justicia” (Mt 6, 25-34).

- la riqueza de su humanidad. Largo tiempo podríamos estar contando que comen de lo que tienen, están largamente sentados hablando, andan largas caminatas, celebran y rezan a Dios, los niños no han perdido la capacidad de sorprenderse… Esta es la gran lección, nos descubren la verdad de nosotros mismos, lo que tiene valor en nuestras personas, lo hondo de nosotros, que aparece con toda nitidez en muchos de estos pobres y que, de rebote, nos llega al descubrir lo que de verdad hay en cada uno de nosotros, no el barniz de la apariencia sino la verdad que somos.

- la forma de celebrar la vida. Solemos medir la categoría de nuestras fiestas, bodas, encuentros por el coste que aparejan, el estreno de vestidos y el consumo obligado. Un aleccionador contraste de sus “tardes alegres”- fiesta comunitaria por excelencia-, las piñatas y veladas, el folklore de sus bailes, la misma eucaristía… Es comunidad creativa, alegres frente a la penuria, gratuitos en los tamales, el atol y el grupo musical. Aquí la fiesta se mide por la presencia de niños, jóvenes y adultos juntos. El vestido de fiesta es pobreza compartida con olor de esperanza por eso mismo celebrada - la síntesis tan natural de vida y fe. Nosotros, venidos de una sociedad europea, llevamos la carga de “la ausencia de los demás y de Dios”, mientras muchas de las personas con las que hemos convivido, así lo fui viendo, viven experiencialmente que Dios ha salido a su encuentro y les sale con naturalidad el unir lo divino y lo humano de su entrega, de sus gentes, de sus cantones, de sus carencias y de sus esperanzas. Se hace patente, por lo tanto, lo que leí en un teólogo de esas tierras: “El problema no es buscar a Dios, sino buscarlo allá donde él dijo que estaba”.

Nosotros no fuimos a El Salvador como el turista que lo mismo que mira un escaparate se puede asomar al dolor ajeno. Nos hemos acercado a la realidad antes descrita para encontrar, encontrarnos y aprender.

Relacionarnos con personas no con etiquetas, y la pobreza puede ser una etiqueta. Tantas historias de los que hemos conocido para quedarse en nuestra memoria, pero sobre todo en el corazón.

Encontrar la propia verdad. La propia verdad que a veces hace ascos ante el mal aspecto de la pobreza, que añora la comodidad en cuanto falta, pero que también se pregunta por lo que es posible hacer y vivir de otra manera conforme a valores que no están demasiadote moda.

Haber descubierto en la estancia salvadoreña perspectivas que ayuden a plantearnos aspectos de nuestra vida para “que nuestro corazón de carne no se convierta en corazón de piedra”.

La pobreza

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Teología de la Liberación

Para usted, ¿cuál es el significado de celebrar 50 años de la inauguración del Concilio Vaticano II y los 40 años de la publicación del libro de Gustavo Gutiérrez Teología de la liberación?

En aquellos años, de 1966 a 1974, estuve en Frankfurt estudiando teología. Del concilio tuve noticias, pero parciales. De Medellín y del libro de Gustavo Gutiérrez solo llegué a interesarme en 1974 a mi llegada a El Salvador. Con esto quiero decir que, a diferencia de muchos de mi generación, yo fui un ignorante de lo que estaba ocurriendo, y obviamente no fui ningún apasionado. Después, todo cambió. Más que acontecimientos, pienso que fue la realidad salvadoreña de pobres, y los compañeros que se entregaban a ellos, lo que me llevó a valorar los acontecimientos que habían tenido lugar, y a leer los textos de obispos y de teólogos que los acompañaban. Esta aclaración quizás ayude a comprender mis respuestas.

Preguntan cuál es el significado de celebrar, y pienso que si se toma en serio la pregunta cada uno tendrá una respuesta propia. De los acontecimientos mencionados yo sigo celebrando que fueron rupturas hondas y humanizadoras en la historia de la Iglesia. Nos han hecho respirar. Pensando en el concilio, “lo imposible se hizo posible”. Pensando en Medellín, Gustavo Gutiérrez y, después, en Monseñor Romero, la Iglesia de Jesús se decidió a volver al pobre y a Jesús. Y dio ultimidad a la justicia y a la esperanza de que fuese posible “que el injusto no triunfe sobre el pobre, ni el verdugo sobre la víctima”. En esa tarea asomaba con claridad el Dios de Jesús. Y si me centro más en Medellín que en el concilio,

es porque lo conozco mejor.Eso produjo alegría, y esperanza de que, como hoy se

dice, no sé si con demasiada facilidad, otra iglesia, otra fe, otro cristianismo “es posible”. Y se veía posible porque “era real”. Hoy celebramos el despertar “del sueño de siglos de cruel inhumanidad”, como nos pedía Montesinos en 1511, la decisión a trabajar por los pobres y su liberación, y a echar la suerte con ellos. Celebramos la difícil conversión y lo nuevo que fue apareciendo: liturgias, catequesis, música popular, poesías. Celebramos una nueva teología, la de Gustavo. Celebramos un compromiso desconocido y una lucha contra los ídolos.

Y celebramos sobre todo el amor, la entrega de la vida de centenares y miles de fieles cristianos. De obispos y sacerdotes. En vida y en muerte se parecieron a Jesús. Los hechos son evidentes. Don Pedro Casaldáliga escribió “San Romero de América, pastor y mártir nuestro”, aunque varias curias romanas no saben qué hacer con esos mártires, tantos y tan numerosos de ellos. Las normativas a las que deben ser fieles en los procesos de canonización no parecen estar pensadas para aceptar lo evidente.

Hoy en el continente han cambiado muchas cosas, pero persiste la pobreza, las estructuras de injusticia y de opresión, y aumenta la crueldad de las migraciones. Más han cambiado las cosas en la Iglesia. De Puebla en adelante la Iglesia se ha deslizado por una pendiente sin que Aparecida lo haya impedido importantemente. Hay cosas buenas y novedosamente buenas, pero ya no es lo de antes. Había honradez institucional con lo real, abundante al menos suficiente, denuncia vigorosa y analizada contra el horror de los pobres, utopía por la

La revista Humanitas de la Universidad de Unisinos, Porto Alegre, le hizo una entrevista a Jon Sobrino en el contexto del ll Congreso Internacional de Teología Latinoamericana organizado por Amerindia en dicha universidad del 7 al 12 de octubre. La publicamos ligeramente editada.

“Lo absoluto es Dios y lo co-absoluto son los pobres”

Entrevista a Jon Sobrino

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Teología de la Liberación

que trabajar y luchar, cartas pastorales que recordaban a Bartolomé de las Casas y a la ciencia de Francisco Vitoria, homilías proféticas de sacerdotes, teologías audaces... Hicieron presente a un Dios más latinoamericano, por pobre, esperanzador, liberador y crucificado. Y devolvieron al continente y a sus Iglesias a un Jesús que estuvo secuestrado durante siglos. Ahora esto no queda nada claro.

¿Qué significa, entonces, celebrar años después, el concilio, el libro de Gustavo Gutuérrez, Medellín, el martirio de Monseñor Romero?

Lo ocurrido fue muy bueno y muy humanizador. Hoy, ya no abunda. Y por eso, no solo hay que mirar lo nuevo, sino que hay que echar la vista atrás, aunque las palabras no suenen políticamente correctas. Ciertamente hay que proseguir lo novedoso en el pensar teológico: la mujer, los indígenas, las religiones, la hermana tierra, la utopía de otros mundos, iglesias, democracias, “posibles”.

Pero hay que tener cuidado en no caer en la amenaza de Jeremías: “Me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y se cavaron pozos agrietados que no conservan el agua” (2, 13). Lo que antes hemos mencionado son fuentes de aguas vivas hasta el día de hoy. Y más lo serán si nos volvemos a ellas activa y creativamente. Es cierto, “el Espíritu nos mueve hacia lo nuevo”. Pero tal como estamos, menos hay que olvidar que “el Espíritu nos remite a Jesús de Nazaret”, eterna fuente de agua viva.

¿Qué significa hacer teología y pensarla desde la realidad de América Latina y el Caribe?

La teología no es lo primero. Lo primero es la realidad. Y en el caso de la teología, la realidad absoluta. Con su agudeza habitual, don Pedro Casaldáliga, al referirse a lo absoluto, dice que “todo es relativo menos Dios y el hambre”. Lo absoluto es Dios y lo co-absoluto son los pobres. Hacer teología es entonces ayudar, desde el pensar, a que Dios sea más real en la historia y a que los pobres -el hambre- dejen de serlo.

Para que el pensar pueda ayudar a esa tarea, recordemos lo que Ellacuría entendía por inteligir la realidad. Lo explicaba en tres pasos.

El primero es “hacerse cargo de la realidad”, en palabras sencillas captar cómo son y cómo están las cosas. En 2006, mirando al mundo universo, escribía Casaldáliga: “Hoy hay más riqueza en la Tierra, pero hay más injusticia. 2,500 millones de personas sobreviven en la Tierra con menos de 2 euros al día y 25,000 personas mueren directamente de hambre, según la FAO. La desertificación amenaza la vida de 1,200 millones de personas en un centenar de países. A los emigrantes les

es negada la fraternidad, el suelo bajo los pies. Estados Unidos construye un muro de 1,500 kilómetros contra América Latina. Y Europa, al sur de España, levanta una valla contra África. Todo lo cual, además de inicuo, es programado”. El presente no lo desmiente.

El segundo paso es “encargarse de la realidad”. Su finalidad no consiste simplemente en hacer crecer conocimientos por buenos y necesarios que sean, sino en hacer crecer la realidad. Y en una dirección determinada: la de la salvación, la compasión, la misericordia, el amor. La teología es intellectus amoris.

El tercer paso es “cargar con la realidad”, y con una realidad que es pesada. Bajo ella viven los anawim de la Escritura, los encorvados. La carga puede llevar hasta que le priven a uno de la vida. Teólogos y teólogas han sufrido persecución y algunos han acabado mártires. Puede ocurrir cuando el hacer teología está transido de actitud ética.

Solemos añadir un cuarto paso: “dejase cargar por la realidad”. El trabajar y sufrir así puede ser también gracia para quien hace teología. Entonces el teólogo se sabe parte del pueblo pobre, no externo a él. Se sabe llevado por él y recibe el agradecimiento de los pobres. Hacer teología es, entonces, “una pesada carga ligera”, como decía Rahner que es el Evangelio.

¿Cuál es el rostro de Dios que emerge de la realidad latinoamericana? Y ¿cómo la iglesia ha asumido ese rostro?

Creo que en la actualidad hay muchos rostros de Dios en América Latina. Unos emergieron en el pasado, y allí se han quedado. Siguen manteniendo con vida y dignidad a mucha gente –aunque con la limitación de no animar al compromiso. Otros coexisten con superstición deshumanizante.

Hoy proliferan nuevas iglesias y movimientos de todo tipo, en su mayoría carismáticos y pentecostales, con sus nuevos rostros de Dios. Personalmente, comprendo y muchas veces aprecio la bondad de la gente que los venera, pues en parte se debe a largas épocas de desamparo eclesial. Pero no me es siempre fácil ponerlos junto al Jesús de Nazaret del evangelio.

Entre intelectuales y antiguos revolucionarios existen agnósticos y algunos ateos. Son minorías, pero van en aumento.

Creo que en pocos lugares ha surgido el rostro de un Dios crucificado, del que habla Moltmann, pero no creo que en países como El Salvador y Guatemala sea posible a la larga aceptar a un Dios al que no le afecta el sufrimiento. Que el mismo Dios sufra en sus hijos e hijas crucificadas.

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En medio de estos rostros, creo que la novedad mayor es la doble formulación que hizo Puebla en 1979.

Positivamente, Dios es esencialmente “un Dios liberador”. Defiende y ama a los pobres -y por ese orden- por el mero hecho de serlo. Sea cual fuere su situación personal y moral.

Dialécticamente, Dios es esencialmente “un Dios de vida en contra de divinidades de la muerte”. Puebla lo analizó cuidadosamente, y presentó a los ídolos de acuerdo a una jerarquía: el ídolo de la riqueza, el poder, las armas… Monseñor Romero, junto con Ignacio Ellacuría, lo explicó admirablemente para la situación salvadoreña en su cuarta carta pastoral.

¿Cómo hablar de Dios desde la realidad del sufrimiento en que viven los excluidos, los que están al margen de la sociedad privilegiada?

Hay que preguntárselo a ellos, y no tomar nosotros su lugar. Pero algo podemos decir. En Morazán, en medio de las atrocidades de la guerra los campesinos le preguntaban al P. Rogelio Ponseele, el sacerdote que les acompañaba: “Padre, si Dios es un Dios de vida ¿cómo nos pasa todo esto?”. Es la pregunta de Job y de Epicuro.

Para responder a esa pregunta no se me ocurren contenidos ni razones, sino actitudes. La primera es hablarles “con cercanía”. Y no cualquier cercanía, sino la de Monseñor Romero: “Le pido al Señor durante toda la semana, mientras voy recogiendo el clamor del pueblo y el dolor de tanto crimen, la ignominia de tanta violencia, que me dé la palabra oportuna para consolar, para denunciar, para llamar al arrepentimiento”. La segunda es hablar “con credibilidad”. Y de nuevo, no cualquier credibilidad, sino la de Monseñor Romero: “Yo no quiero seguridad mientras no se la den a mi pueblo”.

Monseñor no respondía apelando a milagros celestiales, sino mostrando en su propia carne amor terrenal. Qué sentían en su corazón los campesinos que sufrían y preguntaban, pertenece a su misterio. Quienes los veíamos de fuera creemos que Monseñor les habló del amor de Dios. Y que sus palabras fueron una buena noticia.

Queda a los intelectuales dialogar con Epicuro y Dostoyevsky, acogerse a Pablo y a Moltmann. Y no es tarea ociosa. Pero entre nosotros lo que más resuena es la cercanía y credibilidad de Monseñor.

¿Cómo analiza usted los cuarenta años de la teología de la liberación? ¿Por qué fue tan criticada, perseguida y difamada por los poderes de este mundo incluso por la jerarquía de la iglesia?

Voy a contestar muy brevemente. Las teologías no crecen, perduran o decaen como sistemas formales de

pensamiento no contaminados por lo real. La teología de la liberación formuló con rigor y vigor que en el Éxodo Dios “liberó a esclavos”, que en la sinagoga de Nazaret Jesús dijo que había sido enviado a “liberar a cautivos”. Qué, cómo y cuánto de eso haya guiado el pensamiento en estos cuarenta años es cosa a analizar. Ya he dicho que antes ocurrió más que ahora. Desde luego, la teología de la liberación de moda no está. Pero no me parece correcto responsabilizar de ello a lo que comenzó con Gustavo Gutiérrez, Juan Luis Segundo, Leonardo Boff, Ignacio Ellacuría, y con don Helder Camara, Leonidas Proaños, Angelelli y Romero. A las personas mencionadas hay que seguir agradeciendo que a lo largo de estos cuarenta años se han mantenido impulsos de teología liberadora y se han extendido a nuevo ámbitos como el del género, las religiones, la madre tierra… Y quienes de buena voluntad se lamentan del descenso de teología de la liberación, vuelvan al Dios del Éxodo y a Jesús de Nazaret. Indudablemente ha habido limitaciones, errores, exageraciones. Ha podido haber reduccionismos antiintelectuales a favor de la praxis, pereza intelectual ante escritos como los de Juan Luis Segundo o Ellacuría, atisbos de demagogia ante el pensamiento científico de otros lares, ignorancia de las críticas o prepotencia ante ellas. Pero en lo personal no veo que haya surgido otro impulso teológico, tan humano, fructífero, evangélico y latinoamericano como el que surgió hace cuarenta años.

Se habla de la menor calidad en la producción de la teología de la liberación. Pienso que no es fácil que se repita la generación de los fundadores, aunque han surgido nuevos teólogos y teólogas de calidad.

Otra cosa es que toda teología cristiana, también la de la liberación, debe responder a los retos novedosos. [Sobre ello remitimos al higiene artículo de Jorge Costadoat, La teología de la liberación 40 años después].

La respuesta a la segunda pregunta no necesita de ningún estudio sofisticado ni de discernimiento ante Dios. O por mala voluntad o por ignorancia, aquella teología fue vista como una amenaza. Ciertamente, amenaza al capitalismo, y de ahí la reacción de Rockefeller en 1969 y de los asesores de Reagan en 1980. Y amenaza a la seguridad nacional, y de ahí las reacciones de los generales en la década de los ochenta.

También al interior de la Iglesia, por ignorancia, por miedo a perder poder o por empecinamiento para no querer reconocer la verdad con que se respondía a las críticas. Recuérdese a Monseñor López Trujillo y a varios obispos y cardenales. Y la Instrucción de la Congregación de la Doctrina de la Fe de 1984, sin que la de 1986 consiguiese arreglar del todo el desaguisado.

Teología de la Liberación

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¿Cuál es el significado teológico y antropológico de la expresión “liberación” desde el contexto latinoamericano? ¿Cómo esta perspectiva teológica se implica en el contexto actual de sociedad e iglesia?

Si recuerdo bien, el concepto de “liberación” se usó para superar el concepto de “desarrollo”, la solución que proponía el mundo occidental para superar la pobreza. En la Iglesia se redescubrió que “liberación” era término clave en el Éxodo y en Lucas para expresar salvación.

Me parece importante tener presente que “la liberación” se redescubrió en América Latina, el llamado tercer mundo, por ser un continente no solo retrasado o subdesarrollado, sino oprimido y esclavizado por el primer mundo, europeos, norteamericanos. Y en una iglesias, si no oprimidas por las europeas, sí fuertemente dependientes de ellas.

El término “liberación” remitía muy importantemente a la opresión y represión, es decir, a la privación injusta y cruel de la vida, lo cual se mantiene hasta el día de hoy. Otra cosa es que, dichosamente, el concepto ha ido extendiendo su significado en la teología para designar liberación de la indignidad, de la opresión de género, de despotismo de una religión…

Y hay que tener también presente que la teología de la liberación, a diferencia de otras teologías e ideologías, da prioridad al “pueblo” sobre el “individualismo”, y a la “apertura a la transcendencia” sobre el “positvismo”, como dijo Ellacuría en una reunión de religiones abrahámicas. En cualquier caso, aun con el regreso masivo a individualismos espiritualistas, la teología de la liberación ha introducido la dimensión religiosa de lo humano en el ámbito del mundo exterior. La ha hecho presente en la realidad social, por derecho, propio y sin que pueda ser fácilmente ignorada. Es religión política, afín a la de Metz, lo cual no es pequeño beneficio.

Recordando a don Oscar Romero, a Ignacio Ellacuría y compañeros, entre tantos otros rostros que fueron asesinados porque asumieron la causa de los empobrecidos y marginados. ¿Qué significa ser iglesia hoy en el comienzo del siglo XXI? ¿Cuáles son las consecuencias?

Sólo mencionaré dos sentencias. Ignacio Ellacuría, en el funeral celebrado en la UCA, dijo: “Con Monseñor Romero Dios pasó por El Salvador”. Ser Iglesia es trabajar con decisión y sencillez para que Dios pase por este mundo inhumano. Y para el no creyente, trabajar para que la solidaridad y la dignidad, lo mejor de lo humano, pase por este mundo, que, aunque sea más secular, sigue siendo inhumano.

Monseñor Romero, en la universidad de Lovaina, el 2 de febrero de 1980, pocos días antes de ser asesinado, dijo: “La gloria de Dios es que el pobre viva”. Ser Iglesia es trabajar por la gloria de Dios. Y para el no creyente, “la gloria de la humanidad es que los pobres vivan, lleguen a forma parte de la familia humana”. Por ello hay que trabajar.

Termino con algo que me hace pensar. En el concilio la Iglesia sintió el impulso a humanizar el mundo y humanizarse juntamente con él, sin avergonzarse ante el mundo moderno y usar lo moderno para hacer más creíble al Dios cristiano. La finalidad es magnífica. En Medellín la Iglesia sintió el impulso a no avergonzarse de los pobres y a no escuchar el reproche de la Escritura: “Por causa de ustedes se blasfema el nombre de Dios entre las naciones”. Y con humildad se puso a “limpiar el rostro de Dios”. Lo que se ha llamado teología de la liberación, puede aportar a ambas cosas. A racionalizar la fe en un mundo de injusticia. Y a ofrecer una imagen más limpia de Dios, no manchada con la inmundicia de las divinidades que dan muerte a los pobres.

Teología de la Liberación

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Navidad

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-Centinela ¿qué hay de la noche?

¿Qué hay de la crisis?

-¿Desde dónde preguntas?¿Preguntas desde el hambre

o desde el consumismo?¿El grito de los pobres sacude tus preguntas?

Pastores marginalescantan la Buena Nueva,con flautas y silencios,

los medios de los grandes.

Nos ha nacido un Niño,un Dios se nos ha dado.Hay que nacer de nuevo, desnudos como el Niño,

Descalzos de codicia,de miedo y de poder,sobre la tierra roja.

Hay que nacer de nuevo,abiertos al misterio,

ungidos de Esperanza.

Pedro Casaldáliga