Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional de España
Transcript of Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional de España
\«.
L A VIDA LiTKkARíA
I^^LIQXJE §íf?ON permiso de no recuerdo qué genio fla-rJ<6 mante que asegura, bajo su palabra de S'iL honor, que nuestros autores viejos están
dando las boqueadas, me he puesto á leer ü Morsamor, de Valera, y, ¡caramba!, me pa
rece una maravilla. Será probablemente porque tampoco yo soy lo que no se llama; pero algunos llaman en español averiado, un efeho; será porque los de la generación de Valera y los de la mía, que viene un poco después, estamos ya todos chochos y mandados retirar, pero ello es que Morsamor me encanta.
No es más que un cuento, una obra de pura fantasía, de vaga y amena literatura, sin pretensiones metafísicas ni siquiera regeneradoras, y mucho menos hidráulicas; pero, así y todo, enseña más, y siempre deleitando, por supuesto, que la mayor parte de libros de texto, que sirven para hacer antipática la metafísica, y toda general filosofía, á nuestros pobres estudiantes.
^Peregrinaciones heroicas y lances de amor y fortuna de Miguel de Zuheros y de Tihurcio de Simahonda.-n De esto se trata, según se lee en la portada; donde, por vía de epígrafe, veo también el principio de Os Lusiadas (Las Luisiadas, como dijo La Época, y como dice una Retórica y Poética... de texto... y añade el retórico que se llaman así «porque están dedicadas al rey Luis»).
Cesse tudo ó que a Musa antigua canta, Que outro valor mai.s alto s' alevanta.
Esto lo dice D. Juan ahora en broma; es una porta-posada humorística y con color local, porque Morsamor tiene mucho que ver con la gente lusitana y el mundo de las conquistas.
Para remachar el clavo, D. Juan copia estas palabras de la famosa égloga IV (Folión), de Virgilio.
Alter erit tura Tiphys, et altera quae vehat Argo
Delectos Heroas;.,.
Otro Tifis habrá entonces, y otra Argos que conduzca á los héfoes escogidos,..
Pero aunque el Sr. Valera se burla de los hijos de su fantasía con estas comparaciones, no deja de ser Morsamor una joya de arte. Burla burlando, y sin pretensiones de novelista arqueológico, repinta con rico pincel y erudición pasmosa, de lo no improvisado, sino de la... ctilotada (valga la palabra) durante años y más años, multitud de escenas históricas, con habilidad pasmosa. Nada de esa pedantería que, por desgracia, asoma la oreja en obras, relativamente análogas, de los Flaubert, France, Duray, Gebhart, Ebers, Freitag, etc., etc. El fruto de la erudición cae maduro con sencillez y sutilidad graciosísima en las páginas del libro para reirlo, y sin molestia jamás, del lector curioso, atento y no zote.
Y no digo más, porque en otros muchos periódicos pienso hablar detenidamente de Morsamor, pues lo merecen el libro y el autor.
¡Parece mentira que á la edad que tiene esté tan fresco de fantasía, voluntad y habilidad artística el Sr. D. Juan... Fresco!
Dios nos lo conserve, porque me fío mucho más de él que de los ácratas sociales, políticos y literarios que nos van saliendo.
465
—¿Qué es eso de ácrata? ¿De dónde viene? --Venir, viene de Grecia; pero, al ver que es
ácrata Bobalicón, te aseguro que, venga de donde venga, á donde va á dar es á Babia.
* * Ácrata es el que no quiere que liíande en él na
die más que Dios y las moscas. Y, como el ácrata en Dios no suele creer, resulta que sólo mandan en él las moscas.
Y e s natural, porque el ácrata suele resultar... un mosquito. *
El famoso Pompeyo Gener, (¿dónde anda ese?") nos trajo hace años la manida novedad del superhombre, sin haber él entendido, por supuesto, el pensamiento del príncipe filósofo que explicó... hasta cierto punto, la teoría de esa humanidad superior.
Pues ahora, otros Generes menos leídos, nos traen el ácrata, que es el anarquista... con las garras cortadas. O de otro modo, el anarquista... sin bombas, llamémoslas así.
* * *
El ácrata, como, no suele atreverse con el gobierno (su mortal enemigo), porque... á Segura llevan preso, se mete... con la gramática, y suele ser partidario de la sintaxis libre en la ortografía libre.
Ácrata debe de ser, aunque él no lo sepa, el periodista que acaba de descubrir una vajilla de Napoleón compuesta, dice, de «platos, asientos, vasos, ecétera».
¿Una vajilla con asientos.^ ¿Si será que el traductor de la noticia tomó por asientos los platos y por platos las fuentes?
Así se escribe la historia... de Napoleón. *
A propósito de asientos como platos; esto de los folletines en francés nativo, va á dar mucho que sentir. Los periódicos aseguran, en el tono de la confianza, que el folletín es indispensable, que sin el crimen y el barbarismo del piso bajo, los suscrip-tores no duermen en paz... y dejan el periódico.
¿De modo que la masa cree de veras al folletín? ¿Es pasto espiritual cotidiano el folletín?... Bueno; pues, el mejor día, resulta que tenemos que dispersarnos como los de Babel. Los españoles, que tantas cosas van perdiendo, van á perder el habla.
El folletín, tal como lo ponen nuestros traductores anónimos ó no habidos, es todo lo contrario del volapuk ó de esa otra lengua que están inventando ahora. El volapuk era para que lo entendieran todos, y el folletinpuk... es para que no lo entienda nadie.
Si resucitara Richepin (que supongo que ha muerto) y se pusiera á estudiar español —y un poco de francés—y después quisiera leer uno de 7mestros folletines... suyos... no entendería una palabra; no sabría que tenía entre las manos un hijo de su fantasía. Ni en francés ni en español podría enterarse de lo que era aquello.
Y ahora pregunto yo, al Sr. Villaverde. ¿No podría caer un impuesto sobre los lectores de folletines?
Podría llamarse, impuesto sobre las inutilidades. CLARÍN
466 LA VIDA LITERARIA
CUENTOS ESPA:^OIJES
EL ALMA DE LAS COSAS
-¿.. .?
PUES SÍ, señor; todavía. Son estas, cosas tan nimias, que casi da vergüenza de explicarlas;
y si no, á ello: verás cómo te ríes. Aun á los dos días de su entierro,
quedaban en la casa vestigios tristes, h u e l l a s indefinidas que siempre deja la muerte por donde pasa. Un silencio extraño, una quietud de capilla, aislados aromas de flores marchitas, de cera y de raso...
Un ser que desaparece deja un vacío en el aire, algo como su imagen ideal... y el aire mismo parece sentir la ausencia de aquello que acariciaba antes.
Han quedado en los nriuebles, en los hondos y mudos espejos, rasgos de aquel vivo, asociaciones de ideas que producen el efecto de una realidad indecisa y fantástica... Se le siente; importunos ruidos despiertan la sensación de sus pasos y el tropel sonoro de sus risas; su voz, sus ojos, sus ideas.
El llanto copioso de su m a d r e me trajo ala memo- / " fia la escena del entierro; el blanco ataúd cubierto de flores, de cintas, saliendo lentamente á la ca l le y alejándose para siempre.
En t o d a la casa reinó o t r a vez su recuerdo repentino como si danzara en el silencio; sus correteos de alondra en los salones del interior, sus risas y sus cantares entre dientes.
Con el rayo de sol que entraba por la puerta vi asomar su rostro blanco y alegre de muchacha sanota, que daba los buenos días con todo el corazón.
Solía llevar sus tijeras de modistilla pendientes del talle en una cinta de seda negra; una coquetería graciosa de obrera bonita, que resaltaba del modo más simpático sobre su blanco delantal con peto y bolsillitos llenos siempre de botones y carretes.
Recordaba sus gestos vivarachos y sus salidas de tono que me habían hecho reir á carcajadas. Jamás pude saber lo que le preguntaron en su úl
tima confesión, pero se le encendía el rostro hablando de ella y se reía con un principio de indignación avergonzada. Esto no impedía que adorara á la Virgen del Carmen, particularmente cuando se llenaba el altar de rosas y de claveles blancos.
Por lo demás, creía obstinadamente en las supersticiones y tenía un miedo espantoso al silbido de las lechuzas y á los aullidos de los perros.
Y bien, este es el tipo; ya ves que no tiene nada de notable, ¡oh, literato! ya ves si hay motivo para que te rías de mi absoluta carencia de refinamiento sensitivo. Mi amada no es Ofelia , no es azucena pálida que crispa las pasiones con sabios rebuscamientos, con macabras caricias de raso vivo, de magnolia prostituta, espléndida y gimiente...
Ella era así, como yo te la pinto; y te puedo jurar que aquella tarde sentía yo un pesar sincero y suave, como la tristeza indefinida que se respira en la plácida agonía de un crepúsculo; nada, en fin, un sentimiento absoluto y sin violencia, melancolía, el placer de estar triste.
Subí lentamente, lentamente á su cuarto de costura, con el deseo de sorprender algún detalle en los muebles, en el aire, en los rincones,... el raro deseo de apoderarme de algo suyo en que vibrara aún su vida mariposesca y mis
teriosa, íntima; sus secretos de virgen no revelados á nadie, los tenues vestigios de sus sueños en la soledad, esas huellas perfumadas que se confían á una cajita discreta y propia, con algo de cariñoso, como un escondite ideal del corazón.
Toda la soledad extraña y como compungida de su cuarto me entró de repente por los ojos hasta el alma.
¡Eso es, aquí lloró sus duelos, aquí soñó calladamente sus venturas!
LA VIDA LITERARIA 467
Un tono triste, de luz adormilada y atónita llenaba la salita; una luz de soledad, de ausencia y de abandono.
Yo creo que hay colores elegiacos y raros silencios que balbucean estrofas doloridas; el jacinto de las tumbas, el musgo de ciertos paredones, las rosas deshojadas y esparcidas sobre una losa de nicho, ¿no tienen el alma punzante y llorosa de una rima?
Júzgame, si no, el más necio y botarate de los hombres; porque había en el suelo retales de cintas celeste, girones cortados por el picoteo de aquel pájaro adorable y habían muerto ya aquellas manos blancas, inquietas y alegres...
¡Porque aún se respiraba aquí y allá la estela impalpable de su vida y el blanco aleteo de su alma poética y humilde!
Abrí el cajón y me inundó el espíritu el vago perfume de sus intimidades; toda su historia reidora y colorista estaba allí, todo su garrido espíritu de española rezadora y bizarra; allí estaba la vida, la risa, la luz; hasta las brillantes líneas de magnolia de su garganta y de su seno.
Allí estaba su rosario de nácar, con arracadas platerescas, la piedad charlatana y sanota, la piedad lírica, con vibrante tumulto de crótalos argentinos.
Y estaba el rosario sobre el jardín opulento de un mantón de espuma, el mantón perfumado en su pelo, ceñido á su talle, ondulado como un manto imperial, con primores de la Alhambra en sus airosos flecos.
Con el corazón agitado por un miedo repentino, abrí una cajita de palo-rosa.
Fué un instante de confusión para mí... creí sentir que su manita me tapaba los ojos y adiviné un gesto de pena pudorosa, y vi otra vez sus dedos inquietos pugnando por cerrar la caja, por ocultarme su adorable historia de violeta.
¡No, no las he visto; descansa! Tus cartas blancas, tus sencillos idilios, las mimosas estrofas que rendiste á un sueño irrealizado, reposan en secreto, guardadas, respetadas.
Eran hojas de tu corona de azahar, de tu sagrada corona de novia; eran el latido santo de tu instinto de madre.
No las vi, no las he leído. Acaso me punzara en el corazón conocer el nombre humano de sus sueños y ver andando por el mundo la carne brutal de sus rosadas fantasías.
¿Eran celos? ¡Era tristeza, la aguda pena de una ternura muerta, de una elegía lejana y misteriosa, que despertaba de repente en mi corazón con la angustia de lo irremediable!
¿Porqué no se lo dije antes? Allí estaba lo que quedaba de ella; y sentí impulsos de besar su abanico, su devocionario, su peina...
¿Llegarán los arranques del espíritu al otro lado de la tierra?
No lo sé, pero al salir de su salita blanca, de su salita triste y atónita, creí que flotaba en el aire algo inefable, sideral, celeste, que me daba las gracias.
Y mi amigo, callado y pensativo se dejó acariciar la frente contraída por las alas angélicas de su locura azul, de su tierna y triste locura.
ADOLFO LUNA
468 LA VIDA LITKRA&IA
-^ RENAUDOT ^
oNFiAD en el progreso!... — ¡Bravo! ¡Bravo! —¡Creed en la República! —¡Bravo! ¡Bravo! —¡Ah! ¡La República! — ¡Bravísimo! ¡Bravísimo! —Sí, señores, es... .—¡Bravo! ¡Rebravo! ¡Rebravísimo! —Dejadme acabar. Es . . . vuestra
madre! (Vivas, aclamaciones, agitación de
pañuelos, etc.) — Viva la República! —¡Viva!¡Vivaaaa!¡Vivaaaa! Estas 6 parecidas frases, coreadas por los vivas
y aclamaciones de un público inmenso, pronunciaba el otro día, á las diez y media de la mañana, colocado en pie sobre una tribuna levantada frente á la Prefectura de Policía, un señor grueso, más que grueso gordo, apoplético, de bigote y perilla negros, de perezosos y lánguidos movimientos. A su lado veíase un bulto blanco, un ser disforme é inmóvil, envuelto en una sábana de baño sujeta con cuerdas...
El señor grueso era el Presidente del Consejo, el bulto blanco una estatua en camisa...
El Presidente del Consejo vitoreó á la República; otros oradores hicieron lo mismo, y tras aquella tempestad de insustanciales palabras y chillones vivas, vino la calma. Hubo un momento solemne; la camisa de la estatua fué descorrida, y el bulto blanco convirtióse, no de otro modo que Fausto de
EAT EL RETIRO, por R. P.
Casimira, Casimira, casi, casi eres cruel, si no me lías un ¡¿edita fara dar un beso en él.
viejo doctor en arrogante mozo, en hermosa estatua. El bronce nuevo brillaba á la luz rodeado de banderas, trofeos y músicos instrumentos. Habían cesado los discursos, y un sol de gloria parecía fundir el resplandeciente metal.
Sentado á una mesa, una pluma de ave en la mano, y la rústica máquina de imprenta á sus pies; vestido de amplio bombacho y cómoda blusa, la cabeza enérgica, arrogante, dura, de luchador del progreso, espesa barba, vivos y animados los ojos, el personaje reproducido por la nueva estatua levantábase sobre elevado pedestal, y atraía las miradas y los entusiasmos de todo el público.
Digamos, por fin, el nombre de aquel nuevo ser que en camisa venía al mundo. Era Teofastro Re-naudot, un hijo más de los muchos ilustres que en bronce, en mármol, en hierro, yeso y en miga de pan posee la ciudad de París.
—Teofastro Renaudot—me dijo un señor de la clase de sabios, que estaba á mi lado—era nada más que un periodista, periodista viejo, pues vivió en el siglo xvu y tuvo la mala idea de fundar un periódico llamado La GazetU de France, y digo la mala idea, porque le persiguieron mucho en su tiempo.
Teofastro Renaudot, mirando como con ojos espantados todo aquel mundo parisién que le rodeaba, y avergonzado de su tosco traje de impresor de hace dos siglos, al lado de los fracs, cruces y dorados, hizo ademán de querer hablar.
Nada tiene de particular que las estatuas hablen en estos tiempos. ¿No habla Mr. Dupuy? ¿No habla tanta gente que debiera estarse callada?
Los que se hallaban más cerca pudieron oir lo que con voz débil dijo el viejo periodista dirigiéndose á los periodistas modernos:
—¿Dónde estoy?—preguntó.—¿Anda por ahí Corneille? ¿Mas qué son estas calles, quiénes son estos señores? ¡Qué sombreros, qué feos! ¿Quién es ese señor grueso que ha hablado tanto? ¿Dónde estoy? —repito... París, debe ser París. Allí enfrente veo el reloj azul del Palacio de Justicia, más lejos las torres de Notre Dame, el río, allá la torre de San Jacques... ¿Pero qué es este ruido, esta luz? ¿Sueño, hablo, vivo? ¿Quién ha traído aquí la luz? ¿Dónde están las calles negras y sin aire y sin luz? ¿Han descolgado el ahorcado de ayer? ¿Pero qué hora es? ¡Las diez y aún no ha salido el segundo cuaderno de la Gaceta! ¡A la obra! ¿Pero dónde andará ese Corneille? Estará paseando por las galerías, esperando á que lleguen los impresos. ¡A tra • bajar! Hoy es preciso adular un poco á Monseñor. ¿Han traído la nota Üe Richelieu? ¡Ahora ha subido el socorro que nos daba! ¡Es preciso darle gusto! ¡Diez sueldos número lo paga!...
(Al decir esto se oyeron risas en el corro de los periodistas modernos. ¡Diez sueldos! ¡Menos de cinco francos!—exclamaban algunos.)
—Hay que preparar los dos cuadernos; el cuaderno primero con las noticias del Norte y del Sud de Europa; el Ordinario con las del Oeste y del Este, Y guardad algo fiambre para el Extraordinario del
LA VIDA LITERARIA 469
mes; el suplemento recreativo para el cual preparo aquella traducción del latín, en quince hojas, tratando de los milagros de Nuestra Señora de la Piedad. (Nuevas risas en el corro.) Hoy pondremos, primero, la fiesta de los fuegos artificiales que hubo en Uzés hace quince días. Es una relación curiosa, que me envía un corresponsal diligentísimo, que sólo ha tardado quince días. Es un tal Racine, que hará camino en esto de procurar noticias para el mejor servicio del Rey. ¡Quince días! ¡Parece cosa del diablo.
(Nuevas y estrepitosas risas en el corro.) —Después pondremos la relación de la proce
sión de ayer, con todo el sermón del reverendo, cuatro hojas, poca cosa. ¡Vaya, no perder tiempo, á trabajar! A ver si esta cabeza está compuesta para las seis de la tarde. (Estrepitosas risas.) Como no hay cosas más importantes, podemos poner algo literario; porque hay que ir publicando estas literaturas de poetillas para dejar espacio al gran discurso que ha de decir la semana que viene el duque de Montmorency. En él ha de tratar de la Caza del curvo, y esto es de suma trascendencia, Así es que hoy irá el soneto á una dama que cojea y la relación de los tres gentilhombres y la señora y el pastel de liebre de ese desvergonzado de Bran-tome. ¡Ah! Hoy es preciso publicar una cosa muy importante: la pedrea con que han obsequiado hace un mes, en Flandes, al ejército español, la relación de los ahorcados de ayer, 'ios tormentos de la pasada semana y las tres hojas de recetas y las cuatro de astrología. Y, por último, el elogio de Monseñor, la relación de hospitales y la-s ocho hojas de cultos. Creo que la primera Gaceta podrá salir dentro de ocho días.
(Grandes y estrepitosas risas.) —Aquí tengo también el saludo que voy á diri
gir á los Príncipes que no dejan pasar la Gaceta en sus Estados. «Solamente os haré un ruego, les digo. No perded inútilmente el tiempo en prohibir el paso á mis Gacetas, que son un objeto de comercio que jamás puede detenerse, y que es de la naturaleza de los torrentes, que cuando se quiere atajarlos, lo arrollan todo bravamente».
—(¡Bravo! ¡Bravo!, en el corro.) —No olvidéis el anuncio caro del dromedario
joven que se vende en la Bastilla. Y ya sabéis que desde hoy la Gaceta se vende á un sueldo... (Grandes risas.)
—¿De qué os reís? ¿Qué hacéis ahí tomando notas?
—Somos los reporters. —¿Y qué es eso? —Nuestro oficio es molestar á todo el mundo. —¿Sois, pues, los gaceteros modernos? —Sí. —¿Cuántas hojas tienen hoy las Gacetas? —Una hoja. —¿Son muy largos los artículos? —Cincuenta líneas. _ . —¿Se predica la moral, la religión, el servicio
del Rey? Y una estrepitosa carcajada salió del corro, mien
tras Renaudot se fundía en su bronce, asustado quizás de su propia obra.
T S - ^ I G I Ó I s r
A la sombra de un árbol
juraste serme fiel toda la vida,
y duró el juramento
lo que tardó en llevárselo la brisa;
pues debajo del árbol te encontrabas
á los dos 6 tres días,
repitiendo los mismos juramentos
y las promesas mismas
á mi odiado rival, al que te adora
robándome el aliento que respiras...
En cuanto os alejasteis, acerquéme
á la sombra maldita
de las ramas aquellas que ocultaron
tu infame alevosía,
y sentéme á llorar sobre la hierba
mi ventura perdida.
Ignoro el tiempo que llorando estuve.
Ya la tarde caía
cuando me levanté para alejarme
de aquel lugar: suplicio de mi vida.
Las gruesas ramas del añoso tronco
sus largos brazos hacia mí extendían.
Dirigí mis miradas
poseído de angustias infinitas
á aquel mudo testigo de mi afrenta;
en él fijé mis húmedas pupilas,
y vi correr por su corteza obscura
lágrimas de resina.
RAMÓN L . MONTENEGRO
E P I G R A M A S
RODRIGO SURIANO
AL usurero Gestoso que presta al den/o por ciento
le llaman, y esto no es cuento, de nombre don Generoso.
Al señor D. Juan Medrano que nació en Villa Centeno, á pesar de ser muy bueno todos dicen que es villano.
Jorge Dinero y Borrero me dejó su saco un día; murióse Jorge en febrero y me quedé ¡ohl picardía, con el saco de Dinero,
(Del libro Grandes y Chicos.) X Y Z
470 LA VIDA LITERARIA
La caia del señor cura nunca la vi cono ahora: ventana sobre ventana y el corredor á la moda. (Cantar popular asturiano),
I
NOCHE alegre de Santiago,
tan alegre como pocas...
Turbas sin fin por el pueblo
girando van bulliciosas;
y unos hablan, cantan, ríen...
y otros bailan, danzan, tocan...
en tanto que, allá en el fondo
de triste y severa alcoba,
sentado está el señor cura
con su sobrinita Rosa,
que es un serafín bajado
de la mismísima gloria
y que hablando está á su tío
entre sumisa y mimosa:
—)Es bien triste, señor cura,
que una noche, como pocas
de alegre y regocijada,
me tengáis en vuestra alcoba,
entre subidas paredes
y entre tinieblas y sombras,
como pájaro en la jaula,
cual caracol en su concha...
Y es más triste todavía
cuando se sufre y se adora
y hay un galán que la casa
rondando pasa las horas
y en quien se ha puesto hace tiempo
el alma y la dicha toda...
mas... ¡escuchad!... ¿No lo oís?...
¡Cantando viene una rondal...
Y á nuestra puerta se paran...
Callan... escuchan... ¡ya tocanl...
¡Por Dios.,, por Dios, señor cural
no me tengáis entre sombras...
Ventanitas quiero al huerto
y el corredor á la moda...,
¿Cantan?... ¡El es!... ¿No le oís?...
Su voz distingo entre todas...
¡Es él!... Aquel á quien amo ..
Aquel galán que me ronda
desde que muere el crepúsculo,
hasta que nace la aurora...
¡Mirad, señor, qué bien canta...
¡Ved cuan sentida es la coplal...
¡Qué amorosos pensamientos!...
¡Qué frases tan melodiosas!...
¡Sin contar lo que ellas pierden
del corazón á la bocal...
Callan,,, escuchan... se ríen...
¡Tocan de nuevo una jotal...
Se van... ¡qué alegres se marchan
y yo... ¡qué triste! ¡qué sola!...
¡Por Dios... por Dios, señor cura!
no me tengáis entre sombras.
¡Ventanitas quiero al huerto
y el corredor á la moda,
donde, en las noches calladas,
felices pase las horas
en amorosos coloquios
con el galán que me adora!...
Calló la amante muchacha:
se oyó alejarse á la ronda,
y el cura, incierto y confuso,
dando vueltas por su alcoba,
con acento reposado
murmuró para sus solas:
—Son verdaderos diablillos
las muchachitas de ahora:
ventanas quieren al huerto
y el corredor á la moda.
Mientras que, allá en las lejanas
calles que sigue la ronda,
se oyen perdidos los ecos
de una patética jota
11
Yo no sé lo que habrá hecho
el viejo tío de Rosa
después de la noche aquella,
tan alegre como pocas,
que al poco tiempo en la plaza
cantaban mozos y mozas:
uLa casa del señor cura
nunca la vi como ahora:
ventana sobre ventana
y el corredor á Ja modi-n.
ENRIQUE CARRERA
(Del libro en prensa Tambor y gaita.)
LA VIDA LITERARIA .471
DESDE EL BARRIO LATINO
OuÉ entrada! Teníamos que inclinar la cabeza para no tropezar con el dintel de aquella puerta, abierta como bóveda de arco reba
jado. Luego, palpando las paredes, descendíamos con lentitud desconcertante los escurridizos escalones de piedra, hasta que llegábamos al piso firme, allí, entre toneles barrigudos y bajo un techo de botellas sujetas entre cinchos de hierro.
La bodega franco-española estaba en una callejuela, junto aux Halles—el gran mercado.— Doña Dolores, dueña de la tienda, señora gruesa y sonrosada , nos daba albergue amable. Una linda muchacha, hija del ama, solía aparecérsenos por el foro de aquella escena extraña, viniendo á sentarse cerca de su mamá y charlando con el desparpajo y la gracia de una sevillanita de quince años. Valentín, el torero; Santiago, el profesor de lenguas; Perico, el maestro de guitarra, eran allí mimados. El uno nos pagaba la manzanilla y el champaña, el otro nos entretenía con sus dichos guasones, y el tercero se nos tocaba las soleares y guajiras, y los tangos borrachos que se bailaban á deshora Pepe y Paco Lucena, hermanos naranjeros que traían á París media huerta de Murcia. Alejandro, novelador de aspecto doctoral y, no obstante, simpático, llegaba algunas noches. Y su amigo el banquero, resistente en bebidas y liberal en dádivas. Mezclábase la torería andante, por estas tierras rezagada, con unos cuantos escritor-cilios, pertenecientes al enjambre de traductores encerrados en la artimaña de libreros rapaces que aquí en París anidan.
Servía las bateas un mocetón de rostro afeitado y de mirada torva; vestido de chaquetilla de alamares, pantalón entallado y faja azul de seda. Pero el champaña nos lo servía una criadita francesa, vivaracha y guapota, apetecible con su gorrito blanco de puntillas rizadas, sus senos abundantes y sobre todo con admirables bajos, con unos naci
mientos de piernas que eran punto de mira de casi todos los contertulios, de suyo mal pensados.
No era esta moza, sin embargo, el atractivo de la insigne bodega. Al menos para unos cuantos de nosotros la atracción era otra. Se trataba de unas conversaciones sembradas de recuerdos y anécdotas de un sabor popular delicioso y fresquísimo, con que nos entretenía una mujer ya vieja. Era esta mujer una de esas servidoras tenaces que honran á la casa en que viven. No sé de donde procedía pero ella era andaluza, acaso de la Sierra de Córdoba, gitana ó montañesa, nacida en un picazo de los montes Mariánicos ó hacia Lora del Río, en un valle arenoso, entre juncos, espadañas y aneas. Había sido hermosa. Su semblante risueño se revestía de placidez encantadora cuando alguien le decía, bromeando:
— ¡Vamos, seña Frasquita, que á los quince años á cuántos habrá usté quitao el sentío!
—¡A los quince años! Y á los cuarenta, compare; me paece que no hay muchas jamonas, arriba de los treinta, que tengan tanta luz en los ojos como laque la seña Frasquita guarda todavía enlossuyos.
—¡Pues vaya por la seña Frasquita y que nos traigan unas copas!
Una noche el diálogo de los toreros fué más lejos. Valentín quiso que la seña Frasquita cantara.
—¡Hombre, sí; que cante! —¡Oye, Perico, venga de ahí algo, de lo bueno! —¡Ole... ole... Frasquita!... Y el palmoteo acompasado empezó, marcando
un aire triste, una lamentación moruna, de quejidos vibrantes.
Empezó la seña Frasquita su canto con un ¡ay! prolongado. Era una voz que venía de lejos, de muy lejos, y tardaba en llegar. Llegó por fin, hasta nosotros, con acento conmovedor y dulce:
Me asomé... me asomé á la muralla, me respondió el viento, para qué son tantos suspiritos si ya no hay remedio... si ya no hay remedio...
Las cuerdas de la guitarra se estremecieron con un rasgueo sordo. Y la emoción pasó, tocándonos en la frente con su mano de hielo.
L L Ó P E Z LAPUYA
472 LA VIDA LITERARIA
-•í̂ í̂' D^^is O J k . i s r T ^ K / E S (•) <^>^^
CAÍSTE? Pues á luchar.
¿Ya luchas? Pues á vencer,
¿Venciste? Pues á pensar
en no volver á caer.
Si por algo estoy conforme
en este valle de males,
es por haber conseguido
que no me salude nadie.
Van el placer y el dolor
tan unidos en la vida,
que hay quien se ríe de pena
y quien Hora de alegría.
Que te duele el corazón
me dices, ¡qué tonta eres!
¿De cuando acá, vida mía,
tienen eso las mujeres.
Mientras mayor es su culpa
es más grande mi carifio;
vergüenza me da mirarla...
ly sólo viéndola vivol
El querer sin ser querido
es una pena muy grande;
pero es más pena morirse
sin haber querido á nadie.
Aunque queriéndome mueras.,,
nunca me sabrás querer
como quiero que rae quieras,
¿Para qué presumes, tonta,
si has de venir á buscarme
á la larga ó á la corta?
Anda, vete, mala sangre,
que me enseñas la comida
para matarme de hambre.
No hables tanto de tu honra;
lo que más falta nos hace
siempre es lo que más se nombra,
Su cara de rosa
cubrieron de tierra
|Tal vez esas flores que brotan del nicho
son suspiros de ellal
Te he visto ayer tarde
vestida de negro,
y al pensar que por él llorarías
|m& dio envidia el muertol
(I) Del libro titulado así, que acaba de pU' blicaTM.
Los sabios me dicen
que el mal que yo tengo
mientrasque ttísigas queriendo áotro hombre
no tiene remedio.
De las penas mías
la que es más cruel
es saber que me quiere y la quiero.,,
|y no puede ser!
ALFONSO TOBAR
LA VIDA LITERARIA 473
APUNTE DE GRANADA, por G. Faura.
LOS ^LTJOIlÑr^nDOS (PARA JOSÉ DE LA LOMA)
MIENTRAS yo trataba de consolarle diciéndole que su mal no era cosa de cuidado, Luciano sonreía con esa sonrisa de esfinge que
suelen tener los enfermos incurables en los instantes de resignación. Luego, haciendo un esfuerzo, vano para incorporarse en el lecho, me dijo:
—Estoy tísico. . , TT ,. j „ —No; no. lY aunque lo estuvieras I Hoy todo
se cura. —¿Todo? . . j La breve pregunta fué pronunciada de una ma
nera tan enigmática, tan sumisa y tan irónica a la vez, que no me atreví á contestarle.
El prosiguió: —Todo, menos mi mal. Los médicos dicen que, teniendo, como tengo,
una constitución robusta, no habiendo abusado nunca de los placeres y vivido bien, mi tisis es misteriosa y no ofrece origen visible. Para ellos no lo ofrece, en efecto; mas para mí sí. Me muero de frío...
¿Te acuerdas del último baile de Noemi? Al volver á casa, en la madrugada, una silueta femenina llamóme la atención con la gracia menuda de su línea; y sin deseos, sin esperanzas, sin darme siquiera cuenta de lo que hacía, la seguí, paso á paso, por la gran calle apenas despierta, componiendo mentalmente frases sin coherencia y sin sentido al ritmo de sus caderas que ondulaban ante mí como alas de paloma. Lo que duró nuestra marcha silenciosa, no podría decírtelo, pero debe de haber sido mucho tiempo, mucho tiempo, pues cuando llegamos al lugar del crimen, el sol había ya dorado la piedra de las fachadas. El cielo estaba alegre, como siempre que se trata de cobijar un acto cruel, como en las tardes de corrida. Desde entonces...
— Pero, ¿y el crimen?—pregúntele inquieto. —Ella se detuvo (murmuró). — Y me clavó los
ojos en el alma (murmuró más quedo). En seguida dejó de hablar. Con la mirada fija en
el reloj de la chimenea y siempre sonriendo con su helada sonrisa de esfinge, permaneció inmóvil cual un muerto.
*
La atmósfera de aquella alcoba, saturada de emanaciones de éter y de creosota, la atmósfera alucinante y acongojadora, oprimióme el corazón hasta el punto de hacerme pensar en salir de allí abandonando á mi amigo para siempre. El lo adivinó, sin duda, pues volviéndose hacia mí, me dijo:
—No te vayas... no me dejes morir solo... Mira que desde entonces vivo en una agonía perpetua y deliciosa, de frío y de insomnio. Durante las primeras semanas, figúreme que la alucinación sería pasajera y que, trabajando ó viajando, nie curaría sin gran dificultad del mal de mi visión fija. Entonces me marché á Italia, en busca de calor; pero los ojos se fueron conmigo; y mirándome sin cesar, día y noche, de noche sobre todo, siguieron helándome la sangre entre las venas... ¡oh, aquellos ojos, esos ojos! Ahí están... tú no los ves, pero allí están tales como el primer día que me acariciaron desde lejos con su mirada fría y muerta, con su mirada de eternidad, de virginidad, de sufrimiento; con su triste mirada de crimen y de vicio... Ahí están... Y no tienen expresión, no me dicen nada, no hablan... Son dos pupilas de agua glauca, dos pupilas líquidas, y vacías, y claras, y casi sin color, y sin forma ninguna... Son los ojos de Ofelia y de Melisanda... Son los ojos de Astartea, reina del mar... Son la venganza del amor asesinado... Los ojos de María Antonieta, deben de haber sido así en el momento de la muerte... Son ojos muy antiguos, conservados en lágrimas... Allí están, mira...
* * * Una risa nerviosa y estridente, no muy sonora,
pero sí muy intensa, sacudió los labios de mi amigo.
Yo tenía miedo.
474
—No tengas miedo—me dijo él sin que palabra ninguna se me hubiese escapado. — No tengas miedo... No te harán nada... Son sólo míos y sólo á mí me buscan y me acarician con una tenacidad celosa... A veces, por la noche, cuando rendido por la fatiga del placer inmenso y doloroso que sus miradas me producen, me duermo por completo, sus pupilas se dilatan y me despiertan, obligándome á tiritar de frío. Hace un año, después de haber pasado tres días gozando de ellos como un loco, gozando sin cesar, empapándome en sus efluvios, aniquilándome ante sus resplandores de luz agonizante, retorciéndome en un espasmo sin fin; después de haber llorado y de haber reído setenta horas enteras, no pude más y les pedí por Dios que me dejaran sólo al menos un día, medio día, las ocho horas que los obreros reclaman para dormir; nada más que eso. ¡Y fué horrible!... ¡No puedes figurarte lo horrible que fué... Se marcharon, me dejaron sólo, ya no tuve frío, ya no sufrí y mi alma, rni pobre alma enamorada, sufrió, sin embargo, mil veces más de no sufrir... Pero volvieron. En su crueldad infinita, son clementes... Y allí están de nuevo, siempre míos, siempre fijos, muriendo conmigo, matándome dulcemente, piadosamente, sin perder un minuto, ni un segundo; matándome de las mil muertes de que ellos han perecido... Porque son ojos muy antiguos, conservados en lágrimas... Son tal vez los ojos de Cleopatra, palidecidos por los siglos... los ojos de Salomé, arrepentidos.., son los ojos de todas las princesas lejanas muertas de amor... ¡Y son tan claros, tan fluidos, tan tiránicos! A veces parecen turquesas iluminadas por una luz espectral; á veces son ópalos mates, con toda el agua de la gema glauca, pero sin sus cabrilleos de luz; á veces son esmeraldas casi blancas... En la penumbra de nuestras noches de vértigo, semejan inmensas gotas de agua de un mar nunca visto, iluminadas por la luz de la luna... ¿No los ves?...
Luciano se volvió hacia mí. En su sonrisa enigmática, había titilaciones febriles, muy rápidas, muy ligeras...
—¿No los ves?—tornó á preguntar señalando al cielo con el índice crispado.
En seguida terminó: —Y lo más admirable es que son ojos muy an
tiguos que se preparan sencillamente para vivir una vida personal dentro de muchos siglos. Son los ojos futuros de Astartea; son los ojos con que mirará más tarde, mucho más tarde, la diosa de la Lujuria, esa diosa que aún no ha nacido, que está apenas en formación, y cuyo advenimiento preparamos todos los que morimos de amor... Porque la Lujuria vive de Muerte y de Dolor. Y la Vida no tiene nada que ver con ella. Y la Salud es su enemiga... Van á morir conmigo, esos ojos; van á morir viéndome morir, .para absorber mi último suspiro... Y cuando hayan, así, ahogado en sus ondas gfáucas muchos millares de almas, muchos millares de miradas, muchos millares de agonías, se engarzarán entre párpados muy blancos, algo marchitos, eternamente entornados, y reinarán en una humanidad de locos que, por ellos vivirán muriendo en un espasmo sin fin.
E. GÓMEZ CARRILLO
LA VIDA LITERARIA
COMENTAR/OS DE LA CORTE CELESTIAL, por R. P.
Santa Virginia, virgen.
San Simplicio, toda la vida.
San Canuto, maestro de escuela j mártir.
LA VIDA LITERARIA 475
VERANEANTES
ANTE todo, siguiendo el ejemplo de Gedeón, ruego á ustedes que me dispensen por escribirles en mangas de camisa. Desde que entró
en Cáncer, el sol pica más que Badila y parece que vivimos en el Sudán, que debe ser el país donde más se sude. A todas horas oigo á la gente quejarse de que suda el quilo, y si esta temperatura sigue algunos días, al cabo de ellos, habremos ya sudado la arroba.
Las imperiosas vacaciones de estío, como dijo Silvela por labios augustos, van dejando á Madrid sin gente: no pasa día sin que leamos en los periódicos una lista (la lista grande) de títulos del reino, opulentos banqueros, ilustres políticos é ilustrísi-mos prelados que parten (y no por el eje) á San Sebastián, San Juan de luz, San... tander, San... toña y demás santos urbanizados de las playas del Norte. ¡Aquello es la gloria! O por lo menos la corte celestial.
¡Desdichados los que no podemos dejar la corte, aunque la corte nos deje, para acudir á las costas y disfrutar de las cualidades refrescantes, aperitivas, reconstituyentes y hasta, si es necesario, afrodisiacas, de las brisas marítimas!
Los condenados sin costas á Madrid perpetuo, en vez de hacer vida de cpngrio, tenemos que hacerla de murciélago, acogiéndonos á la noche, eterno asilo del miserable... aunque no siempre en el sentido en que lo dijo D. Juan Nicasio Gallego.
Pero no todos los veraneantes de fuste descienden al nivel del mar. Muchos prohombres y algunos hombres de pro, que no es lo inismo, acaban de llegar (como anuncian en las tiendas de ultramarinos, refiriéndose á los garbanzos de Fuente Saúco) á Panticosa,Mondáriz, Fítero, Alhama y otros puntos más ó menos acreditados en el arreglo y com-" postura de distinguidas visceras echadas á perder.
Sin embargo, hay personas que disfrutan de perfecta salud y van á tomar aguas minerales (no confundirlas con las animales ni con las vegetales) por puro recreo. Un mi amigo, aficionado á la prehistoria, ha ido este año á Panticosa con objeto de estudiar al hombre de las cavernas... pulmonares.
Lo malo es quela estancia en los establecimientos de aguas medicinales resulta cara, para muchos, y para los demás resulta cruz.
Este año, con motivo de la tardanza en el cierre de Cortes, abundan menos los comisionistas de la política que se pasan el verano discurseando por las provincias de esta Hbre, feliz é independiente nación que se abre incautamente al silveÜsta y al sagastino, y luego se venga de ellos haciéndoles pasar malos tragos ó malos bocados.
Mas ¡qué remedio! El perfecto personaje necesita echar á perder el estómago y la lengua... castellana.
¡Qué brindis se pronuncian por ahíl Son verdaderos pronunciamientos contra la gramática constituida.
Y ahora advierto la analogía (sintaxis y demás) que existe éntrelos personajes políticos y los matadores de toros: unos y otros pasan el verano viajando, brindando y recibiendo... ovaciones; y si á los diestros les dan orejas, á los otros, que tampoco son zurdos, les suelen dar oídos.
NICOLÁS DE L E Y V A
COn/IENTARIOS DE LA COñTE CELESTIAL, por R. r .
San Co!iiíHo, marido.
Santa Pura, hasta los catorce años.
Santa Benigna, suegra.
476 LA VIDA LITERARIA
EN LA PLAYA... DE RECOLETOS (Conversaciones al oído.)
—¡Qué guapa viene la de Ramírez! —Es natural. Su marido juega en Bolsa. -¿Y.. .? —y es amigo íntimo de Villaverde.
—¿Quién es ése que está con la de Altuna? —El que cobra.
—Mira: la de Pinoverde con Arturo Liñán y la' de López con Ramiro Sáez,
—Sí: el turno pacífico...
.* * —¿Qué es de López? —En Panticosa. —¿El pecho? —No: los ingleses.
—Ahí viene el baroncito. Sonríe... —Es inútil. Su mamá no le da más que diez pe-
petas los domingos.
—Pues desearía diez mil reales. —Sobíe su paga. —No: sobre lo que pago.
* * —Que fresquita está Elena. —El escote es muy provocativo. —Y esos tules calados de la espalda. — Querrá armar... —Sí: una nueva guerra de Troya.
—¿Qué se sabe del general H.? —En sus posesiones. —¿Pero?... —Las que ha comprado al volver de Filipinas.
—¡Calla! La Condesita de Aznar con Manolo Sánchez...
—¿Y el Conde? —Con la mujer de Sánchez...
*
—¿Qué es de Alberto? —Haciendo de menor de edad. La respetable
Marquesa de X es su tutora.
* * *
—Salón Rouge, salón Bleu... ¿Qué te parecen esos salones?
—¡Phs! Salones con vistas á la alcoba.
—Qué elegante viene Gómez. —¿Ha heredado? —No; se ha brecho admirador de Para ñaque.
* * —¿Por qué ha reñido Aurorita con su novio? —Por,..
I •|-
*
—¡Qué vergüenza! Santizo diputado... —Será su mujer muy guapa... —La que es guapa y caritativa es la mujer de.
—¿Irás á los toros? —No me gustan los Benjumeas. Casi todos están
defectuosos de la vista.
AGUSTÍN GARCÍA CANO
Á VUELTA DE CORREO
L. S. O. —Barcelona.—Me envía usted un soneto con trece versos. Se conoce que al copiar se le escapó á usted uno. Y digo al copiar, porque el soneto ese le escribió antes que usted D. Manuel Bretón de los Herreros.
T. V. O.—Málaga.— |Y yo también á til Milagro que no saliera un andaluz con pata^ ahora que el Marqués de Pidal se rejuvenece con los aires marítimos,
RoMPELANZAS.—Madrid.—Envíe la firma y las sefias de su domicilio. Se le contestará cumplidamente.
FIRMA-FIRME.—Ni el romance ni los cantares pueden aprovecharse. Aquél por incoloro, éstos por anodinos,
D, B, C.—Castellón, —Ga&ráo su poesía, para leerla con al-•giln detenimiento. Así, de primera impresión, no me resulta,
S. H, M,—Coruña. — 'Ña.didL de verbenas. Se ha abusado tanto de ellas...
PACO PEPE, —/1/ama. — Dice el administrador que podía costarle á usted 25 pesetas la inserción que desea. Conque usted verá,
Z. X.—No he tenido tiempo de leer su cuento. El principio me gusta. Si sigue así se publicará.
Y. D.—Gijón. — Sns Gotas de tinta, son demasiado espesas. Donde caiga una, mancha segura. Sobre todo si le cae á Burell,
S. M . - C A B I T Ó N . — ¿ S I R V E E S O ? — H . I. J. — E L DE TODOS
L03 DÍAS.—M. M. M.—L, O. P , — P E P A PELOTE,—A, S. y A.
L. P.—Madrid.—Todos sus trabajos duermen ya el sueflo eterno en el carro de la basura, [Cuánta tonteríal
Y. R, R.— Ahí van los primeros versos de su soneto;
Vanagloriarte puedes bella Celia de haberme hecho sufrir cerca de un año mas todo concluyó, ya no el antaño antiguamente mucho te quería tií con desdenes pagabas mi porfía.
¿Usté cree que así llegaremos nunca á la regeneración de la
patria?
C A M P A N E R O . — Valencia, — Me Egradan los cantares, pero,..
¿son de usted? ,
Continuaré despachando el correo en el numero próximo.
Tengo ante raí un inmenso montón de artículos y poesías, me
da el corazón que casi lodos han de ir al cesto.
MADRID.—Imprenta y Encoadernación de Ricardo Fé, Olmo, 4.
LA VIDA LITERARIA 477
El arte
de elegir mujer VERSIÓN CASTELLANA DE A. GUERRA Y ALAROÓN.—ILUSTRACIONES DE PICÓLO
Vivir y dejar vivir, aplicar á la familia la noble institución
moderna de la sociedad cooperativa, alzar también en la casa
la bandera de la asociación de la fuerza. |Uno para todos, y
todos para uno!
• •
La infídelidad y la traición no son los únicos gusanos que corroen el matrimonio. Tenemos las discordias domésticas, que provienen de las desemejanzas de los deseos, de los sentimientos, del corazón, del pensamiento; tenemos la tristeza cuotidiana del orgullo, de la vanidad de casia, de la terrible desproporción entre el sentimiento y el intelecto. Tenemos lOj parientes de la mujer y los del marido, que por cuenta propia; se hacen la guerra complicando los problemas, envenenando la herida, abriendo á cada instante las cicatrices que el tiempo ó el amor habían piadosamente cerrado.
Si la guerra en el matrimonio es una excepción, la paz es
aún más rara, y puede decirse que en la mayor parte de los
casos están siempre en un estado de paz armada; ambiente que
enerva las fuerzas, sécalos sentimientos más puros, destruyendo
la felicidad. En una palabra; siendo como es hoy nuestra so
ciedad, en la unión de la familia el inñerno no es común, el
paraíso es rarísimo, y el purgatorio es de casi todos.
El matrimonio es ahora y será siempre lo menos malo entre
las asociaciones del hombre y de la mujer, y podrá y deberá
hacerse cada vez mejor, y de este modo crecerá la felicidad
humana, que es para mí el fin más alto y más verdadero de
todo progreso. {Qué vale recorrer las distancias con una velocidad de 70
kilómetros por hora y poder hacer el viaje alrededor del mundo en tres meses? ¿Qué hablar por el teléfono y ver nubes en el cielo de Marte? jQué tanta fecundidad de libros y aluvión de periódicos, si no se acrece ni en un real el patrimonio de la alegría humana?
Hoy, tal como es el matrimonio, puede hacernos felices del mismo modo que una jugada de lotería puede hacernos ricos; pero mientras abre una puerta á la posibilidad del bien, nos abre dos á la del mal. El que dice el si fatal delante del juez, deja caer un granito en el platillo de la balanza que pesa nuestra felicidad; no deja caer dos en el que pesa nuestra desventura.
Así que á él corresponde detener el turbión, y á la sociedad el defender el matrimonio de los peligros que lo minan, con sapientísimas leyes, no inspiradas en arcaísmos del corazón ó misticismos teocráticos, sino en el profundo conocimiento del hombre.
Hace más de veinte años que en la Fisiología del amor rompí lanzas en defensa del divorcio, y esperaba verlo escrito hoy en las leyes de mi país. He aquí como me expresaba entonces:
«El divorcio debe prontamente consignarse en nuestras le->yes: lo reclaman los esposos felices para recobrar su libertad, «ofendida con un vínculo tirano; lo imploran de hinojos los «infelices cuya desventura ó la culpa condenó á la suprema en-»tre las torturas humanas: á la de una esclavitud sin redención, »de un yugo sin descanso, de una tortura sin consuelo, de un «dolor sin esperanza» ( l ) .
Hoy el divorcio no está escrito aún en nuestras leyes, pero
(I) Fisiología dell'amore. Milán, 1873. pág. 338.
478 LA VIDA LITERARIA
la opinión pública lo quiere y se escribirá. Nadie se atreve ya
á defenderlo con las armas de la iglesia; algunos lo defienden
aún en nombre de los hijos y de la santidad de la familia.
Muchos son víctimas inocentes del matrimonio, porque no
se escuchan sus voces; y cuando el legislador rodee el divorcio
de todas las garantías, no disminuirá la santidad de la familia,
pero librará á los hijos del espectáculo cruelmente abyecto de
sus padres, que, odiándose, viven bajo el mismo techo, y ho
micidas en el deseo, llevan la cadena del galeote, que no tienen
valor ni fuerza para romper.
A lo que tienen que hacer los legisladores, hay que agregar
lo que deben hacer los directores de almas, que se llaman es
critores, maestros, educadores. Están obligados á educar á la
mujer para que sepa lo que es el amor, el matrimonio; para
que no vaya atada de pies y manos á un
pacto que ella no conoce más que de
oídas; para que no penetre en lo desco
nocido guiada solamente por la autori
dad paterna, materna ó religiosa.
T.a posibilidad de la desventura es
cien veces mayor para la mujer que para
el hombre; porque ignora todo lo relati
vo al matrimonio y va á la iglesia ó al
juzgado como inocente cordera llevada
al matadero.
Tal como está hoy nuestra sociedad
civil, su única profesión es la de esposa
y madre, instruyéndola para este oficio
desde la infancia; pero no ya para que
sea esposa ejemplar y madre perfecta,
sino para que pueda encontrar un mari
do, y á ser posible el ideal de los mari
dos, uno que reúna las condiciones de
buen mozo, joven y sobre todo rico. La
adiestran secreta, malicirsamente, en el
arte de cazar lo que se entiende en frase
corriente por un buen marido, y no ya
para hacerle feliz, al par que hace su
propia felicidad, sino para acrecer su
rema y si es posible, subir uno ó más escalones de la jerarquía
social. Si es pobre, quiere ser rica; si rica, millonaria; si bur
guesa, condesa; si condesa, marquesa ó princesa. Esto es á lo
que debe aspirar; toda su educación debe conducir á este fin.
Luego si el matrimonio tiene por base una industria seme
jante á una, asociación de corazones y de pensamientos, nin
guno de los do5 compañeros, mirando al otro con rencor, debe
poder pensar:
Tú me has comprado.
Ye me he vendido.
Nada puede lavar este pecado original, que contamina el
matrimonio. En vano ITS goces de la riqueza, la fastuosidad
de la alta jerarquía, los refinamientos de la voluptuosidad do
méstica arrojan flore* sobre aquella plaga para encubrirla.
AI más mínimo vestigio, á lamas leve nubécula que obscu
rezca el cielo de la vida de los dos, del fondo de la conciencia
turbada como voces de un espíritu maligno, surgirán las fata
les palabras:
Tú me has comprada.
Yo me he vendido.
Y cuando ni riqueza, ni voluptuosidad, ni vanidad tienen
nada que arrojar á la plaga cancerosa, aparece el esqueleto
mudo y horrible de una especulación mal hecha, de un negocio
mal resuelto, y se acumulan rencores sobre rencores, y la gue
rra doméstica permanente, furiosa, vecina de la desesperación
crónica; una de las formas más penetrantes del dolor humano.
Y aún no es esto todo. Así como en un acceso de neuralgia
el dolor mudo y continuo se acalla ó se hace más agudo, á in
tervalos, para volver más lentamente, así en la muda desespe
ración de aquellos dos desgraciados óyese de cuando en cuando
el grito inexorable:
iSiempre, siempre así; hasta el último suspiro!
Venga pronto el divorcio á librar todos estos esclavos, ven
ga una educación más sabia, más liberal áenseñar á las mucha
chas lo que no saben ó saben mal; y puedan como nosotros,
con plena ciencia y conocimiento delante del sacerdote ó e
magistrado, decir libremente el si,
CAPÍTULO SEGUNDO
LA ELECCIÓN SEXUAL EN EL MA
T R I M O N I O .
D E L A R T E D E ESCOGER BIEN
Al SÍ fatal, al terrible monosílabo, que
debe decidir de nuestra felicidad ó de
nuestra desventura, al sí que puede pro
porcionarnos el paraíso en Ja tierra ó el
infierno de veinticuatro horas al día y de
365 días al aflo, se llega por dos ca
minos:
O el amor primero y el matrimonio des
pués.
O el matrimonio primero y el amor des
pués.
¿Cuál de estos caminos es mejor y más
seguro para conducir al paraíso de dos?
•• ^ Teóricamente, la respuesta r o puede
ofrecer duda: se debe amar antes, casarse
después.
En la práctica no es siempre así. Mu
chos matrimonio' inspirados en el amor concluyen mal; mien
tras otros, hechos por conveniencia, con la razón más que con
el corazón, terminan bien.
Y ¿por qué? Si la teoría es verdadera, debe concordarse con
la práctica; y si ésta la contradice, la teoría debe abando
narse.
La contradicción aparente se explica pronto, pensando que
hoy día se llama amor al deseo de poseer una mujer, y esto
no puede ciertamente bastar para hacer felices á los esposos.
Dad al amor y á la lujuria los verdaderos fundamentos, y toda
confusión desaparecerá con el trato y veremos resplandecer en
toda su belleza el dogma santo:
Primero el amor, el matrimonio después.
Cuando para poseer la mujer deseada no hay otro medio
que pasar por la iglesia ó el juzgado, si la pasión es violenta,
aun el libertino más vehemente, aun el enemigo del matrimo
nio, pliega la capa bajo las horcas caudinas de la virtud feme
nina y del Código civil, y se casa.
(Coniinuará.)
MUEBLES
THONET
- m - @ - @ — @ - @ - ® - @ - @ — i
NOVEDADES LlTERiRIiS
i TODO UN P U E B L O 9 NOVELA DE
Miguel Eduardo Pardo—Ptas. í3
MARAVILLAS NOVELA FUNAMBULESCA DE
I Enrique Gómez Carrillo. - Pías. 3 , £ > 0
LA TRISTEZA VOLUPTUOSA. NOVELA DE
Pedro César Dominici.—Ptas. 3
Q . . DE VENTA m TOOiS LAS LIBRERÍAS
2 y e n l a A - d m l n i s t r a c i ó i i . d e o l>ras
I PALMA ALIA, 55 DUPLICADO, 2."-^MADRID
L. DíEZ GALLO CHOCOLATES Y CAFÉS
DE. LOS MAS SELECTOS TJhes cié. firxtsurho CLT^OITLCL.
C O M E S T I B L E S F I N O S '^ Costanilla fle los Angeles, 1 5 , esquina a la Plaza Se Sanio Donilnp. ^
F"¿il>rica de Choco la te s .
gisssHSHsasEsasasasHsasasHSHSKESHSssasHsasasssEsasassssHsasEffiíQ
i LÁMPARAS DE TODAS CLASES " U T E N S I L I O S D E COCINA,
LUZ ELÉCTRICA. Y PETRÓLEO I N I N F L A M A B L E
CAFETERAS a
ANTIGUA LAMPISTERÍA DE MARÍN
1 S , P l a z a f i e H e r r a d o r e g í , I S (Esquina á San Felipe Neri.)
K]
a
NO MAS CANAS S í#2^^ í ío1 ;TS perfatnerias, droguerías y peluquerías de Madrid y provincias y en casa del autor:
-^•i/ Atocha, 38. t A PBKI.A CHINA ••-*-
fe«l»|lHÍB7IMÍr •" 1—«trf laiM«
HORAS . m A M ^ ^
• vttifa > • i i H t l i mllr. • • tu r * < • ! • • -
lUVH .ftM
SÁNDALO SOL El mejor remedio y más
económico para la curación rápida y segura de los flujos de las vías urinarias. — P r e c i o 2 ,50 pesetas.
^mia en fodas las Farmacias.
SE YENDEN COLECCIONES DB
IMÍadvit l C ó m i c o
del aüo 1898, al precio de 10 ptas.
PE DTDOB
Palma Alta, 65, d.» segundo.
HIABRI»
l,¡í¡¡rSEZ.-Cliocolates,Cafés^nlces.-Ofi«^ Palma Alta, 8.-Depó5lto: Montera, 25.
e e o e e o o & €)
o
o
©
©
o o o
o
o o
G)
«o
o
€>
ESCOFET, TEJERA Y C * FABRICAS
DE PAVIMENTOS DE MOSAICOS HIDRÁULICOS
P I E D R A A R T I F I C I A L
Baños, F reeaderos , Peldaños en agrlomerado de mármol. Ba laus t res . Florones^ Artesonados
y demás art ículos para la consti-nccién y decoración.
PORTLAND INGLÉS Y FRANCÉS DE LAS MEJORES MARCAS EN BARRICAS Y SACOS
Cal d e Tei l y c e m e n t o s VB LA SociKDAB J, & A. Pavíu de Iiafarce
(Kepreseutaclán exclusiva.)
CEMENTO CATALÁN A R E N A DE MÁRMOL PARA E S T U C O . — A Z U L E J O S
F I J L X K O S PARA BEBER El AGUA EXENTA DE UICS0BI03
Precios: de 3 7 á 3 5 p t a s . uno.
Alcalá, 14 y 16. —U^TiRlD-Alcalá, 14 y 16. Ronda de S. Pedro, 8. - BARCELONA — Ronda de S. Pedro, 8.
Bioja, 7.-S BVILLA - Bioja, 7.
&
»
; o&<K>o<yo*y&&€yeyoooo oooo&oo&oootKiO'
SE HA PUESTO i LA VífITA
LA BIBLIOTECA MIGNON MAGNÍFICAMENTE ILUSTRADA
VOLUMEN I
AIRES MURCIANOS
VICENTE MEDINA
PKKCIO: Ptas. O.̂ T^g»
EN PRENSA: V O L U M E N I I
i S O L O ! "¡Mvela de
I ARMANDO I ALACIO VA LIJÉ S
A LA ADMIiMSTHACIOJi BE O b r a s l i t e r a r i a s
PALMA ALTA, 55, DUPDO. í."
y en todas Lns librerías de España.
U S AGUAS MINERALES NATURALES YÍCHY CATALÁN SUSTITUYEN CON VENTAJA
á SUS similares del extranjero.
PRIMEROS PREMIOS EN NIZA, ÑAPÓLES, ZARAGOZA, BARCELONA, PARÍS, ROMA Y GANARÍAS
Gura las enfermedades del es tómago, h í gado , bazo y r i ñ o n , etc. , etc.
ESTABLECIMIENTO BALNEARIO
CALDAS DE MALAYELLA P í d a s e e l V J C H Y O A T A L A ü V e n t o d a s l a s f a r m a c i a s . y d r o g u e r í a s .
FARMACIA "«•» MILITAR DE'PRIMERA CLASE Abierta toda la noche. S a n B o r n t i r d o , E i r . — X e l é f . 1 4 : 0 .
BERNABÉ MAYOR S, ESPARTEROS, S
M : A i > K i r >
Alrrtacén de material y aparatos para telefonía, telegrafía, campanillas, pilas, hilos cables, pararrayos, etc., etc.
Ferretería, metales, utensilios de cocina.
LUZ ELÉCTRICA CATÁLOGOS ILUSTRADOS GRATIS
SANTALINO GAYOSO CAPSULAS DE SÁNDALO Y SALOL ALCANFORADO
Novisiina fórmula superior al eándalo, copaiba, cubaba, etc., para la curación de la B l e n o r r a g i a , O i s t i t l s , C a t a r r o s d e l a ~reg-ig^a y eofermedades de las vias urinarias. 4 p e s e t a s , principales farmacias; correo, 4,50 —Madrid, F . Gajoso, sucesor de Moreno Miquel, Arenal , 2.—Barcelona, EAMBLA DE LAS FLORES, 4.
RKDACCIÓfí
JACOMETBEZO, 27
ADMINISTRAaÓN
JACOMETBEZO, 27
SUSCRIPCIONES
©
TRIMESTBE
S.50 ptas.
3 ptas.
SEMESTRE
5 ptas.
6 ptaa.
•
AÑO
9 ptaa.
11 ptas.
17 ptas.
VE2<rT.( í^
s o céntimos número suelto en toda España; atrasado, Í 2 S
Se admiten corresponsales donde no los hubiere.
-•-«• ,A.35r-cr i>roios -A. : p i e : E 3 0 i o s co iÑr -VE3s rc io i> r .A . i j :E3S • « -
-»><»-
PABLO MANTP:GAZZA
El arte de elegir mujer VERSIÓN CASTELLANA POR
A N T O W I O G U E E E A Y A L A R O Ó I í "
Ilustraciones de MANUEL PICÓLO
Un lujosísimo volumen en 8.° con artística cubierta en colores: «4 p e s e t a s .
DEL MISMO AUTOR Y TRADUCTOR
UN VOLUMEN EN 8.°: 4 : p e s e t a s .
Los pedidos, acompañados de su importe, pueden dirigirse á D. Ricardo Fé, Olmo, 4.
í*<S-
P O R 1 5 P A L A B R A S
50 a:É32sra?x3ynos PUBLICIDAD ECONÓMICA CAOA PALABRA M A S
s coÉ!isri-13yrOS
LE COÜRRIER DE LA PRESSE, bureau de coupures de jonrnaox.—
21, Boalevard Montinartre, 21, Parie.— Téléphme n° 101.50. Adreaae téíágraphi-que: Coupures Paria. — Fondo en 1880. Direoteut: A. Gallois. -Fournit coupures de journaux & de revues sur tons snjetg & personalités. Le Courrier de la Prease lif. 6.000 journaux par jour.—Tarif: O fr. 30 par ooUpure. Tarif réduit, paiement d'a-vance, sana période de totnpa limité: par 100 coupures, 23 fr.; 250, 55; 500, 105; 1.00), 200. T0U8 les ordres sont valables jasqu'á avts contraire. — Le Courrier de la Presse re^oit sans frais les a b o n a e -m e n t 3 et a n n o n c e a poar tous les journaux et revues.
NUEVO SALÓN DE PELÜQÜE-rí» y barbería de Mariano y Ole-
mente. Servicio esmeradisimo. Conde de Bomanones, 6, principal.
FABRICA DE PAÑOS Y OTRAS lanerías para Ejercito y Comercio, de
Agero y Plasenoia, Mayor, 53, Béjar.
TA L L E K E S DE FOTOGRABADO de Eugenio Páez, Quintana, 83, Ma
drid. Reproducciones artísticas. Prontitud y baratura. Envíos á provincias.
CONSTRUCCIÓN DE TODA OLA-se de prendas militares. Agero y
Piasencia (Hijos de Patricio Hernández Agoró) PIhza del Ángel, 2, pral. Madrid.
EL fcUMARIO, MANUAL GUIA práctica para su formación, por don
Antonio Bellver de Oña, Juez delnstrno-eión. Un volumen encuadernado en tela, 5 ptas., en todas las librerías.
SASTRERÍA DE CUADRADO. GÉ-neros superiores. Perfección en el cor
te. Elegancia y baratara. S. Bernardo, 43.
EL JUICIO CRIMINAL, (SEGÚN-da parte de <EI Siim^rion.; Manual
teórico-práotico para su tramitación ante loa Tribunales de Derecho y del Jurado, por D. Antonio Bellver de Oña, Juez de loatruoción. Un tomo encuadernado en tela, 7 ptas., en todas las librerías.
GU I A D E L C O N S T R U C T O R , agenda de bolsillo, redactada por
una sociedad de ingenieros y arqnitectOB, ilustrada con 115 grabados y publicada por Adolfo Oastiñeyra. arquitecto de la R. A. de S. Fernando. Un tomo en tela, 6 ptas,, en todas las librerfüs.
ANTONIO FERNÁNUEZ, CAPATAZ de periódicos de Madrid y provincias.
Se encarga de la venta, r-íerre y reparto á domicilio de cuantas pnb íoaoioneB se le confíen. Mayor, 2, kiosco y Oonde de Bomanones, 1, puesto del Café del Heraldo.
Agentes exclusivos para la publicidad en Francia: F O R E I G N - P R E 8 S O F F I C E . — 18, Rué Laintu. — P A R Í S