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R R e e f f l l e e x x i i o o n n e e s s y y o o r r a a c c i i o o n n e e s s e e n n t t o o r r n n o o a a P P e e n n t t e e c c o o s s t t é é s s c c o o n n v v i i en n e e e q q u u e e m m e e v v a a y y a a O O s s Por: Gloria M. Aponte González y Daniel E. Salazar Aponte Fiesta de Pentecostés, 15 de mayo de 2005 www.buzoncatolico.com

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Prólogo

Son muchos y muy variados los textos que se han escrito sobre el Espíritu

Santo y la Fiesta de Pentecostés: ¡esa es una gran noticia! Ojalá fuesen muchos más, porque de las cosas importantes debemos hablar mucho, y nada hay más importante que Dios.

Cuando decidimos realizar este opúsculo, quisimos hacerlo con la intención de

compartir con otros el tesoro que una vez recibimos, al conocer, gracias a la Renovación Carismática, que el Espíritu de Dios está vivo y actúa en nosotros. Y como “donde está tu tesoro, allí está tu corazón” y también “de lo que abunda en el corazón, habla la boca”, nuestras bocas quisieron hablar de nuestro mayor y único tesoro: Dios.

A lo largo de los años hemos visto y conocido tantos católicos que desconocen

al Espíritu de Dios: laicos y sacerdotes, principiantes en la fe y personas con un largo trayecto al servicio de la Iglesia. No es que nosotros seamos especiales o poseamos algún conocimiento escondido a la mayoría, pero si la gente conociera lo que nosotros conocemos, comprenderían de manera diferente las palabras de Jesús a la mujer samaritana, cuando le dice, cargado de dulzura y quizás de cierta melancolía, “si conocieras quien es el que te pide de beber, si conocieras el Don de Dios…” (Jn 4,10).

Nosotros hemos conocido el Don de Dios, tan solo en parte, pero esa parte es

suficiente para saber que no hay otra agua que sea capaz de saciar los anhelos más internos de nuestras almas. A lo largo de los años, nosotros hemos visto milagros, curaciones prodigiosas, pusilánimes que han perdido el miedo, gente humilde y analfabeta que aprendieron a leer y que comprenden las Escrituras mejor que cualquier letrado, sacerdotes conflictivos sumidos en la sequedad y numerosos problemas que luego han cambiado para reflejar a Cristo y que ahora son felices… en fin, son tantos los ejemplos que se me pierden en la memoria. Pero sobre todas las cosas, para nosotros el mayor testimonio somos nosotros mismos: una familia cuyo rumbo cambio totalmente por la acción sublime del Espíritu.

Las líneas anteriores están redactadas en plural, porque hablo no solo en mi

nombre, sino en nombre de mi madre, mi abuela, mi hermano y mi cuñada. Sin embargo, en la redacción de este trabajo solo hemos participado mi madre y yo. Ella ha preparado, a pesar de estar convaleciente después de dos operaciones mayores, la segunda parte, que es un compendio de oraciones al Espíritu Santo. Dice la Escritura que “Si pues vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!” (Mt 7,11). Por eso, creemos que es tan importante que el pueblo católico pidamos incesantemente el Espíritu, y las oraciones que están al final son muy bellas y útiles para hacerlo.

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La primera parte contiene algunas reflexiones sobre el significado de la fiesta de Pentecostés, partiendo de la óptica de la tradición judía y centrándonos en la Biblia. Creo que este enfoque aporta numerosos frutos para profundizar la belleza de esta fiesta. El lector notará la ausencia de algunos tópicos clásicos, como la explicación de los 7 dones, etc. He constatado que estos temas aparecen en la mayoría de los materiales disponibles en Internet, de manera que me podrán perdonar su falta. Quizás en otro material.

Por último, solo quiero añadir algo que Dios me regaló entender la noche de

navidad pasada. Yo solía proponer algún esfuerzo o cambio en particular como regalo de cumpleaños para Jesús, de modo que cada año preguntaba a Dios qué quería recibir como regalo, o le ofrecía a motu propio algo que consideraba que Él apreciaría como tal. Sin embargo, este año conseguí entender en mi interior algo que ya sabía en mi mente: que ¡Dios no necesita nada de mí y que Él no se hizo hombre para que yo le diese regalos, sino para darme regalos a mí!

Esto, que parece tan absurdo y ridículo, es una verdad que debemos asimilar.

Cuando oramos, comulgamos, hacemos caridad, evitamos hablar mal de alguien, evitamos algún pecado, etc., no le hacemos favores a Dios, nos lo hacemos a nosotros mismos. Por eso todos los misterios de la Salvación y las obras de Dios en nosotros son llamadas dones, porque son un regalo gratuito. Y solo hace falta una cosa para recibir un regalo: ¡querer recibirlo!

Dios está más cerca de cada uno de nosotros que nuestro propio aliento. Él

conoce todas nuestras miserias y no se escandaliza por ellas. Nos ama como somos. Solo espera que le dejemos actuar. Todo se reduce a un simple acto de voluntad, lo demás, claro está, se logra con trabajo y perseverancia, pero el comienzo de todo se reduce simplemente a decir “sí”.

El Espíritu Santo es el Don de Dios. Cuando le dices “ven” y te abres a

recibirlo, entonces es Pentecostés.

Daniel E. Salazar A.

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Primera Parte

Contenido:

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Introducción

Después de realizar su discurso acerca del Reino de los Cielos, Jesús concluye diciendo que “todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo” (Mt 13,52). Nosotros intentaremos hacer eso precisamente, sacar de lo nuevo y de lo viejo para profundizar un poco más en el significado de un gran tesoro: la venida del Espíritu en Pentecostés.

PENTECOSTÉS: Origen de la Fiesta

La fiesta de Pentecostés, tal como la celebramos hoy, es una fiesta cristiana, pero su origen es judío. La palabra Pentecostés proviene del latín pentecoste, y éste del griego pentekosté, familia de pentekostós, quincuagésimo. Esta es una fiesta judía que se celebraba 50 días después de la noche de Pascua. En hebreo era conocida como la fiesta de las semanas o Shavuot (שבועות). El nombre proviene de Dt 16,9-10: “Contarás siete semanas. Cuando la hoz comience a cortar las espigas comenzarás a contar siete semanas. Y celebrarás en honor de Yahveh tu Dios la fiesta de las Semanas, con la ofrenda voluntaria que haga tu mano, en la medida en que Yahveh tu Dios te haya bendecido”. El rito de Shavuot consistía en lo siguiente: la fiesta se preparaba durante 7 semanas, que comenzaban el primer día intermedio de la semana de Pascua en el mes de Nisán. Recordemos que la cena pascual se celebraba el día 14 del mes hebreo de Nisán, y el 15 era el primer día de la fiesta de los ázimos (Ex 12,1-20; Lv 23,5-7). El rito, por tanto, se iniciaba el día 161, cuando se entrega la ofrenda del Omer o primicias de las cosechas de cebada (una pequeña medida de cebada), comenzaba entonces la cuenta de las siete semanas intermedias hasta el día de la ofrenda de las primicias del trigo. El conteo se realizaba nombrando los días que habían pasado desde el 16 de Nisán, por ejemplo, el 18 se decía "hoy es el 3º día del Omer". Al terminar la cuenta se celebraba el Shavuot. Durante la fiesta “se ofrecían en el Templo dos becerros jóvenes, un carnero y siete corderos de un año para holocausto (Nm 28, 26-31). Después de esto se traían las ofrendas festivas prescritas en Nm 28, 26-30: primero, la ofrenda por el pecado con la imposición de manos, confesión del pecado y rociamiento de sangre, holocaustos y oblaciones. Se cantaba el Hallel2 y posteriormente se realizaba la ofrenda peculiar del día, dos hogazas mecidas (trigo preparado, molido y pasado por un cedazo) junto con el sacrificio de siete corderos de un año sin tacha, un becerro joven y dos carneros y luego un macho cabrío por expiación y dos corderos de un año en sacrificio de ofrenda de paz (Lv 23, 29)”.3

Shavuot en la Tradición Judía

Como vemos, antropológicamente la fiesta tiene un origen agrícola, que se fundamente en el agradecer a Dios por los dones recibidos durante la cosecha. Sin embargo, la Tradición Judía confirió a la fiesta de las semanas, inicialmente agrícola, una profunda significación religiosa: El Don de la Torah4. Este día se conmemoraba la entrega de la Torah al pueblo de Israel en manos de Moisés:

"La Torah dice: Yo era el instrumento con que trabajaba el Santo, bendito sea.

1 Como la pascua de celebraba el día 14, y Jesús murió en la pascua, su resurrección debió ocurrir el día 16, justo cuando comenzaba el conteo del Omer. Por tanto, Shavuot o Pentecostés sucedió exactamente 7 semanas después. Si contamos 7 semanas desde el Domingo de Resurrección (inclusive), la fiesta de Pentecostés cae en domingo, tal como la celebramos actualmente. 2 El Hallel es un grupo de salmos (113-118) que se cantaban para alabar a Dios (Hal = alabar + El = Dios). 3 EDERSHEIM, ALFRED. "El Templo: su ministerio y servicios en tiempos de Cristo". Libros CLIE. España. 1990. 4 Recuerde el lector que Torah es el nombre hebreo de los primeros 5 libros de la Biblia (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) que en la tradición cristiana son llamados Pentateuco. La Torah contiene la Ley, y es considerada la parte más importante de la Biblia por los judíos. A la Torah le acompañan los nebijim (profetas) y los ketubim (otros libros).

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Según es costumbre en el mundo un rey de carne y sangre que construye un palacio, no lo construye con su propio conocimiento, sino con el conocimiento del arquitecto; y el arquitecto no lo construye de memoria, sino que tiene pergaminos y tablillas para saber como distribuir las habitaciones, como hacer las puertas.

Así el Santo, bendito sea: miraba a la Torah y creaba al mundo. Y la Torah dijo: mediante el principio creó Dios. Y principio no es otra cosa

que la Torah. ¿De dónde lo deduces? El señor me ha adquirido, primicia de su camino (Pr 8, 22)".5

"La sabiduría creadora de Dios, el instrumento, el medio, con que Dios ha

creado el universo se identifica, ya en la tradición bíblica, con la Torah: La sabiduría hace su propio elogio, en medio de su pueblo se gloría. En la asamblea del Altísimo abre su boca, delante de su poder se gloría: Yo salí de la boca del Altísimo y cubrí como nube la tierra... El creador del universo me dio orden y el que me creó dio reposo a mi tienda y me dijo: pon tu tienda en Jacob y toma Israel en heredad... Todo esto es el libro de la alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés, la herencia de la asamblea de Jacob. Ella inunda de sabiduría como el Pisón, como el Tigris en días de frutos nuevos; la que desborda inteligencia como el Éufrates... (Si 24, 1-3. 8. 22-24).

Lo que Israel ha recibido como Don en la Torah es, por tanto, la sabiduría misma del Creador: Miraba a la Torah y creaba al mundo: miraba a la norma universal, a la tabla suprema de las medidas y de los valores no solo humanos sino del universo, no solo éticos sino ontológicos. Se nota que esta imagen -miraba a la Torah y creaba al mundo- no tiene nada que ver con la doctrina platónica de las ideas ni con imágenes semejantes usadas por Filón. Esta Torah no es una idea, sino la Torah concreta, con sus leyes y sus mandamientos escritos con letras".6

¿Qué significa que la Torah haya sido dada?

Como vemos, en primer lugar se le llama “don”, porque es un regalo. Nosotros no consideramos regalo a lo que hemos adquirido con nuestro propio dinero, es producto de nuestro esfuerzo. En cambio, cuando se nos da algo para lo cual no hemos trabajado, algo que quizás no somos capaces de adquirir o no merecemos, le llamamos “don”. Yahveh Dios, regala la Torah al pueblo, y de esta manera le hace suyo: “Ahora pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Todo el pueblo respondió «Haremos todo cuanto ha dicho Yahveh»” (Ex 19,5.8). La Torah, como hemos visto, también representaba la Sabiduría de Dios. Bien sabemos que la Torah es la Ley, pero ¿cómo la Ley nos hace sabios? Pues bien, Dios es suma bondad, y la Ley nos enseña lo que es bueno y lo que es malo, de manera que la Torah nos ayuda a conocer a Dios, pues conociendo lo bueno, vamos conociendo al origen del bien. Lo anterior lo podemos comprender con el siguiente ejemplo: En ocasiones me ha sucedido que escribo algo y algunas personas reconocen que lo escribí, aun sin haberlo firmado, porque están familiarizadas con mi estilo: me van conociendo por mis obras, pero no por eso conocen mi vida. Si se las relato en una autobiografía, ya me conocerán más profundamente. Eso mismo sucede con otras personas y con Dios. La naturaleza es obra de Dios, contemplándola le vamos conociendo, pero no

5 TASINI, GIOVANI P. "En el Principio: interpretaciones hebreas del relato de la creación. I. El midrás". Desclée de Brouwer. 1994. 6 Op. Cit. Ver nota al pie Nº 42. P 53.

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sabemos nada de su intimidad. La Torah en cambio es como si nos revela datos sobre la intimidad divina, una especie de autobiografía: Si asumo el juicio de Dios sobre el bien y el mal, empezaré a conocer cómo piensa Dios, pero para ello necesito la Ley, que me enseña lo bueno y lo malo. En esta misma línea, la Torah es percibida como la sabiduría divina. Los humanos decimos que conocemos íntimamente a alguien cuando conocemos su forma de pensar y de sentir y su historia. La Sabiduría es la forma de pensar de Dios, si la conozco, le voy conociendo. Resumiendo, el Don de la Torah es para los judíos la forma más sublime de autodonación divina.

Pascua y Shavuot

Consideremos por último, antes de pasar al N.T., la relación entre ambas fiestas. Sabemos que la Pascua es la fiesta suprema, pues en ella se celebra la liberación de Israel. Pero, ¿qué sucedió luego de la liberación? Cuando el pueblo judío padecía la esclavitud en Egipto clamaron a Dios y éste les escuchó. Primero los liberó del opresor y luego los condujo al desierto, donde hizo alianza con ellos y les otorgó la Torah. Por esta razón, naturalmente la fiesta de Pascua debe preceder a la de Pentecostés. Pero hay un significado mucho más profundo: los libra de la esclavitud material para darles la Ley. ¿No va esto en contra de nuestros conceptos de libertad? Para el hombre moderno, la libertad muchas veces es percibida como ausencia de ley: Soy libre en la medida en que puedo decidir lo que quiera; por tanto cualquier ley es contraria a la libertad porque ella me limita a la hora de decidir. ¿Qué sentido tiene entonces lo anterior? ¿Hacerse libres de la esclavitud material para hacerse esclavos de Dios? Lo contrario a la Libertad es la esclavitud, no la obediencia. La esclavitud es una limitación en nuestra capacidad de vivir y de seguir nuestra vocación, para beneficio de otro. Como dijimos en el prólogo, Dios no nos pide nada para beneficio propio, sino para beneficio nuestro. Por eso Él no nos esclaviza. Pero recordemos que en la Biblia la vida es fundamentalmente conocer a Dios. Por eso, todo lo que nos limite en esa tarea es una cadena. La verdadera esclavitud es no poder conocer a Dios. Veamos ahora qué perspectiva nos brinda la lectura de Pentecostés en el N.T. considerando los elementos que hemos ido estudiando.

Pentecostés en el N.T.

Todo el N.T. habla constantemente del Espíritu Santo, pero solo Lucas le dedica un capítulo al fenómeno de Pentecostés (Hch 2). Juan se conforma con resumirlo en la expresión “Dicho esto, soplo sobre ellos y les dijo: «Recibid al Espíritu Santo»” (Jn 20,22). Pablo desarrollará en varios pasajes la explicación de la acción del Espíritu en nosotros. El pasaje de Hechos 2 es bien conocido, pero desde la perspectiva de Shavuot, cobra una significación más profunda. ¿Por qué Dios envía precisamente al Espíritu Santo por primera vez en Pentecostés? ¿Cuál es la relación con el “Don de la Torah”? Pues bien, un elemento que debemos tener siempre en mente es que el N.T. es la forma definitiva y perfecta de todo lo iniciado en el A.T. (cf. Mt 5,17). Así, en la pascua veterotestamentaria la liberación

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que realiza Dios es solo material, en la pascua de Cristo la liberación es integral: nos libra del pecado, de la imposibilidad de relacionarnos con Dios, de la vida sin esperanza7. De igual modo, el Pentecostés veterotestamentario celebraba el hecho de haber sido escogido por Dios para ser su pueblo, para conocer su Ley, para conocerle parcialmente a través de su sabiduría, mientras que el Pentecostés neotestamentario supera con creces y perfecciona al antiguo: si antes se había recibido la Ley ¡ahora recibimos al autor de la Ley e inspirador de la Biblia, el Espíritu Santo! Si antes podíamos participar tímidamente de la intimidad divina ¡ahora somos templo de lo más íntimo de Dios, su Espíritu! Si antes fuimos libertados de la esclavitud material para conocer a Dios solo parcialmente por la Ley, ¡ahora somos totalmente libres, «porque donde está el Espíritu del Señor, allí está la Libertad»! (cf. 2 Co 3,17). Vamos a desarrollar a continuación con más profundidad estos temas, y veremos que Pentecostés es mucho más rico de lo que pensamos.

Antes la Ley, ahora al autor de la Ley

La perfección de la Ley es esta: “Que os améis los unos a los otros como yo los he amado”. (Jn 13,34). El resumen de la Ley es este: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10,27). ¿Cómo podemos vivir a plenitud esa Ley? Es sencillo, la esencia de la Ley es el amor, y el Espíritu Santo es el Amor. La característica por la cual distinguimos al Espíritu Santo en la Teología es precisamente que Él es el amor que nace del Padre y del Hijo. Por eso, para intentar comprender la Trinidad, usando un ejemplo conocido como la Analogía del Amor, se dice que el Padre es el Amante, el Hijo el Amado y el Espíritu el Amor. El Padre es padre porque engendra a su hijo y le ama, el Hijo es hijo porque es engendrado y es amado del Padre y ama al Padre, el Espíritu es el Amor que hay entre ambos. El amor entre dos humanos no es una persona, es sentimiento y voluntad, una manifestación de la presencia de Dios, pero el amor entre el Padre y el Hijo es una persona, el Espíritu Santo, porque Dios es Amor (1 Jn 4,8). Por tanto, si la Ley consiste en amar, a partir de Pentecostés la Iglesia, que ya tenía la Ley, recibe al Espíritu de amor, al que puede hacerle cumplir la Ley a perfección.

El Espíritu Santo, intimidad divina

Una vez le pregunté a Jesús si Él se había sentido solo. No me refería a la soledad existencial, pues está claro que Jesús, Dios lleno de Dios, no la sufrió. Me refería más bien a la soledad humana, de amigos, de seres cercanos. Desde entonces comprendí el pasaje de la Transfiguración (cf. Mt 17,1-8) de manera distinta. Ciertamente Jesús anticipó a sus discípulos la visión de su divinidad para alimentar nuestra fe, pero también creo Jesús quiso mostrarles a sus amigos más cercanos quién era Él realmente, porque como humano tenía la misma necesidad que tiene cualquiera de revelar su intimidad. Las personas no somos felices si no podemos expresar lo más íntimo de nuestro ser con libertad. Más aun, no puede haber amistad verdadera si no nos revelamos tal cual somos: “No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer” (Jn 15,15).

7 Para entender esta afirmación, recordemos que antes de Cristo el yugo del pecado nos hacía perennemente impuros ante Dios, y las puertas del Paraíso estaban cerradas. Bajo esta perspectiva ¿qué esperanza se podía tener?

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Dios no quiere siervos, quiere amigos. Pero para ser amigos de Dios debemos conocer la intimidad8 de Dios, comprender su manera de pensar, de sentir, de amar. Veamos entonces cómo el Espíritu nos hace participar del sentir de Dios:

• Nos hace hijos: Una característica de Dios es la paternidad. El Espíritu Santo nos hace participar de la familiaridad con Dios al hacernos hijos, pues “todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios… recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace clamar: «Abbá, Padre»” (Cf Rm 8, 14-17).

• Nos hace pedir y orar según el sentir de Dios: Rm 8, 26-27. • Nos ayuda a actuar como Dios, haciéndonos personas felices y maduras: “el fruto del

Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, dominio de sí” (Ga 5,22).

• Nos guía a una mayor intimidad con Cristo: Recordemos que “Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa” (Jn, 16,13) Esto no es más que conocer a Cristo más profundamente, pues Cristo es la verdad (cf. Jn 14,6).

Como vemos, desde la óptica del A.T., la fiesta de Pentecostés es la perfección del antiguo Don de la Ley, que ahora es el Don de Dios mismo que se da a la Iglesia por primera vez. Pero más que eso, Pentecostés es la inauguración de una nueva forma de relación Dios-hombre, una nueva etapa en la economía salvífica, en donde podemos cumplir nuestra vocación de “téleioi” (τέλειοι). En efecto, en Mt 5,48 Jesús dice: Vosotros sean téleioi como vuestro Padre en el cielo es téleios. Este término griego a veces se traduce como perfecto, otras como santo. En general, su significado tiene que ver con la finalidad de algo, con su completación. Ser téleioi significa ser bien acabado, llegar a la plenitud de la humanidad, ser maduro en el amor, vivir aquello para lo cual el Padre nos creó. Por eso Jesús dijo esas palabras tan intrigantes y desconcertantes a sus discípulos: “Os conviene que yo me vaya” (Jn 16, 7), porque solo con tras su ida, creyendo sin haber visto (cf. Jn 20,29), participaríamos de la amistad plena con Dios mediante su Espíritu, que nos hace amorosos, pacientes, dulces, fieles… ¡que nos hace vivir el amor a plenitud según se describe en 1 Co 13!

Mini Exégesis de Pentecostés

Génesis 11 nos narra la historia de la torre de Babel. El texto de por sí habla muy mal de Dios para la mentalidad moderna, pues pareciera que Dios está en contra del progreso y Él fuera el culpable de la desunión. Pero visto desde la perspectiva histórica, la interpretación cambia totalmente. Babel quedaba en Babilonia, la ciudad más prominente de aquel entonces. Los antiguos babilonios construían unas inmensas torres llamadas zigurat, coronadas con una especia de capilla en la cúspide que servía de observatorio astronómico y de santuario. La lectura de los astros y la realización de sacrificios eran para el pueblo babilónico la vía de conocer y controlar el futuro. El relato bíblico plantea entonces un hecho que se repite con frecuencia. Los hombres de aquel tiempo, como muchos de los de ahora, buscaban el progreso, la felicidad y el éxito al margen del verdadero Dios. Por eso Yahveh, en un acto de misericordia, no les permite perseverar en su soberbia, convirtiendo su empresa en una quimera mediante la confusión de lenguas. Así, además de explicar la diversidad de idiomas y la existencia de zigurats, el A.T. transmite un mensaje teológico: solo se puede progresar verdaderamente cuando Dios es el artífice principal. En Hch 2 vemos el fenómeno contrario. Una multitud de judíos y simpatizantes, venidos de todas las regiones del mundo antiguo, se habían congregado en Jerusalén para celebrar el Pentecostés. Entonces

8 Teológicamente hablando, la intimidad de Dios, en un sentido estricto, solo Dios la puede conocer. Pero nosotros podemos participar de ella en tanto y cuanto Él nos lo permita. En este texto usamos el término intimidad en un sentido vivencial, de participación profunda en lo ya revelado: soy íntimo de Dios si hago mío su sentir, su pensar, su actuar.

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el Espíritu se manifiesta haciendo que todos puedan entenderse entre sí, porque ahora el artífice del verdadero progreso ya se ha manifestado: es Cristo. En y por Cristo el hombre puede ser feliz y llegar al cielo. El Espíritu quiere manifestar esta realidad y lo hace mediante el fenómeno de la glosolalia o hablar de lenguas, que es la antítesis de Babel. A partir de entonces la interioridad de los discípulos cambia. Llegan a profundizar completamente lo que Cristo les enseño y les mostró, y por tanto pierden el miedo y predican con valentía, aun frente a la persecución y el martirio. Un detalle importante es que el fenómeno de la venida del Espíritu se inició Pentecostés, pero no se limita a ese instante solamente. En Hch 4,31 se repite el fenómeno como respuesta a la oración de la comunidad. Luego en Hch 10,44-45 el Espíritu se manifiesta espontáneamente sobre los gentiles no bautizados, y en muchos otros pasajes se habla de la acción del Espíritu en la Iglesia por medio de dones y carismas. Hoy que celebramos Pentecostés, celebramos que Dios nos ama y se nos ha dado de manera sublime en su Santo Espíritu, para hacernos perfectos en el amor, amigos íntimos suyos, y personas maduras y felices. Dios no se ha conformado con darnos regalos a medias, sino que quiso darse a sí mismo en su Hijo y en su Espíritu, para venir a habitar en nuestros corazones (cf. Jn 14,23). La fiesta de Pentecostés de Hch 2 fue solo un inicio, pero se puede repetir en ti y en mí, solo debemos pedir con fe y humildad.

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Segunda Parte

Contenido:

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OOrraacciioonneess RReeggaallooss ddeell

EEssppíírriittuu SSaannttoo

Palabras de Inicio

¡Espíritu Santo! Dulzura de Dios, quien te conoce no puede vivir ya sin Ti. No hay nada que se compare a tu presencia llena de infinita bondad. En Ti, Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, amor sustancial entre el Padre y el Hijo, todo lo espero, todo lo quiero, todo me satisface porque en Ti encuentro la alegría y la felicidad para mi y para mi familia. La fuerza del diario vivir, del compartir generoso en lo cotidiano, la vida misma, la sonrisa en mi corazón. Son tantas cosas que tengo que agradecerte… que este año pensé en darte un pequeño presente, pero al confeccionarlo me di cuenta que el regalo era para mí y para todos aquellos con quienes lo compartiera. Querido Hermano(a), esta pequeña compilación de oraciones al Espíritu Santo constituyen un maravilloso presente de Dios

para cada uno de nosotros en este Pentecostés 2005. Y además de lo ya dicho, no me mueve otro deseo sino el que tú conozcas también al Santo Espíritu y te llene de dicha, pare ello me he valido de muchas oraciones inspiradas por él a muchos hermanos. Quiero contarte que desde que mi familia “conoció” a ese gran desconocido (para muchos de nosotros los católicos), nuestra vida cambió, y en ella han sucedido a través de los años, cosas realmente maravillosas, porque Dios está siempre deseoso de darnos Su amor y “Espi” como cariñosamente le llamamos al Espíritu Santo en casa, es el “Amor“. Son tantas las oraciones que se han escrito en honor al Espíritu Santo a lo largo de los años que compilarlas todas seria una ardua labor de mucho tiempo. Para este pequeño trabajo, tomamos oraciones de Internet y de algunos libros que tenemos en casa. Hemos respetado la autoría de las oraciones, pero si involuntariamente omitimos a algún autor, pedimos disculpas y reiteramos que la intención de esta recopilación de oraciones es el de incentivar al lector al conocer al Espíritu Santo, a orarle, a ser su amigo y lleve el “regalo” que en esta oportunidad nos ofrece a todo el que quiera hacer uso de el. Así, de esa manera, cuando entre en su cuarto y rece “al que comparte con él sus secretos” (Cf. Mt 6, 6), se llene de gracia y felicidad.

Todo honor, amor y gloria e inmenso

agradecimiento por siempre desde el corazón de esta familia a Ti, amado Paráclito.

Señor Espíritu Santo. Gloria M. Aponte G.

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VEN, ESPÍRITU SANTO (1)

Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.

Ven, padre de los pobres,

ven, dador de gracias, ven luz de los corazones.

Consolador magnífico, dulce huésped del alma,

su dulce refrigerio.

Descanso en la fatiga, brisa en el estío,

consuelo en el llanto.

¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo

de los corazones de tus fieles.

Sin tu ayuda, nada hay en el hombre,

nada que sea bueno.

Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido.

Dobla lo que está rígido, calienta lo que está frío,

endereza lo que está extraviado.

Concede a tus fieles, que en Ti confían

tus siete sagrados dones.

Dales el mérito de la virtud,

dales el puerto de la salvación, dales la felicidad eterna.

VEN, ESPÍRITU CREADOR (2)

Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles

y llena de la divina gracia los corazones, que Tú mismo creaste.

Tú eres nuestro Consolador, don de Dios Altísimo,

fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;

Tu, el dedo de la mano de Dios; Tú, el prometido del Padre;

Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones;

y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne. Aleja de nosotros al enemigo,

danos pronto la paz, sé Tú mismo nuestro guía,

y puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo;

y que en Ti, Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo.

Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó,

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y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos. Amén.

V. Envía tu Espíritu y serán creados. R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Recibe, ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones.

¡Oh Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María según el modelo de vuestro amado JESÚS.

Gloria al Padre Creador; Gloria al Hijo Redentor; Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

(Rezar un Padrenuestro por las intenciones del Sumo Pontífice)

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

¡Oh Espíritu Santo!, alma de mi alma, te adoro; ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame,

dime que debo hacer, ordéname.

Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas que me suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad.

1. El Veni, Sancte Spiritus es la Secuencia de la misa del día de Pentecostés. Se atribuye a Stephen Langton (m. 1228), Arzobispo de Canterbury.

2. El Ven, Espíritu Creador es un himno que la Iglesia canta con frecuencia y en diversas situaciones: en el rezo de vísperas, en la fiesta de Pentecostés, en la dedicación de una iglesia, en la Confirmación, en la Ordenación Sacerdotal y en general, cada vez que se quiere invocar al Espíritu Santo con solemnidad. La autoría de el se atribuye a Rabanus Maurus (776-856).]

Tomado de: http://comunidademaus.webcindario.com/oraciones.html

ORACIONES AL ESPÍRITU SANTO PARA PEDIR SUS 7 DONES (3)

I

¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de las terrenas.

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Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la

belleza de la verdad cristiana.

Que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.

Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de la salvación.

Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.

Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo.

Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.

Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén.

II

Ven Espíritu Santo, inflama mi corazón y enciende en el fuego de tu Amor. Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.

Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas, y así aumentar mi fe; distinguiendo con su luz lo que es del buen, o del mal espíritu.

Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la

Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza; viviendo para los valores eternos.

Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree cada día más con qué infinito Amor soy amado, y así aumente mi caridad a Dios y al prójimo; actuando siempre movido por ella.

Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo con prudencia;

eligiendo las palabras y acciones más adecuadas a la santificación mía y de los demás.

Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.

Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con

constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.

Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza en el uso de las criaturas.

Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa, María Santísima, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.

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III

Amor infinito y Espíritu Santificador:

Contra la necedad, concédeme el Don de Sabiduría, que me libre del tedio y de la insensatez.

Contra la rudeza, dame el Don de Entendimiento, que ahuyente tibiezas, dudas, nieblas, desconfianzas.

Contra la precipitación, el Don de Consejo, que me libre de las indiscreciones e imprudencias.

Contra la ignorancia, el Don de Ciencia, que me libre de los engaños del mundo, demonio y carne, reduciendo las cosas a su verdadero valor.

Contra la pusilanimidad, el Don de Fortaleza, que me libre de la debilidad y cobardía en todo caso de conflicto.

Contra la dureza, el Don de Piedad, que me libre de la ira, rencor, injusticia, crueldad y venganza.

Contra la soberbia, el Don de Temor de Dios, que me libre del orgullo, vanidad, ambición y presunción.

REY CELESTE

Rey celeste, Espíritu Consolador, Espíritu de Verdad, que estás presente en todas partes y lo

llenas todo, tesoro de todo bien y fuente de la vida, ven, habita en nosotros, purifícanos y sálvanos, Tú

que eres bueno.

3. "El hombre justo que ya vive la vida de la divina gracia y opera por congruentes virtudes, como el alma por sus potencias, tiene necesidad de aquellos siete dones que se llaman propios del Espíritu Santo. Gracias a estos el alma se dispone y se fortalece para seguir mas fácil y prontamente las divinas inspiraciones: es tanta la eficacia de estos dones, que la conducen a la cumbre de la santidad; y tanta

su excelencia, que permanecen intactos, aunque mas perfectos, en el reino celestial. Merced a estos dones, el Espíritu Santo nos mueve y realza a desear y conseguir las bienaventuranzas, que son como flores abiertas en la primavera, cual indicio y presagio de la eterna bienaventuranza. Y muy regalados son, finalmente, los frutos enumerados por el Apóstol que el Espíritu Santo produce y comunica a los hombres justos, aun durante la vida mortal, llenos de toda dulzura y gozo, pues son del Espíritu Santo que en la Trinidad es el amor del Padre y del Hijo y que llena de infinita dulzura a las criaturas todas". León XIII, Enc. Divinum Illud Munus, 9-V-1897.

CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Recibe, ¡oh Espíritu Santo!,

la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones.

¡Oh Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María según el modelo de vuestro amado JESÚS.

Gloria al Padre Creador; Gloria al Hijo Redentor; Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

(Rezar un Padrenuestro por las intenciones del Sumo Pontífice)

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RESPIRA EN MI (S. Agustín)

Respira en mi Oh Espíritu Santo

Para que mis pensamientos Puedan ser todos santos.

Actúa en mí Oh Espíritu Santo

Para que mi trabajo, también Pueda ser santo. Dibuja mi corazón Oh Espíritu Santo Para que sólo ame Lo que es santo.

Fortaléceme Oh Espíritu Santo Para que defienda

Todo lo que es Santo. Guárdame pues

Oh Espíritu Santo Para que yo siempre

Pueda ser santo. (Traducido del inglés por Chickie Ortigas)

ESPÍRITU SANTO, ALMA DE MI ALMA

Autor: P. José Kentenich

Espíritu Santo, eres el alma de mi alma, te adoro humildemente.

Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame.

Y en cuanto corresponde al plan eterno Padre Dios revélame tus deseos.

Dame a conocer lo que el Amor eterno desea en mí.

Dame a conocer lo que debo realizar.

Dame a conocer lo que debo sufrir.

Dame a conocer lo que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar, cargar y soportar.

Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre.

Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí a los deseos y al querer del eterno Padre Dios.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO PARA ADQUIRIR EL SANTO BALANCE

Señor concédeme:

-La serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar -El valor para cambiar aquellas que puedo -Y la sabiduría para conocer la diferencia.

Oh Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, inspírame siempre:

- lo que debo pensar, - lo que debo decir, - como debo decirlo, - lo que debo callar, - lo que debo escribir, - como debo de obrar.

Para procurar vuestra Gloria, el bien de las almas y mi propia santificación. Espíritu Santo ilumina mi entendimiento y fortifica mi voluntad. Señor dame el balance divino en mi vida. Gloria a ti Señor.

ORACIÓN DE JUAN PABLO II

AL ESPÍRITU SANTO (4)

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo del gran Jubileo y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con la fe, en la esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.

Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y

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profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la Historia.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.

Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la edificación del único Reino de Dios.

Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones. y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.

Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen, mujer

del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.

Amén.

4. Compuesta con ocasión del segundo año de preparación al Jubileo del año 2000 Tomado de:

http://www.devocionario.com/espiritu/oracion_3.html

ORACION AL ESPIRITU SANTO

Autor: Santa Catalina de Siena.

Espíritu Santo, ven a mi corazón; atráelo a ti por tu poder, Oh mi Dios, y concédeme caridad con miedo filial. Presérvame, O inefable Amor, de cada pensamiento malvado; caliéntame, inflámame con Tu querido amor, y cada dolor parecerá ligero para mí. Mi Padre, mi dulce Señor, ayúdame en todas mis acciones. Jesús, amado, Jesús, amor. (Cualquier persona que se tiene consagrada a María según la fórmula del Bendito Grignion de Montfort, y también al Sagrado Corazón, encontrará los grandes tesoros en repetir su consagración al Espíritu Santo. La total influencia de María nos conduce a la intimidad con Cristo, y la humanidad de Jesús nos conduce al Espíritu Santo, quien nos introduce en el misterio de la Adorable Trinidad.

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ORACION DE CONSAGRACIÓN AL ESPIRITU SANTO

Autor: José de Jesús y María

O Espíritu Santo, divino Espíritu de luz y de amor, te consagro mi intelecto, mi corazón, mi voluntad y todo mi ser para toda la eternidad. Que mi intelecto sea siempre dócil a Tus inspiraciones divinas y a la enseñanza de la Santa Iglesia Católica de la cual Tu eres infalible guía. Que mi corazón se llene siempre con el amor el Dios y a mi prójimo; que mi voluntad pueda estar siempre en conformidad con la voluntad divina, y que pueda mi vida entera ser una imitación fiel de la vida y las virtudes de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, con el Padre y contigo, el Espíritu Santo, sean para siempre el honor y la gloria. Amen (Se conceden 300 días de indulgencias si se dice esta oración una vez al día, aplicable a las almas en purgatorio -- en consagración de Pío X. Esta oración puede ser renovada solamente en su primer párrafo)

Tomado de: http://www.theworkofgod.org/Spanish/Prayers

ORACIÓN CONTRA LA TENTACIÓN

Autor: José de Jesús y María

Amado Jesucristo: mi Señor, mi Rey, mi Salvador, mi Dios. Tu que eres Dios, pero que también fuiste hombre, tu que

fuiste tentado por el demonio como cualquier otro ser humano, por favor dame la fortaleza de rechazar el pecado y la gracia de permanecer puro como tu eres. Reina en mi corazón con tu Poder, Sabiduría, Amor, Paz, Gracia, Pureza, Misericordia, Gloria y Alabanza. Tú le dijiste a Satanás: LOS SERES HUMANOS NO VIVEN

SOLAMENTE DEL PAN, SINO DE CADA PALABRA QUE VIENE DE LA BOCA DE DIOS. Cuantas veces te he fallado mi Señor, cuando no obedecí tus mandamientos, te rechace como mi Rey cuando permití que las tentaciones de este mundo reinaran en mi corazón, te he olvidado mi Dios cuando mi mente ha estado tan llena de las cosas terrenales. Mi Señor y mi Dios, dame hambre de tu pan viviente, aliméntame con tu Palabra y con el Sacramento de tu carne y tu sangre. Dame la fortaleza para controlar el apetito de mis sentidos, purifica y nutre mi alma con tu alimento, el cual es hacer la voluntad del Padre Celestial. Tú le dijiste a Satán: TÚ DEBES HACERLE HOMENAJE AL SEÑOR TU DIOS, SOLAMENTE A EL DEBES

Cuántas veces las riquezas de este mundo, las tentaciones del orgullo, de la avaricia, de la envidia, de los celos y del egoísmo te han destronado mi Dios de mi corazón. Sinceramente me arrepiento de este insulto a tu Majestad. Jesús, dame la gracia de poder rechazar las cosas de este mundo, de separarme de todo lo que me rodea, y de aferrarme fuertemente a tu espíritu dentro de mí. Te amo con todo mi corazón, con toda mi mente, con toda mi alma, con todas mis fuerzas y con el espíritu que has dado. Te adoro y te obedezco mi Señor, te honro mi Rey, te alabo y te bendigo, y mi corazón esta lleno de agradecimiento. Te serviré amando a mis hermanos y hermanas y con tu fortaleza conquistaré el mundo, el demonio y de la carne. Tú le dijiste a Satanás: NO PONGAS AL SEÑOR TU DIOS A PRUEBA. Jesús, cada vez que he pecado, he lanzado mi alma contra las rocas de la muerte, hiriéndola mortalmente. Te he puesto a prueba. Jesús, tú el Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, por tus santas tus heridas sana mi cuerpo, mi

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mente y mi alma. Jesús, te he ofendido muchas veces, por favor perdona mis pecados. Lava mis iniquidades, límpiame de mi pecado, purifícame, protégeme y sálvame con tu preciosa sangre, santifícame con tu Espíritu Santo, hazme de nuevo con tu imagen y semejanza. Jesús, en la presencia del Inmaculado Corazón de María por favor dime ahora: “Esta es tu madre”. Santa Madre de Dios, mi madre, protégeme, guíame y nútreme con el pan celestial que tu le has dado al mundo. Cúbreme con tu manto maternal de pureza para que yo pueda siempre decir NO a las tentaciones de tu adversario, el enemigo de mi alma. Amén

SECUENCIA DE PENTECOSTÉS

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido;

luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado

cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,

doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia

dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse

y danos tu gozo eterno. Amén.

LAUDES DE PENTECOSTÉS

¡El mundo brilla de alegría! ¡Se renueva la faz de la tierra! ¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo!

Ésta es la hora en que rompe el Espíritu el techo de la tierra, y una lengua de fuego innumerable purifica, renueva, enciende, alegra las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza que pone en pie a la Iglesia en medio de las plazas, y levanta testigos en el pueblo para hablar con palabras como espadas delante de los jueces.

Llama profunda que escrutas e iluminas el corazón del hombre: restablece la fe con tu noticia, y el amor ponga en vela la esperanza hasta que el Señor vuelva.

CANCIÓN DE SAN JUAN DE LA CRUZ

¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro!; pues ya no eres esquiva,

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acaba ya, si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!, que a vida eterna sabe y toda deuda paga; matando, muerte en vida la has trocado.

Oh lámparas de fuego, en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido, que estaba oscuro y ciego, con extraños primores, calor y luz dan junto a su Querido!

¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno, donde secretamente solo moras, y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno, cuán delicadamente me enamoras!

ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN

Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría: dame mirada y oído interior para que no me apegue a las cosas materiales, sino que busque siempre las realidades del Espíritu.

Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de amor: haz que mi corazón siempre sea capaz de más caridad.

Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de verdad: concédeme llegar al conocimiento de la verdad en toda su plenitud.

Ven a mí, Espíritu Santo, agua viva que lanza a la vida eterna: concédeme la gracia de llegar a contemplar el rostro del Padre en la vida y en la alegría sin fin.

Amén.

ORACIÓN DE LA LITURGIA BIZANTINA

Rey celestial, Consolador, Espíritu de la verdad, que estás presente en todas partes y lo llenas todo.

Tesoro de todo bien y Fuente de vida, ven y haz de nosotros tu morada, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas,

Tú que eres bueno.

VEN, ESPÍRITU DE AMOR Y DE PAZ.

Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.

Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.

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VEN, ESPÍRITU DE AMOR Y DE PAZ.

Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la edificación del único Reino de Dios.

Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita la solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.

VEN, ESPÍRITU DE AMOR Y DE PAZ.

ORACIÓN DEL ESPIRITU SANTO DE LOS EQUIPOS DE NUESTRA SEÑORA

Espíritu Santo, tú eres el aliento del Padre y

del Hijo en la eternidad dichosa; tú nos has sido enviado por Jesús para hacernos comprender lo que él nos ha dicho y guiarnos hacia la verdad completa; tú eres para nosotros aliento de vida, aliento creador, aliento santificador; tú eres quien renueva todas las cosas.

Humildemente te pedimos que nos animes y habites en nosotros: en cada uno y cada una

de nosotros, en cada uno de nuestros hogares, en cada uno de nuestros equipos; para que podamos vivir el sacramento del matrimonio como un lugar de amor, un camino de felicidad y un medio de santidad.

AMÉN.

CAMINAR EN EL ESPÍRITU

Autor: Fray Diego González

Espíritu Santo, eres viento: llévame donde quieras;

Eres brisa: déjame respirar lo nuevo;

Eres fuerza: levántame del suelo;

Eres vida: dame pasión por la vida;

Eres alimento: nútreme de tu savia;

Eres luz: ilumíname con tus rayos;

Eres calor: calienta mi existencia;

Eres libertad: hazme libre;

Eres fecundidad: cúbreme con tu sombra;

Eres agua viva: dame de beber;

Eres respuesta: dame fuerza para decir sí al Padre, al Hijo y a ti, Espíritu Santo.

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VEN, CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO

Autor: Ángel Sanz Arribas

Ven, Creador, Espíritu amoroso, ven y visita el alma que a ti clama y con tu soberana gracia inflama los pechos que criaste poderoso.

Tú, que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente, de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado.

Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano; tú eres el dedo de su diestra mano; tú nos dictas palabras y razones.

Ilustra con tu luz nuestros sentidos, del corazón ahuyenta la tibieza, haznos vencer la corporal flaqueza con tu eterna virtud fortalecidos.

Por ti nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera, y siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado.

Por ti al eterno Padre conozcamos, y al Hijo, soberano omnipotente, y a ti, Espíritu, de ambos procedente con viva fe y amor siempre creamos.

ESPÍRITU DIVINO

Luz de Dios, disipa la tiniebla de mis dudas

y guíame.

Fuego de Dios, derrite el hielo de mi indiferencia y abrásame.

Torrente de Dios, fecunda los desiertos de mi vida y renuévame.

Fuerza de Dios, rompe las cadenas de mis esclavitudes y libérame.

Alegría de Dios, aleja los fantasmas de mis miedos y confórtame.

Aliento de Dios, despliega las alas de mi espíritu y lánzame.

Vida de Dios, destruye las sombras de mi muerte y resucítame.

Ven, Espíritu Paráclito, Espíritu creador y santificador, Espíritu renovador y consolador, Espíritu sanador y pacificador.

Ven y concede hoy a tu Iglesia, reunida en el Cenáculo con María, la experiencia de Pentecostés.

Tomado de:

http://www.franciscanos.org/

CONSAGRACIÓN DE LA "OBRA" DEL ESPÍRITU SANTO

¡Oh Amor, centro y vida de la Trinidad Espíritu Santo!, ven a mí con tus dones y con tu Amor, me consagro totalmente a Ti para que obres en mí tu "Misterio de AMOR", el que empezaste a realizar el día de mi bautismo y que ahora quiero renovar en cada instante de mi vida. Que tu gracia acompañe siempre todas mis

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acciones y las transforme en ofrenda permanente para gloria del Padre y bien de todos los hombres mis hermanos. Amen

NOVENA BREVE AL ESPÍRITU SANTO

Luego de la ascensión del Señor, los apóstoles tuvieron una honda experiencia del Espíritu Santo en sus vidas. De esa experiencia nació la Iglesia. Preparémonos para la fiesta de Pentecostés, oremos y reflexionemos en torno a este misterio de amor. Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

La novena del Espíritu Santo es de suma importancia para todo cristiano ya que fue la primera que celebraron los Apóstoles con la Virgen María en el Cenáculo. Allí aguardaron con recogimiento y oración su venida y recibieron sus abundantes y maravillosos dones.

“Recuerda, pues, que has recibido el sello del Espíritu, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de piedad, espíritu del santo temor, y conserva lo que has recibido. Dios Padre te ha sellado, Cristo el Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón, como prenda suya, el Espíritu Santo, como te enseña el Apóstol.”

San Ambrosio, Tratado sobre los misterios, 29-30 ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor. Oh, Dios, que con la luz del Espíritu Santo iluminas los corazones de tus fieles, concédenos que guiados por el mismo Espíritu, disfrutemos de lo que es recto y nos gocemos con su consuelo celestial.

1º DON

Ven, Espíritu Santo, por tu don Sabiduría, concédenos la gracia de

apreciar y estimar los bienes del cielo y muéstranos los medios para alcanzarlos. Gloria...

2º DON

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Entendimiento, ilumina nuestras mentes respecto a los misterios de la salvación, para que podamos comprenderlos perfectamente y abrazarlos con fervor. Gloria...

3º DON

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Consejo, inclina nuestros corazones a actuar con rectitud y justicia para beneficio de nosotros mismos y de nuestros semejantes. Gloria...

4º DON

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Fortaleza, fortalécenos con tu gracia contra los enemigos de nuestra alma, para que podamos

obtener la corona de la victoria. Gloria...

5º DON

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Ciencia, enséñanos a vivir entre las cosas terrenos para así no perder las eternas. Gloria…

6º DON

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Piedad, inspíranos a vivir sobria, justa, y piadosamente en esta vida, para alcanzar el cielo en la otra vida. Gloria...

7º DON

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Temor de Dios, hiere nuestros cuerpos con tu temor para así trabajar por la salvación de nuestras almas. Gloria...

ORACIÓN

Oh Dios, que has unido las naciones en la confesión de tu nombre, concédenos que los que han renacido por el agua del bautismo, tengan la misma fe en sus corazones y la misma piedad en sus acciones.

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Oh Dios, que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles, oye las oraciones de tus fieles para que gocen de la verdadera paz, quienes por tu gracia, han recibido el don de la verdadera fe. Te suplicamos, Oh Dios, que tu Santo Espíritu encienda en nuestros corazones esa llama que Cristo trajo a la tierra y deseó ardientemente fuera encendida.

Inflama, Oh Señor, nuestros corazones con el fuego del Espíritu Santo, para que te sirvamos castos de cuerpo y limpios de corazón.

Enriquece, Señor, nuestros corazones derramando con plenitud tu Santo Espíritu por cuya sabiduría fuimos creados y por cuya providencia somos gobernados.

Te suplicamos, Oh Dios Todopoderoso y Eterno, que tu

Santo Espíritu nos defienda y habite en nuestras almas, para que al fin, seamos los templos de su gloria.

Te pedimos, Señor, que según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos lleve al conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Tomado de: Devocionario.com

http://www.aciprensa.com/Oracion

ORACIÓN PARA DEJAR FLUIR LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Del Movimiento de Renovación Carismática

Ven, Espíritu Santo, y bautízame con el Fuego de Tu Amor. Me he rendido lo mejor que he podido, y ahora quiero que me llenes con Tu Espíritu. Necesito Tu poder en mi vida. Por favor, ven y lléname ahora.

Señor, creo que cuando me rindo ante Ti como Señor, nos hacemos Uno. Tú eres la Vid y yo soy el sarmiento. Todo lo que eres está en mí. Mi vida fluye ante Ti. Creo que al rendirme y pedir, Tú liberarás Tu Fuerza, Sabiduría, Sanación, para llenar mis actuales necesidades.

Ahora me rindo para recibir Tus Dones de Santificación: Espíritu de Sabiduría e Inteligencia, Espíritu de Consejo y Fortaleza, Espíritu de Ciencia y Temor de Yahvé. Necesito dones en mi vida, para mi crecimiento como cristiano.

Me rindo y Te pido que envíes la manifestación de Tus Dones de Servicio: Sabiduría, Ciencia, Fe, Curaciones, Milagros, Profecía, Discernimiento de espíritus, Diversidad de lenguas e Interpretación de lenguas. Lo necesito para ser testigo en un mundo doliente. Sólo en Tu Poder, guiado por Tu Espíritu puede ser fructífera mi vida.

Ven, Espíritu Santo. Ven, Espíritu Santo. Lo quiero todo envuelto en el mayor de los dones: el Amor. Derríteme, moldéame, lléname, úsame.

Dame oportunidades para usar Tus dones, para revelar Tu Amor y Tu Misericordia.

Ensánchame, Señor. No limitaré Tus dones con mi percepción de lo que yo pueda manejar. Espíritu Santo, aumenta mi capacidad. Obre en mí poderosamente.

Quiero que cada propósito que Dios tiene para mi vida se cumpla: Te necesito, poderoso Espíritu de Dios, para que se cumpla ese propósito.

Ven, Espíritu Santo, ven.

Al fluir a través de mí para dirigir a otros, sé que Tú estás fluyendo en mí para sanar mi vida también. Gracias por inundar los sitios profundos de mi vida con Tu Amor intenso.

Gracias por lavar y limpiar cualquier herida y cicatrices del pasado que aún tienen poder para

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dominar mis pensamientos y reprimir mi libertad física y emocional.

Gracias por traer luz a las tinieblas y calor a cualquier habitación fría y oscura de mi alma. Espíritu Santo Compasivo, gracias por venir a quitar lágrimas no

lloradas, penas de luto, el dolor de pérdidas, los traumas, miedos, heridas emocionales tan dolorosas que estaban enterradas vivas.

Espíritu de Sabiduría, gracias por llegar hasta la raíz de las causas de cualquier fallo crónico. Espíritu Santo Amoroso, gracias por pasar conmigo a través de mis años de infancia y enfrentarte al pasado conmigo. Gracias por recordarme que el Amor de Cristo siempre estaba ahí, llenando las brechas entre el Amor que necesitaba y el Amor que recibía.

Te alabo, Jesús. Que esto sea una oportunidad para una efusión más profunda del Espíritu, a la par que se está liberando una gran parte de mi vida emocional

¡Gracias, Espíritu Santo, por Tu presencia conmigo, fluyendo libremente en mí, a través de mí!

¡Gracias por ser mi Amigo, mi Maestro, mi Consuelo, mi Consejero, mi Intercesor y el dador de dones extraordinarios! ¡Gracias especialmente por (...)!

CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

("El Gran Desconocido", A. Royo Marín)

¡Oh, Espíritu Santo, lazo divino que unes al Padre con el Hijo en un inefable y estrechísimo lazo de amor! Espíritu de luz y de verdad, dígnate derramar toda la plenitud de Tus dones sobre mi pobre alma, que solemnemente Te consagro para siempre, a fin de que seas su preceptor, su director y su maestro.

Te pido humildemente fidelidad a todos Tus deseos e inspiraciones y entrega completa y amorosa a Tu divina acción.

¡Oh, Espíritu Creador! Ven, ven a obrar en mí la renovación por la cual ardientemente suspiro; renovación y transformación tal que sea como una nueva creación, toda de gracia, de pureza y de amor, con la que dé principio de veras a la vida enteramente espiritual, celestial, angélica y divina que pide mi vocación cristiana.

¡Espíritu de Santidad! Concede a mi alma el contacto de Tu pureza, y quedará más blanca que la nieve. ¡Fuente sagrada de inocencia, de candor y de virginidad! Dame a beber de Tu agua divina, apaga la sed de pureza que me abrasa, bautizándome con aquel bautismo de fuego cuyo divino baptisterio es Tu divinidad, eres Tú mismo.

Envuelve todo mi ser con sus purísimas llamas.

Destruye, devora, consume en los ardores del puro amor todo cuanto haya en mí que sea imperfecto, terreno y humano; cuanto no sea digno de Ti.

Que Tu divina unción renueve mi consagración como templo de toda la Santísima Trinidad y como miembro vivo de Jesucristo, a quien, con mayor perfección aún que hasta aquí, ofrezco mi alma, cuerpo, potencias y sentidos con todo cuanto soy y tengo.

Hiéreme de amor, ¡oh, Espíritu Santo!, con uno de esos toques íntimos y sustanciales, para que, a manera de saeta encendida, hiera y traspase mi corazón, haciéndome morir a mí mismo y a todo lo que no sea el Amado. Tránsito feliz y misterioso que Tú sólo puedes obrar, ¡oh, Espíritu Divino!, y que anhelo y pido humildemente.

Cual carro divino de fuego, arrebátame de la tierra al cielo, de mí mismo a Dios, haciendo que desde hoy more ya en aquel paraíso que es Su corazón. Infúndeme el verdadero espíritu de mi vocación y las grandes virtudes que exige y son prenda segura de santidad: el amor a la cruz y a la humillación y el desprecio de todo lo transitorio.

Dame, sobre todo, una humildad profundísima.

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Ordena en mí la caridad y embriágame con el vino que engendra vírgenes.

Que mi amor a Jesús sea perfectísimo, hasta llegar a la completa enajenación de mí mismo, a aquella celestial demencia que hace perder el sentido humano de todas las cosas, para seguir las luces de la fe y los impulsos de la gracia.

Recíbeme, pues, ¡oh, Espíritu Santo!; que del todo y por completo me entregue a Ti.

Poséeme, admíteme en las castísimas delicias de Tu unión, y en ella desfallezca y expire de puro amor al recibir Tu ósculo de paz. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo - acción de Dios Omnipotente -Os adoro profundamente en la majestad y grandeza del cosmos estelar y su matemática precisa, del planeta Tierra que habitamos y del cuerpo que los hombres encarnamos, pues - Tus obras - son perfectas.

Espíritu Santo - Dios dador de Vida - que mantienes en existencia a toda cosa y criatura en cada presente, perdona nuestra ignorancia y enséñanos a saber amar, respetar y cuidar tu obra planetaria, en los animales, en las plantas, en la tierra y en nuestro propio cuerpo, pues todo está hecho y mantenido - por Ti - según Tu Amor.

Espíritu Santo - Dios Madre dulcísimo - Te doy gracias porque guías todas las circunstancias de nuestra vida - en la tierra - con Tu maternal Providencia.

Amplía nuestra consciencia para que - atentos, sin distracción, a Tu soplo inspirador - las vivencias de cada instante nos sean provechosas.

En Ti pongo mi confianza, pues nos guardas a la sombra de Tu Amor.

Purifícanos de nuestras imperfecciones conscientes e inconscientes y auméntanos en fortaleza, consejo, ciencia e inteligencia y, según Tu maternal designio, crea en nosotros una mente santa, un corazón puro y un cuerpo sano.

Acrecienta en nosotros el Amor y la Sabiduría de Cristo para que obrando según la Voluntad del Padre - en quienes vives como un solo Dios verdadero - fructifiquemos - en Jesucristo – en caridad, bondad y afabilidad, paciencia, mansedumbre y entereza, fidelidad, continencia y castidad modestia, gozo y paz.

Y alcánzanos - de El - lo que nosotros no sabemos pedir. AMEN

CORONA EN HONOR AL ESPÍRITU SANTO Autor: Daniel Salazar y Mª Verónica Moreno G. 1-Señal de la Cruz

2- V. Señor abre mis labios R. Y mi boca anunciará tus alabanzas V. Oh, Dios, ven en mi ayuda. R. Señor apresúrate a socorrerme 3- Gloria 4- V. Oh, Dios que aleccionaste los corazones de los fieles con la ciencia del Espíritu Santo, has que guiados por ese mismo Espíritu saboreemos la dulzura del bien y gocemos siempre de sus divinos consuelos. Por Cristo, Señor Nuestro. R. Amén. 5- V. En el principio el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas (Gen 1,2) R. Llenando toda la creación del esplendor de su Luz 6- V. Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles. R. Y enciende en ellos el fuego de tu Amor. Amén 7- Estación y lectura Bíblica meditada

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8- Decir 5 veces: V. Envía, Señor, tu Santo Espíritu y será una nueva creación. R. Y renovarás la faz de la tierra en un nuevo Pentecostés 9- Gloria, adoración y bendición a Ti, Eterno y Divino Espíritu, que has portado sobre esta al Salvador de nuestras almas. Y gloria y honor a Tu adorabilísimo Corazón, que nos ama con un amor infinito. 10- Después de meditar las 5 estaciones: ¡Oh, Espíritu Santo! Alma del alma mía, yo te adoro: ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame, enséñame lo que debo hacer, dame tus órdenes. Te prometo someterme a todo lo que tú permitas que me suceda, solamente hazme conocer Tu voluntad. 11- Recitar las letanías. 12- Concédenos, Padre Misericordioso, que tu Divino Espíritu nos ilumine, nos inflame nos purifique, de modo que pueda El penetrar en nosotros con su celeste rocío y llenarnos de obras buenas. Por los méritos de Jesús, Tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. 13.- V- El Señor es el Espíritu R.- Y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. (2Cor 3,17) 14- Gloria Estaciones: 1-El Espíritu Santo en la Anunciación (Lc 1,34-35) 2-Isabel llena del Espíritu Santo en la Visitación (Lc 1,39-42) 3-Jesús recibe el Bautismo de Juan (Mt 3,13-17) 4- Los Apóstoles reciben el Espíritu Santo (Jn 20,21-23) 5-La venida del Espíritu Santo en Pentecostés (Hch 2,1-4) 2. Invocación al Espíritu Santo “Señor abre mis labios y mi boca anunciará tus alabanzas Señor ven en mi ayuda, apresúrate a socorrerme. Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.”

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Autor: Cardenal Verdier

Oh Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo, Inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir,

cómo debo decirlo, lo que debo callar, cómo debo actuar, lo que debo hacer, para gloria de Dios, Bien de las almas Y mi propia Santificación. Espíritu Santo, Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar. Dame acierto al empezar dirección al progresar y perfección al acabar. Amén.

ORACIÓN

Señor, envíanos tu Espíritu de Sabiduría e

Inteligencia para que comprendamos tu Palabra. Envíanos tu Espíritu de Prudencia y Valentía

para que la pongamos en práctica. Envíanos tu Espíritu de Conocimiento y Santo

Temor para conocerte más a través de ella.

Y Envíanos tu Espíritu de Caridad y Amor para que seamos semejantes a Ti.

Amén.

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Oración al Espíritu Santo

Autor: Beato Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina

Divino Espíritu Santo, amor eterno del Padre y del Hijo: te adoro, te doy gracias, te amo y te pido perdón por todas las veces que te ha contristado en mí y en mi prójimo.

A ti Santo Espíritu de Verdad consagro mi mente,

ti Espíritu Santificador consagro mi voluntad.

ti Espíritu Vivificador consagro mi corazón:

Amén

Oración al Espíritu Santo.

spíritu Santo, que Jesús c

pura para mí el tiempo píritu.

ortifica en mí la presunción natural.

uiero ser sencillo, lleno de amor de Dios

ue ninguna fuerza humana me impida

ue ningún interés, por descuido mío,

ue ningún egoísmo reduzca en mí

odo sea grande en mí.

ambién el culto a la verdad y a la prontitud

ue la efusión de tu Espíritu de amor l

Al Espíritu de Dios.

spíritu Santo, artífice de

ú que a un solo soplo hiciste crecer montañas y

ú eres la Promesa del Padre

e

spíritu Santo, Tú que creaste tros corazones

rea en nosotros un nuevo corazón: Manso y te

a,

conoces.

fantasía y memoria: ilumíname. Haz que conozca a Jesucristo y comprenda su Evangelio y la doctrina de la Santa Iglesia. Aumenta en mí el don de sabiduría, de ciencia, de inteligencia y de consejo. AGuíame para hacer lo que te agrada. Dame fuerza para cumplir con los mandamientos y mis deberes. Concédeme el don de fortaleza y el santo temor de Dios. Aprotege y aumenta en mí la gracia divina. Concédeme el don de piedad.

Eperfecciona la obra omenzó en mí. Ade una vida llena de tu Es M Qy constantemente generoso. Qhacer honor a mi vocación cristiana. Q

vaya contra la justicia. Qlos espacios infinitos del amor. T Ten mi deber hasta la muerte. Qvenga sobre mí, sobre la Iglesia y sobre emundo entero.

E la Creación: Tú que con dulzura aleteabas sobre las aguas originales y asististe al Padre cuando dijo: Hágase la Luz. Tbrotar ríos, y separaste las aguas del mar para hacer libre a tu pueblo. Tque Jesús envió el Día Grandede Pentecostés, y que se hizo parte nuestra el Día Grande dnuestro bautismo. Eal mundo y que habitas en nuespues son tu templo: Regálanos un corazón nuevo! CHumilde, Compasivo y Misericordioso, Paciene ilimitado para dar y recibir Amor. Crea en nosotros una conciencia recta, que nunca nosdobleguemos ante las injusticias del mundo ni nos dejemos llevar por la mentira, por la envidipor la avaricia, por la lujuria, por el miedo, por la soberbia y por tantos otros males que Tú bien

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Concédenos ser amables y comprensivos, morosos, fraternos, con un corazón

r el

ar nuestras habilidades, ptitudes e inteligencia con sabiduría y

onfiar en Ti. Danos la fe, la esperanza

ntirnos y sabernos ijos de Dios y amigos tuyos

il , alegría y

asiempre abierto y alegre al sabernos hermanados, consolados y salvados poel Amor del Padre, la Misericordia dHijo y la Comunión del Espíritu Santo: un solo Dios. Concédenos usaadórnanos con tus dones y tus frutos. Danos sinceridad para hablarte y cy la caridad. Regálanos sobre todo el sehy así, en cada amanecer, en cada momento, fácó difícil, poder decir con amoresperanza: Bienvenido seas (a mi corazón y a mi vida) Señor Jesús!

Letanías al Espíritu Santo

Jesucristo, (Ten Piedad)

jo, Redentor del mundo,

ios,

)

d y de sabiduría,

ejo,

bondad,

l del Padre y del Hijo,

pureza de alma y cuerpo, sensualidad,

aturas,

, oluntad,

prójimos, y apetitos

piración

otonería y malicia,

lgo que no

cado e imperfección y de todo

e amantísimo, Perdónanos.

e osotros.

no Espíritu, No nos dejes asta ponemos en la posesión de la

orras los pecados el mundo, Enviadnos al divino

ios, que borras los pecados el mundo, Llenadnos de los dones de

ordero de Dios, que borras los pecados el mundo, Haced que crezcan en

Señor, -

- -Señor, -Dios, Padre celestial,-Dios, Hi-Dios, Espíritu Santo, -Trinidad Santa, que sois un solo D(Ten Piedad) (Se responde a continuación: LíbranosEspíritu Santo-Divina Esencia, Dios verdadero y único, -Espíritu de verda-Espíritu de santidad y de justicia, -Espíritu de entendimiento y de cons-Espíritu de caridad y de gozo, -Espíritu de paz y de paciencia, -Espíritu de longanimidad y mansedumbre, -Espíritu de benignidad y de

-Amor substancia-Amor y vida de las almas santas, -Fuego siempre ardiendo, -Agua viva que apagáis la sed de loscorazones, -De todo mal, -De toda im-De toda gula y-De todo afecto a los bienes terrenos, -De todo afecto a cosas y a cri-De toda hipocresía y fingimiento, -De toda imperfección y faltas deliberadas, -Del amor propio y juicio propio-De la propia v-De la murmuración, -De la doblez a nuestros -De nuestras pasiones desordenados, -De no estar atentos a vuestra insSanta, -Del desprecio a las cosas pequeñas, -De la gl-De todo regalo y comodidad, -De querer buscar o desear aseáis Vos, -De todo lo que te desagrade, -De todo pemal, -Padr -Divino Verbo, Ten misericordia dn -Santo y DivihDivina Esencia, Cielo de los cielos. -Cordero de Dios, que bdConsolador. -Cordero de Ddvuestro Espíritu. -Cdnosotros los frutos del Espíritu Santo.

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Ven, ¡oh Santo Espíritu!, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

V. Envía tu Espíritu y todo será creado. R. Y se renovará la faz de la tierra.

Oremos ¡Oh Dios!, que habéis instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concedednos, según el mismo Espíritu, conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo, Señor nuestro. R. Amén. http://www.devocionario.com/espiritu/letania_1.html

NOVENA AL

ESPIRITU SANTO

** Día primero **

Por la señal, etc. Ven, oh Santo Espíritu: llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. — Envía tu Espíritu, y las cosas serán creadas. — Y renovarás la faz de la tierra.

Oración

Oh Dios, que con la claridad del Espíritu Santo iluminaste los corazones de los fieles; concédenos este mismo Espíritu para obrar con prudencia y rectitud, y gozar siempre de sus consuelos inefables. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Veni Creatur Spiritus

Ven, Espíritu Creador, Visita las almas de tus fieles Y llena de la divina gracia los corazones, Que Tú mismo creaste.

Tú que eres el Paráclito Llamado y don altísimo de Dios; Fuente viva, y amor, y fuego ardiente, Y espiritual unción.

Tú, septíforme en dádivas. Tú, dedo de la diestra paternal;

Tú, promesa magnífica del Padre, Que el torpe labio vienes a soltar;

Con tu luz iluminas los sentidos, Los afectos inflaman con tu amor; Con tu fuerza invencible corrobora La corpórea flaqueza y corrupción.

Lejos expulsa al pérfido enemigo, Envíanos tu paz; Siendo Tú nuestro Guía, Toda culpa logremos evitar;

Danos tu influjo a conocer al Padre, Danos también al Hijo a conocer, Y del uno y del otro, oh Santo Espíritu, En Ti creamos con sincera fe.

Dios Padre alabanza, honor y gloria, Con el Hijo que un día resucitó De entre los muertos; y al feliz Paráclito De siglos en la eterna sucesión.

Oración

Oh Divino amor, oh lazo sagrado que unes al Padre y al Hijo, Espíritu Todopoderoso, consolador de los afligidos, penetra en los profundos abismos de mi corazón. Derrama tu refulgente luz sobre estos lugares incultos y tenebrosos, y envía tu dulce rocío a esta tierra desierta, para reparar su larga aridez. Envía los rayos celestiales de tu amor hasta el fondo más misterioso del hombre interior, a fin de que penetrando en él, enciendan el vivísimo fuego que consume toda debilidad y toda languidez. Ven, pues, ven, dulce consolador de las almas desoladas, refugio en los peligros y protector en las tribulaciones. Ven, Tú que lavas las almas de sus manchas y curas sus heridas. Ven, fuerza del débil y apoyo del que cae. Ven, doctor de los humildes y vencedor de los orgullosos. Ven, padre de los huérfanos, esperanza del pobre y vida del que comenzaban a languidecer. Ven, estrella de los navegantes y puerto de los náufragos. Ven, fuerza de los vivos y última esperanza de los que van a morir. Ven, oh Espíritu Santo. Ven, y ten misericordia de mí. Dispón de tal suerte mi alma y condesciende con mi debilidad con tanta dulzura, que mi pequeñez encuentre gracia delante de tu grandeza infinita; mi impotencia delante de tu fuerza, y mis ofensas delante de la multitud de tus misericordias; por Nuestro Señor Jesucristo mi Salvador, que con el Padre vive y reina en tu unidad por todos los siglos de los siglos. Amén. (San Agustín, Meditaciones, IX)

Meditación del día

¿Qué debo hacer para hallarte, Dios mío?

¿Qué debo hacer para

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hallarte, oh Dios mío, a Ti que eres mi verdadera vida? Buscarte a Ti es buscar la vida bienaventurada. Plegue a tu misericordia inspirarme el deseo de buscarte siempre, porque, así como mi alma es la vida de mi cuerpo del mismo modo Tú, Señor, eres la vida de mi alma.

Oh, verdad, luz de mi corazón, sé tú la que me conduzca, y no mi propio espíritu, que no es más que tinieblas. Me he dejado arrastrar al torrente de las cosas que pasan, y pronto se halló mi inteligencia cubierta de una profunda noche. Mas en este estado de oscuridad no he dejado de amarte; en mi extravío me he acordado al fin de Ti. He oído a lo lejos, tu voz que me llamaba. Apenas ¡ay! la he oído, a causa del ruido que mis pecados hacían en mi corazón. Sin embargo, la seguí al fin, y heme que vuelvo fatigado, sediento y jadeando a la fuente vivificante que eres Tú mismo. ¡Haz que nadie me impida apagar la sed en esas aguas celestiales! Que beba en ellas para recobrar la vida; porque lejos de Ti hallé la muerte. Yo no puedo vivir sino en Ti solo, ¡oh Dios mío! (San Agustín, Confesiones)

Veni, Sancte Spiritus

Ven, oh Santo Espíritu, y del alto empíreo Un rayo de tu luz dígnate enviar; Ven, dador de dádivas, Padre de los míseros, Ven, nuestros corazones a inflamar.

Huésped de las almas, Dulce refrigerio, Óptimo y eficaz consolador; Bálsamo en el llanto, Tregua en la fatiga, Plácida sombra en festival ardor.

Oh luz dichosísima! Llena lo mas íntimo De las entrañas en tu pueblo fiel; Pues nada en el hombre, Sin tu excelso numen, inculpable ni justo puede haber.

Lava allí lo sórdido; Riega lo que es árido; Sana lo que sufrió golpe mortal; Dobla ya lo rígido; Arda al fin lo gélido;

Lo descarriado ven a gobernar. Calma aquí a tus fieles, Los que en Ti confían, De tu sagrado septenario don; Dales gracias y mérito; Dales feliz éxito. Y el celestial eterno galardón.

Oración al Espíritu Santo

Espíritu Santo, Tú que me aclaras todo, que iluminas todos los caminos para que yo alcance mi ideal. Tú que me das el don divino de perdonar y olvidar el mal que me hacen y que en todos los instantes de mi vida estás conmigo, yo quiero en este corto diálogo agradecerte por todo y confirmar una vez más que nunca quiero separarme de Ti, por mayor que sea la ilusión material. Deseo estar contigo y todos mis seres queridos en la gloria perpetua.

Gracias por tu misericordia para conmigo y los míos. Amén.

El Magnificat

Glorifica mi alma al Señor y mi espíritu ha saltado de regocijo en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la humildad de su sierva, y he aquí que ya todas las generaciones me llamarán bienaventurada. Porque el que es omnipotente ha hecho en mí grandes cosas; y su nombre es santo. Y su misericordia se propaga de edad en edad sobre todos los que le temen. El desplegó la fuerza de su brazo; disipó los designios que los soberbios formaban en su corazón. Derribó a los poderosos y ensalzó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos; y a los ricos despidió sin cosa alguna. Levantó a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia. Según había prometido a nuestros padres Abraham y su descendencia, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración a Nuestra Señora

Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección e implorado tu socorro haya sido abandonado. Animado de esta confianza, oh Virgen de las Vírgenes, vengo a Ti. Gimiendo bajo el peso de mis pecados me postro a tus plantas. No desprecies mis oraciones, oh Madre del Verbo, sino escúchalas y dígnate acogerlas favorablemente.

Siete Padrenuestros, con Avemarías y la Gloria, para alcanzar los dones del Espíritu Santo.

** Día segundo **

(Todo sigue igual, lo único que cambia es la meditación del día)

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Meditación del día

Señor, abre mis ojos

Oh Luz que veía Tobías, cuando con los ojos cerrados mostraba a su hijo el camino de la vida inmortal; Luz que veía Isaac en el fondo de su corazón, cuando oscurecidos los ojos del cuerpo, contaba a su hijo las cosas futuras; Luz que veía a Jacob, cuando, instruido interiormente, predecía a sus hijos las cosas del porvenir; Luz invisible, para la que están descubiertos los abismos de corazón. Yo sé que las tinieblas se esparcen por las profundidades de mi inteligencia; pero Tú eres Luz. Yo sé que espesa oscuridad se levanta sobre las aguas de mi corazón, pero Tú eres Verdad. ¡Oh Luz venturosa! Tú no puedes ser vista sino de los corazones puros. "Bienaventurados los corazones puros, porque verán a Dios" (Mt 5). Lávame, virtud purificador; cura mis ojos, a fin de que pueda contemplarte. Esplendor inaccesible, has que un rayo de luz eche abajo las escamas de mi antigua ceguedad. Te doy gracias, oh Dios, porque ya veo: dilata mi vista, Señor, dilátala en Ti. Corre el velo a mis ojos para que conozca las maravillas de tu Ley! Gracias te sean dadas, oh Luz mía, porque ya veo, aunque todavía como en un espejo, ven enigma. ¿Cuándo te veré frente a frente? ¿Cuando vendrá ese día de alegría y de gloria, en que entre en tu admirable santuario, en que sea saciado mi deseo, y vea al que siempre me ha visto? (San Agustín, Soliloquios)

** Día tercero **

Meditación del día

Quiero conocerte, oh Dios mío

Quiero conocerte, oh Dios mío, a Ti que me conoces hasta el fondo de mi corazón. Quiero conocerte, fuerza de mi alma. Muéstrate a mí, consolador mío; ven, plenitud de mi espíritu; quiero verte, luz de mis ojos; quiero hallarte, supremo objeto de mi deseo; quiero poseerte, amor de mi vida, ¡eterna belleza! ¡Consérvate siempre en el fondo de mi corazón, vida bienaventurada y soberana dulzura! ¡Haz que te ame, Dios mío, Creador y refugio mío, dulce esperanza mía en todos mis males! Goce yo de Ti, perfección divina, sin la cual nada hay perfecto. Abre las profundidades de mi oído a tu "palabra, más penetrante que una espada cortante." (Hb, 4); y haz que oiga tu voz. Alumbra mis ojos, luz incomprensible, a fin de que deslumbrados con el brillo de tu gloria; no puedan ya ver las vanidades. Dame, Señor, un corazón que piense en Ti; un alma que te ame; un espíritu que se acuerde de tus maravillas; una inteligencia que te comprenda; una razón que esté siempre adherida fuertemente a Ti.

Oh vida, por quien todo respira; vida que me das el ser; vida quieres mi vida, sin la cual yo muero, sin la cual caigo en la aflicción; vida dulce, vida suave, vida siempre presente a mi memoria, ¿dónde estás? ¿Dónde te hallaré, para que me deje a mi mismo y no viva más que en Ti? (San Agustín. Soliloquios, Capítulo 1)

** Día cuarto **

Meditación del día

Te he amado demasiado tarde

Te he amado demasiado tarde, belleza siempre antigua y siempre nueva: te he amado demasiado tarde. Tú estabas dentro, y yo fuera; y aquí era donde te buscaba. Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo; y tus obras que sin Ti no habrían existido, me retenían lejos de ti. Daba vueltas alrededor de ellas buscándote; pero deslumbrado por ellas me olvidaba de mí mismo. Pregunté a la tierra si era mi Dios y me respondió que no; y todos los seres que están en ella, me hicieron la misma confesión. Interrogué a todas las criaturas y me respondieron: nosotras no somos tu Dios: búscale sobre nosotras. Y volví a mí; entré dentro de mí mismo y me dije: ¿y tú quién eres? Yo me respondí: soy un hombre racional y mortal. Y comencé a discurrir lo que esto significa. Profundicé desde más cerca la naturaleza del hombre y dije: ¿de dónde viene tal ser? Señor, mi Dios, ¿de dónde viene, sino de Ti? Tú eres quien me has formado a mí mismo. ¿Quién eres Tú, por quien todo vive, Tú, por quien yo vivo? ¿Quién eres Tú, mi Señor y mi Dios, único poderoso, único eterno, incomprensible, inmenso, que siempre vives y en quien nada muere? ¿Quién eres Tú, y qué eres para mí? Dilo, oh misericordia mía, dilo a tu pobre siervo. Dilo en nombre de tu bondad: ¿qué eres Tú para mí? Di a mi alma: Yo soy tu salud. No me ocultes tu rostro, no sea que muera. Déjame dirigirme a tu clemencia, a mí que no soy más que tierra y ceniza. Déjame hablar a tu misericordia, pues ella ha sido grande sobre mí. Dime, responde, oh misericordia mía, en nombre de tus bondades, ¿qué eres Tú para mí? Y he aquí que has hecho resonar una gran voz en el fondo de mi corazón y has roto mi sordera. Me has iluminado y he visto tu luz y he comprendido que eres mi Dios; he aquí por qué te he conocido. Sí te he conocido y he sabido que eres mi Dios. He creído que eres el verdadero Dios y el que has enviado es el Cristo. Malaya el tiempo en que no te conocí; malaya esa ceguedad que me impedía verte; malaya esa sordera en la que no te oía; malaya el tiempo en que no te he amado. Te he amado demasiado tarde, oh belleza siempre antigua y siempre nueva. ¡Te he

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amado demasiado tarde! (San Agustín, Soliloquios. Confesiones)

** Día quinto **

Meditación del día

Mora con nosotros, Señor

Sí "quédate con nosotros, Señor, porque el día baja, y se hace ya tarde". (Lc 24). Las olas de las tribulaciones han subido hasta nosotros; las alegrías del fervor se han cambiado en suspiros, y el soplo de las tentaciones ha removido nuestra alma hasta en sus últimos pliegues. "Quédate con nosotros," oh Tu paz, refugio y consuelo de los corazones atribulados. Nuestros ojos te imploran, y nuestra alma alterada suspira por Ti. "Quédate con nosotros, no sea que nuestra caridad se entibie, y nuestra luz se extinga en la noche; porque "el día baja y se hace ya tarde." Ya ha llegado la tarde de mi vida; ya mi cuerpo cede a la violencia de los dolores; la muerte me cerca, mi conciencia se turba, tiemblo al pensamiento de tu juicio Señor! "Se hace tarde, el día declina; quédate con nosotros." "En tus manos entrego mi espíritu" (lb XXIII). En Ti solo está mi salud; hacia Ti solo sé levantar mis miradas. "Quédate con nosotros," a fin de que, emancipándose el alma en la tarde de la vida, por medio del fervor, del yugo de las tribulaciones, le preparen la oración y el amor una dulce hospitalidad en el seno de Dios. (San Bernardo)

** Día sexto **

Meditación del día

Dios mío, ten misericordia de los que no la tienen de sí mismos

Oh, Señor y Dios mío, cuán grande es la petición que te hago cuando te pido que ames a los que no llaman a tu puerta; y que sanes a los que no solo tienen gusto en hallarse enfermos, sino que trabajan para aumentar sus enfermedades. Tú has dicho, Dios mío, que viniste al mundo a buscar a los pecadores: estos son, Señor, los verdaderos pecadores. No consideres su ceguedad: considera solamente la sangre que Tu Hijo derramó por nuestra salvación. Ten misericordia de los que no la tienen de sí mismos, y puesto que no quieren ir a Ti, ven Tú a ellos, oh Dios mío! Oh verdaderos cristianos, llorad con vuestro Dios: las lágrimas que derramó no fueron solamente por Lázaro, sino por todos aquellos de quienes Él sabía

que no querían resucitar, cuando los llamase en voz alta para que saliesen de sus sepulcros. Oh Jesús, ¡cuán presentes tenías entonces todos los pecados que he cometido contra Ti! Has que cesen, Dios mío, has que cesen, así como los de todo el mundo. Salvador mío, sean tus gritos tan poderosos, que den la vida a esos desgraciados, aunque no te la pidan, como no te la pidió Lázaro. Tú hiciste ese milagro en favor de una mujer pecadora. Pues aquí tienes, Señor, una que lo es mucho más. Muestra, pues, la grandeza de tu misericordia. Yo te la pido, aunque miserable, para los que no quieren pedírtela. Yo te la pido en su nombre, con la seguridad de que esos muertos resucitarán tan pronto como empiecen a volver en sí mismos, a conocer su miseria y a pedirte tu gracia. (Santa Teresa, Meditaciones)

** Día séptimo **

Meditación del día

Yo no veo en mí más que imperfección

Oh Dios de mi alma, Vos que tanta compasión y amor tenéis por ella, habéis dicho: "Venid a Mí, vosotros los que estáis abrumados de pena y de trabajo, y Yo os aliviaré" (Mt 11, 28). "Venid, todos los que tenéis sed, y Yo os la apagaré" (Jn 7, 37). Oh Vida que dais la vida a todos; fuente celestial de la gracia; no me neguéis esa agua tan dulce que prometéis a todos los que la desean. Pero, oh Señor y Dios mío, ¿como los que tan mal os han servido, y no han sabido conservar los que les habéis dado, pueden atreverse a pediros nuevos favores? ¿Quién puede fiarse de uno que tantas veces le ha vendido? ¿Qué puede pediros una criatura tan miserable como yo? ¡Bendito sea eternamente el que me da tanto y a quien doy tan poco! Porque "¿qué os da Señor, un alma que no renuncia a todo por vuestro amor? ¿Yo no estoy acaso infinitamente distante de haberlo hecho?

Yo no veo en mí más que imperfección, y cobardía en tu servicio, y a veces quisieran haber perdido el sentido, para no saber hasta dónde llega el exceso de mi miseria. Vos solo, Señor, sois capaz de remediarla: así os lo suplico; no me neguéis esta gracia, ¡oh Dios mío! (Santa Teresa, Meditaciones)

** Día octavo **

Meditación del día

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Oh Dios, cuán pobre es mi alma

¡Oh Dios, cuán pobre es mi alma! Es una verdadera nada, de donde sacas poco a poco el bien que quieres derramar en ella: no es más que un caos, antes de que Tú comiences a poner en claro todos tus pensamientos.

Tú comienzas por la fe a introducir en ella la luz, la cual, sin embargo, es imperfecta hasta que no la formas por la caridad, y basta que Tú, verdadero Sol de Justicia tan ardiente como luminoso, no la abrases con tu amor. ¡Oh Dios! Loado seas siempre por tus propias obras. No basta haberme

iluminado una vez; sin tu socorro vuelvo a caer en mis primeras tinieblas; porque el sol mismo es siempre necesario al aire que ilumina, a fin de que permanezca iluminado. Cuánta mayor necesidad no tendré yo de que no ceses tampoco de iluminarme, y digas siempre: "¡Hágase la luz!" (Gen 1). ¡Luz eterna! Yo te adoro, yo abro a tus rayos mis ojos ciegos; los abro y al mismo tiempo los cierro; no atreviéndome, ni a apartar mis miradas de Ti, por temor de caer en el error y las tinieblas; ni tampoco a fijarlas demasiado sobre ese brillo infinito, por temor de que "escrutador temerario de la majestad," no sea yo "deslumbrado por la gloria." (Bossuet, Elevaciones)

** Día noveno **

Meditación del día

Oh Espíritu, no puedes hallar nada más pobre que mi corazón

Señor, ¿dónde está tu Espíritu, que debe ser el alma de mi alma? No lo siento, no lo encuentro. Yo no experimento en mis sentidos más que fragilidad; ni en mi espíritu más que disipación y mentira; ni en mi voluntad más que inconstancia, repartida entre tu amor y mil vanas diversiones. ¿Dónde, pues, está tu Espíritu? ¿Por qué no vienen a crear en mí un corazón nuevo, según el tuyo? Oh Dios mío, comprendo que tu Espíritu se digne habitar en esta alma empobrecida, siempre que se abra a Él sin tasa y sin medida. Ven, pues, oh Espíritu; Tú no puedes hallar nada más pobre, mas despojado, más desnudo, abandonado y débil que mi corazón. ¡Oh Espíritu! ¡Oh amor! ¡Oh Verdad!, que eres mi Dios: ámate, glorifícate a Ti mismo en mí.

Oración al Espíritu Santo

Autor: Santa Maria Faustina Kowalska

Oh, Espíritu de Dios, Espíritu de verdad y Luz,

Vive en mí firmemente con tu divina gracia, que tu soplo disipe las tinieblas y en

tu luz las buenas obras se multipliquen

Oh, Espíritu de Dios, Espíritu de amor y de misericordia

Que infundes en mi corazón el bálsamo de la confianza,

Tu gracia confirma mi alma en el bien dándole una fuerza invencible: la

perseverancia.

Oh, Espíritu de Dios, Espíritu de paz y de gozo, que das alivio a mi corazón sediento vertiendo en él la fuente viva del amor de

Dios y lo haces valiente para la batalla.

Oh, Espíritu de Dios, huésped amabilísimo de mi alma, deseo de mi parte serte fiel, tanto en los días de alegría como en el

martirio de los sufrimientos.

Oh, Espíritu Divino, deseo vivir siempre en tu presencia.

Oh, Espíritu de Dios que atraviesas mi ser y me haces conocer tu vida divina

y trina revelándome los misterios de tu esencia Divina,

Unida a ti viviré por la eternidad.

Oración para pedir la acción del Espíritu Santo en las almas

Autor: Alexis Riaud

Espíritu Santo, Huésped bienaventurado de nuestros corazones, Divino Consolador,

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concédeme que yo viva en tu santa presencia y que saboree más y más la suavidad de tu Amor. No permitas más que yo te contriste con mis resistencias a tus inspiraciones santas.

Me doy a Ti; apodérate de mí por completo, de mi alma, de mi cuerpo, de todas mis facultades, a fin de que yo actúe solamente según tu bondadoso beneplácito.

Transfórmame más y más en Jesús, a fin de que en Él y por Él yo haga por siempre la voluntad del Padre, para mayor gloria de su nombre.

ORACIÓN PARA PEDIR BONDAD Y BENIGNIDAD

Autor: Alexis Riaud

Espíritu Santo, por quien nos vienen todas las gracias, dígnate, te lo suplicamos, encender nuestros corazones con la caridad divina; concédenos que nos hagamos todo para todos, que nos alegremos con quienes se alegran, que lloremos con quienes lloran; a fin de que, después de haber sido fieles en este mundo al precepto de amor que nos dio el Maestro, merezcamos gozar con Él, en la eternidad, del amor del Padre.

Ofrecimiento del día invocando al Espíritu Santo.

-Ven, Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias

redentoras del Corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con Él, por la redención del mundo.

Señor mío y Dios mío Jesucristo: Por el Corazón Inmaculado de María me

consagro a tu Corazón, y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, nuestro Obispo y sus intenciones y nuestro párroco y sus intenciones.

Para pedir perdón por los pecados

Oracional Visigótico

Dios Espíritu santo que has creado todas las cosas y restaurado igualmente todo.

Tú que amas a los hombres hasta santificarlos inhabitando en ellos.

Tú que eres Bueno con todos, y aunque infundido en muchos eres Uno el mismo en todos ellos.

Tú que admirablemente repartes los dones de la gracia a cada uno, ponte especialmente de manifiesto perdonando nuestras iniquidades. Amén

Que amándote yo muera

Autor: San Francisco de Borja

¡Oh Espíritu Santísimo, amor dulcísimo!, sopla en

mi huerto y corran los aromas por él, Tú que no aborreces nada de lo que has hecho; brille el resplandor de Nuestro Señor Dios sobre nosotros; no desdeñes las obras de tus manos, y renueva un espíritu recto en mis entrañas, para que amándote a Ti, yo muera, y muriendo, te ame por los siglos de los siglos. Amén.

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Oh Espíritu Santo

Autor: Santa Catalina de Siena

¡Oh Espíritu Santo!, ven a mi corazón y con tu poder llévalo a Ti y dame caridad con temor: Cristo, líbrame de todo mal pensamiento y caliéntame con tu santísimo amor: padre y dulce Señor mío, ayúdame en todos mis deberes. Amén

Oración pidiendo los frutos del Espíritu Santo

Autor: San Cirilo de Jerusalén

Que el mismo Dios de todas las cosas, que habló en el espíritu santo por medio de los profetas, que los envió sobre los apóstoles aquí el día de Pentecostés, que ese mismo os lo envíe a vosotros y que por Él nos guarde, concediéndonos a todos nosotros su común beneficencia, para que demos siempre los frutos del Espíritu Santo: amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia en cristo Jesús, Señor Nuestro, con quien y por quien juntamente con el Espíritu Santo sea la gloria al Padre ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

Para pedir el Don de misericordia

Autor: P. Antonio Gracia

¡Ven, Espíritu Santo! Hazme rostro jovial de Dios en medio de este mar de dolor del mundo.

Hazme ternura de Dios para todos los que se sienten sin calor de amor.

Hazme misericordia de Dios para cuantos se sienten miseria dentro de sí mismos.

Hazme bondad del corazón de Dios para cuantos se sienten encarcelados en su soledad,

y lloran su falta de amigos.

¡Ven, Espíritu Santo! Amén

Para pedir el carisma del amor a la Iglesia

Autor: P. Antonio Gracia

¡Gracias Espíritu Santo, por ser tú mismo el regalo del Padre y del Hijo, fuente de amor en el corazón de la Iglesia y poder de testimonio de la caridad perfecta!

Derrama Espíritu de Dios, tu fuego santo sobre todos los miembros del pueblo de Dios y haz qué, ahora y siempre la Iglesia de Cristo se mantenga unida en el amor.

Dame la sabiduría de comprender que el carisma del Amor es la plenitud de todos los dones y la revelación más precisa del corazón de Dios.

Que los ajenos a la fe de Jesús puedan confesar de los miembros de la Iglesia: ¡Miren cómo se aman!

Amén

Oración al Espíritu Santo para los que piensan que están lejos de Dios

Autor: Juan de Balporde

Hace ya largo tiempo que no te invoco, y que estoy alejado de toda religión.

Pero siempre he procurado vivir honradamente, y he hecho bien al prójimo según la medida de mis fuerzas, a veces ciertamente escasas.

Por eso me cuesta decirte esos nombres con que otros te llaman Señor, Dulce Huésped,

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Amor, Dios escondido, Espíritu de Consuelo, Santa Fuerza que hace amar a la gente, Espíritu que abrasa porque es Fuego de Dios; pero me dicen que Tú eres suavemente poderoso, y que derrites y derribas dulcemente las durezas de cualquier corazón.

Por eso hoy solicito tu apoyo y pido que me ayudes a acercarme nuevamente a Dios. Amén

Oración para conseguir conversión

Autor: P. Antonio Gracia.

¡Ven Espíritu Santo! Penetra dentro de mí. Toma mi vida. Cambia mi ser. Arráncame este corazón de piedra y ponme un corazón de carne. Rocíame con el

agua viva de tu gracia y lléname del perdón de Dios.

Tú conoces la pobreza de mi vida y el barro de mi corazón. Las pasiones me dominan y el pecado me ensucia por dentro.

Espíritu santo, reaviva en mí la nostalgia de la bondad y de la belleza de Dios. Hazme recordar la casa del Padre y añorar la mesa del amor y el pan de la fraternidad. Conviérteme del egoísmo, de la soberbia, de la avaricia, de la lujuria, del odio, de la mentira, de la injusticia, de la maldad. Conviérteme de mi tristeza, de mi angustia, de mi decepción de la vida, de mi impotencia y de mi desesperación.

Ayúdame a volver el rostro hacia el Padre, lléname de amor, de humildad, de generosidad, de justicia, de bondad. Siembra en mí la alegría, la esperanza, el amor y la libertad.

Espíritu Santo, convierte mi corazón y hazlo bueno de verdad.

Por Cristo Nuestro Señor. Amén

Oración para alcanzar sanación

Autor: P. Antonio Gracia

Espíritu Santo entra en lo profundo de mi intimidad y realiza tu obra de sanación interior. Solamente tú eres capaz de entrar en el pozo profundo de mi ser y conocer la causa escondida de mi realidad sicológica interior.

Bendice esa raíz profunda afectada negativamente, cuya consecuencia emerge y crea dentro de mí situaciones de sobresalto, de resentimiento, de tristeza, de sensación de vacío y de ser nadie.

Yo solo conozco aquello que percibo racionalmente, aquello que siento, sufro y vivo, pero ignoro dónde está la causa primera de mis impulsos, de mis obsesiones, de mis ambivalencias y de mi comportamiento.

Espíritu Divino, realiza en mí la verdadera sanación de mi corazón. Hazme nacer de nuevo en Cristo Jesús.

Te doy gracias con fe y con amor, por que se y creo que tú realmente me sanas en profundidad y recreas mi vida. Que el bálsamo de tu amor cierre las heridas subconscientes de mi corazón y siembre en mi mente semillas de paz, de vida, de esperanza y de amor.

Por Cristo Nuestro Señor, Amén.

Oración para alcanzar unión en el matrimonio.

Autor: P. Antonio Gracia

Espíritu Santo, tú eres el vínculo de

unión entre Padre y el Hijo. Procedes del Padre y del Hijo y a los dos enlazas en las

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““OOss ccoonnvviieennee qquuee YYoo mmee vvaayyaa””:: rreefflleexxiioonneess yy oorraacciioonneess eenn ttoorrnnoo aa PPeenntteeccoossttééss.. Por Gloria M. Aponte González y Daniel E. Salazar Aponte ([email protected])

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alas de tu amor. Creas un vínculo tan profundo en el misterio divino, que en la Trinidad todo es comunicación, apertura, vida en comunión. El Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre, envueltos en tu alianza de amor.

En fuerza de ese poder unitivo, te pido, Espíritu Santo, por todos los matrimonios.

Ilumina el vínculo conyugal de cada pareja.

Hazles sentir el gozo de una comunicación total de cuerpos y espíritus. Que en esa unión se entreguen y reciban, hablen y se escuchen, se comprendan y se identifiquen, se perdonen y se reconcilien en el amor.

Bendice el amor de las parejas cuya convivencia resulte difícil, esté rota o a punto de romperse. Allana las dificultades para que en un verdadero encuentro amoroso sientan renacer la unión entre los dos.

Has de todos los matrimonios el rostro del amor de Dios, cuya imagen y semejanza reflejan desde la creación. Sé con tu presencia el vínculo de su unión y hazlos felices con la bendición de Dios. Amén.

Oración para alcanzar el amor en la Familia

Autor: P. Antonio Gracia

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, llama divina de la comunidad santa de Dios, desciende sobre el corazón de cada familia.

Renueva en todos los hogares el amor que acoge, comprende, acaricia, se entrega y perdona. En muchos hogares hay verdadera dificultad para compartir, dialogar y hacer realidad el sueño de familia. Con frecuencia, padres e hijos no se entienden se distancian, se ofenden, se encierran cada uno en sí mismos, se faltan

al respeto y se lastiman con frases y gestos hiriente.

Espíritu Santo. Tú eres el amor y fuente del amor. Siémbrate en cada hogar como semilla de gracia que ilumina, fecunda y alienta su corazón.

Que nunca se apague el fuego de tu llama en el interior de cada familia. Conviértela en templo de amor y de fe, en escuela del humanismo más integrado, en jardín de vida y de esperanza. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Santa María de Pentecostés

Autor: Luís Fernando Figari

“¡Oh María de Pentecostés! Intercede por atraer sobre mí

la presencia del Espíritu Santo; que por el ardor de su fuerza pueda yo también elevar mi

plegaria a Dios, Comunión de Amor; que impulsado por su acción

me vea movido a dar testimonio y a hacer apostolado, comunicando

la alegría de creer..."

Benignísimo Jesús

Autor: Beata Elena Guerra

Benignísimo Jesús mandadnos vuestro Espíritu con su Luz, para que seáis mejor conocido.

Mandádnoslos con su Fuego, para que seáis más amado.

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Mandádnoslos con sus dones para que seáis verdaderamente imitado.

Amén.

Oración de Bendición para recibir el Espíritu Santo

Autor: Comunidad Carismática “Los Samaritanos”

Padre Santo, en el nombre de Jesucristo y por la intersección d el Virgen María y de la Iglesia, te pedimos que nos bendigas dándonos una nueva y fuerte unción del Espíritu Santo, así como lo hiciste con los Apóstoles en Pentecostés, y que este derramamiento sea reavivado todos los días de nuestras vidas según las necesidades de tu Iglesia. Te pedimos Señor que fortalezcas en todos nosotros los dones y carismas que ya hemos recibido y continúa dándonos nuevos carismas que nos ayuden a ser hombres nuevos y renovados con la fuerza y poder de tu Espíritu Santo. Te pedimos que fortalezcas en nosotros especialmente los carismas de: lenguas, profecía, sanación y liberación, enseñanza, predicación, los dones de fe, de entrega de misericordia, de servicio y administración, de intercesión y hospitalidad, los dones de palabra de sabiduría y consejo, de inteligencia, entendimiento, pobreza, caridad, unidad, paciencia, humildad, verdad, justicia, fortaleza, serenidad, paz, templanza, confianza, seguridad, castidad, santidad, enseñanza, redacción, etc.

Señor, que cada día crezcamos más en tu amor. Que cada día seamos menos pecadores y nos acerquemos con tu gracia a la santidad que tanto nos pides. Señor que cada día estemos más unidos a ti. Bendícenos como tus instrumentos portadores del Espíritu Santo y como templo donde Dios mora. Bendice nuestras obras y bendice todo nuestro ser. Bendice nuestras familias y comunidades. Bendícenos siempre Señor.

Oración para pedir un nuevo derramamiento del Espíritu Santo

Autor: Comunidad Carismática “Los Samaritanos”

Coloca tu mano sobre el corazón y recita la siguiente oración:

Padre Bueno derrama sobre mí el Don de tu Espíritu. Jesús bautízame en tu Espíritu. Espíritu Santo, ven sobre mí. Lléname de ti, dame un nuevo corazón para conocerte, una nueva lengua para alabarte. Purifícame, libérame, renuévame, úngeme .Da testimonio de Jesús en mi corazón. Concédeme tu gozo y tu paz. Hazme testigo de Jesús. María, madre del Señor, acompáñame y dispón mi corazón para recibir al Espíritu Santo

Oración

Autor: Regis de Castro

Señor, que el Espíritu Santo revele los pecados de nuestro corazón, de nuestra mente y de nuestra lengua y que la sangre de Jesús, en este momento de arrepentimiento, lave todos los pecados, que ya se vuelven algo pesado en nuestra vida.

Dios mío, te pedimos en el nombre de Jesús, que el Espíritu Santo de Dios llene nuestro corazón, para que podamos trasmitir, por nuestra boca, la experiencia de tu amor, de tu salvación y liberación.

¡Gloria y alabanza a Ti Jesús! ¡Amén! ¡Aleluya!

ESPOSO(A) POR SU FAMILIA Espíritu Santo, concededme para mí, para

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mi esposo(a) y para mis hijos, aquellos dones divinos con que fortalecisteis a los Apóstoles; aquella gracia poderosa que ilumina el entendimiento, mueve dulcemente la voluntad, y vence gloriosamente la concupiscencia. Concédenos el don de una clara inteligencia, el conocimiento del bien y buena voluntad de ejercitarlo. Tomad bajo vuestra divina protección a mis hijos; preservadlos de toda pasión vergonzosa; protegedlos, libradlos de caer en los lazos de la seducción con que el demonio intenta hacerlos caer en el pecado. Hacedlos humildes, obedientes, honrados y temerosos de Dios; amantes de la verdad y de la religión. Dadles gracia para vencer los vicios y pasiones. Y a mi concededme la gracia y el acierto necesario para educarlos y dirigirlos y hacerme obedecer de ellos.

Tomado de: http://www.corazones.org/oraciones/oraciones_espiritu_santo/oraciones_espiritu.htm#ESPOSO/ESPOSA%20POR%20SU%20FAMILIA

Invocaciones a María Santísima para obtener El ESPÍRITU SANTO ¡Oh Purísima Virgen María!, que en tu inmaculada concepción fuiste hecha por el Espíritu Santo Tabernáculo escogido de la Divinidad, ¡ruega por nosotros! ¡Y haz que el Divino Paráclito,

venga pronto a renovar la faz de la tierra!. ¡Oh Purísima Virgen María, que en el misterio de la encarnación fuiste hecha por el Espíritu Santo verdadera Madre de Dios, ruega por nosotros! ¡Y haz que………….

¡Oh Purísima Virgen María, que estando en oración con los Apóstoles, en el Cenáculo fuiste inundada por el Espíritu Santo, ruega por nosotros! ¡Y haz que…………… Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Tu Espíritu y será una nueva creación. Y renovarás la faz de la tierra.

Tomado de: http://www.corazones.org/oraciones/oraciones_espiritu_santo/

A María Santísima y al Santo Espíritu.

Autor: Gloria Aponte G.

¡Amorosísima Virgen María!, ante tu dulce presencia acudo confiada y te abro mi corazón, sé que nada merezco, pero tu eres mi Madre y mi abogada. Por tu sí incondicional vino la salvación al mundo en Cristo Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre.

¡Jesús te mira y escucha siempre con tanto amor! Que no hay nada que te niegue si es la voluntad del Padre. Tú como la mejor de las madres, siempre ruegas por nosotros con verdadero amor maternal, pides por nosotros lo que más nos conviene a nuestra salvación particular, ruegas con verdadero empeño, con palabras de sabiduría y humildad. Mi Madrecita santa, Virgen María, amada compañía, pide a Jesús que me envíe el Espíritu Santo, para que pueda parecerme más y más a Él, servir a la comunidad de Cristo en mis hermanos con verdaderos sentimientos, acciones y palabras de misericordia. Que yo sea cada día más y más de Jesús.

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Pide al Espíritu Santo en mi nombre, que me conceda sus frutos, pues si así fuese, significa que el Divino Consolador vive firmemente en mi corazón, transformándolo, purificándolo, santificándolo…haciendo su obra.

Ayúdame Madrecita a que en todo momento cumpla con la voluntad de Dios sin quejarme de lo que no entiendo, con verdadera confianza, humildad y alergia de corazón. Protégeme del maligno y aparta de mí las ocasiones de pecar.

Pide al Espíritu Santo que me conceda una “buena muerte” y por último permanecer eternamente ante su presencia cantando las misericordias de Dios.

Amén

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