Caminando en busca de vida

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VIDA ACOMPAÑADA DE UN CAJON En la bella ciudad de Ambato cuando el reloj marca las 7:00 entre el bullicio, el eterno vaivén de personas; sentado en una esquina con su rostro y manos teñidas por la labor que lo ayuda a sobrevivir, se encuentra el artista limpia botas que puede reconstruir un calzado desgastado por los pasos que constantemente damos por la vida, y devolverle el brillo y esplendor; confundiéndolos en ciertas ocasiones con nuevos y recién comprados. Y ahí está el parado gritando inagotablemente “joven le lustro, señito le lustro”, esperando que alguien con un compromiso importante o que quiera tener su calzo reluciente le diga “claro pero rápidono me manchara las medias”... y en ese momento el artista sale a la luz, coge su pequeño cajón cargado de las herramientas necesarias para su trabajo. Inicia limpiando el polvo del calzado luego escoge rigurosamente el color adecuado mientras conversa con el cliente sobre cosas que suceden a diario (los deportes, noticas), y con su increíble rapidez ha terminado con su labor. El cliente pregunta - cuánto es joven- El responde - cincuenta centavos- Al oír esto el señor, hace una mueca como queriendo decir “Que caro” pero al fin suelta en su mano la moneda fruto del primer esfuerzo de la mañanaEs momento de caminar; por esa calle no parece haber mucha suerte, se da la vuelta alrededor del mercado no quiere gastar muchas energías porque al momento solo cuenta con el valor que le puede dar un pedazo de pan y una tacita de agua de panelaNuevamente empieza con su frases inconfundiblesEsta vez un estudiante se acerca a él y le dice: Oiga cuánto cuesta la lustrada Responde cincuenta centavos ¿le lustro? Si por favorMientras el trabaja el muchacho saca su celular observa la hora y comienza a impacientarse tan solo 10 minutos falta para que se cierre la puerta del coledecide hablar y dice rápido por fa que me atrasoentonces tan rápido como sus manos le permiten el artista termina su magistral obra.. con un gracias se despide

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VIDA ACOMPAÑADA DE UN CAJON

En la bella ciudad de Ambato cuando el reloj marca las 7:00 entre el bullicio, el eterno vaivén de personas; sentado en una esquina con su rostro y manos teñidas por la labor que lo ayuda a sobrevivir, se encuentra el artista limpia botas que puede reconstruir un calzado desgastado por los pasos que constantemente damos por la vida, y devolverle el brillo y esplendor; confundiéndolos en ciertas ocasiones con nuevos y recién comprados.

Y ahí está el parado gritando inagotablemente “joven le lustro, señito le lustro”, esperando que alguien con un compromiso importante o que quiera tener su calzo reluciente le diga “claro pero rápido… no me manchara las medias”... y en ese momento el artista sale a la luz, coge su pequeño cajón cargado de las herramientas necesarias para su trabajo.

Inicia limpiando el polvo del calzado luego escoge rigurosamente el color adecuado mientras conversa con el cliente sobre cosas que suceden a diario (los deportes, noticas), y con su increíble rapidez ha terminado con su labor.

El cliente pregunta - cuánto es joven-

El responde - cincuenta centavos-

Al oír esto el señor, hace una mueca como queriendo decir “Que caro” pero al fin suelta en su mano la moneda fruto del primer esfuerzo de la mañana…

Es momento de caminar; por esa calle no parece haber mucha suerte, se da la vuelta alrededor del mercado no quiere gastar muchas energías porque al momento solo cuenta con el valor que le puede dar un pedazo de pan y una tacita de agua de panela…

Nuevamente empieza con su frases inconfundibles…

Esta vez un estudiante se acerca a él y le dice:

Oiga cuánto cuesta la lustrada

Responde cincuenta centavos ¿le lustro?

Si por favor…

Mientras el trabaja el muchacho saca su celular observa la hora y comienza a impacientarse tan solo 10 minutos falta para que se cierre la puerta del cole… decide hablar y dice rápido por fa que me atraso… entonces tan rápido como sus manos le permiten el artista termina su magistral obra.. con un gracias se despide

 

 

el estudiante y el sigue con su trabajo pensando en lo acelerada que es la vida y también que tiene que trabajar porque su madre se enfermó por el duro trabajo de lavar ropa ajena y ahora necesita unas medicinas que el doctor le había recetado… y asÍ continúa su larga jornada que solo terminará cuando las luces de la ciudad comiencen a encenderse y el reloj marque las gloriosas ocho de la noche…..

By: Walter Castro