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LA APROPIACIN DEL INTELECTO
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LA APROPIACIN DEL INTELECTO
Segunda Edicin
Antonio J. Baeza Henrquez, Galgo.
2015
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
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Segunda Edicin:
Baeza Henrquez, A. J., 2015. La Apropiacin del Intelecto. Santiago de
Chile: Estudio Confera Austral.
Estudio Confera Austral, 2015.
La Apropiacin del Intelecto por Antonio J.
Baeza H. se encuentra bajo una Licencia Creative
Commons Atribucin-NoComercial-SinDerivadas
3.0 Unported.
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
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PRLOGO DEL AUTOR
Sea esta una propuesta a la humanidad, un sencillo pero atrevido aporte al arte necesario, bello y muchas veces malentendido de la discusin. Se trata de un texto grandilocuente, aunque no avasallador, como el profeta, loco y mstico, cuyo discurso busca conquistar el aire circundante, pero sin derribar a los pjaros en vuelo ni daar a la semilla de cardo que lleva las cartas que jams se leern. Su propsito es exponer, de manera clara, bien precisa aunque sin mayor densidad, los planteamientos que he desarrollado acerca del tema que nos convoca y da ttulo a este encuentro, "La Apropiacin del Intelecto". Este libro no tiene notas al pie ni sigue sistema alguno de referencias. No tiene una seccin de bibliografa al final. Se mencionan algunos otros autores, muy pocos, cuando se vuelve necesario o interesante. No es ni pretende ser un texto acadmico, aunque puede tener cierta utilidad en ese mbito. Ello, siempre y cuando sea revisado en un espacio acadmico que se mire, se critique y aspire a cambios profundos y trascendentales. Quizs pueda considerarse un texto terico, aunque slo desde visiones fuera o ms all de la razn y moral cientfica o acadmica y, no obstante, tampoco es una pretensin ni deseo incluido aqu. S es un manifiesto, claramente. Es un documento poltico, dedicado a poner sobre la mesa un tema de importancia capital para el futuro del vivir humano. Es una serie de tesis que encontraran su defensa en lo argumentativo, en el
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desmenuzamiento puro de la consistencia entre ideas y, necesariamente, en un espacio compartido. Los artculos cientficos y otros textos acadmicos buscan, en su escritura misma, ponerse a prueba, responder ante la propia interpelacin, entregar evidencias para ello y, a veces e incluso, refutarse. No son pocos los que incluyen un apartado de "discusin". Este libro no cuenta con ello. Esta obra est escrita para ser discutida en vivo, con el fin de que all recin aparezcan evidencias y respaldos a favor, en contra y en amplio, al servicio de los argumentos que combatirn, bailarn o jugarn en el momento en que se encuentren, dando vida al modo de interaccin que nos viene constituyendo como humanidad. "La Apropiacin del Intelecto" es un texto temerario, desinteresado en asegurarse frente a la crtica, esperando a pecho abierto los disparos de agua en la guerrita ldica con los amigos nadando en el lago. Dado que trata de temas tan importantes, su responsabilidad es lograr que las personas hablen de esos temas entre ellas y no ahorrarles una discusin que ha de mantenerse despierta en el espacio de conversacin y no dormida en un libro que se cierra y espera en un estante, una mesa o una caja. Este libro es un tipo radical, algo escueto e incluso un poco pesado al que yo, como autor, deber presentar, interpretar y defender en sus deseadas discusiones. Habr logrado ya su cometido, claramente. Quizs yo estar ms ansioso que l en cuanto a la aceptacin de su mensaje. Esta obra apareci en los paraderos, en hoja cuadriculada y con borrones. Fue tomando forma en el metro,
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en largos viajes que dejaron de ser tediosos con la escritura. Fue mezclado con antiguos ensayos -algunos incluidos en la primera edicin, posible de encontrar por ah en el inmenso Internet- de lenguajes algo distintos y con otros que jams se escribieron, aunque s existieron con ttulo y todo en el canasto sin fondo de las ideas. Si me viera obligado a exponer la "metodologa de trabajo", slo podra mencionar "pensar" y "escribir". No se ha dado, de hecho. Para esta versin, la definitiva, se quit todo prrafo adicional a la medida justa, procurando entregar la cantidad precisa de palabras e, incluso, quizs un poco menos, como el cocinero que sirve un plato con una minscula falta de saciedad, la cuota residual de apetito que no mata ni tortura, pero inquieta. As se cultiva el deseo en otros, dicen. Es que "La Apropiacin del Intelecto" es un libro muy coqueto, que no busca interesar a mquinas tericas, sino que apela a intelectos vivos.
Antonio Baeza Henrquez, Galgo 16 de Febrero de 2015
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
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LA APROPIACIN DEL INTELECTO
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La Apropiacin del Intelecto
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
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I.
Esta especie de escrito disperso resultar ser el
texto introductorio a no slo ste, sino que a todos los
escritos, la teora y la comprensin de mundo y vivir que
ir plasmando, de variados modos posibles e imposibles,
hasta el da en que la muerte no me permita seguir
redactando textos. Esto se trata de la apropiacin del
intelecto.
La apropiacin del intelecto es el primer paso,
necesario hasta la mdula, para la emancipacin de los
seres humanos y de todo ser vivo. Luego viene la
apropiacin de la persona, de la comunidad y del
conglomerado de comunidades. Nada de lo anterior puede
lograrse sin que cada uno de nosotros se apropie de su
intelecto.
Sin embargo, esta apropiacin solo ocurre al
interactuar con otros, al vivir con otros, al compartir con
otros. Es una apropiacin profundamente personal, pero
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no para privar al otro de lo mo, sino que para entregar al
otro lo que quiero entregarle sin que nadie me diga cmo
entregrselo. Se trata de un acto en el que se trae a primer
plano, en total plenitud, el papel y tintura del sujeto
intelectual, del sujeto que propone, de quien propone.
Consiste en el aprendizaje sostenido de un modo en el que
hacerse-cargo es uno de los elementos fundamentales.
Pero hacerse-cargo no se entiende slo como
responsabilizarse, sino que tambin como el hacerse uno
mismo el trabajo de cargo, vale decir, de traslado o
acarreo de lo que quiero hacer llegar a otro. Ello pues, al
igual que en una encomienda, slo quien la enva puede
sentir y asimilar el valor genuino de lo que se quiere hacer
llegar a la otra persona. Probablemente slo quien lo enva
puede cuidar y llevar a cabo el envo de la mejor manera.
El intelecto es una cuestin de cartas entregadas por el
mismo remitente.
II.
Conviene proponer la diferencia entre conocer e
intelecto.
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Conocer tiene que ver fundamentalmente con
vivir. Se trata de una actividad vital que ocurre,
continuamente, una sola vez que dura toda la vida, en el
momento y lugar mismo de cada interaccin del individuo
con su entorno o mundo. Se trata del acto mediante el cual
se van definiendo o difuminando las complejas relaciones
que el individuo sea humano, ameba o gato- viene
manteniendo, mantiene y mantendr con cada elemento
que distingue en el entorno o mundo. Y se trata, por cierto,
de un acto que imprime huellas en el s-mismo, en tanto
unidad auto-referida y auto-distinguida.
El intelecto, por su parte, tiene que ver con
proponer. Pro-poner puede entenderse, al menos para
este anlisis, de acuerdo a la divisin mencionada. El
prefijo ~pro suele sugerir adelantamiento, avance,
distincin en el sentido noble de la palabra-, privilegio,
algo superior pero no frente a otros sino que a s-mismo.
Algo que ha avanzado, que viene avanzando pero desde su
propio estado o tendencia anterior. Poner, por su parte,
es un humilde y simple verbo que expresa el otorgar
posicin a algn elemento en alguna superficie o espacio.
Se diferencia de dejar, en tanto esta ltima palabra tiene
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un olor a pasividad, olvido u omisin; poner es un acto
visible y activo, con cierto toque de voluntad y al menos
una pizca de esfuerzo fsico o mental. Consiste tambin,
por cierto, en otorgar a algn elemento un lugar que no
necesariamente le corresponde ni haya estado antes; un
acto que, al ocurrir, puede contribuir a mantener o
modificar, siempre activamente, un orden que viene
operando.
As pues, pro-poner puede implicar ese otorgar-
posicin-activamente con una actitud o caracterstica de
adelantamiento, avanzada o mejora, a partir de la accin
en s-misma. Dicho de otro modo, el intelecto va
describiendo la historia en que el otorgar-posicin-
activamente va mejorando-se y adelantndose desde s
mismo y, por cierto, mediante s-mismo. El intelecto es
poner algo en algn lugar, continuamente, cada segundo
mejor. Y la forma particular en que ese poner va
mejorando es, precisamente, poniendo. El intelecto tiene
que ver con proponer.
Cmo podemos pensar la relacin entre conocer e
intelecto? Vale decir, en primer lugar, que no es posible, de
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manera alguna, el intelecto sin conocer. No hay acto
intelectual en el que no se est conociendo. Probablemente,
s puede haberlo al revs, una especie de conocer-
pasivamente en el cual no se pone algo sino que se deja
algo. La huella en el s-mismo queda, pero no ha sido
propuesta por el s-mismo. De hecho, la huella es la
respuesta del propio s-mismo frente a la perturbacin
pero no ha sido, probablemente, la respuesta propuesta. El
intelecto describe aquellos momentos en que el conocer
ocurre de modo activo, de modo pro-yectivo, extendiendo
lneas delante de s. Describe cuando la misma huella de lo
que ya vino o lo que viene ocurriendo es puesta y cada vez
mejorndose en ese poner. Y podemos aqu agregar una
dimensin al concepto de pro-poner, en tanto es poner
delante de s-mismo aquello que es propio a la huella de s-
mismo. Verse a s mismo delante de uno mismo. El
intelecto es observarse.
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III.
Apropiacin es lo contrario a alienacin.
Mientras lo ltimo podramos entenderlo como una
especie de despojo o enajenacin, como el retiro, por parte
de otro, de lo que te corresponde o a lo que t
correspondes, la apropiacin puede tener que ver con la
recuperacin o toma, en una actitud activa, de aquello que
me corresponde y que me fue quitado o privado. Es un
derecho, a todas luces. En ciertos cdigos penales, aparece
la figura de la apropiacin indebida. Cabe considerar que
ello slo tiene sentido en un sistema cultural donde se ha
determinado quines son los dueos de cada bien, cules
son los modos legitimados de intercambio de esos bienes
y, sobre todo, de cmo ha de dividirse segregarse, entre la
poblacin, la calidad de dueo de los mismos.
La apropiacin es recuperacin o toma, pero
tambin es ejercicio. En el caso del intelecto, no es algo que
se recupera transaccionalmente; no se trata de un bien de
consumo que yo te quito para tenerlo o que, al
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intercambiarse, debe dejar de ser de alguien para pasar a
ser del otro. Se trata de algo que debe practicarse como
propio continuamente pues, cada vez que se abandona, se
deja para que otro que no necesariamente ser el otro
fraterno- se apropie de l sin querer compartirlo. Por
tanto, la apropiacin del intelecto es una actividad
continua y eterna, que se da mediante practicar el pro-
poner, poniendo delante de s mismo lo que ha dejado
huella en uno mismo, con una actitud de avanzada y
mejora constante a partir de lo propio. Es por ello mismo
que es actividad continua y eterna. Y es preciso agregar:
No hay avance del intelecto sin apropiacin del mismo.
Quin nos ha privado del ejercicio del intelecto
como actividad propia? Las universidades, la consultoras,
los expertos, los relatores de capacitaciones expositivas y
unidireccionales, los profesionales que sacan al dilogo su
ttulo o grado acadmico para otorgar peso a su opinin
sobre ciertos temas, los gobiernos, los crticos literarios
con tendencia a la evaluacin, los hospitales, los gloriosos
equipos de investigacin, los especialistas que salen en la
tele, los profesores que ponen malas notas, los msicos
que se valorizan a s-mismos y a los dems slo a partir de
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criterios tcnicos y tecnolgicos y, en general, las
instituciones que nos explican cmo son las cosas y las
personas que son invadidas por tal institucin y que,
tristemente, ya vienen siendo despojadas y despojados de
la propiedad de su intelecto.
IV.
No sera descabellado afirmar que la gran mayora
de las injusticias que vivimos diariamente tienen lugar
gracias a que no nos apropiamos de nuestro intelecto.
Las variadas construcciones de mundo que han
dado lugar a las sociedades modernas y a esta especie de
globalizacin inconclusa en que nos vemos envueltas y
envueltos incluyen la delimitacin y difuminado de un
considerable nmero de lmites entre sus rganos. Tales
construcciones son las tablas de la ley donde viene
grabado quines mandan y quines obedecen, qu es lo
bueno y qu es lo malo, cul es nuestra tarea en el mundo
y cul es la de otros. Ahora, estas distinciones se sostiene
en una basal: La que indica quines saben y quienes no
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saben y que, por tanto, deben aprender de los primeros. Se
trata de una diferencia que implica un vaciamiento de
saber por parte del pueblo, de la cesin de la tutela del
saber a una clase que luego ser llamada 'cuerpo
intelectual. Y claramente, este abandono del propio saber,
esta supresin del yo-se y del yo-propongo, es la que nos
aparta de la participacin en la configuracin del mundo
en que vivimos y en el que, a menudo, padecemos, pues
viene siendo construido a la medida de otros que, al
parecer, no piensan en nosotros.
Se suele hablar de la fuente del conocimiento. Es
una idea muy antigua y tradicional y podra tratarse como
un elemento particularmente importante en la
construccin de la que se habla en el prrafo anterior. Al
hablar de fuente, mencionamos algo que esta situado en.
Hablamos de algo que, al estar en un lugar al que debemos
acceder, es, por tanto, un lugar fuera de nosotros, una
posicin externa y absoluta. Luego, seran solo algunos los
que tienen la posibilidad de acceder a esa fuente y, en su
infinita bondad, transmitiran los conocimientos a la
poblacin; aquella lite, el cuerpo intelectual, que ha
encontrado la fuente llena de monedas de oro al final del
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arcoris y que tiene la facultad exclusiva de entender cmo
deben extraerse las monedas de tal recipiente.
El conocimiento, en vista de lo anterior, ha sido
histricamente situado en edificios, instituciones o grupos
humanos. El Orculo en Grecia, el Monasterio para el
mundo catlico, la Universidad en la Edad Media y hasta
nuestros das, las Consultoras en nuestro actual
neoliberalismo; asimismo, se asocia, atribuye y, por
tanto, entrega- a los japoneses el dominio de la innovacin
robtica y electrnica; a los alemanes, los estndares de
calidad; a los franceses, la teora crtica, etc. Se establecen
creencias, incluso, acerca del origen de ciertos
conocimientos, cual hormigueros especializados y, en la
reiteracin de ello, se funda y legitima la divisin entre
grupos sabios y grupos ignorantes. Los ltimos son los
que debern aprender de los primeros, imitar lo que a los
sabios les ha resultado y, por cierto, no intentar siquiera
creer que sus creaciones o iniciativas propias estn cerca
de la altura de los entendidos en el tema.
No se trata aqu de vapulear la especializacin. De
hecho, la especializacin es un producto y, a la vez, garante
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de la cooperacin en los grupos humanos. No es necesario
que cada persona sepa todo cuanto hay que saber en este
mundo y realice todos los oficios; eso requiere demasiado
esfuerzo y aos probablemente ms que lo que el ciclo
vital del ser humano suele durar- y, en cambio, es mucho
ms ventajoso repartirse, dividirse y compartir las
acciones que mantienen el curso de una cultura. La
especializacin describe, por cierto, ese mismo proceso.
Nada tiene de malo que existan zapateros, mdicos,
carpinteros, msicos, choferes o ingenieros; el mdico
permite que el carpintero se dedique a construir bien y
tenga buena salud, mientras el carpintero permite que el
mdico se desarrolle en la curacin y el cuidado del
cuerpo y viva en una buena construccin. El problema es
otro: Es la profunda diferencia de valoracin entre la que
se otorga al mdico y la que se otorga al carpintero, por
ejemplo. Es la asimetra que ha venido tiendo la
especializacin sin tener que hacerlo.
El paradigma de conocimiento como algo situado
ha sido tierra de hoja para la formacin y fortalecimiento
de castas, proceso que ha ensuciado y podrido la
especializacin. Se ha venido rompiendo, desde hace
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muchos aos, la simetra entre las distintas acciones que
distintos seres humanos realizan para mantener la
sostenibilidad de la vida en comunidad. Ello es,
precisamente, porque se ha llegado a la idea de que
habra ciertos oficios que luego, para diferenciarlos,
fueron llamados profesiones- que se acercan ms al
conocimiento que otros y que, por tanto, son ms valiosos
pues seran los que ayudaran a repartir el saber por el
mundo; resulta, luego, que son los mejor remunerados y
valorados. De hecho, es muy comn escuchar un
argumento que racionaliza, por excelencia, el gozar de una
posicin cmoda en la estructura econmica: Me part el
lomo estudiando 5 aos, mnimo que ahora yo gane ms
que quien no estudi. Mucha gente se siente mal por
haber estudiado una carrera profesional y luego ver que
otra persona, que no estudi, percibe el mismo ingreso,
gana la misma cantidad de dinero o incluso ms que ella o
l. Ese malestar surge, precisamente, de los significados
que envuelven y amoldan la concepcin misma de trabajo;
o se siente que quien estudi merece ms, o que quien no
estudi merece menos. Es hasta en el mismo mbito
emocional en el que se han arraigado aquellas premisas
que sostienen y dan fundamento racional a la desigualdad.
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Y es una desigualdad que se argumenta, por cierto, desde
la idea que mencionamos anteriormente: la divisin entre
quienes saben ms y quienes saben menos o, lisa y
llanamente, no saben.
El sistema de creencias anteriormente expuesto
tiene consecuencias sustancialmente malignas e
insensibles. De hecho, es una divisin que produce
algunos de los peores y ms horribles productos del
actuar humano; tiene que ver con la desvalorizacin
asumida por los propios individuos que conforman la clase
de los que no saben. Durante unos buenos aos, en Chile
y en varios lugares ms de la regin y otros en el mundo-
se ha convertido en un clsico el mandato que los padres
entregan a hijas o hijos cuando les persuaden para que
tengan estudios superiores: Queremos que estudies para
que seas ms que nosotros. Yo recib ese sermn de mis
padres y puedo decir, con toda propiedad, que es que es
muy doloroso escucharlo. Todo quien mantiene un vnculo
medianamente carioso o cercano con sus padres sufre al
escucharles desvalorizados. Se trata de un atentado
histrico contra la auto-realizacin, elemento supremo de
la plenitud humana, cuya ausencia genera profundos
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malestares de frustracin, angustia y pena, asociadas a la
decepcin que causa mirar hacia atrs y ver una vida sin
xitos. La definicin de logro que las sociedades y grupos
dominantes han articulado y promovido mediante sus
ventanas la prensa y la academia, entre otros- est, en
primer lugar, extremadamente sesgada en estndares
precisos y caprichosos en lo fsico, lo laboral y lo
econmico y, en segundo lugar, directamente relacionada
con la masiva ausencia de xitos que muchas personas
perciben al mirar hacia atrs en su propia vida. Es por ello
que la alienacin del intelecto es, en resumen, uno de los
grandes responsables del malestar y la tristeza humana.
Todos los empleos y actividades humanas
debieran ser vistas, tratadas y, por cierto, remuneradas en
un nico nivel. Ello, pues no estn unas ms cerca que
otras del conocimiento. Vemoslo, en cambio, de una
forma muy distinta: En todas las actividades humanas est
presente el conocer.
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V.
El conocer es una actividad continua y vital que
ocurre una sola vez y durante toda nuestra permanencia
en la tierra como ser vivo.
Sera bueno recordar la relacin ya expuesta entre
conocer e intelecto. Quizs lo primero y ms simple de
decir es que no hay intelecto sin conocer y que toda
manifestacin de intelecto ocurre en el conocer. Es
probable, sin embargo, que s ocurra al revs; vale decir,
que ocurra conocer sin que ello sea intelecto. Se trata de
aquellas veces en que el individuo no pone sino que deja
algo. Pues bien, es esta posibilidad de conocer sin
intelecto la que, precisamente, es la puerta y condicin de
posibilidad para la dominacin y sera, tericamente,
imposible de suprimir. No es posible reducir a cero los
espacios en que se asume un conocer activo, pues ello
sera, por ejemplo, renunciar a dormir, a relajarse, a
embriagarse, a contar y escuchar chistes y, en general, a
variados momentos y actividades en las que se disminuye
la disposicin de alerta en el individuo y que, por cierto,
son necesarios para un vivir sano y pleno. Sin embargo,
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hay otras reas en las que la ausencia o debilidad de un
abordaje intelectual activo ha venido permitiendo, desde
hace bastante tiempo, la perpetuacin de relaciones de
dominacin y alienacin.
Es necesario que traigamos a primer plano la
nocin de reflexin y pensar reflexivo. Se trata de una
palabra que, tradicionalmente, se ha asociado a lo
racional o a la idea de pensar framente, sin la
perturbacin de lo emocional. En la historia de su uso
hay huellas inscritas en las que es posible ver la tendencia
extendida y sostenida que se mantuvo por siglos y se
sigue manteniendo- respecto a la separacin entre razn y
emocin y el avasallamiento que la primera impone a la
segunda; vale decir, la emocin ha sido condenada por las
creencias tradicionales a estar al servicio de la razn y a
no molestarle en sus asuntos. Para combatir lo anterior,
es preciso que aqu se exponga una visin distinta de lo
reflexivo. La escuela psicoteraputica del grupo eQtasis,
en Santiago de Chile, ha propuesto, en ese sentido, la idea
de lo reflexivo como aquello que ocurre en la experiencia
humana cuando se atienden y se relacionan,
simultneamente, aspectos emocionales, intelectuales y de
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accin. Se trata de un tringulo en el que se entrelazan y
ocurren conjuntamente los tres aspectos, dndose las
siguientes experiencias subjetivas: pensar en lo que siento,
pensar en lo que hago, sentir que pienso y lo que pienso,
sentir que hago y lo que hago, hacer lo que pienso y hacer lo
que siento.
Lo intelectual es, necesariamente, reflexivo. Luego,
ningn trazo de vivir puede considerarse genuinamente
reflexivo si no ocurre alguna de los fenmenos
anteriormente listados; de lo contrario, se tratara de un
modo incompleto de madurar una idea o principio, una
forma algo negligente de abordar los asuntos que se hacen
presentes en nuestro vivir. Sin embargo, al parecer es
precisamente ello lo que viene ocurriendo y siendo
hegemnico en la construccin, por parte de otros, de la
sociedad en la cual la mayora padecemos. La confusin
entre lo racional y lo intelectual ha sido clave en los
cursos que ha tomado lo que se ha llamado progreso;
suprimiendo el inters por lo emocional en las personas y
los pueblos, as como por la consecuencia entre discurso y
accin, se ha puesto lo racional al servicio del desarrollo
de tecnologas para matar, para reprimir y para controlar
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el deseo y promover la produccin y el consumo por parte
de las masas, en desmedro de su calidad de vida y su
realizacin. Se han planificado ofensivas militares, golpes
de estado y modelos econmicos en funcin de
argumentos y criterios fros y muy alejados de una
comprensin de lo afectivo.
Sin ir ms all, la mirada positivista dominante an
en gran parte de la ciencia del siglo XX y actual pretende
una supresin de lo emocional y todo lo que pueda
considerarse subjetivo todo es subjetivo; incluso la
objetividad misma vive de lo subjetivo- del diseo de sus
investigaciones, considerndole una especie de
perturbacin o estorbo no deseable y perjudicial para
sus resultados. Bueno, si bien es necesario reconocer los
innumerables avances que la ciencia ha desarrollado con
el fin de mejorar la calidad de vida y otorgar herramientas
creativas y de apropiacin a las personas el computador
donde tecleo esto, por ejemplo-, hay que sealar que la
mayor parte de los recursos destinados a investigacin
cientfica son orientados, por ejemplo, a la industria de
armas, la industria farmacutica y, en general, a los
aspectos de inters de grupos que buscan mantener la
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concentracin de poder a partir de evitar el surgimiento
de poder en la asociacin de las personas-, para lo cual
necesitan estar muy alejados de lo que puedan sentir las
personas que seran usuarias, destinatarias o, incluso,
objetos de investigacin. Para ello, el positivismo y lo no-
reflexivo cabe como anillo al dedo.
La ciencia, como disciplina de investigacin en
diversos temas especficos, suele requerir dedicacin,
rigurosidad, responsabilidad y, por todo lo anterior,
especializacin. Sin embargo, muchas veces tal idea es
confundida con una supuesta necesidad de la academia
tradicional -rgida y segregacionista- y de la jerarqua
como modo transversal de organizar tanto lo acadmico
como lo laboral en el rubro. Es all donde cabe recordar
que s existe la posibilidad de una especializacin con
simetra, que puede llevarse a cabo avances en
investigacin y desarrollo sin necesidad de basar la
organizacin del trabajo en lgicas jerrquicas, verticales
y, por ello, muy sujetas a los caprichos de los niveles
superiores. La ciencia es bellsima va mucho ms all del
estereotipo positivista-; por ello, es preciso purificarla de
los vicios del llamado progreso y promover un giro de lo
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cientfico hacia la apropiacin. Una idea puede ser, por
ejemplo, instalar centros de investigacin y desarrollo a
nivel comunitario, con el fin de descentralizar y abrir el
acceso a la formacin y desempeo cientfico. Necesitamos
espacios para realizar ciencia reflexiva.
Lo reflexivo, en base a los fenmenos antes
indicados pensar en lo que siento, pensar en lo que hago,
sentir que pienso y lo que pienso, sentir que hago y lo que
hago, hacer lo que pienso y hacer lo que siento- puede
ampliar la complejidad de su avance en cuanto intelecto
que al observar-se, va avanzando en su ejercicio mismo- a
partir de la formulacin de fenmenos reflexivos en otro
nivel: pensar en lo que siento mientras hago algo, pensar en
lo que hago cuando siento algo, sentir lo que hago mientras
pienso, sentir que pienso y lo que pienso respecto a lo que
hago, hacer algo pensando en lo que siento, hacer algo
sintiendo que pienso lo que hago y cmo lo hago, y as
puede seguir amplindose la lista de sucesos. Todo ello
ocurre cuando el intelecto est operando genuinamente y
no responde pasivamente al pensar en otros. Ejercitar lo
reflexivo es posible y simple, pues basta proponrselo
para ya realizar un primer acto. El llamado es, por tanto, a
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mantener un modo en el vivir en persona y en
comunidad- en que se mantenga la apropiacin del
intelecto.
VI.
La disidencia mental. Es posible observar un
intelecto ilusorio que es atribuido a las personas
comunes y corrientes, aquellas que no pertenecen ni
participan en elites intelectuales que concentran la
licencia oficial para el ejercicio del que podramos llamar
intelecto genuino y que yo prefiero nombrar
simplemente como intelecto- pero que, sin embargo,
ejercen o buscan ejercer un buen pensar. Se trata de un
sustituto del intelecto, un reemplazo de aquella actividad
que y miren lo absurdo- s son capaces de hacer y
brillantes en ello-, pero a la que renuncian por presin de
la industria de las elites. Este buen pensar se manifiesta
en el momento en que una u otra persona usa su mente
para pensar y quizs- actuar de modo que se cumpla lo
que se espera de ella en referencia a un marco de sentido
erigido por la industria. Se trata de aquel pensar que es
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mesurable, que se puede medir, que puede ser evaluado
mediante la tcnica, ya sea a partir de las calificaciones, los
grados acadmicos o las puntuaciones en pruebas
psicomtricas. Aquel pensar que es deducible a partir de la
constatacin del mtodo usado por cierto investigador
acadmico, evaluando si su modo tiene validez a partir
de correlaciones, coeficientes u otro clculo. Es aquel
pensar que se comparte en palabras y modos que son
cmodos para la mayora alienada y que son considerados
correctos segn el mandato moral implcito, huella y
medio de opresin.
Hay un modo-en-el-pensar, dentro de muchos
otros modos, que es funcional a la dominacin. No es slo
porque se mantenga dentro de un rango de
planteamientos y formas que no entren en conflicto con el
mandato explcito o implcito de la lite intelectual, sino
que, particularmente, porque responde, al ser medido, a
los requerimientos que han sido definidos como necesarios
y deseables en un trabajador. La lite valora tanto la
ausencia de peligro para su posicin como la eficiencia y
eficacia del trabajador en la labor que realiza dentro de su
plan. No obstante, un grupo considerable de personas, a
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partir de distintos motivos, aparece como disidencia en
cuanto al ejercicio del pensamiento, ya sea por decisin o
por condicin material o biolgica, si se prefiere. Es
disidencia en cuanto acta ms que lo que declara no
le vendra mal aumentar su declarar, en todo caso-,
volviendo patente, material y categrica su diferencia.
Hablamos de los locos, por ejemplo. Enfermos mentales
cuyo pensar es considerado un sntoma de algo que opera
mal en ellos. Hablamos de las personas Down,
efectivamente portadoras de un sndrome descrito a partir
de fallas en distintos sistemas orgnicos cardacos, por
ejemplo-, relacionado con una diferencia a nivel
cromosmico, pero que han visto histricamente asociado
su modo-en-el-pensar a la lgica del sndrome y de lo
enfermo, as como su modo-en-la-relacin, que presenta a
las sociedades occidentales una importante variante en la
proporcin entre la conciencia de lo afectivo y la conciencia
de lo argumental siendo indisolubles ambos como
fenmeno pero con cierta alternancia en cuanto a su toma
de primer plano o enaccin-, todo lo cual es indicado, sin
embargo, de manera miope, como un dficit intelectual.
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
32
Se ha extendido demasiado alcanzando a teir el
sentido comn- la concepcin del pensar y el sentir como
fenmenos distintos, separados y, lo que es peor, en
pugna. Es uno de los tantos divorcios que lamenta
Eduardo Galeano. Se ha hegemonizado un modo-en-el-
pensar de amplitud reducida y orientacin a resultados
definidos de acuerdo a varas definidas por una elite. La
conciencia de lo que se siente puede ser especialmente
perturbadora para una mente que requiere hacer lo que se
le viene mandando sutil e histricamente, pues se trata de
lo que nos permite evaluar lo agradable o desagradable
que esa operacin mental nos puede parecer. Asimismo, la
calidad del pensar se suele evaluar a partir del
desempeo que el ser pensante muestre en el espectro
reducido de tareas que se le pide y, por su parte, lo que se
siente significar un descuento en el puntaje que ser
mayor mientras ms veces se asome.
VII.
Las Industrias y los Talleres. Las industrias son
grandes, majestuosas, ocupan grandes terrenos. Los tapan
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
33
de concreto, de metal. Tapan, tambin, el cielo con humo.
Son el cono del avance de una civilizacin. Ya sea si sta
tiene su propia industria, ya sea si un pas extranjero
potente viene a ponrsela -interprtese como se quiera.
Una industria tiene muchos trabajadores. Y unos cuantos
ejecutivos. Y menos jefes. Mucha gente, pero pocos lazos.
El trabajador conoce a su supervisor, con suerte a un jefe
menor, pero nunca a su jefe mayor.
Los talleres son pequeos, modestos, algo
informales. No son invasivos. Ocupan lugares pequeos, a
menudo sin alterar mucho el paisaje que los alberga. En
ellos trabaja poca gente. Todos se conocen, todos conocen
al jefe.
Las industrias producen todo en serie. La
mecanizacin es la clave. El humano es lento, costoso,
alega y comete errores. Muchos errores. Las mquinas son
las que ponen el talento, as como la tcnica disciplina al
humano y lo convierte en herramienta. La figura clave es
el obrero. O ms bien, la figura no-clave. Es "lo
reemplazable", lo que se puede transar. Lo que se puede
despedir, descuidar o pasar a llevar. Lo central son las
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
34
mquinas. Y entre ellas, la mquina obrera. Las industrias
producen de acuerdo a lo que unos pocos deciden en las
cpulas. Los que trabajan all slo trabajan segn las
prioridades que otros consideran. La industria es lo menos
democrtico que hay. Sea en una sociedad capitalista o
socialista. Una asamblea de 500 personas nunca ser
democrtica, pues siempre quedar alguien en silencio
que ser, ms encima, tildado de que "no participa" y todo
eso.
En los talleres, las cosas se producen en forma
irrepetible. La clave no es la mecanizacin, sino que la
artesana. La figura, en tanto, es el artesano. Los artesanos
no slo arman, moldean o producen; tambin hacen arte.
Todo se acuerda en vivo y en directo con quien solicita el
servicio, segn los criterios de los mismos que se ensucian
las manos haciendo lo que se ha encargado. Las mquinas
ahora son las que no son claves. Son ellas las que son
reemplazables, las que no son nada sin los irremplazables,
los artesanos. As, cada obra producida en un taller es algo
nico, una obra de arte. Sin embargo, en el taller no se
desprecia el aporte de la tecnologa, aunque nunca estar
sobre el talento humano, sino que al servicio de l.
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
35
La Industria viene configurndose, desde el siglo
XVIII, como modo de organizar y dar sentido al trabajo
colectivo de produccin. Organizar, en tanto define
funciones, estamentos, relaciones entre ellos y la
naturaleza de cada uno, todo lo cual, en su operar pleno,
hace posible la produccin de bienes, servicios o
significados. Dar sentido, en cuanto se otorga
comprensibilidad a la organizacin respecto a su utilidad,
necesidad, suficiencia y obligatoriedad en la cultura.
Luego, la industria es un cmulo de valores que se vuelven
regentes en el vivir cotidiano mismo, pues no se limita
slo a caracterizar la regla en el lugar de trabajo, sino que
ampla y extrapola tal regla a todos los aspectos en el vivir
colectivo.
Dicho lo anterior, cabe sealar que las industrias
no slo son aquellas con chimeneas y grandes mquinas
fsicas. Las escuelas son industrias. Las universidades son
industrias. La comunidad cientfica, incluso, es una
industria. Las sociedades occidentales transformaron todo
en industria. Todo es despersonalizado. Todo es
mecanizado. Las mquinas no slo son las de metal o las
de fibra ptica. Las teoras son mquinas. Los reglamentos
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
36
son mquinas. Los prejuicios son mquinas. Y tal como las
mquinas fsicas, seguirn ah, irremplazables, en su
puesto esencial, mientras el humano ir siendo ocupado y
desechado.
Por qu no hacer esfuerzos para que los talleres
constituyan una alternativa para las personas? Si las
escuelas fueran talleres, los profesores y profesoras seran
maestros, seran una especie de sensei, esos que ensean
pero no con modelos mecnicos, sino que con lazos
afectivos, siendo ejemplos, con cuidado, tal como se
ensea un arte. No ensean a ser seres industriales, sino
que seres de taller. Nos ensearan a ser artesanos. Y si las
comunidades comenzaran a crear talleres, a producir,
iran en un camino mucho ms contundente hacia la
autonoma y el desarrollo. Incluso, ya no pelearamos por
quien entra a la universidad, porque los talleres seran la
gran alternativa, el verdadero lugar para aprender a hacer
y a ser, sin andar seleccionando alumnos. Simplemente,
acogiendo y dando el espacio para un intelecto apropiado.
Las tres falsas promesas: Escuela, Estado,
Academia. Las tres han prometido ser vehculo o asistente
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
37
de la emancipacin de los pueblos, erigindose como
instituciones nobles, fundadas en principios incluso
humanistas en algn caso, pregonando un juramento de
fidelidad hacia el desarrollo. En lo declarado, se les ha
visto incluso en pie de guerra contra el capitalismo mismo,
desplegando sus distinguidas armas frente a tal dspota
descarnado especialista en oprimir. Sin embargo, este
enfrentamiento se ensombrece en la homogeneizacin. Se
trata de tres colosos que, si bien han protagonizado
episodios en que han actuado de adalides de la justicia,
vienen constituyndose, precisamente, como industria.
Han hecho suya la tcnica, la diferenciacin asimtrica y la
bsqueda de la uniformidad. Son agentes de justicia slo
en lo circunstancial, en cuanto esto se refiere a los efectos
determinados y privativos que cada uno pueda tener,
derivado de su operar, en alguna parcela limitada. Han
sido protagonistas, por ejemplo, en hitos de victoria
relativa frente a determinada amenaza a la justicia social o
los derechos humanos, pero no han implicado bsqueda ni
tendencia consistente ni en los propsitos ni los modos.
No han logrado construir un camino justo hacia la justicia
ni, mucho menos, un camino apropiado hacia la
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
38
apropiacin, ideas que recalcan la profunda relevancia del
ejercicio mismo.
VII.
La Escuela como Industria. La industria da
sentido a la educacin mediante la instauracin de la
escuela. La escuela es un espacio inicialmente fsico
pero luego simblico- que ha sido diseado para ejercer la
educacin conforme al sentido de la industria. Las
definiciones y tratamientos que suelen aparecer frente a
los llamados problemas de aprendizaje apuntan al
moldeamiento y obtencin de cierto marco de
comportamiento deseado por la institucin y validado en
la cultura, lo cual se realiza incluso a costa de la
intervencin en la fisiologa de los individuos.
En Chile y Latinoamrica y en la mayora del
mundo- la escuela sigue respondiendo a un diseo clsico
que viene dndose, incluso, por ms de un siglo.
Mayoritariamente, las aulas en escuelas y liceos pblicos y
particulares subvencionados en Chile se organizan de la
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
39
misma manera: Ms de 20 estudiantes llegando a ms de
40- sentados en pupitres que miran hacia una pizarra,
realizando actividades uniformes y atendiendo a la
ctedra expositiva o directiva de una o un docente que
lucha por establecer y validar, frente a sus estudiantes,
una posicin de poder basada en la verticalidad. Es un
espacio en el cual, a partir de su diseo, se busca que el
proceso de enseanza-aprendizaje concepto ya
insuficiente- contribuya a la formacin de individuos
adecuados a la sociedad mediante un proceso de
normalizacin.
A que puede atribuirse la tendencia recin
expuesta? Sera simplista pensar en una mera
desactualizacin de las y los docentes individuales, pues
el estilo normalizante no responde tanto a vocaciones
personalistas, sino que es funcional a idearios colectivos, a
modelos de individuo que han sido diseados por y para una
organizacin de divisin de roles en la sociedad.
Especficamente, el modelo tradicional y actual de escuela
proviene, precisamente, de los inicios de la era industrial
en las sociedades europeas, a fines del siglo XVIII. Frente
al aumento en el ritmo de produccin y la necesidad de
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
40
impartir lo que podemos llamar una doctrina del obrero
urbano, se opta por plasmar en la escuela un modo de
conducta colectiva y, ms profundamente, un marco de
sentido en las nuevas generaciones que garantice su buen
desempeo en el mantenimiento de una produccin y una
sociedad industrializada. Ello podemos observarlo en
distintas tradiciones escolares: Por ejemplo, la campana
o timbre, su versin moderna- que avisa los recreos, la
vuelta a clases o la salida, similar a la usada en las fbricas
tradicionales para delimitar los horarios de colacin y de
trmino de jornada; la divisin por salas; la organizacin
de cursos por ao de nacimiento y la exigencia de que
ellos salgan graduados en determinado momento, similar
a la idea de produccin por lotes y el manejo del
vencimiento; y ante todo, la bsqueda de la uniformidad en
el producto del trabajo y la formacin de disciplina de
obediencia y atencin total a la faena. En la industria
escolar, se forma tanto productos como trabajadores. En el
amanecer de una sociedad industrial, es comprensible
ms all de que se pueda estar en acuerdo o en
desacuerdo con ello- que las sociedades europeas hayan
puesto grandes esfuerzos en formar sus generaciones con
el fin de cristalizar los nuevos ritmos y modos de
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
41
produccin. Pero Es este diseo de escuela el adecuado
en una poca en que las sociedades occidentales estn en
decadencia, el capital industrial ha sucumbido frente al
capital financiero y los movimientos sociales y polticos de
resistencia han tomado un considerable grado de
relevancia y validez frente a la poblacin general?
Las ciencias humanas, entre las cuales figura la
psicologa, surgen bajo el mismo contexto histrico de las
sociedades industriales europeas, aunque ya cuando ellas
se han estabilizado y se han vuelto hegemnicas, a fines
del siglo XIX. En particular, la psiquiatra y la psicologa
surgen como ciencias en una poca en que se logra
promover la idea del pensamiento cientfico como el
perfeccionamiento final del conocimiento humano- cuyo
objeto de estudio sera la conducta humana, los procesos
mentales y las enfermedades presentes en tal mbito. Eso
al menos es lo que se declara, oficialmente. Pero cabe
preguntarse, pensando en los terribles padecimientos que
el modo industrial provoc en la poblacin general y que
motivan el nacimiento de estas ciencias de la conducta:
Qu es ms cmodo para una sociedad: Cuestionarse
acerca de sus serios efectos colaterales y pensar en cmo
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
42
avanzar cuidando ahora el bienestar de obreros y familias,
o atribuir los malestares causados a enfermedades
individuales en ellos? Precisamente, es as como el
discurso psicopatolgico la idea de enfermedad mental,
trastorno, etc.- constituye, bsicamente, un operar de
control social y de normalizacin, al igual que la escuela.
Claro, surgen ambos con el fin de ser funcionales a las
sociedades industriales europeas decimonnicas. Y hoy,
en Latinoamrica, en el siglo XXI, siguen siendo validadas.
Tanto la escuela como el discurso psicopatolgico son, en
su operar, industria.
Un ejemplo ms que ilustre: El concepto de
Trastorno por Dficit Atencional con Hiperactividad o su
par sin hiperactividad es, sin lugar a dudas, un elemento
que, a partir de una eficaz conjuncin de esfuerzos entre la
psiquiatra tradicional y la industria escolar, es altamente
til en apoyar la tarea de normalizacin que viene
definiendo a la escuela hegemnica en el mundo,
incluyendo su papel en Chile durante toda su historia
republicana. Viene, precisamente, a atribuir a condiciones
neurolgicas y psicolgicas con una base cientfica dbil,
falaz y, lo que es peor, acrtica, como bien explica Carlos
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
43
Prez Soto en Una Nueva Antipsiquiatra- en la nia o nio
individual una conducta de desatencin y, en algunos
casos, de actividad motora intensa que es poco
colaboradora en el espacio del aula regular. En tal
definicin, establece, tcitamente, la ausencia de necesidad
de cuestionar un diseo escolar, considerando que los
esfuerzos deben llevar a que el individuo y ms
especficamente, el cuerpo del individuo- se adapte en
tanto adaptacin implica sobrevivencia- al sistema de
enseanza impuesto por el Estado mediante su profesor o
profesora, quien se ve presionada/o a ello. Tal adaptacin,
de acuerdo a la gran cantidad de manuales y estudios que
existen al respecto, sera absolutamente necesaria y se
debe, por tanto, lograr, aunque sea incluso mediante el
tratamiento farmacolgico. Si bien estas exigencias figuran
en las fuentes oficiales, su principal nicho de alojamiento
es el marco de sentido en el que se vienen moviendo, por
voluntad o por simple opresin, quienes gestionan, llevan
a cabo y se hacen responsables del operar en las escuelas.
Frente a esto, se hace fundamentalmente necesario el
ejercicio de una contra-psicologa en la escuela, que
describa y problematice lo que consideraremos cultura
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
44
escolar y proponga espacios de lucha contra su
perpetuacin.
La escuela es un espacio tradicional en la sociedad.
Este carcter de 'tradicional' tiene tanto el sentido de
permanencia histrica como el que indica que se trata de
una institucin de reproduce la tradicin. Asimismo, es
tradicional en cuanto los elementos hegemnicos de la
cultura de la sociedad general se observan tambin dentro
de la escuela y, asimismo, en cuanto mantiene y perpeta
sus propias prcticas institucionales resguardndose en
una especie de 'sentido comn'. Como espacio tradicional,
la escuela es un agente que se vale de la tradicin para
mantener la tradicin y, asimismo, su tradicin. Evita y
contiene la crtica en ese ejercicio pleno de la tradicin,
contrastndola con el sentido comn mencionado y
presentndola, comnmente, como un elemento que
puede 'entorpecer' el desarrollo de la labor educativa.
La escuela realiza su labor, por tanto, como un
caballo de carreras que, con sus anteojeras, slo ha de
mirar hacia adelante, no a los lados ni tampoco a s mismo.
Esto no es extrao entenderlo en un sistema educacional
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
45
como el chileno, donde, efectivamente, las escuelas son
arrojadas a una pista desigual a competir, a correr como
caballos por financiamiento. Esta lgica de carreras, en
cuanto modo-en-el-pensar, se traslada al nivel de los
estudiantes, quienes tambin son teidos, frente a los ojos
de la institucin, por esa misma concepcin. El deber-ser
de quienes estudian es, para la escuela, correr y llegar con
un buen tiempo. Esto lleva a los agentes de la escuela -que
luego sern desglosados uno por uno- a, incluso, ir
apostando reiterativamente por quienes llegan primero,
poniendo todas sus esperanzas en ellos y desatendiendo a
quienes llegan despus. Por eso mismo, es mal visto que,
en el momento de la carrera misma -las pruebas, las
evaluaciones-, un estudiante ayude a otro, pues ello le
llevara, de acuerdo a esta lgica, a desviar la mirada del
objetivo.
La escuela es, por tanto, una institucin
reaccionaria. Contribuye al mantenimiento de pautas de
relaciones dentro de la sociedad y el principal modo en
que opera esto es, precisamente, el mantener invariable el
panorama dentro de la escuela.
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
46
IX.
El Estado como Industria. La emergencia y
establecimiento de los Estados Nacionales en la Europa
moderna implica la definicin e instalacin de un aparato
humano colectivo pero no-popular de gestin de los
asuntos pblicos que conciernen el vivir de grandes
nmeros de personas e, incluso, comunidades enteras.
Ms all de la existencia o no de culto a la personalidad de
determinado gobernante, tal aparato que sostiene la
dominacin tiene un carcter impersonal tanto en sus
fundamentos como en su operar mismo. El Estado
europeo, aquel que mantiene un equilibrio con sus
similares basado en la influencia limitada sobre ellos pero
que, al mismo tiempo, despliega una fuerza ilimitada hacia
adentro, con el horizonte de controlar la totalidad de la
actividad humana dentro de sus fronteras y topando, no
obstante, con el derecho como neutralizador de lo que
podra llegar a ser una dominacin absoluta como los
describiera Foucault en El Nacimiento de la Biopoltica-, se
erige como una estructura que es operada por personas
pero trascendiendo de ellas, adquiriendo, de hecho, una
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
47
especie de identidad frente al pueblo gobernado. En una
suerte de materializacin del principio de totalidad, cuya
frase clebre reza: El todo es ms en rigor, algo distinto-
que la suma de sus partes, el Estado cobra una especie de
vida propia que es autnoma respecto a las personas
que lo hacen funcionar da a da, fenmeno en el cual
emerge, por cierto, el poder mismo que le caracteriza. Un
agente del Estado, como puede ser un trabajador social, un
secretario o una ejecutiva de cierto programa, puede
sostener y amparar decisiones en su carcter de
funcionario estatal, incluso cuando, muchas veces y a
nuestro pesar, como usuarios o, de hecho, como colegas
que tratamos de mantener cierta consistencia tica en
nuestra accin-, el criterio que se ocupa para actuar o no-
actuar no tiene base en la legalidad sino que en caprichos.
Sin embargo, en trminos materiales, el Estado existe en
cuanto red de acciones de sus funcionarios y slo as. Es
curioso, pues las prcticas se refugian slo en una red de
prcticas y, sin embargo, lo denso de esa trama termina
por otorgar, en lo fctico, una existencia aparte a un ente
que, adems, domina.
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
48
El Estado, constituido a partir de una red de
prcticas y de la proteccin y perpetuacin recursiva
entre tal red y cada prctica particular-, adquiere la
envergadura suficiente para regir la vida en sociedad de
grandes masas. Despliega su accin mediante la tcnica, la
definicin de modos-en-el-hacer que es legitimada a
travs de protocolos indicados por entidades que, a su vez,
son validados por la tcnica, cerrando un crculo de
reproduccin suficientemente terco como para sostener al
Estado mismo. El operar estatal aplica la tcnica para
cumplir objetivos que, asimismo, son definidos mediante
ella, la cual es ejercida por los personeros autorizados,
nuevamente, por ella. La tcnica es el componente que,
con total dominio, otorga rigidez y evita las fugas de poder
en una red de prcticas que, a diferencia de la sociedad
misma, resulta en una institucin. Dicho de otro modo, es
la tcnica la que permite al Estado, en cuanto red de
prcticas, imponerse frente a la sociedad, tambin red de
prcticas. La recursividad que fortalece y perpeta las
mismas prcticas durante generaciones viene dada,
precisamente, por la valoracin de la tcnica.
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
49
El Estado es tcnico y ello es condicin necesaria
para que pueda ser opresor. Si pierde tal condicin, se
vuelve sensible a emplazamientos ticos y humanitarios
respecto a su operar, lo cual le aleja de la posibilidad de
someter. Precisamente, la consideracin de la orgnica
tcnica por sobre las implicancias ticas a la hora de
autorizar, llevar a cabo y evaluar uno u otro programa,
servicio o accin estatal es lo que funda la des-
humanizacin del Estado y abre el paso a la accin de
oprimir. El Estado es industria aqu, en el momento en que
produce opresin a gran escala. Si se trata de un
totalitarismo, el Estado es quien pisa, en cuanto anula a
la poblacin mediante los poderes fuerte y suave. Si se
trata de un Estado de Bienestar, la opresin se da
mediante la infantilizacin de la poblacin mediante la
asuncin, por parte del Estado, de un papel paternalista,
en cuanto mediante la tcnica el personero autorizado
define las necesidades de la poblacin general y, por si
fuera poco, las acciones con las que se enfrentara tales
necesidades. Si se trata de un Estado funcional al
neoliberalismo, asume la posicin de quien permite que
otros pisen, poniendo a disposicin de los grupos
empresariales todo su potencial opresor, permitiendo un
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
50
escenario particularmente liso y llano para la realizacin
de los caprichos y las excentricidades de quienes se
benefician de un panorama de descarnada libertad
empresarial.
Sin embargo, la opresin del Estado no viene
ocurriendo slo mediante el despliegue de fuerza, sino que
adems, por cierto, tiene lugar en las consecuencias que
trae para la poblacin la inconsistencia entre la tcnica y el
fenmeno. En otras palabras: Cuando los servicios del
Estado son de mala calidad. Resulta tragicmico observar
que la aplicacin de la tcnica bajo el pretexto de la
rigurosidad en todos los niveles del aparato estatal
desemboca, sin embargo, en numerosas fallas y omisiones
que son sufridas por la poblacin. La tcnica, de este
modo, no opera a partir del criterio de las personas, sino
que slo en referencia a su propio criterio. La estructura
del Estado, incluso, tiene demasiados agentes destinados a
la fiscalizacin del adecuado cumplimiento de la tcnica, lo
que no necesariamente lleva a mejoras de los servicios
directamente ofrecidos a las personas. En Chile, el Servicio
Nacional de Menores (SENAME), encargado de decidir
acerca del destino de las nias, nios y adolescentes con
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
51
antecedentes de violencia, abuso o infraccin de ley, es
una entidad que, en apariencia, es extremadamente
rigurosa, con bases tcnicas estrictas y protocolos de
asignacin de recursos y de evaluacin algo severos. Sin
embargo, la poblacin la reconoce, ampliamente, como el
peor servicio del Estado, especialmente implicado en la
deshumanizacin de nios que se encuentran recluidos en
residencias y abandonados a la impunidad de todo
peligro que all vivan.
El Estado, sin embargo, no hace las cosas mal. Que
la gente viva mejor no es el objetivo, as que mal puede
lamentarse de que ello no ocurra, ms all de las
apariencias. Simplemente, su funcin no es otorgar mejor
calidad de vida ms all de las voluntades expresadas por
uno u otro gobierno- sino que, como ya se dijo, producir
opresin. Se trata de una institucin garante de un orden,
el cual logra mantener a partir de la cesin que la
ciudadana hace del uso de la fuerza. Y tal fuerza, como se
menciona en el prrafo anterior, no ser usada
necesariamente para defender al Estado mismo en su
orgnica o, incluso, en su existencia, sino que para
proteger el criterio del Estado respecto a determinados
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
52
intereses. Los grupos que acaparan las licencias para el
ejercicio del poder, generalmente asociados a intereses
corporativos incluso en pases de gobierno socialista
como Cuba, donde el chileno Max Marambio se hizo rico-,
necesitan de una industria que, para mantener estables las
condiciones para acumular riqueza, produzca el orden y el
sometimiento de la poblacin. All, el Estado es lder del
negocio. En Mxico, los narcos incluso pueden hacerlo
ellos mismos, adems de inmiscuirse en las
multinacionales y, por cierto, en el mismo Estado. Y claro,
al menos en Latinoamrica, por cierto, los procesos
independentistas que dieron paso a la fundacin de
Estados fueron guiados por elites ilustradas que hicieron
gala de pomposos discursos pero, en concreto, disearon
cuerpos legales y redes de prcticas que les permitieran
mantener su posicin de privilegio. Lo mismo en Europa,
donde no hubo revolucin que no precediera, algunas
dcadas despus, a la instalacin de grupos avanzados
incluyendo las vanguardias socialistas- a la cabeza de los
Estados. Por todo ello, estructuralmente, estamos frente a
una institucin europea diseada con asientos
preferenciales para quienes han de controlar todo. Y la
tcnica, nuevamente, aparece como la ley que permite ello.
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
53
El Estado, como invento europeo, presenta las
caractersticas anteriores gracias a la impronta ms
poderosa del Viejo Mundo: El cristianismo. La tcnica es el
vestigio fundamental del cristianismo, incluso ms que la
culpa y los smbolos explcitamente religiosos. La tcnica,
en cuanto implica la instrumentalizacin del humano, su
conversin en herramienta a partir de mandatos de
estricta disciplina en el actuar dentro de determinada
causa, es una derivacin, causada en el quiebre entre la
religiosidad y el logos insurrecto luego del Renacimiento-
, de la bblica disposicin del hombre de fe a abandonarse
y entregar su vida y todo su ser a la realizacin de la
voluntad de Dios. Este sentido divino de la
instrumentalizacin del humano entrega respaldos a las
escuelas, las universidades, los monasterios ya pulidos
en el arte- y los cuarteles militares para seguir practicando
o comenzar a practicar la tcnica en el curso de sus
actividades, uniformando criterios lo que, para nada,
signific sintetizarlos- y esquemas de accin, llevando a
cabo procesos de definicin y apego a una norma para el
ser y el hacer, lo que hemos de comprender como
normalizacin. De hecho, la asuncin de la tcnica llega a
ocurrir de manera similar a la conversin misma a
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
54
determinada religin, en cuanto la persona hace suya la
creencia y la creencia hace suya a la persona. Esta
conversin a la tcnica resulta ser til como herramienta de
subyugacin, dado que entrega un margen importante de
control sobre las voluntades. Por ello, la fuerte identidad
nacional no es precisamente la causa del surgimiento del
Estado Nacional sino que, en cambio, ciertos elementos
identitarios incipientes fueron abordados aprovechando
el ascenso progresivo de la tcnica, mediante la tcnica e
implantando la tcnica, con desarrolladas estrategias
orientadas a valerse de la pasin de la identidad para
dominar a quien se identifica, gozando incluso con su
aprobacin. Con sus soberanas amparadas en el derecho
divino, los gobernantes europeos en la Edad Moderna
procuraron que, adems de que se contara con la simpata
del Papa para usar la religin explcita como medio de
sometimiento, el mandato cristiano de convertirse en
instrumento de Dios mediado por el soberano, portavoz
de la voluntad divina- se materializara en el
perfeccionamiento tcnico de todo el aparato que hace
posible el mantenimiento del dominio. La tcnica toma
vida propia y logra expandirse hacia cada vez ms
sectores y actividades dentro de las sociedades europeas.
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
55
Esto llega a un punto en que, gracias a la dictadura de la
herramienta por sobre el hombre, la fabricacin de
objetos de vuelve tan rpida y masiva junto con el
consiguiente aumento en el consumo- lleva a una
Revolucin Industrial en la que los grandes productores se
valen de los mismos modos tcnicos que el Estado para
acaparar la licencia para el ejercicio de poder, esta vez
incluso transformando las ciudades y el paisaje para
acomodarlos al nuevo rgimen de produccin. Junto con el
paisaje, las sociedades europeas se transforman, en su
plenitud, para poder ser funcionales al modo de
produccin capitalista en su escala industrial. Europa,
antes convertida al cristianismo, es ahora convertida a su
hija, la tcnica. Aquella hija rebelde que sigue el camino
divergente del logos, armando su propio dominio, aunque
de los mismos modos que la religin. Los dogmas, la
valoracin de lo doctrinario, la uniformidad y la tendencia
a la planificacin de los destinos ajenos forman parte de
aquel aprendizaje superior, de segundo orden o, en
palabras de Bateson, "deutero-aprendizaje" que la beb,
nia y adolescente tcnica fue desarrollando mientras y a
travs de los eventos de aprendizaje ms circunstanciales
y especficos. La tcnica se extiende por Europa renegando
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
56
de sus races, aunque reproduciendo sus modos en los
niveles ms profundos y, en su caso, con ciertas
habilidades de auto-evangelizacin que, en todo caso, son
finitas.
En todo este ascenso y propagacin implacable de
la tcnica, el Estado toma solidez como una institucin
vlida y, luego, necesaria, en tanto es compatible con el
flamante modo de vida post-revolucin. Su carcter de
opresor ptimo recae en que comparte, en su red de
prcticas interna, el modo de configurar relaciones que
impera en la sociedad a la que ha tenido que adaptarse la
poblacin. Tal adaptacin ha provocado secuelas nefastas
en las personas, viviendo ms oprimidas que en cualquier
otra poca, sin lo que Gabriel Salazar llam "horizontes de
vagabundeo", debido al avance cartogrfico y de control de
los territorios que capitalismo y Estado lograron. No hay
mucho donde escapar, porque en Europa los Estados han
delimitado sus fronteras entre ellos e, incluso, en otros
continentes se vern formando parte de una colonia de los
mismos y, luego, de Estados jvenes tanto o ms brutales.
Adems, el tiempo est invadido, dedicado en cruel y
proporcin a la participacin mal remunerada en la
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
57
produccin, forzando al trabajador al abandono del ocio y
el descanso. Vivir en la ciudad es permitido slo si es
soportable el ajuste a sus nuevas reglas, con viviendas
reducidas al mnimo y pensadas como simple guarda-
mano-de-obra. Vivir en el campo, por su parte, se volver
cada vez ms difcil, debido a la concentracin de las
vacantes de trabajo -y, por tanto, oportunidades de
subsistencia- en el espacio urbano. El Estado es el aliado
perfecto del capitalismo para producir todo esto, dado el
"corazn tcnico" que comparten. Y ello es porque, por
cierto, la tcnica es una valoracin de una forma de
proceder por sobre las otras, planteada e impuesta por un
ser o un conjunto de seres humanos que, en tal condicin,
tienen intereses particulares, guiarn su criterio a partir
de ello y considerarn, adems, que los otros seres
humanos deben obrar de modo similar.
El Estado no produce slo la represin que posibilita
la opresin, sino que fabrica, adems, sucesivos
fortalecimientos en el dominio educativo y moral presente
en el vivir de la poblacin. En palabras burdas y
propagandsticas, "mejor educacin" y "comportamiento
correcto y responsable", conceptos que suelen asociarse
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
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en relacin de causalidad. Esto no ocurre orientndose a
una mejora en la calidad de vida y el buen vivir de la
poblacin -ms all de que pueda ocurrir ello,
dependiendo de cmo se le evale y en comparacin a qu
ideales-, sino que buscando contar con una ciudadana til
a los proyectos de desarrollo impulsados por las lites,
tanto en el sentido de la "capacitacin" -"hacer el trabajo
siempre mejor"- como en el del "buen actuar" y el "buen
decir". La frmula no es difcil de entender: Fortalecer el
manejo de cierta informacin y la destreza en ciertas
actividades en una gran cantidad de personas, con el fin de
que la produccin econmica del territorio mejore en
cantidad y calidad y de que la poblacin presente patrones
de comportamiento que hagan ms fcil la gobernabilidad.
No se trata, en lo absoluto, de un elemento que ha de
esconderse en la esfera poltica. En los tiempos en que el
ilusorio "nacional-desarrollismo" comenz a teir la
gestin que los gobiernos realizaron del Estado, la
"educacin" -comprendida como "escolarizacin" y
"capacitacin"- fue relevada como el principal pilar de un
programa de desarrollo nacional a largo plazo. El lema de
Pedro Aguirre Cerda fue, incluso, "Gobernar es educar".
An en el siglo XXI, tal frase es valorada sentidamente por
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
59
un amplio espectro poltico en el pas. Sin embargo, su
sentido es un tanto terrible, pues se refiere, directamente,
al carcter de aparato del sistema educativo, movido por
la voluntad de propagacin del dominio de la tcnica hacia
la poblacin misma con el fin de homologar su operar con
el del Estado mismo y, por cierto, instruyendo, con mayor
o menor sutileza, a las personas acerca de la "utilidad",
"necesidad", "suficiencia" y "obligatoriedad" de los modos
impuestos o, dicho de otro modo, cristalizando el carcter
de 'industria' del Estado.
As, la educacin oficial, en tanto visada y
retroalimentada por el Estado, es unas de las vas de
propagacin de la lgica de ste. El vrtigo del poder,
aquel que lleva a que muchos de quienes ocupan cargos de
poder, an conociendo los lmites legales y ticos que
envuelven su posicin, sientan el impulso y el placer de
violar tales restricciones, dando lugar al abuso, llega a las
escuelas proviniendo, en gran medida y claramente, desde
las instituciones del Estado. En una analoga
microbiolgica, el vrtigo del poder es un viroide que se
reproduce rpidamente y cuyo hbitat y medio de
propagacin es el modo en que ocurren las relaciones
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
60
humanas. Mediante la tcnica, adems, es que se hace
posible la reproduccin social atribuida clsicamente a la
escuela, lo cual ocurre en virtud del potencial de auto-
replicacin de aquella. Si hay un espacio en el que ocurra
de forma particularmente crtica el vrtigo del poder, se
es el Estado. En los distintos niveles jerrquicos del coloso
estatal, incluyendo de modo peculiar a aquel ltima lnea
que colinda con el vaco que le separa de la poblacin en
cuanto usuarios de determinado programa o
departamento, se hace presente la tentacin del agente a
lanzarse al ejercicio abusivo del poder, ms all de las
barreras delimitadas por el derecho, aun conocindose
ellas. Tanto a nivel de los parlamentarios cuando, al
sentirse dentro de una burbuja inviolable, traspasan los
modos permitidos por las leyes -incluso siendo ellos
quienes las crean, perpetan o derogan- en cuanto a su
actuar o el financiamiento de las campaas que les
llevaron a ocupar su escao -como ocurre en el "caso
Penta", en Chile-, como a nivel de burocracia estatal en sus
distintos escalones, donde suelen operar redes densas de
trfico de influencias, otorgando privilegios a ciertos
funcionarios, programas o sectores, mientras se perjudica
a otros. Y, por cierto, en el dominio de la atencin a
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
61
usuarios, donde no es raro que a ellos se les maltrate, se
les ignore o no se considere su bienestar como prioridad.
Se reproduce el modo de gestin que viene ya
replicndose desde jerarquas superiores, desembocando
el ro de abuso en los malos servicios de salud pblica, la
escuela opresora ya descrita en otro apartado, el maltrato
a nias y nios en las "Residencias" de SENAME en Chile -
que son crceles, innegablemente- y, entre ms ejemplos
posibles de mencionar, las policas en su funcin
represora, definiendo el Estado en su concepto ms duro:
El monopolio del uso de la fuerza, clebremente expuesto
por Max Weber.
No obstante todo lo anterior, el Estado ha sido
pensado, sobre todo despus de la Segunda Guerra
Mundial, como garante de derechos. Las colosales
devastaciones y los crmenes de carcter progresivamente
cruel y calculado llevaron -quizs por un advenimiento de
la tica o por un simple acuerdo de sobrevivencia- a que
los Estados se organizaran en una asamblea reguladora y
con legitimidad en cuanto espacio de discusin y decisin,
firmando convenciones acerca de lo que se llam
Derechos Humanos, en una suerte de definicin de
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
62
aquellas garantas universales a toda la Humanidad -desde
los ojos quiz bienintencionados de una Europa devastada
y unos Estados Unidos deseosos de influir con la mscara
del "bueno"- o, dicho de manera ms encarnada, de
aquello que no se le ha de negar a ningn ser humano ni
pueblo, por motivo de su humanidad misma. Este
compromiso, al formar parte de un acuerdo entre Estados,
se somete al juego de presiones entre ellos y a los
resultados de los despliegues diplomticos; quien no
cumple lo que firm, ser sancionado con castigos
suficientemente perjudiciales para su estabilidad poltica
o econmica.
Lo anterior nos lleva a pensar, frecuentemente,
que "el Estado es bueno porque es garante de derechos".
Es ah donde pasamos por alto lo reciente de tal carcter.
En una voluntad de cuidado de la propia especie, en la
conciencia del peligro de llegar a devastaciones
apocalpticas y en la conmocin frente a la
deshumanizacin, esperable en una postguerra, se basa un
acuerdo entre naciones que es obligado por la carga
histrica y la circunstancia. El derecho al que suscriben los
firmantes es un limitante de su accin "hacia adentro" que
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
63
opera de manera similar a los lmites en cuanto a la
invasin de la soberana de otros Estados -"hacia afuera"-,
cindose a una red de presiones. El Estado acepta esto
por sobrevivencia, no por "recapacitacin", ms all de los
discursos declarados que puedan registrarse. Sigue siendo
la misma red de prcticas, industria de opresin. La polica
sigue deteniendo infundadamente a manifestantes, los
mapuche siguen sin poder aplicar el Principio de
Autodeterminacin, el adulto-centrismo imperante en
escuelas y otras instituciones sigue ignorando activamente
el carcter de 'sujeto de derecho' de nias y nios, la
educacin en Chile sigue considerada como bien
individual y cuya calidad es obtenida a partir de un pago
suficiente. El Estado sabe que hay una frontera que no
puede traspasar, pero no dudar de jugar en el cerco, al
lmite de los acuerdos suscritos, con el fin de mantenerse
fiel, con la tcnica como sangre, a la 'razn de Estado'. Un
perro maoso no pierde la voluntad de morder cuando se
le pone la cadena.
X.
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
64
La Academia como Industria. Se trata,
probablemente, de la manifestacin ms explcita del
acaparamiento de la licencia para ejercer el intelecto, dado
que all, en la Academia, convergen tanto los
investigadores e intelectuales -propiamente llamados
"acadmicos"- que cuentan con una certificacin valorada
oficialmente como, sobre todo, los modos en que se
investiga y se llega a determinadas conclusiones. Es un
lugar que se declara 'residencia' del saber, alegando y
haciendo privada la legitimidad que el espacio dentro de sus
propias paredes -materiales y simblicas- tiene y "debe
tener" respecto a la accin misma de plantear explicaciones,
conclusiones y modos de actuar. Se ha llegado a considerar,
incluso, en el silencio ruidoso de lo tcito, que un
planteamiento respecto a determinado tema slo tendr
validez en cuanto se acerque a los modos de la Academia y
sea aceptado por ella. Y ser "aceptado por la Academia" no
es sino ser aceptado por una red de personas -y no tanto
una red de prcticas, como en el caso del Estado- quienes,
habiendo pasado el proceso de postulacin a la aceptacin
anteriormente -generalmente, dedicados a agradar al
acadmico que les dar la entrada a tal espacio,
servilmente, pasando las penas del infierno si fuese
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
65
necesario-, adoptan luego el papel de jueces reguladores
del acceso a lo que opera, prcticamente, como un club
secreto o una logia. No es extrao que la masonera
maneje importantes nichos acadmicos como, por
ejemplo, la Universidad de Chile, ya sea porque los modos
de la Academia se acoplen muy bien a los suyos o, incluso,
porque la masonera misma haya contribuido a formar
Academia durante varios siglos.
Es muy comn escuchar que "la Academia produce
conocimiento". Se asume, de manera inmediata, su
carcter de industria, aunque el producto ha de discutirse,
pues no podemos estar seguros de que, en primer lugar,
sea "conocimiento" lo que se produce y, en segundo lugar,
que el "conocimiento" pueda ser "producido". La imagen
de la 'fuente del conocimiento', descrita al inicio del libro,
es una ilusin clave en la des-apropiacin, promotora de la
idea de que el "conocimiento" -que se distingue de
"conocer" al ser expresado como objeto y no como accin-
puede hallarse 'situado'. De hecho, lo que la Academia
llama "conocimiento" es, precisamente, un conjunto de
objetos que s son producidos a escala industrial y con
obtusos "controles de calidad". Esos objetos son los
estudios, sean artculos, papers, ponencias o libros que
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
66
cobran existencia a partir de la utilidad que el
conglomerado institucional -Estado, mercado, Academia y
otros- puede evaluar y obtener de ellos. Lo que se
financiar y/o patrocinar -porque no se necesita slo
fondos de dinero, sino que la aprobacin de las personas
de la Academia- para poder ser estudiado no nace,
necesariamente, de la curiosidad pura de quien investiga;
de hecho, es aquella curiosidad la que se ve obligada a
acoplarse a las opciones disponibles a ser financiadas y/o
patrocinadas. La Academia produce estudios, pero a
encargo del conglomerado institucional. Por eso es tan
comn ver grandiosas facultades de economa, de
ingeniera y de derecho, as como lujosas y taquilleras
consultoras privadas dedicadas a tales temas. Les siguen
salud -un lucrativo negocio- y el sector silvoagropecuario,
con educacin algo ms abajo. Las inversiones en filosofa,
humanidades o arte, bajsimas aunque existentes,
parecieran ser el pretexto que permite negar,
infructuosamente, tal encargo.
No resulta tan sorprendente afirmar que la
Academia es una industria altamente jerarquizada, incluso
llegando a volver cotidiano el uso de los grados
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
67
acadmicos cual ttulos de nobleza. Lo especialmente
crtico es el modo de valoracin y distincin que este
sistema propone a las sociedades, pues promueve un
hbito sostenido de asignar valores asimtricos a las
personas de acuerdo a su certificacin educacional. Su
acaparamiento de la licencia para ejercer el intelecto, con
la consecuente des-apropiacin en la poblacin, ha llegado
a tal nivel de penetracin y violacin del sentido comn
que se ha vuelto tradicional que las mismas personas
fuera de la Academia, en el vivir diario, miran bien al
"profesional" y mucho mejor al "magster" o al "doctor",
mientras ya desprecian un poco al "tcnico", ms al que
"lleg slo" a terminar la educacin secundaria y,
finalmente, sienten lstima por quien "no termin el
colegio", erigido como "deber bsico" de un ser
"civilizado". Muchos suelen, adems, ubicar su caso
personal en esta escala y asignarse valor de acuerdo a ello.
Se trata de un autntico "fascismo academicista", usado
muchas veces para ofender a otros humanos o grupos. Es
un conjunto de ladrillos disponibles para armar una pared
de prejuicios que, al provenir de la nodriza Academia, se
vuelven incuestionables.
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
68
El carcter de industria de la Academia es tan
categrico que, incluso, se llega a validar y justificar
acciones y modos que corrompen el amor al saber
declarado. Escritores fantasmas que, inexplicablemente,
publican 100 artculos cientficos en un ao -
frecuentemente relacionados con laboratorios
farmacuticos u otras reas de extremo poder econmico-
u oscuras mafias y rencillas que suelen darse dentro de las
facultades de universidades pblicas. Una constante
guerra por la notoriedad y un apego soberbio a las propias
ideas como defensa ansiosa de un ego enaltecido por la
posicin alcanzada dentro de la vorgine jerarquizada. Lo
curioso es que, sobre todo desde los espacios acadmicos
dedicados a las humanidades y las ciencias sociales, se
despachan altas crticas a la nube de aspectos que
describen y rigen lo empresarial y corporativo.
Ms all de lo que se corrompe, es preciso abordar
aquello que s es reconocido y jams cuestionado. No es
del inters de este libro proponer una reparacin de la
Academia, dado que los aspectos crticos no corresponden
a lo que se ha desviado del espritu acadmico -ms
all de que s es necesario mencionarlo como fenmeno
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
69
propio de lo industrial- sino que a los principios,
fundamentos y prcticas capitales. La Academia, en s
misma, nace a partir de la distincin, seleccin, separacin y
asuncin de una elite intelectual. En lo respectivo a la
apropiacin del intelecto, es la entidad que la combate de
manera ms directa y explcita, aunque sin la
minuciosidad de la Escuela ni el peso del Estado. El
distintivo de opresin de la Academia es, en particular, la
pretensin de verdad. Por ello, lo que nos oprime no son
sus heridas, sino que su sangre misma. La tcnica tiene
tambin un papel central aqu, aunque la
instrumentalizacin es de carcter ms cclico que en el
Estado, donde se da de manera vertical. En la Academia, la
persona se vuelve herramienta de nadie en particular,
asumiendo ello, ms bien, como requisito para ser
considerado parte y miembro digno. S, hay encargo del
conglomerado industrial, pero el acadmico no se vuelve
herramienta directa de quien contrata los servicios
acadmicos. Su mtodo responde a la necesidad de ser
validado en el espacio interno de la Academia. Si
extrapolamos esto a una red, observaremos una trama de
validaciones y desprecios cuya ley de referencia es la
tcnica y que responden a una espiral donde la Academia
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
70
se esfuerza por convencerse a s misma sobre s misma por
medio de la uniformidad de mtodos y la valoracin
asimtrica entre distintas certificaciones. Es una burbuja
que, sin embargo, contagia a las sociedades su amor por la
consideracin desigual de las personas y las ideas.
XI.
Hacia el Taller: Educando-nos. La apropiacin del
intelecto es un problema colectivo y poltico a ser
abordado.
Es preciso subrayar que lo poltico ha de
entenderse de manera mucho ms amplia que lo que dicta
la creencia comn, responsable de un masivo rechazo a la
palabra. No se trata de pelear puestos en el congreso, ni de
unirse a partidos polticos ni, mucho menos, postular a
manejar un gobierno. Todo ello es parte de una acepcin
banal de poltica. Lo poltico es abordar colectivamente
la resolucin de asuntos de inters colectivo. Tiene lugar
en un pas, en la relacin entre pases, as como en una
ciudad. Pero tiene tambin lugar en un hogar, en un curso
LA APROPIACIN DEL INTELECTO
71
de escuela, entre bandas musicales, en un barrio e, incluso,
en las relaciones amorosas.
La alienacin en las personas, incluyendo
claramente la alienacin del intelecto, tiene lugar a partir
de sucesos y tendencias histricas que han propiciado la
emergencia de ciertos conjuntos de creencias y prcticas.
En el caso de la poltica, claramente los imaginarios
populares de rechazo a la palabra y la idea estn asociadas
a una cesin del derecho a decidir sobre lo colectivo; las
nociones tradicionales acerca de lo poltico que vienen
rondando en nuestro vivir cotidiano tienen que ver con la
alienacin del intelecto, con la creencia generalizada de
que seran quienes ocupan los puestos de mando los que
saben lo que hay que hacer con todos. Y es as como,
bsicamente, se entrega gran parte del control de la vida a
una institucin que se funda retricamente en el pueblo
pero que, en su prctica, slo opera a partir de intereses
de cpulas.
Un camino hacia la apropiacin debe ser un
camino social y poltico. Como se dijo anteriormente, debe
partir en la emancipacin del individuo, en quien residen
importantes bastiones de la dominacin, los cuales
funcionan como polica interna, llevndonos a auto-
ANTONIO BAEZA HENRIQUEZ, GALGO
72
castigarnos y a censurarnos por leyes no genuinas. Sin
embargo, la emancipacin del individuo y la emancipacin
colectiva se necesitan mutuamente. El proceso en que esa
ayuda mutua ocurre es, precisamente, en el ejercicio
genuino de lo poltico. Ello implica, entre otras cosas:
Recuperar la creencia del derecho a ejercer lo poltico;
limpiar lo poltico de deseos de lucro, de fama o de tirana;
comprender lo poltico como algo que no depende de los
partidos polticos; dejar de otorgar autoridad moral a las
cpulas polticas respecto a la