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TRANSFORMACIÓN DEL NARCOTRÁFICO EN COLOMBIA Y SU RELEVANCIA EN
LA AGENDA INTERNACIONAL: UN DESAFÍO A LA SEGURIDAD DESDE 1980 HASTA
LA ACTUALIDAD
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE RELACIONES INTERNACIONALES
BOGOTÁ D.C.
DICIEMBRE 2020
TRANSFORMACIÓN DEL NARCOTRÁFICO EN COLOMBIA Y SU RELEVANCIA EN
LA AGENDA INTERNACIONAL: UN DESAFÍO A LA SEGURIDAD DESDE 1980 HASTA
LA ACTUALIDAD
SERGIO CAMILO HERRERA CARO
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE RELACIONES INTERNACIONALES
BOGOTÁ D.C.
DICIEMBRE 2020
Tabla de Contenidos
Introducción ....................................................................................................................................... 1
Metodología ....................................................................................................................................... 6
Capítulo I: Marco conceptual .......................................................................................................... 7
1.1 Mafias ................................................................................................................................. 8
1.2 Narcotráfico ..................................................................................................................... 11
1.3 Procesos de Globalización .............................................................................................. 14
1.4 Securitización ................................................................................................................... 17
Capítulo II: Narcotráfico en la agenda global .............................................................................. 21
2.1 La securitización del narcotráfico según el caso colombiano. ........................................... 21
2.1.2 Globalización y narcotráfico: desde la atomizacion hasta la correponsabilidad.......... 25
2.1.3 Mafia y narcotráfico: desafío a la agenda global ............................................................. 27
Capitulo III: La transformación del narcotráfico en Colombia frente a la agenda
internacional .................................................................................................................................... 29
3.1 La decada de los 80s: el surgimiento de los carteles y la declaración de la Guerra contra
las drogas...................................................................................................................................... 29
3.2 Atomización del narcotráfico e internacionalización de la problemática del negocio de
las drogas...................................................................................................................................... 34
3.3 El narcotráfico en Colombia en el nuevo milenio: desafíos y perspectivas frente a una
amenaza global ............................................................................................................................ 40
Conclusiones ................................................................................................................................ 48
Bibliografía ...................................................................................................................................... 51
Anexos .............................................................................................................................................. 54
Anexo 1:........................................................................................................................................ 54
Anexo 2:........................................................................................................................................ 55
Anexo 3:........................................................................................................................................ 55
1
Introducción
El final de la década de los 70s, y el inicio de la década de los 80s, se podría establecer como
el periodo de referencia para explicar cómo el fenómeno del narcotráfico en Colombia cobró
una relevancia que permeó todas las esferas de la Nación. Es en este periodo que se produce
un giro con respecto al tipo de estupefacientes que empiezan a ser traficados por parte de las
organizaciones criminales de la época, dejando atrás los años de la bonanza marimbera1 para
darle paso al auge de la coca. Esta transición se evidencia no solo en el cambio de los
estupefacientes a traficar, sino que también, en el cambio que viven las estructuras criminales
como tal.
A medida que la injerencia de estas empresas criminales, conocidas como carteles,
dentro de las instituciones estatales se hacía más explícita y que la sociedad colombiana
parecía tener un mayor grado de connivencia o de subordinación frente a este tipo de
actividades ilegales, es que empezó a surgir la sensación latente, tanto a nivel doméstico
como a nivel internacional, de concebir al narcotráfico como una amenaza directa a la
seguridad (Benitez, 2009).
En este sentido, entrada la década de los 80s, la postura interna y externa frente al
narcotráfico adquiriría un tono más confortativo y rígido en comparación a años anteriores,
lo que supondría una agudización de la problemática del narcotráfico como tal. Lo anterior
se hace aún más evidente con la llegada de Ronald Reagan a la presidencia de los Estados
Unidos, la cual supuso un cambio de paradigma frente a la lucha contra el narcotráfico. A
partir de 1982, el presidente Reagan hace una declaración oficial de guerra contra las drogas
bajo la premisa de que el narcotráfico y el consumo de drogas en la sociedad estadounidense
son una amenaza para la seguridad del país. El discurso de Reagan proyectaba una lucha
1 Se conoce como bonanza marimbera el periodo en el cual el tráfico ilegal de marihuana se volvió el eje de las operaciones narcotraficantes colombianas. Dicho periodo comprende la década de los 60s y la primera mitad de la década de los 70s. Durante estos años, tanto la producción, como el consumo de marihuana, crecieron exponencialmente gracias a la fuerte demanda de algunos sectores de la sociedad estadounidense. Colombia pasó a ser uno de los principales exportadores de marihuana en el mundo. Para más información véase Cardinale, María Eugenia, El narcotráfico en la historia de las relaciones internacionales contemporáneas, 2018.
2
contra las drogas desde una perspectiva intervencionista y con una alta participación militar,
siendo una política antidrogas fundada desde la securitización (Rosen & Zepeda, 2016, p.
68). La política antidrogas de Reagan, dejaba entrever cómo las dinámicas del narcotráfico
colombiano son una problemática, al menos en este punto, para la seguridad de más de un
país.
Fue así como desde el gobierno de Turbay Ayala, y durante los gobiernos de Belisario
Betancourt y Virgilio Barco, surgió la imperante necesidad de implementar una serie de
politicas que incluyeron: un mecanismo jurídico bilateral que posibilitara la extradición de
nacionales de un país a otro; intensificar la erradicación forzosa de cultivos; incluir al ejército
dentro de las operaciones contra el narcotráfico, y permitir, a manera de “cooperación”, el
apoyo de las agencias federales estadounidenses antinarcoticas en los operativos antidroga
llevados a cabo en territorio colombiano (Pinilla & Martinez, 2017; Bedoya, 2013). Este
conjunto de medidas domésticas acogidas por la visión estadounidense, sobre cómo tratar el
problema de las drogas, que luego se traladaría también a la Organización de las Naciones
Unidas (ONU)2, tuvieron una repercusión en la manera en cómo se configuró el narcotráfico
a partir de la declaración de la guerra contra el eje de aquel negocio.
A partir de lo anterior, los carteles adquirieron un carácter mucho más violento en
contra del Estado y la Nación, llegando a cobrar vidas de civiles e incluso de políticos -desde
ministros hasta candidatos presidenciales-. Para finales de los 80s el narcotráfico pasó a ser
un instrumento para hacerle frente a la lucha contra el Estado y a partir de ahora la lucha
contra las drogas iba a acarrear implicitamante una lucha contra el terrorismo (León & Rojas,
2008).
Para la década de los 90, el narcotráfico en Colombia adquirió nuevos matices que se
vieron reflejados en una mayor cantidad de agentes y organizaciones capaces de traficar
estupefacientes, al igual que un incremento en el número de Estados y organismos implicados
en la lucha contra el narcotráfico. Tanto las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
2 Con la Convención contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas de 1988 de la ONU,
se afianzaron algunas visiones norteamericanas de cómo tratar el problema de las drogas a nivel multilateral.
Siendo algunos ejemplos lo concerniente a la extradición y la erradicación y sustitución de cultivos ilícitos. Sin
embargo, en la presente investigación este será un aspecto que será tratado más a fondo en futuros apartados,
por lo tanto, por ahora solo será tratado de manera introductoria.
3
(FARC) como las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), usaban el narcotráfico como
fuente de financiamiento de sus luchas armadas, ambos grupos se articularon con
organizaciones criminales que iban surgiendo de la desintegración de los carteles, esta
articulación implicó la agrupación de una serie de variables bajo una misma ecuación.
Teniendo en cuenta el contexto colombiano en los años 90, el crimen organizado
transnacional, el terrorismo, el narcotráfico y el conflicto armado interno se asociaron como
una amenaza conjunta para la seguridad global (Benitez, 2009, pp. 51-55; García, 2016).
Por otro lado, desde 1990, la Unión Europea (UE) en concordancia con la ONU, crea
el Sistema Generalizado de Preferencias Droga (SGP Droga). Esto brindaba unas
preferencias comerciales para los países andinos en cuanto al comercio de bienes agrícolas,
pero también se esbozaba la intención de la UE de empezar a adentrarse en la lucha contra el
narcotráfico, ya que se pedía una mayor erradicación y sustitución de los cultivos ilícitos al
interior de estos países andinos, entre los que se encontraba Colombia. Posteriormente, con
la firma del Acuerdo Especializado de Droga en 1995 -acuerdo firmado solo con Colombia-
la intención de la UE de repeler el narcotráfico colombiano se hizo manifiesta. Esto por
medio de la cooperación en temas comerciales que eran condicionados por la erradicación,
sustitución y control de cultivos ilicitos desde una concepción de responsabilidad compartida
frente al problema del narcotráfico (Picón, 2006).
La transformación del narcotráfico en Colombia, en cuanto al tipo de organizaciones
involucradas y la manera en que estas operan con relación al negocio, suscitó nuevas
amenanzas para la seguridad internacional. Esto a su vez creó la necesidad de que más
organismos y Estados se añadieran a la lucha contra las drogas. En este punto, el tema del
narcotráfico empieza a extrapolarse hastar llegar a los niveles de atención más altos para
tornarse tema de discusión prioritario.
Las tendencias frente a la transformación del narcotráfico, y frente a la respuesta
internacional para contrarestar sus efectos, se siguieron reproduciendo durante los primeros
años del siglo XXI. En el año 2000, con el Plan Colombia, se reforzaría la estrategía de
securitización estadounidense para repremir el narcotráfico, a través de un modelo que incluía
combatir a las guerrillas -principalmente las FARC- debido a que se visualizaba en estos
grupos no solo el mal encarnado del narcotráfico sino del terrorismo también. Por otro lado,
4
la UE, por medio de su “Estrategia Europea en matería de la lucha contra la droga”, mantuvo
también su visión multilateralista y de responsabilidad compartida acerca de como luchar
frente al narcotráfico, mermando la demanda y la oferta por igual. Sin embargo, esta
estrategía reconocería por primera vez de manera explicita al narcotráfico como un riesgo
para la salud pública pero también para la seguridad pública, siendo un fenomeno que
involucraba otras amenazas como el terrorismo y el cirmen organizado transnacional
(Gallego, 2012, pp. 167-168; Gratius, 2012, pp. 9-10). Estas estrategías, van a marcar el
camino sobre el cual va a transitar la lucha contra la drogas durante este periodo de tiempo.
Durante el nuevo milenio, el narcotráfico se fue enquistando dentro del
funcionamiento de los grupos armados; el ELN y las FARC se volvieron las cabezas visibles
del narcotráfico en Colombia durante la primera década del 2000. Aún así, otras
organizaciones de un perfil más bajo también se encargaban de nutrir el funcionamiento del
negocio del tráfico de drogas, tales como: El Clan Usuga y los Rastrojos (Ríos, 2016). Con
la firma del Acuerdo de Paz en el 2016, la comunidad internacional creyo haber ayudado a
acestar un golpe mortal al narcotráfico, ya que una de las organizaciones que contribuían en
gran medida a la proliferación del tráfico de drogas desde Colombia, quedaba fuera de acción.
Después de la entrega de las armas de una gran cantidad de combatientes de las FARC
en el 2016, se produjo un fenómeno que sería contradictorio con lo que se esperaba que fuera
a pasar con respecto al narcotráfico. El vacío de poder que dejaron las FARC en muchos
territorios que controlaban, territorios donde habían extensas porciones de tierra dedicadas al
cultivo de coca, significó una oportunidad para todas las organizaciones y demás grupos
armados que se disputaban el control de la producción y distribución de estupefacientes, de
hacerse con un mayor control sobre los cultivos de sustancias narcoticas ilegales y las rutas
para el narcotráfico (Gonzáles, 2020). La disputa entre las bandas criminales (BACRIM) y
entre grupos armados no solo ha vuelto a desenfudar un espiral de violencia en torno al
narcotráfico, sino que ha implicado un aumento del mismo, debido en gran parte, a la
ausencia del Estado en aquellos territorios “desocupados”.
Este panorama ha vuelto a poner sobre la mesa una serie de desafíos para la
comunidad internacional con relación a la seguridad y a las dinámicas propias del
narcotráfico colombiano. Mientras existen posiciones que recogen una estrategia de
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securitzación a partir de una militarización de la lucha antidrogas, aparecen también
propuestas que indican atacar el problema estructural que genera el narcotráfico, mediante
una cooperación dirigida hacía combatir la pobreza, la marginalización y la falta de
oportunidades económicas y laborales que hacen que el narcotráfico se siga viendo como un
negocio atractivo en países como Colombia.
Más allá, dentro de este nuevo contexto, ha surgido un tema novedoso dentro del
debate de la lucha antinarcóticos: la legalización de ciertas drogas como una herramienta para
quitarle el negocio a las bandas criminales y grupos armados y pasarlo a manos de los Estados
(Espectador, 2018). Este tipo de aproximaciones al problema que suscita el narcotráfico, irán
definiendo las próximas acciones que tomarán los Estados y los organismos internacionales
para hacerle frente a esta problemática.
Lo anteriormente expuesto a modo de introducción, evidencia que, a medida que ha
transcurrido el tiempo, se han generado ciertas estrategias adoptadas y ejecutadas por los
Estados y organismos internacionales con el fin de luchar contra el narcotráfico; de este
modo, es cómo se ha originado una mutación transversal en cuanto a la operatividad del
crimen organizado que usa el tráfico de drogas como un medio lucrativo (Niño, 2016). Entre
tanto, el tema sube posiciones en la agenda no solo domestica de los países sino que también,
por su alcance global y sus propios desafios planteados a la seguridad, en la agenda
internacional.
Acorde a todo lo presentado en líneas anteriores, es que se hace necesario formular la
siguiente pregunta de investigación: ¿En qué medida el narcotráfico colombiano, desde la
década de los 80 hasta la actualidad, cobra relevancia dentro de la agenda internacional, a
partir de su respresentación como un desafío a la seguridad? Para dar respuesta a esta
pregunta, el presente trabajo partirá del objetivo general que será: exponer la forma en la
que el narcotráfico colombiano, desde la década de los 80 hasta la actualidad, cobra
relevancia dentro de la agenda internacional a través de su representación como un desafío
para la seguridad. Adicionalmente, en aras de profundizar y estructurar la presente
investigación, se han planteado 3 objetivos específicos, los cuales se enumeran a
continuación: 1) Construir un marco conceptual que brinde herramientas analíticas para
entender cómo el narcotráfico colombiano se posicionó como prioridad en la agenda
6
internacional al presentar desafios a la seguridad; 2) Analizar los momentos donde el
narcotráfico colombiano se ha transformado para convertirse en prioridad de la agenda
internacional y; 3) Realizar una relación conceptual entre el marco de referencia y la
transformación del narcotráfico colombiano para identificar los desafios que lo posicionan
como una prioridad dentro de la agenda internacional.
Metodología
El presente trabajo investigativo es de corte cualitativo con un fuerte análisis documental de
fuentes primarias y secundarias. Teniendo en cuenta lo anterior, el mecanismo a utilizar para
recolección de información se hará partiendo desde fuentes literarias académicas, revisión de
prensa y terminando en documentos oficiales. De forma paralela, esta investigación se inclina
por la “selección de casos” para lograr plasmar de manera más clara las particularidades que
surgieron con el narcotráfico desde la década de los 80 hasta la actualidad. Esto es con el fin
de contrastar características propias de diferentes momentos del narcotráfico en Colombia
para evidenciar la forma en la cual dichos cambios han planteado desafíos a la seguridad que
han sabido trasladarse a la incumbensia de la agenda internacional.
Entonces, la elección de este periodo permite reflejar la manera en la que han
cambiado las dinámicas de esta forma de crimen organizado trasnacional. Así, el objetivo de
la mencionada selección de casos reside en que permite establecer un “trazo común”, como
lo deja saber (Klotz, 2008, p. 43). De forma similar, (Kaez, p. 1) citando a Neiman y Quaranta
(2006), sostiene que la selección de casos sirve en el momento en el que este se entiende
como “un sistema delimitado en tiempo y espacio de actores, relaciones e instituciones
sociales”.
Específicamente, mencionada selección de casos y la construcción que se logra en
esta tesis investigativa fungen como instrumento investigativo para “comprender la
particularidad del caso, en el intento de conocer cómo funcionan todas las partes que los
componen y las relaciones entre ellas para formar un todo” (Universidad Autónoma de
Madrid, s.f., p. 2). Sin embargo, sería un despropósito no complementar esto con un enfoque
7
histórico-sociológico puesto que le permite a este trabajo “suministrar evidencias históricas,
o contemporáneas de su época” (Losada & Casas, 2008, p. 148). Así pues, sumando la
selección de casos con este último enfoque, se puede entender el racional del porqué de esta
investigación; vislumbrando los cambios de dinámicas del narcotráfico que suponen unos
desafios para el sistema internacional.
Para cerrar esta sección, todas las herramientas mencionadas anteriormente son la
metodología que mejor se adapta al objetivo que tiene este trabajo. La interconexión del
trabajo documental -fuentes primarias y secundarias-, la selección de casos y el enfoque
histórico-sociológico, se da en el punto en que se busca reconstruir sucesos del caso,
brindando evidencias sustentadas en documentos oficiales, entrevistas, notas de prensa, entre
otros. Con ello, los elementos de valor encontrados serán el fundamento para dar respuesta a
la pregunta de investigación planteada en páginas anteriores.
Capítulo I: Marco conceptual
Para esta sección del escrito se plantea el conocimiento de aquellos conceptos claves que
permiten una mejor explicación al problema de investigación aquí expuesto. Esto surge como
esencial puesto que ayudará a la construcción de un acercamiento holístico al tema, a los
casos y al relacionamiento con los conceptos que se expondrán a continuación como eje
central de este capítulo. Por lo tanto, se explicarán los siguientes temas: Narcotráfico, la
definición y su funcionamiento dentro del crimen organizado trasnacional. No sin antes hacer
una distinción implicando la concepción de mafia. Esto es debido a la importancia y al detalle
que presenta este concepto para la caracterización del narcotráfico en Colombia. De aquí se
partirá a hablar de los procesos de globalización puesto que surgen como agente que cataliza
las dinámicas del narcotráfico y que, como se verá más adelante, es participe del auge y de
los cambios del narcotráfico en Colombia. Para finalizar, la securitización se abre espacio en
esta primera sección para ser el artífice de hilar todos los conceptos con el fin de brindar al
lector una estructurada respuesta al problema planteado páginas más arriba.
El camino lógico de lo anterior es, aunque sencillo, necesario de trazar para evitar
confusiones más adelante. El narcotráfico bien podrá entenderse como uno de los desafíos
más importantes a la paz y seguridad internacional (United Nations, 2015). Sus nexos con el
8
terrorismo y con otras formas de crimen organizado trasnacional, como lo es el contrabando,
por ejemplo3, terminan por dificultar un óptimo acercamiento hacia su desmantelamiento.
No obstante, no es exclusivamente un obstáculo solo para la paz y la seguridad internacional,
el tráfico de drogas también “socava la estabilidad socioeconómica y política y el desarrollo
sostenible” (United Nations, s.f.).
Todo esto, permite hablar sobre los procesos de globalización que han permitido que el
narcotráfico permee las diferentes estructuras sociales y que, en vez de debilitar esta dinámica
criminal, la ha terminado de profundizar. La respuesta o el camino de acción tomado por la
comunidad internacional y los diferentes actores ha sido uno de criminalización, fuertes
penas y una a través de la construcción social del narcotráfico como una amenaza real. Esto
quiere decir que “la idea de securitización sugiere distintos tipos de problemas, bien sean las
drogas, la pobreza, el sida, o muchos otros. Esto no significa que sean amenazas per se, sino
que se convierten en tales mediante el uso del discurso” (Tickner A. , 2014).
De lo anterior surge el interés de este trabajo por relacionar los tres conceptos (Mafia,
Narcotráfico, globalización y securitización) para brindar una respuesta holística al
cuestionamiento de cómo ha cambiado el narcotráfico de Colombia entre épocas y cómo se
sigue transformando en este momento de pandemia y cierres totales; tanto de fronteras, como
de aeropuertos, muelles marítimos, etc.
1.1 Mafias
De acuerdo con el Código Penal Italiano, “Una asociación pertenece a la mafia cuando sus
miembros utilizan sistemáticamente la intimidación y las condiciones de sometimiento que
de ella se derivan para cometer delitos, hacerse con el control de las actividades económicas
y adquirir ventajas ilícitas” (Ferrante, Fontana & Reito, 2019). Para Umberto Santino y
Giovannu La Fiuta, como se citó en Camacho (2010):
“Por mafia no se entiende tanto unas pocas organizaciones criminales, sino un
estrato social (‘burguesía mafiosa’), o un conjunto de sujetos provenientes de
clases inferiores que se proponen la meta de entrar a ser parte de las clases
dominantes, que se sirven de medios violentos e ilegales, de un sistema propio y
3 Más adelante se ahondará en la relación del narcotráfico con el contrabando; esencial para entender uno de
los cambios que se han presenciado del narcotráfico de hoy.
9
verdadero para acumular capital y para procurarse oportunidades de inversión
además de adquirir y administrar posiciones de poder dentro del sistema de
dominación en su conjunto, valiéndose de un código cultural, determinado pero
no inmodificable, y gozando de un consenso social relativo, variable según la fase
histórica y de los medios utilizados para obtenerlo” (Santino & La Fiura como se
citó en Camacho, 2010, pág. 211).
En este sentido, la mafia es, para un grupo específico de la sociedad, un mecanismo social y
de acumulación de capital (Camacho, 2010, págs. 211-212), de tal forma que el
enclasamiento y la economía son elementos definitorios de las mafias. De esta forma, la
mafia es una forma particular de crimen organizado, que tiene características específicas que
la convierten en un constructo social con un rol cuasi gubernamental (Hes 1973; Finckenauer
2005 como se citó en Ferrante, Fontana & Reito, 2019).
Para comprender la definición de mafia a cabalidad, es necesario comprender que la
mafia surgió al final del feudalismo en Italia, al reemplazar al Estado para asegurar la
protección de los terratenientes en condiciones de desconfianza y debilidad de las
instituciones (Gambetta, 1993 como se citó en Ferrante, Fontana & Reito, 2019). En la misma
línea argumentativa, Camacho (2010) establece que, en un inicio, la mafia estaba compuesta
por empresas de carácter agrario, en donde los mafiosos, conocidos como “gabelloti”, en
italiano, desempeñaron un papel esencial en la protección de tierras (Camacho, 2010, págs.
211-212).
Estas condiciones le han permitido a la mafia, desde sus inicios, ganarse la aceptación
moral, e incluso el atractivo social tanto en la economía legal como ilegal, con el surgimiento
de la llamada mafia empresarial (Ferrante, Fontana & Reito, 2019) o mafia financiera, que
surgió a mediados de los años setenta y cuya característica principal es la organización
delictiva para acumular grandes masas de capital, configurándose de esta forma la “empresa
mafiosa” que conocemos hoy en día (Camacho, 2010, págs. 211-212).
Para Arlacchi, como citó Camacho (2010), la transformación histórica de la mafia ha
convertido a los mafiosos, que eran individuos enfocados en el honor y el poder, con su papel
de mediadores, en empresarios que acumulan poder (pág. 212). Este proceso se caracterizó
por el asesinato, la extorsión y el fraude, los cuales fueron posibles ante la falta de frenos
institucionales y tradicionales (Camacho, 2010, pág. 2010).
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La mafia entonces se transformó en “(…) una empresa económica específica, una
industria que produce, promueve y vende protección privada” (Gambeta, 2007, pág. 25 como
citó Camacho, 2010), y esto es posible en una sociedad donde existe desconfianza entre los
agentes y hay quiebres en las instituciones estatales, las cuales les impiden garantizar la
seguridad y el cumplimiento de las normas (Camacho, 2010, pág. 210). En este sentido, el
ejercicio de la violencia es fundamental para mantener el orden (Camacho, 2010, pág. 211).
Entonces, al ser empresarios de la protección y al buscar garantizar transacciones legales
e ilegales, debe existir una demanda dispuesta a pagar el servicio. Cuando la demanda no
existe, los mafiosos la crean y recurren a prácticas como la extorsión (Camacho, 2010, pág.
210). El mafioso entonces debe demostrar que está en condiciones de proteger y prestar ese
servicio; de otra forma, perderá poder y credibilidad, al mismo tiempo que les da la ventaja
a sus competidores para sacarlo del mercado (Camacho, 2010, pág. 210).
Ahora bien, Ciro Krauthausen establece algunas diferencias y similitudes entre las mafias
italianas y las colombianas. De acuerdo con Krauthausen, como citó Camacho (2010), las
mafias italianas se rigen por una lógica de poder y las colombianas se rigen por una lógica
de mercado. Si bien las mafias italianas se involucran en situaciones empresariales, su
principal motor es la conquista de poder para garantizar la protección de los negocios, ya
sean legales, o ilegales, así como una capacidad creíble de extorción. En cambio, las mafias
colombianas están ligadas a la producción y exportación de cocaína. Ahora, frente a los
puntos en común, este autor resalta que en ambos casos funciona la protección y la extorsión
pero que el carácter de mercaderes es más marcado en las mafias colombianas (pág. 213).
Para el presente trabajo es importante tratar el tema de la mafia puesto que permite
asemejar el funcionamiento de las estructuras criminales colombianas con este concenpto.
Sin embargo, vale la pena resaltar que no todas las mafias son narcotraficantes. Estas son
grupos globales -grupos marcados por la violencia-. Las mafias dentro de su accionar
incluyen un despliegue de mecanismos beligerantes, al estar envueltas, en el caso
Colombiano, en el mercado de tráfico de drogas, son un agente financiador de la guerra,
promovedor de violencia, generando alertas en la agenda internacional.
11
1.2 Narcotráfico
El narcotráfico puede ser entendido desde diferentes frentes. En primer lugar, se puede hacer
remisión a la definición etimológica de la palabra. Esta palabra compuesta viene del conjunto
de palabras narcótico y tráfico. Para esta primera, viene de un origen griego narkōtikós que
se puede traducir al castellano como “adormecedor”. Según la Real Academia Española, un
narcótico es dicho “de una sustancia que produce sopor, relajación muscular y embotamiento
de la sensibilidad” (RAE, s.f.). Por otro lado, por tráfico se puede entender todo “movimiento
de (…) mercancías por cualquier medio de transporte”. (RAE, s.f.). Entonces, el narcotráfico
puede entenderse simple y llanamente como el movimiento de sustancias narcóticas que
termina en una transacción (compra y venta). No obstante, esta dinámica criminal está lejos
de ser tan sencilla de comprender.
El mercado de drogas ilícitas en Colombia deja ver toda la cadena de suministro que
abarca desde la producción hasta la distribución. En este sentido, Tickner, García y Arreaza
sostienen que existen tres etapas para llegar a la comercialización del clorhidrato de cocaína.
Primero, está el cultivo; en segundo lugar, la producción después de obtener la mata de
cocaína; por último, la comercialización de lo que se conoce como clorhidrato de cocaína.
Para los autores, el proceso completo posee doce eslabones que son:
1) Ingreso y transporte de insumos y precursores; 2) siembra de hoja de coca; 3)
cultivo de hoja de coca; 4) elaboración de la pasta base en “cocinas”; 5) compra
de la pasta base de coca; 6) administración de laboratorios y procesamiento de
clorhidrato de cocaína; 7) protección o permiso de funcionamiento de los
laboratorios; 8) transporte a centros de acopio; 9) seguridad al trasiego; 10)
provisión de seguridad a los centros de acopio y seguridad a las rutas que llevan
a los puntos de embarque; 11) venta de clorhidrato de cocaína a intermediarios;
12) transporte internacional de la cocaína a puntos intermedios, lo cual exige el
desarrollo de métodos de salida (Tickner, García, Arreaza, 2011, págs. 414, 415).
Esta multiplicidad de momentos viene acompañada también de un sinnúmero de actores que
juegan, cada uno, un rol importante dentro del narcotráfico. Esto siento un precedente a la
hora de atacar el problema y de prever la miríada de desafíos que presenta el narcotráfico
desde toda su cadena de distribución. Y es que, cómo se verá en páginas más adelante, el
12
narcotráfico ha acoplado su cadena de distribución a las necesidades del mercado; a eludir
los controles estatales para seguir siendo efectivos en su entrega y continuar generando tanta
rentabilidad.
Para el contexto colombiano la situación puede ser aún más desafiante. En los años
que ha durado el conflicto armado, diferentes actores han participado en algún eslabón del
narcotráfico. Guerrillas, mafias, paramilitares, grupos armados organizados y no se puede
dejar los miles de clanes que conforman el microtráfico.
(Pacifista, 2018)
La anterior infografía deja ver la complejidad del narcotráfico que se menciona líneas más
arriba. Por un lado, ya no se ven las figuras mundiales, grandes, sagradas como Pablo
Escobar, Gacha, los hermanos Orejuela o alias el Mexicano -Carlos Lehder-. Ahora se
presencian figuras más difusas, también con mucho poder, pero no tan visibles o conocidas
como las anteriores. El negocio de la coca se ha esparcido a través de diferentes grupos
organizados al margen de la ley. Cada uno de estos actores presenta sus respectivos desafíos
y amenazas al Estado, a la Nación y al Gobierno colombianos. Parte de esto es debido a la
transformación misma del narcotráfico a consecuencia de la globalización y de los esfuerzos
propios por acabar con este flagelo trasnacional.
13
Siguiendo esa línea argumentativa, puede afirmarse que los narcotraficantes se
encuentran en un campo interno definido por las interacciones entre guerrillas, paramilitares
y Fuerzas Armadas, con los cuales mantienen relaciones cambiantes de carácter cooperativo
y antagónico (Pécaut, 2001: 159). Parece ser entonces que, el narcotráfico es el punto de
inflexión más evidente entre los actores en cuestión y, no solo entre estos tres actores, sino
con la miríada de actores que ya se mostró en la infografía elaborada por Pacifista;
complejizando las relaciones entre cada uno de los actores.
Álvaro Camacho Guizado distingue tres momentos, el primero, se caracterizó por la
exportación de marihuana que amenazaba la existencia de un orden señorial, en donde la
posición y privilegio estaban determinadas por el linaje, y donde, además, entidades
financieras facilitaban el lavado de activos (Camacho, 2006, pág. 390). En otras palabras, ya
desde su inicio se evidenciaba como el narcotráfico estaba empezando a atajarse en las
distintas esferas de la sociedad. El segundo momento por otro lado, estuvo determinado por
la exportación de cocaína y la inserción de los narcotraficantes en el mercado internacional
(Camacho, 2006, pág. 392); mientras que el tercer momento se caracterizó por el
desmantelamiento de los carteles, dándose una transición entre los capos a los traquetos,
quienes constituyen organizaciones más pequeñas y clandestinas. Estas últimas, lograron
trasladar la producción de la hoja de coca a Colombia y se aliaron con los narcotraficantes
mexicanos (Camacho, 2006, pág. 401), creando de esta manera toda una red transnacional de
tráfico de droga. En esta medida, se evidencia la capacidad de adaptación de estos actores
con respecto a las nuevas condiciones del negocio, así como su capacidad de cambio y
aprendizaje con el objetivo de subsistir a lo largo del tiempo. Esta transición, adaptabilidad
y transformación serán tratadas a más detalle en las siguientes secciones del presente trabajo.
Para objeto de esta investigación, el narcotráfico entonces
“hace referencia a un conjunto de actividades ilegales a través de las cuales se
implementa la producción, transporte y comercialización de drogas psicoactivas y la
constitución de un modelo organización económica y social ilegal con altísimo nivel
de injerencia en los aspectos económicos y políticos de las sociedades formales”
(Gallego C. M., 2012, pág. 142).
14
Es precisamente esa injerencia en los rubros económicos y políticos de las sociedades, lo que
permite identificar el impacto que tiene la globalización en el narcotráfico, resaltando todos
sus efectos adversos; esparciendo el fenómeno trasnacional y desafiando todo intento de
control individual o mancomunado. Es aquí dónde los procesos de globalización encajan con
el planteamiento de esta investigación pues permite traer los elementos que han catalizado y
profundizado la transformación misma del narcotráfico y cómo se han interpuesto amenazas
a la seguridad que se convierten en desafíos dentro de la agenda internacional.
1.3 Procesos de Globalización
Hablar de globalización podría ser tema de toda una tesis. Su entendimiento es
ampliamente abarcado, desde diferentes doctrinas, autores y líneas de investigación. Sin
embargo, este trabajo traerá los elementos esenciales a la hora de entender la transformación
en las dinámicas del narcotráfico; de cómo era en la década de los 80s y cómo es hoy en día.
Precisamente, para esta década de los años 80 fueron los primeros intentos en la academia
por explicar los cambios vertiginosos que se empezaron a visualizar en el escenario
internacional (Buelvas, 2005, p. 268). Estos cambios se reflejaron en los espectros político,
económico y cultural (Martell, 2007, p. 173) y tecnológico (Giddens, 2007, p. 7).
Más recientemente, hay autores que relacionan la globalización con la terminación de la
Guerra Fría (1991). Esta relación se da en el momento que la globalización se combina con
los ideales estadounidenses y su adaptación a lo largo del mundo; pues el desafío comunista
que representaba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas había desaparecido
(Kissinger, 1996, pp. 865-866) y (SEBSEBE, 2017, p. 21). Sin embargo, yendo más allá de
la discusión de cuándo empezó a gestarse la discusión de globalización, su definición y
entendimiento es más complejo. La globalización es hiper compleja puesto que abarca
muchas dimensiones, como lo deja saber Bop Jessop:
[la globalización] no es un mecanismo causal único con una lógica unitaria universal,
sino que es multicéntrico, multiescalar, multitemporal, multiforme y multicausal. Se ve
mejor como un producto hipercomplejo y en constante evolución de muchos procesos.
(Jessop, 2003).
15
Como lo recoge Pastrana (2005) de trabajos de Beck (1998), Habermas (1998) y
Jessop (2003), la globalización es “un conjunto de procesos en pleno desarrollo y no un
estado final” (pág. 269). Esto lleva a que bajo la globalización vivamos en un mundo de
transformaciones constantes que generan impacto en la mayoría de los aspectos de
nuestra vida (Giddens, 2007, p. 6). Según autores como (Beck, 1998), (Santos, 2003),
(Buelvas, 2005), (Martell, 2007), y (Giddens, 2007), la globalización tiene un aspecto
trasnacional puesto que empiezan a existir unas redes de interacciones que antes eran
difíciles de tejer o sostener. Más allá de esto, lo que en la academia se conoce como la
visión transformacionalista de la globalización, permite ver que dichas interacciones
llevan a una “reconfiguración” del globo ya que las fronteras empezaron a ser porosas,
permeadas y difusas y todo empieza a tomar un tono trasnacional. La economía, la
cultura, diferentes ideologías, entre otros. No solo esto empieza a “expandirse” a lo largo
del globo, pero sucede de la misma forma con el terrorismo, el narcotráfico y el crimen
organizado.
La globalización, se entiende como el
“Proceso por el que las economías y mercados, con el desarrollo de las tecnologías de
la comunicación, adquieren una dimensión mundial, de modo que dependen cada vez m
ás de losmercados externos y menos de la acción reguladora de los Gobiernos” (RAE,
s.f.). De aquí, son estos procesos de globalización que permiten explicar los nuevos
cambios suscitados en los ámbitos económicos y social que trascienden fronteras
(Messner, 1996). Es en este punto dónde se empiezan a levantar, de manera paralela,
problemas para el bienestar del Estado y la Nación. De acuerdo con (Santos, 2003),
ciertos fenómenos transnacionales nocivos para el Estado-Nación, como; el narcotráfico,
los conflictos étnicos, la proliferación de guerras civiles, el crimen internacionalmente
organizado, el terrorismo y la implosión de Estados, son entendidos como fenómenos
más allá de las fronteras de los Estados. Son precisamente aquellos fenómenos
trasnacionales los que empiezan a plantear desafíos para la seguridad internacional.
De la globalización se puede resumir que hace de lo local una actividad global. Esto
se puede ejemplificar con un claro ejemplo que trae a colación, De Sousa Santos (2003):
un aspecto local de un país como Colombia, en donde los campesinos que cultivan la hoja
16
de coca, contribuyen a un fenómeno global como lo es la cultura mundial de la droga (p.
207). Es en esta transformación de lo local a lo global y con las crecientes interacciones
que, el narcotráfico, por ejemplo, encuentra una puerta de entrada para poner en jaque a
la comunidad y seguridad internacionales.
Otros autores hablan precisamente de estas situaciones desafiantes para la política
mundial. Es que según Beck (1998), apoyándose en Rosenau, asegura que la
globalización genera una nueva política mundial con hitos desafiantes específicos:
• Organizaciones transnacionales como (…) McDonalds, Volkswagen, los carteles de la droga
(…) actúan de manera paralela o de mutuo acuerdo.
• Problemas transnacionales como (…) las drogas, (…), los conflictos étnicos (…) determinan
el orden del día político (…) (p. 83).
Estas dos “categorías” sirven para trazar el desarrollo de la investigación por los
siguientes motivos. Primero, la categoría de “organizaciones trasnacionales” es útil para
entender cómo los carteles de droga operan en el plan mundial. Segundo, los problemas
trasnacionales surgen como inquietudes, desafíos, obstáculos para los Estados, para sus
naciones; como es el caso de la lucha contra las drogas. Por último, los Estados empiezan
a atajar su agenda domestica y nacional con un problema que es común en los diferentes
países y ocupa los primeros lugares en la lista de prioridades: la lucha contra las drogas
y el narcotráfico.
En este punto ya se puede ir cerrando el tema de globalización como tal; pero es de
suma importancia relacionar el concepto de principio de corresponsabilidad para robustecer
el marco de referencia del que se hace uso en este trabajo. A problemas globales, soluciones
globales. Cómo se verá en páginas más adelantes, el narcotráfico ha intentado ser atacado
múltiples veces desde un solo frente; bien sea la producción, el consumo, las rutas, entre
otras. El aprendizaje es que debe ser un acercamiento por todos los flancos y desde todas las
partes afectadas. En ese sentido, un ex – Ministro de Defensa de Colombia, Rodrigo Rivera
argumentó en 2011 que hay reforzar el principio de corresponsabilidad en el "problema
mundial" del narcotráfico, en contra del cual sólo se avanzará "con el mismo énfasis en todos
los eslabones de la cadena" (Revista Semana, 2011).
17
El principio de corresponsabilidad se basa en la “responsabilidad compartida de los
países productores y consumidores en el desarrollo de la amenaza de la droga” (Pinzón,
2006). Más allá de esto, es compartir los medios que se usan en la lucha contra el narcotráfico
-una especie de cooperación para compartir las buenas prácticas y aunar esfuerzos-. Y es que
si la globalización cataliza la fragmentación o atomización del narcotráfico a lo largo y ancho
de las fronteras; los procesos de globalización también “proponen” que el fenómeno sea
atacado desde varios frentes y por todas las partes impactadas. En resumen, la globalización
abre las fronteras, las torna porosas y esto permite que algo local termine siendo global. Esto
ocurre también para el crimen organizado trasnacional y traslada los desafíos propios al
sistema internacional. Por ende, a desafíos internacionales, soluciones mancomunadas.
1.4 Securitización
La securitización es el tercer eje transversal de esta investigación; junto con la globalización
y el narcotráfico per se, la securitización permite explicar y entender de mejor manera las
formas en las que la transformación del narcotráfico desde la década de los 80 ha planteado
desafíos a la seguridad internacional. Para hablar de esto, se hace necesario tratar el texto
Security, a new framework for analysis elaborado por Barry Buzan, junto con Ole Waever y
Jaap de Wilde. La génesis de este concepto nace del interés de la academia de entender el
porqué la conceptualización del Estado sobre seguridad se solía relacionar meramente con el
rubro militar.
En pocas palabras, el concepto encuentra su génesis en un cambio de paradigma de
seguridad dentro de las relaciones internacionales. El enfoque a la seguridad ya no era único
sino empezó a tener un tono más multidimensional; englobando nuevos sectores como el
ambiental, económico y social, que se sumaron a los tradicionales sectores político y militar.
Pero ¿qué se entiende por seguridad en la noción de estos autores? “Es cuando un tema se
presenta como una amenaza existencial a un objeto referente designado (tradicionalmente,
pero no necesariamente, el Estado, que incorpora el gobierno, el territorio y la sociedad)”
(Buzan, Waever, de Wilde, 1998, pág. 21). Entonces, se está hablando, en términos generales,
de la supervivencia del Estado. Esto es toda vez que se está reaccionando a una amenaza
18
existencial y extraordinaria. Para contrarrestar tal situación y amenaza, el Estado opta por
tomar medidas extraordinarias o de emergencia para mitigar tal amenaza.
De forma transversal a la securitización surgen otros dos conceptos que permiten
entender de mejor manera este concepto como tal. Estos son los de amenazas existenciales y
medidas de emergencia. En primer lugar, según los autores “la amenaza existencial solo
puede entenderse en relación con el carácter particular del objeto de referencia en cuestión
(Buzan, Waever, de Wilde, 1998, pág. 21). Puesto en otras palabras, dicha amenaza
existencial solo se logra entender viéndose desde los ojos del actor y el sector respectivo. Es
por eso que para cada sector existen diferentes amenazas que pueden ser consideradas como
existenciales. De estas amenazas nacen las medidas de emergencia, que no son más que
aquellas medidas usadas para contrarrestar las amenazas existenciales que vayan surgiendo.
En palabras textuales de los autores, “la definición exacta y los criterios de
securitización están constituidos por el establecimiento intersubjetivo de una amenaza
existencial con una relevancia suficiente para tener efectos políticos sustanciales” (Buzan,
Waever, de Wilde, 1998, pág. 25). En ese sentido, cuando se habla de securitizar se está
diciendo que hay que priorizar un tema, ponerlo en los primeros puntos de la agenda política
pues existe una amenaza con relevancia suficiente para ser considerada existencial. En
conclusión, cuando se habla de securitizar un tema, se está hablando, entonces, de la versión
más urgente o extrema de la politización.
Ahora bien, para efectos de esta investigación y complementar el marco conceptual
del que se hace uso en esta sección; se tomará el sector económico de la securitización para
ampliar el acercamiento a la pregunta central de esta investigación. Este sector gira alrededor
del debate sobre la relación entre la estructura política de la anarquía y la estructura
económica del mercado (Buzan, Waever, de Wilde, 1998, pág. 95). Pero yendo más allá de
esto, la seguridad económica plantea una serie de preocupaciones que podrían terminar
siendo amenazas existenciales:
(...) 3. Temores que el mercado global genere más perdedores que ganadores y
aumente las desigualdades existentes (manifestadas internacionalmente en la parte
superior del rango por los temores de Estados Unidos de un declive hegemónico, en
la parte inferior por los temores de los países en desarrollo a la explotación, crisis de
19
endeudamiento y marginación, y a nivel nacional por temores de desempleo y
creciente polarización social)
4. Temores del lado oscuro del capitalismo y el orden comercial abierto en términos
de comercio ilegal, especialmente en drogas, que empodera a las fraternidades
criminales (…) (Buzan, Waever, de Wilde, 1998, pág. 98).
Paralelamente al sector económico, la securitización centra un pilar fundamental en el sector
militar. Según los autores, en este es en el que existen mayores probabilidades de securitizar
algún tema. Para entender este sector, dicen Buzan, Waever y de Wilde, hay que entender al
Estado-Nación desde la soberanía y para conservar esta misma, el uso de la fuerza es el
acercamiento más efectivo para garantizar la soberanía y cierto control del territorio. “(…)La
agenda de seguridad militar gira en torno a la capacidad de los gobiernos de mantenerse
contra las amenazas militares internas y externas, pero también puede implicar el uso del
poder militar para defender Estados o gobiernos contra amenazas no militares a su existencia,
como migrantes o ideologías rivales” (Buzan, Waever, de Wilde, 1998, pág. 50).
Para este sector de la securitización, las amaenzas pueden surgir tanto dentro como
fuera del Estado toda vez que dichas amenazas pueden reflejar un temor genuino de ataque.
Aquí es importante traer a colación que para los autores, las amenazas aquí presentadas en el
sector militar, también tienen un importante rubro de percepción (Buzan, Waever, de Wilde,
1998, pág. 52). Esa percepción apunta al analisis de las capacidades de quién o que está
amenanzando al Estado. En este caso, la percepción negativa de que el narcotráfico va a
acabar con el Estado y los gobiernos, genera una alarma que activa el rubro militar de los
Estados para mitigar ese riesgo y tratar de ponerle freno a la amenaza.
A partir de dicha percepción de los Estados o del actor que securitiza, el tema del
narcotráfico como tal, empieza a subir “escalones” en la agenda internacional puesto que esta
forma de crimen organizado trasnacional cataliza una serie de amenazas existenciales para
las naciones, los gobiernos de turno y en mayor escala, al Estado. Entonces, lo que antes se
veía como un problema aislado del país productos, comenzó a tratarse en un plano más macro
y detallado; generando un esfuerzo común en la comunidad internacional al ser un problema
principal para muchos dentro del sistema internacional.
20
Retomando la línea de los autores, esta investigación identifica precisamente una
conexión entre la preocupación de generar más perdedores y desempleo con comercio ilegal
de drogas. Como lo deja saber una investigación de InSight Crime, “la pobreza es el caldo
de cultivo del narcotráfico” (2018). Y es que, en el contexto Latinoamericano, en dónde son
tan marcadas las diferencias sociales y económicas, el denominado dinero fácil o dinero
sucio, se vuelve el camino para más de uno lograr salir de condiciones de pobreza. En este
sentido, la profundización de diferencias sociales y la pobreza funcionan en algunos casos
como el catalizador para la atomización del narcotráfico. Estos dos elementos, juntos o
separados, presentan de por sí una preocupación para la seguridad económica. Adicional, el
sector militar permite ver con mayor claridad políticas como el Plan Colombia, como
mecanismos de respuesta al narcotráfico y los desafíos que esté presenta como amenaza a la
existencia de los Estados.
Añadiendo a lo anterior, Buzan, Waever y de Wilde anotan que existen unas
tendencias globalizadoras. Si bien la globalización ha afectado a los sectores militar y
político, al económico por el contrario se puede sostener que lo ha beneficiado o, al menos,
no perjudicado fuertemente. Esto es porque la geografía, la distancia (Buzan, Waever, de
Wilde, 1998, pág. 110) y el desdibujamiento de las fronteras antes ha catalizado la apertura
de mercados, fortalecido el crimen organizado trasnacional y ha resaltado las diferencias
sociales.
En resumen, el narcotráfico es una red compleja de entender en su totalidad y desde
que se habla de globalización solo se ha hecho más difícil de combatir, de responder o de
mitigar. A esto se le suma el componento de la mafía, hace el entremado mucho más complejo
de desenlazar. Precisamente, la globalización ha fungido como “facilitador” para
complejizar, profundizar y extender las redes del narcotráfico. Se tienen capos en diferentes
países, hay carteles extremadamente poderosos en México, se tienen nuevos grupos en
Colombia, entre otros. Desde el inicio del narcotráfico, que se proyecta en este escrito con el
cambio de la sustancia a traficar -de la marihuana a la cocaína- ha habido diferentes
acercamientos sobre cómo frenar este fenómeno que desborda las fronteras. Al desafiar y
amenazar existencialmente al Estado, a los gobiernos y a la comunidad internacional como
tal, el narcotráfico empezó a ser securitizado para lograr tener respuestas extraordinarias y
21
evitar un posible desvanecimiento de los Estados. Con esto, se logra hacer un acercamiento
más completo para lograr dejar en evidencia las formas en las que el narcotráfico plantea
desafíos a la seguridad internacional.
Capítulo II: Narcotráfico en la agenda global
El narcotráfico en Colombia ha sido objeto de transformaciones claras y marcadas desde la
decada de los 80. Es precisamente ese el núcleo del presente trabajo y para terminar de
dilucidar los desafíos que ha enfrentado la seguridad internacional, esta sección propone
recoger y entrelazar los fundamentos de las dos secciones anteriores para lograr identificar
la manera en qué se ha transformado el narcotráfico. Asimismo, ha presentado desafíos de
cara a la seguridad internacional que ha tenido que priorizar el tema en la agenda
internacional.
Siguiendo este orden de ideas, el objetivo central de este capítulo es anotar cómo
desde la agenda internacional se han ideado estrategias para mantener al margen al
narcotráfico a lo largo de la historia reciente -desde 1980 a la actualidad-. Por tal, la presente
sección propone: 1) la securitización del narcotráfico; 2) atomización del narcotráfico,
globalización y corresponsabilidad; 3) narcotráfico en el nuevo milenio. El racional de esto
es que el narcotráfico transita entre la securitización, los procesos de globalización y un
principio de corresponsabilidad entre los Estados para afrontar el fenómeno que abarca
prioridades número uno en la agenda internacional de las relaciones entre actores.
2.1 La securitización del narcotráfico según el caso colombiano.
El discurso que acompañó la declaración de la guerra contra las drogas, dejaba entrever que
la problemática del narcotrafico colombiano iba a implicar un riesgo para la seguridad, no
solo domestica de Colombia sino que también a escala internacional. Es a partir de esta
concepción, que el despliegue de acciones ejercido para combatir el narcotráfico se va a hacer
desde un enfoque de securitización. Es decir, llevar este problema más allá de la politización
para poder darle priorización dentro de la agenda política del Estado (o los Estados) y lograr
tener respuestas de emergencia. Esto surge para salvaguardar su existencia de los riesgos que
22
se percibian del narcotráfico. Estas respuesta de emergencia se manifestaron a través de la
necesidad de incluir medios militares en la lucha contra las drogas.
Desde la decada de los 80, la ejecución de operaciones antinarcoticos, desde
instituciones de corte militar, serían la manera más efectiva y óptima para proteger los
intereses del Estado, la Nación y los gobierno; en este caso, frente a la amenaza suscitada por
los grandes carteles colombianos. Partiendo del incremento en la capacidad beligerante de
los agentes del narcotráfico, es que se recalca la importancia del uso del componente militar
del Estado dentro del establecimiento de nuevas políticas anti-drogas que comprenden la
securitización. A pesar de esto, para el cierre de la decada, BBC recuerda que 1989 fue el
peor año para colombia, viendo desde la óptica del poderío de los narcotraficantes. El
atentado al avión de Avianca que dejó 110 muertos; el asesinato al precandidato presidencial
Luis Carlos Galán, dejaron en entre dicho el control territorial y política que podía ejercer el
Estado en ese entonces para proteger su soberania y a su población (BBC, 2019).
Como respuesta a lo anterior entre la decada de los 80 y hasta 1991, “las Fuerzas
Armadas y los organismos de seguridad del Estado obtuvieron prerrogativas propias de un
régimen militar, lo cual les eximió de los costos políticos del ejercicio directo del poder” (El
Espectador, 2018). Además de esto, El Espectador también recuerda que este periodo fue el
de mayor cantidad de estados de excepción y llegó, incluso, a convertirse en un instrumento
extraordinario de la política gubernamental (El Espectador, 2018). La violencia llegó a tal
punto extremo que el Estado se vió atado de manos, incapaz de responder y tocó empezar a
generar respuestas extraordinarias para poder hacerle frente a las amenazas existenciales.
Por otro lado y volviendo un poco atrás en la historia, para 1984 se emprendería una
acción conjunta entre la polícia y ejército Colombianos y la DEA de Estados Unidos, para
destruir y desmantelar una de las mayores infraestructuras del narcotráfico con la que
contaban los carteles para la época. El ataque a Tranquilandia demuestra una vez más cómo
el uso de medios militares, se afianzaban en el Estado Colombiano cómo el modus operandi
para hacerle frente a la amenaza que el narcotráfico presentaba a la seguridad dómestica e
intrernacional.
Retomando, para el año 1990, durante el gobierno de Virgilio Barco -que estaba por
terminar- la compatibilidad de la guerra antinarcóticos con la guerra contrainsurgente,
23
recalcaría la importancia del uso de las fuerzas armadas; ya no solo para luchar contra el
narcotráfico sino luchar contro los grupos armados al margen de la ley. Es decir, a partir de
este momento, la guerra contra las drogas también sería contra todos los actores que usarían
al narcotráfico como su medio más rentable de financiación. Como respuesta, Estados Unidos
entra en escena para suministrar un paquete de ayuda de emergencia de $65 millones USD,
que serían destinados al mejoramiento y robustecimiento del equipo militar (Benitez, 2009).
Una vez más, esto deja ver la forma en la que el narcotráfico, entendido como una amenaza
a la seguridad internacional, se securitiza y empieza a ser trabajado en esfuerzos
mancomunados.
Para el año 2000, a través de la implementación del Plan Colombia, el 70% de la
cooperación recibida -económicamente hablando- estaría encaminada hacia fines militares
que incluirían la modernización del equipamiento y tecnología para mejorar las labores de
inteligencia tales como: detección de cultivos ilícitos, laboratorios y de frentes de la FARC.
Después de 2001, cuando se declararía la guerra contra el terrorismo en Estados Unidos y
profundizandose con los mandatos de Álvaro Uribe Vélez en Colombia, la guerra contra el
narcotráfico empezaría a asociarse con la guerra contra el terrorismo. Esto es toda vez que
las organizaciones criminales y los grupos armados trasnacionales que se financiaban con el
narcotráfico, iban a ser considerados como terroristas. La declaración de guerra contra el
terrorismo tuvo –al menos- tres objetivos; sobresaliendo la lucha contra aquellos países
patrocinadores del terrorismo o países que albergaban organizaciones criminales
trasnacionales que fomentaban o financiaban a terrorismo (Moeller, 2004).
Para los próximos 15 años, el Plan Colombia seguiría prolongando la cooperación
contra el “narco-terrorismo” desde la securitización en el sector militar. Como resultado, el
85% de los recursos fueron destinados hacia este nuevo frente de lucha. “(…) con el renovado
apoyo del gobierno estadounidense (…) las fuerzas estatales siguiendo un plan de
modernización y crecimiento predefinido, pasaron de tener 145.000 combatientes a finales
de la década de los noventa, de los cuales menos de un cuarto eran profesionales, a 431.253
en enero de 2009” (Valbuena, 2012).
Para cerrar el sector militar, la securitización de la problemática del narcotráfico,
desde una concepción militar, se vuelve a evidenciar recientemente con el despliegue de
24
fuerzas militar de Estados Unidos dentro del territorio colombiano. La Brigada de Asistencia
de Fuerzas de Seguridad (SFAB, por sus siglas en inglés) es una unidad élite de las fuerzas
armadas norteamericanas que vinieron para “ayudar a Colombia en su lucha contra
narcóticos” (BBC, 2020). Además, el comunicado de prensa de la Presidencia señaló “la
misión de SFAB en Colombia es una oportunidad de mostrar nuestro compromiso mutuo
contra el narcotráfico y el apoyo a la paz regional” (BBC, 2020). Esto demuestra un viraje
hacia el principio de corresponsabilidad y además demuestra cómo incluso en los tiempos
más recientes la securitización de las drogas sigue teniendo una prevalencia desde el aspecto
militar.
Pasando del sector militar hacia el económico, este rubro deja ver otra cara del
narcotráfico y de los problemas que representa. Como se vio páginas más arriba, la
securitización económica sucede cuando se empieza a ver que el sistema no aguanta la
presión del modelo actual y empieza a generar una serie de brechas sociales importantes.
“Los ricos cada vez más ricos”, aquella frase popularizada que tiene tintes de certeza,
empieza a ser una amenaza para la seguridad internacional. Los temores que el sistema actual
del mercado genere perdedores a un nivel más alto que ganadores, como lo dejan saber los
autores (Buzan, Waever, de Wilde, 1998), junto con que el lado oscuro del capitalismo
empiece a surgir en las interacciones de los mercados; son preocupaciones serias y posibles
amenazas para la existencia segura del Estado y la Nación.
Pues bien, el narcotráfico resume perfectamente estas dos preocupaciones que se
plantearon en un inicio. Por un lado, la generación de “perdedores” dentro del sistema
económico, cataliza que la gente busque una salida “fácil” para tener ingresos y por salir
adelante con su vida. Los circulos de pobreza empiezan a notar en el narcotráfico una forma
de negocio muy rentable y rápida -como el caso de Pablo Escobar en Medellín-. Por el otro
lado, el narcotráfico, o el comercio ilegal de drogas como lo ponen Buzan, Waever y de
Wilde, se hace espacio en las estructuras comerciales del capitalismo; aprovechando la
apertura que genera la globalización y la creciente interacción de todo tipo que se facilita por
los procesos mismos de globalización que desdibujan las fronteras y los límites entre los
Estados.
25
En resumen, la securitización ha sido y continúa siendo el enfoque predilecto por los
estados y la comunidad internacional para hacer frente al narcotráfico. Los sectores militares
y económicos de la securitización son los que más se usan para tratar este flagelo. El
narcotráfico no ha dejado de ser una preocupación o amenaza seria para los Estados y se
continúan generando respuestas extraordinarias para solventar los desafios que se van
presentando.
2.1.2 Globalización y narcotráfico: desde la atomizacion hasta la correponsabilidad.
A partir del desmantelamiento de los grandes carteles de droga, se empezaría a dar la
atomización del narcotráfico en colombia. Esta atomización no es más que el proceso que
identifica este trabajo como la descentralización de poder del narcotráfico de unos pocos
grupos hacia muchos pequeños grupos; como se dejó saber en la infografía elaborada por
Pacifista. Lo anterior no solo implicó el surgimiento de nuevos agentes narcotráficantes sino
que también una mayor trasnacionalización de las redes de comunicaicón, distribución y
comercialización, en el plano internacional. Es desde estos elementos que la globalización
explica gran parte de la atomización del narcotráfico, debido a que la redes de interacción del
plano económico se tornarn más fáciles de tejer y sostener. Entonces, el narcotráfico empieza
a tener tintes de descentralización y un cartel puede funcionar a lo largo y ancho del globo;
pero también varias organizaciones pueden trabajar alrededor de una misma operación de
narcotráfico para facilitar la distribución y movimiento logístico de la mercancia.
Ahora bien, se puede sustentar que el narcotráfico no es ni fue ajeno a los procesos
de globalización. Si bien se vio afectado por los nuevos mecanismos de respuesa que
empezaron a surgir, también vio una venta de oportunidad para descomplejizar sus
operaciones y empezar a funcionar de forma menos visible. Aquí es clave resaltar de nuevo
la infografía traida en el primer capítulo donde se evidencia el nacimiento de unas figuras
“Invisbles”. El caso de alias Memo Fantasma, aparentemente un importante “nuevo” capo de
la droga que lleva años siendo dificil de identificar. Según una extensa investigación de
InSight Crime Colombia, Memo Fantasma es responsable de cientos de toneladas de cocaina
pero todavía no ha sido vínculado por ni un solo gramo, no tiene ordenes de captura y vive
dentro de la élite española en Madrid. La investigación concluye que los narcotraficantes de
26
hoy saben que la mejor protección para ellos y su negocio no es un ejército privado sino el
anonimato (InSight Crime, 2020).
Justamente, la globalización ha servido para que el narcotráfico empiece a permear la
sociedad de una manera que antes no se veía. El ejemplo de Memo Fantasma deja ver que
ahora el narcotráfico es más dificil de identificar, de trazar, de perseguir. Las operaciones
empezaron a ser “ocultas” al igual que las cabezas detrás de esas operaciones; pero, de igual
manera, los mercados siguen inundados con cocaína. Este es uno de los desafíos a la
seguridad internacional en este nuevo milenio; ya no es a la escala que un gran capo lograba
hacerse con un cupo en el congreso -como sucedió con Pablo Escobar-.
Retomando, la globalización, que “invitando” a nuevos actores a ser participes del
narcotráfico, también invita a actores internacionales a ser parte de la solución. Esto es
porque el narcotráfico empieza a ser una amenaza global y el sistema internacional percibe e
identifica que tiene que ser atacado, precisamente, con esfuerzos internacionales. Bajo esa
necesidad, es que van a surgir nuevas estrategias para enfrentar al tráfico de drogas. Al ser
considerado como amenaza global, las dinámicas de atomización de este fenómeno
trasnacional, van a implicar una acción conjunta de los Estados. Lo anterior es lo que se
entiende como una responsabilidad compartida, o como el principio de corresponsabilidad.
Por lo tanto, acorde a este principio es que se estructurará un repertorio de acciones que serán
el reflejo de una nueva estragia en el contexto de globalización. Sencilla y planamente, esto
quiere decir que hay que atacar oferta y demanda y no solamente oferta, como se venía
haciendo en decadas pasadas con un enfoque centralizado en los países productores de
cocaína.
A partir de todo lo anterior, se pueden evidenciar las repercusiones que ha tenido el
narcotráfico en Colombia en la configuración de estrategias que engloban un conjunto de
acciones que se pueden enmarcar dentro de la óptica de securitización. Asimismo, se exponen
las diferentes transformaciones que ha sufrido el narcotráfico debido a los procesos propios
de la globalización, lo que permite ver que la seguridad internacional ha tenido que irse
adaptando a las diferentes realidades de este fenómeno. Así pues, el narcotráfico ha seguido
planteando una serie de retos o de desafíos para la supervivencia de los Estados con sus
respectivas naciones y gobiernos. Es por esto, que entrado al nuevo milenio, el sistema
27
internacional empieza a optar por un acercamiento holistico y mancomunado para
contraarrestar los efectos adversos producidos por esta forma de crimen organizado
trasnacional. Es así que la securitización del narcotráfico ha sido enfrentada desde los
sectores militar y político por los desafíos carecteristicos de cada uno.
2.1.3 Mafia y narcotráfico: desafío a la agenda global
Para el siguiente apartado se explorará cómo el narcotráfico en Colombia y más
especficamente las estructuras criminales que lo ejercen, han adoptado medios y formas de
organización que se configuran dentro de lo que se puede considerar modelos mafiosos. A
partir de esto, se da una conjunción de factores que hacen que el narcotráfico sea capaz de
plantar una serie de desafios a la agenda internacional.
En el contexto colombiano, existe “(…)una miríada de grupos localizados en áreas
específicas, personajes sombríos y mano de obra subcontratada, que se combinan para poner
orden en el caótico mundo criminal y generar ganancias millonarias traficando (…)” entre
otras cosas, cocaína (InSight Crime, 2018). Este ambiente es el que presenta a la mafía en
Colombia, que en últimas, es el agente que prende alarmas en la agenda global. La razón de
esto es que surgen una multiplicidad de relaciones o redes de múltiples niveles que se filtran
en las esferas del crimen organizado trasnacional.
El narcotráfico en Colombia adopta elementos de estructuras mafiosas, dentro de su
funcionamiento, pero no se puede decir que son instituciones netamente mafiosas. El ser
narcotráficante implica la adopción de unas dinámicas propias que se desmarcan de la mafia.
Para (Gallego C. M., 2012) “la más importante arma con que cuenta el narcotráfico no lo
constituye su capacidad de fuego, sino, su capacidad de corrupción e infiltración en los
circuitos económicos, sociales y políticos convencionales lo que les permite asumirse en el
marco de un modelo de crecimiento mafioso, en el que se entrecruzan lo legal y lo ilegal
(pág. 141). Ahora bien, la mafia es la que termina incluyendo el aspecto violento dentro de
su modo de operación en el mercado del narcotráfico. Hoy en día, ciertos grupos mafiosos
en el mercado de estupefacientes se desprendieron directamente de paramilitares y
guerrilleros que “han conservado algunas de las características y modalidades de los grupos
armados” (InSight Crime, 2018). Dentro del panorama anterior, el modelo mafioso empezó
28
a capturar los sistemas político y económico no solo a nivel doméstico de Colombia sino que
también en un alcance internacional. Esto se debe en parte a los procesos de globalización.
No solo se ha externalizado el problema del narcotráfico sino también el aspecto violento y
beligerante de la mafia. Entonces, se trasnacionaliza toda la actividad criminal y violenta,
propio del modelo hibrido del narcotráfico y de la mafia.
El año pasado, en Estado mexicano se vio presionado por el Cartel de Sinaloa, uno
de los más fuertes en el Estado. Hacia Octubre del 2019, fue arrestado el hijo del famoso
capo ‘El Chapo Guzmán’, en Culiacán; centro de operaciones del cartel mexicano.
Inmediatamente, el suceso “generó que varios grupos de la delincuencia organizada rodearan
la vivienda con una fuerza mayor a la patrulla” (Semana, 2019). Como consecuencia, el
Estado se vio en la necesidad de poner en libertad al hijo del capo, puesto que la violencia
empezó también a ser dirigida contra la ciudadania como metodo de presión para obligar a
la liberación del hijo del capo. En el nuevo milenio era irrisorio pensar en un escenario tal
como el que sucedió, pero es una clara herencia que dejó el comportamiento de los grandes
capos colombianos que lograron arrodillar al Estado y a los gobiernos de turno de los 80 y
los 90. Esto es para ejemplificar la forma en que la violencia también es objeto de
externacionalización con la globalización, las “buenas prácticas” de otras épocas se calcan
para tener resultados. Así, se ve cómo la mafia logra permear las esferas que se suponen son
de control político del Estado.
En conclusión, “los lazos cada vez más sólidos entre el crimen organizado
transnacional, el terrorismo y la violencia extremista constituyen una nueva amenaza muy
seria” (United Nations, 2015). Estas palabras del ex vicesecretario de la ONU, Jan Eliasson,
las concluye con “el narcotráfico internacional socava los esfuerzos para lograr la paz y
fortalece a los grupos terroristas”. Dicho fortalecimiento se da porque las mafias que están
involucradas en el negocio de las drogas empiezan a financiar la violencia y la guerra,
prendiendo las alarmas del sistema internacional y priorizando el fenómeno dentro de la
agenda internacional.
29
Capitulo III: La transformación del narcotráfico en Colombia frente a la agenda
internacional
3.1 La decada de los 80s: el surgimiento de los carteles y la declaración de la Guerra
contra las drogas.
Para principios de los años 80, los carteles de Medellín -encabezado por Pablo Escobar y
Gonzalo Rodríguez Gacha- y de Cali -encabezado por los hermanos Miguel Ángel y Gilberto
Rodríguez Orejuela- ya estaban plenamente constituidos, con lo cual el narcotráfico pasaba
de ser un negocio principalmente acuñado a unas familias, para ser un negocio de
organizaciones más complejas y robustas. Estos carteles contaban con un nivel de
jerarquización y de estructuración capaces de hacerlos erigirse como verdaderas empresas
criminales (ver anexo 1) cuyos negocios empezaban a permear todas las dimensiones
concernientes con la realidad del país, ocasionando que las instituciones estatales y la
sociedad4 empezaran a verse comprometidas y desbordadas por la corrupción y por la
violencia que suscitaban estas organizaciones criminales. Poco a poco lo que parecería ser
una problemática de carácter doméstico, fue creciendo hasta el punto de volverse una
problemática externalizada (Gallego C. , 2012).
En primer lugar, para el desarrollo de este apartado, es importante señalar cuáles
fueron los principales catalizadores que promovieron la consolidación de los carteles
colombianos como estructuras criminales capaces de plantar una amenaza a la seguridad a
través del narcotráfico, amenaza que en su momento supo traspasar fronteras. Habiendo
expuesto lo anterior, se mostrará la reacción que tuvieron los Estados afectados para hacerle
frente a un fenómeno que cada vez se hacía más trasnacional.
4 El narcotráfico cooptó para de la esfera económica y política del país, parte de la vasta cantidad de dinero
ilegal que ingreso al país por concepto del narcotráfico, se lavó a través de las inversiones que hicieron los
narcotraficantes en múltiples sectores legales de la economía, como finca raíz, ganadería, comercio, turismo,
hotelería, transporte, salud y educación. A su vez, algunos de los cabecillas de los carteles habían logrado
acceder a puestos públicos dentro de los poderes del Estado (Pablo Escobar fue parlamentario en calidad de
Representante de la Cámara). Para más información consúltese: Medina, Carlos. Mafia y narcotráfico en
Colombia: elementos para un estudio comparado, págs. 152-153 y León, Adolfo & Rojas Diana, El
narcotráfico en Colombia. Pioneros y capos, 2008.
30
Durante la década de los 80 los carteles colombianos decidieron posicionar a la
cocaína como el estandarte del narcotráfico ejercido por estos grupos, esta elección en cuanto
a la promoción del tráfico de este narcótico, no solo les brindó nuevas oportunidades de
mercado a los carteles, sino que representó una optimización en cuanto al margen de
ganancias, lo que permitió una acumulación de riqueza dentro de estas organizaciones como
nunca se había visto. Mientras que en la época del tráfico de marihuana se necesitaban 24.000
toneladas para generar unas ganancias aproximadas de 50 mil millones de dólares, con el
tráfico de cocaína solo se requerirían 720 toneladas para generar la misma suma de dinero.
De este modo, la relación peso/volumen/precio con la cocaína, hacía que fuera menos
dispendioso para los traficantes transportar la droga, a la vez que les otorgaba un mayor
margen de ganancias (Parra, 1997, pág. 102; Thoumi, 1997, pág. 48). En este orden de ideas,
para los carteles colombianos, el tráfico de cocaína significó una rápida aceleración en el
incremento de las ganancias económicas, que, a su vez, se tradujo en una mayor expansión
de las redes de tráfico, y, por lo tanto, en un mayor número de personas implicadas e
interesadas en el negocio de las drogas.
Por otro lado, la optimización del narcotráfico a través de la cocaína estuvo
complementada por los procesos de organización y transnacionalización de los carteles. Al
conformarse estas empresas criminales, algunas de las personas que habían traficado
estupefacientes y que habían contrabandeado en épocas anteriores, hicieron parte del proceso
de fundación tanto del cartel de Medellín como el de Cali5. Lo anterior permitió que los
carteles pudieran heredar parte de los modos de operación y de las rutas de tráfico, pero
también parte de las redes transnacionales, incluyendo proveedores, distribuidores y clientes
(Gallego, 2012, pág. 51-60).
5 El cartel de Medellín se forma a partir de la unión de Pablo Escobar, quien desde los 70s se había adentrado
en el mundo del tráfico de drogas; de Gonzalo Rodríguez Gacha, quien trabajando para un reconocido
esmeraldero llamado Gilberto Molina se había vuelto experto en el contrabando y el sicariato; y del Clan de los
Ochoa, una familia que se había dedicado al narcotráfico en los 70s. El cartel de Calí se forma gracias a los
hermanos Rodríguez Orejuela, quienes habían hecho parte de un grupo criminal llamado Los Chemas que se
dedicaban a narcotráfico y al secuestro como medios de financiamiento, algunos de los integrantes de este grupo
acompañaron en la fundación del cartel de Calí a los hermanos Orejuela. Para mas información véase: Fabio,
Castillo, Los jinetes de la cocaína, 1987 y Medina, Carlos. Mafia y narcotráfico en Colombia: elementos para
un estudio comparado, 2012.
31
Desde sus inicios los carteles lograron establecer contactos y una ruta de transporte
que les permitía importar pasta base de coca desde Perú y Bolivia hasta Colombia, con lo
cual se aseguraban un abastecimiento “fluido” del producto bruto, que luego terminaría
siendo refinado hasta convertirse en cocaína en los laboratorios de las selvas de Colombia
(ver anexo 2), haciendo que el producto final, el que generaba mayores ganancias, quedara
en manos de los narcotraficantes colombianos.
Entonces, a partir de esta expansión y abastecimiento, las organizaciones
narcotraficantes adquirieron una especie de poder clandestino de una naturaleza violenta y
corrupta, capaz de injerir y condicionar las dinámicas sociales, económicas y políticas. Por
esto, el narcotráfico visto como una problemática multidimensional, cobra una gran
relevancia dentro de las políticas de seguridad de los países involucrados al igual que en la
agenda internacional.
Ahora bien, las redes de distribución y comercialización ya construidas anteriormente
por los fundadores de los carteles fueron la puerta de entrada hacia el mercado de la cocaína
en Estados Unidos. El auge que tuvo el narcótico en ese país propició la consolidación de los
carteles colombianos como los mayores controladores de la cocaína a nivel mundial. De esta
manera, Estados Unidos no solo se volvió el punto principal para la comercialización del
estupefaciente, sino que se volvió un eje central dentro de los intereses de los mayores
representantes del narcotráfico en Colombia (Espitia, 2003).
En este contexto entonces, y dadas las altas tasas de consumo en Estados Unidos, el
grado de inserción que tenía el narcotráfico dentro de la economía norteamericana, y el
incremento de los índices de criminalidad y violencia producidos por las actividades del
tráfico de estupefacientes, es que se concibe al narcotráfico como una amenaza directa de la
seguridad nacional. Es así como en 1982 el presidente republicano Ronald Regan hace la
declaración oficial de la Guerra contra las Drogas a través de una estrategia fuertemente
militarizada e intervencionista (Benítez, 2009, pág. 40; Rosen & Zepeda, 2016, págs. 68-69).
Esta declaración era el fruto de la transnacionalización de la problemática del narcotráfico
hacía un país como Estados Unidos, y la evidencia de cómo las actividades delictivas de las
organizaciones criminales, conocidas como carteles, empezaban a tener una incidencia en la
seguridad del país norteamericano.
32
La gran urgencia con la que Estados Unidos enfrentó el problema del narcotráfico en
la década de los 80 no solamente se evidenció en la estrategia adoptada, sino que también,
en el despliegue de recursos para acompañarla. El presupuesto para combatir el narcotráfico
aumentó de 1 millón de dólares a 196 millones de dólares en solo 5 años. Además de esto, se
calcula que durante la presidencia de Reagan se destinaron aproximadamente 4.3 billones de
dólares en la lucha contra las drogas, de los cuales el 70% se enfocaron en políticas y
programas6 que buscaban atacar la oferta de los estupefacientes por medio de la erradicación
y la interdicción en los países productores (Bagley, 1997, págs. 270-272).
Uno de los puntos fundamentales de la Guerra contra las drogas fue intervenir en los
países productores para poder acabar con la oferta de estupefacientes. Dado que el 80% de la
cocaína producida en Colombia iba a parar al mercado estadounidense, y que este narcótico
era considerado el que mayores estragos estaba ocasionando en la sociedad norteamericana,
se fijó a Colombia como uno de los puntos clave donde se debía librar esta guerra (Bedoya,
2013). Esta prioridad de intervenir en los países productores, y específicamente en Colombia,
tuvo rápidamente una influencia en cómo se iban a configurar las políticas antidroga de este
país.
Con la Ley 27 de 1980, que entraría en vigor dos años después, el gobierno de Julio
Cesar Turbay Ayala daba la apertura del nuevo carácter que iba a adquirir la lucha contra el
narcotráfico en Colombia. La Ley de Extradición, que contaba con el sello “made in USA”,
fue el primer mecanismo con el que oficialmente el Estado colombiano iba a iniciar la
persecución del narcotráfico. Aunque en los primeros años la ejecución de la ley se vio
obstaculizada por la gran cooptación que habían sufrido las instituciones estatales a manos
de los carteles, con el asesinato del Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, en 1984, se
hizo efectivo el cumplimiento de dicha ley y se extraditó a los Estados Unidos a Carlos
Ledher, uno de los altos mandos del cartel de Medellín (Castillo, 1987, págs. 186-188).
6 Algunas de las políticas antidrogas sobresalientes implementadas durante la presidencia de Reagan fueron: La
ley integral de control de delito de 1984, que asociaba una serie de delitos con el narcotráfico e imponía penas
severas a los culpables; el Acta antidrogas de 1986, que vinculaba a las fuerzas armadas en operaciones
antinarcóticos y fomentaba una mayor participación de EEUU en las políticas antidrogas de los países
productores; y la Ley Nacional de Estupefacientes de 1988, que creó la Oficina Nacional de Control de Drogas.
Información en: Pinilla, F. & Martínez, L. Análisis de las políticas de las luchas contra las drogas en los
Estados Unidos durante el periodo 1981-1989, 2017, págs. 29-30.
33
Para complementar la Ley de Extradición, el Estado colombiano puso en marcha otra
serie de “armas” recomendadas por Estados Unidos, que fueron los principales mecanismos
con los que Colombia aplicó la Guerra contra las drogas: la erradicación de cultivos a través
de la fumigación; la localización y destrucción de los laboratorios de procesamiento de la
coca; la participación del Ejército en las operaciones antinarcóticas -como las recién
mencionadas-; y, el rastreo e incautación de bienes y activos con vinculación al narcotráfico
(Benitez, 2009, págs. 41-42).
Como respuesta al impacto que dichas acciones tuvieron sobre el negocio de los
carteles, y en vista del “asedio” que estos últimos estaban sufriendo, los carteles decidieron
adoptar una violencia indiscriminada en contra del Estado y de la sociedad civil. Los carteles,
en especial el de Medellín, adquiriría un modo de operación beligerante en el cual el
narcotráfico y el terrorismo se volverían sus vehículos para sostener su lucha contra el Estado.
Como consecuencia, la lucha contra las drogas entraría en un espiral de violencia, y además,
la militarización como medio para librar esta lucha, adquiriría un mayor grado de legitimidad
(León & Rojas, 2008).
En este orden de ideas, ya para finales de la década de los 80, el narcotráfico en
Colombia empezaba a mostrar algunos signos de transformación como consecuencia de la
Guerra contra las drogas -declarada en Estados Unidos, pero que se luchaba principalmente
en los países productores de estupefacientes, como era el caso de Colombia-. Por un lado, los
carteles se consolidaban como lo grandes hegemones del narcotráfico mundial, llegando a
controlar un 80% del comercio mundial de estupefacientes, lo cual representaba en ganancias
el 10% del PIB colombiano. Lo anterior les garantizó la ampliación de las redes
transnacionales que hacían que el negocio operara de una manera relativamente más
organizada y efectiva, y por supuesto con un mayor alcance (Sandoval, Lopez, & Cárdenas,
2009). Sin embargo, la adopción de la violencia indiscriminada como fundamento en la lucha
contra el Estado, hizo que se abriera un frente de batalla directo con el mismo, lo cual
desencadenó una lucha de desgaste que de una manera u otra fue empezando a mermar el
poder de los carteles.
Lo anterior propició un escenario conveniente para que surgieran otros actores
capaces de disputar el control de los carteles en cuanto al tráfico de drogas, esto se traduciría
34
en una diversificación y atomización en cuanto al tipo de agentes que utilizaban este negocio
como un instrumento de financiación, según sus propios intereses. Un ejemplo de lo anterior
es la vinculación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con el
narcotráfico, lo cual complejizaría la problemática, ya que la lucha contra las drogas pasaba
a ser un componente relacionado con el conflicto armado colombiano (Ríos, 2016, págs. 213-
215). La vinculación directa del narcotráfico al conflicto armado serviría para incrementar
aún más la percepción de amenaza frente a este fenómeno.
Asimismo, la introducción de actores adicionales en la problemática del narcotráfico
se vio reflejada también en la incorporación en la lucha contra las drogas de nuevos Estados
y organismos internacionales, por lo que el final de la década del 80 y el inicio de la década
del 90, estarían marcados por una internacionalización del problema puesto en cuestión.
3.2 Atomización del narcotráfico e internacionalización de la problemática del negocio
de las drogas
En el presente apartado se estudiará cómo a partir de la Guerra contra las drogas, emprendida
por los Estados norteamericano y colombiano principalmente, se ocasionaron una serie de
factores que fueron reconfigurando y redefiniendo al narcotráfico. En primer lugar, se
analizará cuáles fueron las causas que permitieron la entrada de nuevos actores
narcotraficantes, esta diversificación de la cantidad de agentes implicados con el tráfico de
drogas se conocerá como una atomización del narcotráfico. Posteriormente, conforme a lo
anterior, se estudiará como paralelamente a dicha atomización del narcotráfico, surgieron
respuestas para hacerle frente a este fenómeno y cómo surgió la necesidad de que una mayor
cantidad de Estados y organismos internacionales se involucraran en la lucha contra las
drogas, vislumbrando una ampliación de la amenaza sembrada por el narcotráfico pero
también una ampliación en el repertorio de acciones emprendidas para combatirlo; denotando
la necesidad de establecer una agenda internacional conjunta. Dando como resultado una
internacionalización de la problemática del tráfico de estupefacientes.
Durante el convulso contexto de violencia entre el Estado colombiano, apoyado por
los Estados Unidos, contra los carteles de la droga, el narcotráfico va a encontrar un nuevo
huésped al cual le permitirá financiar su propia guerra. Es así como en los últimos años de la
década de 1980, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) vieron en el
35
narcotráfico la posibilidad de financiar su propia guerra contra el Estado Colombiano. Las
FARC percibieron una ventana de oportunidad en zonas donde ellos tenían un control
territorial y en aquellas zonas se afianzaron como los garantes de la seguridad de los cultivos
de coca y de los laboratorios que producían la cocaína al interior de las selvas colombianas.
Desde 1989, con la implementación del “impuesto de gramaje”7, las FARC entraban
oficialmente a ser parte del negocio del tráfico de drogas (Ríos, 2016, págs. 213-215). La
entrada de las FARC como engranaje del narcotráfico, no solo marcaba el inicio en cuanto a
una tendencia al incremento de los actores dentro de este negocio, sino que planteó la
necesidad de reformar la lucha contra las drogas, y a su vez, la lucha contrainsurgente.
En el último año presidencial de Virgilio Barco (1990), la lucha antinarcóticos
promulgada desde Estados Unidos hace converger dos elementos que hasta ese momento
parecían ser independientes: la estrategia contrainsurgente y la lucha contra las drogas. Aquel
viraje en la lucha antinarcóticos se materializó rápidamente en el suministro por parte de la
Casa Blanca de un paquete de ayuda de emergencia de 65 millones de dólares que se
reflejaban principalmente en equipo militar (Benitez, 2009, pág. 42). La amenaza del
narcotráfico mezclada con la amenaza del conflicto armado colombiano, sirvió para reafirmar
el tipo de estrategia militarizada que había adoptado Estados Unidos en la lucha contra las
drogas, ya que ahora había una necesidad expresa de utilizar al Ejército para combatir a la
guerrilla, que a su vez resultaban ser promotores del tráfico de drogas.
Por otro lado, los primeros años de la década de los 90 estuvieron marcados por el
desgaste del conflicto que sostenían los carteles narcotraficantes y el Estado colombiano. Un
conflicto que se caracterizó por el despliegue de una violencia indiscriminada tanto en la
ciudad como en el campo, pero también por la concentración de esfuerzos que puso el Estado
colombiano -patrocinado por Estados Unidos- para neutralizar a los carteles y los que estaban
a la cabeza de dichas organizaciones, entendiendo -en cierta medida de forma errónea- que
focalizándose en estos objetivos podrían acabar en gran parte con el narcotráfico en el país.
(Bagley, 2000, págs. 11-12; Espitia, 2003, págs. 67-68).
7 En un principio el impuesto de gramaje era un cobro del 15% sobre cada transacción de pasta de coca que se
hacía dentro de los territorios controlados por las FARC, es decir, que todo lo que se producía con relación a la
cocaína dentro de los territorios controlados por las FARC estaba sujeto a este impuesto. Información en: Ríos,
Jerónimo, La narcotización del activismo guerrillero de las FARC y el ELN 1998-2012, 2016, pág. 20.
36
Para la segunda mitad de los años 90, los carteles del narcotráfico se encontraban
prácticamente desarticulados. Aquellas empresas criminales que dominaron el tráfico de
drogas a finales de los años 70 y 80 se habían visto desmanteladas, ya sea porque sus grandes
jefes habían sido abatidos -como el caso de Pablo Escobar en 1993-, o porque los cabecillas
del cartel habían sido capturados o se habían entregado a la justicia -caso de los hermanos
Rodríguez Orejuela del cartel de Cali-. Esto dejo un vacío de poder frente al control del
negocio del tráfico de drogas que supo ser aprovechado por las pequeñas organizaciones
narcotraficantes emergentes, y por supuesto, por la guerrilla de las FARC, que ya contaba
con una posición establecida frente al tráfico de estupefacientes (Gallego, 2012, págs. 153-
161). Por tal motivo, el narcotráfico como actividad ilícita y lucrativa supo encontrar los
medios para mutar e ir desplegándose a través de nuevos actores. La atomización del
narcotráfico se tradujo en la conformación de nuevos grupos criminales que se estructuraban
en organizaciones pequeñas -derivadas en parte de la fragmentación que habían sufrido los
carteles-, y en la adopción que tuvo el narcotráfico en los grupos armados al margen de la
ley.
Los principales elementos que caracterizaron la atomización y la remodelación del
narcotráfico después de la caída de los carteles fueron:
Intervención de economías transnacionales, globalización del mercado, acciones
que dan cuenta de procesos de sofisticación y optimización de las nuevas
organizaciones del narcotráfico. Descentralización del control de las actividades
de producción y tratamiento del producto, construcción de un complejo tejido de
redes de comunicación y distribución a lo largo y ancho del mundo, un fenómeno
que, en correspondencia con las tendencias globalizantes, supone una dependencia
cada vez menor del territorio y de la homogeneidad de la organización tradicional.
(Paredes, 2018, pág. 267)
La conformación de nuevas organizaciones narcotraficantes según estas
características posibilitó que se constituyeran nuevos mercados en varias partes del mundo,
y aunque Estados Unidos seguía siendo el principal punto de comercio para estos nuevos
agentes del narcotráfico, había alternativas por explotar y nuevas redes criminales por
consolidar. Bajo esta premisa, el narcotráfico intensificaba las alarmas dentro de la agenda
internacional en un contexto de globalización generalizado.
37
El precedente por internacionalizar la problemática del narcotráfico, y de por sí la
Guerra contra las drogas, se sentaría en 1988 con “La Convención Contra el Tráfico Ilícito
de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas” de la Organización de Naciones Unidas
(ONU). Este documento adopta algunas de las medidas propuestas desde el gobierno de
Estados Unidos como estrategia para hacerle frente al narcotráfico. Lo anterior se evidencia
en los artículos 4, 6 y 10 de dicha convención; el artículo 4 hace referencia a la extradición,
que especifica: “Fortalecimiento de las obligaciones en materia de extradición por delitos
relacionados con el tráfico de drogas” (ONU, 1988, art. 4); el artículo 6 se basa en la
cooperación y capacitación en materia de represión, el cual exhorta a que haya una
cooperación entre los países para hacer cumplir las leyes antinarcóticos y promueve una
asistencia que incluye la formación y el intercambio de expertos en materia de drogas (ONU,
1988, art. 6); finalmente, el artículo 10 es sobre las medidas para eliminar los cultivos ilícitos,
establece “Medidas para reducir el cultivo ilícito y no fiscalizado de las plantas de las que se
extraen estupefacientes, y en particular la prevención, la sustitución y la erradicación de los
cultivos” (ONU, 1988, art.10).
Como se puede ver, esta Convención recoge parte de los lineamientos que la
estrategia estadounidense había utilizado para suprimir el narcotráfico de los carteles. Era un
intento por establecer una agenda internacional común acerca de cómo los Estados debían
proceder frente al tráfico de drogas (Cardinale, 2018, p. 117). Sin embargo, dentro del
contexto de los años 90, los demás actores que participarían en la lucha contra las drogas no
necesariamente acogerían esta fórmula.
Teniendo en cuenta lo anterior, surgirían nuevas posturas desde la participación de
nuevos actores que buscaban combatir el narcotráfico. Para la segunda mitad de la década de
los 90, el aumento del consumo de cocaína se había incrementado de manera ostentosa dentro
de algunos países europeos, la epidemia de la cocaína estaba en Europa y representaba una
amenaza multidimensional, lo que incluía una amenaza para la seguridad pública (Picón,
2006; Royela & Laurent, 2009). Es desde este punto que los tentáculos de las organizaciones
narcotraficantes colombianas iban a abrirse paso dentro del mercado europeo. Por lo tanto,
la Unión Europea (UE) le va a declarar formalmente la guerra a las drogas y, aun así, el
38
enfoque con el que este organismo multilateral va a plantear su estrategia va a tomar distancia
del enfoque militarizado de Estados Unidos.
Dentro del marco del “Plan de Acción de Lucha Contra la Droga” -diseñado en 1990
pero aplicado hasta 1994-, se ordenaron los lineamientos con los cuales los países de la UE
le harían frente al narcotráfico. Aquellos lineamientos consistieron en: implementar el
principio de responsabilidad compartida, que implicaba trabajar para frenar el consumo
interno en los países europeos, y a la vez trabajar con los países productores con el objetivo
de atajar tanto la oferta como la demanda de estupefacientes; y efectuar una cooperación con
los países productores que se fundamentara en mitigar las causas estructurales que pueden
fomentar el narcotráfico, esto incluye la pobreza y la falta de oportunidades para el desarrollo
económico (Gratius, 2012; Molano, 2009).
Estos lineamientos fueron puestos en práctica por medio de los acuerdos comerciales
y de cooperación que la UE firmó con los países productores de narcóticos, principalmente
con los países andinos. Colombia, a través del Sistema General Preferencial Droga (SPG
Droga), y del Acuerdo Especializado Droga de 1995, recibió beneficios arancelarios para el
comercio de materias primas hacía la UE. Asimismo, también fueron financiados programas
de desarrollo alternativo8. A cambio de esto, el gobierno colombiano debía comprometerse a
sustituir y erradicar un gran porcentaje de los cultivos dedicados a la producción de
estupefacientes (Molano, 2009; Picón, 2006). Este tipo de acciones fueron las que
acompañaron la estrategia de la UE para hacer su entrada en la lucha contra las drogas, y esta
nueva postura, de acuerdo con la cual el narcotráfico es una amenaza para la seguridad, fue
con lo que se consolidaría la internacionalización de la problemática que suscitaba el
narcotráfico colombiano.
Por su parte, vale la pena mencionar que Estados Unidos en los 90 -posterior a la
caída de los carteles- siguió manteniendo su vigor en la lucha contra las drogas a partir de
una política de cooperación militarizada con Colombia. A diferencia del periodo de
8 El programa Plante (1994-1998) que promovía la sustitución de cultivos de coca por cultivos de materias
primas que gozaran de los beneficios arancelarios del comercio con la UE, recibió unos 60 millones de euros
Molano, Giovanni, EL APOYO DE LA UNION EUROPEA A LOS PROGRAMAS DE DESARROLLO
ALTERNATIVO EN COLOMBIA Cooperación para el combate contra el terrorismo y el tráfico ilícito de
estupefacientes, 2009, pág. 102.
39
presidencia de Ernesto Samper (1994-1998)9, se abogó por continuar con un
acompañamiento desde una línea muy similar a la que años atrás había trazado Reagan (León
& Rojas, 2008, pág. 22; Rosen & Zepeda, 2016, págs. 69-70).
De acuerdo con todo lo presentado en líneas anteriores, se podría decir que la década
de los 90 fue la entrada en escena de nuevos actores que, proyectando el narcotráfico y el
crimen organizado colombiano como una amenaza de tipo internacional, decidieron elaborar
estrategias propias que en pequeñas proporciones conservaban ciertos aspectos de las
estrategias que ya se encontraban vigentes para la época. Para ese entonces, el camino para
enfrentar el narcotráfico se bifurcaría en dos rumbos: por una parte, estaría la línea continuista
de la militarización y la represión agresiva, centrada primordialmente en atacar la oferta y la
producción de estupefacientes; por otro lado, estaba la línea “innovadora” que había
fomentado la Unión Europea, que consistía en atajar la demanda y la oferta por igual, desde
una noción de responsabilidad compartida frente al problema del narcotráfico. Por lo tanto,
se puede decir que para ese entonces, la lucha contra las drogas en su practica carecería de
una agenda común concertada internacionalmente.
Para los primeros años del nuevo milenio, las tendencias de la atomización del
narcotráfico y las estrategias surgidas por la internacionalización de este fenómeno
terminarían de asentarse. Ya no solo las FARC se lucraban del negocio del tráfico de drogas,
sino que otros grupos armados, como las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), también
usaban el narcotráfico como un instrumento de financiación de sus actividades criminales y
beligerantes; organizaciones de crimen organizado, como la oficina de Envigado -sucesora
del cartel de Medellín- , los rastrojos y el clan Úsuga -surgidos del paramilitarismo-, ya
cobraban una mayor relevancia en su capacidad de establecer nuevos canales y redes para
hacer efectivo el tráfico de narcóticos (Ríos, 2016). Esta versión modificada del narcotráfico
-que seguía acarreando manifestaciones cargadas de violencia- sería la que plantaría desafíos
para la seguridad de los Estados en el nuevo milenio. Las dos estrategias asumidas por los
diferentes Estados serían las que encaminarían en gran parte la lucha contra las drogas.
9 Durante el periodo de presidencia de Ernesto Samper, el gobierno de EE. UU. descertificó a Colombia en la
lucha contra las drogas, dada la aparente negligencia del mandatario colombiano por hacer efectivas las
pretensiones de la Casa Blanca en materia de extradición y de fumigación de cultivos. Para más información
consúltese León & Rojas, El narcotráfico en Colombia: pioneros y capos, 2018, pág. 22.
40
3.3 El narcotráfico en Colombia en el nuevo milenio: desafíos y perspectivas frente a
una amenaza global
En este apartado se expondrán las perspectivas que ha adquirido el narcotráfico colombiano
a partir de su mutación a lo largo del presente milenio, mutación que se expresa a través de
los cambios que han experimentado las organizaciones encargadas de promover el tráfico de
estupefacientes. Con base en estas perspectivas es que se recalcan los desafíos para la agenda
internacional que representó, y sigue representando, el narcotráfico colombiano; por ende, se
hace necesario evidenciar cuáles han sido esos desafíos y qué estrategias han implementado
los Estados durante el presente milenio para hacerle frente a los mismos.
El inicio del nuevo milenio estuvo marcado por la convergencia de dos factores que
condicionarían de gran forma la estrategia preponderada para enfrentar el narcotráfico. Para
el año 2000 Colombia se había vuelto el principal productor tanto de cocaína como el
principal cultivador de hoja de coca en el mundo, no solo llegando a desplazar a Bolivia y
Perú como los principales cultivadores, sino siendo capaz de poseer unas hectáreas de cultivo
que incluso eran mayores a las de los dos países andinos juntos (ver anexo 3). Mientras que
Perú y Bolivia tenían unas 60.000 hectáreas dedicadas al cultivo de hoja de coca, Colombia
poseía aproximadamente 160.000 hectáreas (Páez, 2011; Bagley M., 2000, pág. 5). El
crecimiento de la tierra destinada a la producción de cocaína estuvo complementado por el
auge de las FARC, que, para este momento, eran el actor más visible con relación a la
representación del narcotráfico en Colombia.
Para los primeros años del siglo XXI, las FARC ahora más allá de lucrarse por
concepto de la producción de estupefacientes, había logrado consolidar las redes para ser
distribuidor y hasta comerciante de diferentes tipos de narcóticos, siendo el de mayor
relevancia la cocaína. La cada vez mayor participación de las FARC en el negocio del tráfico
de drogas es la que daría las ganancias suficientes10 para estimular una expansión del grupo
guerrillero. De la década de los 90 hasta los primeros años del 2000, el número de
combatientes de la guerrilla había aumentado de 10.000 a 18.000, lo cual no solo se tradujo
10 Para los primero años del 2000, el narcotráfico se había vuelto la primera fuente de ingresos de las FARC,
aproximadamente un 50% del dinero que recibía la guerrilla era por concepto del narcotráfico. Para mas
información consúltese: Ríos, Jerónimo, 2016, LA NARCOTIZACIÓN DEL ACTIVISMO GUERRILLERO DE
LAS FARC Y EL ELN 1998-2012, pág. 215.
41
en una mayor presencia dentro del territorio colombiano por parte de este grupo armado; sino
en un mayor control de aquellos territorios aptos para el cultivo de coca (Ríos, 2016; Mantilla,
2012). Esta expansión de las FARC es la que les ayudara no solo a consolidar su lucha contra
el Estado, sino en su posición como mayores representantes del narcotráfico en Colombia.
Bajo este panorama, es que se va a reafirmar la estrategia militarizada y centrada en
atajar la oferta por parte de Estados Unidos como forma de combatir el narcotráfico del nuevo
siglo. Al final del gobierno de Andrés Pastrana, se pondría en ejecución el Plan Colombia
(2000), cuya primera fase iría hasta el 2006. Este programa buscaba mermar al narcotráfico,
siendo uno los factores que alimentaban a las organizaciones criminales, pero también se
establecía como un plan que, atacando el narcotráfico en Colombia, pretendía acabar con el
conflicto interno (Guevara, 2015, págs. 74-75).
Siendo las FARC uno de los principales actores dentro del conflicto armado
colombiano, pero también en el desarrollo del narcotráfico, el Plan Colombia implícitamente
postularía al grupo guerrillero como el foco de combate, de ahí su reafirmación militar como
pilar de la estrategia estadounidense en la lucha contra las drogas. Dentro de un paquete de
ayuda que se estimaría en 4.800 millones de dólares, el 70% estaría encaminado hacia fines
militares que incluían: la recuperación territorial del sur del país -en donde se concentraban
la mayoría de cultivos de coca a manos de la guerrilla-; la modernización del sector de
seguridad y defensa; la erradicación de cultivos de coca -principalmente por medio de la
fumigación-; el desmantelamiento de las instalaciones encargadas de procesar la droga; la
neutralización de las finanzas de los narcotraficantes; y, finalmente, combatir el terrorismo.
El 30% restante estaría destinado a fortalecer las instituciones, promover condiciones de
empleo y fortalecer el comercio con Estados Unidos (Gallego, 2012, págs. 167-168). Es
importante señalar que después del 9/11 -un año después de que se había puesto en marcha
el Plan Colombia”, la Guerra contra el terrorismo tendría elementos asociados a la Guerra
contra las drogas, es por esto que los lineamientos del Plan Colombia incluirían el combate
del terrorismo.
Aunque para el final de la primera fase del Plan Colombia se había disminuido la
cantidad de hectáreas del cultivo de coca (ver anexo 3), Colombia seguía siendo el principal
cultivador mundial y el narcotráfico seguía estando latente como amenaza. Los años
42
siguientes al Plan Colombia trajeron consigo una mayor proliferación de agentes
narcotraficantes, si bien las AUC se habían desmovilizado en el 2007, a partir del
desmantelamiento del grupo paramilitar surgieron las bandas criminales (BACRIM)11,
siendo algunos ejemplos el Clan Úsuga -también conocidos como el Clan del golfo o
Urabeños- y Los Rastrojos. Adicionalmente, las guerrillas del ELN -Ejército de Liberación
Nacional- y el EPL -Ejército Popular de Liberación- entraron a disputar el control de las
FARC como guerrillas narcotraficantes (Niño, 2016, pág. 117; Garzón, 2015). Esta nueva
atomización del narcotráfico en Colombia demostraría las complejidades, expresadas en
desafíos, que conllevaría la lucha contra el narcotráfico en el nuevo milenio.
La aparición de estos nuevos actores, junto con la asociación que había tenido la
Guerra contra las drogas y la Guerra contra el terrorismo, hicieron que durante el gobierno
de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) se acuñaran a todas las organizaciones narcotraficantes
como grupos terroristas, esto incluía a las FARC; de esta manera, el conflicto armado interno
paso a ser también una guerra contra el terrorismo. Bajo este contexto, se decide reanudar el
Plan Colombia -esta segunda fase se conoció como “Estrategia de fortalecimiento de la
democracia y del desarrollo social”- que se compatibilizó con la estrategia nacional Plan
Patriota, como formas de combatir las “narcoguerrillas” y a las demás organizaciones
“narcoterroristas” (Rosen & Zepeda, 2016, págs. 74-73; DNP, 2016; Picón, 2006). La
amenaza del terrorismo se había adherido con la amenaza del narcotráfico, esto sería
instrumentalizado por algunos Estados para legitimar aún más su lucha militarizada contra
las drogas.
La estrategia norteamericana para diezmar la amenaza del narcotráfico se definiría
bajo el mismo tipo de posturas a lo largo del siglo XXI. Pareciera que la militarización y la
intervención en los países que representan la oferta de estupefacientes es la forma predilecta
en como los Estados Unidos libran la guerra contra las drogas. Adicional a la “Estrategia de
fortalecimiento de la democracia y del desarrollo social”, durante el gobierno de Barack
Obama y durante el gobierno de Juan Manuel Santos respectivamente, se implementaría la
tercera fase del Plan Colombia, nombrada como “Iniciativa de desarrollo estratégico para
11 Este fue un término acuñado por el gobierno para referirse a las bandas criminales narcotraficantes surgidas
después de la desmovilización de las AUC. Información en: Garzón, Juan Carlos, 2015, Las bandas criminales
¿Qué son y cómo debe responder el Estado?
43
Colombia”, que aunque mencionaba que se destinarían esfuerzos para la búsqueda de la paz
con las FARC, y una promoción de oportunidades para el desarrollo económico en los
territorios marginados, en su aplicabilidad seguía inclinándose vertiginosamente hacía el
apoyo y entrenamiento militar con fines antinarcóticos.
Durante los últimos 15 años, de cada 10 dólares del Plan Colombia, 7 se destinaron
a ayuda militar y policial y 3 a inversiones para el desarrollo económico y social.
La mayoría de los recursos para la fuerza pública (85%) fueron dirigidos a la lucha
contra el narcotráfico. (DNP, 2016).
Lo anterior, muestra cuáles fueron las percepciones y las medidas tomadas por Estados
Unidos para socavar la amenaza impuesta a la seguridad por el narcotráfico colombiano, de
acuerdo con su transformación durante los primeros 15 años del siglo XXI. Sin embargo,
como el presente apartado pretende mostrar otras perspectivas, que se manifestaron a través
de las estrategias adoptadas por otros Estados para lidiar con la amenaza del narcotráfico
durante el presente milenio, a continuación, se hablará del caso europeo con relación a su
aproximación a la lucha contra las drogas.
Para el año 2000, de forma paralela al inicio de la ejecución del Plan Colombia, la
UE plantearía sus propias banderas para combatir el narcotráfico. Con el “Plan de Acción de
Lucha contra la Droga 2000-2004”, la UE iniciaba su estrategia antinarcótica en el nuevo
milenio destinando unos 300 millones de euros, a modo de cooperación técnica y financiera,
y haciendo empalme con la política multilateral promovida desde la ONU “La Cooperación
Internacional Contra el Problema Internacional de la Droga”. Con esto, la UE iba buscar
fomentar la creación de programas que ayudaran al desarrollo económico alternativo en
Colombia, principalmente en las zonas más afectadas por el conflicto; de igual forma, de
forma novedosa, la UE iba a destinar parte de los recursos de su estrategia para financiar
programas que incentivaran la construcción de paz12. Aun así, el grueso de la ayuda se
enfocaría en la sustitución de cultivos ilícitos por cultivos lícitos. Sin embargo, con la
connotación que adquirió el narcotráfico como resultado de la Guerra contra el terrorismo,
12 Apoyando la efímera política de paz del gobierno de Pastrana, se crearon los programas de “Laboratorios de
paz”, cuyos principios eran: el desarrollo alternativo y la erradicación voluntaria manual de los cultivos ilícitos.
Para esta iniciativa se destinaron unos 37 millones de euros. Información en: Molano, Giovanni, 2009, EL
APOYO DE LA UNION EUROPEA A LOS PROGRAMAS DE DESARROLLO ALTERNATIVO EN COLOMBIA
Cooperación para el combate contra el terrorismo y el tráfico lícito de estupefacientes, pág. 103.
44
algunos miembros de la UE, como España e Inglaterra, destinaron parte de la cooperación
hacía el fortalecimiento militar, percibiendo aquella amenaza del narcoterrorismo (Molano,
2009, págs. 102-103; (Lacuisse, 2007, pág.313).
Ahora bien, entre el 2005 y el 2012 la UE dividió su estrategia en dos lineamientos
con su "Estrategia Europea en Materia de Lucha contra la Droga 2005-2012". Esta estrategia
refleja su línea tradicional y la influencia de los Estados Unidos en el combate del
narcotráfico -lucha antidrogas militarizada-. Por un lado, esta estrategia le daba continuidad
a su enfoque multilateral expresado en el principio de responsabilidad compartida, que,
preocupándose tanto por la demanda como por la oferta, busca contrarrestar el narcotráfico.
Entonces, de acuerdo con este enfoque, se seguirían apoyando los programas de desarrollo
alternativo13, contemplándolos como medios para combatir las causas estructurales -pobreza
y falta de oportunidades de desarrollo económico- que podrían promover el narcotráfico en
Colombia. Por otro lado, algunos Estados miembro de la UE seguían considerando necesario
luchar contra el terrorismo y el narcotráfico a través de mecanismos militares (Gratius, 2012;
Molano, 2009, pág.104).
La más reciente estrategia promulgada para la lucha contra las drogas de la UE,
llamada “Estrategia de las drogas de la Unión Europea 2013 – 2020”, ha vuelto a centrarse
en algunos de los principios originarios de aquella estrategia de los años 90. Siendo la
corresponsabilidad el bastión con el que la UE ha buscado más recientemente frenar el
narcotráfico. Frente al caso colombiano, esta estrategia buscaba promover programas de
cooperación que mantuvieran los esfuerzos encaminados a reducir la producción de
estupefacientes a partir de programas alternativos. Asimismo, esta estrategia daba pie para
retomar algunos de los programas constructores de paz que se habían hecho en el pasado -
como los Laboratorios de Paz-, ahora llamados “Nuevos territorios de paz” (Socha & Galvis,
2016; europeo, 2013).
En el 2016 se produciría el mayor punto de inflexión en lo que va del milenio con
respecto a cómo se va a reconfigurar el narcotráfico en Colombia. De acuerdo con esto es
13 Algunos ejemplos de los programas que ayudó a financiar la UE en Colombia, durante este periodo de tiempo
fueron: “Familias guardabosques” y “Proyectos productivos”. Información en: Molano, Giovanni, 2009, EL
APOYO DE LA UNION EUROPEA A LOS PROGRAMAS DE DESARROLLO ALTERNATIVO EN COLOMBIA
Cooperación para el combate contra el terrorismo y el tráfico lícito de estupefacientes, pág. 104.
45
que se plantearán nuevamente una serie de desafíos para los Estados frente a la manera en
que decidirán enfrentar al narcotráfico. Teniendo en cuenta las trayectorias anteriormente
expuestas, con relación a las estrategias internacionales que mayor resonancia han tenido en
los últimos años en la lucha contra la amenaza que ha supuesto el narcotráfico colombiano,
es que se podrán establecer los posibles escenarios y postulados bajo los que se desenvolverá
la lucha contra las drogas en los próximos años.
Desde el 2012 cuando se inician los diálogos de paz entre el gobierno colombiano, en
cabeza de Juan Manuel Santos, y las FARC, se generaría cierta ilusión en la comunidad
internacional bajo la creencia de que la consecución de la paz con este grupo guerrillero
dejaría fuera de acción a uno de los mayores representantes del narcotráfico en los últimos
años, por lo tanto, se esperaba que el narcotráfico colombiano como tal sufriera un gran
declive (Gonzáles, 2020). Con la firma del Acuerdo de paz en el 2016, en efecto las FARC,
como uno de los mayores promotores del narcotráfico, quedaba fuera de la ecuación de la
lucha contra las drogas, lo cual ciertamente haría que el narcotráfico como tal sufriera una
reconfiguración, pero no en favor de las ilusiones que se tenían.
Los años posteriores a la firma del Acuerdo de paz han sido contradictorios con
relación a los que se creía que iba a pasar con el narcotráfico en Colombia. Con el vacío de
poder que dejaron las FARC en muchos de los territorios sobre los que ejercían un control,
se ha desarrollado una disputa entre las BACRIM -principalmente El clan del golfo y Los
rastrojos- y entre las guerrillas remanentes -el ELN y el EPL- por hacerse con el control de
esos territorios “vacíos” y por controlar las cadenas de distribución y comercialización que
poseían las FARC. Esta disputa que reúne a una amalgama de agentes narcotraficantes va a
implicar un recrudecimiento del narcotráfico en Colombia (Hernandez & Gallardo, 2019).
La intensificación del narcotráfico colombiano se va a ver reflejada en el informe del
2019 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (por sus siglas en
ingles UNODC), que reveló unas cifras alarmantes para la comunidad internacional y
decepcionantes para la lucha contra el narcotráfico. En el 2017 se alcanzó la cifra récord de
la mayor cantidad de cocaína producida (1.976 toneladas aproximadamente), de las cuales el
70% fueron producidas en Colombia, reflejando un aumento del 31% de producción de
cocaína con referencia al año anterior. Esto a su vez se vio acompañado de un aumento en el
46
consumo de la droga a nivel mundial, siendo Estados Unidos el del mayor índice (2.1%)
(UNODC, 2019, pp. 10-11). Esto no solo refleja un resurgimiento del narcotráfico como tal,
sino que deja entrever el contexto bajo el cual surgirán los más recientes desafíos para
combatir esta reconfiguración que ha tenido el narcotráfico en Colombia.
De acuerdo con lo anterior, hoy en día ya se pueden ver algunas respuestas que están
teniendo los Estados, y que de cierta manera permiten vislumbrar el tipo de estrategias que
adoptarán con referencia a la actual lucha contra las drogas. Desde el 2019 el gobierno
estadounidense encabezado por Donald Trump ha presionado al gobierno colombiano para
que tome medidas pertinentes para revertir la actual situación de la reactivación del
narcotráfico, como la fumigación masiva de cultivos. Dado lo hecho en ese año con respecto
a la erradicación de cultivos de hoja de coca por parte de Colombia, en septiembre del 2020
se reanudó la certificación de Estados Unidos hacía Colombia como país comprometido en
la lucha contra las drogas. Esta certificación garantiza que por un año más Colombia seguirá
recibiendo recursos por parte de dicho país a modo de cooperación para hacer efectiva su
lucha contra el narcotráfico (Vita, 2020) .
A su vez, la llegada a Bogotá, en junio del 2020, de la brigada militar de Asistencia
de Fuerza de Seguridad (SFAB por sus siglas en inglés) como una muestra del compromiso
de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, son las señales claras que muestran el
tipo de estrategia que empleará Estados Unidos actualmente para combatir al narcotráfico
(BBC, 2020; Maseri, 2020).
Por otro lado, pareciera que la UE mantendrá su mismo enfoque en cuanto a su
estrategia contra las drogas. En primer lugar, tanto en el Plan de Acción de la UE en materia
de Lucha contra la Droga 2017-2020, como en el Informe Europeo sobre drogas de 2019, se
reafirma la postura de la UE de mantener su principio de responsabilidad compartida como
uno de sus fundamentos para librar la lucha contra las drogas. En segundo lugar, estos
documentos también recalcan la importancia de la cooperación sustentada en el desarrollo
alternativo como medio para cambiar las condiciones estructurales que facilitan la
acomodación del narcotráfico en las sociedades de los países productores. Específicamente
para el caso colombiano, todo esto pareciera materializarse en el apoyo de la UE a la
implementación del Acuerdo de Paz, ya que este incluye puntos que implican la aplicación
47
de programas encaminados a la sustitución de cultivos ilícitos por medio del fomento de
actividades económicas alternativas que signifiquen un bienestar para las poblaciones de las
zonas más vulnerables del país (Deutschewelle, 2020; Toxicomanías, 2019; europeo, 2017).
Se podría decir que, por una parte, la estrategia estadounidense reflejada en estas
primeras intervenciones para enfrentar los desafíos pertenecientes a las actuales dinámicas
que ha adquirido el narcotráfico colombiano se ha mantenido en una línea casi que igual a la
que venía mostrando en los primeros 15 años del actual milenio. Es decir que es una estrategia
que sigue priorizando la supresión de la oferta en los países productores por medio de
acciones militarizadas que incluyen métodos de erradicación masivos y forzosos. Por otra
parte, la UE también sigue manteniendo una estrategia antidrogas fundamentada en los
lineamientos establecidos durante los primeros años del siglo XXI, lo cual se traduce en una
estrategia multilateralizada desde el principio de responsabilidad compartida, y con un
enfoque de cooperación sustentado en tratar de reformar las condiciones estructurales que se
creen que propician la consolidación del narcotráfico.
El presente capítulo hace un recorrido a través de los últimos 40 años para evidenciar
los momentos en los que el narcotráfico colombiano, mediante su operatividad criminal, ha
representado una amenaza y un desafío dentro de la agenda internacional. Sin embargo, se
debe decir que para que este fenómeno haya llegado a adquirir esta connotación, fueron
necesarias una serie de transformaciones en cuanto a las formas en que se ejerció esta
actividad delictiva, pero también en cuanto a las estructuras criminales que representaban el
narcotráfico en Colombia. Con base a lo investigado en este capítulo, se puede decir que hay
una correlación en las transformaciones que ha sufrido el narcotráfico en Colombia y en el
actuar de los Estados que han percibido al narcotráfico como una amenaza para su seguridad.
Es decir, el narcotráfico muta por la injerencia que tienen los Estados para neutralizar su
funcionamiento, pero en la medida en que se produce esa mutación surge un nuevo riesgo
que demanda nuevas medidas, que a su vez se extrapola a los temas a tratar dentro de la
agenda internacional.
48
Conclusiones
La escogencia de la cocaína como eje central del narcotráfico en Colombia será lo que le
otorgue las mayores ventajas comparativas a las organizaciones colombianas, con relación al
tráfico de drogas a partir de los 80. Adicionalmente, desde los carteles hasta las guerrillas,
no solo escogieron la producción y el tráfico de cocaína como fuente de ganancias
financieras, sino que incorporaron una organizacion mafiosa dentro de su funcionamiento.
Esto, en conjunto con las dinamicas propias del narcotráfico colombiano, crearon
organizaciones criminales con una capacidad de acumulación de riqueza y de poder que se
vieron estimuladas por el mercado pero también por la violecia y la beligerancia. Esta
combinación de factores fue lo que permitió que las organizaciones criminales pudieran
estimular su expansión y crecimiento. Por lo tanto, se podría decir que, en el caso del
narcotráfico en Colombia, es la predilección por la cocaína y la fusión de elementos propios
de las mafias junto con las particularidades de la criminalidad del trafico de drogas, lo que
hizo y sigue haciendo que este fenómeno, a partir de sus tranformaciones y expansiones,
adquiera una envergadura que es capaz de plantear desafios a la seguridad global y plantear
el tema como prioridad en la agenda internacional. La cocaína y sus eslabones de producción,
distribución y comercialización, representan una particularidad para el caso del narcotráfico
en Colombia, que hace que esta problemática, que se desarrolla a partir de unos factores
domésticos específicos, pueda externalizarse y cobrar una gran relevancia a nivel
internacional.
Desde otra perspectiva, este trabajo encuentra que los procesos propios y
caracteristicos de la globalización, han llevado al fenómeno trasnacional, no solo a cobrar
gran relevancia, sino a reinventarse, transformarse y pensarse para evadir todo intento de
control que va surgiendo en el plano de un Estado o del sistema internacional. La
globalización tiene una relación de dos vías con el narcotráfico toda vez que ha sido
catalizador del “nuevo” narcotráfico, pero también ha presionado a que esta nueva amenaza
a la seguridad internacional haya visto una atomización. Gracias a esto, se pasó de tener
grandes carteles y una fuerte concentración del narcotráfico en Colombia, a pequeños pero
variados grupos metidos en el negocio de las drogas. Además, la globalización también ha
permitido que otras formas de economías criminales o ilegales tengan contacto con el
49
narcotráfico, como por ejemplo el contrabando; que se volvió una nueva y compleja forma
de lavado de activos a controlar por los Estados.
Precisamente todos estos desafíos que se plantean a la seguridad internacional, sin
importar el momento que esté viviendo el narcotráfico, han llevado a las relaciones
internacionales a tener en cuenta un mecanismo de respuesta común. Es decir, la culpa no es
exclusiva de los países productores/cultivadores sino también de aquellos que tienen una
fuerte demanda. Para ello, y como respuesta a un incesante narcotráfico que atacaba todas
las esferas de control político y Estatal, la comunidad internacional empezó a optar por tener
una respuesta mancomunada. Esto surge un poco en contraposición a las viejas posturas de
securitización.
Por lo anterior, este trabajo encuentra como eje fundamental de la investigación el
concepto de securitización. Para el caso Colombiano, se puede argumentar con lo expuesto
en los capítulos, que la elección para atacar al tráfico de cocaína ha sido meramente de
securitización militar y económica del tema. Desde la decada de los 80, el enfoque punitivo
y la respuesta militar, han sido evidentes y reiterativos por más que no hayan sido efectivos.
Colombia alcanzó, hacia la decada de los 90, a perder el control de su territorio y, solo en el
uso de medidas extraordinarias, como el incremento del pie de fuerza y el uso reiterativo de
estados de excepción, podría empezar a enderezar el camino del Estado, la Nación y de los
gobiernos venideros. Económicamente hablando y en palabras de InSight Crime , la pobreza
es el caldo de cultivo para el narcotráfico (InSight Crime, 2018). Las redes criminales
aprovechan ese vacío para lograr permear la sociedad y entrar frecuente y fuertemente en las
dinámicas del mercado global actual.
Las estrategias de atacar el problema desde la oferta y la demanada y, la estrategia de
atacar solo la oferta, han copado el repertorio de acciones que desde la comunidad
internacional se ha empleado para dirimir la amenaza a la seguridad global. Sin embargo, se
debe decir que la manera en que se ejecutan estas estrategias no son excluyentes la una de la
otra. Es decir, en algunos momentos las acciones que han tomado los Estados para combatir
el narcotráfico han combinado elementos pertenecientes a ambas posturas. Como resultado,
se hacen intentos de establecer en la agenda internacional respuestas consensuadas y
generalizadas para tratar el problema como una prioridad.
50
En conclusión, la presente investigación ha encontrado que la transformación del
narcotráfico en Colombia presupone los siguientes desafios a la seguridad internacional: 1)
el mismo proceso de transformación que, además es constante, no deja a la comunidad
internacional acturar de manera regular con un mismo enfoque o estrategia; 2) la
globalización pone a disposición un ambiente propicio para que las redes de tráfico de drogas,
a partir de la inclusión de elementos mafisosos,empiecen a actuar con matices de extrema e
indiscriminada violencia -terrorismo-, contrabando y otras formas de crimen organizado
trasnacional o de economías criminales.
Por último, el desafio que deja una mayor inquietud al terminar esta investigación es
que, sin importar el periodo que se tome y la sustancia a tráficar, el enfoque siempre ha sido
punitivo y de penalización. En últimas, termina siendo un enfoque prohibicionista que sesga
las estrategias para mititgar los riesgos asociados al narcotráfico, por su mismo movimiento
en el espectro criminal. Entonces, aunque no es el objeto de este estudio, si es importante
preguntar qué espacio puede tener la conversación de legalización en cuanto a lo que es el
consumo y el tráfico de estupefacientes en relación al crimen organizado. ¿Podría la
legalización de estas sustancias ser la solución a la carencia de resultados que ha tenido la
lucha contra las drogas y ser un viraje en la estrategia asumida en la agenda internacional?
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colombia-como-pais-que-contribuye-a-la-lucha-contra-las-drogas-3061299
54
Anexos
Anexo 1:
Diagrama tomado de: Espitia, Ricardo, La nueva organización del narcotráfico, 2003, p. 65, Universidad de los Andes.
55
Anexo 2:
Infografía tomada de: https://pacifista.tv/notas/paso-a-paso-de-la-hoja-de-coca-a-la-cocaina/
Anexo 3:
Fuente: Paez, Cesar, 2011, en: Cuatro décadas de Guerra contra las drogas ilícitas: un balance costo - beneficio