C a u c e d e l a h u m a n i d a d Déjame hundir mis manos, Madre Tierra, en el regazo virgen de...

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Cauce de la humanid ad

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Cauce

de la humanidad

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Déjame hundir mis manos, Madre Tierra, en el regazo virgen de tu maternidad, que fluye como río impetuosoa cuyo curso se asoman las raíces de las razas todas, río rumoroso que nace pensado en la noche de los tiempos hasta llegar a la Marde donde venimos cautivos de atávica soledad amasada en el silencio de la arcilla nobleque humaniza mi raza.

Page 3: C a u c e d e l a h u m a n i d a d Déjame hundir mis manos, Madre Tierra, en el regazo virgen de tu maternidad, que fluye como río impetuoso a cuyo.

Ay, mi raza, esparcida en la estepa, el desierto, el valle y la montaña, tan castigada de soledad.

Page 4: C a u c e d e l a h u m a n i d a d Déjame hundir mis manos, Madre Tierra, en el regazo virgen de tu maternidad, que fluye como río impetuoso a cuyo.

Abramos nuestros ojos de arena e ingresemos juntos a la Mar a purificar en Agua reconciliadoranuestro ser, y volver otra vezal cauce de la humanidad.

Juan Manuel del Río

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Abramos nuestros ojos de arena e ingresemos juntos a la Mar a purificar en Agua reconciliadoranuestro ser, y volver otra vezal cauce de la humanidad.

Juan Manuel del Río

FIN

Ay, mi raza, esparcida en la estepa, el desierto, el valle y la montaña, tan castigada de soledad.

Déjame hundir mis manos, Madre Tierra, en el regazo virgen de tu maternidad, que fluye como río impetuosoa cuyo curso se asoman las raíces de las razas todas, río rumoroso que nace pensado en la noche de los tiempos hasta llegar a la Marde donde venimos cautivos de atávica soledad amasada en el silencio de la arcilla nobleque humaniza mi raza.