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    INDICE

    EDITORIAL 2

    LA ANGUSTIA. UNA DOBLE MIRADA 3Rubén Luna Husillos

    LA INTEGRACIÓN DEL NIÑO Y EL HOMBRE.Trabajo de Polaridades 17Guadalupe Amescua Villela

    ASUMIR EL RIESGO DEL CAMBIO: VIVIR EN EL “IMPASSE” 37

    Alejandro Unikel Spector

    LAS NARRACIONES SAGRADAS 55Pedro Servín Fernández

    LA RELACIÓN DOCENTE-ALUMNO, UNA RELACIÓN DEAMOR. Reflexiones acerca de algunos conceptos dela Psicología Humanista 65Ma. Emma Rodríguez Gil Padilla

    BAILAR, VIBRACIÓN DEL SELF... VIBRACIÓN DE LA VIDA... 79

    Ma. del Pilar González Peñalver

    LA BULIMIA COMO AJUSTE CREATIVO EN LAADOLESCENCIA Y SU ABORDAJE GESTÁLTICO. 107Deborah Meza Guinea

    EL SÍNTOMA EN EL NIÑO DESDE LA GESTALT 137Laura Oliva ZárateMónica de la Medina PardoRosa V. Martínez Conde

    TESTIMONIOS 143

    RESEÑAS 144

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    EDITORIAL

    Este es el cuarto número de Figura/Fondo   y continuamos trabajando.

    De una parte, la revista ha sido bien recibida en la República Mexicana,especialmente en los centros filiales al Instituto Humanista de PsicoterapiaGestalt del D.F., como es el caso de Oaxaca, Puebla, Veracruz, Morelia,Querétaro y Tampico, además de las bibliotecas e instituciones nacionalesabiertas a la Psicología Humanista, que han manifestado su interés porcontinuar recibiendo la publicación. De otra parte, seguimos teniendoapoyo solidario de personas que pertenecen a instituciones similares a lanuestra, fuera de México, como es el caso de Francisco Hunneus de Chile,Marta Slemenson de Argentina, Paco Peñarrubia de España y Jean Marie

    Delacroix de Francia.

    Creemos que todas estas instituciones podemos estar cada vez máshermanadas a través de la revista.

    En Figura/Fondo   queremos que haya espacio para todos. Que Suspáginas expresen las convergencias así como la pluralidad de ideas yposiciones que pueden existir sobre la Psicoterapia Gestalt y sobre laPsicología Humanista. Esto es lo que puede hacer verdaderamente rica yútil a la revista.

    Deseamos brindar este espacio editorial desde México para México; peroque se vaya convirtiendo en una revista latinoamericana, y que tengapaulatinamente proyección en las demás regiones del mundo.

    Cualquier aportación valiosa de cualquier lado de donde venga, será bienrecibida.

    Mientras tanto, esperamos que el contenido de este cuarto númerosatisfaga a nuestros lectores.

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    LA ANGUSTIA. UNA DOBLE MIRADA. 

    Rubén Luna Husillos (*) 

    I. INTRODUCCIÓN

    1. Dos Ejemplos Clínicos: Pedro.  Recibí a Pedro, jovencito de 17 años, que había estado enpsicoterapia durante año y medio por presentar crisis muy intensas deangustia. Debido a que no hubo mejoría del problema en ese lapso, lafamilia lo llevó con un médico internista que, después de revisarlo, decidióenviarlo conmigo.

    Pedro es hijo único. Su padre murió cuando él tenía seis años de edad.Desde entonces vive con la madre, quien ahora tiene 47 años.

    Existen algunos antecedentes de interés: la abuela materna presentó crisisepilépticas de tipo "gran mal" en su juventud, las cuales desaparecierondespués de estar sometida varios años a tratamiento médico. La madrepresentó a los 15 años un estado crepuscular que duró alrededor de mediahora, cuya naturaleza no fue suficientemente aclarada y que no volvió arepetirse. Pedro nació de un parto prolongado. Hubo sufrimiento fetal,nació con fórceps y presentó apnea neonatorum durante un tiempo noespecificado. El desarrollo psicobiológico fue un tanto retrasado: levantó la

    cabeza a los 6 meses, se sentó a los 9, empezó a caminar y dijo lasprimeras palabras al año y medio. Controló los esfínteres a los 3 años ymedio.

    Durante toda su infancia, fue muy inquieto, muy demandante y connotorio temor a ser dejado solo. Hacía "berrinches" con frecuencia, durantelos cuales golpeaba violentamente su cabeza contra la pared. Sufrióterrores nocturnos hasta los 9 años de edad. No ocurrieron, sin embargo,crisis convulsivas de ningún tipo. Presentó fobias a diversos animales,como ratones, mariposas y numerosos insectos. Tuvo gran resistencia parasepararse de la madre al iniciar su vida escolar. En el colegio fue un

    alumno mediocre, muy angustiado ante cualquier situación que implicaseexigencias o enfrentamiento a labores nuevas. Muy lábil emocionalmente,

    (*) Rubén Luna Husillos   es Médico Cirujano, con Maestría en Psiquiatra, discípulo de ErikFromm, Psicoanalista Frommiano, Psicoterapeuta Familiar U.I.A., Maestría en ProgramaciónNeurolingüística. Psicoterapeuta Gestalt del Inst. Humanista de Psicoterapia Gestalt, conespecialidad en Trabajo de Sueños. Especialidad en Trabajo con Niños. Es tambiénHipnoterapeuta Eriksoniano.

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    alternaba momentos en que se le apreciaba tímido e inseguro, con otros enque se tornaba irritable y con una violencia explosiva. Mostróconstantemente una baja tolerancia a la frustración. Era muy "pegajoso"con las personas que le mostraban aprobación, angustiándose e

    irritándose si hacían algo que él consideraba como un rechazo.

    Desde el principio de la adolescencia se caracterizó por sus bruscoscambios de talante. Ha sido inseguro y sus relaciones son escasas. Semasturba 1 ó 2 veces diarias desde los 13 años de edad, con sentimientosde culpa. Indica que esa masturbación aumenta cuando se encuentraangustiado. En esas ocasiones la realiza compulsivamente. No ha tenidonovias ni relaciones sexuales. Terminó la secundaria y ahora estudia unacarrera corta de tipo comercial. Su rendimiento como estudiante ha sidoregular. Lleva un trato con la madre a la vez muy dependiente y agresivo.Ella es una persona violenta, dominante, muy posesiva y limitante con

    Pedro. Se preocupa en exceso por la salud y la conducta de su hijo. Tienen fuertes discusiones en las que incluso llegan a golpearsemutuamente. Después de esos momentos, la madre lo castiga retirándolela palabra. Ésta es una de las situaciones más intolerables para Pedro,quien llora, se tira al suelo y grita desesperado a su madre para que lehable y que sea cariñosa con él.

    Desde hace 3 años presenta crisis paroxísticas de angustia. Estas crisis seinician con movimientos de tipo masticatorio, con náuseas. A continuaciónhay una sensación vertiginosa ligera, acompañada de un dolor de tipotensional en la región posterior del cuello y en la región occipital.

    Ocasionalmente aparecen "calambres" del brazo izquierdo. Hay unmalestar vago generalizado que va aumentado progresivamente y queculmina con una intensísima angustia. Pedro la describe así: "siento queno comprendo nada de lo que me rodea ni a mí mismo. Empiezo a teneruna sensación de “vuelco" del estómago y unas ganas enormes de llorar.Sudo por todos lados. Siento que el cuerpo se me adormece y que ni mismanos ni mis piernas son mías. Es como si yo tampoco fuese yo y sientoque algo horrible, que no puedo describir, va a ocurrir. A veces parececomo si las cosas se alejasen y se volviesen pequeñas y yo me fuese aquedar solo en un mundo muy extraño. El corazón se me “vuelca" y aveces late con gran rapidez. Quisiera correr, salir de donde esté, pero no sé

    como hacerlo. En algunas ocasiones grito y quisiera destruir todo lo queme rodea, para ver si así me calmo. Al mismo tiempo quisiera sentir aalguien muy cerca, que me cuidase y me sacase de esa espantosasituación".

    Estas crisis duran de l0 a 20 minutos y se han presentado enaproximadamente 15 ocasiones. Después de ellas, Pedro se siente confuso,

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    cansado y con cefalea occipital y bitemporal. Cuando le es posible, se va asu cuarto, tiene un acceso de llanto y acaba por quedarse dormido. Aldespertar persiste la cefalea. Durante los siguientes días está muy irritable y su tolerancia a la frustración baja aún más. Suele sentirse triste y

    apático y llega a pensar en suicidarse.

    Ante esta sintomatología, consideré la posibilidad de que hubiese unproblema en el lóbulo temporal, por lo que decidí solicitar un estudioelectroencefalográfico. Este estudio resultó anormal, efectivamente. Seencontró una actividad lenta bilateral paroxística de predominiobitemporal, sin alteraciones del trazo con la hiperpnea. Ante esto, empecéa prescribirle carbamacepina, con lo que las crisis desaparecieron. Pedro y yo seguimos trabajando en psicoterapia, pudiendo ocuparnos de otrosasuntos.

    Ramona . Ramona es una mujer de 53 años, que llegó a mi consultorioquejándose de "mareos" que se presentaban bruscamente cada tres ocuatro días, que duraban alrededor de media hora, acompañándose deuna sensación de vacío gástrico, sin que llegasen a ocurrir náuseas nivómitos. Había intentado un tratamiento con una persona que seautodenominaba como "neuropsiquiatra de orientación organicista". Estehombre le practicó numerosos estudios neurológicos clínicos y solicitógran cantidad de valoraciones de laboratorio y gabinete. Debido a queRamona había recibido, antes de la aparición de la sintomatología,tratamiento con estreptomicina por una infección respiratoria, el"neuropsiquiatra organicista" pensó que había una lesión de los núcleos

    vestibulares. Todos los estudios realizados, no obstante, resultaronnormales o negativos. Entre ellos estuvieron radiografías craneales,tomografías computarizadas, angiografías, mediciones de la presión yrecuento celular del líquido cefalorraquídeo, determinaciones de proteínas,electroencefalogramas, etc., etc. Estos estudios se solicitaron sin darleexplicaciones a Ramona de los motivos para hacerlo, lo que generaba enella gran ansiedad. En muchos momentos el médico asumía actitudesreservadas y misteriosas, que también influían en la angustia de Ramona.Al final este hombre hizo el diagnóstico de "Vértigo de Ménière Atípico" yprescribió grandes dosis de antihistamínicos y cloruro de potasio. No hubotampoco mejoría alguna, por lo que Ramona decidió pedir mi opinión. Al

    estudiarla, encontré datos que no correspondían al síndrome de Ménière.No había hipoacusia o zumbidos de oídos, sino hipersensibilidad a lossonidos. No había náuseas o vómitos acompañando a las crisis, nitampoco ataxia o nistagmo. Ramona nunca llegó a caerse ni mucho menosa perder la conciencia. Al estudiar cuidadosamente la semiología delsíntoma se encontró que no consistía en una sensación rotatoria delcuerpo mismo o del mundo exterior, sino de que los objetos se movían

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    desordenadamente, a la vez que el suelo se hundía. Ramona sentíasumamente débiles las piernas, tenía dificultades al caminar y cuando lohacía tendía a caer hacia el lado izquierdo. Estos síntomas ocurrían sinligarse a ninguna circunstancia especial. En el momento en que se

    iniciaban aparecía una intensa angustia, que se describe como la"sensación de poder morir de un momento a otro sin saber cómo ni porqué". (Ibid).

    Ramona tenía los siguientes antecedentes de interés: Terrores nocturnosde los 6 a los 9 años, crisis de taquicardia y palpitaciones de los 30 a los32, no resultantes de ningún padecimiento cardíaco, crisis de angustiacada dos o tres meses, con sudoración profusa, taquicardia, taquipnea ysensación de muerte inminente de los 40 a los 45. Entre cada una de estascrisis persistía una sensación de aprensión, con algunas ideas decontenido hipocondríaco y con temor importante a que los cuadros agudos

    volviesen a presentarse.

    Después de valorar los antecedentes y las características del problemaclínico de Ramona, consideré que correspondía a un síndrome angustiosoen que el trabajo terapéutico requería un enfoque holístico y no loscriterios causales, lineales y de enfoque médico que se habían utilizadohasta ese momento. Ramona lleva un año en psicoterapia, durante el cualhemos trabajado en sus asuntos inconclusos y en sus introyectos. Ademásde que su vida es más libre y plena que cuando nos conocimos, lasintomatología por la que consultó no ha vuelto a presentarse.

    2. Consideraciones sobre los ejemplos anteriores. Los ejemplos del proceso de Pedro y de Ramona nos muestran las malasconsecuencias de pretender ayudar a la persona angustiada partiendo deposiciones rígidas o fragmentarias. Si bien es cierto que es imposible que elterapeuta conozca exhaustivamente todo aquello que ha sido dicho por losdistintos estudiosos de la angustia, sí es su responsabilidad, cuandomenos, conocer los elementos básicos que sobre el particular hanproporcionado las diversas disciplinas que la atienden.

    3. Enfoques sobre los distintos tipos de angustia y su delimitación deotros fenómenos afines.El tema de la angustia es de gran interés para la psicología, la medicina, labiología, la historia, la antropología, la filosofía, etc. Esto ocurre porque laangustia constituye una experiencia tan íntimamente ligada a lascondiciones de la existencia humana que no hay una sola faceta que nopueda afectar. Los enfoques que derivan de cada una de estas ramas del

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    quehacer humano, se dirigen hacia diferentes aspectos del fenómeno.Algunos se ocupan principalmente de la angustia que prepara alorganismo para el enfrentamiento de las contingencias perturbadoras, quepromueve la búsqueda de soluciones a los problemas vitales, que estimula

    el conocimiento y que es un motor para el desarrollo y el crecimiento. Laatención de otras está dirigida básicamente a la angustia concaracterísticas tales que la convierten en un problema psicológico ypatológico de gran trascendencia. Existen disciplinas que atiendenpredominantemente a los aspectos subjetivos de la angustia. Otras, encambio, se ocupan ante todo de los objetivos o cuantificables.

    Es evidente que, puesto que los puntos de partida y los métodos de estudiode cada una de las ramas que se ocupan de la angustia son diferentes,también lo serán los datos que puedan proporcionar. Estos distintos datos,no obstante, de ningún modo son incompatibles entre sí. Por el contrario,

    solo una actitud interesada en los hallazgos que en el estudio de laangustia puedan efectuar estas disciplinas, podrá llevar a enriquecernuestros conocimientos al respecto, así como a evitar la adherenciadogmática a posiciones parciales y fragmentarias.

    La angustia está en el centro de los problemas psicosomáticos y suimportancia en la patología humana es fundamental. Prácticamente todoclínico, sea cual fuere su especialidad, encuentra constantementeproblemas determinados o agravados por la angustia. Es por ello queexiste una gran preocupación por conocer cuales son las diversas formasen que se manifiesta, cuales son los factores que la originan, cuales son

    sus mecanismos íntimos, cuales son sus repercusiones físicas ypsicológicas, etc.

    En mi opinión, es elemental por lo menos distinguir entre la angustiaexistencial y la patológica. La primera, como he adelantado, es unaexperiencia universal del hombre e inseparable de él. Está taníntimamente arraigada a las condiciones de su existencia, que podríamosdecir que, al referirnos a la historia del hombre, nos referimos también a lahistoria de la angustia. La angustia implica una respuesta global de lapersonalidad ante situaciones que el sujeto experimenta comoamenazantes para su existencia organizada. Estas situaciones, entre las

    que están la confrontación con la inevitabilidad de la muerte, el peligro deenfermedades, la amenaza de perder a seres queridos, los ataques de lasfuerzas de la naturaleza, etc., acompañan al hombre desde sus primerospasos en la tierra. Ante muchas de ellas, el ser humano, capaz de tenerconciencia de su propia vulnerabilidad y finitud, advierte claramente suimpotencia y experimenta angustia. También la experimenta comoresultado de su propio desarrollo individual, ya que éste implica la

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    necesidad de separarse de las fuentes de seguridad, acometer situacionesnuevas, internarse en lo desconocido y escoger entre distintasposibilidades.

    A pesar de que la angustia, tal como se desprende de lo anterior, esineludible, existen circunstancias que la favorecen o que la atenúan. Porotra parte, es un estado que, en sí mismo, lleva el germen de la búsquedade soluciones que puedan aminorarlo. Podemos decir, en este sentido, quela angustia es, a la vez, resultado de la incertidumbre y motor para latransformación. En la historia del hombre encontramos que una serie deconcepciones sobre el cosmos y sobre el ser humano, sobre la vida y sobrela muerte, etc., parecen ser resultado de la necesidad de encontrarsoluciones (falsas o verdaderas) ante esta incertidumbre angustiosa.Mientras estas soluciones han podido satisfacer al hombre, a vecessimplemente dándole una sensación de estabilidad, la angustia disminuye.

    Nos explicamos así como en épocas de estatismo y aparente tranquilidad,la ansiedad pareciera estar larvada y casi oculta.

    Épocas de crisis históricas con transformaciones intensas y rápidas enideas, problemas y valores, han sido, en cambio, acompañadas y teñidasde gran ansiedad. Sobra decir que es una de estas épocas en la que nosencontramos actualmente (May, 1977, pág. 29-31). Es bien significativoque habiendo existido siempre la angustia, el término para denominarla noaparezca regularmente sino en los últimos 150 años (May, 1990,Introducción.) Sin embargo nuestro papel como psicólogos,psicoterapeutas o psiquiatras, no es ocuparnos, por lo general, de este tipo

    de angustia. Somos buscados para ayudar a quien sufre por otro tipo deproblema: la angustia patológica, aquella que está vinculada a toda unaserie de alteraciones psicológicas y corporales, y que es el fenómenopsicosomático por excelencia. En ella hay cambios internos en órganos ytejidos, cambios viscerales y somáticos que representan su expresiónexterna y un malestar subjetivo de la afectividad.

    Si bien es difícil en ocasiones hacer una distinción precisa entre laangustia y el miedo, es conveniente intentar llevarla a cabo. El miedo sedistingue de la angustia por ocurrir frente a peligros conocidos, claros ylocalizables. En la angustia el peligro real es desconocido, lo que ocasiona

    sentimientos de impotencia e incertidumbre mucho mayores. Tener miedosin saber a qué, es estar angustiado. Al no conocer el peligro, no puedesepararse de uno, no puede circunscribirse. Como consecuencia, el estadode angustia es mucho más difuso que el miedo, implicándose todo elindividuo en él. No es pues casual, el que se diga “tengo miedo" cuando lose quiera decir es "estoy angustiado". Existe, sin embargo, unacircunstancia en que el miedo se asemeja a la angustia. Esto ocurre

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    cuando el primero llega al extremo de convertirse en pánico. En esemomento se produce una desorganización que rompe el contacto con elobjeto amenazante, tal como acontece en la ansiedad. En ambos estadoshay, entonces, una imposibilidad de confrontar la situación.

    Otro punto importante para hacer la distinción entre angustia y miedo, serefiere al momento en que se sitúa la amenaza. En el miedo siempre estáen el presente. En la angustia, en cambio, se encuentra en el pasado o enel futuro. Como se dice en terapia Gestalt, las fantasías catastróficas sonfrecuentemente los generadores del problema. Podría decirse, en estesentido, que la angustia resulta de la influencia de la imaginación sobre elmiedo.

    Por lo que respecta a la tensión, diremos que su diferencia con la angustiaes bastante clara. La tensión es un estado del organismo en condiciones

    que le demandan la supresión forzada de sus urgencias naturales, Si nosesforzamos en no expresar dolor, fatiga, cólera, excitación sexual, etc.,experimentamos tensión, la cual se acompaña de pautas fisiológicaspropias y hasta cierto punto, específicas.

    Ninguna tensión es en sí misma angustiosa, pero puede serlo cuando laposibilidad de ser descargada sea peligrosa para la seguridad de lapersona. El conflicto entre una tensión que tiende a manifestarse y losobstáculos internos que se oponen a su expresión es la causa reconocidade la angustia neurótica, la forma más frecuente de la angustia patológica.

    Es frecuente, en nuestro medio, que los términos angustia y ansiedad seanempleados como sinónimos. Los psiquiatras fenomenológicos europeos, sinembargo, hacen una distinción entre ambos estados. Indican (AlonsoFernández, 1968, pág. 543), que la angustia es más visceral y física,tendiendo a concretarse como una opresión precordial o epigástrica,acompañada de sobrecogimiento, de sensación de estatismo, con unaexperiencia de detención del tiempo vivido. La ansiedad es descrita comomás elevada y con un predominio de los matices psíquicos. Tendría másvalencias respiratorias que cardíacas. Se acompaña de inquietud,sobresalto y una vivencia de aceleración del tiempo. Mientras que laangustia sería vivenciada a veces con el presentimiento de una amenaza

    de locura o de muerte, la ansiedad lo sería con la sensación de que todo esposible. En la ansiedad habría además una percepción mucho más fina delestado que en la angustia. Hay que señalar, en esta línea, que losterapeutas Gestalt conciben a la ansiedad como la sensación física de laangustia.

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    II. LA DOBLE MIRADA 

    Hechas las aclaraciones anteriores, es válido preguntamos: ¿Con qué

    criterios se aproximan al ser humano que acude al consultorio quejándosede angustia el psiquiatra y el terapeuta Gestalt? ¿Dónde se acercan susmiradas? ¿Dónde se alejan? ¿Cómo trabaja con la angustia cada uno deellos? ¿Son compatibles sus criterios? ¿Qué pueden aprender el uno delotro para ayudar a la persona angustiada? Intentaré brevemente contestarestas preguntas.

    1. Criterios del Psiquiatra y del Terapeuta Gestalt ante lapersona angustiada.

    El psiquiatra, el buen psiquiatra cuando menos, parte, al igual que el buenterapeuta Gestalt, del concepto de que la angustia requiere para sucomprensión de un criterio global, holístico. Sabe bien que cuantas másvariables conozca (biológicas, psicológicas, socioculturales, etc.), máscercana podrá ser su presencia a la de la persona sufriente y más eficaztambién su intención de ayudarla. Si, como sería de esperar, estáfamiliarizado con los enfoques sistémicos y de la teoría de campo, sabetambién que un ser humano no es una mera suma de partes, sino un todointegrado que normalmente es dinámico y se mueve flexiblemente haciaformas de integración más amplias (Bertalanffy, 1995, pág.31) (Capra,

    1993, pág.137). Sin embargo, piensa por lo general, que eso no es lo queestá ocurriendo en la persona que acude a él. Ante esta situación, sucriterio habitualmente es etiológico, y generalmente lineal y secuencial.Debido a esto, valora las posibles causas de "esa angustia". Puesto queconoce las bases neurofisiológicas y neurobioquímicas de la misma, tratade evaluarlas con acuciosidad y lo mismo podemos decir de los aspectosgenéticos. Esto, desde luego, lo lleva a cabo después de intentar delimitarel tipo de angustia de que se trata, estudiando su forma de presentación,sus síntomas psíquicos afectivos, las posibles alteraciones de la atención,la concentración y la motivación, las de la memoria y el pensamiento, lavivencia del espacio y el tiempo, las posibles alteraciones en la conducta y

    en las relaciones con los demás, las características del sueño, etc. Intentadetectar cuáles son las defensas más utilizadas. Igualmente estudia si haysíntomas neurológicos, cardiovasculares, respiratorios, digestivos, delsistema urinario y del genital. Si existen efectivamente, intenta evaluar sison resultado del problema angustioso o si son orientadores de unaposible causa.

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    El criterio etiológico médico-psiquiátrico lleva a buscar problemasendocrinológicos como el hipertiroidismo, la hipoglucemia de diversostipos, el feocromocitoma, alteraciones de la corteza suprarrenal, etc. Sebuscan asimismo lesiones cerebrales, especialmente en estructuras

    relacionadas con el sustrato anatómico de las emociones. El psiquiatrapresta mucha atención a intentar descartar o confirmar problemas del tipode la epilepsia, sobre todo, en el lóbulo temporal.

    En psiquiatría, desde luego, se asume que la angustia puede aparecer endiversos problemas mentales, como el síndrome depresivo por alteraciónde los neurotransmisores, o bien en psicosis como la esquizofrenia, por loque se considera su posibilidad.

    Es común que el psiquiatra investigue exhaustivamente la infancia de lapersona con angustia, con el criterio de que ahí existen problemas no

    superados, generadores de la problemática actual. A diferencia delterapeuta Gestalt, no espera a que surjan esos asuntos inconclusos o esosviejos introyectos, sino que se siente obligado a ir a investigarlos (Fromm,1993, pág. 59-62). De igual manera, especialmente si tiene una formaciónPsicoanalítica, es de su mayor interés la búsqueda de diversos conflictospsicológicos, considerando que muchos de ellos son inconscientes.

    En Psicoterapia Gestalt, se considera a la angustia neurótica como uno delos resultados de no vivir en el "aquí y ahora". Como nos recuerda MyriamMuñoz (Muñoz Polit, 1997, pág. 3-5), hay necesidades auténticas,organísmicas, que promueven el desarrollo y que van acompañadas de

    sensaciones reales y de sentimientos cuya atención lleva a latrascendencia. Uno de esos sentimientos sería la angustia existencial. Siese sentimiento no es atendido durante un largo tiempo, aparece laangustia neurótica en toda su intensidad. Esta sería, pues,gestálticamente, la consecuencia de una autotraición sostenida. Lo mismoocurriría si se reprimen otras necesidades organísmicas con lossentimientos que de ellas surgen y que tienen como función dar lainformación fundamental de lo que realmente somos.

    En todas las necesidades auténticas, de acuerdo con la terapia Gestalt, elorganismo no nos pide nada de lo que no seamos capaces y existen para

    atenderlas diversas posibilidades de satisfactores. La persona madura, alirse autorrealizando, incrementa su autonomía y abre progresivamente unabanico de posibilidades para satisfacer esas necesidades auténticas. Lapersona que no lo es, no contacta el lenguaje del organismo y se creanecesidades que proceden de pensamientos e ideas introyectadas. Elterapeuta Gestalt considera que esas necesidades son destructivas y

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    generan conflicto con las auténticas. Intervendrían en ella autoexigenciasextremas y surgirían de fantasías catastróficas en relación al futuro.

    Como resulta evidente de lo anterior, estas concepciones están

    relacionadas con la gran confianza que el gestaltista tiene en laautorregulación organísmica. El ser humano, para ser lo mejor que puedeser, solamente requiere contactar con sus sentimientos y sus sensaciones,sin autoexigencias añadidas.

    La angustia existencial, promotora de crecimiento, constituye una señal deque algo no está del todo bien y de que es importante atenderlo y llevar acabo los cambios internos necesarios para restablecer la homeostasis.Desde luego esa angustia genera sufrimiento y el terapeuta, si de verdaddesea ayudar, necesita acompañar a la persona en lo que O'Connell llama"el paso por el infierno". Si ambos lo hacen con compromiso, conciencia y

    responsabilidad, el gestaltista confía en que el avance hacia el desarrollose llevará a cabo sin demasiados problemas.

    El gestaltista, partiendo de las convicciones anteriores, le da gran valor alcontinuum de conciencia, que impide alienar la sintomatología y permitedespedirse de las situaciones pendientes y los resentimientos, frecuentesfuentes de la angustia neurótica. Al hacerlo la persona va incrementandosu capacidad de amar, que disuelve la enajenación y genera la libertad quepermite vivir conscientemente en el "aquí y ahora" y que sería el antídotofundamental de la angustia neurótica (O'Connell, citado en Fagan yShepherd, 1976, pág. 244).

    2. Cercanía de las miradas del psiquiatra y del terapeutaGestalt.

    Las páginas anteriores nos muestran varias de las coincidencias de ambosenfoques. Los dos conciben de manera muy parecida el significado de laangustia existencial y, en el caso de la angustia neurótica, consideran quesuele resultar de la falta de resolución de diversos asuntos pasados quesiguen afectando la vida presente. Sería en ese presente, de acuerdo con

    los dos criterios, donde se presentan las sensaciones y sentimientos demalestar. Tanto psiquiatras como gestaltistas coinciden también en suconvicción de que las consideraciones catastróficas sobre el futuro y lasincertidumbres crónicas dependientes de lo que hagan otros son capacesde producir una intensa ansiedad.

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    3. Diferencias y divergencias de las miradas.

    Las concepciones de psiquiatras y terapeutas gestalt se separan, en lamayoría de los casos, en los criterios etiológicos causa-efecto, que suelen

    postular los primeros, vs. el concepto integrador sistémico centrado en elpresente que utilizan los segundos. El trabajo del gestaltista atiende demanera fundamental al cuerpo y sus sensaciones, vinculadas de manerafundamental a sentimientos, detrás de los cuales se encuentra unanecesidad. El trabajo del psiquiatra es mucho más verbal eintelectualizado y suele ser más directivo que el del terapeuta Gestalt.

    4. ¿Cómo trabajan con la angustia los psiquiatras y lospsicoterapeutas gestálticos?

    El trabajo con la persona angustiada es, tanto para unos como para otros,consecuencia lógica de sus presuposiciones.

    El psiquiatra, como ya he dicho, trata en primer lugar de hacer ladistinción entre la angustia "normal" y la patológica. En el caso de queconsidere que se trata de la segunda, investiga sobre posibles factoresbiológicos que puedan determinarla, o bien sobre la existencia deproblemas como la depresión, de los cuales la angustia suele ser uno delos síntomas. En el caso de que detecte alguno de estos datos, es frecuenteque utilice algún medicamento. En el caso de que la angustia se determine

    como "neurótica", suele recurrir a procedimientos psicoterapéuticos decorte psicoanalítico, de esclarecimiento, de apoyo, o de todossimultáneamente.

    Un terapeuta Gestalt no acostumbra trabajar con la angustia determinadapor problemas orgánicos. Trabaja con la angustia existencial o neuróticadel ser humano que sufre a consecuencia de ella. En todo momento buscaque la persona, en el presente, se concientice de su estado y de sussíntomas y se responsabilice de los mismos. Los asuntos inconclusos y lasexperiencias obsoletas son "traídas" también al momento actual, al aquí yahora.

    El terapeuta Gestalt postula que si se está auténticamente en el presente,la angustia neurótica desaparece, ya que como se ha señalado variasveces, este estado está íntimamente vinculado a expectativas catastróficasen el futuro.

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    5. ¿ Son compatibles los criterios del psiquiatra y elgestaltista ? ¿Qué pueden aprender el uno del otro ?

    Claudio Naranjo nos recuerda los estudios que muestran que los expertos

    de escuelas diferentes se parecen entre sí más de lo que se parecen entresí los profesionales menos hábiles de la misma escuela. Nos dice Naranjo:

    El profesional con habilidad en psicoterapia es, por sobre todo,aquel que puede producir acción real, más allá de las accionessuperficiales, las cuales, si no están respaldadas con la actitudapropiada, no son más que un ritual vacío. Es capaz de detectar laactitud exacta, reforzarla, exigirla, enseñarla, pues la conoce en símismo. Cualquier libro puede describir una técnica, pero unaactitud debe ser transmitida por una persona. (Naranjo. 1989,pág.13). 

    Si reflexionamos sobre lo anterior y releemos los ejemplos de un malquehacer terapéutico que expuse al principio de este trabajo, nos resultanclaras las diferencias entre el buen terapeuta del que habla Naranjo y losmalos terapeutas que atendieron a Pedro y a Ramona. Es difícil suponerque los segundos, empecinados en sus enfoques parciales y fragmentarios,se hayan acercado alguna vez al proceso angustioso de quienes recurrierona ellos, con una actitud dispuesta a ver, a entender, a empatizar, aacompañar, a autocuestionarse, a autocorregirse. El mal terapeuta es unfiel practicante del "más de lo mismo". Si la persona a la que pretendeayudar no mejora, hay que insistir más en los procedimientos"terapéuticos" que se están usando. Los marcos conceptuales quesustentan esos procedimientos no se cuestionan. No se considera quepudieran ser erróneos o insuficientes. Estos terapeutas suelen reaccionarcon gran agitación cuando alguien con más experiencia les habla de lanecesidad de flexibilizar las fronteras de sus marcos teóricos, sin que esoimplique carecer de un buen espíritu crítico.

    El buen terapeuta está siempre dispuesto a aprender. Si pretendeauténticamente ser holista, tiene que ser humilde y asumir la enormecomplejidad de los problemas de cualquier persona que a él recurra. Si

    pretende (como se pretende en terapia Gestalt) ser consciente yresponsable, se concientizará y responsabilizará de sus áreas deignorancia y de sus sensaciones de malestar si no puede "entrar"suficientemente en la persona que sufre y si no puede acompañarla,comprenderla ni empatizar con ella.

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    Es importante que el terapeuta Gestalt recuerde cuando acude a él unapersona con angustia, que pueden existir diversos cuadros clínicosorgánicos y mentales que pueden determinarlo. Cuando éste es el caso,será el psiquiatra, a veces en colaboración con otros médicos, el indicado

    para atender a la persona. Los psiquiatras de enfoques muy organicistasdeben recordar que hay una angustia existencial. Es un dramático error elignorarlo, asumirlo como patológico y pretender atenuarlo con medidasfarmacológicas.

    El psiquiatra que aprenda terapia Gestalt experimentará, como ha sido micaso, las bondades de un sistema construido mucho más sobre elentendimiento intuitivo que sobre la teoría. vivenciará, como he vivenciado yo, que tanto en la angustia como en otros sentimientos, el prestar oídos alas voces del cuerpo tiene una importancia crítica. Considero quepsiquiatras y gestaltistas pueden enriquecerse enormemente, si están

    dispuestos a aprender los unos de los otros con apertura, responsabilidad y congruencia.

    BIBLIOGRAFÍA

    ALONSO FENÁNDEZ, F. (1968). FUNDAMENTOS DE LA PSIQUIATRÍAACTUAL . Editorial Paz Montalvo. Madrid

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    FROMM, E. (1993). EL ARTE DE ESCUCHAR . Editorial Paidós. BuenosAires.

    MAY, R. C. (1977). EXISTENCIA . Nueva Dimensión en Psiquiatría yPsicología. Editorial Gredos. Madrid.

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    Editorial Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt, A. C. México, D. F.

    NARANJO, C. (1990). LA VIEJA Y NOVÍSIMA GESTALT. Editorial CuatroVientos. Santiago de Chile.

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    LA INTEGRACIÓN DEL NIÑO Y EL HOMBRETRABAJO DE POLARIDADES

    Guadalupe Amescua Villela (*) 

    INTRODUCCIÓN

    En las últimas décadas ha hecho moda el tema sobre polaridades en eldiscurso psicológico. Sin embargo este es un tema de lo más antiguo, quese encuentra en la base de creencias cosmogónicas de muchas culturasque por ejemplo, adoraban al sol y a la luna, el día y la noche, el fuego y elagua, la vida y la muerte, lo femenino y lo masculino.

    En la cultura oriental la idea de polaridades resume la concepción del yin y el yang.

    En el campo de la Psicología, podemos citar al respecto los escritospsicoanalíticos de Freud, que desde el principio se refiere a la pulsión de lavida y la muerte, opuestos entre otros, Freud no deja de mencionar através de su obra, y que coexisten en nuestro interior. También en elcampo psicoanalíticos importante Jung con su propuesta de ánimaanimus, y de los que él llama “la sombra” de cada persona.

    La psicoterapia Guestalt se une a esta forma polar de pensamiento,reconociendo que en el hombre no puede existir una emoción, situación,rasgo de personalidad sin que exista su opuesto.

    Zinker dice:Mi teoría de las polaridades sostiene que si no me permite sermalvado, nunca seré genuinamente bondadoso. Si estoy encontacto con mi propia maldad y amplío esta parte de mí mismo, mibondad, cuando se manifieste, será más rica, más plena, máscompleta. Si no me permito a mí mismo tener contacto con mi

     femineidad, mi masculinidad será exagerada, hasta perversa: seréun tipo duro . (Zinker, 1991, pág. 162)

    (*)Guadalupe Amescua Villela.  Directora fundadora del Centro de Estudios eInvestigación Guestálticos, Xalapa. Autora del libro “La Magia de los Niños” (publicado enMéxico, 1995-95, y en Cuba, 1997). Maestría en Psicoterapia Gestalt IMPG.

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    Las polaridades no sólo están en la naturaleza, en lo que nos rodea, haciadonde miremos.

    Nosotros las reflejamos en nuestro lenguaje, en nuestra comunicación con

    ese entorno, en el pronunciamiento personal. Gramaticalmente laspalabras “o, pero, y” son conjunciones, su función es unir dos expresiones.Sin embargo, la forma en que las usamos para hablarnos, es excluyendotérminos de una misma oración: eres bueno o malo; eres inteligente otonto; me gusta mucho, pero... esa persona me agrada mucho, pero... loque el lenguaje muestra aquí es un reflejo de cómo eliminamos una partede nosotros mismos.

    Esta exclusión es además reforzada por la cultura occidental que nopermite que una persona tenga a la vez dos atributos que se consideranopuestos. No se vale ser ambivalente: o lo quieres o lo odias, decídete. O

    eres seguro o inseguro; ambos no se puede.

    Lo anterior conforma el ambiente desde que somos pequeños, y con el finde conservar el equilibrio, tanto interno como externo, nos lleva a lafragmentación, eligiendo por lo general quedarnos con los atributos menosventajosos para nosotros y más aceptables para los demás: nos quedamoscon lo que menos ayuda a construir una imagen adecuada de nosotrosmismos, cayendo en lo que normalmente denominamos baja autoestima ycon las emociones más aceptadas socialmente, eliminando las otras comola ira, la tristeza, la sexualidad. Aceptamos la vida, pero nada que tengaque ver con la muerte, pérdida o separación. El resultado es la

    fragmentación, o sea la exclusión de las polaridades que enriquecen a lapersona.

    En la naturaleza observamos las polaridades, los opuestos y nadie nosatreveríamos a decir que deje de haber día y noche, que deje de existirtierra o aire, agua o fuego. Sabemos que en lo opuesto está locomplementario, el equilibrio y la integración. En el reino animal tambiénobservamos los opuestos complementarios entre la debilidad y la fortaleza,la fiereza y la nobleza. La astucia y la cautela. Sólo de esta manera se lograel equilibrio en los ecosistemas y su resultado es la vida misma.

    Cuando hablamos de polaridades nos estamos refiriendo a la integraciónde los opuestos, a la complementación y al logro del equilibrio. El términopolaridades se ha tomado en forma peyorativa y excluyente. Cuandohablemos en este escrito de polaridades nos estaremos refiriendo en estesentido: a lograr el equilibrio, ya que consideramos que precisamente loque la persona ha perdido a lo largo de su desarrollo son sus polaridades,capacidad de tener pares opuestos en su expresión y capacidad vivencial,

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    quedando fragmentada al excluir algunos aspectos de su potencialcreativo.

    EL INICIO DE LA FRAGMENTACIÓN

    El niño viene al mundo con un gran cúmulo de potencialidades, que irádesarrollando a través de su vida, y también tiene la tendencia a laintegración y la conservación del equilibrio. El niño busca satisfacer susnecesidades no sólo orgánicas, sobre todo busca satisfacer más allá  de lasorgánicas. Las primeras le permiten subsistir biológicamente, pero paravivir humanamente es necesario satisfacer las otras, satisfacer su deseo.Esta búsqueda de satisfacción de necesidades y deseos, que nunca cesa alo largo de la vida, presenta dificultades para el niño. Tiene que renunciar

    a algunas de ellas, y en especial a su deseo en favor de ser por lo demás,para adaptarse a su medio.

    Originalmente el niño muestra todos los sentimientos sin reprimirninguno. Lo mismo llora que ríe, se enoja, goza del placer y de su cuerpo, yde la relación de su cuerpo con otro cuerpo. Se manifiesta en susemociones con todo su ser, con todo su cuerpo. Cuando observamos llorara un niño, no sólo salen lágrimas de sus ojos, grita, abre su pecho, sugarganta, mueve su cuerpo entero. Lo mismo hace cuando se enoja: sepone rojo, patalea, manotea, grita, agrede todo él: con uñas, dientes, con elcuerpo entero.

    Con cada emoción es lo mismo el niño las vive plenamente y esto a la vezle permite que una vez terminada su expresión, pase de inmediato amanifestar otra emoción que podemos considerar opuesta. Lo que sucedees que el niño logra hacer plenamente contacto con cada emoción, vive enel presente las situaciones, y por lo tanto concluye cada gestalt, llega alcierre, al reposo y está dispuesto a iniciar un nuevo ciclo. No bloquea suenergía. Sin embargo, en su proceso de socialización el niño se tragaenteros introyectos fundamentales: “no es bueno enojarse, no muestrescoraje, los niños no lloran, no hay que disfrutar del cuerpo, que pena quete vean llorar, no se hacen berrinches, no estés triste, no te rías tanto,

    contrólate...”

    Y de esta manera vamos poniendo freno a la energía vital que se manifiestaen la capacidad afectiva, en la expresión emocional. W. Reich diría que sevan conformando las corazas del cuerpo. Pero lo malo es que eso no estodo. Además de los introyectos, que son verbales y no verbales. El niñoatraviesa en su historia por situaciones que en ese momento es incapaz de

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    manejar debido a que es muy pequeño y no cuenta con los recursos parahacerlo. Situaciones que en términos generales podríamos decir que sontraumáticas. Vivencias que tienen con adultos, como sus padres,maestros, parientes o personas de su ambiente; también con otros niños

    de su misma edad o mayores. Ya sea actuando de buena fe, o en ocasionesen forma abusiva, van marcando el rumbo del comportamiento del niño. Yel pequeño, en su afán de sobrevivir, busca mantener el equilibrio aún acosta de renunciar a partes de sí mismo y fragmentarse.

    Al transitar por la vida, desde muy temprano, el niño va dejando por elcamino partes de sí mismo, en una fantasía de intercambio de trueque poraceptación y amor. Pero esas partes que va dejando no quiere decir que sedesprendan totalmente de él, lo que les sucede es que sólo bloquean sucrecimiento, se quedan enanitas, mientras que en un intento de equilibrio,se produce una sobrecompensación de las opuestas. El resultado es que el

    niño no logra un crecimiento uniforme, parejo, va creciendo en partes,cojeando; y las partes que no crecen, se quedan precisamente de la edaden la que suceden estas situaciones que les bloquean la posibilidad dedesarrollo, y cuando en la vida adulta la persona reacciona antesituaciones similares a las bloqueadoras originales, la parte que emergepara responder es esa polaridad infantil.

    Reich considera que al bloquear el hombre la expresión de sus emocionesse van conformando corazas en el cuerpo, pero decíamos que eso no estodo. Las corazas se conforman alrededor mismo del cuerpo y de lapersonalidad del niño, impidiéndole crecer en ciertos aspectos.

    Entonces nuestra personalidad, al llegar a la vida adulta quedaconformada como si fuera un órgano de iglesia antigua, y lo que sucedecon esta fragmentación es que tenemos una gran cantidad de personitasdentro de nosotros, de personalidades que emergen en diferentessituaciones y que nos hacen responder con viejos patrones, con la edad enque se quedaron bloqueadas. A esta diversificación interior le llamo “elcomplejo de Sybil”.

    El complejo de Sybil.Si consideramos el caso de Sybil, se refiere precisamente a una mujer con

    múltiple personalidad, escindida en múltiples facetas que emergían bajosituaciones especiales que convocaban a una u otra a responder. Lopatológico del caso de Sybil es que ella no sólo no tenía control sobre estaescisión, sino que además ignoraba lo que pasaba con ella, desconocía loque hacia mientras dominaba otra de sus personalidades, al extremo quelo que aprendía siendo otra, no era recordado por ella. Esta escisión se dacomo resultado de vivencias infantiles tan dolorosas y extremas como las

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    que vivió Sybil. En todos nosotros sucede algo similar, tenemos muchaspersonalidades, que emergen sin que nosotros tengamos control sobreellas, aunque sí nos damos cuenta de nuestros cambios, e incluso noshacen sufrir al grado de llevarnos a terapia deseando eliminarlas: “quiero

    dejar de ser explosivo, quiero dejar de ser inseguro, ya no quiero tenermiedos, me molesta la indecisión, cuando estoy frente a un hombre algopasa que me vuelvo penosa y termino rechazándolo, cuando estoy frente alpúblico tartamudeo, me tiemblan las piernas y me siento incapaz de daruna conferencia, algo en mí dice que nada de lo que hago es suficiente”...

    MANIFESTACIÓN DE LA FRAGMENTACIÓN

    La formación del psicoterapeuta está integrada por tres aspectos:1. La formación teórico-práctica.

    2. El aprendizaje a través del propio proceso de terapia.3. La práctica profesional.

    En la primera, o sea en la formación teórico-práctica aprendí algunascosas sobre polaridades. La tendencia era a integrarlas haciendo quehablaran ambas, una con otra en silla vacía. En ocasiones, incluso, queuna de ellas desafiara y atacara a la no deseada. Por ejemplo, la partesegura, debía literalmente sacar a la parte insegura, diciéndole que no laquería ya con ella, que le estorbaba, que en su vida ya le había causadomuchos problemas. Posteriormente se hacía un trabajo llevando a integrarambas, mediante el uso de silla vacía y de tercera posición.

    Al experimentar esta técnica en mi propio proceso, considero que dealguna manera logré conocer mis aspectos polarizados e integrarlos hastacierto punto, aunque con la sensación de que algo artificial estabapasando, y que algo no quedaba totalmente concluido.

    Siempre he creído que los dos primeros aspectos en la formación de unterapeuta son esenciales, pero que quienes son realmente nuestrosmaestros son los pacientes, nos enseñan en la interacción con ellos,crecemos juntos. Ellos son los que nos enseñan todo, los que demuestransi una teoría y una técnica son eficientes o no.

    Para Freud, por ejemplo, fueron Dora, Anna O., el hombre de los lobos, elhombre de las ratas, Juanito; quienes le permitieron desarrollar-cuestionar-desarrollar su teoría.

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    En cuanto al tema de las polaridades, han sido tres personas quienes mehan permitido aplicar-cuestionar-rectificar y replantear lo que aquípropondré sobre el trabajo de polaridades.

    Rosi quería trabajar inseguridad. Decía que siempre le había dadoproblemas, que ante ciertas situaciones sentía mucho miedo y se retraía,incapaz de enfrentar las cosas. Empezamos a trabajar en silla vacía. Lepedí que pusiera de un lado su parte insegura. Que empezara a colocar sucuerpo cómo se siente cuando está insegura, cómo es su voz, qué piensa.Al posicionarse en su inseguridad Rosi se detuvo, empezó a llorar y dijoque se sentía muy mal haciendo esto, que no le gustaba. Después de unmomento le pedí que nuevamente tomara esa posición, lo hizo y laemoción regresó. -¿qué edad tienes ahora? - tres años: estoy debajo de lacama, muy asustada, pues llega mi papá tomado, le pega a mi mamá, yotengo mucho miedo.

    María: una de sus polaridades es agresiva, responde fácilmente a cualquiersituación de enojo, con insultos, voz elevada, agresión, y rompimiento de larelación. Quiere desarrollar su parte opuesta: tímida, callada, que salecuando esta con algún muchacho, a quienes rechaza, les teme, y nunca hapodido establecer relación cercana.

    Le pido que empiece a definir esa polaridad que sale cuando está frente alos hombres: sume los hombros, su voz se hace aguda, baja la cabeza, seasusta cuando hay alguna propuesta de avance, o tiene fantasías de lo quepueda pasar. Quédate un momento en esta posición, entra más a tu

    emoción, date cuenta qué estás sintiendo... bien, dime ¿qué edad tienesahora? -doce años. Recuerdo, cuando mi hermano me agredíasexualmente, mi mama no me protege, y me dice, que no valgo, queningún hombre nunca se va a fijar en mi, y que los hombres sólo quierenabusar de las mujeres-...

     Tere tiene muy marcadas las características de su forma de ser: una parte,a la que posteriormente ella denominará “el general”: es agresiva, juzgadora, descalifica fácilmente a los demás. Los considera “pendejos”, Sufenomenología es con el cuerpo recto, voz elevada, mirada dura, es flexible.Su opuesto, que ella llama “la mamá gallina” es suave, cariñosa, débil,

    habla mucho, es escandalosa, sobreprotectora, se preocupa y ayuda a lagente, se encarga de cosas que no le corresponde. La mamá gallina esseveramente juzgada por el general. El general tiene todas lascaracterísticas del padre de Tere, mientras que la mamá gallina se parecea su mamá.

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    EL TRABAJO DE POLARIDADES

    Estas tres mujeres me abrieron el camino para pensar en las polaridades

    desde otra perceptiva.

    Con Rosi pude ver claramente que su polaridad tenía una edad menor a lade la Rosi adulta que estaba frente a mí. Su polaridad insegura, que elladeseaba cambiar, correspondía a una niña pequeña de tres años, una niñacon miedo, asustada y que en situaciones difíciles era esta pequeña la queemergía y volvía a actuar como si estuviera escondida bajo la cama.

    En el caso de María, también había eventos muy dolorosos de abuso, deintroyectos negativos sobre los hombres y sobre ella misma. Esta polaridadde mujer asustada, que se enconchaba y rechazaba a los hombres no era

    la María de 38 años, sino la niña de 12 la que en esos momentos emergía. Tomaba lugar de una manera increíble, pues incluso iba a las citas vestidade forma infantil y diferentes de como ella acostumbraba vestirsehabitualmente.

    En ese caso Tere había introyectado como polaridades las actuacionestípicas de sus padres. En especial la de su padre, quien había muertocuando ella iniciaba la adolescencia.

    LA EDAD DE LAS POLARIDADESAnteriormente dije que la personalidad queda integrada como si fuera unórgano de iglesia antigua. Dicho de otra manera, tenemos muchas partesde nosotros, pero todas ellas tiene diferentes edades. Por ejemplo, lapolaridad insegura de Rosi tiene tres años, la huidiza de María tiene 12 yla de Tere tiene 10 años.

    Considero que uno de los primeros pasos para el trabajo de polaridades essaber con quien hablamos. Dicho de otra manera, que edad ve que tieneuna parte que emerge ante nuestros ojos, y la del paciente, cada vez que

    una situación determinada la convoca.

    El camino más corto para lograr esto es por medio del cuerpo. Cuando lepedimos a la persona que tome la actitud corporal de su polaridad,estamos tocando lo que Reich llama las corazas, la memoria corporal yésta empieza a evocar las emociones correspondientes. Cuando se logra elcontacto pleno, es entonces cuando preguntamos a la persona qué edad

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    tiene, qué esta vivenciando, en qué momento y en dónde se encuentra. Lahistoria emerge por sí sola.

    Cuando la persona no puede decir qué edad tiene, no importa, es cosa de

    confiar en el inconsciente, pues éste sabe llevarnos al momento en dondesucedieron situaciones significativas. En el inconsciente hay situacionesque anudan, que amarran unas a otras, eso es lo que nos importa cuandonos dicen una edad. Se trata de un momento representativo de una seriede situaciones.

    En una ocasión, cuando Tere asumió la actitud de general le pregunté,¿Qué edad tienes? -No sé, no me viene nada.- No importa, di cualquieredad. -Diez años... y en ese momento vino a ella un recuerdo altamentesignificativo de cuando el general empezó a emerger con toda su fuerzadescalificadora, un evento doloroso donde ella a su vez fue descalificada y

    donde se aplicaba la concepción del mundo del padre.

    A partir de estas experiencias con mis maestras-pacientes, puedo con todafirmeza enunciar lo que considero las tres premisas básicas en el trabajocon polaridades:

    1. Las polaridades deben tener la misma edad.No puede hacerse una integración de polaridades cuando estas no tienenla misma edad. No tiene caso poner a hablar en silla vacía a laspolaridades por ejemplo: seguro-inseguro, fuerte-débil, tal como el pacienteviene y nos presenta, pues una de ellas está en desventaja en cuanto a

    edad. Mientras que una de ellas ha seguido creciendo y por lo tanto, por logeneral puede decirse que tiene la edad actual de la persona, o incluso seha sobrecompensado, mientras que la otra es mucho menor, correspondecasi siempre a la infancia.

    Esto nos demanda detenernos en el proceso del trabajo con polaridades, sies que queremos “trabajarlas” realmente a fondo. Detenernos todo eltiempo que quieran, para asimilar la experiencia que dio origen a lafragmentación, que detuvo el crecimiento de esa parte de la personalidad.Esto puede llevar algún tiempo.

    La Dra. C. Wilbur, que atendió el caso de Sybil, menciona casi al final dellibro esta misma idea:

    “...Sybil fue hacia atrás en el tiempo. Las otras polaridades vantanto hacia atrás y hacia adelante -adelante de manera que, através de etapas graduales, todas pudieran alcanzar la edad deSybil. Dr. Wilbur sabía que la integración sería más sencilla sitodas las personalidades fueran de la misma edad. Su existencia

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    indicaba la relación con traumas del pasado y una inmadurez totalde la personalidad, y ambas hacían la integración imposible... la

     progresión en la edad sólo podía avanzar a medida que lostraumas y conflictos se iban resolviendo. La progresión en la edad

    era sólo un medio para un fin.”. (Scheiber, 1974, pág.384-386)

    La integración llevó seis años, para lograr que todas las diferentes Sybilniñas fueran creciendo hasta alcanzar la edad de la adulta, y entoncesfinalmente lograr su integración.

    2.Cerrar las situaciones conflictivas de la infancia.Esta parte infantil, normalmente es una parte dañada, que ha sufrido ypor eso se vio en la necesidad de fragmentarse, por lo que es necesarioregresar a esas situaciones originarias y trabajar con el niño interior. Unavez que hemos determinado la edad de la polaridad no desarrollada, vamos

    a encontrar situaciones originales traumáticas. No importa lo que hayasucedido, lo importante es cómo el niño lo haya vivenciado. Lo querepresento para él y qué emociones guarda sobre ese hecho.

    Para Rosi había sido muy doloroso ver a su padre tomado, golpeando a sumadre y escondiéndose ella para librarse de ser golpeada. Al mismotiempo, se sentía asustada, impotente y culpable de no haber podido hacernada.

    Para María, habla por sí mismo un hecho de abuso sexual, el miedo, laimpotencia, el coraje, la devaluación, el sentimiento de culpa. Aunado a los

    introyectos negativos sobre ella misma y sobre los hombres, que su mamáse encargó de darle.

     Tere había pasado también por experiencias de rechazo y discriminación alos 10 años, y poco después la muerte de su padre, que la llevó aindentificarse plenamente con él, introyectando sus rasgos sobresalientes.

    En estos tres casos tomamos todo el tiempo necesario para ir trabajandoestos eventos, avanzando a través del dolor y deshaciendo nudos,introyectos, culpas, impotencias, hasta llegar al encuentro con la niñaherida y desde la adulta, darle aceptación y revalorarla.

    Al realizar este trabajo lo que logramos fue desbloquear esa parte quehabía frenado su desarrollo, dándole la oportunidad nuevamente dereanudar su crecimiento. Una vez que se han desatado los nudos losiguiente es ayudar a crecer a la niña, y entonces, sólo entonces, hacer untrabajo de integración de polaridades, enfrentando ambas partes, tomandolo positivo de cada una de ellas, reconociendo y aceptando la parte

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    negativa. Sin embargo, este trabajo de integración no es mágico, no porhaber recorrido este camino va a desaparecer esta parte, lo que nos lleva aplantear la tercera premisa en el trabajo de polaridades.

    3. Darse cuenta en el continuo de conciencia de polaridad.Esa polaridad niña que llevamos dentro, no va a dejar de emerger sóloporque la reconozcamos, la hayamos explorado y curado, pues ha estadocon nosotros tantos años, acostumbrada a salir ante situacionesespeciales que la evocan... es un proceso que continúa, y en donde eltrabajo de la persona sigue con un proceso continuo de crecimiento y dedarse cuenta. Recuerdo una de mis primeras maestras muy queridas, queuna vez dijo: “mira, de lo que se trata en terapia es que la persona aprendaa manejar sus problemas, pues estos no los elimina la terapia”.

    Lo anterior se aplica como anillo al dedo a este trabajo final de las

    polaridades. En esta fase final, se trata de regresar al primer paso, y llevara la persona a que reconozca en un darse cuenta pleno, su actitudcorporal en el momento en que emergen ambas polaridades, cuando sucuerpo cambia, cuando toma esa vieja actitud infantil, haciendo emerger alniño, y cuando éste toma entonces el control de la situación, y si no loevitamos, actuará y responderá en una repetición ante nuevas situaciones.Se trata entonces de que la persona aprenda a reconocer conscientementecomo emerge esta polaridad, qué posición corporal toma, cómo es su voz,qué piensa, qué se dice a sí misma, todos los cambios. Y que la distinga lomás tempranamente posible.

    Complementariamente, también se le lleva a reconocer los mismosindicadores en su polaridad opuesta, de manera que cuando la parteinfantil emerja, si no es el momento en que desee actuar con ella, puede,utilizando el cuerpo, hacer los cambios en forma voluntaria.

    Rosi en un darse cuenta en el continuo de conciencia, aprendió adistinguir cuándo su voz se volvía más aguda, su cabeza se sumía entrelos hombros, y luego emergía la sensación de impotencia y miedo.Practicamos varias veces y cuando apenas se iniciaba el cambio de voz,ella lo detectaba; entonces propositivamente enderezaba el cuerpo, alzabala cabeza y manejaba la voz. Era imposible de esta manera que su cuerpo

    convocara a la niña de tres años, respondía como la mujer adulta.Mediante este proceso de vida consciente, esta parte infantil se aceptaba yla persona misma delimite los momentos en que decide permitirle emerger,le estará dando pautas para crecer.

    Aún cuando se haya trabajado con el niño interior de manera de logrardesbloquear su crecimiento, éste no se llevará a cabo como por obra de

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    magia. No son frijolitos mágicos. Todo crecimiento lleva su tiempo, y estodebemos advertirlo al paciente. Es una última etapa en donde nosotros yano participamos directamente. Es ella quien debe hacerlo, dándose laoportunidad de que en algunas ocasiones nuevamente emerja la niña, con

    miedo, inseguridad o agresión, y que cuando lo haga la comprenda, lacelebra su darse cuenta. Poco a poco se irá haciendo mas consciente desus mensajes por medio del cuerpo, y al saber leerlos estará es posibilidadde que vaya madurando, hasta que llegue un momento en que la personase dé cuenta de que forma “automática” responde como adulto, supolaridad se ha integrado, puede ahora responder a las situaciones de lavida en forma madura, con mayor seguridad, comprensión y equilibrio,pero al mismo tiempo, cuando lo quiera, sigue conservando esa parte tansuya que puede emerger nuevamente, igual pero diferente.

    ESTOS SOY YO. POLARIDADES EN EL NIÑO

    Abel es un niño grande para su edad, muy fuerte. Camina un pocodescoordinadamente, y su mirada siempre está en el suelo. Es amable,risueño, creativo. Está en un grupo de terapia para niños. Cuando algunode los otros tres niños discuten, Abel se hace a un lado, observa, noparticipa. Si Felipe, que es inquieto e hiperactivo le hace algo, Abel lodetiene, se sonríe, con expresión del niño mayor que tolera al menor, cede y es conciliador. Este es el Abel que yo conozco.

    Muy diferente del Abel de la escuela, del motivo por el cual viene a terapia.

    En la escuela es considerado un niño agresivo, física y verbalmente, conpoca tolerancia a la frustración. A la menor provocación se va encima deotros niños y aplica la fuerza y ventaja de su corpulencia. Después deagredir surge un tercer Abel, éste es ensimismado, se siente víctima,incomprendido, que todo lo que pasa y los castigos que recibe soninjustos. No logra aceptar lo que el Abel agresivo ha hecho. Más bienpareciera que se identifica con el primer Abel, calmado y conciliador.

    Abel no es una excepción. Hay muchos niños así. Sus propias madres losdesconocen cuando reciben reporte de la escuela. Mientras que en casapueden ser pasivos, en la escuela son hiperactivos y agresivos. O bien,mientras que en su casa son sociables, cooperativos, se comunican bien,en la escuela o fuera del hogar no hablan con nadie, son apáticos y seaíslan.

    Lauro es un joven de 14 años, alto, moreno claro, bien parecido. Vive enuna casa hogar desde los 7 años. Su madre murió un par de años antes y

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    tuvo que escapar de su padre alcohólico que los golpeaba constantemente y en una ocasión amenazó con matarlo a golpes. Él considera que su casa y familia están en la Casa Hogar. Se siente contento allí. Sin embargo esmuy agresivo con los niños más pequeños, les pega y abusa de ellos en

    diferentes formas. Roba cosas, no hace las tareas, ha reprobado dos añosseguidos. Actualmente está en quinto de primaria. Se identifica conluchadores y superhéroes. Por otro lado es un joven tranquilo, con ganasde estudiar y de llegar a ser piloto aviador. Quiere controlar suagresividad. Aunque es alegre, le cuesta establecer contacto con laspersonas. Se la pasa más bien aislado.

    ¿Qué es lo que pasa? ¿Cómo podemos explicarnos estos comportamientos y formas de ser opuestas, entre las cuales los adultos que convivimos conlos niños quisiéramos quedarnos únicamente con el niño bien portado, y sifuera posible, eliminar al que es difícil o antisocial?.

    Para explicarnos qué pasa con este comportamiento y formas de ser queconsideramos opuestas, pero que sin embargo a pesar de que sueneparadójico es necesario que ambas formas estén presentes, pues no puedeexistir algo sin su contrario. Es éste el que le da la posibilidad de ser, deotra manera no podría existir. Pero al mismo tiempo estos contrariostienen que mantener entre sí un equilibrio, de no ser así se pierde laestabilidad, incluso se puede llegar a la desintegración.

    LA ESTRUCTURACIÓN DEL NIÑO

    El niño nace a un mundo polarizado, dividido en opuestos. Hacia dondedirijamos la mirada en la naturaleza encontraremos los opuestos. Sinembargo, al principio el niño no está en relación directa con ese mundo,con su entorno histórico, con su cultura, con el cosmos. Descubre estemundo a través de la relación con la madre. Es a través de la relación conun otro que se descubre a sí mismo como persona, con su mundo interior y con su forma de establecer contacto o relación con otros.

    Esto ha sido estudiado por múltiples autores del psicoanálisis infantil. Enespecial quiero referirme a dos de ellos: la Sra. Melanie Klein y ErikErikson. Para Melanie Klein, el niño divide su mundo en bueno o malo, deacuerdo a la satisfacción que reciba de sus necesidades primarias yafectivas. Cuando el niño no es atendido de inmediato, esa frustración lehace percibir su mundo como agresivo, malo. Pero como el niño aún noestá diferenciado del entorno, lo malo se sitúa en una continuidadinteroexterior. Lo malo está dentro de él mismo, y al mismo tiempo está

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    fuera. Si lo malo predomina, el niño empieza a desarrollar mecanismospara protegerse. Cuando, por el contrario, la frustración no es demasiadogrande, cuando predomina la satisfacción de necesidades, entonces el niñopercibe su mundo como bueno, y eso bueno está dentro y fuera, en él

    mismo y en los otros.

    Para Erikson, en esta primera etapa, que denomina de Confianza Básicavs. Desconfianza, considera, al igual que Melanie Klein, que cuando lamadre atiende apropiadamente al niño, tanto en sus necesidades básicascomo afectivas, entonces el niño aprenderá que vino a un mundo bueno,en el que puede confiar, y de grande será una persona que podrá confiar,sentirse seguro en su mundo. Por el contrario, cuando hay carencias enforma predominante, entonces el niño aprenderá que el mundo al que vinoes esencialmente malo, esta será su percepción, y en base a ella en elfuturo será una persona básicamente desconfiada, incapaz de creer en los

    demás.

    Lo que estos autores denominan la satisfacción básica del niño, de maneraque pueda percibir su mundo como bueno, no se refiere solamente aotorgar al niño satisfactores básicos, como alimentos, abrigo y limpieza,sino la forma en que éstos se den. Lo fundamental es la relación afectiva,el intercambio amoroso que se da entre el niño y la madre, a partir de loscuales el niño va tejiendo su cuerpo, su imagen, la percepción de sí mismoen el mundo y en la relación con los otros, su esencia. Se construye a símismo y a su ser-en-el-mundo a partir del otro.

    Lo importante es que predomine lo bueno. Sin embargo esto no quieredecir de ninguna manera que lo malo quede excluido. No puede ser, puesno existe el uno sin el otro. Lo bueno es la presencia, lo malo sería laausencia, la privación. Pero no puede haber presencia más que en unfondo de ausencia. De esta manera, no se puede dar una sino a condiciónde la otra. Pasado este primer período, en que el niño percibe sus vivenciasen opuestos irreconciliables, pasa a otra etapa, caracterizada por laambivalencia, esto quiere decir que se inicia la coexistencia de opuestos.

    Llamar bueno o malo, no es en un sentido peyorativo, simplemente es unamanera de nombrar, como dijimos en términos generales, a eso esencial

    para el niño que es la presencia o ausencia. Presencia de afecto, dealimento, de cercanía, de cuerpo, de devoluciones e intercambios.Ausencia es privación de esto mismo.

    En el tránsito del crecimiento, el niño tiene que buscar el equilibrio entresus propios impulsos y los requisitos del medio ambiente. Para lograr esteequilibrio a veces tiene que renunciar a partes de sí mismo. El niño tiene

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    una gran riqueza de respuestas emocionales para responder a lassituaciones. Tiene la capacidad de reír, de agredir, de llorar, tener miedo,excitarse, enojarse, querer, odiar. Estas y muchas más son necesarias y elniño las tiene todas. Pero debido a los requerimientos de su ambiente, de

    las personas que lo rodean, de las faltas, presencias, ausencias, excesos,se va rompiendo el equilibrio, y entonces unas partes empiezan a crecermás y otras por el contrario se van quedando pequeñitas. Así empezamosa cojear por la vida. En vez de lograr pasar a la ambivalencia, en dondelas experiencias y emociones más opuestas conviven, donde se ama y seodia al mismo tiempo, y se convierte en o. Una parte queda excluida de laexperiencia personal.

     Tenemos entonces niños que son extremadamente tímidos, retraídos, quehan renunciado a su agresividad y su capacidad de estar con otros; o bien,niños agresivos, con poca tolerancia a la frustración, controladores, que

    han perdido su capacidad de espera, de confiar en los demás, de estar conellos mismos y con los otros, de relacionarse afectivamente.

    Normalmente nos es más fácil pensar en como son los demás, sobre todo anosotros como adultos, hablamos de los niños, de como son ellos; pero nopodemos comprender totalmente al niño u otras personas sin hacerloprimero con nosotros mismos. Pensemos entonces un mundo en unomismo. ¿A qué partes he tenido que renunciar en mi vida? ¿He dejado delado mi agresividad para lograr ser aceptado? O al contrario, ¿he tenidoque desarrollar ampliamente la agresividad, dejando mi capacidad derelacionarme tiernamente, con afecto?. ¿Pienso que si me muestro débil

    me voy a perder? Si he dejado de lado la agresividad, entonces qué partemía es la que ha crecido más de lo necesario, compensando estedesequilibrio: tal vez la inseguridad, la indecisión, una supuesta nobleza,“ser muy buena”. ¿Si he desarrollado mi agresividad, entonces qué partese ha quedado pequeñita? ¿Mi capacidad de tolerancia, de ser débil, ysaber pedir y recibir ayuda?

    LOS RESULTADOS

    ¿Cuál es entonces el resultado de estas polaridades desequilibradas?¿Qué, no somos uno sólo?. Somos muchos, tenemos muchas formas deser, y esto significa una gran riqueza. Cuando tenemos a nuestradisposición, en forma integrada estos opuestos, quiere decir que deacuerdo a las situaciones podemos responder con enojo, agresión si esnecesario, podemos aceptar o rechazar, reír o llorar, querer o despreciar.Pero cuando el equilibrio se rompe, nuestra personalidad se vuelve rígida,

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    debido a que perdemos algunas de nuestras potencialidades. La únicamanera de responder es siendo agresivo, o aislándose, o siendo siemprebueno y tolerante.

    ¿Los demás se acomodan a nuestra manera de ser?. ¿Nos rechazan yevitan, debido a la agresión?. ¿O nos buscan y cargan de cosas debido aque somos siempre buenos y tolerantes?. Se forma un círculo vicioso ydifícil de romper. Pues en este continuo exterior-interior, yo y los otros,estos desequilibrios se fomentan y refuerzan, volviéndose verdaderasarmaduras. Etiquetas por las cuales somos denominados y reconocidos.Ya no es conocido como Abel o Lauro, sino como los niños agresivos,intolerantes, malos. A los que hay que rechazar.

    Pero lo pero de todo, es que el niño mismo, se cree esas etiquetas, cada vezse le pegan más a la piel, conformando su autoimagen y por lo tanto

    actuando en forma congruente con ellas. Cada vez se van quedando fueraotras formas de ser, pierde potencialidades y riqueza de su personalidad.Esas partes que quedan excluidas de alguna manera siguen estando allí,pero muy pequeñas, saliendo solamente a veces. Nuestra labor en estoscasos es re-conocerlas, ayudarles a buscar el camino de salida ycrecimiento.

    Me imagino estas partes bloqueadas como las plantas cuando nieva. Alllegar las grandes nevadas, quedan enterradas, se ponen a dormir durantetodo el invierno, y en primavera, cuando la nieve se derrite, poco a pocovan brotando, mostrando al principio con toda timidez un poco de color

    verde a través del blanco. De esta manera sabemos que la primavera hacomenzado, creciendo con todo su potencial.

    HACIA LA UNIFICACIÓN

    Esta escisión no es únicamente un síntoma del niño. Vivimos unasociedad polarizada, antagónica, que nuevamente está llegando al extremode sus contradicciones. Los opuestos cada vez se contraponen más. Haypobres y marginados y más concentración de riqueza y poder. Máspersonas que se ven orilladas a la delincuencia como modo de vida ysubsistencia. Extremos sociales que causan stress, ansiedad, angustiaante un futuro incierto, depresiones, violencia. Lo social se refleja en loindividual. Si decimos que cuando hay problemas en la estructurafamiliar, el niño es el portavoz, el que hace síntoma de las situacionesfamiliares no resueltas, esto no excluye lo social.

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    Los niños en general, y en especial los niños de la calle, son un síntoma dela agudización de las contradicciones sociales. Son el síntoma de lamarginación, la escisión y la violencia. Y es desde allí que debemosescucharles. ¿Qué nos quieren decir esos niños con sus actitudes, con su

    comportamiento?. Si ponemos voz a su ser-en-la-calle, a su falta depertenencia a un hogar, a un lugar; al extremo de vivir el aquí y el ahora,a su autodestrucción con drogas, a su violencia... ¿No podrían decirnosalgo así?: “estoy en la calle, perdido, sin rumbo en mi existencia, sinsentido, en un mundo al que no le encuentro sentido, sin un futuro, sinun mañana, yo no importo, no me importo, no me pertenezco, soy comouna cosa, violento por la violencia, vivo la ley de ojo por ojo... no se deafecto, pero busco aceptación...”

    Qué pasa con nosotros que no prestamos oídos a lo que estos niños dicena gritos, en cada esquina, en cada rincón, tapados con periódicos. Es que

    es el reflejo de muchas partes de nosotros mismos, como personas y comosociedad, que nos negamos a ver, a escuchar, y por lo tanto lasexcluimos, y a la vez somos nosotros mismos, quienes padecemos lamisma cojera.

    ...es un hecho racionalmente reconocido y experimentalmentenegado por nuestras defensas psicológicas, que estamos en crisisde sobrevivencia mundial... Mientras más se reflexiona acerca denuestros estados de crisis, tanto más se puede reconocer que seoriginan en el hombre mismo. Los problemas mismos pueden versecomo síntomas de nuestros trastornos psicológicos individuales y

    colectivos; por lo tanto, si la causa de los problemas está en elhombre mismo también la solución está en él. (Morales, 1991, pág.11)

    Qué nos dicen las frases anteriores, o las que nosotros mismos digamos alponer en palabras lo que los niños nos dicen, si reconocemos que los niñoshablan todo. Qué nos dicen de ellos, que nos dicen del mundo en quevivimos, y sobre todo qué nos dicen de nosotros mismos, de esas cosas queno queremos saber, que callamos sacando una moneda de la bolsa. Quépartes de nosotros vemos como en un espejo en estos niños. Qué partesescindidas, olvidadas.

    Para ir al rescate de otro necesité primero haber ido al mío. No se valedecir “el otro está mal, yo estoy bien”. Sólo si hemos atravesado nuestropropio infierno, nuestras propias cojeras, si hemos tratado de escucharnosa nosotros mismos, si hemos tratado de equilibrar al menos un poconuestras contradicciones, entonces podemos extender la mano hacia elfrente. No se vale decir que queremos ayudar a otro cuando estamos

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    ciegos y sordos a nosotros mismos, a nuestros síntomas, a los mensajes denuestras historias personales y sociales.

    LAS HISTORIASDespués de este rodeo de ideas, regreso ahora a los dos niños que mehicieron hablar todo esto.

    Abel habla con su cuerpo: su descoordinación, su mirada en el suelo, losextremos de la pasividad a la violencia. El síntoma empieza cuando semudan de ciudad, su padre recibe un trabajo que le absorbe todo sutiempo, deja de ver a Abel, igual que su mamá. Su familia cambia suritmo de vida, la forma en que antes marchaban las cosas. Ahora loshermanos tienen que vérselas solos de alguna manera. La forma de

    relacionarse de la familia cambia. Los mensajes de los padres son: “nodejarse, aprender a defenderse, hacer las cosas perfectas”. Abel losentiende y aplica a su manera. El expresa físicamente lo que pasa en sufamilia, algo sencillo pero que él no logró asimilar. Y por otro lado,sobreactúa los mensajes que la familia da, la forma en que ellos serelacionan con el mundo. Por otro lado, Abel no reconocía sus cualidades,su forma de ser tranquila, tolerante y conciliadora. Se identifica más conla parte fuerte y violenta. Ésta corresponde a la imagen que él ve de suhermano mayor y su padre. La familia jugó un papel decisivo en laevolución de Abel. Entendieron lo que Abel decía con su comportamiento, y buscaron responder a sus necesidades.

    Para Lauro la situación es más difícil, pues carece de familia. Laspersonas de la Casa Hogar no siempre son las mismas, y solo logróestablecer una relación afectiva con una persona que ya dejó de trabajarallí, lo cual implicó una nueva pérdida para él. Sin embargo tieneconciencia de lo que le pasa, y desea cambiar. El mismo tendrá que ir asu propio rescate, a reconocer sus potencialidades y encontrar el equilibrioentre estas y su parte violenta.

    NUESTRA VISIÓN PARCIAL DE LAS COSASHay un aspecto que considero muy importante y no quisiera dejar demencionar. Cuando hablo de buscar el equilibrio, éste tiene que darsedesde lo que la persona misma es: como individuo y como ser social. Y nodesde lo que nosotros podemos considerar deseable. Este es un aspectoético de gran profundidad, y que sólo mencionaré brevemente.

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    Lograr la integración de una persona, es lograrla en todos sus aspectos, demanera que no se produzca un desequilibrio más agudo. Esto significacontemplar a la persona como un ser en el mundo, en un lugar social,

    histórico, ideológico, con sus propias contradicciones.

    Si decimos que es deseable que un niño deje de ser violento, es necesariopreguntarse para quién es deseable. Qué pasa si el niño deja de serviolento. En el caso de Abel y de Lauro esto es posible, pues viven enambientes protegidos, donde la forma de relacionarse es con un código queexcluye la violencia y la tolera sólo en cierta medida. No es vital parasobrevivir. Sin embargo hay ambientes en donde el niño necesita esaviolencia, es la ley y el código de vida. De otra manera, le producimos undesequilibrio tal, que quedará excluido de su grupo social, o bien sometidoa la violencia del grupo.

    EL CAMINO DE LA INTEGRACIÓN

    Anteriormente dije que la personalidad queda integrada por varias formasde ser, y que estás son todas de diferentes tamaños y edades. En Abel, suparte agresiva no tiene 8 años, sino 4, y en Lauro, su parte agresiva yresentida no es de 14 sino del niño de 7.

    Es importante al iniciar un trabajo de polaridades, recordar que noestamos trabajando directamente con el niño con su edad actual, sino que

    nos encontramos con una parte menor, normalmente lastimada y por lotanto muy protegida y huidiza. De acuerdo a la experiencia en el trabajocon personas, ellas han sido mis maestras y me han enseñado lo queconsidero las tres etapas básicas en el trabajo con polaridades:

    1. Para integrar las polaridades, deben tener la misma edad.Una de las polaridades o manifestaciones de la personalidad está endesventaja en cuanto a edad. Mientras una de ella ha seguido creciendo ypor lo tanto, por lo general puede decirse que tiene la edad actual del niño,o incluso se ha sobrecompensado, mientras que la otra es mucho menor.Esto nos demanda detenernos en el proceso del trabajo con polaridades, sies que queremos trabajarlas realmente a fondo. Detenernos todo el tiempoque sea necesario para asimilar la experiencia que dio origen a lafragmentación que detuvo el crecimiento de esa parte de la personalidad.

    2. Cerrar las situaciones originales.

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    Normalmente es una parte dañada, que ha sufrido y por eso se vio en lanecesidad de fragmentarse, por lo que es necesario regresar a esassituaciones originarias y trabajar con el niño interior. Una vez que hemosdeterminado la edad de la polaridad no desarrollada, vamos a encontrar

    situaciones originales traumáticas. No importa lo que haya sucedido, loimportante es cómo el niño lo haya vivenciado. Lo que representó para él yqué emociones guarda sobre ese hecho.

    En el caso de Lauro, debemos regresar a la etapa de los 7 años, que a suvez comprende sus experiencias infantiles con su padre y la pérdida de sumadre. Ayudarle a asimilar esta vivencia, encontrar allí su parte que haquedado pequeña, su parte noble, que tuvo que proteger dejándola a unlado y que es ese momento fue lo mejor que pudo hacer. Tomamos todo eltiempo necesario para ir trabajando estos eventos, avanzado a través deldolor y deshaciendo nudos, introyectos, culpas, impotencia, hasta llegar al

    encuentro del niño herido, y desde el que está ahora, un poco mayor, darleaceptación y revalorarlo.

    Al realizar este trabajo lo que logramos es desbloquear esa parte quehabía frenado su desarrollo, dándole la oportunidad nuevamente dereanudar su crecimiento. Una vez que se han desatado los nudos, losiguiente es ayudar a crecer al niño, y entonces, sólo entonces, hacer untrabajo de integración de polaridades, enfrentando ambas partes, tomandolo positivo de cada una de ellas, reconociendo y aceptando la partenegativa. Sin embargo, este trabajo de integración no es mágico, no porhaber recorrido este camino va dejar de aparecer esta parte; lo que nos

    lleva a plantear la tercera premisa en el trabajo de polaridades:

    3. Darse cuenta en el continuo de conciencia de la polaridad.En esta fase final, se trata de llevar a la persona a que reconozca en undarse cuenta pleno, su actitud corporal en el momento en que emergenambas polaridades, cuándo y de qué manera su cuerpo cambia, cuándotoma esa vieja actitud, haciendo emerger la parte niño no deseada en esemomento, y cuándo éste toma entonces el control de la situación, y si no loevitamos, actuará y responderá en una repetición ante nuevas situaciones.Los niños tienen una gran voluntad, en especial los que han sufrido y hantenido que llegar a escindir una parte de ellos mismos. Es un gran

    potencial que tienen a la mano, y en esta etapa es decisivo que el niñoaprenda que lo tiene y que luego lo use para su crecimiento.

    La voluntad del niño ha surgido en los momentos de mayores crisis, le haayudado a sobrevivir, a enfrentar adversidades mayores que él, a pararsedelante y decir “no”. La voluntad tiene una función directiva y reguladora,pone en equilibrio y usa constructivamente todas las otras actividades y

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    energías del ser humano, sin reprimir ninguna de ellas. (Assaglioli, 1989,p. 16)

    Después de haber trabajado con la parte originaria y lograr desbloquear su

    crecimiento, esto no se llevará a cabo por obra de magia. Todo crecimientolleva su tiempo, y esto el niño debe saberlo. Es la última etapa en dondenosotros ya no participamos directamente. El niño está en libertad, ynosotros debemos respetarla, no podemos convertirnos en sus amos odomadores eternos. Es tener confianza en que se ha sembrado en tierrabuena.

    Es aprender a confiar en el niño, y sobre todo que él mismo confíe en sí,dándose la oportunidad de que en alguna ocasión nuevamente emerja esaparte, con miedo, inseguridad o violencia, y que cuando lo haga lacomprenda y celebre su darse cuenta y su re-conocimiento. Poco a poco se

    irá haciendo consciente de sus mensajes por medio del cuerpo, y al saberleerlos estará en posibilidad de que vaya madurando, hasta que llegue elmomento en que se de cuenta, de que en forma “automática”, estáejerciendo su voluntad, y su polaridad se ha integrado. Puede ahoraresponder a las situaciones de la vida en forma distinta, con mayorseguridad, comprensión y equilibrio, pero al mismo tiempo, cuando lorequiera, sigue conservando esa parte tan suya que puede emergernuevamente, igual, pero diferente.

    BIBLIOGRAFÍA

    ASSAGIOLI, Roberto.(1980). PSICOSÍNTESIS, ARMONÍA DE LA VIDA.Diana. México.

    MORALES, Pablo y MORA, Carmen. (1991). BIOPSICO-SÍNTESIS. Armoníade la vida. Enkidu. México.

    SCHREIBER, Flora Rheta. (1974). SYBIL. Ed. Warner Comunications, Co.New York.

    ZINKER, Joseph. (1991). EL PROCESO CREATIVO EN LA TERAPIAGUESTÁLTICA. Ed. Paidós. Buenos Aires.

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    ASUMIR EL RIESGO DEL CAMBIO : VIVIR EL"IMPASSE"

    Alejandro Unikel Spector (*)"El acróbata que se lanza desde un trapecio a otrosabe el momento preciso en que debe soltarse. Calibrasu peso con exquisita precisión y por un instante notiene otro apoyo que su propio impulso, Seguimos lacurva de su salto mortal con el corazón en vilo, y loamamos porque se arriesga a afrontar ese instante detotal desamparo". (Polster y Polster, 1991)

    Las adaptaciones inevitables para la sobrevivencia.

    El comienzo estuvo en el seno de nuestra madre. Dentro del agua tododebió ser felicidad; pero una vez afuera las cosas cambiaron. Durante lainfancia, si tenemos suerte, nuestros padres nos aman, nos cuidan, nosprotegen, nos inspiran confianza y seguridad; alientan nuestros esfuerzos y nos impulsan; es decir, nos preparan para la vida. En estas condiciones,supuestamente, tengo confianza en mí mismo y en los otros, y el mundo esun lugar seguro y confiable donde vivir. En el otro extremo de esta fantasíaidílica, pero dentro del mismo concepto, está lo que todos sabemos que seproduce cuando el niño recibe desamor, descuido de sus necesidadesbásicas, falta de apoyo y demás situaciones diversas con su secuela de

    inseguridad, vulnerabilidad y angustia. Desde luego que esta visión