Blázquez. José María - Causas de la romanización de Hispania

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    Causas de la romanizacin de Hispania

    J os Mara Blzquez Martnez

    Antigua: Historia y Arqueologa de las civilizaciones [Web]

    Pgina mantenida por el Taller Digital

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    [Nota del Autor: Una versin fraccionada de este texto fue publicada previamente enHispania24,n. 93, 1964, pp. 5-26; 94, pp. 165-184; 95, pp. 325-347; 96, pp. 485-508. Esta versin digital seedita bajo la supervisin del autor, como parte de su Obra Completa, y con referencia a lapaginacin original. Se han subsanado los errores existentes en la versin impresa y se hansolucionado las referencias a obras en prensa].

    Jos Mara Blzquez Martnez

    Causas de la romanizacin de Hispania

    Jos Mara Blzquez Martnez *

    Hace ya muchos aos que Mommsen 1 escribi estas frases: "Son muchos loscampos en que poseemos testimonios de que la civilizacin romana penetr en Espaaantes y con mayor fuerza que en ninguna otra provincia del Imperio... En Espaa la ro-manizacin se [-56-] produjo, con seguridad, mucho antes y con mayor fuerza que enfrica... Si en algn sitio se haba preparado por la Repblica el terreno para la obrahistrico-universal del Imperio, para la romanizacin del Occidente, era precisamenteen Espaa...; en ninguna provincia se foment la romanizacin de arriba a abajo tanenrgicamente como en Espaa. Una parte de Espaa, por lo menos, asimil rpida-mente los usos y la civilizacin romana, y hasta se latiniz antes que las dems provin-cias transmartimas"; y L. Pareti 2, a su vez, considera que la romanizacin de la Penn-sula "se non rapida, fu profunda". Este autor 3 cree que las causas de esta temprana

    romanizacin de Hispania son: la presencia del ejrcito romano en la Pennsula; la crea-cin, desde la poca de los Escipiones, de centros itlicos y de colonias despus; la con-cesin del derecho de ciudadana, principalmente por Csar; la administracin implan-

    * Agradezco al Prof. M. C. Daz y Daz el haber tenido la gentileza de discutir conmigo el tema del

    presente trabajo, al que ha aadido importantes sugerencias y consideraciones que han quedadoincorporadas al texto.

    Siglas utilizadas: AEArq = Archivo Espaol de Arqueologa. AILC= Anales del Instituto deLiteratura Clsica. AFC = Anales de Filologa Clsica. AHAM. = Anales de Historia Antigua yMedieval (Buenos Aires).AHDE= Anuario de Historia del Derecho Espaol. AJP= American Journalof Philology. APL= Archivo de Prehistoria Levantina. AWL = Akademie des Wissenchaften und derLiteratur Geistes und Socialwissenschaftlichen Klasse. BRAH = Boletn de la Real Academia de laHistoria (Madrid). CAH= Cambridge Ancient History. CAHC= Cuadernos de Arqueologa e Historiade la Ciudad (Barcelona). CAN = Congreso Arqueolgico Nacional. CASE= Congreso Arqueolgicodel Sudeste Espaol. CEG = Cuadernos de Estudios Gallegos. CP = Classical Philology. ELH =Enciclopedia Lingstica Hispnica. EMP= Historia de Espaa, dirigida por Ramn Menndez Pidal.

    FHA = Fontes Hispaniae Antiquae. ILS = Inscriptiones Latinae Selectae. JRS = Journal of RomanStudies.NC= Numismatic Chronicle.NH= Numario Hispnico.MM= Madrider Mitteilungen.MMAP= Memorias de los Museos Arqueolgicos Provinciales. NAH = Noticiario Arqueolgico Hispnico.

    RABM= Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos.1El mundo de los Csares,Mxico, 1945, 90; Idem: Historia de Roma,I,Madrid 1957, 799. Para el tema

    de este trabajo son fundamentales C. Snchez Albornoz: Proceso de la romanizacin de Espaa desdelos Escisiones hasta Augusto, AHAM, 1949, 5 ss.; Idem: Panorama general de la romanizacin deHispania,Revista de la Universidad de Buenos Aires, 1956.

    2

    Storia di Roma, IV, Turn, 1955, 598.3L. Pareti, op.cit.

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    tada por Roma; la construccin de vas; el uso del latn como lengua oficial, primero,hablado slo en el ejrcito y despus por las clases cultas. A estas causas nosotros aa-dimos las siguientes, que son tambin de gran importancia: elcomercio, la presencia detropas hispanas en los ejrcitos romanos y el influjo sobre los indgenas de las grandes

    personalidades que estuvieron en la Pennsula. Algunas de estas causas, como la cons-truccin de vas y el uso del latn, son efectos de la romanizacin, y a su vez contribu-yen a extender la romanizacin.

    Este trabajo examina monogrficamente, por vez primera, cada una de las causasde la romanizacin de Hispania, en el perodo comprendido entre el desembarco de losEscipiones, ao 218 a.C., y la muerte de Augusto, fecha en que se encontraba ya toda laPennsula territorialmente sometida a Roma.

    La romanizacin de Hispania, como la de los restantes territorios sometidos, es unproceso no esttico, sino dinmico; este proceso, como muy bien seal J. MartnezSanta-Olalla 4, hubo de realizarse a lo largo del Imperio e incluso despus de su cada 5.La romanizacin comienza por signos exteriores, como es el vivir a la manera de los

    romanos, y el olvidar el idioma propio, a lo que seguir [-67-] el obtener el derecho yel ser ciudadanos romanos, pues la plenitud de la romanizacin implica la posesin del

    statusjurdico romano. El proceso de romanizacin lo percibi perfectamente Estrabn(III 2, 15) al referirse a la romanizacin de Turdetania. Estas gentes no se encontrabanen proceso de romanizacin, sino que haban alcanzado casi el ltimo grado de ella,que se manifestaba en vivir a la manera de los romanos, en haber olvidado el idioma

    propio, en haberse hecho la mayora de ellos latinos y en haber tomado colonosromanos. La conclusin la deduce el gegrafo griego en la siguiente frase 6:

    . La romanizacin lleva consigo la desaparicin dela vida de tipo indgena, es decir el cambio de estructura poltica, social y econmica.

    I

    PRESENCIA DEL EJRCITO ROMANO EN LA PENNSULA 7. CUARTELES DE INVIERNO.GUARNICIONES. TRNSFUGAS ROMANOS.

    Julio Caro Baroja 8ha sido el que entre nosotros recientemente ha llamado la aten-cin de la extraordinaria importancia histrico-cultural de los soldados, importancia queno pas desapercibida a los autores antiguos, pues precisamente Estrabn (III 2, 8) es-cribi que las tres legiones que, por indicacin de Augusto, asent en el Norte Tiberio,estaban logrando mucho entre los naturales, "no slo pacificndolos, sino tambin civi-lizando una parte de estos pueblos".

    4Esquema paletnolgico de la Pennsula hispnica, Madrid, 1946, 109.5V. Sirago: Galla Placidia a la trasformasione poltica dell'Occidente, Lovaina, 1961, XXV.6 Sobre el estado de romanizacin de Hispania al final de la Repblica Romana y al comienzo del

    Principado cfr. J. M. Blzquez: Estado de la romanizacin de Hispania bajo Csar y Augusto,Emerita,30, 1962, 71 ss.

    7Sobre las causas de la conquista de Hispania tanto por los Brquidas como por los romanos, cfr. J. M.Blzquez: Las relaciones entre Hispania y el Norte de frica durante el gobierno brquida y laconquista romana (237-19 a. J.C.), Saitabi 11, 1961, 21 ss.; Idem: El impacto de la conquista de

    Hispania en Roma (218-154 a. J.C.),Estudios Clsicos7, 1962, 1 ss.8Los pueblos de Espaa,,Madrid, 1946, 241 s.

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    La conquista de Hispania, como ha indicado L. Homo 9, es un simple episodio delas guerras pnicas motivado por razones polticas y militares, no econmicas. Se tratabade cortar la base de aprovisionamiento del ejrcito expedicionario cartagins que operabaen [-78-] Italia, ya que Hispania proporcionaba mercenarios 10, dinero para pagarlos

    (Pol. X 8, 1 ss.; App.Ib.19, 23; Oros. IV 18, 1; Plin.NH XXXIII 96), bases y elementospara la industria de construccin naval (Liv. XXII 20; XXVI 47) y el espritu de caudillajede la clientela hispnica, bien manifiesto en la proclamacin de Asdrbal por todos losiberos como general con plenos poderes (Diod. XXV 12) 11. As, el ejrcito que losEscipiones trajeron a Hispania no tena en principio otra finalidad que el arrojar a los car-tagineses de Hispania, o por lo menos impedir nuevas expediciones, como la de Asdrbaly la de Magn a Italia, que reforzasen el ejrcito de Anbal o planteasen la lucha en dosfrentes distintos. La venida de los Escipiones tena un precedente en la expedicin del ao256, cuando los cnsules Manlio Vulsn y M. Atilio Rgulo condujeron al frica 40.000infantes y trasladaron la guerra al propio territorio de Cartago 12.

    El ejrcito romano expedicionario que desembarc en Ampurias, transportado en

    60 naves, a las rdenes de Cneo Escipin, pues su hermano Publio, al enterarse en Mar-sella de que Anbal haba atravesado los Alpes, se dirigi inmediatamente a la llanuradel Poo para cerrarle el paso, era de dos legiones y 700 jinetes, unos 10.000 hombres,muy inferior en nmero al que llevaron los dos cnsules al frica (Pol. III 42, 2; 76, 1.Liv. XXI 60. App.Ib.14. Este ltimo autor es el que ofrece la cifra exacta de los solda-dos romanos). Este ejrcito opera en la Pennsula en los aos sucesivos. Un ao mstarde llega P. Escipin a Tarragona con treinta naves, segn Livio (XXII 22) y [-89-]veinte segn Polibio (III 97, 2) y un gran acopio de provisiones, ya que en los primerosmomentos de la conquista el ejrcito romano de la Pennsula se vea obligado a aprovi-sionarse en Italia (Liv. XXII 11, 6), y soldados en nmero no transmitido por las fuentes13, pero que seguramente alcanzara a unos cuantos miles a juzgar por el nmero de na-ves que atracaron en el puerto de Tarragona. Tampoco se conoce la cuanta de los re-fuerzos enviados al ao siguiente, 216 a.C., al ejrcito de Hispania, por el senado des-

    pus del desastre de Cannas; debi ser pequeo, pues Valerio Mximo (III 7, 10), que esel autor que transmite la noticia, dice expresamente que las fuerzas del Imperio Romanose encontraban agotadas 14. En total, el ejrcito que desembarc al principio (unos 8.000

    9L'Italie primitive et les dbuts de l'imprialisme romain,Pars, 1925, 374.10 Tema este bien estudiado por A. Garca y Bellido: Fenicios y Cartagineses en Occidente,Madrid,

    1942, 133 ss.; Idem: Espaa protohistrica, Historia de Espaa,dirigida por Menndez Pidal, Madrid,1952, 317 ss.; Idem: La Pennsula Ibrica en los comienzos de su Historia,Madrid, 1953, 317 ss.;

    Idem: Los iberos en Grecia y en el Oriente helenstico, BRAH, 104,1934, 639 ss.; Idem: Contactos yrelaciones entre la Magna Grecia y la Pennsula Ibrica,BRAH, 105,1935, 327 ss.; Idem: Los iberos enSicilia,Emerita, 7, 1939-40, 71 ss.; C. Griffith: The Mercenaries of the Hellenistic World,Cambridge,1935, 195, 207 ss., 219, 225 ss., 312.

    11 Sobre todos estos puntos cfr. J. M. Blzquez: Las relaciones entre Hispania y el Norte de fricadurante el gobierno brquida y la conquista romana (237-19 a. J.C.), 21 ss., con el estudio de todos lostextos y la discusin de las diversas tesis de la bibliografa moderna.

    12L. Pareti, op. cit.II,132 ss.; S. I. Kovaliov: Storia di Roma,I, Roma, 1955, 195 ss.; G. Giannelli: LaRepubblica Romana, Miln, 1955, 308 s.; T. Mommsen, Historia de Roma,I, 588. La expedicin fuerepetida dos aos despus.

    13Este ejrcito lo calcula Pareti (op.cit.II, 330) en otros 8.000 hombres, aunque se ignora de dnde lodeduce, pues ninguna fuente da cifra alguna, y a juzgar por el nmero de naves, esta cifra es elevada.

    14

    Para esta fecha haban tenido lugar en Italia las batallas desfavorables a Roma de Trebia, Trasimeno yCannas, que haban costado a los romanos, respectivamente, la prdida de 20.000, 30.000 (Pol. ni 84, 7;

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    hombres segn Pareti) 15no lleg a alcanzar probablemente un contingente de mas detres legiones de soldados trados de Italia; este nmero es realmente bajo, si se comparacon los ejrcitos romanos que operaron estos aos, como el de los dos cnsules que des-embarcaron en frica, los 46.000 hombres que tena el cnsul detrs de s en la batalla

    de Trebia 16, el de 33.000 hombres que mand Flaminio en la batalla de Trasimeno 17, elde 45.000 50.000 hombres que intervinieron en la batalla de Cannas 18, o con losejrcitos cartagineses de estos aos; Anbal parti de Cartagena con 90.000 infantes y12.000 jinetes, segn unas fuentes, o con 80.000 infantes y 10.000 jinetes segn otras,

    pero en el valle del Poo slo tena 26.000 soldados a sus rdenes 19, nmero que en labatalla de Trasimeno se elev a unos 40.000 20combatientes a sus rdenes y a 50.000 enla batalla de Cannas 21. El ncleo de defensa que dej Anbal entre frica y la Penn-sula, segn [-910-] datos transmitidos por las fuentes, apoyadas muy probablemente enla inscripcin que el mismo Anbal mand grabar en el templo de Hera Lacinia, se cal-cula en unos 45.720 hombres, con 102 naves y 22.000 marineros, en total unos 67.720,de los que en Hispania quedaban 19.920 soldados, con unas 55 naves servidas por

    11.000 marineros por lo menos. El resto del ejrcito acampaba en frica. El ejrcito queEscipin trajo consigo era igual, en nmero, dos legiones, al que en los aos 217-216operaba en Sicilia, y en el ao 215 en Cerdea 22. Este ejrcito ser el primer ejrcitoromano que reciba mercenarios indgenas, celtberos en el ao 212 (Liv. XXIV 49), elque someta los primeros pueblos hispnicos a Roma, 120 segn las fuentes (Liv. XXII20), y reciba los primeros rehenes, el que recorra la costa ibrica hasta el SaltusCastulonensis,el que tendr los primeros choques ac con los cartagineses, y que debien gran parte desaparecer con los dos Escipiones en el desastre que les cost la vida aambos en el ao 211 23 y cuyos restos fueron salvados por un simple caballero, L.Marcio Sptimo (Val. Max. II 7, 15; I 6, 2. Front. II 6, 2). Sin embargo, a Roma le inte-resaba mantener el ejrcito en Hispania, y as al ao siguiente, 210 a.C., viene Nern aTarragona al frente de un ejrcito que embarc en Puzzoles (Liv. XXVI 17, 2. Zon. IV,6), que Appiano (76.17) eleva a 1.000 jinetes y 10.000 infantes, es decir a dos legiones.

    Nern arm tambin, para aumentar el nmero de combatientes, a los servidores de lasnaves (Liv. XXVI 17, 2), es decir que se puede calcular, por lo menos, los efectivos enunos 13.000 hombres, como quiere Bosch-Gimpera 24, que Escipin el Africano encon-tr ac, cuando vino a ponerse en el ao 210 a.C. al frente de las tropas que operaban enHispania; a este nmero se unieron 12.000 soldados que Escipin y Silano trajeron con-

    85, 1. Liv. XXII 7) y 30.000 35.000 entre muertos y prisioneros, cfr. L. Pareti, op. cit.II, 310, 317,336.15Op.cit.II, 312 n. 2.16L. Pareti, op.cit.II,309.17L. Pareti, op.cit.II,313, 317 n. 2, 285 n. 4.18L. Pareti, op.cit.II,331.19L. Pareti, op.cit.II,289.20L. Pareti, op.cit.II,315 n. 1.21L. Pareti, op.cit.II,332.22L. Pareti, op.cit.II, 312, 3.23Para la historia de los sucesos durante la conquista cfr. P. Bosch-Gimpera - Aguado Bleye: Historia de

    Espaa (dirigida por Menndez Pidal), Espaa Romana,II, Madrid, 1955, 19 ss.; G. de Santis: Storia

    dei romani,III, Miln, 1917, 246 ss., 445 ss.24Op. cit.32.

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    sigo de Italia (Liv. XXVII 19, 10) 25. Escipin dispona de un ejrcito, en [-1011-] to-tal, de 28.000 infantes y 3.000 jinetes 26. El ejrcito romano que march a CartagenaPolibio (X 7, 9) le calcula en 25.000 infantes y 2.500 jinetes, quiz en este nmero hayque incluir mercenarios indgenas. Este ejrcito tomar Cartagena y ganar la batalla de

    Baecula, llave de Andaluca, y es el que en los aos 208-207 decide la suerte definitivade Hispania al ocupar Bastetania, ganar la batalla de Ilipa, destruir Astapa, conquistarCastulo e Iliturgi y echar a los cartagineses de la Btica 27.

    Inmediatamente despus de la batalla de Ilipa (ao 207 206), Roma piensa ya enpermanecer en la Pennsula, como se deduce claramente del hecho de que el senadoconfiara a Escipin el encargo de arreglar los asuntos de Hispania (Zon. IX 9. Pol. XI33) y de que se enviara, a partir de este momento, magistrados anuales a los pueblos dela Pennsula para gobernarlos y mantenerlos en paz (App. Ib.37). Cornelio Lntulo yManlio Acidino (Liv. XXVII 38. Fasti 79, 138) aparecen ya como tales desde el aosiguiente. El mismo ao de la entrega de Cdiz, al finalizar el ao 206, las legiones fue-ron disminuidas de cuatro a dos (Liv. XXIX 2, 9; App. Ib.38); en el ao siguiente, 205

    a.C., quedaron reducidas a una, con refuerzos de quince cohortes de socios (Liv. XXX4, 5). En el ao 197 cada pretor slo contaba con 8.000 infantes y 400 aliados, exclusi-vamente socios (Liv. XXXII 28, 11) 28trados de Italia, para licenciar el ejrcito que seencontraba ac. A partir de este momento en que se encarga a los pretores la delimita-cin de las provincias, Citerior y Ulterior, la decisin del senado de mantenerse en His-

    pania fue clara, decidida y constante. Esta voluntad contina firme cuando, pasado elpeligro cartagins, la lucha contra los indgenas alcanz una duracin y una ferocidaddesconocida hasta la fecha (Liv. XXVIII 12) y continuamente llegaron tropas de Italia.

    En el ao 196, despus del aniquilamiento del ejrcito de C. Sempronio Tuditanoy de la muerte del pretor (Liv. XXXIII 25, 8-9), se concedi a Fabio Buteo y a Q.Minucio Termo una legin (Liv. XXXIII 26) a cada una de las cuatro reclutadas; ade-ms se aadieron 4.000 [-1112-] infantes y 300 jinetes aliados y de nombre latino. Enel ao 195, ante el volumen que haba alcanzado la guerra en Hispania (Liv. XXXIII 43,2), el senado decret que era necesaria la presencia de un cnsul. Hispania toc ensuerte a Catn, quien trajo consigo dos legiones, con 15.000 aliados, 800 jinetes y 20naves largas (Liv. XXXIII 43); operaban en la Pennsula dos legiones antiguas, aumen-tadas en 2.200 hombres; por lo tanto, el nmero de efectivos se elevaba a 13.000 sol-dados, que se asignaron a P. Manlio y A. Claudio Nern. En este ao Roma tena, pues,unos 52.000 combatientes en la Pennsula, sin contar el personal empleado en la escua-dra; una cifra tan elevada de militares indica claramente el enorme inters que el senadohaba puesto en los asuntos hispnicos. El licenciamiento de las legiones que Catn

    trajo consigo (Liv. XXXIV 46, 2. Plut. Cat. M.XI 4) seala nuevamente que la inten-cin senatorial era mantener el territorio pacificado, y que la progresiva conquista deHispania obedeci a la conducta belicosa de las tribus indgenas, que oblig a los roma-nos a ensanchar continuamente la zona de influencia 29.

    25 Bosch-Gimpera - Aguado. Bleye (op. cit.32) hablan de un ejrcito venido de Italia con Escipin de16.000 hombres, pero esta cifra no es la suministrada por las fuentes.

    26L. Pareti, op.cit.II, 430.27P. Bosch-Gimpera - P. Aguado Bleye, op.cit.34 ss.; L. Pareti, op.cit.II,439, 444 ss., 458, 466 s.; T.

    Mommsen:Historia de Roma,I,703 ss.28No se tienen datos sobre el ejrcito romano de Hispania entre los aos 205-198 a.C.29

    Para las campaas de estos aos y de los siguientes cfr. P. Bosch-Gimpera - Aguado Bleye, op.cit.57ss.; L.. Pareti, op. cit. II, 549 ss.; T. Mommsen,Historia de Roma,I, 752 ss.; G. Giannelli, op. cit.459

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    Para el bienio de mando siguiente, a C. Flaminio y a L. Emilio Paulo se les envia-ron 3.300 hombres a cada uno; 3.000 soldados nuevos y 300 jinetes, de los cuales dosterceras partes de aliados latinos y una de ciudadanos romanos (Liv. XXXVI 2, 6;XXXVII 2), y en los aos sucesivos vienen L. Bebio con un suplemento de 1.000 in-

    fantes romanos y 50 jinetes, 6.000 infantes y 200 jinetes de nombre latino, y P. Hpicopara la Hispania Citerior con 1.000 infantes romanos, 200 aliados de nombre latino y200 jinetes, de modo que cada uno tena una legin (Liv. XXXVII 50, 11); L. ManlioAcidino y C. Atilio, en 188-187, con 3.200 de los aliados, a cada uno se haba asignadouna legin en cada provincia (Liv. XXXVIII 35; X 36, 3); en el ao 186, ante la actitudcombativa de lusitanos y celtberos, L. Quincio Crispino y C. Calpurnio Pisn alistarondos legiones nuevas y exigieron de los aliados y de los de nombre latino 20.000 infan-tes, 1.300 jinetes, 3.000 infantes romanos y 200 jinetes (Liv. XXXIX 8, 2; 20, 3; 21, 4-5). En este ao cada uno de los pretores dispona de una [-1213-] legin con efectivosdoblados, un total para las dos provincias de 40.000 hombres, ejrcito tan numerosocomo el mandado por Catn y Escipin El Africano. Entre los aos 186 y 179 residie-

    ron ac cuatro legiones. La voluntad del senado de conservar a toda costa pacificadaslas provincias hispanas qued bien patente en el hecho de que, a pesar de la derrota delusitanos y celtberos, decidi mantener en la provincia las fuerzas vencedoras, reparti-das en cuatro legiones, completadas con 9.800 nuevos elementos, de modo que losefectivos totales alcanzaron la cifra de 40.000 hombres (Liv. XXXIX 38, 3-11) 30.

    En estos aos el senado, aleccionado por la experiencia, haba ya cambiado detctica con respecto a Hispania y no redujo el ejrcito de ocupacin, como haba decre-tado despus de la marcha de Escipin El Africano y de Catn; al contrario, en los aossiguientes permite a los pretores traer nuevos contingentes de tropas de Italia, lo que

    parece indicar planes de anexionar nuevos territorios; as, en el ao 184 a.C. se decretpor un senadoconsulto que los pretores alistasen 4.000 infantes romanos y 500 jinetes,5.000 infantes aliados de nombre latino y 500 jinetes, refuerzos que se deban incorpo-rar a las legiones, y lo que pasase de la cifra de 50.000 infantes y 300 jinetes para cadalegin se licenciase (Liv. XXXIX 38).

    En los dos aos siguientes no vinieron a la Pennsula nuevos contingentes de tro-pas itlicas, sino que se mantuvieron las existentes (Liv. XXXIX 45, 4). En el ao 181a.C. se prolong el mando a los pretores antiguos, A. Fulvio Flaco en la Citerior y P.Manlio en la Provincia Ulterior, y se les concedi un suplemento de 3.000 ciudadanosromanos y 200 jinetes, y de los aliados de nombre latino, 6.000 infantes y 300 jinetes(Liv. XL 18, 6). Segn los datos transmitidos por Livio, el ejrcito romano de Hispaniacontaba unos 45.000 hombres en total, lo que prueba el deseo del senado de permanecer

    en la Pennsula y ampliar el territorio conquistado; lo mismo se desprende de la decisinadoptada, ante los informes enviados a Roma por el pretor de la Citerior, Q. FulvioFlaco, de licenciar las tropas una vez [-1314-] que la Celtiberia estaba pacificada (Liv.XL 35-36), y de permitir a T. Sempronio Graco reclutar una legin, 5.200 infantes y400 jinetes, 2.000 infantes y 50 jinetes, todos ciudadanos romanos, y pedir a los aliadosde nombre latino 7.000 infantes y 300 jinetes. Se autoriz a Q. Fulvio Flaco llevar con-sigo a Italia a los soldados ciudadanos o aliados que haban sido mandados a Hispaniaantes del consulado de Sempronio Postumio y Quinto Marcio, y los que pasasen, en las

    ss.; E. Pais, Storia di Roma durante le grande conquiste mediterranee , Turn, 1931, 205 ss.; H. H.Scullard:A History of the Roman World, 753-146 B. C., Londres, 1951, 287 ss.

    30

    L. Pareti, op. cit.II, 470 s. Sobre los ejrcitos trados de Italia en estos aos cfr. J. M. Blzquez: Elimpacto de la conquista de Hispania en Roma (218-154 a. J.C.), 9 ss.

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    dos legiones, del nmero de 10.400 infantes y 600 jinetes, y de los aliados, 12.000 in-fantes y 600 jinetes (Liv. XL 36). En el ao 179 a.C. se prolong el mando a T. Sem-

    pronio Graco en la Provincia Citerior y a L. Postumio en la Ulterior, permitindoselesreclutar hasta 3.000 infantes y 300 jinetes (Liv. XL 44, 4); con este ejrcito logr T.

    Sempronio Graco dominar a los celtberos, y debido a la sabia poltica emprendida porl con los indgenas, mantener a Hispania en paz unos veinticinco aos. En el ao 178-176 a.C. los cnsules enviaron a M. Titinio, en la Citerior, una legin con 300 jinetes y5.000 aliados de infantera y 250 de caballera (Liv. XL 17).

    En los aos siguientes, a pesar de que las operaciones militares debieron ser esca-sas y sin importancia, continuaron llegando algunas tropas de Italia; as, en el ao 174a.C. vinieron 3.000 infantes romanos para Servilio Cepin en la Provincia Ulterior y

    para F. Furio Philn en la Citerior (Liv. XLI 21, 3). En el ao 172 se neg primero a lospretores M. Iunio y Sp. Lucrecio (Liv. XLII 10,13) autorizacin para reclutar refuerzos,aunque a ltima hora lo alcanzaron (Liv. XLII 18, 6); en el ao 169 se envi un refuerzode 3.000 infantes y 300 jinetes. Se fij el nmero de soldados en las legiones, 5.200

    infantes y 300 jinetes, y se mand al pretor que obtuviese de los aliados 4.000 infantes y300 jinetes (Liv. XLIII 12, 10). A pesar de todos estos datos que sealan la constante yfirme decisin del senado de permanecer en la Pennsula y de ampliar el territorio paci-ficado, algunas veces se neg a permitir levas en Italia, como cuando al nuevo pretor de laCiterior (193-192 a.C.) C. Flaminio no se le concedi una nueva legin que sustituyera ala deshecha y desmoralizada moralmente heredada de Digitio y slo se le concedi hacernuevos reclutamientos fuera de Italia (Liv. XXXV 2,1-8). La negativa del ao 172 a.C.tiene su explicacin en la inminencia de la guerra contra Perseo, en la que [-1415-] losromanos participaron con unos 37.000 infantes y 2.000 jinetes 31al principio.

    En Hispania fue donde Roma necesit por vez primera de un grueso ejrcito deocupacin permanente 32. El ejrcito romano de Hispania, despus de llevar unos treintay cinco aos en continuas luchas, comenz a dar seales de fatiga en el ao 184; Livio(XXXIX 38) cuenta los deseos de los soldados de abandonar la Pennsula; cuatro aosmas tarde se repite la resistencia de las tropas, cansadas por tantas guerras, a permaneceren Hispania (Liv. XL 35), a pesar de que los ingresos que se obtenan del saqueo de loscampamentos eran elevados (Liv. XXI 60; XXXI 16, 3; XXXIV 43; XL 16, 49-50. Pol.III 76; X 12).

    Catn, al llegar a la Pennsula, lo primero que hizo fue un reparto entre el ejrcito(Plut. Cat. 4). Ya para estas fechas se conoca perfectamente lo que significaba elmando en Hispania, y el venir aqu a gobernar lo esquivaban por todos los medios lasclases dirigentes de Roma; a la muerte de los Escipiones, si se cree a Livio (XXXV 18,

    4), no se present ningn candidato a sustituir a los dos generales muertos, hasta quefinalmente solicit el mando del ejrcito P. Cornelio; en el ao 176, M. Cornelio y P.Licinio Craso (Liv. XL 15, 5) se excusaron de venir alegando que los sacrificios solem-

    31L. Pareti, op.cit.III, 52.32T. Mommsen,Historia de Roma,II, 752. El ejrcito romano que operaba en la Pennsula a veces lleg

    a ser tan elevado en nmero como el que los romanos presentaron al enemigo en las grandes batallas deestos aos; 40.000 hombres mand en Zama Escipin (L. Pareti, op. cit. II, 506), y 26.000 hombresFlaminino en Cinoscfalos (L. Pareti, op.cit.II 597 s.), y 30.000 romanos combatieron en Magnesia (L.

    Pareti, op.cit.II,698), y 100.000 estaban en pie de guerra en los tres cuerpos de ejrcito que atacaban aPerseo antes de la batalla de Pidna (L. Pareti, op.cit.III, 83).

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    nes se lo impedan. No cabe duda que el ejrcito romano 33de Hispania, [-1516-] te-niendo junto a l aliados y mercenarios indgenas, recorriendo el territorio del levante,sur y centro de la Pennsula, acampando en distintos lugares, relacionndose con losindgenas con operaciones de todo gnero, casndose muchos de sus componentes con

    mujeres iberas, etc., etc., contribua de una manera callada, pero eficaz, a romanizar alos naturales.Desde el ao 196 hasta el ao 153 no hay noticia alguna de la llegada de tropas de

    Italia; en todo este tiempo, Hispania disfrut de paz, debido, como se indic ya, a lassabias medidas adoptadas por T. Sempronio Graco. En el ao 154 comienza la llamadaGuerra Numantina 34, que dur hasta el ao 133 a.C. Un ao antes, el 155, principiaronlas guerras lusitanas 35, que acabaron el ao 136 a.C., cuyo escenario principal fue elcentro de Hispania y que obligaron a Roma a enviar numerosos y continuos contingen-tes de tropas de [-1617-] Italia 36. Son las guerras llamadas por Polibio (XXXV1. Diod.XXXI 40) guerras de fuego, pues tan pronto parecan extinguirse en un lugar cuando

    brotaban con mayor fuerza en otros imprevistos y en las que el gran historiador griego

    particip, lo que le movi a prestar particular inters en su libro a ellas (III 4, 12). Elejrcito era de 30.000 hombres, es decir, dos legiones, cada una compuesta de 5.000soldados, otros tantos socios itlicos y el resto auxiliares ibricos. Generalmente se en-vi a Hispania pretores con ejrcitos de 15.000 hombres, pero desde el ao 153, debidoal mal cariz que la guerra tomaba, se mandaron cnsules al frente de un ejrcito de

    33Las bajas del ejrcito romano en esta primera etapa de la conquista debieron de ser muy elevadas: ao211, muerte de los Escipiones y de parte de su ejrcito (Eutropio, III 14, sin embargo, escribe que elejrcito permaneci ntegro); en 206, 1.200 romanos muertos y ms de 3.000 heridos (Liv. XXVIII 34.App. Ib. 37) en un encuentro con los ilergetes; el mismo ao perecen 800 romanos en la batalla deCarmona (App. Ib. 27); en 197, el ejrcito de C. Sempronio Tuditano fue arrollado y disperso (Liv.

    XXXIII 25, 8); en 194, Publio Digitio pierde casi todo el ejrcito (Oros. IV 20, 16); en 190, L. Emilio,cerca de la ciudad de Lycn, en lucha con los bastetanos, pierde 6.000 hombres (Liv. XXXVII 46); en189, Lucio Bebio, mientras se diriga a Hispania, es asaltado por los ligures y matado con todo elejrcito (Oros. IV, 20, 24; Liv. XXXIII 57); en 186-185, los dos ejrcitos romanos, que se haban unido,fueron desbaratados y encerrados en los campamentos y perdieron hasta 5.000 hombres, incluidas las

    bajas de los aliados (Liv. XXXIX 29); en 182, muchos romanos cayeron muertos o heridos (Liv. XL16). Ante estas cifras, las bajas romanas de las grandes batallas de Grecia y del Oriente soninsignificantes: 700 romanos muertos en Cinoscfalos (Pol. XVIII 27, 6) y 349 en Magnesia.

    34Sobre los celtberos cfr. J. Caro Baroja, op.cit.167 ss.; J. Maluquer: Espaa prerromana,enHistoriade Espaa, dirigida por Menndez Pidal, Madrid, 1954, 197 ss.; F. Wattenberg: La regin vaccea.Celtismo y romanizacin en la cuenca media del Duero,Madrid, 1959.

    35Sobre los lusitanos cfr. J. Caro Baroja, op.cit.199 ss.; J. Maluquer, op.cit.Contra la tesis tradicionalque los cree iberos (B. Bosch-Gimpera, Etnologa de la pennsula Ibrica,Barcelona, 1932, 598 ss.),los estudios modernos los hacen celtas. S. Lambrino, Les Lusitaniens, Euphrosyne I, 1957, 135 ss.;Idem: Sur quelques noms de peuples de Lusitanie, BEP 21, 1949, 83 ss.; F. Russell Corts,Contribucin al estudio de la Protohistoria de los Lusitani (entre el Duero y el Tajo),AEArq28, 1955,103 ss.; A. Garca y Bellido: Bandas y guerrillas en la lucha con Roma,Madrid, 1945; Idem:Hispania5, 1945, 547 ss.; C. Vias: Apuntes sobre Historia social y econmica de Espaa, Arbor43, 1959, 44ss. El modo de adivinacin entre los lusitanos (Str. III 3, 6) se asemeja mucho al de los galos, cfr. J. M.Blzquez: Sacrificios humanos y representaciones de cabezas en la Pennsula Ibrica, Latomus 17,1958, 27 ss.; Idem: La religiosidad de los pueblos hispanos vista por los autores griegos y latinos,

    Emerita26, 1958, 87 ss.; Idem: Religiones primitivas de Hispania, I, Fuentes literarias y epigrficas,Madrid, 1962,passim.

    36 Sobre estas guerras cfr. H. Simon: Roms Kriege in Spanien, Frankfrut, 1962; P. Bosch-Gimpera -Aguado Bleye, op. cit.89 ss.; L. Pareti, op.cit.III, 222 ss.; J. M. Blzquez: El impacto de la conquista

    de Hispania en Roma (153-82 a.C.), Klio, 41, 1963, 168-186; H. H. Scullard, op.cit.291 ss.; G. deSantis, op.cit.IV, 466 ss.; E. Pais, op.cit.478 ss.

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    30.000 (App.Ib.45) a la Provincia Citerior y a partir del ao 145 tambin a la Ulterior,como ya en el ao 195 se hizo al enviar a Catn 37, ya al comienzo de la guerra, quiz enel ao 153 38, hizo una gestin Polibio (XII 5, 2) para que los habitantes de la ciudad deLocri no tuvieran que enviar tropas ac 39. En el ao 152 se recluta por vez primera el

    ejrcito sin seleccin para Hispania, pues muchos se quejaban de que los cnsules co-metan injusticias en las levas y que algunos eran destinados a los empleos mejores, porlo que se decidi reclutarlo por sorteo. Tambin se logr que el tiempo del servicio mi-litar se redujera a seis aos. Este ejrcito lo mandaba el cnsul Licinio Lculo, trayendoa Cornelio Escipin como legado (App. Ib.49. Liv.per.48). No se conocen los efecti-vos de las tropas venidas de Italia.

    Entre los aos 152 y 143 hubo paz en la Celtiberia, ocasionada por la poltica con-ciliadora de Marcelo; en el ao 143 Viriato empuj a los naturales a la guerra. En el ao143, el cnsul Q. Cecilio Metelo, el vencedor de Macedonia, contaba en Hispania conun ejrcito de 30.000 hombres de infantera y 2.000 jinetes, que es el ejrcito que[-1718-] por lo general lucha contra Numancia; el que tuvo Nobilior en el ao 153

    (App.Ib.45), y Metelo en el ao 143 (App.Ib.76), y Mancino en el ao 137 (Liv.per.55). 20.000 segn Plutarco (Tib.Gr.5), Floro (I 34) y Orosio (V 7, 2), que dan la cifrade 4.000 defensores contra 40.000 sitiadores; en estos nmeros entran probablementelas tropas indgenas al servicio de los romanos. En virtud de lo establecido, en el ao140-139 a.C., para sustituir a los soldados que llevaban ya seis aos de servicio,llegaron de Italia reclutas nuevos (App. Ib. 78), que por ir a la guerra sin elentrenamiento necesario murieron muchos de ellos.

    Escipin fue el general que lleg a contar con un ejrcito contra Numancia muysuperior en nmero, pues era doblado al de sus predecesores, pero no reclut ningnejrcito en Italia, ya que haba muchas guerras en aquel entonces; con el permiso delsenado trajo a Numancia algunos voluntarios enviados por otras ciudades y reyes ami-gos suyos, y a stos se aadieron un cierto nmero de amigos y clientes de Roma, hasta500 en nmero, que llam (App.Ib.84) cohors amicorum 40. De estos 60.000 soldados(App.Ib.92, 97) slo unos 20.000, segn Schulten 41, eran itlicos, es decir, legionariosy socios itlicos; los 40.000 restantes, auxiliares indgenas; nmero suficiente para aca-

    bar con la ciudad sitiada.Al principio de la guerra lusitana lleg Mummio de Roma con un nuevo ejrcito

    (App.Ib.56. Diod. XXXI 42), que inmediatamente de participar en la contienda tuvo unencuentro con el caudillo indgena Csaro, quien le ocasion 9.000 bajas; por tratarse deun ejrcito pretoriano, sus componentes alcanzaban slo los 15.000 hombres. En el ao147-147 Cayo Vetilio llegaba de Roma con algunas tropas nuevas que, sumadas a las

    que haba en Hispania, alcanzaron un nmero de 10.000 combatientes (App. Ib.61),ejrcito insuficiente para luchar contra Viriato, pues despus de algunos choques con los

    37A. Schulten:FHA IV, 11.38A. Schulten, op.cit.6.39 Sobre la participacin de tropas africanas en estas guerras y en todas las celebradas durante la

    conquista de Hispania cfr. J. M. Blzquez: Las relaciones entre Hispania y el Norte de frica duranteel gobierno brquida y la conquista romana (231-19 a. J.C.), 21 ss.

    40Sobre la llamada por Schulten tendencia monrquica de Escipin cfr. J. M. Blzquez: El impacto de laconquista de Hispania en Roma (153-82 a.C.),passim.Tambin H. H. Scullard: Scipio Aemilianus andRoman Politics, JRS50, 1960, 72 s. Sobre la tendencia del senado en estos aos cfr. H. H. Scullard:

    Roman Politics 220-150,Oxford, 1951, 232 ss.41FHA IV, 75.

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    lusitanos y de grandes prdidas el pretor no se movi de la ciudad en espera de nuevosauxilios de Roma (App. Ib.63), que llegaron de [-1819-] Italia al ao siguiente, 146a.C., a las rdenes del pretor P. Plautio Hypseo, en nmero de 10.000 infantes y 1.300

    jinetes (App. Ib.64), ejrcito que fue dos veces seguidas derrotado por Viriato. Estos

    descalabros y otros que se siguieron ocasionaron la venida a Hispania de un cnsul alfrente de un ejrcito consular, que vino en el ao 145-144 a.C.; el cnsul era Q. FabioMximo, hermano de Escipin, y el ejrcito consular, cuyos efectivos deban elevarse a30.000 hombres, alcanzaba slo 17.000 reclutas bisoos, por no querer utilizar los vete-ranos de las campaas de Macedonia y Cartago (App. Ib.65). La dureza de la guerraobligaba a una continua llegada de tropas itlicas; as, en el ao 140-141 a.C. vino FabioMximo Emiliano, quien trajo consigo dos legiones de soldados romanos con algunosaliados, unos 18.000 infantes y 1.600 jinetes (App.Ib.67).

    En los aos sucesivos a la terminacin de ambas guerras lusitanas y numantina, nose tiene noticia de la llegada ac de nuevos contingentes de tropas, a pesar de existiralgunas rebeliones de menor importancia 42; tan slo dicen las fuentes (App.Ib.99) que

    no se le envi ejrcito a Servio Galba por encontrarse Italia amenazada por los Cimbriosy Sicilia agotada por la guerra de los esclavos en el ao 111 a.C.; con la llamada guerrasertoriana 43Hispania se ve nuevamente invadida por ejrcitos romanos. Appiano (BCI108) informa que Sertorio trajo el ejrcito de Italia, al que uni los reclutamientos deceltberos y lusitanos. Este ejrcito quiz sean los 6.000 infantes, una legin, con queJulio Salinator en el ao 82-81 a.C. intenta impedir que penetre en la Pennsula por losPirineos el enviado de Sila, Cayo Annio, que vena al frente de un ejrcito que deba serde una legin, pues despus de penetrar en la Pennsula se dirigi contra Sertorio alfrente de 5.000 infantes y de gran nmero de naves 44. Romanos seran, ya que todavalos naturales no haban llamado a Sertorio para ponerle al frente de ellos, el ejrcito de3.000 hombres con que Sertorio embarc en Cartagena y pas a Mauritania, [-1920-]de donde volvi en seguida (Plut. Sert.7); probablemente eran los romanos establecidosac que haba armado, segn informa el propio Plutarco (Sert.6) un poco antes, al llegara Hispania. En el ao 80 a.C. el ejrcito de Sertorio constaba de 2.600 hombres armadoscon armas romanas, es decir los de Pacciano, enviado por Sila con fuerzas contra Serto-rio (Plut. Sert.9), que se pasaron a ste, y 700 libios (Plut. Sert.12). Una legin, es de-cir 6.000 hombres, mandaba Aquino, legado de Metelo, legin que fue destrozada porSertorio en el ao 79-78 a.C. al volver de aprovisionarse (Plut. Sert.13). Ante el mal as-

    pecto de la lucha contra Sertorio, en este mismo ao vienen Lucio Manlio desde la GaliaNarbonense en socorro de Metelo, y de Roma se enva a Pompeyo Magno con fuerzas(Plut. Sert.12. App.BC I 108. Plut. Quest.rom.17). La importancia de este ltimo ejr-

    cito se ignora, pero debi ser importante, como la necesidad lo requera. Manlio penetren Hispania con tres legiones y 1.400 jinetes, que fueron vencidos inmediatamente porHirtuleyo (Oros. V 23, 3). Sertorio recibi algunos refuerzos importantes de fuera; as,en el invierno del ao 77-76 lleg M. Perperna Vento, partidario de Lpido, que

    42 P. Bosch-Gimpera - Aguado Bleye, op. cit. 188 ss. Calclase que en los veinte aos de guerraceltibrica perecieron en Hispania de 150.000 a 200.000 hombres, cfr. C. Vias, op.cit.205. Sobre su

    posible repercusin en Roma cfr. J. M. Blzquez: El impacto de la conquista de Hispania en Roma(155-82 a.C.),passim.

    43A. Schulten: Sertorio,Barcelona, 1949; P. Bosch-Gimpera - Aguado Bleye, op.cit.199 ss.; L. Pareti,op.cit.III, 649 ss.

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    A. Schulten (Sertorio,66, n. 235) cree este ejrcito formado de dos legiones, que sumaran un mnimode 20.000 soldados, contando los auxiliares.

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    habiendo sido vencido en Cerdea se pas a Hispania y traa consigo 20.000 infantes y1.500 jinetes 45(Plut. Sert.15. App.BC I 108, 113), ejrcito que en la primavera del ao76, a las rdenes de M. Perperna, interviene en territorio de los Ilercaones (Liv. frag.lib.91).

    Este mismo invierno las fuerzas con que contaba Metelo eran dos legiones, conlas que invern en Crdoba (Sal.Hist.II 28). Pompeyo, segn Orosio (V 23, 9), lleg atener 30.000 infantes y 1.000 jinetes 46, y Sertorio, 60.000 infantes y 8.000 jinetes, peroen este ltimo nmero entran probablemente las tropas indgenas en nmero elevado enambos ejrcitos. El ejrcito de Pompeyo es el ejrcito consular que trajo consigo de Ita-lia y que en el ao 74 (App.BC I 111), debido a las quejas de Pompeyo al senado (Sal.

    Hist. II 98), se vio aumentado en otras dos legiones venidas de fuera. Cicern (ProFont. 13) [-2021-] observa que durante la guerra sertoriana los mejores generales yejrcitos de Roma se hallaban en la Pennsula.

    Hasta la guerra civil, en la que Hispania desempe un papel muy importante, y laconquista de Cantabria, a la Pennsula no vienen contingentes grandes de tropas de

    fuera. El ejrcito se redujo al ejrcito pretoriano normal para las dos provincias, de le-giones de 15.000 hombres, que es el ejrcito que en el ao 61-60 manda Csar contralusitanos y galaicos 47, quien tena 20 cohortes, unos 10.000 hombres, a las que incor-

    por otros 5.000 soldados ms (Plut. Caes.12), probablemente de contingentes indge-nas, como sugiere Pareti 48.

    En cambio, durante la guerra civil el ejrcito aument considerablemente. En elao 49 a.C. los legados de Pompeyo mandaban en Hispania seis legiones (Cic.Ad Fam.XVIII, 4) no hispanas, y aqu formaron otra (BC I 85; II 28), y se preparaban a atacarGalia e Italia 49. Afranio defenda la Provincia Citerior con tres legiones; Petreyo con-taba con dos legiones para la Ulterior, desde la sierra de Castulo hasta el ro Guadiana, y

    45Pareti (op. cit.III, 668) deduce de otras fuentes que el nmero de soldados venidos a las rdenes dePerperna fue de 53 cohortes, alrededor de 26.000 hombres.

    46Schulten (Sertorio,130 s.) y Pareti (op.cit.III, 670) creen que estos 30.000 soldados son los reclutasque Pompeyo trajo consigo de Roma, y seran distintos de las dos legiones que se hallaban a las rdenesde Metelo. Ambos generales contaran con 68.000 hombres a sus rdenes (L. Pareti, op.cit.III, 670, n.2).

    47 Sobre los galaicos cfr. A. Blanco, La cultura castrea, Primer symposium de Prehistoria de laPennsula Ibrica, Pamplona, 1960, 179 ss.; J. Caro Baroja, op. cit. 209 ss.; Idem: Los pueblos delNorte de la Pennsula Ibrica,Madrid, 1942, 43 ss.; J. Maluquer, op.cit.6 ss. Quiz estas expedicionesse relacionan con la explotacin del estao que, segn Plinio (NH XXXIV 42), se reciba en su tiempode Galicia y Lusitania (sobre este problema cfr. Villard; La cramique grecque de Marseille,Pars,1960, 150 ss.; L. Monteagudo, Casitrides,Emerita28, 1950, 1 ss.) ms bien que el oro, que en todo elnoroeste era extraordinariamente abundante (cfr. A. Blanco, Orgenes y relaciones de la orfebrera:castrea, CEG12, 1957; Idem:En torno a las joyas de Lebugao,Rev. Guimares 68, 1958, 155 ss.; L.Filgueira - A. Blanco: El tesoro Bedoya, CEG 9, 1954, 161 ss.; F. Lpez Cuevillas: Las joyascastreas, Madrid, 1956; L. Monteagudo: Joyas del Castro de Elvia (La Corua), AEArq26, 1954,236 ss.; Idem, Orfebrera del NW. hispnico en la Edad del Bronce, AEArq16, 1953, 269 ss.; Idem,Torques cstrenos de alambres enrollados, AEArq 25, 1952, 287 ss.; J. M. Gonzlez - J. Manzanares,Arracada de oro procedente de un castro de Berducedo (Asturias), AEArq32, 1959, 115 ss.), y cuyaexplotacin quiz motiv la guerra cntabra (cfr. J. M. Blzquez, Estado de la romanizacin deHispania bajo Csar y Augusto, 117, n. 4, con toda la bibliografa y discusin del problema).

    48 Op. cit. III, 850. Sobre la importancia de estas campaas en la vida de Csar cfr. C. Omn: Sieteestadistas romanos,Madrid, 1944, 393 s.; J. Carcopino: Csar,Pars, 1950, 713 ss.

    49L. Pareti, op.cit.IV, 199 ss.; J. Carcopino, op.cit.882 ss.; p. Bosch-Gimpera - Aguado Bleye, op.cit.

    248 ss.

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    Varrn tena a sus rdenes dos [-2122-] legiones para defender Lusitania y el territoriode los vetones (BC I 38) 50. A principio de la lucha, Petreyo auxili a Afranio con suejrcito (BC I 39). Csar envi a Cayo Fabio (BC I 37) con las tres legiones que inver-naban en Narbona a Hispania, al mismo tiempo que ordenaba venir a otras tres legiones

    acantonadas en la Galia; estas seis legiones cesarianas participaron en la lucha (BC119).En la ltima etapa de la guerra civil, Pompeyo el joven tuvo a sus rdenes trece

    legiones (BH XXX 1; XXXIV 3), y Csar envi a Casio Longino dos legiones, la XXI yla XXX, recin reclutada en Italia (BA LIII). Algunas de estas legiones, como la II, quese encontraba a las rdenes de Q. Casio Longino, llevaba tanto tiempo en Hispania, quesus soldados se consideraban provinciales (BA LIII). En esta guerra se reclutaron enHispania tres legiones, la llamada Verncula (BC H 20, 4.BA LIII 4; LIV; LVII.BH VII12), que tanto actu en la guerra civil, la V (BA LIII) y una tercera formada con colonos

    por los pompeyanos (BH VII). En la batalla de Munda, Csar dispuso de nueve legio-nes: tres que se hallaban en la Provincia Ulterior, tres llamadas de la Citerior, una lle-

    gada de Cerdea y las legiones VI y X, venidas de Italia 51.Despus de la guerra civil no estaba Hispania totalmente pacificada., pues en el

    ao 41 a.C. vienen ac tropas, enviadas por Octavio, que promovieron un tumulto enPlasencia (Dio Cas. XLVIII 10). Con ocasin de las guerras cntabras estuvieron aqu,segn Schulten 52, que ha estudiado bien detenidamente esta guerra, las legiones I y IIAugusta, IV Macednica, Alauda, VI Victrix, IX Hispania y X Gemina. En tiempo deTiberio las tres legiones que guarnecan el norte eran la VI Victrix, que tuvo su campa-mento quiz en Lucus Angusti, [-2223-] la X Gemina, acampada probablemente al surde Astorga, y la IV Macedonica, alrededor de Aguilar de Campoo 53.

    La presencia del ejrcito fue uno de los principales medios de que se vali Roma,como dice Estrabn en el citado texto, para civilizar y romanizar a las poblaciones ind-genas. No contribuy menos a ello el ejrcito cuando invernaba, pues precisamente seobserva que las zonas donde el ejrcito de ocupacin, durante la conquista, asent loscuarteles de invierno, en los tiempos de Csar y Augusto, eran las ms romanizadas.

    En los primeros momentos la plaza elegida para invernar era Tarragona, creacinromana, plaza fuerte, estacin naval, de clima benigno y situada en una zona rica. Elinvierno del ao 218-217 lo pasaron las tropas de Escipin en Tarraco (Pol. III 76. Liv.XXI 61). El ejrcito de Escipin El Africano tom a la ciudad levantina como cuartel deinvierno; as en los aos 209 (Pol. X 39), 208 (Pol. L 12), 207 (Liv. XXVIII 4) y 206

    50En otro lugar del Bellum Civile I,85, puntualiza Csar que los pompeyanos enviaron a Hispania seislegiones y que aqu se reclut una sptima entre los ciudadanos romanos.

    51L. Pareti, op.cit.IV, 298.52Los cntabros y los astures y su guerra con Roma,Madrid, 1943, 171 ss.; B. Syme, The .Spanish War

    of Augustus, AJP 1934, 293 ss.; D. Magie, Augustus War in Spain (26-25 B.C.), CP1920, 323 ss.; P.Bosch-Gimpera - Aguado Bleye, op. cit.261 ss. Sobre los cntabros cfr. A. Garca y Bellido, Cantabria

    Romana,Santander, 1952; A. Tovar: Cantabriaprerromana,Madrid, 1955.53 A. Garca y Bellido, Cantabria Romana, 3 s.; Idem, Lucius Terentius, figlinarius en Hispania de la

    Legio III Macedonica,Hommages Lon Hermann, Bruselas, 1960, 346 as.; Idem, La excavacin de laantigua ciudad cntabra de Iuliobriga, AEArq 26, 1953, 193 ss.; Idem, Excavaciones en Iuliobriga yexploraciones en Cantabria. II Relacin. Campaa de 1953 a 1956, AEArq131 ss.; Idem, Excavacionesen Iuliobriga, NAH 5, 218, 232 ss.; Idem, El exercitus hispanicus desde Augusto a Vespasiana, AEArq34, 1961, 114 ss.; A. Garca y Bellido - A. Fernndez Avils - A. Balil - M. Vigil, Herrera del

    Pisuerga,Madrid, 1962, 67 ss.; F. Fita, Nuevas inscripciones romanas,BRAH46, 1905, 76. Se conocen

    unos veinte campamentos diferentes utilizados por los romanos durante la etapa de la conquista, cfr. A.Garca y Bellido,La Pennsula Ibrica en los comienzos de su Historia,359 ss.

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    Jos Mara Blzquez: Causas de la romanizacin de Hispania

    (Liv. XXVIII 13 y 16). Este mismo ao la noticia la ha transmitido Livio (XXVIII24) los romanos tenan un campamento en Sucrn, cerca de la desembocadura delJcar, campamento que se amotin, encontrndose Escipin enfermo. Catn establece elcampamento de invierno a tres millas de Ampurias, ciudad en la que haba desembar-

    cado (Liv. XXXVIII), pero en aos posteriores Tarragona vuelve a ser el cuartel de in-vierno; as, en el ao 180 el ejrcito de Fulvio, despus de saquear la regin baja deCeltiberia, se dirige a Tarragona, donde T. Sempronio Graco se propona licenciar a losveteranos, distribuir los reclutas y organizar las tropas (Liv. XL 39 y 11). Durante lasguerras lusitanas y numantinas el ejrcito invern, adems de en Tarragona, donde se-gn Schulten [-2324-] (FHA IV62-64) el ejrcito que luchaba contra Numancia espera Escipin el ao 135, en Crdoba, como en el ao 152 el de M. Atilio (Pol. XXXV 2),o en Lusitania el de Lculo (App.Ib.59), o en Carpetania, como en el ao 135 lo hizoel ejrcito de Calpurnio Pisn (App.Ib.83).

    En el invierno de los aos 147-146, el cuestor de Vetilio, que acababa de morir,invern en Carteia con los 6.000 soldados romanos que quedaban de su ejrcito, ciudad

    de fcil defensa, pues se hallaba amurallada y se comunicaba por mar con Italia, que lemandara refuerzos (App.Ib.63). En estos aos es la Btica la provincia preferida parainvernar; all fue Lucillo en el ao 151 (App.Ib.55-58.); incluso en pleno verano, comoen el ao 146 lo hizo Plaucio, que, segn la expresin de Appiano (Ib.64), despus deser derrotado con gran nmero de bajas "a la mitad del verano se retir a sus campa-mentos de invierno". La ciudad donde invern el ejrcito sera Crdoba, donde pas elinvierno de los aos 145-144 Mximo Emiliano (App. Ib.65), y el del ao 144-143 Fa-

    bio (App.Ib.65), y a donde se retir Quintio en el ao 143 despus de ser derrotado porViriato (App.Ib.66).

    En el ao 151-150 inverna Galba en Cornistorgis, ciudad del territorio de los Cu-neos (App. 76. 58). Entre los aos 98 y 94 Sertorio invern en Cstulo (Plut. Sert.3),rica zona minera (Plin. NH XXXIII 96), ciudad de donde proceda la esposa de Anbal(Liv. XXIV 41). Durante la guerra sertoriana vuelve a ser Crdoba la plaza preferida

    para invernar el ejrcito: aqu pas Metelo con dos legiones el invierno del 77-76 (Sal.Hist.II28). Tambin el invierno del 74-73 (Sal. Hist.II 20), en que fue recibido triun-falmente y celebrado por natis poetis pingue quiddam sonamtibus atque peregrinum(Cic. Arch.26), mientras su enemigo Sertorio estuvo en Castra Aelia (Liv. frag.91).Durante esta guerra comenz el ejrcito romano a invernar en Celtiberia, donde tambin

    pas, entre los vacceos, Pompeyo un invierno (Plut. Sert.21) por entonces; all, en elinvierno del 76-75, se encontraba Pompeyo (Sal. Hist. II 98, 5), y en el 75-74 su legadoTiturio con 15 cohortes (Sal. Hist.II94), mientras Pompeyo estaba entre los vascones

    (Plut. Sert.21. Pomp.19), que es donde se sola retirar este ltimo general. La romani-zacin de los vascones, que aparecen tempranamente romanizados, es producto de laestancia repetida de Pompeyo entre ellos. En el ao 43 las legiones de Asinio Polininvernaban [-2425-] en Lusitania (Cic.Ad Fam.X 33, 3), donde ya lo hicieron algunoscesarianos (BA XLIX). En poca de Augusto, el gobernador invernaba en Cartagena oTarragona (Str. III 4, 13), ciudad esta ltima residencia de Augusto durante las guerrascntabras (Suet.Aug.26. Dio Cas. LII 25. Oros. VI 21, 19. Sen.De contr.X 1; XIII 44;Flor. II 33, 5).

    Igualmente contribuyen poderosamente a romanizar los pueblos indgenas lasguarniciones romanas colocadas en las ciudades. En los primeros aos de la conquistaaparecen guarniciones romanas entre las poblaciones. Ya en el ao 206 Escipin coloc

    una guarnicin en la ciudad de Castaca, que se acababa de entregar (App. Ib.32). En el

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    ao 205, despus de la derrota de Indbil, se establecieron guarniciones en los pueblosvencidos (App.Ib.38). En el ao 181, Q. Fulvio Flaco dej un pequeo destacamentoen la ciudad de Ebura (Liv. XL 30; 32, 5), que debe ser la Labora citada por Ptolomeo(II 6, 56) y por el Ravenate (Com. Rav. 312,11) al oeste de Toledo. En el ao 179 (Liv.

    XL 17) coloc T. Sempronio Graco una guarnicin en la recin conquistada Mundo-briga. Guarniciones existiran en las plazas donde los romanos guardaban las provisio-nes, como Ocilis (App. Ib.47). En el ao 151 a.C. la guarnicin de Coca, establecida

    por Lculo, organiz una gran matanza entre la poblacin indgena. El establecer guar-niciones en las ciudades indgenas era costumbre; precisamente Sertorio se atrajo a la

    poblacin nativa obligando a los soldados a acampar fuera de ellas (Plut. Sert.6), aun-que alguna vez lo hizo dentro, como en Contrebia (Liv.frag.91), ya que las ciudades nolas. soportaban con gusto, segn sospecha Pompeyo en el ao 74 (Front. II 11, 2). Du-rante la guerra civil muchas ciudades albergaron guarniciones.

    Marco Varrn (BC III 8) impuso guarniciones a las comunidades bticas quejuzg partidarias de Csar, y a Carmona tres cohortes (BC II 19). Los habitantes de C-

    diz expulsaron al legado de Varrn (BC II 20); Pompeyo el Joven dej guarniciones enAtegua, Munda, Crdoba, Sevilla, Osuna y en otras ciudades (BH IV,VI, XII, XIV), yCsar, en Sevilla, despus de Munda (BH XXXV). Csar (BC II21), en la asamblea quereuni en Crdoba, agradeci a los espaoles el haber expulsado las guarniciones colo-cadas por el enemigo. Los trnsfugas del ejrcito romano que vivan entre las poblacio-nes indgenas [-2526-] contribuiran incipientemente tambin a civilizarlas y romani-zarlas. Su nmero deba de ser elevado, pues de ellos hablan las fuentes frecuentemente.En el ao 140, Q. Fabio Mximo orden cortar las manos a los trnsfugas romanos co-gidos prisioneros (Val. Max. II 7, 11). La ciudad de Numancia haba acogido tambin atrnsfugas romanos, pues este mismo ao Quinto Pompeyo (App. Ib. 79), en lasnegociaciones entabladas con los numantinos, exiga su entrega. Un ao despus, en eltratado de paz firmado entre Popilio y Viriato, figura la entrega de los trnsfugas roma-nos al primero (Dio Cas. frag.75). En el ao 138, Sexto Iunio Bruto peda a los habi-tantes de Talabriga la entrega de los trnsfugas refugiados en la ciudad (App.Ib.75). La

    presencia del ejrcito, de los asentamientos militares y de los trnsfugas era tanto msimportante para romanizar, es decir civilizar, por cuanto la mayor parte de la poblacinhabitaba los montes, y las ciudades no ejercan su influjo civilizador (Str. III 4,13). Lossoldados eran el fermento de la romanizacin.

    [-165]II

    CENTROS ITLICOS Y COLONIAS. COLONIZACIN.

    Mommsen 54 considera que el nico medio eficaz para pacificar y civilizar lospueblos primitivos de Hispania es la colonizacin latina en gran escala; pero al principiode la conquista la colonizacin latina fuera de Italia, punto fundamental del programa

    poltico de los Gracos 55, no entraba dentro de la poltica romana 56. El establecimiento

    54Historia de Roma,I, 752; G. Giannelli, op.cit.462, n. 8.55S. Montero Daz, La juventud romana en torno a Catilina, Bol. Sem. Der. Pol., separata sin ao, 113; C.

    Omn, op.cit.78 s.; T. Mommsen:Historia de Roma,n, 153 ss.; L. Pareti, op.cit.in, 365.56 En el siglo III a.C. las colonias latinas fundadas eran cerca de 30. Las ms importantes eran: Sutri,

    Nepi, Rimini, Adria, Benevento, Venosa, Lucera, Brindisi, Circeo, etc. En la primera mitad del siglo IVse fundaron cuatro colonias latinas: dos en la Etruria meridional (Sutri y Nepi en el ao 383) y dos en el

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    ms antiguo fundado por los romanos en la Pennsula es Tarragona, segn la conocidafrase de Plinio (NH III 21): Tarraco Scipionis opus sicut Carthago Nova punicorum.Muchos aos despus, [-165166-] en tiempo de Csar, ser jurdicamente colonia ro-mana, pero desde su fundacin por Escipin, como ha escrito Almagro 57, fue una ciu-

    dad esencialmente romana 58. La tesis de su fundacin por los etruscos, sostenida porSchulten, es 59 hoy da insostenible. Las murallas responden a un prototipo 60muy enboga en Italia durante la poca helenstica y que alcanza incluso la poca augustea,como probablemente en Perugia, segn han demostrado las modernas excavaciones nor-teamericanas en Cosa 61. Las recientes catas efectuadas en el material de relleno de lasmurallas han proporcionado fragmentos de campaniense B, que dan una cronologa alre-dedor del ao 200 a.C. Esta fecha est confirmada por la cabeza de la torre de S. Magn,que responde a la costumbre etrusca de la poca helenstica de adornar las puertas de lasciudades con cabezas, que no tienen otra finalidad que la de ser ornamentales, aunquequiz no se la pueda negar cierto carcter apotropaico, como al phallus de una de las

    puertas de la ciudad de Ampurias, como en el caso de Volterra, Santa Mara de Falerii y

    Perugia. En la coleccin de urnas del siglo II a.C. que se conservan de la Tumba de losVolumni y en las que se guardan en el Museo de Perugia hemos visto representacionesde las puertas del Hades con el difunto delante de ellas, en las que las puertas, al igualque las de las ciudades, tienen dos cabezas. Tarraco, a pesar de ser un puerto malo (Str.III 4, 7), es la gran cabeza de puente de la conquista romana, lugar de desembarco y deinvernar el ejrcito romano y residencia de los pretores, segn datos que se aducen msadelante, todo lo cual exiga una ciudad junto al mar, bien fortificada 62.[-166167-]

    A Escipin El Africano se debe la creacin de Itlica, en el ao 206 a.C., paraasentar los heridos del ejrcito (App. Ib.38) romano de la batalla de Ilipa, ciudad que

    puso en manos de Escipin toda la Baja Andaluca y le abri el camino a Cdiz. Fuedeclarada colonia despus de Augusto 63. Italica, a la que ha dedicado un buen libro A.Garca y Bellido 64 y un excelente trabajo Wegner 65, deba ser ciudad de cierta

    territorio de los Volscos (Satrico en el ao 385 y Sezze en el ao 382). Cfr. S. I. Kovaliov, op.cit.120,149; T. Mommsen, Historia de Roma,I, 380; G. Giannelli, op.cit.282; L. Pareti, op.cit.I,594 ss.; n,515.

    57Origen y formacin del pueblo hispano,Barcelona, 1958, 115.58Sobre el problema del nombre cfr. J. Vallejo, Tito Livio,Libro XXI,Madrid, 1946, XLVIII ss.59Tarraco,Barcelona, 1948, 19 ss.; Idem: Los tirsenos en Espaa,Ampurias2, 1940, 33 ss.60E. Ripoll, La cronologa de las murallas de Tarragona,Ampurias13, 1951,173 ss.; J. Serra Vilar, La

    muralla de Tarragona,AEArq21,1949, 221 ss.; A. Garca y Bellido,AEArq22, 1949, 280 ss.61D. M. Taylor, Cosa: Black Glaze Pottery,MAAR25, 1957, 65 ss.62 El objeto ms antiguo encontrado en la Pennsula que acusa influencia romana, salvo las monedas

    saguntinas con la cabeza de Roma (F. M. Heichelheim: New Evidence on the Ebro Treaty,Historia3,1954, 211), que A. Beltrn (Curso de Numismtica,Cartagena, 1950, 332 ss.; M. Prez Alcorta: Lasmonedas antiguas de Sagunto, NH 4, 1956, 165 ss.) considera de cronologa confusa, es un disco de

    barro con el tema de la loba y los gemelos hallado en la necrpolis ibrica del Cabecico del Tesoro,Verdolay (G. Nieto, Noticia de las excavaciones realizadas en la necrpolis hispnica del Cabecico delTesoro, Boletn del Seminario de Arte y Arqueologa 6, 1939-40, 28 ss.), que puede remontarse a

    prototipos monetales campanos, fechados hacia el ao 300 a.C. (J. M. Blzquez: Molde de barro con eltema de la loba y los gemelos,Zephyrus9, 1960, 258 s.).

    63A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania,AHDE, 1959, 508 ss.64Colonia Aelia Augusta Itlica,Madrid, 1960. La ciudad deba de tener un templo con terracotas de tipo

    etrusco. Cfr. J. M. Blzquez, Relieve de Itlica con una representacin de la Potnia Thern, AEArq26,1953, 263 ss.; Idem: La Potnia Thern de Itlica, CAN3, 1955, 159 ss.

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    importancia, pues Mummio envi a ella un lote de escultura, producto del saqueo de lasciudades griegas 66. Esta creacin de Escipin preconiza los numerosos asentamientosde tropas que hizo el general romano a lo largo de su vida 67.

    Una lpida recientemente descubierta, publicada por Lachica 68y bien estudiada

    en sus conclusiones histricas por Blanco 69, ha dado a conocer un nuevo asentamientoromano, del que no exista noticia alguna, debido a T. Sempronio Graco en Iliturgi,cerca de Mengbar, que luego, en tiempos de Csar, se llam Forum Iulium (Plin.NHIII 10). El mismo general romano, en el ao 179, cre otra fundacin romana en Hispa-nia en Gracchurris,la primera ciudad a la que un general romano, a imitacin de Ale-

    jandro y de los monarcas helensticos, dio su nombre; la ciudad, localizada a dos kil-metros al N.E. de la actual poblacin, est magnficamente situada, pues [-167168-] seencuentra sobre la orilla derecha del ro Ebro, entre la Rioja, Tudela y Calahorra. No sesabe con certeza si Gracchurris recibi una colonia de soldados romanos o una coloniade celtberos romanizados, ya que entre los indgenas, para solucionar el problema so-cial planteado, hizo repartir tierras (App. Ib. 43) el general romano. Sus habitantes

    nunca recibieron el ttulo de colonia; en tiempos de Augusto (Plin. NH III 24) era unoppidum de derecho latino; en tiempo de Tiberio las monedas indican su condicin demunicipium,quiz otorgada por Augusto. En Gracchurris,como en Crdoba y Carteia,hubo una doble poblacin: la indgena,peregrina,de Ilurcis y la romana de los colonos70.

    Carteia es la primera colonia fundada en Hispania y la primera que se cre fuerade Italia, en el ao 171. En ella se asentaron 4.000 individuos que fueron soldados ro-manos, probablemente ya licenciados, las esposas indgenas de estos soldados y sushijos (Liv. XLIII 3,1-4), que enviaron a Roma una comisin con el encargo de arreglarsu situacin y pedir se les asignase una ciudad donde habitar, lo que hizo por encargodel senado el pretor de la Provincia Ulterior L. Canuleio, inscribiendo sus nombres, y alos manumitidos asignndoles tierra, como a los habitantes de la ciudad que lo solicita-sen. Esta colonia gozaba del derecho latino y se llamara de libertos 71.

    Estrabn (III 2,1) escribi que Crdoba es la ms antigua colonia romana, pero lapoca de su estatuto ha sido muy discutida por los investigadores actuales; as, C. Sn-chez Albornoz 72se inclina a datar su estatuto en la poca de Sertorio, y A. Garca yBellido 73, poco antes del ao 45 a.C., quiz con Cn. Pompeyo. Thouvenot 74 la cree

    65Italica, Gymnasium61, 1954, 427 ss.66 En la Btica han aparecido diversos objetos de arte helenstico que llegaron a ella cuando ya se

    encontraba bajo el dominio romano (cfr. A. Garca y Bellido, Hispania Graeca,II, Barcelona, 1948,

    124 ss., lms. LIV-LV; 127, n. 41; 203 s., lms. CLVIII-CLIX; Idem,Esculturas romanas de Espaa yPortugal,Madrid, 1949,passim.67L. Pareti, op.cit.II, 798, n. 1.68Inscripcin dedicada a Tiberio Sempronio Graco,NAH5, 1962, 178 ss.69De situ Iliturgi,AEArq33, 1960, 193 ss.70Todo lo referente a las colonias romanas de Hispania, en A. Garca y Bellido,Las colonias romanas de

    Hispania,448 s. Las fuentes epigrficas y literarias, adems de este trabajo de A. Garca y Bellido, quees fundamental para el tema, en RE IV, I, col. 527-8; M. Marchetti: Hispania, Diz. Epigr. Antich. Rom.III, 754 ss.; C. Snchez Albornoz, Proceso de la romanizacin de Espaa desde los Escipiones hastaAugusto,passim.

    71A. Garca y Bellido: Las colonias romanas de Hispania, 450 s.72Proceso de la romanizacin de Espaa desde los Escipiones hasta Augusto, 20, n. 93.73

    Las colonias romanas de Hispania, 451 ss.74Essai sur la province romaine de la Btique,Pars, 1940, 189 s.

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    colonia cesariana; P. Bosch-Gimpera y A. Bleye 75, siguiendo [-168169-] a Schulten 76,sospechan que esta colonia fue fundada por M. Claudio Marcelo en el ao 168 a.C. o enel ao 151. En realidad no se sabe cundo se fund, pero debi ser en el siglo II a.C.,

    pues de otro modo no se explica el texto de Estrabn. Augusto asent veteranos de sus

    legiones (II Alauda y X Gemina) que aparecen en las monedas. La ciudad desempeun papel importante durante la guerra civil.Entre los aos 138 y 136 a.C. Bruto (Str. III 3,1) fortific a Olisipo, en la desem-

    bocadura del Tajo, para asegurarse el paso y llevar las provisiones para sus campaas enel N.O. En la costa levantina la primera colonia fundada por Junio Bruto, en el ao 138,con veteranos de las tropas que lucharon contra Viriato, fue Valentia 77. En la primeramitad del siglo I a.C. era ya colonia ciuium romanorum.A. Garca y Bellido cree, apo-yado en una inscripcin, que en esta ciudad se asentaron unos ueteres en tiempo de J.Bruto, y unos ueterani de las guerras sertorianas.

    Unos aos ms tarde se cre un asentamiento que no obtuvo el ttulo de colonia,Castra Seruilia,fundada probablemente por Q. Servilio Cepin, que gobern la Provin-

    cia Ulterior en el ao 139 (App. Ib. 70). Se hallaba cerca de la Colonia NorbaCaesarina 78.

    En el ao 123-2 Metelo fund las colonias dePalma y Pollentia (Str. III 5, 1), sinduda contra los piratas balericos que infestaban los mares, como escribe el gegrafogriego, y contra los que luch Metelo, retirando 3.000 colonos de Hispania 79.Pollentiase excava [-169170-] en la actualidad 80y ha dado buena escultura romana 81. A estascolonias quiz se unieran despus gentes suritlicas, ya que aqu aparecen muchas per-sonas adscritas a la tribu Sergia 82.

    En el ao 102, Marco Mario, hermano de Cayo Mario, fund una ciudad cerca delKolenda, para los celtberos que haban servido como auxiliares en el ejrcito en la gue-rra contra los lusitanos (App.Ib. 100) y que estaran seguramente romanizados por ello;la ciudad fue destruida y sus habitantes vendidos por el cnsul T. Didio entre los aos98-94 a.C.

    Un asentamiento que no obtuvo tampoco el ttulo de colonia fue Castra Liciniana,citada por Tolomeo (II 5, 6. It.Ant.438, 5), sobre la va Mrida a Toledo, fundacin

    75Op.cit.80.76 CAH VIII, 314. En Crdoba se ha excavado ltimamente. S. Snchez Gmez, Memoria de las

    excavaciones del plan nacional realizadas en Crdoba (1948-1959), Madrid, 1955; A. Garca yBellido, El templo romano de Crdoba,NAH5, 1962, 241 ss.,lms. CLXXVIII-CLXXXI.

    77 C. Torres, La fundacin de Valencia, Ampurias 13, 1951, 113 ss.; P. Mateu Llopis, Las monedas

    romanas de Valentia, Numisma3, 1953, 9 ss.; A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania,454 ss.; Idem: Aportaciones al estudio del proceso de romanizacin del S.E. de la Pennsula, Homenajeal Prof. C. de Mergelina, Murcia, 1961-62, 367 ss. La ciudad contaba con un templo construido en elsiglo I a.C. Cfr. A. Garca y Bellido, Un templo romano arcaico en Valencia,AEArq20, 1947, 149 ss.;D. Fletcher, Consideraciones sobre la fundacin de Valencia,APL10, 1963, 193 ss.

    78A. Schulten: Sertorio,915.79A. Garca y Bellido: Las colonias romanas de Hispania, 456 ss.80M. Almagro - L. Amors, Excavaciones en la necrpolis romana de Can Fanls de Pollentia (Alcudia,

    Mallorca), Ampurias15-16, 1953-54, 237 ss.; M. Almagro - A. Arribas, El teatro romano de Pollentia(Mallorca), AEArq 27, 1954, 281 ss.; L. Bernab Brea, II teatro antico de Pollentia nell'Isola deMaiorca,Riv. Studi Liguri17, 1951, 18 ss.; M. Tarradell - D. E. Woods - A. Arribas: Las excavacionesde la ciudad romana de Pollentia (Alcudia, Mallorca), CANVII, 1962, 469 ss.

    81

    A. Garca y Bellido: Esculturas romanas de Pollentia,AEArq24, 1951, 63 ss.82M. L. Albertos, Indoeuropeos o iberos en Baleares?,Emerita26, 1958, 325 ss.

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    Jos Mara Blzquez: Causas de la romanizacin de Hispania

    debida a P. Craso Licinio, procnsul de la Provincia Ulterior en el ao 96 a.C. 83. Aquha aparecido algn documento que indica una temprana llegada de devotos de los reli-giosos orientales 84.

    En la actual Medelln, sobre la orilla izquierda del Guadiana, Q. Cecilio Metelo,

    cnsul en el ao 80-79 a.C., que obtuvo el triunfo por sus campaas hispanas en el 71,fund la Colonia Metellinensis probablemente para defensa de esta rica zona contra loslusitanos del norte del Tajo 85. Durante la guerra sertoriana se conocen otros dos asenta-mientos creados por Metelo: Castra Caecilia, no lejos de Castra Seruilia, localizado a2,5 kilmetros al norte de Cceres, excavado por Schulten 86, se edific en el ao 79 yfue destruido por un incendio [-170171-] en el 78; el segundo asentamiento es VicusCaecilius, ms al norte del anterior, junto a la Sierra de Gredos 87. Castra Caecilia yCastra Seruiliaeran contributi de la Colonia Norba Caesarina (Plin.NH IV, 117).

    Por esta misma fecha, 77 a.C., citan las fuentes (Liv.frag.91) otro asentamientoromano, Castra Aelia, utilizado por Sertorio como campamento de invierno y queSchulten 88 supone en la desembocadura del Jaln en el Ebro. Pompeyo fund por

    entonces Pompaelo, hermana mayor de la Pompeiopolis de Asia, fundada en el 67, enterritorio de los vascones, en la va que iba a Aquitania por Roncesvalles, quiz con lafinalidad de traer vveres de fuera, cosa frecuente durante la guerra sertoriana, o de tenerun punto seguro de apoyo hacia Aquitania 89(Plut. Sert.21. Sal.Hist.II 93). Pompaelocontribuy notablemente a la romanizacin de los vascones, que aparecen muy tempra-namente romanizados.

    En tiempo de Csar 90 se concedi el statusde colonia a una serie de ciudadeshispanas, ya que la creacin de colonias fue precisamente uno de los puntos fundamen-tales del programa poltico al que el Dictador prest especial atencin en la ltima etapade su vida. Suetonio (Caes. XXXVIII, XLIII) escribe que Csar distribuy numerososlotes de tierras entre sus soldados y reparti 80.000 ciudadanos entre las colonias deultramar. Con ello el Dictador sigui puntos fundamentales del programa poltico y so-cial de los Gracos y de Saturnino [-171172-] 91. Rostovtzeff 92 ha recalcado laimportancia de estos repartos de tierra, que considera, despus de los grandes cambiosde la guerra social, como el factor ms poderoso de la romanizacin y latinizacin de

    83A. Schulten, Castra Caecil ia,Atlantis40, 1936, 191 ss.84 A. Garca y Bellido, El culto a Serapis en la Pennsula Ibrica, BRAH139, 1956, 181 ss.; Idem, El

    culto a Ma-Bellona en la Espaa Romana, Rev. Univ. Madrid 5, 1956, 479 ss.85A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 458 s.86AA 45, 1930, 1-28; 47, 1932, 334 ss.; Idem, Sertorio,92;FHA IV, 173 ss.87A. Schulten, Sertorio,92.

    88FHA IV, 181. Munda debi de ser colonia (Plin. NH III 12) en tiempo de Sertorio y perder el statuscolonial con Csar o Augusto, que se lo quit a algunas (Dio Cas. 54, 25).

    89 Las catas estratigrficas modernas slo han descubierto material ya de poca imperial. Cfr. M.A.Mezquriz,La excavacin estratigrfica de Pompaelo,I,Pamplona, 1958; Idem, Notas sobre la antiguaPompaelo, Prncipe de Viana15, 1954, 3 ss.; Idem, La excavacin de Pamplona y su aportacin a lacronologa de la cermica en el norte de Espaa,AEArq30, 1957, 108 ss.

    90Sobre las colonias cesarianas en Hispania son fundamentales, adems del de A. Garca y Bellido, eltrabajo de Henderson, Iulius Caesar and Latium in Spain, JRS32, 1942, 3 ss., estudio al que Snchez deAlbornoz (Proceso de la romanizacin de Hispania desde los Escipiones hasta Augusto, n. 25) hahecho algunas rectificaciones dignas de tenerse en cuenta, y el reciente de F. Vittinghoff, Rmische

    Kolonisation und Brgerrechtspolitik unter Caesar und Augustus,AWL, Mainz, Wiesbaden, 1952.91J. Carcopino, op.cit. 1027 s.; L. Pareti, op.cit. IV, 319 ss.; H. Scullard,A History of the Roman World

    from 146 to 30 B.C., Londres, 1957, 246.92Historia social y econmica del Imperio Romano, Madrid, 1937, 70 ss.

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    Italia. Su importancia estriba en que de ese modo se creaban nuevas fincas rsticas degentes que residan en las ciudades y que engrosaban las filas de la burguesa.

    Hacia el ao 45 a.C., quiz por algn servicio prestado a Csar, Tarragona,Colonia Urbs Triumphalis Tarraco, obtuvo el status de colonia 93, y seguramente hubo

    en ella unpraesidiummilitar y un ncleo de ciudadanos romanos, pues no tuvo deductiode veteranos, como se desprende de que sus monedas 94no son militares.En el Sur quiz sea colonia cesariana Hasta Regia 95, famosa por haber dado la

    inscripcin ms antigua de Hispania 96, e Hispalis 97, Colonia Iulia Romula Hispal, quetuvo una primera fundacin colonial y una colonia militar de Augusto, muy emprende-dora. Tampoco tuvo deductio Ucubi, Colonia Claritas Iulia Ucubi; su caso es similar alde Tarragona, ya que debieron alcanzar el status colonial por favores particulares a C-sar 98. Urso, Colonia Genitiva Iulia Urbanorum Urso, de la que se conoce la leyconstitucional, bien estudiada por Mallon 99y por D'Ors 100, fue fundada por mandato deCsar en el 44 a.C. mediante una ley de Antonio. Sus colonos proceden de la plebsdeRoma. De Ampurias no es seguro que disfrutase el status colonial 101. A mediados del

    siglo I a.C., a juzgar [-172173-] por la leyenda de las monedas, deba de ser un munici-pium. Despus de la victoria de Munda, Csar asent en ella colonos.

    El Dictador concedi el estatuto de municipio romano a Cdiz, entre otras ciuda-des, y el de municipio latino a 27 ciudades bticas que posean el ius Latiibajo el go-

    bierno de Augusto. Henderson 102 deduce del anlisis de estos datos que la romaniza-cin del Sur de la Pennsula con anterioridad a Vespasiano fue obra de Csar, y fue se-guida del estatuto colonial, pero no pervivi el uso del trmino colonia, hiptesis estaltima que no parece muy aceptable, aunque s el hecho de que la romanizacin de His-

    pania se debe en gran parte a Csar 103. En el caso de Cdiz recompensaba Csar su ad-hesin inquebrantable a Roma, de la que dio prueba desde el primer momento (Liv.XXXII 28, 2; XXXIII 21, 6-7. Cic.Pro Balb. XLIV), como atestigua Estrabn (1311,8;2, 1). Cdiz fue precisamente la primera ciudad extranjera fuera de Italia que adopt elderecho romano y la lengua de Roma; el gobierno de la ciudad, a mediados del siglo Ia.C., era ya de tipo romano 104.

    Entre los aos que corren entre la muerte de Csar y el principado de Augusto sefundaron dos colonias en Hispania, Colonia Urbs Iulia Noua Carthago y Celsa, Colonia

    93A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 450 s.94P. Beltrn, Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraconensis,BAT52, 1952, 31 ss.95A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 460 s.; M. Esteve, Las excavaciones de Asta

    Regia,AEArq 15, 1942, 245 ss.; Idem, Excavaciones de Asta Regia (Mesas de Asta, Jerez). Campaa

    de 19^.5-^6, Madrid, 1950; Idem, Contribucin al estudio de Asta Regia,Atlantis16, 1941, 386 ss.; A.Schulten, Asta Regia,AEArq14, 1941, 349 ss.96A, D'Ors,Epigrafa jurdica de la Espaa romana, Madrid, 1953, 351 ss.97A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 461 ss.98A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 464 s.99 Los bronces de Osuna. Ensayo sobre la presentacin material de la Lex Colonias Genetiuae Iuliae,

    AEArq17, 1944, 313 ss.100A. D'Ors, op. cit. 167 ss.101A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 467 ss.102Op. cit.103J. M. Blzquez, Estado de la romanizacin de Hispania bajo Csar y Augusto,passim.104J. M. Blzquez, Estado de la romanizacin de Hispania bajo Csar y Augusto, 75. Sobre Cdiz cfr. A.

    Garca y Bellido, Iocosae Gades, Madrid, 1951; L. Rubio, Los Balbos y el Imperio Romano, AHAM1949, 78 ss.

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    Victrix Iulia Celsa. La primera es quiz la ciudad que mejor se conoce, en esta poca, detodo el Occidente europeo, debido a los numerosos trabajos que A. Beltrn 105ha dedi-cado a estudiar el numeroso material, de todo gnero, que la [-173174-] ciudad ha su-ministrado. Su fundacin se hizo por Cn. Statilio Libn a nombre de Lpido hacia el

    ao 42 a.C. Se asentaron en ella veteranos de Lpido, y a juzgar por los datos que se de-ducen de las representaciones monetales llegaron nuevos contingentes en los aos 32 y27 a.C. La ciudad, antes de ser colonia militar, adopt la constitucin romana. En el ao42 a.C. contaba ya con un quattuoruiratus(CILII 3408). En el ao 53 a.C., en virtud delaLex Seruilia, se repartieron tierras entre los veteranos (Cic. Leg. agr. II 51) en su te-rritorio 106. Celsa 107fue tambin fundacin de Lpido, procnsul de la Hispania Citerioren el 48-47 a.C. y en el 42. Su importancia qued absorbida, dieciocho aos despus,

    por Caesaraugusta. Augusto 108 fund en Hispania quince colonias, Acci, Colonia IuliaGemella Acci, que recibi veteranos de las legiones I y II y disfrut del status colonialantes del ao 27 a.C. 109; Asido, Colonia Caesarina Augusta Asido 110; Colonia Norben-sis Caesarina, posible fundacin de Augusto hacia el ao 24 a.C. 111; Astigi, Colonia

    Augusta Firma Astigi 112; Barcino, Colonia Fauentia Iulia Augusta Paterna Barcino 113;Caesaraugusta, Colonia Caesar Augusta, fundada hacia el ao 19 con veteranos de laslegiones IIII Macedonica [-174175-], VI Victrix y X Gemina, segn datos suministra-dos por las monedas 114, que haban participado en las guerras cntabras, y asentada enuna ciudad indgena llamada Salduba 115; Emerita, Colonia Augusta Emerita, creada en

    105Acuaciones pnicas de Cartagena, III CASE, 1948, 224 ss.; Idem, Hallazgo de una estatua romana enCartagena, III CASE, 265 ss.; Idem, Los monumentos romanos de Cartagena segn sus series demonedas y lpidas romanas, II CASE, 1946, 306 ss.; Idem, Cuestiones sobre las acuaciones ibricas enrelacin con Cartagena, IV CASE, 1949, 223 ss.; Idem, Monedas de personajes pompeyanos en relacincon Cartagena, IV CASE, 236 ss.; Idem, Epigrafa de Cartagena, 280 ss.; Idem, Los teoras de M. Grantsobre las monedas de Cartagena y otras espaolas, I CAN, 291 ss.; Idem, Acerca de los nombres deCartagena en la Edad Antigua, APL, 2, 1945, 299 ss.; Idem, Acuaciones pnicas de plata deCartagena, III CASE, 1947, 227 ss.; Idem, Las lpidas latinas religiosas y conmemorativas deCartagena, AEArq23, 1950, 255 ss.; Idem, Las inscripciones funerarias de Cartagena, AEArq25, 1952,47 ss.; Idem, Nueva interpretacin de los textos sobre la conquista de Cartagena por Escipin, Saitabi 5,1947, 134 ss.; Idem,El ara romana del Museo de Barcelona y su relacin con el culto de la salud y deEsculapio en Carthago Nova, Ampurias 9-10, 1947, 213 ss.; Idem, El culto de la salud y susrepresentaciones en Elche y Cartagena, IV CASE, 205 ss.; Idem,Las inscripciones latinas honorarias deCartagena, RABM 55, 1949, 523 ss.; Idem, Topografa de Carthago Nova, AEArq 21, 1948, 191 ss.;Idem,Las monedas latinas de Cartagena, Murcia, 1959; Idem, Sobre las antiguas monedas latinas deHispania y/ especialmente de Carthago Nova,Numisma2, 1952, 9 ss.

    106A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 470 ss.; Idem, Aportaciones al estudio del

    proceso de romanizacin del S.E. de la Pennsula, 369 ss.107A, Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 472 ss.; M. Prez Martnez, Las monedas deCelsa en el MAN,NH6, 1957, 107 ss.

    108Van Nostrand, The Reorgunization of Spain by Augustus,passim.109A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 475 s.110A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 476 ss.111A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 478 ss.112A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 481 ss.113S. Mariner, Colonia Fauentia Iulia Augusta Patricia (?) Barcino, Emerita25, 1957, 149 ss.; A. Garca

    y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 482 ss.; Idem, En torno a las diversas formas de losnombres de la colonia Barcino, CAHC2, 1961, 111 ss.

    114A. Beltrn, Las monedas antiguas de Zaragoza, Numisma6, 1956, 9 ss.; O. Gil Farrs, La ceca de la

    Colonia Caesar Augusta,Ampurias13, 1951, 65 ss.115A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 484 s.

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    el ao 25 con veteranos de las legiones V Alauda y X Gemina, cuyas insignias aparecenen las monedas, su finalidad era reforzar la lnea del Guadiana 116; gracias a Frontino(De contr.agr.II), Higino (De lim.const.170) y Urbico se conocen bien las asignacio-nes territoriales; Colonia Iulia Ilici Augusta117, fundada con una deductio de veteranos a

    juzgar por las insignias militares de sus monedas 118; Iulia Traducta, 119, su fundacin,antes del ao 27 a.C., se hizo con elementos de Zelis, colonia de veteranos creada entrelos aos 33 y 25 a.C., y de Tingis, entonces un municipium,ms un nmero de ciudada-nos romanos; Colonia Libisosa Forum Augustana, colonia de poca importancia a juzgar

    por la falta de documentacin 120; Pax Iulia, que debi ser primitivamente unpraesidium militar de Csar y luego colonia de Augusto, como sucedi en Scallabis,Norba y Asido, goz delIus Italicum 121; Scallabis Praesidium Iulium, cuyo origen mili-tar de Csar es claro a juzgar por el nombre, debi recibir algunos veteranos y el esta-tuto colonial antes del ao 27 a.C. 122; Salaria, Colonia Salaria 123; Colonia Iptuci VirtusIulia, de localizacin incierta 124; Colonia Augusta Gemella Tucci, su nombre pareceindicar que recibi veteranos de dos legiones, como Iulia Gemella Acci125.

    A. Garca y Bellido 126ha puesto recientemente de relieve el [-175176-] carctermilitar activo de las colonias de Lusitania y regiones limtrofes, donde incluso en lapoca de Augusto (Varr. RR116, 2) haba bandolerismo, como en la Btica 127. Esteautor ha catalogado una serie numerosa de asentamientos militares, cuya cronologa noes tan segura, como el de Castra Postumia, que exista ya, por lo menos, a mediados delsiglo I a.C. (BHVIII 6). Quiz los mencionados por Plinio datasen por lo menos de lapoca de Augusto, pues este autor utiliza, como l mismo indica (NHIII 17; IV 118),como fuente principal para Hispania, la formula prouinciarum del ao 41 a.C. y la cartade Agrippa fechada en aos anteriores; stos son Castellum Tyde (NH IV 112), Tuy);Castellum Ebora, Sanlcar de Barrameda (NHIII 7; IV 117); en la Btica, Castra Ge-mina (NHIII 12); Castra Vinaria (NHIII 10) y Castrum Iulium (NHIII 15). La polticacolonial en Lusitania debida a Csar y Augusto, como ha sealado A. Garca y Bellido,se concentr principalmente en la lnea del Guadiana, con un enclave en la del Tajo,Scallabis Praesidium Iulium. El municipium ciuium romanorum de Olisipo aseguraba ladesembocadura del Tajo y el paso del ro; Colonia Norbensis Caesarina vigilaba el espa-cio entre el Guadiana y el Tajo; queda clara, pues, una poltica colonial de carcter mi-litar, cuya finalidad era cerrar el paso a los lusitanos del Norte del Tajo. Pax Iulia guar-daba la zona comprendida entre el Guadiana y la costa. Muy probablemente todos estoscentros y colonias se relacionaban con la explotacin del estao de Lusitania, y su fina-lidad sera tambin mantener esta explotacin en plena produccin, al igual que los

    116

    A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 485 ss.117A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hspanla, 492 s.118P. Beltrn, Las primeras monedas latinas de Ilici,PMC, 1945, 1 ss.119A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 493 s.120A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 494 s.121A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 495 s.122A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 497 s.123A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 498 s.124A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 499 s.125A. Garca y Bellido, Las colonias romanas de Hispania, 500 ss.126Del carcter militar activo de las colonias romanas de la Lusitania y regiones limtrofes, Trab. Antr.

    Etn. 17, 1959, 299 ss. Ver la distribucin de los asentamientos militares en el mapa adjunto.127

    R. Contreras, Bandolerismo hispano y guerra civil en el Saltus Cas-tulonense el ao 43 anterior a laEra Cristiana, Oretania4, 1960, 149 ss.

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    asentamientos del Norte vigilaran la obtencin del estao y las ricas minas de oro deGalicia y Asturias, cuyo rendimiento ascenda a 20.000 libras de oro (Plin.NHXXXIII66), causa determinante, probablemente, de la expedicin de Bruto, de Csar y de lasguerras cntabras.

    Con posterioridad a Augusto, Roma no fund colonias en la Lusitania. Su polticacolonial se detuvo en el Tajo, que de este modo se converta en una coraza de la Btica.Las colonias anteriores a Csar se localizan en sitios bien estratgicos de la Pennsula.La finalidad de Pollentia y Palma era seguramente impedir que las Baleares se convir-tieran en un nido de piratas, como haban sido, que cortasen [-176177-] el comercio conItalia. Valentia se encontraba situada en una zona frtil, y las otras tres colonias sehallan en tres lugares bien estratgicos. Carteia, estacin naval de los indgenas, conrecintos y arsenales (Str. III 1, 7), defenda el paso del Estrecho y la entrada del Atln-tico. La Colonia Metellinensis, asentada en plena Lusitania, sobre el Guadiana, impedalas endmicas razzias de los lusitanos sobre la Btica, motivadas por razones econmi-cas (194 a.C., Liv. XXXVI; 190, Liv. XXXVII 46, 7. Oros. IV 20, 23; 155-153, App.

    Ib. 57; 152, App.Ib. 58; 114, Plut.Mor. 6; 112, App.Ib. 99; 109, Eutr. IV 27; 102 a.C.,App. Ib. 100). Colonia Patricia Corduba est magnficamente situada en la cuenca me-dia del Guadalquivir.

    Todas las colonias de Csar, salvo Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco, queera residencia de los pretores, gran metrpoli y con una poblacin no inferior a Car-thago Nova (Str. III 4, 7), se hallan en la Btica, lo que parece indicar que las razoneseconmicas fueron las que fundamentalmente decidieron la eleccin de los lugares. Nohay que descartar la posibilidad de que estas colonias, como los asentamientos militares

    bticos, segn sugiere A. Garca y Bellido, tuvieran la finalidad de proteger esta ub-rrima provincia de las incursiones de los habitantes del otro lado del Estrecho, comosucedi en poca de Marco Aurelio 128. En el ao 38 a.C., Bogud pas a la Btica con laintencin de saquear el rico templo de Hrcules en Cdiz, si se cree a Porfirio (De abst.I 25), templo que haba sufrido varias expoliaciones, pues fue robado en el ao 206 a.C.

    por Magn (Liv. XXVIII 36) y saqueado por Csar, segn Din Casio (XLIII 39). Lascolonias fundadas entre Csar y Augusto se sitan en dos sitios estratgicos. La ColoniaVictrix Iulia Lepida, en un paso del Ebro en su curso medio. La Colonia Urbs Iulia

    Nova Carthago era el mejor puerto de todo el Levante,que efectuaba todo el intercam-bio de mercancas con el exterior (Str. III 4, 6), y era vecina a las ricas minas de plata,que en tiempo en que Polibio las visit trabajaban 40.000 obreros y rentaban al puebloromano 25.000 dracmas diarias (Str. III 2, 10).

    Las colonias de Augusto, salvo las lusitanas, de las que ya se ha [ -177178-]

    hablado, se hallan casi todas situadas en la Btica129

    o en la costa levantina, probable-mente debido a su riqueza. La colonia Caesaraugusta reemplaza a la colonia VictrixIulia Celsa. La Coloni