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NO 30 I Junio-Julio/1973 I $ 5.-
Para unacrítica políticade la cultura
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La ilusión cómica o el teatro desde el punto devista de lo imagin_iopor Octave Mannon i
IcItologías y ciencias socialespor Manuel Castells y Emilio de lpola
Acumulación y centralización en la industria_gentinapor Eugenio Gastiazoro, Eisa Cimillo y Edgardo
Lifschitz
Cortáz.: entre la elipsis y el círculopor Jorge R¡vera
Maldonedo: el diseño todopoderosopor Jaime Zapata
La ilusión cómica o elteatro desde el punto devista de lo imaginario·Octave Mannoni
El ",..,.te tuto COI""""''' .tulo , .•: ac.."nnoni, u oh ...... ca... lo 1"....10(a.h pour rl"""""n ou I'AutIW $eMe, ."",hrla, 19691, de ¡w6xltM .,.,1d6n ., ", ~r...,tldltMlo por Amorronu _Itotw, Bwno. Altw frntduccl6n ,."-tilde Homel.
Al abordar el teatro por su ladoimaginario, nos vemos llevados a proponer la noci6n de ilusión (aúncuando no sea f6cil decir dónde puede situarse esta uilusión") y, porende, la noci6n de identificaci6n,más o menos vinculada con ella.
A ra(z de esto, también pasar' alprimer plano la noci6n de personaje,lo cual nos inclinaré a buscar nuestros ejemplos rnés bien en la com.dia. Ello no implica, sin emblrSJ),que tales cuestiones (ilusión, identificaci6n, personajes) se planteen demanera esencialmente distinta en losotros géneros: en estos se encuentrenmenos manifiestas. Siempre que laescena quiera hacene pasar por unlugar distinto del que en realidad es,siempre que el actor quiera hacersepasar por otro, se creará una perspectiva propia de lo imaginario. Y noparece que el teatro pueda llegarnunca a escapar de estas condiciones,que, sin duda, son constitutivas. Pirandello, discretamente en algunasobras, y una o dos veces sin ningúndisimulo, quiso hacer todo lo posiblepor presentar la escena como escenay los actores como actores, por unaparadoja que no tiene nada de extra·1\0, puesto que de todos modos setrataba de teatro; lo único que logr6por este medio fue llevar hasta susúltimas instancias los efectos de ilusibn, instalándose en el corazón mismo de ese imaginario que parecíadenunciar. Brecht, quien, para eludirprecisamente lo imaginario V las identificaciones, buscaba un efecto contrario -mediante el dist~nciamiénto
y la estilizaci6n- no podía ir ""sall6 de ese cambio de estilo sin caer
_fuera del teatro. Quien asista a la• representaci6n de una pieza de teatrochino tradiciol'lll sin una preparacibn-• Comunlc8Cl6n pnt.nteda en ,. Sac....dld Fr.... de PllC08n6tlllL ... Pqchw./v-, nO s.
LOS LIBROS, Junio - Julio d. 1173
previa, correr' el riesgo de ver laescena tal cual es en realidad, losactores tal cual son. También en estecaso se tratará, objetivamente, deteatro, pero de un teatro que no producirá sus efectos espec(ficos.
En oposici6n a la vertiente imaginari., está la de las convencionesteatrales. Pero pronto veremos queesta distinci6n es ambigua. Las convenciones no cumplen, en el teatro,el mismo cometido que en el ajedrezo en la rayuela. Si la rayuela conduceal Paraíso pasando por el Purptorio,est. son metáforas puras que nisiquiera necesitan .. imaginadas porlos ni"os, o digemos rn6s bien, perapreguntarnos precisamente qué qui.re decir esto, que no van acompeftadas de ninguna "ilusión".
En otros juegos, menos formales,muy diversos y difundidos, las convenciones son mn difíciles de separarde lo que por el momento llamamosilusión. Si un grupo de niftos jUegI •
un juego en el cual una silla debehacer las veces de un avión, será pr.ciso empezar por decir -o lo queequivale a lo mismo, sobreentenderque la silla es un avi6n, y esta con·venci6n pueden los jugadores introducirla explícitamente con la f6rmula: "se dir(a (nosotros dir(amos) quela silla es un avión"··. El empleo delcondicional tiene aquf un caricterblstante singular, pero la expresión"se diría" revela instant6n_menteuna polisemia igualmente singular,pues los ni"os pueden entregarse aljuego de manera tal que "se dir(a"("se creer(a") que la silla es un avión.Una expresi6n como uilusi6n lúdica"sería pleonástica, por lo menos segúnla etimología'! Empero, e' aspectolúdico solo es claro en cuanto se
•• En nuestro nwdlo, "'" que el cond¡"clan.lloa nl"OI utllizen el impef1ltlvo.
advierte cómo descanse IObre ••convenciones; en 61 6'. clr(a" quefunda estas convenciones, sabemosquién es N.N: son los propios milos,en cuanto organizador. del juego.Pero el otro N." del "se clría", elque enuncia la " ilusión", no sabemosquién es. Representa a una especiede espectador, que puede "ar ausente o cuyo cometido puede ser dnempef\ado por los actores mismos dlljuego. Si suponemos que 8IÚ pr___te y q'-- dice: "se creerla verdlcMr.mente. . ." sabemos muy bien queen r.lid8d él no ClfllJrf• ..di.
Se ha dicho -fue MII••m6- ...en el tHtro, en el ....rio, no acontece nada r.1. Es verdad, pero no_puede tOl11lr al pie de la letr. litamanera de decir. Un tknico teatralpuede asistir • una rep~taei6n
justamente pe,.. estudi.r lo CJ.Ie t.Vde r.1 en el escenario. No • .....jante entonces • los dem6s espectadores, que han venido a .,. algbirr.l; pero estos son los conwmidores; el otro, el t4cnico, es un conocedor que no consume, un~que escupe y no traga. . . Aunqwla comparación no tiene ningún valor,puesto que los espectadores-co..umi·dores tampoco tragan nadl. No vienen para que se los engafte. A decirverdad, tampoco se engaften conespectkulos muy dif...nt. -conlos ilusionistas, por ejemplo-. ¿Quiere decir entonces que ven al teRropera asistir I une situlCi6n illaOria dela cUlI no participan?
Existe sin embargo la ideal, flotante, imposible de fijar (en todo casohl existido durante largo tiempo) deque el t.tro debe "dar itusión".m6s o menos. Probablemente I queIS( "deba" ser, y a que no _ .(en los hechos, responda el gwto conque swle contarse l. historia del n..tico o del puebI.ino que por primeravez asiste a una represenuci6n de
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Julio CI6M, y que al comienzo de l.escena del crimen se pone de pie ygrita: " ICuidadoI IEsún armadosl "¿Qué significa esta historia inver05{mil? Nuestr. ganas de que sea verdad, ganas que se confunden con lanecesidad que alguien tuvo de inventaria, merecen quid que nos detengamos en ell•.
Si los actores no pueden proponerse cr.r una ilusión, en el sentidopropio de la pelabra, actúan (juegan)en el interior de Sl.B convencionescomo si lo esencial fuese, mediantelos disfraces, las rMscaras, los trucos,producir esa ilusi6n. En la obra menos "r.lista" (adjetivo dif(cil deusar), donde los disfraces y los decoI1Idos se reducen al mlnimo, si unactor debe repr..ntar a un muerto,tend'" que I*'manecer inmóvil. Delo contrario, ¿se podr' decir que nosdamos cuenta de que no eSÚ muerto?Pero todo el mundo lo sabe, sólo quese dir(a que hay que disimular esesaber. ¿Disimularlo frente a qui'n?Si el polvo del estrado hace estornudar .1 muerto, no habr6 convenciónque resista. La tensión que dichasconvenciones mantienen cesa bruscamente, los espectadores estallan enuna carcajada, el efecto teatral sedestruye. (En beneficio de otra cosa;más adetante veremos d. qu4 setr~.)
Los negros del Africa suelen declarar que, si bien en nuestros d(asY. no se cree en ,. ""searas, enotros tiempos • erela. Afirmaci6npor cierto extrafta y en todo casorigurOSMl8nte incontrolable; no obstante, los etnógrafos tienden misbien a admitirla que a criticarla. Meparece mucho rn6s prudente ver enel" el equivalente exacto de nuestrahistoria del campesino en el teatro.En una palabra, si en el teatro o enpresencia de las mMcaras no somosvíctimas de una ilusi6n, se diría que,para nuestra propia satisfacci6n, necesit'rM1Os que alguien sea presa de8SI ilusi6n. Todo parece estar urdidoJ*'I producirla, pero no en nosotrossino en otro, como si estuvi6semos encomplicidad con tos actores. Ahoraadivinamos qui'n debe estar represent8do por el "." del "se dir(a", atrav. del cual se expresaba la inasible ilusi6n lúdica.
Porque antes, seguramente, se"cre(a en las rnMcaras", si es que laexpresi6n "creer en las ""searas"tiene algún sentido, cosa que exami-
. naremos m. adelante. "Ant." quie-
re decir, me fi..ro, "en la infancia".Se nos ocurre entonces, naturalmente, la idea de una explicación que noha de s8r del todo falsa, aunque s(un poco simple. Y es que hay algoen nosotros, algo del nitio que fuimos, que de alguna men.a debesubsistir, en algún lugar del yo; talvez por el lado de lo que Freud,siguiendo a Fechner, llama precisam81te (Ly por qué esú met'fora?)la aetNIlI del SlMfto; en esa parte, porasí decirlo retraída de nosotros mis..mos, estarla el 'ugar de la ilusi6n,esa ilusión que por ahora no sabemosen realidad en qué consiste. Ser(a esaparte de nosotros mismos la qlMestarla representada, personificada,por los seres cr6dulos de antafto,según cuentan los negros, o por elaldeano que se deja atrapar por lailusión.
Ese crédulo, víctima de la ilusión,figura en ocasiones, por otra parte,en el teatro mismo. Su presencia sehace manifiesta, no tenemos necesidad de buscarla. En una comedia deCorneille, llamada justamente /'/I/u$ion comique, quien ocupa este lugares uno de los personajes: Pridamant(este es su nombre). Ansioso por tener noticias de su hijo Clindor, consulta a un mago quien, con ungolpe de su varita mágica, descorreuna cortina y hace aparecer la vidaa la vez brillante, rid(cula y trágicade Clindor. Lo que ha ocurrido esque Clindor, el exiliado, se ha convertido en comediante, y lo que Pridamant presencia es una comedia,convencido desde luego de que setrata a la vez, hecho harto significativo, de un golpe de magia y realidad.
La fiereci//. dOfnlldll de Shakespeare se representa, supuestam.,te,para divertir a un borracho, Sly. Cierto es que el espectkulo se ofrece aSly como comedia y no como realidad. Sin embargo, para transformarloen espectador, se le presenta por realidad una comedia mucho más sorprendente. Aprovechando el suefto dela borrachera, lo acuestan en el lechodel Lord, y, al despertar, lacayos ysirvientes logran persuadirlo de quees el propio Lord; que su extraftezase explica por una amnesia y quepara divertirlo se representar' en suhonor una comedia. Alguien, se dir(a,no importa por qué medios, debetener una ilusi6n. En r.lidad Shak.peare no inventa nada; tampoco Carneille: no hacen més que seguir unaantigua tradición, y durante muchotiempo se ha dado a estas escenas
introductorias el revelldor título aeinduccion-.
Por lo tanto, según esta manera dever, tres términos como m(nimo ser(an necesarios para instalar a alguienen su función de espectador teatral.Es en cierto modo como si llevásemos de la mano a la. persona que seráobjeto de la mistificación -el ni"oa quien las personas mayores quierenhacer creer que Papá Noel existe, oel campesino en el teatro, o Priclamant, etc.-.
Nuestra situación recuerda entonces la que se produce en el suefto.Freud, en el caso de los suenas enque sabemos que dormimos, en quelo sabemos expl ícitamente, no vacilaen afirmar que siempre es as{, quesiempre sabemos que dormimos, delmismo modo como siempre sabemos,durante el dormir, que estamos durmiendo, si bien es un saber que senos oculta. En el teatro, lo que engeneral se nos oculta, y que lStar(amas tentados de' decir que es otro, oque no podemos ser I')Osotros mismossino en nuestros momentos de flaqueza o de absorción, seria ese yodel soefto, que Freud, hacia el finalde la TrtlUmdeutung, llama el agentede/lUellO.
As(, la naturaleza de la ilusi6nteatral no puede comprenderse cabalmente tan solo con referencia a unproblema de cteiNlCia. La expresión"creer en las máscaras" no tendr(aningún sentido si quisiera decir quecreemos en las ""searas como algoverdadero o como algo r.l; porejemplo, que tomáramos las máscaraspor rostros verdaderos. Lo aJal enrealidad darla como resultado queno hubiese para nada efecto de máscara. La máscara no pretende serpara otro lo que no es, pero tiene elpoder de evocar las im'genes de lafantls(a. Una máscara de lobo no nosasusta a la manera del lobo, sino ala manera de la imagen del lobo quellevamos en nosotros. Decir que antesUse cre(a en las máscaras" significaque antes, en cierta época (en lainfancia), lo imaginario reinaba deuna m.,..a distinta que en el adulto.
Extremando las cosas, se lIegar(aa admitir que, en el adulto, los efectos de ""seara y los de teatro sonposibles gracias, en parte, a la presencia de procesos emparentados conlos de la negación (Verneinung); quees preciso que eso no S88 verdad, quesepamos que no es verdad, pera quelas irMgenes del inconsciente seanverdaderamente libres. El t.tro, en
ese momento, tendría un papel pro·piamente simbólico. Sería totalmente algo así como la gran negación, elsímbolo de negación, que hace posible el retorno de lo reprimido bajosu forma negada Evidentemente, esarriesgado querer buscar demasiadasprecisiones por este lado, pero seadvierte cuán lejos estaríamos de unailusión que fuese la presentación dealgo falsamente. Puesto que esa liusión nunca es, por cierto, nuestrailusión, sino siempre -extrañamentela de otro espectador que no sabemosdonde situar.
Es más fácil comprender ahora,de qué manera aquéllo que, muy a laligera, se ha dado en llamar la 'mita·ción de la realidad en el teatro, hasido siempre, aLJnqut~ no se lo sospechara, una pura cuestión de convenciones. Que se supriman los decora·dos o los disfraces, que se recite eltexto o que se lo represente, no haymayor diferencia. Cuando Antoinequería obrar de manera más "real",trataba sencillamente de inaugurar unestilo, una moda incluso, sin importancia y transitoria.
Sin embargo, no acontece lo mismo en cuanto nos alejamos del teatropropiamente dicho. las escenas deposesi6n,tal como se las puede veren Haití, o mejor aún en Etiopía,donde Leiris estudió sus "aspectosteatrales", nos hacen ver algo más.Parece Que las personas sujetas a estascrisis de posesión podrían dividirse,gr0550 modo, en tres categorías. Lasprimeras presentan un trastorno psí·quico, un síntoma, que al mismotiempo, como todo síntoma, es unintento de curación. Otras, más omenos voluntariamente, representanel sintoma, lo convierten en un papel,identificándose de manera má~ omenos consciente con otros procesos.Resulta difícil distinguir una de otraestas dos categorías. Por último otros-digamos que son los posesos poo·fesionales- parecen simplemente atenerse a ritos y observar convencior~es.
No obstante, no existe crisis de posesión, por muy "sinceramente" sintomática que sea, que no obedezcaa ritos, que no tenga su signifi~ción.
Siempre se reconoce el Zar, v se leda su nombre. A la inversa, no hayconjunto de ritos y recetas, siemprey cuando sean suficientemente bienejecutados, que no despierte d~ algúnmodo lo imaginario y remita al santoma. A estas crisis representadas, Leíris las considera más teatrales que lasdemás, y no estaría lejos, me parece,
LOS LIBROS, Junio - Julio de 1973
de considerarlas un poco como impoc;turas. Cuando lo único que permanece es la ilusión teatral, habríaen Clcrto modo Impostura.
Parque all i, ante un p"::bl ica quet:ree en los Zár (un público que es en;~ ilu~.ón muy dtst ¡nto del espectaiJar de teatro), y a no se ~abc dóndetermina ni dónde COínlenza la impostura, ni dónde el puro espectáculo.Para que haya puro espectáculo, espreciso que lo imaginario esté encierto modo acantonado en su lugarde imaginario. Mientras que hay impostura si el actor es un actor, esdecir un simulador; d menos que,como en el teatro, se dé (tácitamente)por tal.
Cuando lo imaginario prevalece,cuando no nos contentamos connombrar al Zar, o con representarloen ausencia, sino que está all t', ya setrate del síntoma -y un síntoma.de todas maneras, no siempre es reductible a un papel, aunque nuncaesté muy lejos de serlo-, en ese casoel espectador es atrapado de unamanera muy diferente. Puede ver enello algo teatral, pero como veremosmás adelante, sólo metafóricamente.Sin embargo vemos ya adónde pueden llevarnos nuestras reflexiones.No hay nada más fácil que demostrarque el espectador de teatro está en lailusión, así como no hay nada másfácil que demostrar que se identificacon los personajes. Lo difícil es demostrar cómo y por qué esta no esuna ilusión como las demás (no setrata de engañarse o no), y tambiénserá problemático el mostrar por quéla identificación en el teatro notaene radicalmente nada en comúncon la identificación histérica. En sucomentario sobre The Turn of theScrew (Otra vuelta de tuerca), HenryJames, de manera bastante enigmática, opone a una "credulidad sinarte ni medida", una "credulidadconscientemente cultivada", que espreicsamente la que cultiva el artista.(The Turn of the Screw es un relatodonde se plantea la cuestión de lacreencia en aparecidos.) Esta frase deJames me hace pensar que, en susreflexiones sobre su arte, tropezócon un problema bastante similar alque nosotros encontramos en el teatro. Pero esa cr~dul idad conscientemente cultivada no es de ningúnmodo una credulidad; es, en virtudde las convenciones, en virtud de losimbólico, una especie de recuperación de lo irro::gi'1ario.
Para poder reconquistar y organi-
zar lo imaginario, es preciso ante to-do ir a buscado donde está, por el fado del agente del sueño, lo cual sólopuede lograrse recreando artificiosa·mente la confusión, supuestamenteoriginal, entre lo real y lo imaginario;y ello puede hacerse mediante unprocediMiento de negación.
Confusión que Corneille, en /'llIusion camique, nos muestra todavíabastante mal: sugiere que el teatropodría tomarse por la vida real. Nosotros, que somos precisamente espectadores de su obra (que no serepresenta a menudo), que somospresa de todo cuanto puede tener deauténtico la ilusión cómica, sabemosmuy bien que, justamente, no setrata de eso, puesto que, a diferenciade Pridamant, estamos en el secreto.Mejor lo muestra Pirandello. Porejemplo, en Ouesta sera si recita asoggetto (no es una de sus mejoresobras, precisamente porque el afánde explicar es demasiado claro) lamuerte del padre es representadacomo teatral, quiere ser teatro comotal. El actor, que aparece como unactor, entra, cubierto de sangre, paralamentarse de que le hayan malogrado su entrada; no quiere seguir actuando, es decir, no quiere "morir".Se le ruega que de todos mocbs lo intente. Lo intenta, pero le viene un a·taque de risa. Entonces se enfada, explica que sin embargo había preparado bien s!J parte, y nos dice cómo lahubiera representado; hubiera juzgado su destino, su posición en la vida,y ya no se llega a discernir el rencordel personaje que malogró su vida delpropio del actor que malogró suentrada' Sin embargo, la "ilusióncómica" está presente. El actor notiene más que dejarse caer para mos..trarnos como morirla (si su entradano se hubiese malogrado) y quec:fa.mos tan sobrecogidos como antecualquier muerte de teatro. De teatro, es claro. No como ante unamuerte real. Contrariamente a loque quería hacernos imaginar Corneille; es una InJerte de un ordenmuy distinto' La ilusión cómicasubsiste cuando la muerte es presentada en cuanto papel por representar, y en rigor de verdad ello nopuede ser de otro modo. Siemprefue así, porque siempre sabemos quehay un juego (una actuación); Pi..randello no transforma el teatro,sino que nos revela uno de sus aspec·tos, un aspecto esencial que, porasí decirlo, se nos ocultaba. (Sabe·mos perfectamente bien que Piran-
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dello utiliza un artificio: lo quetomamos por el actor es ya unpersonaje, el verdadero actor estádetrás - pero esto quiere decir sencillamente que lo que Pirandello nospresenta sigue siendo teatro y nootra cosa). En todo caso, lo quePirandello nos demuestra es que lainstancia del yo, cualquiera que sea,que se encarga de decirnos "estoes verdadero", "esto es falso", tIestoes real", "esto es irreal", no tieneen el fondo como ya lo vi mos en otrocontexto ninguna jurisdicción en elinterior de esa otra instancia quees la del sueño, donde el problemade la distinción entre lo imaginarioy lo real no se plantea. V, por lotanto, tampoco el de la ilusión. Loimaginario parece ser, en última instancia, algo ase como la sombraproyectada de los simbólico (perouna sombra proyectada de la quesolo los psicóticos pueden prescin~
dir...)Entre los escritos anal áticos, clá
sicos, no hay muchos referentes alteatro. No cuento como tales lostrabajos que analizan el contenido deuna obra, como las interpretaciones de Edipo Rey o de Ham/et, porejemplo, porque poco cambiarían sisolo se tratase de interpretar el mitode Edipo o la historia de Hamlet,sin considerar la forma teatral. Elprincipal estudio sobre el teatro encuanto teatro sigue siendo, probablemente, el artículo de Freud de1906, y que sólo se publicó en 1942(en inglés) 1.
No obstante, el teatro no estáausente de los diversos escritos quetratan otros problemas. Por el contrario, la adopción de expresiones,las comparaciones y las metáforasque constituyen alusiones o referencias al teatro son muy numerosas.Se puede decir que con mucha frecuencia Freud compara la vida psíquica en su totalidad con un teatro,su escenario, sus bambalinas, suspersonajes. En Más allá del principiodel placer (1920) Freud habla delnifto que juega a fort und da en términos que lo convierten en director escénico y en espectador delmás rudimentario teatro de marionetas. E inmediatamente después, citaexpresamente la tragedia, para aclarar un aspecto del juego del niño:en ambos casos se trata de juegos
1 St.mlsrrJ Edition, VII, p. 305. Personajes psicopéticos en el teatro O.C. vol. IV.
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capaces de volver agradables experiencias en sí mismas penosas. Perocomo lo que se propone es, precisamente, ir más allá de lo agradable,interrumpe estas consideraciones, nosin antes expresar la esperanza deque algún día estos problemas puedan volverse a tratar mediante un"sistema de estética capaz de abordarel problema desde un punto de vistaeconómico". Su intención es dar unarespuesta al problema, no tanto delplacer que se experimenta en elteatro, cuanto del placer que puedeexperimentarsc frente a la representación de situaciones penosas - talcomo puede presentarse en el teatro.
En el artículo de 1906, ya habíaintentado hallar una respuesta parcial a esta cuestión, planteándoladel siguiente modo: ¿cómo se puedeexperimentar placer viendo representar en el escenario personajes psicopáticos? Su respuesta es que el espectador se beneficia con una economía de esfuerzo al tomar conciencia de pulsiones que ya no necesitareprimir, y agrega que, por otra parte,el dramaturgo debe, no sólo favorecer esa liberación, sino al mismotiempo reforzar la resistencia2 . Peroantes de dar esta respuesta o estaconclusión puramente económica, esdecir, donde no se trata sino del equiIibrio de las cargas y contra-cargas,Freud había planteado el problemaen términos muy distintos, que difícilmente podrían reducirse a unpunto de vista económico.
El teatro, dice, es el herederodel juego y tiene su misma función.
Los niños son demasiado peque-
2 Evidentemente la identificación ca., el..,ersonaje como tal forma parte de nuestras defensas. Si no fuera así, ningunacomtJdia ser ía posible. Ser ía und graningenuidad intentar suprimir toda defen·sa; si se elimina una, otra la reemplazaráinmediatamente. La forma en que M~
lIarmé interpreta Hamlet (el príncipe esnuestra juventud que se mantiene !naiterable en nosotros - "no puede devenir" - y simultáneamente Polonia nuestra sempiterna vejez) elimina al máximoel personaje escénico; el error de los actores de la Comédie-Fran~aise (en 1885)consistía -Mallarmé nos lo hace veren querer darte una excesiva importancia. Simple cuestión de estilo. Pues si lasdramat;s personae logran, como lo deseaMallarmé. convertirse en los simbolos denuestro drama íntimo, no por ello sonmenos imágenes de' Yo, Que forman parte de nut?stras defensas narcisísticas. Siel estilo se vuelve didáctico, o agresivo,nos vemos, claro está, en la necesidadde defendernos de otra manera, peronunca menos.
ños y juegan a hacer lo que hacenlos adultos. Lo mismo acontece enel teatro. El espectador es un señorque tiene una vida demasiado pequeña, no le sucede nada importante, la verdadera vida está en otrolado, y si el niño desea ser adulto,el adulto, a su vez, desea ser héroe.EI teatro permite al espectador identificarse con un héroe (es decir, como luego lo precisaremos, se trataríade una identificación en el nivel delideal del yo), y ello se podrá haceren el teatro con toda clase de ventajas: economía en cuanto a los temores y peligros del verdadero heroísmo, satisfacción consiguiente desaber que eso es un juego, y satisfacción de saber que es otro quien sufrirá por ello.
Este texto sitúa claramente elorigen del teatro en el aburrimiento.(El espectador es alguien a quien nole ocurre nada). Algunas obras comienzan hábilmente con la pinturade ese aburrimiento; Fantasio, porejemplo, se inicia con una verdaderainducción; una maniobra para solicitar la identificaci6n de parte del espectador; a él nunca le sucede nada,quisiera ser ese "señor que pasa",a quien, quizá, le suceden cosasinteresantes, y, para terminar, asu ..mirá un papel y un disfraz, se identificará con el bufón del rey. Sinembargo, Fantasio no es un héroe,es, como el espectador, alguien queprocura, sin mayores riesgos, aparentar, alguien que necesitaría serun héroe, y, sin que llegue a serlo,le sucederán cosas interesantes. Adecir verdad, resulta cada vez másclaro, desde la época en que escri·bía Freud, que no es esencial, paraque haya teatro, que exista héroe.El ideal del yo está cada vez menosen juego, y es el yo, a semejanzadel soñante del que habla Delboeuf(citado aprobatoriamente por Freuden la Traumdeutung) , "quien representa a voluntad el papel de los locosy los cuerdos", ya en el teatro como en el sueño.
El lugar de lo imaginario es el yo,no el yo d~ los comienzos de lateoría freudiana, encargado de asegurar fa adaptación a la realidad. Es,por el contrario, el yo del narcisismo, el lugar de los reflejos y lasidentificaclones3 . Es all í donde estará
3 Este Yo es el lugar de todas las ¡den·tificaciones pr~térjtas y posibles. Los novelistas y los dramaturgos lo han sabidosiempre.
situado el único teatro '·prototípo detodo el resto", del que habla Mallar·mé, "el teatro de nuestro espíritu".Es en todo caso el lugar de la manifestación de todo personaje y detoda figuración. En el teatro, lasotras instancias le están subordinadas. Por ejemplo, ei superyó se,.,~
el superyó de algún personaje. Nose llega a personificarlo, a darle fOf
ma humana: es la estatua del Comendador, más máquina que persono,o en rigor el fantasma de Hamlet.Un manequí serviría mejor. Paraevocar el superyó, el teatro debeaproximarse peligrosamente al guignol - peligrosamente a causa de~
peligro de hacer reír -. ¿y quiénsería lo bastante psicótico para identificarse con la estatua del Comendador? Hay aquí además una indicaci~ón vaga. y adivinamos que elguignol es un teatro de una épocaen la que el superyó no estaba aúnnítidamente constituido como instancia aislada. Hay algo infantil, quese percibe como tal, en el hecho derepresentar en el escenario a la estatua del Comendador.
Sin duda alguna, el teatro puedepresentarnos el ideal del yo, (no tanbien, hoy en día, como otros espectáculos: 'os espectáculos de aventuraslas películas con vedettes, etc.). Peredesde el momento en que el héroeya no es necesario, en que basta cooel personaje, ya no nos parece esencial mencionar el ideal del yo. Porlo demás, la noción de personajees de origen teatral; muchas de lasprimeras novelas sin héroe, y por lotanto de personajes, son novel as có.micas, y cuando Balzac se vio a s(mismo ante todo como inventor depersonajes, dio a su obra el nombrede La comedia humana. 4
Es difícil decir por qué, en nuestros días, las cosas no son tan clarascuando se trata de la identificacióncon un héroe. Hay en ello un cambio histórico, una modificación de lapersonalidad típica de la époc~, dela personalidad "básica", y esta modificación parece haberse producidojustamente en las relaciones del yocon el ideal. Sería necesario d.scernirla psicología del honor. Yo no mearriesgaría a ello. Hubo un tiempo enque todo París tenía para Rodrigolos ojos de Jimena, lo que es una
4 El hecho de que este titulo evoque eldel Dante no cambia su significación.
LOS LIBRoS, Junio - Julio de 1973
manera - tal vez - de expresar queno se identificaban directamente conHodrigo, que Rodrigo seguía estandode alguna minera separado -comoe~ ideal-.
Hoy en día, a este papel del héroele falta profundidad (las profunddades están del lado del yo; el ideal,en cambio es más bien plano, comouna pintura). No hay en nuestrosdías ninguna manera de eludir estadesagradable opción: o bien uno secree Rodrigo (cuidado con el ridículo), o bien se lo elige como papel y selo representa, lo que tampoco es soportable y revela en forma demasiadoclara una propensión megalomaníaca a las fanfarronadas. Esta dificultad, bajo una apariencia por cierto diferente, existía ya en tiemposde Corneille, pues en el mismo añose crearon el Cid. y Matamoros (justamente en I'I/Iusion comique). Matamoros es el que se identifica conel Cid; y iqué peligroso debió serrepresentarlo! ¡cuánto habrá tenidoCorneille que cargar las tintas deesta caricatura, para que hoy endía la obra sea difícilmente representable' En aquel entonces haba'aquizás entre el público más fanfarrones que hoy.
Pero consideremos todavía, en unaobra antigua, un "héroe" -o unantihároe - con quien no correríamos, al menos en apariencia, el riesgo de identificarnos. Tomemos aTartufo ¡No se podría decir, esclaro, que todo París veía a Tartufocon los ojos de Orgonl No anhela'nos, por cierto, vernos en Tartufo.Pero, como papel, Tartufo es en rigortentador, y en ciertas condiciones,podemos hacer de Tartufo, muchomejor, en todo caso, que como podríamos hacer de Cid. Samuel eramer, en la Fanfarlo, adopta conscientemente el papel de Tartufo.También Valmont, en Las Relaciones peligrosas. En 1I piacere dell'onesta, Baldovino asume un verdadero papel de Tartufo, y los espectadores se identifican con él contoda naturalidad, justamente porqueBaldovino no es Tartufo, sino quelo representa. Baldovino lo representa, naturalmente, de la maneramcIs equívoca, y hasta llegamos atemer que lo sea en realidad, o quese convierta en Tartufo, y temblamos sin cesar, con el peligro de que,o bien la identificación se rompa
en nosotros en un impulso de virtuosa indignaci6n, o, de lo contrario, de que la identificaci6n, si sub-siste, nos revele, horrorizándonos,qué especie de Tartufos podríamosser nosotros mismos. Llegamos deeste modo a un punto en el cualcaptamos una suerte de posible al·ternativa entre la identificaci6n y laproyección. (En el teatro la proyección es, seguramente, una identificación rechazada). Tartufo no esun personaje con el cual aceptemosidentificarnos; nos invita a proyec-
tar. Pero, cosa singular, podemosidentificarnos con alquien para quienla tartufería fuese un papel. Enello estriba la diferencia entre elhéroe y el personaje de teatro. Elhéroe es un ideal, el personaje esuno de los innumerables papeles delyo. Ni el héroe ni el personaje sonalguien, ni están dados por tales.El actor no es un ilusionista. Peroel héroe y el personaje ocupa" enlas estructuras del yo lugares diferentes.
Pero, ¿qué es un papel? Comencemos por considerar un elemento importante: el disfraz. En 1'/lIusionComique, el mago - cito la indicaci6n escénica de Corneille - "correun cortinado, detrás del cual seexhiben los más bellos atavíos de loscomediantes", y declara a Pridamant:
Jugez de votre fils par un teléquipage.Eh bien, ce/ui d'un prince a-t-ilplus de sp/endeurlEt pouvez-vous eneor douter desa grandeurl(Juzgad a vuestro hijo por estas
vestiduras. Decid; ¿tienen acaso lasde un príncipe más esplendor? ¿ypodéis todavía dudar de su grandeza).
Pridamant responde, con sensatezy modestia:
Mon fils n'est pas d'un TIJI1g aporter ces richesses. . .
(Mi hijo no tiene rango para vestir tales riquezas...)
y Alcandre, el mago:
Sous un meilleur destin, SIl fonunerangée
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changée,Personne maintenant n'a de quaimurmurerQu'en public de la sorte il aimease parer.
(Por un mejor destino su fortunadispuesta y su condición con eltiempo cambiada. Nadie tiene ahorapor qué murmurar si así en público
gusta de engalanarse).
Pridamant, claro está, no comprende que ese cambio de condiciónse debe a que su hijo se ha convertido en comediante. Pregunta ingenua
(y significativamente):
Mais parmi ces habits, je vaisceux d'une femme.Serait-il-marié?(Más, entre estos ropajes, veo los
de una mujer. ¿Se habría casado? ).
Desde el punto de vista, el teatropermite, por medio del papel, deldisfraz, lo que no permite la vida.Pero lo permite al actor. "Nadietiene por qué murmurar" si el actorse pone en una condición que noes la suya (gran personaje o personaje de otro sexo). Pero entonces yo,espectador, no puedo olvidar nunca-en el nivel del yo, dejando de ladoel ideal- que no voy al teatro paraver cómo se es rey con el asentimiento de todos, sino cómo, con elasentimiento de todos se simula serIo. Si soy histérico, puedo optarentre convertirme, de otro modo,en el Rey o en el actor, o en ambos.Pero si soy un simple espectadordel teatro, no soy actor, no soy rey;también aquí es otro quien puedeserlo, y si el teatro pone en ciertomodo en movimiento mis capacidades de identificación y las libera,al mismo tiempo -por sus convenciones, por su institucionalización-,fortalece las protecciones y las defensas.
uSe habla levantado el tel6n, y
yo esperaba todavía". Es decir, quela obra había comenzado y el abu
rrimiento persist ía; como si no sehiciera teatro para suplir por unavida nEjor o más grande una vidademasiado pequeña, (como dice
Freud poco más o menos), una vidaen la que no pasa nada, sino paraproducir sucesos de una naturalezamuy diferente, por el hecho de que
:;...;;,=::;;uu¡;;::::;:;;e;;o;:¡..;:;a;:;.¡¡:¡;,oi'ii,;¡:,;:;:;:¡¡a¡;;,e~e~,i'iie[jiiii"I~eijij"'iI'ps"K""'"-"i'lliO~S-:le"""prllirrOUW'lruc~e~ii~S:nifTliO~A'lef",,i --nIar-npa~n~e--"ql1Ju~e~sePlCl'!"iOnlnMstltU ya ese caracter ter-imag;nar¡a del yo; y por lo demás no nario: la crisis de histrionismo enhay duda de que el teatro se hace que cae Hamlet. (Para Shakespeare,por eso. Y no es necesario para ello se trataba tal vez de un problemaque haya confusión con la realidad. de técnica, es el año en que los NiñosAl contrario, es necesario que esa de la Capilla hacen la competenciaconfusión se excluya. Por eso los al Teatro del Globo, pero el recu-
rrir a este punto de la historia delhistéricos no son los mejores espec-
teatro no disminuye para nada eltadores, aunque quizá sean los más interés de este análisis; al contrario).sensibles.. , En ausencia de la estructura ternaria
Una confusión de esta ¡'ndole nono eonstit'-lida aún, mientras Hamlet
siempre puede evitarse, en forma está frente al comediante como fren-emotiva. Por ejemplo en Hamlet, te a un espejo, Shakespeare intro-el Rey y la Reina no pueden asistir duce en el teatro otra forma de loal asesinato de Gonzago con el desa- teatral, a la que conocemos muypego que conviene a un espectador. bien, es precisamente la que pode-
Esta situación que crea Hamlet, mas encontrar, no por lo general enal introducir en forma tan revelado- el escenario, aunque se la encuentrera el teatro en el teatro (en esta all{ - la prueba -, sino en laduplicación están prefigurados todo neurosis. V, desde luego, no es delel pirandellismo y muchas otras co- todo lo msimo. El papel asumidosas), esta experiencia shakesperiana en forma histriónica no está destí-es extraordinariamente rica en en- nado a poner en movimiento libre-señanza. mente,-y tan solo en la escena psi-
Hamlet ha comenzado por ¡denti· quica-, las imágenes que el yo man-ficarse con un actor. Cuando queda tenía en reserva, sino sostener a todosolo, bajo el efecto de esta identi- trance una imagen de sí mismo a laficación, se repliega sobre sí m'ismo que hace pasar falazmente -ante síy tiene una verdadera crisis de his- misnlo y ante los demás-, por ver-trionismo: se hace el sólido razona- dadera o real. Sabemos con seguridadmiento de que si un comediante pro- que quien dramatiza de este modofesional, por una reina (Hécuba) a el amor, por ejemplo, no está seguroquien no conoce, es capaz de tener de amar; quisiera estarlo, y quisieralágrimas en los ojos, entonces él, que los otros, o el otro, lo ayudenHamlet (sobrentendido: por otra rei~ tal1t>ién a estar seguro. Quien re-na), deber:Ía anegar la escena con su presenta trágicamente los celos tienellanto, desgarrar los corazones, en- anucho miedo de acusars~ - o detoquecer al culpable, etc. que lo acusen - de no ser suficien-
Pero se recobra: iQué asno soy' temente celoso. Es el actor de su¿Soy acaso un comediante para con- propio personajt;, pone en su papeltentarme con el juego teatral? Cam- su propio valor narcisístico, y sebiando de lugar, no es ya quien pone frente a su espectador comorepresenta sino quien hace repr t-Sen- frente a su propio reflejo. En cam-tar, el rmestro de ceremonia!i¡ 1 bio, la óptica escénica, el papel tea-es entonces cuando imagina hacer de tral, como hemos visto, introducela obra the mouse-trap. A partir de una estructura equilibrante - losese momento, denuncia insidiosamen- an¿lisis de Leiris estarían orientadoste el teatro como artificio. No hay en este sentido -; y esto confirmanada que temer, dice, se actúa por la observación de Freud: el teatrofingir, (in jest), además todo esto no sólo debe tener efectos de libera-ocurrió hace mucho tiempo, etc. ción psíquica, sino también cansoli-Ya no es más espectador, se h3 dar nuestras defensas.convertido en el observador del Rey, Durante un tiempo, Hamlet actúaporque el Rey no actúa. (No está tanto más dramáticamente su propioprevisto que deba actuar). Sin duda, personaje cuanto que sus sentimien-el teatro se emplea as í pe ra fines que tos de venganza estén menos afirma-no son los suyos, se trata de una dos, como nos lo revela en formaespec¡e de prueba para distinguir bastante clara la continuación de lalo verdadero de lo falso, pero esta obra; pero el estilo declamatorio,experiencia nos confirma su carácter el histrionismo representado en laternario. escena parecen tener su lugar en el
Al mismo tiempo, y aquí es donde teatro, e incluso cumplir una función.es preciso llegar, hemos visto el No sólo porque se puede poneraccidente que se produce antes· de en escena un carácter histriónico,
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C:COO'ilTin:iOnC~Ur.lainiqa""'l!ié'I"""'IO!tlt!l'¡ eo""eeailili'liaN!eifíc:eMl":'.¡¡¡¡Jjiiaji¡i¡ci!l""'~ .....,11'l'1I1""'''~ig¡etl,..qtS'trbC~...Il:l()'"''eil:l$~(ulr,.:'''la~c,..¡''t' ...:i...oa........O_...t .........----.,.1-1"'.·--.. . .también porque el público puede en que se lo sugiere cuando se habla. mostrar que! sabe el nombre de Lan-desear ver frente a él a alguien que O bien nos da a leer lo que hace. La dolfo. pero cornete un ligero error. Vrepresente su drama V declame su ilusión en este caso es ambigua. Se Landolfo. convencido va. apabulla·pasión como él - el espectador - creería ver un sombrero. más si se do, ¡confiesa! En realidad. eso nose siente capaz de declamar. si no viera un sombrero. ¿dónde quedaría está en el texto. Jean Vilar-Enriquela suya. al menos la que sueña mos- el interés de la escena? Para que ese IV respondió: "Pero es claro. Lolo",trar a los demás como un papel. interés exista, es preciso Que se vea con una sonrisa muy especial que,Diría que lo teatral neurótico no que no hay sombrero. En la escena por un breve instante. no se supo sies una imitación, una copia del teatro muda. el sombrero se ve. no necesita era la de Jea'n Vilar o la de Enriquetal cual se lo representa. sino que ser expresado ni leído. El interés es IV. De parte de Enrique IV. ~Só
sigue habiendo teatro cuando se re· otro. sonrisa quiere decir: Qué imbécil erespresenta en éste, como un papel. Cuando el actor habla, su parla- si crees que puedes ocultarme tuteatral. Quiero decir que el tea- mento forma parte del personaje, V nombre. De parte del actor: Quétro puede integrar lo teatral espon- es a éste 3 quien pertenecen los ingenuo eres al corregir un lapsus deltáneo de la pasión y la neurosis, efectos de lenguaje. Si, por ejemplo. que nadie se hubiese percatado. PorV que no es necesariamente aquel hace juegos de palabras. buenos o un instante. el papel recitado -lael que proporciona el modelo. Hasta malos, es porque es un personaje que máscara verbal- se ha confundido ense puede formular. casi con certeza, hace juegos de palabras. buenos o forma muy ambigua con el parlamen·la hipótesis de que. corno en las malos. De lo contrario, se dice que to, o hubiera podido confundirse conobservaciones de Leiris. el teatro se son palabras del autor. es decir. que él, no porque hubiese improvisaciónorigina en parte en lo teatral es· ya no es más teatro. Advierto muy (la improvisación no modifica lapontáneo. bien en qué consiste la dificultad. esencia) sino porque la improvisa-
Hasta ahora he hablado del tea- Cuando veo las cosas de esta manera. ción de Lolo: "Usted se ha equivcoa-tral casi como si descuidase el hecho me siento llevado inevitablemente a do de nombre" va. para quienes nofundamental de que los actores re- hacer del personaje una imagen que conocen el texto. dirigida a Enriquepresentan personajes que hablan. Pe- habla, V. más aún, que habla una IV, y para quienes lo conocen hubie-ro no lo he descuidado. eso es im- imagen de palabra. Pero esto no es ra podido estar dirigida a Jean Vilar.posible; en lo que he dicho. la tan simple. Los personajes no hablan y si pensamos que está dirigida apresencia del lenguaje está siempre para no decir nada. no cuchichean. Jean Vilar. Iqué error entonces desobreentendida. Me parece, empero. Los sonidos que pronuncian tienen parte de Landolfol ILa máscara, enque los problemas relativos al len- un sentido. V habría que ver cómo lugar de ser reajustada con destreza,guaje no se plantean especialmente articular ese sentido con la imagen. caeríal Lo que por otro lado escomo tales en el teatro. Los actores En el estudio del sueño. Freud interesante, desde el punto de vistarecitan sus papeles. de manera que nos advertía que las palabras que de la psicología del actor. es que estaparezca que hablan como se habla. figuran allí no son verdaderas pala- improvisación es fácil si. como seTienen parlamentos que les son atri- bras, sino la repetición textual de dice. el actor se siente cómodo en subuidos como máscaras; exactamente. palabras realmente pronunciadas. Al papel. Pero esta es otra historia. Elcomo papeles. De este modo. la leerlo. diríamos que llegó a ese resul- actor es dominado por su papel delcuestión del lenguaje sólo se plantea tado por medios empíricos, estadís- mismo modo, o un poco del mismoen forma tan radical. V por sí mis- ticos. pero es poco probable; ello es modo, en que el poseso es poseídorna. en la pantomima. donde justa- consecuencia de concepciones teóri- por su Zar. El que los gestos V par-mente porque nada se dice, no se cas relativas al papel del preconscien- lamentos del papel tengan el poderescucha sino eso. te.s En todo caso. el actor recita de continuarse. si es necesario. en
Imaginemos una escena de teatro textualmente. V lo escuchamos como improvisaciones, en creaciones CJ,I8muda. como las hay. No es para nada tal. En una representación de Enrique se integran al propio papel. como enuna pantomima. Por ejemplo. un IV. Jean Vilar se equivocó de nom- la commedia d6/I'arte, es un hechopersonaje de Labiche: ha entrado so- bre una vez. En el momento en que bien conocido que. me parece, noslo en un sal6n. no sabe cómo desem- quiere demostrar que nunca ignoró indica cuáles son los recursos miste-barazarse de su sombrero. luego se nada de la comedia que se le hace riosos de las tiendas de lo imaginario,dedica a examinar uno tras otro representar, Enrique IV da sus nom- donde volvemos a encontrar las mi.los cuadros colgados de las paredes. bres verdaderos a los consejeros se- mas fuerzas que actúan en el suel'\opara fingir que hace algo. Es una cretos. V debe decir a Landolfo: "Tú y en las actividades creadoras. Peroescena. Puede ser cómica si algo nos te llamas Lolo". Ahora bien, Jean todo esto lo veo sobre todo como elpermite reconocernos en ese persona- Vilar se equivoca V dice: "Tú te nudo de problemas todavía oscuros.je. y si la identificación se rompe llamas Franco". Con toda naturali- El papel dirige alsctorun poco comobruscamente V restituye una parte dad el actor que desempeñaba el pa- el fantasmll se revela en 111$ IICtitudes.de nuestra libido a nuestro nareísis- pel de Landolfo. buen improvisador. Al hablar del teatro, quizá seamo amenazado. O bien si hay un corrigió el error diciendo. en el tono necesario decir una palabra.cerca deelemento satírico o caricaturesco. del personaje: "No. LoIo". Esto hu- los otros espectáculos que, aunque
La misma escena es diferente en biera podido formar parte del texto. se le parecen, son sin embargo abso-una pantomima. Para empezar. no lutamente distintos. Algo he dichehay sombrero. ni tampoco hay cua- s Véase, p. ej.• Mét.,.yhcologitl du rfVe va del guignol. espectllculo par. unadros. El actor no es va tan mudo. S.E., p. 228. Adición Metapsicológica a la edad, o para un nivel de la personali-puesto que su juego consiste en suge- teoría de los sueños· O.C. vol l. dad. en la que el superyó no es una
LOS LIBROS, Junio - Julio de 1913 9
Instancia separaCJa. El pequeño espectador aprende a liberarse, a distanciarse de las figuras más o menosperseguidoras de su fantasía. Es unhecho notable, que habla elocuentemente acerca de la importancia de lastécnicas, que la posición del espectador se transforme desde que los títeres accionados a mano son reemplazados por marionetas movidas pormedio de hilos. Tiende a identificarsecon el empresario, se transforma endemiurgo, manipula juguetes, muñecos, que son tal vez sus hijos... ¿Noserá que los títeres dan la sensaciónde estar en cierto modo ligados a lospoderes demoníacos, y que por esotraen consigo un algo de terror ymaleficio, mientras que las marionetas, aéreas, parecen sugeri r más bienuna atmósfera de cuentos de hadas?
Otro espectáculo, el circo, difieredel teatro, porque la muerte siempreestá presente, siempre recordada, enel riesgo que desafían los acróbatasy domadores. Los "actores" quecorren semejante riesgo deben necesariamente, para hacerlo, estar presentes, desde el rR>mento en que sonellos mismos, sin que se interponganingún papel. Los payasos, en cambio, no corren peligro de muerte, y,al amparo de un papel ridículo, estánall í para subrayar la gravedad delpeligro y al mismo tiempo para hacerlo olvidar. De este modo el circo sepresenta como la verdadera vida desus actores, sin nada más, sin unavida social fuera del circo, sin personalidad disfrazada. En la primera versión de LoIa Montes, el circo simboliza, y con justa razón, no que sedesempeña un papel, sino que ya nose tiene más vida privada. En el circo,no se es una vedette, se es un gladiador o un ani mal extraño.
En este caso, el cine es lo contrario del circo. (A ello se debe el quea tantos espectadores la primera versión de LoIa Montes les haya parecido difícil de tragar). Allí el papelestá tan separado del actor (a la manera, cabe decirlo, de una película)que el público está condenado a buscar al actor más allá, en tanto estrella: no estrella del espectáculo, en elque no está, sino estrella en su vidade estrella. El efecto del papel no esel msmo que en el teatro, y ello sepercibe en el hecho de que el espectador, si se identifica con el personaje, siente la tentación de desempeñarel pepel en serio, en la vida real.Diríamos que la ausencia del actor,en su realidad, tiene por efecto dar a
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las imágenes del yo la libertad de unamayor emancipación...
Hay muchas otras clases de espectáculos; consideremos una más, extrema. En una sesión de strip-tease, nohay ni papel ni identificación. Allí eldesnudo femenino se presenta en sutotalidad, salvo algo que nunca se da,que no puede darse, y al rehusarlo sehace creer quizá que se pudiera dar.La naturaleza de ese algo que siemprefalta hace que sea por así decirlo locontrario del polichinela turco -Caragueuz- a quien nada le falta de loque, en su viaje al Oriente, Gérardde Nerval llama graciosamente "Iasventajas más descollantes de su desenfado". Así, después de haber dadouna vuelta, no entera, pero bastanteextensa, volvemos al guignol. (No hehablado de las sombras chinescas, delilusionista, de los espectáculos deportivos, los desfiles, etc.). No seríadifícil mostrar que en el teatro sepuede introducir efectos de guignol(véase Ubu), de pantomima, y, enrigor, de strip-tease. Lo cual no impide que el teatro conserve su naturaleza particular.
En las diversas épocas, los efectosteatrales pueden haber estado orientados por el espíritu del momento:hacia los grandes mitos, hacia lasreligiones, hacia el ideal del yo, etc.Hoy en día, el teatro aparece bajootra faz. Vemos esbozarse formasnuevas, obras donde el espectador esactuado, en las que se lo remite asu vida, a esa vid. que juzgaba demasiado mezquina, a su aburrimiento.Empero, en la más difundida de susformas actuales:6 lo vería de estemodo: las demandas de los instintosy las exigencias del superyó son dejadas de lado. Con el ideal del yo, elespectador no negocia mucho másque el papel en la sala, según laforma en que está vestido, la filaque ocupa, las personas más o menosbrillantes con qui€nes se hace ver.Estos preparativos son comparables,si se quiere, a 105- preparativos paradormir descritos por - Freud; salvoque, en lugar de quitarse los lentes (ola dentadura postiza), lo que se ponea un lado es el ello, el superyó y elideal (dejándolos si se prefiere alalcance de la mano). Una vez terminados, el espectador, inmóvil en subutaca, está, por así decirlo, estrictamente reducido a los puros interesesdel yo, es decir, ante todo, exacta-
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mente al aburrimiento. Al aburrimiento en estado puro, al que seexperimenta frente al telón bajo. Losespectadores jóvenes no pueden soportarlo, y gritan IIque empiece", ogolpean el piso con los pies. Losotros lo engañan como pueden.
Cuando el telón se levanta, son lospoderes imaginarios del yo los queel espectáculo libera y al mismo tiempo organiza, domina. No sabemoscómo decirlo, pues metafóricamente,la palabra escena se ha convertido enel térmi no por el cual se designa elespacio psíquico por donde se pavonean las imágenes. Puede decirse quela escena "oel teatro pasa a ser laextensión del yo con todas sus posibilidades. Como en el sueño, poconos importa que estas posibilidadessean sublimes o ridículas, que elsoñante de Delboeuf represente avoluntad los locos o los cuerdos, quese trate de nuestros semejantes, dehéroes o de fantoches. No iríamos alcirco para ver a una vieja trapecistaque tiembla por tener que arriesgarsu vida y que, por orgullo profesional.. la arriesga en realidad más quenadie a causa de su debilidad. Peroun papel semejante, como todo papel, puede ser llevado al teatro sinmayor dificultad y se puede lograrque nos interesemos en él. lEs necesario decir que podríamos identificarnos con semejante personaje? Sise me contestase que si, mi respuestasería muy fácil: este tipo de identificación es tan factible en el circocomo en el teatro. Entonces, lo quese produce en el teatro, y no en elcirco, es de naturaleza diferente. Nose trata de esa identificación. Diríamos que si alguien (un actor) nosmuestra que es posible representar aese personaje como papel, nos revelaal mismo tiempo muchas otras cosas:la posibilidad misma de representarun personaje, todo nuestro acervo depapeles imaginarios, todas las vidasque no vivimos, todos los remediospara el aburrimiento; y todo esto noslo revela ante el público, donde hay,creemos, vagamente, en alguna parte(no se sabe dónde) alguien (no sesabe quién) que debe ser engañado.Quizá sea la parte escondida de nuestro yo, el "agente del sueño".
Sería preciso agregar que en estaperspectiva clara y agradable, que esla del teatro tal como se muestra,sentimos más oscuramente la presióndel inconsciente bajo el as.pecto deuna inquietud especial, en la fuentede nuestro interés, y también ese
sentimiento de extral'\a novedad, queson parte del efecto de teatro, y queacompaí'lan, como se sabe, el retomono reconocido de lo reprimido. Perotodo esto está dosificado y se diluyepoco a poco. Sabemos que todo seráexplicado. Como dice el valet decomedia citado por Freud: "Todo sepondrá en claro con el correr de losacontecimientos". Además, ya lo había dicho Hamlet: "Players cannotkeep counsel". Los comediantes nopueden guardar un secreto; lo dirántodo. Se sugiere así que la inquietudy la tensión provocadas por la solicitación del inconsciente quedarán enúltima instancia reducidas a cero.
En estas dosis calculadas y tranquilizadoras, con todas estas precauciones, el levantamiento de las represiones -y su reinstauración- producen placer, por razones económicas.Cierto es que ello no conduce a nada. . . itodo se resuelve por undesenlace teatral! Como dice Pirandello, "non conclude". Terminada larepresentación, en cierto modo, despertamos...
El placer explicado de este modo,por condiciones económicas, se asemeja a lo que se llama el placer fun-
cianal, invocado por Freud para losplaceres no tendenciosos. Hay unplacer no tendencioso del teatro, porlo menos cada vez que no hay ni sátira, ni héroe. El placer derivaríaentonces de la simple facilidad conque las diferentes potencias del yose ponen en movimiento en lugar depermanecer como fijadas. La economía ataí'le en ese caso a los esfuerzosde inhibición.
Pero tal vez pudiera aventurarsela suposici6n de que el placer delteatro tiene también otras fuentes.Si, después de haberla convocado,nos libera de una forma fascinantede identificación, se podría decir quela teatrlJlizlICión de la identificaciónla reestructura, cosa que podemospercibir en el análisis de una histérica, atraída por la práctica efectivadel teatro. Sus papeles constituyenpara ella algo así como una colecciónde fantasmas artificiales, diferentesde los que la tienen cautiva. Aquínos acercamos al resorte de una catarsis. Aristóteles, e\' intentar comprender el efecto catártico del teatro,nos ha sugerido, por así decirlo,que el espectador cae en la ilusión.en el sentido de que el teatro provo-
caría, en virtud de un artificio, sentinientos idénticos a los que se experimentarían ante una realidad. Peroel teatro -y es esto en todo CIIO loque he intentado dicutir- quizásea, ""s que ilusión, reducción de lailusión. Al suscitar, despu4s de haberlos provocado, la piedad y el terrorimaginarios, vuelve a situartos en sulugar (es decir, los confina en la escena del suefto). No hace lo propio conlas pasiones (por lo menos en el sentido moderno de la palabra), puesestas poco se preocupan por el te.tro...
Así, el placer no sería con todopuramente funcional, no se tr..íatan solo de gozar del placer de sentirque. las diferentes partes del yo semovilizan sin inhibiciones. Ese moviniento f6cil llevaría además a UOl
disposición estructural en sí miSml
satisfactoria, y tal vez habría quecontemplar la posibilidad de que éstasea otra fuente del placer del espectador.7
7 Acerca de les relaciones. ~ praci...entre teatro y locunl. cf. el 1Pto quefigura como ap6ndice del presen. volumen.
RevistaTri:anestral
PlSlDO , PBISII'I'BPasado y Presente T....:
el 25 de mayo de 1173
Juan Carlos PortantieroCIueI domI....., en.- poIttIcII
Rui Mauro MariniChIle: ¿1nIne1d6no rewoIuci6n?
Antonio Gramsci DemocnlcIIIoInnl
Charles Bettelheim ca....... Meo
LOS LIBROS, Junio' Julio de 1973
Ediciones
LA ROSABLINDADA
Vo Nguyen Giap: Fuerzas armadas revolucionariasy ejército popular
Meo Tse Tu..: Obras escogidas. Tomo 1. Coedicióncon Nativa Libros.
Carlos Marx/Federico EngeIs: La guerra civil en losEstados Unidos.
11
Colección Ciencias Sociales:El proceso ideológicoAlthusser, Levi·StrauS5, Schaffy otros
Conducta, estructuray comunicaciónEliseo Verón
Ciencias Sociales:Ideología y realidad nacionalEliseo Verén, Alain Tourainey otros
Teoría de la -comunicaciónhumanap. Watzlawick y otros
Comunicaciones:Lo verosímilLa semiologíaAnálisis estructural del relatoLos objetosAnálisis de las imágenes
Ciencias de la conducta:Interacción familiarBateson, Jackson y otros
Tácticas de poder de JesucristoJay Hal·ey
Trabajo crítico:Cien añ'os de soledad:una interpretaciónJosefina Ludmer
Introducción a la literaturafantásticaTzvetan Todorov
Polémica sobre realismoLukács, T. W. Adorno y otros
EDITORIAL TIEMPOCONTEMPORANEOViamonte 1453 / Bs Aires.
Ideologías y cienciassociales
Manuel Castells y ElDilio de Ipola
El texto que publicamos forma parte del ensayo "Práctica epistemol6gica y ciencias socia/es, o cómo desarrollar la lucha de clases en el planote6rico sin internarse en la metaflsiea", Escuela Latinoamericana deSociología, París, Montreal, Santiago de Chile, 1967-72.
Acerca de los obstáculos .pist.m~
l6gicos de 1., ··ciencias social."
Cuanto más inciertos son los balbuceos de una ciencia, o de una"formación ideológica" institucionalmente reconocida como ciencia, mayor tendencia existe a garantizar sulegitimidad recurriendo a supuestosy a reglas metodológicas generales,concebidas como independientes delas condiciones concretas de existencia de una práctica científica. La llamada "metodología de las cienciassociales" cumple el importante papelde legitimar la objetividad de un"descubrimiento" por su mayor omenor proximidad a un modelo deprocedimiento considerado como elúnico que merece el calificativo decientífico. De esta forma, los cánones de tal metodología se convierten en recetas imperativas, institucionalmente sancionadas, para t~ainvestigaci6n! y, consiguientemente,en obstáculos epistemológicos profundamente arraigados, sin cuya superación en la práctica resulta imposible crear las condiciones teóricas para la producci6n de conocimientosen ese campo.
Algo semejante sucede con losllamados "modelos teóricos"; en este
1 El terrorismo abstractO se transfar·m. aquf en lugar común: he aquf unade sus formulaciones ""s frecuentes: "0se aceptan t. regias de m6todo cien·tífico, a no se puede discutir".
LOS LIBROS, Junio - Julio de 1973
plano, sin embargo, una cierta diversidad, al menos aparente, es tolerada, por la simple raz6n de que lafilosofía espontánea de los científicos sociales tiende a concebir lapractica científica en los términosde una metodología general abstracta2 • De este modo, la sedicentepluralidad de los modelos teóricosno es posible más que bajo la estipulación implícita de que todos ellosse subordinen a ese tribunal de última instancia que son las "reglasgenerales del conocer científico". Pero esta subordinación, lejos de eliminar a los obstáculos epistemoló·gicos del plano de la teoría, losfomenta y los refuerza: es que las"reglas" en cuestión poseen la elasticidad suficiente como para no privar jamás de su respaldo 8 la "teoría"-de turno- dominante. Tanto losteóricos como los met6dologos sebenefician con este pacto de sumi·si6n de los primeros a los segundos:el primado formal que se otorga ala metodología tiene como compensación la garantía que esta últimaofrece a la "teoría".
Si bien toda investigación concreta está sometida a la acción de unacombinaci6n compleja de obstác~
los epistemológicos, la determinaeiónde aquellos que forman los elemen-
2 Sin duda esta concepci6n se relacionaestrechamente con el hecho de que etempirismo constituye hoy et obstáculoepistemol6gico dominante en dichas "ciencias".
tos primarios de toda combinaciónfacilita su reconocimiento. Por otraparte, aún cuando existan diferentes formas conaetas de existenciade dichos obstáculos (formas cuyoanálisis específico tendrá una importancia práctica capital cuando se tra·te de superarlas), es posible redu·cirlas 8 dos "modelos" epistemológicos generales que obran expi (citéo implícitamente en la investigaciónsocial y que constituyen a su vezotras tantas variantes de un mismcparadigma básico: la filosofía idealista del conocimiento. Esta filosofíapuede resumirse en tres tesis principales: 3
1. Existe una verdad a-hist6riCé.que se encuentra dada de antemanoen el" orden de la "realidad": bastacon extraerla, sin que sea necesarioproducirla .
11. El SujPto (cognoscente) y el
Objeto (de conocimiento) constituyen los elementos últimos del conocimiento científioo4 •
11,. La investigaci6n científica consiste en el establecimiento de unaadecuación entre el Sujeto y el Objeto de conocimiento. Esta adecu.ción define a la Verdad. Lo cual
3 ef. L. Althusser, "Curso de filosofiépara cient ¡ficos", Ecole Normale Sup6rieure, Paris, 1967..a8.
4 V, por lo tanto, constituyen asimismo las categor'. fund8mental. de I ~
filosofía ideelista del conocimiento.
(Sujeto) = (Objeto) = Verdad.
El empirismo: obstáculo cIomi..nteen l. "cienci. soci.les"
puede expresarse esquemáticamentepor medio de la IIfórmula":
Ahora bien, en el interior de loslímites absolutos de esta fórmulageneral existen determinadas formastípicas que se definen como variantes tendenciales del invariante: (Sujeto) = (Objeto) = Verdad; variantes que subordinan (y tienden enúltima instancia a abolir) a uno uotro de los términos de la ecuación:(Sujeto) = (Objeto). O sea, retomando la fórmula precedente:
ciones7. Así, por ejemplo, la céle:bre exposición de Lazarsfeld, mostrando el paso de los conceptos alos indicadores a través de la especificación en dimensiones y la construcción de índices, se mantiene enlo fundamental en la misma perspectiva, puesto que lo que en ellase designa como conceptos es una"entidad concebida en términos vagos que da un sentido a las relacionesobservadas entre fenómenos" y queel único criterio posible para establecer la adecuación entre conceptos e indicadores es, en último término, el que "dos índices diferentese igualmente razonables conduzcana relaciones semejantes o diferentes entre las variables anal izadas"8 .Lo cual significa que la mencionadaadecuación (establecida por mediode lo que Lazarsfeld denomina "operaci6n de validaci6n") no puede serfundada más que en la interpretación del investigador9 .
De hecho, incluso en el interiorde su propia perspectiva, el empirismo sociológico desemboca sobrecontradicciones insalvables. En efecto, si no hay criterios objetivos para probar la validez de la relaci6nentre conceptos e indicadores, ¿c6mo establecer la inferencia y, porconsiguiente, la interpretaci6n delproceso observado1 1o.
7 Se podría II.-nar "empirismo vulgar"al enfoque epistemológico que, como .nel caso de Galtung, no 1610 postula la dominaci6n de lo observado sobre la teoría, sino que, además, hace de tal ordensecuencial la norma ideal de la inwstigeci6n.secuencial la norma ideeI de la investigaci6n.8 P. Lazarsfeld, "Des concepts aux indic_ empiriqu.'" en P. Lazarsfeld y R.Boudon, nLe "oc.bul.ir. de. scienctlS .0e._", Mouton, París, 1985, pigl.27-36-9 Así pues, el "modelo" empirista desemboca .en un. prlm.. consecuencl.paradójica: la .flrmllClón del primado delObjeto es insostenible sin el restablecl·miento subrepticio del Sujeto (solo que,en tal caso, la teoría es reemplazada porla ideología del investiglldor) . Dicho 181
de paso, esa "invenión" entre lo que elempirista .. filJU" que hece y lo quehile. efectiWlmente muestra inequívoc.mente el car6cter deformante del "modelo" en cuestión.
10 La carencia de tales criterios objetivosde validación de los indicedores ....ec.clarament. en los trab8ios de Blalock,el ""s conlCiente de los metodó'o¡psempiristu. V'" en particular "Th. meaIUr.-nenté problem: a SJIIP between thelen",... of Theory and Rneerch", enH. Blalbck y A. BI"ock (compiladore.).MtlthodolOfW in 5oc.1 R..rch, McGrawHill, N.w York, 1968, pp.155-198.
las propiedades contingentes y espúreas), operación que permitiría acceder a sus determinaciones esenciales5 .
Dicho "modelo" se basa en una"teoría del dato", según la cual locual lo esencial de la práctica cient ífica consiste en recoger primero, yanalizar después, (tratamiento deldato), una información calificada de"objetiva" y pre-existente a la actividad (y a los prejuicios. . .) delinvestigador.
Una ilustración particularmenteinstructiva de esta teoría es expuestapor Johan Galtung en un influyente libro que perdurará como una delas más acabadas formulaciones delempirismo sociológico. Galtung inicia su texto con la tesis siguiente:
"Se obtienen datos sociológicoscuando un sociólogo registra hechosacerca de algún sector de la realidadsocial"6.
Una vez registrados, tales hechosse organizan en la llamada "matrizde datos" en la que se combinanlas dimensiones y los valores correspondientes a cada "unidad deanálisis" u objeto real de investigaci6n. La operación del registro transforma pues el hecho en cjJto, a partir del cual, y por inferencia, esdecir por una serie de operacioneslógicas, se obtiene el concepto. Lasrelaciones entre datos, expresadasen relaciones conceptuales inferidasde las primeras, constituyen leyes-a condición de que se respetenlos principios fundamentales de laconfiabilidad (precisi6n en la observación) y de la validez (legitimidadde la interencia Clel concepto a partir del dato). El proceso completose presenta finalmente en esta forma:Hecho - Observación - Dato- Relaciones entre datos - Indicadores Conceptos - Relaciones entre conceptos - Teon'a.
Es preciso señalar que lo significativo en este enfoque es la dominación de lo observado sobre la "teoría" (la cual en última instancia ess610 combinaci6n de hechos) y noel orden secuencial de las opera-
5 La distinción entre la "aperiencia"y la "esencia" de los hechos. una del. constantes del empirismo. Cf. Lenin:M.terill¡¡uno y empiriocritici.mo, Ed.Pueblos Unidos, Uruguay, 1968, p6g. 103.
6 J. Galtung, Teorl. y m«odo• • Min"fttÍI/IICión lOei. EUDEBA, Buenos Aires, pég. 1.
) = Verdad.
) = (Objeto) = (Verdad)Variante 1: (
Variante 2: (Sujeto) = (
La primera variante se conocecon el nombre de empirismo; la segunda, con el nombre de formalismo.
Por otra parte, estas tendenciasse encarnan, en el caso de las "ciencias sociales" en "ideologías teóricas" determinadas (entre las cuales el humanismo historicista y elposititli."o son actualmente las principales) ideologías teóricas que semanifiestan a su vez en esas "formaciones ideológicas" que son lasdiferentes teorías sociológicas conocidas.
La explicitación de los modelosempirista y formalista, así como elanálisis de sus formas de manifestaci6n (en particular en el interiorde las ideologías teóricas humanistay positivista), aportan los elementosmínimos (necesarios y suficientes)para desarrollar una cr ítica eficazde los obstáculos epistemológicosen el campo de las "ciencias sociales".
El empirismo es aquella representación de la práctica científicaque, presuponiendo que el conocimiento está contenido en los hechosconcluye que lo propio de la investi:gación científica es limitarse a com·probarlos, reunirlos y sintetizarlospor un proceso de abstracción quelos haga susceptibles de un manejoeficaz (es decir acumulables y comunicables). El "modelo" empirista concibe pues el quehacer científico como un proceso, no de transformación, sino de purificaci6n del hechoconstatado (del cual se eliminarían
14
Por otra parte, la misma lógicade la demostración en el nivel de laexperimentación muestra claramenteclaramente el carácter absürdo dela postulación de relaciones no determinadas teóricamente. En efecto,todo sistema de relaciones exige elcumplimiento de la condición llamada de "cierre del campo", es decir,de la distribución aleatoria de losefectos de las variables no consideradas sobre las relaciones entre lasvariables estudiadas. Lo cual exigeuna selección previa de dichas variables orientada por una teoría quejustifique la aleatoriedad en cuestión. Queda así excluida la posibilidad de obtener informaciones sinuna teorización previa que guíe acerca del tipo de informacibn deseado y que interprete y articule esasobservaciones en los términos delsistema causal que se postula11 .
Es que, contra lo que el empirismo sostiene, la teoría no es unainstancia accesoria ni subordinadaalas operaciones de registro de datos;tampoco es una simple elaboracióninterpretativa que vendría a coronar el trabajo de investigación; es,al contrario, un medio de producción de hechos científicos que noes posible divorciar de los " datos"(ni subordinarlo a ellos) sin falsearal mismo tiempo la concepci6n delas etapas y de las reglas de la investigaci6n.
En fin, y sobre todo, ningú., registro, ninguna observaci6n es realizable sin una categorización que,si no es proporcionada por una teoría, procede necesariamente de lapráctica institucional dominante, esdecir de las formas bajo las cualeslas ideologías dominantes aprehendenuprácticamente" los fenómenos queque se pretende observar 1 2. La construcci6n de un lenguaje científicoriguroso resulta así imposibilitada-o al menos gravemente dificultada-; y, sin lenguaje científico, noes posible establecer pertinttntemente la significación de una covariaci6n constatad., ni precisar sus alcances y sus I(mites.
En rigor no hay "dato" que nosea constru ido v, en esta construc-
11 Cf. R. Boudon. L'.-Iy. metMmeti·que .."'ir. «K:i.ux. Plon, Paria, 1987.
12 Cf. Bourdieu, Peaeron, Ch.lbOredon.L. nwIt/w • MN:iolofll., Minuit, p.r.,1988.
LOS LIBROS, Junio • Julio. 1873
ción, la teoría juega un papel indispensable y eminentemente productivo. Desconociendo este aspecto decisivo, el "modelo" empirista conduce, no sólo a una sacralización del "dato" sino también a unadeformación profunda del funcionamiento de un dispositivo teórico.
El obstáculo empirista influye hoymasivamente en la práctica cotidiana de los investigadores sociales. Importa tratar de explicarse las razonesde ·su persistencia y de su predominio, pese a las abundantes críticas deque ha sido objeto. Estas razonesremiten indiscutiblemente al papelcumpl ido por las "ciencias sociales"en el plano social e institucional.Siendo dichas "ciencias" en gran parte mera estadística social destinada adescribir procesos y situaciones sociales a partir de las nociones de lapráctica administrativa (es decir, apartir de las representaciones ideológicas mediante las cuales las clasesdominantes organizan y conciben sugesti6n), el empirismo se encarga delegitim..las ensalzando como laborcient ífica su oscura tarea burocrática e impidiendo el cuestionamientodel sistema ideológico que la sustenta. Obstáculo epistemoló~o,el empirismo es a la vez, arma ideológicade las clases dominantes. Su funcibnapologética en el plano teórico (como respaldo y garantía de las "ciencias sociales") es estrictamente coherente con su función social, a saber:servir los intereses, teóricos y prácticos, de la burguesía.
El oblt6culo form81ista
El empirismo carece en sentidoestricto de enemigos reales en elcampo de las "ciencias sociales".Posee, en cambio, lo que cabría llamar un "competidor" (es decir unenemigo ficticio), a saber las diferentes variantes V versiones del "modelo" formslists. Se puede definira este último como aquel que resulta de la inversión sistemática delas opciones empiristas13 . Allí donde el empirismo soslaya el momentoespecífico de la construcción teórica, el formalismo tiende a eliminar, o en todo caso a subordinar,el proceso de producción efectiva
13 Como 10 indica ,. fórmula Y. citada:(Sujeto) =( ) =Verdld.
(construcción + demostración) delconocimiento de hechos y coyunturas reales.
Se trata en rigor de una doblesubordinación, que afecta, por unaparte, a las operaciones destinadasa la "realización" del sistema deconceptos te6ricosl4 y, por otra,alas 9peraciones de control empiricode lo concreto así elaborado.
En todas las variantes del obstáculo formalista, al menos uno de estosdos momentos necesarios de la investigación científica tiende a serexcluido, ya sea -primera varianteporque se concibe a la práctica científica como limitada a la sota construcci6n de sistemas especulativos,ya sea -segunda variante- porquese supone que la mera reflexiónteórica es capaz, por las virtudesintrínsecas del rigor y la coherencia lógica, de engendrar proposiciones emp{ricas cuya evidencia las exime de la necesidad de una confrontacibn experimental.
La tendencÍll fOl71Jlllisr. en las·'ciencias sociales" se manifiesta enregla general bajo la forma de laafirmación explicita o impl(cita delprimado absoluto de la construcción teórica (y meta-teórica). Conviene subray.. empero que se trlta,como hemos dicho, de una twJdtIn.cÍlI; en ese sentido, aún los rMs acabados representantes del formalismono dejarán de reconocer verbalmente los derechos de la investigaciónempírica y de la experimentación,sin desde luego aportar nada en lapráctica que vaya concretamente enel sentido de las intenciones ded.radas. He aquí algunos ejemplos, tornados de la sociolog.·a europea ynorteam.-icana:
El llamado uhiperempirismo di.léetico"1 5 de Georges Gurvitch: setrata de un caso extremo de formalismo teoricista, lo que lo vincula a lamejor tradición de la "fi losofía so-cial". En rigor, sólo por un usoun t.nto abusivo de los términospuede hablarse en este caso de Uteo
ría sociológica": dicha teoría consiste esencialmente en vasto conjunto de inventarios clasificatórios (PIra algunos de los cuales se bt.IsQríen vano la coherencia de los criterios
14 Sobre l. categoria de "r...iZllCi6nu
v.se, L. Althu..... ""Acen:e del rtalMjoteórico"" en L. filo.". como .,.".• M nwoluci6n" lié.. 80.15 Denominci6n un tanto equíV0C8, porcierto. ,.
:axon6micos utilizadosl6 ) sustenta:lo por una filosofía vagamente bergioniana y -como justamente escribe:. Lévi-Strauss- por "un culto ¡ooatra de lo concreto, tan imbuído,;in embargo, de un sentimiento de-everencia sagrada, que su autor nun--:a ha osado emprender la descrip-:ión y el análisis de una sociedad~onaeta cualquiera"l7.
Así pues, se comprende que esta Uteoría" sólo muy raramente haya orientado una investigación empírica en sociología. No obstante,sería un error iriferir de este hechola conclusión de que se trata de unaelaboración especulativa ineficaz ysin consecuencias; no sólo porquelos escritos de Gurvitch conservantodavía una influencia importanteen la enseñanza de la sociología,sino también, y sobre todo, porCJ,ledichos escritos contribuyen en lapráctica a legitimar y a alimentaruna tendencia particularmente arraigada -y profundamente negativaen el interior de las "ciencias sociales": la que consagra y ahonda laseparación entre reflexión teórica einvestigación empírica, consolidando a la vez la idea de que la meraespeculación abstracta constituye ensí misma una producción efectivade conocimientos sociológicOSl8.
La llamada "teoría general de laacción" de Talcott Parsons19 ofreceuna ilustración mucho más prestigiosa, pero no menos típica, de la incidencia del obstáculo formalista. Desde su primera formulación, dichateoría -en la cual las categorías
16 Por ejemplo, en Problém. de lasociologie de la connaiuence (Cap. 11,de la sección VII, del "Traité de Sociologie", pub' icedo bajo la di rección de Gu rvitch, Paris, P.U.f., 1963) hallamos lasig,,;ente "clasificacjón" de los tipos deconocimiento: "1) El conocimiento perceptivo del mundo exterior. 2) El conocimiento del prójimo, de los Nosotros,de los grupos, de las sociedades. 3) Elconocimiento de buen sentido o de sentido común. 4) El conocimiento técnico.5) El conocimiento poi ético. 6) El conocimiento científico. 7) El conocimientofil0s6fico" (pág. 122). A decir verdad, noes 1610 por temor a las paradojas lógicasque nos resistiríamos a situar a esta misma cl.ificaci6n en la categoría nO 6.1 7 C. Lévi-Strauss, Anth,opologie struc·tu,..'. ,Paris, Plon. 1958, pág. 356.18 Todo formalismo se caracteriza poridentificar lo que s6to es medio de producción de conocimientos -la teor íacon los productos (conocim ientos) propiam.,te dichos. Lo cual implica nece·.riamente una falsa concepción de dichos.m «tios.19 En "The structure of social setion".
18
clasificatorias desempeñan tambiénun papel de primera importanciaha propuesto constitu....se en tundamento unitario de las "ciencias de laacción" (entre las cuales se incluyepor supuesto a la sociología). Muchohabría que decir acerca de esta concepción de la teoría general como"fundamento" de una o varias prácticas científicas2o; nos parece sin embargo más interesante -y más probatorio- considerar y evaluar el funcionamiento concreto de esta teoría cuando se la aplica al análisisde procesos sociales.
Particularmente elocuente a esterespecto es el estudio que Parsonsconsagra a la "prácitca médica moderna"21. Su interés reside esencialmente en que constituye una de lasno muy frecuentes "aplicaciones"empíricas de la teoría parsonianaen el dominio de la sociología22.El objetivo de la investigación estrazar un cuadro de las orientacio·nes de rol que gobiernan la acciónde los protagonistas (tanto médicoscomo pacientes) de la "práctica médica" en las sociedades contemporáneas. Precisemos que el paciente es,también, un rol: he aqul' el "descubrimiento" fundamental de Parsons.
Tales son los objetivos declarados del estudio. Sin embargo, lalectura más rápida del texto, no sólo disipa totalmente las esperanzasde obtener explicaciones o, al menos, descripciones relevantes acercadel fenómeno estudiado, sino que-y este es su único aspecto realmente instruetivo- basta también paraponer de relieve una doble incapacidad de la teoría parsoniana:
a) incapacidad de engendrar (ode integrar en su marco conceptual)proposiciones empíricas no banales;
b) incapacidad de poner en cuestión los lugares comunes más arrai ..
20 En efecto, el mito de la teoria como"fundamento" de la ciencia es ya uníndice claro de la influencia del obstáculoformal ista.
21 Dicho estudio constituye el capítulo10 de "EI sistema social", Madrid, Revistade Occidente, 1966 (traducción de la3a. edición de "The social system", NuevaYork, The Free Press Glencoe , 1959.22 El estudio psico-sociológico de los "pequeftos grupos", as í como al gunas célebres teorías sociol6~cas del desarrolloecon6mico son otros conocidos ejemplosde "aplicación" de dicha teoría general.Véase Hoselitz y McClelland.
gados de las ideologías dominantes(a los que, por el contrario, utiliza-ya veremos cómo- y, por ellomismo, justifica).
Se nos permitirá reprodJcir algunos párrafos de dicho trabajo; dejamos al lector la tarea de decidirsi se trata de "ejemplos" de (a),de (b) o de ambos:
lila salud, casi por definición, estádentro de las necesidades funcionalesdel miembro individual de la sociedad, hasta el extremo de que, desdeel punto de vista del funcionamiento del sistema soc;"al, un nivel demasiado bajo de salud (o un nive!demasiado alto de enfermedad) esdisfuncional" (pág. 432).
". . . Por ejemplo, no se esperadel médico, como tal, que tenga unjuicio mejor sobre poi ítica extranjerao sobre legislación fiscal que el decualquier otro ciudadano al que sepueda comparar en inteligencia yeducación" (pág. 437).
". . . Ver _ una persona desnudaen un contexto en que esto no esusual, y tocar y, manipular su cuerpo, es un "privilegio" que reclamaexplanación a la vista de estas consideraciones·· (pág. 452).
" .. - El motivo o ánimo de lucrose supone que está absolutamenteexcluido del mundo médico. Estaactitud se comparte, desde luego, conlas otras profesiones, pero está quiza más acentuada en el caso de losmédicos que en cualquiera otra, excepto acaso el sacerdocio" (pág. 438).
". . . A diferencia del rol delhombre de negocios, este rol (serefiere al de médico) está... colectivamente orientado y no autoorientado" (pág. 437)23.
". . . la enfermedad tiene queser definida -en uno de sus aspectosprincipales- como una forma deconducta desviada..." (p. 476).
Estas citas, a las que podríanañadirse muchas otras, son doblemente significativas. En efecto, poruna parte, ilustran la doble incapacidad a que hicimos referencia precedentemente: presentadas en el texto bajo la forma del "es así", dichasafirmaciones se limitan a amalgamar,con mayor o menor éxito según loscasos, lo falso con lo trivial. Desde
23 Añadimos esta cita a la precedentepara que quede claro que la exclusiónde motivaciones lucrativas no es -seSJinParsons- un mero "prejuicio" ideológico vulgar, sino una de las característicasque define objetivamente et rot del médico.
luego, una terminología sofisticadalogra a veces disimular ambos rasgos.
Por otra parte -y este punto escapital- tales afirmaciones permitenponer de manifiesto algunos de losmecanismos de "autoverificación" aque apela un cuerpo teórico masivamente dominado por el formalismo. En efecto, por triviales y deformantes que ellas sean, las mencionadas proposiciones presentan sinembargo un carácter empírico. Porello mismo, se las debe considerarcomo una "realización" particularde la teon'a general -"realización"que, en este caso, consiste en el tratamiento anal ítico del objeto concreto: la "práctica médica moderna"24.
Ahora bien, en regla general toda"realización" de un sistema teóricopuede ser considerada desde un doble punto de vista o, mejor dicho,como productora de un doble efecto: a) un efecto "directo" que esel conocimiento del objeto concretoanalizado; b) un efecto "indirecto"que es el de mostrar la posibilidadmisma de esta "realización" (estoes: la productividad del sistema teórico en westión).
Volviendo al estudio de Parsons,en lo que respecta al punto (a)sabemos ya a que atenernos; enlo que se refiere al punto (b),algo nuevo aparece; algo nuevo quejustamente, explica la mencionadadoble incapacidad de la ideologíateórica parsoniana (y de toda "teoría" formalista), a saber, que elespacio de realizaci6n25 de esta ideología teórica no es otro que laideología práctica dominante (o mejor dicho las más arraigadas "evidencias" de esta última; por ejemplo, que el "animo de lucro estáexcluido del mundo médico", que elrol del médico está orientado haciala colectividad, que la enfermedadconstituye un caso de "condJetadesviada", etc.). Con ello, la ideología te6rica parsoniana se otorga a símisma la ilusión de su viabilidadempírica, al tiempo que la seudoevidencia de las proposiciones así"producidas" confiere al análisis laapariencia de una demostración. Aho-
24 La epistemología ideal ista (en sus dosvariantes) designa equ ívocametne esta realizaci6n con et término "aplicaci6n".
25 Es decir, el lugar te6rico-experimental (consti tu ido por u n sistema de dispositivos y operaciones técnicas teóricam"te informadas) en que una cienciaControla la pertinencia de su discurso.
LOS LIBROS, Junio - Julio de 1973
ra bien. como todo indica que laideología teórica parsoniana no esen última instancia otra cosa queuna sublimación de la ideología práctica dominante26 , comenzamos acomprender cuál es el mecanismo deesta "real ización-demostración" alucinatoria: una pura y simple repetición especular. También es claroel efecto (ilusorio) de este mecanismo: la mutua confirmación de !aideologt'a teórica y de la ideologíapráctica. A saber: la ideologt'a teóricase auto-verifica en la ideología práctica a la que repite; la ideología práctica se auto-legitima en la ideologíateórica que la repite.
Resulta lógico entonces que estebreve análisis del obstáculo formalista desemboque en conclusiones análogas a las extrat'das a partir de lacrítica del empirismo. Como esteúltimo, aunque por razones opuestas, el formal!smo funciona comoobstáculo epistemológico y como arma ideológica de las clases dominantes27 . Como obstáculo epistemo~
lógico, el "modelo" formalista desconoce el carácter procesual y productivo y de trabajo científico, eliminando en la práctica uno de susmomentos constitutivos y haciendode la especulaci6n abstracta el punto de partida y de llegada de la producción de conocimientos28 . Comoarma ideológica acuerda un status"científico" a las "evidencias" másbanales y a los prejuicios más venerables que proceden de las ideologíasdominantes. Como el empirismo, elobstáculo formalista se nutre de laestrecha relación que une su funciónteórica a su funci6n social.
Un ejemplo de "coexistencia pacífica" entre empirismo y formalismo: la ideología estrueturalista
El análisis de los obstáculos empi-
26 Entre otras, la crítica apasionada y corrosiva de Wri!t't Milis ha contribuido aponer de manifiesto esta complicidad.
27 Pese a que, como hemos indicado,este papel, en las "ciencias sociales",sea cumplido predominantemente por elempirismo.
28 Cf. para una demostraci6n lógica (yno epistemológica) det formalismo inherente al fu ncional ismo, el texto clásicode G. Hempel, "The logic of funcionalanal-,sis" , in Llewwellyn Gros (ed.) Symposium on Sociol09cal Theory, Row, Peterson, Co., Nueva York, 1959, pigs. 271 yss.
rista y formalista ha permitido confirmar lo señalado en párrafos anteriores: entre esas dos concepcionesepistemológicas la oposición es másaparente que real; dicho de otromodo, las divergencias que las separan no superan jamás los límitesestrictos de una problemática común,que no es otra que la que define a laepistemología idealista, tal como hasido precedentemente expuesta. Sila importancia relativa de cada unode esos obstáculos es diferente (yaque hasta nueva orden el empirismo,continúa siendo dominante en las"ciencias sociales") dicha diferenciano cabría ser pensada como productora de un antagonismo real entre ambos modelos. Este hecho esimportante: de él se deduce, y elalcance práctico de esta inferenciano es insignificante, que una eventual inver~ión de la dom inante (esbozada ya en algunas ramas de lasociología y de la antropología, demás en más permeables a las tentaciones del formalismo) no acarrearía ninguna transformación realmente radical en el flpanorama" epestemolágic029 • Debería más bien serinterpretada como una consolidaciónde la epistemología idealista, la cual,precisamente por medio de esos desplazamientos, que permiten esquivarlas verdaderas cuestiones, encuentrala manera de superar sus crisis periódicas.
Este carácter complementario dela relación entre empirismo y formalismo merece ser ilustrado: el ejemplo concreto que hemos escogidopara ello es, con respecto a esteproblema, particularmente instructivo: se trata de la ideología estructuralista, ideología cuya resonancia"teórica" en los últimos años noprecisa ser destacada3 0. Las áreas
29 Lo cual no significa que, desde elpunto de vista de la intervención epistemológica materialista, se deben subestimar o i(Jlorar los efectos especificos queresulten de tal desplazamiento. La inversi6n de la dominante, aunque no implica ninlJlna ruptura radical, no puededejar de modificar las formas de intervenci6n de una práctica que, por principio,se ejerce sobre una realidad coyuntural.
30 Cf. pera un análisis critico de los principales aspectos de la epistemología estructuralista, E. de Ipola "Ethnolo~e ethistoire dans I'espistémol~e stroetur.liste", en Cahiers Internationaux de Sociologie, París, PUF, Vol. XLVIII, 1970,págs. 37 y ss.
17
temáticas y los aspectos de esta ideología son múltiples y variados; eneste artt'culo hemos de centrarnosen el examen de una de sus expre·siones más significativas (en tantoen ella confluyen algunos de lospresupuestos nodaJes del estructura·lismo), a saber, la teoría levi-straussiana de los "modelos". Como trataremos de mostrarlo, cada uno de losdos obstáculos empirista y formalista- anteriormente analizados, lejosde ser contradicho o excluido por elotro, está llamado a desempeñar unpapel relativamente autónomo e indispensable en la economía de dichaconcepción. Todo sucede como si lalógica de esta ideología exigiera unacoexistencia pacífica entre las dosvariantes de la epistemología idealista, de modo tal de asegurar que cada una de ellas ocupe la posici6ndominante en dos momentos diferentes del desarrollo de dicha "teoría".Examinemos ambos momentos y laincidencia que en ellos ejercen elempirismo y el formalismo.
El empirismo: este obstáculo semanifiesta de manera inequívoca enla definición misma de la nociónde modelo y, más precisamente, enel enunciado de las reglas ""e, según Lévi -Strauss, deben ser respetadas para construir modelos científicamente pertinentes. Así, por ejemplo:
" ... el modelo dese ser constituido de manera tal que su funcionamiento pueda dar cuenta de todoslos hechos observados".31
Afirmación que remite (en una nota al pie de página) al texto siguiente de Neumann y Morgenstern:
u ••• La semejanza a la realidades requerida para que el funcionamiento del modelo sea significativo.Pero, habitualmente, esta semajanzapuede ser limitada a algunos aspectos considerados esenciales pro tem-pare..." Ubid.)
En términos más explícitos, unmodelo es concebido como el producto de ooa operación de abstracción que, partiendo del objeto real,debe retener de este último aquellasvariables "esenciales" que posibiliten una suerte de reproducción analógica (un "simulacro interesado",ef. R. Barthes)32 del fenómeno ana-
31 C. L_¡-5tr..., Anthropoloe. ItNe
tur"., pie. 30632 Cf. RoI.nd Bat1h., "Ellais eritiGa_" ,P.¡s. 1983, .... 215.
1.
lizado. Todas las indicaciones metodológicas sobre este punto reposansobre la base de dos constantes "clásicas" del empirismo: a) la dico·tomía entre lo "esencial" y lo "¡ne·sencial", dicotomía concebida comoexistente en lo real mismo; b) la operación de "extracción" (denominada"abstracción") de la esencia real pormedio de la eliminación de los aspectos "in:?senciales", operación que,para el empirismo, constituye la tarea científica por antonomasia.
El formalismo: la etapa que de·semboca en la construcción del modelo, a partir de la observación delos hechos y de la aplicación de lasreglas enunciadas, no agota sin embargo todos los momentos de lainvestigación estructuralista. En rigor, esta primera serie de operaciones abre el camino a otra, situadaen un registro diferente: se trata delo que Lévi-Strauss denomina la "experimentaci6n por medio de los modelos mismos". Esta segunda etapatiene como objetivo determinar lamanera en que un modelo reaccionacuando es sometido a ciertas modificaciones y comparar modelos de igualo de diferente tipo. Lévi-Strauss noes suficientemente explícito en lo quese refiere a las operaciones que requerin·a ese objetivo. No obstante,es posible poner de manifiesto algunos de los supuestos en que sebasa esta "experimentación por medio de modelos": para ello, bastacon tener presente otros textos delmismo autor, particularmente aquéllos que tratan de las relaciones entrelos diferentes niveles (o "estructuras") de una sociedad33.
Este problema (que, bajo unaforma implícita y desviada, traduce,deformándola, una de las cuestionescruciales del materialismo histórico:la relación entre "infraestructura"y "superestructura") es abordado porLévi-Strauss en términos de una estrat.a muy particular: se~n esteautor, el estudio de esas relacionesabriría un amplio programa de investigaciones comparativas, cuya premisa fundamental sería el considerar al conjunto de dichas estructurascomo un vasto "grupo de transformación" y cuyo objetivo seria ladeterminación de las corresponden-
33 En al milmo c.pítulo XV di l. Anth,opoi. Suucru,./e. ef... "".'0 IV"Dynlmique soc....: struetu... di ..bar·diNtion", ..... 342 y ••
cias "formales" y no-eorrespondencias existentes entre ellas. Tal objetivo exigiría como condición previa que cada "nivel" -estructuraeconómica, sistema de parentesco,lenguaje, mitos, etc.- haya sido objeto de una formalización lo más exhaustiva posible y, desde luego, homogénea. Por principio, el estudiocomparativo estaría centrado sobrelas propiedades "Iógicas" de cadaestructura, a partir de la tesis, explícitamente formulada por LéviStrauss, de que tanto las "correspon dencias" (homologías o isomorfismos) como las "contradicciones"descubiertas "pertenecen todas almismo grupo de transformación"34.
El punto de llegada de dichoprograma de investigaci6n formal sería la reconstitución de lo que LéviStrauss llama el "orden de órdenes",a saber "Ia expresión más abstracta,de las relaciones que mantienen entre s,' los niveles en los que elaoíl ¡sis estructural puede ejercerse..." (Anthropologie, pág. 366).
Lévi-Strauss no vincula expl ícitamente la "experimentación por medio de modelos" al análisis del "orden de órdenes" pero, evidentemente, afirmar que en dicho análisis lalIexperimentaci6n" en cuestión estállamada a cumplir un papel funda·mental no constituye por cierto unadeformación de sus puntos de vista.
Ahora bien, ¿cómo encara LéviStrauss dicho programa de investigación, habida cuenta de las indicaciones precedentes? Un párrafo delmismo artículo es particularmenteexplícito sobre ese punto:
11 • • • Si se nos concede, en lalínea del pensamiento mismode Marx, que las infraestructuras ylas superestructuras comportan múltiples niveles y que existen diversostipos de transformaciones para pasarde una a otro, se admitirá tambiénque es posible, en último análisisy haciendo abstTIICci6n de los contenidos, caracterizar a diversos tiposde sociedades por leyes de transformaci6n, es decir, por fórmulas queindiquen el número, la potencia, el
34 Levi-8trauu ¡nvac. al mat....ismo hittorico .... IU.tentBr alta tesis:"EI ju•."ante... lo que ,n11ft8 el ."..ter¡8Iilmo hi.t6rico e.ndo .firma quesiempre. posibI........ por transformci6n, de .. estructura ecGn6ma, ode le estructura de ... relKiOMl lOei..., • 1. .truetura dII dlrecho, dII ~.o de la reU.6n" Ubid., .... 3851.
sentido y el orden de las torsionesque sería preciso anular, por decirloasí, para reencontrar una relación dehomología ideal (lógicamente y nomoralmente) entre los di ferentes niveles estructurados" (lbid., pág. 366,subrayado nuestro).
Basta con llamar la atención sobreesta necesaria "abstracción de loscontenidos", requerida por el análisis propuesto, para hacer visible lapresencia del obstáculo formalista.Sin embargo. Ello no es suficiente:nos hemos propuesto mostrar, nosólo la existencia de este obstáculo,sino también su posición dominanteen esta segunda etapa de la investigación estructural ista. Ahora bien, algunas de las indicaciones formulalas anteriormente nos proporcionanlos elementos necesarios para confirmar dicha tesis.
En efecto, seiialamos más arribaque la determinación del "ordende órdenes", como programa de investigación comparativa, se basabaen la premisa de que las propiedadesformales de cada uno de los nivelesestructurados formaban parte de unmismo "grupo de transformación".Es en esa premisa -menos que enel carácter declaradamente "formal"de los análisis propuestos- que reside lo fundamental del formalismoestrueturalista. Efectivamente esa afirmación está lejos de ser una simple"hipótesis de trabajo" o una declaración sin consecuencias en el planode la investigación estructuralista;se trata por el contrario de una tesisque remite di rectamente a uno de lospostulados básicos del estructuralismo lévi-straussiano, a saber, la afirmación del carácter "universal" (enel sentido' de "común a la especiehumana") del pensamiento lógico.Ese postulado es esencial a la economía de la antropología estructuralista: no 5610 determina el sentidode los conceptos claves de dichateoría (a saber, los de "estructura"e " inconsciente", así como el de ,.relación entre ambos), sino que también cumple, en el plano de la investigación misma, un rol capital: elde proporcionar una "garantía" apriori de la pertinencia de las operaciones del análisis estructural.
En efecto, el postulado de la universalidad del pensamiento lógicopermite:
a) en prim. IUglr, dejar de ladolos "contenidos" (es decir, en elfondo la especificidad histórica delos procesos que tienen lugar en UN
LOS LIBROS, Junio • Julio de 1173
formación social, así como la articulación de esos procesos en el interior de una coyuntura) 35 . en efecto, si una misma "lógica" presidela organización de contenidos diversos (cualquiera sean ellos) es legítimoponerlos entre paréntesis para indagar las leyes de dicha lógica.
b) en segundo lugar, "saturar"epistemológicamente la ideología estrueturalista, saliendo al paso a toda objeción de principio contra susconceptos, sus métodos o sus técnicas. Sobre este punto, citemos untexto altamente elocuente:
"En el uso que hacemos del método, se nos acusará sin duda de interpretar y de simplificar demasiado...Responderemos. . . a nuestros eventuales críticos: ¿qué importa? . Yaque si la finalidad última de la an·tropologia es contribuir a un mejorconocimiento del pensamiento objetivado y de sus mecanismos, vienea ser lo mismo en definitiva el que,en este libro, el pensamiento de losindígenas sudamericanos tome forma bajo la operación del mío, o elmío bajo la operación del suyo.Lo que importa es que el espírituhumano, sin preocuparse por la identidad de sus mensajeros ocasionales,manifieste en él una estructura cadavez más inteligible a medida queprogrese la empresa doblemente reflexiva de dos pensamientos que actúan uno sobre el otro, cualquierade los cuales -aquí uno, allá otropuede ser la mecha o la chispa decuyo contacto surgirá su común iluminación" (Le cru et le cuit, Plan,París, 1964, pág. 21).
Más allá de su forma "Iiteraria"(que, por lo demás, no nos interesa)el sentido de este p'rrafo es claro:la "estructura del espíritu humano"-tal es la fórmula con que LéviStrauss designa a menudo dicha "Iógica universal"- garantiza, contra todas las críticas y refutaciones, lapertinencia profunda de la empresaestructurllista. "Tour de force" formalista, al que debemos reconocerleal menos un mérito: el de ser incootestablemente confortable.
De este breve análisis extraemosdos conclusiones principales:
1) En primer lugar, la confirma--
35 Tal es une de l. razones por l. cu••sno existe en el estNctu,.lismo l6vi-str..sliano una teoría de complejict.d soci.(ni por lo mi.-no, de al din6mica y ...t,.nsformecion.). ef. E. de Ipoia, a".cit., p6t. &6.
maci6n de lo que habíamos e.....nciado en parágrafos anteriores: el empirismo y el formalismo, variantesde la epistemología idealista, no seexcluyen ni se contradicen necesariamente. Por el contrario, la coexistencia de ambos obstáculos es laregla en toda ideología teórica (loque las diferencia es, entre otrascosas, la mayor o menor capacidadde "armonizar" dicha coexistencia;en ese sentido, el estrueturalismoconstituye un caso ejemplar).
2) En segundo lugar, hallarnosalgo nuevo: a saber, que la superación de ambos obstáculos no se lowapor medio de una dosificación equilibrada de empirismo y formalismo.Tal "conciliación" (expresada esquemáticamente por la fórmula: (Sujeto)= (Objeto) = (Verdad) no haría m6sque adicionar los efectos propios decada uno de los mencionados obstáculos. Si "Sujeto" , "Objeto" y"Verdad" son las categorías fundadoras de la epistemología idealista,nada se logra combinándolas diferentemente: hay que cuestionarlasa fin de organizar la intervenciónepistemológica sobre nuevas beses.
0bIdcu10l epistemol6gicos o i.ologf. teóricas: humanismo e ...toricismo en .. cienci. 1OCi...
Los obstáculos epistemológicos seencarnan en determinadas ideologíasteóricas que refuerzan la capacidaOracionalizadora de dichos obstáculosvinculándolos a las raíces de su determinación social a través de suarticulación con las ideologías do·minantes.
En las "ciencias sociales" las ideologías teóricas dominantes son elpositivismo y el humanismo hiltOl";'cistll. La primera se caracteriza en loesencial por la afirmación abstrM:tade la Ciencia en general, concebidlcomo a-histórica, y se expresa, entodas sus "versiones" (clísicas o modernas), en una combinación históricamente variable de los obstácu..los epistemológicos expuestos, empirismo V formalismo36, bija la dominación def primero (más acentuada en. el positivismo tradicionafque en el "neo-positivismo lógico").En cambio, el humanismo historicista tiene efectos espec,'ficos en suintervención en la práctica eientí-
36 V.... Mario Bunga, C~"'.d, Eudeba, Buenos Aires. 1959.
1.
fica. No tanto porque constituyaen SI' otro tipo de obstáculos epistemológico (ya que también, en última instancia, es una forma de empirismo), sino porque su realizaciónen tanto que obstáculo se lleva acabo mediante mecanismos propiosde carácter más complejo, cuyo reconocimiento y crítica requieren untratamiento especial.
De esta forma, si las ideologíasteóricas "realizan" y racionalizan losobstáculos epistemológicos, son estos, en su expresión práctica (e n elinterior de una práctica cient ítica)los que deben ser objeto de intervención epistemológica, más que lasdistintas filosofías idealistas cuyo análisis corresponde a una teon'a delas ideologías. Pero, en la medidaen que una de estas filosofías elhumanismo historicista, ocupa unlugar clave en las ciencias socialesy se materializa en obstáculo epistemológico según un proceso específico, es necesario determinar cuáles esa especificidad y cuáles susalcances.
lo que caracteriza esta ideologfateórica es una doble afirmación correlativa: 1) no ex isten leyes científicas sino explicaciones contingentes; 2) el único criterio de verdadreside en la práctica y ésta apareceligada a la acción libremente electiva de los hombres.
Así expresada, su formulación serodea del atractivo de una filosofíaespontánea del pragmat ismo social 3 7 ,
cara tanto a los hombres de negocioscomo a ciertos activistas poi íticos.
Por eso, aunque para algunos resulte sorprendente la relación, pareceúti I recordar la más acabada formulación de dichas posiciones en lasciencias sociales, las tesis epistemológicas de Max Weber38 , Como sesabe, Weber parte del la necesariadistinción entre "racionalidad de losfines" y "racionalidad de los medios", paso previo a la distinciónentre el cientl'fico y el político,y al establecimiento de una neutralidad ética de la ciencia confinadaal mero establecimiento de la adecuación entre medios y fines. Así,mientras que la producción de losfines no puede ser explicada en símisma, puesto que se originan por la
37 Cf. Abraham Kaplan, The Conduct ofInquiry, Chandler Pub' ish ing Co., San Francisco, 1964.
38 el. Max Weber, Essa;s sur la théoriede la science, París, Plan, 1965.
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accton electiva de hombres libres, laciencia pup,da abordar el con(ximiento de las condiciones de existencia,realización y variación de dichosfines, a partir de la configuraciónsignificativa de conjuntos históricosconcretos. Dichos "conjuntos", o sociedades, o épocas, están determinados por un contenido social preciso. rJo son pues conceptos, sinorealidades históricas. Tales son lasunidades de anál isis y el objeto dela ciencia al mismo tiempo.
En el intt:rior de dichas situaciones pueden establecerse leyes, pero esas leyes son siempre relativasa la sociedad considerada. La razónúltima de proceder de esta forma esel hecho de que el observador formaparte de lo observado y por consiguiente no puede, en ningún caso,
distanciarse y analizar los fundamentos explicativos del conjunto enel que está inserto. Puesto que laúnica posibilidad de objetividad re-
lativa (y por tanto de neutralidaddel científico) es la descripción demecanismos internos a una situacióndada, se hace imposible el estable~
cimiento de leyes generales y, también, la explicación de cómo se generan los procesos de transformación social negadores del orden existente (de ahí, que en el nivel "teórica", la perspecti va weberiana hayasido el sustento justificador del funcionalismo: la teort'a del sistema social parte de fines establecidos paraestudiar su organización al nivel delos medios (cf. supra).
De una tal perspectiva surgen "métodos" en correspondencia. Se trata,ante todo, de aislar un fenómenohistórico concreto y atribuirle significación por medio de la imputaciónde determinadas causas a determinados efectos, al interior de una red derelaciones sociales históricamente dadas. la herramienta básica de un talmétodo es el tipo ideal, concebidoa la vez como "real idad concreta",en la medida que se parte de observaciones de lo existente, y como"abstracción" puesto que se subrayan las líneas de fuerza de talesobservaciones con el fin de configu·rar un "caso límite" que sirva depunto de referencia para la comparación, ya sea con otros tipos, ya seaen términos del mayor o menoracercamiento de una realidad al tipoestablecido. En la medida en que acada tipo ideal se le atribuye unasignificación en términos de conte-
nido. el análisis consiste en imputara una realidad observada un conteni-:do histórico, de acuerdo con sumayor o menor acercamiento conel tipo ideal referente. Evidentemente, la investigación se complica alimputar también las relaciones detos tipos entre sí y los mecanismossociales de producción de los distintos tipos (Econonlía y Sociedad estáplagada de ejemplos, al respecto).Ahora bien, para ser coherente conla perspectiva de Weber debe preguntarse qué es lo que fundamentala ciencia, como fin en sí. Es decir, qué permite afirmar (qué critertos.. .1 que la relación establecidaentre medios y fines en una deter·minada sociedad lo ha sido científicamente y no según la intencionatidad de; actor. Ahora bien, si losfines son inexplicables y productode la acción histórica impredecible,¿puede existir un fundamento objetivo para los criterios científicos? .lógicamente, desde su punto de vista, Weber responde con la negativay fundamenta los criterios científicos en la creencia subjetiva de lacomunidad científica en cada épocacon respecto a lo que es ciencia.Así, el círculo se cierra sobre símismo: partiendo de la negaciónde la posibilidad de establecer leyescientíficas no contingentes se llegaa negar también la objetividad delanálisis espec{fico de una realidaddeterminada que se hace dependerde los valores de un sector socialdeterminado, llamado "científicos".De ahí la insistencia weberiana en lanecesaria neutralidad ética de dichacomunidad, puesto que si estuvieseligada a determinados intereses sociales (por ejemplo, de la clase dominante) desaparecería la última barrera al subjetivismo generalizado, ala imputación de efectos en funciónde ideologías ancladas en las relaciones de poder. Cuando se sabe lafragilidad reconocida de una tal tesis¿de dónde podría surgir una tal neutralidad social, por encima de lasclases?), puede concluirse que lalucidez de Max Weber le llevó hastael umbral de una tesis que su posición social le impidió franquear.
En cambio Wright Milis, el másinfluyente weberiano de la sociología contemporánea, dio ese paso y,en oposición al académicismo empirista-formal ista, plantó la banderade la lucha ideológica-política en elcentro de las "ciencias sociales"Pero sus tesis de indudable valor
poi ít;co, representaron el plantearla lucha contra el cientismo a partirde las posiciones de un humanismoen última instancia idealista. Releamos al famosa autodefinición de su
. proyecto intelectual en "La imaginación sociológica"39: "Nuestro trabajo se relaciona continua y estrechamente con el plano de la realidadhistórica y con las significacionesde esa realidad para los hombres ymujeres individuales. Nuestro propósito es definir esta realidad y definir esas significaciones; en relacióncon ellos se formulan los problemasde la ciencia social clásica. Y este programa exige que busquemos una comprensión totalmente relativa de lasestructuras sociales que han aparecido y que existen ahora en la historia del mundo". Es decir, en últimotérmino, no hay transformación alguna del objeto real (materia primadel conocimiento) en objeto cientí·fico (objeto del conocimiento), seniega todo el alcance general y, enúltimo término, se utiliza como criterio su capacidad para convencer,en la práctica, de lo justo de la posición sostenida.
En consecuencia, la práctica científica estará centrada sobre las biografías individuales, la historia delos hechos poi ¡ticos, los grandes problemas del mundo presente. Está ciara la seducción de una tal postura,el de las ciencias sociales americanas, dominadas por la futilidad, eltecnologismo y la burocratizaciónde la investigación. Del mismo mo·do, la proposición según la cual elcentro de la dinámica social es elproblema del poder aparece, (segúnse sabía y según se acepta cadavez más en las ciencias sociales)como condicionando el resto de lascuestiones. Pero se llega a una posición poi ¡tica y teóricamente justaa través de un camino espitemológico fundado en un presupuestohumanista, esencialista, sobre la imposibilidad de un estudio objetivode la social. En la medida en quetal presupuesto se traduce en gestosconcretos de investigación (partir delos acontecimientos, sobrevalorar lomanifiesto, interpretar e imputar, se·gún criterios ideológico-morales, loobservado etc.), se convierte en obstáculo epistemológico, en una formaparticular de empirismo, que deforma el desarrollo de una práctica
39 Véase La Imaginación Sociológica,F.C.E., 1959.
LOS LIBROS, Junio - Julio de 1913
adecuada de materialismo histórico.Así por ejemplo, los mismos supuestos informan dos corrientes concretas de las "ciencias sociales" actuales(cada vez más influyentes, por demás,lo que muestra su capacidad de asi·milación por el establishment académico): la fenomenología sociológi·co-antropológica4 o y la historia social41 . En la primera el estudioy las observaciones inteligentes quesugieren se justifican en un vitalismoprimario de no "perturbar" las for·mas espontáneas de la vida, con elanál isis "abstracto". La historia social institucionaliza un periodismode alto vuelo en que se combinan (con más o menos movilidad)una serie de acontecimientos y undiscurso englobante e interpretativoque util iza los hechos más bien como ilustración de una filosofía social general42 .
En la crítica de tales corrienteshay que distinguir el efecto pol{tico,e incluso teórico, producido por ellaen una coyuntura particular de lasciencias sociales y, por otro lado,la alternativa que tratan d, representar en el interior de la pr~ctica ciéntífica. En el primer plano, está clarosu significado fundamentalmente li·berador en lo poi ítico y purificadoren lo teórico con respecto al ambiente enrarecido y tecnocrático que,aún hoy, reina en las institucionesacadémicas especializadas. Pero lasal ianzas políticas con tales corrientesen la actual coyuntura, no puedendescansar sobre una ambigÜedad enuna aceptación de las posiciones metafísicas en que reposan y de susconsecuencias concretas para la práctica teórica (consecuencias que, porlo demás, no dejarán de revertir, directa o indi rectametne, sobre el piano político). Así, la necesaria ruptura con los términos de la prácticainstitucional dominante para proceder a un análisis científico de lo socialla reconstrucción del objeto, el proceso de experimentación y de control necesario para producir un conocimiento y, sobre todo la, capacidad de establecer leyes estructura-
40 Véase en este sentido los trabajos de lacorriente fenomenológica americana actual: Garfinkel, Becker, Goffman, etc.
41 Ampliamente dominante en la "sociología latinoamericana".
42 Edgar Morin en Francia, la corriente de"radical sociologists" en Estados Unidos,Fals Borda en América Latina, son ejem·plos típicos. por demás respetables, de tal
les y coyunturales (y de las condiciones de su relación), son imposibles sobre la base de las posiciones espontaneistas señaladas. Másconcretamente, en ese contexto, decir que el "criterio de verdad" re·side, en último término, en la IIpráctica" (y, como Milis sostiene, en la"capacidad de convencer") es, ensu general ¡dad y en su ambiquedad,falso. Porque, en tal caso, ¿de quépráctica social se habla? Si se supone que la expresión concentradade esta última es la práctica política? , qué quiere decir en el interiorde esta problemática que dicha práctica es el criterio de verdad? Estáclaro que no se puede juzgar "acorto plazo". Pero entonces, la quéplazo? ¿y quién juzga? . El triunfo"momentáneo" (a veces 34 años)del fascismo sobre el pueblo noimplica obviamente la verificaciónde sus "teorías" criminales; los errores del movimiento obrero no implican refutación "por la práctica" delas leyes establecidas en EI Capital, etc.
En ese sentido, nadie mejor queMao Tse- tung, en un texto que datade 1937, ha sabido eláborar las basesde una respuesta correcta a esteproblema. Por cierto, en Acerca dela práctica la producción de COfl()
cimientos también es indisolubtemente ligada a la práctica social y, particularmente, a la práctica poli'tica;pero en el análisis de Mao (coherentemente con la problemática mar·xista-Ieninista a la que prolonga y enriquece) el "criterio de la práctica"tiene una significación infinitamentemás profunda (y por eso mismomás compleja) que la que poseeen el seno del humanismo historicista; en efecto, si la práctica aparececomo punto de referencia decisivoen todas las etapas del "procesode desarrollo del conocimiento", has·ta con anal izar dichas etapas parahacer ver que dicho "criterio" nosólo no implica, sino que tambiénes absolutamente incompatible contoda forma, incluso sofisticada, depragmatismo teórico. A diferencia dela óptica humanista historicista, laperspectiva maoista no recurre alcriterio de la práctica para abolirlas distinciones y para sumir lasdeterminaciones específicas de cadaproceso en el flujo indiferenciadode un espontaneísmo político-moral(esa "noche en que todos los gatosson pardos"). Para Mao, la prácticaes la "instancia" que pone en rela·
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ción (y no que anula) la especificidadde procesos diferentes; más aún, lapráctica (y principalmente la práctica de la lucha de clases) es asimismo la "instancia" que promueve (yexige) la diferenciación de dichosprocesos; así, es en función de exigencias prácticas que es preciso operar el "salto cualitativo" entre el"conocimiento sensible" que sólo veel lado "aparente" de los hechosy sus aspectos "aislados", al con·cepto, que descubre sus determinaciones íntimas; y, del concepto, alas conclusiones "lógicamente encadenadas" (leyes) que dan cuenta dela ligazón interna entre diferentesfenómenos. Pero, al mismo tiempo,todas estas distinciones, que permiten comprender la especificidad diferencial de cada proceso (y de cadatipo de conocimientos, según la forma específica de su producción) hallan nuevamente en la práctica sudestinación última:
"la filosofía marxista estima quelo esencial no es comprender las leyes del mundo objetivo para estaren condiciones de explicarlo, sinoutilizar el conocimiento de esas leyespara transformar activamente el mundo. . . El marxismo acuerda una
gran importancia a la teoría, únicay justamente porque ella puede serun guía para la acción" .43
Así pues, en el materialismo dialéctico, el "criterio de la práctica"remite a una problemática materialista de la producción de conocimientos que tiene permanentemente encuenta las condiciones y la destinación políticas de dicha producción;en modo alguno sirve de justificación apologética y moral a una concepción humanista historicista parala cual la historia (y la ciencia de lahistoria) no es sino la puesta enrelación significativa de acciones humanas siempre "imprevisibles", puesto que "libres".
Las consecuencias concretas deese humanismo historicista sobre laprácitca científica son el condenarlaa la crónica descriptiva y al relativismo, con el doble resultado siguiente:
1) en el plano teórico, se obligaa una perpetua oscilación entre elsubjetivismo y el cientismo;
2) en el plano político, dado que
43 Mao Tse Tung. Acerca de la prácticaen Obras escogidtls.
los análisis no pueden hacerse sinopor interpretación de situaciones yacreadas -puesto que se desconocenlas leyes estructurales y coyunturales- se carece de instrumentos paraactuar sobre las tendencias estruc·turalmente dominantes en el sentidode su transformación.
Ahora bien, la polémica suscitadapor el humanismo historicista permite plantear los dos problemas claves del proceso de producción deconocimientos, a saber: qué cienciay para qué? y cuáles son las condiciones materiales de ese procesode producción? En efecto, si nohay condiciones generales, metodológicamente fundadas, de la cientificidad en general, pero hayal mismotiempo posibilidad de producir conocimiento más allá de la apreciación subjetiva de una situación histórica, ¿qué es lo que define a unproceso como producción efectivade conocimientos? Dado que hemos rechazado la pertienencia de "criterios" generales, exteriores a la práctica científica, p¡ora calificar el contenido de esta última, la respuestasolo puede derivar de un análisis material ista de sus condiciones de producción,
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~ EdicionesMI dI I1 Flor
Uruguay 252 . 10 B - Buenos Aires
REVISTADE CIENCIASDE LAEDUCACIONnúmero 9 - mayo de 1973
Contra la escuela, Tomás A. VasconiIdeología y educación, Clotilde YapurEl positivismo pedagógico argentino, Juan CarlosTedescoEl tratamiento psicopedagógico: sus etapas, MaríaArzeno y A. Crespo
Documentos
El programa educativo del Consejo TecnológicoJustida lista.
11 La Reforma educativa chilena: informe sobrela Escuela Nacional Unificada.
Suscripciones: un afio (tres números) 16.00 pesos
Redacción y Mlministraci6n: Cuba 1940, BuenosAires T.E. 781-8443
UNIVERSIDADCENTRALDE VENEZUELA
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lutIII NulfoSARTRE
La mayor parte de ella obra estAdestinada a analizar las novela y101 cuentos de Sartre. El teatro eapretentado en una Yisi6n ÚIlt6tica,sin concedede el pelO que • le daal resto de la produc:ci6n literariaartrianL Son VIriaI las razonespara baber procedido así. Aunqueparezca ¡wadlVico una de ellas esla coiteza de que el teatro formael IPOrte CleItiYO mú lopado deeste autor; por lo milmo, el quemenoa eaclareclmiento exile: o porbaber lIido comentados extensamente, o por no nec:esitarlo tantocomo la novoIfstica.Sea verdad o no, • insiste en elaaperior Yalor de Sartte como d....matullO al comparado con IU COftodici6n de noveliltL Si el incorrecto el juicio, la prueba en contruiooblip a Yalorar a otro niYel que elhabitual de IU ncmlútica; Ii escierto, • impone entoncel arrojarluz IObre ea 10.. menoa~da de la obra de Sartre para comprender la ru6n de IU aupueIta1DOdicidM.
lutIII David Gan:f4 B«caINTRODUCCION UTERARIA ALA FILOSOFIAMostrar la unidad de pensamientoprofundo entre rllolOffa y literatura, una wcea patente ya en prim~plano,oa.enfurmaim~f~
ta pero .::tuante, constituye elplan e hilo conductor de esta obra.Etquilo, Cicer6n, Evanaeliol, C'"der6n de .. Barca, Goetbe, M.1Jumi, Valery, introducen a la r..IolOfiu de IUI tiempoa o 6pocasbistbricu, a Platón, Ariat6telea,Tomú de Aquino, Su6rez, B......Reideller, sin coñrundine coneDoa; y a la vez ... correspondientea rllolOflu. descubren, las ideamOl6f'ica1 de loa literatos, De estemodo la historia de la flIoaoffa yde la literatura quedañn coma.c::ionadu, no puramente de maneraCl'OlIOl6Iica o de eJttema coiDcideocia de dos, IilIoa o 6pocu, •DO por el trufondo unitario delpensamiento racional.
WillItIm w. hu/mllmlLA POuncA BRlTANICA y LAINDEPENDENCIA DE LA AMERICA LA11NAEl valor primordial de este documentado trab.;o de an6IilIiI biIt6rico ba de IQCOntrane en IU 116llante an6liIiI de la política bridnica de comienzos del liIIo XIX Y101 ..... de ea política encuanto a IUI objetMli en Am6ricaLatinLEn primer ....., ea aoceario recaJ.car que • trata de UD enfOClue denueatnl lucha de independeaciabec:bo • tmá del lente de la poIf.tica bridnica de la 6poca.De esta perticularillld ea~cuenda ineritable el hecho de queKaufmann ROl p ta la ind.,..dencia obtenida en y CNeDtaauma frente • BIpda, DO comouna ftrdIdera IftOIuci)n emanadadel deaanoBo miIIDo de lItot puebao.. lino _ biela como una ..IUlbnte de ... compll¡u mot'"ciODII eeon6Jlüco.polfticll de laGno ....... o dicbo de otIam-. ..biu" como .......n lCCi6a a)*lliWdlta del _pedobritúico.
Acumulación y centralizaciónen la industria argentina
Eugenio GastiazoroEisa Cimillo y Edgardo Lifschitz
Afianzamiento del desarrollismo
Producido el desplazamiento dePerón, se afi rma nuevamente el desarrollo del capitalismo por vía monopo!ista y terrateniente, en desmedro de los postulados de vía autónoma. Los sectores dominantesproponen profundizar la vía dependiente integrándose aún más al imperialismo. Los sectores de burguesíaagraria e industrial no monopolista, en su mayoría sólo ven como laúnica vía posible de "desarrollo"y procuran amoldarse al proceso desa rroll ista. 1
La burguesía monopolista y terrateniente, los sectores dominantes dela clase explotadora local, en función de sus necesidades de lograrun rápido crecimiento económico-que asegure su dominio de clasey su proyección al ámbito latinoamericano-, conciben la llamada estrategia desarrollista. Esta estrategia,que tiene como objetivo un desarrollo acelerado de las fuerzas productivas que por s í mismos estos sectores no podían asegurar, tiene comocomponente fundamental la entrada de capital extranjero al país,que es convocado a participar comoasociado en este plan de 11 gran potencia" .
la burguesía no monopolista carente de un proyecto alternativo-por falta de bases materiales y poIíticas-, trató de amoldarse a la
1 La posición de la CGE, previa a la caídade Perón es ejemplificativa al respecto:"La evolución del balance de pa~s, yacomentada, seftala el hecho de que conlos saldos provenientes de los rubros corrientes no será posible atender las necesidades de inversión que la econom ía argentina tiene para mantener un ritmo deprogreso creciente e inten$O. Es, por lotanto, necesario fomentar el ingreso decapital extranjero en la medida en que nose puede hacer frente a las necesidadescon las disponibilidades del país". Confederación General Económica. Informe Económico, 1955.
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estrategia desarroll ista que ~ de teneréxito, püdía permitirle un ciertodesarrollo, aunque más no fuera demanera subordinada a la burguesíamonopolista y al capital monopolista internacional.
A partir de octubre de 1955comienzan a desarmarse las "defensas" colocadas por el gobierno peronista en el sector externo. Se ordena la liquidación del IAPI, y, conla incorporación de la Argentina alFondo Monetario Internacional, seelimina la política de cambios diferenciados y se denuncian los acuerdos bilaterales de comercio (transformándose en deuda financiera loscompromisos que, de conformidada dichos convenios, debían ser cubiertos con exportaciones).
La nueva poi ítica de cambios, a lavez que trae una disminución en lasexportaciones, provoca un mayor endeudamiento con el exterior. Las empresas que antes contaban con divisas a tipos de cambio relativamentebaratos, aunque no pudieran comprar todo lo que deseaban del exterior, ahora se ven compelidas a pagar precios mayores y, en consecuencia, a endeudarse más con sus proveedores.
Comparativamente, los preciosmayoristas de los bienes importadoscrecen hasta 1960, en relación a1954, en 671 %, mientras que losprecios mayoristas de bienes nacionales aumentan un 491 0 /0. Como lademanda de los bienes importadosno responde negativamente al aumento de precios, dada la imprescindibilidad de la mayor parte de losmismos para la continuidad del proceso productivo interno, las empresas no tienen otra alternativa querecurrir a préstamos del exterior,creándose una situación favorablepara aquéllas que pueden lograrlosen condiciones ventajosas y ensanchándose el camino que conduce a ladesnacional ización.
La implementación en forma más
acabada de la estrategia desarroll ista,se da a partir de 1958 con el ascenso de Frondizi al gobierno. En términos globales, para favorecer alconjunto de la clase capitalista yacrecentar su fuente de acumulación,se acentúa la disminución de la participación del conjunto de los asalariados en el producto interno, através de una drástica reducción delsalario real.
Para 1958, el porcentaje que representa el total de salarios y sueldospagados, en el ingreso nacional, hacaído del 45,60/0 (en 1954) al 43,3%. Esta tendencia recibe un impulso adicional durante el gobiernofrondicista, cayendo dicha participación al 37,80/0 en 1959, y manteniéndose en ese nivel de ahí enadelante aunque con altibajos.
El mecanismo de traslacióti haciala clase capitalista, que de por síes discriminatorio contra los sectores donde impera una mayor concurrencia, reside básicamente en permitir el aumento de los precios, controlando los salarios para que noaumenten al mismo ritmo. Por ejemplo, en 1959, el salario real caecasi en un 300 /0 a través del aumento del costo de la vida en un promedio del 1130 /0 mientras el promedio de salarios nominales subíaescasamente un 500 /0.
Como la clave de la estrategia desarrollista consiste en la expansión delcapital monopolista y terrateniente,la gran movilización de recursos internos se orienta hacia estos sectores.
Para impulsar la vía terratenientede desarrollo del capitalismo en elcampo, el frondicismo recurre a laliberal ización de los arrendamientosy, fundamentalmente, a créditos gi-gantescos y desgr avaciones imposi·tivas para los planteles vacunos juntoa la mecanización y tractorizacióndel agro. También se favorece relativamente a los precios agropecuarios en el conjunto de la economía:mientras los precios mayoristas de
productos agropecuarios crecen entre 1954 y 1960 en el 531 %,
los no agropecuarios aumentan el381 0 /0.
y para impulsar la vía monopolista de desarrollo del capitalismoindustrial se recurre a ventajas detodo tipo para la inversión, fu ndamentalmetne la extranjera, a travésde la deval uación del peso, ventajascrediticias e impositivas y una legislación de fomento.
La entrada de capital extranjeroes estimulada por todos los medíos.Con ella se espera avanzar en el proceso de sustitución de importaciones en aquellas ramas para las queexiste una demanda interna insatis·fecha, debido a la restricción en lacapacidad de importar, y agravadapor la disminución de las exportaciones argentinas.
El carácter de este proceso sustitutivo, centrado ahora en la pro-ducción de bienes que requieren unatecnología más avanzada, en mo-mentos en que se carecl'a de una base tecnológica interna lo suficientemente amplia y de una burguesíalocal capaz de desarrollarla rápidamente, hace de estos sectores uncampo fértil para la intromisión delcapital monopolista internacional.
Diversas condiciones concurren aavalar la decisión del capital extranjero de ingresar al país. El mercado interno preexistente, las barreras aduaneras proteccionistas, laposibilidad de revalorizar maquinarias y equipos obsoletos para el nivelde desarrollo de los países imperialistas, la accesibilidad a los recursos internos a través del crédito,una posición oligopólica que lespermite el manejo de mercados yprecios, etc., son elementos que,unidos a las garant ías poi íticas queles ofrece el gobierno de Frondizia través de la Ley de Radicacionesy de Promoción Industrial (amplialibertad en el uso de divisas paragirar al exterior y posibilidad irrestricta de repatriar el capital, franquicias aduaneras e impositivas, avalesdel Estado para obtener créditos,etc.) le permiten al capital monopolista internacional obtener y asegurar una alta tasa de ganancia.
La legislación frondicista
La Ley de Radicaciones en 1958satisface alnpiiamente -al no esta~
blecer ningún tipo de regulación sobre el giro de beneficios Y repa-
lOS LIBROS, Junio - Julio de 1973
triación del capital- las exigenciasdel capital extranjero. Más aún, asegura que todas las operaciones decambio relacionadas con las radicaciones se canalizarán por mercadolibre, garantizando divisas aún cuando la situación económica del paísimpusiera la necesidad de establecer controles para su utilización.
Esta falta de regulación en elmovimiento de fondos permite queJX>steriromente, y con mayor agudeza en los momentos críticos, losgiros de utilidades y de capital provoquen serios desequilibrios en elbalance de pagos, desnaturalizándoseasí el objetivo postulado por la leyde "equilibrar el balance de pagos".
Es interesante comparar esta Leycon la Que le antecedió, la de 1953,Que también se proponía legislarsobre la radicación de capitales extranjeros. En ella se establecían, aligual que en la de 1958, ventajaspara dicha radicación; por ejemplo,la introducción libre de impuestosde maquinarias, equipos y otros bienes vinculados a la misma.
A diferencia de la ley de 1958,la ley de 1953 intentaba controlarla radicación efectiva del capital extranjero, imponiendo restricciones algiro de dividendos a la repatriacióndel capital. Así, un capital que ingresaba al pa ís para acogerse a losbeneficios de la ley podía reciénal cabo de dos años remitir utilidades al exterior, siempre y cuandoéstas no superaran el 80 /0 del capital originariamente invertido. Si sehubieran reinvertido utilidades quegozaban del derecho de ser giradas,ese porcentaje se aplicaba tambiénsobre el incremento de capital correspondiente a las mismas.
Las utilidades que excedían dichotope, así como las que pudiendo sertransferidas no se registraban comocapital de propiedad extranjera, nopodfan girarse ni acumularse al capi-tal originario a los efectos de computar sobre ellas -las util idades- lasutilidades pasibles de ser remitidasal exterior o del capital que podíaser objeto de repatriación.
También la repatriación estaba sujeta a limitaciones. Sólo se permitía al cabo de diez años de la radicación y gradualmente en cuotasque iban del 100/0 al 200 /0 anual,siempre que no se afectara el normalfuncionamiento de la planta. El monto de capital que podía repatriarseestaba constituido por el capital originario, incrementado por las utili-
dades que pudiendo girarse se hubieran reinvertido. Pero las utilidades que excedían el porcentaje establecido por la ley, y el capital quese formara en base a las mismas,"quedarán definitivamente nacionalizados y no podrán ser transferidosal exterior bajo ningún concepto".
Otras limitaciones pesaban sobreel giro de utilidades y la repatr;ación del capital: 1) la radicaciónquedaba registrada en moneda nacional a los precios que regían almomento de despacho a plaza; 2)sólo se podían efectuar con fondospropios de la empresa, impidiéndoseasí el uso de financiamiento interno -bancario o extra-bancario- para estos fines.
A juzgar por sus resultados, comoya dijimos, esta ley no satisfizo alcapital monopolista. De ahí la ne·cesidad de la ley 14780 en 1958.
Esta última establece, además, quelas inversiones que ingresan comoradicaciones se pueden acoger a lasleyes vigentes regulando disminuciones o excensiones de derechos adua-neros, regímenes impositivos y cambiarios, tratamiento crediticio e inclusión en el régimen más favorablede fomento y defensa de la industria.
Unos días después de la sanciónde la ley 14780 se sanciona la ley14781, de Promoción Industrial, que,de acuerdo a lo manifestado en losantecedentes enviados al Congresopor el Poder Ejecutivo, tiene el propósito de evitar una situación de¡nequidad para la industria nacional,dada la sanción de la ley de radica..ciones de capital extranje ro.
Como los decretos a que da origenesta ley favorece a las ramas dondese producen las radicaciones, talescomo petroqu ímica, celulosa, siderurgia, etc.; en realidad son sóloellas las que se benefician adicionalmente en relación a las empresasnacionales que no tienen posibilidadde acceso a esas ramas.
Si bien en 1959 se libera derecargos la importación de bienes decapital, la desigualdad entre las empresas nacionales y las que se radicaron persiste en lo referente a la importacion de insumos, situación quese agudiza ante el aumento generalde los impuestos a la importaciónde los mismos. La liberación derecargos sólo rige para las ramaspromocionadas, en las que predomi na el capital extranjero.
Es así que el régimen de Promo-
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ción Industrial (ley 14781 y decretosreglamentarios) puede ser calificadocon justeza, en función del tipo deindustria que benefició, como "regimen de promoción del capital extranjero".
Un elemento no despreciable esla sujeci6n de los inversionistas a lasleyes vigentes en el país. La leyde 1953 lo establece específica yreiteradamente. No así la de 1958,que sólo habla de garantías y derechos de los inversionistas extranjeros, equiparándolos a los nacionales, pero sin especificar en ningúnmomento que tengan que sometersea las leyes nacionales en cuanto aobligaciones, o del sometimiento delas empresas radicadas a las leyesnacionales. De esto no encontramosni una palabra, y es posible que deesa forma se haya querido dejar laspuertas abiertas para la firma de "acuerdos de garant (a" (del tipo quese afirmó con la Agencia para elDesarrollo Internacional del gobierno de los Estados Unidos, por elque el gobierno nacional garantizaa los inversores norteamericanos ladisponibilidad de divisas para todassus operaciones, aún cuando se estableciera el control de cambios)o para que los "radicadores" puedansometer a sus "socios nacionales"al arbitraje internacional en caso deconfl ictos.
Algunos efectos de las radicaciones
Existiendo condiciones económicas favorables y una legislación queaseguraba su predominio, el capitalmonopolista avanzó rápidamente ensus posiciones en el mercado interno. Esto sobre todo se refleja en lasramas más concentradas de la industria, que son las más modernas dela economía argentina, donde el capital extranjero controla lo decisivode la producción. Para 1963, porejemplo, las empresas extranjerascontrolan el 95,20/0 de neumáticos,el 720/0 de hilados y fibras sintéticasy artificiales, el 85% de vehículosy automotores, a el 87,7 010 detractores y el 78,0 % de petroquímica pesada.
Al contrario de lo que podríasuponerse al ver la importancia queadquiere el capital de propiedad extranjera en el contexto de la industria argentina, esto no implicó unaafluencia extraordinaria de recursosdel exterior. Esto es por cuanto,en funci6n de sus meyores benefi-
cias, el capital extranjero procurócanalizar en su provecho los recursos internos preexistentes, y basarlo decisivo de su acumulación en laexplotación de la mano de obraargentina y en la apropiación, porvía de precios de monopolio, delmáximo posible del excedente generado en el conjunto del sistema capitalista de explotación.
Lo que decimos puede apreciarseclaral'Te nte si tenemos en cuentaque el total de los recursos provenientes del exterior a través de radicaciones, sólo representó un 0,70 /0
del total del producto interno, en elperíodo de mayores radicaciones, entre 1958 y 1962. Y que en elperíodo 1963-68 sólo sign~ficaron
el 0,1 0 /0 del producto bruto interno.
Las leyes de radicación de capitales que se dictan a partir de 1958,determinaron pedidos de radicaciónque llegan a 407 millones de dólaresentre 1958 y 1964, que es el pera'odomás significativo en cuanto a lainversión extranjera. En el períodoinmediato siguiente, 1964-68, las autorizaciones sólo alalnzan a 136 milIones de dólares.
Respecto del primer período, unaencuesta de Fabriocaciones Militaresa aquellas empresas que solicitaronautori zaciones para radi car , revelaque el monto ingresado efectivamente al país es de 175,3 millonesde dólares; monto muy inferior a losolicitado.
Los egresos por dividendos dedichas empresas en el período, asciende a 113,6 millones de dólares,lo que representa el 65% del ingreso efectuado por las empresas acogidas a las leyes de radicación. Si bienesta remisión de utilidades al exterior es la computada en las empresas encuestadas, que pocll'an existiro no previamente a la radicación,no deja de ser significativo que en ellapso transcurrido entre 1958 y 1964la entrada real de capita I es casicompensada por la salidad de dividendos, prueba elocuente de la escasa contribución del capital externoal proceso de acumulación. Estose agrava con la salida de beneficiosque van al exterior encubiertos comopago de regalt'as por el uso de marcasy patentes de propiedad extranjera.
La tendencia observada en esteperíodo -que la entrada de capitalpuede ser compensada por la salidade beneficios- no es necesariamente una tendencia inevitable, sino que
está regida por la relación entrelas posibilidades de ampliación de lasganancias que tiene el capital monopolista en el país, y las que tieneen otros países. Ello detern'ina quela posibilidad de reinvertir sus beneficios está supeditada a las oscilaciones en la tasa de ganancia a nivelmundial; luego, en virtud de dichasoscilaciones, la plusvalía generadainternamente y apropiada por el capital extranjero puede emigrar o noal exterior. En nuestro caso, comoveremos luego, y debido a las restric·ciones del mercado interno determi ..nadas por el predominio de la pro·piedad terrateniente y monopolista,la reinversión es sumamente baja enrelación al potencial de acumulación,girándose gran parte de la plusvah'aal exterior bajo la forma de utilidades, dividendos, regalías, etc., aparte de las remesas por servicios financieros que implica el creciente endeudamiento externo de nuestra economía.
Otro elemento interesante que surge de la encuesta de FabricacionesMilitares son los montos de insumosimportados originados en las inversiones directas que ingresan en elmismo lapso: éstos se elevan a 559,6millones de dólares. Esta cifra -muysuperior a la de las radicacionespermite aseverar que el capital monopolista, a más de dominar lasramas industriales más dinámicas,-que permiten una mayor apropia-ción de plusvaUa interna por vía delos precios de monopolio- realizaen el mercado interno y mediante elcomercio exterior parte de su producción en el pea's imperialista, laque ingresa a nuestro país libre derecargos aduaneros (romo ya vimos;'
Esto no implica necesariamenteuna tendencia a mantener ese ritmode importación de insumos en todaslas ramas, dado que evidentementese ha efectuado en algunas de ellas-oomo automotores- una progresiva integración del proceso productivo, con lo que los insumos importados tienden a perder peso relativo.
La dependencia que se establececon la sustitución de importacionesen base a la incorporación de capital extranjero, aumenta la centralización más sofisticada que la de lasimple venta de insumos. Esta dependencia pasa por el control de losprocesos t80l0lógicos más avanzadc.y el afianzamiento de su monopolioen la estructura productiva interna.
La encuesta de Fabricaciones Mi-
litares confirma lo que sosten íamosrespecto al hecho de que las inversiones extranjeras se dirigen a ramasprácticamente nuevas en el país -lasmás promocionadas- como ser química y petroquímica, automotores,minería y tractores.
En automotores, a pesar del bajomonto efecitvamente radicado (33millones de dólares), para fines de1964 ya se encontraban instaladastodas las empresas. Esto demuestrala posibilidad que tuvieron esas empresas de obtener recursos internospara su funcionamiento en formamás o menos inmediata.
Estas empresas, que son el ejede la política sustitutiva de importaciones del período, han remitido PIra fines de 1964, 52,3 millones dedólares en concepto de beneficios;ello equivale al 1580 /0 de lo efectivamente radicado por las mismasen el período 1958-64 y al 460/0 deltotal de las remesas efectuadas enel pen'odo por las empresas autorizadas a radicarse. Automotores estambién la rama que más insumosimportados tuvo en el período, losque ascienden a 396,1 millones dedólares, o sea el 70,80/0 del totalde insumos importados bajo el regimen promocional de radicaciones.
En el caso de química y petroquímica, donde las inversioens sonde una maduración más lenta, elefectivo radicado es superior, y losinsumos importados (asl' como lasremesas al exterior) recién adquirirán importancia en el período posterior. Es así que en el período1958-64, los insumas importados poréstas escasamente alcanzan los ~millones de dólares, en tanto que en1970 ascienden a los 200 millonesde dólares.
En ramas como neumáticos, alimentos y bebidas; madera y papelQJrtón, cuya radicación es práetiQJmente nula -entre las tres no lle-gan a sumar 6,5 millones de dólaresadquieren gran importancia las remesas de utilidades que superan los:l) millones de dólares en el pere'odoestudiado. 2
El origen de las inversiones ex-tranjeras refleja en nuestro país, al
2 por otra parte, las empresas ex tranjerasabultan su radicación-inflando los preciosde los b,enes que ingresan- a los efectos dejustificar sus ganancias extraordinarias porrazones impositivas V políticas, V de asegurarse una mayor disponibilidad de divisasen la eventualidad de tener que repatriarcapital.
LOS LIBROS, Junio - Julio de 1973
igual que a nivel mundial, el cbminio hegemónico del capital monopolista norteamericano. El capitalinglés, que predomina casi totalmente en nuestro paa's a principio desiglo, va perdiendo paulatinamenteimportancia. En 1955 sólo participadel 21 0 /0 del total del capital extranjero en el país, en tanto que el31 0 /0 del mismo era de origen norteamericano. En el período 1958-64,el 700 /0 de las inversiones autori zadas son de origen nortearmricano,y menos del 60 /0 proviene del ReinoUnido.
La importancia que asume el capital de propiedad de empresas norteamericanas radicadas en el país, justifica tomar su evolución como indicativa de lo que sucede con el conjunto de las inversiones extranjeras.
En el período 1957-69, el valorde los activos de las empresas norteamericanas radicadas en el paíspasó de 333 a 1.244 millones dedólares. Este incremento se producepor un ingreso neto de capital de524 millones de dólares, más lareinversión de utilidades equivalentes a 387 millones de dólares. Sinembargo se remitieron al exterior,en concepto de utilidades, 649 millones de dólares en este período.
Todo lo visto hasta aquí, nos permite aseverar que el estudio de lasautorizaciones y radicaciones de QJpital efectivamente real izadas ofreceuna gran limitación para comprender la importancia real de la propiedad del capital monopolista internacional en el país. Esto, puesel grueso de los recursos lo obtieneninternamente aumentando su participación en el excedente.
Generación del excedente
la Argentina acelera su industrialización en la década de los añossesenta. Esto, como todo procesoque profundi za el desarrollo de lasrelaciones capitalistas de producci6n-aunque se dé dentro del marco dedeformación y dependencia que caracteriza las mismas en nuestro país-,neva a un acrecentamiento en elgrado de concentración y centralización del capital.
El punto clave para entender esteproceso es la acúmulación del capital, la cual descansa en la venta dela fuerza de trabajo por parte de laclase obrera a la clase de los capitalistas. la capacidad del obrero decrear un valor superior al valor de su
propia fuerza de trabajo, permiteque se genere un excedente, que esapropiado por el capitalista. Esteexcedente no es otra cosa que laplusval ía. La conversión de ésta encapital, es decir su inversion, constituye la acumulación. Entonces, laacumulación queda defi nida comola masa de plusval e'a que el capitalista,añade al proceso productivo, Y labase de la acumulación es la explotación de la fuerza de trabajo.
La clase capitalista puede incrementar de diferentes modos la masade plusvalía extraída, según comoinviertan la plusvalía. El modo mássimple, sin modificar sustancialmente las condiciones de producción,consiste en contratar un mayor nú-mero de obreros, los que puestos atrabajar proporcionarán al capitalista una masa mayor de plusvalía susceptible de volver a invertirse, aaecentándose asa' la acumulación del capital. Este modo de acumulación-con ser importante en determinados momentos h istóricos- no es elmás caraeteri'stico del sistema capitalista, por las limitaciones que impone a la tasa de ganancia la disminución del ejército de reserva. Entonces adquieren importancia determinante los métodos de intensificación de la explotación de la fuerzade trabajo vinculados al aumento desu capacidad productiva, que permiten, en determinadas condiciones,aumentar la tasa de plusvalía.
En el caso concreto de nuestropaís, el modo de acumulación vinvulado a una contratación crecientede mano de obra, es más característico del período anterior al que analizamos, es decir del período peronista. De manera global, en ese período, la fuente de una masa deplusvalía incrementada estuvo oonstituida fundamentalmente por unaaeciente absorción de mano de obraasalariada. En el perl'odo actual, alcontrario, también de manera g10bllla acumulaci6n no se ha apoyadoen una expansión del empleo demano de obra sino fundamentalmente en un mayor grado de explotación de la misma3 . En este período,
3 La fuente de acumu 'ación del C8Pitalen nuestro país, en este período a pesar dela intensidad que esta acumulacioo tomaen las ramas Uextranjeras", no es - comoya se ha expuesto- consecuencia di ungran aporte de capital que ingresa del exterior. La acumulación _ dió c.i exclusivemente invirtiendo pausva' ía ganeradl porla clase obrera argentina.
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la acumulación se apoya en un aumento en la intensidad y en la capacidad productiva del trabajo, operando con un creciente ejército dereserva como garant ía de la superexplotación.
Este método de acumulación, conser el dominante, no es el únicoa que se apeló en este período.Es característico de los sectores donde predomina el capital monopolista, en tanto que otros métodos -como la prolongación de la jornadade trabajo, el pago a la fuerza detrabajo por debajo de su valor, etc.-,han sido dominantes entre los sectores de la burguesía mediana y menor,que no pueden acceder a los métodos más modernos de producción.
La modificación de la tasa deexplotación que se logra mediante elaumento en la capacidad productivadel trabajo -llamada plusval ía relativa-, fawrece a la clase capitalistaen su conjunto. Pero los capitalistasdisponen individualmente. de mét~
dos para lograr incrementar la tasade explotación mediante el crecimiento diferencial de la productividad, que es lo que llamaremos plusval ía extraordinaria. Este método seorigina cuando una o algunas empresas pertenecientes a una mismarama logran, mediante un incremento de la productividad, diferenciarsedel resto y producir las mercanca'asen cuestión a un valor unitario inferior al valor medio existente enla rama.
Este método de aurne ntar la tasade explotación adquiere una característica temporaria cuando las empresas se mueven en un marco concurrencial pues las innovaciones tecnológiQls que permitieron esas productividades diferencí ales tienden aser adoptadas por el resto de los capitalistas de la rama. Pero cuando,oomo en el caso argentino, la competencia pierde su carácter concurrencial, y en una rama subsistenempresas con diversos grados de concentración, ese aumento en la tasade explotación tiende a perpetuarse.
Es en estos casos cuando las empresas menos desarrolladas de la rami echan mano a otros métodospara restablecer su cuota de e xplotación: la disminución del salarioreal, pagando a la fuerza de trabajopor debajo de su valor, e incluso elaumento de las horas trabajadas porsus obreros sin modificar el salario
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diario. Esto permite al sector de laburguesía mediana y Illenor elevar sutasa de explotación, sin que hayarazón alguna para que se elimine -como en el caso de concurrencia- la mayor tasa de explotaciónlograda por vía del aumento de laproductividad en las empresas monopólicas.
Asl', en cierta manera, la mayorplusvalt'a que otorga la "eficiencia"del monopolio se mantiene, ya quelas empresas ineficientes imponena sus obreros un mayor tiempo detrabajo no remunerado, procurandomantener e incluso incrementar sutasa de explotación según lo permitan las condiciones del mercado de lafuerza de trabajo. Por qué las empresas rezagadas tecnológicamentepueden apelar a este medio para aumentar su tasa de explotación? ¿Quées lo que permite que esta situaciónse mantenga por períodos prolongados en nuestro pal's?
la desocupación fenómeno incrementado en la actual etapa en nuestro país por las razones que veremos luego, enfrenta al obrero conla difícil disyuntiva de tener quevender su fuerza de trabajo a unprecio menara umorirse de hambre".Esta situación permite a las empresasmenos productivas, que además sonlas de menor dimensión, contratar ala mano de obra marginal, que en sumayort'a no está agremiada, o cuandolo está carece de fuerza de negociación, tanto por su condición comopor la "poca preocupación" que lamayorfa de las direcciones sindicales evidencian sobre su situación.El obrero se somete así a condiciones 'leoninas, aferrándose al únicomedio que tiene para subsistir, aportando más horas de trabajo pararedondear un salario igual e inclusoinferior al salario medio. De estamanera genera un mayor valor excedente, que es lo que permite reproducir, y a veces ampliar, el capital de las empresas menos productivas-que son las que pertenecen a laburguesla mediana y menor-,a la vezque rTIIntener la plusvah'a extraordinaria de que se apropia el capta Imonopolista, que es quien controlalas empresas más productivas.
Este recurso de la bur~esía mediana y menor de reducir drásticamente los salarios y forzar el incremento de las horas trabajadas,no se observa -generalmente- enlas grandes empresas. Estas empresasno recurren comúnmente a ello, pri-
llEro por razones técnicas, determinadas por turnos fijos de trabajoy por la especialidad del mismo, ysegundo porque la mano de obraque ocupan, por las mismas condiciones de producción que llevan a suconrentración, tiene una fuerza denegociación muy superior a la de losobreros de las empresas menos concentradas.
Tcxfo esto explica cómo, en elcaso concreto de nuestra economt'a,de la que es propia la tendenciaa la progresiva oligopolización de losmercados con el desarrollo del capitalismo, la obtención de la plusvall'a extraordinaria, además de perder su carácter temporario, tiendea recrearse conti nuamente. Esto sucede en aquellas ramas donde elcapital monopolista -nacional o internacional- coexiste con empresasque tienen un nivel tecnológico inferior, y por lo tanto ca pacidadmenor para equiparar sus productividades a la de aquél.
En las ramas donde la competencia se da entre lipa res", es deci rlas ramas donde hay oligopolio conprescindencia de empresas de rmnormagnitud no existe la posibilidad demantener la plusval ía extraordinaria. Lo cual no significa que nopuedan aumentar su masa de plusvalI'a, ya que pueden recurrir a la in~
tensificación del trabajo o beneficiarse con el mecanismo general dela plusvalt'a relativa.
Es importante destacar que loque decimos sobre variaciones en latasa de plusvalía ante el aumento enla productividad, es válido para comparar empresas de una misma rama,pero no lo es cuando se trata decomparar distintas ramas entre sí.Puesto que no ne~sariamente lasrarms que han desarrollado una mayor capacidad productiva del trabajotienen una tasa de explotación mayor que las ramas menos productivas.Esto no excluye que las primerasestén en mejores condiciones que lasotras para aumentar su tasa de explotación, por ejemplo intensificando el trabajo sin aumentar proporcionalmente el salari04 ; pero aquí
4 En la Argentina se emplean métodospara incrementar la intensidad, que vandesde la aceteraci6n de las cintas deproducción hasta el estricto contr~ deltiempo que emplea el obrero. En esto lasempresas monopolistas pueden empleartécnicas más sofisticadas que no están alalcance de la pequeña y mediana empresa.
j tares sOnO e(.A,l
1 velntlU)lO SlgoUn ..fuerzo editorial sin precedent..,donde en 14 volúmenes de bolsillo, seofreeer6 al público latinoamericano unaver.lón fiel de la obra máxima del pen.amlento universal.La magnitud del trabajo .ólo pudo serpotlble por haberse contado con la colaboración decidida de nuestras entlactes hermana. de México y Espaftaque, Junto a nosotros, coedltar6n la nueva edición en ..paftol de e.ta nuevatraducción de la obra cumbre de KarlMarx.
)]((J Siglo velnnuno editores
nos encontramos con un aumento enla tasa de plusvah'a que no está asociado al aumento en la productividad.
Plusvalía relativa
La clase capitalista en su conjuntopuede aumentar la tasa de plusvall'amediante el incremento de la capacidad productiva del trabajo, es decir,obtener una plusvala'a relativa disminuyendo el tiempo social medio nemsario para reproducir la fuerza detrabajo. Esto se logra aumentandola productividad de las ramas queproducen medios de subsistencia, locual implica una disminución del va·lar de la fuerza de trabajo, porquedesciende el valor de las mercancíasoonsumidas por la clase obrera.
Asa' la clase capitalista puede desembolsar un capital variable menor,sin que se afecte la masa de valorgenerada por la fuerza de trabajoque ella contrata. El aumento enla tasa de explotación que originase debe a que la masa de valor generada por el trabajo del obrerono se altera, pero disminuye la masa de valor desti nada a retribuir aesa fuerza de trabajo. De este modoaumenta la relación entre el trabajoexcedente y el trabajo necesario, esdecir aumenta la tasa de plusvalía.
Si observamos el caso argentino,y comparamos la evolución del salario real de los obreros productivoscon la productividad de las ramas queproducen los bienes que entran enla canasta de consumo obrero, vemosque la brecha que separa a ambosha aumentado, y -por lo tantoha aumentado la tasa de explotaciónde la clase obrera en su conjunto. 5
El caso argentino, además de presentar esta tendencia inherente almodo de producción capitalista, presenta un fenómeno poco usual, ladisminución por pert'odos prolongados del salario real percibido por lamayon'a de los obreros. Esto estádado especialmente por la disminución de los salarios reales que seopera en las ramas y empresas menos monopolizadas, facilitada por ladesocupación. Esta desocupación, como veremos luego, tiene sus causasen el tipo de desarrollo del país,en el proceso de centralización mo-
5 En el periodo 1953~3, mientras laproductividad de esas ramas crece un 42 %
los salarios reales aumentan un 19 % (salarios de obreros productivos).
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nopolista en condiciones de dependencia del imperialismo.6
Esta situación anómala -porqueel salario real no puede bajar "ineternum~'- nos indica que -en el período de análisis- el reforzamientode la centralización y acumulacióndel capital no sólo se logró apelandoa los métodos usuales que utiliza elcapital para extraer la mayor masade plusvalía posible, sino que se pagóa la fuerza de trabajo, a la claseobrera argentina, incluso por debajodel valor que percibi'a anteriormentecomo salario real.
Entonces, si en este proceso vemos que el capital monopolista ex·tranjero en su mayor parte, es el queobtuvo una posición relativa superioren la centralización -como se veráen detalle más adelante- es correctodeducir que es él quien se apropióde la proporción mayor de la masade plusvalfa producida por la claseobrera del país. Esta afirmación nocontradice el hecho de que es enlas ramas que domina el capital imperialista donde los obreros percibieron mejores salarios y obtuvieronmayores aumentos.
Como mencionamos más arriba,no podemos determinar con certezacuál es la rama que explota más a susobreros, cuál es la que extrae una tasa superior de plusvalt'a, porque ésta-que se expresa en valor- apareceoscurecida en la superficie de lasrelaciones económicas, donde no aparecen valores sino precios, y éstos,
6 El aumento de la plusvalía relativa,disminuyendo el salario real por períodosprolongados, se dio con un gran aumentoen los salarios nominales, puesto que seutilizó la inflaci6n como un mecanismode superexplotaci6n, que a la vez permit íadesplazar temporariamente las tensionessociales que este proceso agudiza continuamente. El tipo de desarrollo de nuestropaís, profundizado en las últimas dosdécadas, al generar u n numeroso ejércitode reserva, ha permitido a la clase capitalista en su conjunto quebrar -en términosreales- el aumento de salarios nominalesa través de "reajustes" de precios, lIelJtndoincluso a anular totalmente o tambiénsobrecompensar los aumentos de salarios.Por eso, en los últimos aftos, los aumentosde precios y salarios da como resultadouna disminución, en promedio, del salarioreal.
7 Pero, a los efectos de anal izar la tasade explotación, nada importa el desvío general de los precios respecto de los valoresde las mercane ías, puesto que esto s610afecta la redistribución de la p'usval íaentre los sectores ex plotadores. Por ejemplosi la productividad aumenta en las industrias productoras de bienes de consumo
al igual que la tasa de ganancia, ocultan el movimiento real. 7
Pero sí podem>s afirmar que eneste pen'odo la acumulación de capitales -sin ser demasiado significativa por lo que demostraremos másadelante- no se basó en el aumentode la dotación de la fuerza de trabajo en los sectores productivos, sinoen la intensificación en el grado deexplotación de la fuerza de trabajo.
Distribución de la plusvalía
Para la comprensión de las leyesque regulan la acumulación capitalista, es crucial el estudio de los mecanismos que operan la distribuciónde la plusvalt'a en el seno de lasclases explotadoras. Aqu í nos referiremos a las transferencias que serealizan entre los sectores productivos y, fundamentalmente, en elámbito de la industria manufacturera -sobre la que centramos elanálisis de este trabajo- aunque éstas no se agotan en los sectores querealizan la extracción de la plusvaIfa.8
En general, la distribución de laplusvalía está determinada por lasleyes de funcionamiento del modode producción capitalista, cuya rTlI
nifestación visible son las distintasformas de mercado en que se cor-
obrero y los precios no descienden, asícomo tampoco descienden los salarios entérminos reales, el incremento de la tasade explotación igual se habrá registrado.Porque en este caso lo que se da es unaredistribuci6n de la plusval ia incrementadaen el seno de la burguesía a favor de loscapitalistas de las industrias productorasde bienes de consumo obrero.
8 Aparte de la distribuci6n de la plusvalía que se opera en el seno de la clase capitalista entre los distintos sectores querealizan la extracción de la misma, seapropian de parte de ella los sectoresimproductivos (o sea, aquellos que noextraen plusvalía). La existencia del Estado (comprendiendotodo el aparato poi ítico-administrativo que asegura el mantenimiento de la sociedad capitalista), de lospropietarios territoriales (en tanto recibans610 renta de la tierra) y el desglosamientode ciertas funciones del capital (comercio,f ¡nanzas) que se corporizan en individuoso entidades jurídicamente distintas, haceque éstos participen de la masa de plusvalía generada en el proceso productivo porser poseedores de parte del capital social.Esto ocurre dentro de las fronteras delpaís. Esta distribuci6n se completa con latransferencia de plusvalía al exterior, a laque nos referiremos más adelante. Y la misma también condiCiona el ritmo de aeu·mulaci6n en los sectores productivos.
porizan las relaciones de distribución.
Cuando predomina el regimen con-currencial, la nivelación de la tasade ganancia que se establece entrelas distintas ramas, impone transferencias de plusvalfa de las ramas demenor composición orgánica hacia lasde mayor composición orgánica; elloa los efectos de satisfacer la condición de que cada capitalista searetribuido en función de su capital desembolsado.
En cambio, cuando se trata demercados de carácter 01 igopól ico,con restricciones al libre desplazamiento de capitales entre ramas, seproduce un des VI'o de las t ransferencias de plusvale'a hacia aquellossectores en los que predomina elmonopolio.
El proceso de concentración delos medios de producción que provoca el desarrollo capitalista, y la centralización de la propiedad del capitalresultante de la lucha competitiva,crean las condiciones que obstaculizan al libre desplazamiento de capitales entre ramas, deviniendo los mercados concurrenciales en oligopálicos.
Este desarrollo de las formas demercado es el que caracteriza lahistoria del <AJpitalisrno en Europaoccidental y Estados Unidos, perono es el que se registró en la Argentina. En nuestro pafs, la existencia de sectores monopólicos nose debe a un desarrollo autónomo,sino que es consecuenci a de la presencia del capital monopolista internacional que se inserta en la economía nacional con su estructuraoligopálica, y coexiste junto a sectores donde priman las formas concurrenciales.
Vamos a toma r el caso de nues-tro país, a partir de 1953, parademostrar esta afirmación. Tomamosel año 1953 con el fin de no excluir lo que viene dado del períodoperonista -y además, por existir uncenso industrial en el cual nos basamos-, aunque el proceso comienza a adquirir sus características másdefinidas a partir de 1958.
Ya en 1953, y a pesar del desarrollo de ramas compuestas porempresas medianas y pequeñas producido durante el período peronista, ramas que se desenvuelven enmercados altamente competitivos, lasramas oligopólicas tenían una impOrtancia considerable. Esto se con·firma con el análisis de los datosdel censo industrial de 1953:
LOS LIBROS, Junio - Julio de 1973
Altamenteconcentradas 33
Medianamenteroncent radas 25
Escasamenteconcentradas 36
Subtotal 94
(En porcentajes. El subtotal significa la exclusión de 100 ramas yde la industria artesanal, que equivale al 60/0 del valor de producción.Cada una de las di visiones se refierea ocho empresas dentro de cadarama)9.
El proceso de inserción del capital monopolista internacional, causade la creciente oligopolización que seproducirá en la estructura industrial,comienza -como dijimos- a adquirir rasgos específicos a partir de1958. La inserción y la oligopolización se profundizan por la transferencia de plusvalía que se opera mediante variaciones en los precios relativos y a través de la capacidadde acceso a las fuentes de financiamiento interno. La base para estaprofundización la proporciona el monopolio tecnológico que detentanlas burguesías imperialistas.
Tranferencia de plusvalía a travésde l. relaciones de intercambio
Las variaciones de precios relativos que producen transferenciasinterindustriales, se explican a partirde las características oligopólicas delmercado. Estas características se agudizan a partir de la incorporaciónde inversiones extranjeras realízadasbajo el regimen de radicaciones (ley14780 de 1958).
A través de estas inversiones seva generando una diferenciación tecnol6gica entre las empresas de unamisma rama, o bien entre ramascuya producción puede ser sustituible10. Esta diferenciación tealológica, que generalmente está asociada con un tamaflo de planta que
9 Tomado de "la concentraci6n en laindustria manufacturera argentina, período1953-63". Conade, 1971.
10 La tecnología que aportan, con sersuperior a la existente en el país, nonecesariamente es la más avanzada del paísimperialista. Más aún, muchas de éstasradicaciones evitan, la desvalorizaci6n delcapital que sobrevendr ía de permaneceren el pais imperialista, donde el ritmo deobsolencia es mayor.
hace inaccesible a capitales media-·nos o pequeños abordar su producción, es la base del oligopolio.
El capital monopolista internacional y la burguesía monopolistanativa que, como vimos, se aglutinaen las ramas donde mayor es la oligopolízación, logran ventajas a travésde las diferencias de productividadresultantes de su dominio tecnológico respecto de las empresas y raemas donde actúa la burguesía mediana y menor.
El sector monopolista es el quecanaliza hacia sí la mayor masa deplus val ía generada por la explotaciónde la fuerza de trabajo del país,independientemente de que la hayaextraído o no de la mano de obraque ocupa.
Hemos dicho que uno de losmecanismos de traslación consisteen las variaciones de los preciosrelativos -es decir, en la relaciónde intercambio- que el capital monopoIista puede hacer actuar en sufavo r, dada su capacidad para instrumentar una política de precios.
Pero aún cuando no se puedaapreciar ningún cambio significativoen la relación de precios, este mecanismo de traslación de plusvalía sigue subsistiendo en tanto la diferencia entre productividad y preciosde una rama sea superior a la mismabrecha en otra rama. Porque como elvalor disminuye en funci6n del aumento de la capacidad productivadel trabajo, si se mantiene inalterado el precio de la mercancía se produce una transferencia de plusvalía-a traws de la relación de intercambio- de las ramas donde la brecha entre productividad y precioses menor hacia las ramas donde estabrecha es mayor.
Así es como los sectores oligopalizadas usufructúan la plusvalía ex..traída a sus propios obreros y se apropian a su vez, de parte de la que extrae la burguesía no monopolista. Enlos casos en que existe oligopolio di-ferenciado -un sector monopolista y empresas competitivas dentrode la misma rama- el capital monopolista agrega a su favor la plusvalía extraordinaria, como otra f~n
te de aaAmulación (de acuerdo con loexplicado anteriormente).
los sectores 01 igopol izados pueden instrumentar polfticas de preciosde manera de incrementar el volumende los fondos acumulables y de expandir participaci6n en el mercado.En las ramas donde sólo hay un
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pequeño número de grandes empresas, éstas generalmente recurren aacuerdos de precios, como es el casode automotores, neumáticos o cigarrillos. En cambio, en las ramas donde las empresas monopolistas compiten con empresas medianas y menores, su poi ítica puede ser de el iminación o no de estas empresas,según resulte conveniente a los finesde la acumulación.
A continuación, introducimos, conla finalidad de comprobar lo anterior una serie de ejemplos:
a) En la industria petroqut'mica,a la que se le asigna por ley el aprovisionamiento de insumos internosa precios promocionales y de insumos importados libres de recargo,vernos la participación de dos sectores bien diferenciados: la petroquímica pesada y la liviana, ambasoligopólicas y con elevado controldel capital extranjero.
En la petrOQuímica pesada, ochoempresas controlaban, en 1963, el65,1 0 /0 del valor de producción dela rama, y en la liviana, otras 9empresas controlaban el 95,40 /0. 11
El oontrol del capital extranjero enel valor de producción de estas ramasera del 42,80/012 y del 72,90 /0respectivamente -para el mismo año1963.
La industria petroqut'mica pesadaprovee materias primas para la industria de laminación y artículosplásticos, cuyo mercado adquiere características bastante competitivas.Estas ramas -constituidas en su mayoría por capital de origen nacionalde dimensión mediana- se desarrollan a la sombra de la incorporaciónde la petroquímica pesada en el país
11 Con respecto a la petroqu ¡mica pesada,vemos en el censo industrial que esta ramaincluye tanto la petroQu ím¡ca pesada comoa la industria de laminación de plásticos,lo que determina que esta participación estésubvaluada. Esta rama, caracterizada comooligopólica, abarca un universo de hasta40 empresas, de las cuales sólo 5 están enla industria de petroqu ámica pesada realmente; el resto está en la industria delaminación de plásticos. Este dato tienevigencia actualmente pues el número deempresas que están en la primera no semodifica; en cambio, aumentaron los establecimientos de la industria de laminación de plástico.
12 Por las razones apuntadas -nota 1la participación del capital ex tranjero también está sulwaluada. De las 5 empresas dela industria petroqu ímica pesada, 4 sontotalmente extranjeras, y en la restantehay participación de este capital.
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(en la rama de art ículos plásticos,8 empresas controlan el 32,50 /0 delvalor de la producción, y la participación del capital extranjero equivalea un 0,30 /0).
La evolución de las productividades de ambas ramas favorece ampliamente a la petroquímica pesada,y además, los precios de ésta crecen a un ritmo mayor que los de laindustria plástica (laminación y artículos plásticos). La diferente evolución de los precios de esta últimacon respecto a los de sus insumos,implica un drenaje de plusvalía hacia la petroquímica pesada. De estaforma, la industria plástica, que amplía su mercado sustituyendo productos de ramas tradicionales -cuero, hojalata, etc.- ve limitada suexpansión.
b) La petroqua'mica liviana brindaotro ejemplo de la implementaciónde poh'ticas de precios por parte delmonopolio. En este caso, nos encontramos con dos situaciones; poruna parte, una política de preciosagresiva en función de la lucha competitiva; por otra parte, una poi íticade precios como mecanismo detransferencia de plusvalía.
En la primera situación la petroquímica liviana compite con los productores de hilados de algodón ylana, pero cuenta a su favor con elhecho de que en esta rama (queincluye parte de tejidos) la estructura del mercado es de oligopoliodiferenciado: por un lado, grandesempresas y por otro establecimientos medianos y pequeños.
Ambos compiten en el suministro de materias primas a la industriade tejido textil. En este caso, la petroqut'mica liviana -hilado sintético- busca la eliminación de la competencia. A este fin se dirige supolítica de precios; los precios desus productos aume ntan en 170,1en el período 1953-63 (base 1960=100) en tanto que los precios dehilados de lana y algodón aumentan.en 106,2 durante el mismo período.
Sin embargo, el aumento de Rfe·cios por sí mismo no es significativo;la importancia -a los efectos de poder afrontar la lucha competitivareside en la diferencia entre las productividades y los precios de ambasramas. De tal modo, en hilados sintét icos, aún cuando sus precios crecen a un ritmo menor, se produceun incremento de la productividaden términos absolutos de 341,3 fren·te a un incremento de 37,3 para
los hilados de algodon durante érmismo período.
Esta competencia determinó laeliminación de las empresas de menor dimensión y, además, la retracción de algunas grandes empresas queoperan en hilados de lana y algodón.Pero su efecto no se detiene aquí,sino que recae asimismo sobre losproductores de lana y algodón, aldisminuir la demanda de su producción.
En el caso de la producción algodonera, los minifundios base de lamisma, no pueden compensar la disminución de su ingreso con el aumento de los rendi mientas. Estose debe a que las características monopálicas de su comercialización-Bunge y Born, principal comercializador, se desempeña a la vez comocapitalista comercial en el algodón ycomo monopolista en la industria dehilados de algodón y tejidos textilesdeterminan una disminución de precios.
La provincia del Charo vive unasituación crítica que lleva a la disminución del área sembrada, a unareducción del salario de los peonesrecolectores de algodón, y a un éxo.do de los obreros rurales y de loscampesinos pobres que se desplazanhacia el litoral a engrosar el ejércitode reserva.
Esta lucha por imponer su dominio en el mercado no impide, deningún modo al capital monopolista que actúa en la rama hiladossintéticos, apropiarse de plusvalt'a delos capitalistas de la rama a la queprovee: la industria de tejidos. Deesta manera, ya nos encontramos enla segunda situación descripta al comienzo: polftica de precios comomecanismo de transferencia de plusvalía.
Esta rama -tejidos- es otro casotípico de oligopolio diferenciado: allado de grandes empresas pululanuna multitud de pequeños establecimentos que son impotentes paraimplantar una política de precios,dada la competencia existente entreellos.
Dado que la reconversión técnica,necesaria para pasar de la producciónde tejidos de algodón a la de sintéticos, no es demasiado compleja,estos pequeños establecimientos insumen ambos productos. Esta situación beneficia por igual al capitalmonopolista que está en las dos ramas: a los de hilados sintéticos porque la competencia en el mercado de
tejidos les permite apropiarse de laplusvalía extraída por las burguesíasno monopolistas a sus obreros; alas grandes efT1)resas textiles algodoneras por la existencia, en su rarnJ,de pequeños competidores a los cuales pueden restar beneficios. Las razones de ello están en que:
1) el precio de los productos textiles debe cubrir los costos de producción para permitir la subsistenciade la pequeña empresa. Pero la diferencia de productividades entre lasgrandes y las pequeñas empresas, da alas primeras la posibilidad de obteneruna plusvalía extraordinaria debida almecanismo que hemos descripto
2) la existencia de pequeños alpitalistas de la rama de tejidos, que nocuentan con suficiente capital circulante para comprar materias primas, y que trabajan para las grandesempresas textiles proveyéndolas dehilas y percibiendo a alrrilio tejidosque luego comercializan con su producción.
Aquí la transferencia de plusvalíano se produa! por la relación deintercambio, entre dos ramas distintas, sino entre empresas de unamisma rama, a través de la producción del mismo producto. lo que su-cede, es que la gran empresa textilcumple la función de capital comercial en esta relación.
Ahora bien, la expropiación deplusvalía a que es sometida la burguesía no monopolista, hace queésta sólo pueda lograr una reproducción simple de capital descansandoen la superexplotación de la fuerzade trabajo que contrata.
Pero la posibilidad de apropiación de plusvalía de la gran empresa textí I no se agota aquí: ellole permite transferir la crisis querepresentó la aparición del sintéticoen el mercado interno. Esta posibilidad se origina en la existencia deun mercado altamente competitivoen la rama confecciones, a la queabastece. Los talleres de confecciones, al no poder absorber el aumento de precios de textiles con un aumento en su productividad, lo traslada a los precios de sus productos.
Esta traslación de precios afectaal salario real de la clase obrera demanera tal que, unido a la desocupación del período, obliga a la retracción de la demanda de estos productos y brinda una explicación delimportante lugar que ocupa esta rama en el total de quebrantos.
Hemos visto cómo, analizando una
lOS LIBROS, Junio· Julio de 1973 33
sola rama de las que experimentanla entrada del capital monopolista-petroquímica-, se verifica el afianzamento de la burguesía monopolista nacional e internacional. Este proceso también ejemplifica oomola burguesía textil, que fue uno delos pilares del crecimiento industrialen la época peronista, pierde baseeconómica y poder político pararestaurar las oondiciones de la épocapasada.
c) en la rama de cigarri lIos y harina, tenemos otros ejemplos de tras·lación de plusvalía por medio deloontro I de precios.
En el primer caso, se expolia a loscampesinos minifundistas de las provincias tabacaleras, que no logranoompensar mediante el aumento desus rendimientos la disminución enel precio del tabaco, impuesto porla política monopolista de las empresas que están en la rama decigarri Ilos.
En el segundo -harina-, la burguesía monopolista de la rama harinaopera de modo similar a la de lasgrandes empresas textiles. No hayun monopolio absoluto, sino un gru·po de grandes molinos harineros (los8 mayores controlan el 58,50 /0 delvalor de la producción) y el restode la rama son molinos de escasadimensión. Esta burguesía ejerce supoder tanto en el sector al quecompra sus insumos (productores trigueros) como con quienes compransus productos (panadería, fideos) ,quienes se encuentran en un régimenconcurrencial. No es tan importantela evolución de los precios de estossectores, -todos aumentan en proporción similar- sino las diferencias de productividad favorables ala rama harinera. Esta situación lespermite apropiarse de plusvalía dela burguesía de ambos sectores ycontribuir a la disminuci6n del salario real.
Todos estos ejemplos, nos permiten demostrar la dirección que siguela transferencia de plusvalía dentrodel sector industrial. La burguesíamonopolista -fundamentalmente radicada a las ramas a las que se incorpora en 1958- expropia a través delas diferencias de precios y producti·vidad, parte de la plusval ía que laburguesía no monopolista extrae asu fuerza de trabajo, disminuyendo así la capacidad de acumularde ésta y aumentando, inversamente, la correspondiente al capital monopolista.
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CORTAZAR:entre la elipsisy el círculo
JGrge Rivera
Julio Cortázar,libro de Manuel.Ed. Sudamericana, Bs~As~ 1973.
1. Susana "Ia previsora" pega noticias en diversos idiomas para confeccionar el "1 ibro de lectura" de suhijo Manuel.. Se dedica a este proyecto de "alfabetización todavía remota" (r~anuel gatea) y a "militar" conun grupo de franceses y exiliadoslatinoamericanos que planea el raptode un "personaje importante" d~
paso por Par (s. Los recortes y lasperipecias del grupo convergen y seintegr an a diversas alturas del relato,e inclusive -por decisión de uno delos protagonlstas- el discurso ficticioque las expone pasa a formar partedel "Iibro" de .Manuel como un"material de lectura" más (lo queplantea unas relaciones de denotaci6n-connotaci6n sumamente complejas y abre, al mismo tiempo, unanueva dirección al proyecto pedagógico de Susana).
2. Libro de Manuel retoma laslíneas básicas de Rayuela, la idea yaexpl icitada del bricolage y del lenguaje segundo que reflexiona sobreun lenguaje-objeto, el problema de laubicaci6n del narrador dentro delrelato (que aquí se resuelve mediantela adici6n de puntos de vista), lacuesti6n de los límites que imponeel lenguaje (resuelta en unos casoscomo mera reducci6n nominalista yen otros como desmontaje del automatismo y del papel represivo yalienante del lenguaje normativo), elpeso que adquiere -como mecanismo compositivo- la evocaci6n delpasado y la reversibilidad del tiempo,la densa presencia de ciertos elemen·tos mnemónicos u on(ricos, convertidos en motivadores y organizadoresdel relato, el manejo de la causalidady la forma en que se propone rompercon las ideas de jerarquizaci6n, demediatizaci6n, de selección (pasar"de una esquina a una cama" sinexperimentar cambios), los juegos
lingüísticos (la jerga de Lonstein),los recursos tipográficos, etc.
3. Cortázar vuelve a reflexionar,como en Rayuela, sobre los mecanismos y la organización riel texto. Puede afirmarse, inclusive, que gran partedel libro es un trabajo circular sobresu génesis y desarrollo, que pareceproponerse como desfetichizaci6n dela producci6n intelectual, de la lectura automatizada y "confortadora".
La historia real de la producción,repito, está integrada a la novela como trabajo textual y como trama, yen este sen Hdo Cortázar se inscribeen la secuiar tradición de quienesproblematizaron (como Cervantes,Sterne o Joyce) ciertas "convencio·nes" y "tópicos" del género para"rearmar" la novela y crear "10 nue·vo". Con la salvedad de que Cortázarparece confiar excesivamente en la"partenogénesis literaria" (como diría Gramsci) y en cierta medida s610problemat:za lo novel ístico en unplano puramente superestructural (apartir del peso prestigiador de fuentes, modelos e influencias y de ciertaconcepción idealista y enmascaradorade la autonomía del campo), mientras que para construir "10 nuevo",poi el contrario, estos grandes creadores tL'vieron en cuenta el espacioliterario específico (con sus tradiciones y exigencias internas) y la convergencia "fecundante" sobre dichoespacio de la Historia y de las relaciones sociales, con todo lo que estaconvergencia supone en cuanto atransformaci6n valorativa de los materiales literarios y semánticos y encuanto a dinamizaci6n de la imagendel mundo.
4. CU¡'.ldo Cortázar habla, por suparte, de la atormentada "convergencia" de lo testimonial y lo imaginario, de la nli/itancia y la literaturapura, reintroduce categor(as ya superadas por la misma práctica de laliteratura, y nos revela, fundamentalmente, su tendencia a cuestionar 'y adejar al mismo tiempo sin respuestaintegradora, como puede sospecharsecon fundadas razones, una visi6nradicalmente dicot6mica de la literatura y de la realidad: real/fantástico,lógico/anaI6gico, racional/irracional,testimonial/imaginario, información/ficción, París/Buenos Aires, lenguajepoético/lenguaje enunciativo, etc.
5. Al elegir la línea de los recortes(especialmente al apelar a los testimonios sobre torturas a militantes,que es donde suponemos que se"juega" su propio compromiso) Cor·
tázar se coloca notoriamente en lacorriente de problematización deldiscurso narrativo y de la funciónque cumple la literatura, abonadapor autores que integran al texto lapropia experiencia de lucha, el testimonio, lo documental, etc., como elMailer de Los ejércitos de la noche,el Weiss de Ermittlung o el Walsh deOperaci6n Masacre y tQuién mat6 aRosendo?
Pero en su caso -con el Libro deManuel a la vista- es legítimo preguntarse si esta apelación a lo testimonial no termina por convertirseen una nueva "vuelta de tuerca" dela literatura, en un movimiento quetransforma en literatura a uno de losdiscursos de la realidad, sin aportariluminaciones que encuadren, amplifiquen o profundicen su dramáticosignificado.
Es evidente que Cortázar descubreuna nueva e importante flexión narrativa al incorporar a su libro elcorpus testimonial de los recortesperiodísticos, pero all í se detiene.Donde otros descubren medios paraestructurar un discurso alejado de lasconvenciones "genéricas" y de losfetiches literarios congelados, unaherramienta para construir formas deefectiva e inédita militancia revolucionaria a través de la literatura y enla literatura, él sólo parece percibirun aliado en su ya anacrónica batallacontra cierta concepción de la narrativa burguesa.
6. Tampoco se percibe en Librode Manuel, en el plano ideológicomás explícito, una transformaciónsustancial con respecto a viejos proyectos cortazarianos, tal como aparecen enunciados, por ejemplo, enartículos como Irracionalismo y eficacia (1.949), Situaci6n de la novela(1950), Para una poética (1964), etc.
Lejos de encauzar su pensamientopor vías y direcciones más actuales,que recojan el trabajo histórico eideológico y el movimiento mismode la realidad cotidiana latinoamericana, lo explicitado reproduce, esencialmente, la añeja y descontextualizada budinera surrealista de una revoluci6n total en la que se amalgamen las perspectivas de Marx (transformar el mundo) y Rimbaud (cambiar la vida), la búsqueda de transformaciones en las relaciones económiCo-sociales que rigen a la sociedad y,al mismo tiempo, la ruptura de lasviejas estructuras de pensamiento, elcambio de la imagen del mundo, ensuma.
LOS LIBROS, Junio - Julio de 1973
Explicitación que también puedeconsiderarse anacrónica, en la medidaen que esta problemática -con diversa fortuna, por cierto- ya formaparte tanto de la reflexi ón poi ítica,de la producción ideológica y artística, etc., como de múltiples aspectosde la vida cotidiana.
7. Sin embargo, pensadas las cosasen los términos "universales" y "finalistas" de Libro de Manuel, laexperiencia histórica parece demostrarle obviamente a Cortázar -comoen su momento a los surrealistasun cierto desfasaje revolucionario (dekarma provocado por la burocratización) que se objetiva en la supervivencia de las represivas estructurasde pensamiento del "hombre viejo".
Frente a este aparente karma dela Revolución, Libro de Manuel erigesu versión de la propuesta reordenadora del "hombre nuevo", una versión que promulga la transformaciónpoética del hombre, la vigencia deciertas formas de conocimiento analógico, la instauración de un humanismo no atom(stico basado en laplena realización del juego, la contemplación estética y el erotismo,capaz de decapitar una concepci6nbasada exclusivamente en los impulsos destructivo-represivos y destinada, en última instancia, a consolidarla reificación del mundo humano.
En Libro de Manuel la propuestase objetiva a través de dos caminosatípicos: el acto-provocación y laracionalización de zonas generalmente reprimidas o castradas. As( comolas acciones "gratuitas" y los "escándalos" dada(stas del grupo de exiliados parisienses tienden a mostrar lasposibilidades "Iúdicas" e "imaginativas" de una supuesta militancia (conun sentido muy prejuiciosamente"especializado" de lo imaginativo),la apolog(a onanista de Lonsteinlegitima la existencia de zonas profundas, reflota los "ogros" liminalesy pone en evidencia la carga declandestinidad que el hombre arrastrará consigo a la Revolución. Puntualiza, fundamentalmente, la necesidad de concebir a ésta como unhecho totalizador, capaz de actuarsobre el conjunto de las realidadespsicológicas del hombre. De ahí eltemo r, reiteradamente manifestado,a esa burocratizIJCi6n revolucionariaque comienza por instaurar represiones eróticas, estéticas y psicol6gicas,y consecuentemente la necesidad detender " puentes" a través de una
pedagogía con signo cambiado (comola que propone Libro de Maooel).
8. Resulta imposible no estar deacuerdo, en líneas generales, porqueuna Revolución incapaz de promoveresa profunda rehumanizaci6n integradora no sería, en verdad, más que unnuevo motivo de escándalo. De acuerdo, pero con la objeci6n central deque en este proyecto la prácticarevolucionaria de las masas y de lamilitancia (que es una verdad histórica y un camino ineludible) es reemplazada por la acción del vidente,como si la alienación y la reificacióndel "hombre viejo" fuesen sólo una"desventura del espíritu" necesitadade ciertos exorcismos, y no unaconsecuencia objetiva de las relaciones que se verifican en la sociedad; yla observación complementaria deque, por añadidura, la propuesta delvidente no hace más que evidenciar-como residuo del paso de Cortázarpor la ideología elitista y privilegiadora de Sur y como clave de suspropias contradicciones ideol6gicasuna poética en gran medida metaf(sica, arquetípica y ritualista, fundadaen una añeja filosof(a romántica dellenguaje (que prescinde de los debidos encuadramientos gnoseol6gicos,semánticos y sociológicos) y en unaantropología colonizadora que desdeña la fundamental unidad del pensamiento humano y que sus propioscreadores se encargaron de rectificarhace tiempo, al redefinir críticamente muchos de los conceptos y categorías que Cortázar incorpora con menos cautela a su discurso (cfr. LucienLévy-Bruhl, Camets, 1949).
9. Acaso debamos preguntarnostambién si las frecuentes interrogaciones sobre el porvenir de la Revolución (sobre su resultado final comoIIforma intemporal de la sociedadhumana") no la reducen a términosescatológicos, si esta cavilosa indagación "finalista" no reimplanta, ca".tradictoriamente, una suerte de pensamientoarcaico que reflexiona sobrelas propiedades y circunstancias deesa Edad de Oro colocada en el futuro, y omite el carácter dialéctico einagotable del desarrollo histórico o,lo que es más grave, el carácter actualy los términos concretos de esa luchaen América Latina.
10. Así las cosas, la espiral anunciada ·por Cortázar con la apariciónde 62 y con la tan difundida "maduración" de su proyecto ideológico seconvierte, a causa de Libro de MIlnuel, en un módico círculo virtuoso.
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MALDONADO:el diseño todopoderoso
JaiDle Zapata
Tomás MaldonadoAmbiente humano e ideologíaEdiciones Nueva Visión, Buenos Aires1972.
El último libro de Maldonadoeditado entre nosotros sefiala la intersección de dos trayectorias: porun lado la del autor, en sus líneasfundamentales crecida sobre los puntos de partida que conocimos enlos primeros trabajos que llegaronde su etapa europea. Por el otrolado la traza errática de una polémica confusa y aún no saldada, en laque nos debatimos los diseftadoresargentinos. Y aunque resulte paradójico, sin aportar, el libro permitemedir los avances que hemos realizado. S~rgidos de un nudo común,de una casi identidad, la confrontación actual nos indica que quedaninnumerables problemas para resolverpero que también es mucho lo despejado y que, entre las cosas quehemos dejado atrás figura el pensamiento de Tomás Maldonado.
Para comprenderlo cabalmente debemos recordar que fue el héroemítico de una generación de arquitectos y disefiadores que personalizamos en él una visión positiva deldisefto y su práctica: su brillante carrera en los círculos del diseoo in-
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ternacional, el haberse constituidoen heredero intelectual de la Bauhaus, sus polémicas intervencionesen el leSI D, nos afirmaban. Maldonado nos recordaba desde Ulm que notodo estaba perdido y que era posiblesostener un combativo optimisllDsobre el alcance y posibilidades de latarea del diseñador. Pero tan importante como el punto terminal desu ascenso era la trayectoria intelec·tual que lo había conducido allí.Aproximado a los problemas deldiseño desde una particularidad -pintor abstraeto- volcado luego al diseño industrial por opción de modernidad, culminaba interesándose en elcampo más vasto del diseño ambiental. Sus pasos materializaban un camino intelectual, copiosamente compartido, en el que, generalizaciones cada vez más amplias, nos empujaban desde el diseño de objetos deuso o desde el diseño arquitectónico, a plantearnos los problemasdel ambiente total en que se desarrolla la vida humana.
Hoy, diez afias después, el agotamiento intelectual de Maldonado,sintetizado en su último libro, nosconfirma la endeblez de aquella escalada hacia la generalización queconduela del disefk> de las partesa la necesidad de diseñar el mundo.Su falacia resid ía en desarrollarse
como un movimiento interior al diseño; había surgido como respuestaa problemas descubiertos desde eldis"ño y que se solucionarían a través de él. Orden o Desorden era ladramática alternativa de nuestro tiempo y sólo nosotros estabamos en condiciones de proponer una salida,dediseñar un mundo mejor.
Con este punto de partida, la generalización que intentábamos, lejosde permitir una toma de concienciadel carácter estructural de los problemas qh~' se analizaban, ofrecíala ficción de un universo simplificado, poblado solamente de las variables que podían descubrirse y abordarse desde el diseño. En lugar derelativizar las soluciones parciales queofrecíamos desde la práctica, inducía a parcializar la realidad, mutilándola para convertirla en un objetodiseñable.
Debemos reconocer que esta tendencia a momificar la realidad esun mal ya crónico: en el campo de laarquitectura, "forma", "función" y"técnica", los pivotes teóricos de laarquitectura burguesa de los años30, se ofrecen -actualizados en"flexibilidad" o "indeterminación"como explicación que abarca no sólo la arquitectura, sino que permitentraducir la realidad social a valoresarquitectónicos. Su objetivo es, to-
davía, constituirse en un filtro interpuesto entre la realidad y el diseftoque deja pasar sólo los elementosperti nentes.
Sin embargo, detrás de la "función", tercamente reaparece la n.cesidad social y su problemática política en la sociedad de clases; lasopciones tecnológicas se conviertenen un eatál~ del que se eligenalternativas ingeniosas o "Iindas" sino se las encuadra en la lógicaproduetivo-económica que orienta ala mereancía; la "forma", fuera delas artes plásticas, se presenta comoforma-producto, surgida en concretas condiciones de producci6n.
La simplificación de las contr.dicciones a problemas diseñables y elconsiguiente destino profético de losdiseftadores, aparecen actualizados en
. los escritos de Maldonado. Ya noes posible enunciar una disyuntivacomo la de "arquitectura o revolución"; sin embargo, acudiendo a expresiones más cautelosas o a unapresentación más amplia del contex-to, persiste el mismo significado.En una conferencia pronunciada enCórdoba en 1965, expresaba: ". · ·la tarea de dar estructura y sentido alentorno humano es la más difícily delicada de todas las tareas imaginables". "Es esta just.-nente la tareade los que, de un modo u otro,sornos tributarios de la calidad última del equipamiento individual ysocial, es decir, de los urbanistas,de los arquitectos V de los disef\adores industriales" (. . .) "Un nuevomundo está en formación, un mundo que necesitará para su desarrolloV expansión de nuestro ingenio inventivo, de nuestro saber técnico ycientífico, de nuestra facultad desíntesis, de nuestra sensibilidad cultural, de nuestra experiencia en eljuicio de los valores más sutiles dela vida cotidiana".
Las consecuencias de esta visi6naparecen diseminadas a lo largo dela obra de Maldonado en la queel personaje omnisciente es el "Oiseña", espacio continuo y propio,una práctica aislable y analizableen sí misma aun cuando se implantesobre objetos diferentes. El diseñode objetos de uso, de objetos arquitectónicos, el disefto urbano o eldisefto ambiental, no serían sino partes del "Oisefto" en general.
L6gicamente, los "Oiseftadores"(industriales, arquitect6nicos o urbanísticos) serían los responsables"naturales" de la con.iguración de
LOS LIBROS, Junio· Julio de 1973
sus respectivos objetos y, por extensión, del ambiente hwnano.
Pero los datos que provee la rea·lidad son otros: el "Oisefto" apare·ce· fragmentado e incluido en prácticas productivas diferentes en cuyo interior cobra significados y características distintas. Proclamar laexistencia del "Oiseño" como campo continuo, implica relegar a unpapel subalterno las determinacionesque surgen de los respectivos procesos productivos en los que el "Diseño" actúa V, paralelamente, suponeconcentrada en los diseñadores unagran capacidad de transformaci6n, yaque desarrollan una actividad nocondicionada por dichos procesos.
Así, en el pensamiento de Maldo-nado no existen posibilidades de explicar la distancia que separa el pepel que los diseftadores se han adjudicado, del que realmente cumplen.Todo tendría su origen en un absurdo, en un gigantesco mal entendido: "Nunca, en consecuencia, urbanistas, arquitectos y diseftadores industriales hemos tenido, como ennuestra época, a la vez tanto y tanpoco para hacer, a la vez tantas posibilidades virtuales y tan pocas posibilidades reales; nunca se nos hanecesitado tanto y ocupado tan poco. Lo que implica, de hecho unade las contradicciones más absurdas,más insostenibles, las muchas quenos es dado comprobar, por quenada es hoy de mayor urgencia quelograr articular una respuesta satisfactoria al actual clamor multitudinario por un equipamiento a laaltura de la dignidad humana"(...)."Viéndolo bien, nuestro forzado exilio es més que un absurdo, es unairresponsabilidad que ningún argugumento puede justificar. Tareasen escala nacional, regional, mundial, reclaman nuestra colaboración,pero se nos obliga a ignorarlo, y lograve es que concientes o no, obedecemos".
Instalado en la esfera ideal del"Disefto" sólo queda a Maldonadosolicitar "actitudes" e "intenciones"que cambien la situación, apelar a lanecesidad de comprender, de superarel absurdo. De allí que su discursose dirija simultáneamente a dos interlocutores: por un lado a los responsables "de facto" de la configuracióndel ambiente lIam'ndolos a la r.flexión; por el otro, a los responsables " naturales", los diseftadores, •lent6ndolos a ocupar el lugar queles corresponde a partir de descubrirante ellos el inmenso poder que po-
tencialmente poseen: el Poder deDisefto.
Los beneficiarios (o víetim.) deesta situaci6n, es decir las masas depoblación cuyo ambiente se diseftará, son los grandes ausentes de lapolémica: sólo c~ntan en tanto diseftables. Como todo pensanientoidealista la apelaci6n de Maldonadotermina convirtiendo el desarrollode la historia en una discusión entrenotables, una intriga de corte en laque los herederos legitimas del tronoluchan por destituir al advenedizoy devolver la felicidad al pueblo que,en la escena final, ovacionará awldecido a los diseftadores.
El poder .. disefto en las facultlldeade arquitee:tun
Aún a riesgo de particularizarel tema centrándolo en la arquitec·tura, resulta obligado hacer algun.observaciones sobre su crítica situlción actual; de un modo directo, lapolémica que se desarrolla en su interior involucra una concepción de IIcual Maldonado es representante.
En las facultades de arquitecturasubsiste, oficialmente, esta visión irreal y voluntarista de las C8pacid8des del " Disefto". Cuestionador. ycuestionados perecen partir en suspropuestas de éste suelo común. Esnormal, por ejemplo,~ a laizquierda politica del movimientoestudiantil invitando a "optar pordisei\.. par. el pueblo" corno si efec..tiv.mente se tratara de una opciónética. Frustrante y finalmente reaccionaria, la apelaci6n mantiene enlas sombras el estudio profundo dela arquitectura burguesa. Como instrumento poi ítico su validez 1610alcanza al periodo vital en el que elestudiante mantiene su desvinculaci6n (mayor o menor pero siemprecierta) del proceso productivo. Enfrentado luego a una realidad quepide nuevas explicaciones para nuevas opciones, el esquema volunurista del disefto es inoperante y ayuda •identificar la etapa crítiCl con unper(odo vital, una comezón juvenil.
Agitativa hlCia el presente, éstasituaci6n tampoco capitaliza haciael futuro ningún conocimiento h.redable: el socialismo solicitar' deldiseftador su aporte técnico armonizado al desarrollo de las fuerzas productivas y la mejor escuela ....esto es, hoy, el estudio científicoy crítico de los procesos productivosde la arquitectura burguesa.
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El desfasaje entre la idea que losdiseñadores tienen de sí mismos yde su práctica y las condiciones reales en que deben desarrollarlas, hagenerado una verdadera neurosis colectiva. Sin nuevas herramientas teóricas, los movimientos cuestionado·res deben recurrir a los viejos conceptos e intentar presentarlos comoideales no cumplidos, olvidando que105 mismos no describen siquiera lapropia realidad de la arquitecturaburguesa. De algún modo se repitela trayectoria de aquel socialismoprimitivo que impugnaba la revolución burguesa reprochándole el nocumplimiento de sus slogans de libertad, igualdad y fraternidad.
Ejemplo tipioo de ésta situaci6nlo constituyen los cíclicos intríngulis desarrollados en torno a la relación objeto/usuario, carentes de solución en tanto no se enfoquen entérminos de producto/consumidor.Se lucha contra los vicios del disefto en el capitalismo desde una perspectiva ideal, en tanto se desconocenlos mecanismos reales mediante loscuales el sistema desvirtúa los objetos diseñados.
Enfrentamos el envejecimiento dela pr'ctica del ..quitecto tal comoes concebida en las facultades. Seguramente han contribuido a elloel origen histórico de la arquitectura, localizada en los objetos singulares del pasado (catedrales, palacios, monumentos en suma) y la tradicional dependencia teórica y valorativa que se tributa a las artes plásticas. Términos como expresi6n ounidad, originados en ellas son traspasados a la arquitectura en un rango similar al que ocupaban en laesfera artística.
Esta tradici6n esteticista confluye con I(neas de pensamiento que,como la de Maldonado, proponendirecta o indirectamente la autonomía del disefto. El común denominador de ambas vertientes es ignorar el proceso productivo propiodel objeto diseftado y negarse asituar al disefto como un movimieninterior al proceso de producción.
El a",lisis del rol del arquitecto,carente de apoyaturas científicas setransforma en opciones individualesque son asumibles desde la absoluta subjetividad. En lo específico dela disciplina, los falsos Iimites, rechazados, indeterminan el campo deacción de los arquitectos y desbaratan cualquier avance metodológicoparcial.
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El disefto, pnictica ..xili.r de laproducci6n de objetos. El cI..60de objetos de uso y de objetos.rquitect6nicol
Una de las características técnicas del modo de producción capitalista consiste en el afinamiento ycontrol de los procesos de trabajo.La participación de numerosos individuos en la secuencia productiva,crea la necesidad de determinar conprecisión' tos papeles a cubrir porcada uno. El control de costos, objetivo final del control de los procesos de tr~jo, es condición indispensable para insertarse en el mercado de oferta y demanda.
El papel del diseftador aparececondiciQn~o,.en primer lugar, a unproyecto' de ,consumo que individualiza ~,éi.:;~.etor de la población alque se .~tf~'r-á la producción, reconocido V~·:'$u.,nivel adquisitivo y establecidÓ:.~'.-:::~.~·:·· torrespondiente umbral de ·5Ítisfaceión de la necesidad.En seg~:;'t~r, deberá respondera un ptóv~o:',de producción quearticular~,:~.ibsproductivos y fuerza de t~á~jo":,~" un proceso de trabajo ecxJnóM.~mente factible parael capitátist.~·:::'~s· 'decir que produzcaganancia,:':':"; '~~:?>: (',.:'
Este .~.ü8rt1;a es válido para lageneralidad:,dé:l~s productos surgidosde pr~~s:.·de:'producción industrializadoS~;;~atquiera sea su tamarofísico. el, p8qufJfto objeto de uso,el autom6v,if.'ó· -"la' "vivienda industrializada son:·~~t:jgU.les. Analizandoen éste ~. ;·:.r-::p'apel del diseftadorpodemoso~rva1'·,que su "libertad"relativa es~~;'un~6''''' inversa a la necesidad de CÓIltrol·de costos. Y, comohemos obse.r~~o~~,.más arriba que elcontrol de ~os;'surge como consecuencia de' ·1.a.·:pa,rticipaci6n del producto en el me'~do, podemos sintetizar diciendo'·q~e'·en todo procesoaltamente sociali%.~,cuyo productoparticipe del car~t de mercancía,el diseftador de~~."moverse en marcos sumamente. c:fetif1) itados partiendo, como dato" Jun"qamental ya fijado, de un umbr.f',de satisfacciónde la necesidad. En:~estas condicionestranquilizar la mala oonciencia proponiéndonos en las facultades la reformulaci6n de programas de necesidades, puede ser tan pernicioso como sortear su análisis crítico.
Observemos de paso que no esel nivel tecnológico lo que determina las características del rol del
diseñador, sino la participación, ono, del producto en el mercadode oferta y demanda. Por ejemplo:la producción de edificios de vivienda mediante métodos tradicionaleso industrializados, destinados a serofrecidos en el mercado, se ajustaa esta descripción y resulta fácilverificar en la realidad que es unade las alternativas que genera mayores dependencias para el disefiadorque normalmente aparece como asalariado del productor.
Si bien las características que he-mos enunciado responden a la generalidad de la producción capitalista, es posible observar variantes: losobjetos arquitectónicos movilizan unvolumen de capital que en algunoscasos justifica la creación de procesos productivos "a la medida" delobjeto. En tanto que en objetos dereducido porte económico, la ganancia sólo puede producirse a través desu producción repetitiva y su ingresomasivo al mercado, algunos objetosarquitectónicos permiten justificar inversiones rentables en torno a la producción de unidades. Esta mismaear.acterístiea (su volumen financiero) dificulta en otros casos la crea-ción de procesos industrializados yaque, la discontinuidad de la demanda o la gran inversi6n necesaria parafabricarlos en serie, resultaría inconveniente.
Consecuencia de ésta particularidad, la industria de la construcciónha cristalizado una curiosa formade producción "discontinua" que sigue vigente aunque con tendenciadesaparecer. El funcionamiento delsistema, tal vez todavía el más común, es en líneas generales el siguiente: activado el mecanismo porla solicitación de la demanda (generalmente el propio usuario) mediante diferentes procedimientos des~lección (concursos, licitaciones,etc.) se reconstruye un proceso deproducción que dejará de existir como elemento relacionado al finalizar la obra. Empresas constructoras,artesanos independientes, estudios deprofesionales diversos, etc., son susactores. En éste conjunto, el diseftador ocupa una posición autónoma,generalmente no vinculado en dependencia salarial con el productor nicon el promotor económico.
El resultado de esta desarticulación (amén de alimentar las fantasras de libertad de los diseftadores)es la imposibilidad de gestar procesosproductivos continuados desde el
punto de vista ergonómico, y ofrecen, potencialmente, el riesgo de undescontrol de rostos. La dificultadde competir en el mercado en estascondiciones (en los casos en que elproducto concurra efectivamenteall 11 va llevando al abandono progresivo del sistema, arrastrando consigo al arquitecto como prof~~ional
liberal, convertido en un ~nacro
nismo.Como significativa forma de tran-
sición han aparecido los concursos!licitaciones ron precio único, destinados a programas de vivienda o equipamiento anexo que, buscandoel control final de costos, obligana unificar las propuestas del disei\ador y del productor. Tal unificación se traduce, invariablemente,en algunos de los mecanismos dedependencia del disefiador hacia elproductor (subsidio, salario o elección de alternativas a cargo de laempresa). Su carácter de forma detransición reside en que recoge laforma histórica anterior (empresaconstructora y diseñador separados)y obliga a una fusión, aunque nosea permanente.
Los factores económicos que movilizan ésta evoluci6n, aunque determinantes, no son únicos, Insertadoen la estructura de clases, el objetoarquitectónico cobra significados quetrascienden su propia utilidad, enper,te por su importancia en el paisaje urbano. La gestación de símbolos de diferenciaci6n o de afirmación de determinadas situaciones deprivilegio social -tema de 1a críticasemiótica- puede constituir objetivo fundamental de algunas formasparticulares de la producción de objetos arquitectónicos.
Tal es el caso de los COrlQJrsos
de anteproyectos tradicionales (generalmente destinados a bancos, edificios estatales u otros objetos singulares) en los que su propia mecánicainvita al descontrol de costos (consumidor asegurado, definici6n de baseslnecesidades y elecci6n de propuestas por personajes no comprometidos económicamente con el objeto final -asesores y jurados-, definición del objeto sin referencia a medios productivos concretos, etc.). De..bemos entender en los concursos deanteproyecto que el control de costo ha pasado a un segundo plano,desplaz.do por otro objetivo al quese subordina: la gestación de men·sajes implícitos en l. "forml". Lógicamente. esta ClracterístiC8 suele
LOS LIBROS, Junio - Julio. 1973
hacer que los proyectos así generados no sean construibles o no existainterés en construirlos (en nuestropaís, el 900 /0 de los conwrsos nose materializan en obra). Tambiénse explica de éste modo que seaen los concursos donde los arquitectos continúan siendo imprescindibles y en los que la mitología pr~
tesional descubre las mayores posibilidades de "hacer cosas".
Sin pretender agotar el tema he·mos querido señalar lo lejos que seencuentra la polémica voluntaristade las fuentes en las que debemosbuscar criterios para definir el roldel diseñador y cómo, a riesgo deperder contacto con la realidad, debemos partir del estudio de las determinaciones de los procesos procesos productivos conaetos para descubrir cuáles son las opciones quequedan en nuestras manos.
El diseño del ambiente
Para aproximarnos a los problemas que plantea el diseño ambiental,pareciera igualmente imprescindibleun reconocimiento previo de los"modos de producción" del ambiente a fin de estructurar una estrategiade nuestra participación en un temaque, como totalidad, escapa a losmarcos del disefto y se acerca a losde la política. Que el ambiente humano aparece hoy como una caóticaadici6n de elementos movilizados ylocalizados por fuerzas contradictorias, lo sabemos. Pero es lastimosamente poco para adjudicarnos la responsabilidad de disefiarlo. Problemapara la investigación y la reflexión,debemos encararlo con particular hu·mildad en cuanto a nuestra participación. Hoy los diseftadores necesitamos de la idea de totalidad queacompafta al "ambiente" más comohorizonte de nuestra tarea que como objetivo propio de nuestro trabajo. Y ello por no renunciar aun compromiso sino por que no estamos en condiciones de abordarlo.
La teoría de la necesidad en lasociedad de clases exige ser desarrollada. Si ella confirma, por oposición a lo actual, que "1. libertad esel derecho a definir la necesidad",descubriremos, tal vez, que el problema del ambiente no consiste centralmente en preparar técnicos quese "responsabilicen" de él, recreando .1 uso represivo que' los diseftado·res hoy hacemos de nuestra práctica,sino contribuyendo a posibilitar la
participación real de las masas enla definición de ambientes que lasexpresen como actores.
El libro de Maldonado, recientemente editado en la Argentina, lepresenta aún enfrascado en el campo sin salida del cuestionamientoidealista a los problemas de "Diseoo"contemporáneo. El pequeño mamotreto, donde se codean y contradicenmás de 350 autores en 160 páginasde formato pequefio, señala por unlado la solvencia informativa del autor. Por el otro, los taxativos límitesde un "intelectual técnico" tal comoel mismo se define. Nuevamente aquí, se pretende que la historia delambiente humano, surja de la dialéctica de autorizadas ideas en pugna.
Desde un punto de vista más general, expresa la culminación de unpensamiento que abarcó escalas crecientes sin haber despejado metodo...logías particulares y relacionables en·tre sí, en tanto creció sobre el territorio ficticio del "DiseOO" entendidacomo actividad homogénea, aislablede los procesos productivos sobre losque se vuelca. Desencadenados en sustancia, los artículos que conformanel libro, terminan apareciendo comoun conjunt\l de misceláneas en lasque campea el viejo arquitecto salmodiante, un pesado que abarca lostemas más variados con actualidady falta de rigor.
Maldonado ha dejado de pertenecernos. El y nosotros hemos cambiado mucho en 10 aftosa Su visiónde los problemas del ambiente desdela 6ptica parcial de su deterioropor la polución, encara una proba.mática propia de las metrópolis impe"'ialistas. La reciente conferenciainternacional sobre el deterioro delambiente y la rotura del equilibrioecológico, expresó en su desarrollola intrincada gama de intereses polí·ticos y financieros que limitan cual·quier "racionalización" del ambiente.Igualmente, el programe brasileftode localizar industrias sucias en .1interior de la cuenca amaz6nica,muestra la inutilidad de tratar losproblemas del ambiente fuera deun enmarque político.
Todo hace supon. que el pensamiento de Maldonado est' condenado a la desesperación. Algunaslíneas del prefacio así lo anticip.,.De .cualquier manera, desde estl _gentína del 73, sus reflexiones - PIrecen mucho a los desechos de ..sociedad índustrial: contribuyen. ,.poluci6n ideológica.
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