Post on 22-Aug-2020
VIDA INTELIGENTE
Cuando recibí la noticia, sentí una extraña
mezcla de ilusión y recelo. La sonda espacial
Macarena había encontrado un nuevo
exoplaneta habitado. Pestañeé varias veces
para cambiar la tele de canal hasta encontrar un
informativo. Los primeros datos indicaban que
Gliese solo albergaba unos calamares gigantes
quimiosintéticos. Una nueva decepción tras la
del planeta Belerofonte, poblado por colonias
de bacterias resistentes al fuego, y el fracaso de
Osiris, con sus simios de cara perruna que
podían comunicarse con las plantas. Tras mucho
buscar, nosotros continuábamos siendo los
únicos seres inteligentes del universo. Cansado
de tanta ciencia, decidí cambiar de canal y pasar
el resto de la tarde en casa, a resguardo de la
radiación nuclear que nos había dejado la
Octava Guerra Mundial, viendo la final de la
edición ciento quince de Gran Hermano.
Bajo la cúpula de hielo.
Todas las noches levantaba la vista al cielo y lo
único que observaba era oscuridad. No había
estrellas. Si existían, estaban fuera de nuestro
alcance. Los sabios, protagonistas de grandes
hazañas de la Antigüedad, afirmaban que
poblaban la basta oscuridad como una colonia
gigante. Miles de puntos luminosos que te
guiaban, que te acompañaban. Sin embargo, los
jóvenes lo negábamos. Nadie desde hacía siglos
había salido al exterior a través de los géiseres y
había vuelto para contarlo. Tan sólo un grupo de
privilegiados lo había conseguido y, la verdad, a
nosotros no nos apetecía tomar ese riesgo.
Vivíamos tranquilos en las profundidades, cerca
de las columnas de fuego que nos otorgaban, de
alguna manera, la vida. Sobre nuestros cuerpos,
viendo pasar el tiempo, una cúpula del más
blanco hielo.
Mareas volcánicas.
El agua desapareció hace mucho tiempo. La vida
se fue con ella. Incluso el cielo nos abandonó.
Un planeta próspero, apacible. Un mundo
donde nos habíamos desarrollado, donde la
tecnología se convirtió en la forma de vida
superior. Sin embargo, por muy
tecnológicamente avanzados que estuviésemos,
nada podía parar a los planetas. El acercamiento
de nuestra estrella al astro vecino había
perturbado las órbitas de muchos cuerpos del
sistema. A nosotros, aunque no nos afectó
directamente, el desplazamiento de los gigantes
gaseosos nos empujó hacia una posición mucho
más cálida. La atmósfera se evaporó y, con ella,
todo lo que hacía a este planeta habitable. Las
fuerzas de marea del astro calentaron el interior
rocoso, fundiéndolo y haciéndolo salir al
exterior en forma de lava. Pronto, la superficie
quedó cubierta completamente. Ahí nos dimos
cuenta de los insignificantes que somos.
Superando el límite de Roche.
El planeta gaseoso dominaba el cielo de nuestra
pequeña luna. Un mundo rocoso, selvático y
apto para la vida. Sin embargo, los paraísos no
son para siempre. Un día estás y al otro eres
empujado hacia el gigante de gas por el impacto
de un asteroide. Eso fue lo que nos ocurrió y, lo
peor de todo, es que nada podíamos hacer. El
impacto fue malo, pero lo que vino después fue
todavía peor. Poco a poco nos desviamos de
nuestra órbita y caímos en una espiral hacia el
abismo. Superada cierta distancia al planeta, las
fuerzas de marea fueron mucho más intensas
que las que mantenían unido el satélite,
desgarrando nuestro hogar y convirtiéndolo en
el nuevo sistema de anillos del mundo que
orbitábamos. Habíamos superado el límite de
Roche.
Otra dimensión
"¡Interesante pregunta, cariño! Como ves con unasimple mirada al cielo, hay millones, pero lo máscurioso es que cada puntito podríamosmultiplicarlo por X debido a la existencia de losexoplanetas. Son planetas que están fuera denuestro sistema solar y en el siglo XVI ya intuíansu existencia pero no fue hasta 1992 que sedetectó el primero. Es apasionante porquealgunos son como Júpiter, otros se parecen muchoa la Tierra y... ¿sabes qué quiere decir eso?" -lepreguntó excitado- "Pero cariño... ¿por qué memiras con esa cara?".
"Papá, te he pedido que me contaras cosas de lasestrellas...".
"Sí, preciosa, eso hacía".
Laura miró a su padre como si fuera el primerhabitante conocido de un exoplaneta y señaló latelevisión, donde un programa repasaba la vida delos ídolos de la historia del rock.
¿Buscando inteligencia?
Y entró al bar el viejo magullado, magullado
de ilusiones y sueños diáfanos sobre un
universo oscuro. Y se sentó mirando a través de
su vaso, anestesiado, a un hombre pidiendo en
la barra. “Ponme un vino”, dijo. Y el barman
sonriente le entregó el vaso con líquido color
burdeos. “¡Esto no es un vino!”, exclamó el otro.
El camarero respondió, “¿Entonces lo que hace
al vino es la copa?”
El viejo magullado pensó, mirando hacia la
ventana, al cielo. Pensó. ¿He estado buscando a
otros como yo, buscándome a mí? Y se juzgó. Se
juzgó a sí mismo y a su prepotencia por
declararse la definición de la inteligencia.
Pero sus ojos brillaron al contemplar el
firmamento y sus heridas se volvieron cicatrices
que impulsaron su empeño. Buscar más allá.
Buscar algo que nunca imaginó.
Y salió del bar.
Como la Tierra
— ¿Qué es un exoplaneta?
La pregunta de mi hermano menor me tomó por
sorpresa.
— ¿Por qué lo preguntas?
— Una chica de Internet lo mencionó, pero no
dijo que era.
Pensé como explicárselo a un niño pequeño.
— ¿Sabes lo que es un planeta?
— Sí, no soy tonto. La Tierra, Marte y Júpiter
son planetas y giran alrededor del Sol.
— Entonces sabes mucho, porque un exoplaneta
es igual pero no gira alrededor del Sol sino de otra
estrella, muy, muy lejos de aquí.
Se mostró sorprendido y lleno de entusiasmo por
la noticia.
— ¿Hay muchos exoplanetas?
— Muchísimos, la mayoría está sin descubrir.
— ¿Y puede haber alguno como La Tierra?
— Posiblemente.
— Si hay planetas como La Tierra ¿Hay vida
como aquí?
Sonreí.
— Eso es algo que nadie sabe, quizá cuando
seas más grande tú mismo lo descubras.
Noche Estrellada
Hace mucho tiempo que no disfrutaba una
noche bajo las estrellas, sin distracciones, sin
ruidos, en soledad… Es una de mis cosas
favoritas y lamento no hacerlo tan a menudo.
Mi vida ha sido definida por las estrellas
desde que mi padre me trajo de niña y jugábamos
a identificar las constelaciones. En ese entonces
me enamoré del cielo nocturno y ahora estoy
aquí, estudiando los planetas mucho más allá de
nuestro Sistema Solar.
Es mi profesión ideal, es mi vocación. Pero no
es fácil y los resultados positivos son escasos.
Cuando siento que no logro nada, vuelvo aquí, a
ver las estrellas, para recuperar la inspiración.
Porque sé que todos esos astros titilantes
tienen un secreto escondido. Un planeta listo para
ser descubierto, quizá con vida ya existente.
Está allí en algún lado. Y quiero encontrarla.
Teegarden C
Desde hace 50 mil años la sonda Artemis ha
estado buscado evidencia de vida en nuestro
universo, sin rumbo definido. Finalmente la ha
encontrado y tenemos los resultados sobre un
exoplaneta llamado Teegarden c.
Antes de crear la sonda, los estudios decían que
tenía buenas posibilidades; sin embargo, el tiempo
que tardó en llegar el reporte dificultó su lectura y
tuvimos que buscar reliquias capaces de procesar
los datos.
Las noticias causaron más preguntas en la
comunidad científica. Por ejemplo, desconocemos
las características de los organismos. Además, para
este momento puede que no exista rastro de ellos.
No sabemos si fue vida inteligente o no, todavía
necesitaremos mucha más información.
A pesar de las dificultades, es satisfactorio ver
los resultados del un esfuerzo tan grande. También
nos da esperanza de que hay algo más allá.
De que no estamos solos.
Vida inteligente
Se habían necesitado varias generaciones de
tripulantes, muchos años y un gran esfuerzo
tecnológico para conseguir que aquella nave
llegara a un planeta tan lejano. Buscar otro lugar
habitable parecía ser la única solución frente al
fuerte cambio climático.
Había un grupo de hombres que serían los
primeros en pisar aquel lugar. Tenían que
informar de lo que veían y sabían que toda la
Tierra estaría pendiente de ellos.
Cuando la nave despegó y bajaron, se toparon
con un planeta destrozado, en ruinas, inundado.
Eran los restos de una gran ciudad.
El grupo de astronautas estaba impactado.
-Este planeta se parece mucho a la Tierra, a
cómo podría evolucionar. Aquí hubo vida
inteligente.
-Se parecen demasiado y precisamente por eso,
llamarlo vida inteligente no me parece correcto.
1
Colonos
Hace milenios, y al borde de la extinción, los
científicos más brillantes de aquel tiempo
lograron encontrar en una galaxia muy lejana
un planeta similar al nuestro. Desesperados,
viajamos durante generaciones hacia ese lugar
que nos daba una esperanza para el futuro, y
que nosotros habíamos bautizado como Azul-
509. Fue sólo después de invadirlo cuando
supimos que sus habitantes lo llamaban la
Tierra.
LA AVARICIA DE LA SOLEDAD
Es la soledad lo que nos hace buscar fuera. No
tenemos límite y la avaricia es infinita. La
tecnología avanza y nosotros tratamos de
superarla yendo más lejos. El sistema solar se
nos queda pequeño y no nos gusta: gira en
torno al sol. Queremos algo que dependa de
nosotros.
Pero de lo que todavía no nos hemos dado
cuenta es que estamos a miles de años luz.
PARADERO DESCONOCIDO
Su entusiasmo seguía intacto. Se despertó con la esperanza de que fuese el día en el que tantos años de investigación diesen sus frutos. En caso de que los cálculos fuesen certeros, esperaba poder apreciar, de forma críptica, la tenue fuente de luz del exoplaneta. Se sentó frente al computador con cierto nerviosismo, como si se tratase de su primera vez ante la máquina que tantos quebraderos de cabeza le habían causado. Cualquier profano hubiese dicho que aquel artilugio era un amasijo de hierros y de ininteligibles componentes. No obstante, para él sería la llave que abriese la puerta al conocimiento. No sabemos cuál es el paradero de este científico, un laboratorio, una universidad… Pero si sabemos que no se conformará con el hallazgo, sino que seguirá investigando para cambiar nuestra visión del mundo, de lo que hay ahí fuera.
En este planeta no se está tan mal
En la habitación de aquella casa, bajo las sábanas de
una cama situada al lado de la ventana y con el cielo
apagado y oscuro, un niño miraba por una ventana
ligeramente iluminada. En aquel momento, sonaban
pasos periódicamente por el pasillo, y una voz deli-
cada dijo:
-¿Qué miras, hijo?-Preguntó su padre
-¿Papá, cómo se llama aquel planeta tan azul?
-Se llama planeta Tierra, hijo.
-¿Y por qué nosotros vivimos aquí? Es más feo, no
es azul y hay gente que no parece humana…
-Por culpa de unos pocos, tuvimos que irnos mu-
chos.
Y el padre, después de darle un beso de buenas
noches, se sentó en el sillón, apagó el cigarrillo que se
había encendido y pensando en voz alta dijo:
-Pude hacer más para evitarlo, pero ya es tarde.
En este planeta no se está tan mal.
Compañía
¿Hola? ¿Estáis ahí? Llevamos eones buscando a
otra forma de vida inteligente, vagando de
mundo en mundo. Solos, sin nadie a nuestro
lado. Pero siguiendo vuestra llamada esta
búsqueda ha terminado. Parece que sois
especiales, tenéis mares azules, tierras fértiles y
aire limpio que habéis domado. Y ahora nos
encontramos.
¿No es triste pensar que el Universo pueda estar
vacío? Que no podamos compartir este sin fin
de planetas, estrellas y misterios. Que haya solo
una voz en este vacío.
Pero no sufráis, ya nunca estaréis solos.
Vuestros pastos ahora serán los nuestros, y
podréis servirnos. Las naves bajarán de los
cielos y traerán orden en vuestra triste
anarquía. Vuestros dioses serán destruidos y
nosotros nos alzaremos. Se habrá acabado para
siempre vuestra tristeza, pues ahora tendréis
eternamente nuestra compañía.
-Todo de lejos parece lo mismo, las mismas
estrellas, los mismos planetas, pero no los
mismos seres. Desde nuestro hogar todo lo de
afuera resuelta extraño, desconocido, y el
mero hecho de pensar que hay algo además de
lo conocido parece mentira.- espetó uno de los
allí presentes.
-¿Pues entonces, de que va eso de planetas
que no pertenecen a este sistema solar?-
preguntó su compañero- ¿Qué significa?
Ambos individuos se miraron incrédulos ante
las noticias que contaba el presentador verde
de su holograma. Hablaba de un planeta
llamado Tierra que no orbitaba alrededor de
Nux, esa estrella que iluminaba cada rincón del
lugar en que habitaban.
-¿Crees que en ese planeta existirá la ciencia, o
eso es sólo de aquí? No, no, por si acaso yo no
voy, que para gente rara ya estamos nosotros.
50 años no es nada Después del descubrimiento de RAX, el método de poder viajar a 1/12 de la velocidad de la luz con un factor de LOR de 1.01053, la fundación para la ciencia se planteó la posibilidad de explorar sistemas planetarios cercanos. En particular había un sistema a 137 años luz con una estrella de tipo alfa de ese raro color amarillo y parece que la orbitaban varios planetas, alguno de ellos por su proximidad a la estrella podría albergar vida. El viaje tardaría 137 años, 138, dado el LOR. La nave partiría cerca de nuestra pequeña estrella rojiza y llegaría a la estrella destino 8 veces más grande. Según fueron pasando los años nos dimos cuenta que había un planeta azul, una pequeña canica que era muy posible que albergara vida. Tardaba 11 veces más en dar la vuelta a su astro por lo que el viaje para ellos hubiera supuesto 50 años. A pesar de ello, llegamos demasiado tarde y cuando estábamos a una distancia próxima solo pudimos ver una roca incandescente a la que le había ocurrido algún tipo de cataclismo insospechado.