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1 EL ANTIGUO EGIPTO. La cultura del antiguo Egipto es una de las más importantes de la Edad Antigua. Gracias al Nilo, que fertiliza las tierras que se extienden a lo largo de su curso, los habitantes de esta región desarrollaron muy pronto la agricultura y la ganadería y todas las innovaciones del Neolítico y de la Edad de los Metales. Durante los casi 3.000 años que duró su historia antigua como territorio independiente, Egipto fue siempre fiel a sus tradiciones y sus creencias, sobre todo las religiosas. 1. El medio físico. El territorio del antiguo Egipto estaba formado únicamente por las tierras más próximas al Nilo, la llamada “tierra negra”. Antiguamente, cada año, hacia la mitad del verano, el río crecía e inundaba los campos que se extendía en las dos orillas y la zona de su desembocadura, donde se forma un delta; estas inundaciones dejaban la tierra húmeda, cubierta de limo y preparada para la siembra. Gracias al Nilo, Egipto se convertía en una cinta de tierra fértil rodeada de desierto, como si fuera un gran y alargado oasis. Durante casi toda su historia, el antiguo Egipto estuvo dividido en dos regiones: el Alto Egipto estaba al sur y el Bajo Egipto, la zona del delta, al norte. Según la tradición, el primer rey de Egipto, llamado Narmer, unificó las dos regiones y fundó así el Egipto histórico. El antiguo Egipto estaba relativamente aislado, rodeada por el desierto y por el mar Mediterráneo y quizás por eso su cultura fue tan singular, con pocas influencias de otros pueblos. Es posible que la imagen del río, que todos los años crecía y devolvía la vida a Egipto, y la imagen del Sol, que los egipcios veían nacer y morir cada día en el desierto, les inspirase la idea de que todas las cosas mueren y renacen, la convicción de que tras la muerte llega la resurrección, y de la necesidad de mantener siempre las cosas iguales para que ese milagro se repitiese continuamente, ideas que son muy características de la cultura egipcia.

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EL ANTIGUO EGIPTO.

La cultura del antiguo Egipto es una de las más importantes de la Edad Antigua. Gracias al Nilo, que fertiliza las tierras que se extienden a lo largo de su curso, los habitantes de esta región desarrollaron muy pronto la agricultura y la ganadería y todas las innovaciones del Neolítico y de la Edad de los Metales. Durante los casi 3.000 años que duró su historia antigua como territorio independiente, Egipto fue siempre fiel a sus tradiciones y sus creencias, sobre todo las religiosas. 1. El medio físico.

El territorio del antiguo Egipto estaba formado únicamente por las tierras más próximas al Nilo, la llamada “tierra negra”. Antiguamente, cada año, hacia la mitad del verano, el río crecía e inundaba los campos que se extendía en las dos orillas y la zona de su desembocadura, donde se forma un delta; estas inundaciones dejaban la tierra húmeda, cubierta de limo y preparada para la siembra. Gracias al Nilo, Egipto se convertía en una cinta de tierra fértil rodeada de desierto, como si fuera un gran y alargado oasis.

Durante casi toda su historia, el antiguo Egipto estuvo dividido en dos regiones: el Alto

Egipto estaba al sur y el Bajo Egipto, la zona del delta, al norte. Según la tradición, el primer rey de Egipto, llamado Narmer, unificó las dos regiones y fundó así el Egipto histórico.

El antiguo Egipto estaba relativamente aislado, rodeada por el desierto y por el mar

Mediterráneo y quizás por eso su cultura fue tan singular, con pocas influencias de otros pueblos. Es posible que la imagen del río, que todos los años crecía y devolvía la vida a Egipto, y la imagen del Sol, que los egipcios veían nacer y morir cada día en el desierto, les inspirase la idea de que todas las cosas mueren y renacen, la convicción de que tras la muerte llega la resurrección, y de la necesidad de mantener siempre las cosas iguales para que ese milagro se repitiese continuamente, ideas que son muy características de la cultura egipcia.

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2. Las etapas de la historia de Egipto.

La Historia de Egipto es muy larga; desde que el rey o faraón Narmer uniera bajo su poder las dos regiones, hacia el año 3000 a. C., Egipto fue un solo reino, en el que la autoridad del faraón llegaba a todas partes. Durante muchos años permanecía en el trono una misma familia de faraones, es decir, una dinastía, que transmitía el poder de padres a hijos; cuando una familia no tenía herederos o cuando otra tomaba el poder sucedía un cambio de dinastía.

Distinguimos tres grandes etapas en la historia de Egipto: el Imperio Antiguo, el Imperio Medio y el Imperio Nuevo; son las épocas en las que los faraones supieron mantener su autoridad y mantener el orden. Entre cada uno de estos periodos hubo épocas de crisis, en las que los faraones perdieron poder o hubo invasiones de pueblos extranjeros; a estos periodos los llamamos “periodos intermedios”. 2.850- 2.190 a. C. Imperio Antiguo 2.650- 2.190 a. C. Se construyen las principales pirámides 2.190- 2.052 a. C. Primer periodo intermedio: Egipto dividido en dos reinos. 2.052- 1.778 a. C. Imperio Medio 1.778- 1.570 a. C. Segundo periodo intermedio: Egipto se divide en territorios independientes y sufre invasiones. 1.570- 715 a. C. Imperio Nuevo. 1.480- 1.448. Con Tutmes III, Egipto amplía su territorio hasta el Éufrates.

1.377- 1.358 a. C. Reinado de Amenofis IV, que impone el culto a un único dios, Atón. 1.345- 1.200. Dinastía XIX, época de los grandes templos de Karnak y Luxor.

3. La política y la administración.

Para los egipcios, su rey, el faraón, no era un simple gobernante, sino un auténtico dios en la tierra. Toda su persona era sagrada y los que se acercaban a él debían tratarlo con gran ceremonia. Además el faraón era el propietario de todo Egipto: de las tierras, que podía regalar a los miembros de su familia, a sus funcionarios o a los templos, y de todos los habitantes de Egipto, que vivían para servirle y que debían trabajar para construir su tumba y defender su territorio. A cambio, el faraón garantizaba la prosperidad de todas las cosas y el favor de los demás dioses, ante los que solo él podía interceder.

Como era un dios, el faraón era también inmortal: en los primeros siglos de la historia de Egipto, sus habitantes creían que solo él tendría una vida después de la muerte, cuando regresara junto a los demás dioses; imaginaban esa otra vida muy semejante a la que el faraón había tenido en la tierra, con sus esposas, familia y servidores, que esperaban así participar de esa inmortalidad junto a su rey.

Todo el poder dependía del faraón. Para

ayudarle en el gobierno de Egipto, nombraba a los funcionarios o escribas y a su jefe, el primer ministro. El país estaba dividido en regiones o “nomos”, gobernados por los “nonarcas”, que

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eran los nobles de cada región, dueños de muchas tierras, pero también obedientes al faraón. También dependían del faraón los tribunales de justicia que aplicaban unas pocas y sencillas leyes basadas en la tradición.

Para administrar un país tan grande fue necesario

desarrollar un sistema que permitiera recordar todos los datos y registrar las leyes y así nació la escritura. La escritura egipcia era jeroglífica: sus signos son dibujos que representan ideas o cosas y también sonidos. Había tres tipos de escritura: la jeroglífica propiamente dicha era la que se usaba en la administración, la hierática la que se utilizaba en los templos y la demótica una especie de escritura cursiva que se escribía con rapidez y se usaba en los asuntos comunes. Los textos se escribían sobre una especie de papel hecho con los tallos de la planta del papiro, que crece en abundancia en las orillas del Nilo, de la que se prensaban varias capas hasta obtener y que se prensaban en

varias capas Al principio, los faraones no tenían un ejército permanente. Cuando era necesario

defenderse de los invasores o poner orden en alguna región el faraón reclutaba tropas entre sus súbditos, que regresaban a sus casas y sus tareas una vez había terminado el conflicto. En el Imperio Nuevo los faraones se volvieron más agresivos y emprendieron campañas de conquista que les llevaron a ocupar Oriente Próximo. 4. La sociedad egipcia.

La sociedad egipcia estaba dividida en función del servicio que cada uno prestaba al faraón. Era una sociedad jerarquizada, dividida en varios grupos: Los funcionarios, todos nombrados por el faraón, desde los gobernantes de las provincias y

los visires de palacio, hasta los escribas, personas que, con gran esfuerzo, habían aprendido a leer y escribir y trabajaban en los archivos de palacio.

Los sacerdotes que se ocupaban del culto a los distintos dioses en los templos. Cada templo, sobre todo los más grandes, tenía muchos y variados servidores que se formaban en las escuelas que había en los templos, las “Casas de la Vida”. Los sacerdotes de los grandes templos de Ra y de Amón, llegaron a ser muy poderosos.

Los campesinos y artesanos pertenecían normalmente a los templos o a las tierras del faraón, para los que trabajaban. Aunque tuvieran su propia tierra o su negocio, tenían que dedicar algún tiempo de su vida y parte de su trabajo a servir al faraón.

Los esclavos eran casi todos extranjeros, capturados en las campañas de guerra o comprados fuera de Egipto. Todos pertenecían al faraón, que los vendía o regalaba a los nobles o a los templos.

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4. La cultura y la religión del antiguo Egipto. 4. 1. Los dioses tradicionales de Egipto.

La forma de ver el mundo de los egipcios era muy religiosa y conservadora; religiosa porque veían en todas las cosas de su entorno, desde las plantas hasta los seres humanos, fuerzas sobrenaturales o mágicas que lo inundaban todo; conservadora porque creían que la vida se renovaba cada día y cada año, igual que el Sol o que las crecidas del Nilo, y que para eso sucediese era necesario que nada cambiase en Egipto, que se mantuviesen siempre igual las ceremonias, la religión y todas las costumbres. Por ese motivo la cultura egipcia permaneció prácticamente igual a si misma durante sus casi tres mil años de Historia.

Antes de que Egipto fuese un territorio unido, cada una de sus aldeas y ciudades tenía su propio dios protector. Muchos de estos dioses tomaban la forma de determinados animales, porque eran divinidades muy antiguas, de origen prehistórico; los egipcios veían en algunos animales algo fascinante y sobrenatural, un reflejo de la divinidad, y tomaban la forma de estos animales para simbolizarlo. Con el tiempo, también se empezó a representar a los dioses con aspecto humano, pero el culto a los animales nunca se perdió, y los dioses aparecen con frecuencia con cuerpo humano y la cabeza de algún animal.

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Cuando Egipto se unificó, sus habitantes continuaron adorando a estos dioses y a los animales en que se encarnaban, a los que cuidaban y, una vez muertos, embalsamaban, como hacían por ejemplo con el buey Apis.

Determinados dioses adquirieron especial importancia y su culto se extendió desde su lugar de origen a todo Egipto, como Hathor, que tomaba la figura de una vaca y significaba la alegría, e Isis, diosa de la fertilidad; algunos adquirieron mucha importancia porque protegían aspectos muy importantes de la vida de los seres humanos, como Osiris, el dios del más allá, que aparecía bajo el aspecto de un hombre momificado, Thot, con cabeza de mono o de ibis, dios de las actividades intelectuales y patrono de los escribas, o Anubis, el chacal, que recibía a los muertos en “el Mundo de Occidente” y pesaba sus almas para juzgarlos.

Algunos dioses eran especialmente importantes porque estaban relacionados con el faraón. Horus,

el halcón, dios del cielo, era también su dios protector, al que se consideraba como el propio Horus en la tierra. Pero los más importantes eran los dioses del sol, Ra y Amón, que llegaron a fundirse en un mismo dios, Amón- Ra, dios de la soberanía y de la justicia, y del que se decía que el faraón era su propio hijo.

Los sacerdotes de los principales templos se esforzaban en elaborar mitos y teorías que mostrasen

la importancia de su dios entre los demás, pero estos mitos eran muy complicados y poco populares. En cambio, el mito de Osiris era una leyenda muy popular, que todos los habitantes de Egipto conocían y que no necesitó de la propaganda de los sacerdotes para convertirse en el más importante de Egipto. Según el mito, Osiris vivió entre los seres humanos, a los que enseñó a cultivar la tierra y a explotar los metales; pero su malvado hermano Shet logró matarlo con una artimaña, lo despedazó y dispersó su cuerpo por el Nilo. Isis, la esposa de Osiris, pasó mil penalidades para recomponer el cuerpo del dios y una vez que lo consiguió lo embalsamó y logró devolverle la vida con las aguas sagradas del Nilo.

El culto a los dioses se realizaba en los templos y estaba completamente en manos de los sacerdotes. Antes de que amaneciera, los sacerdotes más importantes atravesaban el templo hasta llegar al santuario; la imagen del dios estaba guardada en una pequeña cámara de granito cerrada con un sello que el sacerdote más importante rompía, precisamente en el momento en que el primer rayo de sol iluminaba la figura del dios. A continuación se le ofrecían alimentos y perfumes y la imagen se lavaba, vestía y perfumaba, una operación que se repetía tres veces a lo largo del día.

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El pueblo no participaba en estos cuidados y ni siquiera entraba en la cámara donde estaba la imagen. En determinadas fechas, aquellas en las que según los calendarios sagrados habían sucedido los acontecimientos más importantes del mito de ese dios, los sacerdotes llevaban la imagen en procesión colocada sobre una barca y el pueblo podía entonces mostrarle su fervor. Como los dioses de Egipto eran ante todo divinidades protectoras y benévolas, los egipcios procuraban tenerlos de su parte recitando conjuros y oraciones y portando amuletos con su imagen. 4. 2. Akhenaton y el culto solar.

En el siglo XIV a. C. reinó en Egipto el faraón Amenofis IV, que al poco de alcanzar el poder puso en marcha una auténtica revolución religiosa. El faraón mandó cerrar los templos de todos los dioses de Egipto, expulsó de ellos a sus sacerdotes e hizo borrar los nombres de esos mismos dioses de todos los monumentos. En lugar de la religión tradicional de Egipto, Amenofis estableció el culto oficial a un solo dios, Atón, que hasta entonces había sido una divinidad menor, el dios del sol en su ocaso, y cambió su propio nombre por el de Akhenaton, “servidor de Atón”. El faraón manifestó que el propio dios le había inspirado para hacer esta revolución, pero es posible que lo que se propusiera fuese acabar con el enorme poder de los sacerdotes de Amón. La nueva religión solo se mantuvo en vida de Akhenaton, pues a su muerte los propios sacerdotes de Amón consiguieron que el nuevo faraón regresase a la religión tradicional. 4. 3. El mundo funerario.

Para los antiguos egipcios, el mensaje más importante de su religión era la promesa de que había una vida después de la muerte; no una vida de sombras y olvido, como creían los mesopotámicos, sino una vida igual que la de la tierra. Pero para disfrutar de esa vida de ultratumba era necesario que el Ka, algo parecido a lo que llamaríamos alma, tuviera un cuerpo en el que refugiarse, y por eso el cuerpo del difunto no podía corromperse y desaparecer.

De este modo, los egipcios desarrollaron técnicas complejísimas para momificar los cadáveres. Los trabajadores de la Casa de los Muertos extraían primero las vísceras, que metían en unos vasos llamados canópeos, y a continuación sumergían el cuerpo en una disolución de sales durante varios meses; finalmente, lo perfumaban y cubrían con vendas entre las que introducían amuletos, y trozos de papiro con conjuros, oraciones y un ejemplar de El Libro de los Muertos. El cadáver se introducía luego en un sarcófago con su retrato. Durante el entierro, el cuerpo se conducía por el Nilo y luego se

introducía en la tumba, donde también se colocaban imágenes del muerto que sirvieran de refugio al alma si el cuerpo, a pesar de todos los cuidados, desaparecía. Un sacerdote que representaba al dios

Horus realizaba entonces una operación mágica, “la apertura de la boca y de los ojos”, que devolvía al

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difunto sus funciones vitales, lanzaba maldiciones contra los que violaran la tumba y finalmente sellaba la cámara funeraria. En otra cámara, los participantes en la ceremonia realizaban un banquete del que reservaban una parte al difunto.

Las tumbas eran subterráneas y las más ricas se cubrían con grandes túmulos con forma

de pirámide o de mastaba (pirámide truncada), símbolos del sol porque sus rayos se extendían por los cuatro lados de la construcción.

Otras tumbas eran los hipogeos, excavadas en las paredes rocosas de los acantilados del Nilo.

Las tumbas más humildes eran simples fosas en el suelo, cuyos ocupantes confiaban en que el clima seco de Egipto conservara su cuerpo y asegurase así su vida eterna.

5. El arte egipcio. Salvo muy pocos ejemplos, todas las pinturas y esculturas que conservamos del antiguo Egipto son funerarias. Las tumbas están completamente decoradas con pinturas que reproducen

escenas de la vida cotidiana que el difunto quiere continuar disfrutando en el Más Allá, o que describen el recibimiento que le harán los dioses en el otro mundo.

Entre las esculturas predominan los retratos de los difuntos y pequeñas figuritas que representan a los servidores que le acompañaran como sirvientes en la otra vida, llamadas ushebtis.

Las figuras humanas se representan según unas normas. En las pinturas aparecen con algunas partes de su cuerpo de frente y otras de perfil, cada una desde el punto de vista en que mejor se ve y muestra su significado; el ojo, lo más espiritual de la cara, y el tórax, donde está el corazón

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están de frente, mientras que el rostro y las piernas están de perfil, indicando que los seres humanos caminan siempre hacia la otra vida. En las esculturas, los difuntos aparecen mirando fijamente al frente, porque se presentan ante los dioses; si están en pie tienen una pierna avanzada, como en las pinturas, y con un aspecto muy compacto, para impedir que se rompieran y dejasen de cumplir su función. Los templos. Los templos egipcios reproducen la forma y vegetación del Nilo, el espacio sagrado de Egipto. Son edificios alargados y estrechos y sus columnas imitan las plantas del Nilo, como las

flores de loto o de papiro, mientras que el techo estaba decorado con estrellas, reproduciendo el cielo.

El templo no era un lugar público. Las personas del pueblo sólo podían entrar al patio y lo hacían cuando se celebraban procesiones, que tenían lugar en este espacio. Tras el patio había una serie de salas reservadas a los sacerdotes que eran cada vez más estrechas, bajas y oscuras, indicando así que el espacio era cada vez más sagrado.

La mesa de ofrendas, la barca del dios, y una capilla de granito con su imagen estaban en el santuario, donde solo entraba el rayo de sol de la primera hora del día, para transmitir así su energía espiritual a la imagen.