Biblioteca Nacional de España y siempre

194

Transcript of Biblioteca Nacional de España y siempre

Page 1: Biblioteca Nacional de España y siempre
Page 2: Biblioteca Nacional de España y siempre

© Aurelio Francos, 2013 © Sobre la presente edición:

Fundación Fernando Ortiz, 2013

ISBN 978-959-7091-90-5

Edición: Carlos VelazcoDiseño: Lázaro PradaImpresión y encuadernación:Industrias Gráfi cas Caro, S L. Valencia, España

Fundación Fernando OrtizCalle 27, No. 160, El Vedado, La HabanaE-mail: [email protected]

Page 3: Biblioteca Nacional de España y siempre

A Fernando de Lanzas: con especial gratitud desde su primer consejo para este ARCHIVO DE LA PALABRA en la Biblioteca Nacional de España, y siempre

Page 4: Biblioteca Nacional de España y siempre

ÍNDICE

Prólogo 9Diálogo inicial 11

E N T R E V I S T A D O S

Manuel Vallejo Filpo 17Málaga, 1938

Blanca Fernández Pérez 49La Habana, 1935

Fernando Ruiz Ortiz 81Cómpeta, 1929

Josefi na Fernández Ramos 95Hilda Fernández RamosBerja, 1945 y 1937

Nelson González Padilla 109La Habana, 1938

Margarita Doblado Jarquín 133 Jerez de la Frontera, 1904

Juan Blasco Ponce de León 141 Málaga, 1930

Aitana Alberti León 165Buenos Aires, 1941

A N E X O S

I.- Relación de imágenes 197II.- Mapas de Andalucía y Cuba 205

Page 5: Biblioteca Nacional de España y siempre

9

PRÓLOGO

Como tantos andaluces y andaluzas, mi familia y yo sabemos lo que supone ser acogido por el pueblo cubano, con su cariño, su naturalidad, su humor, su humildad y su laboriosidad, todos ellos conceptos muy cercanos a nuestra Andalucía. Tan es así, que perdimos la percepción de la distancia y, desde un principio, nos sentimos como en familia: “pipo”, “mima”, “hermano”, “mijita”, “compadre”, nos envolvieron dulcemente y nos hicieron quedarnos más de lo previsto.

Ya hace más de diez años que el huracán Michelle nos trajo a Cuba, luego de su terrible paso por la provincia de Matanzas. La cooperación del pueblo andaluz estrechó entonces sus lazos solidarios con el hermano país para apoyar en las labores de reconstrucción. Ayuda que se consolidó a través de un Programa de Cooperación destinado a fortalecer las estrategias de desarrollo humano en los sectores de la producción de alimentos, el acceso al agua potable y al saneamiento, la mejora de los servicios sociales, la cultura y la vivienda.

Más tarde, como parte de este Programa se desarrolló el proyecto de apoyo al Centro Andaluz de La Habana, contando con la inestimable colaboración de la Ofi cina del Historiador de la Ciudad.

Hoy tenemos la satisfacción de comprobar el gran aporte que se realiza al logro de uno de los objetivos de este proyecto: fortalecer los lazos históricos y culturales existentes entre Andalucía y Cuba, mediante esta investigación biográfi ca producto de la especial preocupación y el esfuerzo intelectual de la Fundación Fernando Ortiz y el Dr. Aurelio Francos, como parte de su ARCHIVO DE LA PALABRA: ESPAÑOLES EN CUBA.

Supone para nosotros una gran alegría comprobar que la historia de andaluces y andaluzas unida a la de cubanos y cubanas continúa viva y preservada. En momentos como los actuales, no es posible obviar que el

Page 6: Biblioteca Nacional de España y siempre

10

único camino hacia un mundo mejor transita por asimilar y aplicar sin reservas conceptos como hermandad y cooperación, en pro de objetivos de desarrollo comunes y complementarios.

A través de este libro, Andalucía y Cuba se dan una vez más la mano para mostrar al mundo que somos pueblos solidarios. Los testimonios de los naturales andaluces integrados a la población cubana que aquí encontramos nos hacen refl exionar sobre cómo en diversos momentos el pueblo andaluz supo emigrar y fundirse con otros pueblos capaces de acogernos.

Naturales de Andalucía, junto a sus descendientes directos, garantizan la continuidad de la raíz bética en la Isla, lo que hace posible iniciar esta obra con las entrevistas sostenidas por Aurelio con Vallejo y con Blanquita, nombres muy conocidos en la colectividad de origen español en Cuba como presidentes de la Sociedad de Benefi cencia Andaluza y el Centro Andaluz de La Habana, respectivamente, siendo él malagueño, exiliado por causa de la Guerra Civil Española, y ella, habanera, hija de un emigrante del pueblo de Iznate.

Por todo esto pienso que si hoy no somos capaces de aprender de la historia y tan sólo nos volcamos en el egoísmo de nuestras necesidades particulares, estaremos cerrando los ojos al legado de estas personas que, como narran las siguientes páginas, son testigos vivos de que la humanidad es, fue y será la tripulación de un mismo barco que navega, y que su rumbo y su destino dependerán del grado en que sepamos tener conciencia de pueblo solidario.

David Rodríguez LlinaresCoordinador del Programa de Cooperación con Cuba

Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo

La Habana, 1º de octubre de 2012

Page 7: Biblioteca Nacional de España y siempre

11

DIÁLOGO INICIAL

Cuando Fernando Ortiz, inmerso en el desarrollo de sus estudios esenciales sobre la identidad cultural cubana, argumentó la función que cumplen los quanta discursivos1 en el lenguaje humano, como unidades de expresión sonoro-verbal-conceptual, no sólo defi nió una idea de interés teórico para las ciencias sociales en general, sino también aportó un instrumento de utilidad específica en la realización de investigaciones sustentadas por la oralidad.

Todo el conocimiento acumulado en memorias personales, etnotextos e historias de individuos y grupos –defendido como fuente viva2 por Miguel Barnet debido a su valor antropológico– constituye un recurso investigativo de creciente importancia a medida que las tecnologías propias de nuestra era de la información3 facilitan el procesamiento del habla en su forma natural, oral, lo que representa el núcleo del trabajo desarrollado por el ARCHIVO DE LA PALABRA: ESPAÑOLES EN CUBA.

Desde el surgimiento de la Fundación Fernando Ortiz en 1995, este proyecto se dirige al objetivo de “conocer, conservar y difundir la memoria hispana en la Isla” mediante la creación de un fondo audiovisual basado en métodos y técnicas de las Ciencias de la Documentación, cuyo más reciente resultado se presenta en este libro: los testimonios biográfi cos recogidos en entrevistas sostenidas con una muestra representativa de los últimos andaluces integrados a la población cubana desde inicios del siglo XX hasta el presente, a escala individual, familiar e institucional.

1 Ortiz, Fernando: Orígenes de la poesía y el canto entre los negros africanos.En Ensayos etnográfi cos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984, p. 165.

2 Barnet, Miguel: La fuente viva, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1998, p. 32.3 Castells, Manuel: La era de la información, Alianza Editorial, Madrid, 2000, p. 340.

Page 8: Biblioteca Nacional de España y siempre

12

El primer volumen de este ARCHIVO DE LA PALABRA se editó hace quince años, dando inicio a una serie que suma seis títulos anteriores:

1997.- La memoria compartida: Asturianos en Cuba 1998.- Las rutas de la memoria: Baleares en Cuba 1999.- La memoria recobrada: Valencianos en Cuba 2000.- Las voces de la memoria: Madrileños en Cuba 2007.- Los rostros de la memoria: Ourensanos en Cuba 2011.- Los puentes de la memoria: Vascos en Cuba

Al momento de revelar los contenidos del nuevo fondo dedicado a los inmigrantes de Andalucía establecidos en nuestro país, deseo expresar la satisfacción personal y profesional que he experimentado al conocer y tratar bien de cerca a seres de la condición humana de Margarita, Josefi na, Hilda, Vallejo, Juan y Fernando (nacidos en Andalucía), así como Blanquita, Aitana y Nelson (hijos de andaluces), todos residentes en la capital cubana, e identifi cados para este libro de conjunto con el Centro Andaluz de La Habana y con la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes.

Lamentablemente, la extensión de esta obra impide incluir muchas otras historias de vida existentes entre el centenar de naturales andaluces asociados a dichas instituciones en la actualidad, por ejemplo, las de María Acosta y Luis Tejero, dos de los casos que conocí en fechas más recientes.

Todos los testimonios presentados responden a un guión de entrevista dirigido a revelar en primera persona las raíces y manifestaciones culturales que caracterizan la presencia de los inmigrantes españoles y sus familiares en la Isla; el mismo que ha posibilitado contar en este proyecto con más de cien horas de documentación oral, complementadas por fotografías, manuscritos y certifi caciones, permitiendo aproximarnos a la corriente vital que une a España y Cuba a través de los tiempos, desde un punto de vista imprescindible: el de sus protagonistas.

Los temas conversados individualmente con cada biografi ado, al poder apreciarse en su conjunto, contribuyen a la comprensión de procesos como la transmisión generacional de valores de origen hispano, particularmente andaluz, o el signifi cado de acceder a la doble nacionalidad (cubano-española) en diferentes etapas por las que ha transitado esta colectividad. A continuación se exponen los cinco módulos que integran dicho guión.

Page 9: Biblioteca Nacional de España y siempre

13

GUIÓN DE ENTREVISTA

1.- Fecha y lugar de nacimiento 2.- Padres y otros familiares cercanos 3.- Actividades laborales desempeñadas 4.- Hábitos alimenticios, costumbres familiares 5.- Cuentos, canciones y celebraciones asociadas a la infancia

6.- Descripción de la casa y el entorno natural 7.- Contexto socioeconómico de la región de origen en España 8.- Ofi cios ejercidos, estudios cursados 9.- Prácticas religiosas y tradiciones populares10.- Ambiente político a escala familiar y de la zona

11.- Causas para emigrar de España12.- El viaje, fecha, barco, puertos13.- Llegada y primeros pasos en Cuba14.- Domicilio, familiares acompañantes15.- Estudios y trabajos realizados (vinculados o no a la región de origen)

16.- Matrimonio, descendencia17.- Participación en sociedades españolas en la Isla18.- Vínculos con familiares y amistades en España, visitas realizadas19.- Ideas de retorno, nacionalidad de descendientes20.- Edifi cios, monumentos, otras referencias en Cuba a la región de origen

21.- Valores culturales transmitidos entre generaciones22.- Sentimiento de ruptura o continuidad tras emigrar23.- Algunos elementos conservados relativos a la región de origen24.- Documentos personales: fotografías, carnés, certifi caciones, cartas25.- Otros datos que puedan resultar de interés para este ARCHIVO

Page 10: Biblioteca Nacional de España y siempre

14

Debe precisarse que en el procesamiento de la amplia información recopilada y en su secuencia de exposición impresa, se observan las pautas siguientes:

a) Los temas del guión son conversados en cada sesión de entrevista de forma fl exible, sin la estructura rígida de una encuesta.

b) El trasvase del corpus oral al escrito incluye la transcripción de todas las grabaciones realizadas a cada testimoniante.

c) Una selección de fotografías, manuscritos e impresos aportados por el entrevistado aparece intercalada en las páginas del texto.

d) Las imágenes se relacionan al término del libro (ANEXO I), siguiendo un criterio más afín a los fondos archivísticos que a los bibliográfi cos.

e) Las referencias geográfi cas hechas por los entrevistados pueden ser ubicadas en los mapas de Andalucía y Cuba (ANEXO II).

Finalmente, las múltiples tareas del trabajo de campo y de gabinete que implica una investigación biográfi ca basada en entrevistas han concluido en la fase de edición a cargo de Carlos Velazco, cuya pormenorizada labor con los textos e imágenes de esta obra representa una contribución decisiva para elevar su calidad, garantizando, por ejemplo, el equilibrio entre el tono oral de los contenidos y el rigor formal de la redacción, sin recurrir a facilismos ni a intransigencias, sólo ejerciendo su criterio con una sabia combinación de respeto al autor, al idioma y al lector.

A diferencia de los volúmenes anteriores de este proyecto, guiados por fundamentos de la escuela de documentación y archivística española adquiridos durante mis estudios de doctorado en la Universidad de Alcalá, junto a un progresivo acceso a la información diseminada en Internet por la Asociación Internacional de Auto/Biografía y la Universidad de Hawaii, esta nueva entrega incorpora elementos clave de cultura aural que he recibido a través de integrantes del proyecto Paisaje Sonoro Mundial, de la Universidad Simon Fraser en Vancouver, especializado en materias que abarcan desde la psico-acústica hasta las identidades auditivas.

Considero que todo ejercicio de documentación oral debe aplicar el creciente instrumental disponible para aprehender al máximo el mensaje emitido por cada informante, sobre todo si se trata de una idiosincrasia tan rica en matices como la andaluza, con registros que van desde el cante jondo y el sentío baile fl amenco hasta la poesía universal de María Zambrano,

Page 11: Biblioteca Nacional de España y siempre

15

Federico García Lorca y Juan Ramón Jiménez, por referir tres de los exponentes que estuvieron en la Isla durante varios meses o años, generando una onda intelectual que ha llegado hasta nuestros días.

Ahora quisiera mencionar todos los nombres de autores y entidades, colegas, amistades y familiares que he sentido cada vez más cerca mientras avanzaban las intensas jornadas de grabación de entrevistas, transcripción de testimonios y consulta de fuentes complementarias durante el actual año 2012 dedicado a preparar el séptimo volumen del ARCHIVO DE LA PALABRA: ESPAÑOLES EN CUBA, pero la lista resultaría muy extensa.

La propia publicación de este libro será la mejor forma de agradecer a cada una de las personas e instituciones que han apoyado su realización, comenzando por mis compañeros en la Fundación Fernando Ortiz, así como los directivos del Centro Andaluz y de la Benefi cencia Andaluza, sin olvidar a quienes desde la Dirección de Colaboración Internacional de la Ofi cina del Historiador de la Ciudad y la Agencia Andaluza de Cooperación para el Desarrollo, han facilitado la existencia de esta obra, y del Mapa etnográfi co sobre la presencia andaluza en Cuba, como parte del reciente proyecto de restauración del Centro Andaluz de La Habana.

Gracias a todos, con la aspiración de que estos esbozos biográfi cos resulten de utilidad para investigadores, estudiantes y lectores interesados en conocer pormenores vitales de los andaluces en Cuba, a través de cada persona que durante nuestros diálogos –grabados entre el eco de cartas agrietadas, la mirada de antiguos retratos y algún que otro silencio– decide conver tir en patr imonio colectivo algo tan profundo como la voz de sus recuerdos.

A. F. L.

Page 12: Biblioteca Nacional de España y siempre

17

Manuel Vallejo Filpo

Page 13: Biblioteca Nacional de España y siempre

18

Page 14: Biblioteca Nacional de España y siempre

19

Mi nombre completo es Manuel José Vallejo Filpo, aunque por lo regular me llaman por mi primer apellido: Vallejo. Yo nací el 6 de enero de 1938 en la ciudad de Málaga, Andalucía, hijo de Eulalia Filpo Ibarra y Manuel Vallejo Leyva, naturales andaluces los dos, como ha ocurrido durante una larga secuencia en nuestra familia, todos de Málaga.

Allá mi padre trabajaba como obrero panadero por unas pocas pesetas, y mi madre era ama de casa –algo muy frecuente en la época–, pero desde los inicios de la Guerra Civil Española, en 1936, él se incorpora al Ejército Republicano motivado por sus ideas de izquierda, y a pesar de no tener un nivel cultural muy alto alcanzó el grado de capitán y llegó a dirigir una unidad como comandante, siendo herido varias veces en combates desde la propia zona de Málaga hasta la batalla del Ebro.

Pero yo he comenzado hablándote de la Guerra Civil no sólo a causa de mi padre sino porque eso fue algo que nos marcó para siempre a todos nosotros, comenzando por las circunstancias en que murieron mis hermanos mayores: Angelita, tras una tuberculosis, y Bernardo, a causa de la onda expansiva de una bomba que cayó a la entrada del refugio donde él se encontraba.

Page 15: Biblioteca Nacional de España y siempre

20

Page 16: Biblioteca Nacional de España y siempre

21

Page 17: Biblioteca Nacional de España y siempre

22

Page 18: Biblioteca Nacional de España y siempre

23

Así es que de los cuatro hermanos que éramos en aquellos años, sólo sobrevivimos Dolores y yo, mientras que durante el exilio nació Manuel; porque nosotros en 1948 tuvimos que seguir el camino hacia Francia, donde estaba mi padre desde que cruzó los Pirineos al término de la guerra en España, igual que hicieron tantos combatientes del Ejército Republicano como única alternativa posible en medio del gran terror implantado por el franquismo.

Con diez años de edad fue que yo pude conocer a mi padre, algo increíble… como todas las atrocidades de la guerra y la posguerra que tantos españoles hemos tenido que vivir.

Para que te hagas una idea, Aurelio, cuando yo nací a inicios de 1938, mi padre se encontraba peleando en el frente, siendo apresado al año siguiente, y no es hasta 1948 que él logra enviarnos un enlace para que pudiéramos cruzar la frontera mi madre, mi hermana y yo, quienes habíamos quedado en Andalucía sufriendo todo tipo de situaciones, entre los maltratos y registros con que nos asediaba la Guardia Civil, aparte de las grandes difi cultades económicas, especialmente duras para una mujer sola que debía mantener a dos hijos pequeños.

Yo recuerdo, por ejemplo, que en aquel tiempo una de las pocas cosas que nos daban por la cartilla de racionamiento era un aceite muy oscuro que mi madre tenía que fi ltrar antes de usarlo.

Pero para hacer el cuento completo, te diré que cuando mi padre logra pasar a Francia es recluido por varios meses en un campo de concentración a cargo de los alemanes. Al salir, él se incorpora a los maquis, que era la resistencia francesa organizada contra Alemania, y comienza a dirigir una red antifranquista, siempre con la ilusión de volver a España y continuar la lucha contra Franco, a pesar de la gran cantidad de heridas de guerra que tenía.

Mientras, tuvo que empezar a trabajar en una fi nca de Negrepelisse, un pueblo que pertenece al departamento de Tarn et Garonne, en la zona sur, próxima a Toulouse, pero por razones del chovinismo francés en aquella época ante los extranjeros, el único empleo que encuentra es el de meteyer, como dicen ellos. En pocas palabras te puedo resumir lo que signifi caba eso: trabajar duro la tierra y tener que dar la mitad de toda la producción al dueño de la fi nca, quien lo único que hacía era esperar a recibir su parte.

Page 19: Biblioteca Nacional de España y siempre

24

Page 20: Biblioteca Nacional de España y siempre

25

Page 21: Biblioteca Nacional de España y siempre

26

Page 22: Biblioteca Nacional de España y siempre

27

Gracias a aquella persona que sirvió de enlace nosotros pudimos escabullirnos del franquismo, durante un recorrido en el que atravesamos en tren prácticamente toda España, desde Málaga en la costa sur hasta Madrid en el centro de la península, y de allí a Irún en la zona norte, por donde fi nalmente cruzamos la frontera.

¡Y del otro lado mi padre esperándonos! Eso fue algo muy emocionante para todos, en especial para mí, porque a la vez que yo veía a aquel hombre como un ser extraño, tenía la certeza de que era nuestro padre.

Como te decía, él trabajaba en una pequeña fi nca y es allí adonde nos llevó a vivir, recomenzando mi hermana y yo nuestros estudios en un nuevo idioma y sistema escolar, teniendo que levantarnos muy temprano para caminar por carretera los tres kilómetros y medio que había hasta la escuela primaria. Éramos cuatro alumnos españoles: un catalán, un vasco y dos andaluces, nosotros. Lo cierto es que muchas veces terminábamos fajados a pedrada limpia con los franceses, quienes intentaban tratarnos de forma despótica, entre burlas y risas, como si los españoles fuéramos inferiores a ellos. Pero eso no era problema comparado con la situación de la fi nca, que no daba para mantenernos mientras nuestras necesidades iban creciendo. Por otra parte, ya con 15 años, yo me incorporé a la red antifranquista que dirigía mi padre.

Entonces fue que apareció el “tío de América”, un hermano de mi madre que a pesar de haber llegado de polizón a Cuba alcanzó buena situación económica, quien nos planteó la posibilidad de que viniéramos a vivir aquí. En 1956 salimos nosotros cinco desde Marsella –mi hermano más pequeño había nacido en Francia–, y en La Habana nos esperaba el tío Manuel.

Durante la breve escala que hicimos en Málaga tras zarpar de Francia, sucedió algo digno de contarse, pues la Guardia Civil nos impidió bajar a tierra, y sólo gracias a las gestiones del capitán del barco con la Embajada de Italia se facilitó un auto diplomático para llevar a mi abuela hasta el puerto, desde su casa muy cercana, y así ella pudo despedirse del hijo y la familia que partía al exilio.

Sabíamos que cualquier otra opción implicaba ser detenidos, sobre todo mi padre, quien hubiera sido fusilado nada más de volver a poner un pie en su país, lo que me hace valorar aún más el gesto de ese capitán italiano, quien terminó invitándonos a un almuerzo en aquel trasatlántico llamado Venezuela, del que lamento no guardar ninguna fotografía.

Page 23: Biblioteca Nacional de España y siempre

28

Page 24: Biblioteca Nacional de España y siempre

29

Desde ese año 1956 quedamos establecidos en La Habana, donde yo comencé una vida nueva en todos los órdenes: personal, laboral, político; y hasta el día de hoy sigo aquí, en mi doble condición de español y cubano. La acogida de este pueblo me ha hecho sentir uno más entre su gente, sin distinción de ningún tipo en el barrio, en el trabajo, en todo; por otra parte, la sangre andaluza que llevo en la venas traspasa el ámbito familiar debido a mi creciente participación en la colonia andaluza establecida en Cuba, siendo desde 1995 presidente de la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes, donde has querido que sostengamos la primera sesión de esta entrevista.

Recién llegado, con sólo 18 años de edad, comienzo a trabajar en el giro del transporte, como conductor-cobrador de una línea de ómnibus urbanos, donde mis compañeros a veces me decían El Francesito, por haber vivido casi diez años en ese país, pero en el fondo no me consideraban extranjero. Al contrario, siempre sentí una gran hermandad, y a medida que la situación sociopolítica se fue haciendo más crítica en Cuba durante la dictadura de Batista, sobre todo a partir de 1957, los propios trabajadores de la guagua –como llamamos aquí a los autobuses– empezaron a atraerme hacia el Movimiento 26 de Julio, y debo confesar que yo me dejé captar.

Era una situación difícil, pues mi tío trabajaba en ese sector y por su posición respondía a los intereses de la derecha, mientras que mi padre y muchos compañeros míos estaban radicalizados en sus posiciones bien defi nidas de izquierda, integrados a la lucha clandestina como miembros del 26 de Julio, donde yo comencé realizando algunas tareas de apoyo, como la venta de bonos para recaudar fondos destinados a la lucha en la Sierra Maestra, etcétera.

A mí me golpeaba ver la situación de tantos cubanos, con desigualdades de todo tipo, desde la discriminación racial, los maltratos y asesinatos, básicamente de jóvenes, hasta la limitación de oportunidades para el estudio, el trabajo y casi todas las áreas de la vida. Por eso, tras el triunfo de la Revolución, en medio de la efervescencia imperante en el año 1959, resulto electo miembro de la Sección Obrera del Movimiento 26 de Julio. Posteriormente fui dirigente del Frente Obrero Nacional Unido (FONU), así como de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), e igual me incorporé a las Milicias Obreras del Sector del Transporte desde su creación en 1960, participando en múltiples tareas en el interior del país.

Page 25: Biblioteca Nacional de España y siempre

30

Page 26: Biblioteca Nacional de España y siempre

31

Luego, en la Campaña Nacional de Alfabetización di el paso al frente como alfabetizador “Patria o Muerte”, es decir, quienes íbamos a alfabetizar en la capital después del horario laboral. Yo enseñé a leer y escribir a siete personas. Por otra parte, mi padre, mi madre y mi hermano Manuel fueron miembros de las Brigadas Conrado Benítez, alfabetizando en la provincia de Pinar del Río a tiempo completo, además de trabajar en una granja con los campesinos a los que enseñaban.

Al terminar la Campaña, el dinero que mi hermano recibió por su trabajo agrícola lo donó a la Revolución con una carta que escribió a Fidel, y aquel aporte se destinó a una institución existente en el poblado de Casablanca dedicada a acoger a niños huérfanos de combatientes revolucionarios caídos durante la lucha insurreccional, como puede leerse en un reportaje publicado por la revista Bohemia en 1961.

Así te podría contar muchas cosas de nuestra labor en los años iniciales de la Revolución, como mi participación en el Batallón 111, el primero de la Milicia Nacional en La Habana, con el que participé en acciones de la Lucha contra Bandidos en el Escambray y en el rechazo al ataque mercenario de Playa Girón. Luego llegué a ser el político, o comisario, como se decía aquí, de un batallón de combate, cargo que desempeñé durante la Crisis de Octubre, un momento que guardo entre las experiencias más lindas y a la vez más dramáticas que he vivido. Linda, por la reacción ecuánime de este pueblo, que no perdió la calma ante la amenaza de una guerra nuclear, y dramática, por el peligro inminente que corrimos en medio de la gran tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética; sensación límite que no experimenté ni en África, cuando cumplí misión internacionalista junto a las tropas cubanas en Etiopía de 1979 a 1981, tras lo cual pasé a ser político de un Regimiento de las Milicias de Tropas Territoriales en La Habana.

En verdad, yo puedo afi rmar que en todo momento he sentido estar siguiendo el mismo camino progresista iniciado por mi padre en España, al enfrentarse al franquismo, y no sólo allá, pues aquí también él siguió una trayectoria digna de conocerse, por los valores y el espíritu que mantuvo hasta los últimos días de su vida, demostrando una gran entereza a pesar de encontrarse tan dañado por las secuelas de la Guerra Civil.

Ese es el ejemplo de mi padre, y ahora lo digo con palabras pero cada día su recuerdo me acompaña en la acción, puedes tener la seguridad de eso, por lo que ahora nuestra conversación me ha hecho pensar en el papel que su

Page 27: Biblioteca Nacional de España y siempre

32

Page 28: Biblioteca Nacional de España y siempre

33

personalidad ha jugado en mi desarrollo integral; algo que no sólo se fue consolidando en el plano familiar, sino también en el laboral y político.

Yo fui dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas, donde ocupé cargos tras haber pasado a ser militante del Partido, y luego trabajé en el periódico Granma, desde su fundación, a solicitud de su primer director, Jorge Enrique Mendoza, quien me designó jefe de Recursos Humanos y del Departamento de Corrección de Pruebas.

En 1961 me casé con una cubana, Miriam Castro Díaz, y tuvimos dos hijos, una hembra y un varón, a quienes puedes ver en estas fotografías, y ya nos han hecho abuelos tres veces hasta la fecha. Eso es hablando de mi familia cubana, pues también debo decir que al cabo de más de medio siglo –cincuenta y un años exactamente– volví a España en 1999, como parte de los viajes organizados por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) en coordinación con la Sección de Trabajo e Inmigración de la Embajada de España en La Habana, y así ha ido ocurriendo un paulatino restablecimiento de los vínculos con los pocos familiares que me quedan en Andalucía.

Y no sólo el rencuentro con la familia y los amigos de infancia en Málaga, sino lo emocionante que signifi có para mí volver a los lugares de mi niñez, las calles por donde yo corría, algo impresionante a pesar de la transformación que ha tenido lugar en la ciudad, donde lo único que me extrañó es el cambio en el modo de ser de la gente, mucho más abierta y sociable en mi época que en la actualidad.

Recuerdo, por ejemplo, la familiaridad que reinaba en los barrios cuando yo era pequeño, con un vecino que sacaba su guitarra y otros que traían algo de lo poco que tenían para comer o beber, y se ponían a conversar, tocar música, cantar o bailar, y a compartir amigablemente, mientras que ahora no se usa mucho conocer al vecino que vive enfrente de tu puerta, pues prima otro estilo de vida, algo individualista; lo que me chocó más después de vivir tanto tiempo en Cuba, donde uno comprueba que los vecinos más cercanos son como tu familia en la vida cotidiana. Pero bueno, en el andaluz todavía queda ese carácter de “al mal tiempo: buena cara”, según he podido apreciar en viajes más recientes realizados no sólo por el IMSERSO sino debido a mi responsabilidad como presidente de la Benefi cencia Andaluza.

Claro que cada nuevo viaje a España se convierte en una reafi rmación de nuestras raíces andaluzas, como persona y también como institución.

Page 29: Biblioteca Nacional de España y siempre

34

Un ejemplo elocuente es la gastronomía, con esos platos típicos que uno vuelve a probar siempre sin aburrirse, como el puchero: especie de cocido de judías que tiene tocino, morcilla, chorizo, de todo. Las veces que se podía, siendo yo niño, lo comíamos en casa, con la costumbre de hacer lo que llaman “la pringada”, aplastando con el pan lo que queda después de haberse tomado el caldo. También está el famoso gazpacho, que es un batido de muchos vegetales que se sirve frío, como lo hemos brindado en algunos almuerzos de la Benefi cencia, para deleite de los asistentes.

Así ocurre con otras cosas entrañables para todos los andaluces y sus familiares que integran nuestra institución. Yo conocí de su existencia en el Centro Andaluz de La Habana, la otra sociedad que aglutina a los andaluces en Cuba, presidido actualmente por Blanquita, como llamamos a Blanca María Fernández Pérez, y cuya sede está en el céntrico Paseo del Prado. Fue a inicios de los años noventa que yo me asocié al mismo, así como mucho antes fui miembro de la Sociedad de Amistad Cubano-Española (SACE).

Haciendo un poco de historia, te diré que entonces decidí tomar contacto con el Dr. Jesús Barro, un abogado muy conocido en la colonia española de La Habana, quien presidía la Benefi cencia Andaluza, y para mi sorpresa él me explica que sus raíces familiares eran de origen gallego y que hacía un tiempo había asumido la presidencia de esta sociedad sólo con el objetivo de mantenerla viva, de que no desapareciera ante la salida del país del presidente anterior y la constante reducción de socios que afrontaba. Luego de esa conversación nos vimos otras veces, analizando la situación en que se encontraba la Benefi cencia y lo que podría hacerse para revitalizarla, y entonces un buen día el propio Barros me dice: “Vallejo, yo te ofrezco la sociedad”, argumentando que al no haber elecciones a la Directiva en esos momentos, me propondría para el cargo de vicepresidente, que estaba vacante.

Y así fue, yo entré en la Benefi cencia Andaluza a desempeñar ese cargo en el año 1993, y en las elecciones siguientes asumí la presidencia de la sociedad, que al no tener sede social propia lleva tiempo utilizando parte de los locales de la Benefi cencia Asturiana, desde que la presidía Constantino Díaz Luces. Ahora recuerdo que cuando tomé posesión como presidente, en 1995, de las pocas decenas de socios que quedaban en la Benefi cencia ninguno era andaluz, algo inimaginable ahora, cuando hemos superado la

Page 30: Biblioteca Nacional de España y siempre

35

cifra de ochocientos, incluido el centenar de andaluces nativos que queda en Cuba; lo que se complementa por el hecho de que el noventa por ciento de nuestra Directiva actualmente es de mujeres: tres nacidas en Andalucía y tres descendientes directas de andaluces radicados de por vida en la Isla.

Para hacerte la historia de la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes, tendré que remontarme a su fundación en el siglo XIX, por un entusiasta grupo de andaluces radicados en Cuba, incluyendo algunas personalidades como el marqués de Sandoval, entre otras fi guras de la cultura y la política que coincidían en el objetivo común de apoyar a los andaluces que por distintas razones estaban padeciendo los embates de la guerra independentista cubana, muchos de los cuales dejaban las provincias del interior donde vivían para trasladarse hacia La Habana, ante los riesgos, daños y pérdidas que sufrían en medio de la situación bélica imperante entonces.

Como puede leerse en sus primeros documentos, el acto constitutivo de la Benefi cencia Andaluza tuvo lugar en la sede del Casino Español de La Habana, el 20 de febrero de 1881. De modo que en el actual año 2012 celebramos nada más y nada menos que los ciento treinta y un años de existencia ininterrumpida, lo que nos convierte en la sociedad de emigrantes andaluces más antigua del mundo.

Para responder a esa pregunta, Aurelio, debo decirte que cuando en 1919 se fundó el Centro Andaluz de La Habana, la Benefi cencia pasó a radicar en la sede de dicha institución, ubicada en una zona del Paseo del Prado próxima al Malecón, hasta la década de los años treinta, en que vuelven a separarse ambas entidades, sin que la documentación disponible precise una causa específi ca al respecto. En realidad, hasta el presente, la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes continúa sin tener una sede propia, aunque desde los años ochenta ha utilizado los locales de la Benefi cencia Asturiana, como ya te había mencionado, sita en la calle Corrales, próxima a la zona del Capitolio Nacional, en La Habana Vieja.

Ahora bien, el hecho de no tener sede propia no ha impedido que nuestra sociedad haya venido acumulando prestigio y reconocimiento, tanto en el contexto de la colonia hispana en la Isla como a nivel internacional, además de haber superado la etapa en que la Junta de Andalucía no tenía reconocida ofi cialmente la existencia de la Benefi cencia Andaluza, a pesar de constituir la primera institución de ese tipo en el mundo.

Page 31: Biblioteca Nacional de España y siempre

36

Page 32: Biblioteca Nacional de España y siempre

37

Fue en el año 1996 que la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes obtuvo la condición de “comunidad andaluza asentada fuera del territorio andaluz”, debido a los resultados alcanzados en torno a un objetivo vital: aglutinar la mayor cantidad de inmigrantes andaluces y sus familiares establecidos en Cuba, no como una meta sino como un propósito de consolidación asociativa. Ha sido un trabajo arduo, conversando mucho, hasta lograr la membresía de la que nos sentimos orgullosos hoy, como parte de la colonia española en Cuba, a la vez que nos permite estar a la altura de nuestra condición de comunidad andaluza en el exterior; un acápite en el que debo detenerme, por constituir una especie de refl ejo de nuestra proyección como Benefi cencia.

Por ejemplo, puedo citar la creciente participación de nuestra sociedad en los Congresos de Comunidades Andaluzas, en cuya última edición en Sevilla realicé una intervención en el plenario, así como presidí una de sus comisiones de trabajo. También un joven asociado de la Benefi cencia participó en el Congreso de las Juventudes Andaluzas, resultando ganador en el concurso sobre el logotipo que identifi caría ese gran evento.

Para que te hagas una idea: hace quince años casi nadie nos conocía, y en muchas actividades la gente me preguntaba dónde estaba esta sociedad y quién la presidía. Sin embargo, hoy tenemos relaciones fraternas con todas las sociedades españolas en La Habana, y estamos representados plenamente en la Federación de Sociedades Españolas de Cuba y en el Consejo de Residentes Españoles (CRE), participando activamente en sus actividades. También hemos ido estrechando vínculos de trabajo con las instancias de cooperación, cultura e inmigración que conforman la labor de la Embajada de España en La Habana.

Debo añadir que al cumplirse quince años de mi trabajo presidiendo la Junta Directiva de la Benefi cencia Andaluza, tuve la grata sorpresa de recibir el Diploma de Presidente de Honor, mientras la Directora de nuestra sociedad recibió el Diploma de Directora de Honor. Entre otros reconocimientos que me han otorgado se encuentran el Miguel de Cervantes y Saavedra, conferido por la Federación de Sociedades Españolas de Cuba, así como la Orden Alejandro Cabello, del Consejo de Residentes Españoles, ambas en el 2009, siendo en todos los casos un doble estímulo, tanto en el plano personal como pensando en la propia Sociedad de Benefi cencia Andaluza, desde el punto de vista institucional.

Page 33: Biblioteca Nacional de España y siempre

38

Page 34: Biblioteca Nacional de España y siempre

39

Te menciono estos datos a modo de contraste entre la época en que nuestra sociedad era una sociedad formal o virtual, podría decirse, y los momentos actuales, cuando se encuentra materializando su objeto social a cabalidad, en cumplimiento de sus estatutos fundacionales, como puede leerse en estos documentos.

Para dar una idea de nuestro método de trabajo, baste decir que nosotros actuamos de persona a persona, y por acuerdo de la Junta Directiva se ha establecido un sistema de activistas a nivel de base, organizados no sólo en la capital, sino también en provincias como Santiago, Camagüey y Cienfuegos, lo que garantiza una ayuda personalizada a los asociados de la Benefi cencia Andaluza, incluyendo cualquier eventualidad por razones de enfermedad, fallecimiento, etcétera, que en algo menos de veinticuatro horas somos capaces de atender. Dichos activistas realizan visitas periódicas a los asociados, particularmente a aquellos que viven solos, contribuyendo a que conozcamos sus problemas y a ayudar en todo lo que resulte posible.

Como sucede en otras sociedades españolas, estas ayudas asistenciales incluyen las de tipo monetario, con el aporte de la Junta de Andalucía, destinadas fundamentalmente a los nativos e hijos de andaluces, a partir de los 55 años en las mujeres y 60 en los hombres, edades importantes si se tiene en cuenta que se acerca la etapa de jubilación laboral, mientras aún faltan cinco años por la ley española para poder acceder a las pensiones que presta ese país a sus nacionales. También incluimos en este programa a los asociados que quedan viudos o viudas de andaluces, independientemente de la edad.

No puedo dejar de mencionar el panteón que desde 1945 la Benefi cencia Andaluza tiene en el Cementerio de Colón –en la calle K entre 2 y 4 de esa necrópolis–, algo importantísimo para quienes llegan al fi nal de la vida tan lejos de la tierra que los vio nacer. Fíjate si es así, que cada vez que he ido a Andalucía he traído unos ramitos de olivo que luego coloco en este panteón, como símbolo de recuerdo eterno a nuestros paisanos.

En cuanto al trabajo cultural, cada año realizamos múltiples actividades que incluyen exposiciones de arte, excursiones y proyección de videos sobre Andalucía, debiendo destacarse el Premio Iberoamericano Rafael Alberti que otorga la Benefi cencia Andaluza, entre cuyos galardonados se cuentan, por ejemplo, Carilda Oliver Labra, Fina García Marruz, Cintio Vitier, Frank Fernández, Luis Marré y Pablo Armando Fernández; hasta llegar a quienes lo recibieron hace muy poco, en el 2012.

Page 35: Biblioteca Nacional de España y siempre

40

Page 36: Biblioteca Nacional de España y siempre

41

Me refi ero a Miguel Barnet y Omar Lara, quienes nos honraron con su presencia al recibir dicho premio en el marco del XVI Festival Internacional de Poesía de La Habana.

En ambos casos tuve la satisfacción de entregar, acompañado por Aitana Alberti, la obra plástica de su padre que identifi ca esta distinción; primero al reconocido etnólogo, poeta y novelista que preside la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y la Fundación Fernando Ortiz, el Dr. Barnet, quien expresó: “el verso ayuda a vivir con dignidad porque salva la memoria, que es la poesía de la historia”, y seguidamente recitó varios de sus poemas ante el público presente en la Sala Villena de la UNEAC.

Al día siguiente, en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, tras la bienvenida de Aitana y Alex Pausides a los participantes en el Festival, entregamos el Premio Rafael Alberti al destacado poeta chileno Omar Lara, quien agradeció con unas emocionadas palabras esta distinción que lleva el nombre de un andaluz universal.

Para que te hagas una idea del signifi cado que reviste la entrega de este reconocimiento de la Benefi cencia Andaluza en el ámbito de ese evento internacional, mencionaré algunas personalidades que nos acompañaron este año en tan señalada ocasión: Nancy Morejón y Rogelio Martínez Furé de Cuba; Kim Ki Dong, Wolsan, de Corea del Sur; Marcelino dos Santos de Mozambique; Norma Cárdenas de México; Rodolfo Häsler de España y Daniel Freidemberg de Argentina, entre otros valiosos intelectuales nacionales y extranjeros.

Ahora bien, tú sabes que en mis respuestas sobre las actividades de la Benefi cencia no hablo sólo de mí como presidente, sino de todo el colectivo que la integra, tan es así que a veces he estado dos meses en España y aquí todo ha funcionado sobre ruedas, con nuestra directiva y membresía.

Quizás ahora me falte mucho por decir, Aurelio, como puede apreciarse en esta síntesis biográfi ca que me has pedido, donde se resumen los reconocimientos que he recibido en Cuba y España a lo largo de mi vida, incluyendo quince condecoraciones del Consejo de Estado cubano, así como la Orden Jesús Menéndez concedida por la Central de Trabajadores de Cuba, además del Escudo de Andalucía entregado por la Consejería de Gobernación de la Junta de Andalucía, y el trofeo La Farola por parte de la Cámara Ofi cial de Comercio de la provincia de Málaga.

Page 37: Biblioteca Nacional de España y siempre

42

Page 38: Biblioteca Nacional de España y siempre

43

Page 39: Biblioteca Nacional de España y siempre

44

Page 40: Biblioteca Nacional de España y siempre

45

Esa es la tónica de nuestro quehacer asociativo, donde otro frente muy importante es el trabajo con los jóvenes, nuestro relevo, propiciándoles realizar actividades afi nes a su edad, que satisfagan sus inquietudes, como son las excursiones, actividades festivas y culturales. Por lo que podemos afi rmar que en la Benefi cencia Andaluza somos realmente una familia y nos enorgullece haber llegado con ese espíritu al ciento treinta y un aniversario de su fundación.

A tu pregunta sobre el impacto que ha tenido en nuestro ámbito la ley de nacionalidad española para los nietos de emigrantes, puedo responderte que desde su aprobación en el año 2009, la cantidad de personas solicitando entrar en nuestra sociedad se ha incrementado notablemente, sin embargo, la Junta Directiva no ha considerado adecuado abrir la entrada de forma incontrolada, ya que una institución benéfi ca debe caracterizarse por el calor humano y no por estadísticas frías. En el transcurso de estos años parece que se ha ido comprendiendo cada vez mejor esta política institucional, sin malos entendidos por parte de los socios actuales o quienes quieren llegar a serlo.

En otras palabras: nuestra membresía deberá seguir creciendo a partir de sus vínculos entrañables con Andalucía, principalmente por lazos familiares, como es el caso de los naturales y descendientes que la integran, a la vez que debemos considerar detenidamente los recursos disponibles para poder dar la debida atención a todos los socios.

Es innegable cuánto más pudiéramos hacer si fi nalmente la Benefi cencia Andaluza tuviera un local propio, desde desarrollar actividades culturales y estudios sobre los vínculos entre Andalucía y Cuba, hasta contar con una especie de casa de abuelos de alcance comunitario, así como poder sistematizar el procesamiento de los archivos históricos atesorados por esta institución, sobre todo sabiendo que es la sociedad andaluza más antigua no sólo en América sino en el mundo.

Sin dudas, una sede propia sería un nuevo punto de partida para la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes, especialmente ahora que, en su condición de decana de las sociedades de emigrantes andaluces en todo el mundo, sobrepasa el siglo de existencia ininterrumpida, lo que sin dudas constituye momento de especial relevancia para darle la proyección que merece a esta institución, atendiendo tanto a su pasado como a su futuro.

Page 41: Biblioteca Nacional de España y siempre

46

Page 42: Biblioteca Nacional de España y siempre

47

Pero si tuviera que resumir en dos palabras cómo me siento tras más de medio siglo viviendo en esta Isla, debo confesar que yo soy español de nacimiento y cubano de corazón.

Cuántos argumentos podría añadir a esta conclusión, pero ninguno como la conciencia de saber que Cuba ha signifi cado la continuación de todo lo que mi padre inició en España como hombre y como revolucionario, a la vez que reconozco todo lo que este país ha hecho por mí y por mis hijos, algo que siempre intentaré retribuir en la medida de mis posibilidades, orgulloso de poder correr la suerte de este pueblo, en las buenas y en las malas, comprometido a la vez con mi origen español y mi destino cubano.

Víbora Park, mayo 2012

Page 43: Biblioteca Nacional de España y siempre

49

Blanca Fernández Pérez

Page 44: Biblioteca Nacional de España y siempre

50

Page 45: Biblioteca Nacional de España y siempre

51

Yo nací en una ciudad maravillosa a la que amaron profundamente mis padres, La Habana, el día 23 de noviembre de 1935, en el seno de una familia que supo darme, además de cariño, una buena educación y valores de los cuales me siento orgullosa.

Mi padre, don Antonio Fernández Castro, nació a fi nales del siglo XIX, justo en el año 1895 –cuando se reiniciaba la Guerra de Independencia cubana– en un hermoso pueblo llamado Iznate, que pertenece a la provincia de Málaga, en Andalucía, España. Mi madre, doña Blanca María Pérez Palmero, era descendiente legítima de emigrantes canarios que se asentaron en la provincia cubana de Pinar del Río, en cuya capital del mismo nombre nació ella en el año 1909.

Los sueños casi siempre se cumplen cuando se persevera hasta lograr hacerlos realidad, y eso es precisamente lo que un buen día mis abuelos decidieron hacer: venir a Cuba. El país que era parte de su realidad en el día a día de Andalucía, y se engrandecía cada vez más en el corazón de los míos, que anhelaban poder estar por fi n en La Habana.

Fue así como, a fi nales del invierno de 1911, acabado de cumplir mi padre sus 16 años, llegaron a esta ciudad él, mis abuelos y mis tíos, y se

Page 46: Biblioteca Nacional de España y siempre

52

asentaron al principio en una amplia casa de La Habana Vieja. Con el tiempo, luego de prosperar en el comercio –labor fundamental que ejercía mi familia tanto en Cuba como en España–, se mudaron hacia la otra parte de la ciudad que iba creciendo con los nuevos proyectos de urbanización.

En general, mi familia ha sido muy arraigada a su tierra, tan rica y variada en contrastes, única en su personalidad, llena además de una alegría desbordante y un salero especial que la diferencian de algún modo del resto de las regiones hermanas. Tiene tantas costumbres, tradiciones, cuentos, celebraciones religiosas y sociales, que no alcanzarían las páginas del libro que estás preparando para poderlas describir.

Pero lo cierto es que muchas de ellas subieron también al barco, para quedarse por siempre junto a nosotros; ellas fueron en tiempos de añoranza un bálsamo de consuelo por la tierra de la que se emigró.

En las noches recuerdo a mis abuelos escuchar en discos de vinilo música fl amenca y cante jondo, al tiempo que se tomaban una copita de manzanilla, la bebida típica andaluza; mientras que en el patio, al compás de las palmas, mis tíos, primos y hasta los amigos que muchas veces nos visitaban, armaban una “juerga” entre jaleos y algazara, como no te imaginas.

¡Pero eso no era todo! Para ir picando, se preparaban en la cocina unos exquisitos platos muy típicos llamados “tapas”, que acompañados con rebanadas de pan, la mezcla del tomate natural, la cebolla y el ajo, los quesos, chorizos, jamones, atún, y con la presencia insustituible del aceite de oliva –verdadero tesoro de la dieta mediterránea, como tú conoces–, junto a un refi nado uso de las especias, “secreto íntimo de la familia” como diría mi abuela, dejaba a todos extasiados; eso, sin mencionarte los deliciosos dulces y postres cuyas recetas ella guardaba celosamente en una caja.

Así, la mixtura de todas esas costumbres hacía que el tiempo se fuera volando y que los amigos y la familia, en defi nitiva, la pasaran bien de forma sana y entretenida. Otras veces en las tardes después de tomar un gazpacho, se sentaban junto al tío Paco, que era un comediante nato, para escucharlo hacer cuentos que resultaban ser más mentiras que otra cosa, pero cuentos al fi n y al cabo, sobre sucesos o cosas muy comunes también conocidas por nosotros, que hacían reír hasta doler el abdomen de las muchas carcajadas; fíjate tú si era bueno.

Page 47: Biblioteca Nacional de España y siempre

53

Algo que no quiero dejar de mencionar es que cuando se cocinaba, lavaba o tendía la ropa, se escuchaba a mi abuela entonar entre suspiros lascoplas de canciones que muchas veces se juntaban a las nuestras y viajaban en el aire dejando la melodiosa voz por toda la casa.

Eso sí, los primeros días de la semana, bien temprano, íbamos a las misas dominicales. De hecho, mi formación académica estuvo guiada por las Hermanas Salesianas en el Colegio María Auxiliadora de Víbora Park, y mi hermano estudió con los maristas, para tener así la calidad humana que hoy poseemos.

Después de fundarse el Centro Andaluz de La Habana, fue otro espacio tan familiar que permitió celebrar momentos inolvidables que la memoria no puede dejar escapar, porque los vivimos intensamente, como son los bailes y las fi estas.

Yo creo que mis padres nunca dejaron de mirar ese cielo tan azul que les recordaba al suyo, de pensar en el mosto del mes noviembre, de dormir la siesta, de degustar el buen vino, de ir a las charlas entre amigos, de disfrutar del cante sentío y el baile de cuerpo entero al son de las guitarras templadas, deleitando el paladar con los frescos olivares puestos como centro de mesa y alegrarse a través de las películas que venían de Andalucía, de las corridas de toros y los toreros con su arte –donde además de verse los buenos banderilleros se percibían las morillas de arrastre–, de mirar las casas blancas con tejas, rejas en sus ventanas, patios llenos de fl ores y macetas altas sembradas de albahaca y romero…

Tantos y tantos recuerdos, juntos al mismo tiempo, sintió mi padre, que cuando le llegó el momento de morir estando rodeado de su familia, como ser trascedente que era, antes de expirar, con la respiración entrecortada, mirando a la luna llena a través de la ventana, escuchamos de sus labios esta copla:

Dicen que la luna,tiene amores con un caléy que toítas las noches,con el gitano se ve.

Aurelio, yo creo fi rmemente que si mi padre volviera a nacer, otra vez nacería en el Sur…

Page 48: Biblioteca Nacional de España y siempre

54

Page 49: Biblioteca Nacional de España y siempre

55

En el verano de 1933, tras un buen tiempo viviendo en Cuba, él fue a vacacionar a la provincia de Pinar del Río, de la que quedó maravillado por sus paisajes de exótica y exuberante naturaleza. Estando allí conoció a unos amigos que lo invitaron a casa de unos canarios residentes en la ciudad, para celebrar el cumpleaños de una de las hijas de esa familia. Así fue que él y mi madre se conocieron y desde entonces su corazón quedó preso de un sentimiento que lo iría uniendo cada vez más a ella, volviendo a hacer muchos viajes a esa provincia occidental en busca de encuentros con su amor. El 31 de diciembre de 1934 estas dos familias de canarios y andaluces se unían para siempre…

Un año después nació el fruto de ese amor: la primera hija, y me pusieron por nombre Blanca María del Rosario Fernández Pérez, encomendada a la Virgen para mi protección, en el día de mi bautismo. Tres años más tarde nació mi hermano Francisco José, a quien amo profundamente desde el mismo instante en que mis familiares me dijeron: “Ha acabado de nacer tu hermanito”.

Desde pequeños nos criamos en un ambiente donde tres culturas tan diferentes y al mismo tiempo tan similares, se mezclaban unas con otras sin perder su esencia cada una –andaluza, canaria y cubana.

Como parte del amor que nuestros padres nos profesaron, ellos nunca permitieron que dejáramos de ser parte de esta trilogía; en muchas ocasiones la nostalgia hacía eco y dejaba volar los sentimientos hasta esa otra parte del Atlántico donde había quedado atrás una historia, pero dejándonos saber que primero que todo éramos cubanos, y teníamos que amar a Cuba como ellos la amaron de por vida.

En cuanto a nuestros vínculos con España, comenzaré diciéndote que nunca se abandonaron, y mucho menos si se tiene a la familia de por medio. Nuestros padres quizás en algún que otro momento experimentaron en noches como estas, con la luna cómplice de sus sentimientos, una nostalgia inmensa en su corazón, por visitar su tierra y caminar sus calles, por ver y abrazar otra vez a aquellos que nunca olvidaron, por vivir y sentir esas costumbres propias de las cuales se hace muy difícil desarraigarse, porque están inscritas muy adentro de uno mismo, como sucede a todo emigrante. Pero te aseguro que vernos crecer en esta Isla, de la que nunca quisieron salir, fue lo que hizo que pensaran que aquí tenían su pedazo de Andalucía y Canarias a la misma vez.

Page 50: Biblioteca Nacional de España y siempre

56

Page 51: Biblioteca Nacional de España y siempre

57

Page 52: Biblioteca Nacional de España y siempre

58

Page 53: Biblioteca Nacional de España y siempre

59

Las cartas siempre fueron prueba del cariño familiar, que aún continúa a través de los muchos correos electrónicos que nos enviamos, como si ahora los e-mails fueran “cantes de ida y vuelta”, en los que unos y otros percibimos un torbellino de cotidianidades que hacen que siga viva esa familiaridad propia de las enseñanzas trasmitidas allá y aquí, y de seguir sintiendo por esos que uno ama y que se hacen más cercanos a través de las palabras escritas.

Pero si todo esto ocurría a nivel personal y familiar, a nivel asociativo hay que tener en cuenta que muchos andaluces establecidos en Cuba, para seguir manteniendo sus raíces y tradiciones y que no se perdiera su identidad, decidieron agruparse, tal y como hicieron los emigrantes de otras regiones, fundando las sociedades españolas que hasta hoy han perdurado.

Fue entonces cuando en 1881 se funda la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes, que años más tarde mi padre presidió y a la que dedicara la mayor parte del tiempo, aunando todo su esfuerzo físico y mental en el trabajo desempeñado en la misma, orientada específi camente, como su nombre bien lo indica, a prestar ayudas benéfi cas y sociales a obras que fueran de carácter institucional, público y para sus propios asociados.

Tal es así, que cuando España atravesó en aquel tiempo una gran crisis económica, los mismos asociados de la Benefi cencia no sólo mantuvieron este sueño asociativo hecho realidad, sino que a la vez enviaban dinero a Andalucía, como una forma de ayuda para los que se encontraban allá pasando por esa realidad tan difícil.

Cuántas visitas no realizó mi padre, junto a otros compañeros de camino, al asilo de ancianos Santovenia, en el Cerro, para dar auxilio a los asociados andaluces que allí se encontraban. Luego, él mismo fue quien gestionó los trámites para la entrada a Cuba de la primera imagen de Nuestra Señora del Rocío, La Blanca Paloma, Patrona de Andalucía, para que estuviera presente en las misas que hasta hoy se celebran en la Capilla del Santo Cristo de Limpias, en La Habana Vieja, en las fi estas de Pentecostés –que no tiene un día específi co dentro del calendario litúrgico–, celebración que bajo su patrocinio la Benefi cencia Andaluza dedica a la advocación mariana de la Virgen. Con el paso del tiempo, las romerías se convirtieron en verdaderos peregrinajes en los que, rodeados de naturaleza, nuestros andaluces fundían en su corazón la devoción rociera con la misma alegría de la festividad.

Page 54: Biblioteca Nacional de España y siempre

60

Page 55: Biblioteca Nacional de España y siempre

61

Page 56: Biblioteca Nacional de España y siempre

62

Page 57: Biblioteca Nacional de España y siempre

63

Incontables damas con rosarios en mano y trajes de faralaes, peinetas y mantillas lucieron su encanto aquellas tardes calurosas pero llenas de emoción por la solemnidad del encuentro con la Reina de las Marismas. Las calles se vestían de gala, ya que la procesión de la Virgen del Rocío desfi laba entre carretas y bueyes por las calles engalanadas, cubiertas de hierbas aromáticas y fl ores, dando una mezcla de sabor de lo religioso con lo natural, que tenía su mejor representación en la zona de San Miguel del Padrón, pues estas celebraciones se realizaban en los Jardines de la Malta Hatuey, en San Francisco de Paula.

Con los nuevos impulsos que se venían sucediendo en España y Cuba, en la entrada al nuevo siglo, el llamado que hiciera Blas Infante –Padre de la Patria Andaluza– en 1915 al publicar en Sevilla la que sería su obra fundamental, El Ideal Andaluz, promovió e incitó la creación de varios centros andaluces en distintas provincias y en el resto del mundo, así como dos asambleas regionalistas que tuvieron lugar en la localidad malagueña de Ronda en 1918, donde se decidió cuáles serían los atributos regionales de Andalucía: la bandera, el himno y el escudo.

Por lo que en 1919 se creó el Centro Andaluz en La Habana, con un objeto social completamente distinto a la asociación benéfi ca que antes se había fundado. Este debía ser una sociedad recreativa y cultural, abierta a todo espacio formativo que enriqueciera el conocimiento, el aprendizaje y el gusto por las tradiciones andaluzas que estaban de algún modo presentes en Cuba y que forman parte importante de la identidad nacional.

Y es ahí donde no sólo mi padre jugó un papel fundamental, sino también mis tíos Francisco y José Fernández Castro, quienes fueron de los doscientos treinta y tres fundadores; este último y mi padre integraron la primera Junta Directiva y trabajarían hasta el cansancio en benefi cio de esta magna obra que celebrará su centenario en el año 2019, y del cual recibirían el título de Socio de Mérito por la signifi cativa obra realizada desde su fundación a favor de la colonia andaluza, como puede apreciarse en estas fotografías.

En realidad, te muestro solo una parte de las muchísimas fotos que guardo en mi casa, y algunas de las conservadas en el Centro, junto a varios recortes de prensa, como la crónica de Miguel Roldán sobre la visita realizada al Centro Andaluz en 1948 por el príncipe Juan de Borbón y la infanta María de las Mercedes.

Page 58: Biblioteca Nacional de España y siempre

64

Page 59: Biblioteca Nacional de España y siempre

65

Page 60: Biblioteca Nacional de España y siempre

66

Page 61: Biblioteca Nacional de España y siempre

67

Aurelio, a medida que respondo tus preguntas afl ora la gran vinculación existente entre mi familia y la Benefi cencia Andaluza, como resultado natural del trabajo desarrollado, sin ánimo de protagonismo. Por lo que quisiera mencionar que hasta el presente, cuando la preside Manuel Vallejo, esta centenaria institución ha contado con muchas personas dedicadas en cuerpo y alma a su funcionamiento, como es el caso del querido Dr. Jesús Barros (La Habana, 1917-2002), a quien debemos que la misma no haya desaparecido en los momentos más difíciles de su trayectoria.

Por cierto, él fue el primer delegado informativo en Cuba del periódico España Exterior, funciones en que lo ha continuado el Dr. Manuel Barros, quien gentilmente nos ha facilitado varias fotografías de su primo, de las que me gustaría incluir una en recuerdo a su obra y su persona, coincidiendo que en este año 2012 se le otorgó in memoriam el reconocimiento Miguel de Cervantes y Saavedra por parte de la Federación de Sociedades Españolas de Cuba.

Ahora, retomando el tema de las tradiciones, hay que tener en cuenta el particular modo que tienen los andaluces y andaluzas de vivir sus tradiciones, celebrar sus festividades y hacer de estas ocasiones espléndidas momentos únicos para emocionarse, por lo que muchas de ellas son mundialmente reconocidas y se han ido heredando como elemento fundamental de la colonia andaluza en Cuba. Para ilustrar esta idea, a continuación te facilito el listado de las principales celebraciones y actividades realizadas anualmente por parte de la colectividad formada por los andaluces y sus descendientes en nuestro país:

FECHAS FESTIVIDADES Y CONMEMORACIONES

11 de febrero Fundación del Centro Andaluz de La Habana (Inicio de la Jornada Andaluza que culmina el Día de la Comunidad Autónoma de Andalucía)20 de febrero Fundación de la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes28 de febrero Día de la Comunidad Autónoma de Andalucía

Page 62: Biblioteca Nacional de España y siempre

68

Mayo Celebración de la Cruz de Mayo Entrega por la Benefi cencia Andaluza del Premio Rafael Alberti a destacadas personalidades 3 de mayo Fundación del grupo fl amenco A mi aire del Centro Andaluz de La Habana

Junio Misa fl amenca con tablao en honor a Nuestra Señora de la Virgen del Rocío, La Blanca Paloma, Patrona de Andalucía Evento cultural Lorca Semanal, dedicado al escritor Federico García Lorca

Julio Homenaje al poeta Antonio Machado5 de julio Celebración del natalicio de Blas Infante, Padre de la Patria Andaluza

19 de septiembre Conmemoración a Ignacio Sánchez Mejías

12 de octubre Día de la Hispanidad (Fiesta Nacional de España)20 de octubre Día de la Cultura Nacional en Cuba25 de octubre Homenaje al pintor Pablo Picasso

5 de noviembre Homenaje al bailaor Antonio Gades16 de noviembre Declaración del fl amenco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad Aniversario de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana23 de noviembre Homenaje al músico Manuel de Falla

5 de diciembre Homenaje al cantaor José Monje, Camarón de la Isla15 de diciembre Homenaje al poeta Rafael Alberti18 de diciembre Día Internacional del Emigrante 21 de diciembre Homenaje al músico Francisco Sánchez Gómez, Paco de Lucía

Durante el año Homenaje a celebridades andaluzas del siglo XX

Page 63: Biblioteca Nacional de España y siempre

69

Page 64: Biblioteca Nacional de España y siempre

70

Page 65: Biblioteca Nacional de España y siempre

71

Pasando ahora a mi desempeño en el Centro Andaluz de La Habana, realmente creo que, sin exagerar, desde que abrí los ojos por primera vez esta sociedad ha sido parte de mi vida. No te pudiera diferenciar entre mi casa y el “Andaluz” –como cariñosamente le decimos–, pienso que los dos lugares son la misma cosa.

En ese edifi cio primero de Prado número 104, que se fundó un 11 de febrero de 1919 y donde está aglutinada la mayor parte de la historia de los andaluces que así un día decidieron instaurarlo, muchas veces corrí de niña por sus salones. Luego, en mi adolescencia, su patio fue testigo de las muchas lecturas en compañía de otras amigas descendientes de andaluces como yo, que nos reuníamos para compartir. En mi juventud, alguna que otra vez fue el lugar de encuentro con mi novio, que luego se convirtió en mi esposo y fi nalmente en un excelente padre, al cual guardo y recuerdo en mi corazón porque ya lo he visto pasar en mi camino.

Cuántas fi estas, celebraciones, actividades sociales, han sido parte de mi vida, a lo largo de estos años que ya exceden las siete décadas, en las que, unas veces como invitada y otras como presidenta, me ha tocado organizar y dirigir en provecho de toda nuestra colectividad, razón principal por la cual trabajamos.

Al cabo del tiempo, a mi hermano y a mí se nos otorgó el mismo título que ostentara nuestro padre, el de Socio de Mérito del Centro Andaluz de La Habana. Nunca pensé un día seguir sus pasos tan de cerca y que me tocara estar en el mismo lugar que en otro tiempo él ocupara. Para mí, más que nada, ha sido un reto. Él es mi paradigma, en un primer momento como secretaria de la Junta Directiva por más de cinco años y luego con una década entera como presidenta, en donde el esfuerzo y la dedicación han ido juntos de la mano con el resto de los directivos que me han acompañado, aportando cada uno lo mejor de sí.

Y todo esto se ha logrado paso a paso, mientras los muchos años, las circunstancias y la mano del hombre hicieron que se fuera deteriorando arquitectónicamente aquel primer edifi cio, aunque no sabes las veces que cierro mis ojos y me lo imagino nuevamente, llegando a caminar por sus rincones en mi memoria.

Finalmente, en el 2010, el Centro Andaluz de La Habana tuvo su nueva sede en el mismo Paseo del Prado, pero ahora con los números 356 y 358, entre las calles Neptuno y Virtudes.

Page 66: Biblioteca Nacional de España y siempre

72

Page 67: Biblioteca Nacional de España y siempre

73

Page 68: Biblioteca Nacional de España y siempre

74

Page 69: Biblioteca Nacional de España y siempre

75

Esto reviste de gran importancia nuestro trabajo, por las condiciones del nuevo edifi cio donde nos encontramos ahora, como resultado de un proyecto de cooperación ejecutado por la Junta de Andalucía y la Ofi cina del Historiador de la Ciudad. Gracias a lo cual continuamos ejerciendo nuestra labor, que se hace signifi cativa debido al trabajo, y el trabajo realizado se puede vislumbrar, cuando este es capaz de salir como los rayos del sol y esparcir su luz, y eso es lo que a través de estos años el Centro Andaluz de La Habana ha ido proyectando como línea fundamental en la tarea de conservar lo más fi elmente posible los valores culturales de una Comunidad Autónoma, que cada vez se hacen más presentes producto de la misma transculturación de la que hablara don Fernando Ortiz, y que no se puede omitir, puesto que ha contribuido en gran medida a la realidad misma de los cubanos.

En primer lugar, te diría que existe una singular expresión dentro de su folclore llamado fl amenco, muy conocido en Cuba como “baile español”. Esencia misma en la que el cante, el toque y el baile forman una expresión viva de la mezcla de razas y pasiones que conforman su historia. Es por eso que cada año en el mes de septiembre nuestra casa se contagia de una alegría inmensa cuando recibe a los alumnos y alumnas de nuestra Escuela de Baile, quienes junto a la Compañía Flamenca A mi aire, que dirige Henry Leguina, el Leguinita Flamenco, representan este género –que ya va a cumplir el segundo aniversario de haber sido declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad–, en numerosas galas, conciertos, festivales, funciones teatrales y disímiles actividades culturales comunitarias a las que somos invitados, en las que se puede apreciar la pureza de este arte. También existen tablaos y peñas fl amencas cada noche en nuestro Centro, en las que se puede dejar ver bien claro el estilo mismo de la región, con disímiles compañías de carácter profesional que interpretan este estilo, fusionándose también con noches donde la cultura cubana tiene su espacio a través de boleros y canciones.

En todas las disciplinas artísticas, destacados andaluces han impreso su sello personal. Velázquez, Murillo y Picasso ven sus primeras luces en esa tierra llena de color y textura llamada Andalucía, es así que también los fines de semana, niños, adolescentes y jóvenes de todas las edades se acercan a nuestro Centro para recibir gratuitamente clases de técnicas de dibujo y pintura, de las que han salido verdaderos talentos.

Page 70: Biblioteca Nacional de España y siempre

76

Page 71: Biblioteca Nacional de España y siempre

77

Page 72: Biblioteca Nacional de España y siempre

78

Page 73: Biblioteca Nacional de España y siempre

79

Otros como García Lorca, Vicente Aleixandre o Manuel de Falla, beben en las esencias del carácter andaluz para crear un arte universal, es así como en homenaje a fi guras célebres andaluzas de todos los tiempos se realizan mes a mes, tanto en la Biblioteca Especializada María Zambrano como en el Salón Blas Infante, los amenos ciclos de conferencias, charlas, paneles, actividades literarias y otros, impartidas por profesores de renombre en áreas de investigación científi ca que resultan de interés, no solo para nuestros asociados sino también para todos aquellos que se acercan y nos visitan motivados por los temas tratados.

Como ejemplo más reciente, la semana pasada presentamos en nuestra sede, de conjunto con la Fundación Fernando Ortiz, la empresa GeoCuba, la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Ofi cina del Historiador de la Ciudad de La Habana, el mapa etnográfi co Presencia andaluza en Cuba, que constituye una obra de sumo valor para el conocimiento de los vínculos entre ambos pueblos a través del tiempo.

Por otra parte, debo mencionar que también entregamos las ayudas correspondientes para nuestros naturales andaluces y los asociados más necesitados, realizando un trabajo directo de atención a nuestra comunidad, con la entrega de bolsas de alimentos, con especial atención a la difícil situación material y de salud que confrontan algunos de nuestros asociados, quienes han recibido apoyo económico. Una actividad específi ca que hemos mantenido a través de estos años con amor, sacrifi cio y solidaridad.

Finalmente, quiero señalar que nada de lo que se ha hecho hasta ahora sería posible sin la cooperación prestada por la Junta de Andalucía y sus Consejerías, en el afán por continuar manteniendo vivos los valores culturales que un día trajeron consigo los que fundaron este Centro Andaluz en La Habana y dejaron atrás su tierra para venir y echar raíces, y para que estos sueños puedan seguir haciendo en Cuba realidades.

La Habana Vieja, octubre 2012

Page 74: Biblioteca Nacional de España y siempre

81

Fernando Ruiz Ortiz

Page 75: Biblioteca Nacional de España y siempre

82

Page 76: Biblioteca Nacional de España y siempre

83

Aunque todos me conocen por Fernando Ruiz Ortiz, mi nombre completo es Fernando Aurelio, como verás en algunos de estos documentos, así que nosotros dos somos tocayos.

Yo nací el 28 de mayo de 1929 en Cómpeta, un pueblo andaluz que pertenece a Málaga, hijo de Emilio Ruiz Cabra y Encarnación Ortiz y Ortiz, al igual que mi hermano, Emilio, dos años antes que yo, el 7 de diciembre de 1927.

Aquel es un lugar de labriegos, donde mi abuelo tenía una fi nca vinatera, con casa de dos pisos, pero las cosechas daban muy poco dinero, por lo que al fi nal optaron por vender la fi nca, y mi abuela materna, Ana Ortiz, invirtió parte de ese dinero en buscar nuevos horizontes para la familia en América, con tan buena suerte que en La Habana conoció a la esposa del jefe de personal de la cadena de droguerías Sarrá, a quien le habló de su yerno…

El propio Ernesto Sarrá fue quien le hizo el examen de acceso a mi padre para un empleo en el almacén, con ejercicios de suma y resta, necesarios para poder sacar las cuentas de las mercancías que entraban y salían. Además, él sabía leer y escribir, estaba fuerte y era muy honrado, por lo que resultó el candidato óptimo.

Page 77: Biblioteca Nacional de España y siempre

84

Page 78: Biblioteca Nacional de España y siempre

85

En febrero de 1930 salimos nosotros cuatro a conquistar el Nuevo Mundo, aunque los comienzos fueron de mucho trabajo. Primero vivimos en la calle Empedrado, al lado del restaurante La Bodeguita del Medio, en un cuarto, solo con un bombillo en el techo, algo bien humilde. Luego mi abuela retornó a España, y tras coger un aire, partió de nuevo a “hacer las Américas”, viajando con mi abuelo a Chile, donde aún tenemos familia.

Aquí yo terminé la primaria en el plantel Concepción Arenal, una de las escuelas del Centro Gallego de La Habana, donde recibí una formación muy buena y pertenecí al coro, donde lo primero que hacíamos los viernes era cantar el Himno de Galicia, en idioma gallego, y también los cantes de habaneras y muchos otros. Mi afi ción a lo largo de toda la vida ha sido el canto, de todo tipo de música, desde la cubana y española hasta los tangos.

En Concepción Arenal estudié Mecanografía y Preparatoria Comercial; pero no sólo eso, como socio del Muy Ilustre Centro Gallego de La Habana yo me fui vinculando con otras sociedades, y algunas me hicieron asociado, como la Artística Gallega, donde fui directivo unos años, y la del Partido Judicial de Arzuga, que pertenece a La Coruña, de la que soy presidente.

Bueno, eso fue con el paso del tiempo y el apoyo de Virginia, secretaria de varias sociedades que radican en el Centro Gallego de La Habana desde sus inicios. Quién no conoce a Virginia Blanco, acostumbrados como estamos a verla entre los archivos y las vitrinas de esas sociedades al fi nal de la primera planta de un edifi cio que es como mi segunda casa, frente al Parque Central y al Capitolio Nacional. Ella es una persona muy bien preparada, domina el idioma inglés y trabajó en notarías, realmente alguien muy especial para toda la colonia gallega y española, una gran amiga.

Como secretaria del Partido Judicial de Arzuga fue ella quien me vinculó a esa sociedad, de la que luego fui vocal y ahora su presidente, sin que por eso deje de ser y sentirme andaluz al ciento por ciento. Sería muy largo de explicar, o quizás no necesita explicación, por algo a todos los españoles en Cuba nos dicen gallegos… A mi entender, el Centro Gallego y todas sus entidades regionales y comarcales han tenido un espíritu muy abierto al resto de la colonia de origen hispano, por no hablar ya de su vinculación con toda la población cubana en general. Así te puedes encontrar muchísima gente que estudió en Concepción Arenal, que recibió clases de danza en Rosalía de Castro, o fueron pacientes en la quinta de salud, sin que nadie te preguntara si eras gallego o asturiano, si habías nacido en España o en Cuba.

Page 79: Biblioteca Nacional de España y siempre

86

Page 80: Biblioteca Nacional de España y siempre

87

Luego se han recogido los frutos, por ejemplo, durante mucho tiempo los presidentes de la Federación de Sociedades Españolas de Cuba han sido directivos de las sociedades gallegas, como es el caso de Julio Santamarina, quien lleva mucho tiempo presidiendo la sociedad Artística Gallega y es el presidente actual de la Federación Española. Así fue con su predecesor, Ildefonso Diéguez, y es muy probable que ocurra con el próximo que elijan.

Déjame decirte que incluso yo fui a España por una invitación de la Xunta de Galicia, cuando Manuel Fraga hizo posible que todos los presidentes de sociedades gallegas en el mundo asistiéramos a la celebración del Año Jacobeo 2004 en Santiago de Compostela.

Bien, mi primer trabajo fue en un taller que hacía coladores de café, aquí en La Habana, cuando yo tenía 12 años y todavía estaba en Concepción Arenal, por lo que trabajaba de día y estudiaba de noche, al igual que mi hermano, con quien he estado muy unido siempre. Yo empecé allí porque pagaban tres o cuatro pesos a la semana, ahora puede parecer poco, pero en esa época cada peso rendía lo que no te puedes imaginar.

Después pasé a trabajar en un negocio de gasolinera, como ofi cinista y mecanógrafo, cobrando treinta pesos al mes, con unos 14 años de edad. Allí me fue bien, pero como después de mis estudios en el Centro Gallego matriculé en la Academia de Corte Gentleman Milady, cuando tuve el título de sastre le pedí una carta de recomendación al dueño, Álvarez Mena, para buscar plaza en un taller de confecciones. Enseguida empecé a trabajar en mi profesión, con buenos empleos, como el de la Sastrería Humada, cerca de aquí, en Obispo y Villegas, donde mi hermano era primer cortador y yo fui segundo cortador durante once años. Incluso cuando después de 1959 con las leyes de nacionalización de negocios particulares se fue acabando la tela, seguí allí dos años más, en tareas de ofi cina.

En medio de eso yo hice un viaje a Chile con mi madre –ya separada de papá, quien le siguió entregando el dinero de la manuntención por mucho tiempo–, y aunque ella se sintió bien al reencontrarse con la parte de nuestra familia en ese país, valorando la posibilidad de irnos a vivir allá, nosotros regresamos al año siguiente a Cuba, pues mi hermano no quiso seguirla en esa idea, y a ella ni le pasó por la cabeza que viviéramos tan lejos de él.

Cuando fi nalmente cerró la Sastrería Humada y en toda Cuba no había telas nuevas que coser, yo vine a parar a la joyería El Clip, al lado de la librería La Moderna Poesía, en la calle Obispo, que actualmente es peatonal,

Page 81: Biblioteca Nacional de España y siempre

88

Page 82: Biblioteca Nacional de España y siempre

89

como un boulevard. Pues allí me hice joyero en un mes y terminé siendo tasador de prendas para el Banco Nacional de Cuba.

Todo fue muy rápido, teniendo por jefe a Muiña, quien me enseñó los secretos de esta profesión acorde con mi lealtad en un trabajo de tanta responsabilidad, no sólo por el valor de cada joya o reloj que pasaba por mis manos, sino por el tipo de cliente habitual de esa renombrada casa.

Eso sí, gané buen dinero, a base de concentrarme en el trabajo y ser fi el al negocio. Casi con los ojos cerrados yo podía decir: “Esto es un ónix, esto es un rubí, esto es una rosa de Francia”, y así más de cincuenta tipos de joyas. La mayor satisfacción fue el día que el propio Muiña me preguntó el valor de un reloj, delante de todos, asegurándoles que yo haría la mejor tasación posible.

Claro que el giro de la joyería fue variando a medida que cambiaba la clientela existente en el país a partir de los años sesenta, cuando muchos ricos y gente pudiente se iba de Cuba, y empezamos a atender un mercado más popular, que buscaba otro tipo de joyas, más bien de fantasía, pero sobre todo relojes. Recuerdo que yo debía cumplir una norma diaria, y a partir de ahí me pagaban una prima por cada reloj que vendía, entonces los más demandados eran los Poljot, Vostov y Slava, entre otras marcas que venían de la Unión Soviética y demás países socialistas.

Para entonces ya había nacido mi única hija, Yacquelín –su madre se llama Mercedes–, quien me ha hecho abuelo de su pequeño hijo Noel. Ahora soy jubilado, y hasta el año 2010 compartí mi vida con Nora Gámez Arencibia, juntos tuvimos veinte años de felicidad en esta casa habanera, a unas calles de la Estación Central de Ferrocarriles.

Con el dinero que disponía pude hacer el primer viaje de visita a España después de sesenta y dos años en Cuba, adonde había llegado con diez meses de edad en 1930. Fui en 1992, cuando todavía a los naturales españoles nos dejaban pagar el pasaje en dinero cubano, unos mil pesos me costó el billete de ida y vuelta, algo que luego se acabó, con la dolarización primero y después con el CUC, la moneda para comprar en las shooping, como le dicen aquí a las tiendas de “recaudación de divisas”.

La mayor sorpresa de ese viaje fue el encuentro con la familia que nos queda en Andalucía, y eso que yo no los vi en el aeropuerto; ellos me estaban esperando con un cartel con mi nombre, pero como no los distinguí, salí directo en taxi hasta Cómpeta, cerca de la ciudad de Málaga.

Page 83: Biblioteca Nacional de España y siempre

90

Page 84: Biblioteca Nacional de España y siempre

91

En la entrada de la casa, la primera que me abrazó fue mi tía Rosario, prima hermana de mi madre, quien sin soltarme me dijo emocionada: “Si yo te cargué a ti de chiquito”. No tengo palabras para contar aquel rencuentro, que yo preparé con ganas, enviando cartas por correo certifi cado que a veces llegaban, otras se atrasaban y algunas se perdieron por el camino. Recuerdo que llevé dos mil dólares que enseguida cambié en pesetas y me rindieron bien, para gastos que quise hacer a mi cuenta, así como los regalos que traje.

Una de las cosas que más me llamó la atención fue lo limpio y cuidado que mantienen todo allá, aunque sea en el campo, al contrario de la mayoría de los países, donde se nota más la diferencia entre la capital y el interior. En Andalucía todo está en orden, bien comunicado, y las transformaciones lógicas que trae el paso del tiempo están hechas con mucho gusto, por ejemplo, yo noté que en Cómpeta cada casa tiene una caballeriza, pero ahora están acomodadas para guardar tractores y autos en lugar de caballos.

Después he vuelto cinco veces más, gracias al Programa del IMSERSO, que fi nancia estos viajes a España para sus emigrados de la tercera edad, una suerte para nosotros y nuestros familiares en cada rincón español, así he podido volver a ver a mis sobrinos Jorge y Emilio, quienes viven en León, donde también reside su madre, viuda de mi hermano.

Pero hay otro viaje que no puedo dejar de contarte: en el año 2010 yo fui a Chile, donde tengo un sobrino –Carlos, el hijo de Armentino–, que con su esposa me atendió muy bien en la capital. Después seguí para Temuco, al sur, y pude encontrarme con algunos primos que conocí hace más de medio siglo, cuando viví con mi madre en Chile, sólo que entonces ellos tenían unos 10 años y ahora me los encontré con más de 60. Ya sólo me quedan allá descendientes de esos primos: hijos y nietos de ellos.

Como esa parte es próxima a la Patagonia, una mañana que estaba a mi aire, paseando cerca de la estación de ómnibus, casualmente vi que uno de ellos decía: “Destino: Buenos Aires”, y no lo pensé dos veces, pagué el pasaje de ida y me subí muy feliz. Casualmente viajé sentado cerca de una joven con su hijo de dos años, quien se sorprendió con mis historias de fanático del tango y de Gardel, por lo que me ofreció quedarme en casa de su padre, en Landuz, y de allí él me llevó a Buenos Aires para que yo pudiera llegar a visitar el Cementerio La Chacarita, donde está la tumba de ese gran argentino, junto a la que me retraté.

Page 85: Biblioteca Nacional de España y siempre

92

Page 86: Biblioteca Nacional de España y siempre

93

Además, en Buenos Aires yo visité la sede de la Sociedad Arzugana, que pude localizar fácilmente por la dirección que me dio Virginia en el Centro Gallego antes de salir de La Habana, pues ella tiene la relación de lo que llamamos “sociedades hermanas” en otros países; esta foto es con parte de su directiva, quienes me ofrecieron un almuerzo muy fraterno.

Así que el motivo inicial familiar que tuvo ese viaje se complementó con esa sorpresa en el ámbito asociativo. Sí, parece que he heredado algo de mi abuela materna, doña Ana Ortiz, que era una persona muy despierta, muy despabilada, como decimos allá.

Aunque yo creo que en el fondo lo que marca todo mi ser ha sido la pasión por la música, desde las primeras interpretaciones que hice en el propio Centro Gallego de La Habana, con el profesor Campuzano, y en varios programas infantiles de la cadena de televisión CMQ, donde, por cierto, vi cantar a Rosita Fornés, muy jovencita, esa pieza tan bonita que es La Macarena, en la época que ella triunfó en la Corte Suprema del Arte.

Bueno, aunque yo he tenido mucha participación en el ámbito gallego desde mi época de estudiante hasta la actualidad, como andaluz que soy estoy muy unido al Centro Andaluz de La Habana y a la Sociedad de Benefi cencia Naturales de Andalucía y sus Descendientes, donde reconozco altamente la labor que realizan sus directivos y asociados, bajo el ejemplo de sus presidentes, Blanquita y Vallejo. Ambos realizan un trabajo muy bueno, haciéndonos sentir muy queridos a todos los que emigramos de Andalucía y nos hemos quedado para siempre en Cuba.

Por cierto, que con Blanquita he bailado varias veces un pasodoble en nuestro Centro, y junto a Vallejo integro la directiva de la Benefi cencia. Son cosas que uno hace habitualmente, sin darles más valor de la cuenta, pero con el tiempo me han proporcionado grandes satisfacciones, como el Diploma de Honor al Emigrante Distinguido que me otorgó el Consejo de Residentes Españoles en diciembre del 2008, en ocasión del Día del Emigrante. Pero sobre todo, Aurelio, algo que a mí me alegra mucho es comprobar el reconocimiento humano con que cuento a diario en el ámbito de la colectividad española en este país.

La Habana Vieja, octubre 2012

Page 87: Biblioteca Nacional de España y siempre

95

Josefina Fernández RamosHilda Fernández Ramos

Page 88: Biblioteca Nacional de España y siempre

96

Page 89: Biblioteca Nacional de España y siempre

97

Yo soy Josefi na del Pilar Fernández Ramos, y quiero presentarle a mi hermana Hilda Juana, para que también participe en esta entrevista. Las dos somos nacidas en Berja, Almería, Andalucía, ella el 22 de octubre de 1937, y yo el 14 de octubre de 1945.

En ese mismo lugar nació nuestro padre, Juan Pedro Fernández López, quien luego de llevar un tiempo viviendo en Cuba conoció a mi madre, Josefi na Graciela Ramos de la Torre, una cubana nacida en la provincia de Matanzas, aunque el primer encuentro de ellos fue en Camagüey, donde papá trabajaba hacía varios años como enfermero del central azucarero Cunagua, en el municipio Morón, actual provincia de Ciego de Ávila, adonde la familia había enviado a mamá por unos meses para que atendiera a una tía que vivía en las casas de ese central, quien había parido jimaguas y estaba enferma desde el embarazo.

Papá era mucho mayor que mamá, pero usted sabe como son esas cosas: se enamoraron, se casaron y tuvieron seis hijos, los dos primeros nacidos en Cuba: Isabel y José, luego en España nacimos nosotras dos, así como Hildita en 1933 –quien murió el mismo año que nació Hilda Juana, en 1937–, seguida por José Luis, nacido en 1938.

Page 90: Biblioteca Nacional de España y siempre

98

Page 91: Biblioteca Nacional de España y siempre

99

Según nos fue contando mamá a medida que íbamos creciendo, papá decidió regresar a España por la mala situación imperante en Cuba durante el machadato –la dictadura del presidente Gerardo Machado–, cuando la cosa se fue poniendo muy difícil, con la economía por el piso.

Además, tenía a toda su familia en Andalucía, y sus padres seguían viviendo en la misma casa donde él nació, dedicados al cultivo de la uva, con una calidad que les permitía producir no sólo para el mercado español, sino también para exportar uvas a empresas francesas.

En estas fotos se puede ver la casa en Berja, así como algunos de nuestros familiares: mis abuelos paternos, junto a papá y nosotras. Todos los documentos y fotos que tenemos de esa época ha sido gracias a que mi madre, que tenía una memoria prodigiosa, siempre los guardó y cuidó como algo muy importante, en Cuba, en España y luego de nuevo en Cuba. Sí, porque fueron a vivir a Andalucía a fi nes del año 1932, y allí estuvieron hasta 1948, cuando vinimos todos para acá.

Ahora voy a contestarle a usted esa pregunta: mi madre fue una mujer muy rebelde, de carácter fuerte, y si bien es cierto que mi padre la convenció con la idea de llevar la familia para España por la mala situación económica que había en Cuba entonces, luego allá, en Andalucía, ante las drásticas secuelas de la Guerra Civil Española, ella determinó que había que regresar a La Habana.

Fue después de haber visto morir a dos de sus hijos por falta de recursos médicos, el varón nacido en Cuba: José, y la primera hembra que tuvieron en España: Hilda. Imagínese, en momentos cuando mi padre sólo podía ir a casa de noche, pues por el día tenía que andar escondido, por el campo, creo que por Sierra Nevada, ante la posibilidad de que la guardia civil fuera a buscarlo. Y eso que ninguno de ellos dos estaba en nada político, pero entonces en España había que andar con mucho cuidado, aparte del gran desabastecimiento, el hambre y las necesidades de todo tipo.

Antes le decía que la salida de ellos para España debió haber sido a fi nales del año 1932, y ahora veo entre estos papeles las certifi caciones que solicitaron antes de ese viaje, expedidas por el Viceconsulado Honorario de España en Morón con fecha noviembre de 1932, datos que hoy tenemos a mano por haberlos conservado siempre mamá, quien falleció hace muy poco con casi 100 años, manteniendo hasta el último momento una memoria asombrosa para su edad.

Page 92: Biblioteca Nacional de España y siempre

100

Page 93: Biblioteca Nacional de España y siempre

101

Page 94: Biblioteca Nacional de España y siempre

102

Page 95: Biblioteca Nacional de España y siempre

103

Perdone que le insista en el carácter de mamá, muy fuerte, muy decidida, pero eso fue lo que nos salvó, pues junto a papá había empezado a levantar sospechas entre alguna gente profalangista del barrio, cuando ella, quien traía sexto grado de escolaridad de Cuba, se puso a ayudar a leer y a escribir las cartas que algunos vecinos enviaban o recibían de sus hijos en el frente; aparte de que papá era de la Pasionaria, Dolores Ibárruri, y en medio de todo aquello a mamá la pusieron con otras mujeres del pueblo a limpiar casas cerradas y locales, pero eso fue hasta el día en que le tocó la iglesia del pueblo, y en el momento que iba a empezar, tiró la escoba, el cubo de agua, todo, y gritó: “¡De aquí me voy yo!”

Dice que esa misma noche, cuando papá se acercó a la casa, le comunicó que al día siguiente comenzaba los trámites para irnos todos a vivir a Cuba. Yo quisiera que usted viera la carta que mi madre le escribió a mi abuela, a quien cumplió la promesa de traernos sanos y salvos, acompañada toda aquella travesía por la Virgen de Gádor, patrona de Berja. Yo venía con dos años de edad, y seguramente me adapté más fácil a aquel gran cambio que Hilda, Isabel y José Luis. Del barco sólo sé lo que me han contado ellos, por ejemplo, que llegamos en agosto de 1948, en el último viaje que el Magallanes hizo a La Habana, y cosas así.

Aquí vinimos para casa de los familiarres de mi madre, que ya vivían en La Habana, en la zona del Cerro, al lado del estadio de pelota, aunque luego yo fui a vivir un tiempo a Matanzas con mi abuela, pues mamá tenía que trabajar –en una cafetería que le puso en El Vedado aquel tío de Morón, para ayudarla–, cuando mis hermanos ya iban a la escuela, y a mi padre lo volvieron a contratar como enfermero en el mismo central Cunagua, donde trabajaba antes de ir para España. Por suerte, a pesar de la distancia, él siempre venía a vernos y nosotros íbamos allá de vacaciones.

Al poco tiempo Hilda y José Luis empezaron a trabajar en un laboratorio farmacéutico, y aunque ella estudió en el Instituto Nacional de Educación Física, no ejerció su especialidad, pasando a administrar farmacias y a realizar otras tareas, hasta que decidió trabajar como civil de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), donde se jubiló por edad en 1988.

En mi caso, al terminar los estudios de técnico medio en veterinaria, empecé a trabajar en la especialidad de nutrición animal, quedándome de profesora en el Instituto Tecnológico Agropecuario, donde fui dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas.

Page 96: Biblioteca Nacional de España y siempre

104

Page 97: Biblioteca Nacional de España y siempre

105

Un desenvolvimiento en que el ejemplo de mi madre siempre ha estado presente, porque ella fue una persona que trabajó mucho, tanto para sentirse útil como para cumplir su promesa después de todo lo que sufrimos en España: que ninguno de sus hijos volviera a pasar hambre ni necesidad.

Con los resultados de mi trabajo llegué a ser cuadro profesional de la Juventud Nacional, responsabilizada con tareas propias de las Brigadas Técnico-Juveniles, como son sus exposiciones Forjadores del Futuro y el desarrollo de la red de Joven Clubs de Computación.

Por otra parte, en 1995 fui electa delegada del Poder Popular en esta circunscripción del municipio de Diez de Octubre, así como presidenta del consejo popular Vista Alegre, y casi inmediatamente salí delegada a la Asamblea Municipal del Poder Popular, y luego ahí resulté elegida diputada a la Asamblea Nacional, alta responsabilidad que desempeñé por dos períodos legislativos de cinco años, hasta el 2005.

Ahora se dice rápido, pero no es fácil… una década entera representando a la población que me eligió, a la vez que defendiendo los intereses comunes de todo el país, sobre todo en materia legislativa. El balance que hago es satisfactorio, yo me sentí muy bien como parte de este pueblo, y eso que nunca he negado que nací en España, ni que mi padre se escribía con sus familiares en Andalucía –lo que jamás se me hubiera ocurrido cuestionarle–, así que tengo tanto orgullo de portar un carné de identidad cubano como de que en sus datos se precise que soy nacida en España.

Lo que sí me pareció incompatible fue tramitar la ciudadanía española siendo miembro de la Asamblea Nacional; nadie me impedía hacerlo, pero fue una decisión fácil, como lo es el no negar la realidad, pues yo nunca he renunciado a mi condición de española de nacimiento.

Al fi nal fueron nuestros padres –un español y una cubana– quienes nos enseñaron a decidir las cosas por nosotros mismos, como cuando nos fuimos a alfabetizar, o a las milicias, llegando mi hermano a pelear en los combates de Playa Girón, frente a la invasión mercenaria en 1961.

Después de la etapa en la Asamblea Nacional, continué como delegada de base, siendo declarada Hija Ilustre del municipio de Diez de Octubre en el año 2008, entre otros reconocimientos que no mencionaré, pues no me gusta hablar tanto de mí, y ahora queremos que Hilda cuente algo muy importante...

Page 98: Biblioteca Nacional de España y siempre

106

Page 99: Biblioteca Nacional de España y siempre

107

Sí, Aurelio, Josefi na se refi ere al viaje que José Luis y yo hicimos a España en 1998, invitados a participar en un programa de rencuentro entre emigrantes andaluces y sus familiares de origen, algo muy hermoso.

Para no aburrirle, sólo diré que la acogida fue excelente, tanto por las instituciones como por los parientes, entre los que está el primo Salvador Navarro Fernández, quien fue desde Jaén a Sevilla enseguida que supo que habíamos llegado. Él nos guió hasta Berja, donde está la casa en que nació mi padre y nosotros tres después; allí tuvimos sorpresas como la de volver a tocar el agua que sale de las fuentes que hay debajo de la propia casa.

Traje estas fotos con parte de nuestra familia, así como con el alcalde de Berja. Imagínese, parecía que yo era hija de todo el pueblo, pero eso se debe a que muchos familiares y vecinos aún recordaban a mi padre y a mi madre, si a veces a nosotras mismas ella nos parecía más española que cubana.

Para mayor suerte, coincidió que en esos días de verano se celebraban los actos en honor a la Patrona de Berja: la Santísima Virgen de Gádor, de la que traje una imagen muy parecida a aquella que conservó mamá al volver a Cuba, y siempre la tuvo en un cuadrito junto al respaldar de su cama.

Para que tenga una idea de ese viaje, imagínese que Salvador, el hijo de la hermana de papá, nos despidió llorando. Como le dijo Josefi na, nosotras creemos que además de la emoción está la conciencia de que el núcleo familiar no se debe romper nunca, y cuando eso sucede implica errores muy difíciles de subsanar. Papá fue muy cuidadoso en eso, siempre respetuoso del pueblo cubano que nos acogió, pero sin olvidar sus orígenes españoles.

Y hablando de familia, debo decir que la gran familia andaluza en Cuba cuenta con la Sociedad de Benefi cencia Andaluza y con el Centro Andaluz, que fue donde mi hermano retomó los vínculos desde que estaba en la sede anterior, en época de la presidenta María, seguida por el presidente Cabello; pero incluso más atrás en el tiempo, cuando la Benefi cencia estaba en la misma sede que el Centro, del que formó parte nuestro padre.

Ese valor de la familia es algo que intentamos transmitir a nuestros hijos, nietos y bisnietos –cuando muchos de ellos ya son ciudadanos españoles–, cuyos nombres pudiera recitarle de memoria. Para su próxima visita le tendremos más datos preparados, vamos a seguir buscando…

Vista Alegre, septiembre 2012

Page 100: Biblioteca Nacional de España y siempre

109

Nelson González Padilla

Page 101: Biblioteca Nacional de España y siempre

110

Page 102: Biblioteca Nacional de España y siempre

111

Ante todo te diré que yo soy nacido y criado en la barriada habanera de Lawton, hijo de madre andaluza y padre mexicano, nombrados Catalina Padilla Dancauce y Manuel González Guzmán.

Para profundizar en nuestro origen español, en este caso de Andalucía, comenzaré por mis abuelos maternos: José María Padilla Martín y Catalina Dancauce Calvo, nacidos en 1871 y 1876, respectivamente, en Rociana del Condado, pueblo perteneciente a Huelva, una de las ocho provincias andaluzas actuales.

Mi abuelo era de profesión campesina en su tierra natal, y emigró a Cuba en 1915 con mi abuela –embarazada de una niña que nació aquí, al igual que otro varón después– y sus seis hijos; la más pequeña de ellos hasta ese momento, con seis años, era mi madre. Por tales motivos los familiares de Rociana del Condado recuerdan a esta abuela como La Valiente.

En 1920 ellos regresan a España con sus hijos menores, después de que las dos hijas mayores se habían casado. Desconozco los motivos de aquel viaje, así como los del regreso defi nitivo a Cuba en torno a 1924, ocasión en que lo hicieron acompañados por sus hijos, excepto del mayor, que estaba cumpliendo el servicio militar y deseaba quedarse en Rociana del Condado,

Page 103: Biblioteca Nacional de España y siempre

112

pero mis abuelos le insistieron en que viniera para La Habana, y así él lo acata fi nalmente, por lo cual todos mis tíos permanecen en Cuba.

En ese último viaje mi madre contaba quince años de edad, algo que fue decisivo para que luego pudiera mantener vivos sus recuerdos y la añoranza por “su tierra”, como siempre decía. Aquí ellos se radican en la fértil zona agrícola de Güines, regada por el río Mayabeque, aspectos que deben haber estimulado al abuelo y sus hijos, dada sus experiencias campesinas, a que se establecieran en una fi nca de esta región, y con el transcurso de los años todos mis tíos fueron constituyendo sus familias e incorporándose a laborar en un central azucarero de la zona, nombrado Providencia.

En el caso de mi madre, ella se casó con otro emigrante, pero no español sino mexicano, quien viajó de pequeño a Cuba junto a su familia, pues su madre mexicana se había casado con un español nacido y criado en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, que de joven se instaló en México.

Aquí mi papá comenzó a trabajar en los ferrocarriles –al igual que mi abuelo, que era mecánico de locomotoras–, y cuando el tren pasaba por una fi nca en Güines solía saludar a una hermosa guajirita que le agradaba mucho, primero desde lejos, hasta que un día decide bajarse y caminar una gran distancia para llegar a visitar la casa de la muchacha que tan atenta le respondía los saludos, comenzando así una relación formal que los llevó al matrimonio.

Por otra parte, según él me contaba, mi abuela mexicana era descendiente de los mayas, y mi tatarabuela era una bella india hija del cacique de una tribu en Mérida, Yucatán. Al llegar a Cuba se radicaron en la capital, donde mis padres se conocen y se unen para siempre. Yo soy el tercero de los hijos que tuvieron en La Habana, nacido el 5 de octubre de 1938, siendo inscrito como Nelson Froilán González Padilla.

Hasta 1955 vivimos en un pequeño apartamento en la calle C, número 322, entre 11 y 12, en la barriada de Lawton, actual municipio de Diez de Octubre. Entonces éramos cinco: mis padres, mis dos hermanos y yo, más mi tía Juana María, Cuca –la que vino en la barriga de mi abuela desde España en el primer viaje–, quien vivió con nosotros muchos años hasta que se casó. También a veces mi abuela pasaba varios meses en nuestra casa, y hasta primos que venían algunos días de visita a La Habana paraban en nuestro pequeño apartamento, siempre nos las arreglábamos para compartir en armonía el espacio disponible.

Page 104: Biblioteca Nacional de España y siempre

113

Aún hoy, entre los recuerdos más gratos que tengo de mi infancia está el gran vínculo que mantuvimos con nuestros familiares andaluces en Güines y en el central Providencia, haciéndose costumbre viajar de vacaciones todos los años a esa zona mi madre con sus tres hijos, siendo acogidos con gran cariño por todos los tíos y primos, tanto en las vacaciones de verano como en las navidades y la espera del Año Nuevo, siguiendo la tradición de sentarnos a la mesa con la comida típica cubana, acompañada con vinos, turrones y frutas españolas. Lógicamente se escuchaban canciones cubanas y andaluzas, como los pasodobles y las sevillanas, que todavía me hacen ver la imagen de mi abuela Catalina bailando unos pasillos al ritmo de sus castañuelas o su pandereta.

Por tal motivo, Aurelio, cuando al cabo de muchísimo tiempo yo decidí viajar a reencontrarme con mis raíces andaluzas en Rociana del Condado, muchas amistades me decían que yo estaba loco, que cómo iba a ir a ver a primos lejanos que no conocía, que tal vez ni me diesen buena acogida, pero yo contestaba que las primas hacía muchos años me insistían en que los fuera a visitar, ofreciéndome sus casas, por lo cual estaba seguro que me sucedería igual que a mi madre con sus hijos cuando viajábamos a Güines a casa de sus hermanas y hermanos. Y así fue, yo no estaba equivocado, como te iré contando más adelante.

En cuanto a las prácticas religiosas, debo decir que nosotros no éramos de ir a la iglesia, pero yo fui bautizado e hice la primera comunión, así como también recuerdo que en el respaldar de la cama mi abuela andaluza siempre tuvo una imagen de su Patrona en Rociana del Condado, la Virgen del Socorro, imagen que la acompañaba cada vez que iba a pasarse un tiempo en casa de alguno de sus hijos.

Siguiendo esa tradición, en mi casa siempre tuvieron una presencia destacada nuestras tres vírgenes patronas: la del Cobre, la de Guadalupe y la del Socorro. También había imágenes de San Lázaro y de Santa Bárbara, a quienes ponían fl ores y encendían velas; además, en vísperas del 17 de diciembre, día de San Lázaro, en cumplimiento de promesas, mi padre hacía la procesión a pie desde Lawton hasta el santuario de San Lázaro en El Rincón; además del hábito de ir al pueblo de Regla, junto a la bahía habanera, donde venerábamos a la Virgen de Regla, que es una copia de la del Monasterio del mismo nombre en Chipiona, Cádiz, Andalucía, algo que dota de un signifi cado especial a los vínculos cubano-andaluces.

Page 105: Biblioteca Nacional de España y siempre

114

Page 106: Biblioteca Nacional de España y siempre

115

Tú sabrás que desde tiempos remotos la Virgen de Regla fue venerada por los habaneros, enlazándola con el mundo del mar, según la tradición de Chipiona, y mi padre era marinero. Sólo añadiré que en mi casa había grandes piedras que él había traído desde El Cobre, donde está el santuario de la Virgen de la Caridad, e incluso solía viajar en los últimos años de su vida hasta la Ermita de Santa Bárbara en Güines, la víspera del día de su celebración.

Es que mi padre había ingresado en la Marina de Guerra –por eso al yo nacer se encontraba navegando en una fragata–, pero lo principal en él es que era autodidacta, leía mucho, aprendió a escribir a máquina con solo dos dedos a una velocidad increíble, además de tener una caligrafía excelente, lo que le permitió ser escribiente en la Marina. Ya en la década del cuarenta fue destacado en el Arsenal de Casablanca, llegando al grado de sargento, retirándose en el año 1957 con el grado inmediato superior de subofi cial. En enero de 1959 fue llamado al servicio activo, oportunidad en que él ejerció como ofi cial en la Academia Naval del Mariel y después pasó al Observatorio Nacional, jubilándose en 1970. Mi madre era ama de casa, se ocupaba de los quehaceres del hogar, de atender a los hijos y al mismo tiempo en muchas ocasiones cosía para la calle, a unos talleres de ropa en La Habana Vieja, con el fi n de contribuir a la economía de la casa.

Mi hermano Sergio Manuel nació el 12 de septiembre de 1933 y mi hermana Gladys Catalina el 11 de febrero de 1935, lamentablemente ambos fallecieron en marzo de este año 2012. Debo decir que los tres estudiamos, gracias al sacrifi cio económico de nuestros padres, el nivel de primaria en una escuela privada, el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Víbora, así como el nivel superior en la Universidad de La Habana. Mi hermano laboró de marinero como mi padre, hasta que en 1955 comenzó a trabajar en un banco, y mi hermana en 1956 ganó por oposición la plaza de contadora en la Compañía Cubana de Electricidad, por lo que fuimos mejorando la situación económica familiar que nos permitió mudarnos para una casa de tres habitaciones frente al edifi cio donde nací.

Ahora me viene a la mente que en la década del cuarenta se proyectaban en los cines de nuestra barriada muchas películas españolas y mexicanas, que mis padres me llevaban a ver, y se me fueron quedando grabadas en la memoria por las hermosas canciones de esa época, que luego utilicé para dormir a mis dos hijas de pequeñas y más recientemente a mis dos nietos.

Page 107: Biblioteca Nacional de España y siempre

116

También yo tengo presente un gesto que mi madre hacía cuando se mortifi caba mucho, aunque eso sucediera sólo en contadas ocasiones, poniéndose de pie y diciendo: “Coña, cualquier día cojo mis trapitos y me voy para mi tierra”. Entre las anécdotas que ella solía contarnos está una referida a las veces que las niñas gitanas llegaban a su casa en Rociana del Condado y se ponían a bailar sobre la mesa del patio al ritmo de las palmadas y del coro que les hacían alrededor, entre familiares y vecinos.

Como mis padres siempre mantuvieron vivas sus raíces andaluzas y mexicanas, nosotros crecimos y nos criamos en medio de esas dos culturas interrelacionadas con la cubana, dando por resultado un triángulo bien armonizado de enseñanzas desde la cuna, con sus costumbres, comidas, hábitos, respetos, religiones, canciones y anécdotas, de las que puedo hablar ampliamente, pero desde ya te preciso que siempre fue siguiendo por regla familiar la sabia frase popular: “pobres, pero honrados”.

Así que a pesar de crecer en un ambiente familiar humilde yo me esforcé en el estudio y el trabajo desde pequeño, comenzando a trabajar en 1959 en el Banco Continental Cubano como auxiliar de contabilidad hasta ocupar el cargo de auditor, al tiempo que estudiaba la carrera de Contador Público en la Universidad de La Habana, hasta graduarme en el año 1968. Entonces me ubicaron en el Ministerio de Educación, ejerciendo tareas organizativas y participando en diversos cursos de especialización, comenzando por una beca en el Centro Internacional de Perfeccionamiento Técnico y Profesional de Turín, Italia, y una estancia en la Universidad de Alcalá, España, de modo que en 1972 solicito trabajar en el recién creado Grupo de informática de ese ministerio, lo que me permitió desarrollar el resto de mi vida laboral en esa especialidad, incluyendo el dominio de la metodología de análisis de sistemas y el uso de lenguajes de programación, colaborando en la elaboración de sistemas contables y económicos desde la informática.

En la década de los ochenta, laborando en la Dirección de Sistemas Automatizados de Dirección (SAD) del Ministerio de Educación y después en la Dirección de Computación Educacional, participo en la introducción masiva de la computación en los institutos superiores pedagógicos y en todos los centros docentes de la educación media básica y superior, así como en la elaboración de planes docentes, sistemas computacionales y metodologías, e impartiendo clases a profesores de institutos de ciencias pedagógicas.

Page 108: Biblioteca Nacional de España y siempre

117

Además participé en la compra de las microcomputadoras en el exterior y en su posterior montaje en los laboratorios de las escuelas.

Entonces yo integré el colectivo de autores del libro Fundamentos de computación, utilizado como texto de estudio en todos los centros de ese nivel de enseñanza en el país, a partir del curso 1986-1987. Hasta que en 1989 pido mi traslado para la recién constituida Dirección SAD del Comité Ejecutivo del Poder Popular de Ciudad de La Habana, ayudando en la concepción, organización y ejecución de su sistema informativo, además del procesamiento de toda la información del Comité Ejecutivo Provincial.

En 1995 me traslado a la recién constituida Empresa de Servicios a Instalaciones Turísticas (EMPRESTUR), donde participo en la organización del sistema informático en sus sucursales por todo el país, hasta que me jubilo en el 2007 a la edad de 68 años, de ellos cuarenta y nueve laborados, y a una década de haber sufrido un infarto y tener que ser operado a corazón abierto.

Ya jubilado, he continuado mi cooperación con la Dirección Económica de EMPRESTUR en la modifi cación de algunos sistemas, de acuerdo a nuevas solicitudes de información, lo que realizo de forma esporádica y sin remuneración.

Volviendo al tema familiar, te diré que me casé el 10 de diciembre de 1966 con Ofelia Díaz Entralgo, nacida en el año 1945 en Cuba, a quien conocí en el banco donde yo trabajaba. En 1967 nació nuestra hija Raysa y en 1972 tuvimos a Roxana.

La primera estudió en la Universidad de La Habana la carrera de Microbiología, trabajando en un Centro de Investigaciones desde que se graduó; ella se casó y tiene dos hijos: Dariel y Gabriel, mientras Roxana culminó el preuniversitario y estudió Gastronomía. Ella también se casó, pero no ha logrado tener descendencia, a pesar de múltiples intentos en los que ha contado con programas de asistencia médica especializada en Cuba y en España.

Como puedes ver, durante los cuarenta y cinco años de matrimonio, hemos tratado de mantener la unidad familiar que nos transmitieron nuestros padres, con comprensión mutua para cumplir mi esposa y yo, con mucho esfuerzo, todos los compromisos familiares, laborales y sociales: la casa, el trabajo, las reuniones, las guardias, las movilizaciones voluntarias y militares, así como mis estudios permanentes.

Page 109: Biblioteca Nacional de España y siempre

118

Page 110: Biblioteca Nacional de España y siempre

119

En cuanto al Centro Andaluz de La Habana, no fue hasta 1996 que mi madre y yo fuimos a inscribirnos como asociados, pero aquel día en la sede del Paseo del Prado no se encontraba nadie de la Directiva y luego no volvimos otra vez, falleciendo ella en 1998.

Fue en el año 2002, tras obtener la ciudadanía española por recuperación, que presento mi solicitud de ingreso al Centro Andaluz, junto a las de mi hermana, mi esposa y nuestras dos hijas, comenzando a participar en actividades como reuniones generales y cumpleaños colectivos. Luego, en el 2008, Blanquita, la presidenta, me propone incluirme en la candidatura para las elecciones de la nueva Junta Directiva, lo que no acepto de inmediato, al explicarle que me había jubilado para descansar y no querer tener grandes responsabilidades debido a mi estado de salud, por lo que me propone como Vocal y acepto.

Ya en esas funciones es que me voy vinculando cada vez más al trabajo del Centro Andaluz: sus reuniones, conferencias y diversas actividades, así como ayudé en la organización de los valiosos fondos bibliográfi cos que posee la Biblioteca María Zambrano, como parte de la nueva sede del Centro, en el propio Paseo del Prado.

Con relación a la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes, que preside Vallejo, en el 2003 solicito mi ingreso y el de mis familiares, siendo aceptado el de mi hermana y el mío. Desde entonces hemos participado en todas las reuniones generales que se efectúan, así como en algunas de sus actividades recreativas, sin olvidar la ayuda económica que nos brindan con mucho esfuerzo; manteniendo una permanente vinculación con la Directiva de la Junta y con la compañera que nos atiende, facilitándose así el acceso a informaciones que requiramos sobre la región andaluza.

Como te decía, a fi nes de 1998 mi madre fallece, a la edad de 89 años, cuando aún mantenía clara su mente, sus recuerdos y la añoranza de su pueblo, con la esperanza de visitarlo algún día. Ella fue la última en morir de aquella familia que hacía casi cien años emigró a Cuba, esta tierra que los acogió con cariño un día lejano, pero sin que nunca pudieran retornar, terminando por descansar aquí para siempre.

Sólo hubo una excepción, el caso de un tío –y padrino mío–, quien regresó a España en los años sesenta, pero con el cual se perdió toda comunicación.

Page 111: Biblioteca Nacional de España y siempre

120

Page 112: Biblioteca Nacional de España y siempre

121

Dos años después de fallecida mi madre fue que yo logré restablecer el contacto que hacía décadas se había perdido con los familiares de Rociana del Condado. La primera respuesta que recibí fue de dos primas: Dolores, que en paz descanse, prima hermana de mi madre al ser hija de Angelita, una de las hermanas de mi abuelo, ofreciéndome su casa en Barcelona; y María del Carmen, nieta de Avelino, uno de los hermanos de mi abuelo, que ha continuado viviendo en Rociana del Condado con su hija de igual nombre y su esposo Eloy, quienes siempre me insistían en que fuéramos a visitar nuestras raíces, con la oferta cariñosa de que ellos nos esperaban y garantizaban nuestra estancia en sus casas.

De esa forma se fueron incrementando las comunicaciones, con sorpresas como la del día que me llega la copia de una fotografía que data de hace casi un siglo, conservada por la prima María del Carmen, antes de la primera emigración familiar para Cuba. Ahí aparecen mis abuelos sentados con sus hijos, y entre ellos mi madre cuando tenía sólo 5 años, foto que recuerdo haber visto en el respaldar de la cama de mi abuela.

Esos sueños del rencuentro de familia trasladados a sus descendientes siguen latentes en nosotros aun desaparecida la generación de emigrantes, y con esos nuevos vínculos fue creciendo esta posibilidad de acercamiento e intercambio, por lo que en el 2009, a los cien años y veintiún días de haber nacido mi madre, yo los hacía realidad: llegaba a las once de la noche a Rociana del Condado, Huelva, Andalucía, a la edad de 70 años.

Fueron muchas las emociones y sorpresas, al comprobar que nuestros familiares en Rociana se preocuparon en transmitir a través de generaciones la existencia de su familia emigrada a Cuba tanto tiempo atrás. Suman decenas de primos, nietos, bisnietos y tataranietos de hermanos de ambas partes, por mi abuela Dancauce Calvo y por mi abuelo Padilla Martín.

Al día siguiente de mi llegada hubo una pequeña recepción donde se reunieron primos y primas de ambas ramas, en la casa de María del Carmen y su esposo Eloy, donde cariñosamente me hospedaron; casi a diario me visitaban otros primos y primas para conocernos e invitarme a sus casas, oportunidad que aprovechábamos para conversar y continuar completando el árbol genealógico que yo había comenzado hacía unos años. La noche anterior a mi partida, acudieron a despedirme con cariño y afecto muchos de esos familiares que recién había conocido en persona.

Page 113: Biblioteca Nacional de España y siempre

122

Page 114: Biblioteca Nacional de España y siempre

123

Page 115: Biblioteca Nacional de España y siempre

124

Page 116: Biblioteca Nacional de España y siempre

125

Durante el tiempo que permanecí en Rociana del Condado, los primos me proponían variados planes que enseguida yo aceptaba, por ejemplo: asistir a un par de Comuniones de niños con la posterior celebración-bufet; visitar sus fértiles campos de fresas o de olivos, así como sus respectivas cooperativas; ir a la Fundación Odón Betanzos donde me atendieron muy amablemente y me ofrecieron libros de la historia de Rociana del Condado; así como realizar el Camino del Rocío en carreta durante más de doce horas; apreciar las vistosas procesiones con las Cruces de Niños y las de Mayores; viajar al pueblo de Palos de donde partió Cristóbal Colón hacia América y visitar La Rábida; además de pasear por el pueblo de Moguer donde nació y vivió Juan Ramón Jiménez, o pasar un fi n de semana en la playa de Mazagón, entre otros recorridos que hicimos por varias ciudades andaluzas, incluyendo su capital, Sevilla.

Entre las mayores sorpresas, además de la cariñosa y esmerada atención brindada por todos mis familiares, quiero destacar la de la prima Florentina, pues me contó que a la edad de 9 años ella escribía las cartas de su abuela María Antonia para enviarlas a su hermana Catalina en Cuba, mi abuela, quien se las leía a todos en nuestra casa en Lawton. Como prueba de esas comunicaciones me mostró con mucho cuidado y ternura un cariñoso tesoro que conserva con mucho celo: las fotos recibidas desde Cuba de mi abuela, tías y hasta una de mi madre del año 1929, cuando tenía 19 años, todas me las prestó y les pude hacer copia mediante escáner.

Además pude llegar hasta la casa de mi madre en Rociana, así como hasta la casa donde vivió mi abuelo, que fue construida en 1882.

La noche anterior a mi regreso para Cuba, primos de varias generaciones, mezclados los Padillas y los Dancauce, acudían a despedir al primo Nelson que volvía para Cuba. Fueron muchas emociones para un corazón partido –como dice la canción– al poder disfrutar todos juntos la alegría familiar de estrechar de nuevo las relaciones que nunca debieron interrumpirse, pero que a la larga han resultado más fuertes que el tiempo y la distancia gracias a la preocupación por educar en ese amor a varias generaciones. Eso es único y asombroso, ¿cómo es posible que se transmitiese de padres a hijos, a nietos, a bisnietos, a tataranietos? Siento que nuestros familiares en Rociana del Condado forman una arboleda que no olvida su rama cubana.

Sin duda alguna, Aurelio, puedo asegurarte que los lazos de sangre son muy fuertes e irrompibles.

Page 117: Biblioteca Nacional de España y siempre

126

Page 118: Biblioteca Nacional de España y siempre

127

Al regreso de ese sueño hecho realidad, te diré que se ha ido incrementado la comunicación que mantenemos por teléfono y por cartas, mostrando ellos un gran cariño por sus familiares, “los cubanitos”.

Meses posteriores al regreso a La Habana, la presidenta del Centro Andaluz, Blanquita, me propone en mi condición de integrante de la Junta Directiva colaborar con la Fundación Fernando Ortiz en la realización del mapa etnográfi co denominado Presencia andaluza en Cuba, tarea que asumí con responsabilidad, pues me permitía continuar profundizando en los vínculos históricos entre Andalucía y Cuba, así como en mis propias raíces familiares.

Entonces, además de dedicarme a buscar información para el contenido de dicho plegable o mapa en la Biblioteca Nacional de Cuba, el Archivo Nacional y la Biblioteca María Zambrano del propio Centro Andaluz, le comuniqué esta nueva tarea en que estaba enfrascado al primo Diego Contreras Ligero –tataranieto de María Antonia Dancauce Calvo, hermana de mi abuela Catalina–, profesor de historia en un centro escolar de Rociana del Condado, quien durante mi viaje a Andalucía me brindó un excelente recorrido por los pueblos de Palos, Moguer y Huelva, con una explicación detallada de los mismos. Eso me permitió conocer La Rábida, así como la réplica de una de las carabelas de Colón y la casa donde vivió Juan Ramón Jiménez, como te contaba.

Pues él me contestó que yo podía buscar información en el libro titulado Cuba y Andalucía entre las dos orillas, pero al no lograr localizarlo en La Habana le escribí sobre esta tarea a una amiga que me presentaron durante mi estancia en el pueblo, quien labora en la Fundación Odón Betanzos, explicándole que estaba interesado en la obtención de ese libro, y ella con gran amabilidad lo localizó, adquirió y envió hasta mi casa en La Habana a los pocos meses, junto con otros libros sobre la historia de la patrona del pueblo, la Virgen del Socorro, así como de la Virgen del Rocío.

No tengo que decirte lo útil que ha resultado esa recopilación de artículos de investigadores especializados en temas destacados de los vínculos entre Andalucía y Cuba, tú has podido leerlo y a todo el equipo de realización del mapa Presencia andaluza en Cuba nos ha permitido contar con una fuente de información de alto nivel profesional. Espero que cuando se edite por la Fundación Fernando Ortiz y la empresa cartográfi ca GeoCuba podamos enviarle algunos ejemplares a nuestra amiga en esa Fundación.

Page 119: Biblioteca Nacional de España y siempre

128

Page 120: Biblioteca Nacional de España y siempre

129

Toda esta tarea la he agradecido puesto que la búsqueda de información realizada pensando en el contenido del mapa me permitió acercarme mucho más a la historia de Andalucía, ampliando lo conocido durante mi visita a Rociana del Condado, e igualmente profundizar en el multifacético aporte andaluz a Cuba.

Además, en Rociana me regalaron varios discos compactos con música de sevillanas y yo los aporté para el disfrute de los socios en las diversas actividades, así como se establecieron relaciones de colaboración directa entre el Centro Andaluz de La Habana y la Fundación Odón Betanzos de Rociana del Condado.

También entregué a la presidencia de la Benefi cencia Andaluza copia de esos discos con sevillanas, los que fueron reproducidos y entregados a los andaluces nativos, para el disfrute de ellos y sus familiares.

Para terminar, quiero destacar que el viaje que logré realizar en el año 2009 hasta Rociana del Condado constituye para mí el cumplimiento de un compromiso con mis ancestros. Allí acudí al altar de la Virgen del Socorro, dentro de su ermita, como se ve en una foto que ahora te mostraré, y al observarla con detenimiento me ha hecho recordar la que yo solía ver colgada en el respaldar de la cama de mi abuela Catalina en la casa de mi tía Lola –Dolores, la mayor– donde ella vivió un tiempo en el pueblo de Güines.

Además, te reitero que recuerdo esta virgen ubicada en un altar pequeño en la casa donde nací en Lawton, pues siempre se han venerado nuestras tres patronas: la Virgen de la Caridad del Cobre (Cuba, que nos acogió), la de Guadalupe (México, donde nació mi padre) y la del Socorro (España, donde nació mi madre), ese triángulo latente entre nuestra Isla y las dos penínsulas en extremos del Océano Atlántico, con sus costumbres, comidas, cantos, en fi n: tres culturas en las que nuestros padres nos criaron y formaron.

Aurelio, ahora no me extenderé más, pero son muy profundas las raíces y los recuerdos que acuden a mi mente, y me llegan a través del tiempo y la distancia, pues mi madre fue la última en morir de esa generación, mis hermanos ya han fallecido, así que yo soy el único hijo de mis padres que queda en esta tierra, con mis 73 años, operado hace quince del corazón, casi muerto tres veces, pero con mi memoria muy saludable y la aspiración de volver a visitar Rociana del Condado, esta próxima ocasión en compañía de mi esposa.

Page 121: Biblioteca Nacional de España y siempre

130

Page 122: Biblioteca Nacional de España y siempre

131

Como te dije al comienzo de esta entrevista, yo escribí un pequeño libro que no he podido editar aún, y no quiero terminar sin mostrártelo, pues en él recojo buena parte de la historia de estas dos familias de emigrantes desde hace unos cien años, de las cuales provengo; también refl ejo mi reciente visita a España, incluyendo muchas fotografías, por todo lo cual lo he titulado En busca de mis raíces.

La Víbora, julio 2012

Page 123: Biblioteca Nacional de España y siempre

133

Margarita Doblado Jarquín

Page 124: Biblioteca Nacional de España y siempre

134

Page 125: Biblioteca Nacional de España y siempre

135

¿Mi nombre? Pues le diré que me llamo Margarita Doblado Jarquín, y otras hierbas que ni los burros comen.

Por fecha de nacimiento en Jerez de la Frontera tengo diciembre de 1904, mis padres me decían que el día 13, y en la fe de bautismo se lee el 18, como es tan poca diferencia puede usted tomar la que guste.

Nuestra familia era pobre pero muy trabajadora. A lo largo de la vida he comprobado algo que mi madre nos enseñó desde pequeños: existen muchas clases de personas, pero lo principal no es la cantidad de dinero que uno tenga sino la honradez que se ponga en el trabajo para tratar de mejorar cada cual con su propio esfuerzo, con su voluntad.

Ese era nuestro caso. Los tres hermanos siempre vimos que en casa no entraba nada pedido a nadie, ni en préstamo. Mi hermana y yo ayudábamos a mamá, mientras mi padre hacía funciones de un maestroescuela, es decir, se ocupaba de enseñar en un aula del pueblo, donde tenían en plantilla a un maestro que cobraba y todo, sin aparecerse nunca por allí.

Papá no tenía título ni salario, pero sí un gran amor por enseñar, una especie de vocación innata por formar en lo posible a aquellos muchachos, tal como él hizo durante muchos años.

Page 126: Biblioteca Nacional de España y siempre

136

Page 127: Biblioteca Nacional de España y siempre

137

Aquellos eran tiempos muy malos, él se ganaba la vida trabajando en el giro de colchonería y toldos, aunque luego fue todo peor para nosotros, cuando se enfermó, pues usted sabe que entonces no existía seguridad social ni nada de eso que hay ahora.

En cuanto tuve edad, me busqué un trabajo, nada más y nada menos que en la librería de la Estación de Ferrocarriles de Jerez. En aquella época no era común que una señorita trabajara fuera de casa, peor en un lugar como aquel. Yo le puse mucho empeño y no hice caso a ningún comentario, de eso nada, incluyendo a las beatas que le ponían los oídos asííí de grande a los padres.

Allí vendía libros, revistas y cigarros, aunque la ganancia era poca cosa. Pero antes de que pasara mucho tiempo se me presentó la posibilidad de acarrear algún dinero como acompañante de la Duquesa de Abrantes y sus hijos en un viaje a Canarias. No lo pensé dos veces, con los deseos que yo tenía de ver mundo, y me fue muy bien con ellos. Figúrate que eso me valió luego para irme de acompañante de viajes de un matrimonio muy rico.

Se llamaban Álvaro González Gordon –hijo de un marqués de Jerez de la Frontera–, y María Teresa Velasco Sarrá, conocida por Nena, nieta del dueño de las mayores farmacias de Cuba entonces: Droguerías Sarrá. Con ellos llegué a La Habana en 1935, viviendo desde el primer día en su casa, casi un palacio, donde hace años está la Embajada de España.

Como viajaban muchísimo, yo les acompañaba lo mismo a Francia, a Inglaterra, que a Estados Unidos. Eso fue hasta que nació mi hijo José Manuel en 1940, a los tres años de haberme casado con un buen gallego llamado Serafín Sánchez Quintera.

Los señores nos bautizaron al niño en la propia capilla de esa residencia, y aunque ellos se marcharon de Cuba a principios de los sesenta, nosotros tres seguimos viviendo allí mucho tiempo, casi hasta que murió mi esposo en 1990. Donde mismo fue portero, chofer, mayordomo, por eso siempre digo que él era un todo –y a la vez podía parecer que era un nada, quizás como yo también.

A España sólo volví una vez, en medio de la Guerra Civil, acompañando al matrimonio cuando fueron a ver al señor marqués en Jerez, pero nunca más, pues desde que parí dejé de viajar con ellos, como habitualmente hacía antes. Cosas de la vida, ahora es mi hijo quien se ha ido a vivir a España, con idea de llevar también a su esposa.

Page 128: Biblioteca Nacional de España y siempre

138

En este apartamento vivo con mi nieto, casi en el mismo lugar donde llevo más de medio siglo, al doblar la esquina de la Embajada de España, frente a la entrada de la bahía de La Habana, viendo al Morro como el primer día.

En Jerez, desde que mi hermana murió, sólo me queda un cuñado, nuestro otro hermano vive en Estados Unidos. Me cuentan que Andalucía ha cambiado y mejorado mucho en todo este tiempo, yo tendría que verlo con mis propios ojos. Mientras, me conformo con algo tan alegre y tan triste como es recordar. No se crea, yo he aprendido a viajar con el pensamiento, sí, el pensamiento también viaja, y lo hace muy bien.

Aquel ambiente de Jerez de la Frontera, con sus cantaores y bailes, guitarras y fl amencos, más aún en las celebraciones del patrón del pueblo, cuando todo era tan colorido; aunque para mí lo de más valor es nuestra comida típica: desde el ajo caliente hasta el gazpacho fresquecito.

También recuerdo nuestra casa en bajos, con otra vivienda en los altos, pero todo muy bien dispuesto por mi madre para que pareciera lo mejor del mundo, sin exagerar. El primer patio ella lo convirtió en un jardín lleno de macetas y fl ores, donde disfrutábamos la sombra al mediodía; afuera hacíamos nuestras fi estas y papá tocaba el acordeón.

Pero no todo es pasado, hace cinco años que asisto al círculo de abuelos Nueva Vida, también muy cerca de aquí, donde estoy buena parte del día en compañía de personas queridas. Allí lo mismo realizamos excursiones que cosemos, conversamos, en fi n, siempre estamos haciendo algo. El otro día fuimos hasta la playa de Boca Ciega, al este de La Habana.

También soy miembro de las dos instituciones de emigrantes andaluces en Cuba: la Sociedad de Benefi cencia y el Centro Andaluz, que se encuentra en el Paseo del Prado. Por cierto, mañana tenemos junta de asociados en la Benefi cencia, donde quedamos un centenar de naturales andaluces; desde hace un tiempo me dicen que yo soy la andaluza con más edad en La Habana, no sé, ni me interesa tanto el dato.

Imagínese que ya tengo una biznieta de seis años llamada Adriana. Cuando usted vuelva le enseñaré fotos de ella y del resto de la familia.

Hasta aquí ya ha oído buena parte de mi historia, y eso que a mí no me gusta la historia humana en general, cada vez que la leo y la conozco más, compruebo que está llena de guerras y miserias entre los propios hombres, con sólo algunos momentos de paz y felicidad verdaderas.

Page 129: Biblioteca Nacional de España y siempre

139

Así sucede con la vida de la mayoría de las personas: mucho esfuerzo y dolor, frente a pocas satisfacciones. Dicen que la vida es un tango, será porque es una música tristona, seguramente, aunque se baile con entrega.

Quizás por eso los andaluces somos tan jaraneros, para alegrar las penas ¿no cree?

Bueno, ahora voy a almorzar unas verduras, que me gustan mucho, y hoy tengo acelga, mi preferida. Déjeme ver si con tanta conversación no se habrá quemado la parte que puse a hervir; hoy me cocino yo misma pues es sábado, no voy al Círculo de Abuelos, y mi nieto ha salido.

De eso nada, no tengo ningún secreto para vivir casi un siglo con buenas facultades –como todo el mundo, un día tendré que irme “al patio de los calladitos”–, salvo poner en todo mucha voluntad, eso sí.

Cuando el resto falle, ponga usted su mejor voluntad, entonces a ver quién puede más.

La Habana Vieja, agosto 1997

Page 130: Biblioteca Nacional de España y siempre

141

Juan Blasco Ponce de León

Page 131: Biblioteca Nacional de España y siempre

142

Page 132: Biblioteca Nacional de España y siempre

143

Mira, mi nombre completo es un poco largo: Juan Nepomuceno Blasco Ponce de León; siendo la parte materna, los del apellido Ponce de León, residentes en Cuba hacía mucho tiempo, y la familia paterna, los Blasco Alarcón, quienes emigramos de España por causa de la Guerra Civil.

Yo nací en Málaga ciudad, el día 25 de octubre de 1930, donde vivíamos en una zona muy céntrica, por las calles Tejón y Rodríguez. Mi padre se llamaba José Blasco Alarcón; era un periodista muy profesional, que llegó a manejar seis idiomas y en el año 1923 vino por primera vez a Cuba, donde fundó un periódico, El Correo Español, así como conoció a quien sería mi madre, llamada María Francisca Ponce de León, una cubana con la que al poco tiempo se casó en La Habana, naciendo aquí mi hermana María de los Remedios en 1926; dos años después, ellos tres viajaron a España.

Intelectual al fi n, mi padre no tenía gran habilidad con la economía, pero sí muchos deseos de escribir y emprender nuevos proyectos, logrando, por ejemplo, que recién retornado a Andalucía lo nombraran catedrático. Dos años después nací yo, el primer varón de la familia Blasco, pues aunque mis abuelos habían tenido cuatro hembras y cuatro varones, ninguno de mis tíos o tías tuvo un hijo varón, función que le correspondió a mi padre.

Page 133: Biblioteca Nacional de España y siempre

144

Page 134: Biblioteca Nacional de España y siempre

145

Lo único malo es que me pusieron este segundo nombre, Nepomuceno, que me ha traído algunas difi cultades con documentos ofi ciales y en la propia vida diaria, comenzando por el carné de identidad; por lo general la gente no conoce que Juan Nepomuceno es el nombre de un Santo, como sucede con San Juan Bautista, y muchos otros santos llamados Juan.

En cuanto a mi infancia, realmente fue maravillosa, en gran medida por ser el primer nieto de una familia numerosa, como te contaba, además de que mis abuelos paternos gozaban de una buena posición, debido a que él era un reconocido abogado en la ciudad, y el padre de ella, Alarcón Luján, había sido alcalde de Málaga. Entonces yo era el niño mimado de toda la familia: mis padres, mis tíos y tías, y sobre todo mi abuela paterna. Luego, cuando yo tenía tres años de edad, a mi padre lo nombran catedrático en Ceuta y Tetuán –la parte española de África, donde los moros–, y allá nos trasladamos él, mi madre, mi hermana y yo. Ahora no recuerdo bien las fechas, pero creo que no volvimos a Málaga hasta dos años después.

Al poco tiempo, en 1935, siendo mi padre un hombre de izquierdas y convencido republicano, lo nombran catedrático de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, adonde él viaja primero a preparar las condiciones de nuestra llegada; sin embargo, por motivo del estallido de la guerra se rompen aquellos planes, y no podemos ir para la capital, manteniéndonos nosotros tres en Málaga, junto a nuestros tíos y tías, así como a los abuelos paternos.

Podrás suponer el gran cambio que dio mi vida entonces, o sea, de niño mimado de la familia a comenzar a sufrir con seis años las consecuencias de aquella contienda fratricida que fue la Guerra Civil Española, provocada por el ataque del franquismo contra la República constituida legalmente, interrumpiendo así la voluntad del pueblo español. Hay que pensar que en ese momento se está desarrollando tanto el nazismo en Alemania como el fascismo en Italia, dos países cómplices de Franco a lo largo de toda la etapa que va de 1936 a 1939, e incluso después.

Particularmente en Málaga, esa contienda fue muy cruenta, cuando aún estábamos en el bando republicano y eran continuos los bombardeos de la aviación italiana y alemana, por lo que entonces mi abuela materna desde Cuba comenzó a hacer gestiones dirigidas a sacarnos de aquel confl icto, en medio del cual, precisamente, en mi casa llegó a caer una bomba que no estalló pero sí abrió un gran boquete en el techo del comedor.

Page 135: Biblioteca Nacional de España y siempre

146

Page 136: Biblioteca Nacional de España y siempre

147

Page 137: Biblioteca Nacional de España y siempre

148

Page 138: Biblioteca Nacional de España y siempre

149

Siempre que oíamos la alarma de que venían los aviones bajábamos al sótano corriendo y no subíamos hasta pasado un gran rato después de los bombardeos. Además de todo eso, mi madre estaba enferma, y realmente en casa padecimos el hambre que pasó toda Málaga, al límite de la desnutrición, sin exagerar, lo que a mí me ocasionó una debilidad pulmonar. Cuando por fi n pudimos llegar a Cuba gracias al dinero y las gestiones de nuestra abuela materna, tuvieron que ponerme un tratamiento a base de calcio reforzado y sobrealimentación, lo que por una parte me curó, pero por otra me dejó una calcifi cación en los pulmones que luego saldría en algunas radiografías que tuve que hacerme años después en La Habana, provocando que muchos médicos me diagnosticaran cáncer del pulmón, con pocos meses de vida como pronóstico, aunque yo siempre sobrevivía.

Mi madre sí vino muy enferma, tuberculosa, como secuela de aquel desabastecimiento que se sufrió en Málaga en medio de la guerra, cuando muchas veces lo único que había en mi casa para comer era una cebolla repartida primero entre los niños y luego entre los mayores. Finalmente mi madre, mi hermana y yo pudimos salir en un barco de bandera inglesa hacia Gibraltar, mientras mi padre permanecía del lado republicano en Madrid, a quien llegamos a dar por muerto por no saber nada de él hasta mucho después de terminada la guerra, en el año 1942.

Por todo eso, se contó por mucho tiempo en mi casa la anécdota de que lo primero que yo exclamé al subir al barco fue: “¡Madre, hay patatas!”, ante una de las primeras bandejas que vi en el comedor, por lo que dicen que al propio capitán del barco se le salieron las lágrimas.

De Gibraltar fuimos a Nueva York, y de allí, en otro barco, seguimos hasta La Habana, a inicios de 1937, donde nos esperaba mi abuela materna, Mercedes Ponce de León, que vivía en la calle 21 esquina a B, El Vedado, así como el resto de la familia materna, que nos acogió desde entonces; y especialmente después de la muerte de mi madre, en 1942, con 52 años de edad, como consecuencia de lo que sufrió por vicisitudes de la guerra que la fueron acabando sin vuelta atrás. Realmente el franquismo fue lo peor que pudo pasarle a España, porque desbarató todo el país y trastornó para siempre al pueblo español.

Entonces, al faltar mi madre, pensé que se me había acabado el mundo, con 12 años de edad, pero tuve la suerte de contar aquí con esa abuela, la cubana: un ser excepcional, de esas personas buenas, muy buenas de verdad.

Page 139: Biblioteca Nacional de España y siempre

150

Page 140: Biblioteca Nacional de España y siempre

151

Meses antes morir mamá fue que mi padre logró salir de Madrid vía Barcelona hacia Francia, donde entró por la zona de Perpillán, teniendo que pasar al principio un tiempo internado en un campo de concentración francés. Pero no podría continuar esa historia sin mencionar el papel que jugó en ella el primo de mi padre, Pablo Ruiz Picasso.

Una relación que parte de María de la Paz, la madre de José Ruiz Blasco, que era el padre de Picasso, y a su vez era hermana de mi bisabuela, por lo que mi abuelo, Juan Nepomuceno Blasco era primo hermano del padre de Picasso, o sea, que mi padre es primo segundo de Picasso.

Figúrate que mi abuela y mi abuelo fueron los padrinos del bautizo de ese pintor universal –como consta en todas sus biografías–, quien nació en Málaga, a una cuadra de nuestra casa, en la Plaza de las Mercedes.

De niños, mi padre y Picasso tuvieron mucha vinculación, que luego se mantuvo a medida que crecieron, además de que los dos eran hombres de izquierda, resultando decisivo el apoyo de su primo cuando mi padre llega a Francia como emigrado, ayudándole durante esa estancia en París y facilitándole junto a otros amigos la posibilidad de continuar viaje hacia La Habana.

Entonces fue cuando mi padre desarrolló la segunda etapa de su carrera periodística en Cuba, escribiendo en importantes periódicos, entre los que recuerdo El Mundo. En la radio él tenía a su cargo una hora diaria en La Voz del Aire, dedicada principalmente a combatir al franquismo, emitida desde la estación radiofónica de las calles G y 25, en El Vedado, por los años cuarenta.

Allí también se emitía media hora antes un programa de Fidel Castro, por lo que ellos se conocieron personalmente.

También, por dicha profesión, mi padre fue muy amigo de Luis Gómez Wangüemert, destacado periodista cubano por varias décadas, antes y después del triunfo de la Revolución.

Entonces yo vivía en casa de mi abuela, pero me pasaba temporadas en casa de mi padre, estudiando en colegios de buena calidad gracias al esfuerzo de mi familia, como el Colegio de Belén, donde fui un alumno de excelencia, destacado por mis buenas califi caciones. Sin embargo, tras ocurrir la muerte de mi madre y el nuevo matrimonio de mi padre, resultado del cual tengo dos medios hermanos, debo decirte que me fui convirtiendo en un muchacho algo confl ictivo a partir de los 12 años.

Page 141: Biblioteca Nacional de España y siempre

152

Figúrate cómo me puse yo entonces, que un día me increpan en el colegio, preguntándome un profesor que cuándo mi familia pensaba pagar la cuota con más de cuatro meses de atraso, y yo le respondí con un manotazo en la cabeza, un coscorrón, lo que implicó que inmediatamente me botaran de allí.

En resumen, llegué a segundo año de bachillerato, y a segundo año de Comercio, muy empujado, podríamos decir, pero lo que yo quería era dejar los estudios y ponerme a trabajar, lo que hice desde los 16 años de edad. Fue junto a un compañero cuyo hermano se dedicaba a comprar arboledas de mango. Salíamos desde las seis de la mañana en recorridos que llegaban hasta las seis de la tarde recolectando mangas, y después en el mercado nos pagaban un peso diario, además de que comíamos manga por la mañana, manga por la tarde y manga por la noche.

Después empecé a trabajar en la empresa Westinghouse, donde conseguí una placita de pulidor de los refrigeradores recién importados que sufrían algún golpe en el muelle al desembarcarlos, con la mala suerte de tener que trabajar en aquel taller con un pintor que me exigía dar más lija que la necesaria por cada equipo.

A partir de entonces yo comencé a sentir inclinación hacia la labor sindical y aunque logré sumar varios compañeros para organizar un núcleo allí mismo, como empresa americana al fi n y al cabo, en lugar de dejarnos avanzar en ese sentido, terminé botado de un día para otro. Luego pasé a trabajar en la construcción, como peón, siendo mi primera obra el túnel del acueducto de Guanabacoa en San Francisco de Paula, pero como era un muchacho que tenía estudios terminé trabajando en la ofi cina central de la Constructora Duquesne, ubicada en La Rampa.

Eso fue una mejoría notable, al pasar a una ofi cina, con mejor salario y mayor reconocimiento, una etapa en la que empecé a tener mis primeras novias y llevar la vida de joven algo más desahogado. Pero la felicidad no podía ser completa y entonces me ocurrió un accidente de tránsito, en el que un autobús moderno me pasó por encima de la pierna, con riesgo de que tuvieran que cortármela.

Nuevamente mi abuela cubana se movilizó, y llamó a mi tío para que fuera directo al Hospital Emergencias, en la avenida Carlos III, donde me ingresaron de urgencia, y aunque los médicos decían que había que cortar, él se puso intransigente: “De cortar nada”, y buscó a un ortopédico notable que

Page 142: Biblioteca Nacional de España y siempre

153

tenía su consulta en la calle 23 –dentro de un rato recordaré su nombre– gracias al cual me hicieron como seis operaciones hasta dejar reconstruido el tobillo, por encima del cual tenía la mayor lesión.

Luego, por mediación de una amiga de mi hermana, que tenía un novio que era gerente del Banco Agrícola Industrial, me consiguieron una plaza de mensajero, ganando treinta pesos mensuales. Entonces el sindicato bancario cubano tenía mucha fuerza, y por estricto escalafón, en el año 1952, pude acceder a una plaza de cajero en una ofi cina de ese banco en Marianao, que implicaba un trabajo muy fuerte, por ser donde se pagaba el salario de todos los maestros de ese municipio, que tampoco era la mejor zona de la capital, incluyendo el pago a los numerosos maestros de la Escuela Normal.

Por otra parte, yo seguí consolidando mi quehacer sindical y poco a poco me iba aproximando a la oposición frente al gobierno represivo de Batista, y a Mujal, por supuesto, aunque nunca milité en ningún partido, pero por el sindicato tenía que ir a ver a la gente de Eduardo Chibás, y si hubiera votado en las elecciones, lo hubiera hecho por él y su Partido Ortodoxo.

Ya en 1955 me vi participando en la organización de la primera huelga revolucionaria, podemos llamarle así, que se llevó a cabo el primero de septiembre de 1955, siendo yo dirigente nacional, o sea formaba parte de la dirección nacional de la Federación de Trabajadores Bancarios de Cuba. Claro que por las consecuencias de esa huelga, que se sintió en todo el país, expedientaron a más de sesenta compañeros, nos detuvieron a unos veinte, y yo estuve preso en la estación de policía y en la cárcel de El Príncipe, aquí en El Vedado, durante dos semanas.

Ahora te confi eso que entonces, cuando yo tenía 25 años, nosotros nos creíamos que con esa huelga en un sector tan sensible para la economía del país, en la que participaron trabajadores de unos cincuenta bancos cubanos y extranjeros, podíamos lograr tumbar a Batista.

Al año siguiente, con la estructura desplegada por Acción Sindical, que tenía delegados en casi todos los bancos del país, o sea, en la mayor parte de las ofi cinas centrales y sucursales bancarias a lo largo de toda la Isla, se nos facilitó crear la estructura del Movimiento 26 de Julio en el sector bancario cubano, tanto en el plano conspirativo como de acción. Se dice rápido, pero fue un proceso que implicó el paso de un pensamiento gremial a un pensamiento político nacional, siguiendo la lucha liderada por Fidel Castro contra el gobierno sanguinario de Batista.

Page 143: Biblioteca Nacional de España y siempre

154

Page 144: Biblioteca Nacional de España y siempre

155

Bueno, yo conocí a Fidel desde que ambos estudiábamos en el Colegio de Belén, aunque al ser cuatro años mayor que yo, él estaba en un nivel más avanzado, pero como estudiante y deportista descollante su persona era reconocida por todos en ese emblemático plantel religioso de La Habana.

Luego participé en el grupo que recibió y apoyó en Cuba al periodista norteamericano Herbert Mathews, quien vino en 1957 no sólo a entrevistar a Fidel en la Sierra Maestra, sino también a conocer a dirigentes sindicales y de otras fuerzas nacionales dedicadas a la lucha contra el régimen batistiano, como puedes ver en esta fotografía.

Entonces yo era jefe de una célula del 26 de Julio en La Habana, a la vez que mantenía mis funciones de dirigente de la Federación Sindical Bancaria, con sede en la calle Bernaza número 5, frente a la Plaza de Albear, de donde Mujal y sus lacayos nos sacaron a punta de pistola en ese propio año 1957. Lo cual, entre otras razones, determinó que más adelante yo pasara a la lucha clandestina hasta el triunfo de la Revolución el primero de enero de 1959. Son cosas que ahora uno las ve en la distancia, pero todos los días nos estábamos jugando la vida, como sucedió a tantos compañeros nuestros que murieron, como mi gran amigo Enriquito Hart, uno de los cuatro mártires del sector bancario, por mencionar sólo un caso muy cercano.

Desde el primer momento de la Revolución triunfante, yo participé en las tareas de nacionalización de entidades privadas, comenzando por el propio Banco Agrícola-Industrial, que intervinimos entre los primeros, en medio de aquella vorágine de la toma del poder por el pueblo.

Aurelio, tengo tantas anécdotas que no alcanzaría un libro entero para narrarlas, por su cantidad y su contenido, ya que abarcan no sólo la vida sindical y política, sino también las milicias y muchas otras áreas, en su mayoría relacionadas con la Revolución y la historia de Cuba, que es tan heroica, como todos sabemos.

Entonces me mantuve como dirigente del sindicato nacional bancario, a cargo de las áreas de educación, cultura y deportes, hasta el año 1965, cuando pasé a ser director de sucursal bancaria, primero en el antiguo Royal Bank, y luego en una ubicada en el reparto La Víbora del municipio de Diez de Octubre.

En 1968 termina mi etapa de dirigente bancario y paso a trabajar en el Partido Comunista de Cuba, debido a un proceso de captación de cuadros con experiencia profesional, sindical y probada confi anza.

Page 145: Biblioteca Nacional de España y siempre

156

Page 146: Biblioteca Nacional de España y siempre

157

Page 147: Biblioteca Nacional de España y siempre

158

Page 148: Biblioteca Nacional de España y siempre

159

A partir de la selección realizada por ese órgano rector de la nación en la nueva Cuba, primeramente trabajé como funcionario del Comité Central, y al poco tiempo pasé a ser el Jefe de la Sección de Actividades Políticas e Ideológicas.

Una etapa muy interesante en todos los sentidos, desempeñando ese cargo por veinte años en la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR), luego denominado Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR), del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, como podrás observar en estas fotografías, entre la gran cantidad que conservo como recuerdo de mi trayectoria laboral, donde aparezco con importantes personalidades cubanas y extranjeras, desde Fidel y Raúl hasta Mao Tse-Tung y Salvador Allende, incluyendo destacados intelectuales como Gabriel García Márquez y Rafael Alberti.

Luego, en 1987, a solicitud de Armando Hart, Ministro de Cultura, voy a trabajar como Director de Relaciones Internacionales en ese ministerio, y posteriormente paso a ser uno de los asesores del ministro, en la propia ofi cina de Hart, hasta que me jubilo a mediados de 1999, muy próximo a cumplir 70 años de edad.

Haciendo un balance de mi experiencia laboral y política, pienso que tanto la etapa en el sindicato bancario como en la dirección del Partido me ayudaron a formarme integralmente, además de tener la oportunidad de recorrer medio mundo, cerca de cuarenta países distribuidos en todos los continentes, incluyendo actividades de considerable importancia, como organizar la participación cubana en los Festivales del Partido Comunista Italiano, o la celebración del 26 de Julio en Pekín y muchas otras capitales de países amigos, por decirte sólo algunos ejemplos.

Pero una cosa que quiero destacar es la calidad humana de todos los compañeros con que trabajé en ambas etapas, lo que me reportó muchas satisfacciones en el orden profesional y personal, pues siempre se aprende algo de la sencillez con que tantos y tantos cubanos se han entregado al servicio de la Revolución, incluso cada reconocimiento recibido en mi caso lo disfrutaba más al ver que he sido parte de un grupo, de un colectivo de primera fi la, junto a la vanguardia de nuestro pueblo, encabezada por Fidel y Raúl desde las luchas contra la dictadura batistiana hasta el presente en que Cuba afronta las nuevas encrucijadas de este mundo globalizado, lo cual sería tema para otra entrevista.

Page 149: Biblioteca Nacional de España y siempre

160

Page 150: Biblioteca Nacional de España y siempre

161

Page 151: Biblioteca Nacional de España y siempre

162

Page 152: Biblioteca Nacional de España y siempre

163

En el año 1953 tuve la suerte de casarme con María Elvira Moré Borjes, y tenemos una hija, Elvira María, que nos ha hecho abuelos de dos nietos maravillosos llamados Juan y Yadira.

Todos vivimos en esta casa próxima al río Almendares, muy cerca del Malecón habanero, por lo que nos llega este aire marino, con salitre…

Volviendo al tema central de tu libro, mi origen español y posterior desenvolvimiento en Cuba, te diré que yo pertenezco a la Sociedad de Benefi cencia Andaluza, que preside nuestro amigo Vallejo, así como al Centro Andaluz de La Habana, dirigido actualmente por Blanquita. En ambas entidades participo en la medida de mis posibilidades, siempre con un gran sentimiento de profundo aprecio ante la labor que desarrollan hacia la colonia de origen andaluz en Cuba. Realmente en las dos sociedades me siento como si estuviera en España, donde he estado en múltiples ocasiones, cuatro de ellas gracias al programa de viajes del IMSERSO, organizado por el estado español a favor de sus emigrantes.

Hace poco fui con mi familia a uno de los almuerzos de confraternidad que periódicamente se celebran en el Centro Andaluz; así como estoy en contacto con Vallejo durante todo el año, por las propias actividades de la Benefi cencia Andaluza, y también por la amistad que hemos mantenido desde que nos conocimos, a fi n de cuentas nosotros somos dos andaluces que recordamos mucho nuestra tierra natal, pero que nos hicimos cubanos para siempre.

Así lo he dicho en otras entrevistas, como esta que puedes leer en un diario español con motivo de mi participación en el programa de Canal Sur dedicado al reencuentro de familiares de Picasso, cuando antes de regresar a Cuba respondí: “Me gusta mucho España, pero yo no regresaría a vivir en mi Málaga natal pues no sólo vivo en Cuba, sino que yo soy de Cuba… mi familia y mi Revolución están allí”.

El Vedado, mayo 2012

Page 153: Biblioteca Nacional de España y siempre

165

Aitana Alberti León

Page 154: Biblioteca Nacional de España y siempre

166

Page 155: Biblioteca Nacional de España y siempre

167

Mis raíces... con esa expresión tan sencilla puedo resumir lo más profundo que signifi ca para mí Andalucía.

Esa es la verdad, Aurelio, y ante tus preguntas para el libro biográfi co que preparas sobre los andaluces y sus descendientes en Cuba quiero comenzar expresando el fuerte sentido de origen, de raíz, que representa en mi vida todo lo que abarca el espíritu andaluz.

Y te digo más, pues quien lea sólo esas dos palabras –mis raíces– podría pensar que fue algo expresado de forma espontánea en una conversación, cuando lo cierto es que yo me siento identifi cada con Andalucía por motivos tan fuertes como el lugar de nacimiento de mi padre, Cádiz, y el hecho de que Málaga es la ciudad de España donde he vivido más tiempo; por otra parte, toda la familia de mi madre es de Castilla La Vieja, excepto mi abuelo materno, el coronel de Caballería Ángel León Lores, sevillano, quien, por cierto, combatió en la Guerra del 95 en Cuba.

Debido a que era “hija de militar, cambiando siempre de guarnición”, según ella misma escribió, María Teresa León nació en Logroño, La Rioja, y su niñez y adolescencia las pasó en Burgos –de donde era Doña Oliva Goyri de La Llera, mi abuela–, así como en Madrid y Barcelona.

Page 156: Biblioteca Nacional de España y siempre

168

Page 157: Biblioteca Nacional de España y siempre

169

Sobre mis vivencias directas de Andalucía, adelantándome mucho en la historia de mi vida, te cuento que por razones personales en las navidades de 1969 decidí establecerme en Málaga de modo permanente. Entonces experimenté el sentimiento de que aquello era más que un cambio de país o ciudad; fue como volver a un ámbito conocido en alguna medida, como recuperar un espacio en el que se ha vivido en sueños.

La Gallarda, mi casa en Torremolinos, estaba a unos cincuenta metros de La Gaviota, donde vivía José María Amado, director de Litoral.

José María Amado Arniches –andaluz de toda la vida, a pesar de haber nacido en Madrid– fue quien rescató la revista Litoral, como leal continuador de los creadores de esa importante publicación española: los poetas malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. La primera época de Litoral, esplendorosa, con nueve números, abarca de 1926 a 1929. La segunda, muy breve, sólo tres números, se publica en 1944, ya en el exilio de sus creadores en México. La tercera época, de la que fui en parte testigo, se inicia en mayo de 1968 y dura hasta hoy.

Me ha parecido importante comenzar hablándote en detalle de esta revista malagueña donde publicaron todos los jóvenes poetas que luego confi gurarían la llamada Generación del 27, ilustrada por Picasso, Juan Gris y otros grandes pintores. La visión de José María Amado y su exiguo equipo fue comprender que era necesario recuperarla a toda costa para poner a disposición de los lectores españoles la nueva poesía que se escribía en el mundo, imposible de conocer de primera mano en aquellos años oscuros. Su mérito radica no sólo en que esta revista haya seguido viva desde 1968 hasta el presente, sino que se mantuviera fi el a los ideales progresistas españoles de siempre, cobrando una importancia enorme en las postrimerías del franquismo –justamente mi época malagueña–, cuando fue censurada varias veces, debido a que nunca traicionó el espíritu de sus fundadores en los años veinte, a pesar de las condiciones represivas imperantes durante la dictadura. Después de la muerte de Amado, su yerno, un muy joven y talentoso poeta y pintor nacido en Chile, Lorenzo Saval, sobrino nieto de Emilio Prados, asumió la dirección de Litoral.

Por eso yo fui partícipe de esa realidad, cuando mis padres no podían ni siquiera poner un pie en su patria, adonde regresaron en 1977, dos años después de ocurrir la muerte de Franco, a medida que avanzaba la transición democrática española.

Page 158: Biblioteca Nacional de España y siempre

170

Page 159: Biblioteca Nacional de España y siempre

171

Page 160: Biblioteca Nacional de España y siempre

172

Page 161: Biblioteca Nacional de España y siempre

173

Una vez en Europa, trasterrada de mi país de nacimiento, mi obsesión era conocer España. Ese cambio ocurrió en mayo de 1963, debido a la inestable situación política en aquella región del mundo, que se convertiría en una espantosa pesadilla de horror y muerte para cientos de miles de personas que pensaban como nosotros. Siempre nos hemos preguntado qué hubiera sido de la familia Alberti León de habernos quedado en Buenos Aires.

Así que un año más tarde de nuestra llegada a Roma, salí junto a Roberto Otero, mi pareja en aquel momento –periodista y fotógrafo de profesión–, en un Renault destartalado hacia la ansiada aventura. Cruzamos la frontera catalana precisamente el 18 de julio. Y tuve que contarle a mis atribulados padres desde un teléfono público que nuestro recorrido hasta Barcelona por la preciosa Costa Brava se había visto empañado por soldaditos desfi lando en honor del “Funeralísimo” Francisco Franco. Entonces, para no despertar la morbosidad periodística, pasamos un mes casi escondidos en Mallorca.

En felices viajes sucesivos conocí Cádiz, Granada, Sevilla… Aunque era de visita, no hay dudas de que empecé a sentirme ligada afectivamente a Andalucía, la tierra entrañable de Rafael Alberti, tanto en el sentido humano, por los vínculos familiares, como en el poético, atendiendo al signifi cado de todo lo andaluz en su obra, desde aquel mar, aquella luz, hasta el aire que respiró en su niñez gaditana y al fi nal de sus días.

Por cierto, me alegra contarte que en esa segunda mitad de la década de los sesenta, mis padres y nosotros frecuentamos mucho a Pablo Picasso, residente en la Costa Azul francesa desde la Segunda Guerra Mundial, que había cambiado La Californie, su casa en Vallauris, por una en Mougins, pueblecito situado en las montañas cercanas a Cannes. Notre-Dame de Vie era una espaciosa casa fi nca con un grandísimo jardín asilvestrado.

Mi padre escribió mucho sobre Pablo, como este libro de poemas y prosas breves titulado Los ocho nombres de Picasso –según constan en su partida de bautismo–, y Roberto tomó innumerables fotografías con el cuidado de ir anotando cuidadosamente las conversaciones entre ambos andaluces. Tiempo después, publicó un libro de arte precioso: Picasso y Alberti: La última tertulia, con aquellas conversaciones y sus admirables fotografías, al que pertenece la mía con Pablo que te acabo de mostrar.

En el Museo Picasso de Málaga existe una sala permanente con la obra de Roberto, fallecido hace algunos años; valga esta mínima recordación en homenaje a su memoria.

Page 162: Biblioteca Nacional de España y siempre

174

Page 163: Biblioteca Nacional de España y siempre

175

Creo importante, Aurelio, para que se comprenda bien lo que ya te he contado, hacer retroceder la rueda del tiempo y referir nuestro larguísimo peregrinaje de exiliados españoles, iniciado por mis padres desde su salida del pueblito alicantino de Monóvar, en una avioneta de ocho plazas con destino a Orán, en Argelia, a inicios de 1939, cuando la guerra estaba a punto de perderse. Al mismo tiempo, en otra avioneta hacia Orán partió al exilio Dolores Ibárruri, La Pasionaria.

Luego, ayudados por militantes del Partido Comunista francés llegaron a París desde Marsella, evitando ser confi nados en alguno de los infames campos de concentración habilitados por el gobierno de ese país para los refugiados españoles, que por cientos de miles se vieron forzados a abandonar su patria.

En París recibieron el apoyo de Picasso y Neruda, entre otros amigos, comenzando un exilio afi anzado por más de dos décadas en Buenos Aires, a partir de marzo de 1940, donde yo nací al año siguiente, y completado en Roma, de 1963 a 1977: cerca de treinta y nueve años fuera de España.

No puedo dejar de decir que el hogar en que fui creciendo en América, representativo de aquel exilio, se iría convirtiendo en un lugar de reunión para emigrados españoles de todo género, quienes sentían la necesidad de contar y confrontar sus historias; de las que puedo afi rmar algo: son siempre la misma historia, no importa que varíen las circunstancias personales, todas tratan de la nostalgia infi nita y el anhelo inextinguible de volver un día a una casa, a una calle, a un barrio, a un pueblecito, que contra viento y marea han permanecido intactos en el corazón, desafi ando el paso del tiempo.

A mí me impresionaba mucho, de niña, escucharles contar lo que habían pasado, lo que habían perdido al tener que abandonar España, muchos de ellos para siempre, pues el exilio se estiró tanto, tanto, que se iban quedando en cementerios desconocidos. Y hay que reconocer que en la Argentina, Chile, Uruguay, México, los exiliados fueron recibidos con los brazos abiertos. No faltaron manos amigas tanto privadas como institucionales que acogieron y ayudaron a estas personas que por miles buscaban “una patria, al menos una patria pequeña como un patio…”; palabras de mi madre que en su dramática sencillez lo dicen todo.

Entonces, a medida que yo iba creciendo, esas narraciones se fueron haciendo más completas y complejas –más explicadas, podría decirse– para mi capacidad creciente de escucha y comprensión, a modo de una espiral

Page 164: Biblioteca Nacional de España y siempre

176

Page 165: Biblioteca Nacional de España y siempre

177

que culminaría con la lectura apasionada y profundamente lúcida de todo cuanto mi padre contaba en La arboleda perdida, y en libros escritos fuera de su patria, donde la nostalgia de España es una herida abierta.

Al mismo tiempo, me convertí en lectora insaciable de todos los poetas y escritores de su generación, y hasta el día de hoy siento un estremecimiento cuando pienso en el terrible asesinato de Lorca, o en el abandono cruel de Miguel Hernández, devorado por la tuberculosis en una cárcel fascista.

En realidad, los altos valores de la República española y la Generación del 27 estaban muy relacionados con los mejores exponentes de la cultura andaluza: García Lorca, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, María Zambrano y el propio Rafael Alberti, todos ellos genuina vanguardia del pensamiento, la literatura y la cultura de España.

Claro que puedo hablarte mucho más, por ejemplo, sobre los vínculos de mi padre con el grupo de la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a Lorca. Como ocurrió con Picasso, desde aquel alegre primer encuentro en la “Resi”, Federico y él se hicieron amigos entrañables. A lo largo de su vida, mi padre escribió varios poemas al amigo granadino, y cuando fue asesinado en Viznar, en agosto de 1936, al inicio de la Guerra Civil, Rafael Alberti lo llora con Elegía a un poeta que no tuvo su muerte.

También es imprescindible mencionar la gran signifi cación histórica que alcanzó su retorno a Andalucía tras un exilio de treinta y ocho años, cuando los compañeros del Partido Comunista en su Cádiz natal lo eligieron candidato a Diputado a las Cortes –aún conservo todos los discursos escritos por Alberti en verso para aquella campaña, algo totalmente insólito y creo que único– y fi nalmente el momento en que integró las Cortes de España por Andalucía, en la misma ocasión que la Pasionaria lo hizo por Asturias.

Lo recuerdo con especial emoción, pues yo estuve aquel día en la sesión inaugural de las Cortes con la presencia de los Reyes, y tuve una clara conciencia de lo que aquello representaba para el futuro de los españoles.

Jamás olvidaré el imponente símbolo de democracia y patriotismo transmitido por la Pasionaria y Alberti, aquella mujer y aquel hombre ya ancianos, pero erguidos y hermosos, ella procedente del norte, y él, del sur, una singular dirigente política y un poeta consagrado. Entre las fotografías que conservo de esos días, hay una con mi padre descendiendo del avión en el que nosotros llegamos a España procedentes de Italia, con una nota al pie donde exclama: “Me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta”.

Page 166: Biblioteca Nacional de España y siempre

178

Page 167: Biblioteca Nacional de España y siempre

179

Luego de este preámbulo familiar e histórico, creo que me resultará más fácil responder tus preguntas sobre mi vida desde que resido en esta Isla, centrada en mi quehacer como poeta, narradora, periodista, traductora y promotora cultural.

Primero debes saber que vivo en La Habana desde 1984. Vine desde Canadá, donde pasé cinco años muy poco creadores y bastante tristes, iluminados solamente por el nacimiento, en 1982, de Marina, mi hija menor, y la consoladora y tierna compañía de Altea, la mayor, nacida en Londres en 1978. Como ves, somos una Sociedad de Naciones en miniatura.

Mis padres visitaron juntos la Isla en 1935 y en 1960, en esta segunda ocasión invitados por Nicolás Guillén. Después de la muerte de mamá, acaecida en 1988, él volvió a Cuba en 1991y 1992, con su segunda esposa.

Pero tú quieres algo muy difícil para mí: que te hable sobre mi propia obra. Aparte de que es algo tardía, si yo hubiera notado en mis poemas el más leve remedo del estilo de Rafael Alberti no me habría decidido a publicar nada, jamás.

De mi primer libro, titulado Poemas de Aitana Alberti, publicado en 1955 en Buenos Aires por la Editorial Losada, se han realizado otras dos ediciones, una, muy singular, en 1965, por el Centro Cultural de la Generación del 27, de Málaga, nada más y nada menos que en la imprenta de Manuel Altolaguirre, la misma que fuera de la revista Litoral, que milagrosamente se conservó intacta y pudo ser adquirida por el Centro, y algo aún más singular: resulta que quien la opera como tipógrafo es nieto del que trabajó en la época de Altolaguirre. Por último, en el año 2011 la Colección SurEditores del Festival de Poesía de La Habana publicó la tercera. Debo contarte, como algo curioso, que las tres ediciones fueron un regalo de cumpleaños. La primera, idea de mis padres, cuando cumplí los catorce años; la segunda, los sesenta y cinco; y la tercera, ¡ay!, los setenta.

Luego de aquella primera “criatura” seguí escribiendo y escondiendo ferozmente todo lo escrito, quizás en gran medida porque para entonces había descubierto la poesía de mi padre y su lectura me impresionó y me gustó tanto que, en realidad, llegó a tener un efecto devastador sobre mí.

Mucho tiempo después, ya en Cuba, es que me decido a publicar otra vez un libro. En 1999 –¡cuarenta años después de Poemas!– sale Y de nuevo nacer, del que te he dedicado un ejemplar de su reciente edición española, llévalo como regalo de esta tarde andaluza en Pleamar, mi casa habanera.

Page 168: Biblioteca Nacional de España y siempre

180

Page 169: Biblioteca Nacional de España y siempre

181

Page 170: Biblioteca Nacional de España y siempre

182

Page 171: Biblioteca Nacional de España y siempre

183

Esto en cuanto a la poesía, porque con anterioridad había incursionado en la memorialística con una columna fi ja en el suplemento cultural del periódico madrileño ABC, titulada La arboleda compartida, que mantuve entre 1993 y 1997. Además de poesía, también escribo narrativa. Mi primer libro de cuentos: Inquilinos de la soledad, es un homenaje a mi madre y a Pablo Neruda. Cuentos y poemas míos se han publicado en revistas de diversos países y han sido traducidos a otros idiomas.

He logrado superar el peso inimaginable que signifi ca ser hija de dos escritores de la talla de Rafael Alberti y María Teresa León. De todas formas, sigo siendo muy comedida a la hora de dar a publicar, en verdad sólo llega a imprimirse una parte muy pequeña de todo lo que escribo, que tampoco es mucho en volumen, pues no soy muy pródiga en número de páginas.

Volviendo a mis padres, he tenido innumerables ocasiones de presentar la obra de Rafael Alberti, poética y pictórica, en América y en España.

Gracias a la sensibilidad y amistad de Ion de la Riva, entonces consejero cultural y de cooperación de la Embajada de España en Cuba, patrocinada por la Agencia Española de Cooperación Internacional, entre 1997 y 2000, partiendo de La Habana, donde se realizó la primera en el Centro Wifredo Lam, monté una exposición itinerante de la obra pictórica que mi padre me había ido regalando a lo largo de su vida. Al frente de esta exposición recorrí todos los Centros Culturales de España en este hemisferio, desde Buenos Aires, pasando por Santiago de Chile, Montevideo, Asunción, Lima, Caracas, Panamá, Coral Gables, hasta el Instituto Cervantes en Nueva York. Cualquiera que tenga interés en la poesía puede conocer a Rafael Alberti poeta; otra cosa, mucho más difícil, es conocer a Rafael Alberti pintor. Y eso fue lo que me propuse con esa muestra itinerante.

En cuanto a la difusión de su obra en Andalucía a partir de Cuba, gracias a una invitación de la Diputación de Cádiz, en agosto de 1999, el laudista Efraín Amador, la pianista Doris Oropesa y yo, presentamos en varias ciudades andaluzas el recital poético musical Invitación a un viaje sonoro, creado e interpretado por Rafael Alberti y el gran laudista murciano Paco Aguilar, durante el comienzo del exilio de ambos en la Argentina.

Mi padre, ya muy anciano, no pudo asistir al que realizamos en el Castillo de San Marcos, en El Puerto de Santa María. Al día siguiente, nos recibió en Ora Marítima, su casa en una urbanización cercana.

Page 172: Biblioteca Nacional de España y siempre

184

Page 173: Biblioteca Nacional de España y siempre

185

Durante la hora escasa que estuvimos con él, permaneció todo el tiempo silencioso, con los ojos cerrados… una sonrisa le iluminaba fugazmente el rostro cuando le decíamos algo o yo le daba un beso. Efraín, que había llevado su laúd, tocó muy brevemente. Cuando nos despedimos, a los tres nos fue imposible ocultar nuestro llanto. Rafael Alberti falleció en la madrugada del 28 de octubre de ese año, 1999, en la misma ciudad gaditana donde nació. Aquella fue la última vez que lo vi.

Efraín, Doris y yo regresamos a España en 2002. Llevábamos, además de Invitación a un viaje sonoro, el Mano a mano de Nicolás Guillén y Rafael Alberti, concebido por mí partiendo de poemas de ambos, acompañados de obras de músicos españoles y cubanos. Nicolás, a quien quise muchísimo y fue gran amigo mío, nació en 1902, al igual que mi padre. Alex Pausides leía los poemas de Guillén y yo los de Alberti. Después de presentarlo en la Universidad de Alcalá, en Madrid, hicimos una gira que nos llevó a Sevilla y sus alrededores, así como a Granada, cuando muchas instituciones andaluzas celebraron el centenario de Alberti, aunque ofi cialmente el Ministerio de Cultura de España lo hizo en el 2003, para que no coincidiera con el centenario de Cernuda. Y por tal motivo volvimos ese año a España, haciendo un gran recorrido que por supuesto incluyó Andalucía. También presentamos Invitación a un viaje sonoro en el Museo y Centro de Arte Reina Sofía, con motivo de la inauguración de la exposición dedicada a mi padre como parte del programa de celebración ofi cial de su centenario organizado por la Comisión Estatal de Conmemoraciones Culturales.

En el 2009 el sello discográfi co EGREM hizo un CD con este recital. Silvio Rodríguez tuvo la amable gentileza de regalarnos su grabación, realizada en los estudios Ojalá.

Te voy a hablar ahora de las ediciones de la obra de Rafael Alberti publicadas aquí desde que vivo en esta Isla. En abril de 1991 él fue invitado ofi cialmente a Cuba para la presentación de Poesía escogida, de la Editorial Arte y Literatura, abarcadora antología preparada por mí, con prólogo de Nicolás Guillén. Esa semana se convirtió en una gran celebración. A mi padre se le concedió la Orden José Martí, que le impuso Fidel en el Palacio de la Revolución. También fue designado Hijo Ilustre de la capital cubana y nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de La Habana, así como tuvo ocasión de encontrarse con muchos de sus queridos poetas cubanos como Nicolás Guillén, Eliseo Diego y Miguel Barnet.

Page 174: Biblioteca Nacional de España y siempre

186

Page 175: Biblioteca Nacional de España y siempre

187

En el año 2002, con motivo del centenario de su natalicio, se publicó la segunda edición de este libro. La otra importante antología que se edita en Cuba, en el 2000, ilustrada aquella primera edición por Roberto Fabelo, es El amor y los ángeles, también por Arte y Literatura, amplia selección de su poesía amorosa, con dos ediciones sucesivas más, en 2009 y 2011, por la Colección SurEditores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). En 1999, esta misma editorial –que por cierto es la del Festival Internacional de Poesía de La Habana– había publicado Relámpagos de fl ores, una muestra de su poesía seleccionada por Alex Pausides y por mí.

Debo mencionar también las obras de mi madre que se han editado en Cuba: Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar, epílogo de Fina García Marruz y edición de Esteban Llorach; Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, prologado por el poeta Benjamín Prado; y Memoria de la melancolía, epílogo de Lina de Feria, cuya segunda edición, prologada por Cuqui Blanco, se presentará en la Feria Internacional del Libro Cuba 2013, y tenemos la intención de publicar otros dos libros suyos por SurEditores.

Por otra parte existen, y tú debes tener algunos de ellos, los libritos que forman la colección Cuadernillos Fe de Vida, llamada así por el espacio del mismo nombre que conduzco en el Centro Cultural Dulce María Loynaz desde su fundación, en el año 2005, dedicado a la proyección de audiovisuales culturales. Pues bien, se me ocurrió que cuatro veces al año podía regalar a los asistentes un cuadernito de tirada limitada y numerada: no más de 200, que recogiera algún material raro o inédito, y gracias al apoyo del Instituto Cubano de Libro puedo decirte con orgullo que llevo ya veintiuno publicados. Varios contienen inéditos o textos desconocidos de grandes poetas, por ejemplo, Neruda, con un poema absolutamente inédito que me facilitó una gran amiga mía de Argentina; y para mencionar a los andaluces, varios poemas de mi propio padre igualmente no publicados.

El primer cuadernillo es una entrevista sobre María Zambrano, realizada a Cintio Vitier y Fina García Maruz por la periodista Rosa Miriam Elizalde.

Siguiendo con los andaluces, debo decirte que el poeta César López y yo organizamos una semana de celebración en ese Centro en el 2006, en ocasión del centenario del malagueño Manuel Altolaguirre que, como sabes, vivió en La Habana de 1939 a 1943 con su esposa, la poeta Concha Méndez y su hija Paloma. A Cuba trajo su pasión por la imprenta y aquí creó La Verónica, en medio de grandes difi cultades económicas, cuyos libros son

Page 176: Biblioteca Nacional de España y siempre

188

en la actualidad una joya para bibliófi los. Paloma y su yerno, el profesor James Valender, residentes en México, fueron invitados por el Ministerio de Cultura de Cuba en el otoño de 2007, y durante una semana participaron en actividades en honor a Altolaguirre; incluso hubo un acto solemne en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, ocasión en que se anunció la creación de la Cátedra Rafael Alberti de Cultura Andaluza en ese centro docente.

Pero retrocediendo nuevamente en el tiempo, te cuento que cuando el centenario de mi padre, en el 2002, estuve al frente de la comisión cubana que contó con la presidencia de honor de Vilma Espín.

Aurelio, por supuesto que conozco al Centro Andaluz de La Habana, donde inauguramos hace poco la azotea Rafael Alberti, así como la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes, que desde hace varios años presiden Blanquita Fernández y Manuel Vallejo, respectivamente, con quienes tengo muy buenas relaciones, no sólo por las funciones propias de sus cargos sino por la amistad que sostengo con ellos.

Particularmente, en el caso de la Benefi cencia Andaluza, cada mes de mayo organizamos la entrega del Premio Rafael Alberti, que se concede por un jurado que determina el reconocimiento a la obra artística, literaria y cultural de toda una vida de personalidades cubanas y, desde hace tres años, también iberoamericanas, con el auspicio de la Agencia Española de Cooperación Internacional.

Fue Vallejo quien se acercó a mí, en el ya lejano 1999, con esa interesante propuesta, y yo naturalmente acepté, en nombre del Festival Internacional de Poesía de La Habana, y la organización de nuestro festival ha apoyado ese proyecto a lo largo de todos estos años, manteniendo siempre un nivel muy alto, atendiendo tanto a la calidad humana y profesional de los premiados como al desarrollo artístico y social del acto solemne de entrega, efectuado en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, con el auspicio de la Ofi cina del Historiador de la Ciudad de La Habana, y en especial de Eusebio Leal.

Desde la primera vez, en 1999, la entrega del Premio Rafael Alberti forma parte de la velada inaugural del Festival Internacional de Poesía de La Habana, convocado por la UNEAC y otras instituciones cubanas, de modo que cobra más relevancia su entrega a los premiados seleccionados cada año, todos ellos destacadas personalidades, como los primeros en recibirlo: Cintio Vitier y Fina García Marruz, por citar dos ejemplos emblemáticos.

Page 177: Biblioteca Nacional de España y siempre

189

En complemento a mi labor con la Benefi cencia Andaluza en cuanto a ese premio, debo añadir mis crecientes vínculos con el Centro Andaluz, donde gracias al proyecto de restauración de su nueva sede, coordinado por el arquitecto David Llinares, representante de la Agencia de Cooperación de la Junta de Andalucía, próximamente se inaugurará un mural dedicado a mi padre, realizado por la ceramista Amelia Carballo, en su taller Terra, de La Habana Vieja.

Tienes razón, con lo que te he ido contando resulta evidente que para mí Andalucía es mucho más que sinónimo de raíces, lo cierto es que cuando contestaba tu primera pregunta con esa expresión fue pensando en mis raíces no sólo como origen, o pasado, sino como algo que continúa creciendo, así que para completar esa idea inicial añadiré algo más: Andalucía son mis raíces, pero unas raíces sanas y fuertes que se han convertido en árbol, el árbol frondoso y verde que está dentro de esta casa, donde se ramifi ca y retoña a diario a partir de todos estos poemas y dibujos de Rafael Alberti –cuya obra pictórica está muy relacionada con su adolescencia en Andalucía, pues la pintura fue su primera vocación– que a modo de frutos multicolores nos rodean en esta sala o cualquier otra parte de Pleamar.

¿Tú no lo ves? Es el fruto de unas raíces que están vivas; ¿para qué se quieren unas raíces petrifi cadas? Por eso, aunque reconozco que Andalucía signifi ca muchísimas otras cosas, realmente para mí siempre será mis raíces, unas raíces convertidas en árbol aquí, en mi casa, en mi ser, ante los ojos de todos, pues es un árbol muy fuerte y grande, maravilloso, enorme, lleno de fl ores, de nidos, pájaros y trinos, pleno de energía, de vida, de paz, con una creatividad inagotable, en fi n, es este árbol verde, muy verde, del más intenso color verde, porque está respirando, está vivo…

Esa es en realidad Andalucía para mí, para mi familia, pues no hay que olvidar que cuando mi madre se enamora de mi padre lo hace del joven Rafael Alberti, pero a la vez de su entorno, de su gente más próxima, y de todo su ambiente andaluz, llegando a sentir un sincero anhelo por haber podido tener su infancia en Andalucía, como la del niño Alberti, en lugar de la que le tocó vivir en Burgos, en un contexto más frío, más nublado, más serio, tanto desde el punto de vista de la naturaleza como de la sociedad, y posteriormente en Madrid.

Por eso escribió: “¡Cómo me gustaría parecerme al niño Rafael Alberti, al niño que corría por las playas de Cádiz!”

Page 178: Biblioteca Nacional de España y siempre

190

Page 179: Biblioteca Nacional de España y siempre

191

Quien lea Memoria de la melancolía de María Teresa León, libro capital para entender gran parte de la historia de la España del siglo XX, advertirá de inmediato el amor profundo de esta mujer castellana por el poeta Rafael Alberti y su Andalucía natal. Pero María Teresa León va aún más allá, y escribe para el amado una novela hermosa, recientemente reeditada en Madrid: Menesteos, marinero de abril, que narra la fundación mítica de la trimilenaria Cádiz –considerada la ciudad más antigua de Occidente–, por el héroe homérico Menesteos, después de la caída de Troya. Entonces y ahora añadiría que, unidos, mis padres conforman esa calidad de raíz que no sólo es capaz de brotar en su momento, sino que retoña a diario, eternamente.

Algo similar ocurre con relación a Andalucía en el caso de Cuba, donde la idiosincrasia del cubano tiene mucho más de los andaluces que de otras regiones de España, aunque algunas de ellas como Galicia y Asturias hayan tenido oleadas más recientes y numerosas que se refl ejan en la actualidad. Pero volviendo a los orígenes, hay que ver todo lo que aportó la cultura andaluza a la conformación de la identidad cultural cubana, desde la época en que las relaciones entre Isla y península estaban marcadas por el eje marítimo La Habana-Sevilla.

Recuerda que la sociedad de emigrantes andaluces más antigua del mundo se fundó en Cuba, como tú conoces, la Sociedad de Benefi cencia de Naturales de Andalucía y sus Descendientes, por no remontarnos a los tiempos del descubrimiento de América, cuando la mayor parte de la tripulación que acompañó al Almirante Cristóbal Colón en su primer viaje estaba compuesta precisamente por andaluces, entre quienes preparó e inició su expedición oceánica.

Entonces imagínate si la raíz andaluza no tiene una fuerza peculiar, sobre todo por la capacidad de retoñar que te comentaba, tanto a escala social y familiar, como en el caso específi co de mi persona.

Aurelio, esta es la segunda vez que participo en uno de los libros de tu ARCHIVO DE LA PALABRA: ESPAÑOLES EN CUBA. La otra fue cuando escribí el prólogo que me pediste para su primer volumen, editado en España hace quince años, La memoria compartida: Asturianos en Cuba. Recuerdo que en aquella ocasión me entregaste el manuscrito en casa de nuestros buenos amigos Sira Martínez y Antonio Díaz, él asturiano de pura cepa, y ambos cubanos ejemplares. Guardo intacto dentro de mí el cariño y la admiración que siempre les tuve y les tendré.

Page 180: Biblioteca Nacional de España y siempre

192

Page 181: Biblioteca Nacional de España y siempre

193

Para terminar estas algo deshilvanadas refl exiones sobre mis orígenes andaluces, quiero contarte que mi casa habanera fue bautizada Pleamar porque es el título del primer libro de poemas que el gaditano exiliado Rafael Alberti escribió enteramente en la Argentina. En su primera sección titulada “Aitana”, cinco poemas celebran el nacimiento de la que sería su única hija. La dedicatoria:

Para ti, niña Aitana, en estos años tristes mi más bella esperanza.

Hablando de poesía, ahora quiero que escuches estos versos que dediqué a mi madre, eje sustentador de nuestras vidas, la del poeta andaluz y la de la niña americana que les trajo la paz.

Matter dulcissima

Anoche me llegaste madre no sé de qué lugartal vez de dentro de mí misma o de algún paraísodonde las madres al fi n hallan reposo

Eras una envolvente cercaníauna proximidad de besosun agua clara derramada sobre mi inquietud

Madre exacta destinada a mi solo tamañome descubriste mundos a tu justa medidaEl halo de tus pasos ciñéndome abarcándomeirradia todos los posibles caminos

Anoche nuevamente fui la recién venidaque los astros te dieronQué descanso saberme pura inocencia deseadaAsí madre en tu vientre quiero partir un díaHe de llamarte entoncesRegresarás a mí para nacer mi muerte

Page 182: Biblioteca Nacional de España y siempre

194

Page 183: Biblioteca Nacional de España y siempre

195

A modo de despedida, estos versos de un poema de Rafael Alberti que contienen la esencia –así lo siento yo muy dentro de mi ser– del genuino espíritu andaluz, tan profundo y tan libre a la vez:

Y echaré mis raícesde manera que crezcan hacia el aire...

Miramar, septiembre 2012

Page 184: Biblioteca Nacional de España y siempre

197

ANEXO I.- RELACIÓN DE IMÁGENES

Manuel Vallejo Filpo

Pág.18.- Fotografía de Vallejo durante la entrevista.20.- Carné de identidad militar (República Española) de Manuel Vallejo

Leiva.21.- Impresiones dactilares en el carné de identidad militar de Vallejo Leiva.22.- Cartilla militar del ejército español del padre de Vallejo.24.- Foto de la familia Vallejo-Filpo antes de emprender el viaje a Cuba.

- Pasaporte del padre de Vallejo.25.- Pasaporte de Vallejo emitido por el Consulado español en Toulouse, 1956.26.- Pliego del documento con visado del Consulado de Cuba en Marsella.28.- Primeras actividades sindicales de Vallejo en Cuba.30.- Certifi cado otorgado a Vallejo en el XX aniversario de la victoria de

Girón.32.- Vallejo junto a su esposa e hijos en el cumpleaños de la más pequeña.

- Vallejo y su esposa en Málaga en compañía de familiares andaluces.36.- Vallejo atendiendo a autoridades de la Junta de Andalucía en

La Habana.38.- Manuel Vallejo Filpo saluda a la Reina Sofía durante el encuentro de los

reyes de España con la colonia hispana en La Habana, 1998.- Diploma del reconocimiento Miguel de Cervantes conferido a Vallejo por la Federación de Sociedades Españolas de Cuba.

40.- Entrega del Premio Rafael Alberti 2012 a Miguel Barnet y Omar Lara.42.- Álbumes de fotografías de la Benefi cencia Andaluza.43.- Cubierta del Reglamento de esta sociedad.44.- Página del Registro de Socios Fundadores de la Benefi cencia Andaluza.46.- Cubierta de la Memoria de la Benefi cencia Andaluza (1881-1945).

Page 185: Biblioteca Nacional de España y siempre

198

Blanca Fernández Pérez

Pág.50.- La entrevistada vistiendo un traje campero el Día del Rocío en los

Jardines de la Malta Hatuey, San Francisco de Paula.54.- Blanquita a la edad de un año.

- Antonio Fernández Castro y Blanca María Pérez Palmero, padres de Blanquita, recién fi rmado el libro matrimonial, 31 de diciembre de 1934.

56.- Retreta a cargo de la Banda Municipal de Conciertos en el Centro Andaluz de La Habana.

57.- Antonio Fernández Castro tras recibir el diploma de Socio de Mérito del Centro Andaluz de La Habana.

- El padre de Blanquita al centro de un grupo de paisanos.58.- Reunión al término de una misa ofi ciada en el asilo de ancianos

Santovenia.- Acto de entrega de ayudas del Centro Andaluz al asilo Santovenia.- Blanquita entre los asistentes a una misa ofrecida a Nuestra Señora

del Rocío, Patrona de Andalucía, en la Capilla del Cristo de Limpias.60.- Blanquita, con traje campero, acercándose a los Jardines de la

Malta Hatuey.- Participando en la preparación de la misa a la Virgen del Rocío.

61.- Procesión de la Virgen del Rocío rodeada de fl ores sobre carretas de bueyes.

- Juerga fl amenca por Bulerías, previa a la misa.62.- El hermano de Blanquita (a la derecha) participa en la festividad.

- Invitados al almuerzo de confraternidad tras la romería y eucaristía dedicada a la Señora del Rocío.

64.- Despedida al vicepresidente don Manuel Lucena Pérez, ofrecida por el Centro Andaluz y organizada por los presidentes Evelio del Pino,del Centro Andaluz, y Antonio Fernández, de la Benefi cencia Andaluza.

- Festividad en el Centro Andaluz, Prado número 104, amenizada por el guitarrista El Niño Leonardo y la cantaora Luisita del Río.

65.- El Niño Leonardo y Luisita del Río en el salón principal del Centro Andaluz, celebración de un aniversario de esa sociedad.

- Directivos del Centro junto a artistas invitados a una fi esta fl amenca.

Page 186: Biblioteca Nacional de España y siempre

199

66.- Toma de posesión de la Junta Directiva del Centro Andaluz de La Habana.- Jesús Barros, presidente de la Benefi cencia Andaluza, década del ochenta.

69.- Blanquita junto a otras niñas en una despedida de año en el Centro Andaluz.- Grupo de andaluces, entre ellos Antonio Fernández Castro y su esposa Blanca María Pérez Palmero, al término de una función en el Centro Gallego.

70.- Fachada de la primera sede del Centro Andaluz de La Habana. Paseo del Prado número 34, posteriormente cambió numeración a 104.

- Fachada de la sede actual del Centro Andaluz, Prado número 356.72.- Acto en que se develó la placa-mosaico de la Azotea Rafael Alberti del

Centro Andaluz de La Habana: Pablo Armando Fernández, Aitana Alberti,Blanquita, Amelia Carballo y David Rodríguez Llinares.

73.- Otro momento de intercambio entre los asistentes a dicha actividad.74.- Almuerzo de confraternidad en el Centro Andaluz.

- Baile por Bulerías en la gala que la Federación de Sociedades Españolas de Cuba dedicó a Andalucía; estreno mundial de Embrujo fl amenco, con la actuación especial de Ileane Camallery y Henry Leguina.

76.- Rueda de prensa con motivo del XXIV Festival La Huella de España en la que participó Alicia Alonso, fundadora del evento.

- Desfi le de banderas y trajes típicos en la clausura del Festival La Huella de España dedicado a Andalucía en 2011.

77.- La escuela de baile del Centro entona el Himno de Andalucía alinaugurarse La Huella de España.

- Al cierre del XXIV Festival La Huella de España, Blanquita y el representante de cultura Henry Leguina entregan el estandarte de participación de la Federación de Sociedades Españolas a Nieves Alemañy, presidenta del Centro Balear, autonomía a la que estará dedicada la próxima edición del evento.

78.- Lanzamiento en el Centro Andaluz del mapa etnográfi co Presencia andaluza en Cuba, con palabras pronunciadas por Blanca Fernández, Miguel Barnet, David Rodríguez Llinares, Michael Cobiella y Aurelio Francos.

- Blanca Fernández pronuncia el discurso de bienvenida en celebración del Día de Andalucía, Salón Federico García Lorca del Centro Andaluz.

Page 187: Biblioteca Nacional de España y siempre

200

Fernando Ruiz Ortiz

Pág.82.- El entrevistado en su adolescencia rodeado por sus padres y hermanos.84.- La abuela materna Ana Ortiz.

- Una de las primeras fotos de Fernando y su familia tomadas en Cuba.- Público asistente a un acto de la sociedad Artística Gallega.

86.- Los alumnos del plantel Concepción Arenal del Centro Gallego de La Habana al fi nal del curso de Mecanografía 1940-1941.- Diploma de la Sección de Cultura del Centro Gallego otorgado a Fernando por su tercer premio en exámenes de Mecanografía, 1942.

88.- Fernando junto a su madre y hermano.- Fernando y su compañera Nora Gámez.- Yacquelín, hija de Fernando, junto a su esposo e hijo.

90.- Imágenes del viaje de Fernando a España (programa IMSERSO).92.- En Buenos Aires, Fernando ante la tumba de Carlos Gardel.

- El entrevistado y directivos de la Sociedad Arzugana de Buenos Aires.- Fernando junto a Blanquita y socios del Centro Andaluz de La Habana.

Josefi na Fernández RamosHilda Fernández Ramos

Pág.96.- Las hermanas Josefi na e Hilda durante la entrevista.98.- Retrato de la familia paterna andaluza (bisabuelos, abuelos y tía).

- Fachada de la casa familiar en Berja, Andalucía.

Page 188: Biblioteca Nacional de España y siempre

201

100.- Certifi cación de nacionalidad española de Josefi na Graciela Ramos (natural de Cuba, casada con un natural de España), emitida por el Viceconsulado Honorario de España en Morón.

101.- Página interior de la certifi cación.102.- Estampa de la Virgen de Gádor, patrona de Berja.104.- Juan Pedro Fernández, padre de Josefi na e Hilda, antes del matrimonio.

- Josefi na Graciela en fecha anterior la boda.- Josefi na, Hilda, Isabel y José Luis, junto a sus padres y vecinos en Berja.- Juan Pedro y Josefi na Graciela con José Luis, Isabel, Josefi na e Hilda.

106.- Hilda en Sevilla, durante su viaje a Andalucía en 1998.- Hilda y José Luis acompañados del primo Salvador y su esposa, en un encuentro con el alcalde de Berja.- Hilda y José Luis junto a sus familiares, ante la casa natal.

Nelson González Padilla

Pág.110.- Nelson al comienzo de la entrevista.114.- Vista panorámica del Santuario de El Cobre, Santiago de Cuba.118.- Nelson en compañía de directivos y socios del Centro Andaluz.

- El entrevistado junto a su esposa, hijas, nueros y nietos.120.- Nelson con las primas Mariana y Francisca.

- Compartiendo con familiares durante su primer día en Rociana del Condado.

122.- Fotografía más antigua conservada por la familia.- Texto de una de las postales enviadas por la madre de Nelson a la abuela de este en Andalucía.

123.- Catalina Padilla Dancauce con sus hijos: Sergio, Gladys y Nelson, 1945.- La abuela materna Catalina Dancauce junto a sus hijas Dolores y Juana María.

Page 189: Biblioteca Nacional de España y siempre

202

124.- Procesión de la Virgen del Rocío en Rociana del Condado. - Nelson con sus primas en el Camino del Rocío.126.- Tres momentos del día de la Virgen en Rociana del Condado.128.- Altar de la Virgen del Socorro en su Ermita de Rociana del Condado.

- Nelson ante la estatua de Cristóbal Colón en La Rábida, Huelva.130.- Cubierta del libro Andalucía y Cuba entre las dos orillas, coordinado

por Jesús Raúl Navarro García.- Despedida de Nelson y sus familiares en Rociana del Condado.

Margarita Doblado Jarquín

Pág.134.- Margarita a la edad de 93 años, al inicio de la entrevista.136.- Fachada de la Embajada de España en La Habana, donde trabajó y

vivió Margarita junto a su esposo e hijo.

Juan Blasco Ponce de León

Pág.142.- Fotografía realizada al comienzo de la entrevista.144.- Juan a la edad de 5 años en España.146.- Juan y María Francisca Ponce de León en una calle de Málaga.147.- José Blasco Alarcón asiste con su hijo Juan a la Plaza de Toros

de Málaga.148.- José Blasco junto a su madre, su esposa María Francisca y sus hijos

Juan y María de los Remedios.

Page 190: Biblioteca Nacional de España y siempre

203

150.- Reunión de la familia Blasco con el adolescente Pablo Ruiz Picasso (a la cabecera de la mesa). Fuente: El País Semanal.

154.- Grupo que recibió en La Habana al periodista norteamericano Herbert Mathews en 1957. Juan es el primero a la izquierda.

156.- Juan junto a Fidel Castro el 26 de julio de 1973 en Santiago de Cuba.157.- Por la conmemoración del 26 de julio en Pekín, Juan se entrevista con

el líder chino Mao Tse-Tung, 1960.- El presidente chileno Salvador Allende, el comandante Manuel Piñeiro y Juan, durante un encuentro en La Habana en 1971.

158.- El poeta andaluz Rafael Alberti conversa con Juan en la Exposición Universal de Sevilla, 1992.

160.- Juan junto a Gabriel García Márquez y Fidel Castro, La Habana, 1980.161.- Varios condecorados con la medalla por el XX aniversario de la

Revolución entregada por el Consejo de Estado de la República de Cuba. Juan es el tercero de izquierda a derecha.

162.- El entrevistado con sus nietos Juan y Yadira, 2010.- Juan acompañado de su esposa María Elvira, su hija Elvira María y su nieta Yadira, 2010.

Aitana Alberti León

Pág.166.- Una de las primeras fotos tomadas a la pequeña Aitana,

en compañía de sus padres María Teresa León y RafaelAlberti, jugando con la perrita Tusca, Buenos Aires, 1941.

168.- La joven Aitana Alberti recién instalada en Málaga, Andalucía, 1970.- Aitana en su casa de Torremolinos, conocida como La Gallarda, muestra el logotipo que ideó para la Universidad de Málaga, 1972.

170.- Portada de la revista Litoral dedicada en 1997 a la poesía cubana, número al cuidado de Aitana Alberti.

Page 191: Biblioteca Nacional de España y siempre

204

171.- Cubierta del libro de Rafael Alberti sobre Pablo Picasso.172.- Logotipo realizado por Rafael Alberti para la casa de Aitana en

Torremolinos, Málaga, 1971.- Pablo Picasso y Aitana Alberti en una fotografía de Roberto Otero incluida en Picasso y Alberti: La última tertulia.

174.- Cubierta de Picasso y Alberti: La última tertulia.176.- Rafael Alberti a su regreso a España del exilio, 1977. Fuente: El País.

- Aitana con sus padres en Puerto de Santa María, Cádiz, 1978.178.- Rafael Alberti en su visita de 1991 a Cuba junto a su hija Aitana

y sus nietas Altea y Marina.- Fotografía tomada por Aitana a su padre y sus hijas.

180.- Cubiertas de Poemas de Aitana Alberti, Editorial Losada, 1955, y de la reedición en la Colección SurEditores, 2011.

181.- Primer libro de cuentos de Aitana Alberti, Inquilinos de la soledad.- Cubierta del libro de crónicas La arboleda compartida, recopilación de la columna de Aitana en el suplemento cultural del periódico ABC.

182.- Logotipo por el centenario de Rafael Alberti (1902-2002), realizado por Aitana Alberti.- Aitana, la pianista Doris Oropesa y el laudista Efraín Amador, al fi nal del recital Invitación a un viaje sonoro, Cádiz, 1999.

- Logotipo a partir de la fi rma de Aitana. 184.- Encuentro literario en los Jardines de la UNEAC con Rafael Alberti,

a su lado, Abel Prieto y Miguel Barnet.- Aitana junto al poeta Nicolás Guillén y las pequeñas Altea y Marina, 1984.

186.- Portada del periódico español La Razón tras el fallecimiento de Rafael Alberti.

190.- Cubierta de La memoria recobrada: Homenaje a María Teresa León, ejemplar único, colección artesanal realizada por Aitana Alberti.

192.- Aitana en brazos de la madre, Buenos Aires, 1941.- Cubierta de la más reciente edición del poemario Y de nuevo nacer.

194.- Fotografía actual de Aitana Alberti frente a Pleamar, su casa en las proximidades del litoral habanero.

Page 192: Biblioteca Nacional de España y siempre

205

ANEXO II.- MAPAS DE ANDALUCÍA Y CUBA

Page 193: Biblioteca Nacional de España y siempre

206

Page 194: Biblioteca Nacional de España y siempre

207