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La Romanización del Mediterráneo Trabajo realizado por: Universitat per a majors Aparicia Ramos Jiménez JAUME I de Castelló Carmen Redó Nento Seu del Nord-Vinaròs Josefina Roca Sancho Carmen Roselló Boix Francisca Soriano Ballester Curso 2010-2011

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La Romanización del Mediterráneo

Trabajo realizado por: Universitat per a majors

Aparicia Ramos Jiménez JAUME I de Castelló

Carmen Redó Nento Seu del Nord-Vinaròs

Josefina Roca Sancho

Carmen Roselló Boix

Francisca Soriano Ballester Curso 2010-2011

Nihil adeo arduum est quod virtute consequi non possit.

“Nada es tan difícil que no se pueda conseguir con coraje.”

Julio César

La Romanización del Mediterráneo 1

ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………....4

I. 1 - Fuentes de conocimiento de la Historia de Roma……………………….....5

II. ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA ITÁLICA..............6

II. 1 - BREVES APUNTES HISTÓRICOS……………………………..6

II. 1.1 - La fundación de ROMA. La Monarquía………………………..6

II. 1. 2 - La República. Las luchas entre patricios y plebeyos………….9

II. 1. 3 - La conquista de Italia. Las Guerras Púnicas…………………10

II. 1. 4 - La crisis y el fin de la República………………………………13

II. 1. 5 - El tránsito de la República al Imperio……………………….14

II. 1. 6 - El Imperio romano…………………………………………...16

II. 1. 7 - El bajo imperio y la división del poder………………………20

II. 1. 8 - Decadencia y caída del Imperio de Occidente………………...21

III. LA ROMANIZACIÓN. CARACTERÍSTICAS…………….

III. 1 - Organización política y jurídica…………………………………………...

III. 2 - Organización económica y social………………………………………….

III. 3 - La Civitas como modelo de gestión pública……………………………….

III. 4 - Arquitectura y obras de ingenierías civiles y militares…………………....

III. 5 – El arte romano……………………………………………………………..

III. 6 - Formación y ordenamiento de las provincias romanas……………………

IV. ROMANIZACIÓN DE HISPANIA…………………………………

IV. 1 – Etapas del Proceso de Romanización……………………………………..

IV. 2 - Organización político- jurídica……………………………………………

IV. 3 – Organización económica y social…………………………………………

IV. 4 - Religión y cultura…………………………………………………………

IV. 5 – La época romana de la Comunidad Valenciana…………………………..

La Romanización del Mediterráneo 2

V. ROMANIZACIÓN DE DISTINTAS PROVINCIAS………67

V. 1 - Galia y Germania………………………………………………………..67

V. 2 – Britania………………………………………………………………….69

V. 3 - Las provincias del Danubio……………………………………………..70

V. 4 – Grecia…………………………………………………………………...73

V. 5 - Asia Menor………………………………………………………………74

V. 6 - Las provincias orientales………………………………………………...75

V. 7 - Egipto, Creta y Cirenaica………………………………………………..76

V. 8 - África, el granero de Roma……………………………………………...77

VI. CONCLUSIONES……………………………………………………………..79

VII. ANEXOS……………………………………………………………………….82

VII.1 - Modelo de planta de una ciudad romana……………………………… 82

VII. 2 – Mapas División Provincial de HISPANIA……………………………83

VII. 3 – Mapa: VÍA AUGUSTA (Comunidad Valenciana)...…………………84

VII. 4 – El Teatro Romano de SAGUNTO,

(Antes y después de la rehabilitación)………………………………………….85

VIII. BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………..86

La Romanización del Mediterráneo 3

I. INTRODUCCIÓN

La península Itálica, situada en el corazón del Mediterráneo, entre los mares Tirreno y

Adriático, es el eje de simetría que separa la cuenca oriental y la occidental: Italia mira

por igual a África y a Europa.

La civilización romana tuvo su origen en el centro de Italia, en una región llamada

vetus Latinum, hoy llamada Lacio, de donde proviene el nombre de la lengua, el latín y

el de sus primeros habitantes, los latinos.

La historia de Roma es una de las más importantes de toda Europa y de todo el

mundo. Heredera de múltiples culturas antiguas, como la de los etruscos y latinos, y

receptora de la colonización griega y cartaginesa, vio nacer el Imperio romano, uno de

los mayores de la historia y legador de gran parte de la cultura occidental.

La cultura romana es, pues, el resultado de un importante intercambio entre

civilizaciones diferentes: la cultura griega y las culturas desarrolladas en Oriente

(Mesopotamia y Egipto, sobre todo), que contribuyeron a formar la cultura y el arte de

los romanos.

Lo sorprendente de la acción de Roma en la Historia Universal es que una pequeña

ciudad del centro de Italia pudiera llegar a conquistar y dominar todos los países

mediterráneos.

Una vez vencido el poder de Cartago en las Guerras Púnicas, se despierta en Roma

un incontenible espíritu imperialista, y a ritmo rápido e ininterrumpido incorpora uno

tras otro a todos los países del Mediterráneo, hasta conformar en los siglos II y I a. C. el

Imperio más extenso de cuantos le precedieron y siguieron en el curso de la Historia.

Antes habían existido otros imperios, como el persa o el de Alejandro Magno, que

controlaron también una gran extensión de territorios, pero ninguno llegó a ser tan

persistente ni a ejercer una labor civilizadora tan duradera como el poder romano.

Los métodos de los que se sirvió para imponerse no fueron siempre ejemplares. Las

guerras, con sus secuelas de saqueos, pillajes y destrucciones de comunidades enteras,

acompañaban a las legiones romanas. Pero después de ellas, Roma supo dotar de un

marco político-administrativo estable a numerosos territorios que jamás habían gozado

de periodos prolongados de paz, imponiéndoles su lengua, el latín, e introduciéndolos

La Romanización del Mediterráneo 4

en las ventajas de la civilización urbana. Un mismo sistema de educación, continuación

innovadora del griego, unía a hispanos y africanos, a itálicos y británicos.

La civilización romana ha ejercido y sigue ejerciendo una fascinación irresistible a

través de los siglos: los recursos de ingeniería, los complejos sistemas de abastecimiento

de aguas, la eficaz red de caminos que comunicaban los centros más lejanos con el

corazón del Imperio nos hablan de una sociedad técnicamente muy avanzada. Las

tipologías de la construcción, los estilos arquitectónicos y el gusto decorativo propios

del mundo romano se reflejan en gran parte en los lenguajes artísticos más conocidos

desde el renacentista hasta el postmoderno. Incluso las tensiones sociales, la lucha

constante por el poder político, los excesos y la decadencia de las costumbres civiles de

los antiguos romanos nos son bien conocidas.

Tanto en lo bueno como en lo malo, la influencia de Roma invade muchos aspectos

de nuestra vida diaria. Con frecuencia somos inconscientes de esa herencia. Cada vez

que abrimos un grifo para servirnos agua estamos usando un mecanismo concebido

hace dos mil años.

De igual modo, los orígenes del sistema jurídico que protege nuestros derechos se

remontan a los jurisconsultos romanos.

Por tanto, no es fácil narrar la historia de Roma y su civilización que, durante más de

un milenio, condicionó la cultura de una gran parte del mundo.

SPQR (Senatus Populosque Romanus.). Fue el emblema de los estandartes de las legiones romanas, así como el

nombre oficial de la República Romana y del Imperio romano.

La Romanización del Mediterráneo 5

I. 1 - FUENTES de CONOCIMIENTO de la HISTORIA de ROMA

Para reconstruir la Historia de Roma contamos con una serie de noticias

proporcionadas por algunos autores del Mundo Antiguo; unas indirectas desde los

siglos VIII al IV a. de C., otras directas a partir del siglo IV a. C. narradas por autores

coetáneos. Estas obras no son absolutamente fiables considerándose que alteraron la

Historia de Roma, y que muchas de sus narraciones son poco creíbles. No parecen ser

fidedignos los datos anteriores al 387 a. C., año del incendio gálico que destruyó Roma,

de tal manera que los datos anteriores a esta fecha los completaron con leyendas, y en

parte con invenciones libres, de modo que resulta difícil separar la verdad de la

imaginación.

El modo de exponer los acontecimientos era agrupar en sucesión cronológica los

que ocurrían cada año, de ahí que se llamen analistas a los autores romanos hasta el

siglo I a. C.. Los analistas tampoco tuvieron conciencia de hacer ciencia histórica, sino

que sus escritos eran una parte de la política.

A partir del siglo I d. C., aparecerán los grandes historiadores aunque estos

entenderían la Historiografía como una obra de alta elocuencia y no como búsqueda

desinteresada de la verdad.

Otra fuente relativamente segura para tiempos recientes la tenemos en los Fasti

Capitolini cuyos esquemas son el soporte de los analistas. Estos Fasti plantean además

el problema de la cronología, es decir, del cómputo de los años por los romanos, que en

los tiempos antiguos computaban los años por el período que detentaba el cargo el

magistrado supremo de la ciudad (doce meses, 355 días).

Otras fuentes para conocer la Historia arcaica de Roma son los Annali Maximi,

relatos que el pontifex Maximus hacía de los acontecimientos de cada año, y los Fasti

Triumphales: los triunfadores de los juegos deportivos.

También los descubrimientos arqueológicos permiten ir reconstruyendo la Historia

primitiva de Roma: los restos etruscos prueban la importancia de Etruria en el desarrollo

político de Roma.

La filología es otro factor importante, pues el significado de una palabra puede

reconstruirse rastreando su evolución. La comparación histórica es otro dato que a veces

puede ser útil, aunque debe utilizarse con mucha cautela. Por último, un factor que

puede arrojar luz sobre épocas no documentadas es la morfología.

La Romanización del Mediterráneo 6

II. ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA ITÁLICA

II. 1 - BREVES APUNTES HISTÓRICOS

II. 1. 1 - LA FUNDACIÓN DE ROMA. LA MONARQUÍA

Roma estuvo habitada interrumpidamente

desde la Edad del Bronce, surgiendo de

los asentamientos de tribus latinas, sabinas

y etruscas en las siete colinas situadas en

la confluencia entre el río Tíber y la Vía

Salaria, a 28km del mar Tirreno.

En este lugar el Tíber tiene una isla por donde el río puede ser atravesado. Debido a

la proximidad del río y del vado, Roma estaba en una encrucijada de tráfico y comercio,

con terrenos ricos en pastos y con colinas que ofrecían lugares de fácil defensa, lo que la

hizo prontamente atractiva.

La carencia de fuentes fidedignas y la serie de leyendas sobre su origen hacen

adoptar una natural prudencia a la hora de estudiar los orígenes de Roma. La más

antigua tradición atribuye su fundación a la presencia de aqueos con prisioneras

troyanas en el Lacio. Otras dos tradiciones creen que Roma fue una fundación aquea o

bien troyana.

También existe una teoría crítica de la fundación de Roma sostenida por muchos

autores, que viene a decir que Roma surge a partir del forum romanum.

La tradición originó otras leyendas: una que atribuía a Eneas su fundación, y otra, de

sentido nacionalista, que la creía fundada por los gemelos Rómulo y Remo,

descendientes de aquel.

Prescindiendo de la figura de Remo, Rómulo aparecerá en los Annales de Ennio

como único fundador de Roma. Podemos señalar que esta leyenda presenta pocos visos

de historicidad y se puede afirmar que Roma no tuvo un comienzo instantáneo, sino que

conoció sucesivas fases de formación, evolución y engrandecimiento urbano que recoge

la tradición y evidencia la Arqueología.

La Romanización del Mediterráneo 7

La leyenda troyana, recogida en la Eneida, contribuyó a perfilar los orígenes míticos

de Roma:

Eneas, tras escapar de Ilión, logra llegar al Lacio acompañado por su hijo Ascanio,

casándose con la hija del rey Latino. Sus descendientes formaron una dinastía de hasta

doce monarcas que se enzarzaron en luchas dinásticas.

La hija de uno de estos reyes, Numitor, llamada Rhea Sylvia, fue obligada por su tío

Amulio, usurpador del reino de su padre, a hacerse vestal para evitar descendencia y

poder ser derrocado por ella. Amulio también había asesinado al hermano de Rhea.

Amada por el dios Marte, tuvo dos

hijos gemelos, Rómulo y Remo, a los que

tuvo que abandonar en una cesta en el río

Tíber. Salvados de las aguas y

amamantados por una loba en la gruta

del Lupercal, fueron recogidos y criados

finalmente por el pastor Fáustulo. La loba capitolina, símbolo de Roma,

amamantando a los gemelos Rómulo y Remo.

Tras descubrir el secreto de su nacimiento, Rómulo y Remo mataron a Amulio y

devolvieron el reino a su abuelo Numitor.

Éste les entregó territorios al noroeste del Lacio y allí Rómulo fundó Roma, según

el rito etrusco, en el año 753 a. C., delimitando el recinto de la ciudad con un arado, lo

que sería la supuesta Roma Quadrata del Palatino.

Más tarde Rómulo dio muerte a su hermano, que se burló de él, tras la ceremonia

fundacional.

Según datos de la tradición latina, a Rómulo se atribuye la organización

fundamental de la ciudad: la distribución en tres tribus, los comicios curiados

organizados en treinta curias (diez por tribu), el Senado y la distinción entre patricios y

plebeyos.

Roma se presenta con las características de una ciudad-Estado, es decir, una comunidad

de hombres libres que participaban en la vida y en la defensa de la ciudad.

Rómulo, cuyo nombre se dice que habría inspirado el nombre de la ciudad, fue el

primero de los siete Reyes de Roma.

La naciente ciudad-estado es gobernada por un rey (rex) elegido por un consejo de

ancianos (senatus).

La Romanización del Mediterráneo 8

El periodo regio estuvo constituido, según los analistas, por siete reyes: cuatro de

origen latino-sabino y tres de origen etrusco.

Los reyes míticos o semi-míticos son (en orden cronológico):

-Rómulo (753-715 a. C.). Creó el Senado y amplió la población acogiendo a

grupos sabinos.

-Numa Pompilio (715-673 a. C.). Organizó la vida religiosa, el culto, los

colegios de sacerdotes y reformó el calendario dividiendo el año en doce meses.

-Tulio Hostilio (673-642 a. C.). Destruyó la villa rival de Alba Longa, con lo

que extendió el dominio de Roma.

-Anco Marcio (641-617 a. C.). Impulsó la creación del primer puente sobre el

Tíber y la fundación de la colonia de Ostia en la desembocadura del río.

Hacia fines del siglo VII a. C. se inició el dominio de los etruscos que se

expandieron por el Lacio hasta Campania. La tradición recuerda tres reyes etruscos:

-Lucio Tarquinio Prisco (617-579 a. C.). El pueblo romano lo elige como

sucesor de Anco Marcio. Instituyó los primeros Juegos Romanos e inició numerosas

obras en Roma. Luchó con éxito contra los sabinos y fue asesinado por un hijo de su

antecesor.

-Servio Tulio (578-535 a. C.). La tradición le asigna unas reformas, la

Constitución serviana, que significaron una nueva distribución de los derechos políticos,

basados en la fortuna personal y no en el nacimiento, y una nueva reorganización

militar. Ensanchó Roma con el Quirinal y el Viminal y la protegió con fosos y un muro.

-Lucio Tarquinio el Soberbio (534-509 a. C.). Reactivó las obras emprendidas

por su padre. Su actuación tiránica provocó un movimiento revolucionario que acabó

por derrocarle. Este hecho señaló el fin de la era etrusca, ya declinante.

En este periodo la ciudad prosperó y se convirtió en un centro artesanal y comercial.

La sociedad estaba dividida en patricios, que eran los integrantes de los linajes más

ricos y poderosos, y los plebeyos, que componían los grupos más humildes de la

población. El rey ejercía el poder religioso, político, militar, legislativo y judicial,

aunque cierta autoridad estaba reservada a dos órganos consultivos: el Senado

(constituido por miembros de las familias más importantes) y los comicios curiados (la

asamblea general de los ciudadanos) divididos en treinta curias agrupadas en tres tribus

y controlados por los patricios. Aunque los últimos reyes de Roma eran de origen

etrusco, la ciudad siempre mantuvo su independencia; no obstante, en la cultura, las

artes y la arquitectura existió una profunda influencia etrusca.

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II. 1. 2 - LA REPÚBLICA. Las luchas entre patricios y plebeyos

Tras el destierro del rey y la expulsión de los etruscos, nace la República romana

con la elección de los primeros cónsules, Lucio Junio Bruto y Lucio Tarquinio Colatino.

Los cónsules -al principio patricios pero más tarde plebeyos también- eran oficiales

electos que ejercían la autoridad ejecutiva, pero tuvieron que enfrentarse al Senado

romano, que creció en tamaño y poder con el establecimiento de la República. En este

periodo se fraguarían sus instituciones más características: el Senado, las diversas

magistraturas y el ejército.

El Derecho y la aplicación de la justicia eran monopolio patricio. Su transmisión era

oral y solo sus jefes conocían las fórmulas para actuar con licitud y eficacia.

Empieza un largo período de graves enfrentamientos sociales entre patricios y

plebeyos. En el 493 a. C. Roma ingresa en la Liga Latina. Un año después se crean los

cargos de tribunos de la plebe y se instituyen los comicios tributos, para defender los

derechos de las clases menos pudientes.

Las etapas fundamentales de la lucha que los plebeyos libraron para participar en la

vida política fueron:

-La obtención de una asamblea y magistrados propios, los llamado tribunos de

la plebe,

-El nombramiento de los decenviros para que redactaran un código de leyes

escritas y no arbitrarias, las XII Tablas.

-La institución de los comicios tributos, abiertos a la plebe, que tuvieron potestad

legislativa.

-El acceso a diversas magistraturas.

Una serie de leyes limitaba las intromisiones de los ricos y con el tiempo la

desaparición de la hegemonía político-económica del patriciado y el fortalecimiento de

una clase noble, a la que ya tenían acceso las familias plebeyas que disponían de altos

medios económicos.

Los conflictos entre patricios y plebeyos caracterizaron la pugna política interna

durante todo el periodo republicano, logrando los plebeyos sólo paulatinamente la plena

equiparación política (aunque no social).

La Romanización del Mediterráneo 10

II. 1. 3 - LA CONQUISTA DE ITALIA. LAS GUERRAS PÚNICAS

La joven República demostró tener

una vocación expansionista que la llevaría

a dominar toda la península en poco más

de dos siglos. Roma sufre el saqueo de los

galos en el 390 a. C., pero se recupera en

poco tiempo y continúa su política de

expansión.

Los momentos que se consideran cruciales en esta fase histórica son: la derrota de

los latinos en el Lago Regilo (496 a. C.), la anulación de la amenaza etrusca, que

culminó con la destrucción de Veyes (396 a. C.) y las tres guerras samníticas (343-290

a. C.), que llevaron a la formación de un Estado federal romano-latino.

La última amenaza a la hegemonía de Roma en Italia llegó el año 280 a. C., cuando

Pirro, rey de Epiro, desembarcó en Italia con un ejército para dar apoyo a la colonia

griega de Tarento y a otras ciudades menores. Los romanos se enfrentaron a él y al fin

se impusieron logrando que el monarca volviera a su tierra y que las ciudades griegas se

unieran a la alianza romana.

La eficaz administración de la Italia central y meridional fueron la base del éxito

militar de los romanos y el dominio de sus territorios. Tras cada una de las conquistas se

producía el envío de ciudadanos que consolidaban las nuevas fundaciones.

En la segunda mitad del siglo III a. C., Roma ya se había convertido en la dueña de

la península itálica y ya empezaba a asomarse al Mediterráneo. Inevitablemente se

convertiría en la rival de la potencia que dominaba buena parte del Mediterráneo:

Cartago.

Los intereses de Cartago estaban puestos sobre todo en el comercio, servido por una

gran flota que también tenía capacidad militar y podía actuar en caso de necesidad.

Esta ciudad controlaba las costas africanas hasta Egipto y las hispanas mediterráneas

y sus contactos se extendían por el sur a lo largo de la costa africana atlántica y por el

norte hasta Cornualles.

Cerdeña, Córcega y Sicilia occidental estaban bajo control cartaginés que respetaba

las costas itálicas según tratados concluidos primero con los etruscos y después con los

romanos. Era inevitable que se produjese un rechazo directo del dominio cartaginés.

La Romanización del Mediterráneo 11

Los enfrentamientos entre ambas potencias surgieron en Sicilia.

Las Guerras Púnicas se extendieron por varios decenios, en los que los romanos

fueron vencedores tanto en el mar como en tierra firme. Durante la Primera Guerra los

romanos conquistaron Sicilia y a continuación Cerdeña y Córcega. Cartago, sin

posibilidad de contraataque y expuesta a una nueva invasión, se avino a una multa

enorme (3.200 talentos, en diez años).

La invasión púnica de Hispania buscaba una base territorial amplia, la explotación

de sus recursos mineros y la reconstrucción de un fuerte ejército asalariado. Amílcar

Barca fue el hombre de la recuperación en Hispania. A su muerte, continuó esta labor

su yerno y heredero político, Asdrúbal. Aníbal, sobrino y sucesor de Asdrúbal,

consolidó el dominio cartaginés en la Península y conquistó Sagunto, aliada de Roma,

tras un duro asedio de ocho meses, lo que provocó la declaración romana de guerra.

Aníbal dominó la Segunda Guerra Púnica mientras las tropas romanas pasaban por

victorias y reveses, algunos muy duros, como el de Cannas. La intervención de los

Escipiones, en especial la de Publio Cornelio, determinó que la guerra pasara a ser

favorable a Roma, hasta que en la batalla de Zama (202 A. C.) se produjo la derrota

definitiva de Cartago, estableciéndose un nuevo sistema de equilibrio en el

Mediterráneo. Publio Cornelio Escipión recibió el apodo de “el Africano” después de

derrotar a Aníbal en la batalla de Zama.

Imagen de Cartago tal como era antes de que Roma la destruyera por completo.

La Romanización del Mediterráneo 12

Cartago hubo de entregar sus elefantes, abandonar las tierras no africanas, renunciar

a la política exterior, comprometerse al pago de 10.000 talentos durante un lapso de

cincuenta años, reconocer a Massinissa, cliente de Roma, como rey de Numidia y, sobre

todo, entregar su flota de guerra a excepción de diez simbólicos navíos para protección

de su puerto.

En el campo occidental, Roma sustituyó a

Cartago en el control de Hispania,

mientras la zona oriental proseguía

dominada por los reinos de Macedonia,

Siria y Egipto. Además, Grecia estaba

dividida en ciudades-estado y en ligas de

ciudades con alianzas poco estables.

Los romanos iniciaron una serie de operaciones diplomáticas y militares que en

pocos años los convirtieron en señores de todo el Mediterráneo.

Al principio, Roma impuso su hegemonía pero con respeto hacia la autonomía y los

intereses de los pueblos conquistados. No obstante, después del año 168 a. C. se adoptó

una política de anexión directa de los territorios bastante desconsiderada, acorde con los

intereses capitalistas de los grupos dominantes que buscaban el sometimiento y la

destrucción de los posibles competidores, todo ello sumado a la explotación intensiva de

los territorios y de los pueblos conquistados.

Cartago no había dejado de existir, reconstruyendo su economía sobre una base de

agricultura intensiva y una amplia flota mercante. Roma temiendo la rivalidad en la

producción agraria y deseando asegurarse el monopolio mercantil en el área, quería la

guerra. Cartago aceptó las drásticas condiciones romanas de entregar 300 rehenes

nobles y abandonar las armas. Pero Roma exigió un imposible: el abandono de la ciudad

y su traslado a 15 kilómetros tierra adentro. Cartago debía autodestruirse, negarse a sí

misma y desaparecer del horizonte romano. El asedio fue dramático

En el año 146 a. C., Publio Cornelio Escipión Emiliano, tomó Cartago, la arrasó

hasta sus cimientos y roció simbólicamente su solar con sal para maldecir y esterilizar

su tierra. Su territorio se convirtió en la provincia de África.

Roma se anexiona Grecia y Macedonia. En el año 130 a. C. se constituye la

provincia de Asia. Entre 125-121 a. C. se conquista la Galia meridional.

La Romanización del Mediterráneo 13

II. 1. 4 - LA CRISIS Y EL FIN DE LA REPÚBLICA

En poco tiempo, la República había dejado de ser un Estado pequeño para

convertirse en una gran potencia mediterránea, y no consiguió resolver la creciente

desigualdad social que estas conquistas habían generado. La expansión trajo consigo

profundos cambios en la sociedad romana. Estallan en la República las tensiones

sociales. La inadecuada organización política pensada para una pequeña ciudad-estado y

no para el gran territorio que es ya Roma se hace patente para algunos, pero todos los

intentos de cambio son bloqueados por la ultraconservadora élite senatorial. El

enfrentamiento entre las diversas facciones produce, en el siglo I a. C., una crisis

institucional, que conducirá a diversas revueltas, revoluciones y guerras civiles.

El tribuno Tiberio Graco trata de introducir algunas reformas agrarias, pero es

asesinado junto a muchos de sus seguidores: con este hecho sangriento empezó la crisis

de la sociedad romana. Su hermano Cayo Graco revalida las leyes propuestas por

Tiberio, pero también cae asesinado.

El general Lucio Cornelio Sila se convierte en dictador y reforma la constitución,

restableciendo la autoridad absoluta del Senado. Tras la muerte de Sila en Pompeya (78

a. C.), siguió un período de gran agitación social e intelectual, a la vez que un gran

desarrollo económico, artístico e intelectual, al tiempo que la oligarquía senatorial se

debilitaba cada día más.

La Romanización del Mediterráneo 14

II. 1. 5 - EL TRÁNSITO DE LA REPÚBLICA AL IMPERIO

En el año 60 a. C., César, Pompeyo y Craso constituyen el primer Triunvirato, una

coalición contra el poder del Senado. Entre el 58 y el 51 a. C., César conquista Galia.

Un año después muere Craso y Pompeyo se convierte en cónsul único. El Senado

ordena a César que licencie sus legiones, pero él atraviesa el Rubicón y marcha sobre

Roma, con lo que empieza la guerra civil. Pompeyo derrotado en Farsalia, huye a

Egipto dónde muere. En el 45 a. C., César triunfa definitivamente sobre los pompeyanos

en Munda; al año siguiente, obtiene el cargo vitalicio de dictador, pero el 15 de marzo

los conjurados dirigidos por Bruto y Casio lo asesinan. La muerte de César fue seguida

de momentos de absoluta confusión, pues los conjurados carecían de un plan de acción

y de medios para adueñarse del poder.

Las espantosas crisis políticas, sociales, ideológicas, económicas, militares, etc.

hicieron que los ciudadanos perdieran la confianza en sus propias instituciones, acaso

también por la falta de hombres de Estado capaces de poner en primer plano los

problemas institucionales antes que sus propias ambiciones personales.

En los funerales de César, cuando Marco Antonio leyó el testamento en el que

César legaba sus bienes a Octavio y al propio pueblo romano, empezó a producirse un

movimiento de la multitud clamando venganza e intentando tomar la justicia por sus

manos, lo que obligó a huir a los asesinos.

Marco Antonio y Lépido se adueñaron rápidamente de la situación. El cónsul M.

Antonio usurpa el poder. Queda abolida la dictadura. En el mes de mayo cambiaría el

curso de los acontecimientos al presentarse Octavio en Roma, reclamando la herencia

de César.

El joven Octavio se reúne con M. Antonio y Lépido en la isla de Reno, donde

llegan al acuerdo de constituir un nuevo Triunvirato, el segundo, para un reparto de

poderes.

Mientras Octavio se afianzaba en Occidente (atacó y venció a Sexto Pompeyo y

desposeyó a Lépido de sus poderes), Marco Antonio creía poder fraguarse su futuro en

Oriente, precisamente en Egipto junto a Cleopatra, a la que se unió y de la que tuvo tres

hijos.

No fue difícil para Octavio hacer ver a los romanos que él representaba la tradición y

la defensa del Imperio frente a la amenaza de barbarie y esclavitud encarnada en

Oriente.

La Romanización del Mediterráneo 15

En septiembre del año 31 se enfrentaron

las escuadras de ambos contendientes

frente a Actium. Cleopatra emprendió la

huida seguida por la escuadra egipcia y

por Antonio. El resto de la flota fue

fácilmente derrotada.

Un año más tarde, abandonado por su ejército, Antonio acabó suicidándose y

Cleopatra tras un fallido intento de atraer a Augusto se hizo morder por un áspid antes

que caer prisionera de Roma.

Con la batalla de Accio, librada por los ejércitos de Octaviano y de Marco Antonio y

Cleopatra, la lucha por la sucesión de César llega a su fin y se inicia la era imperial.

Según la tradición, el año 27 a. C., Octaviano recibiría del Senado el título de

Augusto, que era el emblema del papel extraordinario que asumía su persona. Augusto

procedería a la instauración de un nuevo sistema político romano, el Principado, que

abrirá el camino hacia el Imperio absoluto.

Caen las viejas instituciones políticas republicanas para inaugurarse una nueva

forma política que si en principio no es otra cosa que una monarquía encubierta

arropada por los viejos esquemas republicanos, muy pronto será sin ningún reparo, una

monarquía absoluta.

Augusto concentra en sus manos los poderes máximos, limita el papel del Senado,

reorganiza las provincias, dividiéndolas en senatoriales e imperiales, fortalece las

fronteras e impulsa la economía. Instituyó un cuerpo especial de militares que se debían

ocupar de su seguridad personal, los pretorianos, y se ocupó de mantener y embellecer

la ciudad de Roma.

Favoreció el culto a las divinidades romanas primigenias y las prácticas y las

ceremonias tradicionales ya casi olvidadas. Pero no impidió que las nuevas corrientes

religiosas se difundieran en Roma, como el cristianismo, que con el tiempo iba a poner

su impronta imborrable en la civilización occidental.

La paz universal propuesta por Augusto fue ampliamente apoyada por los

intelectuales. La literatura latina tiene en esta época algunos de sus mejores exponentes:

Virgilio, Ovidio, Horacio, Propercio, Tíbulo y el historiador Tito Livio entre otros.

La Romanización del Mediterráneo 16

II. 1. 6 - EL IMPERIO ROMANO

Augusto, que inauguró la dinastía

Julio-Claudia, abolió la República y

consolidó un gobierno unipersonal y

centralizado de todo el territorio, conocido

como Imperio romano. El paso de la

República al Imperio se produjo

paulatinamente y de forma incruenta.

Cuando murió Augusto (14 d. C.), Roma ya tenía marcadas las líneas de acción que

la rigieron en los siglos siguientes.

Le sucede Tiberio, buen administrador y hábil diplomático. En conjunto, tuvo un

gobierno beneficioso para todo el Imperio, aunque no resultó del todo esplendoroso por

cuanto una serie de conspiraciones y asesinatos consentidos acabaron enturbiándolo,

sobre todo porque parece que tuvo conocimiento de los mismos, los consintió e incluso

en ocasiones los instigó, todo por su engrandecimiento personal. Durante los últimos

años de su reinado tuvo lugar el juicio y la ejecución de Jesús de Nazaret.

Después de la insana etapa de Calígula, Claudio se entregó a la reforma burocrática

y financiera del Estado, y también a romanizar las provincias. Su sucesor, Nerón,

destacó tristemente por los excesos y por el incendio de Roma.

Tras la muerte de Nerón, el Imperio cayó en una grave anarquía militar, que

desembocó en la guerra civil. Se sucedieron en el poder tres emperadores y los tres

fueron asesinados. Finalmente se impuso Tito Flavio Vespasiano, de origen no patricio.

Su proclamación se debió al apoyo de las legiones de Oriente y de las danubianas y,

por último, fue ratificado por el Senado.

Vespasiano fue el fundador de la dinastía Flavia y demostró ser un excelente

administrador, dedicó su atención a las provincias, consolidó las fronteras, mejoró el

ejército y reorganizó las cajas del Estado. Le sucedieron sus hijos Tito (79-81) y

Domiciano (81-96).

Tito ya demostró poseer unas notables dotes militares durante la guerra de Judea,

dirigida por Vespasiano. Murió dos años después de ser nombrado emperador, tras

consolidar el poder romano en Britania.

La Romanización del Mediterráneo 17

A su muerte, Domiciano fue aclamado emperador, pese a sus escasas aptitudes de

mando. Su reinado se caracterizó por una forma exacerbada de absolutismo. Consolidó

las conquistas romanas en Britania y en Germania. Su intento de imponer el culto a su

propia persona divinizada le enfrentó a los adeptos al cristianismo, contra los que

desencadenó una persecución sin tregua. En el 96, Domiciano murió a manos de un

grupo de conjurados.

Del año 96 al 180 se suceden en el poder una serie de emperadores adoptivos:

Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio y Comodo, en la considerada

edad de plata del Imperio.

Las campañas militares de Trajano y sus victorias, llevan al Imperio a su expansión

máxima. En cambio, tras un largo período de paz, Marco Aurelio tuvo que apaciguar

algunas rebeliones en África, Hispania y Britania.

Con la llegada de Cómodo al poder se inicia una grave crisis política. Al principio

mantuvo consejeros del gobierno de su padre pero inmediatamente empezó a nombrar a

favoritos sin ninguna preparación. El descubrimiento de una conspiración contra su

persona hizo que el emperador promoviese una masacre entre los senadores. Las

relaciones con el Senado se volvieron hostiles y el gobierno, apoyado por los soldados,

pasó a manos de sus favoritos. La nobleza es masacrada y la corrupción sobrepasa todos

los límites. El emperador cae a consecuencia de una conjura palaciega. A su muerte el

Senado votó la damnatio memoriae, la anulación de todos sus actos de gobierno, la

supresión de sus títulos y la destrucción de sus estatuas.

Septimio Severo acabó con la guerra civil que siguió a la muerte de Cómodo y

fundó una nueva dinastía, la de los Severos. Creó una auténtica monarquía absoluta

fundamentada en el poder de su ejército. Con él comienza el período de monarquía

militar. Trató de asegurar la igualdad de todos los súbditos respecto a la ley. Las

reformas que emprendió y el aumento de los gastos militares desequilibraron la

economía y crearon descontento. A su muerte le sucedieron sus hijos Geta y Caracalla

que ejercieron el poder juntos, hasta que Caracalla mandó asesinar a Geta en el año 212.

Caracalla, despótico y sanguinario, vació las arcas públicas para comprar el favor

del ejército. La promulgación en el año 212 de la Constitutio Antoniana otorgó la

ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio. Sin embargo, más que una

mejora social, la mencionada ley suponía la reglamentación de los deberes de los

ciudadanos, sobre todo para aumentarles los impuestos. A pesar de todo se había

conseguido la unidad jurídica del Imperio.

La Romanización del Mediterráneo 18

La espantosa crisis económica trajo consigo una enorme inflación. De nada valieron

las maniobras del emperador Caracalla (y sus sucesores) de acuñar moneda de peso

inferior al legal, o incluso limando internamente las monedas de oro para rellenarlas de

metales viles con el consiguiente proceso inflacionario: aumento de precios, parón en el

comercio, acaparamiento de mercancías, etc.

Tras la negativa del rey parto Artabano V de concederle a su hija por esposa,

respondió con la guerra e hizo una incursión hacia Media, intentando llevar al ejército

incluso más allá de lo que lo hiciera Trajano. El intento fue abortado por un grupo de

oficiales, cuyo complot acabó con el asesinato del emperador (217).

Macrino, el asesino del emperador, reinó durante poco tiempo. Macrino quería hacer

una política deflacionista: reducir las tasas y disminuir los sueldos de los soldados, lo

que provocó el descontento de éstos. Su reinado estaba condenado a ser breve.

Asesinado en el año 218 fue sucedido por el primo de Caracalla, que asumió el

nombre de Marco Aurelio Antonino, siendo conocido por el apodo de Heliogábalo. Sus

ideas eran revolucionarias, pero inmaduras y confusas. Introdujo en Roma los cultos

orientales. Tanto su madre como su abuela tomaron parte en los debates del Senado,

llegando incluso a crear una especie de “senado de mujeres” en el que se despreciaba a

los senadores varones, criticándolos duramente. Consiguieron la expulsión de muchos

de ellos y colocaron en sus puestos a sus amantes, libertos o esclavos. Las cohortes

pretorianas no podían ver con agrado esta situación. Para reparar sus errores adoptó a su

primo M. Aurelio Severo Alejandro y lo nombró Caesar. Éste restauró las tradiciones

del Imperio y acabó con el gobierno de las mujeres y de los libertos. Heliogábalo,

influenciado por su madre, trató de revocar su anterior decisión y provocó un conflicto

que terminó con el asesinato de Heliogábalo y de su madre por los pretorianos. El

cadáver de Heliogábalo fue arrojado al Tíber y se condenó la memoria del emperador

(damnatio memoriae).

Severo Alejandro (222-235) llegó al trono cuando sólo contaba catorce años, por lo

que el gobierno quedó en manos de su abuela (hasta su muerte en el 226) y de su madre.

Bajo su gobierno y el de su madre, el Imperio disfrutó de un largo periodo de relativa

estabilidad. En el 230, el rey persa Ardashir invadió Mesopotamia. Al año siguiente,

Severo Alejandro y su madre intentaron una triple invasión a través de Armenia,

Mesopotamia y Babilonia en la que se consiguió un éxito relativo. Después de celebrar

esta victoria, Severo Alejandro tuvo que partir para la frontera del Rin, donde

presionaban unas bandas germanas, aprovechándose de que el emperador estaba

La Romanización del Mediterráneo 19

ocupado en la guerra persa. La falta de energía ante los bárbaros provocó el malestar de

las tropas, cuya sublevación no pudo ser dominada. Los soldados aclamaron como

emperador a uno de los oficiales de Severo. El doble asesinato de Severo Alejandro y de

su madre (marzo del 235) inauguraba el largo paréntesis de la anarquía militar: el

título imperial es rechazado por muchos generales, al tiempo que los bárbaros amenazan

las fronteras.

Los años que van de 235 a 284 se caracterizaron por una profunda crisis

institucional y social. La economía llegó casi a paralizarse y la devaluación monetaria

alcanzó niveles insostenibles.

Entre el 235 y el 305 se sucederán en el trono los llamados emperadores militares.

La serie se inicia con Maximino. Todos ellos eran generales con suerte y cierto carisma

personal, que eran aclamados por el ejército, que se había convertido en el verdadero

poder en la sombra.

Después de que llegaran al poder otros jefes, todos ellos por poco tiempo, en 284 las

tropas de Oriente proclamaron emperador a Diocleciano, que puso fin a la anarquía en

cuanto tuvo el mando. Durante su gobierno (284-305) acometió una serie de reformas

que permitieron la supervivencia del Imperio a lo largo de un siglo.

El régimen absoluto ideado por Diocleciano supuso una reforma profunda de la

estructura del Imperio en todos los órdenes, y de ahí la fijación del 284 para situar el

Dominado, aunque esas reformas estaban gestándose en el agitado período de la

anarquía militar. Desde el punto de vista del Derecho público con Diocleciano se abre

una experiencia política nueva que rompe con los esquemas anteriores.

El siglo III presenció una prolongada crisis que se manifestó en todos los campos.

La devaluación de la moneda y la inflación son fenómenos característicos de este siglo.

Los emperadores se ven obligados a la distribución gratuita de alimentos a la plebe de

Roma por parte del Estado para evitar su muerte por hambre.

Uno de los cambios sociales más importantes fue la expansión del cristianismo,

aunque más significativo que su difusión geográfica fueron los progresos de la

organización de la Iglesia, que ya era muy importante pese a las persecuciones de

muchos emperadores.

La Romanización del Mediterráneo 20

II. 1. 7 -EL BAJO IMPERIO y la división del poder

.

La presión constante de los bárbaros en las fronteras hizo que Diocleciano se

planteara como problema primordial el de la defensa. Decidió que el emperador debía

establecerse lo más cerca posible de las fronteras; en segundo lugar, consideró que una

persona sola no bastaba ya para atender todas las necesidades del Imperio. Así fue como

instituyó la Tetrarquía, un sistema de gobierno que preveía la división del poder entre

dos Augustos-él mismo y Maximiano-, asistidos por dos Césares que a la muerte o

abdicación de los dos emperadores se harían cargo del poder, y nombrarían a otros dos

Césares. Sin embargo, detrás de esta situación ya se perfilaba la bipartición del Imperio.

La fórmula sucesoria no funcionó cuando, en el 305, Diocleciano pasó a la vida

privada e indujo a Maximiano a que hiciera lo mismo. Los dos Césares asumieron el

poder pero se desencadenó una dura lucha entre Majencio y Constantino, aspirantes a

César que no llegaron a serlo.

Constantino se declaró guiado por el dios de los cristianos y se enfrentó con

Majencio en el campo de batalla. Una vez derrotadas las tropas de Majencio,

Constantino proclamó su devoción a la cruz, el símbolo cristiano (312). Al año

siguiente, Constantino y Licinio (el legítimo Augusto de Oriente) se repartieron el

poder. Constantino promulgó el Edicto de Milán, con el que se daba libertad de culto

para los cristianos, cerrando así el capítulo de las persecuciones.

Pero en el 324, Constantino derrotó a su colega y volvió a unificar el Imperio

asumiendo el título de Augusto en solitario. En el 330 mudó la capital de Roma a

Bizancio, que pasó a llamarse Constantinopla. Esta medida reconocía la decadencia de

La Romanización del Mediterráneo 21

la zona occidental del Imperio, que tendría que transformarse sustancialmente para

sobrevivir.

Con el fin de que la Iglesia conservara su unidad, Constantino presidió en el año 325

el Concilio ecuménico de Nicea, del que surgió el Credo que restauró la unidad de

católicos y arrianos.

Tras la muerte de Constantino (337), el Imperio se divide nuevamente entre los

herederos Constancio II, Constantino y Constante, para volver a unirse bajo el poder de

Constancio (353-361).

II. 1. 8 - DECADENCIA Y CAÍDA DEL IMPERIO DE OCCIDENTE

Constancio II combatió largo tiempo contra los persas. Le sucedió Juliano (361-

363), al que los cristianos apodaban “el Apóstata”, que intentó restaurar el paganismo.

Al respecto, promulgó tres edictos con los que se proponía limitar el poder creciente de

la Iglesia. Su tolerancia religiosa no le impediría una cierta animadversión contra el

culto cristiano, hecho que se desprende del permiso que diera a los judíos de reconstruir

el templo de Jerusalén. Murió mientras luchaba contra los partos en su intento de

conquistar el Oriente.

El Imperio se dividió entre Valentiniano y Valente, que lo defendieron con eficacia

hasta la derrota de Adrianópolis (378), en la que murió Valente y tras la cual los godos

invadieron los Balcanes. Para sustituir a Valente en la zona oriental del Imperio,

Graciano, el hijo y sucesor de Valentiniano, mandó llamar a Teodosio, nacido en

Hispania.

Teodosio (379-395) consiguió unificar de nuevo el Imperio y autorizó el

establecimiento federal de muchas comunidades de bárbaros. Con el edicto de

Tesalónica (380) proclama al cristianismo como única religión estatal. Su política de

intransigencia religiosa le llevó a vetar incluso el culto privado a los dioses paganos, lo

que propició el alzamiento de Occidente, aún unido a las divinidades tradicionales. Los

éxitos militares contra los godos, la integración pacífica de éstos en el Imperio y la

pacificación momentánea de las fronteras lindantes con el reino sasánida, hizo que los

historiadores le dieran a Teodosio I el sobrenombre de “el Grande”.

La Romanización del Mediterráneo 22

Ya a punto de morir se vio obligado a dividir una vez más el Imperio entre sus hijos

Honorio, a quien correspondió el Occidente, y Arcadio, a quién tocó el Oriente. Desde

ese momento los dos Imperios se encaminaron por sus destinos separados y bien

diversos uno de otro.

En Occidente el emperador gobernaba con dificultad. De hecho, el poder estaba en

manos de los jefes militares y los latifundistas. También la Iglesia se imponía al poder

político, mientras la economía atravesaba una grave crisis y era notable la decadencia

demográfica. En estas condiciones, cada día era más fácil la invasión de los pueblos

bárbaros y poco a poco la disgregación del territorio avanzó pareja a la reducción de la

soberanía del emperador sólo al territorio de Italia.

En 410, los visigodos de Alarico sitiaron y saquearon Roma. Desde entonces, se

organizaron reinos bárbaros incluso en territorio romano. En el año 452, los hunos de

Atila invaden Italia siendo derrotados en la batalla de los Campos Cataláunicos. Muy

pocos años después los vándalos de Genserico volvieron a saquear Roma.

En términos formales, el fin del Imperio Romano de Occidente se fecha en el 476,

año en que el bárbaro Odoacro depuso a Rómulo Augústulo, el último emperador,

asumió plenos poderes y envió una embajada con las insignias imperiales al emperador

de Oriente.

Por el contrario, en Oriente el emperador controlaba la situación, con una Iglesia

sometida a su voluntad y con comandantes militares más controlables. Contaba con una

burocracia eficiente, la economía y el comercio estaban en auge y los bárbaros no

conseguían infiltrarse.

Para señalar formalmente la separación de Occidente, en 440 se declaró al griego

lengua oficial desapareciendo el latín de la administración. El Imperio romano de

Oriente, posteriormente denominado Imperio bizantino, fue muy rico y avanzado

culturalmente y sobrevivió durante aproximadamente mil años más, hasta la caída de

Constantinopla en el año 1453.

La Romanización del Mediterráneo 23

III. LA ROMANIZACIÓN. CARACTERÍSTICAS

Se denomina romanización a la integración plena de una sociedad determinada en

el conjunto del mundo romano (economía, sociedad, cultura, religión). Por este proceso,

los pueblos indígenas fueron asimilando la cultura romana y de hecho quedaron

integrados en la estructura administrativa provincial de Roma.

La romanización casi siempre, como otros procesos de colonización posteriores

empezaron por las élites locales. Eso significa que las personas que disfrutan de mayor

poder e influencia en la sociedad conquistada lo son por ser aliados políticos de los

conquistadores romanos. La relación entre la nobleza local y los colonizadores romanos

lleva en primera instancia al uso del latín por parte de las élites en instancias oficiales.

Además de la lengua, las clases dirigentes adoptaron frecuentemente las formas

exteriores distintivas de los romanos: vestido, estilo, religión, costumbres formales, etc.

Esa adopción de elementos materiales romanos requiere frecuentemente la importación

y/o producción de productos típicamente romanos, lo cual frecuentemente implica

también la importación de la tecnología para producirlo localmente. La cultura romana

se difundió sobre los indígenas, hasta el punto que se impuso el latín, la lengua hablada

por los soldados conquistadores y que fue el origen de muchas de las lenguas actuales

(italiano, castellano, catalán, francés, etc.). El latín era la lengua empleada tanto por el

pueblo llano como por la gente culta.

También se adoptaron las formas de vida de los romanos y se difundió el culto a sus

dioses.

Este proceso no resultó tan intenso a la parte oriental del Imperio. En las ciudades, la

lengua cotidiana continuó siendo el griego. Además, los romanos adoptaron una actitud

de asimilación y aprendizaje frente a su cultura, arte, religión y ciencia. Las primitivas y

sencillas costumbres de los primeros romanos, poco a poco, fueron sustituidos por

hábitos y gustos más refinados, que copiaban lo que habían observado en las ciudades

de Oriente.

Por tanto, la verdadera romanización, caracterizada por la latinización, es propia del

Occidente del Mediterráneo, donde los pueblos se sometían pasivamente a la influencia

cultural y lingüística. A pesar de algún bilingüismo, el latín fue la lengua oficial,

impuesta por la administración, la escuela, la justicia, el ejército y el comercio.

La Romanización del Mediterráneo 24

Una vez vencido Cartago en las Guerras Púnicas, se despierta en Roma un

incontenible espíritu imperialista, y de forma rápida e ininterrumpida incorpora uno

tras otro a todos los países del Mediterráneo hasta conformar en los siglos II y I a. C. el

Imperio más extenso de cuantos le precedieron y siguieron en el curso de la Historia.

Normalmente, la romanización se presenta como una gran aportación a los salvajes

que poblaban Europa. Si lo miramos desde el punto de vista contrario, vemos que el

latín se impone por la dominación militar de un territorio por parte del Imperio, siendo

uno de los vehículos que más contribuyó a la universalización de la cultura romana.

En ella podemos distinguir varios aspectos:

*El latín se impuso como lengua común.

*El derecho romano (leyes, concepción del estado, administración provincial…)

*La religión politeísta romana y, posteriormente el cristianismo se difundió por el

imperio romano.

El proceso de romanización llegó a su máxima expresión cuando el emperador

Caracalla, en el siglo III, extendió la ciudadanía a todos los habitantes libres del

Imperio.

La Romanización del Mediterráneo 25

Por otro lado, las ideas religiosas del Imperio romano fueron el resultado de la

mezcla de elementos muy diversos. Se extendió la antigua costumbre romana de rendir

culto a los antepasados familiares, y al mismo tiempo se generalizó la religión estatal,

que se basaba en una mitología similar a la de los dioses griegos.

La política del Estado romano sobre la religión de los pueblos integrados en sus

dominios se caracterizó por una gran flexibilidad. Mientras promocionaba el

conocimiento de sus propios dioses por medio de una propaganda constante, no solía

imponer el culto a los dioses romanos si no existían condiciones para la aceptación de

los mismos. Sólo cuando un culto no romano entraba en contradicción con las prácticas

rituales o con la hegemonía de los dioses romanos, el Estado empleaba métodos

coactivos.

Las peculiaridades políticas condujeron a la aparición de cultos oficiales políticos.

Desde la época de Augusto se levantaron templos y se rindió culto a la figura del

emperador como una forma de reforzar la fidelidad de todos los ciudadanos del Imperio

a Roma. Al mismo tiempo también se difundió el culto de divinidades orientales como

Isis (de Egipto) o Mitra (de Persia). En las zonas más rurales y menos romanizadas se

mantuvieron las creencias anteriores y las religiones locales.

Por último, durante los siglos I y II empezó a extenderse con ímpetu una nueva

religión, el cristianismo, que sería clave para entender la posterior evolución de Europa

en la Edad Media.

III. 1 - Organización política y jurídica

La posición central de Roma en la península le permitía enfrentarse a sus adversarios

casi siempre por separado. Sin embargo, a causa de la ampliación progresiva de los

territorios conquistados se hizo necesaria una defensa adecuada, concretada en la

colonia, el más típico de los rasgos romanos. En los sitios estratégicos, se instalaban

ciudadanos que, con sus familias, debían defender las nuevas conquistas y también

cultivar la tierra que se les entregaba, tomada de una tercera parte del territorio enemigo,

dividido en pequeñas parcelas y distribuido como propiedad privada. Estos ciudadanos

recibieron el nombre de coloni y se llamó colonia a la nueva comunidad. Había que

distinguir entre coloniae Latinae (colonias latinas) y coloniae Romanorum (colonias de

ciudadanos romanos).

La Romanización del Mediterráneo 26

Las más antiguas fueron las colonias latinas, unidas a Roma por un especial tratado

de alianza. Tenían una constitución y leyes propias, no pagaban tributos a la metrópoli

pero debían enviar contingentes militares en tiempos de guerra. Sus habitantes eran

proletarios romanos que renunciaban a la ciudadanía a cambio de la propiedad de unos

terrenos cultivables. Se destinaban a la defensa de las fronteras terrestres. En sus

confines marítimos Roma creó colonias más pequeñas con sus propios ciudadanos que

conservaban los derechos inherentes a la ciudadanía romana y tenían sus propios

magistrados. Cuenta la tradición que la primera colonia romana fue Ostia.

Desde el 183 a. C., las colonias romanas empezaron a sustituir a las latinas en la

defensa del territorio.

En ocasiones, Roma no podía enviar colonos a los territorios conquistados. En estos

casos, los habitantes de los poblados sometidos recibían el privilegio de disfrutar, en

mayor o menor grado, de la ciudadanía romana y el de conservar sus propias casas: así

nació el municipium.

Los habitantes de las ciudades latinas obtuvieron, según las ocasiones, la ciudadanía

con plenos derechos políticos o la que estaba exenta del derecho de voto (civitas sine

suffragio). Además las ciudades estaban unidas a la metrópoli por un tratado de alianza,

por el que mantenían su título de Estado soberano en tanto no se oponían a la

supremacía romana.

En el 123 a. C., el intento de Cayo Graco de dar tierras al proletariado de Roma,

suscitó sangrientos desórdenes, durante los cuales resultó asesinado el propio Graco. La

creciente insatisfacción de los colonos latinos y de los aliados itálicos confederados que

colaboraban activamente en el ascenso de Roma y, por el contrario, veían que se les

negaba el derecho a la ciudadanía romana, desembocó en una guerra social que implicó

la concesión del tan preciado derecho a las ciudades que estaban al sur del Rubicón.

Desde este momento el sistema municipal se extendió a toda Italia.

A principios del siglo I a. C. se generalizó el tipo de colonia fundada para premiar

con asignaciones de tierras a los veteranos licenciados del ejército. En tales ocasiones,

se confiscaban las tierras necesarias para los nuevos colonos o se compraban.

Los magistrados supremos de las colonias y de los municipios tenían competencias

civiles y penales, convocaban y presidían las reuniones del consejo y de las asambleas

populares, y se ocupaban de los intereses ciudadanos, de las obras públicas y del

cumplimiento de los deberes religiosos. El pueblo elegía a todos los magistrados en los

comicios. Cada ciudad tenía que gestionar su propio presupuesto.

La Romanización del Mediterráneo 27

En conclusión, se puede decir que las colonias fueron básicamente la vía capilar por

la que se difundió la civilización romana –lengua, usos y costumbres, ordenamiento

jurídico, arte y cultura- más allá de los límites de Italia. Las colonias fueron símbolos de

poder con una sociedad compleja, cada vez más refinada y exigente, difíciles de dirigir.

Roma fue maestra en el arte de gobernar y ejemplo de eficacia para las realizaciones

políticas, sociales y económicas, resaltando al máximo las cualidades organizativas

romanas y cuyos logros determinan la consistencia de su legado.

Roma trató de estructurar y consolidar su Imperio Universal sobre cinco pilares

básicos:

a) Conquista del mundo. Roma se marcó la tarea no solo de incorporar tierras,

sino, y sobre todo, proceder a su estructuración bajo el modelo de Roma: la

romanización del mundo que iba conquistando. La experiencia del Imperio, el

aprendizaje de gobierno, fue larga y dura para vencedores y vencidos. A partir del siglo

I a. C. el Senado y luego los Emperadores llevaron a la práctica fórmulas de gobierno

con cierto equilibrio de autoridad y eficacia. Con Roma se incluyen en el ámbito de las

grandes culturas todas las tierras meridionales de Europa más Britania y todo el norte de

África. Esta civilización romana caminó más al ritmo del progreso en las esferas de lo

práctico – puentes, vías, sistemas de cultivo, técnicas mineras- que en el de la pura

cultura.

Sería difícil ver hasta que punto Roma no quiso o no pudo prolongar sus dominios

por Germania y países mesopotámicos, pues no cabe duda que la paralización de la

política de conquista fue altamente nociva desde el momento que limitó una de sus

tradicionales fuentes de ingresos y de ocupación de tierras que ceder a sus ciudadanos y

licenciados del ejército; con el agravante de que paralelamente crecían sus gastos y era

más difícil la defensa de sus fronteras.

b) Hermandad universal, ideal del Imperio. La igualdad de todos los ciudadanos

ante el Estado fue la base de la Roma naciente, concediendo a sus subordinados cierta

libertad y otorgándoles progresivamente la condición de cives romani, pasando del trato

como enemigos (hostes) al de amigos (peregrini y socii) y luego de romanos (cives

romani).

Entretanto, las provincias mantenían sus propias tradiciones en el vestido, la

religión y las costumbres; y hubo total y libre circulación de personas, bienes e ideas.

Tal uso de la libertad comportaba una vida en paz, la pax romana, y la vinculación a

Roma como árbitro supremo de esta paz y ejercicio de la justicia garantizada por el

La Romanización del Mediterráneo 28

Derecho Romano. Incluso en lo político las ciudades sometidas se rigieron por sus

propias leyes, si bien es cierto que terminaron por imitar la organización romana y

recibieron con orgullo el título de colonia o el de municipium civium romanorum. Tan

solo se constatan acusados retrasos en regiones lejanas (la franja cantábrica hispánica,

ciertas regiones de Britania o pueblos fronterizos al desierto africano) o donde se había

mantenido una civilización igual o superior a la romana (Grecia, Egipto, Asia Menor).

Algo similar sucedió con el idioma: el latín prosperó con relativa facilidad en

Occidente, pero no logró desplazar al griego en Oriente.

En definitiva podemos constatar que hubo una lenta pero efectiva hermanación

entre todos los pueblos sometidos a Roma en lo político, social, cultural, técnico y

religioso. La constante circulación de personas en el Imperio –soldados, comerciantes,

trabajadores- actuó como agente decisivo en esa comunión de razas e ideas. Esto no

quiere decir que tal hermandad universal tuviera en Roma un sentido moderno, ya que

la sociedad romana estuvo lejos de un equilibrio medianamente justo, desde el momento

en que proliferan elementos extremos a esa clase media: capitalismo y latifundismo por

una parte, y esclavismo como modo de producción, por otra, fueron lacras ciertas y

constantes de los siglos de Roma.

c) Integración en la condición de cives romani. Los cives romani son la base y el

sostén del Imperio. Tenían una situación de privilegio y un espíritu de solidaridad. Eran

libres, con derecho al voto, al matrimonio legal, a la propiedad y a los cargos políticos o

militares. La condición de cives se limitaba inicialmente a los habitantes de Roma, pero

la ampliación de este derecho, primero a los itálicos, luego a los provincianos más

romanizados y, finalmente, a todos los súbditos libres explica en gran parte la

consolidación de sus dominios en paz. El número de ciudadanos de derecho fue siempre

suficiente como para garantizar la estabilidad; tanto más que los cives romani fueron las

gentes de mayor capacidad económica e influencia social. A estas noblezas locales se

les abrieron pronto las puertas a los cargos más importantes, con lo que los vencidos se

convierten en solidarios de la obra y de los ideales de Roma.

Desde los tiempos de la Monarquía hasta el fin del Imperio, toda la clase ciudadana

siempre sintió orgullo de ser romana y partícipe de ese Imperio. El gobierno de Roma se

movió en un medio generalizado de libertad, protección a las personas y bienes, eficacia

administrativa, fijación de leyes y acceso al bienestar. Hubo otro tipo de libertad: la

libre circulación de ideas, bienes y personas. La libertad de expresión fue relativa, sobre

todo en Roma, donde la censura reprimió los ataques al emperador y su corte y adquirió

La Romanización del Mediterráneo 29

gran rigor con la lex maiestatis. Por el contrario hubo mayor tolerancia en ideas

filosóficas o religiosas en tanto no atentaran a la paz social o a la moral. También las

ciudades mantuvieron autonomía y libertad de acción a través de sus propios órganos

rectores municipales. La intervención de Roma se limitó a garantizar la paz y el

principio de autoridad; amén de la percepción de tributos.

d) Garantía de la eterna pax romana. La meta de Roma y lema de su propaganda

política fue la paz que había logrado en las tierras sometidas. Con ella consigue hacer

que los pueblos, especialmente en Occidente, cambiaran la espada por el arado y que el

mundo mediterráneo gozase largos años de esta paz. Las legiones serían los garantes de

la paz permanente. Apenas hubo legiones en el interior del Imperio y las reducidas

policías municipales se bastaron para guardar el orden y contra los salteadores.

Semejante ideal de paz para tantos pueblos tan largo tiempo y con tan escaso despliegue

de tropas, no se ha repetido en la historia.

e) El Derecho Romano. Es la obra maestra de Roma y la máxima expresión de

sus virtudes de gobierno, su legado más característico, permanente y actual. El Derecho

fue perfeccionado constantemente desde la época de las Doce Tablas con leyes de los

Comicios, resoluciones del Senado, edictos o sentencias de los pretores y decretos

imperiales.

Las bases de su eficacia fueron:

- La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley,

- El desarrollo de su jurisprudencia sobre principios profundamente científicos,

- El sentido práctico y concreto de su contenido,

- La supremacía de la ley aceptada unánimemente,

- La constante renovación y perfeccionamiento al ritmo impuesto por la experiencia,

pero respetando la tradición.

Sólo así se convirtió en un instrumento sólido y eficaz de administración y ejercicio

de justicia sobre los pueblos y garante de la paz y bienestar social del Imperio. Tales

condiciones garantizaron su universalidad y su perennidad en la historia del mundo.

El Derecho Romano, tal como lo conocemos hoy, es el resultado de la recopilación

de eruditos del final del Imperio y en él se refleja la capacidad práctica y de perfección

del espíritu romano.

Abarca todos los campos posibles de la acción legal:

-Derecho Público (ius publicum).

La Romanización del Mediterráneo 30

-Derecho Privado (ius privatum). Aspectos específicos: real, obligaciones, familia,

sucesiones.

Incluso en cuestiones de procedimiento es actual, pues ofrecía plenas garantías de

equidad y de un proceso penal rigurosamente sometido a normas y absolutamente ajeno

a cualquier capricho de los jueces. También nació una jurisprudencia, precedente de

nuestro Derecho Internacional, que emanaba del pretor que, en Roma, atendía a los que

no eran ciudadanos romanos (praetor peregrinus). Inicialmente sirvió para los

comerciantes extranjeros que actuaban en el mundo romano; más adelante para todos

los hombres libres, no romanos (ius gentium) que mantuvieran cualquier tipo de

relaciones dentro del ámbito del Imperio.

Roma, con su sofisticado marco administrativo y jurídico convirtió las distintas

naciones en una sola en términos legales y también alteró sensiblemente la vida pública

al afirmar los derechos del individuo. Por ejemplo, al hacer de la familia la célula social

y al reglamentar la propiedad privada.

III. 2 - Organización económica y social

La familia romana fue la institución que menos cambios sufrió durante toda la

historia del Estado romano. En la familia, el pater familias mantuvo sus prerrogativas

inalterables durante siglos. Ni el poder de los magistrados municipales ni los poderes

superiores de los altos órganos del Estado interferían en el ámbito de los dominios del

pater familias. Los miembros de la familia (mujer, hijos, nietos, esclavos, clientes en

algunos casos) estaban sometidos a la autoridad del padre. La mujer estaba limitada a

ser un instrumento de producción de hijos y a dirigir las faenas domésticas y no se le

permitía participar en la vida política, sólo algunas mujeres pertenecientes a las altas

esferas romanas participaron ocasionalmente, pero sin posibilidad legal de ocupar

magistraturas. No obstante, las mujeres romanas gozaban de una independencia jurídica

y económica en su condición de esposas que es notable si se compara con la posición de

muchas mujeres en otras sociedades. La esterilidad u otras circunstancias podían ser

objeto de disolución del matrimonio.

La familia no solo era una unidad económica a través de la cual se transmitía la

propiedad, sino que cumplía importantes funciones ideológicas. El padre era el

sacerdote del culto doméstico a los antepasados, cuyas virtudes eran alabadas y

mitificadas. Los niños adquirían, en el seno de la familia, el conocimiento de la religión

La Romanización del Mediterráneo 31

y de la cultura romana. Incluso cuando ya aparecieron las escuelas públicas, los hijos de

las grandes familias eran educados en la propia casa por pedagogos, generalmente

esclavos domésticos

El modelo de la familia romana se generalizó allí donde penetraron las formas

organizativas romanas: para la distribución de tierras a indígenas o a colonos romanos,

para la confección del censo…, la institución familiar y la autoridad del padre eran

tomados en consideración.

Superando el marco de la familia, existían las asociaciones populares que no

formaban parte de la administración central o ciudadana al margen de que

ocasionalmente fueran utilizadas por ella. Conforme a su composición y a sus fines

existían varios tipos de asociaciones populares: funeraticias, religiosas, profesionales,

de jóvenes y militares.

Una asociación funeraticia tenía por finalidad el costear honras fúnebres y el erigir

una lápida funeraria a los miembros de la misma. Podían pertenecer a ella tanto libres

como libertos y esclavos.

El fin principal de una asociación religiosa era mantener el culto de una divinidad.

Se asemejaban a las cofradías de épocas posteriores.

Las profesionales (collegium) servían para defensar los intereses económicos de

artesanos, comerciantes y profesionales. Tenían ciertas analogías con los gremios

medievales.

Las asociaciones de jóvenes (collegia iuvenum) no eran sólo clubs deportivos, sino

que cumplían fines militares en la defensa del territorio de las ciudades enclavadas en

las provincias inermes.

Las militares tenían la misión de conceder ayudas económicas a aquellos de sus

miembros que las necesitasen. Todos sus componentes eran ciudadanos romanos.

Todas las asociaciones estaban bajo la advocación de una divinidad. Disponían de

un local para reuniones (curia). Las aportaciones económicas de sus socios eran

destinadas a la caja de la asociación.

A partir de los Severos, las asociaciones profesionales fueron estatalizadas y puestas

al servicio del abastecimiento de las legiones.

La Romanización del Mediterráneo 32

III. 3 - La ciudad, célula de romanización

Desde su llegada a las provincias, los latinos aprovecharon para asentarse en sus

propios campamentos militares y en las ciudades más importantes.

La civitas o ciudad, aparecía bien organizada socialmente, centralizaba el comercio

y los negocios y favorecía el pago de impuestos y tributos.

El significado del término civitas “unidad administrativa inferior de tipo romano” es

impreciso traducirlo por ciudad, no hay ningún término en español para traducirlo con

precisión. Fueron núcleos administrativos, judiciales, industriales, comerciales, fiscales,

culturales, religiosos y de toda índole y no sólo albergaban a los funcionarios, militares

e inmigrantes civiles romanos e itálicos, sino que también ejercieron una poderosa

atracción en los indígenas, necesitados de integrarse en el nuevo orden socio-

económico.

Los dos grupos principales de personas estaba conformado por esclavos o libres.

Entre los libres era necesario distinguir entre los que no tenían derechos de ciudadanía,

los ciudadanos latinos aliados de la metrópoli y los ciudadanos romanos, normalmente

nacidos en la capital. Sólo estos últimos podían votar y detentar cargos oficiales, lo que

implicaba notables beneficios jurídicos y fiscales.

Durante la República, los nativos solían pertenecer al primer conjunto de libres,

carentes de derechos de ciudadanía. Pero a partir del Imperio, el número de ciudadanos

se fue incrementando con aristócratas locales y personas que habían prestado

importantes servicios a la metrópoli. Lo cierto es que los nativos deseaban acceder a la

ciudadanía con el fin de integrarse y promocionarse social y económicamente. El

carácter hereditario del derecho de ciudadanía hizo que éste fuera ampliándose hasta

abarcar a buena parte de la población. La fusión fue absoluta cuando Caracalla otorgó,

en 212, la ciudadanía romana a todos los libres del Imperio. En adelante ya no hubo

distinción entre romanos y nativos.

III. 4 - Arquitectura y obras de ingeniería: civiles y militares

Las ciudades nuevas eran de planta cuadrangular, habitualmente definida por un

perímetro amurallado. Sus calles, de esquinas en ángulo recto, son iguales y delimitaban

insulte (manzanas) cuadrangulares. La intersección de las dos vías principales, de mayor

anchura que las otras, kardo maximus, la que va de norte a sur y decumanus la que va

de este a oeste, formaban en el centro el forum maximum (plaza mayor), por lo general

La Romanización del Mediterráneo 33

porticado y al que se abrían los edificios públicos. Estas dos calles terminaban en las

cuatro puertas que tenía la muralla. Si la ciudad era importante, podía tener mayor

número de plazas. (Ver anexo Pág. 82)

La construcción de fuentes, acueductos, cloacas y sistemas de irrigación de campos

y de drenaje de ciénagas supuso una evidente mejora de la calidad de vida.

En el subsuelo de todas las ciudades de cierta importancia se construyeron las

alcantarillas, que permitían el drenaje tanto del agua de la lluvia como de las aguas

residuales vertidas a través del alcantarillado de la ciudad y que todavía hoy siguen

cumpliendo su función original. Eran suficientemente amplias como para que un

hombre pudiese caminar por ellas, pero se colocaba una reja en la desembocadura para

impedir la entrada a la ciudad.

Las ciudades estaban defendidas por murallas, con una vía de circulación en la

parte superior que permitía la vigilancia. Las murallas estaban protegidas por almenas.

Las puertas tenían tres bóvedas: una central por la que pasaban los carruajes y dos

laterales para los peatones. Se cerraban con portones de madera y rejas levadizas.

En honor a las victorias se construían columnas, arcos de triunfo, estatuas

ecuestres y placas conmemorativas que solían hacer siempre referencia al emperador

reinante y sus gloriosas victorias conseguidas en pos de la salvaguarda de la pax

romana de la que gozaban los ciudadanos de la urbe. Era un motivo que se recordaba

constantemente para dar sentido a la recaudación imperial: sin dinero no hay ejército,

sin ejército no hay seguridad y sin seguridad no hay ciudades ni comercio. Algo que

quedaría patente a finales del bajo imperio.

El Arco de Constantino se encuentra entre el Coliseo y la colina del Palatino, en Roma

La Romanización del Mediterráneo 34

Dentro del entorno urbano distinguimos las siguientes áreas:

Área religiosa: El templo. – La mayor parte de los núcleos urbanos importantes

tenían uno o dos templos consagrados oficialmente a los dioses capitolinos o a otra

divinidad. En el recinto sagrado podían situarse aras que servían para el culto a dioses

distintos de aquel a quien el templo estaba consagrado. Eran la casa de los dioses en

cada ciudad; se oraba fuera de ellos. En los templos únicamente podían entrar los

sacerdotes. La arquitectura era de influencia griega.

Área pública: El forum y el acueducto.- El Forum era la plaza principal.

Acogía los edificios más importantes, como la basílica (para administrar justicia,

posteriormente el cristianismo la adoptó como templo), la curia (donde se reunía el

senado) y los rostra (plataformas desde donde los gobernantes se dirigían al pueblo).

También reunía el comercio, que se desarrollaba en las tabernae (tiendas) situadas en

sus pórticos. Allí se encontraba médicos, boticarios, abogados, maestros, músicos,

artistas, herreros, carpinteros y alfareros, por no hablar de bodegueros y prostitutas, cada

cual anunciando sus mercancías y servicios. Podían hallarse tiendas, almacenes y

posadas en otros puntos de la ciudad.

Los Acueductos canalizaban el agua. Un núcleo urbano importante necesitaba

ante todo una aportación constante de agua que permitiera el abastecimiento de miles de

personas concentradas en un mismo lugar, que podía encontrarse a algunos kilómetros

de distancia de las fuentes naturales de agua. Para conseguir este flujo continuo de agua

se construyeron los acueductos. Pese a lo que podamos pensar, el acueducto romano era

subterráneo en su mayor parte. No obstante, hoy conocemos como acueductos las obras

monumentales edificadas para salvar los obstáculos geográficos. Su esbeltez, junto a la

tremenda altura conseguida por algunos de ellos, los convierte en las más bellas obras

de ingeniería civil de todos los tiempos, sobre todo teniendo en cuenta las dificultades

salvadas para la construcción de los mismos. Consistían en puentes sostenidos ‘por

gruesos pilares unidos mediante arcos de medio punto, coronados por un canal con una

ligera inclinación para permitir discurrir el agua. El agua se llevaba hasta un lago

artificial, a partir del cual el agua podía ser transportada hasta el núcleo urbano por

canales de piedra, cañerías de cerámica o de plomo. El depósito de reserva de agua de

la ciudad se llamaba castellum aquae.

La Romanización del Mediterráneo 35

Los espectaculares acueductos de la antigua Roma no hubieran sido posibles sin la

labor de una legión de topógrafos que midiesen el terreno y marcasen su trazado.

Algunos de estos acueductos consiguieron longitudes que, incluso hoy, resultan

sorprendentes.

En la península Ibérica destacan, por su estado de conservación, en primer lugar el

acueducto de Segovia, seguido por el acueducto de les Ferreres o Pont del Diable en

Tarragona.

Acueducto romano de les Ferreres o Pont del Diable (Tarragona)

Área de ocio: el teatro, el anfiteatro, el circo y las termas

En los teatros se representaban obras clásicas y políticas, necesarias para la adecuada

"educación" del pueblo

El teatro tenía forma semicircular y constaba de las partes siguientes

Cavea (gradas)

Orchestra (donde se situaba el coro)

Scaena (escenario)

Frons scaenae (decorado permanente)

Post scaenae (detrás del escenario, donde se cambiaban los actores)

A diferencia del teatro griego, lo habitual era que la cávea no estuviera al pie de un

declive natural sino sostenida por estructuras de mampostería. Incluso la escena era

mucho más alta y elaborada, de modo que adquiría un aspecto monumental, con sus dos

o tres plantas, y en ella se abrían las tres entradas para los actores: la regia, que era la

La Romanización del Mediterráneo 36

central, reservada a los protagonistas, y las dos laterales u hospitalia, para los

personajes secundarios. Las escenografías y la maquinaría hacían más convincente la

representación, acompañada por una orquesta que se acomodaba al pie de la escena.

El teatro romano no tenía como principal actividad las representaciones de comedias

o dramas, ya que realmente era un edificio dedicado a celebraciones que enaltecían al

emperador. Se trata, por tanto, de un lugar más bien político, aunque en algunas

ocasiones podría haber albergado este tipo de representaciones.

El teatro mejor conservado en la Península Ibérica es el de Mérida. También forman

parte de nuestro tesoro arqueológico los teatros de Itálica, Sagunto, Clunia,

Caesaraugusta (Zaragoza) y otros.

El anfiteatro se construía fuera de las murallas. Tenía forma elíptica y constaba

de las partes siguientes:

-Cavea

-Vomitorio (oberturas de acceso a la cávea)

-Arena

Por debajo de la arena, cuya base era un tablado, se extendían los subterráneos

destinados a los muchos elementos necesarios para el desarrollo de los espectáculos

(jaulas, almacenes, maquinarias para elevar los escenarios y las fieras…).

El Coliseo de Roma es el anfiteatro más conocido y monumental del mundo

En el anfiteatro se desarrollaban luchas de gladiadores, exhibiciones y caza de fieras

y otros espectáculos menores: exhibiciones de animales domésticos, presentaciones de

La Romanización del Mediterráneo 37

malabaristas, acróbatas e ilusionistas, evocaciones de episodios míticos e históricos o

las representaciones de cuentos populares, como el del bandido que tras cometer todo

tipo de delitos, era detenido y crucificado o despedazado por un oso. Todo esto ocurría

de verdad, sin ficción alguna.

Los anfiteatros serían testimonios, a partir del siglo I de nuestra era, de la brutal

represión que en algunas épocas se ejerció contra la creciente población cristiana por

parte de las autoridades romanas.

Acostumbrado a espectáculos tan fuertes y cruentos, el pueblo no disfrutaba de otros

más decorosos. Las competiciones atléticas y las exhibiciones gimnásticas incluso se

consideraban inmorales.

Más aceptación popular tuvieron las naumaquias, batallas navales a escala reducida

en las que se inundaba la pista del anfiteatro y los combatientes se mataban de verdad.

El circo era el lugar destinado a las carreras de carros, caballos y otros espectáculos

hípicos

Posiblemente, dentro de los numerosos espectáculos que los gobernantes romanos

ofrecían al pueblo, los celebrados en el Circo fuesen los que más éxito obtuviesen. Así

lo demuestran lo amplio de sus gradas -hasta 225.000 plazas en el Circo Máximo de

Roma-, los numerosos escritos con reglamentaciones y las crónicas de los eventos que

en ellos se sucedieron. Intervenían vehículos semipesados o veloces arrastrados por

tiros de dos (bigae), tres o cuatro caballos (quadrigae). Tenía planta cuadrangular con

los extremos semicirculares.

El Circus Maximus tuvo el honor de ser el primer y mayor circo de Roma.

La Romanización del Mediterráneo 38

Constaba de las siguientes partes:

-Cavea

-Pulvinar (sitio de honor donde se sentaba el magistrado más ilustre y desde

donde se daba la señal para que empezara el espectáculo)

-Podium (muro pequeño que separaba la cávea de la arena)

-Arena

-Spina (muro longitudinal de poca altura que dividía la arena y que estaba

decorado con estatuas, obeliscos y columnas)

-Carceres (cocheras desde donde salían los carros)

-Metae (las líneas de llegada, situadas en ambos extremos de la spina

A los espectáculos públicos (ludi) se acudía “para ver y dejarse ver”, para exhibir

vestimentas lujosas y peinados raros, joyas y servidoras, aun a costa de endeudarse o

derrochar el patrimonio.

Las termas tenían doble función: de higiene y lúdica. Asistir a estos centros era un

hábito diario. En la época imperial, estaban abiertos gratuitamente al público o, a lo

sumo, se cobraba un cuadrante por la entrada (mucho menos que un litro de vino o una

hogaza). Aunque hombres y mujeres compartían en ocasiones los mismos espacios, las

horas de baño eran diferentes para unos y otras: las mujeres acudían por la mañana

mientras los hombres lo hacían por la tarde.

Para la temperatura del agua se utilizaban cámaras subterráneas donde, en hornos con

ladrillos refractarios -praefurnium-, calentaban el agua que, posteriormente, pasaba por

canalizaciones debajo de las estancias hasta su piscina final. La pavimentación era en

opus signinum, esto es ladrillo con argamasa, para facilitar la transmisión del calor y

convertirlo en suelo radiante.

Bajo el suelo del caldearium se hacía pasar una serie de cañerías por donde

circulaba agua caliente. El suelo, aunque estaba provisto de un revestimiento aislante, a

menudo estaba demasiado caliente, y por lo tanto, la gente solía llevar zuecos de suela

de madera.

Partes de las termas:

Apodyterium (vestidores)

La Romanización del Mediterráneo 39

Palestra (gimnasio)

Frigidarium (piscina de agua fría)

Tepidarium (sala templada, zona de paso entre los baños fríos y los calientes; se

daban servicios de estética y masajes)

Caldarium (sala de baños calientes, con el techo en forma de cúpula para evitar que

el vapor cayese sobre los bañistas)

Laconicum (sauna de forma cilíndrica con cúpula)

Unctorium (sala de masajes)

Hypocaustum (Calefacción)

Dentro de las termas, además, había bibliotecas, salas de lectura, de reunión social y

hasta lugares en los que se podía consumir algún tentempié o jugar a un juego parecido

a las damas.

Resumiendo, las termas eran no solo un lugar donde se proporcionaba un bienestar

físico, sino también un centro de trato social, donde se encontraban los placeres del

espíritu, además de interlocutores para hablar de política, de deportes y de negocios.

Área privada: la vivienda

DOMUS (Casa de ciudad): Situada en una manzana compartida con otras

viviendas, de planta más o menos cuadrangular, tenía pocas ventanas al exterior y

estaba centrada en torno a un atrium (patio). De muebles, sólo había los básicos. La

decoración interior era lujosa. Los suelos estaban pavimentados con preciosos mosaicos

de colores y adornaban las paredes con coloridas pinturas murales y tapices. En el

La Romanización del Mediterráneo 40

exterior de las casas, por el contrario, se prefería la austeridad, con fachadas discretas.

Cerca de la entrada, en el patio o junto a la cocina, había un larario, pequeño nicho

sacro dedicado a los Lares (divinidades protectoras de la familia), a los que se ofrecían

comida y libaciones. A su lado se conservaban las imágenes maiorum, los retratos en

cera de los antepasados. La vivienda señorial romana o domus, era el domicilio

de los personajes relevantes dentro de cada ciudad.

Partes de la domus:

Ianua (puerta de entrada desde la calle).

Vestibulum (vestíbulo)

Fauces ( Pasillo que llevaba al atrio)

Atrium (patio central)

Impluvium (estanque situado en medio del atrio donde se recogía el agua de la

lluvia)

Compluvium (abertura en el techo por donde entraba el agua al impluvium y

suministraba ventilación e iluminación a las habitaciones principales, que lo rodeaban)

Cubicula (dormitorios)

Tablinum (despacho del paterfamilias, solía estar delante de la entrada)

Triclinium ( Comedor)

Culina (cocina)

Perystilum (jardín porticado con columnas, de influencia griega)

Balineum (baño)

Tabernae (local destinado a tiendas o almacenes, que daba al exterior)

INSULAE (edificio de varias plantas): Se puede decir que es el precursor de

nuestros edificios de viviendas actuales. Para aprovechar el espacio de las

ciudades, se proyectaron construcciones de hasta cuatro pisos. En la planta baja

se abrían tiendas -tabernae- y en las superiores, apartamentos de varios

tamaños. Todos las estancias comunicaban con un patio central comunitario

adornado con fuentes o jardines.. Se construía con mampostería y paredes de

ladrillo, y por lo común tenían la planta baja destinada a tiendas en la fachada y las

viviendas más cómodas por el lado del patio interno. En las otras plantas, con una

estructura menos sólida a medida que se subía, estaban las demás viviendas.

La Romanización del Mediterráneo 41

Los alquileres eran altos y los inquilinos recurrían, no pocas veces, al subarriendo.

En los apartamentos de los humildes, que eran los de las plantas superiores, los

servicios esenciales estaban reducidos al mínimo. No tenemos pruebas de la existencia

de agua corriente en los pisos superiores, por las dificultades económicas que implicaba

la conexión con la red urbana de abastecimiento. Para la calefacción había que recurrir a

los braseros.

VILLA (casa de campo): La Villa romana originalmente era una morada rural cuyas

edificaciones formaban el centro de una propiedad agrícola. Constituyen uno de los

ejemplos más notables de edificación romana.

Contaba con dos partes:

1. Villa rústica: parte dedicada a las tareas agrícolas y ganaderas. Disponía de

caballerizas, bodegas, almacenes, huertos…

2. Villa urbana: residencia del señor y su familia. Disponía de todas las

comodidades de la época, además de jardines y espléndidas vistas.

También existieron las casae o viviendas de esclavos y clases bajas, que por

sus precarios sistemas de construcción, hoy han desaparecido.

VÍAS DE COMUNICACIÓN

El factor más sustancial de romanización fue la extensa red viaria acometida por los

romanos. La existencia de una amplia red de calzadas y puertos facilitó el comercio y

las comunicaciones, aspectos fundamentales para el crecimiento económico y el control

político y militar.

Calzada romana

La calzada romana era el modelo de camino usado por Roma para vertebrar su

Imperio. Una impresionante red de vías unía las ciudades de todo el territorio romano.

Esta, partía radialmente desde la misma Roma, de aquí el dicho: "todos los caminos

conducen a Roma". A medida que se conquistaban territorios se les dotaba

inmediatamente de calzadas, comunicando así las distintas plazas fuertes, campamentos

o ciudades.

La Romanización del Mediterráneo 42

Contaba con ejes principales (viae publicae), de los que partían numerosas calzadas

secundarias (viae vicinales), todas ellas debidamente señalizadas con piedras miliares

cada milla (1.480 metros). Con esta vasta trama de carreteras los romanos facilitaron

tanto el tránsito de personas como el de bienes. Pensadas, primero, para uso militar,

serían el origen de la expansión económica del Imperio y después, al final, facilitarían

las grandes invasiones de los pueblos bárbaros.

La construcción de vías de comunicación relacionó regiones hasta ese momento

aisladas entre sí y mejoró la conexión entre el ámbito urbano y el rural. Los viajes eran

relativamente fáciles para la época, gracias a una organización que favorecía una

relativa comodidad para sus usuarios.

La primera vía fue construida en el 312 a. C. por Appius Claudius Caecus y unía

Roma con Capua: es la Vía Apia. Cada vía lleva el nombre de la persona que inició el

proyecto de su construcción.

Las ciudades también estaban atravesadas por calzadas, con aceras laterales

ligeramente elevadas. Estas calles se empedraban o se cubrían con losas de piedra

dispuestas de forma regular, permitiendo cruzar de una acera a otra en días de lluvia e

impedían que los vehículos alcanzaran velocidades peligrosas. Como máximo llegaban

hasta el final de los cementerios, situados a las afueras del pueblo.

Actualmente la mayor parte de estas vías se corresponde con el trazado de las

actuales carreteras nacionales o autopistas de los actuales estados de España y Portugal,

lo que confirma el acierto romano en la óptima elección del trazado de las mismas.

Los ingenieros romanos tuvieron que llevar a cabo una serie de obras para cruzar los

ríos, con el fin de evitar desvíos en el trazado de las calzadas: vados y puentes.

La Romanización del Mediterráneo 43

Vados.- A menudo, las vías cruzaban los ríos por vados. Estas zonas solían estar

simplemente empedradas o con piedras trabajadas con cal, con el soporte de vigas de

madera. Incluso los había construidos con grandes bloques y con un muro de

sustentación, una parte más baja para canalizar el agua y una calzada para los pasajeros.

Estos vados, en ocasiones, evolucionaron convirtiéndose en puentes de madera o de

piedra.

Puentes.- La construcción de puentes de piedra en los ríos de mediana anchura fue

la innovación más espectacular de las vías romanas. Permitían la continuidad de la

circulación en cualquier circunstancia, por ejemplo, en las épocas de crecidas de los

ríos. Estos puentes a menudo han perdurado a través de los siglos y todavía se usan hoy

en día o bien, tras su destrucción, sus cimientos han servido de base para su posterior

reconstrucción.

El típico puente romano consta de una plataforma sostenida por arcos de medio

punto, de semicírculos o de segmentos de círculo. Estos arcos reciben el nombre de

“ojos”. Según la anchura del río, los puentes podían tener un solo arco o varios arcos.

Muchas veces los puentes eran totalmente de madera. También había puentes mixtos en

los que los pilares se construían de piedra, pero la cubierta del puente era de madera.

Puente Romano de Alcántara

Los puentes surgieron como un elemento secundario pero imprescindible de las vías

de comunicación. Cumplen la función de salvar obstáculos naturales, como ríos o

barrancos profundos, ahorrando largas distancias buscando vados.

Actualmente es difícil saber, en algunos casos, si algunos puentes son realmente

romanos o construcciones posteriores, ya que el mismo patrón de construcción se

extendió hasta la Edad Media.

La Romanización del Mediterráneo 44

Edificios y construcciones diversas.

La administración romana instaló estaciones a lo largo de las vías romanas, la

mutatio y la mansio, para comodidad de los viajeros.

La mutatio era una estación de descanso cada 10 ó 15 Km, para el posible cambio de

montura y descansar.

Las mansios estaban separadas por unos 30 a 50 Km, estaban bien equipadas y,

posiblemente, permitían pasar allí la noche. Tenían un albergue para la cena, un servicio

de establos para los caballos, un herrero e incluso un encargado del mantenimiento de

los vehículos.

Paralelamente a los albergues, había almacenes que aprovisionaban de mercancías a

la capital del Imperio.

El servicio postal del Imperio Romano fue, con el ejército, el principal beneficiario y

usuario prioritario de las vías romanas, utilizándolas para la entrega rápida de mensajes

y noticias por todo el Imperio.

Pronto se vio la necesidad de construir fortalezas y campamentos militares para

garantizar la seguridad de estas vías.

Los ingenieros romanos realizaban sus obras utilizando como materia primera la

piedra, la arcilla, la argamasa y la madera.

No se debe olvidar que el Imperio romano era un imperio esclavista, es decir, que el

trabajo de los esclavos era la fuente de energía básica empleada en las labores de

construcción. Al ser el trabajo de los esclavos gratis, sus músculos son una fuente de

energía barata, lo que limitaría las posibilidades de progreso técnico al no ser necesarias

fuentes de energía alternativas como el vapor. No obstante, dada la colosal grandeza de

muchas de sus construcciones, sí se usaba máquinas especializadas: grúas, poleas,

andamios…

Obras militares: campamentos y murallas

Las obras militares fueron el primer tipo de infraestructura que construyeron los

romanos, a causa de su enfrentamiento con los indígenas.

Campamentos.- El campamento romano era el centro principal de la estrategia

militar pasiva o activa. Podían ser temporales, si se establecían con algún propósito

militar inmediato, o concebidos para acuartelar las tropas durante el invierno, en este

La Romanización del Mediterráneo 45

caso se construían con argamasa y madera. También podían ser permanentes, con la

finalidad de someter o controlar una zona a largo plazo, por lo que se solía utilizar la

piedra para construir sus fortificaciones. Muchos campamentos se convirtieron en

centros estables de población, llegando a convertirse en verdaderas ciudades, como es el

caso de León.

Murallas.- Una vez establecida una colonia o un campamento estable, la necesidad

de defenderlos implicaba la construcción de potentes murallas. Tras el periodo de la pax

romana, en que estas defensas eran prescindibles, las invasiones de los pueblos

germánicos reactivaron su construcción.

III. 5 - El arte romano

En el estudio del arte romano podemos diferenciar la pintura, la escultura, el

mosaico y de una forma más general, los elementos contenidos en la arquitectura que

exceden de su carácter meramente funcional.

Pintura.- La pintura es, de todas las expresiones del arte, la más sensible al paso

del tiempo, por lo que son muy escasos los restos de la misma. En base a la cantidad de

pinturas murales encontradas en las ciudades de Pompeya y Herculano, enterradas en

arena volcánica, así como en los zócalos enterrados en la mayor parte de los conjuntos

arqueológicos romanos, se comprueba que la decoración pictórica era frecuente, siendo

común en la vida cotidiana romana.

Experimentó diversas fases de desarrollo, desde la decoración de las paredes con

texturas que imitaban mármoles o columnas, pasando por la recreación de escenas

teatrales, paisajísticas, religiosas o épicas, hasta la recreación de criaturas monstruosa u

objetos imposibles de la primera época imperial. Posteriormente, avanzado el siglo I, se

puso de moda un nuevo estilo más abstracto.

Escultura.- La tradición escultórica romana procede directamente de la cultura

griega. Las clases dominantes utilizaron la escultura como una manifestación de su

elevada posición social no sólo en el ámbito privado adornando sus villas, sino también

en el público, en que la escultura se usó como promoción política.

La escultura romana se basa en dos materiales, el mármol y el bronce. Con el paso de

los siglos, han sido pocas las esculturas en bronce que han llegado hasta nosotros,

La Romanización del Mediterráneo 46

debido principalmente a la reutilización de este material o a la corrosión provocada por

el tiempo y la intemperie.

En el ámbito público, la escultura ejerce un papel fundamental en la ornamentación de

los edificios públicos, mostrando al pueblo las imágenes de los gobernantes y

enalteciendo la figura del emperador.

Mosaico.- El mosaico se utilizó en abundancia con la finalidad de pavimentar el

suelo, especialmente el de las casas pertenecientes a las familias más importantes. Por la

gran profusión de mosaicos, y por las características de los materiales utilizados,

principalmente vidrio, cerámica y piedra, los restos arqueológicos de esta variedad

artística son muy abundantes, y algunos se encuentran en un excelente estado de

conservación.

III. 6 - Formación y ordenamiento de las provincias romanas

El término provincia aludía, en general, a un territorio situado fuera de Italia,

anexionado a Roma por vía pacífica o por conquista, y sujeto a la competencia de un

magistrado de rango proconsular o propretorio (que pertenecía a la clase senatorial y

había desempeñado los más altos cargos de la carrera administrativa).

El dominio provincial de Roma se inició con la anexión de Sicilia, Cerdeña y

Córcega, producido entre la primera y la segunda guerra púnica. A estas islas pronto se

agregaron las provincias de Hispania citerior e Hispania ulterior. Para gobernar estos

territorios se nombraron cuatro nuevos pretores, que tenían poderes civiles, militares y

administrativos. Al asumir sus cargos, publicaban un edicto especificando las normas

que iban a regir la administración de las ciudades y los pueblos del territorio provincial.

En el año 146 a. C., Macedonia cayó bajo la influencia de Roma, y en esa misma

fecha se creó la provincia de África, con los territorios de la destruida Cartago. En el

133 a. C. Roma recibió, como herencia de Atalo III, el reino de Pérgamo, que se

convirtió en la provincia de Asia y, hacia el 120 a. C. se constituyó la provincia de Galia

Narbonense.

Todo esto llevó a la modificación del aparato administrativo existente. Así fue como

se instituyó la costumbre de prolongar el mando más allá de su término, por la que una

vez terminado el año de su mandato, los cónsules y pretores, se convertían en

procónsules y propretores, y continuaban dentro de la administración del Estado.

La Romanización del Mediterráneo 47

Entre los años 133 y 31 a. C. se crearon las provincias de Ponto, Siria y Cilicia;

también los soberanos de Cirene y de Bitinia legaron sus reinos a Roma. Mientras, la

situación política interna se iba deteriorando. Para evitar el peligro de una dictadura,

Pompeyo decretó que entre el ejercicio de una magistratura ordinaria y el de una

promagistratura tenía que transcurrir un período de cinco años.

Desde 58 a. C., Julio César hizo amplias conquistas: sometió Numidia (que se

convirtió en la provincia de África nova) y el territorio de Gallia Comata (zona centro-

norte de Francia, más parte de Bélgica y Alemania actuales); en el 49 amplió el

territorio itálico al conceder la ciudadanía romana a todos los habitantes de Gallia

Cisalpina (hoy Italia septentrional).

Con Augusto aumentó el número de las provincias: tras la victoria de Accio, Egipto

cayó en manos de Roma, y poco después lo hicieron las regiones del arco alpino (Alpes

Marítimos, Cotia, Retia y Nórico), de Dalmacia, de Panonia, de Lusitania (hoy

Portugal) y de Galacia ( en Anatolia nororiental).

Entonces se modificó sustancialmente la administración provincial quedando bajo el

control directo de Augusto los territorios que necesitaban de una defensa militar, en

tanto que los demás se adjudicaron al Senado. Así se produjo la división de las

provincias en dos grupos: imperiales y senatoriales.

Las provincias imperiales estaban bajo el mando de los magistrados elegidos por el

emperador entre los senadores. Éstos se apoyaban en la colaboración de otros

funcionarios y la duración de sus cargos dependía del emperador.

Para las provincias senatoriales, el Senado debía elegir gobernador entre aquellos

senadores que habían sido cónsules o pretores. Todos los gobernadores, elegidos por

sorteo, recibían el título de procónsul y desempeñaban el cargo por sólo un año (a

menos que hubiera prórrogas), con la ayuda de funcionarios que se ocupaban de asuntos

específicos. No obstante, el emperador podía ejercer un control sobre las designaciones.

Ante la idea de que Egipto pudiera convertirse en base de poder para los senadores

enfrentados con el poder imperial, fue considerado una propiedad privada del

emperador y se diferenció de las demás provincias por lo peculiar de sus tradiciones

administrativas, económicas y culturales y por toda una serie de costumbres milenarias.

A su frente estaba un praefectus, que tenía el mando de las tropas de legionarios.

Augusto dejó algunas regiones a reyes clientes, y permitió que ciertas ciudades o

santuarios mantuvieran un cierto grado de autonomía. Los principios establecidos por

La Romanización del Mediterráneo 48

Augusto siguieron vigentes hasta el siglo II en que empezaron a producirse los cambios

que llevarían al nuevo ordenamiento general de Diocleciano.

En Oriente desaparecieron progresivamente todas las autonomías que se habían

respetado hasta entonces. En Occidente hubo una romanización gradual, potenciada por

la fundación de nuevas colonias y por la presencia masiva de legionarios acampados en

las zonas fronterizas.

En tiempos de Claudio se conquistó Britania y se instituyeron las provincias de

Tracia, Licia y Panfilia. También quedó constituida la provincia de Mesia. Judea, que ya

era un reino cliente, se convirtió en provincia ecuestre una vez conquistada por Tito.

Trajano, tras someter Dacia (rica en minas de oro), declaró provincias a Arabia,

Asiria, Mesopotamia y Armenia maior.

Adriano prefirió abandonar algunos territorios para concentrarse sobre todo en la

seguridad de las fronteras.

La reforma atribuida a Diocleciano tuvo como resultado la creación de una

estructura bastante fraccionada, con la que se trató de solucionar los graves problemas

de las fronteras y de la eficacia de los responsables de la administración provincial. Para

esto, se redujo el territorio de cada provincia, con lo que se aumentó su número hasta

unas noventa. En todas las provincias el gobernador retuvo sólo la jurisdicción civil,

pues la militar pasó a la competencia de un dux, que ejercía su mando en varios

territorios. La separación de los poderes civil y militar, además de agilizar la defensa de

las fronteras, pretendía impedir que los gobernadores de centros territoriales

importantes, en los que se estacionaban grandes contingentes militares, fueran

aclamados como emperadores.

Las nuevas provincias se organizaron en trece diócesis, dirigidas por los vicarii, y a

su vez dependían de las cuatro prefecturas del pretorio. Los vicarii respondían de su

gestión directamente al emperador. El territorio itálico perdió todos sus privilegios

fiscales y fue dividido en dos diócesis.

Constantino y sus sucesores continuaron la obra de Diocleciano y perfeccionaron el

complicado sistema burocrático.

El esfuerzo económico para mantener la integridad territorial y la eficacia del

ejército cayó sobre los habitantes de las distintas provincias, cada vez más abrumados

por las pesadas cargas fiscales. Este complejo aparato provincial terminó en Occidente

por las invasiones de los bárbaros, en cambio se mantuvo en el sector oriental, aunque

muy modificado.

La Romanización del Mediterráneo 49

IV. ROMANIZACIÓN DE HISPANIA

IV. Etapas del Proceso de Romanización

El dominio romano en las provincias ibéricas se inició en tiempos de la segunda

guerra púnica, una vez expulsados los cartagineses y aplastadas las posteriores revueltas

locales. En el proceso de romanización de la Península Ibérica podemos distinguir tres

etapas:

1. Época de la República: desde la segunda guerra púnica y el desembarco de los

romanos en Ampurias hasta Augusto (27 a. C.).

La romanización en Hispania fue un proceso progresivo y desigual. Comenzó en la

costa mediterránea levantina y meridional y en los valles del Ebro y el Guadalquivir.

Los romanos tuvieron que enfrentarse a muchos levantamientos de los pueblos locales,

que culminaron con la gran sublevación celtíbera en el 133 a. C., terminada con la toma

y destrucción de Numancia por obra de Escipión Emiliano.

Los enfrentamientos con los pueblos de las costas occidentales y con los de la zona

noroccidental (hoy Cantabria, Asturias y Galicia) continuaron durante un cierto tiempo,

hasta que Augusto decidió ponerles fin de un modo terminante.

Si Roma tardó dos siglos en tener el control político sobre todas las regiones de

Hispania no se debió al “valor de los numantinos”, al “genio militar de Viriato” o a lo

“ingobernables que resultaban los indígenas hispanos”…; la progresiva conquista

responde a varios proyectos de Roma y no a un único plan prefijado inicialmente a fines

del siglo III a. C.

1.- Tarraconensis 2.- Baetica 3.- Lusitania A.- Tarragona B.- Mérida

La Romanización del Mediterráneo 50

2. Desde Augusto hasta principios del siglo III d.C.: Época de la Pax Romana.

Se caracteriza por la prosperidad y estabilidad, la expansión de la agricultura y el

comercio. Se trata de la romanización propiamente dicha.

Los conflictos armados romanos no fueron continuos pudiendo establecer varios

periodos de paz y de colaboración con ciertos indígenas, lo que resultó fundamental

para la romanización. Ésta fue pareja a la expansión y a las diversas fases de la

conquista, pues no en vano fueron los integrantes del ejército los primeros en contribuir

a la difusión de la civilización romana. Después los comerciantes iniciaron y

perfeccionaron las operaciones comerciales y con el tiempo no solo intercambiaron

materias primas y otros bienes sino el conocimiento del latín, el flujo de personas, ideas

y creencias. La fundación de centros urbanos y el creciente establecimiento de colonos

itálicos en las tierras de cultivo serían también fundamentales. También propició y

aceleró este proceso la política del estado de conceder derechos con el fin de procurar la

integración a todo pueblo que aceptara la soberanía y los principios de Roma.

El factor predominante en la conquista fue el económico, para lo que era necesario

un control tanto del territorio como de los recursos y de la capacidad de su explotación,

lo que se conseguía gracias a una avanzada ingeniería, un control administrativo

unitario y una potenciación del mundo urbano.

La vida de las provincias hispanas bajo el Imperio fue lo bastante tranquila como

para que se dejara una única guarnición militar, una legión acantonada en Hispania

Tarraconensis, en una ciudad que tomó el nombre de Legio (León).

3. Desde la crisis del siglo III hasta la caída del Imperio Romano de Occidente

(476 d. C.): Se consolidan aspectos de la romanización. Hay crisis de las estructuras

sociales y políticas. Aparece el cristianismo.

En la Hispania romana, cada ciudad y sus habitantes tenían un estatus jurídico

diferente: había colonias, municipios y ciudades no romanas.

Para adoptar las instituciones romanas, las ciudades debían recibir antes el estatuto

de municipium, lo que permitía a sus ciudadanos notables, tras el ejercicio de alguna

magistratura, optar a la ciudadanía romana.

De entre éstas, algunas eran declaradas colonias romanas, es decir, parte integrante

de la ciudad de Roma, y sus habitantes tenían por sí mismos el reconocimiento y los

derechos de ciudadanía romana. Ser ciudadano de una colonia implicaba ser sujeto de

La Romanización del Mediterráneo 51

derecho romano (con todos los derechos), aunque también había colonias de derecho

latino (con algunas restricciones). En las colonias se aplicaban las mismas formas e

instituciones de gobierno que en Roma.

La profunda adhesión de los nativos a la civilización de Roma está probada por

muchos monumentos y por las importantes obras públicas que se hicieron en la

Península y además, por la forma en que se difundieron y conservaron la lengua y la

religión.

El aporte de las provincias ibéricas a la economía del Imperio fue capital, tanto por

los recursos minerales y agrícolas, como por la producción industrial. La Hispania

romana era el reino de la abundancia: metales, trigo, vino, aceite, conservas, cerámica,

esparto, lana, soldados, esclavos, genios intelectuales y artísticos, además de tres

emperadores enriquecieron el Imperio hasta las invasiones bárbaras.

IV. 2 - Organización político-jurídica

Al terminar la Segunda Guerra Púnica, el Estado romano se encontró con el control

de amplios territorios en Hispania para los que no había previsto una solución política.

El Senado optó por una salida provisional: los soldados romanos se quedaban en

Hispania para mantener los territorios dominados.

En el 197 a. C., el Estado romano nombró a los dos pretores que debían encargarse

de las dos nuevas provincias: la Hispania Citerior y la Hispania Ulterior. El límite entre

ambas provincias venía a equivaler a la línea transversal que se puede trazar desde el sur

de Cartagena hasta las proximidades de la ciudad de León. Las capitales provinciales

fueron Carthago Nova (Cartagena) para la Citerior y Corduba para la Ulterior.

El gobernador era el máximo responsable ante el Senado romano de todo lo que

sucediera en su provincia. Para la administración de la justicia contaba con la

colaboración de un cuestor, magistratura también anual.

El gobernador debía ofrecer los medios necesarios para facilitar el cobro de

impuestos, empleando la coacción militar en caso necesario. Los impuestos que el

Estado romano cobraba de cada provincia debían ser pagados por los publicanos,

quienes arrendaban al Estado el cobro de los mismos.

El gobernador debía decidir cuándo y cómo emplear el ejército, si se servía de tropas

indígenas o si establecía alianzas y pactos con jefes o con comunidades indígenas. El

Senado se reservaba el privilegio de ratificar, rechazar o violar todo tipo de tratado.

La Romanización del Mediterráneo 52

Al ser elegido Augusto princeps del Senado, cónsul varias veces, sumo sacerdote,

poseedor de la potestad tribunicia, censor y jefe de todos los ejércitos, estaba en

condiciones de controlar todo el poder del Estado, emprendiendo la reorganización del

Imperio con la colaboración incondicional del Senado.

Consecuencia de la cual fue la división de Hispania en tres provincias (27-14 a. C.).

La nueva división provincial de Hispania consistió en lo siguiente. La Ulterior se

subdividió en dos: la Baetica, que tomaba como límite noroccidental el río Guadiana, y

la Lusitania, que añadió al resto del territorio de la Ulterior, los territorios conquistados

a galaicos y astures. La Citerior englobaba el territorio tradicionalmente asignado al que

pertenecían también las Baleares y el recientemente sometido de los cántabros. (Ver

anexo Pág. 83)

La Lusitania y la Citerior tomaron el carácter de imperatoriales, mientras la Bética

fue asignada al Senado.

La crisis política del 68 surgió como respuesta al ejercicio caprichoso y despótico

del poder bajo el emperador Nerón. Dos de los cuatro rebeldes aspirantes al trono –

Vindex, Galba, Otón y Vitelio- eran gobernadores en Hispania: Galba en la Citerior y

Otón en la Lusitania.

Superada la crisis con la elección de Vespasiano como emperador, éste concedió a

Hispania el derecho latino. El decreto supuso un gran impulso en la igualación de

estatutos de las civitates y, como consecuencia de su aplicación, todos los que habían

desempeñado magistraturas en estos municipios recibían el derecho de ciudadanía

romana.

El emperador Caracalla (211-217), a través de la Constitutio Antoniana, concedió el

derecho de ciudadanía a los habitantes libres del Imperio, lo que contribuyó a romper

las diferencias entre Italia y las provincias y a uniformar los estatutos sociales, así como

a universalizar la ideología emanada desde los órganos del poder.

Durante la crisis política del siglo III se pusieron de manifiesto las debilidades del

aparato estatal. El sistema defensivo fue roto en varios frentes y algunos pueblos

bárbaros se asentaron en el interior del Imperio. El emperador había perdido el prestigio

y cualquier general apoyado por una parte del ejército se consideraba digno de

autoproclamarse emperador. Se agravó la crisis económica y social, haciéndose más

difíciles las comunicaciones y el comercio.

La Romanización del Mediterráneo 53

No se superó la crisis hasta el gobierno de Diocleciano, con el que se inicia lo que

algunos historiadores han llamado el Dominado, por el carácter sacro y el ceremonial

religioso de que se rodeaban los emperadores.

La nueva división administrativa diocleciana hacía de Hispania una de las trece

diócesis en que quedaba dividido el Imperio. La diócesis de Hispania comprendía seis

provincias: Baetica, Lusitania, Carthaginensis, Gallaecia, Tarraconensis y Balearica

(Ver anexo Pág. 83)

El gobernador de la diócesis de Hispania, el vicarius, tenía la responsabilidad de

cuidar por la buena administración de las provincias y de las ciudades. Él era también el

juez a quien podían apelar los provinciales.

A partir del emperador Constantino, por encima de las diócesis se fueron creando

unidades administrativas superiores, las praefecturae. Todo el Imperio estuvo incluido

bajo tres (en ocasiones cuatro) prefecturas: Oriente, Italia y las Galias. La diócesis de

Hispania dependía de la prefectura de las Galias.

La amenaza de invasiones de pueblos bárbaros, así como las revueltas de

campesinos, ya manifestadas en la crisis del siglo III, hicieron modificar a Diocleciano

el viejo sistema defensivo que fue siendo perfeccionado por los emperadores siguientes.

En Hispania había dos tipos de tropas. Por una parte, soldados limitanei formaban

unidades asentadas a lo largo de una línea defensiva, un auténtico limes, que iba desde

Galicia al País Vasco. El otro bloque de tropas, comitatenses y palatini, formaban

unidades móviles que desde el interior se desplazaban a los lugares conflictivos.

El año 409, Hispania fue invadida por pueblos bárbaros: los alanos se asentaron en

la Lusitania y en la Cartaginense, los vándalos silingos en la Bética y los suevos junto

con los vándalos asdingos en la Galaecia.

La intervención de los visigodos, aliados de Roma, fue mermando la peligrosidad de

estos pueblos.

Cuando a la caída del emperador Rómulo Augústulo (475), el ejército de Milán

proclama emperador al bárbaro Odoacro, quien toma el título de rex gentium, termina el

Imperio romano de Occidente. Los visigodos de Hispania ya habían cambiado su

política de alianza con los emperadores romanos, asentándose en ella.

La Romanización del Mediterráneo 54

IV. 3 - Organización económica y social

Tanto los indígenas como la población emigrada de Italia o de otras partes del

Imperio poseían un estatuto jurídico personal. La posesión de un estatuto era hereditaria

o adquirida. La variedad de estatutos personales se fue conformando durante la

implantación del dominio político del Estado romano sobre Italia. La población de la

Hispania romana podía estar en posesión de uno de los siguientes estatutos: ciudadano

romano, ciudadano latino, peregrino, liberto o esclavo. En el Bajo Imperio se añadió el

estatuto del colono. Solo un pequeño grupo de ciudadanos romanos pertenecía a uno de

los tres ordines: senatoriales, ecuestres y decurionales.

La existencia de asociaciones está ligada a la de núcleos urbanos intensamente

romanizados. Las profesiones representadas en las asociaciones conocidas de Hispania

eran tan distintas como albañiles, zapateros, bomberos, prestamistas de dinero,

barqueros, fabricantes de mechas para lucernas, etc. Su incidencia en el desarrollo

económico de Hispania fue considerable.

Cuando Roma intervino en el reparto de tierras, distribuyó la mayor parte en

parcelas por unidades familiares, mientras dejaba otra parte –bosques, prados- para

utilización comunitaria.

Los repartos de tierras a los colonos se llevaban a cabo por medio de una rigurosa

parcelación del territorio, cuyo resultado son las centuriaciones. Las centuriaciones

estudiadas de Hispania prueban la variedad de dimensiones de las mismas.

Ya en el período republicano había grandes propietarios de tierras, aunque

desconocemos dónde estaban situados los latifundios del Estado romano, cuya

existencia es admitida por todos los historiadores. La explotación de las tierras se

llevaba a cabo con el empleo de esclavos al frente de los cuales había un capataz,

generalmente también con estatuto de esclavo.

La producción de aceite fue una de las mayores riquezas de algunas regiones

hispanas. Se exportaba en grandes cantidades a Roma y a la frontera germana. El aceite

de Hispania era de muy buena calidad, utilizándose no sólo para la alimentación, sino

también para la higiene personal y para la iluminación. La importación de aceite

hispano está documentado en Roma entre los siglos I y III; la producción mayor se

hacía en la Baetica, desde donde se transportaba en naves, dentro de ánforas de forma

casi esférica y de un contenido medio de 60-70 litros, que solían llevar sellos e

La Romanización del Mediterráneo 55

inscripciones para indicar el peso del recipiente, el del aceite, el nombre del exportador

y la fecha. Al llegar a Roma, el contenido se transvasaba y se destruían las ánforas,

porque era muy difícil su reutilización. La colina artificial del Testaccio se formó por la

acumulación de fragmentos de las ánforas, en su mayoría de las de tipo hispano. Tiene

una altura de 30m y cubre una superficie de 20.000 m2.

El aceite hispano, exportado a Germania y a Britania, fue sustituido por el africano a

mediados del siglo III.

El cultivo de la vid debió estar extendido por casi toda la Península bajo el dominio

romano. Los vinos hispanos más famosos fueron los de la región catalana y los

gaditanos. La población de Roma y las tropas asentadas en el Rin fueron los mayores

consumidores de los vinos de exportación hispanos.

Después de Egipto y de África, el tercer abastecedor de trigo a Roma era Hispania.

Las regiones exportadoras de cereales más importantes fueron la Bética y la costa

oriental de la Península. Los romanos no aportaron ninguna innovación para el

almacenaje de trigo y de cebada. Como informa Plinio, siguieron utilizándose los silos,

excavados en rocas impermeables a la humedad, y los hórreos.

La península ibérica también era la

principal productora de metales de todo el

mundo romano: oro, plata, hierro, cobre,

estaño y plomo se exportaban en

abundancia bajo forma de lingotes. Los

más apreciados eran el oro y la plata, que

se destinaban, con el cobre y el estaño, a

la acuñación de moneda. De ahí que la

titularidad de las minas fuera estatal.

Lingotes de plomo (Carthago Nova)

De la extracción de los metales se ocupaban principalmente los esclavos (en las

minas estatales de plata de Cartagena llegaron a trabajar 40.000 de ellos), que

trabajaban en condiciones muy penosas, sin ver la luz del día durante meses. Tampoco

los niños se libraban de tan dura tarea, aprovechados para las vetas estrechas; ni los

hombres libres sin otras posibilidades de subsistencia.

El Estado mantuvo siempre la propiedad sobre las minas. La presencia de

particulares nos hace pensar que se aplicaba ya el procedimiento de alquilar por pozos.

Craso, el hombre más rico de Roma en época de Pompeyo y César, poseía minas en

Hispania. Bajo el gobierno de los emperadores, se modificaron los viejos presupuestos

La Romanización del Mediterráneo 56

de modo que el emperador y su familia resultaran especialmente privilegiados en la

apropiación de los beneficios.

Destacaron por su gran actividad las minas de:

- Plata y plomo en Cartagena y Linares.

-Cobre y plata en Riotinto, Sierra Morena y Aljustrel.

-Oro en la Bética, Asturias y el noroeste.

-Hierro en el Moncayo, Cantabria y Toledo.

-Mercurio en Almadén.

En los centros mineros no sólo se extraían los metales. También se los cribaba,

depuraba y fundía. La influencia de las minas se hacía notar en los sectores

agropecuario, industrial y artesanal de los alrededores, pues en los yacimientos,

lógicamente se consumían alimentos y se necesitaban herramientas y útiles de trabajo.

La minería fomentó la construcción de redes de comunicación como la vía de la

Plata o la Hercúlea. También fue la causa del origen de algunos asentamientos urbanos.

Aunque minas como las de Cartagena y sierra Morena ya eran explotadas por los

púnicos, el sector floreció durante la República y tuvo su auge en el período

altoimperial. Con la crisis del siglo III, la minería se resintió por el agotamiento de los

yacimientos (Cartagena) o por falta de mano de obra (Riotinto, Aljustrel o minas de oro

del noroeste).

La iluminación en el interior de las minas se conseguía mediante antorchas y

lucernas. Para la extracción del mineral se empleaban cestos de esparto protegidos por

una estructura exterior de madera. La dificultad de extraer el agua explica que no se

pudiera alcanzar una profundidad superior a los 300 metros.

Los mayores ingenios técnicos fueron aplicados para la extracción del agua: tornillo

de Arquímedes o caracol egipcio, ruedas y norias, poleas, la bomba conocida como

bomba de Ctesibio…

La diversa forma de presentarse el mineral condicionaba la aplicación de unos u

otros medios técnicos. Se utilizaban picos, azadones, mazos, martillos… de hierro.

Unas pocas inscripciones latinas confirman que también fueron empleados

trabajadores asalariados libres junto a los esclavos. Se supone que los libres pudieron

ser contratados en algún caso por sus conocimientos técnicos en minería.

Tras este sector clave, se distinguía un área económica casi tan rentable como la

minería: la industria.

La Romanización del Mediterráneo 57

La industria, concretamente la alimentaria, era la actividad más importante en cuanto

a la exportación, junto con la producción de trigo y metal.

En esta rama destacaban el aceite de oliva y las conservas de salazones, entre las que

resaltaba un aliño de aroma agresivo y sabor rotundo, cuya fama se extendía por todo el

imperio. Se trataba del garum , elaborado en el sur de la península. Se conseguía a partir

de la fermentación al sol de vísceras, morros y gargantas de atún, murena, escombro y

esturión, a lo que se agregaban aceites y hierbas aromáticas. La producción de garum

generaba una importante industria auxiliar del envasado en ánforas de la cual se

conservan abundantes restos. Se practicaba antes de la llegada de Roma, pero será con

la incorporación de una economía de mercado mediterránea cuando alcance unas cotas

de producción y de beneficios hasta esa época desconocidos.

Y, fuera de la alimentación, la magnífica lana meseteña, con la que los celtíberos

confeccionaban las capas sagum, que causaban furor en la capital del imperio. Entre las

manufacturas exportadas figuraba la cerámica sigillata, riojana, muy apreciada en

algunos puntos más allá de los Pirineos.

Las aportaciones hispanas no se limitaron a los productos de la tierra, el subsuelo y

la industria. Las personas fueron también un capital de gran valor. La sociedad latina se

benefició de los hombres peninsulares esclavizándolos o incorporándolos al ejército.

Los esclavos eran el motor de la minería, la más dura de las tareas. Aparte, se ocupaban

de la agricultura y de otras penosas labores. Algunos libertos se quedaban con sus

antiguos dueños, desempeñando oficios más cualificados, como la medicina, la música,

la cocina, la sastrería o la peluquería.

Las mujeres del país, dejando aparte a las esclavas, se unieron a muchos legionarios

veteranos solteros que habían venido a Hispania a sentar cabeza. Unos y otras acabaron

formando familias hispano-romanas, impulsando la estabilidad del Imperio en estas

tierras.

Además, existía un colectivo femenino, las puellae gaditanae (chicas de Cádiz), que

actuaban en los festines, siendo famosas en todo el Mare Nostrum por sus canciones

picantes y bailes sensuales.

Por último, Hispania fue un semillero de talentos intelectuales, artísticos, políticos,

deportivos y hasta religiosos:

Séneca, el retórico y su hijo el filósofo estoico, más recordado (Córdoba).

Lucano, el poeta épico (Córdoba).

Marcial, el satírico (Calatayud).

La Romanización del Mediterráneo 58

Pomponio Mela, geógrafo (Gibraltar).

Columela, agrónomo (Cádiz).

Diocles, el mejor auriga de la historia ( Lusitania).

San Osio, el obispo que presidió el primer concilio ecuménico (Córdoba).

También fueron hispanos tres de los césares más trascendentes del Imperio:

Trajano, Adriano y Teodosio I el Grande.

Circulación monetaria. - Un símbolo de civilización que la cultura romana aportó a

las tierras conquistadas fue la acuñación de moneda con la finalidad de facilitar las

transacciones comerciales.

Durante todo el periodo republicano,

era el Senado romano el que controlaba

por completo la emisión de moneda a

través de las magistraturas monetarias,

aunque posterior-mente, con el auge de

los dictadores, su control se redujo a las

monedas menores, pasando más tarde

muchas de las cecas a control imperial.

En Hispania fueron muchas las cecas que acuñaron moneda como Tarraco, Itálica,

Barcino, Caesaraugusta, Emerita Augusta, etc. Más de 400 cecas proporcionaron

moneda a la mayor parte de Europa, el norte de África y Oriente Próximo.

Bajo el gobierno de Tiberio, disminuyó el número de cives con autonomía para

emitir monedas; más tarde, el emperador Claudio prohibió definitivamente todas las

acuñaciones autónomas. Las monedas más extendidas fueron el denario de plata y la

moneda fraccionaria de bronce.

Trajano (98 – 117) Adriano (117 – 138) Teodosio I el Grande (379 – 395)

La Romanización del Mediterráneo 59

Las tabernae argentariae eran el equivalente de los bancos modernos: en ellas se

hacían operaciones de depósito, de préstamos con intereses, inversiones de capitales en

operaciones rentables y cambio de moneda extranjera. Cada transacción se registraba en

los correspondientes libros contables.

Algunos historiadores han hecho notar que la expansión de la moneda en Hispania

estuvo ligada a la facilidad que ofrecía para el pago de los soldados, así como a que el

pago de los impuestos a las ciudades era exigido frecuentemente en moneda. Pronto se

impuso también la moneda en las transacciones comerciales.

El comercio interior. – Era habitual que el ejército romano fuera seguido de

buhoneros, quienes aprovisionaban de pequeñas mercancías a los soldados y a la vez les

compraban objetos tomados en los saqueos de las ciudades.

El centro administrativo de una cives era a la vez un centro de mercado a donde

llegaban las mercancías de las huertas vecinas y de los talleres artesanales. Los días que

llegaban mercancías especiales, por ejemplo, un cargamento de esclavos, los vecinos

eran informados a través del pregonero, praeco.

El comercio exterior. – Se importaban principalmente productos de lujo:

estatuas, tapices, joyas, cerámica decorada, vidrios, etc. A ellos hubo que añadir el

comercio de esclavos, destinados ordinariamente lejos de su lugar de origen.

Pero la exportación estaba constituida principalmente por el garum y por productos

mineros y agrícolas.

Los impuestos. – Para la percepción de los impuestos directos, la administración

romana contaba con censos minuciosos y actualizados sobre Hispania. La contabilidad

de los ingresos era llevada por una amplia red burocrática, compuesta por esclavos,

libertos y libres de rango ecuestre. Aunque los ingresos por impuestos confluían en las

cajas centrales, la administración de cada impuesto se mantenía inicialmente

independiente según se tratara de impuestos por manumisión, por herencias, etc.

El impuesto ordinario y directo quedó fijado en un 5 por 100 y podía ser exigido en

grano o en dinero. A este impuesto se unían otros impuestos indirectos: la transmisión

de herencias estaba gravada con un impuesto de un 5 por ciento, y la manumisión de

esclavos también con un 5 por 100. Otro impuesto indirecto de un 2 por 100 pesaba

La Romanización del Mediterráneo 60

sobre los productos de exportación. En cada puerto había una oficina de recaudación del

impuesto del 2 por 100, portorium.

Tanto el fisco como el erario gastaron estos ingresos por impuestos para la

construcción de vías u otras obras públicas de Hispania.

La recaudación de los impuestos era llevada a cabo por los publicanos. La cantidad a

devengar como impuesto por los habitantes de cada provincia en su condición de

vencidos era fijada por el censor de Roma, vistos los resultados del catastro realizados

en cada región concreta.

La cuantía global del impuesto se sacaba a subasta pública, en bloques de distintas

contratas, que se adjudicaban a aquellos publicanos que se comprometían a abonar las

cifras más altas. Así, el Senado se ahorraba una costosa plantilla de funcionarios

recaudadores y obtenía por adelantado las cantidades que, durante cinco años, debían

aportar las provincias.

Las leyes no determinaban penas para los delitos derivados del cohecho o la

venalidad en el proceso de recaudación. El gobernador y los principales magistrados

debían colaborar con los publicanos protegiéndoles de las iras de los morosos y

apoyándolos en caso necesario. Esto daba manos libres a los publicanos, con lo que la

corrupción fue enorme y abarcó no sólo a particulares sino también a los mismos

magistrados senatoriales.

Ante las numerosas insolvencias que se presentaron, arbitraron la fórmula del

préstamo: prestaron a los insolventes el dinero que debían entregarles a un interés muy

alto. A tal extremo llegó la rapacidad de los usureros, que el propio Sila estableció el

máximo del 12 por 100 anual, lo que indica que debían ser normales coeficientes

superiores en este tipo de operaciones. Según Tito Livio “allí donde actúa un publicano,

no hay justicia ni libertad para los aliados”.

La implantación del gravamen por la potencia dominadora se basa en que los

provincianos, desde el momento en que están sometidos, usan y disfrutan unos bienes

de los que son propietarios el Senado y Pueblo romanos.

Ya en el siglo III, el Imperio hace crisis agotado por las continuas guerras. Ya no

hay clase media para sufragar la política fiscal y el contribuyente sufre ahora la

voracidad del Estado, que obliga a los publicanos a seguir desarrollando su actividad.

Éstos deberán responder con sus bienes del éxito de una gestión en la que se han

centuplicado los riesgos y ha desaparecido la posibilidad de obtener beneficios, es más,

La Romanización del Mediterráneo 61

existe la certeza de quedar arruinado. La profesión que durante la República había

servido para amasar gruesas fortunas, llevaba ahora a la ruina a quién la desempeñaba.

IV. 4 - Religión y cultura

Cuando comenzó la conquista de Hispania, el politeísmo romano correspondía ya al

de un Estado desarrollado. En cambio, es preciso hablar de “religiones indígenas” y no

de religión, pues cada unidad indígena mantenía su propia jerarquía divina.

Los sacrificios humanos practicados en diversos lugares de la Hispania prerromana

fueron prohibidos

El Estado romano respetó las creencias religiosas indígenas porque no atentaban a su

poder político; en cambio, se esforzó para que tanto indígenas como romano-itálicos

aceptaran los cultos a las divinidades oficiales romanas. Aunque las divinidades

indígenas no se suprimieron, tendieron a fusionarse con el panteón romano, aprehendido

a su vez del heleno. Se conservaron algunas, como el dios Erudinus en el norte de la

península. El Hércules gaditano era una mutación del Melkart fenicio y púnico, y los

exvotos íberos comenzaron a adoptar rasgos grecolatinos.

Los dioses de la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva), la diosa Roma y el

emperador fueron las divinidades oficiales del Estado romano. También se rendía culto

a Diana, Marte, Venus, Ceres, Mercurio, Esculapio… Éstos acabaron desplazando a las

divinidades locales o absorbiendo sus atributos. En el culto imperial el objeto de culto

era el emperador, vivo o divinizado después de muerto.

La religión romana se impuso pronto en los núcleos urbanos del arco mediterráneo y

en la Bética. También se introdujo el culto de los dioses orientales que Roma iba

adoptando a medida que conquistaba otros territorios. Vinieron Isis y Serapis desde

Egipto, Mitra desde Persia, Atargatis desde Siria, Cibeles desde Anatolia. Desde Judea

también llegó una nueva religión monoteísta, fundada por el hijo de un carpintero. Este

nuevo credo, el cristianismo, terminó por contribuir al desmoronamiento del orden

establecido por Roma. Paradójicamente, gracias a la romanización –ciudades, lengua y

vías latinas- consiguió ganar adeptos con rapidez.

La lista de mártires hispanos que cayeron durante las persecuciones (de Decio o

Diocleciano) procedentes de Sevilla, Alcalá de Henares, Gerona, Barcelona, Calahorra,

etc., hacen pensar que el número de diócesis era ya muy elevado.

La Romanización del Mediterráneo 62

Desde el emperador Constantino, la Iglesia cristiana -tantas veces perseguida- pasó a

colaborar estrechamente con el poder político.

En la Hispania que conquistó Roma se hablaban lenguas muy diversas. En cambio,

el uso de la escritura no estaba generalizado. Los pueblos del sur y del este peninsular

habían copiado el alfabeto utilizado por los colonizadores fenicios y griegos y llevaban

empleando la escritura mucho antes de la venida de los romanos. Desde comienzos del

Imperio, las escrituras indígenas dejaron de utilizarse. Se generalizó el uso de la lengua

y de la escritura latina.

La educación era voluntaria y no existía la burocracia ligada a los títulos. El

consenso establecía tres niveles educativos: el primero servía para el aprendizaje de la

escritura y del lenguaje y se realizaba en la familia. En el segundo y en el tercer nivel

los poderes públicos costeaban centros adecuados. En el segundo nivel, los gramáticos

enseñaban gramática, geometría, música, astronomía y aritmética, más unas nociones de

retórica y filosofía. En el tercer nivel, los retóricos impartían retórica y filosofía.

IV. 5 - LA ÉPOCA ROMANA DE LA COMUNIDAD VALENCIANA

.Nuestros antepasados íberos mantuvieron relaciones comerciales y contacto con

otras culturas de la cuenca mediterránea y una de ellas fue la romana. Esto hizo que su

modo de vida se fuese familiarizando con la influencia cultural que llegaba a través de

estas relaciones.

La política romana fue muy hábil, no forzando las cosas a fin de evitar reacciones

innecesarias. Fue la propia convivencia entre la población indígena y los nuevos

pobladores, que llegaron con su nuevo estilo de ser y de vivir, lo que romanizó

pacíficamente a la Comunidad Valenciana, haciendo que nuestros antepasados fueran

asimilando esta nueva cultura.

Los asentamientos íberos estaban situados en cerros o sobre algún lugar elevado.

Con los romanos llegó la conquista de las tierras llanas.

VALENTIA fue una de las primeras ciudades hispanas de nueva planta que Roma

fundó en la península.

La Romanización del Mediterráneo 63

Bien fuese por su poder económico, militar, social, político... nuestros antepasados

se expresaban y convivían como hispanoromanos.

Se implantaron nuevos modelos de producción y habitabilidad, naciendo nuevas

costumbres y cualidades en la sociedad ibera.

De todos los poblados iberos quizás el más famoso sea el de Arse (Sagunto).

Sagunto era aliada de Roma y su defensa del tratado con los romanos y la resistencia a

los cartagineses fue el detonante de la II Guerra Púnica. Esta victoria romana marcó un

antes y un después sobre el dominio del Mare Nostrum.

Con la romanización de los pueblos costeros los romanos se plantearon la conquista

de Hispania, continuando su política expansionista. Los pobladores de la Comunidad

no ofrecieron prácticamente resistencia a la romanización.

La guerra solo volvió a nuestras tierras con las guerras civiles romanas.

Con el reinado de Augusto, tras la muerte de César, la paz se asienta en la península

y con ella la época más fecunda, transformadora y el nacimiento de una nueva sociedad.

El número de latinos desplazados a la Comunidad fue pequeño como para crear un

nuevo grupo social y fueron los hijos y los nietos de los iberos los que se fueron

impregnando de esta nueva cultura.

Conocemos ocho ciudades romanas en nuestras tierras:

-Lesera, ciudad de fundación alto imperial, identificada con el yacimiento de la

Moleta dels Frares, en Forcall.

-Saguntum, ciudad federada desde la Segunda Guerra Púnica hasta que con Augusto

se convirtió en municipio de ciudadanos romanos.

-Edeta, municipio de derecho latino, que corresponde a Llíria.

-Valentia, colonia latina fundada en el año 138 a.e.c. y nuevamente refundada por

Augusto con soldados licenciados del ejército romano.

-Saetabi, municipio de derecho latino de época de Augusto, famosa por su

producción de lino, como relata Plinio.

-Dianium, la ciudad romana de Dénia, que Plinio menciona como estipendiaria y

que después alcanzaría el rango de municipio.

-Lucentum, municipio romano que se identifica con el Tossal de Manises, de

Alicante.

-Ilici, la colonia romana de Elche fundada por César o Augusto.

La Romanización del Mediterráneo 64

Con el dominio romano vino la reorganización de la economía. Posiblemente, la

estructura socio-económica de este periodo tenía una base agraria y la mayoría de los

romanos-valencianos eran agricultores, aunque no tenemos censos sobre este tema.

Los restos de edificaciones rurales son mas bien escasos, debido al continuo

aprovechamiento de las estructuras por las distintas culturas y épocas, árabe, medieval,

renacimiento...

En nuestra tierra el cultivo más abundante era el cereal, seguido por la vid y el olivo.

Si hablamos de huerta y árboles frutales no podemos confirmar su existencia, pero si

podemos constatar la existencia de acueductos que se dirigían a zonas de cultivo. Esto

nos hace suponer que existía una tierra de regadío dedicada a las verduras y árboles

frutales.

Entre los siglos I y III las tierras de la actual Comunidad, tenían una gran densidad

de población dispersa en villa rusticas. Estas villas tenían una parte dedicada a la

vivienda y otra al trabajo. Son el antecedente de nuestras masias.

En el litoral destacaban las factorías de conservas, sobre todo en la provincia de

Alicante, como Xabia, Calpe, Alicante y Santa Pola.

Destacamos el complejo de Xabia, importante y afamado por la producción de

garum, pues era una zona muy rica en atún y que estuvo en funcionamiento hasta el

siglo III.

En la Comunidad también había talleres de hierro, madera, textiles y de peletería.

Quizás la industria más famosa fuera la cerámica: se han encontrado restos de hornos en

Vall d´Uixò, Olocau, Albalat dels Tarongers, Almenara, Borriol, El Campello, etc.

Al principio de los asentamientos se importaron gran cantidad de mercancías para

abastecer las necesidades de los nuevos pobladores. Al cabo de un tiempo, la tierra

valenciana comenzó a dar sus frutos y a tener excedentes que exportar a otros lugares

del Imperio. En la Comunidad se han documentando unas sesenta villas rústicas.

El comercio en nuestras tierras fue muy intenso, prueba de ello son los numerosos

restos que se han encontrado procedentes de otros lugares y viceversa, en especial de

monedas.

En Hispania se produjo un desabastecimiento de moneda de bronce durante la

segunda mitad del siglo I a. C., que provocó que las colonias y municipios que se iban

creando, acuñaran sus propias monedas de bronce. En el área valenciana, acuñaron

monedas solamente las ciudades de Ilici (colonia) y Saguntum (municipio); pero lo

La Romanización del Mediterráneo 65

hicieron en escasa cantidad y no llegaron a cubrir las necesidades propias de un

momento de fuerte desarrollo urbanístico.

Con el reinado de Calígula, las ciudades de Hispania dejaron de emitir moneda. A

partir de este cierre, todas las provincias del Mediterráneo occidental tendrán un sistema

monetario unificado, y toda la moneda en circulación procedería de los centros

productores imperiales. A mediados del siglo III se acelera el progresivo deterioro del

sistema monetario romano que ya no volverá a conocer la estabilidad de los siglos

anteriores.

Vías de comunicación

Las calzadas posiblemente sea la transformación más importante en el sistema de

comunicaciones. Sin una red de caminos estables, seguros y sólidos, no hubiera sido

posible la romanización.

Una de las características de la romanización era la capacidad de desplazamiento,

con la mayor brevedad, de personas y mercancías.

Las calzadas fueron construidas por los soldados y su finalidad era bélica; pero una

vez conquistado el territorio, las vías pasaron a ser una necesidad civil.

Conservamos numerosos vestigios y restos de calzadas que nos ayudan a identificar

las vías. Además contamos con la ayuda de la toponimia y el uso continuado de las

calzadas hasta pasada la Edad Media, llegando incluso a la Ilustración y la Revolución

Industrial. Por ejemplo los pueblos que se denominan llosa, indica que su municipio era

atravesado por una calzada. Pueblos como Llosa de Ranes o Llosa del Obispo, tenían

calzadas en sus municipios, la primera se dirigía de Valencia a Játiva y la segunda de

Llíria a Xelva.

La vía principal de nuestra Comunidad era la Vía Augusta. Esta vía entraba por San

Joan del Pas y tenia dos ramales, uno hacia la actual Andalucía entrando a la Meseta por

Almansa y otro ramal a la actual Cartagena.

También había otras vías secundarias vertebradas con la Vía Augusta, no menos

importantes:

- En el sector norte existía un ramal paralelo que entraba por Vinaròs-Santa

Magdalena de Polpis-Alcalá de Xivert y se acercaba a la costa por Torreblanca.

- En Tavernes de Valldigna se desviaba hacia la costa enlazando con Denia y otros

núcleos urbanos de la Marina.

La Romanización del Mediterráneo 66

- Otra calzada se dirigía al interior, a Caesaraugusta, discurría paralela a la actual

carretera de Morella a Zaragoza.

- Otra calzada era la vía del río de Sagunto, hacia Segorbe y Teruel.

- Otra seguía el río Turia y se dirigía de Valencia a Xelva y de aquí al norte de

Cuenca.

- Una más sería la antigua N-III, que iba de Valencia al interior pasando por Chiva,

Requena, Utiel.... y de Valencia salía por el antiguo camino de Quart: este camino y la

calle del mismo nombre eran una de las entradas y salidas de la Valencia romana. (Ver

anexo Pág. 84)

Cabe destacar que las calzadas eran seguras: personas y mercancías podían viajar sin

miedo a robos o bandoleros.

El complemento de las vías fueron los puertos. Aunque de los puertos no tenemos

mucha información, ya que estos solían aprovechar espacios naturales. Recordemos

algunos como el de la Albufera de Lucentum, Denia, Santa Pola, Valencia (fluvial) y

actualmente se han descubierto restos que hablan de la Albufera Valenciana como eje

portuario.

Monumentos Romanos en la Comunidad Valenciana

Entre los monumentos romanos que han llegado hasta nuestros días cabe resaltar los

siguientes:

*Teatro romano de Sagunto.- Está ubicado en la falda del monte que corona el

Castillo de Sagunto. Data del siglo I, tiene forma de hemiciclo y una capacidad para

ocho mil espectadores. Lo más sobresaliente del teatro es el conjunto de vomitorios de

acceso y salida de la grada. Su aspecto actual viene condicionado por las numerosas

intervenciones de restauración y rehabilitación a que ha estado sometida su estructura.

(Ver anexo Pág. 85)

* Arco romano de Cabanes.- Es el más importante de la Comunidad Valenciana. Se

encuentra en la Vía Augusta. Tiene una estructura de arco triunfal al que le faltan las

enjutas y entablamentos, que han sido utilizados como abrevaderos o piedras sillares de

algunas casas de la población. Está construido con sillares de granito sin argamasa.

La Romanización del Mediterráneo 67

V. ROMANIZACIÓN DE DISTINTAS PROVINCIAS

V.1 - GALIA Y GERMANIA

Galia Transalpina ocupaba el territorio comprendido entre el Océano Atlántico, los

Pirineos, el Mediterráneo, los Alpes, el Rin y el Mar del Norte.

Predominaban los celtas mezclados con los germanos en el límite renano y con los

íberos en la zona pirenaica; en la costa mediterránea había muchos poblados de origen

griego, entre los que destacaba Massilia (Marsella), una próspera ciudad mercantil.

Se trataba de una sociedad de tipo feudal eminentemente avícola. Dependía de una

aristocracia fuertemente influenciada por la religión druida. La unidad étnica, religiosa y

cultural no impedía frecuentes rivalidades que aprovecharon los conquistadores

romanos en su favor. Los primeros contactos tuvieron lugar cuando Roma acudió en

ayuda de su aliada Massilia, a mediados del siglo II a. C.

La primera colonia fue Narbo Martius (actual Narbona). Al poco tiempo se instauró

la provincia de Gallia Narbonensis, a la que se llamó simplemente Provincia, (de donde

se deriva el moderno vocablo Provenza). Se incrementaron las relaciones comerciales y

las alianzas político-militares aunque fueron frecuentes las rebeliones de las diversas

tribus.

En el 52 a. C., la victoria de César sobre Vercingétorix en Alesia otorgó a Roma la

posesión definitiva de toda Galia, que se romanizó con rapidez.

Augusto dividió el territorio en Gallia Narbonensis, Aquitania, Gallia Bélgica y

Gallia Lugdunensis. La población se distribuyó en 64 civitates, cuyos representantes se

reunían cada año en el Conventum Galliarum (junto al altar de Roma y Augusto), para

1.- Aquitania 2.- Lugdonense 3.- Narbonense 4.- Alpes Marítimos 5.- Alpes Cotienos 6.- Alpes Grayos y Peninos 7.- Bélgica 8.- Germania Inferior 9.- Germania Superior A.- Nîmes B.- Orange C.- Tréveris

La Romanización del Mediterráneo 68

tratar asuntos comunes y ejercer un limitado control sobre la gestión de los

gobernadores romanos..

Los centros poblados, ampliados y enriquecidos con monumentos, asumieron el

típico carácter romano y se edificaron teatros, anfiteatros, circos, complejos termales,

basílicas, arcos y puentes y acueductos.

La economía alcanzó gran prosperidad, gracias a los productos agrícolas e

industriales. Los carros construidos en Galia se vendían y usaban en todas partes; los

vinos de la Narbonense estuvieron en el primer puesto de las exportaciones, siendo

también exportada una cerámica llamada terra sigillata, de gran aceptación en todo el

Imperio.

Galia fue una de las pocas comarcas mediterráneas en condiciones de acuñar

moneda de oro por su propia cuenta debido a que tenía oro en abundancia y era fácil de

encontrar.

Las dos provincias de la Germania romana abarcaban una pequeña parte del

territorio al que los romanos denominaron con ese nombre. Las campañas de César en

Galia llevaron a las legiones hasta el Rin con el fin de cuidar de la seguridad de las

provincias galas. Las tropas romanas se enfrentaron a las belicosas tribus germanas

durante largos años. Resultó muy funesto el desastre sufrido por Varo ante el jefe

bárbaro Arminio, en una batalla en la que fueron aniquiladas tres legiones.

La provincia romana de Germania Superior se extendía desde el lago Leman hasta la

confluencia de los ríos Vinxtbach y Rin, por Confluentes y Bonna (Coblenza y Bonn),y

más allá del Rin sólo abarcaba la región del Taunus.

La provincia de Germania Inferior llegaba al Mar del Norte e incluía una parte de los

actuales Países Bajos. Frente a la actual Colonia se alzaba el campamento fortificado de

Divitia (Dentz).

En los lugares donde la frontera no estaba señalada por el Rin, un limes (confín)

fortificado protegía el territorio de las incursiones de los bárbaros. A lo largo de 382 km

esa fortificación constaba de una muralla provista de empalizadas y precedida por un

foso; controlaban la muralla unos campamentos de distinto tamaño y bien protegidos.

Desde el punto de vista económico, un producto característico de las exportaciones

eran las manufacturas de cristales, de las que nos han llegado ejemplares estupendos y

muy ricos, fabricados en las factorías de Colonia.

La Romanización del Mediterráneo 69

V. 2 – BRITANIA

Julio César comandó una primera expedición

militar en el 55 a. C., a la que siguió otra un año más

tarde, aunque la región no quedó sometida hasta

después del 43 d. C., por obra del emperador Claudio.

El límite norte iba de la desembocadura del río

Tyne a la del Solway; a lo largo de esta línea Adriano

mandó edificar su famoso vallum. Antonino Pío

desplazó el limes hacia el norte y mandó construir una

segunda línea fortificada.

Los romanos dieron el nombre de Britannia a la provincia que ocupaba el centro

y sur de la actual isla de Gran Bretaña. Existió entre los siglos I y V.

Britania contaba con una economía agrícola y no carecía de recursos mineros.

Entre las principales mercancías se citan: cereales, ganado, oro, plata, pieles, esclavos y

buenos perros de caza. Había yacimientos de oro, plata, cobre y estaño. Fue una de las

mayores zonas productivas de plomo.

Los romanos tuvieron que enfrentarse, sobre todo, a la seguridad de los

transportes a través del Canal de la Mancha y a la particular configuración geográfica de

la isla.

Britania fue una de las provincias menos pacíficas y menos romanizadas del

Imperio. Después de la derrota que los pueblos llegados del norte infligieron al ejército

romano en tiempos de Cómodo, Septimio Severo dividió la provincia en Superior e

Inferior hasta que Diocleciano dividió el territorio en cuatro zonas.

Las legiones romanas

abandonaron definitivamente Britania tras

los levantamientos locales y la invasión

de Galia por los pueblos germánicos.

Unos decenios más tarde, poco a poco, los

sajones fueron ocupando la isla.

El famoso muro de Adriano.

1. Del 46 al 406 d. C. 2. Del 142 al 180 d. C.

La Romanización del Mediterráneo 70

V. 3 - LAS PROVINCIAS DEL DANUBIO

Las provincias del Danubio abarcaban un extenso territorio cuyos límites eran al

oeste, Germania, y al norte el Danubio (excepto Dacia), al este el Mar Negro y al sur la

Galia cisalpina y Acaya. Comprendían siete regiones: Raetia, Noricum, Pannonia,

Illyricum, Dacia, Moesia y Thracia.

Tanto Retia como Norico estaban organizados en autonomías cantonales. La región

estaba habitada por pueblos celtas. Debido a su difícil topografía, el proceso de

romanización no resultó del todo eficaz.

La importancia de estas tierras estribaba en el sistema de carreteras que la

atravesaban de gran valor comercial y militar.

La provincia de Nórico se romanizó hasta cierto punto a causa de la fuerte

inmigración de elementos itálicos.

La principal riqueza de la zona eran los metales, en especial el oro, el plomo y el

hierro. También producían un acero de calidad excepcional: se piensa que en Nórico se

descubrió, hacia el 500 a. C., un método para producir el acero, fundiendo el hierro con

cierto porcentaje de manganeso.

Pannonia llegó a ser provincia autónoma tras la represión del levantamiento de los

pueblos danubianos (años 6 y 9 d. C.). Para defenderse de los bárbaros, se edificaron

varios campamentos de legionarios, que con el tiempo se convirtieron en vitales centros

de romanización. El desarrollo de los campamentos militares y de las comunidades

indígenas vecinas a ellos, constituidas por artesanos, mercaderes y las concubinas de los

militares, dio origen a las principales ciudades de la comarca.

La Romanización del Mediterráneo 71

Desde el punto de vista económico fue una zona dedicada a la actividad agrícola,

minera y también comercial.

Iliria, situada junto a la costa adriática opuesta a la península itálica, ya se hizo notar

en Roma en el siglo III a. C., por la piratería que practicaban las tribus allí establecidas.

La inmigración de mercaderes itálicos determinó la romanización de las ciudades

costeras y de las islas diferenciándose de las regiones interiores, donde los pueblos

indígenas asimilaron con mucha lentitud la civilización romana.

Los principales recursos de estas tierras fueron las minas de hierro, oro y plata,

además del ganado y el cultivo de los cereales, la vid y el olivo.

Entre las ciudades más importantes hay que citar Salonae (Solin), cuna de

Diocleciano. Cerca de ella este emperador mandó construir su grandioso palacio, que

daría origen a la ciudad de Split.

Roma entró en guerra con Dacia ya en tiempos de Domiciano, pero fue Trajano el

que logró conquistar definitivamente la región. En cuanto se produjo la ocupación

romana, llegaron muchos colonos que contribuyeron a convertir la región en una de las

más romanizadas de todo el Imperio.

Entre los mayores recursos de Dacia se contaron los minerales, sobre todo hierro,

plata y oro. Después de la conquista, Trajano llevó a Roma como botín de guerra unos

165.500 kg de oro y 331.000 de plata.

La provincia fue provista de una imponente red vial sobre la que se alzaron muchos

centros poblados.

Aureliano abandonó definitivamente los territorios de Dacia en el 270, bajo la

presión de los ataques bárbaros.

Los romanos intervinieron en Mesia para contener a los pueblos que, con sus

continuos saqueos y ataques, se infiltraban en los territorios ya conquistados. La

actividad militar en la región fue estremecedora, sobre todo en tiempos de los Flavios.

La provincia de Mesia era una de las más heterogéneas, por la diversidad de su

territorio y de los pueblos en él asentados. Los municipios y las colonias no fueron

muchos y la provincia conservó un aire general rústico, dentro de un contexto oficial

romano.

Entre los monumentos de índole funeraria y honoraria, destaca el Tropaeum Traiani,

levantado en Dobrugia Meridional (Rumania), en recuerdo de las conquistas dacias de

Trajano. La rica decoración figurativa del imponente edificio constituye uno de los

complejos más grandiosos que del arte provincial romano han llegado hasta hoy.

La Romanización del Mediterráneo 72

Tracia fue la última región situada al sur del Danubio que se constituyó como

provincia romana cuando Claudio se apoderó de ella en el año 46.

Se prestó mucha atención al desarrollo del sistema vial que unía el Egeo y el Mar

Negro.

La romanización fue más intensa en las regiones costeras, mientras en el interior los

romanos combatieron sin cesar con los belicosos nativos. La mayor parte de este pueblo

conservó sus propias costumbres y su religión. Periódicamente se organizaban mercados

sobre las grandes carreteras que comunicaban Europa y Asia.

La zona tuvo poco peso político y económico hasta el siglo III, en que se convirtió

en terreno de enfrentamiento con los pueblos bárbaros invasores. Más tarde sería motivo

de disputa entre el Imperio de Oriente y el de Occidente, hasta que por fin quedó

adjudicada al primero, del que fue un puesto de vanguardia defensiva esencial. A esa

turbulenta situación política correspondió el apogeo de Byzantium, que se vio favorecida

por la reedificación que desde el 323 ordenó Constantino y que la dotó de rasgos

grandiosos. En el año 330 su nombre pasó a ser Constantinopla, y se convirtió en la

nueva capital del Imperio romano y, después, del bizantino.

Constantinopla, capital del antiguo Imperio romano de Oriente

La Romanización del Mediterráneo 73

V. 4 - GRECIA

Los romanos empezaron su presencia

en la península helénica en el siglo III a.

C., cuando acudieron en defensa de las

ciudades griegas en sus luchas contra los

reyes macedonios. Al principio Roma no

se aprovechó de la hegemonía que le

proporciono la victoria y devolvió la

libertad a Grecia.

No obstante, cuando las legiones romanas derrotaron definitivamente al ejército

macedonio en Pidna, las ansias expansionistas de los vencedores se hicieron visibles, a

lo que correspondió la aversión de los griegos.

En el año 146 a. C., tras la destrucción de Corinto, Grecia fue reducida a la categoría

de provincia, dividida en Macedonia y Achaia (Acaya) que abarcaba el Epiro.

Atenas se sumó a Mitríades IV, rey de Ponto, en la campaña que terminaría en el

año 86 a. C. con el asedio y posterior saqueo de las tropas de Sila. Desde ese momento,

Grecia pasó a ser una de las provincias más tranquilas del Imperio.

Macedonia un florecimiento económico excepcional gracias a la reapertura de las

minas de oro y de plata y a la mejor valoración de las de cobre y hierro.

Las ciudades macedonias se beneficiaron de numerosas exenciones; algunas

tuvieron una alta proporción de veteranos romanos entre sus habitantes.

Acaya, (que abarcaba todo el Peloponeso y las islas hasta Creta, además de las

Cícladas, Ática, Beocia y Eubea, alcanzó un nuevo florecimiento al encontrarse en el

centro de un importante sistema de rutas marítimas que partían del Pireo, pasaban por

los puertos de las Cícladas y los fondeaderos del istmo de Corinto. La región adquirió

gran importancia sobre todo en tiempos de Nerón y Adriano.

Epiro, que se constituyó como provincia autónoma en el siglo II d. C., participó muy

poco en la vida del Imperio, exceptuadas algunas ciudades costeras como Accio, y

algunos centros del interior como Dodona, famosa por su santuario de Zeus.

Al carecer de carreteras importantes, Epiro tuvo cierto interés tan sólo por el valor

estratégico de sus bases navales.

Grecia, aunque sometida, logró conquistar a Roma con la grandeza de su cultura e

introducir en la metrópoli, los temas fundamentales de su propio arte.

La Romanización del Mediterráneo 74

V. 5 - ASIA MENOR

La presencia romana en Asia Menor empezó en el 133 a. C., a raíz del legado de

Atalo, rey de Pérgamo, y prosiguió con la anexión de los reinos limítrofes.

La riqueza de la región atrajo a una gran cantidad de itálicos, sobre todo mercaderes

y recaudadores de impuestos, cuya avaricia provocó una terrible rebelión en el 88 a. C.

Augusto mejoró la situación de Asia, pues empezó una etapa de paz y prosperidad, que

se prolongó hasta mediados del siglo III.

Las principales fuentes de riqueza de estas provincias fueron la agricultura y el

comercio. Era muy apreciado el mármol morado de las canteras frigias de Synnada y el

de Quío. Para transportar los mármoles se empleaban unas embarcaciones especiales,

las naves lapidariae, que los descargaban en el puerto de Ostia, desde donde se llevaban

aguas arriba del Tíber hasta un depósito al pie del Aventino, que se llama Marmorata

Asia Menor era famosa por la cría de ovejas y la producción de la lana y del

pergamino- el más apreciado era el de Pérgamo, de donde tomó el nombre-, que junto

al papiro fue el soporte más difundido de la escritura en la antigüedad.

Casi todas las demás ciudades eran muy conocidas por el comercio de tejidos y

ropas de lana. Tenían mucha demanda las telas teñidas con púrpura, colorante obtenido

de un molusco.

La región también contaba con ricos yacimientos de plata y oro. La abundancia de

éste dio lugar a la leyenda del rey Creso, en las cercanías de cuyo palacio aún fluye hoy

el río aurífero Pactolo.

En Asia Menor abundan las ruinas de los tiempos romanos, y no solo en los grandes

centros como Éfeso, Pérgamo o Mileto, sino también en ciudades menores.

La Romanización del Mediterráneo 75

V.6 - LAS PROVINCIAS ORIENTALES

Las Provincias Orientales

constituían el confín del Imperio

romano, y abarcaba Armenia, Asiria,

Mesopotamia, Siria y Palestina y

Arabia.

La historia de estas regiones fue

muy intrincada. Roma tuvo que

enfrentarse con el Imperio de los

partos, cuyo poder igualaba al romano.

La situación se complicaba por la existencia de extensas zonas desérticas, habitadas

por pueblos nómadas, que eran casi incontrolables.

El griego y el sirio siguieron siendo los idiomas más hablados, y el latín sólo se

difundió en las grandes ciudades como lengua oficial en el ámbito jurídico y

administrativo.

Estas comarcas fueron muy importantes tanto desde el punto de vista militar como

en el campo económico. No obstante, el comercio resultó ser la fuente mayor de

riquezas. Largas caravanas de camellos y mulas atravesaban grandes distancias, previo

pago de un derecho de tránsito, a veces escoltadas por grupos armados para evitar los

ataques de los bandidos. Los impuestos que debían pagar las caravanas repercutían en el

precio de las mercancías.

La organización romana fue bastante eficiente sobre todo en cuanto a las

comunicaciones, perfeccionando y dando especial valor a la red vial existente creada

por los Aqueménidas y utilizada por Alejandro Magno.

Las ciudades más orientales estaban protegidas por contingentes militares fijos.

En resumen, las provincias orientales fueron un crisol de razas y culturas diversas,

donde el elemento griego, el semita y el romano entraron en contacto estrecho y se

influyeron recíprocamente.

La Romanización del Mediterráneo 76

V. 7 - EGIPTO, CRETA Y CIRENAICA

Egipto fue el último de los reinos

helenísticos que entró en el campo de

influencia de Roma, después del suicidio

de Cleopatra VII tras la derrota que le

infligió Octaviano en Accio .

Augusto lo convirtió en un territorio directamente dependiente del emperador, que

gobernaba esas tierras a través de un praefectus Aegypti. Desde el principio la

dominación romana tuvo que enfrentarse con los problemas creados por las diferencias

entre la comunidad griega (con especiales privilegios jurídicos y fiscales) y la

comunidad judía, que protagonizó varias rebeliones, las más sangrientas de ellas en

tiempos de Claudio y de Trajano.

El aporte de Roma en estas comarcas resultaría bastante limitado, e incluso la

cultura egipcia proyectó su notable influjo en el mundo romano, sobre todo en el campo

religioso y en el artístico.

Egipto tuvo un eminente papel económico, pues de esta provincia provenían grandes

cantidades de cereales, materias primas muy apreciadas y objetos de lujo. Entre los

materiales exportados figuraban distintos tipos de mármol, el granito rosa, el gris y el

pórfido rojo. Además tenía el monopolio del comercio del papiro. También tuvo fama

la industria lanera de esta región, que proveyó de ropas al ejército de Roma.

Cirenaica fue declarada provincia en el 74 a. C.; tiempo después, Antonio la legó a

la hija que tuvo de Cleopatra; Augusto le devolvió la categoría de provincia senatorial

en el 27 a. C., y la unió a la isla de Creta. Presentó las mismas dificultades de gobierno,

por la violenta lucha entre las comunidades judía y griega. La economía de la región

quedó hundida por los estragos y la devastación que ambos bandos produjeron. No

obstante, conservó su fama como lugar de crianza de caballos de pura raza.

Por el contrario, Creta se mantuvo mucho más tranquila hasta el punto que la

presencia militar romana se limitó a alguna guarnición local menor.

En ambas regiones, Roma aplicó una política bastante liberal con respecto a las

ciudades, que continuaron disponiendo de gran cantidad de derechos e inmunidades.

La Romanización del Mediterráneo 77

V. 8 - ÁFRICA

Roma penetró en el continente africano después de la destrucción de Cartago y se

concretó con la constitución de las provincias de Africa proconsularis y Africa Nova o

Numidia, a las que más tarde se sumaron Mauretania Caesariensis y Mauretania

Tingitana.

El gran interés de Roma en África se justificaba por la posición estratégica de los

fondeaderos, cuyo control garantizaba el dominio total de las rutas mediterráneas, y por

la inmensa riqueza agrícola de la región.

Una densa red de carreteras unía las ciudades caravaneras con los puertos, donde los

géneros destinados a Roma se cargaban en naves mercantes.

En los campos cercanos a las ciudades se extendían los establecimientos de los ricos

latifundistas; una gran cantidad de diques permitían almacenar las aguas estacionales

que acarreaban los uadis y su posterior distribución para el riego, a través de

complicadas canalizaciones. La causa fundamental de la prosperidad que alcanzaron

algunas ciudades fue la enorme producción de cereales (que dio a África su epíteto de

“granero de Roma”) y de aceite de oliva. El Estado controló el comercio de cereales

mucho más que el de otros productos. El principal puerto de embarque de cereales era

Cartago, cuya recuperación fue obra de César.

La exportación de aceite tuvo mayor incidencia a partir del siglo II d. C. Se

transportaba en ánforas cilíndricas, también usadas para conservar el garum. África fue

la máxima proveedora de este condimento.

También tuvo mucha importancia las exportaciones de animales: caballos para las

carreras del circo, fieras y elefantes para los juegos de anfiteatro, a los que se capturaba

La Romanización del Mediterráneo 78

y después se embarcaba en naves especiales para transportarlos a los destinos más

diversos.

En general, la lengua y la religión oficiales fueron las romanas, aunque en las zonas

apartadas seguían empleando la lengua fenicia y practicando su religión.

La contribución de África al desarrollo de la romanidad pagana y cristiana fue

excepcional: emperadores como Septimio Severo, juristas y escritores como Frontón y

Apuleyo, además del nutrido grupo de los apologistas cristianos, sobre todo Tertuliano

y Agustín.

La frontera africana iba desde el actual Marruecos hasta Libia y era la más extensa

del Imperio con 4.000 Km. de longitud, limitando un territorio muy variado, en el que

los pueblos autóctonos desarrollaban culturas y estilos de vida muy diferentes.

Ruinas romanas de Volubilis, centro administrativo de la provincia africana Mauritania Tingitana.

La Romanización del Mediterráneo 79

VI. CONCLUSIONES

Bajo el gobierno de Roma, el mundo mediterráneo registra un progreso importante,

especialmente en el terreno de las técnicas agrícola, minera, de la ingeniería, de la

construcción, la navegación y el comercio. Los intercambios de mercancías unieron a

todo el mundo romano con las tierras de África, norte de Europa y hasta la India y

China en viajes frecuentes y regulares.

El sentido práctico e innovador de Roma se manifestó sobre muchos campos:

-Programación de la productividad en agricultura.

-Fijación de los salarios.

-Permisividad y protección a las asociaciones y collegia profesionales.

-Ordenamiento del régimen de minas y difusión de avanzadas técnicas mineras y

agrícolas.

-Fundaciones de beneficencia, como hospitales, escuelas para mineros o

instituciones alimentarias.

-Consolidación de las instituciones familiares y ciudadanas.

-El papel otorgado a la mujer, más semejante al que ocupa en la sociedad actual

que en cualquier otra época o civilización.

-Difusión y apoyo a un sistema estable de moneda.

-Construcción de una amplísima red de vías y puentes.

Roma ha sido la más directa inspiradora de nuestro particular devenir histórico

occidental, al que transmitió lengua, religión, las bases de las estructuras nacionales,

urbana y familiar, régimen de propiedad… y, en general, el ordenamiento económico,

jurídico y tantos modos de entendimiento de la vida y de la cultura.

La civilización romana centró su atención en la ciencia aplicada. Nunca fue del gusto

romano, inclinado a buscar lo útil, el indagar o ahondar en la filosofía pura, en la teoría

política o en la especulación matemática. Bajo su gobierno estas materias serían

víctimas del estancamiento, cuando no del olvido.

La humanidad ha heredado de Roma numerosos progresos alcanzados por la

medicina, la técnica de navegación y el comercio, la arquitectura (templos, puentes,

urbanismo, murallas, vías de comunicación, acueductos, edificios públicos), el trabajo

del vidrio, la metalurgia, la cartografía…

La Romanización del Mediterráneo 80

También nos legó nuevas o renovadas concepciones filosóficas como el estoicismo y

avanzó en el estudio de la naturaleza, en tanto en cuanto podía ser útil para el hombre.

Además, transmitió un elevado nivel cultural a tierras bárbaras o semibárbaras del

norte de África, Occidente, Britania, el Rhin y el Danubio.

La adopción del latín en Occidente y su mantenimiento, tras la caída del Imperio,

facilitó la asimilación y pervivencia de este legado. En este hecho influye el

cristianismo al mantener secularmente el latín y convertirlo en el vínculo mantenedor

que subsistiría con carácter unificador para el Occidente.

Otro aspecto importante de esta herencia es el concepto y la realidad de Nación, que

emana de la estructura administrativa que Roma otorgó a las provincias y a las diócesis.

De Roma parte, sin duda, la primacía política, económica y cultural que Europa ha

ostentado en el correr de la Historia y que difícilmente y sólo parcialmente le será

arrebatada.

La historiografía tradicional no siempre justificó los medios heterodoxos de Roma

para someter a los pueblos ante la beneficiosa meta de la pax romana. Podemos

constatar juicios contrarios, unos favorables y otros adversos: son conocidos los

reproches a propósito de la conquista de Hispania, prolija en genocidios y

depredaciones que ni siquiera cesan en los tiempos de Augusto.

Del mismo modo es constante la severidad con que la historiografía cristiana se

pronunció contra la inmoralidad o la represión hacia el cristianismo, al punto de

convertir sistemáticamente en nefastos a todos los emperadores perseguidores del

cristianismo mientras glorifica a los emperadores cristianos y no perseguidores, desde

Constantino a Teodosio.

Los historiadores marxistas son especialmente severos en sus juicios sobre temas

como la acumulación de capitales, latifundismo y esclavitud. Y son propicios a ver por

doquier rebeliones de masas o luchas de clases, mientras acentúan el papel de los

esclavos romanos en su unión a los bárbaros invasores, para dar el golpe definitivo al

Imperio romano.

En resumen, las fases de la romanización serían:

-Adopción del latín, primero de forma oficial e inicialmente por parte de las élites.

-Penetración de las costumbres: ropas, arquitectura, etc.

-Penetración de las religiones existentes en Roma, tanto la propia como las

orientales: cultos a Cibeles, Mitra y cristianismo.

La Romanización del Mediterráneo 81

-Adopción de bienes materiales romanos y progresiva introducción de las materias

primas y tecnologías necesarias para producirlos. Eso comporta además la adopción de

la moneda y el sistema de unidades de medida romano, etc.

-Adopción progresiva del latín por parte de los estratos populares.

-Aceptación generalizada del derecho romano.

-Abandono definitivo de ciertos elementos autóctonos y homogeneización de la

cultura material con la metrópoli romana.

El proceso de romanización corrió a la par que la conquista, pero abarcó mucho más

que las simples acciones militares. Fue una auténtica transfusión cultural, con aspectos

institucionales, jurídicos, religiosos y lingüísticos.

La cultura romana es, además, el resultado de un importante intercambio entre

civilizaciones diferentes: la cultura griega y las culturas desarrolladas en Oriente

(Mesopotamia y Egipto, sobre todo), que contribuyeron a formar la cultura y el arte de

los romanos y de gran parte de la cultura occidental.

Tanto en lo bueno como en lo malo, la influencia de Roma invade muchos aspectos

de nuestra vida diaria, aunque con frecuencia seamos inconscientes de esa herencia.

La Romanización del Mediterráneo 82

VII. ANEXOS

VII. 1 - Modelo de planta de una ciudad romana

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VII. 2 – Mapas División Provincial de HISPANIA

Augusto reorganiza la península en tres provincias: la Bética y la Lusitania (surgidas de la Ulterior), y la Tarraconense, la ex Citerior.

División provincial de Hispania a finales del Bajo Imperio.

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VII. 3 – Mapa: Vía AUGUSTA (Comunidad Valenciana)

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VII. 4 – El Teatro Romano de SAGUNTO, antes y después de la rehabilitación.

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VIII. BIBLIOGRAFÍA

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Wikipedia, varios.