Artículo Schulz

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¡Puta Guerra! Jacques Tardi y Jean Pierre Verney Traducción de Enrique Sánchez Abulí Norma. Barcelona, 2010 144 páginas. 20 euros NO ES UNA SORPRESA encontrar una obra del dibujante francés Jacques Tardi (Va- lance, 1946) centrada en la Primera Gue- rra Mundial, un tema recurrente para el autor que ha dado obras tan extraordina- rias como La guerra de las trincheras y que toma presencia, de una forma u otra, en casi toda su comicgrafía. Más sorprendente es que, pese a la reitera- ción, el autor de ¿Huele a muerto o qué? consiga siempre encontrar una perspec- tiva distinta que añada nuevos niveles de reflexión y análisis. Con la ayuda del historiador Jean Pierre Verney, el dibu- jante aborda una despiadada denuncia de la guerra y sus consecuencias, pero renunciando a la secuencia narrativa tra- dicional de la historieta. Compone así un retrato de instantáneas del horror que van acompañando el relato del guio- nista y que, paradójicamente, irán adqui- riendo un sentido discursivo propio. Más allá de su función ilustradora, las imágenes se constituyen en una narra- ción visual que se sobrepone a la pala- bra para encontrar su propia lógica, de una contundencia inapelable, brutal. Un doble discurso paralelo que se retroa- limenta, reforzándose y multiplicándose hasta conseguir una de las obras más potentes y sorprendentes de este vetera- no autor. Á. P. Manu en la playa / La caca mágica Ed y Diego Arandojo / Sergio Mora Mamut Comics. Barcelona, 2010 48 y 40 páginas. 15 y 13 euros LOS TEBEOS son para niños”. Frase recu- rrente que cualquier aficionado al cómic ha sufrido con tono peyorativo y burlón… Y terriblemente errónea. Tanto porque la historieta es un medio que ya ha demostrado sobradamente su madu- rez, capacidad y ambiciones, como por la terrible realidad de que, lo que en tiem- pos fue una verdad, hoy es paradójica- mente su principal carencia. A la vista de las novedades editoriales, el cómic es un medio fundamentalmente dirigido al lec- tor adulto. La huida del tópico ha hecho desaparecer aquellas obras que tenían en el más pequeño su objetivo, aprove- chando el indudable atractivo y la capaci- dad pedagógica que la historieta tenía para el lector infantil. Afortunadamente, los autores Ed Carosian y Maxi Luchini se han embarcado en la suicida empresa de reivindicar la necesidad de un tebeo infantil, que tiene en obras como Manu en la playa o La caca mágica su mejor exponente. Narraciones sin palabras que saben cómo lograr que el dibujo hipnoti- ce al más pequeño desde una complici- dad que no renuncia a jugar con el hu- mor, la ingenuidad o incluso con ese punto gamberro de desvergonzada esca- tología que propone Sergio Mora. Obras deliciosas que atraparán también la mira- da del adulto por su exquisita factura gráfica. Álvaro Pons C ÓMO EVALÚA un crítico algo que le ha acompañado, y que ha que- rido, desde hace tanto que ha perdido la cuenta del tiempo transcurrido? Éste es el problema al que se enfrenta en la presente ocasión quien escribe estas líneas. Porque ha sido fiel a la pandilla de los Peanuts, los Charlie Brown (Carlitos), Snoopy, Linus, Sally, Lu- cy, Schroeder, Peppermint Patty o Wood- stock, el pajarillo de erráticos vuelos, desde hace tantos años que no puede recordar cuántos. Antes de pasar a formar parte de la legión de seguidores de la pandilla Pea- nuts, había seguido a otros cómics legen- darios, leyendo con avidez las aventu- ras del Capitán Trueno y del Hombre Enmascarado, los episodios de Hazañas Bélicas y también las historias de Dis- ney (mis preferidos fueron siempre el pato Donald y el Tío Gilito), sin olvi- dar los que protagonizaban aquel ya casi prehistórico TBO, pero el grupo de Carli- tos y Snoopy siempre tuvo para mí algo que ninguno de todos esos poseía: humanidad, una compleja y con frecuencia ator- mentada humanidad. Y además condensada en cuatro o cinco viñetas, no como las elaboradas historias de Tintín o de Astérix. Se trataba de un grupo de niños y de un perro, sí, pero ¡Dios mío, cuántos proble- mas y complejos sufrían! Aun siendo muchas de sus historias inverosímiles —¿có- mo va a ser posible encontrar a un perro que intenta com- poner una novela te- cleando una máquina de escribir sentado enci- ma de su caseta?—, algu- nas de sus angustias e inse- guridades son también las nuestras. ¿Cuántos no se habrán sentido como Carlitos, que buscaba siempre co- sas que nunca conseguía? ¿Es acaso difí- cil entender que Schroeder ame con pa- sión a Beethoven y que desee convertirse en un gran pianista, practicando sin ce- sar en su piano de juguete? ¿No hemos soñado cualquiera de nosotros —al me- nos alguna vez, ¡santo cielo!— ser más de lo que parece nos corresponde? Y el egoís- mo inaguantable de Lucy, ¿es raro en el mundo del que formamos parte? Muchas de las tiras de los Peanuts son, como to- das las viñetas de El Roto, tratados de filosofía existencial en dibujos. El creador de ese mundo tan imposi- ble como real, Charles M. Schulz, nació el 26 de noviembre de 1922, publicó su primera tira de los Peanuts el 2 de octubre de 1950 y no dejó de dibujar- las hasta su muerte: falleció el 12 de febrero de 2000, y el día siguiente apa- reció la última, en la que, sintiendo ya al lado el final, se despedía de sus lectores. Medio siglo imaginando y dibujando his- torias, construyendo un mundo social po- liédrico que se fue diversificando a lo lar- go de los años. Está bien que después de tanto tiem- po, alguien, David Michaelis, se haya es- forzado por producir una biografía bien documentada y argumentada de Schulz. Más allá de introducirnos en la historia personal del creador de Carlitos y Snoo- py, algo que se hace y con bastante deta- lle (de hecho, con demasiado), el gran interés de este Schulz, Carlitos y Snoopy. Una biografía es que muestra el origen de algunos de los personajes de Peanuts. Así, comprobamos que Carlitos es poco menos que el álter ego del niño Charles Schulz y que el primer perro que éste tuvo se llamaba Snooky. El segundo, Spike, era, como Snoopy, un poco loco y un mucho payaso. La vieja cuestión de si los creadores inventan o se nutren, de- purándolas, de sus vivencias, se decanta en el caso de Schulz por la segunda posi- bilidad. Para celebrar los sesenta años de vida de los Peanuts se ha publicado otro libro que los homenajea mediante el senci- llo procedimiento de reproducir, en gran formato, con una magní- fica calidad y organizadas crono- lógicamente, casi dos mil de sus tiras. Incluido en un buen estu- che, el libro pesa tres kilogramos y medio (una de mis hijas —que cono- ce bien a su padre— lo encontró en una librería de Zúrich y no dudó en emprender la en estos tiempos no tan sencilla tarea de incluirlo en su equipaje cuando vino unos días a Madrid en avión). Pero merece la pena, créanme, cargar con semejan- te tocho, esforzarse en mante- nerlo abierto al ir pasando sus hojas. Junto a las tiras, los seguidores de este grupo encontrarán to- do tipo de detalles. ¿Sabían, por ejemplo, que al principio la camiseta de Carlitos era blanca; la clásica con la tira en forma Carlitos y Snoopy, 60 años después Muchas de las tiras de los Peanuts son tratados de filosofía existencial en dibujos. Dos libros recorren la biografía de su autor, Charles M. Schulz, y su mundo creativo en 2.000 historietas. Por José Manuel Sánchez Ron De izquierda a derecha, Carlitos, Snoopy y Woodstock, tres de l ESPECIAL FERIA DEL LIBRO DE MADRID / Cómic 12 EL PAÍS BABELIA 12.06.10

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  • Puta Guerra!Jacques Tardi y Jean Pierre VerneyTraduccin de Enrique Snchez AbulNorma. Barcelona, 2010144 pginas. 20 euros

    NO ES UNA SORPRESA encontrar una obradel dibujante francs Jacques Tardi (Va-lance, 1946) centrada en la Primera Gue-rra Mundial, un tema recurrente para el

    autor que ha dado obras tan extraordina-rias como La guerra de las trincheras yque toma presencia, de una forma uotra, en casi toda su comicgrafa. Mssorprendente es que, pese a la reitera-cin, el autor de Huele a muerto o qu?consiga siempre encontrar una perspec-tiva distinta que aada nuevos nivelesde reflexin y anlisis. Con la ayuda delhistoriador Jean Pierre Verney, el dibu-jante aborda una despiadada denunciade la guerra y sus consecuencias, perorenunciando a la secuencia narrativa tra-dicional de la historieta. Compone asun retrato de instantneas del horrorque van acompaando el relato del guio-nista y que, paradjicamente, irn adqui-riendo un sentido discursivo propio.Ms all de su funcin ilustradora, lasimgenes se constituyen en una narra-cin visual que se sobrepone a la pala-bra para encontrar su propia lgica, deuna contundencia inapelable, brutal.Un doble discurso paralelo que se retroa-limenta, reforzndose y multiplicndosehasta conseguir una de las obras mspotentes y sorprendentes de este vetera-no autor. . P.

    Burka BabesPeter de Wit. Traduccin de Huan ManwGlnat. Barcelona, 201064 pginas. 13,95 euros

    PETER DE WIT comenz a publicar tiras c-micas de mujeres con burka en el diarioholands Volkskrant. Es fcil dibujarlas:basta con trazar un objeto con forma debuzn negro y provisto de una estrecha

    ranura. Lo difcil es suscitar una sonrisa.Es imposible resistirse a una crtica taninteligente como divertida de una prendams sudario que atuendo. Qu mala pa-ta!, le dice una mujer a otra, llevamos elmismo conjunto, suspira. En otra vieta,dos amigas arrastran una gruesa cuerdaque sale de sus burkas. Estos tamponesafganos son una pesadilla!, se lamentan.Unas pginas ms adelante, ven a la pre-sentadora del informativo invisible bajo latela negra. Se la ve ya muy vieja, ver-dad?, comentan. Haban nacido las Bur-ka Babes, mujeres ocultas que charlan en-tre ellas sobre la sexualidad, los maridos,la religin, la moda, los hijos o las vacacio-nes, como se ha hecho siempre.

    No hay nada ms peligroso que el hu-mor y, sin embargo, Holanda parece estarllena de artistas sin miedo y con humor enesta poca turbulenta. Esta es la primerarecopilacin de Wit en Espaa; la segundaacaba de aparecer en Holanda. No se pier-dan estas vietas irnicas, cidas, surrea-listas Tambin dramticas, como esa enla que una mujer yace en el divn delpsicoanalista y le dice: Me miro al espejoy pienso: quin soy yo?. Nuria Barrios

    AutobioCyril PedrosaTraduccin de Eva Reyes de UaNorma Editorial. Barcelona, 201048 pginas. 9,95 euros

    SER UN PROFETA verde requiere tiempo,fuertes convicciones y entusiasmo para nodesfallecer ante los retos que plantean actostan pequeos como hacer la compra. Pero

    ser un ecologista serio requiere, sobre todo,sentido del humor. Cyril Pedrosa, antiguomilitante de los Verdes, retrata en este c-mic ligero y divertido su vida ecolgica enFrancia junto a su mujer y sus dos hijos. Sucompromiso implica continuas disyuntivasalternativas y deriva en situaciones tan ab-surdas como cmicas. Como cuando la pis-cina de plstico donde juegan los nios seconvierte en una cinaga ante la negativa delos padres de utilizar cloro. O cuando la ro-pa se llena de manchas porque rechazanlavar con leja. Las decisiones polticas de-jan, efectivamente, huellas. Pero Pedrosa sa-be que no hay nada como la irona paraequilibrar la utopa con el principio de reali-dad. Y as se burla de smismo cuando cuen-ta cmo tir unmanual para construir casascon paredes de paja que entusiasmaba a sumujer. O cuando confiesa entregarse a susplaceres prohibidos el queso, las salchi-chas cctel en los viajes de trabajo. Ah,los extraos pecados ecologistas! O cuandorelata cmo la presencia de piojos en lascabezas de sus hijos bast para desbaratarsus sofisticados argumentos a favor de lostratamientos no qumicos. Pedrosa ya haterminado la segunda entrega. N. B.

    Manu en la playa / La caca mgicaEd y Diego Arandojo / Sergio MoraMamut Comics. Barcelona, 201048 y 40 pginas. 15 y 13 euros

    LOS TEBEOS son para nios. Frase recu-rrente que cualquier aficionado al cmicha sufrido con tono peyorativo yburln Y terriblemente errnea. Tantoporque la historieta es un medio que ya

    ha demostrado sobradamente su madu-rez, capacidad y ambiciones, como porla terrible realidad de que, lo que en tiem-pos fue una verdad, hoy es paradjica-mente su principal carencia. A la vista delas novedades editoriales, el cmic es unmedio fundamentalmente dirigido al lec-tor adulto. La huida del tpico ha hechodesaparecer aquellas obras que tenanen el ms pequeo su objetivo, aprove-chando el indudable atractivo y la capaci-dad pedaggica que la historieta tenapara el lector infantil. Afortunadamente,los autores Ed Carosian y Maxi Luchinise han embarcado en la suicida empresade reivindicar la necesidad de un tebeoinfantil, que tiene en obras como Manuen la playa o La caca mgica su mejorexponente. Narraciones sin palabras quesaben cmo lograr que el dibujo hipnoti-ce al ms pequeo desde una complici-dad que no renuncia a jugar con el hu-mor, la ingenuidad o incluso con esepunto gamberro de desvergonzada esca-tologa que propone Sergio Mora. Obrasdeliciosas que atraparn tambin la mira-da del adulto por su exquisita facturagrfica. lvaro Pons

    CMO EVALA un crtico algo quele ha acompaado, y que ha que-rido, desde hace tanto que haperdido la cuenta del tiempo

    transcurrido? ste es el problema al quese enfrenta en la presente ocasin quienescribe estas lneas. Porque ha sido fiel ala pandilla de los Peanuts, los CharlieBrown (Carlitos), Snoopy, Linus, Sally, Lu-cy, Schroeder, Peppermint Patty o Wood-stock, el pajarillo de errticos vuelos,desde hace tantos aos que no puederecordar cuntos.

    Antes de pasar a formar parte de lalegin de seguidores de la pandilla Pea-nuts, haba seguido a otros cmics legen-darios, leyendo con avidez las aventu-ras del Capitn Trueno y del HombreEnmascarado, los episodios de HazaasBlicas y tambin las historias de Dis-ney (mis preferidos fueron siempre elpato Donald y el To Gilito), sin olvi-dar los que protagonizabanaquel ya casi prehistricoTBO, pero el grupo de Carli-tos y Snoopy siempre tuvo param algo que ninguno de todosesos posea: humanidad, unacompleja y con frecuencia ator-mentada humanidad. Y ademscondensada en cuatro o cinco vietas,no como las elaboradas historias deTintn o de Astrix. Se trataba de ungrupo de nios y de un perro, s,pero Dios mo, cuntos proble-mas y complejos sufran!

    Aun siendo muchas de sushistorias inverosmiles c-mo va a ser posible encontrara un perro que intenta com-poner una novela te-cleando una mquinade escribir sentado enci-ma de su caseta?, algu-nas de sus angustias e inse-guridades son tambin lasnuestras. Cuntos no se habrn sentido

    como Carlitos, que buscaba siempre co-sas que nunca consegua? Es acaso dif-cil entender que Schroeder ame con pa-sin a Beethoven y que desee convertirseen un gran pianista, practicando sin ce-sar en su piano de juguete? No hemossoado cualquiera de nosotros al me-nos alguna vez, santo cielo! ser ms delo que parece nos corresponde? Y el egos-mo inaguantable de Lucy, es raro en elmundo del que formamos parte? Muchasde las tiras de los Peanuts son, como to-das las vietas de El Roto, tratados defilosofa existencial en dibujos.

    El creador de ese mundo tan imposi-ble como real, Charles M. Schulz, naci

    el 26 de noviembre de 1922, publicsu primera tira delos Peanuts el 2

    de octubre de1950 y no dej

    de dibujar-l a s ha s t asu muerte:

    falleci el 12de febrero de2000, y el dasiguiente apa-

    reci la ltima, en la que, sintiendo ya allado el final, se despeda de sus lectores.Medio siglo imaginando y dibujando his-torias, construyendo unmundo social po-lidrico que se fue diversificando a lo lar-go de los aos.

    Est bien que despus de tanto tiem-po, alguien, David Michaelis, se haya es-forzado por producir una biografa biendocumentada y argumentada de Schulz.Ms all de introducirnos en la historiapersonal del creador de Carlitos y Snoo-py, algo que se hace y con bastante deta-lle (de hecho, con demasiado), el graninters de este Schulz, Carlitos y Snoopy.Una biografa es que muestra el origende algunos de los personajes de Peanuts.As, comprobamos que Carlitos es pocomenos que el lter ego del nio CharlesSchulz y que el primer perro que stetuvo se llamaba Snooky. El segundo,Spike, era, como Snoopy, un poco loco yun mucho payaso. La vieja cuestin de silos creadores inventan o se nutren, de-purndolas, de sus vivencias, se decantaen el caso de Schulz por la segunda posi-bilidad.

    Para celebrar los sesenta aos de vidade los Peanuts se ha publicado otro libro

    que los homenajea mediante el senci-llo procedimiento de reproducir,en gran formato, con una magn-fica calidad y organizadas crono-lgicamente, casi dos mil de sustiras. Incluido en un buen estu-che, el libro pesa tres kilogramos y

    medio (una de mis hijas que cono-ce bien a su padre lo encontr enuna librera de Zrich y no dud enemprender la en estos tiempos notan sencilla tarea de incluirlo en su

    equipaje cuando vino unos das a Madriden avin). Pero merece la pena,

    cranme, cargar con semejan-te tocho, esforzarse enmante-nerlo abierto al ir pasando

    sus hojas. Junto a las tiras, los

    seguidores de este grupo encontrarn to-do tipo de detalles. Saban, por ejemplo,que al principio la camiseta de Carlitosera blanca; la clsica con la tira en forma

    de zigzag, que ya nunca abandonara, lle-g el 21 de diciembre de 1950? QuSchroeder recibi su primer piano en sep-tiembre de 1951 y que revel su amor por

    Beethoven enseguida, el 26 de noviem-bre? Que Lucy, la irascible hermana deLinus, la misma que aparta, una y otravez, el baln de rugby a Carlitos cuando

    ste est a punto de patearlo, aparecipor primera vez con su stand de psiquia-tra el 27 de marzo de 1959? O que enjunio de 1968, poco despus del asesina-

    to de Martin Luther King, Robert Kenne-dy, un gran admirador de los Peanuts,anim a Schulz a que introdujese un per-sonaje de color: Franklin, el nio negro,hizo su aparicin el 31 de julio de 1968?

    Desde hace tiempo suelo decir que siexistiese semejante cosa, yo querra reen-carnarme en cigea. Pero ahora que ten-go en mis manos este libro, me entrandudas. Porque me ha dado la ocasin derecordar que el 10 de marzo de 1969cuatro meses, por tanto, antes que losastronautas Armstrong y Aldrin aluniza-ran en el Mar de la Tranquilidad con elmdulo lunar del Apollo 11 Snoopy lle-g a la Luna. Lo consegu! Soy el pri-mer Beagle en la Luna!, deca en la tirade aquel da un Snoopy provisto de uncasco espacial, aadiendo: He vencido alos rusos He vencido a todo el mun-

    do Incluso he vencido a ese estpidogato de la casa de al lado!. Dos mesesms tarde, el mdulo de mando de lamisin Apolo 10 fue bautizado con elnombre Charlie Brown, y el mdulo lu-nar, todava no tripulado, que se utilizpara descender a la Luna, se llamaba Sno-opy. S, me parece que si hay que reencar-narse, que sea en un perro, pero no en unperro cualquiera: Quiero ser Snoopy! O

    Schulz, Carlitos y Snoopy: Una biografa. DavidMichaelis. Traduccin de scar Palmer Ynez. EsPop Ediciones. Madrid, 2010. 607 pginas. 28 eu-ros. Celebrating Peanuts by Charles M. Schulz: 60years. Paige Braddock y Alexis E. Fajardo, edito-res. Andrews McMeel Publishing, LLC. Kansas Ci-ty, 2010. 534 pginas. www.schulzmuseum.org.

    Carlitos y Snoopy,60 aos despusMuchas de las tiras de los Peanuts son tratados de filosofa existencial endibujos. Dos libros recorren la biografa de su autor, Charles M. Schulz, ysu mundo creativo en 2.000 historietas. Por Jos Manuel Snchez Ron

    E Primeras pginas de Carlitos y Snoopy:Una biografa, de David Michaelis.

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    De izquierda a derecha, Carlitos, Snoopy y Woodstock, tres de los personajes ideados por Charles M. Schulz.

    Cuntos no sehabrn sentido comoCarlitos, que buscabasiempre cosasque nunca consegua?

    La pandilla siempretuvo humanidad,una compleja y confrecuencia atormentadahumanidad

    ESPECIAL FERIA DEL LIBRO DE MADRID / Cmic

    12 EL PAS BABELIA 12.06.10