Revista Pelotazo N°12

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Nuevo número de la revista de historietas para chicos mas copada del mundo

Transcript of Revista Pelotazo N°12

Yiyí - Grupo Aquelarre / Soy L.A.Ventura - Brian Jamchez / Cosas que pasan en un pueblo - L, Fernandez / Feliz cumpleaños - J. G. Pañomera y Chester Greenbag / Zoila

Zombie - Lubrio / María Magdalena - María Magdalena.

Topati - Brian Janchez / Perro de la calle - L. Gillig / Oso Poderoso - Juampa Camarda/ Chiste final - Brian Janchez /

- Aquelarre- L. Fernandez- C. Greenbag- Lubrio - María Magdalena- L. Gillig

Llegamos al número doce de la revista.¡Qué locura! Me emociono pen-sando en cómo lo festejarían nuestros personajes: seguro que Ventura rompería las copas de cristal por estar jugando con sus amigos.Zoila intentaría comerse los cerebros de algún distraído mientras baila y Topati andaría por ahí muy guapo vestido de fi-esta pero todos lo confundirían con un disfrazado. Pero nuestra fiesta ya está lista para empezar, y comienza con la tapa de Nahuel Sagarnaga.Los que tienen invitación para asistir a esta fiesta son Brian con Topati y Ventura que se pelean y hacen lío.

Juampa viene con una historie-ta nueva que pinta genial. Zoila, de la mano de Luis, va a una fiesta muy parecida a la nuestra y María Magdalena nos cuenta más de sus desventuras.Lauri nos cuenta una diver-tidísima anécdota de su niñez que todavía no la deja dormir y Jorge nos cuenta lo que le pasó a un nene el día de su décimo cumpleaños.Vuelve el perro de Gillig y nos visita otra vez Yiyí. Acá debajo de este texto por obra y gracia de la gente de Aquelarre.Muchos personajes y autores pasaron por este primer año de la revista y con todos queremos celebrar este momento tan es-pecial.

Esperamos que vuelvan pronto el mes que viene, en el segundo año de nuestra revista favorita llena de geniales sorpresas.

Ilustración de Tapa: Nahuel Sagarnaga

El día de su cumpleaños, Guille se levantó temprano. Esos días siempre se ponía nervioso y no podía dormir demasiado.No todos los días uno cumplía diez años pensó. Bueno, en re-alidad eso pasa solamente una vez en la vida. Y no da para pasárselo acostado.Se levantó corriendo. Se vistió mientras bajaba la escalera y casi se cae de cabeza cuando intentó meter el pie en el pan-talón.Su mamá siempre le decía que primero iba el pantalón y después las zapatillas. Pero él, que a veces se divertía hacien-do renegar a su mamá, nunca le hacía caso. Y por eso andaba siempre con las botamangas de los pantal-ones descocidas y deshilacha-das, por culpa de enganchárse-los con las zapatillas.Bueno, la cosa es que por su-erte cuando se venía en banda se agarró de la baranda y se salvó de hacerse un chichón más grande que la panza de su abuelo.Unos minutos mas tarde, ya re-puesto del susto, desayunaba una leche chocolatada caliente con su padre y su mamá.Ellos, por ser su cumpleaños, lo llenaron de caricias, tironcitos de oreja y lamentos fingidos.Decían que su hijito cada día estaba más grande y que ex-trañaban cuando era un bebé y

se hacía caca y pis encima cada cinco minutos.A Guille esos comentarios le dieron un poco de vergüenza pero como habían comprado facturas en su honor se la pasó morfando y no les dio mucha bolilla.Fue a la escuela y todos lo felic-itaron. La maestra le preguntó en broma si había llevado torta y él le dijo que no. Pero había llevado galletitas y algunas gaseosas. Igual tuvo prueba de Lengua y no le fue muy bien. Es que es-taba taaaan emocionado con su cumple que todas las reglas ortográficas se le mezclaron en la cabeza.Después del mal trago del exa-men y un ratito antes de salir

del cole, la maestra le dijo que sacara sus cosas e improvisa-ron una suerte de minicumplea-ños en el curso.Al mediodía, de vuelta en su casa, ayudó a su madre a bal-dear el patio y a colgar los adornos y los globos. Le llenó el balde de agua varias veces ¡e infló como noventa globos!Es que esa tarde esperaban a toda su familia, que era muy numerosa, para comer cosas ricas y celebrar su cumpleaños.Algunas horas mas tarde cuan-do habían llegado todos, al tío Cachi se le ocurrió preguntarle que quería ser cuando fuera grande.El le dijo que no tenía idea to-davía. Entonces toda su familia comenzó a darle consejos.

Escrito por Jorge PalomeraDibujado por Chester Greenbag

Obvio, su tío quería que fuera relojero como él. Su papá quería que diseñara programas para la computadora. Su tía quería que fuera maestro de escuela. Su prima quería que fuera rockero y el vecinito de enfrente quería que fuera kioskero así conseg-uía fiado cuando quisiera choc-olates y no tuviera plata para pagarlos.Jugador de fútbol, ebanista, vendedor de pirulines en la pla-ya y pintor de chicas desnudas fueron cosas que también di-jeron sus parientes.A Guille nada de lo que es-cuchó lo convencía. Aunque lo de pintar chicas con poca ropa sonaba tentador. Pero al ratito pensó que seguro algún novio celoso lo iba a querer golpear entonces desistió de ese oficio.Pensó por unos segundos más y les dijo que cuando él fuera grande quería ser un camión.Su madrina lo corrigió y le dijo que se decía camionero.Y Guille se metió dentro de unas cajas de cartón y les dijo

que él sabía la diferencia entre un camión y un camionero. Que él cuando fuera grande quería ser un camión. Con boci-na, ruedas y todo.La hermana de la abuela de su tío dijo en voz bajita que pensa-ba que este chico estaba loco y Guille se revolcó en el suelo de la risa viendo la cara de sorpre-sa que tenían todos en el rostro.Veinte minutos mas tarde, mientras todos le cantaban el feliz cumpleaños a Guille, el abuelo Picho le dijo al oído que le convenía elegir ser albañil como él porque así podía con-struir edificios muy altos o ave-nidas.Pero Guille no le dio bolilla porque estaba pidiendo sus tres deseos: una pistola de agua, plata para comprarse una compu y que cerraran la escue-la por el resto del año debido a una epidemia de tos y diarrea.De repente la Tía Marga empezó a gritar descontrolada. Al principio Guille pensó que era de felicidad, pero cuando

vio que su prima y su abuela también gritaban y señalaban algo se dio vuelta.Y lo que vio le puso la piel de gallina.La barba del abuelo Picho se prendía fuego porque era tan grande y tan larga que cuando se acercó a hablarle al oído tocó la velita.Entonces cundió el pánico. Todos corrían de un lado a otro. Algunos gritaban en la puerta, uno intentaba llamar por el ce-lular pero por los nervios mar-caba cualquier cosa. Alguien lloraba y el hijo del vecino de enfrente aprovechaba la con-fusión y le metía un dedo a la torta de dulce de leche y choco-late.Guille se puso alerta y pensó que podía hacer para ayudar a su abuelo. Como un rayo recordó a su mamá baldeando entonces salió corriendo y fue en busca del balde de agua. No le importó que estuviera lleno de agua su-cia. Simplemente se lo lanzó en la cara a su abuelo.A la medianoche, todos seguían conversando y se asombraban de lo increíble que había resul-tado ese día y lo inteligente que había sido el cumpleañero. En el piso de arriba, Guille no escuchó los cumplidos que le hacían sus familiares.Muerto de sueño, se acostó en su cama. Y un segundo antes de quedar-se dormido supo que quería ser bombero cuando fuera grande.

CONTINUaRÁ